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De Pibes y Petróleo

18/10/06

Por Alberto Morlachetti

(APE).- Si la renta petrolera volviera a nuestra casa la mesa serían unos padres “sin los ojos
lluviosos” y los retoños volverían a sonreírle “a la vida que pasa”. Quizás el aire vuelva a tener ese
olor a perfume de pibe con olor a potrero.

Esa enseñanza no la dará jamás el estado, quien no ha de crear voluntades a un azar de


libertades. Uniforma las almas en la uniformidad de una creencia y en la sorprendente pedagogía
de la aceptación de un despojo, es decir, en la fe y en la obediencia.

-I-

Las petroleras están aumentando sus ganancias como nunca. Tan increíbles como la ley de
incentivos para la exploración y explotación de hidrocarburos, la extensión de las licencias por 10
años, las facilidades y exenciones impositivas a las empresas extranjeras radicadas en nuestro
país -que saquean nuestros bienes primarios no renovables- aprobada por el Senado el miércoles
pasado han logrado aumentar la renta petrolera en su perversa carrera para maximizar las
ganancias.

Hecho notable de nuestro gobierno que dice épicamente “ir para allí” pero caminamos “en sentido
opuesto”, como cuando se “abre una flor y rebela el corazón que no tiene”. Los empuja el terror, el
engaño, las plumas sobornadas, los consorcios sin sexo que han parido la usura y que nunca se
sacian de fabricar cadáveres escribía Oliverio Girondo.

-II-

He mirado siempre de reojo a la democracia griega. No tanto como ahora desconfío de la nuestra.
En la prestigiosa Esparta cuyos bienes eran producidos por los ilotas (esclavos) se creó la Criptia
(o la emboscada) cuya formación se atribuye a Licurgo. Plutarco explica que los magistrados
enviaban a los jóvenes más inteligentes y fuertes con buen manejo de espada a distintas regiones,
ocultándose en el día y por la noche sembraban la muerte entre ilotas, matando especialmente a
los más fuertes y robustos. Para reforzar la sumisión y desalentar cualquier atisbo de rebelión.

En su último informe CORREPI (13-08-06) nos informa que las Fuerzas de Seguridad -de este
gobierno- a través del gatillo fácil, torturas, y muertes en cárceles y comisarías mata un pibe día
por medio y que ningún gobierno tuvo -desde 1983- más presos políticos y militantes sujetos a
causas judiciales que el gobierno de Kirchner para escarmiento de cualquier utopía que pudiese
perturbar el “capitalismo responsable”.

-III-

Adrienne Rich escribía que “cuando alguien, con la autoridad de un maestro, describe el mundo y
tú no estás en él, hay un momento de desequilibrio”, como si te miraras en el espejo de las
dimensiones del tiempo y no te devuelve ninguna imagen y menos un sueño que sueles alojarlo en
el futuro.
Si la humanidad ha tenido momentos de felicidad se debe a ese instante estelar en que por primera
vez alguien pronunció la palabra no y supo imponerla. Cuando uno dice no a la extranjerización de
nuestros bienes esenciales experimenta la sensación de un nudo interior que se desata. Alejandra
Pizarnik escribía -entrañable- “una tribu de palabras mutiladas busca asilo en mi garganta para que
no canten ellos, los funestos, los dueños del silencio”.

Utopía y Petróleo
14/02/06

Por Alberto Morlachetti

(APE).- Todo tiempo tiene su utopía. Unas sustituyen a las otras. Lo que parece imposible en una
época es natural en otras.

Tomás Moro cuando escribe Utopía en el siglo XVI hay caza de brujas y hogueras en las calles, y
se persigue a los vagabundos con castigos sangrientos. Moro lo transforma en la prohibición de
torturar y son “la intolerancia y el fanatismo los que quedarán penados con el exilio” escribe Vicent.

Pico della Mirándola entusiasma con la dignidad del hombre, Campanella imagina el principio de la
comunidad de bienes. Tupac Amaru despierta la nación Inca para que no “le roben la miel de sus
panales” y Zapata quiere la tierra para el canto de las manos. Marx como un fantasma sigue las
corrientes marinas y enamora en tierra firme con su sociedad sin clases.

Bellas ilusiones que no siempre fueron en la dirección prevista. Pero el sueño de la vida alimenta
tercamente la utopía en los distintos tiempos del perturbador calendario humano.

El General Enrique Mosconi, decía el 1º de marzo de 1928 en Bogotá: “Nos congrega, señores, el
moderno dios de la paz y de la guerra: el petróleo” y agregaba, “mientras se debatía en el
Congreso argentino el proyecto de Ley de Petróleo, se me preguntó cuál de los dos trusts, el anglo-
holandés, Royal Dutch, o el norteamericano, Standard Oil, eran preferibles. Al fin de cuentas, los
dos grupos son equivalentes y compararía con una cuerda de cáñamo al grupo norteamericano, y
con una de seda al europeo; de modo que en respuesta a la pregunta que se me hiciera manifesté
que si las dos cuerdas, ruda la una y suave la otra, han de servir para ahorcarnos, me parecía más
inteligente renunciar a ambas, y resolverlo por nuestras propias fuerzas”.

Mosconi cuidaba esa “belleza incesante”, para que empiece el sol de una buena vez: en tres años
con dineros propios construyó la mayor refinería de América Latina, cerca de la ciudad de La Plata.
Sí, YPF fue uno de los goces mayores de los sentidos para el sueño que se aleja.

Nuestra tierra de abundancias derrama en las sedientas compañías petroleras doce mil millones de
dólares anuales de ganancias -informa FeTERA- que se llevan en nombre de privatizaciones
impuras. Mientras la miseria y el suicidio de los chicos del “fin del mundo” se convierten en
ciudadanos privilegiados de Las Heras en la Provincia de Santa Cruz, por nombrar “un lugar en el
mundo”.

Tal vez sería el tiempo dorado de recobrar esa música antigua, entrañable, utópica, como el eco de
un grito entre los sueños. Palabras que están escritas como testamentos vitales en nuestra historia.
La existencia de Mosconi -nota de cristal en la memoria- hace que el combate tenga sentido.
Quizás el porvenir esté en ese pasado de nombres germinales.

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