Вы находитесь на странице: 1из 4

Sagastizabal, Maria de los Ángeles (cord.

) y otros: 2006, Aprender y enseñar en contextos


complejos, Multiculturalidad, diversidad y fragmentación, Buenos Aires, Ed. Noveduc.

Aprender y enseñar en contextos complejos,


Multiculturalidad, diversidad y fragmentación.

El objetivo principal de las ciencias sociales en la escuela es que los alumnos logren
explicarse lo más claramente posible la realidad social en la que están inmersos. Para alcanzar esta
meta, el aprendizaje les debe proporcionar herramientas útiles a través del conocimiento y la
comprensión de las diferentes sociedades dentro del proceso histórico y en su relación con el
espacio circundante, teniendo en cuenta la complejidad y la riqueza de las numerosas relaciones
entre los diferentes planos de la vida social y explicando y relacionando los acontecimientos con
procesos de más larga duración.
Resulta difícil “explicar” a los alumnos que ellos –a pesar de pertenecer a sectores
marginales excluidos o discriminados de la sociedad– también son parte de ella. Generar las
condiciones para que ellos comprendan que son protagonistas de esa realidad y que la
transformación depende de todos es aún más problemático. Por ello, la enseñanza de las ciencias
sociales deberá estar orientada al propósito de acercar a los alumnos a la información, conceptos,
procedimientos, provenientes de diversas fuentes –dentro de las cuales deberán encontrarse las
concepciones propias de la cultura de los alumnos– para poder reconstruir la idea de sociedad, sus
procesos de formación, sus conflictos y los modos en que los diferentes pueblos han resuelto estos
problemas.

Según Daniel Filmus, las competencias que deberán tener los alumnos para el siglo XXI
serán:
 Capacidad de pensamiento teórico y abstracto;
 Alta capacidad comunicativa y cooperativa en el trabajo;
 Una actitud positiva frente a la formación permanente y al cambio continuo.

La escuela debe enseñar a aprender, o sea que una de las competencias principales que el
alumno deberá adquirir será aprender a aprender. La Unesco, en su informe sobre la educación
del siglo XXI, propone cuatro pilares para la educación del tercer milenio:
 Aprender a conocer,
 Aprender a hacer,
 Aprender a ser,
 Aprender a comprender al otro.

Desde las ciencias sociales como asignatura escolar, el objetivo es que los alumnos
adquieran un conjunto de herramientas conceptuales para lograr comprender, explicar, repensar y
reconocerse como protagonistas de la realidad social en la cual viven; permitiéndoles en un futuro
desempeñarse exitosamente como ciudadanos comprometidos con su entorno.
Es indispensable tener en claro el trabajo con los conceptos que vamos a seleccionar y
cómo haremos para desarrollar en el aula y poder articularlo con los años anteriores y posteriores
del proceso educativo, de manera tal que al finalizar el aprendizaje escolar puedan haber formado
conceptos complejos sobre las relaciones sociales. A la vez, tendremos que tener en cuenta con
cuánta información contamos sobre determinados conceptos (aprendizajes previos) para poder
lograr las interrelaciones necesarias que los alumnos deberán realizar en su proceso de
razonamiento para que logren aplicarlos a su realidad circundante.
”Los conceptos son herramientas intelectuales que dan sentido a la inmensa cantidad de
datos sobre la vida social y natural, otorgan significatividad a la información y permiten superar la
mera descripción de hechos y fenómenos”, lo que torna complejo su aprendizaje puesto que se
necesita lograr ideas abstractas para aplicarlas a contextos diferentes. El análisis y reflexión sobre
los conceptos clave dentro de las ciencias sociales (tiempo, espacio, organización social, recursos
naturales, etc.) no son fáciles. Para su aprendizaje, se necesita tomar como punto de partida los
conocimientos previos de los alumnos para que luego puedan establecer interrelaciones entre las
ideas nuevas y anteriores. De este modo podrán construir conceptos y relacionarlos con la propia
realidad social.
Los conceptos irán complejizándose a medida que el alumno transcurra por los ciclos
escolares y pueda interrelacionarlos con diferentes ejemplos que le permiten reflexionar,
generalizar, aplicar.
Por ejemplo, para el concepto de “organización política”, se seleccionan aquellos aspectos
de la organización política de la Edad Antigua que consideramos centrales para entender el
concepto, se comparan los diferentes pueblos de la antigüedad en su manera de organizarse para
resolver sus diferentes problemas y luego se continua con los “cambios” y “continuidades” en el
período posterior. De este modo lograremos que nuestros alumnos complejicen el concepto
“organización política” para que en años venideros puedan seguir trabajando con él y lo puedan
aplicar exitosamente en su realidad social: “organización política actual”.

El grupo de alumnos de una clase es heterogéneo, pero el diseño del sistema escolar
supone la uniformidad de los ritmos de aprendizaje y no toma en cuenta sus singularidades.
La organización escolar debe diseñarse en función de las necesidades de aprendizaje de
todos los alumnos, en relación con el entorno social, para potenciarse mutuamente. En esta tarea
es donde los docentes deben comprometerse, comprendiendo en principio que la diversidad es lo
habitual y que debe ser tomada como un hecho positivo y enriquecedor si se lo trabaja
adecuadamente. Al mismo tiempo, debe tenerse presente que la desigualdad educativa es una
realidad negativa, por lo que habrá que esforzarse para superarla. El cómo lograr esto es lo que
preocupa; si bien no existen fórmulas ni recetas, sí se puede comenzar a orientar la tarea a partir
de poner en práctica experiencias exitosas en determinados contextos, que pueden servir como
disparadoras de nuevas propuestas adecuadas a las necesidades y circunstancias particulares.
La tarea consiste en implementar una “educación intercultural” respondiendo a la idea de
que la sociedad es multicultural y concibiendo la interculturalidad como un principio rector del
proceso social continuo que intenta construir relaciones dialógicas y equitativas entre individuos
pertenecientes a diferentes universos culturales. Al respetar la diversidad cultural de los alumnos,
se estará incluyendo la posibilidad de cultivar dentro de la escuela la cultura propia como garantía
de identificación personal para los alumnos (sujeto) y de pervivencia cultural para el grupo.
Es por ello que la interculturalidad dentro del aula de ciencias sociales es fundamental
para la construcción de una sociedad democrática en la que se superen los modelos de
uniformidad y asimilación basados en la desigualdad, la intolerancia y el etnocentrismo.
Si la escuela debe facilitar la reconstrucción del conocimiento adquirido en el contexto
familiar y utilizarlo como herramienta didáctica para la adquisición de conocimientos incluidos en
el currículo escolar y promover un aprendizaje significativo en el alumno, será indispensable tener
en cuenta tres aspectos fundamentales:
 Considerar como punto de partida el bagaje cultural con que el niño llega a la escuela,
puesto que a partir de él construirá nuevos conceptos y reconstruirá nuevas
representaciones de la realidad social a través de la incorporación de saberes escolares.
 Tomando como base lo anterior, se promoverá el planteamiento de problemas que
incentiven a los alumnos a desarrollar activa y progresivamente explicaciones más
complejas sobre la realidad social.
 Por último, el docente promoverá situaciones de interacción social en las que se expliciten
diferentes posturas sobre un mismo tema promoviendo el intercambio de puntos de vista
diversos.

La corriente constructivista del aprendizaje sostiene que “el alumno debe ser protagonista
en la construcción de su conocimiento” para lograr que lo nuevo se relacione con los saberes
previos. ¿Qué protagonismo se le está dando a los alumnos si los saberes sociales que deben
aprender no tienen ninguna relación con sus saberes anteriores?
Es imposible conocer –en especial si se considera que se está trabajando con “el conocer
conceptos de las ciencias sociales” –, sin establecer relaciones con conocimientos previos que
tenemos en nuestra cabeza, lo mismo pasa con los alumnos. Generalmente, no logran establecer
relaciones que les permiten elaborar ideas nuevas sobre las diferentes problemáticas con las que
se han encontrado los grupos humanos a lo largo del tiempo y su relación con los diferentes
espacios geográficos, conceptos éstos que deben incorporar en la escuela.
El paradigma para la educación del futuro en contextos multiculturales constituye un
desafío para la creatividad del docente; partiendo de saberes específicos, deberá aceptar la
incertidumbre de reestructurar esos saberes en función de la cultura para lograr el “aprender a
aprender” de sus alumnos y, aún más importante, “no confundir el fracaso del instrumento con el
fracaso del niño”.

En reiteradas oportunidades, el docente que trabaja en contextos con culturas


minoritarias manifiesta que uno de los principales obstáculos con los que se encuentra es el
mutismo de los alumnos cuando se los interroga sobre sus ideas, concepciones, etc., sobre la
temática a estudiar. Generalmente en situaciones de interacción social –como resulta el espacio
áulico–, en donde con hechos explícitos o implícitos se discriminan ciertas costumbres o rasgos
culturales, el alumno que pertenece a esta etnia toma dos posturas de “resistencia cultural” hacia
lo que él percibe como una “agresión hacia su identidad”:
 No participa en las clases, no opina y es muy difícil lograr una respuesta de su parte sobre
todo frente a sus compañeros (el alumno “mudo”);
 Cuestiona “todo”, no acata las consignas de trabajo y expresa abiertamente que “todo lo
que se enseña en la escuela no sirve” (el alumno “rebelde”).

Si la cultura de los alumnos es discriminada por el resto de la sociedad, la escuela no


constituye una “isla”. La apertura hacia comentarios y/o emisión de sus propias ideas deberá
propiciarse paulatinamente, creando un clima de apertura hacia todos los puntos de vista y
promoviendo una postura reflexiva en cuanto a semejanzas y diferencias entre ellos para poder
lograr una construcción del conocimiento desde la interculturalidad. Cuánto más se puede
construir con los alumnos el aprendizaje de conceptos de las ciencias sociales si se considera que
el conocimiento es una “construcción social” de interacción entre los alumnos y de éstos con sus
profesores, para lograr que elaboren ideas más complejas que les permitan interactuar en la
sociedad en la que les ha tocado vivir. Esto se relaciona con el concepto de “la escuela es la vida”,
en donde no puede ignorarse lo que ocurre “fuera de la escuela” puesto que ella es parte de la
realidad, “no podemos trabajar como si no existiera, porque en este caso ocurre que tendremos
alumnos con saberes e intereses divididos, fragmentados, mutilados, saben y hacen cosas para la
escuela y saben y hacen cosas para la vida extraescolar, pero la mayoría de las veces no existe
continuidad, complementariedad, articulación entre una y otra. De esta manera pueden
elaborarse, a través de la comunicación con el grupo-clase, puntos de vistas comunes en los cuales
no prime solamente la visión de la cultura hegemónica (generalmente transmitida desde el
docente hacia los alumnos), sino que, en esa concepción de “construcción conjunta”, se haya
logrado un enriquecimiento único de elaboración de nuevos conceptos a partir de ideas y
concepciones alternativas de cada uno de los miembros del grupo.

Вам также может понравиться