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Me parce que no va a haber otro remedio que declarar el 10 de julio como el día nacional
de Uber. Bueno, más exactamente el día de las plataformas digitales de conectividad
cliente-transportador.
El día de ayer, 10 de julio de 2019, pasaron muchas cosas.
En mercadeo, uno de los desafíos más grandes es lograr que el cliente potencial deguste
tu producto.
¿Por qué creen que las marcas emergentes tienen que brindar degustaciones y pruebas
gratuitas en los supermercados? Tienen que lograr que el cliente comprenda que la marca
que se promueve ofrece una experiencia similar a precio más favorable, una experiencia
superior o diferente, o por lo menos una experiencia aceptable por un precio menor. Puede
que no sea el producto original y su sabor, textura o resultados no sean tan apreciables
como el producto al cual se le quiere robar clientes, pero por lo menos 1 de cada 10 clientes
acepta los cambios en la experiencia de consumo y cambia sus hábitos de consumo.
El día de ayer el gremio de taxista hizo más por perder mercado que todos los esfuerzos
que las plataformas tecnologías llevan haciendo todo el año por quitarles dicho mercado.
Obligaron a sus clientes a probar la competencia. ¡Los taxistas tienen huevo!
Yo resistí la tentación. Con lo fluido del tránsito por la ausencia de taxis vacíos en busca de
carrera (la mancha amarilla, que llaman), mi mujer se avino a llevarme y recogerme del
trabajo en el vehículo familiar, que afortunadamente no tenía pico y placa. Aunque lo
hubiese tenido, en mi caso no hubiese representado mayor problema. Salimos de la casa
a las 6:00, me dejó en el trabajo a las 6:20, y tenía todavía 40 minutos para volver a casa,
antes del inicio del pico y placa. Por la tarde fue más fácil aún. Me recogió a las 16:20,
paramos a comprar empanadas en mitad del camino, y estábamos en casa a las 17:00, 30
minutos antes del inicio del pico y placa. Cero tacos (o trancones, que llaman en Bogotá).
Sin taxis, la vida es más fácil. O por lo menos la movilidad.
No me atrevo a imaginar cuantos nuevos usuarios consiguieron las plataformas de
conectividad cliente-servicio en el día de ayer. Y no solo en el transporte unipersonal. Con
el miedo que infundieron las turbas de hampones armados de cuchillos, pintura, y huevos
que se dedicaron a bloquear las vías públicas, mucha gente optó por no salir a la calle y
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descubrieron que, con una tarjeta de plástico, pueden obtener casi todo lo que pudiesen
necesitar sin cruzar el dintel de la puerta de sus casas y sin necesitar la mancha amarilla.
Compra de drogas, mercado y almuerzos listos, pago de facturas, etc., casi todo se puede
hacer por internet.
Ya no hay que ir a un restaurante de postín para disfrutar una comida gourmet, basta llamar
un Rappi, o un Uber Eats. Ah, y el restaurante que no despache a domicilio, está moribundo.
Las grandes cadenas de farmacias tienen sitio web de mercadeo.
Los comercializadores de grandes superficies, como se autodenominan ahora los
supermercados de antes, tienen ventas por internet. No han caído en la cuenta de que, los
productores van comprendiendo que pueden eliminar el intermediario y despachar
directamente al cliente, sin tener que pagar por el arrendamiento de una superficie, ni pagar
sumas astronómicamente absurdas por “codificación de producto”, ni tener que hacer
“promociones” en la cuales solo gana el supermercado, ni tener que mantener impulsadores
y acomodadores de producto a su propio costo. Tampoco tendrán que recoger la mercancía
no vendida, que en realidad fue dejada en consignación en la gran superficie, a quien
finalmente le importa un soberano rábano si se vende o no, o si la mercancía se deteriora;
los rechazos son asumidos por el proveedor. Los grandes supermercados están a 5 minutos
de morir.
¿Por qué creen que los Toro vendieron el Éxito hace muchos años? Para ellos, lo sé de
primera mano porque me lo comentó en persona don Alfonso Toro, el futuro estaba en las
tiendas de barrio tipo D1 o Justo y Bueno. El problema fue que se adelantaron a su tiempo
y se murieron antes de que el negocio que ellos plantearon tuviese éxito.
Una cosa que brilló por su ausencia fue el perjuicio a los usuarios por la ausencia de taxis.
No había aglomeraciones, gente desesperada caminando hacia sus casas o necesidad de
medidas oficiales para ayudar a transportar ciudadanos en volquetas y vehículos públicos.
Ayer se demostró que el servicio de transporte público personalizado mediante taxis no es
indispensable. Fue atendido sobradamente por las plataformas de conectividad y por el
transporte público masivo, le cual bien o mal, transporta a la mayoría de usuarios.
Las únicas dificultades de movilidad derivaron de los actos vandálicos de los taxistas que,
pretextando una marcha pacífica, bloquearon abusivamente las arterias de las principales
ciudades, con la esperanza de causar un pandemonio que obligase a las autoridades a
conceder prebendas irracionales a favor de los mafias que manejan el sector de los taxis.
Me parece que demostraron lo contrario. Los esfuerzos de las autoridades deben
encaminarse a garantizar a los usuarios que el servicio de transporte a través de aplicativos
de conectividad sea seguro y eficiente.
El pago del servicio a través de Uber, por estar supervisado por la aplicación es trazable, y
por lo tanto no puede evadir el pagar impuestos, cosa que lo hacen los taxistas, quienes, al
efectuar todas las transacciones en efectivo y sin factura, evaden el pago de impuestos de
manera olímpica.
El servicio de transporte a través de las plataformas de conectividad carece de dos
cualidades que son las que lo hacen ilegal e inconveniente, carencias que se pueden
corregir por medio de un simple decreto. La primera, las plataformas de conectividad no
aseguran legalmente la idoneidad del conductor, los cual se soluciona decretando
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simplemente que los transportadores que emplean las plataformas de conectividad tengan
licencia de conducción tipo C (transportador de servicio público) y la segunda carencia, que
para poder prestar el servicio de transporte público se cuente con una póliza de
responsabilidad civil extracontractual para cubrir los perjuicios potenciales causados por la
prestación deficiente del servicio, en adición al SOAT, el cual cubre las lesiones personales
de terceros involucrados en accidentes de tránsito.
¿Y las tarjetas de circulación qué? Eso es un requisito generador de renta que puede ser
eliminado completamente. Estos documentos, como la tarjeta de circulación, los cupos y
demás papeles para poder prestar el servicio, han sido creados presuntamente para
controlar a quienes prestan el servicio, pero finalmente solo significan unos ingresos para
municipios, gobernaciones y gobierno nacional, y un mecanismo de presión de las
organizaciones mafiosas para explotar al gremio de transportadores.
¿Que sería una oferta desmedida del servicio? ¿Y qué? Que el servicio sea regulado por
la oferta y la demanda, no por las pretensiones de un grupo de mafiosos que controla los
cupos de taxis, en connivencia con las autoridades que conceden esos cupos amparados
en “estudios” chimbos, pero que usualmente se utilizan para pagar favores electorales.
Yo soy un profesional en la rama de la ingeniería eléctrica y afines, y mi salario está regido
por la oferta y la demanda, no por tablas de salarios impuestas por el Ministerio de Minas y
Energía, ni por cupos que determinan cuantos ingenieros pueden laborar en una ciudad.
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Y en este es solo el principio.
SURA ya ofrece consulta médica por videoconferencia, para ahorrar el desplazamiento y la
congestión de un consultorio. La compañía se ahorra la infraestructura costosísima de sala
de espera, atención, etc.
El médico podrá estar en una playa, atendiendo por horas, cuando no tenga programa, en
bermudas, y con una camisa y corbata por indumentaria superior y un telón verde al fondo,
como lo hacen los locutores de TV, a los que solo se les muestra el torso, con fondo ficticio
superpuesto electrónicamente, el cual muestrea un respetable consultorio.
Prácticamente cualquier consultoría se podrá hacer por teletrabajo. Hace años que no entro
a un banco a cambiar o consignar un cheque, o a ser atendido por un cajero para pagar
una cuenta. La última vez que fui a la DIAN a presentar la declaración y pagar impuestos
fue hace unos treinta años.
Hace unas dos semanas mi esposa y yo estuvimos incapacitados y confinados en casa por
una influenza. Compramos un par de tenis para ella, un control remoto nuevo para el
televisor y un espejo-joyero, sin salir de la cama.
La inmensa mayoría de los taxis son los denominados “zapaticos”. Es bien difícil pensar en
prestar un servicio con una categoría vehicular menor. De ahí para abajo, los mototaxis y
las bicitaxis.
En las aplicaciones cliente-transportador, se podría escoger la gama del vehículo. Si uno
desea acudir a una fiesta de egresados, y se pretende descrestar viejos compañeros, se
podría solicitar un vehículo de lujo.
Hace unos años mi padre regresó de la reunión de 60 años de egresado como profesional,
henchido de orgullo, porque fue uno de los dos únicos que pudo llegar a la reunión
conduciendo su propio vehículo. Pero él era la excepción. Los demás llegaron llevados por
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choferes de familia o empresa, los más exitosos, o por hijos, nietos o en taxis destartalados.
¿Cuánto pagaría usted por llegar a una de esas reuniones en un vehículo digno?
¿Arribismo? Si, y del malo, pero quedaría uno como un rey el poco tiempo que le queda
sobre esta tierra.
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