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Este resumen, hecho para el lector mexicano, necesariamente se concentra en los aspectos
más generales y abarcadores del fenómeno que se analizan los autores de . Es por ello
que se omiten datos específicamente relacionados con las elecciones argentinas que
sirvieron de laboratorio a los autores. Sin embargo, hemos de inferir que la experiencia
argentina no dista mucho de la mexicana, por lo que el lector —si tuviera mayor interés
— encontrará en el cuerpo del libro datos reveladores que acaso permitan pensar en la
realidad mexicana.
Para la mayoría de los ciudadanos, votar en las elecciones presidenciales constituye la vía
de participación política percibida como la más importante. En el contexto de una
campaña, la comunicación política entendida como un proceso interactivo que involucra
la transmisión de información entre políticos, medios de comunicación y votantes, resulta
crucial. Así, tres grandes participantes dan forma a las campañas: los políticos, los
ciudadanos y los medios de comunicación.
Con el transcurso del tiempo y cada vez más, la construcción mediática de la campaña se
presenta como un aspecto de suma relevancia de cara a los procesos electorales, uno de
los cursos de acción que los propios partidos y sus dirigentes _evalúan como más
conveniente cuando el objetivo es ganar elecciones y aumentar las cuotas de poder. Por
esa razón, en la travesía propuesta por las páginas de este libro, se exploran las acciones
de comunicación y la construcción mediática de las campañas.
Con el concepto de mediatización de la política se alude al proceso por el cual los medios
masivos, de preferencia los audiovisuales, imponen de modo creciente su lógica en la
construcción de la realidad política. Implica que frente a la pérdida de influencia de las
organizaciones partidarias mediante mecanismos tradicionales, los medios masivos se
transforman en la usina de información política más consultada por los ciudadanos al
momento de tomar decisiones electorales. Es decir que para comprender la importancia
de la comunicación mediática en las campañas, al incremento de un electorado
crecientemente desregulado se debe sumar al menos otra variable explicativa: el aumento
de la videopolítica en sociedades que se inclinan por la preferencia de las imágenes en
desmedro de lo argumentativo y argumental. Así, la videopolítica —o dominio de la
imagen y de las herramientas de comunicación audiovisual— ocupa una importante
porción de la actividad proselitista, llegándole a imprimir en algunos casos ciertos
aspectos de la lógica del espectáculo.
Diversas evidencias empíricas apoyan la hipótesis de que los mapas cognitivos de los
votantes cambian en respuesta a la campaña y a las actividades desarrolladas por el
candidato. No debe olvidarse que las elecciones y la competencia electoral tienen lugar,
ante todo, en un espacio psicológico: la mente de los votantes. Por esa razón, no solo se
intentará responder a las expectativas del electorado a través de la correcta selección de
los temas sino que se recurrirá a la utilización de imágenes para activar ciertos
pensamientos, recuerdos y emociones en los electores.
¿Por qué los candidatos diseñan sus “imágenes presidenciales” mediante palabras y
símbolos en las campañas? Es evidente que la mayoría de los ciudadanos no tendrá la
oportunidad de conocer personalmente a sus potenciales representantes. El modo más
frecuente de tomar contacto con ellos es por las imágenes e historias que nos llegan a
través de la intermediación que operan los medios de comunicación de masas. Sin el
beneficio de conocer a los candidatos en el curso de la campaña, los votantes deben en
parte apoyarse en las imágenes que se transmiten por televisión.
¿Qué puede decirse del papel de los medios durante las campañas? Hace ya casi 50 años
que se comenzó a advertir que los medios masivos crean una “realidad de segunda
mano”: aportan perspectivas, acuñan imágenes de candidatos y partidos, definen temas
alrededor de los cuales se desarrolla una campaña y fijan la atmósfera general que
caracteriza a cualquier campaña.