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Lucas. 24:1–12
En esta ocasión, deseamos que al meditar en el sepulcro vacío, pensemos también en otros
vacíos:
1. Vacío intelectual: si nosotros pudiéramos poner una Biblia en las manos de cada persona en
este mundo, habría millones que no podrían leerla.
b) La ignorancia esclaviza
2. Vacío físico y económico: hay muchas personas que han experimentado una penuria
extremada. La Palabra de Dios nos habla de un mendigo llamado Lázaro; él pedía limosna a la
puerta de la casa de un hombre fabulosamente rico, y Lázaro deseaba poder alimentarse de las
migajas que caían de su mesa. Por supuesto, hay mendigos que no deberían pedir limosna,
deberían trabajar. En un programa de radio de México a un mendigo decir:
«Por favor, por favor den una limosna a este pobre mendigo que desde una muy temprana
edad decidió no trabajar». Por supuesto, esto era broma.
3. Vacío físico y humano: hay muchos hogares que tienen luto, en ellos hay un vacío físico-
humano, un ser amado ha dejado un vacío en dichos hogares. ¿Has experimentado este vacío?
¿Has visto a una madre guardar la ropita de su hija que ha muerto?. Bien dice el refrán: «No
hay hogar en algún lugar que tarde o temprano no tenga su lamento». Llega el día en que falta
abuelito, falta abuelita, falta el hijo, la hija, papá o mamá.
a) La lógica cristiana nos dice que así como la sed exige el agua, y así como el hambre exige el
pan, así también el alma exige lo eterno
5. Vacío espiritual: Hay muchos corazones vacíos del perdón de Dios, vacíos de la esperanza de
la vida eterna. La mente la llenamos con conocimientos, llenamos nuestro estómago con
alimentos; pero sólo Dios puede llenar nuestro vacío espiritual. Por eso, Agustín de Hipona
exclamaba, diciendo: «¡Oh Dios, nuestros espíritus fueron creados para ti, y no hallan descanso
hasta que descansan en ti!» Muchas veces sentimos un vacío espiritual cuando descuidamos la
oración, cuando dejamos de leer la Biblia, cuando no vamos con regularidad a los cultos de la
iglesia, y cuando olvidamos dar testimonio de nuestra fe en Cristo Jesús como nuestro
Salvador personal.
CONCLUSIÓN: bien ha dicho alguien que «una persona puede visitar el río Amazonas o el Nilo y
volver vacía sin haber bebido una gota de agua». Si tú sientes un vacío espiritual, pídele a Dios
que él con su Santo Espíritu llene el vacío de tu corazón. El sepulcro vacío nos ha dado al Cristo
resucitado y glorificado, y el Cristo resucitado puede llenar y satisfacer el vacío espiritual en la
vida del hombre y de la mujer. ¿Sientes el deseo de pedir a Dios que llene ese vacío espiritual
que sientes en tu vida?