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Se trata de un proceso amplio y dinámico que engloba todos los aspectos de las personas,
tanto a nivel académico como también en lo normativo, que debe tener en cuenta los
siguientes principios:
El contenido
que se
enseñará
debe
adecuarse a
los
requerimient
os de
maduración
que presente
el educando.
Ramón CALZADILLA
Instituto Pedagógico “ J. M. Siso Martínez”
Universidad Pedagógica Experimental “ Libertador”
calzadilla_ramon@cantv.net
RESUMEN
Desde una revisión documental, teórica y analítica, se propone propiciar una discusión
crítica y reflexiva acerca de la incertidumbre que se ha generado en torno a la pedagogía
como ciencia valorativa y humanista de la persona, fundamentada en una ética que
busca la valoración del ser educando y educador; en tanto que la pedagogía ‘ científica
y humanista’ se ha nutrido de otras disciplinas del saber, de sus métodos, de sus
teorías, modelos y paradigmas. Esta notoria participación de la pedagogía en el ámbito
de la interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, pluridisciplinariedad y
multidisciplinariedad, requiere de una revisión de los procesos cognitivos de análisis y
síntesis que garanticen una formación integral del ‘ formador de formadores’ , que le
permita salir del oscurantismo de la especificidad y lo lance hacia la búsqueda del saber
pedagógico humanista, para la definitiva realización de una calidad ética de las
instituciones educativas de modo dialéctico y en la construcción de una persona
moralmente humana, autónoma y con responsabilidad social plena. En conclusión, esta
reflexión acerca de la pedagogía como ciencia humanista busca enriquecer la discusión
filosófica de la ‘ incertidumbre’ formativa de la persona humana, dentro de la
complejidad de la educación, como proceso fundamental en el desarrollo de los pueblos.
ABSTRACT
Based on a documental research, theoretical and analytical, we propose the development
of a critical and reflective discussion about pedagogy as a valorative and humanist
science, a science fundamented on an ethic of valorization of both student and educator,
a humanistic and scientific pedagogy which feeds from other disciplines, their methods,
theories, models and paradigms. The relevant participation of pedagogy in the ambits of
interdisciplinarity, transdisciplinarity, pluridisciplinarity and multidisciplinarity,
requires a revision of cognitive processes of analysis and synthesis which guarantee the
integral formation of the “ educator of educators” . The educator of educators has to
abandon the obscurantism of specificity, and undertake the search for the humanist
pedagogical knowledge, for the dialectical development of an ethical quality of
educational institutions, in the construction of a person morally human, autonomous and
socially responsible. Our reflection about pedagogy as a humanist science wants to
enrich the philosophical discussion on the ‘ uncertainty’ in the formation of the human
person, within the complexity of education, as a fundamental process in the
development of the peoples of the world.
1. INTRODUCCIÓN
La pedagogía en el mundo se hace cada día más compleja mientras que la ‘ ciencia’
pedagógica continúa con sus enfoques simplificados (analíticos) en su práctica. Así, el
máximo problema con el que tropiezan los pedagogos tradicionalistas es que no desean
que el ser humano esté presente en sus cálculos o no saben cómo hacerle intervenir en
su pedagogía teórica, tratando de desconocer que individual y colectivamente la persona
es el centro de toda actividad pedagógica: la persona viva y no una abstracción
maquinal-programática.
Pero el ser humano no es un ser biofísico limitado a consumir ni ser objeto de consumo
patronal. Es un ser, sí, que transita de lo individual a lo colectivo, y viceversa, y busca realizarse
en sus propios proyectos de vida. Por lo que no es un conjunto de necesidades: es pasión, es
arte, es razón, es constitución de valores, desarrollo de procesos cognitivos, es una síntesis y
una complejidad. Es un ser multidimensional, resultando incognoscible sino se le percibe en
todas sus dimensiones. Por ello, el intercambio pedagógico ya es complejo, pero lo es más
cuando se consideran sus implicaciones culturales, sociopolíticas y éticas.
Tiene, pues, la pedagogía un objeto propio -la educación- no comprendido en el campo de otra
ciencia; posee también un método o serie de métodos, provenientes de otras disciplinas, para
abordar la investigación y realización de su objeto; y, por último logra organizar el resultado
de sus investigaciones para constituir un sistema unitario de principios y modelos explicativos -
educativos- de carácter general. Reúne, por tanto, las condiciones de una verdadera ciencia
independiente (Prieto, 1985).
Por otra parte, Meumann (1960) considera que a la pedagogía no le falta nada para ser una
ciencia sistemática en sentido estricto; pues tiene un sistema dotado de unidad, dominado de
un modo sistemático por un concepto superior: el de la educación, y posee su propia base
empírica en las investigaciones pedagógicas empíricas y experimentales.
Esta certeza de la pedagogía la expresaba Piaget (1980) cuando anunciaba que los
progresos de la pedagogía experimental, en tanto que ciencia independiente por su
objeto están ligados, como en todas las ciencias, a investigaciones interdisciplinarias, si
de lo que se trata es de constituir una verdadera ciencia, es decir, una ciencia explicativa
y no solamente descriptiva, cosa que han comprendido, por lo demás, en su inmensa
mayoría, los centros de investigación de esta joven disciplina.
4. COMPLEJIDAD Y PEDAGOGÍA
Esta acepción nos puede conducir a pensar, en los parámetros de la educación, que la
pedagogía es complejidad del conocimiento de lo humano y de lo socio-cultural;
asimismo, que se hace cada día más compleja por diversas tendencias, debido a la
introducción de tecnológicas novedosas, en cuanto a información y comunicación.
Pero también hay complejidad pedagógica, en definitiva, “ cuando son inseparables los
elementos diferentes que constituyen un todo y que existe un tejido interdependiente,
interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto” (Morin,
2000: 42). Es la relación de la cultura histórica de los pueblos y la creación proactiva y
constante de los humanos. Por esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la
multiplicidad del ser humano como proyecto humanizante.
En este sentido, la educación debe promover una ‘ inteligencia general’ apta, para
referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una concepción
global. En la misión de promover la inteligencia general de los individuos, la educación
del futuro debe emplear los conocimientos existentes, superar las antinomias
provocadas por el progreso en los conocimientos especializados, a la vez que identificar
la falsa racionalidad.
Dicha racionalidad y los desarrollos disciplinarios de las ciencias aportan las ventajas de
la división del trabajo, pero los inconvenientes de la super-especialización, del
enclaustramiento y de la fragmentación del saber, y producen ceguera cultural (Morin,
2001). Hoy día, el sistema educativo, desde la educación inicial hasta los estudios de
postgrado, en lugar de poner correctivos a estos procesos, los obedece y acepta
coercitivamente, sobre todo en los currículos ocultos u “ objetivos más o menos
vergonzantes que subyacen a las prácticas educativas y que se transmiten sin hacerse
explícitos por la propia estructura jerárquica de la institución” (Savater, 1997:52); nos
enseña también a aislarnos del contexto junto con los objetos de conocimiento, a separar
las disciplinas (más que a buscar su interdisciplinariedad), a separar los problemas más
que a integrarlos, generándose cierta ‘ anarquía’ cognitiva.
Por ello es preciso construir, con visión heurísticamente humanista, las posibilidades de
articulaciones positivas entre las ciencias, mediante temas que no vuelvan a encerrarlas
en su especificidad, sino que las abran a complejidades con las cuales las ciencias están
confrontadas. En este sentido, debemos aprender, no a juzgar los saberes, las prácticas,
las culturas producidas por las sociedades humanas, sino a cruzarlas, a establecer entre
ellas comunicaciones inéditas que nos sitúen como actores y espectadores pedagógicos,
de modo que podamos hacer frente a las exigencias sin precedentes de nuestra época.
Porque la complejidad de lo real, el estudio y la gestión de casi todos los problemas
pedagógicos, exigen aproximaciones interdisciplinarias, exigen que la educación se
involucre con la ‘ red social’ en el ámbito regional, nacional e internacional en la
formación del educando como ciudadano democrático, humanista, en la concreta
evolución de la práctica pedagógica siempre pensada para hacer ‘ bien’ , porque el
docente es el ser que se acerca primariamente a la bondad de ser persona, supera la
coexistencia formativa trascendiendo a la existencia humanizante.
Ello puede chocar con la educación tradicional, en la que las personas, formadas
cognitivamente en las diversas disciplinas especializadas, dejan de desarrollar
plenamente sus aptitudes naturales para contextualizar los saberes tanto como para
integrarlos en sus medios naturales. Así, el debilitamiento de la percepción de lo global
conduce a la irresponsabilidad y al desconocimiento de la solidaridad entre los
elementos componentes del proceso pedagógico.
Vale la pena tener presentes algunas consideraciones que señala De Bono (1995), y que
deben llamar a la reflexión:
5. El análisis puede proporcionar elementos espurios que luego adquieren vida propia en
una entelequia de esfuerzo intelectual.
Por ello, en la pedagogía se requiere despertar el pensamiento sintético como una forma
alternativa de aproximarse a la complejidad del conocimiento. Se necesita hacer síntesis
de las decisiones, de solucionar conflictos y problemas de las ciencias en el campo de la
pluridisciplinariedad, de percibir a la pedagogía como una síntesis de la práctica
educativa y de la ciencia de la educación en general.
Es así como en la actividad docente hay complejidad. Pero además, “ ... en los
planteamientos del paradigma de la complejidad prevalece la ética del diálogo y la
voluntad de cooperar con los demás, con los otros científicos y con toda la gente”
(Vilar, 1997: 38). Junto a todo ello se encuentra el arte, como forma de conocimiento,
que es el principio de la comunicabilidad de complejidades ininteligibles (Wagensberg,
1998).
Para alcanzar este objetivo es menester reconocer que, tal como lo refiere Schmieder
(1963), en la práctica educativa se establece entre análisis y síntesis un intercambio
permanente. Si se ha disociado un objeto cualquiera y observado individualmente las
distintas partes es necesario proceder a una reconstitución del todo. El total así obtenido
se relaciona con otro total más amplio previamente asimilado por la conciencia, de
modo que se obtiene un contenido espiritual bien ordenado y relacionado internamente.
En el caso de la pedagogía humanista, de ésta se debe tener conciencia reflexiva,
filosófica, para poder llegar a comprender la complejidad y la síntesis educativa como
totalidad, lo que conduciría al educador a trascender su formación en la especificidad
para poder ser un formador de formadores de la multiplicidad de las ciencias humanas y
naturales.
De esta manera, las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son
multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico, psíquico, social, afectivo,
racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas,
religiosas y educativas. El conocimiento pertinente, la multidimensionalidad, permite
insertar allí sus informaciones: no se podría solamente aislar una parte del todo sino
unas partes de otras; la dimensión pedagógica, por ejemplo, está en inter-retroacciones
permanentes con todas las otras dimensiones humanas; es más, la pedagogía conlleva en
sí, de manera holográmica: necesidades, deseos, pasiones humanas, que sobrepasan los
meros intereses pedagógicos (Morin, 2000), integrándose a un mundo de ‘ poder’ de
conocimiento, que es lo que se denomina ‘ ciencia’ , pero que también es teoría y
práctica pedagógicas.
Por estar la pedagogía enclavada en la cultura de los pueblos, su objeto de estudio ha tenido -
hoy día- una fuerte demanda de atención de las restantes disciplinas científicas y humanistas.
Las personas han reconocido la necesidad de ser unos pedagogos de sus especializaciones, han
reflexionado acerca del requerimiento de la humanización del conocimiento, de la valoración
de la persona más allá del simple ‘ conocer’ , de sus condiciones en el ejercicio de la profesión
en la que se formaron y capacitaron.
Y cuanto más hermosa sea esa educación, más inteligente, más fuerte, más grande será la roca
del intelecto; cuanto mejor, porque en la misma proporción quiere decir que se elevará a
mayores alturas. El que se queda aplastado bajo esta roca es el erudito. El que se sube encima
de la roca es el sabio. Y el que, por miedo, ni siquiera se acerca a la roca, es el ignorante. El
intelecto de los ignorantes nunca fue educado; el intelecto del erudito fue educado pero nunca
pudo trascenderlo; el intelecto del sabio no sólo fue educado, también se las arregló para
trascenderlo. Evitarlo no ayudará; uno tiene que ir a través y más allá. (Osho, 1999 : 160).
La pregunta es, ¿cómo educar al sabio? Ya Sócrates lo había considerado, se requiere educar a
la persona humana. Desde sus inicios el ser humano requiere de una pedagogía humanista,
que le valore en su individualidad, como ser único, con sus potenciales y habilidades a
desarrollar a lo largo de su vida, interactuando con su contexto personal, pero respetando su
propia valoración y su proyecto de vida.
Igualmente, a cada persona hay que invitarla a reconocer su ignorancia, a tomar conciencia de
ella, lo cual conduce a la ‘ pregunta’ , que como técnica pedagógica implica la búsqueda del
saber, de la ciencia. Todo esto es la base de la aceptación de la multidisciplinariedad, del
reconocimiento que las distintas disciplinas son un elemento de la complejidad del saber,
donde el trabajo del educando y educador consistirá en luchar porque se correspondan las
percepciones que se tienen de las actividades humanas.
Persona humana que es educable por otra persona. Aquí entra en juego la pedagogía,
que es una síntesis, en tanto que es composición y, por lo tanto, parece suponer siempre
una integración de elementos de la realidad educativa del ser humano. Por lo que la
pedagogía representa el acto por medio del cual se construye algo: el carácter humano y
la realidad educativa a partir de la complejidad. Esta construcción es una composición,
que tiende a lo más general, la educación humana.
Por ello, el reto de los formadores de formadores de la educación superior y, de los seres
humanos en general, es apropiarse de la pedagogía como síntesis de la educación
humana, de adquirir el compromiso para superar la ortodoxia dogmática de las
instituciones de educación superior, que consideran que ellas en sí mismas son una
parcela del conocimiento, que son una verdad de la totalidad y no una certeza parcial
integradora en la universalidad de la cultura multidimensional y multicompleja.
Además de cumplir con su valiosa función académica, la pedagogía también debe tener
propósitos de formación humanista, moral y política en los docentes, futuros y activos,
para que éstos actúen con miras a la superación política y sociocultural de las
comunidades, de los alumnos, de la escuela y de los seres humanos en general.
Finalmente, podría pensarse que las propias instituciones de educación superior son la
síntesis formativa de la complejidad de la persona humana, ello no es así, importa
mucho la aplicabilidad de los conocimientos adquiridos en el ejercicio profesional; el
resultado de la sinergia entre la práctica educativa y la práctica profesional permitiría
evaluar la pluridisciplinariedad de la formación en las universidades y el valor humano
y ético de la persona, como ser transordinario, en cuanto trasciende la información
ordinaria adquirida, la simple especificidad formativa y de sentido común.
8. EPÍLOGO
Por supuesto que el saber de esta complejidad está relacionado y explicado en las
diferencias individuales, las cuales generan diferencias de opinión, percepciones
distintas, el conocimiento consumado es la síntesis de esas opiniones y percepciones, lo
cual termina siendo la dialéctica de la complejidad. Dialéctica que fortalece la
interpretación pedagógica de la educación, y que en la contribución de las ciencias es lo
que se denomina síntesis. Esto significa que las tesis que se proponen desde una
perspectiva teórica determinada (constructivismo, teoría crítica, conductismo, etc.) no
pueden definir una pedagogía como ciencia sin encontrar su opuesto en el juego
epistémico de la filosofía. De allí que la pedagogía humanista y ética se propone como
la síntesis de tal problemática.
Ciertamente que esto no es suficiente, pero se requiere solidificar el engranaje que debe
existir entre los principios éticos y pedagógicos. Porque la pedagogía la lleva la persona
en cada uno de sus actos cotidianos; en el sentido que se debe educar y capacitar al ser
como un pedagogo para la vida cotidiana, para su quehacer permanente; tarea -
repetimos- que debe ser una prioridad de las instituciones de educación superior que
hacen vida en Venezuela.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
9. Morin, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Caracas:
UNESCO, FACES-UCV, CIPOST. [ Links ]
13. Osho (1999). El libro del niño. Barcelona, España: Debate. [ Links ]
19. Wagensberg, J. (1998). Ideas sobre la complejidad del mundo. Barcelona, España:
Tusquets. [ Links ]