Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Introducción
“El hijo menor, el hijo mayor y el padre”
Parte 1
El hijo menor
Dejar el hogar significa vivir como si no tuviera casa y tuviera
que ir de un lado a otro tratando de encontrar una.
El hogar es el centro de mi ser, allí donde puedo oir la voz que
me dice:”Tu eres mi hijo amado en quien me complazco”… es la
voz del amor que no deja de llamar… y que da vida y amor
dondequiera que es escuchada… como el amado puedo
enfrentarme a cualquier cosa, consolar, amonestar, y animar, sin
miedo a ser rechazado y sin necesidad de afirmación… como el
amado, soy libre para amar y libre para recibir…
He abandonado el hogar una y otra vez… he corrido hacia
lugares lejanos en busca de amor…me he marchado
desesperadamente para encontrar en algún lugar lo que ya no
era capaz de encontrar en casa.
Hay muchas otras voces, voces fuertes, voces llenas de
promesas muy seductoras… no me son desconocidas, siempre
están allí, y siempre llegan o lo más profundo de mí mismo, allí
donde me cuestiono mi bondad y donde dudo de mi valía.
Me sugieren que, a través de una serie de esfuerzos y un trabajo
muy duro, tengo que ganarme el derecho a que se me ame.
Quieren que me demuestre a mi mismo y a los demás que
merezco que se me quiera, y me empujan a que haga todo lo
posible para que se me acepte. Niegan que el amor sea un
regalo completamente gratuito. Dejo el hogar cada vez que
pierdo la fe en la voz que me llama “mi hijo amado”y hago caso
de las voces que me ofrecen una inmensa variedad de formas
para ganar el amor que tanto deseo.
Cólera, resentimiento, celos, deseos de venganza, lujuria,
codicia, antagonismos y rivalidades son las señales que me
indican que me he ido de casa.
Tengo tanto miedo a no gustar, a que me censuren , a que me
dejen de lado, a que no me tengan en cuenta, a que me
persiguen, a que me maten, que constantemente estoy
inventando estrategias nuevas para defenderme y asegurarme
el amor que creo que necesito y merezco…
Me animo con la misma facilidad con la que me deprimo.
Mientras sigo corriendo por todas partes preguntando: ¿Me
quieres? Concedo todo el poder a las voces del mundo, y me
pongo en la posición del esclavo, porque el mundo está lleno de
Síes. Dice “Si, te quiero” si eres guapo, inteligente, y gozas de
buena salud. El amor del mundo es y será siempre condicional.
Mientras siga buscando mi verdadero yo en el mundo del amor
condicional seguiré “enganchado” al mundo intentándolo,
fallando, volviéndolo a intentar. Es un mundo que fomenta las
adicciones porque lo que ofrece no puede satisfacerme en lo
profundo de mi corazón.
Nuestras adicciones nos hacen agarrarnos a lo que el mundo
llama las “claves para la realización personal”: acumulación de
poder y riquezas, logro de status y admiración, derroche de
comida y bebida y la satisfacción sexual sin distinguir entre
lujuria y amor… A medida que vamos viviendo en un mundo de
engaños, nuestras adicciones nos condenan a búsquedas
inútiles, obligándonos a afrontar constantes desilusiones
mientras seguimos sin realizarnos.
Parte 2
El hijo mayor
Aparentemente hizo todo lo que un buen hijo debe hacer, pero
interiormente, se fue lejos de su padre. Trabaja muy duro todos
los días y cumplía con sus obligaciones, pero cada vez era más
desgraciado y menos libre.
Siempre quieren agradar y temen desilusionar a sus padres.
Experimentan desde muy temprano, cierta envidia hacia sus
hermanos que parecen menos preocupados por agradar.
Hay muchos hijos mayores que están perdidos a pesar de seguir
en casa. Y es este extravío (que se caracteriza por el juicio y la
condena, la ira y el resentimiento, la amargura y los celos) el que
es tan peligroso para el corazón humano.
Parte 3
El padre
Convertirse en el padre