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HISTORIA DE LA DANZA CLÁSICA EN CUBA

COMIENZOS DE LA ENSEÑANZA DE LA DANZA CLÁSICA EN CUBA


Y SU RESULTADO

La danza académica o de escuela, ya había sido conocida en Cuba, cuando Fanny


Elssler, luminaria de la era romántica, pasó por la isla caribeña en 1841 y 1842. Huno
además otros bailarines y conjuntos, como Henrietta Welles y el grupo de los Ravel,
que también honraron con su presencia los escenarios de La Habana colonial,
principalmente en el Teatro del Circo, o el elegante Teatro Tacón. Este último era parte
de la bella estructura del Centro Gallego, conocido ahora como Gran Teatro de La
Habana, donde continúa albergado el antiguo Tacón, hoy Teatro García Lorca.

La eximia Pavlova y su compañía visitaron Cuba en 1914, 1917 y 1918. No obstante,


salvo estas esporádicas visitas, el público cubano no fue entrenado en ese difícil arte,
hasta que la Sociedad Pro-Arte Musical estableció en la capital cubana, la primera
escuela de baile de reconocida importancia.

SOCIEDAD PRO-ARTE MUSICAL: SUS TRIUNFOS Y TRISTE FINAL


Este recuento de una historia que ya muy pocos conocen o recuerdan, lo llamo breve,
porque narrar en toda su extensión e importancia los acontecimientos artísticos
propiciados por la Sociedad Pro-Arte Musical en La Habana, ocuparían un gran número
de páginas de esta selecta revista. En mi libro titulado “Pro-Arte Musical y su
Divulgación de Cultura en Cuba”, publicado en 1990 por Senda Nueva de Ediciones (ya
extinta), aparece toda la historia. De esa edición no queda ya ningún ejemplar, pero un
buen amigo, Marcial Fernández, hizo un CD del libro para salvar su existencia para la
historia. Cualquier entendido en el arte de los ordenadores (o computadoras), puede
leerla fácilmente o imprimirla.

Surgida en 1918, a solo dieciséis años de constituida la república en Cuba, Pro-Arte —


como fue siempre llamada la institución dentro y fuera de la isla — considerada
además la primera institución feminista de la América Latina –, debió su fundación a la
extraordinaria energía y determinación de una mujer que amaba la música y el arte
teatral: María Teresa García Montes de Giberga. Con un grupo de damas cubanas,
fundó una organización regida siempre por mujeres, que daría a Cuba y a los asociados
a la misma, por una baja cuota mensual, la oportunidad de disfrutar de conciertos,
óperas, igualmente que funciones de ballet o arte dramático, por los mejores
instrumentalistas, cantantes, bailarines o actores del mundo. Entre estos estaban
incluidos infinidad de artistas cubanos, ofreciendo becas a los más talentosos, como
sucedió con Jorge Bolet, el afamado pianista, quien fue el primero en disfrutarla, y pudo
cursar estudios en el respetado Instituto Curtis de Filadelfia.

Los miembros que formaron la directiva a través de sus 49 años de existencia, eran
elegidos por los asociados en juntas generales cada dos años, con derecho a optar por
la reelección. Sin embargo, después de los enormes cambios establecidos en la nación
caribeña a partir de 1959, el camino seguro que la institución había llevado desde su
fundación, cambió por completo, y por la partida en masa de mucha población al
extranjero, comenzando en esa fecha, una valiente mujer cubana, Dulce Ma. Blanco de
Cárdenas, tendría que tomar las riendas de la institución en dos períodos diferentes. En
el último, no obstante, presenciaría la disolución de Pro-Arte, aplastado definitivamente
en el otoño de 1967.

Cada una de las seis mujeres que a la cabeza de la directiva gobernaron la Sociedad
hasta su deceso, dejaron huellas individuales en sus períodos. Entre los numerosos
logros de la fundadora puede contarse la publicación de la Revista, que aparecería
mensualmente, gratis para los socios; sin embargp, su éxito mayor — además de haber
contratado a los mejores concertistas de la era, tan famosos como Rachmanioff,
Paderewsky, Prokofieff, Casals, Segovia, etc. etc. — sería la construcción del magnífico
teatro Auditórium, situado en la calle Calzada No. 512 esq. a la calle D, en el barrio de
El Vedado, que contaba con capacidad para 2,500 espectadores y una de las mejores
acústicas de los teatros de América Latina. La presidencia de la Sra. Giberga duraría
hasta su fallecimiento, ocurrido en octubre 10 de 1930.

Oria Varela de Albarrán (1930-1933), sería la siguiente presidenta al fallecimiento de la


fundadora, y uno de sus mayores triunfos sería instituir tres escuelas: Ballet,
declamación y guitarra, disposición sugerida por Natalia Aróstegui de Suárez, miembro
de la directiva. La Sra. de Albarrán, por motivos familiares, solo ocuparía el cargo
durante tres años.

La siguiente en esos menesteres sería Laura Rayneri de Alonso (1934-1948), quien


igualmente continuaría contratando a estrellas internacionales (entre ellas Horowitz,
Rubinstein, Heifetz, Bjoerling, Pinza, el coro de la familia Von Trapp, etc), pero su mejor
trabajo, además de traer a Cuba grandes compañías de ballet (Ballets Russes de
Montecarlo, Martha Graham Ensemble, Original Ballet Russe de De Basil, Ballet Jooss,
Ballet Theatre, etc.), fue dividir a los asociados en dos membresias: Asociados a los
conciertos de tarde, y asociados a los conciertos de noche. De esa manera fue
duplicado el número de socios. Otras sociedades similares nacerían en esa época,
inspiradas en el éxito de la organización de La Habana. Ellas fueron Pro-Arte de
Oriente, en Santiago de Cuba, y en la misma provincia también nació Pro-Arte de
Manzanillo, y Pro-Artes y Ciencias de Cienfuegos, en Santa Clara.
Ma. Teresa (Nena) Velasco de González Gordon (1948-1952) sería la siguiente
presidenta de Pro-Arte, quien durante los cuatro años de su mandato, volvió a publicar
la Revista, que por la escasez de papel durante la segunda guerra mundial, había sido
suspendida. Así mismo abrió las puertas a las temporadas de ópera, una vez
restablecido, más o menos, el orden mundial que permitía contratar a afamados
cantantes europeos.

Dulce Ma. Blanco de Cárdenas (1952-1956), la seguiría, asumiendo el cargo de nuevo,


en un segundo período muy diferente al primero (1960-1967). Durante el primero, la
isla florecía, y los conciertos continuaron con los mejores artistas internacionales. Las
temporadas de ópera continuaron también, ofreciendo varias con artistas locales, e
igualmente continuaron las funciones de ballet. No obstante, en el segundo periodo de
la presidencia, el caos reinaría en Cuba, si bien Dulce se negaba a dejar morir aquella
entidad tan maravillosa.

La penúltima presidente electa fue Conchita Giberga de Oña (1956-1960), hija de la


fundadora, quien traería a Cuba, entre otros muchos grandes artistas, a la magnífica
Victoria de los Ángeles, para interpretar la ópera “Manón” de Massanet, y a la insigne
Renata Tebaldi, que apareció en dos temporadas de ópera, interpretando “La Traviata”,
“Aida” y el estreno en Cuba de “Adriana Lecouvrer”, de Cilea.

Al terminar su período presidencial, la señora de Oña optó por marcharse del país,
como tantos otros habitantes hicieron. Los últimos meses de su mandato fueron muy
difíciles, debido a las reglas monetarias establecidas en la isla, que hacía imposible
abonar la labor de los artistas extranjeros en dólares, por una nueva regulación,
impuesta históricamente por el tristemente célebre Ché Guevara. Llamo difícil su
presidencia, ya que ningún artista aceptaba ser abonado por sus servicios en moneda
nacional. La última presidenta electa en 1960, Mercedes Dora Mestre de Hanaberg,
nunca tomó el poder, por decidir súbitamente seguir el camino del exilio.

En enero 1ro. de 1961, el magnífico Auditórium, propiedad legítima de la institución,


fue incautado por el nuevo gobierno. Lo miso sucedería con la casona colonial situada
en Calzada 510, al lado del teatro (adquirida en 1944), donde estaban situadas las
oficinas, los salones para la celebración de las juntas directivas, y la escuela de ballet.
Gracias a la gentileza de la Sociedad Infantil de Bellas Artes (SIBA) que dio albergue a
la destituida institución de sus derechos — Pro-Arte solamente pudo llevarse consigo su
lista de asociados –, la entidad trasladó sus oficinas al local de la SIBA, igualmente la
escuela de ballet. Los conciertos para los pocos socios que quedaban, continuaron en
salas pequeñas de la capital, con artistas cubanos. Las clases de ballet también
continuaron, pero las grandes funciones de los alumnos con bailarines invitados no
sucedieron más, tampoco los recitales de fin de curso; uno más, no obstante,
acontecería en 1961, que tuvo lugar en la Sala Hubert de Blanck del Vedado.

Los últimos artistas extranjeros en ofrecer conciertos en el teatro Auditórium para los
asociados, serían Giulietta Simionato, en 1960, y el Coro de Niños de Obernkirchen, en
1961; el último de todos, no obstante, sería el de la soprano cubana Iris Burguet,
también en 1961, después de éste. Pro-Arte se vería prohibido de usar su teatro nunca
más. Para realizar estos tres últimos en el teatro, fue necesario obtener permiso del
estado; ya el hermoso inmueble había sido incautado por el régimen, y la casona
colonial, que correría la misma suerte, fue entregada al Ballet Nacional de Cuba, que
según noticias, continúa siendo su sede.

El teatro, llamado ahora El Amadeo, sufriría un enorme fuego en 1977 que destruiría su
interior. Su reconstrucción tomó 22 años, pero donde antes había cabida para 2,500
espectadores, ahora solo sienta a 800. Según noticias recientes de los periódicos de
Cuba, el teatro ha tenido que ser cerrado de nuevo por su mala reedificación, y no hay
noticias que haya ningún plan para abrirlo de nuevo.
Alberto Alonso en Príncipe Igor (ca. 1943). Foto del archivo de Célida P. Villalón

LAS ESCUELAS:

Sobre las tres escuelas instituidas en 1931, es justo mencionar por separado a cada
una de ellas, aunque, sin duda alguna, la de mayor éxito y larga existencia fue la de
ballet.

La escuela de guitarra tuvo una corta duración, si bien sus siete representaciones entre
1931 y 1937 dieron buena muestra del adelanto de los alumnos, bajo la dirección de la
profesora Clara Romero de Nicola, quien después de la última, renunció al cargo por
motivos de salud. No obstante, hubo una presentación adicional en 1941, bajo la
dirección de su hijo, Isaac Nicola. El saldo total arrojaría una alumna que obtuvo fama
como compositora. Su nombre: Margarita Lecuona, autora de “Babalú”, y “Tabú”,
piezas conocidas en todo el mundo.

La escuela de declamación tuvo dos épocas. La primera, dirigida por Guillermo de


Mancha, presentó mensualmente a los alumnos, entre 1931 y 1934, en obras de
grandes dramaturgos, como los Hnos Álvarez Quintero, Marcel Pagnol, G. Martínez
Sierra, Sutton Vane, etc. En 1935, Luis A. Baralt dirigiría “La Muerte Alegre” de N.
Evreinoff; en el mimo año subiría a escena “Escuela de Millonarias”, de E. Suarez de
Deza, dirigida por el poeta Eugenio Florit, y en 1936, Rafael Marquina dirigiría “Y Alegre
pasa la Vida”, obra de G. Kaufman y M. Hart, traducida al español por Natalia
Aróstegui. En 1944 y 1945, De Mancha volvería a dirigir tres obras más, dos de los
autores españoles J. Benavente y los Hnos. Álvarez Quintero , y la última sería original
de Oscar Wilde (“Una Mujer sin Importancia”). De la Escuela surgieron varios
destacados artistas teatrales, entre los que hay que mencionar a los hermanos Florit,
(entre estos Ricardo, un gran amigo), y Miguel Llao, triunfador en la radio, en la serie
“Raffles, el ladrón de las manos de seda”.

Desde 1945 a 1952, la escuela de declamación tendría otro período bajo la dirección de
Hortensia Gelabert, distinguida artista de la escena española. En esos años subirían a
la escena del Auditórium, veinte obras representadas por los alumnos, todas de
importantes escritores.

LA ESCUELA DE BALLET

La escuela de ballet de Pro-Arte merece un largo capítulo, por ser la primera de


importancia creada en la isla y la que daría mayores frutos. Sin embargo, trataré de
resumirla, porque su historia, para contarse ampliamente por sus merecimientos,
necesita muchas páginas.

El primer profesor sería Nicolai Yavorsky, quien como miembro de la Ópera Privé de
París, llegaría a Cuba en 1930, donde el espectáculo, contratado por Pro-Arte, ofreció
una representación a los asociados. No obstante, en esos momentos, la Sociedad,
pasando por los difíciles momentos de la llamada “gran recesión”, necesitaba levantar
fondos y para lograrlo, surgirían las tres escuelas. Buscando un profesor para la escuela
de ballet, Yavorsky presentó sus credenciales y fue el escogido.
La labor de Yavorsky duraría desde 1931 hasta 1938. Obras con su coreografía original
se presentarían cada año, y muy pronto comenzarían a destacarse en el escenario dos
alumnas, entre otras más: Delfina Pérez Gurri y Alicia Martínez del Hoyo. En 1933,
aparecería en las clases un alumno varón, Alberto Alonso, quien tomaría parte en la
presentación de los alumnos ese año, y pronto sus aptitudes para la danza,
especialmente para el baile de carácter, se harían notar.

En 1935 pasaría por la isla el afamado Cor. W. De Basil, director artístico del Ballet
Russe de Montecarlo antes de que este se dividiera en dos compañías (de la que
nacería el Original Ballet Russe de De Basil), y fue Invitado por Yavorsky a presenciar
una clase. De Basil ofrecería al joven Alonso un contrato de prueba de seis meses para
unirse al Ballet Russe en París, y de ser exitosa su labor, quedaría aceptado como
miembro de la compañía. Igual oportunidad le fue ofrecida a Delfina Pérez Gurri.
Alberto pasaría exitosamente el periodo de prueba, y su estancia en la compañía se
extendería por cinco años. Delfina procedería por otros caminos teatrales. Para evitar
confusiones, he decidido llamar a los Alonso por sus nombres propios.

Fernando Alonso, motivado por el triunfo de su hermano Alberto, intentó probar su


disposición en la danza, y en 1936 apareció con el alumnado en “Claro de Luna” de
Beethoven, llevando a Alicia Martínez de compañera. Sin embargo, Fernando pronto
cambió su interés, y marchó a Nueva York para intentar fortuna en otros menesteres.
Prontamente, se le unió Alicia, con la que llevaba relaciones amorosas; una vez en
Nueva York, contrajeron matrimonio en los comienzos de 1938, y así Alicia, siguiendo la
costumbre estadounidense, cambió su apellido por Alonso. De esa unión nacería en
Nueva York, donde habían fijado su residencia, la única hija de la pareja, a la que dieron
el nombre de Laura. Pronto después Alicia continuó su entrenamiento en el School of
American Balalet (Escuela de Ballet Americana) con destacados profesores como
Zanfretta y Mme. Alexandra Fedorova. Fernando, por su parte, volvió a interesarse en
la danza, tomando clases con Mijail Mordkin.

En 1939, el maestro búlgaro Georges Milenoff se haría cargo de la dirección de la


escuela de ballet. Bajo su tutela se presentarían solamente dos funciones en en 1940 y
1941, con obras que llevaban su coreografía original. La primera incluía el ballet
“Dioné”, con música del compositor cubano, Eduardo Sánchez de Fuentes, y como
solistas, ya convertidos en profesionales, como miembros del recién fundado Ballet
Theatre (BT), aparecería el matrimonio formado por Alicia y Fernando, con Newcomb
Rice, otro bailarín del BT, incluido en dicha función. El nombre de Alicia aparece en el
programa como Unga Alonso, apodo usado por familiares y amigos.

En 1941, Alberto regresó a su país acompañado de su primera esposa, Patricia Denise


Meyers, quien como primera figura del Original Ballet Russe de De Basil, obtenía
triunfos bajo el nombre de Alexandra Denisova. La pareja había contraído matrimonio
el año anterior en Australia, y ese año, por motivo de la segunda guerra mundial,
habían decidido regresar por un tiempo a Cuba. En septiembre de ese año,
sustituyeron a Milenoff en la dirección de la Escuela, y puede decirse que con la
presencia de ambos, la escuela tomó un nuevo camino, introduciendo a los asociados a
los grandes ballets de distinguidos coreógrafos rusos.

Alicia y Fernando regresaron también a Cuba ese año, obligados por los problemas que
Alicia había comenzado a padecer en la vista (desprendimiento de la retina). En Nueva
York había sufrido dos operaciones y una vez en La Habana, se puso en manos del Dr.
Gustavo Alamilla, que la operó dos veces más y le recomendó reposo absoluto durante
el verano de 1941.

La primera función que el matrimonio Alonso-Denisova presentarían de los alumnos,


sucedió en marzo de 1942, y en ella se incluiría el primer intento coreográfico del joven
Alberto, inspirado en “Les Preludes” de Liszt. Denisova compartiría el reparto con dos
alumnas de la escuela: Leonor Albarrán y Gloria González Negreira (hoy Gloria Fokine).
El programa fue completado con “Pedro y el Lobo” de Bolm, sobre música de Prokofieff,
para las pequeñas, y la afamada “Las Sílfides”, sobre música de Chopin, original de
Michel Fokine, por los alumnos adelantados.

Para los bailables de la ópera “Aida”, que Pro-Arte presentaría ese año en los
comienzos de la primavera, Alicia, ya fuera de la cama, escenificó los bailables. En
junio de 1942, Alicia reapareció en la escena junto a Denisova y Fernando, para
interpretar “Las Sílfides”, en función de ayuda a la candidatura de Guadalupe Artidiello
para Miss Victoria, que Pro-Arte patrocinaba para ayudar el conflicto bélico mundial.
Las ganancias recaudadas en la función serían traspasadas al Fondo Cubano-
Americano de Socorro a los Aliados.

En noviembre de ese año, subirían a la escena dos obras emblemáticas de la danza


universal: “Petrouchka” de Stravinsky, y coreografía de Fokine, y “Las Bodas de Aurora”
(tercer acto de “La Bella Durmiente), según la versión original, revisada por Petipa,
sobre la inmortal música de Chaikowski. “Petrouchka” necesitaba un gran elenco para
el escenario, además de bailarines de carácter, y tres solistas, que fueron interpretados
por Fernando, el Moro, Denisova sería la Muñeca, y Alberto asumió el rol titular,
considerado el mejor de su carrera. La crítica aplaudió el experto montaje, y en futuras
presentaciones, la obra recibiría el premio ARTYC (Asociación de Redactores Teatrales y
Cinematográficos). En “Las Bodas de Aurora”, aparecieron Denisova y Fernando,
además de los alumnos adelantados de la Escuela.
“Concerto”, ballet de Alberto Alonso, con Denisova (al centro) y alumnas adelantadas de Pro-Arte.
Foto del archivo de Célida P. Villalón

La siguiente temporada de ballet de la escuela, que tuvo lugar en la primavera de


1943, fue llamada Festival, por las varias funciones que incluyó. En ella aparecería una
de las mejores coreografías del director — titulada “Concerto” –, creada
específicamente para las magníficas cualidades danzarías de Denisova. La obra estaba
basada en el Concerto en Do para piano y orquesta de Bach. Alicia bailó también en
varias otros trabajos coreográficos que incluyeron la repetición de “Bodas de Aurora”
con Fernando, y el estreno de “Icaro”, según coreografía de Lifar y ritmos de Harold
Gramatges, además de presentarse por primera vez “Príncipe Igor” de Fokine, con
Alberto en el rol principal, junto a Irina Lavrova, nombre teatral de la australiana
Valrene Tweedie, ex-miembro del Original Ballet Russe, quien estaba casada con Luia
Trápaga, bailarín cubano también surgido de la escuela de Pro-Arte. Trápaga había sido
miembro del Ballet Russe de Montecarlo y del Original Ballet Russe de De Basil.

El primer intento de ballet cubano de Alberto sucedió ese año con “Forma”, que llevaba
música original del músico español radicado en Cuba, José Ardévol. Alicia y Denisova
compartieron la escena con Fernando. El tema, abstracto, basado en un poema de
Lezama Lima, fue más bien un intento o estudio de ballet cubano; no obstante, no
mostraba referencia alguna a los baile afro-cubanos, típicos del país.
En septiembre de 1943, Alicia, ya restablecida de la dolencia ocular que la aquejaba, se
reintegró con Fernando a las filas del Ballet Theatre, y pronto comenzó su vertiginoso
ascenso al estrellato, al sustituir a Alicia Markova en “Giselle”, su rol preferido, gracias
a los buenos comentarios que recibió del crítico del NY Times, John Martin, cuya opinión
escrita, en esa época, elevaba o destruía a los bailarines. Aquí cabe repetir el famoso
dicho “…y lo demás es historia”…

La tradición de Alicia y Fernando de regresar a Cuba cada verano, cuando el Ballet


Theatre descansaba en sus actividades, continuaría inalterable en 1944. Los Alonso
traían siempre con ellos a bailarines que tomaban parte en las funciones de ballet de la
escuela. Ese año, los invitados fueron María Karnilova y John Kriza, que aparecieron en
varios ballets. Además de obras por los alumnos adelantados, se presentaban otras por
las pequeñas alumnas de la escuela, con coreografías de Denisova.

Cuando llegó el descanso anual del curso, que duraba hasta septiembre, Alberto y
Denisova marcharon con licencia de un año a Nueva York, a probar nuevos horizontes.
Antes de partir y realizar una corta gira con los alumnos a otras provincias de la isla,
Denisova bailó con la escuela (sería la última vez) en el Auditórium, el preludio de “Las
Silfides”, realización inolvidable por su suavidad y balance, que motivó estruendosos y
largos aplausos del público. Denisova no regresó nunca más a Cuba, y pasó a residir en
California, donde además de aparecer en el cine, fue ayudante de Jack Cole, Gene Kelly
y Fred Astaire. Su matrimonio con Alberto terminó en divorcio en 1946; Alberto, por su
parte, se unió al Ballet Theatre por unos meses, obteniendo grandes éxitos en su
famosa interpretación del muñeco titular de “Petrouchka”. Después partió hacia
Hollywood, donde vivió aproximadamente año y medio.

En ausencia de Alberto y Denisova, Trápaga tomó las riendas de la escuela, secundado


por Lavrova como profesora auxiliar entre 1944-1946 . En el verano de 1945, la
presentación de los alumnos sería en “Carnaval” de Schumann y coreografía de Fokine,
y “Giselle” de Adam, con coreografía de Coralli-Perrot. Siguiendo la costumbre anual,
Alicia y Fernando regresaron, para asumir los roles principales de “Giselle”, en la que
Fernando realizaría también el montaje. Los bailarines que los acompañaban esa vez
fueron Rosella Hightower, Alpheus Koon y Simon Semenoff, que actuarían en los
papeles principales de “Carnaval”, montado y dirigido por Trápaga, quien también
aparecería en la obra, junto a las alumnas Elena del Cueto, Leonor Albarrán y Maria
Rosa Rovira. Hightower sería Myrtha, Reina de las Wilis, en “Giselle”.

En noviembre de 1945, Alberto regresó para reintegrarse a su posición de director de la


escuela. En 1946, por la extensión de la matrícula, se añadirían dos profesoras
auxiliares surgidas de la Escuela: Elena del Cueto y Cuca Martínez (esta última
hermana de Alicia). Alberto y Elena contraerían matrimonio en noviembre de 1946
(segunda boda de Alberto).

El Festival de Ballet de la Escuela en 1946, sería igualmente ambicioso. Los bailarines


invitados (que procedían del Ballet Theatre), fueron André Eglevsky, Marjorie Tallchief,
Barbara Fallis, Kenneth Davis y Stanley Herbertt. Entre los alumnos se destacaría una
joven estudiante, Dulce Wohner (quien logró una carrera destacada, mayormente en
Europa, bajo el nombre de Dulce Anaya). El programa incluyó “El Espectro de la Rosa”
de Fokine, y “Apolo”de Balanchine. Alberto crearía una nueva obra titulada “Sombras”,
sobre la Sinfonía No. 1 de Sibelius, que fue muy bien recibida por la crítica y el público
asociado a la entidad. En su ya famoso “Concerto”, que ese año volvería a ser
presentado, Alberto cambiaría el segundo movimiento, convirtiéndolo en un Pas de
Deux para Alicia y Eglevsky.

En 1947, la actuación del Ballet Theatre para Pro-Arte significó muy importante para
dos alumnos, a los que fueron ofrecidos contratos de la compañía. Ellos fueron Dulce
(Dolly) Wohner (Dulce Anaya) y Enrique Martínez. Este último sería Director Artístico
Asociado del BT hasta 1980. Por su parte, Alberto proseguió ese año en sus intentos de
crear un nuevo ballet cubano, tanto en su tema como en el sincretismo de los pasos, al
mezclar la escuela clásica con el folklore afro-cubano popular. Los diseños de vestuario
y escenografía estuvieron a cargo del afamado pintor Carlos Enríquez, la música era
original de Hilario González Íñiguez, pero el argumento del español Francisco Martínez
Allende, resultó anticuado y ridículo. Sus intérpretes serían los tres Alonso, así como
Elena del Cueto, segunda esposa de Alberto, y Dulce Wohner. Sin embargo, la crítica no
aplaudió la obra, y el público mucho menos.

NACE EL BALLET ALICIA

En 1948, Alberto, continuando en su interés por los bailables cubanos, creó un pequeño
grupo para trabajar en shows de teatro, igualmente que en las pistas de los cabarets,
con coreografías mayormente folclóricas. Todo esto sucedía sin que relegara su
posición de director de la Escuela de Pro-Arte. La presentación usual de la Escuela ese
año incluyó “La Valse”, con coreografía del director, igualmente que su actuación, que
sería compartida por Silvia Mediavilla, alumna adelantada que mucho prometía.

Por su parte, Alicia y Fernando regresaron a Cuba ese año, con un grupo de bailarines
del Ballet Theatre. La compañía estadounidense confrontaba una crisis que está muy
bien explicada en el libro “American Ballet Theatre”, publicado por Alfred E. Knopf en
1977, del que es autor Charles Payne. En las páginas 164-166, aparece redactado el
problema con lujo de detalles: Lucia Chase, directora artística de Ballet Theatre (BT) —
cargo que ocuparía hasta 1980 –, tenía que entrevistar a cada bailarín, a quienes
ofreciera contratos para la siguiente temporada.

Cuando comenzó esa tarea, el primero en dar su firma sería John Kriza, pero cuando
llegó el momento para que Alicia y Fernando dieran las suyas, surgió un desagradable
incidente que Payne explica ampliamente, y aquí traduzco libremente, con algunos
recortes para acortar su larga exposición: ….”Los siguientes en la línea de contactos
eran Alicia Alonso y Nora Kaye, las cuales, en 1948, eran objeto de sentimientos
(amistosos) por parte de Chase. Chase encontró un problema entre las bailarinas:
Alonso se negó a firmar contrato, si su nombre no se colocaba antes que el de Kaye en
la programación, y por su parte, Kaye exigía que el orden siguiera como antes, debido
a su antigüedad y haber obtenido el rango de primera figura antes que Alicia.” Creo
necesario aclarar aquí que en aquella época, los nombres no ocupaban el orden
alfabético como se hace actualmente, sino aparecían de acuerdo con su categoría o
antigüedad en la compañía.

El resultado fue que los bailarines quedaron sin trabajo al Chase decidir cerrar las
puertas del BT por nueve meses, o sea, hasta el año próximo (1949). Alicia y Fernando
regresaron a Cuba ese verano con seis bailarines en la misma situación que ellos, sin
trabajo ni oferta alguna de contrato para el futuro próximo. Pronto decidieron preparar
dos funciones, bajo el título de “Estrellas de Ballet”, que Pro-Arte, como madre
benévola y compasiva, contrató para sus asociados y fueron presentadas en el
Auditorium, en Junio 28 y 29, 1948.

Por el éxito obtenido con dichas funciones, tres meses después se fundaba “Ballet
Alicia Alonso” (BAA) — que llevaba a Fernando de Director Artístico, y Alberto como
coreógrafo residente –, que haría su debut en el mismo teatro, con un programa que
incluía “L´Apres-Midi d´un Faune” de Debussy, con coreografía de Nijinsky, “Pas de
Quatre” de Pugni, y coreografía de Keith Lester, y el Acto II de “Lago de Cisnes”, con
Alicia e Igor Youskevitch (sus estrellas principales), Fernando y Michael Maule, y un coro
integrado por varios bailarines del BT y cuatro alumnas de la Escuela de Pro-Arte.

En la primera gira artística del BAA, que comenzó en enero de 1949 y duró unos
meses, Alberto y Elena marcharon con ellos. La dirección de la escuela de Pro-Arte
quedó en manos de Leon Fokine, no obstante, la estancia de Alberto y su esposa con la
nueva compañía, solo duraría hasta el verano. Fokine terminó las clases y partió de
Cuba con su flamante esposa Gloria González Negreira, alumna de la escuela. Alberto y
Elena se reintegraron a sus posiciones en Pro-Arte.

En septiembre de 1950, Fernando crearía la Academia de Ballet Alicia Alonso, anexa a


la recién-formada compañía. Con el transcurrir del tiempo, de ella surgirían las
primeras profesoras — entre ellas Ramona de Sáa, entrenada por Fernando Alonso y
actual directora de la hoy llamada Escuela Cubana –, que hoy día, casi anónimas todas
en el extranjero, han logrado entrenar a los magníficos bailarines masculinos que le
han dado fama a la compañía por sus relevantes técnicas.

En 1955, el BAA cambiaría su nombre para Ballet de Cuba, y en 1959, bajo el nombre
de Ballet Nacional de Cuba (BNC) ha continuado hasta el presente, contando con la
ayuda del nuevo régimen, aún bajo la pésima situación económica que reina en el país.

Además de su nuevo compromiso con el BAA, Alberto, como dije anteriormente,


continuaría hasta 1959 en su posición en la escuela de Pro-Arte (a la que se le añadiría
un kindergarten en 1951, a cargo de Finita Suárez Moré, y cursos de bailes españoles,
en 1953, a cargo de Adelina Durán).

Con la llegada de la televisión a Cuba en 1953, Alberto presentaría semanalmente a su


conjunto folclórico, en importantes y simpáticas viñetas bailables de la idiosincrasia del
cubano, a través de C.M.Q., en su búsqueda del estilo nacional que llegaría a obtener.
Su esposa, Elena, por su sólido entrenamiento en la danza clásica, fue la solista
principal de las piezas más atractivas, entre ellas las tituladas “Rapsodia Negra” de
Lecuona, “Maleficio”, “Quimbisa” y “El Güije”, todas con música de compositores
cubanos. La emergente Sonia Calero (tercera y última esposa de Alberto) como
rumbera por excelencia, llegaría a la fama, interpretando el primer cha-cha-chá de
Ernesto Jorrín, “La Engañadora”, coreografiado por Alberto, en la faceta más popular
del folcore afro-cubano.

La última estrella invitada a bailar junto a los alumnos de la escuela de Pro-Arte, sería
Alicia Markova, con Michael Maule de compañero, en el Acto II de “EL Lago de los
Cisnes”, en febrero de 1958, sustituyendo a Margot Fonteyn, contratada por Pro-Arte
para esa función. La Fonteyn, sin embargo, alegó estar enferma, a solo unas pocas
semanas de venir a Cuba, y canceló su compromiso. Por suerte, Markova se encontraba
libre de contratos en esos momentos y accedió a la sustitución rápidamente. El
programa abrió con “Arabescos” de Debussy con coreografía de Alberto, y terminó con
“Petit Ballet”, sobre música de Glazunov, estreno con coreografía original de Alberto,
que iba protagonizado por Elena y Víctor Álvarez, bailarín uruguayo. Alberto finalizaría
su trabajo en Pro-Arte, cuando terminó el curso de 1959.

En la actualidad, hay otros conjuntos de danza contemporánea y española que existen


en Cuba, así como el llamado Cuballet, fundado y dirigido por Laura, hija de Fernando y
Alicia, que pasó algún tiempo entrenándose en la antigua Unión Soviética. A su regreso
a La Habana, Laura perteneció a la compañía nacional, y en el presente, convertida en
una excelente maestra, mantiene una escuela en un reparto de la capital, además de
viajar a distintos países, que la solicitan para ofrecer cursos de maestría.

Partí de Cuba en ese fatídico año 1959, y nunca más he regresado a mi país natal, ni
pienso hacerlo mientras la situación política de la isla no cambie, por ello mi relato
termina en esa fecha. Solo me entero de lo que pasa en la danza en Cuba, por lo que
me cuentan los exiliados, o lo que leo a través del internet en los periódicos que allá se
publican, bajo el estricto control del régimen. No obstante, ví al BNC en España y
Canadá, en 1971, y después, en todas las presentaciones que ha hecho en Nueva York.
Aquí me guardo de repetir lo que he escrito sobre la compañía, en distintas
publicaciones hasta el presente. Las últimas han aparecido ampliamente en el internet.

El futuro está por escribirse, y hasta ahora no parece haber surgido ningún sustituto
para asumir la dirección de la compañía nacional, que bajo la dirección de Alicia,
languidece en una antigüedad que motiva las deserciones constantes de sus
miembros. ¿Habrá cambios de dirección en un futuro próximo? Sólo Dios lo sabe… “el
que espera desespera”, dice un antiguo dicho, que no es nunca más real que ahora. ©
Danza Ballet

Entre bastidores, el día del debut, Alicia Alonso con su señora madre, Ernestina del Hoyo vda. de
Martínez. Foto del archivo de Célida P. Villalón
Programa del debut del Ballet Alicia Alonso en el Auditórium, octubre 28 de 1948.
Del archivo de Célida P. Villalón

© 2012 Danza Ballet


REPERTORIO

El repertorio de la compañía es amplio y cuenta con los mejores ballets y coreografías del
mundo. Entre los más gustados están:

 Apolo

 El lago de los cisnes

 Cenicienta

 Cascanueces

 Carmen

 Coppelia

 Giselle

 Antares

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