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SIGLO XVI ESPAÑA Y AMÉRICA

El Siglo de Oro español es el nombre que se da al periodo que abarca aproximadamente


desde 1492 a 1659. La fecha de inicio es también la del final de la Reconquista, la del
primer viaje de Cristóbal Colón a América y la de la publicación de la Gramática
castellana de Antonio de Nebrija, la primera en estudiar el castellano y fijar sus reglas;
es también la primera de una lengua románica. 1659 marca el final del Siglo de Oro
político, aunque como manifestación artística suele retrasarse la fecha a 1681, año de la
muerte del escritor y dramaturgo Calderón de la Barca.

Durante este tiempo, España se hizo con un lugar relevante en el escenario mundial al
convertirse en una superpotencia política –especialmente durante los reinados
de Carlos I y Felipe II, a lo largo del siglo XVI– y esto se refleja en algunas de las
grandes contribuciones españolas a las humanidades. Nombres muy conocidos
como Cervantes o Velázquez son solo algunos entre los que llevaron a España a alcanzar
este estatus. El descubrimiento del Nuevo Mundo y el asentamiento en algunas zonas del
mismo, las aportaciones al arte, la música y la literatura son importantes marcas que
estos maestros dejaron, y que llegan hasta el día de hoy.

Respecto a la pintura, el Siglo de Oro español se caracteriza por una fase inicial de
renacimiento tardío y otra más marcada por el arte barroco. Uno de los pintores más
destacados de esta época de florecimiento es el griego Doménikos Theotokópoulos,
conocido en su país adoptivo como El Greco. Formado en Bizancio, Venecia y Roma,
conocía bien las obras de Tiziano, Tintoretto y Miguel Ángel; este último marcó
definitivamente su estilo, que evolucionó hacia una muy particular interpretación del
manierismo durante su etapa en Toledo. Asentado en esta ciudad castellana entre 1577 y
su muerte, allí se conserva buena parte de su revolucionaria obra, con cuadros tan
representativos como El expolio o El entierro del Conde de Orgaz. Su estilo de pintura
destaca por sus características figuras alargadas, una iluminación antinaturalista que
parece emanar de los personajes y los colores saturados.

Pero el pintor más destacado del Siglo de Oro es sin duda Diego Velázquez. Nacido el 6
de junio de 1599 en Sevilla, es quizá el pintor más importante e influyente de la historia de
España. Supo captar la atención de los monarcas y estadistas de Europa por
pintar retratos con un enfoque realista que no descuidaba la emoción. Su obra más
conocida es Las Meninas, toda una revolución pictórica en la que Velázquez se incluyó a
sí mismo entre los personajes retratados y que hoy es una de las piezas más admiradas
del Museo del Prado de Madrid.

Durante el siglo XVI, la mayoría, si no toda la música, se escribía para la iglesia en


himnos, evangelios y otras piezas seculares. Las obras de Tomás Luis de
Victoria, Francisco Guerrero y Alonso Lobo rompieron el molde tradicional de la
composición musical en España. Su música tenía la cualidad de capturar emociones
como el éxtasis, la nostalgia, la alegría y la desesperación. Al liberarse de las piezas
tradicionales escritas para la Iglesia Católica, estos autores contribuyeron en gran medida
a la transición al barroco español.

Probablemente sea la literatura la disciplina artística del Siglo de Oro con un mayor
número de representantes destacados. La literatura del siglo XVI está marcada por dos de
las figuras más influyentes de la poesía española, Garcilaso de la Vega y San Juan de
la Cruz. El primero contribuyó a la difusión del verso endecasílabo y las estrofas italianas
en el castellano, con algunos de los sonetos más reconocidos de la historia de la literatura
española. San Juan de la Cruz es, por su parte, considerado como la cumbre de la poesía
mística en castellano, y su influencia ha trascendido las fronteras españolas.

También en el siglo XVI se publican dos obras en prosa que tendrán una importante
repercusión en la literatura posterior: la Tragicomedia de Calisto y Melibea, publicada en
torno a 1499, y que ha pasado a la posteridad como La Celestina, y La vida del Lazarillo
de Tormes y de sus fortunas y adversidades, de 1554. La primera se ha considerado obra
de Fernando de Rojas, aunque existen diferentes hipótesis al respecto, y es una novela
dialogada con un fuerte componente de crítica social. Esta obra marca el paso definitivo
de una sociedad medieval (y su literatura) al renacimiento, y conoció un rotundo éxito a lo
largo de todo el siglo XVI, pese a las críticas moralizantes de su contenido y a la censura
inquisitorial que padeció. El Lazarillo de Tormes, por su parte, es una obra realista
anónima (atribuida en la actualidad al diplomático y erudito Diego Hurtado de Mendoza)
que inaugura el género picaresco, caracterizada por una feroz crítica moral y de
costumbres.

El siglo XVII trae consigo dos corrientes poéticas enfrentadas, el culteranismo de Luis de
Góngora y el conceptismo de Francisco de Quevedo, que cultivaron versos de gran
complejidad además de una extrema antipatía hacia el otro, a menudo recogida en sus
poemas. Lope de Vega, amigo cercano de Quevedo, recupera las métricas populares y
las mezcla con las cultas en sus obras teatrales. Este autor, inmensamente popular entre
el público, y apodado Monstruo de la naturaleza por Cervantes a causa de su ingente
producción –hasta 1800 comedias, según algunos estudiosos–, introduce una serie de
innovaciones en el teatro que recoge en su tratado Arte nuevo de hacer comedias en este
tiempo (1609).

Pero la figura más relevante de todo el siglo XVII es, sin duda, Miguel de Cervantes. El
autor de la que con frecuencia se señala como la primera novela moderna, El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha (1605), siempre quiso sobresalir como poeta y
dramaturgo, pero consiguió la fama inmortal gracias a la prosa. Partiendo de una sátira de
los libros de caballería, Cervantes se embarca en una crítica social y una exploración de
la naturaleza humana en la que retrata el choque entre idealismo y realidad, y en la que
exhibe su dominio del diálogo a través de las conversaciones entre don Quijote y Sancho.
SITUACIÓN GEOGRÁFICA
Las estimaciones historiográficas de la población española de finales del siglo XVI son
enormemente discrepantes (van de los seis millones seiscientos mil a los nueve millones
novecientos mil habitantes); lo que se debe esencialmente en la discrepancia a la hora de
asignar un factor (que va de menos de 4 hasta 5) para convertir en habitantes el número
de vecinos,25 que es el concepto que miden las fuentes demográficas pre-estadísticas de la
época (vecindarios -que en la Corona de Aragón se venían realizando desde 1495). Entre
ellas, destacan las Relaciones topográficas de Felipe II (1575), que, a pesar de ser la más
ambiciosa, no dio lugar a documentación completa (se limitó a 700 poblaciones de Castilla la
Nueva y otras zonas). Otra muy importante es el Libro de los millones de 1591. Los primeros
registros parroquiales se remontan en algunos casos a 1528, antes incluso de las
disposiciones del Concilio de Trento (1545-1563).
Siglo XVI contexto histórico

En el estudio de la historia española, es aquí, a partir del siglo XVI, que se inicia el relato de lo que
conocemos como la España moderna. Sin embargo, como todo proceso histórico extenso y
complejo, esta época se empieza a definir con el annus mirabilis, el año 1492, que aparentemente
no se comprende en ninguno de los siglos XVI y XVII, pero sí tiene acontecimientos de gran
significancia para esta Edad Moderna española y cuyas ramificaciones se verán más claramente en
el periodo que aquí se trata.

El annus mirabilis se denomina por antonomasia a el año 1492 en España, o más bien, por extensión.
Originalmente, el poeta inglés John Dryden lo utilizó como título a su poema publicado en 1667,
para referirse al “año de los milagros”, el periodo de tiempo en el que en Londres correspondió a
1665-1666 y en el que coincidieron cuatro sucesos determinantes en su historia y de los que, según
el escritor, Dios libró a la nación de desastres que la pudieron haber acabado (entre ellos, el Gran
Fuego en Londres, 1666). Para España, ese término nombró al conjunto de sucesos bajo el gobierno
de los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón): la conquista de Granada (2 de
enero), un aditamento al imperio en expansión como resultado del inicio de la monarquía española
con el enlace de las monarquías de Castilla y Aragón; el descubrimiento de América (12 de octubre)
y la publicación de la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija, consejero de los
reyes. Este último acontecimiento es importantísimo para la estructuración y cimentación de la
lengua castellana y, como su autor declaró: “siempre la lengua fue compañera del imperio”. Incluso,
a dichos sucesos, se le sumó en algún momento los edictos promovidos (31 de marzo) para la
expulsión de los judíos de los territorios castellanos y aragoneses. Incluso, ya en el siglo XVII, John
H. Elliott propone que 1625 también sea considerado como un annus mirabilis, porque se consiguió
la victoria en una serie de batallas decisivas para el imperio, tanto en Europa como en América
(socorro de Génova, recuperación de Bahía de Brasil, defensa de Cádiz, toma de Breda).

Los Reyes Católicos son importantes en el recuento del primer siglo que constituye el periodo
conocido como “Siglo de Oro” porque, ante todo, inician la monarquía dominante. A partir de 1516,
el primer hijo varón de Juana La Loca y Felipe El Hermoso, nieto de los Reyes Católicos, empieza a
regir los Países Bajos, Aragón, Castilla, Navarra y la región creciente de América (reino español),
Nápoles, Sicilia, y Austria (1519), reino romano (1519) y el imperio Sacro Romano Germánico (1520).
Conocido como Carlos V, para el imperio germánico, pero como Carlos I para la extensión de
territorios y reinos que ahora denominamos como “España”.

Carlos I, al tomar posesión de la corona española, no tenía conocimiento del idioma castellano y se
eligió a consejeros flamencos, para acompañarle en dicha corte. Al llegar, convocó a las Cortes para
la votación de nuevos impuestos. Esto activó inmediatamente protestas tanto en Castilla y Aragón,
exigiéndole al nuevo rey el respeto a las leyes del reino, al que también le debía su residencia. La
mayor parte de las comunidades de Castilla, entre ellas Segovia, Toledo y Salamanca, se
sublevaron contra el nuevo monarca. Esencialmente, instigados por la aristocracia castellana,
humillada al perder la administración del reino a manos de flamencos y a Adriano de Utrecht
(mentor holandés del monarca). Incluso, como que si no tuvieran razones suficientes para el
alzamiento castellano, Carlos había utilizado dinero de esos nuevos impuestos para impulsar su
elección en el título de Emperador alemán. Incluso, la clase burguesa de Castilla poseía el temor de
que se exportara la lana en bruto a Flandes (perteneciente a la herencia paterna del rey),
disminuyendo el costo de la artesanía textil local. Carlos salió de Castilla, y las revueltas
reemplazaron a las autoridades reales. Luego formaron la Santa Junta de Tordesillas, en la que
exigían la abolición de los nuevos impuestos, el respeto de las leyes locales y al reemplazo de los
consejeros flamencos por castellanos. También, le solicitaron a la madre de Carlos, doña Juana, que
apoyara a la rebelión de las Comunidades. No obstante, la nobleza empezó a distanciarse de los
comuneros, debilitando el movimiento. Finalmente, la Corona venció en 1521, dando inicio al
absolutismo de Castilla.

Al mismo tiempo, sucedieron las Germanías en Valencia, como consecuencia de las epidemias y la
crisis económica que allí surgieron. Carlos V reaccionó lentamente, porque su principal
preocupación fue Castilla. El conflicto fue extinguido en 1522.

En 1556, Carlos I abdicó, por lo que su hijo, Felipe II, gobernó los territorios de Castilla, Aragón,
Navarra, el Condado Franco, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda
la América descubierta y Filipinas. Después, en 1580 también se agrega Portugal y el imperio
afroasiático que poseía dicho reino. Felipe II es el monarca español que vive el apogeo de la
hegemonía española. A diferencia de su padre, Felipe II sentó el centro de su imperio en Castilla,
disponiendo su nieva capital en Madrid. Tuvo que afrontar problemas internos, tales como la
muerte del príncipe heredero Carlos, que deseaba la sucesión inmediata al trono, por lo que se
había conjurado con Antonio Pérez, el secretario de Felipe. Además, dicho secretario, después de
ser destituido, huyó del país y se alió a los enemigos extranjeros del emperador, forjando su mala
reputación, conocida como la “Leyenda Negra”, en la que afirmaba que el monarca había asesinado
a su hijo, a Isabel, su esposa y cargos parecidos que nunca pudieron ser comprobados.

Como política exterior, Felipe II tuvo varios matrimonios que, por alguna razón, no duraron debido
a la muerte de ellas: María de Portugal (1543), María I Tudor (1554), Isabel de Valois (1559) y Ana de
Austria, su sobrina (1570).

Su periodo se caracteriza por la unidad religiosa, que marcó la pauta de su política. Intervino ante
las amenazas berberiscas y turcas. Obtuvo una gran victoria contra los turcos en Lepanto, 1571.
También, reprimió duramente las sublevaciones moriscas. Después de la muerte de María Tudor,
las relaciones con Inglaterra se volvieron cada vez más tensas, por el apoyo de los últimos a las
rebeliones en los Países Bajos. Por lo que, en 1588 intentó invadir la isla con su Armada Invencible,
resultando en un tremendo fracaso, que marcó el declive del poder naval español.

En el ámbito económico, el siglo XVI supuso un periodo de crecimiento importante, comparado con
las crisis del siglo anterior. La población del reino español creció casi en un 40%, llegando a los siete
millones de habitantes para 1600. La economía castellana vio el crecimiento de la agricultura, tanto
por la demanda demográfica local como por la de los territorios conquistados. También, la
ganadería fue un soporte importante en la economía nacional, y aunque la artesanía ciertamente
jugó un papel, cada vez disminuyó en importancia. Los rubros principales de este oficio fueron el
textil, la ferrería vasca y la fabricación de armas para la Conquista en marcha. El comercio en
América hizo del imperio español el más importante en su momento, aunque estuviera
monopolizado por la Casa de Contratación de Sevilla (la que se instituyó por los Reyes Católicos).
La falta de modernización del sistema económico puso en desventaja al imperio comparado con
las otras naciones europeas, lo que se reflejó en una fuerte inflación. El sistema económico no pudo
soportar la demanda de la población creciente, ni de la población americana que unía sus demandas
de producto y el desbalance que generó la introducción de grandes cantidades de plata y oro
provenientes de América. Dichos recursos minerales fueron utilizados para campañas militares en
las que se involucró la monarquía en el continente, en lugar de promover la economía nacional. Por
lo que, hacia 1575 y 1597 un endeudamiento produjo la bancarrota de Hacienda. Después, las malas
cosechas, el alza de impuestos y los cuantiosos gastos bélicos extenuaron la economía española.
Uno de los mayores errores fue la constante importación, en lugar de la incentivación de la
producción castellana.
En cuanto a lo social, la sociedad española constituyó un modelo típico del Antiguo Régimen: con
estamentos heterogéneos privilegiados de población reducida, muy diferenciados del vasto
estamento popular y cuyos intereses regían la dirección de la nación. La burguesía mantuvo un
desarrollo débil y su principal interés era ocupar la baja nobleza. También, se vivió un periodo muy
tenso en el ámbito racial, que era dirigido a los judíos y a los moriscos que fueron convertidos a la
fuerza, y a los cuales se les exigía constantemente la veracidad de su conversión y la de su
ascendencia.

También, otro aspecto importante es la cultura española reinante. Empezando con que la mayoría
de la población era analfabeta, por lo que la cultura escrita pertenecía únicamente a los estamentos
altos que no lo eran. Sin embargo, dicha cultura erudita influenciaba a la popular a través del clero.

Las universidades, especialmente la de Salamanca, se enfocaron al estudio de la teología o de las


otras áreas humanistas, dejando a un lado la investigación científica. Por lo que, en España se vivió
una época de mentalidad humanista, influenciada, por ejemplo, por Erasmo de Rotterdam. Dicho
personaje defendió una cultura tolerante, a pesar de la intolerancia promovida por la monarquía y
la Iglesia a través de la Inquisición.

La creación literaria fue limitada, en contenido, pero no en producción, por dicha censura religiosa
y debía regirse al “Índice de libros prohibidos” a partir de 1559, publicada por el inquisidor general
Valdés. A pesar de esto, esta época vio a una España literaria prolífica, en las que fructificaron
géneros como el picaresco. También, es en este siglo que la producción literaria de Cervantes inicia.
En cuanto a otras ramas del arte, como la escultura o pintura, un tipo de Renacimiento español
sufre un desarrollo complejo, en los que se empieza a desligar de la continuidad de las formas
góticas mezcladas con elementos del Renacimiento italiano. A este “renacimiento” en España se le
denomina estilo plateresco, por una minuciosa fabricación que es similar en forma a las
elaboraciones de los plateros y orfebres. El mayor triunfo de las corrientes renacentistas es la
decoración del palacio de Carlos I, en el primer tercio del siglo.

Uno de los peores males del siglo, fue la permanencia de la institución eclesiástica, la Inquisición,
que prosiguió por una bula del Papa Sixto IV en 1478 a los Reyes Católicos, que les confería a ellos
la autoridad para renovar al inquisidor a perpetuidad. La Inquisición se enfocó en este siglo a
torturar y suprimir a los judíos convertidos a la fuerza y a eliminar a los protestantes del territorio.
Corrientes

1. Concepto de Renacimiento Literalmente, la palabra Renacimiento significa nuevo


nacimiento del arte antiguo. Llamamos arte antiguo a las obras de los grandes artistas y
pensadores de la antigüedad griega y romana (siglos V a. de C. hasta el V d. de C.). Los
intelectuales del Renacimiento intentaron imitar el gran esplendor del pensamiento y del
arte de los antiguos, a los que llamaron clásicos con el fin de alcanzar su antigua grandeza.
El concepto de Renacimiento fue creado y utilizado por los intelectuales europeos del siglo
XVI para distinguir su época, considerada culta y luminosa por su relación con la
antigüedad clásica, frente a la Edad Media, despreciada por los humanistas del
Renacimiento como época oscura y de barbarie. El humanismo y los humanistas En la
difusión de los principios que consideramos base del Renacimiento del siglo XV y XVI (la
admiración por los clásicos grecolatinos, la búsqueda de un ideal de estilo; valoración de la
sensualidad en el arte; la visión moral de la vida bajo los valores del progreso, la
hermandad humana universal bajo la religión cristiana, etc.) tiene suma importancia el
desarrollo del movimiento intelectual llamado humanismo. Los humanistas surgen en
Italia durante el siglo XIV. Se daba este nombre a los profesores de gramática y retórica
latinas. Se trataba, por tanto, de especialistas en lengua latina, que desarrollaron un
movimiento de retorno a las fuentes clásicas de la latinidad. Para entender el valor de su
trabajo debemos comprender que el conocimiento de la antigüedad (de su pensamiento y
de su literatura) en la Edad Media dependía en su mayor parte de referencias indirectas,
sumamente defectuosas. Los humanistas, con su preocupación por devolver al latín y al
griego literarios todo su antiguo esplendor retornando a los textos originales de ambos
idiomas, dieron lugar a la difusión de numerosas obras clásicas y a la creación de un nuevo
ideal de estilo, basado en la belleza, la claridad y la armonía, así como en la imitación de
los temas y las formas de las obras clásicas grecolatinas en todas las artes, características
todas ellas básicas en la literatura renacentista. 2. Marco histórico y evolución El
Renacimiento comienza en la Italia del siglo XIV a partir de la recuperación de la literatura
latina llevada a cabo por los humanistas. En España, comienzan a aparecer rasgos
inequívocamente renancentistas ya en obras y autores de finales del siglo XV, pero el
Renacimiento pleno, en el campo literario, comienza propiamente en el año 1526, año en
el cual el poeta Boscán empieza a escribir poesía de imitación italiana1 . Engloba los
reinados de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V. 1 Es famoso el relato del propio
Boscán, quien, en la carta dirigida a la duquesa de Soma, le confiesa que, durante las
bodas del rey Carlos y la infanta Isabel de Portugal, se encontró en Granada con el
embajador de Venecia Andrea Navaggiero, quien recomendó al poeta barcelonés que
intentase aclimatar en la poesía española el verso de origen italiano (el endecasílabo y
todas sus combinaciones estróficas). Este es el origen de toda la poesía de influencia
italiana del Renacimiento español. El propio Boscán recomendó a su amigo Garcilaso de la
Vega que utilizase este tipo de métrica en sus poemas. Véase el texto de la carta a la
duquesa en los apéndices. Desde un punto de vista social, en el desarrollo del
renacimiento tiene una gran importancia la aparición de dos nuevas “clases” sociales: la
burguesía urbana y los intelectuales universitarios. Se pueden señalar dos grandes etapas
en las artes del Renacimiento del siglo XVI:  hasta 1550 aproximadamente: es el período
que podemos denominar clásico. El arte de esta época constituye un Renacimiento puro.
El artista busca un equilibrio entre contenido y expresión. Esta marcado por un optimismo
general en la visión del mundo. En cuanto a la historia castellana, se corresponde con la
parte final del reinado de los reyes católicos y con el inicio del reinado del emperador
Carlos V, época de la mayor influencia militar castellana en Europa. Es también un período
de agitación política (alzamiento comunero contra la política de impuestos de la casa de
Austria en Castilla). En el campo del pensamiento religioso, este momento está marcado
por el influjo del humanismo cristiano de Erasmo de Rotterdam2 , defensor de una
reforma religiosa dentro de la iglesia cristiana basada en los conceptos de evangelismo y
de hermandad bajo el cuerpo de Cristo (Philosophia Christi). Sus ideas fueron truncadas
por el desarrollo del protestantismo luterano, el Cisma de Occidente, y el comienzo de las
guerras de religión. El desarrollo de la Contrarreforma acabó con el optimismo del primer
período renacentista.  hasta 1599 aproximadamente: es el período llamado manierista. El
arte de esta época viene marcado por el comienzo de las guerras de religión en toda
Europa, debidas a la nueva ideología de la contrarreforma católica, así como por las
bancarrotas continuas y por un declive hacia el pesimismo vital. Esta visión conflictiva del
mundo se traduce en la existencia de una tensión entre el mundo del espíritu y el de los
sentidos. El arte de este período tiende a complicarse en el plano de la expresión con una
tendencia hacia lo retorcido y lo exagerado que trata de transmitir la profunda
espiritualización hacia la que los miembros de la sociedad se vuelven. El desarrollo de la
censura en ciertos 2 Erasmo de Rotterdam fue una figura capital dentro del pensamiento
cristiano europeo del siglo XVI. Fue un importante humanista holandés, profesor de
gramática y retórica de la universidad de Lovaina, importante ciceroniano y teólogo
católico. Propuso la necesidad de una reforma integral de la espiritualidad cristiana basada
en el retorno a las fuentes originarias del cristianismo (los textos bíblicos), y en especial al
espíritu de los evangelios sinópticos más que de los textos de la patrística tardía (lo que el
denominó la Philosophia Christi). Se trataba de que el cristiano viviese su fe como algo
interiorizado e íntimo, rechazando las formas superficiales de religiosidad y devoción
(culto a las imágenes y a los santos, coleccionismo de reliquias, ritos pomposos y
superficiales, religiosidad hueca de los beatos e hipócritas, romerías populares, etc.). Su
reforma del cristianismo se basaba en la concepción de los cristianos como un cuerpo o
hermandad con su cabeza en Cristo, en la que cada uno de sus miembros debía participar
activamente para la mejora espiritual de toda la comunidad, actuando como un auténtico
luchador activo de la fe. Escribió numerosas obras, entre ellas, el Enchiridion milite
christiani [Manual del caballero cristiano], el Elogio de la locura, los Adagia, la Querella
Pacis, etc. En torno a las ideas de Erasmo se desarrolló toda una corriente humanística
cristiana denominada erasmismo, de enorme importancia en toda Europa y, en especial en
Castilla. Carlos V se rodeó de importantes erasmistas y muchos de los artistas españoles
del siglo XVI se vieron influidos por esta corriente de pensamiento, contraria a la doctrina
oficial de la Iglesia Romana. Con el desarrollo del protestantismo, sin embargo, muy
influido por la doctrina de Erasmo, el erasmismo se volvió sospechoso de herejía, las obras
del humanista holandés fueron censuradas y criticadas, como cualquier otra idea
reformista en el campo de la religiosidad cristiana (persecuciones de marranos, molinistas,
místicos, iluministas y protestantes en Castilla). ámbitos de la expresión escrita lleva a la
literatura a un proceso de experimentación formal. Es este proceso al que se considera
bajo el término de manierismo. 3. Ideología renacentista El pensamiento de los autores
renacentistas se basa en cuatro grandes pilares ideológicos. Estos pilares nacen
precisamente de la influencia que los escritores y pensadores reciben del espíritu de
libertad de los textos clásicos: el antropocentrismo: frente a la interpretación religiosa del
mundo que impera en la Edad Media (el teocentrismo), el hombre renacentista se
desenvuelve dentro de una filosofía urbana y burguesa que le hace concebir el mundo y la
vida como algo que merece la pena de ser disfrutado. Se piensa que Dios ha puesto al ser
humano en el centro de la creación para que la disfrute y la domine. Esto implica la
separación de lo sensorial y humano de lo religioso como pertenecientes a esferas
diferentes. la dignidad del hombre y de lo humano: frente al desprecio por la vida terrena
y el mundo que habían sentido los pensadores de la Edad Media, en el Renacimiento
existe una gran confianza en el hombre y en el mundo. El hombre está capacitado para
toda clase de proezas, puede dominar el mundo, interpretarlo. Durante esta época nacen
las ciencias modernas (las matemáticas, el cálculo infinitesimal, la física y la química...) y se
desarrolla la tecnología (aparatos de navegación, de agricultura, presas hidráulicas, etc.)1 .
el sensualismo: el antropocentrismo del hombre del Renacimiento le lleva a una clara
percepción de la belleza y de lo sensorial. El arte no busca la utilidad sino la belleza, que
puede ser admirada allá donde se encuentre. La admiración y la imitación del mundo
clásico les lleva a aceptar algunos aspectos de la forma de ver el mundo de los antiguos. el
paganismo: sin renunciar a la religiosidad cristiana, los poetas se acercan al mundo pagano
de la mitología clásica, interpretándola con frecuencia de manera simbólica. La mitología
permite a los poetas, en general, un tratamiento sugestivo de determinados temas, como
el erotismo, el suicidio, 1 “No te hemos dado una ubicación fija, ni un aspecto propio, ni
peculio alguno, ¡oh Adán!, para que así puedas tener y poseer el lugar, el aspecto y los
bienes que, según tu voluntad y pensamiento, tú mismo elijas. La naturaleza asignada a los
demás seres se encuentra ceñida por las leyes que nosotros hemos dictado. Tú, al no estar
constreñido a un reducido espacio, definirás los límites de tu naturaleza, según tu propio
albedrío, en cuyas manos te he colocado. Te he situado en la parte media del mundo para
que desde ahí puedas ver más cómodamente lo que hay en él. Y no te hemos concebido
como criatura celeste ni terrena, ni mortal ni inmortal, para que, como arbitrario y
honorario escultor y modelador de ti mismo, te esculpas de la forma que prefieras. Podrás
degenerar en los seres inferiores, que son los animales irracionales, o podrás regenerarte
en los seres superiores que son los divinos, según la voluntad de tu espíritu.” Giovanni Pico
della Mirandola, De dignitate hominis. las contradicciones dentro de la psicología humana,
etc. la concepción simbólica del mundo: a partir del encuentro con los textos de diversas
filosofías esotéricas de la antigüedad (pitagorismo, orfismo, neoplatonismo, horapolismo,
hermetismo, gnosticismo, etc.), se desarrolla en amplios ámbitos intelectuales
humanísticos una doctrina que concibe las diversas realidades del mundo como símbolos
que deben ser interpretados por el hombre y que esconden una sabiduría puesta por Dios
en su creación de modo misteriosamente oculto, sólo al alcance de los iniciados. LA LÍRICA
RENACENTISTA Es el género más innovador. Se caracteriza por la influencia de la poesía
italiana y, en especial, de la obra de Francesco Petrarca, autor del Canzoniere. La imitación
de las formas y del estilo de este autor es característico de todo el siglo XVI y XVII y recibe
el nombre de petrarquismo. A. LA MÉTRICA. RENOVACIÓN DE LA MÉTRICA MEDIEVAL El
influjo de la poesía italiana a partir de la entrevista entre Juan Boscán y Andrea Navaggiero
en Granada (1526) marca todo el Renacimiento español. Este influjo se manifiesta en los
siguientes hechos:  se produce una revolución en la métrica de la poesía → se abandona
el verso rítmico de los autores medievales y se adopta el verso italiano de once sílabas (el
endecasílabo), solo o en combinaciones con versos de siete sílabas. El verso endecasílabo
permitía una mayor flexibilidad según la disposición de los acentos2 .  se trasladan a la
métrica castellana nuevas estrofas, entre las cuales debemos destacar las siguientes: el
terceto encadenado: estrofa de 3 versos endecasílabos con rimas alternas (A-A); en el
terceto encadenado se da una secuencia de tercetos cuyo verso central marca la rima del
siguiente (ABA BCB CDC DED EFE, etc.). Es la estrofa característica de las epístolas en verso
y de los poemas de tipo tratadístico. la octava real: estrofa de 8 versos de 11 sílabas con la
estructura ABABABCC con rima consonante. Es la estrofa característica de los poemas
narrativos.

Los grandes autores del Siglo de Oro español fueron:

Miguel de Cervantes. Escritor del Quijote, así como de las Novelas Ejemplares y otras
formas de narrativa que serían centrales y fundamentales para la literatura mundial de
Europa.
Luis de Góngora. Poeta y dramaturgo, cuya tendencia estética dentro de la poesía sería
conocida como el culteranismo o gongorismo.
San Juan de la Cruz. Poeta místico, religioso de oficio, reformador de la Orden de Nuestra
Señora del Monte Carmelo y de la Orden de las Carmelitas Descalzas. Desde 1952 es
patrono de los poetas en lengua española.
Santa Teresa de Jesús. Religiosa y cofundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, se
la considera junto a San Juan de la Cruz la cumbre de la poesía mística española.
Francisco de Quevedo. Uno de los autores fundamentales de la literatura española y autor
de poesía, narrativa y dramaturgia.
Tirso de Molina. Dramaturgo, poeta y narrador, religioso mercediano, se le considera uno
de los tres grandes de la dramaturgia del barroco español.
Pedro Calderón de la Barca. Segundo de los tres grandes dramaturgos del siglo de Oro, es
autor de la célebre La vida es sueño, fue también un sacerdote de la orden de Santiago.
Lope de Vega. El tercero de la trinidad de grandes dramaturgos del Siglo de Oro y uno de
los autores más prolíficos de la literatura universal. Renovó las fórmulas del teatro para la
época y fue autor de más de 3000 sonetos, tres novelas, cuatro novelas breves y una
epopeya.

Fuente: https://www.caracteristicas.co/siglo-de-oro/#ixzz5tCLN9tVz

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