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El gigante egoísta

Hace muchos años, en un pequeño pueblo, existían cinco niños muy amigos que cada tarde salían a jugar
al bosque. Los pequeños correteaban por la yerba, saltaban a los árboles y se bañaban en los ríos con gran
felicidad. En realidad, eran muy unidos y les gustaba sentirse en compañía de los animales y el calor que
les brindaba el Sol. Sin embargo, cierta tarde, los niños se alejaron del bosque y fueron a dar con un
inmenso castillo resguardado por unos altos muros.
Sin poder contener la curiosidad, treparon los muros y se adentraron en el jardín del castillo, y después
de varias horas de juego, sintieron una voz terrible que provenía de adentro. “¿Qué hacen en mi castillo?
¡Fuera de aquí!”.
Asaltados por el miedo, los cinco niños se quedaron inmóviles mirando hacia todas partes, pero en seguida
se asomó ante sus ojos un gigante egoísta horroroso con los ojos amarillos. “Este es mi castillo, rufianes.
No quiero que nadie ande merodeando. Largo de aquí y no se atrevan a regresar. ¡Fuera!”. Sin pensarlo
dos veces, los niños salieron disparados a toda velocidad de aquel lugar hasta perderse en la lejanía.
Para asegurarse de que ningún otro intruso penetraría en el castillo, el gigante reforzó los muros con
plantas repletas de espinas y gruesas cadenas que apenas dejaban mirar hacia el interior. Además, en la
puerta principal, el gigante egoísta y malhumorado colocó un cartel enorme donde se leía: “¡No entrar!”.
A pesar de todas estas medidas, los niños no se dieron por vencidos, y cada mañana se acercaban sigilosos
a los alrededores del castillo para contemplar al gigante. Allí se quedaban por un largo rato hasta que
luego regresaban con tristeza a casa. Tiempo después, tras la primavera, arribó el verano, luego el otoño,
y finalmente el invierno. En pocos días, la nieve cubrió el castillo del gigante y le aportó un aspecto sombrío
y feo. Los fuertes vientos arreciaban en las ventanas y las puertas, y el gigante permanecía sentado en su
sillón deseando que regresara nuevamente la primavera.
Al cabo de los meses, el frío por fin se despidió y dio paso a la primavera. El bosque gozó nuevamente de
un verde brillante muy hermoso, el Sol penetró en la tierra y los animales abandonaron sus guaridas para
poblar y llenar de vida la región. Sin embargo, eso no sucedió en el castillo del gigante egoísta. Allí la
nieve aún permanecía reinando, y los árboles apenas habían asomado sus ramas verdosas.
“¡Qué desdicha!” – se lamentaba el gigante – “Todos pueden disfrutar de la primavera menos yo, y
ahora mi jardín es un espacio vacío y triste”.
Afligido por su suerte, este se tumbó en su lecho y allí hubiese quedado para siempre sino fuese porque un
buen día oyó con gran sorpresa el cantar de un sinsonte en la ventana. Asombrado y sin poder creerlo aún,
el gigante se asomó y esbozó una sonrisa en sus labios. Su jardín había recuperado la alegría, y ahora,
no sólo los árboles ofrecían unas ramas verdes y hermosas, sino que las flores también habían decidido
crecer, y para su sorpresa, los niños también se encontraban en aquel lugar jugando y correteando de un
lado hacia el otro.
“¿Cómo pude ser tan egoísta? Los niños me han traído la primavera y ahora me siento más feliz” – así
gritaba el gigante mientras descendía las escaleras para salir al jardín. Al llegar al lugar, descubrió que
los pequeñines trepaban a los árboles y se divertían alegremente. Todos menos uno, que por ser el más chico
no podía trepar a ningún árbol.
Compadecido con aquel niño, el gigante egoísta decidió ayudarlo y tendió su mano para que este pudiera
subir al árbol. Entonces, la enorme criatura eliminó las plantas con espinas que había colocado en su muro
y también las cadenas que impedían el paso hacia su castillo.
Sin embargo, cuando los niños le vieron sintieron miedo de que el gigante egoísta les expulsará del lugar,
y sin perder tiempo se apresuraron a marcharse del castillo, pero el niño más pequeño quedó entonces
atrapado en el árbol sin poder descender. Para su sorpresa, las flores se marchitaron, la yerba se tornó
gris y los árboles comenzaron a llenarse de nieve.
Con gran tristeza, el gigante le pidió al chico que no llorara, y en cambio le dijo que podía quedarse y
jugar en su jardín todo el tiempo que quisiera. Entonces, los demás niños que permanecían escondidos
desde fuera del muro, comprendieron que este no era malo, y que por fin podían estar en el jardín sin
temor a ser expulsados.
Desde ese entonces, cada año cuando la primavera arriba al bosque, los niños se apresuran hacia el castillo
del gigante para llenar de vida su jardín y sus flore.
El dueño del cisne

Dicen que los cisnes son capaces de entonar bellas y melodiosas notas, pero sólo justo antes
de morir.

Desconocedor de esto, un hombre compró un día un magnífico cisne, el cual se decía no sólo
que era el más bello, sino también uno de los que mejor cantaba.

Pensó que con este animal agasajaría a todos los invitados que frecuentemente tenía en su
casa y sería motivo de envidia y admiración para sus compañeros.

La primera noche que lo tuvo en su casa organizó un festín y lo sacó para exhibirlo, cual
preciado tesoro. Le pidió que entonase un bello canto para amenizar el momento, pero para
su molestia y decepción, el animal permaneció en el más absoluto y férreo silencio.

Así fueron pasando los años y el hombre pensó que había malgastado dinero en la compra
del cisne.

Sin embargo, cuando ya el bello animal se sentía viejo y a punto de partir para otra vida,
entonó el más bello canto que oídos humanos hayan escuchado.

Al escucharlo en el más absoluto deleite el hombre comprendió su error y pensó:

-Que tonto fui cuando pedí a mi bello animal que cantara en aquel entonces. Si hubiera
conocido lo que el canto anuncia, la petición hubiese sido bien distinta.

De esta forma, el hombre y todos lo que le conocían comprendieron que las cosas en la vida,
incluso las más bellas y anheladas, no pueden apurarse. Todo llega en el momento oportuno.
“El poeta pide a su amor que le escriba”
Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,


en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte


ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,


tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura


o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Color Esperanza
Diego Torres

Sé que hay en tus ojos con solo mirar


Que estás cansado de andar y de andar
Y caminar mirando siempre a algún lugar
Sé que las ventanas se pueden abrir
Cambiar el aire depende de ti
Te ayudara vale la pena una vez más

Saber que se puede querer que se pueda


Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Es mejor perderse que nunca embarcar
Mejor tentarse a dejar de intentar
Aunque ya ves que no es tan fácil empezar

Sé que lo imposible se puede lograr


Que la tristeza algún día se irá
Y así será la vida cambia y cambiará
Sentirás que el alma vuela
Por cantar una vez más

Saber que se puede querer que se pueda


Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Vale más poder brillar
Que solo buscar ver el sol
El Jarjacha

Este ser mitológico,conocido como el demonio de los andes, es un


monstruo con forma de llama de dos o hasta tres cabezas. Su nombre
proviene del grito tenebroso que propaga para atemorizar a los
pobladores: “Jar-jar-jar”.

Se dice que esta criatura nació a raíz del pecado del incesto. Este
hecho lo condenó a convertirse en un ser demoníaco que sale en las
noches a matar. Puede hipnotizar a sus víctimas con solo verlos
fijamente a los ojos.

Existe una película sobre este popular mito, “El Demonio de los
Andes” del director Palito Ortega Matute. ¡No dejas de verla!.
Naylamp

Proveniente del sur y al frente de una flota de balsas, Naylamp llegó a las costas
lambayecanas, desembarcando en las playas de la hoy caleta San José y al pie de
la desembocadura de un río que se llamó Faquisllanga (río de Lambayeque). Le
acompañaba un séquito de funcionarios, versados en diferentes artes y oficios, así
como su esposa Ceterni y varias concubinas. Se adentró unos 2 km de la costa,
donde construyó un templo, al que nombró Chot (posiblemente la actual Huaca
Chotuna) y en el colocó un ídolo de jade verde al que llamó Yampallec. De allí
provendría el nombre de .Lambayeque dado a la región. Dicho ídolo representaba
al mismo Naylamp.
Naylamp sería pues el fundador legendario del Reino Sicán o Lambayeque en el siglo
IX d.C. y al morir fue divinizado por sus hijos. Estos contaron que Naylamp era
inmortal y que decidió convertirse en ave, regresando a su lugar de origen. La
dinastía fundada por Naylamp gobernó los ricos valles de Lambayeque. Dichos reyes
fueron: Cium, Escuñain, Mascuy, Cuntipallec, Allascunti, Nofan nech, Mulumuslan,
Llamecoll, Lanipat cum, Acunta y Fempallec. Doce en total, incluyendo a Naylamp.
El último de dichos reyes, Fempallec, quiso cambiar de sitio el ídolo Yampallec, lo
que acarreó la ira divina. Estando en ese trance, un demonio en forma de mujer se
le apareció y lo tentó a tener relaciones carnales. Como castigo divino, hubo un gran
diluvio que duró 30 días, al que sucedió un periodo de sequías y hambruna como
nunca se había visto (posiblemente se trata de la descripción de los efectos de un
severo fenómeno del Niño). Los sacerdotes culparon de los desastres a Fempallec,
y en venganza, lo ataron de las manos y los pies, y lo echaron al mar. Así finalizó la
dinastía de Naylamp. El valle de Lambayeque quedó sumido en el caos, hasta que
el reino Chimú conquistó la región en el siglo XIV.
Fundación de la UNMSM
A continuación les damos unos datos útiles sobre la fundación de la
UNMSM:

· Fecha de creación: Real Cedula de Valladolid del 12 de mayo de 1551


(rey Carlos I).

· Gestores de la creación de la Universidad de Lima (hoy UNMSM)


*Fray Tomas de San Martin (dominico)

*Jerónimo de Aliaga (conquistador)

· Inauguración de la universidad en Lima: 02 de enero de 1553

· Primer rector: Juan Batista de la Roca (1553-1556)

· Primer rector Laico: Pedro Fernández de Valenzuela (1571-1572)

· Primer rector criollo: Juan de la Roca y de la Cuadra (1586)

· Ratificación papal de la creación de la U. de Lima (hoy UNMSM): 25


de julio de 1571 (Papa Pio V)

· Fecha de advocación a San Marcos: 20 de setiembre de 1574


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