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Las ideas educativas al final del período colonial

La organización de la vía escolar, tanto en las primeras letras, como en las cátedras de gramática como
la vida universitaria estaba regida por la filosofía Escolástica. La Escolástica jugo un papel
fundamental en la organización y sentido de la educación entre el siglo XV y XVIII venezolano, la
escolástica es un movimiento intelectual oriundo de la Edad Media (Blanco, 1968), nace en las
escuelas monacales, de la necesidad de dar a los futuros clérigos una apropiada formación intelectual.
Inicialmente es educación para el estado eclesiástico. Pronto se convierte en el sistema pedagógico de
los siglos medievales. Como tal se identifica con la organización y el desarrollo de los estudios, en
particular de los teológicos; y constituye el conjunto de métodos y técnicas que se aplican en las
escuelas y universidades medievales. La importancia histórica de la escolástica está en haber
transformado las dispensas doctrinas de los padres de la Iglesia en teología sistemática: en saber
racionalmente organizado, en “ciencia divina” (Burk, 1978:133) Sus principales bastiones de
enseñanza van a ser los seminarios y la universidad, y se va a interesar fundamentalmente, en la
enseñanza de la Filosofía, Latín, Música, Música, Cánones e Instituta; y va a tener resonancia particular
en las escuelas de primeras letras las cuales tendrán la enseñanza de la fe cristiana como eje
organizador del proceso educativo.

Este modelo educativo se sostiene hasta avanzado el siglo XVIII cuando se comienzan a darse
transformaciones en la orientación filosófica de la enseñanza en Venezuela. El pensamiento de tipo
escolástico organizador del proceso educativo va a sufrir fuertes críticas en cuanto a sus orientaciones y
utilidad social. Las ideas pedagógicas en Venezuela de finales del siglo XVIII y principios del siglo
XIX del movimiento universal de las ideas de la Ilustración. Tal como nos explica Molins en su texto
Educar para la Virtud, la ilustración fue un movimiento intelectual heterogéneo y sumamente complejo,
que puede considerarse como la culminación de un proceso de maduración intelectual y científica que
se manifestó en el siglo anterior y cuyos representes mas conocidos fueron Bacón (1561-1626) y
Descartes (1595 – 1650) (...) El pensamiento de la Ilustración no fue meramente filosófico, sino que
abarcó todo el espectro de la vida social y se preocupo por dar soluciones racionales a los problemas
planteados por las ciencias naturales, la economía, la legislación, la moral y la política. En general,
los distintos autores (representantes del pensamiento ilustrado) abogaban por una organización de la
sociedad acorde con los ideales de justicia, de libertad y humanismo que propugnaban. La ilustración
como proyecto político y filosófico va a auspicia las ideas de 1) ofrecer a todos los individuos los
medios para atender a todas sus necesidades; 2) asegurar el bienestar (llamado felicidad por los
filósofos y políticos del siglo XVIII); 3) conocer y ejercer sus derechos y comprender y cumplir sus
deberes; 4) capacitar y cualificar al individuo para el desarrollo de sus capacidades naturales y
garantizar la igualdad de hecho entre los ciudadanos.

Las ideas de la ilustración fueron penetrando progresivamente en la mentalidad de los venezolanos para
finales del siglo XVIII. Muchas fueron las discusiones sobre lo que se debía enseñar, como se debía
enseñar, y especialmente cual era el papel de la educación del proceso de modernización de la sociedad,
discusión de la que no escapaba la escuela de la península española. El pensamiento ilustrado en
materia educacional irrumpe entre nosotros en 1790 a partir de una disputa académica universitaria,
luego va a replicar en los discursos educativos sobre las primeras letras. Las ideas de la Ilustración
portaban los principios pedagógicos que legitimaban la universalización de la educación, la enseñanza
de “cosas útiles” con base a las artes y las ciencia. La corriente filosófica en España se convierte en
discurso oficial, esta vertiente de la ilustración estuvo dominado por la ortodoxia católica (Molins,
1999).
En momentos previos a la independencia de Venezuela; importantes pensadores de finales del siglo
XVIII, formularon reflexiones y discursos legitimadores sobre la necesidad de formar al ciudadano, y
de la confección de una escuela para el desarrollo material y espiritual de la futura nación venezolana;
entre ellos se destacan Juan Agustín de la Torre quien plantea que ...ninguna nación ha hecho
progresos (...) hasta que se ha entregado al indispensable estudio de las ciencias, ...”. “ La agricultura
es el estómago del Estado,...”, auspiciando la incorporación de las matemáticas en la enseñanza
universitaria. El padre Fray Francisco Andujar, también se pronuncia a favor de la enseñanza de las
ciencias útiles. Señala que el fomento de “... la agricultura no puede tener aumento sin los sólidos
conocimientos de la Historia Natural Física experimental, de quien también depende la Botánica, e
Industria y Arte. (...) ¡Oh, y cuántos bienes se seguirían a la provincia y al Estado, si poco a poco se
fuesen estableciendo las clases de Matemáticas, Historia Natural y Dibujo, pues éstas abrazan en los
principales puntos a todas las demás!. Por su parte, en 1894 se pronuncia a favor de la reforma de la
enseñanza de las primeras letras, como maestro de escuela Simón Rodríguez indica que Todos
generalmente la necesitan porque sin tomar en ella (la escuela) las primeras luces es el hombre ciego
para los demás conocimientos.” Sin embargo, “no tiene la estimación que merece (...) pocos conocen
su utilidad. En sus reparos a la escuela de Caracas establece un detallado análisis de la percepción y la
actuación de la escuela hasta el momento. Luego en 12 capítulos establece un plan racional para
organizar un sistema publico de enseñanza en la cual se atendieran a todos los niños de la ciudad.

Miguel José Sans es otro de los destacados pensadores, que con sus ideas van a nutrir las aspiraciones
de construir un proyecto educativo cuya base estuviese conformada por la ideas de iluminar verdaderas
aspiraciones cristianas; La falta de ideas y conocimientos retiene a los pueblos en errores perjudiciales
para su felicidad. Si supieran que la obra mas grata al señor es la que tiende a la conservación del
culto de nosotros mismos y del prójimo se aplicarían al establecimiento de escuelas, al pago de buenos
maestros que eduquen a la juventud y le inculquen máximas cristianas y positivas lo que hoy se
invierte en fundaciones de misas, etc.. Estos convencimientos hacen de su planteamiento una propuesta
centrada en la formación del hombre para el reconocimiento e imperio de la Ley, sobre la cual, más
adelante Bolívar desarrollaría abiertamente en su propuesta de Constitución en 1819, específicamente,
con la proposición del poder Moral.

Estos pensadores, políticos y pedagógicos formulaban una nueva orientación educativa, contenidos y
métodos de enseñanza, tanto para la escuela de primeras letras como para la universidad, que
permitiese la formación del ciudadano, la creación de enseñanza seglar, de modo tal que esta deje de
ser impartida por las órdenes religiosas; planteaban la modernización de las escuelas, criticaban su
orientación doctrinaria. Esta visión del ideario pedagógico del siglo XVIII pone de manifiesto los
siguientes aspectos: la preocupación por que la educación tuviese continuidad y coherencia; la
necesidad de ciudadanos libre con conocimientos prácticos que pudieran contribuir con el desarrollo de
la nación; y la educación como factor moral, político y económico.

El movimiento de la Ilustración va a influir notablemente en la construcción de formas de legitimación


de la escuela como estrategia de difusión de las luces, en la superación de la ignorancia del hombre
hacia su ciudadanía. Muchos historiadores coinciden en señala que la aparición de la escuela como
institución social se da en la época moderna (Gómez, 1988). Aunque hay registros de escolarización
que preceden a esta época con antelación (Lozano, 1980). Lo que diferencia una experiencia de otra es
que la escuela de la modernidad se comportará mas como red o sistema de instituciones que como
espacios aislados para las adquisiciones de competencias artesanales. La aparición de la escuela como
sistema educativo nacional se va a dar en momentos de definición de los nuevos estados nacionales
modernos.
De Casas de Educación a Escuela de Primeras Letras

En el territorio que ocupa hoy Venezuela, se crearon casas de educación. Existen disposiciones reales
en las cuales se obliga al colonizador a establecer una escuela en cada pueblo. Su función era enseñar a
leer, escribir, y contar a los niños, y a las niñas a labrar, la doctrina cristiana, según su capacidad. Las
escuelas de primeras letras de Caracas, y de las principales provincias estaban fuertemente enmarcadas
dentro de la labor pastoral realizada por la institución eclesiástica. A la escuela asistían hijos de
blancos, no necesariamente de las clases principales, huérfanos o hijos de blancos desprovistos de
fortuna. Para las clases serviles como aborígenes y esclavos las atenciones educativas eran
diferenciadas, centradas esencialmente en la labor del sacerdote por castellanizar y cristianizar tal
población. Eso no eximia que a los aborígenes se le enseñaba en algunos oficios y artes, pero será
propio del modelo de educación dispensado desde los pueblos de misiones.

La casa de educación evolucionará con el tiempo en escuela de primeras letras, y luego en el siglo XIX
simplemente como escuela. Este órgano educativo tiene como función la instrucción en la lectura, la
escritura y el cuidado de la doctrina, a saber, los elementos culturales que definen la vida del súbdito
cristiano. En sus inicios la escuela, tanto en España como en América, era regentada por religiosos.
Esta relación entre educación – religiosos esta dada por la larga doctrina de las Institución Eclesiástica
por el cuido de la condición espiritual del Hombre. La Iglesia Católica encargada de este fin, vigilaba la
instrucción, y más adelantes, de los maestros seglares que ocuparán las escuelas de primeras letras. Esta
relación estaba contemplada en las Leyes de India (1592), y particularmente, en las Constituciones
emanadas por el Sínodo Diocesano de Caracas (1687). Este documento encarna el proyecto educativo
válido para la instrucción, si vigencia se extiende hasta los inicios de la República. En ella se sanciona
la instrucción de los blancos, indios y esclavos, además de las funciones docentes, métodos, contenidos
y rituales que definen la instrucción colonial. La Constitución encierra la doble competencia que sobre
educación compartía el poder secular y el poder eclesiástico, que constituían el Estado Monárquico
Español.

El modelo de casa de educación sobrevivió hasta mediados del siglo XVII, cuando en España se inicia
un proceso de organización gremial que modifica el funcionamiento y sentido de la escuela que se
extensión a las casa de educación venezolanas. El proceso de organización de las casas de educación
en escuelas de primeras letras se logra a mediados del siglo XVII con la creación de la Orden de San
Casiano. Sus primeras constituciones datan de 1647, este gremio “examinaba a los maestros,
determinaba las condiciones para los exámenes, proponía los examinadores y actuaba en lo
concerniente al establecimiento de las escuelas y al régimen general de éstas” (Ruiz, 1990). Esta
corporación estableció un primer orden institucional para el funcionamiento de la escuela, que
inicialmente se inicio en España, pero que se hizo común a las colonias de América.

Hay un aspecto interesante que se da al interior del funcionamiento de la escuela. La progresiva


incorporación del maestro laico, fue modificando los parámetros sociales e institucionales bajo los
cuales se definía al concepto de maestro. En principio, los maestros oficiales, de las escuelas
reconocidas por el Cabildo, eran personas con acceso a la cultura, se destacaban por el manejo de la
doctrina, requisitos indispensables que debía cumplir para acceder al cargo. En nuestra larga historia
podemos citar personajes como Luís de Cárdenas Saavedra (1591) se ofrece a los regidores para
“enseñar los niños de esta Ciudad con que se le diese algún partido... y Cassa en q. viva...” con promesa
de dar lecciones gratis a los huérfanos; y ya nos dicen sonre todo como los mismos regidores, antentos
a la falta de propios, pero animados desde su buen deseo, acogieron e hicieron suya la solicitud y
cometieron “al Alcalde Alonso Dias Moreno y a Lorenzo Martinez rejidor p q. pidan vna limosna hasta
en cantidad de cinqta ducados de ocho R por un año para q. se den al dho. maestro demas del salario q.
los muchos (alumnos) q. tuviere le han de dar”. (Parra, 1950) o como Gaspar Margullón de Matos,
primer maestro secular de Caracas (1648) contratado por el Cabildo para llevar la instrucción de la
juventud; o como Gillermon Pelgrom quien ocupo la dirección de la única escuela de primeras letras de
Caracas en distintos momentos a finales del siglo XVIII. Pelgrom es un personaje interesante en la
configuración de la vida cultural de la Venezuela previa al movimiento de Independencia,
particularmente, dentro del campo educativo. Su labor docente frente a la escuela de primeras se ha
descrito bajo la sombra de la actuación de Simón Rodríguez. Fue el mismo Pelgrom el que asumió la
única escuela de capital después que Rodríguez dejara la función docente posterior a la presentación
del proyecto de reforma de la escuela. Las pocas referencias que se han contactado sobre personaje
señalan en reiteradas denuncias y señalamientos que éste hacia al Cabildo de Caracas en favor de sus
reivindicaciones profesionales. Otra información que se destaca es el tono que asumió la discusión
entre el Cabildo y Pelgrom. Siendo inmigrante, convertido al catolicismo, tuvo que enfrentar a la
normativa vigente para el ejercicio de la profesión docente para la época, que en esencia era una
actividad para religiosos.

La formación docente en Venezuela


La institucionalización de la formación docente ha sido más lenta que el desarrollo de la escuela
venezolana. Esta institución fundamental de la cultura venezolana fue regentada por mucho tiempo por
sacerdotes, que siendo Bachilleres de la Universidad, institución educativa más emblemática de la
colonia, asumían la instrucción de la juventud. Pero no en todos los casos la composición del maestro
fue así, la progresiva incorporación del maestro laico, fue modificando los parámetros sociales e
institucionales bajo los cuales se definía al concepto de maestro. En principio, los maestros oficiales, de
las escuelas reconocidas por el Cabildo, eran personas con acceso a la cultura, se destacaban por el
manejo de la doctrina, requisitos indispensables que debía cumplir para acceder al cargo.

En nuestra larga historia podemos citar personajes como Luís de Cárdenas Saavedra (1591) se ofrece a
los regidores para “enseñar los niños de esta Ciudad con que se le diese algún partido... y Cassa en q.
viva...” con promesa de dar lecciones gratis a los huérfanos; y ya nos dicen sonre todo como los
mismos regidores, antentos a la falta de propios, pero animados desde su buen deseo, acogieron e
hicieron suya la solicitud y cometieron “al Alcalde Alonso Dias Moreno y a Lorenzo Martinez rejidor p
q. pidan vna limosna hasta en cantidad de cinqta ducados de ocho R por un año para q. se den al dho.
maestro demas del salario q. los muchos (alumnos) q. tuviere le han de dar”. (Parra, 1950) o como
Gaspar Margullón de Matos, primer maestro secular de Caracas (1648) contratado por el Cabildo para
llevar la instrucción de la juventud; o como Gillermon Pelgrom quien ocupo la dirección de la única
escuela de primeras letras de Caracas en distintos momentos a finales del siglo XVIII. Pelgrom es un
personaje interesante en la configuración de la vida cultural de la Venezuela previa al movimiento de
Independencia, particularmente, dentro del campo educativo. Su labor docente frente a la escuela de
primeras se ha descrito bajo la sombra de la actuación de Simón Rodríguez. Fue el mismo Pelgrom el
que asumió la única escuela de capital después que Rodríguez dejara la función docente posterior a la
presentación del proyecto de reforma de la escuela. Las pocas referencias que se han contactado sobre
personaje señalan en reiteradas denuncias y señalamientos que éste hacia al Cabildo de Caracas en
favor de sus reivindicaciones profesionales. Otra información que se destaca es el tono que asumió la
discusión entre el Cabildo y Pelgrom. Siendo inmigrante, convertido al catolicismo, tuvo que enfrentar
a la normativa vigente para el ejercicio de la profesión docente para la época, que en esencia era una
actividad para religiosos.

Si bien los maestros que hemos descritos han quedado en nuestra memoria educativa, no es un modelo
generalizado, la situación docente en las escuelas clandestinas o ilegales relejan otra realidad, esas que
retrata Simón Rodríguez en su informe sobre el Estado actual de la Escuela y nuevo establecimiento de
ella (1794) cuando señala “Para que un niño aprenda a leer y escribir, se le manda casa de cualquier
vecino, sin más examen que el saber que quiere enseñarlo porque la habilidad se supone; y gozan de
gran satisfacción las madres cuando ven que viste hábitos el maestro porque en su concepto es este
traje el símbolo de la Sabiduría. Ah! De qué modo tan distinto pensarían si examinaran cuál es la
obligación de un Maestro de Primeras Letras, y el cuidado y delicadeza que deben observarse en dar al
hombre las primeras ideas de una cosa”. Interesante descripción que relata la poca preparación del que
ocupa el cargo de maestro.
Pero esta situación varía con el tiempo. El desarrollo de una pedagogía moderna y la consolidación de
la escuela como institución generalizada, además de otras variables de índole cultural, económica y
social, se exigió un maestro más formado, un maestro ilustrado, para ello se dispuso de un concepto
que aun preocupa a padres, políticos, alumnos, etc.: la formación docente. La formación docente en
Venezuela tiene sus ideas primigenias a comienzos del siglo XIX cuando se propone la creación de
escuelas normales con la finalidad de formar al maestro que se dedica a la instrucción elemental. En
1822 el Vicepresidente de la República, Encargado del Poder Ejecutivo, General Francisco de Paula
Santander aprueba un decreto en el cual se ordena el establecimiento de una escuela normal según el
método Lancasteriano o de enseñanza mutua en las primeras ciudades de Colombia. Según Fernández
(1981) “Estas medidas de crear planteles, acordadas por el Congreso y por el Poder Ejecutivo, para
instruir al pueblo eran frenadas en aquel entonces por serias razones de guerra que todo lo esteriliza, y
si funcionaban lo hacían tan a medias o más hacia la postración que prácticamente el resultado era
insignificante; por ejemplo la escuela normal de Caracas no funcionó...” En su periplo por la Republica
de Colombia, el pedagogo Joseph Lancaster tenia como función crear escuela de enseñanza mutua,
dentro de su proyecto se concebía la creación de escuelas normales para la formación de maestros, que
no se logro materializar.

En tiempos de la República Independiente (1830) muchas fueron las voluntades por instituir escuelas
normales en Venezuela. Esta idea estuvo en la mentalidad de José María Vargas, Director de
Instrucción Publica, y también en la propuesta educativa de Feliciano Montenegro Colon. Para este las
escuelas normales o “modelos” debían de inspirarse en la educación prusiana. Estas escuelas “escuelas
formarían hombres útiles a través de una educación básica de unos tres o cuatro años. Ésta y la
educación superior podían ser gratuitas solamente para los alumnos pobres debidamente escogidos por
su aplicación e interés. En dichas escuelas normales, organizadas de acuerdo con el reglamento
propuesto, se formaría y acreditaría la idoneidad de los aspirantes al magisterio. En dichos institutos se
organizarían dos secciones: en una se ofrecería la educación elemental para los aprendices, y en la otra,
se daría oportunidad para que los aspirantes se convirtieran posteriormente en docentes” (Franceschi,
2008) Sobre estas escuelas se irradiaron muchas ideas y prácticas, así se creo la Escuela Normal de
Dibujo (1839); Escuela Normal de Agricultura (1842)
Con el Decreto de instrucción popular gratuita y obligatoria, Martín J. Sanavria plantea el problema de
la formación docente en 1873 de la siguiente manera: “La carrera del profesorado no tiene aliciente
alguno entre nosotros, y por eso no es extraño que a ella sólo se dediquen unas pocas personas que
tiene pasión por la enseñanza y la sublime virtud del desprendimiento; o individuos incompetentes que
no llenan los fines de su ministerio” (Govea de Carpio. 1990). Con la finalidad de mejorar las
condiciones pedagógicas de la escuela venezolana se crearon escuelas normales en todo el país, se
establecimiento de clases de pedagogía en los colegios nacionales y fundación de una cátedra de
Pedagogía Primaria en la Universidad Central de Venezuela y la universidad del Zulia. El Plan de
Estudios de las Escuelas Normales estaba constituido por las siguientes asignaturas: Pedagogía
Primaria, francés, Gramática Castellana, Historia, Geografía y Constitución de Venezuela, Dibujo,
Gimnasia y Música. La duración de la carrera era de seis meses, pero el 11 de julio de 1883 se
extendió a la duración de un año. Se crearon las escuelas normales de Barquisimeto (1876); Tinado
(1882); también había escuelas en Valencia, Cumana, San Cristóbal. Su existencia fue intermitente, ya
sea por la falta de fondos, de profesores o alumnos; en 1883 se crea una cátedra de Pedagogía para los
profesores no graduados. Posteriormente aparecen las Escuelas Normales de Mujeres en Caracas
(1893); Escuela normal Gran Colombia (1893); Escuela Normal de Mujeres de Valencia (1896).

Hay un hecho histórico trascendente en nuestra descripción, y es el hecho de la creación de la cátedra


de pedagogía en la Universidad. Es el momento en el cual se comienza a hablar propiamente de una
ciencia que fundamenta la actuación docente. La creación de la cátedra oficializa la importancia de esta
disciplina y el carácter profesional de su desempeño. Marca, sin duda alguna una nueva forma de
entender y asumir la formación docente en Venezuela.

El Maestro Venezolano, a propósito del 15 de enero


Por: Fernando Silva
Jefe del Departamento de Historia y Teorias de la Educación
Escuela de Educación - UCV

Desde que ha habido Escuela, hay maestros en Venezuela, no como los tiempos han exigido, pero en
nuestra larga marcha histórica, ha habido hombres y mujeres que han emprendido la compleja labor de
liderizar la formación de niños, jóvenes y adultos venezolanos. El maestro ha cumplido una función
esencial en la sociedad venezolana. Desde los tiempos coloniales ha contribuido a formar la conciencia,
identidad y personalidad del venezolano, para bien o para mal, a favor o en contra de la sociedad.
Desde el cura, sacerdote o misionero de la época colonial, que apoyaron a construir las bases culturales
de la futura nacionalidad venezolana, pasando por el maestro Republicano del siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX, -que como decía el Ministro de Instrucción Pública Samuel Darío Maldonado
(1909) tuvo tan delicado magisterio como un empleo de sinecura-, hasta llegar a los tiempos de la
Venezuela postgomecista, cuando comienza a conformarse el educador profesional con vocación de
luchador social, con conciencia política, participativo y reconocido agente intelectual, que se integrará
al proceso de modernización y desarrollo del país, asumiendo los roles que le asigna la sociedad y el
Estado, llegando a ser desde un funcionario público o un técnico de la enseñanza; sin que por ello haya
dejado de luchar por constituirse en un verdadero constructor de una nueva sociedad.

El maestro tradicional, desligado y no reconocido de la sociedad, comienza a ser una fuerza político-
gremial en los últimos años del Régimen Gomecista, cuando por primera vez conforman la Sociedad
Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (1932); para continuar y consolidarse con la fundación
de la Federación Venezolana de Maestros (1936), bajo el liderazgo de Miguel Suniaga, Luís Beltrán
Prieto Figueroa, Luís Padrino, y otros notables de la vanguardia magisterial venezolana, que
convergieron desde la capital y todas las regiones del país integrando desde entonces un movimiento de
carácter nacional.

En reconocimiento a su papel histórico y de consagración a su figura, el Gobierno del General Medina


Angarita (1941 - 1945), decreta el 13 de enero de 1945 la celebración del Día del Maestro el 15 de
enero, como un homenaje permanente a los educadores venezolanos. Se celebró hasta cuando la última
dictadura militar que hemos padecido, en su política de reescribir la historia, la sustituyó en 1952 por el
29 de noviembre, natalicio de Andrés Bello. La Democracia, instaurada a partir del 23 de enero de
1958, después del derrocamiento del dictador General Marcos Pérez Jiménez (1953-1958), reestablece
como Día del Maestro el 15 de Enero, por ser la fecha de nacimiento del movimiento magisterial
organizado, desde ese entonces se ha convertido hasta nuestros días en una fuerza fundamental de la
transformación pedagógica, profesional y gremial del maestro venezolano.

En esta ocasión histórica de comienzos del siglo XXI, cuando el magisterio está mermado en su unidad
histórica, en su reconocimiento social y profesional, es oportuno rememorar la figura del maestro
venezolano, representado en un maestro colonial como Simón Rodríguez, Guillermo Pelgrom, maestro
de los primeros tiempos de la vida republicana como José Maria Vargas, Feliciano Montenegro Colón,
Julio Castro, Mariano Blanco, entro otros; y maestros del siglo XX, entre ellos Rómulo Gallegos, Luís
Beltrán Prieto Figueroa, y particularmente, a maestros y maestras de nuestra Escuela, aunque no tienen
la sonoridad nacional de los anteriores, han cumplido una notoria labor en la formación de valores y
generaciones de educadores y de venezolanos que han pasado por la Escuela de Educación de la
Universidad Central de Venezuela: Pedro Felipe Ledesma, Feijoo Colomine, Ramón Daniel Medina,
Gustavo Adolfo Ruiz, Enrique Vázquez Fermín, Federico Montenegro, y otros mas…

Apuntes para una pedagogía venezolana

Las aclaratorias en estos tiempos son necesarias para entender nuestro proyecto pedagógico. El trabajo
que reseñamos a continuación esclarecen el escenario de maestros, alumnos, administradores de la
educación, y en general a todos aquellos venezolanos preocupados por el proyecto y los valores que en
el transita sobre la educación venezolana. Una aclaratoria necesaria de un historiador dedicado a
colocar los puntos sobre las “ies” en un país donde los conceptos, procesos y personajes se toman a la
ligera, sin mayor análisis y estudio salvo que salga en una alocución. Ciertamente, nuestra historia
educativa, desde los tiempos de la colonia, hasta el momento en que se leen estas líneas esta llena de
personajes que han aportado a la educación venezolana. Aportes que van más allá de una palabra suelta
o que el simple hecho que haya dicho “educación”. Hace falta la articulación de ideas, palabras y
acciones que trasciendan la pura retórica de las buenas intensiones, y se sumerjan en nuestra
institucional, cobre forma dentro de lo que los venezolanos podemos exhibir como proyecto educativo
nacional. La entrada sobre Ezequiel Zamora ilustra mucho el mito que se ha elaborado alrededor de
este personaje a comienzos del Siglo XXI. Las revisiones hechas sobre el personaje no permiten
situarlo precisamente dentro de la categoría de pedagogo venezolano, aunque algunos sectores insistan
en forzar la barrera utilizando los pocos testimonios que el referido personaje dejo para llevarlo al
terreno de la educación. En lo que sigue se ilustra mejor el asunto.

Ezequiel Zamora: Federalista y Liberal hasta la muerte. “Hace medio siglo Mariano Picón
Salas, en el prólogo que escribió a la clasica biografia sobre Zamora, de Laureano Villanueva,
afirmaba con respecto a aquél que “necesariamente sabemos objetivamente qué fue y cómo
puede definirse su aporte”, pues sobre este personaje “se querellaron tantas generaciones
venezolanas y se les interpretó sucesivamente con una dialectica de extrema derecha y de
extrema izquierda.
Para ir a ubicarlo en sus coordenadas gruesas del asulto, algunos lo han considerado, desde la
derecha politica, exclusivamente como un asaltante, incendiario y asesino, mientras que,
desde la izquierda académica, Federico Brito Figueroa se las arrogló para presentarlo, en su
texto clasico, como lider de la lucha de clases y adelantado de la revolución socialista en
Venezuela. Incluso Carlos Andrés Peréz, en su primera presidencia, reinvindicó su nombre,
denominandolo como “primer líder de la democracia venezolana” y “forjador de la
democracia social en Venezuela”
Al tratar de responder a la pregunta inicial sobre los aportes signiicativos de Ezequiel Zamora
a la historia de nuestra educación y luego de la revisión de sus alocuciones y proclamas
documentales, no encontramos referencia alguna al asunto educativo.
Brito Figueroa, sí menciona, en tres oportunidades, a Zamora como preocupado por la
educación. En un caso señala que “los oficiales analfabetas estaban obligados a aprender a
leer y escribir (…). En los cuarteles funcionaban escuelas de primeras letras y fueron editadas
millares de cartillas para el uso de los soldados e hijos del pueblo” (Federico Brito Figueroa,
Tiempo de Ezequiel Zamora. Ediciones Centauro, Caracas, 1974). Lastimosamente, no cita el
historiador fuente documental o testimonial alguna que avale esa afirmación.
Tambíen indica que, una vez controlada Barinas, en 1859, estableció el caudillo un impuesto
del 5 por ciento sobre las rentas de los grandes propietarios, para costear la paga de sus
oficiales y soldados y el sostenimiento de escuelas y hospitales. Pero no indica si el uso del
impuesto se hizo efectivo de alguna manera.
Finalmente, asienta el historiador que antes de salir Zamora de Barinas hacia San Carlos,
donde encontrará la muerte, en enero de 1860, ordenó a Francisco J. Iriarte redactar las Bases
del Programa de Gobierno de la Revolución. Éste, en sus apuntes, incluirá el reparto de
tierras, la democracia total, la felicidad de los pobres y la instrucción general. Pero caben dos
acontaciones: la primera, que mas bién parece, según las palabras de Brito Figueroa, que
Zamora autorizó y estimuló a Iriarte a elaborar un borrador con las ideas de éste para dicho
programa revolucionario.
¿Quién fue, en fin de cuentas, este hombre?. Evidentemente que un venezolano de un tiempo
inestable y violento, con excelentes dotes como militar que encaró sus luchas y propositos con
valentía y con empecinamiento. Fuen también, en una época de florecimiento de los
personalismos, primero seguidor fervoroso del primer lider populista de nuestra historia, el
padres del liberalismo amarillo, Antonio Leocadio Guzmán; luego, defensor militar durante
una década de un caudillo militar, José Tadeo Monagas, quien también se opuso a la
oligarquia conservadora, pero realizó un gobierno nepótico y personalista; y finalmente, sin
seguir a ningún hombre, lidera y dirige la revolución federal.”
Carvajal, Leonardo. (2009). ¿Quién hizo qué en educación?. Libros de El Nacional. Caracas:
Editorial CEC, S.A.

Personajes que desde sus trincheras han contribuido a la educación venezolana. La pedagoga que
reseñamos por vía de Carvajal a continuación, es muestra de mística y entrega a la formación de
ciudadanos en Venezuela. Sus realizaciones pedagogías nos acercan a una realidad nutrida de estudio y
mejoramiento permanente de la enseñanza y el aprendizaje de sus alumnos. Si somos sinceros es la
primera entrada que desde Memoria Educativa Venezolana se brinda a Belén Sanjuán, poco conocidos
en nuestra generación, pero que los estudios que sobre ella vengan en profundidad nos permitan
conocer la labor de esta maestra en su tiempo y su influencia para el desarrollo de las ideas pedagógicas
en Venezuela. Hasta ahora, los resultados de una búsqueda rápida la ponen como la más citada y
referenciada pedagoga del portal aporrea.org. Tal como lo refiere Vanesa Davies para El Nacional el 22
de julio de 2004 “Nota de aporrea: Días antes de su muerte, Belén San Juan comentaba a amigos que
había descubierto quien era su mejor alumno, pero que lamentablemente no lo tuvo como estudiante.
Se trataba de Hugo Chávez Frías. Sea pues la ocasión de recordar que existen muchos héroes
anónimos que han hecho posible que vivamos este proceso. Las revoluciones son generacionales y esta
Bolivariana es la que nos ha tocado en suerte”. Será la historia, la real y la contada, hasta ahora “En
San Bernardino estaba el Instituto de Educación Integral que fundó Belén Sanjuán. En la quinta ahora
funciona una destartalada Casa de la Alimentación”, ojala que los tiempos nos permita comprender
mejor este personaje del universo pedagógico de venezolanos que desde tiempos inmemoriales se han
dedicado a la formación de generaciones de venezolanos.

Propuestas Pedagogicas del Siglo XX. La Educación Integral de Belén Sanjuán. “Cuenta
la periodista Vanesa Davies que, un día de 1955, Belén Sanjuán se decidió a abandonar el
esforzado receso docente en el que estaba, pues el gobierno de Pérez Jiménez había cerrado la
oficina de la Escuela Experimental América que ella dirigía. Se presentó ante el dueño del
Aserradero Caracas y le dijo con decisión y picardía: “Vengo a hacerle una proposición
deshonesta. Hágame este mobiliario para una escuela y le empiezo a pagar dentro de cuatro
meses (Davies, Vanesa, “Se marchó Belén Sanjuán”, diario El Nacional, Caracas, 22 de julio
del 2004). Y así empezó, en Caracas, el Instituto de Educación Integral, arrancando con
deudas e ilusiones, pero sobre todo con la firme determinación de una mujer muy decidida
que expresará la verdad años después que “No me conformé con soñar con la educación
integral que aprendí de Sabas Olaizola. Dedique mi vida profesional a construirla y a
reconstruirla (Citado en: América Bracho, Arcila, la educación integral en el pensamiento de
Belén Sanjuán, Ministerio de Educación y Deportes, Caracas, 2006. p. 17). (…)

Qué pedagogía nos plantea esta maestra?, nuestro proyecto educativo venezolano, en la segunda mitad
del siglo XX ha sido rico en experiencias pedagógicas. La Revolución pedagógica que supuso la
escuela nueva en Venezuela a partir de 1936, tal como sostiene nuestro compañero Fernando Silva, es
un cando de cultivo para el desarrollo de experiencias mejorado sustancialmente nuestra educación,
tanto cualitativa como cuantitativamente, sino basta recordar el proyecto de educación básica, las
unidades generadoras de aprendizaje, las escuelas integrales, los huertos escolares, el preescolar, etc.
La idea pedagógica central de la maestra Belén Sanjuán se expresa en el planteamiento y la practica de
la “Educación Integral”. Tal como trascribimos:

¿Cuál fue su síntesis teórico-práctica, su aporte a la educación venezolana? El modelo que


definió como Educación Integral, “un concepto que manejo con la mayor simplicidad desde el
año 1937 cuando me incorporé al grupo de maestros como modelo de modernización de la
escuela venezolana. Ese concepto lo desentrañaba así:
La educación integral es un método pedagógico para desarrollar la totalidad de la
personalidad de educandos y educandas. Su meta no es otra cosa que preparar para la vida,
por eso abarca todos los saberes y valoriza el trabajo. Su objetivo no es llenar la cabeza con
conocimientos no entendidos, sino enseñar a aprender para que sigan aprendiendo; tampoco
es destacar solamente los graves valores universales de la ciencia y el arte académico sino
formar, a la par, un profundo sentimiento nacional mediante la utilización de la cultura
popular, las tradiciones y las costumbre cotidianas de venezolanos, venezolanas y
latinoamericanos en general (…) Lo integral comprende: la naturaleza del ser vivo, el
ambiente natural; el modelo económico, humano y social al que se aspira como pueblo (…)
La educación integral concibe al educando o la educanda como lo que debe ser: el centro y
objeto del hecho pedagógico. Su interés por ese objeto no se limita a lo que tradicionalmente
se entiende por hecho pedagógico. No, mucho le interesa velar por su salud para asegurarle su
normal desarrollo físico-intelectual, por eso piensa en su alimentación (y con frecuencia la
atiende dentro de la escuela) y, además, la labor de la escuela integral debe proyectar hacia el
hogar (…) La educación integral no es simplemente correlación de asignaturas: asume el
enfoque holístico como factor teórico-práctico del quehacer pedagógico. Danza, canto,
pintura, cerámica, talleres de manualidades que desarrollan actitudes para el trabajo y amor
hacia él, tienen una categoría y un valor semejante al de las asignaturas oficiales tradicionales
y, además están incluidas dentro de los planes de la escuela y los planes de cada grado”
Carvajal, Leonardo. (2009). ¿Quién hizo qué en educación?. Libros de El Nacional. Caracas:
Editorial CEC, S.A.

Así, en tiempos donde es posible que se retome la discusión curricular, debido a la reciente aprobación
de la Ley Orgánica de Educación (Agosto de 2009), donde el tema educativo aparece en la agenda del
escenario electoral del 2010, los estudios y revisiones de los fundamentos institucionales de la
educación venezolana cobran cada día una importancia vital.

Memoria Educativa en la Historia

Un nuevo año que arranca con muchas expectativas, y con las tradicionales preocupaciones de siempre,
mejorar nuestra comprensión sobre nuestro pasado histórico y reciente, particularmente, en aquellos
temas y problemas relacionado con la educación de todos los venezolanos. Esa misma que por más de
doscientos años se ha venido construyendo con ideas y prácticas de un sin número de venezolanos
consagrados a la tareas de producir opciones culturales en la cual la gente se supere a si misma, se
civilice, se humanice, salga del aislamiento que la ignorancia impone a los hombres y mujeres, sin mas
ataduras que el compromiso que supone hacer este país mejor de lo que puede ser.

En el 2009 ampliamos nuestra base de información. Hemos superado las 1000 páginas de referencias y
entradas sobre los eventos claves que han signado el desarrollo de nuestra institucionalidad educativa.
Ya en pleno comienzo del 2010 nos hemos abocado a nuestra permanente actividad de búsqueda,
identificación, trascripción e incorporación en la base de datos Memoria Educativa Venezolana de
información que consideramos valiosa para aquellos interesados en entender como los venezolanos
hemos construido un modelo de educación. Nuestra mirada sigue atenta a todo lo que llega a nuestras
manos -esa es la idea de construir una Memoria, captar en la medida de que la experiencia lo permita,
aquellas señales vitales que impone la vida- ya comenzamos a transitar por una Memoria que además
de concentrarse en los grandes problemas nacionales, pueda en la medida de lo posible, incorporar la
educación que se gesta desde lo local, regional, y en esa dialéctica construir una visión verdaderamente
nacional de los problemas educativos. Construir una historia que además de apegada a los tiempos,
este vinculada con los espacios geográficos, una memoria que además de ser posibilidad para que los
venezolanos nos reencontremos con nuestro pasado, también pueda ser un reflejo de lo mejor que
podemos construir como país.

Claro esta además de construir la Memoria, continuaremos con este tipo de trabajos, divulgando,
informando y generando también opciones de interpretación sobre la educación nacional. Por ello lo
invitamos a que visiten nuestra sesión “Publicaciones” permanentemente, allí alojaremos parte de
nuestro trabajo publicador en revistas, congresos o simplemente, documentos monográficos, que
estudiosos y estudiantes puedan leer para contribuir con el debate publico sobre la educación nacional.
Tenemos que informar que además de nuestra acostumbrada edición anual de la Base de Datos de
Memoria Educativa Venezolana, esta disponible una Cronología sobre la Educación Venezolana, una
edición refinada de lo que se puede acceder en la base de datos, hecha con la paciencia y, sobre todo,
con el pensamiento fijo en aquellos venezolanos –maestros, estudiantes, padres y representantes,
sindicalistas, administradores de la educación, etc.- requiere de un documento base para informarse
sobre el acontecer –pasado y reciente- de nuestra educación.

Emprendemos esta ardua labor, porque estamos concientes de la necesidad de información a la cual
todos estamos sometidos. Hoy más que nunca, si se quiere incidir en la pequeña y gran política
educativa nacional se deben de poseer fuentes de información que permita tomar decisiones que
orienten la formulación y la acción educativa. Así que estén atentos a lo que desde este espacio
podemos presentar a los lectores y lectoras interesados por la educación nacional. Tres perlas para
comenzar:

En el campo de la historiografía educativa venezolana, el libro de Gustavo Adolfo Ruiz, Simón


Rodríguez, maestro de escuela de primeras letras, nos ofrece una visión distinta de este personaje de
finales del siglo XVIII. En su recorrido vital, Ruiz logra situar el desarrollo institucional de la escuela
de primeras letras. Institución base en el proceso de estructuración de un modelo educativo elemental
para la población. Es la escuela de primeras letras el eslabón necesario para arquitectura educativa que
de desplegará en el medio venezolano.

LA ESCUELA DE PRIMERAS LETRAS. “entre las instituciones educativas del siglo XVIII la escuela de
primeras letras se señalaba como entidad de muy escasa importancia. Ningún signo se apreciaba entonces del
papel que llegaría a desempeñar como núcleo de difusión de rudimentos culturales hacia grandes masas, ni el
valor que habría de alcanzar un siglo mas tarde al constituirse en el primero y fundamental peldaño del orden
educativo sistemático.
Surgida en el seno de las ciudades como privilegio de los habitantes del burgo para servir a sus intereses,
compartían con las escuelas parroquiales, conventuales y catedralicias patrocinadas por la Iglesia, la provisión
de una enseñanza muy elemental, de sentido práctico y utilitario para un número muy limitado de niños”
Ruiz, Gustavo Adolfo. (1990). Simón Rodríguez. Maestro de escuela de primeras letras. Colección Fuentes
para la Historia Colonial de Venezuela. 206. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Pág.
21.
El proceso de constitución de lo nacional en el país llamado Venezuela fue lento. Testimonios de la
historia social y regional reflejan el proceso de integración gradual de la estructura del estado ante una
sociedad dispersa, incomunicada, cuyo recorrido se diferencia de los grandes problemas políticos que
desde Caracas quieren explicar la marcha de la nacionalidad. En la revisión al libro El Táchira
fronterizo. El aislamiento regional y la integración nacional en el caso de los Andes (1881 – 1899) de
Arturo Guillermo Muñoz, muestra como los asentamientos rurales y urbanos distintos a Caracas tiene
una vida propia, marcada por una dinámica en la cual los factores locales y regionales van marcando su
propio ritmo de constitución y desarrollo en plena dilectita con el Estado Nacional en construcción. En
sus relatos puede leerse como esta región, y sus fragmentos van constituyendo protoinstituciones, o
formas de organización de la vida social que le den identidad y sentido de progreso. Claro esta, la
particularidad de la región andina, particularmente, el Táchira, en su condición de zona de frontera, la
hace ser a diferencia de Mérida y Maracaibo, un terreno fértil para un experimento social que marcará
decisivamente los destinos de la República en la primera mitad del Siglo XX. En el campo educativo,
mucho hay que reseñar sobre el tema en la base de datos que construimos, las pinceladas sobre los
avances del mundo educativo a nivel local y la forma de cómo esto se inserta dentro de lo nacional es
parte de lo que explicamos en la siguiente entrada:

El Táchira fronterizo y la educación en la región. “El gobierno nacional de Venezuela del siglo XIX careció de
la infraestructura indispensable para poder establecer una administración pública coherente y capaz, en los
estados que formaban la alianza federal. De acuerdo con la Constitución aprobada por la Asamblea Nacional
Constituyente de 1864, la administración pública era en su mayor parte responsabilidad de los Estados de la
Unión y de las Municipalidades.
De esta manera, la fragmentación de la República debida a factores geográficos se veía reforzada por los
preceptos constitucionales del federalismo triunfante que ponía en la vigencia de la autonomía local. El
gobierno nacional trató de poner en marcha ciertos programas que abarcaran en sus beneficios, a todos los
estados, como el derecho de la instrucción primaria gratuita y obligatoria, la red de ferrocarriles; la creación de
la moneda nacional; la creación del registro civil; el establecimiento del sistema métrico decimal; la creación
de la estadística y la realización del primer censo; el establecimiento de la red telegráfica y del servicio de
correos. Pero la efectividad de estos esfuerzos civilizadores estaba siempre obstaculizada por la carencia de
recursos fiscales. La Constitución Federal imponía considerables restricciones sobre la aplicación de las rentas
nacionales. Los impuestos sobre las importaciones constituían el mayor ingreso de la Tesorería Nacional. Pero
estos fondos no eras suficientes para poder realizar los programas de obras públicas ordenas para todo el país o
para mantener una burocracia federal eficiente. Las autoridades frecuentemente violaban las normas
constitucionales en cuanto a fuentes de ingresos y establecían impuestos arbitrarios o contribuciones forzosas.
Estos ingresos extraordinarios iban la mayoría de las veces a los bolsillos de los altos funcionarios o eran
utilizados para financiar gastos de guerra”
Muñoz, Arturo Guillermo. (2009). El Táchira fronterizo. El aislamiento regional y la integración nacional en el
caso de los andes (1881 - 1899). San Cristóbal: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Pág. 120.

En un interesante libro de Elías Pino Iturriente se trazan las formas bajo las cuales discurre la
educación de la mujer en el siglo XIX. Desde la historia de las mentalidades, el autor aborda las ideas
que legitiman determinadas prácticas y modos de pensamiento sobre el actuar socialmente aceptable de
la mujer. A través de la lectura de la presa de la época reconstituye relatos y fragmentos que expresan
un modo histórico de ver y asumir la relación de la sociedad con las féminas. Quien iba a pensar que
con el discurrir de los tiempos la protección –y en muchos casos- la reducción y restricciones del bello
sexo se constituiría en parte esencial del proceso de feminización de la acción docente. La lectura de la
participación de la mujer en la educación en el siglo XIX es distintas a las que pueden apreciarse en el
siglo XX. La mujer aporta a la pedagogía esa pasión y cuidado que los actos voluntarios de enseñanza
requieren, además de la técnica y la racionalización que la institucional escolar traza en su largo
proceso de configuración.

En el Tocuyo: un maestro se preocupa por la educación de las féminas. “En 1896, don Egidio Montesinos,
afamado maestro de El Tocuyo, se preocupa por las féminas que, así como comunican con yerro de la carne,
son presas fáciles del hombre que las tiene. El profesor Montesinos sólo quiere apreciar en la mujer las
virtudes que usualmente le transmite la imagen de una jovencita que puede ver “gracias al prodigioso invento
de Daguerre”, el cual produce con su magia “la pureza de los ángeles (…) la candidez de la tórtola (…) el
aromático perfume que exhala el ropaje de las vírgenes”. Pero contra la sensación producida por el
daguerrotipo conspira la realidad, según el educador, motivo que lo anima a redactar unos consejos capaces de
guardar el impero de los heraldos celestiales, de las aves canoras y de la aromática pureza”.
Pino Iturrieta, Elías. (2009). Ventaneras y castas, diabólicas y honestas. Biblioteca Elías Pino Iturrieta.
Caracas: Editorial Alfa. Pág. 40.

Las confrontaciones entre Estado e Iglesia por la potestad para educar, esta última delega en la mujer,
madre, ama de casa, la responsabilidad de la educación de los niños. La mujer es el núcleo de la vida
familiar, sobre ella descansa el cuidado de la casa por intermedio de los oficios domestico, el velar del
marido, a quien está ceñida conforme a las normas morales, pero sobre todo al cuidado de los niños,
responsabilidad esencial de su condición de esposa. Así la primera educación es esencialmente la que
se recibe en la casa, esta debe estar acorde con los preceptos de la Iglesia, las buenas costumbres y la
urbanidad. Por prolongación posterior estos atributos se irradiarán a los primeros rudimentos de la
institución escolar.

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