Los hispanohablantes celebramos El Día del Idioma el 23 de
abril como un homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, fallecido un 23 de abril de 1616, autor de Don Quijote de La Mancha. Y festejamos porque tenemos el legado del hombre que inmortalizó nuestro idioma, nuestras palabras. Ya lo dijo Pablo Neruda, en Confieso que he vivido, “…Son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro...Se lo llevaron todo y nos dejaron todo…Nos dejaron las palabras”. Por esta y muchas otras razones ese día se rinde culto al idioma, a nuestra lengua. Nuestro idioma es tan dinámico que es considerado como la segunda lengua más importante del plantea y la tercera más hablada. Esto quiere decir, que gracias a ese tronco de las lenguas romances, a la renovación e innovación permanente acorde con los ritmos científicos y tecnológicos del hombre, y a las manifestaciones de las diferentes culturas y lenguajes, el Día del Idioma se debe celebrar en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en el Parlamento, en la calle, en los parques, en la casa, hablando bien, escribiendo bien, hablando correctamente y escribiendo correctamente. Donde quiera que estemos, ese día debe prevalecer la fuerza del idioma con su sonoridad, su romanticismo, su gramática que nos permite comunicarnos y su ortografía que dice cuánta grandeza hay en las palabras. MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (Alcalá de Henares, España, 1547 - Madrid, 1616) Escritor español, autor de Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), obra cumbre de la literatura universal. La inmensa fama de este libro inmortal, que parte de la parodia del género caballeresco para trazar un maravilloso retrato de los ideales y prosaísmos que cohabitan en el espíritu humano, ha hecho olvidar la existencia siempre precaria y azarosa del autor, al que ni siquiera sacó de la estrechez el fulgurante éxito del Quijote, compuesto en los últimos años de su vida.
Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y
de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna. Allí inició el joven Miguel sus estudios.
Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia
Cervantes hizo lo propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por deudas) determinaron que su formación intelectual, aunque extensa, fuera más bien improvisada, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún
problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada.
Cuando regresaba de vuelta a España tras varios años de vida
de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde había adquirido un gran conocimiento de la literatura italiana), la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.
Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su
familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote. GABRIEL GARCIA MARQUEZ Gabriel José García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.
Había comenzado su carrera profesional trabajando desde
joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en
que aparecen ya los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria.. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.
En 1982 le había sido concedido, no menos que
merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa. ESTO DIJO EL POLLO CHIRAS Esto dijo el Pollo Chiras cuando lo iban a matar: "Dese breve, mi señora, ponga el agua a calentar"; Un carbón eche a la estufa y no cese de soplar, que nos va cogiendo el día y el señor viene a almorzar. Pero escúcheme una cosa que le quiero suplicar; el pescuezo no me tuerza como lo hace Trinidad. Hay mil medios más humanos de dormir a un animal y de hacer que dure el sueño por toda la eternidad. Cumpla, pues, buena señora mi postrera voluntad, y despácheme prontito sin dolor y sin crueldad".
EN LA CIUDAD DE PAMPLONA En la ciudad de
Pamplona hay una plaza, en la plaza hay una esquina, en la esquina una casa, en la casa hay una sala, en la sala hay una mesa, en la mesa hay una estaca, en la estaca hay una lora, en la lora hay una pata, en la pata una uña, en la uña una aguja en la aguja un hilo, en el hilo la aguja, la aguja en la uña, la uña en la pata, la pata en la lora, la lora en la estaca, la estaca en la mesa, la mesa en la sala, la sala en la casa, la casa en la esquina, la esquina en la plaza y la plaza en la ciudad de Pamplona. VICTOR EDUARDO CARO SI TU GUSTO GUSTARA DEL GUSTO Si tu gusto gustara del gusto que gusta mi gusto, mi gusto gustaría del gusto que gusta tu gusto, pero como tu gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto, mi gusto no gusta del gusto que gusta tu gusto, y me quedo tan a gusto.
ADIVINANZAS Tiene ojos y no ve, posee corona y no es
rey, tiene escamas sin ser pez, ¿qué rara cosa ha de ser? De colores verderones, ojos grandes y saltones, tenemos las patas de atrás muy largas para saltar. Soy un animal pequeño, piensa mi nombre un rato, porque agregando una «n» tendrás mi nombre en el acto. SAL DE AHÍ CHIVITA Sal de ahí, chivita, chivita Sal de ahí, de ese lugar. Sal de ahí, chivita, chivita Sal de ahí, de ese lugar. Vamos a llamar al lobo para que saque a la Chiva. El lobo no quiere sacar a la Chiva, y la chiva no quiere salir de ahí. Sal de ahí, chivita, chivita... Vamos a llamar al palo para que le pegue al lobo. El palo no quiere pegarle al lobo, el lobo no quiere sacar a la Chiva, y la chiva no quiere salir de ahí. Sal de ahí, chivita, chivita.... Vamos a llamar al fuego para que queme al palo. El fuego no quiere quemar al palo, el palo no quiere pegarle al lobo, el lobo no quiere sacar a la Chiva, y la chiva no quiere salir de ahí. Sal de ahí, chivita, chivita... Vamos a llamar al agua para que apague el fuego. El agua no quiere apagar al fuego, el fuego no quiere quemar al palo, el palo no quiere pegarle al lobo, el lobo no quiere sacar a la Chiva y la chiva no quiere salir de ahí