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Campbell, T. & Southworth, G. (1990). Rethinking collegiality: Teachers'views. Annual Meeting of the
A.E.R.A., Boston.
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orientadores los que más necesitan de la colaboración de sus pares docentes,
porque son estos últimos los que suelen tener un contacto más continuo con los
estudiantes, llegando a conocerlos mejor. Pero si en muchos casos los propios
docentes no logran ponerse de acuerdo entre ellos para solucionar un problema
estudiantil, ¿cómo se espera que acaten los pedidos y sugerencias del orientador,
que es un individuo relativamente ajeno al ámbito escolar? ¿Cómo puede
coordinarse el plantel educativo para resolver los problemas de un grupo
heterogéneo de estudiantes y docentes, cada uno con una idiosincrasia propia a la
que difícilmente renunciaría?
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Rodriguez Espinar, S. (1993): Teoría y práctica de la Orientación Educativa. Barcelona: PPU
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Santana Vega, L.E. (2003). Orientación educativa e intervención psicopedagógica: cambian los tiempos,
cambian las responsabilidades profesionales. Madrid: Pirámide.
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2) Ensayo sobre lo que significa para el estudiante y la familia, la transición en el
aspecto socio laboral y cuál es el papel que juega en ello la Orientación.
Para los estudiantes afortunados, o quizá para los más competentes, el “mundo
real” puede significar que sus estudios se enlazarán consecuentemente con la
vida laboral, y encontrarán que su formación, sea secundaria, técnica o superior,
les habrá servido de alguna forma para realizar su proyecto de vida. Estos
afortunados podrán entonces efectuar la transición natural que corresponde a los
jóvenes adultos: dejar el hogar de sus padres para vivir independientemente, y
formar a su vez una familia si es que así lo desean. Para ellos y sus familias, la
transición a la vida adulta podrá ser sinónimo de realización personal.
Otros, sin embargo, que conforman un grupo creciente, se encontrarán con que
por motivos ajenos a su voluntad y comprensión, no pueden ingresar a la vida
laboral, y si logran ingresar, lo hacen en condiciones de inestabilidad, o no tienen
un trabajo que corresponda a su formación. Es en estos casos que la transición
puede significar un trauma para el individuo, a la vez que un inconveniente para la
familia. En estas circunstancias, el ex estudiante y aspirante a trabajador se
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pregunta naturalmente si su educación y la orientación que recibió (si es que la
recibió) le ha sido útil para desempeñarse en el mundo real. Y los orientadores
pueden hacer otro tanto por su cuenta, preguntándose qué tan eficaz ha sido la
orientación que les han impartido a los estudiantes.
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la economía, y conforme sus negocios crezcan podrán ofrecer empleos a más
personas.
Para preparar a los estudiantes para la vida, el orientador tiene primero que
aprender cómo es esa vida. Comprender la economía, el sistema, y saber que las
reglas cambian constantemente, a veces en detrimento del bienestar de muchos.
Así podrá preparar mejor a los jóvenes para un mundo que podrá no serles del
todo favorable.