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Profesor: Autor:
Dr. Julio César Fernández Toro Diego Corado Granadillo
Caracas, 29 de Agosto del 2018
ÍNDICE:
i
INTRODUCCIÓN
La teoría Liberal de Adam Smith mostraría sus debilidades; las falencias del mercado,
los desequilibrios sociales, especialmente en el período post primera guerra mundial
constituirían uno de los motivos para que tomara fuerza la idea que era necesario una mayor
intervención del Estado para atender los efectos no deseados que había causado el liberalismo;
planteamiento que se mantuvo a lo largo del siglo XX hasta las dos décadas posteriores a la
Segunda Guerra Mundial. No obstante, esta propuesta de una mayor intervención del Estado
mostraría sus dificultades, las cuales vinieron dadas principalmente por la falta de
conocimiento al momento de tomar decisiones, la imposibilidad de controlar las empresas
privadas e incluso los defectos de su propia burocracia y los obstáculos que se generaban en
los procesos políticos de toma de decisiones. (Stiglitz 2000 pag. 14)
Plantear o argumentar cuál de esas dos concepciones ha tenido los mejores resultados
es un tema que no se abordará en la presente investigación, sino por lo contrario, indagar en
¿Qué tienen en común aquellos Estados que, tomando una u otra concepción como
fundamento de accionar, han obtenido buenos resultados en función de justicia social,
desarrollo y en la lucha contra la corrupción? La presente investigación buscará dar respuesta
a esa interrogante revisando la evolución de los modelos de gestión pública hasta la actualidad
y comparando las distintas perspectivas de abordaje del proceso de elaboración de las
políticas.
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Otro punto en el cual divergen las perspectivas de abordaje para atender los problemas
públicos, viene dado por quienes sostienen la preeminencia de la influencia científica-
tecnocrática (planeando generar políticas sin política) y quienes antagónicamente afirman que
la política debe ser el factor de mayor influencia en el proceso de formación de las políticas
públicas, menospreciando los aportes científicos en la toma de decisiones. Charles Lindblom
(1991, pag. 39) resaltó la importancia de ambos factores y lo indispensable que resulta la
interacción y complementación de los mismos para poder lograr que ese proceso sea lo más
racional posible. Sin embargo, afirma que es una condición sine qua non que esa vertiente de
influencia política sobre el ciclo de formulación venga dada por una efectiva interacción
política, para que se pueda hablar verdaderamente de un proceso democrático de formación de
políticas para atender los problemas públicos.
Por otra parte existe en la actualidad otra dicotomía en lo que respecta a la manera de
concebir las estructuras, organización y principios de funcionamiento de las instituciones que
sirven de mediadores entre gobernantes y gobernados: quienes promueven concebir la
administración pública desde la perspectiva de una rígida burocracia funcional y
supuestamente objetiva con funciones claramente delimitadas y asignadas a cada uno de los
funcionarios basada en la concepción “weberiana” y quienes plantean modificar la
administración con características gerenciales de las empresas privadas. Desde los albores del
modelo racional normativo han sido puestos de manifiesto sus defectos, presentándose como
un sistema propenso a adquirir una falsa racionalidad, arbitrariedad y volverse disfuncional,
producto en parte de los efectos de los ritualismos y la tendencia de los funcionarios en
algunos casos a considerarse como una clase privilegiada, anteponiendo los intereses
personales a los del Estado y la sociedad. (García 1974 pag. 17, 137)
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CAPÍTULO I
CONCEPCIONES DEL PROCESO DE FORMACIÓN DE LA POLITICA
Origen del Concepto “Proceso de Elaboración de la Política”
A principios del siglo XX la corriente filosófica del Pragmatismo realizó un gran aporte
a las ideas de racionalizar el proceso de formación de la política; los filósofos William James y
John Dewey, resaltaron la importancia de obtener datos empíricos en las ciencias sociales
confluyéndolos con los aportes de las distintas ramas de la filosofía para la toma de decisiones
gubernamentales y la necesidad de un enfoque más científico para la resolución de problemas
en un sistema democrático. (Aguilera, 1992, pag. 184). En la década de 1951, Harold Lasswell
y Daniel Lerner presentaron su obra “La Ciencia de las Políticas Públicas”, en la cual se
explicaba en el marco de las ciencias políticas una teoría que abordara los distintos factores
que influyen en el proceso de elaboración, ejecución y análisis de las políticas sectoriales.
Es así como en el génesis del estudio del proceso de formación de las políticas el
principal planteamiento es que se debía combinar tanto los aportes de la ciencia y los de la
política para el proceso de toma de decisiones de un gobierno, buscando aumentar los niveles
de conocimiento de los decisores al momento de generar políticas para atender el problema
público a través de la racionalización del proceso producto de un elevado conocimiento.
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aspectos que afectaban a la sociedad no eran solucionados automáticamente por las libertades
económicas y el crecimiento del mercado, como sostenía el liberalismo que predominó en el
siglo XIX, haciendo inevitable una mayor intervención del Estado. En 1980 ocurre otro giro
en el cual “lo público” sería visto reducido nuevamente por la influencia del nuevo
liberalismo, que tomaría bastante fuerza al concretarse el Consenso de Washington,
defendiendo nuevamente la tesis de reducir el Estado y proporcionar mayores libertades
económicas.
A partir de la década de los 90 ha predominado la idea de que si es necesaria la
intervención del Estado donde el mercado no genera automáticamente equilibrio, de atender
los problemas sociales que las libertades económicas no satisfacen automáticamente, pero esa
intervención ha de ser racional y debe estar regida y limitada por un estricto marco jurídico.
James Buchanan realizó un estudio referente a este planteamiento de la teoría de la Elección
Social en 1986, haciéndolo incluso acreedor del premio nobel (Stiglitz 2000 pag. 199) y es
este planteamiento el que tiene mayor aceptación en la actualidad.
Influencias de Corrientes Filosóficas como Perspectivas de Abordaje para Atender el
Problema Público
Aportes del Positivismo: La escuela filosófica del positivismo constituye hoy en día una
considerable influencia en los marcos de análisis de políticas (Aguilar, 1992, pag. 199), con su
planteamiento de que absolutamente todo es medible y comprobable empíricamente. A pesar
de haber sido criticada esta teoría como enfoque en el proceso de formación de políticas por
autores como Karl Popper y Charles Lindblom, mantiene gran influencia en la concepción
actual del proceso racional de toma de decisiones por parte de un gobierno. Douglas
Torgerson define a la combinación de los aportes ideológicos de la ilustración y del
positivismo como “la primera cara del análisis” en las políticas públicas. Tomando como
referencia esta corriente en 1930 surge en Estados Unidos el movimiento tecnocrático, el cual
crítica a la política por una irracionalidad que proviene de la subjetividad emocional de los
actores políticos. (García, 1974 pag. 13)
Aportes del Pragmatismo: El mismo Harold Laswell señaló que su concepto de políticas
públicas era una adaptación moderna de las teorías planteadas por el filósofo pragmatista John
Dewey. Su legado vino a estar representado principalmente por un llamado a la interacción
activa en las ciencias sociales para la estructuración de “mejores gobiernos” (Parsons, 2005,
pag. 81). Esta corriente viene a tener influencia en la segunda perspectiva de abordaje que
explica Douglas Torgerson, en la cual se plantean las debilidades del análisis meramente
científico de formulación de las políticas, bien sea por las deficiencias que en si tiene el
proceso científico y por la politización enmascaradas de los supuestos análisis racionales;
como señala Aguilera (1993, pag 204): escondiendo los intereses políticos con una fachada
científica.
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decisiones de un gobierno, donde se establece, en que interviene o deja de intervenir el Estado
y cómo, para atender los problemas establecidos en la agenda pública (Parsons.1997 pag 31);
corresponde a la administración pública la operación de las decisiones tomadas en el proceso
de formulación y la administración de los recursos a emplearse.
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anteriormente que defendían una perspectiva de abordaje muy científica en detrimento de la
política y la democracia. Resaltó en su obra las debilidades de los aportes científicos en el
proceso de formación de la política, haciendo énfasis en la importancia de la política en el
proceso de formulación y a su vez recalca que ese aporte político debe venir dado por una
“interacción” para no ser un factor pernicioso e irracional que excluya de participación a
sectores de la sociedad, interacción que viene dada por la participación directa de la
ciudadanía en la gestión de los asuntos públicos, siendo esto un factor que puede lograr
incluso dirimir conflictos productos de los idealismos de partidos políticos, encontrar
soluciones y lograr acuerdos. (CLAD, 2009 pag 5). De igual manera afirma la imposibilidad
de presentar el proceso de formación de la política de manera rígida, resaltando que las fases
se desarrollan simultáneamente y con profunda interrelación entre ellas. (Lindblom, 1992 pag.
13, 19, 21). Afirma a su vez que la clave para la solución de la disyuntiva entre lo científico y
lo político viene dada cuando logran complementarse mutuamente esos factores.
Este planteamiento tiene especial aceptación en las perspectivas de elaboración de
políticas en Latinoamérica, donde, después de haber comprobado empíricamente el fracaso de
la aplicación de un modelo meramente tecnocrático neoliberal a partir de la década de 1980,
en la actualidad la concepción en lo que ha gestión pública respecta que tiene mayor fuerza y
aceptación es aquella que promueva la participación directa de la ciudadanía en el ciclo de
formación de la política, pero tomando siempre en cuenta los aportes científicos, es decir, un
proceso racionalizado por los aspectos económicos y sin darle la espalda al mercado, pero a la
vez con una gran influencia de la política que viene dada por los ideales de los partidos que les
corresponda la toma de decisiones (los políticos que ejerzan las magistraturas de elección
popular) y la participación directa de la ciudadanía a través de los distintos mecanismos
establecidos para tales fines.
² Según el Centro Latinoamericano de Administración y Desarrollo (CLAD, 1998 pag. 12) se entiende como
Gestión del Estado a la capacidad del Estado para impactar eficiente y efectivamente en la realidad para la
consecución de las acciones decididas a nivel político.
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CAPÍTULO II
LAS ETAPAS DEL CICLO DE FORMACIÓN DE LAS POLÍTICAS
En virtud de lo antes expuesto, se afirma que el proceso de formación de la política se
constituye a través de una identificación de los problemas de una sociedad (definición de la
agenda pública), la formulación de las posibles acciones para atender dichos problemas con
eficacia, la implementación de las mismas y su posterior seguimiento, evaluación y control
para una probable reformulación. Autores como Wayne Parsons (2007 pag. 111) ilustraron el
ciclo en un círculo cerrado como se presenta en el anexo 1.2.
La lista de “problemas” que afectan a una sociedad, comunidad o país, en su
respectivo orden de prioridad es definida como la Agenda Pública. Es en efecto la definición
de la Agenda Pública uno de los mecanismos mediante el cual la población participa en el
proceso de formación de la política. Es imposible determinar en el ciclo de formación de la
política una etapa inicial y una etapa final, motivado a que es un ciclo constante e indetenible
en el tiempo, pero para efectos de un trabajo escrito, se describirán las fases del proceso de
formación de la política partiendo de la agenda pública, basándonos en la afirmación de que el
resto de las fases se llevarán a cabo para modificar esa agenda pública: el gobierno realizará
acciones, formulará políticas, para atender los problemas demandados por la sociedad.
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Elaboración de las Políticas
Así como la definición de la Agenda Pública está sometida a la subjetividad de las
personas que demandan las atenciones a los problemas, la formulación de las políticas estará
sometida a la subjetividad del idealismo político de los decisores de políticas públicas, es
decir, de quienes ejercen el poder; si ese proceso de formulación se realiza tomando en cuenta
los aportes de la ciencia y una interacción política democrática y no se elaboran políticas en
base a mitos ideológicos, la probabilidad de escoger las acciones adecuadas para atender el
problema aumentarán. En una auténtica democracia esa “Agenda Pública” debe incluir a la
toda la sociedad y la racionalidad científica y la interacción política deben de confluir en el
proceso de formulación.³
Es precisamente en esta fase del proceso donde la autoridad decidirá qué hacer ante
determinado problema planteado, o en algunos casos incluso, no hacer nada. En el proceso de
toma de decisiones deberán considerarse todas las opciones alternativas y sus respectivas
consecuencias a través de una comparación lo más objetiva posible, siendo fundamental para
esto el conocimiento (Simon, 1972 pag. 65). Dicho proceso de toma de decisiones, de elección
de acción o inacción viene dado por la influencia técnica (el sustento científico que pueda
respaldar una decisión) y el factor político en si influenciado por las relaciones de poder.
Algunas publicaciones, como el Manual de Políticas Públicas de la Universidad de Granada
clasifican a la fase de elaboración de políticas como un proceso en sí subdividido en dos fases,
la elección de la acción a ejecutarse y la asignación de recursos para tal acción, considerando
ésta última como el paso previo antes de la posterior fase de implementación. . (Pérez, 2006
pag.178). Anteriormente en la investigación se explicó que el proceso de formación de la
política tendrá como resultado un impacto positivo en la sociedad, un cambio palpable es
decir, eficacia. La elección de una política errada para atender una problemática dificultará un
impacto positivo o incluso puede resultar siendo pernicioso, causando que un nuevo problema
pase a ocupar lugar en la Agenda Pública, producto de decisiones y acciones irracionales.
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CAPÍTULO III
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prestando un servicio a los jefes políticos en lugar de gobernar por sí mismos constituyendo un
cuadro de auxiliares en la gestión gubernamental esencialmente profesionales. (Weber, 2012,
pag. 92, 94)
De esta manera toma fuerza la idea de que para racionalizar el Estado, era necesario un
grupo de funcionarios que ejercieran sus funciones con estricta imparcialidad, alto nivel de
profesionalismo, lo cual solo podía lograrse si dichos funcionarios son nombrados por
concursos de mérito y no por lealtades partidistas o personales. Es así como cada vez más
cargos de la gestión del Estado pasarían a tener el principio de estabilidad, serían nombrados
por concurso y no debían ser removidos en caso de un cambio en el poder ejecutivo o una
alteración en las mayorías de los parlamentos. Weber (2012 pag. 114) afirmó que esos
funcionarios no deben inmiscuirse en política sino limitarse estricta y exclusivamente a la
administración. En este nuevo modelo la gestión pública no estaría solamente bajo la
influencia de la política, sino que tomaría fuerza los aportes de una racionalidad técnica para
lograr así mayor impacto positivo en la atención de los problemas públicos.
Si bien el modelo pre-burocrático patrimonialista causaba que la llegada de un nuevo
partido político al poder ocupase todos los cargos de la administración pública, el modelo
burocrático racional normativo presentó otras dificultades: El principio de estabilidad, y la
estricta delimitación de normas y especificación de funciones de cada cargo en la
Administración Pública pasaron a ser una problemática ante la flexibilidad y versatilidad que
demanda el complejo proceso de generación, implementación y supervisión de las políticas
además de la imparcialidad que debía tener la burocracia, muchas veces era alterada por la
subjetividad de los funcionarios. Es así como surgen otros adjetivos para describir a la
burocracia peyorativamente: una racionalidad limitada, falsa y aparente, una disfuncionalidad
afectada perniciosamente por el ritualismo y el formalismo, ignorante de la realidad e incapaz
de desempeñarse de manera eficaz. (García, 1974 pag. 17)
A pesar de esas limitaciones del modelo racional normativo, predominó en gran parte
del siglo XX, especialmente cuando la intervención del Estado se ameritó con mayor
intensidad producto de la catástrofe producida por las dos guerras mundiales. Sin embargo el
crecimiento del neoliberalismo y su implantación en Latinoamérica en la década de 1980
propuso una reducción de las funciones del Estado. Dicho planteamiento tuvo su estrepitoso
fracaso en América Latina y hoy predomina la idea de una especie de combinación entre ese
modelo racional normativo con cierta influencia de la flexibilidad que propone la Gerencia
Empresarial. Es así como pasa a tener más importancia la eficacia, los resultados, que los
procedimientos en sí, haciendo que el Estado se enfoque en lugar de una rigidez en los
procedimientos burocráticos, en prestar un buen servicio y brindar bienestar a la población,
(Serra, 2007 pag 7) demandándose así una flexibilización en el anterior Modelo Racional
Normativo de Gestión Pública que predominaba. Para lograr esa adaptación de la Gestión
Pública diversos entes internacionales establecen ciertas recomendaciones a los organismos
gubernamentales, para la implementación de una “Nueva Gestión Pública” racionalizada que
tome en cuenta con la pertinente importancia los aspectos económicos, para poder alcanzar los
resultados con eficacia y eficiencia, optimizando la administración de los recursos, la
transparencia y buscar diversos mecanismos para mejorar la calidad de desempeño de los
funcionarios, para así mejorar el funcionamiento de las instituciones.
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Profesionalización de los Funcionarios de la Administración Pública
En virtud de lo antes planteado, se afirma que la vertiente de racionalidad técnica en el
proceso o ciclo de formación de las políticas públicas dependerá en gran medida por la calidad
de los funcionarios profesionales nombrados en base al mérito, quienes deben ejercer sus
funciones de manera imparcial en la gestión pública. Para alcanzar ese objetivo, se hace
necesario que dichos funcionarios sean nombrados en base a sus capacidades profesionales de
manera objetiva, que a través de una carrera administrativa gocen de estabilidad, que disfruten
de seguridad social, que tengan sus funciones claramente determinadas (con criterios de
flexibilidad para hacer adaptarse a situaciones) a través de instrumentos legales y que
devenguen remuneraciones salariales de acuerdo a los altos niveles de responsabilidad de los
cargos que ocupen. (Fernández, 2006 pag. 6). Cabe acotar de igual manera la importancia que
representan las cualidades éticas y morales de los funcionarios, la búsqueda de un alto nivel de
profesionalismo y que no se dejen a un lado los aspectos axiológicos.
Es así como la profesionalización de la función pública es uno de los cinco aspectos de
relevancia que considera el Centro Latinoamericano de Administración y Desarrollo (CLAD)
para lograr una efectiva modernización de la gestión pública ⁴. Señala que se deben mantener
los patrones en base al mérito para la contratación de personal y mantener el principio de
estabilidad pero a través de un modelo más flexible que el planteado por el modelo de gestión
racional normativo y poder contar con una administración pública lo suficientemente versátil
para atender las demandas de la sociedad de manera eficaz y eficiente. Siendo los medios para
conseguir un mejor desempeño de la función pública la motivar a los funcionarios a través de
un sistema de incentivos y desincentivos, velar por su constante capacitación y crear una
normativa y una cultura de responsabilización por sus acciones.
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El Modelo de Gestión para Resultados de Desarrollo en Iberoamérica
Si bien es necesaria la observancia de experiencias de terceros en otras latitudes e
incluso tomar como referencia ciertos modelos de comprobadas virtudes, cada nación debe
aprender de sus propias vivencias y autocorregirse, esta afirmación tiene especial vigencia en
Iberoamérica por sus particularidades culturales. Varios de estos países sufrieron los efectos
perniciosos de un patrimonialismo que permitía el secuestro del Estado por oligarquías, la
deformación de los procedimientos y reglas de la burocracia por un formalismo que paso a ser
un obstáculo, la implementación de modelos extranjeros importados sin adaptarlos a las
realidades institucionales y culturales y la pérdida de la participación democrática de la
sociedad, en el proceso de generación de la política. (CLAD, 2010 pag. 4)
A partir de la década de 1990, después de vivir los desmanes del neoliberalismo que
había imperado en el decenio anterior, ocurre un nuevo giro en la concepción de la gestión
pública en Iberoamérica, tomando como referencia modelos importados de otros países que
demostraron su efectividad pero esta vez adaptándolos a las circunstancias locales,
orientándose a la democratización de la gestión pública, a una mayor preocupación por los
aspectos sociales, al aumento de la intervención estatal para atender los problemas públicos
para así aumentar el nivel de efectividad y eficacia de las políticas. Para lograr esa eficacia es
menester que los cambios en la gestión pública no se limiten a mejorar su desempeño sino en
mejorar también su capacidad de modificar la realidad positivamente a través de resultados
que permitan el desarrollo en los aspectos económicos, sociales, políticos y ambientales
(CLAD, 2010 pag 15). El planteamiento del Modelo de Gestión para Resultados de Desarrollo
se ha desarrollado en Latinoamérica gracias al aumento de la importancia de la fase de
evaluación, seguimiento y control para poder verificar el impacto de las políticas, el aumento
de la participación social en el proceso de formación de la política, no solo por los
procedimientos electorales sino también por las organizaciones populares que influyen tanto
en la conformación de la agenda pública como en el control de la implementación de las
políticas a través de distintos mecanismos como asociaciones civiles o la interacción directa
con sus representantes.
La contemporaneidad ha comprobado empíricamente que es imprescindible para el
funcionamiento y capacidad de gestión de un Estado, que los mediadores entre gobernantes y
gobernados gocen de una elevada preparación profesional y ejerzan sus funciones de manera
imparcial y objetiva. Dicha afirmación toma fuerza ante una sociedad que demanda de los
decisores la formulación y correcta implementación de políticas orientadas a obtener
resultados de desarrollo.
Objetivos y Condiciones para el Establecimiento y Desempeño del Modelo de Gestión
Pública para Resultados de Desarrollo
Si bien la democracia es una de las fuentes de legitimidad de un Estado, lo es también
una gestión pública que genere bienes y servicios de calidad a la ciudadanía para alcanzar un
estado general de bienestar y de justicia social (Serra, 2007, pag 8), de esta manera un
gobierno deberá enfocarse en la creación de un valor público de calidad y crear condiciones
para la cooperación con el sector privado. Para alcanzar dicho fin, algunos países en
Latinoamérica han tomado como referencia el modelo de Gestión para Resultados de
Desarrollo, el cual como se explicó anteriormente es una mezcla entre ciertos planteamientos
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del anterior Modelo de Gestión Pública Racional Normativo con una adaptación que toma
aspectos de la gerencia empresarial privada, y pasa a tener la obtención de resultados de
desarrollo que impacten positivamente en la sociedad como principal marco de referencia en
todo el proceso de formulación de la política, interrelacionando todos los componentes en el
proceso de gestión y busca vincular y atribuirle responsabilidad directa a los directivos con los
resultados obtenidos (Serra, 2007 pag. 12). La Gestión para Resultados de Desarrollo busca
brindar a los decisores de las políticas suficiente conocimiento e información, útil y veraz, que
permita una elaboración de políticas que cumpla con las expectativas de la población en
referencia a las acciones gubernamentales y a su vez mejorar las capacidades de la
administración pública de rendir cuentas y realizar una distribución no centralizada ni rígida
de objetivos y responsabilidades a los funcionarios. Para la implementación una gestión
orientada a la obtención de resultados de desarrollo es necesaria una transformación en la
administración pública no solo en su normativa sino culturalmente (SERRA, Albert 2007 pag.
44), para romper viejos esquemas donde se les otorgaba mayor prioridad a los procesos que
los resultados en sí. Esta afirmación no debe malinterpretarse en el sentido que en una nueva
orientación donde se le da prioridad a la obtención de resultados de desarrollo y permita cierta
flexibilización en los procesos, los mismos no deben ser obviados y los mecanismos de control
toman mayor importancia para evitar que proliferen actos de corrupción. Es menester un
apoyo político desde el alto gobierno para el desarrollo de un modelo de gestión para
resultados, son precisamente ellos, los decisores de las políticas a elaborarse, quienes
establecerán los objetivos a lograr partiendo de la información que facilite la gestión pública.
El Factor Tiempo en el Proceso de Formación de la Política en un Modelo de Gestión
para Resultados de Desarrollo
La programación a largo plazo es imperante en el proceso de formación de políticas
bajo la perspectiva de abordaje del Modelo de Gestión para Resultados de Desarrollo, por la
complejidad de los resultados que plantea este modelo de gestión y su carácter de ser un
proceso cíclico sometido al ensayo y el error para su constante perfeccionamiento en pro de
obtener resultados de desarrollo. (SERRA, Albert 2007 pag. 45)
Con el objetivo de ejemplificar la anterior afirmación se plantea el siguiente ejemplo:
En un Estado donde se esté presentando una crisis de abastecimiento alimenticio para la
población producto de una baja productividad nacional y dificultad de las empresas que hagan
vida en el sector alimenticio para importar, los decisores de políticas públicas pueden de
manera no planificada e irracional solicitar préstamos para la importación de alimentos y
subsidiarlos para realizar una distribución a la población para tratar de resolver
coyunturalmente la situación; como antinomia a ese accionar, una gestión orientada a
resultados de desarrollo plantearía políticas para aumentar la productividad nacional y mejorar
el poder adquisitivo de los ciudadanos para, a determinado plazo haber impactado en la
realidad económica y mejorar la situación del abastecimiento alimenticio en general. Esto no
quiere decir que no se puedan generar ciertas medidas coyunturales para atender a los sectores
más vulnerables, la cuestión radica en que no se generen políticas que sean perniciosas para un
futuro a largo plazo solamente para salir del paso frente a un problema público.
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CAPITULO IV
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Conclusiones
La búsqueda de las sociedades de poder contar con aquel “Estado Racional” al cual
hiciera referencia Max Weber (2012, pag. 111) ha conllevado a una evolución de los modelos
de gestión pública al paso de las transformaciones de la humanidad y al desarrollo de una rama
de las ciencias políticas que se orienta específicamente a estudiar el proceso mediante el cual
los decisores de las políticas elaboran las acciones para atender los problemas públicos, pero
lo más importante radica en los aportes de esos estudios que puede aprovechar un gobierno
para racionalizar su proceso de elaboración de políticas. Aquel largo trayecto de ensayo y error
experimentado a largo del siglo XIX y XX de modelos de gestión pública ha originado que en
la actualidad se tomen las virtudes de cada uno de esos modelos, para generar propuestas y
recomendaciones desde distintos organismos internacionales para orientar y ayudar a los
países a mejorar el proceso de formación de las políticas orientándolo a obtener resultados de
desarrollo.
Una vez realizada la presente investigación, en la cual fue revisada la evolución de los
conceptos del proceso de formulación de la política, desde que el científico estadounidense
Harold Laswell en 1951 afirmara que un proceso ideal vendría dado por la confluencia de los
aportes de la ciencia y la democracia (Aguilera, 1992 Pag. 39), y dos décadas más tarde
Charles Lindblom resaltara la importancia de que esa política viniera dada por un consenso e
interacción política entre representantes y representados (Lindblom, 1991, pag. 39), los
aportes de corrientes filosóficas y observar como en Latinoamérica fracasó tanto el
neoliberalismo conservador así como los modelos que defendían una intromisión excesiva del
Estado en todos los asuntos, se puede afirmar que resulta pernicioso para el proceso de
formación de la política los dos extremos antes planteados: cuando predomina el aspecto
científico tecnocrático ignorando la política y las realidades sociales, y al otro extremo
resulta igualmente desastroso gobernar en base a mitos ideológicos sin tomar en consideración
los aportes de la ciencia y de espaldas al mercado, empeorando el asunto si se usa la
demagogia y el autoritarismo como práctica política ⁵.
Las sociedades latinoamericanas han sido testigos de los funestos resultados que se
obtienen cuando se gobierna totalmente de espalda a los aportes científicos y a los análisis
objetivos y además de una manera autocrática sin ningún tipo de respeto y consideración a la
oposición política erradicando el pluralismo que tan necesario es para que la totalidad de la
sociedad participe en el proceso de formación de las políticas públicas; es imposible hablar, en
el siglo XXI, de un concepto de democracia que se limite a describir a una forma de gobierno
en la cual el pueblo elige a sus representantes y donde gobierna la mayoría, el mismo Dieter
Nohlen (2012, pag. 5) afirmó que es un error atribuirle totalmente a los procesos electorales el
buen funcionamiento de un sistema democrático. Es así, como solo se puede hablar de una
auténtica democracia en aquel Estado donde la ciudadanía participa activamente en el proceso
de elaboración de la política; es limitado, constituye un acto de estolidez atribuirle al concepto
de la Democracia “El Gobierno de las Mayorías”, cuando su definición etimológica se refiere
al Gobierno del Pueblo, el cual en una democracia auténtica no se limita a permitirle a la
ciudadanía elegir a sus representantes, sino que a través de mecanismos de participación la
⁵ En el anexo 2.2 se ilustra el proceso de formación de la política basado en demagogia y autoritarismo.
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totalidad del pueblo pueda formar parte del proceso de formación de las políticas
controlándolas a través de los distintos mecanismos (Lindblom, 1980, pag 39).
Sin embargo, por muy activa que pueda ser la participación ciudadana, y por muy
buena disposición política que puedan tener los políticos que ejerzan cargos desde donde se
elaboren las políticas, será imposible tener un impacto positivo en la sociedad sin contar con
una fortaleza institucional que permita una Gestión del Estado eficiente, eficaz y efectiva. En
tal sentido se afirma que la eficacia de las políticas estarán bajo la influencia de la calidad
institucional en un Estado (Villoria, 2002 pag. 4), habiendo una relación directamente
proporcional entre la autonomía y el buen desempeño objetivo y funcional de las instituciones
(gracias a los méritos y alto nivel profesional de los funcionarios) con la eficacia y eficiencia
en la implementación de las políticas. Esa efectividad, como señalaba Manuel García Pelayo
solo es posible si los burócratas son nombrados por mérito a través de concursos objetivos
(1974 pag.19) y no por lealtades personales o partidistas.
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Recomendaciones
El presente trabajo se realizó principalmente enmarcado en Latinoamérica, y para la
elaboración de las recomendaciones se realizó una comparación entre las condiciones
necesarias expuestas anteriormente para que se lleve a cabo un proceso racional de elaboración
de políticas públicas con la situación actual en la República Bolivariana de Venezuela, a fin de
realizar propuestas de modificaciones normativas para crear las condiciones que permitan
mejorar la gestión pública, orientándola a la obtención de resultados de desarrollo.
Cada país modifica su legislación en base a sus propias experiencias y aprendizajes y la
observancia de otros Estados, y la República Bolivariana de Venezuela en particular ha
demostrado en los acontecimientos de los últimos años cierta vulnerabilidad a que se
tergiversen las normativas en base a conveniencias partidistas que terminan menoscabando el
Estado de Derecho, siendo este fundamental para un transparente y racional proceso de
formación de políticas. Es vital una reforma normativa que impida el establecimiento de
cualquier poder ilimitado, puesto que son condiciones indispensables para un proceso racional
y democrático de formación de políticas generales y sectoriales el principio de soberanía
popular, la responsabilidad, la legalidad y la separación de poderes. De igual manera se ha
puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la administración pública a ser politizada, en el
sentido que se otorgue prioridad en algunos casos a las lealtades personales que al mérito, que
ante la interrogante de ¿A quién nombrar director en un Ministerio, al de mayor nivel
profesional y preparación académica o quien tenga una comprobada lealtad al partido?, la
respuesta sea la segunda opción. De igual manera la administración pública venezolana es
propensa a sufrir los desmanes producto del ritualismo; esto como consecuencia en parte de
que las evaluaciones de los trabajadores le den prioridad a los procedimientos dejando de lado
los resultados y la falta de seriedad al momento de calificar al personal.
En virtud de lo antes expuesto se propone modificar el artículo 349 constitucional, a fin
de mantener el principio al cual hiciera referencia Sartori (1993 pag. 51); para que el pueblo
verdaderamente tenga poder, no puede haber poder ilimitado, para que no ocurra el
establecimiento de un autoritarismo en nombre del pueblo que suplante los estamentos
constitucionales fácticamente. Igualmente se propone estudiar una modificación a la
normativa que establece los requisitos para ejercer los cargos de magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia, Contralor General de la República, Fiscal General y Defensor del Pueblo,
a fin de aumentar los niveles de exigencia profesional, ética, e imparcialidad política para el
ejercicio de tan importantes cargos.
Es una condición natural humana, que la competencia conlleve a la excelencia.
Basándose en este principio se propone evaluar llevar ese planteamiento a la generación de
políticas a los niveles regionales, es decir, si en tres estados con condiciones similares existe
un problema público similar, y cada gobernador emplea una política distinta para poder
atender el problema, podría evaluarse de manera objetiva cual acción obtuvo el mejor
resultado. Por supuesto que esta posibilidad en la realidad venezolana tiene una fuerte
restricción debido a los asuntos que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
en su artículo 156° establece que son competencias de Poder Público Nacional restringiendo
considerablemente la capacidad de accionar al Poder Público Regional. Se recomienda
estudiar y revisar a profundidad que materias pudieran ser delegadas al Poder Público
Regional basándose en el artículo 157° constitucional.
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En lo que corresponde a la gestión de los Ministerios del Poder Ejecutivo, se propone
una modificación a los reglamentos internos a fin de hacer más rigurosas las evaluaciones en
lo que a la obtención de resultados respecta, atendiendo la concepción del Modelo de Gestión
para Resultados de Desarrollo que recomienda vincular responsablemente a todos los
directivos con la obtención de resultados. De igual manera se recomienda la modificación de
la normativa correspondiente a los requisitos para ejercer los cargos de Director de Línea,
Director General y Viceministros a fin de establecer mayor exigencia profesional y académica,
exigiendo conocimientos específicos en la materia donde ejercerán su cargo y se propone la
creación de otras instituciones, incluso crear un instituto de evaluación, seguimiento y control
que este en constante contacto e interacción con las Universidades, que puedan aumentar el
control horizontal sobre la gestión pública, un control que no se limite a evitar la corrupción y
exigir rendiciones de cuentas, sino que evalúe la generación y correcta implementación de
políticas orientadas al desarrollo, para lograr verdaderamente transformar la realidad en
búsqueda de progreso económico y financiero y alcanzar una verdadera justicia social.
En la coyuntura política, social y económica que atraviesa Venezuela, se debe tomar el
ejemplo de aprender de las experiencias; así como el modelo de gestión pública que tiene
predominancia en las grandes potencias ha tomado virtudes de los distintos modelos de
gestión que se han implementado desde el establecimiento del Estado moderno, Venezuela
debe tomar los planteamientos políticos y sociales desde el proyecto plasmado en Angostura a
lo largo de su historia Republicana, analizando los éxitos y los fracasos hasta la actualidad,
desechando los radicalismos y basado en un pensamiento complejo, que permita ante los
problemas plantear diferentes alternativas racionales y a través de la confluencia de la
interacción política y democrática, se tomen las mejores decisiones para modificar la difícil
realidad nacional.
El proceso racional y democrático de formación de la Política es uno de los
mecanismos mediante el cual, los órganos del Estado se someten a la soberanía popular a la
cual se deben, como lo reza el artículo 5° constitucional; constituye una flagrante violación a
la Constitución la generación de políticas de espalda a las demandas de la ciudadanía y sin
someterse a mecanismos de control.
20
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
AGUILAR, Luis, (1992) “El Estudio de las Políticas Públicas”, Editorial Miguel Ángel
Porrúa (1era Edición) México D. F.
DUSSEL, Enrique, (2010) “Veinte Tesis de Teoría Política”, Editorial El Perro y la Rana
(1era Edición) Caracas.
EASTON, David, (1965) “Un Esquema para el Análisis Político” Editorial Amorrortu (1era
Edición en Castellano) Buenos Aires.
NOHLEN, Dieter, (2012) “Gramática de los Sistemas Electorales” Editorial Tecnos (1era
Edición) Madrid.
21
OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo, BM, Banco Mundial, (2011)
“Buenas Prácticas Recientemente Identificadas de Gestión para Resultados de Desarrollo”
(1era Edición) París.
ONU, Organización de Naciones Unidas, (2000) “Declaración del Milenio” Nueva York.
PARSONS, Wayne, (2007) “Políticas Públicas”, Editorial FLACSO (3era Edición) México
D. F.
POPPER, Karl, (1945) “La Sociedad Abierta y sus Enemigos” Editorial Routletge, (1era
Edición) Londres.
SERRA, Albert, (2007) Modelo Abierto de Gestión para Resultados en el Sector Público
Documento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Centro Latinoamericano de
la Administración Pública.
STIGLITZ, Joseph, (2000) “La Economía del Sector Público” Editorial Antoni Bosch (2da
Edición) Barcelona.
WEBER, Max, (2012) “El Político y el Científico” Editorial Alianza (3era Edición) Madrid.
REFERENCIAS LEGALES
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CAPITULO V
ANEXO I
(Extraídos de Antologías de Políticas Públicas)
Anexo 1.1 La Elaboración de Productos (políticas) en respuesta a los Insumos
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ANEXO II
2 3
Se hace énfasis en la necesidad de participación de toda la sociedad (1) en las fases del
proceso de formación de la política, bien sea para la definición de la Agenda Pública, que a
través de una interacción política puedan realizar incluso aportes en las propuestas de
elaboración de políticas para atender sus necesidades, en la supervisión directa de la ejecución
de las acciones gubernamentales y en el control y seguimiento sobre las políticas a través de
los mecanismos de control vertical, que como se explicó anteriormente no se limitan a los
procesos electorales. El proceso de toma de decisiones mediante el cual se elaboran las
políticas debe realizarse mediante la confluencia de los aportes científicos reales y las
propuestas políticas (2), tomando en consideración un planeamiento a largo plazo orientado al
desarrollo (3) no en base a soluciones improvisadas que no consideran los impactos a futuro.
De igual manera es vital contar con una administración pública profesional, funcional, lo
suficientemente flexible para adaptarse a las coyunturas que permita elevar la Capacidad de
Gestión del Estado (4). En el mismo orden de ideas son consustanciales la transparencia y los
diversos mecanismos de control (5) con que prevalezca el Estado de Derecho. (6)
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Anexo 2.2 El Proceso Degenerado por la Demagogia y el Autoritarismo de Formación de
la Política.
En el Anexo 2.2 por el contrario se observan las situaciones que alteran perniciosamente el
proceso de formación de la política las cuales suelen presentarse mutatis mutandis en
gobiernos que han adoptado la demagogia o el autoritarismo como práctica política.
(1) El escepticismo en las instituciones, la exclusión, los radicalismos pueden lograr excluir de
la participación política a grandes sectores de la sociedad. (2) El proceso mediante el cual se
eligen las políticas a implementarse no se realiza en base a un consenso político e incluso se
realiza de espaldas a la realidad, sin hacer una planificación a largo plazo sino que se toman
medidas improvisadas generadas en bases a mitos ideológicos. (3) Aun si la política acordada
fuera correcta para atender el problema, una administración pública penetrada por lealtades
personales que deja de un lado el profesionalismo y el mérito, mermará la capacidad de
gestión del Estado. (4) La opacidad que caracteriza al gobierno despótico, autocrático y
demagogo le será contraproducente en el sentido que no podrá hacer seguimiento, evaluación
y control a sus políticas, aunado a que la ausencia del Estado de Derecho (5) hará imposible un
verdadero control horizontal y vertical sobre el proceso de formación de la política.
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