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LA GRAN
OLA
Le damos cualidad a la escuela
Estamos trabajando por una escuela
segura, saludable y ecoeficiente que
asegure el logro de los aprendizajes
aun en situaciones de emergencias
y desastres.
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
Rocío Reátegui
Corrección de estilo
Primera edición
Lima, 2014
Al llegar a la nueva
casita, Pedro la vio
mucho más grande y
bonita de lo que se
había imaginado. Tenía
un pequeño jardín
exterior; y en la parte
de atrás, un patio con
losetas grises y azules.
Pedro pudo ver el mar como un inmenso manto azul que
se perdía en el horizonte y que terminaba donde se
arremolinaban las olas que reventaban contra las rocas de la
orilla formando una mancha espumosa.
Ya se había acostumbrado al
clima de la zona donde vivía.
—Es una gran ola que viene desde el fondo del mar.
—¿Como esa que nos tumbó cuando fuimos a la playa?
—Más grande, hijo.
—¿Más grande, papá? ¿Como esa otra que vimos y que casi se
lleva nuestras toallas y las sandalias de mamá?
—Más grande, hijo. Es una ola tan grande que puede
inundar toda la playa y llevarse no solo sandalias y toallas,
sino los barcos de los pescadores, las cosas de las orillas y
también a las personas que están distraídas y no escuchan
las alarmas y señales de alerta temprana.
La señora Jirafa y
el doctor Mono
Érase una vez, en medio de un día soleado y cerca
de la playa, cuando unos pocos copos de nubes que
había en el cielo y que tenían forma de conejos,
que la señora Jirafa se levantó de su cama con la
idea de achicarse un poco el cuello ya que le parecía
muy largo y no le gustaba para nada. Tanto le
disgustaba el tamaño de su cuello que pensaba que
tal vez era esta la razón principal por la que no
conseguía un compañero ideal y tampoco la familia
que tanto anhelaba.