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PRUEBA DE ENSAYO 2

1) Análisis del tema “Trabajo colaborativo y la colegialidad artificial: algunas


implicaciones para la labor de los orientadores”

Para Campbell y Southworth1 La colegialidad es el sentimiento de pertenecer a un


equipo educativo. El término “equipo” es el factor clave de esta frase. La
colegialidad conlleva así que los docentes y orientadores trabajen al unísono para
generar el resultado que se exige por definición a la institución educativa: una
educación apropiada y eficiente.

Todo trabajo en equipo, sea en la escuela o cualquier otro contexto, implica el


problema de sacrificar algunas individualidades en aras de una meta común.
Siendo la nuestra una sociedad posmoderna, en la que se confiere gran
importancia a la individualidad, resulta bastante difícil conformar equipos que
trabajen colaborativamente, pues cada individuo suele forjarse y aferrarse a un
punto de vista y opinión que frecuentemente se opone a las posturas de otros
individuos. Como de todas formas la sociedad actual exige la integración a un
grupo y la armonía con éste, es frecuente que el individuo solucione el dilema de
una forma bastante sencilla: basta fingir que se acatan las dinámicas del grupo,
mientras en el fondo se conserva inflexiblemente la individualidad. Es así que
surge la colaboración artificial, que no sólo impregna a los miembros del equipo
educativo, sino también a cualquier otro grupo en nuestra sociedad, llámese
corporación, gobierno, empresa o iglesia.

El problema de la colegialidad artificial es por tanto un atisbo de un problema


inmensamente mayor, que permea cada estamento de nuestra sociedad, y que no
puede resolverse definitivamente a nivel local. Sin embargo, pueden proponerse
ciertas normas que ayuden a los miembros del equipo a colaborar más
eficazmente, a la vez que se identifican los escollos más comunes a la hora de
trabajar colaborativamente. En el equipo educativo, con frecuencia son los

1
Campbell, T. & Southworth, G. (1990). Rethinking collegiality: Teachers'views. Annual Meeting of the
A.E.R.A., Boston.

1
orientadores los que más necesitan de la colaboración de sus pares docentes,
porque son estos últimos los que suelen tener un contacto más continuo con los
estudiantes, llegando a conocerlos mejor. Pero si en muchos casos los propios
docentes no logran ponerse de acuerdo entre ellos para solucionar un problema
estudiantil, ¿cómo se espera que acaten los pedidos y sugerencias del orientador,
que es un individuo relativamente ajeno al ámbito escolar? ¿Cómo puede
coordinarse el plantel educativo para resolver los problemas de un grupo
heterogéneo de estudiantes y docentes, cada uno con una idiosincrasia propia a la
que difícilmente renunciaría?

En el área de la orientación y la docencia, se han propuesto varias ideas que


pueden aplicarse al trabajo colaborativo en ámbito escolar, con énfasis en la
relación entre docentes y orientadores. Rodríguez Espinar2 ha mencionado que la
labor del orientador es precisamente la de servir de líder del grupo educativo,
facilitar las relaciones y promover el trabajo en equipo. Para Santana Vega, uno de
los principales papeles del orientador es el de promotor del cambio 3.

El problema de la colaboración y coordinación se resuelve así mediante la


designación de un líder que arbitre y cohesione al grupo educativo. Esta labor de
liderazgo recae precisamente sobre el orientador, que es quien debería poseer la
teoría y la experiencia para encaminar la labor educativa hacia la resolución de los
problemas de vida de los estudiantes. Quedaría por resolver el problema de que
los docentes acepten la imagen del orientador como líder, para lo cual puede ser
necesaria unan restructuración explícita de la jerarquía del grupo educativo.

2
Rodriguez Espinar, S. (1993): Teoría y práctica de la Orientación Educativa. Barcelona: PPU
3
Santana Vega, L.E. (2003). Orientación educativa e intervención psicopedagógica: cambian los tiempos,
cambian las responsabilidades profesionales. Madrid: Pirámide.

2
2) Ensayo sobre lo que significa para el estudiante y la familia, la transición en el
aspecto socio laboral y cuál es el papel que juega en ello la Orientación.

Para el estudiante, la conclusión de su formación y el comienzo de su vida laboral


representa el estadio final de su maduración física y mental.

Hasta el final de la adolescencia, las actividades académicas y formativas parecen


tener para algunos estudiantes un carácter arbitrario e impuesto. No es muy claro
para ellos el propósito de todos esos datos y actividades escolares, y muchos
cumplen sus deberes con una mezcla de fe y temor: fe porque confían hasta cierto
punto en el criterio de los adultos, y temor porque saben que si no cumplen
pueden provocar retaliaciones. Pero conforme sus cerebros maduran y adquieren
criterios propios, van comprendiendo que todas esas obligaciones escolares
tienen el propósito bienintencionado de prepararlos para sobrevivir en el mundo
real. En este punto, que coincide más o menos con el final de la educación
secundaria, algunos decidirán ingresar a la vida laboral, otros querrán obtener
formación técnica y algunos optarán por la educación superior.

Para los estudiantes afortunados, o quizá para los más competentes, el “mundo
real” puede significar que sus estudios se enlazarán consecuentemente con la
vida laboral, y encontrarán que su formación, sea secundaria, técnica o superior,
les habrá servido de alguna forma para realizar su proyecto de vida. Estos
afortunados podrán entonces efectuar la transición natural que corresponde a los
jóvenes adultos: dejar el hogar de sus padres para vivir independientemente, y
formar a su vez una familia si es que así lo desean. Para ellos y sus familias, la
transición a la vida adulta podrá ser sinónimo de realización personal.

Otros, sin embargo, que conforman un grupo creciente, se encontrarán con que
por motivos ajenos a su voluntad y comprensión, no pueden ingresar a la vida
laboral, y si logran ingresar, lo hacen en condiciones de inestabilidad, o no tienen
un trabajo que corresponda a su formación. Es en estos casos que la transición
puede significar un trauma para el individuo, a la vez que un inconveniente para la
familia. En estas circunstancias, el ex estudiante y aspirante a trabajador se

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pregunta naturalmente si su educación y la orientación que recibió (si es que la
recibió) le ha sido útil para desempeñarse en el mundo real. Y los orientadores
pueden hacer otro tanto por su cuenta, preguntándose qué tan eficaz ha sido la
orientación que les han impartido a los estudiantes.

Si una parte importante de la orientación consiste en preparar a los estudiantes


para la transición a la vida laboral y en dotarles con guías básicas para
desenvolverse en el mundo real, entonces es necesario que los orientadores
conozcan de primera mano cómo funciona el mercado laboral y la economía en
que se verán inmersos los estudiantes. Una buena parte de los estudiantes aspira
a conseguir trabajo en una corporación, multinacional, compañía o institución
estatal en la que suponen gozarán de estabilidad laboral. La realidad es que en
los países en vías de desarrollo los empleos formales ocupan entre el 30 y el 40%
de los puestos de trabajo, mientras que la economía informal provee entre el 60%
y 70% de los trabajos restantes. Y esto solamente incluye los empleos existentes,
dejando de lado una tasa de desempleo de entre el 6 y el 12 % en Latinoamérica,
dependiendo del país y la ciudad. Con estas cifras, es obvio que una parte
considerable de los estudiantes no lograrán encontrar empleo en el sector formal,
o no podrán encontrarlo en absoluto. Sin embargo, en el término “país en vías de
desarrollo” subyace una ventaja implícita: que muchos de sus nichos económicos
potenciales no han sido explorados.

Una parte importante de la orientación moderna consistiría entonces en capacitar


a los estudiantes para aprovechar los nichos económicos inexplorados o
desatendidos, para que puedan crearse su propio trabajo si no logran encontrar
uno, o si prefieren trabajar por su propia cuenta; ayudarles a desarrollar su
creatividad y cuestionar el mito de que solamente el gobierno o una multinacional
pueden ofrecer un empleo digno. Si una buena parte de estos estudiantes logra
eventualmente crear sus propios empleos, sea ofreciendo nuevos servicios y
productos, aprovechando recursos naturales desatendidos o manufacturando
artículos novedosos y competitivos, se obtendrá inevitablemente un crecimiento de

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la economía, y conforme sus negocios crezcan podrán ofrecer empleos a más
personas.

Para preparar a los estudiantes para la vida, el orientador tiene primero que
aprender cómo es esa vida. Comprender la economía, el sistema, y saber que las
reglas cambian constantemente, a veces en detrimento del bienestar de muchos.
Así podrá preparar mejor a los jóvenes para un mundo que podrá no serles del
todo favorable.

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