Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Antes de abordar este tema tan espinoso, conviene tener presente una
advertencia que Santo Tomás de Aquino les hizo a sus estudiantes de la Universidad de
Paris, en el Siglo XIII: “Una inteligencia bien disciplinada, bien organizada, no debe
pedir a las cosas mayor certidumbre que la que en sí misma llevan. La certidumbre no
puede ser tampoco tan grande en una materia contingente y variable como lo es en una
materia necesaria y sin variación. La cualidad de un buen estudiante es la de no exigir
una certidumbre mayor que la que conviene a la materia de que se trata y de no
contentarse tampoco con una certidumbre menor”3.
Esta cuestión del orden público ha dado muchísimo que hablar a los autores,
especialmente desde el discurso que diera Portalis en ocasión del debate producido al
tratarse el art. 8° del Proyecto que sería sancionado como el art. 6° del Código Civil
Francés a principios del siglo XIX.
Hubo autores que optaron por no definir el orden público y dieron las razones
por las cuales no lo hacían y están los que lo definieron.
1
Este trabajo es fruto del posterior desarrollo de dos exposiciones, una realizada el 24 de marzo de 2017
en el marco de un grupo de estudios integrado por los autores de este trabajo, la Dra. Fernanda Cecive y
el Dr. Christian Taliercio, y la otra, posterior llevada a cabo el 3 de noviembre de 2017: “Orden público
en el CCyC”, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata, organizada por su
Centro de Estudiantes de Derecho.
2
Abogado por la Universidad Nacional de Mar del Plata, 1988 y Magister en Derecho Empresario por la
Universidad Austral 2006.
3
S. Tomás, I, Ethica, lección 3°, citado por LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte
General. Editorial Perrot, 16° edición, Buenos Aires, 1995 Tomo I p. 40.
4
Citado por ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público en el artículo 21 del Código Civil
Argentino Edición del autor, Buenos Aires 1946, p. 136. La regla del artículo 6° del Código Civil
Francés es una disposición extraída del derecho romano que decía que no se puede derogar el derecho
público por convenciones particulares: jus publicum privatorum pactis mutari non potest y el sumario de
la ley treinta y uno del Digesto De pactis, refería que es permitido tratar contra el tenor de una ley que
sólo atañe a la utilidad privada de los particulares contra tenorem legis privatam utilitatem continentis
pascici licet.
2
Gervasio Colombres ilustra las dificultades del tema cuando sostuvo: “Lo
primero que es menester decir del concepto jurídico de “ orden público ” es que no ha
sido logrado. Múltiples fueron las tentativas hechas para precisarlo. Se recurrió a
afanosas teorizaciones que quedarán en el mejor de los casos como inútiles incursiones
intelectuales. Pero si éste fuera el único saldo de tantos intentos frustrados, en él mi
observación se agotaría. Sin embargo ello no es así. La cuestión es más grave, porque
la presencia por demás asidua de la idea “orden público” en el derecho
contemporáneo, ha comportado para la dogmática jurídica una perturbación
demasiado seria como para que pueda ser olvidada. A sus conjuros el progreso
científico padeció la más cruel lesión que le fuera dada soportar; lesión a la certeza
jurídica que parece ser la moda de nuestro siglo legislativo, judicial y científico”5.
Con gran elegancia literaria Japiot dijo: “El orden público debe, es preciso
admitirlo, parte de su majestad, al misterio que lo rodea; prácticamente, su
5
COLOMBRES, Gervasio R. “El orden público en el código de comercio” JA 1964-II p.23.
6
MARTINEZ RUIZ, Roberto “El orden público y sus características generales” LA LEY 92, 732.
7
Citado por ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. p. 139.
8
Por todos BORDA, Guillermo A. “Concepto de ley de orden público” LA LEY 58 p. 997 ( 1950 );
PONSSA de MIGUENS, Nina Ines G.J. “Acerca del orden público” JA 1964-I p. 82.
3
superioridad se ha manifestado sobre todo, por el hecho que ha quedado siempre por
encima de los esfuerzos intentados por los juristas para definirlo”9.
Estas transcripciones son un ejemplo de los esfuerzos seculares hechos por los
autores para intentar definir al orden público12.
9
JAPIOT, “Des nullités en matiere d’actes juridique”, p. 302, citado por BORDA, Guillermo A. ob. cit.
10
Citado por PIÑON, Benjamín Pablo “ Orden público” JA 1995-III p 312 y “ El orden público en la
constitución en la ley y en el derecho” en RDPyC 2007-3 Orden público y buenas costumbres p. 7
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2007.
11
LUQUI, Roberto Enrique “Reflexiones sobre el concepto de orden público” Suplemento La Ley
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, 28/04/2016. Comunicación del
Académico, en la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, en la sesión
privada del 8 de octubre de 2015, p. 5, y amplía el autor: “No obstante ello, se da una situación
particular y es, pese a disparidad de criterios y aún el desconocimiento de este concepto jurídico, la
mayoría de los abogados, jueces y legisladores, tienen una idea del orden púbico y hacen referencia a él
frecuentemente. Las leyes y las sentencias lo invocan. Saben para que se lo emplea, pero no
verdaderamente lo que es. Admiten que la sola calificación legal no basta para configurarlo, pues, con
buen criterio, la justicia ha sostenido que no es suficiente que la ley declare que una regla es de orden
público para que lo sea por esa sola circunstancia”.
12
Sobre este punto ver también TRIGO REPRESAS, Félix “Orden público en el derecho de las
obligaciones” LA LEY del 24/11/2015: “Existe coincidencia entre los autores que se han ocupado de la
temática del ‘ orden público ’ en que su concepto se resiste a una definición precisa y que constituye algo
casi inasible; al punto que Bibiloni pudo llegar a expresar que “Los juristas más famosos no saben qué
es esto del orden público”; SOZZO, Gonzalo “Pasado presente y futuro del principio de orden público
referido a los bienes colectivos ( del orden público al principio cosmopolita del derecho privado )” en
RDPyC Orden público y buenas costumbres Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2007 p. 353: “En efecto, no
aparece tan claro entre los autores qué debe entenderse por orden público, pudiendo identificarse
diferentes tendencias conceptualizadoras. Por ello, con muy buen tino, la doctrina nacional en un
encuentro ha preferido concentrarse en el contenido de la noción de orden público y en sus funciones o
virtualidades prácticas, más que en tratar de ponerse de acuerdo en torno a un concepto técnico de
él…concluyendo que “ El orden público es el conjunto de principios fundamentales del ordenamiento
jurídico de un país en un momento determinado de su evolución histórica” y que “El concepto es
inmutable, no así su contenido, que puede variar al modificarse la legislación que contiene esos
principios fundamentales””.
13
BORDA, Guillermo A. “Concepto de ley de orden público” ob. cit. y SMITH, Juan Carlos “El orden
público como concepto y como “status” social” en LA LEY 120, 117 y también SMITH, Juan Carlos en
Enciclopedia Jurídica OMEBA T. XXI p. 57 Editorial Bibliográfica Argentina SRL Bs.As. 1964.
4
Y, desde otro ángulo Louis Lucas lo define como “la delimitación del mínimum
de conveniencia social, por debajo del cual la obligación nacida de un hecho lícito no
puede prácticamente ser mantenida como obligación jurídicamente válida”14.
14
Citado por ZABALLA, Pablo Estudio del orden público… ob. cit. p. 182.
15
SALVAT, Raymundo M. Tratado de derecho civil argentino T 1 Parte General Editorial LA Ley, Bs.
As. 1946 p. 129 parágrafo 247.
16
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General Abeledo Perrot, Buenos Aires,
T. I p. 148.
17
MARTINEZ RUIZ, Roberto “El orden público y sus características generales” cit.
18
TOBIAS, José W. en Código Civil y Comercial Comentado. Tratado exegético ALTERINI, Jorge H.
Director General, TOBIAS, José W. Director del Tomo ALTERINI, Ignacio, Coordinador del Tomo I,
Thompson Reuters LA LEY, Bs. As. 2015 T. I p. 93, coincide con este concepto TRIGO REPRESAS,
Félix “Orden público y derecho de las obligaciones” cit., quienes en definitiva siguen a LLambias, Jorge
Joaquín Derecho civil. Parte general T. I p. 158 n° 184 y ps. 163 y ss n° 195 7° Ed. Abeledo Perrot
Bs.As. 1978,
5
Tal como anticipamos, en nuestra doctrina nacional los autores que optaron por
definir el orden público se encolumnan en dos tendencias claramente diferenciadas, por
un lado quienes lo definen como un conjunto de principios, algunas de cuyas
definiciones transcribimos arriba y por el otro quienes se limitan a reducirlo a una
categoría de normas de fundamental interés general y colectivo, para el pueblo, la
Nación y la sociedad en éste sentido se puede mencionar a Colombres20, Busso21,
Borda22, Arauz Castex23, Barra24entre otros.
19
CSJN, 28/09/1993 “Pdo. Just. s/ acción de amparo”, Fallos 316:2117, citado por PORCELLI, Luis
“Plazos legales del proceso liquidatorio falencial y el orden público concursal” LA LEY 02/08/2016 y por
HEREDIA, Pablo D. “Orden público en el derecho concursal” LA LEY 19/11/2015, sin embargo GELLI,
María Angélica “Orden público en el derecho constitucional” LA LEY 11/11/2015 en la nota 75 refiere
que la Corte definió al orden público como “las normas dictadas por los órganos constitucionalmente
habilitados, y mediante las cuales el Estado Nacional ejerce facultades (cons. 9° “Claren Corporation c/
E.N. .- arts. 517/518 CPCCC exequátur s/ varios” C.S. C. 462 XLVII R.O.)”. Por nuestra parte
discrepamos respetuosamente con la autora, porque la Corte no define así al orden público, sino que la
Corte textualmente dice al final del considerando 9° de Fallos 337:133: “En efecto, desde tal perspectiva,
cabe afirmar que las normas dictadas por los órganos constitucionalmente habilitados y mediante las
cuales el Estado Nacional ejerce facultades, integran el orden público del derecho argentino, por lo cual
no puede concederse el exequátur a la sentencia de un tribunal extranjero que es claramente opuesta a
esas disposiciones”. Queda claro entonces con esa transcripción que la Corte no ha definido al orden
público como las “normas dictadas por los órganos constitucionalmente habilitados…”, sino que ha
dicho que esas normas integran el orden público del derecho argentino, que es claramente, algo
conceptualmente distinto.
20
COLOMBRES, Gervasio “El orden público en el Código de Comercio”, ob. cit.
21
BUSSO, Eduardo B. Código Civil Anotado Compañía Argentina de Editores SRL, Buenos Aires, 1944
T. I p. 189. Dice el autor: “En derecho positivo, orden público es un carácter especial que revisten ciertas
leyes. Más se trata entonces de una nota conceptual de esas normas legales, que de una entidad
conceptual “orden público”. El concepto que interesa es el de “leyes de orden público””.
22
BORDA, Guillermo A. “Concepto de ley de orden público” ob. cit.
23
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público Valerio Valerio Abeledo Editor, Buenos Aires,
1945, pa. 21/26 y citado también por Llambías J. ob. cit. p. 148 y por BORDA, G. ob. cit.
24
BARRA, Rodolfo C. “ Orden público en el derecho administrativo” LA LEY 25/11/2015 p. 5: “De
esta manera, cuando su presencia no es potencial sino actual, la justicia general interviene en la relación
jurídica por medio de la introducción en la norma heterónoma destinada a regir tal relación, de una
cualidad que impone si indisponibilidad y su aplicabilidad directa, inmediata y de oficio: el orden
público…Se trata el orden público de una cualidad presente en la norma heterónoma que obliga a las
partes de una relación jurídica a efectuar el ajuste de sus conductas conforme las imperativas exigencias
del bien común, así definido por el Gobierno del ordenamiento jurídico” y p. 6: “... el orden público es
una cualidad que afecta a la norma (tanto de derecho público, como, especialmente de derecho privado),
mediante la cual, orienta, imperativamente, el contenido de la relación jurídica en beneficio del bien
común”.
6
encuentra pleno de valoraciones jurídicas y que la escuela del derecho natural llama
bien común25.
En efecto, la dificultad para llegar a una definición del orden público constituye
un rasgo típico de aquellas expresiones cuyo contenido recibe la influencia de la
concepción filosófica, jurídica o política que la utiliza27.
25
PONSSA DE MIGUENS, Nina Inés “Acerca del orden público” JA 1964-I, 82 y ss.
26
STORY, José Conflictos de las leyes Traducción de la octava edición americana por Clodomiro
Quiroga Félix Lajouane Editor Buenos Aires, 1891 T. I p. 35. El autor se está refiriendo a la dificultad en
fijar las reglas de derecho internacional privado que impiden en algunos casos la extraterritorialidad de la
ley extranjera, que es una de las funciones que cumple el orden público en el derecho como veremos
luego. Está citando la opinión del Juez Porter en el caso Saul v. His Creditors, 5. ; art. N.S. ( La.) 569,
595, 596. “Parece que olvidaron que escriben sobre una cuestión que tocaba a la cortesía de las
naciones, y que esa cortesía es y será siempre insegura; que tiene que depender necesariamente de una
variedad de circunstancias, que no pueden reducirse a una regla fija; que ninguna nación consentirá que
las leyes de otra intervengan en las suyas en perjuicio de sus ciudadanos; que la cuestión de si
intervienen o no, tiene que depender de la condición del país en que la ley extranjera se trata de cumplir,
de la naturaleza particular de su legislación, de su conveniencia o de su política, y del carácter de sus
instituciones; que en un conflicto de leyes, esta tiene que ser a menudo una materia de duda que ha de
prevalecer y que siempre que exista una duda, la corte que decide ha de preferir las leyes de su país a las
del país extranjero”.
27
DE PAZ Y GEUSE, Alicia M. y RAMAYO, Raúl “Constitución Nacional, derecho extranjero y orden
público” LA LEY 1978 D 925.
28
MARTINEZ, RUIZ, Roberto “El orden público y sus características generales” ob. cit., tampoco no por
casualidad integra un capítulo de la obra de VIGO, Rodolfo llamada Interpretación jurídica Capítulo IX
“Orden público y orden jurídico” Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2006 ps. 183 y ss; ver también RISOLIA,
Marco Aurelio Soberanía y crisis del contrato en nuestra legislación civil Abeledo Perrot, Buenos Aires
1958 p. 51: “A supeditar, en fin, los actos a normas rectoras como el orden público, la moral y las
buenas costumbres, el bien común, la equidad, la relatividad de los efectos jurídicos, la protección de los
terceros, etc., que asumen también el carácter de pautas de interpretación judicial”; también
COLOMBRES, Gerardo “El orden público en el Código de Comercio” ob. cit.: “La materia pertenece
estrictamente al derecho, pero su presentación la desnaturaliza. El problema es un problema de
interpretación, o mejor, de aplicación de la ley. Esta es su auténtica estirpe…Cuando la estipulación no
aparece imperativa, el problema llega a sus arduos confines ¿Dónde está la solución? He dicho que el
tema es un tema de la teoría de la interpretación. Esa es su auténtica posición. Habrá pues, que empezar
por estudiar el lugar que dicha estipulación ocupa en el cuerpo legal y la forma en que se engarza en el
instituto jurídico de que forma parte. Cuanto más sabio sea el intérprete más acertada será la solución.
7
También este concepto se interna en la teoría general del derecho, toda vez que
corresponde explicar ahí si en definitiva el orden público es o no una fuente del
derecho. Y en su caso cuáles son sus límites o contornos dentro de los que opera si es
que eso es posible.
Esta afirmación genera en cuanto tal el tradicional conflicto entre dos factores
antagónicos: las tendencias a la equidad y al orden público por una parte y a la certeza,
certidumbre, seguridad y claridad de la ley y de las relaciones jurídicas por el otro29.
Pudiera ser que el análisis del derecho positivo no fuera suficiente. Habrá que recurrir entonces a los
principios generales del derecho, a los que nuestro C.C. alude en su art. 16”.
29
Esta aporía existe desde la revolución francesa en tanto allí nació la teoría del legalismo absoluto con
sus cuatro elementos configuradores, a saber: i) la doctrina de la división de poderes; ii) el mito de la
soberanía nacional; iii) el ideal racionalista codificador y iv) la seguridad en las transacciones exigida por
la burguesía ascendente. Dentro de ese esquema se le suma el hecho concreto de que la gran mayoría de
los jueces de la Francia postrevolucionaria habían sido formados en los cánones del antiguo derecho y
eran muy poco propicios a la aceptación de un sistema sustancialmente nuevo. Esto explica la secular
desconfianza de los franceses a los magistrados y el celo que mostraban a reconocerle facultades más allá
de la aplicación de la ley a través del método silogístico de la inferencia necesaria. Seguimos en este
punto a MASSINI, Carlos Ignacio La Prudencia Jurídica Abeledo Perrot, Buenos Aires ps. 220/22. Dice
el autor al respecto: “El juez –escribía Montesquieu, uno de los padres de ésta doctrina– es un ser
inanimado que repite las palabras de la ley sin suavizarles la fuerza o rigor (…) En el gobierno
republicano, “es de la naturaleza de su constitución que los jueces sigan la letra de la ley” (…) “ los
juicios deben ser de manera tal que no surjan sino de un texto expreso de la ley”. El juez debía ser como
un cadáver en manos de la norma y para garantizar el funcionamiento del principio fue creada la Corte
de Casación, organismo anexo al Poder Legislativo, que tenía por misión no la de unificar la
jurisprudencia, sino la de impedir que ella se formara, anulando toda decisión que contraviniera el texto
expreso de la ley escrita; más aún en el caso de que el texto legal fuera oscuro, la Corte debía solicitar
dictamen de la Asamblea Legislativa, único cuerpo capaz de interpretar la ley”. Respecto a la
irracionalidad de ésta concepción, el autor que seguimos cita a Recasens Siches que dijo: “Es un dislate
–escribe– pensar en la posibilidad de una interpretación literal. Uno puede comprender que a algunos
legisladores, imbuidos por una embriaguez de poder, se les haya ocurrido ordenar tal interpretación, lo
cual, por otra parte, resulta por completo irrelevante, carece de toda consecuencia jurídica, porque el
legislador, por absolutos que sean los poderes que se le hayan conferido, no puede en ningún caso sobre
el método de interpretación de sus mandatos (…) esencial y necesariamente está fuera de su poder el
definir o regular algo que no cabe jamás incluir dentro del concepto de legislación: el regular el método
de interpretación de las normas generales que él emite”. En otros términos compete a la esencia de la
función jurisdiccional la interpretación de las normas generales con vistas a su aplicación concreta; sin
esta labor interpretativa no puede hablarse propiamente de “juicio”, toda vez que éste supone el
esclarecimiento de las premisas a partir de las que debe elaborarse. Por último de la irrealidad práctica
del ideal legalista habla a las claras la experiencia de todos los tribunales del mundo, en donde
diariamente se interpreta, muchas veces con bastante amplitud, las prescripciones sancionadas por el
legislador”.
8
Vale decir que la complejidad del orden público ocupa a todos los círculos
concéntricos del saber jurídico.
30
ALSINA ATIENZA, Dalmiro A. El Principio de la Buena Fe en el Proyecto de Reforma de 1936
Sesión Publicaciones del Seminario de Ciencias Jurídicas y Sociales, Buenos Aires, 1942, T. I ps. 56/57.
En ps. 74/5 este autor dice respecto de las facultades de los jueces para fijar límites a los derechos: “Los
peligros de tan liberal principio, se traslucen en el comentario que dedican Schneider y Fick, al artículo
41 del Código Suizo de las Obligaciones:… “éste artículo –dicen– ha dado al Juez un poder de
apreciación que le permite, como en los cuentos de antaño, castigar el mal y recompensar el bien, según
su apreciación. Sólo el porvenir nos enseñará si nuestra magistratura sabrá estar a la altura de la
delicada tarea que se le ha confiado. De nuestra nueva legislación podrá resultar el bien o el mal, según
se sepa o no hacer su aplicación justa y sana”. Y en p. 78 “Todo esto es demasiado vago. Las palabras –
dice Ripert en su obra antes recordada – tienen una fuerza singular: denunciando el abuso se invita al
juez a condenar el derecho”…Y si se adopta cualquiera de aquellos criterios, el Juez podrá actuar a
piacere, menos como intérprete de la Ley, que como sacerdote de la moral; con grande amenaza para la
certidumbre de los derechos individuales. Los peligros de ese extremo se experimentan a diario”.
31
CANDIAN, en Rev. Dir. Priv. 1932 II 43 citado por BETTI, Emilio Teoría general del negocio
jurídico Editorial de Revista de Derecho Privado, Madrid 1959 p. 290 nota 29, dijo: “El concepto de
orden público es esencialmente relativo e histórico; varía para los distintos ordenamientos políticos y
jurídicos, en el espacio y en el tiempo. Corresponde a la atenta y penetrante intuición del juez identificar
su contenido y fijar sus contornos, valorando las disposiciones especiales de la ley, el sistema general del
Derecho, las necesidades de la vida que, en relación a las condiciones sociales y políticas del momento,
pretende asegurar el orden jurídico”. Por nuestra parte pensamos que el concepto no varía, lo que cambia
es el contenido, los principios que lo conforman en función de las necesidades sociales vigentes en
función del tiempo y lugar que consideremos.
9
Por ende si orden público y ley son dos conceptos perfectamente diferenciables,
no podemos sostener la idea de definir al orden público como una categoría de normas,
es según nuestra postura, bastante más que eso.
Lo expuesto se prueba al revisar el texto de los arts. 144, 958 y 960 del Código
Civil y Comercial32 y 54 LGS, donde claramente las normas se refieren a la ley y al
orden público como conceptos distintos, y la letra del art. 2600 de Código en tanto
limita la aplicación del derecho extranjero cuando su aplicación lleve a soluciones
incompatibles “con los principios fundamentales de orden público que inspiran el
ordenamiento jurídico argentino”, lo mismo que el art. 517 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación ( y su correlativo de la Provincia de Buenos Aires ).
Es, en definitiva, una suerte de ius nos scriptum cuyo contenido cabe desentrañar
al interprete último del orden público que es el magistrado, pero que se define con los
principios constitucionales, convencionales y del derecho natural que lo conforman y
que, en cuanto tales, están más allá de las reglas positivas.
32
Art. 144 CCC: “Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación que esté destinada a la
consecución de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un recurso para violar la ley, el orden
público o la buena fe o para frustrar derechos de cualquier persona, se imputa a quienes a título de
socios, asociados, miembros o controlantes directos o indirectos, la hicieron posible, quienes
responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados. Lo dispuesto se aplica sin afectar los
derechos de los terceros de buena fe y sin perjuicio de las responsabilidades personales de que pueden
ser pasibles los participantes en los hechos por los perjuicios causados”. Art. 958 CCC: “Libertad de
contratación. Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido dentro de los
límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres” Art. 960: “ Facultades
de los jueces. Los jueces no tienen facultades para modificar las estipulaciones de los contratos, excepto
que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo
manifiesto, el orden público”.
33
ETCHEVERRY BONEO, R. Curso de derecho civil. Parte general p. 170, citado por ZABALLA,
Pablo Estudio sobre el orden público… ob. cit. p. 195.
10
El orden público debe ser visto desde un doble aspecto: a) desde un punto de
vista que podríamos llamar interno, o de autorregulación y b) desde un punto de vista
externo o de proyección de esos principios que lo componen que no son más que el
espíritu o el alma de un determinado orden jurídico en un momento histórico preciso y
que son usados como parámetro de referencia no escrito por la ley para cuatro funciones
concretas y excepcionales. Desde ésta óptica entonces el orden público puede ser
estudiado también como una fuente del derecho.
Para que se entienda lo que queremos decir, tomemos como ejemplo un régimen
teocrático como el de la República Islámica de Irán que pondrá a los principios
religiosos en la cúspide de la pirámide de los principios que componen su orden público
en virtud de los cuales se ordenará el resto.
Segundo, la enorme tensión que existe en los principios que lo integran, necesita
ser equilibrada, armonizada, hablamos ahora de una organización horizontal de los
principios.
distintos principios en tensión se traduce en una identidad jurídica que responde a darle
respuesta a las distintas necesidades sociales de una nación en un momento histórico
determinado. Esta función es absolutamente necesaria porque llevar a un extremo a
cualquiera de los dos principios que usamos en el ejemplo de arriba implica un
desajuste jurídico y político de consecuencias muy negativas.
Una vez que el orden público está constitucionalmente configurado –por decirlo
de algún modo– que tiene una identidad, se transforma en una suerte de espíritu del
orden jurídico, que le da un sonido único y de ese modo, ejerce sus funciones clásicas:
impide que el contenido de los principios que lo componen y que derivan en reglas que
se consideran fundamentales puedan ser dejadas sin efecto por convenciones entre
particulares (arts. 12 CCC) y también que los actos jurídicos en general y los contratos
en particular tengan objeto contrario al orden público, el que es declarado ilícito (arts.
279, 726, 1014 inc. a) CCC), impide la extraterritorialidad del derecho extranjero
12
cuando la aplicación de éste se le opone o de algún modo lo agrede (art. 2600 CCC),
sirve de fundamento para justificar la retroactividad de ciertas leyes (art. 7° a contrario)
y excusa la ignorancia del derecho (art. 8°). Sobre estos temas volveremos luego.
De este modo se presenta entonces el orden público como una fuente del
derecho.
Se tratará de explicar entonces la forma en que hay que estudiar el orden público
para comprender este doble funcionamiento, en su faz interna y en su faz externa.
34
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. ps. 289/90, allí el autor expresa: “En la
nueva concepción dinámica y positiva afirmada por el Estado fascista, el orden público comprende
también como parte esencial, el orden corporativo (disp.. prel. 31 # 2°), en cuanto se encamina éste a
mantener entre los individuos una solidaridad operante en el proceso de la producción y obtener la
constante conexión entre ellos y el cuerpo social. Ensanchada así la noción del orden público, también la
correspondiente noción de la ilicitud de cualquier comportamiento que lo viole sufre la extensión
correspondiente”. Queda claro entonces que el orden público opera como una fuente del derecho. Por otra
parte necesito destacar que cualquier semejanza del principio del orden corporativo con la doctrina
justicialista argentina es pura coincidencia.
13
Se trata entonces de una noción espacial –y por ende– nacional, por oposición a
universal, relativa por oposición a absoluta, condicionada, variable y temporal.
35
BARRA, Rodolfo “ Orden público en el derecho administrativo” ob. cit. La cita es larga, pero vale la
pena, el autor se está refiriendo a las naciones con gobiernos democráticos concebidos en un régimen de
libertad, ( no está hablando de los sistemas totalitarios ): “Como ya lo he indicado, la distinción entre
ordenamiento público y ordenamiento privado, dentro de cada ordenamiento nacional, supone e impone
la garantía de la libertad. Ciertamente existe un límite entre ambos sectores, límite que viene impuesto
por el principio de subsidiariedad. De esta manera, tal límite –verdadero deslinde de competencia entre
ambos sectores– “subirá” o “bajará” según las circunstancias, sin que la sociedad deje de ser libre, o
deje de ser gobernada, ya que lo será en conformidad razonable, con tales circunstancias. Pero si ese
movimiento ascendente o descendente excede lo razonablemente exigido por las circunstancias, la
libertad se verá amenazada: si desciende demasiado –más Estado, menos Sociedad– estaremos frente a
un régimen de tendencia totalitaria (según el grado de descenso); si asciende demasiado (más Sociedad
menos Estado) seguirá, según el grado de ascenso una tendencia anárquica, en ambos casos con daño al
bien común, y, por tanto al bien de cada uno de los individuos concretos. Esta neta distinción entre
ordenamiento público y ordenamiento privado no solo (aunque fundamentalmente) importa una
afirmación de la libertad, sino también, y consecuentemente, una también neta distinción entre Derecho
público y Derecho privado, distinción sobre la que cabe ya advertir que no es una mera clasificación
metodológica o expositiva, sino también y fundamentalmente, una garantía en favor de la libertad
individual y del buen gobierno”.
36
BARRA, Rodolfo C. “Orden público en el derecho administrativo” cit.: “Ya hemos visto que tanto el
Código de Vélez Sarsfield (art. 1197) como el actual Código Civil y Comercial (art. 959) consagran el
sistema de la “libertad negocial” como el corazón del ordenamiento jurídico. Esta es la regla de la
autonomía de la voluntad basada en la libertad negocial, lo que indica que las declaraciones de
voluntad destinadas a producir efectos jurídicos tienen un proceso de formación jurídicamente libre,
como también es libre el contenido u objeto de la declaración, sus formas de expresión (limitadas, en
muchos casos, sólo a los efectos probatorios), el tiempo de su vigencia, los modos de resolución, los
efectos del incumplimiento, etc. El derecho positivo garantiza esta sustancial libertad negocial –como lo
hace en el art. 959 citado– y sólo pone ciertos y excepcionales límites, por exigencias de justicia legal o
general, que no alteran el sistema en sí mismo. Los particulares –ya veremos que la cuestión es distinta
para los sujetos del sector público– se encuentran solo vinculados negativamente al ordenamiento
normativo: tienen un amplio margen de libertad hasta chocar con los límites que pueda imponer el
mismo ordenamiento”. Y en la nota al pie amplía: “Pero la barrera impuesta por el ordenamiento debe
ser expresa, además de no arbitraria y de interpretación restrictiva. Es la regla de oro de nuestros
14
para ponerle los límites que surgen impuestos a su vez por otros principios, por ejemplo
el de legalidad, razonabilidad, proporcionalidad y muchos otros no menos importantes.
Para nosotros sería inconcebible una norma con ese contenido porque
precisamente lo que busca el orden público es un equilibrio entre los principios que lo
integran y que se encuentran en tensión recíproca, no la supremacía de uno y la
anulación del otro, porque – como veremos – eso no es algo que suceda cuando de
principios estamos hablando.
sistemas de Estado de Derecho democrático: todo lo que no está prohibido, está permitido, que es, en
nuestro caso, un expreso principio constitucional establecido por el art. 19, Const. Nac.:“Ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no
prohíbe”. En una gráfica definición sobre el Estado totalitario, Curzio MALAPARTE pone en boca de un
personaje central la siguiente frase:(el Estado totalitario es aquél) “donde todo lo que no está prohibido
es obligatorio” ( La Pelle, Mondadori, Milano, 1980 p. 176 )”.
37
DEL VECCHIO, Giorgio Los principios generales del derecho ARA Editores, Perú 2006 p. 72.
38
RIPERT, Georges El Régimen Democrático y el Derecho Civil Moderno Editorial José M. Cajica Jr.,
Puebla, Mexico 1951 ps. 220/221: “Ya hemos mostrado cuán grande estimación tiene la democracia por
esa concepción de la libertad contractual. Con ella defiende la idea de igualdad y protege a los débiles.
Anular un contrato abusivo es, después de todo, rendir homenaje a la fuerza obligatoria del contrato
libremente celebrado. Cuando el legislador impide la adhesión irreflexiva, prohíbe la lesión, detiene el
abuso del derecho, en el fondo defiende la idea de la fuerza contractual y puede halagarse de
perfeccionar la obra del Código Civil. Además, es aplaudido por todos los que, apasionados por la
justicia, reprochan al contrato el que no lo realice siempre, y encuentran en la restricción de los efectos
de la voluntad, algunas de las reglas morales que la Iglesia hacía antes que la ley civil respetara”.
39
VON IHERING, Rudolf La lucha por el derecho Editorial Tor, s/f Buenos Aires p. 46. Recordemos
que IHERING, era partidario de que la necesidad de la libertad de la vida individual recibe su satisfacción
en las instituciones del derecho privado, que representan, en su conjunto todas las manifestaciones de la
libertad individual “y cada una de ellas es la expresión de una necesidad, de un fin determinado de
libertad. Y ello fue realizado con mano maestra por los romanos: hicieron del fin de la institución la
medida de la libertad acordada al individuo. La libertad abstracta encontraba así, en el fin mismo de las
diversas instituciones, su medida y sus límites. Le era trazada una vía en la que debía mantenerse bajo
pena de contradecirse a sí misma. La teoría de la libertad en las diversas instituciones es la disciplina
realizada del sentimiento abstracto de la libertad. Todo acto que contraría el fin de la institución es nulo
15
“El disvalor del poder surge por hipertrofia del mismo, por excesivo auto
crecimiento. Es así que si el límite impuesto a la autonomía de la voluntad fuera
excesivo, por ser excesiva la heteronomía que la coarta, en esa comunidad se viviría la
opresión, que es en definitiva el disvalor del poder. En otros términos cuando frente a
un conflicto real o eventual la represión que emana del poder es exagerada, ya no es
defensa, sino agresión, que como represión irrazonable o desmedida se transforma en
opresión”40.
Por eso se ha dicho que es fácil obtener coincidencia en los extremos y difícil la
apreciación y deslinde entre los intermedios, evidentemente “aún bajo el imperio de un
mismo ordenamiento legal, no será igual la interpretación que se da a cualquier
problema que suscite y estén comprometidos estos supuestos, por quienes tenemos una
formación respetuosa de la exaltación de los valores humanos como fin lícito del
cuando sobrepasa el contenido normal según los usos actuales del derecho que pretende poner en
movimiento; y tampoco lo es cuando contradice el régimen social existente”. También, en la misma obra
p. 197, en cita a Julio O. De Roa Del orden público en el derecho positivo Buenos Aires 1926, dice:
“Estudiando luego el juego de la libertad en la vida jurídica, determina que el orden público “ es una
regla de equilibrio de la infinidad de intereses jurídicos en juego que el derecho reconoce ” y que la
función del orden público es mucho más amplia que el orden del contralor de los actos particulares, pues
en su nombre el legislador modifica leyes cuando están en contraste con la realidad, y conforma el
contenido de las instituciones a las nuevas exigencias del comercio jurídico. Así opina que no
corresponde caracterizar el orden público por la naturaleza de ciertos derechos, porque no estando
especialmente unido a ninguno tiene contacto con ellos y regula a todos y su objeto en el derecho
positivo es el equilibrio jurídico asegurado en la sociedad civil; disciplina las actividades jurídicas,
limitando y protegiendo las libertades y contemporizando los diversos intereses en juego; crea el derecho
y lo acomoda a las necesidades de la vida real, respondiendo en todo ello, a su función de regulador
normal de los elementos subjetivos y objetivos del derecho”.
42
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. p. 277.
43
YACOBUCCI, Guillermo J. “ Derecho penal y orden público” LA LEY del 9/11/2015 y sigue:
“Justamente la Corte remarca que no se puede alcanzar el bien común sin el respeto de los derechos
fundamentales, pues “ de otro modo, no se habrían establecido los derechos individuales para limitar
anticipadamente la acción legislativa; por el contrario, se hubiera prescripto al legislador la proporción
del bienestar de la mayoría de la población, sin tener en consideración a las minorías. La garantía de la
igualdad ante la ley carecería de sentido e imperarían sin control, los intereses mayoritarios, sin
importar el contenido que tuviesen (Fallos, 312:496, consid. 10, y 304:1524)” .
17
Dicho ello, se aprecia que el orden público se presenta como una herramienta
hermenéutica de suma importancia, porque su proyección constituye el espíritu del
orden jurídico. Y va a ser en definitiva el juez cuando por derivación positiva defina
finalmente su contenido. Va a ser quién diga si un acto jurídico tiene contenido ilícito,
si una convención conjuró principios de orden público, si aplica o no el derecho
extranjero a un determinado caso, etc.
Sobre éste punto se ha dicho que el orden público como concepto que resume
esos principios y derechos básicos, tiene una cualidad histórica, razón por la cual no es
de extrañar, “sino que, por el contrario resulta natural, que pueda y deba ser distinto en
función de la sociedad de que se trate, e inclusive, de una misma sociedad, según la
época en que se la enfoque…Lo que ocurre es que esos principios y derechos pueden
ser históricamente interpretados de una manera diferente, circunstancia a la que debe
agregarse su conjugación con otros principios y derechos de carácter temporal y
espacial, que necesariamente conforman a toda sociedad en los ámbitos político,
moral, social, cultural y económico. Al orden público, en sí, no cabe entonces
visualizarlo como algo abstracto, sino que es eminentemente concreto y realista
adscripto a una sociedad históricamente considerada”45.
44
MARTINEZ, RUIZ, Roberto ob. cit.
45
DE PAZ Y GEUSE, Alicia M. y RAMAYO, Raúl A. “Constitución Nacional, derecho extranjero y
orden público” ob. cit. p. 927, estos autores siguen diciendo sobre el tema: “No contesta a la pregunta de
cuales debieran ser los principios y derechos básicos en que debe descansar una sociedad, sino que su
finalidad está dirigida a determinar cuáles son los principios y derechos básicos que una sociedad, en
un momento dado, cataloga como fundamentales…Planteadas así las cosas se advierte que el problema
no radica en la búsqueda de un contenido concreto que sea válido para todas las comunidades – de suyo
utópico – sino que la pretensión es más modesta ya que apunta a precisarlo respecto de una comunidad
en particular y en una época dada”.
46
Sobre la historicidad del orden público puede verse VIGO, Rodolfo L. Interpretación jurídica Cap. IX
“ Orden público y orden público jurídico” ps. 200/01 (también publicado en JA del 16/10/1985) y VIGO,
Rodolfo L. y SODERO, Eduardo “Orden público y orden público jurídico” LA LEY 26/11/2015 p. 4,
los autores sostienen que el bien común político es indudablemente dinámico y cambiante históricamente.
18
Ello es así porque la esfera del individuo varía tanto por causas materiales
propias de cada época y lugar, como bajo la influencia de las tendencias espirituales.
Filosófica, como históricamente la libertad de acción individual, tiene sus evoluciones.
Se trata, con todo, siempre de un problema único.
Pensemos en el siguiente ejemplo: hace unos veinte años dos personas del
mismo sexo se presentaban en el Registro Civil de su pueblo a pedir turno para celebrar
su matrimonio, el orden público vigente entonces les impedía contraer matrimonio.
“Es que éste fin, al que el orden público procura satisfacer, reviste un carácter cambiante según
circunstancias de tiempo y lugar…Y la mutabilidad de ese fin común impone inevitablemente la misma
condición al orden que tiene razón de medio. Este camino, que es el orden, responde igualmente a esos
concretos hombres que conviven aquí y ahora, por eso este orden que es práctico y dinámico exige una
inacabada reformulación para así constituirse permanentemente en el mejor medio posible de lograr,
conservar o perfeccionar el bien común político…Hemos puesto el acento en la aludida mutabilidad del
orden público, pero nos hace falta precisar que tal cambio debe ser entendido desde un núcleo
inmutable. Para entender éste, basta comprobar en el hombre esa doble dimensión de la que participa el
mismo, constituido esencialmente como algo inmutable, y además, encarnado con ciertos accidentes
contingentes y variables de hombre a hombre. Sabido es que si nada permaneciera no podríamos
verificar la presencia del cambio, pues habría sustitución y no cambio. La historicidad es cambio
permaneciendo la mismidad, ese cambio no afecta la naturaleza esencial del hombre, o sea aquello en
virtud de lo cual el hombre es precisamente hombre, pero la historicidad radica en la naturaleza, no hay
mudanza sino en el mismo ser. Naturaleza humana e historia son inescindibles, de donde el bien devenir
influirá en esas normas constitutivas del orden público, es necesario afirmar el núcleo de inmutabilidad
del mismo; si afirmáramos la totalidad del cambio ello implicaría negar las dimensiones y
requerimientos esenciales e inmutables de lo humano”.
47
En este sentido nos apartamos de Salvat quién en el parágrafo 248 del T. I de su Tratado sostiene:
“Pero la noción de orden público, dependiendo como depende de las ideas que dominan en una
sociedad, varía considerablemente en el espacio y el tiempo. Principios que en una sociedad son
considerados esenciales para la conservación del orden social, no lo son en otra sociedad o en otra
época”. Discrepamos porque nosotros entendemos que no cambia la noción de orden público, que como
dijimos arriba es inmutable, sino que cambian las circunstancias históricas en la que se aplican lo que
impone una diferente interpretación de los mismos. Cambian en el tiempo en una misma nación y
cambian de una nación a la otra. También, pese a existir más de setenta años entre una opinión y la otra
ver TOBIAS, José W. ob. cit.: “La indicada caracterización explica su variabilidad en el tiempo, según
varíen los valores y principios que el medio social percibe como fundamentales. Explica también, lo que
es visto como un ‘péndulo de la autonomía de la voluntad’, según las ideas políticas o ideologías
prevalecientes (el orden público concebido como el orden corporativo fascista en una época de Italia o
asimilado al interés de las Repúblicas Socialistas Soviéticas en otra época) o variable asimismo en los
negocios jurídicos patrimoniales según las ideas económicas prevalecientes: una economía dirigista
basada en el orden público de dirección o un retroceso de ella reemplazada por un orden público de
protección”; ver también BUSSO, Eduardo Código Civil Anotado ob. cit. Tomo I p. 189: “La dificultad
proviene en primer lugar del hecho de depender la noción de orden público de las ideas que dominan en
una sociedad con la consiguiente variación en el espacio y el tiempo”.
19
Recordemos las suspensiones de juicios que por la emergencia del 2001 eran
operativas hace unos años y ahora no lo son, simplemente porque nadie las necesita y
más atrás en el tiempo con las leyes de prórrogas de las locaciones.
El contenido del orden público cambia, porque cambian las necesidades sociales
y por ende las circunstancias que rodean al intérprete de los principios que lo
componen, la caracterización del régimen político que regula la convivencia marca la
relación o proporcionalidad entre la defensa del orden público y la esfera de los
derechos de los ciudadanos49.
En éste sentido la CSJN, con fecha 14 de marzo de 2017 hizo suyo un dictamen
de la subprocuradora que se expidió sobre un caso que se presentó en el marco de una
sucesión.
Los hechos del caso fueron: la recurrente contrajo primeras nupcias en Argentina
y se separó en los términos de la ley 2393 en el año 1972, debe recordarse que en aquél
entonces la sentencia no producía la disolución del vínculo marital, lo que se produjo
recién con la promulgación de la ley 23.515 de divorcio vincular. En el año 1978 la
recurrente contrae segundas nupcias en Venezuela, sin tener el vínculo disuelto de su
primer matrimonio. Finalmente su primer marido fallece en el año 1983.
Así las cosas, en el proceso sucesorio del marido en segundas nupcias de trámite
en el país el juez de grado le reconoce el carácter de cónyuge supérstite y la declara
heredera en los bienes propios, sin perjuicio de los correspondientes derechos sobre los
gananciales. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil sala J, revocó el
pronunciamiento porque entendió que el matrimonio celebrado en Venezuela lo fue en
fraude a la ley Argentina, porque en ese momento el vínculo marital no se había disuelto
según la normativa entonces vigente.
Respecto a nuestro tema de estudio dice el dictamen que la Corte hace suyo: “En
esos precedentes se consagró como criterio la noción de que el orden público
internacional no es una herramienta exegética inmutable y definitiva, sino
esencialmente variable, por lo que “… la confrontación debe hacerse con un criterio
de actualidad…” (Fallos: 319:2779, cons. 7°). En ese contexto, dado que a partir de
48
Comparemos este ejemplo de hoy con lo que decía Llambías en la Parte General de su Tratado de
Derecho Civil T. I ob. cit. ps. 56/7 cuando hace referencia a las normas imperativas: “ Así no se decretará
el divorcio sino por las causales admitidas por la ley, aun cuando los esposos concordaran en separarse
legalmente por otros motivos, v. gr., incompatibilidad de caracteres, porque lo relativo al matrimonio es
asunto que interesa al bien común de la sociedad, no admitiéndose que el interés particular pueda alterar
el régimen matrimonial, que es siempre de carácter rigurosamente imperativo”. Se puede apreciar en toda
su dimensión como cambia a través del tiempo el contenido del orden público.
49
YACOBUCCI, Guillermo J. ob. cit.
20
50
CSJN “Courouyan, Rodolfo s/ Sucesión Ab-Intestato” del 14 de marzo de 2017.
51
Respecto al criterio de actualidad con que debe ser ponderado el orden público ver también CSJN
Fallos 339:1808 “Recurso de hecho deducido por María Cristina Ferrari en SOLA, Vicente s/ Sucesión
Ab-Intestato” del 12 de noviembre de 1996.
52
TRIGO REPRESAS, Félix “Orden público en el derecho de las obligaciones” cit., en cita a su vez a
LAVALLE COBO, Jorge su comentario al art. 21 de Código Civil y leyes complementarias. Comentado,
anotado y concordado Director BELLUSCIO, Augusto C., Coordinador ZANNONI, Eduardo A. Astrea,
Buenos Aires, 1978 T. 1 p. 104; LOPEZ OLACIREGUI, “Adiciones” al Tratado de Derecho Civil
Argentino. Parte General SALVAT, Raymundo T. I p. 256 n° XXXV TEA, Bs.As. 1964 y
ENNECCERUS, Ludwig – NIPPERDEY, Hans Carl Derecho Civil Parte General trad. Blas Pérez
González y José Alguer, Barcelona, Bosch Casa Editorial, 1947, T. 1 p. 192; FRESNEDA SAIEG,
Mónica L., ESBORRAZ, David Fabio y HERNANDEZ, Carlos Alfredo “La norma de orden público y su
funcionamiento” ED, 166-839; ver también CSJN Fallos 172:2: al resolver sobre la inconstitucionalidad
de la ley 11.741, ley de emergencia que fijó un interés máximo a los mutuos hipotecarios y prorrogó sus
vencimientos, dijo la Corte “aunque esa ley no lo dijera, es indudable que tendría ese carácter de orden
público, dados los hechos y finalidades que la motivaron revelados en la discusión que la precedió en
ambas Cámaras de Congreso”, ver LUQUI, Roberto Enrique “ Reflexiones sobre el concepto de orden
público” ob. cit. nota 21.
21
A modo de ejemplo y sin intentar ser exhaustivos, para señalar una clásica
colisión de principios de orden público que obedecen a diversas materias señalamos los
problemas interpretativos que se han generado con las leyes de emergencia económica
que son de orden público económico promotoras de la llamada flexibilización laboral y
el orden público laboral que férreamente se ha opuesto con argumentos
constitucionales53.
Por eso entendemos que esta materia no integra la dogmática jurídica y es,
definitivamente, un capítulo de la teoría de la interpretación y si lo profundizamos aún
más, un importante tema de la filosofía del derecho.
Es necesario advertir que para resolver estas colisiones que son un fenómeno
empírico concreto y real, no es necesario suscribir ni la tesis de la unidad o la de la
pluralidad del orden público, posiciones que se presentan en el plano teórico.
Por nuestra parte estamos convencidos de que el orden público es uno sólo y que
proyecta su impronta como un espíritu omnipresente, como un alma, en todas y cada
una de las distintas ramas del ordenamiento jurídico.
53
Sobre este tema ver GRISOLIA, Julio Armando “Orden Público en el derecho laboral” LA LEY 17 de
noviembre de 2015 p. 2: “Parte de la doctrina ha introducido el concepto de orden público económico,
que tiene como meta inmediata la eficacia económica; es circunstancial, ya que se relaciona con las
modificaciones y cambios propios de la economía. Los que avalan esta posición entienden que cabría
imponer, por ejemplo, con carácter de orden público, disposiciones que limiten los convenios colectivos
de trabajo si las pautas salariales fijadas incidieran negativamente en la economía de la sociedad.
Sardegna critica la concepción que hace prevalecer el orden público económico por sobre el laboral.
Refiere que el orden público económico lejos está de poseer la objetividad, certeza, imparcialidad
jurídica y consenso social libre, inherente a un estatuto inderogable en defensa del bien común que, por
el contrario, posee el orden público laboral destinado como está a otorgar protecciones mínimas
inderogables in pejus respecto de los sectores más débiles de la sociedad. La renunciabilidad de los
derechos no conduce al bienestar general pasando por el orden público económico. Quienes comenzaron
a propiciar este singular orden público indicaban que el mismo superaba éticamente al laboral, por no
ser de naturaleza unilateral o sectorial como éste, y lograrse, en definitiva, con su invocación, mayores y
mejores condiciones de trabajo, objetivo de bien común. El bienestar de todos, de acuerdo con ésta
doctrina se hallaría por encima del sectorial”. Ver también en ésta misma publicación el trabajo del Dr.
Gustavo MONTENEGRO “ El orden público . Una mirada desde el Derecho del Trabajo en el contexto
de la globalización y a la luz del Código Civil y Comercial de la Nación” que trata estas delicadas
cuestiones.
22
Las interpretaciones jurídicas a su vez están teñidas del color político del
intérprete54 y la política en las democracias actuales se rige por la lógica de la ley del
número y aquí es donde nuevamente debe aparecer el equilibrio y, sobre todo, la
fortaleza en el espíritu del intérprete para evitar la tiranía política de quienes
representan la fuerza del número55.
Este tema se relaciona con los límites que tiene el juez para interpretar el orden
público, para aplicarlo y justifica el contenido del punto siguiente.
La vaguedad e imprecisión del contenido del orden público fue el gran tema que
desveló a los juristas desde siempre y en parte justifican las dificultades que expusimos
al comenzar este trabajo.
Desde ésta óptica cabe apreciar los límites al orden público tanto desde las
fronteras en las que se mueve el poder legislativo para decir si determinada ley es o no
de orden público, como desde las facultades de los magistrados, en tanto interpretes
últimos del orden público y artífices, en consecuencia, de su materialización.
Tanto uno como otro accionar tienen el mismo límite: las garantías
constitucionales, convencionales y los derechos naturales de los hombres56.
Por nuestra parte explicaremos los límites que le caben a la aplicación del orden
público por parte del órgano jurisdiccional.
54
Nos hacemos cargo que la afirmación puede dar lugar a debate y amerita algunas explicaciones, sin
embargo ello implicaría desnaturalizar este trabajo. Ver sobre éste punto la explicación de
CIANCIARDO, Juan “ Argumentación, principios y razonabilidad. Entre la irracionalidad y la
racionalidad ” en Dikaion, 23-1 (2014) DOI: 10.5294/DIKA.2014.23.1.2.
55
Nos referimos concretamente y sin eufemismos a las inefables tentaciones populistas.
56
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. p. 49 transcribe en nota 1 el párr. 3°, Ti. I
de la Constitución francesa de 1791 “ La pouvoir legislatif ne pourra faire aucunes lois qui portent
atteinte a l’exercice dos droits naturels de l’homme”.
57
Sobre éste punto Saleilles al comentar el artículo 138 del Código Civil alemán vigente en la primera
mitad del siglo veinte que expresamente excluyó la fórmula del orden público (“ Un acto jurídico que
viola –contrario– a las buenas costumbres es nulo…”) decía: “…se comprendió todo lo peligroso que
había en poner en las manos del juez un arma tan amenazadora, y dejarle tamaña libertad en un terreno
tan vago y tan indefinido como es el principio del orden público”. En Alemania se temía que el juez
pudiera formular un principio teórico apenas admitido por la ley, y del cual la misma ley no hubiera
23
Ese temor secular era sostenido en el peligro que significaba para los individuos
la imprecisión de la noción del orden público que contrariaba las exigencias de lógica y
claridad por un lado y por el otro la discrecionalidad del intérprete que le abre las
puertas a la arbitrariedad judicial. No hay duda de que el orden público puede ser
invocado para justificar todo género de actos de policía y de opresión y que en ciertos
casos puede ser considerado como un mandato en blanco otorgado al juez59.
extraído tales consecuencias lógicas y prácticas, de manera que habría sido el juez quién fijara los
límites de los principios constitucionales; en consecuencia la segunda comisión suprimió la mención del
orden público, manteniendo la de las buenas costumbres, admitiéndose que por ellas debían entenderse
las concepciones tanto de moralidad pública como privada, aplicables a contratos y actos juzgados
según las concepciones corrientes como contrarios a la moral social o pública, y a los deberes debidos al
Estado y a la colectividad, y también a los que se consideran que violan las costumbres privadas; con lo
que el punto de vista extraído de las buenas costumbres volvía a comprender el orden público, pero en
forma de criterio de apreciación tomado de concepciones puramente positivas, no de principio teórico. “
Sintetizando la exposición de Saleilles, resulta que se concibió al orden público como esencialmente
teórico, compuesto de los principios bases del orden social, y que, precisamente se quiso evitar que el
juez pudiera mediante el uso de un principio teórico, deducir consecuencias de aplicación lógicas,
debiendo en cambio atenerse a la concepción corriente práctica. En otras palabras se trata en el fondo
del temor al arbitrio judicial, el que se persigue evitar, suprimiendo a la magistratura el empleo legal de
principios abstractos y teóricos” Citado por ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público… ob. cit.
ps. 228/9.
58
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. ps. 16/7.
59
Ibídem nota 3 en cita a Henri Capitant y E. Martínez Paz ( “ El concepto del orden público en el
derecho privado positivo” conferencia en Rev. Del Colegio de Abogados de Buenos Aires, XX, sept-oct.
1942, p. 665).
24
Sin embargo, pese a la claridad de la norma, surge diáfano lo que omite: las
garantías convencionales que tienen rango constitucional.
Ahora bien, la mejor forma de explicar este tema de los límites objetivos para
aplicar el orden público es responder a una serie de cuestiones, que sin ser exhaustivas
nos van a dar una idea o pauta de lo que el juez podría o no hacer.
Para responder esta pregunta es necesario evaluar cuáles son los elementos que
le provee el ordenamiento para proteger al orden público, en tal sentido es necesario
destacar que el juez cuenta con tres poderosas herramientas para ello: a) puede actuar de
oficio; b) cuenta con el instituto de la nulidad absoluta; c) que es además imprescriptible
e inconfirmable60.
Aquí tenemos algunas pautas de los elementos y los límites que el legislador
pone a disposición del juez como custodio del orden público.
En tal sentido puede actuar de oficio. La actuación del juez de oficio a pesar de
que se encuentre en el Código sustantivo es una prerrogativa procesal que tiene
relevancia únicamente en el marco de un proceso judicial en trámite, porque de otro
modo no puede interpretarse.
60
Art. 387 CCC “Nulidad absoluta. Consecuencias. La nulidad absoluta puede declararse por el juez,
aun sin mediar petición de parte, si es manifiesta en el momento de dictar sentencia. Puede alegarse por
el Ministerio público y por cualquier interesado, excepto por la parte que invoque la propia torpeza para
lograr un provecho. No puede sanearse por la confirmación del acto ni por la prescripción”.
25
Es ésta una cuestión que estudiada a fondo excede en mucho el objeto de éste
trabajo, sin embargo nos limitaremos a fijar posición al respecto sin entrar a discurrir
por cuestiones de teoría general o filosóficas.
Dentro del plano procesal también cabe preguntarse que sucede con los institutos
de la preclusión y la cosa juzgada, por nuestra parte entendemos que deben respetarse la
autoridad de la cosa juzgada y la definición de las situaciones producidas por el
consumo jurídico62, puesto que la invocación del orden público no les da a los jueces la
posibilidad de arrasar con institutos en los que se sostien la seguridad jurídica.
Otra limitación legal que tiene es respetar la regla que dispone que no puede
conjurarse el principio liminar de que nadie puede plantear la nulidad invocando su
propia torpeza para lograr un provecho ( art. 387 CCC ).
En cierto modo esta regla continúa la línea fijada por el art. 1047 del Código de
Vélez, en tanto ésta norma legitimaba para plantear la nulidad a todos los que tengan
interés en hacerlo, excepto el que ha ejecutado el acto, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba.
61
Art. 272 CPCBA y 277 CPCCN: “Poderes del Tribunal. El tribunal no podrá fallar sobre capítulos no
propuestos a la decisión del juez de primera instancia. No obstante deberá resolver sobre los intereses y
daños y perjuicios u otras cuestiones derivadas de hechos posteriores a la sentencia de primera
instancia”.
62
LLAMBIAS Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I p. 151 ob. cit.
26
Se ha sostenido sobre éste punto que “la ley ha hecho aquí una aplicación de la
máxima propriam turpitudinem allegans non est audiendus ( no es oído el que alega
su propia torpeza ); parecería inmoral, en efecto acordar el derecho a demandar la
nulidad a la parte que hubiere procedido de mala fe”63.
Un autor ha dicho que “se emplea la expresión torpeza como sinónimo de acto
contrario a las buenas costumbres o a la moral: el que paga para silenciar un delito
propio o ajeno; el que paga el importe de una prestación de contrato que persigue un
fin inmoral, una casa de juego, realiza un acto torpe”64.
Sin embargo la cuestión no está tan clara cuando ambas partes son concurrentes
en la torpeza, “Así Marcadé expresa: ‘Los jurisconsultos que responden negativamente
(a la repetición en caso de torpeza común) sostienen que la ley no puede venir en
socorro del delincuente, no puede admitir una acción que surge de un acto ilícito. La
ley –dice– permanecerá extraña a tales actos, las cosas quedarán siempre en el estado
en que se encuentran’. Y esa doctrina es para Marcadé tan contraria al interés social
como la ley”66.
Por otro lado es necesario admitir que darle legitimación al torpe para plantear la
nulidad que ha causado era coherente con la regla del viejo art. 502 del Código de
Vélez, que disponía que la obligación fundada en una causa ilícita es de ningún efecto,
pero en el código vigente no hay una disposición correlativa, pues el art. 726 se asimila
63
SALVAT, Raymundo M. Tratado de derecho civil argentino ob. cit. T. 2 p. 490.
64
RODRIGUEZ DE LA TORRE, Rodolfo “La máxima Nemo auditur propriam turpitudinem allegans en
nuestro derecho” en Revista del Colegio de Abogados de Rosario T. II Agosto 1930-Julio 1931 p. 109.
65
Ibidem.
66
Idem p. 110, en el mismo trabajo el autor transcribe a Bibiloni, autor del Anteproyecto de Reformas al
Código Civil Argentino: “Cuando se niega la acción de repetición so pretexto de torpeza común, se
asegura al otro contratante la adquisición de lo que ha recibido por un pacto inmoral. Recibe por manos
de la ley el precio de su corrupción o delito. Esta impunidad es contraria al interés público. No se evitan
las corrupciones con negar la acción de repetición; se facilitan, se alientan, se recompensan. Las puertas
del Pretorio deben permanecer cerradas ante la exhibición de tales torpezas, se dice. Mejor sería
abrirlas. Así se agregaría un freno más para detener las acciones viles ¿ Que otro castigo mayor puede
haber para ciertas gentes que obligarles a restituir el precio de la ignominia? Por eso la doctrina va
desapareciendo, entre distinciones para unos, en absoluto para los más”.
67
Idem ps. 111/12 “Un pacto por causa ilícita es nulo. ¿ luego que queda ? Un pago por una suma no
debida. He ahí por qué él debe ser motivo de repetición”.
27
de algún modo al art. 49968 del Código Civil, y el art. 1014 inc. 1° CCC, que refiere
que el contrato es nulo cuando su causa es contraria a la moral, al orden público y las
buenas costumbres es lo más parecido que ahora tenemos al viejo art. 502.
Sin embargo y suponiendo que el acto cuya nulidad se pide sea un contrato,
estaríamos en un círculo vicioso, porque antes se decía que la obligación nacida de una
causa ilícita era de ningún efecto, pero ahora la causa ilícita está referida al contrato que
es fuente de obligaciones. Entonces el torpe no puede plantear la nulidad absoluta que
ha generado, porque no encuentra respaldo en ninguna norma que deje sin efecto la
obligación nacida de una causa ilícita.
Aquí debemos decir que se ha vuelto sobre una cuestión que no se planteaba
desde hace siglos, o mejor dicho, milenios.
68
Art. 726 CCC “Causa. No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de un hecho idóneo para
producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico”. Art. 499 CC “No hay obligación sin causa, es
decir, sin que sea derivada de uno de los hechos, o uno de los actos lícitos e ilícitos, de las relaciones de
familia o de las relaciones civiles”.
69
COMPAGUNCCI DE CASO, Rubén H. El negocio jurídico p. 259 Astrea, Buenos Aires 1992.
70
CIFUENTES, Santos Negocio jurídico 2° edición actualizada y ampliada p. 485, Astrea, Buenos Aires
2004, en cita al Digesto Libro XVII, leyes 7 y 8; Savigny, Sistema de derecho romano actual t. II p. 398,
28
Se ha reeditado entonces una discusión perimida hace siglos y que había sido
criticada nada menos que por Savigny y que se refería a unas reglas del Digesto romano,
con lo cual no se aprecia la novedad de la norma, ni mucho menos su conveniencia.
En resumen ahora se nos presenta un nuevo dilema del que no hablaban los
juristas desde el Digesto romano y es el siguiente: si el torpe puede plantear la nulidad
de un acto generado por su propia torpeza para evitar una pérdida o no.
También debemos tener presente que no hay orden público que autorice el
despojo del derecho de propiedad, ello es así porque la “aludida garantía de la
propiedad también integra el orden público de nuestro país, por lo que no se estima
lógico que pudiera invocarse esa misma noción para llevar un ataque a la propiedad
privada”72.
Dicho eso, se nos presenta otra cuestión y se relaciona con la posibilidad del juez
de tratar una nulidad planteada por una parte que claramente ha obrado contra sus
propios actos, en contra del ahora legislado principio73.
Los magistrados deben aplicar el orden público dentro de los límites legales, y
sobre todo constitucionales y convencionales que deben respetar siempre y no deben
usar el orden público como excusa para justificar excesos.
74
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. p. 76.
30
ordenamiento jurídico argentino que no son otros que los del orden público interno75.
Sobre esta cuestión en el capítulo donde estudiamos la función internacional del orden
público se harán algunas consideraciones a donde remitimos para evitar reiterar.
Por eso entendemos que tanto esta distinción como la que ilustra la enumeración
enunciativa que sigue se hacen con fines meramente didácticos y no sustanciales en la
inteligencia de que existen muchos órdenes públicos. En ese sentido se habla de orden
público constitucional y convencional, orden público institucional, orden público
económico, orden público de la igualdad, orden público de la libertad, orden público en
derecho concursal, orden público societario, orden público laboral, orden público en
derecho del consumidor, orden público en el arbitraje, orden público en el derecho
administrativo, procesal, ambiental, de familia, sucesorio, etc.
Son estas expresiones usadas en dogmática para explicar cómo funcionan dentro
de cada una de ellas los principios de orden público a los que nos hemos estado
refiriendo, pero en ningún caso se trata de órdenes diversos, es el mismo en sus distintas
aplicaciones.
Esta función del orden público interno vista desde el punto de vista del derecho
internacional privado puede denominarse como punto de desconexión que impide la
aplicación de la ley extranjera normalmente competente. Ello en oposición a los puntos
75
No podemos sin embargo dejar de mencionar la calificada opinión en contra sobre este punto de
SALVAT, Raymundo M. Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General. T. I p. 171 ob. cit. este
autor comentando el artículo 14 del Código de Vélez sostenía: “Pero debe observarse que no todos los
casos que entran en el orden público de un país en cuanto a su régimen interno, son también de orden
público en cuanto al orden internacional. Las leyes que rigen la capacidad, por ejemplo, son de orden
público bajo el aspecto interno y los domiciliados en nuestro país no podrían renunciar a ellas ( art. 19 y
21 ); pero en el orden internacional no son de orden público, puesto que la capacidad de una persona
domiciliada fuera de nuestro país se rige por la ley de su domicilio. Existe, pues, un orden público
interno y un orden público internacional, siendo el primera mucho más amplio, mucho más comprensivo
que el segundo”. Por nuestra parte pensamos que se trata de un solo orden público: el orden público
argentino que tiene una función específica: limitar o repeler la aplicación del derecho extranjero cuando
esas normas fueren incompatibles con el espíritu de nuestra legislación. Que es algo bastante parecido a la
fórmula del actual art. 2600 del CCC. Cuando Salvat habla de que la capacidad de una persona se rige por
la ley de su domicilio, y que esa es una cuestión que aquí es de orden público, eso es cierto. Pero también
es cierto que no es contrario al espíritu de nuestra legislación que cada Nación diga lo mismo que nuestra
ley, esto es que la capacidad de una persona se rija por la ley de su domicilio. Entonces si una ley
extranjera que habla de la capacidad de una persona es diferente a la nuestra, esa ley no agravia nuestro
orden público interno y es aplicable. Ello es así porque la pregunta que hay que responder es si la ley es
contraria a los principios que fundan nuestro orden público y que una ley extranjera regule la capacidad
de las personas de un modo diverso al nuestro no es incompatible con el espíritu de nuestra legislación,
sino más bien todo lo contrario: ambos ordenamientos disponen que cada Nación regula la capacidad de
las personas por la ley de su domicilio.
31
de conexión que existen en las normas indirectas o de colisión que enlazan algún
elemento de la relación jurídica con una ley material extranjera que se convierte por ello
en ley de competencia normal76.
V.- Principios.
Los principios son estándares jurídicos que funcionan de modo diverso a las
reglas y contienen directrices políticas cuyo contenido obedece a objetivos que “han de
ser alcanzados en tanto implican una mejora en el campo económico, político o social
de la comunidad”, son fundamento del ordenamiento jurídico y han de ser observados
no porque favorezcan o aseguren una situación económica política o social que se
considera deseable, sino porque es una exigencia de justicia, equidad o alguna
dimensión de moralidad78.
76
BUSSO, Eduardo Código Civil Anotado. Parte General T I p. 127 ob. cit.
77
FRESNEDA SAIEG, Mónica L., ESBORRAZ, David Fabio y HERNANDEZ, Carlos Alfredo “ La
norma de orden público y su funcionamiento” ob. cit., dicen los autores: “Por otra parte, la captación del
orden público puede hacerse a través de normas generales o individuales, Las primeras de ellas se
refieren a casos futuros abstractos (v. gr. la ley) y realizan el valor previsibilidad, en tanto que las
segundas refieren a casos pasados y concretos (v. gr. la sentencia) las que realizan el valor inmediatez.
Esta distinción adquiere relevancia por cuanto las normas generales expresan frecuentemente un orden
público “textual” al resultar expresamente del mandato del legislador, mientras que las normas
individuales son proclives a consagrar un orden público “virtual” que emerge de los valores sociales
considerados en cada caso concreto por el encargado del funcionamiento”.
78
VIGO, Rodolfo L. Interpretación jurídica cit. Capítulo II “La interpretación jurídica en Ronald
Dworkin” p. 46; VIGO Rodolfo L. “Principios generales del derecho y principios (estado de derecho legal
y estado de derecho constitucional, respectivamente)” LA LEY 2011-A 1129.
79
VIGO, Rodolfo L. ídem p. 47. Ver también CIANCIARDO, Juan “Principios y reglas: una
aproximación desde los criterios de distinción” en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, vol.
XXXVI, núm. 108, septiembre-diciembre, 2003, pp. 891-906. Universidad Nacional Autónoma de
México: “Cabe no obstante resaltar algo obvio: se trata indudablemente, de consecuencias de gran
32
En tanto principio, tiende una suerte de puente que conecta el sistema jurídico
con el sistema axiológico, y lo hace con una pluralidad de valores al mismo tiempo. La
misión de la ciencia respecto de los principios, no es otra que su aprehensión, y será
más o menos eficiente en la medida en que logre o no su determinación, porque si el
objeto de la ciencia del Derecho es el conocimiento del ordenamiento jurídico, éste no
será completo mientras no se llegue a la determinación de los principios que lo
informan. En definitiva los principios constituyen la parte permanente y eterna del
Derecho y también la cambiante que determinan la evolución jurídica. Son las ideas
fundamentales e informadoras de la organización jurídica de una nación.
Los principios ofrecen razones en favor de una u otra decisión, consisten en una
orientación pararracional, un argumento autoritativo en favor de una u otra decisión, una
razón que discurre en determinada dirección, el juez construirá desde un principio un
enunciado normativo general que modulará conforme a las características particulares
del caso81.
En lo que a éste tema respecta, no señalaremos todas las diferencias que existen
con las normas jurídicas82, para no desenfocarnos de lo que queremos subrayar, sino
que diremos que en caso de contradicción de normas una de ellas no puede ser válida,
si la que la contradice lo es y la decisión por medio de la cual se declara la validez de
una y la invalidez de la que la contradice se formula apelando a consideraciones que las
trascienden, en cambio en caso de contradicción de principios, ellos cuentan con la
dimensión de peso o importancia de modo tal que el intérprete debe ponderar el peso de
cada uno y la opción por uno no implica en modo alguno la invalidación ni la pérdida
de juridicidad del otro.
Es precisamente eso lo que sucede con los principios que integran el orden
público, limitar por ejemplo la autonomía de la voluntad en determinados casos, no
importa invalidarla como principio digno de protección por el propio orden público,
relieve, la presencia de esta clase de principios en un orden normativo cualquiera, permite identificarlo
como orden jurídico. Y, al revés, la ausencia de estos principios en un orden normativo clasifica un
orden normativo cualquiera como un orden no jurídico”.
80
CIANCIARDO, Juan “ Argumentación, principios…” ob. cit.
81
MOREA, Adrián “¿Qué “no” son los principios?” en MICROJURIS.com MJ-DOC-12782-
AR|MJD12782 23 de marzo 2018.
82
Ver VIGO, Rodolfo L. Interpretación jurídica cit. Capítulo VI “ Una teoría distintiva “fuerte” entre
normas jurídicas y principios jurídicos ” p. 131 y ss. donde señala veinte diferencias y también MOREA,
Adrián “¿Qué son los principios?” en MICROJURIS.com MJ-DOC-12782-AR|MJD12782 23 de marzo
2018 destaca diez diferencias.
33
juega el mecanismo aquí del equilibrio y la operación técnica intelectual para lograrlo
se denomina ponderación83.
Alexy, enunció la ley de la ponderación del siguiente modo “Cuanto mayor sea
el grado de no satisfacción o restricción de uno de los principios, tanto mayor deberá
ser el grado de la importancia de la satisfacción del otro”84.
83
Sobre ponderación ver ATIENZA, Manuel El derecho como argumentación p. 169 y ss Ariel Derecho,
Barcelona 2010. Explica este autor: “Por otro lado, dado lo abierto de las condiciones de aplicación, es
prácticamente inevitable que, en un determinado caso, no haya un único principio aplicable; lo usual es
que concurran varios principios que plantean exigencias contrapuestas. La ponderación es la manera de
encontrar una solución para esa situación de tensión”.
84
ALEXY, Robert Teoría de la argumentación jurídica. La teoría del discurso racional como teoría de
la fundamentación jurídica Palestra Editores, Lima 2017, p. 460.
85
ALEXY, Robert ibídem.
86
MOREA, Adrián “¿Qué “no” son los principios?” en MICROJURIS.com MJ-DOC-12782-
AR|MJD12782 23 de marzo 2018 y cita el autor a Vigo: “los principios jurídicos implican recuperar
34
Estas ideas se concretan también en la redacción del art. 3° del Código Civil y
Comercial de la Nación que se refiere al deber de resolver de los jueces: “El juez debe
resolver los asuntos que sean sometidos a su jurisdicción mediante una decisión
razonablemente fundada”. A “diferencia de lo que sucedía con el positivismo legalista,
la validez de las decisiones judiciales ya no podrá reducirse a un análisis sistemático y
formal. O sea, ya no es únicamente válida aquella decisión que se sustenta en una
norma dictada por el órgano y el procedimiento establecido por otra norma del
sistema, con prescindencia del contenido de justicia material que dicha norma pudiese
comportar. Para el iusnaturalismo, en cambio, la justificación de las decisiones
judiciales, amén de su apoyatura en normas autoritativas sistémicas y en su eficacia
social, depende principalmente de su validez ética o corrección material o racional”88.
Mientras las normas operan con el mecanismo todo o nada, en el sentido de que
si está comprobado su supuesto fáctico son válidas y sólo cabe aplicarlas, los principios
brindan una razón desde donde discurrir pero no contemplan una solución
predeterminada con claridad, requieren del jurista una tarea de “ descubrimiento” por
parte del interprete, por eso no es posible tampoco confeccionar una lista de principios
con sus respectivas fórmulas canónicas89.
En tal sentido Vigo, que sigue a Alexi, afirma que “el derecho de la modernidad
ha incorporado como principios los de dignidad humana, libertad, igualdad,
democracia, Estado de Derecho y Estado Social”90.
para el derecho el sentido último que explica y justifica su existencia, que él no es un mero medio técnico
en donde sólo importa su perfección sistemática. Los principios remiten el derecho a la antropología o,
mejor dicho, a lo que es más propiamente humano, o sea, su eticidad, su felicidad y su buen vivir y
convivir” (Cfr. VIGO, Rodolfo Iusnaturalismo y neoconstitucionalismo: coincidencias y diferencias 1°
ed., Educa, Buenos Aires, 2015 p. 360).
87
CSJN Fallos: 242:128; 246:162; 248:91; 254: 483; 262:41; 267:478, cfr. MOREA, Adrian “ ¿Qué “no”
son los principios?” ob.cit.
88
MOREA, Adrián “¿Qué “no” son los principios?” ob. cit.
89
VIGO, Rodolfo L. ob. cit. Capítulo II “La interpretación jurídica en Ronald Dworkin” p. 48.
90
VIGO, Rodolfo L. ob. Cit. Cap. VI “Teoría distintiva “fuerte” entre normas jurídicas y principios
jurídicos” p. 137; Ver también GELLI, María Angélica “Orden público en el derecho constitucional”, LA
LEY 11/11 2015 que dice respecto al orden público institucional: “Las características de la república
federal –división de poderes, publicidad de los actos de gobierno, derecho de acceso a la información
pública, periodicidad de los cargos electivos, responsabilidad interna e internacional de los funcionarios
35
Y segundo recordar las cuatro funciones que cumplen los principios jurídicos.
En este punto podemos afirmar que el orden público como principio cumple
dentro del ordenamiento jurídico estas cuatro funciones y se presenta también como
uno de los componentes que hace a la esencia del Derecho y es que se torna operativo
más allá de la legislación.
públicos, garantías de la igualdad, libertad de expresión, respeto por las autonomías provinciales,
razonabilidad de las decisiones estatales– constituyen el núcleo del orden público institucional”.
91
VALLET DE GOYTISOLO, Juan B. Estudios de derecho natural, Madrid 1975 p. 22.
36
Es esta entonces una de las grandes cuestiones del derecho, ya que el orden
jurídico se compone también del orden público que lo integra y su contenido trasciende
el de la ley positiva, pero no puede conjurar el contenido de la Constitución, ahí tiene su
límite.
Por otro lado está también la cuestión referida a la evolución del derecho, y es
un tema esencial discernir si este evoluciona con la ley, como dicen los positivistas o si
su evolución necesita de la plasticidad del orden público, en el marco de la misma
legislación. Por nuestra parte pensamos que el orden público es uno de los pilares
fundamentales en los que se sostiene la evolución del derecho.
Nosotros tuvimos desde 1869 hasta agosto del 2015 el mismo Código Civil y el
derecho evolucionó, precisamente porque el orden público fue asimilando el contenido
de las necesidades sociales a cubrir, ese servicio jurídico que presta el orden público a la
evolución del derecho es según nuestro parecer, fundamental.
92
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico Editorial de Revista de Derecho Privado, Madrid,
1959 ps. 4/5.
37
Las normas jurídicas de orden público son todas imperativas93 y las normas
imperativas son todas de orden público94.
93
Sobre la imperatividad de las leyes de orden público ver BORDA, Guillermo A. “ Concepto de ley de
orden público ”, ob. cit.; COLOMBRES, Gervasio “ El orden público en el Código de Comercio ” ob.
cit..
94
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. ps. 39/46; BORDA, Guillermo A.
“Concepto de ley de orden público” LA LEY t. 58 p. 997; MARTORELL, Ernesto Eduardo “Orden
público, patologías societarias ( abusos corporativos, daño al Estado, etc. ) y defensa del interés nacional”
El Derecho, diario del 1° de junio de 2017 p. 2; LLAMBIAS, Jorge J. Tratado de Derecho Civil. Parte
General T. I p. 56/7 ob. cit. “Las leyes imperativas son aquellas que prevalecen sobre cualquier acuerdo
diverso de los particulares sometidos a ellas. Su contenido se aprecia que es de “orden público” y
consiguientemente el comportamiento previsto se impone incontrastablemente, no obstante el deseo de
alguien de quedar sujeto a una regulación diferente…Las leyes imperativas reinan en el sector
autoritario del derecho: capacidad de las personas, familia, derechos reales, etc…El carácter imperativo
o supletorio de la ley depende de la determinación del propio legislador…Si se ha establecido para
satisfacción del bien común o del interés público, la ley es imperativa, pero si se ha instituido en miras de
un interés particular se ha de concluir en principio, que la ley es meramente interpretativa y que puede
ser dejado de lado por aquellos cuyo interés ella resguarda”. Y más adelante en la misma obra p. 158
menciona este gran autor las fuentes del orden público y dice: “Reciben la denominación de “leyes de
orden público” las que interpretan ese conjunto de principios eminentes a que nos hemos referido. Ellas
son: 1°) las que constituyen el derecho público de un país como constituciones políticas; 2°) las que
organizan las instituciones fundamentales del derecho privado que conciernen a la “ personalidad ” (
nombre, estado, capacidad, domicilio, etc. ), a la “familia” ( matrimonio, parentesco, patria potestad,
tutela, curatela, etc. ), y al “régimen de bienes” ( dominio, condominio, propiedad horizontal, usufructo,
uso, habitación, servidumbres, hipoteca, prenda, anticresis ); 3°) y aquellas cuya observancia interesa al
mantenimiento de la moral y buenas costumbres”. Ver también ALEGRIA, Héctor “El orden público y
los contratos internacionales” RDPyC Orden público y buenas costumbres 2007-3 p. 339 Rubinzal
Culzoni Editores, Santa Fe 2007. “Nos remitimos nuevamente al Libro Verde que, resumiendo una
communis opinio sobre el tema, nos dice: “Disposición imperativa: En el Convenio de Roma, la
expresión ‘disposición imperativa’ abarca una realidad múltiple: designa a la vez las leyes de policía,
concepto característico del Derecho Internacional Privado, y las normas de orden público interno”.
95
Lo aclaramos porque LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil Parte General T. I ps.
162/63 se encarga de marcar la diferencia: “Pensamos que no hay identidad conceptual entre ley
impertiva y ley de orden púbico, que son calificaciones que trasuntan una formalidad lógica diferente. La
imperatividad sólo se predica de las leyes cuya observancia no pueden dejar de lado las convenciones de
los particulares, en tanto que el carácter de orden público alude alude a los motivos o fundamentos por
los cuales se comunica esa imperatividad a la ley. En otros términos, cuando se habla de “orden
público” se mira a la causa que produce la imperatividad irrefragable de ciertas leyes, mientras que
cuando se contempla esa imperatividad sólo se verifica el efecto que aquella causa ha provocado. De ahí
que aún cuando ambas calificaciones correcpondan, de hecho, a las mismas sanciones legales, no es
posible por esa circunstancia admitir una identificación de dos conceptos formalmente diferentes, de los
cuales uno es efecto del otro”. Sin embargo, por nuestra parte pensamos que, aun en esos casos en que el
legislador calle sobre el carácter imperativo de la ley, si el intérprete entiende que es de orden público, esa
decisión impactará sobre el carácter imperativo de la norma que no podrá ser conjurada en consecuencia
por acuerdo de voluntades. En consecuencia, si la norma es de orden público, es imperativa aunque la ley
calle éste último carácter.
38
debería o lo que se pretende que sea, ni serviría para cumplir la finalidad para la que fue
creado.
Ello sin perjuicio de que tampoco exista identidad conceptual entre orden
público y normas imperativas, como estamos viendo el orden público es un concepto
infinitamente más abarcador que el de norma imperativa.
Por nuestra parte creemos que más que una asimilación existe una relación de
género a especie: el género es la norma imperativa que cuenta con dos especies: a) la
imperativa propiamente dicha y b) la prohibitiva.
Sin duda que las prohibitivas se basan en razones de orden público, sin embargo
las leyes imperativas comprenden a las prohibitivas o de ‘prohibición explícita’, éstas
exigen siempre un precepto explícito, y las imperativas –en tanto limitan la autonomía
de la voluntad (entre otras funciones que cumplen como veremos en seguida)– pueden
96
LUQUI, Roberto E. “ Reflexiones sobre el concepto de orden público” ob. cit.: “El orden público es
determinante del carácter imperativo de ciertas normas, para lograr con ello que la disposición del
derecho no sea contraria a la finalidad que persigue el orden jurídico. Es, como dijimos, el presupuesto
ertructural para que un ordenamiento jurídico dado pueda funcionar como tal y cumplir con el cometido
para el cual se lo estableció. Como el derecho no es una ciencia exacta , siempre será necesario recurrir
a la estimativa jurídica de quién aplicará la norma, para lo cuál deberá valorar si se cumple o no con
esa idea estructural y la invocación del orden público no sea un recurso empleado para impedir que los
individuos puedan expresar libremente su voluntad en las relaciones jurídicas”.
97
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. ps. 323/24.
39
sólo ser deducidas o extraídas sin precepto particular, del espíritu, bases de la
legislación y de su contenido98.
Las normas irrenunciables también son pasibles de una observación similar, toda
vez que su denominación es jurídicamente imprecisa101 porque no se concibe la
renuncia general de las leyes, toda vez que se encuentra prohibida por el ordenamiento
(art. 13 CCC), sin embargo pueden ser renunciados los derechos que confieren las leyes
siempre que el ordenamiento jurídico no lo prohíba, en cuyo caso nos encontramos
frente a los derechos irrenunciables entre los que se encuentran los que da cuenta el
derecho laboral.
100
Incluso se habla también de normas imperativas-dispositivas en referencia a las normas de derecho
laboral que son de orden público: son las dictadas para proteger al trabajador: en ese sentido son
imperativas si se trata de disminuir los derechos que acuerdan y son dispositivas en caso de aumentarlos.
Sobre este punto ver GRISOLIA, Julio Armando “Orden Público…” ob. cit. p. 2 y DE LA FUENTE H.
ob. cit. ps. 68/75. Sobre éste una de las redactoras del Código HIGHTON, Elena I. “El título Preliminar
del Código Civil y Comercial…” ob. cit. p. 23 cuando explica que el método seguido por el Código es un
elemento fundamental para desentrañar su arquitectura hace referencia a toda la gente que habría
colaborado con la redacción y elaboración y que se convocó una amplia participación en dos niveles:“–
Se requirió que el público en general hiciera propuestas hasta un plazo determinado, y todas ellas fueron
motivo de análisis y discusión. – Se formaron grupos de trabajo para permitir una amplía participación
de todos los especialistas del país y varios del área latinoamericana. Mediante estos grupos de labor se
ha tenido en cuenta la opinión de más de cien juristas representativos de todas las tendencias y todas las
regiones del país y de algunos otros países para lograr una visión latinoamericana…Puede decirse que
la elaboración del Anteproyecto tuvo unas amplísima participación de los especialistas y de la
comunidad. Asimismo, hubo un proceso muy dinámico de discusión con los distintos grupos, para
aprovechar al máximo la inteligencia colectiva”. Llama la atención que de todas esas personas ninguna
haya advertido una cuestión tan clara como la señalada en el cuerpo del texto referida a la promiscua
designación que se hace de las normas imperativas.
101
GRISOLIA, Julio Armando ob. cit. p. 2: “…resulta impensable que las personas puedan renunciar los
mandatos generales que emite el legislador, pues carece de poder de disposición para ello. Y agrega
siguiendo a Ojeda Avilés: “ la impropiedad de decir que la ley sea renunciable o irrenunciable, por
cuanto la ley, por su privilegiada posición, por su carácter soberano, se encuentra totalmente al margen
de dichos conceptos que le son por completo extraños”, afirmándose después que la renuncia a las leyes
es una “ expresión cuya sola enunciación repugna al jurista”. Los conceptos de renuncia y
disponibilidad de derechos están íntimamente relacionados ya que quién renuncia no solo debe tener la
capacidad necesaria, sino también la disponibilidad del derecho afectado por la renuncia”.
41
102
Art. 454 Código Civil y Comercial: “Aplicación. Inderogabilidad. Las disposiciones de ésta Sección
se aplican, cualquiera sea el régimen matrimonial. Y excepto se disponga otra cosa en las normas
referentes a un régimen específico. Son inderogables por convención de los cónyuges, anterior o
posterior al matrimonio, excepto disposición en contrario”.
103
CNCom sala D “Francisco Ctibor SACIFIA c/ Wall Mart Argentina SRL s/ Ordinario” 2016-12-20 en
MJ-JU-M -103613-AR | MJJ103613, allí se dice al respecto: “Aclarado lo anterior, debe ser observado
que las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la voluntad de las partes, a menos que
de su modo de expresión, de su contenido o de su contexto, resulta su carácter “indisponible” (art. 962
del Código Civil y Comercial de la Nación) o lo que es lo mismo decir –ya que son conceptos
intercambiables– de carácter “ imperativo” (conf. Lorenzetti, R. Código Civil y Comercial de la Nación,
comentado, Santa Fe, 2014, t. V, p. 553)”.
104
Art. 962 CCC: “Carácter de las normas legales. Las normas legales relativas a los contratos son
supletorias de la voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su
contexto, resulte su carácter indisponible”. Art. 963: “Prelación normativa. Cuando concurren
disposiciones de éste Código y de alguna ley especial, las normas se aplican con el siguiente orden de
prelación: a) normas indisponibles de la ley especial y de éste Código; b) normas particulares del
contrato; c) normas supletorias de la ley especial; d) normas supletorias de este Código”. Art. 964:
“Integración del contrato. El contenido del contrato se integra con: a) las normas indisponibles, que se
aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas; b) las normas supletorias: c) los usos y
prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido declarados obligatorios
por las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente observados en el ámbito en que se
celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable” Art. 1709: “ Prelación normativa. En los
casos en que concurran las disposiciones de éste Código y las de alguna ley especial relativa a la
responsabilidad civil, son aplicables en el siguiente orden de prelación: a) las normas indisponibles de
éste Código y de la ley especial; b) la autonomía de la voluntad; c) las normas supletorias de la ley
especial; d) las normas supletorias de éste Código”. Cabe realizar aquí otra observación importante: se
relaciona con el carácter de la enumeración del inciso a) de los arts. 963, 1709 y 150 CCC: tanto en el art.
963 como en el 150 el orden es el siguiente: Las normas indisponibles o imperativas (respectivamente) de
la ley especial y de éste Código. Ese orden se ratifica y justifica lógicamente en los incisos c) y d) de los
respectivos artículos. El c) las normas supletorias de la ley especial y el d) las normas supletorias de éste
Código. Es coherente además con el principio hermenéutico que sostiene que la ley especial deroga a la
general. Sin embargo la enumeración del inciso a) del art. 1709 es promiscua. En efecto, dice así: a) las
normas indisponibles de éste Código y de la ley especial, esa promiscuidad atenta contra el orden de los
incisos c) y d) que se mantienen como en las anteriores normas, esto es: c) las normas supletorias de la ley
especial y d) las normas supletorias de éste Código. Vale decir entonces que en el inciso a) del art. 1709
pareciera no respetarse el principio de que la ley especial deroga a la general, pero los incisos c) y d)
informan lo contrario.
105
Art. 150 CCC: “Leyes aplicables. Las personas jurídicas privadas que se constituyen en la República
se rigen: a) por las normas imperativas de la ley especial o, en su defecto, de este Código; b) por las
normas del acto constitutivo con sus modificaciones y de los reglamentos, prevaleciendo las primeras en
caso de divergencia; c) las normas supletorias de leyes especiales, o en su defecto de las de éste título.
42
Por eso tampoco debe confundirse imperatividad con obligatoriedad: todas las
leyes son obligatorias, pero no todas son imperativas. Que una ley sea obligatoria
“significa que sus estipulaciones deben ser acatadas. Es una consecuencia de todo
orden jurídico. Si una ley postula la posibilidad de su derogación por convención
contraria, o si ello deviene de otra ley posterior retroactiva, no por ello deja de ser
obligatoria”109.
Las personas jurídicas privadas que se constituyen en el extranjero se rigen por lo dispuesto en la ley
general de sociedades”.
106
Art. 1743 CCC: “Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas que eximen o
limitan la obligación de indemnizar cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe,
las buenas costumbres o leyes imperativas, o son abusivas. Son también inválidas si liberan
anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por las
cuales debe responder”.
107
PIÑON, Benjamín Pablo “El orden público en la Constitución, en la ley y en el derecho” RDPyC
2007-3 Orden público y buenas costumbres p. 12, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2007.
108
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público en el artículo 21 del Código Civil Argentino p. 38
Edición del Autor, Buenos Aires, 1946.
109
COLOMBRES, Gerardo “El Orden Público en el Código de Comercio” ob. cit.
110
El que, insistimos, también está protegido e integra nuestro orden público.
43
Esto no implica que una norma imperativa no pueda proteger intereses privados,
por ejemplo todas las normas que protegen a los incapaces de ejercicio (art. 23 y 24
Código Civil y Comercial –antes incapaces de hecho–) tienen por objeto inmediato
proteger el interés del incapaz, más allá de que su fin mediato sea otro111. Sucede que en
estos casos la protección de los incapaces de ejercicio es una cuestión que está
empapada de un claro interés público, más allá de que se proteja el interés individual de
éstos.
La norma de orden público puede ser tal por expresa designación del legislador,
si así lo ha manifestado, en cuyo caso queda como único recurso para discutir tal
carácter su declaración de inconstitucionalidad, tal como se dijo arriba, único caso en
que se podrá prescindir de su imperatividad113.
Ahora bien, puede suceder que la ley no diga de modo expreso que es de orden
público, en cuyo caso el intérprete deberá tener presente algunas de las siguientes
cuestiones. El orden público opera como referencia ideal de un límite impuesto por la
ley a la autonomía de la voluntad (art. 12 CCC y sus concordantes), como un límite
impuesto a la extraterritorialidad de la ley extranjera (art. 2600 y sus concordantes),
como una excepción legal al principio de irretroactividad de la ley (art. 7 CCC) y como
una excepción legal al principio de inexcusabilidad de la ignorancia de la ley (art. 8
CCC).
111
PIÑON, Benjamín Pablo ob. cit. p. 12/3 refiriéndose a los antes denominados incapaces de hecho. En
contra BORDA, Guillermo A. “Concepto de ley de orden público” cit.: “Las mismas palabras están
dando la solución una cuestión es de orden público, cuando responde a un interés general, colectivo, por
oposición a las cuestiones de orden privado, en las cuales sólo juega un interés particular” y BUSSO,
Eduardo B. Código Civil Anotado ob. cit. p. 191: “Es criterio casi unánime en la doctrina el de
considerar leyes de orden público aquellas que han sido dictadas en el interés de la sociedad, por
oposición a las dictadas teniendo preferente en mira el interés individual. Tal es el criterio que inspira la
definición de Planiol, que habla de disposiciones de la ley “motivadas por un interés general”; la de
Despagnet, que se refiere al conjunto de reglas que, dadas las ideas particulares admitidas en un país
determinado afectan “los intereses esenciales de ese país”; la de Marcadé , que entiende por orden
público el “estado de cosas que el legislador tiende a mantener como útil o necesario a la sociedad” y la
caracterización expuesta por Planiol y Ripert, a cuyo juicio el criterio distintivo del orden público radica
en la “existencia o ausencia de un interés superior o de un deber de la colectividad que obsta a las
convenciones de los particulares””.
112
LUQUI, Roberto E. “Reflexiones sobre el concepto de orden púbico” ob. cit.: “Estos y otros supuestos
demuestran que las normas de orden público en muchos casos están llamadas a proteger intereses
particulares, a veces exclusivamente patrimoniales, y que la vinculación con el interés público puede ser
tan remota como lo es la incidencia que tiene cualquier norma del ordenamiento jurídico”.
113
PIZARRO, Ramón D. OSSOLA, Federico A. “Orden público en la responsabilidad civil” LA LEY
23/11/2015 p. 2.
44
también remiten al orden público como referencia infranqueable (v. gr. arts. 279, 1014
entre otros) y la segunda razón derivada de la primera es que el contenido del orden
público al que remite la ley, es un contenido no escrito, se compone de un conjunto de
principios auto equilibrados que van cambiando permanentemente y, de cierto modo,
generan una suerte de evolución jurídica, adaptada a las necesidades sociales de cada
momento.
Estas son, en consecuencia, cuestiones a tener en cuenta para resolver si una ley
es o no de orden público cuando su carácter de tal no surja de una manifestación expresa
del legislador en tal sentido117.
114
Por ejemplo algunas normas del derecho de emergencia económica son indudablemente de orden
público, aunque por su naturaleza siempre limitadas en el tiempo, pero ello no implica que los derechos
patrimoniales por ella dirigidos no puedan ser transmitidos o renunciados por sus titulares.
115
Art. 386 CCC: “Criterio de distinción. Son de nulidad absoluta los actos que contravienen el orden
público, la moral o las buenas costumbres. Son de nulidad relativa los actos a los cuales la ley impone
esta sanción sólo en protección del interés de ciertas personas”.
116
Sobre la inoponibilidadad a la que hacen referencia estas normas volveremos luego, adelantamos que
no es el mismo instituto receptado por el CCC como una especie del género ineficacia.
117
Hay autores que sostienen que para determinar si es o no de orden público una ley hay que analizar
los fines de la ley, su naturaleza y demás circunstancias, ver en ese sentido PIZARRO, Ramón D y
OSSOLA, Federico Alejandro “Orden Público en la responsabilidad civil ” ob. cit. p. 2. Dicen los autores:
“La cuestión es significativamente más compleja cuando el legislador guarda silencio; o sea cuando no
plasma en el texto normativo una declaración explícita de “orden público”. En tal supuesto corresponde
al juez indagar si la norma es de orden público. Para ello debe ponderar si los fines de la ley, su
naturaleza y las demás circunstancias tenidas en cuenta para su sanción, imponen considerar que reviste
tal calidad”. Citan en su trabajo (nota 25) en apoyo de su postura un voto de Aida Kemelmajer de
Carlucci de la SC Mendoza sala I 10/06/2003 “Triunfo Coop. De Seg. Ltda. En: Consolidar A.F.J.P. c/
Triunfo Coop. De Seg. Ltda.” LA LEY 2004-A 137. Dice la jueza citada “aun cuando una ley no diga
expresamente que es de orden público, el juez, interpretándola en forma sistemática, pueda decir que sí
lo es, ya que una serie de pautas legales pueden llevarle la convicción de que la convención celebrada
por las partes puede apartarse de las disposiciones previstas por el legislador”.
45
También de una atenta lectura al art. 1743 del Código se infiere lo mismo, la
transcribimos: “Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas
que eximen o limitan la obligación de indemnizar cuando afectan derechos
indisponibles, atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas, o
son abusivas. Son también inválidas si liberan anticipadamente de forma total o
parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe
responder”. El señalado es nuestro, para destacar lo expuesto.
Es evidente que la frase leyes imperativas está usada como sinónimo de leyes de
orden público, o, directamente de orden público, porque no es posible concebir la
exclusión de éste último de la interpretación de la norma y además porque las leyes
imperativas son la única categoría de la enumeración que surge de la norma asimilable
al orden público.
Trabajaremos con éste último principio. Pusimos énfasis en las palabras prohíbe
y manda, porque precisamente son las dos formas (negativa y positiva respectivamente
o prohibitiva e imperativa propiamente dicha) en que se manifiesta una norma
imperativa.
46
Si ello es así, ni las prohibiciones ni los mandatos –en sentido lato– legales
podrán ser conjurados por convenciones entre particulares porque existe un interés
superior, una razón de orden público, en que esos mandatos y esas prohibiciones se
concreten efectivamente.
Quién primero habló del orden público económico fue Georges Ripert a finales
de la década del ’30 del siglo veinte. En la primera edición de su obra El régimen
democrático y el derecho civil moderno, el Capítulo V titulado “La decadencia del
contrato y la organización económica del Estado”118.
Ripert dice que, “si se admite, por el contrario, que hay, impuesto por el Estado,
cierto orden económico que los particulares no tienen el derecho de trastornar con sus
convenciones” el artículo 6 del Code toma un nuevo sentido119.
118
Nosotros trabajamos con la segunda edición, la primera data de 1939 y la segunda una década más
tarde. En la página 222 punto 1, bajo el título La libertad contractual y el orden público económico” se
introduce la cuestión. Dice el autor sobre el orden público en general: “Sin duda, la noción parecía clara:
la ley es de orden público, dice Portalis, cuando “interesa más directamente a la sociedad que a los
particulares”. Forma de la libertad individual, la libertad de contratar se detiene cuando pusiera ella en
peligro al grupo al cual pertenecen los que pueden usar de ella. Todo contrato es unión; crea entre el
acreedor y el deudor una pequeña sociedad temporalmente constituida para un fin determinado. Esa
pequeña sociedad sólo puede formarse, si no se pretende comprometer la vida y funcionamiento del
cuerpo en el que debe vivir. No se pueden derogar, por el contrato, las leyes que rigen la organización
del Estado, de la familia, de las profesiones reglamentadas. Tal es el orden público en el sentido político
de la palabra. El contrato, expresión de las relaciones económicas entre los hombres, no puede
trastornar las leyes de la sociedad. Hay una primacía de lo político sobre lo económico”.
119
RIPERT, Georges ob. cit. p. 223. Recordemos que el artículo 6° del Código Civil Francés, sirvió de
modelo al viejo artículo 21 del Código de Vélez y al primer párrafo de nuestro vigente art. 12 CCC.
47
económicas entre los hombres, las que son queridas, impuestas por el Estado y las que
pueden ser libremente establecidas por los particulares”.
Ello no quiere decir –según nuestro parecer– que exista más de un orden
público, ya que entendemos que éste es uno sólo.
Lo difícil con este tipo de normas es conocerlas, son y han sido tantas las veces
que el Estado ha pretendido dirigir la economía que se ha perdido la cuenta 121. La
complejidad aumenta si se pondera la maraña de decretos, resoluciones y disposiciones
administrativas de los que normalmente se alimenta el derecho de la emergencia. La
técnica para hacer operativas estas políticas surge en parte de los Códigos, y en parte de
leyes particulares.
Estas, a su vez son susceptibles de ser examinadas desde dos puntos de vista,
según sus caracteres.
120
RIPERT, Georges, El régimen democrático…ob . cit. ps. 223/24.
121
Se debe tener presente la enorme y profusa cantidad de resoluciones de contenido ecnómico del
BCRA, de AFIP-DGI, de AFIP-DNA, etc.
122
RIPERT, Georges El régimen democrático… ob. cit. p. 225.
48
La técnica legislativa para tornar operativas esas leyes les imprime el carácter de
lo que la doctrina ha denominado normas de dirección, las conocemos porque son
normas que se suelen dictar en tiempos de emergencia económica y como nos hemos
habituado a vivir en emergencia económica, sin darnos cuenta –casi– nos hemos
familiarizado con ellas. Estas son normas, precisamente, de orden público.
Las normas de dirección son rígidas, y contingentes, dictadas para una situación
puntual, inelásticas, de interpretación restringida, en algunos casos pueden llegar a
subvertir el orden jerárquico de las fuentes (decretos de necesidad y urgencia o DNU),
y como característica positiva se dice que impone determinados comportamientos123 o
mandatos positivos124, su violación conduce habitualmente a la sanción de nulidad. Son
por ejemplo las normas que fijan las tarifas por la prestación de ciertas servicios
públicos (transporte, energía eléctrica, gas natural y envasado, combustibles, etc.), las
que ordenaban pesificar las deudas acordadas en moneda extranjera antes de la crisis del
2001, entre otras.
Esta técnica debe conjugarse con la forma en que el Estado impone el orden y
hace respetar sus mandamientos, que, para éstos casos no necesita del concurso
voluntario de los particulares.
123
Sobre este tema ver el excelente desarrollo de FRESNEDA SAIEG, Mónica L., ESBORRAZ, David
Fabio y HERNANDEZ, Carlos Alfredo “La norma de orden público y su funcionamiento” ED-166, 839.
Las normas que imponen determinados comportamientos o mandatos positivos nosotros las definimos
antes como imperativas propiamente dichas.
124
BARRA, Rodolfo C. “Orden público en el derecho administrativo” ob. cit.: “…c) imponiendo
limitaciones negativas y mandatos positivos, amén de la actuación de oficio (o también a requerimiento
de parte, como en el caso anterior) de la Administración para controlar el respeto de la limitación y el
cumplimiento del mandato; se trata en sentido estricto de la policía de regulación económica de la
actividad privada o la actividad que, dentro de la distribución de competencias que genera el principio
de subsidiariedad, es de titularidad de los particulares”.
125
Sobre un breve desarrollo histórico del derecho de la emergencia en nuestro país en la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, puede verse RABBI-BALDI CABANILLAS, Renato
“Contrato y emergencia: aproximación a la filosofía jurídica de la Corte Suprema” en Suplemento
Especial Revista Jurídica LA LEY, Emergencia Económica y Teoría del Derecho GUIBOURG, Ricardo
A. Director, agosto de 2003 p. 11 y ss. Se repasa allí el contenido de los primeros fallos referidos a
situaciones de emergencia a principios del siglo XX, respecto a las normas de emergencia dice el autor
“Adviértase que por de pronto emergen ya las notas relativas a la existencia de una situación
incuestionable de emergencia: el dictado de una norma destinada a superarla; la transitoriedad de sus
efectos restrictivos del ejercicio del derecho constitucional de propiedad y, como se vera de inmediato, la
protección del bienestar general implicada por tal disposición”, en otro tramo del trabajo citado enumera
los requisitos que exige una norma de emergencia: “a) que exista una situación de emergencia que
obligue al Estado a amparar intereses vitales de la comunidad; b) que la ley proteja intereses vitales de
aquella y no de particulares; c) que su contenido sea razonable; d) que su duración sea temporal y
limitada a lo indispensable para que desaparezcan las causas que lo produjeron”.
126
SOZZO, Gonzalo “Pasado, presente y futuro…” ob. cit. p. 363.
49
También cuando una ley se auto proclama retroactiva y conjura de ese modo el
principio de irretroactividad de la ley, en los términos del art. 7° segundo párrafo del
Código Civil y Comercial se trata, claramente, de una ley de orden público
instrumentada en una norma de dirección.
Por su parte las normas de orden público de protección, tienen por objeto –valga
la redundancia– proteger a determinados sujetos de la relación contractual generalmente
a los más débiles económicamente aunque no siempre.
Cuando una de las partes busca en el contrato un interés vital y la otra un interés
meramente pecuniario, lo que hayan acordado los sujetos contratantes en el marco de la
autonomía de la voluntad, puede no ser justo, ni equitativo y por ende indigno de
protección.
Hace falta entonces –a veces– la intervención estatal, que socorre el interés que
entiende necesita mayor protección jurídica y éste es el interés vital: el del trabajador,
del locatario, del consumidor.
Estas normas son las que conjuran los principios de autonomía de la voluntad, el
extraterritorialidad de la ley y el principio de inexcusabilidad de la ignorancia de la ley.
Es en mérito a esa razón que las normas de orden público económico no han
tratado con el mismo rigor a las convenciones contrarias a ese orden, y ello es así no
porque los contratantes merezcan mayor indulgencia, sino porque la aplicación rigurosa
de las normas del código vigente (y con las del código de Vélez ocurría lo mismo) no
produciría de hecho el efecto perseguido por el legislador127.
Otro ejemplo lo encontramos en el art. 1389 CCC que informa que serán nulos
aquellos contratos de crédito que no contienen información relativa al tipo y partes del
127
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 229.
50
contrato, el importe total del financiamiento, el costo financiero total y las condiciones
de desembolso y reembolso. Aquí se protege al consumidor financiero.
No se trata de una nulidad relativa que sólo puede declararse a instancia de las
personas en cuyo beneficio se establece, toda vez que no es confirmable en los términos
del art. 388 CCC, entonces sigue siendo una nulidad absoluta, pero se la trata como
relativa.
Volveremos sobre estas cuestiones cuando analicemos los efectos del orden
público entre los que se encuentra la nulidad.
128
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 245.
129
FRESNEDA SAIEG, Mónica L., ESBORRAZ, David Fabio y HERNANDEZ, Carlos Alfredo “La
norma de orden público…” ob. cit..
130
RIPERT, Georges El régimen democrático… ob. cit., ps. 97 y 147, dice éste autor sin inocencia ni
candor sobre este punto: “Hay leyes que se han hecho para una categoría particular de sujetos de
derechos y es difícil no pensar que quienes obtienen su beneficio, son aquellos cuya fuerza política es
mayor. Si el favor de la democracia se inclina siempre hacia los más débiles, porque representan la
fuerza política, se llega al paradójico resultado de que, en la sociedad, los más dignos de favores legales
son, justamente, quienes menor interés tienen en defender el orden social”. No debe caerse en el extremo
facilista de pensarse que estamos contra la ley laboral y la defensa del consumidor, porque los abusos de
los empleadores y los empresarios han sido tantos que han justificado esa reacción del legislador, sino que
lo importante es siempre la búsqueda incansable del equilibrio que soporta a la justicia.
51
Trataremos en éste punto el ámbito dentro del cual se torna operativo el orden
público dentro del marco jurídico delimitado por el Código Civil y Comercial de la
Nación y luego los efectos jurídicos con los que opera el orden público.
Más abajo se designa a esos principios como cláusulas generales, ello es así
porque se está refiriendo a su positivización: “Las cláusulas generales relativas a la
buena fe, el abuso, el fraude, y otras, tuvieron un proceso histórico de generalización
creciente. Primero fueron utilizados en obligaciones, contratos y derechos reales
específicos, luego se extendió su aplicación a las obligaciones, los contratos, los
derechos reales, de familia y de sucesiones en general y finalmente fueron adoptados
como principios generales en todo el derecho privado”. Luego de éste párrafo se
aprecia que cláusulas generales quedo asimilado a principios generales.
131
FRESNEDA SAIEG, Mónica L., ESBORRAZ, David Fabio y HERNANDEZ, Carlos Alfredo “La
norma de orden público…” ob. cit..
132
Suplemento LA LEY del lunes 6 de octubre de 2014.
52
Ya dijimos que el orden público tiene una función interna o de auto regulación
que puede ser analizada desde dos puntos de vista diferenciados: a) desde el vertical,
que es estático y organiza jerárquicamente los principios que lo componen, está
dispuesto por la Constitución y los Tratados Internacionales, está relacionado con el
espacio y b) desde el horizontal que los jueces van definiendo su sintonía en función
del momento en que se lo considera, esto es obedece a un tiempo histórico
determinado, es dinámico y es ejercida por los jueces.
También tiene una función externa que se define por los diversos campos
jurídicos en los que interviene cuando la ley así lo dispone, sin que ello importe
prejuzgar si interviene cuando la ley no lo expresa.
Los cuatro principios generales sobre los que actúa el orden público de una
forma u otra son: a) la autonomía de la voluntad a la que limita (arts. 12 y 13 y
concordantes Código Civil y Comercial135) y garantiza; b) la extraterritorialidad de la
133
Para entender la diferencia entre principios generales del derecho y principios jurídicos, ver MOREA,
Adrián “¿Que “no” son los principios jurídicos?” ob. cit. que señala dieciséis diferencias entre ambos
conceptos.
134
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. p. 268. En contra ARAUZ CASTEX,
Manuel La ley de orden público ob. cit. p. 43: “La ley de orden público, no es, pues, la excepción; por el
contrario es la regla general. Las excepciones al imperio de las leyes son la autonomía de la voluntad, la
extraterritorialidad de la ley y su irretroactividad. Considerar de orden público una ley equivale a
afirmar la ausencia de la excepción y la existencia de la ley en el campo de la regla general”.
135
Art. 12 CCC: “Orden público. Fraude a la ley. Las convenciones particulares no pueden dejar sin
efecto las leyes en cuya observancia está interesado el orden público. El acto respecto del cual se
invoque el amparo de un texto legal, que persiga un resultado sustancialmente análogo al prohibido por
una norma imperativa, se considera otorgado en fraude a la ley. En ese caso, el acto debe someterse a la
norma imperativa que se trata de eludir”. Art. 13 CCC: “Renuncia. Está prohibida la renuncia general
53
ley que también limita (art. 2600 y ccdtes. Código Civil y Comercial136) y garantiza
(arts. 2598, 2599, 2561 inc. f) Código Civil y Comercial137); c) la irretroactividad de la
ley que garantiza (art. 7° segundo párrafo Código Civil y Comercial 138) a la que puede
excepcionar en determinadas circunstancias con fundamento en el orden público; c) la
inexcusabilidad de la ignorancia de la ley que garantiza (art. 8° Código Civil y
Comercial139) y que también puede excepcionar siempre sostenida la excepción en el
orden público.
de las leyes. Los efectos de la ley pueden ser renunciados en el caso particular, excepto que el
ordenamiento jurídico lo prohíba”.
136
Art. 2600 CCC: “Orden público. Las disposiciones de derecho extranjero aplicables deben ser
excluidas cuando conducen a soluciones incompatibles con los principios fundamentales de orden
público que inspiran el ordenamiento jurídico argentino”.
137
Art. 2598 CCC: “Fraude a la ley. Para la determinación del derecho aplicable en materias que
involucran derechos no disponibles para las partes no se tienen en cuenta los hechos o actos realizados
con el solo fin de eludir la aplicación del derecho designado por las normas de conflicto”. Art. 2599:
“Normas internacionalmente imperativas. Las normas internacionalmente imperativas o de aplicación
inmediata del derecho argentino se imponen por sobre el ejercicio de la autonomía de la voluntad y
excluyen la aplicación del derecho extranjero elegido por las normas de conflicto o por las partes.
Cuando resulta aplicable un derecho extranjero también son aplicables sus disposiciones
internacionalmente imperativas, y cuando intereses legítimos lo exigen pueden reconocerse los efectos de
disposiciones internacionalmente imperativas de terceros Estados que presentan vínculos estrechos y
manifiestamente preponderantes del caso”. Art. 2651 inc. f: “Autonomía de la voluntad. Reglas. Los
contratos se rigen por el derecho elegido por las partes en cuanto a su validez intrínseca, naturaleza,
efectos, derechos y obligaciones. La elección debe ser expresa o resultar de manera cierta y evidente de
los términos del contrato o de las circunstancias del caso. Dicha elección puede referirse a la totalidad o
a partes del contrato. El ejercicio de éste derecho está sujeto a las siguientes reglas…f) los contratos
hechos en la República para violar normas internacionalmente imperativas de una nación extranjera de
necesaria aplicación al caso no tienen efecto alguno”.
138
Art. 7° CCC: “Eficacia temporal. A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto retroactivo,
sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no
puede afectar derechos amparados por garantías constitucionales. Las nuevas leyes supletorias no son
aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las normas más favorables al
consumidor en las relaciones de consumo”.
139
Art. 8° CCC: “Principio de inexcusabilidad. La ignorancia de las leyes no sirve para excusar su
cumplimiento, si la excepción no está autorizada por el ordenamiento jurídico”.
140
GELLI, María Angélica “Orden público en el derecho constitucional” LA LEY 11/11/2015, dice la
autora “Los Tratados de Derechos Humanos enumerados en el art. 75 inc. 22 de la Ley Suprema, con
jerarquía constitucional –o en los que la adquieran en el futuro por el procedimiento allí establecido– se
refieren al orden público como límite a los derechos y seguridades allí reconocidos…De todos modos, a
pesar de la desconfianza que despierta el uso y abuso del orden público en la restricción de los derechos,
ese límite, como ya se anticipó, emerge de la Constitución y de los Tratados de Derechos Humanos”.
54
Reiteramos entonces que las leyes de orden público que limitan los principios
referidos son siempre excepcionales142.
Lo mismo sucede con el artículo 2600 del Código, cuando impide la aplicación
del derecho extranjero en aquellos casos que conduzca a soluciones incompatibles con
los principios fundamentales de orden público que inspiran el ordenamiento jurídico
argentino, nos está permitiendo la aplicación del derecho extranjero en todos los otros
casos.
Igual temperamento imponen las reglas de los arts. 7° y 8° del Código son
excepciones que necesitan consagración positiva para imponerse sobre la regla general:
la irretroactividad y la inexcusabilidad de la ignorancia de la ley, respectivamente.
141
En contra: SOZZO, Gonzalo “Pasado presente y futuro…” ob. cit. p. 357: “El orden público más que
un principio general es el revés de la autonomía individual que se encuentra configurado por un
conjunto de principios que consagran derechos. Se trata de una categoría residual. Más aún si el orden
público importa poner en conexión el ordenamiento positivo con los valores sociales, políticos,
económicos y morales de la sociedad, el orden público es de alguna manera una especie de recipiente de
los valores sociales que no sean el de la libertad”.
142
BUSSO, Eduardo Código Civil Anotado T. I p. 198, ob. cit. “Por su naturaleza, las leyes de orden
público son la excepción en el derecho privado, que regla las relaciones entre los individuos entre sí, y se
inspira en principios de libertad individual sólo limitada cuando su ejercicio pueda volverse una causa
de turbación o peligro del orden o de la seguridad general; en esos casos, ante el conflicto entre el
interés privado y el interés general, el legislador juzga su deber de hacer primar imperativamente éste.
Ellas son, con todo, muy numerosas”. BARRA, Rodolfo “ Orden público en el derecho administrativo”
ob. cit.: “También aquí debe destacarse que, en este segundo nivel, nos encontramos en el campo de la
excepción, siempre de interpretación restringida, ya que se encuentran en juego, especialmente, las
garantías y los derechos de los arts. 14 y 17 de la Constitución Nacional –los derechos de relacionarse
según la libre voluntad y la garantía de la propiedad– que sólo un interés sustancial del Estado, bajo
determinadas condiciones puede limitar. Así, el mismo art. 14 afirma que los derechos allí enumerados
pueden ser gozados ‘conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio’, siempre que tales
reglamentaciones no signifiquen una “alteración” –una afectación en su sustancia– de aquellos
“principios, garantías y derechos” (art. 28 Const. Nac. )”. Sin perjuicio de eso, de hecho, existen ramas
enteras del derecho empapadas de orden público: el derecho del trabajo, el previsional, familia y
sucesiones, el derecho del consumidor y el usuario, el derecho ambiental, etc. En contra ARAUZ
CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. p 43: “La ley de orden público, no es pues la
excepción: por el contrario, es la regla general. Las excepciones al imperio de las leyes son la autonomía
de la voluntad, la extraterritorialidad de la ley su irretroactividad. Considerar al orden público una ley
equivale a afirmar la ausencia de la excepción y la existencia de la ley en el campo de la regla general”.
55
Es de éste modo que el orden público se auto regula para garantizar y encontrar
el perfecto equilibrio entre esos principios de forma tal que por su exceso no se
degraden y por eso los limita o excepciona, ya que lo integran. A su vez estos principios
están en tensión constante con otros cuya tutela también procura146.
143
En este sentido bueno es recordar a RABBI-BALDI CABANILLAS, Renato en “Contrato y
emergencia: aproximación filosófica…” ob. cit. p. 15 que comenta un fallo de la CSJN donde una de las
reflexiones del tribunal es, precisamente que resultaría una “tarea infructuosa buscar el fundamento
filosófico o jurídico de cualquiera de estas limitaciones de la propiedad” pues todas ellas “y otras
muchas que sería fatigoso enumerar se fundan exclusivamente en el interés de la sociedad y
especialmente en su interés económico” y agrega el autor citado “A mi juicio, esta afirmación repara en
el hecho de que los tribunales de justicia no son cátedras universitarias ni, menos, tribunas de doctrinas
filosóficas, toda vez que su tarea es resolver casos concretos sometidos a su consideración. De ahí que
no le concierne indagar en los fundamentos filosóficos de sus resoluciones, lo cual, por lo demás, es
ciertamente tarea infructuosa. Empero esa circunstancia no significa que tales fundamentos filosóficos
no existan ni, tampoco, que en muchas ocasiones sean mencionados por los propios órganos judiciales”.
144
RIPERT, Georges El régimen democrático y el derecho civil moderno ob.cit. ps. 109/110: “Se ha
advertido que la libertad contractual podía comprometer la igualdad por el abuso del contrato. Pero aun
más que la libertad, la democracia ama la igualdad, y más bien, únicamente ama la libertad como una
manifestación de la igualdad. La reglamentación, la prohibición aparecen entonces como medidas
necesarias para defender la igualdad, y, por esto mismo la libertad individual. Si la democracia ha
aceptado tan fácilmente sustituir la economía liberal por una economía dirigida, se debe a que ha
advertido que el liberalismo podía hacer zozobrar la libertad, por un abuso de poder y que la
intervención del Estado podría restablecer la igualdad…El derecho moderno puede destruir parte por
parte la libertad contractual, sin por esto dejar de afirmar que el ideal de la democracia continua siendo,
siempre, asegurar la libertad individual”.
145
Sobre éste tema volveremos luego, sin embargo adelantamos que la afirmación surge del juego de los
arts. 2598, 2599, 2600 y 2651 inc. f).
146
Para explicar los límites que tiene el orden público YACOBUCCI, Guillermo J., en “ Derecho Penal y
Orden Público” LA LEY del 9/11/2015 cit. se refiere a que la CIDH en la opinión consultiva 5/86 hecha
propia por la CSJN en el precedente “Arriola” entiende al bien común dentro de la Convención “como un
concepto referente a las condiciones de la vida social que permiten a los integrantes de la sociedad
56
Como hemos dicho, de esos cuatro ámbitos jurídicos de intervención del orden
público, los dos primeros ponen límites: a la autonomía de la voluntad uno y a la
extraterritorialidad del derecho extranjero el otro y los dos últimos fundan excepciones:
al principio de irretroactividad de la ley uno y al principio de inexcusabilidad de
ignorancia de la ley el otro.
Por nuestra parte pensamos que el orden público se trata de un concepto único y
fundamental que trabaja sobre los principios arriba mencionados y funciona de dos
maneras distintas: limitación o excepción de esos principios generales.
alcanzar el mayor grado de desarrollo personal y la mayor vigencia de los valores democráticos. En tal
sentido puede considerarse como un imperativo del bien común la organización de la vida social en
forma que se fortalezca el funcionamiento de las instituciones democráticas. En tal sentido puede
considerarse como un imperativo del bien común la organización de la vida social en forma que se
fortalezca el funcionamiento de las instituciones democráticas y se preserve y promueva la plena
realización de los derechos de la persona humana. Por eso de ningún modo podrá invocarse el ‘orden
público’ o el ‘bien común’ como medios para suprimir un derecho garantizado por la convención o para
desnaturalizarlo o privarlo de contenido real (ver art. 29 a.) de la Convención). Estos conceptos en
cuanto se invoquen como fundamento de limitaciones a los derechos humanos, deben ser objeto de una
interpretación estrictamente ceñida a las “justas exigencias” de una “sociedad democrática” que tenga
en cuenta el equilibrio entre los distintos intereses en juego y la necesidad de preservar el objeto y fin de
la convención” (parágrafos 66 y 67)”.
57
Sin embargo, no es el orden público el único recurso del que hecha mano el
orden jurídico para limitar la autonomía de la libertad, también limitan la autonomía de
la voluntad la prohibición del abuso del derecho, el instituto del fraude a la ley, la
lesión subjetiva, la teoría de la imprevisión y las facultades judiciales expresas, por
ejemplo las de los arts. 771, 960 y 2572 del Código Civil y Comercial147, sin abrir juicio
sobre si los referidos institutos están regulados o no bajo normas imperativas.
Sin embargo otras materias del derecho privado también reguladas por el
Código Civil y Comercial, como los derechos de las personas, las reglas de capacidad,
derecho de familia, derechos reales, la prohibición de la dispensa del dolo, y de la culpa
de los dependientes o personas por las cuales debe responder (art. 1743); la
consagración del principio de no dañar a terceros; la forma de las escrituras públicas
147
Art. 771 CCC: “ Facultades judiciales. Los jueces pueden reducir los intereses cuando la tasa fijada o
el resultado que provoque la capitalización de intereses excede sin justificación y desproporcionadamente,
el costo medio para deudores y operaciones similares en el lugar donde se contrajo la obligación. Los
intereses pagados en exceso se imputan al capital y, una vez extinguido éste, pueden ser repetidos”. Art.
960: “ Facultades de los jueces. Los jueces no tienen facultades para modificar las estipulaciones de los
contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se
afecta, de modo manifiesto, el orden público”. Art. 2572: “ Facultades judiciales. La caducidad sólo debe
ser declarada de oficio por el juez cuando está establecida por la ley y es materia sustraída a la
disponibilidad de las partes”.
148
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público p. 81.
149
ORGAZ, Alfredo, Hechos y actos o negocios jurídicos p. 95 Víctor P. de Zavalia Editor, Buenos Aires
31 de julio de 1963.
58
(art. 309) de los estados contables (art. 324); sucesiones, prescripción de acciones están
regidas por normas imperativas que –como hemos explicado– no pueden ser dejadas de
lado por la autonomía de la voluntad.
Ese fue el estado de cosas hasta 1968 donde se incorporan al Código Civil una
serie de institutos que limitan claramente los efectos de la autonomía de la voluntad, los
reiteramos, a saber: la teoría de la imprevisibilidad cuando se afecta la consistencia de
las prestaciones recíprocas pendientes y, en consecuencia el sinalagma contractual se
ve desbordado por circunstancias ajenas a las previsiones contractuales (art. 1198
Código Civil según ley 17.711); le teoría de la lesión subjetiva que anula los contratos
cuando una de las partes se aprovechara de la necesidad, ligereza e inexperiencia de una
de las partes y de eso resultase un desequilibrio patrimonial en las prestaciones (art.
954 Código Civil según ley 17.711), la teoría del abuso del derecho donde la ley no
permitía el ejercicio abusivo de los derechos y lo definía cuando ese ejercicio es
150
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. p. 275.
151
ARAUZ CASTEX, Manuel La ley de orden público ob. cit. ps. 85/86.
59
Sin perjuicio de ello, las más arduas dificultades en este tema las encontramos
cuando del texto de la norma no surge su imperatividad, sino que surge de la
interpretación de su naturaleza y contenido, ya dijimos que en esos casos el juez puede
decir que esa norma es imperativa y que sus efectos no se pueden dejar sin efecto por
convención, de ese modo se asegura el fin querido por el Derecho.
Se ha dicho en este sentido que una norma “es de orden público cuando ése
surge de su naturaleza y la declaración hecha por el legislador se corresponde con su
contenido real. Es un concepto que, aunque indeterminado, se debe apoyar en
presupuestos jurídicos, lógicos y éticos”152.
Cuando el Código prohíbe las convenciones que afectan el orden público ( art.
12 CCC ), es precisamente porque considera el respeto de la libertad individual como
un principio de orden público.
152
LUQUI, Roberto Enrique “Reflexiones sobre el concepto de orden público” ob. cit.
153
LUQUI, Roberto Enrique “Reflexiones…” ob. cit.
60
En ésta línea se ha dicho que “la función del Derecho respecto de la voluntad es
peculiar. No manda o impone; se confía en que los contratantes elaboren su propia ley;
el Estado, al darle valor de ley privada y otorgarle fuerza obligatoria entre los
contratantes se obliga por su parte a hacer cumplir lo convenido, poniendo para ello a
disposición de cada parte el aparato coactivo de la Administración de Justicia.
Mientras no se le pide la colaboración de ésta, el Estado puede permanecer indiferente
al hacer o no hacer de los contratantes ( excepto casos de infracción penal o
administrativa ), pero cuando se le exige que imponga a una parte el hacer algo que
resuta inmoral o injusto, que repugne a la conciencia de cualquier persona decente y
justa habrá de abstenerse y no colaborar, declarando la nulidad de lo convenido. Otra
cosa sería contraria a la función del Estado de custodio de la justicia. Aquí puede verse
el punto de coincidencia y también lo diferente de los conceptos de buenas costumbres
y orden púbico, choca al sentido ético colaborar con lo injusto y colaborar con lo
inmoral hiere el sentimiento de justicia”154.
Tomemos como ejemplo que el Código Civil y Comercial dice que se tienen por
no escritas las condiciones que afectan de modo grave las libertades de la persona como
la de elegir domicilio o religión, o decidir sobre su estado civil (art. 344 in fine CCC)155,
algo parecido sucede con la regulación legal de los vicios del consentimiento, error (art.
265 CCC), dolo (arts. 271 y 1724 último párrafo CCC), violencia (art. 276), lesión (art.
332), la tutela del receptor de la voluntad mediante la protección del principio de
confianza (art. 1067 que recepta la teoría de los actos propios) o la que tutela la buena fe
lealtad (arts. 6, 961 y 1061 CCC) donde precisamente lo que se busca es que se
manifieste la voluntad privada sin afectaciones que la perturben156.
El mismo fenómeno se aprecia con las referencias al abuso del derecho (arts.
988, 1119, 1720, 1743, etc. Cód Civil y Comercial).
154
LUQUI, Roberto Enrique “Reflexiones sobre el concepto de orden público” ob. cit., en cita a su vez a
DE CASTRO, Federico “Notas sobre las limitaciones intrínsecas de la autonomía de la voluntad. La
defensa de la competencia. El orden público. La defensa del consumidor” Anuario de derecho civil, 1982,
vol IV, España, p. 1012. Y remata: “En otras palabras: para que lo acordado libremente por las partes
en un negocio jurídico tenga el valor de ley y el Estado le confiera la coacción a quién reclama su
cumplimiento, es preciso que se vayan respetanto los presupuestos de hecho y de derecho que aseguren
la realización del derecho”.
155
Ver sobre este punto RIPERT, Georges El régimen democrático y el derecho civil moderno ob. cit. ps
106/7.
156
SAUX, Edgardo I. “Orden público en la teoría general de las personas” LA LEY 2/11/2015.
61
decir cuando tenga una causa ilícita. Se aprecia así el juego recíproco de los institutos y
cierta coherencia en el engranaje del sistema. Coherencia que se pierde cuando se
estudia la teoría de la causa y la forma en que ésta fue legislada, cuestión que nos aparta
del camino trazado pero que la dejamos planteada para posteriores desarrollos157.
El texto del art. 12 del CCC se encuentra coordinado con el objeto de los actos
jurídicos y con su causa y el ordenamiento no les provee asistencia material, esto es
coacción pública necesaria para realizar la obligación, cuando el objeto y la causa de
los negocios jurídicos sean contrarios al orden público.
El art. 279 del Código Civil y Comercial prohíbe que puedan ser objeto de actos
jurídicos los hechos contrarios al orden público.También se proscriben los hechos
imposibles, prohibidos por la ley, contrarios a la moral, las buenas costumbres, lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana158.
La diferencia con el viejo art. 953 del Código Civil159 radica en una cuestión
metodológica fundamental: antes se decía positivamente qué cosas debían y podían ser
el objeto de los actos jurídicos, ahora se dice solamente lo que no debe ser objeto de los
actos jurídicos. Es decir, el 953 detereminaba el objeto de los actos jurídicos por lo que
debían ser, ahora se dice lo que no debe ser objeto de un acto jurídico.
157
En este orden de ideas, ver arts. 281/83 en el Capítulo 5 Actos Jurídicos, Título IV (Hechos y Actos
Jurídicos) Libro Primero: Parte General; art. 726 causa de las obligaciones y 1014 causa ilícita en los
contratos. Humildemente creemos que la ilicitud de la causa debió haberse legislado en la parte general y
no en el Capítulo 5 referido al objeto de
los contratos. El desarrollo de este tema excede el objeto de estudio de este trabajo.
158
Para una integral interpretación del art. 279 del Código ésta debe ser coordinada con la lectura
inmediata de los arts. 54 y 1004 del Código, que a fines gráficos transcribimos: Art. 54: “Actos
peligrosos. No es exigible el cumplimiento del contrato que tiene por objetola realización de actos
peligrosos para la vida o la integridad de una persona, excepto que correspondan a su actividad habitual
y que se adopten las medidas de prevención y seguridad adecuadas a las circunstancias”; Art. 1004:
“Objetos prohibidos. No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están
prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la persona
humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo
sean. Cuando tengan por objeto derechos sobre el cuerpo humano se aplican los arts. 17 y 56”. Quedará
para posteriores desarrollos doctrinarios el estudio de la metodología utilizada por el legislador que ha
tomado la decisión de regular el objeto de los actos jurídicos como lo que no debe ser el objeto de un acto
jurídico y el objeto de los contratos en dos arts. 1003 y 1004 como lo que debe ser y lo que no debe ser el
objeto de los contratos, éste último legislado como “objeto prohíbido”.
159
Art. 953 Código Civil: “El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que estén en el comercio, o
que por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto jurídico, o hechos que
no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenes costumbres o prohibidos por las leyes, o que se
opongan a la libertad de las acciones o de la conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero.
Los actos jurídicos que no sean conformes a esta disposición, son nulos como si no tuviesen objeto”.
62
Ello sin perjuicio de que ahora se incluyen en la enumeración del art. 279 los
hechos contrarios al orden público y ajenos a la dignidad humana que antes no estaban
en la enumeración del art. 953 del Código Civil.
Desde ésta óptica aparece entonces redundante la regla del 1004 CCC que
también prohíbe que puedan ser objeto de los contratos los hechos contrarios al orden
público, como si los contratos no fueran actos jurídicos.
La regla del art. 1014 del Código debió estar incluida para los actos jurídicos en
general y no sólo para los contratos, sin embargo una interpretación sistemática y
orgánica de la norma impone su aplicación a todos los actos jurídicos y a todas las
obligaciones.
Por nuestra parte entendemos –porque nos parece que es evidente– que ningún
acto jurídico ni tampoco ninguna obligación pueden tener una causa contraria al orden
público.
160
Art. 281 “Causa. La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y
hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes”
Art. 282 “Presunción de causa. Aunque la causa no esté expresada en el acto se presume que existe
mientras no se prueba lo contrario. El acto es válido aunque la causa expresada sea falsa si se funda en
otra verdadera”. Art. 283 “Acto abstracto. La inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no son
discutibles en el acto abstracto mientras no se haya cumplido, excepto que la ley lo autorice”.
161
LUQUI, Roberto Enrique “ Reflexiones…” ob. cit.
63
El simple acto lícito lo define el Código en el art. 258: “El simple acto lícito es
la acción voluntaria no prohibida por la ley de la que resulta alguna adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”. El simple acto lícito no
estaba definido en el Código de Vélez, se había encargado la doctrina de encuadrarlo y
definirlo.
La diferencia entre el simple acto lícito y el acto jurídico pasa por la posibilidad
de la atribución de los efectos, el acto jurídico lo tiene por fin inmediato y del simple
acto lícito resulta. Ello importa sostener que los efectos del acto jurídico están
determinados por la autonomía de la voluntad y los del simple acto lícito resultan de una
atribución legal. Los simples actos lícitos se realizan por el agente con la conciencia y
aún con la voluntad de producir un resultado de derecho, sin embargo el efecto depende
exclusivamente de la ley, los efectos del acto o negocio jurídico surgen impuestos por la
autonomía de la voluntad165.
162
Ese límite infranqueable no es otro que el orden público.
163
ORGAZ, Alfredo Hechos y actos… ob. cit. ps 27/8 y en p. 55 lo define así: “Teniendo en cuenta las
precedentes observaciones, podría definirse el acto o negocio jurídico de ésta manera más precisa: es el
conjunto de elementos de hecho en que se contiene una o varias manifestaciones de voluntad privada,
que debe producir determinadas consecuencias jurídicas de conformidad con la ley y con el querer de los
otorgantes” (sobre la base de la definición que dan Eneccerus-Nipperdey, con algunas modificaciones).
164
Esta norma reemplazó al art. 944 del Código de Vélez que tenía esta redacción: “Son actos jurídicos
los actos voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato, establecer entre las personas relaciones
jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos”.
165
ORGAZ, Alfredo Hechos y actos…ob. cit. p. 27.
64
Ello importa sostener que, en determinados casos –no en todos– el orden público
cambia la naturaleza del acto: un acto jurídico se convierte en un simple acto lícito.
Pasamos ahora a estudiar los efectos concretos del orden público sobre la
limitación a la autonomía de la voluntad. Señalamos entonces que los efectos clásicos
del orden público como la imperatividad, la nulidad, a veces la inoponibilidad, la
irrenunciabilidad, la aplicación de oficio y algunos otros, están todos relacionados con
la función externa del orden público que opera como límite de la autonomía de la
voluntad.
Veamos entonces cuales son esos efectos y como funcionan sobre las
situaciones a las que afecta.
VIII.- 1. 2. 1 Imperatividad.
Ya algo hemos dicho de las normas imperativas y a cuyo lugar nos remitimos
para evitar reiteraciones, sin embargo la imperatividad en cuanto tal, genera como
consecuencia de su aplicación obligaciones legales.
Es decir entonces que el orden público funciona como fuente mediata de las
obligaciones legales, toda vez que la obligación emergente no surge de los contratos que
abrevan de la autonomía de la voluntad, sino que surgen de la imperatividad propia de
las normas de orden público.
65
La afirmación se torna evidente, cuando los sujetos no pueden dejar sin efecto
las prescripciones de la regla imperativa y la obligación legal es lo que surge de su
contenido.
Nos remitimos a lo que diremos del fraude a la ley en el capítulo final de éste
trabajo.
El juez entonces, ya no tendrá que respetar las convenciones de las partes, sino
deberá ponerlas en armonía con las exigencias del poder público, el orden público
sustituye entonces la obligación nacida del contrato por una situación obligatoria.
Las obligaciones legales se ven con claridad en el marco de aquellas ramas del
derecho fundamentalmente impregnadas del llamado orden público de protección, como
el derecho del consumidor, el derecho laboral, la defensa de la competencia, etc.
166
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 225.
167
Art. 150 inc. a): “Leyes aplicables. Las personas jurídicas privadas que se constituyen en la
República, se rigen: a) por las normas imperativas de la ley especial o, en su defecto, de éste Código…”.
168
Art. 177 inc. a): “Extinción de la responsabilidad. La responsabilidad de los directivos se extingue
por la aprobación de su gestión, por renuncia o transacción resueltas por la asamblea ordinaria. No se
extingue: a) Si la responsabilidad deriva de la infracción a normas imperativas…”.
169
Art. 2533 “Carácter imperativo. Las normas relativas a la prescripción no pueden ser modificadas
por convención”.
170
Art. 2651 inc. f): “Autonomía de la voluntad. Reglas…f) los contratos hechos en la República para
violar normas internacionalmente imperativas de una nación extranjera de necesaria aplicación al caso,
no tienen efecto alguno”.
66
El mecanismo al que recurre el orden jurídico para que esa obligación legal no
sea conjurada se estructura alrededor de una serie de institutos que seguidamente vamos
a enunciar, a saber: nulidad y sus variantes; inoponibilidad, la aplicación de la ley
defraudada; la no homologación del acuerdo preventivo; la indisponibilidad; la
irrenunciabilidad y la aplicación de oficio.
171
Capítulo 9 “Ineficacia de los actos jurídicos ” del título IV Hechos y Actos Jurídicos del Libro
Primero que es la Parte General del Código. Dentro de esa estructura el Código determina los grados de
ineficacia de los actos jurídicos: el más grave: la nulidad absoluta, seguido de la relativa y el más
atenuado que es la inoponibilidad.
172
Nos remitimos para profundizar este concepto a dos obras clásicas del derecho civil argentino, ambas
citadas en éste trabajo, a saber SALVAT, Raymundo M. Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte
General T. 2 ps. 473 y ss. ob. cit. y LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil Parte General
T. II ps. 561 y ss. ob. cit.
67
Son de nulidad absoluta los actos que contravienen el orden público, la moral y
las buenas costumbres. Así surge de la lectura del primer párrafo del art. 386 del Código
Civil y Comercial.
El art. 390 del CCC dispone que la nulidad vuelve las cosas al mismo estado en
que se hallaban antes del acto declarado nulo y obliga a las partes a restituirse
mutuamente lo que han recibido.
La fórmula del viejo Código Civil en el art. 1047 era mas sensata y no generaba
semejante equívoco moral.
173
También se hace referencia a ésta clasificación en el art. 1919 CCC que habla de la presunción de
buena fe de la relación de poder, a menos que el título sea de nulidad manifiesta, en cuyo caso se presume
la mala fe.
174
SALVAT, Raymundo M. Tratado…Parte General T. 2 p. 473 ob. cit; LLAMBIAS, Jorge Joaquín
Tratado…Parte Genral T II p.565 y ss. ob. cit.
175
SALVAT, Raymundo M. Tratado de Derecho Civil…Parte General 2 p. 490 ob. cit., sin embargo
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil…Parte General T. II p. 613 N° 1977, entiende que
el torpe puede plantear la nulidad siempre que no obre de mala fe y que no pretenda extraer un provecho
de la declaración de nulidad. Cita el art. 210 cl. 3° del Anteproyecto de 1954 que dirigió cuya redacción
es similar a la regla que criticamos. El tema es que deja sin resolver el interrogante que planteamos en el
texto. Ello nos obliga a interpretar la diferencia ( que existe ) entre obtener un provecho y evitar una
pérdida. Y nos lleva a un interrogante de contenido sociológico, porque razón un sujeto va a promover un
pleito –con todo lo que ello implica– si no es para perseguir un provecho. ¿ Por amor al arte ?
68
La nulidad absoluta puede entonces ser total o parcial, tal como informa el art.
389 del CCC.
En los casos del orden público protectorio como el laboral o el del derecho del
consumidor y algunas otras disposiciones de orden público económico –como las de
protección de los locatarios– no se trata con el mismo rigor las convenciones contrarias
a ese orden público. Ello no es porque “ los contratantes merezcan mayor indulgencia,
sino, sencillamente, porque la aplicación rigurosa de las reglas que acabamos de indicar,
no produciría, de hecho, el efecto perseguido por el legislador”177.
Esta nulidad protectora está dirigida a mantener un orden útil que quedaría
desbaratado si se admite la nulidad total del contrato. En éste sentido es el trabajador
176
Ejemplos de nulidades absolutas tenemos en el nuevo Código Civil y Comercial en los siguientes
artículos, sin que la enumeración sea necesariamente exhaustiva, a saber: art. 44 “Actos posteriores a la
inscripción de la sentencia”; 45 “Actos anteriores a la inscripción”; 54 “Actos peligrosos”; 279 “Objeto”;
285 “Forma impuesta”; 309 “Nulidad”; 344 “ Condiciones prohibidas”; el capítulo 6 del Libro Segundo
Relaciones de Familia arts. 424/30; 436 “Nulidad de la renuncia”; 447 “Nulidad de otros acuerdos”; 634
“Nulidades absolutas”; 692 “Actos que necesitan autorización judicial”; 938 inc. a) “ Circunstancias de la
obligación anterior”; 939 “ Circunstancias de la nueva obligación”; 969 “Contratos formales”; 1000
“Efectos de la nulidad del contrato”; 1014 “ Causa ilícita”; 1195 “ Habitación de personas incapaces o
con capacidad restringida”; 1225 “Caducidad de la fianza. Renovación”; 1276 “Nulidad de la cláusula de
exclusión o limitación de la responsabilidad”; 1330 “ Mandato irrevocable”; 1353 inc.b) “ Supuestos
específicos en que la comisión no se debe”; 1389 “ Información en los contratos de crédito”; 1519
“Cláusulas nulas”; 1606 “Extinción de la renta”; 1639 “Garantía”; 1661 “Nulidad”; 1700 “Nulidad”; 1840
“Condición y endoso parcial”; 1884 “Estructura”; 1972 “ Cláusulas de inenajenabilidad”; 2059
“Convocatoria y quórum”; 2198 “Cláusula nula”; 2467 “ Nulidad del testamento y de disposiciones
testamentarias”; 2468 “ Condición y cargo prohibidos”; 2474 “ Sanción por inobservancia de las formas”;
2492 “Sustitución de residuo”; 2568 “Nulidad de la cláusula de caducidad”.
177
RIPERT, Georges El régimen democrático y el derecho civil moderno ob. cit. p. 229 y en p. 260
refuerza este argumento: “¡ Las exigencias de la conciencia pública! ¡que candidez! Sencillamente se trata
de satisfacer las exigencias de los más fuertes y numerosos, y el legislador afecta solamente a los
contratantes, cuando no saben defenderse”.
69
–en el marco de una relación laboral– quién puede pedir que tal o cual cláusula contraria
al orden público sea dejada sin efecto, pero sin afectar el resto del contrato. De otro
modo no se protegería sino que se perjudicaría al trabajador. Con un contrato de
locación pactado por un plazo menor al mínimo garantizado en el art. 1198178 del
Código Civil y Comercial sucede algo parecido, se entiende el contrato celebrado por el
mínimo asegurado por la norma: dos años, pero en modo alguno se anula todo el
contrato.
Funciona así porque se protege a una parte, es la decisión del legislador que el
inquilino, el trabajador, el consumidor sea el dueño del contrato, pretende compensar
de ese modo la desigualdad natural existente entre los contratantes. No quiere entonces
el legislador nulificar todo el contrato, sólo algunos efectos que son perjudiciales al
protegido.
Así las cosas resulta que un acto jurídico presenta algunos efectos que son
proveídos por la autonomía de la voluntad y otros por el imperio legal del orden
público. Eso afecta la naturaleza del acto, no es un acto jurídico pura sangre, es un acto
mestizo, cruzado con el simple acto lícito, porque algunos de sus efectos los provee el
orden público.
Un ejemplo de lo expuesto lo podemos encontrar en la letra del art. 989 del CCC
que dispone que la aprobación administrativa de las cláusulas generales de un contrato
con cláusulas predispuestas o de adhesión no obsta a su control judicial. Cuando el juez
declare la nulidad parcial del contrato, simultáneamente deberá integrarlo si no puede
subsistir sin comprometer su finalidad.
Otro ejemplo lo tenemos en la –criticable por cierto– regla general del art. 1119
CCC que califica de abusiva in abstracto aquellas cláusulas existentes en los contratos
de consumo que tienen por objeto o por efecto provocar un desequilibrio significativo
entre los derechos y las obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor.
178
Art. 1198 CCC: “Plazo mínimo de la locación de inmueble. El contrato de locación de inmueble,
cualquiera sea su destino, si carece de plazo expreso y determinado mayor, se considera celebrado por el
plazo mínimo legal de dos años, excepto los casos del art. 1199. El locatario puede renunciar a este
plazo si está en la tenencia de la cosa”.
179
RIPERT, Georges El régimen democrático… ob. cit. p. 229. Ver también el juego del último párrafo
del art. 386 “…Puede alegarse por el Ministerio Público y por cualquier interesado, excepto por la parte
que invoque la propia torpeza para lograr un provecho. No puede sanearse ni por la confirmación del
acto ni por prescripción” con el art. 388 primer párrafo CCC: “Nulidad relativa. Consecuencias. La
nulidad relativa sólo puede declararse a instancia de las personas en cuyo beneficio se establece…”.
70
Pasamos ahora a estudiar otro efecto del orden público, se trata de un efecto
propio de ciertos supuestos especiales, es la inoponibilidad de la persona jurídica.
Ya vimos que la nulidad deja el acto inválido, es decir carente de efectos entre
las partes y excepcionalmente puede derivar algún efecto frente a terceros180.
Pero a riesgo de ser rigurosos la llamada “inoponibilidad” del título del tercer
párrafo del art. 54 LGS y la del 144 no tienen las características de la inoponibilidad que
acabamos de describir.
Se trata más bien de una imputación directa, lo inoponible no son ya los efectos
del acto cuestionado si no que lo que resulta inoponible es la personalidad jurídica, la
creación jurídica de la persona ficta.
En efecto, lo que la ley dice es que los actos ajenos a los fines extrasocietarios (o
de la persona jurídica), que constituyan un recurso para violar la ley, el orden público, la
buena fe o para violar derechos de terceros van a proyectar todos sus efectos contra los
180
Art. 1051 del Código Civil derogado: “Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros
sobre un inmueble por una persona que ha llegado a ser propietario en virtud del acto anulado, quedan
sin ningún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual; salvo los derechos de los
terceros adquirentes de buena fe a título oneroso, sea el acto nulo o anulable”; art. 392 CCC: “Efectos
respecto a terceros en cosas registrables. Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros
sobre un inmueble o mueble registrable, por una persona que ha resultado adquirente en virtud de un
acto nulo, quedan sin ningún valor, y pueden ser reclamados directamente del tercero, excepto contra el
subadquirente de derechos reales o personales de buena fe y a título oneroso. Los subadquirentes no
pueden ampararse en su buena fe y título oneroso si el acto se ha realizado sin intervención del titular
del derecho” y también el art. 426 CCC: “Nulidad matrimonial y terceros. La nulidad del matrimonio y
la buena o mala fe de los conyuges no perjudica los derechos adquiridos por terceros que obran de
buena fe que hayan contratado con los cónyuges”.
181
Art. 54 3° párrafo LGS: “…Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación de la sociedad
que encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el
orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o
a los controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los
perjuicios causados”. Art. 144 CCC: “Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación que esté
destinada a la consecución de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un recurso para violar la ley,
el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de cualquier persona, se imputa a quienes a título
de socios, asociados, miembros o controlantes directos o indirectos, la hicieron posible, quienes
responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados. Lo dispuesto se aplica sin afectar los
derechos de los terceros de buena fe y sin perjuicio de las responsabilidades personales de que puedan
ser pasibles los participantes en los hechos por los perjuicios causados”.
71
La diferencia nuclear entre una y otra figura y sin pretensión de ser exhaustivo,
porque puede haber más es que el acto ilícito no escinde sus efectos. No es necesario ni
relevante que los tenga respecto a algunos sujetos y no los tenga respecto a otros.
Cabe concluir que lo que una de las redactoras del Código denominó diálogo de
fuentes de modo de coordinar las normas del Código con otros microsistemas, dándole a
las reglas del Código un efecto expansivo en este caso ha fallado porque la ambigüedad
de la inoponibilidad que hemos señalada, no solo que no fue coordinada con los
182
Hacen referencia a la inoponibilidad, sin pretender ser exhaustivos las siguientes reglas del Código
Civil y Comercial de la Nación, a saber: Art. 249 “Efecto principal de la afectación”; 298 “
Contradocumento”; 338 “Declaración de inoponibilidad”; 342 “Extensión de la inoponibilidad”;362
“Caracteres”; 369 “Ratificación”; 396 “Efectos del acto inoponible frente a terceros”; 444 “Efectos de la
atribución del uso de la vivienda familiar”; 449 “ Modificación de régimen”; 473 “Fraude”; 835 inc. d)
“Modos extintivos”; 846 inc. d) “Modos extintivos”; 851 inc. g) “Efectos”; 877 “Pago de créditos
embargados o prendados”; 1239 “Acción reivindicatoria”; 1301 “Inoponibilidad”;1588 “Efectos de la
sentencia”; 1623 “Concurso o quiebra del cedente”; 1688 “Actos de disposición y gravámenes”; 1805
“Revocación”; 1816 “Autonomía”; 1824 “Incumplimiento del asentimiento conyugal”; 1850 “Régimen”;
1893 “Inoponibilidad”; 1989 “Facultades con relación a la parte indivisa”; 2196 “Inoponibilidad”; 2207
“Hipoteca de parte indivisa”; 2222 “Oponibilidad”; 2457 “Derechos reales constituidos por el donatario”.
72
microsistemas, sino que tampoco se procuró repararla al repetir el art. 144 la fórmula
del art. 54 LGS183.
Veremos ahora dos variantes de los efectos del orden público, cuando se
presenta el supuesto de fraude a la ley.
Sin perjuicio de análisis posterior que se hará en ésta obra de la figura del fraude
a la ley, a cuyas páginas nos remitimos, corresponde adelantar aquí el efecto previsto en
el artículo 12 del CCC: la aplicación de la norma imperativa conjurada por la maniobra
del fraude. O la aplicación de la ley defraudada como decía la doctrina clásica.
Por su parte el art. 2651 inc. f) priva de todo efecto a los contratos hechos en la
República para violar normas internacionalmente imperativas de una nación extranjera
de necesaria aplicación al caso.
Pasamos ahora a enunciar otros tres efectos relacionados con el orden público,
en orden al temperamento a seguir con algunos derechos fundamentales, a saber la
indisponibilidad y dos de sus subespecies la intransmisibilidad y la irrenunciabilidad.
Estos tres efectos jurídicos los tratamos en éste punto, pues están involucrados
entre ellos en una relación de género a especie.
183
HIGHTON, Elena I. “Título Preliminar del Código Civil y Comercial. Principios generales del
derecho argentino” RDPyC 2015 Número extraordinario Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2015 ps. 18/19.
73
especies de ese género, toda vez que transmitir o renunciar a un derecho son – entre
otras – formas de disposición del mismo.
En el Capítulo 4 del Título Preliminar del Código art. 17 se fija una regla
general: se dispone que el cuerpo y sus partes no tienen valor comercial, sino afectivo,
terapeútico, científico, humanitario y social y se declara la indisponibilidad para su
titular, el que sólo podrá disponer siempre que se respeten esos valores y en los
términos que lo dispongan leyes especiales.
Otra regla relacionada con éste punto la tenemos en el art. 515 que fija los
límites a los pactos de convivencia, en tanto impone que no pueden ser contrarios al
orden público ni al principio de igualdad de los convivientes, ni tampoco podrán afectar
los derechos fundamentales de cualquiera de los integrantes de la unión convivencial.
Debe atenderse en la especie al art. 1004 del Código al que ya hemos hecho
referencia referido al objeto de los contratos.
El art. 1644, por su parte prohíbe transar sobre derechos en los que está
comprometido el orden público y respecto de derechos irrenunciables, sobre derechos
que recaigan en las relaciones de familia o el estado de las personas, excepto que se
trate de derechos patrimoniales derivados de aquellos, o de otros derechos en los que
expresamente el Código admite pactar.
En efecto, así parece surgir claro de la letra del art. 398 del CCC.
75
Allí se dispone que todos los derechos son transmisibles, excepto estipulación
válida de las partes o que ello resulte de una prohibición legal o que importe una
transgresión a la buena fe, la moral o las buenas costumbres.
La irrenunciabilidad de algunos derechos suele ser otro efecto jurídico del orden
público, apreciable más claramente en aquellos ordenamientos con marcada impronta
tuitiva de los derechos de algún sujeto en especial.
La renuncia a la ley en forma general está prohibida por el art. 13 del CCC,
algunos efectos de la ley pueden ser renunciados, excepto que esa renuncia esté
prohibida por el ordenamiento jurídico.
El art. 944 admite la renuncia a los derechos conferidos por la ley cuando no
esté prohibida y afecte solo intereses privados, pero no admite la renuncia anticipada de
las defensas que puedan hacerse valer en juicio.
184
Sobre éste punto nos remitimos al trabajo de MONTENEGRO, Gustavo en ésta misma publicación y
que ya hemos citado.
185
Art. 1512 2° párrafo: “Concepto…El franquiciante debe ser titular exclusivo del conjunto de los
derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor y demás comprendidos
en el sistema bajo franquicia; o en su caso, tener derecho a su utilización y transmisión al franquiciado
en los términos del contrato”.
76
Hay en esta regla de orden público un mandato protector que tiene por finalidad
evitar que el donante renuncie a perder sus medios de subsistencia.
El art. 1644 prohibe las transacciones sobre derechos en los que esté
comprometido el orden público ni respecto a derechos irrenunciables, ni tampoco sobre
los referidos a las relaciones de familia y el estado de las personas.
Se manda en esas reglas que las partes no pueden renunciar ni alterar las
disposiciones legales sobre caducidad establecidas en materia sustraída a su
disponibilidad. La renuncia a la caducidad de derechos disponibles no obsta a la
aplicación de las reglas referidas a la prescripción.
Por último y sin pretender haber sido exhaustivos con la enumeración de casos
donde interactúa el orden público y la irrenunciabilidad de ciertos derechos como su
efecto jurídico mencionamos la referencia al privilegio del crédito laboral el cual es
irrenunciable e impostergable (art. 2575 último párrafo CCC).
El art. 386 dispone que cuando la nulidad absoluta sea manifiesta podrá
declararla de oficio o sin petición de parte antes del dictado de la sentencia.
Esta regla tiene su correlato en el art. 960 titulado “Facultades de los jueces”
que dispone que los jueces carecen de facultades para modificar las estipulaciones de
los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley o
de oficio cuando se afecta de modo manifiesto el orden público.
El orden público se hace presente en la especie, toda vez que se genera un deber
en el art. 1710 de evitar causar un daño no justificado, de adoptar –de buena fe y
conforme a las circunstancias del caso– las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud y de no agravar el daño si ya se produjo.
Recordemos que las normas imperativas no solo son las prohibitivas, sino
también las que imponen mandatos concretos como este deber jurídico.
Por último el art. 2600 CCC que será estudiado en detalle más adelante impone
la actuación de oficio del juez para frenar la extraterritorialidad de la ley extranejra,
complementado con el art. 2612 cuyo segundo párrafo impone que los exhortos deberán
tramitarse de oficio y sin demora.
186
Sobre la actuación de oficio frente al abuso ver CSJN Fallos 326:678 del 20/03/2003.
78
Por otro lado en los casos de allanamiento a una demanda el juez se encuentra
obligado a concluir el procedimiento y dictar sentencia conforme a derecho, excepto
que en el caso se encuentren involucradas cuestiones de orden público, en cuyo
supuesto el allanamiento carecerá de efectos y seguirá el proceso según su estado.
Para terminar con éste esquema, vamos a analizar brevemente dos institutos que
también imponen un límite a la autonomía de la voluntad dentro del marco del derecho
privado argentino, que son la lesión subjetiva y la teoría de la imprevisión.
Estos dos institutos que ponen un límite a la autonomía de la voluntad, como son
ahora conocidos fueron desarrollados por el derecho romano sin embargo fueron
incorporadas a la legislación continental europea en el curso del siglo veinte.
Decía Ripert que la experiencia demuestra que la libertad no basta para asegurar
la igualdad, pues los más fuertes llegan a ser opresores, le corresponde entonces al
Estado intervenir para proteger a los débiles. “El deber que cada uno de nosotros quizás
no cumpliría por el prójimo, que en todo caso no puede ordenarle la ley que cumpla, lo
cumplirá el Estado a nombre de todos, y cuando el estado tiene deberes, hay derechos
para los ciudadanos”187.
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 148: “En efecto, la obligación contractual sólo
188
puede considerarse voluntariamente aceptada, si la voluntad de poder del deudor es rigurosamente igual
79
Esa protección de los débiles generó el desarrollo de una serie de doctrinas que
fueron receptadas por la reforma del Código Civil en 1968.
Nosotros nos ocuparemos por ahora de solo dos de esos institutos, el abuso del
derecho será tratado más adelante por otras razones.
Veamos.
El Código derogado daba las razones por las cuales no fue legislada la lesión
enorme u objetiva en la nota al art. 943.
No pretendemos irnos del camino que propusimos y nos vamos a limitar a una
explicación básica de modo que se entienda como limita la regulación de la lesión en el
Código la autonomía de la voluntad.
a la del acreedor. La diferencia entre las necesidades es entonces la única causa del cambio. Cada uno
obtiene lo que desea por un sacrificio cuya importancia conoce y con esto se respeta la justicia
conmutativa. Pero en realidad, el mecanismo del contrato es muy diferente. La igualdad que reina en él
es puramente teórica. Es una igualdad civil, es decir, de condición jurídica, más no una igualdad de
fuerzas. El error del liberalismo en su doctrina misma es decir que todo contrato se forma y cumple bajo
el signo de la libertad. Si los dos contratantes no están en igualdad de fuerzas, el más potente encuentra
en el contrato una victoria sumamente fácil. Impulsado por el interés, que es el móvil más frecuente de
las acciones humanas, sacrifica el bien ajeno para su propia satisfacción”.
189
BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código Civil” ED, 28-818.
190
Para profundizar el tema de la lesión, conocer sus antecedentes históricos, semejanzas y diferencias
con otras figuras ver MOISSET de ESPANES, Luís La lesión en los actos jurídicos Víctor de Zavalía
Editor Córdoba 1979.
80
Actualmente la lesión se encuentra regulada en el art. 332 del CCC con algunas
diferencias importantes. La norma dice: “Lesión. Puede demandarse la nulidad o la
modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes explotando la necesidad,
debilidad síquica o inexperiencia de la otra obtuviera por medio de ellas una ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Se presume, excepto
prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las
prestaciones. Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la
desproporción debe subsistir en el momento de la demanda. El afectado tiene opción
para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la primera de
estas acciones se debe transformar en acción de reajuste si éste es ofrecido por el
demandado al contestar la demanda. Sólo el lesionado o sus herederos pueden ejercer
la acción”.
191
Art. 954 CC derogado: “Podrán anularse los actos viciados de error, dolo, violencia, intimidación o
simulación. También podrá demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una
de las partes explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos
una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Se presume, salvo prueba en
contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las prestaciones. Los cálculos
deberán hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción deberá subsistir en el momento de
la demanda. Sólo el lesionado o sus herederos podrán ejercer la acción cuya prescripción se operará a
los cinco años de otorgado el acto. El accionante tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste
equitativo del convenio, pero la primera de estas acciones se transformará en acción de reajuste si este
fuere ofrecido por el demandado al contestar la demanda”.
192
MOISSET de ESPANES, Luís La lesión…ob. cit. ps. 173/79.
81
Siempre –se decía– debía sobreentenderse en todo contrato la cláusula rebus sic
stantibus, que, en su acepción más general sostiene que la subsistencia de una relación
contractual depende del mantenimiento de las circunstancias existentes al concluir el
negocio que fueron debidamente tenidas en cuenta o cotizadas y cuya variación nunca
fue prevista por los contratantes.
193
Para la historia de éste instituto y una acabada comprensión del mismo ver LARENZ, Karl Base del
negocio jurídico y cumplimiento de los contratos. Editorial Revista del Derecho Privado. Madrid, 1956.
194
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 153.
195
LARENZ, Karl Base del negocio jurídico…ob. cit. p. 23.
82
En nuestro derecho esta doctrina adquirió carta de ciudadanía con la ley 17.711
legislada en el art. 1198 CC196.
El Código Civil y Comercial, escindió el texto del art. 1198. El primer párrafo se
eliminó y fue reemplazado por el art. 961, donde se lo reitera y se legisla además una
ultraactividad de la buena fe que no existía en la legislación anterior.
196
Art. 1198 CC derogado: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de
acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y
previsión. En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de
ejecución diferida y continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente
onerosa, por acontecimientos extraordinarios o imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la
resolución del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva
onerosidad se produzca por causas ajenas al riesgo propio del contrato. En los contratos de ejecución
continuada la resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos. No procederá la resolución, si el
perjudicado hubiese obrado con culpa o se encuentre en mora. La otra parte podrá impedir la resolución
ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato”.
197
MOISSET de ESPANES, Luís La lesión…ob. cit. p. 227.
83
Pasamos ahora a estudiar otra de las funciones externas del orden público que
consiste en limitar la aplicación del derecho extranjero y la ejecución de sentencias y
laudos extranjeros. Veamos como funciona en la especie.
Queda entonces sometido a las reglas del derecho internacional privado199 y por
aplicación de esas reglas se justifica la aplicación del derecho extranjero en nuestro
país.
198
Puede tratarse de la nacionalidad de las partes, de su domicilio, del lugar de celebración del
matrimonio o contrato, del lugar de cumplimiento de éste, del lugar de radicación de los bienes, etc.
199
GOLDSCHMIDT, Werner Suma del Derecho Internacional Privado 2° ed. Editorial Perrot Buenos
Aires, 1961 p. 12 lo define así:“En resumidas cuentas, resulta, pues lícito afirmar que el D. I. Pr. es el
conjunto de casos iusprivatistas con elementos extranjeros y de sus soluciones tendientes a respetar la
extranjería de sus elementos, captados casos y sus soluciones mediante normas adecuadas”.
200
Idem ps. 53/4.
201
Idem p. 17 “En el D. I. Pr. la justicia consiste en la manifestación del respeto hacia el elemento
extranjero y, a través de él, hacia las personas y las comunidades interesadas en el mismo. El medio para
alcanzar este fin es la llamada “aplicación del derecho extranjero” la cual, precisamente por el respeto
debido a lo extranjero, será “imitación del Derecho extranjero”. Por ello, en el D. I. Pr. aparece el
respeto en su aspecto positivo. En efecto, el fenómeno de la imitación del Derecho extranjero consiste en
que un Estado da a una faceta determinada del caso aquella solución que decretaría en otro; en otras
palabras un Estado hace lo que otro quisiera que hiciese. Entendiendo por la “extraterritorialidad del
84
Derecho Privado” la irrupción del Derecho Privado extranjero en nuestro país, resulta lícito mantener
que el D. I. Pr. reglamenta la extraterritorialidad del Derecho Privado. Por el otro lado, si el liberalismo
defiende al débil contra el fuerte, siendo lo extranjero en un país débil en comparación con lo nacional,
también sería correcto afirmar que el D. I. Pr. constituye una manifestación esplendorosa del
liberalismo. Una de las consecuencias de la concepción liberal del D.I. Pr. consiste en considerar la
imitación del Derecho extranjero como algo valioso, puesto que resulta un testimonio del respeto que un
país tributa a otra forma de vida”. En ésta línea de pensamiento el inciso a) del art. 2595 del CCC dice:
“Aplicación del derecho extranjero. Cuando un derecho extranjero resulta aplicable: a) el juez establece
su contenido, y está obligado a interpretarlo como lo harían los jueces del Estado al que ese derecho
pertenece, sin perjuicio de que las partes pueden alegar y probar la existencia de la ley invocada. Si el
contenido del derecho extranjero no puede ser establecido se aplica el derecho argentino…”.
202
El derecho internacional privado nace como disciplina científica de los desarrollos teóricos de
Savigny, este jurista sostiene que “las naciones que forman parte de una misma cultura, participan de
una comunidad de derecho, de tal manera que cuando se hace aplicación de una ley extranjera, no es por
razones de cortesía internacional sino porque el respeto del derecho así lo impone, y porque en función
de la relación jurídica de que se trata, esa ley extranjera es la que aparece abonada por razones
científicas. Así cuando se trata del otorgamiento de un testamento en país extranjero, para saber si el
acto es válido en cuanto a sus formas ha de consultarse a las disposiciones que regían
contemporáneamente en ese país. Y ello no por motivo alguno de cortesía internacional sino porque la
ciencia del derecho indica que cuando alguien debe celebrar un cierto acto jurídico ha de atenerse a las
formas vigentes en el lugar de celebración –lex loci celebrationis–. Para esa teoría, por razón de la
comunidad de derecho existente entre las naciones que integran una misma civilización, la ley no es de
ordinario “territorial”, como en el sistema de los estatutos, sino “extraterritorial”, porque ha de elegirse
la que corresponde a cada relación jurídica según su naturaleza, independientemente de que sea la ley
nacional del país donde deba hacerse aplicación de ella. Con todo la teoría admite que puede hacerse
excepción de un cierto número de cuestiones, integrativas del “orden público”, respecto de las cuales
cada país no acepta sino la vigencia de su propia legislación: se trata de una excepcional aplicación
imperativa de la ley territorial”. LLAMBIAS, Jorge J. Tratado de Derecho Civil. Parte General T. I p.
123 ob. cit., y en ps. 163/4 reitera: “Recuérdese que Savigny veía en el orden público las circunstancias
excepcionales y propias de cada país que rompían la comunidad de derecho existente entre todas las
naciones integrantes de una misma cultura, y que por tanto hacía excepción a la aplicabilidad de la ley
extranjera indicada por la ciencia jurídica”. Por su parte SALVAT, Raymundo M. Tratado de Derecho
Civil Argentino. Parte General T. I ps. 164/5 ob. cit. sostiene sobre éste punto: “El jurisconsulto Savigny
desarrolló su teoría en el tomo octavo del Tratado de derecho romano, cuya traducción francesa,
publicada en 1855, ha ejercido una enorme influencia universal en la materia que estudiamos. Según
Savigny, a medida que las relaciones entre los diferentes pueblos son más numerosas y activas, más
necesario ha sido renunciar al principio exclusivo de la territorialidad absoluta de las leyes, para
admitir en cambio el principio contrario, el de una cierta comunidad de derecho existente entre los
diferentes pueblos en cuya virtud se tiende a igualar cada vez más el nacional y el extranjero ante la
justicia. Esto conduce, cuando se trata de resolver un conflicto de leyes, a aplicar la que sea más
conforme con la naturaleza de cada relación jurídica, prescindiendo de que sea la ley nacional o la
extranjera; y esta aplicación de la ley extranjera no es el resultado de un acto de benevolencia, sino
más bien el desenvolvimiento propio del derecho. Por excepción, ciertas leyes deben ser aplicadas
exclusivamente, con prescindencia completa de las leyes extranjeras; tales son: las que responden a un
fin moral, por ejemplo las que prohíben la poligamia; o las que son dictadas por un motivo de interés
general, ya sean de carácter político, económico o policial. El sistema de Savigny realiza un gran
progreso sobre el de los estatutos: por una parte, la aplicación de la ley extranjera no queda librada al
buen querer de los soberanos, sino que puede ser reclamada como un derecho; por otra, la regla
práctica de Savigny para establecer en cada caso cual es la ley aplicable, es mucho más flexible y
científica que las distinciones cerradas y arbitrarias de los estatutarios. Estas circunstancias explican la
gran difusión e influencia que tan tenido sus ideas, las cuales, en una gran medida, han servido de base a
nuestro Código Civil”.
85
que “el D. I. Pr. tiene por objeto un fenómeno específico que provoca la totalidad de
sus problemas: la extraterritorialidad del Derecho Privado extranjero”203.
En definitiva el orden público en ésta función trabaja como una suerte de punto
o elemento de desconexión205 porque cuando surja según las normas de colisión la
aplicación del derecho extranjero, el orden público argentino limita esa aplicación
porque el contenido de la ley extranjera es incompatible con los principios
fundamentales que informan nuestro ordenamiento (arts. 14 del viejo Código Civil –en
especial inciso 2°– y 2600 del CCC).
Vale decir que el orden público funciona en éste aspecto como una suerte de
custodio aduanero –por decirlo de alguna manera– del ordenamiento jurídico argentino,
es decir que se controla si la aplicación del derecho extranjero repugna a los principios
jurídicos en los que se sostiene nuestro ordenamiento206 y de ser ello así, impide la
aplicación del derecho extranjero y dispone la aplicación del derecho del foro.
203
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. p. 24.
204
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. p. 23 “La ciencia del D. I. Pr. no pudo constituirse hasta
que no se habían descubierto sus problemas generales. Ellos fueron hallados poco a poco a partir de la
mitad del siglo pasado. Savigny tiene, entre otros muchos, también el mérito de haberse dado cuenta del
primer problema general de la norma de colisión. En 1849, en el octavo volumen de su celebérrimo
“Sistema de Derecho Romano actual”, el gran jurisconsulto comprende que puede haber leyes
extranjeras tan contrarias a nuestro modo de sentir y pensar que nos resulte imposible aplicarlas,
aunque su aplicación en sí procediese con arreglo a las normas de colisión patrias. He aquí el
problema del orden público”.
205
BUSSO, Eduardo B. Código Civil Anotado ob. cit. p. 127.
206
El art. 2600 CCC refiere soluciones incompatibles con los principios fundamentales que inspiran el
ordenamiento jurídico argentino.
207
Art. 14 del Código Civil derogado:“Las leyes extranjeras no serán aplicables: 1° Cuando su
aplicación se oponga al derecho público o criminal de la República, a la religión del Estado, a la
tolerancia de cultos, o a la moral y las buenas costumbres; 2° Cuando su aplicación fuese incompatible
con el espíritu de la legislación de éste Código Civil; 3° Cuando fueren de mero privilegio; 4° Cuando
las leyes de este Código en colisión con las leyes extranjeras, fuesen más favorables a la validez de los
actos”. Recordemos que la fuente de Vélez Sarsfield para redactar este artículo fue la obra de Joseph
Story.
208
LLAMBIAS, Jorge J. Tratado de Derecho Civil. Parte General T. I p. 125 “Salvat se pregunta si la
enumeración del art. 14 es limitativa y responde que no. En efecto, los casos mencionados por ese
precepto no son sino meras aplicaciones del principio del orden público. Por consiguiente, toda vez que
86
Salvat sostenía que ese artículo contenía el llamado orden público internacional,
sin embargo nosotros entendemos que el orden público internacional no es otra cosa que
la denominación de una de las funciones del orden público interno: repeler el derecho
extranjero cuando es nocivo para nuestro ordenamiento.
En este sentido, el orden público coincide con el fraude a la ley, porque también
excluye la aplicación del derecho extranjero210 cuando éste fue fraudulentamente
designado por las partes para eludir la aplicación de normas imperativas del derecho
patrio211.
alguna ley extranjera resultase lesiva de las instituciones fundamentales de la organización social de
nuestro país como las referentes al régimen de la familia, “el juez deberá prescindir de ella y aplicar la
ley nacional, encuadre o no el caso en alguno de los incisos del artículo 14”” ( En cita a Salvat, Tratado,
Parte General 5° ed. n° 328 y Busso Código…T I art. 14 n° 46 ).
209
SALVAT, Raymundo M. Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General. T. I p. 171, ob. cit.
210
Además del orden púbico y el fraude a la ley, existen una serie de institutos que repelen la aplicación
del derecho privado extranjero, entre ellos podemos mencionar la falta de reciprocidad (v. gr. art. 4° ley
24.522),la competencia más próxima (que determina el estatuto real que hace regirse a los bienes
inmuebles por la ley del lugar de situación), el interés nacional, la retorsión y la falta de adecuación. Para
profundizar sobre estas cuestiones puede verse RAPALLINI, Liliana E, Temática de Derecho
Internacional Privado Editorial Lex, La Plata, 1998 ps. 105/106. También podemos incluir las
disposiciones de la ley 24871, cuyo análisis excede el punto que estamos estudiando.
211
Un ejemplo de éste tipo de norma lo podemos encontrar en el art. 604 de la Ley de Navegación
20.094, según la cual las disposiciones sobre la responsabilidad del transportador con respecto al pasajero
y a su equipaje “se aplican a todo contrato de transporte de personas por agua celebrado en la República
o cuyo cumplimiento se inicie o termine en puerto argentino, sea el buque nacional o extranjero, o
cuando sean competentes para entender en la causa tribunales argentinos”. Si alguno de esos postulados
se verifica el caso es resuelto exclusivamente por el derecho argentino. (BOGGIANO, Antonio Curso de
Derecho Internacional Privado Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1993 ps. 57/58).
212
Los hechos que constituyen el fraude son una característica negativa del tipo legal porque su
inexistencia es necesaria para que la consecuencia jurídica se torne operativa. En la norma indirecta la
consecuencia jurídica es la determinación del derecho aplicable al caso con algún elemento internacional.
Las partes crean deliberadamente el contenido de un negocio jurídico para escoger el derecho del país con
el cuál el contacto fue creado.
87
La relación entre fraude a la ley y orden público tienen pues ese punto en
común, pero se diferencian en que en el caso del orden público el derecho aplicable
según las normas de derecho internacional privado es el extranjero y se termina
aplicando el argentino por la incompatibilidad aludida. En cambio en el supuesto de
fraude a la ley, el derecho aplicable según normas imperativas argentinas214 es el
213
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. ps. 53/4, 60, 75/79, 97/108, señala éste autor que también la
reciprocidad suele jugar el papel de característica negativa de la consecuencia jurídica. La cláusula de
reciprocidad condiciona la aplicación de una norma de importación por el hecho de que el país extranjero
posea una situación similar, si esa condición no se cumple, entra en vigencia una norma indirecta de
exportación p. 97 (por ejemplo art. 4° tercer párrafo Reciprocidad ley 24.522); ver también RAPALLINI,
Liliana E. Temática de Derecho Internacional Privado ob. cit. ps. 63/4; BOGGIANO, Antonio Curso de
Derecho Internacional Privado ob. cit. ps 218/19.
214
Este tipo de normas son denominadas por Boggiano como normas de policía. Son aquellas que auto
limitan exclusivamente la aplicabilidad del derecho nacional a un caso multinacional. “Tal
autolimitación se produce mediante la exclusiva referencia a circunstancias que vinculan el caso al
derecho nacional propio…La eventual aplicabilidad del derecho extranjero queda excluida, así como la
voluntad diversa de las partes. Estas normas son exclusivas porque excluyen toda otra regulación de la
materia. Sólo se ocupan de auto limitar la esfera de aplicación espacial exclusiva del derecho material
propio, sin determinar las circunstancias que pueden hacer competente a un derecho nacional
extranjero. Los fundamentos que puedan justificar tal exclusivismo del derecho material propio radican
en la consideración del carácter insustituible de ciertas normas internas para proteger determinados
intereses nacionales. Se trata de una concepción de orden público que considera determinadas normas
internas absolutamente necesarias para salvaguardar dichos intereses. Tal necesidad justifica la
exclusividad y, consiguientemente, la exclusión inflexible de cualquier normativa diferente” (ver
BOGGIANO, Antonio Curso de Derecho Internacional Privado ob. cit. ps. 57/9, 68/70, 72/73, 118/22,
216 y cctes.), son normas que excluyen las consecuencias jurídicas de las normas de conflicto porque
estas últimas pueden “remitir la solución del caso a un derecho extranjero cuyo contenido concreto el
legislador forzosamente ignora y, por tanto no puede juzgarse compatible con las consecuencias
jurídicas materiales de las normas de ésta índole” el autor se refiere a las normas de conflicto, toda vez
que la consecuencia jurídica de las normas de policía es remitir siempre al derecho propio del legislador
que al momento de dictar las normas de policía está en condiciones de conocer concretamente. Las
normas de policía argentinas, remiten siempre al derecho argentino y excluyen la vigencia de cualquier
otra norma que remita al derecho extranjero. Son excepcionales y en cuanto tales de interpretación
restrictiva porque son normas de orden público. El fraude a la ley argentina se estructura contra este tipo
de normas. Ejemplo de estas normas, además del ya citado de la ley de navegación podemos encontrar en
los arts. 120: “Contabilidad. Es obligado para dicha sociedad llevar en la República contabilidad
separada y someterse al contralor que corresponda al tipo de sociedad”), 121 ( “Representante.
Responsabilidades. El representante de la sociedad constituida en el extranjero contrae las mismas
responsabilidades que para los administradores prevé esta ley y, en los supuestos de tipos no
reglamentados, las de los directores de las sociedades anónimas” ) y 124 LGS ( “Sociedad con
domicilio o principal objeto en la República. La sociedad constituida en el extranjero que tenga su sede
en la república o su principal objeto esté destinado a cumplirse en la misma, será considerada como una
sociedad local a los efectos del cumplimiento de las formalidades de constitución o de su reforma y
contralor de su funcionamiento”); 5° primer párrafo de la ley 20.091, el art. 2644 segundo párrafo CCC.
Sobre el carácter imperativo del art. 124 LGS, ver CSJN “Recurso de Hecho Compañía General de
Negociois SAIFE s/ pedido de quiebra por Mihanovich, Ricardo L” del 24 de febrero de 2009. Allí se
trató un pedido de quiebra solicitado a la Compañía General de Neogocios. En primera instancia y en la
Alzada se sostuvo que el peticionante carecía de legitimación para pedir la quiebra pues no había
demostrado su calidad de acreedor local. La fiscal de Cámara de aquél entonces Dra. Alejandra Gils
Carbó interpone queja ante la CS con el argumento de que la Compañía General de Negocios fue
constituida en la República Oriental del Uruguay bajo un sistema que sólo le permitía desarrollar
actividad financiera fuera de ese país, y cumplía esa actividad en forma clandestina y marginal en la sede
88
derecho argentino y se recurre al expediente del fraude a la ley para lograr la aplicación
del derecho extranjero (manipulando los hechos subyacentes que determinan los puntos
de conexión), desbaratada la maniobra, se aplica el derecho argentino, en tanto ley
defraudada215.
Para acotar el problema podemos decir que las normas indirectas se pueden
clasificar entre normas indirectas de importación y normas indirectas de exportación216.
Las primeras mandan aplicar el derecho extranjero en cambio las de exportación
ordenan la aplicación del derecho propio exportándolo al elemento extranjero del caso
controvertido. En esa inteligencia la aplicación del orden público es procedente frente a
las normas de importación y el fraude a la ley cuando nos encontramos frente a normas
de exportación217.
del Banco General de Negocios, en CABA. De ese modo captaba fondos y títulos valores de ahorristas e
inversores argentinos que eran registrados como referidos o transferidos al Uruguay vulnerando el control
de BCRA. Sostuvo la fiscalía que, en mérito a que la requerida tenía su sede y su principal actividad en la
República Argentina correspondía aplicar al caso el art. 124 LGS que, ante el fraude a la ley, impone
considerar a la sociedad extranjera como sociedad local. La Corte declaro formalmente admisible el
recurso y a efectos de determinar la jurisdicción que le corresponde al pedido de quiebra de la
mencionada sociedad constituida en Uruguay, debe acudirse a los Tratados de Montevideo de 1889 (art.
35) y 1940 (art. 40) ambos fijan el domicilio comercial del fallido (definido por el art. 3° del Tratado de
1940) como atributivo de la jurisdicción. Sostuvo la Corte en su considerando 8°) que el a quo formuló
una interpretación errada de las normas federales en juego para discernir la jurisdicción del pedido de
quiebra la que le compete a los jueces del domicilio comercial del fallido, que es donde se encuentra el
asiento principal de sus negocios. En el considerando 12°) dicen que el art. 124 de la ley 19.550
individualiza el supuesto en el cual la sociedad constituida en el extranjero no es reconocida como tal,
sino como sociedad local. “Tal supuesto se configura cuando la sede o el principal objeto se ubican en el
territorio nacional, hipótesis que impone la aplicación del ordenamiento legal nacional con el alcance
establecido por la propia norma. Por consiguiente, la decisión acerca del tratamiento legal que, en el
derecho interno, corresponde a la sociedad cuya quiebra se peticiona, se encuentre inescindiblemente
unida a la conclusión a que se arribe acerca del lugar en que ésta desarrolló su actividad principal”.
215
Sobre este punto es bueno tener presente que hasta los Principios Unidroit que materializan, en cierto
modo la libertad de contratación orientada hacia el libre comercio y la competitividad, ponen límites a la
libertad de contratación en el marco del derecho internacional privado. Las partes tienen la más amplia
libertad de contratación, hasta para elegir el derecho aplicable, sin embargo “en el acápite tercero se
establece que ésta autonomía tiene límite en las normas de orden público, tal como las describe el punto
1.4 y sus comentarios:‘Dada la naturaleza peculiar de los Principios, éstos no tienen el propósito de
prevalecer sobre normas imperativas aplicables, ya sean de origen nacional, internacional o
supranacional. En otras palabras los principios no pretenden evadir las disposiciones de orden público,
independientemente de que hayan sido promulgadas por los Estados de manera autónoma, o hayan sido
promulgadas por los Estados a los efectos de introducir convenciones internacionales en el Derecho
interno, o emanen de organismos supranacionales’” (ALEGRIA, Héctor “El orden público y los
contratos internacionales” RDPyC 2007-3 Orden público y buenas costumbres p. 320. Ed. Rubinzal
Culzoni, Santa Fe 2007). Se aprecia claramente que cuando se acuerda la aplicación de un determinado
derecho en fraude del que legalmente se impone por imperio de una norma imperativa, el fenómeno es
diverso al límite que le impone el orden público al derecho legalmente aplicable en mérito al dictado de la
norma indirecta.
216
Sobre ésta clasificación ver GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. p. 59.
217
Ello según la designación de Goldschmidt o normas de policía según la denominación de Boggiano.
89
La relación entre orden público y fraude a la ley será analizada en detalle más
adelante, en éste capítulo nos limitaremos a enunciar el paralelo desde el punto de vista
del derecho internacional privado.
218
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. p. 52.
219
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. ps. 98/99.
220
Sobre este punto puede verse BOUTIN I., Gilberto Derecho Internacional Privado ob. cit. p. 387 dice
el autor: “- Definición de Orden Público. Se entiende por orden público, la excepción o autodefensa que
tiene todo ordenamiento jurídico del juez del foro para rechazar la aplicación de una ley extranjera
normalmente competente cuya aplicación en el ordenamiento jurídico del foro ofendería o violentaría
principios fundamentales de dicho sistema jurídico. El orden público constituye una autodefensa o
excepción que sirve para frenar las leyes extranjeras competentes, que en un momento dado su
aplicación por el juez serían contrario al concepto de justicia o al concepto de vida del derecho positivo
del juez del foro. Dicho esto, el orden público constituye el conjunto de principios de derecho material y
de principios fundamentales, que no pueden ser perturbados por la aplicación de una ley extranjera
competente. El orden público constituye los glóbulos blancos de todo sistema judicial o de todo derecho
internacional privado del foro. - Diferencia entre Orden Público Interno e Internacional. Cabe señalar
para los efectos de claridad conceptual la distinción entre las dos nociones en el marco del Derecho
Internacional Privado. Así, el orden público interno o tradicional es el conjunto de reglas de carácter
imperativo que no pueden ser descartadas ni desconocidas por la autonomía de la voluntad de las partes.
Ellas son normas internas e imperativas. Mientras que el orden público internacional es: toda excepción,
reserva, o autodefensa que tiene todo ordenamiento jurídico positivo para rechazar la aplicación de una
norma extranjera competente cuya aplicación en el derecho interno del foro violaría principios o
derechos fundamentales de su sistema legal”. Dos observaciones: la primera es que la definición del
orden público dada por el autor se refiere a la función del orden público que estamos estudiando en éste
punto, en tanto limita la aplicación del derecho extranjero en el país del juez que entiende en el caso (juez
del foro). Vale decir que no se ha definido el orden público como lo hemos hecho nosotros, sino que se ha
hecho referencia a una de sus funciones: limitar la aplicación de la ley extranjera cuando su aplicación sea
escandalosa para el juez del foro. En segundo lugar cuando señala la distinción entre orden público
interno y orden público internacional se limita a referir la diferencia de funciones de un determinado
orden público interno. Es decir el orden público de un determinado ordenamiento tiene una función
interna limitativa de la autonomía de la voluntad de los sujetos contratantes, que ya hemos explicado y
una función internacional limitativa de la aplicación del derecho extranjero cuando este sea incompatibles
con los principios que informan el ordenamiento del juez del foro. Vale decir entonces que el orden
90
público es único y territorial, por razones didácticas para explicar sus funciones se lo denomina interno e
internacional. También podemos ponderar para ratificar lo expuesto el actual texto de la Ley 7 del 8 de
mayo de 2014 Código de Derecho Internacional Privado de la República de Panamá, cuya Sección 3° se
titula “ Orden Público Internacional”, el art. 7° reza: “Los efectos jurídicos de un acto o ley extranjera o
internacional no serán reconocidos total o parcialmente cuando su aplicación vulnero o viole: 1.
Principios fundamentales. 2. Derechos esenciales. 3. Instituciones básicas del ordenamiento jurídico
panameño. La no aplicación del derecho extranjero o internacional será suplida por el derecho interno”.
Como se aprecia de su lectura lo que se denomina en la ley Orden púbico internacional no es otra cosa
que los principios fundamentales, los derechos esenciales y las instituciones básicas del ordenamiento
jurídico panameño cumpliendo la función que estamos explicando en el punto: limitar la aplicación del
derecho extranjero incompatible con el orden jurídico panameño. Es decir que el orden público
panameño al igual que el del resto de los países es único y territorial y por razones didácticas se
denomina Orden público internacional a la función del orden público interno que estudiamos en el
punto. No se trata de dos órdenes distintos, sino de la exclusiva función del orden público interno de cada
país de poner límite a la regla general de la extraterritorialidad de la ley. Sobre éste punto también puede
verse SCOTTI, Luciana B. Incidencias del Código Civil y Comercial. Derecho internacional privado p.
71 Hammurabi, Buenos Aires, 2015. Dice la autora: “Incluso el calificativo de “internacional” ha
suscitado críticas y desconcierto. Se ha manifestado, en este sentido, que “ el nombre correcto de ésta
institución es orden público en el derecho internacional privado, pues la expresión ‘orden público
internacional’ sugiere la existencia de principios universalmente aceptados y los principios que son
defendidos por esta institución pertenecen a un ordenamiento estatal y ellos, según lo demuestra el
derecho comparado, pueden ser y efectivamente son distintos en los diversos estados”. Lo cierto es que el
calificativo de “internacional” se utiliza para diferenciarlo del orden público interno. Este representa la
restricción a la autonomía de la voluntad, que con sentido de equidad ampara el interés general de la
voluntad. Son leyes imperativas, inderogables por las partes e imperan sobre las relaciones jurídicas
privadas puramente internas. En cambio, el orden público internacional u orden público del derecho
internacional privado es el impedimento a la aplicación del derecho extranjero cuando este es contrario
al espíritu de la legislación del foro”. Como se aprecia de la lectura de este texto, el llamado orden
público internacional es la denominación que recibe una de las funciones del orden público: el límite a la
aplicación del derecho extranjero cuando es incompatible con los principios que fundan el ordenamiento
del foro. Por su parte RAPALLINI, Liliana E. Temática del Derecho Internacional Privado…ob. cit. p.
100 dice: “Savigny nunca habló de orden público como tal sino que lo llamó “límites locales a la
aplicación de leyes extranjeras”, clasificando a las normas en permisivas e imperativas y dentro de éstas
las rigurosamente obligatorias de tenor estrictamente territorial que responden a distintos intereses y son
voluntad expresa del legislador; en suma caratuló de rigurosamente prohibitivas a aquellas instituciones
extranjeras desconocidas por el derecho local. De manera que cierra el entorno indicando que la
regularidad consiste en aplicar el derecho extranjero y la excepción está en la inaplicabilidad…”. Esta
autora también define el orden público y el internacional en términos similares a los que los hace Boutin,
por lo cual nos remitimos al comentario realizado en ésta misma nota al respecto. Debemos destacar que
Liliana Rapallini, de lege ferenda habla de Orden Público Comunitario, en función del fenómeno de la
integración regional que se viene desarrollando desde la segunda guerra mundial a ésta parte. Integración
que por otro lado parece haberse frenado en los últimos años en mérito a lo cual se ha generado el
llamado Brexit y otros ejemplos de desintegración regional. Finalizada la digresión, la integración supone
intereses comunes en los Estados que se disponen a formar parte del proceso, esos países afines ceden
parte de su soberanía legislativa y la materia cedida o transferida generará un derecho específico
convocado a regir las relaciones comunitarias. “Ya el Tratado o Acuerdo Marco se ocupará por su
carácter fundacional de fijar las premisas que han de darle su color propio. Pero sólo la vida
comunitaria, su progresivo desarrollo son los que permitirán adquirir una personalidad diferenciadora
del resto. Va naciendo entonces el orden público comunitario de tinte individual en lo que hace al orden
público tanto interno como internacional al cuál no podrá quebrantar, coexisten pero sin invasión de uno
sobre el otro por sus receptores materias de distinta etiología. Depositando el análisis en el Tratado de
Roma de 1958 del cual surge entonces la Comunidad Económica Europea, su Preámbulo en el art. 1°
bosqueja pautas que han de seguir las normativas sobrevinientes pero sobre todo la actitud de los
Estados partícipes así la unión entre los pueblos, la lealtad como práctica constante y sobre todo el
mejoramiento de la calidad de vida” (RAPALLINI, L. ob. cit. ps. 102/103). Sobre este punto ver también
ALEGRIA, Héctor “El orden público y los contratos internacionales” ob. cit. p. 336 nota 128, en cita a
Feldstein de Cárdenas, Sara Lidia “El orden público internacional: una nueva mirada desde el derecho
internacional privado conteporáneo” en elDial.com: DC49D: “… la doctrina argentina más autorizada
Ha expresado con precisión que del denominado orden público internacional es, en definitiva, el orden
91
Del mismo modo la CIDIP sobre Normas Generales del Derecho Internacional
Privado incorporada a nuestro ordenamiento por ley 22.921 en su art. 5° dice: “La ley
declarada aplicable por una Convención de Derecho Internacional Privado podrá no
ser aplicada en el territorio del Estado Parte que la considere manifiestamente
contraria a los principios de su orden público”.
El art. 7° del mismo cuerpo legal dice: “Las situaciones jurídicas válidamente
creadas en un Estado Parte de acuerdo con todas las leyes con las cuales tengan una
conexión al momento de su creación serán reconocidas en los demás Estados, siempre
que no sean contrarias a los principios de su orden público”. El énfasis en la palabra
principios es nuestro para señalar la diferencia entre estos textos y el art. 4° arriba
transcripto.
público del foro, es el conjunto de principios fundamentales e inderogables por voluntad de las partes, en
que se asienta el orden jurídico local y que el juez que entiende en la causa debe invocar y utilizar para
excluir la aplicación de un Derecho extranjero […] que resultan lesivos a tales principios” Ver en el
mismo sentido nota 130 del trabajo de Héctor Alegría citado en esta nota.
221
Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados. Art. 27: “Una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se
entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en su artículo 46”. Art. 46: “El hecho de que el consentimiento de
un Estado en obligarse por un tratado haya sido manifiesto en violación de una disposición de su
derecho interno concerniente a la competencia para celebrar tratados no podrá ser alegada por dicho
Estado como vicio de su consentimiento, a menos que esa violación sea manifiesta y afecte a una norma
de importancia fundamental de su derecho interno. 2. Una violación es manifiesta si resulta
objetivamente evidente para cualquier Estado que proceda en materia conforme a la práctica usual y de
buena fe”.
92
Dice Goldschmidt que el orden público según la función que estudiamos en este
punto “contempla más bien la valoración del caso litigioso, brindada por el derecho
extranjero declarado aplicable por nuestro D. I. Pr., desde el punto de vista de la
justicia y del derecho en sentido estricto…Procede su aplicación a posteriori:
primeramente hay que buscar la solución del caso con arreglo al derecho extranjero; y
sólo después urge someter tal solución a la valoración con miras a la justicia y al
derecho natural (conjunto de criterios generales de valoración inferidos de las
valoraciones concretas llevadas a cabo por la justicia)…La aplicación del orden
público produce siempre un efecto doble: elimina el derecho extranjero nocivo (efecto
negativo) y lo sustituye por derecho saludable (efecto positivo). Del efecto doble que
necesariamente toda aplicación del orden público produce, hay que distinguir el
resultado de la misma que es negativo o positivo en razón inversa al carácter positivo o
negativo del derecho extranjero descartado. En efecto, si lo perjudicial del derecho
extranjero consiste en negar una facultad, el derecho sustituto la concedería (resultado
positivo del orden público). Si, al contrario, lo perjudicial del derecho extranjero
consiste precisamente en conferir una facultad, el derecho sustituto la negaría
(resultado positivo del orden público)”222.
222
GOLDSCHMIDT, Werner Suma…ob. cit. ps. 101/102 y 104/105.
223
Idem ps. 103.
224
Pensamos por nuestra parte que lo propio debería suceder con un laudo arbitral emitido por un
tribunal constituido en el país y que haya aplicado el derecho extranjero incompatible con nuestro orden
público. Si bien el laudo es dictado por un tribunal constituido en el país, aplicando derecho extranjero, el
caso, lógicamente deberá tener elementos internacionales. En ese supuesto en la ejecución judicial del
93
laudo debiera el tribunal competente aplicar las reglas procesales contenidas en el art. 517 CPCCN, por
remisión del art. 519 bis CPCCN y sus homólogos provinciales según sea el lugar de ejecución del laudo.
En éstos supuestos el control de admisibilidad y compatibilidad del derecho extranjero con el nuestro
necesariamente deberá realizarse en el trámite procesal de ejecución del laudo.
225
FEUILLADE, Milton C. La sentencia extranjera p. 53 Editorial Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos
Aires 2008.
226
FEUILLADE, Milton C. La sentencia…ob. cit. p. 54.
227
Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1889 art. 5°dice: “Requisitos. Las
sentencias y fallos arbitrales dictados en asuntos civiles y comerciales en uno de los Estados signatarios,
tendrán en los territorios de los demás la misma fuerza que en el país en que se han pronunciado si
reúnen los siguientes requisitos:…d) que no se oponga a las leyes de orden público del país de su
ejecución”. Vemos que la norma dice que la sentencia extranjera no puede ser contraria a las leyes de
orden público del lugar del foro. El Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo de 1940
art. 5°: “Requisitos. Las sentencias y los fallos arbitrales dictados en asuntos civiles y comerciales en uno
de los Estados signatarios, tendrán en los territorios de los demás la misma fuerza que en el país en
donde fueron pronunciados si reúnen los siguientes requisitos:…d) que no se oponga al orden público
del país de su cumplimiento. Quedan incluidas en el presente artículo las sentencias civiles dictadas en
cualquier Estado signatario por un tribunal internacional que se refieran a personas o a intereses
privados”. Aquí la norma de 1940 no dice ya leyes de orden público, sino orden público, siendo esta
expresión naturalmente más abarcadora que la primera.
94
228
Convención Interamericana de Derecho Internacional Privado (CIDIP II), ley 22.921 art.
2°:“Requisitos – Sustanciación. Las sentencias, laudos arbitrales y resoluciones jurisdiccionales
extranjeras a que se refiere el art. 1°, tendrán eficacia extraterritorial en los Estados partes si reúnen las
siguientes condiciones:…h) que no contraríen manifiestamente los principios y las leyes de orden público
del Estado en que se pida el reconocimiento o la ejecución”. Aquí se aprecia que la convención se refiere
tanto a las leyes como a los principios de orden público.
229
Convención sobre el Reconocimiento y la ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras de Nueva
York, del 10 de julio de 1958 Art. 2°: “También se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de
una sentencia arbitral si la autoridad competente del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución
comprueba: a) Que, según la ley de ese país, el objeto de la diferencia no es susceptible de solución por
vía de arbitraje; o b) que el reconocimiento o la ejecución de la sentencia serían contrarios al orden
púbico de ese país”.
230
FEUILLADE, Milton C. La sentencia … ob. cit. ps. 23/4.
231
La situación del fraude a la jurisdicción se presenta cuando las partes han buscado un “foro de
conveniencia” o forum shopping. Esta situación se presenta cuando las partes manipulan los puntos de
conexión jurisdiccionales en busca de una ventaja en la decisión jurisdiccional o para dificultar el derecho
de defensa del demandado.
95
Por nuestra parte compartimos la cita por su claridad con la salvedad de que si la
contrariedad al orden público no es manifiesta, sino solapada, oculta, que surge de una
interpretación razonable y del estudio que el reconocimiento de toda sentencia
extranjera exige, es también una excepción al reconocimiento de la sentencia o laudo
extranjero233. En definitiva, no estamos de acuerdo con la inclusión de la palabra
manifiesta como adjetivo de la violación del orden público en el caso, la violación
puede ser oculta y el orden público también limita en ese caso el reconocimiento de la
sentencia extranjera.
La segunda de las cuestiones tiene que ver con el tema que estudiamos en éste
punto que es el orden público como límite a la extraterritorialidad del derecho
extranjero. Sucede que a través de este procedimiento de control procesal el orden
público impide el ingreso del derecho extranjero materializado a través de una
sentencia. El derecho viaja encriptado en el contenido de la sentencia como si fuese un
caballo de Troya en cuyo interior se encuentra un resultado sostenido en un derecho
contrario a nuestros principios de orden público.
La función que cumple el orden público en estos casos es la misma que impide
en los casos que ya explicamos la extraterritorialidad del derecho extranjero,
manifestado en éste supuesto a través de una sentencia.
Pasamos a estudiar en el punto siguiente otra de las funciones del orden público,
relacionada ésta vez como una excepción al principio de irretroactividad de la ley.
En éste capítulo vamos a tratar una de las cuestiones que genera la aplicación de
la ley y su relación con el tiempo237.
237
Un autor italiano, Gaetano Pace, sostenía que debía haber una suerte de paralelismo en ésta materia y
el derecho internacional privado, así como según un principio general de ésta materia refiere que el lugar
rige la forma del acto –locus regis actum– también el tiempo tendría que regir los efectos del acto
–tempus regis actum– (Spota, “Dictamen preliminar al 3° Congreso Nacional de Derecho Civil”, en
“Efectos de la ley con relación al tiempo. El art. 3° del código civil modificado por la ley 17.711” ED, 36-
736.
98
Borda por su parte sostenía: “La seguridad está interesada en que se mantenga
lo más posible la vigencia de los derechos nacidos al amparo de la vieja ley; la justicia
está pidiendo una aplicación lo más extensa posible de la nueva ley que, por ser tal,
debe presumirse más justa”239.
Este tema cobra relevancia y se torna una cuestión práctica cuando un hecho,
acto, relación o situación jurídica se sostiene en el tiempo durante la vigencia de dos o
más normas, esto es: al nacer estos hechos o situaciones jurídicas se encuentran bajo la
vigencia de una regla jurídica y durante su desarrollo se modifica el marco legal por
una reforma legislativa y caen bajo el imperio de otras reglas que cambian las
anteriores240.
Cada uno de estos efectos genera diferentes dificultades, de modo tal que la
aplicación retroactiva de la ley genera el problema de sus límites, la aplicación
inmediata la situación que resuelve el derecho transitorio y la aplicación diferida no
genera mayores inconvenientes, pues importa establecer que las situaciones jurídicas en
curso no serán afectadas por la nueva ley, sino luego de un determinado período de
tiempo, con lo cual las cuestiones que se generen con su aplicación quedan subsumidos
en el llamado derecho transitorio.
Borda evocado por Kemelmajer de Carlucci decía sobre éste tema que en
realidad la única ley vigente es la última. “Desde que ésta se sancionó, la anterior dejó
de regir, no es más una norma jurídica, pertenece a la historia del derecho. El juez no
puede juzgar sino conforme a las reglas de derecho obligatorio. Y sólo tienen fuerza
obligatoria aquellas reglas vivas, que están en vigor en el momento en que el juez dicta
su sentencia. La vieja ley no puede ser tomada en consideración por el juez a menos
que la ley nueva, por una razón cualquiera y bajo diversas condiciones preste su fuerza
a la ley vieja. En el fondo, aun en esta hipótesis, es la ley nueva la que estatuye, la que
ordena, porque no es por razones jurídicas, políticas o humanitarias que el juez aplica
la ley antigua, sino simplemente porque la ley nueva lo quiere así”242.
Esa nueva ley puede tolerar o no que las convenciones contrarias a esa regla
continúen o no en vigencia. Si las destruye por razones de orden público, porque las
considera incompatibles con el nuevo orden, será una ley retroactiva.
241
Art. 2537 CCC: “Modificación de los plazos por ley posterior. Los plazos de prescripción en curso al
momento de entrada en vigencia de una nueva ley se rigen por la ley anterior. Sin embargo, si por esa ley
se requiere mayor tiempo que el que fijan las nuevas, quedan cumplidos una vez que transcurra el tiempo
designado por las nuevas leyes, contado desde el día de su vigencia, excepto que el plazo fijado por la ley
antigua finalice antes que el nuevo plazo contado a partir de la vigencia de la nueva ley, en cuyo caso se
mantiene el de la ley anterior”.
242
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída La aplicación del Código Civil y Comercial…ob. cit. p. 21, en
cita a BORDA, Guillermo Retroactividad de la ley y derechos adquiridos p. 101, Perrot. Buenos Aires,
1951, en cita a su vez a SZASZY.
100
Este sistema estuvo vigente hasta 1968 que con la sanción de la ley 17.711 se
modificó el art. 3° y se derogaron –entre otras normas– los arts. 5°, 4044 y 4045 del
Código velezano.
243
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 250.
244
BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código Civil. Efectos de la ley…” ob. cit. ED, 28-811.
245
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I p. 141 ob. cit.
246
Art. 3° Código Civil ( modificado por ley 17.711 ): “Las leyes disponen para lo futuro; no tienen
efecto retroactivo, ni pueden alterar los derechos ya adquiridos”.
247
Art. 5° Código Civil (dergogado por ley 17.711): “Ninguna persona puede tener derechos
irrevocablemente adquiridos contra una ley de orden público”.
248
Art. 4044 Código Civil (derogado por ley 17.711): “Las nuevas leyes deben ser aplicadas a los hechos
anteriores, cuando solo priven a los particulares de derechos que sean meros derechos en expectativa;
pero no pueden aplicarse a los hechos anteriores cuando destruyan o cambien derechos adquiridos”.
249
Art. 4045 Código Civil (derogado por ley 17.711): “Las leyes nuevas deben aplicarse, aun cuando
priven a los particulares de facultades que les eran propias, y que aún no hubieran ejercido o que no
hubiesen producido efecto alguno”.
101
250
BORDA, Guillermo Dictamen preliminar al 3° Congreso Nacional de Derecho Civil en “Efectos de la
Ley con relación al tiempo. El art. 3° del Código Civil modificado por la ley 17.711” ED, 36-730 y “La
Reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo” ED, 28-807. En contra
COMPAGNUCCI de CASO, Rubén “Orden público y las convenciones particulares” ob. cit. p. 114:
“Sostenía Orgaz la necesidad de tener en consideración a los derechos adquiridos, pues dentro del
Derecho Constitucional resulta inevitable la referencia a los mismos, ya que los jueces no pueden dejar
de referirse a ellos para detener la retroactividad –aun dispuesta por la ley–, en protección a los
derechos constitucionales” y LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado…Parte General T. I p. 136 que
sostiene que el concepto es útil para mostrar de modo elemental el funcionamiento de la ley con relación
al tiempo y dice: “Desde nuestro punto de vista se “adquiere” un derecho cuando se reúnen todos los
presupuestos exigidos por la norma para su imputación a favor del sujeto en calidad de prerrogativa
jurídica individualizada, por ejemplo cuando alguien obtiene el otorgamiento de la escritura traslativa
de dominio sobre un inmueble que se inscribe en el Registro de la Propiedad y recibe la posesión de la
cosas “adquiere” el dominio de la cosa, porque se han reunido los presupuestos que prevé el
ordenamiento jurídico ( art. 1184 inc. 1°, 2505 y 577 del Cód. Civil ) para imputar el dominio de una
cosa inmueble a favor de una persona”.
102
necesario saber qué derechos deben ser respetados y sabremos entonces que es un
derecho adquirido”251.
A diferencia de los otros aspectos sobre los que el orden público trabaja, éste es
un tema estrictamente legislativo, toda vez que es el legislador el único autorizado a
crear una excepción al principio de irretroactividad de la ley y decir cuando ésta es
retroactiva, por eso el principio de irretroactividad no rige para el legislador que lo
puede dejar de lado, sino que se trata de un criterio normativo e interpretativo para el
juez252.
Ello surge claro de la lectura de los arts. 3° del Código Civil y 7° del Código
Civil y Comercial, cuando dicen que la ley no tiene efecto retroactivo, salvo disposición
en contrario, entonces el principio no obliga al legislador –que lo puede dejar de lado
mediando fundadas razones–, sino al intérprete que es el juez.
251
BORDA, Guillermo Dictamen preliminar…ob. cit. p.732. Amplía el autor que seguimos: “En el
mismo sentido dice ROUBIER (Les conflits des loix dans le temps T. I ps. 222 y 223) que la expresión
derechos adquiridos es el pabellón que cubre toda especie de mercaderías; y SZASZY afirma que si los
autores se hallan embarazados en dar una definición clara del concepto de derechos adquiridos es
porque quieren imprimirle otro sentido y otro alcance y procuran fijar como mejor les place, reglas de
solución práctica de los conflictos de leyes (Recueil del Courses de l’Academie du Droit International,
1944, t. 47 p. 197). Por otra parte es de toda evidencia que los conceptos de leyes retroactivas y leyes
que afectan derechos adquiridos no son coincidentes…Si se dicta una ley estableciendo una rebaja
general de las locaciones a partir de la sanción de la ley, se afectarán sin duda los derechos
contractualmente adquiridos por los propietarios, pero la ley no tiene alcance retroactivo porque se
aplica solamente para el futuro. Ha habido en ésta materia una confusión de conceptos que recién puede
considerarse superada desde la publicación de la obra de ROUBIER (Les conflits des loix dans le temps,
París 1929) cuya contribución al esclarecimiento de las ideas en torno a este problema ha sido
fundamental. El principal mérito de ROUBIER ha sido precisar rigurosamente el concepto de
retroactividad y distinguirlo de los efectos inmediatos de la ley”. En p. 733 explica Borda: “Cada vez que
un nuevo concepto jurídico, social, moral o religioso estima inaceptable la solución de la vieja ley, será
necesario quitarle toda vigencia. No es posible concebir, por ejemplo, que se rebaje el interés en los
préstamos de dinero porque se considera inmoral cobrar más de lo fijado en la nueva ley y se dejen
subsistentes las tasas fijadas en los contratos en curso. ¿Qué lógica tiene esto de permitir la
supervivencia de algo que hoy se considera inmoral? Por lo demás es evidente que el individuo no puede,
por un contrato o un acto cualquiera, asegurarse derechos sino en cuanto lo permitan las leyes y en la
medida en que ellas lo hagan. Como lo dice LASALLE, el pensamiento debe agregar a todo contrato una
cláusula según la cual el derecho estipulado en aquél no será válido sino durante el tiempo que la
legislación lo estime admisible. Adquirir un derecho y querer conservarlo para un tiempo en que la
conciencia general no considera ese hecho como admisible y lícito, es afirmar y negar, invocar y excluir
al mismo tiempo, el título jurídico en virtud del cual se adquiere que es la conformidad con la ley
(LASALLE, Théorie systematique des droits aequis, t. I, ps. 211 y sigts.)”. Y en p. 737 en cita a también
a Lasalle, cierra la idea con estas palabras “El individuo no puede por sus actos asegurarse derechos a sí
mismo o a otras personas, sino en cuanto lo permitan las leyes y en la medida en que estas lo permiten.
Pues en esta proposición ya está implícito el corolario siguiente: el individuo no puede asegurarse
derechos a sí mismo, sino en el límite y por la duración que las leyes consideran lícito el contenido de
esos derechos…Lo que no es permitido al individuo es proclamar que la ley en vigor en cierta época
deba subsistir para él, a despecho de todas las leyes ulteriores”.
252
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado…Parte General T. I ps. 133 ob. cit..
103
Esto significa que el sistema legal impone el principio general de que las leyes
rigen para lo futuro y como tal puede ser dejado sin efecto por otra ley posterior. Ya sea
con carácter general o con referencia a algún supuesto especial de esa misma ley.
253
BORDA, Guillermo Dictamen preliminar…ob. cit. p. 733; LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de
Derecho Civil Parte General T. I ob. cit. p. 133: “El principio de irretroactividad, tal como está
consignado en nuestra legislación –por vía de su incorporación al Código Civil– constituye un criterio
normativo para el juez, pero no rige para el legislador, el cual puede dejarlo de lado con relación a
ciertas materias, que en su opinión deben quedar al margen de ese principio. Así se han dictado leyes
impositivas y leyes jubilatorias, con carácter retroactivo, sin contradecir lo dispuesto en el art. 3° del
Código Civil, que determina un criterio de interpretación obligatorio para los jueces, pero no para el
legislador, que puede, por una ley particular –con relación a una “subjecta materia”– alterar la norma
general contenida en aquél precepto”.
104
interrupción de una prescripción en curso; si una nueva ley, puesta en vigor después
que la interrupción se produjo, la dejara sin efecto sería retroactiva”254.
La regla consagrada en la norma es la misma: las leyes rigen para lo futuro, sean
o no de orden público. Es decir que el carácter de orden público de una norma no la
define como retroactiva.
Sin embargo por nuestra parte entendemos que toda ley retroactiva es de orden
público y se encuentra además sostenida en esas razones, de ahí la relación.
254
BORDA, Guillermo “La reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo” ED, 28-
807.
255
Art. 7° CCC: “Eficacia temporal. A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto retroactivo,
sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no
puede afectar derechos amparados por garantías constitucionales. Las nuevas leyes supletorias no son
aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las normas más favorables al
consumidor en las relaciones de consumo”.
256
Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado T. I Título Preliminar y Libro Primero. Artículos
1 a 400 ps. 23/24 comentarios a cargo de HERRERA, Marisa y CARAMELO Gustavo, Infojus, Buenos
Aires 2015.
257
Ver sobre este punto RIVERA, Julio César “Aplicación del Código Civil y Comercial a los procesos
judiciales en trámite y otras cuestiones que debería abordar el Congreso” LA LEY 2015-C, 645 y
“Aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones preexistentes y a los procesos judiciales en
trámite. Algunas propuestas” LA LEY 2015-C, 1112. Y la respuesta que completa el debate en
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y
situaciones jurídicas preexistentes Segunda Parte: Análisis de Doctrina y Jurisprudencia, Rubinzal
Culzoni, Santa Fe, 2016, en especial el extenso prólogo de la propia autora ps. 9/28 y la Primera Parte ps.
29/45.
258
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I p. 132 ob. cit.: “…si no
obstante lo expuesto el legislador se arrogara el poder de gobernar el pasado e introducir
modificaciones en lo ya acontecido que era legítimo por ser conforme a derecho, se caería en la más
105
Esa regla sólo puede ser excepcionada por expresa disposición en contrario, esto
significa que en el cuerpo normativo de la ley se debe expresar que esa ley tiene efecto
retroactivo, sin embargo también puede suceder que de los efectos de la ley surja sin
ningún tipo de duda que tiene efectos retroactivos, tal como se explicó.
horrible inseguridad jurídica, porque nadie estaría seguro de lo que hoy realiza no pudiese quedar
aniquilado por una ley posterior”.
259
Por su parte LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I p. 143
consideraba innecesaria la prevención, “porque el legislador carece de atribuciones constitucionales para
desconocer los derechos garantidos por la Const. Nac. Así, pues, si llegara a dictarse una ley,
retroactiva o irretroactiva, que lesionara tales derechos sería declarada inconstitucional por el Poder
Judicial”. También BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código Civil. Efectos de la ley…” ob. cit.
ED, 28-811 sostiene “En rigor, era innecesario decirlo, pero la Comisión reformadora decidió aceptar el
agregado aprobado por el Tercer Cngreso Nacional de Derecho Civil por sugerencia de Orgaz, teniendo
en consideración que la ley tiene también carácter docente y no son totalmente estériles las normas que
aclaran conceptos”. Por su parte HIGHTON, Elena I. “Título preliminar del Código…” ob. cit. p. 21
sostiene: “El Código Argentino, en cambio, toma muy en cuenta los tratados en general, en particular los
de derechos humanos, y los derechos reconocidos en todo el bloque de constitucionalidad. Este aspecto
innova profundamente al receptar la constitucionalización del derecho privado, y establece una
comunidad de principios entre la Constitución, el Derecho Público y el Derecho Privado, ampliamente
reclamada por la mayoría de la doctrina jurídica argentina”. Justamente la norma que comentamos
integra el título preliminar del Código y omite toda referencia a los Tratados Internacionales. La autora de
la cita integró la comisión redactora del Código. Por eso no sabemos si se trata de una ironía o de un
olvido involuntario.
260
Artr. 3° CC t.o. según ley 17.711: “A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. No tienen efecto retroactivo, sean o no
de orden público, salvo disposición en contrario. La retroactividad establecida en la ley en ningún caso
podrá afectar derechos amparados por garantías constitucionales. A los contratos en curso de ejecución
no son aplicables las nuevas leyes supletorias”.
261
COMPAGNUCCI de CASO, Rubén “El orden público y las convenciones particulares” ob. cit. p. 114,
en cita textual a ORGAZ, Alfredo “Dictamen preliminar al 3° Congreso Nacional de Derecho Civil”, en
ED, 36-735.
106
Busso, sostiene que el legislador encuentra dos límites, uno las leyes penales
siempre que no sean más benignas (arg. Art. 18 CN) y el otro cuando afecte algún
derecho amparado por garantías constitucionales262.
Por nuestra parte pensamos, como ya dijimos, que el texto omite las garantías
convecionales que surgen de los Tratados Internacionales que tienen rango
constitucional, garantías que hay que tener presentes, lo mismo cabe predicar respecto a
los inveterados principios del derecho natural, en consecuencia, para el caso, hubiese
sido mejor que la ley no aclarase lo obvio, ya que el valor docente de la redundante
aclaración se extravía cuando se omite toda referencia a las garantías convencionales
que quedan, literalmente, en un limbo hermenéutico.
Por ello es menester que si la ley menciona una cuestión obvia como el hecho
de aclarar que una norma legal cualquiera no puede agredir derechos amparados por la
Constitución, lo haga en forma completa y que se refiera también a las garantías
convencionales que comparten el rango de las primeras.
Se producen entonces los efectos jurídicos que no son otra cosa que la respuesta
que el orden jurídico da a los distintos tipos de situaciones previstas.
Hechos jurídicos son entonces los “hechos a los que el Derecho atribuye
trascendencia jurídica para cambiar situaciones preexistentes a ellos y configurar
situaciones nuevas, a las que corresponden nuevas calificaciones jurídicas. El esquema
lógico del hecho jurídico, reducido a su expresión más simple, se obtiene mostrándolo
como un hecho dotado de ciertos requisitos, presupuestos por la norma, que incide en
una situación preexistente (inicial) y la transforma en una situación nueva (final), de
262
BUSSO, Eduardo Código Civil anotado ob. cit. T. I p. 83.
263
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 5.
107
Sin embargo, para que ese procedimiento pueda ser llevado a cabo, es necesaria,
siempre, una previa calificación jurídica, es decir la calificación de ese hecho como
hecho “jurídico”.
Para Borda, la situación jurídica es permanente, los poderes que de ella derivan
son susceptibles de ejercerse indefinidamente, sin que por ello desaparezca la situación
o poder y está organizada por la ley de igual modo para todos, ejemplos de estas
situaciones son el ejercicio del derecho de propiedad, los derechos reales en general, la
situación emergente del estado de familia: hijo, esposo, las que surgen del contrato de
sociedad, la situación de fallido, etc.268.
264
BETTI, Emilio Teoria general…ob. cit. p. 6.
265
BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código…” ob. cit. p. 810.
266
BETTI, Emilio Teoría general… ob. cit. p. 9.
267
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit, ps. 9/10, y dice “Sólo merced a la valoración, la disciplina y
la sanción del Derecho, las relaciones sociales y los hechos que las impulsan son elevados a supuestos de
hecho, influyentes en la vida y las vicisitudes de las relaciones jurídicas. Y no alcanzan este nivel sino en
el grado y medida en que, a través de una previa configuración por tipos, sean materia de valoración y
reguación jurídica”.
268
BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código Civil…” ob. cit. ps. 810/11.
108
El art. 7° copia el último párrafo del art. 3° del Código derogado –t.o. según ley
17.711– que decía: “A los contratos en curso de ejecución no son aplicables las nuevas
leyes supletorias”, a ese texto le hizo la reforma de 2015 el siguiente agregado “…con
excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo”.
Borda explicaba que coincidía con Llambías en que son muchas las veces en que
los contratantes ignoran las leyes supletorias. “Pero también se da otro caso: el de los
contratantes que las conocen. Imaginemos esta hipótesis: debe suscribirse un contrato
importante entre dos personas. A una de las partes se le suscita una duda, consulta a
su abogado y le dice que desearía dejar puntualizada en el contrato tal o cual cláusula.
El profesional le dice que no vale la pena plantear tal cuestión –que quizás le origine
inconvenientes con la otra parte– porque de todos modos esa cláusula está vigente por
disposición expresa de la ley, por lo que resulta inútil repetirla en el contrato. El cliente
le pregunta si está seguro de ello y el abogado abre el Código y le muestra la
disposición y despeja sus dudas. Luego vendrá una ley nueva que sustituya esa
disposición por otra y el contratante prudente que consultó a un experto, que leyó el
Código, quedará defraudado.
109
Nos explicamos, debió haber tenido en cuenta el legislador la letra del art. 65 de
la ley de defensa del consumidor, 24.240 y de todas las reformas que sufrió: Leyes
24.787, 24.999, 26.361, 26.993, 26994, 27077, 27.266, 27.625 y agregados de algunos
decretos que no vale la pena enumerar.
Todas esas reformas integraron la ley y ninguna de ellas derogó la norma citada
que transcribimos: Artículo 65 “La presente ley es de orden público, rige en todo el
territorio nacional y entrará en vigencia a paritr de la fecha de su publicación en el
Boletín Ofiicial. El Poder Ejecutivo debe reglamentar la presente ley dentro de ciento
veinte ( 120 ) días a partir de su publicación”.
269
BORDA, Guillermo A. “La reforma del Código Civil. Efectos de la ley…” ob. cit. ED, 28-812/13.
110
Elo implica que tanto la ley de defensa del consumidor como las modificaciones
de las reformas posteriores son de orden público. De haber considerado el legislador de
2015 que la ley de defensa del consumidor es de orden público, no se hubiese referido a
las normas más favorables al consumidor como normas supletorias, son claramente y
como ya explicamos normas imperativas.
También los son las del Título III del Libro Tercero del Código Civil y
Comercial de la Nación, titulado “Contratos de consumo” y que abarca en cuatro
capítulos desde los arts. 1092 al 1122.
Todas esas reglas son de orden público y, para confirmarlo, nada mejor que ir a
los fundamentos del Código Civil y Comercial de la Nación, donde la comisión
integrada por el Director (Lorenzetti) y sus coordinadores (Highton de Nolasco y
Kemelmajer de Carlucci) informa respecto al Título III Contratos de consumo en el
punto 1. Método, que se proponen una serie de principios generales “de protección del
consumidor que actúan como una ‘protección mínima’, la que tiene efectos
importantes:
“En materia de regulación, ello implica que no hay obstáculos para que una ley
específica establezca condiciones superiores.
“Ninguna ley especial en aspectos similares pueda derogar esos mínimos sin
afectar el sistema. El código, como cualquier ley, puede ser modificado, pero es mucho
más difícil hacerlo que con relación a cualquier ley especial.
Más abajo se hace referencia al famoso cliché del “diálogo de fuentes” y en esa
inteligencia dicen los fundamentos “En el campo de la interpretación, se establece un
‘diálogo de fuentes´de manera que el Código recupera una centralidad para iluminar a
las demás fuentes. El intérprete de una ley especial recurre al Código para el lenguaje
común de lo no regulado en la ley especial y, además para determinar los pisos
mínimos de tutela conforme con el principio más favorable al consumidor.
“De conformidad con esta perspectiva, se produce una integración del sistema
legal en una escala de graduación compuesta por: a) Los derechos fundamentales
reconocidos en la Constitución Nacional; b) Los principios y reglas generales de
protección mínima y el lenguaje común del código c) La reglamentación detallada
existente en la legislación especial”.
Por ende el error de la reforma –según nuestro punto de vista– consiste en tratar
los efectos de una regla imperativa, por definición de orden público, como la más
favorable al consumidor en las relaciones de consumo, como si se tratare de una norma
111
Vale decir que la norma que disponga una mejora al consumidor en las
relaciones del consumo, se va a aplicar de inmediato a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes, en tanto norma imperativa y no porque se
encuentre justificada su excepcional aplicación en la última frase del artículo 7° del
Código.
A todo evento entendemos que una norma nueva que sea mas favorable a la
empresa y que perjudique al consumidor debería ser atacada de inconstitucional por
afectar el principio de progresividad. Argumento que se suma a los anteriores para
sostener nuestra posición al respecto.
270
SALVAT, Raymundo M. Tratado de derecho civil. Parte general T. II p. 341 Editorial La Ley Buenos
Aires, 1946: “Desde el punto de vista jurídico, esta diferencia carece de interés, pues tanto la ignorancia
como el error producen los mismos efectos; aún más, en el derecho se habla comúnmente del error,
porque es éste y no la ignorancia , el que con más frecuencia se presenta: los casos de ignorancia
propiamente dicha son extremadamente raros, pero se entiende que todo lo que se dice del error se
aplica igualmente a la ignorancia”; COMPAGNUCCI DE CASO Rubén H. El negocio jurídico Astrea,
Buenos Aires 1992 p. 224 y 226; CIFUENTES, Santos Negocio jurídico 2° Edición actualizada, Astrea,
2004 ps. 429/430.
112
esto es que debe recaer sobre los elementos esenciales y determinantes del acto
realizado y ser excusable, esto es que debe haber una razón que justifique el errar. El de
derecho –como dijimos– era, en principio, inexcusable. Ello implicaba que su
comisión traía incorporada una presunción de culpabilidad.
271
SALVAT, Raymundo Tratado…T. II ps. 359/60 ob. cit. “Es un principio comúnmente admitido que
en el derecho romano prevalecía como regla general, que el error de derecho no era excusable. Esta
regla se explica perfectamente, teniendo en cuenta que en Roma el conocimiento del derecho no estaba
limitado en manos de una clase especial de personas: el derecho, por el contrario, al menos las nociones
fundamentales, se enseñaba en las escuelas desde la infancia y era conocido por todos los ciudadanos;
cada uno podía, en todo caso, consultar a un jurisconsulto, de manera que su ignorancia era
considerada como una gran negligencia. En rigor el error de derecho era considerado con un criterio
más severo que el error de hecho; ninguno de los dos podía ser invocado cuando la persona que había
incurrido en él había obrado con una gran negligencia, ignorando lo que todo el mundo sabía; pero en
tanto que en el error de hecho la ley no presume la existencia de esta negligencia, en el error de derecho
la ley crea la presunción de su existencia. Por excepción, el error de derecho podía ser invocado, como
regla general, por los menores, podían invocarlo también, pero sólo en ciertos casos, los militares, las
mujeres y las personas rústicas, es decir, ineptas para negocios”; CIFUENTES, Santos Negocio jurídico
ob. cit. ps. 442/43 y 483: “El error hace presumir la razón para errar. Es de recordar lo que decía
Savigny al tratar, en el apéndice VIII al # 115, el error de derecho: para éste existía una presunción de
negligencia, para el error de hecho la negligencia debía ser probada. Y es indudable que si, además de
la prueba de la falsa noción que quiebra la intención en el negocio se exige la de su excusabilidad, se
está sosteniendo la presunción de la inexcusabilidad, lo que es reafirmar la presunción de la negligencia
culpable para conocer el verdadero estado de las cosas” “Para el de derecho existía una presunción de
negligencia, para el de hecho la negligencia debía ser probada, teniendo en cuenta que la presunción del
primero no podía ser destruida más que por la existencia de extraordinarias circunstancias. Ello además
de la idea de que el error de derecho en sí era más difícil de admitir en su existencia misma, lo que era
importante, pues, como todo hecho intelectual, pocas veces resulta posible proporcionar su prueba
completa por los medios ordinarios”.
113
Hay dos diferencias con el histórico artículo 20, la primera es que ahora se habla
de excusar el cumplimiento de la ley, cuando según nuestro humilde entender el
cumplimiento no necesita excusarse, sino que lo que necesita ser excusado es el
incumplimiento de la ley. Parece una cuestión menor, pero puede ser todo un dato
filosófico que el legislador entienda que hay que excusar el cumplimiento de la ley. Sin
irnos del tema volvemos a la segunda diferencia, el Código de Vélez remitía a la ley
para justificar la excepción, el Código Civil y Comercial remite al ordenamiento
jurídico, tampoco esta cuestión puede pasar desapercibida porque la diferencia entre
ordenamiento jurídico y ley es trascendente. No las profundizaremos, simplemente las
dejamos planteadas para posteriores desarrollos.
El deber jurídico es cumplir con la ley desde que se encuentra vigente y se deja
de lado el problema de la ficción de la presunción del conocimiento de la ley274.
Desde otro ángulo, con relación al error observamos que no existe una norma
que haya reemplazado al viejo art. 929, porque el error de hecho regulado en los arts.
265 al 270 del CCC, nada dice de la excusabilidad del error. Ello es así porque el
sistema cambió radicalmente como se explicará más abajo.
272
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 334.
273
Esta conclusión se opone a los Fundamentos del Código Civil y Comercial de la Nación, donde el
Director y los coordinadores expresan los fundamentos de la reforma. Con respecto al tema en
tratamiento, en contra de un sector importante y progresista de la doctrina que entiende que el argumento
para justificar el principio de inexcusabilidad es la vigencia de la ley, sostienen lo siguiente: “Por estas
razones proponemos mantener el principio básico del sistema en que la ley se presume conocida. Resta
considerar la situación de los sectores vulnerables por su situación social, económica o cultural, en los
que, muchas veces, resulta justificado eximirlos del conocimiento presuntivo de la ley supletoria”. El
destacado es nuestro.
274
CIFUENTES, Santos Negocio jurídico ob. cit. p. 490/91: “Como ya se ha señalado, la teoría clásica
que destituye en general de efectos a la ignorancia y error de derecho, se ha basado en que se presume la
inexcusabilidad o negligencia culpable del sujeto que pretende invocarlo para anular el negocio. Se
asienta también en el principio de que dadas a publicidad las leyes nadie puede ignorarlas; por tanto
quién invocara su ignorancia estaría apoyándose en su propia torpeza. Pero, en realidad, como se ha
observado, no es esta ficción lo fundamental, sino que la obligatoriedad de la ley no puede depender del
conocimiento que tenga cada uno de ella. Su aplicación indiscriminada es una necesidad lógica; esté o
no comprometido el orden público, se apoya en la salud y seguridad social”.
114
La doctrina del error como vicio de la voluntad, refiere que el elemento interno
de la voluntad atacado es la intención, ello vincula íntimamente al error esencial con la
causa fin. Cuando el error afecta sustancialmente la identidad de la persona, de la cosa o
del negocio, ocasiona la ausencia con aquella identificación de una verdadera
determinación causal en orden a la persona, a la cosa que se le ofrece o al negocio de
que se trate275.
La enumeración que da el art. 267 del Código Civil y Comercial de los casos de
error esencial, ratifican lo expuesto: a) la naturaleza del acto; b) un bien o un hecho
diverso o de distinta especie del que se pretendió designar, o una calidad, extensión o
suma diversa a la querida; c) la cualidad sustancial del bien que haya sido determinante
de la voluntad jurídica según la apreciación común o las circunstancias del caso; d) los
motivos personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o tácitamente; e) la
persona con la cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella fue determinante para
su celebración.
Actualmente la causa fin está legislada en los arts. 281/83 del Código Civil y
Comercial, como causa de los actos jurídicos en general.
La causa fuente está en el art. 726: “Causa. No hay obligación sin causa, es
decir, sin que derive de algún hecho idóneo para producirla, de conformidad con el
ordenamiento jurídico” y la causa de los contratos en los arts. 1012/14 del Código Civil
y Comercial.
Entonces la anulación del acto por error esencial se da por falta de causa, que es
la razón determinante y no por el error que estaría subsumido en la falta de causa276.
275
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 328.
276
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. El negocio… ob. cit. p. 233: “La esencialidad supone que sin
el error no se hubiera efectuado declaración alguna, y como expresa Abaladejo “ha sido determinante de
la voluntad o ha de haberse constituido en la causa principal de la misma”. De ahí que el mero error
accidental, aquél que no influye en la causa principal del negocio, o un simple error matemático
rectificable, o los llamados errores de “pluma” o de “máquina”, o los que no influyen en la formación
interna de la voluntad, o los imples motivos como antecedentes del acto, no constituyen error esencial,
sino puramente accidental, y no dan lugar a la nulidad de los actos” y p. 263: “El criterio que vincula el
error de derecho a la ausencia de causa fue propiciado por Domat y seguido muy de cerca por la
jurisprudencia francesa. Cuando el error de derecho se vinculaba a la causa determinante del contrato y
los intervinientes, en virtud de la ignorancia o error dejaban sin causa a la obligación, era posible
solicitar la nulidad del acto. Decía Domat que si la ignorancia o el error de derecho es tal que sea la
única causa de convención por la que alguien se obliga a una cosa que no debía, y que no existía
ninguna causa en que pudiera fundarse la obligación, resultando falsa esa causa, aquella será nula”.
115
Máxime teniendo en cuenta que, según los redactores del Código Civil y
Comercial, este fue redactado en frases breves y claras para facilitarles la comprensión a
los legos279.
277
Art. 290 CCC: “Requisitos del instrumento público. Son requisitos de validez del instrumento
público: a) la actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia
territorial, excepto que el lugar sea generalmente tenido como comprendido en ella;…” Art. 292: “
Presupuestos. Es presupuesto para la validez del instrumento que el oficial público se encuentre
efectivamente en funciones. Sin embargo, son válidos los actos instrumentados y autorizados por él antes
de la notificación de la suspensión o cesación de sus funciones hechos conforme a la ley o el reglamento
que regula la función de que se trata. Dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos
necesarios para su nombramiento e investidura no afecta al acto ni al instrumento si la persona
interviniente ejerce efectivamente un cargo existente y actúa bajo la apariencia de legitimidad del
título”. Art. 295: “Testigos inhábiles. No pueden ser testigos en instrumentos públicos: a) las personas
incapaces de ejercicio y aquellas a quienes una sentencia les impide ser testigos en instrumentos
públicos; b) los que no saben firmar; c) los dependientes del oficial público; d) el cónyuge, el conviviente
y los parientes del oficial público, dentro del cuarto grado y segundo de afinidad. El error común sobre
la idoneidad de los testigos salva la eficacia de los instrumentos en que han intervenido”.
278
Art. 980 CC: “Para la validez del acto, como instrumento público, es necesario que el oficial público
obre en los límites de sus atribuciones, respecto a la naturaleza del acto, y que éste se extienda dentro del
territorio que se ha asignado para el ejercicio de sus funciones”. Art. 981: “Son sin embargo válidos los
instrumentos hechos por funcionarios fuera del distrito señalado para sus funciones, si el lugar fuese
generalmente tenido como comprendido en el distrito”. Art. 982: “La falta en la persona del oficial
público, de las cualidades o condiciones necesarias para el nombramiento a las funciones de que se
encuentre revestido, no quita a sus actos el carácter de instrumentos públicos”. Art. 983: “Los actos que
autorizase un oficial público suspendido, destituido o reemplazado después de que se le haya hecho saber
su suspensión, destitución o reemplazo, serán de ningún valor, pero son válidos, los actos anteriores a la
noticia de la cesación de sus funciones”.
279
HIGHTON, Elena I. “Título preliminar del Código Civil y Comercial…” ob. cit. p. 16 dice esta autora,
legisladora y alta magistrada al referirise al Título Peliminar del Código: “No solo fija el Derecho vigente,
sino que transfigura el sistema jurídico al incluir nociones como la igualdad de la ley, la unificación sin
116
Esto ha sido explicado en los fundamentos dados por la Comisión redactora del
Código en éstos términos: “Resta considerar la situación de los sectores vulnerables
por su situación social, económica o cultural, en los que, muchas veces, resulta
justificable eximirlos del conocimiento presuntivo de la ley supletoria. Sin embargo, la
Comisión considera que una regla general de éste tipo en el título preliminar podría
tener una expansión muy amplia en su aplicación que podría deteriorar seriamente el
presupuesto básico. Por otra parte no se advierten casos que no puedan ser
solucionados por medio de las diversas normas que existen en el sistema para la tutela
de los vulnerables”.
En efecto, ya dijimos que el art. 929 del Código de Vélez no tiene homólogo en
el vigente, porque cambió el sistema y entonces toda mención a la excusabilidad del
diferencias de regímenes jurídicos entre zonas del país, la adhesión a la ley como expresión máxima de
la voluntad general y por ello soberana, la subordinación del juez a la ley para su aplicación al concreto
conflicto y la presentación del articulado en frases breves y claras, para fácil lectura de los legos”.
280
SALVAT, Raymundo M. Tratado…T. II ob. cit. p. 363.
281
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. El negocio…ob. cit. p 259; SALVAT, Raymundo M.
Tratado… T. II ob. cit,. p. 360.
117
error de hecho, que era en principio el excusable, ha sido suprimida y ello generará una
serie de inconvenientes de interpretación que no sabemos cómo van a resolverse.
Sumado a ese desacople encontramos la regla del art. 266, cuyo epígrafe reza
“Error reconocible” y que transcribimos: “El error es reconocible cuando el
destinatario de la declaración lo pudo conocer según la naturaleza del acto, las
circunstancias de la persona, tiempo y lugar”.
282
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 333; CIFUENTES, Santos Negocio
jurídico ob. cit. p. 437.
118
En efecto, del modo en que está redactado el art. 266 del Código vigente esa es
la solución seguida, una solución híbrida que no termina siendo ni una cosa ni la otra,
complicada y seguramente ineficiente.
283
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob.cit. p. 327. “Si la otra parte debe apoyarse con
seguridad en el común significado de la declaración aceptada, que es para él lo único normalmente
reconocible, es evidente que su confianza no puede ser comprometida por un error en que no puede
reparar y, por tanto, no controlable, que se produzca en la esfera interna de la parte que se halla frente a
él”.
284
CIFUENTES, Santos Negocio jurídico ob. cit. p. 437.
119
En efecto, según el sistema del Código hoy la reconocibilidad del error puede
excusarse y la excusa debería buscarse en el principio general establecido en el juego
de los arts. 266 y 1724 del Código Civil y Comercial que –reiteramos– se refieren a la
culpa (y éste último al dolo) y sus variedades. En definitiva quién alega el error debe
probar que el error fue reconocible para la otra parte, pero ésta puede alegar excusas y
que de su parte no hubo culpa o dolo de un tercero que lo indujo a incurrir en la falta de
reconocimiento del error en que la contraparte incurrió, entonces lo que sería excusable
y evitaría la nulidad del acto sería la excusa sobre la reconocibilidad del error285.
285
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. El negocio…ob. cit. p. 235 “Es el concepto de culpabilidad
en el obrar el que determina si es posible alegar el error. Es necesario que quién lo invoque pueda
demostrar que su acto no fue el producto de una negligencia grave, sino de un comportamiento corriente
del común de las personas. Esto deberá apreciarse conforme a las circunstancias del caso y el medio
donde se desenvuelve el sujeto, pues es reiterado en doctrina que todos cometemos “pequeños errores”
derivados de mínimos descuidos o que en la vida de relación siempre debe haber un “margen de
tolerancia” a las nimias equivocaciones derivadas de alguna negligencia, pero que ello no le quita el
carácter de excusable”.
286
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 328.
120
Algo parecido sucede con el inciso c) del mismo artículo 1647 que dice que la
transacción es nula si versa sobre un pleito ya resuelto por sentencia firme, siempre que
la parte que la impugne lo haya ignorado.
Por otra parte, también es destacable que las previsiones del Código de Vélez
que excusaban el error de derecho referidas al pago indebido fueron abolidas en el
Código vigente.
En efecto el viejo art. 784 del Código Civil que excusaba el error de derecho del
que se creía deudor y entregase alguna cosa o cantidad de pago tenía derecho a repetirla
del que la recibió, hoy no tiene ninguna regla que lo reemplace.
El art. 1797 del código vigente despeja toda duda al respecto: “Irrelevancia del
error. La repetición del pago no está sujeta a que haya sido hecha por error”.
287
SOBRINO, Waldo Augusto “El derecho no se presume conocido por los consumidores ( nuevos
principios legales )” en www.saij.gob.ar Sistema argentino de información jurídica id SAIJ:
122
Dicho eso veremos a continuación como interactúa el orden público con otros
principios jurídicos y algunas figuras como la moral, las buenas costumbres, el abuso
del derecho, el fraude a la ley, el principio de la buena fe.
Analizaremos en éste punto el orden público junto con otros principios y figuras
jurídicas y las comparamos, empezamos con la moral.
La relación entre derecho y moral dista de estar aclarada, hay autores que
asimilan los conceptos, otros que los diferencian y quienes los vinculan.
DACF170273 23 de junio de 2017. El autor se refiere al consumidor de seguros, pero su tesis es aplicable
igualmente a otros tipos de consumidores como el de servicios bancarios.
288
SOBRINO, Waldo A. ob. cit.
289
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I. p. 34: “Si bien Moral y
Derecho tienen el mismo objeto material, que es la actividad humana, difieren en cuanto a su objeto
formal, es decir en cuanto al enfoque con que encaran esa actividad. La Moral rige la conducta en mira
inmediata del bien de la persona individual, el Derecho la rige en vista del “bien común”, o sea la
instauración de un orden social que promueva la perfección natural del hombre y no dificulte la
obtención del bien último de éste. La Moral encauza los actos humanos hacia el Bien, el Derecho los
encauza inmediatamente a la obtención de bienes naturales y sólo mediata y pasivamente al logro del
Bien. La medida del Derecho, entonces, no es directamente el bien de la persona, sino la justicia
entendida objetivamente como la proporción entre las exigencias de la persona –criatura racional– y los
bienes aptos para proveer a dichas exigencias en vista de la consecución de los fines humanos”.
123
internos caen bajo la esfera del Derecho en cuanto son antecedentes indispensables de
los actos externos y, en cierta medida, criterio para juzgar a éstos”290.
En cambio los deberes jurídicos no son ya impuestos por el mismo sujeto sino
por el hecho de vivir éste en sociedad, le son impuestos por el orden jurídico que
integra, son externos, objetivos, exigibles por la autoridad.
Moral y derecho se vinculan, pero no hay antagonismo, sólo hay que tenerlos en
sus respectivos límites, Huc decía al respecto “Si se deja invadir el dominio de la moral
por el derecho, es decir si se quiere aplicar la idea de sanción o de coerción a
relaciones que no la implican, se llega a escrutar las intenciones, a establecer una
verdadera inquisición, a organizar el más intolerable de los despotismos. Si por el
contrario se deja que la moral invada y desmiembre el dominio del derecho, si existe
propiamente dicho por una imposición simple, se debilita la garantía pública, se
destruye el orden social, se corre a la anarquía, mientras que el derecho positivo
mantenido en sus límites legítimos, asegurará por el contrario el orden y la libertad,
haciendo respetar la igualdad, es decir la equidad, es decir la justicia”292.
290
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I. p. 34.
291
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I. p. 33 “Para Kant, la
Moral comprende el orden del fuero interno, de la libertad incondicionada, en tanto que el Derecho sólo
tiene por objeto la coexistencia de cada uno con la libertad de los demás, según una ley universal de
libertad. De aquí que según éste autor, el Derecho se atenga sólo al resultado de las acciones sin
ocuparse de los móviles que las han guiado y de aquí que pueda darse un orden jurídico inmoral, o lo
que es lo mismo hechos justos, o conformes al derecho, que en esto queda la justicia kantiana,
reprobados por la Moral y viceversa. Así queda el Derecho vaciado de todo contenido moral”.
292
HUC, T. Comentario teórico y práctico del Código Civil Francés, p. 19/20, citado por ZABALLA,
Pablo en Estudio sobre el orden público… ob. cit. p. 65.
124
En el mundo real, por ejemplo (y sólo como ejemplo porque hay muchas más
remisiones293 ) tenemos la limitación a la que hace referencia el art. 10 del Código Civil
y Comercial, cuando considera que los derechos se ejercen abusivamente cuando se
exceden los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres, en ese
caso el juez ordena lo necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo
(prevención), procura la reposición al estado de hecho anterior (sanción: nulidad) y, si
procediere fija una indemnización (reparación).
293
También encontramos remisiones a la moral en los artículos 55 (disposición de derechos
personalísimos); 56 (actos de disposición sobre el propio cuerpo); 279 (objeto de los actos jurídicos); 344
(condiciones prohibidas); 386 (criterios de distinción entre nulidad absoluta y relativa); 398
(transmisibilidad de los derechos); 958 (límites a la libertad de contratación); 1004 (objetos prohibidos de
los contratos); 1014 inc. a) (causa ilícita en los contratos). Por otra parte hay referencias a la inmoralidad:
arts. 1014 inc b), 1796 inc. d) (casos de repetición de pago indebido), y a la idoneidad moral art. 139 in
fine (personas que pueden ser curadores).
294
En esta misma publicación el trabajo del Dr. Gustavo Esparza “Una introducción al tema del orden
púbico desde la perspectiva jurídica en nuestro ordenamiento privado” Capítulo V.I “ El artículo 19 de la
Constitución Nacional y el tratamiento que del mismo hace Arturo Sampay”, con gran erudición trata la
génesis histórica del art. 19 de la Constitución Nacional y refiere que por sugerencia del General Pedro
Ferré se incluyó en el acta de sesión una ligera modificación que, en vez de decir al orden público se
pusiera la moral y al orden público. “Sin embargo, en el texto definitivo de la Constitución sancionado en
la sesión del 1 de mayo de 1853, esa parte del artículo 19 aparece redactada en los siguientes términos:
“Las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni
perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”. O
sea, se sustituyó la frase a la moral y el orden público por la locución al orden y la moral pública, con lo
cual se corrigió una impropiedad filosófica, porque es imposible someter al juzgamiento de los
magistrados la infración de todas las leyes morales, pues estas rigen, según ya advertimos, los actos
humanos tanto internos como externos, mientras que sólo es posible poner bajo la jurisdicción de los
magistrados la violación de la moral referida a las acciones públicas de los hombres, es decir, a aquellas
que puedan desordenar la pacífica convivencia de la población…”. Esta transcripción responde la
pregunta del texto.
295
Existe también otra ambigüedad que radica en las remisiones que se hace al perjuicio moral: arts. 71
inc. c) (acciones de protección del nombre) y 151 in fine (nombre de las personas) y daño moral: art. 744
inc. f (bienes excluidos de la garantía común de los acreedores) y la letra del art. 1738 del código que
125
es subjetiva, cada cual tiene la suya, corresponde al orden interno, sin embargo la
remisión legal no puede referirse a una moral subjetiva, sino que la moral se presenta en
éste caso claramente como un dato objetivo concreto.
Vale decir que la remisión legal a la moral, no se refiere a ésta como ciencia
normativa que se desarrolla en el fuero interno de cada sujeto, sino a los valores que
necesariamente comprende en cuya dirección se pretende delinear una determinada
conducta, se trata –reiteramos– de la moral pública, de una moral media, concreta,
exigible.
Ello aparece con evidencia “en el tratamiento del contenido moral del acto
jurídico, en la elevación a la categoría de valores irrenunciables, que los particulares
no pueden desconocer en sus convenciones, a los que hacen “al orden público y las
buenas costumbres”, art. 21 (…) y en la regulación de la sanción de nulidad absoluta,
con todo lo que ello implica, que recae sobre los actos jurídicos violatorios del orden
moral”296.
Vamos ahora a la relación del orden público con las buenas costumbres.
Los pocos autores que han estudiado con profundidad las buenas costumbres han
dividido a las opiniones doctrinarias en tres grupos, uno que representa el criterio
clásico del derecho francés, según el cual las buenas costumbres deben ser determinadas
y consideradas por el legislador y por lo tanto deben encontrarse especificadas en las
leyes positivas298, otro que consiste en admitir, en principio que las buenas costumbres
define como daño resarcible las legítimas afecciones espirituales. No se entiende porqué razón en la
definición del antiguo daño moral como daño indemnizable se lo refiere como daño a las legítimas
afecciones espirituales y en las otras normas citadas se refiere como daño moral. Esta ambigüedad está
generada por una evidente falta de coordinación y dirección en la redacción del Código más que por un
problema de la palabra moral en sí.
296
LLAMBIAS, Jorge Joaquín Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I. p. 36.
297
BUSSO, Eduardo Código Civil Anotado, T. I. cit. p. 218.
298
Para la doctrina clásica francesa, cuyo máximo exponente en ésta cuestión fue HUC, T. las buenas
costumbres son “hábitos adquiridos para el bien, en tanto son protegidos o determinados por leyes
positivas”. Citado por ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público… ob. cit. p. 64.
126
299
Dentro de éste grupo tenemos a autores como LAURENT, F. que expresa “no se exagera cuando se
queja de la incertidumbre de la moral; debería decirse que la moral es progresiva; cambia pues, pero
purificándose, perfeccionándose. ¿Y cuál es el órgano de ese progreso incesante? La conciencia humana.
Hay en cada época de la vida de la humanidad, una doctrina sobre la moral que la conciencia general
acepta salvo disidencias individuales que no cuentan. En ese sentido se puede decir que siempre hay una
moral pública; las convenciones contrarias a esa moral, serán, por eso mismo, contrarias a las buenas
costumbres, y como tales atacadas de nulidad”. BAUDRY LACANTINERIE y HOUQUES
FOURCADE consideran que “el juez encargado de apreciar el carácter de moralidad de un acto, debe
tomar los elementos de su apreciación no en sus aspiraciones personales, sino en la conciencia general”;
SURVILLE entiende contrario a las buenas costumbres todo lo que se considera como tal por la opinión
común en un determinado momento; BEUDANT, dice que prácticamente debe admitirse como contrario
a las buenas costumbres todo lo que la opinión dominante considera como tal en un momento dado, y que
por ello el juez necesita mucha imparcialidad para aplicar el art. 6°, pues la moral legal, no es su moral, es
a veces menos y a veces más, es la que la conciencia general acepta, es decir, la moral de costumbre (
morale coutumiére ); LOUIS LUCAS dice “la obligación no es legítima sino cuando su objeto constituye
un ataque a la moralidad pública, tal como resulta de la opinión actual”; PLANIOL, dice “los poderes
que los tribunales tienen por el art 6° de anular los contratos y otros actos de los particulares como
inmorales son de los más temibles que hayan recibido de la ley. La opinión pública, la corriente general
de las leyes que regula el nivel moral de un pueblo y que crea una especie de tolerancia necesaria, es el
único que debe ser tomado en consideración en la apreciación del carácter de acto jurídico”;
DEMOGUE, determina las buenas costumbres no por un ideal religioso o filosófico, sino según los
hechos de opinión común, opinión que contribuye a constituir el derecho sobre puntos importantes, y en
esa forma el derecho se constituye y se modifica lentamente según el pensamiento general del público;
CURTI FORRER, diferencia las buenas costumbres de la moral, pues ésta tiene relación especialmente
con los sentimientos interiores, mientras que las buenas costumbres comprenden esos preceptos de la
moral cuya observancia hay que exigir por los individuos iguales entre ellos, miembros de una
comunidad, con el fin de evitar dañar el sentido de las conveniencias que piensan justa y equitativamente;
y SALEILLES que estudia el sistema alemán de esa época (fines del siglo XIX y principios del siglo XX)
que suprimió el orden público. El juez debía aplicar entonces las buenas costumbres que eran las
concepciones de moralidad pública, así como privada, aplicables a los contratos como a los actos
jurídicos juzgadas según las concepciones corrientes, existentes realmente en la conciencia colectiva y no
cómo un principio teórico del que deban extraerse consecuencias lógicas. Se trata de un concepto
práctico, extraído de la constatación de los usos comerciales en materia de moralidad jurídica, no es un
tipo de ideal moral filosófica, sino lo que las costumbres tomadas en su concepción de honestidad
admiten como minimum de moralidad necesaria en las transacciones privadas. Para saber entonces si son
contrarios a las buenas costumbres, no es a su frecuencia, ni siquiera a su admitida tolerancia, que deberá
atarse el juez, sino a la opinión que de ellos se tienen. La base es entonces puramente experimental y no
teórica, se trata de un procedimiento de constatación práctica, fuera de toda concepción jurídica y de toda
deducción puramente lógica extraída de los principios. Es un ideal de moralidad que debe ser buscado
dentro de un sistema admitido por la conciencia pública. No se trata de la moral pura o ideal, sino que el
concepto de buenas costumbres se nutre de las concepciones de la moralidad popular y solamente de las
que están en armonía con el estado social y económico de la vida social actual, deben buscarse los usos
comunes de las gentes honradas, y aún podrá elevarse a un tipo abstracto de las buenas costumbres, tal
como resulta de la conciencia media de una colectividad, pero no los de una pequeña elite. Entre nuestros
autores MACHADO entiende que “las buenas costumbres son la manera de proceder de un pueblo en una
época dada, impuesta por el sentimiento del deber o la honestidad: quod pietatem, estimatioinem
vericundiam laedit ”. Las buenas costumbre, dice, varían según los ideales que cada nación persigue en su
desenvolvimiento progresivo o en su decadencia, y lo que puede ser aceptado en una será rechazado en
otra, como ofensiva a sus usos. No hay principios fijos absolutos que puedan guiar al pueblo en sus
costumbres, a menos de fundarse en la moral y SALVAT expresa que están constituidas por todo aquello
que está de acuerdo con las ideas morales predominantes en la conciencia social, o si se quiere para
mayor claridad, ideas morales aceptadas por la generalidad de los individuos, quedando ese concepto en
127
Una idea de lo que Vélez entendía por buenas costumbres puede encontrarse en
la nota al art. 530 del Código derogado: “…En el lenguaje del derecho se entiende por
buenas costumbres el cumplimiento de los deberes impuestos al hombre por las leyes
divinas y humanas…”. El concepto parece entonces abarcar la moral y la religión y
expresa una sinonimia en los términos del codificador303.
gran parte librado a la apreciación judicial. Todos citados por ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden
público…ob. cit. ps. 65/72.
300
Dentro de éste grupo se encuentran COLIN y CAPITANT que identifican las buenas costumbres a la
moral, PLANIOL, RIPERT y ESMEIN, por su parte admiten que las reglas morales no son inmutables y
que no es posible que un juez se ponga en contradicción con un uso ampliamente consagrado por la
práctica de su país, “hay un cuerpo común de doctrina moral, tomado por las naciones europeas en la
filosofía antigua y las tradiciones cristianas, sobre las cuales las divergencias son mínimas y se atenúan
con el tiempo. Concluyen que el juez no debe seguir la masa cuando ella degenera, sino dirigirla, guiarla
sin hacer prevalecer opiniones personales aisladas, sino en apoyo de la opinión sana de la población
guardiana de una tradición que ha hecho sus pruebas. Entre nuestros autores se encuentra Etcheverry
Boneo quién sostiene que por buenas costumbres se entiende “la conformidad de los actos de los
individuos en particular, y de la sociedad en general, con los principios y reglas de la moral, que están a
su vez constituidas, por principios intrínsecos grabados en la naturaleza del hombre, como ser espiritual
que lo elevan sobre los demás seres vivientes”. Por todos ver ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden
público… ob. cit ps. 64 y 73/74.
301
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. ps. 84/5.
302
HERNANDEZ, Carlos Alfredo “ La costumbre como fuente de derecho y las buenas costumbres como
estándar jurídico” en RDPyC Orden público y buenas costumbres 2007-3 ps. 202/05.
303
ZABALLA, Pablo Estudio sobre el orden público…ob. cit. p. 60.
128
El orden público atiende a la conciencia ética colectiva, mientras que las buenas
costumbres ponderan de modo relevante la situación especial para la cuál es reclamada
y su elemento personal. Son hábitos adquiridos para el bien originados en su misma
práctica.
Con fundamento en las buenas costumbres los jueces han morigerado de oficio
tasas de intereses usurarias impuestas por los acreedores en los contratos de mutuos
bancarios, de garantía hipotecaria, en títulos de crédito etc. 305.
En el art. 21 del Código de Vélez las buenas costumbres aparecían también junto
al orden público como límite a la autonomía de la voluntad, sin embargo la referencia a
304
ORGAZ, Alfredo “Los límites de la autonomía de la voluntad” ob. cit., en cita a ENNECCERUS-
NIPERDEY; PIÑON, Benjamín Pablo “El orden público en la Constitución en la ley y en el Derecho” ob.
cit. p. 15; MÜLLER, Enrique Carlos “Ejercicio regular y ejercicio abusivo de los derechos: orden público
y buenas costumbres o moral social” RDPyC 2007-3 Orden público y buenas costumbres ps. 28 y 29,
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2007, dice éste autor “Aquí también nos ilustra Bueres, acerca de que
corresponde que los jueces refieran su apreciación a estándares de tipo sociológico, en los que sean
captados aquellos procederes que ostenten consenso entre quienes integran la comunidad,
recordándonos que sobre este asunto se dijo con agudeza que la idea de buenas costumbres importa un
concepto relativo, confiado, en definitiva a la apreciación judicial, aunque se sobreentienda que esa
estimativa deberá atender no a una ponderación arbitraria o caprichosa, sino al reconocimiento de un
estado de conciencia colectivo que el juez considerará objetivamente. A veces se observó que el aceptar
la moral media de un pueblo puede conducir a situaciones disvaliosas, pues lo que piensa la mayoría no
siempre va de acuerdo con la ética. De ahí se sigue, que el juez no debe necesariamente estar de acuerdo
con el pensamiento de la masa y tratará de buscar las soluciones en el proceder de la minoría que
cimienta las costumbres más sanas de la población”.
305
Puede verse por ejemplo CSJN 1-6-2004 “José Cartellone Construcciones Civiles SA c/
Hidroeléctrica Norpatagónica SA o Hidronor SA” en LA LEY del 11-11-2004: “…apartarse del
mecanismo de actualización mediante el sistema bancario de capitalización de intereses –en el caso,
aplicado a los mayores costos derivados de la realización de una obra pública– si el resultado obtenido
se vuelve objetivamente injusto por desproporcionado e irrazonable, superando ostensiblemente la
pretensión del acreedor y produciendo un inequívoco e injustificado despojo del deudor en detrimento de
la moral y las buenas costumbres –art. 21, 953, 1071, Cód. Civil– pues la realidad económica debe
prevalecer sobre las fórmulas matemáticas abstractas”.
306
Ver arts. 10, 55, 56, 279, 344, 386, 398, 958 y 1014 inc. a) del Código Civil y Comercial de la Nación,
que hemos citado al referirnos a la moral y que también hacen mención de las buenas costumbres.
Inexplicablemente no se hace mención a la moral ni al orden público en el art. 1743 que prohíbe la
dispensa anticipada de la responsabilidad y el dolo y se hace mención expresa de la buena fe, las buenas
costumbres, las leyes imperativas o son abusivas. También se mencionan las buenas costumbres en el art.
151 del Código.
129
ese standard jurídico fue borrada de la redacción del art. 12 del Código Civil y
Comercial.
Pero el artículo 10 del Código Civil y Comercial también le otorga una función
limitativa a las buenas costumbres al considerar abusivo el acto que exceda los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Como veremos al estudiar
el abuso, el orden público impregna la noción al declarar abusivos los actos contrarios al
ordenamiento jurídico que éste integra.
Es ésta una norma de orden público que, pese a no estar mencionado en su texto,
se percibe claramente su presencia.
Lo mismo sucede con el art. 56 CCC que se refiere a los actos de disposición
sobre el propio cuerpo. En principio los prohíbe si ocasionan una disminución
permanente de su integridad o, resultan contrarios a la ley, la moral o las buenas
costumbres, excepto que sean requeridos para el mejoramiento de la salud de la persona
y excepcionalmente de otra persona, de conformidad con lo dispuesto en el
ordenamiento jurídico. Con respecto al consentimiento para esos actos dice que no
puede ser suplido y es libremente revocable.
307
Para ampliar sobre las cuestiones jurídicas que suscita la legislación de éstas delicadas situaciones ver
BERGEL, Salvador Darío “Orden público en el derecho de propiedad industrial” LA LEY 30/11/2015
donde se analizan los límites impuestos por el orden público en derecho doméstico y comparado al
patentamiento de ciertos dispositivos genéticos relacionados con genomas humanos.
130
El art. 279 CCC reemplazó con algunos matices que no podemos referir ahora al
art. 953 del derogado Código Civil, se refiere entonces al objeto del acto jurídico y a
diferencia de la norma que reemplazó que decía lo que un acto jurídico debe ser, el
vigente dice lo que un acto jurídico no puede ser, y en esa inteligencia enumera: un
hecho imposible, o prohibido por la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres,
al orden público o lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad humana, y tampoco
puede ser un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
Aquí como en las otras normas comentadas buenas costumbres y orden público
van paralelas poniendo límite a la autonomía de la voluntad, esta vez enumerando los
hechos y bienes que no pueden ser objeto de los actos jurídicos.
Al regular las condiciones prohibidas el nuevo código en el art. 344 dispone que
es nulo el acto sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas
costumbres, prohibido por el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la
voluntad del obligado. Como se aprecia claramente, ésta también es una norma de orden
público y se hace referencia al standard de las buenas costumbres como límite a la
autonomía de la voluntad.
Vemos aquí también que orden público y buenas costumbres siguen juntos.
El art. 958 refiere que las partes son libres para celebrar un contrato y determinar
su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las
buenas costumbres.
131
Por último, en el art. 1743 del Código de 2015 al legislar sobre la dispensa
anticipada de responsabilidad, se dice que son inválidas las cláusulas que eximen o
limitan la obligación de indemnizar cuando afecten derechos indisponibles, atenten
contra la buena fe, las buenas costumbres o las leyes imperativas, o son abusivas. Son
también inválidas si liberan anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido
por dolo del deudor o de las personas por las que debe responder.
Como conclusión afirmamos que, si bien orden público y buenas costumbres son
conceptos diferenciados, en casi todas las normas que comentamos aparecen ligados,
tienen los mismos efectos jurídicos y las buenas costumbres ponen límites en normas
de orden público.
MALLET-BRICOUT, Blandine “2016 o el año de la reforma del derecho francés de los contratos”
308
La teoría del abuso del derecho fue introducida en nuestro ordenamiento positivo
con la reforma de la ley 17.711 del año 1968 y se lo reguló en el art. 1071 del Código
Civil.
En esta inteligencia se ha dicho que acto abusivo es “el acto anti funcional, el
acto contrario al espíritu de un derecho determinado”310. Entre nuestros autores
siguiendo la letra del artículo 1071 del Código Civil (t.o. por ley 17.711)311, se ha dicho
que es abusivo aquél ejercicio “que contraría los fines que la ley tuvo en vista al
reconocerlo, o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las
buenas costumbres”312.
Y también “hay pues ejercicio abusivo del derecho cuando la conducta, si bien
encuadra formalmente con la norma legal, al encontrarse desviada del fin para el cual
la ley concedió ese derecho, o ejercitarse en pugna con los principios de la buena fe, la
moral o las buenas costumbres, se encuentra viciada y es repudiada por el Derecho”313.
309
Puede verse para conocer y profundizar sobre estas teorías las explicaciones y los autores citados por
CAZEAUX, Néstor Pedro y TRIGO REPRESAS, Félix A. Derecho de las obligaciones II, Platense, La
Plata 1971 volumen 2 ps. 916 y ss..
310
CAZEAUX, Néstor Pedro y TRIGO REPRESAS, Félix A. Derecho de las obligaciones II, ob. cit. p.
919, en cita a Josserand, Louis De lésprit des droits et de leer relativité. Théorie ditede l’abus des droits
2º ed. Paris, Lib. Dalloz, 1939 p. 8.
311
Artículo 1071 Código Civil: “El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una
obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de
los derechos. Se considerará tal al que contraríe los fines que aquella tuvo en mira al reconocerlos o al
que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres”.
312
VAISER, Lidia El abuso del derecho en el proceso concursal p. 25 Ad-Hoc, Buenos Aires, 2008;
RICHARD, Efraín Hugo “¿ Abusos en el proceso concursal ?” LA LEY 2009-A p. 908: “Insistimos, no
es necesario que el actuar del sujeto sea doloso, ni tan siquiera culposo, como muy bien lo expresaba en
un voto el Dr. Cichero –y apuntaba Moisset de Espanés–, quién reiteraba que uno de los supuestos de
abuso del derecho es su ejercicio en contradicción con los fines que la ley tuvo en mira al reconocerlo.
Adviértase la conveniencia de determinar la axiología del derecho concursal, para determinar si será
abusivo el ejercicio aparentemente regular de un derecho cuando exceda los fines de la ley”.
313
PRONO, Ricardo S. y PRONO, Mariano S. “Abuso del derecho y fraude procesal en juicios
concursales” LA LEY 2009-F, 1290.
133
El núcleo duro del abuso descansa sobre la idea de la relatividad de los derechos
y en consecuencia, lo que quedó definitivamente fuera de discusión luego de instalada
ésta doctrina es que no existen derechos absolutos “capaces de evadir el control judicial
de la regularidad o funcionalidad de su ejercicio por parte del titular, cualquiera sea su
contenido u operatividad ”314.
Con la reforma de 2015 la teoría del abuso del derecho fue receptada en el art.
10 Código Civil y Comercial: “Abuso del derecho. El ejercicio regular de un derecho
propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito
ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el
que contraría los fines del ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos
por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. El juez debe ordenar lo necesario
para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si
correspondiere procurar la reposición al estado de hecho anterior y fijar una
indemnización”.
Las diferencias con la anterior redacción son varias, y las señalamos sin
profundizar. La primera es teleológica, antes decía la norma de la ley 17.711 que se
consideraba abusivo el derecho que contraría los fines que la legislación tuvo en mira al
reconocerlo, ahora se considera abusivo el ejercicio de un derecho que contraría los
fines del ordenamiento jurídico. Por esto dijimos que las definiciones anteriores
quedaron desenfocadas, ya no se pondera el espíritu del derecho que se ejercita, sino el
de todo el ordenamiento jurídico.
Por su parte la limitación impuesta por los standards valorativos de la buena fe,
la moral y las buenas costumbres se mantiene igual.
Ninguna duda queda entonces que el orden público empapa la noción legal del
abuso del derecho, en tanto integra el ordenamiento jurídico y es custodio de los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
314
PALMERO, Juan Carlos “Régimen de exclusión del voto en los concursos…” en AAVV Dinámica
judicial de acciones en las sociedades y los concursos p. 298 Advocatus, Córdoba 2007.
315
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p.188, señala el autor que los primeros autores
que se ocuparon del abuso del derecho, señalaban como Saleilles que el acto abusivo es contrario al
derecho por el carácter anti social de su fin intencional. “Para ir más lejos, basta no hablar ya de
intención, manteniendo el carácter anti-social. Josserand afirma que la concepción psicológica es la
primera etapa del abuso de los derechos, pero que esa primera etapa debe ser “deliberadamente
franqueada y sobrepasada”. La doctrina belga ha desarrollado esa idea. Cornil en 1924 definía al
abuso del derecho como “todo ejercicio anti social de un derecho individual imperfectamente definido
por la ley”. Campion, en 1925, publicó una obra sobre el abuso del derecho dándole como subtítulo:
134
La teoría del abuso del derecho sólo puede comprenderse cuando se la considera
el punto de emergencia de una idea más profunda: la idea de la relatividad de los
derechos. Antes de la reforma se entendía que si los derechos fueron dados por cierta
causa, esos derechos deben ejercitarse con cierto espíritu, de modo tal que quién los
ejercite sin estar animado por ese espíritu, los desvía de su destino. Ahora esa idea ha
quedado atrás, quién ejercite los derechos, debe hacerlo sin afectar los fines del
ordenamiento jurídico, no ya los fines que justificaron el reconocimiento de ese
derecho, sino algo infinitamente más abarcador.
Paradójicamente y –guste o no– ese mayor poder del juez significa menos
libertad en el derecho privado, lo que obligará a los operadores de negocios a tomar
más precauciones, porque han aumentado de modo exponencial las hipótesis de abuso,
en la misma proporción que existe entre una norma: la que reconocía la finalidad o el
espíritu del derecho que lo reconocía (art. 1071 del Código de Vélez según ley 17711) y
todo el ordenamiento (según el art. 10 del Código vigente).
Obsérvese que al reemplazar el nuevo texto legal la frase que se “contraríe los
fines que aquella tuvo en miras al reconocerlos…” por “contraríe los fines del
ordenamiento”, la regla está ordenando que los derechos ahora no deben ejercerse de
modo tal de desviar o desnaturalizar el espíritu de la norma que los ha reconocido
(como sucedía antes de la reforma), sino de modo de no contrariar el orden jurídico en
su totalidad. La diferencia es tan grande como la que existe entre una norma y todo el
ordenamiento.
Vemos así como se desarrolla la interacción entre el orden público y el abuso del
derecho, de modo tal que la directriz del abuso conduce directamente a la noción de
orden público.
Prueba clara de lo expuesto es la letra del art. 2600 del Código Civil y Comercial
que reemplaza al antiguo art. 14 del Código Civil. El texto dice: “Orden público. Las
disposiciones de derecho extranjero aplicables deben ser excluidas cuando conducen a
soluciones incompatibles con los principios fundamentales de orden público que
inspiran el ordenamiento jurídico argentino”.
316
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. “El orden público y las convenciones particulares” en
RDPyC 2007-3 Orden público y buenas costumbres p. 109 Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2007. Dice el
autor: “Sin embargo, y muy a pesar de las objeciones, es posible señalar en un sentido general que el
“orden público”, tal como lo indica el artículo 14 inciso 2° del Código Civil, se encuentra en el “espíritu
de la legislación”, siendo una especie de techo y unidad que conforma el plexo normativo. Sumo el
sentimiento social general que se verifica en los comportamientos corrientes, los que a su vez, y de
manera mediata, sostienen el fundamento del orden normativo”.
317
Art. 1710 CCC “Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella
dependa de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las
circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si
tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cuál un tercero sería responsable, tiene
derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño si ya se produjo”.
318
Art. 1713 CCC “Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de
parte o de oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para
asegurar la obtención de la finalidad”.
319
Art. 390 CCC. “Restitución. La nulidad pronunciada por los jueces vuelve las cosas al mismo estado
en que se hallaban antes del acto declarado nulo y obliga a las partes a restituirse mutuamente lo que
han recibido. Estas restituciones se rigen por las disposiciones relativas a la buena o mala fe según sea
el caso, de acuerdo a lo dispuesto por las normas del Capítulo 3 del Título II del Libro Cuarto”.
136
Y también aparece el efecto reparador que dispone con la palabra fijar una
indemnización.
Por último y con relación al otro efecto jurídico típico de las normas de orden
público cual es la irrenunciabilidad, manifestamos que también se encuentra presente en
el abuso del derecho. Este carácter no debe confundirse –como habitualmente sucede–
con la posibilidad concreta de renunciar o transar sobre los derechos patrimoniales que
emergen de la aplicación de ésta figura.
En efecto, tanto el antiguo art. 19 del Código Civil320 como el actual 13 del
código vigente321, prohíben la renuncia general de las leyes, pero nada impide que se
pueda renunciar o transar los derechos patrimoniales que emerjan de la aplicación de
esa norma en el caso particular, siempre y cuando no esté prohibida esa renuncia por el
ordenamiento jurídico322.
320
Art. 19 Código Civil derogado: “La renuncia general de las leyes no produce efecto alguno; pero
podrán renunciarse los derechos conferidos por ellas, con tal que sólo miren al interés individual y que
no está prohibida su renuncia”.
321
Art. 13 Código Civil y Comercial: “Renuncia. Está prohibida la renuncia general de las leyes. Los
efectos de la ley pueden ser renunciados en el caso particular, excepto que el ordenamiento jurídico lo
prohíba”.
322
RIVERA, Julio César “Orden público en el arbitraje comercial ” LA LEY 30/11/2015. Dice el autor:
“Esto ha sido interpretado en el sentido de que la ley autoriza la renuncia de derechos, en particular,
cuando las ventajas se proporcionan mirando al solo interés del sujeto. De donde, no puede renunciarse
a aquellos derechos que han sido conferidos, no sólo para la satisfacción del interés individual del
titular, sino en orden a la función que éste debe cumplir, por ejemplo como padre o madre (conf.
LLambias, Jorge J. “ Tratado. Parte General”, 9° ed. Nro 198, p. 165 )”.
323
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída “Principios y tendencias en torno al abuso del derecho en
Argentina ” RDPC Nº 16, p. 211 Editorial Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1998
137
por la buena fe, la moral y las buenas costumbres, en cuya tutela también está interesado
el orden público.
Lo que a primera vista y en una visión directa y primaria de la cuestión era pro
jurídico, luego de un análisis teleológico del caso se convierte en antijurídico, sólo
luego de un examen más profundo y detenido que el común se comprueba que lo que
era jurídicamente aceptable ya no lo es.
Cuando el legislador, como en éste caso del abuso del derecho, propone una
directriz o standard jurídico, será el juez el encargado de delimitar los derechos
particulares y de restringir los que sean sumamente fuertes, o presenten mayores
amenazas o peligros.
Una mirada parcial o literal de la situación dejaría fuera del marco jurídico una
serie de conductas abusivas igualmente perjudiciales si nos limitamos solamente a
aplicar la teoría del abuso al ejercicio de los derechos y no al cumplimiento de los
deberes u obligaciones.
324
Para tener noción de la reforma en éste punto compárese la enorme diferencia entre la directriz
impuesta por el derecho anterior: los fines que la ley tuvo en miras al reconocerlo, con la actual: los fines
del ordenamiento jurídico.
325
RICHARD, Efraín Hugo “¿Abusos en el proceso concursal?” LA LEY 2009-A, 908; ver también
JUNYENT BAS, Francisco “Las facultades del juez concursal. Artículo 52 de la ley de concursos y
quiebras” RDCO, 2004-A, p. 349 ( año 37 Lexis – Nexis ): “El abuso del derecho se incorpora en
nuestro Código en el título relativo a los hechos ilícitos, pero ello no significa que esta cuestión importe
que el ejercicio abusivo del derecho se identifique con los hechos ilícitos. Así lo ha confirmado la
jurisprudencia nacional “ … el abuso supone un comienzo legítimo, esto es, la persona ejercita un
derecho del cual es titular, pero con desviación de los propósitos. En cambio, en la ilicitud genérica, la
contrariedad con el derecho es inicial”.
326
RIPERT, Georges El régimen democrático… ob. cit. p. 185.
138
El abuso en una de sus formas quiebra los límites de la buena fe y este principio
regula todas los estadios de una relación jurídica desde su nacimiento, su interpretación,
el ejercicio de los derechos, el cumplimiento de las obligaciones, su conclusión y en
algunos supuestos con cierta ultra actividad posterior a su conclusión.
En el punto siguiente referiremos el modo en que los jueces deben interpretar las
conductas abusivas.
Toda vez que el abuso del derecho se trata de una institución creada como
reacción contra el legalismo, los jueces deberán interpretar estas conductas con criterio
restrictivo, “es decir que solamente cuando aparezca en forma manifiesta el anti
funcionalismo debe acudir a éste remedio excepcional. Al decir de la jurisprudencia, el
327
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída “Principios y tendencias en torno al abuso del derecho en
Argentina” ob. cit. p. 216; ver también VAISER, Lidia “El abuso de derecho en los procesos
concursales” JA, 2003-IV, 1330.
328
VITOLO, Daniel Roque Acuerdos preventivos abusivos…ob. cit. p. 14. Acotamos que la afirmación
transcripta en su inciso a) contiene una imprecisión: las conductas permitidas por el derecho no exigen de
una expresa disposición legal, sino más bien todo lo contrario: las prohibidas la exigen. Conclusión que
deriva clara de la aplicación del principio de legalidad ( art. 19 CN ).
139
abuso del derecho como teoría aplicable a circunstancias forzadas por una actividad
legalmente amparada no permite ser manejada con tanta flexibilidad como para
introducir bajo su ámbito cualquier situación que pueda interpretarse como
perjudicial”329.
En éste punto se aprecia otra coincidencia entre el régimen del abuso con el
orden público que es excepcional por antonomasia.
En efecto, nuestra Corte Suprema tiene dicho al respecto que “cuando se trata
de privar de efectos a una cláusula contractual la teoría del abuso del derecho debe
utilizarse restrictivamente y solamente cuando el anti funcionalismo aparezca
manifiesto, patente, flagrante”331, de ahí que sea menester que ésta figura deba ser
objeto de una interpretación estricta o restrictiva, por tratarse de un remedio
excepcional332.
329
VITOLO, Daniel Roque Acuerdos preventivos abusivos y en fraude a la ley p. 13 Rubinzal Culzoni,
Santa Fe 2009, en nota 7 cita un fallo de la CS 1993-09-23 “Banco Roberts SA s. Recurso de revisión en
“Martínez Saravia, Miguel Ángel s. concurso” fallo que puede consultarse en JA 1994-II-381 y Fallos
316:2069; VITOLO, Daniel Roque “Algo más sobre acuerdos concursales abusivos o en fraude a la ley”
en AAVV Temas actuales de derecho concursal Directores BOQUIN, Gabriela . – NISSEN, Ricardo A. –
PARDINI, Marta G. – VITOLO, Daniel Roque p. 370 Fundación para la investigación y desarrollo de las
ciencias jurídicas, Buenos Aires, 2007; ver también CS 1987-09-01 “Magnasco de Bicchi, María Cristina
y otro c. Lavagnino Tschirch de Magnasco, Angélica” en Fallos 310:1705; y CS 1988-08-04
“Automotores Saavedra SACIF” Fallos 311:1137 y CNCom sala D 2007-09-19 “Editorial Perfil SA s.
concurso preventivo” en ED, 225-355.
330
CNCom sala D “Editorial perfil SA s. concurso preventivo” ED, 225-355 y www.societario.com ref.
18338.
331
CS 1988-08-04 “Automotores Saavedra” en DJ 1988-I-243; JA 1988-III-56 y LA LEY 1989-B, 4.
332
Por ejemplo la mayoría que integró el voto de los Dres. Lorenzetti, Zaffaroni y Fayt en el caso CS
2009-10-20 “Sociedad Comercial del Plata SA s. concurso preventivo s. recurso de hecho” S. 620 XLII.
S. 467, XLII, en Fallos 332:2339, en LA LEY 2009-F, 321, diario LA LEY del 28 de octubre de 2009
ps. 1 a 16, con nota de VITOLO, Daniel Roque “Un reiterado y saludable freno de la Corte a los acuerdos
abusivos y en fraude a la ley”, en ED, 235-200, con nota de DASSO, Ariel A. “ Vivisección de un fallo
dividido. En ocasión del caso “Sociedad Comercial del Plata SA s. concurso preventivo” y en
www.societario.com ref. 14267, dice que el criterio para apreciar el abuso en una propuesta de acuerdo
140
El primero radica en el hecho de que el ejercicio del derecho contraríe los fines
del ordenamiento, la reforma es, según nuestro juicio de tal trascendencia en éste punto
que tal vez cambie la forma de entender la teoría del abuso del derecho como la
conocemos hasta ahora. Podría, incuso, ahora denominarse abuso del ordenamiento, y
no ya abuso del derecho.
Como vemos al igual que el orden público, la teoría del abuso del derecho se
aplica dentro de lo que se conoce como regímenes de excepción, no son la regla. Sin
embargo habrá que ver cómo evoluciona la jurisprudencia, en tanto la diferencia
regulatoria entre el régimen de 1968 y el de 2015 no va a pasar inadvertida y es a
nuestro modo de ver sideral.
Se podría decir que las conductas abusivas son ilícitas, porque es claro que lo
son, y en ese caso estaríamos hablando de lo mismo, pero no suscribimos ese
reduccionismo conceptual, existen diferencias y brevemente las señalaremos.
preventivo es extremadamente restrictivo y da tres razones para justificarlo, que serán estudiadas más
adelante cuando veamos el caso.
333
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída “Principios y tendencias…” ob. cit. p. 218.
334
CAZEAUX, Néstor Pedro–TRIGO REPRESAS, Félix Derecho de las obligaciones…ob. cit. T. II vol.
2 ps. 936/937.
141
precisar lo prohibido335. Las conductas prohibidas por la ley son entonces ilícitas. Esto
que parece una obviedad es necesario tenerlo presente para entender la diferencia entre
abuso e ilicitud que queremos marcar en éste punto.
La diferencia entre ilicitud y abuso del derecho ha sido muy bien explicada por
Dasso , donde sostiene que: “Ilícitas por tanto son las acciones u omisiones
337
Por eso se ha sostenido que la antijuridicidad del abuso reviste carácter mediato,
toda vez que debe encontrarse en los fines o la forma irregular en que se ejercita un
determinado derecho “y nunca podrá reconocérselo mediante la comprobación de una
violación objetiva de las conductas descriptas en las palabras de la ley”338.
335
RIPERT, Georges El régimen democrático…ob. cit. p. 185.
336
CS 2007-03-15 “Arcángel Maggio SA s. concurso preventivo s. incidente de impugnación al acuerdo
s. Recurso de hecho” Fallos 330:834 en LA LEY Sup. CyQ 2007 (24 de abril) p. 48 y en
www.societario.com ref. 8405.
337
DASSO, Ariel A. “¿Adónde van los que no concurren?” LA LEY 2012-10-02 p. 7.
338
PALMERO, Juan Carlos “Régimen de exclusión…” ob. cit. ps. 300/301.
142
Así las cosas y pese a que la conducta abusiva es casuística, esto es determinable
en cada caso particular, previa investigación y determinación de las circunstancias de
modo, tiempo y lugar, lo cierto es que el nuevo ordenamiento incorpora una regla en la
cual la cláusula abusiva se confunde con la ilicitud y más puntualmente con la lesión
(art. 332 CCC). Como si fuese poco, está además determinada en abstracto.
La letra del art. 1119 del Código Civil y Comercial confirma lo expuesto. En
efecto, esta norma que se encuentra en el Capítulo IV: Cláusulas abusivas del Título III
Contratos de consumo, dice: “Regla general. Sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes
especiales, es abusiva la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente,
tiene por objeto o por efecto provocar un desequilibrio significativo entre los derechos
y las obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor”. Se sanciona
concretamente el desequilibrio sinalagmático del contrato de consumo en perjuicio del
consumidor.
El art. 988 está titulado “Cláusulas abusivas”, esta norma integra la sección
titulada “Contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas”.
En su inciso a) sanciona con nulidad parcial y tiene por no escritas las cláusulas
que desnaturalicen las obligaciones del predisponente; en el inciso b) las que importen
renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias; y en el inciso c) las que por su
contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.
Párrafo aparte merece una breve consideración respecto al abuso del derecho
como límite impuesto a la homologación del acuerdo ofrecido por el deudor y
conformado por los acreedores en el marco de un concurso preventivo.
339
Hacemos saber que se hace referencia al concepto técnico del abuso en varias normas del nuevo
ordenamiento, la remisión la podemos clasificar en dos grupos: a la teoría del abuso que emerge del art.
10 que no puede ser concebida en abstracto, eventualmente la del art. 11 referida al abuso de la posición
dominante como instituto del derecho de la defensa de la competencia y a las cláusulas abusivas que
según vimos son concebidas en abstracto (arts. 788, 789 y 1117 a 1122 Código Civil y Comercial) con
tal finalidad y sin ánimo de ser exhaustivos enunciamos dentro del primer grupo los arts. 171 donde se
dice que el derecho de los asociados a participar en la comisión directiva no puede ser restringido
abusivamente, el art. 1747 que regula la acumulabilidad del daño moratorio y dispone que es acumulable
al daño compensatorio, o al valor de la prestación, y, en su caso a la cláusula penal compensatoria, sin
perjuicio de la facultad morigeradora del juez cuando esa acumulación resulta abusiva, el art. 1810 que se
refiere al abuso y al fraude en la regulación de las garantías abstractas o a primera demanda, el art. 1963
que se refiere a la invasión del inmueble colindante y en el tercer párrafo le pone límite a la pretensión de
demoler del propietario invadido si esa pretensión resulta “manifiestamente abusiva” (deja la duda de que
si la pretensión es “solapadamente abusiva” pueda el titular del fundo invadido insistir con la demolición,
máxime cuando acabamos de explicar que el abuso no aparece manifiesto, como sí aparece manifiesta la
ilicitud); el art. 2152 en su inciso d) contempla como causal especial de extinción del usufructo el uso
abusivo y la alteración de la sustancia comprobada judicialmente; el art. 2226 prohíbe al acreedor
prendario que ostenta la cosa prendada abusar de la utilización de la cosa o perjudicarla de otro modo.
Dentro del segundo grupo las remisiones a las cláusulas abusivas aparecen en los arts. 1720 referido al
consentimiento libre e informado del damnificado donde regula la liberación de responsabilidad por los
daños derivados de la lesión de bienes disponibles, siempre y cuando no se trate de una cláusula abusiva o
sin perjuicio de la legislación especial y el art. 1743 respecto de la dispensa anticipada de responsabilidad
hace la misma prevención de la cláusula abusiva.
340
Art. 332 CCC: “Lesión. Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando
una de las partes explotando la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra obtuviera por
medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Se presume
excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notoria desproporción de las
prestaciones. Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción debe
subsistir al momento de la demanda. El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste
equitativo del convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en acción de reajuste si
éste es ofrecido por el demandado al contestar la demanda. Sólo el lesionado o sus herederos pueden
ejercer la acción”.
144
Sin embargo han quedado algunas rémoras legales 343, tal el segundo párrafo del
art. 51 LCQ que literalmente dice que si el juez juzga improcedente la impugnación,
debe proceder a la homologación del acuerdo.
341
Sobre éste punto ver ESPARZA, Gustavo A. y FIGUEROLA, Melchor E. Quiebra indirecta T. II
capítulo VI, La quiebra indirecta por no homologación del acuerdo, Abeledo Perrot, Buenos Aires 2014.
342
Artículo 61 ley 19.551: “Sección 2. Homologación. Criterio de Valoración: No deducidas
impugnaciones en término o rechazadas las interpuestas, el juez se debe pronunciar sobre la
homologación del acuerdo, por resolución fundada en la que valora: 1. Su congruencia con las
finalidades de los concursos de acreedores y si resulta conforme con el interés general; 2. Su
conveniencia económica respecto de la conservación de la empresa y la protección del crédito; 3. Las
posibilidades de su cumplimiento y las garantías o medidas dispuestas para asegurarlo; 4. La existencia
de causales de impugnación no invocadas; 5. Si el deudor, en relación a las causas que provocaron su
cesación de pagos y su propia conducta, es merecedor de una solución preventiva; 6. La suficiencia de la
contabilidad y documentación para informar con claridad los actos de gestión y la situación del
concursado”. Sobre la interpretación de ésta norma puede verse el tan breve como brillante trabajo de
CONIL PAZ, Alberto A. “Retorno a la homologación concursal” ED, 175-172.
343
PORCELLI, Luís “No homologación del acuerdo preventivo. Propuesta abusiva o en fraude a la ley.”
LA LEY 2002-D, p. 987: “Aunque es de total obviedad, debe enfatizarse que es inadmisible interpretar
que la ley niega al juzgador la posibilidad de no homologar un acuerdo, cuando le impone pronunciarse
sobre la homologación. Por vía del absurdo cabe preguntarse qué ¿si estuviera prohibido negar la
homologación, qué sentido tendría la exigencia legal de expedirse sobre ella? La prohibición constituiría
una contradicción lógica en el análisis de la norma, que torna absolutamente descartable el planteo. iii)
La cuestión real a considerar y que introdujo la defectuosa redacción del art. 52 de la ley 24.522, no
consiste entonces en determinar si el juez puede o no homologar el acuerdo, sino en precisar en qué
supuestos fácticos y bajo qué criterios interpretativos de los mismos procede la homologación del
acuerdo o su rechazo”.
145
(viejo artículo 953 Código Civil y actual 279 Código Civil y Comercial), la buena fe
(viejo artículo 1198 Código Civil, y arts. 9, y cctes. Código Civil y Comercial), el
ejercicio funcional y no abusivo de los derechos (viejo artículo 1071 Código Civil y art.
10 Código Civil y Comercial), el no aprovechamiento lesivo de situaciones de
inferioridad (viejo artículo 954 Código Civil y art. 332 del Código Civil y Comercial),
la inexistencia de fraude y el orden público (viejo art. 21 Código Civil y art. 12 Código
Civil y Comercial) etc.344.
344
Por todos RUBIN, Miguel Eduardo “Las nuevas atribuciones del juez del concurso respecto del
acuerdo preventivo según la ley 25.589. Un hito en la evolución del derecho concursal argentino” ED
198-964, p. 971.
345
RIVERA, Julio César Instituciones de derecho concursal t. I p. 316 2° Ed. Rubinzal Culzoni, Santa
Fe 2003; MONTI, José Luís “El concordato como negocio jurídico. Sobre la homologación del acuerdo y
las atribuciones del juez del concurso” LA LEY 2000-F, 1092/1093 y 1096; BORETTO, Mauricio “Las
facultades legales del juez Concursal con respecto a la homologación de la propuesta de acuerdo
preventivo de quita y espera” ED, 197-210; HEREDIA, Pablo D. Tratado exegético de derecho concursal
ob. cit. t. 5 p. 799, Abaco Buenos Aires, 2005.
346
Sin embargo la no homologación del acuerdo por estas razones, en modo alguno significa que deberá
asimilárselas con el concepto de abuso del derecho. En efecto, que el juez no homologue el acuerdo
porque advierte la existencia de causales de impugnación no invocados o por que la propuesta de acuerdo
aprobada es potestativa del deudor (argumento del artículo 43 LCQ), significa que la falta de
homologación se debe a que el acuerdo es ilegal y no por ello abusivo, porque es en un caso contrario a
las previsiones del artículo 50 LCQ y en el otro a las del 43 mismo cuerpo legal.
347
PORCELLI, Luís A. “La actuación abusiva de los acreedores y la entrega de bienes del deudor” LA
LEY 2005-B, 1356.
146
Pueden existir, en tal sentido, acreedores que han sido excluidos del cómputo de
las mayorías, pueden existir incidentes de revisión pendientes de resolución, pueden
existir incidentes de verificación tardía en trámite o por promoverse, toda vez que en los
términos del artículo 56 LCQ tienen los acreedores dos años desde la presentación en
concurso para promoverlos y, por último pueden existir juicios de conocimiento de
trámite por ante sus jueces naturales, todos estos acreedores pueden ser titulares de
créditos susceptibles de ser afectados por los términos del acuerdo homologado en el
que no han participado348.
Esta es otra cuestión no tratada por los autores que dejamos planteada para
posteriores desarrollos porque su tratamiento nos desenfoca del objeto de este trabajo.
348
CNCom sala F 2012-04-24 “Talleres Reunidos Italo Argentino SA s. concurso preventivo” en LA
LEY 2012-06-11 p. 9: “Pues bien: el art. 52:4º se halla orientado a la protección de los acreedores,
quienes ya han sido reconocidos como tales y, principalmente, aquellos cuyos créditos se hallan
pendientes de incorporación y, más aún, los que todavía no se han insinuado. Si se tiene en cuenta
entonces el universo de posibles afectados, cobra sentido la calificación de la actividad jurisdiccional
que venimos examinando como tutelar preventiva”, comentado por VERON, Alberto Víctor “La no
homologación de un concordato preventivo” en LA LEY 2012-06-27 p. 9.
147
b) cuando se excedan los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres.
Cuando es abusiva una propuesta y cuando no lo es, queda a criterio del juez
definirlo en cada caso concreto, vale decir que, en definitiva, es el juez quién regula la
medida de la liberación parcial de las obligaciones del concursado, quién –a su vez–
sujetará su decisión a los parámetros pertinentes.
Se ha dicho y con razón que el abuso del derecho legislado en el artículo 1071
del Código Civil, hoy en el art. 10 del Código Civil y Comercial es un concepto
jurídico indeterminado y que los jueces solo pueden buscar la fenomenología de la
propuesta abusiva referida por el artículo 52 inciso 4º LCQ casuísticamente, ponderando
las circunstancias propias del supuesto examinado en todos sus aspectos y
conjuntamente, lejos de cualquier aplicación mecanicista y con la flexibilidad necesaria
para adecuarla a las complejas circunstancias humanas350.
Hay aquí una clara cuestión de orden público concursal, que se manifiesta en
toda su intensidad en uno de sus efectos clásicos que es la irrenunciabilidad.
Ello así porque en éste marco legal no juega la renuncia que referimos arriba
relacionada con la disposición de los derechos patrimoniales.
En efecto, no sucede aquí lo mismo que con los derechos patrimoniales que
están protegidos por normas de orden público que pueden ser renunciados, siempre que
el ordenamiento no lo prohíba, conforme surge del art. 13 Código Civil y Comercial.
En este caso concreto los acreedores al conformar la propuesta de acuerdo están
resignando parte de su crédito, y renuncian a una porción de sus derechos patrimoniales,
sin embargo el juez no está condicionado por esa renuncia parcial y para él es
349
Al respecto puede verse lo resuelto en Juzgado Nacional 1º Instancia en lo Comercial Nº 4 Sec. Nº 8
2010-12-15 “Maida, Graciela Beatriz s. sucesión s. concurso preventivo”, confirmado por la CNCom sala
C 2011-06-10 en www.societario.com ref. 19066, en el caso se resolvió no homologar la siguiente
propuesta de acuerdo que recibió la conformidad del 100% de los acreedores admitidos y verificados, a
saber: pago del 15% del capital verificado, con interés de la tasa pasiva del Banco Nación a aplicarse
sobre los saldos de deuda una vez efectuada la quita propuesta que se pagarían en diez cuotas anuales y
consecutivas con un año de gracia, sin especificarse a partir de qué año se liquidarán. El juzgado resolvió
no homologar la propuesta de acuerdo y le concedió a la concursada un plazo excepcional de 30 días para
que mejore sustancialmente la propuesta, es decir optó por la llamada tercera vía.
350
CS 2007-03-15 “Arcángel Maggio SA s. concurso preventivo s. incidente de impugnación al acuerdo
s. Recurso de hecho” Fallos 330:834 en LA LEY Sup. CyQ 2007 (24 de abril) p. 48 y en
www.societario.com ref. 8405.
148
Ello implica que los efectos del abuso son distintos en el derecho común y en el
concursal. Por otra parte en derecho concursal se puede empezar a hablar no ya de
abuso en el ejercicio del derecho, sino de abuso en la forma del cumplimiento de las
obligaciones.
El siguiente párrafo del artículo 12 del Código Civil y Comercial define con
precisión y todos sus elementos el fraude a la ley.
También estaban las previsiones del art. 14 ley 20.744 Ley de contrato del
trabajo, el 174 segundo párrafo de la ley 20.094 Ley de Navegación y el 52 inc. 4° de
la ley 24.522, disposiciones todas referidas al fraude a la ley356.
351
Artículo 3741 Cód. Civil: “Toda disposición a beneficio de un incapaz es de ningún valor, ya se
disfrace bajo la forma de un contrato oneroso o ya se haga bajo el nombre de personas interpuestas. Son
reputadas personas interpuestas el padre y la madre, los hijos y descendientes, y el cónyuge de la
persona incapaz. El fraude a la ley puede probarse por todo género de pruebas”.
352
Artículo 1298 Código Civil: “La mujer podrá argüir de fraude cualquier acto o contrato del marido,
anterior a la demanda de separación de bienes, en conformidad con lo que está dispuesto respecto a los
hechos en fraude de los acreedores”.
353
Artículo 1207 Código Civil: “Los contratos hechos en país extranjero para violar las leyes de la
República, son de ningún valor en el territorio del Estado, aunque no fuesen prohibidos en el lugar en
que se hubiesen celebrado”. Artículo 1208: “Los contratos hechos en la República para violar los
derechos y las leyes de una nación extranjera, no tendrán efecto alguno”.
354
Art. 3136 Código Civil: “Si estando constituida la obligación hipotecaria, pero aun no registrada la
hipoteca, y corriendo el término legal para hacerlo, un subsiguiente acreedor, teniendo conocimiento de
la obligación hipotecaria, hiciere primero registrar la que en seguridad de su crédito se le haya
constituido, la prioridad del registro es de ningún efecto respecto de la primera hipoteca, si esta se
registrare en el término de la ley”. Nota: “El Cód. francés, art. 1071, dispone lo contrario. Dice así: “El
defecto de inscripción no podrá ser suplido ni considerado como subsanado por el conocimiento que los
acreedores pudieren haber tenido de la constitución de la hipoteca, por otras vías que las de la
inscripción”. Pero una doctrina más razonable y más moral prevalece en Inglaterra y en los Estados
Unidos, según lo dice Kent en su “Comentario a las leyes americanas” sec. 28, núm. 169, y es la de
nuestro artículo, pues juzga que sería un deshonor de la ley, que los jueces cerraran los ojos frente a una
conducta fraudulenta y permitieran que ésta triunfara”.
355
GAMES, Luís M. – ESPARZA, Gustavo A. Fideicomiso y concursos. Introducción a un tema
complejo y problemático p. 117, Depalma, Buenos Aires 1998.
356
Art. 14 ley 20744.“Nulidad por fraude laboral. Será nulo todo contrato por el cual las partes hayan
procedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea aparentando normas contractuales no laborales,
interposición de personas o cualquier otro medio. En tal caso, la relación quedará regida por ésta ley”.
Art. 174 ley 20094. “Responsabilidad del armador. El armador es responsable de las obligaciones
contractuales contraídas por el capitán en todo lo relativo al buque y a la expedición, y por las
indemnizaciones a favor de terceros a que haya dado lugar por hecho suyo o de los tripulantes. No
responde en el caso de que el capitán haya tenido noticia o prestado su anuencia a hechos ilícitos
cometidos en fraude de las leyes por los cargadores, salvo la responsabilidad personal de aquél”. Art. 52
inc. 4° LCQ. “ Homologación…4°. En ningún caso el juez homologará una propuesta abusiva o en
fraude a la ley”.
150
La redacción del segundo párrafo del artículo 12 es solemne: “El acto respecto
del cual se invoque el amparo de un texto legal, que persiga un resultado
sustancialmente análogo al prohibido por una norma imperativa, se considera
otorgado en fraude a la ley. En ese caso, el acto debe someterse a la norma imperativa
que se trata de eludir”.
357
En contra: LEIVA FERNANDEZ, Luís P. “Orden público y fraude a la ley” LA LEY 3/11/2015, este
autor entiende que norma imperativa defraudada debe ser imperativa y que ésta puede ser o no de orden
público. Dice “El referido art. 12 se refiere en el primer párrafo al orden público y en el segundo al
fraude a la ley; sin embargo en ese segundo párrafo lo requerido para que exista fraude a la ley es que la
norma soslayada sea imperativa, no de orden público, aunque todas las de orden público sean
imperativas y no a la inversa”. En otros párrafos del mismo trabajo reitera: “Más allá de estas
caracterizaciones en el fraude a la ley la norma defraudada debe ser imperativa, sea o no de orden
público por lo que compartir el epígrafe con un instituto diferente (como es el orden público) no parece
adecuado” (aclaramos que se refiere el autor al epígrafe del artículo 12 del Código Civil y Comercial).
“Cabe destacar que la ley defraudada debe ser imperativa y no necesariamente de orden público por lo
que la ubicación de ambos conceptos en el art. 12 del Cód. Civil y Comercial de la Nación llama a
confusión y la resta operatividad a la que ganó el instituto, así como la ubicación dentro de la
sistemática del Código le otorga un amplio campo de aplicación” y “Afecta al interés público protegido
por normas imperativas, sean o no de orden público, y no a un interés privado”. Lamentablemente,
entendemos que la afirmación amerita una explicación sustancial que se encuentra ausente en el trabajo
que citamos. Las notas 30 y 35 que cita en apoyo se limitan a mencionar una obra de Navarro Fernández,
y el Manual de Messineo citado vagamente, sin indicar edición, ni número de página. Lo cierto es que no
explica el porqué de su afirmación. Nosotros en nuestra conclusión seguimos a BORDA, Guillermo
“Concepto de ley de orden público” LA LEY t. 58 p. 997 año 1950 que explica lo siguiente: “Pero hay
algo muy importante en la tesis de Arauz Castex, que conviene retener: las leyes de orden público se
identifican con las imperativas…una cuestión es de orden público, cuando responde a un interés general,
colectivo, por oposición a las cuestiones de orden privado, en las cuales sólo juega un interés particular.
Por eso las leyes de orden público son irrenunciables, imperativas; por el contrario las de orden privado
son renunciables, permisivas, confieren a los interesados la posibilidad de apartarse de sus disposiciones
y sustituirlas por otras. De donde surge que toda ley imperativa es de orden público: porque cada vez
que el legislador impone una norma con carácter obligatoria y le veda a los interesados apartarse de
sus normas, es porque considera que hay un interés social comprometido en su cumplimiento; en otras
palabras, porque se trata de una ley de orden público. En conclusión: leyes imperativas y leyes de orden
público, son conceptos sinónimos” (el énfasis es del original. En cita a Enneccerus, “Parte General” t. 1,
p. 191 nro. 45, apart. IV; Zaballa, Pablo “Estudio sobre el orden público en el art. 21 del Cód. Civil
Argentino”, Buenos Aires, 1946 ps. 323 y ss; Marmion y Lienhard). Sobre la distinción en sentido
estricto entre normas prohibitivas y de orden público seguimos a ORGAZ, Alfredo “Los límites de la
151
Con relación a otra de las funciones del orden público que es tanto garantizar
como limitar el principio de extraterritorialidad de la ley, el art. 2598 titulado,
precisamente, Fraude a la Ley, informa que cuando haya que determinar el derecho
aplicable en materias no disponibles para las partes no se van a tener en cuenta los
actos o hechos realizados en fraude a la ley con el objeto de eludir el derecho designado
por las normas de conflicto. De este modo no solo se garantiza la extraterritorialidad de
la ley, cuando ella se imponga en función de la categoría de los derechos de que se trate:
indisponibles para las partes, sino que también se le va a poner un límite en función de
la categoría de esos mismos derechos. Es decir que cuando las partes se encuentren
involucradas en virtud de derechos indisponibles para ellas no van a poder realizar actos
en fraude a la ley que les permitan eludir la aplicación de las normas de conflicto,
remitan estas al derecho argentino o al extranjero.
Por su parte el art. 2599 afirma que las reglas internacionalmente imperativas o
de aplicación inmediata del derecho argentino se imponen por sobre el ejercicio de la
autonomía de la voluntad y excluyen la aplicación del derecho extranjero elegido por
las normas de conflicto o por las partes. En éste primer párrafo el orden público excluye
la aplicación del derecho extranjero elegido por las partes o por las normas de conflicto,
cuando normas internacionalmente imperativas o de aplicación inmediata de nuestro
derecho, imponen la aplicación del derecho argentino. Sin embargo ese mismo orden
autonomía de la voluntad” LA LEY 64-223 que dice: “Sin duda, las leyes prohibitivas se fundan a
menudo en razones de orden público. Pero lo que técnicamente las diferencia de las leyes de orden
público, en sentido estricto, es que las primeras exigen siempre un precepto explícito, en tanto que las
segundas – como límites de la autonomía privada – pueden ser sólo deducidas o extraídas, sin precepto
particular, del espíritu y de las bases esenciales de la legislación”. Ergo, si se afecta un interés público
protegido por una norma imperativa se está afectando el orden público, por ende las normas imperativas a
que se refiere el art. 12 son de orden público.
152
público garantiza la aplicación del derecho de terceros estados que presenten vínculos
estrechos y manifiestamente preponderantes con el caso.
Debemos destacar en primer lugar que el fraude a la ley es una de las especies
del fraude en general, no nos vamos a detener en la conceptualización de todas las
especies de fraude que existen, sino que trataremos de tener una idea de la consistencia
del fraude a la ley, el que debe ser distinguido del fraude pauliano358 y que se podría
identificar o no con otros tipos de fraude v. gr. con el fraude laboral, con el fraude
procesal, societario, tributario, penal, etc.
Siguiendo esta tradición se lo ha referido como “un rodeo del sentido que no
violenta las palabras”361, como “uno o varios actos que originan un resultado
contrario a una norma jurídica y al o a los que se han amparado en otra norma dictada
con esa finalidad ”362 y también “hay negocio de fraude cuando las partes pretenden
alcanzar la finalidad de un negocio prohibido por la ley con la ayuda de otro que no
está expresamente prohibido…”363.
358
En contra RUBIN, Miguel Eduardo “Las nuevas atribuciones del juez del concurso…” ob. cit. p. 977
sostiene, por ejemplo: “A mi juicio la noción de “fraude a la ley” incluye, pero a la vez excede, a la
noción de fraude pauliano, como lo ha entendido la jurisprudencia”. Hacemos la cita para mostrar la
variedad opiniones que existen al respecto, cuyo análisis exhaustivo excede el objetivo que nos
planteamos en este trabajo.
359
Citado por SALVADOR CODERCH, Pablo; AZAGRA MALO, Albert y FERNANDEZ CRENDE,
Antonio “Autonomía privada, fraude de ley e interpretación de los negocios jurídicos” p. 8 Working
paper Nº 229, Barcelona, Julio de 2004, Universitat Pompeu Fabra, en www.indret.com y por VITOLO,
Daniel Roque Acuerdos preventivos abusivos o en fraude a la ley p. 20 Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2009.
360
LEIVA FERNANDEZ, Luís P. “Orden público y fraude a la ley” LA LEY 3/11/2015, nota 5 y en nota
6 transcribe definición de “Ulpiano, Comentario al Edicto Libro IV” “Se comete, pues, fraude contra la
ley, cuando se hace aquello que no quiso que se hiciera, pero que no prohibió que se ejecutara; y lo que
dista el dicho del sentido, esto dista el fraude de lo que se hace contra la ley” Digestum Vetus.
Pandectarum Iuris. Lugdumi( Leiden ) 1566 Liber Primus. Tít. III L. 30, en p. 34”.
361
SALVADOR CODERCH, P. ; AZAGRA MALO, A. y FERNANDEZ CRENDE A. “Autonomía
privada…” ob. cit. ps. 8 y 9 en cita a HONSELL, Heinrich In fraudem legis agree p. 119, Fetschrift für
Max Kaser zum 70. Geburtssag, München, 1976.
362
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A. y FERNANDEZ CRENDE A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 9 en cita a DE CASTRO, Federico Derecho Civil de España Tomo I. Parte general
p. 544 Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949.
363
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A. y FERNANDEZ CRENDE A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 13 en cita a LARENZ, Karl en LARENZ, Kart - WOLF, Manfred (1997)
Allgemeiner Teil des deutchen Bürgerlichen Rechts, 8; nº 30 pp. 292-293 Auflage, Manchen, Beck,
München.
153
Por su parte Galgano ha definido al contrato en fraude a la ley como “el medio
para eludir la aplicación de una norma imperativa, y mediante él las partes pretenden
obtener un resultado que la ley prohíbe; sin embargo, a fin de no incurrir en la
aplicación de la norma que prohíbe su realización, las partes utilizan uno o varios
contratos lícitos en sí mismos a fin de realizar concretamente un resultado equivalente
a aquél prohibido”364.
Entre nuestros autores, Richard ha dicho: “se denomina fraude de ley o fraude a
la ley a una situación en la cual para evitar la aplicación de una norma jurídica que no
le favorece o no le interesa, una persona se ampara en otra u otras, llamadas normas
de cobertura y busca dar un rodeo que le permita sortear la prohibición o las
obligaciones que le imponía la norma vulnerada. El Derecho prohíbe el fraude a la ley.
Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado
prohibido por el ordenamiento jurídico o contrario a él se considerarán ejecutados en
fraude a la ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado
de eludir”365. En esta definición aparecen todos los elementos necesarios y esenciales
que conforman su naturaleza y estructura, así como la sanción aplicable.
Por su parte Vítolo lo definió así: “Se denomina fraude de ley o fraude a la ley
–entonces–, y así lo ha recogido en general la doctrina, al método de incumplimiento
indirecto del Derecho (objetivo) en el sentido de que supone la obtención de un
resultado contrario al conjunto del orden jurídico determinado alcanzado a través de la
puntual inobservancia de lo dispuesto en la norma jurídica. Este fraude no solo puede
recaer respecto a la ley misma sino sobre todo el Derecho. El fraude de ley es un
miembro de la clase de fraudes normativos”366.
364
GALGANO, Francesco “El negocio jurídico” , trad. Por Francisco de P. Blasco Gascó y Lorenzo Prats
Albentosa. Valencia, ed. Tirant Lo Blanch, 1992 p. 271, citado por LEIVA FERNANDEZ, Luís P.
“Orden público y fraude a la ley” LA LEY 3/11/2015.
365
RICHARD, Efraín Hugo “¿Abusos en el proceso concursal?” LA LEY 2009-A, 908.
366
VITOLO, Daniel Roque Acuerdos preventivos…. ob. cit. p. 21.
154
367
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. p. 285; En contra PORCELLI, Luís A.
“No homologación del acuerdo preventivo. Propuesta abusiva o en fraude a la ley” LA LEY 2002-D, 989:
“ El fraude a la ley como especie del fraude en general, es también un acto ilícito pero con apariencias
de licitud. Para que se constituya el mismo también se requieren tres elementos 1) la existencia de una
norma obligatoria o de orden público, pues cuando las partes de un negocio jurídico actúan en fraude a
la ley , lo hacen para eludir los alcances de una norma de una norma no disponible por los particulares;
2) la intencionalidad de eludir la norma jurídica de orden público, que constituye el elemento subjetivo
que distingue al fraude de la ley; y 3) el empleo de un medio legal y eficaz creando las condiciones que
posibilitan la obtención, por otra vía del resultado intentado u otro equivalente”.
368
BETTI, Emilio Teoría general… ob. cit. p. 286; ver también SALVADOR CODERCH, P. ; AZAGRA
MALO A. ; FERNANDEZ CFRENDE, A. “Autonomía privada…” ob. cit. p. 11 que dice: “En derecho
civil la intención de engañar no forma parte del tipo del negocio en fraude”.
369
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. p. 287.
155
370
Vitolo, Daniel Roque Acuerdos preventivos…ob. cit. p. 20.
371
BETTI, Emilio Teoría general del negocio jurídico ob. cit. ps. 283/84, y en nota 14 en cita a
Ligeropoulo, Le probleme de la fraude a la loi (Etude de droit privé, interne e internacional, de droit
fiscal, penal et comparé) amplía: “distingue dos formas en que el fraude puede ser ejecutado, según se
aprovechen instrumentos legales exteriores a la norma que se trata de eludir y ello por medio de
combinaciones lícitas consentidas por otras normas o haciendo valer una diferente, cuya aplicación es
incompatible con aquella, o bien se busque un apoyo en el tenor literal de la norma en contra de su
espíritu”.
372
Ver al respecto RUBIN, Miguel Eduardo “Las nuevas atribuciones del juez del concurso respecto del
acuerdo preventivo según la ley 25.589. Un hito en la evolución del Drecho Concursal argentino” ED,
198-977. Escribe éste autor: “Dicho en otras palabras, el fraude a la ley es ese tipo de maniobra dolosa
donde quien desea violar la norma lo hace sin entrar en violenta colisión con ella (ley defraudada), sino
buscando otra norma que le preste apoyo (ley de cobertura). En suma bajo los ropajes de un acto
jurídico, se aparenta fidelidad y respeto a él, mientras se violan o transgreden los fines tenidos en mira
con su sanción. A diferencia del negocio contra legem en el que la transgresión a la norma imperativa
se produce abierta y groseramente, a la luz del día; llegando, incluso, a un refinamiento mayor que en el
actuar simulatorio en el cual se enmascara el negocio ilegal por otro aparentemente real pero falso,
sólo gestado y querido a los fines del enmascaramiento; en los supuestos de fraude a la ley se elige un
camino más tortuoso, más difícil de recorrer, por lo general, menos satisfactorio, pero más seguro;
servirse no del negocio prohibido, sino de otro, o de un sistema consistente en un complejo de negocios y
actos , unos y otros adaptados y plegados en modo de poder conseguir un resultado análogo al del
negocio prohibido. Esta violación del sentido íntimo de la ley dado por el fraude, esa burla a sus fines y
principios de orden público fue reprimido por la jurisprudencia que venimos glosando a través de los
arts. 18, 21, 953, 961, 966, 1071 y cc. del Cód. Civil ” (p. 978).
156
Esta cuestión se torna relevante, toda vez que se entiende en derecho comparado
por la mayor parte de los civilistas contemporáneos que la figura del fraude a la ley ha
perdido autonomía, toda vez que se ha disuelto en la doctrina de la interpretación de las
leyes “desde que se acepta que éstas deben entenderse conforme a su finalidad
(interpretación teleológica) y no sólo conforme a su tenor literal (interpretación
gramatical) ”373.
Sin embargo obligados estamos a reiterar que con la reforma de 2015 el art. 12
del Código Civil y Comercial le ha dado recepción positiva a la figura del fraude a la
373
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A.; FERNANDEZ CRENDE, A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 10 donde en la nota 10 remite a FLUME, Werner Allgemeiner Teil des Bürgerlichen
Rechts. Zweiter Band. Das Rechtsgeschäft, 4. (1992), 350 y 351 Auflage, Springer, Berlin, Heidelberg,
New York. Véase también KRAMER, Ernst A. Münchener Comentar zum Bürgerlichen Gesetzbuch, I,
Allgemeiner Teil, 4. Auflage, Beck, München (2001), 117 BGB, n 17, p. 1086; MEDICUS, Dieter
Allgemeiner Teil des BGB, 8 (2002) n. 660, p. 256, Auflage, C.F. Müller Verlag, Heidelberg y en la
Dissertation de SIEKER, Susanne Umgelmugsgeschäfte: Typische Strukturen und Mechanismes ihrer
Bekämpfung (2001) 7-10, Mohr Siebeck, Tübingen. En España esta doctrina puede verse recogida
primero en la obra de DECASTRO, Federico Derecho Civil de España (1949 y 1952 ), 540 a 549 y
Negocio jurídico (1971), 369 a 377. Y más recientes RODRIGUEZ MORATA, Federico en Comentario
al art. 6 CC, en Rodrigo BERCOVITZ-CANO ( coord. ), Comentarios al Código Civil (2001), art. 6,
pp. 45 y 46, Aranzadi, Elcano (Navarra) y GUILLON BALLESTEROS, Antonio en Comentario al
Código Civil Tomo I “Comentarios a los arts. 4 y 6 CC”, en Cándido PAZ-ARES RODRIGUEZ, Luís
DIEZ PICAZO, Rodrigo BERCOVITZ y Pablo SALVADOR CODERCH (Dirs.) MINISTERIO DE
JUSTICIA 1993, Madrid, art. 6 pp. 36 y 37. Explican estos autores ps. 10 y 11: “El problema surgía en
el derecho romano porque los juristas republicanos aplicaban predominantemente un canon de estricta
interpretación literal. Pero mengua primero y desaparece en derecho moderno o, mejor dicho, se reduce
a una cuestión de interpretación desde el momento en que ésta se lleva a cabo según la sententia legum
(sentido de la ley) . En el derecho común se acomunaron las reglas del fraude a la ley y las de la
simulación: “tot modis fit fraus, quot modis fit simulatio” (“tantas son las formas del fraude cuantas
son las de la simulación”), rezaba un aforismo medieval: SAVIGNY hizo arrancar de esta orientación su
doctrina de la simulación, pero en la segunda mitad del siglo XIX se llevó el problema del fraude de la
ley a la interpretación. Para la doctrina hoy dominante, la interpretación teleológica según la sententia
legum y no conforme a los verba legum (palabras de la ley: interpretación literal) hace innecesaria la
categorización de un tipo de negocio en fraude de la ley. En el negocio en fraude de ley, las partes
pretenden, explica FLUME, rodear la aplicación de una regulación legal o negocial mediante una
determinada configuración del negocio que celebran”.
374
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A.; FERNANDEZ CRENDE, A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 12.
157
ley, circunstancia que justifica la salvedad que hicimos al iniciar el punto al referirnos
al derecho comparado.
Veamos ahora el modo en que debe ser interpretada la norma que se presume
violada y la forma en que debe proceder el intérprete frente a ello.
375
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. p. 284.
376
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. p. 284.
377
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. p. 284 y explica que en éste caso “aunque el acto en cuestión
ofrece una naturaleza y efectos análogos a aquellos de los tipos contemplados en la ley y hasta hubiese
sido realizado con la intención de sustraerse a la prohibición legal, eso no sería suficiente para
comprender el acto en la prohibición legal y justificar la nulidad.”
158
civiles imperativas. “ Dada la dinámica del derecho privado, la extensión analógica del
fraude de ley resulta connatural al desarrollo del derecho privado mismo ”378.
378
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A.; FERNANDEZ CRENDE, A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 14.
379
En contra VITOLO, Daniel Roque Acuerdos preventivos…ob. cit. p. 22 donde sostiene que la sanción
es la nulidad de los actos fraudulentos.
380
PORCELLI, Luís A. “No homologación…” ob. cit. p. 989.
381
CSJN “Recurso de hecho deducido por el Fisco Nacional – AFIP – en la causa Oil Combustibles SA s/
concurso preventivo” del 15 de noviembre de 2017. Allí la Corte dijo en el considerando 2°: “Para
decidir de ese modo, el a quo consideró comprobado que existió una conducta fraudulenta de la
concursada al crear un domicilio ficticio en la Provincia del Chubut con el fin de eludir la competencia
del juez natural. Señaló que frente al fraude a la ley los jueces tienen amplias facultades para repararlo,
entre ellas la de declarar la nulidad del acto y de todos aquellos que se encuentren involucrados en el
artificio. No obstante, resaltó que dichas atribuciones deben ser ejercidas de forma prudente, en la
medida necesaria para restablecer el derecho de los acreedores que pudo resultar conculcado, pero sin
causar un daño injustificado el sujeto concursado”. En mérito a esa facultad discrecional del juez la sala
actuante no anuló en su totalidad la sentencia de apertura del concurso dictada por un juez que no era el
natural de la causa, sino algunos puntos de esa sentencia. La Corte luego de señalar en el considerando 5°
que el domicilio ficticio de Oil Combustibles había sido creado mediante el desarrollo de conductas
fraudulentas desplegadas por la concursada, “al crear arteramente los presupuestos propios de una
competencia inexistente, convalidó sin fundamentación suficiente la apertura del concurso preventivo
decretada por el juez provincial. La sentencia expresa que las amplias facultades que tiene el juez frente
al fraude a la ley deben ser ejercidas prudentemente para restablecer el derecho de los acreedores que
pudo resultar conculcado, pero sin causar daño injustificado al sujeto concursado. No obstante omite
señalar de qué modo la nulidad del acto de apertura del concurso, en el caso, podría calificarse como un
“daño injustificado”. Tampoco individualiza cuál sería el perjuicio concreto que le provocaría al deudor,
cuya conducta cuestiona, retrotraer el proceso a fin de que, sea el juez natural quien decida respecto de la
159
petición de la convocatoria. El considerando 7° dice: “Que por consiguiente, la respuesta dada por la
alzada para mantener la apertura decidida por un juez que carecía de jurisdicción para hacerlo, cuando
previamente había calificado de fraudulenta la conducta desplegada por la deudora para iniciar el
proceso ante ese magistrado, y con la sola mención de considerar cumplidos los recaudos previstos en el
art. 11 de la ley concursal, resulta sustentada en afirmaciones dogmáticas que dan fundamento aparente
a la decisión sin atender adecuadamente a las constancias de la causa, afectando de modo directo e
inmediato las garantías constitucionales del debido proceso y de defensa en juicio que asisten al
recurrente”. En el considerando 8° se subraya que la ley defraudada es de orden público y da las razones
sobre las que descansa la afirmación, veamos: “Que la competencia del juez que debe intervenir en el
proceso concursal se halla expresamente dispuesta por la ley y constituye una previsión de orden público
porque atiende a los intereses generales propios de un proceso colectivo que afecta la totalidad del
patrimonio del deudor, suspende el trámite de las acciones singulares y genera la atracción al juzgado
de radicación del proceso universal de los procesos iniciados contra el concursado, alterando su
competencia natural, a la vez que convoca obligatoriamente a todos los acreedores a concurrir por vía
igualitaria de verificación, razón por la que la competencia deviene improrrogable tácita o expresamente
(conf. Fallos: 327:905 y arg. Fallos: 339:1336, entre otros)”. En los considerandos 9° y 10° funda la
Corte la conclusión de que el juez natural del concurso es quién debe decretar su apertura, máxime
cuando en el expediente se tuvo por acreditada la constitución de un domicilio ficticio “en violación del
principio legal de orden público establecido en la ley de concursos y no se han verificado las situaciones
de extrema excepcionalidad que pudieran justificar una eventual convalidación de lo actuado”. Y
señala que se llega a la misma conclusión aplicando el artículo 12 del Código Civil y Comercial en
cuanto “dispone que el efecto de declararse fraudulento un acto por intentar soslayar una ley imperativa
consiste en aplicarle las consecuencias que pretendía evitar. A partir de allí y de la calificación que hace
el a quo de la conducta de la deudora, se impone que sea el juez natural el que decida desde la
promoción de la demanda y no solo sobre decisiones posteriores a la radicación definitiva de la causa,
como si se tratara de un error de competencia, supuesto que el a quo expresamente desechó. Esta es la
consecuencia que debe pesar sobre quién procuró evadir la jurisdicción”. Como se aprecia de su lectura,
la Corte entiende que en caso de fraude a la ley se deben dejar sin efecto toda la cadena de actos
consecuencia del fraudulento y que sólo frente a una “extrema excepcionalidad” se podría justificar una
eventual convalidación de lo actuado, ello llevó a que la Corte decretara la nulidad total de la sentencia de
apertura del concurso preventivo de Oil Combustibles, dejando sin efecto la sentencia de la alzada que
revocó parcialmente la resolución de primera instancia y dejó vigente la apertura del concurso y algunos
otros puntos de la referida sentencia, confirmando la nulidad de los otros. Por otro lado queda claro que la
norma imperativa en juego es de orden público: la determinación de la competencia material del juez del
concurso y en el discurso no se hace diferencia entre una y otra. Sin embargo el obiter del fallo referido a
la misteriosa situación de extrema excepcionalidad que justificaría una eventual convalidación del acto
fraudulento abre un debate que claramente excede el objeto de estudio de este trabajo, pero que dejamos
planteado para futuros desarrollos. Otra cuestión que debe tenerse presente en este caso es que se trató de
un claro caso de fraude a la jurisdicción, manipulando fraudulentamente el punto de contacto, en éste caso
el domicilio de la sociedad deudora. La Corte, al dejar sin efecto la sentencia dictada por el juez del
Chubut, actuó como si se tratara en la especie de una sentencia extranjera tramitada en un foro de
conveniencia. Un caso de forum shopping doméstico.
382
BOUTIN I., Gilberto Derecho internacional… ob. cit. p. 398: “La sanción del fraude a la ley,
simplemente es la inoponibilidad. Los actos fraudulentos son inoponibles frente al derecho violado o
frente a la ley…Concluimos que el fraude a la ley o al derecho en sentido objetivo afecta todos los actos
encaminados a la configuración del ilícito civil”.
160
importancia, pese a que en ésta materia el fraude ha quedado acotado tanto a los
conflictos de leyes como de jurisdicción (conocidos éstos en el derecho norteamericano
con el nombre de forum shopping383).
El art. 385 del Código Civil y Comercial de la Nación, le dio recepción positiva
a la figura del negocio indirecto.
El art. 385 reguló el negocio, le otroga validez y lo define claramente como “Un
acto jurídico celebrado para obtener un resultado que es propio de los efectos de otro
acto”.
Ahora bien, la relación con el fraude a la ley se hace presente con la referencia
de la norma a los límites que debe respetar el negocio indirecto.
383
BOUTIN I., Gilberto Derecho internacional…ob. cit. ps. 394/95: “En el derecho norteamericano
existe el forum shopping, que es lo que denomina la posibilidad de que el demandante pueda escoger
entre varios tribunales para interponer la acción. Dentro de la doctrina continental tal forum shopping,
que es una especie de fraude procesal o manipulación que ejerce una de las partes para sacar ventaja
sobre otra, es decir ya sea por la ventaja de acceso a los tribunales por un problema de cultura, de
obstáculo al desplazamiento de la otra parte, o al defenderse, etc., el forum shopping es típicamente una
prerrogativa de la parte actora en el derecho procesal norteamericano que para todos los efectos
nuestros se sanciona con el fraude procesal internacional”. En contra RICHARD, Efraín H. “¿Abusos
en el proceso concursal?” LA LEY 2009-A, 918, sostiene que el forum shopping es una forma de abuso
en el cambio de domicilio.
384
El artículo 6.4 del Código Civil Español forma parte del Capítulo III, titulado “Eficacia general de las
normas jurídicas” del título preliminar del Código Civil, aprobado por Decreto 1826/1974 del 31 de
mayo, por el que se sanciona con fuerza de ley el texto articulado del Título Preliminar (ver ley 3/1973
del 17 de marzo, de Bases para la modificación del Título Preliminar del Código Civil). El Título
Preliminar del Código español, fue inspirado en las Disposiciones sobre la Ley en General, del Código
civil Italiano de 1942 (Disposizioni sulla Legge in Generale, arts. 1 a 31, Codice Civile, Regio decreto 16
marzo 1942 – XX, n. 262) y constituye la aportación más notable del régimen franquista tardío a la
doctrina general del derecho, y al igual que las disposiciones del Código fascista italiano, las
disposiciones del Título Preliminar español sobrevivieron al régimen dictatorial y fueron recibidas por el
Estado social y democrático de derecho instaurado por la Constitución Española de 1978. Ver
SALVADOR CODERCH, P.; AZAGRA MALO, A.; FERNANDEZ CRENDE, A. “Autonomía
privada…” ob. cit. p. 9. Ver también GAMES, Luís María F. – ESPARZA, Gustavo Américo
Fideicomiso y concursos. Introducción a un tema complejo y problemático p. 117 Buenos Aires, Depalma
1998: “ La categoría conceptual de actos en fraude a la ley ha recibido carta de ciudadanía en la
doctrina moderna y asimismo regulación normativa (v. gr. art. 1394 del Código italiano de 1942, art. 6
inc. 4 del Código Civil español)”.
385
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. p. 235.
161
En efecto, la regla dice que el negocio será válido siempre y cuando respete dos
principios: a) que no se realice para eludir una prohibición de la ley y b) que no se
realice para eludir el principio del alterum non laedere, esto es que no se realice para
perjudicar a un tercero.
Recordemos que según ya explicamos las normas prohibitivas son una de las
especies del género normas imperativas.
Por lo tanto tenemos en ese presupuesto fáctico todos los elementos del negocio
fraudulento, es decir que una de las variantes de ilegalidad del negocio indirecto es el
fraude a la ley.
386
PORCELLI, Luís A. “No homologación del acuerdo preventivo…” cit. LA LEY 2002-D, 990, en cita
a su obra Régimen falencial y acción pauliana p. 99 y siguientes, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2001.
162
387
ALSINA ATIENZA, Dalmiro A. El Principio de la Buena Fe en el Proyecto de Reforma de 1936 T I
p. 4 ob. cit..
163
Del concepto de buena fe, se deriva el del principio jurídico, el cuál puede
enunciarse diciendo que el Derecho quiere que todos amolden su conducta al tipo
suministrado por la buena fe y para no defraudarlos protege a quienes lo hacen388.
Vista desde ese ángulo la buena fe comparte con el orden público una cercanía,
porque se constata en ambos institutos el conflicto entre el anhelo de equidad por un
lado y de certidumbre por el otro. Para materializarse tanto el orden público como
algunas manifestaciones de la buena fe, es necesario conferirle al juez ciertos poderes
discrecionales o poco menos, a expensas de la certidumbre de su actuación y de las
normas objetivas a que deberá ajustarla391.
388
Ibidem.
389
LORENZETTI, Ricardo Luís Código Civil y Comercial de la Nación Comentado T. I ps. 50 y 56,
Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fe, 2015.
390
ALSINA ATIENZA, Dalmiro A. El Principio de la Buena Fe… T. I. p. 5 ob. cit. dice el autor “Algo
así como un nuevo factor en la solución de los problemas prácticos del Derecho, teniendo en cuenta en la
obra subconsciente de magistrados y autores y que va imponiéndose a su consideración reflexiva”.
391
Idem p. 11.
392
HERRERO, Marisa, CARAMELO, Gustavo y PICASSO, Sebastián Código Civil y Comercial de la
Nación Comentado T 1 p. 36, Infojus, Buenos Aires 2015.
164
No sólo eso, el principio exige más, obliga también a todas las consecuencias
comprendidas en los contratos más allá de lo escrito, con los alcances en que
razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor (arg. art. 961
CCC). Presenta desde ésta óptica la buena fe la función integradora, expansiva de
integrar y corregir la voluntad privada que dio vida al negocio.
393
Citado por DE LOS MOZOS, José Luís El principio de la buena fe. Sus aplicaciones en el Derecho
Español ps. 144/45, Bosch, Barcelona 1965.
394
DE LOS MOZOS, José Luís El principio de la buena fe … ob. cit. p. 37. Explica el autor en p. 48 “Y
en este sentido, las aplicaciones son de lo más diverso y variado, pero por encima de ello, según afirma
BETTI con profundidad y agudeza, el carácter más relevante de ésta forma de buena fe, “no se halla
circunscrita a los actos singulares del contratante, sino que abraza su entero comportamiento
considerado en su intrínseca coherencia y en su totalidad –el propósito de cooperación, es decir, lo que
es debido de una a otra part –. Es a este propósito al que la buena fe valora en su totalidad medida que
es más conforme a los intereses de la contraparte , a la que se trata de satisfacer en el propósito mismo.
De tal modo, resulta evidente la diferencia inconfundible que distingue la buena fe contractual en el
sentido indicado de la buena fe consistente en la creencia en la propia o ajena legitimación”.
395
LORENZETTI, Ricardo Luís Código Civil y Comercial…ob. cit. T. I ps. 51/2, el dato es totalmente
anecdótico, sin embargo BALMACEDA, Mónica en “ Una visión histórica de la buena fe” AAVV
Principios generales del derecho dir. GHERSI, Carlos p 268, LA LEY, Buenos Aires 2013, dice que hay
106 menciones en el proyecto que, en definitiva se aprobó como ley 26.994.
165
Sin embargo el tercer párrafo del artículo 1902 del Código Civil y Comercial se
refiere a la buena fe objetiva que se manifiesta claramente como un deber de
comportamiento, que exige para predicar la buena fe del agente, que ésta se adecue a las
previsiones de la norma: “Cuando se trata de cosas registrables, la buena fe requiere el
examen previo de la documentación y constancias registrales, así como el cumplimiento
de los actos de verificación pertinente establecidos en el pertinente régimen especial”.
En éste supuesto la buena fe no exige una creencia, sino un comportamiento objetivo
396
MAIRAL, Héctor A. La doctrina de los actos propios y la Administración Pública ps. 14 y ss Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 1988.
397
DE LOS MOZOS, José Luís El principio de buena fe Sus aplicaciones prácticas en el derecho civil
español p. 57 ob. cit. En este sentido explica el autor: “La buena fe debe ser ignorancia, pero ignorancia
legítima, esto es, tal, que con el uso de la normal diligencia no hubiera podido ser superada. Esto pone
en relación a la buena fe, evidentemente con el problema de sus límites internos: ausencia de dolo y de
culpa, pero también existen, como veremos otros límites externos a la aplicación de la buena fe, cuando
entra en relación con una norma rígida, o con un principio que naturalmente la limite (p. ej. buenas
costumbres, orden público, etc.)”.
166
impuesto por la norma, la conducta del sujeto debe coincidir con las prescripciones
normativas, que en éste caso concreto positivizan las exigencias materiales del principio
de la buena fe. En definitiva en la buena fe subjetiva se está en la creencia de estar
actuando conforme los valores fundantes del principio de la buena fe, en la buena fe
objetiva se está realmente actuando conforme ese paradigma, ambos aspectos de la
buena fe presuponen pues un actuar diligente.
Ya explicamos que eran los principios (la buena fe es uno de ellos) que función
cumplen y la circunstancia de que la consagración positiva de alguno de ellos no supone
que con anterioridad no existiera, ni que pierda el carácter de principio, ello así por el
sencillo hecho de que si antes existía con independencia de su reconocimiento en una
norma jurídica, subsiste como principio cuando una o más normas lo consagran.
En efecto, los principios, a pesar de tener carácter ideal y absoluto, tienen valor
sobre y dentro de las normas que los informan, ya que representan su espíritu y razón
suprema. Cuando existe correspondencia entre lo que se deduce “racionalmente de la
naturaleza intrínseca de las cosas y las disposiciones legales; cuando, en otras
palabras, el derecho natural se funde con el derecho positivo, los principios generales
viven y actúan en las mismas normas particulares, y puede entonces parecer superfluo
recurrir a dichos principios. Pero en realidad, incluso en ese caso, subsiste inalterable
la misma jerarquía, en la cuál corresponde lógicamente a los principios la prioridad y
la supremacía, con relación a lo que no son más que sus consecuencias, y estas
consecuencias sólo pueden ser plenamente inteligibles merced a aquellos
principios”398.
Al cumplir una función informadora, como todos los principios, las normas de
distinta jerarquía y los actos de las partes deber ser interpretadas en armonía con el
principio de la buena fe, en el sentido más congruente con el comportamiento, recto,
leal, honesto, sincero y fiel que los sujetos que integran una relación jurídica
recíprocamente se deben.
398
DEL VECCHIO, Giorgio Los principios generaes del derecho ob. cit. p. 123.
399
DE LOS MOZOS, José Luis El principio de la buena fe…ob. cit. p. 30.
167
Por otra parte, la buena fe constituye uno de los criterios preconizados para
limitar el ejercicio regular de los derechos, no hay dudas de que no actúa de buena fe
quién los ejercita con la conciencia de que su actuar es antijurídico y que genera un
daño con ello, por lo tanto ese ejercicio del derecho es abusivo.
Sin embargo como vimos cuando estudiamos el fraude, puede darse el supuesto
de que el negocio fraudulento haya sido fruto de la casualidad. Es decir que se obtenga
el resultado fraudulento sin que el agente tuviera conocimiento de que el resultado del
negocio era contrario a una norma imperativa.
Sin embargo tanto el fraude como el abuso tienen una delimitación jurídica
propia y no cabe interpretarlas como una infracción al principio general de buena fe,
aunque en la definición del abuso se exprese el límite de la buena fe como una de sus
fronteras.
400
BETTI, Emilio Teoría general…ob. cit. ps. 285/6.
168
El principio de la buena fe, dice Emilio Betti obedece a las exigencias morales
de la conciencia social, motivo por el cual “la ley exige de ambos contratantes un
respeto mutuo de la buena fe, sea al momento de la formación del vínculo obligatorio,
sea durante el desarrollo de la relación y en la ejecución de la obligación”401.
La buena fe, al igual que las buenas costumbres son una vía de comunicación del
derecho con la moral, informan la labor interpretativa y constituye un decisivo
instrumento de integración jurídica. Ella impone un comportamiento ajustado a los
valores de la lealtad, la honestidad y la moralidad, un comportamiento de hondo
significado ético.
Ningún valor tendría una convención que pretenda dejar sin efecto el principio
de la buena fe, porque no resiste un test de legalidad sustancial. La convención sería
nula como la que tiene por objeto dejar sin efecto cualquier norma imperativa por
ilicitud del objeto.
En efecto, si nos preguntamos qué valor tendría una convención que le prohíba a
una de las partes invocar la doctrina de los actos propios respecto de la conducta
desplegada por la otra en el iter del negocio jurídico del que se trate, la respuesta es muy
sencilla esa convención es nula, porque no hay argumentos que justifiquen su
juridicidad, es una convención que no supera el test de legalidad sustancial que impone
el artículo 279 del Código Civil y Comercial de la Nación404.
401
Citado por DE LOS MOZOS, José Luis El principio de buena fe…ob. cit. p. 32, en un curso de
derecho comparado que dictó Betti en la Universidad de El Cairo entre los años 1957 y 1958.
402
DE LOS MOZOS, José Luís El principio de la buena fe…ob. cit. p. 38.
403
DE LOS MOZOS, José luís El principio de la buena fe… ob. cit. p. 123.
404
El art. 279 debe ser leído en su juego interpretativo con los arts. 944 2° párrafo: “…No se admite la
renuncia anticipada de las defensas que puedan hacerse valer en juicio”; art. 958: “Libertad de
contratación. Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro de los
límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres”; art. 1004: “Objetos
169
En efecto, el negocio no vale como tal si choca la voluntad que lo generó con
alguna norma imperativa, pero una vez configurado el negocio y constituido desde la
autonomía creadora de las partes, nos encontramos que la voluntad de las partes
coexiste con las normas dispositivas o supletorias, con la buena fe, con los usos
normativos, de modo tal que completan todo el contenido del negocio que las partes no
previeron. Entonces, el negocio así constituido no solo produce los efectos previstos en
su instrumento de constitución, sino también los efectos propios de las normas
dispositivas que integran la voluntad negocial, complementándola, corrigiéndola o
hasta sustituyéndola pudiendo convertir el negocio en otro distinto, siempre que no se
manifieste una voluntad contraria de las partes405.
Por último reiteramos que en la última reforma del Código Civil Francés de
febrero de 2016 que modificó algo más de trescientas disposiciones, la buena fe fue
erigida como un principio de orden público en el nuevo texto del artículo 1104406,
circunstancia que justifica la inclusión del punto en éste trabajo.
Por nuestra parte creemos que, por más que no se encuentre una norma similar
en nuestro derecho positivo, el principio de buena fe se encuentra fuertemente
custodiado por el orden público argentino.
prohibidos. No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están prohibidos por
las leyes, son contrarios a la moral, al orden público o a la dignidad de la persona humana o lesivos de
los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por
objeto derechos sobre el cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56”.
405
DE LOS MOZOS, José Luís El principio de la buena fe…ob. cit. p. 141.
406
MALLET BRICOUT, Blandine “2016 o el año de la reforma del derecho francés de los contratos”,
ob. cit. p. 49 y ss.