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ISSN Nº: 0327 649 X Sumario ▼

ARTÍCULOS REVISTA DE HISTORIA


AÑO XVII - NÚMERO 33 - COMIENZOS DE 2008
Buenos Aires y el mercado del arte
italiano en los comienzos del siglo XX
Cambios y continuidades en el cortejo y
el noviazgo entre los jóvenes porteños
(1950-1970)
Imaginarios y derroteros de la salud
en los Territorios Nacionales (fines del
XIX y principios del XX)
La construcción de memorias visuales e
identidades étnicas desde los grupos
hegemónicos chaqueños
Raúl Scalabrini Ortiz en La Nación, 1929
ENTREVISTA 33

HISTORIA
AÑO XVII - NÚMERO 33 - COMIENZOS DE 2008
A Robert Gelatelly y Peter Fritzsche
LECTURAS
De cómo las escuelas de primeras
letras se transformaron en escuelas
primarias en la campaña de

DE
Buenos Aires
ARCHIVOS

REVISTA
Sobre archivo histórico Biblioteca
Nacional

Artículos: Buenos Aires y el mercado de arte italiano / El


noviazgo entre los jóvenes porteños / Imaginarios sobre
Escriben: la salud en los territorios nacionales / Los grupos hege-
Baldasarre / Cosse/ Di Liscia / Giordano-Reyero / Rodríguez / mónicos del Chaco y la construcción de la identidad ét-
Bustamante Vismara / De la Fuente-Guerra
nica / Scalabrini Ortiz en La Nación.
33
Entrevistas: Gelatelly y Fritzche
Archivo: Sobre el archivo historico de la Biblioteca Na-

cional | www.ahira.com.ar
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REVISTA DE HISTORIA
AÑO XVII– NÚMERO 33 – COMIENZOS DE 2008

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Mirta Zaida Lobato
Lucas Luchilo
Gustavo Paz
Leticia Prislei
Fernando Rocchi
Juan Suriano

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Sociales organizado por un grupo de académicos argentinos residen-
tes en Estados Unidos, gestionado por la Fundación Compromiso y
con el apoyo financiero de la Fundación Ford. El Instituto de Altos Es-
tudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de General San
Martín permitió acreditar los fondos provenientes de la Fundación Ford.

ENTREPASADOS es una revista semestral que abre un espacio pa-


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Índice
Oscar Terán (1938-2008). In memoriam 5

Artículos

La otra inmigración. Buenos Aires y el mercado


del arte italiano en los comienzos del siglo XX
María Isabel Baldasarre 9

Probando la libertad: cambios y continuidades en


el cortejo y el noviazgo entre los jóvenes
porteños (1950-1970)
Isabella Cosse 31

Foto de tapa: Grete Stern, Imaginarios y derroteros de la salud en el interior


Sueño Nº 31, “Made in argentino. Los Territorios Nacionales
England”, ca. 1950 (fines del siglo XIX y principios del XX)
María Silvia Di Liscia 49
Fuente de las fotos de Grete
Stern: Fotomontajes Mostrar y mostrarse. La construcción de memorias
semanales para la ilustración visuales e identidades étnicas desde los grupos
de la sección “El psicoanálisis hegemónicos chaqueños
te ayudará”, de la revista Mariana Giordano y Alejandra Reyero 71
Idilio, 1946-1950
De los barrios al centro:
Raúl Scalabrini Ortiz en La Nación, 1929
Fer nando Diego Rodríguez 95

Entrevista

“Los alemanes se sentían cómodos en el seno del


Tercer Reich”
Entrevista a Robert Gellately y Peter Fritzsche
Miranda Lida 113

Lecturas

De cómo las escuelas de primeras letras se


transformaron en escuelas primarias en la campaña
de Buenos Aires a mediados del siglo XIX
José Bustamante Vismara 127

Archivo

El Centro de Estudios Nacionales: un archivo del


desarrollismo abierto a la consulta pública
ISSN: 0337 649 X Ana Guerra y Vera de la Fuente 145

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Reseñas
Oscar Terán (1938- 2008)
Ángela Aisenstein y Pablo Scharagrodsky
Tras las huellas de la educación física
In memoriam
escolar argentina. Cuerpo, género y pedagogía,
1880-1950
Julio Frydenberg 159

Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga


Memorias en montaje. Escrituras de la militancia y
pensamientos sobre la memoria

Q
uizás para muchos de nosotros En busca de la ideología argentina, un libro que
Damián López 161
desde el título incitaba a una lectura urgente en los inicios de los años 80, prece-
Gabriel Di Meglio dió el encuentro con Oscar. Situado en una reflexión sostenida, cada artículo-ca-
¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos pítulo de la obra recorría problemas argentinos y latinoamericanos que oficiaban, al mismo
Aires y la política entre la Revolución de Mayo y tiempo, de diseño de un programa de investigación más amplio y de itinerario de un inte-
el rosismo lectual que había vivido y pensado la tempestuosa historia reciente de la Argentina.
Raúl O. Fradkin 165 Algunos de nosotros participamos del paciente montaje de la cátedra de Pensamiento
Argentino y Latinoamericano en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bue-
Marina Franco nos Aires, del seminario del Instituto Ravignani y de los múltiples foros de debate que Os-
El exilio. Argentinos en Francia durante
car propició y animó desde su regreso al país después de los años de exilio.
la dictadura
Cada espacio compartido for mó parte de una búsqueda crítica en procura, por un lado,
Ariel Eidelman 171
de la configuración de un mapa intelectual y político de las tradiciones ideológicas que con-
Eduardo Rey Tristán (dir.) fluyen, dialogan, confrontan y se resignifican entre los siglos XIX y XX haciendo su juego
Memorias de la violencia en Uruguay y Argentina. en el sur de América. Por otro lado, voces provenientes de distintas disciplinas fuimos con-
Golpes, dictaduras, exilios (1973-2006). vocadas por un intelectual for mado en el diálogo entre la filosofía y la historia para realizar
Silvina Jensen 176 una exploración colectiva que, con matices, derivaría en el territorio renovado de la histo-
ria intelectual.
En tanto, las inquietantes coyunturas de mediados de los 80 se filtraban en nuestras
vidas. Los intentos por imaginar y contribuir a la for mación de una sociedad democráti-
ca en un horizonte de refor mulación del socialismo aparecían periódicamente jaqueados
por un poder militar que se resistía a abandonar el centro de la escena nacional. Múlti-
ples reuniones mantenidas con Oscar cuando se acercaba el fin de año se convertían en
balances de las experiencias transcurridas, de las expectativas, también de las desilusio-
nes y siempre de la renovación de la esperanza. Una convicción perdurable se expresa-
ba en una frase que solía repetir: hay que resistir. Y uno de los modos de afianzar esa re-
sistencia consistía en alentar y llevar adelante toda iniciativa que contribuyera a recons-
truir la trama cultural y social devastada por la dictadura. Por eso, fue uno de los que se
alegró y se entusiasmó cuando Entrepasados se asomó al campo intelectual, actitud que
reiteraría en estos últimos años cuando nuevas revistas empezaran a multiplicar los pun-
tos de vista.
Hace muy poco Oscar, lúcida, sobria y conscientemente, se despidió de cada uno de sus
amigos más cercanos ante la certeza de su muerte inevitable. En estos días, una vez más
entre otras muchas por venir, recorremos nuestra biblioteca, volvemos sobre nuestra me-
moria, vamos al correo electrónico para encontrar allí la palabra activa de un intelectual que

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)5(
creía que en el mundo había más cosas que palabras, y que a estas últimas no se las podía
tomar en vano puesto que son no sólo medios para pensar sino también para intervenir en Artículos
la vida irrepetible de los seres humanos.

Consejo de Dirección de Entrepasados

Grete Stern, Sueño Nº 34,


“Extrañamiento”, 1948

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La otra inmigración
Buenos Aires y el mercado del arte italiano en
los comienzos del siglo XX*
María Isabel Baldasarre**

algunos de estos hombres que abrieron sus

E
l desarrollo artístico de la Argentina
fue lento y discontinuo durante las “salones” en las inmediaciones del centro
décadas posteriores a la independen- de la ciudad, y se dedicaron a traer obras
cia. Hasta prácticamente el último cuarto con ambiciosas atribuciones de autores an-
del siglo XIX, la vida material se mantuvo en tiguos y mayor mente arte contemporáneo.
muchos sentidos con la austeridad que ca- Estas últimas eran aquellas producciones
racterizó a los tiempos coloniales. Las casas que, en la excesiva oferta y escaso mercado
tenían exigua decoración y objetos suntua- artístico que ofrecía Italia, no hallaban com-
rios y las pocas imágenes presentes respon- pradores y necesitaban encontrar nuevas
dían al culto religioso. Recién hacia 1870 se plazas donde radicarse. En el caso particu-
va a introducir la práctica del consumo de lar de Sommaruga, el comerciante fue un
arte entre los sectores de altos recursos verdadero pionero encargado de la difusión
principalmente en Buenos Aires, de la ma- de la “moder na escuela italiana”, con los
no de la transfor mación urbana y la explo- nombres de Francesco Michetti y Giacomo
sión constructiva que vivió la ciudad.1 Favretto a la cabeza.2
Los italianos tuvieron mucho que ver Este proceso de formación de un merca-
con el avance de este comercio artístico. Ya do de arte cobró nuevos bríos a comienzos
hacia fines de la década de 1870 fueron del siglo XX gracias a la apertura de las pri-
ellos los encargados de instalar los primeros meras galerías con pretensiones profesiona-
negocios de arte con que contó el país. Se les, y de la ampliación de la práctica del con-
trataba de bazares, pinturerías, almacenes sumo y el coleccionismo entre los sectores
navales, casas de fotografía o artículos mu- enriquecidos antigua o recientemente. A su
sicales donde se vendían obras de arte indis- vez, un hecho innegable transformaba a la
criminadas entre objetos de distinto uso. El ciudad en una sede privilegiada para recibir
editor Angelo Sommaruga y los comercian- arte italiano. Si hacia fin del siglo XIX la pre-
tes Ruggero Bossi y Francesco Costa fueron sencia italiana en Buenos Aires superaba los

* Gran parte de la investigación de base de este trabajo fue realizada gracias a una beca del Kunst-
historisches Institut in Florenz durante septiembre y noviembre de 2005. Agradezco la apertura y ge-
nerosidad del personal del instituto y particular mente a su director, el doctor Gerhard Wolf. Una ver-
sión de este artículo se incluye en la revista de ese instituto, Mitteilungen des Kunsthistorischen Ins-
titutes in Florenz, LI, 3, 2007.
** CONICET-Instituto de Altos Estudios Sociales, UNSAM.

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Entrepasados - Nº 33, comienzos de 2008: 9-29
ciento ochenta mil habitantes –constituía la dujeron monumentos de gran protagonismo cados en el país o corresponsales enviados constante recambio: “La ragione della ven-
mayor colonia fuera de la península–, la pri- en el espacio público y esculturas que hicie- expresamente– son una presencia repetida dita è spesso il capriccio, l’amore sfrenato
mera década del siglo XX fue el período más ron lo propio en el Cementerio de la Reco- en muchas revistas ilustradas editadas en della novità e del lusso, così non soltanto
álgido de la inmigración italiana, cuando la leta y en las residencias privadas.5 Italia entre 1890 y 1910, como L’Illustra- importa poco di far sapere a tutti che si ven-
Argentina recibía a 670.272 emigrantes de Varios de ellos for maron un grupo orgá- zione italiana, Il Secolo XX o Natura ed de, ma si ostenta la vendita in pubblico […]
ese origen. Si bien la mayor parte de ellos se nico denominado Associazione Artistica, Arte. Son también el eje de muchos diarios il vendere diventa una gara, una for ma esu-
dedicaban a oficios como albañil, carpintero, encargado de defender los intereses y coor- y relatos de viajeros italianos que se aboca- berante di lusso”.6
zapatero y asalariados en general, también dinar exposiciones para la venta de obras ron a mantener infor mados a sus compa- La colectividad italiana es –naturalmen-
era cierto que –luego de los argentinos– los de los italianos residentes en Buenos Aires triotas sobre la vida social, política, econó- te– otro de los ejes por los que discurren
italianos eran los principales poseedores de en el naciente pero reñido panorama artís- mica y cultural de aquella nación que estaba las corresponsalías que llegan desde la Ar-
inmuebles y sus propiedades superaban en tico de comienzos del siglo. contemporáneamente alojando a tantos fa- gentina. Se subrayan el bienestar de la ma-
valor y cantidad las de todos los otros ex- A la vez, muchísimos otros artistas pla- miliares y paisanos. yoría de los emigrados, su grado de inte-
tranjeros.3 La conspicua posición de mu- nearon mandar desde Italia obras factibles Las cifras son un índice repetido en es- gración con la comunidad local, el éxito de
chos comerciantes, empresarios y banque- de ubicar en aquel mercado que a la par tos artículos. Números de varios ceros y sus asociaciones para insertarse a su vida
ros italianos radicados en el país los conver- que exportaba –casi ilimitadamente– mate- porcentajes impactantes refieren al creci- social y la importancia de su ór gano repre-
tía entonces en posibles compradores de ob- rias primas parecía no ofrecer trabas para miento de la población, a las exportacio- sentativo –La Patria degli Italiani–, califi-
jetos lujosos, más particularmente de obras la importación de manufacturas extranje- nes de car nes y cereales, al ensanchamien- cado como el diario más reputado de todos
de arte, en una ecuación que suponía que las ras. Y este sentido eminentemente comer- to de la red ferroviaria o al dinero juntado los publicados en lengua italiana fuera de la
obras del terruño de origen serían las prefe- cial de las artes plásticas va a ser clave pa- por las colectividades inmigrantes para en- península.
ridas a la hora de la elección. ra los intereses italianos en la medida que viar al terruño. Son un parámetro incues- Algunos eventos altamente significati-
Todo esto hacía augurar que Buenos Ai- los discursos de la época consideraron los tionable que apunta constantemente a en- vos, como el asesinato del rey Umberto I,
res podía ser una plaza receptiva a las obras cuadros y las esculturas como otros de los fatizar el progreso económico logrado por repercuten fuertemente en la capital suda-
italianas, y estos hechos fueron altamente bienes exportables hacia un mercado ca- el país y así explicar el consecuente desa- mericana. El funeral celebrado paralela-
capitalizados y debatidos en el marco insti- racterizado principalmente por la carencia rrollo urbano y edilicio de sus principales mente en Buenos Aires congrega a la im-
tucional del otro lado del Atlántico. No sólo de industrias. ciudades. presionante cifra de doscientas mil perso-
a Italia, sino también a Francia y a España, Las revistas y guías publicadas entonces Centrándose en Buenos Aires, estas nas y la prensa señala que solamente en Ro-
llegaban las noticias del poderío de la bur- en Italia así como las crónicas de viajeros in- crónicas acentúan mayor mente la aparien- ma y Nápoles pueden soñarse espectáculos
guesía porteña, y Buenos Aires se transfor- for maban constantemente de los progresos cia opulenta de la renovada metrópoli. Se similares.7
maba para muchos artistas y comerciantes de la metrópoli del sur, y todo vaticinaba destacan sus nuevos palacios y avenidas Todos estos relatos remitidos desde
europeos en una arena ideal para extender que Buenos Aires sería prontamente la nue- –tomando como parámetro los corsos de América del Sur tuvieron una incuestiona-
sus negocios artísticos. va Atenas del Plata. Milán y Roma y los bulevares de París–, se ble plasmación física en la Exposición Uni-
Temporaria o permanentemente, se ra- describen los lugares frecuentados por la eli- versal realizada en Turín en 1911.8 Como
dicaron en la Argentina artistas italianos que te: el cementerio monumental de la Recole- signo evidente de la riqueza alcanzada, el
armaron y sostuvieron exitosamente sus ta-
Buenos Aires a los ojos de Italia ta, el paseo dominical de Paler mo, la “aris- Congreso argentino destinó una enor me
lleres en la capital, como Luigi De Servi, tocrática” calle Florida y el estricto “estar a suma de dinero para erigir en la elegante
L’Argentina in un ventennio
Adolfo Feragutti Visconti, Nazareno Orlandi, la moda” expresado en la vestimenta ele- Riva delle Nazioni un imponente pabellón
ha compiuto miracoli sulla via
Giuseppe Quaranta, Eliseo Coppini, Giaco- del materiale progresso. gante de gran parte de su población. en el que se exhibieron los principales pro-
mo Grosso o Francesco Parisi. Ellos realiza- Francesco Scardin. Vita italia- Asimismo, la constante necesidad de los ductos y manufacturas nacionales (imagen
ron prolíficas campañas de pintura de retra- na nell’Argentina. Impressione e habitantes de Buenos Aires de renovar su 1). Como era usual en la arquitectura pro-
tos y también encargos importantes de deco- note, Buenos Aires, 1899 vivienda y su contenido llama la atención de yectada para este tipo de exposiciones, su
ración mural de iglesias y edificios públicos.4 los italianos, como señala la periodista Ce- realizador, Rolando Levacher, había combi-
Mientras, escultores como Ettore Ximenes, Las noticias sobre la realidad contempo- sarina Lupati, admirada no sólo frente a la nado elementos de resolución clásica con el
Vittorio de Pol y Eugenio Maccagnani pro- ránea argentina –escritas por italianos radi- lógica novedad de los objetos sino por su juego más libre usado en frontones or na-

Archivo
) 10 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 11 (
el progreso parecía atentar contra el cultivo La constatación de esta ausencia de
de las bellas artes; como si la esfera material una escuela artística ar gentina vuelve nece-
y la artística no pudiesen ser desarrolladas sario entonces el accionar de italianos que,
en paralelo sin la guía de aquellas naciones tanto desde la producción como desde la fi-
señeras en la tradición y la historia del arte lantropía, son señalados como puntales del
occidental como Italia. desarrollo estético. Concretamente, en el
Así, a la hora de hablar del desarrollo caso del primer museo artístico del país, el
del arte argentino la producción local apa- Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA)
rece duramente criticada justificando la ne- inaugurado en 1896, fue fundamental el
cesidad de exportación de obras de “genio”. legado del coleccionista de familia italiana
Repitiendo un argumento frecuente en los Adriano Rossi, quien incluso antes de ges-
críticos artísticos argentinos, los italianos tada la institución donó al Estado su pina-
también denuncian las preferencias de los coteca compuesta por ochenta obras. Ésta
compradores sudamericanos por las repro- se dividía en un conjunto atribuido ambi-
ducciones de cuadros célebres –copias u ciosamente a importantes artistas del pasa-
oleografías– en detrimento de las obras ori- do como Giovanni Battista Moroni, Salva-
ginales de arte contemporáneo. tore Rosa o Giuseppe Ribera, y un grupo
Imagen 1 Los comentarios podían llegar a ser de obras medianas de artistas contemporá-
realmente peyorativos, como aquel esboza- neos, muchos de ellos franceses, como
do por el editor Giacomo de Zerbi quien al Brissot de Warville o Theódule Ribot. So-
mentales, torres, cúpulas y minaretes. El in- cada momento la prosperidad que había he- introducir la serie de corresponsalías que bresalía una treintena de obras debidas a su
greso al fastuoso pabellón se realizaba por cho posible este despliegue, progreso que envía a Natura ed Arte se refiere a las connacional, el pintor milanés Ignazio
una escalinata monumental que per mitía los economistas señalaban como uno de los obras de argentinos como un “arte in fascie Manzoni, que había estado radicado en la
acceder a una columnata curva que ocupa- principales fenómenos del siglo XX.9 Sin ancora, che chiamerò indígena, un’arte che Ar gentina durante más de treinta años
ba todo el cuerpo central. Ador naban el embargo, si bien la Argentina también for- è fatta d’imitazione servile e che è preten- –entre 1851 y los prolegómenos de su
edificio altorrelieves con los distintos paisa- mó parte de la Exposición Inter nacional de ciosa, tal quale come i fanciulli imberbe che muerte en 1888– logrando suceso en la
jes y riquezas del país: desde sus amplias Bellas Artes celebrada paralelamente en Va- si credono gia uomini e ai quali pare d’esse- venta de sus pequeñas escenas satíricas, bí-
extensiones cultivadas hasta el activo puer- lle Guilia-Roma, su pobre envío de escultu- re già personalità importante”.10 blicas e históricas realizadas con gran faci-
to de Buenos Aires. ras y pinturas pasó allí desapercibido entre Otros textos refuerzan este lugar de “va- lidad y presteza. Pero tanto el caso de Ros-
El lujo fue la constante que primó en la las producciones de aquellas otras naciones cío artístico”, muchas veces explicado por si como el de Manzoni, así como la labor
inauguración regada por abundante cham- que también figuraban colectivamente en la abundancia de inmigrantes. De este mo- de los primeros italianos comerciantes de
pagne mientras la orquesta amenizaba las las “salas inter nacionales” del recientemen- do se expresaba Francesco Scardin en Vita arte ya señalados, constituyen anteceden-
imágenes cinematográficas que reprodu- te construido Palazzo delle Belle Arti de Vig- italiana nell’Argentina: “A Buenos Aires, tes del momento que aquí nos ocupa,
cían las celebraciones del Centenario or- na Cartoni. quindi non abbiamo una stabile, vera ed ele- cuando el arte italiano tuvo una presencia
ganizadas en la capital ar gentina un año La Argentina había preferido claramen- vata for ma d’arte, perché l’arte non dovun- más sostenida en el mercado y el coleccio-
antes. te exhibirse como una nación comercial e que mette radici e fructifica, ma cerca e vuo- nismo a partir de la apertura de nuevos es-
En Turín, la Argentina había realizado industrial había invertido todos sus esfuer- le il suo ambiente, il suo pubblico i suoi giu- pacios de exhibición y venta de obras con
una apuesta clara al optar por la construc- zos y recursos en esta faceta de la Exposi- dici. Sorta dalla mistura di razze e idioma pretensiones y dispositivos más profesio-
ción de un pabellón individual y no partici- ción –celebrada en Turín– en desmedro de tanto diversi, dalla fusione ancora incom- nales.
par en el contingente de la Unione dell’A- su participación en la muestra artística ro- piuta di elementi così disparati, l’Argentina
merica Latina, donde seguramente su pre- mana. Esta –aparentemente irreconciliable– ha pur dato e dà tutto che un paese man-
sentación grupal no hubiese sido tan impac- dicotomía también fue un tópico recurrente cante di per fetta unità etnologica poteva e
tante. Las crónicas italianas destacaron a en los discursos de la época, para los cuales può dare”.

Archivo
) 12 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 13 (
El legado del arte italiano, principios de siglo justificaban la necesidad de críticos reputados como Vittorio Pica,
el coleccionismo y el Museo de la acción de los italianos en terreno ar- Ugo Ojetti o Giovanni Cena, y el conse-
Nacional de Bellas Artes gentino. Buenos Aires no era aún una ciu- cuente recambio de exposiciones, que inclu-
dad artística pero sí una potencial compra- yó la celebración de varias individuales co-
Capolavori antiche non si può dora fuerte de obras de arte, dispuesta a pa- mo las de Francesco Sartorelli (1904), Etto-
trovarne in Buenos Aires: se ne gar altos valores si mediaba una campaña re Tito (1907) y Ferruccio Scatola (1911).
vedono però riproduzioni in tutte de promoción que posicionara a sus artistas No obstante, las exposiciones de Stefani
parti: pei viali, nei parchi, nei giar-
en el nivel de las grandes fir mas de la pintu- también fueron síntoma de este momento
dini, nelle case e sono in bronzo,
ra europea. transicional del mercado del arte, ya que al
in marmo o in terra romana […]
Non è possibile non sentire il pri- El segundo epígrafe, escrito por el men- igual como sucedía con otras efectuadas
vilegio di essere Italiani, vedendo tor y primer director del MNBA, el pintor y contemporáneamente, en el transcurso de
che in ogni luogo, tutto ció che è crítico Eduardo Schiaffino, también habla una misma muestra las piezas podían reno-
bello, fatte poche eccezioni, viene de la importancia modélica que Italia, y más varse, ampliarse, repetirse o reemplazarse
dall’Italia o ricorda l’Italia. particular mente Venecia, podía tener para de acuerdo con las compras concretadas y
Francesco Capello, “Lettere, la Argentina como lugar de circulación y le- los flujos de llegada de las obras del Viejo
scienze ed arti”, en Comitato della gitimación del arte moder no, tanto del pro- Mundo.
Camera Italiana di Commercio ed
ducido en el país como en el continente. La Con respecto al panorama europeo, ex-
Arti, Gli Italiani nella Repubblica
expresión de deseo de Schiaffino aparecía tender los horizontes hacia Buenos Aires po-
Argentina, Buenos Aires, 1906
prologando una crítica de quien será uno de día funcionar como un paliativo frente a un
Es sabido que cada dos años los personajes claves en la evolución del medio que muchas veces se mostraba reacio
mercado del arte italiano a comienzos del y denostaba la producción de los artistas ita- Imagen 2
la exposición veneciana congrega
á los principales artistas del mun- nuevo siglo, así como en la for mación de un lianos. Así al menos lo creía Stefani, quien
do y este certamen de carácter pe- coleccionismo contemporáneo receptivo a exhortaba a sus representados a abrirse a commercio artistico esiste di fatto, inorgani-
riódico, consecuencia imprevista, este tipo de manifestaciones: el marchante nuevos mercados, como el sudamericano, co, più feroce del commercio della tela non
está dando lugar á la formación, mantuano Ferruccio Stefani (1857-1928). donde sus obras podían llamar la atención dipinta e del marmo non scolpito, ed un fal-
en un palacio de la prestigiosa
Si bien hubo otros actores dedicados pa- de los amateurs más allá de que sus nom- so pudore, e la disorganizzazione della clas-
ciudad, del más variado y comple-
ralelamente a la organización de exposicio- bres no estuvieran precedidos por la fama se impediscono un razionale commercio che
to museo de arte moderno.
Dentro de algunos años, nes de pintura italiana como el crítico tea- rutilante de otros artistas europeos.13 porterebbe benefici a tutti ed un proporzio-
cuando nosotros seamos más jui- tral, industrial y banquero Evaristo Gismon- Asimismo, el moderno accionar de Ste- ne delle singole capacità”.14
ciosos y nuestras prácticas inspi- di (1854-1914)11 y el ya mencionado artis- fani, orientado sin rodeos a ubicar comer- Si como bien ha señalado Maria Flora
ren mayor confianza, quizás po- ta activo en la ciudad Francesco Parisi,12 la cialmente estas pinturas y esculturas, res- Giubilei, Stefani se dedicó mayor mente a
damos también acreditar un salón gestión de Stefani resultó ejemplar en tanto pondía a una queja frecuente entre los círcu- introducir obras de artistas de la Italia sep-
bienal; la dificultad no consiste en fue, a lo largo de más de una década, el los de artistas italianos que denunciaban la tentrional (principalmente lombardos, pia-
obtener la primera vez un brillan- principal introductor de pintura italiana en escasa organicidad de un mercado local que monteses y vénetos), dando predilección al
te concurso internacional de gran-
Buenos Aires. se resistía a considerar sus producciones co- paisaje y a la escena de género de signo tra-
des artistas sino en que vuelvan.
Eduardo Schiaffino, “Impresio-
Además, al igual que los marchantes es- mo meros bienes comercializables. Así se re- dicional y vertiente naturalista,15 esta pro-
nes y comentarios. La exposición pañoles y alemanes que se instalaron en fería el periódico Arte e artisti: “Teorica- ducción supo insertarse or gánicamente
Stefani de pintura italiana”, La esas primeras décadas del siglo, la labor de mente, noi italiani siamo dei grandi teorici, dentro de los consumos que en aquel mo-
Nación, Buenos Aires, 29 de julio Stefani contribuyó a la profesionalización l’opera d’arte non può essere offerta; tutto al mento practicaban los burgueses porteños
de 1909, p. 6 del comercio de arte porteño al introducir più può essere ceduta per prezzo a chi spon- al afir marse como una variante de la pintu-
estrategias renovadas y moder nas de exhibi- taneamente la chiede. Ma non pare dignito- ra moder na preferida por estos grupos.
El primer epígrafe expresa la visión que ción. Entre ellas, la publicación de lujosos so fare per il quadro quanto si fa per tutto il Estas obras conjugaban la paleta lumi-
primaba en muchas de las reseñas que a catálogos ilustrados (imagen 2) con ensayos resto delle cose commerciabili. [...] Dunque il nosa y la pincelada suelta y manifiesta utili-

Archivo
) 14 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 15 (
zada por los seguidores del impresionismo gran parte de la crítica local recibió positiva-
con temáticas vinculadas a un repertorio ca- mente las exposiciones de Stefani, desta-
ro a la burguesía, como las escenas bucóli- cando su función didáctica “al dar a conocer
cas del campo y los interiores contemporá- en nuestro país a los más esclarecidos artis-
neos urbanos. Pueden señalarse como tas contemporáneos de la bella Italia” y al
ejemplos en este sentido las obras Zampet- estimular al público “a comparar el verdade-
ta malata de Camillo Innocenti (imagen 3) ro arte con ciertas supercherías e imposicio-
y Canzone giuliva de Antonio Mancini, nes desdichadas”.16
ambas adquiridas por el coleccionista ar- Desde Italia las críticas podían no ser tan
gentino Francisco Recondo; In montagna amables, como señalaba Vittorio Pica en
(imagen 4) o Il racconto del fieno de Etto- Emporium a propósito de la exposición de
re Tito, compradas respectivamente en las Francesco Sartorelli, advirtiendo que si bien
exposiciones de 1905 y 1911 por otro co- la acción de Stefani resultaba encomiable y
leccionista de clara predilección por el arte los obstáculos a sortear eran muchos, éste
italiano como Lorenzo Pellerano. debía poner más cuidado en la elección de
Todo esto hacía de ellas pinturas alta- las obras y evitar a la vez la omisión de algu-
mente apreciadas entre los compradores ar- nos artistas: “Nei catologui infatti, delle due
gentinos, quienes rápidamente ocupan las prime mostre collettive non soltanto trovo Imagen 4
salas de la Galería Witcomb para adquirir- vari artisti meno che mediocri e trovo ingius-
las, incluso anticipándose a la apertura pú- tamente esclusi, eccezion fatta per uno o
veredicto negativo, como sucedió con la paciones en las bienales de Venecia, de su
due, tutti gli artista di Roma, del Napoletano
blica de la exposición. En este sentido, una muestra individual de Ettore Tito. Ésta fue premiación en la Exposición Universal de
e della Sicilia, ma ciò che è assai più grave, duramente enjuiciada –en una ecuación co- París de 1900 y de su primera exposición
cerco invano parecchi dei più originali e sig- mún en la época– denunciando lo inadecua- personal realizada en Milán en 1906, el ar-
nificativi artisti che Italia possegga nell’ora do de sus obras para ador nar un interior tista sin embargo se preocupa por quién se-
presente, da Dalbono a Carcano, da Michet- elegante: “¡Quién va a colocar en sus salo- rá el responsable de prologar el catálogo
ti a Mancini, da Tito a Mentessi, da Previati nes ninguno de esos rostros grotescos! Aun- –que funcionaría como su efectiva presenta-
a Laurenti, da Bezzi a Fragiacomo, da Marius que la verdad es que hay paladar para todo, ción– en la lejana capital sudamericana,
pictor a Sartorio, da Gioli a Campriani, da y no faltará algún amateur de gusto depra- complaciéndose en que el propio Ojetti se
Morbelli a Grubicy, da Bistolfi a Trentacoste, vado, que se entusiasme con alguna de esas ocupe de esa tarea.20 Más importante será
da Troubetzkoy a Cifariello, per citare i primi defor midades”.19 Evidentemente el arte se- la apuesta de pintores menos célebres co-
nomi, che mi capitano sotto la penna”.17 guía siendo considerado por muchos como mo Scattola, que cifran grandes esperanzas
Si bien poco a poco los nombres co- un objeto funcional cuyo destino primordial en la realización de sus exposiciones en
mienzan a diversificarse y algunos de los ar- era el or nato de las residencias opulentas. Buenos Aires. Al igual que Tito, Scattola
tistas por los que brega Pica se incorporan Los artistas favorecidos por Stefani co- también confía en la pluma de Ojetti para
en las exposiciones subsiguientes, esto no nocían la potencialidad del mercado argen- introducir el catálogo y espera con ansias
implicó la inmediata y acrítica aceptación tino y estaban altamente interesados por el las noticias sobre las ventas concretadas.21
por parte de los cronistas locales de todas éxito de sus exhibiciones, como lo revela la Sorprende, además, su conocimiento
las obras importadas por Stefani. Algunas correspondencia que Ettore Tito y Ferruc- sobre la visión del arte italiano que entonces
veces la prensa lamentó la ausencia de cio Scattola intercambian hacia estos años circulaba por los medios de prensa porte-
“obras de capo lavoro” justificando su in- con Ugo Ojetti. En el caso de Tito, si bien ños. Nos referimos particular mente a un re-
compatibilidad con un mercado todavía en la exposición porteña coincide con el des- portaje, publicado en 1907 por el magazi-
for mación como el porteño,18 y en otras pegue de su carrera en terreno italiano e in- ne Caras y Caretas, al pintor español “mi-
Imagen 3 ocasiones no tuvo reparos en expresar su ter nacional a partir de sus célebres partici- llonario” Joaquín Sorolla y Bastida, que es

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en la Bienal de Venecia y de su ánimo aco- lleani y de treinta y seis placas y medallas
modaticio por “elogiare le opere dei mer- participantes de la misma exposición.25 A
canti intelligenti di quadri, mentre attende estas donaciones –y ya bajo la dirección de
di essere nominato direttore dei lavori del Cupertino del Campo– se sumará en 1912
monumento a Vittorio Emanuele a Ro- el ingreso de La gran iglesia de Verre del
ma”.24 Evidentemente, las noticias llegaban belga Henri Cassiers, que en aquel momen-
rápido a Italia y los artistas y críticos esta- to exponía individualmente en Witcomb,
ban altamente preocupados por la circula- también por gestión de Stefani.
ción de juicios adversos sobre el arte de su Por caminos indirectos, las obras por él
país en ámbitos que se mostraban altamen- importadas también podían hallar su lugar
te receptivos a sus producciones. en el acervo del MNBA, como sucedió con
Volviendo a la correspondencia entre las ya citadas pinturas de Mancini e Inno-
Ojetti y Scattola, en otra de sus epístolas el centi adquiridas por Recondo en 1905 y
Imagen 5 pintor celebra la adquisición de una de sus que ingresan por donación en 1928. U otra
obras por parte del Museo Nacional de Be- pintura de Scattola, Veliere alla Giudeca,
objeto de una interesante disputa que llega Italia. En la patria de Miguel Ángel, las bellas llas Artes. Se trata de Burano di notte, par- adquirida por el ex director del MNBA, Car-
a terreno italiano y que expresa claramente artes están hoy en plena decadencia. Hay ticipante de su exposición individual de los Zuberbülher, en la exposición de 1911 y
el interés que los pintores europeos –tanto bancarrota de maestros. Diríase que aquella 1911. Evidentemente, el hecho de figurar donada a la institución al año siguiente.
italianos como españoles– depositaban en tierra, pródiga en belleza se siente ya cansa- en un museo de estas características era una La cesión parcial o total de las coleccio-
el público sudamericano. da de dar genio. Hoy da comerciantes…”.22 carta de presentación para cualquier artista nes privadas al Estado fue un mecanismo
Desde los últimos años del siglo XIX, So- Las polémicas declaraciones del pintor europeo, por más que se tratase de un or- recurrente por parte de este primer colec-
rolla era una presencia fija en el mercado de son retomadas y respondidas con celeridad ganismo con escasa historia –menos de cionismo que surgió hacia fines del siglo
Buenos Aires gracias a la labor de su mar- por el propio Ojetti desde las páginas del Co- quince años– y que aún estaba constituyen- XIX y comienzos del XX en Buenos Aires,
chante José Artal, quien año a año organi- rriere della Sera.23 Luego de deslizar que en do y legitimando su patrimonio. Para el que buscó de este modo trascender el áni-
zaba en la misma sede que Stefani –la Gale- su pintura faltan las cualidades de sus con- propio Stefani, esta voluntad de inserción mo y el placer individual para contribuir a la
ría Witcomb– sus exitosas muestras de arte temporáneos –la profundidad psicológica de institucional de las obras comerciadas fue for mación de un espacio público para las
español contemporáneo. La nunca concre- Ignacio Zuloaga y la sutileza y armonía de constante a lo largo de sus años de actividad artes plásticas. Fue éste el principal disposi-
tada y siempre prometida venida a Buenos Anglada Camarasa–, el crítico destaca el en Buenos Aires, manteniendo cordiales re- tivo con que contó el MNBA para engran-
Aires alimentaba la fama argentina de Soro- gran suceso del arte italiano en el mercado laciones con ambos directores del museo decer su patrimonio. Pese a todo, las com-
lla, quien aprovechaba la entrevista para sudamericano y argumenta que Sorolla ha –Eduardo Schiaffino y posterior mente Cu- pras estatales en las exhibiciones –principal-
deslizar comentarios peyorativos sobre la plagiado una antigua frase de Gautier sobre pertino del Campo– y asegurándose así el mente de arte europeo– celebradas en la
costumbre de los estudiantes de arte ameri- la pintura italiana para repetirla sin criterio. ingreso de sus obras mediante compras o ciudad también fueron usuales en la prime-
canos de seguir eligiendo Italia como sede Ferruccio Scattola aplaude la respuesta incluso donaciones. Así, por ejemplo, en ra década del siglo, despertando muchas ve-
de su formación europea: “Creen que la ar- de Ojetti augurando que “Stefani sarà ben 1905 logra que el Museo adquiera dos ces las quejas de los artistas locales ante un
tística Roma de los tiempos antiguos es la contento delle tue parole –ma occorre non obras participantes de su tercera exposi- innegable favoritismo por la escuela france-
misma Roma prosaica de los tiempos actua- desistere dal difendere all’estero l’arte nos- ción: La pecorella ammalata de Emilio sa contemporánea. Así, en ocasión de una
les. Como Italia ha gozado fama de poseer tra non quotata e vilipesa specialmente da- Longoni (imagen 5) y Crepuscolo de Giu- crítica a la exposición oficiada por Stefani
pintores y escultores sublimes creen que to- gli affaristi”. Sin embargo, la réplica de seppe Miti-Zanetti; para eso debe realizar en 1911, la revista Athinae denunciaba la
davía los tiene. Ése es un grave error. […] Se Ojetti no complació a todos los medios de una rebaja del 50% sobre los precios del ca- predilección de las adquisiciones oficiales
habla de ambiente y de otras bellas cosas ita- prensa italianos, que lo acusaron precisa- tálogo. Al mismo tiempo, Stefani decide por los certámenes de arte francés organi-
lianas. Pues, se yerra también… En ciertas mente de ser él uno de los responsables de perpetuarse como donador en la memoria zados paralelamente por Bernheim, parcia-
ciudades de España, y en muchas de otros fomentar esta mirada crítica y malintencio- de la institución a partir de la sesión del pai- lidad que resultaba en que “no siempre lo
países, el ambiente artístico es mejor que en nada sobre ciertas producciones exhibidas saje Nei dintorni di Torino de Lorenzo De- mejor de lo que [se] trae se le compra, sino

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lo que mayor interés puede tener en no lle- oídos italianos. Prueba de esto es la intensa taban el favorable balance de lo que había la Batalla de Maipú es inaugurado por el
varse otra vez al Viejo Mundo”.26 disputa que, entre sus círculos de artistas, se sucedido con el envío italiano a la Exposi- presidente en la céntrica Plaza Lorea, cer-
Era esta misma preferencia por el arte produce respecto de quiénes se encargarían ción Inter nacional de Arte del Centena- cana al Congreso Nacional, en el mismo
proveniente de Francia la que primaba en del envío que los representaría en la próxi- rio.28 Abierta entre julio y diciembre de mes de julio que ve la apertura de la Expo-
las colecciones particulares reunidas en ese ma Exposición Inter nacional de Bellas Artes 1910, la sección artística de esta pretendi- sición Inter nacional de Arte.31
entonces. Si el arte español contemporá- con la que el Estado argentino buscaba con- da exposición universal fue organizada en Estos auspiciosos antecedentes no de-
neo tuvo en esta década una intensa pene- memorar el Centenario de 1810. un pabellón construido expresamente don- fraudaron las esperanzas depositadas en el
tración, al igual que el italiano, de la mano de las distintas escuelas nacionales lucha- envío italiano a la exposición, sino que és-
de los inmigrantes acomodados de aquellos ron por obtener más espacio para sus artis- tas parecieron verse confir madas. Italia fue
orígenes que se volcaban al consumo o a la La Exposición Internacional de tas. Haciendo eco de las preferencias que destacada entre las naciones triunfadoras,
for mación de una colección de arte, Francia Arte del Centenario ya modelaban el mercado porteño, Francia no sólo por el cuidado que dominó en el
ostentaba el incontestable sitio de capital ar- fue el país con mayor presencia, seguido montaje en las exquisitas salas decoradas
tística por antonomasia. Era ella la que san- …poche volte l’arte moderna del por España, Inglaterra, Argentina, Italia, con frescos de Giuseppe Cellini sino tam-
cionaba los carriles estéticos que debían re- nostro paese si è presentata Suecia, Alemania, Chile, Países Bajos y bién por la variedad y calidad de los artistas
all’estero con un complexo di
gir el arte moder no y hacia allí dirigían sus Uruguay. Era la primera vez que el arte de seleccionados. Según la revista Athinae, se
opere così vario e importante, ta-
ojos los burgueses de una Buenos Aires que estos países se daba cita de manera simul- trató de un “vibrante surtido de obras de
le che non solo è atto a dare
adhería fielmente a las pautas de consumo un’esatta idea del cammino glo- tánea en una exposición argentina; la com- sus mejores pintores y escultores” y si bien
y moda marcadas por la ciudad luz. rioso percorso degl’Italiani, ma paración entre los distintos envíos resulta el esto no quería decir “que Italia marche hoy
El propio Stefani va a hacerse eco de es- anche degli ideali altissimi e nuo- parámetro privilegiado por los medios de a la cabeza del arte mundial”, sí era una
ta preferencia y en sus exposiciones realiza- vi a cui essi tendono in arte. prensa para evaluar los méritos de la exhi- clara muestra de buena voluntad hacia la
das entre 1911 y 1914 va a diversificar el Enrico Ferri, L’Italia all’espo- bición. Argentina.32
origen de sus artistas introduciendo principal- sizione argentina del 1910. Noti- En el marco más general de los festejos Sin embargo, esta feliz convivencia de
mente firmas francesas entre otras prove- zie e illustrazioni fisiche, lettera- del Centenario, las artes italianas venían obras de diversas tendencias no había sido
nientes de Inglaterra, Bélgica y Alemania. rie, economiche e industriali, a precedidas por varios triunfos simbólicos tan simple en el momento de la organiza-
cura di Luigi Bacci, Roma-Milán,
Según confiesa en su correspondencia, este más que relevantes. Por un lado, habían si- ción a la luz de los debates que se sucedie-
1910
cambio de rumbo le permitiría ampliar las do dos de sus artistas, el arquitecto Gaetano ron en Italia sobre qué tipo de obras debían
Importava or di dare attua-
posibilidades comerciales sin restringirse a las zione pratica al concetto di pre- Moretti y el escultor Luigi Brizzolara, los ga- ser las enviadas con vistas al mercado ar-
obras italianas que muchas veces se encon- parare all’arte nostra una seria nadores en julio de 1909 del multitudinario gentino.
traban precedidas de críticas negativas antes base per un proficuo mercato ar- concurso del Monumento a la Revolución Varios meses antes de celebrada la ex-
de su efectiva llegada a terreno sudamerica- tistico futuro. Nessun mezzo ap- de Mayo que proyectaba construir un impo- posición el Corriere della Sera tentaba a
no: “All’ estero quindi cono[zcono] la nostra pariva maggiormente utile a ciò, nente y oneroso mausoleo, que jamás llegó los artistas italianos a participar en ella con-
arte per ciò che nostri critici più in vista ne di- che quello di procurare la più lar- a realizarse, en el centro neurálgico de la signando las impresionantes cifras que el
cono. Se incominciamo noi a non voler ven- ga vendita possibile delle opere ciudad: la Plaza de Mayo.29 Además, había gobier no argentino, el municipio de Buenos
dere che i defetti ed a tramenare la qualità, esposte, poiche si sarebbe cosi ot- sido otro italiano ya muy conocido por sus Aires y los gobier nos provinciales preveían
tenuto alla sezione italiana la mi-
come si potrà riacquistar credito? e coi colle- campañas de retratos en terreno local, el gastar en la adquisición de las obras, dedu-
glior dimostrazione del favore
zionisti italiani ben poco incoraggiamento al pintor Giacomo Grosso, el seleccionado ciendo que “gli Enti pubblici suaccennati im-
del pubblico.
lavoro possono avere i nostri artisti!”.27 Gaetano Moretti, Esposizione por el gobier no argentino para ocuparse de piegheranno complessivamente, in acquisti
Más allá del viraje operado por Stefani y Internazionale di belle arti del la realización de un panorama en homena- d’opere d’arte, un milione lire. Molto in-
de su desesperanza para con el arte proce- 1910 in Buenos Aires, Milán, je a uno de los principales triunfos bélicos genti saranno pure gli acquisti da parte dei
dente de Italia, algunas de las noticias sobre Tip. U. Allegretti, 1910 de la guerra de independencia, y fue su co- privati. Ogni anno gli argentini spendono in
el éxito de sus exposiciones –y en un marco lega, el escultor Davide Calandra, el encar- media un miglione in opere d’arte”.33
más amplio sobre la capacidad receptiva del Las palabras esbozadas por Enrico Fe- gado de modelar las figuras en tres dimen- Además, el Congreso argentino había con-
mercado porteño– deben haber llegado a rri y Gaetano Moretti en los epígrafes resul- siones.30 Con gran suceso, el Panorama de cedido la exención de derechos aduaneros

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nes de espacio para lograr una presencia fue la gran triunfadora a la hora de las ad-
ampliada de los artistas italianos– decide quisiciones.
apelar a la invitación directa y personal, le- ¿De qué constaba el envío? Las obras
vantando nuevamente las quejas de aquellos totales sumaban 208, de las cuales eran
grupos que no se sienten incluidos en la 111 pinturas y 55 esculturas. Los exposito-
convocatoria.36 Muchos se han quedado res italianos eran 195 y entre ellos figuraba
fuera del certamen y cifran sus expectativas un grupo de artistas contemporáneos, en su
comerciales en la posibilidad de participar mayoría conocidos por el público porteño,
en exposiciones privadas organizadas en si- al ser muchos los representados de Ferruc-
multáneo. Algunas de ellas no llegan a buen cio Stefani, como Antonio Mancini, Pietro
puerto, como la prometida a los artistas Fragiacomo, Francesco Sartorelli, Beppe
lombardos por Mario Cerati, quien con ma- Ciardi, Giacomo Grosso, Ferruccio Scatto-
nejos poco claros viaja a Buenos Aires pre- la, Camillo Innocenti, Luigi Nono, Leonar-
tendiendo –sin éxito– que la Comisión Ge- do Bistolfi y Ettore Tito. El conjunto se
neral del Centenario avale su proyecto. completaba con las fir mas de artistas cen-
Finalmente, Moretti llega a Buenos Ai- trales en la escena italiana finisecular pero
Imagen 6 res en abril y debe sortear varios inconve- menos habituales en este mercado, sin omi-
nientes a fin de tener lista la sección italiana tir tampoco algunas de las presencias reno-
para las obras figurantes en la exposición, tecnica involuta ed involvente l’idea plasti- que debía inaugurase, con el resto de la ex- vadoras de la plástica italiana del momento,
lo que hacía aun más redituable la participa- ca non sono accettate dalla grande genera- posición, el 12 de julio. Gracias a la ayuda como Vittore Grubicy de Dragon, Plinio
ción en el negocio. lità dei popoli nuovi”.34 económica de los miembros más conspi- Nomellini y el joven Giacomo Balla. Se in-
Desde Italia, en las páginas de la revis- Comparando este certamen con la ex- cuos de la colectividad italiana local –los cluía además una selección de dibujos y pro-
ta milanesa Arte e artisti se libra una inte- posición inter nacional a celebrarse también her manos Antonio, Bartolomé, Tomaso y yectos arquitectónicos y la sección de artes
resante polémica sobre las producciones en 1910 en Bruselas, la revista debate los Giuseppe Devoto–, el ya citado Pellerano, decorativas que reunía cerámicas, plaquetas
que debían ser seleccionadas para enviar a diversos criterios que podían guiar la selec- Alessandro Ferro –presidente de la Cámara de bronce, trabajos en oro y plata, tapices y
Buenos Aires, teniendo en cuenta que en ción de las obras. Por una parte, aquel que de Comercio Italiana–, el ministro de Italia vidrios de Murano.
estos países “carentes de tradición” mu- privilegia la mejor producción de los artistas en la Argentina –Vicenzo Macchi di Celle- En el catálogo oficial, Moretti introducía
chas veces era difícil predecir un éxito ar- maduros o de fama; por otra, el de optar re– y el Circolo Italiano, entre otros, se lo- el envío haciendo referencia a la innegable
tístico. Así, per filando las posibles caracte- por los artistas jóvenes o más innovadores, gró reunir las 20.000 liras necesarias para tradición del arte italiano, y destacaba las di-
rísticas y temiendo la incomprensión del pauta esta última seguida en el caso del en- finalizar a tiempo los locales donde se exhi- versas exposiciones de arte contemporáneo
público porteño, el periódico aconsejaba vío italiano a la capital belga.35 birían las obras. organizadas en Italia, desde la de Turín en
optar por obras no demasiado arriesgadas: La responsabilidad del envío a la Argen- Luego de registrar distintas arbitrarieda- 1879 a las más contemporáneas bienales
“Si deve considerare che l’estetica delle tina recae en el arquitecto Gaetano Moretti, des en la que consideraba una poco riguro- vénetas.37 El legado histórico del arte itálico
masse colte dell’Argentina non è quella di quien es nombrado comisario general de la sa adjudicación de premios, Moretti decide se retomaba en el propio montaje de la ex-
Parigi, Londra, Vienna, Milano, i quali cen- exposición, mientras su delegado italiano abstener la sección italiana y la declara “fuo- hibición, cuya sala VIII ostentaba en las pa-
tri sono in arte sufficientemente eccletici, en Buenos Aires fue el coleccionista y ban- ri concorso”. Además, varias de las obras redes los nombres del panteón de sus gran-
quindi non allar marti dalle nouvità e dai no- quero Lorenzo Pellerano. La comisión eje- participantes no podían aspirar a ser pre- des creadores –Botticelli, Rafael, Canova,
vatori. Le classi agiate dell’Argentina predi- cutiva encargada de seleccionar las obras miadas porque ya habían participado en Verrocchio, entre otros–, cuya aura segura-
ligono un’arte figurativa dalle idee chiare estaba integrada además por cuatro pinto- otros certámenes inter nacionales o eran mente era convocada a los fines de estable-
espresse da una for ma, se non rudemente res, un escultor y el secretario representan- propiedad de colecciones oficiales, princi- cer una continuidad y vínculos legitimantes
oggettiva, non discostatesi troppo dalla co- te del Ministero de Pubblica Istruzione. palmente de la Galleria d’Arte Moder na. con la obra de los contemporáneos abajo
mune percezione fisiologica. In altri ter mi- Esta comisión –argumentando escasez Sin embargo, esto no incidió en las ventas exhibida.
ni il simbolismo come significazione, o una de tiempo para la organización y limitacio- ya que, como se verá más adelante, Italia Paralelamente, y como un modo de

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contentar a quienes no habían sido admiti- que marcaran los “nuevos rumbos […] algo
dos en el certamen oficial, el empresario del futurismo de que empieza a hablar-
teatral Walter Mocchi junto a Luis Ducci se”.39
convocan a una también denominada “Ex- En contraposición a los resultados nota-
posición Universal del Centenario” patroci- bles que alcanzaría el arte italiano en la Expo-
nada por la Liga de Almaceneros y Anexos. sición del Centenario, la de la Liga de Alma-
El escultor italiano residente en París Save- ceneros resultó un verdadero desastre finan-
rio Sortini es nombrado encargado de selec- ciero. Sin el amparo de las autoridades italia-
cionar a los artistas participantes, y fue él nas en Buenos Aires, los artistas no lograron
también uno de los representados en esta vender sus cuadros y, en algunos casos, ni si-
multitudinaria muestra que agrupó 258 es- quiera recuperar las obras enviadas.40
culturas, óleos y aguafuertes distribuidos en Por el contrario, los saldos de la exposi-
Imagen 7
once salas. ción oficial fueron medidos como un verda-
De acuerdo con el texto del catálogo, la dero triunfo por los italianos que lograron el vechó la ocasión para proveerse dos escul- colaboraban frecuente y potentemente en
exposición aspiraba a paliar el desconoci- primer lugar en tér minos de venta, superan- turas destinadas al or nato del espacio públi- los más importantes emprendimientos de la
miento que muchas veces reinaba en el ex- do incluso a países que tenían un sitio más co: ellas eran La victoria alada de Edoardo colectividad, como la fundación del Hospital
tranjero respecto de la producción artística afianzado en el mercado del arte local como Rubino en 8.500 pesos y Dos muchachos Italiano y el Monumento a Cristóbal Colón
italiana. Más allá de esta aseveración, era Francia y España. Debe haber sido un buen de Giuseppe Renda en 2.200 pesos. donado a la Argentina para conmemorar su
una clara pretensión comercial la que regía negocio para los participantes y organiza- Estos precios convertían a las obras na- Centenario, iniciativas de las que también
este envío que, tal como se aclaraba, no dores ya que el rédito total de casi 300.000 cionales y más aún a las italianas en bienes participó Lorenzo Pellerano. No es raro en-
apuntaba ni a “cosquillear la incompetente liras (equivalentes a más de 100.000 pesos) exclusivos para ricos, si consideramos que tonces que buscaran distinguirse a través de
vanidad de coleccionistas snobs” ni estaba superó ampliamente las 20.000 liras facili- el sueldo promedio de un empleado muni- sus compras en la sección italiana, optando
preparado “para épater les bourgeois”.38 tadas por quienes habían aportado su ayuda cipal era para esa fecha de 70 pesos men- por las obras más paradigmáticas y pagan-
Muchos de los participantes ya se en- pecuniaria para finalizar las instalaciones de suales.43 do por ellas varios miles de pesos. Del mis-
contraban representados en la exposición la exposición. Las buenas noticias circula- También entre los compradores priva- mo modo, Pellerano realizó una apuesta
oficial –como Carcano, Mancini, Joris, Fal- ron rápidamente por Italia, donde se deta- dos la sección italiana arrojó muy buenas más que importante al adquirir con celeri-
di, Selvatico o Scattola–, generalmente con llaron los porcentajes invertidos en cada ganancias; las adquisiciones se registraron a dad once obras de esta proveniencia entre
una obra, y la exhibición paralela fue oca- técnica, entre las cuales la pintura era la días de la apertura de la exposición y fueron las que se destacaron Silencio verde de
sión para hacerlo con varios ejemplares. Fi- gran favorita.41 rápidamente divulgadas y celebradas en los Giovanni Costantini en 2.091 pesos, Los
guraban también otros artistas menos cono- Dentro de estas adquisiciones, muchas periódicos publicados en la península.44 ordeñadores de Beppe Ciardi en 1.590 pe-
cidos en el circuito de entonces. fueron destinadas al MNBA, que invirtió una Fueron muchas las transacciones concreta- sos y Sobre la playa de Ettore Tito en
La organización de una doble exposi- alta suma de dinero en las obras de Gola das en altos importes, y en general se advir- 1.364 pesos. Si bien estas cifras no resulta-
ción no fue bien recibida por la prensa lo- (imagen 6), Carcano (imagen 7), Fragiaco- tió una identificación entre la proveniencia ban tan espectaculares como las transaccio-
cal, que se encargó de aclarar que no era en mo, Bistolfi, Troubetzkoy, Ferraguti Viscon- de obras y compradores. Por ejemplo, los nes efectuadas por los Devoto, el monto in-
terreno extranjero donde se debían lidiar es- ti, Chiesa y Rotta, entre otros.42 Las obras óleos Primavera de Arturo Faldi y Tarde de vertido por Pellerano en la sección era más
tas luchas inter nas y que además lo exhibi- alcanzaron altos valores equivalentes a los verano de Guglielmo Ciardi fueron adquiri- que significativo, pues alcanzó casi los
do en la Liga de Almaceneros –con su nivel varios miles de pesos que entonces se paga- dos por Antonio Devoto en 4.000 pesos 10.000 pesos, valor que entonces equivalía
mediocre y sus obras eminentemente co- ban por las pinturas inter nacionales que co- cada uno, mientras su her mano Bartolomé a un inmueble de casi 40 metros cuadrados
merciales sacadas de los depósitos de un tizaban en el mercado porteño, y que supe- hizo lo propio con Le ammantate de Pio en un barrio exclusivo de la ciudad como el
marchand de tableaux– no hacía más que raban ampliamente el precio promedio de Joris en 5.454 pesos. Colonizadores, em- Socorro.
“rebajar el mérito alcanzado por la exposi- 1.000 pesos que a lo sumo podían alcanzar presarios y comerciantes genoveses, dedi- En la misma tónica, la asociación más
ción oficial”. Tampoco en esta muestra se los cuadros argentinos de semejantes di- cados a la importación, a las finanzas y al importante de la elite inmigrante, el Circolo
incluían, tal como deseaba la crítica, obras mensiones. Además, la Municipalidad apro- negocio inmobiliario, los her manos Devoto Italiano, también concretó compras notables

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adquiriendo obras de Ferruccio Scattola, Ra- Fu l’età aurea dell’arte italia- to tendría sus consecuencias incluso en estos Notas
fael Tafuri, Francesco Sartorelli, Antonio na nell’America del Sud. lejanos pero receptivos mercados. De una
Rizzi y Antonio Piatti por un total de 8.453 L’Italia continua ad inviare in parte, la proximidad de la Primera Guerra 1
He reconstruido este proceso en mi libro
pesos. No sorprende tampoco que los otros quelle contrade i suoi robusti la- Mundial modificaría la capacidad expansiva Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo
adquirentes que descollaron por sus inversio- voratori, i prodotti delle sue pro- cultural en Buenos Aires, Buenos Aires, Edha-
del mercado europeo y sus posibilidades de
gredite industrie, medici e ingeg- sa, 2006.
nes fuesen los mismos que habían contribui- exportación de obras de arte. Pero, de otra,
neri, operai del braccio e operai 2
do monetariamente a la concreción de la ex- el desarrollo de las nuevas vanguardias –futu- “Crónica de arte”, La Nación, Buenos Ai-
del pensiero, ma l’importazione
posición, como Alessandro Ferro y el conde rismo, cubismo– no permitirá ya pensar en la res, 11 de noviembre de 1888.
della sua copiosa produzione ar-
Vicenzo Maccchi di Cellere. Por su parte, los tistica vi è diminuito in misura estricta contemporaneidad que sí tenían estos 3
Véase Fer nando Devoto y Gianfausto Ro-
porteños se volcaron con énfasis a las obras impressionante a tutto vantaggio consumos cuando aún eran el simbolismo y soli (comps.), La inmigración italiana en la Ar-
de arte decorativo; una verdadera atracción della produzione francese, spag- los epígonos del posimpresionismo las ten- gentina, Buenos Aires, Biblos, 1985.
fueron las cerámicas firmadas por Chini y nuola, inglese e tedesca. [...] dencias que marcaban la norma en los certá- 4
Entre las obras públicas realizadas por estos
los vidrios de Murano. Nella viva lotta di concorren- menes artísticos internacionales como la Bie- artistas se encuentran: de Nazareno Orlandi los
Así, los saldos de la exposición reflejaron za, la nostra Arte vi disimpegna nal de Venecia. Nuevos artistas serían pron- techos del Palacio de La Prensa, las naves de la
aquella proyección muchas veces manifesta- la parte di Cenerentola. Iglesia del Salvador y la cúpula de la Iglesia de
tamente legitimados relegando a un lugar se-
da por los artistas italianos: Buenos Aires era Basilio Cittadini, “L’arte italia- San Pedro Telmo (1900), y de Francesco Parisi la
cundario estos paisajes, retratos y escenas de
un buen mercado para sus producciones ya na nell’America Latina”, Pagine cúpula y el presbiterio de la catedral de Buenos
d’arte, 1, 18, Milán-Roma, 28 de costumbres que todavía debían mucho de la
que allí había muchos residentes de aquel ori- Aires (1899). Por su parte Luigi De Servi –quien
diciembre de 1913, p. 1 formación y modos de hacer de la Academia
gen que –en una suerte de apoyo patriótico– ya había estado en la Argentina en la década de
decimonónica.
se volcarían de lleno a adquirir las obras pro- 1880 realizando importantes comisiones públicas
Desde el periódico Pagine d’arte, un Así, si bien no es posible marcar un cor- como los frescos de la Casa de Gobier no y la de-
venientes de su lejano terruño. Algo similar te abrupto entre los primeros años del siglo
hombre que conocía bien el terreno argenti- coración del Museo de La Plata– realizó en 1910
sucedía con el arte español, aunque no así XX y las décadas que siguieron, sí es eviden-
no como Basilio Cittadini –quien actuó du- el techo del Salón Presidencial de la ya referida
con el francés, que como bien notarán los
rante décadas en Buenos Aires como direc- te que este puesto importante que el arte ita- Casa de Gobier no.
italianos desde la península y los actuantes
tor de La Patria degli Italiani– hacía un ba- liano tuvo en la primera década, en coinci- 5
Entre las principales obras monumentales de
en Buenos Aires, seguía siendo el gran pre-
lance del lugar marginal que el arte italiano dencia con la gran oleada inmigratoria, ya estos artistas debemos mencionar el mausoleo del
ferido de las burguesías compradoras.
ocupaba hacia 1913 en el mercado sudame- no será el mismo a medida que se formalice general Manuel Belgrano (emplazado en 1903),
ricano. Como principal explicación de esta el mercado del arte de Buenos Aires. Por un obra de Ettore Ximenes, la cuadriga del Palacio del
desventaja argumentaba la ausencia de un lado, las pinturas y esculturas de los argenti- Congreso Nacional (1904), obra de Vittorio de
Conclusiones Pol, y el monumento a Giuseppe Garibaldi (inau-
apoyo decidido por parte de los poderes pú- nos comenzarán a pelear por su lugar en las
colecciones y los museos locales, hecho fa- gurado en 1904) de Eugenio Maccagnani.
Fino ad un decennio passato blicos –cónsules, diplomáticos y autoridades
anche la produzione artistica ita- en general– que no contribuían, como sí lo vorecido por la inauguración de los salones 6
Cesarina Lupati, Vita argentina. Argentini
liana era preferita nell’Uruguay, hacían otras naciones, a facilitar la comer- nacionales y provinciales de bellas artes. Por e italiani al Plata osservati da una donna italia-
in Cile, in Brasile, e degnatamen- cialización en el extranjero de obras de los otro, la desaparición de las gestiones de per- na, Milán, 1910, p. 54.
te nell’Argentina; i quadri e le artistas de su país. sonajes como Ferruccio Stefani, Gaetano 7
V. Di Napoli-Vita, “Dall’Argentina”, Natu-
statue dei nostri migliori artisti vi Si su apreciación revelaba por un lado la Moretti o Lorenzo Pellerano, altamente inte- ra ed Arte, IX, XXII, 2º. fasc., Milán, 1900, pp.
trattavano facilmente comprato- menor modernización y profesionalización resados en la circulación y comercialización 874-876.
ri a condizione favorevoli. de las producciones italianas en Buenos Ai-
que el sistema de las artes italianas tenía en el 8
Véase M. Picone Petrusa, M.R. Pesolano y
Nella città di Buenos Ayres
panorama europeo de principio de siglo en res, también influirá en la declinación de es- A. Bianco, Le grandi esposizioni in Italia 1861-
–detta l’Atene platense– erano
comparación con mercados mucho más for- te panorama en el que el arte italiano gozó 1911: la competizione culturale con l’Europa e
opere d’arte italiane che adorna-
vano le case dei ricchi, le piazze, malizados como el francés, por otro también –al ritmo de la llegada de los millares de in- la ricerca dello stile nazionale, Nápoles, Liguo-
es cierto que esta caída no obedecía simple- migrantes que aspiraban a “hacer la Améri- ri, 1988.
i giardini pubblici, gli edifici go-
vernativi, le chiese, i cimiteri; mente a razones comerciales y organizativas. ca”– de una circulación inédita en compara- 9
Véase L’esposizione di Torino 1911.
l’Arte nostra vi signoreggiava. [...] El paradigma artístico estaba cambiando y es- ción con las décadas que seguirían. Giornale ufficiale illustrato della Esposizione

Archivo
) 26 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 27 (
internazionale delle industrie e del lavoro, Tu- 18
Justo Solsona Jofre, “Impresiones artísti- 29
La obra, una grandiosa construcción con 37
Véase Exposición Internacional de Arte
rín, 1911, pp. 235-238, y Le esposizioni di Ro- cas”, La Ilustración Sud-Americana, XIII, 303, un obelisco central cuyo basamento estaría deco- del Centenario 1910. Catálogo Ilustrado, Bue-
ma e di Torino nel 1911. Descritte ed illustra- Buenos Aires, 15 de agosto de 1905, pp. 233- rado por grupos escultóricos de már mol y bron- nos Aires, M. Rodríguez Giles, 1910.
te. Rivista delle Esposizioni, 12, marzo de 234. ce, tendría 46 metros de altura y se calculaba que 38
Exposición Universal del Centenario.
1911, p. 94 y n. 18, mayo de 1911, p. 142. 19 costaría un millón y medio de liras. La premia-
Juan Paz, “Apuntes críticos”, La Ilustra- Bajo el patrocinio de la Liga de Almaceneros y
10 ción de los italianos fue muy discutida en su mo-
Giacomo de Zerbi, “Dalle Rive del Plata. ción Sud-Americana, XV, 350, Buenos Aires, anexos 1910, Sección de la Exposición de Bellas
mento pues muchos intelectuales y artistas argen-
Per cominciare”, Natura ed Arte, V, 1ºs. fasc. 30 de julio de 1907, pp. 209-210. Artes Italianas, Catálogo Ilustrado.
tinos consideraron que debía ser un creador naci-
VI, Milán, 1895-1896, pp. 514-516. 39
20
Véase carta de Ettore Tito a Ugo Ojetti, fe- do en el país el responsable de esa monumental “Las bellas artes italianas en la Exp. Uni-
11
La primera exposición de Evaristo Gis- chada “Venezia, 29.1.1907”, cassetta 72, fasc. empresa. versal”, Athinae, 3, 29, Buenos Aires, enero de
mondi de la que tenemos registro se realizó en el 17, FUO, GNAM. 30
1911, p. 12.
Grosso contaba con cierta experiencia en
Salón Witcomb en abril-mayo de 1909; organizó 21 40
Véase Basilio Cittadini, “I mercati d’arte
Véanse cartas de Ferruccio Scattola a Ugo la realización de estas telas de grandes dimensio-
al menos dos exposiciones colectivas más de ar- d’oltre confine”, Pagine d’arte. Cronica, critica
Ojetti, fechadas “Venezia, 14. XII.10”, “Venezia nes ya que unos años antes había realizado el re-
te italiano en la misma galería, en 1913 y 1917. e polemica, 1, 1, Milán-Roma, 15 de enero de
16.1.11”, cassetta 67, fasc. 9, FUO, GNAM. nombrado Panorama de la Batalla de Torino
12
Parisi realizó varias exposiciones de artis- 22 para conmemorar los doscientos años del hecho. 1913, pp. 1-2.
Juan José Soiza Reilly, “Lo que dice Soro-
tas italianos como las de Umberto Coromaldi, 31 41
“Mostra dell’arte italiana all’Esposizione
lla”, Caras y Caretas, X, 467, Buenos Aires, 14 “Arti e scienze. Il panorama di Giacomo
Onorato Carlandi y Dante Ricci, y la individual de mondiale di Buenos Ayres”, Bollettino d’arte
de septiembre de 1907. Grosso inaugurato a Buenos Aires”, La Stampa,
Camillo Innocenti, ambas celebradas en Witcomb del Ministero della P. Istruzione. Notizie delle
23 29 de julio de 1910, Turín, p. 4.
en 1912. U.O., “Notizie artistiche. Un fiero giudizio gallerie dei Musei e dei Monumenti, V, fasc. 2,
32
del pittore Sorolla sull’arte italiana”, Corriere de- Godofredo Daireaux, “La Exposición I de
13
Carta de Ferruccio Stefani a Ugo Ojetti fe- Milán, febrerp de 1911, p. 80.
lla Sera, Milán, 23 de octubre 1907, p. 3. Arte. Impresiones”, Athinae, 3, 23, Buenos Ai-
chada “Milano, Corso Genova 15, 22 Dic. 42
Véase “Bellas Artes. Las adquisiciones del
24
res, julio de 1910, pp. 9-11.
1907”, cassetta 70, fasc. 9, Fondo Ugo Ojetti, “Polemiche artistiche”, Arte e artisti, V, museo”, La Nación, Buenos Aires, 31 de diciem-
33
Galleria Nazionale di Arte Moder na e Contempo- 109, Milán, 1 de noviembre de 1907, pp. 4-5. “Notizie artistiche. L’Esposizione Inter na-
bre de 1910, pp. 10-11.
ranea, Roma (FUO, GNAM). 25
zionale d’Arte a Buenos Aires. Ingente stanzia-
Véase F. Stefani, Esposizioni d’arte. Ca- 43
Véase Dirección General de Estadística
menti per acquisti”, Corriere della Sera, Milán,
14 talogo Illustrato della IIIa Esposizione, Prefa-
F.V. Aramis, “Il commercio artistico”, Ar- 10 de diciembre de 1909. Municipal, Anuario estadístico de la Ciudad de
te e artisti, 5, 98, Milán, 16 de mayo de 1907, zione di Vittorio Pica, Bérgamo, Istituto Italiano Buenos Aires, XX-XXI, Buenos Aires, 1910-
34
p. 5. Sobre el mercado de arte en Italia durante d’Arti Grafiche (c. 1905). “La partecipazione dell’Italia alla Mostra
1911, 1913.
el período, véase Maria Mimita Lamberte, inter nazionale d’arte di Buenos Aires del 1910”,
26
Yofrúa [Godofredo Daireaux], “Exposicio- Arte e artisti, VII, 160, Milán, 16 de diciembre
44
Véase “Notizie varie. Buenos Ayres”, Arte
“1870-1915, i mutamenti del mercato e le ricer- nes Stefani”, Athinae, 3, 34, Buenos Aires, junio de 1909, pp. 1-2. e artisti, VIII, 176-178, Milán, 16 agosto, 1-16
che degli artisti”, en Storia dell’arte italiana. de 1911, pp. 180-181.
35
de septiembre de 1910, p. 4 y n. 181, 1 de no-
Parte seconda: dal Medioevo al Novecento, Tu- “Le giurie per Bruxelles e Buenos Aires”,
27
Carta de Ferruccio Stefani a Ugo Ojetti, fe- viembre de 1910, p. 4; “Esposizione di Buenos
rín, Einaudi, 1982, vol. III, pp. 5-172. Arte e artisti, VIII, 167, Milán, 1 de abril de
chada “Milano, 1º Aprile 1911”, cassetta 70, Aires”, Arte e artisti, VIII, 179, Milán, 1 de oc-
15 1910, p. 1.
Véase Maria Flora Giubilei, “Una storia tubre de 1910, pp. 4-5.
fasc. 9, FUO, GNAM. 36
per le raccolte Frugone”, en Raccolte Frugone, Véase “Polemiche artistiche”, Arte e artis-
28
Catalogo generale delle opere, Milán, Silvana Sobre esta exposición véase Miguel Ángel ti, VIII, 165, Milán, 1 de marzo de 1910, pp. 3-4.
Editoriale, pp. 33-50. Muñoz, “Obertura 1910: la exposición Inter na-
cional de Arte del Centenario”, en Marta Pen-
16
“Arte italiano en Buenos Aires. Exposición hos y Diana Wechsler (coords.), Tras los pasos
Sartorelli”, La Ilustración Sud-Americana, XII, de la norma. Salones Nacionales de Bellas Ar-
272, Buenos Aires, 30 de abril de 1904, p. 116;
tes (1911-1989), Buenos Aires, Del Jilguero,
véase también “V Exposición de pintura italiana
1999, pp. 13-35, y Roberto Amigo, “Iconogra-
organizada por F. Stefani”, Athinae, 2, 11, Bue-
fía y artes visuales del Centenario”, en Mar gari-
nos Aires, julio de 1909, p. 17.
ta Gutman, Buenos Aires 1910: Memoria del
17
V.P., “Francesco Sartorelli nell’America porvenir, Buenos Aires, Gobier no de la Ciudad
del Sud”, Emporium, XX, 117, Bérgamo, sep- de Buenos Aires-FADU-UBA, 1999, pp. 348-
tiembre de 1904, p. 237. 355.

Archivo
) 28 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 29 (
Probando la libertad: cambios y
continuidades en el cortejo y el noviazgo
entre los jóvenes porteños (1950-1970)
Isabella Cosse* **

Introducción la conquista y la for mación de una pareja,


por lo cual puede pensarse en una ruptura

E
ste artículo aborda los cambios en las generacional. En otras palabras, se conside-
for mas mediante las cuales mujeres y ra que la reconstrucción minuciosa de los
varones se conocían, se atraían, en- cambios en las pautas que nor maban el cor-
tablaban una relación y se comprometían tejo resulta una aproximación valiosa para
afectivamente. Es decir, está centrado en el comprender las transfor maciones en las re-
cortejo, entendido como las pautas que re- laciones de pareja y la sexualidad de los
gían desde los contactos iniciales de una pa- años 60 y 70 desde un ángulo generacio-
reja hasta el momento previo a la unión. El nal. En ese sentido, en estas páginas se fo-
propósito es ofrecer una descripción de es- caliza en el surgimiento de uno de los patro-
te fenómeno, en función de dos supuestos. nes de cambio del cortejo, según el análisis
El primero es que los cambios abiertos en de revistas, libros y manuales de crianza di-
los años 60 en las relaciones de pareja, los rigidos a un público masivo compuesto por
mandatos de género y la moral sexual se segmentos medios y trabajadores, dejando
plasmaron paradigmáticamente en un am- expresamente de lado el estudio del proce-
plio espectro de nuevas convenciones espe- so en los círculos intelectualizados y contra-
cíficas y concretas cuya envergadura depen- culturales.1 En concreto, estos registros han
dió de los círculos culturales y sociales de sido analizados en función de descubrir la
pertenencia. La segunda presunción es que emergencia de nuevas convenciones, en-
existieron diferencias sustanciales entre las tendidas como un código público de com-
pautas que reglaron el mundo de los padres portamiento y un sistema de significados
de estos jóvenes y las que se estaban con- que confor maban el contexto de la expe-
for mando cuando ellos llegaron a la edad de riencia concreta de los individuos.2

* Universidad de San Andrés.


** Agradezco a Eduardo Míguez y Lila Caimari las sugerencias y reflexiones a versiones anteriores
de este texto y a Catalina Wainer man las ideas y la ayuda constante. Asimismo deseo expresar mi gra-
titud con Abel (hijo), Araceli y Gima Santa Cruz y con Eva Giberti, quienes me per mitieron consultar
sus archivos privados, y con la Fundación Ford (en el marco del proyecto “Sexualidades, salud y dere-
chos humanos en América Latina”, de la Universidad Cayetano Heredia) y con la Fundación San An-
drés (con el apoyo de The William and Flora Hewlett Foundation) que contribuyeron a financiar la in-
vestigación.

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Entrepasados - Nº 33, comienzos de 2008: 31-47
Según los antecedentes para Europa y xas y abiertas.7 Por su parte, los anteceden- vida en común, estaban fuertemente pauta- La reconfiguración del cortejo:
Estados Unidos, el cortejo constituye un fe- tes para los años 60 resaltan el carácter am- dos, ritualizados y organizados a través de entre barras y citas
nómeno central para la comprensión de los biguo y moderado del proceso de cambio, poderosas convenciones, incluso más rígi-
estándares de la moral sexual y el modelo aunque encuentran que en esa época co- das que las que demarcaban las etapas an- Hacia 1960 los jóvenes nacidos en fami-
matrimonial.3 Específicamente, la bibliogra- menzó a hablarse más libremente sobre la teriores, dada la necesidad de que la nueva lias de los sectores medios y trabajadores te-
fía norteamericana ha mostrado el papel ju- sexualidad, se aceptaron las relaciones pre- intimidad no vulnerase la consideración so- nían experiencias vitales muy diferentes de
gado por la aparición del sistema de citas en matrimoniales y se produjo un debilitamien- cial de la joven, asociada con el manteni- las que habían signado la vida de sus proge-
el moldeamiento de patrones sexuales más to de la doble moral de género.8 Asimismo, miento de la virginidad hasta el momento nitores. La heterogeneidad de la sociedad in-
per misivos entre los jóvenes de los high se ha señalado la importancia de las postu- del casamiento. Ahora bien, para ese en- migrante había dado paso a nuevas genera-
school entre 1920 y 1960. Este sistema ras y los actores conservadores y tradiciona- tonces habían comenzado a surgir relacio- ciones que tenían un cúmulo importante de
desplazó el encuentro de las casas, anuló el listas que defendían, supuestamente, los va- nes más per misivas, en las cuales se mori- experiencias compartidas. Estos jóvenes ha-
control pater nal, disoció el encuentro del lores familiares y morales instituidos, como geraba el control de los padres y se per mi- bían ido a la escuela en tiempos peronistas,
compromiso afectivo con vistas al casa- elemento central del proceso de cambio en tían encuentros menos estructurados, pero en familias que en muchos casos habían me-
miento y creó nuevas for mas para la explo- las costumbres y la moral sexual.9 De tal se trataba de innovaciones que contrariaban jorado en forma reciente su situación econó-
ración de la compatibilidad y el conocimien- modo que el estudio de las décadas entre las convenciones instituidas.10 mica, logrando ser propietarias de su vivien-
to del otro género que incluía la rotación de 1950 y 1970 parecería central para com- De hecho, la década del 50 preanunció da, acondicionar ésta con los parámetros del
los partenaires y habilitaba el petting, es prender las transfor maciones en las reglas cambios en el cortejo y el noviazgo que se confort moderno y comenzar a tomarse va-
decir, la estimulación sexual sin penetra- que nor maban el cortejo. ter minaron de definir en los años 60 y que caciones. El éxito de las estrategias de pro-
ción, en las citas y las relaciones sexuales A mediados de siglo, el cortejo estaba se nor malizaron en los 70. Este proceso, moción social de las familias de origen le
completas en el marco del noviazgo.4 Espe- integrado por fases claramente identifica- dentro del cual pueden identificarse tres permitió a esta generación disfrutar de ma-
cíficamente, para las décadas del 60 y el bles: el flirteo y el festejo en las etapas ini- grandes mutaciones, fue vivido por los jóve- yor poder adquisitivo, insertarse en nuevos
70, los cambios en el cortejo han per mitido ciales y el noviazgo cuando la relación se nes como un desafío a las convenciones de espacios sociales y retrasar su inserción en el
identificar la coexistencia de diferentes pa- for malizaba, instituciones que estaban fuer- los padres. En primer lugar, surgió un estilo mercado de trabajo. De hecho, en 1966
trones según las distintas culturas juveniles. temente codificadas según género. El flirt de sociabilidad por el cual el trato entre va- existían 2.500 colegios secundarios en Bue-
Así, Ber nard Murstein explica que, en ese no implicaba ningún compromiso: refería al rones y mujeres se hizo más fluido y menos nos Aires y la Universidad de Buenos Aires
período, el sistema de citas desapareció en momento de la expresión de la atracción estructurado, contribuyendo a que el flirteo tenía doscientos cincuenta mil inscriptos. En
los círculos universitarios, entre los cuales mediante gestos, miradas y actitudes que fuese más rápido y directo. En este marco, 1960 la matrícula secundaria llegó al 28,7%
comenzaron a predominar pautas menos debían realizarse en público. El festejo era la el festejo desapareció y dio lugar a la emer- de los varones y el 29,4% de las mujeres de
estructuradas, mientras que siguió existien- etapa siguiente, en la cual se profundizaba gencia del sistema de citas, disociándose las los jóvenes de entre trece y diecisiete años
do fuera de estos ámbitos.5 el vínculo mediante visitas y salidas (reunio- salidas de la elección matrimonial. En se- para el total del país, proporción que se du-
Para la Argentina se carece de estudios nes, bailes y paseos), creando una zona gundo lugar, el noviazgo se hizo más libre y plicó en las dos décadas siguientes. Pero,
semejantes. No obstante, se ha observado inestable entre la amistad y el lazo amoroso flexible (con el rechazo a las reglas rígidas, obviamente, estas posibles experiencias co-
que en la entreguerras surgieron reglas de mediante un patrón inter medio entre el cor- la ritualización y el control de los padres), se munes no implicaron la formación de una
sociabilidad más flexibles, un estilo femeni- tejo en la casa y el sistema de citas, ya que amplió la brecha entre su inicio y el com- identidad juvenil homogénea.11 Las culturas
no más libre y un interés más abierto por la se usaban ambas modalidades de contacto promiso de casamiento y se morigeraron juveniles estuvieron atravesadas por diferen-
sexualidad.6 El insinuante componente dis- pero se mantenía la vigilancia familiar (va- las censuras a la ruptura de los noviazgos. tes empresas, énfasis y estéticas engarzadas
ruptivo de estos cambios parecería haberse riable pero siempre presente) y la censura En este contexto, se habilitaron las relacio- de forma nada lineal con distinciones en el
canalizado dentro del mandato mater nal y de la alter nancia desenfadada de festejan- nes prematrimoniales en el marco del com- ámbito de la cultura de origen, el nivel de es-
el ideal de familia legítima, sin trastocar la tes. En algún momento, el festejo debía ter- promiso afectivo, fenómeno de importancia tudios alcanzados y el género.12
valoración de la contención del deseo se- minarse o dar inicio a un noviazgo, momen- central que amerita un estudio en profundi- Este contexto influyó en las for mas de
xual previo al matrimonio, aunque un estu- to definido por la declaración amorosa y, dad, por lo cual su análisis ha quedado fue- sociabilidad. Las instituciones educativas
dio de la década del 50 haga pensar que es- luego, por el pedido de matrimonio. Los ra de estas páginas. comenzaron a estructurar la vida cotidiana
taban surgiendo reglas de noviazgo más la- noviazgos tenían la finalidad de preparar la de los jóvenes y favorecieron que los gru-

Archivo
) 32 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 33 (
pos de referencia se for maran en estos ám- riamente el viaje en colectivo, aunque, más intereses culturales, gremiales o políticos, caba que la rebeldía era un fenómeno com-
bitos. Para los varones, el bar de la esquina frecuentemente, las relaciones provenían de pero también de gustos personales como la pletamente natural en los adolescentes que
del colegio era el lugar donde los jóvenes se los propios ámbitos laborales, entre los cua- música, el deporte o el teatro. En cada ca- expresaba la contradicción entre la depen-
entrenaban en el mundo masculino del tru- les muchas fantasías tenían a las secretarias so, las barras tenían convenciones propias dencia y la independencia. Supuestamente,
co, el café con cigarrillo y las copas de al- como protagonistas.16 que variaban según la identidad del grupo, las actitudes desafiantes frente a los padres
cohol.13 También las chicas tenían puntos Estas experiencias les significaron a los aunque puede decirse que en su conjunto eran potenciadas por el grupo de pares que
de reunión en confiterías, en las plazas, y jóvenes mayores posibilidades para explo- comenzaron a existir relaciones más llanas exigía elegir entre las normas de las familias
exploraban la libertad con recorridas por rar más a sus anchas el mundo en los espa- entre varones y mujeres.20 y las del nuevo espacio de inserción social.23
las calles céntricas, que nutrían el paisaje cios anónimos urbanos, lo cual requería La nueva fluidez de las relaciones entre En otras palabras, los grupos de pares se
cotidiano de Buenos Aires. Además, se hi- nuevos entrenamientos, como les sucedía a los géneros alcanzó a los hogares. Los pa- identificaban y contribuían a generar con-
cieron frecuentes los grupos mixtos de jó- las chicas que debían aprender a actuar dres, educadores y psicólogos comenzaron ductas propias percibidas en oposición a las
venes en el cine, las confiterías y los bares, frente a los avances masculinos en la calle, a auspiciar que las barras de jóvenes se en- normas instituidas.
cuyas actividades sociales eran más inde- mientras que los varones debían adquirir esa contrasen en el ámbito protegido de la fami- En este marco el flirteo cambió. ¿Cuáles
pendientes de la mirada y el control de los capacidad. En ambos casos estas situacio- lia, con el argumento de que esto per mitía fueron las novedades? En primer lugar el
adultos. De todos modos, la mayor parte nes contribuían a que las jóvenes ganasen una socialización más abierta pero, tam- trato entre los jóvenes se hizo más directo y
de los institutos secundarios no eran mix- seguridad con relación a las expectativas ge- bién, un mayor control. Se extendió la cos- espontáneo; quedaron atrás los circunlo-
tos, pues aislaban a varones de mujeres en neradas por su apariencia y estilo, y los tumbre de hacer reuniones infor males en quios y romanticismos. Este nuevo estilo,
la vida estudiantil cotidiana, aunque las hombres se midiesen con sus congéneres las casas, que habían comenzado antes con como explicaba a principios de 1960 un jo-
puertas de los colegios y los itinerarios del con relación a las habilidades demostradas los llamados “asaltos”, que debían parecer ven en una mesa redonda convocada por
viaje representaban espacios y momentos en la conquista.17 organizadas en for ma espontánea y donde Nuestros Hijos, estaba asociado con el es-
propicios para la interacción con jóvenes Por supuesto, el espacio del barrio, con se consumía una comida rápida, como piz- tilo de vida de las nuevas generaciones que,
de otro sexo, trato que incluso era promo- sus lugares de encuentro, clubes, esquinas y zas o empanadas, bebidas cola y alcohol supuestamente, eran contrarias a las “nor-
vido por instituciones privadas que poseían sedes sociales seguía siendo importante pa- –que, a pesar de los controles de los padres, mas preestablecidas”.24 Esto suponía una
un establecimiento para cada género, ubi- ra el contacto en ciertos círculos sociales.18 muchas veces existía– e incluyendo, en los más rápida expresión del contacto y el de-
cados frecuentemente uno cerca de otro.14 Era el caso de Jorge Castello, de casi quin- hogares más “avanzados”, la posibilidad de seo entre los jóvenes, acortándose crecien-
Pero los jóvenes no sólo podían cono- ce años, un paciente de Eva Giberti, una de bailar. En cualquier caso, la barra, compues- temente los avances preliminares. Así, dar-
cerse con sus pares del otro sexo en la pro- las difusoras más importantes de la renova- ta por mujeres y varones, fue convirtiéndo- se la mano, besarse y acariciarse fueron
ximidad de los centros de estudio sino tam- ción en la crianza de los hijos, en la Clínica se en una convención aceptada y extendida convirtiéndose en actitudes comunes en los
bién en el espacio laboral que, con el avan- de Adolescentes del Hospital de Niños. Pa- de la sociabilidad adolescente y juvenil, a momentos iniciales de la relación, en el
ce del empleo femenino entre las más jóve- ra este joven, las relaciones más íntimas pesar de generar ciertas preocupaciones en marco de los aprendizajes de tránsito de la
nes, creció más de un 10% entre 1947 y eran sus amigos del barrio de Floresta, con el mundo de los adultos, especialmente en- infancia a la juventud. De tal for ma, por
1970, ofreciendo otro punto débil a la vigi- quienes se encontraba en la calle para diver- tre los más conservadores, como sucedía ejemplo, para los varones besar a una chica
lancia y el control de los padres, a lo que se tirse, explicando que raras veces “salían”, lo con Mabel O., a quien los padres no la de- era un modo de demostrarse a sí mismos su
sumaba la posibilidad de contar con dinero que significaba que no organizaban activida- jaban salir en grupo y le prohibieron ir de virilidad y para las jóvenes, una for ma de in-
propio para las salidas.15 Esto per mitía que des fuera de este entor no.19 viaje de egresados a Bariloche, a causa de dicar que habían dejado de ser “chiquili-
los jóvenes pudiesen entablar relaciones por Resulta imposible dar cuenta de las múl- este estilo de relación.21 nas”, reafir mando su nuevo status juvenil.
fuera del ámbito familiar, fuese directamen- tiples instancias de agrupamiento de los jó- El surgimiento de estas nuevas formas En ese sentido, por ejemplo, ya a comien-
te en el trabajo o en los contactos que éste venes, como lo muestra la proliferación de de sociabilidad fue simultáneo a la creciente zos de 1960 las revistas femeninas comen-
posibilitaba, como le había sucedido a una convocatorias a que participasen de organi- importancia de los gestos, las actitudes y las zaron a publicar artículos sobre las técnicas
lectora de Vosotras, revista dirigida a muje- zaciones tan disímiles como podían ser la manifestaciones contrarias al mundo de los para besar y el significado que tenían las di-
res y jóvenes humildes, trabajadoras y de los Cruz Roja y Tacuara. Así, los agrupamien- adultos, mediante las cuales se reafirmaba la ferentes posibilidades para hacerlo, aun
estratos medios más bajos, que se enamoró tos tenían diferente grado de for malidad y identidad juvenil.22 Así, por ejemplo, desde cuando las notas mantuviesen un tono ad-
de un muchacho con el cual compartía dia- estructuración, pues surgían en función de ámbitos psicológicos y ensayísticos se expli- monitorio. Más tarde el contenido moraliza-

Archivo
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) 35 (
dor fue desapareciendo, como muestra un ciones habían tomado un carácter más flui- Gatos, Los Iracundos y Almendra. Más allá tumbres sexuales de los jóvenes, que ja-
test que fomentaba la introspección, en el do y menos comprometido, dentro del cual de esta diversidad del nuevo horizonte mu- queaba la estabilidad de los valores familia-
cual quedaba implícitamente habilitada la las caricias y los besos se integraban más rá- sical, incluso las propuestas menos osadas res.32 Desde esta preocupación se instaló
posibilidad de que las chicas tomasen la ini- pida y abiertamente. artística y culturalmente transmitían un nue- un severo control de los ámbitos donde se
ciativa y lo hiciesen sólo con intenciones de En segundo lugar, las nuevas modalida- vo estilo de relación sentimental, de proyec- producían los encuentros de las parejas.
que “él muriese de deseo”.25 des en el flirteo fueron simultáneas a la de- tos vitales y de dilemas sentimentales, mar- Las boites fueron más iluminadas, los por-
De hecho, el análisis de emprendimien- saparición de la noción de “festejo” y el cados por la espontaneidad, la naturalidad y teros impidieron el ingreso a los menores y
tos de carácter masivo muestra la nor mali- afianzamiento de un nuevo patrón de rela- la libertad, en oposición al universo de la vigilaron el grado de proximidad de las pa-
zación de las innovaciones de la sociabilidad ción que unificaba ambos estadios: la salida generación de los padres con sus paráme- rejas en la pista, los hoteles alojamiento
juvenil, al recrear escenas en las cuales los o cita. Las citas solían comenzar con una in- tros de orden, deber y control.30 fueron inspeccionados por la policía y los
padres aceptaban a los jóvenes que frecuen- vitación realizada por el varón, arreglada de Las citas les per mitían a los jóvenes te- bares, invadidos por razzias. Estas medidas
taban a sus hijas dentro de sus hogares. Ya antemano, aunque también podían surgir ner momentos de intimidad, medir el grado expresaron los temores de los sectores
en 1961 podía imaginarse que estos “caba- de for ma más o menos espontánea. La in- de atracción, experimentar los comporta- conservadores y tradicionalistas.33
lleros andantes”, según la historia seriada vitación implicaba un importante grado de mientos y, en ocasiones, ganar popularidad De hecho, las salidas a solas de los jóve-
“La familia Villegas”, en Vosotras, podían exposición para los varones, quienes te- entre el grupo de amigos, sin necesidad de nes y su disociación con el compromiso
autoinvitarse a pasar sus discos nuevos el mían ser rechazados y dudaban, sobre todo asumir un compromiso a futuro. Esta diso- afectivo fueron rechazadas expresamente
domingo a la tarde e instalarse en el medio entre los más adolescentes, respecto de las ciación entre cita y compromiso fue apoya- por las voces católicas menos per meables a
de la reunión familiar con café y cigarrillo estrategias adecuadas para tener éxito. La da por el nuevo sentido común pedagógico los cambios. En 1962, el doctor Carlos A.
en mano, aun cuando los dueños de casa cita incluía que el varón pasase a recoger a y psicológico surgido en los años 60. Des- Ray, el autor de Para padres, el libro cató-
los tratasen de usted.26 Unos años después, la chica, aunque también podía suceder que de estas perspectivas, el flirteo y las salidas lico que expresaba la contracara del nuevo
la misma escena resultaba aun más descon- ambos se encontrasen directamente en un fueron entendidos como una experiencia método de crianza, sostenía que los contac-
tracturada: los jóvenes se apoderaban del li- punto convenido, y que él la acompañase que contribuía a la for mación de la perso- tos debían realizarse bajo la presencia de los
ving, llegaban sin avisar, hacían bromas a de regreso a la casa. Entre las salidas más nalidad y de la identidad de género de los padres, sobre todo si participaban jóvenes
los padres y abrían la heladera, como mos- frecuentes se encontraba ir a un bar o con- jóvenes. Como explicaba Eva Giberti para de diferente sexo.34 Sin embargo, el campo
traban las imágenes de La Nena, igualmen- fitería, asistir al cine, dar una caminata, par- tranquilizar a los padres, las salidas eran un católico no era una entidad unánime, como
te inocente, en la televisión.27 ticipar de una reunión de amigos, una fies- entrenamiento que afir maba la identidad lo muestra el hecho de que la revista Nues-
El carácter más abierto y directo del flir- ta y un baile, etc. Pero la innovación no es- heterosexual y contribuía a la madurez de tros Hijos, que se declaraba católica y no
teo alcanzó amplia difusión a mediados de tuvo dada por los lugares de encuentro sino los jóvenes. Mauricio Knobel, uno de los confesional, aceptase que las jóvenes tuvie-
1970 cuando era referido en Para Ti, la re- por el hecho de que estas citas carecían de especialistas más reconocidos sobre la te- sen libertad con responsabilidad de concien-
vista femenina de carácter más tradiciona- cualquier compromiso afectivo, no implica- mática de la adolescencia y miembro del cia, en for ma compatible con las opiniones
lista del mercado. Así lo planteaban tres en- ban una relación for mal y tampoco reque- equipo de Ar minda Aberastury, opinaba en de Eva Giberti y Mauricio Knobel, quienes,
trevistadas de diferentes generaciones, en- rían una instancia previa de encuentros en for ma similar, cuando trataba de limar las no casualmente, fueron columnistas de la
tre las cuales la más joven, que contaba con la casa de la joven.29 dificultades de los adultos para comprender publicación. En otras palabras, ante los
dieciocho años, explicaba que “ahora se Este nuevo estilo de relación estuvo los cambios en las costumbres de los jóve- cambios en el cortejo existía diversidad de
conquista muy directamente” y sin “proto- fuertemente marcado por las nuevas modas nes, explicándoles que eran parte del creci- opiniones en las tribunas católicas, que
colos”, contrastando con los testimonios de musicales. Los jóvenes se contaminaron del miento de estos últimos que no debían mostraban la difusión alcanzada por el nue-
las otras dos entrevistadas que, por su ritmo y los estilos vitales de los ídolos musi- combatirse.31 vo paradigma psicológico, el cual, asimis-
edad, podían ser la madre y la abuela de la cales, entre los cuales, por supuesto, esta- Por supuesto, no faltaron quienes re- mo, no descuidaba el control.
joven.28 ban los Beatles, que invadieron el dial y las chazaron el nuevo patrón. Las campañas La asunción de este paradigma parecía
En síntesis, según estos registros puede disquerías, donde la mayoría de los compra- moralistas, iniciadas en los tempranos 60, difícil para los padres, entre quienes las nue-
afir marse que desde los años 60 el flirteo dores tenían entre trece y veinte años, a los fueron concebidas como medio para com- vas pautas de sus hijos adolescentes los su-
entre los jóvenes se hizo más directo y me- que se fueron sumando las figuras locales, batir la crisis moral de la época que supues- mían en el desconcierto, en función de te-
nos protocolar, evidenciando que las rela- como Palito Ortega y Sandro y luego Los tamente se expresaba en las nuevas cos- mores que variaban según el género de su

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descendencia. Así, podían preocuparse muestra el hecho de que en las páginas de Un noviazgo más libre y abierto sar los sentimientos. En ese sentido, adoles-
cuando el hijo varón se mostraba retraído, Para Ti se diese por supuesto que las jóve- centes de diferentes sectores sociales coin-
rechazaba la idea de frecuentar chicas de su nes salían solas e, incluso, iban a veranear En las décadas del 60 y el 70 para un cidían en que era “ridículo” decirle a una
edad o prefería quedarse en casa dedicado con amigas.37 segmento de los jóvenes porteños el matri- chica que se la quería y que la frase “te
al estudio. En cambio, con las hijas mujeres Esta situación fue un resultado en parte monio siguió siendo un hito que estructura- amo” estaba vedada. Supuestamente, la
las preocupaciones eran de sentido inverso, independiente de la voluntad de los padres ba su biografía individual y que estaba ante- mejor manera para “hablarle” a una chica
remitiendo al cuidado de la reputación en ya que, como se ha planteado, la nueva so- cedido de un noviazgo, de for ma que conti- era hacerle una “historia bárbara”, expli-
tér minos del doble patrón de moral sexual y ciabilidad juvenil, en el contexto de la exten- nuó definiendo la etapa de la relación de cándole, por ejemplo, que algo le había su-
de la virginidad. De ahí que, en ese caso, los sión de la matrícula secundaria y la incorpo- una pareja que iba desde el compromiso cedido la primera vez que se habían visto
conflictos surgiesen a causa de la autoriza- ración temprana al trabajo de las jóvenes, afectivo hasta el casamiento, época durante para después preguntarle: “¿Querés andar
ción para ir a un baile, los controles de los les per mitía disfrutar de mayor libertad y la cual se afianzaba el conocimiento mutuo conmigo?”. Como explicaba en for ma coin-
jóvenes con los cuales la joven salía, los ho- posibilidades de solventarla, como se ha y se preparaba la vida en común. cidente otra joven, un tiempo más adelante,
rarios convenientes para regresar a casa, el planteado anterior mente. Así, ellas podían Sin embargo, el noviazgo de estos jóve- en la declaración bastaba un “Me gusta” y
nivel de intimidad per mitido a los preten- iniciar una relación sin tener que pasar por nes no fue igual al que habían tenido las pa- “Te gusto”.39
dientes o la frecuencia de las citas.35 el control pater no y mater no, como le suce- rejas en los años 50. Las transfor maciones Esta escena, según diferentes registros,
De todos modos, ya en los tempranos dió a Susana G., que estudiaba y trabajaba afectaron desde la escena inicial hasta el es- sucedía cada vez a edades más tempranas.
años 60 el control de los padres parecía en una papelera, en la cual había conocido tilo de la relación y el grado de intimidad En Vosotras Eugenio Reynal Arrigo critica-
haber disminuido en for ma ostensible, co- a un joven con quien había salido durante per mitido. La innovación más polémica e ba que la “juventud quemada” de los años
mo muestra que la tía “chaperona” fuese diez meses sin que él apareciese por la ca- impactante estuvo dada por la aceptación 60 había olvidado los “prejuicios y las re-
una institución referida al pasado, lo mis- sa, lo cual le per mitió fabricarles a los pa- de las relaciones prematrimoniales, proceso glas”, viéndose a “párvulos” de catorce
mo que el cumplimiento de ese papel por dres el personaje que ellos deseaban.38 que, como se explicó, no es estudiado aquí, años “noviando en serio” con “niñitas de
parte del her mano menor. Así lo indica la En resumen, en los años 60 y 70 sur- pero que no hubiese sido posible sin los igual edad”.40 Así, los padres y los maestros
propia evolución de las costumbres del gió una nueva sociabilidad juvenil basada múltiples deslizamientos a los que dio lugar expresaban su preocupación cuando descu-
personaje que editorializaba Idilio, la re- en las barras integradas por pares de dife- el nuevo estilo de noviazgo, analizados a brían a sus hijas, todavía en la escuela, es-
vista de fotonovelas de la editorial Abril. rente sexo con ciertas afinidades, gustos o continuación. cribiendo cartitas a un compañero, arre-
Ya en 1956 la “señorita Idilio” bromeaba pertenencias comunes. Esta sociabilidad En primer lugar, cambiaron el momento glando citas a escondidas y descuidando las
ante los intentos de la tía Gertrudis de ha- favoreció el sur gimiento de un estilo de flir- y la for ma con los cuales se iniciaba el no- tareas con sus ensoñaciones amorosas, si-
cer de chaperona, una situación que resul- teo más abierto, directo y fluido, desarro- viazgo. En los años 50 la declaración del tuaciones que podían ser consideradas has-
taba anacrónica para esta joven que salía llado crecientemente sin el control de los pretendiente tenía, por lo menos en el or- ta una perversión. La aceptación de este
sola, como correspondía a una chica mo- adultos y que habilitaba la integración de den del deber ser, una importante carga ro- adelantamiento de los primeros romances
der na, pintada como una “vamp”, con las besos y caricias a las primeras instancias mántica y estaba unida al pedido for mal de resulta patente al observar la aparición de
perlas de la tía y dispuesta a tener que ser del trato en for ma más rápida y abierta. Si- la mano. En las décadas siguientes, según columnas sentimentales respondidas por las
ella la que llegase antes y sacase las entra- multáneamente, la nueva pauta de flirteo las empresas culturales dirigidas al amplio estrellas musicales del momento como Pali-
das para el cine, pudiendo, incluso, entrar se articuló con la aparición de las citas por público masivo de los amplios segmentos to Ortega, dirigidas explícitamente al públi-
sola a ver la película.36 Claro está que es- las cuales los jóvenes interactuaban fuera medios y trabajadores, estas dos convencio- co adolescente.41
te clima no se instaló homogéneamente. del entor no familiar con renovada autono- nes fueron modificándose hasta llegar, in- La misma impresión emanaba de los vo-
En 1961 en ciertos círculos de jóvenes ca- mía en una relación que no estaba encade- cluso, a pensarse en tér minos de noviazgo ceros de la nueva pedagogía de crianza,
tólicos las invitaciones a un baile aclaraban nada, necesariamente, a la elección matri- relaciones que no estaban mediadas por un quienes, desde muy diferentes enfoques, in-
que había que ir “sin valija”, o sin “baú- monial sino que era considerada una ins- pedido expreso y un compromiso for mal de sistían en que el flirteo y el enamoramiento
les”, con referencia a la presencia de los tancia del crecimiento y el desarrollo per- matrimonio. Por un lado, la declaración fue eran parte del desarrollo nor mal del adoles-
padres, mostrando que su exclusión aún sonal. perdiendo los contor nos románticos y almi- cente. Se explicaba que estos noviazgos no
no estaba completamente nor malizada. barados, y comenzó a difundirse una for ma tenían el mismo significado que hacía unos
Esto sucedió una década después, como más directa y menos estructurada de expre- años, dado que nadie consideraba que fue-

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sen definitivos, aunque los adolescentes sin- radas, al igual que las citas, parte de las ex- viazgo seguía siendo muy ritualizado, como les resultaba inconcebible que los “viejos”
tiesen que estaban profundamente enamo- periencias en la for mación de la personali- había sido la experiencia de una joven de estuviesen convencidos de las ventajas de la
rados. Por el contrario, como explicaba dad y el crecimiento individual que conduci- veinticuatro años que era empleada de un for malidad de un noviazgo; pensaba que es-
Knobel, los adolescentes creaban una “sim- rían más adelante a la elección definitiva de banco al igual que su pretendiente, para ta opinión se debía a las molestias de ver
patía” a la que se aferraban, estableciendo una pareja. quienes el primer paso fue que él la acom- que sus hijos estaban haciendo “todo” lo
un “noviazgo” que era una for ma de “ase- Pero las transfor maciones no sólo invo- pañase a la casa, quedándose ambos con- que ellos habían tenido prohibido.49 La
gurarse una pareja” que, naturalmente, só- lucraron el surgimiento de noviazgos infor- versando fuera, a lo que siguió la invitación aceptación del derecho a la intimidad de los
lo era circunstancial. No se trataba de que males sino también las convenciones insti- de la madre a que entrase y, finalmente, la novios fue uno de los fenómenos más para-
esta relación careciese de afecto sino que tuidas cuando la pareja tenía intenciones de declaración amorosa, aceptada a condición digmáticos de este proceso, al constituirse
no era conveniente que éste se afir mase en casarse. En este caso se pensaba que la me- de que se comprometiesen for malmente. como parte de un nuevo sentido común.
la etapa de la adolescencia sino más tarde, nor rigidez y la mayor sinceridad, por opo- Para ello, el novio le pidió la mano al futu- Por supuesto, los padres seguían interesa-
cuando, seguramente, se canalizaría hacia sición a los modelos fijos, aumentaban las ro suegro, manteniendo una conversación dos en controlar las relaciones de sus hijas
otras parejas. Por eso, los padres debían posibilidades de los novios de elegir por sí de “hombre a hombre”, considerada una pero, como ya se planteó, esta posibilidad
comprender estas expresiones del creci- mismos y de hacerlo correctamente. De ahí for malidad, aunque la prometida temblaba fue corroída por los cambios en la vida co-
miento de sus hijos, dado que sólo esto les que las rupturas generacionales se hayan en la cocina.48 Es decir, en este caso la de- tidiana de los jóvenes, que poseían más es-
per mitiría madurar.42 expresado en un rechazo a las for malida- claración amorosa y el pedido de mano fue- pacios y ámbitos de encuentro alejados de
Eva Giberti sostenía una posición simi- des, como el pedido de mano y el compro- ron casi inmediatos entre sí y la relación de la mirada de los progenitores.
lar. Según explicaba, no había que alar mar- miso de noviazgo, generándose transiciones la pareja era bastante for mal y contenida. La creciente intimidad estuvo unida a la
se: era “corriente, nor mal y frecuente” que menos pautadas entre el flirteo, el noviazgo De todas for mas, más allá de las ambi- ampliación de los espacios, las actividades y
los chicos eligiesen una pareja para sentirse infor mal y el for mal. Como advertía Eva Gi- güedades de este proceso, había surgido un las situaciones que eran compartidas por la
“noviando”. La única situación de preocu- berti a los padres preocupados por las nue- nuevo estilo de noviazgo que implicaba un pareja. Como explicaba Luis Parrilla, un
pación, supuestamente, radicaba en los ca- vas costumbres, los jóvenes solían oponerse vínculo afectivo que no estaba atado a pla- pastor comprometido con la educación se-
sos en los cuales el noviazgo canalizaba una a las antiguas tradiciones, como el pedido nes ciertos y precisos de casamiento, aun- xual y la difusión de los métodos anticon-
patología infantil no resuelta o un conflicto de mano, y preferían decidir las “cosas en- que éstos pudiesen surgir más adelante o ceptivos, los novios habían dejado de tener
con los padres.43 Las obras de autores con tre ellos”.45 estar dentro de las expectativas de alguno un día fijo para las visitas, bajo la vigilancia
perspectivas más conservadoras también Pero en ocasiones los adolescentes, es- de los integrantes de la pareja. En este sen- de la familia, y habían ganado en libertad.50
reflejan la aparición de estas innovaciones, pecialmente las jóvenes, tenían dubitacio- tido, el “pedido de casamiento” tendió a de- De hecho, los jóvenes se veían en diferen-
aunque se opusiesen a ellas recomendando nes. Así, por ejemplo, era el caso de una sestructurarse, aunque este proceso parece- tes horas, lugares y espacios, imponiéndose
contener las expresiones amorosas hasta al- chica que había conocido a un joven en la ría haber sido uno de los fenómenos más una nueva cotidianidad por la cual la pareja
canzar la madurez. Desde esta posición, universidad y que había iniciado una rela- variables, reforzándose el carácter íntimo y podía compartir visitas imprevistas y en-
Carlos A. Ray distinguía entre la “simpatía” ción sin que fuese necesario que los padres privado de la decisión del casamiento y el cuentros no predefinidos que, en algunos
por un joven del sexo opuesto y el verdade- de ella conociesen al muchacho, aunque la carácter ritual del pedido de mano, cuando casos, significaban la integración del novio
ro amor que representaba un sentimiento joven hubiese querido presentárselos, pero continuaba realizándose. a la dinámica hogareña de la familia de la
maduro en el cual se manifestaban valores temía que lo rechazasen porque usaba ro- En segundo lugar, el noviazgo se volvió novia. A su vez, las salidas a solas de los no-
religiosos, morales, psicológicos, etc., y re- pas “extravagantes” y el pelo largo.46 Al más fluido, abierto y libre. Este rasgo, implí- vios se hicieron más largas. Los patrones
comendaba a los padres que el “primer plantear este problema, la joven primero cito en los cambios en la declaración amo- variaban pero fue cada vez más usual que
amor” se mantuviese en el nivel idealista y explicaba que estaba de “novia” pero des- rosa y el pedido de casamiento, estuvo en el las jóvenes llegasen a su casa a las dos o tres
utópico.44 pués aclaraba que en realidad era festejada, centro de las transfor maciones, como de la mañana, e incluso que una salida ter-
El descenso de la edad a la cual los jóve- dejando entrever el hecho de que en su en- muestran las nuevas for mas de socializa- minase a la madrugada.51 Además, fue ca-
nes entablaban noviazgo implicó una modi- tor no social la noción misma de noviazgo ción, las actividades y el trato de los novios, da vez más aceptado que los novios com-
ficación del significado de la institución ya estaba pasando por una redefinición.47 reafir madas por contraposición a las pautas partiesen una importante proporción de sus
que ésta comenzó a incluir experiencias ca- De todos modos, debe advertirse que en que regían los noviazgos en el pasado. Se- ratos libres con salidas, entre las cuales el ci-
da vez más transitorias y pasajeras, conside- ciertos círculos, a mediados de 1960 el no- gún explicaba un adolescente, a los jóvenes ne, los bailes, un paseo por el centro o las

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reuniones de amigos eran opciones corrien- sieran a prueba la relación, lo cual significa- involucraba a los adolescentes sino también flirteo se volvió más rápido y directo y se
tes.52 Se pensaba, además, que la vida so- ba una nueva for ma de entender cómo al- a los jóvenes adultos insertos en noviazgos afir mó la institución de las citas que contri-
cial de los novios estaba centrada en la rela- canzar el conocimiento mutuo que otorgó a más for males. Como mostraban las noticias buyeron a limitar el control de los padres,
ción con otras parejas más que en la fami- los noviazgos un carácter menos definitivo y de la farándula, el fin de un noviazgo se ha- habilitaron una mayor rotación de las pare-
lia. En definitiva, la libertad, entendida co- más sujeto a la experiencia.55 bía incorporado a los hitos nor males de la jas y facilitaron el entrenamiento de los jó-
mo una ruptura con el pasado por la cual También se modificaron las ideas acerca biografía sentimental. En una nota de ese ti- venes en el trato con el otro género. En for-
debía disminuir el control de los padres y re- de las rupturas del noviazgo. En el pasado po, Claudio García Satur, protagonista de ma simultánea, surgió un noviazgo infor-
chazarse las ritualizaciones, junto a la inde- éstas implicaban una herida en la estima so- Rolando Rivas taxista, la exitosa telenove- mal, propio de los adolescentes, el cual es-
pendencia y la autonomía empezaron a cial para el integrante abandonado de la pa- la de Alberto Migré, explicaba que su prime- taba disociado del compromiso matrimo-
considerarse requisitos para el desarrollo del reja, que resultaba especialmente seria para ra novia había sido una “chica de barrio” nial, y cuando éste existía cambió el estilo
noviazgo.53 las mujeres, al grado de aumentar conside- con la cual había ter minado cuando se ha- de la relación, que se hizo más abierta y fle-
Se consideraba que el noviazgo debía rablemente sus temores a quedarse solteras. bía dado cuenta de que podía llegar a casar- xible, mientras se rechazaban expresamen-
ser un período en el cual los integrantes pu- En los años 60 y 70, en cambio, las ruptu- se y “vivir encadenado a la compañía de se- te las ritualizaciones, como el pedido de ma-
diesen compartir situaciones diferentes, te- ras se integraron al horizonte más o menos guros para siempre”.59 De este modo, el no, y se despenalizaban las rupturas.
ner espacio para estar solos pero también nor mal de posibilidades de una relación. Pa- quiebre de un noviazgo dejó de penarse so- Diferentes argumentos contribuyeron a
para enfrentar la sociabilidad con la familia ra esta transfor mación fue esencial el hecho cialmente, aunque se desaprobasen las con- legitimar tales innovaciones. El flirteo, las ci-
y con los amigos, en función de experimen- de que el noviazgo hubiese comenzado a te- ductas de las chicas que habían mantenido tas y los noviazgos infor males fueron consi-
tar qué sucedía con la relación en distintos ner una etapa que carecía de cualquier com- muchos noviazgos, es decir, una mayor ro- derados, especialmente por el nuevo para-
contextos. Estas actitudes, supuestamente, promiso for mal o plan expreso de casa- tación de las parejas. digma de crianza, instancias que contribuían
mejoraban la comunicación y la profundi- miento y a ser concebido crecientemente a la for mación de la personalidad y la iden-
dad del vínculo, y se pensaba que no sólo como un estadio de prueba de la relación.56 tidad de género. El estilo más abierto de los
era necesario vivir momentos de romanti- De todos modos, la nueva pauta preo- Conclusiones noviazgos y el rechazo de las reglas fijas se
cismo y mutuas atenciones sino también cupaba especialmente a los padres, sobre apoyaron en la importancia adjudicada a la
problemas, crisis y dilemas personales que todo cuando la hija mujer comenzaba a sa- Las páginas anteriores contribuyen a autenticidad, la individualidad y la autono-
enfrentarían a la pareja con situaciones ex- lir con distintos muchachos sin intenciones entender los cambios en las convenciones mía en la elección de la pareja, potencian-
tremas donde ponerse a prueba.54 De he- de concretar una relación estable, lo cual que regían el cortejo y el noviazgo median- do el carácter de prueba de esta etapa de la
cho, se potenció la idea del noviazgo como contravenía sus expectativas de que se en- te una descripción minuciosa, reconstruida, relación y la valoración de la búsqueda afec-
una etapa durante la cual la pareja debía co- noviase “en serio” y se casase, una posibili- en lo fundamental, a través del análisis de tiva. De modo que estos cambios supusie-
nocerse, probar su compatibilidad y lograr dad que no deseaban que sucediese dema- emprendimientos culturales dirigidos al am- ron la aparición de códigos de comporta-
el complejo equilibrio entre mantener la au- siado pronto con los varones porque podía plio público masivo, compuesto por los am- miento que estaban instituidos en otras lati-
tonomía y crear una identidad común. De comprometer el estudio y la carrera.57 Sara plios sectores medios y trabajadores. En es- tudes desde tiempo atrás, como era el siste-
ahí que la descompresión de las convencio- Zusman de Arbiser, una médica psicoanalis- te sentido, debe destacarse que se ha ilustra- ma de citas, y la incorporación de nuevas
nes sobre el noviazgo haya sido simultánea ta que escribía en Padres –revista que difun- do sólo uno de los patrones de cambio que pautas de relación y significado a las institu-
al reforzamiento de las expectativas subjeti- dió los nuevos paradigmas de crianza y emergieron en los años 60 y 70, cuando los ciones existentes, como sucedió con el no-
vas que la pareja depositaba en él. De for- comportamiento sexual en los tempranos jóvenes validaron diferentes códigos de con- viazgo. Desde este ángulo se impone, en-
ma que, si bien el noviazgo siguió siendo un años 70–, recibía frecuentemente consultas ducta en función de los círculos sociales y tonces, pensar el significado de estas trans-
período que preparaba a la pareja para la semejantes, ante las cuales explicaba que culturales de pertenencia. for maciones.
vida en común, cambiaron las for mas y los los adolescentes tenían “vínculos rápidos y Según lo planteado, las transfor macio- En ese sentido, es necesario considerar
significados de la preparación. En ese senti- pasajeros”, en vez de “enamoramientos de- nes en las reglas del cortejo y el noviazgo que el patrón de cambio aquí analizado im-
do, se comenzó a priorizar la posibilidad de finitivos y parejas estables prolongadas”, estuvieron ambientadas en la creciente im- plicó un quiebre con las convenciones esta-
conocerse profundamente, compartir la que consistían en una “especie de picoteo, portancia asumida por los grupos de perte- blecidas, aunque no vulnerase los marcos
mayor cantidad de experiencias posibles y de búsqueda de aprendizaje del amor”.58 nencia mixtos, en los cuales el trato fue más del modelo de familia de la domesticidad,
enfrentarse a situaciones variadas que pu- Pero la aceptación de las rupturas no sólo coloquial y desenvuelto. En ese contexto, el uno de cuyos pilares era el matrimonio. Pe-

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ro, al mismo tiempo, este quiebre fue con- 119-135; Bailey Beth, From Front Porch to la Argentina. Siglo XX, Buenos Aires, Taurus, pequeño industrial y madre ama de casa, infancia
cebido desde una perspectiva generacional Back Seat: Courtship in Twentieth-Century 2000, pp. 155-171. en Floresta, fue a un colegio secundario privado).
como un cambio drástico en las for mas me- America, Baltimore, Johns Hopkins University, 9 Se han cambiado los nombres y omitido los ape-
Véase Valera Manzano, “Sexualizing Youth:
diante las cuales los jóvenes se conocían, se 1989; Ellen Rothman, ob. cit., pp. 289-307; llidos de los individuos cuya historia es referida a
Morality Campaigns and Representations of
John Modell, “Dating Becomes the Way of Ame- partir de los archivos privados así como de las en-
manifestaban atracción mutua y se compro- Youth in Early-1960s Buenos Aires”, Journal of
rican Youth”, en Leslie Page Moch y Gray D. trevistas realizadas por la autora, como resguardo
metían afectivamente. Esta percepción se the History of Sexuality, 14, 4, octubre de
Stark, Essays on the Family and Historical de su privacidad.
vuelve comprensible al considerar la instan- 2005, pp. 433-461.
Change, Nueva York, University Press United 15
cia entre estas pautas y las vigentes cuando 10
Isabella Cosse, ob. cit., pp. 131-153. Véase Zulma Rechini de Lattes, “La parti-
State of America, 1983, pp. 91-126.
los progenitores habían for mado sus pare- cipación económica femenina en la Argentina
11
5
Véase Ber nard Murstein, “Mate Selection Véanse Elisa Pastoriza y Juan Carlos To- desde la segunda posguerra hasta 1970”, Cua-
jas, y la oposición realizada por las fuerzas rre, “La democratización del bienestar”, en Juan
in the 1970s”, Journal of Marriage and the Fa- dernos del CENEP, Buenos Aires, 1980, pp.
conservadoras y tradicionalistas a los nue- mily, 42, 4, noviembre de 1980, pp. 777-792. Carlos Torre (comp.), Los años peronistas, t. VIII 16-18; entrevista a Cristina B., Buenos Aires, 15
vos estilos de relación entre los jóvenes, de Nueva historia argentina, Buenos Aires, Su-
6
Véase Dora Barrancos, “Moral sexual, se- de septiembre de 2006 (nacida en 1952, padre
considerados peligrosos para el orden fami- damericana, 2002, pp. 257-312; Cecilia Bras- obrero y madre ama de casa, infancia y juventud
xualidad y mujeres trabajadoras en el período de
liar y social. lavsky, La juventud argentina: informe de si- en Mataderos).
entreguerras”, en Fer nando Devoto y Marta Ma-
tuación, Buenos Aires, Centro Editor de Améri-
dero (dirs.), Historia de la vida privada en la Ar- 16
Norberto Firpo, “Reportajes en horas de
ca Latina, 1986, pp. 87-89; “Tiempo moder no.
gentina. La argentina entre multitudes y sole- oficina”, Vosotras, 1428, 18 de abril de 1963,
Vocaciones: las difíciles elecciones”, Confirma-
Notas dades. De los años 30 a la actualidad, Buenos pp. 62-65; Helena, “¿Es éste su problema?”, Vo-
do, 96, 20 de abril de 1967, pp. 42-44.
Aires, Santillana, 1999, pp. 199-226; Donna sotras, 1431, 9 de mayo de 1963, pp. 76; Ana
12
Guy, El sexo peligroso. La prostitución legal en Arthur Marwick, The Sixties. Cultural Re-
1
Analicé las características de las revistas fe- Larsen, “Uniendo destinos. Dulce despertar”, Se-
Buenos Aires. 1875-1955, Buenos Aires, Suda- volution in Britain, France, Italy and the Uni-
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Véase Eva Giberti, Los argentinos y el
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rio de Estudios de Género, Facultad de Filosofía do Power, “Una enfer medad social: la agresivi-
7 lencia, proscripción y autoritarismo (1955-
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1976), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, dad sexualizada”, Nuestros Hijos, 73, febrero de
ternidad y maternalismo político. Buenos Aires
2
Véase una discusión del problema en refe- 2003, pp. 283-317, y del mismo autor, La déca- 1961, pp. 26-28.
(1890-1940), Buenos Aires, Biblos, 2004; Bea-
rencia a la temática aquí analizada en Beth Bai- da rebelde. Los años 60 en la Argentina, Bue- 18
Sobre la cultura barrial, véase Leandro
triz Sarlo, El imperio de los sentimientos. Na-
ley, From Front Porch to Back Seat: Courtship nos Aires, Emecé, pp. 43-68. Gutiérrez y Luis Alberto Romero, “Sociedades
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Johns Hopkins University, 1989, pp. 6-7. H. Gutiérrez y Luis Alberto Romero, Sectores
1985. Sobre el cortejo en los años 50, Isabella AASC), Abel Santa Cruz, Colegio Nacional, li-
3
Véase Edward Shorter, El nacimiento de la Cosse, “Relaciones de pareja a mediados de siglo breto inédito, ca. 1965, episodio 1 y 2. populares. Cultura y política, Buenos Aires,
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“Educación. Los exploradores del sexo”,
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firmado, 78, 15 de diciembre de 1966, p. 22;
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Véanse, entre los trabajos más relevantes, “Sexos. El diablo va a las escuelas mixtas”, Pri-
europea, vol. 2: La vida familiar desde la Revo- 19
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dial (1789-1913), Barcelona, Paidós, 2003, pp. 22 de abril de 1967 (padre mecánico y chofer de
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411-462. autobús, madre ama de casa, sin empleada do-
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4
Véanse Paula Fass, The Damned and the ticoncepción y liberación sexual en la década del Hijos, 107, diciembre de 1963, pp. 42-43; en- méstica, y vivienda alquilada con dos dor mitorios
Beautiful: American Youth in the 1920s, Nue- 60”, en Fer nanda Gil Lozano, Valeria Pita y Ma- trevista de la autora a Mabel O., Buenos Aires, y dependencias); entrevista con Elsa María P., 24
va York, Oxford University Press, 1977, pp. ría Gabriela Ini (dirs.), Historia de las mujeres en 20 de octubre de 2006 (nacida en 1951, padre de noviembre de 1951, padre empleado de adua-

Archivo
) 44 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 45 (
na y madre ama de casa, vivienda de siete habi- 28
“Tres mujeres, tres generaciones, tres mo- ¿Al fin y al cabo, qué es, señora, un beso?”, Idi- 46
Padre Ignacio, “Secreto de confesión”, Pa-
taciones más dependencias, compartida con fa- dos de pensar...”, Para Ti, 2740, 13 de enero de lio, 7 de agosto de 1956, “Señorita Idilio. No ra Ti, 2355, 29 de agosto de 1967, s/p.
milia del her mano del padre y con personal de 1975, pp. 14-16. existen: nos han hecho el cuento”, Idilio, 14 de 47
Norberto Firpo, “El mundo afectivo del
servicio. Sobre la trayectoria de Giberti, véase 29 agosto de 1956, p. 3, “Señorita Idilio. Luisito se
Eva Giberti, Adolescencia y educación se- hombre de hoy. Segunda. parte”, “Nuestro Ho-
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Aires, Sudamericana, 2003, pp. 169-175; entre- 37
“Secreto de confesión”, Para Ti, 14 de
María C.V. de Gerlic, “Orientación psicológica”, viembre de 1962, pp. 48-51.
vista de la autora con Eva Giberti, Buenos Aires, abril de 1969, p. 82; Padre Lucas, “Secreto de
Nosotros y Nuestros Hijos, 170, septiembre de 48
Kado Kotzer, “Testimonios. Transfigura-
12 de diciembre de 2004. confesión”, Para Ti, 17 de marzo de 1975, pp.
1969, pp. 56-58; entrevista a Cristina B., Bue- ción del pedido de mano”, Panorama, 199, 16
20
Juan Carlos Bavasso Roffo, “Mesa redonda nos Aires, 15 de septiembre de 2006. 26-27.
de febrero de 1971, pp. 42-44.
coordinada y resumida por el doctor Juan Carlos 30 38
AEG, correspondencia. Carta de Susana
Véanse Sergio Pujol, La década rebelde…, 49
“Habla un adolescente. Mis viejos no me en-
Bavasso Roffo”, “Hablan los jóvenes”, Nuestros G. dirigida a Florencio Escardó y señora, Buenos
pp. 245-248; Valeria Manzano, “Una historia de tienden...”, Padres, 33, diciembre de 1975, p. 34.
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la cultura del rock en la Argentina, 1957-1991”, 50
moderna. La generación de Rita Pavone”, Prime- Eva Giberti, Adolescencia y educación se-
en Héctor Fernández L’Hoeste, Deborah Paccini 39
“Vida moder na. La generación de Rita Pa-
ra Plana, 85, 23 de junio de 1964, pp. 32-34. xual, t. 1, pp. 201-205.
Hernández y Eric Zolov (eds.), Rockin’ Las Ame- vone”, Primera Plana, 85, 23 de junio de 1964,
21 51
Entrevista a Mabel O., Buenos Aires, 20 ricas: la política global del rock en Latin/o Amé- pp. 32-34; “Tres mujeres, tres generaciones, tres Ídem, p. 201.
de octubre de 2006. rica, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, e/p; modos de pensar...”, Para Ti, pp. 14-16. 52
Padre Ignacio, “Secreto de confesión”, Pa-
22
Juan Carlos Bavasso Roffo, “Hablan los “Buenos Aires: la noche se apaga”, Primera Pla- 40 ra Ti, 2544, 12 de abril de 1971, p. 87; “Los jó-
Eugenio Reynal Arrigo, “¿Tiene usted la
jóvenes”, Nuestros Hijos, pp. 4-6. na, 9 de agosto de 1966, 189, pp. 15-16. venes, jóvenes”, Para Ti, 2440, 14 de abril de
edad ideal para casarse?, Vosotras, 9 de marzo de
31 1969, pp. 4-5 y 73.
23
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lescentes”, Nuestros Hijos, 76, mayo de 1961, 114; Eva Giberti, Adolescencia y educación se- educación sexual, t. I, pp. 206-209; Julio Mafud, 53
Ana Larsen, “¿Novia o amante?”, Secre-
pp. 26-27; Julio Mafud, Las rebeliones juveniles xual, t. I, pp. 191-192; Mauricio Knobel, “El no- Las rebeliones juveniles en la Argentina, p. 36. tos, 27, noviembre de 1965, pp. 1-7.
en la Argentina, Buenos Aires, Santiago Rueda, viazgo de los adolescentes”, Nuestros Hijos, 76, 41
“Palito y tú”, Secretos, 24, agosto de 54
“Educación sexual. Del tabú a la verdad.
1969, pp. 37-41. mayo de 1961, pp. 26-27.
1965, pp. 86-87; Ar naldo André, “Mujercitas”, Segunda nota: frente al matrimonio”, Nocturno,
32
24 Véase Valeria Manzano, “Sexualizing Para Ti, 12 de noviembre de 1973, pp. 38-44. 262, segunda quincena de octubre de 1971, pp.
Juan Carlos Bavasso Roffo, “Hablan los
jóvenes”, Nuestros Hijos, pp. 4-6. Youth: Morality Campaigns and Representations 42
Mauricio Knobel, “El noviazgo de los ado- 68-76.
of Youth in Early-1960s Buenos Aires”, Journal lescentes”, Nuestros Hijos, pp. 26-27. 55
25
Mauricio Knobel, “El noviazgo de los ado- Editorial, “Amiga lectora”, Nocturno, 262,
of the History of Sexuality, 14, 4, octubre de
lescentes”, Nuestros Hijos, pp. 26-27; Eugenio 43
Eva Giberti, Adolescencia y educación se- segunda quincena de octubre de 1971, p. 1.
2005, pp. 433-461. Con relación a la censura,
Reynal Arrigo, “Manual del beso”, Vosotras, véase Andrés Avellaneda, Censura, autoritaris- xual, t. I, pp. 193-197 y 207-209. 56
Mario Galván, “Romeo, Julieta y el
1327, 11 de mayo de 1961, pp. 28-29; “Test: mo y cultura: Argentina 1960-1983/1, Buenos 44
Carlos A. Ray, Para padres, pp. 384-389. «match»”, Vosotras, 1413, 17 de enero de
¿Qué es el beso?”, Nocturno, 317, ca. 2ª quin- Aires, Centro Editor de América Latina, 1986. 1963, pp. 62-63.
45
cena de febrero de 1974, s/p; Ana Larsen, Eva Giberti, Adolescencia y educación
57
33
Véase Sergio Pujol, La década rebelde, p. sexual, t. I, pp. 201-203; Abel Zanotto (coord.), Eva Giberti, Adolescencia y educación se-
“¿Novia o amante?”, Secretos, 27, noviembre de
264; Valeria Manzano, “Una historia de la cultu- sacerdote José A. Ingr y psicóloga Sara G. de xual, t. I, p. 204.
1965, pp. 1-7.
ra del rock…”; “Buenos Aires: la noche se apa- Vallejo, “Cuando dos aprenden a ser uno”, Noc- 58
“Mi hija enamorada”, Padres, 1, enero de
26
“La familia Villegas: un domingo”, “Nues- ga”, Primera Plana, 189, 9 de agosto de 1966, turno, 303, primera quincena de julio de 1973, 1973, pp. 10-12.
tro Hogar. Revista núm. 4”, Vosotras, 1325, 27 pp. 15-16. pp. 58-59; “Educación sexual. Del tabú a la ver- 59
de abril de 1961, pp. 53-55 y 68. dad. 2ª Nota: Frente al matrimonio”, Nocturno, “La romántica vida de Claudio García Sa-
34
Carlos A. Rey, Para padres (1962), Bue- tur”, Nocturno, 303, 1ª quincena de julio de
27
La Nena, Buenos Aires, ca. 1966-1969, 262, segunda quincena de octubre de 1971, pp.
nos Aires, Guadalupe, 1963, pp. 384-385. 1973, pp. 72-76.
comedia familiar dirigida por María Inés Andrés y 68-76.
35
AEG, Legajo Preguntas del público, p. 11,
protagonizada por Osvaldo Miranda, Marilina
sobre H; p. 9: + sobre 1-1972; p. 8 + sobre 1-
Ross y Joe Rígoli. Sobre las comedias familiares
1972; Eva Giberti, Adolescencia y educación
de los años 60, véase Mirta Varela, La televisión
sexual, t. I, pp. 75-81, 182-186 y 207-209.
criolla. Desde sus inicios hasta la llegada del
36
hombre a la Luna (1951-1969), Buenos Aires, Luis Destuet, “Cota: la señorita Idilio”, Idi-
Edhasa, 2005. lio, 4 de abril de 1950, p. 39, “Señorita Idilio.

Archivo
) 46 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 47 (
Imaginarios y derroteros de la salud en
el interior argentino
Los Territorios Nacionales (fines del siglo XIX y
principios del XX)
María Silvia Di Liscia*

Introducción higiénicas urbanas casi al mismo tiempo


que se gestaban en la lejana Europa, era di-

E
n 1905, luego de recorrer durante fícil asimilar otras realidades sufridas por mi-
dos meses las ventosas estepas pata- les de sus pobladores.
gónicas, de atravesar caudalosos ríos A principios del siglo XX, Emilio Coni,
y bosques de belleza impenetrable a lomo reconocido higienista, realizó una de las pri-
de mula, por caminos pedregosos y difíciles, meras evaluaciones del número y la calidad
el médico Eugenio Ramírez, funcionario del de hospitales y de otros centros asistencia-
Departamento Nacional de Higiene, asegu- les de la Capital Federal, Rosario, Mendoza,
raba con ironía: “No hay enfer medades Tucumán, Paraná y Salta, así como de la
propias en esa región, si es que el adelanto cantidad de enfer mos inter nos, las camas
actual de la ciencia no puede considerar en- disponibles y otros servicios sanitarios públi-
fer medad el atraso intelectual, el abandono cos para la atención de los más desfavoreci-
de las comodidades de la vida, la miseria dos. A pesar de la insistencia en el progre-
económica de los pobladores [de la] áspera so médico estatal, ejemplificado en los pa-
e ingrata región del Neuquén”. En la otra cientes atendidos por consultorios exter nos
punta de la geografía argentina, Ángel Fe- y en los inter nos en los hospitales depen-
derici, médico en For mosa, mencionaba dientes de la Asistencia Pública, Coni era
que el único hospital era un “rancho” de consciente de que faltaba un largo camino
tres piezas, que difícilmente podía servir de por recorrer, habida cuenta de que un por-
tal a una población “pobre e ignorante”, es- centaje no desdeñable de la atención era lle-
tragada por la viruela y el sarampión.1 En vada a cabo por instituciones privadas en la
un país que preparaba la celebración de sus Capital Federal y Buenos Aires. Salvo quizá
cien años de independencia, donde las vo- en Rosario, el resto de las instituciones pú-
ces que ensalzaban el progreso asumían un blicas era deficiente.2 Los Territorios Nacio-
discurso triunfalista de haber vencido las nales representaban tal vez los extremos
pestes y dolencias del pasado colonial, que más remotos del ideal higiénico, en un con-
mostraba las construcciones más moder nas junto nacional plagado por dificultades en
–hospitales, asilos y sanatorios iban a la ca- su infraestructura higiénica, por la escasez
beza en este listado inter minable–, con una de profesionales e instituciones hospitala-
metrópoli pionera en integrar las medidas rias adecuadas y hasta por la incapacidad de

* FCH-Universidad Nacional de La Pampa.

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Entrepasados - Nº 33, comienzos de 2008: 49-69
registro estadístico de las variables demo- las sucesivas campañas militares, tanto en blemas de trazado limítrofe con Paraguay, ferrocarril, los vapores y el telégrafo serían
gráfico-médicas. el sur como en el norte.5 Los relatos de Brasil y Chile; tal fue el caso del Territorio los primeros emisarios de un progreso que
En este artículo me interesa resaltar có- viajes parecen haberse escrito con la len- de For mosa, de Misiones y sobre todo del no cesaría de generar sus propias riquezas.8
mo los “viajes” de los médicos de principios gua común del progreso, que per mitió de Los Andes, pero es preciso considerarlos El orden suponía también que una mo-
del siglo XX configuraron una imagen de aplanar las distinciones geográficas, las no sólo bajo la geopolítica y la estrategia der nidad urbana entrelazaría las conductas
los nuevos espacios territoriales muy lejana “razas” y los ambientes disímiles, justa- militar argentina sino con relación a las individuales con la higiene social. Redes de
de la moder nidad científica modélica. Los mente para el aprovechamiento “racional” “fronteras inter nas” de un Estado en for ma- agua potable y cloacas, calles sin basura y
funcionarios que visitaron los Territorios vi- de los recursos humanos y naturales. Nue- ción. Su particular inserción dentro del con- cuidados parques donde se desarrollaría una
sualizaron los problemas y los límites plan- vos pobladores forjarían ciudades pujantes, junto nacional deter minó un status diferen- población sana y obediente, sin enfer meda-
teados por la integración nacional de una capaces de domeñar las praderas, las mon- te del de las provincias históricas, puesto des ni “vicios”, representaban la misma ca-
población al margen de la estatidad, en un tañas y aun los bosques que esperaban pa- que éstas existieron antes que la Constitu- ra del progreso. Las primeras urgencias del
ámbito inasible por las distancias geográfi- ra dar su parte al cuer no de la abundancia ción Nacional, delegando sus atribuciones al poblamiento significaron fundar o refundar
cas y también, culturales y sociales.3 Se tra- nacional. En este primer imaginario, los gobier no federal. Los Territorios, por el pueblos en sitios desconocidos y organizar
tó de médicos del Departamento Nacional Territorios ganados en virtud de la superio- contrario, eran simples divisiones adminis- las primeras trazas urbanas, fijar los cami-
de Higiene y también de otros organismos ridad biológica del mundo occidental “al trativas o geográficas, posteriores a la san- nos y las comunicaciones; por lo tanto, las
de alcance nacional, cuyas aspiraciones de indio” y “al desierto” tenían las ventajas de ción de la Constitución; los gober nadores innumerables tareas del colonizador impi-
llevar nor mas y virtudes higiénicas no siem- la infancia y también su ener gía y vitalidad. eran elegidos por el poder central y depen- dieron atender el imperativo del progreso
pre coincidían con las posibilidades de la Su vir ginidad los hacía inocentes y, por lo dían en todo de la administración nacional.6 higiénico. O, tal vez, éste se supuso vincula-
misma institución ni con los deseos de los tanto, abiertos a toda conquista. Posibilida- En el segundo censo se visualizaba el do subterráneamente al ímpetu económico.
supuestos beneficiarios. Estas misiones, en- des inmensas a descubrir y proyectos de proceso como “el hecho político más culmi- Los infor mes de los gober nadores dan
tonces, con su hálito de aventura arriesga- expansión sin par invaden estos relatos, nante producido [en la República] después cuenta de que las principales preocupacio-
da, donde los protagonistas trasiegan por aunados a la superioridad biológica de sus de su emancipación”, en la medida en que nes locales eran brindar seguridad y educa-
caminos y afrontan las dificultades de salir conquistadores y a la necesaria elimina- se había entregado “a la civilización un mi- ción a los Territorios. Instrumentar la “esta-
fuera de su propio entor no, tienen también ción de los conquistados. llón trescientos mil kilómetros cuadrados de tidad” significaba en muchos casos organi-
un aroma pesimista: al describir la situación La legislación planteaba que el desarro- tierras, en gran parte feraces [y] per mitido zar la policía y la justicia y dar testimonio, a
sanitaria, las enfer medades y los “vicios”, se llo demográfico paulatino los transfor maría, que se constituyan nuevos centros de pobla- veces grandilocuente y exagerado, de su po-
estrellan con la pauperización y la desorga- lenta pero indefectiblemente, en provincias ción en que existen ya muchos núcleos po- tencial productivo y comercial.
nización administrativa, escollos enor mes y con plenos derechos políticos. La integra- blados”.7 Las descripciones geográficas,
posibles razones del naufragio del proyecto ción de los Territorios al resto del espacio tanto con función docente como de divulga-
añorado. La solución fue entrevista hacia nacional se realizó a partir de la violencia y ción general, no avanzaron en muchos ca- Una pendiente escabrosa
1910, cuando se puso en marcha una de la expoliación de la población nativa, más sos más que para enfatizar su carácter de
las primeras refor mas de consideración en que a partir de pactos y alianzas con las eli- tierra nueva, despoblada pero con un am- La aparición de las epidemias ha sido
estas áreas marginales a las políticas sanita- tes locales, como sucedió en las provincias. plio abanico de oportunidades económicas considerada el punto inicial de la preocupa-
rias nacionales. En 1884, la ley 1.532 había delimitado a descubrir. En el momento de su for ma- ción médica y de las refor mas en la infraes-
Las expediciones científicas fueron una nueve entidades jurídicas: Misiones, For mo- ción, estaba presente en los primeros go- tructura. Es indudable que así fue en buena
de las for mas elegidas por las comunidades sa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Ne- ber nantes, militares de la anterior campaña, parte del mundo occidental más industriali-
académicas y los Estados occidentales pa- gro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, el optimismo inicial por el fácil triunfo o zado y en el ámbito nacional, en la Capital
ra conocer, clasificar, y finalmente dominar denominadas “Territorios Nacionales”. A “paseo militar”. La conquista de las miles de Federal, pero lo sucedido en las regiones
y controlar los mundos extraños a su tradi- ellos se agregó, en 1900, el de Los Andes. leguas y su integración al patrimonio nacio- más apartadas de los centros político-eco-
ción.4 En la segunda mitad del siglo XIX, Varios ya habían tenido contacto con la ad- nal significaban el triunfo de la civilización nómicos requiere todavía cierto análisis, en
diversos recorridos por el interior ar genti- ministración nacional y/o provinciales antes frente a la barbarie; al barrer a los antiguos la medida en que la medicalización no impli-
no estuvieron bajo el impulso directo o in- de 1884. Asimismo, la existencia de los Te- dueños de la tierra, se eliminaba también el có automáticamente transfor maciones sani-
directo del Estado; entre ellos, se destacan rritorios se justificó en relación con los pro- atraso secular inserto en el mismo suelo. El tarias, que fueron limitadas, esporádicas o

Archivo
) 50 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 51 (
se produjeron con retraso. Los médicos, si morias, los gober nadores no demuestran nos comprometida es la de Holmberg. En los pocos en reconocer la “racionalidad” de
bien preocupados por las epidemias, no una gran preocupación por la salud, lo que su Viaje por la Gobernación de Los An- las prácticas indígenas y contraponerlas in-
siempre pudieron ejercer una influencia po- derivó en su resolución privada hasta el si- des, realizado por indicación de la Direc- cluso de manera ejemplar frente a la pobla-
lítica para solucionar los problemas higiéni- glo XX.11 ción de Agricultura y Ganadería en 1900, el ción civilizada: “¿Por qué los indios no sa-
cos que observaban o preveían.9 Otros relatos asumen una lógica dife- reconocido naturalista y médico recorrió len del toldo en todo el día (cuando llueve)?
En el caso de For mosa, se observa esta rente, despojada de las posibilidades opti- junto con Adolfo Doering el norte del país, ¿Por haraganería? No, por precaución ins-
situación frente a dos epidemias: la de cóle- mistas, frente a un presente difícil y un fu- especialmente comisionado para evaluar el tintiva contra el beri-beri y las neumonías
ra en 1886-1887 y 1889 y la de peste bu- turo amenazador. Veinte años después de potencial económico del nuevo Territorio, en general, mucho más razonable que
bónica en 1899. La infor mación, en el pri- las frases altisonantes y los más ampulosos creado ese año con motivo del litigio limí- otros que profesan gentes que se llaman ci-
mer caso, proviene del médico de la Gober- proyectos que harían de los Territorios Na- trofe entre Chile y la Argentina.14 La admi- vilizadas e ilustradas... El indio tiene un te-
nación de For mosa, quien a partir de la cionales la caja de resonancia de la moder - ración por la magnificencia de la cordillera rror pánico a la viruela y huye de ella como
aparición del “asiático invasor” colérico, or- nidad argentina, se despliegan las preocu- y los valles se contrapone al pesimismo del fuego, el médico del Territorio, Dr. Va-
ganizó la cuarentena de manera que impi- paciones de diferentes funcionarios encar- frente a la situación de sus pobladores, en dillo, vacuna periódicamente y los primeros
dió su extensión en la pequeña capital y sus gados de iniciar este proceso, sobre todo su mayoría de altiva raza “americana”, an- que acuden son los indios [...] yo creo que
alrededores. Igual situación sucedió respec- de aquellos del Departamento Nacional de clados en un sistema feudal del cual son tan hacen per fectamente y que dan una lección
to de la peste bubónica; en ambos relatos, Higiene, organismo encargado de las nue- responsables los siervos como los señores. a los civilizados, que se dejan estar sin el
el apoyo de otras agencias estatales vincula- vas áreas pobladas y dependiente del Mi- Con ironía, en la descripción de los produc- preservativo y privan a sus hijos de tal be-
das al control, como la Policía y la Gendar- nisterio del Interior. También coinciden las tos de la tierra señala la algarroba y los fru- neficio”.17 Los merecedores de mayores
mería, habían evitado que se distribuyeran miradas de otros burócratas de agencias es- tos de la tuna (“¿es esto riqueza?”), consu- elogios son los chiriguanos, “bien vestidos,
los microbios desde Paraguay, y, por lo tan- tatales, como la Dirección de Agricultura y midos localmente por los pastores y las te- recios y limpios”, quienes trabajan de sol a
to, el gober nador decía exultante que “la sa- Ganadería en relación con el viaje de jedoras asentados desde hace cientos de sol e incluso son buenos agricultores; y en
lud pública del Territorio es inmejorable”.10 Eduardo Holmberg a los Andes y el relato años en parajes completamente aislados. la otra punta de la escala, en su más bajo
Poco se avanzó respecto de la higiene urba- de Juan Bialet Massé, enviado especial- Tanto es así que las ciudades no existen; só- nivel, los matacos, “desnudos, tapados con
na cuando se retiró la epidemia, según ve- mente por el Ministerio del Interior, sobre lo aparecen infor mes caseríos y ranchos mí- harapos”, hambrientos y miserables.18 No
remos más adelante. el interior argentino.12 seros. Los Andes, región “árida” y “raquíti- debe sorprender que los más altos puntajes
La Pampa representa un punto intere- El recorrido por el interior del médico ca”, se presenta a los lectores en las antípo- los consigan quienes se aproximan a las
sante de comparación, ya que no aparece catalán en 1904, obedeciendo las instruc- das de la civilización, completamente al consideraciones salutíferas propias, y los
en estas narraciones. Tal situación puede ciones dadas por el entonces ministro Joa- margen de cualquier orden, privado o esta- más bajos, quienes menos se asemejan a
deberse a una particularidad geográfica-es- quín V. González, incluyó a la paupérrima tal; no existe ningún representante público los blancos, porque se trata de un relato
tratégica, es decir, a que se trata de una re- población, sobre todo rural, del Territorio –policía, escuelas o juzgados– y tampoco sesgado por la mirada occidental. De todas
gión interior, sin fronteras con otros Esta- del Chaco. Como en las provincias norte- nada que refiera a conductas vinculadas a la maneras, se trate de pulcros chiriguanos o
dos desde donde podían ingresar las patolo- ñas, el avance de los obrajes madereros y higiene moder na.15 Como en infor mes pos- de sus menos favorecidos vecinos tobas y
gías extrañas, o bien al imaginario climático de los ingenios azucareros implicó una coin- teriores, las prácticas curativas característi- matacos, todos ellos se igualan porque re-
desplegado para las pampas, publicitadas cidencia con una zona de paludismo endé- cas de la tradición andina, unidas al uso de ciben jor nales inferiores y no tienen la asis-
como espacios sanos, con vientos que al mica y una brutal explotación laboral. Las ponchos y ojotas, al mascado de la coca y tencia médica del resto de los trabajadores.
atravesar llevaban lejos de sí el contagio, y descripciones vívidas de pantanos, nubes de el culto a la Pachamama, revisten los carac- Estas denuncias, tanto las más conocidas
con temperaturas agradables, que impedían mosquitos y basuras en los campamentos, teres del atraso y la ignorancia. Los magos de Bialet Massé como las de otro facultati-
la proliferación de los microbios usuales de donde se arracimaban jor naleros italianos y o machis y “mujeres médicas” curan con vo, Ángel Federici,19 destacan las dificulta-
las tierras calientes –como las norte–, pero españoles con tobas y matacos, están pla- yerbas medicinales, reemplazando la falta des sociales vinculadas al desarrollo capita-
tampoco extremas, como el helado sur. Asi- gadas de comentarios sobre la proximidad de éstas con “mágicos visages, oraciones y lista de los nuevos territorios, en la supues-
mismo, desde finales del siglo XIX, La Pam- de la malaria y del tifus, ya que “las reglas engaños, que suelen surtir su efecto”.16 ta avanzada hacia el progreso.
pa tuvo el mayor crecimiento demográfico y de higiene faltan totalmente [...] todo es su- En estos aspectos, las opiniones de Bia- Si bien los aspectos higiénicos fueron
un gran desarrollo agropecuario. En las Me- cio hasta la inmundicia”.13 Una versión me- let Massé difieren completamente; es uno de abordados por multitud de agencias y acto-

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res, es necesario un examen más profundo en el registro oficial setenta mil personas drografía for moseña y misionera.24 Donde en la primera campaña de 1905 no son
de las políticas del Departamento Nacional vacunadas.21 El Departamento se había no era posible disponer de estos moder nos exactamente iguales. El de Ger mán Ans-
de Higiene, institución encargada de mane- concentrado en su producción y envío pero, medios, el recurso era movilizarse a caballo chütz, en Río Negro, extenso y minucioso
ra primordial de esos aspectos. A principios como el número de vacunados no aumenta- o a lomo de mula, por caminos intransita- en la descripción de todos los aspectos re-
del siglo XX, uno de los primeros infor mes ba, se deter minó una estrategia de inmuni- bles o inexistentes, sufriendo todo tipo de queridos por el Departamento, agrega
denominado “Estado sanitario de los Terri- zación general con campañas de vacuna- molestias. La obligada marcha requería de constantes mediciones e infor mación técni-
torios de Chubut, Chaco y Santa Cruz”, da- ción a todos los Territorios Nacionales. los vacunadores “valor y resistencia [para] ca cuantiosa. El de Eugenio Ramírez repre-
ba cuenta de carencias de todo tipo en los Esta atención privilegiada debe verse en salir de un medio civilizado y confortable senta otra cara, menos técnica y más im-
centros urbanos y sus alrededores, que ha- el contexto de una refor ma administrativa para llegar, desenvolverse en el medio casi presionista, de la situación en Neuquén, re-
cían a los higienistas caminar en un vacío de consideración. Las epidemias de la se- salvaje por la asperidad [sic] de los caminos, gión huér fana de la higiene en cualquiera de
total, sin asideros de ningún tipo. Otros es- gunda mitad del XIX proporcionaron a un del suelo, de toda la naturaleza”.25 Entre sus for mas. El de Ignacio Crespo sobre el
critos, como el ya señalado de For mosa, las núcleo de profesionales médicos la posibili- 1905 y 1907 se realizaron varios viajes de recorrido por la lejana Santa Cruz también
enfatizaban, añadiendo más resquemores.20 dad de adquirir mayor influencia en el con- vacunación por los Territorios. El equipo de es un reclamo sobre la descoordinación de
¿Cómo extender el brazo médico del Estado texto político local y luego nacional; la ne- médicos y guardias estaba además encarga- las acciones entre diferentes agencias esta-
cuando faltaban profesionales, el agua esta- cesaria intervención médica eliminaría las do de contactar con otras agencias estatales tales. Para llevar a cabo la misión, se requi-
ba contaminada, las construcciones care- plagas y limitaría el contagio, en beneficio y privadas, para la organización del traslado rió del transporte de la Guardia Nacional
cían de las mínimas reglas higiénicas y todas de toda la sociedad. El Departamento Na- desde Buenos Aires a los poblados y de allí por barco, pero éste no se detuvo en todos
las poblaciones eran una concentración de cional de Higiene surgió justamente con esa al interior, y para recoger infor mación (por los puertos indicados por el Departamento
suciedad? El movimiento de reacción tardó finalidad, en los sitios donde era posible su ejemplo, con empleados del ferrocarril y de para la vacunación y, por lo tanto, la medi-
cuatro años en llegar y se inició a partir, no entrada –puertos y barcos, sobre todo–,22 y empresas de vapores, con funcionarios y da profiláctica llegó sólo a algunas poblacio-
casualmente, de la vacunación contra la vi- de la vacunación antivariólica, sobre todo empleados de los Territorios, fuese en el nes de la costa patagónica. En otros casos,
ruela. en la Capital Federal. En 1904, este orga- Registro Civil, con médicos de las gober na- los agentes de policía o los batallones del
Esta medida era obligatoria por ley des- nismo perdió tal función, que quedó a car- ciones, la Policía, la Guardia Nacional o ba- ejército instalados en el lugar eran el único
de 1886 y tenía la loable intención de am- go de la Municipalidad, a partir de la Asis- quianos del lugar). Los funcionarios debían recurso para conocer el medio local y poder
pliar la inmunización a segmentos mayores tencia Pública y del Consejo Nacional de también confeccionar infor mes a su regre- avanzar hacia el interior.27
de la población para eliminar la patología Educación, con la inspección médica esco- so, donde constasen la cantidad de vacuna- Tanto Crespo como Anschütz enfatiza-
por completo. Su aplicación estuvo a cargo lar. En la refor ma, la vacunación en los Te- dos y sus domicilios, incluyendo datos sobre ban la necesidad de apoyo estatal para el
del Departamento Nacional de Higiene, or- rritorios Nacionales quedó como patrimo- multitud de aspectos: infor mación demo- traslado de la población para vacunarse; pe-
ganizado en 1880. Pero una cuestión era nio exclusivo del Departamento; cuestión gráfica del Registro Civil, existencia de en- ro, además, se especificaba que las autori-
vacunar en Buenos Aires o aun en las pro- que desagradó a los funcionarios de esa re- fer medades infecciosas, geografía médica dades debían intervenir con la fuerza públi-
vincias del Litoral –donde las comunicacio- partición. Las razones tenían que ver con del lugar (clima, suelos, calidad del agua, ca. La oposición a la vacunación significa-
nes y los contactos eran fluidos, y la pobla- las características de unos y otros espacios, temperaturas) y urbana (calles, construccio- ba, para la comunidad científico-médica, la
ción aceptaba y aun requería ser vacunada– comparativamente muy disímiles: en la Ca- nes públicas y privadas, cloacas, recolec- necesidad de librar una batalla también con-
a hacerlo en Ushuaia o Resistencia. La dis- pital se disponía de instituciones donde va- ción de basuras, situación de los cemente- tra la ignorancia y la superstición, añadida a
tribución de placas de vacuna, a partir de cunar y de técnicos; además, la población rios, mataderos y prostíbulos). Tales infor- la enfer medad. Los registros al respecto ja-
cultivos propios de cow pox, se hacía a tra- se trasladaba por sí misma y no era renuen- mes serían enviados a los archivos, temien- lonan el siglo XIX;28 nada hace suponer su
vés del Departamento en cantidad más que te a la medida.23 do que este “deber penoso, oscuro y sin bri- desaparición en el XX.
suficiente –de acuerdo con la infor mación En los Territorios la situación era bien llo” podía tener como resultado quedar olvi- Bajo el rótulo de “los vencidos” apare-
emanada por este organismo– para toda la diferente y los mismos empleados la experi- dado en las carpetas.26 cen en los textos médicos onas, yaganes,
población de la República. A pesar de ello, mentaron. Llevar la vacuna allí significaba Aunque las instrucciones eran específi- alakaluf y tehuelches de la Patagonia. Para
los resultados concretos no eran los espera- trasladarse cientos de kilómetros, primero cas y no podían dar lugar a errores u omi- estos viajeros del centro a los márgenes de
dos. En 1900 se habían producido dos mi- en ferrocarril y luego en vapor por la costa siones y los encargados de su redacción la nación, lastima a la sensibilidad su desapa-
llones y medio de placas y sólo aparecían patagónica, el río Negro o la compleja hi- eran profesionales, los infor mes emitidos rición pero, a la vez, ella es parte de la evo-

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lución natural. En 1883 había en Ushuaia Fomento de los Territorios Nacionales, san- salvo en el oeste.34 Esta situación idílica, sin te y cuando faltaban los profesionales auto-
entre siete mil y ocho mil indígenas, de los cionada en 1908, aunque con magros re- embargo, debe moderarse en la medida en rizados. Así, los facultativos eran los únicos
cuales veinte años después quedaban sólo sultados concretos,32 y a la particular in- que los facultativos se instalaban sólo donde capacitados para aceptar (o no) la compe-
cuatrocientos. Para el médico-vacunador fluencia en el ámbito político-institucional había ferrocarril y que la población de me- tencia de otros; este “uso” de los curande-
Ezequiel Castillo, tal disminución se debía a de José Penna. Fue director del Departa- jores recursos tenía la posibilidad de trasla- ros significa cierta convivencia, no siempre
la sífilis en los adultos, el raquitismo entre mento desde 1910 hasta 1916 y uno de los do hacia la Capital Federal si aparecían con personas contrarias a las prácticas cien-
los niños y la “exter minación bárbara” de mayores “hacedores” públicos de su gene- complicaciones en la atención médica. tíficas, sino también con médicos extranje-
los blancos, que habían intervenido en vez ración, con destacada participación científi- En los escritos, la carencia de médicos ros y sin títulos legalizados en el país.36
de limitarse a ver cómo, en misiones y re- co-profesional desde finales del siglo XIX. tiene como contrapunto ineludible el cu- El Estado consideró el curanderismo co-
ducciones, “van extinguiéndose en paz y Estas crónicas territorianas adquieren randerismo. La ilegalidad de las prácticas mo una actividad médica hasta 1895.37 En
humanamente tratados los restos de aquella un enor me valor por ser, en muchos casos, impregna e iguala los discursos, recono- el caso de los Territorios Nacionales, quizá
her mosa raza que pobló aquel suelo”.29 los primeros reportes sobre la situación de ciendo su existencia como resabio de tiem- el registro está subvalorado, ya que para to-
Contradictoriamente, la admiración parte ciudades, pueblos y regiones recientemente pos anteriores, menos domesticados por la dos ellos se menciona sólo a trece perso-
de la adaptación a las condiciones climáti- poblados, sobre los cuales tienden a estre- ciencia o como resultado del abandono ac- nas. Con el reparo señalado, los médicos
cas más extremas, pero a la vez es su “pro- llarse las ilusiones del progreso continuo. tual. Para Otero, en una publicación de coinciden en que los curanderos eran una
pia” biología la que los lleva inexorablemen- Los hemos sistematizado en los siguientes 1909 obligatoria para las escuelas naciona- especie de pesadilla, y desaparecerían bo-
te a la ruina, reafir mando que la responsa- temas –que, desde luego, no excluyen otras les, eliminar las prácticas no científicas con rrados por el progreso científico.38
bilidad entonces no corresponde a los inva- miradas, dada la riqueza del material–: las ordenanzas y leyes era imposible; por ello, La segunda cuestión se relaciona con la
sores sino a los mismos dominados. posibilidades de extender la medicalización el reclamo de la educación era para él la construcción de las ciudades higiénicas,
Entre 1908 y 1911 se publica una nue- ante la carencia de médicos o, si los hay, en única solución. El curanderismo tenía un considerando la paradoja de este tér mino
va serie de infor mes sobre los Territorios competencia con un curanderismo endémi- afán comercial y podía medrar al amparo en zonas de predominio de poblamiento ru-
Nacionales, la mayoría escritos por los mé- co; en relación con las características de la de las libertades civiles; pero para que se ral como lo eran los Territorios en este pe-
dicos de la gober nación de cada uno de ciudad, mecanismo incompleto para gene- comprendieran estas falsedades era preciso ríodo.39 En los infor mes de 1905-1907, la
ellos. Este funcionario existía, en algunos, rar la higiene; por último, sobre las dificul- ejercer la autoridad médica; con “enseñan- vacunación sirvió como pretexto para obte-
como el de La Pampa, desde 1894; sus fun- tades para obtener información que posibi- zas de moral” a las jóvenes generaciones y ner infor mación sobre la urbanización, y lo
ciones eran amplísimas (peritajes médico-le- litase el conocimiento y la acción frente a recién entonces las leyes podrán contra- mismo sucedió con relación a los requeri-
gales, inspecciones sanitarias urbanas y epi- las enfer medades y dolencias presentes y rrestar el curanderismo. Estas argumenta- mientos oficiales de 1908-1911, sobre la si-
demias) y respondía a las directivas del De- futuras. ciones no eran nuevas; registros similares tuación de calles, parques, edificios públicos
partamento Nacional de Higiene. Los “via- En primer lugar, la mayoría de los infor- pueden rastrearse desde mediados del siglo y privados, cementerios, mataderos, reco-
jes” de esta serie de médicos calcan ciertos mes son coincidentes respecto de la caren- XIX y aun antes.35 lección de basuras y muchas cuestiones
aspectos de los anteriores pero, al tratarse cia de profesionales; se menciona sólo uno Resultan más interesantes los relatos más. Los desvelos por la población están in-
de burócratas más comprometidos con la en el interior de Neuquén y seis para todo médicos en las áreas rurales territorianas, mersos, por un lado, en una visión elitista,
tarea en los mismos Territorios, su narra- el Territorio de Río Negro. Se trata de “pun- en per manente competencia con la “plaga” dispuesta a ejercer la autoridad frente a la
ción no indica sólo cómo atravesar la geo- tos poco hospitalarios” para la actividad pri- curanderil. Al mismo tiempo que afir ma que ignorancia de los “otros”, y, por otro, en
grafía desde afuera sino las for mas en que vada; requiriéndose entonces mayor inver- hay suficientes facultativos, al menos en el cierta compenetración con las contrarieda-
ese mismo espacio los contiene, incluye y sión estatal para solventar más “médicos de este pampeano, Oliver se ve obligado a se- des y dificultades a vencer en un medio am-
modifica, aun sin ser totalmente localistas.30 la gober nación”.33 En otros casos, la situa- ñalar la imposibilidad de control legal de biente a conquistar casi diariamente.
También en 1911, los Anales recogen un ción también era desesperante (ver cuadro quienes no tienen títulos legales para ejercer En el norte del país, las escalofriantes
extenso infor me sobre los cinco territorios 2) y habla de la angustia de los únicos repre- en los Territorios, a pesar de la nor mativa descripciones de la ciudad más importante
patagónicos, realizado a partir de un reco- sentantes del Estado, encargados de una ta- existente. Para él, sin embargo, sólo come- de For mosa –nombre derivado de hermo-
rrido de un mes en barco por un funciona- rea ciclópea y huér fanos de apoyo. La úni- tían fraude quienes engañaban a sus pacien- sa– atraviesan el relato del médico de la go-
rio del Departamento.31 Esos esfuerzos ca excepción es La Pampa; José Oliver afir- tes con falsas titulaciones y no quienes lo ber nación, D. Valerio. Así, la ciudad es un
pueden vincularse a, por un lado, la Ley de ma que todos los pueblos tienen un médico, hacían “sin ostentación”, en un caso urgen- “extraño campamento de vivero bacteria-

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no”, con detritos y aguas servidas en sus ca- da en For mosa, y también allí los problemas En las agendas de las políticas estatales, desordenadas y, sobre todo, parciales, refe-
lles, construcciones inadecuadas y un hospi- debían tener una solución local. Todas las las enfer medades y carencias higiénicas ad- ridas a un mes, un año o a un lustro, indis-
tal donde el cosmopolitismo, irónicamente, poblaciones de la costa atlántica –Ushuaia, quirieron identidad a partir de las cifras. En tintamente. En algunos casos hay mayor de-
está presente en las variadas enfer medades Río Gallegos, Santa Cruz, Deseado, Como- la Argentina, la tarea de recolectar infor- talle pero no siempre un cuidado estadísti-
que llevan los pacientes de todo el mundo; doro Rivadavia y Madryn– se asemejaban mación se inició tempranamente, aunque co,49 relacionado con la incapacidad técni-
estos problemas de salubridad se incremen- por “su edificación y las malas condiciones durante mucho tiempo estuvo constreñida a ca y con los obstáculos para conseguir los
tarán con su crecimiento.40 Estas notas alar- higiénicas [...], el abandono político en que la provincia de Buenos Aires o limitada a la datos. Los médicos debían hacer las gestio-
mantes actúan como una denuncia; detrás han estado hasta hoy y la dejadez de nues- reunión de datos fragmentarios, captados nes personalmente, en el Registro Civil,
del infor me, la nota del encargado del De- tra raza hace que todas ellas sean raquíticas, de manera irregular, por parte de estadísti- realizando una “larga compulsa de archivo
partamento Nacional de Higiene, Nicolás pobres, sucias y antihigiénicas en muchos cos débilmente institucionalizados. Entre en las oficinas para reunir los datos demo-
Lozano, confir ma “las peores condiciones” conceptos”. La responsabilidad era, para el 1880 y 1916 se inicia un proceso más pro- gráficos necesarios”.50 Casi diez años des-
para la capital de For mosa hechas por el representante del Departamento, Nicanor fesional, manifestado en los censos nacio- pués de estos relatos se repiten las mismas
médico oficial, pero “no es posible atender Magnanini, tanto de los individuos, “indo- nales.47 Los problemas para hacerse con la quejas. En Chubut, el médico de la Gober-
sino en parte para conjugar el peligro del lentes y desaseados”, como de las munici- infor mación sobre natalidad y mortalidad se nación señalaba que, para completar las so-
momento cuando aparece una enfer medad palidades, que no se ocupaban en recoger relacionan con el control espacial, el finan- licitudes sobre mortalidad emanadas desde
endémica”,41 expresando así el carácter de las basuras o controlar el prostíbulo local. El ciamiento y la desconexión entre las dife- el Departamento, debió recurrir a los jueces
impacto de las políticas sanitarias ante la resultado era poblados plagados de sífilis, rentes agencias encargadas de él. Los pri- de paz del interior: en la misma Gober na-
aparición de las patologías y la lejanía de tuberculosis y sar na, donde no florecían las meros infor mes, tanto del Ministerio del In- ción faltaban los registros de dos a cuatro
for malizar una planificación a largo plazo. epidemias como en el norte gracias al clima terior a sus sedes en los Territorios como años. Los maestros, por su parte, suminis-
Las epidemias, como las que aparecie- y a la poca densidad de la población.44 del Departamento a sus funcionarios al ini- traron censos escolares pero “con estas
ron en For mosa en 1907-1908, no tuvie- En La Pampa y la Patagonia se estable- ciar los recorridos, enfatizaban la necesidad enor mes deficiencias, no se pueden hacer
ron como consecuencia avances sanitarios; ció férreamente el imaginario de la expul- de recopilar datos acerca de la población, estadísticas [...] la mayor parte de las muer-
los reclamos urgentes del Departamento al sión de las patologías a partir de los vientos obtenidos de los registros civiles. La morbi- tes es por causas desconocidas o muerte na-
Ministerio del Interior no fueron atendidos. glaciales. Las creencias de un clima benéfi- lidad aparecería en los certificados de de- tural”, ya que no había médicos para certi-
Años después, ante las solicitudes de medi- co, es decir, frío y seco, atraviesan los rela- función, por lo tanto era preciso gestar ficarlas.51
das por epidemias en Misiones y Chaco, In- tos de todas las regiones, expresando una otros mecanismos de captación que supu- Desde 1908, el Departamento Nacional
dalecio Gómez, funcionario del Departa- confianza en resolver sin esfuerzo aprecia- siesen su modificación antes del deceso. de Higiene insistía en un registro estadístico
mento, expresaba que “el clamor es justo”; ble las probables epidemias.45 Esos límites, Ante la escasez de médicos, podía extender y periódico en cada una de las provincias,
sus habitantes “aspiran a vivir tranquilos y que varios funcionarios trazaban para espe- la certificación cualquier otro entendido que sirviera “de índice a la acción sanitaria,
felices, gozando de los mismos beneficios cialistas y legos de las “fronteras” inter nas, –curanderos, jueces de paz– y esto compli- tanto nacional como local”, sobre todo “de
de la higiene, la profilaxis y la asistencia pú- expresan también las dudas de las ventajas caba a los deseosos de establecer una geo- enfer medades infecciosas”.52 Los intentos
blica proporcionada a sus conciudadanos, de las obras de infraestructura en el nivel lo- grafía médica más acotada, ya que las cau- de regulación se repiten en el proyecto de
que tienen la dicha de vivir en regiones más cal. Para los burócratas de los mismos Terri- sas de la muerte eran, muchas veces, “des- reorganización del mismo Departamento.
protegidas por la acción del Estado”. Pero, torios, iniciar mejoras en los municipios sig- conocidas”. Penna, su director, asumía en 1911 que,
a la vez, las reclamaciones eran “de carác- nificaba sólo dar indicaciones higiénicas a En 1901 el Departamento no pudo ob- siendo el encargado de atender a la sanidad
ter complejo”: el Departamento estaba im- familias e individuos y reglamentar ciertas tener los datos básicos (cantidad) ni los ac- nacional, tal organismo lo “ignora todo: ca-
posibilitado de solucionar todos los asuntos actividades comerciales y comunitarias. Aun cesorios (sexo, edad, profesión) en los regis- rece de las oficinas indispensables de infor-
locales, como la provisión de agua potable así, no siempre la sanción acompañaba el tros de defunción para el Chaco, Chubut y mación” sobre la población. En los Territo-
o de lazaretos, con fondos nacionales.42 De cumplimiento de las nor mas de profilaxis y, Santa Cruz.48 Los viajes posteriores tuvie- rios se preveía la existencia de “estaciones
hecho, los que el Ministerio enviaba a varios por lo tanto, la exposición ter mina siendo ron como especial misión capturar infor ma- sanitarias” que mantuviesen una oficina de-
de los Territorios eran inferiores al presu- una monótona expresión de las faltas per- ción y, por ello, la mayoría de los infor mes mográfica para concentrar los datos estadís-
puesto general del Departamento.43 En el sonales y los desajustes públicos en relación recopiló la cantidad de nacimientos y causas ticos.53 Aunque no era tan fácil actualizarlos
sur se repetía la inquietud urbana demostra- con los deseos médicos.46 de defunciones. Los resultados son series en el interior, el Departamento instrumentó

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un servicio que funcionó durante los años funcionarios de más alto nivel el cumpli- las administraciones locales y de institucio- fue finalmente del único centro inaugurado
subsiguientes –posiblemente, hasta 1916–, miento de medidas higiénicas de alcance nes públicas nacionales como la escuela, la en los Territorios Nacionales en esa déca-
publicados en un Anuario Demográfico.54 nacional. En 1905, el número de vacuna- policía y otras fuerzas de seguridad, cedió da.62 Sobre los otros tres hospitales anun-
En 1920, un infor me concienzudo de la dos ascendió a 11.293 personas, en 1906 paso a una constelación de centros sanita- ciados –en Misiones, Río Negro y La Pam-
Sección de Demografía del Departamento a 18.353 y luego descendió en años poste- rios casi en cada Territorio Nacional. pa–, conviene realizar algunas precisiones:
Nacional de Higiene especificaba que no riores a menos de la mitad de esas cifras La cantidad de enfer mos en los Territo- el Hospital Regional de Río Negro, en
podían avanzar con un análisis de todo el (1908, 5.428 y 1909, 5.157). En total, se rios, de acuerdo con el registro censal, era Allen, se inauguró hacia 1925, y el de La
país y sólo contaban con datos parciales; la menciona que entre 1904 y 1910 habían reducida: 340 personas sobre un total de Pampa en Santa Rosa recién en 1938,
infor mación de los Territorios era una de las sido vacunados 48.368 habitantes de los 103.369 habitantes en 1895 (3,28 por veinte años después del anuncio de Cabred.
principales faltantes a partir de 1917. La Territorios Nacionales. Según el encargado mil; en el resto del país, era de 4,68 enfer - Al colocar la piedra fundamental del de Mi-
causa era “que fueron suprimidos los co- de tal tarea, era una cifra halagüeña, ya que mos por cada mil personas), lo cual se atri- siones, Cabred realizó un prolijo recuento
rresponsales que esta sección tenía en las el Segundo Censo Nacional de 1895 había buyó a las condiciones excepcionales del de los problemas sanitarios de los Territo-
gober naciones y que enviaban, mes a mes, dado como resultado en todos los Territo- clima argentino.59 Pero aquí se medían las rios, demostrando una sensibilidad notable
lo mismo que las provincias, el movimiento rios una población total de 103.365 habi- personas que “guardaban cama” el día del en su reconocimiento y, además, cierta in-
habido”.55 Por lo tanto, el manejo de infor- tantes. Si casi la mitad habían sido inmuni- recuento censal y aquellas que estaban en for mación demográfica obtenida del regis-
mación sanitaria oficial de los Territorios zados –y nada hacía suponer que el resto no hospitales o asilos; siendo tan escasas las tro llevado a cabo por el Departamento du-
fue, para la administración central, una deu- lo estuviese por otros medios–, la tarea ha- instituciones hospitalarias, era de suponer rante los tres años anteriores. Se especifica-
da pendiente, que no se resolvió hasta me- bía tenido un éxito rotundo.56 que un número importante de enfer mos no ban así, en cifras, las notables diferencias
diados del siglo XX. Tal optimismo, sin embargo, debe ser estaba en ellas y ni siquiera era detectado entre los dos países que comprendían la Ar-
moderado; entre 1895 y 1911 se produjo como tal, dado que debía autoincluirse al gentina de entonces: la cantidad de camas
un aumento considerable en la población requerimiento del censista. Además, habría era en Buenos Aires de 3,19 por mil habi-
Con patriótica clarividencia de los Territorios Nacionales. En el censo de que considerar también las otras categorías tantes y en los territorios, de 0,93 por mil
1912 era de 226.545 habitantes57 y de vinculadas con la enfer medad que registra (309 camas en total). La mortalidad total
Las consideraciones de los magros re- 329.568 en 1914 (cuadro 1). A su vez, la el censo de 1895 (bocio o coto, idiocia, oscilaba entre el 24,80 por mil para Chubut
sultados higiénicos alcanzados durante el vacunación se había limitado por distintos cretinismo, alienados, ciegos, sordomudos y el 18,03 por mil para Chaco. En Buenos
primer cuarto de siglo de los Territorios es- pretextos –la falta de placas de vacunación e inválidos).60 Aires, el índice de mortalidad de 27,59 ha-
tuvieron unidas a un interés mayor de deter- era el más corriente– y muchos niños no es- El intento por forjar un sistema hospita- bitantes por mil en 1887 había descendido
minados intelectuales por ampliar los ámbi- taban vacunados en los colegios. La apari- lario de corte nacional y público se corres- a 17,4 en 1899.63
tos estatales sanitarios. Así, tomaron consis- ción de epidemias de viruela en ciertos terri- ponde con la Ley 4.953, de creación de asi- Para este funcionario, la diferencia se
tencia una serie de políticas públicas que, en torios, como el del Chaco, permite pensar los y hospitales regionales, dependiente del debía a la deficiente atención hospitalaria,
el caso de estas “fronteras”, se enmarcan que se estaba lejos aún de su control.58 Ministerio de Relaciones Exteriores. En contrastante respecto del incremento de la
en la vacunación, la organización de institu- No debe sorprender esta especie de su- 1910 su director, Domingo Cabred, inaugu- riqueza y la importancia económica de los
ciones públicas y, vinculadas con éstas, la be y baja en las políticas sanitarias de alcan- ró el Hospital Regional de Resistencia (Cha- Territorios en el conjunto nacional. Por lo
apertura de asistencias públicas. Las for mas ce nacional, cuando se trata de un Estado co), primero de un largo listado, aseguran- tanto, con “patriótica clarividencia”, los po-
“portátiles” de asistencia sanitaria, con ma- con enor mes dificultades de contacto físico, do que habría varios más, tanto en Buenos deres públicos se lanzaban a cumplimentar
yor movilidad, ceden paso al establecimien- por las barreras geográficas, y de impacto Aires como en el interior argentino.61 La las necesidades sanitarias territorianas, ade-
to local de representaciones del Departa- científico, por las diferencias culturales de institución resolvería las necesidades de los más de señalar sus problemas de seguridad,
mento en los Territorios Nacionales. sus habitantes. Se entiende entonces que enfer mos ante una epidemia de viruela y instrucción, comunicación y justicia. Muy
Los resultados de las misiones científicas las soluciones sean la creación institucional evitaría su traslado a los centros del Litoral, cerca estaban los ecos de la reciente crea-
de la primera oleada (1905-1907), llevando in situ y no ya las propuestas de campañas con los inconvenientes que eso suponía. El ción de la Dirección de Territorios Naciona-
como antorcha la vacunación, fueron publi- o viajes esporádicos. La idea original de me- hospital disponía de ciento sesenta camas; les en 1912, organismo que centralizaría las
citados en números posteriores, de manera dicalizar de manera itinerante a la población cambio importante con los pequeños cen- acciones dentro del Ministerio y también, de
de asegurar a la comunidad médica y a los del interior, con el apoyo a veces relativo de tros existentes hasta entonces en Chaco, y la Conferencia de los Gober nadores de los

Archivo
) 60 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 61 (
Territorios Nacionales, realizada en 1913, nal un equipo completo de desinfección, in- brinda en realidad mucha infor mación.69 bién ejercer su labor civilizadora en las an-
astutamente recuperada en estos discur- dispensable en caso de epidemias. Por falta Salvo en el caso del de Misiones, que dis- típodas del progreso.72
sos.64 Los funcionarios locales reunidos allí de fondos, el Departamento no pudo crear ponía de sala de consultorios exter nos, sa-
percibían la discriminación sufrida por los más de cuatro (dos en Córdoba, uno en Ca- la de intervención, ambulancia, laborato-
Territorios a nivel presupuestario: el Esta- tamarca y uno en Jujuy), con apoyo de los rio, enfer mería y saneamiento a domicilio Reflexiones finales
do no redistribuía de igual manera lo re- gobier nos provinciales.66 Un año después, en la capital y servicio de vacunación en el
caudado por la Lotería Nacional a los Te- sin embargo, se realizó la apertura de asis- interior, el resto señalaba el carácter mo- A principios del siglo XX, muchos viajes
rritorios y a la Capital; sus instituciones es- tencias públicas en ocho de los diez Territo- desto de los edificios e instalaciones, enfa- a los Territorios Nacionales dejaron de mos-
taban en desigualdad de condiciones que rios. Los dos restantes, Tierra del Fuego y tizando su enor me potencialidad social. trar las posibilidades para centrarse en las
las de la Capital Federal y las provincias. Los Andes, eran los menos poblados y que- Con relación a este aspecto, la salud apa- imposibilidades; las visiones pesimistas
Tal era el caso de los pequeños hospitales, daron al margen. rece como “caridad” –estatal, en este ca- reemplazaron a aquellas que alumbraban el
or ganizados por las sociedades de benefi- La Asis ten cia Pú bli ca, fun da da en progreso futuro de las “nuevas” tierras. En
so–, o como “justicia” social, en un conti-
cencia locales, muchas veces financiados 1883 en la ciudad de Buenos Aires, se na- esta generalidad, había gradaciones y dife-
nuo de una a la otra.70 A la capacidad de
por donaciones de los notables por aportes cionalizó en 1892, con la creación de la rencias. Los Territorios Los Andes y For-
acción sobre los sectores menos pudientes
de la comunidad y por la municipalidad, Administración Sanitaria. Se la consideró mosa expelían la moder nidad porque su po-
que anima las exposiciones se une la per-
que ansiaban for mar parte de las institucio- el eje de la política sanitaria estatal y uno blación y ecología los hacían poco atracti-
cepción del alcance nacional.
nes más favorecidas por los subsidios a ni- de los pilares de la “cuestión social”, ya que vos a la migración blanca y a las actividades
Como ejemplo, José Oliver, director de
agrícola-ganaderas o mineras de ímpetu ca-
vel nacional.65 entre sus atribuciones estaban la visita de la Asistencia Pública de Santa Rosa, men-
pitalista; en el resto, se habían for mado pe-
Cabred y Penna pueden considerarse los conventillos, la vacunación forzosa y la cionó el “grandioso plan de profilaxis del
queños asentamientos urbanos y el desarro-
representantes de una fracción del gobier- confección de un registro de vecindad y Dr. Penna en todo el territorio de la Na-
llo agrícola-ganadero, los obrajes e inge-
no nacional que impulsaba ciertas refor- pobreza donde debían necesariamente ins- ción”, llevando la lucha contra el paludismo
nios, además de otras actividades, hacían
mas, atendiendo a los nuevos requerimien- cribirse quienes deseaban recibir los servi- en las provincias del norte, la vacunación y,
esperar un devenir más prometedor a sus
tos sociales de sectores antes invisibles. cios médicos gratuitos.67 Penna había sido en ese momento, la Asistencia Pública al esforzados habitantes. Pero, igualmente,
Además de la intención de sanción legal de su director, años antes de llegar al máximo resto del país. Er nesto Cano, de Trelew, es- era difícil emprender proyectos higiénicos,
sus proyectos y de la planificación, no es- puesto en la administración sanitaria nacio- pecificaba más aún, al expresar: “No se fuese porque la población se negaba cons-
catimaron esfuerzos en dar publicidad a su nal. En 1913, la apertura de estos centros concibe, señores, la gran masa de la pobla- cientemente a ellos o porque, aun si fuesen
tarea; los “discursos” de Cabred fueron edi- se realizó de manera simultánea en una fe- ción a enor me distancia de los grandes aceptados, no habría cómo llevarlos a cabo.
tados en for mato de lujo, con imágenes a cha patriótica, el 9 de julio, en siete capita- centros urbanos y con escasísimos medios Los infor mes médicos de quienes viajan
color de los hospitales, tanto los construi- les: Posadas, Resistencia, For mosa, Neu- de comunicación, privada de los auxilios de “desde afuera” de los Territorios difieren un
dos como los a edificar. También la obra de quén, Santa Rosa, Viedma, Río Gallegos y la ciencia médica. El habitante de estas la- tanto de aquellos que lo hacen como nati-
Penna tuvo su difusión, en la medida en en la ciudad de Trelew (Chubut), con repre- titudes es tan digno de ser tenido en cuen- vos. Los primeros estaban dispuestos a re-
que se proclamó en la prensa local y médi- sentantes del Departamento y autoridades ta por los poderes públicos como el de las conocer las dificultades del proyecto higiéni-
ca oficial cada una de las inauguraciones de locales. Los funcionarios utilizaron, en la ciudades, pues se encuentra más expuesto co en el marco territorial pero como funcio-
las distintas asistencias públicas territoria- mayor parte de sus exposiciones, un len- a sufrir en su organismo las influencias del narios visitantes; los segundos, inmersos de
nas, en 1913. guaje florido donde se filtraba la retórica medio ambiente”.71 Para Luis Navarro, re- lleno en los problemas cotidianos, se reco-
La ley 7414, sancionada en 1912 a ins- del progreso, destacando que la existencia presentante del Departamento en el mismo nocían parte de la población perjudicada,
tancias de Penna, denominada de “defensa de estos centros sanitarios concretaba la acto en Trelew, la acción pública había eli- por lo tanto, eran actores privilegiados en
sanitaria”, establecía para cada capital pro- “conquista al desierto”, no ya por militares minado el fantasma de la peste, donde vi- ese escenario de miseria y desolación. Am-
vincial y territorial un “centro de profilaxis” sino por “sacerdotes también de un culto vían un millón de almas; allí, a pesar de la bos coinciden en las descripciones de urbes
para prevenir enfer medades infectoconta- menos misterioso porque es más humano, aglomeración, había más seguridad que caóticas y antihigiénicas, solapadas con las
giosas, incluía al médico de la gober nación el culto a la salud y a la vida”.68 Sobre la “en nuestras soledades, que no tienen más dificultades para acceder, geográfica y cultu-
y uno o dos guardias sanitarios; el afán prin- capacidad técnica de estos “templos” de la profilaxis que el viento”. La Asistencia Pú- ralmente, a lo que está tan lejano de sí mis-
cipal era mantener a disposición del perso- ciencia, erigidos en los Territorios, no se blica, nacida en Buenos Aires, podía tam- mo, de su “yo occidental”. El orden urbano

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) 63 (
suponía implantar, tanto en individuos co- cia institucional acompañó el período que Cuadro 1
mo en la comunidad toda, las innegables va desde principios del siglo XX hasta Población y superficie de los Territorios Nacionales (1895-1914)
ventajas higiénicas, pero los problemas ad- 1910, a partir de campañas de vacunación
quirieron tal magnitud que ter minaron, en antivariólica. Territorios Superficie (km2) Población
muchos casos, coincidiendo con la crítica En coincidencia con el Centenario, las nacionales 1895 1914
social. Así, estos relatos –narraciones buro- geografías médicas heterogéneas de la na- La Pampa 145.907 25.914 101.338
cráticas e infor mes para cumplimentar un ción comenzaron a ser asimiladas desde los Misiones 29.229 33.163 53.563
fin administrativo– asumen otros costados. organismos centrales para dar culminación
Formosa 107.258 4.829 19.281
Además de la cascada de datos y recomen- al proyecto general del progreso. La for ma-
daciones sanitarias, el recorrido por cami- ción casi en cada Territorio de una Asisten- Chaco 136.635 10.422 46.274
nos intransitables en las topografías más ig- cia Pública significó la aplicación de un or- Los Andes 90.644* - 2.487
notas del país significó el reconocimiento de ganismo que ya había demostrado su utili- Neuquén 109.703 14.517 28.866
una parte de sus habitantes ausentes de la dad en la Capital Federal y las provincias Río Negro 196.695 9.241 42.242
moder nidad higiénica y sin posibilidad de históricas. Las propuestas provenían de un Chubut 242.039 3.748 23.065
acceder a ella. Las metodologías curativas sector de funcionarios-médicos, con aspira-
Santa Cruz 282.750 1.058 9.948
diferentes de los mensajes científicos se vin- ciones de modificación de amplios conjun-
Tierra del Fuego 21.499 477 2.504
culaban a estratos del pasado argentino, tos sociales más allá de Buenos Aires, para
aflorando paradójicamente donde debía quienes la medicalización de áreas con una Subtotal 1.362.359 103.369 329.568
asentarse el futuro. amplia dispersión demográfica y mayor he- Resto del país 1.523.261 3.941.542 8.082.462
Las epidemias no tuvieron un correlato terogeneidad cultural constituía el desafío Total 2.885.620 4.044.911 8.412.030
automático de acciones concretas, en pos del siglo XX.
de un sanitarismo activo y militante. Las po- La finalidad principal de estos primeros Fuente: Elaboración propia basada en Segundo Censo, 1898; Tercer Censo, 1916,
sibilidades reales para los Territorios fueron aparatos institucionales era la profilaxis epi- * Eduardo Holmberg, Viaje por la Gobernación de Los Andes, Buenos Aires, 1900.
una medicalización liviana, hecha de regla- démica; la vacunación, inspección y desin-
mentaciones urbanísticas fragmentarias, di- fección fueron las primeras “ar mas” técni- Cuadro 2
fíciles de cumplir y generalmente poco res- co-médicas. Si bien existía la posibilidad de Profesionales sanitarios en los Territorios Nacionales (1895)
petadas, y de catecismos higiénicos que en- atención a los sectores más pobres, no era
Profesiones*

Tierra del Fuego


Misiones

Formosa

Subtotal

Resto del país

Total
Chaco

La Pampa

Neuquén

Río Negro

Chubut

Santa Cruz
salzaban el autocuidado corporal. Se trató deseable la desaparición de las miríadas de
de lecciones dadas por los propios médicos, pequeños hospitales y salas de primeros au-
sabiendo a ciencia cierta que la falta de pro- xilios preexistentes, sostenidas con el es-
fesionales, de medios hospitalarios y técni- fuerzo privado y municipal.73 De hecho, es-
cos y, aun, de una infraestructura básica ur- te primer intento por establecer un “orden Curandero 1 - - 2 - 10 - - - 13 233 246
bana, las hacían prácticamente expresión sanitario-hospitalario” en los Territorios es-
Dentista 1 - - - - - - - - 1 133 134
de deseos. La justificación de la administra- tá dentro de las políticas implementadas a
Enfermero 1 1 - 2 - - 1 1 - 6 423 429
ción central para tal negación fue un énfa- nivel nacional por Penna y Cabred; sus as-
Farmacéutico 3 1 4 2 1 2 - - - 13 1284 1297
sis en el clima benigno y la escasez de en- piraciones de profundización, sin embargo,
Médico 7 4 2 4 1 1 3 3 1 25 1623 1648
fer mos, y las acciones se limitaron entonces no tuvieron el éxito esperado y hasta 1930
Partera 9 3 3 3 - 3 2 1 1 25 921 946
a un ejercicio de control mayor en épocas no aparecieron señales claras de continui-
de epidemias, para decaer inmediatamente dad. Así, el “progreso” higiénico del interior Otras* - 2 - - 1 - - - 1 4 215 219
después. Sobre todo, el objetivo fue repri- se interrumpió entonces casi antes de em- Subtotal 22 11 9 13 3 16 5 5 3 87 4859 4946
mir sus focos exter nos, considerando que pezar.
Fuente: Elaboración propia basada en Segundo Censo, 1898.
muchos Territorios tenían fronteras coinci- * Se incluyen flebótomos, químicos y veterinarios.
dentes con Estados vecinos. Cierta itineran-

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) 64 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 65 (
Notas clusión de los habitantes de los Territorios Nacio- Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Penitencia- 29
E. Castillo, en ADNH, XII, 1905, p. 375.
nales a la ciudadanía política: un clivaje en los ría Nacional, 1913. 30
D. Valerio, en ADNH, XV, 1908, pp. 383-
1
Anales del Departamento Nacional de años 30”, Entrepasados, Revista de Historia, 9, 15
E. Holmberg, Viaje por la Goberna- 385; J. Oliver en ADNH, XV, 1909, pp. 258-270;
Higiene (ADNH), 1905, p. 337, y ADNH, 1995, pp. 7-26; Ana Teruel et al., Fronteras,
ción…, p. 26. C.M. Hilderam, en ADNH, XVI, 1909, 339-344,
1901, p. 172. ciudades y Estados, p. 110.
16
Ídem, p. 76. J. Pelagatti, en ADNH, XVI, 1909, pp. 345-347:
7
2
Emilio Coni, “Higiene y salubridad en la Segundo Censo de la República Argenti- A. Federici, en ADNH, XVI, 1909, pp. 402-411).
17
na, Mayo 10 de 1895, Buenos Aires, Talleres Juan Bialet Massé, Informe…, t. I, p. 56.
República Argentina”, en I Congreso Médico La- 31
En 1901, frente a una epidemia de viruela llega- N. Magnanini, en ADNH, XVIII, 1911,
tino-Americano, Santiago de Chile, 1-9 de ene- Gráficos de la Penitenciaría Nacional, 1898.
da desde Asunción e “importada por los indios pp. 24-36 y 49-58.
ro de 1901, t. I, pp. 20-111, 70-74. 8
Memoria presentada al Honorable Con- del Chaco paraguayo”, el médico de la Gober na- 32
Sobre la legislación, véase Susana Bandie-
3
Sobre la historiografía referida a los Terri- greso Nacional en el año 1887, Buenos Aires, ción de For mosa se trasladó a los ingenios y va- ri, Historia de la Patagonia, p. 141.
torios Nacionales véanse como ejemplos Susa- Imprenta La Tribuna Nacional. cunó a seiscientos obreros, entre los que estaban
33
na Bandieri, Historia de la Patagonia, Buenos 9 indios pilagá, “recién reducidos [que] se dejaron ADNH, XVI, 1909, pp. 339-344;
Aun en Rosario, las epidemias de cólera de
Aires, Sudamericana, 2005; María Silvia Leoni 1886 no produjeron importantes refor mas en la persuadir fácilmente”; ADNH, IX, 1901-1902. ADNH, XVI, 1909, pp. 402-411. El facultativo
de Rosciani, “Los Territorios Nacionales”, en infraestructura sanitaria y urbana; véase Agustina Ese mismo año, el infor me de Juan Vadillo seña- de la gober nación atiende también el Tribunal, la
Nueva historia de la Nación Argentina, t. Prieto, “Rosario: epidemias, higiene e higienistas laba la escasez de médicos y la abundancia de en- policía, los guardiacárceles e inter nos, el distrito
VIIII, 4ª parte: La Argentina del siglo XX, en la segunda mitad del siglo XIX”, en Mirta Z. fer mos, con fuerte competencia de los curande- militar, la subprefectura marítima y las escuelas.
1914-1983, Buenos Aires, Academia Nacional Lobato (ed.), Política, médicos y enfermedades, ros; ADNH, IX, 1901-1902, p. 172. 34
ADNH, XVI, 1909, pp. 258-270.
de la Historia-Planeta, 2001, pp. 43-76; María Mar del Plata, Biblos, 1996, pp. 55-71. 18
Juan Bialet Massé, Informe…, t. I, pp. 94 35
Francisco Otero, en ADNH, XVI, 1909.
Silvia Di Liscia y Er nesto Bohoslavsky (eds.), 10
El cólera se evitó por el establecimiento de y 78.
Instituciones y formas de control social en 36
ADNH, XVI, 1909, p. 270. Sobre legisla-
un cordón sanitario efectuado por el II Regimien- 19
Se señalaba la existencia de enfermedades
América Latina, 1840-1940. Una revisión, ción y curanderismo, véase María Silvia Di Liscia,
to en la comunicación fluvial fronteriza; el laza- gastrointestinales, venéreas e infecciosas en rela-
Buenos Aires, Prometeo Libros, 2005, pp. 49- Saberes, terapias…, cap. 8.
reto habilitado no fue necesario; Informe del ción con el clima, la alimentación y las exigencias
72; Ana Teruel et al., Fronteras, ciudades y 37
Médico de la Gobernación, 1886, en Er nesto laborales de las empresas; ADNH, IX, 1901-1902. En el rubro “profesiones”, se consideró a
Estados, Córdoba, Alción, 2002, pp. 109-132,
Maeder, Memorias de los gobernadores del Te- 246 curanderos y curanderas y a 1.648 médicos.
entre otros. Sin embar go, hay escasez en la pro- 20
ADNH, IX, 1901-1902, pp. 169-172,
rritorio Nacional de Formosa (1885-1899), Los profesionales eran más numerosos en la Ca-
ducción relativa a la nueva historia de la salud: 202-207, 799-802.
Resistencia-Corrientes, Instituto de Historia, FH- pital, la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y
Diego Ar mus, “El descubrimiento de la enfer - 21
UNNE, 1979, pp. 50-51. Memoria del Departamento Nacional de Córdoba (Segundo Censo, CXCIII).
medad como problema social”, en Mirta Z. Lo-
11 Higiene, 1900, pp. 4-5. 38
bato (dir.), Nueva historia argentina, t. V: El Véase María Silvia Di Liscia, “Institucio- Sobre Neuquén, véase ADNH, XVI,
22
progreso, la modernización y sus límites nes, médicos y sociedad. Las posibilidades y los Las Memorias del Ministerio del Interior 1909, p. 346, y sobre Chubut, ADNH, XVI,
(1880-1916), Buenos Aires, Sudamericana, problemas en el Territorio pampeano (1884- (1888) dan cuenta de estas funciones. 1909, p. 409. Para los médicos de ambos terri-
2000, pp. 507-551, y Susana Belmartino, La 1933)”, en María Silvia Di Liscia, Andrea Lluch y 23
F. Álvarez, en ADNH, XVIII, 1911, pp. torios, el curanderismo desaparecería con más
atención médica argentina en el siglo XX. Ins- Ana Lassalle (eds.), Al oeste del Paraíso, Buenos 83-86. médicos.
tituciones y procesos, Buenos Aires, Siglo Aires, Miño y Dávila, 2007, pp. 121-154. 39
24
N. Lozano, en ASNH, V, 1908. En relación población urbana y rural, ver
Veintiuno, 2005. 12
Juan Bialet Massé, Informe sobre el esta- Segundo Censo, 1898.
25
4
Véase Mary Louise Pratt, Ojos imperiales. do de la clase obrera, t. I y II, Buenos Aires, Hys- E. Ramírez, en ADNH, XII, 1905, p. 331.
40
26
ADNH, XV, 1908, p. 383.
Literatura de viajes y transculturación, Buenos pamérica, 1986. F. Álvarez, en ADNH, XVIII, 1911, pp.
41
Aires, UNQUI, 1999. 13 90-91. ADNH, XV, 1908, p. 386.
Juan Bialet Massé, Informe…, t. I, pp. 79-
5 42
Sobre expediciones a La Pampa y Patago- 80. 27
El recorrido de Neuquén se realizó gracias ADNH, XVII, 1910, p. 237.
nia, véase María Silvia Di Liscia, Saberes, tera- 14 a las mulas del Regimiento II y el apoyo de la po- 43
En la Memoria del Ministerio del Interior
El primer gober nador pronosticaba que la
pias y prácticas indígenas, populares y científi- licía, que reunía a los pobladores; ADNH, XII, de 1904, es de 832.684 $m/n para todos los
región sólo podía interesar a los nativos; Eduardo
cas en Argentina (1750-1910), Madrid, CSIC, 1905; 330. Véase también ADNH, XII, 1905, Territorios Nacionales y 635.480 para el Depar-
Holmberg (h.), Viaje por la Gobernación de los
2003. pp 286-314, 286-314, 337, 345. tamento. A manera de comparación, la policía de
Andes (Provincia de Atacama), Buenos Aires,
6 28
Véanse Orienta Favaro y Mario Arias Buc- Imprenta de la Nación, 1900, pp. 111-117; Me- Véase María Silvia Di Liscia, Saberes, te- la Capital tuvo ese año más de seis millones y
ciarelli, “El lento y contradictorio proceso de in- moria del Ministerio del Interior, 1912-1913, rapias…, caps. 3 y 8. medio.

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) 67 (
44 57 dos los gober nadores en marzo de 1913 en Bue- 68
ADNH, XVIII, 1911, p. 244. Memorias del Ministerio del Interior, ADNH, XX, 1913, pp. 1170-1171.
45 1912-1913, p. 131. Tampoco se suman a ese nos Aires, con asistencia de diferentes funciona- 69
Decía Magnanini que en Río Gallegos no La de La Pampa no tuvo edificio propio
total 19.634 indígenas de For mosa. rios estatales; Memorias del Ministerio del Inte-
había epidemias, gracias “a sus condiciones cli- hasta 1940 y funcionó en un local alquilado con
58
rior, 1912-1913, pp. 138-143.
máticas”. ADNH, XVIII, 1910, y Domingo Cabred, escaso personal.
65
46 Discursos pronunciados con motivo de la colo- Memoria de la Gobernación, 1894; Er - 70
Véase José Oliver, en ADNH, XVI, 1909, ADNH, XX, 1913, pp. 1172 y 1177-
cación de la piedra fundamental de los asilos y nesto Maeder, Memorias de los gobernado-
para La Pampa, C.M. Hildeman, en Viedma, 1178.
hospitales regionales en la República Argenti- res…, p. 207. Igual situación parece haber suce-
ADNH, XVI, 1909, pp. 339-344. En Neuquén, 71
dido en La Pampa; María Silvia Di Liscia, Sabe- ADNH, XX, 1913, pp. 1178.
el médico de la gober nación se quejaba del “esta- na (Ley 4953), Buenos Aires, Talleres Gráficos J.
Weiss y Preusche, 1918, p. 40. El Departamen- res, terapias… 72
ADNH, XX, 1913, p. 1180.
do de abandono” de la capital; ADNH, XVI,
to envió al Ministerio un exhaustivo infor me so- 66
1909, pp. 345-347. Domingo Cabred, Discursos pronuncia- 73
Para las de La Pampa, véase María Silvia
47
bre la vacunación realizada en 1911-1912, seña- dos…, p. 100. Di Liscia, Andrea Lluch y Ana Lassalle (eds.), Al
En 1894, el Ministerio creó la Oficina De-
lando que la mortalidad de viruela para todo el 67 oeste del Paraíso. Las Memorias de For mosa y
mográfica para recopilar los datos del Segundo Véase Ricardo González Leandri, “Madu-
país había sido de 3.688; Memorias del Ministe- Chaco dan cuenta de centros similares para el si-
Censo, a realizarse en 1895, que debía además rez y poder. Médicos e instituciones sanitarias en
rio del Interior, 1912-1913, pp. 378-379. glo XX.
estar en contacto con los 630 registros civiles la Argentina a fines del siglo XIX”, Entrepasados,
59
existentes en provincias y territorios; Memoria Segundo Censo, p. LIII. En la compara- Revista de Historia, 27, 2005, pp. 133-153.
del Departamento Nacional de Higiene, Bue- ción con otras naciones, Gabriel Carrasco, encar-
nos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría gado del censo, llegaba a afir mar que “a la luz de
Nacional, 1900, pp. 44-46. las cifras estadísticas [podemos declarar] que la
48 República Argentina es uno de los países en que
ADNH, IX, 1901-1902, p. 800.
el ser humano goza de mejor salud aun compa-
49
Véase como ejemplo el detalle de todas las rándole con los mejores de la tierra”; Segundo
enfer medades en For mosa a cargo del médico A. Censo, p. LXXIX.
Federici, pero con un desorden de exposición
60
que hace difícil su interpretación; ADNH, IX, Tercer Censo Nacional, 1 de junio de
1901-1902, p. 204. 1914, Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J.
50
Rosso y Cía, t. I -X, 1916, p. 25.
Tal es el caso de Chaco, expresado por
61
Vadillo, en ADNH, IX, 1901-1902, pp. 169. Entre 1910 y 1918 se inauguraron el asi-
51
lo-colonia de Oliva para alienados en Córdoba, el
ADNH, XVI, 1909, pp. 404.
asilo para retardados en Torres, el Hospital Co-
52
Marco Avellaneda, en ADNH, XVI, 1909, mún del Centro y el sanatorio para tuberculosos,
pp. 318-319. ambos en Córdoba, el asilo-colonia en Olivera,
53
ADNH, XVIII, 1911. Buenos Aires, el asilo noctur no en Buenos Aires
54
y el Hospital Regional Andino, en La Rioja; Do-
Hay una coincidencia con esta fecha y la
mingo Cabred, Discursos pronunciados…, p.
dirección de Penna, quien insistió en organizar y
73.
mantener el registro estadístico, mencionado por
62
Domingo Cabred en 1918. Véanse Er nesto Maeder, Memorias de los
55
gobernadores del Territorio Nacional del Cha-
Ese costo era de 100 pesos mensuales por
co (1885-1899), Resistencia-Corrientes, Instituto
cada Territorio Nacional. El sistema para recopi-
de Historia, FH-UNNE, 1985; Domingo Cabred,
lar los datos de movimiento general de población
Discursos pronunciados…, p. 40.
sin estos empleados era más engorroso: los libros
63
de actas de Registro Civil de cada departamento Véanse María Silvia Di Liscia, Saberes, te-
llegaban a la Gober nación, eran archivados y allí rapias…, cap. 8; Domingo Cabred, Discursos
un empleado de la Asistencia Pública los copiaba; pronunciados…, p. 82.
ADNH, XXIV, 1920. 64
Domingo Cabreb, Discursos pronuncia-
56
F. Álvarez, ADNH, XVIII, 1911, pp. 83-98. dos…, p. 85. Por primera vez, se reunieron to-

Archivo
) 68 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 69 (
Mostrar y mostrarse
La construcción de memorias visuales e identidades
étnicas desde los grupos hegemónicos chaqueños
Mariana Giordano y Alejandra Reyero*

perfilando así una/varias memoria/s visua-

L
a imagen fotográfica entendida co-
mo artefacto cultural y sistema con- les. Éstas se configuran –para el caso que
vencionalizado de representación, nos ocupa– con fotos que “encierran” en
así como el hecho mismo de fotografiar, nuestras mentes cierta historia. Aquella que
constituyen en la actualidad dos de los prin- se ha elegido mostrar a través de una icono-
cipales focos analíticos de numerosos abor- grafía específica y determinante de lo que
dajes que desde perspectivas, presupuestos Miguel Rojas Mix denomina una “memoria
e intereses disciplinares diversos han enri- icónica”.2 Desde lo que se selecciona para
quecido y jerarquizado la posición de ese fe- condensar en la imagen hasta cómo y dónde
nómeno visual dentro de los estudios socia- se lo guarda pone de manifiesto por un lado
les y culturales.1 el poder de la imagen como acto de imagi-
Sin embargo, la fuerza de la imagen en nación3 y por otro la memoria como “un
general –y de la fotográfica en particular– mecanismo cultural para fortalecer el sentido
ha sido comúnmente subestimada a la hora de pertenencia a grupos o comunidades”.4
de analizar los estilos, los medios y los mo- Las memorias de los diferentes grupos
dos de recordar. Esto nos lleva a reflexionar de inmigrantes e indígenas del Chaco se
sobre las imágenes de ciertas memorias; la confor man mediante una compleja trama
persistencia de algunas imágenes y el mar- de representaciones que otorgan sentido a
co ideológico que las contiene en una con- los hechos, objetos, situaciones, que la cul-
ciencia individual o colectiva en un momen- tura hegemónica ha decidido legitimar plas-
to específico de su historia. En fin, qué imá- mándolas, en este caso, fotográficamente.
genes se eligen, adquieren y recuerdan, y De este modo aquellas imágenes que la
cuáles se pierden, retienen y olvidan en la ideología hegemónica eligió como repre-
confor mación histórica e identitaria de de- sentativas de su identidad han confor mado
ter minados grupos socioculturales. legítimos archivos probatorios (imaginario
Tanto las fotografías de indígenas como visual). Éstos compendian ideas comunes y
las de inmigrantes del Chaco de fines del si- desencadenan reflexiones, sentimientos y
glo XIX y principios del XX son parte de lo emociones también comunes y en conse-
que la cultura hegemónica ha elegido para cuencia predecibles: imaginario mental. En
conformar su identidad y la de los “otros”, este último caso tiene lugar un encadena-

* Núcleo de Estudios y Documentación de la Imagen-IIGHI-CONICET. Facultad de Humanidades-


UNNE.

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Entrepasados - Nº 33, comienzos de 2008: 71-93
situación de explotación y sujeción padeci- surgir sentimientos de inclusión y exclusión, Esta metodología de trabajo hace posi-
da por los pueblos originarios. La violencia y, con ellos, estrategias de designación y ble sistematizar y comprender ciertos pro-
asume una significación peculiar en el pe- atribución de rasgos identitarios en per ma- cesos de construcción y montaje que están
ríodo analizado con relación a la fotografía nente transfor mación.10 presentes en la representación del inmi-
del indígena. Por un lado, porque a fines del El complejo contacto cultural de indíge- grante y del indígena, para así revelar los
siglo XIX y principios del XX ésta era con- nas e inmigrantes chaqueños a fines del si- elementos históricos y estéticos que han
siderada como un medio mecánico eficaz glo XIX y principios del XX es una situación participado en la confor mación de las iden-
para documentar el “grado de civilización” en la que las estructuras de poder, la impo- tidades étnicas.
de estos pueblos. Por lo tanto, las imágenes sición ideológica y fundamentalmente cier- Nuestro universo lo constituyen las imá-
logradas devenían el producto de una cons- tas representaciones visuales de la cultura genes de indígenas e inmigrantes obtenidas
trucción preelaborada y respondían a un hacen surgir deter minadas identificaciones, entre 1890 y 1930 aproximadamente, de
discurso ideologizado donde aquello que la en un espacio intersticial siempre antagóni- las cuales hemos seleccionado para el pri-
cámara veía o elegía ver estaba precedido co. Esa/s memoria/s e identidad/es cons- mer caso aquellas logradas por fotógrafos
por el concepto.8 Ello se vincula con la vio- truida/s van a emanar, como intentaremos profesionales que tenían por objeto la co-
lencia simbólica a la que se refiere Sontag, demostrar a lo largo del trabajo, de aquellos mercialización de éstas y que por consi-
presente entre quien obtura la cámara (gru- grupos hegemónicos que per filarán las pro- guiente fueron incluidas en álbumes o circu-
po hegemónico) y quien es “capturado” pias y las de aquellos grupos subyugados. laron en for mato postal.
(grupo subalter no). Además, a esa violencia Dada la función simbólico-representati- En cuanto a la fotografía de inmigrantes,
Imagen 1 simbólica se suma, en el caso de los pueblos va y testimonial de la fotografía en los mo- optamos por las correspondientes a las pri-
indígenas chaqueños, la violencia real-física dos de construcción de identidades étni- meras familias italianas arribadas a la colonia
miento de imágenes mentales que cobran ejercida por parte del Estado nacional. Para cas11 chaqueñas, resulta más prudente ana- Resistencia, puntal colonizador de la región,
existencia sólo en la imaginación de un in- la época que nos ocupa, éste debía “garan- lizar series textuales que brinden un pano- centrando la atención en las imágenes con-
dividuo o grupo social y se vuelven un au- tizar la seguridad” y para ello ter minar con rama de mayor alcance que una imagen in- servadas por las familias Pellizari y Agostini,
téntico referente de percepción.5 el “peligro indígena”. Los procedimientos dividual.12 donadas al Museo Histórico Ichoalay.14 La
Este conjunto de representaciones –que tendientes a tal fin se vieron efectivizados De este modo, y a través de un proceso
cuenta con la fuerza y la capacidad de indu- con la “Conquista del Desierto Norte”. Al de análisis e interpretación bajo la mirada
cir pautas de acción, reconocimiento y legi- sometimiento ar mado le siguió la creación de una “economía visual” que contemple
timidad social– es histórico y obedece a una de colonias y reducciones como modo de aspectos tanto de su producción como de
relación de fuerzas culturales donde las imá- control físico y de utilización y explotación su circulación y consumo, consideramos la
genes que ter minan por imponerse expre- de la mano de obra de los indígenas. primera más allá de los individuos que las
san la supremacía de quienes las producen El hecho de reflexionar sobre la/s memo- realizan, focalizando en las estrategias de
y distribuyen. ria/s y la producción de representaciones de representación que están presentes en la
Otro signo presente en la mayoría de estos grupos étnicos nos lleva a abordar la li- imagen fotográfica. En cuanto a la circula-
estas imágenes es la violencia que transfie- gazón estrecha que existe entre ese concep- ción, indagamos en los sistemas culturales y
ren. Si bien toda fotografía contiene un ger- to y el de identidad, la compenetración y el discursivos a través de los cuales las imáge-
men de violencia en tanto es “una disocia- refuerzo mutuo de ambas nociones.9 nes fotográficas se aprecian e interpretan,
ción de la conciencia de identidad”6 o, co- Si bien es posible pensar la memoria co- asignándoles un valor histórico, científico y
mo expresa Susan Sontag, “fotografiar per- mo aquel sustrato, fondo o núcleo de hábi- estético.13 En cuanto al consumo o recep-
sonas es violarlas, pues se las ve como ja- tos comunes a los miembros de un grupo, al ción, está referido tanto al hecho de pre-
más se ven a sí mismas”,7 las imágenes del que dota de una identidad, es imposible re- guntar nos para quién fue hecha esa ima-
indígena acentúan esa cualidad por la dis- ducir esta última a una esencia o una sus- gen, quién la veía y quién la ve ahora, as-
tancia cultural que irremediablemente existe tancia. Las circunstancias, reacciones y re- pecto este último en el que nos incluímos
entre emisor-fotografiado-receptor y por la laciones sociohistóricas de los grupos hacen como analistas. Imagen 2

Archivo
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ginario hace de estas imágenes elementos a greso masivo y la ocupación del espacio
considerar en la construcción del sujeto his- chaqueño por estos inmigrantes. En este
tórico. sentido expresa Hugo Beck: “Aunque tan
pobres como los criollos y con un nivel
educativo similar, los inmigrantes europeos
El contexto sociopolítico asumieron un rol preponderante en la so-
chaqueño a fines del siglo XIX ciedad en construcción. Su condición de
y principios del XX productor en áreas rurales y de comercian-
te en pueblos y ciudades motivó que su pre-
El ámbito de for mación de fronteras ét- sencia en el imaginario colectivo fuera mu-
nicas en el que intervienen los dos grupos cho mayor que su número real”.21
objeto de la representación fotográfica que Si bien en número no eran superiores a
analizamos, indígenas e inmigrantes, es el los argentinos que desde otros puntos del
Chaco, última región de la Argentina “ga- país fueron coincidiendo en la zona chaque-
nada” al indígena por el Estado nacional en ña, la afluencia de diversas nacionalidades
un proceso de ocupación militar que culmi- europeas llevó a la confor mación de la ima-
Imagen 3 nó hacia 1912. Este espacio fue ocupado gen del “Chaco colonizador”, el “crisol de
ancestralmente por diversos pueblos origi- razas”, que se oponía conceptual e ideoló-
mayoría de estas fotos tiene un mismo emi- pias y/o impuestas, según el grupo o sector narios que a fines del XIX se encontraban gicamente al “Chaco indígena”, que en el
sor: se trata de otro inmigrante italiano, social que se visualice. Por consiguiente, en lo que constituyó el Territorio Nacional imaginario político y social constituía el pa-
Juan Bautista Simoni,15 quien fue fotógrafo son de interés tanto las presencias como las del Chaco:19 mocovíes, tobas y wichís. Ade- sado, el lastre, aquello que se debía superar.
aficionado y uno de los primeros en mane- ausencias de estos puntos de identificación. más de la matanza de muchos de los líderes El poder de los grupos inmigrantes se
jar el arte fotográfico en el Territorio Nacio- Ellos son centrales en el complejo mundo indígenas, las campañas militares produje- evidenció no sólo en el progreso económi-
nal del Chaco, por lo que también hemos de confor mación de identidades que indaga- ron una relocalización de las comunidades, co que lograron a partir de diversas activida-
utilizado las placas de vidrio conservadas por mos, centrándonos en la interacción de los su sedentarización y su progresivo acerca- des productivas y comerciales sino también
la familia del mismo Simoni.16 grupos y examinando quién representa a miento a los nacientes centros urbanos. en el ascenso político y en el status social
El abordaje se ha orientado a analizar quién, qué se representa y especialmente Desde una mirada generalizadora, estos que poco a poco fueron adquiriendo, a par-
principalmente tres modelos iconográficos: cómo se lo representa. Es decir, qué recur- grupos eran vistos como “los indios”, sin tir de una conciencia identitaria grupal que
retrato (individual, matrimonial, familiar), sos utiliza deter minado grupo para mostrar distinción de etnias, y el discurso hegemóni- los mantenía unidos. El afán de avance ma-
trabajo y producción, y sociales-comunita- y mostrarse fotográficamente. co contribuyó a marcar ese límite con el terial fue un elemento central, y aquello que
rias. En ellos se hace hincapié en ciertos Otro aspecto a considerar es el modo “otro” que era visto como “uno-otro”, en se erigía factible de ser expuesto-mostrado
elementos de definición de identidades o en que estas imágenes se conservaron y cir- detrimento de los “varios/muchos-otros” como factor de diferenciación social.
puntos de identificación que implícita o ex- cularon. De esta manera pretendemos loca- que habitaban el espacio chaqueño.20 En este contexto, las fronteras étnicas
plícitamente actúan como indicadores del lizar el marco desde el cual se traduce y se El territorio “ganado” al “otro” fue ocu- constituyeron un espacio cultural que ins-
contenido y/o la for ma representada. reescribe el imaginario visual y la manera de pado por un gran mosaico de inmigrantes tauró, mediante políticas específicas, la di-
Los indicadores identitarios que esos historizar las memorias,18 es decir, la apro- (italianos, españoles, alemanes, polacos, seminación de ciertas imágenes y la inscrip-
modelos pretenden exhibir-transmitir se vin- piación social y cultural de las imágenes, ucranianos, checoslovacos, croatas, ser- ción de signos en la memoria cultural, la es-
culan con aspectos reales o ideales de las que resignifica su dimensión representativo- vios, montenegrinos, húngaros, búlgaros, tructura de identificación y los actos de rela-
culturas representadas: al referir nos a ele- comunicativa y la manera de dar sentido al franceses, paraguayos), que iniciaron su in- ción intercultural.
mentos “ideales” aludimos al hecho de que pasado, que la fotografía propone a diferen- greso en las últimas décadas del siglo XIX y Además de la referencia al contexto so-
la imagen no transmite una “realidad objeti- tes grupos en épocas y espacios culturales. que se sumaron a una población criolla es- ciocultural e institucional de producción de
va” sino que en su literalidad subyacen ideo- El escenario político-institucional y so- table –muchos de ellos procedentes de pro- estas imágenes, y con relación a él, cabe se-
logías, mentalidades e identidades,17 pro- cial chaqueño en que se construyó este ima- vincias vecinas–, que veía con recelo el in- ñalar también algunos aspectos referidos

Archivo
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específicamente a la fotografía: hacia fines rencial respecto de otro u otros grupos, es identificación de la persona re-
del siglo XIX no existían en el ámbito cha- de prever que los modelos de representa- tratada, agregando a la imagen
queño cámaras fotográficas, menos aún ción seleccionados para perpetuar la me- un número considerable de “in-
atelieres o estudios. En consecuencia, la fi- moria sean coherentes con aquellos aspec- dicadores identitarios” extras,
gura de Juan Bautista Simoni aparece co- tos que los identifican. Estos aspectos, en la se desconoce quién es el retra-
mo pionera en el uso de la cámara y, pro- lectura de una imagen fotográfica, se confi- tado.
bablemente, como su principal ámbito de guran como indicadores visuales. Su pre- De tal for ma se incorporan
producción, las colonias de italianos con las sencia o su ausencia son significativos en toldos, arcos, flechas, animales,
cuales estaba vinculado. este análisis. lo que, sumado al acto de vestir
Hasta ese entonces los inmigrantes que En este sentido es posible pensar el con- (ponchos, taparrabos, toldos) o
fueron logrando un mayor poder adquisitivo cepto de identidad como la adquisición de desvestir, genera una contex-
debían viajar a la vecina ciudad de Corrien- for mas –en este caso visuales– que acredi- tualización del retratado que
tes, donde la tradición fotográfica se remon- tan el reconocimiento étnico y el ejercicio “refleja” –a la manera de espe-
taba a la década de 1850, para obtener sus de ciertas prácticas sociales. jo que suponía entonces la foto-
Imagen 4
retratos, los que mayoritariamente eran en- Pensar la noción de identidad a partir de grafía– su identidad. Ello ocurre
viados a los familiares que habían quedado la imagen fotográfica constituye una tentati- porando indicadores que agregan elementos, tanto en retratos obtenidos en estudio como
en el Viejo Mundo. va de afir mar visualmente la positividad de rasgos e inscripciones identificatorias del su- en aquellos que exhiben una “ambienta-
Por otro lado, y con diferentes intereses las diferencias culturales, ya que per mite jeto representado que la imagen pretendía ción” con fondos naturales (imagen 1).
–comerciales unos y misioneros, otros– fue- desdibujar los límites instituidos de las rela- legitimar. Algunos de estos modelos fueron La vestimenta y el traje operan entonces
ron los fotógrafos viajeros que desde Buenos ciones interétnicas y cuestionar –desblo- utilizados indistintamente en la representa- como indicadores sociales y étnicos, relacio-
Aires llegaron al Chaco quienes realizaron quear– el carácter unívoco comúnmente ción de un “nosotros” y de un “otro”. Pero nando al sujeto con diferentes realidades so-
las tomas de indígenas. Por su parte, los atribuido al tér mino, concibiéndolo como si bien en muchos casos se han elegido indi- ciales e históricas. De este modo se reviste
franciscanos que durante la segunda mitad proceso constante de transfor mación de di- cadores semejantes para construir la escena también al individuo de un status donde se
del siglo XIX hasta los primeros años del si- ferencias.23 fotografiada, sea de inmigrantes o indígenas, fija parte de su propia identidad.25
glo XX instalaron misiones en la región ob- La construcción de identidades étnicas es posible advertir que éstos fueron utilizados En la mayoría de las imágenes la vesti-
tuvieron ellos mismos las imágenes o contra- chaqueñas de fines del siglo XIX y princi- con un sentido visual diferente. menta y/o el despojo del retratado opera
taron a fotógrafos correntinos para realizar pios del XX deviene de un proceso de prác- como dispositivo visual, porque el fotógrafo
las tomas a los indígenas misioneros. A ellos ticas materiales institucionalizadas visual- viste, atavía o despoja al sujeto según inte-
se suman las imágenes de indígenas obteni- mente, que al tiempo que otorgan poder e Entre la identificación y reses compositivos e ideológicos. A esto se
das por algunos de los militares que partici- identidad limitan, regulan y disciplinan. De el anonimato suma una pose y un escenario que junto a
paron de las campañas al Chaco. En estas este modo se vuelve necesario considerar los elementos materiales incorporados lo-
fotografías subyace un interés testimonial del las imágenes dentro de proyectos políticos y El retrato es un género artístico que alu- gran resumir el concepto de “salvaje” con el
“acuerdo con los otros” y se evidencian los culturales, en cuyos contextos se otorga sig- de a la perpetuación de la memoria indivi- que el discurso escrito de diferentes emiso-
primeros usos de la cámara en la región.22 nificado a los discursos, se per filan identida- dual, grupal o colectiva, pero que en cual- res de la época hacía referencia al indíge-
des y se confor man deter minados imagina- quier caso actúa como una operación visual na.26 Por ello, las peculiaridades que pre-
rios sociales.24 del recuerdo y un medio de comunicación sentan estos retratos resultan de una con-
Identidad y memoria en El arte/documento que supone la foto- afectivo. Éste ha sido probablemente el gé- junción de la “temática étnica” a la que alu-
los paradigmas occidentales grafía está sumido en códigos de representa- nero más importante en la fotografía étnica den con una estética singular que exhibe la
de representación ción estereotipados que han permeado los chaqueña, donde sin embargo se presenta composición fotográfica, resultado de la dis-
diferentes grupos sociales. Desde el fotógra- una paradoja en el caso del retrato indíge- posición de personajes y escenarios, sinteti-
Si la identidad supone el reconocimien- fo profesional al amateur, han repetido mo- na: su anonimato. La paradoja reside en zados en el concepto de “salvaje”.
to de elementos comunes entre los miem- delos iconográficos surgidos y heredados en que si bien se selecciona un modelo de re- Esta visibilidad nos pone de manifiesto
bros de un grupo y su autoadscripción dife- parte de la tradición pictórica europea, incor- presentación que se basa en el principio de un “salvaje pasivo”, aun cuando el acto de

Archivo
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) 77 (
Un caso singular es la presencia del recuerdo de personas o comunidades–, do en sus toldos o errantes en el “desierto
de retratos grupales acompañados ideales generalizantes que procuraban la chaqueño”,31 la imagen pretende transmitir
de animales, caso que se presenta en construcción de tipologías raciales, valora- una instantánea de un modo de vida. En el
la fotografía de indígenas y en la de ciones culturales o retratos familiares que se segundo grupo nos encontramos con retra-
inmigrantes. En algunas postales in- acercan más a escenas étnicas.30 Este con- tos matrimoniales descriptos como “matri-
dígenas, descriptas como “familias” cepto es entendido como un procedimiento monio cristiano”, grupos de indígenas fren-
que “se muestran” semidesnudas en fotográfico según el cual sujetos y objetos te a la iglesia o la escuela de la Misión, has-
un escenario natural siguiendo los entran en una dinámica de relaciones espa- ta retratos típicamente burgueses de aque-
cánones de pose propios de los re- ciales, buscando muchas veces generar una llos niños “elegidos” para obtener una edu-
tratos familiares, se encuentra frente atmósfera no contaminada por la presencia cación ”especial” en colegios franciscanos.
a los personajes una iguana gigante. de la cámara, donde la escena captada pre- En estos últimos, utilizando recursos escéni-
La presencia de este indicador puede tende acercarse a la noción de instantánea. cos del retrato occidental y estableciendo
Imagen 5 ser leída desde diferentes ópticas, Esta particularidad en la construcción de una relación entre indumentaria y civilidad a
pero teniendo en cuenta el discurso través del despojo de sus vestimentas origi-
despojo y desvestir pretenda acentuar el la otredad se debe a que los emisores de es-
de principios del siglo XX sobre el Chaco y
ideario del bárbaro, la pose –brazos caídos, tas imágenes tenían un objetivo comercial o narias y su reemplazo por trajes en los hom-
su población indígena podríamos afir mar
miradas perdidas–27 y la “domesticación” político respecto de ellas –más allá del com- bres y vestidos de largo para las mujeres, se
que se está retratando a “los salvajes”, indí-
del entor no reactualizan el imaginario del ponente ideológico que toda imagen conlle- visualiza un ser “educado” y “creyente”.32
genas y animales; los primeros están en el
“manso” del discurso colonial.28 va–, y los retratados no fueron los deman- Por consiguiente, los retratos de indíge-
mismo “status” de “fieras del Chaco” que
El retrato familiar indígena queda limi- dantes ni quienes las conservarían. Desco- nas chaqueños, sean individuales o grupales,
aparecían en diversos medios gráficos y pe-
tado a la representación de “matrimonios nocidas en su gran mayoría hasta la actuali- difundidos en postales, álbumes, informes o
riodísticos de la Argentina de la época, co-
indígenas” y de “familias indígenas”, según dad por parte de las mismas comunidades publicaciones varias, al haber sido concebi-
mo el resabio de un mundo en extinción.
las inscripciones de las imágenes. En aque- representadas, estas fotografías no cumplie- dos desde una valoración diferente de “lo re-
Pero decíamos que también nos encon-
llas que se comercializaban en for mato ron la función de vínculo generacional que presentado”, no presentan esa correlación
tramos con algunos retratos familiares de
postal, la misma imagen ha circulado con inmigrantes con presencia de animales que supone el retrato como modelo de repre- directa que el paradigma retratístico occi-
diferentes inscripciones: si tomamos como no eran propios del dominio doméstico, co- sentación para la cultura occidental. dental demanda: la del sujeto representado
ejemplo una imagen Boote & Cía. impresa mo es el caso de un retrato de familia des- El elemento generalizador se basó no con su tiempo histórico y con el espacio o
por diferentes casas editoras de Buenos Ai- conocida realizado por Simoni, donde los sólo en el anonimato sino también en la contexto social, cultural y geográfico que lo
res, un grupo de indígenas aparece indis- miembros de la misma posan sentados con descripción englobante de “indios del Cha- alberga. El tiempo y el espacio asignados no
tintamente descripto como “Indios del sus mejores vestimentas y delante de ellos co”, sin advertir los pueblos a los que perte- son los propios del retratado sino aquellos
Chaco”, “Familia indígena”, “Cacique toba se encuentra un tatú carreta. En este caso, necían los sujetos representados. Si bien en que se le atribuyen en función de los intere-
con sus mujeres” o “Indio toba” (imagen el animal elegido no es peligroso pero sí algunos casos se consignaba la etnia, en ses, perspectivas, modelos y políticas de re-
2). Como se advierte, el recorrido concep- exótico a los ojos de estos inmigrantes y sus ediciones posteriores de la misma imagen presentación de los emisores. En tal sentido,
tual parte de una generalidad étnica, pa- familiares que per manecían en Europa, se hacía referencia a otra, lo cual no sólo in- el comentario o epígrafe de las fotografías
sando por una asignación de unión fami- adonde se enviarían estas imágenes, por lo valida en el presente estas descripciones si- –en particular el de retratos o fotos familia-
liar, para concluir en el imaginario del ha- que el animal cumple en la composición no que expresa fundamentalmente la falta res– constituyen un elemento complementa-
rén. En cuanto al modelo familiar, el con- una función semejante a la anterior en de reconocimiento identitario o, lo que es lo rio indispensable para la lectura de la ima-
cepto de “familia” de los grupos indígenas cuanto al gusto por lo exótico: es la fascina- mismo, la negación de las diferencias. gen, ya que en este caso nos habla más de
del Chaco se corresponde con el de fami- ción por lo desconocido, lo raro, lo extraño, El caso de los retratos indígenas proce- las percepciones, ideologías, intereses y “re-
lia extendida;29 sin embar go, las fotos que que no se presenta como peligroso, sino co- dentes de la fotografía misionera conjuga cuerdos” propios de la concepción espacio-
aluden a él recurren a un modelo de fami- mo “domesticable” y sumiso. las representaciones de “escenas étnicas” temporal de los emisores y de quienes la ad-
lia nuclear: padres y dos o tres hijos, inclu- En consecuencia, la mayoría de los re- con las del indígena “misionero e instruido”. quirieron e hicieron circular que de la cos-
yendo bebés en la mayoría de las represen- tratos individuales o grupales de indígenas En las primeras, bajo la indumentaria y des- movisión de los retratados. De este modo el
taciones. persiguieron así –más que la perdurabilidad cripción de “salvaje”, semidesnudo y vivien- espacio fotográfico no se reduce a la imagen

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dres de los Pellizari obtenido en Italia; luego, a los surcos de algodón (imagen 4) y a los
un retrato familiar de 1903 aproximadamen- funcionarios que eran testigos del “progreso”
te obtenido por Simoni, donde aparece Juan que ello suponía35 o en su propio taller ro-
Pellizari con su esposa e hijo, su hermano deado de maquinarias varias. “El mundo la-
Bartolo y otros familiares frente a su casa. En boral fue el que estableció el contacto obliga-
el mismo escenario que la imagen anterior, torio con miembros extraños al grupo, mien-
otra fotografía de 1911 de los Pellizari nos tras la vida familiar fue el solaz, el reducto
presenta la familia en crecimiento, también donde todo volvía a ser como en la patria
con el mejor vestuario disponible (imagen 3). añorada. Donde se protegía todo aquello que
La elección de un mismo contexto para am- por conocido y querido brindaba seguridad; y
bas imágenes nos revela los avances edilicios se recobraban fuerzas para enfrentar a lo ex-
y la ornamentación vegetal que la casa fami- traño y lo diferente, que subrepticiamente se
liar iba adquiriendo. La frontalidad de la ima- iba incorporando a la cultura tradicional.”36
gen, el primer plano de todos los personajes, Hacia 1940 nos encontramos con retra-
el estatismo y la circunspección de los retra- tos individuales y familiares de la misma fa-
tados, aluden a una certificación de presen- milia. El nombre del fotógrafo que obtuvo
cia, de vida, de identidad, siguiendo los cáno- las fotos, Pablo Boschetti, y ciertos rasgos
Imagen 6 nes de las imágenes de la documentación materiales presentes en la imagen, como la
personal. El hogar es mostrado como promi- vestimenta, marcan el status alcanzado.37
representada sino que se proyecta más allá El retrato familiar fue cuidadosamente sorio, atenuando los dolores y sinsabores que En su conjunto, estas imágenes aluden
de ella en un “espacio semántico” que cir- compuesto, aun dentro de la precariedad la emigración había provocado. tanto al concepto de familia nuclear como
cunda la fotografía y donde el texto vincula- que la vida rural y el trabajo demandaron a La exhibición de lo “propio” per mite al de extendida. En cambio, en el caso de la
do a ella juega un rol importante.33 los inmigrantes. Estas imágenes muestran mitigar el desarraigo en la imagen, aunque fotografía indígena, las representaciones fa-
Por su parte, los retratos de inmigran- prestancia social, “dignidad hogareña” y la fusión entre lo propio y lo adquirido tam- miliares transmiten únicamente la noción
tes tuvieron la misma función que este gé- afán de progreso social. Pose, gesto y vesti- bién se muestre como un proceso de adap- de familia nuclear, en contradicción a la
nero adoptó en diferentes lugares del mun- menta cooperan en la transmisión de estos tación al medio. Estos inmigrantes no se ex- concepción de familia de los mismos repre-
do occidental, pero en el contexto chaque- rasgos identitarios. El mejor ropaje era se- hiben como “huéspedes” de una sociedad a sentados.
ño su lectura asume particularidades: es un leccionado para estas representaciones y la que se suman, sino como “gestores”, co- Los retratos de los primeros inmigrantes
retrato que vinculó al inmigrante no sólo los pocos o muchos accesorios que tuvieran mo pioneros, como constructores de ella. italianos arribados al Chaco refuerzan todos
con las generaciones posteriores, sino con estaban obligatoriamente presentes, a lo Los hábitos y la sociabilidad, sumados a la los componentes de perpetuación de la me-
sus contemporáneos que quedaron en el que se sumaba un esmerado peinado por producción y la vestimenta, son los indica- moria mencionados y hacen hincapié en los
Viejo Mundo o que se radicaron en otras parte de las mujeres. En algunas escenas se dores del proceso de incorporación y ascen- elementos de identificación incorporados a
regiones de la extensa geografía ofrecida presencian elementos que señalaban el nue- so en la nueva patria. la imagen, ya que son éstos los que per mi-
por la Argentina de fines del siglo XIX y vo contexto criollo al que se habían incor- En otras fotos aparecen los hermanos ten delimitar las fronteras étnicas no sólo
principios del XX. Estos retratos individua- porado estos inmigrantes, como hombres que emigraron juntos de Italia y, entre ellas, con el indígena sino también con los “otros
les, matrimoniales y familiares se convier- vestidos con bombacha, botas de gaucho, una foto de 1903 donde encontramos a Pe- nosotros” o demás grupos con los que inte-
ten, asimismo, en certificados de presencia pañuelo cuidadosamente dispuesto en el llizari, Agostini, Tomassi y Giovannini, y otra gró el vasto panorama inmigratorio. Estos
y progreso; marcas y marcadores de exis- cuello y en ocasiones retratos de los hom- de 1907 de los Pellizari, Agostini y Celva. índices pretenden poner de relieve la fun-
tencia en un “Chaco desértico” para el bres montados a caballo.34 Todas ellas fueron obtenidas por Simoni. En- ción que el individuo o el grupo ha ocupado
imaginario europeo y metropolitano de la Esto es fácilmente identificable en las fo- tre éstas se halla también la de los hermanos en la sociedad chaqueña, y de ahí que se re-
época, e íconos de un ideal de progreso so- tografías de las familias inmigrantes seleccio- Pellizari, quienes fueron retratados en medio lacionen con el tercer modelo de represen-
cial, pese a las limitaciones que el medio nadas. Tomemos las de la familia Pellizari: de las diversas actividades productivas a las tación seleccionado para el análisis, las imá-
ofrecía. nos encontramos con un retrato de los pa- que se dedicaron: en la chacra familiar junto genes vinculadas al progreso.

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Sociabilidad e imagen pacio de memoria que los inmigrantes sen-
tían estar construyendo, a la vez que se pue-
Para la cultura occidental el concepto de de advertir esa intersección entre la historia
“evento social” se vincula con la sociabili- privada y la pública.38
dad, la celebración, el ocio, el esparcimien- También son características en el corpus
to, la intercomunicación grupal. En la foto- analizado las escenas de comunión, donde
grafía de inmigrantes este modelo es muy se conjuga la intención conmemorativo-reli-
importante, particular mente en imágenes giosa con la social-comunitaria, ya que en
que parecen corresponder a un evento fa- algunos casos se muestra a los niños que to-
miliar o a una escena de domingo. La cohe- man la primera comunión junto a la comu-
sión de grupo y su distinción-límite frente a nidad italiana del poblado de Margarita Be-
los “otros-nosotros” (es decir, los otros inmi- lén, evento que se realizaba precisamente
grantes o los argentinos) fue posible tanto en la casa de Agostini, donde los niños tam-
por uniones matrimoniales, por el manteni- bién acudían a las clases de catequesis (ima-
miento de la lengua y por la importancia gen 6). En este caso, la memoria se escribe
que le dieron a la sociabilidad intragrupal. desde los elementos culturales referidos a la
religión, pero también desde los modos de Imagen 7
Un claro ejemplo lo constituye una imagen
de la familia Agostini, donde aparecen dis- vestir, de conmemorar y de mantener cohe-
tintos miembros de la familia y de otras fa- sionada una cultura a través de la unión de que aluden a lo “comunitario” en el nuevo Este aspecto vinculado a la sociabilidad
milias italianas con sus mejores atuendos, familias italianas. contexto al que el indígena se ve obligado del indígena aparece con mayor énfasis en
mientras una figura sostiene una guitarra y En ambas fotos a las que hicimos refe- a integrarse, particular mente aquellas ema- las fotografías misioneras y no se hace visi-
otra una mandolina (imagen 5). rencia, personajes, pose y escenario se inte- nadas de los misioneros franciscanos, don- ble en la fotografía comercial, donde sí ob-
La inclusión de objetos como éstos en la gran en la representación de un encuentro de se representa a los indígenas de la mi- servamos escenas grupales con descripcio-
imagen es un recurso derivado del retrato social-familiar, actuando la imagen de certifi- sión desde una visión panorámica de la pla- nes que hacen referencia a grupos étnicos,
pictórico; ello implicaba la incorporación de cación del sostenimiento de una cultura en za, en grupos frente a la capilla, o en bai- por ejemplo “Caciques indios mocovíes” de
íconos que reflejaran en for ma explícita la medio del “desierto chaqueño”. Recorde- les en los que a primera vista –tanto por la Theo Fumière, o “Indios matacos” de Artu-
cultura a la que pertenecían, los que actúan mos que muchas de estas imágenes eran en- vestimenta de los sujetos como por el mis- ro Boote, ambas indicando una cohesión de
de aval de pertenencia, de vinculación cultu- viadas a los familiares que permanecían en mo baile– se asemejan a gauchos y criollas. grupo, pero principalmente, una hibridez
ra material-etnicidad, tal como ocurría con Europa; de ahí el carácter de “certificados” Esto pone de manifiesto lo comentado al cultural manifiesta en la mezcla de ropaje
la relación vestimenta-etnicidad. El contexto que ellas asumían. De este modo no sólo se comienzo respecto de la relación fotogra- del blanco, conjugada con lanzas, arcos y
de la imagen, la edificación de la propia ca- volvían una posibilidad de corroboración, de fía-memoria-identidad. Es decir, cómo los vinchas (imagen 7). En tal sentido, más que
sa de Agostini en el fondo, también opera huella innegable de lo que “había sido”, sino elementos culturales incorporados en las escenas sociales espontáneas, estos cuadros
como elemento referenciador y disciplina- también una auténtica herramienta de lucha escenas sociales no son los propios de los devienen “escenas étnicas” montadas.
dor del entor no: el Chaco inhóspito y agres- por la memoria. Coincidimos entonces con grupos retratados, como tampoco los even- A partir de estas imágenes vemos que la
te del imaginario de la época ha sido “civili- lo expresado por Daniel James y Mirta Lo- tos a documentar; sino aquellos que, por sociabilidad aparece, por un lado, como un
zado” en una imagen “pulcra”, en un esce- bato para el caso de la formación de identi- imposición hegemónica de una cultura se elemento que caracteriza a la colectividad
nario ordenado, que la misma composición dades de los inmigrantes de Berisso, en tan- han tomado como dignos de ser conserva- italiana, la agrupa y la distingue de los
en planos medios de la imagen ayuda a to “la serie de imágenes construye una his- dos, delineando así una memoria específi- “otros” y de los varios “nosotros” u otras
transmitir. La fotografía actúa entonces co- toria familiar que es también una extensa na- ca, o más bien poniendo de manifiesto el comunidades de inmigrantes; y, por otro,
mo herramienta de la memoria contra el ol- rración de la identidad étnica reafirmada, re- rol activo de los participantes (criollos y al- una intención de marcar la posibilidad de vi-
vido por un lado (al per mitir esa “conexión” configurada y perdida”.39 gunos inmigrantes que constituían la cultu- sibilizar una sociabilidad y una comunidad
con la nacionalidad) y como una afir mación Estas fotos sociales encuentran un pun- ra hegemónica) en la lucha por imponer entre los indígenas misioneros, aspecto que
de verdad, un elemento más en el nuevo es- to de coincidencia con algunas imágenes una memoria, la suya. no encuentra eco en la fotografía comercial

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indígena, donde es reemplazada por esce- los cultivos de su propia chacra o en las ins- ticular los italianos a los que hemos hecho
nas étnicas. La fotografía misionera deja en- talaciones del taller, vinculando de esta ma- referencia, testimoniaron visualmente este
trever la sociabilidad a través de la subrepti- nera el interés por perpetuar la memoria afán asociativo como medio de organiza-
cia intención de transferir la mansedumbre con la identificación de la actividad desarro- ción comunitaria para la construcción del
lograda con el indígena, de evidenciar los llada y la importancia de ésta en el contex- Chaco progresista. Pero, a la vez, entende-
“logros civilizatorios” obtenidos, de expo- to chaqueño. El trabajo es expuesto como mos que estas imágenes se encuentran en el
ner una zona donde lo propio y lo adquiri- prodigioso y complaciente en oposición a la cruce entre las representaciones de la activi-
do convierten a la fotografía en un espacio idea de fatiga laboral común en el discurso dad productiva y las sociales-comunitarias,
disyuntivo.40 de la época. De tal for ma, la idealización del ya que en todas se pretende exhibir no sólo
ambiente hogareño, de la sociabilidad y del deter minada actividad laboral sino también
mundo laboral contradice en estas imáge- la congregación de miembros de la misma
Progreso versus explotación en nes las penurias iniciales manifestadas por colectividad.
la vida laboral los primeros inmigrantes italianos (por la Para el caso de la fotografía indígena,
demora en entrega de tierras, la falta de ví- son escasos los ejemplos en los que se abor-
El rol del inmigrante, asumido y refleja- veres y animales de labranza) y los procesos da el tema del trabajo, prácticamente inexis-
do en las imágenes, es el del pionero y de adaptación al medio geográfico, el des- tente en la fotografía comercial-postal, y
“portador de progreso”, el del luchador que conocimiento del idioma en su relación con presente en la fotografía emanada del dis-
ha logrado ascender socialmente. Por ello los criollos, etcétera. curso misionero y guber namental. El traba-
no sólo la vestimenta y el peinado actúan También dentro de este grupo de imá- jo se revela como un “logro” que el blanco
como índices de ascenso social sino tam- genes podemos ubicar aquellas de las aso- ha obtenido con “el nativo”: se trata de imá-
Imagen 9
bién las edificaciones de sus propias vivien- ciaciones cooperativas, en particular una fo- genes con indígenas trabajando la tierra y
das, los pocos pero bien seleccionados ele- to de la comisión directiva de la Cooperati- algunas mujeres bordando o cosiendo, jo que el discurso del Estado nacional resal-
mentos incorporados al montaje del escena- va de Margarita Belén que reúne a los acompañados por sacerdotes o funciona- taba y que algunos de los agentes sociales y
rio natural, ya que el estudio fotográfico no miembros fundadores, entre los que se en- rios públicos, cuya presencia “tutelar” en la políticos pregonaron. Estas imágenes no
existía y estas imágenes fueron obtenidas cuentran Pellizari y Agostini (imagen 8). El imagen constituye un modo de evidenciar la sólo transmiten la violencia y la explotación
por un fotógrafo aficionado. asociacionismo fue una constante de las co- “civilidad” o la “integración” obtenida. En ejercidas sino que se vuelven íconos de un
Muchos de los sujetos fotografiados ele- lonias de inmigrantes en la Argentina; los tal sentido, estas imágenes, que tuvieron “progreso posible del indígena”. La violen-
gían, de este modo, retratarse en medio de inmigrantes asentados en el Chaco, en par- una amplia difusión en distintos contextos cia fotográfica se duplica: por el mismo he-
iconográficos, remiten a un “éxito” que la cho de “capturar” a través de la cámara fo-
fotografía “certifica” de manera inapelable; tográfica y por “lo capturado”/logrado: el
un “triunfo” producido en el contacto inte- “indígena trabajador”.
rétnico por la supremacía del blanco, que se Con relación a ellas cabe señalar otro
revela tanto en su contenido como en el he- grupo de fotos que tuvo sin embargo esca-
cho de que quien los hace trabajar obtura la sa circulación y que se conservan en colec-
cámara, conserva y difunde las imágenes ciones privadas de administradores, funcio-
como un trofeo. narios y otros miembros de la comunidad
Existen también fotografías de indígenas de Las Palmas, donde funcionó el primer
trabajando en la zafra (imagen 9) o realizan- ingenio azucarero del Chaco: se trata de
do diversas tareas en tierras del ingenio azu- imágenes donde se observa a grupos de in-
carero (imagen 10), cuya circulación se rea- dígenas después del trabajo en la zafra, dis-
lizó en infor mes guber namentales o revistas puestos en trenes, trasladados como “car-
de la época, y que también estampan este ga”, aspecto que asume una simbología
Imagen 8 proceso de “integración” a través del traba- particular, en correspondencia con muchos

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Las imágenes del límite y inmigrante deja ver su mundo, mientras En este sentido es posible pensar cada
los límites de la imagen que se da a ver el del indígena, o, dicho de fotografía como la imagen de ese punto lí-
otro modo, es el inmigrante mismo quien mite, esa frontera étnica desde y a partir de
Las fronteras étnicas advertidas en el decide mostrar(se) y perpetuar su ethos a la cual el inmigrante europeo y el indígena
corpus fotográfico reflejan ese espacio (y través de la imagen fotográfica, mientras se vinculan, es decir, concebirla como “ima-
tiempo) dislocado, intermedio, intersticial que la visión y modo de vida del indígena es gen del límite intercultural”. Pero ello supo-
en el que acontece el encuentro entre el in- mostrado/confor mado. ne interrogarse previamente por las posibi-
migrante y el indígena. Dos mundos cultura- Así, por ejemplo, el realismo y el este- lidades epistemológicas que abre cada ima-
les distintos entran en contacto al tiempo reotipo como categorías identificatorias de gen fotográfica, o sea, considerar los límites
que se distancian, pero también se influyen lo “otro” indígena llevan a que las imágenes cognoscitivos de la imagen en tanto objeto
o se “instituyen” como mundos hegemóni- asuman for mas culturales de poder, me- de estudio.42
cos o subalter nos. diante la intervención de estrategias compo-
Este inevitable distanciamiento de mun- sitivas, a través de las cuales se seleccionan Memorias visuales y fronteras
dos en la imagen constituye la demanda ciertos íconos y se distribuyen o disponen étnicas difusas
simbólica de diferencia cultural y hace de las los sujetos/objetos representados.
fotografías un espacio de reunión, sitio de Los lugares asignados al “otro”, la clasi- El interés de este trabajo estuvo orienta-
representaciones del indígena y el inmigran- ficación de mundos propuesta, los silencios do en reconstruir las maneras en que –a tra-
te, materializadas según finalidades de pro- y los puntos híbridos de sentido que resul- vés de la fotografía– se articularon mecanis-
ducción, circulación y uso diferentes. tan, configuran un espacio en el que las na- mos de construcción y transmisión de me-
En el corpus analizado, un ejemplo sig- rrativas de vida son desplazadas y articula- morias e identidades chaqueñas.
Imagen 10
nificativo que sintetiza la imposición hege- das en función de una ambivalencia diferen- En el caso de la fotografía de inmigran-
discursos de la época, en los que el indíge- mónica de un ideario, un mundo y una cul- cial: dar a ver/conocer la otra realidad aje- tes la memoria (re)elaborada se presenta co-
na era considerado una “carga de la socie- tura es la fotografía de un matrimonio de un na –y en consecuencia reconocerla y “otor- mo unificada (en archivos) y en apariencia
dad”, un “lastre” que no se sabía manejar hombre francés con una mujer toba y sus garle identidad”– a partir y para fortalecer la homogénea (en los puntos de identificación
(imagen 11). Al respecto decía el diario de siete hijos (imagen 12). Imagen enmarcada propia. seleccionados); la de indígenas, en cambio,
la capital chaqueña El Colono: “El proble- por un escenario natural, los retratados se
ma sigue sin resolver. Estamos hoy en el encuentran prolijamente vestidos con los
mismo lugar que estábamos al iniciar la mejores atuendos de la moda occidental de
conquista al desierto. No auspiciamos la la época y acompañados, en un plano pos-
destrucción del indígena, pero sí su aleja- terior, por otro indígena. La particularidad
miento desde que se somete en apariencia de esta foto, acerca de la cual sólo conoce-
para destruir a traición a todos los colonos mos lo que nos muestra, es que, además de
trabajadores que dan la vida a la Nación. El consumar el ideal de colonización del Cha-
Chaco es grande: donde se ubicó al blanco co, se sostiene a partir de los cánones de re-
civilizado, que se desaloje al indígena hara- presentación del retrato familiar y es testi-
gán y busque en los bosques la presa codi- monio de los pocos casos de unión matri-
ciada, alejándose hacia el centro del desier- monial entre blancos e indígenas, donde se
to. Seamos más prácticos y menos senti- impone la concepción familiar de aquellos.
mentales”.41 Además, utiliza un medio de perpetuación
de la memoria social propio de la cultura
occidental: la fotografía.
Las imágenes revelan así una intimidad
forzada para unos, voluntaria para otros: el Imagen 11

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conservaron, no sólo por una cuestión afec- chen, Arder en deseos. La concepción de la fo-
tiva, sino para poner énfasis en aquellos he- tografía, Barcelona, Gustavo Gilli, 2004; Philip-
chos considerados como los únicos suscep- pe Dubois, El acto fotográfico. De la recepción
tibles de ser recordados. Ésta, la nuestra, es a la representación, Barcelona, Paidós, 1986;
Vilem Flusser, Hacia una filosofía de la fotogra-
sin duda una nueva selección de lo que se
fía, México, Trillas, 1990, entre otros.
analiza y muestra. Las imágenes examina-
2
das aquí fueron las elegidas por la cultura Miguel Rojas Mix, El imaginario. Civiliza-
hegemónica para mostrar(se) identidades. ción y cultura del siglo XXI, Buenos Aires, Pro-
meteo Libros, 2006, p. 131.
Éstas constituyen apenas el extremo visible
3
relativamente estable y naturalizado de indi- Véase Annette Khun, Family Secrets. Acts
cadores identitarios mucho más heterogé- of memory and Imagination, Londres, Verso,
neos y plurales dentro del fluctuante pano- 2002.
4
rama étnico chaqueño de fines del siglo XIX Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memo-
y principios del XX. La fotografía y los ras- ria, Madrid, Siglo Veintiuno, 2002, p. 10.
gos de verosimilitud y fidelidad convencio- 5
Véase al respecto Miguel Rojas Mix, El
nalmente atribuidos en esta época han con- imaginario, p. 19. Esta idea acerca de un tejido
tribuido en la construcción de la memoria de representaciones a través del cual los indivi-
Imagen 12 del otro (grupos subalter nos-indígenas) des- duos, grupos y colectivos sociales dan sentido a
de los medios técnicos, los parámetros per- la realidad es uno de los supuestos centrales
ceptivos y la ideología del nosotros (cultura que, referido en particular al imaginario orienta-
lista y a las relaciones entre imperialismo, orien-
se muestra dispersa (en colecciones varias, nacional, como una manifestación del po- hegemónica).
talismo y cultura, analiza Edward Said en Cultu-
lejos de los ámbitos donde fueron obteni- der de quienes “muestran”. La supuesta incapacidad de la fotogra-
ra e im pe ria lis mo, Barce lo na, Ana gra ma,
das), desconocida por sus protagonistas y En este sentido creemos que las fronte- fía de mentir, su carácter irrefutable de “es-
1996.
heterogénea. En ambas, desde el punto de ras identitarias a las que las imágenes remi- pejo de la realidad”, per mitió una utiliza-
6
Roland Barthes, La cámara lúcida, p. 44.
vista for mal-compositivo, se respetan los ten se muestran difusas, ya que nos encon- ción manipuladora de la misma respecto
7
cánones occidentales de representación de tramos con una situación de doble exclu- de los grupos indígenas; pretendió verificar Susan Sontag, Sobre la fotografía, Buenos
sujetos y escenarios. sión: la configuración –según dispositivos una realidad “no inventada” que diera Aires, Sudamericana, 1981, p. 52,
Mientras las fotografías de inmigrantes visuales específicos– de un imaginario gene- cuenta de que lo visto existió “tal como se 8
Los diferentes conceptos desde los cuales el
pretenden –a través del retrato, de la narra- ralizante del “otro” indígena, y una frag- lo muestra”. sector hegemónico ve al indígena pueden res-
ción de historias familiares y comunitarias y mentación de la memoria común al propio ponder durante este período a distintos paradig-
de la valoración de ámbitos y actividades– grupo de inmigrantes. Esto es, la deter mi- mas de representación visual. Entre ellos se ad-
Notas vierten el naturalista-primitivista, el cientificista, el
reafir mar una identidad y garantizar espa- nación de varios “nosotros” respecto de un
documentalista-estetizante y en algunos casos el
cios de poder, las de indígenas, por el con- “nosotros” incluyente y abarcador, en fun-
1
Un interesante y completo análisis sobre es- antropométrico, basado en los criterios de la an-
trario, se prestan al juego de la manipula- ción de experiencias familiares y grupales
tos aspectos se encuentra en José Pablo Concha, tropología forense. Más adelante se aludirá en es-
ción, las contradicciones y la ambigüedad disímiles, que sin embargo se muestran te trabajo –directa o indirectamente– a algunos
“Más allá del referente, fotografía. Del índex a la
de sentidos. Así, los puntos visuales de iden- compactas en lo intragrupal. de estos paradigmas y a sus posibles cruces en las
palabra”, Aisthesis 30 años, N° 3, Santiago de
tificación son impuestos en cada fotografía Selecciones y elecciones encadenadas: imágenes analizadas. Pero para una explicación y
Chile, Instituto de Estética, Pontificia Universidad
por la cultura hegemónica y combinados de ello se trata este mostrar y mostrarse. un desarrollo más precisos, véase Mariana Gior-
Católica de Chile, 2004; Raphael Samuel, “El
con elementos considerados como propios Selección de escena y escenario, elección de ojo de la historia”, Entrepasados. Revista de
dano, Discurso e imagen sobre el indígena cha-
de los pueblos chaqueños. De este modo las quién, qué y cómo se muestra, dónde y qué queño, La Plata, Al Margen, 2004, en especial
Historia, 18-19, Buenos Aires, 2000, pp. 95-
imágenes reflejan la violencia ejercida sobre se guarda y protege, cómo transita y para el cap. II.
106. También se pueden consultar los clásicos
las comunidades originarias como un logro quién; selección de deter minadas dimensio- textos de Ronald Barthes, La cámara lúcida, 9
Si bien esta relación conceptual es objeto
del “progreso” de la sociedad chaqueña y nes visuales que fueron a su vez las que se Barcelona, Gustavo Gilli, 1989; Geoffrey Bat- de una abundante discusión teórica, adoptamos

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aquí la postura de Joel Candau, según la cual 12
Si bien en este artículo analizamos sola- tivadas. Si bien todas pertenecen a las colonias 6, Santiago de Chile, 2005; http://www.antropo-
‘’no hay búsqueda identitaria sin memoria e, in- mente fuentes visuales, en otra oportunidad he- de inmigrantes italianos, no es posible identificar logiavisual.cl/alvarado_fotografia.htm#capa2.
versamente, la búsqueda memorialista está mos abordado el discurso escrito en for ma com- específicamente en cada una de ellas los sujetos 26
Véase Mariana Giordano, Discurso e ima-
siempre acompañada de un sentimiento de plementaria al visual: Mariana Giordano, Dis- o las familias retratados, ya que al ser negativos
gen…
identidad, al menos individual’’; Joel Candau, curso e imagen... A este respecto cabe aclarar ninguna presenta el epígrafe o referencia escrita
27
Memoria e identidad, Buenos Aires, Del Sol, que el hecho de estudiar la fotografía como con el que suele acompañarse la imagen fotográ- Véase al respecto Carlos Masotta, “Cuer-
2001, p. 16. fuente y documento y considerarla en la cons- fica. En el caso de las imágenes de indígenas, si pos dóciles y miradas encontradas. Límites del
10 trucción de memorias e identidades no implica bien la mayoría tiene una descripción “explicati- estereotipo en las postales de indios argentinas
Ídem. Esta noción de identidad se contra-
de ninguna manera la “reconstrucción de la his- va”, presentan una referencia y caracterización (1900-1940)”, en Cuarto Congreso Chileno de
pone a la de “comunidad étnica orgánica” anali-
toria” de los pueblos de inmigrantes e indígenas englobante. Antropología. Universidad de Chile, Santiago,
zada desde otra perspectiva por Homi Bhabha y
chaqueños. La crítica documental, el cruce de 17 2001 (versión en inter net).
explicada a partir del concepto de “identidad pu- Al decir de Peter Burke, “la imagen material
ra”. Esta última sería el resultado de una “limpie- infor mación visual con infor mación textual, per- o literal constituye un buen testimonio de la «ima- 28
Sobre el discurso colonial referido a los in-
za étnica” que sólo se lograría mediante la nega- miten una interpretación de la imagen fotográfi- gen» mental o metafórica del yo o del otro”; Visto dígenas chaqueños, véase Beatriz Vitar, “Mansos
ción –figurativa y literal– de los complejos tejidos ca alejada de su concepción mimética. Por ello, y no visto. El uso de la imagen como documen- y salvajes. Imágenes chaqueñas en el discurso co-
de historias y fronteras culturales. Véase Homi lo discutido alrededor de una foto en este traba- to histórico, Barcelona, Crítica, 2001, p. 37. lonial”, en Fer mín del Pino y Carlos Lázaro
Bhabha, El lugar de la cultura, Buenos Aires, jo sur ge de considerarla como uno de los tantos
18
Sobre el concepto de “historizar las me- (coords.), Visión de los otros y visión de sí mis-
Manantial, 2002. modos de construcción de la realidad y no como
morias”, véase Elizabeth Jelin, Los trabajos… mos, Madrid, CSIC, 1995, pp. 107-126.
11
un espejo de ella. Comparte este carácter con el
Según Liliana Tamagno, el tratamiento de 29
Señala Pablo Wright que “en estado libre,
texto escrito, pero en la fotografía de indígenas 19
El Chaco argentino fue organizado institu-
la identidad en la literatura antropológica desem- vivían en bandas nómadas integradas por fami-
asume una característica peculiar: es una reali- cionalmente en dos Territorios Nacionales: Cha-
boca con frecuencia en el análisis de la identidad lias extendidas, tanto de línea mater na como pa-
dad construida visualmente sin intervención o co y For mosa. Nuestro análisis se circunscribe al
étnica y al abordar la interpretación de los grupos ter na. […] La unidad primaria de la sociedad era
con desconocimiento de los propios sujetos vi- primero, donde en for ma paralela a la organiza-
étnicos se hace referencia a la identidad. Siguien- la familia extendida, cuyos integrantes compar-
sualizados. ción y la colonización del territorio se produjeron
do los planteos de Miguel Bartolomé (1987), ex- tían recursos sin un mecanismo central de auto-
13
Véase Deborah Poole, Vision, Race and las campañas de “pacificación” hacia los indíge-
plica que “la identidad étnica no se agota en un
nas y la llegada de la población inmigrante. Lue- ridad”; “Los indígenas del Chaco argentino”, en
repertorio de rasgos cuya supervivencia sería el Modernity: A Visual Economy of the Andean
go de esta organización institucional, otras por- Aborígenes del Gran Chaco: fotografías de
único indicador del mantenimiento de la identi- Image World, University Press Princeton, 1997.
ciones del Chaco quedaron bajo la jurisdicción de Grete Stern: 1958-1964, Buenos Aires, Funda-
dad. La etnicidad, en tanto es identidad en ac- 14
En ese museo se conservan diferentes ele-
las provincias de Salta, Santiago del Estero y San- ción Antorchas-Fundación CEPPA, 2005, pp.
ción, es política, pero no debe, por ello, interpre- mentos materiales de los primeros pobladores in-
ta Fe. 26-27.
tarse como restringida a los grupos de interés o migrantes de la región, donados por sus mismos
20 30
como meramente instrumental. […] las transfor- familiares. Véase al respecto Mariana Giordano, Dis- Véanse al respecto Margarita Alvarado et
maciones no afectan la identidad étnica toda vez 15
curso e imagen… al., Mapuche. Fotografías Siglos XIX y XX.
Juan Bautista Simoni procedía de Trento
que no se haya perdido la referencia a […] un ori- 21 Construcción y montaje de un imaginario, San-
(Italia); a los doce años arribó al Chaco, el 19 de Hugo Beck, “Inmigrantes europeos en el
gen común”. De este modo la identidad étnica tiago de Chile, Pehuén. 2001; Raúl Beceyro, En-
enero de 1879, junto con sus padres y los prime- Chaco”, Cuadernos de Geohistoria Regional,
“estaría dada por la for ma en la que una sociedad sayos sobre fotografía, Buenos Aires, Paidós,
ros grupos de inmigrantes. El repertorio fotográ- 39, Resistencia, IIGHI-CONICET, 2001, p. 137.
interpreta su experiencia, como la for ma ideoló- 2003; François Soulages, Estética de la fotogra-
fico que tomó a gran parte de la colectividad ita- 22
Véase al respecto Mariana Giordano, Dis-
gica que asume un grupo sobre su existencia, co- fía, Buenos Aires, La Marca, 2005.
liana radicada en las colonias de Puerto Bastiani, curso e imagen…
mo sistema de símbolos que supone membresía, 31
Margarita Belén, Tirol y Popular lo convierte en Sobre el concepto de “desierto chaqueño”
rasgos, elementos compartidos y afinidades”. La 23
Homi Bhabha, El lugar de la cultura, p.
el fotógrafo por excelencia de la primera inmigra- al que nos referiremos en varias oportunidades,
lengua, el territorio, la indumentaria, el estilo de 23.
ción al Chaco. Colocaba sobre sus fotos un sello véanse Pablo Wright, “El desierto del Chaco.
vida, la historia, el sistema económico, la adscrip- 24
que rezaba “Fotógrafo aficionado”. Véase Teresi- Véase Deborah Poole, “An image of «our Geografías de la alteridad y el Estado”, en Ana
ción parental y la participación política suelen ser
ta A. de Tomassone, “Juan Bautista Simoni. Da- Indias». Type photographs and Racial sentimen- Teruel y Omar Jerez (comps.), Pasado y presen-
algunas de las matrices ideológicas y culturales a
tos biográficos”, Resistencia, Museo Ichoalay, mi- tal in Oaxaca, 1920-1940”, HAHR, 84: I, Dur- te de un mundo postergado, Jujuy, UNJU-UN-
través de las cuales los pueblos originarios autode-
meo, 2004. han, Duta University Press, 2004, pp. 37-82. HIR, 1998, pp. 35-56; Carla Lois, “La invención
finen su identidad, conservando y reproduciendo
16 25 del desierto chaqueño”, Scripta Nova Revista
su filiación étnica. Liliana Tamango, Los tobas en Las noventa placas fueron entregadas en Véase Margarita Alvarado y Peter Mason,
la casa del hombre blanco. Identidad, memoria comodato al Núcleo de Estudios y Documenta- “Fueguia Fashion. Fotografía, indumentaria y etni- Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,
y utopía, La Plata, Al Margen, 2001, pp. 58-59. ción de la Imagen (NEDIM) donde han sido posi- cidad”, Revista Chilena de Antropología Visual, 38, Barcelona, 1999.

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32 se Marianne Hirsch, Family Frames. Photo- pasados/memorias “contenidos/as” en las foto- ra, devolución por la memoria. Imágenes fotográ-
Existen también muchos “montajes” de es-
cenas familiares en imágenes que los sacerdotes graphy, Narrative and Postmemory, Harvard grafías? Éstas son algunas de las preguntas que ficas e identidad” (PIP 6548-CONICET) desarro-
persiguieron con fines específicos como las obte- University Press, 1997. orientan un proyecto de investigación actualmen- llado por Elizabeth Jelin, Ludmila Catela Da Silva
nidas por Gianecchini-Maccio en las misiones 39 te en curso, denominado “Captura por la cáma- y Mariana Giordano.
Daniel James y Mirta Zaida Lobato, “Fotos
franciscanas del Chaco boliviano. En ellas, los re- familiares, narraciones orales y for mación de
tratados se convierten, a través de diferentes dis- identidades: los ucranianos de Berisso”, Entrepa-
positivos de pose, escena, actos de vestir/desves- sados Revista de Historia, 24-25, 2003, p.
tir, y de las descripciones que las acompañan, en 163.
categorías étnicas. Si bien otras fotos de este cor-
40
pus muestran los escenarios de los grupos retra- Esta concepción de la fotografía como es-
tados, aquellas que focalizan al sujeto o al grupo pacio de conflictos guarda cierto paralelismo con
familiar recortan tiempo y espacio, aíslan al suje- la de memoria como objeto de disputas y espacio
to y lo hibridizan en las vestiduras y los accesorios de lucha política analizada por Elizabeth Jelin,
que le incorporan. Véase al respecto Mariana Los trabajos…, según la cual el rol activo y pro-
Giordano, “Escenarios y escenas étnicas en la fo- ductor de sentido de los participantes en esas lu-
tografía misionera. Imaginario franciscano del chas está enmarcado en relaciones de poder.
41
Chaco boliviano”, XXVI Encuentro de Geohis- El Colono, Resistencia, 20 de julio de
toria Regional, IIGHI-CONICET, Resistencia, 1911.
2006, versión CDrom. 42
En este sentido, otro aspecto interesante
33
Véase Valery Stigneev, “El texto en el es- de análisis estaría dado por un desplazamiento
pacio fotográfico”, en Steve Yates (ed.), Poéticas desde el pasado contenido en las imágenes foto-
del espacio, Barcelona, Gustavo Gilli, 2002, pp. gráficas hacia el presente de su contemplación,
95-106. contemplación desempeñada no sólo por los ojos
34
Véase Mariana Giordano y Patricia Mén- del analista sino también y en especial por los de
dez, “Cristales de la memoria. Imaginario étnico las mismas comunidades representadas en las
en la fotografía familiar chaqueña”, IV Jornadas imágenes y/o sus descendientes. Este desplaza-
Imagen, Cultura y Tecnología, Madrid, Univer- miento revelaría no sólo la negación de los pro-
sidad Carlos III, 2005. cesos de construcción y transmisión de memorias
de las comunidades indígenas en un momento es-
35
Hay imágenes de Juan Pellizari en su cha- pecífico de su historia (el momento de produc-
cra de algodón junto al ingeniero Carlos Muello, ción de las imágenes) sino también un descuido
quien visitó el Chaco como miembro de la Comi- que se continuaría hasta hoy y que estaría vincu-
sión Investigadora de Tierras Fiscales. Algunas de lado al hecho de que estas imágenes atribuidas
estas fotos fueron publicadas en un infor me de como pertenecientes a su mundo y que preten-
Muello de 1918. dieron erigirse como representativas de “lo otro”
36 per manezcan en la actualidad desconocidas por
Hugo Beck, “Inmigrantes europeos…”, p.
139. los mismos pueblos originarios y/o sus descen-
37 dientes. ¿Cuál sería la postura de los mismos an-
El estudio de Boschetti era para entonces
te estos acervos visuales de sus antepasados en
el más reconocido de Resistencia. Algunas de es-
manos del sector hegemónico?, ¿cuál es el senti-
tas imágenes fueron obtenidas en su estudio y
do que cobrarían tales imágenes en los procesos
otras en la misma casa de los Pellizari, lo que im-
de construcción y transmisión de sus memorias?,
plicaba su traslado a la localidad de Margarita Be-
¿en qué medida estas imágenes devendrían un
lén para la toma.
medio de reconocimiento y acercamiento a sus
38
Sobre el cruce que se produce en la ima- pasados o una vía de distancia y extrañeza?, ¿se-
gen fotográfica entre lo privado y lo público véa- ría posible o “necesaria” una “restitución” de sus

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De los barrios al centro:
Raúl Scalabrini Ortiz en La Nación, 1929
Fernando Diego Rodríguez*

Introducción de este modo: “En la época de la guerra con-


tribuí a formar el grupo comunista Insurrexit.

H
oy opacada por la alta visibilidad Esos dogmas no me desvelan ahora pero la
que su obra ensayística e historio- práctica del comunismo dejó en mí una hue-
gráfica1 logró a partir de los años lla tan honda que mi espíritu parece un par
30, la figura de Raúl Scalabrini Ortiz como de brazos fraternales”.3 Aquellos años de es-
periodista y partícipe del ámbito de las van- tudiante marcan a su vez el comienzo de dos
guardias literarias en la década de 1920 de sus pasiones juveniles: las letras y el de-
merece ser recobrada a fin de que sus diver- porte, actividad esta última en la que llega a
sas estaciones puedan mostrar nos las peri- destacarse como boxeador amateur en el
pecias de la profesionalización en el campo Club Universitario de Buenos Aires.
intelectual durante los años 20 y con ello los La vida universitaria por entonces tra-
caminos, a veces azarosos, por los cuales mada con las derivas noctur nas de la bohe-
una serie de temas van encontrando, en un mia porteña orientan el interés de Scalabri-
joven autor, el espacio y el tono de su ex- ni hacia el mundo literario, en un Buenos
presión. Aires que por entonces asiste a la puesta en
Por ello, recordaremos brevemente al- escena de algunos procesos culturales im-
gunas instancias particulares de su biografía portantes con el arribo y la recreación local
intelectual hasta encontrar nos finalmente de las vanguardias estéticas de la primera
con la columna “A través de la ciudad” que posguerra. Así, hacia 1922, Scalabrini Or-
Scalabrini escribió en el diario La Nación tiz comienza a frecuentar el círculo de escri-
desde julio de 1928 hasta agosto de 1930. tores que se da cita en la librería de quien
Raúl Scalabrini Ortiz nació en la provin- será su primer editor, don Manuel Gleizer,
cia de Corrientes el 14 de febrero de 1898; entre los que se cuentan Leopoldo Mare-
cuatro años más tarde la familia se radicaría chal, Jorge Luis Borges, Arturo Cancela,
en Buenos Aires. En esta ciudad inicia y Nicolás Olivari, entre otros; algunas de es-
abandona la carrera de Ingeniería, para di- tas relaciones serán sus puentes iniciales ha-
plomarse finalmente como agrimensor en cia el mundo del periodismo y la literatura.
1919.2 Por entonces, participa de la prime- Es así como en 1923 publica, a instancias
ra agrupación comunista universitaria, Insu- del propio Gleizer, un libro de cuentos titu-
rrexit, experiencia que hacia 1928 evocará lado La manga y comienza a escribir oca-

* Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

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Entrepasados - Nº 33, comienzos de 2008: 95-109
sionalmente para La Nación y con más fre- No obstante su cercanía con el martin- su momento se relacionó con la constitu- ejercicios de la práctica del periodismo pro-
cuencia en El Hogar, donde estrena una fierrismo, Scalabrini asiste por esos años a ción del Comité de Intelectuales Yrigoye- fesional sino también los capítulos proviso-
nueva veta literaria: la de crítico teatral. peñas y encuentros de otros círculos artísti- nistas, integrado por Jorge Luis Borges, rios de una novela urbana. En su archivo
En 1924 sobrevendrá su primer viaje a cos, como el que se reúne en el Tortoni al- Leopoldo Marechal, los her manos Raúl y personal constan prolijamente anotados los
Europa, del que regresa al cabo de cuatro rededor de Alfonsina Stor ni, Benito Quin- Enrique Tuñón, Francisco Luis Ber nárdez, encabezamientos de cada uno de los
meses. Nuevamente en Buenos Aires, en- quela Martín y Juan de Dios Filiberto, y a su Ulises Petit de Murat, entre otros (entre “Apuntes porteños”, que aparecen junto al
cuentra acogida literaria en la más prestigio- vez traba estrecha relación con escritores quienes no se contaron Scalabrini Ortiz ni título de una posible obra: “Un escritor
sa de las revistas de la nueva generación, del grupo de Boedo. Macedonio Fer nández), Scalabrini conti- porteño. La vida de la ciudad”. A continua-
Martín Fierro. La fir ma de Scalabrini apa- En esos años, los que siguen a su regre- núa, después de aquel episodio, publicando ción, anota la frase que sigue: “A esto se le
rece en la revista con cierta regularidad des- so de Europa, Scalabrini comienza a definir en el espacio de las vanguardias, en la re- podría agregar pequeñas instantáneas por-
de mayo de 1926 hasta el cierre de la pu- un proyecto literario. Mientras Borges es vista Pulso, donde por breve tiempo y ba- teñas sacadas de «A través de la ciudad»”, y
blicación, en noviembre de 1927. A partir atrapado por los suburbios, por esa zona de jo la dirección del inefable Alberto Hidalgo por fin un desafiante “¿por qué no?”, do-
de este momento, la presencia de Scalabri- la ciudad imprecisamente urbanizada pobla- parece recomponerse aquel frente de la re- blemente subrayado.4
ni en el ámbito de la nueva estética y del pe- da por personajes legatarios del antiguo co- novación estética porteña. De esta forma, el anticipo que la revista
riodismo masivo porteño se multiplica has- raje criollo, Scalabrini por su parte instala el La actividad de Scalabrini se multiplica Claridad ofrecía, en 1928, de su breve au-
ta alcanzar una alta visibilidad hacia fines de corazón de Buenos Aires y el núcleo de sus en el ambiente literario y periodístico a par- tobiografía luego incorporada a la compila-
la década. Una parte significativa y hasta preocupaciones en el centro mismo de la tir de mediados de 1928. En ese año orde- ción de Miranda Klix Cuentistas argentinos
ahora olvidada de este proceso está confor- ciudad: Corrientes y Esmeralda, el Royal na, junto al hijo de Macedonio, los papeles de hoy,5 se revela como el provisorio balan-
mada por la colección de notas abordadas Keller, las angulosas perspectivas de los de su maestro y se encarga de la publica- ce de un escritor que ya se halla en el cami-
en este artículo. nuevos edificios y las muchedumbres anóni- ción de No toda es vigilia la de los ojos no de la consagración. En aquella pieza pu-
Scalabrini atraviesa estos años reco- mas que la transitan. abiertos. Por su parte, el diario La Nación blicada en Claridad Scalabrini ofrece algu-
rriendo el territorio noctur no de los cafés La actividad literaria y periodística de lo contrata a partir de julio para escribir nas claves acerca de cómo concebía su pro-
–en especial el Royal Keller, emplazado en Scalabrini parece funcionar plenamente en una columna titulada “A través de la ciu- pia trayectoria. Sostiene así que su juventud
la esquina de Corrientes y Esmeralda, que la prosecución de un objetivo preciso, pero dad”, que es la que aquí trataremos en par- “está tirada por todas las calles de Buenos
nuestro autor transfor mará más tarde en el para el cual no encuentra aún la for ma de- ticular. En el diario de los Mitre trabará va- Aires” y que ha dejado “ternuras en todas
vértice del espíritu porteño–, las redaccio- finitiva en la cual darlo a conocer: dar cuen- rias amistades, en especial con Eduardo las casas de lenocinio”, para evocar luego el
nes de La Nación, El Mundo –donde reem- ta del hombre porteño, de sus angustias e Mallea y Enrique Méndez Calzada. A partir viaje a Europa de 1924. Vuelve una vez más
plaza por un tiempo a Roberto Arlt– y Mar- ideales, de su soledad que es ante todo so- del año siguiente, su presencia en el cam- a especular sobre la tarea literaria a la que se
tín Fierro. Aquel “excursionismo urbano”, ledad sexual. Es así como, alcanzada ya po periodístico alcanza su punto de mayor siente llamado: “Mi gran aspiración actual:
práctica ya por entonces común a todas las cierta notoriedad en el medio literario y ex- intensidad. La revista El Hogar lo convoca el alma de Buenos Aires, el alma del hombre
vanguardias e inmortalizado en el caso por- cluyendo el módico suceso de La manga, para reemplazar a Nicolás Coronado en la que yo he situado en Corrientes y Esmeral-
teño por las páginas del Adán Buenosaires faltaba para su consagración la publicación sección de crítica teatral, un tema que, co- da, pero que también se halla en cualquier
de Leopoldo Marechal, comienza a revelar- de una obra de envergadura. Scalabrini lo mo vimos, no es nuevo para él, quien inclu- café poblado de machos en celo”, son las
le la ciudad como la materia y la localización sabía, pero la transfor mación de sus refle- so había ensayado hacia 1926, sin éxito, imágenes que aparecen en las notas de su
de un problema que todavía no puede enun- xiones en El hombre que está solo y espe- una entrada en la dramaturgia con la obra archivo personal y también las que aparece-
ciar. En aquel tiempo de deriva por las ca- ra se demoró cuatro años; es posible soste- La bestezuela indomable. rán en El hombre…. La autobiografía ofre-
lles y las ideas y en el espacio de sus char- ner, con alguna evidencia empírica, que el Su per fil de cronista urbano se afir ma cida incluye también las opiniones de Scala-
las con Macedonio Fer nández, a quien producto previsto por Scalabrini era en cuando, entre septiembre y noviembre de brini sobre uno de los desvelos de su genera-
siempre reivindicó como “maestro” de su principio una novela, convertida finalmente 1929, suplanta en el diario El Mundo la ción: “Debo decir que, para mí, literaria-
generación, es cuando se construye el es- en el ensayo conocido. columna de “Aguafuertes Porteñas”, de mente la República Argentina termina en
queleto textual e ideal de su primer y a la Concluida en noviembre de 1927 su Roberto Arlt, con una que titula “Apuntes Belgrano. Los nacionalismos políticos no
vez mayor éxito editorial: El hombre que participación en la revista Martín Fierro porteños”. Tanto esta serie de El Mundo me interesan, aunque sentimentalmente to-
está solo y espera. debido al cierre de la publicación, que ya en como aquella de La Nación fueron no sólo do lo argentino me preocupe”.6

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En el razonamiento de Scalabrini, esa A través de la ciudad trata a Raúl Scalabrini Ortiz para que sea él puede resistir la tentación de hacer con ellas
obra que registre el “alma argentina” está con Scalabrini Ortiz una pluma vinculada notoriamente a las pequeñas piezas de erudición filosófica y de
condenada a resolverse en clave absoluta- vanguardias literarias, pero a su vez un es- ambición literaria. Las notas de Roberto
mente urbana: los procedimientos habitua- Desde mediados de los años 20 los te- critor elegante y con cierto saber técnico, Arlt en El Mundo12 seguramente funciona-
les del criollismo le parecen agotados. En el mas vinculados a la ciudad cobran una alta quien se haga cargo del desafío de llevar ron como un espejo donde mirarse; no obs-
mismo período en que desarrolla la colum- visibilidad en la prensa periódica. Buenos adelante una columna diaria que titulará “A tante, como veremos en las páginas que si-
na del diario La Nación que aquí tratare- Aires toma, desde el Centenario, material y través de la ciudad”. Esta columna se publi- guen, las propias modalidades de la escritu-
mos, comenta en un reportaje publicado en simbólicamente un impulso hasta entonces có hasta el 26 de agosto de 1930.9 ra de Scalabrini, así como el molde –y los lí-
La Razón: “El gaucho no existe, y los pai- desconocido, la grilla de las calles comienza La Nación presenta así la columna en mites– que podía ofrecer un diario como La
sanos exaltados a Intendentes de los pue- a definir nuevos barrios, el transporte em- aquel 9 de julio, definiendo el for mato y su Nación dieron como resultado un producto
blos del interior procuran imitar las costum- pieza a acercarlos al centro. En la medida destinatario: “La Nación ha llegado a com- notoriamente diferente del de su amigo y
bres porteñas, produciendo un tipo híbrido en que los retazos de campo, todavía im- probar la necesidad de extender el concep- colega en las letras.
que literariamente no interesa”.7 portantes, comienzan a desaparecer, nace to de servicio público, que es un concepto De esta for ma, Scalabrini aborda la pro-
El movimiento del 6 de septiembre de la mitología borgeana de las orillas. El nue- periodístico por el cual ha guiado siempre ducción de 402 notas a lo largo de dos
1930 encontrará a Scalabrini Ortiz volcado vo periodismo de El Mundo y Crítica se sus esfuerzos. Los hombres de trabajo, la in- años. Estas notas pueden agruparse en dos
entonces con decisión al periodismo y a las hace reiteradamente eco de los reclamos dustria y el comercio pequeños, que son etapas: la primera abarca hasta el 19 de
letras. En noviembre de 1931, luego de ha- vecinales, ante un estado municipal al que una base fir me de la prosperidad común; agosto de 1929 y es la más densa e intere-
ber presentado el original de El hombre siempre se ve en mora con la ejecución de los barrios que aspiran a mejorarse; los ve- sante, con un conjunto de 331 notas, lo que
que está solo y espera en octubre para as- obras necesarias para dotar a los nuevos ba- cinos que se preocupan del bien general, re- nos habla de una presencia prácticamente
pirar al Premio Municipal de Literatura, rrios de los servicios básicos, reclamos que quieren ya, no solamente de la atención de diaria. A partir de esta fecha y hasta el fin
Scalabrini veía por fin su libro publicado además están amplificados por la presencia conjunto que se les prestaba en estas co- de la columna en agosto del año siguiente
por Gleizer; la edición que comenzó a cir- de un creciente movimiento fomentista.8 La lumnas sino también una más particular”.10 sólo aparecen 71 notas en un for mato muy
cular a fines de aquel año se convirtió pron- Nación decide, entonces, salir también ella Scalabrini asume así, de un día para el diferente, ya que sólo cuentan con una se-
to en un notorio éxito de público. Arranca a intervenir en este espacio urbano que es, otro, un nuevo personaje: el de fiscal urba- rie de mapas y croquis con muy breves tex-
para nuestro autor otra historia donde las además, ámbito de captación de lectores no. A él llegan, por vía de notas o llamadas tos al pie.13
tramas de la literatura y la política se irán entre las nuevas elites barriales de profesio- al diario, gran cantidad de reclamos de lo Estos artículos poseen una característica
reordenando y transfor mando hasta dar al nales y pequeños comerciantes. No es que más variados: pavimentos, luz pública, de- común: por sobre las temáticas puntuales
fin con un Scalabrini, el de los años 40 y este diario no se ocupara de estos temas sagües, etc., y él los publica agregando ca- que allí se desarrollan, se trata de textos
50, más reconocible para las generaciones con anterioridad; en sus páginas los asuntos da día un prolijo croquis urbano de su pro- atravesados por las inquietudes literarias y
que a partir de la década del 60 hicieron de municipales siempre tuvieron un tratamien- pia autoría, donde dibuja la esquina o traza filosóficas del autor, lo cual confiere a la co-
él uno de los pilares del pensamiento “na- to amplio, tanto en las noticias legislativas el plano del barrio con problemas. lumna una extraña cualidad. Si en La Na-
cional y popular”. Ésa es, como dijimos, como en los distintos debates que la urbani- Si muchas veces los reclamantes son in- ción casi nadie fir ma –para ello, a diferen-
otra historia, y en mérito a la propuesta zación iba planteando. Los Amigos de la dividuales, especialmente en el caso de los cia de los nuevos diarios como Crítica, se
original de este trabajo volveremos sobre Ciudad, organización de notables que inter- comerciantes acosados por codiciosos ins- debe tener un alto grado de consagración
nuestros pasos en la vida de Scalabrini pa- venía en ellos, hallan frecuente cabida a sus pectores municipales, otras tantas los peti- pública–, Scalabrini se desmarca del estilo
ra revelar su encuentro con la “ciudad ma- opiniones en las páginas del diario. Pero, cionantes asumen una forma institucional, en general pacato del diario y suplanta la
terial”, parte insoslayable en la construc- sin duda, se percibe que otra cosa hace fal- como en el caso de las sociedades de fomen- presencia de su nombre impreso por las
ción de su “otra” ciudad, la de ese hombre ta, tal vez un autor no tan audaz como el to.11 Algunas de ellas, como las de Liniers y marcas de una escritura que pueda ser reco-
para siempre instalado en el cruce de Co- Roberto Arlt de El Mundo y por supuesto Caballito Sur, se convierten en interlocutores nocible, sobre todo por sus compañeros de
rrientes y Esmeralda, lugar transitado hasta algo que no fuese intolerable para La Na- habituales, por lo cual estos barrios ocupan la vida literaria.
el hartazgo por todos los imaginarios por- ción y sus lectores, como seguramente lo un lugar recurrente en la columna. En la nota “Nuevos relojes”, donde se
teños. eran las notas de Crítica. Es así como a Pero Scalabrini no se resigna a ser un ocupa de los relojes públicos que la Munici-
partir del 9 de julio de 1928 el diario con- mero receptor pasivo de denuncias y no palidad colocó en algunas esquinas y que

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hace meses que no funcionan, Scalabrini dad, orienta sus escritos –por sobre la gran empleados de las oficinas municipales a los intervención a favor de este grupo social de
presenta así el problema a sus lectores: “Sin diversidad de casos puntuales– en tres direc- que por una razón y otra deben concurrir la pequeña burguesía urbana, mediante una
resultado, los filósofos cubren piadosamen- ciones principales: la primera, marcada- los porteños. Sólo una oficina municipal lo- lista de quince puntos “cuya solución basta-
te con el matorral de sus especulaciones el mente denuncialista, arremete contra los gra su clemencia y no casualmente: la Ofi- ría para acreditar a cualquier administra-
abismo de la duración y de la per manencia. agentes municipales encar nados en la figu- cina de Topografía, donde muy probable- ción”. Esos quince puntos, entre los cuales
En balde asegura Montaigne que «filosofar ra del inspector y la abusiva presión imposi- mente trabajasen viejos compañeros de es- se denuncia desde la superposición imposi-
es aprender a morir». Inútilmente Kant pre- tiva sobre los pequeños comerciantes; la se- tudio. Para ellos pide, en una nota, un au- tiva hasta la imposición de las azucareras
tende convencer nos de que el tiempo es un gunda línea de intervención es la que le per- mento de sueldos e incluso justifica las “ne- automáticas, son para el diario “un reflejo
«concepto a priori». En vano Macedonio mite, en multitud de ejemplos, poner en jue- gligencias en los servicios que de ellos de- de la situación en la cual el Fisco ha llegado
Fer nández nos regala una inmortalidad en go su propio saber técnico –el de agrimen- penden” de la situación de injusticia salarial a ser un enemigo y un perseguidor del con-
la potencia de una pasión instantánea, y sor– a la vez que pone de relieve la inepti- en que se encuentran.16 tribuyente, sordo a sus quejas, arbitrario en
nos enseña Bergson que es apenas el inter- tud de las oficinas técnicas municipales; y, Si bien su mirada hacia el conjunto de sus resoluciones y perjudicial para los de-
valo de dos instantes, ficticio como el movi- por último, en lo que podemos caracterizar los empleados públicos es peyorativa y se más y también para sí mismo”.18
miento logrado en engaño visual de una cin- como el anticlímax del populismo urbano, alinea con lo que en su tiempo ya es una Con estos quince puntos, que según el
ta cinematográfica. […] Más engreída que su prédica a favor de la desaparición de to- tradición en la opinión urbana, no se ocupa diario han surgido de una encuesta propia
los filósofos, que sólo buscaron desviar el do lo montaraz e indecente que queda aún directamente del empleo en el Estado na- realizada entre los pequeños comerciantes,
objeto de nuestra reflexión, la Municipali- en el paisaje y en las prácticas porteñas. cional, cuyo crecimiento en tiempos de Hi- como guía, Scalabrini recoge diariamente
dad quiere detenerlo [al tiempo] de un mo- Una apuesta decidida por el barrio cordial y pólito Yrigoyen es visto por un diario como los reclamos del colectivo y lanza algunas
do arbitrario. De acuerdo a los inmóviles re- progresista. Un alegato contra el barrio La Nación como una muestra de mala ad- campañas precisas en su ayuda. Una de
lojes colocados en las esquinas que Rivada- “reo”, que, sin embargo, al enunciarse, lo ministración,17 sino que se detiene obsesi- ellas es la que lleva adelante contra las ferias
via for ma con Medrano, avenida La Plata y revela literariamente. vamente, como dijimos, en el espectro mu- francas municipales. Al autor no parece im-
José María Moreno, la población de Caba- nicipal, especialmente en el inspector. La portarle el objetivo declarado de abarata-
llito gozará de una per manencia ilimitada de presencia de este personaje es tan cotidiana miento de precios con que han sido estable-
sus actuales situaciones…”.14 Comerciantes e inspectores: como la columna misma. Scalabrini organi- cidas. Lo que ve y denuncia es un flagrante
Varias veces más insistirá con Macedo- una contienda infinita za su trabajo abriendo siempre sus notas caso de competencia desleal, de descontrol,
nio y en otras tantas su pluma de deslizará con algún ejemplo de la prepotencia impo- de suciedad y por supuesto de oscuras con-
por florituras literarias como en su presen- “Si se castigara la incuria, pocos habrían sitiva comunal. Donde Scalabrini detecta un nivencias entre feriantes e inspectores. Otra
tación vanguardista de los peligros de las pi- de ser los empleados municipales que co- problema, al lado de éste, por acción u omi- lo lleva a protestar por las onerosas nuevas
letas públicas: “Un cubo de agua con cinco braran el sueldo.”15 Así se despacha Scala- sión, se encuentra el inspector. La asiduidad licencias para el expendio de bebidas alco-
caras de mampostería y una de cielo”, o en brini en una de sus notas. Todo lo que pro- y las distintas situaciones en que este perso- hólicas y por los abusos cometidos por los
su mirada –esta vez más cerca de Evaristo viene del estado comunal es para él sinóni- naje aparece señalado dibujan una ciudad inspectores en el momento de categorizar
Carriego que de Oliverio Girondo– sobre mo de ineficacia, pereza burocrática y saturada cuadra a cuadra, manzana a man- los locales comerciales según el tipo de be-
una calesita incómodamente ubicada en el “arreglos” al margen de los reglamentos. zana, por su presencia. La contrafigura del bida que expenden.19 En julio de 1928 pu-
aristocrático Barrio Norte: “Un jamelgo No es sin embargo la figura del intendente, inspector es el sufrido pequeño comercian- blica una nota pidiendo el fin de los gravá-
agro, bajo la ceguera de una venda, trota le- al que se cuida bien de nombrar –estamos te de barrio. En este contrapunto encontra- menes a los alcoholes: “Un comerciante de
guas inmóviles al compás de un organito en la Intendencia del radical José Luis Can- mos al sujeto para el que la sección parece la calle Belgrano 1229 asegura que los im-
que resucita valses y marchas olvidadas”. tilo, 1928-1930–, la que atrae sus dardos li- estar destinada, un sujeto social que desde puestos totales que debe abonar anualmen-
Con su columna como ariete, Scalabrini terarios, sino más bien la de la tercera o mediados de la década anterior está apare- te superan el monto de su capital en giro.
se convierte en un agente de la moder niza- cuarta línea del poder comunal: en primer ciendo con fuerza en los nuevos barrios que […] Lo que se busca con estos gravámenes
ción urbana, situándose distante de cual- lugar los inspectores, aquellos que parecen se van ocupando con la extensión progresi- es fomentar el expendio clandestino de al-
quier concesión sentimental, y para que es- estar sólo para hacer imposible la vida del va de la urbanización hacia los suburbios. coholes. Todos los comercios ilegales dejan
ta moder nidad, que está ocurriendo caótica- ciudadano, en particular la del comerciante, En una de las primeras notas de la serie, ganancias apetecibles a los encargados de
mente a su alrededor, se plasme en la ciu- y, apenas un escalón más abajo, todos los La Nación deja establecida la estrategia de su vigilancia”.

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Esta campaña a favor del pequeño co- va fundación literaria, con materiales de una En otros casos avanza aun más en la de- bujado: “Políticamente la Capital tiene lími-
merciante alcanza un punto inigualable escenografía desarticulada por el caos del mostración de sus habilidades y para hacer- tes bien netos. Dos ríos la circundan por el
cuando el 28 de agosto de 1928, bajo el tí- crecimiento urbano y el industrialismo”.21 lo utiliza, como vemos más abajo, aquellos Sur y el Este y una avenida demasiado an-
tulo de “Las lecherías pierden dinero”,20 de- Scalabrini, muy cercano a Arlt por esos saberes técnicos adquiridos en la universi- cha para ser verosímil la delimita por el
muestra con un detallado balance de ingre- años, participa de esta sensibilidad al abor- dad y de su puño dibuja las distintas cotas Norte y el Oeste. Prácticamente los límites
sos y egresos –con amortización de capital dar el tema de la ciudad, pero en lugar de de altura sobre el trazado de las calles para son menos definidos, por lo menos los te-
incluido– la inviabilidad de estos comercios llevar las consecuencias de la mirada técni- dar cuenta del error cometido por quienes rrestres. La llanura se organiza en suburbio
debido a la presión tributaria, especialmen- ca hacia una construcción irónica, corrosiva calcularon la capacidad de una alcantarilla: poco a poco. Por su parte la ciudad se di-
te la municipal. Su interés por el cálculo y cuasificcional como Arlt en sus Aguafuer- funde lentamente. Todo eso está muy bien,
económico por entonces va corriendo pare- tes, se detiene obsesivamente a demostrar pero los pobladores que residen en esa zo-
jo con sus afanes literarios y a su tiempo en- en cada caso el error técnico y su posible na ambigua, que no es ciudad ni campo, so-
contrará un campo de aplicación más am- solución. Scalabrini se presenta a sí mismo portan los inconvenientes de ambos. Ciuda-
plio que el de las lecherías: ferrocarriles y como el técnico que puede incidir en la pla- dela, por ejemplo, no tiene ninguna ventaja
empréstitos. nificación urbana y demuestra que posee un sobre el campo. Las tropas de ganados que
saber específico por el cual se puede acudir se dirigen a los mataderos transitan tranqui-
a él no sólo como periodista. lamente por las calles”.23
La mirada técnica Buenos Aires iba completando por en- En otras notas caracterizará a la esquina
tonces la grilla de sus calles y articulando sus de Concordia y Bacacay como “un resto de
Más allá de estos embates contra la bu- diferentes barrios entre sí y con el centro his- Pampa descuidado” o protestará por la pre-
rocracia municipal, temática cara a los inte- tórico, todo ello en el marco relativamente sencia de caballerizas como la de Tronador y
reses del diario, el par ciudad-técnica es un reciente del Proyecto de Urbanización del Monroe, y de distintos tipos de conjuntos de
eje privilegiado por Scalabrini para mirar el Municipio sancionado en 1925 bajo la inten- animales de granja a lo largo y ancho de la
devenir urbano. La ciudad está cambiando dencia de Carlos Noel.22 Las notas de Scala- ciudad. Al recibir la denuncia de uno de es-
más rápidamente de lo que su pluma puede brini van puntuando, sin oponerse a él, las fa- tos establos, esta vez en la céntrica calle Tu-
dar cuenta; por ello este abordaje técnico llas técnicas en la ejecución del plan y el pri- cumán al 2500, titula “Un arca de Noé” y,
que ensaya es una for ma de estabilizar su mer punto en el que lo hacen es en la cues- tras dibujar el mapita de rigor, para que no
mirada, una suerte de puesta en foco que le tión de la nivelación de las calles y los malos Las intervenciones de Scalabrini acom- queden dudas de la localización del engen-
hace posible tomar autoridad sobre los cálculos realizados tanto para el escurrimien- pañan el trazado moder no de la ciudad se- dro que denuncia, escribe: “En los fondos de
asuntos que se le presentan y de esa for ma to de las aguas pluviales como para la exten- ñalando a la vez sus deudas, lo que queda una finca de la calle Tucumán al 2500 se ha
dotar de densidad y sentido a lo que prome- sión del tendido sanitario. Un ejemplo entre pendiente de rellenar, trazar, abrir, sanear, establecido un arca de Noé. Conviven allí
tía ser una columna más de quejas vecina- tantos puede ser el dramático mensaje gráfi- etc. Así, una de las cuestiones recurrentes seis caballos y varios carneros y cabras. Las
les, perdida entre otras tantas del diario. co que titula “Preparando una inundación”: en su columna es la denuncia de los terre- aves abundan, palomas sobre todo. Además
En este punto se hace inevitable la refe- nos baldíos librados “a la mano de Dios”. pululan cantidades prodigiosas de ratas gi-
rencia a Roberto Arlt. De él Beatriz Sarlo Distante, como señalamos, de cualquier gantes e innumerables de moscas de agresi-
ha planteado con razón que “la ciudad y la añoranza romántica sobre un pasado de va opulencia. […] Los roedores, insectos,
técnica obsesionan la imaginación de Arlt: Buenos Aires que la literatura comenzaba a olores, relinchos y ruidos de patadas, con-
ambas lo empujan no sólo a ampliar un es- asentar en las orillas, nuestro autor ve con ciertan la mejor demostración de la impro-
pacio temático, sino a construir una for ma disgusto las incursiones materiales del cam- pia ubicación del arca que debía estar en la
y un ideal de belleza. […] A diferencia de po en la ciudad. Una nota muy sugestiva al cumbre misma del monte Ararat”.24
Borges que, en los años 20, funda una mi- respecto es la que titula “Tropas de ganado Imponer la grilla, nivelar la ciudad, bo-
tología urbana marcada por el sentido del en Ciudadela”, donde pinta en pocas líneas rrar las últimas trazas de campo que inte-
pasado histórico y del pasado de la ciudad, la situación real de la urbanización más allá rrumpan el perfil de la ciudad moderna que
para Arlt la cuestión se resuelve en una nue- de lo que el plano del Plan Orgánico ha di- el autor y sus lectores imaginan. Tal el senti-

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do general de un trabajo que Scalabrini toma Aquí también consigue que la empresa Esta idea resume que, ante todo, en su Construcciones suntuosas jalonearán las pla-
con doble pasión de literato y técnico. Pero le haga caso y pocos días después anuncia- ideología técnica, primaba la funcionalidad yas y nuestras precarias explanadas y tingla-
aun hay más: también quiere ordenar aspec- rá orgulloso que la Compañía Anglo-Argen- –tema si se quiere vanguardista– por sobre dos les regocijarán cuando las recuerde al-
tos del funcionamiento de la ciudad. Para tina de Tranvías le ha anunciado que dentro el respeto a alguna tradición simbólica en gún exegeta sentimental: «Chapoteando en
ello, pone la grilla en movimiento e intervie- de poco adoptará su sugerencia.26 una ciudad que por otra parte parecía estar el agua barrosa de una playa erizada de tos-
ne para proponer ajustes en las más varia- Otro capítulo de sus intervenciones tie- inventándolas a todas ellas. cas, donde se hundían los dedos de los pies,
das cuestiones de la cotidianidad porteña, ne que ver con la cada vez más compleja los porteños de entonces se anegaban en un
comenzando por señalar a las autoridades la trama del tráfico urbano. Van aquí algunos simulacro de natación batracia…»”.29
conveniencia de adoptar nuevos sentidos del ejemplos de los problemas y soluciones pro- El barrio adecentado Sin concesiones entonces con su pre-
tránsito de autos, tranvías y personas. puestas por nuestro columnista: sente, Scalabrini traza no obstante una línea
Todo comienza con reclamos de peque- Scalabrini articula a través de (o en el ne- de progreso donde se inscribe la historia ur-
ños cambios que Scalabrini transforma luego gativo de) sus campañas periodísticas el per- bana de Buenos Aires; a pesar de las críti-
en logros personales ante sus lectores. El 26 fil de la futura Buenos Aires, a la que pese a cas en las que es sin duda generoso, el mo-
de diciembre de 1928 pide en su columna todas las carencias actuales vislumbra mo- vimiento hacia ese futuro es irreversible y él
que el buzón de la esquina de Florida y Bar- derna y ordenada. El 17 de enero de 1929 es a la vez su crítico mordaz y su cronista
tolomé Mitre sea trasladado para mayor co- titula su columna “Los balnearios de ahora entusiasmado.
modidad a su actual ubicación en la puerta vistos desde el futuro”, donde realiza una do- ¿Cómo no abrir entonces su columna
del Banco de Boston. Scalabrini lo festeja, en ble operación: por un lado ve a los porteños diaria a la preocupación por el progreso so-
algo le han dado la razón: “En los días se comparando su ciudad con la que describían cial –en tér minos de adecentamiento– de
pierden los años; el trabajo es fecundo, y los autores del siglo XIX: “Las descripciones los barrios porteños? Gran cantidad de re-
otros aforismos podrían utilizarse para iniciar del viejo Wilde, de Robertson y de Haig si- clamos de todo tipo a este respecto le llegan
un elogio de la diligencia y actividad desple- túan nuestra petulancia sobre atalayas de va- diariamente y él se hace eco de ellos prácti-
gadas por la Dirección de Correos. Hace dos nidad y desagradecimiento. […] A sus caso- camente todos los días. Uno de los más fre-
En la primera de las imágenes Scalabrini
días dijimos que el buzón de Bartolomé Mitre nas anchas, chatas y buenas como la som- cuentes tiene que ver con los pedidos de
propone el estacionamiento en una sola ma-
y Florida molestaba a los transeúntes de esa bra de una parra a la hora de la siesta, opo- mejor iluminación, buscando eliminar aque-
no en las calles en que circulen los tranvías,
arteria y que su traslado era fácil. La Direc- nemos en nuestro pensamiento los rascacie- llas sombras siempre cómplices del delito o
en las otras dos propone cambios en los re-
ción lo ha observado, y no ha defraudado la los presuntuosos; a los andurriales y charcas del pecado. Scalabrini llega a proponer –y
corridos de tranvías y en las maniobras de
confianza implícita en la afirmación”.25 De donde el cielo se miraba sin apuro, la lisura dibujar por supuesto– una mejor for ma de
conducción permitidas, para dos esquinas
esta forma puede, módicamente, demostrar de las calles bien pavimentadas; a la pampa lograr una iluminación más plena, y según
clave del centro porteño: Santa Fe y Callao,
cierta eficacia a los lectores que siguen en- indivisa y cerril, los predios de fecundidad re- él, también más estética:30
y Corrientes y Callao.27 Todavía más osada
viándole sus mensajes con demandas diver- cortada; […]; a las carretas, los trenes y au-
es su propuesta de intervención sobre algu-
sas. Otra pequeña campaña que emprende y tomóviles; a los veleros, los paquebotes; a
nos lugares histó-
culmina con éxito es la de colocación de car- sus hojuelas de tipografía más despatarrada
ricos de la ciu-
telitos en los tranvías, según un diseño pro- dad, como en el que un manuscrito, los multifásicos rotativos
puesto por él mismo en el diario: caso de la pro- en que pretendemos detener un instante el
puesta –en este inacabable fluir del futuro al pasado”.
caso nunca lleva- Y a su vez ve al hombre de un futuro que
da a cabo– de sitúa en 1980, comparándose burlonamen-
apertura de las te con el presente: “Así también nos medi-
calles que se cor- rán los porteños de 1980. Serán poderosos
tan al llegar a la y un poco soberbios y jactanciosos. Se bur-
Plaza de Mayo:28 larán de nuestros más seguros motivos de
alarde, de la reconquista del río por ejemplo.

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Pero claro que aquí no ter mina su cam- po con la inauguración de Club Infantil La tanas, descortezan y desgajan los árboles, las capas medias urbanas va relegando al
paña; en verdad lo que más parece preocu- Nación en Villa Luro, for mado con el apo- obstruyen el tránsito de peatones, arrojan barrio “reo” y elevando al barrio “cordial y
parle (por la cantidad de notas escritas al yo económico del diario para fomentar el piedras al interior de las casas por las ban- progresista”, conduce al primero a un doble
respecto) es la presencia, multiplicada por establecimiento de plazas de juegos infanti- derolas entreabiertas, se insultan al paso de altar en el imaginario social: el de la litera-
cada barrio y cada esquina, de las “turbas de les en los baldíos.32 El 28 de septiembre de las muchachas que van al almacén a com- tura y el tango. Scalabrini Ortiz, y sus letra-
muchachos irrespetuosos”, sobre todo 1928 su columna ya había apoyado la ini- prar uno de esos célebres sifones, tocan el dos compañeros, lo perciben de diversos
aquellos que se dedican al fútbol callejero. ciativa de la Sociedad de Fomento de Nue- timbre para burlarse de la candidez de las modos hacia fines de estos años 20. Él,
En su nota “Una escuela de campeo- va Pompeya para que la Municipalidad les mucamas y, como los antiguos persas, es- además, lo palpa en su experiencia cotidia-
nes” resume sus críticas a este espectáculo donara un terreno con ese propósito: “La criben en las paredes la historia de sus na de periodista y consigue volcarlo con in-
urbano: “Laprida entre Córdoba y Cabrera iniciativa de la comisión de fomento de proezas, amenizadas con leyendas que las genio en las notas de “A través de la ciu-
es el lugar donde en brava liza los pilletes de Nueva Pompeya es digna de encomio. Si niñas no se atreven a leer por temor a son- dad”. El conjunto de ellas, abigarrado, des-
diez cuadras a la redonda dirimen suprema- se multiplicaran estas pequeñas super ficies, rojarse. La desesperación de los vecinos es parejo y hasta caótico, transmite bien, sin
cías «footballísticas». De antemano trenza- los muchachos podrían jugar reducidos tanta, y tantas fueron sus infructuosas que- embargo, esas sensaciones que seguramen-
dos en fogosas discusiones llegan un poco partidos de football, de billarda o de bolita rellas, que han decidido premiar con una te están presentes en sus contemporáneos:
después del mediodía. Improvisan con sa- al uñate sin molestar a los vecinos y sin su- estatua al que consiga mitigar sus males. La la ansiedad, el enojo, el júbilo y la perpleji-
cos un arco teórico cuya altura varía con la frir la persecución de la policía”. gloria, pues, está al alcance del comisario dad ante las rápidas transfor maciones del
estatura del guardavalla. […]. Desde ese Scalabrini, convertido así en moraliza- seccional, que puede conquistarla con poco escenario urbano.
momento la tranquilidad del barrio desapa- dor, deja sin embargo testimonios que me- trabajo destacando un agente en una de Ochenta años después, su lectura dibuja
rece hasta la noche. Aquellos forajidos recen ser trascriptos en extenso porque esas esquinas”.34 en nosotros una ciudad tan entrañablemen-
aprendices patean con un denuedo digno condensan en pocas líneas modalidades te lejana como inquietantemente recordable.
de mejor causa y no se detienen hasta que perdurables de la vida barrial. Muchas veces
todas las fachadas chorrean de mugre, de sus notas parecen estar escritas en diálogo Un final hasta nosotros
barro. La cuadra está bajo su dominio abso- con Arlt, son algo así como aguafuertes Notas
luto. Los que intentan oponerse caen vícti- cautivas del diario La Nación y de su ideo- Scalabrini será, poco tiempo después de
mas de su vindicta. Tan es así que se han logía moralizante. El diario El Mundo, aten- abandonar la columna de La Nación, quien 1
Nos referimos especialmente a sus tres
for mado cuadros bien constituidos que ac- to a estas capacidades, lo llamó para cubrir afir me un mito central para la ciudad de obras emblemáticas: El hombre que está solo y
túan en ese lugar exclusivamente. Se lla- de septiembre a noviembre de ese año la Buenos Aires: aquel que sitúa el alma porte- espera (1931), Política británica en el Río de la
man, según las calles de donde provienen, ausencia del autor de las Aguafuertes por- ña en la cruz de Corrientes y Esmeralda. El Plata (1940) e Historia de los ferrocarriles ar-
los Defensores de Córdoba, Defensores de teñas, sin embargo su presencia allí fue fu- triunfo imaginario del centro de la ciudad gentinos (1940).
Laprida, y los hasta hoy invictos, Defenso- gaz y al parecer poco exitosa.33 sobre las orillas se habrá completado enton- 2
La biografía más completa sobre Scalabrini
res de Zelaya. Los vecinos piden que algu- En esta clave de escritura, vacilante en- ces en su parábola de literato y poco más Ortiz es la publicada por Norberto Galasso, Vida
no de los agentes destacados en las proxi- tre la evocación y la admonición, una pieza quedará allí por decir. Los desafíos futuros de Scalabrini Ortiz, Buenos Aires, Del Mar Dul-
midades sea apostado en una esquina estra- imperdible es “La gloria al alcance de un serán para él de otra índole, su conocida y ce, 1970. Con respecto a los estudios críticos so-
tégica. Ese agente sería el defensor de la comisario”: “La cuadra de la calle Conesa larga prédica contra el imperialismo británi- bre su obra, son numerosos, pero creemos im-
pulcritud y de la tranquilidad vecinal”.31 entre Olleros y Federico Lacroze ha cam- co y sus agentes locales le concederá al fin portante destacar: Adolfo Prieto, “El hombre que
está solo y espera”, en Estudios de literatura ar-
Lo que comienza como una pieza litera- biado de dueño. Ya no es de propiedad mu- un reconocimiento público que por los años
gentina, Buenos Aires, Galer na, 1969; Beatriz
ria cálida y evocadora de amables travesu- nicipal: pertenece a una cáfila de pilletes 20 imaginó posible en el campo literario.
Sarlo, Una modernidad periférica. Buenos Ai-
ras juveniles culmina con el enérgico llama- que han establecido allí, con la arrogancia La puja entre “barrio reo y barrio cor-
res, 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión,
do al orden reclamado por los vecinos. In- de un señor feudal, el campo de acción dial”, siguiendo la expresión de Adrián Go- 1988, cap. VIII, “La imaginación histórica”;
cluso, Scalabrini da un paso más en este predilecto de sus hazañas deportivas. Por relik,35 se consolida como tópico de la lite- Eduardo Romano, Seminario Scalabrini Ortiz,
sentido y se pliega (aunque sospechamos tur nos, renovándose para no perder la po- ratura mientras pierde cada vez más entidad Las huellas de la imaginación, Buenos Aires,
que es una iniciativa suya) a la campaña sesión de la tierra, juegan al «football», rom- real en la vida cotidiana de Buenos Aires. Puntosur, 1991; María Teresa Gramuglio, “Posi-
que el matutino está haciendo en ese cam- pen los vidrios de las puertas y de las ven- En tanto que el ascenso social paulatino de ciones, transfor maciones y debates en la literatu-

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ra”, en Alejandro Cattaruzza (dir.), Crisis econó- período la autoría de las notas y de los dibujos 19
La costumbre del ver mú en los bares-alma- 24
La Nación, 5 de enero de 1929, p. 10. En
mica, avance del Estado e incertidumbre políti- que las acompañaban le pertenecen. Es proba- cenes de los barrios parece estar ligada a la ex- el mismo sentido puede verse “Un jardín zoológi-
ca (1930-1943), Buenos Aires, Sudamericana, ble, sin embargo, que las correspondientes a los pansión que esa bebida conoció a partir de que la co clandestino”, La Nación, 28 de noviembre de
2001, t. VII de Nueva Historia Argentina, cap. últimos meses, cuando el texto de la columna Municipalidad la asimiló en el pago de impuestos 1928, p. 12.
VIII; Tulio Halperín Donghi, La Argentina y la queda reducido a una expresión mínima y se a los vinos y cervezas, cuya tasa era menor a la 25
La Nación, “Un buzón mal situado”, 26
tormenta del mundo. Ideas e ideologías entre asienta en una serie de planos de la ciudad, ha- de otras bebidas alcohólicas. De esta for ma mu-
de diciembre de 1928, p. 7, y “Un buzón bien si-
1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, yan quedado a cargo de algún otro redactor del chos comerciantes la incorporaron y promocio-
tuado”, 29 de diciembre de 1928, p. 10.
2003; del mismo autor, La república imposible diario, aunque el trazo de los dibujos de los pla- naron en sus locales. No obstante, Scalabrini de-
26
(1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004; Víctor ja asentadas varias denuncias de propietarios de La Nación, 20 de septiembre de 1928, p.
nos nos llevan a pensar que también éstos perte-
Pesce, “Estudio preliminar y cronología”, en Raúl bares por la acción de inspectores que labraban 8, y 24 de septiembre de 1928, p. 5.
necen a Scalabrini.
Scalabrini Ortiz, La manga, Buenos Aires, Libre- actas de infracción impositiva desconociendo de 27
La Nación, 1 de agosto de 1928, p. 12,
10
ría Histórica, 2003, y más recientemente Alejan- La Nación, 9 de julio de 1928, p. 8.
hecho esa nor ma. 9 de septiembre de 1928, p. 8, y 6 de noviem-
dro Cattaruzza y Fer nando D. Rodríguez (prefa- 11
Gran cantidad de sociedades de fomento 20 bre de 1928, p. 10.
La Nación, 28 de agosto de 1928, p. 8.
cio) y Sylvia Saítta (posfacio) a El hombre que es- se dirigen regular mente a Scalabrini para presen- 28
21
Beatriz Sarlo, La imaginación técnica. La Nación, 18 de enero de 1929, p. 6.
tá solo y espera, Buenos Aires, Biblos, 2005. tar sus reclamos; entre las que lo hacen más asi-
3 duamente se encuentran las de Caballito Sur, Sueños modernos de la cultura argentina, Bue- 29
La Nación, 17 de enero de 1929, p. 7.
Claridad, 40 (162), Buenos Aires, 14 de
nos Aires, Nueva Visión, 1992, p. 45.
julio de 1928, s/p. Unión y Cultura (Liniers), Villa General Mitre y La 30
La Nación, 9 de noviembre de 1928, p.
22
4
Gironda (Liniers). En este punto seguimos a Adrián Gorelik, 11.
Original en archivo y biblioteca de Raúl
12 La grilla y el parque. Espacio público y cultura
Scalabrini Ortiz. Debo agradecer muy especial- Véase Sylvia Saítta, prólogo a Roberto 31
La Nación, 28 de noviembre de 1928, p.
urbana en Buenos Aires, 1887-1936, Ber nal,
mente a Olga Funes, encargada de este archivo Arlt. Aguafuertes porteñas: cultura y política, 12.
Universidad Nacional de Quilmes, 1998. Gorelik
que se encuentra en la Asociación del Personal Buenos Aires, Losada, 1994, y de la misma au- 32
sintetiza así la trascendencia y singularidad del La Nación, 25 de enero de 1929, p. 8.
de Dirección de Ferrocarriles Argentinos, su es- tora, El escritor en el bosque de ladrillos. Una
Plan: “El Proyecto Orgánico es el punto más al- 33
La columna que Raúl Scalabrini Ortiz pu-
fuerzo por facilitar mi tarea en esa institución. biografía de Roberto Arlt, Buenos Aires, Suda-
to de enunciación urbanística de la expansión de blicó en lugar de la de Roberto Arlt en El Mundo
Durante varios meses, he consultado allí, junto a mericana, 2000. En 1934, Roberto Arlt escribi-
la ciudad a través de un modelo de conjunción llevó por título “Apuntes porteños”.
Alejandro Cattaruza y a Sylvia Saítta, materiales rá en El Mundo una columna muy similar a ésta
entre la grilla y el parque, articulando la experien-
inéditos, libretas de notas y apuntes varios perte- que Scalabrini redacta en 1929, que se llamará 34
La Nación, 23 de febrero de 1929, p. 6.
cia de for mación espontánea de los barrios con
necientes a Scalabrini Ortiz para la elaboración “La ciudad se queja”. 35
nuevas aproximaciones teóricas que per miten Seguimos aquí a Gorelik en el apartado de
de los citados prefacios a la citada nueva edición 13
La investigación hemerográfica, la recopi- proyectarla a una dimensión regional. En verdad, su obra La grilla y el parque titulado “El «barrio
de El hombre que está solo y espera.
lación y el ordenamiento de las notas que consti- el Proyecto Orgánico se demuestra así como el reo» contra el «barrio cordial»”. Al respecto con-
5
Claridad, 40 (162), 14 de julio de 1928. tuyen la base de este trabajo la debemos a la ines- punto más alto de desarrollo de las líneas del re- sideramos un aporte de singular importancia el
6
Claridad, 40 (162), 14 de julio de 1928. timable colaboración de la profesora Cecilia Belej. for mismo técnico público”, p. 322. trabajo de Luciano de Privitiello, “Inventar el ba-
14 23
La Nación, 1 de octubre de 1928, p. 7. rrio: Boedo 1936-1942”, Cuadernos de Ciesal,
7
La Razón, 13 de abril de 1929. La Nación, 2 de febrero de 1929, p. 6.
2-3, Rosario, 1º y 2º semestre de 1994.
8 15
Luciano de Privitellio, en su libro Vecinos La Nación, 30 de noviembre de 1928,
y ciudadanos. Política y sociedad en la Buenos p. 7.
Aires de entreguerras, Buenos Aires, Siglo 16
“Sueldos municipales”, La Nación, 20 de
Veintiuno, 2003, relata con precisión el desarro-
octubre de 1928, p. 9.
llo del fomentismo en la ciudad de Buenos Aires
17
y sus vinculaciones con el poder político. Véase Una sola referencia al aumento de la buro-
especialmente el cap. 3 “Las sociedades de Fo- cracia nacional la encontramos en su nota “Des-
mento”. tino de los tranvías”; dice: “Los coches que llegan
9 al Jardín Zoológico deberían volver cargados de
A lo largo de sus dos años de publicación la
bestias salvajes y los que van hasta la casa de Go-
columna tuvo variaciones en su for mato y nunca
bier no, rebosando empleos”, La Nación, 5 de
llevó la fir ma del escritor. Siguiendo los recortes
enero de 1929, p. 10.
que el propio Scalabrini conservó en su archivo
18
personal podemos inferir que durante todo este La Nación, 8 de agosto de 1928, p. 6.

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) 109 (
Entrevista

Grete Stern, Sueño Nº 46,


“Extañamiento”, 1946
(detalle)

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“Los alemanes se sentían cómodos en
el seno del Tercer Reich”
Entrevista a Robert Gellately y Peter Fritzsche
Miranda Lida*

L
a afir mación del título pertenece al historiador Peter Fritzsche, aunque su colega Ro-
bert Gellately podría también suscribir a ella. Sin embargo, que los alemanes se sin-
tieran cómodos en el Tercer Reich no significa para estos autores que deban ser con-
siderados antisemitas avant la lettre. De un modo u otro se apartan de Daniel Goldhagen
quien en su largamente debatido trabajo Los verdugos voluntarios de Hitler presentó la
idea –tan panfletaria como provocativa– de que el antisemitismo for maba parte casi innata
de la identidad alemana desde los tiempos más arcaicos. En discusión con la tesis de Gold-
hagen, Fritzsche y Gellately en sus más recientes obras se abocaron a revisar la cuestión del
consenso que la sociedad alemana tuvo con el régimen nazi. Lejos del mero deseo de im-
pactar en el lector desprevenido con afir maciones tan fuertes e imprudentes como las de
Goldhagen, ambos historiadores se introducen con cautela en uno de los temas más polé-
micos en tor no al Tercer Reich.
Ellos se preguntan hasta qué punto la sociedad acompañó al nazismo y llegan a conclu-
siones capaces de hacer estremecer a todos aquellos que, de tanto depositar en las espal-
das de Hitler toda la responsabilidad por las consecuencias del nazismo, no se detuvieron a
considerar que sin un mínimo de consenso aquel régimen no habría podido alcanzar el gra-
do de expansión que obtuvo. De todas for mas, ello no quiere decir que los alemanes deban
ser considerados unos antisemitas innatos sino que en ciertas condiciones estuvieron dis-
puestos a convertirse en nazis, parafraseando al propio Fritzsche en uno de sus libros ya
traducidos al español. O bien en las palabras de Gellately, para Hitler “la clave de la auto-
ridad política era que debía ser popular, y no simplemente estar respaldado por la fuerza.
La suya fue una dictadura basada en el consenso, que extrajo su legitimidad del pueblo”.
En el diálogo que sostuvimos con ambos el tema del consenso ocupa sin duda un lugar
central, pero sin dejar de lado otras cuestiones que hacen a la interpretación global que sos-
tienen acerca del período nazi. Ambos también hablarán largo y tendido de sus más recien-
tes (y ambiciosas) obras publicadas en inglés: Life and Death in the Third Reich (Cambrid-
ge, Harvard University Press, 2008), por Peter Fritzsche, y Lenin, Stalin and Hitler: The
Age of Social Catastrophe (Nueva York, Alfred Knopf, 2007), por Robert Gellately. Y no
faltarán las referencias a sus obras ya difundidas en español: De alemanes a nazis 1914-
1933, de Fritzsche (Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2006), y No sólo Hitler. La Alemania
nazi entre la coacción y el consenso, de Gellately (Barcelona, Crítica, 2002).

* Conicet-Universidad Torcuato Di Tella

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- Nº 33, comienzos de 2008: 113-123
–Daniel Goldhagen desencadenó en su momento un largo debate acerca del antise- dispusieran a aceptar el argumento de los nazis de que Alemania necesitaba la marginación
mitismo en la sociedad alemana. ¿Cuál fue el resultado de esta discusión? ¿Qué pien- de los judíos, sino además la cuestión decisiva de que toda la textura social se disolvió des-
san al respecto? ¿Podrían desarrollar sus propios puntos de vista vis-à-vis Goldhagen? de el momento en que los alemanes vieron a sus vecinos judíos sólo como judíos y nada
Al igual que él, ustedes se preocuparon por entender qué tipo de consensos existían más que como tales. Goldhagen no ve este aspecto. Sostiene que ya antes de 1933 los ale-
entre el nazismo y la sociedad alemana. manes compartían un antisemitismo eliminacionista y que lo característico de los nazis fue
Robert Gellately (R.G.): –La obra de Goldhagen quedó casi completamente despresti- que simplemente se atrevieron a llevar a la práctica algo en lo que ya todo el mundo creía.
giada entre los especialistas. Ya ningún historiador serio la considera, excepto para señalar Pienso que esto es incorrecto y carece de fundamentación. En pocas palabras, Goldhagen
cuán equivocada está. Cuando yo la reseñé, consideré conveniente recordarles a los lecto- reduce el problema a un argumento demasiado simple que no le per mite ver los cambios
res que el antisemitismo era bastante más importante de lo que muchos especialistas en ge- que se dieron en los alemanes a lo largo del tiempo. Los aspectos clave del proceso no pue-
neral estaban dispuestos a admitir. Todavía hoy hay quienes siguen hablando de un “Holo- den perderse de vista: el papel desempeñado por la derrota de 1918, la histeria a la que
causto sin antisemitismo”. El peor de los casos es el de Götz Aly, quien señaló las causas dio lugar, la capacidad de los nazis de movilizar a los alemanes luego de 1933, y en espe-
materiales que están por detrás de los asesinatos en masa: el puro y simple deseo del bo- cial, luego de 1943.
tín.1 Sin embargo, lo cierto es que los judíos fueron asesinados del modo más despilfarra- Goldhagen se limitó a poner de relieve que había mucho más antisemitismo en Alema-
dor posible. Las propiedades fueron saqueadas y destruidas, con el propósito de dar con las nia, en especial a nivel popular, de lo que los historiadores estaban muchas veces dispues-
“joyas escondidas”, sin que nadie sacara provecho de ellas. Sólo en cierto grado el Tesoro tos a admitir. Pero yo rescataría el valor de la fór mula que William Sheridan Allen expresa-
alemán obtuvo algo de dinero. Además, a partir de 1943, cuando Alemania desesperaba ra hace ya cuarenta años: los alemanes se interesaron por el antisemitismo porque se incli-
por conseguir trabajadores para sus fábricas de municiones, los asesinó sin remedio. naron por los nazis, y no al revés. Hay algo más que podría agregar por mi parte, sin em-
Ahora bien, Goldhagen sostuvo que el apoyo proporcionado por los alemanes al nazis- bargo. Luego de largos años de investigar en tor no al Tercer Reich y el Holocausto, uno
mo provenía casi enteramente del hecho de que Hitler procuraba llevar adelante su “pro- no deja de encontrar una particular crueldad que excede cualquier posibilidad de explica-
yecto nacional alemán”, que habría consistido en asesinar a todos los judíos de Europa. ción en las actitudes de los nazis, y de los alemanes, para con los judíos. Por algo los lec-
Desde su perspectiva, el papel de Hitler sólo se habría limitado a liberar las trabas puestas tores les prestaron tanta atención a las sospechas que por primera vez planteó Goldhagen.
al antisemitismo, dado que hacía tiempo que los alemanes ya habrían venido presionando Con todo, sigo pensando que el argumento de Saul Friedländer de que el antisemitismo es
en pos del asesinato en masa de los judíos. Yo creo que el papel de Hitler fue más relevan- inseparable de la redención política, económica e histórica de Alemania –supongo que se
te que eso; no obstante, es cierto que no se lo puede entender sin atender a la opinión po- refería a 1918– constituye la explicación más convincente acerca de la particular intensidad
pular alemana. Y en este sentido diría que el apoyo de los alemanes hacia Hitler abrevó en que adquirieron las políticas antijudías de los nazis.
varias fuentes. Algunos se dejaron llevar cuando se recuperó el nivel de empleo; otros, –¿En qué aspectos sus obras han contribuido a iluminar la cuestión del Holocausto?
cuando vieron que Hitler recuperaba terreno para Alemania en la política exterior; otros R.G.: –Mi obra, en especial mis más recientes libros, es crucial para la comprensión del
más, porque vieron que él jugaba la carta de “la ley y el orden”. El objetivo de Hitler fue Holocausto. Muestra que si bien la gente no se hubiera resuelto a apoyar a Hitler, la perse-
convertirse en un dictador popular, y casi diría que lo logró. En 1939, o bien a mediados cución de los judíos y otros grupos no habría alcanzado las dimensiones que tuvo. Nunca lo
de 1940 luego de la derrota de Francia, e incluso todavía en octubre de 1941 cuando sus sabremos con certeza de todas for mas. Todo lo que podemos decir es que en aquellas oca-
ejércitos estaban a las puertas de Moscú, Hitler era considerado por su pueblo uno de los siones en que la sociedad no apoyó lo que Hitler o su régimen procuraban (como en el boi-
más grandes estadistas de todos los tiempos. ¿Cómo puede todavía haber estudiosos que cot de abril de 1933, por ejemplo), hubo que dar marcha atrás. Sabemos que Hitler esta-
duden de esto? ba muy preocupado por su popularidad, que cancelaba medidas que se topaban con la me-
Peter Fritzsche (P.F.): –Mi último libro, Death and Life in the Third Reich, fue y segui- nor objeción de la gente; por ejemplo, el partido removió en 1938 los crucifijos de las es-
rá siendo comparado con Goldhagen. En un sentido general, yo acepto sus apreciaciones. cuelas pero luego de una muy breve protesta, las cruces fueron repuestas en sus sitios.
No pongo en duda que existió un amplio apoyo al nazismo, que este apoyo no hizo más P.F.: –Mi obra ilumina los debates sobre el Holocausto en varios sentidos. En primer lu-
que crecer y que la complicidad, así como también la indiferencia, explican la relación en- gar está el hecho de que muchos, muchísimos alemanes, comprendieron cabalmente la po-
tre los alemanes y los judíos. Para decirlo de un modo tajante: los alemanes se convirtie- lítica antijudía de los nazis desde sus inicios. Se familiarizaron con las ideas antisemitas acer-
ron en nazis porque quisieron. No obstante, existen enor mes diferencias entre mi obra y ca del problema judío y sus posibles soluciones, con la cuestión de la “influencia judía” y las
la de Goldhagen. “cuotas judías”, con los progroms de 1938 y con los asesinatos en masa después de 1941.
No discuto que el antisemitismo creciera en la Alemania de Weimar, pero no fue más A veces quedaron desconcertados por el crimen y las deportaciones. Al mismo tiempo, una
que uno de los tantos hilos que conectaba a los alemanes entre sí. Lo pavoroso de 1933 amplia mayoría asoció las políticas de los nazis contra los judíos con la preservación y la
no fue sólo el crecimiento del antisemitismo y el hecho de que cada vez más alemanes se protección del Reich.

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En segundo lugar, cuando los alemanes pensaban en la cuestión judía, iban más allá to- marginales (como los excluidos sociales). Así, este terror ganó más apoyos de los que per-
davía: focalizaban deliberadamente la moralidad nazi en su totalidad. Interpretaron las ac- dió. No debería costar tanto entender que ganaran apoyos las medidas enérgicas contra su-
ciones de los nazis contra los judíos, y sus propios prejuicios antijudíos, en el marco de un puestos revolucionarios, insurgentes o transgresores de la ley. Hay una cuestión general que
cuadro más amplio que comprendía las luchas existenciales de Alemania. En otras palabras, debemos tener en mente: es difícil aceptar para los ingleses o los norteamericanos que un
hubo mucha más deliberación moral y política, además de discusiones reales, sobre el pa- dictador puede ser severo, e incluso cruel, pero al mismo tiempo popular. ¿Cómo puede
pel de los judíos en el Tercer Reich, de la que muchas veces estamos dispuestos a aceptar. ser que los historiadores británicos se equivoquen tanto? Sospecho que para muchos paí-
De todas for mas, la cuestión judía se perdió de vista luego de 1943, en especial porque los ses sudamericanos esto debe ser algo más fácil de comprender.
judíos estuvieron cada vez más absorbidos por sus propios problemas. Creo que se sabía Además está el hecho de que la mayoría de la población que se hallaba en los campos
más sobre el Holocausto en Alemania en 1941 que en 1944. Puesto que mi argumento se en el momento más comprometido de la guerra, así como la mayoría de las víctimas eje-
concentra en subrayar cómo los ciudadanos alemanes se encolumnaron detrás del proyec- cutadas por el Tribunal del Pueblo, no estuvo compuesta por alemanes sino por extranje-
to nazi, le doy gran importancia a la responsabilidad moral y política de los alemanes co- ros. Si dejo de lado los campos de exter minio, que se llenaron de judíos traídos de toda
rrientes. Europa, puede afir marse que la mayor parte del terror ejercido en los tiempos de guerra
Una cuestión más: a fin de conservar su fe en la victoria de Alemania, en los años de tuvo por blanco a no alemanes. La mayoría de los “buenos ciudadanos” tuvo muy poco
la derrota (1943-1945) los alemanes se mostraron inclinados a enterrar los crímenes. Es in- que temer, siempre que hiciera buena letra. De todas for mas, no se puede dudar de que
sólito el hecho de que sólo muy pocos alemanes hayan podido imaginar, y mucho menos el régimen se volvió cada vez más intolerante e irascible cuanto más se aproximaba el fin
todavía desear, una alter nativa al Tercer Reich, al menos hasta antes de su final en 1945. de la guerra. No obstante, mucha gente estuvo dispuesta a ver sólo la parte buena, mien-
–Parece que ambos coinciden en el tema del consenso de la sociedad alemana con tras que otros siguieron diciendo hasta al día de hoy que el Tercer Reich fue lo mejor que
el régimen nazi… le tocó vivir.
R.G.: –El problema es que hubo y sigue habiendo mucho tabú cuando se quiere afir mar P.F.: –Respeto mucho la obra de Robert Gellately, pero el suyo es un análisis que va de
que los alemanes apoyaron y consensuaron el nazismo. Precisamente por señalar que exis- lo general a lo particular, y no se detiene en el modo en que la gente, desde las bases, afron-
tió un consenso popular con el régimen, un historiador me acusó en Inglaterra de ser an- tó los dilemas políticos, tanto antes como después de 1933. Ésta es una tarea ardua. De
tialemán. No sólo es falso, sino además un sinsentido. De hecho un importante número de todas for mas, él tiene razón en subrayar hasta qué punto los aspectos coercitivos del nacio-
historiadores alemanes acepta mi interpretación de Hitler como una dictadura basada en el nalsocialismo for maron parte de la discusión y la vida de todos los días, e incluso encontra-
consenso. No fue un consenso mítico, del modo en que Ian Kershaw lo planteó. De hecho, ron aprobación. Pero hay que mirar todas las facetas de la coerción a fin de comprender
una amplia mayoría estuvo y per maneció comprometida con el régimen. Debemos incluir cabalmente en qué aspectos ella encaja per fectamente. No ignoro que los campos de con-
también a muchos que durante largo tiempo fueron unos valientes enemigos de los nazis, centración se encontraban justo frente al horizonte político que la gente veía delante de sus
como los votantes católicos, o incluso socialistas y comunistas. Buena parte recaló en el na- ojos, y algo parecido cabe decir de las acciones contra los judíos. Pero es posible que, más
zismo cuando se dio cuenta de sus logros. Claro que en el largo plazo advertimos que es- que él, yo tienda a subrayar la autoconciencia que los alemanes tenían con respecto a lo
tos “logros” se hicieron a un muy alto precio. Pero lo cierto es que los alemanes todavía los que significaba el régimen. De todas for mas pienso que ambos estamos trabajando en sen-
recuerdan hasta al día de hoy. ¿Por qué? tidos bastante parecidos, aunque es cierto que nos basamos en diferentes fuentes y aborda-
Cuando en 1933 los alemanes miraban hacia atrás, lo único que podían ver era crisis, mos la sociedad alemana desde distintos lugares.
revolución y trastor nos de todo tipo. La Gran Depresión impactó en 1929, el desempleo –¿Por qué, entonces, los alemanes apoyaron a Hitler? ¿Cuáles son las bases de
aumentó dramáticamente y a partir de allí la nación perdió como un todo su sentido de la aquel consenso?
dirección. Hitler rápidamente les devolvió el empleo, hizo que las cosas volvieran a funcio- R.G.: –Las victorias en la guerra le dieron a Hitler los más amplios y profundos apoyos
nar y posicionó a Alemania en el contexto europeo. Algunos historiadores, incluido Kers- que nunca haya tenido, pero el apoyo no se debió sólo a esto. La brutalidad de Hitler con-
haw y parte de sus compatriotas, insisten una y otra vez en que los alemanes debieron ser tra todo aquel que se atreviera a tocar a una mujer en una calle oscura le redituó un perdu-
aterrorizados para recaer en la sumisión. En lugar de ello yo diría que hubo un cierto ejer- rable respeto por parte de las mujeres. Mucha gente continuó recordando hasta el día de
cicio del terror algo menor al imaginado y que “unos cientos” de personas murieron en los hoy que la mujer podía caminar tranquila por las calles. Hubo muchos otros que supieron
primeros campos de concentración. Éstas son las mejores cifras que tenemos, y por supues- lo que era perder un trabajo, ver interrumpidos los pagos de su seguro o tener que depen-
to que son terribles. Pero fue apenas una porción de las víctimas de la Revolución Rusa, der de elecciones inter minables en las que no se decidía nada. O soñaban con un líder fuer-
que tuvo un costo de varios cientos de miles. El terror que tuvo lugar desde fines de 1933 te de la talla del príncipe Bismarck. Vieron a Hitler y pudieron percibir que era capaz de to-
hasta 1935 estuvo dirigido más que nada contra personas que de entrada eran poco apre- mar las riendas y afrontar el temporal. Incluso hubo muchos que tenían sus reservas con los
ciadas (como los judíos), o bien se las consideraba amenazadoras (como los criminales) o nazis, pero que estuvieron finalmente dispuestos a darle su oportunidad.

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La elite, así como también muchos ciudadanos comunes y corrientes que no for maban en la Volkgemeinschaft (comunidad del pueblo). Era un momento en que las elites tradicio-
parte del partido, hallaron diferentes modos para expresar su apoyo por el régimen nacio- nales se vieron amenazadas e incluso desplazadas por la movilización nacionalista, y luego
nalsocialista. Por ejemplo, actuaron como infor mantes voluntarios o delatores. Incluso se por los nazis. La movilización política, no puede dudarse, es for malmente un acto demo-
dirigían a la Gestapo con infor mación cuando podían intuir que el destino de un vecino se crático. En cualquier caso, tanto el alcance como las for mas de la movilización política que
hallaba comprometido. Los motivos para este tipo de acciones variaban enor memente de pueden advertirse a lo largo de Alemania, en especial en la década de 1920, fueron al mis-
un caso a otro, pero lo que contaba en última instancia era el hecho de que apoyaban a la mo tiempo un indicador y un resultado de un proceso de democratización de amplio alcan-
dictadura, a la policía y al partido. A esto yo lo denominé una for ma de “autopolicía”; lo ce, si bien con fines no democráticos.
que quiero decir es que la sociedad era policía de sí misma. Algunos historiadores objeta- –¿Cuáles son las consecuencias de un consenso semejante? En especial, apuntaría
ron este concepto pero, como mostró con claridad Michel Foucault, esto for ma parte de esta pregunta a pensar el problema de la responsabilidad moral y política de la socie-
cualquier sociedad disciplinaria moder na. En verdad hay infinidad de razones por las cuales dad alemana con respecto al Holocausto. Aquí aparece sobrevolando la cuestión de la
los alemanes estuvieron tentados o bien atraídos por el nazismo. De un modo u otro, llega- complicidad. Me gustaría pedirles que desarrollen su argumento en esta dirección.
ron a entenderse con él. R.G.: –Hay historiadores que están dispuestos a admitir que la gente respaldó a Hitler,
P.F.: Para explicar el apoyo al nazismo, uno no debe subestimar el trauma provocado pero niegan de todas for mas que lo hicieran de acuerdo con la ideología nazi o con el an-
por la derrota y la revolución –si bien es cierto que el consenso político acerca de que 1918 tisemitismo. Eso es como decir que hubo alguien que en los años 50 en Estados Unidos
fue una catástrofe data mayor mente de después de 1933, gracias a una construcción po- apoyó al Ku Klux Klan, pero sólo más tarde se dio cuenta de que eran racistas y partida-
derosa, aunque no unánime–. Tampoco se deben subestimar las espantosas consecuencias rios de la supremacía blanca. En 1933, y antes también, Hitler era conocido como el líder
de la crisis económica de 1930 a 1933 y el poderoso anhelo de algo diferente. No obstan- más antisemita que haya tenido lugar en la historia alemana. Cualquiera que votara por él
te, si miramos más allá de los nazis y consideramos la destrucción de los partidos de clase no podía pasar esto por alto. De todas for mas, esto no significa que todos desearan el Ho-
media en la década de 1920, junto con la poderosa movilización de diferentes alter nativas locausto; quiere decir simplemente que era imposible no saber que Hitler detestaba a los ju-
políticas, entre ellas, las asociaciones nacionalistas como la Stahlhelm (Cascos de Acero), lo díos y que seguramente les haría daño.
que puede advertirse es una dinámica política que resulta relativamente independiente de la Sobre el Holocausto, hoy sabemos que el nivel de conocimiento fue mucho mayor de lo
economía. Más todavía: todos los que ocupaban posiciones en la derecha odiaban el trata- que antes se creía. Es cierto que hubo personas que se habrían sentido impresionadas de
do de Versalles y estaban de acuerdo en que 1918 había sido una verdadera catástrofe. Los conocer los detalles exactos de lo que pasaba un día cualquiera en Auschwitz. La gente se
nazis triunfaron, pues, no porque abogaran por esto, que era común a todos, sino por lo resiste a mirar de cerca lo que ocurre en las prisiones. Pero los campos eran un fenómeno
que tenían de diferente: ofrecían una agenda social y política en la que se reclamaba un po- ampliamente conocido en Alemania. En un comienzo se los destinó a los comunistas y cri-
deroso cambio para Alemania. Dado el despertar político alemán de los años que siguieron minales; se esperaba que pudieran “rehabilitarse” mediante el trabajo. Con todo, para fines
a 1914 y la fuerte conciencia nacionalista, había mucha más conciencia acerca de la nece- de 1934 había sólo unas tres mil personas en los pocos campos que quedaban en Alema-
sidad de buscar alter nativas a Weimar y estaba incluso presente la sensación de que el nue- nia. ¿Por qué? A Hitler ya no le quedaban enemigos: eso era todo. Pero pronto se les con-
vo movimiento nacionalista estaba cosechando importantes triunfos, y en el futuro cosecha- firieron nuevas funciones. A la policía se le dieron nuevos poderes y se le per mitió mandar
ría todavía más. Hubo una gran confianza en la derecha, que menguó quizá durante la Gran allí a los “enemigos” sociales. Y mucha gente estuvo feliz con el hecho de que las calles que-
Depresión, pero que tuvo su culminación el 30 de enero de 1933, que fue considerada la daran seguras, la amenaza comunista se disipara y todo lo que eso implicaba. La sociedad
fecha de una verdadera “revolución nacional” y no simplemente nazi. Debo agregar que ni alemana, incluidos muchos obispos católicos, apoyó la creación de los campos en los ini-
los votantes nazis, ni siquiera los propios nazis, se creían posicionados en la extrema dere- cios del Tercer Reich. Y hubo gran número de personas en Alemania y en otros lugares de
cha; por el contrario, estaban convencidos de que ofrecían una solución inter media entre Europa que estuvo de acuerdo en que los judíos tendrían que irse. En un país tras otro, las
la reacción política y el gran capital, por una parte, y el socialismo de la clase trabajadora, poblaciones no sólo cooperaron sino que además participaron en el asesinato en masa de
por la otra. El principal enemigo político del nazismo se encontraba localizado en los par- sus vecinos. Cuando leemos la historia de Jedwabne en Polonia que escribió Jan Gross, las
tidos de derecha, a los que los nazis les robaron sus principales votantes. Los nazis se pre- imágenes que se desprenden no son nada agradables.2 La gente de pueblo no sólo se vio
sentaban y eran vistos como una alter nativa tanto más democrática que la de los gabinetes tentada a saquear los bienes de sus vecinos; además de todo vieron la luz las más crueles
de Heinrich Brüning, Franz von Papen y Kurt von Shcleicher entre 1930 y 1933. for mas de antisemitismo. Tanto es así que los judíos que regresaron de los campos a sus
Claro que no fueron un partido democrático. Sin embargo el nazismo no puede enten- hogares después de la guerra fueron recibidos con expresiones de un furioso antisemitis-
derse sin dar cuenta del modo en que Alemania se transfor mó desde 1900, y en especial mo, lo cual resulta tan sorprendente como escalofriante.
durante los años de la Primera Guerra Mundial, cuando se hizo posible que los electores ad- P.F.: –El problema es que la historia del nazismo fue escrita por lo general en tér minos
quirieran mayores cuotas de poder político, por medio de una retórica que ponía el acento del desastre que a los alemanes les tocó percibir a su alrededor: la derrota en la Primera

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Guerra Mundial, la revolución, la inflación y la Gran Depresión. No obstante, la dinámica los dictadores que resultaron de esos contrastes presentaban profundos contrastes. Por
política era mucho más complicada: involucraba una insurgencia política que para muchos, ejemplo, la naturaleza y el alcance de la propiedad de la tierra eran muy diferentes en ca-
en su mayor parte alemanes de clase media, fue en tér minos políticos una experiencia que da caso. En un contexto de crisis, la población rusa podía tolerar verse dirigida por un ra-
despertó hondas expectativas y los facultó a actuar políticamente. Desde el punto de vista dical como Lenin que inclinaba la balanza a la izquierda, llevándola a la nacionalización de
de los círculos nacionalistas, se creía que era inminente una suerte de despertar alemán y la propiedad; de ahí que por un momento apelara a los campesinos. En cambio, cualquier
se tenía a 1914 como un momento verdaderamente nacional y popular –e incluso se con- crisis desencadenada en Alemania, un país de propietarios, habría de desembocar en un re-
sideró que 1918 había sido necesario, si bien per manecía inconcluso–. La elección que hi- sultado netamente diferente. En caso de amenaza, los burgueses acudían a la derecha en
ce en De alemanes a nazis de 1914 como fecha clave pone el acento, antes que en la reac- busca de salvación: la crisis los arrojó a los brazos de Hitler.
ción contra el desastre de la guerra, en la acción. Tiene que ver con considerar al nacional- Muchos historiadores –entre ellos Allan Bullock y Richard Overy, incluso en cierta medi-
socialismo como parte de una movilización política mayor que fue bastante más allá de la da Hannah Arendt– que publicaron obras de carácter comparativo sobre estas dictaduras ten-
depresión alemana. Y también quiere enfatizar que en general los alemanes no estaban ya dieron a tomar a Hitler como la norma y abordaron el stalinismo en busca de semejanzas.
nada deseosos de regresar a los tiempos del káiser. Dejaron a Lenin completamente al margen del análisis, cuando en realizad fue él quien se
La identificación con Hitler es el resultado de una profunda preocupación de los alema- encargó de construir las más importantes instituciones de la dictadura soviética, desde la po-
nes por Alemania, de su profunda identificación tanto en su identidad como en su subjeti- licía secreta hasta los campos de concentración. Por eso subrayo la importancia de conside-
vidad con la de su país, quizás de un modo sin precedentes en la historia moder na. El na- rar de manera correcta el orden en que se presentaron estos tres líderes. Se copiaron entre
zismo también debe ser comprendido en función de una dinámica de amplio alcance que sí y aprendieron entre ellos, de modo que sus vidas y sus carreras se hallan entrelazadas. Hu-
tiene que ver con la historia de la Alemania moder na: mi idea clave tiene que ver con el he- bo semejanzas, pero las diferencias saltan a la vista. Para decirlo de manera sencilla, Lenin
cho de que existían movimientos protonazis a lo largo de toda Alemania en los años 20, creó un partido de vanguardia y una dictadura que hacía juego con él. Gobernaba de arriba
movimientos que operaban en las bases de manera enérgica, actuando con completa inde- hacia abajo y no se preocupaba en absoluto por la opinión pública. Stalin a duras penas se
pendencia de los nazis. Éstos adquirieron fuerza y resultaron atractivos. Es interesante tra- molestaba en hablar en público. Hitler era algo bien diferente. Era un líder carismático que
tar de entender por qué los alemanes dieron un giro tan brusco, cómo fue que adquirieron amaba las masas tanto como éstas lo amaban a él. Insistía en que la clave de la autoridad po-
sus habilidades democráticas y cómo fue que se volvieron nazis. El nazismo emergió de las lítica era que debía ser popular, y no simplemente estar respaldado por la fuerza. La suya fue
transfor maciones sociales y políticas de la década de 1920. Por ello los alemanes de los una dictadura basada en el consenso, que extrajo su legitimidad del pueblo. No hay duda de
años 30 consideraban el nazismo algo propio. Y si bien solían lamentarse de los burócra- que la guerra supuso un gran desafío, al que Hitler respondió con la idea de que era necesa-
tas del partido, se sentían cómodos en el seno del Tercer Reich. Si se me per mite el atre- rio tomar firmemente el control del frente interno. Sin embargo, la gente lo siguió respal-
vimiento, diría que era posible odiar a los nazis, aun cuando se amara el Tercer Reich. dando incluso en los años de la guerra, hasta un nivel extraordinario.
El historiador que desee comprender el nacionalsocialismo debe enfrentarse a este tipo Más todavía: los sistemas de terror de ambos países reflejaron a la per fección dos so-
de paradojas, que son las que muestran cómo operaba el nazismo sobre los diferentes ni- ciedades diferentes. Lenin y Stalin utilizaron el terror de manera azarosa e impredecible, so-
veles de la percepción. El debate más relevante que se plantea tiene que ver con la respon- bre todo porque contaban con una policía relativamente pequeña. Uno de sus métodos fue
sabilidad moral y política de la sociedad alemana en lo que respecta a las consecuencias de apelar al tristemente célebre sistema de cuotas para arrestar y matar a sus “enemigos”. El
su elección: no se puede dejar de considerar hasta qué grado los alemanes fueron conscien- terror de Hitler era en cambio mucho más predecible, de manera que los “buenos ciudada-
tes, encontraron atractivos a los nazis en aspectos en los que éstos no simplemente imita- nos” tenían poco que temer, en especial durante los tiempos de paz. Los denominados
ban las posiciones nacionalistas tradicionales y se volvieron sus cómplices en lo que res- “enemigos raciales”, así como también los marginados sociales –delincuentes de crímenes
pecta a la específica visión del mundo que sostenían los nazis. reiterados y mendigos– o todos aquellos lo suficientemente incautos como para criticar pú-
–En sus más recientes obras, que no han sido traducidas al español, ambos dan una blicamente al régimen quedaron expuestos al peso de la ley. Pero la dictadura de Hitler no
vuelta de tuerca más a sus interpretaciones ya conocidas por el lector de lengua espa- fue estática. En particular, en los últimos meses de la guerra comenzó a aplicar al propio
ñola, y presentan dos estudios ambiciosos, de largo alcance. ¿Podrían presentar en po- pueblo alemán las “lecciones” del terror aprendidas en las diferentes regiones ocupadas de
cas palabras el argumento central de esas obras? Europa. El sistema nazi concluyó así por devorar incluso a sus más antiguos partidarios. No
R.G.: –En mi nuevo libro, Lenin, Stalin and Hitler, me remonto hasta la Primera Gue- obstante, es sorprendente que podamos encontrar evidencia de que hubo quienes estuvie-
rra Mundial, que dio inicio a lo que di en llamar “la catástrofe social”. Esta guerra inaugu- ron dispuestos a seguir respaldando a Hitler no sólo hasta su más amargo fin sino más allá
ró un nuevo capítulo en Europa. Todos los países perdedores atravesaron una gran revolu- también.
ción. La Unión Soviética y Alemania, para concentrar nos en estos ejemplos, eran socieda- P.F.: –En mi reciente libro Life and Death in the Third Reich exploro cómo los alema-
des de muy diferente tradición. Su espacio político y su ambiente social eran diferentes y nes, ya desde antes de 1933 pero más especialmente a partir de esta fecha, se volcaron a

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percibir que Alemania se encontraba amenazada, tras haber pasado por la experiencia de nes en una investigación científica. Pero no hay duda de que tratar con líderes como Hitler
estar al borde de la desintegración en 1918. El principal logro de los nazis consistió en ha- continuará presentando especiales dificultades, aun si dejamos a un lado todo lo que nos
cer que los alemanes leyeran el pasado reciente en estos tér minos. En consecuencia, hubo aparta de él en lo que respecta a sus fundamentos morales, políticos e ideológicos.
cada vez más alemanes que se convencieron de que la preservación de la vida de la nación P.F.: –Ésta es una buena pregunta. Para mí el gran dilema es que al tratar de explicar
alemana exigía la implementación de políticas de carácter extraordinario, en las cuales Ale- el atractivo del nazismo me encuentro a mí mismo utilizando las categorías de los propios
mania no podía ya darse el lujo de sostener una ética de tipo cristiana o universal, sino que nazis, y lo hago fundamentalmente porque estoy convencido de que la visión del mundo de
necesitaba en cambio desplegar una moralidad específicamente ger mánica en la cual la su- los nazis les resultó atractiva a los alemanes. Por ello tuve que argumentar que existió algo
pervivencia y la prosperidad de la nación predominaran sobre cualquier otro criterio. Qui- así como el deseo, e incluso la realización, de una Volkgemeinschaft. Puesto que la revo-
zá no hubo nunca algo parecido a esto en la historia moder na: un momento en que la po- lución nazi se dio en primer lugar en la mente y en las actitudes de los alemanes, los inves-
blación de un país llegara a identificarse de manera tan intensa con el colectivo. Ese senti- tigadores deben empezar a tomarse en serio la opinión que tuvo con respecto a los nazis
do de la vulnerabilidad alemana, para el cual la fecha de 1918 se convertiría en un verda- toda la gente que respondió a sus prédicas basadas en la nación, la etnicidad y la raza; no
dero símbolo, no debe ser perdido de vista; explica por qué tantos alemanes se pensaron a siempre se explica siguiendo unos intereses definidos en tér minos de clase social. Puesto
sí mismos como víctimas y por consiguiente pudieron convertirse en los autores responsa- que los alemanes fueron muy creyentes en el nazismo (75%, 85%, 95%) no nos queda más
bles (“perpetrators”) de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, los alemanes, en que, en la medida de lo posible, trabajar con las mismas categorías que sostuvo el propio
especial con la reconstrucción del Estado nazi y el comienzo de la guerra, se consideraron movimiento. Éste es un aspecto decisivo que hace a la perspectiva del historiador, más allá
a sí mismos capaces de reconfigurar el futuro de Europa. Existía un infinito sentido de lo de los números. Hay muchos historiadores que prefieren buscar algún otro tipo de explica-
posible, que reforzaría la deter minación de luchar hasta el más amargo final. ción para el fenómeno nazi, pero yo opto por reconocer que muchos alemanes creyeron
En segundo lugar, no simplemente sostengo que “cada vez más alemanes se hicieron que el Tercer Reich era algo confortable, incluso un excelente lugar en el que estar.
nazis y se convirtieron en nacionalsocialistas hasta un grado que hubiera sido previamente Y, por supuesto, una de las cuestiones con la que tenemos que lidiar es tratar de expli-
inimaginable”, sino que “los alemanes se involucraron activamente con la revolución nazi, car por qué, una vez que concluyó la Segunda Guerra Mundial, se produjo ese rechazo tan
según sus varias claves de deseo, fascinación y conster nación”. Dejando a un lado escrúpu- rápido de los aspectos clave de la identidad alemana anterior a 1945. Otro problema adi-
los y dudas, los alemanes hicieron un esfuerzo deliberado para convertirse en nazis, para cional es que buena parte de las fuentes con las que contamos se encuentran políticamen-
probar cómo encajaban en su propia piel las ideas nazis. Señalar este esfuerzo es algo mu- te tergiversadas, desde el momento en que son prueba de un régimen racista y criminal. A
cho más perturbador que si uno dijera simplemente que los alemanes se dejaron seducir, o mí no me entusiasma para nada tener que tocar físicamente esos documentos. Fue un mo-
bien se sintieron paralizados. Los pruritos morales continuaron exhibiéndose, pero en una vimiento popular despiadado, horrible y mezquino: no hay duda de que debe ser explicado,
mirada de conjunto puede decirse que los alemanes hicieron un gran esfuerzo para ser ca- pero no es nada agradable tener que trabajar con sus restos.
da día mejores nazis.
Por último, examino cómo interpretaron los alemanes y los judíos la catástrofe que su-
mía a Europa a causa del Holocausto y cómo su conocimiento fue modificándose durante Notas
el transcurso de la guerra. Para desarrollar estas líneas argumentativas hago un uso exten-
1
sivo de diarios y cartas de contemporáneos con el preciso objeto de captar la voz de los ale- Götz Aly es autor de La utopía nazi. Cómo Hitler compró a los alemanes, Barcelona, Crítica,
2007.
manes y toda la variedad de sus esfuerzos políticos.
2
–¿Cuáles son las dificultades que, como historiadores, encontraron para estudiar un Véase Jan T. Gross, Neighbours. The Destruction of the Jewish Community in Jedwabne,
tema como el nazismo? Sean morales, políticas, ideológicas o de cualquier índole. ¿Qué Nueva York, Penguin Books, 2002.
soluciones han encontrado a estos problemas?
R.G.: –Es muy común que los historiadores procuren alcanzar una especie de compren-
sión empática con respecto a los actores que estudian. Para usar una vieja imagen, trata-
mos de imaginar qué pasaba por la mente de César mientras cruzaba el Rubicón. No obs-
tante, es prácticamente imposible sentir cualquier tipo de empatía por Hitler o el régimen
nazi. Esto representa una gran dificultad en el sentido de que la historia del Tercer Reich no
es un ejercicio, digamos, “nor mal”. Algunos historiadores procuraron “nor malizar” el estu-
dio del Tercer Reich, pero esto es algo muy difícil. Estoy de acuerdo en que debemos es-
forzar nos por ser lo más justos y ecuánimes posible, con el fin de basar nuestras conclusio-

Archivo
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Lecturas

Grete Stern, Sueño Nº 46,


“Extañamiento”, 1946
(detalle)

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De cómo las escuelas de primeras letras se
transfor maron en escuelas primarias en
la campaña de Buenos Aires a mediados
del siglo XIX
José Bustamante Vismara*

I
glesias, plazas y escuelas constituyen un nudo en tor no al que se estructuran la mayor
parte de los pueblos de la República Argentina. Este patrón se encuentra tan consolida-
do que, en ocasiones, resulta difícil advertir las pautas con que fueron tomando un lugar
en el horizonte institucional. Y, mientras que las plazas y las iglesias fueron emplazadas a
partir de una antigua matriz urbana –a la cual no se hará referencia en este trabajo–, las es-
cuelas comenzaron a ocupar un lugar corriente con el correr del siglo XIX. Esta consolida-
ción es descripta en estas páginas.
A modo de hipótesis se sugiere que este proceso de cambio –en el ámbito específico de
la región pampeana– fue acompañado y complementado por una significativa alteración en
la naturaleza de estos establecimientos: su inserción en un sistema crecientemente jerarqui-
zado, las percepciones acerca de sus concurrentes, el lugar de los maestros y las maestras,
sus formaciones, los contenidos y las propuestas curriculares, las características edilicias… en
fin, todo parecería cambiar durante estos años. Pero para que algo cambie, tiene que haber
existido. Esta transformación sólo cobra sentido al ser puesta en perspectiva. Sin sus relacio-
nes con la evolución suscitada con relación al temprano siglo XIX, las escuelas primarias pa-
recerían no tener vínculos o nexos con el pasado. De un día para otro el Estado decidió que
serían una herramienta indispensable para su desarrollo, y la sociedad las aceptó como si
siempre las hubiese esperado. Esta mirada, un tanto ingenua, no responde al proceso de re-
configuración que se dio entre las escuelas de primeras letras y las escuelas primarias.
Para describir esta transfor mación –y con ello caracterizar con precisión a qué se alude
cuando se habla de tales establecimientos– se presentará un panorama general de la canti-
dad y el tipo de escuelas radicadas en la región hacia la década de 1850. Como producto
de ello se verá el crecientemente complejo cuadro institucional que por entonces se fue con-
for mando. Luego se aludirá a los encargados de la enseñanza –fueran hombres o mujeres–
y sus pautas de for mación, así como a los cambios suscitados en las propuestas pedagógi-
cas para la enseñanza de las primeras letras. Las alteraciones de este conjunto de elemen-
tos tuvo como correlato su impacto tanto en los útiles o insumos para la enseñanza como
en el per fil de los edificios. Finalmente, los alumnos y sus pautas de asistencia también co-
nocieron variaciones que no pasan inadvertidas.
El análisis se desglosa de un trabajo mayor sobre las escuelas de primeras letras de la
campaña de Buenos Aires en el temprano siglo XIX.1 A partir de esa perspectiva han sido

* Universidad Nacional de Mar del Plata-El Colegio de México.

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- Nº 33, comienzos de 2008: 127-142
advertidos elementos propios de mediados del siglo que, de no ser contrastados con sus an- vos hicieron de estos emprendimientos lugares en los que parecía razonable detenerse? La
tecedentes, pasarían desapercibidos. Marcar diferencias entre escuelas de primeras letras y evidencia estudiada para casos más tempranos –anteriores a 1838– permite afirmar que el
primarias no supone atender a alteraciones claramente identificadas que se desenvolvieron desarrollo de una cultura en la que comenzó a ser corriente la existencia y el sostenimiento
de un año para el otro. Se trató de un proceso que aconteció con avances y esfuerzos que de escuelas no fue un producto espontáneamente generado hacia la década del 50.
en muchas ocasiones fueron poco más que tibias insinuaciones, pero que en el mediano Es sabido ya que entre 1820 y 1838 hubo unas cuantas escuelas –más de veinte en ca-
plazo cobraron sentido como conjunto. si todo el período, y con picos de algo más de treinta en algunos años– que fueron carac-
terizadas por su fragilidad e inconstancia.2 En la década del 50 esas características comen-
zaron a ser alteradas, lo cual es ilustrado con la creciente regularidad en que fueron orde-
El desarrollo de los años de 1850 nados los establecimientos. La expansión del período es graficada en el siguiente mapa:

Entre los lugares comunes de la historia de la educación, aquel que señala que todo co- Sitios en los que se radicaron escuelas de primeras letras
menzó hacia fines de la década de 1850 del siglo XIX con la llegada de Domingo F. Sar- a mediados de la década de 1850
miento tiene algunos motivos que lo justifican. De hecho, luego de la caída de Juan Manuel
de Rosas se pasó abruptamente de un período en el que casi no había escuelas elementa-
les dotadas por el Estado en la campaña a más de cuarenta establecimientos hacia fines de
la década:

Cantidad de escuelas en la campaña de Buenos Aires


1853
1852

1854

1855

1856

1857

1858

1859

1860

1861

1862

1863

1864

1865

1866

1867
Años

Cantidad
de 4 8 17 29 30 43 48 48 s/d 48 48 48 50 51 51 56
escuelas

Fuentes: Elaboración personal sobre la base de Almanaque Comercial y Guía de Forasteros pa-
ra el estado de Buenos Aires. Año de 1855, Buenos Aires, pp. 43-44; Registro Estadístico del Esta-
do de Buenos Aires, 7 y 8, Buenos Aires, 1855, p. 122; Ricardo Levene (advertencia)-Publicaciones
del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Fundación de escuelas públicas en la Provin-
cia de Buenos Aires durante el gobierno escolar de Sarmiento. 1856-1831, 1875-1881, La Plata,
1939; Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires, 1857, Buenos Aires, 1858, t. 1, Registro Es-
tadístico de Buenos Aires, 1858 (1859), Buenos Aires, t. II; Archivo del Instituto de Investigaciones
en Historia del Derecho, Colección Documental José Barros Pazos, Legajos 163 y 167; Registro Ofi- Referencias: 1. Azul. 2. Dolores. 3. Belgrano. 4. Chascomús. 5. Ranchos. 6. San Miguel del Monte.
cial del Gobierno de Buenos Aires Año Cuadragésimo, Segundo Semestre, 1861, 1861; Memoria de 7. Lobos. 8. Cañuelas. 9. San Vicente. 10. Magdalena. 11. Navarro. 12. Chivilcoy. 13. Ensenada. 14.
los diversos departamentos de la administracion de la Provincia de Buenos Aires y de las municipa- Quilmes. 15. Barracas. 16. Boca. 17. San José de Flores. 18. Merlo. 19. Morón. 20. Santos Lugares.
21. San Isidro. 22. San Fernando. 23. Las Conchas. 24. Pilar. 25. Capilla del Señor. 26. Villa del
lidades de la campaña, Buenos Aires, 1867, p. 9. Registro Estadístico de Buenos Aires, 1868, Año
Luján. 27. Guardia del Luján. 28. San Antonio de Giles. 29. San Antonio de Areco. 30. Fortín de
décimo-tercio publicado bajo la direccion de Manuel Ricardo Trelles. Gefe de la Oficina de Estadís-
Areco. 31. Zárate. 32. Arrecifes. 33. Salto. 34. Rojas. 35. Pergamino. 36. Baradero. 37. San Pedro.
tica, Buenos Aires, 1872, p. 208.
38. San Nicolás de los Arroyos. 39. 25 de Mayo. 40. Bragado.

Fuentes: La elaboración de la ilustración ha sido llevada adelante sobre la base de los datos
Pero la lectura de este desarrollo requiere algunas aclaraciones. Por un lado cabe indicar mencionados en la tabla.
que el hecho de que en los años 40 no haya habido escuelas dotadas por el Estado no sig-
Nota: Los números señalan los poblados que hacia 1860 tuvieron escuelas de primeras letras.
nificó ni que no hubiese emprendimientos educativos, ni que no los hubiese habido en los
Restaría ubicar en la parte inferior de la imagen, es decir hacia el sur, a Carmen de Patagones, Tan-
años previos. De algún modo, en esta misma tabla puede advertirse que la escuela no era al- dil y Bahía Blanca, lugares en los que también hubo establecimientos en el período.
go nuevo; hubo gente preparada para regentear establecimientos y padres dispuestos a en-
viar a ellos a algunos de los miembros de su familia en edad escolar. Esta generalizada res-
puesta necesita una explicación: ¿qué razones llevaron a apostar por la escuela?, ¿qué moti-

Archivo
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) 129 (
La referida expansión fue complementada por un mayor espectro en el ofrecimiento de ras ubicadas en cada uno de los pueblos en los que se instalase una escuela. Estas juntas es-
servicios educativos. Además de las escuelas indicadas, en muchos de los pueblos hubo ins- taban confor madas por el alcalde o el juez de paz, un sacerdote y un par de vecinos. Así,
tituciones para niñas dependientes de la Sociedad de Beneficencia. Pero ello no fue todo; el inspector general –asentado en la ciudad de Buenos Aires– podía contar con infor macio-
en directa articulación a la administración de las escuelas para varones –las escuelas de la nes más o menos regulares e interesadas por el buen funcionamiento de los establecimien-
Sociedad de Beneficencia tenían una administración algo más autónoma– se desarrollaron tos desde cada uno de los pueblos.
otras alter nativas: escuelas para ambos sexos, escuelas privadas subvencionadas, escuelas En los años 50 el cargo de director general de escuelas fue reforzado con un cuerpo de
rurales, escuelas superiores, alguna escuela de horticultura y, hacia la década del 70, los pri- inspectores y por un Consejo de Instrucción Pública. Además, a nivel local, las juntas pro-
meros esfuerzos por instalar escuelas graduadas. tectoras fueron complementadas con la designación en for ma per manente de uno de los
Las escuelas para ambos sexos son un punto relevante en la inflexión a la que se hace municipales.
alusión. Éstas eran una especie de preescolar al que eran derivados los niños más peque- El mencionado Consejo era un cuerpo colegiado compuesto por notables versados en la
ños –en general menores de seis años– que aún no estaban en condiciones de iniciar el materia.6 En 1864, por ejemplo, estuvo integrado por Gabriel Fuentes, Miguel Esteves Sa-
aprendizaje de las letras –y que en las clases de los mayores, según se decía, molestaban–. guí, Alejo B. Gonzalez Garaño, Juan Andrés Peña, José Benjamín Gorostiaga, Juan Thomp-
En este marco institucional las mujeres comenzaron a tener un rol importante como maes- son e Isaac Fernández Blanco; y la secretaría a cargo de Pastor Servando Obligado. La pre-
tras. Con anterioridad a la década del 50 ni las escuelas para niños y niñas estuvieron di- sidencia de ese cuerpo fue ocupada por diferentes agentes: en la década del 50 estuvo en
fundidas, ni las mujeres estuvieron a cargo de la enseñanza elemental en las escuelas de pri- manos del rector de la Universidad de Buenos Aires, luego se ha encontrado al ministro de
meras letras.3 Gobierno, para ser posteriormente delegada en el jefe del Departamento de Escuelas. Las
Aunque las características de estos establecimientos para ambos sexos fueron poco atribuciones del consejo fueron poco concretas hasta 1865, cuando en un decreto se indicó
precisadas –por ejemplo, sin un conjunto curricular claramente delimitado–, resulta suge- que debería “1° Promover la generalizacion, método, uniformidad y reglamentacion de la
rente el hecho de que se indique que sus asistentes eran allí cuidados y no necesariamen- educacion primaria. 2° Fijar el programa de enseñanza, determinar los libros de testo en la
te educados o instruidos. De este modo, se generaba un primer peldaño que per mite co- forma establecida en el Decreto de 23 de Enero último, vigilar las disposiciones gubernati-
menzar a aludir a un sistema, y ya no a propuestas for mativas desligadas entre sí. A fines vas y proponer al Gobierno todas las reformas y mejoras que sea posible introducir en la ins-
de la década del 50 funcionaban cuatro de estas instituciones –casi todas ellas en la ciu- truccion primaria. 3° Atender á la formacion y subdivision de las Escuelas nombrando Pre-
dad de Buenos Aires–, unos diez años después el número y sus resultados se habían mul- ceptores y separándolos cuando fuese necesario. 4° Informar al Gobierno en todos los asun-
tiplicado. Así, se afir mó en 1867: “Las escuelas de ambos sexos dirijidas por señoras, en tos que le pasare al objeto. 5° Establecer un Reglamento interno del Consejo y de las atribu-
esta capital y aun lejos de toda poblacion, en la campaña, presentan ya resultados muy li- ciones y deberes del Gefe del Departamento y demas empleados á su cargo”.7
sonjeros”.4 Como se indicó antes, el cargo de director general continuó con las atribuciones que ya
Asimismo, en el otro extremo de este marco institucional, cabe hacer referencia a las había conocido, pero acompañado por un par de subordinados que, en conjunto, brinda-
escuelas nor males. El primer esfuerzo generado por desarrollar una institución de este tipo ban la posibilidad de una creciente regularidad en las tareas de inspección. A partir de en-
en la región –luego de las actividades de la década de 1820 ligadas al sistema de enseñan- tonces empezó a ser corriente una visita más o menos periódica a cada uno de los estable-
za mutua–5 data de 1852, cuando Marcos Sastre fue designado director de la que se insta- cimientos de la campaña.8 En estas inspecciones se advierte una doble tarea. Por un lado
laría en Buenos Aires. Sin embargo, esta iniciativa fue abandonada con la revolución de se estandariza el desarrollo de premiaciones públicas de los alumnos destacados en los co-
septiembre, y hubo que esperar hasta mediados de la década del 60 para que un renovado rrespondientes exámenes. Estas funciones habían sido desarrolladas recurrentemente en
emprendimiento con este sentido se instalara en Buenos Aires. Así sucedió en 1865, cuan- tor no a la Sociedad de Beneficencia; y aunque habían conocido ensayos en el temprano si-
do nuevamente la dirección fue encomendada a Marcos Sastre; y aunque él se desligó al glo XIX, sólo hacia fines de los años 50 se generalizaron en las escuelas de varones de la
poco tiempo –ya se aludirá más adelante a las razones que motivaron esta decisión– la em- campaña. Como afir mación de este proceso de cambio, se aprecia que el carácter de tales
presa continuó. Y no sólo lo hizo en la ciudad de Buenos Aires sino también en algunos de reuniones fue alterado: mientras que a principios del siglo XIX los exámenes eran dados
los pueblos más importantes de la región con las denominadas escuelas superiores. por los alumnos más adelantados de cada una de las clases, con el correr de la década del
Esta creciente complejidad institucional fue acompañada por cambios en la esfera buro- 60 se alentó una generalizada participación de los estudiantes en estas evaluaciones.9 Por
crática. Estas inflexiones pueden ser advertidas al contrastar la arquitectura administrativa otro lado, en el reverso de estos exámenes dados por los alumnos se percibe una evalua-
que se había mantenido en la región desde fines de la década de 1810 con la situación exis- ción del desempeño de las tareas del preceptor.
tente hacia 1860. Entre 1816 y 1818 se habían promulgado una serie de reglamentos en En lo que atañe a la administración de las escuelas en el nivel comunal, la promulgación
los que se designaba a un inspector o director general que controlaba el desarrollo de las de la ley de municipalidades en 1855 generó alteraciones. El juez de paz continuó cum-
escuelas de la campaña a través de la inter mediación de las juntas inspectoras o protecto- pliendo un rol central en las tareas administrativas de estos poblados, pero desde entonces

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acompañado por cuatro vecinos. Uno de ellos –según el artículo 67 de la ley en cuestión– llida experiencia de 1852 hubo que esperar hasta 1865 para que una nueva escuela nor-
estaría “encargado de los establecimientos de Instrucción Pública, beneficencia y culto, y lle- mal para varones fuese instalada en Buenos Aires. Y una vez que ésta se encontró en fun-
nará los deberes que están prescriptos por decretos guber nativos, á los inspectores de es- cionamiento, sus resultados no fueron los deseados. Así se pone en evidencia en un análi-
cuelas y síndicos y parroquias”, tareas a las que se le añadían algunas otras, como la de- sis que se editó en 1872. En éste se señaló que esa escuela fue cerrada en razón de que só-
marcación de calles y caminos.10 Al respecto resultan ilustrativas las memorias de Juan Fugl lo había tenido siete egresados en los anteriores seis años. Esto no se debía a la duración
quien, luego de arribar desde Dinamarca a Tandil, se desempeñó como municipal encar- de los cursos –que podían finalizarse en dos años– sino a que los jóvenes de la región esta-
gado de la educación a lo largo de una docena de años.11 ban constantemente tentados por carreras promisorias que los disuadían del magisterio.
A fin de dar un marco institucional a todos estos nuevos pliegues, hacia mediados de la Además, quienes llegaban desde el exterior y veían en la actividad una ocupación atractiva,
década del 50 comenzaron a circular los primeros borradores de lo que, finalmente, se tampoco alcanzaban con sobrada suficiencia los requisitos ya que, si bien podían estar ade-
transfor maría en el reglamento de escuelas que reemplazaría al encuadre nor mativo que se cuadamente preparados, no conocían las costumbres ni el idioma de la región. Finalmen-
había realizado a fines de la década del 10, y que había sido ratificado, con unas pocas te, el infor me concluía –repitiendo una idea que ya circulaba desde la década del 50– indi-
transfor maciones, en 1835.12 En la nueva propuesta se enumera una mucho mayor canti- cando que la mejor opción estaría dada por un vuelco hacia la for mación de maestras. És-
dad de situaciones que eran obviadas por las regulaciones precedentes.13 tas no sólo estarían bien retribuidas con sueldos más bajos que los de los maestros sino que
En complemento a estas alteraciones empezó a satisfacerse la presentación en for ma además consideraban el cargo como una for ma de acreditación social.17
regular de infor mes desde cada una de las escuelas. Esta demanda había sido tan tempra- La parcial ausencia que durante estas décadas se vivió en materia de instituciones que
namente reclamada como poco correspondida. Cuando en 1822 el gobier no de Martín Ro- for masen a los maestros no fue inmediatamente presentada como un problema. Así lo in-
dríguez inició la edición de los Registros Oficiales con cuadros estadísticos de diversos ra- dicó Sar miento al justificar las razones por las cuales no abrió una escuela nor mal cuando
mos, se les exigió a los maestros y a sus juntas protectoras que enviaran infor mes trimes- estuvo como director general hacia fines de los años 50: “En la época que estuvo en mi
trales del Estado General de los Establecimientos. Las respuestas lejos estuvieron de ser mano hacerlo [fundar escuelas nor males], para solo el entonces Estado de Buenos Aires,
regulares y sistemáticas. Hacia fines de la década del 50 esta situación fue alterada.14 Se tantos eran los maestros salidos de las escuelas nor males, y aun de las universidades de Eu-
comenzaron a presentar infor mes minuciosos acerca de la cotidianidad escolar de cada uno ropa, que ofrecían sus servicios, que profusión vana [hubiera sido] crear artificialmente lo
de los alumnos; tanto con detalles acerca de sus desenvolvimientos en las diferentes áreas que venía ya creado”.18 No obstante esta postergación, consideraba esencial la generaliza-
que cursaban como con indicaciones más generales acerca de la estructura del estableci- ción de un sistema de enseñanza unifor me y efectivo. De lo contrario, cada maestro se ve-
miento. Pero ello no fue todo; además, hubo maestros que pidieron insistentemente que el ría obligado a crear un nuevo método y, con su abandono de la actividad, todos los avan-
inspector los proveyera de las respectivas planillas para que pudiesen cumplir estas obliga- ces que la experiencia le puedan haber dado serían dilapidados.19
ciones administrativas.15 Lo cierto es que, con retrasos y problemas, fue con el correr de los años 60 cuando se
iría confor mando un sistema de enseñaza superior. Y, aunque se tratara de experiencias
educativas acerca de las cuales la historiografía no ha presentado aún un acabado detalle,
Maestros, maestras y currículum cabe hacer mención a las Escuelas Superiores de Mercedes, Chivilcoy, Chascomús y San
Nicolás de los Arroyos –fundadas en 1868–;20 y a la escuela nor mal que se afir mó en Bue-
Aquel desarrollo burocrático e institucional fue complementado por la emergencia de nos Aires.
renovadas posiciones entre los involucrados en estas actividades. Así, los cargos generados Un excelente ejemplo del per fil de este creciente cuerpo de conocimientos que se difun-
en las altas esferas de la administración fueron ocupados por hombres; y, en for ma conco- den sobre la enseñanza –que probablemente sería aún desmedido asociar a una idea de pro-
mitante, algunos de los nuevos puestos que deberían atender a las exigencias de los niños fesionalización, exceptuando el desempeño de unos pocos sujetos– está dado en las pau-
más pequeños fueron tomados por mujeres. De este modo, la emergencia de la figura de tas presentadas por la Guía del preceptor.21 El texto es de fines de los años 50 y está diri-
las maestras lejos estuvo de implicar un desplazamiento del lugar de los hombres: éstos se gido a suplantar las deficiencias que la ausencia de una generalizada for mación ocasiona-
corrieron a los sitios que, supuestamente, requerían mayores responsabilidades.16 ba. En esta guía se presentan una serie de directrices que Sastre consideraba elementales
Pero este cambio no fue abrupto. Sería con el correr de la década del 60 cuando co- para que los maestros pudiesen llevar adelante sus tareas: la redacción de infor mes, el em-
menzarían a establecerse las escuelas para ambos sexos en las que las mujeres tomaron un pleo adecuado del tiempo, la puntualización en diferentes disciplinas, las pautas de los exá-
papel destacado –aunque generalmente subsidiario de una escuela para varones regentea- menes, la radical importancia de la instrucción religiosa, los modos en que se debían admi-
da por hombres–. Pero en el ámbito de la for mación, la escuela nor mal para mujeres de- nistrar los premios. Aunque cada una de las pautas de la Guía del preceptor no fueran en
pendiente de la Sociedad de Beneficencia tuvo un más regular y estable desarrollo que los sí mismas una novedad, lo que sí fue renovador es el marco del conjunto –articulado a los
esfuerzos por generar ámbitos similares para varones. Ya se ha indicado que luego de la fa- diversos cambios antes mencionados–. De este modo, se alteró el número y la estabilidad

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de los establecimientos, las pautas con que eran administrados, el per fil de los sujetos que En lo que respecta a los textos de las materias confesionales, éstas continuaron tenien-
se encargaban de acercar el conocimiento a los niños… do un papel destacado sin advertirse cambios demasiado significativos. Si bien hubo inten-
Pero ello no fue todo. Además también fueron modificadas las pautas pedagógicas pa- tos a fin de difundir materiales en los que se modificasen algunas características de los tra-
ra enseñar las primeras letras. Esto se dio no tanto en relación con los contenidos enseña- dicionales catones y catecismos –como la traducción de una Vida de Jesucristo realizada
dos –ya que los materiales difundidos eran relativamente homogéneos en diversos estable- por Sar miento–, aquéllos continuaron con un lugar importante dentro de las escuelas.
cimientos–, sino más bien en el empleo y la sistematización de sus usos. Además de textos para los alumnos, también comenzaron a circular ejemplares para los
Marcos Sastre y Domingo F. Sar miento fueron los protagonistas de muchas de las alte- maestros. Aparte de la ya mencionada Guía del preceptor, los Anales de la Educación Co-
raciones acaecidas en estos procesos. Sus actividades y proyectos fueron reconocidos en mún impulsados por Sar miento –aunque sostenidos tan sólo por un par de años– tuvieron
diversas facetas de renovación de la situación aquí estudiada. Mientras que Sastre ya venía un papel relevante. A través de los temas en ellos abordados se trasluce aquella renovada
desarrollando tareas en la zona desde la década del 40, Sar miento comenzó a vincularse capacitación en la que se vieron involucrados los, ahora si, docentes. Por ejemplo, se en-
con la administración de las escuelas de Buenos Aires en 1856 –aunque ya contaba con ex- cuentran artículos en los que se describen ejercicios para que los niños practiquen en las
periencias en el ramo como fruto de sus actuaciones en Chile–. Ya sea antes o después, lo clases, modos en que debían administrarse los tiempos, selecciones ejemplares de infor mes,
cierto es que ambos realizaron innovadoras propuestas en las pautas pedagógicas con las correspondencia entablada entre maestros, análisis acerca de la situación educativa en di-
que se enseñaban. versos países, entre otros tópicos.26
Anagnósia, o arte de leer es el nombre de un texto que Sastre habría empezado a ha- La profusión de textos para las escuelas no fue aleatoria. La aprobación de contenidos
cer circular en la década del 40.22 Una vez impreso, no antes de 1850, sus ediciones se su- para las escuelas fue un punto fundamental de las atribuciones del Consejo de Instrucción
cedieron masivamente. La obra tenía como propósito brindar los primeros pasos de la en- Pública. Como producto de sus actividades, en 1865 el Ministerio de Gobier no presentó
señanza de la lectura, reemplazando los tradicionales métodos con los que se deletreaba sin una regularización en la que se enumeraron unos cincuenta libros subdivididos en sus co-
constituir unidades fonéticas de sentido. Tales eran los casos de las cartillas y los silabarios, rrespondientes asignaturas. De éstos los preceptores podrían elegir aquellos que considera-
impresos con los que hasta entonces se enseñaban las primeras letras. En éstos la instruc- sen más adecuados.27
ción se hacía sobre la base de un desarrollo en el que el orden –alfabético– primaba sobre Tanto el conjunto como la previa inspección del contenido de cada uno de los textos
el sentido. fueron algo renovador. A tal punto debe haber sido la importancia de la multiplicación de
Por su parte, Sar miento aportaba ejercicios con los que se ponen en evidencia puntos estas ediciones que Marcos Sastre –tanto en su carácter de traductor o de redactor de va-
de contacto con la propuesta explicitada por Sastre. Así sucede con la edición del Método rios de estos libros– prefirió renunciar al car go de inspector general antes que a las rega-
de lectura gradual editado en folios para las escuelas de Buenos Aires. El for mato y la ti- lías que le proporcionaba el producto de sus ventas.28 Ambas eran, por si hiciera falta
pografía de esas ediciones per mitirían que fuesen visualizados al ser colocados sobre las pa- aclararlo, incompatibles. Tras su renuncia, en 1868, envió al inspector general una pro-
redes de los edificios. En una de sus lecciones se expresa: puesta en la que, dada la difusión de un par de sus textos –Ortografía completa y Lec-
ciones de ortografía–, ofrecía vender la propiedad intelectual de ambos con el fin de que
Un ga to lla ma do ca za po co a ga rró pudiesen generalizarse en las escuelas primarias, elementales y superiores. Como pro-
u na rra ta de la co la i le di jo de es ta
ducto de la negociación se convino que Sastre recibiría treinta mil pesos, cuando el suel-
ma ne ra. Da me ao ra to do el qe so i el
do de un car go jerárquicamente alto como el de inspector general no excedía los dos mil
se bo qe as rro ido en la a la ce na de mi
a ma Do ña A ga pi ta ma za mo rra, o si no pesos mensuales.29
mi bo ca rro erá tu co la i a rá u na rri ca
ce na de tu go lo so o ci co.23
Insumos y establecimientos
De este modo el deletreo de unidades sin sentido –típico de los silabarios y las cartillas–
era relegado. Por entonces, además de fomentar el reconocimiento de las letras, se estimu- Junto a aquellos nuevos escritos se desarrolló un renovado cuerpo de insumos. Enseres
laba el aprendizaje de palabras o unidades que tuviesen sentido en sí mismas.24 y útiles, que anterior mente no existían o aparecían ocasionalmente, comenzaron a ser asi-
Estos cambios fueron acompañados por una renovación en la difusión de materiales pa- duos. Entre ellos hay un par de casos que resultan ilustrativos. Desde lo nor mativo, los ho-
ra diversas áreas del conocimiento que anterior mente no tenían un lugar en el currículo de rarios de las escuelas aparecieron recurrentemente desde principios del siglo XIX. En las in-
las escuelas. Tales fueron los casos de los textos de aritmética, geometría, geografía, histo- dicaciones de las escuelas lancasterianas de la década del 20, por ejemplo, se indicaban con
ria. En la mayor parte de éstos se utilizaron traducciones a fin de adecuar textos a la re- minuciosidad los minutos con que se debían suceder las distintas actividades del día. Sin em-
gión;25 pero también se redactaron algunos contenidos específicamente vinculados a ella. bargo los relojes brillaron por su ausencia. A lo largo del temprano siglo XIX en casi nin-

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gún establecimiento se encontraron tales instrumentos, y cuando fueron mencionados ge- Alumnos y asistencias
neralizadamente se encontraban en mal estado. Fue hacia mediados de los años 50 cuan-
do aparecieron los primeros relojes.30 En la primera edición de la Guía del preceptor su Las percepciones que se tenían acerca de los alumnos ya no eran tampoco las mismas
autor generalizó y criticó su ausencia; pero, en la edición de 1862 de ese texto, mientras que las advertidas hacia principios del siglo XIX. Por entonces la asistencia era, práctica-
que en el cuerpo central se repetía lo ya indicado, en una nota al pie se señalaba: “Hoi lo mente, deter minada por las actividades y los requerimientos de las actividades agropecua-
tienen la mayor parte de las escuelas”.31 rias.35 Esta situación no se alteró de un momento para el otro. En 1856 Sar miento sugirió
Otro instrumento que pone en evidencia los cambios que se sucedieron en materia de la posibilidad de ampliar los períodos de vacaciones con tal de que, cuando correspondie-
insumos fueron los cuader nos. Durante el temprano siglo XIX la escritura era una materia se, la asistencia a clase fuese regular: “Nosotros hemos insinuado a jueces de paz y muni-
que no todos los niños alcanzaban, tanto por la regularidad y constancia que exigía su cipales de los departamentos rurales la conveniencia de dejar a los niños dos meses en in-
aprendizaje, como por sus costos –que lógicamente eran mayores que los demandados pa- vier no y dos meses en verano a disposición de que los dejen asistir constantemente a las
ra el aprendizaje de la lectura–. Esa situación fue algo aligerada hacia 1820 cuando se em- faenas a trueque del año. La única objeción racional que a esto se opone es que hay pa-
pezó a propagar tanto el uso de pizarras como el de los cajones con arena. En estos últi- dres que los necesitan siempre para pastorear bueyes y ovejas. Un cerco de alambre haría
mos los niños trazaban las letras y ejercitaban su pulso de un modo económico. Pero pare- mejor ese oficio que suple los de las escuelas”.36
cería que hacia los años 50 esta situación se vio alterada. En 1858, por ejemplo, además Hacia 1860 se comenzaron a regularizar los períodos estivales de receso. Se propo-
de críticas a las prácticas en las que no se utilizase papel para ejercitar la escritura, el De- nía que fuesen unos cuarenta días con posterioridad al 25 de diciembre. Esta moción fue
partamento de Escuelas comenzó a incluir en los envíos de útiles que realizaba cuadernos criticada por algunos miembros de la administración –en particular por agentes de la mu-
en blanco para los alumnos. Esta propagación es relevante. nicipalidad de Buenos Aires–; entre otros argumentos se señalaba que ello sería un abuso
Además, dentro de las escuelas empezaron a circular libros. Con anterioridad había im- de parte de los maestros. Sin embargo, nuevamente fue la opinión de Sar miento la que
presos y textos en manos de los maestros, pero lejos se estaba de confor mar una bibliote- se escuchó alentando un desarrollo realista: era preferible contar con unos cuantos días de
ca. En la década del 50, desde Chile, Sar miento inició contactos con el por entonces rec- asistencias regulares que varios meses con truncadas per manencias. Además, no conside-
tor de la Universidad –órgano que estuvo a cargo entre 1853 y 1855 de las escuelas de la ró desatinada la necesidad de que los maestros a cargo de los establecimientos descansa-
región– José Barros Pazos a fin de difundir el proyecto de bibliotecas populares que Sar- ran: “El maestro necesita, pues, cuarenta días por lo menos en que no oiga hablar de ni-
miento desarrollaba desde el país vecino.32 Aunque esta articulación no se llevó adelante, ños y de escuela, en que espacie sus miradas fuera de las cuatro paredes de su jaula; que
al poco tiempo las escuelas del estado de Buenos Aires comenzarían a contar con un con- camine, que se soslaye”.37
junto de textos escolares que per miten aludir a una biblioteca. Con el correr de la década del 60 esta situación empezó a ser alterada. Como se ha in-
El per fil de los edificios también conoció cambios significativos. Entre 1820 y 1840 dicado, una mayor regularidad en la asistencia se hizo efectiva. Si continuaron faltando ni-
no hubo un solo establecimiento de la campaña que eludiera las características generales ños, estas ausencias dejaron de ser lo suficientemente generalizadas para que se tuviesen
de los ranchos, es decir, una estructura con techo de paja, paredes de adobe y piso de que cerrar escuelas. Así fue manifestado en un infor me presentado por Marcos Sastre en
tierra. Como en tantas otras, esta situación también fue transfor mada hacia 1860. Pri- 1865: “Una afluencia numerosa de discípulos, y la mayor concurrencia diaria posible, sin
mero hubo alguna escuela cuya construcción fue calificada como excelente. Tal fue el ca- que las interrupciones de algunos sean un obstáculo para la marcha regular de la escuela.
so del edificio refaccionado en 1858 en Baradero. Éste contaba con dos pisos, en cada La mayor puntualidad á la hora de la asistencia sin que la falta de ella perjudique al régimen
uno de los cuales se hallaba un salón de unos quince metros por diez. Pero más allá de de la escuela, ni perturbe la instruccion del alumno”.38
estas excepciones, en 1868 se legisló a fin de que se diseñaran planos que fuesen com- En el primero de los puntos señalados por Sastre está una de las claves que per mite ad-
patibles a diferentes terrenos, de for ma que todas las escuelas que desde entonces se vertir este renovado clima: las escuelas continuaron teniendo problemas de asistencia, pe-
construyesen tuviesen un mismo per fil. Este proyecto fue consolidado con la redacción y ro ya no eran generalizados. Así es advertido, por ejemplo, en los infor mes que los maes-
edición de una serie de Instrucciones para la construcción de escuelas. En éstas se in- tros presentaron –entonces sí con mayor regularidad y unifor midad– con el correr de la dé-
dicaba, por ejemplo, que “sino puede ser todo el edificio de cal, que al menos lo sea el cada del 60 del siglo XIX.
Salón […] y si ni aun esto fuese posible, al menos se deberán levantar con cal los cimien- Tales pautas de asistencia se asociaron a una nueva for ma de calificar a los niños. Ésta
tos hasta la altura de seis pulgadas sobre los pisos interiores”.33 Junto a ello se alertaba puede ser articulada a lo que ha sido denominado como una perspectiva moder na de con-
acerca de la importancia de que estos edificios fuesen pasibles de ser ampliados cuando siderar a la infancia. En ella el niño ya no sería estimado un hombre pequeño sino un in-
la necesidad así lo requiera.34 fante con capacidades diferenciadas de las del mundo adulto. En favor de este rasgo pue-
den considerarse, por ejemplo, los textos y las expresiones con que fueron tratados los ni-
ños con posterioridad a 1850. Algunos textos de, nuevamente, Sastre fueron centrales en

Archivo
) 136 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 137 (
este renovado modo. Tanto los Consejos de oro sobre la educación39 como su Selección Notas
de lecturas para la niñez40 aluden a un pequeño al que es necesario proteger. Su pureza
1
e inocencia fueron constantemente resaltadas como rasgos diferenciadores. José Bustamante Vismara, “Escuelas de primeras letras en la campaña de Buenos Aires, prime-
Asimismo estas resignificaciones se complementaron con variaciones desarrolladas en ra mitad del siglo XIX”, tesis de maestría en Historia, Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella,
2004.
el seno de la estructura escolar hasta aquí analizada: escuelas para niños y niñas, escuelas
2
primarias, escuelas nor males… Una variedad de for mas que atendían a una variedad de ne- Véanse al respecto Carlos Newland, Buenos Aires no es pampa: la educación elemental por-
cesidades; ésta es una complejidad que anterior mente no había existido. Como corolario de teña 1820-1860, Buenos Aires, 1992; José Bustamante Vismara, “La escuela rural. Del Catón al ara-
ello, hacia principios de la década del 70 se inició el reconocimiento de un nuevo proble- do”, en Carlos Mayo (dir.), Vivir en la frontera. La casa, la dieta, la pulpería, la escuela (1740-
ma que fomentaría el desarrollo de las escuelas graduadas –aquellas en las que habría di- 1870), Buenos Aires, Biblos, 2000.
3
ferentes aprendizajes según el grado de avance del alumno–. Éstas, se decía, eran “el órden Claro está que hubo algunas excepciones. En 1828 el maestro de Navarro caracterizaba a su
llevado á la enseñanza” y su implementación solucionaría un inconveniente que recién por escuela como de ambos sexos; aunque en general sólo asistieron varones a las escuelas de primeras
entonces comenzó a ser advertido: “No se concibe cómo pueda realizarse progreso serio letras. También hubo mujeres a cargo de escuelas particulares en las que asistían niños y niñas, se-
en una escuela, estando confundidos los alumnos de distintas edades, y los que saben algo gún es puesto en evidencia en un decreto de mayo de 1839 en el que se recordaba que estaba pro-
hibido que los maestros particulares hagan compartir a niños de distinto sexo una misma aula. El ca-
[comparten en aula] con los que todo lo ignoran”.41 Estas escuelas graduadas tampoco se
so del preceptor de Navarro, Francisco Lemos, se encuentra en Archivo Histórico de la Provincia de
diseminaron rápida y eficazmente, pero brindan un rasgo más que pone en evidencia la ma-
Buenos Aires, Dirección General de Escuelas (en adelante AHPBA, DGE), Legajo 6, Carpeta 542.
duración del proceso al que se hace referencia. Mientras que el decreto mencionado está reproducido entre los manuscritos de Satur nino Segurola
resguardados en el Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Manuscritos de la Biblioteca Na-
cional, Legajo 305.
Hacia un nuevo horizonte institucional 4
Memoria de los diversos departamentos de la administracion de la Provincia de Buenos Ai-
res y de las municipalidades de la campaña, Buenos Aires, 1867, p. 14.
Hacia mediados del siglo XIX comenzó a cobrar for ma la escuela primaria. Esa idea ha
5
Véase Mariano Narodowski, “La expansión del sistema lancasteriano. El caso de Buenos Aires”,
sido justificada al contrastar la situación de las escuelas de primeras letras en el temprano
Anuario IEHS, 9, Tandil, 1994.
siglo XIX con la renovación acaecida hacia 1860. Como producto de este desarrollo la es-
6
cuela pasó a tener un per fil crecientemente estructurado. Por entonces también empezó a Véase el documento publicado el 23 de febrero de 1855 por el Departamento de Gobier no en
darse por sentado que un pueblo, además de una iglesia y alguna plaza, debía tener una es- el Registro Oficial del Estado de Buenos Aires de 1855, pp. 32 y 33, así como en el Archivo del
cuela. Instituto de Investigaciones en Historia del Derecho (en adelante AIIHD), Colección Documental de Jo-
sé Barros Pazos, Legajo 10.
A su vez esta renovación alude al modo en que la escolarización pasó a ser algo corrien-
7
te con el transcurrir del siglo XIX. Si a principios de éste había algunos hombres que con- “Decreto, restableciendo el empleo de Gefe del Departamento de Escuelas y designando las atri-
sideraban a la educación generalizada como algo benéfico, también había muchos que ar- buciones del consejo”, Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, 1865, Buenos Aires, 1865,
gumentaban que difundir las primeras letras entre los grupos menos acomodados era abrir pp. 74 ss.
8
apetencias que no podrían ser saldadas. Esta disparidad de juicios pareció ser también di- No obstante, hubo algunas excepciones en la regularidad de las visitas, como la ocurrida en 1855
luida hacia mediados del siglo XIX. Por entonces pudo continuarse debatiendo acerca del cuando el inspector debió posponer su recorrido en razón de “una fuerte caída del caballo” en el que
papel y de los propósitos de la escuela, pero ya se daba por sentada su necesidad. Una ne- se trasladaba. El infor me justificando el retraso y la postergación de sus obligaciones fue enviado des-
cesidad que, por cierto, satisfacía los requerimientos de un Estado en cier nes, que buscaba de Mercedes. AHPBA, DGE, Legajo 23, Carpeta 1790.
9
estructuras en las que incluir a la sociedad y a los agentes por medio de los cuales multipli- En agosto de 1857, por ejemplo, el maestro de Cañuelas preguntó si era necesario “q-e todos
car sus alcances. En definitiva, si bien pudieron continuar, y hasta multiplicarse los proble- los alumnos se presenten á los examenes de un traje unifor me, y si debe todos llevar unas banderitas
mas e inconvenientes relacionados con estas instituciones, ya no parece haber sido nece- (como lo habían hecho el año anterior)”, AHPBA, DGE, Legajo 31, Carpeta 2384.
sario justificar su implantación. La generalización de escuelas había comenzado a for mar 10
“Nota 1630 del 23 de febrero de 1855”, en Aurelio Prado y Rojas (recop.), Nueva Recopila-
parte de lo corrientemente aceptado tanto por un Estado dispuesto a invertir en el área co- ción de Leyes y Decretos de la Provincia de Buenos Aires (1810-1876), t. V: Desde 1853 a 1859,
mo por padres algo más interesados en enviar a éstas a sus niños. Buenos Aires, 1877, p. 146.
11
Juan Fugl, Abriendo surcos. Memorias de Juan Fugl 1811-1900, Buenos Aires, 1973. Ade-
más, sobre el caso de Tandil, véase la tesis de Daniela Urdampilleta, “La magna tarea de civilizar. Ve-
cinos, comunidad y estado en las escuelas de la campaña de Buenos Aires. El caso de Tandil, 1854-

Archivo
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) 139 (
1875”, tesis de Maestría en Educación, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Bue- 19
Marcos Sastre, Guia del preceptor…, p. 37.
nos Aires, 2001. 20
“Decreto, disponiendo el establecimiento de cuatro Escuelas superiores, en Mercedes, Chivilcoy,
12
Al respecto véase Fer nando Barba, “En tor no a los reglamentos de educación primaria de Bue- Chascomús y San Nicolás”, en Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, año de 1868, Bue-
nos Aires, 1816-1818”, en IV Congreso de Historia de los Pueblos de Buenos Aires, La Plata, nos Aires, 1869, pp. 109 ss.
1974. Copias de los mencionados reglamentos se encuentran en AGN, Sala X-22-2-7; AGN, Sala X- 21
Este trabajo de Marcos Sastre sería luego multiplicado y continuado en obras como las de José
6-1-1; y “Decreto 980, Organizando las escuelas públicas de la ciudad y campaña”, Registro Oficial
Ber nardo Suárez en Santiago de Chile, o de Vicente García Aguilera, en La Rioja. Véanse al respec-
del Gobierno de Buenos Aires, Libro Décimocuarto, Buenos Aires, 1835, pp. 328 ss.
to José Ber nardo Suárez, Guia del preceptor primario por el visitador de escuelas. Obra aprobada
13
Esto se reconoce, por ejemplo, en el hecho de que se multiplicaron los por menores incluidos en por la Facultad de Humanidades y el Consejo universitario para texto de enseñanza, recomenda-
los reglamentos. Véanse algunos de ellos en AIIHD, Colección Documental de José Barros Pazos, Le- da al supremo gobierno para que proteja su impresión, i redactada por José Bernando Suárez,
gajos 390 y 391. Mientras que en 1860 se divulgó un reglamento provisional para las escuelas ele- 1868; Vicente García Aguilera, Manual del Preceptor Arjentino y del inspector de escuelas por Vi-
mentales que contaba con 52 artículos; éste se encuentra reproducido en los Anales de la Educación cente García Aguilera. Rector del Colejio Nacional de la Rioja, ex-Inspector Jeneral de Escuelas,
Común, 16, 1 de abril de 1860. El mismo reglamento –a pesar de que se ratifica su carácter provisio- Buenos Aires, 1875.
nal– fue difundido por Marcos Sastre en su Guia del preceptor, contiene varios informes sobre el es- 22
Marcos Sastre, Anagnósia, o Arte de leer. Verdadero Método para enseñar y aprender a leer
tado de la educacion primaria y las mejoras que reclama, el reglamento reformado de las escue-
con facilidad, sin deletreo, sin cartilla, ni silabario, inspirando al mismo tiempo a los niños afi-
las, modelos de los registros, el nuevo horario para la distribucion del tiempo, y de las materias
ción a la lectura y amor a la virtud y al trabajo, Buenos Aires, 1858.
de enseñanza, la direccion sobre el modo de haber los exámenes, la esplicasion del método ecléc-
23
tico de caligrafía, y una instruccion a los preceptores. Por el Inspector General de Escuelas D. Mar- Domingo F. Sar miento, Lectura gradual, 4 folios, s/d. La cita está tomada de la lección 12a
cos Sastre. Segunda edicion mui aumentada, Buenos Aires, 1862, pp. 47 ss. del tercer folio. El tamaño de cada uno de los folios es de 45 por 25 centímetros.
14 24
La creciente precisión en esas respuestas puede verse en AHPBA, DGE, Legajo 24, Carpetas Sobre este proceso de tránsito de la mera decodificación al aliento del análisis y la interpreta-
1861 y 1875. Al respecto Ángela Oría da cuenta de algunas sanciones que habría impuesto Sar mien- ción véase Berta Braslavsky, “Para una historia de la pedagogía de la lectura en la Argentina ¿Cómo
to a maestros que no respondieron a tiempo en la presentación de los correspondientes “infor mes tri- se enseñó a leer desde 1810 hasta 1830?”, en Héctor Rubén Cucuzza (dir.) y Pablo Pineau (codir.),
mestrales”. Y, justamente, el hecho de que estas sanciones no fueran generalizadas per mite afir mar Para una historia de la enseñanza de la lectura y escritura en Argentina. Del catecismo colonial
una creciente regularidad en estas comunicaciones. Véase Ángela Inés Oría, “Desafíos a la «educación- a La razón de mi vida, Buenos Aires, 2002, así como también “Renovadas polémicas sobre la ense-
Popular». Sar miento en el Departamento de Escuelas, 1856-1862”, tesis de Maestría en Educación, ñanza inicial de la lengua escrita”, en Berta Braslavsky, ¿Primeras letras o primeras lecturas? Una In-
Buenos Aires, Universidad de San Andrés-Escuela de Educación, 2004, p. 100, n. 241. troducción a la alfabetización temprana, Buenos Aires, 2004.
15 25
AHPBA, DGE, Legajo 35, Carpeta 2797. Sobre el proceso de traducción y apropiación de los contenidos escolares al contexto america-
16 no, para un período más temprano, véase el trabajo de Eugenia Roldán Vera, The British Book Tra-
Michael Apple describe un proceso similar desde el punto de vista más general sobre la base de
de and Spanish American Independence. Education and Knowlodge Transmission in Transconti-
lo sucedido en varios países de Occidente en el siglo XIX. Véase Michael Apple, “Enseñanza y traba-
nental Perspective, Cornwall, 2003.
jo de las mujeres”, en Maestros y textos. Una economía política de las relaciones de clase y de se-
26
xo en educación, Barcelona, 1989. Véanse, por ejemplo, las correspondencias entre Rafael Legount y Domingo F. Sar miento so-
17 bre la administración e inspección de establecimientos reproducidas en Anales de la Educación Co-
Informe del Departamento de escuelas al gobierno de la Provincia de Buenos Aires corres-
mún, II, 13, 1 de enero de 1860, Buenos Aires.
pondiente a los años 1870, 71 y 72, Buenos Aires, 1872, pp. 20 ss. Véanse expresiones similares
27
realizadas por Sar miento en un período más temprano en sus dos primeros infor mes como jefe del “Penetrado el Gobier no de la necesidad de designar los libros para testo de las Escuelas del Es-
Departamento de Escuelas de Buenos Aires de la década del 50 en Obras completas, t. XLIV: Infor- tado, por la influencia que ejercen en las costumbres y en la regularidad y mejora de la enseñanza; y
mes sobre educación, Buenos Aires, 1954, pp. 28 y 81. deseando conciliar esta imposicion con el derecho de los autores y editores y con la libertad de elec-
18 cion de los maestros, para prevenir los abusos á que ella pueda dar lugar, de confor midad con lo pro-
Domingo F. Sar miento, “Al ministro de Instrucción Pública Dr. Don Eduardo Costa, Nueva York,
puesto por el Consejo de Instruccion Pública, ha acordado y decreta: art. 1° Se publicará desde luego
30 de septiembre de 1865”, en Obras completas, t. XXX: Las escuelas base de la prosperidad y de
una lista de todos los libros aprobados para testos en todas las Escuelas del Estado, dispuesta por ór-
la república en los Estados Unidos, Buenos Aires, 1952, pp. 11-12. También en su primer infor me
den de materias, y que deberá ser adicionada anualmente con las obras que de un periodo á otro me-
como jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires de 1856 había presentado una posición en
reciesen la aprobacion. 2° Entre las obras designadas en esta lista para cada asignatura, los maestros
el mismo sentido: “En las escuelas públicas y particulares abundan los maestros españoles, italianos,
podrán elegir las que juzguen mejores. 3° El maestro que adopte libros no aprobados, y el inspector
alemanes y franceses. La escuela de la Boca está regida por un alumno de la escuela politécnica de Ná-
que lo consienta, incurrirán en la responsabilidad á que haya lugar”, publicado como “Decreto, desig-
poles; la de Dolores por un aventajado estudiante de la Universidad de Breslaw; la de Barracas al Nor-
nando los libros que servirán en adelante para testo en las Escuelas del Estado”, en Registro Oficial
te tuvo hasta ahora poco, por preceptor a un joven francés, profesor de matemáticas”; Domingo F.
de la Provincia de Buenos Aires, 1865, Buenos Aires, 1865, pp. 13 ss.
Sar miento, “Primer infor me del Jefe del Departamento de Escuelas de Buenos Aires, 1856”, en Obras
28
completas, t. XLIV: Informes sobre educación, p. 27. En la sucesión de Sastre, fallecido en 1883, la viuda Matilde Brea solicitó que, además de la ca-

Archivo
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sa que ambos habían adquirido en 1880, los hijos del segundo matrimonio de Sastre obtuviesen los de-
rechos de propiedad de sus obras. AGN, Tribunal Sucesiones N° 8336. Archivo
29
“Decreto, recaido en la solicitud de D. Marcos Sastre, ofreciendo la propiedad de los libros “Or-
tografia completa” y “Lecciones de ortografia”, en Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires,
año de 1868, Publicación Oficial, Buenos Aires, 1869, p. 265.
30
Éstos, en ocasiones, fueron demandados por los propios preceptores quienes indicaban que de
otro modo experimentaban “muchos inconvenientes para la reunion de la juventud á una hora deter-
minada, así como para su despacho […] originandose de aquí un verdadero mal”. Estas palabras fue-
ron expresadas en 1856 por el preceptor de Bahía Blanca. AHPBA, DGE Legajo 11, Carpeta 1856.
31
Marcos Sastre, Guia del preceptor…, p. 36.
32
AIIHD, Colección Documental de José Barros Pazos, Legajo 171.
33
“Instrucciones del Departamento de Escuelas para la Construcción de Escuelas”, en Marcos Sas-
tre, La educación popular en Buenos-Aires. Memoria presentada al Consejo de Instrucción Públi-
ca por el Inspector General de las escuelas D. Marcos Sastre, Buenos Aires, 1865, pp. 106 ss.
34
“Instrucciones del Departamento de Escuelas para la Construcción de Escuelas”, Marcos Sastre,
La educación popular…, p. 107. Para un período algo posterior puede verse J.A. Costa (secretario
del Consejo Jeneral de Educacion Comun i de la Direccion Jeneral de Escuelas de la Provincia), Edifi-
cios de escuelas para la Provincia de Buenos Aires. El problema en nuestra educacion común; es-
tudio, i solucion propuesta, Buenos Aires, 1878.
35
Véase al respecto José Bustamante Vismara, “La asistencia y el calendario escolar en las escue-
las de primeras letras de la campaña de Buenos Aires”, en Valentina Ayrolo y Matías Wibaux (ed.), Ac-
tas Jornadas de Trabajo y Discusión. Problemas y Debates del temprano siglo XIX. Espacio, redes
y poder. Mar del Plata, 22 y 23 de abril de 2005, Mar del Plata, 2006.
36
Domingo F. Sar miento, Obras completas, t. XXVIII: Ideas pedagógicas, Buenos Aires, 1952,
pp. 280-281.
37
Ídem, p. 280.
38
Marcos Sastre, La educación popular…, p. 7.
39
Marcos Sastre, Consejos de oro sobre la educación, por el autor del Tempe Arjentino, nue-
va edición, 1860.
40
Marcos Sastre, Selección de lecturas para la niñez, Buenos Aires, 1937. Grete Stern, Sueño Nº 13,
41
Informe del Departamento de escuelas al gobierno de la Provincia de Buenos Aires corres- “Consentimiento”, 1949
pondiente a los años 1870, 71 y 72, Buenos Aires, 1872, pp. 17-18.

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) 142 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
El Centro de Estudios Nacionales:
un archivo del desarrollismo abierto a
la consulta pública
Ana Guerra y Vera de la Fuente*

Introducción Intransigente (UCRI) Olegario Becerra y


materiales de Antonio Manuel Molinari, in-

E
l Área de Archivos y Colecciones terventor en el Consejo Agrario Nacional
Particulares de la Biblioteca Nacional bajo el peronismo y director del periódico
es responsable de organizar, preser- Democracia.4 Cabe destacar que la Biblio-
var y disponer para la consulta pública los teca Nacional ha modificado recientemente
archivos de origen privado que for man par- sus reglamentos y condiciones de acceso a
te de su patrimonio. Su misión es brindar a las salas de materiales especiales, en un in-
estos fondos documentales un adecuado tento por facilitar el acceso de los investiga-
tratamiento archivístico y elaborar los ins- dores y público usuario. De este modo, a
trumentos de descripción que faciliten el ac- unos pocos meses de la apertura al público,
ceso a ellos. Se trata de un área nueva en la el Archivo ha recibido a estudiantes, tesis-
Biblioteca, que comenzó sus tareas en abril tas, periodistas, becarios y docentes –tanto
de 2006 en el marco del Proyecto de Orga- de Buenos Aires como del interior, e inclu-
nización de Archivos de Manuscritos y Ma- so del extranjero– que investigan en el mar-
terial Inédito.1 co de alguna institución académica o de ma-
Como primer resultado de este trabajo, nera independiente.
desde julio de 2007 se encuentran a dispo- En este artículo nos proponemos brin-
sición del público tres valiosos conjuntos do- dar una aproximación al Fondo Centro de
cumentales: el acervo del Centro de Estu- Estudios Nacionales (CEN), más conocido
dios Nacionales, y los archivos personales como archivo de Arturo Frondizi, presiden-
del escritor y guionista César Tiempo2 y del te de la nación entre 1958 y 1962, y fun-
crítico literario Luis Emilio Soto.3 La aper- dador de esta institución hoy prácticamente
tura progresiva de los fondos de archivo in- desconocida. El fondo reúne cientos de car-
cluirá en una próxima etapa los pertene- tas inéditas, originales de libros y folletos,
cientes a los escritores Pastor Servando recortes de prensa, infor mes clasificados de
Obligado y Francisco Soto y Calvo, la co- gobier no, apuntes manuscritos, volantes
rrespondencia del historiador Enrique de partidarios, listados de presos políticos, fo-
Gandía, una colección de recortes de pren- tografías, libros y publicaciones periódicas,
sa del dirigente de la Unión Cívica Radical afiches y otros documentos vinculados a

* Profesoras de Historia (UBA). Integrantes del equipo de trabajo del Área de Archivos y Coleccio-
nes Particulares de la Biblioteca Nacional.

Archivo Histórico de Revistas Argentinas | Entrepasados


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- Nº 33, comienzos de 2008: 145-155
problemáticas centrales de la historia argen- grafía disponible, nos resultaron de utilidad vista Qué sucedió en 7 días y otras publica- badora”, el “ministerio fantasma” o el “go-
tina contemporánea. los testimonios de personas vinculadas a Ar- ciones de la época nos hablan de un “labo- bier no paralelo”.15
Poco tiempo después del fallecimiento turo Frondizi y Rogelio Frigerio,8 la colec- ratorio de ideas”10 –generalmente referido Durante esos meses de campaña y has-
de Frondizi y como paso previo a la disolu- ción de la revista Qué y especialmente algu- como Centro de Investigaciones Nacionales ta días antes de asumir el gobier no en ma-
ción legal del CEN, se realizó la donación nos documentos que el CEN conservó y que (CIN)–, que había sido creado en 1956, de yo de 1958, el CIN era publicitado como el
ad corpus de su acervo bibliográfico, heme- fuimos encontrando a lo largo de nuestro acuerdo con el modelo de los moder nos lugar del estudio “técnico” y “científico” de
rográfico y archivístico a la Biblioteca Na- trabajo. think tanks.11 En verdad, el proyecto desa- los problemas que debería afrontar el nuevo
cional. El traslado se concretó en 1996. Ac- Lo que sigue es, entonces, un acerca- rrollista estuvo acompañado por (o tomó gobier no para diseñar y ejecutar su política
tualmente, la biblioteca reunida por el CEN miento a este conjunto documental que bus- cuerpo en) distintas for maciones político- de desarrollo nacional, e incluso Rogelio
–confor mada por unos veinte mil ejempla- ca a la vez dar cuenta de su contenido y de culturales, con tipos y grados de institucio- Frigerio anuncia en un editorial que deja su
res– se encuentra disponible para la consul- su historia, reconociendo los distintos gru- nalización que fueron variando a través del cargo de director de la revista Qué para
ta a través de la Sala Mariano Moreno y una pos e instituciones que confluyeron en su tiempo, y cuyos integrantes se superponían abocarse a la dirección del CIN.16 Sin em-
parte del material fotográfico es conservado confor mación a lo largo del tiempo. Consi- y circulaban entre unas y otras. bargo, Frigerio asumirá el cargo de secreta-
en la Fototeca. El acervo archivístico y he- deramos que explorar esa trama de relacio- Dirigido inicialmente por Frondizi y te- rio de Relaciones Económico-Sociales del
merográfico –de aproximadamente cuatro- nes personales, políticas e institucionales es niendo como punto de partida el archivo nuevo gobier no y tiempo después, quizá
cientos metros lineales– se encuentra en el importante para comprender la estructura y por él reunido desde los años 30, en el CIN por las suspicacias que despertaba entre
Área de Archivos y Colecciones Particula- composición documental del fondo, lo cual se desarrollaban tareas de búsqueda y siste- sectores del mismo gobier no y de la oposi-
res. También conservamos el archivo de servirá a potenciales interesados a la hora matización de infor mación –seguimiento de ción, el promocionado CIN se transfor ma
prensa de la revista Qué sucedió en 7 días de elegir sus estrategias de búsqueda. la prensa, publicaciones oficiales, bibliogra- silenciosamente en “Archivo Privado del Dr.
y del periódico El Nacional, donado con su fía– sobre cuya base se elaboraban infor- Arturo Frondizi”, ocupando la misma sede
mueble original, el cual confor ma por sus mes, documentos de análisis y propuestas en la Capital Federal que el anterior CIN y
características específicas una sección dife- Qué fue el Centro de Estudios sobre las distintas áreas bajo estudio.12 Se- que el futuro CEN: Luis María Campos
renciada dentro del Fondo CEN.5 Nacionales gún el propio Frondizi, la sede del CIN fue 665.
Luego de una etapa de identificación, el lugar desde el que dirigió su campaña Cabe mencionar que las sospechas y
limpieza y relocalización de la documenta- La Fundación CEN nace legalmente el electoral.13 Como parte de esas actividades, acusaciones sobre la existencia de un “go-
ción, nos abocamos a elaborar las herra- 27 de agosto de 1963, un año y medio des- funcionó en el mismo lugar un servicio de bier no paralelo” durante el mandato de
mientas necesarias para posibilitar el acceso pués del derrocamiento de Frondizi. En su prensa denominado Servicio Editorial Pe- Frondizi siguen aludiendo a este lugar tan-
a ella. En un primer registro realizamos una presentación ante la Inspección General de riodístico Argentino (SEPA).14 to como al aparato frigerista que actuaba
descripción general del fondo por unidad de Justicia se dejó constancia de que “el capi- En estrecha relación con esta estructura “en las sombras”. Circulaban a través del
conservación (es decir, por caja de archivo) tal inicial de la Fundación lo constituye el ar- se encontraba la revista Qué, dirigida por periodismo rumores sobre la “súper SIDE
relevando productores, tipos documentales, chivo y biblioteca existente en la casa de la Frigerio desde su relanzamiento en 1956. de Luis María Campos”, y a través de un
asuntos y fechas extremas. Identificamos así calle Luis María Campos 665”, donde fija- Podría decirse que mientras la revista de- memo dirigido a Frondizi podemos saber
los documentos que corresponden a la ges- ba su sede, además de una suma de dinero sempeñaba un rol fundamental en la cam- que el jefe de la Secretaría de Inteligencia
tión institucional del CEN y todas las cajas bastante modesta.9 Cabe afir mar, sin em- paña presidencial de Frondizi como órgano del Estado (SIDE), el general Juan Lagala-
que contienen lo que la institución denomi- bargo, que esa presentación legal constitu- de articulación y expresión de esta corrien- ye, visita la casa y ofrece designar más per-
naba su “Archivo”.6 Paralelamente a las ta- yó más bien una refundación, ya que el te hacia el ámbito público, el CIN ocupaba sonal para el Archivo.17 Una variedad de
reas de organización y descripción, también CEN se ubicaba en una línea de continuidad un lugar menos visible, desde el cual brinda- documentos testimonian las relaciones en-
nos dedicamos a reconstruir la historia ins- respecto de la labor que se llevaba adelante ba un soporte material y simbólico a la ape- tre ese Archivo y la Presidencia, y per miten
titucional y la historia archivística del fondo, desde hacía unos años en tor no a la pro- lación científico-técnica que caracterizó el afir mar que los insumos y el dinero para
infor mación imprescindible tanto para no- puesta política impulsada por Arturo Fron- discurso político del desarrollismo. Algo de cubrir los gastos de funcionamiento que es-
sotros como para el usuario, dado que per- dizi y Rogelio Frigerio. En efecto, tanto la esto se expresaba en la for ma en que esta ta estructura requería (incluyendo los suel-
mite ubicar los documentos de archivo en documentación administrativa conservada estructura llegó a ser conocida en la época, dos del personal) también provenían de la
su contexto.7 Para ello, además de la biblio- por el CEN como diversos artículos de la re- puesto que le llamaban “la Usina”, “la incu- Presidencia.18

Archivo
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Encontramos también correspondencia político”.20 Sosteniendo siempre su discur- trar como secretario general del CEN al Una mirada sobre
en la que se solicita a las distintas depen- so en esos principios de cientificidad, na- contralmirante (Re.) Ezequiel Niceto Vega, sus documentos
dencias oficiales y gober naciones que en- cionalismo y apoliticismo, el CEN volvía a jefe del Servicio de Infor maciones Navales
víen regular mente todo tipo de publicacio- constituirse en la práctica como un espacio durante la autodenominada Revolución Li- Como reseñamos en el punto anterior,
nes que contengan asuntos relativos a su de producción y difusión político-cultural bertadora y jefe de la Policía Federal duran- la red de relaciones personales, políticas e
gestión, de modo de poder incluirlas en el del desarrollismo. te el gobier no de Frondizi.23 Lo acompaña institucionales de las que el CEN for mó
“Archivo de la Presidencia”.19 Este material Con ese objetivo, en la institución se or- Blanca Stábile –activa militante del frondi- parte fue dando lugar a la reunión de un
se reenviaba entonces al ex CIN, muchas ganizaban gran número de cursos, confe- zismo desde 1956–24 como directora del conjunto documental que reconoce distin-
veces con la inscripción “L.M.C.” con refe- rencias y seminarios, actividades a través de Departamento de Relaciones Públicas del tas procedencias. La reconstrucción de esa
rencia a su domicilio. Como lo muestran las cuales no solamente se buscaba atraer a CEN. A fines de los 60, Stábile era además trama nos per mite pensar la sección Archi-
los remitos que se han conservado, allí lle- posibles simpatizantes, sino que se tendían apoderada de la revista empresarial Resul- vo del Fondo CEN como producto de la la-
gaba diariamente documentación produci- o renovaban lazos con distintas organizacio- tado de la Economía Argentina. bor de diferentes personas y grupos a lo
da y recibida por las secretarías de Presi- nes empresariales, profesionales e institutos La labor de difusión del CEN se sostuvo largo del tiempo, dejando a un lado la ima-
dencia. de estudios privados, así como embajadas y también en una activa política editorial que gen –quizá más clara pero más simplista
De esta manera, se fue incorporando al otros organismos públicos.21 La segunda incluyó la publicación de algunas de sus pro- también– de un supuesto archivo privado o
acervo reunido en esta casa una selección mitad de los años 60 parece haber sido la pias conferencias y de obras monográficas personal de Arturo Frondizi.
(realizada no sabemos sobre qué criterios) de mayor actividad pública del CEN. Entre en libros y folletos con sello CEN o Editorial A fin de dar una dimensión de su conte-
de documentación vinculada a la gestión los conferencistas se pueden mencionar, Desarrollo. Orientados a reivindicar la obra nido, mencionemos brevemente que el fon-
presidencial, la que constituirá una parte además del propio Arturo Frondizi, a Félix de gobier no de Frondizi, entre los materia- do contiene originales de los escritos y dis-
importante del acervo heredado –después Luna, Oscar Camilión, Aldo Ferrer, Anto- les publicados podemos mencionar Mensa- cursos de Arturo Frondizi, apuntes de sus
del derrocamiento y la reclusión de Frondi- nio Salonia, Rogelio y Octavio Frigerio, Ro- je al pueblo argentino, cuatro años de go- cursos en el Colegio Libre de Estudios Su-
zi– por el CEN. berto Alemann, Juan Ovidio Zabala, David bierno y el futuro nacional, Buenos Aires, periores, papeles vinculados a su labor en la
La (re)fundación del centro de estudios Blejer, Isidro Odena, Ángel M. Centeno, Desarrollo, 1963; Estrategia y táctica del Liga Argentina por los Derechos del Hom-
en agosto de 1963 acompaña a Frondizi en Diógenes Taboada, Vicente Sierra, Arturo movimiento nacional, Buenos Aires, Desa- bre, de la que fue secretario y miembro fun-
su regreso a la actividad pública, a menos Sábato, Roberto Risso Patrón, Marcos Mer- rrollo, 1964; Introducción a los problemas dador; legajos de su estudio jurídico y nume-
de un mes de ser liberado por el flamante chensky y Carlos Florit, entre otros.22 nacionales, Buenos Aires, Ediciones CEN, rosas carpetas temáticas referidas a su ac-
presidente Arturo Illia. Por su parte, casi si- Junto a estas actividades, el CEN impul- 1965; América Latina, una perspectiva tuación legislativa, por ejemplo su estudio
multáneamente, Frigerio vuelve a publicar só la for mación de grupos de trabajo dedi- política, Buenos Aires, Centro de Estudios en tor no a la Ley de Residencia. Además,
la revista Qué, cuyo número 0 (tercera épo- cados a la investigación y recopilación de Nacionales, 1974. También por el CEN se conservamos la correspondencia de Frondi-
ca) aparece el 13 noviembre de 1963. La documentos y a la elaboración de estadísti- editó una selección de sus Mensajes presi- zi –que se extiende entre 1929 y 1988–
expresión partidaria de su trabajo conjunto cas e infor mes. Muchos de estos trabajos denciales, 1958-1962, publicados en cua- que atraviesa todo el período e incluye los
asumirá en 1964 el nombre de Movimiento ilustraban o eran convertidos en artículos de tro tomos entre 1978 y 1982. años de su presidencia. Lo mismo sucede
de Integración y Desarrollo (MID). la revista Qué. El trabajo de estos equipos Delineada a grandes rasgos la historia con documentación que refiere a su activi-
El nuevo CEN se define como una enti- servía también como apoyo a los legislado- del CEN, podemos pasar ahora a los aspec- dad partidaria, es decir, relativa a la UCR, la
dad que se dedicaría a “promover el estu- res del MID, por ejemplo en los debates que tos que tienen que ver con la organización UCRI y el MID.
dio de la realidad nacional, con el fin de dar tuvieron lugar en tor no a los contratos pe- de sus documentos. Creemos que, dado el En cuanto al período presidencial, se
bases rigurosamente científicas a cualquier troleros fir mados durante la presidencia de modo particular en que el CEN clasificó la conservan la correspondencia y las actua-
acción de carácter social, político, econó- Frondizi, o para la elaboración de sus pro- documentación, tener en cuenta la confor- ciones de la Secretaría Privada, proyectos
mico o cultural que se desee programar en yectos legislativos. mación del fondo facilitará la realización de de leyes y decretos, actas de reuniones de
beneficio del país”, declarando que “con Teniendo presentes los estrechos víncu- búsquedas puntuales. gabinete, infor mes ministeriales y de servi-
este objeto encara el conocimiento y solu- los que estableció esta corriente con los sec- cios de inteligencia, toda clase de comunica-
ciones de los problemas nacionales al mar- tores denominados “azules” de las Fuerzas ciones inter nas (memos, notas de asesores,
gen de toda facción o embanderamiento Ar madas, no resulta sorprendente encon- planillas y registros de audiencias, etc.), pu-

Archivo
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) 149 (
blicaciones oficiales y copias de decretos, Frondizi, infor mes ministeriales sobre las re- cada entre ambos planos y dedicada justa- Energía (Petróleo, Gas, Carbón, Elec-
entre otros documentos producidos o recibi- laciones comerciales entre la Argentina y mente –entre otras actividades– a recopilar tricidad e hidroelectricidad), Transpor-
dos por la Presidencia de la Nación y sus Alemania y recortes periodísticos sobre la documentos. tes, Comunicaciones, Comercio inte-
dependencias (Secretaría Privada, Secreta- fir ma de contratos de la Siemens. En otro Por tratarse de este tipo de institución, rior y exterior, Finanzas, Capitales na-
ría de Prensa, SIDE, Secretaría de Enlace y caso, con la denominación “Energía. Petró- respetar el orden original dado a la docu- cionales y extranjeros, Obras públicas.
Coordinación, Casa Militar). leo” una carpeta contiene cartas dirigidas a mentación –lo cual constituye uno de los IV. SOCIALES. Or ganizaciones obreras,
A esto se suma una enor me cantidad de Frondizi de los años 40, apuntes manuscri- fundamentos de la archivística– implica res- Asociaciones de empresarios, Vivien-
infor mes y documentos de análisis de distin- tos suyos sobre el tema, expedientes del pe- petar la clasificación temática establecida da, Salud, Previsión social, Cooperati-
to tenor –for males e infor males, con exten- ríodo presidencial relativos a YPF y recortes por el CEN. Para esta tarea nos sirvieron vismo.
sas investigaciones o breves comentarios, de prensa de la década del 60. Un último los distintos índices temáticos elaborados V. CULTURA Y EDUCACIÓN. Corrientes
reuniendo estadísticas, volantes, declaracio- ejemplo: con la clasificación “Comunismo” por el CEN para organizar su archivo. Sin ideológicas (comunismo, fascismo, na-
nes de todo el arco político– que abarcan una caja guarda memorandums de la Secre- embargo, fuimos constatando que estos ín- zismo), Ciencia y técnica, Educación
todo el período, así como un seguimiento taría de Estado de Marina, proyectos de ley dices no responden estrictamente a la do- primaria y secundaria, Universidad, Li-
exhaustivo de la prensa. Por brindar algu- y folletos sobre comunismo inter nacional. cumentación existente. Se trata, en cam- bertad de enseñanza-enseñanza priva-
nos ejemplos, verdaderas colecciones de re- Teniendo en cuenta esta característica bio, de una clasificación realizada a priori, da-enseñanza libre.
cortes periodísticos recogen declaraciones de la organización original de la documen- que refleja la intención de abarcar todos los VI. VIDA INSTITUCIONAL. Poder Ejecutivo
de funcionarios, sus actividades y las críticas tación, vale una pequeña digresión en tor no aspectos de la vida social, extendiéndose Nacional-Presidencia (Secretaría Priva-
a la política oficial por parte de todo el arco a la distinción conceptual entre un archivo y en sucesivas subdivisiones de cada área da, Secretaría de Relaciones Económi-
político de la época. También se siguen no- lo que hoy llamaríamos un centro de docu- –por ejemplo, el índice contiene un código co-Sociales, Casa Militar), Ministerios
ticias vinculadas a la política inter nacional y mentación, o entre un fondo orgánico y para identificar a sesenta y ocho gremios, y secretarías varias, Poder Legislativo,
al movimiento obrero, las discusiones en una colección documental. Porque si enten- pero eso no significa que se haya reunido Poder Judicial, Elecciones, Derechos
tor no a la política educativa y todo tipo de demos que un archivo institucional constitu- documentación relativa a cada uno de humanos (Liga Argentina de los Dere-
asuntos vinculados a la política energética, ye un conjunto de documentos seriados o ellos–. chos del Hombre, Presos políticos y
la producción agropecuaria e industrial, en- seriables producidos y reunidos por una Actualmente seguimos trabajando en la gremiales, Terrorismo).
tre muchos otros temas. institución en el desarrollo de sus funcio- descripción de esta sección y reconstruyen- VII. POLÍTICA INTERNACIONAL. Política
nes en un marco normativizado, el “Archi- do su estructura sobre la base de la clasifica- mundial (por temas y organismos in-
De manera esquemática, es posible dis- vo” del CEN no responde en principio a ta- ción original. Brindamos a continuación un ter nacionales), Gran Bretaña, Estados
tinguir analíticamente dentro de ese con- les características. Más bien se acercaría al detalle del esquema –aún provisorio– que Unidos, Canadá, Europa continental,
junto: a) lo reunido por Arturo Frondizi en resultado de la labor de un centro de docu- representa la documentación efectivamente Países soviéticos, Asia, Medio y Cerca-
los años previos a su presidencia; b) lo reu- mentación, que genera colecciones temáti- conservada: no Oriente, Oceanía, África, América
nido por el CIN desde 1956; c) lo remitido cas –entendidas como producto de una se- Latina (por país, organismos y acuer-
desde la Presidencia de la Nación entre lección y recolección más o menos arbi- I. ARTURO FRONDIZI. Correspondencia, dos), Diplomacia argentina (Reunión
1958 y 1962, y d) lo reunido por el CEN traria de documentos–. En este fondo, Escritos y apuntes, Viajes por el inte- de Costa Rica, Uruguayana, Punta del
desde 1963 y hasta mediados de los años además, se encuentran superpuestos de he- rior y exterior del país, Declaraciones Este).
90. Ahora bien, el equipo de trabajo del cho los límites entre lo que podría corres- a la prensa, Críticas a su gestión, Cari- VIII. POLÍTICA NACIONAL. Unión Cívica,
CEN organizó y clasificó gran parte de es- ponder a un archivo privado y a un archivo caturas. Unión Cívica Nacional, Unión Cívica
ta documentación por materias, por lo que de la administración pública. Esto no tanto II. HISTORIA ARGENTINA (Por períodos Radical, Unión Cívica Radical Intransi-
aquellas distintas procedencias quedaron porque la distinción resulte problemática de gobier no y acontecimientos). gente, Unión Cívica Radical del Pue-
confundidas. ante una figura como la de Frondizi, sino III. ECONOMÍA POLÍTICA. Programas y blo, Conservadores, Socialistas y so-
Algunos ejemplos pueden ilustrar esto más que nada porque no siempre es posible análisis económicos, Política agrope- cialismo, Comunistas y comunismo,
más claramente. Bajo el rótulo de “Alema- atribuir uno u otro carácter a la documenta- cuaria, Política industrial (Siderurgia, Nacionalistas, Peronistas y peronismo,
nia. Bienes alemanes” en una misma caja ción que ha sido incorporada al acervo pro- Alimentaria, Textil, Automotores, Em- Demócratas cristianos, Movimiento de
pueden encontrarse notas de asesores de pio de esta institución, ambiguamente ubi- presas del Estado), Minería, Agua, Intransigencia y Renovación-Movi-

Archivo
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miento de Integración y Desarrollo, Datos de contacto: bro Rioplatense, la revista y editorial Columna, el 4
Para obtener mayor infor mación acerca del
Otros partidos y frentes políticos. Archivos y Colecciones Particulares diario La Prensa y la Academia Porteña de Lun- contenido de cada uno de estos conjuntos docu-
IX. CULTOS. Catolicismo-Iglesia Católica, Agüero 2502 3º piso (C1425EID) fardo. El conjunto da cuenta de su labor como mentales se puede consultar la “Guía de Fon-
Ciudad Autónoma de Buenos Aires periodista, poeta y guionista, pues conserva cien- dos”, también disponible on line.
Judíos-antisemitismo, Rear me moral.
tos de escritos, guiones teatrales y cinematográfi-
X. FUERZAS ARMADAS. Teoría-doctrinas Tel. 4808-6063 y 4808-6000 inter no 5
La revista Qué sucedió en 7 días fue fun-
cos. Los interesados tienen a su disposición la
(Guerra psicológica, Seguridad nacio- 1483 dada en agosto de 1946 por Baltazar Jaramillo.
“Guía del Archivo César Tiempo” y el inventario
nal, Defensa interior), Ministerio de E-mail: archivobibnal@gmail.com Clausurada en septiembre de 1947 por el gobier-
analítico de su correspondencia, que pueden des-
Defensa Nacional, Secretaría de Gue- no peronista, reaparece en 1956 dirigida por Ro-
cargarse de la página web de la Biblioteca Nacio-
rra, Secretaría de Marina, Secretaría gelio Frigerio y convertida en la herramienta po-
nal, www.bn.gov.ar.
Notas lítico-periodística que articula la propuesta del de-
de Aeronáutica, Servicios de Inteligen- 3
Luis Emilio Soto (Buenos Aires, 1902- sarrollismo. Entre sus colaboradores se encontra-
cia (Coordinación Federal, Servicio de 1970) fue uno de los periodistas y críticos litera-
1
ban Dardo Cúneo, Marcos Merchensky, Grego-
Infor maciones del Estado, Servicio de El proyecto contó con el asesoramiento del rios más reconocidos de la escena cultural argen- rio Verbitsky, Ricardo Ortiz, Mariano Perla, Er-
Inteligencia Naval, Servicio de Inteli- Departamento de Archivo Inter medio del Archi- tina entre las décadas del 20 y del 50. En 1927, nesto Sabato y Jacobo Timer man, entre otros.
gencia de la Aeronáutica, Servicio de vo General de la Nación y comenzó con la iden- Ediciones Campana de Palo publicó un opúsculo Frigerio dejará la dirección en diciembre de
Inteligencia del Ejército), Policía Fede- tificación y la reunión de los fondos documenta- suyo sobre Zogoibi, de Enrique Larreta, y en 1957, que será asumida un mes después por
les en un espacio apropiado. Hasta entonces los 1939 obtuvo el Premio Municipal de Literatura
ral, Plan Conintes. Raúl Scalabrini Ortiz, hasta que la fir ma de los
fondos se encontraban dispersos dentro del edi- por su libro Crítica y estimación. Fue codirector
XI. PROVINCIAS (Por provincia). contratos petroleros lo decidiera a retirarse críti-
ficio y en condiciones poco favorables para su de la revista La Vida Literaria y tuvo a su cargo
XII. PERIODISMO. Diarios, Semanarios, camente. Lo reemplazarán primero Merchensky
preservación. Nos consta que en años anteriores la sección literaria del semanario antifascista Ar-
Revistas, Radiodifusión, Televisión, y luego Mariano Montemayor hasta que la revis-
personal de la Biblioteca elevó diversas propues- gentina Libre. Fue colaborador de revistas como
Agencias noticiosas, Libertad de pren- ta deja de salir en abril de 1959. Desde agosto de
tas para darles tratamiento archivístico, iniciati- Sur, Nosotros, Claridad, Inicial, Proa, Ficción, 1958, el archivo de la Qué servirá también a una
sa, Editoriales. vas que por diversas razones no tuvieron conti- Davar, Columna, Comentario, Realidad. Escri- nueva publicación del desarrollismo: el diario El
XIII. PERSONALIDADES (Por orden alfabéti- nuidad. bió también para publicaciones extranjeras como
Nacional, también dirigido por Merchensky. En
co). 2
César Tiempo es el seudónimo de Israel Iberoamericana, Tomorrow y Letras del Ecua-
el Archivo de Prensa se conservan cientos de mi-
XIV. ESTADÍSTICAS. Zeitlin (Ucrania 1906-Buenos Aires 1980). Vin- dor y suplementos literarios de periódicos como
les de recortes periodísticos, fotografías, folletos,
culado al Grupo de Boedo, publicó los Versos de El Mundo, La Razón, La Nación, Clarín, El
volantes y otros documentos en aproximadamen-
Finalizamos esta reseña acerca del Fon- una... bajo el seudónimo de Clara Beter, y logró Mercurio (Chile), El Nacional (Venezuela), El
te 60.000 dossiers ordenados por materias
do CEN recordando que este año 2008 se una enor me repercusión en el medio literario. Comercio (Perú). El archivo personal de Luis
(huelgas y conflictos sindicales, congresos parti-
Junto a Pedro Juan Vignale, organiza y compila Emilio Soto está confor mado por su correspon-
cumple el 50° aniversario del comienzo del darios, industrias, obras públicas, negociaciones y
la Exposición de la actual poesía argentina dencia –por ejemplo, con Enrique Amorim, An-
gobier no encabezado por Frondizi, efeméri- acuerdos inter nacionales de comercio, institucio-
(1922-1927), antología que incluye a los princi- tonio Di Benedetto, Luis Franco, Enrique y Raúl
des que ha otorgado cierta visibilidad a este nes públicas y privadas, entre muchos otros) y
pales poetas de vanguardia de la década del 20. González Tuñón, Roberto Giusti, Vicente Barbie-
período histórico. A través de distintos me- personalidades de la vida política y cultural de la
En 1930 publica su Libro para la pausa del sá- ri, Leonidas Barletta, Victoria Ocampo, Álvaro
Argentina y del mundo (sindicalistas, militares, di-
dios, en diversas instituciones y ámbitos pú- bado, por el cual recibe el Primer Premio Muni- Yunque y César Tiempo–, artículos y colabora-
rigentes políticos, intelectuales y otros personajes
blicos se manifiestan múltiples voces, mu- cipal de Poesía. Le siguen sus libros de poemas ciones originales (críticas de libros, reseñas bio-
de las noticias policiales, del espectáculo y del de-
chas de ellas en tono de homenaje hacia el Sabatión Argentino, Sabadomingo y Sábado gráficas y reflexiones sobre la literatura y el hacer
porte) entre los años 1940 y 1970. El Archivo de
ex presidente y con el desarrollismo como pleno. Entre 1937 y 1942 dirige la revista Co- literario, entre otros temas). Además, se conser-
Prensa se está cargando en una base de datos
corriente política. Desde el Área de Archi- lumna, y más tarde, durante el gobier no peronis- van textos que otros autores enviaban a Soto pa-
que supera a la fecha los 17.000 registros y se
ta, tendrá a su cargo el suplemento cultural del ra su publicación y una valiosa colección de re-
vos y Colecciones Particulares de la Biblio- encuentra disponible a la consulta.
diario La Prensa. Autor de innumerables libros cortes periodísticos que incluye artículos publica-
teca Nacional esperamos que las tareas de 6
de teatro, adaptaciones y guiones cinematográfi- dos por Soto en distintos medios, comentarios Entre los documentos del fondo CEN en-
preservación y descripción en curso sobre el contramos parte de lo que debe haber sido el ar-
cos, muchas de sus obras fueron representadas acerca de su obra y cientos de notas sobre temas
Fondo CEN sean de utilidad en la construc- no sólo en el país sino también en México, Chi- literarios, culturales y políticos. Los interesados chivo y la biblioteca de Silvio Frondizi, secuestra-
ción de miradas críticas respecto de esta le, España e Italia. Además de la corresponden- pueden consultar en la web la “Guía del Fondo dos luego de su asesinato a manos de la Triple
etapa de la historia argentina. cia personal, el archivo conserva cartas de carác- Luis Emilio Soto” y un inventario analítico com- A. Estos materiales confor man lo que técnica-
ter administrativo de la Sociedad Amigos del Li- pleto. mente se denomina “subfondo”. Se conservan

Archivo
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) 153 (
escritos vinculados a su actividad política en el des “libres”, política luego adoptada por el go- 19
Correspondencia de la Secretaría Privada 23
Véase “Frondizi habla para La Tribuna.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)- bier no de Frondizi. Véase “Hacia una universidad de la Presidencia, Fondo CEN, Caja 401. Luis María Campos 665 es su cuartel general”,
Praxis, algunas cartas y colaboraciones origina- libre con enfoque nacional”, Qué, 175, 1 de abril 20 La Tribuna, 25 de enero de 1965. Niceto Vega
Exp. IGJ 4.196 y folleto de difusión “Na-
les para la revista Nuevo Hombre, materiales re- de 1958. Muchos de quienes participan de las ac- ocupó ese cargo hasta fines de 1967.
ce el CEN. Una necesidad argentina”, 1963.
lacionados a su trabajo docente (apuntes de cla- tividades del CEA se relacionan o for man parte 24
21 Promocionada en la revista Qué y respon-
ses, programas y bibliografía de cursos, exáme- del CIN; a la vez, ambos centros estaban estre- Así surge de la correspondencia institucio-
sable de una sección fija sobre la mujer, Stábile
nes y escritos de sus alumnos), actuaciones judi- chamente vinculados a la revista Qué, en cuyas nal, listados de asistentes a las actividades, etc.
aparecía como organizadora del CEA y coordi-
ciales que testimonian su labor como abogado páginas se los promocionaba fuertemente. Fondo CEN, Caja 427.
nando la comisión de estudios sobre asuntos fe-
defensor de presos políticos, así como numero- 13 22
Sólo a modo ilustrativo, podemos nombrar
Véase conferencia de prensa con motivo meninos en el CIN. Véase “Un plan de progreso
sos folletos, volantes, publicaciones políticas y algunos títulos de estas conferencias: “Organiza-
de la inauguración del Centro de Estudios Nacio- material y espiritual para medio país”, Qué, 164,
del movimiento estudiantil. ción de la comunidad y desarrollo nacional”, “In-
nales, en 1964, Fondo CEN, Caja 1.415. 7 de enero de 1958. Durante el gobier no de
7
La historia institucional y archivística se re- 14
fraestructura de los transportes en Argentina”, Frondizi estuvo a cargo de la Dirección Nacional
Se pueden ver algunos documentos de
seña en la “Guía del Fondo CEN”, para cuya re- “Participación futura de la mujer en la vida nacio- de Seguridad y Protección Social de la Mujer, de-
SEPA en Fondo CEN, Caja 1.373. nal”, “El cambio educativo cultural”, “La minería
dacción se tuvieron en cuenta los elementos bási- pendiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad
15
cos establecidos por las nor mas generales de des- Véase, por ejemplo, “El «equipo» del doc- argentina. Su subdesarrollo”, “La nación: unidad Social.
cripción archivística (ISAD-G). tor Frondizi”, Leoplán, 15 de marzo de 1958. El y disgregación”, y dos ciclos de charlas: “Análisis
artículo ofrece una relación de los “intelectuales y de los problemas nacionales” y “Nuestra econo-
8
Como Emilia Menotti, Juan Ovidio Zavala, mía actual”.
técnicos” que confor man el CIN, cuya “plana
María Mercedes Faggionato, Angelina Aramburu
mayor” estaría integrada por Dardo Cúneo, Isi-
de De Andrea, Enrique Escobar Cello y Alicia Fri-
dro Odena, Juan José González Arigós y el pro-
gerio.
pio Frigerio. También se refiere al “grupo Diago-
9
Exp. 4.196 de la Inspección General de nal” –confor mado por Samuel Schmuckler, Nico-
Justicia. El primer Consejo de Administración es- lás Babini, Aldo Ferrer, Noé Jitrik, entre otros– y
tuvo integrado por Emilio Donato del Carril, Da- al “grupo Alem”, que agrupaba a intelectuales co-
vid Blejer, Eduardo Santiago González y Mariano mo los her manos David e Ismael Viñas, Félix Lu-
Wainfeld. El CEN fue presidido por Arturo Fron- na, Adolfo Prieto, Gregorio Weimberg, entre
dizi hasta su fallecimiento. otros que apoyaban la candidatura de Frondizi y
10 que de diversos modos participaron de las activi-
“Centro de Estudios Nacionales. Un labo-
dades del “centro de estudios”.
ratorio de ideas al servicio de los argentinos”,
16
Qué, 143, 13 de agosto de 1957. “Cada uno debe ocupar su sitio en la tarea
11 de la reconstrucción nacional”, Qué, 174, 25 de
El sentido general de este tipo de institu-
marzo de 1958. Véase “Clasifican, sistematizan y
ciones es el de ligar el conocimiento con el poder,
elaboran. Todos los temas que interesan al país.
y la ciencia y la técnica con la elaboración de po-
Centro de Investigaciones Nacionales”, Qué,
líticas públicas. Sobre su evolución en el país es
179, 29 de abril de 1958.
útil el panorama que elabora Andrés Thompson,
17
“Think Tanks” en la Argentina. Conocimiento, La alusión se encuentra en lo que parece
instituciones y política, Buenos Aires, CEDES, ser una transcripción parcial del programa radio-
1994. fónico Quehacer argentino, del 27 de septiem-
12 bre de 1960. El memorándum está fir mado por
Simultáneamente, el Centro de Estudios
el responsable del Archivo en este período, Alfre-
Argentinos –cuya comisión organizadora estaba
do Gitelli, adscripto a la Presidencia, 12 de sep-
for mada por Blanca Stábile, Adolfo Silenzi de
tiembre de 1961, Fondo CEN, Caja 990.
Stagni, Carlos Benítez y Ricardo Curuchet– se
18
ocupaba del dictado de cursos y conferencias, Así surge de la documentación administra-
otra de las tareas desarrolladas más tarde intensa- tiva, como remitos de insumos y documentación,
mente desde el CEN. Poniéndose como ejemplo, recibos de fondos reservados, etc. Fondo CEN,
este espacio impulsaba la creación de universida- Cajas 427 y 990.

Archivo
) 154 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 155 (
Reseñas

Grete Stern, Sueño Nº 26, “El ojo eterno”,


circa 1950

Archivo Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar


Ángela Aisenstein y Pablo Scharagrodsky
Tras las huellas de la educación física escolar
argentina. Cuerpo, género y pedagogía, 1880-1950
Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006, 342 páginas

L
a educación física escolar arrastra En principio se analiza el proceso de
desde su nacimiento conflictos y de- constitución del currículo de la educación fí-
bates en torno de su legitimidad. De sica y el crecimiento de la asignatura esco-
hecho, hasta no hace mucho, algunos pla- lar de fines del siglo XIX y principios del
nes de estudio contemplaron la reducción de XX. Su nacimiento estuvo asociado a la pe-
su carga horaria y hasta su traspaso a con- dagogía llamada “moder na” que, según los
traturno, en clara evidencia de que la propia autores, es un dispositivo educativo más
disciplina estaba en cuestión. Además, fue y amplio que tuvo que ver con la for mación
es arena de debate entre diferentes sistemas de tácticas y estrategias escolares en la ta-
pedagógicos, entre concepciones sanitaris- rea de la edificación del cuerpo del educan-
tas del cuerpo y otras actuales que buscan do. Ese proceso se fue dando, por un lado,
romper viejos moldes utilizando, por ejem- en conflicto con otros idearios y saberes co-
plo, el ideario crítico foucaultiano como he- mo los propuestos desde los ámbitos milita-
rramienta principal. Los autores asumen ex- res y, por otro, por los promotores de los
plícitamente que su libro es parte y busca ser deportes como estrategias morales y educa-
una contribución en esos debates. tivas. Se recorre lo sucedido durante buena
Uno de los puntos positivos del texto es parte del siglo XX con estos saberes y prác-
lo novedoso de su aporte en una disciplina ticas controladoras. El texto roza la proble-
poco transitada en el ámbito académico. A mática actual en tor no a posiciones liberali-
pesar de cierta dispersión temática y reitera- zadoras de todo control y que tienen como
ciones en la explicitación del marco teórico, eje los intereses del individuo y la promesa
en la evaluación final el beneficio es mayor de la “liberación del cuerpo”, mientras que
justamente por el tamaño del vacío a ocupar. en el otro extremo estarían apoltronados
El gran eje unificador del texto es la edu- los residuos del viejo ideario disciplinante.
cación física escolar en el país, para cuyo Otro de los temas trata el papel de la
análisis se han utilizado como fuentes prin- ciencia en el marco del ideario sanitarista-
cipales la legislación, los manuales, los re- higienista en la constitución del aparato le-
glamentos y las publicaciones de las seccio- gitimante de la disciplina tradicional y con él
nes educativas de diversos gobier nos. El li- su cercana relación en la edificación de la
bro tiene cuatro grandes capítulos: el prime- nación y la nacionalidad. En otros textos,
ro dedicado al discurso pedagógico; el se- los autores abonan en datos e interpretacio-
gundo, al género; el tercero, a temáticas nes críticas la vida y la obra de Enrique Ro-
historiográficas diversas, y el último al géne- mero Brest, el padre de la educación física
ro y no ya al pasado sino a la actualidad. escolar en el país. El texto se ocupa del aná-

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lisis del momento inicial de la asignatura y sores de educación física. El otro ítem se Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga
además rastrea los lineamientos básicos de vincula con prácticas docentes presentes en
su nor mativa a lo largo del tiempo, es decir, un marco de aparente libertad curricular, Memorias en montaje. Escrituras de la militancia y
per mite seguir los itinerarios por los que que según los autores muestran actitudes
atravesó la regulación estatal. aparentemente invisibles que siguen sepa-
pensamientos sobre la memoria
La temática de género se aborda apun- rando, escindiendo y fragmentando al alum- Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 2006, 270 páginas
tando a los ejercicios militares en la escuela, nado (especialmente en las prácticas depor-

C
su influencia en la modelación de cuerpos tivas) de maneras hoy consideradas artificia- omo un tangram: la imagen del jue- sobre ese pasado reciente. La elección de
masculinos y patrióticos. A pesar de que el les e inadecuadas. go chino donde una serie de piezas diversos for matos, como el cine, la ensayís-
proyecto militarista de dominar las prácticas Resulta claro que el libro es insumo ne- pueden componer una enor me tica y la testimonialidad, el periodismo, la
de la educación física escolar fue derrotado, cesario para quienes desean participar del cantidad de figuras posibles sirve a Alejan- producción académica, da lugar a un varia-
su influencia per maneció vigente y activa, debate en tor no a la afir mación y la legitimi- dra Oberti y Roberto Pittaluga como metá- do e interesante itinerario.
ar mando horizontes donde la virilidad esta- dad de la disciplina y en esa búsqueda ras- fora de las memorias, representaciones del Según aclaran los autores desde la In-
ba asociada a las actividades militares y las trean la vigencia de nociones residuales pasado sobre las cuales viene dándose hace troducción, uno de los objetivos del libro es
cualidades patrióticas. En ese marco, otro apegadas a la consideración como “natural” algún tiempo un cada vez más amplio traba- propiciar una discusión a partir de la cual
artículo analiza la presencia y el desarrollo de concepciones vistas hoy como vetustas. jo de análisis y reflexión. El juego funciona, la memoria sobre los 70 no implique me-
del scoutismo en la Argentina y más preci- Así, por ejemplo, si la educación física tra- también, como alusión a la estructura del li- ramente rememorar la efervescencia políti-
samente en la provincia de Buenos Aires. Si dicional, con diverso arraigo en la actuali- bro, en el cual diversas series de produccio- ca y su abrupta ruptura por la violencia es-
bien fue un fenómeno muy difundido en dad de los institutos de for mación docente, nes sobre el pasado reciente argentino y tatal; su propuesta es más bien un aporte
ámbitos que vincularon a la Iglesia con la ha puesto el acento en el control y el disci- obras teóricas relevantes para la temática para que se desarrolle un trabajo de la me-
sociedad civil de buena parte del siglo, aquí plinamiento, la tarea será detectar los con- son examinadas en breves capítulos que, si moria, o sea una reelaboración colectiva
se ha estudiado la influencia en la escuela de tenidos que se encentran en ese proyecto y bien pueden leerse independientemente, es- sobre ese período, sobre esos sujetos y or -
la provincia muy especialmente en la segun- apuntalar ideas que sirvan para superarlo, tablecen entre sí vínculos significativos aun- ganizaciones, que implique a la vez que un
da década del siglo XX. Siguiendo con la lo mismo en áreas asociadas a los temas de que sin confor mar una unidad lineal y pro- reconocimiento, un distanciamiento críti-
provincia de Buenos Aires, un capítulo tra- género y los prejuicios asociados al cuerpo. gresiva, invitando por tanto a lecturas que co. Esta empresa requeriría, a diferencia
ta acerca de la asignatura y su evolución en El rastreo histórico de estas cuestiones es la
no necesariamente deben respetar el enca- de distintas versiones dicotómicas que se
las escuelas durante el gobier no de Manuel propuesta central del libro.
denamiento for mal del texto, trazando reco- sustentan en oposiciones binarias, profun-
Fresco con el crecimiento de la influencia Para concluir, insistimos en que el texto
rridos alter nativos. dizar y complejizar, dando ubicación social
del militarismo, con sesgos antiintelectuales, tiene gran importancia debido a que en él
Muestra de esto, por ejemplo, es la de- y política a los actores y estructuras implí-
espiritualistas y nacionalistas, con claras re- se abordan cuestiones que merecen la aten-
cisión de colocar como segunda sección del citos.
sonancias mussolinianas. ción por romper naturalizaciones actual-
libro el conjunto de obras teóricas analiza- Además, si la memoria se vincula a la
Finalmente, hay dos capítulos más ape- mente vigentes, por tocar temáticas nunca
das (Marx, Nietzsche, Benjamin, Koselleck, existencia de deter minadas identidades co-
gados a la actualidad y a las preocupaciones antes abordadas en el ámbito académico, y
Ricœur y Agamben), invirtiendo el orden lectivas –identidades que por su parte con-
de los autores como tales y como docentes: por ser un aporte de gran importancia en el
tradicional que va del “marco” al “caso”. La figuran campos dinámicos y surcados por
por un lado, la necesidad y la posibilidad de marco de los debates actuales en tor no a la
primera mitad del libro, en tanto, delimita tensiones–, los autores subrayan que el tra-
que los saberes, del tipo de los que se desa- educación física escolar.
rrollan a lo largo del libro, sean asimilados Julio Frydenberg una serie de problemáticas ligadas a las re- bajo de recordar implica el reforzamiento
en las instituciones de for mación de profe- UBA-UNSAM presentaciones sobre la militancia en los o el debilitamiento de ciertos grupos, al
70. Para esto opta por analizar diversas tiempo que su misma práctica aloja una es-
producciones que, a modo de representan- pecífica politicidad. La intervención sobre
tes de discursos significativos, confor man a la materia, por tanto, exige una atenta
partir de sus elementos a veces contrastan- conciencia sobre su posicionamiento. En
tes, a veces convergentes, un amplio pano- este punto Oberti y Pittaluga apuestan por
rama sobre modalidades de las memorias una memoria crítica que se coloque en un

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lugar distinto al del simple intento por co- rejiles” (adjetivo que condensa la ingenui- tonces, pareciera, comenzó a abrirse len- todo la contradicción entre el discurso igua-
nocer más y mejor el pasado reciente, y dad y la victimización de quienes paradóji- tamente la posibilidad de una discusión po- lador de las organizaciones (entendido pri-
explicitan fir memente sus posturas políti- camente confor marían una organización lítica sobre ese pasado que, aunque mu- mordialmente como homogeneización) y
cas: siguiendo aquí a Walter Benjamin, considerada revolucionaria), las explicacio- chas veces evitada, dio lugar a que comien- las diversas prácticas que reproducían el es-
destacan el hecho de que las memorias nes de aspectos de las organizaciones con- ce una revisión crítica de las prácticas y las tatuto de inferioridad femenina que prima-
que se comprometen con expectativas siderados negativos en tér minos de “des- concepciones de las or ganizaciones ar ma- ba en la sociedad. Los libros Mujeres gue-
emancipatorias son aquellas en las cuales viaciones” o de contingencias no implícitas das; se instalaron así preguntas sobre múl- rrilleras de Marta Diana y Pájaros sin luz
“la política mantiene su primado sobre la en la propia teoría y práctica de las mis- tiples dimensiones de las subjetividades de Noemí Ciollaro son examinados en
historia” (209). De esta manera, propug- mas, etc. Se trata, en fin, de figuras rígidas que confor maban las or ganizaciones, co- cuanto muestras de la relevancia que este
nar por una memoria crítica en el actual que se convierten en verdaderos obstáculos mo también por el tipo de subjetividades tipo de problemáticas van adquiriendo en
contexto se vincula a una tarea de verdade- para elaborar los matices, las contradiccio- que producían estas últimas. En este senti- los relatos.3 Pero, sobre todo, los autores
ra “fundación” política que, según los au- nes y la dinámica de los sujetos y las orga- do, los autores destacan, al tiempo que le prestan especial atención a la discusión so-
tores, es posible a partir del trabajo sobre nizaciones implicados. Y se trata, además, for mulan toda una serie de críticas, el bre la importancia de los testimonios y las
dos aspectos: “For mular una interpreta- de matrices vinculadas a concepciones po- ejemplo de los escritos de Pilar Calveiro, modalidades de las entrevistas a partir de
ción crítica del pasado de las izquierdas líticas que se aferran a la continuidad de as- “una intervención, en el sentido fuerte del las cuales se nutren gran parte de las pro-
que lo configure como legado, esto es, que pectos ideológicos sustanciales de aquel pa- tér mino: una fundamentación razonada y ducciones sobre la militancia setentista.
le reconozca su especificidad y al mismo sado reciente cuando, en opinión de los au- practicada de cómo «hacer memoria» so- Más allá de toda una serie de críticas meto-
tiempo confor me una lectura distinta a tores, justamente se requiere de una pro- bre el pasado militante” (41).2 Desde el ci- dológicas sobre la for ma y la utilización de
aquella transmitida como mandato. En se- funda crítica de la “razón revolucionaria” ne, éste es también el caso del film Papá las entrevistas (desde casos en los cuales no
gundo lugar, que a partir de esa distancia que los sustentó. En este sentido, señalan, Iván de María Inés Roqué, quien ensaya un se transcriben las preguntas hasta otros
recoja y rescate las expectativas de cambio si en primer lugar no habría que reducir la intento por hacer un ejercicio de memoria donde se interrumpe el relato buscando un
radical de esta sociedad. Esto es lo que experiencia setentista a la de los grupos ar- sobre su padre conmoviendo la imagen de único sentido a la respuesta, o aquellos en
per mite construir una tradición revolucio- mados, tal vez en el caso de estos últimos héroe repetida por sus compañeros de mi- los que se utiliza lo testimonial como mera
naria y una memoria de lucha” (164). haya muy pocas experiencias que rescatar, litancia, y cuestionando el mandato pater - ilustración de hipótesis de la investigación,
Desde estas convicciones se siguen los siéndolo más bien, sobre todo, los anhelos no sobre la for ma correcta de recordarlo, perdiéndose gran parte de la riqueza que
ejes que vertebran los análisis de la prime- emancipatorios que encar naron; sería ne- que dejó en for ma de carta de despedida. aporta por sus mismas características el re-
ra parte del libro. Sobre todo, los autores cesario, así, hacerse cargo de la crisis de En este último caso destaca también la lato oral, etc.), parece pertinente destacar
se preocupan en discutir algunas posturas y una concepción sobre la revolución y las puesta en cuestión de oposiciones natura- la advertencia que hacen sobre el hecho de
conceptos políticos que funcionan como prácticas que implicó para poder dar lugar lizadas en algunos discursos sobre aquella que es necesario tener siempre presente
claves interpretativas en muchas produc- a otras nuevas. experiencia, como la que se da entre la vi- que “los sujetos que relatan son los mismos
ciones sobre el pasado reciente (en particu- Además de su diversidad de for matos, da cotidiana y la vida pública de los mili- y a la vez no lo son”. Aquí, siguiendo a
lar sobre la militancia en las organizaciones las producciones analizadas pertenecen a tantes, a partir de preguntarse el porqué Paul Ricœur, Oberti y Pittaluga enfatizan
ar madas, eje del examen del texto), y que distintas épocas. Así, pueden notarse cier- de la incompatibilidad entre el papel de pa- las discontinuidades y las contradicciones
en su opinión promueven una memoria ri- tos cambios en las perspectivas y los pro- dre y el de militante, sur giendo una revalo- que, en caso de desconocerse, dan lugar a
tualizada y repetitiva. Por poner algunos blemas tratados. Por ejemplo, Oberti y Pit- rización de la figura de su madre, persona- una memoria repetitiva al servicio de un su-
ejemplos, podemos nombrar a la figura del taluga destacan el cambio que se percibe a je mucho menos visible desde los relatos jeto siempre idéntico a sí mismo; una ilus-
héroe, acompañada por la exaltación del partir de mediados de la década de 1990, que privilegian un modo de intervención tración sintomática de este riesgo se en-
sacrificio y opuesta, en muchas ocasiones, cuando se encuentran cada vez más narra- política que no apostó por una politización contraría en el modo de presentación de
a la del “traidor”; la escisión tajante –esgri- ciones testimoniales que no se inscriben de lo cotidiano. los sujetos testimoniantes en La voluntad,
mida comúnmente para explicar la trayec- primordialmente en el lugar de la víctima, Diversos temas y problemas son así donde “los sujetos de esta historia, que no
toria de algunos líderes montoneros– entre sino en el de la militancia (la película Caza- analizados a partir de las producciones es- son otros que los del relato, se presentan
dirigentes y militantes de base, oponiendo dores de utopías y el libro La voluntad cogidas. Un lugar importante ocupan por como sujetos íntegros, fieles a sus ideales.
a los primeros que “engañaron”, a los “pe- ilustran claramente esto).1 A partir de en- ejemplo las cuestiones de género, y sobre Constituyen un conjunto conciso y cohe-

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rente donde no están ausentes las tonalida- tacando su hincapié sobre la necesidad de lla historia, que conmueven los sentidos es- 2
Los trabajos más importantes de Pilar Cal-
des afectivas, de modo tal que los sentidos un verdadero trabajo de la memoria, que tablecidos al sacudir una memoria repetida veiro son los libros Poder y desaparición. Los
de la narración religan ese pasado con implique una elaboración y un reconoci- en sus relatos” (114). campos de concentración en Argentina, Bue-
nuestro presente de manera moralizante. miento, en oposición a la repetición; y, co- Damián López nos Aires, Colihue, 1998, y Política y/o violen-
UBA cia. Una aproximación a la guerrilla de los
Un fundamento último rige sus vidas, los mo ya se dijera, se analiza su propuesta
años 70, Buenos Aires, Nor ma, 2005.
acontecimientos y la historia que avanzan sobre una “her menéutica del sí”, en la que
3
casi sin tropiezos hacia su realización, la el sujeto sólo puede comprenderse en rela- Notas Marta Diana, Mujeres guerrilleras. La mi-
ción con el otro, así como sus desarrollos litancia en los 70 en el testimonio de sus pro-
que conocemos” (74). 1
Cazadores de utopías (Argentina, 1995), tagonistas femeninas, Buenos Aires, Planeta,
La segunda parte del libro, dedicada a sobre la identidad narrativa. Finalmente,
dirección de David Blaustein y guión de Er nesto 1996; Noemí Ciollaro, Pájaros sin luz. Testimo-
exponer y discutir aspectos relevantes de se discute la obra de Gior gio Agamben vin-
Jauretche; Eduardo Anguita y Martín Caparrós, nios de mujeres de desaparecidos, Buenos Ai-
diversos textos teóricos sobre historia, me- culada al problema del testigo y el testimo- La voluntad. Una historia de la militancia revo- res, Planeta, 1999.
moria y testimonios, per mite clarificar más nio, anudado con sus reflexiones sobre el lucionaria en la Argentina, Buenos Aires, Nor-
fir memente las categorías a partir de las desarrollo del poder soberano en un con- ma, 1997-1998, 3 t.
cuales los autores analizan las produccio- texto marcado por la experiencia de los
nes de la primera parte –vale aclarar que el campos de concentración.
entrecruzamiento entre ambas secciones Muchos otros aspectos sustanciales son
es per manente, y muchas veces es preciso presentados profunda y rigurosamente en
leer o releer entrecruzadamente los ar gu- esta segunda sección del libro. En su lectu-
mentos–. Sintetizando, puede decirse que ra se nota que se trata del fruto de una pa-
se apela a Marx, Nietzsche y Benjamin a ciente y muy elaborada propuesta por arti- Gabriel Di Meglio
fin de alertar sobre los peligros de la repe- cular coherentemente distintas reflexiones
tición, a partir de una memoria ritualizan- teóricas que confor man una configuración
¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires
te, destacando sobre todo que para con- sumamente consistente, que nos per mite y la política entre la Revolución de Mayo y el rosismo
for mar una memoria políticamente pro- incursionar sobre diversas problemáticas en (1810-1829)
ductiva es preciso lograr un verdadero dis- tor no a la memoria y la política en general,
tanciamiento que ponga en crisis las for - y sobre la militancia en nuestro pasado re- Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006, 364 páginas
mas rígidas y mitificadas, consiguiendo ciente, en particular. Memorias en monta- gunos puntos que resultan en mi opinión

S
i se repasa el itinerario de nuestra
transfor mar el reconocimiento en el pasa- je es, en fin, una destacable muestra sobre historiografía desde sus mismos orí- sobresalientes. Esgrimiendo una escritura
do, como se dijera antes, en un verdadero la búsqueda de la apertura hacia nuevas genes, resulta difícil imaginar un te- sutil y prestando una atención a indicios su-
le ga do que po ten cie las ca pa ci da des preguntas que den lugar a un intercambio ma más abordado que la revolución de inde- gestivos, Di Meglio ofrece una atrapante
emancipatorias en el presente. En relación productivo sobre aspectos deter minantes de pendencia en Buenos Aires. Gabriel Di Me- narración de las intervenciones de la plebe
con esto, los autores rescatan las catego- experiencias que nos colocan en la encruci- glio comete la osadía de volver a inter narse de Buenos Aires durante el ciclo de movili-
rías de Reinhardt Koselleck de espacio de jada entre lo inasible y lo que a la vez nos en él y, sin embargo, el libro que nos ofre- zación social y política abierto en 1806 y
experiencia y horizonte de expectativa, constituye. Haciendo uso de las palabras ce contiene muchas novedades. Una vez in- que comenzaba a cerrarse hacia 1829. A
proponiendo una intervención sobre la que los autores utilizan para caracterizar a ventariadas, se impone una conclusión que través de ella el resultado es que ese hetero-
construcción de memorias que se ubique una de las tantas producciones analizadas y no es nueva pero sí refrescante volver a géneo conglomerado humano, inestable,
“como parte emer gente de la coordinación que podría aplicarse a su propio texto, con- constatar: nunca hay temas completamente multifacético y cambiante, revela sus diver-
de una experiencia per manentemente re- cluimos destacando que se trata de una in- acabados y toda historia puede ser reescrita sos rostros. Pero ya no se trata de aquellos
construida a partir de un horizonte de ex- tervención que más que ofrecer nos respues- siempre y cuando se for mulen nuevas pre- rostros difusos a los que nos tenían acos-
pectativas sometido continuamente a revi- tas cerradas intenta, a partir de su compro- guntas y se disponga de las herramientas tumbrados las recreaciones plásticas que
sión porque el campo experiencial refor - miso crítico, desar mar las memorias cosifi- adecuadas. poblaron las imágenes y los actos escolares,
mulado así lo exige” (219). Asimismo, se cadas y ritualizadas, abriendo “preguntas Podría hacer una larga lista de esas no- las paredes de los museos o algunos monu-
examina la influyente obra de Ricœur des- que introducen las tramas ocluidas de aque- vedades pero prefiero concentrar me en al- mentos: son los rostros de seres reales que

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per miten un acercamiento mucho más pre- apéndice estadístico y una completa enu- hasta 1811 y contiene una decisiva hipóte- ginas valen por el libro entero, especialmen-
ciso a sus per files sociales y, sobre todo, re- meración de las fuentes y la bibliografía sis: habría sido para entonces cuando se de- te aquellas que relatan ese verano porteño
cuperar la densidad de sus experiencias his- consultadas. Al respecto, cabe señalar dos finieron las primeras prácticas políticas ple- de 1819 y que son memorables. Présteles
tóricas, sus aspiraciones y expectativas. En aspectos. Por un lado, la pertinencia de la beyas, sus intervenciones en las disputas especial atención, lector: la historia que Di
este sentido, puede afir marse que Di Meglio estrategia expositiva, a la vez narrativa y facciosas, en las fiestas revolucionarias y en Meglio ha logrado recuperar de esos cívi-
ha logrado rescatar a estos sujetos de su analítica: de este modo, el lector queda atra- los motines militares. El modo en que Di cos, pardos y morenos, resistiendo el acuar-
condición de meros integrantes del coro en pado por el devenir de una historia que le- Meglio engarza su argumentación lleva al telamiento y su transfor mación en vetera-
aquel drama que abrió la revolución y con- jos de reducirse a la descripción de anécdo- lector de la mano de su razonamiento, pero nos, las exhortaciones que hacía el hasta
vertirlos en protagonistas situándolos en el tas pintorescas las emplea para for mular in- una relectura más atenta puede dejarlo qui- hoy ignoto Santiago Manul y los compo-
centro mismo del escenario. terpretaciones sugestivas. Por el otro, la so- zá algo insatisfecho frente a lo que el capí- nentes de la cultura política plebeya que ex-
Para advertirlo alcanza con cotejar este lidez del corpus documental: creo no equi- tulo promete. En definitiva, si el autor nos presan parecen, por un momento, producir
relato con el mejor que teníamos disponi- vocar me al afir mar que uno de los mayores muestra la intensidad de la movilización ple- una suerte de milagro histórico. Se trata de
ble, aquel que ofreció hace más de treinta méritos del libro es demostrar cómo es po- beya y su velocidad en tan sólo un año de esos momentos cruciales en los cuales, co-
años Tulio Halperín Donghi en Revolución sible leer de un modo nuevo, creativo y pro- revolución, hubiera sido conveniente inda- mo diría James Scott, los discursos ocultos
y guerra. Si volvemos a esas densas pági- ductivo lo que muchos otros ya habían (ha- gar con mayor detenimiento las for mas que que articulan la resistencia de los oprimidos
nas de este auténtico clásico de la historio- bíamos) leído y cómo la buena literatura his- adoptó esa movilización en los agitados se transfor man en discurso público.3 Por un
grafía argentina, verdadero semillero de tórica sofistica y sensibiliza la mirada del his- años previos. momento, entonces, Di Meglio logra deve-
ideas y sugerencias para investigaciones toriador. Por eso, aunque el autor transita En el capítulo III el lector se encuentra lar, narrar y hacer nos comprender los mo-
posteriores y uno de los pocos libros de his- un corpus documental rico y variado y ex- no sólo con una narración de los episodios dos en que se combinaron las nociones po-
toria argentina que consiguió amplia reper- plora manuscritos poco frecuentados (como ocurridos entre 1812 y 1818 sino también líticas de la tradición colonial y aquellas que
cusión en la historiografía inter nacional, en- los sumarios militares), la destreza de histo- con un notable paso adelante en el conoci- propagó la revolución. Es aquí, entonces,
contraremos una y otra vez a la activa ple- riador de Di Meglio queda en evidencia en miento histórico de las implicancias de la donde el libro adquiere todo su significado
be porteña. Allí estaba, justamente, una la sutil inteligencia con que indagó unas militarización revolucionaria. Es entonces historiográfico (pero también político y cul-
parte sustancial de la riqueza que el libro fuentes éditas, tan conocidas como desa- cuando emergen algunas de las contribucio- tural), pues empieza a desbrozar un auténti-
contenía. Sin embargo, tanto en esa contri- provechadas. nes más significativas del libro: primero, un co enigma: los modos en que se fueron con-
bución como en otras igualmente impres- En el capítulo I construye una visión pa- acercamiento más preciso a los per files so- for mando las culturas y las tradiciones polí-
cindibles,1 si bien los plebeyos aparecían in- norámica de la ciudad de Buenos Aires y ciales de las tropas y a los significados de ticas populares. Por eso mismo, su mirada
tensamente movilizados, no pasaban de ser sus transfor maciones en esos agitados esa experiencia militar; segundo, las for mas del vertiginoso año de 1820 resulta radical-
la masa de los reclutas, las bases de susten- años.2 A través de ella, propone un acerca- de resistencia que en ese contexto desplega- mente renovadora y convierte a los fantas-
tación de nuevos liderazgos y, sobre todo, miento a los rasgos específicos de esa socie- ron los plebeyos y que lleva al autor a pos- mas que aterraban a la elite en percepcio-
los fantasmas amenazantes que poblaban el dad “urbana” y a los modos de vida que los tular una de sus interpretaciones más reno- nes más reales.
imaginario de la elite. Su lugar en el proce- plebeyos desplegaron. Poco –muy poco– vadoras: además de las convulsiones políti- Los capítulos V y VI están dedicados a
so histórico era, por cierto, mucho más cla- era lo que se había avanzado al respecto, y cas y de las nuevas for mas de liderazgo que la experiencia política plebeya durante la
ro que en relatos anteriores, pero seguía cir- por cierto aún falta mucho por conocer la historiografía ya había relatado, Di Me- década de 1820, y conviene recuperar la
cunscripto a la condición de coro. Si un pues todavía es limitado el conocimiento so- glio nos pone frente a la estruendosa nove- estrategia expositiva que los articula. En el
propósito signa el libro de Di Meglio es, jus- bre las condiciones de vida de los sectores dad de los motines plebeyos. primero, la atención se concentra en una
tamente, desplazar a la plebe de ese lugar. populares urbanos, sobre todo cuando se lo Los significados de esta experiencia fase de reflujo de la movilización plebeya,
Cuáles son las implicancias de esta opera- compara con lo que se sabe de la vida social quedan completamente de manifiesto en el 1821-1823: con destreza de detective, Di
ción lo analizaremos más adelante. Antes rural contemporánea; pero estas páginas capítulo IV. Aquí el autor ofrece una nueva Meglio encara una tarea extremadamente
conviene presentar apretadamente lo que constituirán seguramente una referencia visión –por qué no decirlo, verdaderamente desafiante en un terreno lleno de acechan-
esta obra contiene. ineludible. revisionista– de las convulsiones políticas de zas y siguiendo las pistas que ofrecen los
El libro está organizado en seis capítulos El capítulo II ofrece un rico panorama 1819-1820 pero advirtiendo también sus gritos de los amotinados de 1823 se inter-
más una introducción, una conclusión, un de los comienzos de la movilización plebeya implicancias sociales. Algunas de estas pá- na en los procesos de reelaboración en cur-

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so en la cultura política popular. Así, un enfatiza las heterogeneidades constitutivas y bles sin las oportunidades que hallaba en un nos dice que sólo pretendió demostrar “que
viejo grito, harto conocido del mundo his- persistentes de esa plebe urbana también medio rural que, por otra parte, penetraba un escenario político no es comprensible si
pánico, hace así su reaparición en Buenos relata su transfor mación en un actor políti- las entrañas mismas de la “ciudad”. La mis- no se conocen todos sus actores”. Es cierto,
Aires: “¡Muera el mal gobier no!”; pero es- co, y la imagen que resulta es la de un actor ma dinámica de la movilización política lo pero no alcanza a hacer justicia a su contri-
ta reaparición contiene significativas nove- en buena medida unificado. ¿Cómo fue po- atestigua, pues ella estuvo muy lejos de cir- bución. Como él mismo dice, era necesario
dades y ya no aparece junto a la exaltación sible? O, quizá, convendría cambiar la pre- cunscribirse a la ciudad y se articuló crecien- hacer esta incursión no sólo para “escu-
de la figura del rey. En el segundo, las pis- gunta: ¿hasta qué punto fue tan así? La temente con la campaña. Aquí también el char” a los que no habían sido considerados
tas las suministra un grito radicalmente no- cuestión todavía merece ser indagada con interpelado no es sólo el autor sino el con- sino también para poder comprender el pe-
vedoso que condensa la argumentación de mayor profundidad. Sin duda, una diferen- junto de la comunidad de historiadores que ríodo for mativo de la política porteña y ar-
todo el libro: “¡Mueran los de casaca y levi- ciación crucial era la que existía entre libres hemos mantenido vigente una visión del es- gentina. La plebe –y no sólo la urbana y
ta! ¡Viva el bajo pueblo!”. Nada menos: un y esclavos y, sin duda también, ella tendió a pacio social que es tributaria de la que tenía menos sólo la porteña– le imprimió su mar-
episodio que tomado aisladamente podría perder centralidad en los años posrevolucio- la elite letrada de entonces. ca a esa política y el libro ilumina como
haberse atribuido sólo a la habilidad retóri- narios. Esta decisiva transfor mación que Nada de lo anterior invalida las contribu- nunca antes esa impronta. Su contribución
ca de una facción elitista se presenta a tra- trajo la revolución –y nunca está de más vol- ciones decisivas de este libro. Como quería cuestiona indefectiblemente algunas imáge-
vés de esta densa reconstrucción de la ex- ver a destacarla– pudo contribuir a unificar Edward Thompson, no se hallará aquí la nes históricas al uso: por un lado, cómo una
periencia histórica de la plebe porteña co- sus intervenciones políticas pero difícilmen- historia de una categoría sociológica abs- for ma de acción colectiva –el tumulto calle-
mo un momento que la condensa. El coro te se superaran sencillamente los estigmas tracta y las intervenciones de los plebeyos jero–, habitualmente calificada de “antigua”
ha abandonado las gradas y ocupa su lugar que legaba el régimen de esclavitud. Se tra- no han sido evaluadas a partir de paráme- pero que no había tenido una arraigada his-
en el escenario. Ya no es sólo una tropa ta, en definitiva, de un aspecto de una cues- tros prefijados de lo que debería haber sido. toria anterior en Buenos Aires, for mó parte
imprescindible o una presencia fantasma- tión mayor, un interrogante irresuelto que Estamos ante una muy lograda historia de de la emergencia de política “moder na”;
górica sino un actor decisivo de la política nuestra historia social aún no develado: to- gente real en un contexto real, de aquellos por otro, porque muestra cómo en Buenos
porteña que ha adquirido una indudable im- davía carecemos de una “prehistoria” (y en- que estaban haciendo su historia en condi- Aires la conflictividad social estaba inscripta
pronta plebeya. fatizo las comillas) de la clase trabajadora ur- ciones que no eligieron y sin saber tampoco e inserta en una conflictividad política que
Al llegar a la última página el lector ha- bana que no fue, por cierto, un resultado qué historia estaban haciendo, una historia no conviene seguir entendiendo sólo como
brá completado un sinuoso recorrido por el exclusivo de la inmigración masiva de la se- de gente común que estaba inventando un “facciosa”.
espacio urbano, las fiestas, las elecciones, gunda mitad del siglo XIX. Di Meglio lo de- mundo nuevo empleando también recursos Llegados a este punto, resulta inevitable
los motines, los tumultos callejeros, y adver- ja bien en claro: la plebe no era una clase; sociales y culturales del viejo. Sabidas son una pregunta: ¿por qué hoy es posible este
tido la configuración de un repertorio de for- pero en su for mación esa clase debe haber- las tentaciones que acechan al historiador libro? Pudo haber sido antes, pero no lo
mas de acción colectiva y de recursos cultu- se nutrido de la plebe y, por lo tanto, tam- que intente incursionar estos terrenos igno- fue. Por lo pronto, ni Bartolomé Mitre ni
rales y simbólicos. Sólo por ello la aparición bién de sus experiencias históricas, su cultu- tos de la historia popular, tanto las que pro- Vicente López fueron nuestros Michelet y
de este libro debe ser bienvenida y celebra- ra política y sus tradiciones de movilización. vienen de los diversos elitismos como de las las incursiones sociológicas de José Ramos
da. Gracias a una prosa ágil y seductora do- En segundo lugar, es probable que Di múltiples for mas del romanticismo. Se trata Mejía tampoco hicieron escuela. Tampoco
tada de sensibilidad histórica y social Di Me- Meglio haya sobredimensionado la condi- de un enor me desafío donde se trata de evi- pudo serlo a través del neorromanticismo
glio ha recuperado la diversidad constitutiva ción urbana de esa plebe. Sus mismos datos tar quedar prisioneros de los propios con- que encar nó el revisionismo que tenía otras
de esa plebe evitando que el cuadro resultan- y algunas de sus inferencias así lo sugieren: ceptos (y encorsetar en ellos a los mismos urgencias y cometidos. Tampoco fue escri-
te sea simplemente pintoresquista o mera- por sus orígenes sociales y territoriales y plebeyos) como de unas fuentes que por to en los 70, cuando la Argentina se con-
mente abigarrado. Y ha logrado quizá lo por la misma estructura del espacio urbano momentos parecen confabuladas para ha- vertía en epicentro de recepción y difusión
más difícil: presentarlo en su dinámica histó- y del mercado de trabajo, los entrelazamien- cerse más parcas acerca de lo que más qui- latinoamericana de lo más renovador del
rica. Sin embargo, como todo buen libro de tos de la plebe “urbana” y el mundo rural siéramos saber. pensamiento crítico y de la historia desde
historia, abre un conjunto de interrogantes y eran por demás intensos. Dicho de otro En buena medida, Di Meglio ha logrado abajo. Pero no lo fue y la historiografía ar-
puntos de debate, y me permito señalar dos. modo, las condiciones de existencia de la superar estas acechanzas o, al menos, man- gentina no forjó entonces una tradición his-
En primer tér mino, el texto aparece re- “plebe urbana”, su característica movilidad tenerlas bajo control. Sin embargo, cierra toriográfica de este tipo, al menos para el
corrido por una tensión: mientras Di Meglio espacial y ocupacional, serían incomprensi- su libro de manera excesivamente modesta: siglo XIX.

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Hoy, en cambio, los esfuerzos de Di Me- 2
Simultáneamente ha aparecido otro libro Marina Franco
glio no son solitarios.4 ¿Por qué? La res- que completa muy acabadamente algunos trazos
puesta a este interrogante excede los alcan- todavía imprecisos de este capítulo: Fer nando El exilio. Argentinos en Francia durante la dictadura
ces de esta reseña, pero no quisiera dejar de Aliata, La ciudad regular. Arquitectura, progra-
señalar que si se trata realmente de un mo- mas e instituciones en el Buenos Aires posrevo- Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2008, 334 páginas
lucionario, 1821-1835, Buenos Aires, Universi-
mento nuevo de la historiografía del siglo
dad Nacional de Quilmes-Prometeo Libros,
XIX, el libro de Di Meglio será una referen-
2006.

C
cia ineludible. Si no lo llega a ser, al menos, omo resultado de una tesis de doc- haber salido del país cuando las cárceles y
3
su libro podrá cumplir otro cometido: si lle- Véase James Scott, Los dominados y el ar- torado realizada en la Universidad los centros clandestinos de detención esta-
te de la resistencia. Discursos ocultos, México,
ga a manos de nuestros maestros, profeso- de Buenos Aires y la Universidad de ban llenos.
Era, 2004.
res y estudiantes, aquellos personajes que París 7, y finalizada en 2006, se publica en La legitimidad para estudiar el pasado
4
suelen atiborrar los actos escolares, esos ne- Ineludibles al respecto son los libros de Ri- Buenos Aires este libro de Marina Franco. reciente argentino ha aumentado en los úl-
gritos y negritas de rostros amables y diver- cardo Salvatore, Wandering Paysanos. State timos años y esa problemática se consolida
No se puede menos que celebrar la llegada
order and subaltern experience in Buenos Ai-
tidos, podrán aparecer con nuevos rostros a las librerías y al público en general de un entre los historiadores profesionales más
res during the Rosas era, Durham-Londres,
portando sus aspiraciones y sus rebeldías. trabajo que trata de uno de los aspectos me- jóvenes, como es el caso de la autora.2 Le-
Duke University Press, 2003, y Ariel De la fuen-
Raúl O. Fradkin nos conocido de la historia argentina re- jos de modas pasajeras y respondiendo a
te, Los hijos de Facundo. Caudillos y monto-
Universidad Nacional de Luján neras en la provincia de La Rioja durante el ciente como lo es el exilio político de los una amplia demanda social por compren-
Universidad de Buenos Aires proceso de formación del estado nacional ar- años 70. Si bien distintos trabajos en los úl- der un pasado cercano y traumático al que
gentino (1853-1870), Buenos Aires, Prometeo timos años han puesto el acento sobre esa hasta no hace más de una década sólo
Notas Libros, 2007. A ellos puede agregarse Raúl O. dimensión del pasado cercano, en particu- atendían trabajos periodísticos o testimo-
Fradkin, La historia de una montonera. Ban- lar sobre las experiencias del exilio argenti- niales, el estudio de la historia reciente ar-
1
Me refiero, sobre todo a su famoso artículo dolerismo y caudillismo en Buenos Aires,
no en México y España donde el fenómeno gentina se ha consolidado como una de las
“Militarización revolucionaria en Buenos Aires, 1826, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2006, y
tuvo características masivas, es aún mucho áreas más dinámicas y fuertes de la historia
1806-1815”, en Tulio Halperín Donghi (comp.), Raúl O. Fradkin (ed.), ¿Y el pueblo dónde está?
El ocaso del orden colonial en Hispanoaméri- lo que falta para reconstruir un aspecto cen- profesional actual. La historiografía sobre
Contribuciones para una historia popular de
ca, Buenos Aires, Sudamericana, 1978, pp. la revolución de independencia en el Río de la tral de la vida política argentina, en una eta- los años 70 conoce en la actualidad una só-
121-157, y a un libro imprescindible para com- Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros (e/p), pa en la que dentro del país el terrorismo de lida y creciente producción, desde ya de de-
prender algunas facetas y significados de la movi- con colaboraciones del propio Di Meglio, Bea- Estado ahogaba en sangre cualquier posi- sigual calidad, y si algo faltara para diag-
lización plebeya: Guerra y finanzas en los oríge- triz Bragoni, Ana Frega, Sara Mata, Gustavo ción política diferente del apoyo irrestricto nosticar este auge, la publicación en los úl-
nes del Estado argentino, Buenos Aires, Prome- Paz y Silvia Ratto, además de otros artículos de al genocidio.1 timos años de números especiales sobre
teo Libros, 2005 (primera edición, 1982). estos mismos autores. esa temática por parte de varias revistas
Durante mucho tiempo, tanto en la re-
flexión pública como en la producción aca- académicas, entre ellas Entrepasados, es
démica, la figura de los desaparecidos mo- una muestra clara de esa situación dentro
nopolizó la representación de las víctimas del campo.3
del terrorismo estatal, ocultando a los pre- El libro de Franco estudia el exilio políti-
sos políticos y a los exiliados. Este trabajo co argentino en Francia durante la última
tiene el sentido y la importancia de romper dictadura militar, y define el exilio como una
ese silencio, recuperando a otras víctimas de las prácticas represivas del poder estatal
de las políticas represivas del Estado que las durante los años del terrorismo de Estado y
que tendieron a concentrar la reflexión. la violencia política. El trabajo está ordena-
Como la autora señala, también pesó la es- do en tres partes que refieren a tres aspec-
tigmatización sufrida por los exiliados y la tos de esa experiencia. La primera está cen-
culpa que muchos tuvieron por haber so- trada en las características generales del
brevivido a sus compañeros de militancia y proceso y en particular de la dimensión mi-

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gratoria del fenómeno. Trata de la emigra- na. Esos grupos nacidos en el exterior or- personas emigradas, que en su mayoría tu- pudieron salir del país fueron personas de
ción política, de las diferentes trayectorias ganizaron la denuncia inter nacional de la vieron una experiencia de militancia política clase media, con niveles educativos medios
individuales, las for mas de salida de la Ar- dictadura militar y fueron un punto de apo- en la izquierda revolucionaria antes de su y altos, mientras que fue escaso el número
gentina y de llegada a Francia. La segunda yo fundamental para las or ganizaciones de salida de la Argentina. Al mismo tiempo de trabajadores y personas de sectores po-
atiende a las características particulares y la derechos humanos nacidas en la Ar gentina hay una importante utilización de documen- pulares que se fueron […] es evidente que
estructuración del exilio político, y la consti- entre 1975 y 1977, como Madres de Pla- tos producidos por los organismos de dere- emigrar fue una posibilidad disponible sólo
tución de organismos de derechos huma- za de Mayo, Abuelas y Familiares. La hipó- chos humanos constituidos en Francia y de para algunos y que el fenómeno tuvo una
nos, y la última está centrada en diferentes tesis defendida es que esa construcción de la prensa periódica de la etapa, tanto fran- dimensión de clase bastante marcada”. En
coyunturas clave, como el Mundial 78 y la un discurso y una práctica centrados en los cesa como argentina. Francia había unos 1.797 argentinos en
guerra de Malvinas, que tensionaron a las derechos humanos supuso para los militan- La primera parte, dedicada al aspecto 1967, 2.171 en 1975 y 3.275 en 1983.
organizaciones del exilio. tes en el exterior un fuerte desplazamiento migratorio, hace un fuerte hincapié en la La autora considera una cifra estimativa de
A su vez, creemos que el libro tiene al- de las identidades políticas previas. En ese “heterogeneidad fundamental del fenóme- unos 2.000 a 2.500 emigrados políticos lle-
gunas características generales en su pers- sentido se señala una falta de discusión so- no” y en la amplitud de los motivos y for - gados a ese país entre 1973 y 1983.
pectiva y ciertos temas cruzan el conjunto bre el pasado previo al golpe de Estado, un mas de partida, las diversas trayectorias Otro aspecto importante de esta parte
del texto. Un aspecto importante apunta a proceso de creciente despolitización de los posibles desde la salida forzada de la Ar- es el tratamiento de las características de la
discutir la categoría de exilio como una ca- emigrados y pérdida de importancia de las gentina hasta la llegada a Francia y la im- política francesa de la etapa. Se destaca el
tegoría totalizante, por el carácter hetero- diferencias partidarias con la asunción de portancia de las redes familiares, de amis- fuerte ascenso de las fuerzas de izquierda,
géneo del fenómeno y válida solamente co- la derrota y la crisis de las or ganizaciones tades, profesionales o políticas para la in- en especial el Partido Socialista y el Partido
mo identidad autoatribuida de los exiliados. político-militares. serción inicial. También destaca la impor- Comunista Francés. Aunque Francia tuvo
El libro integra per manentemente perspec- También se presta atención en el traba- tancia de las or ganizaciones humanitarias un gobier no de derecha desde 1974, las
tivas micro y macro y va de las experien- jo a las diversas estrategias de las Fuerzas francesas para la acogida y el primer aloja- principales fuerzas de izquierda muestran
cias individuales a las colectivas. Un aspec- Ar madas hacia los exiliados, en especial la miento de los recién llegados. Se ocupa de un crecimiento electoral en todas las gran-
to central del trabajo es la transfor mación denuncia de una “campaña antiargentina” y rastrear las modificaciones en las trayecto- des ciudades. Asimismo, el país tenía una
de la militancia revolucionaria a partir del una “conspiración inter nacional de origen rias individuales y, en particular, en las amplia reputación como tierra de asilo. La
proceso del exilio, teniendo en cuenta que subversivo”. En el marco de esa campaña identidades políticas y sociales de los suje- sociedad francesa estuvo fuertemente sensi-
las que habían sido hasta 1976 las princi- los grandes diarios y las revistas de Editorial tos. La atención de la autora está puesta bilizada por las dictaduras militares del Co-
pales or ganizaciones guerrilleras, Monto- Atlántida repitieron sin matices el discurso con fuerza sobre la transfor mación de las no Sur a partir del fuerte impacto que tuvo
neros y el Partido Revolucionario de los oficial. En ese sentido, en la retórica militar identidades militantes y en la asunción de el golpe de 1973 en Chile. La solidaridad
Trabajadores-Ejército Revolucionario del de 1977-1978 el tema de los derechos hu- la política de derechos humanos. También con los emigrados argentinos fue protago-
Pueblo (PRT-ERP), fueron destruidas en el manos está directamente asociado al terro- analiza las diversas for mas de inserción la- nizada básicamente por el Partido Socialis-
país en esos años y que sus núcleos en el ex- rismo subversivo y como respuesta a esas boral y profesional y las adaptaciones so- ta y la organización trotskista Liga Comu-
terior conocieron fuertes procesos de de- acusaciones del gobier no argentino, según cioculturales en la sociedad receptora. nista Revolucionaria (LCR), ya que el Parti-
sestructuración. Es decir que quienes en el la autora, las organizaciones en el exilio ten- Para poder dimensionar el fenómeno do Comunista Francés se alineaba detrás de
exilio abandonaban la militancia en esas dieron, al igual que el movimiento de dere- del exilio la investigación brinda algunas ci- la posición del Partido Comunista de la Ar-
or ganizaciones lo hacían en el marco de chos humanos en la Argentina, a silenciar la fras. Se ha estimado que entre 1960 y gentina, que era de defensa de la dictadura
una profunda crisis de ellas. Sin embar go, militancia política de las víctimas de la re- 1970 salieron del país unas 128.217 per- de Jorge Rafael Videla y de negación de los
las or ganizaciones políticas de la izquierda presión estatal y a presentar sus denuncias sonas y entre 1970 y 1980, entre 236.138 desaparecidos. Según la autora, fue la LCR
revolucionaria en el exilio cumplieron un exclusivamente en el plano ético y humani- y 339.329. La autora estima el exilio políti- la que desarrolló una solidaridad más activa
rol destacado en la constitución de los or- tario. co argentino de los años 70 en unas tres- que cualquier otro partido. El Estado fran-
ganismos de derechos humanos para la de- Debe destacarse que las principales cientas mil personas. Aunque la represión cés tenía una importante política de asilo
nuncia del genocidio y la solidaridad con fuentes del trabajo son ochenta y siete en- política se descargó sobre una parte impor- que otorgaba el estatuto de refugiado a mu-
las víctimas de la represión en la Ar genti- trevistas realizadas entre 2002 y 2005 a tante de la sociedad, “en general quienes chos perseguidos y esa política benefició a

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unos 941 argentinos entre 1976 y 1983, (CAIS), el más importante de los grupos de fútbol y el Congreso Mundial de Cáncer, gen del exilio político está directamente
aunque el gobier no de Francia mantuvo constituidos en el exilio francés. Otras orga- ambos realizados en la Argentina en 1978 vinculado a la violencia paraestatal de la
fuertes vínculos comerciales con el gobier no nizaciones, específicamente confor madas y para los que se organizaron boicots desde Triple A desde fines de 1973, durante el
de la Junta Militar. por exiliados argentinos y con presencia en el exterior. En segundo lugar, la experiencia gobier no peronista, el trabajo se despliega
La segunda parte del libro se ocupa diferentes países, fueron la Comission Ar- del Centro Piloto de la Embajada argentina a partir de marzo de 1976. Salvo algunas
centralmente de las prácticas de los emigra- gentine des Droits de l’Homme (CADHU), en París, creado en 1977 para contrarres- menciones puntuales la organización del
dos políticamente activos, una minoría de con base en Madrid y cuya sección parisina tar las denuncias sobre la Argentina e infil- exilio antes del golpe de 1976 está ausen-
los que llegaron a Francia, analizando las se constituyó en septiembre de 1977, y la trar las organizaciones de exiliados por par- te del libro, lo que consideramos una limi-
for mas de funcionamiento, organización y Comission de Solidarité des Parents des Pri- te de los servicios de inteligencia. Se desta- tación importante.
actividad política cuyo eje estaba puesto en sonniers, Disparus et Tués en Argentine ca la presencia en París de miembros del En segundo lugar consideramos que en
la denuncia de las violaciones a los dere- (COSOFAM), cuya filial en París data de fi- Grupo de Tareas de la ESMA, como Alfre- la crítica a la cultura política de las organiza-
chos humanos por parte de la dictadura mi- nes del mismo año. La mayoría de los inte- do Astiz, quien a comienzos de 1978 parti- ciones revolucionarias de los años 70 exis-
litar argentina y cuya actividad supuso el grantes de esas organizaciones fueron mili- cipó en reuniones de exiliados. En tercer lu- ten dos operaciones sumamente discutibles.
desarrollo de una nueva identidad como tantes o ex militantes de Montoneros, el gar, la guerra de Malvinas y por último, el Por un lado, y como un aspecto habitual de
exiliados. La autora destaca la escasa pre- PRT-ERP, el peronismo de base y Política fin de la dictadura militar y la posibilidad del la bibliografía sobre el tema, hay una fuerte
sencia de las estructuras partidarias de las Obrera, entre otros. También se constituye- retor no. generalización de ciertas características,
organizaciones guerrilleras en el caso de ron grupos a partir de identidades profesio- El Mundial 78 fue un momento clave ya propias de algunas experiencias políticas
Francia y el hecho de que París era un lu- nales. La característica política principal de que provocó una campaña de boicot inter- concretas, que son presentadas como re-
gar de paso y de alta circulación de los di- estos grupos era su carácter pluripartidario nacional y el momento de mayor debate pú- presentativas del conjunto de la tradición de
rigentes de esas fuerzas. En el caso de y la presencia de diferentes líneas políticas blico sobre la situación argentina en Fran- izquierda: una cultura política autoritaria,
Montoneros, Adriana Lesgart fue su máxi- en su seno. Los conflictos y las tensiones en cia. La particularidad del boicot fue que es- voluntarismo, militarismo, sectarismo, una
ma dirigente en París. La presencia del el interior de esas organizaciones tuvieron tuvo impulsado más por la extrema izquier- lógica bélica y excluyente, culto a la violen-
PRT-ERP fue débil comparada con la de que ver con la competencia de las distintas da francesa que por los emigrados argenti- cia, etc. Algunas de esas caracterizaciones
militantes de la organización en Italia, aun- líneas políticas en su interior y con la defini- nos; varias organizaciones evitaron tomar podrían ser eventualmente válidas o perti-
que mantuvo un núcleo activo en ese país ción frente a situaciones puntuales. Por una posición explícita y algunas organiza- nentes si apuntaran a debatir experiencias
hasta 1979. Se destaca la actividad de los ejemplo, la competencia entre Montoneros ciones políticas del exilio se opusieron a la de organizaciones concretas y no fueran
agrupamientos trotskistas. Política Obrera, y el PRT llevó a una fractura del CAIS en iniciativa. En el caso de Montoneros, llega- presentadas de for ma indeter minada y ge-
actual Partido Obrero, mantuvo una pre- 1979. Estas diferentes organizaciones desa- ron a plantear una tregua con la dictadura neralizada. En este sentido, con referencia a
sencia hasta el final del exilio. También hu- rrollaron a partir de una oposición frontal a durante la realización del evento. La inicia- Montoneros la autora considera que “la
bo una presencia del Partido Socialista de la dictadura militar un importante trabajo de tiva contó con el apoyo de los trotskistas contraofensiva sintetiza en sí misma buena
los Trabajadores (PST) y varios militantes infor mación y denuncia del genocidio junto franceses y argentinos. parte de la lógica de la militancia de los
trotskistas argentinos se integraron a la con un trabajo humanitario de solidaridad Por último quisiéramos señalar algunas años 70 y deja a la vista aspectos esenciales
LCR. También existió un grupo de exilia- con las víctimas. La actividad incluía la edi- críticas a un trabajo valioso e importante. de su cultura política y las implicancias de la
dos per te ne cien tes a la or ga ni za ción ción de publicaciones sobre la situación ar- En primer lugar, aunque se parte de definir opción militarista en las organizaciones po-
maoísta Vanguardia Comunista y una pre- gentina, solicitadas en la prensa, la organi- en la introducción del libro su tema como líticas de la época”.
sencia de la Unión Cívica Radical. zación de conferencias, actos, manifestacio- los exiliados en Francia en la década que va Algunas de estas supuestas característi-
Desde principios de los años 70 se nes ante la embajada argentina y campañas de 1973 a 1983, en la adaptación de la te- cas, con una fuerte connotación negativa,
constituyeron en París pequeños comités de públicas. También se destacan las denuncias sis doctoral a la publicación el trabajo que- son las críticas habituales a los partidos de iz-
solidaridad, integrados por franceses y algu- ante organismos inter nacionales como la dó concentrado casi con exclusividad en los quierda, como el tratarse de organizaciones
nos residentes argentinos. En octubre de OIT, la OEA o la ONU. años del autotitulado Proceso de Reorgani- jerárquicas y autoritarias y la exigencia de
1975 de la unión de estos grupos surgió el La tercera parte estudia cuatro momen- zación Nacional. Es decir que aunque hay una “entrega total” que anula la individuali-
Comité Argentin d’Infor mation et Solidarité tos específicos: en primer lugar el Mundial un reconocimiento explícito de que el ori- dad del sujeto y su capacidad crítica por su

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fusión en un colectivo que le reclama una Notas reciente”, y del Segundo Simposio que lle- de la última oleada de golpes militares que
adhesión total y absoluta, como si la militan- vaba por título “Itinerarios políticos de la iz- asoló la región?, ¿por qué intentando tran-
cia revolucionaria no fuera una decisión vo- 1
Véanse los distintos trabajos de Silvina Jen- quierda revolucionaria en Argentina y Uru- sitar por la difícil senda que supone escribir
luntaria y consciente. En el texto es recu- sen y Pablo Yankelevich, en particular la compi- guay: de los años de plomo al gobier no. La la historia con la voz del historiador o del
rrente la atribución de ciertas características lación editada por ambos el año pasado: Exilios: voz de los protagonistas”, la tercera edición cientista social y a la vez con la de las víc-
como típicas de la cultura política revolucio- destinos y experiencias bajo la dictadura mili- volvió a reunir en un espacio de análisis, re- timas, actores y testigos de la violencia y el
naria de los años 70, cuando en realidad son tar, Buenos Aires, El Zorzal, 2007. flexión y debate a profesionales de las cien- terrorismo de Estado?
propias de la tradición de izquierda en gene- 2
Marina Franco es una de las coordinadoras cias sociales (historiadores, politólogos, so- Respecto de esta última cuestión, Rey
ral, en el pasado y en el presente. La autora de la Red Interdisciplinaria de Estudios sobre ciólogos, antropólogos, periodistas) y a pro- Tristán afir ma en la presentación que el
considera el culto a la violencia, “partera de Historia Reciente (RIEHR). Véase la compila-
tagonistas y testigos de la dramática y com- propósito había sido mezclar “partes com-
la historia”, como “un valor esencial de la ción de Marina Franco y Florencia Levín, Histo-
pleja historia sudamericana de las últimas plementarias de un todo, necesarias para
ria reciente. Perspectivas y desafíos para un
ideología revolucionaria de aquellas déca- décadas. un mejor conocimiento y comprensión del
campo en construcción, Buenos Aires, Paidós,
das”; sin embargo, que la violencia es parte- Por otro lado, Memorias de la violen- período” (8). Valga como propósito, pero
2007.
ra de la historia no es una invención seten- cia en Uruguay y Argentina es algo más admitamos que en ello radica una de las
3
Para un balance de la historiografía de los
tista sino un reconocimiento desde Karl que ese tercer simposio. No sólo hay más novedades de este espacio (simposio y li-
años 70 por parte de la autora del libro que se re-
Marx en adelante de que la superación del voces –tanto de especialistas como de testi- bro) y quizá el mayor de los desafíos, sobre
seña, véase Marina Franco, “Reflexiones sobre la
capitalismo y la construcción de una socie- historiografía argentina y la historia reciente de gos– sino que, conservando el calor del diá- todo teniendo en cuenta que el territorio
dad socialista necesitarán de la revolución. los años 70”, Nuevo Topo. Revista de crítica logo y del debate, aglutina capítulos que son del pasado reciente de Uruguay y la Ar-
cultural, 1, Buenos Aires, septiembre-octubre de revisiones y/o nuevas aproximaciones re- gentina aún está dominado por las memo-
Ariel Eidelman 2005.
sultantes del fructífero encuentro entre per- rias de los sobrevivientes y los cientistas
UBA
sonas de diferentes generaciones, de distin- sociales car gan no sólo el rezago sino la di-
tos países, con diversa for mación disciplina- ficultad para legitimar su relato. Lo innova-
ria, con disímil grado de experiencia directa dor del libro dirigido por Rey Tristán –y de
sobre aquello para lo que fueron convoca- la dinámica del simposio– es que yuxtapo-
dos a pensar, etcétera. ne aproximaciones analíticas, regladas y
En tal sentido, la primera consideración ajustadas a las metodologías de las ciencias
Eduardo Rey Tristán (dir.) que debemos hacer tiene que ver con el sociales y aproximaciones marcadas por la
significado del simposio y del libro en el re- experiencia y la subjetividad lacerada por
Memorias de la violencia en Uruguay y Argentina. novado debate sobre el pasado reciente la violencia, pero también ofrece otras
que el Cono Sur está viviendo en los últi- aproximaciones donde la perspectiva del
Golpes, dictaduras, exilios (1973-2006) actor y del estudioso se superponen y a ve-
mos años, aunque con énfasis, claves de
Universidad de Santiago de Compostela-CIEAM, 2007, 382 páginas análisis, temporalidades e intensidades disí- ces entran en conflicto o al menos se ten-
miles y ciertamente ligadas a los respecti- san. No existe en el texto preeminencia de

E
l libro dirigido por Eduardo Rey Tris- tiago de Compostela en mayo de 2006 y vos contextos nacionales políticos, judicia- la voz del historiador sobre la del testigo.
tán y que reúne las colaboraciones que fue la continuidad de un esfuerzo aca- les y sociales. Así, cabe preguntarse ¿por Cada una de ellas recupera retazos o par-
de más de una veintena de cientistas démico que en ocasiones anteriores (2003 qué estos encuentros en el espacio acadé- celas del pasado reciente. Así, la lectura
sociales europeos y latinoamericanos y de y 2005) había tenido su sede en la Univer- mico español?, ¿por qué reuniendo a espe- global del libro per mite dar cuenta de que
protagonistas de la historia reciente de la sidad de Salamanca y por iniciativa del pro- cialistas residentes en la Ar gentina y Uru- ni el historiador legitima al testigo ni este
Argentina y Uruguay debe ser leído en un fesor Guiller mo Mira Delli Zotti. En la línea guay y a otros originarios de esos países último da un espaldarazo a las interpreta-
doble registro. del Primer Simposio, dedicado a “La crisis ciones del primero. Desde la polifonía pue-
pero instalados desde hace tiempo en Eu-
Por un lado, como producto del simpo- argentina actual: contexto inter nacional,
ropa o a “ar gentinistas y orientalistas euro- de conocerse un pasado más rico, más ple-
sio que se realizó en la Universidad de San- elecciones y perspectivas desde el pasado
peos”?, ¿por qué a veinticinco años o más namente humano, más atento a la contin-

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gencia y al modo en que, en la contempo- a una mirada compleja del pasado recien- troducción del libro y que se ocupa del aná- cuencias o huellas de ese pasado violento y
raneidad, los actores históricos evaluaban te. Rehuyendo de la tendencia a entender lisis de las violencias políticas, sus actores, traumático en el presente.
lo que estaban transitando. En definitiva, los fenómenos ligados a la victimización sus estrategias, sus modalidades y que en- Silvina Jensen
da cuenta de un pasado con más claroscu- como unicidades históricas y excepcionali- marca las cuatro partes siguientes dedica- Universidad Nacional del Sur-Bahía
ros y menos buenos y malos. Se aporta así dades que no admiten la reconstrucción de das a los golpes, las dictaduras, los exilios y Blanca-CONICET
a una lectura más comprensiva y menos su genealogía –identificando, por ejemplo, las memorias, esto es a las marcas, conse-
preocupada por sancionar inocencias o los lazos que explican el sur gimiento y la
culpabilidades. per manencia de los Estados terroristas, es-
La segunda consideración tiene que ver to es, sus condiciones sociales de posibili-
con su apuesta a explorar una dimensión dad–, a lo lar go del libro, aunque con desi-
poco transitada en la aún fragmentaria his- guales énfasis, se logra poner en evidencia
toria del pasado reciente. Sin el propósito los aspectos comunes a diferentes expe-
de ofrecer visiones acabadas, globales o to- riencias, coyunturas y acontecimientos, sin
talizantes de los procesos políticos, econó- que ello derive en una nor malización con
micos y sociales que vivieron la Argentina y implicancias analíticas y ético-políticas ne-
Uruguay en los años 60, 70 y 80, el libro fastas.
apunta a construir conocimiento compara- Por último, cabe destacar que en el es-
do. Si bien a lo largo del texto muchas ve- fuerzo de contextualización e historización
ces la comparación no se resuelve en for ma que hace a la dimensión no sólo compara-
explícita sino por yuxtaposición de casos da sino relacional del acercamiento al pasa-
nacionales sobre temas específicos –por do encontramos historias que tejen puentes
ejemplo, dando cuenta de las modalidades entre las dos geografías puestas en diálogo
represivas, de las crisis políticas y de las mo- en el simposio que dio el puntapié inicial a
dalidades de la militancia revolucionaria la publicación de Memorias de la violencia
previas a los golpes, de comunidades de exi- en Uruguay y Argentina. En ese sentido,
lio instaladas en una misma geografía (por no son raras las historias de ida y vuelta en-
caso, los capítulos que analizan los exilios tre España y los países rioplatenses y de re-
uruguayo y argentino en España), de acto- des tramadas entre los diferentes exilios (ar-
res de la militancia antidictatorial, etc.)–, gentino, uruguayo, etcétera).
existen capítulos que recuperan de modo Finalmente, existe un tercer aspecto
decidido la comparación como herramienta que hace del libro dirigido por Eduardo Rey
de análisis, apuntando a contextualizacio- Tristán una obra de referencia y es la pre-
nes tanto en la larga duración de las respec- tensión de pensar la historia regional rio-
tivas historias por países (Gonzalo Varela platense de las décadas del 60, 70 y 80 sin
Petito), como en las dinámicas políticas y reproducir las divisiones que han dominado
económicas regionales (Cono Sur) y epoca- en las historiografías argentina y uruguaya
les (Guerra Fría, Revolución Cubana, etc.). entre la situación de activación social, mo-
Destacan en este sentido los capítulos escri- vilización política y violencia revolucionaria
tos por Rey Tristán, por César Tcach y por previa a los golpes y las dictaduras resultan-
Alicia Servetto. tes de la derrota de aquellos sectores que
Existe otro elemento que aporta a la disputaban el poder. En tal sentido, resulta
comparación y que al mismo tiempo ayuda interesante el capítulo que actúa como In-

Archivo
) 178 ( Histórico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
) 179 (
estudios sociales
revista universitaria semestral
Consejo Editorial: Darío Macor (director), Ricardo Falcón,
Eduardo Hourcade, Enrique Mases, Hugo Quiroga, César Tcach,
Darío Roldán

Nº 34 primer semestre 2008

DOSSIER
Las raíces ideológicas de las derechas en Europa e Iberoamérica
FERNANDO DEVOTO y DARÍO ROLDÁN: Presentación
FERNANDO DEVOTO: Acerca de un intelectual extremo y sus fracasos. El ca-
so de Leopoldo Lugones político
DARÍO ROLDÁN: Rodolfo Rivarola y el impasse democrático de la derecha liberal
EDUARDO ZIMMERMANN: “Los deberes de la Revolución.” José Nicolás Ma-
tienzo y el golpe militar en la Argentina de 1930
LUIS ALBERTO ROMERO: Soberbia y paranoia. La idea de nación en los libros
de texto del siglo XX
ARTÍCULOS
DIEGO EZEQUIEL PEREYRA: El hecho social y la sociología en la Argentina del
Centenario.
CARINA LAURA FRID y NORMA LANCIOTTI: La recepción del pensamiento eco-
nómico italiano en espacios académicos de la Argentina
ELISA PASTORIZA: Estado, gremios y hoteles. Mar del Plata y el peronismo
COMUNICACIONES
A. RODRÍGUEZ, M. ZINK, A. VALDÉS: Fotografía y memoria
ENTREVISTAS
Natacha Bacolla y Bernardo Carrizo entrevistan a ANTONIO ANNINO

ESTUDIOS SOCIALES, Universidad Nacional del Litoral, CC 353, Correo


Argentino (3000) Santa Fe, Argentina, e-mail: suspia@fcjs.unl.edu.ar
COMPRAS Y SUSCRIPCIONES: Centro de Publicaciones, UNL,
9 de Julio 3563 (3000) Santa Fe, Argentina,
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Punto de Vista / Nº 90 / abril de 2008

El juicio del siglo, Arquitectura


Melancolía e insistencia de la novela
Poesía en internet
El cine moderno revisitado
El documental hoy
La armonía grotesca de Babel
Sebald poeta

Escriben: Silvestri / Sarlo / Porrúa / Hevia / Oubiña /


Filipelli / Palavecino / Beceyro / Antelo / Carrión

Suscripción anual $ 30. Cheques y giros a nombre de Bea-


triz Sarlo, Casilla de Correo 39, Suc. 49, Buenos Aires

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