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TERRITORIOS DEL ROCK PENQUISTA: MITOS, CERTEZAS Y CONJETURAS

Rodrigo Pincheira A

En el Concepción contemporáneo, el rock penquista ocupa un sitial de


importancia. Han pasado al menos unos sesenta años desde que esta música
comenzara a tomar relevancia y alcanzara el lugar que tiene hoy.

Sin embargo, este devenir aún no ha sido historiado, registrado y analizado,


ejercicio indispensable para darle estatuto y sentido a esta práctica artístico-
cultural en el que se reconozca el territorio, propuesta estética y política, espacio
de pertenencia y enunciación, identidad, cohesión social y comunidad.

Sin embargo hay algunas señales que fueron alumbrando este camino, como por
ejemplo, los tímidos apuntes de un joven estudiante del Colegio Inglés de
Concepción, Michael Cáceres, que escribió una monografía acerca de las
primeras bandas emergidas en los años 80 como Los cuatro amigos del doctor o
Emociones Clandestinas. Más tarde, Cáceres se convertiría en periodista y músico
de bandas como Santos Dumont y Los Brando. Profético. Luego, a mediados de
los años noventa, el dibujante penquista Omar Campos, “Oniri”, publicó la
historieta “Rock around the clock, la historia del rock en Conce” en un intento por
sistematizar el historial rockero; el periodista Alvaro Muñoz, quien bajo la etiqueta
“La concepción del rock”, ha desarrollado iniciativas con el propósito de estudiar al
rock penquista a través de ensayos, la realización de encuentros y seminarios con
músicos protagonistas y la creación de su página
discursorockchileposdictadura.blogspot.com así como la grabación (en 2013) de
un teaser para un futuro documental que intentaría capturar el rock local entre los
70 y los 90 en las voces de sus principales actores. Muñoz trabaja en un proyecto
que analiza la importancia del programa de radio “Nueva Dimensión”, espacio de
Radio Universidad de Concepción que se emitiera entre los años 1975 y 1981
destinado a difundir el rock progresivo. Según este investigador, este programa
permitió la formación de una audiencia y de cultores que estructurarían la escena
de la década siguiente: los ochenta. Por aquel entonces descollaban en la ciudad
el Trío de Jazz Moderno, el Cuarteto y Trilogía, los dos últimos cultivaban el rock
progresivo y estaban empezando a trabajar en composiciones originales.

También están el documental de Ricardo Mahnke “¿Concepción, cuna del rock?”,


estrenado este año, “Gritos de fin de siglo”, (2012) proyecto de título de
Comunicador Audiovisual del Duoc, dirigido por Karen Baher. Y finalmente, los dos
libros fotográficos “Escenario Intimo I y II” de Angela Paredes, que intentan fijar
nuestro rock en imágenes.

Y la gran novedad, el libro con la primera historia del rock penquista: “Concenoff:
relatos del rock penquista” de los periodistas Angel Rogel y Ricardo Cárcamo,
texto que publicará la U. de Concepción el próximo año.

Proponer un modo de contar la historia del rock de Concepción es intentar romper


la hegemonía de la historicidad del rock chileno, que se ha contado desde y por el
centro. Por y para Santiago. Tanto que desde allá nos bautizaron como “la cuna
del rock chileno”, “capital del rock”. Y aquí cabe preguntarse ¿Qué hay detrás de
estas etiquetas? El mito del origen es decir que el rock penquista es la cuna del
rock chileno. Históricamente es falso, pero poéticamente podría serlo, desde la
antropología explica un acontecimiento, sucesos, podría contener una
pregunta existencial de la existencia humana: razón para vivir o es una narración
fundamental en el orden de las creencias, aspectos al que me referiré más
adelante. Según Jorge “Yogui” Alvarado esto corresponde a un ejercicio de los
santiaguinos que les gusta colocar etiquetas y buscar algo así como el Manchester
chileno”. Sin embargo, una respuesta posible es que pareciera que es necesario
identificarse con algo, buscar un sentido de pertenencia que puede ser que hay
una ausencia o cierta opacidad acerca de una reconocible identidad penquista que
pareciera ser más bien un conjunto de identidades: la minera, la marítima-
portuaria, la mapuche o la industrial-obrera. Quizás la identidad está dada por la
operación discursiva “somos los que hacemos esto” y Simon Frith reafirma la idea
señalando que “la identidad de sí mismo es identidad cultural”, condición que aquí
adquiere sentido y uso del espacio y del tiempo que en este caso es penquista y
sureño. Avanzamos entonces ¿a qué es lo penquista en el rock? Es decir debería
pensarse a sí misma y preguntar ¿qué es?, ¿Cómo es? ¿Por qué se caracteriza?,
¿Cómo le entendemos? y ¿Cómo lo construimos?.

Si pensamos en discursos de segundo grado podríamos preguntarnos que es el


rock penquista o de qué hablamos cuando hablamos del rock penquista?. Aquí
resulta clave entender procesos de construcción de sentido de identidad que
podría estar dada por una actitud: Para Alvaro Henríquez, “ser de Conce era una
postura de los más pulentos, los mejores. Y los discos tienen esa onda, argumenta
el vocalista de Los Tres. Si te gusta bien y si no….”. Hay más. "Llegar a Santiago
y mostrar cómo se hacen las cosas, nunca dar explicaciones ni pedir permiso", fue
un proceso de inamovible autoconfianza que marcó los primeros años en Santiago
de los entonces veinteañeros Henríquez, Molina y Lindl. Un enfrentamiento que
les sirvió, sin duda, y que de algún modo delimitó la fama para algunos temible
que desde entonces marca a los muchos grupos y talentos musicales que parecen
germinar en esa ciudad sureña con más vigor que en cualquier otro punto de
Chile.

Según los hermanos Mauricio y Francisco Durán, de Los Bunkers, "a todas las
banda santiaguinas les haría muy bien pegarse una vuelta por Conce y ver si se la
pueden con ese circuito tan firme, competitivo y precario. Para nosotros es
impresionante lo rápidamente que en Santiago los grupos se dan por vencidos,
como si cualquier cosa para ellos fuese una dificultad insalvable".

Podríamos entonces reconocer discursos analíticos y metafóricos, los segundos


constituyen la función de estereotipar identidades sociales con los cuales al rock
penquista fue adquiriendo personalidad propia, estructuró sus códigos así como
significado social y ubicación, como sostiene Simón Frith. Pero la narrativa del
rock penquista está aún en el lugar común, necesario para la construcción de
realidad, pero que no ha logrado establecer señales discursivas propias y
originales. Pero las explicaciones sobre el por qué Concepción y la región tiene
esta condición de ciudad musical aún son poco convincentes. Explicaciones como
“la lluvia, la sensibilidad agudizada, el clima sombrío, la vida de la ventana para
afuera, las reuniones caseras, las actividades bajo techo, que te llevan a la
música, a la lectura, a la conversación". Si fuera por la lluvia tendríamos grupos
rockeros de Valdivia hasta Punta Arenas, o que está característica emparenta al
rock con el sonido británico posterior al punk con bandas como The Cure, The
Smiths, XTC o Echo & The Bunnymen. Me parece que las explicaciones pueden
ser otras.

Lugar y territorio. El rock de acá es a la vez propuesta estética y política, espacio


de pertenencia y enunciación. Apropiación e identidad histórica, vivida y
proyectiva. Es algo que anuncia, contiene el sonido de los tiempos venideros, es
un medio de percibir el mundo y escuchar la banda sonora de las vibraciones
sociales o la reverberación existencial. Instrumento de conocimiento que incita a
descifrar una forma sonora del saber. Como sostiene el musicólogo Juan Pablo
González: vamos “del locus enunciativo al locus auditivo”.

Sí, en ese territorio donde resuenan la melancolía lluviosa de las guitarras de Los
Tres, los sueños sicodélicos de Los Santos Dumont, la lucidez desequilibrante,
barrio bajera y new wave de Emociones Clandestinas, el neo romanticismo
melódico de The Saloon, la porfía martillante del punk de Machuca o el pop
elegante de Los Bunkers. Resonancias que asoman como epifanías vigorosas,
creativas y en proceso. Que tal vez iluminan la “ciudad brumosa”, ciudad-frontera
o la de los lagartos venenosos del poeta Gonzalo Rojas. La marca pencopolitana
en el rock nacional ya tiene un espacio ganado pero aun no se ha llegado a
establecer cuál es el sonido del rock de Concepción en un análisis que debería
incluir a autores, instrumentos, escritura musical, poéticas y narrativas.

La enunciación del rock penquista permite estructurar también una cartografía, un


plano y una ciudad que da cuenta de los espacios donde fue y es posible esta
música. Y aquí se pueden reconocer varias ciudades: la ciudad desplazada,
ciudad frontera, ciudad terremoteada, la ciudad Conce, del diminutivo o la ciudad
castigada. O es todo eso junto. Un espacio heterónomo parafraseando a Michael
Foucault. Desde su origen que remite a un pasado campesino, mapuche, marítimo
y minero hasta un espacio urbano-cosmopolita que originó un ethos
pencopolitano, donde el rock es sinónimo de orgullo, identidad, pertenencia y
patrimonio.

Sin embargo, hablamos de un territorio, que es un espacio socialmente construido


y cabe preguntarse ¿de qué Concepción hablamos? ó, dicho de otro modo
¿dentro de qué imaginario nos situamos?: Concepción industrial (pesquero,
minero, textil, etc); Universitario (¿la U tradicional o la de avanzada?); Urbano (¿el
popular (o el de la elite?); Campesino ( Mapuche/mestizo) u otros posibles.

El relato del rock penquista hasta ahora se ha construido sobre el imaginario de la


ciudad industrial, cosmopolita y universitaria, que hace sentido con la génesis del
rock, su sentido urbano y político contestatario pero que el rock-pop hegemonizó
la escena hasta el año 2000 que es cuando se produce una apertura y se rompe
esa hegemonía del brit-pop con la aparición de bandas que dieron lugar a
propuestas actuales que van desde el hip-hop al rock pesado. Habría que
preguntarse entonces ¿Por qué se siguió este modelo exitoso de Los Tres o Lo
Bunkers?, ¿Por qué se agotó y aparecieron otras propuestas? Y Qué ha
significado ese agotamiento y la escena actual?

El rock penquista tiene entonces presencia y reconocimiento. Las nociones


bourdianas relativas tanto al consumo, la producción cultural y artística, la
legitimidad y reconocimiento, la teoría de los campos de producción cultural y la
forma en que las disposiciones del habitus intervienen en la conformación de un
gusto social relativo a la música popular.

Sin embargo, existen zonas de tensión entre la cultura oficial y la popular,


relaciones de centro-periferia y el centro es la hegemonía del rock-pop, incluso
físicamente. En cambio, la práctica rockera de sectores como Barrio Norte, San
Pedro o Remodelación Paicaví tiene otros códigos, otros sistemas de relaciones,
producción, estética y construcción de sentido. Sin embargo, entre todos los
músicos existen relaciones transversales, de comunidad y de colaboración. No
que no se ha logrado construir es un proyecto cultural propio, solo hay islas.

La conjetura se funda en alguna combinación de circunstancias o antecedentes qu


e hacen probable una cosa.

conjetura
Juicio formado a partir de datos incompletos o supuestos.

conjetura
Juicio que se forma de una cosa o acaecimiento por las señales o indicios que de él se tiene.

Propongo algunas: San Carlos: Los Angeles Negros, Tomé Los de Tomé y
Cecilia?

Talcahuano como eslabón perdido para explicar al rock penquista….

El desarrollo musical con perspectiva de género. parece ser que la mujer


cultiva la música popular de raíz, ¿nada más?

Aquí subyace, como señala Greil Marcus “la gran confianza en la


sobredeteminación cultural del rock”.

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