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La Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador responde a la ciencia y al arte con hechos, sus

paisajes, cultura y tradiciones son su esencia y desde allí proyecta su realidad, sustentando
cada idea con el pincel de su identidad y construyendo cada día con el amalgama de sus
sueños.

Es que hablar de Cañar es hablar de la eternidad de los tiempos, donde el hombre es


simplemente un elemento más de un cosmos armónico que al ritmo de la bocina conjuga el
horizonte con el verbo y la belleza con la carne. Es que fue aquí donde la Guacamaya
caprichosa escogió su espacio para entregarse al hombre y poblar con sus conocimientos y sus
hijos estos valles y montañas que en su belleza fértil constituyeron el granero del Austro.

Es que aquí, el Creador el Tiempo mostró su rostro, amalgamando dolor y cariño en un simple
acto que obliga a reflexión sobre el significado de la vida, aquí la letanía es de carne, nos habla
sobre las mujeres y los hombres con sus sueños, yerros, vicisitudes y aciertos que han sido
capaces de constituirse en Cañar Grande, en Cuna de la Nacionalidad Ecuatoriana, en pueblo
creyente que cada día enrumba su sendero.

Lo más bello del Cañar de Siempre es lo colorido de su intercultural, así la taptana impone su
razón andina y nutre a las ciencias con filosofía, conocimiento y práctica, aseverando que los
saberes son los hechos y las reflexiones que estos generen, que el hombre aprende cuando
actúa cuando su curiosidad intenta entender su entorno, cuando respeta su condición de
transeúnte y como tal se sujeta a los criterios de la Pachamama.

Francisco Chilche Cañari, personaje no muy conocido por la historia, es un icono que
representa una raza indómita que jamás se doblego al conquistador, su grito de reclamo
desafío un imperio y su bravura ensombreció las fuerzas conquistadoras.

Las voces de José Peralta y Nela Martínez merecieron el eco de la América Emancipadora que
aun reclama lo suyo, sus voces surgen del Chaupiyunga escondido y del Coyoctor oprimido,
reclaman esa libertad pisoteada por un cáliz que confundió el bienestar con la opulencia, la fe
con el silencio e irrespeto la tierra denigrándola a bien de producción para así justificar la
injustica, para así establecer un estatus donde la igualdad es cuestión de número y no
condición humana.

Ángel María Iglesias, el artífice de una escuela de historia Cañarí, contó al mundo nuestra
realidad, lo hizo con la fuerza de la verdad y con el fundamento de la identidad, allí se entiende
porque el hombre de está geografía es reacio al silencio, él, con ejemplo vivo, predica el
evangelio del hombre, aquel que no venera la pobreza y reclama la igualdad, que respeta al
Dios vivo, nos habla de la educación como único medio para la superación del hombre, el
amor, si, más un amor entre iguales, que surja del respeto al otro, que se preocupe por el
dolor del otro.

El Bueran ha visto pasar a muchos, su frenética existencia ha esculpido caracteres férreos de


los que iniciaron las jornadas de la historia, en tal sentido no es personaje inerte, es cómplice
acompañante de todo lo acontecido, más en su seno debe guardar las historias de los Quiroz,
el David Campoverde que tuvieron el coraje de no someterse a un ley corrupta que sirvió de
herramienta para imponer la injusticia.

De Ingapirca, Narrio, Labrazcharumi, Shizho y muchos otros, ya se ha hablado y con justicia se


ha valorado su existencia, evidenciando la grandeza de nuestro pueblo, es menester
entenderlos como la evidencia de un pacto entre el hombre, el tiempo y la vida. Pacto que
tiene la finalidad de conjugar belleza, fuerza, verdad y sueño en una geografía singular, donde
el colibrí aletea sin cesar, donde el frio se combate con trabajo, donde las mujeres amamantan
sus hijos a pecho abierto, donde el silencio no es resignación, donde la migración es
simplemente una oportunidad para no sucumbir ante la inclemencia del sistema.

Bolivar Quezada Ortiz, entendió lo indicado, con su humilde serena fundamento una propuesta
que hoy late en los corazones de todos los Cañarejos, que nos une aquí, para en voz unísona
exclamar lo que somos, el Cañar es integro, el Cañar es eterno, nuestra historia, nuestra
geografía, nuestras costumbres, nuestra gente dan forma a un ser, ese ser tiene la estirpe de la
leoquina y de los blasones, por eso exige compromiso y reclama respeto.

Ya basta de las palabras de cristal fino, ¿hasta cuándo el olvido conveniente de nuestro
origen?, somos la Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador porque la justicia en algún
momento brilla, más este reconocimiento es el punto de partida, para responder con justicia al
mismo es menester que valoremos nuestra realidad y la proyectemos al mundo con altivez y
palabras claras, preparando cada idea, acentuando cada vocablo, pronunciando Cañarr con la r
rasgada y entendiendo que el futuro de nuestro pueblo depende de la unidad, la capacidad
creativa y comprometida de nosotros y sobre todo de sabernos herederos de un linaje que
sobre todo es acción.

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