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Tener tentaciones no es pecado, aceptar la tentación ese si es pecado. Todos tenemos tentaciones
y ojala y siempre las tengamos, la única manera en que la virtud de uno puede crecer es en la
tentación.
San Agustín; “como quieres tu vencer, si no has luchado, y como quieres luchar, sino tienes con
quien pelear”. La tentación nos viene del mundo, otras de la carne, y otras del demonio. Tenerlas
no es problema; acceder a ellas o decirlas que sí, es cuando uno peca.
No solo te libraste de caer en pecado, sino que te hiciste más fuerte en la virtud
Ante la tentación primero tenemos que orar, si viene la tentación y se va, era del demonio. Si oras
y se va y regresa pronto o no se va, esa tentación viene de tu carne
Ejemplo un mal pensamiento, yo oro y si va, el demonio estaba agitando mi intelecto, para llevar a
la imaginación eso. Oro y se va y no regresa, eso es de la carne, eso es evidente, que en algún
momento tú viste algo no adecuado. Es el archivo de la carne.
Remedios
1.- Practicar los remedios aun cuando no seamos tentados. (Entrenamiento, ejercitamiento)
Ahora escucha lo que has de hacer; cuando te acometa y te dé el primer golpe, haz enseguida la
señal de la cruz en la frente o en el corazón invocando con devoción el santo nombre de Jesucristo,
y di: “no vendo yo a Dios tan barato, Señor tú vales más y te quiero más a ti”
La cruz. Haz la señal de la cruz, pero la cruz de Cristo, cualquier otra cruz es masoquismo, la cruz por
sí sola es la mayor porquería que hay, la cruz tiene valor cuando tiene al crucificado, él la embelleció.
La cruz no es adorno o simple ornamento. La cruz de Cristo no la soportan los enemigos del alma
(mundo, demonio, carne) El mundo vive para sí mismo, la cruz te dice que la vida es para negarse a
sí mismo.
El demonio. El primer pecado que empezó a existir, evidentemente por el demonio, es la soberbia,
el orgullo. Todo pecado puede tener un fruto, al verse a sí mismo, y al verse a si mismo cabe la
posibilidad de conversión, menos el de la soberbia, es trasparente, nadie que es soberbio, se entera
que es soberbio.
“clavadme vos a vos en vuestro leño, y teneísme seguro con tres clavos” Lópe de Vega
Hay un dicho que dice de la soberbia sobre su misma soberbia: “si el soberbio se diera cuenta de lo
ridículo que se ve, por soberbia, dejaría de ser soberbio”
El demonio es el padre de la soberbia. Jesús siendo Dios, siendo Dios no saco ventaja de su condición
de Dios, sino que se abajo (kenosis) descendió, por amor cuando no lo tenía que hacer.
Por eso, mi respuesta ante la soberbia es, la humildad y la sencillez. Al nombre de Jesús toda rodilla
se doble, en el cielo, en la tierra, en el infierno y que toda lengua proclame que Jesús es el Señor,
por los siglos de los siglos.
Al humilde nadie le puede hacer daño, se ha aventado como en un abismo, porque el que le quiere
hacer daño, para irle a hacer daño, se tiene que abajar, entonces, se consigue un humilde mas.
El demonio creía que estaba venciendo, pero cuando se dio cuenta de la cruz, el demonio se
regocijaba de la cruz, ahora no soporta la cruz.
La carne. La carne tiene pasiones desordenadas. La Cruz tiene orden, el orden de la gracia, que
comienza con la obediencia. La carne es desobediente a todo lo que dice Dios. La carne no puede
soportar a la obediencia.
Pronunciar el nombre de Jesús, “Dios salva” pronunciado con amor. “Lo que pidan en mi nombre se
los concederá; cuando se reúnan dos o más en mi nombre, ahí estaré”. Decir el nombre de Jesús es
unirnos a su pasión, serán odiados por causa de mi nombre…. Decir el nombre de Jesús es abrazar
su pasión.
Pronunciar el nombre de Jesús con devoción. Los actos de devoción primero es guardar silencio,
entra un espíritu de devoción.
Santa determinación; “no vendo yo a Dios tan barato, Señor tu vales más y te quiero más a ti”
Firmeza, pedir constantemente la gracia de la conversión. Cuando pecas, estás diciendo, esto no
vale lo suficiente, vale más el pecado, entonces, se necesita una determinación. Fuerza, voluntad,
criterio, carácter.
San Juan de Ávila dice: Y si con esto no se quita a tentación, baja al infierno con el pensamiento y
mira cuan terriblemente quema aquel fuego vivo, y hace dar voces y aullar y blasfemar a los
miserables que ardieron aquí con el fuego de la deshonestidad, ejecutándose en ellos la sentencia
de Dios que dice; dadle tanto de tormento y llanto, cuanto se glorifico en los deleites, y siente espanto
ante tan grave castigo, aunque justísimo, y que el deleite de un momento se castigue con tormentos
eternos y di dentro de ti: momentáneo es lo que deleita y eterno lo que se atormenta. (San Basilio)
Cualquiera que te haga o proponga algo así, tu dirás, no soy un tonto. Si uno supiera que el pecado
y la tentación siempre es un engaño, sacaría el orgullo, a nadie le gusta que le vean la cara. Siempre
que pecamos el demonio nos vio la cara.
El demonio nunca se presentara tal cual es, a él no le conviene, porque entonces y ano te atreverías
a pecar. La Biblia dice incluso que se parece como ángel de luz
Lo que nos tiene que llevar al cielo es al amor, no el miedo, no es la mejor manera de renunciar al
pecado, pero si es la única, ni modo, porque te juegas la condenación eterna.
Pensar de que familiares o gente que tú quieres, si murió en pecado, por toda la eternidad, no va a
poder salir de ahí. San Alfonso María de Ligorio: los que te invitan a pecar continuamente los
llamamos amigos, los que te dicen que salgas del pecado, los creemos enemigos, curioso, Cuando
veas la realidad después de la vida te darás cuenta, que valoraras a aquellos que te querían sacar
del pecado y que maldecirás a los que pecaron junto contigo. Porque si te condenas ahí los vas a
tener, pero lo vas a odiar y ellos te van a odiar a ti, y los que te querían sacar y pensaste que eran tu
enemigos, podrás pensar, si los hubiera escuchado, pudieran haber sido mis mejor amigos en el
cielo
San juan de Ávila: Oh pecado, porque nunca nos has de decir, en que vamos a terminar…
San Juan de Ávila: Y si esto no te aprovecha, sube al cielo con el pensamiento y represéntate aquella
limpieza de la castidad que hay en aquella bienaventurada ciudad y como no puede entrar ahí, bestia
alguna (hombre bestial), y estate un rato ahí, hasta que se sienta una fuerza espiritual, con que
aborrezcas aquí lo que ahí se aborrece por Dios.
También aprovecha dar con el cuerpo en la sepultura, pensarte en la sepultura con el pensamiento
y mirar cuan hediondos están ahí los cuerpos de hombre y mujeres.
San Alfonso María de Ligorio en cuanto a la preparación de la muerte dice: porque la Iglesia
recomienda que continuamente pienses en la muerte; cuando estés bien piensa la muerte, cuando
estés mal piensa la vida eterna. Porque el que está bien no piensa que un día se va a morir.
Ve aun cementerio donde está sepultado el rey y su siervo, abre las dos tumbas, ¿los podrías
identificar? Vas a ver los mismos huesos, la nada. Toda tentación te intenta vender un bien aquí en
la tierra como si sería eterno. (Dinero, vanidad, poder, etc….todo esto se acaba)
¿Para donde cae el árbol? Para donde está inclinado… ¿para dónde voy a ir cuando me muera?...ara
donde estés inclinado. Cuando te corten y sea tiempo de irte, te vas a ir a donde estas inclinado.
6.- Uso de los sacramentales
No perdamos el modelo de mujer, que es la Virgen, la mujer que por naturaleza esta llamada a ser
pura, transparente, bella.
Más si sabes cerrar la puerta del recogimiento muy cerrada, como se suele hacer en el recogimiento
íntimo de la oración, hallas el socorro más a la mano que en todos los remedios pasados.
El recogimiento espiritual
¿Por dónde entra la tentación? Por nuestros sentidos. Que tengas control de tus sentidos, que
obedezcan a tu razón y tu razón a Dios.
El recogimiento se hace por medio de la oración, si no perseveras en la oración diaria, revisa que
tienes en tus sentido, tu cabeza, por eso es importante que metes a tus sentidos
Si revisas los pecados en los que has caído, caerás en la cuenta que son los sentidos que descuidaste.
Y lo que más o tanto como todo junto es recibir con la debida preparación el santo cuerpo de
Jesucristo nuestro Señor. Este solo consejo agarra todos los demás remedios.
Es un remedio admirable para los males que nos vienen de nuestra carne concebida en pecado y si
supiésemos mirar bien este don, nos tendríamos como relicarios preciosos y huiríamos de toda la
suciedad por la honra de aquel que entro en nosotros.
Como voy a decir, entra pecado, cuando el mismo Señor aquí en mi lengua la ha tocado el cuerpo
de Cristo. Ha entrado el autor de la pureza, no le puedo ser traidor ahora ni en toda mi vida.
Si lo recibimos mal, o usamos mal de él, sucede el efecto contrario, y se siente el hombre más
desposeído de la deshonestidad antes de haber comulgado.
No hay remedio más grande de vencer las tentaciones que mediante comulgar.
El que come y bebe el cuerpo y la sangre en pecado, come y bebe su propia condenación.
“Confesión frecuente, comunión frecuente”
Y si con todas estas consideraciones y remedios, la carne bestial no se sosiega, la debes tratas como
bestia, con buenos dolores, pues no entiende razones tan justa, es decir, penitencia. Empieza
ayunar, poco sueño, silencio, es decir que experimente un poco el sufrimiento tu cuerpo y colabora
poco a poco.