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Aunque Travis Rhodes se enorgullece de ser un guerrero

vampiro, sabe que hay algo que falta en su vida... y eso es, el amor, por
lo que se muestra encantado cuando su compañero aparece en la
puerta de su casa, cayendo derecho en sus brazos. Tiene que sortear
muchos obstáculos para explicarle su mundo a su recién encontrado
compañero, y su felicidad se ve enturbiada cuando se da cuenta de que
algo está mal.

Emmett Loughlan ha vivido una vida llena de dolor, sufrimiento


y maltratos por parte de sus padres y luego de su proxeneta. No cree
que haya alguien que pueda amarlo de verdad, pero todo eso cambia
cuando conoce a Travis, quien pone de manifiesto la persona divertida
y cariñosa que realmente es. Cuando surgen algunos asuntos, sus
renovadas felicidad y esperanzas de futuro, se desvanecen de
inmediato.

Las sospechas de Travis se confirman rápidamente, y descubre


que Emmett necesita una ayuda que no le puede dar. ¿Podrá Travis
encontrar a alguien que ayude a Emmett, o serán desgarrados por las
circunstancias?
Travis.

Cuando me dirigía a mi habitación después de un largo y


frustrante entrenamiento, oí el más extraño ruido. Miré hacia la
entrada principal del Complejo de los Guerreros, y me di cuenta
de que era el timbre de la puerta. ¿Qué coño? Nadie tocaba el
timbre. El Complejo no era una verdadera casa, era más como
un elegante cuartel, por lo tanto, ¿quién tocaba el timbre?

—Ya voy —grité, riéndome entre dientes mientras corría.

En todos mis años viviendo aquí, no recordaba que


hubiera respondido jamás a la puerta. Demonios, ni siquiera
recordaba haber oído nunca el timbre. Abrí la puerta y casi dejé
caer la lengua de mi boca. Mi entrenamiento me había dejado
jodido, estaba muy frustrado sexualmente, y necesitaba
desesperadamente alguna liberación. ¿Y entonces el destino me
traía a la puerta a un pequeño y caliente modelo? Lo miré otra
vez, como si fuera la cena, y entonces sus ojos se ampliaron
mirando mi pecho desnudo.

Mediría 1.76 metros, era bajo, de huesos delgados, llevaba


unos muy apretados pantalones vaqueros y una chaqueta
demasiado ligera para el frío febrero de Virginia. El sexi hombre
frente a mí, tenía unos largos rizos rubios que caían sobre su
rostro y bajaban alrededor de su nariz. Nervioso, trató de
meterse el pelo detrás de las orejas. Pero fueron sus enormes y
expresivos ojos de color verde oliva, los que lo terminaron de
convertirlo en un sexi y delicioso hombre.
—Bueno, hola, cariño —arrastré seductoramente las
palabras, inclinándome un poco para inhalar su olor. Me quedé
inmóvil, cuando mis propios ojos se fijaron en los suyos. El
destino me había lanzado a mi compañero en la puerta. Tenía
que ser el más afortunado hijo de perra del mundo—. ¿Qué
puedo hacer por ti, dulce cosita?

—E… Estoy buscando a D… Damian M… Marius —


balbuceó nervioso—. Me dijo que si necesitaba ayuda, lo llamara
o viniera aquí a buscarlo. —Señaló sobre su hombro—. He
utilizado todo mi dinero para tomar un taxi hasta aquí, pero me
he quedado diez euros corto. ¿Me los puedes prestar? Estoy
seguro de que Damian te devolverá el dinero.

—Por supuesto que puedo —le respondí de inmediato,


preguntándome cuál sería su conexión con Damian. Justo en
ese momento, mi amigo Vega llegaba al vestíbulo—. Tío, dame
veinte para el taxi de este amigo de Damian. Mi cartera está
arriba.

—Umm, seguro. —Miró a nuestro huésped como si tuviera


una segunda cabeza.

Sí, sentía lo mismo sobre que un ser humano hubiera


aparecido aquí. Pero sobre todo, estaba encantado de que fuera
mi compañero. Vega sacó su cartera y me entregó el dinero. Le
hice un gesto y me volví para ir hacia el taxi.

—No, yo lo haré —dijo el pequeño de inmediato—. Tú no


llevas camisa y estás todo sudado. Si sales de esa manera puedes
pillar un resfriado. —Sentí que mi mandíbula caía mientras
tomaba el dinero y se iba corriendo hacia el taxi.

—¿Por qué se está paseando por aquí un ser humano? —


Resopló Vega, su respiración contenida.
—No lo sé. Debe haber conocido a Damian en alguna
parte. Dice que le dio esta dirección por si alguna vez necesitaba
ayuda —divagué con rapidez, con ganas de sacarlo antes de que
él regresara—. Y es mi compañero.

—¡Oh, muchacho! —Mi amigo me lanzó una mirada que no


pude interpretar, y no tuve tiempo de preguntarle, ya que el
pequeño hombre llegó corriendo por las escaleras hacia
nosotros. Tropezó con la puerta, y me moví justo a tiempo para
tomarlo en mis brazos. Reprimí un gemido. ¡Dios, encajaba en
ellos perfectamente!

—Lo siento, mi tobillo está herido —murmuró mientras


trataba de alejarse. En un instante lo levanté en mis brazos. Le
di una patada a la puerta para cerrarla, y Vega se echó a reír y se
alejó—. ¿Qué estás haciendo?

—Si tu tobillo está herido, no debes caminar, pequeña


cosita. —Le di mi mejor sonrisa, tratando de que se sintiera a
gusto conmigo, aunque yo fuera un extraño—. Damian Marius
ya no vive aquí, pero si me das unos minutos para limpiarme, te
puedo llevar a su casa.

—Oh, no quiero molestarte —dijo en voz baja, mirándome


a través de sus largas pestañas—. ¿Puedes prestarme tu teléfono
para llamarlo? Mi pro… quiero decir, el mío está roto. —
Valeeeeeeee, me di cuenta de que había estado a punto dejar
que algo saliera.

—No es ningún problema. —Lo llevé a mi habitación antes


de que pudiera argumentar ninguna otra cosa—. Déjame darme
una ducha y cambiarme y te llevaré hasta Damian. Vive a menos
de una hora de aquí. ¿Cuál es tu nombre, pequeña cosa?

—Puedes llamarme como quieras —ronroneó mientras


frotaba su dedo sobre mi pezón. Estuve a punto de tropezar por
el contacto y la onda de la lujuria que sentí dispararse a través
de mi cuerpo. ¿Mi compañero sería siempre tan lanzado?

—Me gustaría llamarte por tu nombre real —le susurré


suavemente, preguntándome por qué estaba actuando como
una puta de la calle—. Yo soy Travis Rhodes.

—Emmett Loughlan. —Cuando llegamos a mi habitación,


dejó de tocarme íntimamente y bajó los ojos. Hmm, extraño.
Ahora parecía como si sintiera que estaba rechazando sus
avances.

—Encantado de conocerte, Emmett Loughlan. —Abrí la


puerta, me acerqué a la cama, y lo puso sobre ella. Le metí un
rizo rebelde detrás de la oreja—. ¿Necesitas algo mientras me
doy una ducha rápida? —Su estómago escogió ese momento
para gruñir, y pareció mortificado por ello—. Bueno, la cocina
está cerrada, pero tengo algunos bocadillos en mi frigorífico que
te darán la bienvenida.

Me arrodillé junto a la nevera situada a un lado de mi


escritorio y la abrí para que eligiera. Emmett se lamió los labios,
y me tuve que morder la lengua para no gemir. Mi compañero
era jodidamente sexi.

—¿Puedo tomar la manzana, por favor?

—Cielo, puedes tomar lo que quieras —le contesté con una


ronca voz que apenas reconocí. Tomé la manzana y un refresco
antes de cerrar la nevera, y se los llevé.

—Me gusta tu acento sureño y que me llames Cielo. —


Enganchó la manzana, le dio un mordisco y me sonrió—. Está
jodidamente buena.

Mis ojos se abrieron de nuevo. Me pareció muy extraño


escuchar una palabrota de una cara tan angelical. Negué con la
cabeza antes de que me llegaran demasiadas imágenes de lo que
esa boca pecaminosa podría decir. Me puse de pie, tomé una
toalla y le dije que no tardaría y que se quedara allí.

Me di la ducha más rápida del mundo, no quería a mi


compañero fuera de mi vista más tiempo del necesario. ¿Por
qué necesitaba a Damian? ¿Qué estaba pasando para que
necesitara su ayuda? ¿Cómo lograría que se quedara conmigo
para siempre?

Probablemente, esto último sería lo más difícil de


contestar. Cuando regresé a mi habitación, cerré la puerta y me
quedé boquiabierto. En un instante dejé caer mi ropa sucia y me
precipité hacia mi compañero.

—¿Qué te duele? —gruñí, viendo los enormes y feos


moretones en su cuerpo, que se estaba mirando en el espejo.
Los ojos de Emmett se fijaron en los míos a través del espejo y
se dio cuenta de que lo había pillado.

—Estoy escapando de alguien —me susurró colocándose su


ropa de nuevo. Se había despojado de sus calzoncillos para
revisar los daños. Le agarré la muñeca con suavidad y me la
llevé a los labios.

—Nunca más te harán daño, Cielo. Te lo juro. —Asintió, su


rostro enrojeció mientras miraba por encima de mi cuerpo.

—Vaya, eres un chico grande —ronroneó. Miré hacia abajo


y me di cuenta que en mi prisa por llegar hasta él, había dejado
caer mi toalla.

—¿Te gusta lo que ves? —No pude dejar de preguntarle.


Quiero decir, ¿a qué hombre no le gusta saber que es atractivo
para su pareja?

—Muchísimo. —Alcanzó con su mano libre y trazó el


tatuaje tribal que tenía en mi hombro derecho y la parte
superior de mi brazo—. Creo que esto es sexi.
—Tengo más que puedes tocar en cualquier momento que
desees. —Yo estaba jadeando de deseo.

—¿Cómo este? —me preguntó en voz baja, mientras su


dedo rozaba el pequeño símbolo alrededor de mi ombligo.

—Sí, pero si sigues haciendo eso, Cielo, voy a llevarte a mi


cama y no te permitiré salir jamás.

—Ahora que ya no tengo chulo, ni siquiera te cobraría. —


Emmett abrió muchísimo sus ojos por lo que había admitido, y
retiró su mano—. Ya no me querrás, ahora que sabes soy una
puta.

—Oye, nada de eso, Cielo —le dije suavemente mientras lo


tiraba en mis brazos, gimiendo cuando su pecho desnudo se
apretó contra el mío—. Creo que es increíble que hayas sido lo
suficientemente fuerte como para alejarte de él.

—No podía resistir más los golpes —susurró mientras


enterraba su rostro en mi cuello—. Me gusta el sexo, pero me
obligaba a ir con personas enfermas, y sabía que si no me
alejaba, uno de ellos terminaría matándome. Damian dijo que
me ayudaría y no tenía a nadie más a quien recurrir.

—Bien, entonces vamos a ver a Damian y solucionarlo


todo. —Quería desesperadamente ser yo quien ayudara a mi
compañero, pero pensé que se sentiría mejor si veía una cara
conocida. Parecía confiar mí, pero después de lo que había
pasado, no creía que fuera posible que pudiera confiar en un
extraño.

—Bien, es normal que me quieras fuera de tu camino. —


Emmett comenzó a separarse de mí, pero lo aferré, moviendo
una de mis manos para sostener su mejilla.

—Cariño, me gustaría tenerte aquí para siempre, pero


pensé que después de la mierda que has pasado, podría ser
reconfortante ver a alguien que conoces. Además, el cuñado de
Damian, es médico y vive con ellos, y creo que tus lesiones
deben ser revisadas.

—¿De verdad todavía te gusto después de saber lo que soy?

—¿Qué eres? —le pregunté con una ceja levantada,


omitiendo intencionadamente su significado—. Creo que eres
muy dulce, valiente, y probablemente la cosa más sexi que he
visto en mi vida. Nada me gustaría más que llegar a conocerte
mejor, Emmett. Vamos a hablar con Damian, pero eso no
significa que quiera que te vayas.

—Está bien. —Ni siquiera estaba seguro de si se había dado


cuenta de que estaba trazando de nuevo el tatuaje de mi
estómago, haciendo estragos en mi cuerpo—. Creo que eres
caliente.

Le guiñé un ojo y le besé la mejilla antes de dejarlo ir. Me


puse rápidamente algo de ropa mientras Emmett se vestía. Su
tobillo no se veía bien, sin duda era un esguince, si no estaba
roto. Cuando estuvimos listos, agarré las llaves del coche, y lo
levanté de nuevo en mis brazos. Estaba a punto de decir algo al
respecto, pero cerró la boca cuando lo miré audazmente. Luego,
simplemente sonrió y se acurrucó en ellos.

Quería conducir hasta el Complejo de los Marius con él en


mis brazos, pero eso no era exactamente seguro. Los seres
humanos eran muy frágiles, y no quería correr el riesgo de que
le pasara nada.

—Entonces, ¿qué pasa con ese lugar en el que vives? —me


preguntó después de unos veinte minutos en la carretera—.
¿Eres militar o algo así?
—Más bien de Operaciones Especiales —le contesté,
vacilante. Definitivamente, en ese momento no quería entrar en
el asunto de que era un vampiro.

—Genial. Eso explica por qué eres todo músculos —se rio
mientras retorcía las manos nerviosamente.

—Honestamente, he añadido unos veinte kilos de músculo


en los últimos meses —me encontré admitiéndome que me
sentía muy cómodo hablando con Emmett—. No he tenido sexo
en mucho tiempo, ya que estoy cansado de conexiones al azar y
de una sola noche. Simplemente no lo encuentro divertido, y
quiero algo más estable. Así que empecé a entrenar más porque
estaba frustrado y necesitaba algún tipo de contacto físico. Me
siento solo.

—El contacto físico o el sexo no te hacen menos solitario.


Créeme, lo sé —dijo en voz baja, moviendo la cabeza—. Sólo soy
un agujero para los hombres que pagan por mi culo. No se
preocupan por lo que soy, sólo por lo flexible que pueda ser y
cómo lograr follarme.

No estaba seguro si estaba a punto de llevarlo demasiado


lejos, pero tomé la oportunidad. —Me gusta quien eres, Cielo.
Sí, eres caliente y la idea de que estés en mi cama me pone duro
como una piedra, pero una vez que te haya tenido, no creo que
pueda dejarte ir.

—Esa es la cosa más dulce que nadie me ha dicho nunca. —


Parecía muy contento por eso, pero no podía dejar de sentirme
triste por él. Si ese era uno de los mejores cumplidos que había
tenido en su vida, mi compañero necesitaba un montón de
cuidados.

Me arriesgué de nuevo y mantuve abierta mi mano en el


centro la consola invitándolo. Lo vi mirarla fijamente durante
un divertido momento por la esquina de mi ojo. Entonces, creo
que ambos nos sorprendimos por el de hecho de que colocó su
muy pequeña mano en la mía. Su mano era caliente, y le di un
ligero apretón y continuamos el resto del camino en silencio.

Cuando llegamos al Complejo Marius, finalmente salí del


torbellino de mis pensamientos. Al parecer, Emmett me había
tirado un buen bucle, después de todo. Apreté el botón y me
identifiqué, diciendo que estaba allí para ver Damian. Segundos
más tarde, se oyó un pitido y la puerta se abrió.

—Damian actuaba como si tuviera dinero, pero no tenía ni


idea de que era tan jodidamente rico —susurró Emmett cuando
llegamos a la casa.

—Los Marius son ricos desde siempre. —Me reí—. La


primera vez que estuve aquí, yo tuve la misma reacción. Crecí
sin mucho dinero, por lo que cuando me mudé aquí y vi todas
estas fincas, pensé que mis ojos se me iban a salir de mis
cuencas. Pero todo el mundo es muy agradable, no son
presumidos ni pomposos.

—Sí, Damian parecía buena gente. —Salimos de mi SUV y


me encontré con él en la puerta principal. Parecía natural tomar
su mano otra vez, y dejó escapar un suspiro nervioso. Sí, no
debía ser fácil para él pedirle ayuda a alguien a quien apenas
conocía. Al menos esa fue la impresión que estaba dando sobre
su amistad con Damian.

El mayordomo nos llevó a la sala de estar, Emmett tomó


una de las sillas, y yo me senté en el sofá frente a él. Parecía
inquietarse más a cada momento. Se suponía que venir aquí
debería relajarlo, pero parecía que había tenido el efecto
opuesto.

—Ojalá conozca a un viejo forrado que quiera un niño


juguete. De lo contrario, no estoy muy seguro de cómo podría
ayudarme. Sólo tengo que encontrar un lugar para alojarme
mientras pienso qué puedo hacer. —Emmett se rio con
nerviosismo, mirando hacia sus manos. Tuve una idea. Aunque
probablemente me estallaría en la cara, era lo mejor a lo que
podía llegar en este momento.

—Yo seré tu viejo forrado —le dije. Emmett me miró poco


a poco, sus cejas se juntaron—. Tengo dinero, siempre y cuando
no quieras vivir en una mansión de lujo. Me entreno durante el
día, por lo que podrías tener tiempo para ti, para que puedas
pensar a solas, pero me siento solo. Obviamente, nos sentimos
atraídos el uno por el otro, y me gustaría que alguien se centrara
exclusivamente en complacerme.

—Vives en un dormitorio —dijo vacilante, y prácticamente


podía ver las ruedas girando en su mente.

—Solo lo elegí porque no necesitaba mucho. Me pagan


bien y podía tener mi propio lugar. Si estás de acuerdo, puedes
mirar alquileres en algún lugar, así nos tendremos que quedar
en mi habitación todo el tiempo. Tengo muchos ahorros.

—No me importa el lugar donde vivamos —admitió,


encogiéndose de hombros—. Sólo quiero sentirme seguro y
saber que estoy con alguien que me trata decentemente. —Hizo
una pausa mientras me miraba cautelosamente—. ¿Cuánto
tiempo me mantendrías?

—Para empezar unos meses —le respondí, sintiendo como


si estuviera en un universo alternativo, sentado aquí,
negociando con mi compañero—. Podemos ver si el acuerdo
funciona entre nosotros y luego hablar de algún acuerdo a largo
plazo. Te daría un teléfono móvil con el número de Damian
programado, y si no te gustara yo o cualquier cosa que hiciera,
podrías llamarlo para que fuera a buscarte. Solo te pido que si
hago algo no te guste, me lo digas antes de decidir irte. Nunca te
golpearía ni te dañaría de forma intencionada.
—¿Quieres primero una muestra de lo que puedo hacer
por ti? —Y de repente Emmett me estaba mirando en modo de
trabajo. El honesto y dulce hombre que me gustaba, había
desaparecido bajo una máscara comercial. Se movió de su silla y
se arrodilló entre mis piernas mientras pasaba sus manos por
encima de mis muslos.

—Sólo si quieres, pero más tarde, cuando estemos en


privado —le dije suavemente, poniendo mis manos sobre él—.
Quiero que conmigo siempre seas tú mismo, Cielo, no sólo un
trabajo que odias y tienes que hacer. No quiero que tengas
relaciones sexuales si no estás de humor, ni hagas cualquier
cosa que no quieras o no te guste.

—Está bien —susurró mirándome con curiosidad—. Yo no


estoy dentro del verdadero dolor, como los azotes, esposas de
las que no puedo salir, grupos, ni nada grotesco. No hago cosas
corporales, excepto acabar. —Me tomó un momento
comprender esto último, y se rio cuando hice una mueca con la
idea—. Y no beso.

—Estoy de acuerdo con todo eso, menos con lo de los


besos. —Tuve que morderme de nuevo una gruñido. ¿Cómo iba
a tener intimidad con mi pareja y no darle un beso? Sabía que
este plan sería contraproducente—. Si deseo darte un beso, lo
intentaré, sino si no quieres, no voy a forzarte. No soy un cliente
de una sola noche. Quiero que tengamos algo más que eso, y me
gustan los besos.

Se mordió el labio mientras pensaba, parecía muy


inseguro.

—Tal vez podríamos darnos uno rápido para ver si te gusta


besar, antes de que decidas.
—¿Y si no me gusta? —me preguntó mientras se subía
lentamente a mi regazo—. Aunque no creo que sea realmente un
problema, es más que obvia la química que hay entre nosotros.

—Entonces supongo que tendremos que discutirlo y


encontrar una manera de hacerlo de modo que los dos seamos
felices. —Esa fue una buena respuesta. Asintió mientras se
sentaba a horcajadas en mi regazo. No quería presionarlo
demasiado. Sabía que el primer beso siempre era importante,
pero este decidiría si volvería a besar a mi pareja de nuevo.

«Entonces más vale que sea jodidamente bueno» me dije


a mí mismo. Moví una mano detrás de su cuello mientras
recorría su espalda con la otra. Lo atraje hacia mí, inclinando
mis labios sobre los suyos y simplemente los cepillé juntos un
par de veces. Después los sostuve ligeramente, tomándome mi
tiempo y tratando de demostrarle con ese beso que me
importaba.

Emmett dejó escapar un suspiro de felicidad, abriendo un


poco la boca, y quise más. Tiré de él con fuerza contra mi cuerpo
y devasté su boca. Nuestras lenguas se batieron en duelo, y noté
que él estaba en ello, tanto como yo. Cuando el aire se hizo
necesario, le mordí el labio inferior y lo alejé poco a poco.

—Por favor, no digas que no, porque ese fue el mejor beso
de mi vida —jadeé, mirando a sus preciosos y verdes ojos.
Asintió, mirándome un poco conmocionado—. ¿Te parece que el
beso estuvo bien?

—Besarte estuvo mucho más que bien —admitió con sus


mejillas sonrojadas—. Entonces, si estamos de acuerdo con todo
lo demás, ¿podemos con tres meses?

—¿Cuánto? —Dios, odiaba eso. No quería comprar a mi


jodida pareja.
—Nada —negó—. Me quedaré contigo, así que no tendré
que pagar alquiler, y tú me vas a dar de comer, ¿verdad?
Aunque podría necesitar más ropa, ya que solo tengo lo que
estoy usando. Es todo lo que poseo, pero no quiero dinero. Un
viejo forrado solo le proporciona a su niño juguete lo que
necesite, no le desliza dinero en efectivo como cuando se trata
de una puta.

—Acepto —ronroneé, masajeándole el culo—. Todo lo que


pido a cambio es que siempre seas honesto conmigo. No quiero
que me toques a menos que realmente lo quieras. Sin fingir
Emmett, como lo que vi hace un minuto. Quiero al verdadero
hombre.

—Ten cuidado con lo que deseas —susurró contra mis


labios—. Nadie quiere a mi verdadero yo.

—Yo lo quiero, y voy a sellar este acuerdo con otro beso.

—Sí, por favor. —Imaginé que había superado su problema


con los besos. Estábamos a punto de unir nuestras bocas,
cuando oí la puerta abrirse y a Damian aclararse la garganta.

—¡Hey, Damian! —dijo Emmett emocionado, bajándose de


mi regazo—. Vine porque necesitaba ayuda, pero ya no, porque
Travis accedió a mantenerme como su niño juguete durante tres
meses. ¡Me encontré con un hombre rico gracias a ti! —Cojeó
hasta Damian y su compañero, Cyrus, que estaban con la boca
abierta en estado de shock. Mi compañero abrazó a Damian, y
tuve que luchar para no gruñir, pero mis colmillos salieron—.
Gracias.

—Um, eres bienvenido —dijo Damian, devolviéndole el


abrazo mientras sus ojos se volvieron hacia mí. Su expresión
decía claramente ‘¿Qué coño?’ Luego frunció su boca, y pillé la
indirecta—. ¿Por qué cojeas, Emmett? —Seguía mirándome, así
que rápidamente gesticulé, ‘es mi pareja’. Vi aparecer la
comprensión tanto en el rostro de Damian como en el de Cyrus,
pero sabía que tendríamos que hablar más tarde. Sí, esto no
estaba bien.

—Dejé un cliente espeluznante que rompió mis reglas,


trajo a sus amigos con él, y comenzaron a golpearme. Pero mi
chulo se enojó porque le habían pagado mucho dinero, así que
me dio una paliza. Luego destrozó mi casa, rompió todas mis
cosas y me robó el dinero que había ahorrado y que tenía
escondido, y por último, mi casero me echó. Lo ha hecho más
veces, tratando de mantenerme en línea para que hiciera lo que
él quisiera.

Emmett me miró nerviosamente, y le hice un gesto de


apoyo, dejándole claro que podía hablar libremente sobre eso.

—Simplemente no podía soportarlo más. Nunca quise esta


vida ni tener un proxeneta. Pero cuando me encontró me dijo
que estaba en su territorio, y no me dejó irme. Quiere más. Está
molesto porque no quiero tomar drogas, y así conseguir que
haga lo que él quiera, y porque tengo reglas que no rompo. Y
cuando se cabrea, se pone violento. Siento haber aparecido aquí,
pero esperaba que cuando me dijiste que querías ayudarme,
fuera de verdad.

—Lo hice, amiguito —dijo Damian con una sonrisa


brillante—. Esa noche le dije a Cyrus que quería arrastrarte
fuera del club y ayudarte. Nadie debería tener que hacer algo
que no quiere o verse obligado a una vida insegura —Se inclinó,
sabiendo muy bien que yo lo podía escuchar—. ¿Estás bien con
quedarte con Travis? ¿Es eso lo que quieres?

—Me hace sentir seguro —le susurró Emmett, sin saber


que podía oírlo—. Ha sido muy amable conmigo y es magnífico.
Creo que realmente me gusta y no me trata como a una puta
barata. ¿Lo conoces bien?
—Sí, hiciste una buena elección con Travis, Emmett. Va a
tratarte como a un príncipe. Y es guapísimo. Estuve muy
colgado por él cuando era más joven, pero creo que estaba
demasiado intimidado por mis hermanos mayores para tomarse
en serio alguna vez mi coqueteo. —Gritó cuando Cyrus le dio
una palmada en el culo—. Oh, hazlo otra vez, ‘mi alma’.

—Ten cuidado, amante. Sabes que no tengo ningún


problema con reclamarte frente a los demás para recordarte a
quien perteneces. —Me levanté y se acerqué a ellos, actuando
como si no hubiera estado allí escuchando lo que decían,
aunque claro, pude hacerlo debido a mi audición de vampiro.

—Nunca te he dado señales de que estuviera interesado —


le dije con honestidad, encogiéndome de hombros—. Pero sí,
Victor me hubiera despellejado vivo si alguna vez te hubiera
mirado dos veces. —Puse mi mano en el hombro de mi
compañero—. Y como puedes ver, mis gustos se dirigen hacia un
pequeño y caliente Cielo de pelo rubio que encaja perfectamente
en mis brazos.

—Zalamero —rio Emmett, sacudiendo la cabeza—. Ya he


aceptado tu oferta.

—Eso no significa que no puede lisonjearte —ronroneé, e


inclinándome, pasé mi boca por su cuello.

—Oh, Dios mío, dime que estás en lo de morder —gimió


empujando su culo contra mi cuerpo—. Me encanta ser
mordido. —Miré a Damian y Cyrus, que me disparaban miradas
preocupadas. Se rio y extendió la mano para mantener mi
cabeza en su cuello—. Sé lo que son. He tenido clientes que eran
vampiros.

—¿Qué? —Los tres nos quedamos sin aliento. ¡Bueno,


joder, mi compañero estaba lleno de sorpresas!
Emmett.

—Sois divertidos. —Me eché a reír, sacudiendo la cabeza—.


Supe que eráis vampiros en el momento en el que me contaste
los problemas que tenías, Damian. —Me hice un poco el tonto,
no queriendo mencionarlo ya que me lo estabas diciendo en
confianza—. ¿Salió todo bien?

—Sí, mi compañero es increíble —respondió Damian, una


sonrisa tonta extendiéndose sobre sus labios—. Sabe
exactamente lo que necesito.

—Ojalá los seres humanos tuviéramos compañeros como


vosotros. Sería increíble tener a alguien perfecto para mí. —
suspiré, pensando que era una gran fantasía.

—Algunos humanos los tienen. —Damian le dio a Travis


una mirada extraña, pero no pude ver la que mi nuevo amante
le devolvió. Se aclaró la garganta y se quedó con la espalda recta
detrás de mí.

—Estaba pensando, ya que estábamos aquí, pedirle a Riley


que examinara las lesiones de Emmett. ¿Te molestaría hacerlo
tú, Cyrus? —Travis preguntó, pensando siempre en mí. Se me
calentó el corazón de una manera que nunca había sentido
antes.

—Riley no está aquí. Vuelve el lunes. Micah y él decidieron


tomarse un largo fin de semana para pasar tiempo a solas. Le
diré cuando lo vea, que te gustaría que le hiciera un examen
físico completo a Emmett. —Cyrus le dio una inclinación a
Travis, y sabía que ellos compartían algo, pero no estaba seguro
de qué—. Pero puedo echarle un vistazo a su tobillo y a
cualquier otra cosa que le esté molestando.

—Realmente sólo es el tobillo —admití encogiéndome de


hombros—. Los moretones duelen, pero no hay nada roto. He
tenido unos días para que sanaran. El martes, cuando ocurrió,
estaban realmente mal. Mi proxeneta siempre tiene cuidado de
no dañarme los fines de semana. —Me di cuenta que era Viernes
por la noche y tendría muchas citas concertadas—. Hombre,
cuando se entere de que me he ido va a cabrearse mucho, pero
no creo que sepa cómo encontrarme.

—Espero que lo consiga —Travis gruñó mientras me


levantaba en sus brazos—. Me gustaría expresarle mis
sentimientos sobre la forma en la que te ha estado tratando.

—Ya no importa. —Froté mis manos sobre su pecho,


calmándolo—. Ahora tengo un protector que cuidará de los mí.
Bueno, al menos durante tres meses.

—Sólo porque en principio tú sólo quieres tres meses,


Cielo —Travis arrastró las palabras cuando la lujuria llenó sus
ojos—. No creo que te deje ir nunca.

—¿Tienes sed? Puedes beber de mí. —Me estremecí


cuando vi sus colmillos salir ante la idea—. Por si no lo sabías,
estoy de acuerdo en lo de morder.

—Sí, puedo ver eso, pero prefiero tomarme mi tiempo con


esa maravillosa oferta, así que vamos a esperar hasta después de
que Cyrus te vea ese tobillo. —Asentí, duro y con ganas. Cyrus se
movió hacia mis pies y me quitó el calcetín y el zapato. Silbé
cuando me tocó el tobillo, y me dio una sonrisa simpática. Me lo
giró suavemente, revisándolo.
—Es sólo un esguince, pero cuando Riley vuelva, te
haremos una radiografía para asegurarnos. Apóyalo lo menos
posible y mantenlo en alto. Si quieres, puedo darte algo para el
dolor. —Los ojos de Cyrus eran amables, y me alegré de que mi
nuevo amigo, Damian, estuviera con un tipo tan agradable.

—No me molesta demasiado, pero me ha sido difícil


dormir por el dolor. —Era cierto lo que les había dicho acerca de
que no me drogaba—. Si tienes, tal vez podría tomar algo suave
para la noche.

—Sí, Riley ha comenzado a almacenar algunos


medicamentos en su laboratorio, ya que los hombres lobo no
puede tomar las mismas cosas que los vampiros. Ellos
responden mejor a los medicamentos de uso humano. —Me
puso de nuevo mi calcetín, y le entregó mi zapato a Travis—.
Mantenle los pies en alto, y si vas a tener sexo... —le solté un
bufido, sabiendo que íbamos a tener mucho sexo. Cyrus rodó los
ojos—. No dejes que esté encima, ya que así doblaría el pie
debajo de él y se lastimaría más el tobillo.

—¿Has oído eso Cielo? —Travis susurró en mi oído—. El


consejo médico es que permanezcas sobre tu espalda con las
piernas al aire.

—Normalmente la gente quiere que me incline sobre algo


para no tener que mirarme. —Me abofeteé la boca con mi mano.
¿Por qué a veces no podía controlar mi cerebro? Juro que la
mierda que se me escapaba era humillante.

—Bueno, eran idiotas —dijo Travis, sin perder el ritmo—.


No puedo pensar en nada mejor que mirar tu hermoso rostro. —
Si no hubiera estado ya en sus brazos, me habría desmayado.

Cyrus se echó a reír y salió del cuarto, asumí que a por el


medicamento. Travis se sentó, todavía aferrándome, y Damian
se acomodó en la silla en la que yo había estado antes.
—Si necesitas cualquier otra cosa, me llamarás, ¿verdad?
—me preguntó Damian nervioso. Sabía por qué lo estaba
haciendo, se estaba asegurando que supiera que tenía un amigo.
Apreciaba eso más de lo que podía decir con palabras.

—Sí, Travis dijo que si me quedaba con él me iba a


conseguir un teléfono con tu número programado, para que no
sienta que no tengo ninguna opción. —Pensé que ese gesto
totalmente innecesario era muy dulce, y me demostraba lo buen
hombre que era.

—Genial —suspiró Damian con una sonrisa—. Pasaré por


la clínica el martes, después de tu examen físico y después
podríamos ir todos a comer. No sé si lo sabes, pero Cyrus es uno
de los médicos.

—Me gustaría. —Nunca había tenido amigos antes, y


realmente me gustaba la idea de tener algunos.

Cyrus volvió con una botella de píldoras y nos explicó


cómo tomármelas. Le dimos las gracias y Travis me llevó a la
SUV. Me dijo que se había acordado de algo, y se fue corriendo a
la casa, mientras que yo me quedé esperando. Cinco minutos
más tarde, regresó con una bolsa de lona.

—¿Qué hay en la bolsa? —le pregunté cuando se metió en


el asiento del conductor.

—Uno de los cuñados de Damian es más o menos de tu


tamaño. Le pregunté si podría pedirle prestado algo de ropa
hasta que tengamos la oportunidad de comprarte alguna.
Realmente no hay ninguna tienda por aquí, y ya que es fin de
semana, nos llevará un par de días conseguirte algo.

—Realmente me tratarás como a un príncipe, ¿no? —Oí el


tono de asombro en mi voz, y esperé que Travis no pensara que
era cursi.
—Me gustaría que me lo permitieras —respondió mientras
ponía en marcha el vehículo. Una vez que estuvimos de nuevo
en la carretera y fuera de la finca, alcanzó mi mano. Deslicé la
mía en la suya, sonriéndole. Me sentía muy atraído por Travis.
No se parecía a nada que hubiera sentido antes. Estar con él
parecía lo más natural del mundo. Incluso algo tan simple como
sostener su mano, se sentía perfecto.

El resto del viaje fue rápido, sobre todo porque me había


perdido en mis pensamientos. ¿Cuáles eran las probabilidades
de que finalmente tuviera el coraje de dejar mi mierda de vida y
encontrara alguien como Travis para ser su mantenido? Tal vez
los dioses finalmente tuvieron compasión de mí, después de
tantos años de una vida de mierda.

—¿Qué edad tienes, Cielo? —me preguntó Travis mientras


me sacaba de su SUV, una vez que hubo aparcado de nuevo en
su cuartel.

—Veintitrés. —Me reí—. ¿Cuántos años tienes tú?

—Sabes que los vampiros somos inmortales, ¿no? —Asentí,


con la sensación de que iba a decirme un número ridículamente
alto—. Tengo un poco más de trescientos años de antigüedad.

—Te ves bien para ser un viejo chocho.

Era la verdad. Travis medía unos 2.07 metros en


comparación con mi 1.76, y era todo músculo. Luego estaba su
magnífico cabello largo castaño claro y sus atractivos ojos de
color ámbar. Era un hombre con el que cualquiera soñaría con
estar.

Le di una sonrisa y me incliné para besarle la barbilla. —La


edad es sólo un número. No me molesta, siempre y cuando esté
bien para ti estar con alguien más joven. Aunque no creo que
sea importante para ti, ya que solo soy tu niño juguete.
—Sabes que eres más que eso para mí, Cielo —me susurró,
y me besó en la frente. Quería creerlo, pero pensé que debía
andar con cuidado hasta que lo conociera mejor. Asentí,
entendiendo que eso era lo que él creía.

Me sentí ridículo cuando me llevó al gran edificio y hasta


su habitación. Pero, ¿quién era yo para quejarme si quería
hacerse cargo de mí? No era estúpido.

—Vamos a limpiarte para que te sientas un poco mejor y


conseguir que descanses un poco.

Asentí, preguntándome lo que había hecho bien en la vida


para recibir tal tratamiento de este suave dios. Travis tomó un
par de toallas y me llevó al baño comunal. Era muy agradable,
casi como un pequeño vestuario para los chicos que compartían
el mismo pasillo. Me dejó en el mostrador, y me alegré de que el
lugar estuviera vacío. Me gustaba tener algo de tiempo a solas
con él.

—Pero tú ya te has duchado —bromeé cuando iba a


encender la ducha en una de las cabinas.

—He tenido suficientes pensamientos sucios sobre ti y lo


bien que podría limpiarte. —Me guiñó un ojo mientras se
pavoneaba hacia mí. No creo que ni siquiera se diera cuenta de
que lo hacía. Travis era tan caliente que merecía tener su propio
club.

—Yo también —le susurré mientras me quitaba la camisa—


. Es posible que necesitemos pasar un montón de tiempo en la
ducha para trabajar esos pensamientos sucios, si es que
incluyen también a mi cuerpo sucio.

—Suena como un plan. —Al segundo, estaba desnudo, se


trasladó entre mis piernas y me dio un beso que me quitó el
aliento. Maldita sea, era bueno. Estaba muy contento de que me
hubiera hablado de lo de besar, porque me habría pateado mi
propio culo por perderme sus talentosos labios.

—Tiempo de desnudarte y mojarte.

—Uh-huh —murmuré, sintiéndome como un fideo mojado


después del beso. Me desnudó en un instante y me levantó en
sus brazos.

—Dios, eres hermoso, Cielo —gruñó mientras me llevaba a


la ducha.

—¿Cómo se supone que vas a limpiarme si me sostienes?


—Ignoré el cumplido. Claro, había hombres que me habían
alagado todo el tiempo, pero no era gran cosa. Algo con Travis
hacía que todo fuera diferente y que lo que me decía fuera
mejor.

—Voy a ponerte de pie y lavarte, pero no quiero que


pongas peso sobre el tobillo. Agárrate a mí para apoyarte.

—Está bien —chillé cuando me puso de pie. De inmediato,


extendí la mano y agarré su enorme y dura polla—. Me estoy
aferrando.

—Joder, vas a ser mi muerte, Cielo —jadeó mientras se


movía en mi mano un par de veces—. ¿Seguro que quieres hacer
esto? No quiero que te sientas obligado a hacerlo.

—Se supone que debo cuidar de mi viejo rico. —Me quedé


helado cuando me miró con un enorme dolor en sus ojos.
Entonces, su erección comenzó a marchitarse. Eso me golpeó
como una tonelada de ladrillos. ¡Travis no quería ser mi viejo
rico! ¿Solo estuvo acuerdo para poder estar conmigo?

—En todos los años que llevo haciendo lo que hago, nunca
he sido el que ha empezado a tocar sin que me lo ordenaran —le
dije suavemente mientras seguía acariciando su polla—. Te
quiero, Travis. Para mí, tocarte es como respirar, es algo que
necesito.

—¿Me juras que no estás haciendo esto porque crees que


debes hacerlo? —Me miró preocupado por lo que pudiera
contestarle, pero su polla estaba renovando su interés.

—Te lo juro. Me hiciste prometer que sería yo mismo y que


no haría nada que no quisiera. —¿Cómo podía dudar de sí
mismo en un momento como este? ¿Quién no querría tocarlo?
Pero, de nuevo, aprecié que comprobara que yo deseaba esto.
Nadie había hecho eso antes.

—Gracias, Cielo —ronroneó, rozando sus labios sobre los


míos. Lo acaricié más rápido, y trasladé mi otra mano a su
cadera para poder apoyarme. Luego empezó a empujarse en mi
mano que moví más rápido contra él. El hombre estaba tan bien
dotado que mi mano no lo podía abarcar todo. Me animaba, me
llamaba su caliente y pequeño Cielo una y otra vez. Sabía que lo
estaba haciendo porque le había dicho que me gustaba el
nombre. Eso hizo que me enamorara un poco más de él.

—Bebe de mí —le susurré, inclinando el cuello para que


tuviera acceso a todo lo que quisiera. Sus ojos se iluminaron y
sus fosas nasales se ampliaron.

—Tan pronto como me corra —gimió, apartando la mirada


de mi cuello. Eso fue extraño. A todos los vampiros con los que
había estado les gustaba beber mientras se corrían. Tal vez a
Travis le gustaba arrastrar las cosas hasta el borde para
aumentar la intensidad—. Me corro, Cielo. Voy a pintarte con
mi semilla para que sepas a quien perteneces.

La declaración fue tan perversa y posesiva, que hizo que


mis rodillas se debilitaran. Dios, como me gustaría pertenecerle.
Jadeó varias veces y luego gritó mi nombre. Me aseguré de que
su semen cayera en mi pecho, estómago e ingle, recibiendo
sobre mí tanto como pudiera. Cuando se le pasó, Travis movió
sus manos a ambos lados de la mi cabeza, inclinándose hacia
abajo para que nuestras frentes se tocaran, y bloqueó la caída
del agua.

—Jesús, Cielo. No tienes idea de lo mucho que necesitaba


esto —dijo jadeando, todavía temblando por la fuerza de su
orgasmo.

—Se veía bien, pero se sentiría mejor si yo también


terminara —ronroneé. Esperé hasta que sus ojos se abrieron de
golpe antes de frotar mis dedos en su semen, y deslizarlo sobre
mi polla—. Me marcaste.

—¡No, todavía no lo he hecho! —En un instante, me


levantó en sus brazos, presionándome contra los azulejos y
cerrando su mano en mi pelo. Me giró el cuello hacia un lado y
hundió sus colmillos. Lloré, envolviendo mi cuerpo en torno a él
mientras bebía de mí. Grité a los Cielos cuando me corrí, su
necesidad y deseo mecieron mi mundo cuando su mordisco me
dio un placer intenso.

Las luces destellaban detrás de mis ojos mientras montaba


en el orgasmo más estremecedor de mi vida. Cuando todo
terminó, me di cuenta que estábamos en el suelo de la ducha, yo
sobre el regazo de Travis. Me abrazó con fuerza, mientras él
temblaba.

—Tu acento se vuelve más pronunciado cuando te excitas


—le dije suavemente, sin saber qué hacer. Algo estaba pasando y
no sabía qué.

—¿De verdad pensabas lo que le dijiste a Damian? —me


preguntó—. ¿De verdad te emocionaría que tuvieras una pareja?
—Sí, creo en el destino. —Le froté la espalda con suavidad,
no estaba seguro de a donde quería llegar—. Me encantaría ser
la única persona en el mundo para alguien.

—No quiero ser tu viejo rico, Cielo —susurró contra mi


cuello. Me quedé inmóvil. Cuando un dolor extraño se formó en
mi pecho, me aparté de él.

—Entiendo. —No, realmente no lo hacía. No tenía ni puta


idea de lo que acababa de suceder. No me dejó ir, así que
empecé a empujarlo lejos tan duro como pude—. Si no me
quieres me iré.

—Oh, te quiero, Emmett —gruñó mientras se movía para


que pudiera ver su rostro—. No quería decirlo así, estoy
enganchado a ti.

—¡Entonces, sólo escúpelo y dime lo que está pasando! —


exigí, confundido, herido, y ahora enojado.

—No quiero ser tu hombre rico, porque soy tu compañero


—soltó. Dejé de tratar de escapar, mis ojos se ampliaron tanto
que pensé que se saldrían de mis cuencas—. No sabía si debía
decírtelo de inmediato y no podía hacerlo hasta que supieras
que existían los vampiros. Entonces dijiste que lo sabías, pero
yo ya había aceptado ser tu viejo rico para poder conocerte y
explicártelo todo poco a poco. Me mataba no decírtelo, y ahora
que sé que sabes lo de los compañeros no te puedo mentir.

—Disminuye la velocidad, joder —gruñí mientras movía mi


mano sobre su boca. Asintió, sus cejas se juntaron por la
sorpresa—. Quiero respuestas cortas a las preguntas que te voy a
hacer o salgo por esa puerta y me voy con Damian. ¿Me
entiendes? —Asintió de nuevo, mirándome como si fuese a
llorar. Sabía que era una amenaza vacía, pero era necesaria para
aclarar las cosas—. ¿Cuándo supiste que era tu compañero?
Esperó hasta que quité la mano. —Cuando te abrí la puerta
y olí tu perfume. —Así que de inmediato. Bueno, entonces era
verdad lo que otros vampiros me había dicho sobre los
compañeros. Además, Travis sabía que podría comprobar todo
esto con Damian.

—¿Por qué no me lo dijiste cuando te diste cuenta que


sabía que existían los vampiros y lo de sus compañeros?
Entiendo que te ofrecieras a ser mi hombre rico ya que te dije
que eso era lo que estaba buscando, pero, ¿por qué esperaste
para decírmelo después de que intimáramos?

—No pensé que fuera correcto decírtelo con Damian y


Cyrus allí. Es algo muy privado e importante para anunciarlo
con gente alrededor. Y no te lo dije cuando nos quedamos solos,
independientemente de si sabías sobre nosotros o no, porque ya
habías tenido encima demasiada mierda últimamente, y me
daba miedo que pensaras que te estaba tomando el pelo.

Todas buenas razones. —¿Es por eso que perdiste la


erección cuando me referí a ti como mi viejo rico?

—Sí —me susurró, cerrando los ojos y respirando


profundamente—. Esto es mucho más para mí. Eres mucho más
para mí que eso, y también quiero ser más para ti. —Luego, una
bombilla se encendió en mi cabeza.

—Por eso no bebiste de mí mientras te tocaba. Reclamáis a


vuestros compañeros durante las relaciones sexuales.

—Sí. Sabía que hacerlo durante el contacto sexual nos


uniría, y no quería correr el riesgo sin antes hablarlo contigo.

Asentí, sonriendo ampliamente. Levanté su barbilla, por lo


que tuvo que mirarme cuando abrió los ojos. Se quedó sin
aliento en estado de shock al ver mi expresión. —Vamos a
limpiarnos para que puedas llevarme a la cama y reclamarme.
—¿Estás seguro?

—Oh, sí. —Me reí, dándole un beso rápido—. Desde que


me enteré acerca de los compañeros, he soñado con tener el mío
propio, y eres mucho más de lo que podría haber deseado,
Travis. Me encantaría ser tu pareja, si estás de acuerdo con estar
unido a una puta.

—Tú no eres una puta —gruñó, apretando su control sobre


mis caderas casi hasta el punto de dolor—. Eras una prostituta,
porque te viste obligado a hacerlo, pero eso es una profesión, no
quién tú eres.

—Yo la elegí antes de conocer a mi chulo, Travis —admití,


mis mejillas sonrojadas por la vergüenza—. Estaba solo en la
ciudad, era menor de edad, y tenía miedo. Un tipo me ofreció
cien dólares por follarme y acepté. Tenía frío, hambre y ningún
lugar a donde ir, así que tomé la decisión de hacerlo.

Me di cuenta de que se estaba muriendo por preguntarme


más sobre mi pasado, pero lo dejó ir por el momento. —
¿Creciste deseando vender tu cuerpo y ser un prostituta, cuando
tuvieras la edad suficiente?

—¡Por supuesto que no!

—Entonces, lo hiciste porque te pusieron en esa posición.


Lo hiciste para sobrevivir, Emmett, y no hay vergüenza en ello.
Todos hacemos cosas de las que no estamos orgullosos para
sobrevivir. No creo que seas menos persona por las decisiones
que has tomado, y me sentiría muy honrado si aceptaras ser mi
pareja.

—Voy a caer profundamente enamorado de ti —le susurré


mientras le acariciaba la mejilla—. Acepto. Llévame a la cama,
Travis.
—Con mucho gusto. —Me dio una sonrisa matadora,
cuando me levantó con él y me inclinó contra los azulejos. Me
eché a reír cuando me dio la ducha más rápida del mundo, su
entusiasmo era contagioso. Cuando terminamos, me secó y me
cubrió con una toalla. Agarró la ropa y salió corriendo, aun
desnudo, de regreso a su habitación. Supongo que realmente me
quería, y yo estaba bien con eso.
Travis.

Emmett hacía los más bellos ruiditos mientras yo extendía


su agujero. Maullaba y se retorcía en la cama, haciéndome
sentir enorme por poder darle ese placer. Mi compañero era
increíble, y no solo en la cama. La forma en la que yo había
manejado las cosas me podría haber explotado en la cara, pero
él fue comprensivo y aceptó. Soy el hijo de puta más afortunado
del mundo.

—Estoy listo —jadeó, mirándome con esos grandes ojos


color verde oliva—. Reclámame, Travis. Fóllame hasta que
pueda sentirlo la próxima semana.

—Me encanta tu sucia boca, Cielo —gemí mientras sacaba


mi dedo. Extendí el pre-semen que goteaba de mi polla en ella y
levanté sus piernas—. Prometo amarte, mimarte, protegerte con
mi vida, y hacer todo lo posible para hacerte feliz.

—Lo sé, y te prometo lo mismo. —Cuando lo dijo, me miró


como si estuviera a punto de cantar de alegría. Le sonreí y me
empujé dentro de él. Mi compañero abrió la boca, arqueando la
espalda magníficamente cuando entré. Trabajé mi polla poco a
poco hacia su interior, gimiendo cuando toqué fondo y mis
huevos tocaron su culo—. Ahora folla a tu pareja hasta que se
desmaye. Quiero sentir esa enorme polla dentro de mí durante
días.
—Oh, Dios —gemí, enterrando mi cara en su cuello
mientras lo golpeaba con mis caderas—. Dime si es demasiado
duro.

—Nunca. Nunca retengas lo mucho que me deseas. —


Asentí, pero eso no quería decir que estuviera dispuesto a
hacerle daño. Era enorme en comparación con él, y un vampiro.
Si no tenía cuidado, podría romper a mi pequeño compañero—.
Duro, dámelo más duro, Travis.

Lo hice, envolviendo mi cuerpo más grande a su alrededor,


mis brazos debajo de su espalda acercándolo tanto como me fue
posible. Mi compañero se sentía maravilloso contra mi cuerpo.
Era increíble estar dentro de él. No quería dejarlo ir, ni que
estuviéramos separados. Las emociones me abrumaban. Había
encontrado a mi compañero. Estaba realmente aquí, en mis
brazos, en mi cama, y me aceptaba.

Lo único que impedía que mi momento fuera perfecto, fue


la forma en la que Emmett sabía. Cuando lo había probado en la
ducha, no sentí el dulce sabor de la sangre que te altera la vida,
como había escuchado describir a cada uno de los compañeros
de los otros vampiros. Emmett sabía apagado, como fruta
marchita, y eso me preocupaba. Tenía que ver a Riley en el
minuto que regresara de su viaje con Micah, y no precisamente
por si su tobillo estaba mejor o no. Y eso me asustaba como la
mierda.

—¿Dónde estás? —preguntó Emmett mientras se movía


debajo de mí—. ¿Vas a cambiar de opinión?

—No, compañero, nunca. Estaba pensando en cuánto


tiempo he esperando este momento, encontrarte. Estoy
sorprendido de que estés tan dispuesto a aceptarme. —No era
toda la verdad, pero como realmente no sabía que más decirle,
sin preocuparlo, y posiblemente por nada, mantuve el resto para
mí mismo.
Levanté la cabeza y lo besé, demostrándole todos mis
deseos por él. Emmett gimió y se metió de lleno en nuestro
acoplamiento. Tuve cuidado de mantener mi peso fuera de él,
no quería que estuviera incómodo en ningún momento. Separó
sus labios y me sonrió.

—Hazme tuyo para siempre, Travis —ronroneó mientras


ladeaba su cuello. Quería esto, lo quería a él, pero su sangre me
molestaba. Hundí mis colmillos en su cuello, tomando sólo la
más mínima cantidad, pero lo suficiente como para que supiera
que lo había reclamado. Gritó mi nombre, corriéndose
duramente. Lo seguí directamente, rugiendo mi liberación en el
interior de su pequeño cuerpo. Ya estaba hecho. ¡Era mío!

Me faltaba el aire, cuando le lamí la mordedura


cerrándola, mientras bombeaba el resto de mi semilla en el
pequeño cuerpo caliente de mi pareja. ¡Mi compañero! Ya era
verdaderamente mi compañero.

—Gracias, Cielo —le susurré, riendo cuando vi que ya


estaba dormido. Poco a poco dejé su cuerpo, lamentando la
pérdida del calor interior que me rodeaba. Rápidamente envolví
una toalla alrededor de mi cintura, salí tranquilamente de mi
habitación y me dirigí al baño.

—¿Las cosas van bien? —Vega me tomaba el pelo mientras


se lavaba las manos.

—Sabe lo que somos y lo reclamé —le respondí.

—Sin embargo, algo está mal. —Hizo una declaración, no


una pregunta, así que se lo conté, como si me lo hubiera
preguntado.

—Sabe raro, como una fruta podrida.


—Eso normalmente significa que el ser humano está
enfermo —dijo Vega, sus ojos llenos de preocupación—. ¿Lo has
llevado a que lo vea Riley?

—Sí, pero no lo verá hasta el martes, porque está fuera de


la ciudad.

—Creo que valdría la pena llamarlo para ver si puede


volver antes. Es tu compañero, Travis. Lo entenderá.

—Sí, tienes razón. —Le di una palmadita en el hombro,


contento de haber tenido alguien con quien poder hablar. Mojé
una toalla y me dirigí de nuevo a mi habitación. Una vez que
había limpiado a mi compañero, lo metí en la cama, tomé mi
móvil y me fui a la sala. Llamé a Riley, con la horrible sensación
de que estaba interrumpiendo su tiempo con su compañero, y
nada menos que en mitad de la noche.

—¿Hola? —respondió Riley, que obviamente, estaba


dormido.

—Dr. Johnson, soy Travis Rhodes. Damian me dijo que


estaban fuera de la ciudad, y le pido disculpas por molestarlo.

—No, está bien, Travis —dijo suavemente—. ¿Qué está


pasando?

—No, no pasa nada —gruñó Micah detrás—. Estás fuera de


servicio y fuera de la ciudad.

—Cállate, Micah —se rio Riley—. ¿Qué pasa, Travis? —


repitió.

—He conocido a mi compañero. Es humano, y me dejó


reclamarlo, pero su sangre tiene un sabor raro. Eso quiere decir
que está enfermo, ¿verdad?
—Normalmente, sí, pero ¿qué quieres decir con raro? Sé
más específico.

—Como los plátanos pasados o algo así. No está mal, pero


no sabe fresco, no sé si eso tiene sentido.

—Sí, lo tiene —dijo en voz baja—. Volveremos por la


mañana. Nos encontraremos en la clínica a las diez, si eso está
bien para ti.

—Eso te preocupa lo suficiente como para dejar tu viaje —


le susurré, desgarrado.

—Puede no ser nada, Travis, pero sé lo preocupado que


estarás, ya que es tu compañero. —El tono de Riley era
reservado, pero amable. Eso me asustó aún más—. Podría ser
simplemente que tiene la gripe, pero creo que es lo
suficientemente importante como para que no perdamos un
segundo en averiguarlo.

—Gracias, Riley —le contesté, dejando que mi voz le


demostrara mi alivio y gratitud.

—No tiene importancia. Te veré mañana.

—Tendremos que tener más sexo para compensar que


vamos a suspender nuestro viaje —oí a Micah quejarse antes de
que Riley colgara. Significaba mucho para mí que Riley
estuviera dispuesto a cambiar sus planes para ayudar a mi
compañero.

Y al mismo tiempo, estaba asustado.

A la mañana siguiente me desperté con el sonido de


alguien vomitando. En un instante estaba fuera de la cama
mientras mis ojos se lanzaban en busca de mi pareja. Lo
encontré en el suelo, inclinado sobre el cubo de basura al lado
de mi escritorio.

—¿Qué pasa, Cielo? —le pregunté con suavidad, con ganas


de golpearme a mí mismo en la frente. Estaba enfermo, joder.

—Me sucede a veces —se lamentó una vez más antes de


escupir—. Me despierto y me siento enfermo. Desaparece
después de que vomito y pongo algo en mi estómago. Siento
haberte despertado. Estaba tratando de estar en silencio.

—Oye, nada de eso. —Pasé mi mano por su espalda y tomé


un refresco de la nevera. Me sonrió y tomó un sorbo—. Ahora
estamos acoplados, y siempre estaré aquí para ti. ¿Durante
cuánto tiempo te lleva sucediendo esto?

—Alrededor de un año —respondió tras un momento, sus


cejas se arrugaron juntas, pensativo—. Viene y se va.

—Tengo que decirte algo, pero no quiero arruinar nuestro


acoplamiento de ayer por la noche. —Me miró asustado, y eso
era lo último que quería. Lo coloqué sobre mi regazo, de tal
forma que pudiera ver su hermoso rostro—. Tu sangre sabe un
poco extraña para mí, lo que normalmente significa que el
humano está enfermo, pero podría ser sólo un resfriado.

—Pero no crees que sea eso —susurró, sus ojos llenos de


miedo.

—No lo sé, Cielo. —Le froté la espalda y le di una débil


sonrisa—. Pero llamé a Riley, el médico, ayer por la noche,
porque eres mi compañero y soy locamente sobreprotector
contigo. Ha suspendido su viaje y si te parece bien lo veremos
hoy mismo.

Asintió, los ojos llenos de lágrimas, y enterró su cara en mi


pecho.
—Emmett, probablemente no será nada.

—No, no es eso. No puedo creer que te importe lo


suficiente como para llamarlo y que quiera hacerse cargo de mí.
Nadie había hecho eso por mí antes. —Su voz estaba cargada de
emoción. Me moría de ganas de preguntarle acerca de su
familia, pero no quería traer a colación los temas duros en ese
momento. Ya teníamos suficiente en nuestros platos.

—Haría cualquier cosa por ti, compañero. —Asintió de


nuevo y lo sostuve contra mí, mirando el reloj. Eran las nueve y
media, por lo que era necesario prepararnos y salir hacia la
clínica. Nos sentamos juntos unos momentos más antes de
levantarlo y ayudarlo a vestirse. Su tobillo parecía incluso mejor
y no parecía tener ningún tipo de dolor.

Cuando estuvimos listos, lo levanté en mis brazos y lo


saqué de la habitación. Me dirigí a las escaleras, y me di cuenta
de que había algo en la mente de mi compañero. Bueno, algo
más. ¿Qué sería?

—Háblame, Cielo —le dije suavemente mientras bajaba las


escaleras.

—Pensé que al reclamarme me harías inmortal como tú,


pero no un vampiro. ¿Cómo es que estoy enfermo?

—Tal vez dejaras de estarlo cuando te reclamé —le


contesté, dándole un encogimiento de hombros.

—Pero he vomitado esta mañana.

—Sí, lo sé. ¿Los nervios quizás? No conozco a ningún


vampiro acoplado con un ser humano, así que solo estoy
improvisando un poco.
—Bien, bien. —Se calmó de nuevo, y en ese momento
llegamos a la clínica. Damian estaba sentado allí y se puso en
pie cuando nos vio.

—Espero que no te importe, pero cuando Riley y Micah


volvieron a casa esta mañana, y nos dijeron por qué, pensé que
tal vez podrías necesitar una cara amiga —divagaba mientras
tomaba la mano de Emmett—. No quiero decir que Travis no
esté realmente…

—Pero tú también te preocupas —terminé por él. Se


mordió el labio y asintió—. Gracias por venir.

—Sí, nunca he tenido un amigo antes —admitió Emmett


con una sonrisa—. Nadie había dado una mierda por mí hasta
ahora, que tengo un amigo y un compañero maravilloso.

—Así que se lo dijiste. —Damian levantó una ceja—. Antes


de reclamarlo, ¿verdad?

—Sí —gruñí, estrechando los ojos—. Sólo lo mantuve en


secreto hasta que me enteré que sabía de nosotros. Se lo dije
cuando estuvimos solos.

—Travis lo manejó todo como un perfecto caballero, y


aprecié que me tratara como a un adulto y me diera toda la
información. —Emmett me dio una sonrisa brillante—. El
destino me dio al mejor compañero.

—Bueno, está bien. —Damian asintió y luego nos llevó con


Riley—. Oye, ¿conoces a Travis? Y este es Emmett Loughlan.

—Un placer —dijo Riley cuando se acercó a darnos la


mano—. Cyrus me ha dicho que tienes un esguince en el tobillo,
pero me gustaría hacerte algunas radiografías sólo para estar
seguro.
—Tú eres el médico. —Emmett se encogió de hombros,
estaba siendo muy valiente, tomando todo esto con calma.

Riley sonrió y nos condujo a una habitación con un


montón de máquinas que no reconocí. Luego me hizo salir y
esperar. Vi a Micah hablando con Damian, por lo que me
acerqué a ellos.

—Siento mucho haber interrumpido tu viaje. Sé que con


todo lo que está sucediendo, probablemente no has tenido
mucho tiempo a solas con tu pareja.

—Está bien, Travis. —Micah se rio y me palmeó el


hombro—. Es tu pareja, eso es suficiente. Además, me estaba
volviendo loco con Riley lejos de la protección de la propiedad.
Era difícil relajarse en el hotel, siendo como es el número uno
en el lista de objetivos de los demonios. No podía dejar de
pensar que iban a reventar las puertas y tratar de matarlo.

—El acoplamiento no es tan fácil como todo el mundo lo


hace sonar. —Suspiré, y me apoyé contra la pared, moviendo la
cabeza—. Emmett ha tenido una dura vida y justo ahora que lo
he encontrado, tengo mucho miedo de que lo alejen de mí.

—Sé cómo es ese sentimiento. —Pude ver la verdad en las


palabras de Micah. Supongo que preocuparse es algo normal.

A Cyrus le llevó cerca de una hora venir a buscarme, y para


entonces ya me paseaba por el pasillo, listo para subirme por las
paredes. Me llevó a una sala de examen en la que estaba sentado
mi compañero, moviéndose nerviosamente.

—Hola, Cielo —le dije suavemente cuando me acerqué a


él—. ¿Cómo ha ido todo?

—Todo estuvo bien. Tomó algunos rayos X, un poco de


sangre, me revisó, y me hizo un examen físico normal, como
cuando fui al médico hace unos cuantos años. —Se encogió de
hombros, pero su mirada no era tranquila, lo que me puso más
nervioso—. Dijo que iba a analizar mi sangre y Cyrus me trajo
aquí. Riley se comprometió a ir tan rápido como pudiera.

—Bien, bien. Es un gran tipo, ¿no?

—Sí, el mejor médico que he tenido. Es muy agradable e


inteligente —dijo Emmett, mostrándose de acuerdo.
Permanecimos allí sentados preocupados, pensativos, y
esperando en silencio. No fue fácil, o al menos para mí—. Me
contó que tenía una hija, y cuando habla de su compañero, pone
una mirada bobalicona en su rostro. —Mi compañero miró
hacia mí—. ¿Crees que llegaremos a mirarnos así?

—Cielo, yo ya te miro así. —Le di una gran sonrisa antes de


besar su frente.

Él me dio una tímida sonrisa a cambio. —Sí, yo también.


Eres increíble, Travis. —Lo abracé, suavemente, hasta que oí un
golpe en la puerta.

—Hey, chicos —dijo Riley con cuidado al entrar en la


habitación. La mirada en su cara lo decía todo. ¡Joder! —Quería
tener los resultados de Emmett antes de hablar con vosotros.
Perdonadme si no manejo esto bien. No es algo que esté
acostumbrado a decir…

—Doctor, sólo suéltalo. —Emmett se rio entre dientes


interrumpiéndolo—. No me estoy muriendo ni nada parecido,
¿verdad? —El rostro de Riley palideció cuando miró a mi
compañero. De repente, tuve que sentarme. Bajé a Emmett de la
mesa de examen y me senté en una de las sillas de metal,
colocándolo en mi regazo—. ¿Me estoy muriendo?

—Sí —se atragantó Riley, aclarándose la garganta—. Tienes


un tipo avanzado de leucemia, Emmett. Lo siento mucho, pero
está muy avanzado, más allá del punto en el que tu
apareamiento con Travis puede ayudarte. La razón por la que
vomitas es porque tu cuerpo ha estado luchando, pero está
perdiendo la batalla. Es este punto, tus órganos colapsarán
pronto.

—No —susurré temblando mientras mis ojos se llenaban


de lágrimas—. No, tiene que haber algo que podamos hacer.

—Hay algo más. —Riley se encogió con lágrimas en los ojos


cuando me miró—. Conocías de la existencia de los vampiros,
¿no?

—Sí, he tenido algunos clientes que lo eran —murmuró


Emmett—. ¿Qué tiene eso que ver con que esté enfermo?

—Nada, bueno, tal vez sea algo, no lo sé. Pero, ¿lo sabías
de antes? ¿Sabías que alguien de tu familia es un vampiro?

—¿Qué? —Los dos nos quedamos boquiabiertos.

—Tu abuelo es un vampiro, Emmett. ¿Sabes quién es? —


Riley me miró como si quisiera vomitar ahora.

—¿De qué lado de la familia? —La voz de Emmett era tan


débil que se me rompió el corazón, me estaba matando.

—Eso no te lo puedo decir —respondió Riley, sacudiendo


la cabeza—. Todo lo que sé es que un vampiro dejó embarazada
a una de tus abuelas. Asumo que él no está en tu vida, o que
nunca lo conociste. —Se aclaró la garganta nerviosamente de
nuevo.

—¿Qué es lo que no nos estás diciendo, Riley? —Me miró


asustado por lo que me quedé sin aliento—.Sabes quién es el
vampiro, ¿no? Tienes todos los registros de ADN en tus
expedientes.
—Sí —murmuró, frotándose las manos por la cara—. Sí, sé
quién es su abuelo.

—¿Es? —chirrió Emmett—. ¿Está vivo? —Luego se quedó


sin aliento. Mi… la mamá de mi mamá la tuvo a ella antes de
casarse con mi abuelo. Fue una sola noche, y en aquella época
era un escándalo tener un hijo fuera del matrimonio.

—¿Tu madre vive? Sé que el vampiro no sabe que tuvo una


hija. —Ahora me empecé a enojar. Estábamos hablando de
Emmett y su enfermedad, no de alguien a quien Riley estaba
tratando de proteger.

—No sé si está viva y jodidamente no me importa. ¡Esa


perra se puede pudrir en el infierno! —gritó Emmett, luchando
por salir de mi regazo.

—Bebé, está bien —le susurré mientras lo abrazaba con


fuerza—. No tenemos que hablar de tu mamá. —Le disparé a
Riley una mirada, desafiándolo a decir lo contrario.

—Mira, lo siento —comenzó Riley, sus ojos inundados de


lágrimas—. Estoy entre la espada y la pared. El vampiro es de
mi familia, Travis. No puedo dejar de decirle que tiene un nieto
o una hija.

—No, no puedes decírselo —replicó Emmett—. Tú eres mi


médico. Conoces las reglas. No puedes decirle nada si no te doy
permiso. Primero me dices que me estoy muriendo, y ahora que
tengo un abuelo que es un vampiro. ¡Que se joda! Acabo de
encontrar a mi compañero después de la jodida vida que he
tenido y cuando tengo un poco de esperanza y felicidad, me
estoy muriendo. ¿Puede ese vampiro salvarme? No, por lo
tanto, a la mierda. No me ayudó cuando necesitaba una familia,
y no me puede ayudar ahora. ¡No doy una mierda por él!
—No sé si podría salvarte —contestó Riley—. Nunca lo he
hecho con alguien que solamente tiene un cuarto de vampiro,
pero sí con alguien que era la mitad. No sé si funcionaría, pero
necesitamos discutirlo.

Podría haber oído caer un alfiler en la sala después de lo


que Riley había dicho. Caray, ni siquiera sabía cómo procesar
esta cantidad de información.

—¿Me estás diciendo que tenemos que ir a hablar con él y


ver si quiere ayudar a salvar mi vida, si tu idea no me mata? —
Emmett, finalmente preguntó. Riley asintió y escuché a mi
compañero suspirar mientras se reclinaba contra mí, su cuerpo
se sacudía por los sollozos silenciosos.

—¿Quién es él, Riley? —Le pregunté en voz baja,


encontrando finalmente mi voz. Riley se secó los ojos antes de
encontrarse con los míos—. Stefan Marius.
Emmett.

—Oh, Dios mío —susurró mi compañero, sosteniéndome


firmemente—. ¿Estás diciendo que Stefan es su abuelo biológico
y que no tiene idea de que tuvo una niña?

—No, Stefan nunca los hubiera abandonado si lo hubiera


sabido. Tú lo conoces, Travis. —Sentí a mi compañero asentir,
totalmente perdido hasta que un pensamiento me golpeó.

—¿Marius? ¿Uno de los hermanos de Damian? —Ahora me


sentía enfermo. O supongo que, más enfermo de lo que estaba.
Riley asintió, y un segundo más tarde, estaba removiéndome del
regazo de Travis hacia el bote de basura. Debió haber sentido
que algo andaba mal, porque me dejó ir—. Oh, Dios, él es mi tío
abuelo. —Vomité de nuevo, aunque en realidad no tenía mucho
en mi estómago para vomitar. Travis me frotaba la espalda
mientras me susurraba suavemente—. Golpeé el culo de mi tío
abuelo mientras estábamos bailando.

—Cielo, creo que esa es la menor de nuestras


preocupaciones en este momento —dijo Travis suavemente,
tragándose el nudo en su garganta—. No lo sabías, no lo
conocías, por favor, no te preocupes por Damian.

—Tienes razón, lo siento. —Me limpié mi boca con el dorso


de la mano y me recosté contra él—. Creo que es sólo la cereza
en la cima del jodido helado. —Miré a Riley, cuyas manos
todavía estaban temblando—. ¿Cuánto tiempo tengo?
—No lo sé, tal vez un par de meses como máximo —
respondió, las lágrimas desbordándose de sus ojos azules.

—¿Cuál es esa opción para salvarlo? —preguntó Travis, y


me pareció increíble que uno de nosotros pudiera centrarse. Yo
estaba tan ido que solo quería una botella de vodka y
acurrucarme en la cama con mi pareja—. ¿Estás hablando
acerca de la conversión, como hiciste con Patrick?

—Tal vez, no lo sé. Necesito un poco de tiempo para hacer


más pruebas. Necesitamos una muestra de Stefan para ver si
pueden ser compatibles, tal vez un poco de líquido espinal.
Necesito más información, y no puedo pedirle que me dé una
muestra sin explicárselo. —A continuación, me miró—. Por
favor no me hagas ocultarle esto a mi cuñado, lo amo. Stefan te
hubiera ayudado en cualquier momento y cada vez que lo
necesitaras, Emmett. Te juro que lo hubiera hecho.

—Sí, lo habría hecho —suspiró Travis, pasando los dedos a


través de mis cabellos.

—Con tres condiciones —dije después de varios minutos


pensando. Esperé hasta que Riley asintió—. Quiero conocerlo
antes y hablar con él un poco, asegurarme de que es un buen
tipo antes de decírselo.

—De acuerdo, es tu derecho.

—Si quiere ir a buscar a mi mamá, esa es su historia. Yo no


quiero verla. No quiero que sepa dónde estoy ni tener que ver ni
una jodida cosa con ella.

—Por supuesto, Emmett. Stefan lo respetará. —Se


estremeció ante el tono de mi voz, pero si supiera la mitad de la
mierda que mi madre me había lanzado, tampoco le gustaría ver
a la perra.
—En tercer lugar, esto no es una gran reunión familiar. No
quiero ser una molestia, pero no conozco a esa gente. Si sólo
tengo unos pocos meses, entonces quiero pasar el tiempo con
mi pareja y morir en paz. —Sostuve su mano cuando Travis se
quedó sin aliento—. No me rindo y quiero luchar, tratar
cualquiera cosa que Riley piense que pueda resultar, pero si no
funciona y nos quedamos sin opciones, sólo quiero pasar
contigo el tiempo que me quede.

—No puedes dejarme, Emmett —murmuró Travis, su labio


inferior temblando.

—No quiero hacerlo. Nunca te dejaría, compañero. Me


quedaría contigo para siempre. —Me cambié a horcajadas sobre
su regazo y fui a darle un beso, pero en el último momento se lo
di en la mejilla. Sí, acababa de vomitar. Él parecía confundido,
pero Riley entendió, se acercó y me entregó un chicle. No era la
mejor solución, pero era mejor que nada.

—No puedo garantizarte cómo reaccionará toda la familia,


Emmett —dijo Riley suavemente mientras yo masticaba el
chicle—. Pero son buenas personas. Respetarán tu decisión. No
tenemos que decírselo a todos. Vamos a buscar a Stefan. Micah
y yo pensaremos en alguna razón para presentaros.

—Bueno, vamos al encuentro de mi abuelo. —Me tragué


mis nervios. Esto estaba más que jodido. Me preguntaba si la
situación podría ser peor, pero la cuestión era... ¿podría
empeorar de nuevo?

Micah.

Mi corazón se rompió por mi pareja cuando salió de la sala


de examen y me di cuenta de que había estado llorando. Negó
cuando fui a abrir mi boca, y la cerré, disparándole a Travis una
mirada. El hombre estaba tan centrado en su compañero, que
parecía como si su alma se estuviera muriendo. Esto no podía
ser bueno.

—Travis y Emmett vienen a casa a hacernos una visita. Lo


explicaré en el camino —dijo Riley mientras sacaba las llaves.
Asentí, ninguno de nosotros dijo ni una palabra cuando salimos
de la clínica y desbloqueamos los coches. Cuando nos dirigimos
a mi coche, parecíamos los cortejos fúnebres que había visto en
las películas. Travis optó por conducir su propio coche, llevando
a su entristecida pareja con él.

En el momento en el que Cyrus, Riley, Damian y yo


estuvimos solos en mi camioneta, mi compañero se echó a
llorar. Lo apreté contra mí mientras los sollozos desgarraban su
cuerpo. —Bebé, habla conmigo. ¿Qué está pasando, Riley?

—El compañero de Travis se está muriendo, Micah —


sollozó—. No sé si podré salvarlo. No creo que pueda.

—Oh, cariño —le susurré, frotando su espalda. Miré a mi


hermano menor, a sabiendas de que Emmett era su amigo.
Estaba apoyado en Cyrus, con los ojos llenos de lágrimas.

—Tenemos que ir a casa. Hay más —gimió Riley cuando se


apartó, enjugándose los ojos—. Emmett es un cuarto de
vampiro. Sus marcadores genéticos coinciden con alguien que
conocemos.

—¿Quién? —Tuve una sensación de hundimiento.

—Stefan —respondió, secándose los ojos—. Emmett es el


nieto de Stefan.

—Oh, Dios mío. ¡No! ¡Mierda! —Lo tiré de nuevo en mis


brazos, rompiéndome también. Mi pobre hermano—. ¿Un
cuarto de vampiro será suficiente para que lo conviertas como
hiciste con Patrick?

—No lo sé. —Mi compañero estaba muy molesto y no sabía


cómo ayudarlo. Vi mi conmoción y dolor reflejados en el rostro
de Damian—. No quiere decírselo a Stefan hasta que tenga la
oportunidad de hablar con él, y asegurarse de que es un buen
tipo. ¿Cómo se lo presentaremos sin levantar las sospechas de
Stefan?

Pensé en eso un momento. —Le diremos que Emmett


quiere conocer a Patrick, ya que él tenía antes una parte
humana y que tiene preguntas sobre lo de estar acoplado a un
vampiro.

—¿Funcionará? —preguntó Riley, tratando de calmarse.

—Tiene que hacerlo. —Arranqué el coche después de dejar


ir a mi compañero y rompí todos los límites de velocidad para
volver a casa—. Damian, llama a Stefan.

—Sí, estoy en ello.

Esto era muy malo. Pero que muy malo. No solía rezar,
pero lo hice de camino a casa. «Dios, ayúdanos».

Emmett.

—¿Estoy haciendo lo correcto? Me siento como si no lo


estuviera manejando bien —declaré cuando nos detuvimos en el
Complejo Marius—. No sé qué más hacer, Travis.
—Cielo, no hay un libro de reglas sobre cómo manejar algo
así. Creo que estás haciendo lo que sientes y eso es lo mejor que
puedes hacer en estos momentos. Tú haz lo que sea más fácil
para ti, y yo estaré siempre junto a ti.

—No quiero dejarte —susurré, expresando mi mayor


preocupación—. Te acabo de encontrar e íbamos a ser felices.

—Emmett —se ahogó, me quitó el cinturón de seguridad y


me sostuvo en su regazo—. No me doy por vencido. Riley es un
hacedor de milagros. Realmente, su don es la curación. —Tomó
mi cara entre sus manos mientras me miraba profundamente a
los ojos—. No soy un hombre de fe, aunque hablo con el de
arriba de vez en cuando, pero sí creo en el destino.

»El buen destino, Cielo, no te hubiera traído hasta mí,


como lo hizo, sólo para después hacer que te perdiera. Sé en mi
corazón que te trajo a la puerta de mi casa, justo cuando yo
estaba allí para abrirla, para que pudiera llevarte hasta Riley,
para que te salve. En mi mente tengo miedo, pero mi alma me
está diciendo que ese era el plan y el propósito de todo esto.

Busqué en sus ojos por un momento. —¿De verdad crees


eso?

—Lo hago. —Asintió. Vi que tenía miedo, pero había


esperanza en sus ojos—. No te mentiría sobre algo así. Me niego
a decirte gilipolleces que no creo. Esto es serio, y tengo más
miedo de lo que nunca he tenido antes. Pero has tenido una vida
dura y los dos somos buenas personas. Me niego a creer que
nuestro destino sea que vaya a perderte después de que te acabo
de encontrar.

—Muy bien, entonces vamos a ver si Riley me puede


salvar. —Le di una sonrisa que no sentía realmente—. Gracias
por no dejarme, Travis. No puedo ni siquiera imaginar lo difícil
que es todo esto para ti.
—Cielo, ni caballos salvajes podrían arrastrarme lejos de ti
cuando más me necesitas. —Abrió la puerta y me bajé de su
regazo. Me quedé boquiabierto cuando vi a Damian de pie,
llorando.

—¿Estás bien? —le pregunté en un tono preocupado y fui


cojeando hasta él—. ¿Qué pasa?

—¿En serio? ¿Acabas de recibir la peor noticia del mundo


y estás preocupado por mí? —susurró. No lo entendía cuando
me llevó a sus brazos—. Estoy preocupado porque estás
enfermo. Estoy preocupado por mi hermano y cómo va a
reaccionar ante todo esto. Estoy preocupado por Riley y Travis.
Toda esta situación es una jodienda.

—Apuesto a que te estás pateando por haberme ofrecido


ayuda —bromeé, incómodo de que se sintiera mal.

—No digas eso —gruñó, sacudiéndome suavemente—.


¡Nunca vuelvas a decir eso! Estoy furioso conmigo mismo por
no haberte arrastrado fuera del club la noche que nos
conocimos. Si hubieras estado aquí antes, tal vez las cosas no
serían tan graves ahora.

—Damian, esto no es culpa de nadie —le dije suavemente,


acariciando su enorme pecho—. Me estaba volviendo loco
porque te agarré el culo cuando bailamos. Quiero decir… eww…
tú eres mi tío abuelo.

Sus ojos se abrieron antes de que echara la cabeza atrás y


se riera. Eso es lo que había estado buscando. Había una gran
cantidad de cosas que manejar, pero si todo el mundo a mi
alrededor se volvía loco, entonces no sería capaz de tratar con
todo. Sé que era egoísta, pero los necesitaba para no perder la
cabeza y desmoronarme.
—Te juro que estoy a veinte segundos de llamar a Jerry
Springer1 —dijo con un resoplido cuando me abrazó de nuevo—.
Esto es una mierda jodida, amiguito.

—No, no soy un fan de Jerry. ¿Tal vez Elena? Ella es


agradable y su público se comporta.

—Sí, ella me gusta.

—Vosotros dos sois un problema juntos —se rio Travis


cuando me levantó en sus brazos—. No apoyes el tobillo.

—Sí, compañero —ronroneé, acurrucándome en sus


brazos. Podría jurar que se hicieron para mí. Tal vez eso era
cursi o estúpido, pero era lo que sentía, además no quería
pensar en todas las nuevas revelaciones de mi vida, o supuse
que pronto, la falta de ella.

Riley nos llevó a la casa y se dirigió a la cocina. De repente


me comencé a repensar nuestro plan, cuando un hombre que se
parecía mucho a Damian, deslizó a un hombre de mi tamaño de
su regazo y se puso de pie, acercándose a saludarnos.

—Travis, hey, hombre, felicidades por encontrar a tu


compañero —el hombre, que tenía que ser Stefan, dijo mientras
se acercaba y le daba unas palmaditas a mi compañero en la
espalda—. Elegiste a uno de buen aspecto. Si no estuviera ya
tomado…

—Te ruego que no termines esa declaración —solté, mi


estómago revuelto. Oh, Dios, esto era malo.

1
The Jerry Springer Show es un programa conocido por mostrar historias de personas reales pero
extrañas, historias semejantes a las que se ven en las telenovelas: infidelidad, engaños y, a veces,
violencia. Cada episodio tiene un propósito para que participe la gente involucrada y discuta. El tema de
un show puede variar de —¿Quién es el padre?— hasta —El hijo que conoce a su madre—.
—Um, lo siento. —Stefan asintió y extendió su mano hacia
mí—. Soy Stefan Marius. He oído muchas cosas buenas de ti,
Emmett.

—Emmett Loughlan —murmuré, sacudiendo su mano tan


pronto como pude—. He escuchado lo mismo de ti.

—¿Sí? —Sonrió de nuevo, mi arrebato de antes olvidado. —


Travis es un gran tipo, un guerrero impresionante. Tienes a
alguien bueno.

—Eso lo sé. —Le eché un vistazo a mi compañero, con una


amplia sonrisa—. Es perfecto.

—Este es mi compañero, Patrick Hawk. —Stefan miró


amorosamente al hombre más bajo, moviendo su mano
posesivamente a la parte baja de su espalda—. Oh, Damian dijo
que tu tobillo está lastimado. ¿Quieres un poco de hielo? —Miró
a Riley—. ¿O ha pasado el tiempo suficiente y necesita una
almohadilla eléctrica? Nunca sé que es lo que se debe utilizar.

Después de que le estreché la mano a Patrick, empecé a


hiperventilar. El hombre me miraba divertido, como si supiera
que algo estaba pasando. Eché un vistazo de él a Stefan, no
podía obtener suficiente aire y me asusté del secreto que
guardaba. Stefan era, obviamente, un gran tipo. Mi mente
estaba sobrecarga, esa era la única excusa para lo que hice
después—. ¿Cómo puedes estar relacionado con la mi perra de
mi madre?

Stefan se volvió hacia mí lentamente, sus ojos muy


abiertos. —Lo siento, ¿quién está relacionado con tu madre?

—Stefan, tienes que sentarse —dijo Riley con cuidado,


dándole una mirada de preocupación a Patrick.

—Lo siento, se me escapó —le susurré, mis ojos se llenaron


de las lágrimas. Oh, Dios mío, estaba jodido—. No es justo,
Stefan eres tan agradable y mi mamá tan mala, y no entiendo
cómo todo esto es posible. —Miré a Riley—. ¿Estás seguro de los
resultados de la pruebas? —Debería haber preguntado eso
antes.

—Lo he comprobado en cuatro ocasiones, Emmett —dijo


suavemente.

—¿Podría alguien explicarme lo que está pasando antes de


que me vuelva loco? —susurró Patrick mientras miraba
alrededor del cuarto, absorbiéndolo todo—. ¿Qué coño está
pasando aquí?

—Bebé, todo está bien. —Stefan fue hasta su compañero,


mostrando su preocupación en el rostro.

—No —espetó Patrick cuando se alejó de su compañero—.


¿Este hombre es pariente tuyo? ¿Cómo? ¿Por qué no me lo has
dicho, Stefan?

—No creo que lo sepa —respondí, mirándolos. De repente,


tuve que vomitar de nuevo. Dios, todo este estrés me estaba
convirtiendo en una máquina de vomitar en bruto. Le di a
Travis una palmada en el pecho cuando puse mi mano sobre mi
boca. Pilló la idea y corrió al fregadero. Me levantó, vomité, y
estalló en el caos en la cocina—. Lo siento mucho. —Seguí
llorando por la explosión que había hecho estallar en la cocina.
¿Qué es lo que me pasa?

«Ah, claro, me estaba muriendo.»

—¡Basta! —rugió Travis mientras cubría mis orejas. No


funcionó. Lo oía muy bien y me agarró la cabeza—. Lo siento,
Cielo.

—No, es culpa mía. No debería haberlo soltado de esa


manera. —Me enjuagué la boca y dejé que el agua fría corriera
por encima de mi cara.
—Siento que esta noticia está causando tanto drama, y sé
que estás molesto, pero Emmett se está muriendo. El resto del
asunto son disparates que pueden ser resueltos más adelante. —
Travis estaba temblando, controlando sus emociones, apenas
aferrándose a su control. Tomé su mano cuando terminé.

—Empezad desde el principio —dijo Stefan suavemente,


dejándose caer en una de las sillas de la mesa de la cocina.

Travis lo hizo. Explicó lo que estaba pasando, tragándose


el nudo de su garganta varias veces. Me sentó en el mostrador,
poniéndome unas cuantas toallas de papel mojadas en la parte
de atrás de mi cuello. Cuando mi compañero no pudo hablar
más, Riley se hizo cargo. Abracé a mi macizo hombre, tratando
de consolarlo, pero yo estaba muy alterado.

—Tengo una hija y un nieto —susurró Stefan, su rostro


lleno de confusión y angustia—. No lo entiendo. ¿Cuál era el
nombre de tu abuela?

—Su nombre de soltera era Tabitha Green. —Hizo una


mueca cuando un reconocimiento llenó sus ojos. Era cierto.

—Sí —asintió aturdido—. La conocí y dormimos juntos.


Cuando me desperté se había ido. No me dejó una nota ni un
número. Sólo fue una cosa de una sola vez. —Se volvió para
mirar a su compañero—. No lo sabía, Patrick, te lo juro.

—Te creo. Nunca abandonarías a un niño. —No se acercó


hasta su compañero—. Dame unos minutos, ¿de acuerdo? Esto
es… bueno, es de mi edad y tu nieto, y… sólo necesito un
minuto. —Patrick sacudió la cabeza y salió por las puertas de
vidrio que conducían al patio trasero.

—Lo siento —repetí de nuevo. Nunca quise hacerle daño a


nadie—. Solo me salió.
—Oye, nada de eso —dijo Stefan, y me dio una dulce
sonrisa—. No puedo ni siquiera imaginar lo que has pasado
hasta hoy. —Miró a Riley, que estaba sentado en la mesa con
Micah—. Está bien, entonces, ¿qué hacemos ahora? Hay una
razón por la que viniste directamente a hablar conmigo. Tienes
un plan, Riley. Siempre tienes uno.

—Tengo algunas ideas, pero no tengo ningún plan real —


admitió Riley, se notaba el dolor en sus palabras—. Tengo que
hacer más pruebas. Necesitamos ver si tu ADN es compatible.

—Necesitas mi sangre, como necesitaste la de Dillon para


Patrick.

—No lo sé, Stefan. Por ahora, sólo quiero hacer algunas


pruebas.

—Sí, está bien, todo lo que necesites —Stefan aceptó


inmediatamente.

—¿Puedo preguntarte algo? —Riley se mordió el labio


inferior y asintió, dándome una cabezada—. Travis dijo que tu
don es la curación. Odio sonar grosero, pero, ¿no puedes
curarme? —Cuando su rostro palideció aún más, lo que no había
pensado que fuera posible, me sentí como un hijo de puta.

—No puedo —susurró, tragando con fuerza—. Intenté


disminuir las células cancerosas con una de tus muestras de
sangre, pero no pude hacerlas desaparecer del todo. No te
puedo curar.

—Bien, lo siento, por supuesto que ya lo habías pensado.


No quise decir que fueras un imbécil ni dar a entender que no
querías…

—Voy a seguir intentándolo —espetó Riley


interrumpiéndome. Cerré mi boca de golpe, mis ojos abiertos
como platos—. Mi idea es deshacerme de tanta leucemia como
me sea posible y luego convertirte en un vampiro.

—Bien, por supuesto, es tu idea —murmuré cuando mi


mundo se volvió negro. Creo que encontré mi límite a lo que
podía manejar en un día.
Travis.

—Joder —se quejó Riley mientras dejaba caer la cabeza


con un golpe en la mesa de la cocina—. Bien hecho, idiota.

—¿Puedes realmente hacer eso? —le pregunté, con mi


compañero desmayado contra mí—. ¿Puedes salvarlo?

—No lo sé, Travis —susurró, alzando la cabeza para


encontrarse con mis ojos—. Simplemente no lo sé. Tengo que
analizar su médula ósea, averiguar si su corazón ya está
afectado, si se ha extendido más allá de su sangre. Tengo que
comprobar si la médula de Stefan es compatible, si su sangre
podría ayudarlo, si Emmett tiene suficientes marcadores de
vampiro en su ADN, donde la conversión pueda trabajar. No lo
sé.

—Está bien, Riley. —Asentí, comprendiendo que


necesitaba más información—. Sé que vas a hacer todo lo
posible para salvarlo. Nada de esto es culpa tuya, y te agradezco
todo lo que estás haciendo.

—Gracias. Lo curaría si pudiera, Travis. Tienes que creer


eso. —Riley parecía destrozado.

—Oh, no me di cuenta que teníamos… —dijo Elena Marius


mientras entraba en la habitación con su compañero,
Desmond—. ¿Qué está pasando? Parece como si alguien hubiera
muerto. —Di un grito ahogado y traté de no empezar a llorar
otra vez, aferrándome a Emmett. Dios, no recordaba haber
llorando nunca y ahora no podía detener mis lágrimas—. ¿Qué
está pasando?

—Madre, ven conmigo —dijo Damian suavemente cuando


se llevó a su madre y su padre fuera de la cocina.

—¿Vas a tomarles muestras a todos, o solo a mí? —Stefan


le preguntó a Riley.

—Sería mejor a todo el mundo —respondió Riley, frotando


las manos en su rostro—. Los habría llamado desde la clínica,
pero Emmett quería conocerte antes de revelarte el secreto. Y
me hizo jurar que no tendría que hablar con su madre, no
importaba lo que pasara. No sé lo que esa mujer le ha hecho,
Stefan, pero por la forma en que la odia, ha debido ser muy
malo.

—Mi madre es el mal —murmuró Emmett mientras sus


ojos se abrían.

—¿Qué? —gritó Elena desde el pasillo y entró corriendo


mirando a mi compañero, a Riley y a Stefan—. ¿Eso es cierto?

—Sí, Elena. Lo he comprobado varias veces. —Riley


asintió. Esto era una situación en la que todos estábamos
jodidos, si es que alguna vez había visto una.

—¿No lo sabías? —le preguntó a Stefan, y este negó—.


¿Patrick?

—Fue a tomar un poco de aire y tratar de asimilar las cosas


—explicó Micah cuando Stefan tragó fuerte.

—¿Cuál es el plan? —Ella ahora se centró en Riley—.


Siempre tienes un plan.
—Todo el mundo sigue diciendo eso —se rio Riley,
abatido—. Elena, esto podría estar más allá de mis capacidades
de…

—Tonterías. —Elena hizo caso omiso de sus


preocupaciones, su mandíbula apretada con determinación—.
Eres un genio, y has demostrado una y otra vez que puedes
solucionar cualquier reto que se te presente. Deja atrás la
emoción que te afecta por tratarse de familia. Toma una
respiración profunda, doctor Johnson. —Él asintió, haciendo lo
que ella le había dicho—. Ahora, ¿cuál es el plan?

—Es necesario realizar más pruebas de sangre y médula


ósea, probablemente de toda la familia para ver quién coincide
con Emmett, si es que alguien lo hace. —Riley parecía un poco
más seguro ahora.

—Damian, Desmond, todo el mundo, nos vamos a la


clínica. Virgil y Gabriel están en casa de Darcy y Ayden. Decidles
que vaya ahora —ordenó Elena, y sus ojos se centraron en
Emmett—. Deseo enormemente conocer a mi biznieto, pero
podemos hacerlo mientras hablamos de lo que necesitamos
hacer.

—¿Así nada más? —preguntó Emmett, vacilante,


mirándola antes de mirarme a mí—. ¿Vais a dejarlo todo y saltar
a los coches para intentar ayudarme?

—Eso es lo que hace la familia. —Ella parecía confusa.

—No mi familia —resopló Emmett, sacudiendo la cabeza—.


Mi familia odia, manipula y utiliza a los otros para su propio
beneficio.

—Entonces, bienvenido a una familia de verdad —dijo


Elena con suavidad, ahuecando mis mejillas—. Hacemos de
todo y cualquier cosa para ayudar a los demás. Ella esperó hasta
que Emmett asintió—. Vamos a salir. Riley, irás solo con Micah
para que nadie te haga más preguntas. Especialmente yo.

—Sí, señora. —Se rio entre dientes. Sostuve a Emmett


cuando todo el mundo comenzó a moverse. Toda la familia fue
llegando y se fueron dirigiendo hacia el garaje. Pude ver las
preguntas en los ojos de todos cuando miraban a Emmett, pero
no preguntaron. Cuando casi todo el mundo estaba en la puerta,
Emmett me dio unas palmaditas en la mano. Miré por encima a
donde señalaba. Stefan estaba mirando por la ventana con el
dolor escrito en su rostro.

—Voy a hablar con Patrick —dijo Emmett en voz baja.


Asentí y lo ayudé a bajar del mostrador. Salió cojeando por la
puerta trasera, cerrándola detrás de él.

—¿Cómo lo llevas? —Stefan me preguntó en voz baja


cuando me senté en la mesa frente a él.

—Mi corazón se está rompiendo, tengo un miedo de


muerte, y mis emociones están descontroladas, así que estoy
jodido. —Suspiré e incliné mi cabeza contra la silla—. No puedo
creer que el destino haya traído a mi compañero a mi vida sólo
para llevárselo. —Estuvimos tranquilos unos momentos, viendo
a nuestros compañeros hablar por la ventana—. Necesito que
me prometas algo, Stefan.

—No voy a traer a su madre. —Asentí por su comprensión


sin siquiera tener que decirlo—. No voy a negar que tengo
curiosidad, pero ahora estoy enfocado en Emmett, y hacer
hincapié en eso no lo ayudará en su condición. No sé cómo
llevar todo esto.

—Bienvenido a mi mundo. —Por fin me miró, y me dio un


guiño simpático. Sí, él y yo entendíamos totalmente lo que era
tener una conversación que lo ponía todo del revés, y era como
una patada en los huevos.
Emmett.

Mientras cojeaba hacia Patrick, no sabía qué decirle.


Hablar con él parecía un buen plan, pero no sabía cómo hacerlo.
Apenas si tenía mi cordura aferrada por un hilo, mis emociones
destrozadas con todo lo que estaba pasando. ¿Cómo en la tierra
se me ocurrió pensar que en un momento como ese, podía
consolar a alguien más?

—No puedo creer que estés aquí —susurró Patrick,


sacudiendo la cabeza—. De todas las personas que pensaba que
vendrían aquí y tratarían de hablar conmigo, no eras una de
ellas.

—¿Quieres que me vaya? —Me miró.

—No es que no quiera que estés aquí o que no esté


agradecido de que vinieras a ver cómo estaba. Pero lo que te
está pasando a ti es mucho peor que mi crisis. Sé que estoy
manejando esto mal. Entiendo que Stefan me necesita. —Tragó
saliva y sacudió la cabeza, mirando de nuevo al patio—. Pero no
puedo hacer que mis pies se muevan. Esto es demasiado loco.
Hace poco más de un año, ni siquiera sabía que existían los
vampiros. Ahora soy uno de ellos, acoplado con otro que tiene
un nieto de mi edad que se está muriendo. Es demasiado.

—Sí, lo sé. —Me reí, dando un paso más cerca—. Créeme,


lo sé. Yo si sabía acerca de los vampiros antes de conocer a
Travis. Lo sé desde hace unos cuantos años. —Pensé en qué
decir a continuación y me lancé, aunque hoy no había tomado
buenas decisiones—. Damian quería llamar a Jerry Springer,
pero voté por Ellen.
—¿Qué pasa con Kelly Ripa 2 ? —preguntó Patrick, sin
perder el ritmo—. Sé que ella sólo habla con los famosos, pero es
divertida. Es demasiado adorable.

—Sí, odio la forma en la que Regis siempre se ríe de ella.


Es bonita y él un culo pomposo. —Patrick asintió y siguió otra
larga pausa.

—Siento que estés enfermo. Realmente lo siento, y siento


no manejar esto mejor. Debería reconfortante yo, no al revés.

—No estoy seguro de que te esté consolando. Creo que sólo


estamos tomándonos un respiro de las noticias a las que
tenemos que hacer frente. —Me encogí de hombros, no muy
seguro de lo que estábamos haciendo, pero al menos me relajé
un poco.

—Escuché el plan de Riley desde aquí —admitió,


mirándome nuevo—. ¿Quieres ser un vampiro?

—Realmente no me importa, solo quiero vivir y estar con


Travis. —Una vez más, me encogí de hombros.

—La transición da miedo y es muy dolorosa, pero vale


totalmente la pena. Me gusta ser un vampiro mucho más de lo
que echo de menos ser un ser humano. Es como que ahora todo
es mucho más fresco en la vida. Siento más que cuando era
humano, las emociones son más fuertes, el sexo es mejor, el
chocolate es más delicioso, y te juro que también soy más
inteligente.

—Me gusta el chocolate —le contesté sin alterar la voz.


Compartimos una mirada y nos carcajeamos.

—Sé que todo esto es realmente espantoso para ti, Emmett


—dijo suavemente cuando nos calmamos—. Me estoy volviendo

2
Presentadora americana.
loco por ti, pero confío en Riley. Realmente es el más brillante
en todo el mundo, y eso le da el crédito correspondiente. Creo
que entró en pánico, porque conmigo no tuvo tantos problemas.
Ahora lo que está en juego es mucho más complicado y tiene
mucho en su plato ya. Pero sólo porque esté histérico no quiere
decir que no te pueda ayudar.

—¿Quieres saber lo que es estar histérico? Golpeé y agarré


el culo a Damian la noche que nos conocimos en un club.

—Al menos tiene un buen culo. —Se rio, negando—. Sí,


realmente tenemos que llamar a Ellen y Kelly. Tal vez puedan
hacer un programa conjunto con nosotros.

—Suena como un plan. —Enganchó mi brazo con el suyo, y


me ayudó a cojear hasta la casa—. Quiero algo de comer antes
de que comiencen con las pruebas. —Tomé una respiración
profunda y temblorosa—. Y tengo que hablarle a Stefan sobre mi
mamá.

—Oye, ya tienes bastante por ahora —dijo Patrick


suavemente, dándome palmaditas en el brazo—. Eso puede
esperar.

—No, lo está matando no poder preguntarme. Tal vez si lo


saco, si vosotros lo sabéis, se lo podréis contar a las hordas que
forman esta familia y no vendrán a preguntarme a mí. —Le eché
un vistazo cuando me abrió la puerta—. ¿Cuántas personas
forman esta familia?

—Por orden de edad, Victor, Stefan, Gabriel, Micah, Virgil,


Remus, y Damian. Elena y Desmond hacen nueve, además de la
abuela de Riley, así que diez. Cinco de ellos están acoplados,
Gabriel conoció a su compañero, pero no tiene la edad para ser
reclamando, así que realmente somos dieciséis. No, diecisiete,
Micah y Riley tienen un bebé. ¡Duh! ¿Cómo pude olvidarme de
la pequeña monada?
—Hey —dijo Stefan quedamente a medida que entrabamos
en la cocina, mirando a su compañero—. Lo siento.

—No, yo lo siento —dijo Patrick mientras me ayudaba a


sentarme junto a Travis antes de ir hacia su compañero—.
Debería haber manejado mejor este asunto. Lo siento. Te amo y
lo haré siempre. Estoy teniendo problemas para adecuar mi
mente en torno a todo esto.

—Sí, yo también, cariño. —Lo puso en su regazo,


enterrando su rostro en el cuello de Patrick—. Te quiero para
siempre. Ya lo sabes, ¿verdad?

—Nunca lo dudé.

Estiré la mano y tomé la de mi compañero, necesitaba su


fuerza para el siguiente paso. —¿Podemos preparar algunos
bocadillos o algo así? Me muero de hambre, y pensé que
podíamos comer mientras os cuento todo sobre mi madre antes
de que Riley nos corte y pinche. —Levanté mi mano cuando
Stefan fue a discutir—. Tu familia y tú estáis moviendo cielo y
tierra para ayudarme. Lo menos que puedo hacer es decirte la
verdad sobre mi madre.

—Hablad chicos. Voy a hacer los sándwiches. —Patrick me


guiñó un ojo cuando se bajó del regazo de Stefan—. Marian
cocinó unos cuantos jamones ayer por la noche, y podemos
hacer unos bocadillos impresionantes con las sobras.

—Gracias. —Travis puso un Sprite frente a mí, haciéndome


saber que lo había conseguido para mí. Le di una sonrisa. Mi
compañero era realmente el mejor. Me frotó la espalda mientras
tomaba un sorbo y miré a Stefan—. Mi mamá no ha sido nunca
del tipo maternal. Si me quedaba fuera de su camino, era
decente conmigo, mientras que mi padre era un borracho y rara
vez estaba en casa.
—¿Cómo se llama? —susurró Stefan, jugueteando con sus
manos.

—Ann —le respondí, esperé hasta que asintió y tomé un


poco más de mi refresco—. Cuando tenía trece años, llegué a
casa de la escuela temprano y la encontré con otro hombre. No
la culpo. Mi padre era un ser despreciable. Me amenazó con
matarme si se lo decía a mi papá. Juré que nunca se lo contaría.
Unos meses más tarde, un chico que me gustaba me acompañó
a casa del colegio y lo sorprendió dándome un beso.

—Ella se rio y dijo que no tendría que matarme si la


delataba, porque le diría a mi padre que era un maricón y sería
él quien me mataría. En aquel entonces tenía catorce años, y me
entró el pánico. Me escondía de ellos tan a menudo como podía,
les daba cualquier excusa para quedarme hasta tarde en la
escuela y salir de casa tan poco como me fuera posible. Justo
después de cumplir quince años, llegué a casa y mis padres se
estaban peleando. Ella había vaciado la cuenta bancaria de mi
padre y se iba va a fugar con su novio, pero mi papá la pilló
cuando el banco lo llamó para decírselo.

—Cuando entré por la puerta le dijo que yo era gay, y me


congelé. Mi padre me agarró y me tiró sobre la mesa de cristal
de café. Ella se quedó allí riendo mientras él trataba de
matarme. A continuación, mientras se encontraba distraído,
agarró su bolso y las llaves del coche y trató de escabullirse por
la puerta. Mi papá la vio y la persiguió. Esa fue la última vez que
los vi.

—Llamé a un amigo, vino, y me llevó a un hospital en


Richmond, a una hora de distancia de nuestro pequeño pueblo.
Después de mejorar lo suficiente como para salir, me fui por mi
cuenta y viví en las calles durante dos semanas antes de que
alguien me ofreciera cien dólares por follarme. Perdí mi
virginidad en un callejón maloliente y con un jodido enfermo,
para poder comer.

»Un par de meses más tarde, un chulo se enteró que


estaba trabajando en su territorio y me obligó a trabajar para él
después de amenazar con matarme si alguna vez trataba de
irme. Años más tarde, conocí a Damian en un club y se ofreció a
ayudarme. Así que cuando mi chulo me dio otra paliza de nuevo
y destruyó todo lo que tenía, agarré el poco dinero que llevaba
en el bolsillo y tomé un taxi a la dirección que me dio. Así es
como Travis me encontró ayer, y el resto ya lo sabéis.

Miré a Stefan y luego a mi compañero antes de mirar a


Patrick. Los tres tenían miradas de horror.

—Tú eras una prostituta —Stefan, finalmente susurró.

—No te atrevas a juzgarme —grité, poniéndome de pie—.


Olvídalo. No quiero tu ayuda. —Me moví tan rápido como pude
con mi tobillo lesionado para alejarme de ellos—. ¡Emmett,
espera! —gritó Travis corriendo detrás de mí. Creo que estaba
tan sorprendido por mi historia no fue capaz de moverse de
inmediato. Me agarró por detrás y me impidió salir de la cocina.

—Déjame ir.

—No —susurró mientras me abrazaba. Oí una silla raspar


el suelo y de repente Stefan estaba arrodillado delante de mí—.
No te estaba juzgando, Emmett. Siento mucho todo lo que has
pasado, pero no te juzgaba. Me molesta que hayas tenido que
pasar por todo eso. Habría hecho cualquier cosa para apartar el
dolor de tu vida. Mi Patrick tuvo una vida como la tuya, y yo
entiendo por qué hiciste lo que hiciste.

—No quería hacerlo —le susurré. Stefan asintió y tiró de


mí hacia sus brazos. Lo abracé, sintiendo todavía muy extraño
que fuera mi abuelo, pero me sentía mejor sobre el hecho de
tener una familia que me cuidaba. Si eso tiene algún sentido.
Infiernos no sabía qué más pensar. Me dolía la cabeza y sólo
quería vivir una vida feliz con mi compañero, del que estaba
enamorado.

Tenía miedo de no poder conseguir lo que quería.


Travis.

Después de comer, nos dirigimos a la clínica. Escuchaba


como Patrick le contaba a Emmett su sórdido pasado y cómo
había conocido a Stefan. Yo había oído que Patrick había tenido
una vida dura, pero nunca me imaginé que era algo así. ¡En qué
mundo tan jodido vivimos!

Luego se trasladaron a temas más felices, dándole a


Emmett un resumen de la familia Marius. Mi compañero me
tomó la mano mientras conducía, aguantando, pero sabía que
Patrick y Stefan estaban tratando de distraerlo. Tendría que
darles las gracias después, porque ahora no tenía la energía para
hacerlo. Sé que me hacía egoísta no darle a mi pareja lo que
necesitaba en ese momento, pero aunque Emmett era el
enfermo, todo esto no lo afectaba solo a él.

Era igualmente duro para mí, de una manera que no podía


poner en palabras.

Entonces me senté con mi compañero durante horas


mientras Riley le hacía miles de pruebas que hicieron girar mi
cabeza. Hubo una resonancia magnética, electrocardiograma,
TAC, algunas otras de siglas raras, biopsia de médula ósea,
punción lumbar, y sacó tanta sangre que me preocupó que
Emmett se quedara vacío. Sabía que algunas de las pruebas
fueron dolorosas, pero mi pareja no se quejó ni una sola vez.
Cuando Emmett se quedó dormido, le pedí a Damian que
se sentara con él y salí a tomar el aire. No dejaba de pensar una
y otra vez, que esto no podía estar sucediéndonos. No podía
perder a mi compañero.

—¿Cómo lo llevas, hijo? —preguntó Desmond uniéndose a


mí. Lo miré, y mi expresión se lo dijo todo—. No puedo ni
siquiera imaginar lo que estás pasando. Emmett parece un
hombre maravilloso.

—Lo es —estuve de acuerdo, frotándome los brazos, sabía


que la sensación de frío que tenía, no tenía nada que ver con el
clima—. Siento que lo conozco desde siempre, aunque en
realidad es un extraño, pero he aprendido mucho sobre él en
tan poco tiempo.

—Así es como me sentí con Elena cuando la conocí.


Acababa de encontrarla y estaba fuera de mi alcance. Sus padres
no estaban conformes conmigo y trataron de prohibir nuestro
acoplamiento. Era una época diferente, y las mujeres en ese
entonces no tenían los mismos derechos, incluso entre los
vampiros.

—¿Cómo podrían no aprobar para su hija, el acoplamiento


con un Marius? Sois como la Realeza de nuestro mundo. —No
podía creer lo que me estaba diciendo.

—Yo tenía dos hermanos mayores. Uno de ellos mató a mis


padres por su patrimonio. Entonces, el otro lo mató a él, y fue
condenado a muerte —dijo Desmond en voz baja—. Cuando
sucedió fue un gran escándalo. Todo el mundo lo sabía. Eso me
dejó como único heredero, y los padres de Elena pensaban que
estaba loco y era un demonio. Tuve que defender mi caso ante el
Consejo. Era un guerrero joven, ni siquiera tenía un siglo de
antigüedad, y ahí estaba yo, luchando contra su familia por el
derecho a ser su compañero.
—Jesús —susurré, frotando mi pecho. No conozco a nadie
que lo haya tenido fácil para estar con su pareja.

—Ella valió la pena, la lucha y cada minuto de agonía, que


pasé. Estuve a punto de perderla otra vez cuando estaba de
parto con Gabriel. No quería que se quedara embarazada de
nuevo después de eso, pero se negó, diciendo que tenía más
amor para dar y que era mayor y más fuerte. Sabía que podía
manejar tener más hijos.

—Y tuve razón. —Ella se echó a reír cuando se unió a


nosotros, golpeando su cadera con la de su compañero—. El
punto que mi compañero está tratando de hacerte ver, es que
todas las relaciones tienen obstáculos que superar. Así es la
vida. Los obstáculos te absorben y son traumáticos, pero te
ayudan a apreciar lo que de verdad es importante. Mira a Stefan
y Patrick. Después de todo por lo que pasaron, y ahora les ha
caído algo más. Pero van a trabajarlo y se convertirán en una
pareja más fuerte a causa de eso. Emmett y tú también lo haréis.
Esto os acercará de una forma que no podría hacerlo años de
estar juntos.

—Si vive —le susurré, parpadeando para contener las


lágrimas. Justo cuando pensaba que me había secado, más de
ellas quemaban en mis ojos.

—Va a vivir —dijo con firmeza—. Tiene mucho por lo que


vivir ahora, para no luchar y superar esto. Tu compañero es un
hombre increíble lleno de vida y una fuerza interior que es digna
de elogio.

—No creo que el destino me haya dejado encontrarlo para


después arrancarlo de mí. Pero eso no quiere decir que no siga
asustado y aterrado.

—Por supuesto que sí. —Elena se movió para quedarse


delante de mí, enjugándome una lágrima errante que se
deslizaba por mi mejilla—. Por supuesto, esto te está matando,
Travis. Tienes un buen corazón. Sólo un hijo de puta sin alma
no estaría roto por esto. Caray, estoy impresionada de que aún
estés de pie, después de lo que has pasado hoy.

—Si Riley no puede salvarlo, no podré seguir. —Me reí


tristemente—. No quiero vivir sin él. Perderlo me mataría, solo
acabamos de encontrarnos. Es mi otra mitad.

—Y eso es lo que lo ayudará a salir adelante. —Me dio un


rápido beso en la mejilla y me condujo al interior. Emmett
estaba sentado hablando con Damian, riéndose de algo que le
había dicho. Dios, era hermoso. Allí sentado, sonriendo, era el
hombre más guapo que jamás había visto.

—¿Estás bien? —me preguntó en voz baja cuando me vio.

—Sólo aclarando mi cabeza. —Me incliné y lo besé, sin


importarme quien estuviera cerca.

—Y pensar que tuviste que negociar para que te permitiera


darme un beso. —Su voz sonó un poco entrecortada cuando nos
separamos, y no pude dejar de sonreír por un trabajo bien
hecho.

—Estoy muy feliz de que estuvieras de acuerdo. —Le di


otro beso rápido antes de sentarme a su lado en la cama de
exploración.

—Tengo buenas y malas noticias —dijo Riley cuando entró


en el cuarto. Parecía muy cansado. Envolví mis brazos alrededor
de mi compañero y lo sostuve—. La mala noticia es que el cáncer
está en la médula ósea. La buena noticia es que no se ha
extendido a los órganos ni al sistema linfático y tenemos una
combinación perfecta para su médula.

—¿Quién? —le pregunté mientras Emmett me frotaba la


pierna.
—Stefan. Estaba preocupado porque al no ser tu padre,
quizás habría un menor número de marcadores genéticos que
coincidieran, pero es el candidato ideal. Realmente tienes
marcadores genéticos de vampiro, como Patrick los tenía a
pesar de ser solamente mitad vampiro. Es asombroso que lo
tengas. Quiero decir, eres una generación más alejada y tienes…

—¿Sabes de lo que está hablando? —me susurró Emmett


mientras el doc continuaba.

—No. No entiendo la mayor parte de eso —le respondí con


honestidad.

—Riley, habla en inglés para aquellos de nosotros que no


hablamos médico —dijo Stefan, que nos había escuchado, con
una sonrisa.

—Bien, lo siento —murmuró Riley antes de salir de la


habitación. Realmente no sabíamos lo que eso significaba.
Luego regresó con una pizarra móvil. Agarró un rotulador y
marcó veintitrés líneas—. Los seres humanos tienen veintitrés
cromosomas específicos que conforman su ADN. Los vampiros
tienen veinticuatro. Patrick tenía veinticuatro por ser medio
vampiro. Tú también, pero éstos —rodeó con un círculo las tres
primeras líneas—, son los diferentes entre los seres humanos y
los vampiros. Los tuyos son humanos.

—Así que tener un cromosoma de más, es lo que me hace


en parte vampiro, ¿no? —preguntó Emmett, aunque supongo
que fue una declaración. Mierda si lo sabía.

—Sí, exactamente —estuvo de acuerdo Riley, sonriéndole a


mi compañero—. Como tenía el cromosoma veinticuatro en su
ADN, fui capaz de inundarlo con sangre de vampiro, de su
mejor candidato, Dillon. El resultado fue que la sangre de Dillon
y sus cromosomas, al ser más fuertes que los de los seres
humanos, reelaboró su ADN y lo transformó en el nuestro. Es el
mismo proceso que cuando pasamos por la pubertad y por
nuestra transición. O cuando los cambiaformas comienzan a ser
capaces de cambiar.

—Está bien, pero si tenemos una coincidencia genética y


un candidato para la médula ósea, ¿no es suficiente para curarlo
de su leucemia? ¿Por qué sigues hablando de correr el riesgo de
convertirlo en un vampiro? —le pregunté, todavía estaba
tratando de entender esa conversación. A ver, no soy estúpido,
pero soy un guerrero, por el amor de dios. Hemos nacido para
luchar y proteger, no unirnos a las locuras.

—Debido a que después pasarían aproximadamente dos


semanas en las que la propagación del cáncer puede empeorar y
hacer que sus órganos colapsen —explicó Riley suavemente—.
La sangre y la médula ósea serían como poner cinta adhesiva en
una presa con una fuga. Lo podría sostener un poco y
comprarnos algo de tiempo, pero no lo puede curar, ni siquiera
con mi don. Lo he intentado con las muestras que tomé de
Stefan y Emmett. El cáncer forma parte del cuerpo de Emmett
ahora. Incluso si pudiera deshacerse de él, volvería a
reproducirse. El apareamiento contigo no va a cambiar eso.

—Todo esto es muy confuso —suspiró Emmett, y yo estaba


de acuerdo con él—. Está bien, si no hacemos nada estaré
muerto en unos pocos meses, ¿verdad? —Riley hizo una mueca
por la forma en que mi compañero lo expresó, pero asintió—. ¿Y
si me pones sangre, y me haces un trasplante de médula ósea,
eso me compraría unos cuantos años más?

—Sí, tal vez cinco o diez, pero es una suposición. Podrían


ser de dos a tres o de diez a quince años. —Riley se pellizcó el
puente de la nariz—. Es ciencia, pero cuando se trata de
enfermedades no es exacta. No estoy seguro de cómo explicarlo.

—Está bien. De todos modos, no entiendo la explicación. —


Se echó a reír, sacudiendo la cabeza—. Bien, así que según
estamos extrapolando, la puerta número dos me da una década
con Travis, más o menos.

—Sí —coincidió Riley.

—La tercera opción es seguir la opción número dos, y


luego, ya que tengo ese cromosoma extra, transformarme en
vampiro como hiciste con Patrick, aunque no estás seguro de
por qué lo tengo.

—Sí. Esa es una buena manera de decirlo.

—¿Cuáles son mis posibilidades de sobrevivir a la opción


número tres? —preguntó Emmett, tragando con fuerza.

—No te va a gustar mi respuesta, pero no lo sabremos


hasta después de terminar las dos opciones y ver cómo tu
cuerpo lo maneja. Si puedo eliminar la mayor cantidad de
leucemia, entonces diría, dado que tienes el linaje de los Marius,
que es una de las líneas más fuertes de sangre de nuestra raza,
que tendrías un ochenta y cinco por ciento de posibilidades de
hacer la conversión. Eso si tu corazón no sufre ningún daño
mientras se adapta a la nueva médula ósea.

—¿Cuáles eran las posibilidades de Patrick cuando lo


hiciste con él? —Emmett parecía mantenerse al día con esto
mejor que yo.

Riley pensó en ello un momento. —El noventa, noventa y


cinco por ciento. Sabía que podía hacerlo, pero siempre había
una posibilidad de que algo fuera mal, así que nunca les di
esperanzas.

—¿Entonces dirías que tus estimaciones son reservadas? —


pregunté y miré a mi compañero.
—Tiendo a ser reservado, sí, pero esto no es como las
probabilidades en Las Vegas, chicos. Estoy interpretando los
datos y haciendo suposiciones —Riley admitió con un suspiro.

—Si se tratara de Micah, ¿qué harías? —preguntó Elena,


poniendo perfectamente en palabras lo que yo estaba pensando.

Riley miró a su compañero, había mucho amor en esa


mirada y sabía que toda la habitación lo podía sentir. —Lo
convertiría. Hay riesgos, mayores que con las otras opciones,
pero sé que sería lo suficientemente fuerte como para luchar y
quedarse conmigo.

—Está bien, entonces vamos a patearle el culo al cáncer, a


preservar mi corazón, y convertirme —dijo Emmett después de
un momento. Su cabeza fue hacia Stefan—. Joder, lo siento
mucho. Eso, si estás dispuesto a donar tu sangre y tu médula.
No debería haber asumido que no es…

—Estoy dentro —se rio entre dientes Stefan,


interrumpiendo a mi compañero—. Siempre estaré para lo que
necesites, no importa lo que sea, Emmett.

—Gracias —le susurré, y Emmett asintió. Abracé a mi


compañero, con miedo de las posibilidades, miedo a la
esperanza, y miedo a los resultados. Esos eran un montón de
miedos.

—Desmond, me gustaría tomar también sangre tuya.


Tienes los mismos marcadores que Stefan, y aunque no eres tan
buen partido para la médula ósea, eres más viejo y tu sangre es
más fuerte. Eso ayudará cuando la necesitamos para la
conversión.

—Por supuesto —coincidió Desmond con un guiño—. Lo


que necesites.
—Muy bien, entonces vamos a hacerlo —dijo Riley con una
sonrisa—. Sé que ha sido un día largo, pero no quiero esperar.
Micah, empieza a beber toda la sangre que puedas, compañero.
Voy a necesitar tu ayuda para reponerme. ¿Alguien ha hablado
con mi abuela y revisado como está Carolyn?

—Sólo alrededor de cada hora —resopló Elena, rodando


los ojos.

—Se nos ha ido la mayor parte de ayer y hoy. Es la primera


vez que estamos tanto tiempo lejos de ella —defendió Micah,
cruzando los brazos sobre su pecho. Sonreí mientras su familia
se burlaba de él, aligerando el estado de ánimo antes de que la
siguiente ola de drama comenzara. Realmente esperaba que
Emmett pudiera disfrutar así algún día. Realmente lo esperaba.

Después de eso, todo se movió muy rápido. Emmett y yo


fuimos con Riley a la sala de trauma. Nos explicó que no lo haría
como se hacían los trasplantes de médula ósea nórmales, donde
se le daría al paciente quimioterapia, permitiéndole a la médula
crecer por su cuenta, y un bla, bla, bla de mierda que no
entendía. Todo se reducía a que confiábamos en Riley y en que
sabía lo que estaba pasando.

Cyrus entró con dos bolsas de sangre, una que le habían


sacado a Stefan y otra a Desmond, y se las inyectó a Emmett.
Nos dijo que Desmond y Stefan estaban donando más sangre,
para tener reservas para después. Sí, todo el asunto era confuso,
pero Riley había dicho que quería tener reservas de sus sangres.
La de Desmond, al ser más fuerte, podía curar a los seres
humanos como otras cosas no podían, e intentaría destruir
parte del cáncer antes de hacer otra cosa.

—Creo, que cuando todo esto termine, debemos buscar


una casa —le dije a Emmett sosteniendo su mano mientras él
yacía allí—. Ahora que sabes que eres mi compañero y no mi
niño juguete, quiero darte una verdadera casa.
—Me gustaría eso. Tener una casa suena bien. Stefan dijo
algo acerca de que viviéramos con ellos, y aunque me gusta su
familia, creo que puede ser demasiado. No estoy acostumbrado
a una familia de verdad, y menos una tan grande.

—Tengo un amigo que acaba de comprarse un viñedo —me


detuve, se me estaba ocurriendo una cosa—. Puede que lo llame
y le consulte si nos dejaría construirla en su tierra. La mayoría
de los lugares de por aquí son fincas o mansiones enormes.
Realmente, no creo que eso sea para nosotros. Además, me
sentiría mejor sabiendo que sus compañeros, las personas que
viven con ellos, y los que trabajan allí, están cerca de ti en caso
de que tenga que salir de misión o algo así.

—Dime otra vez lo que haces —Emmett me guiñó un ojo—


. Y no esa mierda que me habías dicho, ahora que sabes que sé
sobre los vampiros.

—De acuerdo, me olvidé de lo poco que te conté. —Me reí


entre dientes, tratando de restarle importancia, pero me dolía el
corazón.

—Sí, esta puede no ser la luna de miel de acoplamiento que


habías soñado. —Vi el dolor en los ojos de Emmett cuando lo
dijo—. Oye, nada de eso —contesté suavemente, besándolo—. A
veces, la gente retrasa su luna de miel después de acoplarse o
casarse. Nosotros seremos una de esas parejas. Tendremos una
gran luna de miel después de que todo esto termine. Iremos a
un lugar de ensueño y haremos todas las cosas románticas que
pueden hacer dos personas en su luna de miel.

—Realmente eres el mejor de los compañeros —susurró,


besándome al mismo tiempo.

—Creo que lo eres tú. —Fui honesto, pero Emmett rodó


sus ojos.
Decidí cambiar de tema y contarle lo que era ser un
guerrero. Le expliqué sobre el Complejo, los demonios y la
guerra en curso, y cómo las cosas habían cambiado
recientemente y ahora los demonios venían detrás de nosotros.
Cuando me di cuenta de que estaba preocupado, le puse al
corriente de cómo Riley había inventado avanzadas armas que
nos ayudaban a pelear con los demonios con mucha más
seguridad.

Emmett me sorprendió cuando me preguntó si podía


enseñarle a disparar por si pasaba algo y éramos atacados, así
podría ayudar a proteger nuestra casa y no ser sólo una carga.
Me enamoré un poco más. Mi compañero era un guerrero de
corazón, y muy valiente. Nunca había conocido a nadie tan
resistente en mi vida.

Le prometí que tan pronto estuviese mejor, le enseñaría a


disparar, y cuando estuviera listo, incluso le conseguiría su
propia arma. Parecía que le gustaba la idea, sonriendo cuando
me dijo que significaba el mundo que yo tuviera fe en él.
Realmente, mi compañero era increíble.

—De hecho, me gustaría tratar de ayudar en la viña, si


estás acuerdo. No tengo educación, ni nada, así que no puedo
ser de mucha ayuda además de mano de obra. —Levantó una
mano cuando fui a discutir—. Deseo obtener mi GED. Patrick
me contó que lo consiguió y yo también quiero. Pero nunca me
gustó mucho estudiar, siempre me ha gustado trabajar con mis
manos. Me gusta mucho la idea de ayudar en el invernadero o
hacer vino. Eso sería genial.

—Estoy seguro de que se puede arreglar. —Lo miré


fijamente durante un rato hasta que vi que empezaba a
retorcerse bajo mi mirada—. De verdad estás lleno de sorpresas.

—¿Porque estoy dispuesto a recolectar uvas y ensuciarme?


—me preguntó, dándome una mirada confusa.
—No —me eché a reír, sacudiendo la cabeza—. Eres tan
adaptable. Te hablo de la viña y ya estás haciendo planes,
emocionándote por ayudar. Creo que eres increíble.

—Tú eres asombroso —susurró Emmett con las mejillas


sonrosadas—. Incluso cuando descubrimos que podía morir en
un par de meses, no se te pasó por la cabeza alejarme o negar
nuestro acoplamiento.

—¡Por supuesto que no! —jadeé, mis ojos ampliándose—.


No podía dejarte pasar y hacerle frente a todo esto solo.

—Y es por eso que eres tan increíble, Travis. —Me dio una
sonrisa y levantó nuestras manos unidas a sus labios—. No todo
el mundo estaría dispuesto a pasar por todo este dolor y
confusión por alguien a quien acaba de conocer. Sin embargo,
nunca se te pasó por la mente abandonar.

—Tú eres mi otra mitad, Cielo —le dije, y eso lo era todo
para mí, aunque no sé si para él.

—Me alegro… —empezó y se quedó boquiabierto. Soltó mi


mano y se agarró el estómago—. Algo está mal, Travis. Me
duele.

—Bueno, déjame ir a buscar a Riley. —Me levanté y me


giré hacia la puerta justo cuando oí un golpe en la mesa de
metal. Me giré de nuevo hacia mi compañero, abriendo mucho
mis ojos cuando lo vi golpearse contra la mesa, con los ojos
girando en su cabeza. Hice lo único que podía pensar: gritar—.
¡Riley! ¡Ayuda! ¡Necesitamos ayuda aquí! —Ahuequé la cara de
mi compañero y lo besé en los labios—. Querido Dios, por favor
no te lo lleves.

Sabía que no lo sobreviviría.


Travis.

—¿Qué pasó? —preguntó Riley cuando llegó corriendo a la


sala, con Cyrus detrás de él.

—Se agarró el estómago y dijo que le dolía. Me volví para ir


a buscarte y empezó a convulsionar. ¿Qué coño está pasando,
Riley?

—No lo sé. —Agarró suavemente los hombros de mi pareja


y cerró los ojos—. ¡Mierda, mierda, mierda! Su cuerpo está
tratando de convertirse por sí solo. Esto no debería estar
sucediendo.

—¿Qué hacemos? ¡Sálvalo!

Riley no me hizo caso y empezó a ladrar órdenes,


empujándome fuera de su camino. Les gritó a Stefan y
Desmond, que irrumpieron en segundos por las puertas
posteriores. Me deslicé hacia abajo contra la pared, no era capaz
de mantenerme viendo a mi compañero convulsionar sobre la
mesa. Iba a ver a mi compañero de morir.

Con el tiempo se detuvo, y oí a Riley de lejos diciendo que


iba a sacar la mayor cantidad de sangre de Emmett antes de
inundarlo con la Stefan y la de Desmond. Creo que se dio cuenta
de que lo que dijo no estaba llegándome, porque entonces llamó
a Elena. Algún tiempo después, me di cuenta de que estaba
sentada a mi lado, sosteniendo mi mano. ¿Cuándo había llegado
hasta allí? Todo era como una neblina de la que no podía salir.

Oí el pitido intermitente de la máquina, la frecuencia


disminuyó hasta que sólo hubo un pitido largo. Hundí mi
cabeza en mis rodillas, sabiendo lo que significaba. Emmett
estaba muerto. Mi compañero se había ido.

—Matadme ahora —lloré—. No puedo vivir sin mi pareja.

—Travis, reacciona —gruñó Elena, pegándome muy fuerte


en la cabeza y luego otra vez en mi hombro—. Esto es parte
obligada de la conversión. Riley lo hizo con Patrick.

—¿Qué? ¿Cómo? Está muerto.

—Realmente no has escuchado una palabra de lo que


hemos estado diciendo, ¿verdad? —Me agarró la cabeza y me
hizo mirar por encima a Emmett, justo a tiempo para ver a Riley
apuñalarlo con la mayor aguja que había visto nunca.

—Bueno, vamos a darle descargas —dijo Riley mientras


tomaba las palas de Cyrus. Lo hizo una vez, pero no ocurrió
nada—. Vamos, Emmett. Fuiste lo suficientemente fuerte como
para pasar la primera parte de mi plan. Lucha ahora con todo lo
que tienes, amigo. —Le dio otra descarga a mi compañero, y su
cuerpo se sacudió violentamente. Entonces grité con alivio
cuando oí el monitor del corazón otra vez—. Muy bien,
comienza a bombearle la sangre.

Cyrus asintió y accionó algunos interruptores en otra


máquina. Riley dejó las palas a un lado y se acercó a nosotros,
mirándome.

—¿Está fuera de shock? ¿Puede oírme?


—¿Qué está pasando? —le pregunté, pensando que estaba
preguntándole a Elena por mí—. ¿Qué estás tratando de
decirme?

—Todo —dijo Riley con suavidad mientras se arrodillaba


frente a mí—. Pero sólo voy a decirte en qué punto estamos.
Hemos drenado toda la sangre de Emmett y luego hemos
inyectado la de Desmond en su corazón, consiguiendo que
latiera de nuevo. Eso es bueno. Ese era el principal obstáculo.
Ahora vamos a inundar su cuerpo con la sangre de Desmond y
Stefan. Sin embargo no está fuera de peligro, Travis, y todavía
no sé cómo se ha saltado varios de los pasos de mi plan, pero es
una buena señal de lo fuerte que es.

—Está bien, ¿qué pasa después?

—Básicamente, su cuerpo pasará por una versión


modificada de nuestra transición. Será duro. Va a convulsionar,
y será doloroso, y una vez que esté consciente, probablemente
pasará de nuevo por el dolor, y luego volverá a tener
convulsiones. Sé que no he tenido la oportunidad de explicarte
esta parte, pero va a ser malo, Travis. Te va a matar verlo, pero
tiene que suceder. No hay vuelta atrás.

—Sólo sálvalo. No importa si es difícil para mí. Trae a mi


compañero de nuevo. —Mi voz sonaba horrible y estrangulada,
y Riley me dio una mirada comprensiva.

—Voy a hacer todo lo posible —dijo Riley con suavidad,


acariciando mi rodilla antes de ponerse de pie y volver hasta mi
compañero.

Suspiré cuando miré el cuerpo de Emmett. Su color se veía


bien y los pitidos del monitor de frecuencia cardíaca eran
fuertes y constantes. Justo cuando empezaba a relajarme, los
ojos de Emmett se abrieron de golpe y gritó antes de girar su
cabeza y vomitar sangre.
—¡Victor! —Elena gritó cuando me lancé a levantarme.
Ella me contuvo, más fuerte de lo que jamás hubiera imaginado
en una mujer de su tamaño—. No, Travis. Mantente fuera del
camino.

—Está vomitando sangre, Elena —gruñí, tratando de


soltarme sin hacerle daño.

—Está expulsando la sangre enferma que quedaba en su


cuerpo. —Oí decir a Riley—. Eso es bueno —argumentó cuando
Victor llegó y prácticamente se sentó en mi pecho—. Eso
significa que está funcionando, Travis.

—Está bien, sólo deja que pueda verlo. —Victor asintió y


me movió hasta que mi espalda estuvo contra pared, los dos
aferrándome con fuerza uno a cada lado. Emmett dejó de
vomitar y el monitor de frecuencia cardíaca golpeó, latiendo
muy rápido. Sentí que mis ojos se abrían como platos. ¡Joder!
¿Su corazón va a saltar de su pecho?

—Patrick también pasó por esta parte. Yo estuve aquí en


ese momento —dijo Victor con calma. Asentí dándole a
entender que lo había oído, lloriqueando cuando Emmett
comenzó a convulsionar.

Se sentía como si el ciclo se hubiera prolongado durante


días. Sabía que solo habían sido horas, pero maldita sea, ver a
mi compañero con ese dolor, hacía que pareciera más tiempo.
Vomitó sangre unas cuantas veces más y luego su corazón se
aceleró y convulsionó. Lo veía vagamente. Estaba en el infierno
y sólo podía imaginar lo malo que era para mi pareja. Quiero
decir, estar jodido era poco.

Después de aproximadamente una media hora más, el


corazón de Emmett se ralentizó, no hubo más convulsiones o
vómitos. Riley se dejó caer sobre el suelo, delante de nosotros,
mirando como si hubiera participado en varios maratones.
Micah fue rápidamente y le ofreció la muñeca a su compañero
para que Riley pudiera centrarse en nosotros. Asintió y bebió de
su compañero. Cuando terminó, pasó la lengua por la herida,
cerrándola, y me miró.

—Pasó la transición. Voy a ser honesto y decirte que no


tengo ni idea de qué va a ocurrir ahora. Sé que Patrick estuvo
sediento y excitado, así que sería bueno que empezaras a beber,
para que Emmett no te haga daño si bebe de ti. Pero su cuerpo
no solo acaba de pasar a través su transición, sino que luchaba
para expulsar el cáncer de su cuerpo, así que puede estar fuera
durante unos días. Simplemente no lo sé.

—Pero se despertará una vez más, ¿verdad? —Esa era mi


mayor preocupación. No me importaba si Emmett bebía de mí
durante tres días seguidos y quería sexo oral hasta que me
agotara y no pudiera hablar. Haría cualquier cosa por él. Sólo
quería ver sus ojos abiertos.

—No me gusta garantizar las cosas cuando estoy


improvisando —Riley levantó una mano cuando abrí mi boca
para protestar—, pero no veo ninguna razón por la cual no se
pueda despertar, Travis. Ha funcionado, pero no puedo
conectar los puntos. Y no sé si quedará algo del cáncer en él o
cómo puede su cuerpo manejar lo que ha pasado. Así que por
ahora, empieza a beber y así estaremos preparados.

—Gracias, Riley —le dije, tomando su mano en la mía y


dejándole ver el alivio y la gratitud en mi cara.

—Es mi familia, aunque su apellido no sea Marius. —El


doctor me guiño un ojo y me acarició la mano—. Tenemos que
permanecer juntos, como en una carrera y así es como
sobreviviremos.

—Llámanos si necesitas algo o Emmett se despierta —dijo


Micah poniéndose de pie y levantado en sus brazos a Riley—. Mi
compañero va a estar descansando en la habitación de al lado.
—Riley abrió la boca para discutir, pero la cerró cuando vio la
expresión de Micah—. Tienes que descansar.

—Por supuesto —estuve de acuerdo poniéndome en pie y


acercándome a mi pareja. Victor me trajo unas cuantas bolsas
de sangre para empezar y me encontré pasando mis dedos por
los suaves rizos de Emmett. Cuando iba por la tercera, podría
haber jurado que sentía el bamboleo de mi estómago.
Normalmente, cuando tomaba tanta sangre, era porque estaba
lesionado, o necesitaba reabastecerme. Pero este no era el caso
en estos momentos. En lugar de eso, estaba prelleno... Si eso
fuera siquiera una palabra.

—Mío —graznó una voz suave, y sentí una mano en mi


entrepierna. Mi mirada se encajó en la de Emmett, cuyos ojos
apenas estaban abiertos, ya que se estaba quedando dormido y
estaba agotado. Vi sus colmillos estallar hacia fuera por encima
de la parte inferior labio y quise llorar de alivio.

—Siempre tuyo —le dije suavemente mordiéndome la


muñeca y moviéndola por encima de su boca—. Tienes que
beber. —No estaba seguro de si estaba lo suficiente despierto
como para morderme y tomar lo que necesitaba, y pensé en lo
que Riley me había dicho. Emmett ni siquiera podía levantar la
cabeza y no tenía el aspecto ni la energía para matar una mosca.

Me dio una ligera inclinación de cabeza y comenzó a beber


de mí mientras su mano acariciaba mi polla a través de mis
pantalones vaqueros. Gemí mientras bebía, sonriendo cuando
sentí que sus colmillos entraban en mi carne. Supongo que
estaba funcionando. Cuando terminó, suspiró y se alejó de mi
muñeca, sonriendo como si hubiera saciado su sed.

—¿Por qué estoy tan cansado? —susurró, mirándome


fijamente con sus ojos muy abiertos—. Patrick me dijo que se
comportaba de manera hiperactiva, y que estuvo follando con
Stefan durante días.

—Él no tenía un cáncer contra el que luchar —le contesté,


ahuecando sus mejilla—. Riley dijo que tu cuerpo ha pasado por
mucho y puede tomarte unos días recuperarte.

—Entonces, mantente listo para mí. —Emmett me guiñó


un ojo y me dio una palmadita en la ingle—. Estoy muy cansado,
Travis.

—¿Puedes mantenerte despierto el tiempo suficiente para


que Riley te eche un vistazo?

—Claro —murmuró, sus ojos ya cerrados. Llamé a Riley, y


el médico llegó corriendo a la habitación unos minutos más
tarde. Verificó las máquinas conectadas a Emmett e hizo una
lectura de las mismas, escuchó su corazón y unas pocas cosas
más.

—Está bien —anunció Riley, mirándome tan aliviado como


yo me sentía—. Dale unos días de descanso, y el miércoles le
haré una batería completa de pruebas para asegurarme de que
todo salió como queríamos y el cáncer realmente se ha ido. Su
cuerpo necesita tiempo para adaptarse a ser uno de nosotros
antes de que lo revise por completo.

—Está bien —arrastró las palabras Emmett—. Me voy con


Morfeo ahora. Te amo, Travis. —Su respiración se niveló y se
durmió antes de que pudiera responderle. Mi corazón se
disparó por su declaración. Me negué a quedarme atrapado en
la idea de que era demasiado pronto para que lo estuviéramos,
después de menos dos días de conocernos. Infiernos, el drama
había hecho que ese tiempo pareciera años... ¿Por qué no
íbamos a saber ya cómo nos sentíamos?
—Puedes llevarlo a tu habitación —dijo Riley en voz suave
mientras desconectaba a mi compañero de las máquinas
médicas—. Haré que alguien te lleve un refrigerador grande con
sangre. Vais a necesitarla. Sólo asegúrate de que bebe y come
mucho, porque su cuerpo lo necesita.

—Gracias de nuevo. Te debo mi vida, Riley.

—No, no me la debes. —Se rio entre dientes, moviendo la


cabeza un momento antes de fijar mi mirada—. Micah me dijo
cómo salvaste una vez su culo en una misión. Si no hubieras
estado allí y te hubieras lanzado desinteresadamente delante de
ese demonio, mi compañero no hubiera vivido. Nunca me
habría reunido con él y no tendríamos nuestra vida juntos ni a
nuestra hija. Tú de todas las personas no me debes nada por la
ayuda, Travis.

—Entonces, ¿significa eso que no quieres ni una nota de


agradecimiento ni un regalo? —Levanté una ceja y le di una
sonrisa de satisfacción—. Porque soy conocido por hacer
magníficos regalos.

—Por supuesto. Una cesta de frutas suena muy bien. —Se


rio y empezó a salir de la habitación dejando que yo me ocupara
de mi compañero—. Pero tengo la sensación de que no es eso lo
que querías decir.

—No. —Le sonreí, sintiéndome agotado por todo lo que


había pasado, pero eufórico de que todo hubiera salido bien.

Levanté a mi compañero en mis brazos, envuelto en la


manta con la que Riley lo había cubierto cuando todo esto
comenzó. Me encontré con Victor en el vestíbulo. Llevaba una
nevera enorme llena de sangre y nos siguió hasta mi habitación.
Una vez que metí a Emmett en la cama, le di las gracias a Victor
cuando se iba, me quité la ropa, y me metí entre las sábanas
junto a mi compañero. Lo sostuve en mis brazos y le agradecí a
los dioses que hubiera sobrevivido y fuese mío.

Emmett.

Me desperté muriéndome de sed, hambre, y tan duro que


me daba miedo que mi polla pudiera romperse. Sinceramente,
no podría decir qué era peor, pero después de un momento, me
di cuenta de que Travis me envolvía como si fuera la cosa más
preciosa en el mundo... la sed ganó. Ni siquiera entendía lo que
estaba pasando cuando me salí de sus brazos y hundí mis
colmillos en su cuello.

—¡Joder, Cielo! —exclamó Travis, envolviendo sus brazos a


mi alrededor y rodándome para que estuviera a horcajadas—.
Adviérteme.

Gruñí una respuesta en cuanto empecé a frotarme contra


él como un perro en celo. Travis metió la mano entre nosotros y
tomó nuestras dos pollas en su gran mano. La fricción fue
fantástica, y sólo tardé unos segundos en irme. Pero estaba muy
lejos de haber terminado.

Travis gritó mi nombre y se corrió, disparando sobre su


estómago. El olor me golpeó con la sutileza de un cuatro por
cuatro, y lo necesitaba. Saqué mis colmillos de su cuello y bajé
por su firme cuerpo. Cuando llegué a la ingle, le agarré la mano,
que venía en mi camino y lamí su semen de sus dedos.

—Oh, Dios, el gusto de tu semen es el mejor —gemí y lo


lamí. Ni siquiera registré lo que Travis estaba haciendo, porque
estaba atrapado en mi diversión. Tan pronto como su mano
estuvo limpia, hice lo mismo con su estómago e ingle. Y
entonces necesité más sangre. Estaba tan malditamente
sediento, que me sentía casi maníaco. Sin un pensamiento en mi
cabeza de si podría herirlo o no, me encontré mordiendo a
Travis donde su pierna derecha se unía con su cuerpo.

—¡Sí! —Supongo que le gustó—. Cielo, me estás tomando


en lugares en los que nadie ha estado antes—. Sonreí, y pensé
otra cosa.

—Lubricante —gruñí alrededor de su carne. Lo siguiente


que supe era que un tubo de lubricante era empujado en mi
mano. Rápidamente, me puse un poco en mi dedos y empujé
dos en el culo de Travis. Entonces saqué mis colmillos y lo
mordí en otro lado de su cuerpo, como un reflejo, a la vez que
frotaba su próstata.

Mi compañero se volvió loco, arqueándose en el aire,


aunque tenía mis colmillos en él. —Oh, Dios, Emmett. Mierda,
eres un pequeño vampiro perverso. —Me congelé con la última
frase y saqué mis colmillos, mirando hacia abajo a donde lo
había mordido—. ¿Qué pasa?

—Soy un vampiro —le susurré, con los ojos danzando entre


la mordedura y la marca que le había hecho.

—Sí —dijo Travis, frotando sus manos por mis piernas—


.Bebiste sangre de mí, ¿no te parece bien?

—No, sí, tal vez —Suspiré mientras me pasaba las manos a


través de mi cabello—. No estaba pensando. Fue el instinto. Sólo
quería beber, estoy muerto de hambre y estoy caliente, pero no
pensé en por qué lo necesitaba tan malamente.

—¿Estás bien con ser uno de nosotros? Sé que tienes


mucho que asumir en…
—No recuerdo nada después de decirte que me dolía de
estómago. —No había querido interrumpirlo, más bien es que la
noticia se estrelló directamente en mi mente—. Estoy bien con
ser uno, sobre todo si me permite vivir. ¿Voy a vivir?

—Riley dice que sí. Sólo quiere que vayas el miércoles para
asegurarse de que el cáncer se ha ido y estás bien. Pero pasaste
por la transición, por lo que ahora eres uno de nosotros.

—Muy bien, genial. —Asentí, sin dejar de mirar los


mordiscos. Un poco de sangre se deslizaba por su pierna y sentí
mis colmillos con mi lengua—. Entonces el resto puede esperar
hasta que pueda pensar claramente, porque me parece que no
puedo centrarme muy bien ahora mismo.

—Sangre y disparates, ¿no?

—¿Eh? —Miré su cara y vi su hermosa sonrisa.

—Eso es lo que mi familia solía decir cuando alguien iba a


pasar su transición. Mi papá decía: ‘Sangre y disparates’, es
decir sangre y erecciones al mismo tiempo.

—Eso es gracioso. —Me reí. Miré a sus ojos, amando cómo


el color ámbar atrapaba la luz—. Así que voy a vivir y a estar
contigo para siempre. ¿Estás bien con eso?

—Oh sí —gruñó cuando nos dio la vuelta. Mis dedos se


deslizaron de su culo. Se me había olvidado que estaban allí,
mientras estuve perdido en mis pensamientos—. Te voy a
enseñar cuanto, mientras bebes de mí un poco más.

—No voy a drenarte, ¿verdad? —Sacudió la cabeza y se rio


de mi comentario, acariciándome con sus dedos antes de abrir
mis piernas—. ¿Cómo sabré cuando he tenido suficiente o si es
demasiado? No quiero herir a nadie.
Travis puso una mirada fría en sus ojos mientras
empujaba un dedo dentro de mí. —¿Necesitas beber de alguien
más aparte de mí? ¿No soy suficiente para ti?

—Yo… yo no lo sé —balbuceé asustado—. ¿Solo de ti? Yo…


yo no sé qu… que cantidad de sangre necesitan los v… vampiros.

Hizo un gesto brusco y empujó otro dedo, haciendo tijera.


—No se te ocurra beber de nadie más que de mí, nunca. Eso es
engaño sensual en nuestra raza y, básicamente, en nuestro
mundo, a menos que sea una emergencia, entonces puedes
beber de las muñecas de alguien. Pero sólo bebemos de nuestros
compañeros y de bolsas. Cazar o beber de los seres humanos no
está permitido, a menos que, de nuevo, sea una emergencia.

—No quiero hacerte daño ni tomar demasiado de ti,


Travis. —Pareció calmarse, y me dio un guiño.

—Te enseñaré cómo se hace. Por ahora, toma lo que


necesites, y si llega a ser demasiado, te pararé. He estado
bebiendo desde antes de que te despertaras y me encanta darte
lo que necesitas.

—Siempre lo haces —le susurré mientras lo empujaba


hacia mí. No pensé que Travis fuera a manejar esto tan bien,
pero es que yo no entendía todo lo relacionado con su raza.
Además, mi compañero había pasaba por un infierno desde que
me conoció, así que estaba dispuesto a dejar correr su reacción.
Tenía la sensación de que mi compañero era un hombre muy
celoso.

—¿Dónde estás? —me preguntó suavemente contra mis


labios.

—Recordando todo por lo que hemos pasado desde que me


presenté en tu puerta. —No era la verdad completa, pero
tampoco era una mentira.
—Aun así fue el mejor día de mi vida. Había estado tan
triste y solo y, justo el destino me manda a este pequeño Cielo
caliente a mi puerta. Quise hacer volteretas y darle las gracias a
mi buena estrella. —Me besó suavemente, y supe que lo que
estaba diciendo era verdad. Travis me extendió con rapidez pero
a fondo, y momentos más tarde, estaba dentro de mí.

—Te amo, Travis.

—Yo también te amo, pequeño Cielo —respondió con una


amplia sonrisa, inclinando su cuello mientras seguía
empujándose dentro de mí—. Siempre te amaré, cada vez más,
Emmett. —Me incliné y le lamí el cuello con una sonrisa en mi
cara. Nunca había oído una frase de amor por mí de nadie, y fue
tan especial y maravillosa como Travis.

Y era todo mío.


Travis.

—Eres insaciable —gruñí el miércoles por la mañana


mientras golpeaba a mi compañero. Habíamos estado teniendo
sexo sin parar, entre comer y beber hasta agotar las bolsas de
sangre.

—Sí, he oído más sexo en estas duchas en los últimos dos


días, que en todo el año pasado —gritó mi amigo Clove en voz
alta—. Seguid así y tendréis aquí una fila con todos nosotros
masturbándonos.

—Adelante. —Emmett se rio dándome una sonrisa—.


Preguntadle a Travis se quiere. No soy tímido.

—¿En serio? —jadeé, tan excitado que pensé que me iba a


fundir en el suelo. Asintió y corrí hacia atrás la cortina de la
ducha, sin dejar de golpear en él. El culo de Emmett estaba
contra los azulejos, sus piernas envueltas alrededor de mis
caderas mientras golpeaba mi polla en él. Era el sexo más
caliente y asombroso, y lo amaba tanto como a él.

—Joder, eso es caliente —se quejó Clove. Sabía que había


más gente allí, pero estaba concentrado en mi compañero—.
Habéis estado follando durante días seguidos.

—Mi compañero tiene la mejor polla. —Emmett gritó


cuando cambié el ángulo, y me clavé en su próstata mientras
bloqueaba mi boca con la suya. Después de unos momentos,
alejó su boca y hundió sus colmillos en mi hombro. Grité de
placer y me corrí. Mi cuerpo estaba cubierto de mordeduras. Le
pedí que las cerrara, pero solo las lamía para que no se curaran.
Yo las llevaba como insignias de honor del placer que me daba
mi compañero.

Mientras lo llenaba con mi semilla, deslicé un dedo en su


culo junto con mi polla. Emmett levantó la cabeza y rugió
cuando llegó a su clímax. No pude evitar sonreír ante un trabajo
bien hecho cuando alcanzó su propio pico.

—Cuando creo que he tenido el mejor orgasmo de mi vida,


tú me das uno que es incluso mejor.

—Me siento de la misma manera, Cielo —susurré contra su


cuello a medida que bajamos de nuestra felicidad. Cuando
estuvimos calmados, salí de él y lo bajé a sus pies. Su tobillo se
había curado desde hacía mucho tiempo. Miré y vi a Clove y a
Vega, así como unos cuantos más que no podía ver, pero pude
oler en el baño. Les hice una demostración girándome bajo el
agua, mientras Emmett inclinaba su rostro y hombros sobre mi
pecho.

Entonces tomé el jabón y comencé a lavar lentamente su


firme culo, asegurándome de que vieran su muy usado agujero.

—Traje un plug para mantener tu semilla en mi interior —


dijo Emmett perezosamente mientras se acurrucaba contra mí.
Eché un vistazo alrededor del plato de ducha hasta que lo
encontré. Lo agarré antes de que todo mi semen se filtrara de él
y se lo metí.

—Quiero uno —se quejó Vega, justo antes de correrse.


Clove no tardó mucho más, dejándome saber lo caliente que
veían a mi pareja. Claro, que mis amigos me vieran con alguien
era algo con lo que nunca había jugado antes, pero si yo estaba
aquí no me molestaba. Si hubieran estado observando a
Emmett en la ducha cuando estaba solo, sí que me habría
enojado lo suficiente como para arrancar cabezas.

Soy un hijo de puta posesivo y celoso... pero, con un


compañero, caliente como el mío, tenía todo el derecho a serlo.

—¿Puedo tomar una siesta, mientras tú vas a nuestro


encuentro secreto? —preguntó Emmett, haciendo que centrara
mi atención de nuevo sobre él, y no sólo en su culo, con el que
todavía estaba jugando. Me di cuenta de que se estaban yendo y
rápidamente comencé a limpiarlo. Habíamos tenido un montón
de sexo, y no pensé en que Riley dijo que tenía que descansar.

—Sí. —Me reí. Mi compañero pensó que estaba siendo sutil


recordándome nuestra reunión una y otra vez—. ¿Quieres el
desayuno antes de la siesta?

—No, sólo necesito algo de beber, y no sangre. No puedo


entender como sigo teniendo sed por los dos. Habría pensado
que la sangre me hidrataría.

—Normalmente la sangre puede hidratarte, pero después


de todo lo que has pasado, no me sorprende que necesites
ambas cosas —le expliqué tiernamente. Asintió y cuando
terminé de lavarlo salió de la ducha. Mientras se secaba tomé la
ducha más rápida del mundo y me reuní con él junto al
lavamanos para lavarnos los dientes. Luego lo levanté en mis
brazos mientras él sostenía todas nuestras cosas y lo llevé de
regreso a nuestra habitación.

—Si sigues llevándome en brazos a todas partes, no voy a


recuperar las fuerzas nunca, Travis. —Me dio una mala mirada,
pero fracasó por la sonrisa que tenía en sus labios.

—Sobrevivirás. —Negué por sus travesuras. Mi compañero


era impresionante. No era sólo que tenía un gran corazón, ni el
sexo, que estaba fuera de las listas de éxitos. No, además era
muy divertido. Con él podía tener la mayor explosión o
sencillamente hablar sobre cualquier cosa bajo el sol. Nos
adaptábamos, simple y sencillamente.

En el momento en que lo metí en la cama con una bebida


isotónica y me hube vestido, salí corriendo a mi encuentro.
Utilicé mi velocidad de vampiro, y segundos después, estaba
fuera de la puerta de atrás del Complejo de los Guerreros,
corriendo hacia la casa de Zane.

Zane y yo habíamos sido amigos durante mucho tiempo.


No habíamos sido amigos muy cercanos, definitivamente no los
mejores, tan cercanos como él lo era de Darcy o Isaac, pero
cuando nos veíamos en el gimnasio, y a veces después del
entrenamiento, como ambos estábamos solos, nos gustaba ir a
cenar juntos o tomar algo. Simplemente no era a la primera
persona que llamaría si algo pasaba. Ese sería Vega. Él era mi
primera opción.

Bueno, ahora lo era Emmett, pero Vega era mi viejo y


querido amigo.

Zane se había acoplado recientemente con un par de


gemelos irlandeses, con acento pronunciado y todo eso. A veces
era difícil entender a los chicos, pero estaban bien. Infiernos,
había coqueteado con ellos antes de saber que eran compañeros
de Zane. Isaac y su compañero, Rory, había comprado una viña
abandonada que lindaba con la propiedad del Complejo de los
Guerreros. Como todos los vampiros tenían un don especial, y
ese era darles vida a las plantas.

No habían llegado demasiado lejos en el viñedo,


centrándose sobre todo en las frutas y verduras que crecían en
los invernaderos, pero lo que habían hecho estaba floreciendo
como si hubieran pasado meses. En mi opinión, era un regalo
realmente maravilloso, un raro don. Había conocido a unas
cuantas personas que podían lanzar rayos de energía, como yo.
No era algo estándar, pero era algo común entre los guerreros
tener ese don.

Era muy útil en la batalla.

—Llegas tarde —uno de los gemelos me acusó cuando


reduje la velocidad y me paré en el porche delantero. Tuvieron
que oírme llegar, porque los tres estaban esperándome con la
puerta abierta.

—Lo siento, Emmett y yo nos distrajimos en la ducha y


luego lo dejé descansando. Es caliente como el infierno y estaba
listo para quedarse dormido de pie. —Me encogí de hombros—.
Su calentón es el normal de toda transición, pero creo que el
cansancio es debido a todo lo demás que ha soportado. Su
propio cuerpo lo obliga a hacerlo.

—A cambio, debes decir quién soy —respondió con una


sonrisa maligna.

—Apestáis —me quejé, aunque lamentablemente, ya que


no podía dejar de sonreír. Me hacían esto cada vez que los
veía—. Sois calientes y maravillosos. No es culpa mía que seáis
idénticos y no os pueda distinguir.

—Dejad al hombre. —El otro rio por lo bajo mientras Zane


se mordía el labio para contener la risa—. Tengo las manzanas
que dijiste que le gustaban a Emmett.

—¡Oh! Entonces eres Banning —le dije y le saqué la lengua.


—Hablé contigo sobre las manzanas.

—Sí, pero Banning me lo contó, y yo tengo la mejor


memoria —pensaba que era Banning, pero en realidad era
Brian, el que me estaba hablando.

—¿Habéis pensado en llevar etiquetas identificativas? —


me quejé mientras entrabamos e íbamos a la sala de estar.
Todos rompieron a reír ante esa idea—. ¡En serio! No puedo ser
el primero que ha tenido la idea.

—No, no lo eres. Nos reímos por la frecuencia con que la


gente nos lo sugiere —contestó Brian mientras nos sentamos—.
Los lobos siempre nos distinguen debido a que olemos
diferente.

—¿Cómo? Tenéis la misma estructura genética, sois


idénticos. —Sí, no entendía cómo podían oler diferente para
ellos.

—Brian usa una marca diferente de desodorante —


Banning respondió con un encogimiento de hombros—. Le
preguntamos a Ayden lo mismo. Figúrate, ¿no?

—Sí, yo, a diferencia de los lobos, tendría que estar muy


cerca para comprobar el olor, y ahora soy un hombre acoplado.

—Por cierto, felicidades de nuevo —dijo Zane con una


sonrisa—. ¿Así que Emmett lo está haciendo bien? Ni siquiera
puedo imaginar cómo te has sostenido con todo esto.

—Está vivo. El resto me importa una mierda. Está cansado


y necesita mucho alimento. Caray, estaría preocupado si no lo
necesitara después de lo que pasó. Pero está más fuerte cada
día, y todos los días me enamoro un poco más de él. Estamos
bien. Felices. —Sonreí, pensando en la ducha de esta mañana y
regresando a por qué estaba allí—. Necesitamos salir de los
dormitorios del Complejo de los Guerreros. Esta mañana les
dimos un espectáculo y la gente se queja de la frecuencia con la
que follamos en las duchas.

—Pobres bebés —se rio Brian. Lo miré un momento,


recogiendo la forma en la que los gemelos estaban sentados a
los lados de Zane en el sofá, viéndose tan a gusto juntos que me
pareció natural. Quería eso con Emmett—. Así que, ¿cuál es la
propuesta?

—No tengo ninguna. No quiero comprar una finca enorme,


y con la amenaza demoníaca empeorando, no sería seguro. No
deberíamos ampliar nuestro perímetro hasta que lo
necesitemos. Sé que ahora tenemos algunos vampiros que
vivían entre los seres humanos, y están llegando más, pero eso
no significa que Emmett y yo podamos hacer lo que Darcy y
Ayden. Simplemente no creo que eso sea para nosotros. Claro,
vamos a ayudar, pero queremos algo más simple y que sea solo
nuestro. Ninguno de nosotros ha tenido realmente eso nunca.

—¿Así que quieres construir un lugar aquí? —me preguntó


Zane, mirando a su compañeros, a su vez—. ¿Cómo de grande?

—No lo sé —respondí con honestidad, agobiado, y


suspirando—. No puedo imaginar algo más que una casa de tres
dormitorios. Emmett y yo tenemos que hablar de ello en primer
lugar, pero quería saber si estarías abierto a la posibilidad.
Nosotros no necesitamos más que medio acre o menos. Le
mencioné la viña, y que quizás pudiéramos construir nuestra
casa aquí, y se emocionó ante la idea. Dijo que le encantaría
ayudaros trabajando aquí, y como hay tantos guerreros y lobos
alrededor todo el tiempo, estaría a salvo.

—Tenemos esa zona rocosa en la arboleda de las manzanas


—dijo Brian, frotándose la barbilla—. Queremos expandirla
hacia los invernaderos, pero la parte posterior que bordea la
línea de propiedad no vale la pena para plantar. Tendríamos
que escarbar demasiado profundo para que los árboles tuvieran
algún día espacio para crecer. Es por la parte de la carretera, por
lo que podríais construiros vuestro propio camino de entrada.

—¡Eso suena muy bien! Emmett ama las manzanas. Estoy


seguro de que os ayudaría todo el tiempo que pudiera. Quiere
ganarse su sustento y no le gusta la escuela lo suficiente como
obtener un título.

—Sí, sería más seguro para él si se queda trabajando con


nosotros que trabajar fuera —Banning estuvo de acuerdo con
una inclinación—. Sería bueno para todos tener más amigos
cerca de nosotros.

—¿Podríamos conocer primero a tu compañero y


asegurarnos de que todos nos gustamos? —preguntó Brian
vacilante.

—Creo que es una gran idea —le respondí. Si vamos a vivir


en la misma propiedad y trabajar día a día juntos, tiene sentido
asegurarnos de que la química es correcta—. Nosotros
podríamos traer pizzas esta noche y vosotros mostrarnos los
alrededores antes de seguir adelante con esta discusión.

Zane miró a sus dos compañeros, que asintieron, antes de


volver a mirarme. —Suena como un plan. Esperamos poder
conocer al hombre que te hace sonreír tanto.

Me levanté y sacudí cada una de sus manos. —No estoy


preocupado. Es sólo una formalidad en mi mente. Emmett es
muy amable y todo el que lo ha conocido lo ha adorado.
Infiernos, Damian parece triste porque es el nieto de Stefan y no
sobrino suyo, o algo así. Son muy cercanos.

—Buen trato. —Zane parecía feliz por mí, lo que apreciaba,


ya que el apareamiento con Emmett ciertamente no había sido
fácil.

Estuvimos de acuerdo en que vendría con Emmett a cenar


después de nuestra reunión de la tarde en el Complejo de los
Guerreros. Todos los guerreros estaban un poco en el borde,
pero emocionados, porque íbamos a conocer a algunas de las
hadas que estaban por venir a nuestro plano. El presidente del
Consejo, Barnabas Leopold, era mitad hada, y había conocido a
su abuela, la Reina de los Fae, y resultó que tenían que dejar el
plano donde vivían.

El Consejo votó por unanimidad que eran bienvenidos a


empezar a integrarse en nuestro aquelarre mientras hablaban
con los demás aquelarres de todo el mundo. Supongo que no
había muchos FAE, pero todavía eran un montón. Demasiados
para tenerlos a todos en un solo aquelarre.

Sonreí mientras caminaba de regreso al Complejo de los


guerreros. Era un momento emocionante el que íbamos a vivir.
Por supuesto, no todo era bueno con los demonios
organizándose y atacándonos, pero al mismo tiempo, ahora que
la guerra se recrudecía, teníamos mejores armas, por lo que
llevábamos ventaja.

Me gustaba la forma en que mi gente estaba abriendo sus


brazos a los demás. No había nada de la mierda entre especies o
enfrentamientos como los que había visto en otras partes del
mundo, cuando había estado de misión. A nadie aquí le
molestaba que se hubieran mudado los lobos, y ahora las hadas.
Estábamos todos en el mismo lado, y estaba orgulloso de que mi
pueblo les diera la bienvenida.

Iba llegando a la puerta de atrás, en dirección hacia la sala,


cuando Vega se acercó corriendo.

—Ahí estás —jadeó mientras recuperaba el aliento—. He


estado buscándote por todas partes.

—Es Emmett ¿verdad? —le pregunté, casi instintivamente,


sabía que algo estaba pasando. Era mi primera prioridad.

—Dios, Travis. No sé cómo decirte esto, y no estoy seguro


si es lo que yo creo que puede ser, pero tenía que encontrarte. —
Ahora estaba empezando a entrar en pánico—. ¿Le explicaste a
Emmett lo que significa estar acoplado? Quiero decir, ¿sabe que
es como estar casado?

—Sí, ¿por qué? —Sentí que mi sangre se congelaba—. Por


favor, dime lo que está pasando, Vega.

—Vi a Emmett entrar en el comedor para obtener


alimentos, pero vio a Ferris y prácticamente lo abordó. Parecía
que se conocían muy bien y entonces oí a Ferris decirle que
deberían ir a su habitación.

—No —susurré, apretando mi pecho. Ni siquiera esperé a


que Vega terminara, me giré y salí corriendo a la habitación de
Ferris. Lo que vi cuando llegué allí me rompió el alma. Emmett
estaba en los brazos de Ferris, abrazando al hombre, y no estoy
hablando de un abrazo que le daría a un amigo o hermano. Este
era el abrazo de dos personas que se conocían entre sí
íntimamente. Además, las manos de Ferris estaban en el culo de
mi pareja, apretándolo con firmeza.

No pude encontrar mi voz. Me quedé en el pasillo,


escondido entre las sombras. Mientras estaba parado en la
puerta de la habitación de Ferris, se tocaban. Mi compañero se
echó a reír de algo que Ferris dijo y le dio un fuerte y sonoro
beso en los labios. Me di la vuelta, no podía ser testigo de más,
mi corazón estaba roto. Emmett me estaba engañando... Es
decir, nunca perdonaría el engaño, pero estaba bastante seguro
de que si tenía que suceder, normalmente no estaría dentro de
la primera semana de apareamiento.

Ni siquiera sabía a dónde iba, hasta que llegué al salón. No


había desayunado todavía y mi cabeza estaba siempre más clara
después de tomar un poco de café. Vega se acercó a mí, y negué,
levantando una mano para hacerlo retroceder. Asintió y tomó su
bandeja yéndose a una mesa vacía. No estaba dispuesto a hablar
de eso todavía. Caray, todavía no estaba preparado para saber lo
que pensaba. Sólo había pillado a mi compañero de pie en la
puerta de la habitación de otro hombre, en sus brazos, y luego
besándolo.

Por mi vida, sabía que todo había terminado.

Emmett.

—¿Ferris? —grité cuando lo vi en el comedor. Le había


dicho a Travis que no tenía hambre y quería dormir, pero
después de una hora de siesta, me desperté con el estómago
gruñendo. Nunca hubiera pensado que cuando fuera a buscar
algo de comer me encontraría con uno de mis antiguos clientes
aquí, donde Travis trabajaba y vivía.

Se volvió hacia mí y sonrió ampliamente. —¿Qué estás


haciendo aquí?

Grité de emoción y me lancé al hombre. Oh, era bueno ver


una cara amable después de todo lo que había pasado. No tenía
nada contra Travis o cualquiera de la familia Marius, pero
conocía a Ferris desde hacía años.

—Dime que finalmente rompiste con ese gilipollas de


proxeneta —indagó en voz baja para que nadie más pudiera
oírlo—. Dime que sí.

—Lo hice. —Me reí.

—Bueno, entonces subamos a mi habitación a por un poco


de intimidad. —Ferris movió sus cejas hacia mí, y no pude dejar
de rodar mis ojos.
—Solo para hablar, Ferris. Estoy fuera del mercado, pero
te pondré al corriente.

—Tu olor me intriga —susurró en tono de broma. Me bajó


y envolvió su enorme brazo alrededor de mis hombros—. Tengo
la sensación de que sé parte de la historia, ya que no hueles
como un humano. Tú eres a quien Riley forzó su transición.
¿Cómo no me di cuenta de que eras en parte vampiro?

—Yo ni siquiera lo sabía. —Me encogí de hombros


mientras salíamos del comedor y me llevaba a su habitación—.
Stefan Marius es mi abuelo.

—Espera, ¿qué? Empieza por el principio. —Ferris me


miró con los ojos muy abiertos. Casi me reí. Ferris me gustaba
mucho. Era uno de los buenos.

Empecé a contarle cómo conocí a Damian Marius y su


oferta, y como luego dejé a mi chulo y tomé un taxi hasta el
Complejo de los Guerreros.

—Yo me ofrecí a ayudarte, Emmett —dijo en voz baja al


tiempo que abría la puerta de su habitación cuando llegamos
allí—. ¿Por qué ir a Damian?

—¿Sabes cuantos chicos han puesto esa oferta a mis pies,


para mantenerme como su puta privada en los últimos años?
Damian era diferente. Cuando nos conocimos no sabía lo que
era, pero estaba acoplado, por lo que no me quería de esa
manera. Sólo quería ayudarme.

—¿Y piensas que yo no lo hubiera hecho? Siempre te he


tratado con respeto. —Eso era cierto.

—No es eso —suspiré y me apoyé en el marco de la puerta.


Levantó una ceja y me hizo un gesto para que entrara en su
habitación. Negué. —Ahora estoy acoplado con Travis, y no creo
que le gustara que me metiera en la habitación de otro hombre
hasta que le diga que te conozco.

—Puede que no le guste ni siquiera entonces. —Ferris hizo


una mueca y apoyó su hombro en el otro lado—. Los vampiros
recién acoplados son increíblemente posesivos. Así que dime
por qué acudiste a Damian.

—Realmente no puedo explicarlo. Tal vez fue la forma del


destino de lograr que encontrara a la familia que no sabía que
tenía y a Travis. Cuando mi chulo me dio otra paliza, supe que
tenía que acudir a Damian. Antes de que incluso me diera
cuenta de qué hacía o a donde iba, le estaba dando la dirección
al conductor del taxi.

—Muy bien, mis sentimientos no están heridos —Ferris me


guiñó un ojo y supe que estábamos bien. Le puse al corriente de
todo lo que había pasado desde que había encontrado a Travis,
descubrir que me estaba muriendo, encontrar a los Marius, y
Riley convirtiéndome en un vampiro—. Bueno, has tenido una
semana muy ocupada, por decir algo.

—¿Verdad? —Me reí porque eso era como el eufemismo


del año—. Pero soy feliz, Ferris, muy feliz.

—¿Travis te trata bien? Puedes decirme la verdad.

—Me trata como un a príncipe, y es lo mejor que me ha


pasado. Lo amo.

—Buen trato. Muy bien, dame un abrazo y ve a buscar a tu


pareja. Necesita saber que somos amigos o podría causar
problemas más adelante. —Asentí y me metí en sus brazos
abiertos. Ferris me sostuvo con fuerza y movió sus manos hasta
mi culo—. Te daré un apretón rápido, porque aunque ahora sé
que es lo más cercano que volveré a estar cerca de este culo
perfecto. Me gustaría que hubieras sido mi compañero.
Lo tomé como un cumplido, pero archivé su dolor en la
parte posterior de mi mente. Tenía la esperanza de que tuviera
la fortuna de encontrar a su compañero pronto, porque se
merecía ser tan feliz como yo lo estaba con Travis. Todo el
mundo lo merecía.
Emmett.

Cuando me apretó el culo, eché hacia atrás la cabeza y me


reí. Entonces le di un sonoro beso, relamiendo sus labios sin
pasión detrás del gesto. —Vas a encontrar a la persona perfecta,
Ferris. Eres demasiado bueno para no tener a alguien
maravilloso esperándote.

—Espero que sí —murmuró, y me dejó ir—. Prométeme


que si Travis la caga me darás la oportunidad de llevarte lejos.

—Tuviste oportunidades más que suficientes para follarme


y llevarme. ¿Por qué estás diciendo esto ahora? —Esa parte no
la entendía.

—No me importa lo que has hecho y nunca te he juzgado


por ser una puta. Pero no quisiera que pensaras que era por eso
por lo que te contrataba, Emmett. No te quiero sólo para el
sexo. Eres un gran tipo y me encantaba pasar el rato contigo.
Simplemente no creía que pudiéramos empezar algo real si se
iniciaba con dinero.

—Eso es justo. —Me miró tan tristemente, que no pude


dejar de inclinarme hacia su abrazo—. ¿Vas a estar bien?

—Sí, sólo quiero un compañero que sea mío. Soy mucho


más viejo que Travis, y a veces me duele ver a algunos de estos
cachorros jóvenes encontrar a sus compañeros cuando yo he
estado esperando tanto tiempo.
—Lo vas a encontrar. El destino es demasiado bueno para
dejar a alguien tan especial como tú sin el amor verdadero.

—Gracias. —Se rio entre dientes, alejándose de mí—. Ve a


buscar a tu compañero antes de que se asuste porque que no
estás donde se supone que deberías.

—Te veré por aquí, ¿verdad? —le pregunté después de


retroceder unos cuantos pasos.

—Puedes estar seguro. —Me dio un adiós rápido y entró en


su cuarto, cerrando la puerta detrás de él. Me sentí mal cuando
entré de nuevo al salón. No había querido que Ferris se sintiera
mal porque había acudido a Damian. Caray, ni siquiera sabía
que era aquí donde vivía. Todo lo que tenía de él, era un número
de móvil que había perdido cuando mi chulo destruyó mi
teléfono. ¿Tal vez debería haberle dicho que de todos modos no
hubiera podido llamarlo? Pero, de nuevo, sabía que tenía que ir
con Damian.

Mis pensamientos dejaron de preocuparme y sonreí


cuando vi a mi compañero sentado en el comedor. Me acerqué a
él y eché los brazos alrededor de su cuello por detrás. —¿Cómo
fue la reunión?

—Bien —gruñó apartándome.

—¿Qué pasa? —le pregunté mientras me sentaba junto a


él, sorprendido por las molestas vibraciones que sentía. Su
rostro estaba lleno de rabia y se notaba herido. ¿Qué demonios
había pasado en esa reunión? Antes de que pudiera obtener una
respuesta, nos interrumpieron.

—Oye, ¿cómo te sientes, pequeño caliente? —me gritó


Clove que estaba a unas pocas mesas de distancia, y me dio un
guiño. Sabía que Clove era un ligón, pero que si le gritaba que
era un fanfarrón, se sonrojaría y se iría con el rabo entre las
piernas. De hecho, era muy tímido, lo que me parecía
entrañable—. ¿Necesitas un poco de atención adicional para tu
recuperación?

—¡Él es mío! —exclamó Travis, y en un instante estaba


inclinado sobre el mesa y vi sus manos cambiar a garras justo
antes de que les diera un tirón a mis pantalones vaqueros,
rasgándolos en el proceso. «Okaaay».

—¿Vamos a hacer esto aquí? —le chillé mientras sacaba mi


plug y oí la cremallera de sus pantalones bajar.

—¿Ahora, de repente eres tímido? —gruñó mientras tocaba


mi agujero, haciéndome un pequeño rasguño con su garra. Algo
estaba pasando aquí y no tenía ni idea de qué se trataba. Travis
murmuró algo bajo y aunque no pude oírlo bien, podría jurar
que sonó como: “Todavía tienes su semilla dentro de ti”.

«¿Qué?» Aun tenía la semilla de Travis en mí. Estaba tan


perdido. Todavía estaba estirado por la follada de esa mañana y
el uso del plug, así que Travis no se tomó tiempo para
prepararme. Se estrelló contra mí, sin ponerse lubricante, y me
alegré de tener su semen en mí, porque eso me lubricaba.
Aunque todavía había algo de fricción, pero no me importó.

—Hay que darles un espectáculo, compañero —gruñó


Travis y empezó a golpear en mí—. Hay que darles una muestra.

—¿Qué? —jadeé, aferrándome a la mesa, de manera que


no podía mirarlo debido a lo duro que me estaba follando—. ¿De
qué hablas?

—Hueles como él —me acusó.

—¿Has perdido la cabeza? —gemí, tratando de


concentrarme en lo que estaba diciendo, pero no pude debido al
intenso placer que me daba.
—Travis, ¿realmente quieres hacer esto aquí? —preguntó
suavemente su amigo Vega mientras caminaba lentamente
hacia nosotros con las manos extendidas en señal de
rendición—. Esto no eres tú, amigo. —Vega le dio a Travis una
mirada de lástima, pero cuando su mirada se volvió hacia mí,
estaba llena de odio.

—No me digas qué hacer con mi compañero —espetó


Travis cuando me giró la cabeza a un lado dejando mi cuello al
descubierto—. Estoy reclamando lo que es mío para que todos lo
vean. —Hundió sus colmillos en mi cuello, y a pesar de que
siempre había un poco de dolor antes del dichoso placer, esta
vez realmente dolía. No era como el dolor de un golpe en la cara,
era más como cuando te tropiezas y te golpeas un dedo del pie,
pero Travis siempre había sido tan amable conmigo que esto era
impactante.

Grité cuando me corrí, disparando mi carga por todo el


suelo. Oí a Travis gruñir alrededor de mi cuerpo mientras bebía,
y me llenaba hasta el borde con su esencia. Siguió empujando a
través de nuestros orgasmos, hasta que se nos pasó.

—No olvides a quien perteneces —dijo Travis furiosamente


mientras se salía. Sentí más que vi que se arreglaba su ropa
antes de lanzarme mis jeans rotos. Al momento estaba en sus
brazos, todavía jadeando cuando me sacó del comedor. Mi
pareja no me miraba, y me estremecí por el dolor y la rabia en
su rostro.

Cuando llegamos a nuestra habitación, abrió la puerta y


me lanzó en la cama después de cerrarla. Me arrancó la ropa
salvajemente, y sentí las lágrimas ardiendo en mis ojos, porque
no pensé que fuera porque me deseaba. Aquí estaba pasando
algo más, y no me gustaba.

—Oh, sí, podremos conseguir por lo menos 200 por follar


un cuerpo como este —dijo con una sonrisa malvada cuando
pasó las manos sobre mis caderas. Me quedé sin aliento cuando
mis ojos se abrieron con sorpresa—. Aquí hay un montón de
duros guerreros a los que les encantaría un pedazo de culo como
el tuyo.

—Ya basta —le susurré, apartando sus manos y


alejándome—. ¿Qué te pasa?

Me ignoró y siguió su camino. —¿Cuánto te debo por mi


diversión de este mañana? Él te pagó, ¿verdad?

—¿De qué estás hablando? —grité mientras salía de la


cama. Alcancé algunas toallas de papel y me limpié. Realmente
no podía manejar esto con la semilla de Travis dentro de mí.

—¿Por qué te limpias? Pensé que te gustaba tener el semen


de otros hombres en ti.

—¿Qué? ¿Qué otros hombres? Me gusta tener el de mi


compañero precisamente porque lo es. —Necesitaba saber
rápidamente qué estaba pasando, porque Travis parecía que iba
a explotar mientras sus ojos se movían en torno a la habitación
como un loco—. No hay nadie más, Travis.

—¡No me mientas! —me gritó mientras agarraba la


lámpara de la mesita de noche arrojándola por la habitación—.
Te vi con Ferris. ¿Ahora me vas a mentir sobre eso? ¡Tenía sus
jodidas manos sobre ti, Emmett!

Me quedé inmóvil, registrando sus palabras —¿Crees que


tuve relaciones sexuales con Ferris? ¿Es eso lo que está
pasando? —Rápidamente abrí la cómoda y agarré algo de ropa.
No podía tener esa conversación desnudo.

—¿Fue tan bueno como yo? —preguntó Travis en su lugar,


sacudido por sus emociones—. Por supuesto le dirías que lo era,
¿verdad? Eso es lo que les dicen las putas a los clientes que los
follan.
Giré mi mejilla, como si me hubiera golpeado mientras las
lágrimas ardían en mis ojos. —No tuve relaciones sexuales con
Ferris, Travis. Cálmate y déjame explicártelo, ¿de acuerdo?
Conozco a Ferris de hace tiempo. Solía ser un cliente.

Travis se echó a reír, torturado, y eso me hirió. —Por


supuesto que lo fue. Eso es jodidamente la guinda. Ahora no
tendrás que esforzarte para establecer el negocio aquí. Sólo
tenemos que repartir tiques entre mis compañeros, les podemos
decir que la puta está abierta para los negocios.

—Para —grité mientras me ponía mis bóxers y luego los


pantalones vaqueros—. Detente y escúchame antes de que
arruines lo que tenemos y no puedas retractarte de lo que estás
diciendo.

—Jódete, Emmett —se mofó, entrecerrando los ojos en


mí—. Lo hice todo por ti. Estuve allí para ti, te amaba, pero no
fui suficiente. La primera vez que te dejo solo y te follas a otro
hombre. ¿Te folló bien? Y yo hablando con Zane y sus
compañeros sobre la construcción de una casa para nosotros en
sus tierras. —Me imaginé por todo el dolor que había pasado
con todo lo ocurrido, y estaba seguro de que acaba de agregar
más a su dolor por lo que pensaba que yo había estado
haciendo.

—No me acosté con Ferris, ni siquiera entré en su


habitación. Si no crees que tu compañero no se comportó como
una puta, ve y pregúntaselo. —A pesar de que pensaba tan poco
de mí, estaba tratando de hacerlo razonar.

—¿Por qué? ¿Para que pueda escuchar todos los detalles?


Si no te acostaste con él, ¿qué hiciste? ¿Solo soplarle en el
pasillo? Sé cómo te gusta tener audiencia.

—No hice nada malo —le susurré, sacudiendo mi cabeza


antes de ponerme una camisa y los zapatos—. En primer lugar,
ya me has dejado claro que para ti soy una puta. Sabía que no
estabas bien con mi pasado. Me viste abrazar a un amigo y ya
piensas que te fui infiel. Eso no es amor, Travis. Entonces te
cabreas y me tratas como una puta delante de todos tus amigos.
Vete a la mierda. Tengo que llegar a mi cita con Riley. No
seguiré con esto.

—Oh, no, esto no ha terminado —gruñó y me agarró del


brazo.

—Ya me has tratado como a una puta. ¿También vas a


pegarme como hacía mi chulo? —Travis me soltó en un segundo
como si se hubiera quemado. Abrí la puerta, haciendo una
pausa, pero no lo miré—. Te habría amado para siempre, Travis.
Nunca te he sido desleal. Siento que no puedas ver eso y pienses
tan poco de mí para que creas que te engañaría, pero ni siquiera
me has dado la oportunidad de explicarme. Supongo que solo
fui para ti, tu niño juguete, y nunca tu pareja.

Salí por la puerta, cerrándola detrás de mí con mi corazón


roto. Di alrededor de cinco pasos cuando oí el rugido de dolor
de Travis, lo suficientemente alto como para los vidrios de
algunas ventanas se rompieran. Sin embargo, no regresé.
Odiaba que sufriera, pero era su propia obra. Ni siquiera me
había preguntado qué había pasado, sólo lo asumió. Eso no era
amor. Travis no me amaba de verdad, y ese conocimiento me
mató en el interior.

Corrí hacia la clínica, las lágrimas borrando mi visión, así


que no sabía realmente a dónde iba. Doblé la esquina y choqué
contra alguien, unos fuertes brazos me agarraron antes de que
me cayera.

—Emmett, ¿qué pasa? —Ferris me preguntó. Negué,


incapaz de encontrar las palabras.
—Yo puedo responder a eso —dijo Vega a nuestras
espaldas. Eché un vistazo al hombre e incluso a través de mis
lágrimas, pude ver la mirada que me estaba dando. Si las
miradas mataran estaría a seis metros bajo tierra, o tal vez ni
siquiera me diera sepultura—. Le dije a Travis que vi como os
abrazabais y luego subisteis a tu habitación.

—¿Y? Conozco a Emmett desde hace tiempo. ¿Y qué? —


Ferris nos miraba.

—Travis corrió hacia tu habitación y lo que vio lo destruyó.


—Vega seguía lanzándome puñales—. ¿Qué vio? A ti
prostituyéndote. No te mereces a Travis.

—Emmett y yo no tuvimos relaciones sexuales. Solo


hablamos —dijo Ferris, defendiéndome mientras me empujaba
detrás de él.

—Sí, seguro —se burló Vega.

—¿Cuándo has sabido que mienta, Vega? —le lanzó Ferris.


Eché un vistazo a su alrededor y vi la cara de Vega caer cuando
negó—. Así es, nunca. Emmett ni siquiera entró en mi cuarto,
porque está acoplado y no quería que Travis tuviera una idea
equivocada, hasta que le explicara que nos conocíamos. Nos
abrazamos y Emmett me dio un inocente beso mientras me
aseguraba que algún día encontraría a mi compañero. Eso es
todo lo que sucedió.

—Y me buscó —añadí, dándome cuenta de qué era lo que


Travis probablemente había visto.

—Le agarré el culo como una broma mientras nos


abrazábamos. Travis estará jodido y fuera de su cabeza, si nos
vio y pensó que habíamos tenido relaciones sexuales —Ferris
respondió cuando se volvió para mirarme—. ¿Te preguntó qué
pasó?
—No, me folló en el comedor delante de todos, y no
entendía lo que estaba pasando hasta que llegamos a su
habitación. —No pude contener las lágrimas a medida que más
y más llegaban, corriendo por mis mejillas—. Dijo que iba a
empezar a cobrarles a los guerreros 200 por follarme. Me llamó
puta y me preguntó cuánto te cobré, y dijo que podíamos
publicar folletos de mis servicios. Le dije que no tuvimos sexo, y
me llamó mentiroso.

Ferris me tapó la boca con la mano cuando empecé a


divagar y a hiperventilar. —Tienes una cita con Riley, ¿no? —
Asentí—. Vega llévalo allí mientras hablo con su pareja, ¿de
acuerdo? Voy a arreglar esto. —Apartó la mano cuando negué.

—No te molestes. Dejó claro lo que piensa de mí. Eso no es


amor. Me dio miedo, Ferris. No debería tener miedo de mi
compañero, ni ser tratado de esa manera. No salí del control
abusivo de un proxeneta para encontrar otro. Voy a llamar a
Damian, y después de ver a Riley, me iré a vivir con él.

—Bueno, iré a comprobarte más tarde. —Ferris besó la


parte superior de mi cabeza y se volvió hacia la habitación de mi
compañero. Tomé una respiración profunda y salí con Vega
hacia la clínica.

—Emmett, yo…

—No —gruñí, y seguí caminando—. Eres amigo de Travis.


Entiendo eso. Por supuesto que estarías de su lado y creerías
que era culpa mía. ¿Quién creería a una puta, verdad?

—No me importa una mierda lo que hiciste antes de


Travis. Ser prostituto es una profesión, no quién eres —dijo
Vega suavemente mientras caminaba junto a mí—. Fui a él
porque no sabía si entendías lo que significa estar acoplado.
Algunas personas tienen problemas con la idea de los
matrimonios estables cuando se aparean. Lo he visto pasar. Sólo
quería asegurarme de que te lo había explicado todo cuando te
vi salir con Ferris.

—Sabes, llegados a este punto —gruñí mientras me daba la


vuelta para enfrentarlo—, si yo viera a Travis emocionado al
encontrarse con alguien y marcharse con esa persona, nunca
llegaría a la conclusión de que me estaba engañando. Olvidas
que he estado en su habitación desde que nos hemos acoplado, y
cuando he estado durmiendo la siesta y ha salido contigo,
¿alguna vez os he acusado de estar juntos o haber follado? No,
porque sé que sois amigos.

»Estar acoplado no significa que no podamos tener


amigos, es lo mismo que cuando se está casado. En los
dormitorios se vive básicamente como en la universidad, la
gente va de una habitación a otra todo el tiempo y eso no
significa que haya sexo. Pero como yo he sido una puta, esa fue
tu conclusión. Ahora bien, entiendo que estabas preocupado por
tu amigo, pero ambos sacasteis conclusiones apresuradas, así
que ahora podéis tiraros de un acantilado, no me importa.

Giré sobre mis talones y me fui, haciendo caso omiso de su


expresión noqueada. Ni siquiera había dado dos pasos dentro de
la clínica cuando vi a Riley, Stefan, y Damian, todos allí de pie,
esperándome con sus compañeros. Eso era amor. Me amaban y
me abrazaban como parte de su familia. En el instante en el que
se dieron cuenta de que había estado llorando, me rodearon y
me preguntaron qué había sucedido.

Rompí en llanto, diciéndoselo todo. No es que quisiera


difundir lo que había pasado, pero pensé que Travis ya había
hecho un buen trabajo sobre ello después de la escena que causó
en el comedor. Ahora, sólo necesitaba a alguien con quien
hablar. Estaba roto por dentro, y por una vez, no quería
sentirme tan solo mientras manejaba mi drama. Cuando acabé,
tuvieron reacciones diversas.
—Lo voy a matar —gruñó Stefan.

—Voy a llamar a mamá —dijo Damian—. Ella te preparará


una habitación.

—Lo primero que vamos a hacer, es revisarte, así podré


darte el certificado de buena salud y sacar una cosa fuera de tu
plato —agregó Riley suavemente. Asentí y dejé que me llevara a
una sala de examen. Estaba en lo cierto. No podía arreglar mi
corazón roto, pero podríamos saber con seguridad si estaba
curado. ¿Y todo para qué? Le había rogado a Riley que me
salvara para poder vivir una vida feliz con Travis.

¡Todo para esto!


Travis.

Todavía estaba de rodillas en mi habitación, tratando de


lidiar con mi mal corazón cuando la puerta de mi habitación se
abrió, con tanta fuerza, que voló de sus bisagras. Miré hacia
arriba en estado de shock, pero pasé a enojado cuando vi que
era Ferris.

—¡Fuera de aquí, antes de que haga algo que podría


lamentar más tarde, como matarte —le dije poniéndome en pie,
tratando de controlar mi rabia.

—Vete a la mierda —me espetó mientras acortaba la


distancia. Me dio un puñetazo en la cara, atrapándome con la
guardia baja—. Emmett no te engañó. Él nunca haría eso. No
tuvimos relaciones sexuales. No estábamos desnudos. Ni
siquiera entró en mi habitación, por respeto a ti. Nunca hemos
sido íntimos, saca la cabeza de tu culo.

—¡Mentira! Dijo que fuiste un cliente.

—Cliente de sangre. ¡Le pagaba por beber de él! —gritó


levantando las manos en el aire—. Conocí a Emmett en un club
hace años, me preguntó si lo quería para pasar la noche y me
dijo cuánto cobraba. Estaba tan asustado, y sabía que no quería
tener sexo, pero se veía mal alimentado, así que estuve de
acuerdo. Cuando llegamos a su lugar, le dije que no pagaría por
sexo, sino que lo haría por que me dejara beber de él. Fue lo
único que pude pensar para darle algo de dinero.
—¿Qué? —Me sorprendí, y sentí que mis rodillas se volvían
de gelatina. Rápidamente me senté en la cama antes de
caerme—. ¿Bebiste de mi compañero?

—¡Entonces no era tu compañero, Travis! Era una


prostituta de la que abusaban duramente y que no quería estar
allí. Traté de ayudarlo, pero después de que lo hubieran
golpeado tantas personas, no creía que alguien quisiera
ayudarlo realmente sin pedir nada a cambio. Así que empecé a
ir con él una o dos veces al mes para beber de él y darle más
dinero de lo que ganaría con el sexo.

»Era la única manera para que me dejara ayudarlo. Pagaba


toda la noche para que su proxeneta lo dejara en paz, y
escondiera el dinero extra. Nunca me dio un beso, nunca me
hizo un trabajo con la mano, ni nada. Bebía de él y luego
hablábamos toda la noche. Trataba de convencerlo de que se
fuera a un refugio o que me dejara esconderlo de su chulo, pero
lo hacía sentirse incómodo, por lo que simplemente estaba allí
para él. Somos amigos.

—Por eso es, que sabía sobre los vampiros —murmuré,


sintiéndome tan angustiado que mi mundo giraba al revés. Una
vez más.

—Sí, se lo conté la noche que nos conocimos, hace unos


tres años. He ido con él desde entonces. Yo obtenía sangre
caliente, él dinero, y ambos teníamos a alguien con quien hablar
que no nos juzgaba y así, por una noche, no nos sentíamos tan
solos. Eso es todo. Lo vi en el comedor y se emocionó de tener
un amigo aquí. ¿Puedes imaginarte cómo debe de ser para él
tratar con un mundo nuevo como el nuestro? No conoce a
nadie.

—¿No te acostaste con él? —Aún estaba conmocionado por


ese hecho, tratando de procesarlo todo.
—¡No, gilipollas! Me dijo que estaba acoplado contigo, que
estaba enamorado de ti, y ni siquiera quería entrar en mi
habitación hasta que pudiera hablar contigo y te dijera que nos
conocíamos. Pero no le preguntaste que pasó, ¿verdad? Sólo lo
insultaste y lo acusaste.

—Lo vi en tus brazos —espeté, no estaba dispuesto a


asumir toda la culpa de esto—. Tú lo tocabas y luego él te besó.
¿Qué iba a pensar?

—¡Esa no es razón para que pienses que Emmett te


engañaría! —Ferris pasó sus manos sobre su cara y gruñó de
frustración—. Lo abracé porque estaba feliz de que él también lo
estuviera, entonces le hice una broma sobre que por fin le iba a
agarrar su culo caliente, porque ya nunca tendría la
oportunidad de estar con él. Me hubiera gustado haber sido el
hombre que cabalgara a su rescate, Travis, pero no fue a mí a
quien acudió. Sabe que me dolió, y yo estaba tratando de
animarlo para que no se sintiera culpable.

—¿Y el beso? —Susurré mientras mi corazón se hundía en


mi estómago. Estaba en una mierda muy grave.

—Estaba tratando de hacerme sentir mejor, y hasta se rio


después de que le dije que me gustaría que hubiera sido mi
compañero. Emmett es impresionante. Me encantaría tener un
compañero como él. Y es difícil para alguien de mi edad, ver una
vez más a alguien más joven encontrar a su compañero, sobre
todo cuando soy el mayor.

—Oh, Dios mío —me quejé cuando la gravedad de la


situación se hundió en mí. Lo había jodido todo, debería salir y
dispararme—. Nunca me va a perdonar.

—¿Mereces ser perdonado? —Ferris cruzó los brazos sobre


su pecho y levantó una ceja hacia mí.
—No, no, no lo merezco —admití enterrando mi cara entre
mis manos—. Eso no quiere decir que no vaya a intentarlo. Está
en su cita con Riley en estos momentos, solo. Y eso, dejarlo ir
solo, me estaba matando. Incluso aunque todavía estaba
molesto con él, quería estar allí.

—Entonces, levanta el culo y ponte en marcha, y prepara


los labios para lamerle el culo —se quejó Ferris dándome un
puntapié.

—Claro, sí, puedo hacer eso —asentí mientras caminaba


hacia la puerta, apuntando a la misma—. Arregla eso y yo
ignoraré que me diste un puñetazo, aunque me lo mereciera.

—Trato hecho.

Me giré sin decir una palabra y salí corriendo a la clínica.


Cuando llegué a allí, tuve una fiesta de bienvenida, aunque no
me daban la bienvenida en lo más mínimo.

—Sé que la he jodido, pero el único que puede echarme es


Emmett —dije cuando Stefan y Damian gruñeron,
mostrándome sus colmillos en una muestra de agresión—. Estoy
seguro de que ninguno de vosotros dos la ha jodido jamás con
vuestros compañeros, pero al menos necesito saber que está
curado antes de que me de la patada. —Pensé que podría tener
al menos una oportunidad, ya que ¿quién no mete la pata una o
dos veces, o incluso más en cualquier relación?

—Está bien, pero vamos a estar fuera escuchando, y si


Emmett quiere que te vayas, te sacaremos —lanzó Stefan. Le
hizo un gesto asintiendo y Damian señaló la puerta detrás de la
que estaba mi compañero. Llamé y entré directamente.

—Vete —susurró Emmett cuando levantó la vista y me vio.


Estaba acurrucado de lado en la mesa de examen frente a la
puerta. Sus ojos estaban rojos e hinchados, y sostenía un trozo
de algodón sobre el lugar de donde Riley le había extraído
sangre.

—Por favor —me atraganté, cerrando la puerta detrás de


mí—. Por favor, sólo déjame esperar hasta que sepamos si estás
bien o no. Entonces me iré.

—¿Por qué te importa? Sólo soy una puta, ¿verdad?

—Lo siento. Tienes razón, fui un hijo de puta enorme y me


pasé, y sé que mis motivos eran exactamente infundados y que
no tenía razón para sentir celos, Emmett. Lo manejé todo mal,
lo sé. Te vi en los brazos de otro hombre, mientras te tocaba
íntimamente y luego lo besaste.

—Como una broma. Ni siquiera me diste la oportunidad de


decírtele, infiernos, ni me preguntaste qué estaba pasando.

—Voy a explicar…

—¿Por qué? —Se rio, moviendo la cabeza—. ¿Debido a que


me diste la oportunidad?

—No, no, no lo hice, y me arrepiento de eso —respondí,


sacudiendo la cabeza. Me arriesgué y me acerqué a él—. Pero
sólo necesito que sepas una cosa. Por favor Cielo. —Vi como sus
emociones jugaban a través de su rostro mientras se mordía los
labios. Finalmente, después de lo que pareció ser una eternidad,
asintió.

—Necesito que sepas que te amo.

—Sí, claro. —Emmett intentó girarse para darme la


espalda, pero fui más rápido, me moví en un flash y ahuequé su
rostro entre mis manos.

—Te amo, Emmett. Puede que por la forma en la que


manejé las cosas no te lo haya mostrado, pero aluciné porque te
amo y sentí que mi mundo se rompía cuando pensé que habías
estado con otro. Sé que no es eso lo que pasó, pero es lo que yo
pensaba. Si no te amara, ¿por qué me habría cabreado tanto?

—No pensé en eso —susurró mientras parpadeaba


apartando las lágrimas—. Me asustaste, Travis. Nunca debería
tener miedo de ti. Y esa mierda que hiciste en el comedor…
¿Cómo voy a mirar a la cara a esas personas de nuevo? Ni
siquiera puedo imaginar lo que deben pensar de mí.

—Lo que pasó no da una mala imagen de ti, Cielo —le dije
firmemente besándolo en la frente—, sino de mí. Todos
sabemos que los vampiros se vuelven locos, celosos y posesivos
después de aparearse, lo más probable es que ni se inmuten por
lo que pasó. Pero yo era el que estaba enloquecido. Tú fuiste un
buen compañero dándome lo que necesitaba a pesar de que no
entendías lo que estaba pasando.

—¿Cómo sé que no lo estabas haciendo solo para darme


una lección ante los vampiros que son idiotas y celosos después
de aparearse para salir del paso? —me preguntó vacilante,
cuando pasé los dedos por sus rizos.

—Es un imbécil por la forma en la que manejó las cosas, es


decir, amenazó con vender tu cuerpo y te insultó, pero no está
mintiendo —dijo Riley desde la puerta.

—Nunca lo habría hecho —admití tímidamente—.


Realmente estaba pensando en encerrarlo y atarlo a la cama
para el resto de nuestras vidas, porque es tan caliente que la
gente no puede resistirse a querer estar con él.

—Cállate —ordenó Emmett mientras movía la mano


tapándome la boca. Vi que había escuchado el elogio, porque
aunque todavía se le veía herido, la ira se había ido de sus ojos.
—¿Puedes explicarte, doctor?
—Conocí a Micah después de ser herido de gravedad en
una misión —comenzó mientras se sentaba en su taburete con
ruedas—. Todo lo que vio fue mi cara con una mascarilla y como
estaba medio drogado pensó que era una mujer. Nunca había
estado con un hombre antes. Y después de que se acopló, todas
sus inseguridades acerca de ser capaz de complacer a su pareja
masculina subieron a las nubes. Estaba constantemente
haciéndome jurar que nunca lo dejaría y admitiendo que era
suyo.

—Pensabas que era caliente —Micah se rio entre dientes—.


Pero Riley dice la verdad. Estaba loco con la idea de no ser
suficiente para él y que me dejara a pesar de que éramos
compañeros. Travis es un gilipollas por lo que hizo, pero no está
mintiendo.

—¿Por qué yo no me siento así? —preguntó Emmett, sus


cejas juntas, pensativo.

—Porque nosotros somos más inteligentes. —Riley me


guiñó un ojo y luego sonrió a su compañero—. Mi conjetura es
que los guerreros tienen un extra de testosterona. Los machos
alfa. Pero ahora vamos a pasar a las buenas noticias, y después,
puedes decidir la penitencia de tu pareja.

—¿Estoy curado? —Emmett se sentó y me dejé caer junto a


él, envolviendo un brazo a su alrededor.

—Lo estás. —Los ojos de Riley brillaban con la noticia—.


Todavía no sé cómo tu cuerpo fue directo a la transición, pero
estás libre de leucemia, amigo. Eres un vampiro completo,
inmortal ahora, y nunca vas a enfermar de nuevo.

—¡Dulce! —chilló mi compañero, saltando sobre la mesa


de examen. —Así que, ¿ahora qué?
—Ahora deja que tu compañero te muestre cómo manejar
tu sed y controlar tu forma de beber y vivir vuestras vidas. A
menos que no puedas perdonarle su transgresión, entonces,
volverás a casa con nosotros y te lo mostraremos.

Riley miró a Micah, que asintió de acuerdo a que mi


compañero era bienvenido con ellos.

—Necesito un poco de tiempo para pensar —susurró


Emmett alejándose de mí. Lo dejé ir, aunque me sentía como si
un cuchillo me estuviera atravesando.

—Tenemos una reunión en un rato, así que voy a estar


ocupado toda la tarde —dije lentamente, dándole tiempo para
procesarlo—. Pero esta mañana hablé con Zane y sus
compañeros. Nos pidió que fuéramos a cenar para conocerte y
que podamos ver si todos nos gustamos antes de que estemos de
acuerdo en construir en sus tierras y ayudarlos en el viñedo. Nos
darán un paseo y nos mostraran el lugar en el que piensan que
deberíamos construir, si estás bien con eso.

—Sí, podríamos hacerlo, pero eso no quiere decir que no


vaya a quedarme con los Marius algunos días. —Emmett parecía
tan cansado que quería sugerirle una siesta, pero estaba
bastante seguro de que había perdido todo el derecho a decirle
lo que tenía que hacer.

—Por supuesto, pequeño Cielo —estuve de acuerdo de


inmediato—. Estoy dispuesto a hacer lo que quieras. Así que si
se te ocurre algo, por favor dime cómo puedo solucionar este
problema.

—Lo haré. Sólo quiero descansar y pensar, pero no quiero


hacerlo en nuestra habitación, por lo que tomaré una siesta en
la habitación de Ferris. Puedes venir a buscarme allí cuando sea
el momento de ir a la viña. —Asentí, odiaba la idea de que fuera
allí, pero capté el mensaje subyacente fuerte y claro. Era hora de
demostrar que confiaba en él, y lo haría, le permitiría tener
amigos sin volverme loco.

—Te veré después de la reunión. —Ambos saltamos fuera


de la mesa y tiré de él a mis brazos—. Estoy tan contento de que
estés saludable, Emmett. Te amo, y voy a hacer todo lo posible
para solucionar este problema.

—Espero que sí. —Se puso de puntillas y me dio un beso


rápido antes de alejarse y salir de la habitación. Lo vi pasar, mi
corazón cada vez más pesado con cada paso que daba, hasta que
se hubo ido. Me fui unos momentos más tarde, con mi cabeza
baja por la vergüenza. Fue Cyrus quien me paró en el vestíbulo
de la clínica.

—Damian conoció a Emmett cuando huía de mí, porque


había metido la pata, y no me di cuenta hasta que fue
demasiado tarde. Casi lo pierdo, y aunque lamento haberle
hecho daño, joder, eso hizo nuestra relación más fuerte de lo
que nunca pensé que fuera posible. Me obligó a sacar la cabeza
de mi culo y ver lo que había estado haciendo mal.

—No creo que esta situación sea similar —murmuré


sacudiendo la cabeza. En teoría sonaba bien, pero no haberme
dado cuenta de que estaba haciendo algo mal, fue muy
diferente.

—No, pero ahora entiendes que podrías perder a tu pareja


debido a tus acciones, y no volverás a cometer el mismo error. —
Al exponerlo así, lo pillé. Asentí mientras nos dirigíamos al gran
gimnasio del Complejo de los Guerreros, donde se llevaban a
cabo todas las reuniones. Patrick y su compañero, Stefan, se
dijeron adiós y luego se separaron. Supongo que había traído su
propio vehículo para poder llevar a mi pareja. Se me calentaba
el corazón al saber que Emmett tenía ahora muchas personas
que realmente se preocupaban por él.
Sólo esperaba que aún se preocupara por mí después de la
mierda que le había lanzado.

Estábamos todos sentados en las gradas retráctiles, a la


espera del coordinador de los guerreros, Errol, y del jefe del
consejo Barnabas Leopold. El gimnasio se parecía al de las
grandes escuelas que veía en las películas. Como nunca había
estado en una escuela secundaria humana, no podía estar
seguro de que era así de preciso, pero para mí, un gimnasio era
un gimnasio, y no creía que hubiera demasiadas variaciones en
los mismos.

—Gracias por venir aquí hoy —dijo Barnabas en voz alta,


con lo que todo el mundo se calmó. Hubo algunas risas, porque
no era como si hubiéramos tenido la opción de decidir si
asistiríamos o no. Miré a las personas que lo flanqueaban.
Reconocí a sus compañeros Digger y Miles, y por supuesto,
Errol, pero a los otros cinco hombres nunca los había visto
antes. Eran enormes, y nunca había visto guerreros tan altos.

—Esos son los guerreros Fae —se inclinó y me susurró


Stefan como si hubiera leído mi mente. Eso me golpeó
sorprendiéndome. Creía que los Faes, eran más pequeños que la
mayoría de los vampiros. Estos chicos medían más de 2.13 cm.

—El Consejo ha acordado integrar a algunos miembros de


los Faes en nuestro aquelarre. Algunos pasarán a otros
aquelarres y a otros países una vez que lo otros Consejos lleguen
a un acuerdo. Pero por ahora, todos van a estar aquí, porque si
dejan su plano algunos más, la magia no podrá soportar el velo.
—Se dio la vuelta y miró a los dos guerreros Faes—. ¿Estoy
explicando esto correctamente, Alteza?

Los hombres se movieron a un lado para revelar a una


mujer pequeña e impresionante. Wow. Si alguna vez había
estado dispuesto a cambiar de equipo y empezar a ir tras las
mujeres, sin duda sería por ella. Era casi etérea.
—Sí, nieto —dijo cariñosamente—. Unos pocos viniendo
aquí y luego volviendo a nuestro plano no afectará a la magia.
Pero cuando seamos bastantes los que pasemos a este lado,
nuestro plano comenzará a desmoronarse. La próxima semana,
empezaremos a mudarnos todos, después de que la mayor parte
de nuestras cosas sean trasladas durante esta semana. Vendrán
más de 600 Faes y se sentirán desplazados, no familiarizados
con este mundo. Algunos nunca han estado aquí antes.

—Sé que Caleb, a quien la mayoría de vosotros conocéis,


ha invitado a una parte de ellos a vivir con él en su palacio hasta
que puedan decidir dónde quieren ir —continuó Barnabas,
dándonos tiempo para reflexionar sobre todo eso.

—La mayoría de las familias fundadoras recibirán a tantos


como puedan hasta que se tomen otras medidas. Sois los
guerreros de nuestra raza, la gente sigue vuestra forma de
actuar. Debemos predicar con el ejemplo, por lo que les
daremos la bienvenida a nuestra comunidad.

—Pensamos que sería mejor tener una reunión grande


donde cualquiera pueda formular todas las preguntas que
quiera en un ambiente amistoso —explicó Errol mientras
miraba a nuestro alrededor. La mirada lo decía todo:
“Comportaos o tendréis que tratar conmigo”—. Siempre hay un
montón de rumores y mitos con respecto a otras especies, y
cuanto antes limpiemos el aire, más fuerte será la alianza que
tengamos con las hadas. Así que empecemos.

Todo el mundo estaba en silencio, nadie quería ser el


primero, así que recogí el testigo y me levanté. —No pretendo
ser irrespetuoso, pero siempre he pensado que las hadas eran
normalmente más pequeños que los vampiros. No sé qué tipo
de cereales toman vuestros chicos, pero no son bajos.

Todo el mundo se rio, y la Reina me dio un guiño cortés,


reconociendo mi intento de romper el hielo. —Tienes razón,
Travis Rhodes. —Mis ojos se abrieron. No llevábamos etiquetas
con nuestros nombres—. En general, son más pequeños que los
seres humanos o los vampiros, pero así como entre vosotros, los
más grandes de vosotros sois los protectores de vuestra raza, en
la mía pasa lo mismo. Los que están aquí de pie conmigo, son
guerreros.

—¿Por qué no hay información ni imágenes en nuestros


archivos? —Había formulado mi pregunta y había oído su
contestación, pero tenía que saberlo.

—Cariño, soy la Reina de las hadas. Esa función no viene


sin algunos beneficios y la mayor magia de mi raza. Puedo
decidir hacerte olvidar lo que quiera, sobre todo lo que estás
pensando ahora mismo —replicó ella, imitando un perfecto
acento sureño. Entonces su cara se entristeció—. Siento el dolor
que has sufrido tras encontrar a tu pareja, y gracias al destino
que se ha curado.

—Gracias, Alteza —le dije, consiguiendo bajar el nudo en


mi garganta. Todo era aún demasiado nuevo y mis nervios
estaban a flor de piel—. El doctor Johnson ha hecho un milagro
y ha salvado a mi compañero.

—Lo hizo —estuvo de acuerdo, mirando hacia Riley—.


Nunca dejas de sorprenderme, joven curandero. Ya le he
hablado a mi gente de ti, y varios de mis curanderos se muerden
las uñas por practicar contigo.

—Sería un honor —dijo Riley con una sonrisa—. Siempre


estoy dispuesto a enseñar y también a aprender nuevos aspectos
de la medicina. Eso es lo que nos ayudará a sobrevivir a la
guerra, colaborar en lugar de quedar atrapados en las viejas
costumbres.
—Estoy de acuerdo. —Ella sonrió y luego miró a su
alrededor—. ¿Qué más? Pregunten ahora, porque ese es el
propósito de esta reunión.

—¿Todas las hadas tienen alas? —Clove preguntó


vacilante, con las mejillas brillantes y rojas. Mi amigo era tímido
la mayoría de las veces, por lo que me sorprendió que tomara la
palabra.

—Sí, ¿quieres verlas? —preguntó uno de los guerreros Fae


dándole a mi amigo una mirada caliente. Clove asintió y el
guerrero le hizo señas para que se adelantase hasta las gradas.
Luego se volvió para que todos pudieran verlo. Parecía que tenía
una pequeña mochila en su espalda que se desplegó desde
varios puntos, y cuando terminó, unas alas cubrían desde sus
hombros hasta las rodillas.

—¿Son todas de ese color? —preguntó Clove, que ya había


bajado de las gradas y estaba de pie detrás del guerrero—.
¿Puedo tocar?

—Sí, todas son iridiscente y sólo se pueden ver bajo la luz,


de ese modo no llaman la atención hasta el momento de usarlas
—respondió el hombre. Maldita sea, tenía una profunda voz—. Y
las puedes tocar, pero debes saber en lo que se refiere a nuestras
alas, que se siente como si alguien pasara sus dedos por tu
cabello.

—¿Entonces mi contacto te encenderá? —La voz de Clove


era ronca. Huh. Me preguntaba que estaba pasando allí, porque
el guerrero Fae parecía estar interesado. Clove se quedó sin
aliento cuando pasó la mano por sus alas—. Son tan suaves.

—Uh-huh —se quejó el hombre, moviendo la cabeza con


aire ausente—. Puede ser que desees parar hasta que no estemos
en público, joven.
—¿Joven? —Clove se rio entre dientes mientras se alejaba,
cualquier hechizo o trance bajo el que había estado, se había
roto—. Tengo más de 400 años.

—Yo más de tres milenios —replicó, volviéndole a sonreír a


mi amigo.

—Oh, bueno, sí, eso me hace joven ante tus ojos —Clove
murmuró antes de darse la vuelta y correr a su asiento de
nuevo. El hada guerrero lo miró sorprendido y un poco triste,
hasta que controló sus facciones y volvió junto a su Reina.

El resto de la reunión se prolongó, y aprendí más de lo que


jamás hubiera creído posible en una sola sesión. En el momento
en que terminamos, saltaba de emoción. Después de que las
hadas se nos unieran en la batalla, nuestro aquelarre iba a ser
impresionante. Eran un activo aún más grande que los lobos.
Bueno, tal vez no sólo por la guerra, pero me gustaban los lobos,
y ellos eran buenas personas. Así todo, ambos eran adiciones
igualmente buenas.

¡Genial!
Emmett.

Me desperté de mi siesta de una de las mejores maneras


posibles... con una mamada. El calor húmedo y tibio se tragaba
mi polla y estaba en el cielo. Cuando me acordé de la habitación
en la que estaba, abrí los ojos para estar seguro de que era mi
compañero. Lo era. Travis me dirigió una mirada culpable y un
encogimiento de hombros antes de chuparme más duramente,
su cabeza moviéndose más rápido.

Bueno, al menos se dio cuenta de que no me refería a esto


cuando le dije que necesitaba algo de espacio. Pero, de nuevo,
era un hombre y no tan estúpido como para quejarme de la
mamada. Me apoyé en la almohada para poder ver mejor el
espectáculo. Entonces lo disfruté. Cuando estuve cerca, me
empujé un par de veces sin ni siquiera querer ni tener tiempo
para advertirlo. Mi compañero se lo tragó todo, como si yo fuera
el mejor capricho que había tenido.

—¿Puedes explicar eso? —jadeé, mientras me lamía


limpiándome poco a poco, probablemente tratando de ponerme
duro otra vez.

—Pensé que ya que había sido yo el que te había causado


tanta tensión, debía ayudarte a aliviarla. —Me dio un gesto lindo
mientras continuaba lamiéndome—. Además, eres tan
malditamente caliente cuando estás dormido, que no me pude
resistir.
—¿Y ahora te toca a ti?

—No —susurró, casi como si hubiera sido insultado—. Eso


fue sólo para ti. Me pasaré todas las horas de cada día, solo
centrándome en ti, para compensar lo que te hice.

—Entonces, ¿qué tal una semana? —repliqué, pensando


que era una magnífica manera de castigarlo. Levantó una ceja
hacia mí cuestionadoramente—. Dos mamadas al día y dos
folladas, pero no puedes correrte. Lanzaste con facilidad la
palabra puta en mi cara. Veamos si puedes ser la mía durante
una semana, para que entiendas mejor lo que he pasado. Estoy
más que dispuesto a perdonar tu locura, pero me lanzaste eso a
mi cara y me duele mucho.

—Es un trato —Travis estuvo inmediatamente de


acuerdo—. Todo lo que quieras que haga, lo haré. Tengo un
anillo para el pene que nunca he usado y lo voy a llevar para no
correrme.

—Entonces está bien. —Me dolía reducir nuestro


acoplamiento a esos juegos, pero necesitaba que entendiera el
daño que me había hecho—. Voy a darme una ducha y luego
podemos irnos.

—Yo… yo podría lavarte y tal vez aliviar un poco más el


estrés en la ducha, si lo deseas. —Asentí mientras enderezaba
mi ropa.

Y, oh chico, tenía un compañero entregado. Me hizo un


trabajo manual mientras manoseaba mi agujero, y yo bebía de
él. Entonces me lavó, teniendo mucho cuidado de ser apacible.
Después nos vestimos rápidamente y nos dirigimos a la ciudad,
ya que Travis había acordado que llevaría pizza a casa de Zane
para la cena.
Me gustó mucho el pequeño pueblo. No tenían todo, pero
por lo menos había lo básico. Conseguimos rápidamente la
comida y luego volvimos por donde habíamos venido.

—¿Me enseñarás a conducir? —le pregunté cuando nos


detuvimos en el camino de entrada de la viña—. Siempre he
querido aprender.

—Claro, y después de obtener tu licencia, podemos ir a


comprarte un coche.

—No hace falta que me sobornes —me quejé, sacudiendo


la cabeza.

—No quise que sonara así, Cielo —dijo suavemente. Lo


miré de reojo, y vi la verdad de sus palabras en su cara—. Quiero
proveer a mi pareja, y no has tenido muchas cosas propias, así
que pienso que tener tu propio coche será bueno para ti y te
dará libertad.

—Eso estaría bien. —Le di una sonrisa real y vi su frente


relajarse—. Lo siento, rompí. Es sólo que tengo los nervios a flor
de piel por ir a reunirnos con tus amigos. Sería mejor si todo
estuviera bien entre nosotros, pero siento como si estuviéramos
a punto de montar un espectáculo para ellos. No es su negocio
que tuviéramos una pelea, pero no quiero ser falso con ellos
cuando todavía estoy enojado contigo.

—Oh, estoy seguro de que lo saben. —Me dio un resoplido


mientras aparcaba el coche—. Una cosa que aprenderás sobre
vivir en un aquelarre, es que todos los vampiros chismorrean
como adolescentes. No hay mucho que hacer en las zonas
rurales.

—No estoy seguro de si eso me hace sentir más o menos


nervioso. —Rodé mis ojos y salí del coche. Se encontró conmigo
justo al frente y cuando íbamos hacia el porche, la puerta
principal se abrió de golpe.

—Vamos a patear tu culo, Travis Rhodes —gruñó un


hombre pelirrojo. Sin siquiera pensarlo, me moví
instintivamente frente a mi compañero.

—Y yo patearé el tuyo si lo intentas —gruñí, mis colmillos


estallaron hacia fuera, aunque no tenía mucho control sobre
ellos, y me daban un tirón cuando salían—. Y además no
obtendrás ninguna pizza.

—Banning quería darle una patada en el culo por lo que te


hizo, Emmett —dijo el doble del primer hombre. Tenía que ser
Brian.

—Está bien, pero no es como si él fuera el único hombre


aquí que alguna vez ha estado jodido porque su compañero
estaba celoso. —Travis tranquilamente me movió hasta que se
quedó a mi lado, envolviendo un brazo alrededor de mí, las
pizzas en la otra mano—. Ferris ya me dio un puñetazo por ser
un idiota, y Emmett ha descubierto su propia manera de
castigarme para después poder hacer las paces y perdonarme.

—Él tiene un buen punto, gemelo —dijo Brian con un


suspiro—. Está bien, pero si la jode así de nuevo, Emmett podrá
quedarte aquí y él irse. Me gusta. Tiene espíritu y ha estado
dispuesto a defender a su compañero cuando ni siquiera se lo
merece.

—También me gustáis. —Me reí, dándome cuenta de que


no había verdadero peligro—. Estoy a favor de los amigos que
están dispuestos a patear el culo de los demás cuando meten la
pata.
—Nosotros tenemos a algunas personas que golpean
nuestras cabezas cuando nos pasamos. —Banning se encogió de
hombros y me dio un guiño—. Es agradable, adelante.

—Agradable —se quejó Travis. Nos dieron la bienvenida a


su casa, y entonces pude conocer a Zane. Nos lo pasamos genial,
y estaba asombrado de lo mucho que todos ellos se amaban.
Quería eso para Travis y para mí, y sobre la mitad de la cena me
di cuenta de que no quería hacerle pagar la penitencia. Sólo
quería que nos amáramos y que fuéramos felices juntos.

Después de la cena, nos mostraron las instalaciones,


empezando por los invernaderos y en lo que ellos estaban
trabajando y en lo que yo podría empezar a ayudar, si quería. A
continuación, un muy emocionado Brian describió lo que era
necesario ser fijado en el viñedo y que iban a comenzar la
siembra aproximadamente en un mes. Su exuberancia era
contagiosa, y comencé a sentir ganas de ver florecer la viña.

Cuando nos mostraron donde pensaban que tal vez


quisiéramos construir nuestra casa, me quedé sin aliento. Era
precioso. Estaba en el borde de su propiedad y corría a lo largo
del Complejo de los Guerreros, así que no tendría que
preocuparme por los vecinos. Y si alguna vez teníamos
problemas, la ayuda estaría ahí de inmediato. La zona estaba
rodeada a cada lado por bosques de manzanos de diferentes
variedades, lo que nos daría sombra y privacidad.

Escuché a Banning explicar que había mucha roca en el


área, probablemente una vieja formación, por lo que no valía la
pena plantar árboles allí. Y que podía ser utilizado por más
familias, así que ya que ellos no querían gente bajo su techo,
sería bueno tener más vecinos. Los oí, pero no puedo decir que
estuviera completamente prestando atención.
—Estás muy callado, cariño —dijo Travis con nerviosismo
después de que Zane, Brian, y Banning nos dejaran para darnos
tiempo para hablar de todo.

—Te amo —le espeté volviéndome hacia él—. No quiero


que pagues la penitencia y hacer que cualquier parte de nuestro
acoplamiento se sienta barato. Quiero que me hagas el amor en
el lugar donde vamos a construir nuestro sueño, nuestra casa,
como prueba de que vamos a consumar nuestro matrimonio y
de que nos comprometemos a ser mejores uno con el otro.
Quiero que nuestro amor bautice el suelo cimentando y
formando nuestras raíces, y sobre todo, sólo quiero que seamos
felices.

—Oh, Emmett —susurró mientras me tomaba en sus


brazos. No se di cuenta de que había empezado a romperme
mientras le hablaba. Besó a cada uno de mis ojos y después mis
labios. Fue suave, como si tuviéramos todo el tiempo del
mundo—. Te amo, mi pequeño Cielo. He sido tuyo desde el
momento en el que abrí la puerta y te vi allí. Lo siento, fui un
gilipollas, pero nunca, jamás, habrá ningún otro para mí. Me
encanta tu idea y no quiero nada más que hacerte el amor.

—Entonces hazlo. —Asintió, bajando lentamente conmigo


a la tierra, y me desvistió. Antes de salir de su habitación tuve
un pensamiento de último minuto, y lo puse en marcha. Me
había puesto el plug anal, en ese momento no tenía ni idea de
por qué, pero al parecer, el destino volvía a trabajar de nuestro
lado. Creo que Travis también lo entendió.

Y así es como pasamos la primera hora en el lugar donde


íbamos a construir juntos nuestra casa... Haciendo el amor y
comprometiéndonos uno con el otro. Fue mágico y maravilloso,
y todo lo que siempre había soñado que me gustaría compartir
con alguien un día. No podría haber estado más agradecido al
destino por el hombre que me dio, a pesar de toda la mierda. La
vida sería aburrida sin algunas subidas y bajadas, y nadie era
perfecto.

Pero Travis era perfecto para mí, y sabía que nos


perteneceríamos para siempre.
Joyee Flyn creció en Chicago y vivió en la misma casa hasta
que fue a la universidad. A pesar de tener una gran vida, ama
perderse en la fantasía que solo obtiene con los libros.

Ha escrito cuentos, romance, mística y por supuesto añade


vaqueros calientes en cualquier momento que puede. Su gran
interés en la lectura se refleja en sus libros. Actualmente vive con su
perro, Marius, llamado así por “Entrevista con el Vampiro” de Ann
Rice. Sueña con vivir un día en Montana, y tener la suficiente tierra
para tener unos cuantos caballos, y encontrar un par de vaqueros
para ella.

Amante de los hombres, Joyee los adapta de cualquier


manera en sus libros. Vampiros, cambiaformas, militares, no le
importa de qué manera sean, siempre y cuando sean rudos,
ardientes, y unos demonios del sexo.

www.joyeeflyn.com
Lleu

Mai

Gaby

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podríamos disfrutar de todas estas historias!

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