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La sacarosa a nivel intestinal es degrada en:

La sacarosa es el azúcar común, azúcar blanquilla o azúcar de mesa. Este azúcar de rápida
absorción debido a la breve longitud de su molécula, resulta de la combinación de dos
monosacáridos, que los componentes más pequeños dentro del grupo de los hidratos de carbono,
y son una molécula de glucosa y otra de fructosa. Al contener dos moléculas de sacáridos o
azúcares, la sacarosa es un disacárido.

La intolerancia a la sacarosa consiste en una alteración que se produce a nivel digestivo,


concretamente en la zona intestinal, debido a la ausencia o escasa presencia de la enzima o
proteína encargada de separar las dos moléculas de la sacarosa y que se denomina ‘sacarasa’ o
‘sucrasa’. Sin la acción de esta enzima, la sacarosa no se puede digerir y, por tanto, absorber.
Incapaz de atravesar la pared del intestino, las moléculas de sacarosa prosiguen su camino por
hasta el intestino grueso hasta ser eliminadas por vía anal.

Es una patología propiamente digestiva que poco tiene que ver con la alergia alimentaria, ya que
no se produce afectación inmunológica, una de las características definitorias de las reacciones
alérgicas.

En ocasiones, se puede encontrar en los afectados una ausencia total de sucrasa, por lo que
mínimas cantidades de sacarosa pueden desencadenar los síntomas de la intolerancia; pero
algunas personas contienen mínimas cantidades de la enzima, por lo que toleran ciertas
cantidades pequeñas de sacarosa que pueden ser digeridas. En estos casos, es importante
descubrir el umbral límite de cantidad de sacarosa que estas personas pueden tomar hasta saturar
los niveles de enzima. Cuando este nivel se supera es probable que la cantidad de sacarosa que
queda sin digerir provoque la sintomatología.

Afortunadamente, la prevalencia de esta intolerancia es muy baja en el mundo en general, siendo


algo más elevada entre los habitantes de Canadá y Groenlandia.

En muchos casos, la intolerancia a la sacarosa va asociada al déficit de otras enzimas digestivas que
digieren otros azúcares como la lactosa, azúcar de la leche o la fructosa, azúcar de la fruta. En
estos casos, la alteración afecta a los azúcares que no pueden ser digeridos con normalidad por la
carencia enzimática.

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