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La praxis científica concibe, como parte del desempeño de todo investigador, la socialización de
los resultados; además de que el investigador debe fungir también como un buen comunicador,
pues una errada escritura impedirá la publicación de lo que se elabore. Por tanto, tres son los
pasos lógicos que deben realizarse para trasmitir el conocimiento científico obtenido a través de
un tipo de texto determinado:
Al redactar un texto científico, dos son los aspectos que garantizarán la secuenciación lógica para
la exposición de conceptos, juicios de valor y resultados de investigación: la escritura diferida y la
a) Precisión: usar las palabras que comuniquen exactamente lo que queremos demostrar como
resultado de la investigación; por tanto, no basta con que el autor tenga una intención
comunicativa si no recurre a la adecuación del lenguaje para que el receptor se apropie de la
información. Por ejemplo:
- El propósito de este trabajo fue determinar la mayor acidez en las frutas verdes.
(El término determinar no precisa cuál es el interés con la investigación; pues no queda claro si
se buscaba describir, identificar o cuantificar.)
b) Claridad: el texto debe permitir su lectura y comprensión sin dificultad; de ahí que se eviten
las ambigüedades, los giros expresivos literarios o emotivos, e incluso los tecnicismos en
demasía que entorpecen la lógica discursiva. Por ejemplo:
(En esta oración no queda claro qué se tomó al azar: los datos o la población.)
c) Brevedad: se debe consignar la información precisa por medio de una economía del lenguaje;
es decir, abordar el contenido o los resultados en la menor cantidad de palabras a emplearse
y considerar la información pertinente, según la investigación realizada y la modalidad de
texto que se redacte. Por ejemplo:
En la escritura científica se pueden manifestar tres tipos de errores ortográficos. En primer lugar,
la confusión tipográfica no intencionada; puesto que, al digitalizar un texto, en ocasiones
presionamos una tecla incorrecta (e. g. a por e, al escribir especia en vez de especie) y, como
consecuencia, se crea una palabra nueva con un significado diferente al término real. Sepa que el
corrector ortográfico del Microsoft Word no detecta el gazapo por estar bien escrito y en nosotros
puede pasar inadvertido, porque la mente no codifica letra a letra cada palabra, sino las
combinaciones de letras que conforman una expresión significativa.
Como segundo error ortográfico está la inclusión de palabras homónimas. Una confusión
fonética en una palabra (apertura/abertura), la duda sobre un grafema (hice/ice), o el uso de un
término polisémico (e. g. mango: ‘fruto comestible’ ‘parte de un instrumento o herramienta’),
provocan una comprensión errada del mensaje.
Finalmente, los problemas de acentuación. Confundir la acentuación de un término específico
conlleva a cambiar el significado de la palabra (e. g. diagnóstico/diagnostico/diagnosticó) y la idea
en general; errata que el Microsoft Word no detecta porque en cualquiera de las tres variantes
está bien escrito, a diferencia de los vocablos que no existen en lengua castellana (e. g. abstact [del
ingl. ‘resumen’] destacado como abstracto).
Según la Ortografía de la lengua castellana (2010), hay que atender también al uso de los
prefijos. En el caso de ex-, debe escribirse unido a su base léxica cuando sea solo una palabra
(expresidente); en cambio, se consigna un guion si la base léxica es un nombre propio (pro-África),
un número (super-8) o una sigla (mini-USB), y separado sin guion cuando la base léxica conste de
varias palabras (ex primer ministro). Asimismo, al prefijo post- se le retira la letra t en la
construcción de términos como posgrado; pues debe mantenerse en el lenguaje castellano una
correspondencia entre la expresión oral y la escritura, a diferencia de aquellas palabras que
comiencen con s (postsimbolismo) que deviene excepción a la regla.
En un texto científico también se impone una puntuación deficiente, al no respetarse las normas
ortográficas de la lengua en que se redacta (v. Tema 2, módulo 4) o por imitación de la escritura
de otros idiomas como el inglés (e. g. Quiénes somos?). En este ejemplo se omite el signo
interrogativo directo de apertura (¿) y solo se consigna el de cierre (?). (Este caso específico, hoy
día, es muy común en el lenguaje publicitario pero no es aceptado para los textos científicos.)
2.2.3. La redundancia
Otra de las falencias en la escritura es la redundancia (o verbosidad), que no ofrece valor alguno a
la comunicación y hace que el periodo oracional sea extenso por el uso excesivo de palabras; por
ejemplo:
(En la oración sobra «que se llevaron a cabo», pues el término experimento trae implícito esta
significación.)
Además de la inclusión de expresiones tal cual se expresan en el habla coloquial. (Se destaca
en color azul la variante correcta.)
2.2.4. El pleonasmo
En la redacción se debe evitar el uso del pleonasmo, que constituye expresiones con matiz enfático
que afectan la claridad del mensaje trasmitido; por ejemplo:
(En la oración sobra el término diferente, pues ya la idea queda implícita en la determinación de
que sean dos especies).
La rapidez con que se habla de forma coloquial no debe plasmarse en la escritura, pues el
relajamiento del lenguaje puede ser inteligible o crear malos entendidos; cuando esto ocurre
estamos en presencia de la ambigüedad sintáctica; por ejemplo:
(En la oración no queda claro si las camas o las niñas son de madera; por tanto, sea cuidadoso
con la expresión que se trasmite.)
Para la precisión semántica del mensaje que se transmite, al conformar oraciones compuestas e
incluso párrafos, se deben emplear con corrección los conectores lógicos; por lo que no podemos
confundir su valor de uso:
Aditivos: el segundo enunciado aporta una nueva información equivalente o más importante que
el primario (además, al mismo tiempo, aparte de eso, asimismo, de igual modo, en otro
orden de cosas, incluso, paralelamente, por otro lado, también, tampoco).
- Luis investiga sobre Arte visuales. Incluso, crea obra en paralelo a su trabajo.
Opositivos: el segundo enunciado modifica la argumentación u opone ideas del anterior; pueden
ser de tipo restrictivos o exclusivos.
Restrictivos (en cambio, en contraste, no obstante, pero, por el contrario, por otra parte,
sin embargo).
Causativos: uno de los enunciados es causa del otro (a causa de esto, dado que, de manera que,
debido a que, en consecuencia, entonces, por consiguiente, por ende, por esta razón, por
lo tanto, porque, pues, puesto que).
Condicionales: el segundo enunciado establece una condición no esperada con el anterior (aunque,
a pesar de que, aun así, aun cuando, en vista de, pese a que, por supuesto).
- El ejercicio estaba complicado. En otras palabras, no había como resolverlo sin estudiar.
Conclusivos (en resumen, en resumidas cuentas, en suma, total, en una palabra, en otras
palabras, dicho de otro modo, en breve, en síntesis, finalmente, en definitiva,
resumiendo, sintetizado, para concluir, por último)
- El lenguaje literario tiene múltiples usos; por ejemplo, convencer, conmover y deleitar.
- El estudio constante es favorable. Mejor dicho, es esencial para ser un hombre culto.
Transición (a continuación, acto seguido, con respecto a, después, por otra parte).
Temporales: establece relaciones temporales entre los enunciados; pueden ser de anterioridad,
simultaneidad o posterioridad.
Anterioridad (al comienzo, en primer lugar, previamente).
Simultaneidad (a la vez, a medida que, al mismo tiempo, mientras que, mientras tanto).
Espaciales: establece relaciones espaciales entre los enunciados (abajo, arriba, en el fondo, junto
a, por debajo de).
De igual forma, se deben evitar las locuciones latinas poco oportunas o cuyo significado no se
conozca a profundidad. Este error escritural ocurre cuando se tiene el afán de impresionar al
lector y, por tanto, se corre el riesgo de que la información trasmitida no sea clara, objetiva ni
precisa. Por ejemplo, al escribir ad libitum- en vez de su significado en castellano ‘a voluntad’, o
sensu lato- por ‘en el sentido amplio’. Además de que, como locución latina, debe consignarse
siempre en cursiva (v. Tema 3, módulo 1).
Al redactar se pueden incluir voces, frases o giros procedentes de otras lenguas como el inglés
(préstamos lingüísticos). Son útiles, si no existe su equivalente en castellano (e. g. software), o
innecesarios cuando ya tenemos el término en castellano: attachment (anexo), email (correo
electrónico), que devienen anglicismos; o printear (del ingl. to print ‘imprimir’), que es un
neologismo. En ocasiones, se consignan frases traducidas literalmente del inglés que en castellano
están erradas (barbarismo); por ejemplo: en base a (del ingl. on the basis of) en vez de sobre la base
de, o primero de todo (del ingl. first of all) por antes que nada.
Además, en la redacción científica se debe recurrir a la negación de la subjetividad; puesto que
la referencia extralingüística sobre la base del objeto de estudio tiene que ser directa y clara, a
partir del empleo del valor denotativo de las palabras y no del connotativo (e. g. metáforas y demás
figuras retóricas que adornan la redacción). Por tanto, el lenguaje científico será objetivo sin la
inclusión de valoraciones o criterios subjetivos que estén influenciados por la emotividad; pues el
discurso científico tiende a ser impersonal, al considerarse un saber compartido que parte de
referentes teóricos anteriores ya sistematizados o superados durante la investigación.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Day, R. (1998/2005). Cómo escribir y publicar trabajos científicos [How to write & publisch a
scientific paper (traducido de la 5ta edición en inglés por Miguel Sáenz)]. (3ra. edicion en
espanol). Washington, D. C.: Organizacion Panamericana de la Salud.
Real Academia Española. (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Libros.