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El Proceso Social de Trabajo

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), instituyó en su Preámbulo “… con el fin supremo de
refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica…”, para “… que consolide los
valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio
de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia
social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna…”. Es decir, el Texto Fundamental despliega de entrada los
lineamientos del Estado de Derecho y Justicia Social que hoy rige en la Patria de nuestro Libertador Simón Bolívar.
Justamente, Bolívar, ilustró de la mejor manera los fines esenciales del Estado venezolano en el
enunciado recogido en su glorioso discurso al Congreso Constituyente de Angostura, en fecha 15 de febrero de 1819:
“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad
social y mayor suma de estabilidad política”.
Pues bien, desde la perspectiva del marco constitucional, debe verse de manera integradora y contextualizada todo lo
que significa el proceso social de trabajo, herramienta decisoria para una vida envuelta en la mayor suma de felicidad posible,
tanto desde la perspectiva individual, colectiva y familiar.
La concepción del trabajo como proceso social para alcanzar los fines esenciales del Estado, están establecido en los
artículos 3 y 89 del Texto Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, a saber:
Artículo 3. “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el
ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz la promoción de la
prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y
consagrados en esta Constitución.
La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”
De esta manera, el hecho social de trabajo, en la medida en que
constituye además un proceso fundamental, pasa a ser considerado por la Ley de Leyes como un proceso social, el
proceso social de trabajo.
Artículo 89. “El trabajo es un hecho social y gozará de la protección del Estado…”
Esto es, debe asumirse la autoformación social como esencia del proceso social de trabajo, para integrarse a dicho
proceso, esto es, la investigación científica, humanística y tecnológica al servicio de la sociedad, con la finalidad de desarrollar
al potencial creativo del ser humano, como lo tipifica el artículo 102 de la CRVB:
“La educación es un derecho humano y un deber social fundamental…”, en consecuencia, “… con la finalidad de
desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática
basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación
social consustanciados con los valores de la identidad nacional y con una visión latinoamericana y universal. El Estado, con la
participación de las familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana, de acuerdo a los principios
contenidos en esta Constitución y la ley.”
Es decir, la Constitución desarrolla la autoformación social desde el proceso de trabajo, para hacer realidad el carácter
de derecho humano y un deber social de la educación. Por tanto, el trabajo como proceso social asegura derechos humanos
fundamentales.
Igualmente, ese proceso social de trabajo se subsume en la familia tal como lo prevén el artículo 75, de la Carta Magna:
“El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como espacio fundamental para el desarrollo
integral de las personas…”
Valga decir, la familia como asociación natural del proceso social de trabajo, se constituye en su base social y como espacio
fundamental para el desarrollo integral de las personas, por eso, se instituye como su objeto principal.
En ese tránsito integrador constitucional acerca del proceso social de trabajo de la misma manera debe asumirse como
fundamento la seguridad y defensa de la nación, que refiere el artículo 322: “La seguridad de la Nación es competencia
esencial y responsabilidad del Estado, fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los
venezolanos y venezolanas; también de las personas naturales y jurídicas, tanto de derecho público como de derecho privado,
que se encuentren en el espacio geográfico nacional.”
Al igual que el artículo 326. “La seguridad de la Nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la
sociedad civil…”, tras precisar, “…así como en la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de los
venezolanos y venezolanas, sobre las bases de un desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad
nacional. El principio de la corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico,
ambiental y militar.”
Esto, nos lleva a concluir que la seguridad de la Nación se fundamenta en su desarrollo integral, por ser el generador del
proceso social de trabajo y, en consecuencia, la defensa es una responsabilidad social.
Debe asumirse al proceso social de trabajo como una totalidad no divisible entre la administración pública y al sector
privado, quienes están sujeto al principio de la justa distribución de la riqueza y constituyen el componente de la estrategia
para orientar la producción de bienes y servicios hacia la satisfacción de las necesidades de la población, la elevación de su
nivel de vida y, por tanto, se hace necesario crear las condiciones materiales, sociales y espirituales para que la familia sea el
espacio primordial del desarrollo integral de las personas, como parte indisoluble de la población.
Al respecto, la CRBV estableció:
Artículo 112. “…el Estado promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución de la riqueza, así
como la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población, la libertad de trabajo, empresa,
comercio, industria...”.
En esa tónica está el artículo 299. … “El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo
armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida
de la población y fortalecer la soberanía económica del país... para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una
planificación estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta.”
Se aprecia que según la Carta Fundamental los fines esenciales del proceso social de trabajo son los mismos fines
esenciales del Estado; luego, dicho proceso social no debe estar orientado hacia la acumulación de capital ni de privilegio de
una minoría.
De la misma manera la CRBV asume que el derecho, el deber y la estabilidad en el trabajo, constituyen el elemento o medio
para la participación en el proceso social de trabajo y la justa distribución de la riqueza, a saber:
Artículo 87. “Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. El Estado garantizará la adopción de las
medidas necesarias a los fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva que le proporcione una existencia
digna y decorosa y le garantice el pleno ejercicio de este derecho…”
Artículo 88. “El Estado garantizará la igualdad y equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo. El
Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar
social. Las amas de casa tienen derecho a la seguridad social de conformidad con la ley.”
Artículo 91. “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir
para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales…”
Artículo 92. “Todos los trabajadores y trabajadoras tienen derecho a prestaciones sociales que le recompensen la
antigüedad en el servicio y los amparen en caso de cesantía. El salario y las prestaciones sociales son créditos laborales de
exigibilidad inmediata. Toda mora en su pago genera intereses, los cuales constituyen deuda de valor y gozan de los mismos
privilegios y garantías de la deuda principal.”
Artículo 93: “La ley garantizará la estabilidad en el trabajo y dispondrá lo conducente para limitar toda forma de despido
no justificado. Los despidos contrarios a esta Constitución son nulos”.
Es decir, el trabajo como proceso social de acuerdo al enfoque de la CRBV, su norte, es el de la prosperidad de las
ciudadanas y los ciudadanos, y por tanto, el de la Patria Bolivariana, Zamorana y Chavista.
La CRBV de 1999 saldó una deuda histórica, que hace justicia al modificar sustantivamente la forma de apropiación de
la riqueza y las desigualdades sociales en los términos capital-trabajo. He aquí, el compromiso asumido por el Eterno Hugo
Rafael Chávez Frías con la clase trabajadora, que cumplió afanosamente.
No se debe obviar que, la vetusta Ley del Trabajo hoy derogada (estuvo vigente durante casi 55 años), fue sancionada
teniendo como norte una sociedad venezolana asentada en una economía capitalista dependiente, relaciones capitalistas de
producción, y un mercado laboral en el que los trabajadores vendían su fuerza de trabajo, con saldo favorable (plusvalía) para
la acumulación de capital por parte del patrono y la patrona, independiente de si era el Estado patrono, la burguesía criolla o el
gran capital de las transnacionales que ha mantenido inversiones en el país.
Es por ello que se ha transitado en el proceso social de trabajo que ha comenzado a proyectar un cambio profundo, sin
explotación, que regula jurídicamente la relación entre el empleador, la trabajadora y el trabajador, que ha hecho realidad la
justicia social en el ámbito de laboral.
La Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT), especifica que recoge de manera exhaustiva
el legado constitucional en un solo cuerpo, y en tal sentido la legislación laboral pasa de regir las situaciones derivadas del
trabajo como hecho social, a proteger al trabajo como hecho social y garantizar los derechos de los trabajadores y las
trabajadoras, como sujetos protagónicos de los procesos sociales de educación y trabajo.
El Gigante Chávez, quien promulgó la LOTTT (2012), adujo que “más allá de las reparaciones al
desmantelamiento de los derechos laborales que lograron colarse en las normas venezolanas en las horas finales
de la larga noche neoliberal, con la entrada en vigor de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en
1999, se produce un salto cualitativo de enorme importancia en la concepción doctrinaria del derecho laboral, a partir del
reconocimiento del trabajo, al igual que la educación, como “procesos fundamentales” para alcanzar los fines esenciales del
Estado (CRBV, artículo 3).
De otro lado la CRVB para asumir los fines esenciales del proceso social de trabajo, asumió al trabajo como acción
humana consciente y transformadora de la naturaleza con el fin de satisfacer necesidades individuales y colectivas. Como
proceso social conlleva la interrelación de la clase trabajadora con los medios de producción y los instrumentos de trabajo para
producir bienes y prestar servicios destinados a satisfacer necesidades de la sociedad.
La Constitución estableció que, el objetivo fundamental del proceso social de trabajo es la construcción de la sociedad
basada en la justicia, la paz y la participación democrática. Ninguna de las normas constitucionales deja siquiera entrever que
el fin del trabajo es la acumulación de riqueza a favor de un sector de la sociedad. En cambio sí tipifica que el proceso social
de trabajo, la educación, la autoformación colectiva, integral, continua y permanente y la investigación científica, asumidos
conscientemente por la clase trabajadora, constituyen el proceso fundamental para alcanzar los fines esenciales del Estado de
Derecho y Justicia Social.
El Estado socialista debe proteger y favorecer la participación en el proceso social de trabajo, amparando la dignidad de
la persona y dictando normas que garanticen las condiciones para la participación en la producción de bienes y la prestación
de servicios que satisfagan las necesidades de la población, así como la justa distribución de la riqueza, en función de
asegurar el desarrollo humano integral, además de una existencia digna y provechosa para la colectividad.
De la misma manera, el Estado garantizará que el proceso social de trabajo y de educación se oriente a la creación
de las condiciones materiales, sociales e intelectuales requeridas para el desarrollo integral de la familia. Tanto la educación
como el trabajo son integradores en el bienestar de la familia. Esto es el Estado de Derecho y Justicia Social.
Igualmente están los principios ético-sociales, políticos y jurídicos. Los principios ético-sociales están comprendidos en
el artículo 75 de la CRBV, al referirse a la familia expresa la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común,
la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes. En el Artículo 141 apunta como valores y principios, la
honestidad, la participación, celeridad, eficiencia, eficacia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio
de la función pública.
Otros principios constitucionales están el artículo 87 que enuncia que toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de
trabajar; luego, el artículo 89 hay que subrayarlo, ya que está enmarcado en la gestión del Instituto Nacional de Prevención,
Salud y Seguridad Laborales (Inpsasel), al establecer que “todo patrono o patrona garantizará a sus trabajadores y
trabajadoras condiciones de seguridad, higiene y ambiente de trabajo adecuados…”. Inpsasel es el garante de este mandato
constitucional.
En fin, el trabajo es un hecho social y gozará de la protección del Estado. Este recorrido constitucional que no agota la
materia dejando otras sendas por transitar conforman a groso modo la estructura constitucional del proceso social de trabajo,
cuyos fundamentos son Socialistas, Bolivarianos, Zamoranos y Chavistas, que proyectan la justicia social y la justa distribución
de la riqueza; opuesto a la acumulación de capital como venía sucediéndose en el régimen instaurado por el puntofijismo en el
que abundaba una “esclavitud asalariada”, explotada sin piedad.
La historia está de nuestro lado, y hoy somos sujetos protagónicos beneficiados por la mejor Constitución del mundo, por
lo que las trabajadoras y los trabajadores, que es la amplia mayoría de las venezolanas y los venezolanos, nos encaminamos
hacia “la mayor suma de felicidad posible”, uno de los sueños del Libertador Simón Bolívar.
(Alberto Vargas)

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