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AA 1: Ensayo sobre las Personas en Derecho Romano

Tomando como fundamento el recurso de "Las Personas en el Derecho Romano"


(RA1) que reposa en tu unidad, deberás brindar un análisis de las ideas más
importantes del tema expuesto; como complemento a los contenidos desarrollados,
expresarás tu opinión particular de lo tratado, que luego entregaras un escrito final.

INTRODUCCIÓN

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la situación del esclavo fue morigerada, pues la
historia muestra que al abrigo de la filosofía estoica surgieron moralistas que repudiaron la
esclavitud por contraria al género humano, tanto que Séneca se constituyó en defensor de los
esclavos proclamando el principio de la igualdad de los seres humanos.

En el ámbito patrimonial, el esclavo nada tenía, puesto que apenas era un instrumento del dueño
para la adquisición de bienes, sin que, por otra parte, pudieran contraer obligaciones civiles. De
ahí que el producto de su trabajo o el fruto de las liberalidades que pudiera recibir, solo
beneficiaban al amo.

En cuanto al derecho de postliminio (Ius Postliminii), se tiene que el capturado bélicamente, que
pasaba a ser esclavo del captor, si se escapaba, no sólo recuperaba la libertad natural, sino la
legal, de pleno derecho, fuera de que, por contera, le eran restituidos la totalidad de los derechos
inherentes a su personalidad como si no los hubiera perdido nunca.

Si era ingenuo, volvía a serlo, como también padre, hijo de familia, tutor, etc., si antes de la
guerra había tenido todos esos títulos. Se trataba en Roma de excepción a la captura bélica como
forma generadora de esclavitud.
Las personas en Roma

El vocablo persona, en su sentido propio, se refería a la máscara a través de la cual, en el teatro


de los antiguos, los actores se caracterizaban para intervenir en las representaciones escénicas y
para que sus voces adquirieran mayor resonancia (personare). Es más, la palabra en mención fue
expresiva del propio actor y hasta del mismo personaje representado hasta que, en últimas, pasó
a denotar al hombre en general como protagonista de la vida en sociedad. En el ámbito
estrictamente jurídico, el referido término parece que comenzó a ser empleado en los tiempos del
Emperador Teodosio II para contraponerlo a “esclavo”, el cual carecía de la facultad de ejercer
derechos y contraer obligaciones. La persona también fue entendida como el papel que cada
hombre está llamado a desempeñar en la sociedad, bien como ciudadano, ora como padre de
familia o tutor. Mas, en lenguaje netamente jurídico, la palabra “persona” contó con dos (2)
acepciones completamente distintas: una, la de que era un ser físico o real capaz de derechos y
deberes (considerado el hombre desde su nacimiento o también desde su concepción, según la
regla “infano conceptus pro nato habetur quoties de conmodis ejus agitur”); y otra, la
concerniente a seres de creación jurídica, a los cuales el legislador elevaba a la categoría de
personas, como las ciudades y las iglesias. Eran estas las personas civiles o morales.

PERSONAS FÍSICAS O REALES

Llamadas también naturales. Para su existencia hacíase necesaria la concurrencia de dos


circunstancias: un individuo de la especie humana y que éste se hallara dotado de la capacidad
jurídica. En cuanto al primero de tales presupuestos, para que se cumpliera debía mediar
nacimiento vivo, viabilidad y forma humana.

El nacimiento se contrae a la total separación del individuo del vientre materno después de la
vida intrauterina. El nacimiento vivo era algo distinto, sobre lo que hubo disímiles
interpretaciones por parte de los proculeyanos y sabinianos. Aquéllos estimaron que se hacía
indispensable al respecto que el nacido dejara oír su voz (el grito emitido cuando el aire ingresa
por primera vez a los pulmones), en tanto que los segundos consideraron suficiente cualquiera
manifestación de vida, como ese mismo grito o un movimiento. Prevaleció la tesis proculeyana.
LOS LIBERTINOS ROMANOS

Adquirían tal carácter quienes dejaban de ser esclavos por modos solemnes de manumisión,
cuales fueron el censo, la vindicta y el testamento. El esclavo adquiría la libertad por el censo
cuando, con la autorización de su amo, se inscribía como libre en los registros del censo. Dicho
modo sólo podía tener lugar cada cinco (5) años, aunque su práctica desapareció más tarde al ser
suprimido por el Emperador Vespaciano. La vindicta implicaba un proceso ficticio tendiente a
reivindicar la libertad. Para ello ante el magistrado comparecían el esclavo, el dueño y el assertor
libertatis, quien provisto de una varita (vindicta), con la que tocaba al primero, hacía la
afirmación de que ese esclavo era libre, sin que el amo contradijera ese aserto;

LOS LATINOS JUNIANOS

En tiempos de la Ley de las Doce Tablas, esa clase de manumitidos no era conocida. Su
aparición fue a consecuencia de la Lex Junia Norbana, de fecha incierta, pero tal vez de la época
de Augusto o de Tiberio y, según ella, fueron latinos junianos los manumitidos por modos
privados o menos solemnes, o por un dueño que apenas tenía propiedad bonitaria, o cuando la
manumisión se efectuaba contrariando la Lex Aelia Sentia, o sea, antes de que el esclavo hubiese
cumplido edad de treinta años. Se trataba de manumitidos sin libertad legal, sino apenas de
hecho que, en Roma, constituía una situación anormal e irregular. Mas la Lex Junia, en todo
caso, buscó resolverles jurídicamente esa condición, siendo así que los asimiló a los latinos
colonos. El apelativo de junianos debióse al nombre de uno de los cónsules que rigieron los
destinos de Roma.

El status de los latinos junianos estaba por debajo de los libertinos romanos, pues contaban con
libertas minor. Estaban desafectos de derechos políticos y del connubium. Poseían sólo el Ius
commereii, el cual les permitía adquirir por los modos del derecho civil, ser testigos
testamentarios, ser poseedores de la factio testamenti pasiva. De ellos se decía que vivían libres y
morían esclavos, tanto que, al morir, su patrimonio era heredado por el antiguo amo.
LOS DEDITICIOS Fueron consecuencia de la expedición de la ya mencionada Lex Aelia Sentia,
a cuyo tenor no merecían el trato de romanos ni de latinos junianos todos aquellos manumitidos
que previamente como esclavos hubiesen sido tratados de infames y, por lo mismo, encadenados
o aprisionados, o penados con castigos corpóreos por pésimo comportamiento. El nombre de
dediticios fue por asimilación al de los peregrinos dediticios, quienes, al ser derrotados, se
entregaban al vencedor con todos sus bienes. Quedaban como peregrinos sin ciudad y con la
prohibición de habitar en Roma o dentro de las cien millas a la redonda, so pena de que los
vendiera el Estado con el compromiso por parte del adquirente de no volverlos a manumitir.

La facultad conferida a los amos para manumitir no fue absoluta, pues hubo limitaciones al
respecto. Por ejemplo, la Lex Fufia Caninia se propuso impedir que el beneficio de libertad se
hiciera extensivo a seres humanos que pudieran ser indignos, por lo que entonces consagró
limitaciones como las siguientes: Si el dueño tenía dos esclavos, podía manumitirlos a ambos; si
de dos a diez, la mitad; si de diez a treinta, la tercera parte; si de 30 a 100, la cuarta parte; y si
más de cien, la quinta parte sin que se pudiera pasar del ciento. Por otra
CONCLUSION

-Por concesión especial, del solo pueblo romano al principio y, más tarde, del emperador.
Respecto de concesiones hechas directamente por el pueblo romano, son mencionados los casos
de las leyes Julia y Plantia, las cuales otorgaron el carácter de romanos a pueblos itálicos enteros;
y en lo concerniente a concesiones imperiales, célebre es la de Antonino Caracalla en 212, por la
cual confirió el derecho de ciudadanía a todos los súbditos del imperio que hasta ese momento no
lo eran, precisamente por razones fiscales; y después de Caracalla no hubo sino ciudadanos en el
imperio romano, salvedad hecha de los dediticios, quienes quedaron privados de tal ciudadanía.

Se agrega que cuando se concedía la ciudadanía a un particular, ella no comprendía ni a la mujer


ni a los hijos, a no ser que expresamente ello fuera dispuesto. Además, la concesión de la
ciudadanía a un pueblo entero quedaba supeditada a que éste repudiara la legislación propia y
adoptara la romana, fuera de que, con frecuencia, esa concesión excluía los derechos políticos,
adquiriéndose entonces civitas sine sufragio.
BIBLIOGRAFÍA:

Vélez P., Roberto y Vélez P., Fabián (2004) Derecho Romano. Primera Edición. Bogotá D.C.
Recuperado el 23 de Marzo del 2011.

http://derecho-romano.blogspot.com/2006/03/general-y-personas.html
Bibliografía complementaria:

Roberto Vélez Paternina. Clases Magistrales de Derecho Romano. Período 2002 Tratado de la
Ley. Tratado de la Justicia. Gobierno de los Príncipes. Editorial Porrúa. Argentina 1998.

Manual de Derecho Civil. Parte General. Guillermo Suárez Moriones. Fundación Universitaria
Autónoma de Colombia. Fondo de Publicaciones FUAC. 1990

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