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Previamente debemos de señalar que Derecho Penal para Miguel Polaino Navarrete el Derecho
Penal es el conjunto de disposiciones jurídicas (normas penales, contenidas esencialmente en el
Código Penal, y en escasa medida en Leyes penales especiales) que regulan los elementos
principales de su definición (el delito y la pena), y describen (a través de los tipos legales) las
concretas figuras de delito, conminándolas con una pena proporcionada a su gravedad respectiva.
Según Hans-Heinrich Jescheck el Derecho Penal determina qué transgresiones contra el orden
social constituyen delito, amenazándolo con la pena como consecuencia jurídica por la realización
de aquél. Además, con motivo de la ejecución de un hecho delictivo, también prevé la aplicación
de medidas de seguridad y corrección...
Para Claus Roxin el Derecho penal se compone de la suma de todos los preceptos que regulan los
presupuestos o consecuencias de una conducta conminada con una pena o con una medida de
seguridad y corrección.
En opinión de Felipe Villavicencio Terreros Derecho Penal es aquella parte del ordenamiento
jurídico que define ciertas conductas como delitos y establece la imposición de penas o medidas
de seguridad a los infractores.
A decir de José Hurtado Pozo en su acepción corriente y restringida la expresión derecho penal
comprende sobre todo las reglas relativas a las infracciones (tipos legales y condiciones
substanciales de la represión) y las sanciones.
Luego dado que el objetivo primordial de toda sociedad moderna debe ser garantizar la realización
personal como hombres libres de sus ciudadanos impidiendo las acciones desestabilizadoras o
perturbadoras, en pro de ello debe contar, para asegurar un medio histórico-social idóneo para tal
fin, con un ordenamiento constitucional que concebido dentro de una legitimidad democrática
impere en todos sus estratos; asimismo con sistemas eficaces de control social informales,
verbigracia la familia, instituciones educativas, religiosas, etcétera; sistemas de control social
formal como los normativos estatales o el derecho en sus diferentes manifestaciones; siendo así
tenemos que el Derecho Penal es un medio formalizado de control social, es un derecho de
advertencia y condiciones de castigo; sin embargo su diferencia con los otros medios de control no
está en el castigo, lo que también puede ser usado por los otros medios de control, sino que radica
en: la predeterminación de su intervención, las garantías que se otorgan al infractor, y la
magnitud, naturaleza y legitimidad de las penas y medidas de seguridad; y resulta ser el
instrumento jurídico más enérgico de que dispone el Estado para evitar las conductas que resultan
más indeseables e insoportables socialmente.
PSICO-SOCIAL.- Alude al papel de "satisfactor" de las motivaciones sociales que debe cumplir el
Derecho Penal. Un canalizador del encono colectivo; para Luigi Ferrajoli en su obra Poder y
Control, el Derecho Penal ha de ser primariamente mínimo para evitar, la violencia social informal.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 89-97, con algunas modificaciones realizadas con fines didácticos.
Objetivo (jus poenale).- El que consiste o contiene el conjunto de normas penales que establecen
condiciones y principios de intervención punitiva del Estado, así como las conductas que, por
desvaloradas, se encuentran prohibidas y a las que, de operarse, se las castiga con una pena o se
las controlará con una medida de seguridad, como consecuencia jurídica necesaria.
Subjetivo (jus puniendi).- El que trata lo concerniente al derecho o facultad de castigar que tiene el
Estado.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 91-94, con algunas modificaciones realizadas con fines didácticos.
1.3. Límites al poder sancionador del Estado
LÍMITES LEGALES.- Se refiere a los principios garantistas que sirven de límite al Derecho Penal.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 97-101, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
1.4.Principios de legalidad
DE LEGALIDAD.- "Nullum crimen nulla poena sine lege", apotegma latinizado que significa "no hay
delito ni pena sin ley", y que en puridad se materializa en el uso de la libertad de acción sin peligro
de resultar castigado, gracias a la determinación previa de lo punible, lo que garantiza la seguridad
ante la arbitrariedad, judicial sobre todo; en consecuencia: la ley penal es la única fuente del
Derecho Penal, la ley penal es irretroactiva, y no cabe analogía en materia penal.
DE LESIVIDAD.- El bien jurídico, entendido como aquella entidad objetivamente valiosa para la
satisfacción de las necesidades físicas, psicológicas y sociales de los humanos y sus colectividades
organizadas, debe ser lesionado o puesto en peligro para que cumpliéndose el presupuesto de
lesividad el Derecho penal intervenga. Se le reconoce además al bien jurídico: que el ciudadano
sólo será sancionado penalmente por conducta que lesione o ponga en peligro dicho bien, que los
tipos penales se establecerán con el límite del bien jurídico tutelado, que facilita la interpretación
de la ley penal al encontrarse el bien jurídico en la base del tipo.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 101-119, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
Normas penales completas.- Son las que cuentan con supuesto de hecho y consecuencia jurídica.
Normas penales incompletas.- No cuentan con ninguno de los dos elementos ya que están
destinadas a concretar el supuesto de hecho o la consecuencia jurídica o restringir el ámbito de
aplicación de la norma; éstas a su vez pueden ser:
Normas penales restrictivas.- Aquellas destinadas a exceptuar de la regla determinados casos (art.
20).
Normas penales remisivas.- Son las que para evitar repetición se remiten a otra (art. 21).
Normas penales en blanco.- Aquellas que no expresan completamente los elementos específicos
del supuesto de hecho sino que se remiten a otro u otros preceptos o autoridades, para que
completen la determinación de aquellos elementos (art. 246).
Norma primaria y norma secundaria.- La norma primaria es la que está dirigida al ciudadano
ordenándole o prohibiéndole conductas determinadas, son de naturaleza jurídico penal; en tanto
la norma secundaria está dirigida al juez obligándolo a imponer una sanción penal determinada
ante la realización de un acto típico, su esencia es imperativa y con ámbito menor que el de las
normas primarias.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 121-127, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
Lecturas recomendadas
Dirección: http://web.ebscohost.com/ehost/detail?vid=6&sid=d099db3b-a181-4a24-b91d-
35f3784699cf%40sessionmgr4&hid=24&bdata=Jmxhbmc9ZXMmc2l0ZT1laG9zdC1saXZl#db=zbh&A
N=83532593
Breve descripción: Aquí el autor pretende determinar de forma precisa las consecuencias de la
aplicación del principio de legalidad al sistema de ejecución de las penas privativas de libertad,
pasando al análisis de algunas de ellas. En este sentido se quiere señalar los presupuestos del
principio, su recogida normativa en el sistema jurídico español, las consecuencias fundamentales
que para el cumplimiento de las penas privativas de libertad trae el principio de legalidad, así
como algunas particulares consideraciones respecto a su aplicación en el sistema penitenciario
vigente.
Documento 2: "Política Criminal y Derecho Penal. ¿Quién es el Enemigo? Un Análisis Crítico Desde
las Zonas de Rehabilitación y Consolidación"
Dirección: http://web.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=d099db3b-a181-4a24-
b91d-35f3784699cf%40sessionmgr4&vid=16&hid=24
http://www.javeriana.edu.co/juridicas/pub_rev/univ_est/documents/12PabloGomez.pdf
Breve descripción: El artículo analiza especialmente las posturas de Günther Jakobs y Alessandro
Baratta, para finalmente de forma crítica hallar, que tanto el derecho penal de enemigo como
cierta política criminal, son herramientas propias de un determinado proyecto político.
Tema 2: "Interpretación y ámbitos de la Ley Penal"
La interpretación legal en términos generales es aquella operación intelectual por la que se busca
establecer el sentido de las expresiones utilizadas por la ley para decidir los supuestos contenidos
en ella, y consecuentemente, su aplicabilidad al supuesto de hecho que se plantea al intérprete.
En el caso de la norma penal debido a la taxatividad que le exige al legislador la observancia del
principio de legalidad éste que debe evitar conceptos vagos, abiertos y excesivamente
indeterminados; de la misma manera el intérprete de la ley penal se encuentra condicionado por
el principio en mención, del que derivan exigencias como la determinada por el principio de
prohibición de analogía; sin dejar de lado que en algunos casos la punición o impunidad de las
conductas depende del contenido que se atribuya a los preceptos penales, lo que hace del proceso
interpretativo una actividad sumamente delicada.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp.129-140, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
Clases de interpretación:
De acuerdo con este criterio, la interpretación puede ser auténtica o legislativa, judicial o
jurisdiccional y privada o doctrinal.
a.AUTÉNTICA O LEGISLATIVA.- La emite el propio legislador para precisar el sentido de las leyes
que dicta. Puede ser contextual o posterior, según se haga en el mismo texto legal o en otro
expedido después; es decir, a veces formula normas aclaratorias de otras en el mismo cuerpo
legal, o bien, en una ley diferente alusiva a la que se pretende desentrañar.
b.JUDICIAL O JURISDICCIONAL.- La llevan a cabo los jueces y tribunales en su diaria tarea de
impartir justicia. Para lograrla, generalmente toman en cuenta la interpretación legislativa, si
existen y la doctrinal, si la hay así como su propio criterio, resultando una interpretación sui
generis.
c.DOCTRINAL O PRIVADA.- Es la interpretación que de las leyes realizan los particulares; de ahí su
nombre de privada. Se le denomina doctrinal cuando es hecha por los estudiosos del Derecho, por
los doctos en la materia, ya sea mediante tratados, artículos en revistas y periódicos o en la
cátedra. Esta forma de interpretación es de gran utilidad, frecuentemente sirve de guía a los
juzgadores para normar su criterio, máxime cuando procede de personas cuyos razonamientos
poseen capacidad de convencimiento.
De acuerdo a este criterio, la interpretación puede ser Histórica, Gramatical, Lógica, Sistemática o
Analógica.
iii. INTERPRETACIÓN EN TÉRMINOS TÉCNICOS: Las normas se interpretan según la ciencia a la que
pertenezcan.
c. HISTÓRICA.- Aquí la norma debe ser considerada en relación con el momento en que se creo,
tomando en cuenta las circunstancias políticas, sociales y económicas de la época. Graciela
Amuchategui ejemplifica este criterio al comentar que "si se quiere interpretar el artículo 308,
segundo párrafo, del CPF, que señala el duelo como circunstancia atenuante en los delitos de
lesiones y homicidio, se deberá partir de la época en que se creó dicha norma y las características
de la sociedad en ese periodo." (AMUCHATEGUI REQUENA, Graciela, Derecho Penal, 3ª Edición,
Editorial Oxford, México, 2005, p 27).
Fuente: Interpretación de la Ley Penal (página 2). Monografías.com. Recuperado 01, 2013, de
http://www.monografias.com/trabajos42/interpretacion-ley-penal/interpretacion-ley-
penal2.shtml con algunas modificaciones realizadas con fines didácticos.
d. SISTEMÁTICA.- Permite interpretar la ley atendiendo a las conexiones de la misma pero con la
totalidad del ordenamiento jurídico del cual forma parte, incluidos los principios generales del
derecho. Así, este método no es sino un grado más avanzado del método lógico.
De acuerdo a los resultados a los que se llega, la interpretación puede ser: a) declarativa, b)
Extensiva, c) Restrictiva o e) Progresiva.
a. INTERPRETACIÓN DECLARATIVA.- En este rubro la ley dice lo mismo que expresan las palabras
empeladas. Existe identidad entre el texto literal y la voluntad del legislador.
c. INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA.- En esta clasificación nos referimos a las normas que emplean
palabras que dicen más que lo pretendido por el legislador (potius dixit quam voluit: "dijo más de
lo que quiso"). Es decir, la letra va más allá de la voluntad legal.
Existe un error al considerar que la ley penal no se interpreta, confundiendo los términos:
Interpretación analógica y aplicación analógica.
Mientras que, por otro lado, la aplicación analógica, consiste en imponer una sanción por un delito
no previsto en la ley, simplemente por semejanza con otro delito, lo que equivale a crear delitos
no establecidos en la norma.
Con respecto a la aplicación analógica de la ley penal, podemos decir que esta práctica está
prohibida constitucionalmente y que de acuerdo al maestro Sergio García Ramírez "De la norma
constitucional se sigue el carácter estrictamente legal del delito, la llamada "continuidad" del
derecho penal y la proscripción de la integración judicial, particularmente al través del método
analógico, enlazado con el derecho penal totalitario." (GARCÍA RAMÍREZ, Sergio, El Derecho en
México, Una Visión de Conjunto, Tomo I, Derecho Penal, 1ª Edición, UNAM, México, 1991, pág.
336)
2.5. Ámbitos de la ley penal: Ámbito espacial.- Ámbito temporal.- Ámbito personal
ÁMBITO ESPACIAL.-
La ley Penal se aplica básicamente dentro del territorio nacional, en consecuencia todo delito
perpetrado dentro de los límites de nuestro país ya sea por peruanos o extranjeros es tratado
conforme a la ley penal nacional y excepcionalmente de acuerdo a la extranjera, esto de acuerdo
al principio de territorialidad; por otro lado tenemos el principio del pabellón también llamado
"teoría del territorio flotante" o del "derecho de bandera", que otorga la calidad de territorio
nacional ficto para los efectos de la aplicación de la ley penal a: el de las naves o aeronaves
nacionales públicas y el de las nacionales privadas que se encuentren en altamar o en el espacio
aéreo donde ningún estado ejerza soberanía, siempre y cuando los efectos del acto no afecten al
Estado sobrevolado (Ley de Aeronáutica Civil 30/07/88); se tiene asimismo el principio real o de
defensa que se aplica a ocurrencias suscitadas en el extranjero cuando además de delictivas de
acuerdo a la ley peruana, afectan los intereses del Estado peruano, y cuando el delito es cometido
por funcionario o servidor público en el ejercicio de su cargo (art. 2, inc. 1, C. P.); asimismo se
aplica en el caso de los delitos contra la seguridad o tranquilidad pública, los delitos contra el
Estado y la defensa nacional y de los poderes del Estado y el orden constitucional o contra el
orden monetario, sin que cuente la nacionalidad del agente (títulos XII, XIV, XV y X cap. II del C. P.
respectivamente); también opera el principio de personalidad que se verifica cuando resulta
excepcionalmente la extraterritorialidad de la ley peruana, por la nacionalidad peruana del agente
activo, a quien la ley peruana persigue por haber cometido delito en el extranjero, o a quien la ley
peruana protege por ser peruana la víctima de un delito cometido en su agravio, en el extranjero,
por un extranjero; tenemos el principio de personalidad activa cuando por ser peruano el autor
del delito se le aplica la ley peruana (art. 2, inc. 4, C. P.), siempre y cuando el hecho constituya
delito en ambos países, sea pasible de extradición y que el agente ingrese al Perú por cualquier
motivo; y se aplica el principio de personalidad pasiva cuando un extranjero delinque en el
extranjero en agravio de peruano, bajo las mismas condiciones previstas en el caso anterior;
tenemos en el mismo sentido el principio de universalidad por el cual se aplica la ley penal del
Estado en que se encuentra el sujeto activo que ha perpetrado un delito previsto y constitutivo
además de una infracción al derecho de gentes (delitos de lesa humanidad) (art. 2, inc. 5, C. P.);
tenemos de la misma manera el principio de representación sobre la base del cual si el Perú
deniega una extradición juzgará, conforme a sus leyes, fundándose en la solidaridad internacional,
y como país requerido, al ciudadano extranjero.
ÁMBITO TEMPORAL.-
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 141-168, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
ÁMBITO PERSONAL.-
El principio general constitucional nos dice que: "Artículo 2.- Derechos fundamentales de la
persona. Toda persona tiene derecho: 2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por
motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra
índole.". Lo corrobora nuestro Código Penal, en su art. 10: "La Ley Penal se aplica con igualdad. Las
prerrogativas que por razón de la función o cargo se reconocen a ciertas personas habrán de estar
taxativamente previstas en las leyes o tratados internacionales".
Las excepciones al principio de la igualdad ante la ley pueden ser personales o funcionales, según
dependan de la persona de quien goza del privilegio, o de la función que ésta desempeñe. Como la
democracia es la esencia de nuestro Estado, no debemos buscar en él ningún privilegio que no sea
en razón de la función.
3.1. La teoría general del delito y necesidad de ésta: Concepto de delito.- Definición moderna.
Es un constructo epistémico que facilita la definición conceptual y el análisis secuente del delito
como conducta humana compleja e inaceptablemente transgresora de la norma estatal
prohibitiva e imperativa. Tiene como finalidad facilitar la determinación precisa del universo de
conductas que son cierta e inconfundiblemente contrarias al orden jurídico social, cuantificar la
intensidad de la contrariedad y aplicar con enérgica prudencia la contingencia sancionadora que el
estado liberal y democrático de Derecho, tribunales de justicia mediante, considere oportuno y
necesario conforme determinada racionalidad político criminal.
e puede conceptuar primariamente el delito como "toda conducta que el legislador sanciona con
una pena"[1] o "lesión de aquella parte del sentido moral que consiste en los sentimientos
altruistas fundamentales (piedad y probidad) según la medida en que se encuentran en las razas
humanas superiores cuya medida es necesaria para la adaptación del individuo a la sociedad"[2],
también legalmente acudiendo al artículo 11 del CP que señala: "son delitos y faltas las acciones y
omisiones dolosas o culposas penadas por la ley", jurídicamente: "es la infracción de la ley del
estado, promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto externo
del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable o políticamente dañoso"[3]; desde un
punto de vista sociocriminalista "el delito legal consiste en que un hombre (sujeto activo), ofende
a otro (sujeto pasivo), violando un derecho o un bien (objeto jurídico), que se concreta en la
persona o en la cosa (objeto material), mediante una acción síquica que determina y guía una
acción física, produciendo un daño público y privado"[4]
[1] Muñoz Conde, Francisco, Teoría General del Delito, Editorial TIRANT LO BLANCH, Valencia
2000, p. 222.
[4] Ferri, Enrico, Principios de Derecho Criminal, Editorial REUS, Madrid 1933, p. 364.
La que da origen a las demás es de Franz von List precisando "es un acto humano, culpable,
antijurídico y sancionado con una pena"[1], luego tenemos que para Antolisei "delito es todo
hecho al que el ordenamiento jurídico enlaza como consecuencia una pena"[2]; asimismo Mezger
considera que el delito es "una acción típica, antijurídica y culpable"[3]; para Jiménez de Asúa es
"un acto típicamente antijurídico imputable al culpable, sometido a veces a condiciones objetivas
de penalidad, y que se halla conminado con una pena o, en ciertos casos con determinada medida
de seguridad en reemplazo de ella"[4]
[2] Antolisei, Francisco, Manual de Derecho Penal, Parte General, Bs. As. 1960, p. 125.
[3] Mezger, Edmundo, Tratado de Derecho Penal, T. II, Editorial Revista de Derecho, Madrid 1935.
[4] Jiménez de Asúa, Luis, Tratado de Derecho Penal, T. I al VI, Editorial LOZADA, Bs. As. 1976.
3.2. Sistemas en la teoría del delito.- El causalismo.
El causalismo.
Conocido también como sistema naturalista, de Liszt, Beling y Radbruch, desarrollado por
influencia del positivismo relevando una concepción natural y mecánica de la acción humana, sin
reparar en el contenido de esta acción ni en las implicancias valorativas de la misma, considerando
a la conducta como un ente valorativamente neutro y que se reduce a un movimiento corporal
voluntario no reflejo y modificador del entorno; en este sentido se definió al delito como acción,
que equivale al comportamiento dominado por la voluntad, a lo que se adiciona el hecho que sea
típica, antijurídica y culpable; al concepto de acción se le adiciona el resultado, que consiste en la
modificación del mundo exterior, generándose una relación causal equiparable a la del mundo de
la naturaleza, en esta medida la causalidad asume aspectos enteramente objetivos determinando
un concepto naturalístico, crítico y mesurable.
Asimismo, la acción deja de ser tal cuando se trata de actos reflejos instintivos ajenos a la
voluntad, de actuaciones bajo hipnosis, o fuerza física externa irresistible; para Schünemann, a la
tipicidad de una acción pertenecía, exclusivamente, el suceso externo (describible físicamente),
relatado por el legislador en los concretos tipos delictivos de la parte especial que se concebían
descriptivamente[1]; en cuanto a la antijuricidad, de acuerdo a Von Ihering, se afirma la
"antijuricidad objetiva, contrastada con el hecho típico, precisándose que este último es
antijurídico cuando contradice a las normas jurídicas"[2], es así, que "únicamente la antijuricidad
constituía un cuerpo extraño de naturaleza normativa"[3]; en cuanto a la culpabilidad, el sistema
causalista integra dentro de esta categoría, todos los elementos psicológicos, existentes en el
autor en el momento de hecho, destacándose particularmente el dolo y la culpa, como
modalidades nucleares de responsabilidad. Al lado de estos elementos centrales se tiene la
imputabilidad. Como causa de inculpabilidad figura el estado de necesidad.
[1] Schünemann, Conferencia Beling. Die lehre vom Verbrechen, 1906, p.7.
[2] Tavares, Juárez E.X., Teoría Del Delito. Variaciones Tendencias, Ed. Hammurabi, 1983, pág. 23.
[3] Schünemann, Bernd, Sistema Moderno de Derecho Penal, ed. Tecnos. Madrid, 1991.
3.4. El finalismo.
Tiene dos presupuestos filosóficos básicos: 1) El mundo se organiza con arreglo a finalidades, 2)
Todo fenómeno se explica por el fin al cual se orienta.
Las primeras muestras de finalismo en el campo penal, las dan Von Weber, Graf Zu Dohna y Hans
Welzel, aquí Weber ya anticipa en la acción un proceso dirigido, lo que permite incorporar el dolo
en el tipo penal; es justamente con este jurista que el Finalismo alcanza su madurez,
conceptualizándose al delito como la acción típica, antijurídica y culpable, y sus estructura se
encuentra comprometida con la concepción finalista de la conducta y por el concepto con la
concepción finalista, generándose la diferencia en lo que se refiere a la teoría de la acción; por
ende, la acción antes que un simple impulso es un comportamiento integral, constituido de
elementos objetivos y subjetivos, referidos a los ámbitos cognitivo (interno) y conativo (externo)
de la conducta, en orden a un fin o telos, o propósito, pues, para Welzel, la acción es el ejercicio
de la actividad finalista.
En cuanto al tipo, el Finalismo lo concibe "como acción tipificada", constitutiva del material de la
prohibición, y no puede permanecer por más tiempo reducido a la descripción de un proceso
objetivo (del mundo exterior), sino que había de aprehender la estructura final de la acción
humana, elemento específico de la tipicidad. Así se produjo el reconocimiento de la existencia de
un tipo subjetivo", que aparecía junto al tipo objetivo[1]. Surgen así, conforme al finalismo, tipos
dolosos,, tipos culposos y tipos omisivos, pudiendo ser estos últimos igualmente dolosos y
culposos.
[2] Schunemann, Bernd, Sistema Moderno de Derecho Penal, Ed. Tecnos. Madrid, 1991.
3.5. El funcionalismo.
Aquí la acción se mira con un criterio social, tan es así que Jeschek la define como una conducta
humana socialmente relevante, ante la cual se estará cuando el medio social resulta afectado
como consecuencia de ella. Lo central en este sistema es la estructura del injusto ya que el tipo
comprende toda la prohibición menos las causas permisivas a diferencia del concepto de injusto
total, propio de la teoría de los elementos negativos del tipo.
[1] Rudolphi, Hans Joachim. Los diferentes aspectos del concepto de bien jurídico en nuevo
pensamiento penal. Año 4, p. 44.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 171-190, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
El concepto de acción guarda estrecha relación con la ley penal y en ella ha de apoyarse[1].
Partiendo de que el Derecho Penal moderno es de acto y no de autor[2] la consecuencia es que el
derecho peruano se construye sobre la base de conductas constitutivas de realizaciones externas y
observables de los tipos penales, lo que permite garantizar un límite y control en la intervención
punitiva del Estado; la acción: la conducta humana que interesa al Derecho Penal es tanto la
comisiva (hacer) como la omisiva (no hacer) (art. 11° CP), la acción es el supra concepto que
comprende ambas modalidades, con el añadido de que para alcanzar el significado
correspondiente en el DP debe ser consciente, voluntaria (voluntad entendida por Muñoz Conde
como facultad psíquica de la persona individual) y orientada en determinado sentido, dirección o
fin. Sobre lo cual señala Jakobs que en la comisión concurren impulsos conscientes o inconscientes
conducentes a la formación de un motivo para ejercitar el movimiento corporal correspondiente al
resultado y que en la omisión se produce un hecho que no se habría producido si el autor,
actuando como corresponde, se hubiese motivado a impedirlo. El carácter direccional de la
conducta humana hace que se manifieste en dos fases: interna y externa, siendo que la primera
constituye una conducta anticipatoria de la meta, no observable de inmediato[3], y la segunda en
la manifestación objetiva que imprime un cambio en el mundo externo al procurar la meta, lo que
resulta indispensable para no incurrir en responsabilidad sin hecho o responsabilidad por actitud
interna.
[1] Rodríguez Devesa. Derecho penal español, parte general. Ed. Dykinson. Madrid 1992. P 363.
[2] A decir de Muñoz Conde, se deduce de que no pueden constituir nunca delito, ni el
pensamiento, ni las ideas, ni siquiera la resolución de delinquir, en tanto no se traduzcan en actos
extremos. Y de Mir Puig: "...sólo es lícito prohibir penalmente comportamientos externos y no
meramente mentales".
[3] Se trata de acontecimientos psicológicos que se suceden en el ámbito cognitivo lo mismo que
en el motivacional (el sujeto en esta instancia elige los medios y la oportunidad y acaso se suma
cierto estado emocional).
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 191-201, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
[1] "El que actúa como órgano de representación autorizado de una persona jurídica o como socio
representante autorizado de una sociedad y realiza el tipo legal de un delito es responsable como
autor, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de este tipo no concurran
en él, pero sí en la representada".
[2] O de Huntington, la enfermedad recibe el nombre porque fue descrita por George Huntington
en 1872, también conocida como corea (del griego danza) por el movimiento característico de las
personas afectadas. durante mucho tiempo ha sido conocida como "baile de san vito". Es una
enfermedad neurológica degenerativa (afecta a determinadas zonas el cerebro donde las
neuronas van degenerándose y finalmente mueren) caracterizada por: movimientos involuntarios
incontrolados, desarreglos psíquicos y pérdida de las funciones intelectuales (demencia)
Dirección: http://www.buenastareas.com/ensayos/El-Delincuente-En-El-Pensamiento-
De/7287058.html
5.1. La tipicidad y el tipo: Estructuras del tipo.- Clases de tipo; por la modalidad de la acción; por
los sujetos; por el bien jurídico
i) conducta típica (aspectos: conativo, cognitivo y emotivo, referidos a actuar, pensar y sentir,
respectivamente): fase objetiva objetivada por el verbo rector, determinándose la tentativa o
consumación, y fase subjetiva donde se toma en cuenta la voluntad del actor y su conciencia de
actuación para los delitos dolosos, y la insuficiencia de conciencia de peligrosidad del acto para los
culposos;
ii) sujeto: pasivo que es la persona física individual o colectiva, jurídica, el Estado, titular del
derecho atacado o del bien jurídico tutelado, activo el que realiza la acción, perjudicado o víctima,
dado que pueden no coincidir la víctima o sujeto sobre el que recae la acción y el titular del bien;
iii) objeto sobre el que recae la acción, que puede ser persona o cosa;
CLASES DE TIPO;
i) tipos de resultado y los de mera actividad, a los primeros es necesario que a la acción le suceda
un resultado «separable espacio-temporalmente de la conducta», lo que no se exige en los tipos
de mera actividad, habida cuenta que el tipo se realiza y consuma, con la sola actividad del agente,
ambos tipos pueden configurarse como delitos instantáneos (homicidio), permanentes (secuestro)
y de estado (certificado médico falso o bigamia) según se tenga un acto jurídico de cierta duración;
ii) tipos de acción y omisión, en el caso de los primeros su realización está prohibida, y en el de los
segundo el tipo exige intervenir ordenando determinada conducta que la ley considera adecuada a
la defensa de determinado bien jurídico, quedando sustituida la distinción clásica a partir de la
modalidad activa o pasiva del comportamiento por la de carácter normativo a partir de normas
prohibitivas e imperativas; asimismo existen delitos de omisión propia o pura y de omisión
impropia o comisión por omisión, según estemos ante un no hacer o ante una inhibición tendiente
a producir un resultado;
iii) tipos de medios determinados y resultativos, aquí cuenta en el primer caso el modus operandi
del autor (robo agravado), y en el segundo el resultado independientemente del modus operandi
(homicidio); y tipos de un acto, de pluralidad de actos y alternativos, aquí el primer caso se da
cuando el tipo describe una sola acción con la que queda perfeccionada la acción (hurto), el
segundo cuando se detallan varios supuestos de hecho concurrentes (robo), y el tercero cuando se
explicitan varios actos consumatorios, cualquiera de los cuales puede configurar el tipo (falsedad
documentaria);
i) tipos comunes y tipos especiales, en los primeros cualquier persona realiza las conductas
exigidas, y en los segundos sólo pueden protagonizarlas sujetos con cualidades especiales, en cuyo
caso se puede hablar de tipos especiales propios e impropios, propios cuando se requiere una
persona especialmente calificada (peculado), e impropios cuando son realizables por una persona
cualquiera y además por personal especialmente calificado, en cuyo caso se agrava el tipo (TID
agravado por la calidad del agente);
ii) tipos de mano propia, que describen un contacto personal o "realización personal del tipo",
descartándose la instrumentalización de un tercero (violación);
y iii) tipos de autoría, en los que se presupone la realización personal de la conducta descrita de
modo directo (autor), o instrumentalizando a un tercero (autoría mediata), o entre varios
(coautoría); y de participación, que contemplan la inducción o cooperación con el sujeto activo;
i) tipos de lesión, cuando exigen menoscabo o daño del bien jurídico (homicidio);
y ii) tipos de peligro, en los que no se requiere el daño, sino únicamente la puesta en peligro del
bien jurídico; pudiendo tratarse de peligro abstracto, cuando no se exige un peligro específico
(conducción de vehículo automotor en estado de ebriedad) o de peligro concreto, cuando la
conducta descrita pone en serio y efectivo riesgo el bien jurídico protegido.
5.2. Elementos del tipo.- Funciones del tipo
ELEMENTOS DEL TIPO. Elementos descriptivos, son los que refieren hechos de la realidad natural,
observable o deducible, su contenido proviene del ámbito del ser en el sentido de la ciencias
naturales (matar 106, aborto 114); elementos normativos, los que comportan una valoración
jurídica o sociocultural (cónyuge 107 ajeno 188, documento o falsedad 427 y 428, funcionario
público 425); se caracteriza por su no percepción sensorial y comprobación en virtud de una
valoración, es decir no directamente de juicios de la experiencia, sino a través de juicios de
valoración jurídica o social[1].
FUNCIONES DEL TIPO. Función garantista, el ciudadano sabe a qué atenerse pues conoce lo que la
ley obliga y prohíbe en vista de que «el tipo legal obedece al pensamiento de determinación o por
lo menos de determinabilidad precisa de la descripción del ámbito situacional a que se refiere la
norma»; función indiciaria, la realización del tipo implica una presunción de antijuricidad,
tratándose de una función prejuiciada; y función educadora, el catálogo de tipos informa sobre las
conductas obligadas y prohibidas, a partir de la estimación de bienes jurídicos, con lo que se
previenen los conflictos sociales en qué consisten los quebrantos de las normas.
[1] Gómez Benítez, José Manuel, TEORÍA JURÍDICA DEL DELITO, DERECHO PENAL, PARTE GENERAL,
Civitas, Madrid 1984. Con algunas modificaciones con fines didácticos.
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 203-232, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
[1] López Díaz, Claudia, Introducción a la imputación objetiva, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá 1996, p 24. Con algunas modificaciones con fines didácticos.
5.4. Tipicidad subjetiva del tipo doloso.- Ausencia de dolo.- Elementos subjetivos de la tipicidad
distintos del dolo
TIPICIDAD SUBJETIVA DEL TIPO DOLOSO.- El dolo, definido por Maurach es el querer dominado por
el saber, de la realización del tipo objetivo; la voluntad de actuar referida al resultado que sustenta
la acción; para Bacigalupo es el conocimiento y la voluntad de la realización del tipo; al entender
de Gómez Benítez es el conocimiento y volición de la realización de todos los elementos del tipo
objetivo. Estructura del dolo: Elemento cognitivo y elemento volitivo; clases de dolo: dolo directo
de primer grado, dolo directo de segundo grado y dolo eventual, para cuya determinación existen
dos teorías: la teoría del consentimiento o aceptación, la teoría de la probabilidad y la teoría
ecléctica[1].
AUSENCIA DE DOLO.- No hay dolo cuando el autor ignora alguno o todos los elementos del tipo
objetivo (en esto radica el error de tipo). Error sobre un elemento esencial del tipo, cuando nos
encontramos ante el tema de error sobre elementos esenciales, pueden suceder dos cosas;
primero, que el error sea VENCIBLE, y segunda, que sea INVENCIBLE. Ambas situaciones reportan
resultados jurídicos diversos:
A. ERROR VENCIBLE: Es Vencible si el agente, actuando con la diligencia debida, hubiese podido
darse cuenta del error en que incurría, se trata pues de un error superable; aquí se elimina el dolo
pero subsiste la culpa y el hecho será sancionado como un delito culposo, siempre y cuando se
encuentre contemplado en el Código Penal (Artículo 12º) [1], ya que, según lo establece el artículo
12º del Código sustantivo, con relación a los delitos culposos se adopta el sistema de "NUMERUS
CLAUSUS". En definitiva, el error vencible excluirá el dolo pero no la imprudencia. El error vencible
es aquel que hubiese podido evitarse si se hubiere observado el debido cuidado, por lo que puede
considerarse "error imprudente". Otro aspecto que resulta interesante de resaltar y que la
mayoría de los estudiosos dejan de lado, dan por supuesto, es el que Bacigalupo expone acerca de
la idea de la imprudencia. En efecto, el error es evitable cuando el autor, observando el cuidado
exigido, hubiera conocido o conocido correctamente las circunstancias ignoradas o falsamente
representadas.
B. ERROR INVENCIBLE.- El Error Invencible se presenta cuando, a pesar de haber actuado con la
diligencia debida, el sujeto no puede darse cuenta de su error, es decir es un error de carácter
insuperable, aquí el sujeto queda exento de responsabilidad, pues se elimina tanto el dolo como la
culpa en donde el agente queda exento de responsabilidad penal, configurándose una causal de
atipicidad. [2] El error de tipo establecido, en el artículo 14º del Código Penal, surge cuando en la
comisión del hecho se desconoce: "...un tipo penal o respecto a una circunstancia que agrava la
pena, si es INVENCIBLE, excluye la responsabilidad o la agravación. Si fuere VENCIBLE, la infracción
será castigada como culposa cuando se hallara prevista como tal en la ley". Con el término
"ELEMENTOS" se alude a los componentes de la TIPICIDAD OBJETIVA DEL TIPO LEGAL, elementos
referentes al autor, la acción, el bien jurídico, causalidad e imputación objetiva y los elementos
descriptivos y normativos; error sobre el elemento accidental, además del supuesto genérico de
error sobre un elemento del tipo penal, el art. 14 CP prevé específicamente el error respecto a una
circunstancia que agrave la pena; esta distinción puede parecer superflua si tenemos en cuenta
que las circunstancias agravantes constituyen elementos accidentales del tipo penal, y que -
aparentemente- se le confiere a este supuesto específico de error las mismas consecuencias
jurídicas que corresponden al error de tipo. Consecuentemente, su tratamiento diferenciado ha
sido atribuido al arraigo tienen dicha distinción -entre elementos esenciales y accidentales- a nivel
jurisprudencial y doctrinal; error in persona vel in obiecto, con esta denominación se designan
aquellos casos de confusión sobre la identidad o características del objeto de la acción; a
diferencia de lo que sucede en la aberratio ictus, en estos casos el sujeto alcanza al objeto
concreto sobre el que había dirigido su acción; esta individualización de la representación del
sujeto en un objeto concreto de la acción fundamenta una imputación dolosa, evidentemente en
aquellos casos en los que el objeto alcanzado sea típicamente equivalente al objeto representado;
entendiendo que el concepto de bien jurídico refiere a un objeto empírico -y no un valor
abstracto-dotado de ciertas características típicas que lo hacen valioso, será irrelevante el error
sobre características extra típicas, tales como la identidad del objeto al que se dirige acción, a
sabiendas de que el mismo reúne las condiciones típicas error en el golpe, en esta modalidad
especial de desviación del curso causal, se incluyen los casos en los que el sujeto dirige
efectivamente su conducta contra un determinado objeto que finalmente no consigue lesionar,
sino que por un fallo en la ejecución, el efecto lesivo termina produciéndose en otro objeto; y
error sobre el curso causal (Se presenta el error sobre el curso causal, cuando se quería causar el
resultado pero por otro conducto. En opinión de Jescheck, el autor no sólo debe de conocer la
acción y el resultado, sino que debe de prever además el curso causal en sus rasgos esenciales, ya
que la relación de causalidad es tan elemento del tipo como la acción y el resultado)[2]
Villa Stein, Javier. DERECHO PENAL. Parte General, 2° Edición aumentada y actualizada. Editorial
San Marcos. Lima, Perú 2001, pp 233-244, con algunas modificaciones realizadas con fines
didácticos.
Teoría de la probabilidad
Esta teoría exige menos requisitos que la teoría del consentimiento para afirmar la existencia del
dolo. Es suficiente que el autor se haya planteado la posibilidad de que el resultado pudiera
producirse y a pesar de ello haya actuado. Prescinde pues, de indagar si el sujeto consintió o no
consintió, por entender ante todo que no es preciso político criminalmente saberlo y, en segundo
lugar, porque esta averiguación psicológica ofrece dificultades enormes.
Teoría ecléctica
Un sector de la doctrina se inclina por una postura ecléctica que combina los criterios anteriores.
Se exige, por una parte que el sujeto "tome en serio" la posibilidad de la producción de un delito y
por otra que el mismo "se conforme" con dicha posibilidad, aunque sea a disgusto.
[2]Una verdadera apreciación de este tipo de error, únicamente cabe plantearla tras la previa
imputación objetiva del resultado al autor. Se puede verificar en el desarrollo del proceso causal,
lo que se ha denominado la "desviación no esencial" y la "desviación esencial", partiendo de una u
otra, se obtendrán resultados jurídicos diversos.
Se han dado diferentes formas de denominación a estos delitos. Desde el sistema italiano que
adopta el término "colpa" (culpa), y el sistema alemán, que lo identifica con la palabra
"Fahrlässigkeit" (imprudencia). Frente a esta alternativa terminológica, la doctrina se inclina por
asimilar a estas formas delictivas bajo el nombre de delitos imprudentes. El fundamento se orienta
a que el término "culpa" se presenta en un lenguaje común derivativo en su raíz latina como
equivalente a "infracción", "hecho ilícito", "pecado", "culpabilidad" o "responsabilidad por causa
moral", y por tanto, es un término que induce a la confusión al no jurista. Nuestro Código Penal de
1924 usaba frecuentemente el término "negligencia". El Código Penal de 1991 utiliza la
denominación "culpa". El uso del término "imprudencia" fue debatido en la Comisión Revisora del
Código Penal que, en definitiva, mantuvo las expresiones "delitos y faltas (...) culposas" (art. 11),
"infracción (...) culposa" (art. 12 y 14) en el texto del Anteproyecto de Ley del Código Penal Parte
General de 2004. Por otro lado, la diferencia entre el delito doloso y el delito culposo, se
determina de acuerdo al modo de individualización de la conducta prohibida. En el doloso, la
conducta está precisamente descrita en el tipo, y en el imprudente, el tipo describe la conducta de
manera indeterminada, siendo precisada en cada caso particular. La gran cantidad de conductas
culposas, hace imposible describirlas a todas de manera expresa. El delito culposo es siempre un
tipo abierto. Requieren de una norma de cuidado que permita identificar el correspondiente deber
de cuidado, y con ello, complete o cierre el tipo penal. Pero esta indeterminación no es absoluta.
Corresponde al juez identificar y determinar el contenido de la conducta culposa prohibida.[1]
[1] Villavicencio Terreros, Felipe. Los Delitos Imprudentes de Comisión. Recuperado el 13FEB2013
de http://blog.pucp.edu.pe/item/23992/los-delitos-imprudentes-de-comision Con algunas
modificaciones con fines didácticos.
Ello deviene de la diferenciación que realiza nuestra norma penal al mencionar la existencia de
acción y omisión. (Art. 11º del C.P.) Por ejemplo: omitir prestar socorro a una persona en peligro
(art. 126º del C.P.).
La doctrina ha dividido a los delitos de omisión en dos clases: omisión pura o propia y comisión por
omisión o impropia.
Por otra, en los delitos de omisión impropia la norma obliga al garante a evitar la producción de un
resultado típico. Estos delitos no se mencionan expresamente en el tipo. Por ejemplo: el salvavidas
que intencionalmente omite rescatar a otro quien circunstancialmente se está ahogando.
¿Cuál es la diferencia entre los delitos denominados "comisión por omisión" y "omisión por
comisión"?
En la doctrina nacional se equiparán los delitos de comisión por omisión a los delitos de omisión
impropia. De manera diferente, los delitos denominados "omisión por comisión" se caracterizan
porque en estos el obligado a actuar interviene de manera activa en el hecho con el propósito de
impedir que la acción cumpla su objetivo de salvar el bien jurídico protegido por la ley. Por
ejemplo: el cajero de banco que se embriaga para no impedir que un compañero robe.
¿Cuáles son los elementos que atribuyen responsabilidad penal en los delitos de omisión propia?
a) Situación típica.- este elemento trata de la situación que genera una determinada conducta.
En el marco de la imputación subjetiva, los delitos dolosos de omisión propia se atribuyen a título
de dolo. Por lo general, el sujeto es consciente de la situación típica y de su deber de actuar, e
incluso así decide omitir su conducta.
¿Cuáles son los elementos que atribuyen responsabilidad penal en los delitos de omisión
impropia?
a) Posición de garante.- en este elemento se exige un deber especial de protección del sujeto con
el bien jurídico. Se considera sujetos garantes a quienes asumen deberes específicos mencionados
de acción para mantener incólumes los bienes jurídicos.
b) Injerencia.- este elemento señala que quien haya creado con su conducta precedente una
situación de peligro para determinado bien jurídico tiene el deber de evitar que ese mismo peligro
se convierta en una lesión.
c) Deberes de salvación o auxilio.- este elemento actúa cuando los cursos causales peligrosos ya
han salido del ámbito de organización y pueden haber alcanzado el de la víctima.
f) Deberes estatales.- este presupuesto hace referencia a los deberes estatales expresados en las
labores de los funcionarios o servidores públicos frente a los bienes particulares sometidos a su
competencia.
(Principio Cogitationis Poenam Nemo Patitur). Nadie debería ser castigado por sus pensamientos.
Fase Externa. Actos Preparatorios, Tentativa y Consumación.
Consideraciones generales.
Aquí estudiaremos aquellos tipos penales que habiendo sido dirigidos a su consumación en virtud
del plan doloso del autor, no logran ese estadio de perfección típico objetiva, sino que quedan
mutilados es fases anteriores. Por ejemplo, a verte veneno en el café de b, sin embargo, la policía
descubre el plan y frustra que la victima beba el café; varios sujetos se organizan con el propósito
de ejecutar un robo. Nunca logran su cometido. El primer caso refiere un tipo de tentativa idónea
acabada, el segundo, una conspiración impune.
1. La fase interna. Esta fase se encuentra sumergida en la esfera psíquica y espiritual del autor.
Sólo él la conoce. Además, está vedado su acceso a otros, por razones de protección de Derechos
Fundamentales y organización política de los Estados respetuosos de la libertad de pensamiento.
Aunque fuere posible en un determinado caso, conocer los procesos cognitivos de determinado
sujeto, y a pesar que estos fueran delictuosos, aun así, no podría justificarse ninguna afrenta
jurídico penal (cogitationis poenam nemo patitur). Desde los albores del pensamiento liberal de
LOCKE y HOBBES, se protege la intimidad intelectual y cognoscitiva de los hombres, a través de la
escisión clara entre la moral y el Derecho. En la fase interna del delito podemos señalar la
ideación, la deliberación y la resolución criminal. La ideación no es otra cosa más que la
concepción potencial del acto de delinquir por el autor. En la deliberación, el autor se
autocuestiona la ejecución del delito previo a la toma de una decisión final. Advierte ventajas y
desventajas, probabilidades de éxito o fracaso, en fin, todos aquellos elementos personalísimos,
circunscriptos a móviles y motivaciones autárquicas. Finalmente, la fase interna concluye con una
resolución delictiva final. los estadios psicológicos anteriores puede faltar, pero en los delitos
dolosos, la resolución criminal no puede faltar jamás. Quizás su duración sea mínima, pero
siempre direcciona, el nacimiento de la intención de cometer un delito determinado.
2. La fase externa del delito está estructurada por los actos de ejecución. Estos contienen los actos
preparatorios, la tentativa y la consumación. Los actos preparatorios constituyen la organización
material y externa del autor o autores, sin comenzar a ejecutar ninguno de los verbos rectores del
tipo penal planificado o resuelto a cometer. Estos actos preparatorios son: la proposición, la
conspiración, la provocación y la apología del delito. Los actos preparatorios por regla general
serán impunes, salvo en los casos que la Ley, disponga lo contrario taxativamente. La tentativa es
el comienzo de actos inequívocos de ejecución, que no logran el perfeccionamiento del tipo
objetivo, por causas ajenas a la voluntad del agente (excluyéndose el desistimiento voluntario y el
arrepentimiento activo). Por norma general, la tentativa será castigada siempre, salvo, cuando de
la misma naturaleza del delito, o por disposición normativa, se establezca su impunidad, como
sucede por ejemplo en el caso de las faltas (art. 394.2 CP).
Aquí platearemos de acuerdo a las ideas plasmada por MIR PUIG, porqué, a pesar de no
producirse el resultado planificado por el autor, en algunos casos sin ni siquiera poder afirmar la
puesta en peligro efectivo del bien jurídico, el Estado debe desplegar su potestad punitiva.
Las teorías objetivas sostienen que el castigo está justificado, por la puesta en peligro del bien
jurídico protegido. Esto explica porque, las diversas manifestaciones de actos de ejecución se
castigan con diferente intensidad, de acuerdo a su aproximación objetiva, a la lesión del bien
jurídico. Estas son sus consecuencias político criminales.
1. Las teorías subjetivas ven el fundamento de la pena de las fases anteriores a la consumación en
la voluntad contraria al Derecho, manifestada por el autor. Aquí lo reprochable para quienes
sostuvieron esta teoría, entre otros, WELZEL, es el desafió al norma, con actos manifiestos y
externos.
Las consecuencias políticas, de tales posturas serian (en caso que aceptásemos este
planteamiento desde su forma pura, cosa que no puede suceder):
a. Una ampliación del contenido de los actos preparatorios punibles, desde el momento en que
pueda afirmarse en el autor, una afrenta a los valores juridificados por el Derecho penal.
2. Las teorías mixtas parten de la voluntad delictiva como fundamento del castigo, pero creen
limitar éste por las exigencias objetivas de la conmoción de la colectividad (teoría de la impresión
o conmoción). Las consecuencias político-criminales de esta perspectiva, serian:
Los actos preparatorios son formas previas de codelincuencia en el hecho consumado. Así, la
conspiración constituye una forma previa de coautoría, o coautoría anticipada, y la proposición
puede verse como una inducción frustrada. La consecuencia es que todas estas figuras se hallan
sometidas a los principios que rigen la codelincuencia como el de accesoriedad limitada de la
participación y el de imputación reciproca de los actos de los coautores, respecto al hecho futuro
que se refiere. Ahora estudiemos cada una de ellas:
Art. 17 CP. La conspiración para cometer un delito sólo es punible en los casos que la ley lo declare
expresamente. La conspiración existe cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución
del delito.
Como hemos estudiado ya, el sistema de punición de los actos preparatorios acoge el sistema de
impunidad, o punición taxativa.
La conspiración no es otra cosa más que la celebración del pactus celeris para delinquir. Es en el
ámbito de la conspiración que los coautores, deciden y planifican la comisión del tipo objetivo. Ello
implica que: 1. solo pueden ser sujetos de la conspiración quienes reúnan las condiciones
necesarias para ser autores del delito proyectado; 2. La resolución de ejecutar el hecho debe
constituir una decisión firme de ser coautor de un delito concreto.
La proposición.
Art. 17 CP. La proposición se configura cuando quien ha resuelto cometer un delito propone su
ejecución a otra u otras personas.
En la proposición, el sujeto que decidió el plan criminal, invita a otro su ejecución. De ahí que la
proposición sea denominada por algunos profesores, como inducción frustrada (recuérdese que
en la proposición no puede haber ejecución delictiva, de lo contrario quien propone la comisión
delictiva, se transforma en inductor).
La provocación.
Art. 415. Faltas relativas a la emisión del pensamiento. Incurrirá en prisión de..., quien... 2) sin
cometer delito incite en forma pública a la desobediencia de las leyes o de las autoridades
constituidas o haga apología de acciones u omisiones constitutivas de delito u ofenda la moral, las
buenas costumbres o la decencia publica.
En Honduras la provocación para delinquir es una falta contra la emisión del pensamiento y no un
acto preparatorio, como si sucede en España. El CP español de 1995, en su artículo 18 dispone.
Art. 18 CP español. La provocación existe cuando directamente se incita por medio de la imprenta,
la radiodifusión o cualquier otro medio de eficacia semejante, que facilite la publicidad, o ante una
concurrencia de personas, a la perpetración de cualquier delito.
De lege lata es posible entender, la apología y la provocación, como actos que podrían en
determinadas circunstancias, hacer nacer el dolo típico en otros; sin embargo, porque
entendemos a los actos preparatorios como manifestaciones personales del comienzo incipiente
de actos ejecución criminal, la apología y la provocación carecen de la intensidad suficiente,
persuasión y proximidad con el receptor del mensaje apologético o provocativo, como para poder
relacionarlos, con la inducción u otra forma de participación delincuencial.
Art. 15CP. Hay tentativa cuando, con la intención de cometer un delito determinado, se realizan
actos inequívocos de ejecución y no se consuman por causas ajenas a la voluntad del agente.
1. La intención de cometer un delito determinado: esto significa que el tipo sujetivo o dolo típico
se ha perfeccionado. La voluntad delictiva del autor, se direcciona hacia la realización del riesgo en
el resultado esperado o consumación.
Para la tentativa, debemos poder afirmar una intención clara de cometer un delito determinado
(en el caso de Honduras, no sería posible la tentativa de dolo eventual) y ausencia de
consumación, por causas distintas al desistimiento voluntario del agente. El desistimiento es la
expresión de voluntad autónoma del autor, de no persistir con su plan. Este desistimiento debe
proceder de circunstancias en las que el autor, pudiendo continuar hacia la consumación de su
plan, no persiste, no porque no puede, sino porque no quiere. Este último es el planteo psicológico
de FRANK.
Ejemplifiquemos:
No habrá desistimiento voluntario, si el autor antes de disparar contra su víctima, la policía desde
unos metros de distancia le compele a bajar su arma, y rendirse.
Así, tomando en cuenta la racionalidad del delincuente, ahora sostenida por ROXIN, habría
desistimiento en el caso anterior, si el autor a último instante, sin que ningún influjo psicológico
externo y compulsivo, direccione o tergiverse su voluntad, decide no disparar, y guarda su arma.
Naturalmente el autor deberá responder por aquellos delitos que ya hubieren sido consumados
itercriminosamente; las amenazas, o determinadas coacciones, por mencionar algunas
probabilidades.
Para los casos de autoría, caracterizados por una injerencia o actuar precedente con fines
delictivos, el desistimiento voluntario debe ejecutarse a modo de arrepentimiento activo.
A coloca una bomba en un edificio público, que estallara seis horas depuse de su colocación. Si el
agente pretende desistir de su plan, no bastara con un arrepentimiento pasivo. Este deberá volver
al lugar de los hechos y desactivar el artefacto. Solo de esa manera seria posible anular la
tentativa, si acaso la bomba nunca hubiera estallado.
1. Tentativa idónea:
Art. 15CP. Hay tentativa cuando, con la intención de cometer un delito determinado, se realizan
actos inequívocos de ejecución y no se consuman por causas ajenas a la voluntad del agente.
Realmente toda tentativa contrastada con la ausencia de resultado, seria inidónea. Sin embargo,
de acuerdo a esta nomenclatura, lo que se pretende aquí, es identificar la idoneidad del plan en
abstracto, para llegar con importantes probabilidades estadísticas, a la consumación. Así, por
ejemplo, habrá tentativa idónea, si a, con la intención de matar a b, le dispara con un arma de
fuego en la cabeza y sin embargo b no muere. Nótese, que estadísticamente el acto de disparar
con una arma de fuego a la cabeza de una persona, puede con altísima probabilidad,
desencadenar la muerte de cualquier persona. El plan del autor era matar a su víctima.
Art. 16 CP. Tentativa inidónea. Si la tentativa se efectuare con medios inadecuados o sobre objetos
impropios podrá atenuarse la pena o declararse no punible el hecho según la peligrosidad
revelada por su autor.
Por ejemplo: a, con la intención de matar a b, decide disparar su arma contra éste mientras
aparentemente duerme. No obstante, la autopsia revela que la víctima había fallecido momentos
antes, con ocasión a un aneurisma.
3. Tentativa irreal.
La tentativa irreal es aquella completamente inidónea, desde la perspectiva ex ante del espectador
intersubjetivo, para alcanzar el resultado típico, firmemente pretendido por el autor. La doctrina
dominante se inclina por la impunidad de esta manifestación de tentativa.
Por ejemplo.
Debemos distinguir el delito imposible o tentativa completamente inidónea, con el delito putativo,
que excluye cualquier consideración jurídico penal. Hay delito putativo o error de prohibición al
revés, cuando un el sujeto cree con seriedad que ejecuta un acto típico o prohibido, cuando
realmente no lo está haciendo.
B decide entregarse a la policía, después de haberle sido infiel a su esposa, pensado que el
adulterio era delito.
4. Tentativa acabada.
Aquí el autor termina de ejecutar todos los elementos comprendidos por su plan. Muy a pesar de
ello, no alcanza la consumación.
5. Tentativa inacabada.
El autor de esta manifestación de tentativa, ni siquiera logra, por causas ajenas a su voluntad,
concluir con sus aportaciones al plan global de consumación.
A, con la intención de matar a b, pretende precipitarle de un quinto piso. Antes de hacerlo, la
policía irrumpe la escena y detienen al autor.[1]
Teoría Objetivo Formal.- Teoría Objetivo Material Teoría del Dominio del Hecho.
Concepto de autor.
El autor en palabras de WELZEL, es el quién de la descripción típica - el que diere muerte a otro,
por ejemplo-. El autor es el dueño del acontecer típico, a quien se le atribuye sin ninguna discusión
como obra suya. El autor debe tener en todo momento, el control material o funcional de la
transformación del mundo físico exterior. En sentido estricto, ontológico o real, el autor es aquel
que realiza el hecho y del que se puede afirmar que es suyo.
Es importante denotar, que el autor no es siempre, el sujeto que controla toda clase de tipos
penales. En los tipos de participación, serán los participes, los dueños del surgimiento de aquella
estructura típico especial, sencillamente, porque los autores están excluidos de ese ámbito
normativo.
Como hemos advertido el CP acoge el concepto dominante de autor, aprobado por la doctrina, al
prescribir que son autores quienes toman parte directa en la ejecución del hecho, los que
fuerzan...a otros a ejecutarlo. El Código, sin embargo también advierte como autores, para fines
penológicos, a los que inducen directamente a otros y los que cooperan a la ejecución del hecho
por un acto sin el cual no se hubiera efectuado. Estos últimos, el inductor y el cooperador
necesario no son autores, sino que partícipes, pero son castigados como autores, por su dominio
del hecho, como veremos más adelante.
El CP entonces acoge las dos ideas planteadas por la doctrina: la del concepto estricto de autor,
referido a los toman parte directa en la ejecución del hecho y fuerzan a otros a ejecutarlo (autor
directo, coautor y autor mediato) y, la del concepto en sentido amplio, que integra al inductor y
cooperador necesario.
El distingo posee una importancia práctica. Como afirma MIR PUIG, sólo el autor realiza un tipo
autónomo cuya concurrencia no depende de la presencia de un hecho principal; en cambio, los
participes, están sometidos, al principio de accesoriedad de la participación, respecto del hecho
del autor. A diferencia de quien realiza el tipo como autor en sentido estricto, que es punible
autónomamente, el partícipe sólo puede ser castigado si existe un hecho al menos antijurídico por
parte del autor.
Existen varias teorías que lo que pretenden es determinar, con juicios valorativos de de orden
formal, material o funcional, quienes deben ser autores y quienes participes (los participes lo
serán por decantación; (inclusio unius, exclusio alterius):
a. Teoría objetivo formal. Para este planteo, lo decisivo es la efectiva realización de los actos
ejecutivos previstos literalmente en el tipo legal correspondiente. Serán autores quienes hubieren
ejecutado los verbos rectores del tipo. Los demás serán participes.
Por ejemplo: serán autores quienes retienen a la víctima con miras deshonestas, quienes
desapoderan mediante violencia o intimidación a otro, o quienes acceden carnalmente, mediante
violencia contra otro.
Esta teoría deja de un lado la consideración de la autoría mediata como manifestación de autoría.
No es el autor mediato quien realiza los verbos rectores del tipo, sino el instrumento. Por otro
lado, esta teoría no ofrece ningún elemento de juicio efectivo, para determinar autoría en los
delitos resultativos, en los que, como ya hemos estudiado en otro capítulo, el legislador no
dispone ningún verbo rector para la configuración del resultado disvalioso. En un sentido
diametralmente opuesto, en los delitos de medios determinados algunos sujetos pueden hacer
aportaciones trascendentales para la consumación del plan conjunto, sin necesariamente ejercer
verbo rector alguno. Por ejemplo, a se sube encima de b, para tomar un bien mueble que de ajena
pertenencia. Adviértase que aquí, b no ejerció ningún acto literalmente típico.
b. Teoría objetivo material. Esta teoría intentó superar las imprecisiones de la anterior,
remitiéndonos al análisis de criterios materiales, más allá de la mera descripción típica: la
trascendencia material de la aportación del sujeto, para la consumación del plan criminal. Será
autor el sujeto que aportase la contribución objetivamente más importante. Esta teoría pretende
resolver el problema de autoría, desde la cuantificación y calificación de las aportaciones causales
de los intervinientes y la importancia de estas con relación al tipo de injusto penal. Desde la teoría
de la equivalencia, todas las condiciones deben ser tratadas con una misma dimensión atributiva.
De ahí que este planteo ha perdido vigencia. Por otro lado también desconoce la importancia de lo
subjetivo, para la resolución de estos problemas de autoría. Si acaso el ejecutor conociera el plan
del hombre de atrás, tendría que ser tratado como autor directo, en virtud de las exigencias del
versare in re ilícita, que estudiamos en su momento.
c. La teoría del dominio del hecho constituye el planteamiento de mayor trascendencia doctrinal,
sostenida entre otros, por JESCHEK. Para esta metodología analítica, que tuvo su origen en los
planteamientos finalistas de WELZEL, en los delitos dolosos, es autor, quien domina finalmente la
ejecución del hecho, o en otras palabras, quien tiene en sus manos las riendas del acontecer
injusto. Como teoría objetivo - subjetiva, señala que será autor no sólo el dueño de la finalidad
sino quien en efecto posea objetiva y dolosamente en sus manos el curso del suceder típico, tal
como ha afirmado MAURACH. Las consecuencias de esta teoría son las siguientes: siempre serán
autores los que ejecutan por su propia mano todos los elementos del tipo (autoría directa); los
que ejecutan el hecho instrumentalizando a otro (autoría mediata); el coautor, que realiza una
parte trascendental del plan global, por su dominio funcional del hecho, aunque este no sea
estrictamente un acto circunscrito en la literalidad del tipo.
d. El planteo funcionalista de MIR PUIG. Para este profesor serán autores a quienes pertenezca
exclusivamente el hecho, de acuerdo a su aportación material en el ámbito del riesgo no permitido
de su conducta, y su configuración completa ex post, en el resultado. Deberá tomarse en cuesta
los parámetros normativos y valorativos de la imputación objetiva y subjetiva, de acuerdo a la
relación de causalidad y relación de riesgos entre la conducta del sujeto y el hecho típico, además
del dolo o la imprudencia. Serán autores los protagonistas del hecho típico, como sujetos
principales de su realización. Algunos criterios de importante valoración serán la aportación
material, funcional, formal o psicológica, siempre, que el hecho dependa de la incidencia
conductual del sujeto.
Formas de autoría.-
Autor directo es el que realiza personalmente el delito, es decir, el que de un modo directo y
personal realiza el hecho típico. Esta forma de autoría, expresamente enunciada en el artículo 32
del CP, es la que sirve de punto de partida a la descripción que del sujeto activo se hace en cada
tipo delictivo de la Parte Especial.
2. Autoría mediata.
El autor mediato es quien utiliza otro como instrumento. Nos referimos al hombre de atrás. A la
autoría inmediata o directa se equipara la mediata, es decir, aquella en la que el autor no realiza
directa y personalmente el delito, sino sirviéndose de otra persona, generalmente no responsable,
que es quien lo realiza. Como ya hemos visto, con un criterio objetivo formal es difícil fundamentar
este tipo de autoría, porque quien realiza el verbo rector del tipo, es el ejecutor irresponsable y no
el hombre de atrás. El criterio más oportuno para fundamentar el castigo del autor mediato a
modo de autor, es la teoría del dominio del hecho, pues está claro que en estos casos, quien tiene
el dominio del hecho es el autor mediato. Ejemplo: a verte una fuerte droga en el café de c, quien
bajo el influjo narcótico, ejecuta un hecho constitutivo de delito. D, mediante engaño, convence a
h a suscribir un documento falso.
En la autoría mediata, el dominio del hecho se fundamenta en el dominio de la voluntad del que
actúa por parte del autor mediato, lo que supone normalmente la ausencia de acción en el
instrumento humano del que se sirve, en estos casos no se puede hablar de participación, porque
la persona, instrumento de la que se sirve el autor mediato, ni siquiera actúa típicamente.
La tentativa de la autoría mediata comienza en el momento en que el autor ha abandonado
voluntariamente el control sobre el instrumento sin intervención activa, para evitar el resultado
pretendido, o con la perdida involuntaria del dominio del hecho.
3. La coautoría.
Además de las formas de coautoría, ejecutiva, como bien afirma MUÑOZ CONDE, es posible
apreciar también la coautoría en los casos en que se produce un reparto de papeles o funciones
entre diversos intervinientes en la realización de un delito, de tal modo que alguno o algunos de
los coautores ni siquiera están presentes en el momento de su ejecución. Por eso se hace
necesario recurrir a un criterio material que supere una visión estrictamente formal de coautoría.
Y este criterio es también el de la teoría funcional del hecho.
Lo decisivo en la coautoría es que el dominio del hecho lo tienen varias personas que, en virtud del
principio de reparto funcional de roles, asumen por igual la responsabilidad de su realización. Las
distintas contribuciones deben considerarse, por tanto, como un todo y el resultado total debe
atribuirse a cada coautor, independientemente de la entidad material de su intervención. Esto no
debe entenderse, en el sentido que basta un acuerdo previo en la realización del delito para que
todos lo que contraigan ese acuerdo sean ya por eso coautores del delito. El simple acuerdo de
voluntades no basta. Es necesario, además, que se contribuya de algún modo en la realización del
delito, de tal modo que dicha contribución pueda estimarse como un eslabón importante de todo
el acontecer delictivo.
Cada coautor responde del hecho, siempre que éste permanezca en el ámbito de la decisión
común acordada previamente. Cualquier tipo de exceso de uno de los coautores repercutirá en la
forma de imputación subjetiva del resultado que se haya cometido por exceso, así, unos pueden
responder a titulo de dolo otros a titulo de imprudencia o no responder en absoluto del exceso
Puesto que en la coautoría todos son autores del hecho, puede ser cada uno responda de un título
delictivo diferente. Así ocurres también, por ejemplo, en los delitos especiales impropios, en los
que el coautor cualificado responde por el delito especial (malversación) y el coautor no
cualificado por el delito común (hurto).
La participación.-
Se habla de participación en dos sentidos. Un sentido amplio que incluye a todos los intervinientes
en el hecho típico. Un sentido estricto que se contrapone a la autoría. El partícipe es quien
accesoriamente colabora en el hecho de otro.
a. Fundamento de punición:
ii. Teoría del favorecimiento o de la causación: para esta teoría el participe es castigado por causar
o favorecer la obra autónoma del autor de al menos un hecho antijurídico o no justificado. El
participe puede serlo, inclusive de actos que no puedan ser atribuidos personalmente al autor in
se. Haciendo énfasis, basta aquí, la causación o favorecimiento de un hecho antijurídico del autor
por parte de un participe que actúa culpablemente.
i. La inducción
Se caracteriza porque el inductor hacer surgir en otra persona 8el inducido) la idea de cometer un
delito; pero quien decide y domina ka realización del mismo es el inducido, porque, por lo
contrario, el inductor seria verdadero autor mediato. Otra prueba de que la realización del acto
depende del autor principal (inducido) es que si éste no comienza la ejecución del delito (por tanto
no hay ni siquiera acto típico), no puede castigarse al inductor salvo que su comportamiento
encaje dentro de una de las formas de participación intentada especialmente punible, la
proposición, o, en su caso, al provocación.
Art. Art. 319 CP. Genocidio. ... se sancionará con reclusión de dieciséis a veinte años, mas
inhabilitación absoluta por igual tiempo a quien con el propósito de destruir total o parcialmente a
un grupo nacional étnico o religioso, realiza algunos de los siguientes hechos...la proposición y
conspiración se penara con reclusión de ocho a doce años; la instigación directa se sancionara con
la pena aplicable al autor y la indirecta se castigara con reclusión de cinco a ocho años.
De lo dicho se desprenden los requisitos de la inducción. La inducción debe ser de tal entidad que
pueda conectarse causalmente, desde el punto de vista psíquico, con la voluntad del inducido. Sin
embargo, este papel causal del inductor respecto a lo que el inducido ejecuta no podría justificar
por sí solo el tratamiento que el legislador prevé para esta forma de participación equiparándola a
la autoría ya que son imaginables conductas que, incluso intencionalmente, se convierten en
factor desencadenante de la actuación del autor, y, sin embargo, a todas luces, no merecen la
misma valoración que la actuación de quien ejecuta materialmente el delito. Necesaria será, por
tanto, la presencia de elementos adicionales que fundamente el desvalor de acción de la inducción
y justifiquen su equiparación a la autoría. Esta exigencia adicional se plasma en la necesidad de
que la incitación represente, desde una perspectiva ex ante y atendiendo a los especiales
conocimientos del inductor, un incremento relevante del riesgo de que el inducido adopte y
ejecute la resolución delictiva a la que se incita. La inducción entonces debe ser directa y eficaz.
Directa porque debe haber una relación personal e inmediata entre el inductor y el inducido o
destinatario de la inducción. Esto impide la apreciación de inducción en cadena, en la que el
inductor inicial incita a otro, a que a su vez induzca a un tercero a delinquir. La eficacia de la
inducción significa que tenga entidad suficiente para que el inducido decida cometer el delito y
comience, por lo menos su ejecución.
Como en tantos casos en los hay que valorar la gravedad de una conducta, es necesario aquí
utilizar criterios objetivos a partir de las circunstancias en las que actúan personas determinadas
en el caso concreto. Uno de los criterios más utilizados por la doctrina es el criterio de la escasez,
según el cual es necesaria la aportación escasa, difícil de obtener para el autor.
iii. La complicidad.
ART. 33. Son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el artículo anterior, cooperan al la
ejecución del hecho con actos anteriores o simultáneos.
En común con todas las formas de participación tiene la complicidad, que se trata de una
contribución a la realización del delito con actos anteriores o simultáneos a la misma, que no
pueden, en ningún caso, ser considerado como autoría. Lo que la distingue de las demás formas de
participación, es su menor entidad material, de tal forma que la calificación de complicidad hace
que la cooperación se castigue automáticamente con una pena inferior en grado a la que
merezcan los autores del delito.
En este sentido, la conducta del cómplice ha de ser peligrosa, de manera que, desde una
perspectiva ex ante, represente un incremento relevante de las posibilidades de éxito de autor y,
con ello, la puesta en peligro o lesión del bien jurídico. Ello ocurrirá cuando, en el momento previo
a la acción del cómplice, sea previsible que, con su aportación, la comisión del delito sea mas
rápida, más segura o más fácil, o el resultado lesivo más intenso que sin ella.
Pero la mera peligrosidad de la acción no basta para apreciar complicidad, pues sea preciso,
además que el riesgo de favorecer la comisión del delito por el autor se traduzca en una efectiva
cooperación (no necesaria) a la ejecución. Así, una conducta, para ser considerada complicidad,
debe ser de tal manera causal, que realmente haya acelerado, asegurado o facilitado la ejecución
del hecho o intensificado el resultado del delito en la forma en que era previsible.
Si se dan los requisitos mencionados, también cabe la complicidad psíquica, que puede consistir
en un asesoramiento técnico, o en un reforzamiento de la voluntad delictiva debilitada en el autor.
También es posible complicidad en la comisión por omisión, siempre que exista posición de
garante y quepa afirmar que la omisión contribuyo, en una causalidad hipotética, a facilitar o
favorecer la acusación del delito por el autor:
Así por ejemplo, es cómplice la madre que, pudiendo hacerlo, no impide ni dificulta el abuso
sexual de su marido a su hija.
La complicidad, como las demás formas de participación, solo es punible en su forma dolosa.
En los delitos especiales impropios, es decir, en aquellos en los que existe una correspondencia
con uno común (malversación de causales públicos: apropiación indebida/ hurto), se plantea el
problema de si la imputación de responsabilidad debe ser, para aquellos que tienen las cualidades
requeridas en el delito especial (intranei, los funcionarios públicos, por ejemplo), la del delito
especial, y, para aquellos que carecen de ellas, extranei, la del delito común (apropiación
indebida...), sin tener para nada en cuenta la contribución material concreta de cada uno de ellos.
Así, por ejemplo, el funcionario que interviene en la sustracción de los caudales que tiene a su
cargo respondería siempre por malversación; el extraño, en cambio, siempre por hurto; y ello
tanto en el caso en que el inductor fuera extraño y el inducido el funcionario como en el caso
inverso. Con ello se convierten estos delitos en delitos consistentes en la infracción de un deber,
siendo irrelevante para la calificación de autoría la contribución objetiva del intraneus.
Sin embargo, no hay ninguna razón para no aplicar aquí las reglas generales de la participación. Si
el autor es el intraneus, el delito cometido será el especial y en virtud del principio de unidad del
título de imputación, todos los demás responderán por ese delito, aunque no tengan las
cualidades exigidas por el mismo. Por el contrario, si el autor es extraneus, el delito cometido será
uno común y los participes responderán por el delito común, cualquiera que sea su consideración
personal. Tan sólo en los casos de coautoría entre intraneus y un extraneus cabe la posibilidad de
que cada uno responda por separado del delito del que cada cual es autor.
En los delitos especiales propios (la prevaricación por ejemplo) el particular solo puede responder
como partícipe del delito especial (la amante del juez le induce a dictar una sentencia injusta),
pues no existe un delito común que se corresponda en la parte especial.[1]
[1] Monografias.com > DerechoDerecho Penal Material (página 5) capitulo xii. Tipos de autoría y
participación. Concepto ontológico de autor y teorías fundamentales. Recuperado el 14FEB2013
de http://www.monografias.com/trabajos82/derecho-penal-material/derecho-penal-
material5.shtml#ixzz2L58P1XDB Con algunas modificaciones con fines didácticos.
Dirección: http://es.scribd.com/doc/50069982/339/VI-El-coautor-y-el-complice-primario-789
Breve descripción: Aquí en la página 789 del libro el jurista argentino Eugenio Raúl Zaffaroni
diferencia al coautor del cómplice, de forma totalmente clara y concreta, de tal manera que el
lector no tendrá problemas en asimilar e interiorizar los conceptos.
Tema 7: Antijuricidad
La mayoría de las causas de justificación están en el artículo 20 del Código Penal: "Está exento de
responsabilidad penal:
1. El que por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o por sufrir alteraciones en la
percepción, que afectan gravemente su concepto de la realidad, no posea la facultad de
comprender el carácter delictuoso de su acto o para determinarse según esta comprensión;
2. El menor de 18 años.
3. El que obra en defensa de bienes jurídicos propios o de terceros, siempre que concurran las
circunstancias siguientes:
a) Agresión ilegítima;
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. Se excluye para la
valoración de este requisito el criterio de proporcionalidad de medios, considerándose en su lugar,
entre otras circunstancias, la intensidad y peligrosidad de la agresión, la forma de proceder del
agresor y los medios de que se disponga para la defensa.
4. El que, ante un peligro actual e insuperable de otro modo, que amenace la vida, la integridad
corporal, la libertad u otro bien jurídico, realiza un hecho destinado a conjurar dicho peligro de sí o
de otro, siempre que concurran los siguientes requisitos:
5. El que, ante un peligro actual y no evitable de otro modo, que signifique una amenaza para la
vida, la integridad corporal o la libertad, realiza un hecho antijurídico para alejar el peligro de sí
mismo o de una persona con quien tiene estrecha vinculación.
No procede esta exención si al agente pudo exigírsele que aceptase o soportase el peligro en
atención a las circunstancias; especialmente, si causó el peligro o estuviese obligado por una
particular relación jurídica;
6. El que obra por una fuerza física irresistible proveniente de un tercero o de la naturaleza;
9. El que obra por orden obligatoria de autoridad competente, expedida en ejercicio de sus
funciones.
10. El que actúa con el consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre disposición.
CONCORDANCIAS: D.Leg. Nº 1095, Art. 30 (Decreto Legislativo que establece reglas de empleo y
uso de la fuerza por parte de las Fuerzas Armadas en el territorio
nacional)[1]
Las causas de justificación tienen su fundamento en el principio del interés preponderante, según
el cual, cuando colisionan dos bienes jurídicamente protegidos, la tutela jurídica debe obrar en
favor del interés superior o mejor. Así, en el estado de necesidad, el necesitado puede solventar
un conflicto de bienes salvaguardando el superior a costa del sacrificio del interés jurídico menos
valioso; en tanto que, en la legítima defensa, se presenta una colisión entre un interés legítimo (el
del atacado) y un interés ilegítimo (el del agresor) que se resuelve en favor del primero.
Algunos autores también admiten como fundamento de las causas de justificación el principio de
ausencia de interés, en el que Mezger quiso basar la naturaleza eximente del consentimiento del
ofendido, que en realidad no es una causa de justificación sino de atipicidad.
a- Están dadas por todo el ordenamiento jurídico. Muchas autorizaciones provienen del Derecho
Civil, como el derecho legal de retención que se concede al depositario, arrendatario o
comodatario, entre otros. Otras provienen del Derecho Administrativo, comercial, etc.
Por este motivo, las causas de justificación no se agotan en los casos previstos en el Código Penal.
Son, por el contrario, una lista abierta que se extiende a todo el ordenamiento jurídico como
consecuencia del principio de que una ley no puede castigar lo que otra permite u ordena.
b- Contienen una autorización para realizar la acción típica. En la legítima defensa, por ejemplo, se
autoriza la producción de lesiones o hasta la muerte del agresor cuando ésta sea racionalmente
necesaria para repeler la agresión ilegítima.
Pero del texto de la ley no se puede deducir por qué una determinada regla deba ser comprendida
entre los supuestos de justificación. Para ello se debe recurrir a principios previos a la ley y que
sirven para interpretarla. Para establecer la presencia de una causa de justificación se han
desarrollado dos criterios teóricos: monista y pluralista.
El primero, a partir de un único principio, intenta explicar la naturaleza de todas las causas de
justificación mientras que, el segundo, pretende hacerlo por medio de una pluralidad de
principios.
El criterio monista debe por lo tanto formular principios altamente abstractos que se expresan en
nociones tales como que, las causas de justificación importan más utilidad que daño social o la
utilización de un medio adecuado para alcanzar un fin reconocido por el orden jurídico.
El criterio pluralista otorga una respuesta más adecuada. Partiendo de la naturaleza de lo ilícito
deduce una serie de pautas para explicar los supuestos que lo justifican.
[1] Artículo 30.- Exención de responsabilidad penal. Los supuestos de exención de responsabilidad
penal derivados del empleo y uso de la fuerza en aplicación del presente Decreto Legislativo son
regulados conforme a lo establecido en los numerales 3, 8 y 11 del Artículo 20 del Código Penal y
en la Ley Nº 27936, en materia de legítima defensa y cumplimiento del deber.
http://www.monografias.com/trabajos4/respcriminal/respcriminal3.shtml
[3] Universidad Nacional del Nordeste. C o m u n i c a c i o n e s c i e n t í f i c a s y t e c n o l ó g i c
a s 2 0 0 3. Resumen: s-017. El estado de necesidad justificante en el Código Penal argentino.
Recuperado el 21 de febrero del 2013 de
http://www.unne.edu.ar/unnevieja/Web/cyt/cyt/2003/comunicaciones/01-Sociales/S-017.pdf
Implica la realización de un acto típico con el fin de proteger un bien jurídico individual, actúa en
legítima defensa quien obra en defensa de bienes jurídicos propios o de terceros, siempre que
concurran las circunstancias siguientes: agresión ilegitima, necesidad racional del medio empleado
para impedirla o repelerla, y falta de provocación suficiente para quien hace la defensa.
En su aspecto objetivo, esta descripción comprende una situación de peligro creada por la
agresión ilegitima y la acción destinada a neutralizarla.
La agresión ilegitima es una acción destinada a poner en peligro o lesionar bienes jurídicos, un
comportamiento omisivo también puede constituir agresión. La agresión que genera la legítima
defensa debe ser actual, real e inminente, y el carácter de ilegitimo debe entenderse como
sinónimo de antijurídico. la reacción de quien se defiende debe dirigirse hacia la persona del
agresor, si un tercero resultar afectado por el comportamiento de quien se defiende este puede
invocar haber actuado en estado de necesidad.
Necesidad y racionalidad de la defensa quiere decir que el medio empleado para impedir la
agresión debe ser racionalmente necesario, el mas seguro para repeler la acción del agresor. La
determinación de la necesidad de la defensa supone una apreciación general sobre el hecho de
que la acción de defenderse es indispensable para descartar el peligro creado por la agresión, es
menester que el agredido la impida o repela, pero esto no significa que su acción deba suceder
forzosa e inevitablemente. La racionalidad de la defensa indica un juicio de valor con referencia a
la justicia y equidad, se determina apreciando la proporcionalidad entre el peligro propio a la
agresión y la acción de defenderse es decir los medios empleados para rechazar el ataque y los
utilizados por el agresor son equivalentes.
Es una situación de peligro en la que la lesión de un bien jurídicamente protegido aparece como el
único medio para salvar un bien del agente es decir es una situación objetiva de peligro inminente
o actual para bienes o intereses protegidos por el derecho, por ello se dice que aparece por la
colisión de bienes jurídicos de distinto valor, en cambio el estado de necesidad exculpante surge
cuando los bienes jurídicos en conflicto son del mismo valor. Mientras que en el estado de
necesidad justificante la ley aprueba el sacrificio del bien de menor valor en el segundo se dice que
la ley no puede inclinarse por ninguno de los bienes que son de igual valor.
Situación de peligro, significa que su titular debe encontrarse en una situación en la cual uno de
sus bienes jurídicos pueda resultar perjudicado, por lo tanto el peligro debe ser real e inminente
para un bien o un interés jurídicamente protegido y que el mal causado sea menor que el que se
quiere evitar.
Situación de necesidad se entiende que no hay otro modo de superar el peligro actual
amenazante, se encuentra en la necesidad de sacrificar un bien jurídico de menor valor.
Balotario Desarrollado para el Examen Del CNM. La antijuricidad. Recuperado el 21 de febrero del
2013 de http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf
7.4. Obrar por disposición de la ley, en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un
derecho, oficio o cargo
La ley es de cumplimiento obligatorio para su destinatario y desde ese momento surge para él un
deber jurídico, pero los excesos no pueden en caso alguno organizarse como una causa de
justificación; es decir cuando el derecho impone a alguien el deber de realizar un hecho previsto
en un tipo penal o le confiere un derecho que se lo permite es evidente que no puede
considerarse su conducta prohibida, ni por tanto antijurídica por ejemplo el juez que ordena
detención; el policía que impide la fuga o hace la captura, entre otros.[1]
La obediencia debida sería una causal de inexigibilidad de otra conducta (o exculpación), pues el
cumplimiento de la orden ilícita por parte del subordinado obedecería a circunstancias especiales
que reducirían las habituales posibilidades de autodeterminación (motivarse en forma normal),
producto de la tendencia a acatar las órdenes que reciben de sus superiores casi sin discusión,
incluso cuando exceden sus facultades –producto de una instrucción y un régimen disciplinario
rígido y severo–. Por ello el Derecho aceptaría razonablemente que, cuando el subordinado recibe
una orden de ejecutar un hecho constitutivo de delito y la cumple, no sería cabal expresión de su
voluntad. Sin embargo, y por lo general, sólo lo eximiría de responsabilidad si lo ha hecho ante la
insistencia de su superior, o sea, tras una previa disidencia o representación de su ilicitud. Ésta es
la posición que cuenta actualmente con más adeptos.[1]
[1] Wikipedia. Obediencia debida. Recuperado el 09 de febrero del 2013 de
http://es.wikipedia.org/wiki/Obediencia_debida
7.6. El consentimiento
Se exime de responsabilidad penal a quien actúa con el consentimiento valido del titular del bien
jurídico de libre disposición, no puede haber secuestro si la víctima es consciente, ni detención
arbitraria cuando se trata de un acuerdo. El consentimiento no cuestiona la tipicidad pero si
excluye la antijuricidad por haberse dirigido el ataque contra un bien jurídico protegido pero
lesionado de libre disposición por parte del titular, tal es el caso de las injurias, quien consiente
debe estar enteramente legitimado para disponer del bien y obrar con capacidad de
entendimiento y discreción. Cuando hablamos de bienes de libre disposición nos referimos a
bienes patrimoniales no se comprende dentro a los bienes universales que afecta a la colectividad,
ni la vida humana aunque existen discrepancias sobre esto, ya que la vida humana digna y el
derecho de morir en ciertos casos, es mayor que la vida humana indigna.
Capacidad de discernimiento que le permite al otorgante entender el alcance del mismo es decir el
sujeto debe poseer la capacidad para formular la renuncia.
Si no se cumplen con los requisitos exigidos por la ley las causas de justificación no operan como
eximentes sino sólo como atenuantes de la pena.[1]
La culpabilidad es el reproche formulado contra el delincuente por haber cometido un acto ilícito a
pesar de haber podido actuar conforme a derecho, el objeto de este reproche es la actitud
incorrecta del autor ante las exigencias del orden jurídico, actitud que se concreta en el injusto
penal.
Elementos de la culpabilidad
El agente debe conocer que el acto es contrario al derecho es decir conocimiento de la ilicitud del
acto. El derecho exige que los comportamientos no sean imposibles.
Causas de inimputabilidad
Son los supuestos en donde el agente no tiene conciencia de la antijuricidad, por lo que no va
tener responsabilidad por el delito, ya que el agente requiere de capacidad psíquica.
a. Anomalía psíquica es una perturbación de la conciencia de tal grado que impida la comprensión
normal del carácter delictuoso del acto.
b. Grave alteración de la conciencia esta anomalía hace que el actor pierda su capacidad
intelectual de percatarse del carácter delictuoso de sus actos, es un estado transitorio que afecta
la conciencia del agente y le impide la comprensión de la criminalidad del acto.
d. Minoría de edad los menores de edad no están dentro de la esfera de valoración del derecho
penal.
En la actualidad se piensa que los menores de cierta edad están privados de capacidad penal, esto
es no son imputables porque no tienen dominio sobre el hecho a causa del desarrollo incompleto
de la psiquis y por ende la aptitud para entender cabalmente la acción injusta que llevan a cabo. El
artículo 20º del Código Penal establece que están exentos de pena los menores de 18 años y que
además se establece la figura de la responsabilidad restringida que implica la reducción prudencial
de la pena si el agente se encuentra en la comisión del hecho punible entre los 18 y 21 años o es
mayor de 65 años excepto en los delitos de violación sexual, tráfico ilícito de drogas, terrorismo
agravado, terrorismo y traición a la patria.
El actio libera in causa puede ser de naturaleza dolosa cuando el actor se coloca consciente y
voluntariamente en estado de inimputabilidad; y pueden ser culposas ocurre cuando el agente sin
proponérselo directamente pero sabiendo y previendo que bajo estado de inimputabilidad
procurada puede desencadenar un reuntado dañoso, se coloca en dicho estado, por ejemplo el
que imprudentemente se embriaga a sabiendas que luego va manejar su automóvil de regreso a
casa.
Según BARJA DE QUIROGA la actio libera in causa es una de las cuestiones cruciales y mas
discutidas dentro de la teoría de la culpabilidad principalmente la cuestión se plantea en relación
con la embriaguez y la drogodependencia. Como el juicio de la imputabilidad ha de ir referido al
momento del hecho y en tal momento no existía la solución tendría que ser la no culpabilidad,
ahora bien cuando el hecho procede de un momento anterior en el que si existía la imputabilidad
la doctrina tradicional viene afirmando que el juicio de imputabilidad debe retrotraerse a aquel
momento anterior del que trae causa y realizar respecto de dicho momento el juicio sobre la
imputabilidad.
Cuando el agente desconoce la antijuricidad o ilicitud del hecho cometido es decir cuando el autor
cree actuar con arreglo a derecho por desconocer la norma prohibitiva o conociéndola, cree que lo
ampara una causa de justificación permisiva. El error está referido al desconocimiento que tiene el
autor de la desaprobación jurídico penal del acto, por lo que únicamente basta el error sobre la
antijuricidad material, no siendo necesario el que pudiera recaer sobre la punibilidad
correspondiente al acto.
Existen dos tipos de error de prohibición, el invencible o inevitable que elimina de manera
absoluta la responsabilidad (culpabilidad), ya que ocurre cuando el agente actuando con diligencia
ordinaria se le es imposible advertir o prever la antijuricidad de su injusto. El otro tipo de error de
prohibición es el vencible o evitable cuando el agente estando en posibilidad real y objetiva de
salir de su ignorancia no hace algo al respecto y perpetra el injusto, aquí se le reprocha al autor no
salir de su estado de error teniendo la posibilidad, por ello se le atenuará la pena.
Para que exista culpabilidad es necesario que el sujeto tenga conciencia y conocimiento de la
antijuricidad del hecho; basta con que el autor tenga motivos suficientes para saber que el hecho
cometido está jurídicamente prohibido y es contrario a las normas más elementales que rigen la
convivencia. La conciencia (o conocimiento) de la antijuridicidad del hecho como elemento en la
categoría de la culpabilidad está admitido comúnmente en la doctrina y la jurisprudencia que lo
considera elemento indispensable para la declaración de culpabilidad. Sin embargo, en la práctica,
el conocimiento de la antijuridicidad se presume por los tribunales (Véase en este sentido DE LA
CUESTA AGUADO, Conocimiento de la ilicitud. Madrid, 2007). El desconocimiento del carácter
ilícito del hecho se trata como error de prohibición.
Error de prohibición
Déficit cognitivo del autor de una conducta típica en relación a la antijuridicidad de la conducta.
Dependiendo de su carácter de "vencible" o "invencible" se determina la ausencia o no de
culpabilidad. El error de prohibición puede ser directo, cuando el sujeto desconocía la existencia
de la norma que prohíbe la conducta o indirecto, cuando el sujeto sabe que existe una norma
jurídica que prohíbe la realización de la conducta, pero el sujeto cree erróneamente que en su
caso concreto concurre una causa de justificación. Algunos supuestos de legítima defensa putativa
podrían tratarse también como error de prohibición indirecto.
La exigibilidad
[1] La teoría del delito. La conciencia de antijuridicidad. Recuperado el 21 de febrero del 2013 de
http://teoriadeldelitopenal1.es.tl/Culpabilidad-pt2.htm#inicio
Es la situación en que se encuentra un sujeto en la que, como medio "necesario para evitar la
pérdida de bienes jurídicos (o de un tercero en determinados casos) ataca un bien jurídico extraño
de menor identidad que el que trata de salvar. [...]. Cuando la evaluación de los bienes
comparados da como resultado que ambos poseen la misma jerarquía (p.ej., vida por vida), la
doctrina mayoritaria resuelve el conflicto como situación de inculpabilidad (no exigibilidad de otra
conducta-coacción).
Requisitos
Obediencia debida
Es aquella que opera cuando el sujeto cree obedecer una orden, porque aun cuando conoce que la
orden es antijurídica, la cumple por las consecuencias perjudiciales que puede derivar de su
incumplimiento para él o para un tercero. (Camacho et al, op.cit, p. 239).
Requisitos
- Orden expresa de superior jerárquico que ordena realizar un injusto típico o conducta peligrosa e
imprudente, y que debe revestir las formas legales.
- Competencia del superior para dictar la orden y del inferior para ejecutarla.
- El sujeto obedezca la orden sabiendo que es antijurídica, por temor a consecuencias negativas
que pueda generar su incumplimiento. Este requisito es medular, porque resultan diferentes las
situaciones del sujeto que cree que el mandato recibido es lícito o conociendo su ilicitud considera
por error que está obligado a obedecer (se resuelve como un error), o bien el sujeto que obedece
pues cree que tiene el deber de hacerlo (opera como causa de justificación) pues de lo contrario
incurriría en desobediencia, por ser la orden dictada dentro de la competencia del superior y no
constituir una infracción manifiesta de un precepto legal.
Dirección:
http://www.derechoecuador.com/index.php?option=com_content&task=view&id=6158
Breve descripción: Aquí el autor nos brinda la concepción de lo que se debe entender por
conocimiento de la antijuricidad, haciendo un examen diacrónico y reflexivo sobre el tema
CONCURSO DE DELITOS
Se presenta cuando sobre un hecho punible concurren diversos preceptos penales excluyentes
entre si y donde sólo uno de ellos debe ser aplicado. Por lo que debe ser valorado de acuerdo a:
Principios
a. Principio de especialidad cuando un hecho es normado por dos o mas leyes será aplicable la
especial, uno de los tipos penales abarca las mismas características del otro y además una
característica complementaria. De tal manera que podemos afirmar que un tipo está totalmente
contenido en otro, por ejemplo homicidio simple (disposición general) y parricidio (disposición
especial).
b. Principio de consunción cuando un hecho previsto por una ley se comprende en una disposición
legal de mayor vastedad se aplica en los siguientes casos el delito consumado excluye al frustrado
y a la tentativa.
c. Principio de subsidiaridad una disposición legal es subsidiaria de otra cuando la ley prescribe
que se aplicara esta, siempre que no se aplique la figura principal, por ejemplo la coacción es
subsidiaria del secuestro.
Nuestro Código Penal define el concurso ideal en el artículo 48°: “cuando varias disposiciones
penales sean aplicables al mismo hecho” (unidad de acción y pluralidad de delitos).
En cuanto a su naturaleza, se entiende que a una misma conducta puede aplicársele varios tipos
penales pero ninguno de ellos por sí sólo abarcaría el injusto de la acción ni lo agotaría en todo
sentido. Ejemplo: el acto sexual violento de un hombre con su hija menor de dieciséis años, es a la
vez, típico en violación (artículo 170 CP), abuso sexual de menor bajo tutela (artículo 173 C.P.) y
posiblemente lesiones (artículo 122 C.P.). No se requiere que la conducta se subsuma
precisamente en varios tipos legales de manera coincidente. Es suficiente que coincidan
parcialmente. Ejemplo: pagar con dinero falso (artículo 254 C.P.) está en concurso ideal con estafa
(artículo 196 C.P.); falsificación de documentos con estafa. Se produce una ampliación que excede
al tipo objetivo de estos delitos.
Según el artículo 48º del Código Penal modificado por la ley 28726 establece que el tratamiento
jurídico del concurso ideal establece que se reprimirá hasta con el máximo de la pena más grave y
puede incrementarse hasta en una cuarta parte, sin que en ningún caso pueda exceder de los 35
años.
¿Qué se entiende por el delito continuado?
Se entiende como violaciones de la misma ley penal cometidas en el mismo momento de acción o
en momentos diversos, con actos ejecutivos de la misma resolución criminal. El término
“resolución criminal”, usado por el texto legal alude al factor final; y la frase “varias violaciones de
la misma ley” se refiere al factor normativo, pues les asignan el carácter de unidad de conducta
(”como un solo delito continuado”). Está definido en el artículo 49 C.P. La pluralidad de violaciones
de la misma ley penal suponen un número indeterminado de repeticiones de la conducta típica,
pero cabe aclarar que no todos los delitos admiten la figura del delito continuado, sino sólo
aquellos cuyas circunstancias y condiciones apreciadas racionalmente así lo permiten. Ejemplo: el
sujeto que hurta vino de una bodega en la que trabaja, sistemáticamente y en oportunidades
diversas durante siete días consecutivos (artículo 185 C.P.). Resultaría absurdo procesar al sujeto
por la cantidad de micro-hurtos realizados. Se trata de un delito continuado.
El delito continuado está constituido por una pluralidad de conductas que corresponde a una
misma resolución criminal (factor final) y que la ley considera como un solo delito continuado
(factor normativo).
1. Requisitos subjetivos: Las características del delito continuado hace necesario aceptar un dolo
total o unitario que comprenda la unidad de finalidad y que abarque a la pluralidad de conductas.
Ejemplo: el empleado de una fábrica de calzados que decide llevarse 10 pares de zapatos a razón
de un par cada tres días.
El dolo unitario debe existir incluso desde el comienzo del primer momento delictivo o puede
surgir en otro momento de la ejecución.
Para estos casos es suficiente que el dolo unitario tenga lugar antes del agotamiento del primer
acto parcial por parte del autor.
2. Requisitos objetivos: Se exige como límites objetivos: pluralidad de acciones u omisiones, igual
norma violada, unidad o pluralidad del sujeto pasivo, bien jurídico no eminentemente personal.
b. Igual norma violada.- Tradicionalmente se exige que la norma violada por las diferentes
conductas responde a delitos iguales (varios hurtos, varias estafas, etc.). Este parece ser el sentido
del artículo 49 (“varias violaciones de la misma ley penal”). Actualmente, el criterio es más flexible
y se llega a admitir que es suficiente que las normas sean semejantes. A esta semejanza no le
interesa que los delitos sean diferentes. (v.gr. hurto, estafa, apropiación ilícita) y le es suficiente
que las diferentes conductas afecten un mismo bien jurídico (unidad del bien jurídico) (v.gr.
patrimonio). Nos parece que esta interpretación es la más conveniente. Ejemplo: el sujeto que
decide disponer de repuestos, que le entregan en administración (apropiación ilícita, 190 C.P.). su
conducta también incluye sustraerlos del depósito de la empresa (hurto 185 C.P.). La reforma de la
Ley 26683 ha introducido al texto del artículo 49 este criterio (“… o semejante naturaleza”).
c. Unidad o pluralidad del sujeto pasivo.- Se admitirá la continuación cuando se lesione al mismo
titular o sujeto pasivo en el caso de los delitos que afectan bienes jurídicos altamente personales
(v.gr. violación, lesiones, secuestro, contra la libertad sexual). Por el contrario, no se admite delito
continuado cuando los actos parciales inciden sobre diferentes sujetos pasivos. Ejemplo: homicidio
de diferentes personas, violación de distintas mujeres. La reforma de la Ley 26683 precisa que la
calificación como delito continuado quedará excluida cuando resulten afectados bienes jurídicos
de naturaleza eminentemente personal pertenecientes a sujetos distintos.
Cuando se trata de bienes jurídicos que no son personales (v.gr. propiedad), no se requiere la
identidad del titular del bien jurídico afectado para aceptar el delito continuado. La reforma de la
Ley 26683 incorpora una circunstancia agravante si con las diferentes violaciones se hubiere
perjudicado a una pluralidad de personas en cuyo caso se aumentará la pena en un tercio de la
máxima prevista para el delito más grave.
También existen tipos legales que no admiten su realización por continuación, como el caso del
homicidio (106 C.P.), pues su naturaleza no le permite tolerar distintas intensidades de afectación
del bien jurídico que se tutela.
d. Conexión temporal y espacial.- La característica del delito continuado es que se sanciona con
una misma pena diferentes actos particulares cometidos en el mismo momento o en momentos
diversos, que se estiman continuados y que constituyen un solo delito.
El tratamiento procesal producto de este enjuiciamiento unitario tiene diversas consecuencias
materiales. Por ejemplo: la cosa juzgada se extiende a todos los actos particulares, inclusive a los
que no fueron conocidos por el tribunal oportunamente.
El llamado concurso real de delitos está regulado en el artículo 50 C.P. y se le define como varios
hechos punibles que son considerados como otros tantos delitos independientes. A diferencia del
concurso ideal que presenta unidad de acción, el concurso real se caracteriza por presentar
pluralidad de acciones y por ello constituye la contrapartida del concurso ideal. La pluralidad de
acciones se verifica en sentido contrario a la unidad de acción, en el sentido del concurso aparente
de leyes.
No basta la mera realización de varias acciones independientes por parte del autor para configurar
el concurso real, sino que es necesario que estas varias acciones independientes representen
varios hechos punibles susceptibles de ser valorado de modo independiente. Así, la característica
de la pluralidad de acciones estriba en que cada una de ellas debe presentar autonomía respecto
de las otras. Por ejemplo, el sujeto Roba un banco el viernes, asesina a su mujer el lunes y estafa a
su vecino el jueves.
Con la nueva modificación de la ley 28730 nos señala que le hecho punible será sometido a
proceso y la pena que fije el juez se sumara a la anterior hasta un máximo del doble de la pena del
delito más grave y no puede exceder los 35 años, si alguno de estos delitos esta reprimido con
cadena perpetua, se aplicara únicamente esta sin perjuicio de fijarse la reparación civil para el
nuevo delito.[1]
[1]Balotario desarrollado para el examen del CNM. Derecho Penal. Parte General. Recuperado el
26 de febrero del 2013 de http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas
modificaciones con fines didácticos.
Icono de iDevice ¿A qué nos referimos cuando hablamos de las circunstancias modificatorias de la
responsabilidad penal?
«Artículo 45.El Juez, al momento de fundamentar y determinar la pena, deberá tener en cuenta:
«Artículo 46.Para determinar la pena dentro de los límites fijados por la ley, el Juez atenderá la
responsabilidad y gravedad del hecho punible cometido, en cuanto no sean específicamente
constitutivas del hecho punible o modificatorias de la responsabilidad, considerando
especialmente:
1. La naturaleza de la acción;
2. Los medios empleados;
11. Las condiciones personales y circunstancias que lleven al conocimiento del agente.
13. La reincidencia.
El Juez debe tomar conocimiento directo del agente y, en cuanto sea posible o útil, de la víctima.»
2. LOS MEDIOS EMPLEADOS. La realización del delito se puede ver favorecida con el empleo de
medios idóneos, la naturaleza y efectividad dañosa de su uso pueden comprometer en mayor o
menor medida la seguridad de la víctima o provocar graves estragos. De allí que VILLAVICENCIO
TERREROS estime que esta circunstancia se refiere igualmente a la magnitud del injusto. Sin
embargo, para otros autores, que como PEÑA CABRERA comentaban igual circunstancia en el
Código ya derogado y predecesor del actual, ella posibilitaba, también, reconocer la peligrosidad
del agente.
4. LA EXTENSIÓN DEL DAÑO O PELIGROS CAUSADOS. Esta circunstancia indica la cuantía del
injusto en su proyección material sobre el bien jurídico tutelado. GARCÍA CAVERO precisa que tal
circunstancia toma como criterio de medición el resultado delictivo. No obstante, como bien
destacaba CORNEJO, en alusión al Código anterior, esta valoración corresponde sobre todo a la
conminación de la pena en cada delito y no a un nivel de circunstancia genérica. Según este autor
“es incongruente con la doctrina que sustenta el Código el considerar la extensión del daño y del
peligro causado como un elemento ordinario o genérico que debe tenerse en consideración al
aplicarse la pena”.
5. LAS CIRCUNSTANCIAS DE TIEMPO, LUGAR, MODO Y OCASIÓN. Se refieren a condiciones tempo–
espaciales. Reflejan, principalmente, una dimensión mayor en el injusto, ya que el agente suele
aprovecharlas para facilitar la ejecución del delito.
6. LOS MÓVILES Y FINES. La motivación y los fines que determinan, inducen o guían la acción
delictiva del agente, influyen, de modo determinante, en la mayor o menor intensidad de su
culpabilidad. Esto es, tales circunstancias coadyuvan a medir el grado de reproche que cabe
formular al autor del delito. Su naturaleza subjetiva es preeminente y se expresa en lo fútil,
altruista o egoísta del móvil o finalidad, tal como lo reconoce contemporáneamente la doctrina
nacional. Lo cual coincide con lo señalado por CORNEJO, al referirse a idéntica circunstancia
prevista en el código penal derogado, de que: “Para la aplicación de las penas lo que debe valuarse
es el motivo psicológico en cuanto se relaciona con los fines sociales, y es tanto más ilícito en
cuanto más se opone a los sentimientos básicos de la piedad, de la solidaridad, de la cultura, en
suma”.
9. LA REPARACIÓN ESPONTÁNEA QUE HUBIERE HECHO DEL DAÑO. Esta circunstancia toma en
cuenta la conducta posterior al delito que exteriorizó el agente. Que el delincuente repare en lo
posible el daño ocasionado por su accionar ilícito, revela una actitud positiva que debe valorarse
favorablemente con un efecto atenuante. En ese sentido CAVERO GARCÍA reconoce que “Con la
reparación del daño, el autor adelanta una parte de los aspectos que le correspondería cumplir
con la pena, afectando así la cuantificación de la pena concreta”. Sin embargo, es pertinente
demandar, como lo hacía PEÑA CABRERA al comentar una disposición similar del Código Penal de
mil novecientos veinticuatro: “que la reparación debe ser espontánea, es decir, voluntaria y,
naturalmente, antes de la respectiva sentencia. Se entiende que la reparación debe partir del
autor, y no de terceros”
10. LA CONFESIÓN SINCERA ANTES DE HABER SIDO DESCUBIERTO. Esta circunstancia valora un
acto de arrepentimiento posterior al delito. Con ello se expresa la voluntad del agente de hacerse
responsable por el ilícito cometido y de asumir plenamente las consecuencias jurídicas que de ello
derivan. Esta actitud se destaca en favor del agente, pues, con ella, se rechaza la frecuente
conducta posterior al hecho punible y que se suele orientar hacia el aseguramiento y la impunidad
del infractor. Al respecto, la doctrina elaborada en base a esta circunstancia ha afirmado, desde la
vigencia del Código anterior, que: “Hay diferencia notable en el delincuente que huye después de
consumado el delito, del que se presenta voluntariamente a las autoridades para confesar. Este
último muestra arrepentimiento, o por lo menos, asume su responsabilidad, lógicamente la
atenuante es procedente; de suerte que no puede favorecerse al delincuente que huye, y regresa
después acompañado de su abogado”. Además, se advierte con tal actitud “…falta de necesidad
de una pena más grave con fines de prevención o reestabilización”. Ahora bien, es de recordar que
actualmente el artículo 136° del Código de Procedimientos Penales también considera a la
confesión sincera, siempre que se dé en sede judicial, como una atenuante privilegiada que
posibilita imponer una pena concreta por debajo del mínimo legal. No obstante, la circunstancia
del artículo 46º del Código Penal, que aquí se analiza, es diferente de aquella en tanto que sólo
equivale a una autodenuncia. De allí, pues, que por su menor eficacia procesal y probatoria, la ley
le conceda únicamente la condición y efectos de una circunstancia genérica.
11. LAS CONDICIONES PERSONALES Y CIRCUNSTANCIAS QUE LLEVEN AL CONOCIMIENTO DEL
AGENTE. El carácter enunciativo del artículo 46° del Código Penal se complementa con la amplitud
circunstancial que concede al juez. Reconoce la norma una opción innominada y abierta para
interpretar y apreciar otras circunstancias, distintas de las expresamente identificadas por cada
inciso precedente de dicho artículo. Esto es, “la determinación de la pena concreta por el juez
requiere un acercamiento con el autor que permita una justicia penal más ajustada a la persona”.
Ahora bien, para evitar contradicciones al principio de legalidad y riesgos de arbitrariedad, será de
rigor especificar en concreto la circunstancia que invoca y su equivalencia con las reguladas
legalmente. Sobre todo, se debe fundamentar razonablemente cómo es que tal circunstancia
resulta idónea para definir un perfil que permite conocer mejor la personalidad del agente.[1]
[1] Corte Suprema De Justicia De La República. Sala Penal Especial. EXP. Nº A.V. 19 – 2001. Casos
Barrios Altos, La Cantuta y sótanos SIE. Recuperado el 01 de marzo del 2013 de
http://spij.minjus.gob.pe/informacion/coyuntura/Sentencia_Fujimori/P3C3_Pena.pdf
Esta dualidad de reglas significa para Hurtado Pozo que «En el art. 45, se trata del “momento de
fundamentar y determinar la pena" y, en el art. 46, del momento de "determinar la pena dentro
de los límites fijados por la ley". (...). Podría pensarse que la fundamentación indicada en el art. 45
no se refiere a la cuantificación de la pena (regulada en el art. 46), sino más bien a su selección a
otro nivel: preferir la pena de prestación de servicios a la comunidad o la de multa a la privativa de
la libertad; o la de decidir si conviene suspender la ejecución de la pena o convertirla en otra. Si
este fuere el objetivo del art. 45, resultaría superfluo porque el legislador ha previsto las
condiciones que el juez debe constatar para optar por una de estas alternativas”.[1]
De modo similar, para Velásquez Velásquez los arts. 45 y 46 del CP parecen referirse,
respectivamente, al ámbito de la individualización judicial de la pena (IJP) en sentido amplio y a la
IJP en sentido estricto. A su juicio, el contenido del art. 45 del CP enfrenta al intérprete ante dos
previsiones distintas: de un lado, emplea los conceptos de fundamentación y de determinación de
la pena —como una noción diversa a la de determinación de la pena “dentro de los límites fijados
por la ley”, consagrada en el art. 46—, y de otra parte señala tres criterios genéricos para que el
funcionario judicial cumpla con dichas tareas: las carencias sociales sufridas por el agente; su
cultura y costumbres; y los intereses de la víctima, de su familia, o de quienes dependen de ella.
Más específicamente, entiende Velásquez que el sentido de la determinación de la pena en el art.
45 se refiere a todas las cuestiones relativas a la imposición y ejecución de la sanción penal, como
las atinentes a los fenómenos de la condena condicional, la reserva del fallo condenatorio, la
conversión de la pena privativa de libertad no mayor de dos años en pena de multa, o la
conversión de la pena de multa no pagada en pena privativa de libertad, así como la fijación de
plazos para el pago de la multa, etc.; esto es, se parte de una noción amplia de tal figura. El art. 45
no se refiere en consecuencias a la noción estricta utilizada por el art. 46, al tenor de la cual se
entiende por determinación de la pena la operación mental mediante la cual el Juez, en concreto,
una vez examinadas las diversas categorías del hecho punible, fija, precisa, señala cuales son las
sanciones imponibles al trasgresor de la ley penal; esto es, la determinación de la pena dentro del
marco punitivo, acorde con la culpabilidad por el hecho.[2]
El antecedente inmediato es el art. 51 del CP de 1924, según el cual: «Para la aplicación de la pena
los jueces apreciarán la culpabilidad y el peligro del agente, teniendo en cuenta las siguientes
circunstancias, en cuanto la ley no las considere especialmente como constitutivas o
modificatorias del delito:
1º La naturaleza de la acción; el tiempo en que se perpetró y el que hubiere transcurrido desde
entonces; el lugar, los instrumentos y los medios en que se hubiere hecho uso; la preparación
tranquila o la perpetración ocasional; el modo de ejecución y las circunstancias en que ésta se
hubiere efectuado; la unidad o la pluralidad de agentes; el número y la importancia o especialidad
de los deberes infringidos; la dificultad que hubiere para prevenirse contra el hecho punible; y la
extensión del daño y del peligro causados.
2º La edad, la educación, la vida personal, familiar y social del sujeto anterior y posterior al delito,
su situación económica, sus precedentes judiciales y penales, la calidad de los móviles honorables
o excusables o innobles o fútiles que lo determinaron a delinquir, las emociones que lo hubieran
agitado, su participación mayor o menor en el delito, la reparación espontánea que hubiere hecho
del daño, o la confesión sincera antes de haber sido descubierto, y los demás antecedentes,
condiciones personales y circunstancias que conduzcan al conocimiento de su carácter».
Esta interpretación conduce a presentar el contenido de los arts. 45 y 46 del CP como tributarios
del modelo de la teoría del valor relativo de empleo. Con ello debiera estimarse que la fijación de
la pena dentro del marco penal establecido por el legislador, la IJP en sentido estricto, se
fundamenta en la culpabilidad del autor. En efecto, el art. 46 señala que el Juez atenderá a la
«responsabilidad y gravedad del hecho punible cometido», en concordancia con el principio de
prohibición de doble valoración o de inherencia («en cuanto no sean específicamente constitutivas
del hecho punible o modificatorias de la responsabilidad ») y conforme a los criterios previstos en
los nums. 1 al 11. En ese contexto, la referencia a la «responsabilidad» no se vincula a la
responsabilidad penal por la comisión de un injusto culpable, sino al grado de culpabilidad del
autor (responsabilidad en sentido estricto). Mientras que la mención a la «gravedad del hecho
punible» tendría que estar referida a los elementos del injusto graduable.
De esa forma, el art. 46 establecería dos pautas genéricas de tasación de la pena, el grado de
injusto y el grado de culpabilidad. Con ello, los referentes previstos en los nums. 1 al 11 del art. 46
deben valorarse bien como criterios vinculados al grado del injusto o al grado de culpabilidad.
Aunque tales notas son «propias de un derecho penal orientado hacia la retribución entendida
como límite al ejercicio del ius puniendi del Estado, acorde con los principios del acto, de
protección de bienes jurídicos, de culpabilidad y de proporcionalidad», retribución que no sólo se
estima incompatible con la Constitución[1] sino además ajena al sentido de los arts. IX y I del CP
que establecen una orientación preventiva de la pena y la legislación.
Pero una explicación del art. 46 del CP peruano conforme a la Stellenwerttheorie (Teoría del valor
relativo) no es satisfactoria si se toma en cuenta que, al igual que el § 46 del StGB (Código Penal de
Alemania), introduce criterios, preventivo especiales que, en definitiva, influenciarán el proceso de
la IJP en sentido estricto, ya desde el momento de establecer la duración o extensión de la pena
dentro del marco legalmente establecido y no sólo en la determinación de los sustitutos penales
(IJP en sentido amplio). En esa línea se inscriben los criterios previstos en los nums. 9 (reparación
espontánea) y 10 (confesión sincera), y en cierta forma la consideración de las condiciones
personales y circunstancias que conduzcan al conocimiento del agente (num. 11), cuya relevancia
no sólo puede estimarse desde la perspectiva del grado del injusto y de la culpabilidad, sino
también conforme a la prevención especial. La introducción de criterios preventivo especiales para
fijar la extensión de la pena ha tenido acogida en la jurisprudencia y forma parte de un debate
más amplio sobre la antinomia entre los fines de retribución y prevención en el proceso de IJP. En
esa perspectiva, Bramont Arias y Bramont Arias Torres consideran que a los principios básicos de
merecimiento de pena, relativos al grado de injusto y de culpabilidad, cabe agregar el correctivo
de la necesidad de pena mediante el recurso a criterios de prevención general o especial, «para
fundamentar que, en casos concretos, muchas veces la pena no es necesaria», de forma que «la
pena se mide en cada caso particular tomando en cuenta la magnitud del injusto, la magnitud de
la responsabilidad y admitiendo el correctivo de la necesidad de la pena», correctivo que «se
explica si se tiene en cuenta que la pena deja de ser necesaria para proteger a la sociedad cuando
esto puede conseguirse por otros medios, que serán preferibles en cuanto sean menos lesivos
para los derechos individuales. Se trata de una exigencia de economía social coherente con la
lógica del Estado social, que debe buscar el mayor bien social con el menor costo social».
Este punto de vista es matizable, las referencias del art. 46 del CP a la «responsabilidad» y
«gravedad del hecho»[2] y todas las circunstancias descritas en los nums. 1 al 13, no sólo puede
conducir a la interpretación mayoritaria, según se ha reflejado, que las equipara con el grado de
culpabilidad y del injusto, esto es con la culpabilidad y de un modo u otro con la retribución.
Como indica Demetrio Crespo, la noción de «gravedad del hecho» es susceptible de entenderse en
términos de prevención general, la pena adecuada a la gravedad del hecho es probablemente la
pena preventivo generalmente más eficaz, pero «es en esencia una exigencia de proporcionalidad
vinculada al principio de culpabilidad por el hecho». Bajo esa orientación, no se persigue
establecer la pena adecuada a la culpabilidad sino la pena adecuada a la culpabilidad por el hecho,
lo que es mucho más que una cuestión gramatical, mientras el § 46 del StGB señala por ejemplo
que «la culpabilidad es el fundamento de la individualización judicial de la pena», el criterio de la
culpabilidad por el hecho pone de relieve el «carácter meramente limitativo y no constitutivo en
nuestro ordenamiento jurídico, vaciando de contenido retributivo el criterio de la culpabilidad en
la IJP».[3]
En esa línea de ideas, la antinomia retribución prevención especial que de inicio puede apreciarse
en el marco del art. 46 del CP, puede resolverse considerando que la pena adecuada a la gravedad
o culpabilidad por el hecho debe operar como límite a las exigencias de prevención,
introduciendo, como en la teoría del espacio de juego y en contra de la tesis de la pena puntual,
una frontera superior que bajo ningún concepto podrá superarse en base a argumentos de
prevención general o de prevención especial. Así, mientras la prevención general no puede
introducirse lícitamente en la IJP en sentido estricto, la prevención especial debe orientarse en
este terreno al establecimiento de una pena acorde con la gravedad del hecho pero que a la vez
permita prever un impacto positivo en la vida futura del condenado, que persiga su no
desocialización y la adecuación de su conducta externa a las expectativas normativas.
Esta concepción evita la explicación del modelo de la IJP en sentido estricto del CP peruano
conforme a la teoría del valor relativo de empleo. Por esa línea, los alcances del art. 45 del CP, más
allá de la interpretación histórica de su antecedente argentino, no deben limitarse a servir de
fundamento general preventivo especial de medidas alternativas como la suspensión de la
ejecución de la pena, la reserva del fallo condenatorio, la conversiones o la exención de pena,
medidas que por cierto tienen un desarrollo normativo propio que permite evidenciar
suficientemente su orientación preventivo especial. Por lo demás, sólo la ampliación de criterios
trascendentales del art. 45 como el de la coculpabilidad social (num. 1) al ámbito de la IJP en
sentido estricto, permitirá superar la reducción de tales criterios a los casos de criminalidad menos
grave, la única en la que es posible la aplicación de medidas alternativas.[4]
[1] En ese sentido, la reciente STC de 21705 sobre la Ley de arresto domiciliario, Exp. Nº
00192005PI/TC: «Son distintas las teorías de los fines de la pena desarrolladas en la doctrina. Una
es la teoría de la retribución absoluta, cuyos exponentes son Kant y Hegel. Según ella, la pena no
cumple ninguna función social, pues es una institución independiente de su esfera social; es decir,
agota toda virtualidad en la generación de un mal al delincuente, de modo tal que el Estado, en
represe ntación de la sociedad, toma venganza por la afectación de algún bien jurídico relevante,
aplicando un mal de similar gravedad a la relevancia del bien en el ordenamiento jurídico. Se trata
de la concreción punitiva del antiguo principio del Talión: “ojo por ojo, diente por diente”. Esta
teoría no sólo carece de todo sustento científico, sino que es la negación absoluta del principio
derecho a la dignidad humana, reconocido en el artículo 1º de nuestra Constitución Política,
conforme al cual “La defensa de la persona humana y el respeto por su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y el Estado.”»
[2] Expresión que recoge también el art. 66.1 del CP español de 1995, cuando establece que “Los
Jueces o
[4] Caro Coria, Dino Carlos. Notas sobre la individualización judicial de la pena en el Código Penal
Peruano. Recuperado el 26 de febrero del 2013 de
http://www.ccfirma.com/publicaciones/pdf/caro/IJP-Carlos%20Caro.pdf Con algunas
modificaciones con fines didácticos.
Dirección: http://uap.intechperu.com/Ucarga/CONCURSO%20DE%20DELITOS_89101.pdf
Breve descripción: Aquí tenemos un conjunto de diapositivas que nos brindan una idea clara y
concreta de las variantes del concurso de delitos y de las figuras relacionadas con éste, lo que les
servirá para fijar conceptos con respecto a tan importante tema.
Dirección: http://eltrova.blogspot.com/2010/05/la-pena.html
Breve descripción: El artículo ingresa al análisis sesudo de las circunstancias modificatorias de la
responsabilidad penal, recurriendo también a su enfoque jurisprudencial, lo que le otorga un alto
nivel de consistencia.
¿Cuáles son las clases de penas que reconoce nuestra legislación penal?
a. Privativas de libertad
b. Restrictivas de libertad
c. Limitativas de derechos
d. Multa
La privación de libertad constituye una afectación al bien jurídico libertad del agente que cometió
el hecho delictivo. Esta afectación impuesta por el Estado al sujeto que ha delinquido se realiza
mediante la ejecución de la pena correspondiente.
Respecto al Código Penal de 1924, esta clase de pena unifica las anteriores consecuencias jurídico-
penales denominadas Internamiento, Relegación, Penitenciaría y Prisión. En nuestro Código Penal
vigente (1991) estas sanciones se integran a la pena privativa de libertad que va desde los 2 días
hasta los 35 años, e incluso de por vida (o conocida también como “cadena perpetua”).
Las penas restrictivas de libertad se encuentran en crisis porque no tienen utilidad social. Además,
la Convención Americana sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica, establece que
“nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser privado de derecho
a ingresar en el mismo”. (Artículo 22, inciso 5).
Son autónomas porque constituyen una especie independiente de pena, existiendo al lado de la
pena privativa de libertad, la de restrictiva de libertad y la de multa. Aplicándose en el uso de la
prestación de servicios a la comunidad y la limitación de días libres, en forma autónoma cuando
están específicamente señaladas para cada delito. Ejemplo: en el caso del delito previsto en el
artículo 163º del C.P. (supresión o extravío de correspondencia) el legislador establece como
sanción la prestación de servicio comunitario de veinte a cincuenta y dos jornadas; y en el
supuesto del artículo 164º del C.P. (publicación indebida de correspondencia), se establece una
sanción de limitación de días libres de veinte a cincuenta y dos jornadas.
Son sustitutivas porque son aplicables como alternativa de la pena privativa de libertad. Así lo
establece nuestro Código Penal respecto a la prestación de servicios a la comunidad y a la
limitación de días libres. Para que se realice la sustitución se requiere una condición objetiva, que
se relacione con la cantidad de pena privativa de libertad, por lo que nuestra normativa penal
exige que la sanción sustituida no sea superior a cuatro años, a criterio del Juez.
Dentro de la orientación de recurrir a la pena privativa de libertad, en los casos más graves, como
última ratio, la prestación de servicios a la comunidad constituye una de las sanciones alternativas
más interesantes que plasma nuestro Código.
El trabajo gratuito que se obliga a prestar al condenado, según el dispositivo, deberá realizarse en
entidades asistenciales, hospitalarias, escuelas, orfanatos, otras instituciones similares u obras
públicas. Si bien se hace una descripción de entidades en las cuales se prestará el servicio, dicha
relación no es cerrada, pues al hacerse referencia a “otras instituciones similares” se posibilita el
tomar en cuenta otras entidades de las indicadas expresamente, aunque de naturaleza “similar”;
en todo caso la enumeración es ejemplificadora.
Asimismo el código indica que los servicios serán asignados conforme a las aptitudes del
condenado, lo que consideramos positivo, pues garantiza la eficacia del principio de
individualización; sin embargo, consideramos que cuando se establece que ello será “en lo
posible”, se altera dicha garantía.
Nuestra disposición indica que las jornadas serán de diez horas semanales, apartándose en este
punto de otras disposiciones como la brasileña en que las jornadas son de ocho horas.
Además, señala que se cumplirá entre los días sábados y domingos, de modo que no se perjudique
la jornada normal de su trabajo habitual, lo que consideramos positivo, pues se tiene cuidado en
no afectar el tiempo de las funciones remuneradas, dándose una compatibilidad entre el trabajo
penal y el trabajo profesional. La ley también permite que se pueda autorizar al condenado que
preste estos servicios en días útiles semanales, proveyéndose el caso en que el condenado no
pueda hacerlo los días sábados y domingos. Nuestra norma a diferencia de otras legislaciones no
ha tomado en cuenta los días feriados, no precisando la exposición de motivos el por qué de esta
decisión.
Nuestra disposición penal también precisa el mínimo y el máximo de las jornadas de servicios
semanales: de 10 a 156 (art. 34º del C.P.).
Limitación de días libres
La finalidad de esta pena está en sustituir las penas privativas de libertad de corta duración, con el
objetivo que el condenado no sea perturbado ni afectado en su personalidad. De esta manera, con
esta sanción no se le aleja de su trabajo ni se rompen los vínculos con su familia; a lo más
permanece privado de recreación los días sábados, domingos y feriados. Un sector de la doctrina
ha hecho mención que esta clase de pena presenta los inconvenientes de la prisión celular,
acrecentado por dos agravantes: brevedad e intermitencia. A esto se ha agregado la absoluta falta
de condiciones para la ejecución de la medida.
Particularmente, creemos que si bien esta norma es un reto en cuanto a su posible ejecución, por
lo menos con ella se evita la degradación de la personalidad del penado, producto de la
prisionización. Además, que al no alejarse al condenado de su centro de trabajo se evita que su
familia sufra alguna alteración económica que acarrearía mayores problemas. Nuestro C.P.
establece un mínimo de diez y un máximo de dieciséis horas en total por cada fin de semana, a
diferencia del brasileño que se fija en cinco horas diarias (diez semanales).
Inhabilitación
La inhabilitación de acuerdo al Código Penal (art. 36º), al ser prevista dentro de las penas
limitativas de derecho adquiere la categoría de pena principal, salvo los supuestos de los artículos
39º y 40º en que constituye una pena accesoria. Algunos autores consideran que estas penas
tienen mayor certificado en la prevención, ya que priva al sentenciado de la práctica de ciertas
actividades en que se muestra irresponsable o peligroso (prevención especial); otros, sostienen
que estas penas son pasibles de crítica pues, al retirar la posibilidad de trabajo, se presenta como
más aflictiva que las penas detentivas.
Con ella se afecta en cierto modo a la libertad del sentenciado, en relación con la facultad de
ejercitar ciertos derechos, desempeñar cargos o profesiones o ejecutar una determinada
actividad. Entendemos que ha sido positivo, en cierto modo, el establecer un límite a la
inhabilitación principal, pues al dársele el carácter temporal, se humaniza el rigor de las
prohibiciones, dejando de lado las sanciones indeterminadas. Nuestro Código extiende la
inhabilitación principal de 6 meses a 5 años.
Pena de multa
Para determinar la cantidad de los días-multa el juez deberá tomar en cuenta el menor o el mayor
grado de injusto, el grado de responsabilidad más o menos intenso y las demás circunstancias
legales y judiciales. En la doctrina se considera que el juez al establecer el número de días-multa
no se debe dejar influenciar por el patrimonio del condenado, pues en esta fase inicial sólo se
podrá tomar en consideración el grado de responsabilidad, la gravedad de la conducta y otras
circunstancias. Para la determinación del importe del día-multa se tomará en cuenta el ingreso
diario del condenado (art. 43º del C.P.). El importe no podrá ser menor del 25% ni mayor del 50%
del ingreso diario del condenado, cuando viva exclusivamente de su trabajo.
Si bien la multa debe pagarse dentro de los diez días de pronunciada la sentencia (art. 44º del
C.P.), el Código prevé el supuesto que el condenado tenga la dificultad de pagar, en cuyo caso el
Juez, a pedido del condenado y de acuerdo a las circunstancias, podrá permitir que el pago se
efectúe en cuotas mensuales.
En cuanto al cobro de la multa, al igual que la disposición del C.P. brasileño, se señala que se podrá
efectuar mediante el descuento de la remuneración del condenado: a) cuando se aplica
aisladamente; b) cuando se aplica acumulativamente con pena limitativa de derechos; o c) fuere
concedida la suspensión condicional de la pena, siempre conforme a los límites previstos en el
artículo 42º de la normativa penal.[1]
Icono de iDevice ¿Qué debe tener en cuenta el juez al momento de fundamentar y determinar la
pena?
El Juez, al momento de fundamentar y determinar la pena, deberá tener en cuenta los siguientes
criterios:
En el primer inciso del art. 45º del C.P. se establece que el Juez debe tomar en cuenta las
“carencias sociales que hubiere sufrido el agente”, dando cabida a lo que se denomina
corresponsabilidad o coculpabilidad.
El Estado es el que determina qué conducta es prohibida; es pues quien criminaliza la conducta,
quien establece lo que es delito. Además, siendo el Estado el que prescribe la pena resulta
coherente afirmar que tanto pena como delito son su producto. Si bien es cierto, el sujeto es el
que realiza el delito, no es su producto. De esta manera, “el delito” es una “construcción”.
Si se parte del criterio, como lo hace nuestro Código Penal, que para imponer una pena el sujeto
debe ser responsable, esto es, que el sujeto pueda responder frente a tareas concretas que le
exige el sistema, se entiende que el ordenamiento jurídico no puede exigir si no ha proporcionado
o no se dan las condiciones necesarias para que la persona pueda asumir una tarea determinada.
Así, en la exposición de motivos de nuestro Código Penal se afirma que de “esta forma nuestra
colectividad estaría reconociendo que no brinda iguales posibilidades a todos los individuos para
comportarse con adecuación a los intereses generales, aceptando una responsabilidad parcial en
la conducta delictiva, mea culpa que tiene el efecto de enervar el derecho de castigar que el
Estado ejerce en nombre de la sociedad”.
De otro lado, en el inciso 2 del art. 45º del C.P. hace mención de la cultura y costumbres del
agente, que deberán ser tomados en cuenta por el Juez al momento de determinar la pena.
Esta interesante disposición constituye un aporte de nuestro Código Penal, habiendo sido
establecida por el Proyecto de Código Penal de septiembre de 1989 (artículo 50º, inciso 2), y la
mantenida por los proyectos de julio de 1990 (artículo 51º, inciso 2) y de enero de 1991 (artículo
45º, inciso 2).
Siendo el Perú un país pluricultural, donde coexisten distintas culturas (“vías de vida”), en la que
junto a los patrones de conducta del sistema oficial coexisten los de otros grupos culturales,
entrando en muchos casos en conflicto (sociedad conflictual), es entendible que el discurso oficial
no sea aprehendido por toda la sociedad peruana, pues en diversos casos estará en conflicto con
los patrones de conducta de otros grupos culturales o subculturales.
La situación de la víctima no puede ser más desfavorable en el sistema penal; es una especie de
perdedor por partida doble: frente al infractor y después, frente al Estado. El sistema penal
expropia los conflictos a la víctima, quien está excluida de cualquier participación en su propio
conflicto. Basta observar el tratamiento económico de la reparación civil en los procesos penales
por delitos culposos en accidentes de tránsito para detectar las graves distorsiones del sistema.
Cada vez resulta más injustificado que el sistema penal pretenda proteger intereses generales sin
percatarse que éstos no suelen ser los de las víctimas de los delitos.
Si bien la sola fórmula del inciso del presente artículo 45º no es suficiente para afirmar que se
plasma en toda su extensión el principio de la víctima, y más aún puede considerársela
insignificante; también es cierto que, cuando menos, ella implica el reconocimiento por parte del
sistema de la necesidad de tomar en cuenta a la víctima.[1]
Son situaciones que podrían ser valoradas por el juez para efectuar el incremento de la pena, son
circunstancias cualificadas de agravación que cumplen una función diferenciadora basada en la
prevención especial.
La reincidencia está regulada por el artículo 46 – B del Código Penal y dice: el reincidente es aquel
sujeto que cumplió total o parcialmente una condena firme privativa de libertad dictada por
cualquier tribunal del país y es condenado por un nuevo delito doloso. El incremento de su pena
puede ser hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el tipo penal.
La habitualidad se encuentra regulado por el articulo 46 – C del Código Penal, representa una
situación más grave pues se trata de aquel que se dedica a la actividad delictiva por lo que
representa un mayor peligro, el habitual tiene por lo menos tres delitos cometidos en un periodo
que no supera los cinco años.
Los delitos cometidos deben ser de la misma naturaleza y sobre ellos no debe mediar condena
alguna y el incremento de la pena puede ser hasta una mitad por encima del máximo legal fijado
para el tipo penal.
Como se indica, el Juez tendrá la posibilidad de la conversión (art. 52º del C.P.) en los casos que no
fueran procedentes la condena condicional o la reserva del fallo condenatorio. Esta norma
constituye una expresión del criterio de recurrir a la pena privativa de libertad como ultima ratio.
b. Siete días de privación de libertad por una jornada de prestación de servicios a la comunidad.
c. Siete días de privación de libertad por una jornada de limitación de días libres.
Para que se revoque la conversión, el incumplimiento por parte del condenado, sea del pago de la
multa, de la prestación del servicio asignado o la jornada de limitación de días libres, debe ser
justificado, pues de lo contrario no procede la revocación.
La revocación (art. 53º del C.P.) se hará previo apercibimiento judicial. Revocada la conversión, la
pena cumplida con anterioridad será descontada de acuerdo con las equivalencias siguientes:
2. Una jornada de servicio a la comunidad o una de limitación de días libres por cada siete días de
pena privativa de libertad.
En el caso en que el condenado cometa, dentro del plazo de ejecución de la pena convertida según
el artículo 52°, un delito doloso sancionado con pena privativa de libertad no menor de tres años,
la pena convertida se revocará automáticamente y será declarada así en la nueva sentencia
condenatoria (vid. Art. 54º del C.P.).
Las equivalencias indicadas en el artículo 53°, se aplicarán para efectuar “el descuento
correspondiente a la parte de pena convertida que hubiese sido ejecutada antes de la
revocatoria”.
El condenado deberá cumplir la pena privativa de libertad impuesta por el nuevo delito y la que
resta de la primera sentencia.
Resulta destacable que para revocar la conversión, el nuevo delito debe estar sancionado con
pena privativa de libertad, esto es, que si la sanción prevista fuera la de prestación de servicios a la
comunidad (así el caso del delito previsto en el artículo 163°) o la de limitación de días libres
(ejemplo, el delito previsto en el artículo 164°), o de multa (v. gr., el delito previsto en el artículo
131°), la revocación no se da.
La conversión de la pena de multa a privativa de libertad se reserva tan sólo como una posibilidad
en el caso del condenado solvente que no pague la multa o frustre su cumplimiento (art. 56º del
C.P.).
En el Código Penal, se distingue entre: a) el condenado solvente que no paga la multa o frustra su
cumplimiento; y. b) el condenado que deviene insolvente por causas ajenas a su voluntad.
Solvente será el condenado que puede efectuar el pago de la multa en los términos establecidos
en la ley, pudiendo devenir en insolvente por causas ajenas a su voluntad.
- Ejecutar la pena en sus bienes; ó convertirla en pena privativa de libertad. En este caso, la
conversión se dará previo requerimiento judicial. La equivalencia será la de un día de pena
privativa de libertad por cada día-multa no pagado. Sin lugar a dudas se requerirá una disposición
legal complementaria que dé pautas para su cumplimiento.
- Una jornada de limitación de días libres por cada siete días-multa impagos.
- Una jornada de prestación de servicios a la comunidad por cada siete días-multa impagos.
Lo que sin duda es destacable es que se haya establecido que el condenado, al que le convirtió la
pena de multa en otra, tenga la posibilidad que en cualquier momento pueda pagar la multa,
descontándosele el equivalente a la pena privativa de libertad o prestación de servicios
comunitarios cumplidos a la fecha.
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
Responde este instituto político-criminal a criterios del Derecho humanitario que propicia darle al
infractor una oportunidad de probar para el futuro su respeto al orden jurídico -sistema de
sometimiento a prueba-. Existen diversas razones para evitar la aplicación de las penas privativas
de libertad de corta duración.
Ellas desocializan antes que favorecer la resocialización del presidiario. Además, las penas cortas
de prisión se prevén para delitos poco graves, para los cuales bastarían penas menos traumáticas.
El Código Penal de 1924 introdujo en su artículo 53º la llamada condena condicional, adoptando el
sistema franco-belga (exposición de motivos). “El sistema franco-belga del sursis supone el
pronunciamiento de la pena pero con suspensión de su cumplimiento durante un determinado
periodo de prueba, sin necesidad de sometimiento a ciertos deberes ni control.”
En verdad, nos parece acertada la decisión del legislador de reemplazar la denominación “condena
condicional” por la de “suspensión de la ejecución de la pena”, pues en verdad lo que se suspende
no es la condena sino el cumplimiento de la pena impuesta.
¿Cuáles son sus requisitos, el plazo de suspensión, y en qué consisten las reglas de conducta?
1. Requisitos: El artículo 57º del C.P. establece dos clases de presupuestos para que el juez decida
suspender la ejecución de la pena:
b) Presupuestos subjetivos: que la naturaleza, modalidad del hecho punible y la personalidad del
agente hiciera prever que esta medida le impedirá cometer nuevo delito. Dada la eliminación de la
reincidencia, el condenado rehabilitado puede ser susceptible de sursis.
Otros deberes que el Juez podría señalar serían por ejemplo: indicar al sentenciado la frecuencia
de cursos de habilitación profesional, tratamientos de desintoxicación o deshabituación u otros
que no atenten contra su dignidad. No obstante, es necesario recalcar que el Juez no puede
imponer al condenado deberes inexigibles o de dudosa constitucionalidad (v. gr. Visitar
periódicamente la Iglesia, afiliarse a determinadas asociaciones, etc.).
3. En lugar de la revocación es posible disponer la prórroga del periodo de prueba. La ley señala un
límite hasta la mitad del plazo inicialmente fijado, sin que la prórroga acumulada exceda de tres
años.
4. Amonestación: Esta medida aplicable a las infracciones menores de las reglas de conducta o
infracciones penales menores (delito con pena menor a tres años) supone reprender o amonestar
al infractor y puede ser pública (audiencia admonitoria) y privada, situación que no ha sido
precisada por el Código Penal de 1991. La respuesta está condicionada a la orientación preventiva
general o especial que fundamentaría la sursis.
La suspensión de la pena será revocada si durante el plazo de prueba el agente es condenado por
la comisión de un nuevo delito doloso, cuya pena privativa de libertad sea superior a tres años.
Poco interesa el cuantum de la pena que se aplicó o la fecha de la comisión de la infracción
(anterior o posterior al que originó la sursis) o si fue realizado durante el periodo de prueba.
En este caso, se ejecutará la pena suspendida y la que corresponda por la segunda infracción.
Expirado el período de prueba sin que el condenado infrinja reglas de conducta de manera
persistente y obstinada o, sin que cometa nuevo delito doloso, la condena se considera como no
pronunciada.
Esto supone la extinción de la pena aplicada. El juez deberá declarar la extinción pero, en todo
caso, si no lo hace, la pena será igualmente extinta, pues “esa extinción no depende del despacho
judicial”.
Extinta la pena, el conocimiento posterior de un delito doloso o de otra razón que haga pensar que
la sursis[1] no le correspondía al sujeto, no puede originar la revocación de la suspensión.
[1] Extinción de la pena aplicada
La reserva del fallo condenatorio (art. 62º del C.P.) consiste en una alternativa a la pena privativa
de libertad de corta duración lo mismo que a las de multa y limitativas de Derecho.
cuál es la más conveniente al caso juzgado, utilizando los mismos criterios preventivos que en la
suspensión de la ejecución de la pena (artículo 57º, inc. 2).
El plazo de la reserva será de uno a tres años desde que la decisión adquiere la categoría de cosa
juzgada, atendiendo a criterios preventivos como la personalidad del sujeto, las circunstancias del
hecho y duración de la pena a imponer o impuesta, a condición que con la aplicación de esta
medida no se cometa un nuevo delito. Se relaciona con el principio de prevención establecido en
el artículo I del Título Preliminar del C.P.
Con respecto de los tipos de penas en que se dispondrá la reserva, ésta surgirá como sustituto de
la pena privativa de libertad, pero en la actualidad la sentencia es abarcar a los otros tipos de
penas. En este sentido nuestro Código dispone la reserva en los siguientes casos:
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
¿Cuáles son los efectos de la reserva, las reglas de conducta, y que ocurre en caso de
incumplimiento de éstas?
1. Resolución del fallo condenatorio: Toda sentencia está compuesta de tres partes: expositiva,
que contiene el relato de los hechos; la considerativa, donde el juez hace una apreciación de la
prueba actuada, valorándola y declarando la responsabilidad del sujeto; y la parte resolutiva, que
contiene la decisión del tribunal, fijando la pena o medida de seguridad a imponer, así como las
responsabilidades civiles.
En la reserva del fallo (“probation”) el juez sólo se abstiene de dictar la parte resolutiva, pero se
consideran tanto la parte expositiva como la considerativa en donde se declara la responsabilidad
del agente. Creemos que esto no implica no resolver, sino solamente no fijar la pena. En este
sentido, es recomendable que se resuelva suspender el fallo abriendo un periodo de prueba en la
que se establecen las reglas de conducta que el sujeto tendrá que cumplir. Del mismo modo, se
establecerán las consecuencias civiles derivadas del delito.
1. Reglas de conducta en la reserva del fallo condenatorio.- El Código establece que al disponer la
reserva del fallo, se impondrán reglas de conducta que conformará el periodo de prueba. Estas
reglas son las mismas que las indicadas para la suspensión de la ejecución de la pena y tienen un
carácter preventivo especial, es decir, educador y reintegrador. Al parecer es favorable que no se
establezcan obligaciones en forma genérica que pueden suponer para el sometido a ellas, un
control y una molestia adicionales que le dificulte en su normal desenvolvimiento o libertad. En
este sentido, las reglas no pueden imponer al sujeto cargas inexigibles. Las reglas señaladas en
nuestro código son las siguientes:
b. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del Juez.- Tiene como
finalidad hacer efectivas las reglas de conducta impuestas y que puedan ser controladas.
d. Reparar los daños ocasionados por el delito, salvo que demuestre que esté imposibilitado de
hacerlo.- Esta se refiere a la reparación que debe hacer el sujeto hasta donde le sea posible. Dicha
regla refuerza el deber de indemnizar los daños que impone el Derecho Civil.
e. Que el agente no tenga en su poder objetos susceptibles de facilitar la realización de otro
delito.- Con la finalidad de prevenir nuevos delitos, el Juez puede prior la tenencia de armas o de
cualquier otro objeto que pudiera servirle de ocasión o estímulo para cometer nuevos delitos.
f. Las demás reglas de conducta que el Juez estime convenientes para la rehabilitación social de
agente, siempre que no atenten contra la dignidad.- Aquí se consideran todas las demás reglas
que no se encuentren indicadas expresamente, pero que el Juez la tome como necesarias
siguiendo los criterios preventivos que mantiene este Código.
Cuando el agente incumpliere las reglas de conducta impuestas, por razones atribuibles a su
responsabilidad, el Juez podrá:
2. Prorrogar el régimen de prueba sin exceder la mitad del plazo inicialmente fijado. En ningún
caso la prórroga acumulada sobrepasará de tres años; o,
Cumplimiento del plazo (art. 67º del C.P.).- Si expirara el plazo del periodo de prueba sin la
concurrencia de cualquier motivo de revocación, se declarará extinguido este periodo, así como no
efectuado el juzgamiento. Esta extinción no depende del despacho judicial. [1]
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
La exención de la pena (art. 68º del C.P.) consiste en la declaración de la responsabilidad, sin
sanción penal. Como vemos, no se trata de un acto de gracia, sino de exención de pena por falta
de merecimiento en los casos que la responsabilidad del agente fuere mínima. El Código Penal
limita la exención para las penas privativas de libertad no mayor de dos años, extendiéndose a las
penas limitativas de derecho y multa.
La exención está reservada al arbitrio del Juez y se pronunciará con la sentencia. Con respecto a su
inscripción en los registros judiciales, la normativa penal no lo establece, por ello sería
recomendable que la exención implique no inscribirlo en los Registros Judiciales. [1]
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
¿Dentro de las consecuencias personales, cuáles se aplican a los inimputables que han cometido
algún delito?
Los inimputables a los que fuera atribuible un delito (cuya existencia se ha determinado
judicialmente) serán sujetos a una medida de seguridad que si bien importa la restricción de un
derecho como las penas, tiene una finalidad curativa y de tutela.
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
¿Cuáles son las causas de extinción de la acción penal que prevé nuestra legislación?
Se prevén como causas generales la muerte del procesado, la prescripción, la cosa juzgada, la
amnistía, además de considerar la aplicación del principio de oportunidad previsto en el artículo 2º
del Código Procesal Penal de 1991, y causas de extinción de la acción de ejercicio privado como la
transacción, el desistimiento y la conciliación.
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
En nuestra legislación penal se encuentra regulada en el Titulo VI. Capítulo I de los artículos 92º al
101º de la parte general del Código Penal.
Ahora bien, como sostiene Larrauri Piojan, el concepto de reparación posee una acepción amplia
que permite abarcar varias opciones semánticas. Entre ellas destacan, sobre todo, las que se
identifican con “aquellas medidas que realiza el infractor de contenido simbólico (presentación de
disculpas), económico (restitutorio, compensatorio o indemnizatorio), o material (prestación de un
servicio) a favor de la víctima (individual o colectiva).
Según Barja de Quiroga, “en la reparación del daño se puede dar indistintamente obligaciones de
dar, de hacer o de no hacer que el juez o tribunal establecerán atendiendo a la naturaleza de aquél
y a las condiciones personales y patrimoniales del culpable, determinando si han de ser cumplidas
por él mismo o pueden ser ejecutadas a su costa”.
Un enfoque similar es el que posee Peña Cabrera, al señalar que “La responsabilidad que se
origina de un delito, moviliza todo el sistema jurídico de un Estado, claro está, con la finalidad de
verificar, y luego castigar al sujeto a quien es inherente esa responsabilidad. Pero ésta no es la
última consecuencia que se deriva de un hecho punible, y que se limita tan solo al campo penal.
Subsisten, a pesar del castigo impuesto al sujeto responsable, el daño o perjuicios causados en el
patrimonio económico y moral de la víctima. La última consecuencia de un delito, no es tan solo la
pena, sino la obligación de reparar, en lo posible, el daño y los perjuicios causados. Este
resarcimiento obligatorio es la llamada Reparación Civil”.
En lo esencial la reparación es una pretensión particular del afectado por el delito, es, pues, como
explica San Martín Castro“una declaración de voluntad interpuesta ante el órgano jurisdiccional
penal, dirigida contra el autor o partícipe del delito y, en su caso, el tercero civil, y sustentada en la
comisión de un acto penalmente antijurídico que ha producido daños en el patrimonio del
perjudicado o actor civil, por la cual solicita la condena tanto de los primeros cuanto del segundo,
a la restitución del bien o, si no es posible, el pago de su valor; y, a la indemnización de los daños y
perjuicios.”
Las consecuencias de un delito no son solo la pena y la medida de seguridad, sino también
sanciones civiles con carácter reparador. Esto se produce porque de muchos hechos punibles se
derivan infracciones a los intereses particulares de la víctima. La reparación civil tiene por finalidad
la reparación del daño ocasionado, así como para su cumplimiento, no está limitado a la persona
del infractor sino que puede ser transmisible a sus herederos o terceros.[1]
[1] Balotario desarrollado para el examen del CNM. Recuperado el 08 de marzo del 2013 de
http://egacal.e-ducativa.com/upload/CNMPenal.pdf Con algunas modificaciones con fines
didácticos.
Dirección:
http://departamento.pucp.edu.pe/derecho/images/documentos/cuaderno%208%20final.pdf
Breve descripción: Aquí tenemos un pequeño tratado acerca de las penas y su aplicación en el
Perú dentro de la época contemporánea; muy ilustrativo para el que desea saber un poco más
acerca de nuestro sistema penitenciario.
Dirección: http://www.buenastareas.com/ensayos/Resumen-Del-Libro-De-Becaria/4074515.html
Breve descripción: Se trata del resumen de la obra cumbre de Cesare Bonesana, Marqués de
Becaria, “Delos delitos y de las penas; que constituye todo un hito y un libro de lectura obligatoria
para el que desea conocer acerca de la pena y su evolución, así como de la teoría de Becaria
acerca de las penas.”.
[1] (2012, 05). Resumen del Libro de Becaria. BuenasTareas.com. Recuperado 05, 2012, de
http://www.buenastareas.com/ensayos/Resumen-Del-Libro-De-Becaria/4074515.html