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Teología Sistemática por R. J.

Rushdoony
Capítulo 1, Infalibilidad

Traducido por William Garcia

Adaptación y diseño por Youseff Derikha

Contenido
Infalibilidad ........................................................................................................................................2
Introducción. ..................................................................................................................................2
1. Infalibilidad: Un Concepto Inescapable. .....................................................................................5
2. Infalibilidad e Inmanencia ........................................................................................................12
3. La Palabra Dependiente del Hombre ....................................................................................19
4. Infalibilidad Y Significado ......................................................................................................26
5. El Canon de la Ley del Pacto .................................................................................................29
6. La Palabra del Mandato ........................................................................................................31
7. El Hombre Infalible ...............................................................................................................34
8. El Acto Infalible y la Palabra .....................................................................................................38
9. El Movimiento Infalible ............................................................................................................42
10. ¿Quién Habla La Palabra? .......................................................................................................45
11. La Palabra de Dominio ............................................................................................................50
12. La Palabra De Flujo .................................................................................................................54
13. La Palabra Y La Historia ..........................................................................................................58
14. La Palabra Infalible .................................................................................................................62
15. Moloc, El Hombre Y La Palabra de Dios ..................................................................................66
16. Infalibilidad y el Mundo de la Fe.............................................................................................70
Infalibilidad

Introducción.

Éste estudio se titula teología sistemática porque es un esfuerzo de aplicar las escrituras
sistemáticamente a varias esferas de la fe y de la vida. Al mismo tiempo, el título me libera,
porque muy a menudo "Teología sistemática" se refiere a una materia de seminario
enseñada por un miembro del "Departamento de Teología y Religión" de esa manera, es
una materia separada de la "Teología Bíblica" "Teología Práctica" Y de otras varias divisiones
de la materia. Éste tipo de separación académica y análisis podría tal vez ser necesario, pero
me pregunto, por ejemplo, ¿cómo puede separarse la teología bíblica de la sistemática?
¿No es separar equivocadamente la verdad de la palabra? ¿Estamos sufriendo ahora de
mucha disección académica cuando se necesita la palabra de vida?
Los seminarios, por ejemplo, muy a menudo dividen los estudios bíblicos en dos
departamentos, "Antiguo Testamento" y "Nuevo Testamento" y, para algunos profesores
estos dos segmentos separados nunca se juntan. ¡Estos hombres enviarán las preguntas
que conectan al Antiguo con el Nuevo Testamento a otro departamento! Algunos están más
preocupados de llegar a ofender a un colega que de llegar a hablar sencillamente acerca de
la palabra de Dios.
Es un error serio mirar la teología como un ejercicio académico. La palabra teología significa
la palabra de Dios; comienza con la presuposición de que la Escritura es la Palabra de Dios,
y de que el deber del teólogo es entenderla y aplicarla a toda área de la vida y del
pensamiento.
La teología le pertenece al púlpito, la escuela, el lugar de trabajo, la familia y a todas partes.
La sociedad como un todo es debilitada cuando la teología es abandonada. Sin una
aplicación sistemática de la teología, muy a menudo la gente se acerca a las Escrituras con
mentalidad de bufete, escogiendo y seleccionando sólo lo que les agrada. Entonces, en
nombre del cristianismo, tenemos interpretaciones del significado de Dios el Padre, el Hijo,
y Dios el Espíritu Santo que son extrañas a las escrituras.
Un erudito modernista declaró recientemente que él abría la biblia solo para lo que era
aplicable al contexto de la vida moderna; esto quería decir que mucho de la Escritura, fue
relegada solamente a una aplicación antigua. Esto no es muy diferente de la visión que los
evangélicos y fundamentalistas tienen al limitar la Biblia solamente al mensaje de la
salvación; tal invitación sólo pervierte la Palabra.
Para mí la teología quiere decir el mandato total de Dios a través de Su Palabra. Lo que he
escrito solamente bosqueja la superficie; es una introducción a la materia, y está escrito
para mover a los hombres a la fe y a la acción. El rechazo de la teología en nuestro tiempo
es en parte debido a los teólogos mismos, quienes han multiplicado las varias divisiones, de
tal manera que, entre las divisiones de estudio está la teología bíblica, la teología
sistemática, la teología dogmática, la teología exegética, la teología práctica, etc. etc. Las
áreas de estudio también incluyen tales materias como teología natural y teología
especulativa. Con invenciones de muchas variaciones, no es de sorprender que tanto
pastores como la gente hayan perdido su interés en la teología y la eviten.
La claridad de la doctrina y la precisión teológica son esenciales, pero esto no justifica
convertir a la teología en una esfera esotérica de estudios para eruditos. Casi todos los
contenidos de este estudio fueron presentados de manera oral a Cristianos laicos y a
mujeres y fueron discutidos con ellos.
En nuestro tiempo, la teología principalmente ha dejado al púlpito para refugiarse en el
salón de clase del seminario. Las iglesias calvinistas mantienen algo de teología, pero en una
manera congelada y muy a menudo irrelevante. Las iglesias Arminianas en su inmensa
mayoría han abandonado la teología, la doctrina del Dios trino y de Su ser, Su palabra, Su
propósito, y Sus obras, para confinarse a sí mismas en la doctrina de la salvación. El
humanismo ve al hombre como la medida de todas las cosas, pero "todas las cosas" es
limitado al universo material. Para los Arminianos "todas las cosas" incluyen a Dios. Ellos de
esta manera van más allá que el humanismo en que para ellos lo más concerniente a Dios y
a Su universo es la salvación del hombre, y de manera increíble tienen una visión centrada
en el hombre y en el egocentrismo. Nuestro señor, al contrario, dice, "Buscad primero el
reino de Dios y su justicia" Mateo 6:33. Las iglesias de nuestro tiempo parecen creer que
Dios existe solo para salvar a los hombres. La teología por lo tanto se estudia solamente
como un añadido de la doctrina de la salvación. Esto hace que el mundo de la escritura sea
visto al revés. ¿Cómo puede alguien creer que Dios bendice esto, o que no le disgusta? ¿No
estamos invitando el juicio de Dios?
Ya que muchos ahora creen que Dios existe para servirlos, ¿Es de sorprendernos que
también ellos vean la iglesia y sus líderes en los mismos términos? La iglesia y sus líderes
existen según estas personas para servir al hombre. La gente no duda entonces en
demandar tiempo y esfuerzo de parte de los líderes para cubrir sus necesidades y están
menos interesadas en ofrecer su tiempo, esfuerzo, y recursos para la obra del reino de Dios.
Y cuando el justo juicio de Dios llega sobre ellos entonces llorando dicen, ¿Cómo puede
venirme esto? Su estándar es ellos mismos; su evangelio es, que mi voluntad sea hecha, por
Dios, la iglesia, el liderazgo, y por todos los hombres. La teología hoy es débil, porque reinan
la antropología y la psicología; es decir, las doctrinas del hombre, y de su psiquis. Pero el
mundo no es gobernado por la voluntad de ustedes ni por la mía, sino por el Dios trino y
por Su eterno decreto. Mientras que no aprendamos ese hecho, y digamos amén a ello
como personas y sociedades, solamente ganaremos la ira de Dios y su juicio. Por supuesto,
nuestra edad humanista encuentra la ira de Dios como un concepto muy remoto; pero se
dará cuenta de que no es así, porque Dios es Dios.
El trabajo devoto de dos personas ha hecho posible la digitación a computador, y la
corrección de este trabajo: Dorothy B. (La señora Rushdoony) Rushdoony, y Grace (la señora
Craig) Flanagan. Su atención cuidadosa a los detalles, y el llamar mi atención a afirmaciones
que necesitaban clarificación, han sido importantes para mejorar el texto. Hay más, sin
embargo. Algunas áreas fueron cubiertas más específicamente y con una mayor extensión
porque ellas lo sugirieron así. Estoy profundamente agradecido. Su ayuda en este trabajo
ha sido sustancial.
Sería una falta de mi parte si no mencionara también a Fred y Janeth Mosley. Fred Mosley
(septiembre 21, 1921 - Junio 26, 1977) un campeón de las obras de Cornelius Van Til,
algunos años antes de su muerte, me hizo ver la urgencia de escribir acerca de la
infalibilidad, y la primera sección de esta obra fue una respuesta a su sugerencia.
Dos secciones de esta obra fueron antes publicadas por separado: Infalibilidad, un Concepto
Inescapable (1978), y La Necesidad de la Teología Sistemática (1979). Ambas obras han sido
usadas por algunos profesores, y les agradezco por su apreciación generosa.
Brenda (la señora Timothy) Vaughan ha sido nuestro tipógrafo, y su trabajo concienzudo y
fiel es profundamente apreciado. Walter Linsey ha sido responsable por servicios
importantes al hacer posible la publicación junto con la asistencia con la revisión. Pat
McIntyre, Anthony Schwartz, Gary Wagner, Clara Bianci, y Marie Golart también asistieron
con la revisión de la etapa final.
Esta obra fue completada en agosto, de 1984, y solamente ahora, casi 10 años después, se
imprime. Los disquetes en los cuales todas las secciones fueron grabadas fueron
"expropiadas" y aparentemente destruidas. Solamente el trabajo paciente de Andrea (La
señora Ford Swartz) nos permitió obtener los nuevos disquetes y reconstruir el texto.
Nuestra deuda con ella, y con su esposo, Ford, es más grande de lo que puedo expresar con
palabras. Su obra ha sido un ejercicio de teología práctica por el que estoy profundamente
agradecido.

Rousas Johnson Rushdoony

Vallecito California
Marzo 1, 1994
1. Infalibilidad: Un Concepto Inescapable.

"Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.


He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a
luz, yo os las haré notorias" Isaías 42:8-9
Dios en Su Palabra hablada a través del profeta Isaías, declara que cuando Él habla, Su
Palabra cierta e infalible aparece como un todo. Él declara además que solamente Él es Dios,
y que Él no dará su gloria a otro. Pero en nuestros días, como en los días de Isaías, muchos
cuestionan esta declaración; ellos la reducen a poesía religiosa, a la retórica de Isaías, a la
imaginería hebraica, y ellos le niegan a Dios Su soberanía y su infalibilidad. Esta negación
reclama su número de víctimas en las iglesias, en la sociedad, y en los individuos.
Este número de víctimas es muy real: la cercanía de la Palabra de Dios es eliminada. En lugar
de la directa e inescapable Palabra de Dios, es adoptado un mundo de acumulaciones,
imaginerías, mitos y vaguedades culturales. Una mujer devota que por muchos años había
asistido a una iglesia en donde la doctrina de la infalibilidad había sido desdibujada o
rechazada, reaccionó con un gozo radiante cuando, en una conferencia, esta doctrina fue
explicada de una manera clara e inequívoca. En lugar de "sin sabor" y "apatía" en su fe, ella
ahora de repente se dio cuenta y de manera alegre que "el Señor está muy cerca. Acá
mismo, sus mismas palabras me hablan. La claridad de esa fe en la palabra infalible le da al
creyente una seguridad, fortaleza, y gozo en la cercanía de Dios. Los hombres han vivido de
manera confiada en eras más oscuras que la nuestra en la confianza y en la victoria de esa
fe, mientras que hoy la opresión y el miedo al mal están muy cerca de los hombres, y la
fuerza de la palabra de Dios es muy remota.
El historiador Frederic Heer ha descrito el alejamiento del hombre de Dios en el siglo XIII
como resultado de teologías defectuosas:
El sentido de gran gozo y libertad interna que la Iglesia primitiva derivó de su
posesión de la buena nueva (que cada uno podía leer por sí mismo), y su sentido de
unidad con el Señor resucitado, hace mucho que fue reemplazada por sentimientos
de terror y enajenación. Los hombres en sus oraciones ya no levantan sus manos ni
se vuelven hacia Cristo, su Sol naciente, sino que doblan sus manos en actitud de
sirvientes, sirvientes de Dios y de sus pecados. En donde anteriormente el sacerdote
había celebrado la misa mirando hacia el pueblo, en prueba de su accesibilidad,
ahora vuelve su espalda hacia ellos y se retira hacia la inmensidad del Santuario,
separado de la parte reservada en la iglesia para la gente por una malla de
separación. Finalmente, la misa es leída en el idioma que las personas no pueden
entender.1
Cuando la gente siente que Dios no tiene una palabra para ellos, el miedo y el terror
comienzan a dominar la sociedad, y la maldad ruge en las calles sin ser combatida. Si no hay
una palabra de Dios inmediata, la palabra inmediata del mal domina las vidas de los
hombres. Hoy, la vitalidad y el gozo otra vez son expulsadas de la iglesia, y su fortaleza está
disminuyendo rápidamente. La negación abierta o práctica de la infalibilidad de la Escritura
de nuevo está cobrando severamente sus víctimas en la sociedad.
La doctrina de la infalibilidad de la escritura puede ser negada, pero el concepto de
infalibilidad como tal no puede ser lógicamente negado. La infalibilidad es un concepto
inescapable. Si los hombres se rehúsan a reconocer la infalibilidad de la Escritura, es porque
el concepto ha sido transferido a alguna otra cosa. La palabra infalibilidad no se usa
normalmente en estos días; el concepto es menospreciado y velado, pero, en una variedad
de formas, la infalibilidad es transferida a conceptos, cosas, hombres, e instituciones.

Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), un teólogo jesuita, fue suficientemente honesto al


hablar de la "infalibilidad" del proceso evolucionista supuestamente en acción en el mundo,
él escribió:
Habernos traído a la existencia desde el principio implica un proceso milagros con
muchas improbabilidades y riesgos ya sea que nos hubiéramos dedicado nosotros
mismos a seguir este camino hasta el final. Si la tarea fue emprendida, es porque
puede ser finalizada, siguiendo los mismos métodos y con la misma infalibilidad con
que comenzó.2
Debido su fe en la infalibilidad de la evolución, Pierre de Chardin pudo sentir confianza para
encarar el futuro. Él miró más allá, hacia un Pentecostés evolutivo, con "la venida del
Espíritu Santo a la tierra":
La edad atómica no es una de destrucción sino de unión de investigación. Como
todas las emboscadas militares, las explosiones recientes en la isla Bikini anuncian
el nacimiento en el mundo de una humanidad pacificada tanto interna como
externamente. Una humanidad que proclama la venida del Espíritu de la tierra.3
Teilhard lamentablemente cambia la infalibilidad del Dios soberano y omnipotente en Su
palabra, por la infalibilidad de un proceso evolutivo ciego.

1
Friedrich Fer: el mundo medieval: Europa 1100-1350. (Cleveland, Ohio: World Publishing Company, 1961).
Página 159…
2
Pierre de Teilhard de Chardin: El Fenómeno del Hombre. Con una introducción por Sir Julian Huxley. (Nueva
York, N. Y. Harper Brothers, 1959). p. 323
3
Pierre de Teilhard de Chardin: El Futuro del Hombre, (Nueva York, N. Y: Harper and Row 1964). Véase
también C. Van Till., Pierre de Teilhard de Chardin, Evolución y Cristo
Los conceptos de infalibilidad están alrededor de nosotros, con una gran variedad de
palabras que sustituyen la palabra infalible. Democracia es uno de esos sustitutos. Desde
los tiempos antiguos su fe esencial ha sido resumida en la máxima Latina, vox populi vox
dei, "La voz del pueblo es la voz de Dios" Este nuevo dios - el pueblo, o democracia - habla
infalibilidad a través de las mayorías. Un erudito liberal, al afirmar la democracia, ha
enfatizado esto; Herman Finer, en Camino a la Reacción, ha notado que "en una democracia
lo que la mayoría decida es lo correcto."4 No es para sorprenderse entonces que, cada vez
que se hace un movimiento hacia la democracia el cristianismo ortodoxo es directa o
indirectamente atacado. Por cuanto la democracia tiene una doctrina explícita de la
infalibilidad, es necesaria y lógicamente hostil hacia alguna otra doctrina rival de la
infalibilidad, y las demandas de la Escritura son implícita o explícitamente negadas.
Así, puede observarse también que el filósofo Croce le adscribe infalibilidad a la experiencia
estética.
Más importante para nosotros es el dogma Marxista de la infalibilidad de la dictadura del
proletariado. El Dr. Leo Paul de Álvarez ha hecho un interesante análisis de los discursos
antiestalinistas de Krushchev. El ataque inicial a Stalin sirvió para un importante propósito:
desvincular a los nuevos líderes de los crímenes de Stalin. De hecho, se afirmó que los
escritos de Stalin, el dogma oficial, no contenían nada valioso, el ataque, sin embargo,
implicó ciertas concesiones peligrosas. La infalibilidad del proceso dialéctico y de la
dictadura habían sido seriamente puestas en peligro. La teoría marxista de las
contradicciones fue rápidamente aplicada para reparar el daño: la sociedad siempre
progresa a través de contradicciones, pero la sociedad socialista no tiene la peligrosa y
malvada contradicción de clases. La contradicción en la sociedad Soviética se debía al hecho
de que la gente reflejaba condiciones atrasadas de producción. Las políticas de Stalin eran
correctas, pero las contradicciones llevaron al paternalismo, al culto a la personalidad, y a
otros problemas. Los problemas del Stalinismo surgieron de una "supervivencia
corrompida" en las mentes del pueblo. Supuestamente, el partido siempre había estado
alerta al problema y había lidiado con ello. La conclusión de este replanteamiento era que
los errores de Stalin llegaron a ser los pecados del pueblo, y la infalibilidad del partido fue
preservada. Krushev, en un discurso del 18 de diciembre de 1957, concluyó:
...Stalin tomará su debido lugar como un marxista-leninista dedicado y como un
revolucionario cabal. Nuestro partido y el pueblo Soviético recordará a Stalin y le
pagará el respectivo tributo.5

4
Herman Finner, Camino a la Reacción. (Chicago, Il: Quadrangle Books, 1945, 1963). P 60. Finner sostiene que
si la mayoría ha votado porque Hitler esté en el poder, - y él sostiene que la mayoría no lo hizo - entonces el
régimen de Hitler hubiera sido el "Estado de Derecho,"
5
Nikita S. Krushev "Cuarenta años de la gran Revolución Socialista de Octubre" (Reporte de la Reunión Anual
del Soviet Supremo de la URSS, 6 de Noviembre de 1957), en Selecciones de Prensa Soviética IX, 45 (18 de
La infalibilidad siempre ha sido un mito en el dogma marxista y mucho del poder marxista
se deriva de su fe intensa en la infalibilidad de su creencia básica.
Esto no debe ser sorprendente. Para que un hombre pueda vivir de manera exitosa, él debe
tener un fundamento sobre el cual edificar; toda filosofía es autoritaria, en eso, aunque
pueda atacar salvajemente todas las otras doctrinas de la autoridad, lo hace desde la
cosecha de una nueva autoridad. Esta nueva autoridad es una presuposición pre-teórica
básica que es religiosa en su totalidad y que descansa en un concepto particular de
infalibilidad. Todo hombre tiene su plataforma desde la cual habla. Afirmar ese fundamento
de infalibilidad sin cuestionarla es un requisito inescapable del pensamiento humano.
Es un error ingenuo y necio asumir que "liberarse" de la doctrina de la infalibilidad de la
Escritura "libera" la mente del hombre del concepto de infalibilidad. En lugar de eso,
significa la adopción de una nueva infalibilidad como un concepto rival y supuestamente
liberalizador. Así Rousseau, al formular sus dogmas de democracia, plenamente afirmó la
infalibilidad de la voluntad general del pueblo. Rousseau enfáticamente afirmó, después de
desarrollar su doctrina de la voluntad general. "se entiende de lo que se ha dicho
anteriormente, que la voluntad es justa y tiende hacia la ventana pública." 6 La infalibilidad
de la voluntad general está incorporada ya sea en la mayoría, en el consenso democrático,
la dictadura del proletariado, el pueblo, o en una élite; es una doctrina que ha dominado el
escenario del mundo político en el siglo veinte. La guerra ha llegado a ser totalitaria porque
ha llegado a ser el choque de filosofías inmutables con reclamos mutuamente exclusivos. El
rechazo del hombre moderno de la fe Bíblica se ha convertido en un éxodo hacia un nuevo
Egipto, otra doctrina esclavizante de infalibilidad.
De manera similar, el rechazo de la iglesia de Roma de la autoridad única de la Escritura no
ha sido una negación de la infalibilidad. Sino que la infalibilidad ha sido trasladada a la
iglesia. Primero, se ha sostenido implícitamente que la iglesia es infalible, entonces
explícitamente también, y con el Primer Concilio Vaticano, la infalibilidad del papa bajo
ciertas condiciones fue afirmada. Si en un futuro se niega esta infalibilidad, será a favor de
otro concepto de infalibilidad.
Otro concepto de infalibilidad, sucintamente formulado por los deístas del siglo dieciocho,
está otra vez con nosotros. El papa Alejandro declaró en su Ensayo Sobre el Hombre, que,
"Lo que sea que existe, es lo correcto." El existencialismo una vez más afirmado esta fe. La
validez de cualquier ley trascendente, de cualquier estándar por fuera y más allá del
hombre, es negada por el existencialista. Para él, la realidad, "es" y no hay nada más; por lo
tanto, lo que es, es infaliblemente justo. Los estándares, principalmente la Escritura, deben

Noviembre de 1957) p. 9 citado en Leo Paul Álvarez, Relaciones Ideológicas chino-soviéticas, 1956-1957, p.
52, manuscrito no publicado., 1959. 6. J. J. Rousseau: El Contrato Social, Bk. II, Cap. III, parra. 1.
6
J. J. Rousseau: El Contrato Social, Bk. II, Cap. III, parra. 1..
ser desafiados como opuestos a esta nueva realidad, en que son excluidos del escenario por
una presuposición de infalibilidad en el momento existencial.
La nueva izquierda, en términos de estas premisas existencialistas, se opone al
"Establecimiento" como un estándar alienado; busca revolución no en términos de un
propósito o meta, sino simplemente para derrocarlo todo excepto el concepto infalible.
Solamente se le permitirá prevalecer al antinomianismo momentáneo del hombre, porque
es infalible por definición.

Claramente, entonces, si la infalibilidad de la Escritura es negada, es negada solamente para


escribirle infalibilidad a la naturaleza, al hombre, o a algún aspecto o institución humana.
Pero otra necesidad surge. Un aspecto necesario de la doctrina de la infalibilidad es la total
autoconciencia de lo que sea o de quien sea infalible.
Para los Cristianos ortodoxos, esto significa, como Cornelius Van Til lo ha señalado, que Dios
es totalmente autoconsciente. No hay una mente inconsciente o subconsciente en Dios, ni
tampoco el Dios todopoderoso duerme. Él es totalmente autoconsciente; no hay
potencialidades escondidas en Dios. El hombre, al contrario, no es totalmente
autoconsciente. Hay recesos escondidos en la mente del hombre, potencialidades que no
se han cumplido, desconocidas a la persona. Por lo tanto, el hombre no puede determinar
plenamente lo que es por o lo que él puede hacer. Muchas personas jubiladas, liberadas de
su trabajo, desarrollan habilidades sorpresivas, pero ningún hombre nunca se ha conocido
plenamente a sí mismo. Salomón observó que "los caminos del hombre son del Señor;
¿cómo puede el hombre entonces entender su camino?" Proverbios 20:24. La
determinación del hombre no está en el hombre, ni el hombre tiene una autoconsciencia
plena acerca de sí mismo.
Dios, por otro lado, no solamente ha determinado todas las cosas, sino que es totalmente
autodeterminado y autoconsciente. No hay potencialidades escondidas en Dios, quien se
conoce plenamente a sí mismo y, por lo tanto, cuando Él habla, habla autoritativa e
infaliblemente. Una palabra infalible requiere de un hablante totalmente autoconsciente
que pueda hablar en total conocimiento de sí mismo y de sus habilidades. No es
sorprendente que Sartre haya visto este dilema, y al inicio de su análisis del hombre
existencial, atacó el concepto freudiano del inconsciente. Lo que es reprimido por la mente,
sostuvo Sartre, es conocidamente reprimido para escapar de las dificultades.7 Hay mucho
que decir de la tesis de Sartre, pero la razón de su ataque del subconsciente en un estudio
de ontología es lo que nos ocupa. Sartre, como existencialista, francamente afirma que la
meta del hombre es ser dios: “el hombre fundamentalmente es el deseo de ser Dios.” 8

7
Jean Paul Sartre: El Ser y la Nada: Un ensayo de la Ontología Fenomenológica. (New York, N. Y.: Biblioteca
Filosófica, 1956). p. 50...
8
Ibid., p. 566.
En el sentido existencialista, “el hombre se hace a sí mismo hombre con el objetivo de ser
Dios.”9 Un verdadero Dios, sin embargo, debe tener plena conciencia de sí mismo, y por lo
tanto Sartre hace imperativo negar el concepto de inconsciencia.
Entonces, una palabra infalible debe tener una fuente autoconsciente, de alguien que hable
en conocimiento pleno de sí mismo y de sus habilidades. Pero esto no es suficiente: una
palabra autoritativa e infalible requiere no solamente ser totalmente autoconsciente, sino
también totalmente poderosa – omnipotencia – para poder hablar la palabra y hacer que
se cumpla. El Dios de la Escritura, quien es totalmente autoconsciente y no tiene
potencialidades escondidas, declara, “Yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6). Ningún
hombre puede hacer esto, pues carece de perfección y tiene potencialidades escondidas;
el hombre cambia y tiene necesidad de cambio continuo. El hombre crece y decrece. Dios,
al contrario, no cambia, y, siendo omnipotente, puede declarar Su palabra y hacer que se
cumpla. De manera que el reto que se lanza a través de Isaías: “He aquí se cumplieron las
cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias.”
Isaías 42:9. Dios siendo omnipotente y totalmente autoconsciente, puede predecir porque
Su palabra es la palabra que lo controla todo. La palabra de Dios viene de Su ser inmutable,
y la palabra de Dios es así una necesidad infalible. La única palabra que el Dios soberano y
Trino puede hablar es una palabra infalible. Negar la infalibilidad de la Palabra de Dios es
negar al Dios de la Escritura. Cuando la omnipotencia de Dios habla, Su palabra es
necesariamente infalible. Esta es la única clase de palabra que Dios puede declarar. Ya que
Dios es Dios, es totalmente imposible que Dios hable una palabra que no sea infalible.
La omnipotencia más la autoconsciencia necesita de una palabra infalible. Por lo tanto,
quien quiera que niegue la infalibilidad de la Escritura está diciendo que Dios no es
soberano, que Él tampoco puede predestinar ni hacer premoniciones. Entonces, ninguna
profecía podría venir de Dios. Negar la infalibilidad, el único dios que permanece, si
permanece alguno, es un dios que lucha para poder serlo, débil, y tartamudo, incapaz de
ser sí mismo o de pronunciar un decreto eterno. Este no es el Dios de la Escritura.
Un Dios soberano, capaz de predestinar, autoconsciente puede declarar solamente una
palabra infalible. Entonces, cuando la infalibilidad se le transfiere a algún dios falso, estos
otros atributos de Dios también deben transferirse. La omnipotencia y la omnisciencia
también debe transferírsele a alguna agencia nueva. Teilhard se las adscribe a la evolución,
otros a la dictadura del proletariado, a los reyes filósofos, a la voluntad general, o a
cualquier otra cosa que sea el nuevo dios del hombre y de la sociedad.
Por cuanto el estado moderno, con todas sus variaciones, se basa en el concepto de
Rousseau de la infalibilidad de la voluntad general, se mueve de manera sostenida hacia el
totalitarismo, buscando el poder total del hombre. El marxismo abiertamente nos da la

9
Ibid., p. 626.
dictadura del proletariado, más planeación y control total. La planeación total es la versión
estatal de la predestinación.
La doctrina de la predestinación es, desde luego, la doctrina del control y de la planeación
total. Afirmar el decreto eterno de Dios es decir simplemente que Dios desde el principio
ha planeado, predicho y controlado totalmente todo lo que sucede. El estado moderno,
como el nuevo dios, busca el control total sobre el hombre para hablar una palabra infalible,
para experimentar con el hombre y tener control sobre él desde la cuna hasta la tumba. La
planeación del estado moderno es entonces un aspecto necesariamente en crecimiento,
porque el estado moderno quiere predecir, profetizar, controlar. La meta es la planeación
total para profetizar, el control total para el poder total.
La infalibilidad es entonces un concepto del cual es imposible escapar. Lo que hoy vivimos
no es un abandono de la doctrina de la infalibilidad, sino una transferencia de Dios hacia el
hombre, de la palabra de Dios a la palabra del hombre. pero Isaías nos advierte, Dios
declara, "Yo soy Jehová: ese es mi nombre y mi gloria no daré a otro" (Isaías 42:8). Así dice
Jehová, El Que Es.
Por lo tanto, nosotros estamos en un estado de guerra, guerra entre el cielo y el
humanismo; guerra entre el Dios todo poderoso y el estado totalitario; guerra entre Dios y
los científicos de la planificación, los que buscan predecir y controlar; guerra entre Dios y
todos aquellos que niegan Su infalibilidad. Tal conflicto es muy desigual, y no puede haber
duda de cuál será el desenlace de esta guerra.
Dios no comparte Su gloria ni la entrega a otro. Así como los constructores de la torre de
Babel fueron confundidos y esparcidos, así como el Faraón y su ejército fue destruido y sus
tropas sorbidas en el Mar Rojo, así como Dios declaro su juicio sobre Amalek - y Amalek
dejó de existir - así como Asiria y Babilonia, y los imperios antiguos, fueron convertidos en
polvo, así también será con los que hoy niegan Su palabra infalible y le adscriben
infalibilidad a las cosas que el hombre escoge, serán reducidos por el Señor de los ejércitos.
"Esta es la victoria que vence al mundo. Nuestra fe" (Romanos 8:31). "Antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Tenemos la Palabra infalible del Dios infalible. Que los hombres cristianos se regocijen, por
lo tanto, pues nuestro Dios es Señor de señores, Rey de reyes, el conquistador poderoso.
2. Infalibilidad e Inmanencia

El concepto de infalibilidad no desaparece, cuando le es negado a Dios y a Su palabra; al


contrario, es transferido a otra área. Históricamente, en tanto que la cristiandad se ha
volcado hacia Aristóteles y a la ley natural, el concepto de infalibilidad vino a una nueva
prominencia en tanto que la iglesia, el estado, y la escuela reclamaron infalibilidad para sí
mismos.
Dentro de la iglesia, la infalibilidad se desarrolló hasta alcanzar la doctrina de la infalibilidad
papal (y en algunos casos, el derecho divino del presbiterio, y conceptos similares). Aunque
la doctrina tiene raíces profundas en el escolasticismo y en la iglesia "medieval," no fue
formalmente definida hasta el Primer Concilio Vaticano de 1870:
"Nos adherimos fielmente a la tradición recibida desde el principio de la fe del
Cristianismo - con la mira en la gloria del Salvador Divino, la exaltación de la religión
Católica, y la seguridad de los pueblos Cristianos (el Concilio Sagrado aprueba),
define y enseña como dogma divinamente revelado: El Pontífice Romano, cuando
habla ex cathedra (esto es, cuando - cumple el oficio de Pastor y Maestro de todos
los Cristianos - en su autoridad Apostólica suprema, define una doctrina
concerniente a la fe o a la moral para que sea sostenida por la Iglesia Universal), a
través de la asistencia divina prometida a él en el bienaventurado Pedro, es lleno de
esa infalibilidad, con la que el Redentor Divino ha determinado que Su Iglesia - al
definir la doctrina de la fe y la moral - deba ser equipada: Y por lo tanto, que esas
definiciones del Pontífice Romano por sí mismas - y no por virtud del consentimiento
de la Iglesia - son irreformables. Si alguno presume (¡lo cual no permita Dios!) en
contradecir esta definición nuestra; sea anatema."10
Esta afirmación ha sido citada, no solamente para ilustrar el desarrollo de una doctrina no
bíblica de la infalibilidad, sino también para llamar la atención hacia el hecho de que es la
más modesta de todas estas pretensiones en el mundo moderno. Los hombres han dejado
de prestar atención a esta autoridad papal como un ejemplo de fe obsoleta y autoritaria en
el clima supuestamente racional y científico de la era moderna. En esto simplemente han
revelado su propia hostilidad para con la iglesia. Sin darle crédito a este dogma de la
infalibilidad papal, analicemos ahora su modestia relativa. P. J. Tenor ha comentado sobre
el significado de tal dogma:
"Para entender correctamente esta afirmación es necesario notar, en primer lugar,
que lo que el papa reclama es solamente infalibilidad, no impecabilidad o
inspiración. En segundo lugar, la infalibilidad que el papa reclama es igual en
naturaleza, magnitud y extensión a la que la Iglesia posee como un todo; para que

10
Henry Bettenson, Editor: Documentos de la Iglesia Cristiana, (Londres Inglaterra: Oxford University Press,
1947). P. 383.
su enseñanza ex cathedra sea infalible, no requiere ser ratificada por el
consentimiento de la Iglesia. La enseñanza ex cathedra del papa es un órgano de
infalibilidad, independiente. en tercer lugar, no se le atribuye infalibilidad a todo
acto doctrinal del papa, sino solamente a su enseñanza ex cathedra; y las
condiciones para la enseñanza ex cathedra son mencionadas en el decreto Vaticano:
(a) el Pontífice debe enseñar en su capacidad pública y oficial como teólogo,
predicador, u orador, no en su capacidad como príncipe temporal o como mero
ordinario de la diócesis de Roma. Debe ser claro que él habla como cabeza espiritual
de la Iglesia universal. (b) Entonces, es solamente cuando, en esta capacidad, él
enseña alguna doctrina de fe o moral, que él es infalible. (c) Entonces, debe ser
evidente que él pretende enseñar con toda la plenitud y finalidad de su autoridad
Apostólica suprema, en otras palabras, que él desea determinar algún punto en una
manera absoluta, final e irrevocable, o definirla en sentido técnico. Estas son
formulas bien reconocidas por las que las intenciones de definición pueden ser
manifestadas. (d) Finalmente, por una decisión ex cathedra debe ser claro que el
papa pretende vincular a la totalidad de la Iglesia, demandar asentimiento interno
de todos los fieles a su enseñanza bajo la pena de incurrir en naufragio espiritual
(naufragium fidei), según la expresión usada por Pio IX al definir la inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen."11
He ahí algunas limitaciones a la infalibilidad papal. Como Fr. James F. Wathen ha señalado,
"Mientras que la autoridad del Sumo Pontífice es co-extensiva con su jurisdicción, su
infalibilidad no lo es."12 Sin embargo, la infalibilidad de la iglesia fluye desde la infalibilidad
del papa en la doctrina Católica Romana: la iglesia, como la fuente de la salvación se
sostiene sobre el pasado como un edificio se sostiene sobre sus fundamentos: El hecho de
que no perezca depende del Papado, de la infalibilidad del Papado," y lo mismo es cierto de
la infalibilidad de la iglesia.13 De otra parte, "nuestra noción de infalibilidad debe incluir
solamente lo que se nos requiere creer y nada más".14 Los argumentos de Wathen, como él
los desarrolla, podrían ser discutidos por algunos teólogos Católico Romanos, pero ese
hecho ilustra el problema: la doctrina de la infalibilidad papal, es una doctrina limitada y su
significado está abierto al debate. Así, aunque no hay acuerdo con el ejemplo más
sobresaliente de la doctrina moderna de la infalibilidad, todos debemos llamar la atención
de sus limitaciones. Estas limitaciones existen porque la doctrina en gran medida está atada
no solamente a la tradición sino también a la fe histórica y a una revelación sobrenatural.
Las restricciones impuestas por esa historia y revelación son severas.

11
P. J. Tenor, "Infalibilidad," En La Enciclopedia Católica, Vol. VII. (New York, N. Y.: The Encyclopedia Press,
(1910) 1913. P. 796.
12
James F. Wathen: El Gran Sacilegio. (Rockford IL: TanBooks, 1971). P. 20.
13
Ibid., p. 25.
14
Ibid., p. 26
Cuando hablamos de las doctrinas de la infalibilidad del estado, las restricciones
desaparecen rápidamente. La doctrina del derecho divino de los reyes apareció cuando la
doctrina Cristiana aún imponía cierta vacilación en la filosofía realista, pero las pretensiones
todavía eran muy extravagantes. Hume ha llamado la atención de la aplicación práctica de
la doctrina en el reinado de Isabel I de Inglaterra cuando el Parlamento protestó el
otorgamiento de varios monopolios económicos a hombres privilegiados por la corona:
"estos agravios, los más intolerables del presente, y los más perniciosos por sus
consecuencias, de los que se hayan conocido en cualquier época o bajo cualquier
gobierno, habían sido mencionados en el Parlamento pasado, y aún una petición se
había presentado a la reina, quejándose de las patentes; pero aun así ella persistió
en defender sus monopolios en contra de su pueblo. Un proyecto de ley ahora fue
introducido en la Cámara de los Comunes, aboliendo todos estos monopolios; y
como la pasada solicitud no tuvo ningún éxito, se insistió con una ley como el único
expediente para corregir estos abusos. Los miembros de la corte, por otro lado,
mantuvieron, este asunto en cuanto a la prerrogativa, y consideraron que los
comunes no podían esperar que tuviera éxito, si ellos no hacían la solicitud, de la
manera más humilde irrespetuosa, a la bondad y beneficencia de la reina. Los temas
que se adelantaron en la cámara, y que vinieron igualmente de los miembros de la
corte de los Caballeros del país, que fueron admitidos por ambos, parecerán ser lo
más extraordinarios a los tales como están predispuestos con una idea de los
privilegios disfrutados por el pueblo durante aquella época, y de la libertad que se
poseía durante la administración de Isabel. Se afirmó que la reina había heredado
un poder a la vez agrandado y restringido; por su prerrogativa ella podía establecer
según su propio criterio lo que estaba restringido por estatuto o de otra manera,
que su prerrogativa no podía ser restringida mediante votación, ni disputada, ni
examinada; y ni siquiera podía admitir ninguna limitación; esa princesa absoluta, tal
como los soberanos de Inglaterra, son una especie de divinidad. Que es en vano
tratar de atar las manos de la reina mediante la ley o estatutos; ya que, por medio
de su poder dispensado, ella primero puede desatar su poder a discreción. Y que
aún si una cláusula debe ser anexada a un estatuto, excluyendo su poder
dispensado, ella puede dispensar esa cláusula y también al estatuto. Después de
todo este discurso, más digno de un diván turco que de la cámara inglesa de los
comunes, de acuerdo con nuestra idea presente de esta asamblea, la reina, quién
percibió lo odiosos que han llegado a ser los monopolios, y el inconformismo que
son capaces de levantar, hizo venir al portavoz, y le pidió que le comunicara con la
cámara, que ella inmediatamente cancelaría las más graves y opresivas de estas
patentes.
La cámara fue tomada con asombro, admiración y gratitud por esta muestra
extraordinaria de la bondad y condescendencia de la reina, un miembro de la cámara
dijo con lágrimas en sus ojos, que si una sentencia de alegría eterna hubiera sido
pronunciada a su favor él no hubiera podido sentir más alegría de la que lo
embargaba en ese momento. Otro observo que este mensaje de la sagrada persona
de la reina era como un evangelio o buenas nuevas, y que debía ser recibido como
tal, y ser grabado en sus corazones. Y luego se afirmó, que de la misma manera que
una deidad no le daba su gloria a otra, así la reina era el único agente de su
prosperidad presente y felicidad. La cámara voto, que el portavoz, con una comisión,
debía pedir permiso para reunirse con su majestad, y darle las gracias por su graciosa
concesión a su pueblo."15
Los reyes de Inglaterra eran una especie de "divinidad" (¡aunque no siempre cuerdos ni
domados!). Cromwell, quien reconoció la fe popular en los reyes, rechazó una propuesta
para nombrar a Carlos Estuardo (después Carlos II) en el trono, diciendo, "Él es tan
detestablemente perverso, que acabaría con todos nosotros. Denle un pedazo de carne de
cerdo y una prostituta, eso es todo lo que a él le importa."16 Aún así, después de la muerte
de Cromwell, cuando se puso a Carlos II en el trono, un juicio contra "los regicidas" se llevó
acabo. La corte se negó a considerar el caso en contra de Carlos I como traidor del pueblo
de Inglaterra en términos del carácter feudal original del trono. En lugar de eso, la doctrina
moderna del derecho divino de los Reyes se usó para juzgar todo acto en contra de la corona
como moralmente, religiosamente, y legalmente incorrecto. Esto estaba claro en las
afirmaciones francas de Sir Orlando Bridgman, Barón principal de la Tesorería y juez
presidente:
"El juicio que se abrió el martes 9 de octubre, de 1660 con los cargos del juez
presidiendo el jurado. Bridgeman se refirió a la posición legal de la monarquía de los
tiempos antiguos, mostrando que ninguna persona o comunidad de personas tienen
ningún poder coercitivo sobre el rey de Inglaterra; que el rey era el gobernador
supremo, quien no está sujeto a nadie sino a Dios, y no puede hacer nada incorrecto,
y que si no podía hacer nada incorrecto no podía ser castigado por cosa alguna
incorrecta.17
Relacionada a esta idea de la divinidad del rey estaba la creencia en el poder sanador de "el
toque del rey."18
Después de 1688 este concepto de derecho divino fue transferido al parlamento. Y así como
Bridgeman había sostenido que Carlos I no podía "hacer nada incorrecto," también es 1946,
Sir Hartley Shawcross, Procurador General de Inglaterra, declaro, "el parlamento es
soberano; puede hacer cualquier ley. Puede ordenar que todos los niños con ojos azules

15
David Hume: la historia de Inglaterra desde la invasión de julio César hasta la aplicación de Jacobo II, 1688,
vol.IV (New York, NY.: Harper, 1852). P. 336...
16
Christopher Hill: El dios de los ingleses: Oliver Cromwell y la revolución inglesa. Abre paréntesis Nueva York,
NY: The Dial Press, 1970). P. 179
17
Patrick Morrah: 1660, el año de la restauración, (Boston, Mass. Beacon Press, 960). P. 184.
18
Ibid., p. 159. Véase también John B. Wolf: Luis XIV. (New York, NY: Norton 1968) p.280.
sean destruidos en su nacimiento."19 Esta es una afirmación explícita de la soberanía del
Parlamento; también es una afirmación implícita de infalibilidad, ya que reconoce que no
hay poder soberano o ley que sea superior al Parlamento.
En la Unión Soviética el tema de la infalibilidad salió a flote después del discurso de Krushev
del 25 de febrero de 1956, atacando la obra de Stalin. Este paso les ganó a los nuevos
gobernantes alguna popularidad, pero levantó sería dudas con respecto a la fe marxista y a
la obra infalible de la dictadura del proletariado como la manifestación del proceso
histórico. Segundas opiniones, que fueron hechas por críticos comunistas chinos, llevaron a
serios recelos:
"Si aún un "admirable Marxista-Leninista," el líder del Partido, puede llegar a ser
víctima de estas contradicciones, entonces seguramente todos los otros líderes del
Partido pueden llegar a estar similarmente divorciados de las condiciones actuales
de la sociedad. Y entonces ¿no es posible que el partido y el gobierno lleguen a ser
aislados de las personas? Estas cuestiones no fueron resueltas en la editorial del 5
de abril, pero fueron resueltas después, y la respuesta fue sí, de hecho, era posible.
Pero tal respuesta golpea el fundamento mismo de la teoría ortodoxa comunista,
que sostiene que tal posibilidad nunca podría ocurrir. El partido, al fin, era infalible
en su conocimiento del proceso histórico.”20
Como resultado, hubo cierta retractación, y en su discurso de 1957 en el aniversario número
40 de la revolución de octubre, Krushev restauró a Stalin a su "lugar debido como marxista-
leninista dedicado y leal revolucionario. Nuestro Partido y el pueblo soviético recordará a
Stalin y le rendirá tributo"21
En todo estado moderno, en diferentes grados, hay en función una doctrina de la
infalibilidad del estado. Hay una vacilación acerca de una formulación franca del concepto,
pero sin embargo está presente. Aquellos que sostienen la democracia, hasta el punto de
creer que la voz del pueblo es la voz de Dios (vox populi, vox dei), ven las voces del pueblo
en su expresión más baja, en "las masas," en los grupos minoritarios, en los prisioneros, en
los pervertidos, y en otros que son considerados ser los representativos del "pueblo" en
lugar que de "los intereses investidos."
Talmon ha citado las opiniones de Mazzini y de otros para ilustrar la creencia en la
infalibilidad del pueblo:

"El Espíritu de Dios solo puede descender sobre multitudes reunidas. Es a ellos que
les es dado decir lo que creen o lo que no creen.” “Creemos en la infalibilidad del
pueblo,” pero “nosotros no confiamos en los hombres.” solamente la totalidad del

19
Clearance Morrah: La Clave Para la Paz. (Chicago, IL: Heritage Foundation, 1951) . P. 91.
20
Leo Paul S. Álvarez: Relaciones Ideológicas Chino-Soviéticas: 1956-1957, p. 34. Manuscrito no publicado.
21
Ibid., p. 52.
pueblo individual es la Iglesia de Dios. Los gobernantes, los líderes, los partidos
mismos pueden errar. “La masa nunca puede errar.” Los individuos pueden a
menudo seducir y ejercer una influencia moral malvada sobre las masas, pero estas
nunca pueden en últimas depravar o sofocar la conciencia del hombre. Tarde o
temprano la verdadera naturaleza buena del hombre se reitera a sí misma. Y los
hombres de conciencia “son la mayoría, y esa mayoría siempre tiene la superioridad
de sentimientos mejores y más puros, de una conciencia más calmada,” que aquellos
que se separan a sí mismos “del pueblo.”22
Después de Rousseau, la fe en la infalibilidad del pueblo también quiere decir la infalibilidad
de una élite que pueda encarnar la voluntad general de la sociedad de democrática. Esta
élite puede conocer el consenso democrático mejor que la urna electoral y entonces es la
supuesta expresión de la infalibilidad del orden social. Esta era la fe de los líderes de la
Revolución Francesa:
“Tenía que ser un Comité de los más fiel e implacable. Esta era la concepción
fundamental del Comité de Seguridad Pública y de la dictadura Jacobina, un régimen
diseñado para hacer que los propósitos Revolucionarios triunfaran a cualquier costo,
y no para concebir la libertad en el sentido de la libertad de expresión; un sistema
que reemplazó el principio de elección popular por el principio de la infalibilidad de
los pocos iluminados en el cuerpo central actuando de manera dictatorial a través
de agentes especiales auto-nombrados.”23
Debe notarse que tales eruditos no Cristianos no dudan en usar la palabra infalibilidad para
describir la autoridad del estado moderno y su élite. Una prerrogativa de Dios ha sido
arrebatada por el estado. Además, el estado, como Dios, cada vez más reclama jurisdicción
total sobre toda área de la vida y una omnipotencia sobre toda esfera. El estado ha llegado
a ser la nueva agencia en la que el hombre vive y se mueve y tiene su ser (Hechos 17:28). El
hombre ahora levanta sus oraciones y peticiones al estado, el cual él cree que es su
esperanza de salvación.
La escuela, no menos que el estado reclama poseer infalibilidad. Un órgano infalible está
más allá del criticismo. Los Cristianos aseguran que la Biblia se interpreta a sí misma y por
lo tanto es su propio fundamento. Esta es la característica de un órgano o agencia infalible
que es libre de restricciones, criticismos, o juicios externos. Todos estos aspectos de la
doctrina han sido incorporados en el dogma de la libertad de cátedra. Este dogma tiene sus
orígenes en la era “medioeval” y desde entonces ha sido grandemente expandida. La
academia, se sostiene, está más allá de criticismo de parte de cualquier estándar externo a
ella. Profesores y maestros son ostensiblemente libres de enseñar lo que sea que ellos
escojan, en contención contra la junta directiva de la escuela, porque su profesión les da

22
J.L. Talmon: Mesianismo Político, La Fase Romántica. (New York, N.Y.: Praeger, 1960). p. 258.
23
J. L. Talmon: Los Orígenes de la Democracia Totalitaria. (New York. N.Y. Praeger, 1960) p. 119.
esa inmunidad. La inmunidad del clérigo ante las cortes civiles en los primeros siglos era
muy limitada. El nuevo clérigo de las escuelas reclama total inmunidad de todas
jurisdicciones, aun de cara a los desempeños más ridículos. Así, en una escuela superior de
Cranston, Rhode Island, en 1972, un maestro de “un programa de estudios de innovación
social llamado Economía y Política en la Comunidad,” George O´Neill, invitó a una prostituta
“para hablar” con sus cuarenta pupilos. En la algarabía que le siguió, “Un maestro, que pidió
no ser identificado dijo que el 99% de la facultad y la mayoría de los pupilos que entienden
la situación apoyaron a O´Neill. Es una cuestión de libertad académica.” 24 El maestro no
puede cometer error alguno, claramente. Examínese de nuevo los reclamos hechos en el
parlamento por Isabel I, que su “prerrogativa no podía ser anulada mediante votación, ni
disputada, ni examinada; y ni siquiera admite ninguna limitación.” ¿No es esta la misma
tesis de la “libertad de cátedra”? Un maestro puede desnudarse él mismo en una clase de
educación sexual: es la libertad de cátedra. Un profesor puede incitar a los estudiantes a
revolucionarse de manera violenta: Es libertad de cátedra. Por virtud del oficio de su
enseñanza, tal gente supuestamente está más allá del criticismo, y su misma realidad
absurda tiene algún significado esotérico e infalible que siempre los vindica.
La infalibilidad no es una doctrina obsoleta. Está muy presente entre nosotros. Simplemente
se ha transferido desde la Palabra de Dios a la palabra y las instituciones del hombre.

24
Escuela en Algarabía por la Invitación de Una Prostituta” en Los Angeles Times, Martes, 14 de Marzo 1972,
parte I, p. 21.
3. La Palabra Dependiente del Hombre

Friedrick Nietzche nos presenta un ejemplo del concepto de infalibilidad y de cómo es


imposible escapar de este. En Nietzsche tenemos una negación del Dios de la Escritura, y
del dios de Hegel, la moderna deificación de la historia como se encarna a sí misma en el
estado totalitario. Nietzsche es también hostil a toda moralidad: lo bueno y lo malo, debe
ser rechazado en favor de una vida más allá de la moralidad. Aún más, el hombre y la vida
deben negarse y el Superhombre es quien niega todas las cosas, como Nietzsche observó,
“La vista del hombre ahora fatiga – ¿No es esto hoy en día el Nihilismo? - estamos cansados
del hombre.”25
Al mismo tiempo, Nietzsche escribió; él habló, y sin embargo negó todos los otros valores,
él no negó la validez de su propia palabra. Nietzsche lanzó una guerra contra la idea de un
mundo objetivo, creado, y dado, y en contra de la idea concomitante también de un
objetivo, el orden moral dado por Dios. En línea con toda la filosofía moderna, después de
Descartes y especialmente en términos de Kant, Nietzsche fue enfático en su negación de
un mundo objetivo y real. [Para él] el único mundo es el mundo de la mente del hombre
autónomo y de las apariencias que su mente sintetiza. En palabras de Nietzsche:

“Es de importancia cardenal que el mundo real deba ser reprimido. Es el más
formidable inspirador de nuestras dudas, y despreciador de valores, acerca del
mundo que somos: fue nuestro intento más peligroso hasta ahora de la vida acerca
de la Vida.
La guerra en contra de todas las hipótesis sobre las que el mundo real ha sido
imaginado. La noción de que los valores morales son los valores más altos, pertenece
a esta hipótesis.
La superioridad de la valoración moral debe ser refutada, si se pudiera mostrar ser
el resultado de una valoración inmoral – un caso específico de inmoralidad real: esto
se reduciría así a una apariencia, y como una apariencia cesará de tener cualquier
derecho a condenar la apariencia.”26
Ninguna “cosa en sí misma” existe, sino solamente en la mente que la conoce.
Por consiguiente, ya que no hay una estructura objetiva de referencia, y no hay cosa que no
sea cosa en sí misma, el único error que el hombre puede hacer es asumir que el
conocimiento tiene una correlación de hecho con el mundo real que lo lleva a un
entendimiento preciso. Conocimiento es para Nietzsche la libertad de la mente de una

25
F. Nietzsche: La Genealogía de la Moral, Primer Ensayo, 12; en La Filosofía de Nietzsche. (Nueva York, N. Y.
Modern library). P. 26.
26
F. Nietzsche: La Voluntad del Poder. (Nueva York, N. Y.: Frederick Publication, 1960). p. 84.
realidad objetiva y su habilidad, aun cuando sea condicionada por las cosas, para
condicionarlas.
Como resultado, en cuanto más un hombre se aparte de Dios y del mundo como realidades
objetivas, más claro habla y, de hecho, llega a ser infalible.
En Ecce Homo, Nietzsche escribió su composición de Así Habla Zaratustra, en estos
términos:
¿Puede alguno al final de este siglo diecinueve realmente tener alguna noción
distintiva de lo que los poetas de un periodo más vigoroso querían decir por
inspiración? Si no, me gustaría describirlo. Digamos que uno tiene la superstición
más pequeña que queda, uno puede difícilmente rechazar completamente la idea
de que uno es una mera encarnación o un pedazo de boca, o el medium de un todo
poderoso. La noción de la revelación, simplemente describe la condición; por lo cual
quiero decir que una cosa profundamente convulsiva y perturbadora de repente
llega a ser visible y audible con una definición y exactitud indescriptible. Uno escucha
- uno no busca; uno toma - uno no le pide al que da: Un pensamiento resplandece
como un rayo inevitablemente sin dudar - Nunca he tenido opción acerca de ello.
Hay un ecstasy cuya tensión terrorífica es algunas veces liberada por una inundación
de lágrimas, durante la cual el progreso de uno varía de la impetuosidad involuntaria
a la lentitud involuntaria. Hay la impresión de que uno está completamente fuera de
control con la conciencia más distinta de una infinitud de emociones
estremecedoras que atraviesan desde la cabeza hasta los pies; - hay una felicidad
profunda en la cual los sentimientos más dolorosos y melancólicos no son
discordantes en efecto, pero son requisitos como colores necesarios en este
desborde de luz. Hay un instinto de relaciones rítmicas las cuales abarcan un mundo
entero de formas (longitudes, la necesidad de un ritmo ampliamente extendido, es
casi una medida de la fuerza de inspiración, una clase de contraparte a su presión y
tensión). Todo ocurre casi que sin voluntad, como en una erupción de libertad,
independencia, poder y divinidad. La espontaneidad de la imagen y de símiles es
remarcable, uno pierde la percepción de lo que es imaginario y símil; todo se ofrece
a sí mismo como lo más inmediato, exacto, y un simple medio de expresión. Si puedo
recordar una expresión de Zaratustra, de hecho, parece como si las cosas en sí
mismas le vienen a uno y se ofrecen como símiles. (“Aquí todas las cosas vienen
acariciando tu discurso y te adulan, porque ellos querrían montar en tu espalda." En
cada símil, tú desplazas aquí a toda verdad, aquí se abren ante ti todas las palabras
y santuarios de la existencia, aquí toda la existencia se convertiría en discurso, aquí
todo el ser aprendería de ti cómo hablar.") Esta es mi experiencia con inspiración.
No tengo duda de que tengo que regresar milenios para hallar a otro que me diga:
“¡También es mía!”27
Para Nietzsche entonces sus escritos eran una expresión de divinidad, una revelación, e
inspiración. Así Habla Zaratustra imita en estilo a la Biblia y a las obras épicas antiguas; es
casi tan exitosa como Ossian y José Smith.
Como en contra de “la inmaculada concepción” que quieren un conocimiento científico
válido de las cosas en sí mismas, Nietzsche ofreció el camino verdadero como “atreverse
solamente a creer en usted mismo – ¡en usted mismo y en su propio interior! El que no cree
en sí mismo siempre miente.”28
En el existencialismo del siglo XX esto quiere decir que la única verdad es la verdad
existencial, los dictados del propio ser sin la influencia de Dios, del hombre, de la sociedad,
de la ética, de la moral o de cualquier otra cosa externa a los impulsos biológicos del
hombre. La Infalibilidad ahora quiere decir una separación total del mundo externo, y del
pasado y del futuro. A la historia no se le puede permitir condicionar al momento
existencial.
Para Sartre esto quiere decir la libertad de la historia personal. Él negó la idea de Freud del
inconsciente, el Ello, el Yo, y el Superyó en favor de “una conciencia libre y trasluciente.”29
El determinismo psicológico para Sartre puede no llegar a ser un factor fundamental para
la mente del hombre. Es la mente libre del hombre autónomo hablando en el momento
existencial que tiene verdadero conocimiento. De hecho, Sartre sostuvo, “El conocimiento
nos pone en presencia de lo absoluto, y hay una verdad del conocimiento. Pero esta verdad,
aunque nos libra a nada más y nada menos que lo absoluto, permanece estrictamente
humano.”30
Sartre y Nietzsche no usaron la palabra infalibilidad, pero era de esto de lo que hablaban.
Para Sartre, la meta del hombre es llegar a ser dios, y esto se obtiene solamente en el
terreno existencial, aunque una pasión sin sentido y fútil aun en consecución. Lo mismo no
es menos cierto en Nietzsche.
De hecho, básico para el impulso de la filosofía moderna es esta meta de los filósofos de
llegar a ser dioses. Como resultado los filósofos modernos, como los pensadores Griegos, y
el discípulo de Aristóteles, Alejandro el Grande, han odiado y evitado a las mujeres como
un obstáculo a su divinidad. Esto fue enfáticamente cierto en Nietzsche, quien despreció el

27
F. Nietzsche: Ecce Homo, “Así Habla Zaratustra: Un Libro de Todos y de Ninguno,” 3; en La Filosofía de
Nietzsche, pp. 99-101.
28
F. Nietzsche: Así Habla Zaratustra, Parte II, XXXVII, en ibid., pp133f.
29
Hazel E Barnes, en “Introducción del Traductora” Jean Paul Sartre, Siendo Nada. (New York, N Y Biblioteca
Filosófica, 1956). p. xxxvi.
30
Ibid., p. 218.
matrimonio, y no menos cierto en su seguidor Adolfo Hitler, cuya vida y obra son ecos de
Nietzsche. Nietzsche escribió:
Es un hecho aceptado e innegable, que en tanto que hay filósofos en el mundo, y en
donde quiera que han existido filósofos (desde la India hasta Inglaterra, para tomar
los polos opuestos de capacidad filosófica), que existe una irritación y rencor real de
parte de los filósofos por la sensualidad... Existe de manera similar un verdadero
sesgo filosófico y afecto por todo el ideal ascético; no debe haber ilusiones en este
punto. Ambos sentimientos, como se ha dicho, pertenecen al tipo; si un filósofo
carece de ambos, entonces él es - puede estar muy seguro de ello - solo un
"pseudo".... Todo animal, incluyendo la bete philosophe (la bestia filósofa. Nota del
Traductor) se esfuerza instintivamente después de unas condiciones óptimas de
favorabilidad, bajo las cuales puede dejar que toda su fuerza juegue, y alcance su
máxima conciencia de poder; con igual instinto y con una aptitud perceptiva y fina
que es superior a cualquier razón, todo animal se estremece mortalmente ante toda
clase de disturbio y estorbo que obstruye o puede obstruir su camino hacia eso que
es insuperable (no estoy hablando de su camino a la felicidad, sino hacia el poder,
hacia la acción, la acción más poderosa y de hecho en muchos casos su camino hacia
la desgracia). Similarmente, el filósofo se estremece mortalmente en el matrimonio,
junto con todo lo que lo persuade a ello - el matrimonio es un obstáculo fatal en el
camino hacia lo insuperable. Hasta el presente ¿Cuáles grandes filósofos se han
casado? Heráclito, Platón, Descartes, Spinoza, Leibnitz, Kant, Schopenhauer - no
eran casados, y además uno no se los puede imaginar casados. Un filósofo casado
pertenece a la comedia, esa es mi ley; en cuanto a la excepción de Socrates - el
malicioso Socrates se casó, parece irónico, lo hizo justo para probar esta misma ley...
Tantos puentes hacia la independencia se muestran en el ideal ascético, que el
filósofo no puede refrenarse del júbilo y aplaudir con sus manos cuando escucha la
historia de aquellos resueltos, que un día dijeron no a toda servidumbre y se
encaminaron hacia algún desierto; aun aceptando que solo eran unos asnos fuertes,
y lo absolutamente opuesto a mentes fuertes. Entonces, ¿Qué quiere decir el ideal
ascético en un filósofo? esta es mi respuesta - Se habrá creído desde hace mucho
que: cuando él ve este ideal, el filósofo sonríe porque él ve en esto una situación
insuperable de las condiciones de la intelectualidad más alta e intrépida; de este
modo él no niega la "existencia," en lugar de eso afirma su existencia y solamente
su existencia, y esto tal vez hasta el punto de no estar lejos del deseo blasfemo,
¡perat mundus, fiat philosophia, fiat philosophus fiam!...31

31
Nietzsche: Genealogía de la Moral, Tercer Ensayo, 7; en Nietzsche, op. Cit., pp. 106-108.
En el pasaje anterior, Nietzsche también cita a Buda favorablemente con el desprecio de
Buda por la vida. Nietzsche es enfáticamente la gran confirmación de la muerte y la
destrucción, no de la vida.
Nietzsche expresa un odio salvaje hacia las mujeres, porque la atracción del sexo es un
recordatorio de la naturaleza humana y dependiente, una cosa difícil de admitir para un
aspirante a dios, esto es algo evidente a lo largo de su obra. En Así Habla Zaratustra, él dice
que el único uso de la mujer es para la “recreación” del guerrero: “todo lo demás es una
locura”. Sin embargo, el guerrero o Superhombre debería acercarse a una mujer solo con
cuidado: “¿Te acercas a las mujeres? ¡No olvides tu látigo!”32
Esta última observación aparentemente fue utilizada comúnmente por Nietzsche antes de
escribir Así Habla Zaratustra, porque un año antes una mujer a la que él amaba
intensamente, pero que no le correspondió su amor, Lou Salome, hizo que Nietzsche y Paul
Ree asumieran el lugar de animales enjaezados para un carro, ¡mientras ella se sentaba en
el carro con un látigo!33 Además, el desprecio de Nietzsche por el matrimonio era en parte
deshonesto; las mujeres le habían rechazado repetidamente su oferta de matrimonio. 34 Por
lo general, esto significa, sin embargo, que un hombre ha pedido la mano de mujeres
estando seguro de que lo van a rechazar, para que pueda justificar un resentimiento contra
las mujeres.
Muchos filósofos mejores que Nietzsche no se han casado, y, a diferencia de Nietzsche, más
de unos pocos ni siquiera han pretendido intentarlo. (Algunos también han sido
homosexuales.) ¿Por qué esta evitación del matrimonio? Nietzsche nos ha dado parte de la
respuesta. La filosofía moderna pretende ser independiente de Dios y, como dice
claramente Sartre, el objetivo es convertirse en dios. Ahora bien, Dios no necesita de
compañera, pero el hombre enfáticamente sí la necesita. Tener necesidad de una
compañera, ser dependiente de una mujer, estar encantado con ella, confiar en ella, ser
lastimado o movido fácilmente por ella, es la marca de un hombre, da a entender que es
una criatura. La dependencia humana está en todas las direcciones, natural y
sobrenaturalmente, depende de Dios y de otros hombres, de la tierra y del aire, de las
plantas y de los animales, de superiores e inferiores. El matrimonio en particular hace que
el hecho de esta dependencia sea intensamente personal. Las feministas están bajo la
ilusión a veces de que, debido a que la fe cristiana requiere que se le dé autoridad al
hombre, la mujer se coloca en una posición de dependencia del hombre, en lugar de
viceversa. Nada podría estar más equivocado. En la escena humana, cuanto mayor es la
autoridad, mayor es la dependencia, porque la autoridad humana, en la medida en que
aumenta, también aumenta la dependencia humana. La dependencia que un gusano tiene

32
Nietzsche: Así Habla Spake Zaratustra, Parte I, XVIII; en Ibid., pp. 80f.
33
. H. F. Peters: Mi Hermana, Mi Esposa. Ver la fotografía después de la página 160. (Nueva York, N.Y.: W. W.
Norton, 1962).
34
Ibid., P. 84.
del mundo y de otros gusanos es mucho menor que la dependencia que un humano tiene
del mundo y de otros hombres. Cuanto mayor es la autoridad de cualquier hombre, más
depende él de un gran número de personas, cosas y factores. Cada aumento de autoridad
es, al mismo tiempo, un aumento de la dependencia. Un ermitaño tiene poca autoridad y
una dependencia mínima; al separarse de otros hombres, también se ha separado de la
autoridad sobre ellos. Un general es necesariamente dependiente de más personas para
mantener su autoridad y propósito que el soldado raso, quien, teniendo poca autoridad,
también necesita de otros para hacer sus deberes limitados. Todos los hombres son
interdependientes, y ningún hombre nace de la nada, pero cuanto más avanza el hombre
en la autoridad, más crece su dependencia. Lo mismo es cierto de la civilización: el avance
significa una mayor dependencia. Los hombres en un país atrasado son menos
dependientes entre sí y del comercio exterior que en uno altamente desarrollado, donde la
especialización conduce a una mayor interdependencia, así como a un mayor poder y
autoridad. Es una ilusión del ignorante y del tonto que la independencia de otros hombres
viene con mayor autoridad. Esta ilusión es parte de la mitología del hombre autónomo y su
voluntad de abandonar la condición humana. También es un factor importante en la pronta
descomposición del poder humanista. La autoridad humana se derrumba cuando niega la
independencia. Por lo tanto, existe una marcada diferencia entre el ser y la autoridad
absoluta y autónoma de Dios, y el ser y la autoridad creados y dependientes del hombre. La
palabra del hombre, además, es una palabra dependiente: depende de su juramento, es
decir, del nombre, la autoridad y el temor del juicio del Dios soberano.
Epistemológicamente, la palabra del hombre depende de la certeza y la confiabilidad de la
palabra y del mundo de Dios. La palabra del hombre es una palabra totalmente
dependiente, y la palabra de Dios es una palabra totalmente independiente, soberana e
infalible, cosa que la palabra del hombre nunca podrá ser. Cuando el hombre dice una
palabra tan infalible, debe jugar a ser un dios y debe negar la dependencia, y su dependencia
personal más básica está en la mujer. Pero negar su dependencia es negar su hombría sin
convertirse en un dios. Pocos filósofos son tan honestos como el personaje de Gautier en
una novela, que grita: “¿Por qué no soy Dios, ya que no puedo ser un hombre?” 35
La fe existencialista, sin embargo, enfatiza este objetivo de independencia para hombres y
mujeres, y el resultado no es solo una inmoralidad estudiada, sino un sentido de infalibilidad
y una autojustificación radical. Como consecuencia, el estado de ánimo moderno es lo
último en fariseísmo. En las diversas revistas para hombres que hacen hincapié en los
desnudos, las breves entrevistas con las modelos desnudas casi siempre enfatizan el
humanismo existencial con toda su autojustificación. Como una de esas chicas de 21 años,
describiendo su liberación a la nueva fe, declaró:

35
Theophile Gautier: Mademoiselle De Maupin. (Nueva York, N.Y.: Biblioteca moderna). pag. 91.
Estoy descubriendo mi propia integridad en L. A., descubriendo que realmente soy
una persona muy honesta. Y me gusta eso.
Me gusta casi todo... de hecho, ¡me encanta todo! No tengo inconvenientes sobre
el sexo. Con el hombre adecuado y con la actitud correcta y relajada, el sexo es lo
más emocionante que conozco. Tiene que haber más para un hombre, por supuesto,
que un buen cuerpo: He estado en la cama con hombres que eran increíblemente
apuestos y me despedí de ellos a la mañana siguiente sin querer volver a verlos.
Cuando estás caliente y quieres tener sexo, encuentras al hombre más guapo y viril
que puedas. Pero para lograrlo todo, necesitas el cuerpo y la mente.36
Para Nietzsche, fue muy grande el miedo a involucrarse con una mujer. Para el
existencialismo contemporáneo, el sexo se despersonaliza, tanto para el hombre como para
la mujer; es una forma de masturbación con otro ser, y algunos han considerado que la
masturbación solitaria es la forma más elevada de sexo existencial. Betty Dodson elogió la
masturbación y afirmó “El sexo dependiente socialmente institucionalizado
despersonaliza... La masturbación puede ayudar a devolver el sexo a su lugar apropiado: al
individuo”. Un profesor, el Dr. Joseph Lo Piccolo, “escribió un programa de masturbación
de nueve pasos.”37 Para muchos otros, lo mejor es la fornicación y el sexo grupal sin
participación emocional, es decir, cuando son impersonales y físicos en general. Sin
embargo, al usar y despersonalizar a otros, esas personas solo se han despersonalizado. Su
fuente pura de infalibilidad existencial es la antigua fuente del pecado y la justicia propia.
El final de Nietzsche fue una locura, pero, como Lou Salome vio de manera pronta, su
filosofía siempre fue una locura.
La criatura dependiente solo puede hablar una palabra dependiente y falible.

36
“Georgia Girl”, en Penthouse, vol. 5, no. 10 de junio de 1974, p. 86.
37
Linda Wolfe, “Toma dos Aspirinas Y Masturbate”, en Playboy, vol. 21, no. 6 de junio de 1974,
4. Infalibilidad Y Significado

Por cuanto Dios es el Creador absoluto de todas las cosas, y por cuanto nada existe fuera
de Él ni aparte de Su decreto creador, todas las cosas tienen su existencia y su significado
dadas por su Creador soberano, Dios. Dios, quien no tiene un aspecto inconsciente en Su
ser, es totalmente consciente de sí mismo e intencionado en todos Sus caminos, de modo
que toda la creación es un universo de significado total. No hay un hecho o átomo sin
sentido en toda la creación, ni un evento, ni ninguna faceta o aspecto de algo que no esté
marcado por un significado total. El significado de la mayoría de las cosas nos elude. No
entendemos el significado de los mosquitos, por ejemplo, o los pelos que caen de nuestra
cabeza, ni de los eventos a menudo infelices en nuestras vidas, porque tendemos a buscar
su significado en términos de nosotros mismos. El significado de todas las cosas es
teocéntrico, centrado en Dios, no centrado en el hombre, lo que significa que, por
necesidad, las cosas no tienen sentido si tratamos de leerlas en términos del hombre, en
términos de nosotros mismos. No creamos, ni gobernamos las cosas, de ninguna manera,
en ninguna área, ni de manera limitada las influenciamos; sino que es Dios quien las ordena.
Los intentos de interpretar el significado de las cosas de manera humanista son, por lo
tanto, erróneos, inútiles y blasfemos.
De todos modos, sin embargo, los hombres insisten en tratar de forzar su significado en la
historia y atribuir un significado totalmente humanista a los eventos y a las cosas. Si el
significado de las cosas se deriva del hombre, entonces el hombre “creativo” también es
espontáneamente infalible; toda su expresión es una expresión de significado original. Si el
hombre es supremo, entonces el hombre es creativo, y sus expresiones tienen un carácter
naturalmente esencial e infalible.
Esta es la premisa que sostiene, por ejemplo, Sigmund Freud. Para Freud, el estudio de los
sueños del hombre era importante. Los sueños, estando menos censurados que el
pensamiento y la comunicación conscientes, son una expresión de la mente espontánea y
creativa, el ello y el yo, y por lo tanto infalibles. La “verdad” entonces, se basa en el hombre
y no debe derivarse de la Biblia, como quiera que es una fuente ajena al hombre, sino de la
mente inconsciente y espontánea del hombre que se expresa en los sueños. Así, los sueños
tenían un significado total e infalible para Freud: el hombre debía ser conocido y su
significado entendido en términos de sus sueños. La infalibilidad fue así transferida por
Freud de Dios a la mente inconsciente del hombre, y el significado se convirtió en un aspecto
del inconsciente frente a la mente consciente.
Para el Marxismo, con su doctrina de la infalibilidad de la dictadura del proletariado, el
estado socialista se convirtió en el nuevo vehículo de infalibilidad. Alexander Dolgun
informa lo que otros prisioneros también han confirmado, que el estado marxista insiste en
la infalibilidad. Cuando fue arrestado, su inquisidor comunista, Sidorov, le dijo a Dolgun,
después de que Dolgun protestara que los cargos contra él eran falsos: “Dices que hemos
cometido un error. Te digo que nunca cometemos errores” 38
De acuerdo con las Escrituras, todas las cosas tienen un significado total en términos de
Dios. Para el humanismo, todas las cosas carecen de sentido, o todas las cosas deben derivar
su significado del hombre o de una agencia del hombre. En términos de esto, los regímenes
comunistas atribuyen un significado total a todas las cosas en términos de las actitudes y
puntos de vista del estado comunista. Las ilustraciones de esto son muchas. Por ejemplo,
George Tenno fue, durante la Segunda Guerra Mundial, un comandante en la armada de la
Unión Soviética,
... asignado como oficial de enlace de inteligencia con los británicos durante la
guerra, y con frecuencia viaja en convoyes que llevan suministros a través de
Arcángel y Murmansk. En su último viaje de regreso se hizo muy amigable con el
capitán del crucero británico que le asignaron. Este hombre fue promovido a
vicealmirante después de la guerra. En 1948, recordando la afición de George por
una cierta marca de tabaco de pipa británico, el vicealmirante le había enviado una
tarjeta de Navidad a Moscú, con una bolsita de tabaco. En este momento, George
estaba recibiendo entrenamiento especial. Su inglés era excelente y lo enviarían a
los Estados Unidos como espía.
Pero el MGB decidió que este mensaje de Navidad de un vicealmirante británico olía
a conspiración. De manera que arrestaron a George y a su esposa, Natalie. Durante
dos años fue interrogado y lo pasó muy mal. Finalmente él fue enviado a
Dzhezkazgan, y Natalie a un campamento en el extremo norte, ambos condenados
a veinticinco años de prisión por alta traición.39
Para el régimen comunista, no podría haber ningún significado excepto el significado total
del materialismo dialéctico. En términos de este significado total, no fue posible ningún acto
independiente e inofensivo entre un capitalista y un comunista. La tarjeta de Navidad y la
bolsa de tabaco tenían, pues, un significado total como evidencia de conspiración.
En un mundo humanista, por cuanto no está respaldado por el significado total de Dios,
prevalecerá la falta de significado o el significado total del hombre. El resultado es la tiranía,
en que cada acto de un hombre es luego interpretado por los propósitos arbitrarios del
estado.

Los propósitos del estado, además, no son abiertos y conocidos por el hombre como lo son
los propósitos de Dios por medio de Su palabra infalible. Debido a la doctrina de la
evolución, se niega un propósito y significado cósmicos. Desde Comte, la sociología, un

38
La Historia de Alexander Dolgun, Un Estadounidense En El Gulag. (Nueva York, N.Y .: Knopf, 1975). pag. 13.
cf. p. 107.
39
Ibid., p. 338f.
principio humanista, niega el significado a favor de la tecnología. No hay bien ni mal en el
universo, ni propósito, ni significado. Solo existe la demanda del estado inmediata y
pragmática: utilitaria, oportunista, relativista e impredecible. El significado es así ad hoc,
para el momento, si tal cosa puede llamarse significado. Es existencial, se rige por las
necesidades del momento y no está sujeto a ninguna ley. Como resultado, tal demanda o
acto de parte del estado o del hombre es infalible: está más allá de la apelación. El Marqués
de Sade insistió en que cada acto de perversión, crimen o violencia era un acto infalible,
requerido por la naturaleza, o por el impulso biológico del momento. Por lo tanto, no puede
condenarse ningún acto del hombre existencial, ni puede haber ninguna ley sobre el
hombre. La única ofensa para Sade era el cristianismo, con su insistencia en una infalibilidad
separada del hombre y de su impulso biológico.
Para el estado moderno, la infalibilidad es similarmente existencial. Las necesidades del
momento dictan la ley del momento, contra la cual no hay ley. La infalibilidad del estado
existencial es un desarrollo lógico de todas las formas del hegelianismo: marxista, fascista y
democrático. Lo único real es el momento, y el momento es total e infalible. No hay otro
dios sino el momento, y el actor que aprovecha el momento es su profeta infalible.
Por lo tanto, no hay defensa contra el humanismo y su tiranía, aparte de la palabra infalible
de Dios y de su postura firme en términos del decreto soberano y total del Dios Trino de las
Escrituras.
5. El Canon de la Ley del Pacto

Un Dios soberano, omnipotente y omnisciente solo puede hablar una palabra infalible e
inerrante. Debido a la naturaleza misma de Su ser, cada palabra de Dios es una palabra
infalible e inerrante. El hombre solo puede decir una palabra provisional porque no puede
predecir, gobernar o determinar infaliblemente el futuro. Por lo tanto, cada palabra del
hombre es una declaración tentativa, incluso cuando habla de su propia existencia. El
cogito, ergo sum de Descartes, creo, luego existo, fue entregado como un punto de partida
seguro e inerrante para el hombre. Aquí había un punto de partida infalible para el hombre
que era ostensiblemente autónomo, libre de los supuestos problemas de la palabra escrita
de Dios. Descartes comenzó con el hecho de la existencia pura; él asumió que el pensar por
parte de este “yo” o persona supuestamente autónoma era un razonamiento sólido y
objetivo, pero esto no era más que un tremendo acto de fe que contradecía el hecho obvio
de la depravación total del hombre, su razonamiento retorcido y su perspectiva subjetiva.
Además, el hecho de la pura existencia y de algún tipo de pensamiento no estableció ningún
fundamento para su presuposición de autonomía. La existencia y el pensamiento de
Descartes eran factores derivados y condicionados, de modo que, en lugar de ser un punto
de partida, en sí mismos eran una cadena de consecuencias. Además, ¿por qué debería el
pensamiento de Descartes, su cogito, tener prioridad sobre el cogito de sus padres, y sobre
el de cualquier posible hijo? Si se dice que el pensamiento o la razón en todos los hombres
es capaz de lo que Descartes realizó ostensiblemente, entonces la autonomía de la razón
de Descartes es negada en favor de una Razón común a todos los hombres, o de algún Poder
detrás de esa Razón común. Entonces, también, el punto de partida seguro de Descartes
demuestra ser muy tentativo y un gran acto de fe. Si la mente autónoma es el punto de
partida y es suprema, ¿qué terreno común existe con cualquier otra mente? Otras mentes
se reducen a aspectos de nuestra propia experiencia y como creaciones de nuestra propia
mente soberana.
El hombre falible puede hablar solo una palabra falible; el hombre, la criatura solo puede
pronunciar una palabra limitada y tentativa, por mucho que se esfuerce por una certeza
auto-creada. Las palabras del hombre son muchas y variadas; nuestras mentes cambian con
los años, al igual que nuestros gustos y perspectivas. Incluso en el cielo o en la nueva
creación, la palabra del hombre será una palabra limitada y siempre restringida a lo que
Dios elige para que el hombre sepa (Deuteronomio 29:29).
La palabra de Dios es necesariamente no solo infalible, sino que es una palabra vinculante.
Cada palabra de Dios es ley, porque en cierto sentido ata al hombre, tiene autoridad sobre
él, o declara infaliblemente lo que Dios ha hecho en la historia de sus tratos del pacto.
Limitar la ley al Pentateuco es un error grave; en la antigüedad, las palabras de un rey eran
palabras vinculantes. Mucho más, las palabras de Dios son palabras vinculantes. Las
palabras de Dios son ley.
La Biblia de hecho está dividida en dos secciones el Antiguo y el Nuevo o (renovado)
Testamento, los cuales dan testimonio de las dos grandes etapas de la historia pactante. La
Biblia como un todo es la palabra-ley del pacto de Dios, su declaración de la historia y la
naturaleza de Su pacto.
Un libro pactante es, por lo tanto, un libro canónico: es la regla de la fe, su ley. Los libros de
la Biblia son canónicos porque son pactantes. Si nuestra visión del pacto es antinómica,
entonces no tenemos ni un pacto ni un canon, solo un libro de consejo vagamente espiritual
y moral. Entonces no es en esencia una palabra infalible.
Si bien las Escrituras tienen muchas palabras, en esencia es una palabra, y así se habla en
Deuteronomio 4: 2. Con el cierre del canon, las palabras ahora terminan en Apocalipsis 22:
18-19, y la única palabra unificada permanece. El juicio se advierte en Apocalipsis 22:18-19
a todos los que agreguen o quiten de la Palabra, porque una ley alterada del pacto ya no es
la ley misma, sino un sustituto humano de la ley.
Por lo tanto, cuando se niega la ley, el canon pronto se convierte en un “problema” y surgen
discusiones sobre el valor o el lugar de esta o aquella parte de la Escritura. Porque el
antinomianismo rompe el vínculo entre las ideas de un canon infalible, que es el pacto, la
ley y el evangelio, todo en uno, un Dios soberano cuya salvación no es la destrucción de la
ley sino la declaración de la justicia de su ley al exigir la expiación y al exigir al expiado que
“la justicia de la ley ... se cumpla” en ellos (Romanos 8: 4); el antinomianismo rápidamente
se vuelve débil y flácido en su uso y defensa de la Escritura. No tiene una palabra soberana
del Dios soberano, solo una bella historia y algunas conmovedoras súplicas de un dios
rogando. La Escritura no nos da tal palabra. La respuesta al gran antinomianismo es clara:
“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo
4:4). Es la Palabra que el hombre debe escuchar, creer y obedecer. Es la palabra infalible, y
no hay otro tipo de palabra de Dios.
La infalibilidad es un concepto y un hecho ineludibles; es el lugar de la infalibilidad lo que
está en cuestión. El canon o regla de vida y fe es de Dios o del hombre. Es el canon de la ley
del pacto, o es el canon de la palabra del hombre como ley.
6. La Palabra del Mandato

Una opinión muy común en la actualidad sostiene que la Biblia está inspirada cuando habla
de fe y moral, pero es completamente un producto de sus tiempos cuando toca asuntos de
historia y las ciencias (o el mundo natural). Muchos nos dicen que son genuinamente
ortodoxos aun cuando niegan la historicidad de Génesis 1-11, la historicidad de Jonás y
varias declaraciones que parecen poner a las Escrituras en desacuerdo con la ciencia
moderna. La Biblia, dicen, es infalible en lo que respecta a la fe y la moral, pero la historia y
la naturaleza están fuera de su ámbito.
Los orígenes recientes de esta opinión son neo-ortodoxos y barthianos. Las raíces, sin
embargo, vuelven al neoplatonismo y su desprecio de la realidad material y finalmente al
antiguo dualismo persa. Implícita en esta doctrina, llamada inspiratio fundamentalis, es una
división de la realidad en dos esferas. Van Til ha observado, con respecto a esta teoría,
Esta teoría parece muy atractiva para muchos cristianos serios hoy en día. En primer
lugar, encaja con la distinción común hecha por el pensamiento moderno entre la
verdad religiosa y la científica. Comúnmente se considera que los dos son bastante
distintos entre sí. Se supone que la ciencia debe tratar con el mundo espacio-
temporal, mientras que la religión trata con los valores morales y espirituales que se
consideran independientes de los hechos espacio-temporales. En segundo lugar, si
uno acepta la teoría de la inspiración fundamental, uno puede dejar que la crítica
bíblica tenga su propio curso libre; luego se mantiene que toda la verdad religiosa
que se enseña en las Escrituras permanece intacta aun cuando la crítica demuestre
la no historicidad de muchos de los hechos registrados en las Escrituras.
Con respecto a esta teoría, debe observarse de inmediato que es en sí misma una
parte de todo el esquema no cristiano de interpretación de la vida. En primer lugar,
toda la distinción entre verdad religiosa e histórica es absolutamente falsa desde el
punto de vista cristiano. La resurrección de Cristo es un hecho histórico y la verdad
de la religión del cristianismo junto con otros hechos históricos, dependen de la
resurrección. La redención ha sido históricamente mediada. Fue en la historia, por
personas históricas, que el pecado fue cometido. Por lo tanto, también en la historia,
cuando el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana y pagó el castigo por el pecado
en la cruz, se quitó el pecado. Necesitamos, por lo tanto, una interpretación
autorizada del significado definitivo de estos hechos históricos redentores. No hay
religión cristiana aparte de la historia.
Aquí nuevamente, Barth y su escuela están del lado del Modernismo40. Barth, al igual
que los modernistas, es virtualmente indiferente a la historicidad de los hechos de

40
Liberalismo teológico. Nota del Adaptador.
la redención. Es decir, el verdadero significado de la redención, según Barth, es más
conceptual que histórico. En la encarnación, Cristo solo toca la historia cuando una
tangente toca un círculo. La redención es, de acuerdo con este punto de vista, un
proceso mediante el cual los hombres son sacados de lo histórico y hechos algo
super-histórico. No es de extrañar que, con tal concepción de la historia, Barth y su
escuela sean indiferentes al criticismo Bíblico y ridiculicen la teoría de una Biblia
infalible.41

Tal doctrina en efecto arrebata al hombre de la historia incluso mientras está en ella. Hace
que la fe no sea histórica y, por lo tanto, irrelevante. Por todo eso, no es solo la historia y la
naturaleza las que están fuera de Dios, sino también la fe y la moral en última instancia.
La razón es simplemente la doctrina de Dios implícita en esta teoría. Se nos pide creer que
Dios no habla infaliblemente con respecto a la historia y la naturaleza. Tal Dios no es
soberano, ni tampoco literalmente el Creador del cielo y de la tierra, ni quien determina
toda la historia. Dios entonces es una figura separada, ajena a la creación, dando consejo
moral y religioso a un mundo ajeno.
No es sorprendente que los defensores de esta teoría sean uniformemente antinomianos.
Si profesan honrar la ley de Dios, es sobre una base selectiva: leyes contra el asesinato, pero
no necesariamente la pena capital por asesinato, leyes contra el adulterio, pero no la pena
de muerte por ello; leyes contra el robo, pero no leyes para la restitución; y así. Tal principio
de obediencia selectiva no es obediencia a Dios sino obediencia a nuestra propia razón y a
la conciencia selectiva y superior. En lugar de un Dios soberano, tenemos un hombre
soberano. La Escritura se reinterpreta para eliminar su ofensa, mientras se sigue utilizando
para demostrar que el hombre es el siervo de Dios humilde y obediente.
Si Dios es en verdad nuestro Señor y hacedor del cielo y de la tierra, entonces Él solo puede
hablar infaliblemente sobre la naturaleza y la historia. Su palabra es entonces una ley
vinculante, y la premisa operativa del hombre en todas las esferas de la vida y el
pensamiento. Nuestra escatología reflejará su señorío. Una palabra infalible que se refiere,
como la Biblia claramente lo hace, a la historia y la naturaleza implica el deber manifiesto
del hombre de ejercer dominio en esas esferas en el nombre de Dios.
La Biblia es una Palabra de mando. Regularmente se nos dice de parte de los antinominianos
que Dios, por ejemplo, no exige nuestro diezmo; sino que Él solamente quiere que le demos
nuestras limosnas voluntarias. Por supuesto cualquier decisión de diezmar también
requiere la voluntad y la libertad del hombre, pero el acto de diezmar deja en claro, como
también lo hace toda la ley, cual es la voluntad de Dios, cual es nuestro deber. Podemos
obedecer o desobedecer, pero establecer los términos de la obediencia y la naturaleza de

41
Cornelius Van Til: Una Introducción A La Teología. Vol. II. (Philadelphia, PA: Westminster Theological
Seminary, 1947). pp. 147f.
la obediencia mediante nuestra voluntad es negar la soberanía de Dios y Sus derechos
soberanos sobre nosotros.
Por cuanto la Biblia es una Palabra de mando, no está diseñada ni habla para satisfacer
nuestra curiosidad, sino para declarar el propósito y la ley de Dios, y para mandar nuestra
fe y obediencia a ella. La palabra como ordenanzas de un Dios soberano sólo puede ser una
palabra Infalible y una palabra de ley. La Biblia no busca el acuerdo de un hombre racional,
porque este hombre racional es un mito. La Biblia habla a un hombre caído y depravado
cuya necesidad es esa palabra de vida, la forma de vida, Jesucristo, y la ley y persona de esa
vida.
Una palabra de mando es una imposibilidad para la doctrina de la inspiratio fundamentalis:
Su dios no puede decir tal palabra. Decir entonces que creemos un aspecto de la Escritura -
sus enseñanzas concernientes a la fe y la moral - pero que no creemos otro aspecto - sus
enseñanzas sobre la historia y la ciencia- es engañarnos a nosotros mismos y mentirle a
Dios. Al establecernos como jueces sobre lo que es verdadero y falso en Su palabra, y al
excluirlo de la naturaleza y la historia en cualquier sentido soberano, negamos que Él tenga
una palabra infalible para el hombre en cualquier sentido. El hombre vive y actúa en la
naturaleza y la historia. Si el hombre es más activo que Dios en la naturaleza y en la historia,
entonces, de manera bastante lógica la palabra del hombre es la que nos gobierna. Tal dios
solo puede decirnos cómo dejar el mundo, pero no como ejercer dominio sobre él. La
palabra del hombre, entonces, se convierte en la palabra del dominio para la historia y la
naturaleza.
7. El Hombre Infalible

La salvación es una preocupación común a todos los teóricos y activistas políticos, porque
el mundo tal como existe obviamente no está bien. Por consiguiente, las teorías políticas
presentan planes de salvación, aunque no están etiquetados como tales. Básico para todo
pensamiento político no cristiano, desde Platón, es la pretensión de salvar al hombre
mediante esfuerzos políticos de parte del hombre a través del estado. Dios y lo sobrenatural
se descartan como inadmisibles: lo que salva al hombre debe provenir del hombre.
Esto significa poder estatista. Como se descarta una palabra autoritativa, vinculante y
salvadora de Dios, significa una palabra autorizada del hombre. Esa palabra debe ser la
Palabra Correcta, la palabra obligatoria. Rousseau planteó esta pregunta al comienzo del
Contrato Social:
Por fuerte que sea un hombre, nunca es lo suficientemente fuerte como para seguir
siendo amo, a menos que transforme su Poder en Derecho y la Obediencia en Deber.
Por cuanto, hemos venido a hablar del Derecho del Más Fuerte, un derecho que,
aparentemente asumido en la ironía, de hecho, se ha establecido en principio. Pero
el significado de la frase nunca se ha explicado adecuadamente. La fortaleza es un
atributo físico, y no veo cómo una sanción moral puede unir sus efectos. Ceder a los
fuertes es un acto de necesidad, no de voluntad. A lo sumo es el resultado de un
dictado de prudencia. ¿Cómo, entonces, la obediencia puede convertirse en un
deber?42
El hombre necesita un estándar, un criterio para el Derecho, el Deber y la Justicia. Lo que el
Dios soberano de las Escrituras había provisto una vez, ahora Rousseau necesitaba
reemplazarlo por un nuevo soberano con una nueva palabra. Este nuevo soberano era para
Rousseau “el cuerpo político” o el estado, es decir, el estado como la totalidad de su gente.
Las personas ahora son soberanas, pero las personas en un contrato social, que organizan
un estado. Por definición, este poder soberano es la voz inerrante del pueblo:
Ahora, el Pueblo Soberano, al no tener existencia fuera de la de los individuos que
lo componen, no tiene, ni puede tener, ningún interés contrario al de ellos. En
consecuencia, el poder soberano no necesita dar garantías a sus súbditos, ya que es
imposible que el cuerpo desee perjudicar a todos sus miembros, ni, como veremos
más adelante, puede herir a un solo individuo. El Soberano, simplemente por la
razón de serlo, es siempre lo que debería ser. Pero lo mismo no se aplica al súbdito
con respecto al soberano. A pesar del interés común, no puede garantizarse que el

42
Jean-Jacques Rousseau: “El contrato social”, Libro I, Capítulo III, “Del Derecho del Fuerte”, en Sir Ernest
Barker, editor: Social Contract, Essays by Locke, Hume y Rousseau. (Londres, Inglaterra: Oxford University
Press, (1947) 1958). pag. 244.
súbdito cumpla con su deber para con el soberano a menos que se encuentren
medios para asegurar su lealtad.43
Aquí tenemos la exaltación del estado como el verdadero gran inquisidor de toda la historia:
el estado es infalible, pero las personas no lo son, y se deben encontrar los medios para
“asegurar la lealtad del pueblo”. En palabras de Rousseau, “puede ser necesario que se
obligue a un hombre a ser libre.” La libertad en este sentido es la libertad de la “máquina
política” para cumplir sus objetivos. 44

Rousseau subraya esto una y otra vez: el estado incorpora y encarna la voluntad general,
que es infalible; el individuo no puede oponerse a la voluntad general. “La voluntad general
siempre tiene la razón y siempre tiende a la ventaja pública”. 45
No puede haber libertad para nadie ni para ninguna institución sino desde esta voluntad
general omnipotente, indestructible, inerrante e infalible. La iglesia debe someterse
enfáticamente a esta voluntad general. Al igual que Hobbes, Rousseau exigió que “todos
sean llevados a un solo todo político, sin el cual ningún estado ni ningún gobierno pueden
ser firmemente establecidos”.46
El estado de Rousseau es un cuerpo corporativo y místico. Es una fusión de las ideas
cristianas de la iglesia y de Dios para constituir un orden divino-humano en la tierra. El orden
político fue convertido por Rousseau en el nuevo dios, Salvador e Iglesia del hombre. La
infalibilidad fue transferida de Dios y Su palabra a la voluntad general y a su orden político.
El legislador de Rousseau es, por lo tanto, uno que “debe, en todos los sentidos, ser una
figura extraordinaria en el estado”. Él es así en razón de su genio, y no lo es menos por razón
de su cargo. Él no es ni magistrado ni soberano. Su función es constituir el estado”. 47 Este
gran hombre que sienta las bases del estado democrático que encarna la voluntad general
es un hombre-dios que no tiene “ningún contacto con nuestra naturaleza” y es algo así
como un dios, o, si es más de uno, dioses. Los expertos que crean así este nuevo orden
social son, como el legislador de Platón y el príncipe fundador de Maquiavelo, más que seres
humanos ordinarios:
Para descubrir qué regulaciones sociales son más adecuadas para las naciones, se
necesita una inteligencia superior que pueda examinar todas las pasiones de la
humanidad, aunque no esté expuesta a ninguna: una inteligencia que no tiene
contacto con nuestra naturaleza, pero que la conoce plenamente: una inteligencia,
cuyo bienestar es independiente de la nuestra, pero dispuesto a preocuparse por
ella: que, finalmente, viendo las largas perspectivas del tiempo y preparándose para

43
Ibid., “Del soberano”, Libro. I, Chap. VII, p. 260.
44
Ibid., p. 261.
45
Ibid., “De Si La Voluntad General Puede Errar”, Libro. II, Cap. III, p. 274.
46
Ibid., Libro. IV, Cap. VIII, p. 429.
47
Ibid., Libro. III, Cap. VIII, p. 292.
sí mismo un día de gloria aún distante, trabajará en un siglo para cosechar su
recompensa en otro. En resumen, solo los dioses pueden dar leyes a los hombres. 48
Aquí vemos la génesis de los nuevos dioses, los intelectuales y los expertos científicos
socialistas. No podemos entender la arrogancia de los intelectuales y de los científicos
expertos a menos que nos demos cuenta de que el pensamiento político moderno los ha
llamado a la existencia como los nuevos dioses de la creación.
Rousseau requirió de “una profesión de fe puramente civil”, es decir, la fe en el estado como
señor y no en el Dios de la Escritura. “Cualquier hombre que, después de reconocer estos
artículos de fe, proceda a actuar como si no los hubiera creído, es merecedor de la pena de
muerte”.49 El estado es el orden de la salvación. Por lo tanto, “cualquiera que se atreva a
decir ´Fuera de la Iglesia no puede haber salvación´ debe ser desterrado del estado”. 50
Las ideas de Rousseau, a pesar de todas sus contradicciones, se encontraron con una
respuesta inmediata porque la fe del hombre estaba ahora en el hombre como encarnada
en el estado. Condorcet vio el futuro como un camino feliz de progreso, porque Occidente,
es decir, los pensadores humanistas de Occidente, habían descubierto “verdades simples y
métodos infalibles”.51
John Stuart Mill, en On Liberty, presentó al individuo como soberano, sobre sí mismo y sobre
su propia mente al menos. Herbert Spencer sostuvo que cada hombre tiene la libertad de
hacer todo lo que quiera, siempre que no infrinja la misma libertad que cualquier otro
hombre.
La infalibilidad en todo esto no fue negada. Fue transferido de Dios y Su palabra a la
Naturaleza y las leyes de la naturaleza, y luego al estado o al hombre individual. La sociedad
futura de Spencer es una imagen milenaria, similar al comunismo perfecto de Marx. El
nuevo hombre vive entonces en un nuevo estado hecho posible por la nueva libertad del
verdadero estado. Para Spencer, la nueva infalibilidad estaba en el proceso evolutivo.
La nueva infalibilidad ha tenido sus profetas. Claude Henri de Saint-Simon y Auguste Comte
se vieron a sí mismos como los profetas inspirados de una nueva era para la humanidad.
Saint-Simon escribió acerca de “la voz de Dios” hablando “por su boca”, y de sí mismo como
el mesías del nuevo credo.52 Comte se vio a sí mismo como el nuevo profeta y papa de la
era post-cristiana. Más que eso, se veía a sí mismo como idéntico al Gran Ser o Dios, es
decir, a la Humanidad y su voluntad general. ¡Los legisladores de Rousseau estaban
afirmando su presencia! Mazzini se vio a sí mismo como el profeta-salvador de la

48
Ibid., Libro II cap VII.
49
Ibid., Libro. IV, Cap. VIII, pp. 437f.
50
Ibid., P. 439.
51
. Dante Germino: Pensamiento Político Occidental Moderno: De Maquiavelo a Marx. (Chicago, IL: Rand,
McNally, 1972). pag. 164.
52
Frank E. Manuel: Los Profetas de París. (Cambridge, MASS: Harvard University Press, (1962) 1965). pag. 142.
humanidad, aunque también identificó al mesías con todo el pueblo de la nación que se
trasladó a la nueva era. Hegel afirmó la naturaleza infalible del nuevo estado y su poder
absoluto. Proudhon, afirmando la absoluta libertad del hombre, declaró que el hombre
debe rehacerse derrotando y matando al Dios de la Escritura. Solo entonces el hombre
podría darse cuenta de sí mismo.
En años más recientes, la forma simple de hablar de estos humanistas anteriores se ha ido,
pero la presunción y la fe aún permanecen. Skinner no es menos un dios-hombre de
Rousseau que Comte, y lo mismo puede decirse de otros innumerables científicos e
intelectuales.
En resumen, la infalibilidad no es una doctrina limitada a los estudios teológicos. Es un
hecho de la vida contemporánea, con los nuevos dioses reclamando para sí mismos ese
poder que propiamente pertenece solo a Dios.
Por lo tanto, cualquier discusión de infalibilidad que se limite a una discusión de lo que los
teólogos han dicho es ciega a los problemas de nuestro tiempo. La nueva doctrina de
infalibilidad nos confronta en el arte, la política y las ciencias. El fracaso para desafiar a estos
rivales de Dios y enemigos de Su palabra y reino es la falta de fe y la incompetencia. Sentarse
de brazos cruzados mientras estas nuevas doctrinas de infalibilidad muestran sus
pretensiones y suponer que basta una afirmación dominical sobre las Escrituras en la
mañana es la cobardía y la deserción.
8. El Acto Infalible y la Palabra

En el corazón de la doctrina de la infalibilidad está la aseidad o auto-existencia de Dios. Cada


palabra y acto de Dios es infalible, no porque cumpla con algún estándar de exactitud y
verdad y pasa esa prueba, sino porque la palabra de Dios es la palabra definitiva, y no hay
nada más allá de Dios por lo cual podamos juzgar, probar o examinar la palabra de Dios.
Dios es enfático: “Yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:14, 18, 21, 22). No solo todas las
cosas son hechas por Él (Génesis 1:1, Juan 1:3), sino que todas las cosas se pueden entender
y probar verdaderamente solo en términos de Su Palabra.
No hay nada fuera de Dios para determinar a Dios o condicionar o afectar cualquier palabra
o acto de Dios. Cualquier cosa que Dios sea, haga o diga es definitiva, absoluta e infalible,
porque Él es Dios, “y no hay nadie más”. Dios no está gobernado, predestinado ni está
influenciado por nada fuera de Él.
Todo esfuerzo, por lo tanto, para probar la infalibilidad implica otro estándar, y socava la
infalibilidad de Dios y Su palabra. Nuestro propósito no es probar la infalibilidad de Dios sino
despojar a los hombres de las evasiones que oscurecen esta doctrina. La doctrina de la
infalibilidad es ineludible. El hombre niega que Dios sea infalible solo para afirmar que él
mismo es infalible. Las “dudas” pretensiosas del hombre deben ser así expuestas y sus
afirmaciones confundidas.
La Palabra de Dios, al ser una palabra no influida ni determinada, sino determinada por Dios,
es la única palabra pura, la única palabra que está más allá de las circunstancias. Nuestras
palabras son circunstanciales, motivadas por las necesidades de la circunstancia o situación,
pero la palabra creadora de Dios crea la historia y todas las circunstancias, y también su
palabra escrita gobierna toda la historia y las circunstancias.
Cuando el hombre, por lo tanto, niega a Dios, el hombre busca la realización de su propia
palabra y hechos infalibles, las palabras y hechos gratuitos que están más allá de las
circunstancias.
Esto significa una palabra y acto sin motivación. Esto significa vivir más allá de la causalidad,
es decir, escapar de la matriz de la creación a una situación de autotrascendencia. De ahí la
proliferación de crímenes sin sentido y sin causa, de lo que un psiquiatra llamó “rebeldes
sin causa”.
Guillaume Apollinaire (1880-1918), llamado por Shattuck “el empresario de la vanguardia”,
fue un campeón del acto gratuito, “l'acte gratuit”, como el medio para la libertad humana.
La iniquidad no causada era para él (como para el Marqués de Sade y otros) una liberación,
porque la iniquidad sin causa manifiesta un acto puramente desinteresado, un mal sin
motivación. Debido a que tal acto se realiza solo para satisfacer un capricho totalmente
personal, se convierte en un acto libre, sin causa y, por lo tanto, divino. En ese acto, el
perpetrador se convierte en un dios. Debido a que el acto no tiene referencia externa ni
relación con la situación, con ganancia o pérdida, con el bien o el mal, es ostensiblemente
un acto puro, un acto libre o un acto o palabra infalible.
Apollinaire encontró así la oportunidad de exponer esta fe en la pornografía. En la novela
Onze Mille Verges, el héroe es una presentación de esta liberación por puro mal. (Dios es
bueno, el anti-dios encuentra su "deidad" en el mal puro.) Su héroe, Mony, después de una
vida de terrible maldad, es sentenciado a muerte. Luego viola violentamente a una niña de
doce años que decide ceder su virginidad al condenado. Después de este acto, Mony
estranguló a la niña, después de sacarle los ojos, mientras ella gritaba horriblemente. Ya
bajo sentencia de muerte, no tenía nada que temer, y su acto era, por lo tanto, mal puro,
mal sin causa.53
En términos de esto, el aumento de crímenes “sin sentido” se vuelve más comprensible. El
acto del mal “puro” o no causado es una declaración de ser independiente de Dios y del
hombre. Es una negación de las limitaciones de la criatura y una afirmación de autonomía.
Tal acto de maldad pura se convierte en un acto necesario cada vez que un hombre busca
demostrar su independencia de Dios y del hombre: es su escape “necesario” del acto
condicionado por los requisitos de Dios y las demandas y presiones del hombre. La némesis
de este acto puro del mal es su necesidad: cada palabra y acto de Dios es total y
absolutamente auto-causado; Dios nunca necesita probarse a sí mismo. El hombre cuya
pasión es convertirse en dios debe trabajar para efectuar su acto puro de maldad, y solo
puede ser un acto esporádico. El resto de su vida se rige por las necesidades de las criaturas
que finalmente lo abruman: debe comer, dormir, vivir en un mundo de suministros
proporcionados por otros, y, finalmente, él muere. Por lo tanto, su acto de mal “puro” es
un acto necesario y ocasional, y lleva el sello, debido a su necesidad y su naturaleza de
rebelión contra Dios, como algo más que un acto puro y libre.
Sin embargo, el hombre cuya pasión es convertirse en dios, solo se esfuerza más para llegar
a ser capaz del acto puro y la palabra pura. El aumento de la pornografía es básico para esta
búsqueda. Porque Dios declara que su palabra es la palabra buena y la santa, la musa anti-
dios pronuncia el mal y la palabra profana. La pornografía moderna, comenzando con el
Marqués de Sade, y continuando por sí misma después de la Segunda Guerra Mundial, es
una preocupación religiosa. Es el intento del hombre de declarar una palabra pura que
describe un acto puro.
En la pornografía tenemos, primero, una preocupación radical por la anarquía. El atractivo
de la pornografía es su violación extrema de la ley moral. Cuanto más intensa es la
separación de la ley de Dios, más exitosa es la pornografía en esta nueva perspectiva.
Cuanto mayor es la distancia de la moral y del acto decente, mayor es la supuesta libertad

53
Roger Shattuck: Los Años de Banquete, Las Artes en Francia, 1885-1918. (Garden City, N.Y.: Doubleday
Anchor Books (1955)
y, por lo tanto, el placer real. En segundo lugar, en la pornografía no hay preocupación por
otras personas. El interés está en la autogratificación y la autoexpresión. Así, de la manera
como la violación radical de la ley de Dios proclama una supuesta independencia de la ley
de Dios, el desprecio radical por las parejas sexuales indica una supuesta independencia de
otras personas. Por lo tanto, la pareja sexual no puede ser amada: el compañero es usado
y odiado.
Dr. Robert Stroller, profesor de La Facultad de Medicina de U.C.L.A., ha escrito en los
Archivos de Psiquiatría General que, a excepción de unos pocos individuos raros, la mayor
parte de la sexualidad humana es generada por la hostilidad. Las personas son menos
amorosas cuando “hacen el amor”.54
Esto es claramente cierto para el hombre existencial moderno. No puede amar a otra
persona, porque la autonomía y la pasión por ser dios requieren una independencia del
amor y de la dependencia que el amor crea. Por lo tanto, lo que el hombre moderno llama
amor es en realidad la explotación sexual.
Pero incluso la explotación sexual establece el hecho de que se necesita a los explotados.
Por lo tanto, el sexo definitivo se convierte en sexo solitario: la masturbación. Una revista
socialista presenta la masturbación como el aspecto básico de la liberación de las mujeres.
Las clases sobre cómo masturbarse se llevan a cabo para mujeres, con un libro de texto
sobre el tema, y toda la clase se masturba según las indicaciones. Se nos dice que “La
masturbación es uno de los pocos actos en que realmente se puede estar solo, y que sólo
requiere un quórum de uno.”55 E. Shorter ha demostrado que la masturbación es en gran
parte un fenómeno moderno.56 Es un producto del mundo de Descartes, el mundo en el
que el hombre es ostensiblemente autónomo y es su propio universo. En un mundo así, el
sexo solitario, que no depende de una pareja sino de la imaginación y del cuerpo del
individuo, se convierte en el sexo definitivo. La pornografía es, en esencia, literatura
masturbatoria; cuando conduce a cualquier acto sexual que involucre a otros, sigue siendo
un acto totalmente egocéntrico.
En tercer lugar, la pornografía se relaciona con el sexo exploratorio, con el descubrimiento
de las potencialidades para formas de sexualidad aún más anárquicas, y su placer deriva de
tales “descubrimientos” y actos. El anti-dios debe tener una potencialidad ilimitada y, por
lo tanto, no puede poner límites a la forma que explota el acto sexual. Las páginas de
publicaciones como Penthouse informan continuamente sobre los ostensibles éxtasis de los

54
“¿Es El Sexo Neurótico?” En Time, 3 de enero de 1977, vol. 109, no. 1
55
Mopsy Strange Kennedy, “La Revolución Sexual Sigue Acercandose”, en Mother Jones, diciembre de 1976,
vol. I, no. 9, p. 25.
56
Edward Shorter: La Fabricación de La Familia Moderna. (Nueva York, N.Y .: Basic Books, 1975). pp. 76, 98,
102, 114-116, 251.
nuevos dispositivos, las nuevas formas de anarquía y perversión y los nuevos alcances de la
imaginación pornográfica en el sexo.
Muchas de estas cartas y recuentos deben tomarse como ficción, aunque no todos. En
cualquier caso, la intención es la misma. Al formular y expresar su imaginación malvada,
están encontrando una ostensible libertad en la palabra pura, lo sin ley, la palabra sin causa.
Cada vez más, las formas del mal pornográfico ideado se apartan de todo lo que se puede
llamar un impulso sexual físico. Esto se suma a su placer. Se convierten así en un mal más
puro y en un acto sin causa, la palabra gratuita y pura expresada por carta o libro. Tales
escritos, como ejemplos de la palabra pura, llegan a ser como una Biblia para muchos
millones, quienes los leen ansiosamente para obtener estímulo para remontarse en su
propio reino de la palabra pura, aunque solo sea en la imaginación, o en el acto puro de la
ejecución.
El lenguaje profano cumple un propósito similar. La blasfemia es cada vez menos lo que era,
una explosión de ira o frustración. Tal blasfemia es causada por un evento y no es gratuita.
La obscenidad y la grosería modernas son cada vez más incausadas y gratuitas. Para muchas
personas, cuanto más sin causa e indignante sea la situación, mejor será la obscenidad. Así,
un joven, supuestamente un artista, pero en realidad un parásito social, se acercó a una
mujer de mediana edad a la que nunca había visto antes, que salía de la iglesia, y le dijo que
lo que necesitaba para la salvación era la liberación. Puedes ser libre, le dijo, si copulas
conmigo en el prado, o si no abres mi cremallera aquí y ahora y me chupas. De lo contrario,
serás esclava de tu Dios mítico y de los problemas de la clase media, agregó. Él defendió sus
palabras con el argumento de que estaba promoviendo la verdadera religión, la libertad
para el hombre, y se retiró antes de que se llamara a la policía; insistió en que no había nada
“sucio" en sus palabras, y en que la reacción de la mujer fue “sucia”: mientras que la suya
era la palabra pura y liberadora.
Se ha dicho suficiente para indicar que los intentos de infalibilidad del hombre tienen
consecuencias sociales. La mentalidad limitada de la iglesia, por lo que considera que la
doctrina de la infalibilidad es algo que solo hace referencia a la Biblia, es mortal. Es una
negación tácita de la soberanía de Dios. Debido a que Dios es soberano, no hay nada en
toda la creación que pueda ser entendido en otra cosa que no sean términos teológicos.
Toda realidad es ineludiblemente un hecho teológico. No hay una interpretación válida para
nada excepto en términos de Dios y Su palabra infalible. Toda categoría de pensamiento no
cristiana es, por lo tanto, una falsificación o mala aplicación de la palabra de Dios, o un
intento de usar el significado de Dios al tiempo que niega a Dios y, por lo tanto, es una
antinorma. Por cuanto cada incrédulo es un anticristo, en última instancia, cada palabra del
incrédulo se convierte en una anti-palabra, una palabra en contra de Dios y Su significado,
que es el único significado. Se convierte en una palabra desafiando a Dios, una palabra
declarada para establecer al hombre como su propio dios. Esto es lo que encuentra
expresión en las ideas del acto puro y de la palabra pura del hombre anticristiano.
9. El Movimiento Infalible

Una de las declaraciones más interesantes de Sartre es su afirmación de que para el


existencialismo “todas las actividades humanas son equivalentes”. Porque no puede haber,
para el existencialismo, ninguna determinación válida exterior al hombre, y el hombre debe
ser liberado de todas las influencias de la religión, la sociedad, familia y escuela, del pasado
y del futuro para tener plena libertad y soberanía en el momento presente, todas las cosas
son iguales, porque todas las cosas son igualmente sin sentido. Para el existencialismo,
sostiene Sartre, “equivale a lo mismo si uno se emborracha solo o si es un líder de naciones”.
El único objetivo válido es estar verdaderamente libre de toda determinación externa y ser
plenamente autoconsciente como ser autónomo. En términos de este objetivo, es probable
que “sea el quietismo del solitario borracho el que prevalezca sobre la agitación vana de los
líderes de las naciones”.57 El líder de las naciones estará influenciado por personas y
eventos; el borracho será el mejor existencialista, porque solo será influenciado por su
propio deseo de beber.
El momento existencial es el presente vivido por el hombre cuando se divorcia del pasado,
de los hombres y la sociedad, y de todas las consideraciones de Dios, del bien y del mal. Un
hombre así, habiendo “reconocido” su libertad, estará más allá del bien y del mal
ostensiblemente. Él vivirá en el momento existencial más allá del juicio, porque el momento
existencial es siempre infalible.
Lo que el hombre existencial quiere y hace es necesariamente infalible, porque no se
considera que exista un estándar legítimo que pueda juzgar al hombre y declarar que
cualquier variación de sus acciones es obligatoria. El acto necesario y el acto infalible es lo
que hace el hombre existencial. Más allá de él, por definición, no hay nada. El hombre
existencial dice en efecto, yo soy el hombre-dios, y junto a mí no hay nadie más.
Lo mismo se aplica a todo pensamiento y palabra del hombre existencial: lo que el hombre
existencial piensa y dice es infalible porque no hay norma, ley o Dios para que gobierne que
cualquier cosa que piense y diga no sea inerrante. La autoexpresión del hombre
existencialista es, por lo tanto, una expresión infalible. El hombre infalible habla una palabra
infalible que también es para él la única palabra en el universo.
El momento es siempre infalible, y como el hombre existencial se rehúsa a inclinarse ante
Dios, el tiempo, la historia y la sociedad, vive sin referencia al pasado y al futuro en un ahora
eterno. La existencia de Dios es más allá del tiempo. La “eternidad” del hombre existencial
es el momento, el ahora eterno.

57
Jean-Paul Sartre: El Ser Y La Nada. (Nueva York, N.Y.: Philosophical Library, 1956). pag. 627.
Guillaume Apollinaire, de apenas veinte años, escribió porciones de una novela en la que
tenía un personaje que declara, sobre el nuevo hombre que vendrá:
A mi llegada a la tierra encontré a la humanidad en sus últimas etapas, dedicada a
los fetiches, fanática, apenas capaz de distinguir lo bueno de lo malo, y debo dejarla
inteligente, iluminada, regenerada, sabiendo que no hay ni bien ni mal ni Dios ni
demonio ni espíritus ni materia en distinta separación.58
Este énfasis en la ultimidad del momento ha llevado a lo que Kenneth Keniston ha llamado
el culto del presente. En esta fe, el aquí y ahora es todo. La experiencia divorciada de los
criterios eternos del juicio, la actividad y la aventura por su propio bien, y la falta de atención
hacia el futuro, marcan este culto por el presente. Hay una búsqueda de significado total en
el presente, pero este significado total elude al hombre existencial. Las drogas son muy
importantes para el hombre existencial, porque las drogas proporcionan el Nirvana del
momento. Los intentos de suprimir el tráfico de drogas están fallando, porque los narcóticos
representan una necesidad demasiado básica para el hombre moderno. Proporcionan un
escape de Dios y de la sociedad, de la realidad, del pasado, del futuro y del tiempo mismo
para el hombre existencial. Los narcóticos proporcionan la ilusión de un eterno ahora y
alimentan el sentido de infalibilidad, la sensación de ser un dios.
Este énfasis, en el verdadero espíritu del existencialismo, es a la vez una búsqueda de
significado y “del deseo de autoexpresión”. Sin embargo, como observa Keniston, “esto rara
vez es un deseo de remediar errores o reformar la sociedad”.59 Sartre no es fiel a su
existencialismo en su preocupación social: está más cerca del líder de las naciones que del
borracho.
Esta búsqueda del momento infalible por parte del hombre existencial es un fracaso. La
negación del mundo de significado de Dios implica, no un nuevo significado, sino ningún
significado.
Sin embargo, característicamente, una filosofía de la libertad absoluta, basada en la
negación de cualquier relación necesaria con el pasado, suele ser una filosofía del
absurdo; los signos de esta libertad no son alegría y triunfo, sino náuseas y pavor; y
sus poseedores no son los creadores, sino los Extraños y Forasteros del universo.
Pocos hombres, jóvenes o viejos, ordinarios o extraordinarios, pueden vivir
contentos, mucho menos gozosos, sin una relación con el tiempo que no sea la
libertad total.60
Ningún hombre puede hacer o ser su propio universo. El momento infalible del
existencialista demuestra ser un paso hacia el infierno. El objetivo del hombre

58
Roger Shattuck: Los Años del Banquete. p. 253.
59
Kenneth Keniston: La Juventud No Comprometida Y Alienada En La Sociedad Estadounidense. (New York,
N.Y.: Harcourt, Brace and World, (1960) 1965). pp. 182f.
60
Ibid., p. 238.
existencialista es “no tener otra ley que la mía”. Esto significa rechazar a Dios, al hombre y
a la naturaleza, porque la naturaleza, como creación de Dios, tiene “mil caminos trillados”
que conducen a Dios.61
El momento infalible es, por lo tanto, una ilusión, pero es una ilusión que es central en la
vida del hombre moderno. Es un concepto que ha tenido amplia influencia entre supuestos
cristianos. Por lo tanto, es necesario desvirtuar las doctrinas rivales de infalibilidad para
dejar sin excusa a los hombres caídos, tanto los que están fuera como los que están dentro
de la iglesia.
Además, debemos recordar que el movimiento carismático, con su énfasis en las
“revelaciones” y la experiencia, tiene en muchos casos profundos vínculos internos con el
existencialismo. El aumento periódico de los movimientos carismáticos en la historia está
estrechamente relacionado con la prevalencia del culto por el presente.

61
Jean-Paul Sartre: Sin Salida, Y Otras Tres Obras. (Nueva York, N.Y .: Knopf Vantage Books, (1946) 1955).
pag. 122. Estas líneas son de la obra, Las Moscas.
10. ¿Quién Habla La Palabra?

Como hemos visto, la doctrina de la infalibilidad no está restringida a la Biblia. El hombre es


una criatura de Dios en todos sus caminos y en todo su ser. Cada categoría de su vida y
pensamiento está determinada y condicionada por ese hecho. Por lo tanto, el hombre está
para guardar el pacto de Dios, o, en rebelión, es un dios fingido que busca reproducir el ser
y la vida de Dios en su propia persona. Por lo tanto, el hombre en su rebelión tratará de
establecer su palabra independiente como la palabra suficiente. Se dice que su palabra
autónoma está más allá del bien y del mal, porque su palabra establece lo que es bueno y
malo para sí mismo, y solo por el momento. Ni siquiera la palabra del hombre existencial
puede atarlo.
Al analizar la cuestión de la palabra infalible, debemos reconocer que, en esencia, hay tres
respuestas posibles a la pregunta básica de cuál es la palabra fundamental y necesaria.
¿Cómo sabemos y cuál es la fuente de autoridad? ¿Quién habla la palabra vinculante e
infalible, finalmente? Podemos responder, primero, que el hombre solo habla la palabra;
segundo, que Dios y el hombre son capaces de hablar la palabra creativa y última; o tercero,
que solo Dios habla de manera creativa, autoritaria e infalible.

La primera opinión sostiene que el hombre solo habla la palabra infalible. Se dice que no
hay Dios, o, si Dios existe, Él es un Dios que permanece fuera del alcance del hombre. Él no
es Dios sobre el hombre y el universo y es un extraño para él. El hombre, por lo tanto, no
tiene un estándar más allá de sí mismo. Para un existencialista como Sartre, Dios por
definición no es un problema para su filosofía, pero otras personas sí lo son. ¿Cómo pueden
los hombres, cada uno tratando de ser un dios, tolerarse el uno al otro? En un mundo de
dioses rivales, el conflicto es inevitable. Sartre ofrece la “intersubjetividad” como la
respuesta, pero esta posibilidad no se desarrolla en otra cosa que no sea una esperanza.
El hombre como dios, hablando la palabra infalible, no puede hablar la palabra de
conocimiento concerniente a la creación. Dado que él no tiene otro estándar de autoridad
que él mismo, él debe tener un conocimiento exhaustivo de toda la realidad antes de poder
tener conocimiento de cualquier otra cosa. Por cuanto ha negado que la realidad tiene una
ley y un orden completamente dados por Dios, él debe examinar esa realidad por completo
antes de poder pronunciar una palabra de conocimiento sobre ella. Como resultado, ningún
conocimiento es posible.
Nietzsche, al declarar su independencia de Dios, se vio obligado a negar todo conocimiento
y la idea de la verdad. Al final, Nietzsche aniquiló todo, incluyéndose a él mismo. El hombre
se convirtió en una isla en un mar sin orillas, sin oír otra voz que la suya y comprometido
con el suicidio. Como la vida misma no podía ser un criterio para Nietzsche, tuvo que
rechazar la fuerza de la vida en sí misma como un estándar y un bien ajeno. El suicidio fue
así su último consejo.
Negar a Dios es finalmente negar al hombre, la vida, el conocimiento y todo lo demás. Dios
es el único creador y sustentador de todas las cosas: cuando se le niega, todo se niega. El
resultado es un mundo sin significado, solo una negación total.
Pocas personas se han dado cuenta de esto más claramente que Karl Barth. Como hombre
completamente moderno, en principio se oponía al Dios soberano de las Escrituras, el único
que habla con autoridad y creatividad, y de quien cada palabra es, por lo tanto, una palabra
infalible e inerrante. Barth pertenecía al mundo de Descartes; para él, el Dios de la Escritura
era anatema. Por otro lado, Barth estaba horrorizado por el abismo abierto por Nietzsche,
o, más exactamente, por Feuerbach y toda la tradición del pensamiento moderno. Cuando
el hombre solo habla, entonces el hombre está condenado. Se abre el mundo del suicidio y
el apocalipsis del hombre moderno en un conflicto mundial. Barth no quería a Dios ni a
nadie, ni a la palabra de Dios ni a la palabra de hombre. La esperanza de Barth era en algo
intermedio, algo que le daría al hombre su libertad y autonomía cartesianas para pronunciar
la palabra autorizada en nombre de Dios. Dios proporcionaría así la póliza de seguro para
sustentar la palabra del hombre. Para Barth, por lo tanto, Dios es muy importante, no en Sí
mismo, sino como un fundamento para la libertad del hombre. Dios es para Barth un
concepto limitante, no el ser soberano y omnipotente.
El resultado fue la segunda respuesta posible, es decir, que Dios y el hombre son ambos
creativos, y ambos hablan creativamente en las Escrituras. La palabra de Dios está aquí en
la Biblia, pero es una palabra oculta, subjetiva, que aparece solo en el encuentro divino-
humano. No es Dios en sí mismo lo que le interesa a Barth; si tal Dios existe, Él es
incognoscible. Él no es un asunto de fe o incredulidad. Él no es de nuestra incumbencia, sino
que solo existe un concepto relacional de Dios en Barth, un Dios cuya función es suscribir al
hombre. El teólogo liberal Wingren tiene razón: “En la teología de Barth el hombre es el
centro obvio. La pregunta sobre el conocimiento del hombre es el eje alrededor del cual se
mueve todo el tema”. Agrega que esto se manifiesta muy claramente en lo que Barth tiene
que decir acerca de la ley de Dios.62
La preocupación de Barth no era la salvación: era demasiado universalista para eso. Su
preocupación era salvar la posibilidad del conocimiento. Su hombre no es el hombre bíblico
sino el moderno, hombre en crisis epistemológica. El hombre de Barth no tiene una doctrina
bíblica del pecado; más bien, él es un hombre moderno, que tiene problema para establecer
cómo puede saber, y que tiene un deseo de conocimiento sin responsabilidad.
La Biblia para Barth es simplemente un medio por el cual el hombre puede establecer su
propia palabra en el nombre de Dios; no es la palabra infalible del Dios cuya ley es
obligatoria para el hombre. Es la palabra del hombre para Barth que debe ser dicha y debe
ser escuchada. Pero, como señala Wingren,

62
Gustaf Wingren: Teología En Conflicto, Nygren, Barth, Bultmann. (Philadelphia, PA: Muhlenberg Press,
1958). pp. 34s.
El hombre sin medios de contacto con Dios no es el tipo de hombre descrito en las
escrituras bíblicas. Este hombre sin medios de contacto con Dios es el hombre
moderno y ateo, para quien la cuestión del conocimiento es la pregunta esencial
cada vez que se discute la concepción de Dios.63
Para Barth, el pecado es la posibilidad imposible, una noción que hace un uso formal de la
doctrina del pecado, pero preserva al hombre en su autonomía y libertad. El hombre y Dios
tienen un ser para Barth. Por lo tanto, la caída del hombre no proviene de algo ordenado
por el Dios absoluto, sino de sí mismo. La salvación no es una vida nueva sino un
conocimiento nuevo, y en esencia es un aumento en la escala del ser. El lenguaje de Barth
es de encuentro y correspondencia, no de expiación y salvación.
Rudolf Bultmann también intentó preservar al hombre del abismo de la auto-deificación.
Su respuesta fue desmitificar las Escrituras para obtener la verdadera palabra. Comenzó
declarando que la cosmovisión científica debe ser estrictamente aceptada. Todo lo que
pretende provenir del reino eterno es estrictamente mitológico. Al desmitificar las
Escrituras, podemos reconocer que la escatología cumplida es su verdadero mensaje. La
búsqueda religiosa del hombre no debe dirigirse a un punto fijo fuera de él, sino a sí mismo
y a su propia conciencia y certeza. Como comenta Wingren,
Con respecto al concepto de culpa, hemos establecido que un “egocentrismo”
peculiar domina el pensamiento de Bultmann sobre este punto. Esto se debe a la
influencia de Heidegger. La culpa es la falta de autorrealización, así como la salvación
es la autorrealización. La vida humana (Dasein) ha caído, pero ha caído
exclusivamente de sí misma. Cuando el hombre busca y elige entre las posibilidades
que le esperan en la hora de la decisión, busca su propia existencia. 64
¿Dónde entra Dios en la imagen de Bultmann? La cosmovisión moderna de la ciencia
prevalece; lo sobrenatural y el más allá están descartados, y el hombre es autónomo, su
única esperanza es él mismo. Habiendo hecho esto, Bultmann apela a la seguridad en “el
invisible del más allá, en Dios”.65 ¡Pero este es el mismo Dios que él ha descartado!
Bultmann luego recurre a la ciencia y la tecnología como los verdaderos demonios que le
dan al hombre una falsa sensación de seguridad, cuando el verdadero estado del hombre
no debería ser ninguna seguridad. Al igual que Tillich, afirma que el Principio Protestante es
una inseguridad perpetua, es decir, una neurosis de ansiedad perpetua y una Danza de San
Vito en la tierra de nadie.66
Bultmann no quiere al Dios de las Escrituras ni a Su mundo infalible. Él lo “desmitifica” para
despojar a Dios de toda autoridad. Es la palabra del hombre lo que él defiende, pero, como

63
Ibid., P. 115.
64
Ibid., Pp. 131 s.
65
Rudolf Bultmann: Jesucristo y Mitología. (Nueva York, N.Y .: Charles Scribner's Sons, 1958). pag. 40.
66
Ibid., Pp. 39, 40, 42, 65.
Barth, ve el suicidio inherente en la palabra del hombre, entonces desmitifica al hombre
¿Cómo tenemos conocimiento? La palabra del hombre se debilita hasta cierto punto, y
radicalmente también la palabra de Dios es debilitada. Nuestro conocimiento, que, en lo
que respecta a Barth, es nuestra justificación, ¡viene desmitificado! Como Bultmann
escribió:
De hecho, la desmitificación es una tarea paralela a la realizada por Pablo y Lutero
en su doctrina de la justificación por la fe sola y sin las obras de la ley. Más
precisamente, la desmitificación es la aplicación radical de la doctrina de la
justificación por la fe a la esfera del conocimiento y el pensamiento. Al igual que la
doctrina de la justificación, la desmitificación destruye todo anhelo de seguridad. No
hay diferencia entre la seguridad basada en buenas obras y la seguridad basada en
el conocimiento de objetivación. El hombre que desea creer en Dios debe saber que
no tiene nada a su disposición para construir esta fe, que es, por así decirlo, en un
vacío. El que abandona toda forma de seguridad encontrará la verdadera
seguridad.67
El hombre bíblico, quien no está en el vacío de Bultmann, cree que “la fe es la sustancia de
lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve” (Heb. 11:1). Dios, como única seguridad,
nunca es abandonado por el hombre bíblico. Pero el hombre de Bultmann encuentra su
seguridad en sí mismo: Dios y “el invisible del más allá” le brindan una póliza de seguro y
evitan que el hombre caiga en la nada, o eso Bultmann espera. Su Dios y su hombre son
realmente uno: “La cuestión de Dios y la cuestión de mí mismo son idénticas”. 68 Esto no es
panteísmo: el Dios de Bultmann no es lo suficientemente real para eso; el Dios de Bultmann
es un concepto limitante.
Barth y Bultmann no rescatan el conocimiento; no nos dan una palabra autoritativa e
infalible. Más bien, en sus puntos de vista, Dios se disuelve y el hombre queda en el vacío.
Todos los puntos de vista que niegan al Dios soberano conducen a lo que Cornelius Van Til
describió tan acertadamente como una “integración en el vacío”.
La tercera opinión posible es que solo Dios habla con autoridad y creatividad, mientras que
el hombre habla analógicamente. El hombre piensa los pensamientos de Dios, según Dios.
Dios determina al hombre, a la eternidad, al tiempo. El rol del hombre es hacer la voluntad
de Dios, entender todas las cosas en términos de la palabra de Dios. No destruye la historia
para hacer determinante la eternidad (como afirmaba Reinhold Niebuhr), así como nuestra
incapacidad para caminar por el costado de una pared destruye nuestra capacidad para
caminar. El hombre no es Dios, es el vice-regente de Dios, llamado a obedecer a Dios y a
resolver las implicaciones de la imagen de Dios en esa obediencia.

67
Ibid., P. 84.
68
Ibid., P. 53.
Van Til ha hablado del deseo cainita de que no haya Dios. En lugar de ceder al deseo cainita
de la muerte de Dios, trabajamos en la premisa del Dios absoluto en Su palabra escrita. El
deseo Cainita busca eliminar a Dios, y en su lugar elimina el significado y al hombre. El
hombre se disuelve en el vacío de la falta de sentido cada vez que intenta disolver a Dios.
Aquellos cuya teología está informada por el segundo enfoque no predican una doctrina
Bíblica de la salvación. Predican la psicología o la auto salvación. Aquellos que sostienen al
Dios Soberano y Trino de las Escrituras tienen la Palabra segura e infalible de Dios para
proclamar. Es la Palabra sobre la cual todas las palabras deben ser fundadas.
11. La Palabra de Dominio

Van Til ha descrito muy claramente el problema básico y el área de conflicto entre el
pensamiento bíblico y el moderno:
Esa cuestión puede expresarse de manera simple y exhaustiva al decir que, en la
visión cristiana de las cosas, es el Dios autónomo el que es el punto final de
referencia, mientras que en el caso de la visión moderna es el aspirante a ser un
hombre independiente quien es el punto final de referencia en toda interpretación.
Para el cristiano, los hechos son lo que son, en última instancia, en virtud del lugar
que ocupan en el plan de Dios.69
El pensamiento del hombre, por abstracto que sea, tiene un marco de referencia personal.
Por lo tanto, independientemente de las conclusiones a las que pueda llegar el hombre con
respecto al cosmos y la vida, es alguien por el cual una persona es el último punto de
referencia. Van Til, nos ha mostrado claramente las implicaciones de esto:
En último análisis, toda teología o filosofía es personalista. Todo lo “impersonal”
debe relacionarse con un último punto de referencia personal. La ortodoxia
considera que la trinidad ontológica autónoma es este punto de referencia. La única
alternativa a esto es hacer que el hombre sea el último punto de referencia.70
Para mantenerse como el último punto de referencia, el hombre caído debe negar la
Palabra de Dios. Que Dios hable una Palabra infalible significa que Dios es el último punto
de referencia y la máxima Persona y autoridad. Que el hombre tenga la libertad de ser esa
autoridad y punto de referencia significa que necesariamente la Palabra infalible de Dios
debe ser abiertamente negada o su autoridad anulada por la reinterpretación. La palabra
de dominio debe ser preservada para el hombre.
Van Til ha descrito las marcas de este hombre caído, el que rompe el pacto y el defensor de
la palabra del hombre en contra de la Palabra de Dios. Primero, este aspirante a hombre
autónomo “se considera a sí mismo como el máximo juez de lo que puede o no puede ser”.
Cuando él interpreta hechos o eventos, no permite que haya otra palabra para interpretar,
gobernar o predecir la historia. Segundo, este hombre sin ley niega que Dios, si existe, pueda
controlar y determinar todos los fenómenos. No puede haber palabra de autoridad,
dominio o predestinación de Dios. Tercero, se sostiene que “el pensamiento del hombre es,
en el análisis final, absolutamente original.” Si hay alguna determinación o interpretación
en la historia, es por el hombre.

69
Cornelius Van Til, “Introducción”, en Benjamin Breckinridge Warfield: La Inspiración Y La Autoridad de la
Biblia. (Nutley, N.J .: Presbyterian and Reformed Publishing Company, 1948). pag. 18.
70
Ibid., P. 66.
Cuarto, Los hechos del entorno del hombre no son creados ni controlados por la providencia
de Dios. Son hechos brutos, no interpretados y, en última instancia, irracionales. El universo
es un universo controlado por la casualidad. Es un universo totalmente abierto. Sin
embargo, al mismo tiempo, es un universo cerrado. Es así en este sentido: no puede ser lo
que Cristo dice que es, es decir, creado, gobernado y redimido por Él. En este aspecto, el
cosmos está cerrado; no puede haber tal Dios como lo revela la Biblia. Este es el negativo
universal de los hombres de filosofía y ciencia de mente abierta. 71

El hombre caído despoja a Dios del universo y despoja al universo de la ley y del significado
para poder jugar libremente a ser dios y emitir su propia ley y significado. El hombre solo
puede hablar la palabra de dominio en un universo vacío, un cosmos esperando que el
espíritu del hombre se mueva sobre él y le proporcione forma y significado. Por lo tanto, el
hombre desea que el cosmos sea un caos para que su orden se convierta en el producto de
su propia palabra que respira vida. El hombre no se acerca a la realidad en ningún espíritu
de neutralidad: lo aborda como el hombre que guarda el pacto o como un hombre que
rompe el pacto, cuya voluntad es ser su propio dios. Por lo tanto, existe un conflicto
ineludible sobre quién habla la palabra de dominio, la palabra infalible que es el último
punto de referencia. Van Til ha escrito:
Al salvarnos del pecado, Cristo nos salva para Su servicio. A través de la salvación
que es nuestra en Cristo por el Espíritu, retomamos el mandato cultural que se le
dio al hombre en el inicio de la historia. Ya sea que comamos o bebamos o lo que
sea que hagamos, ahora queremos hacer todo para la gloria de Dios...
El mandato cultural debe cumplirse en el manejo de los hechos o eventos de nuestro
entorno. El hombre debe someter, al servicio de Cristo, la tierra y todo lo que está
en ella. Como el cristiano constantemente lo hace, él está constantemente
consciente del hecho de que está trabajando bajo las condiciones de Dios. Él no es
el dueño de nada, y menos de él mismo. Él es el esclavo de Dios por medio de Cristo.
Ahí radica su libertad. Aquellos que todavía piensan de sí mismos como propietarios
de sí mismos y consideran que el mundo es una bolsa de sorpresas no pueden
evaluar la situación como realmente es. Sin saberlo, ellos también están trabajando
bajo las condiciones de Dios.72
Como de costumbre, Van Til pone su dedo claramente en el punto básico. El hombre fue
creado para el servicio de Dios, para ser su sacerdote, profeta y rey y para hacer de esta
tierra el reino desarrollado y glorioso de Dios. Este llamado es básico para la naturaleza del
hombre. El hombre caído no abandona esta vocación. En cambio, busca convertirlo en su
propia meta perversa, establecer el reino del hombre con el hombre como dios y como el

71
Cornelius Van Til: La Doctrina Protestante de la Escritura. Den Dulk Foundation. (Nutley, N.J .: Presbyterian
and Reformed Publishing Company, 1967). pag. 13.
72
Ibid., pag. 1s.
último punto de referencia. El comienzo de esa rebelión es la pregunta: “¿Con que Dios ha
dicho?” (Génesis 3:1). La palabra autoritativa e infalible, la palabra de dominio, que el
tentador sostiene, no es de Dios sino de la criatura. La tarea de ejercer el dominio y someter
a la tierra será más fácil, sostiene, si el hombre comienza por negar la palabra de Dios y
afirma su propia palabra como palabra de conocimiento y palabra de dominio. Al reservar
el árbol del conocimiento a Sí mismo, Dios se reservó el dominio para Sí mismo. Dios declaró
que la interpretación de los hechos y el carácter moral de todas las cosas estaba
determinada por Su palabra. La palabra de Dios es la palabra de dominio porque la Suya es
la palabra creativa. Habiendo hecho todas las cosas, Él ha establecido el carácter, el
significado y el propósito de todas las cosas. El bien y el mal están determinados por Su ser
y propósito, de modo que el punto fundamental de referencia en todas las cosas es Dios y
Su palabra, la palabra obligatoria y la palabra de dominio.
La creencia del tentador era y es que la criatura, para cumplir su llamado al dominio, debe
ejercitarla independientemente, es decir, que la imagen de Dios en el hombre requiere que
el hombre sea dios. El hombre, por lo tanto, debe convertirse en su propia fuente de la
palabra de dominio; el hombre debe declarar que las cosas son buenas y malas en la medida
en que sirven o no sirven al propósito y la gloria del hombre. El hombre debe comenzar la
construcción de su verdadero reino, el reino del hombre, al declarar que él mismo es el
árbol del conocimiento, la fuente de la palabra de dominio. No es el Dios Trino de quien
procede el río de la vida, y quién es la fuente del árbol del conocimiento (Apocalipsis 22:1-
2), sino el hombre mismo.
Es necesario tener en cuenta que Van Til señala: “Al salvarnos del pecado, Cristo nos salva
para Su servicio”. La salvación arminiana sirve al hombre caído; “lo libera” supuestamente
de las consecuencias de la caída para seguir su propio camino independiente en la
construcción del reino del Hombre. Pero la salvación no es solo un seguro contra incendios,
y la predicación que enfatiza el cielo y el infierno como motivos para la salvación es
claramente humanista y sirve a los intereses del hombre caído. Está adorando y sirviendo a
la criatura en lugar de al Creador (Romanos 1:25). El llamado a la salvación es una palabra-
mandato de parte del Dios soberano para que cese nuestro autoservicio y autoadoración
para servirlo y adorarlo. Es la Palabra de dominio que nos rescata del mal y la anarquía del
reino del Hombre al servicio del Reino de Dios.

Por lo tanto, dondequiera que este mandato de creación (o mandato cultural) sea ignorado
en la predicación y en el plan de salvación, no debería sorprendernos que la palabra infalible
sea reemplazada o alterada sutilmente con la palabra del hombre. El seguro contra
incendios no establece ninguna responsabilidad.
Como resultado, aunque la muy capaz y concienzuda defensa de Harold Lindsell de la
palabra infalible es digna de elogio, la historia que cuenta no debe sorprendernos. 73 Los

73
Ver Harold Lindsell: La Batalla Por La Biblia. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1976).
hombres cuya idea de salvación es de autoayuda pronto tendrán solamente una palabra de
autoayuda. No pueden tolerar otra palabra.
Esto es exactamente lo que vemos. Si el mundo no es visto como el reino de Dios, Dios no
tiene palabra de dominio ni ley para el mundo; entonces la palabra de dominio del hombre
es la respuesta. Si no hay una palabra de dominio de la gracia soberana en la salvación,
entonces no hay una palabra de dominio para ningún reino.
12. La Palabra De Flujo

La palabra infalible para el humanismo no puede ser una palabra inmutable; es un aspecto
esencial de la nueva fe que la palabra infalible debe ser una palabra cambiante, la palabra
de flujo. Esta fe fue formulada muy temprano en los Estados Unidos por Octavius Brooks
Frothingham (1822-1895), un campeón de la Religión del Humanismo, Frothingham
declaró:
El espíritu interior de cualquier edad es el espíritu de Dios; y ninguna fe que puede
ser viva tiene ese espíritu contra ella; ninguna iglesia puede ser fuerte excepto en
esa alianza. La vida de la época designa el credo del tiempo y modifica el
establecimiento del tiempo.74
Frothingham sostuvo que, primero, el verdadero dios es la humanidad, y su espíritu es “el
espíritu interior de cualquier época”. Esto significa que, como la voluntad general de
Rousseau, el espíritu de la época es la voz de dios, vox populi, vox dei. Para Frothingham, la
humanidad es en esencia una y “tiene una sola vida”. Esta vida es “el pulso común” de
cualquier edad, y “estar alejado de la humanidad, es no tener participación en la vitalidad
común, es la muerte”.75 Segundo, este pulso común es la voluntad, la voz y la palabra
infalibles para esa edad. Por lo tanto, para cualquier hombre, iglesia o estado ignorar esa
palabra viva e infalible es la muerte. Tercero, esta palabra infalible es exclusivamente una
palabra contemporánea, infalible para el presente, y nada más. Cada nuevo momento crea
su propio “credo del tiempo” y reordena la vida en términos de ese “espíritu de la edad”
infalible, pero no puede unir el futuro, que tiene su propia voz y credo. Cuarto, cada nueva
palabra debe modificar “el establecimiento del tiempo”. La iglesia, el estado, la familia, la
escuela y todo lo demás deben cambiarse continuamente en términos de esta palabra
infalible.
De una forma u otra, esta fe nos confronta por todos lados en la era moderna. John Dewey,
por ejemplo, negó la validez de cualquier fe que aceptara un cuerpo de “proposiciones
intelectuales” sobre la autoridad “de la revelación desde lo alto”. Cualquier credo formal e
inmutable era para él insostenible. La fe para él era una tendencia hacia la acción. Adherirse
a cualquier cuerpo de doctrina basado en una autoridad externa era para Dewey una
“desconfianza en el poder de la experiencia para proporcionar, en su propio movimiento
continuo, los principios necesarios de creencia y acción”. Mirar hacia algo externo al
hombre y su experiencia para la autoridad era anatema para la posición dogmática de

74
O. B. Frothingham: La Religión de La Humanidad. (Nueva York, N.Y .: G. P. Putnam's Sons, 1875. Tercera
edición). pp. 7...
75
Ibid., P. 130
Dewey. En cambio, sostuvo, “La fe en su sentido más nuevo significa que la experiencia
misma es la única autoridad máxima”.76
Esta deificación de las experiencias privadas y colectivas del hombre ha llevado en nuestro
tiempo a un nuevo dogmatismo. Los padres, maestros y jóvenes rechazan cualquier
razonamiento, predicación o postura que no le dé prioridad a la experiencia. Declaran a los
que no están de acuerdo, “No sabes nada de la vida, porque no has experimentado” esto o
aquello. Las mujeres declaran que ningún hombre puede condenar el aborto, porque los
hombres no experimentan el parto. Los homosexuales insisten en que las personas que
condenan la homosexualidad no tienen derecho a hacerlo: hasta que se liberen de sus
“complejos” y experimenten “sin prejuicios” (es decir, favorablemente), supuestamente no
tienen derecho a juzgar. ¡Escuché que un teólogo prominente declara que no podemos
condenar ningún pecado a menos que nosotros también lo hayamos experimentado! El
estándar por lo tanto es la experiencia.
Para Dewey, cualquier fe basada en lo sobrenatural era una filosofía de escape, y “Las
filosofías de escape también han sido filosofías de compensación por los males y
sufrimientos del mundo experimentado”.77 La gran acusación que Dewey hace a la Biblia
como palabra revelada e infalible de Dios es que se trata de una palabra sobrenatural, “y lo
sobrenatural significa precisamente lo que está más allá de la experiencia”. 78 La experiencia
es el criterio de Dewey. En términos de experiencia, rechaza los códigos morales basado en
el sobrenaturalismo religioso. Son para él insignificantes, porque carecen del vocabulario
infalible de la experiencia. “Contraste con tales ideas [de sobrenaturalismo religioso],
profundamente arraigadas en toda la cultura occidental, da a la filosofía de la fe en la
experiencia un significado definido y profundo”.79 Si tus ojos y tu mente no se iluminan en
términos de este significado definido y profundo de la filosofía de la fe en la experiencia,
está claro que no has compartido la propia experiencia religiosa y la confianza mística de
Dewey.
¿Cómo es “posible ahora confiar en las posibilidades de la experiencia misma”? Dewey nos
invita a venir al altar de la religión humanista, y su llamado al altar es simple:
La respuesta a esta pregunta proporciona el contenido de una filosofía de la
experiencia. Hay rasgos de la experiencia presente que fueron desconocidos y no
poseídos cuando se desarrollaron las creencias dominantes del pasado. La
experiencia ahora posee como parte de sí mismo métodos científicos de
descubrimiento y prueba; está marcada por la capacidad de crear técnicas y
tecnologías, es decir, artes que organizan y utilizan todo tipo de condiciones y

76
John Dewey, en Albert Einstein y otros: Living Philosophies. (Cleveland, OH: The World Publishing Company,
(1930) 1941). pag. 21.
77
Ibid., P. 22.
78
Ibid., P. 22.
79
Ídem.
energías, físicas y humanas. Estas nuevas posesiones dan a la experiencia y sus
potencialidades un significado radicalmente nuevo.80
Hoy la fe de Dewey en la experiencia científica es menos bien recibida. El temperamento
anti-tecnológico del humanismo en la década de 1970 rechazó la confianza de Dewey en la
ciencia, pero de ninguna manera ha alterado o abandonado su fe en la experiencia como
definitiva. Simplemente ha dado una visión primitivista de la experiencia y ha enfatizado la
experiencia cruda, no premeditada en lugar de la experiencia científica.

La filosofía de Dewey tendía a requerir este cambio. El empuje de la fe de Dewey era la


hostilidad hacia cualquier idea de fijeza o de ley fuera del hombre. Él vio el cambio como la
esencia de la experiencia. Una experiencia válida significaba un compromiso total con un
cambio sin principios, es decir, un cambio no gobernado por cualquier palabra o norma
externa al hombre y su experiencia. Se temía el cambio, sostuvo Dewey, porque era visto
como “la causa del desorden, el caos y la anarquía”. Una razón principal para apelar a algo
más allá de la experiencia era el hecho de que la experiencia siempre está en tal flujo que
los hombres tenían que buscar la estabilidad y la paz fuera de ella”. 81
Para Dewey, era un error “buscar el significado de la vida y el propósito del universo”. Los
hombres que buscan un único significado y un único fin enmarcan una idea de ellos de
acuerdo con sus deseos y tradiciones privados, o bien, al no encontrar tal unidad única, se
rinden en la desesperación y concluyen que no hay un significado y valor genuinos en ellos.
Cualquiera de los episodios de la vida. “Esta búsqueda de un universo de significado debe
ser reemplazada por una pluralidad puramente humanística y experiencial” de significados
y propósitos interconectados”82
En este punto, un hecho irónico toma el control en el pensamiento de Dewey. Dewey era
en todo caso parte muy importante de la tradición intelectual moderna y de su desprecio
por la burguesía. El término burguesía se ha convertido en una gran trampa para los
anatemas y escándalos socialistas y radicales, y su definición es casi imposible. Sin embargo,
significa en esencia una clase media explotadora, que valora su propia experiencia de
libertad y mantiene una perspectiva materialista. Solo un aspecto de la burguesía antigua
falta de esta descripción: su productividad, algo detestado por la tradición socialista. Sin
embargo, aparte de esta productividad, nada más se aproxima a la caricatura socialista de
la burguesía que estos mismos intelectuales, sus hijos, John Dewey, y los productos de su
filosofía educativa. Vivimos hoy en el mundo de la burguesía humanista, una generación
para la cual su propia experiencia es fundamental y para quien la autosatisfacción va de la
mano con un desprecio por todo lo que desafía la autosatisfacción.

80
Ibid., Pp. 23 y sig.
81
Ibid., P. 25.
82
Ibid., P. 27.
Debe notarse que Dewey esperaba que el hombre experiencial combinara conocimiento y
necesidades sociales con su vida de experiencia:
Sugeriría que el futuro de la religión está conectado con la posibilidad de desarrollar una fe
en las posibilidades de la experiencia humana y las relaciones humanas que crearán un
sentido vital de la solidaridad de los intereses humanos e inspirarán la acción para hacer
que ese sentido sea una realidad.83
Esto representa una esperanza radicalmente poco realista y una confianza sin sentido.
Habiendo hecho la experiencia definitiva, ¿cómo podría Dewey esperar que el hombre, que
de ese modo renunciaba a Dios, cediera el paso a su prójimo? Si Dios no puede tener
prioridad sobre nuestra experiencia, ¿cómo puede tenerla otro hombre? Si “la experiencia
en sí misma es la única autoridad suprema”, y los hombres son enseñados así, ¿cómo se los
persuadirá de dar paso a la sociedad y al estado? Dewey intentó despreciar al individuo y
su conciencia; trató de hacer del verdadero dominio de la experiencia la experiencia
colectiva de la Gran Sociedad. Sin embargo, habiendo convertido al individuo en el nuevo
supremo, no pudo persuadirlo de que entregara su ultimidad al estado, un dios más celoso
que el Dios de la Escritura. Habiendo hecho la experiencia del hombre definitiva, le estaba
pidiendo al nuevo dios, hombre, que se suicidara o, al menos, que se castrara. Los
resultados han sido muy diferentes.
Según el antiguo mito griego, el dios Urano fue castrado por su hijo Cronos. Cronos fue
destronado más tarde por su hijo Zeus. Cada dios siendo su propia ley en el humanismo
griego, cada uno a su vez estaba sujeto al derrocamiento del siguiente momento en el
tiempo y su nuevo dios. Lo mismo es cierto del mundo de John Dewey y de todos los
humanistas. Sartre fue dejado de lado como la voz de ayer por la generación que él instruyó,
y la generación de Dewey despreció el sentido del orden y la anticuada y pasada de moda
forma que Dewey absorbió de su herencia cristiana.
Cuando los hombres se deifican a sí mismos y su experiencia, olvidan que de ese modo
proporcionan el aparato intelectual para que un dios más nuevo los destruya en nombre
del flujo, en nombre de la nueva palabra infalible del momento: ellos mismos. El resultado
es la guerra perpetua de los dioses falsos, una guerra entre generaciones y una guerra
dentro de la generación.

83
Ibid., P. 29.
13. La Palabra Y La Historia

El efecto continuo del platonismo y el neoplatonismo en la iglesia ha tenido una


consecuencia mortal en su visión de la Escritura. Desde este punto de vista, hay dos
sustancias de naturalezas diversas que conforman la realidad: ideas (o espíritu, mente,
forma o alma) y materia. Estos dos están en una unión incómoda en la historia. En diversos
grados, los pensadores en esta tradición ven el espíritu o las ideas como básicos, más altos
y superiores, y la materia como más baja e inferior. Para algunos teólogos en las tradiciones
tomista y arminiana, la caída afecta el cuerpo del hombre, no su mente, de modo que
cualquier error que pueda ocurrir en la mente es un producto del cuerpo y su influencia
corruptora.
Tal punto de vista es claramente hostil a la Escritura, que ve al hombre como una unidad,
totalmente creación de Dios. El hombre, en lugar de ser de dos (o tres) sustancias, es una
sola sustancia, es decir, un solo ser creado. La diferencia no es entre el Espíritu (Dios, y, en
parte, el hombre) y la materia, sino entre el ser no creado de Dios y el ser creado del hombre
y el universo; por lo tanto, el problema del hombre, no es la materia, su cuerpo y las
preocupaciones materialistas, sino el pecado, su rebelión contra Dios y su ley.

Debido a la influencia griega en el pensamiento de la iglesia, hubo una depreciación de la


historia. Si es el reino del espíritu el que es básico, entonces una preocupación por el mundo
de la materia representa una preocupación menor y menos espiritual (y por lo tanto menos
digna). Es un mito humanista popular declarar que la historia comenzó con los griegos y con
Herodoto. Por el contrario, comenzó con las Escrituras y en Israel. Los escritos históricos
griegos son en esencia antihistóricos; representan en embrión lo que luego se volvió
explícito en Hegel: la imposición de una idea sobre la historia. La idea no pertenece a la
historia más de lo que el espíritu pertenece a la materia: hace algo de la historia. En el caso
de Herodoto, extrañamos el objetivo de sus libros si no vemos que están escritos contra el
tiempo y la historia. Comenzó el Libro I, Clio, con las palabras: “Esta es una publicación de
las investigaciones de Herodoto de Halicarnaso, para que las acciones del hombre no se
borren por el tiempo...”84
La historia bíblica, sin embargo, ve el mundo y el tiempo como la creación de Dios, y como
“muy bueno” (Génesis 1:31). El problema no es el tiempo o la materia sino el pecado que
altera la naturaleza moral del hombre. El tiempo y la historia pretenden ser la arena donde
el hombre del pacto ejerce dominio, domina la tierra y extiende el reino de Dios a cada reino
de la vida y el pensamiento. Jesucristo restaura al hombre a este llamado. El tiempo y la
historia no borran las acciones de los hombres, como sostenía Herodoto, sino que, por el
contrario, dan oportunidad y alcance a las acciones de los hombres piadosos para

84
Henry Cary, traductor: Herodoto. (Nueva York, N.Y .: Harper and Brothers, 1879). pag. 1.
manifestar la gloria del gobierno y el reino de Dios mediante la fe y la obediencia a la ley de
Dios.
Sin embargo, la iglesia muy pronto se convirtió en un hijo pródigo, prefiriendo las migajas
de la filosofía griega a las riquezas de la casa del Padre. Las implicaciones de adoptar la
visión griega de la mente y el cuerpo fueron enormes para el estudio bíblico y la
interpretación. En palabras del padre Vawter,
Era demasiado fácil presionar la analogía para llegar a la conclusión de que el
significado literal de un texto - “la carne” - no solo no era la realidad de las Escrituras,
sino incluso un obstáculo o, en el mejor de los casos, una irrelevancia para su “alma”
el sentido espiritual o alegórico que yace oculto debajo de él. Seguramente no es
casualidad que donde el alegorismo floreció no solo en la práctica sino como un
ideal, la filosofía que existía para proporcionar un marco para el pensamiento
sistemático era platonista.85
Desafortunadamente, Vawter es presa del mismo tipo de pensamiento. Tal pensamiento es
endémico en la iglesia. Entre los fundamentalistas, significa que “el verdadero significado”
de la ley es espiritual y alegórico, oculto en los colores de los muebles del tabernáculo, el
número de animales sacrificados, etc. Esto está en línea con la interpretación de Jerónimo
de Eclesiastés; para Jerónimo, fue un consejo para el ascetismo y, por lo tanto, un manual
para aquellos que optaron por permanecer vírgenes. La mención de comida y bebida en
Eclesiastés fue vista por Jerónimo como refiriéndose al cuerpo y la sangre de Cristo.
Nuevamente, cuando, al alimentar a la multitud, Cristo ordenó a la multitud hambrienta
sentarse en el suelo, Jerónimo vio esto como un mandamiento para pisotear los placeres
carnales del mundo.86
Dondequiera que se deprecie el mundo material, tal visión de la Escritura proliferará. Dado
que para tales personas no hay ningún significado, o solo un significado limitado, para el
reino material, buscarán el verdadero o mayor significado en un ámbito “espiritual”, en
alegorías, tipologías forzadas y similares. Cuando mi Institución de la Ley Bíblica se publicó
por primera vez, más de unos pocos eclesiásticos lo consideraron un desastre, porque
materializó lo que Cristo supuestamente había espiritualizado. Me dijeron repetidamente,
por teléfono y en persona, que el Antiguo Testamento representa una revelación y un plan
de salvación inferior y por lo tanto materialista, y de ahí el énfasis en la ley, mientras que el
Nuevo Testamento nos da un camino espiritual y superior a la ley, es decir, fe y amor a la
vida en el Espíritu Santo en un sentido antinómico.
El Concilio Vaticano II nos dio una visión interesante: la infalibilidad papal no se abandonó,
pero la infalibilidad bíblica fue archivada. La verdad de la Escritura, que no tiene error, se

85
Bruce Vawter: Inspiración Bíblica. (Philadelphia, PA: Westminster Press, 1972). p. 46.
86
Véase J.N.D. Kelly: Jerónimo. (New York, N.Y.: Harper and Row, 1975). pp. 151f., 224.
limitó a lo que sea “por el bien de nuestra salvación”. Esta verdad infalible no se encuentra
en la Biblia como tal. En palabras de Vawter,
Además, como dejó en claro la relación del esquema final, la verdad bíblica
proclamada por el Concilio como libre de error no es simplemente aislable en
proposiciones y expresiones. Es tanto la palabra como la acción de Dios: toda la
historia de la salvación.87
La palabra de Dios se convierte así en una palabra no histórica; es una palabra existencial,
una experiencia, un momento espiritual. Así como la iglesia es para Vawter la continuación
de la encarnación, también para él la verdadera palabra de Dios es una experiencia
espiritual continua:
¿No es apropiado pensar en la inspiración bíblica de esta manera, como continuar
residiendo en la creencia y la comprensión de las comunidades de fe, perpetuadas
por la misma vida espiritual por la cual viven y siguiendo las leyes y estructuras
naturales que el Espíritu ha asumido? Si podemos pensar así, entonces quizás
tengamos una enunciación final de lo que significa la condescendencia divina y la
adopción de las palabras del hombre, en el contexto completo del pueblo de Dios.88
Vawter es un modernista, y sus palabras son un increíble testimonio del orgullo del hombre.
Para el modernismo, la encarnación no es una unión literal de Dios y el hombre, y la Biblia
no es literalmente la palabra escrita de Dios. Sin embargo, lo que para los modernistas no
es verdad de Cristo se vuelve verdad de la iglesia: es la encarnación viviente, presente, una
encarnación continua. Una vez más, lo que no es cierto de la Biblia es cierto para las
comunidades de fe, en quienes, “en el contexto completo del pueblo de Dios”, la palabra
inerrante reside en su creencia y comprensión. Para Vawter, “la calidad final” de las
Escrituras está en esta continuación “dinámica” de la palabra:
Los mismos principios pueden servir para justificar la cualidad final que nos gustaría
atribuir a la inspiración, es decir, lo que hemos denominado su carácter permanente
y dinámico, responsable del poder continuo que la palabra tiene para evocar la
respuesta en el creyente. Sin negar lo obvio de una vez por todas involucrado en la
fijación literaria de la Biblia, debemos al mismo tiempo reconocer que es la
reinterpretación continua de la palabra bíblica en la vida de la comunidad de
creyentes lo que constituye efectivamente la palabra de Dios para el hombre. Por
inspiración debemos entender no solo la influencia espiritual responsable de los
orígenes de la Biblia sino también la que la sostiene como medio de expresión. 89

87
Ibid., pp. 146-148.
88
Ibid., p. 170.
89
Ibid., pp. 169f.
Tal visión está en línea con el existencialismo de Barth y Tillich. No necesita un Dios
soberano y absoluto que hable las palabras necesarias e infalibles; más bien, no puede
tolerar tal Dios. Como resultado, expulsa a tal Dios fuera de la historia en cualquier sentido
necesario y determinante. La historia debe ser el reino del hombre. Sin Dios, sin embargo,
la historia pronto pierde sentido: se convierte en el mundo de la realidad bruta, de la falta
de sentido y de los eventos sin propósito. La predicación se convierte en contenido
psicológico, orientado a las necesidades existencialistas más que a la voluntad de Dios. Por
lo tanto, se deshace de Dios y de la historia y gradualmente se ve forzado al universo privado
de la mente del hombre: Así, en ese espacio estrecho, la palabra infalible del nuevo dios
habla a las cámaras de eco del hombre vacío.
El Pastor de Hermas es una guía muy pobre para la Escritura, pero este texto antiguo de la
iglesia, fechado quizás antes del año 140 DC, todavía refleja una visión interesante de Cristo:
“Este gran árbol que cubre llanuras y montañas y toda la tierra es la ley de Dios que fue
dado a todo el mundo. Y esta ley es el Hijo de Dios, que ha sido predicado hasta los confines
de la tierra”.90
Debido a que la Biblia es la Palabra infalible de Dios, establece la justicia de Dios en Su ley.
Debido a que Jesucristo es el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, Él también es
la ley de Dios en persona. Si negamos a Dios, entonces negamos la palabra, la ley y la
encarnación. Entonces no hay una palabra literal de Dios en la historia ni para la historia.
Dios está en silencio, por lo tanto, el hombre habla. En su discurso, el hombre puede
enmascarar su desnudez y vestirse a sí mismo en la Escritura, pero todavía es el hombre el
que habla, y su palabra no es nada.

90
Graydon F. Snyder, traductor, editor: The Apostolic Fathers, vol. 6, El Pastor de Hermas. Similitud VIII, 3.
(Camden, N.J.: Thomas Nelson and Sons, 1968). pag. 119.
14. La Palabra Infalible

El Dr. Cornelius Van Til ha llamado la atención sobre el hecho de que Jesucristo usó los
términos ley y las Escrituras como sinónimos. Citando Salmos 82:6, nuestro Señor llamó ley
a la Escritura. “Esto prueba que el término “Ley” era, para el propósito de Jesús, idéntico a
las Escrituras en su conjunto. Y Jesús dice de esta Ley o Escritura, que no puede ser
quebrantada. Por lo tanto, es el último tribunal de apelación.” 91
Si Dios es Dios, entonces, cada una de Sus palabras es necesariamente ley, porque cada
palabra Suya es la palabra autorizada y fundamental. No hay palabra, ley, poder o norma
más allá de Dios por medio de la cual Dios y Su palabra puedan ser juzgados.
Van Til deja esto en claro en el curso de su discusión sobre la justicia de Dios:
Con justicia de Dios, nos referimos a la autoconsistencia del Ser divino. Dios es una
ley para Sí mismo. Él es la personalidad absoluta autoexistente y, por lo tanto, al
mismo tiempo, la ley absoluta. Dios no tiene una ley, sino que es la ley. Su actividad
consciente de sí mismo considera con total complacencia la eterna corrección de los
diversos aspectos de la multiplicidad que se encuentran con el Ser divino. Él no
puede tolerar ninguna subordinación de ningún aspecto de Su Ser a ningún otro
aspecto de Su Ser. Los atributos y las personas de Dios están todos presentes en Él
a la par.92
Por lo tanto, oponerse o exaltar un aspecto de Dios por encima o en contra de otro es
destructivo de la doctrina bíblica de Dios. No podemos oponernos a la gracia y la ley; los
hombres pueden hacerlo, pero en el ser de Dios están en unidad y no en subordinación del
uno al otro.
De manera similar, en el amor de Dios, el amor y la justicia no son contrarios sino aspectos
iguales de Su ser y están en unidad esencial. Decir “Dios es amor” (1 Juan 4: 8) es bíblico,
pero niega las Escrituras si entendemos que en Dios el amor es más básico que la ley, la
justicia, los celos, la ira, la gracia o cualquier otro atributo del ser de Dios. Por lo tanto,
cuando la Escritura contrasta cualquiera de estos términos, o bien hace referencia al uso
por parte del hombre de ellos o a la relación del hombre con ellos bajo la economía de Dios.
Van Til ilustra esto haciendo referencia a 2 Corintios 3:6, “el cual asimismo nos hizo
ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra
mata, mas el espíritu vivifica.” El contraste aquí no es entre la gracia y la ley, ni una
dispensación materialista versus una dispensación espiritual. “La “letra”, como la menciona
Pablo, no se refiere a las Escrituras como un todo, sino que se refiere a “la ministración de

91
Cornelius Van Til: Una introducción a la teología, II. (Filadelfia Theological Seminary, 1947). p. 144.
92
Ibid., II, p. 214.
la condena””, es decir, al externalismo farisaico. Por lo tanto, “la afirmación... de que la
Biblia nunca debe tomarse como un libro que debe interpretarse literalmente” es inválida. 93
El mal uso de la Escritura, que es condenado por Pablo, no era una obediencia fiel al
significado literal de la Escritura, sino una reinterpretación de ese significado en términos
de la palabra, la voluntad y el pensamiento del hombre. Debemos, por el contrario, “hacer
de las Escrituras el estándar de nuestro pensamiento, y no nuestro pensamiento el estándar
de las Escrituras”.94

Es una ventaja para el hombre apóstata negar o equivocadamente dividir la palabra de Dios.
Si la Biblia se reduce a un significado no literal y se convierte en algo que no sea la palabra
de Dios, el resultado es un tipo muy diferente de Dios. Dios entonces no tiene una palabra
segura y cierta porque Dios mismo es un ser incierto y no realizado. Aquellos que pretenden
exaltar a Dios al declarar que Él es incognoscible y, por lo tanto, innombrable, están
socavando la deidad de Dios. La filosofía griega, por ejemplo, asumió la absoluta
incognoscibilidad de Dios. Como observa Van Til, “Un hombre apóstata tiene todas las
razones para enseñar que Dios es innombrable. Si Dios es innombrable, entonces Él no
puede nombrar nada en el mundo. Solo si Dios es incognoscible el hombre puede pensar
que su propio conocimiento es autónomo”95
Dios sí puede ser nombrado, pero no por el hombre. Que el hombre pueda nombrar a Dios
significa que la mente autónoma del hombre establece las categorías de definición. La
palabra fundamental y definitiva es entonces la palabra del hombre. Que el hombre defina
a Dios significaría que el hombre clasificaría a Dios en relación consigo mismo y que
entendería y juzgaría a Dios, así como también le daría un nombre, en términos de la
palabra infalible del hombre. Esto está en el corazón del mal de la idolatría. Algunas formas
de idolatría parecen, superficialmente examinadas, ser muy nobles; algunas, de hecho,
muestran la influencia del pensamiento bíblico. En el fondo, sin embargo, la idolatría
pretende definir a Dios, ya sea por palabra, imagen grabada, gráfica o pensamiento
filosófico, en términos de la mente autónoma del hombre y la palabra definitoria y creativa
del hombre.
El pueblo de Israel quería, en la persona de Moisés, una definición de Dios: ¿Cuál era Su
nombre? Con esto, ellos querían una definición de Dios en términos de los requisitos y del
ser del hombre. Dios se negó a llamarse así mismo en términos de hombre, Él está más allá
de tal definición, porque Él no debe definirse por nada externo como un criterio sobre sí
mismo, sino en términos de Su propio ser. La Escritura define al hombre en términos de la
imagen de Dios; por lo tanto, el hombre apóstata es hombre caído: ha caído de la norma de
Dios. De un pecador despreciable, decimos: “Él no es muy hombre”, porque el hombre no

93
Ibid., II, p.136.
94
Ibid., II, p. 210.
95
Cornelius Van Til: Christ and the Jews. (Nutley, N.J.: The Presbyterian and Reformed Publishing Company,
1968). p. 8.
se define por su propia existencia. No podemos nombrar, definir o conocer a Dios en
términos de algo externo a Él, y por lo tanto no podemos juzgar a Dios, porque Dios y Su
palabra son el criterio de todo juicio. Realmente podemos decir de un hombre: “Él no es
muy hombre”, pero nunca podemos hablar así de Dios, de que no es muy Dios.
Como resultado, Dios le respondió a Moisés, no como Israel hubiera deseado, sino al
declararse como Dios: ese era Su nombre, Él Que Es, el que existe por Sí mismo.
Y Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY
me envió a vosotros. Y dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová el
Dios de tus padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me ha enviado a
ti: este es mi nombre para siempre, y con él se me recordarán por todos los siglos.
(Éx. 3:14-15).
Esto significa, primero, que el hombre no puede nombrar ni definir a Dios: Dios se nombra
a Sí mismo, YO SOY EL QUE SOY. Cuando quiera que el hombre hace algún nombre, como
Adán fue requerido a hacer en Edén (Génesis 2: 19-20), lo hace como un guardián del pacto,
trabajando para entender el mundo bajo Dios y en términos del propósito de Dios como
creador, o como un violador del pacto, buscando establecer el significado de la creación en
términos de la palabra autónoma y definitiva del hombre (Génesis 3:5).
Segundo, Dios se define a sí mismo por su autorrevelación. La palabra para nombrar, definir
y conocer es, por lo tanto, la Palabra de Dios. La palabra del hombre, cuando es autónoma
en su intención, es incapaz de crear realidad o imponer su propio significado determinativo
a la realidad. Todas las cosas han sido hechas por Dios, sirven y obedecen su palabra y
propósito.
Tercero, esto significa que las Escrituras son la palabra necesaria. Dios se hace cognoscible
y toda la creación cognoscible por medio de Su palabra soberana e infalible. La Palabra de
Dios es la palabra de salvación, pero también es la palabra de conocimiento, básica para la
epistemología. Es la palabra de la ley, el amor, la ira, la gracia, la justicia, el juicio y más. Es
la palabra que establece el significado de la vida, el tiempo y la historia.
Cuarto, la Palabra de Dios es la palabra inmutable. Él es “el mismo ayer, hoy y siempre (Heb.
13:8). Él declara: “porque yo Jehová, no cambio” (Mal. 3: 6). Él es el “Dios de Abraham, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Como era entonces, Él es ahora y siempre. “Este es mi
nombre para siempre”. Su palabra es, pues, la palabra infalible, porque Él es el Dios absoluto
y omnipotente, cuya palabra es la verdad.
Quinto, Dios le dejó claro a Moisés que Él no respondía a Moisés ni a Israel: sino que ellos
le respondían a Él. Por lo tanto, Moisés tuvo que “ir” por orden de Dios, e Israel tuvo que
enfrentarse a Faraón en términos del requerimiento de Dios de que Israel debe servir a
Dios, no a Faraón (Éxodo 3:16-20). Israel no podía servir ni a Faraón ni a sí mismo: debía
servir al Señor, y si Faraón (o Israel) se oponían al plan de Dios, Él extendería Su mano y los
golpearía. Esto no es menos cierto hoy. La Escritura no es un problema que deba ser
resuelto por el hombre, ni un mero sujeto de investigación y especulación. Es la palabra de
mando infalible de Dios: o la obedecemos o somos condenados por ella.
15. Moloc, El Hombre Y La Palabra de Dios

Como hemos visto, toda filosofía tiene una palabra infalible ya sea explícita o
implícitamente. Esta palabra infalible es de alguna manera la palabra del hombre (Génesis
3:5). Así, el hombre pretende ser el dios de la creación. Esta pretensión de infalibilidad está
presente y se esconde detrás de una jerga científica y filosófica. “Para no caer en la
completa ridiculez, el comunismo pretende su infalibilidad originada en la supuesta
inviolabilidad de las leyes de la historia y en la lucha de clases, de las cuales pretende ser el
‘único descubridor e intérpreterprete.”96
Las pretensiones implícitas de infalibilidad son tan viejas como la misma historia y se
remontan a la caída del hombre. Los rabinos antiguos hicieron de sus propias palabras, las
palabras de Dios y les dieron prioridad por encima de las Escrituras, por ejemplo, por encima
de la Torah. Así, leemos en la declaración Erubin 21b,
“Hijo mío, sed muy cuidadoso en el cumplimiento de las palabras de los escribas más
que en el cumplimiento de las palabras de la Torah. Pues en las leyes de la Torah hay
preceptos positivos y negativos y las sentencias son variables; pero en las leyes de
los escribas, cualquiera que transgreda alguno de los edictos de los escribas incurre
en la pena de muerte.”97
En términos de este principio, ser un rabino y tener una silla en el sanedrín requiere una
mente particularmente fina y una habilidad legal. El rabino Judá declaro “a nadie se le puede
dar un asiento en el sanedrín a menos que sea capaz de probar la pureza de (la carne de)
un reptil en los textos bíblicos.”98 ¡Tales métodos de juicio están muy presentes entre
nosotros en nuestro sistema judicial americano!
Tenemos en el mismo texto un ejemplo de este tema de la ley en cuanto a la legislación
acerca de ofrecer los hijos a Moloc. El conocimiento del significado de esta ley de Levítico
18:21 es excelente. Moloc quiere decir rey, Melech. Las vocales de la palabra bosheth,
vergüenza, se introducen para hacer melech en molech, o Moloc. El Talmud dice:
R. Hanina b. Antigponus dijo: ¿Por qué la Torah emplea la palabra Moloc? Para
enseñar que la misma ley se aplica a todo lo que ellos proclamen como su rey, aún
una piedrecita o una astilla.99
Cualquier cosa a la cual el hombre haga que reine o señoree sobre él, es un Moloc; pueda
que se trate de un ídolo, del estado y su gobernante o rey, o él mismo. El estatismo moderno

96
Leopoldo Tymand: Los Cooperativos Contraceptivos de La Rosa Luxemburgo. Un libro elemental sobre la
civilización comunista (New York, N. Y. Macmillan, 1972) pg. 64.
97
Rabino doctor I. Epstein, editor: el Talmud de Babilonia. Sedar Mo’ed. II, “Erubin 21b (Londres Inglaterra: La
Imprenta Soncino, 1983). Página 149.
98
Ibid., Seder Nezekin, III, Sanhedrin 17b. P. 87.
99
Ibid, Sanedrín 64a. P. 438.
claramente es una forma de adoración a Moloc: y las escuelas del estado reciben el sacrificio
que los padres hacen de sus propios hijos, y por eso se constituyen en trasgresores de la ley
delante de Dios. Sin embargo, como la gente que hoy día asiste a las iglesias, los rabinos
pueden hallar que es legítimo quebrantar la ley y aun así considerarse a sí mismos como
inocentes a través de manipulaciones legales. Por ejemplo, se afirma que,
El que da su hijo a Moloc no incurre en ningún castigo a menos que al entregarlo a
Moloc lo haga pasar por el fuego. Si se lo dio a Moloc, pero no lo hizo pasar por el
fuego, o al revés, no incurre en penalidad, a menos que haga ambas cosas.100
Podemos entender por qué nuestro Señor condenó todas esas interpretaciones,
declarando: "Bien, rechazan [o frustran] los mandamientos de Dios, para guardar sus propia
tradiciones” (Marcos 7:9).
El propósito de todo esto, desde la antigüedad hasta el presente, con los rabinos, los jueces,
los comunistas, los teólogos y los pastores, es sustituir la Palabra de Dios por la palabra del
hombre. El objetivo es la acción en la historia, el desarrollo del reino del hombre en lugar
del reino de Dios. La Palabra de Dios es frustrada y rechazada por cualquier enseñanza o
interpretación que no conduzca a la acción requerida por Dios. Si profesamos, como lo
hicieron estos rabinos, que las Escrituras son la palabra infalible de Dios, no tiene sentido,
si con nuestra interpretación, enseñanza y predicación frustramos o rechazamos la acción
ordenada por Dios. Por lo tanto, el resultado neto es el mismo, ya sea que frustramos la
palabra de Dios en la vida del hombre por medio del modernismo, el dispensacionalismo o
el antinomianismo. Hoy tenemos más de 50 millones de adultos en los EE. UU. que profesan
creer en la Biblia de principio a fin. Afirman que creen cada palabra y obedecen muy poco,
sobre bases supuestamente buenas y “evangélicas”. ¡Las buenas nuevas del evangelio
ahora se interpretan para significar que Dios no quiere decir lo que dice!
Pero Williams tiene razón: “Un hombre no puede rechazar ninguna palabra de Dios sin
rechazar en principio cada una de las palabras de Dios”. 101 Por lo tanto, debemos decir que
la mayoría de los oficiales de las iglesias de hoy han rechazado, en principio, cada palabra
de Dios. Sus razones son tan falsas e impías como las de los antiguos rabinos.
Hillel dejó de lado la ley del año sabático por medio de una ficción legal. Un acuerdo
certificado de que el acreedor podía reclamar su deuda fue sustituido por la condonación
de la deuda y la ley de devolución en el año de jubileo. El mismo tipo de ficción legal es
empleada por los oficiales de las iglesias hoy, en el nombre de Cristo.
La palabra infalible de Dios no es una palabra abstracta o teórica. Es la palabra dominante
de Dios. Requiere que le creamos y obedezcamos a Él y a Su palabra. Declara al hombre del
pacto: “Haz esto y vivirás” (Deuteronomio 8:1). La palabra se da, no porque el hombre

100
Ibid., III. Sanhedrin 64a. pag. 437.
101
Norman V. Williams: Inspiración Verbal. (Chicago, IL: Moody Press, 1955). p. 18.
pueda tener seguro contra incendios, ni, aunque es la palabra de salvación, se da
principalmente para la salvación del hombre, sino que los propósitos de Dios se cumplen o
ponen en vigor. Todas las prioridades de la Escritura tienen que ver con Dios y Su reino.
Debemos buscar “primero el reino de Dios y su justicia”, y solo entonces Dios satisfará
nuestras propias necesidades (Mateo 6:33). Estas prioridades deben gobernar nuestras
vidas y nuestras oraciones, como lo aclara el Padre Nuestro, porque comienzan y terminan
en el reino de Dios:

...Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo... Porque tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, por los siglos. Amén (Mateo 6: 9-10, 13).
Si la palabra de Dios no nos lleva a la fe, la oración y la acción en términos de estas
prioridades, entonces, al igual que los rabinos de antaño, estamos usando la palabra de Dios
para enmascarar otra palabra, nuestra propia palabra. Podemos profesar creer en la palabra
infalible de Dios, pero es nuestra propia palabra “infalible” que se esconde detrás de la
fachada de la fe.
La doctrina de la palabra infalible no es, pues, simplemente una doctrina eclesiástica. Es
básica para la vida. Limitar la Escritura al papel de un libro de la iglesia es negarlo y luego
sustituir la palabra del hombre como ley para la vida cotidiana.
La palabra infalible es una palabra silenciadora: silencia las pretensiones del hombre y
convoca a hombres y naciones a escuchar la palabra de Dios, y luego a hablar, actuar y
gobernar en términos de ella. Dios declara a través de Isaías,
Guarda silencio delante de mí, oh islas; y la gente renueve su fuerza; que se
acerquen; entonces que hablen: acerquémonos al juicio (Isaías 41:1).
Cuando el Señor dice, “que toda la tierra guarde silencio delante de él” (Habacuc 2:20), es
porque solo Su palabra es la palabra infalible y gobernante, la palabra de verdad. Por lo
tanto, “callad, oh toda carne, delante de Jehová” (Zacarías 2:13).
Su palabra es la Palabra determinante: “así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá
a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”
(Isaías 55:11). Tal palabra no puede ser archivada; el hombre puede ser, tener y será dejado
de lado por los juicios de Dios, pero Su palabra perdura y se mantiene en juicio sobre ellos.
Debido a que la Palabra de Dios es la palabra de vida, conducirá a la fe y a la acción, o al
juicio y a la muerte.
La infalibilidad de la Escritura es, por lo tanto, más que una cuestión académica. En el fondo
está la pregunta: ¿Quién es Dios, el hombre o su Creador? ¿Y quién emitirá la palabra de
mando para toda la vida, el pensamiento y la acción, Dios o el hombre? La orden para los
falsos rabinos en los púlpitos, y para los aspirantes a dioses que asisten a las iglesias y a los
que se suben a los podios, es abdicar, porque Dios será Dios. Que el hombre Moloch quede
advertido de esto.
16. Infalibilidad y el Mundo de la Fe

En la edición del 7 de abril de 1967 de la Revista Time, un artículo sobre “Alemania Oriental”
habló del heredero aparente del dictador comunista del país con estas palabras:
Obviamente, Ulbricht no puede durar para siempre como líder de Alemania Oriental.
Su heredero es una copia bastante buena del original. Él es Erich Honecker, de 54
años, un comunista desde su juventud, cuya filosofía se resume más o menos en dos
de sus declaraciones más famosas: “El partido nunca se ha equivocado” y “El único
libro que vale la pena leer es el de Stalin: La Historia del Partido Comunista de la
Unión Soviética”.102
Por un tiempo, llevé ese recorte conmigo en mis viajes, citándolo a clérigos y seminaristas
en conversaciones. La reacción constante fue de indiferencia. Ninguna relación entre la fe
de Honecker en la infalibilidad del Partido Comunista y la doctrina teológica de la
infalibilidad fue vista por ninguno.
Me volví más consciente del alcance y profundidad de nuestra saturación con el mundo de
Kant, Barth y Niebuhr. En esta perspectiva, el mundo tiene dos tipos de factualidad. Por un
lado, está el reino de la realidad bruta en el mundo físico e histórico, y, por el otro, el reino
de la fe, el mito y las ideas, donde los hechos son hechos de fe, no de historia. Para tales
personas, la infalibilidad, como el nacimiento virginal y la resurrección, es un hecho de fe,
no de historia. Estos dos reinos de fe e historia tienen un punto de encuentro, después de
Descartes, en la mente autónoma del hombre. La mente del hombre es el agente
controlador y creativo que da “realidad” a ambos reinos, y la realidad de estos dos mundos
muy diferentes existe en la mente del hombre, que es lo único que les da realidad y
significado a los dos.
Las raíces de este concepto son más antiguas que Kant y Descartes. Se remontan, al menos,
a los antiguos griegos y su concepto de dos sustancias extrañas entre sí, la materia y las
ideas. Las dos sustancias se han separado cada vez más desde entonces, de modo que el
reino de las ideas (o, el mundo de la fe) ahora toca solo el reino de la materia en la mente
del hombre.
Como resultado, la mente teológica ha aislado cada vez más la teología del mundo de la
materia y la acción en el mundo de la fe. El marxismo busca la imposición del reino de las
ideas en el mundo de la materia. Busca rehacer el mundo de la materia, el reino de la
Necesidad, en el reino de la Libertad, un reino gobernado por la idea.
Sin embargo, a menos que esté influenciada por el marxismo, la teología moderna busca
separarse del reino de la necesidad y desarrollar en “pureza” el reino de la libertad o de la

102
“Alemania Oriental”, Revista Time, 7 de abril de 1967, p. 26.
fe. Un ala principal de la teología moderna es el fundamentalismo, que es arminiano o
neotomista en teología, y racionalista en apologética. Su respuesta es el rapto, la escapada
al mundo o el reino de la fe, y luego la unión sobrenatural de los dos dominios hostiles en
el milenio.
Debido a que los dos reinos son vistos como naturalmente ajenos, la relación entre los dos
requiere algún acto especial. Para los fundamentalistas, es la segunda venida sola la que
puede cerrar la brecha entre la fe y la historia. Se requiere un acto sobrenatural. Para los
barthianos y otros, no existe un acto sobrenatural de Dios, pero hay un acto similar en la
mente del hombre por el cual los dos mundos ajenos, los irreconciliables, se encuentran por
la voluntad y la gracia del hombre autónomo.
Por esta razón, la declaración de Honecker no les interesa a los ministros de las iglesias. No
viven en una creación unificada, sino en un mundo metafísicamente dividido en lugar de
moralmente dividido. No ven la Palabra de Dios y la voluntad creativa como el factor
ineludible en cada área de la vida, por lo que ningún hecho o interpretación puede existir
fuera de Dios. Ninguna idea o hecho existe aparte del Dios trino. El hombre, por su deseo
de ser su propio dios, determinando el bien y el mal para sí mismo (Génesis 3:5), no crea un
nuevo reino del ser; no agrega un solo hecho o idea metafísica a la creación. El intento del
hombre es un hecho moral: es un acto inmoral de rebelión contra su Creador, el Dios del
pacto.
En esa rebelión, el hombre hace mal uso de la creación de Dios, incluido él mismo. Los
hombres cambian la verdad de Dios en una mentira (Romanos 1:25); ellos no crean nuevas
verdades o nuevos hechos. Intentan más bien pervertir la creación de Dios en un testigo
por su negación del Creador.
Habiendo negado al Dios soberano y trino, y habiendo negado que el hombre debe vivir por
toda palabra que procede de la boca de Dios, (Mateo 4:4), insisten en que la esperanza del
hombre es el hombre mismo y la palabra del hombre. Por lo tanto, declaran: “El partido
nunca se ha equivocado”, el hombre es infalible, el Poder para el pueblo, y mucho, mucho
más en la misma línea.
El asunto es la Palabra de Dios o la palabra del hombre. ¿Cuál palabra prevalecerá? Si
limitamos la Palabra de Dios al reino de la fe, lo hemos negado.
La palabra de Dios es Su palabra y ley infalibles para toda la creación, para cada hombre. Su
palabra es la palabra obligatoria para cada reino, y su ley gobierna todas las cosas. Cualquier
hombre que intente construir una teología sobre cualquier otro fundamento distinto al Dios
soberano y trino cuya Palabra gobierna toda la creación “semejante es al hombre que
edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego
cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” (Lucas 6:49).

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