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© 2011 Fundació n Mahatma Gandhi, Edició n 1
© 2017 Fundació n Mahatma Gandhi, Edició n 2
La edició n de esta publicació n fue posible
gracias al apoyo brindado por
el Area Metropolitana del Valle de Aburrá
Mahatma Gandhi
Solo una vida puesta al servicio de los demá s da frutos”.
Mahatma Gandhi
Contenido
Prólogo edición 2 6
Cien voces sembrando para servir
Prólogo edición 1
Cien voces sembrando para servir 7
Fundación Mahatma Gandhi, verdad y noviolencia 9
Historias de vida 15
Agradecimientos 155
Cien voces hechas realidad
Prólogo
Cien voces
sembrando para servir
Sandra Arenas J.
Voluntaria Fundación Gandhi
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Sembrando para servir
Prólogo edición 1
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Cien voces hechas realidad
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Sembrando para servir
Lo que me motivó a mí
y a mi familia
S oy originario de la India y gracias a mis estudios en Alemania como Ingeniero
de Procesos con especialización en Galvanoplastia, vine a Medellín por una oferta
de trabajo hace 36 años, acompañado de mi esposa Hasita y mis dos pequeñas
hijas Claudia y Mansi. Gracias a la gran acogida que recibimos en estas bellas
tierras antioqueñas decidimos quedarnos definitivamente en Medellín.
Convencidos de “quien solo el que da recibe”, y reconociendo los
beneficios que habíamos recibido, decidimos apostarle a una propuesta de
carácter social en aras de contribuir con la paz de la ciudad.
Luego de buscar entre muchas alternativas encontramos que la educación
tiene un estrecho vínculo con la equidad y la justicia social y, por tanto, es una
herramienta fundamental para la construcción de convivencia pacífica. Es así
como nace la Fundación Mahatma Gandhi, que desde el año 2002 está becando
estudiantes universitarios y además los está formando como líderes
multiplicadores de la noviolencia.
El trabajo no ha sido fácil, pero con una gran satisfacción puedo decir que
durante los diez primeros años de la fundación hemos becado 115 estudiantes
universitarios de los cuales 39 ya están graduados. Ellos son las semillas que
estamos sembrando en Colombia y que esperamos en un futuro no muy lejano,
germinen y se vuelvan multiplicadores de todos los valores que estamos
introyectando en ellos y que necesitamos recuperar para que haya una verdadera y
sana convivencia pacífica en nuestra ciudad.
Mi mayor satisfacción está más en dar que en recibir y ello me trae al
recuerdo esta máxima de R. Tagore: “Yo dormía y soñaba que la vida era alegría,
Desperté y vi que la vida era servicio, Serví y vi que el servicio era alegría”. Por eso
“yo no me considero benefactor de esta obra, me considero el mayor beneficiado”.
Para mí es muy importante que estos estudiantes sobresalgan en su vida,
pero que nunca olviden sus orígenes y que cada vez que puedan ayudar a alguien
no lo duden un instante. Que en la vida ni la plata ni la fama se les vaya a subir a la
cabeza, y que siempre mantengan firmes los pies sobre la tierra.
Harivadan Shah
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Sembrando para servir
de sus instalaciones, sino que también organiza campañas en las estaciones del
Metro de Medellín y las calles, incluso en los barrios peligrosos como las comunas
populares que están plagadas de crímenes y narcotráfico. La Fundación lleva a
cabo reuniones de solidaridad con las víctimas de la violencia. Los voluntarios de la
Fundación trabajan en el Metro y en las calles llevando pancartas que dicen:
“Si tu estás en paz contigo mismo, hay al menos un lugar pacífico en el
mundo”.
“No hay un camino para la paz, la paz es el camino”.
“Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.
La Fundación distribuye mascaras de Gandhi y monturas de gafas a los
marchantes. Algunos colombianos se visten como Gandhi durante las marchas.
Shah fue víctima de la violencia de Medellín. Una vez, una banda de
ladrones armados, apuntando con una pistola atacaron su empresa y se llevaron
todo lo que pudieron. La segunda vez los ladrones trataron de dispararle, pero el
tomó el riesgo de desviar su atención, logrando escapar. Luego de esto, una banda
de delincuentes puso su nombre en la lista de personas a eliminar, lo que lo hizo
pensar en salir de Colombia. Pero sus dos hijas, quienes fueron criadas como
paisas (habitantes de Medellín), no querían irse. Ellas eran firmes y convencieron a
Shah de que el debería vivir y morir allí.
La Fundación Mahatma Gandhi se centra en los jóvenes, quienes son los
potenciales reclutas de las bandas criminales. La Fundación trabaja con escuelas
y colegios, enseñando a los estudiantes tolerancia, compasión y la necesidad de
respetar a otros con diferentes creencias. Les dicen a los jóvenes que ellos deben
cambiar antes de esperar que el mundo cambie. Su programa más importante es
desarrollar, fomentar y multiplicar los jóvenes líderes. Ellos seleccionan los líderes
de las escuelas a través de una serie de entrevistas. Los jóvenes líderes reciben
becas para continuar sus estudios superiores. Estos líderes llevan a cabo
campañas de Noviolencia y participan activamente en todos los eventos de
Gandhi. Cuando estos líderes jóvenes de Medellín cuentan a otros jóvenes sobre la
Noviolencia, causan un gran impacto, más que si el propio Shah fuera quien diera
la conferencia. La única condición que la Fundación establece a los jóvenes
líderes, es que cuando consigan un trabajo y estén establecidos en la vida, deben
ayudar al menos a otros dos candidatos y ser sus mentores. Uno de los miembros
del comité tenía una duda y le preguntó a Shah, que es un pragmático e idealista,
¿cuál es la garantía de que después ellos ayuden a los demás?, él respondió:
¿buscamos una garantía de nuestros propios hijos cuando invertimos en su
educación para que ellos ayuden a sus padres?
Sara es una de las becarias de la Fundación Mahatma Gandhi. Ella estudia
administración de empresas. A mi pregunta de en qué clase de empresa le
gustaría trabajar, ella respondió con rapidez y sin vacilaciones, “yo quiero crear mi
propio negocio”. Yo le pregunté acerca de la respuesta del público a la campaña
por la Noviolencia en la que participa. Dijo que los niños en los barrios pobres
fueron inicialmente curiosos. Más tarde, algunos de ellos se mostraron positivos y
querían saber más acerca de Gandhi. Ella me dijo que la campaña de la
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Historias de vida
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Sembrando para servir
había hecho todo lo posible para que yo terminara el bachillerato y que si quería
seguir estudiando tendría que ponerme a trabajar y ahorrar para hacerlo.
Separarme de mi familia no fue fácil; llegar a Medellín implicó muchos
cambios: tenía que hacerme responsable de mis gastos, los familiares que me
ofrecieron hospedaje decían que debía trabajar en lo que resultara porque la vida
en la ciudad no era tan fácil, pero aún así no renuncié a mi sueño de estudiar en la
Universidad. El primer trabajo que conseguí fue de niñera y con lo poco que ganaba
cubría mis gastos básicos. Ya me había presentado a la Universidad de Antioquia y
no había pasado, así que tenía que postergar el deseo de estudiar.
Otros de los trabajos que tuve fue con una tía en un supermercado en el
Chocó. La estadía en aquel pueblo tan pobre me llevó a reflexionar y a pensar que
había muchas cosas por hacer en este país, donde la indiferencia y la corrupción
han frustrado el sueño de muchas personas y con ello la de sus pueblos.
De regreso a la ciudad, me empeñé en salir adelante; me volví a encontrar
sin empleo y me vi en la necesidad de trabajar en una casa de familia, en la que
duré dos años. No puedo dejar de agradecer a aquella familia que me apoyó en mi
deseo de salir adelante y permitirme trabajar y estudiar. Fue una etapa muy difícil
de mi carrera, puesto que el agotamiento físico y mental era demasiado, razón por
la que renuncié y por un tiempo me dediqué solo a estudiar. Logré costearme los
pasajes con liquidación y con lo que mis hermanos me podían dar.
Posteriormente, la situación se fue poniendo más difícil ya que solo
contaba con la estadía en la casa de mi mamá y lo que ganaba en las casas donde
trabajaba era suficiente para ayudarme. Muchas veces tuve miedo de no terminar
la carrera por la situación económica, pero afortunadamente apareció en mi
camino la Fundación Mahatma Gandhi, que ha contribuido para que yo haga
realidad mi sueño de ser Trabajadora Social, que trabaje en pro de la sociedad,
pues la ayuda que nos dan no es solo económica, sino una formación integral, y a
través de la enseñanza de la filosofía de la noviolencia que impulsó Mahatma
Gandhi, mi vida y mi forma de verla se ha transformado para bien de todos los que
me rodean.
Quiero agradecer a la Fundación y a sus directivas, en especial al doctor
Hari, por su empeño, por su lucha y por creer que otro mundo mejor es posible. A
Ana Lucía, por su entrega y por su paciencia, y la doctora Gloria Pérez por su
acompañamiento en la mentoría.
Ser parte de la Fundación es todo un honor, por eso invito a todos los
becarios a que queramos y la hagamos parte de nuestras vidas, porque es lo mejor
que nos ha podido pasar.
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estaban estudiando y mis papás adoptivos no contaban con los recursos para
darnos el estudio universitario a Carlos y a mí al mismo tiempo, además de que
Lissete ya estaba próxima a terminar el bachillerato. Don Hari y su esposa doña
Hasita me dijeron que ellos querían ayudarme, que llevara a mi mamá para
contarle y que ella viera que era algo serio.
Cuando don Hari me dijo que quería ayudarme y que pensara qué carrera
quería seguir, inmediatamente me pasaron por la cabeza mil pensamientos, como
por ejemplo estudiar Psicología o Medicina; en fin, no desperdiciar la oportunidad
que me habían ofrecido para estudiar, pero luego que averigüé cuanto costaba la
matrícula de esas carreras me pareció que era mucho y que no era justo abusar de
la generosidad de ellos. Me puse a analizar qué era lo que realmente quería y decidí
que era algo que tuviera que ver con humanidades y donde tuviera un contacto
directo con las personas, así que opté por Enfermería; me presenté y pasé al
Politécnico Marco Fidel Suárez. Esta fue la mejor opción que pude haber tomado,
me siento feliz y realizada con mi carrera; es lo que me gusta y lo que quería hacer.
Nació la Fundación y me enviaron a una entrevista con el psicólogo; así se
inició mi proceso en la institución donde fui la primera becaria. Este ha sido otro de
mis grandes logros y regalos que la vida me ha dado; los talleres de liderazgo no
solo me hicieron crecer como persona sino que han sido pilares fundamentales
para el desarrollo de mi carrera, donde a diario tengo contacto directo con tanta
gente que está en situaciones tan difíciles.
La Fundación me ha abierto grandes posibilidades de cre-cer ya que cada
día; aun a pesar de estar graduada, sigo recibiendo conocimientos importantes
para mi formación integral. Acabo de termi-nar un couching, que me dejó una gran
experiencia y me ayudó a cambiar formas y paradigmas que no me dejaban tener
otras aspiraciones.
Actualmente me desempeño como enfermera en el Hospital Pablo Tobón
Uribe y gracias a ello hoy puedo estar aportando una semilla para continuar la
cadena multiplicadora de becar a otros jóvenes que están pasando por dificultades
económicas como las que en un momento yo tuve. Ahora estoy viviendo sola y
tengo una excelente relación con mis dos familias; inclusive ahora tengo más
contacto con mi mamá y mis hermanos biológicos y mi meta inmediata es ahorrar
para ayudarles a conseguir una casa propia.
Me siento muy agradecida con don Hari y doña Hasita por la oportunidad
que me dieron para salir adelante con mis estudios y para ser una mejor persona.
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Con un acto protocolario nace la Fundación Mahatma Gandhi en el 2002. Hoy, 15 años después,
115 estudiantes han sido becados y formados como líderes multiplicadores de la noviolencia.
En la foto del medio, celebración del tercer aniversario. Abajo, los señores Harivadan y Hasita
Shah con algunos becarios.
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Los becarios en los talleres de liderazgo.
Sembrando para servir
éxito.
Cuando pasó esta tragedia yo apenas contaba 15 años y una vida por
construir; estar ciega era muy doloroso para mí, teniendo en cuenta que me
gustaba mucho leer, pintar y sobre todo me apasionaba el baloncesto, cosas que
ya no podría volver a hacer. En ese momento me sentí como una marioneta cuando
le cortan los hilos, como si el mundo se me hubiera venido encima, y hasta pensé
en suicidarme, pero me acordé de Dios y le pedí que me diera fuerzas para afrontar
esta nueva vida, que no dejara que la tristeza agobiara mi corazón y que me
enseñara a perdonar. A partir de esta situación comencé el proceso de elaboración
del duelo y superación. Mi familia jugó un papel importante en mi rehabilitación, y
yo hice mi parte; comencé a estudiar en el INCI (Instituto Nacional Para Ciegos) el
braille, orientación y movilidad, habilidades de la vida diaria, encuadernación,
entre otras cosas. Después reinicié mi bachillerato en el ITM, Campus Castilla, y a
la vez estudiaba inglés en la Escuela de Ciegos y Sordos; luego me presenté a la
convocatoria de la Universidad de Antioquia y no pasé, pero no me desanimé; volví
a presentarme a Licenciatura en Lenguas Extranjeras en la misma Universidad y
esta vez si pasé. Entonces empezó a preocuparme de dónde iba a conseguir el
dinero para poder estudiar, porque mi familia, aunque tenía buena voluntad y
deseaba que yo saliera adelante, no contaba con los recursos económicos.
Empecé, pues, a trabajar con El SENA como Promotora Comunitaria y Líder en
Discapacidad; yo estaba muy feliz porque pensé que podía trabajar y estudiar a la
vez, pero no fue así; la Universidad era muy demandante y mi trabajo mucho más,
por lo que me vi obligada a renunciar a una de los dos cosas. Así que nuevamente
volvió a mí la preocupación; pero Dios, que siempre está ahí para levantarme, puso
en mi camino la Fundación Mahatma Gandhi. Un primo me habló de ella y me dio
los datos. Me presenté y me dieron la oportunidad de pertenecer a esta bonita
familia encabezada por don Harivadan y doña Hasita.
En la actualidad estoy terminando el tercer semestre de Licenciatura en
Lenguas Extranjeras y vivo muy agradecida con la Fundación Gandhi, no solo por el
apoyo económico, sino también por la formación que nos brinda a mí y a mis
compañeros. Estoy muy agradecida con Ana Lucía y con todos los miembros de la
Fundación que ahora hacen parte de mi vida.
Deseo continuar con mis estudios, ser una excelente profesional y cumplir
todas mis metas, entre las cuales está continuar con la misión de la Fundación,
Sembrando para Servir y también buscar un mejor futuro para mi mamá, mi
hermana y mi sobrino.
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Sembrando para servir
estudiar por la noche, corriendo el riesgo de no poder combinar ninguna de las dos
actividades y tenerme que decidir por alguna de las dos que obviamente sería
continuar trabajando y suspender la carrera.
En ese momento me doy cuenta de la convocatoria que estaba realizando
la Fundación Mahatma Gandhi. Realicé todo el proceso para la selección y tuve la
fortuna de poder hacer parte de la Fundación. Ser parte de ella es algo realmente
gratificante ya que aparte de recibir ayuda para continuar estudiando, tengo el
acompañamiento de una mentora, que me ayuda con el proceso que se lleva en la
Fundación, y se ha convertido en una amiga más. Cómo si esto fuera poco,
asistimos a unos talleres que no solo nos ayudan en nuestra vida profesional, sino
también en nuestra vida personal, que nos enriquecen y nos hacen crecer cada día
más.
Hoy pienso que afortunadamente hay oportunidades que se presentan en
la vida que le hacen ver a uno otros caminos diferentes a los que tiene
estandarizados en la cabeza; este fue un nuevo camino que se me presentó con el
cual no contaba y tuve la capacidad de ver una nueva oportunidad y de no
desaprovecharla. Gracias.
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Sembrando para servir
nosotros.
Empecé a estudiar en la Universidad en el 2006, y debí renunciar a los
trabajos sociales porque en el momento no contaba con ningún ingreso económico
que me permitiera pagar y sustentar mis estudios, así que tuve que trabajar por las
noches en un bar, llamado San Petersburgo. Cuando terminé el 4º semestre no
sabía qué hacer, no tenía dinero para continuar estudiando; fue cuando hablé con
una de mis mejores amigas de infancia, Diana Patricia Torres Gutiérrez, quien
había apostado también a su educación superior comenzando con las uñas y en el
camino encontró la Fundación Mahatma Gandhi, de quien me contó cómo
funcionaba y me llevó a ella.
Con todo el empeño puesto en esta oportunidad comencé con la gestión
para participar en el proceso de selección por las ayudas económicas ofrecidas
para poder continuar con mis estudios. Fue un proceso largo y estresante porque
apenas en los últimos días de matrículas salieron por fin los resultados en los
cuales fui seleccionado para recibir una de las becas de la institución.
Mi participación activa en la Fundación se ha visto reflejada en las
diferentes actividades llevadas a cabo, como encuentros, talleres, obras de teatro,
subastas, el proyecto comunitario, etc., que engalanan mi satisfacción personal.
Pertenecer a ella ha marcado una etapa de transición y crecimiento en mi vida: el
hecho de conocer nuevas personas, recibir el acompañamiento de una mentora y
asesorías en temas de diversa índole, enmarcadas en la ideología de Mahatma
Gandhi y encaminadas a mi fortalecimiento como persona y líder, me llenan de
orgullo y me motivan para continuar con la idea que inicialmente me llevó a la
Universidad y seguirá vigente en mi cabeza: la unión hace la fuerza.
En la actualidad continúo mis estudios y en compañía de otros amigos del
barrio estructuramos un proyecto que nos permitió conformar la corporación
TANKASH donde trabajamos por la participación democrática de la comunidad que
nos vio crecer y nos dio tanto; allí proyectamos nuestros sueños y contribuimos al
desarrollo de la comuna 5 del municipio.
permitía a mis padres pagarme una universidad privada y yo quería estudiar en una
universidad pública, apenas me gradué me presenté en la Universidad Nacional de
Bogotá pero no pasé; igual, mi sueño no decayó y al semestre siguiente volví a
intentarlo y fallé de nuevo; mi decepción fue tan grande que me deprimí mucho.
Luego, mis primos mayores me mostraron la opción de presentarme a la
Universidad de Antioquia; una tía, hermana de mi padre, me dijo que ella con
mucho gusto me recibía en su casa, así que no lo dudé y empecé ahorrar para
poderme ir; al siguiente semestre hice un preuniversitario gratis de unos
muchachos estudiantes de la Universidad de Antioquia y de la Nacional de
Medellín y me presenté, con la fortuna de que en el año 2009 pasé a la Universidad
de Antioquia. Fue un momento muy alegre cuando me enteré y mi madre, mi
hermana y mi mejor amiga, quienes me apoyaron desde el principio compartieron
mi alegría. Mi padre, aunque nunca se opuso, tardó más en aceptar que su niña se
fuera a los 18 años de la casa. Llegó el día de despedirme de mi familia y comenzar
un nuevo camino viviendo con mi tía Doris, su esposo Raúl y mi primo Daniel,
también de 18 años, quienes me han brindado su apoyo y su compañía. Al principio
era como si me fuera de paseo, pero a medida que pasa el tiempo me van haciendo
más falta mis seres queridos.
Debido a que la situación económica de mi familia se agravó cuando a mi
padre, monitor de seguridad de un supermercado, fue despedido de su trabajo por
la venta del supermercado, me vi en la necesidad de buscar una forma económica
de sostenimiento para quitarle a mi madre ese gasto y que mi hermana también
pudiera estudiar. En ese momento el novio de mi prima mayor me habló de la
Fundación Mahatma Gandhi y leyendo sobre ella decidí presentarme. Fue un
camino duro pero que me llevó a ser parte de ella, a conocer un proceso que me
ayudará en mi formación como persona y como profesional, y a conocer personas
valiosas como mis compañeros y mi mentora Margarita María, que me aconseja,
me guía y me ha enseñado que todo lo que quiero lo puedo conseguir con esfuerzo,
dedicación, paz y amor. A todos ellos, a sus directivos, al equipo de trabajo, gracias
par la oportunidad; espero llenar sus expectativas y mi compromiso es participar
activamente de todas las actividades y difundir sus enseñanzas.
Mi vida es mi mensaje”.
Mahatma Gandhi
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entenderlo con el incidente en la escuela. Ese día decidí seguir adelante con mis
proyectos, terminar mi bachillerato pedagógico en Copacabana y convertirme en
ese profesor creativo y cariñoso que siempre había soñado ser. En 1996 me
gradué como bachiller pedagógico. Mi madre estaba feliz y orgullosa. Mucha gente
le había dicho que sus hijos no tenían futuro, pero ella, con templanza y sabiduría,
se las arregló para que esto no fuera así.
Esta canción la volví a escuchar en un bar en 1997 cuando prestaba
servicio militar. En un procedimiento rutinario, recordé lo que suscitó su letra y
confirmé lo que quería y lo que no quería para mi vida. Quería enseñar, ayudar a
otros a crecer y a desarrollarse como personas. No quería permitir que mi vida se
limitara a lo que había encontrado en ella. Quería cambiar eso y demostrarme a mí
mismo que era capaz de caminar y hacer camino. Me presenté a la Licenciatura en
Idiomas en 1999 y comencé estudios en el año 2000.
Cuando uno emprende un camino, hay momentos en los que es necesario
detenerse un momento, mirar atrás, mirar hacia adelante, evaluar cosas y
visualizar posibles desvíos; o, simplemente, hay momentos en los que algo nos
hace cambiar el rumbo de forma inesperada. Algo así me pasó en el 2001, año en
el que me vinculé en los ratos libres a un canal de televisión comunitaria en el
barrio el Salvador.
Me cambié de carrera y emprendí un nuevo camino, ahora en el área de la
comunicación social y el trabajo comunitario. La televisión fue la plataforma que
estaba esperando para mostrar lo que era capaz de hacer. Me enamoré del trabajo
social y descubrí un don muy valioso en este nuevo camino; por alguna razón, veía
que la gente confiaba en mí, me creían y me seguían en muchas de los proyectos
que emprendía.
Entrar a la Fundación fue todo un privilegio, pero también un gran reto.
Todo lo que había vivido hasta ese momento me había enseñado que sí era posible
transformar algunas realidades adversas que se presentan en la vida, que sí se
podía hacerle el quite a esa vida dura que tanto se reproduce en la cotidianidad y
lograr lo que uno ha soñado ser. Y este pensamiento lo corroboré con una frase que
el señor Harivadan Shah me explicó en la entrevista: “Uno es responsable de las
cosas que le suceden”.
Comprendí entonces que las oportunidades para crecer y progresar están
en todas partes y que cada persona decide si las toma o no. Que lo bueno o lo malo
que a uno le pasa en la vida, casi siempre es por decisiones y acciones que uno ha
realizado. Decidí, entonces, poner en el camino de mi vida unos nuevos retos, ser
un gran multiplicador de la filosofía de la noviolencia y brindar a otros
oportunidades de reconocer sus cualidades y trabajar por hacer realidad sus
sueños.
Me propuse entonces motivar a unos amigos para crear una corporación
en la comuna 9, a través de la cual promoviéramos la filosofía de la noviolencia y
generáramos la procesos de desarrollo para los jóvenes del sector, desde la
comunicación, el arte, la participación y el emprendimiento. Hoy, cuando miro
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hacia atrás, puedo ver las huellas de ese camino. Veo logros y fracasos, pero veo
una vida propia construida con cada pisada.
Hoy sigo haciendo camino al lado de mucha gente noble, y convencida que
solo una vida puesta al servicio de los demás da frutos.
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Cien voces hechas realidad
Fundación Mahatma Gandhi y con ella a todas las personas que conocí y de las
cuales tuve incalculables aprendizajes: don Hari, doña Ana, don Diego, Sandra, mi
mentora, por permitir concentrarme y disfrutar de mi carrera, por hacer de mí una
persona íntegra llena de enseñanzas, valores y experiencias inolvidables que sin
duda llevo a cada lugar en el que me encuentro.
Hoy curso el octavo semestre de Medicina en la Universidad de Antioquia;
gracias a la Fundación he podido retomar algunas actividades que realizaba antes
y he obtenido varios reconocimientos por mi participación en escenarios
culturales con la Banda Sinfónica de la facultad y por mi rendimiento académico,
teniendo la oportunidad de realizar estudios y prácticas fuera de la ciudad.
Por fin me siento parte de la solución a la problemática que vive hoy el país;
por medio de la Fundación he adquirido conciencia y responsabilidad social,
herramientas para pensar en el bienestar de los demás y contribuir al cambio y
mejoramiento del medio que nos rodea. Sin duda, con el apoyo de la Fundación
hoy tengo fortaleza y entusiasmo para soñar y hacer de esos sueños, una realidad.
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Su infancia
Los primeros años de su vida fueron bastante complicados ya que por ser
prematura nació con un pulmón y un riñón más pequeños que el otro por lo cual
empezó a sufrir de asma, lo que le trajo grandes complicaciones; su padre era
bastante bebedor y un poco irresponsable pero a pesar de todo esta pequeña era
muy apegada a él; algo que no se le olvida es el recuerdo de comer frijoles con coles
en sus piernas a las 3 de la mañana cuando muchas veces estaba borracho; su
primer día de escuela fue traumático pues estuvo bañado de lagrimas y lloriqueos
pero con el paso del tiempo se fue adaptando hasta tal punto que este sitio se
convirtió en uno de sus preferidos; cuando tenía 4 años de edad ocurrió uno de los
sucesos que marcaron su vida: su padre dejó a su madre por otra mujer, a causa de
lo cual esta niña tuvo grandes problemas; estuvo con el psicólogo hasta los 10
años, y le dio mucha dificultad adaptarse a estar sin él, pero gracias a Dios contaba
con una familia que no tenía dinero pero tenía mucho amor por dar; desde el
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momento en que se fue su padre a su madre le tocó trabajar para sostener a sus
hijos. Para cuidar a su madre y brindarles lo mejor posible, su tío Alfonso se
convirtió en su padre y en el hombre que más ama, su tío Juan se convirtió en el
compañero de risas y juegos junto con su prima Andrea, su hermano se volvió su
compañero incondicional y su abuela su otra mamá, aquella que la cuidaba
cuando su madre trabajaba, quien iba por ella a la guardería y le hacía sus teteros
muy cargados de leche y milo como tanto le gustaban.
Era una niña muy aplicada, responsable y buena estudiante; era muy
eficiente y nadie le tenía que ayudar a hacer sus tareas. Su infancia estuvo llena de
risas y felicidad, acompañada de quienes tanto la querían, de aquellas personas
que le enseñaron todos sus principios y sus valores, de todos aquellos que con tan
solo una sonrisa o un beso dibujaban en su rostro una gran felicidad; cómo olvidar
a esa viejita que iba por ella a la escuela hasta que estaba en quinto de primaria,
cómo olvidar aquella crema de mango a la que la invitaba cuando iba de camino a
casa, cómo olvidar su sazón, sus regaños con mucha educación, los paseítos de la
tercera edad e infinidad de buenos momentos lindos; pero lastimosamente su
abuela sufría de cáncer y cuando esta niña tenía 9 años falleció; esto es algo que
aún no ha podido superar porque ha sido uno de los golpes más duros en su vida;
en este momento sintió que su pequeño mundo se venía encima pero después de
un tiempo logró reponerse y seguir con su vida.
Su juventud
Su madre es la gran protagonista en esta etapa de su vida, pues se
convirtió en su motor, en su apoyo, en su compañía, su gran confidente y su única
amiga, siempre con su amor le brindaba fuerza para seguir y nunca desistir; la
motivaba no con dinero pero sí con cariño para que se superara en la vida y sembró
en ella unas ganas inmensas de salir adelante y un gran sentido de cooperación.
La juventud es una época de grandes cambios en todos los aspectos de la
vida pero una característica de esta joven es que no se dejó deslumbrar por
aquellas cosas superficiales, siempre miró un poquitico más allá, luchó por sus
sueños y, como su madre le decía, pase lo que pase nunca pierdas la humildad,
pasó por muchas dificultades pero gracias al apoyo de su familia, de la Fundación y
de la gente que la quiere ha logrado salir adelante.
Los estudios de secundaria los acabó en el año 2007 como una de las mejores
alumnas del salón; al salir del colegio tenía la gran incertidumbre de cómo pagar la
universidad, cómo cumplir sus sueños, pero gracias a la Fundación pudo empezar
a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones en el ITM y ahora va para el séptimo
semestre de esta carrera; es increíble ver cómo ha cambiado esa jovencita en
estos últimos 3 años porque gracias a los talleres de la Fundación y a su apoyo se
ha convertido en una mejor persona, ha cambiado muchísimo más su manera de
ver la vida y de actuar, ha aprendido a respetar las diferencias y valorar las
similitudes, se ha vuelto una mejor persona; sinceramente para ella a sido como
volver a nacer. En estos momentos esa jovencita tiene 18 años, no ha cambiado
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Sembrando para servir
mucho, sigue siendo la misma niña metida en un cuerpo de grande, se siente muy
orgullosa de haber logrado sus metas a corto plazo, se siente feliz por estar
haciendo su segunda carrera: Ingeniería Mecánica en la Universidad de Antioquia,
se siente afortunada de pertenecer a la familia Gandhi porque por su apoyo y el de
su familia es que va, como ella dice, rumbo al cielo, lento pero seguro; por ustedes
es que le da alegría levantarse porque se da cuenta de que hay manera de hacer
un mundo mejor y de que hay personas muy valiosas con las cuales lograrlo,
hombres y mujeres llenos de cualidades que se están encargando de multiplicar
la filosofía de la noviolencia, y lo más maravilloso es que en esta pequeña familia
se le llena el corazón de ganas de ayudar a los demás, de buscar un mundo mejor y
de actuar para conseguirlo.
Después de una narración un poco extensa con mucho gusto les presento
a la protagonista del cuento: Jessica Tatiana Silva Jiménez, pero este cuento aún
no termina porque los sueños, aspiraciones y deseos de esta joven son muchos y
debe de luchar para que no se queden en palabras bonitas sino en hechos, con la
ayuda de todos ustedes. Esto continuará. Los llevo en mí.
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Cien voces hechas realidad
Universidad pero conocía de antemano que mi familia no contaba con los recursos
para costearme el estudio, por lo cual yo debía trabajar para cumplir esa meta.
Cuando llegué a Medellín, en el año 1999, a la casa de mi hermana Gloria,
empecé a trabajar en una casa de familia, donde laboré por un periodo de un mes;
luego trabajé en otra casa por 3 meses, luego en otra, en otra y en otra, hasta que
quise ponerle fin a esta labor; en el año 2000, empecé a trabajar en un restaurante
como mesera; allí laboré por tres años. Mientras trabajaba en las tardes estudiaba
Diseño Grafico en las mañanas en el Censa; aunque no era la carrera que quería
estudiar, por lo menos sentía que ya no me quedaría estancada en actividades
laborales que tal vez no eran de mi total agrado; cuando tenía 23 años, inicie
labores en una relojería, y me tracé la meta de no pasar de los 27 años sin iniciar
una carrera universitaria; pasaron 3 años y yo aún no veía al alcance mi meta, pues
todavía continuaba trabajando en la relojería, no había terminado mis estudios en
el Censa y no tenía ninguna luz que me indicara el camino a seguir para llegar a
donde quería llegar.
Un día, estaba hablando con mi hermana Edid, quien en ese momento
tenía una buena estabilidad económica y le conté mi mayor deseo en ese momento
de la vida, que era poder recibir un titulo de profesional y poder ejercerlo; al verme
tan convencida de mi meta, ella me impulso a cumplirlo y me costeó la Tecnología
en Salud Ocupacional durante el casi todo el curso de la misma; ya me sentía más
cerca de lo que quería en la vida y feliz por lo que estaba haciendo.
En el año 2009 me gradué como tecnóloga en Seguridad, Higiene y Salud
Ocupacional y aún sentía que debía complementar mis estudios; con mayores
aspiraciones, pensé en iniciar los estudios de Psicología, creyendo ya que tanto
para complementar la tecnología como para la aplicación en mi vida diaria sería
una carrera importante.
Aunque no sabía de qué manera conseguiría el recurso económico para
concretar la idea que me taladraba la cabeza, sabía que debía hacerlo, que debía
ingresar a estudiar psicología. Cuando estaba estudiando en el Poli, un amigo me
había hablado de la Fundación Mahatma Gandhi, de toda su filosofía y del apoyo
que los becarios reciben de ella; mientras maduraba la idea de seguir estudiando
Psicología también surgió el pensamiento de inscribirme en la Fundación,
creyendo fervientemente que allí estaba la oportunidad para lograr mi propósito.
Con la fe puesta en Dios, en la Fundación y en mí, finalizando el año 2009
me inscribí en la Fundación Universitaria María Cano y cuando me enteré de que ya
tenía el cupo, inmediatamente me inscribí a la Fundación Mahatma Gandhi, donde
inicié mi proceso de selección; después de varias entrevistas, en la última reunión
grupal con don Hari, nos enteramos nuestros compañeros y yo de que éramos
admitidos a la gran familia de la Fundación; personalmente me sentí feliz ya que
tenía más cerca que nunca la posibilidad de cumplir con ese sueño que nació
desde antes de salir del colegio, ya que aunque en este momento soy tecnóloga,
mis aspiraciones son mucho más amplias, y mi deseo es poder adquirir nuevos
conocimientos que me sigan orientando a un bien común.
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Desde que llegué a la Fundación, las cosas han cambiado mucho, pues
considero que ya soy una persona más preocupada por los demás. Me interesa
mucho lo que pasa en el país y en el mundo y he contribuido de una u otra forma a
dejar un poco la idea de la noviolencia en las personas que me rodean, ya que
gracias a todos los talleres que he recibido en la Fundación, he aprendido muchas
cosas valiosas como el respeto a los demás, el saber comunicarme, el saber
delegar y confiar en los demás, y sobre todo he aprendido a sembrar la idea de la
noviolencia con el ejemplo, cosa que me hace muy feliz, pues las personas que me
rodean lo notan y me lo han hecho saber.
En definitiva, la Fundación Mahatma Gandhi ha sembrado en mí muchos
valores, cosas positivas y muchos conceptos que me han ayudado a ser una mejor
persona y un ejemplo de noviolencia.
Fuera de toda esta formación como líder en noviolencia, también tengo
muchísimo que agradecer a la Fundación respecto a mi estudio, pues gracias a la
ayuda de la beca semestral que me brinda, puedo llevar a cabo los estudios de una
forma más integral, pudiendo obtener las guías necesarias y las copias que me
piden para que las clases sean más entendibles y eficientes.
Muchas gracias Fundación Mahatma Gandhi.
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Desde el 2010 la Fundació n Mahatma Gandhi viene celebrando cada añ o el Festival de la No -
violencia en el que por medio de seminarios, talleres, marchas y mensajes ubicados en sitios
estraté gicos, como el Metro de Medellın
́ , se busca sensibilizar a toda la comunidad.
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finalidad de multiplicadores.
Desde este momento comencé a visitar la Universidad Luis Amigó, la cual
elegí para estudiar Contaduría Pública e inmediatamente participé en las
convocatorias de la Fundación Mahatma Gandhi, Ahora soy elemento de esta gran
familia, que le abre los brazos a sus visitantes; todos sus integrantes son personas
incondicionales, como Ana Lucía, que hace el papel de madre, el doctor Harivadan,
mis compañeros de 2009, mi mentora, Sandra Milena Duque y todas aquella
personas de la Fundación que he tenido la oportunidad de conocer. Es grandioso
compartir con gente que no solo se preocupa por su bienestar sino por el bienestar
común, que lucha por una ciudad nueva sin violencia, con ganas de salir adelante,
con jóvenes que además de tener talentos los compartan; debido a esto mi vida ha
cambiado; sé que mi alegría puede ser la desdicha de otro, sé que un paso en falso
puede perjudicar a los demás, qué lindo es soñar con una ciudad donde no haya
violencia, pero más lindo ha sido luchar por hacer este sueño realidad.
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Cien voces hechas realidad
empleo.
Ya en el inicio del año 2007, ingresé a un programa que desarrollaba una
joven brillante del barrio El Limonar, Flor Vargas. Allí conocí un montón de mujeres
que como yo nos adentrábamos en el conocimiento y el vivir del empoderamiento y
del movimiento feminista. Allí me sentí como si despertara al mundo; aprendí
rápido e incorporé a mi vida la filosofía de este movimiento y pronto fui aceptada
como una de las talleristas del Grupo de Mujeres Crisálidas, que brindaba
formación a otras mujeres, niñas, jóvenes y adultas. Fui invitada a participar en
otros procesos de formación que tenían que ver con el tema, hice parte del grupo
de danza oriental que tenía el grupo y presentamos la danza al final del proyecto
para toda la comunidad. También cofundé el grupo de danza oriental de la Casa de
la Cultura de Itagüí. En ese mismo periodo comencé a ser consciente de mis
potencialidades, y gracias en gran parte a Flor reuní valor para juntar algunos de
mis poemas y escritos y presentarme al concurso de Mujeres Jóvenes Talento de
Medellín en la modalidad de Arte-Literatura en donde quedé como finalista.
Me dediqué entonces a asistir a talleres de poesía, en la Casa de la Cultura
de Itagüí y en la Casa de la Cultura de San Antonio de Prado. En los talleres conocí
gente a la cual le gustaron mis escritos y fui invitada varias veces, en diversos
estamentos culturales de estos dos municipio y además de Envigado, a hacer
lecturas, por lo cual recibía un reconocimiento económico, además de las
presentaciones de danza, con las cuales ayudaba bastante a solventar deudas, ya
que vivía sola con mi hija y tenía que hacerme cargo de ambas. Ese mismo año
tuve también valor para presentarme a la Universidad de Antioquia al pregrado de
Antropología y afortunadamente pasé.
El primer año en la Universidad fue tremendamente duro, pero no me rendí
ya que mi objetivo era claro: estudiar. También ingresé a hacer parte de un grupo
llamado Piki-Rojas, un grupo de mujeres que tenía como objetivo hacer incidencia
política a través del arte. Ya para mi cuarto semestre Flor me habló de la Fundación
Mahatma Gandhi, una Fundación que me ha enriquecido la vida de varias
maneras, en las cuales la ayuda económica cumple una gran función, pero no al
nivel de su función emocional y de formación en mi vida, pues primero, el haber
creído en mí para hacerme parte como becaria, es un gran obsequio que valoro
mucho. El otro elemento, de vital importancia, son las formaciones que he recibido
en los talleres, pues con ellos he aprendido técnicas para resolver mejor algunos
conflictos de mi vida y para buscar en mí misma ese espacio de paz que promulgó
Gandhi. Por estos regalos, me siento muy agradecida con la Fundación y espero
que construyamos en común espacios de noviolencia en mi sociedad.
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Asprilla.
Además de estar rodeada de mi familia próxima, crecí con mis sobrinos,
los hijos de mi hermana Nallyth, quienes también hacen parte del núcleo
familiar.
Sin embargo, crecí en un contexto sano y con una excelente formación en
valores como el respeto, la honestidad, la solidaridad, etc., esto con la
orientación, principalmente, de mi abuela, pues mi madre y padre viajaban
continuamente por sus trabajos. Ella se dedicaba a la docencia y él a la política.
Las condiciones económicas de mi familia cambiaron cuando yo tenía
aproximadamente 14 años, debido a que tanto mi madre como mi padre
empezaron a tener dificultades de salud y a la edad de 15 años, cuando
terminé mi escuela secundaria, en un colegio técnico comercial, decidí trabajar
para generar ingresos que permitieran ayudar al sostenimiento de mi familia.
A la edad de 15 años también tuve el privilegio de hacerme cristiana,
experiencia que cambió mi vida y le dio un giro muy significativo a mi
crecimiento personal y profesional.
Gracias a Dios y a mis logros en la secundaria, se me abrieron muchas
puertas laborales donde era recomendada por mis profesores de bachillerato y
debido a ello obtuve una amplia experiencia laboral trabajando como docente,
secretaria y coordinadora de la oficina de atención al cliente de la Empresa de
Servicios Públicos del Chocó, en Istmina.
Además de trabajar, decidí continuar formándome, razón por la que
inicié mis estudios universitarios en Idiomas, en el Extramuro de la Universidad
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poder devolver lo que he recibido hasta ahora, pues de gracia recibisteis, dad
de gracia. Agradezco altamente a la Fundación, al doctor Hari, a su esposa y la
señora Ana Lucía por el apoyo que he recibido, tanto económico como moral y
la formación en liderazgo y noviolencia, pues ha sido una ayuda poderosa para
que pueda continuar mis estudios en derecho y para mi crecimiento personal y
como líder.
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sin saber qué hacer con tantas hijas y tan pequeñas las repartió en casas
diferentes. A mí me enviaron a Bello con una tía, hermana del papá, quién me puso
como empleada del servicio para que de esta manera le pagara el cuarto año, que
estaba cursando. La convivencia en este lugar no fue fácil y antes de terminar el
año me devolvió al pueblo con mi papá, bajo el pretexto de que no respondía bien
en los estudios, en los cuales me volví a atrasar, a pesar de que en la escuela que
estaba me dieron el año ganado por las excelentes calificaciones que tenía.
Debido al maltrato físico y psicológico por parte de mi padre, a los 12 años
huí y me oculté en casa de un vecino. Quince días después me fui para la casa de
una compañera; la mamá de ella me aceptó y luego me consiguió trabajo interna
en una casa de familia en donde comenzó una nueva, difícil y a la vez linda vida.
Trabajé durante 2 años con esa familia sin devengar salario alguno, pero me
proporcionaron cuidados, educación, principios morales, entre otras muchas
cosas. Empecé a crecer y los hombres me miraban con otros ojos, así que me tocó
desistir de estar allí. Empecé a rodar de casa en casa. En muchas ocasiones me
sentaba a llorar y a reprocharme; no entendía por qué las cosas eran así sabiendo
que no era una niña mala; también me preguntaba por qué estaba sola sin mi
mamá y no había respuestas, pero esto me daba también fuerzas para seguir
adelante y continuar mi propósito de terminar los estudios.
A los 16 años me fui a vivir con el primer hombre que me prometió una
familia feliz, y yo necesitaba sentir que podía ser parte de una familia, así que
pensé que era la oportunidad y mi mejor opción. Durante 5 años se repitió la
historia de mi madre. Tuve 2 hermosos hijos, pero lamentablemente el segundo
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Cien voces hechas realidad
falleció debido a un maltrato físico de que fui objeto cuando estaba en embarazo
del niño, motivo por el cual terminé con esta relación.
Decidí volver a empezar porque quería ser una gran profesional, así que
busqué a mi hermana mayor en Armenia, Quindío, y me fui a vivir allá. Me sentía
muy orgullosa de ser una bachiller y poder trabajar por un salario; además, ahora
tenía una personita más en quien pensar, así que el sueño no era para mí sola, ya
que éramos dos. Las cosas fueron duras, pero le agradecía a todas las personas
que me enseñaron a confiar en Dios y a conocer de él pues si no me hubiesen
hablado de Dios no sería lo que soy en este momento.
A los 23 años regresé a Medellín a reconciliarme con las personas que me
hicieron tanto daño, en especial con el padre de mis hijos y mi papá, aunque este
último cuando yo tenía 15 años lo había llamado y le había dicho que lo amaba a
pesar de todo. En Medellín seguí trabajando algún tiempo con la empresa de
seguridad con la que trabajaba en Armenia; me presenté a la Universidad y con un
crédito en la cooperativa, las primas y las vacaciones costeaba estos gastos. La
situación a veces se tornaba difícil porque también tenía que pagar arriendo,
servicios, etc., pero la gente que me rodeaba me motivaba bastante,
especialmente la profesora de Psicología, por la que supe de la Fundación Gandhi y
de toda su gente, la cual amo mucho. Pasé el proceso de selección y ya llevo 3 años
gozando de los beneficios que la familia Gandhi me ha ofrecido para poder
continuar mis estudios sin tantos tropiezos.
Conocí a Leonardo Vergara P., con quien me casé en 2005. Mi hijo Kevin
cumplió 10 años y Estefany 2. Tengo un hogar bajo la filosofía de la noviolencia,
poniendo en práctica todo lo aprendido en la Fundación. Actualmente tengo 27
años y estoy próxima a ser una excelente trabajadora social.
Doy gracias a la Fundación y a todos los que hacen parte de ella, por ser
parte de mi vida, por darle luz a mis metas, por enseñarme el valor de las pequeñas
cosas, por acompañarme en ese hermoso proceso de formación académica y
personal, y por todas las bendiciones que ha traído a mi existencia.
De don Harivadan admiro su valentía y respetuosamente digo que me
encanta su forma de ser porque cree en los demás, en que hay un mañana y que se
puede transformar. Recuerdo las palabras que usted un día nos dijo en su casa de
El Retiro: no hay estrellas en el suelo, pero usted las baja para nosotros. Lo admiro
mucho. Muchas gracias. Doña Hasita, gracias por apoyar esta hermosa labor,
gracias por haber soñado en grande y haberse decidido por nosotros los jóvenes.
Don Diego, gracias por su tolerancia, por su humildad para dar el conocimiento,
porque sus enseñanzas son replicadas en mi vida y en la de muchos jóvenes.
Gracias por permitirme estar en sus talleres con mis hijos. Doña Ana, qué linda
eres, siempre sonriente y fresca, ese esplendor de amor, de paciencia, de
neutralidad, gracias porque siempre has estado ahí para atenderme, para
escucharme.
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N ací en Medellín el 13 de
octubre de 1986; desde entonces
tuve la desdicha de que apenas mi
papá se dio cuenta de que mi mamá
estaba embarazada lo único que hizo
fue darle la espalda y dejarla sola.
Gracias a Dios ella es una mujer muy
emprendedora y desde ese momento
hemos podido salir adelante. Ahora
vivo con mi mamá, Bertha Edilia
Hurtado, quien trabaja en oficios
varios en un edificio, y con mi Sergio André s Sierra Hurtado
padrastro José Ómar Sierra, Ingenierıá Civil
trabajador independiente de una Polité cnico Colombiano
cerrajería, y quien acompañó a mi Jaime Isaza Cadavid
mamá desde que yo tenía dos años; además de hacerse cargo de la familia
me dio su apellido.
He vivido toda mi vida en el barrio Santo Domingo Sabio, en la
comuna nororiental de la ciudad, donde me ha tocado presenciar muchas
situaciones de conflicto, pues como saben fue uno de los barrios más
violentos de Medellín. Estudié mi primaria en el colegio Aldea Pablo VI, una
escuela cuyas profesoras son monjas, donde se exigía un buen rendimiento
académico al tiempo que nos enseñaban buenos principios morales; en
1997, después de haberme graduado de primaria, inicié mis estudios
secundarios en el liceo Santo Domingo Sabio, donde me destaqué por mi
buen rendimiento académico, además de mi capacidad de liderazgo; fui
representante de grupo en los grados 10 y 11, debido a lo cual tuve la
oportunidad de estar en el grupo de formación en liderazgo del Club Rotario
Nuevo Medellín; también trabajé con un párroco del barrio a quien le
colaboraba en un programa de obras sociales donde en Navidad
repartíamos regalos y mercados a las familias menos favorecidas del barrio
La Cruz y algunos otros.
El 7 de octubre del 2004 nació mi hijo Andrés Felipe Sierra; fue un
año complejo ya que era el mismo en el que me graduaba de bachillerato; la
situación en mi casa no era muy alentadora ya que a causa del problema
que mi papá tiene con el alcohol teníamos muchos conflictos; en ese
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Cien voces hechas realidad
entonces solo pensaba en salir a trabajar para poder responder por mi hijo y
ayudar también en mi casa. Empecé con trabajos de poca estabilidad como
fue en contratos de instalaciones de electricidad, en un contact center
donde mi función era vender tarjetas de crédito vía telefónica; al ver que no
encontraba algo estable decidí trabajar con mi padrastro con quien he
podido aprender mucho sobre el oficio de la cerrajería.
En el año 2006 tuve la iniciativa de empezar un proceso becario con
el Presupuesto Participativo de Medellín, en el cual no pude salir favorecido,
ya que entre el Municipio y el Politécnico no se pudo hacer ninguna
negociación; para no perder el cupo en la Universidad, con unos ahorros
pude pagar el primer semestre. Un amigo de la Universidad, al enterarse de
mi situación, me puso en contacto con la Fundación Mahatma Gandhi
donde inicié un proceso de selección y salí favorecido; allí he tenido la
fortuna de conocer gente maravillosa, como lo son ustedes, los becarios, la
parte administrativa y el doctor Hari, con los cuales he podido compartir
muchas experiencias que han enriquecido mi vida. Además con todos los
talleres a los que he asistido he podido desarrollar más habilidades como
líder y más como un líder pacífico; he aprendido también mucho sobre la
ideología de Mahatma Gandhi, la cual he podido compartir con otras
personas. He podido aprender mucho de las mentorías, porque también he
podido compartir gratas experiencias con mi mentor, Juan José Malma;
todas esas charlas que tenemos después de cada taller y las experiencias
que él ha tenido a lo largo de su formación me han hecho crecer.
Quiero expresar mis más sinceros agradecimientos a las personas
que han hecho que mi vida tome un rumbo hacia el éxito; a mis padres por
todo lo que han podido brindarme, a la Fundación, en especial al doctor
Harivadan, al doctor Diego Naranjo y a Ana Lucía, quienes han creído en
nosotros y nos han apoyado, a mi mentor y a todos los que están haciendo
posible una de mis metas. Mil y mil gracias.
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Sembrando para servir
bachillerato, ya que esta fue a dar una conferencia y uno de los profesores me
invitó como asistente. A Dios le doy muchas gracias de todo corazón porque me dio
la vida, y cada día me da medios para que yo me conozca y a la vez me descubra
como persona; algunos de estos medios son amigos, la comunidad, la Fundación,
entre otros.
Una experiencia hermosa para reflejar lo anterior es el dictar los talleres de
noviolencia con la Fundación, ya que esta nos incentiva a dar lo que recibimos y
tenemos; cada día cuando dicto el taller aprendo, hago algo con las personas con
que me relaciono; lo que más me gusta es enseñarles a los sordos, pues ellos son
unas personas muy aisladas por la parte del lenguaje pero cuando se establece
una forma de comunicación con ellos estos son seres sensacionales, de
sensibilidad profunda y de gran percepción.
Con la Fundación no solo me he sentido apoyada económicamente, sino
que por medio de los talleres que nos ofrecen, me han enseñado a integrar los
pequeños detalles que se pueden convertir en grandes conflictos al pasar el
tiempo. Este proceso se hace más personal con el apoyo de mentorías, dado que
mi mentor y yo asistíamos juntos a los talleres y, luego, por correo, por teléfono y en
citas concretas; lo aprendido no se queda en palabras sino que se aplica en
hechos determinados, es decir, en situaciones personales que se están viviendo
en el momento o se vivieron en el pasado. Y aprovechábamos las reuniones en la
Fundación para saber cómo estábamos. Este comportamiento me pareció muy
adecuado dado que uno no encuentra personas que aprovechen espacios
concretos para compartir. Él me enseñó que hay que estar dispuestos siempre,
aprovechar las oportunidades y estar abiertos a los cambios; gracias por esto, ya
que permite descubrir cómo es que se acompaña a una persona. La vida es un
constante reto para afrontar, una oportunidad para vencer los obstáculos que se
presentan; estos son medios para aprender y descubrirse a sí mismo.
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equipo, y la resolución de los percances o conflictos por vías pacíficas dentro de los
diferentes grupos sociales a los que pertenecemos, siempre guiados por las
enseñanzas de Mahatma Gandhi. Los talleres han pulido la concepción que tenía
sobre el liderazgo. Además de que ahora soy más abierta, más segura, menos
tímida, tengo claro que liderar un equipo, un proyecto, un grupo de personas
requiere del trabajo en equipo y de luchar por los mejores medios para un objetivo
común. A su vez los talleres nos prepararon para la realización del proyecto
comunitario que propusimos mis compañeros y yo, llamado Convivir en Familia es
Vivir en el Afecto, el cual desarrollamos en la escuela Julio C. Hernández de mi
barrio, ya que este ha sido muy afectado por la violencia provocada por sus mismos
habitantes. Decidimos trabajar la violencia intrafamiliar considerando después de
investigaciones que una de las posibles causas de que los jóvenes del barrio
llevaran una vida violenta y se mataran entre sí, era porque en sus hogares había
un ambiente conflictivo. De tal forma, fue muy interesante trabajar con los padres
de familia de los niños de cuarto de primaria de dicha escuela, y explicarles por
medio de diferentes talleres y actividades la importancia de buscar la solución a
los pequeños conflictos por vías pacíficas haciendo uso del diálogo, la negociación,
la comunicación y todos aquellos medios que conocimos y afianzamos por medio
de los talleres que nos ofrece la Fundación. Hubo un grupo de padres al que
sentimos que les llegamos porque demostraban su interés con la participación y
asistencia. La directora de la escuela quedó al igual que nosotros muy contenta
con las sesiones.
Sigo asistiendo a los talleres de la Fundación cada vez que me es posible
para retroalimentar lo aprendido, además de que cada año tienen cosas nuevas y
porque es la forma de integrarme con los nuevos beneficiarios que están
empezando este proceso de formación y de intercambiar experiencias, además de
relacionarme con las demás personas que hacen parte de la Fundación.
Cabe mencionar que durante este proceso las mentorías han sido
excelentes; siento que es importante tener a alguien que te haga ese
acompañamiento y que pueda terminar siendo un nuevo amigo que contribuye a tu
crecimiento y formación. Estoy comenzando el séptimo semestre y estoy muy
contenta por todos los logros que he obtenido hasta el momento y por todas las
oportunidades que la vida me ha brindado. ¡Gracias, Fundación Gandhi!
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demasiado tarde para poder yo volver a estrechar la mano de ese viejo amigo
que aún lo llevo en mi alma y en mi corazón.
Después de mucho reflexionar y de compartir momentos vivencias y
experiencias que la vida me ha puesto en el camino solo llego a una conclusión
de que afortunadamente la verdadera amistad no muere por errores
terrenales; es más, la verdadera amistad perdura por encima de la muerte
misma.
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como conductor de taxi y hasta hoy trabaja en eso; él mantiene a toda la familia y mi
hermana mayor colabora un poquito porque ella se paga la Universidad; ella
estudia psicología en la Luis Amigó.
Luego del 2002 entré a estudiar Licenciatura en Ciencias Naturales en la
Universidad de Antioquia pero ya sabía desde los 11 años que lo mío era estudiar
medicina veterinaria; sin embargo, pasé como segunda opción; me presenté otras
tres veces y esa fue la vencida: pasé a Medicina Veterinaria. En segundo semestre
conocí a un amigo que me habló de la Fundación Mahatma Gan-dhi. Él se llama
Eduar y fue becario en algún momento. Yo pasé a Veterinaria en el oriente
antioqueño y siendo mi familia de Medellín hicieron todo lo posible por ayudarme
para estudiar allí, pero era muy difícil. Entonces decidí aplicar para la Fundación.
Conocí su filosofía y su gente aparte de que necesitaba la ayuda me enamoré de la
gente y de la filosofía de la Fundación, por lo tanto entré muy gustosa y cuando pasé
me sentí muy bien; fue un logro para mí, porque tenía la oportunidad de conocer
personas que son bastante especiales y aprender muchísimo; en la Fundación he
conocido personas bastante interesantes, inteligentes profesionales y he hecho
muy buenas amigas y amigos; he encontrado un gran apoyo para mi vida personal y
financiera, fuera de que he aprendido a mejorar en otros aspectos de mi vida
diferentes a mi profesión como es mi vocación por ayudar a otros y mis
capacidades de liderazgo; un año después de haber ingresado a la Fundación
comencé mi labor como líder multiplicador, y empecé a entrenarme en diversos
talleres para jóvenes líderes de la ciudad, en colegios, en la misma Fundación y
otros lugares; esa ha sido la parte que más me ha gustado de todas: el contacto
con jóvenes. También inicié un proyecto con varios becarios llamado grupo NOVHA
con el cual estuvimos dictando talleres en diferentes colegios de Medellín al
respecto del trato adecuado con los animales, puesto que uno de los pilares de la
noviolencia es que la violencia no se da solo entre humanos sino también hacia
otras criaturas. Mi camino con la fundación es muy largo y lo seguirá siendo.
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A través de tomas pacíficas y el trabajo en conjunto con jóvenes y niños, la Fundación lleva el
mensaje de la noviolencia de Mahatma Gandhi a otros municipios.
En las fotos se ven tomas pacíficas en los municipios de El Retiro y Copacabana.
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que mi padre había sido asesinado por desconocidos que le habían propinado
cinco impactos de bala en la cabeza y que su cuerpo sin vida se encontraba en
policlínica; ella comenzó a llorar y a delirar, me comunicó la noticia con las
siguientes palabras textuales que aún hoy recuerdo vívidamente: “hijo, mataron a
su papá”. Fue el primer shock de mi vida; recuerdo que entré en pánico y comencé
a tirar todas las cosas que encontraba a la mano en mi casa. Esto sucedió el 21 de
septiembre de 1991 cuando yo contaba nueve años de edad. Vivíamos en una
casa alquilada; mi madre, abandonada con tres hijos, encontró empleo como
cobradora en un peaje, con lo que nos pudimos sostener bien durante un año al
cabo del cual fue despedida. Por carencias económicas nos trasladamos
nuevamente al barrio Santo Domingo, donde mi madre comenzó a trabajar en un
bar y también comenzó a tener problemas con el alcohol; no contábamos con
ningún tipo de apoyo económico y comenzaron tiempos muy duros, pues vivimos
en muchísimas piezas alquiladas (en condiciones casi de hacinamiento) y de las
cuales éramos echados por falta de pago.
Los años tercero, cuarto y quinto de primaria los cursé en la escuela María
de los Ángeles Cano Márquez, y conté con una gran aprobación por parte de mis
profesoras, las cuales me tomaban un gran aprecio y me impulsaban a que
siguiera adelante librando los obstáculos del camino. Por esa época era muy
popular entre mis amigos y me iba muy bien académicamente. Comencé a ser
acólito en la parroquia, labor que me ayudó mucho en mi formación religiosa, ya
que hasta entonces había sido nula y mi interés fue creciendo hasta hacerse muy
grande y ser notorio ante el párroco, por entonces el presbítero Roberto Hugo
Múnera Restrepo, muy carismático e interesado en las personas, quien me
incorporó en un grupo de orientación vocacional hacia la vida religiosa, en el cual
participé activamente. En esos días mataron un acólito en un fuego cruzado entre
pandillas y todos nos sobrecogimos de espanto ante ese hecho. Fueron días muy
felices de mi vida a pesar de las dificultades porque me gustaba mucho ayudar en
la iglesia y contaba con gran aprobación de la comunidad.
Comencé primero de bachillerato y fui promovido a segundo de
bachillerato a causa de mi rendimiento académico, lo cual me motivó mucho ya
que podía aspirar al seminario para el siguiente año, el cual comenzaba en tercero
de bachillerato. Comencé a asistir a los cursillos vocacionales pero me desanimé
cuando me confronté con los costos, los cuales eran imposibles de pagar para mi
condición. Alguien me recomendó que dirigiera una carta a la lamentablemente ya
disuelta Corporación Santo Domingo Sabio, liderada por la señora Gloria Villegas
de Molina pidiendo auxilio para la financiación de mis estudios en el seminario y
recibí la respuesta afirmativa en la cual se me informaba que la Corporación
correría con todos los gastos en el caso de que fuese recibido en cualquier
seminario. En esos días conocí un reclutador vocacional de la congregación
religiosa Legionarios de Cristo y me gustó mucho el carisma y el estilo de vida de su
seminario, ya que transcurría entre la oración, el deporte, la formación humana y la
formación intelectual en medio de un clima de silencio muy apropiado para la
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Las cosas parecían ir bien, pero no, todo andaba mal, mi madre tenía lesiones a
cada rato, en la casa no cabíamos con tantos agujeros, nos tocaba dormir con
plásticos, porque más llovía adentro que afuera, todo era muy triste; mi hermana
Daniela tuvo una enfermedad que todavía recuerdo con mucho dolor; no pasaba
noche que no llorara por un fuerte dolor de cabeza que duró mucho más de un año,
y yo sin estar ahí, sin poder acompañar a mi madre en todos esos dolores que
sentía, porque para mí no había cupo en el colegio, y mi madre me dejó en la casa
de una amiga, para que terminara mis estudios en el anterior barrio. La vida fuera
de mi casa fue una dura decisión; para mi familia no era nada fácil dejarme allí; me
enteraba de que mi madre lloraba a cada rato, pero era un esfuerzo que debía
hacer si quería que llegáramos a ser alguien en la vida; solo el estudio, decía ella,
nos podía dejar de herencia. En la casa donde cursé el cuarto año solo había una
niña, hija única, y comprenderán que todas las comodidades eran para ella, así
que creo yo que fui como una amenaza constante, porque ella sentía que podía
perder todo lo que tenía, así que no me dejaba tocar sus muñecas, no me dejaba
salir, lloraba y lloraba para que yo me fuera, y así me fui cansando poco a poco de
esa situación, pero escuchaba a mi madre lo orgullosa que se sentía porque mis
notas no bajan de excelente y porque podía ayudarle a mis compañeros de otros
grados sin ninguna dificultad. Terminé ese glorioso cuarto año, gracias a Dios;
podía volver a mi casa, a estar con mi familia, porque apenas abrieron cupos en el
nuevo barrio, mi mamá no hizo más que buscar un colegio para mí, y lo encontró.
Volví a mi hogar, a vivir en carne propia los inconvenientes de una casa, si podría
llamarse así. Poco a poco mi papá fue mejorando nuestra casa; yo no defraudaba
con mi estudio: cada vez más menciones de honor, reconocimientos de
responsabilidad, puntualidad. Mi esfuerzo hacia el estudio solo tenía una razón de
ser, y era ver cómo no decepcionar a mis padres, que se mataban; logré entrar a un
muy buen colegio de mujeres cuando terminé la primaria, pero el problema sería
otro: como llegar hasta allí, si había que coger dos colectivos, pero yo no fui
indiferente a la situación de mi casa, así que camine 6 años de mi vida hacia mi
colegio, y de vuelta a mi casa; el recorrido era bastante arduo, pero no había otra
forma; además, estaba en un colegio bueno y donde los profesores que tuve
siempre admiraban todos mis esfuerzos, me regalaban mercaditos para mi casa,
muchos, y yo los cargaba, así estuviera cansada, hasta mi hogar, y gozaba viendo la
felicidad de mi mamá; la situación seguía muy dura; cada vez se volaban las tejas
de mi casa a las de los vecinos; cuando estaba en 10° una fuerte lluvia calló sobre
nuestro barrio; mi hermana Daniela y yo estábamos solas en la casa, y sabíamos
que algo duro estaba por pasar; rezamos pero no fue suficiente para que nuestro
techo no se cayera; fueron los días más duros de nuestra vida; no podíamos dormir,
porque toda la noche llovía y nos tocaba escamparnos con plásticos; el techo tardó
en ser reconstruido, con las tejas que quedaron bien. Muchas personas se
solidarizaron con nosotros, y nos regalaron unas tejas, que inmediatamente mi
papá montó; eran unas tejas tan lindas que no podía creer que fuera nuestra casa.
Más tarde mi mamá trabajo varios meses en una casa de familia, y todo el dinero
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psicólogo y de saber que uno debe ser un sujeto dedicado al servicio d la sociedad y
la comunidad.
Cuando salí del colegio empecé a estudiar Psicología, en la Universidad
Pontificia Bolivariana; no se si tiré el chorro muy alto, pero al tercer semestre me
tuve que retirar porque mis padres definitivamente no tenían cómo costearme
dicha Universidad por lo cara que era; muy triste me retiré, y estuve sin estudiar un
año y medio hasta que buscando y buscando dónde estudiar y que no fuera
costoso y tuviera sobre todo relación con mi carrera, conocí el IPSI (Instituto
Pedagógico de Psicología) donde comencé a estudiar Psicopedagogía Infantil, pero
lamentablemente también me tuve que retirar por cuestiones económicas.
Después de eso no hice nada por otro año, hasta que entré a estudiar Psicología en
la Fundación universitaria Luis Amigó y ahí me encuentro estudiando actualmente
muy feliz porque gracias a la Fundación Mahatma Gandhi he seguido con mis
estudios y sin interrumpirlos; ahora me encuentro en el sexto semestre y espero
con la ayuda de la Fundación y con los principios que me ha inculcado poder
terminarla.
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su llegada.
Debido al fenómeno de El Niño, el cultivo de algodón desapareció en
Colombia y con el él trabajo de mi padre, que es ingeniero agrónomo; sin embargo,
el banano fue nuestra salvación ya que Urabá le brindó una nueva oportunidad
laboral y estabilidad económica a mi familia, además de permitirnos ver a mi papá
con más regularidad; así transcurrieron otros nueve años de mi vida y de nuevo la
incertidumbre invadió mi hogar. Al graduarme del colegio papá nos dio la noticia de
que un recorte de personal lo obligaba a comenzar de cero; fue entonces cuando
decidió pedir un crédito con el cual compró unos taxis, que no resultaron ser tan
buen negocio como parecían, por lo que perdimos todo, lo que pudimos superar
pues siempre hemos tenido salud y unión para salir adelante.
Mi padre encontró la manera de salir adelante con la dedicación y el
empeño que siempre nos ha inculcado, claro que con el apoyo de mi mamá; este es
el mejor ejemplo del aquel dicho popular detrás de un gran hombre siempre hay
una gran mujer. Así hemos podido superar todos los tropiezos que se han cruzado
en nuestro camino y de la mano de Dios, claro está, que siempre ha traído una
enseñanza con cada una de ellas guiando nuestro camino. Así fue como llegué a la
Fundación, de su mano; por muchos años mi familia luchó por mantenerme en la
Universidad haciendo esfuerzos enormes; la angustia y desesperación que llegaba
con el inicio de cada semestre llegó a su fin al encontrarme con una Fundación que
creyó en mí, en mis capacidades, en mis ansias por cambiar el mundo, por hacerlo
mejor para todos porque en la medida en que pensemos en los otros, en que nos
despojemos de nuestro egoísmo, estoy totalmente convencida de que podremos
transformarnos en mejores amigos, hermanos, compañeros, vecinos, padres,
hijos, seres humanos sensibles ante el sufrimiento ajeno. Con la formación que
estoy recibiendo en la Fundación Mahatma Gandhi podré convertirme en la mujer y
la líder que siempre he querido ser, impactando la vida de todo aquel que me rodea
de una manera positiva, porque en el poco tiempo que llevo haciendo parte de ella
ha ampliado mis horizontes, cuestionado los paradigmas que desde la niñez la
sociedad y mi familia me han impuesto; estoy convencida de que puedo cambiar el
mundo en la medida en que trate de transformar mi relación con los demás y sobre
todo que piense que es posible y ayude con un granito de arena para hacerlo, por
insignificante que parezca; estoy recibiendo mucho más de lo que esperé en cada
uno de los talleres; ahora tengo la seguridad de que voy a ser una profesional
integral porque no solo voy a tener un titulo de idoneidad en comunicación sino
también me estoy formando como un ser humano idóneo porque como dice la
canción, de nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo.
N a c í e n M e d e l l í n , e l 24 d e
Noviembre de 1989. Vivo con mis padres
y, hace más o menos tres años, también
con mi abuela. La verdad es que de mi
infancia no me puedo quejar, a pesar de
un episodio que, si bien no lo tengo
presente en mi memoria, me dejó
marcada por mucho tiempo. Sucedió
cuando apenas tenía unos cinco meses,
cerca de mi casa de ese entonces. En el
barrio La América, explotó una bomba,
producto de la violencia y la guerra entre
militares y narcotráfico por la que Estefanía Valencia Buitrago
atravesaba esta ciudad por esa época y Comercio Internacional
que, de no haber sido por lo que yo llamo Institución Universitaria Esumer
un milagro, habría acabado con mi vida y
la de mi mamá. Luego de un tiempo, mi familia y yo nos mudamos para el barrio
Robledo, donde hemos residido desde entonces.
Mi niñez fue tranquila; los problemas nunca faltan, pero nada grave; mis
mayores preocupaciones eran jugar y el regalo que le iba a pedir al Niño Dios en
Navidad. Como fui hija única, puede decirse que, dentro de la capacidad de mis
padres, siempre tuve lo que soñé, lo que pedía, lo que necesitaba. Estudié toda mi
vida en un colegio que queda cerca de mi casa y que se llama Sagrados Corazones.
Nunca fui de las niñas que más amigas tenían, pero nunca me faltaron, y las que
tenía las escogía muy bien, porque procuro contar con mis amistades cuando lo
necesite y cuando no (jaja) e, igualmente, ser incondicional para ellas también.
Durante el bachillerato, más exactamente cuando cursaba 10°, tuve la
oportunidad de vivir una experiencia que me dejó muchas enseñanzas. Era
requisito de mi colegio para graduarnos que teníamos que hacer 100 horas de
alfabetización, que debían ser cumplidas yendo a un colegio ubicado en
Blanquizal, con el fin de reforzar los conocimientos a los niños que allá estudiaban
y, además, darles un momento de recreación y algo de comida. A pesar de la
pobreza y las carencias permanentes en la vida de estos niños, sin mencionar los
problemas de violencia que generalmente hay en tales barrios, eran niños
extremadamente alegres, agradecidos y tiernos; no faltaban los traviesos y
problemáticos, pero nos dejaron una enseñanza muy importante: Aprender a vivir y
a ser felices con lo que tenemos. No se trata de ser conformistas, sino de mirar la
vida con cara positiva y aceptar las carencias, los errores, las caídas e intentar
mejorar, sin pelear con el destino.
Después de terminar mi bachillerato decidí seguir estudiando Negocios
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Desde sus inicios la Fundación ha llevado a cabo integraciones con sus becarios.
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carrera profesional y sin saberlo, un día, por medio de la labor social, me enteré de
unos créditos estudiantiles, por lo que me postulé y tuve que concursar con más de
300 aspirantes solo en la comuna uno, que se presentaron para ingresar a la
Universidad en la cual me encuentro estudiando actualmente; presenté el examen
de admisión con mucho temor pero nunca perdí el entusiasmo y me mantuve
siempre positiva ante los resultados; gracias a Dios fui admitida y experimenté una
alegría inmensa; me sentí más segura que nunca de que iba a lograr mis sueños,
las metas que algún día en mi adolescencia me había propuesto.
Luego vinieron las dificultades y una crisis emocional al darme cuenta de
que, si quería lograr mis sueños, estaría sola para luchar, porque mi madre no
estuvo de acuerdo en que dejara de laborar y aportar económicamente; ella tenía
razón en preocuparse porque la situación económica se desestabilizaría pues sus
ingresos no darían para sostenerme en mis estudios y todos los gastos de la
familia, pero yo nunca quise renunciar. Esto produjo varias discusiones y me hizo
pensar que debía luchar por mis sueños aunque no tuviera el apoyo de mi familia y
además que no debía ser una carga económica para mi madre, lo que me llevó a
tomar la decisión de independizarme.
Ingresé a la Universidad y logré sostenerme por algún tiempo con ahorros
que tenía. Tuve la bendición de que mi mejor amiga, Leidy Johana, me abriera las
puertas de su hogar, lo que me permitió soportar de alguna forma la carga
económica; comencé a vender productos de belleza y dulces en la Universidad y
aun así no era suficiente, pero no me dejé vencer aunque muchas veces la
necesidad quisiera hacerme desistir.
Gracias a mi gran amigo Wilton Gómez, me di cuenta de la existencia de la
Fundación y me llamó mucho la atención su filosofía porque me ha preocupado la
violencia que se presenta entre los miembros de las sociedades del mundo;
además, me llamó la atención que vieran la salida a todos estos problemas por
medio del fomento y el apoyo a la educación y brindándonos las herramientas para
fomentar la paz por medio de la noviolencia y de esta forma aportar nuestro granito
de arena para que las cosas cada día seamos mejores.
Me postulé para la Fundación Mahatma Gandhi y me abrieron las puertas,
y le doy gracias a Dios y a mi familia por enseñarme principios y valores para ser
fuerte y no dejarme vencer por las dificultades; a mis amigos y a la Fundación por
apoyarme psicológicamente y económicamente para que pueda lograr mi sueño
de ser abogada, además de lograr mi sueño de aportarle a nuestra Colombia para
que se inunde de amor y de paz por medio de la filosofía de la noviolencia.
Mi trabajo es mi rezo”.
Mahatma Gandhi
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parte de mis padres; por sus diferencias y distintas formas de ver la vida y pensar
dieron por terminada una relación de 18 años; fue un momento y un problema
bastante grande para mis hermanos y para mí, pero que con la ayuda de Dios lo
pudimos solucionar y comprender; mi padre no quiso asumir su responsabilidad
económica con nosotros y le tocó enfrentar todos los gastos del hogar a mi madre;
ahora ya no era solo madre pues mi Dios la bendijo y le dio el título de madre y
padre. Se vino una temporada muy dura económica y moralmente para nosotros, y
era la hora de dejar uno de mis estudios, pero como mi Dios lo ve todo y siempre ha
sido tan grande conmigo, me puso un ángel en mi camino, que me dio la solución a
tantos problemas económicos y personales: la compañera Mónica Marcela
Betancur, a la cual le debo un gran favor y siempre la llevaré en mi corazón. Ella me
contó sobre la Fundación, sobre su filosofía y me llamó mucho la atención por el
espíritu y entrega que tenía la Fundación con las personas necesitadas; realicé
todas las entrevistas, pruebas y reuniones que la Fundación requería para
pertenecer a ella y gracias a mi familia y a Dios pasé y ahora hago parte de un lindo
y agradable grupo de personas, que día a día me ayudan a comprender cómo es la
vida en realidad y a comprender que siempre hay una solución para cada
problema.
Gracias a todo esto no tuve que dejar mis estudios y ahora estoy realizando
mis prácticas en contabilidad y finanzas, y sigo luchando por mi Ingeniería
Industrial la cual me falta varios años para terminar pero que con la ayuda de mi
Dios, mi familia y mi Fundación terminaré con méritos y con un gran conocimiento
intelectual y personal. Como ya hago parte de la Fundación Mahatma Gandhi, mi
vida es alegre, responsable, honesta, culta, agradable y muy divertida, con la risa
que nos contagia Anita, la sabiduría de Harivadan y las conferencias tan valiosas
de Esteban.
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Arriba: los fundadores, señores Harivadan y Hasita Shah, de la Fundación Mahatma Gandhi.
Abajo: el Embajador de la India en Argentina, Uruguay y Paraguay, señor R. Viswanathan, con
el señor Harivadan Shah.
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fue donde a punta de órdenes de coroneles aprendí a redactar informes y por ahí
derecho a advertir que esto de escribir me gustaba, pero no sobre armas
incautadas, sino narrando historias de la gente.
Por eso tras ensayarme como laico durante un año -con el mismo
Movimiento Católico- viviendo en Buenos Aires (Argentina), regresé a la ciudad y las
circunstancias decidieron que estudiara Comunicación Social y periodismo en la
Universidad Pontificia Bolivariana. Fue entonces cuando la economía familiar se
derribó con la crisis nacional; los préstamos del ICETEX y mi trabajo como
periodista primíparo no pagaban en el resto y me vi al borde de abandonar los
salones de clase.
Ahí fue donde conocí a Luz Gabriela Gómez, profesora y amiga vital. Y con
ella llegué a la Fundación en el año 2003 que tras un riguroso proceso de selección
no solo me tiró un salvavidas al pagar lo que era impagable para mí del séptimo
semestre en adelante, sino que me abrió el pensamiento a otros horizontes.
Cada taller preparado y dictado con la participación de esa primera promoción
fueron un laboratorio de experiencias acompañadas por el pensamiento
demoledor metido en la frágil figura de aquel que derrumbó mi escepticismo frente
a un mundo mejor: Gandhi. Hasta un foro nos inventamos para difundir lo
aprendido. En tanto, mi oficio de periodista se cultivaba en las salas de redacción
del periódico El Mundo, después en las crónicas descubiertas bajo las piedras de
esta ciudad que se publicaban cada mes en La Hoja y más tarde como practicante y
redactor provisional en El Tiempo.
Después, mientras el amor iba y venía, elegí explorar por año y medio una
veta de la comunicación en contacto directo con comunidades vulnerables desde
la Alcaldía de Medellín. Ahí pude evidenciar, más allá de una agenda informativa,
que lo aprendido en Gandhi y sus replicadores se puede poner en práctica a favor
de la mejor convivencia en entornos tan complejos como los de Moravia, antiguo
botadero de basuras de Medellín.
Y ahora, con el amor cierto y amancebado por dos años, volví al redil del
periodismo como corresponsal de El Tiempo. Eso sí, con el propósito indeclinable
de mostrar que más allá de la guerra, que sitia por días y noche a este ciudad, hay
iniciativas de paz a las que hay que ponerles parlantes. Lo que hoy hay es un
reportero entretenido por vocación que niega desprenderse de su cordón umbilical
que lo une a esa Fundación que enseña que la vida tiene sentido cuando se pone al
servicio de los demás. Y soy feliz cada vez que puedo devolver algo mínimo de todo
lo que la fundación me ha donado con su apuesta auténtica.
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los y las líderes estudiantiles le ayudáramos en esa labor; así conocí la propuesta
de la noviolencia y me gustó, por lo que empecé a ser parte de la Fundación.
Una de las experiencias más impactantes de mi vida fue el no haber
pasado a la Universidad de Antioquia. cuando me presenté estando en 11. Pero
para el segundo semestre de 2006 me presente a la Universidad de Antioquia y a la
Universidad Nacional y pasé a las dos, a la carrera Ciencia Política. Pero vaya
problema con los pasajes para ir a estudiar, pues tenía que coger dos transportes.
Con Comuna Nueva, mis pasos como líder se vieron más claros, ya que no solo
escribía en nuestro periódico comunitario sobre temas de ciudad, sino que
también empecé a coordinar la primera versión de un proyecto con instituciones
educativas: el Festival de la Canción de la Comuna 9, el cual potenciaba los
talentos musicales de los y las jóvenes y además promovía en la comunidad un
mensaje de convivencia y paz, por medio del arte.
A mediados del año 2006 me enteré de un Concurso de Mujeres Jóvenes
Talento - Feria de las Flores, así que con el aval de la Junta de Acción Comunal del
Salvador me presenté a la modalidad de desarrollo social con un proyecto de
equidad de género en las instituciones educativas; aunque no fui ganadora del
concurso, logré una de las experiencias más especiales de mi vida formando parte
de la Red de Mujeres Jóvenes Talento.
Siguiendo con mi primer semestre en la Universidad Nacional, Jorge David, me
habló sobre la Fundación y me presenté y heme aquí.
Y en la Fundación Mahatma Gandhi:
Ahora sin la preocupación de no poder estudiar por el dinero estoy siendo
sumamente beneficiada con la formación en liderazgo que me están
proporcionando, pero no es solo eso; ahora veo que mi vida social está siendo
altamente influenciada por los principios de la Fundación y en especial de la vida de
Gandhi. Ahora mi vida familiar y mi vida social, gracias a la Corporación Comuna
Nueva, la Red de Mujeres Jóvenes Talento, la Universidad Nacional y la misma
Fundación está más grata, y agradezco en especial a dos personas, por esta
oportunidad: A don Harivadan y muy, muy especialmente a Diego Naranjo, mi
mentor, que ha sido mi más fuerte apoyo en la Fundación. Gracias a su experiencia
personal y profesional, ha sembrado en mí la semilla de esperanza para que yo
pueda ser parte de la transformación social que Colombia y especialmente
Medellín necesitan.
A mi mamá, a los sacerdotes Juan David y Jhon Fredy, a doña Amparo,
Andrea y Lucía, A Jorge David y mis amigas talentosas de la Red, a don Hari y a
Diego, muchas… no, infinitas, gracias por su ayuda a formarme como persona, líder
y profesional.
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solo vivimos aproximadamente seis meses y luego nos trasladamos para un barrio
llamado El Pinal, una invasión del municipio de Bello situada en la antigua
carretera para Guarne. En este lugar estuvimos dos años y medio y yo estudié en la
escuela de la misionera Hermana Alcira Castro.
Al terminar mi primaria mis padres construyeron una casa en el barrio
Pablo Escobar lugar para el cual nos mudamos a vivir en diciembre de 2001. La
dicha nos embargó porque podíamos tener una casa propia en la ciudad de
Medellín, pues aunque tener la casita no era riqueza sí era una gran bendición. En
esa época yo incursioné en una nueva etapa, el bachillerato, un espacio diferente y
novedoso para mí que era tan solo una niña de 10 años de edad, pero eso no
impidió que me acoplara fácilmente, pues siempre he sido una niña líder y muy
inquieta por descubrir cosas nuevas. Mi bachillerato lo inicié en el colegio
Miraflores, ubicado en el barrio Buenos Aires, donde estudie los grados sexto y
séptimo.
Después de esto, mi papá, como se dedicaba a actividades de comercio,
decidió trasladarse para la ciudad de Pereira porque allí surgió un buen proyecto de
negocio. Comencé mi grado octavo en el colegio femenino Lestonnac, de la
compañía de María. Entrar en ese colegio no fue nada fácil para mí, puesto que
estaba acostumbrada a estar en otro entorno, y, lo reconozco, yo era una típica
ñoñita: con las gafas redondas y uniforme casi hasta los talones. Por eso fui objeto
de muchas burlas y críticas. Pero eso pasó rápido porque me di a conocer bien y
todas me aceptaron tal como era, habladora, participativa y ñoñita.
Al año de estar viviendo en Pereira, sucedió lo más maravilloso que ha
podido ocurrir en mi vida, conocí de la verdad redentora de Jesucristo, y me
convertí al cristianismo protestante.
En el 2006, cuando iba a cursar décimo grado me pasé de colegio para el
Técnico Superior, donde me gradúe en la modalidad de Diseño Mecánico por
Computador. También en el año 2006 nació la alegría de nuestro hogar, mi
hermano Pedro Pablo.
Ya en el 2007 mi padre decidió volverse a vivir a la ciudad de Medellín; la
verdad, me dio muy duro dejar tan hermosa tierra cafetera. Pero qué gran
bendición ha sido poder estar en Medellín, pues en mayo de 2008 me presenté a la
Universidad de Antioquia al pregrado de Derecho, ya que era la única opción que
tenía porque no poseía dinero para pagar una universidad privada. También
confieso que fue como un regalo de Dios poder iniciar mis estudios allí.
Ya a finales del año 2009 una compañera de la Universidad me contó de
una Fundación que trabajaba con la filosofía de Mahatma Gandhi y otorgaba becas
a estudiantes universitarios. Yo muy interesada en un principio, no lo niego, por el
apoyo económico, me presenté a la Fundación Mahatma Gandhi y pasé todo el
proceso de selección. La alegría que mi familia y yo sentimos cuando me
comunicaron que había sido seleccionada no la puedo describir. Haber empezado
en la Fundación ha sido de gran ayuda para mí ya que a través de la formación que
le ofrecen a uno he podido cambiar actitudes inapropiadas frente a la vida a las
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Por eso estoy luchando por mi meta, que es ser una gran profesional y una
gran líder; al graduarme fue duro ya que no teníamos los recursos económicos para
poder ingresar a una Universidad, así que entre mi tía, mi papá y mi hermano
hicieron un esfuerzo para que pudiera formarme y cumplir mi sueño; por medio de
una amiga de mi tía me di cuenta de la Fundación, ya que la sobrina de ella
pertenecía a esta; por eso me presenté. Además, la filosofía de la noviolencia me
encanta y la labor que hace en la sociedad y con los jóvenes es fundamental y es
una gran ayuda para poder realizar mis estudios; y voy a dar todo de mi parte para
ser una gran líder y para vincularme totalmente con la Fundación y poder aportar
mi granito de arena para cambiar un poco la sociedad, teniendo muy presente a
Gandhi, que es un gran ejemplo.
Por último, hay algo que tengo muy presente en mi vida y es luchar por los
ideales; solo de esa manera se alcanzarán; estoy feliz porque mi vida está
cogiendo el giro que deseo; además, porque pertenezco a esta gran Fundación que
sé que va a marcar mi vida de una manera total tanto espiritual como profesional y
le doy muchas gracias a Dios por esta oportunidad.
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Más allá de una beca para estudios superiores que sin duda repercute en
el futuro de aquellos que la reciben, la Fundación quiere verdaderamente lograr
una transformación en aquellos jóvenes que tienen el privilegio de ser
multiplicadores de su experiencia. Llevar a otros la convicción de que a través del
cultivo diario de valores hoy nublados en nuestra sociedad, tales como: la
tolerancia, el respeto por la vida y la búsqueda del bienestar común, se puede
contribuir al camino para una sociedad más equitativa y más consciente de sus
actos. Para ello, ha apostado el lograr cambios en un grupo especial de jóvenes
que no solo a través de la escolaridad superior, sino de una educación en virtud de
una verdadera humanidad continúe haciendo parte de este hermoso y realizable
sueño. Un sueño que nace en su fundador, pero que se pretende continuar como
una flama inapagable por todas aquellas personas que a su alrededor trabajamos
incansablemente por él.
En cuanto a mí, creo que mis palabras pueden expresar en sí mismas mis
pensamientos y el reflejo de lo que me he convertido. Un adulto consciente, culto,
humano, responsable de sus actos, respetuoso de la vida y con gran vocación de
servicio, en cuya formación la Fundación Gandhi sin duda alguna ha hecho parte.
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La fascinación precoz por las culturas de oriente me llevó desde niño al cultivo de
los conocimientos de las culturas orientales, que me llevaría así mismo a
convertirme en profesor de estas disciplinas, especialmente en el campo del Yoga
y la Meditación, también a convertirme en un practicante asiduo de artes
marciales japonesas y posteriormente a una formación universitaria con un
pensamiento más holístico que fuera de la mano con la concepción de un individuo
integral, que la Fundación ha apoyado desde el inicio y que considero puede ver en
mí día a día. Esta cosmovisión del mundo hoy es mi regalo más valioso y el tesoro
que deseo compartirles. Pues ¿qué sería del mundo sino compartimos aquello que
se nos ha obsequiado? Nuestros logros, nuestros conocimientos, nuestras
riquezas. Indudablemente, siempre que damos a otros libres de retribución alguna
estamos dándonos a nosotros mismos. Nunca se debe dudar que al servir a otros
siempre se ganará.
A las palabras del líder político estadounidense Martín Luther King, con referencia
a la educación: “Inteligencia más carácter es el objetivo de una buena educación”
respetuosamente yo me atrevería a expresar: “inteligencia más carácter puesto al
servicio de los demás es el resultado de una verdadera educación” y dentro de la
familia de la Fundación Gandhi su pretensión apunta a este norte. Debemos dejar
de lado la cultura nefasta de “me importa un culimbis el otro” (José Saramago),
esa cultura de desinterés y apatía frente aquellos que nos rodean, cultivar nuestra
humanidad y entender que la conciencia de “La verdadera educación consiste en
obtener lo mejor de uno mismo ¿Qué libro se puede estudiar mejor que el de la
humanidad? (Mahatma Gandhi), y que tomando en consideración las palabras de
Steve Jobs, solo aquellas personas que estamos lo suficientemente locas como
para creer que podemos cambiar el mundo, somos quienes lo cambiamos.
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mi mamá tenía 6 años, y como no conocí a mí papá ,tampoco tuve familia paterna,
mi única figura paterna es mí abuelo, un señor de sombrero, de temperamento
fuerte, terco y llevado de su parecer, pero con una personalidad propia de una
persona que se ha criado en el campo, un hombre realmente verraco al sacar 9
hijos adelante junto con su esposa, “mi abuelastra” cuatro de este último
matrimonio, porque la mamá de mis demás tíos murió cuando estaban pequeños.
A pesar de las circunstancias, nos fuimos abriendo camino en el pueblo,
ingresé a la escuela y tomé mucha independencia, pues, mi mamá debía trabajar
para poder sobrevivir, me iba para la escuela solo, me metía a grupos, jugaba por
mi cuadra, en fin, disfrutaba mi niñez.
Llegó la adolescencia y con ella cambiaron algunas cosas, maneras de
pensar, gustos y actividades, siempre me incliné hacia lo artístico, desde el colegio
bailaba, actuaba, presentaba en los actos cívicos, era de esos chicos
participativos en todos los temas culturales, descubrí desde muy joven una pasión
que me mueve, “la comunicación”, en sí, presentar, a los 14 años estando en un
descanso del colegio llega una chica con una cámara me hace una pregunta,
respondo repentinamente sin pensar, pasaron tres meses y esta mujer fue y me
buscó a mi casa y me dice que le gustó como me expresé y que quiere que haga
parte de su programa de TV llamado: ZONA VIP + QUE MÚSICA un programa de
televisión juvenil que se presentaba en el canal comunitario del municipio, yo
acepté el reto y sin saber absolutamente nada, presenté por primera vez en un
canal, logré encarretarme tanto con este cuento que hoy en día es lo que hago y de
lo que vivo, el programa se transmitía los sábados y eran 4 horas improvisando,
hablando de videos musicales creía que el programa no lo veía nadie, hasta que
llegué el lunes al colegio y oh sorpresa todos mis compañeros me habían visto, en
ese preciso momento me empieza a palpitar el corazón por cumplir ese sueño,
sueño que hoy sigo construyendo, ese sueño de ser presentador de televisión
internacional.
A mis 14 años tuve la oportunidad de hacer parte de un programa de TV
juvenil que transmitían en el canal comunitario del municipio llamado ZONA VIP +
QUE MÚSICA, acepté este reto, presente por primera vez en un canal, debía
improvisar durante 4 horas y en ese momento me empieza a palpitar el corazón por
cumplir este gran sueño “ser presentador de televisión internacional”.
Salí del colegio de 17 años, con mil incógnitas en mi cabeza, con muchos
deseos pero con pocas oportunidades, en mi casa siempre me habían dicho que si
no pasaba a la U de A no había otra forma de que ingresara a la universidad, mi
deseo era tan fuerte que empecé a prepararme, llegó el examen de admisión y no
pasé a Periodismo, sentía que mi futuro se desvanecía, entonces elegí otra opción,
estudiar Tecnología en Gestión Humana en el SENA y así fue, estando allí hice
parte de líderes comunicadores, una estrategia a nivel nacional donde los mismos
aprendices producían notas de radio, prensa y televisión para los medios de esta
entidad en todo el país, estudiaba algo diferente a lo que anhelaba, pero no dejaba
a un lado ese sueño, con el SENA tuve la oportunidad de viajar, conocer jóvenes de
otros departamentos y darme cuenta que quería realmente para mi vida y
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Agradecimientos
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“Siempre y en cada momento me he sentido respaldada por usted don Hari y por
toda la Fundación en todo. La Fundación hace parte de mí como persona, como
estudiante y como futura profesional, en todo momento pienso en esta familia:
Fundación Mahatma Gandhi. Me siento muy orgullosa de pertenecer a esta familia
y siento que siempre seré una mujer que llevará la noviolencia en su estilo de vida,
esto debe estar presente en nuestro diario vivir. Mil gracias, siempre estaré
agradecida por todo lo que hacen por mí y por todos los jóvenes de la ciudad”.
Erika Acevedo
“Hoy es un buen día para dar gracias a Dios por haber escalado un peldaño más en
mi vida, pues son mis grados, y quiero aprovechar esta ocasión para expresar mis
más profundos agradecimientos a la Fundación Gandhi, gracias a don Hari y Anita
por estar siempre pendientes de los becarios, por estar inquietos para que nos
formemos como seres humanos sensibles a la noviolencia y con una apuesta por
construir un mundo mejor. Quiero decir además que gracias a la Fundación pude
continuar con mis estudios, pues llegó en un momento de dificultades económicas
pero, sobre todo, gracias por brindarme un espacio de aprendizaje, pues el estar
en interacción con los otros líderes de la Fundación le ha aportado grandes cosas a
mi vida. Realmente son muchas las palabras que quisiera decir, pero todas
redundan en un muy sincero agradecimiento por ser parte de mi realidad, además
reitero mi compromiso con la Fundación y desde ella seguir creyendo que un
mundo mejor es posible si le apostamos a una noviolencia que cuestiona, que
critica y que libera”.
Wilman Rúa S.
“Hay momentos especiales en la vida, que nos permiten hacer un alto en el camino
para agradecer a quienes con su colaboración y empeño nos ayudan a alcanzar
nuestros sueños. Para mi ese día es hoy, ya que el viernes 8 de octubre me
graduaré como Comunicador y Relacionista Corporativo; y aunque para nadie ha
sido un secreto el gran cariño que le tengo a quienes conforman la Fundación
Mahatma Gandhi, hoy quiero reconocer y exaltar que este logro mas que mío es
suyo, por apoyarme, guiarme y motivarme a ser un mejor ser humano, a
responsabilizarme por mis actos y por regar esa semilla de esperanza que siempre
estuvo en mi corazón “querer un mejor futuro construido desde el presente para
mi sociedad y mi país”. No ha sido un camino sencillo, ha estado lleno de
obstáculos y pruebas que Dios ha puesto en mi camino para moldearme, ahora las
angustias del pasado se revelan como tramo necesario, pues sin ellas no sería la
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persona que soy, y aún más importante no estaría con ustedes, me han puesto a
prueba, me han hecho evaluarme, y me han dado la oportunidad de conocer seres
cuya entereza, energía y vocación, nunca hubiera sabido que existían, tomando
como ejemplo cada una de sus actitudes, posiciones y entusiasmo. Agradezco hoy
y siempre por ser parte de su familia, porque es precisamente esto lo que he
encontrado, el apoyo incondicional que solo una familia sabe dar, sin importar los
tropiezos que he tenido en el camino, siempre han estado junto a mí. Espero
continuemos creciendo como el equipo que somos, fortaleciendo nuestros lazos y
permitiendo que juntos soñemos, y así descubrir que hay más allá de nuestros
deseos, construyendo el camino hacia un futuro mejor, lleno de prosperidad,
bienestar y esperanza con visión colectiva”.
Paola Tabares O.
“Un gracias enorme, por compartirme esta alegría de llegar al quinto aniversario de
una idea que nació viva y así se mantiene. Sobra decir lo que representó la
Fundación no solo para mi destino profesional sino para esa formación que hace
ver el mundo con otros ojos, una perspectiva que sobrepone ética a competencia,
corazón a razón, verdad a conveniencia. Un abrazo muy fuerte para todos y cada
uno… muchas veces las aspiraciones pueden más que las acciones, pero igual,
celebro, con ustedes, esta idea que ratifica el compromiso por una sociedad si no
mejor, más aliviada”.
Con aprecio, Juan Fdo. Rojas T.
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“Feliz cumpleaños Fundación: que Dios todo poderoso los continúe iluminando
cada día, en especial que bendiga enormemente sus espíritus (almas). Se debe de
sentir muy feliz Dios por permitir que sus almas se presten como aposento de Dios,
ya que el habita en ustedes. Estas labores en el mundo son las que realmente
cuentan ante Dios. Gracias por permitir ser instrumentos de Dios. Con mucho
aprecio”.
kelly Blandón V.
“A la Fundación… gracias, por haber confiado en una persona del común como lo
fui en aquel tiempo y recibir esperanzas del nuevo profesional que soy. A Dios…
gracias por haber colocado frente a mi camino personas tan nobles,
colaboradoras, exitosas y no violentas, entre las cuales resalta el doctor Harivadan
Shah. Son ustedes quienes en conjunto con mis conocimientos, son artífices de
este logro, y a manera de agradecimiento me gustaría compartir con ustedes esta
frase: “algún día fui un simple estudiante, hoy que sigo siendo el mismo Juan David
Tabares Tamayo, pero ingeniero civil, listo para aplicar y multiplicar”, espero poder
seguir contando con ustedes y además poder ser parte de la historia de
multiplicadores de la Fundación, muchas gracias”.
Juan David Tabares T.
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“Les expreso mis más sinceros agradecimientos por la ayuda que me brindaron
durante este arduo camino hacia la vida profesional, en el cual ustedes han
aportado no sólo de forma económica sino también con la semilla de formación en
liderazgo, no violencia y calor humano. Sin su valiosa colaboración no hubiese sido
posible alcanzar esta meta en tan sólo nueve semestres de estudio, sino que tal vez
se hubiese prolongado mucho más en el tiempo. La labor que ustedes realizan es
sumamente valiosa desde cualquier punto de vista ya que están contribuyendo al
desarrollo del país y al acercamiento a la paz que tanto deseamos los colombianos.
Los profesionales que hoy ustedes ayudan serán los gestores del cambio que
Colombia necesita y espera. Reiterándoles mis más sinceros agradecimientos”.
Jhoanny Duque M.
“El motivo de este mensaje es agradecer todo el apoyo que con cariño me han
brindado. He terminado este semestre satisfactoriamente, y es gracias a la ayuda
que me brindan para que salga adelante... agradezco a la familia Gandhi porque no
solo he escalado un peldaño más de mi vida como profesional, sino que también lo
he hecho como persona y ser humano... mi compromiso sigue muy firme con la
Fundación… pueden contar con mi ayuda incondicional para cualquier evento o
actividad, si así lo requieren... muchas gracias”.
Vanessa Acevedo D.
El valor de un testimonio
Este mensaje de una becaria tiene un fuerte valor testimonial porque se
convierte, para la Fundación Gandhi, en un acto de fe, a futuro, de que sí es posible
el compromiso “voluntario” de multiplicación, como ingrediente esencial del
proyecto formativo en los valores de la noviolencia:
“Hari, Hasita, Ana Lucía y los demás: este mensaje me causa un poco de
vergüenza, pues reconozco mi ausencia durante ya bastante tiempo y tienen toda
la razón en manifestar que parte de lo que somos ahora se lo debemos a la
Fundación. Estaba esperando contar con algo más estable para reiniciar mi aporte
a la Fundación pero es cierto que mañana puede ser muy tarde, y bueno, estoy
segura de que ya contaré con mejores ingresos para aportar a la Fundación.
Antes que nada quiero contarles que gracias a la Fundación Carolina
estuve en España cursando un máster en Tecnologías de la Información
Geográfica en la Universidad de Alcalá. Estuve allí entre septiembre de 2010 y julio
de 2011; fue una experiencia maravillosa, por eso soy consciente de la
importancia de los aportes a estas instituciones que de no existir haría que la
probabilidad de muchos de vivir nuevas experiencias fuera mínima, y pues la vida
me lo ha mostrado por partida doble, inicialmente durante el pregrado gracias a la
Fundación Mahatma Gandhi y luego con un posgrado.
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En este orden de ideas, me comprometo a aportar mensualmente a partir
del mes de noviembre; tal vez no resulte un aporte significativo, pero es lo que por
ahora puedo ofrecer. Me comprometo a no interrumpir este aporte a menos que
me encuentre sin empleo, y tan pronto cuente con uno que me represente un mejor
ingreso me comprometo a incrementar mi aporte. Muchas gracias”.
Laura Posada M.
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Si tu estás en paz contigo mismo…
entonces al menos hay un lugar pacífico en el mundo”.
Mahatma Gandhi
Sembrando para servir. Cien voces hechas relidad, se terminó
de imprimir en Medellín, Colombia en octubre de 2017.