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Finanzas

Aprende cómo la Palabra de Dios puede cambiar cualquier situación, incluyendo tus
finanzas.

1 Cree:
¡Dios se delita en tu prosperidad!
6 Promesas para ayudarte a depositar la confianza de tus finanzas en
Jesús
Quizás la idea de confiar en Jesús respecto a tus finanzas sea nueva para ti. De ser así, la
Palabra de Dios es el primer lugar que debes revisar para descubrir lo que realmente
significa confiar en Jesús al someter tus decisiones financieras en Sus manos y a Su
manera. Te presentamos 6 escrituras para ayudarte a comenzar:
Puedes confiar en Jesús en todas las áreas de tu vida—incluyendo tus finanzas
1) Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la
vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí ustedes nada pueden hacer. – Juan 15-4-5
Dios se encargará de ti, y tus finanzas
2) Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos?” Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes
tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. – Mateo 6:31-33

3) A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las
riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos. – 1 Timoteo 6:17
Al confiar en Él y obedecerle con tus finanzas…
4) Si tú escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y cumples y pones en práctica todos
los mandamientos que hoy te mando cumplir, el Señor tu Dios te exaltará sobre todas las
naciones de la tierra. Si escuchas la voz del Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán
sobre ti, y te alcanzarán: Bendito serás tú en la ciudad, y bendito en el campo. Bendito será
el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, y las crías de tus vacas y los
rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás
cuando entres, y bendito cuando salgas. – Deuteronomio 28:1-6 (lee el capítulo completo)

5) Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa,


herederos. – Gálatas 3:29
Una promesa de prosperidad sobre la cuál sostenerse
6) Como está escrito: «Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, ni han
penetrado en el corazón del hombre, aquellas que Dios ha preparado para los que lo aman.»
Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo examina
todo, aun las profundidades de Dios. – 1 Corintios 2:9-10

Jesús quiere estar involucrado en tu vida financiera con la misma intensidad que quiere
hacerlo en tu vida espiritual. Deja que estas escrituras sean un punto de partida para un
estudio más profundo de la Palabra de Dios. A medida que descubras el corazón de Dios y
Su amor por ti, esperamos que puedas confiarle cada área de tu vida— ¡incluyendo tus
finanzas!

Escrituras para derribar las deudas


• Marcos 11:23: «Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate
de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón,
sino que crea que se cumplirá».

• Proverbios 22:7: «Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de los
prestamistas».

• Romanos 13:8: « No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a
otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.

• Malaquías 3:10: «Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en mi


templo. Con esto pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y
derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos».

Escrituras para permanecer firme en contra de las deudas


Dios siempre está de tu lado. Él está de tu lado cuando permaneces firme creyendo por
sanidad. Él está de tu lado cuando estas creyendo por la salvación de una persona. Y Él está
de tu lado mientras permaneces firme en contra de las deudas.

Su Palabra te provee con la revelación de Su voluntad en lo que respecta a tus finanzas. Lee
estas escrituras. Medítalas. Memorízalas. Decláralas sobre tus finanzas. Y permíteles que
cambien la forma en que manejas tus finanzas.

• Mateo 6:31-33: «Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué


beberemos, o qué vestiremos?” Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial
sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas».

• Filipenses 4:19: «Así que mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús».
• Romanos 13:8: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros;
porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley».

• Proverbios 3:9: «Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas».

• Malaquías 3:10: «Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en mi


templo. Con esto pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y
derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos».

• 2 Corintios 9:7: «Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe
dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría».

• Lucas 6:38: «Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y
desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos».

• Marcos 11:23: «Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate
de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón,
sino que crea que se cumplirá».

• Gálatas 6:9: «No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo
cosecharemos, si no nos desanimamos».

Recuerda, Dios quiere que permanezcas firme en contra de las deudas, y ¡te ha dado Su
Palabra para ayudarte a hacerlo!

Escrituras para tratar con la incertidumbre


• Isaías 41:10: «No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu
Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi
justiciera mano derecha».

• Salmos 9:9-10: «Tú, Señor, eres el refugio de los pobres; eres su amparo en momentos de
angustia. En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, proteges a los que te
buscan».

• Salmos 145:9: «El Señor es bueno con todos, y se compadece de toda su creación».

• Juan 16:33: «Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán
aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo».

• Filipenses 4:6-7: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, y que la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».

• Filipenses 4:13: «¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!».


Escrituras para vencer la presión financiera
• Lucas 16:11: «Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables,
¿quién podrá confiarles lo verdadero?».

• Proverbios 13:22: « Es bueno dejar herencia a los nietos; las riquezas del pecador las
hereda el hombre justo».

• Proverbios 21:20: «Riquezas y perfumes hay en la casa del sabio; en la casa del necio
sólo hay despilfarro».

Escrituras que te enseñan acerca de ofrendar


¡Lee, imprime y pon en práctica las siguientes escrituras!

• Lucas 6:38: «Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y
desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos».

• Proverbios 3:9-10: «Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas.
Tus graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino».

• Malaquías 3:8-10: « ¿Habrá quien pueda robarle a Dios? ¡Pues ustedes me han robado! Y
sin embargo, dicen: “¿Cómo está eso de que te hemos robado?” ¡Pues me han robado en
sus diezmos y ofrendas! Malditos sean todos ustedes, porque como nación me han robado.
Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en mi templo. Con esto
pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre
ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos».

• Deuteronomio 16:17: «Cada uno presentará su ofrenda, conforme a la bendición que el


Señor tu Dios le haya dado».

• Lucas 21:1-4: «Lucas 21:1-4: «Jesús estaba observando a los ricos que depositaban sus
ofrendas en el arca del templo, y vio que una viuda muy pobre depositaba allí dos moneditas
de poco valor.

Entonces dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque
todos aquellos ofrendaron a Dios de lo que les sobra, pero ella puso, en su pobreza, todo lo
que tenía para su sustento».

2 Declara:
¿Sabías que las palabras que declaras pueden afectar tu
situación?
Utiliza el poder de tus palabras para cambiar tu situación financiera para bien. Usa las
confesiones que se encuentran más adelante con estos poderosos versículos que puedes
declarar en voz alta.

¡Dios se deleita en tu prosperidad!


¡Dios se delita en mi prosperidad! ¡Él quiere que viva una vida en abundancia, a fin de que
pueda ser de bendición para otras personas! Dios desea, por sobre todas las cosas, que yo
prospere y esté sano — ¡así como prospera mi alma! (3 Juan 2) —. La prosperidad es mucho
más que sólo dinero. La verdadera prosperidad consiste en tener abundancia en todas las
áreas de mi vida: ¡Paz en mi espíritu, plenitud en mi alma y sanidad en mi cuerpo!

Yo sé que mis talentos y habilidades provienen de Ti Señor. Gracias por creer que puedo
hacer las cosas que planeaste para mi vida. Señor, yo hago de esos talentos y habilidades,
un punto de referencia para recordar que me has dado el poder para obtener las riquezas —y
eso está confirmado por tu pacto inquebrantable conmigo—. (Deuteronomio 8:18). ¡Eres
bueno y Tu misericordia permanece para siempre!

Por qué hacer confesiones positivas es importante


Las palabras tienen poder. Éstas pueden lastimar o bendecir. Sin embargo, el poder de las
palabras va mucho más allá del impacto que tienen en nuestras emociones. Nuestras
palabras tienen un poder sobrenatural —un poder que puede cambiar las circunstancias y
formar nuestro destino.

De hecho, esa única habilidad que tenemos de escoger y hablar palabras; es la que nos
diferencia del resto de la creación de Dios.

El ser humano fue creado a la imagen de Dios, y no sólo fueron los pensamientos; sino
también las palabras que Dios utilizó para crearnos a nosotros y al Universo en el cual
vivimos. Cuando Él declaró: «¡Que haya luz!…», fue creada la luz.

Las palabras son el medio que Dios utiliza para obrar. En Hebreos 11:3, describe cómo
funciona el principio de la creación: «Por la fe entendemos que Dios creó el universo por
medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veía».

Las palabras son espirituales, y conllevan poder. En Proverbios 12:14, dice que seremos
saciados con el buen fruto de nuestra boca.

Este proceso comienza con la salvación. El hombre que estaban perdido lo hizo cuando
declaro que Jesús es el Señor de su vida: «…La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu
corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el
Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el
corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la
salvación» (Romanos 10:8-10).
Confesar no se trata de negar hechos físicos y circunstancias temporales. Se trata de
declarar lo que Dios, quien nunca cambia, dijo acerca de los resultados y permanecer firme
creyendo en fe, hasta que todas las condiciones temporales se alineen con Su eterna
declaración.

Confesar es una parte vital de nuestro crecimiento como creyentes. Jesús nos indicó
esto al describir la importancia de hablar las palabras de Su Padre, y no las Suyas:
«Entonces Jesús les dijo: …nada hago por mí mismo, sino que hablo según lo que el Padre
me enseñó… Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos»
(Juan 8:28, 31). En respuesta al interrogante de cómo se les manifestaría a Sus discípulos
después de Su resurrección, Jesús les respondió: «…El que me ama, obedecerá mi palabra;
y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir. El que no me ama,
no obedece mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió»
(Juan 14:23-24).

David, el rey de Israel entendió esto. Pues alineó su alma —su mente, su voluntad y sus
emociones— con la Palabra de Dios al decir: « ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo
mi ser su santo nombre! ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus
bendiciones! » (Salmos 103:1-2).

Confesar la Palabra de Dios no es mentir. No estamos tratando de manipular a Dios para que
haga algo. Los beneficios que Él nos dio en Su Palabra, ya nos pertenecen y ¡Satanás está
tratando de robárnoslos!

El proceso de creer y confesar, es lo que nos otorga cada beneficio de nuestra salvación
prometida en la Palabra de Dios; los cuales vienen del cielo a nuestras vidas. Cuando le
dices a alguien que estás sano porque la Biblia asegura que: «Por Sus llagas fuimos
sanados», estás declarando una verdad. Pues Jesús ya te redimió de la maldición de la ley
(Deuteronomio 28; Gálatas 3:13).

Las palabras revelan lo que en realidad creemos. Jesús dijo: «…Porque de la abundancia del
corazón habla la boca. Porque por tus palabras serás reivindicado, y por tus palabras serás
condenado» (Mateo 12:34, 37). Por esa razón, es importante declarar lo que Dios dice. No lo
hagas para que los demás te escuchen, sino para que tu alma reciba las instrucciones de lo
que debe creer, y esté de acuerdo con esa confesión; en lugar de estar de acuerdo con los
síntomas de tu cuerpo, los problemas de tu vida y el temor basado en los pensamientos y en
las palabras que escuchas de las demás personas que te rodean.

¿Cómo le damos la gloria al Señor? Al honrar las palabras que ha declarado y demostrando
nuestra confianza en Dios. El primer paso para poner en práctica nuestra fe en Su Palabra,
es estar de acuerdo con Ésta y declarar lo mismo que Él.

Obedecer las palabras de Jesús es más que sólo declarar lo que Él dijo. Se trata de vivir
como Él vivió. Jesús no vivió para hablar y hacer algo que no había escuchado o visto hacer
al Padre primero. Como Sus discípulos, nuestras palabras deben estar alineadas con lo que
el Padre ha declarado de nosotros. Cuando declaramos Sus palabras en fe, éstas conllevan
el mismo poder para cambiar cualquier circunstancia, de la misma forma que lo tuvieron,
cuando Dios le habló a la Creación para que existiera.

El ministerio de Jesús para con nosotros hoy en día, también incluye Su posición como Sumo
Sacerdote de nuestra profesión o confesión (Hebreos 3:1). La palabra profesar significa:
“Decir la misma cosa”. Cuando declaramos sólo lo que Dios ha dicho, Sus palabras tienen el
mismo poder cuando las declaramos en fe con nuestros labios, así como cuando Él las
declaró por primera vez. Jesús, como nuestro Sumo Sacerdote, se asegura que las palabras
que el Padre declaró se cumplan en nuestra vida. Por esa razón, en Hebreos somos
instruidos a que «mantengamos firme y sin fluctuar la esperanza que profesamos
[confesamos] porque fiel es el que prometió» (10:23; leer también 4:14).

A continuación, encontrarás cinco confesiones básicas que puedes usar para que puedas
disfrutar todo lo que Dios ha reservado para ti:

1. Jesús es mi Señor.

Filipenses 2:9-11: “Confieso el completo señorío de Jesucristo. Jesús es el Señor sobre todo
y medio la autoridad. Y a medida que confiese Su Palabra y Su nombre, y resista a Satanás
en Su nombre; Satanás tendrá que doblar sus rodillas”.

2. No me preocupo.

1 Pedro 5:7; Salmos 37:23-24: “Echo todas mis cargas en Jesús porque Él me cuida y me
sostiene mientras guía mis pasos”.

3. Nada me faltará.

Salmos 23:1; Filipenses 4:19: “El Señor es mi Pastor. Nada me faltará. Pues mi Dios suple
todas mis necesidades conforme a Sus riquezas en gloria por medio de Cristo Jesús”.

4. Soy libre de cualquier pecado, enfermedad, tristeza, preocupación y temor.

Isaías 53:3-5; Mateo 8:17; 1 Pedro 2:24: “Cada pecado, enfermedad, dolencia, tristeza y
preocupación fue echado sobre Jesús para que yo pueda ser libre de ellos. Por tanto, soy
perdonado, sano, tengo salud y estoy bien. Vivo en salud divina”.

5. Jesús me hizo sabio, justo, santo, santificado y redimido.

1 Corintios 1:30; Colosenses 2:10: “Confieso que Jesús es mi sabiduría, mi justicia, mi


santificación y mi redención. Sólo en Él estoy enteramente completo”.

Sigue cambiando tus circunstancias llenando tu corazón con la Palabra de Dios.

Confiesa estas verdades y otros versículos bíblicos, a fin de que las palabras que salgan de
tu boca sean palabras que transformen tu vida. ¡Permite que tus palabras se alineen con la
Palabra de Dios!
Siete principios que traen incremento
Estos principios son los que Kenneth y yo usamos como fundamento de una vida
próspera―y también como la mantenemos. — Gloria Copeland.

1. Caminar en la verdad. Esto significa caminar a la luz de la Palabra de Dios, de acuerdo


con Sus caminos, Su sabiduría y lo que Él ha dicho que es correcto. No me refiero a sólo
leer las escrituras que hablan acerca de la prosperidad. Prosperas cuando llevas un estilo
de vida o vives de acuerdo con todas las palabras que Dios te ha dicho.
2. Fidelidad. Sé fiel en continuamente meditar en las promesas de la Palabra, hasta que
éstas se hagan realidad en tu vida.

3. Diligencia. La Palabra repetidamente nos dice que debemos buscar con diligencia a Dios,
escucharlo, y obedecer Sus mandamientos. Deuteronomio 28:1-2 dice que cuando lo
haces, las bendiciones te alcanzaran, pues Él: «…sabe recompensar a quienes lo buscan
con diligencia (Hebreos 11:6). Y como Proverbios 10:4 dice: «…las manos diligentes
conducen a la riqueza».

4. Diezmar. El diezmo es una transacción de pacto, la cual involucra a Dios en lo que estás
haciendo. El primer 10 % de tus ingresos —el diezmo— le pertenece a Dios. El diezmo
está dedicado a Dios, y es usado para ayudar a los ministerios que te sustentan
espiritualmente. Por medio del diezmo honras a Dios con tu dinero, permitiéndole
bendecirte de manera sobrenatural.

5. Sembrar. Después de diezmar, debemos sembrar de acuerdo con lo que Dios pone en
nuestro corazón, y con una actitud correcta. La palabra hebrea para ofrenda, se deriva de
una palabra que significa: Acercarse. Nosotros nos acercamos a Dios con nuestras
ofrendas. En la Segunda carta a los Corintios 9:6 dice: «…El que poco siembra, poco
cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha». La Escritura de manera clara dice
que cosechas lo que siembras (Gálatas 6:7). Si quieres recibir, entonces tienes que ser
un dador.

6. Creer. En la Biblia leemos en repetidas ocasiones: «…El justo por la fe vivirá» (Romanos
1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38). Abraham fue bendecido porque vivió por fe. Le creyó
a Dios. Y nosotros debemos vivir de la misma forma: «De modo que los de la fe son
bendecidos con el creyente Abraham» (Gálatas 3:9).

7. Declarar. La fe debe estar en dos lugares: en tu corazón y en tu boca. «Lo que dice es:
«La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón». Ésta es la palabra de fe que
predicamos» (Romanos 10:8). Creer en tu corazón, y lo confesarlo con tu boca produce la
operación de la fe. Jesús dijo: «Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este
monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no
dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá». (Marcos 11:23).
Tu confesión y oración para un rompimiento financiero
“Padre, en el nombre de Jesús te pedimos por USD $_______. Tenemos ese dinero en
nuestra cuenta celestial y deseamos hacer un retiro por esta cantidad ahora. Creemos que
recibimos USD $_______. Y como en Marcos 11:23-24, creemos en nuestro corazón y ahora
confesamos que es nuestro en el nombre de Jesús. Ahora nos ponemos en mutuo acuerdo,
como se indica en Mateo 18:19, y recibiremos USD $_______. Y desde este día en adelante,
dejamos esta petición en Tus manos dándote gracias.

Satanás, en el nombre de Jesús tomamos autoridad sobre ti; atamos tus obras ahora y te
dejamos indefenso.

Espíritus ministradores, les ordenamos ir y hacer que esta cantidad de dinero venga a
nosotros según se nos enseña en Hebreos 1:14. Padre, alabamos Tu Nombre por suplir
nuestras necesidades conforme a Tus riquezas en gloria en Cristo Jesús, y por multiplicar
nuestra semilla para sembrar, en el nombre de Jesús.” Amén.

3 Ora:
Tu rompimiento está más cerca de lo que te imaginas.
¡Activa tu fe!
Recuerda siempre que el enemigo no tiene un arma u objeto más grande que nuestra fe.
Dios te ha dado Su Palabra, a fin de que tengas confianza que tus oraciones serán
contestadas. Cree que las cosas que has declarado y orado sucederán.

“Padre, me presento ante Ti en el Nombre de Jesús, ¡hoy escojo la vida! Caminare en fe, y
no con temor. Porque el Señor está de mi lado, no temeré lo que el hombre pueda hacerme.
Padre, en el Nombre de Jesús te pido que abras mis ojos para ver cualquier área de temor
escondida en mi vida.

Señor, Tu Palabra dice que la fe viene por oír la Palabra de Dios, y en este día, edifico mi fe
al leer Tu Palabra y actuar conforme a ésta. Padre, te agradezco por la cobertura de
protección que me das en respuesta a mi fe. Gracias porque por medio de la justicia de
Jesús puedo creer confiadamente en Tu paz y en Tu seguridad por mi vida y por mi hogar,
pues sé Tus que ángeles siempre me protegen. ¡Hoy lo creo! En el Nombre de Jesús.
Amén”.

Referencias de oración: Deuteronomio 30:19; 2 Corintios 5:7; Salmos 118:6; Romanos 10:17;
Job 1:10; Isaías 32:17-18; Salmos 34:7, 91:11.
Cómo orar por tu diezmo
“Padre, te agradezco y te alabo por trasladarme del reino de las tinieblas hacia el
Reino que has preparado para mí. Muchas gracias porque éste es un Reino de misericordia,
de gozo, de paz y de abundancia.

Señor Jesús, ahora te traigo mi diezmo. Éste es la primicia de lo que me has dado, y lo
siembro en Tu Reino como una semilla de bendición, y quedo a la expectativa de las ricas
bendiciones del cielo, a fin de que sean multiplicadas cuando las reciba.

Señor, te agradezco porque haz reprendido a Satanás por mí, y permanezco en mutuo
acuerdo con Tu Palabra, la cual declara que él no destruirá mi tierra. Satanás no destruirá
mis bendiciones, y no destruirá mi cultivo en el campo. Soy ciudadano de Tu Reino. Y como
tal, poseo los derechos y privilegios de un ciudadano de ese reino, y me apodero de ellos. Te
agradezco Jesús, ¡porque los recursos ilimitados del cielo me pertenecen en Tu nombre!”.
Amén.

Referencias bíblicas: Deuteronomio 28; Colosenses 1:13; Lucas 6:38.

Oración para un rompimiento financiero


http://es.kcm.org/peticion-de-oracion/?utm_source=ORACION&utm_medium=PRINTED-
MAG&utm_term=MANUAL&utm_campaign=PRAYER

4 Aprende:
Aprende y crece a medida que excavas más profundo en la
Palabra de Dios.
Construye un fundamento firme en la Palabra de Dios referente a tus finanzas.

¿Cómo puedo vivir libre de deudas?


Quizá en este momento tu mente piense en varias cosas. ¿Acaso es pecado prestar dinero?
¡Cielos, nunca podré lograr nada si no presto dinero! Hasta mi iglesia presta dinero —
seguramente, ¡mi iglesia no puede estar equivocada! etc., etc.—.

En primer lugar, no estamos diciendo que prestar dinero sea pecado. Pero tampoco estamos
diciendo que no lo sea. Ésa es una decisión que tú y Dios deben tomar. No obstante, cuando
busques Su voluntad en lo que respecta a este tema, asegúrate de considerar seriamente lo
que Él dijo en Su Palabra. Por ejemplo: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de
amarse unos a otros» (Romanos 13:8). «Puesto que el Señor tu Dios te bendecirá, como te
lo ha prometido, podrás hacer préstamos a muchas naciones, pero tú no pedirás prestado
nada; dominarás a muchas naciones, pero a ti nadie te dominará» (Deuteronomio 15:6).

«El Señor te abrirá su tesoro de bondad, que es el cielo, y en su tiempo te enviará la lluvia a
tu tierra, y bendecirá todo lo que hagas con tus manos. Harás préstamos a muchas naciones,
pero tú no pedirás prestado nada». El Señor te pondrá por cabeza, no por cola. Estarás por
encima de todo, nunca por debajo, siempre y cuando obedezcas y cumplas los
mandamientos del Señor tu Dios, que hoy te ordeno cumplir» (Deuteronomio 28:12-13).
«…los deudores son esclavos de los prestamistas» (Proverbios 22:7). Estos versículos
bíblicos hablan por sí solos.

Tú decides si quieres ser cabeza o cola. Además de eso, cuando pides prestado te endeudas
con otra persona, y la miras como tu fuente de provisión. ¿Acaso no sería mejor que Dios
fuera tu fuente de provisión?

Es probable que te estés preguntando: ¿Cree que Dios me permitirá pagar mis deudas tan
rápido? Bueno, ¿con qué seriedad estás tomando la Palabra?, ¿cuánto tiempo y atención
estás dispuesto a prestarle?, ¿qué tan obediente estás dispuesto a ser? Dios no hace
acepción de personas, sin embargo, sí toma en cuenta tu fe y tu obediencia.

Entonces todo depende de ti, ¿verdad? Pues con la misma vara que midas, Él te medirá a ti.
Es probable que al ver tu situación en estos momentos pienses: “Bueno ¿qué puedo hacer?
Estoy hasta el cuello con tantas deudas”. Tal vez ni siquiera puedas ver cómo salir de
deudas, mucho menos cómo permanecer fuera de ellas. Pero no te preocupes.

¡Lo más importante es creerle a Dios! Si quieres ser libre, sólo haz un compromiso delante
de Dios de que saldrás de todas esas deudas. Eso no sucederá de la noche a la mañana,
pero sucederá si le obedeces a Dios, y permaneces en la Palabra.

¿Cuál es la ley de dar y recibir?


Dios desea es derramar Su gloria en una medida más grande que en el pasado, no sólo en
nuestros corazones, en nuestras vidas y en nuestros servicios de la iglesia; sino también en
nuestras finanzas.

La ley de la siembra y la cosecha por ejemplo, es una fuerza poderosa. El principio de dar
gobierna todo en el reino de Dios y es una parte fundamental para alcanzar la prosperidad
divina. La fe en la Palabra de Dios, junto a la generosidad, siempre producirá una cosecha
abundante. Tu prosperidad dependerá del tiempo que inviertas meditando, estudiando y
prestándole atención a la Palabra de Dios en esa área.

¿Estás dispuesto a darle el primer lugar en tu corazón a la Palabra? Cuando te das cuenta
de lo que la Palabra de Dios puede hacer y hará, querrás estar sumergido en ella. En
Romanos 10:17, dice: «…la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios».
Entonces, ¿cómo te pones en una posición para recibir? Para recibir debes ser de un solo
pensamiento. Y eso significa, en primer lugar y como el punto más importante, que debes
buscar a Dios. Debes hacer lo que dice en Mateo 6:33: «…busquen (enfóquense y
esfuércense) primeramente el reino de Dios y su justicia (en Su forma de hacer las cosas y
ser justo), y todas estas cosas les serán añadidas».

¡La palabra clave en este versículo es: primeramente! No hay nada antes que lo primero. Lo
primero hace que todo lo demás encaje en su lugar. ¡No puedes recibir algo por lo que no
crees! Por esa razón, sin fe es imposible agradar a Dios. Su deleite es prosperar a sus
siervos (Salmos 35:27). Y si no tienes fe, Él no podrá prosperarte. La fe y el recibir, están
íntimamente ligados. Así que, cuando buscas a Dios, y haces de Él lo principal en tu vida;
comenzarás a recibir.

Para que recibamos lo mejor de parte de Él, debemos ponerlo en primer lugar en nuestra
vida. Y una vez que estés viviendo en Su voluntad y llevando a cabo Su plan para tu vida,
descubrirás que Él también tiene una vida llena de buenas cosas para ti (1 Timoteo 6:17).

¿Debo diezmar?
Diezmar es la piedra principal de la verdadera prosperidad bíblica. La bendición financiera de
Dios está reservada sólo para los diezmadores. La persona que no diezma, se descalifica
para recibir las abundantes bendiciones que Dios tiene para su vida. Dios mismo declaró en
Malaquías 3:8: «¿Habrá quien pueda robarle a Dios? ¡Pues ustedes me han robado! Y sin
embargo, dicen: “¿Cómo está eso de que te hemos robado?” ¡Pues me han robado en sus
diezmos y ofrendas!».

De acuerdo con la Palabra, el primer diez por ciento de nuestros ingresos no nos pertenece a
nosotros, sino a Dios. Él es el dueño de ese diez por ciento. Y cuando usamos ese dinero
para nosotros, se lo estamos robando. El diezmo no es sólo un tema que tenga que ver con
nuestro bolsillo. Éste es un tema del corazón. Pues en lo que a Dios concierne, así debe ser.
Él siempre ve el corazón. Cuando nos encontremos sufriendo debido a la falta de finanzas, y
fallemos al no disfrutar la abundancia sobrenatural que Dios prometió, debemos verificar
nuestra actitud —¡rápido!—. Debemos asegurarnos de darle a Dios lo mejor que tenemos (no
de lo que nos sobra) y honrarlo con nuestro corazón.

El diezmo es el que activa LA BENDICIÓN de Dios en nuestras finanzas. Lee Malaquías


3:10-12. Dios prometió que cuando diezmas, Él reprenderá al diablo y lo obligará a quitar sus
manos de tus finanzas. Y cuando el Señor reprende al diablo, ¡él permanece alejado! No
empieces a usar tu fe y a diezmar hasta que te encuentres contra la pared. Aprende a poner
en práctica lo que Biblia te enseña ahora mismo, para que cuando Satanás intente ponerte
contra la pared, tú puedas sonreír y no preocuparte al respecto; pues sabrás que ya lo
venciste.

¿Qué es la prosperidad?
Tradicionalmente, la Iglesia ha sido guiada a creer que la prosperidad es mala y no que no es
santa. Sin embargo, en 3 Juan 2 dice: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que
tengas salud, a la vez que tu alma prospera». No deberías pensar nunca en la prosperidad
de la misma forma que el mundo, pues el mundo lo hace desde un punto de vista
materialista.

Debes entrenarte a ti mismo a pensar en línea conforme la Palabra de Dios. No hay nada
malo con la prosperidad en sí. Pues contrario a lo que has escuchado, el dinero no es la raíz
de todos los males, sino el amor al dinero. (1 Timoteo 6:10). Existen personas que no tienen
ni cinco centavos y están cometiendo ese pecado. El dinero no es la única forma de medir la
prosperidad.

La definición mundana de prosperidad está muy limitada sólo a este aspecto —pues tiene
que ver con la capacidad financiera y el poder. Tú puedes tener todo el dinero del mundo, y
aun así vivir atribulado por la pobreza espiritual, mental y física.

La palabra “prosperar”: tiene que ver con sobresalir y subir a un nivel más alto en cualquier
área que deseemos. La prosperidad no es un accidente, ni una función de las circunstancias
o de la economía.

De acuerdo con la Palabra de Dios, prosperar es una opción. Pues es una decisión personal
y un proceso espiritual. Debes creer en lo que Dios ha dicho acerca de la verdadera
prosperidad. La promesa de Dios siempre ha sido: «Si ustedes quieren y me hacen caso,
comerán de lo mejor de la tierra» (Isaías 1:19).

¿Quiere Dios que prospere?


Las personas tienen la idea de que las cosas espirituales están separadas de las cosas
materiales. Pero eso no es verdad. Las leyes espirituales gobiernan todas las cosas
materiales. Recordemos que un Espíritu (Dios) fue quien creó todo.

Así que las leyes de la prosperidad obrarán a favor de cualquiera que cumpla con los
requisitos bíblicos y viva conforme a ellos. La voluntad de Dios con respecto a nuestra
prosperidad financiera y abundancia, está revelada con claridad en la Biblia.

La promesa de Dios siempre ha sido: «Si ustedes quieren y me hacen caso, comerán de lo
mejor de la tierra» (Isaías 1:19). Aunque debes entender que estar dispuesto significa mucho
más que sólo decir: “Bueno Señor, si deseas prosperarme, entonces prosperaré”. Estar
dispuesto significa activar tu fuerza de voluntad, y decidir que recibirás por fe lo que Dios te
prometió, sin importar que las circunstancias parezcan imposibles. Y, ¿por qué quiere Dios
que prosperemos?

La Biblia dice: «El que antes robaba, que no vuelva a robar; al contrario, que trabaje y use
sus manos para el bien, a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna
necesidad». (Efesios 4:28)

El objetivo principal de obtener un empleo y prosperar, es que a través de las leyes de Dios
puedas prosperar para luego hacer algo en contra de la pobreza del mundo. Algunas
personas adineradas no quieren hacer nada más que continuar siendo ricas. Pero si sales, y
le predicas el evangelio a una persona nacida de nuevo en África, esta persona tendrá una
esperanza por primera vez en su vida. ¡Pues alguien que está muriendo de hambre no
necesita prosperidad para comprar un Cadillac! Sino necesita que Dios le muestre cómo
obtener fe para que llueva sobre su tierra árida.

El evangelio no sólo les da esperanza a las personas para el Reino venidero, sino también lo
hace a través de Jesús y del mensaje de que Dios quiere prosperar a Su pueblo. ¡Dicho
mensaje les brinda esperanza a las personas aquí y ahora! El deseo de Dios es tu
prosperidad.

Referencias bíblicas: Gálatas 3:13-14; Deuteronomio 28; 2 Corintios 8:9; Lucas 6:38.

5 Aplica:
Aprende lo fácil que es aplicar la Palabra de Dios a tu situación
—hoy mismo—.
Aprende lo fácil que es aplicar la Palabra de Dios a tu situación —hoy mismo—.
Cuando pones en práctica la Palabra de Dios, ¡todo cambia!

¡Necesito un automóvil nuevo!


¿Acaso no sería maravilloso que nuestra fe produjera resultados inmediatos y visibles?
¿Acaso no sería divertido que creamos por la casa de nuestros sueños hoy… y mañana nos
mudáramos a ella? ¿O creer por sanidad y ver cómo cada síntoma de la enfermedad
desaparece de inmediato, todo el tiempo? Algunas veces, aún las cosas que parecen tan
sencillas como creer por un automóvil nuevo —o por uno diferente al que tenemos—, pueden
presentarse como un proyecto difícil de fe.

Creerle a Dios por cosas como un automóvil nuevo, me recuerda el camino que tuvimos que
atravesar para aprender a vivir por fe. Kenneth tenía 30 años y era un estudiante de primer
año en Oral Roberts University. Yo me quedaba en casa, junto a mis dos pequeños hijos,
escuchando prédicas acerca de la fe del hermano Kenneth E. Hagin. Un día, me encontraba
escribiendo algunas notas acerca del poder de las palabras llenas de fe, y escuché al
Espíritu del Señor decirme lo siguiente:

El poder radica en la perseverancia.

¡Esa frase cambió mi vida!

Me ayudó a darme cuenta de que no puedo mover montañas sólo declarando palabras de fe
de vez en cuando. Pues lo que declaro con paciencia y de manera constante —a tiempo y
fuera de tiempo— es lo que produce resultados. Eso quiere decir que todas las palabras
negativas, llenas de duda e incredulidad; ¡deben desaparecer! Así que Kenneth y yo,
comenzamos de inmediato a eliminar esas palabras de nuestro vocabulario.
En primer lugar, nos enfocamos en ya no declarar palabras de pobreza. Y comenzamos a
declarar palabras de fe (y sólo fe) a la montaña de las deudas que estábamos enfrentando. Y
en 11 meses, todas las deudas que parecían ser demasiado grandes el año anterior, ¡fueron
canceladas por completo!

En esa época entonces necesitábamos un automóvil, así que hicimos lo mismo. Desatamos
nuestra fe en la promesa de que Dios suplirá todas nuestras necesidades conforme a Sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Luego, oramos y declaramos: «Creemos
que recibimos ese automóvil».

De nuevo, no vimos resultados inmediatos. A la mañana siguiente, no encontramos el


automóvil nuevo en la entrada de nuestro garaje. Pero aun así, continuamos hablando con
fe. Hablábamos con tanta confianza que hasta nuestro hijo John, quien era un niño, también
se contagió con la visión. En una ocasión, Kenneth se encontraba alabando a Dios por
nuestro automóvil nuevo, y John expresó: «¡Vamos papi! ¡Vamos por nuestro automóvil!».

Y pocos meses después, ¡obtuvimos nuestro automóvil!

A medida que transcurría el tiempo, aprendimos a recibir todas las demás cosas de esa
misma forma —automóvil nuevo, sanidad, finanzas, todo—. Si necesitas algo nuevo como un
automóvil por ejemplo, ejercita los músculos de tu fe. Comienza a declarar —en voz alta—
Filipenses 4:19 sobre tu situación. Y si necesitas ayuda, para ordenar tus finanzas, entonces
lee el artículo titulado: “¡Señor, ayúdame en mis finanzas!”. Permite que éste sea el comienzo
de una vida enfocada en la fe, ¡en donde aprendas a aplicar la Palabra de Dios en todas las
áreas de la vida!

¡Señor, ayúdame con mis finanzas!


Si eres como el 40% de las familias estadounidenses, que gastan más de lo que ganan,
probablemente hayas dicho esas palabras. Y no sólo los estadounidenses lo dicen. Medita
en lo siguiente:

El promedio de un hogar británico, tiene una deuda de £5,978.

Más de 8 millones de hogares en Sudamérica, batallan para poder hacer sus pagos
mensuales.

Por cada dólar que gana una familia promedio en Canadá, ya deben $1.65.

Esas estadísticas son alarmantes, sin embargo, aún existe salida. Todavía puedes tener una
vida libre de deudas. Comienza a poner en práctica estos pasos para disfrutar una vida libre
de deudas. El Señor te ayudará en tus finanzas en cuanto comiences a practicar tu fe.

El Señor te ayudará en tus finanzas siempre y cuando te comprometas a no


endeudarte de nuevo.
En Romanos 13:8 dice: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a
otros…». Toma la decisión de no endeudarte para comprar algo.

Destruye tus tarjetas de crédito y rompe cualquier oferta de solicitud de préstamos.

Solicita tu estado de cuenta gratuito y cancela cualquier otra cuenta de tarjeta de crédito,
siempre y cuando no debas nada en esa tarjeta.

El Señor te ayudará con tus finanzas, a medida que avives tu fe para cancelar tus
deudas

En Romanos 10:17 dice: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de
Dios». Aviva tu fe por medio del estudio de la Palabra. Lee versículos bíblicos para que
comiences a permanecer firme en contra de las deudas. Deja de escuchar las malas noticias
que transmiten los noticieros acerca de las finanzas.

Deja de ver comerciales que te convencen de comprar algo que en realidad no necesitas. En
lugar de eso, comienza a escuchar predicadores de confianza como Bill Winston y Dave
Ramsey, quienes te enseñarán con la ayuda de la Palabra a administrar tu dinero.

El Señor te ayudará en tus finanzas, mientras estableces un plan

En Proverbios 29:18 dice: «Cuando no hay visión, el pueblo se desvía…».

Establece una visión, a fin de vivir libre de deudas; asimismo crea un plan para lograrlo.
Establece un presupuesto, un plan para cancelar deudas. Haz en una hoja de contabilidad,
una lista de todas las deudas que tienes, por ejemplo, puedes usar: Debt Reduction Snowball
Calculator. Esta hoja de cálculo te permitirá hacer una lista de todas las deudas para
ordenarlas desde las más pequeñas hasta las más grandes, a fin de hacer un calendario
para tus pagos.

Dos aplicaciones que te ayudarán a hacer lo mismo son: Debt Control Free y Debt Free.

El Señor te ayudará con tus finanzas a medida que ofrendes

Malaquías 3:10 dice: «Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en
mi templo. Con esto pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los
cielos y derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los
ejércitos». Comprométete a dar el 10% de tus ingresos a iglesia donde asistes o al ministerio
que te sustenta espiritualmente. Da de manera constante y con alegría, pues Dios promete
que bendecirá tus esfuerzos (2 Corintios 9:7).

El Señor te ayudará en tus finanzas siempre y cuando enfrentes tus deudas

En Gálatas 6:9, se nos enseña lo siguiente: «No nos cansemos, pues, de hacer el bien;
porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos». Comienza a poner en práctica
tu debt snowball (pagar deudas desde las más pequeñas hasta las más grandes). Paga
todas tus facturas a tiempo, y añádele más dinero (no importa si la cantidad es pequeña) a tu
pago para la deuda más pequeña. Una vez que esa deuda esté cancelada, toma el pago de
tu primera factura y aplícalo a tu segunda deuda más pequeña. A medida que continúes
haciendo esto, crecerá el monto que pagues a tu deuda, y verás un progreso.

El Señor te ayudará en tus finanzas, siempre y cuando le hables a tus deudas

En Marcos 11:23 dice: «Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte:
“¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su
corazón…». Las deudas son como una montaña en tu vida.

Así que, comienza a hablarles y a deshacerlas de tu vida. Y cada vez que recibas una
factura, ponla en alto y declara: “¡Gracias Jesús, porque esta montaña está cancelada!”.

Dios quiere ayudarte con tus finanzas. ¡Él está de tu lado! Pon estos consejos en práctica y
cree que Dios bendecirá tu esfuerzo. Recuerda, ¡Él quiere que vivas libre financieramente
para que puedas hacer todo lo que Él te llamó a hacer!

¿En dónde está Dios cuando necesitas el dinero rápido?


Muy a menudo, las personas se encuentran involucradas en situaciones financieras nefastas,
y quieren encontrar una forma de ganar dinero de manera rápida. Estas personas han
perdido su empleo, y eso los convierte en personas morosas al no pagar la hipoteca de su
casa o el automóvil; y no saben cómo los puede ayudar Dios a obtener el dinero.

Algunas veces dicen: “Bueno, yo oré por mis finanzas. Le pedí a Dios por las finanzas que
necesito, sin embargo, no he escuchado nada. Así que no estoy seguro de que sea la
voluntad de Dios que yo las reciba”.

Ésa es una manera triste —y errónea— de vivir. Ahora veamos tres formas en las que
puedes cambiar el enfoque de tu dinero.

#1 Aprende de lo que Dios enseña acerca de ti y el dinero

Toma tu Biblia y lee versículos bíblicos, como Salmos 113:7-8, donde Dios dice que:
«…levanta de la nada al pobre, y saca del muladar al pordiosero, para darles a los dos un
lugar entre los príncipes, entre los gobernantes de su pueblo». Medita en este versículo por
un momento. De acuerdo con la Palabra, Dios saca a Su pueblo del basurero y ¡lo traslada a
la sala de juntas!

Cuando estabas muerto en tus pecados y transgresiones, Él te levantó y te sentó junto a


Cristo Jesús en lugares celestiales. ¡Declara que serás promovido! ¡Así, serás puesto en la
cima!
#2 Escucha lo que Dios declara acerca de ti y de tu dinero

Jesús murió en la Cruz para que salgas del muladar. Él no quiere que vayas por las calles
con tu gorra en la mano, buscando personas para pedirles que te ayuden financieramente o
que te den una limosna. ¡Por supuesto que no! Tú eres heredero con Cristo Jesús. Eres hijo
del Dios viviente. Y debes ser próspero.

Sin embargo, para abrir tus oídos y escuchar lo que Jesús te enseña acerca de cómo vivir en
esa prosperidad, debes sacar tu mente del muladar. Debes dejar de pensar en la escasez y
no medirte más con una vara de pobreza. En lugar de ello, lee, medita y proclama lo que la
Palabra de Dios nos enseña.

#3 confiesa lo que Dios declara acerca de ti y de tu dinero

Un colaborador de este ministerio nos escribió para testificarnos de que había podido pagar
todas sus deudas, excepto la de su granja. Él quería ser libre por completo de todas las
deudas, sin embargo, la cantidad era muy grande. Esta persona se mantenía meditando en
la Palabra hasta que por fin escuchó la instrucción del Señor. Se emocionó tanto, que corrió
a su casa y le dijo a su esposa: “¡Alabado sea Dios, cancelaremos la deuda de esta granja!
Dios me lo acaba de revelar. ¡Si puedes pagar una tarjeta de crédito, entonces puedes pagar
una granja! ¡Si puedes cancelar la deuda de un automóvil, entonces puedes pagar cualquier
cosa!”.

Así como se lo reveló al granjero, el Señor te revelará lo que debes hacer. No importa en qué
clase de problema estés enfrentando, Dios cuenta con un plan para resolverlo. Así que
pídele a Él y dile: “Señor, hay una montaña en esta área de mi vida. Y veo en Tu Palabra que
debo obtener la victoria sobre ella. De acuerdo con Marcos 11:23, debo hablarle en fe y ésta
se moverá. Así que, en este día te pido sabiduría. Muéstrame lo que quieres que declare y
haga. Pues tengo oídos para oír”.

Muy a menudo, las personas quieren una respuesta rápida de parte de Dios en lo que
concierne al dinero; sin embargo, la raíz del problema es mucho más profunda. Comienza
entendiendo qué piensa Dios acerca del dinero y de Su pueblo. Luego, observa cómo
puedes aplicar ese punto de vista a tu vida y a tu situación. Dios no quiere que estés en el
basurero. Pues Jesús murió para levantarte, y ¡te dio la salida para que seas libre de deudas
y de dificultades financieras!

18 versículos bíblicos que pueden cambiar tus finanzas


En Proverbios 4, se nos enseña que la Palabra de Dios es vida —vida para nuestros
cuerpos, vida para nuestro espíritu, vida para nuestras relaciones y vida para nuestras
finanzas—. Como creyentes debemos leer, memorizar y meditar en ella todos los días. Las
respuestas para cualquier desafío que enfrentamos, las encontramos en sus páginas. Aquí
tienes 18 versículos bíblicos que pueden cambiar tus finanzas. Mientras los lees, los
memorizas y meditas en ellos; ¡permíteles que cambien tu forma de administrar tus finanzas!
En las deudas

Proverbios 22:7: «Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de los
prestamistas».

Romanos 13:8: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros;
porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley».

En las responsabilidades financieras

1 Timoteo 5:8: «porque si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su
casa, niega la fe y es peor que un incrédulo».

Lucas 16:11: «Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables,
¿quién podrá confiarles lo verdadero?».

Proverbios 13:22: «Es bueno dejar herencia a los nietos; las riquezas del pecador las hereda
el hombre justo».

Proverbios 21:20: «Riquezas y perfumes hay en la casa del sabio; en la casa del necio sólo
hay despilfarro».

En nuestras ofrendas

Lucas 6:38: «Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y
desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos».

Proverbios 3:9-10: «Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas. Tus
graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino».

Malaquías 3:8-9: «¿Habrá quien pueda robarle a Dios? ¡Pues ustedes me han robado! Y sin
embargo, dicen: “¿Cómo está eso de que te hemos robado?” ¡Pues me han robado en sus
diezmos y ofrendas! Malditos sean todos ustedes, porque como nación me han robado.
Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en mi templo. Con esto
pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre
ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos».

Deuteronomio 16:17: «Cada uno presentará su ofrenda, conforme a la bendición que el


Señor tu Dios le haya dado».

Lucas 21:1-4: «Jesús estaba observando a los ricos que depositaban sus ofrendas en el arca
del templo, y vio que una viuda muy pobre depositaba allí dos moneditas de poco
valor. Entonces dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre ha echado más que todos.
Porque todos aquellos ofrendaron a Dios de lo que les sobra, pero ella puso, en su pobreza,
todo lo que tenía para su sustento».
La codicia

«Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se
extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores. Pero tú, hombre de Dios,
huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la
mansedumbre».

Hebreos 13:5: «Vivan sin ambicionar el dinero. Más bien, confórmense con lo que ahora
tienen, porque Dios ha dicho: «No te desampararé, ni te abandonaré».
Lucas 12:15: «También les dijo: «Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque
la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea».

La provisión de Dios

Filipenses 4:19: «Así que mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús».

Proverbios 10:22: «La bendición del Señor es un tesoro; nunca viene acompañada de
tristeza».

2 Corintios 9:8: «Y Dios es poderoso como para que abunde en ustedes toda gracia, para
que siempre y en toda circunstancia tengan todo lo necesario, y abunde en ustedes toda
buena obra».

Jeremías 17:7-8: «Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí
pone su confianza. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos; echa sus
raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el calor; sus hojas siempre están
verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto».

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