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Jutiapa
Kevin Campos
Emely Hernández
Marielena Hernández
Criminología y Política Criminal
Sección “D”
20 de octubre de 2018
CASO YULIANA SAMBONÍ
SECUESTRADA Y ASESINADA
Al llegar allí, aparcó, abrió la puerta de su auto y entabló conversación con Yuliana
Samboní, quien estaba jugando en la calle junto a su primo.
La niña de 7 años vivía en ese lugar con su hermana pequeña y sus padres -
Juvencio y Nelly-, quienes meses atrás habían decidido mudarse a la gran ciudad
desde el empobrecido Departamento del Cauca -en el oeste del país- en busca de
una vida mejor.
Tras intercambiar unas palabras, Uribe Noguera agarró a la Yuliana por el brazo y
la introdujo a la fuerza en su camioneta, abandonando el lugar a toda velocidad.
Nada más producirse el rapto, los familiares de la pequeña contactaron a la policía,
que inició una extensa operación de búsqueda.
Según reveló la autopsia, había sido violada, torturada y asfixiada hasta la muerte.
Pero Rafael Uribe Noguera, quien no contaba con antecedentes penales, no estaba
en la escena del crimen.
Con el paso de los días se fueron conociendo otros detalles del caso, que apuntaban
a que Francisco y Catalina Uribe podían haber ayudado a su hermano a alterar la
escena del crimen y a eliminar pruebas -como los mensajes de texto del celular del
sospechoso-, lo que hizo aumentar la indignación popular.
Los hermanos del asesino están a la espera de ser enjuiciados por presunto
encubrimiento.
DOS PAÍSES
"En este caso, por los detalles que se conocen, parece que la familia de Uribe
Noguera pensaba que estaba en la vieja Colombia", me cuenta el periodista
colombiano de BBC Mundo Juan Carlos Pérez Salazar.
"Hay un dicho muy viejo en el país que dice que 'la justicia es para los de ruana',
que son los campesinos. O sea, que solo se aplica la justicia a la gente pobre".
Según Pérez Salazar, "en este caso había detalles que apuntaban a que podía
haber impunidad y que hacían pensar que la familia del asesino creía que estaba
por encima de la ley".
"Hace 20 o 30 años posiblemente hubieran logrado que el acusado saliese libre.
(…) Pero este fue un asesinato muy simbólico y muchos ciudadanos y medios lo
siguieron con atención, lo que hizo que hubiera un escrutinio importante sobre la
justicia y que esta finalmente terminara condenando a Uribe Noguera".
Pérez Salazar cree que esto demuestra que "pese a los grandes problemas de
desigualdad, violencia y clasismo que todavía existen, Colombia es de alguna
manera un país nuevo que está en proceso de cambio".
Para el periodista de BBC Mundo, este caso también es un reflejo de dos de los
grandes males que todavía aquejan a Colombia, como son el racismo y el
machismo.
NIÑOS DESPROTEGIDOS
El hecho de que la víctima de Rafael Uribe Noguera fuera una niña de tan solo 7
años también puso de relieve otro grave problema al que tienen que hacer frente
las autoridades: el de la violencia contra los menores.
"Alrededor del 2,5% de asesinatos en el país tiene a los niños como víctimas. Eso
significa que hay muchas más Yulianas de las que no se habla", explica Luz Alcira
Granada, responsable de derechos de la niñez en Colombia de la organización Save
the Children.
"Lo triste es que se perdiera una vida como la de Yuliana, una vida sesgada por un
hombre que creía que podía hacer lo que quería porque era una niña pobre e
indígena. Pero su caso sentó precedente y esperamos que sirva para que haya
justicia para otras niñas".
HERMANOS A JUICIO
La atención está ahora centrada en el juicio al que se someterán los dos hermanos
del asesino, quienes están acusados de ocultamiento de material probatorio y
favorecimiento de secuestro.
"No hay duda de que la forma de actuar los hermanos generó y sigue generando
muchas sospechas", explica Ernesto Cortés, editor del diario colombiano El Tiempo.
"Ambos son abogados y conocen el mundillo que se mueve tras los estrados
judiciales y eso generó mucha inquina", señala.
Según Cortés, en este caso todavía hay un eslabón perdido, que es saber "qué
sucedió con el vigilante del edificio que se suicidó una semana después del crimen".
"Las circunstancias en las que murió son extrañas, sobre todo porque era un testigo
clave", explica el periodista. "La familia (del vigilante) ha dicho que estuvo muy
presionado, que hubo amenazas de implicarlo y mandarlo a la cárcel si no contaba
la verdad".
"Creo que Yuliana, como otras mujeres y niñas que han sido violentadas en el
pasado, pasará a convertirse en un símbolo, en una figura a la que vamos a recurrir
cuando hablemos de crímenes emblemáticos, pero no creo que (su caso) haya
producido un cambio, excepto por la rapidez con la que se condenó al asesino".