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7/2/2018 Spanish

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Writings > Escritos de nivel popular

El argumento cosmológico kalam

g f u l A
SUMMARY

Este artículo es el texto de la investigación del doctor Craig en 2015 en la Universidad de Birmingham, donde él hizo su tesis de doctorado que conllevó al
renacimiento del argumento cosmológico kalam en nuestros días.

[Cuando era un niño, me quedaba impresionado con la existencia del universo. Yo me preguntaba de dónde había venido el universo. ¿Tuvo un comienzo? Me
recuerdo acostarme en la cama en la noche tratando de pensar en un universo sin comienzo. Todos los acontecimientos serían precedidos por otro
acontecimiento, más y más en el pasado, sin que tuviera algún punto de parada — o, para ser más preciso, ¡sin que tuviera algún punto de partida! ¡Un pasado
in nito, sin comienzo! Mi mente se daba vueltas al re exionar sobre esa idea. Simplemente parecía algo inconcebible. Debió haber un comienzo en algún
momento, pensaba yo, para que todo se iniciase.

No tenía la menor sospecha de que, por siglos—de hecho, por milenios—, hombres habían luchado con la idea de un pasado in nito y con la pregunta de la
posibilidad de que hubo o no un comienzo del universo. Los lósofos griegos de la antigüedad creían que la materia era necesaria y no creada y, por lo tanto,
eterna. Dios talvez fuese responsable por introducir orden al cosmos, pero Él no creo el universo en sí.

Ese punto de vista griego contrastaba con el pensamiento judaico, aún más antiguo, respecto al asunto. Los escritores hebraicos creían que el universo no
siempre existió, sino que fue creado por Dios en algún punto en el pasado. Como a rma el primer versículo de las Escrituras Sagradas hebraicas, “en el principio,
Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1.1).

Con el tiempo, esas dos tradiciones rivales comenzaron a interactuar. Apareció en la losofía occidental un debate continúo que duró mucho más de mil años
sobre la posibilidad de que el universo tuvo o no un comienzo. Este debate se desarrolló entre judíos y musulmanes, como también entre cristianos, tanto
católicos como protestantes. Al nal, se topó con un n un tan inconcluso en el pensamiento del gran lósofo alemán del siglo XVIII, Immanuel Kant. Él defendía,
irónicamente, que existen argumentos racionalmente convincentes en los dos lados, exponiendo así la bancarrota de la propia razón.

Yo llegué a saber de este debate por primera vez justamente después de haberme graduado de la universidad. Deseando resolver esa cuestión, decidí, que después
de que haya completado mi maestría en losofía, iba a encontrar a alguien que estuviera dispuesto a orientar una tesis doctoral sobre ese asunto. La persona que
sobresalía sobre todos los demás era el profesor John Hick, en la Universidad de Birmingham. Llegamos a Birmingham y yo escribí sobre el argumento
cosmológico bajo la dirección del profesor Hick y, con el transcurrir del tiempo, tres libros salieron de aquella tesis doctoral. Pude investigar las raíces históricas
del argumento, como también profundizar y avanzar su análisis. También descubrí conexiones muy increíbles con la astronomía y con cosmología
contemporáneas.

Debido a sus raíces históricas en la teología islámica medieval, bauticé el argumento con el nombre “el argumento cosmológico kalam” (“kalam” es la palabra
árabe para teología medieval). Actualmente este argumento, en gran parte olvidado desde el tiempo de Kant, está de regreso en el centro del escenario. Cambridge
Companion to Atheism [Compendio Cambridge para el Ateísmo] (2007) reporta, “un recuento en los artículos de las revistas de losofía muestra que más artículos
han sido publicados sobre […] el argumento Kalam que lo que se ha publicado sobre cualquier […] formulación de cualquier lósofo contemporáneo sobre un
argumento a favor de la existencia de Dios […] ni los teístas ni los ateos por igual ‘pueden dejar en paz al argumento Kalam’” (p. 183).

¿Cuál es el argumento que despertó tanto interés? Dejemos a uno de los mayores protagonistas medievales en ese debate hablar por sí mismo. Al-Gazali fue un
teólogo musulmán de Persia—o la actual Irán— en el siglo XII. Él estaba preocupado de que los lósofos musulmanes de sus días eran in uenciados por la
losofía griega antigua en la negación de la creación del universo por Dios. Después de estudiar minuciosamente las enseñanzas de esos lósofos, Gazali escribió
una crítica devastadora de la visión de ellos con el título “La incoherencia de los lósofos”. En este libro intrigante, él argumenta que la idea de un universo sin
comienzo es absurda. El universo debe tener un comienzo y, como nada comienza a existir sin una causa, debe haber un Creador trascendente del universo.

Gazali formula su argumento de forma muy simple: “Todo ser que comienza tiene una causa para su comienzo; Ahora, el mundo es un ser que comienza; Por lo
tanto, él posee una causa para su comienzo”.[1]

El raciocinio de Gazali implica tres pasos simples:

1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

2. El universo comenzó a existir.

3. Por lo tanto, el universo tiene una causa.

Miremos casa paso de su argumento.

Premisa 1

Notemos que Gazali no necesita de una premisa tan fuerte como la premisa (1) para que su argumento tenga éxito. La primera premisa puede ser a rmada de
forma más modesta.

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1’. Si el universo comenzó a existir, el universo tiene una causa para su comienzo.

Esta versión más modesta de la primera premisa nos permitirá evitar distracciones sobre la posibilidad de partículas subatómicas que son el resultado de
procesos de decaimiento cuántico que llegan a existir sin una causa. Esta supuesta excepción para la (1) es irrelevante a (1’). Pues el universo está compuesto de
toda la realidad contigua de espacio-tiempo. Por lo tanto, el que el universo venga a existir sin una causa signi ca que llegó a existir de la nada, lo cual es absurdo.
En los acontecimientos de decaimiento cuántico, las partículas no vienen a existir de la nada. Como advierte Christopher Isham, el principal cosmólogo cuántico
de Gran Bretaña,

Es necesario tener cuidado al utilizar la palabra “creación” en el contexto físico. Un ejemplo familiar es la creación de partículas elementales en un acelerador. Sin
embargo, lo que ocurre en esa situación es la conversión de un tipo de materia a otro, con la cantidad total de energía siendo conservada en el proceso. [2]

Entonces, esa supuesta excepción a la (1) no es una excepción para la (1’).

Permítame dar tres razones en apoyo de la premisa (1’):

1. Algo no puede venir de la nada. Alegar que algo puede venir a existir de la nada es peor que la magia. Cuando un mago saca un conejo del sombrero, ¡al menos
tenemos al mago, sin mencionar el sombrero! Pero, si se niega la premisa (1’), se necesita pensar que el universo entero simplemente apareció en algún punto en
el pasado sin ninguna razón. Pero nadie cree con sinceridad que cosas—digamos, un caballo o una villa esquimal— puede surgir a la existencia sin una causa.

2. Si algo puede venir a la existencia de la nada, entonces se hace inexplicable por qué cualquier o todas las cosas no vienen a existir de la nada. Re exionemos sobre
eso: ¿por qué las bicicletas, Beethoven y la bebida malta simplemente no surgen de la nada? ¿Por qué simplemente los universos pueden venir a existir de la
nada? ¿Qué hace que la nada sea algo tan discriminatorio? No puede haber cosa alguna sobre la nada que favorezca a los universos, ya que la nada no tiene
ninguna propiedad. ¡Tampoco puede cualquier cosa limitar la nada, ¡ya que no hay cosa alguna para que sea limitada!

3. La experiencia común y las informaciones cientí cas con rman la verdad de la premisa 1’. La ciencia de la cosmogonía se basa en la presuposición de que existen
condiciones causales para el origen del universo. Es difícil, entonces, entender como alguien comprometido con la ciencia moderna pueda negar que (1’) tiene
más plausibilidad de ser verdadera que falsa.

Pienso, pues, que la primera premisa del argumento cosmológico kalam es ciertamente verdadera.

Premisa 2

La premisa más controvertida en el argumento es la premisa 2, de que el universo comenzó a existir. Eso, de ninguna forma, es obvio. Examinemos tanto los
argumentos losó cos como las evidencias cientí cas a favor de la premisa 2.

Primer argumento losó co

Gazali argumentaba que, si el universo nunca comenzó a existir, entonces ha transcurrido un número in nito de acontecimientos en el pasado anteriores a hoy.
Pero, argumentaba él, que un número in nito de cosas no puede existir. Gazali admitió que un número potencialmente in nito de cosas pudiera existir, pero negó
que un número realmente (actualmente) in nito de cosas pudiera existir.

Cuando decimos que algo es potencialmente in nito, la in nidad sirve simplemente como un límite ideal que jamás es alcanzado. Por ejemplo, sería posible dividir
cualquier distancia nita por la mitad y luego en cuarta partes, después en octavos, en dieciseisavas y así sucesivamente hasta el in nito. El número de divisiones
es potencialmente in nito, en el sentido de que sería posible continuar dividiendo sin parar. Pero nunca se llegaría a una división de “in nitas partes”. Nunca se
podría tener un número realmente/actualmente in nito de partes o de divisiones.

Ahora bien, Gazali no tiene ningún problema con la existencia de in nitos meramente potenciales, pues ellos tratan simplemente de límites ideales. Sin embargo,
él argumentaba que, si un número realmente in nito de cosas pudiese existir, diversos absurdos surgirían. Si queremos evitar esos absurdos, debemos negar que
un número realmente in nito de cosas exista. Eso implica que un número de acontecimientos pasados no puede ser realmente in nito. Por lo tanto, el universo
no puede ser sin comienzo. Más bien, el universo comenzó a existir.

Se alega con mucha frecuencia que ese tipo de argumento ha sido invalidado por avances en la matemática moderna. En la teoría moderna de los conjuntos, el
uso de conjuntos realmente in nitos es común. Por ejemplo, el conjunto de números naturales {0, 1, 2, ...} posee un número realmente in nito de miembros en él.
El número de miembros en ese conjunto no es solamente potencialmente in nito, según la teoría moderna de los conjuntos; más bien, el número de miembros es
realmente in nito. Muchas personas han hecho inferencia de que esos avances socavan el argumento de Gazali.

Pero ¿es ese realmente el caso? La teoría moderna de los conjuntos muestra que, si uno adopta ciertos axiomas y reglas, entonces se puede hablar, de un forma
consistente, sobre conjuntos realmente in nitos, sin que uno se contradiga. Todo lo que esto logra es mostrar cómo elaborar un determinado universo de discurso
para hablar consistentemente sobre in nitos reales. Eso no hace nada para mostrar que tales entidades matemáticas realmente existen o que un número
realmente in nito de cosas puede realmente existir. Si Gazali tiene razón, este universo de discurso pudiera ser considerado como sólo una esfera de cción,
como el mundo de Sherlock Holmes o como algo que existe solamente en tu mente.

El modo como Gazali revela la imposibilidad de un número realmente in nito de cosas es imaginándose cómo sería si tal conjunto pudiese existir y, luego,
elaborando consecuencias absurdas. Permítanme compartir una de las ilustraciones favoritas mías llamada el “Hotel de Hilbert”, la creación del gran matemático
alemán David Hilbert.

Hilbert primeramente nos invita a imaginarnos un hotel común con un número nito de habitaciones. Supongamos, también, que todas las habitaciones estén
ocupadas. Si un nuevo huésped llega a la recepción procurando una habitación, el gerente le dice, “lo siento, pero todas las habitaciones están ocupadas”, y ese es
el n de la historia.

Pero ahora, imaginemos, dice Hilbert, a un hotel con un número in nito de habitaciones y supongamos nuevamente que todas las habitaciones están ocupadas.
Este hecho debe ser considerado con cuidado. No hay ni una sola habitación vacante en todo el hotel in nito; todas las habitaciones tiene una persona de carne y

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hueso en ella. Supongamos, entonces, que un nuevo huésped aparezca en la recepción, procurando una habitación. “No hay problemas”, dice el gerente. Él mueve
la persona que se hospedaba en la habitación #1 para la habitación # 2, la persona que se hospedaba en la habitación # 2 para la habitación # 3, la persona que se
hospedaba en la habitación # 3 para la habitación # 4, y así sucesivamente hasta el in nito. Como consecuencias de esos cambios, la habitación # 1 ahora se hace
vacante y el nuevo huésped, agradecido, puede entrar en ella. ¡Pero antes de que él llegara todas las habitaciones ya estaban ocupadas!

La cosa se hace cada vez peor. Supongamos, ahora, dice Hilbert, que una in nidad de nuevos huéspedes se presente en la recepción procurando habitaciones. “No
hay problemas” dice el gerente. Él mueve a la persona que se hospedaba en la habitación # 1 para la habitación # 2, a la persona que se hospedaba en la habitación
# 2 para la habitación # 4, a la persona que se hospedaba en la habitación # 3 para la habitación # 6, cada vez moviendo el huésped antiguo para la habitación que
tiene el dos veces mayor a su habitación actual. Como cualquier número multiplicado por dos resulta en un número par, todos los huéspedes terminan en
habitaciones de número par. Consecuentemente, todas las habitaciones impares se hacen vacantes y la in nidad de nuevos huéspedes se acomodan con facilidad.
De hecho, el gerente pudiera hacer eso un número in nito de veces y siempre acomodar in nitamente más huéspedes, Aun así, antes de que ellos llegaran, todas
las habitaciones ya estaban ocupadas.

Como un alumno me comentó una vez, el Hotel de Hilbert, si pudiera existir, tendría que tener un rótulo afuera en la entrada que diga: “No hay habitación
disponible (Aun así, aceptamos huéspedes)”. ¿Puede un hotel como ese existir en la realidad?

El Hotel de Hilbert es absurdo. Como nada depende de la ilustración involucrando un hotel, el argumento puede ser generalizado para mostrar que la existencia
de un número realmente in nito de cosas es absurdo.

A veces, hay personas que reaccionan al Hotel de Hilbert diciendo que esos absurdos surgen porque el concepto de in nidad está más allá de nuestra capacidad y
no logramos entenderlo. Sin embargo, esa reacción es equivocada e ingenua. Como dije, la teoría de los conjuntos in nitos es una rama altamente avanzada y
bien comprendida de la matemática moderna. Los absurdos surgen porque sí entendemos la naturaleza del in nito real. Hilbert era un individuo inteligente y
sabía muy bien cómo ilustrar las consecuencias extrañas de la existencia de un número realmente in nito de cosas.

De hecho, la única cosa que el crítico puede hacer en ese momento es tragar en seco y decir que el Hotel de Hilbert no es absurdo. A veces, los críticos intentarán
justi car ese cambio diciendo que, si un in nito real pudiese existir, esas situaciones serían exactamente lo que esperaríamos. La respuesta, sin embargo, es
inadecuada. Hilbert, obviamente, estaría de acuerdo de que, si un in nito actual pudiese existir, la situación con el hotel imaginario es lo que esperaríamos. De lo
contrario, no sería una buena ilustración. Pero l cuestión es si un hotel como ese es realmente posible.

Pienso, entonces, que el primer argumento de Gazali es bueno. El muestra que el número de acontecimientos pasados debe ser nito. Por lo tanto, el universo
debe haber tenido un comienzo. Podemos resumir el argumento de Gazali de la siguiente manera:

1. Un in nito actual no puede existir.

2. Una regresión temporal in nita de acontecimientos es un in nito actual.

3. Por lo tanto, una regresión temporal in nita de acontecimientos no puede existir.

Segundo argumento losó co

Gazali tiene un segundo argumento independiente a favor de la existencia del universo. La serie de acontecimientos pasados, observa Gazali, fue formada al
añadir un acontecimiento tras otro. La serie de acontecimientos pasados es como una secuencia de piezas de dominós cayendo una tras otra hasta que la última
pieza cae, hoy, es alcanzada. Pero él argumenta que ninguna serie formada por añadir un miembro tras otro puede ser actualmente in nita. Pues, uno no puede
pasar por un número in nito de elementos una vez a la vez.

Eso es fácil de ver en el caso del intento de contar hasta el in nito. No importa cuán alto uno pueda contar, siempre habrá una in nidad de números que contar.

Si no es posible contar hasta o in nito, ¿cómo sería posible contar a partir del in nito? Sería como si alguien alegase haber hecho un contaje regresivo de todos
los números negativos, terminando en cero: ..., -3, -2, -1, 0. Eso parece una locura. Pues, antes de que él pueda contar 0, necesitaría contar -1 y, antes de contar
-1, necesitaría contar -2, y así sucesivamente, de regreso al in nito. Antes que cualquier número pudiese ser contado, una in nidad de números tendrá que ser
contada primero. Uno acaba de ser arrastrado cada vez más y más en el pasado, a tal punto que no es posible contar ningún número más.

Pero entonces, la última pieza del dominó jamás podría caer, si un número in nito de piezas tuviese que caer primero. Por lo tanto, hoy, nunca podría llegar.
¡Pero, obviamente, que aquí estamos! Eso muestra que la serie de acontecimientos pasados debe ser nita y debe tener un comienzo.

Gazali procuró aumentar la imposibilidad de formar un pasado in nito al dar ilustraciones de los absurdos que surgirían si eso se pudiera lograr. Por ejemplo,
supongamos que, para cada órbita que Saturno completa al rededor del sol, Júpiter completa dos. Mientras más se toma la órbita, más Saturno se retrasa. Si ellos
continúan a orbitar para siempre, se acercarán a un límite en el que Saturno está in nitamente atrás de Júpiter. Por supuesto, ellos nunca llegarán realmente a
ese límite.

Ahora vamos a invertir la historia: supongamos que Júpiter y Saturno orbitan el sol desde la eternidad pasada. ¿Cuál habrá completado más órbitas? La respuesta
es que el número de órbitas es exactamente el mismo: ¡un in nito! (No podemos escapar de ese argumento diciendo que el in nito no es un número. En la
matemática moderna, es un número, el número de elementos en el conjunto {0, 1, 2, 3, ...}.) Pero eso parece absurdo, pues, mientras más orbitan, más grande se
hace la disparidad. ¿Cómo, entonces, el número de órbitas mágicamente se hace igual, al hacer que los planetas orbiten desde la eternidad pasada?

Otra ilustración: supongamos que encontramos a alguien que a rma estar en un contaje regresivo desde la eternidad pasada y que ahora está a punto de
terminar: ... -3, -2, -1, 0. ¡Uf! ¿Por qué, podríamos preguntar, él está por completar su contaje regresivo justamente hoy? ¿Por qué no terminó ayer o antes de
ayer? Después de todo, en ese entonces una cantidad in nita de tiempo ya había pasado. Así que si la persona estuviese contando a una velocidad de un número
por segundo, él ya tuviera un número in nito de segundos para completar su contaje regresivo. ¡Ya debería haber acabado! De hecho, en cualquier punto en el

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pasado, ya ha tenido un tiempo in nito y, por eso, ya debería haber terminado. Pero, entonces, en ningún punto en el pasado podemos encontrar al hombre
terminando su contaje regresivo, lo cual contradice la hipótesis de que él ha venido contando desde la eternidad.

Alexander Pruss y Robert Koons recientemente han defendido una interesante versión contemporánea del argumento de Gazali llamada la “Paradoja del Segador
Temeroso (o Ángel de la muerte)”. Existe una cantidad in nita de Segadores Temerosos (quienes podrían ser identi cados como dioses, para evitar cualquier
objeción físicas). Usted está vivo a la media noche. El segador temeroso # 1 le matará a la 1:00 a.m., si usted todavía está vivo a esa hora. El segador temeroso # 2 le
matará a la 12:30 a.m. si usted todavía está vivo en ese entonces. El segador temeroso # 3 le matará a la 12:15 a.m., y así sucesivamente. Una situación como esa
parece obviamente concebible, dada la posibilidad de un número realmente in nito de cosas, más lleva a una imposibilidad: usted no puede sobrevivir después de
la media noche y, aun así, usted no puede ser asesinado por cualquier segador temeroso en cualquier momento. Pruss y Koons muestran como reformular la
paradoja para que los segadores temerosos sean esparcidos por un tiempo in nito, en vez de una única hora, por ejemplo, haciendo que cada segador temeroso
ataque con su guadaña el 1 de enero de cada año pasado, si usted logra vivir mucho tiempo.

Esas ilustraciones sólo corroboran la a rmación de Gazali según la cual ninguna serie formada por medio de añadir un miembro tras otro puede ser realmente
in nita. Como la serie de acontecimientos pasados ha sido formada al añadir un acontecimiento tras evento, no puede ser realmente in nita. Debe haber tenido
un comienzo. Así que tenemos un segundo argumento bueno para la premisa 2, de que el universo comenzó a existir. Podemos resumir este argumento de la
siguiente manera:

1. Un conjunto formado por adicción sucesiva no puede ser un in nito actual.

2. La serie temporal de acontecimientos es un conjunto formado por adicción sucesiva.

3. Por lo tanto, la serie temporal de acontecimientos no puede ser un in nito actual.

Primera con rmación cientí ca

Uno de los desarrollos más asombrosos de la astronomía moderna, la cual Gazali nunca habría previsto, es que ahora tenemos fuertes evidencias cientí cas para
el comienzo del universo. La primera con rmación cientí ca del comienzo del universo viene de la expansión del universo.

Por toda la historia, los hombres han presupuesto que el universo como un todo no cambiaba. Por supuesto, las cosas en el universo se movían y cambiaban, pero
el universo en sí simplemente existe, por así decir. Fue esta la presuposición de Albert Einstein cuando comenzó a aplicar al universo su nueva teoría de la
gravedad, llamada Teoría General de la Relatividad, en 1917.

Pero Einstein encontraba que algo estaba terriblemente equivocado. Sus ecuaciones describían un universo, el cual o se in aba como un globo, o colapsaba sobre
sí mismo. Durante la década de 1920, el matemático ruso Alexander Friedmann y el astrónomo belga Georges Lemaître decidieron tomar las ecuaciones de
Einstein al pie de la letra y, consecuentemente, salieron independientemente con los modelos de un universo en expansión. En 1929, el astrónomo americano
Edwin Hubble, por medio de observaciones incansables en el Observatorio del Monte Wilson, hizo un descubrimiento sensacional que validó la teoría de
Friedmann y Lemaître. Él descubrió que la luz de las galaxias distantes parecía ser más roja que lo que se esperaba. Era mucho más plausible que este
“desplazamiento hacia el rojo en la luz fue debido al estiramiento de las ondas de luz a medida que las galaxias alejan de nosotros. Cada vez que Hubble miraba su
telescopio en el cielo nocturno, observaba el mismo desplazamiento hacia el rojo en la luz de las galaxias. ¡Parecía que estamos en el centro de una explosión
cósmica y todas las otras galaxias están saliendo fuera de nosotros a velocidades fantásticas!

Pues bien, según el modelo de Friedmann-Lemaître, no estamos, en verdad, en el centro del universo. Más bien, un observador en cualquier galaxia mirará y verá
las otras galaxias como si se estuviesen alejando de sí mismo. Eso se debe a que, según la teoría, es realmente el propio espacio que se está expandiendo. Las
galaxias están, de hecho, en reposo en el espacio, pero retroceden la una de la otra a medida que el propio espacio se expande.

El modelo de Friedmann-Lemaître con el tiempo llegó a ser conocido como la teoría del Big Bang o la Gran Explosión. Sin embargo, el nombre puede ser
engañoso. Pensar en la expansión del universo como una especie de explosión nos puede hacer pensar equivocadamente que las galaxias se están moviendo y
entrando en el espacio vacío pre-existente a partir de un punto central. Eso sería un malentendido total del modelo. La teoría es mucho más radical que eso.

Al rastrear la expansión del espacio de regreso en el tempo, todo se aproxima cada vez más. Con el tiempo, la distancia entre dos puntos cualesquiera en el
espacio se hace cero. ¡Uno no se puede acercar más de ahí! Así que en ese punto, uno ya ha alcanzado el límite del espacio y tiempo. El espacio y el tiempo no
puede ser extendido de hacia tras más de que eso. Es literalmente el comienzo del espacio y tiempo.

Para visualizar mejor, podemos representar nuestro espacio tridimensional como un disco bidimensional que se encoje a medida que uno va de regreso en el
tiempo (Fig. 1).

Fig. 1. Representación geométrica del espacio-tiempo. El disco bidimensional representa nuestro espacio tridimensional. La dimensión vertical representa el
tiempo. A medida que se retrocede en el tiempo, el espacio se encoje hasta la distancia entre dos puntos cualesquiera es cero. El espacio-tiempo, por lo tanto,
representa la geometría de un cono. El punto del cono es el límite del espacio y tiempo.

Tiempo

Espacio

Singularidad cósmica inicial

Tarde o temprano, la distancia entre dos puntos cualesquiera en el espacio se hace cero. Así que el espacio-tiempo puede ser representado geométricamente
como un cono. Es signi cativo que, mientras que un cono pueda extenderse inde nidamente en una dirección, él posee un punto de frontera en la otra dirección.
Como esta dirección representa el tiempo y el punto de frontera se encuentra en el pasado, el modelo implica que el tiempo pasado es nito y que tuvo un
comienzo.

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Como el espacio-tiempo es la esfera en la cual toda la materia y energía existen, el comienzo del espacio-tiempo también es el comienzo de toda la materia y
energía. Es el comienzo del universo.

Observe que no hay absolutamente nada antes del límite inicial del espacio-tiempo. No nos dejemos engañar con palabras. Cuando los cosmólogos dicen: “No
existe nada antes del límite inicial”, ellos no quieren decir que existe una situación anterior a él, siendo un estado de inexistencia. ¡Eso sería tratar “nada” como si
fuese algo! Por lo contrario, ellos quieren decir que, en el punto de frontera, es falso decir que “existe algo antes de este punto”.

Por lo tanto, el modelo patrón del Big Bang predice un comienzo absoluto del universo. Si el modelo está correcto, entonces tenemos una con rmación cientí ca
increíble de la segunda premisa del argumento cosmológico kalam.

Entonces, ¿el modelo patrón está correcto? o—más importante— ¿él está correcto al predecir un comienzo del universo? A pesar de su con rmación empírica, el
modelo patrón del Big Bang necesitará ser modi cado de diversas maneras. El modelo está basado, como ya vimos, en la Teoría General de la Relatividad de
Einstein. Pero la teoría de Einstein se desvanece cuando el espacio se encoje en proporciones subatómicas. Necesitaremos introducir la física cuántica en ese
punto, y nadie sabe exactamente cómo se debe hacer eso. Además de eso, la expansión del universo probablemente no sea constante, como en el modelo patrón.
Probablemente se está acelerando y talvez haya tenido un breve momento de expansión súper-rápida en el pasado.

Pero ninguno de esos ajustes necesita afectar la previsión fundamental del comienzo absoluto del universo. De hecho, los físicos han propuesto un sinnúmero de
modelos alternativos a lo largo de las décadas desde el trabajo de Friedmann y Lemaître, y aquellos que no tienen un comienzo absoluto repetidamente han
mostrado ser impracticables. Puesto de un modo más positivo, los únicos modelos no-convencionales viables son aquellos que implican un comienzo absoluto del
universo. Tal comienzo puede o no implicar un punto de comienzo. Pero en las teorías (como la propuesta “sin liimite” de Stephen Hawking) que no tienen un
comienzo con algo como un punto, el pasado es incluso nito, y no in nito. El universo no existió eternamente, según esas teorías, sino que vino a la existencia, a
pesar de que no lo hizo en un punto precisamente de nido.

En cierto sentido, la historia de la cosmología del siglo XX puede ser considerada como una serie de un intento fallido tras otro para evitar el comienzo absoluto
previsto por el modelo patrón del Big Bang. Esa predicción ahora se ha mantenido durante por casi 100 años, durante un período de enormes avances en la
astronomía de observación y en el trabajo teórico creativo en la astrofísica.

En ese periodo, una serie de notables teoremas de singularidad cada vez más consagró modelos empíricamente defendibles demostrando, al mostrar que, en
condiciones cada vez más generalizadas, un comienzo es inevitable. En 2003, Arvind Borde, Alan Guth y Alexander Vilenkin pudieron mostrar que cualquier
universo que está, en promedio, en un estado de expansión cósmica a través de la historia no puede ser in nito en el pasado sino que debe tener un comienzo.
Eso se aplica a la hipótesis de multiversos también. En 2012, Vilenkin mostró que los modelos que no corresponden a esa condición incluso son incapaces, por
otras razones, de evitar el comienzo del universo. Vilenkin concluyó: “ninguna de esas hipótesis puede ser, de hecho, eterna en el pasado”.[3] “Toda la evidencia
que poseemos dicen que el universo tuvo un comienzo”.[4]

El teorema Borde-Guth-Vilenkin demuestra que el espacio-tiempo clásico, bajo una sola condición muy general, no puede ser extendido hasta el in nito pasado,
sino que debe llegar a un límite en algún momento en el pasado nito. Ahora bien, había algo en el otro lado de esa frontera o no lo había. Si no lo había, entonces
ese frontera simplemente es el comienzo del universo. Si había algo en el otro lado, entonces será una región descrita por la teoría de la gravedad cuántica
todavía sin descubrir. En ese caso, Vilenkin dice, ese algo será el comienzo del universo. De cualquier manera, el universo comenzó a existir.

Por supuesto, las conclusiones cientí cas son siempre provisorias. Podemos esperar plenamente que se propondrán nuevas teorías, que intenten evitar el
comienzo del universo. Tales propuestas deben ser bienvenidas y examinadas. Sin embargo, es bastante claro para cual lado apuntan las evidencias. Hoy en día, el
proponente del argumento cosmológico de Gazali [el argumento cosmológico] se encuentra cómodamente dentro de la corriente cientí ca principal al defender
que el universo comenzó a existir.

Segundo argumento cientí co

Como si esto fuera poco, en realidad existe una segunda con rmación cientí ca del comienzo del universo. Esta vez se trata de la Segunda Ley de la
Termodinámica. Según la Segunda Ley, a menos que la energía sea introducida en un sistema, se hará cada vez más desordenado.

Pues bien, ya para el siglo XIX, los cientí cos se habían dado cuenta de que la Segunda Ley implicaba una predicción deprimente para el futuro del universo.
Dado el tiempo su ciente, toda la energía en el universo se va a extender de manera uniforme por todo el universo. El universo se convertirá en un caldo
descaracterizado en el que la vida no es posible. Una vez que el universo haya alcanzado un estado como ese, no será posible ningún cambio signi cativo
adicional. Es un estado de equilibrio. Los cientí cos llaman a esto la "muerte térmica" del universo.

Pero esa predicción no deseada hizo que surgiera otro enigma: si, dado el tiempo su ciente, el universo, inevitablemente en el futuro, se estancan en un estado de
muerte térmica, entonces ¿por qué, si él ha existido eternamente, no está ahora en un estado de muerte térmica? Si en una cantidad nita de tiempo, el universo
en el futuro alcanzará el equilibrio, entonces, dado in nito tiempo pasado, él debería ya estar ahora mismo en estado de equilibrio. Pero no lo está. Estamos en un
estado de desequilibrio, donde la energía está todavía disponible para ser utilizada y el universo tiene una estructura ordenada.

El físico alemán del siglo XIX Ludwig Boltzmann propuso una solución audaz a ese problema. Boltzmann sugirió que talvez el universo esté, de hecho, en un
estado de equilibrio general. Sin embargo, por pura casualidad, surgirá regiones de desequilibrio más ordenadas aquí y allá. Boltzmann se re ere a esas regiones
aisladas de desequilibrio como "mundos". Nuestro universo sólo pasa a ser uno de esos mundos. Con el tiempo, conforme a la Segunda Ley, se volverá a la
situación general de equilibrio.

Los físicos contemporáneos han rechazado universalmente la atrevida Hipótesis de Muchos Mundos de Boltzmann como una explicación del desequilibrio
observado en el universo. El error fatal de esa hipótesis es que, si nuestro mundo es sólo una uctuación fortuita de un estado de equilibrio general, entonces
deberíamos estar observando una extensión mucho más pequeña de orden. ¿Por qué? Porque una pequeña uctuación del equilibrio es mucho más probable que
la enorme uctuación continúa necesaria para crear el universo que vemos, y aun así, una pequeña uctuación sería su ciente para nuestra existencia. Por
ejemplo, una uctuación que formó un mundo no mucho mayor que nuestro sistema solar debería ser su ciente para que estuviésemos vivos y sería
incomprensiblemente más probable que ocurra que una uctuación que formó todo el universo que vemos.

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De hecho, la hipótesis de Boltzmann, si se aplica de forma coherente, conllevaría a un extraña tipo de ilusionismo: con toda probabilidad, sí habitamos un mundo
más pequeño, y las estrellas y los planetas que observamos son sólo ilusiones, meras imágenes en los cielos. Pues ese tipo de mundo es mucho más probable que
un universo que, en desafío de la Segunda Ley de la Termodinámica, se haya alejado de equilibrio por billones de años para formar el universo que observamos.

El descubrimiento de la expansión del universo en la década de 1920 modi có el tipo de muerte térmica predicha sobre la base de la Segunda Ley, pero no alteró
la cuestión fundamental. Los descubrimientos recientes indican que la expansión cósmica está, en realidad, en aceleración. Como el volumen de espacio está
aumentando tan rápidamente, el universo realmente se hace cada vez más de un estado de equilibrio en el que la materia y la energía se distribuyen
uniformemente. Sin embargo, la aceleración de la expansión del universo solamente se acelera su muerte. Pues ahora las diferentes regiones del universo se
vuelven cada vez más aisladas una de la otra en el espacio, y cada región abandonada se convierte en oscura, fría, diluida y muerta. Entonces una vez más, ¿por
qué nuestra región no está en un estado como ese, si el universo existe desde hace ya un tiempo in nito?

La implicación obvia de todo esto es que la cuestión se basa en una suposición falsa, es decir, que el universo ha existido durante un tiempo in nito. Hoy en día, la
mayoría de los físicos diría que la materia y la energía fueron simplemente puestas en el universo como una condición inicial, y el universo ha continuado el
camino trazado por la Segunda Ley desde su comienzo, un tiempo nito atrás.

Por supuesto se han hecho intentos para evitar el comienzo del universo predicho sobre la base de la Segunda Ley de la termodinámica. Pero ninguno de ellos ha
tenido éxito. Los escépticos podrían mantener la esperanza de que la gravedad cuántica servirá para evitar las implicaciones de la Segunda Ley de la
termodinámica. Pero en 2013, el cosmólogo Aron Wall, de la Universidad de California, logró formular un nuevo teorema de la singularidad que parece cerrar la
puerta a aquella posibilidad. Wall muestra que, dada la validez de la Segunda Ley de la termodinámica en la gravedad cuántica, el universo debe haber comenzado
a existir, a menos que uno postule una inversión en la echa del tiempo (¡el tiempo corriendo hacia atrás!) en algún punto en el pasado, lo cual, según él observa
correctamente, implica un comienzo termodinámico en el tiempo que "parecería plantear el mismo tipo de preguntas losó cas que cualquier otra tipo de comienzo en
el tiempo plantaría".[5] Wall relata que sus conclusiones requieren la validez de solamente algunos conceptos básicos, de modo que "es razonable creer que las
conclusiones se mantendrán en una teoría completa de la gravedad cuántica".

Así que una vez más, las evidencias cientí cas con rman la verdad de la segunda premisa del argumento cosmológico de Gazali.

Conclusión

Entonces, basado tanto en las evidencias losó cas como cientí cas, tenemos buenos motivos para creer que el universo comenzó a existir. Por lo tanto, se
deduce que el universo tiene una causa para su comienzo.

¿Cuáles propiedades debe poseer esa causa del universo? Esta causa debe ser en sí no-causada, pues hemos visto que una serie in nita de causas es imposible.
Por tanto, se trata de la Primera Causa no-causada. Debe trascender el espacio y el tiempo, ya que creó el espacio y el tiempo. Por lo tanto, debe ser inmaterial y
no-física. Debe ser inimaginablemente poderosa, ya que creó toda la materia y energía.

Finalmente, argumentó Gazali que la Primera Causa no-causada también debe ser un ser personal. Es la única manera de explicar cómo una causa eterna puede
producir un efecto con un comienzo, como el universo.

Aquí está el problema: Si una causa es su ciente para producir su efecto, entonces, si la causa existe, el efecto debe existir también. Por ejemplo, la causa de la
congelación de agua es la temperatura por debajo de 0 grados Celsius. Si la temperatura ha estado por debajo de 0 grados desde la eternidad, entonces cualquier
agua existente alrededor estaría congelada desde la eternidad. Sería imposible de que el agua se comenzase a congelar sólo algún tiempo nito atrás. Ahora, la
causa del universo existe permanentemente, ya que es atemporal. ¿Por qué, entonces, el universo no existe de forma permanente también? ¿Por qué el universo
vino a existir sólo 14 billón años atrás? ¿Por qué no tan permanente como su causa?

Gazali mantuvo que la respuesta a este problema es que la Primera Causa debe ser un ser personal dotado de libre albedrío. Su creación del universo es un acto
libre, independiente de cualquier condición determinante anterior. Así, su acto de crear algo puede ser algo espontáneo y nuevo. El libre albedrío le permite a
uno obtener un efecto con un comienzo de una , partiendo de una causa permanente y atemporal. Por lo tanto, somos llevados no simplemente a una causa
trascendente del universo, sino a su creador personal.

Esto es algo ciertamente difícil para nosotros imaginar. Sin embargo, una manera de pensar sobre ello es de vislumbrar a Dos como si Él existiese solo y sin el
universo, siendo inmutable y atemporal. Su acto libre de creación es un acontecimiento temporal simultáneo con el acontecimiento de la llegada a existir del
universo. Por lo tanto, Dios entra en el tiempo cuando crea el universo. Siendo así, Dios es atemporal sin el universo y está en el tiempo con el universo.

Por lo tanto, el argumento cosmológico de Gazali nos da fuertes razones para creer en la existencia de un Creador Personal del universo, quien es sin comienzo,
no-causado, atemporal, no-espacial [o aespacial], inmutable, inmaterial y enormemente poderoso.

[1] Al-Gazali, Kitab al-Iqtisad ’l-I’tiqad, citado en S. de Beaurecueil, “Gazzali et S. Thomas d’Aquin: Essai sur la preuve de l’existence de Dieu proposée dans l’Iqtisad et sa comparaison avec

les ‘voies’ thomistes”, Bulletin de l’Institut français d’archéologie orientale 46 (1947): 203.

[2] Christopher Isham, “Creation of the Universe as a Quantum Process” [La creación del universo como un proceso cuántico], p. 378.

[3] Audrey Mithani y Alexander Vilenkin, “Did the universe have a beginning?” [¿El universo tuvo un comienzo?], (20 de abril de 2012), p. 5. Para un vídeo accesible, puede ver , en el cual

Vilenkin concluye que “no hay en el momento ningún modelo que proporcionen un modelo satisfactorio de un universo sin comienzo”.

[4] A. Vilenkin, citado en Lisa Grossman, “Why physicists can't avoid a creation event”, New Scientist (11 de enero de 2012). Disponible en: .

[5] Aron C. Wall, “The Generalized Second Law implies a Quantum Singularity Theorem”, arXiv: 1010.5513v3 [gr-qc] 24 (enero de 2013), p. 38, .

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