Вы находитесь на странице: 1из 6

Daniel James. “Resistencia e integración.

El peronismo y la clase trabajadora argentina”

INTRODUCCIÓN

- El presente es un trabajo analítico narrativo, en orden cronológico. Se centra en el recorrido del


movimiento trabajador y su relación con la corriente peronista, por lo cual omite otros aspectos de la
sociedad argentina.

- El movimiento sindical en la Argentina moderna se ha constituido como principal canal institucional para
visualizar la lealtad de la clase trabajadora hacia Perón y ha actuado de forma retroactiva con la corriente
peronista.

- El autor utiliza tres fuentes para su argumentación: (1) documentación de archivos existentes en la
Argentina, incluyendo diarios, revistas, boletines, anuarios y materiales disponibles en el Ministerio de
Trabajo; (2) diarios peronistas no oficiales, como diarios de afiliados, panfletos y circulares de barrios, los
cuales no estaban a disposición pública; (3) entrevistas, conversaciones y discusiones con participantes
activos en los gremios del correspondiente período.

Los antecedentes

1. El peronismo y la clase trabajadora, 1943-55

El trabajo organizado y el Estado peronista

- Por aliento de los regímenes conservadores, la sociedad argentina se enfrentó a la recesión de 1930-1940
a través de una paulatina sustitución de importaciones, es decir, la producción de bienes manufacturados
que antes se compraban al extranjero. Aun manteniendo sus relaciones económicas con Gran Bretaña, se
alentó el crecimiento industrial argentino mediante una política de protección arancelaria. El sector agrario
continuó siendo la fuente principal de divisas, y ahora la industria constituía el centro de acumulación de
capital.

- El crecimiento industrial estuvo acompañado por un cambio en la fuerza laboral: antes que de la
inmigración extranjera, el personal estaba ahora conformado por gente de las provincias del interior,
atraídos por los centros urbanos del litoral.

- Sin embargo, el crecimiento industrial no se tradujo en mejores condiciones laborales ni en soluciones a


los problemas inherentes de la rápida urbanización (hacinamiento y falta de servicios). La represión,
orquestada por los empleadores y el Estado, limitaban la poca legislación laboral y social.

- Para 1943, había cuatro gremiales centrales: la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), de índole
anarquista; la Unión Sindical Argentina (USA), de índole sindicalista; la Confederación General del Trabajo
(CGT), dividida en la CGT Nº 1 y la CGT Nº 2. La mayoría del proletariado industrial (principalmente los
emergentes del sector metalúrgico y textil) era ajeno a cualquier organización sindical efectiva; los que
mayor influencia ostentaban eran los comunistas, que se regio en campos no tradicionales y entre
trabajadores de la madera, construcción y alimentación.

- En este aspecto, y desde sus cargos como secretario de Trabajo y posteriormente vicepresidente del
gobierno militar impuesto en 1943, el general Juan Perón supo dar respuesta a las reivindicaciones de la
emergente fuerza laboral industrial, a la vez que los alejaba de la gravitación de las organizaciones de
izquierda. El apoyo conseguido entre las filas obreras se cristalizaría el 17 de octubre de 1945, día en que
una manifestación popular y espontánea logró sacar a Perón del confinamiento y posteriormente
conducirle a su victoria en las elecciones presidenciales de febrero de 1946.

- La experiencia peronista de 1946-1955 permitió un aumento en la capacidad de organización y


negociación de la clase trabajadora, así como en su peso social. En sector de la actividad económica solo se
otorgó a un sindicato el reconocimiento como mediador oficial entre los trabajadores y el empresariado, lo
que estaba garantizado por la Ley de Asociaciones Profesionales (23.852), octubre 1945. Se creó una
estructura que ascendía, por intermedio de federaciones, a una única central, la Confederación Nacional
del Trabajo (CGT) y que aseguraba a los sindicatos muchas ventajas, a la vez que otorgaba al Estado las
funciones de garante y receptor de los beneficios derivados.

- La extensión de la agremiación (que por primera vez incluyó a empleados públicos) fue acompañada por
un sistema global de negociaciones colectivas y disposiciones sociales que contemplaban la licencia por
enfermedad, por maternidad y las vacaciones pagas.

- La clase trabajadora paralelamente a su integración como fuerza social asistió a una integración política,
coordinada por el aparato estatal. En el período 1946-1951 se dio la paulatina subordinación del
movimiento sindical ante el Estado gracias a la eliminación del poder autónomo de los viejos líderes
sindicales. Para la segunda presidencia las intenciones corporativistas se tornaron evidentes; se creó una
vasta red para garantizar el bienestar social, operada por el Ministerio de Trabajo y Previsión, la Fundación
Eva Perón y los propios sindicatos. Si bien hubo focos de disidencia en oposición a la integración política del
sindicalismo, las ventajas económicas para los trabajadores eran concretas e inmediatas, por lo que los
cuestionamientos fueron mínimos a grandes rasgos.

- Es de remarcarse la relativa homogeneidad racial y étnica de la clase trabajadora y su concentración en


los grandes centros urbanos, lo que propició la cohesión política.

- La experiencia peronista efectivamente borró las antiguas lealtades políticas del sindicalismo, ya sea los
arraigamientos con el comunismo, el socialismo o mismo el radicalismo. Mientras que los radicales y
socialistas criticaron fervientemente al peronismo y su inserción de naturaleza desmoralizante dentro de la
clase trabajadora, los comunistas prefirieron una posición más flexible.

Los trabajadores y la atracción política del peronismo

La relación entre los trabajadores y sus organizaciones y el movimiento y el estado peronista resulta
indudablemente vital para la comprensión del periodo 1943-55. ¿Cómo interpretar la base de esa relación
y, además, el significado de la experiencia peronista para los trabajadores peronistas?

- El sociólogo izquierdista Gino Germani quiso explicar la adhesión sindical al peronismo en términos de
obreros migrantes sin experiencia, receptáculos perfectos del populismo y para ser utilizados por la élite
bajo la bandera peronista. En cambio, el revisionismo ha visto el apoyo obrero a la ideología peronista
como el compromiso lógico ante un proyecto reformista que prometía ventajas concretas, decisión
consciente llevada a cabo por actores dotados de conciencia de clase en vistas de las antiguas dificultades
económicas y explotación de clase.

- Para JAMES, si bien el peronismo, desde el punto de vista de lxs trabajadores, fue en un sentido
fundamental una respuesta pragmatica a las dificultades económicas y la explotación de clase, también era
algo más. Era también un movimiento representativo de un cambio decisivo en la conducta y las lealtades
políticas de la clase trabajadora, que adquirió una visión política de la realidad diferente. El autor trata de
encontrar las razones por las cuales la solución adoptó la forma específica del peronismo y no la de otras
ideologías con llamamientos similares; para ello tiene en cuenta la figura carismática del general Perón, la
retórica peronista y sus diferencias con respecto a otras posturas políticas que se apoyaban también en
la clase trabajadora.

Los trabajadores como ciudadanos en la retórica política peronista

- El atractivo político fundamental del peronismo reside en su capacidad para redefinir la noción de
ciudadanía dentro de un contexto más amplio, esencialmente social. En el discurso peronista, el pleno
acceso a la ciudadanía y los derechos políticos fue una constante, apoderándose de una retórica ya iniciada
por el radicalismo en los `30 con Yrigoyen. La “década infame” (1930-1943), que se caracterizó por el
mantenimiento del poder político a manos de una minoría conservadora mediante el fraude y corrupción,
alimentó un creciente cinismo político; en consecuencia, el peronismo pudo reunir un caudal electoral al
denunciar la hipocresía de las instituciones autoproclamadas “democráticas”. Sin embargo, el atractivo del
peronismo no se limitó a las reivindicaciones políticas, sino que evocó por el restablecimiento de
derechos proclamados pero no respetados (este fue también el lenguaje de la Unión Democrática) pero
desde una dimensión más amplia o social, que rechazaba las concepciones políticas meramente formales
del liberalismo y tocaba una fibra sensible entre los obreros.

- Si bien el liberalismo había reconocido la existencia política de los trabajadores, les había negado y/u
obstaculizado su consolidación como clase social; aún el radicalismo, a pesar de todos su retórica, jamás se
opuso fervientemente a los supuestos del sistema liberal. En cambio, el peronismo llamaba al
reconocimiento de la clase obrera y su integración privilegiada como fuerza social autónoma dentro del
aparato estatal. La retórica peronista subrayó el carácter independiente de los trabajadores como clase y
su interrelación (pero no dependencia) para con el Estado, al menos en sus comienzos; con la conquista
del poder, el elemento personalista en Juan y Eva Perón se hizo más evidente.

Perón, decía que una democracia solo podría ser construida si se enfrentaba con justicia la cuestión social.
Se miraba con escepticismo la libertad de la que hablaba el liberalismo. Discurso de julio 45  Se
diferencia de la libertad del liberalismo, caracterizándola como “la libertad del fraude” y “la libertad de
vender el país y de explotar al pueblo”.

El carácter excepcional de esa visión de la integración política y social de la clase trabajadora en argentina
en las décadas del 40-50, se torna más patente si examinamos la manera distintiva en que Perón se dirigió
a los trabajadores en los discursos que pronunció en la campaña electoral de 1945-46, y después. Perón les
hablaba a los trabajadores como a una fuerza social cuya organización y vigor propios eran vitales para que
él pudiera afirmar con éxito, en el plano del Estado, los derechos de ellos. Él era solo su vocero, y solo
podía tener éxito en la medida en que ellos se unieran y organizaran.

- La industrialización, el antiimperialismo y el nacionalismo fueron los ejes que sostuvieron al discurso


peronista. La dicotomía esgrimida por el peronismo no era tanto desarrollo agrario/industrialización como
laissez-faire/intervencionismo estatal, algo que los demás partidos políticos sabían. Lo que singularizo al
peronismo fue la manera en que se apropio de la industrialización y la soberanía nacional; atrayendo a la
clase obrera; los dos eran fines análogos de participación de la clase obrera en la vida pública y la justicia
social.
Además, Perón tuvo la habilidad de abordar este problema en una forma que le permitió apropiarse del
tema y el símbolo del desarrollo industrial y convertirlo en un arma política mediante la cual pudo
diferenciarse de sus adversarios.

Hacia fines de la campaña electoral del 46 ya era un hecho establecido la identificación del peronismo con
el progreso industrial y social y con la modernidad. Porque la clase obrera veía en el apoyo de Perón al
desarrollo industrial un papel vital para sí misma como agente de la esfera pública, considerablemente
ampliada, que el peronismo le ofrecía como campo de actividad. En efecto, Perón establecía como premisa
del concepto mismo de desarrollo industrial la plena participación de la clase trabajadora en la vida pública
y la justicia social. En su visión la industrialización ya no era concebible, como antes de 1943, al precio de
la extrema explotación de la clase trabajadora.

En la retórica peronista, la justicia social y la soberanía nacional eran temas verosílmente


interrelacionados antes que consignas abstractas meramente enunciadas.

Una visión digna de crédito: carácter concreto y creíble del discurso político de Perón

La cuestión de la credibilidad fue crucial para entender el impacto político de su discurso sobre los
trabajadores.

- El autor entiende al vocabulario del peronismo como visionario y a la vez creíble, que contrastaba con el
carácter harto abstracto de sus adversarios políticos. Los discursos iniciales del período 1945-1946 eran
inéditos en su naturaleza; el contenido nacionalista en el peronismo ponía especial énfasis en la clase
trabajadora y evocaba problemas económicos concretos y soluciones a corto plazo, y no generalidades y
cambios estructurales a largo plazo.

- El peronismo supo tomar la idiosincrasia de la clase trabajadora y glorificarla. La atracción política del
peronismo era esencialmente plebeya: rechazaba la necesidad de una élite política especializada y
fomentaba el antiintelectualismo contenido en las prácticas populares. Había un constante uso de
simbología tanguera, sensibilidad popular y términos del lunfardo. El tono rústico de su retórica
contrastaba con el tono condescendiente propio de los demás partidos políticos. Ejemplo  Discurso de
Perón el 17 de octubre, donde evocó a su vieja.

Perón con su capacidad de hablar de la realidad mundana, lograba que las resonancias utópicas –un anhelo
desigualdad social, de q se pusiera fin a la explotación- resultaran más creíble para una clase trabajadora
imbuida, por su experiencia de la década infame, de cierto cinismo frente a las promesas políticas y las
consignas abstractas.

Todo esto le daba credibilidad a la visión política de Perón.

El herético impacto social del peronismo

- La mayor incidencia de la clase trabajadora en lo social y político se evidencia en la masiva ampliación del
gremialismo y el número de parlamentarios de extracción sindical. Sin embargo, otros aspectos no
cuantificables como el orgullo, el respeto propio y la dignidad deben de estudiarse por separado.
Para evaluar la importancia de esos factores el autor vuelve al a década infame, porque para este, fue sin
dudas el punto de referencia en relación con el cual los trabajadores midieron su experiencia del
peronismo.

Significado de la década infame: respuestas de la clase obrera

- Las experiencias de la “década infame” fueron articuladas por la propaganda en la dicotomía entre el
presente peronista (1950-1960) y el pasado reciente (1930-1940), contrastando las duras condiciones
laborales y frustración con una efectiva organización gremial y aumento de salarios.

- Muestras de un mundo esencialmente injusto pueden destilarse de la cultura popular en el período 1930-
1940, como en los sombríos tangos cargados de simbolismos sobre la codicia y falta de escrúpulos. Aunque
en menor medida, había aún retazos de la ferviente actividad militante anterior a la “década infame”,
propiciándose el espíritu cooperativo y la erradicación de vicios como el alcoholismo y el tabaquismo
gracias a una minoría de socialistas, comunistas y anarquistas; esta organización gremial se acrecentó a
medida que el desempleo decrecía.

Experiencia privada y discurso político

- El atractivo del peronismo radicaba en su capacidad para dar expresión pública a lo que hasta entonces
solo se pensaba, se manifestaba de forma interna, dentro de una experiencia privada. El discurso
peronista, en este sentido, era herético porque lograba exteriorizar en términos simples pensamientos ya
arraigados en la sociedad, pero que habían estado silenciados por el elitismo oligarca.

- La reconversión de los símbolos de humildad e identidad trabajadora (las ropas del obrero), por ejemplo,
en el “descamisado” y “la negrada”. Se los despoja de la connotación negativa (hasta entonces, los
términos habían sido usados por los antiperonistas despectivamente para caracterizar la pobreza de los
militantes peronistas) y se los incorpora al discurso oficial, como algo positivo. El uso del lunfardo y la
resignificación de los vocablos usados para con la clase trabajadora, implicaron una visibilización y la
invasión de espacios públicos tradicionalmente de la élite; un acto de blasfemia, propiamente herético.

Algo de ese significado social herético se tornó patente en la vasta movilización de la clase trabajadora
que se extendió desde el 17/10 hasta el triunfo electoral peronista de febrero de 1946. Esa movilizaion
demostró la capacidad de lxs trabajadores para actuar en defensa de lo que consideraban sus intereses.
Pero además represento, de manera mas difusa, un rechazo de las formas aceptadas de jerarquía social
y los símbolos de autoridad. Esto es notable en la movilización del 17/10. Si bien la atencio se centró en
el objetivo esencial del acto, la movilización misma y las formas que asumió, sufieren por si solas un
significado social mas amplio.  Atmosfera alegre, carnavalera, murguera. Esta atmosfera en una
manifestación de indiscutible contenido político representó una subversión simbolica de los códigos de
conducta aceptados y asimismo un acto de deferencia con la clase trabajadora.

Un aspecto importante de esa subversión se relacionó con criterios tactiso de jerarquía espacial. Al
desplazarse de la pariferia al centro, se violaron esos criterios. Lo que se agrava aun mas con el
comportamiento de esxs obrerxs. Sus canciones insultaban y ridiculizaban a la “gente decente” de la
sociedad poerteña.  ejemplo de esto, además de la movilización en si misma, es que terminara en la
plaza de mayo, lugar siempre reservado para “la gente decente”.

Gran parte de ese espíritu de irreverencia y blasfemia, y de esa redistribución del espacio publico,
caracteristicos del 17 de octubre y la campaña electoral siguiente, parecían cinstituir una suerte de
“antiteatro”, basado en el ridículo y el insulto, contra la autoridad simbolica y las pretensiones de la elite
argentina. El resultado fue desinflar un tanto la seguraridad que la elite tenia ede si misma, a la vez que
recuperar el orgullo y la autoestima de la clase trabajadora.

Los límites de la herejía: ambivalencia del legado social peronista

- Con la asunción del peronismo al poder en 1946, una de sus principales preocupaciones será controlar e
institucionalizar el mismo desafío herético, que le había conducido al éxito electoral en un primer lugar. El
Estado se encargó de emprender esta desmovilización pasiva, a través de los sindicatos y una actitud
cooptativa.

- El discurso oficial peronista entendía en concordancia a los intereses de la masa obrera y del “capital
nacional no explotador y progresista”, en oposición al capital internacional y la oligarquía local parasitarios.

- El detenimiento de la actitud herética expresada fervientemente en 1945-1946 puede entenderse por


la respuesta a las aspiraciones materiales, el prestigio personal de Perón y la naturaleza ideológica del
peronismo para inculcar una noción de armonía e intereses comunes entre clases.

- Debe admitirse que la experiencia peronista de 1943-1955 creó un período decisivo para la formación de
la moderna clase trabajadora argentina; la homogeneización de su identidad y fuerza como ente nacional
nació en gran parte con Perón y, asimismo, el peronismo se nutrió de su constitución. El apoyo de los
trabajadores al movimiento peronista no se explica únicamente por la experiencia en las fábricas, sino que
la adhesión se generó también por una forma particular de movilización y discurso.

- Como se dijo, la incorporación de la clase trabajadora al aparato estatal implicó la pacificación de dicha
clase.

- La era peronista se adelantó al surgimiento del gremialismo activo y autónomo, y legó a la clase
trabajadora un profundo sentimiento de solidez e importancia nacional; les confirmó la sospecha de su
conciencia de clase y su estatuto como fuerza social dentro del capitalismo.

- Al igual que el New Deal estadounidense y los Estados benefactores posteriores a 1945, el peronismo
evocaba por un desarrollo económico basado en la integración social y política, a la vez que perpetuaba y
fortalecía las clásicas relaciones de producción capitalistas. Pero a pesar de estas permanencias, el
peronismo se proclama (y es entendido) en su voz herética y de oposición política y social hacia la élite
dominantes. Por ende, este legado será ambiguo y traerá múltiples interpretaciones sobre el movimiento,
aún muchos años después de finalizada su coyuntura favorable y la vida de su líder por excelencia.

Вам также может понравиться