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ÍNDICE

Premios certamen prosa ............................................................................ 3


Premios certamen poesía ......................................................................... 11
Santo Tomases por el mundo ................................................................... 11
Premios Carpe Diem ................................................................................. 31
Interresidencias ........................................................................................ 36
Entrevista a Virtudes ................................................................................ 37
Excursiones Santo Tomás ......................................................................... 33
Gala de navidad ........................................................................................ 41
Los habitantes de la casa deshabitada ..................................................... 42
Patatas…y más cosas ................................................................................ 34
Aquellos maravillosos años… .................................................................... 34
Cartas desde el corazón ........................................................................... 34
Soluciones a los pasatiempos ................................................................... 70

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Queridos residentes:

Desde el equipo de redacción de Carpe Diem, queremos presentaros el número de


este año. Son ya veinticuatro los años que el equipo de Carpe Diem ha estado al pie
del cañón, poniendo todo su esfuerzo para que esta revista sea posible y creando
tradición en esta residencia.

Un año más esta revista intenta reflejar el presente año de una manera afectiva,
respetuosa y sin acritud alguna, para tener así un agradable recuerdo de este año que
hemos vivido y compartido por todos nosotros, ya sean risas o lágrimas.

Queremos agradeceros a todos la elevada participación que habéis demostrado en


todo cuanto la revista ha organizado; una vez más, si ha sido posible ha sido gracias a
vosotros. Esperamos que os agrade el fruto del esfuerzo y la dedicación de un equipo
de redacción completamente nuevo y perdonéis cualquier defecto que nuestra
inexperiencia haya podido provocar. Asimismo, os animamos a seguir escribiéndonos
y enviándonos todo aquello que queráis compartir con nosotros en los próximos
cursos, estaremos encantados de recibirlo y compartirlo con el resto de residentes.

Esperamos que este número os guste tanto como nos gusta a nosotros.

Un saludo,

El equipo de redacción de Carpe Diem

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PREMIOS CERTAMEN PROSA
1er Premio: “Como pez en el agua”

El sol asoma por la delgada línea del horizonte, vertiendo sus rayos sobre el paisaje.
Algunos caen en el lago y se mezclan en el vaivén de sus frías aguas creando una
acuarela dorada, pintando un improvisado y brillante amanecer. El repentino viento
roza con sus pálidos dedos la superficie del lago, emborronando el cuadro, punteando
olas, mientras susurra una nana de relajante fluir. Los pájaros y los árboles lo
acompañan tímidamente desde el interior del bosque, como un público que conoce la
letra y sólo mueve los labios. Siento cómo también se acerca a mí, cantándome al oído,
preguntándome si yo también conozco la canción; la canción del silencio, la canción de
la soledad. La conozco demasiado bien. Un escalofrío me sube por la espalda,
materializándose al final en lágrimas congeladas. Quizás sea por la esencia de escarcha
que arrastra el viento consigo, quizás por la crudeza de la canción que canta, o quizás
porque soy un viejo sensiblero. El sol, siempre atento, corre y me estrecha entre sus
calientes y grandes manos; me abriga y me calma. El traicionero viento se marcha igual
que ha venido y el lago vuelve a estar tranquilo. Siempre lo está, como un hombre de
anchas espaldas que nunca pierda la sonrisa y nunca levanta el tono de voz. Es la
primera vez que está tan tranquilo. No veo la superficie difuminada de los peces o los
temblores que provocan con sus pequeñas aletas; el lago está en la más absoluta
quietud. Quizás estén durmiendo, si es que duermen. Siempre me he preguntado si los
peces duermen y, de hacerlo, ¿cómo lo harán? ¿Se quedarán tumbados en el fondo
arenoso del lago? ¿O se dejarán llevar a la deriva por la corriente? Me gustaría saberlo.
En realidad, me gustaría ser un pez, me gustaría nadar por las frías corrientes del gran
lago y sumergirme en sus oscuras profundidades. Sin duda alguna, la vida de un pez
sería perfecta para mí. Yo nunca pedí ser un humano, nunca quise ser persona, nadie
me preguntó y fue algo verdaderamente cruel. Llevo cerca de setenta años
retorciéndome incómodo en un cuerpo que no está hecho a mi medida;
retorciéndome como un pez al que se le ha sacado del agua sin preguntar, aunque él
habría muerto de asfixia a los pocos minutos, pero yo sigo aquí, viviendo sin remedio
esta vida por miedo a la muerte.

Decidí trasladarme aquí tras su marcha, aquella casa me traía demasiados recuerdos,
demasiados buenos recuerdos; no habría sido capaz de seguir. Rechacé la idea de
acabar mis últimos días de cordura en una residencia. Aquellos a los que una vez
cambié los pañales, regañé por llegar tarde, y por los que derramé tantas lágrimas de
sufrimiento y felicidad, estaban demasiado ocupados como para hacerse cargo de su
viejo y carca padre; ya sólo sé contar batallitas. No diré que aquello no me dolió, sería
una gran mentira, si el corazón ya estaba roto, tras este último golpe quedó divido en

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cuatro fragmentos que ya no soy capaz de unir; mis temblorosas manos y mi
intermitente pulso volverían a traicionarme una vez más.

Esta vieja casa y este roído muelle son ahora mis nuevos amigos, ellos y el imponente
lago. Cuando llegué aquí, huyendo del sufrimiento y la tristeza, me miraron con
desconfianza y recelo, pero con el tiempo hemos llegado a llevarnos bien, me atrevería
a decir que he entrado a formar parte de su pequeña familia. Yo no les molesto y ellos
me devuelven el trato. La verdad, no son muy habladores, pero no son conversaciones
lo que necesito ahora.

El sol ya casi ha salido por completo, templando el lago e iluminando el cielo, es un


paisaje precioso, me gustaría poder compartirlo con alguien. Algunas lágrimas me
resbalan por la mejilla; parece que ellas también quieren ser testigos de este bonito
amanecer.

—Ya es hora de levantarse, perezosos –susurro mientras me acerco al borde del


muelle.

¿Dónde se habrán metido? ¿Seguirán durmiendo? Me agacho y me inclino con cuidado


de no hacer sufrir mucho a mis roídas rodillas. Entonces la vieja madera cruje bajo mi
peso y caigo al lago. No intento resistirme, sé que es más fuerte que yo. Me agarrará
por los tobillos y no dejará que salga a la superficie, y lo cierto es que tampoco
encuentro un motivo por el que valga la pena subir a flote. Soy como el marinero de
algún barco naufragado que ya no tiene unos brazos en los que caer cuando llegue a
orilla.

Tarde o temprano tenía que pasar, ellos lo tenían planeado. Mis viejos amigos siempre
lo habían estado planeando en su permanente silencio, sabían que yo sería demasiado
cobarde como para hacerlo y lo han hecho por mí. No me desean la muerte, ni mucho
menos, tan sólo me dan la muerte que yo deseaba. Dicen que cuando vas a morir ves
pasar tu vida entera en unos segundos, pero no es así, o al menos no para mí. Yo ya la
he repasado en demasiadas ocasiones; en este eterno esperar, he rememorado los
recuerdos tantas veces que he llegado a transfigurarlos a mi conveniencia. Me limito a
disfrutar del momento. Cierro los ojos y entonces me siento como ellos, como un pez,
como lo que siempre he querido ser. Me dejo moldear por el agua, la siento
rodeándome con cariño. Sin tristeza, sin preocupaciones, sin prisas, sin estrés; sé que
voy a morir y ya no tengo miedo. El oxígeno se escapa de mis pulmones y empiezo a
notar la fuerte presión en el pecho. La mirada se me nubla y, antes de decir adiós a
este mundo, lo veo: un pequeño pez está agarrado al fondo del lago para no ser
arrastrado por la corriente; todavía estaban durmiendo.

— ¿Qué haces aquí?—oigo en mi cabeza. El pez abre los ojos y me mira extrañado.

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—Siempre soñé con nacer entre los peces, pero como no ocurrió, he venido a morir
con vosotros.

— ¿Quién querría nacer entre peces?—vuelvo a oír en mi cabeza—. ¿Has mirado a tu


alrededor?

El agua, aparentemente cristalina en la superficie, se encontraba turbia, como el vaso


en el que un pintor aclara sus pinceles, como si hubiesen vertido algo en ella. Gasolina,
aceite, petróleo o quizás una mezcla de los tres. Veo más peces a mi alrededor, nadan
con dificultad entre la nube de contaminación, les cuesta respirar con las branquias
manchadas; no parecen muy felices. Algunos aletean intentando escapar de las fauces
de la basura que alguien dejo educadamente caer por allí. Asustados se intentan abrir
paso entre bolsas de plástico, electrodomésticos viejos y latas de conservas. Todos
parecen confusos: han irrumpido en su pequeña vida destruyéndola por completo y no
saben qué hacer, se limitan a mover las aletas con pasividad esperando que sólo sea
una terrible pesadilla o que la muerte sea compasiva con ellos.

Al parecer, mi amigo el lago siempre tan callado, también escondía sus dolorosos
secretos tras una bella fachada de perpetua calma.

Siempre soñé con ser un pez desde que tuve uso de razón, lo que no sabía es que
llevaba toda una vida siéndolo. Y ahora, cuando voy a morir, por fin puedo decir que
me siento como pez en el agua.

Manuel Santos Prado

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2o premio: “La bruja”

El viento quería tirar abajo la casa. O así sonaba, al menos, desde dentro de aquellas
paredes de piedra. El gran perro negro tumbado frente a la chimenea se levantó, y se
sentó ante la mujer que lavaba arrodillada en el suelo. El viento arremetió con fuerza
contra las ventanas y trajo consigo las primeras bandadas de lluvia. El perro gimió a su
dueña.

- Ya se le pasará –contestó ella sonriendo al perro. Siguió frotando la sangre de los


paños blancos. –Hoy ya lo hemos ofendido mucho.

Se refería a Dios, por supuesto. Se levantó del suelo y colocó los trapos limpios en
todos los recodos de la casa donde pudiesen secarse.

- No le gusta que compitan con él a eso de jugar con la vida.

Ahora tocaba la mesa. La gran mesa que había en la única habitación de la casa, y cuya
superficie de madera pulida y desgastada se había empapado de sudor, lágrimas y
coágulos de sangre. Mientras frotaba con ahínco, recordaba cómo, allí tumbada,
gritaba y lloraba la joven que hacía unas horas había acudido a la casa del bosque en
busca de la única que podía ayudarla. En busca de la Bruja.

Los cristales temblaron con el primer trueno de la mañana. Empezaba a amanecer.

- ¡Oh, cállate! Viejo cascarrabias –gritó mirando al cielo a través de la ventana. El cristal
envejecido devolvía un paisaje más desolador y gris de lo que ya era. –Alguien tiene
que arreglar lo que tus cobardes fieles enredan cuando no estás mirando.

Ya por último, quedaban los restos. La joven le pidió que los enterrara para, suponía la
Bruja, calmar su conciencia. Pero ella no era un sacerdote, ni aquella casa una Iglesia.
Ella acogía y curaba a los vivos que acudiesen en su ayuda a cambio de nada, pero
hacerse cargo también de los muertos le parecía un insulto a su condición.

Se abrigó con una capa que le tapaba desde la cabeza hasta los pies y abandonó el
calor del hogar para internarse en la tormenta. Caminó hasta penetrar en el bosque
que se extendía a las espaldas de la casa, llevando consigo el saco de arpillera que
goteaba sangre. Y una vez sintió la protección de los grandes árboles sobre su cabeza,
y la mullida tierra verde y húmeda bajo sus pies, esperó. La loba no tardó mucho en
aparecer. La bruja tendió el bulto en el suelo, y miró al animal. “Cuentan que una vez
una loba amamantó a dos humanos, y años después fundaron la capital de un imperio.
Hoy, yo te devuelvo el favor. Alimenta a tus cachorros.” La loba agarró el saco con las
fauces, y se marchó igual que había aparecido.

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Al volver, el perro estaba en la puerta trasera, sentado cerca del huerto que había tras
la casa. La esperaba, porque después de tantos años acompañando a su dueña, había
aprendido que día era.

Pasado el mediodía, el viento no había dejado de soplar contra los cristales furioso e
impertinente, pero las nubes debían de haberse dormido después de tanto llorar. La
Bruja preparó lavanda y laurel, y salió a colocarlas ante la cruz de piedra, como hacía el
mismo día de cada mes.

Celebraba el día como su propio bautizo, el consagramiento de la Bruja. El día que


comenzó a retar a Dios. El día que tras asumir por fin que había quedado encinta, se
había tratado con perejil, planta oleo, y canela y se había dejado sangrar durante diez
días y diez noches, y meses después, al ver que Dios se reía de ella y mantenía viva a la
indeseada criatura, había tomado por primera vez los instrumentos que tantas veces
usaría de ahí en adelante, se había operado a si misma sin más anestesia que las
plantas y el alcohol y sin más médico que un espejo que la ayudaba a guiarse y se había
deshecho de una criatura a medio gestar arrancada de su propio vientre. Su hijo. Su
no-hijo.

La tormenta que se desató aquella misma noche en el bosque desbordó ríos y derribó
árboles, pero al poco de amanecer, ocurrió algo asombroso. Como si de cuestionar lo
incuestionable se tratara, la sagrada luz del astro rey quedó sepultada por una luna
pagana y rebelde. La Bruja observó el espectáculo desde la casa en la que vivía, la
misma casa del bosque en la que envejecería. Cuando el eclipse finalizó, salió y, cerca
del huerto, decidió enterrar a la criatura.

Se preguntaba a menudo el por qué. Por qué no había hecho con esa criatura lo mismo
que con la de la joven que esa mañana se lo había suplicado. No tenía nada que
agradecer al Dios vengativo que primero abandonaba a los hombres al libre albedrío y
que luego castigaba sin preguntar ni enseñar. Pero, sin embargo, sabía que aquella
noche no habría sobrevivido sin algún tipo de ayuda divina. La Diosa de la Luna, la
Diosa de la Lluvia, la Diosa de la Tierra, que la mantuvieron con vida para continuar
desafiando la voluntad de Dios.

Sonó otro trueno. La Bruja miró al perro.

-Por hoy ya está bien –acarició la cabeza del gran perro, y lo miró a sus ojos
negros y profundos. –No temas más su ira.

Pero la Bruja no sabía que la tormenta no cesaría en todo el día, y que al anochecer
unos golpes desesperados en su puerta le traerían otra alma atormentada.

-¿Qué te trae por aquí, hija? –la recibió la Bruja.

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Una mujer demacrada y harapienta, con la cara contraída por el dolor, empapada por
la lluvia y por su propio sudor la miró con unos grandes ojos azules, profundos e
inundados de tristeza. No le hizo falta contestar. Se aferraba un voluminoso vientre,
que parecía desmesuradamente grande en comparación con su escuálido cuerpo. La
Bruja casi podía ver las contracciones de sus músculos desde la distancia.

La pasó a la casa, colocó algunas mantas en la mesa y la tumbó con delicadeza. La


muchacha balbuceaba cosas sin sentido y daba pequeños gritos. La Bruja preparó con
rapidez y eficacia algunos ungüentos para aplacar el dolor y la ansiedad, y otros para el
niño que venía de camino.

Consiguió sedar a la joven, y al menos dejo de gritar. La Bruja comenzó el ritual que
tantas veces había repetido, mientras le pedía a la muchacha que se dejase guiar por
ella. Mientras asistía al parto, leía en aquella mujer la miseria que arrastraba consigo.
Era, sin duda alguna, una prostituta del pueblo que por alguna razón, por temor o por
amor, había dejado gestar al crío de algún cerdo que jamás conocería su existencia. No
le había quedado más remedio que ocultarse durante todos esos meses para esconder
su estado: no hay hombres que paguen por acostarse con preñadas. Y por
consiguiente, llevaba meses sin recibir dinero, sin apenas comer. Había alimentado con
su salud y su carne al ser que estaba a punto de venir al mundo, y que años después,
sería llamado bastardo por ser hijo de una puta. Tendría suerte si sus mamas le diesen
leche los primeros meses. Tendría suerte si su propio niño no terminaba odiándola.

La mano de la Bruja se retiró del vientre de la mujer trayendo tras de sí una diminuta
criatura enlodada en flujos, y una vez terminó el parto, se la tendió a los débiles brazos
de su madre.

-Una niña... –balbuceó ésta. Sonreía, con la boca y con los ojos.

-No hay duda de quién es el padre –la Bruja había adquirido un semblante
preocupado.

“Una niña” pensó. Pero eso no le inquietaba. La criatura era tan blanca como la nieve
recién caída, los cabellos eran platinos como los rayos del sol reflejados en el agua, y
sin verle los ojos, sabía que los tendría grises como el metal. “Una niña albina”.

-Es hija del Pálido –añadió la Bruja. La sombra volvió al rostro de la joven madre al
escuchar aquello, y apretó a la criatura contra el pecho. –Conozco a ese hombre, un
monstruo que no dudaría en matar con sus propias manos por ira o por dinero.

>> La reconocerán cuando la vean, y él la reclamará o querrá deshacerse de ella. Los


hijos bastardos son el mayor deshonor de los hombres de Dios –la Bruja miró la
espantosa noche que caía fuera –Será mejor que huyas de aquí si quieres mantenerla
junto a ti.

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-No llegaría lejos –la joven habló llena de miedo. –No llegaría a ninguna parte si huyo.

Se levantó entonces la falda del vestido de nuevo. La Bruja extrañada, la limpió con
cuidado y entonces sí pudo ver la herida y las manchas de sus genitales. Con la sangre
y la dilatación no lo había distinguido: estaba enferma.

-Moriría de frío o de hambre antes de encontrar un lugar dónde dejarla… y si lo hiciera,


yo moriría después –la muchacha le habló como si se repitiera esas palabras cada
noche desde hacia nueve meses. –No tengo dinero ni nada con que alimentarla. He
venido a pedirte ayuda.

-¡Esto no es convento, niña! –le espetó. –Podrías haber acudido a mí antes. Has
decidido parir por miedo al castigo divino, no por amor a tu hija. Y ahora la has
condenado al infierno.

La Bruja maldijo en todos los idiomas no santos que recordó. Curarla en el estado de
desnutrición en el que se hallaba iba a ser un auténtico milagro.

-Parir o no parir, fornicar o no fornicar, dejarse por dinero o dejarse por nada, ser
violadas o ser amadas, ser madres o no serlo, vivir con miedo o vivir solas. –dijo la
Bruja. –Dios debería aclarar ya cuáles son los pecados que nos ha asignado.

-No culpes a Dios –susurró con un hilo de voz la joven, henchida de calma y felicidad. -
Son los hombres y su envidia los que han convertido en maldición el maravilloso regalo
que Dios nos dio solo a nosotras: el don de la Vida.

La Bruja no pudo más que estremecerse ante el amor y la compasión que emanaban
esas palabras. Cuando volvió a mirar hacia la mesa, la joven y el bebé estaban
profundamente dormidas. “¿Esta es tu obra? ¿Esta es tu voluntad?” le preguntó la
Bruja. No obtuvo respuesta. La lluvia caía impasible en el exterior.

La noticia del hallazgo de la prostituta muerta en el bosque se extendió por el pueblo


como fuego que prende el pasto. A nadie hubiese importado la muerte de una mujer
de su condición si los hombres que la descubrieron no hubiesen encontrado en su
pecho la marca de la Luna Negra. La marca de la Bruja. Aunque en el pueblo nadie
reconocía haber tenido trato alguno con la vieja del bosque, misteriosamente todos
conocían su sello.

Las conjuraciones se sucedieron durante semanas. ‘La Bruja la mató.’ ‘No, la Bruja la
envenenó, la hizo bailar desnuda con Satán y después la mató.’ ‘Imposible, la Bruja se
reencarnó en la muchacha para robarle la juventud que necesita para vivir
eternamente y después abandonó su cuerpo sin vida en el bosque.’

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Los más realistas, que conocieron la desgraciada vida de la muchacha, se preguntaron
si tal vez habría quedado encinta y al tratar de rechazar el regalo del Señor acudiendo
a las malas artes de una curandera de poca monta, habría perdido la vida en el intento,
como una especie de respuesta divina.

Solo algunas de ellas, que de día escuchaban las grotescas y crueles historias con
gestos de aprobación ante los vecinos, rezaban de noche por la mujer, y tal vez, por el
bebé que pudo llevar en su vientre, con el dolor de sentir que aquella mujer no era tan
distinta a todas las demás, con la angustia con la que una fiel renuncia a su fe durante
un instante para agradecer el descanso que la vieja le concedió a una pobre madre
atormentada antes de morir.

Y otras, muy pocas, las que nunca aceptaron el infierno al que, como aquella infeliz,
muchas mujeres habían sido condenadas, maldecían a los carroñeros del pueblo por
alimentar la conjura contra cualquiera de ellas que mostrara un atisbo de rebeldía, y se
sorprendían a sí mismas perdiendo la vista en el camino que llevaba al bosque,
preguntándose si tan alto era el precio que le habían asignado a la libertad.

Los meses pasaron, y la vida continuó en el pueblo, al margen de los cuentos de terror
que surgieron de la marca de la Luna Negra, y que sirvieron para alejar a los niños más
pequeños de sus travesuras en el bosque. Mientras, en la cabaña, la Bruja esperaba
cada noche en la ventana hasta que escuchaba los aullidos antes de irse a dormir. Era
la manera que tenía el bosque de transmitirle que todo iba bien.

El llanto se escuchó a lo largo y ancho de todo el bosque. El aullido de la loba paró en


seco, y se puso alerta. Volvió a la guarida donde mantenía a sus cachorros alejados de
las bestias que habitaban el bosque. El Ángel había despertado. Se acercó a él, y se
recostó para dejar que el bebé agarrara su mama hinchada de leche y comenzase a
tragar. Los lobeznos se colocaron alrededor, y la abrigaron con sus pieles, preparados
para pasar una noche más. Afuera, el bosque entero palpitaba. La luna los protegía.

Cristina Prado Pérez

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PREMIOS CERTAMEN POESÍA
1er Premio: “Volver”

Miraba al cielo alzando ligeramente la barbilla. Podía sentir el viento, ligero, sin peso.
Fue lo más cercano a sentir algo agradable en mucho tiempo. Fueron años de soledad
para ella, para lo que un día fue, para todo lo que alcanzó. Supone que la oscuridad y el
hastío la cubrieron y la atraparon con tan mala suerte que todo lo que hizo para salir
ataba aún más los nudos de la cuerda que la mantenían presa.

Miraba al cielo y podía pensar algo claro. Al fin. Fijaba su atención en los huecos que se
formaban entre las nubes. Sentía abrirse por dentro, desprenderse de todo dolor y era
ahora el azul del cielo el que pintaba su vida. Digamos que le faltaba memoria, aunque
la verdad recordaba todo con detalle. Digamos más bien que lo que cree que vivió
puede llamarse niebla, niebla espesa, esa que te acaricia pero te impide observar lo
más cercano.

Miraba al cielo y sabía que aún le costaba respirar como antes. Nunca había vuelto a
sentir sus pulmones llenos de ese aire de paz y serenidad. Había tenido de todo en
ellos, pero nada parecido a esa sensación de volver a formar parte de este mundo.
Dicen que un suspiro es una exhalación llena de cosas que por fin hicimos o que, por el
contrario, se quedaron grabadas dentro de nosotros.

Miraba y vio en lo alto una gaviota, incluso pudo escucharla. Quizá intentaba decirle
algo. Quién sabe. Había pasado tanto tiempo sin oír nada, sin escuchar, más bien
dicho. Nunca se aprehendió en ella más consejo que el “no hay consejo que valga”, y
así pasó. Amigas y compañeras que no paraban de llamar, de intentar hablar y que
insistían a la desesperada para evitar lo que pudo haber sido.

No todos los días se vuelve a empezar. No todos los días se tiene esa oportunidad.
Afortunada ella. No todo el mundo vuelve a empezar.

Aquel día, no sabe cómo, apareció allí, sentada, con un vaquero largo y una chaqueta
de hilo. Era tarde y empezaba a refrescar. Pintaba frente a ella un manto de recuerdos.
Le inspiraba tanto el mar, sus sonidos, sus colores, esa eterna duda de por qué podía
diferenciar varios tonos de azul. Esa duda le seguía persiguiendo por dentro. También
el cielo la mantenía bastante atrapada en la incertidumbre. No conseguía entender el
porqué de tanta grandeza, de tanto misterio junto. Todas estas preguntas, a la vez que
le intrigaban, le hacían transportarse a su infancia. Recordaba a su abuelo, su pequeña
barca blanca y turquesa con la que daba, cada mañana, los buenos días a su amiga la
marea. Esperaba tranquila en casa a que llegara y le besara en la frente. Exhaló. Aquel
fue un recuerdo que la transportó de allí unos segundos. Pronto volvió de nuevo en sí.

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La espuma blanca coloreaba la escena. El viento aumentaba y las olas eran cada vez
más abundantes. Cerró su chaqueta y se abrochó los últimos botones. Entornó sus
brazos y los juntó acariciando de esta manera su espalda.

Una lágrima llena de valentía hizo acto de presencia en aquel solitario momento.
Nació, se deslizó por su rostro y volvió a casa, al mar.

Al menos recordaba cómo se lloraba, porque la verdad, hacía bastante que no era
capaz de hacerlo. Había guardado tanto dentro de ella, tanto, que se había convertido
en una insensible muñeca de trapo. Sabía que necesitaba aquello y que cuando por fin
sucediera, todo habría merecido la pena.

No importaba nada. En aquel preciso instante solo podía imaginarse acariciando el


mar, respirando bajo el agua, sintiendo la libertad. Chiquilla ingenua. No pensaba que,
bajo el mar, no había caminos, nada que pudiera guiarla. Estaba condenada a perderse
en la inmensidad oscura y fría. ¿Desde cuándo abandonar fue la solución? No sabe que
está pensando más que cosas absurdas de las que pronto se reirá. No sabe que pronto
no volvería a necesitar sollozar hasta dejarse la vida en ello.

No importaba nada. Miraba al cielo de nuevo, esta vez solo con la mirada. La bajó
pronto.

No supo cómo empezar a ordenar toda esa cadena de recuerdos que, reposados en su
memoria, comenzaban a despertarse. Desde los más profundos a los más avivados. Un
primer flash inundó su mente. Dejó de ver el mar, de sentir el aire de la brisa, pero
continuaba abrazándose. Ella, sentada en aquel portal. Las baldosas del suelo se
mojaban convirtiéndose en espejos para todo aquel que caminara por allí, aunque la
verdad, no eran horas de paseo. Ella jugueteaba con su pelo, como noches atrás.
Aquella vez no sabía si se atrevería. Jugaba con su nariz en sus mejillas, en sus orejas.
Le besaba los ojos, agarraba fuerte sus manos, hasta que él levantó la cabeza y la
casualidad juntó aquellos dos labios que gritaban desesperadamente buscando el
calor. No fue nada pasajero aquel momento. Aún le dolía dentro al recordarlo. Con su
gran memoria, conseguía desgranar cada recuerdo, analizarlo y ser capaz de volver a
ver, como si fuera el negativo de una foto, imagen tras imagen, caricia tras caricia.
Suspiro. Esta vez con satisfacción. Una tarde cualquiera en la calle bajo el sol, sin
tiempo ni reloj ni nada mejor en que gastar la vida que en analizar cada una de las
marcas que su piel dibujaba. Una a una. Del uno al otro. Bastaba con rozar la yema de
sus dedos para que consiguiera estremecerse. Volvía a sentir esa conexión. Escalofrío.
No había más que juntar sus alientos para saber que en el aire se entrelazaban. Nadie
podía verlo, solo ellos podían sentirlo. Aún seguía recordando todo aquello porque
sabía que todavía necesitaba aquel calor. Quizá no de sus brazos esta vez, pero sí un
sentimiento como el vivido. Acariciaba sus brazos de nuevo. Vista al frente, el mar

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seguía ahí. No se había marchado. Como ella. Seguían los dos en el mismo sitio,
mirándose, sin decirse nada y contándose todo al mismo tiempo.

Las casualidades de la vida los hicieron conocerse, que sus vidas nunca más fueran
paralelas. Los azares del destino, los dioses de allí arriba que tiran los dados y cruzan
los dedos apostando por su número ganador, la vida, simplemente la energía, quién
sabe lo que hizo que sus vidas nunca más dejaran de ser ajenas. Nunca sabría a quién
agradecérselo o a quién tirarle de los pelos. Quién habría tenido la culpa de tan
meticuloso plan. Intentar pensar aquello era condenarse a la locura, así que decidió
continuar sin mucho sentido la andadura.

La arena comenzaba a enfriarse y ella, agotada, pensaba lo maravilloso o, quién sabe,


lo catastrófico que hubiera sido haber esperado tan solo un segundo más el amor.
Nunca supo responder a lo que sentía pero tampoco intentó hacerlo. Aquello llegó
como llegan los mejores amores, por sorpresa. De la nada, sí. De debajo de una piedra
salió aquel muchacho. Y qué muchacho. Solo alguien con una capacidad visual por
debajo de la media se hubiera dado cuenta a primera vista, pero a la primera, no
hubieran hecho falta más vueltas, que era un grandísimo, a ver cómo lo podemos decir
sin que suene a rencor. No, hijo de su madre está feo escribirlo aquí. Digamos más
bien un auténtico inútil. Aquel tío era de ese tipo de hombres que son como un libro
de autoayuda: te haces con ellos porque estás más deprimido que una ostra. Cuando
empiezas a leerlo te apasiona, te da consejos, te dice cómo tienes que ser, como
actuar, qué es más recomendable en tu estado, qué hacer, qué no hacer, pero cuando
llegas a la página 6, más o menos por la mitad del folio te das cuenta de la estupidez
que estás leyendo pero como eres tan tonto te obligas a terminarte el libro porque lo
has pagado, que lo tuyo te ha costado, y al final no pasas de página, te quedas
atascado en la misma. Y así era este chaval, tan simple como uno de esos libros. Sin
embargo, ella no era capaz de verlo, parecía uno más, como los libros de autoayuda en
las estanterías. Para ella siempre fue la mejor persona que había conocido, su mejor
amigo, su confidente, su pareja, su acompañante. Después vino la primera paliza. No
mentiré, tras esta, para ella aún seguía siendo la mejor persona, su mejor amigo, su
confidente, su pareja, su acompañante.

Y es que a veces los libros de autoayuda te destruyen. ¿A quién se le ocurre leer un


libro con la intención de que te diga que te tienes que querer? Pues sí, a todos. Cuando
nos hace falta sentirnos especiales o mínimamente escuchados tiramos mano de
cualquier libro. No debe ser así. Quererse a uno mismo debería venir en el chip que
nos ponen al nacer.

El primer golpe que recibió fue en el labio, con la mano derecha. Lo rajó. El segundo
fue hacia la nariz. Sangraba. Hubo más golpes en aquel cuerpo desde patadas,
arañazos y palabras, los golpes que más duelen y más huella dejan. Algunas de las
cicatrices aún no se habían borrado de su rostro. Llegó el momento de acariciarlas, de

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caer en el vació de aquel recuerdo, de sentir que todavía no lo había guardado lo
suficientemente como para no volver a verlo en su cabeza. El mar se balanceaba bravo.
No le gustaba aquel recuerdo. Lo enfureció y las olas salpicaron su cara haciendo que
su mano izquierda se retira de aquella cicatriz. No tuvo opción. El mar le hizo pasar
página. El mar le hizo olvidar. No hubo intermedio entre aquel y el siguiente recuerdo.
La pausa, a veces, dificulta el resultado final.

Despertó en ella un recuerdo de la universidad, de aquellos comienzos, las clases, las


caras extrañas, gente con la que convivir. Sonrío. Se acordó de su carpeta verde con las
gomas marrones que la cerraban. Tenía que vaciarla como poco cada dos meses de la
cantidad de papeles que se acumulaban ahí dentro. La verdad es que era un poco
desastre, bueno, y sigue siéndolo. Pero somos tan felices en nuestro desastre. Ella
adoraba su desorden. Nada más llegar a su facultad comenzó a hablar con un grupo de
chicas como ella, con la misma sonrisa, las mismas ilusiones, un pasado parecido, algún
novio que otro pasado, una que ya estaba comprometida, la típica que siempre te
cuenta qué tal su selectividad. Vamos, los cánones básicos de personas que conoces un
primer día de clase. Todo eso le hacía sentir bien. Se reconfortaba en aquel recuerdo.
El mar ahora daba tregua. Le gustaba lo que estaba viendo, pero no dudaría en volver
a atacar a la próxima. Puso un pie en su nueva clase y se sintió madura, adulta, mujer.
Las ganas de vivir se apoderaron de ella, la alegría, la ilusión, también hicieron acto de
presencia. No había nada por lo que preocuparse. Había comenzado por fin lo que
tanto tiempo llevaba deseando y, además, había empezado con muy buen pie. El suyo
concretamente, que fue la primera en entrar.

Miraba al cielo, hacia arriba.

De nuevo, se preguntaba, ¿dónde quedaron aquellos días?

Sintió que el cielo le respondió que dejara de lamentarse por los tiempos pasados, la
vida nos sorprende con el mejor de los porvenires.

Acariciaba la arena. Hacía un puño con ella y la dejaba caer entre el hueco que se
formaba en su mano. Repetía esto unas cuantas veces más. Como un reloj de arena la
veía caer, volver a su casa, de donde alguien, segundos antes, la había apartado. Pero
siempre, siempre, se vuelve a casa. Volver, y ni tan siquiera haber percibido la salida.
Volver con la cabeza medio agachada. Volver a tu hogar, a tu aroma, a tus costumbres,
a tu calor. Regresar a lo que es tuyo, solo tuyo, de nadie más, a lo que está grabado a
fuego dentro de ti. Volver a ser tú. Olvidar que cambiaste. Olvidar que un día fuiste
quien no eras, quien creías que querías ser pero que en realidad nunca anhelaste serlo.
Abatir lo que construiste sobre lodo. Derribar, derrocar cualquier fuerza que te haya
oprimido, te haya quitado el aire, te haya ahogado. Romper el hielo. Borrar los
pecados. Sin secretos, sin historias que contar a esa pared. Sin nada que nos una, nada
que nos separe. Volver, y en definitiva acabar lo que un día comenzó. Que nadie se

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arrepienta de lo vivido. Somos la viva imagen de nuestro pasado. Volver, y no hay más
que añadir. Todo sigue igual, ahora, por fin, en casa, porque la vida siempre ha sabido
y sabrá qué poner en tu camino para que siempre puedas volver.

Sergio Ortega Rubio

2o premio: “Vacío, sin ti”


Como un beso sin sus labios,

como un abrazo sin sus brazos,

como una mañana sin sol,

como una noche sin luna,

como como un “te quiero” sin voz,

como una claridad oscura.

Como las caricias que arañan,

como amantes que no aman,

como el vacío entre las sábanas,

como cuando gritas “ya no más”.

Como el silencio ruidoso,

como el vacío existencial

y el pobre codicioso,

como los errores sin enmendar.

Como latidos sin pecho,

como mi suspiro en tu lejanía,

como mis labios sin tus besos,

como vivir en esta mirada vacía..

Como la lluvia que seca

y la nieve que calienta.

Como los versos que se desmiembran,

15
en un cementerio de letras inconexas.

Como el chocolate agrio y el agua turbia,

como estrellas en el suelo y árboles en el cielo,

como el asfalto mullido y la hierba áspera.

Como las paredes que ya no protegen,

sólo enjaulan…

Como este vacío, esta ausencia tan llena de todo…

De todo este mundo al revés,

donde sólo somos dos almas solitarias

cada segundo que besamos

los labios que no amamos;

cada latido compungido

que llora al ser perdido.

Como los amantes que se rindieron…

Aquellos, amor, que nunca más vivieron.

Y es que ya no me quedan razones ni motivos

para pensar que sigo vivo.

Y es que ya no quedan corazones con abrigo,

ahora que el amor ha perdido.

Sin amor no supimos vivir

y sin vida no pudimos amar,

sin cordura se hizo duro existir

y sin locura se hizo duro volar,

sin lágrimas no pudimos reír

y sin sonrisas no supimos llorar,

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sin besos no hubo nada que escribir

y sin versos no hubo nadie a quien besar,

sin hechos no hubo nada que decir

y sin palabras no hubo nada que realizar,

sin pensamientos no tuvo sentido sentir

y sin emociones no tuvo sentido pensar.

Sin ti ahí fuera, era inútil salir,

y contigo aquí dentro, yo solo quise entrar.

Hoy sólo quedan hueso y ausencia en mí,

ni sueños,

ni ganas de soñar.

Si respiro pero no te respiro,

si despierto pero tú no estás despierto.

Si yo sólo soy humo, recuerdo,

si tú sólo eres ceniza, cuerpo muerto…

Dime, amor,

¿qué sentido tiene vivir esta vida en ausencia de tu aliento?

¿cómo llamarlo vida sin la dulce compañía de tu cuerpo?

Hoy sólo quiero volar, volar muy lejos,

donde tú y yo estemos juntos,

donde nunca más nos separemos.

Espera un segundo más, AMOR…

...voy a tu encuentro.

Alberto Olivares e Irene Santos Prado

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SANTO TOMASES POR EL MUNDO
En esta sección, antiguos residentes y Erasmus nos cuentan sus experiencias y
batallitas allá donde fueron a parar. ¿Hasta dónde puede llegar el corazón de la Santo
Tomás?

Carpe Diem, quam minimum credula postero


Vive el día, y confía lo mínimo en el futuro

Me despedí el año pasado de vosotros con la intención de cumplir mi sueño de vivir en


un piso tras la bonita aunque no siempre deseada experiencia de vivir en una
residencia de estudiantes; pero el ser humano, por su propia naturaleza, tiende a
repetir sus «errores», y aquí me tenéis otra vez, en otra residencia, esta vez en la
ciudad madrileña de Alcalá de Henares, patrimonio de la Humanidad. Podría haber
seguido en nuestra residencia, pero la decisión ya estaba tomada y ya me había
despedido de todos vosotros, además de que ya llevaba cuatro años de carrera, y otros
tres años al menos estudiando lo mismo se me hubieran hecho eternos. Además,
siempre está guay seguir los pasos de nuestro estimado Santo Tomás de Villanueva, el
cual después de nacer en Fuenllana y crecer en Infantes, estudió en esta ciudad antes
de partir a Salamanca para ser ordenado fraile y luego sacerdote (la parte de
Salamanca a mí personalmente me queda bastante lejana).

Ahora estudio Lenguas Modernas y Traducción en Guadalajara, ciudad castellana (la


Mancha nos queda bastante lejos) en la que confluyen la Campiña y la Alcarria, y el
bullicio metropolitano de Madrid del corredor del Henares da paso a la tranquilidad

18
sosegada de hectáreas de terreno de cereal y girasoles salpicado por pequeños
pueblos, algunos de ellos ya deshabitados o en proceso de estarlo.

El camino entre mi residencia y mi facultad no es demasiado largo. Son 15 minutos en


la línea C-2 de tren y otros tantos caminando, para llegar al bonito edificio
prefabricado de chapa (también llamado Lego) y rodeado de gatos que por las
mañanas es Facultad de Traducción y por las tardes de Comunicación Audiovisual. Se
une por un puente a la Facultad de Educación, a la que vamos a la cafetería, a la
biblioteca o a visitar a los pavos reales. Justo enfrente de esta se sitúa el Torreón de
Alvar Fáñez y el Palacio del Infantado, joya del Renacimiento español, que alberga el
Museo de Guadalajara. Ahora dice la Cospedal que nos va a hacer un campus, a ver si
nos saca rápido del rallador de colorines de queso más grande del mundo para
meternos al antiguo colegio de huérfanas.

Y en ambas ciudades estamos bastante bien comunicados con todo (tren de Cercanías
y regional, bus, autovías y autopistas, el Aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid-
Barajas,...). También tenemos una estación de AVE sin pasajeros (Guadalajara-Yebes,
realmente en medio del campo), una autopista fantasma (R-2) y otra que ni se acabó
de construir (M-203), para no pasar envidia de Ciudad Real y su aeropuerto o su Reino
de Don Quijote.

19
Aunque Manolo es irremplazable, tenemos un buen becario encargado de actividades,
Pedro. Aparte de los llamados «juegos de bienvenida», bastantes más repetidos que
en Ciu y en los que acabé lleno de huevo, harina y vino (lo último por dentro y por
fuera), se organizan carreras por el campus, torneos de Paintball por El Escorial,
cursillos de Inglés y de Derecho, visitas a Carrusel Deportivo (Cadena SER) a ver la
SuperBowl y la Champions League, concursos de cocina (de tapas, de postres,...),
excursiones a Las Fallas o al carnaval de Cádiz, o la semana del selfie, además de fiestas
de bienvenida, navidad, vuelta de navidad y despedida.

Luego tenemos a Tita Sara al mando, con María con el puesto de portera-subdirectora.
En el office tenemos a Carmen y Raúl por las noches, estando para las comidas en
Medicina (el desayuno y comida se hace en las facultades). El muchacho de
Mantenimiento es Nacho, y cuando acaba la jornada de todos estos, Oswaldo o Johnny
se encargan de vigilar la residencia (las cámaras también ayudan). En informática hay
un muchacho turco, pero de momento no lo hemos necesitado. En redes sociales está
Marcos (podríais convertir las de la resi en oficiales), y el resto de becarios se dedican
solamente a enseñar la residencia a los nuevos estudiantes que desean conocerla o
que ya se instalan en ella.

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Aquí no hay nada parecido al INEM, aunque tampoco me he informado, quizá algún
día lo pregunte. En cambio, sí existe un equivalente de las cervezadas, los llamados
Hangares (pues se celebran en una explanada del campus al lado de un edificio donde
antiguamente se guardaban los aviones de la base aérea de Barberán y Collar, actual
Campus Universitario Externo), donde cada Facultad celebra su santo patrón, aunque
desde el pasado año se inventaron dos más, San Sup***madre y San Bukkake, pues los
Alcalaínos no tienen mucha fiesta en su ciudad y se agarran a cualquier excusa para
poder celebrar una.

Atrás quedaron grupos como los Pintan Bastos, la fiesta de Blas, el Eje del Mal, el Lado
Oscuro o los Cuquis, para dar paso a las Ruinas, la Élite (con sus filiales femenina y
'original'), la B3-Extreme, los de Cafyde, la Orgía,...

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Además de la RESA Giner de los Ríos, está Crusa (Ciudad Residencial Universitaria),
justo al lado, que sería como si la Francisco Nieva se separase en muchos edificios y
ocupase manzana y media. Por otro lado, está la Cardenal Cisneros, enemigos
acérrimos de RESA, con los que a veces quedamos para peleas de comida y similares.
Consiste en una facultad privada de Magisterio y una residencia también privada
(como las otras dos, pero más cara). Luego por el centro está Dunia Hall, pero ni idea
de cómo será.

Algo que no echo mucho de menos es Ruwifi, aunque aún me arrepiento de no haber
cumplido mi sueño de ser becario de informática (si sigo viviendo aquí, probablemente
pida serlo de Redes Sociales). Aquí también tenemos que poner nombre y contraseña,
individual para cada residente y en lugar de tener límite de uso, se te desconecta a los
15 minutos de no utilización; pero internet funciona con un cable que cada residente
tiene en su habitación y puede conectar a su ordenador, teniendo solamente Wi-Fi en
las salas de estudio. El único problema que esto plantea es el uso de tabletas y
teléfonos inteligentes, necesitando instalar en los ordenadores programas repetidores
de señal como Connectify.

Bueno, y tenemos la cárcel de Alcalá-Meco y el hospital al ladito, todo un lujazo. Y una


cinta de correr :D Y como dato que no sirve para nada pero aun así es curioso, los
concesionarios más repetidos por ambas ciudades son Autocarpe (Renault/Dacia) y
Auto Elia (Volvo).

Y para el año que viene, estoy viendo si seguiré por aquí o me iré a una residencia de
Guada: Los Guzmán (Junta) o Príncipe Felipe (Diputación, por recuperar la tradición),
pues aquí me encuentro genial pero es muy caro y el viaje es cansado.

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Lo poco que echo de menos en Ciudad Real es a vosotros. Poco os puedo decir que no
os haya dicho ya personalmente o en el artículo del año pasado. Sólo que me ha
encantado poder volver a veros tanto en la fiesta del Novato como en la de Navidad y
en mi visita sorpresa ;) Y a Andrés Juan en el aeropuerto antes de partir a Chile para su
infructuosa búsqueda de trabajo. Bueno, también se echa de menos a los talleres de
teatro y manualidades, al Carpe revista y al Carpe anuario, a la gala de navidad, a los
porteros, al equipo de dirección...

A mis compañeros de promoción que seguramente acaben este año, os deseo mucha
suerte para trabajar, seguir estudiando o simplemente hacer lo que deseéis.

Y a los que vayáis entrando a la residencia, que la disfrutéis pero que también estudiéis
mucho y colaboréis entre todos para que la residencia no se convierta solamente en
un lugar donde dormir, comer y alojarse, sino que siga siendo una comunidad en la
que compartir los mejores años de nuestras vidas.

Alberto Calcerrada Sánchez-Crespo

Experiencia ERASMUS

Y como bien dijo aquel, los sueños están para cumplirlos. Hay personas que sueñan
con comprarse un Ferrari, otras con ser millonarios y otras que se conforman con algo
que a simple vista parece lo más real, viajar.

Yo soy de estas últimas, tenía un sueño y lo cumplí. Todo empezó el día 21 de marzo,
día Internacional de la Poesía, en mi caso dudo que fuese casualidad. Ese día recibí la

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resolución de una beca y me la habían concedido. Me habían concedido la beca
ERASMUS y eso significaba cumplir mi sueño, significaba viajar. Al principio me
resultaba raro que de mi boca saliese la palabra “Croacia”, con el tiempo, le fue
cogiendo el gustillo.

Ante una primera toma, todo parece una Odisea, buddy system, student exchange,
pasaporte, tarjeta sanitaria... Finalmente todo resulta estar en orden y comienzas a
contar los días. Los primeros meses simulan no tener fin y realmente eres consciente
de tu partida cuando empieza la cuenta atrás. Diez días y se cumple tu sueño, diez días
para despedirte de todos, te faltan segundos, minutos y horas.

Por fin llega el día, el encuentro con la una de las maravillosas T y al dar el último beso
te das cuenta que es muy cierto eso que una vez leíste de «En los aeropuertos se han
visto besos más verdaderos que en las bodas». Subes al avión pero esta vez los oídos
no sienten nada, la gente de tu alrededor pasa desapercibida y sin reparar en ello,
estás en tu destino. Los primeros días todo parece temporal y tu cabeza no consigue
hacerse a la idea de que pasará un tiempo hasta que vuelvas a ver a los tuyos, no
importa, tú estás feliz, te gusta el país y te sientes orgullosa de tu elección.

Sin embargo, hay días en los que desearías estar al lado de papá soplando las velas de
su 52 cumpleaños, días en los que nada te vendría mejor que un súper abrazo de los
tuyos y sobre todos miles de momentos en los que desearías tener preparado en la
mesa ese plato de lentejas que tantas veces has maldecido en España. Aun así, te
propones disfrutar del momento que estás viviendo y aprovechar de toda la magia que
el país te ofrecer. De esta manera, sales a la calle y te encuentras con el atardecer más
bonito del mundo…

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Paseas por la noche y caes en la cuenta de que compartes la misma que todos los
tuyos, estés donde estés…

Y realmente eres consciente de que estás ahí y de que has cumplido tu sueño cuando
tienes todos los paisajes que antes has estado viendo a través de “Imágenes de
Google” ante tus ojos…

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Esta ha sido mi experiencia y a través de mis palabras e imágenes os invito a todos a
luchar por todo lo que queréis en la vida y sobre todo, a cumplir todos y cada uno de
vuestros sueños. Si hoy por hoy tuviese que elegir qué me llevo de mi ERASMUS,
repetiría la cita de Juan José Millás:

«Personas que duermen juntas viven a miles de kilómetros y personas separadas por océanos
se encuentran la una al lado de la otra»

Ana Belén Gómez García

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Santo Tomasinos por el mundo (Chile)

Muchos de los que leéis este artículo os preguntaréis y ¿este quién essss?
Afortunadamente puedo proclamar con orgullo haber sido compañero de la
residencia Santo Tomás de Villanueva. Desde que en 2011 abandoné la residencia me
propuse dos cosas. La primera no perder el contacto con las personas que quería –
unos amigos del alma, como Omar, María León, Pablo Osorio, Sandra Bello y todo un
largo etcétera de persona que sin ser amigos del alma constituían siempre una gran
alegría encontrarlos porque me recordaba a una importante etapa de mi vida, creo
que la más importante de la vida de toda persona, la etapa universitaria. Por otra parte
pensaba que no iba a ser (y con esta afirmación no pretendo molestar a nadie que se
pueda sentir aludido) el típico ex residente que va a todas las fiestas a todos los jueves
etc. Fui por última vez a la cena y fiesta de Navidad de 2011 con total alegría y
felicidad. Lo pasé bien, pero consideré acertadamente que mi momento había pasado
y que era preferible dejar la actividad residencial con todo lo que conllevaba en un
momento dulce, antes de llegar a una fiesta y no conocer al 90% de la gente. Puedo
decir con satisfacción por lo vivido y las personas conocidas que mi momento pasó.
Decía Agatha Christie y García Márquez, el nobel fallecido recientemente, que no ha de
volverse al lugar donde uno fue feliz, te destrozaría el corazón. Es por eso que insisto
en pedir disculpas porque alguien pueda sentirse molesto con que prácticamente un
extraño que dejó tiempo atrás la residencia se atreva a escribir en algo tan de la
Residencia como es el Carpe Diem.

Tras haber comenzado la casa por el tejado he de dirigirme ante todo a la renovada
dirección de la revista. Como he dicho anteriormente, no me parece adecuado las
personas que se perpetúan en un lugar o en un cargo, sean amigos míos o no. Como
residente, como becario (que lo fui y aunque algunos piensen lo contrario no fue
perpetuarme mi deseo) e incluso como miembro del Carpe, ha de dejarse paso no
solamente a los más jóvenes, sino además a personas de nuestra generación que
tienen tanto derecho, capacidades e ilusión como los que fuimos. Si no, como ha
ocurrido otras veces, y sigue pasando en esta nuestra España, tiende a
patrimonializarse las cosas. Es decir, uno se considera dueño del Carpe, dueño del
título de becario e incluso amo y señor de la Residencia, a veces molestando a las
personas porque se tiende a creer que uno tiene derecho a disfrutar y divertirse más
que otros que no están tan en la onda.

Por ello, como decía agradezco a los miembros del carpe que conozco, polifacético y
siempre amigo José Andrews, y mis amigos de Almodóvar (pueblo en el que siempre
encontré gente amiga) David Fernández y Fran Sanz, el becario Jesús Montoya y su
hermana Ana de los que me siento orgulloso paisano por su amabilidad y simpatía,
además del resto de miembros a quienes no conozco, pero que indudablemente lo
harán de maravilla.

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Quisiera haceros partícipe de mi experiencia en Santiago de Chile. Nunca fui una
persona demasiado emprendedora, en cambio a veces me arriesgo como el poema de
Kipling “la suerte de todo un día”. Me gustaba y me gusta viajar, pero los trámites,
papeleos, y aeropuertos me estresan terriblemente. Pero ante la perspectiva laboral
de España –especialmente en carreras como la mía, tan vocacional y sufrida como la
Historia- me decidí a cruzar el charco. Muchos me preguntarán el motivo de haberme
marchado tan lejos. En primer lugar porque como digo bromeando, porque en
Alemania solamente quieren ingenieros. En segundo lugar porque Chile me parecía y
parece un país serio, con buenas relaciones con España y en el que se puede confiar.
Lejos de lo que algunos piensan de mí, no tengo pulseritas de la bandera de España ni
tengo banderas escasas etc; soy patriota pero sin bravuconadas. Precisamente ese
patriotismo me llevó a Chile. Ciertamente en Argentina puede ganarse más plata, pero
prefiero no ganar tanto a ir a un país que ha ofendido e insultado al mío. Asín de claro.
No soy de los que se venden. Otro factor importante es la seguridad. Chile es un país
infinitamente más seguro que la mayoría de Sudamérica. El gran lastre del nuevo
continente es la violencia en las calles y los asaltos a veces con muertes. Y pa uno que
tiene mi madre...

Los chilenos son gente muy amable, a veces en la capital (como ocurre en todas las
capitales) un poco bastante desconfiados. Nunca fui amigo de las grandes ciudades,
solamente de visita y pare usted de contar. Pero en definitiva la capital Santiago es un
lugar de siete millones de habitantes con muchas más oportunidades que en el resto
del país, si bien Chile es un país de paisajes bellísimos. Escuché a un uruguayo que
decía que los chilenos no son conscientes del hermoso país en el que viven. Y es cierto
a rajatabla. Luego hay tópicos; normalmente a los españoles nos tratan bien, nos
consideran personas serias y fiables –será porque no han conocido los botellones y las
juergas Erasmus-, aunque siempre está el listo de turno que busca en tu genealogía
(sin darse cuenta que va también en la suya) el ADN de Colón o más bien de Pedro de
Valdivia. Aunque sin duda se hacen amigos, les encanta el carrete nuestra juerga.

También yo podría repetir tópicos de cuando uno viaja fuera. La comida es saturante
pero muy chatarra o comida basura en castellano de España. Todas sus palabras van
seguidas de un ya po, y cuando en lugar de Sí te dicen YA, te cortas. Pero es
acostumbrarse cachai? (lo entiendes?). Me encanta el acento de sus gentes y las minas
o chicas para nosotros con su acento cantarín te enamoran a la primera, como ellas de
tu acento de z y c. Los cabros o chicos jóvenes son mucho más educados y correctos
que en España aunque ellos piensan que no. En definitiva, aunque ahora estoy en
España, en principio hasta junio pues he estado en Chile de febrero a mayo, ansío
volver. Y para no alargarme, os recomiendo la experiencia... no querréis volver.

Andrés Juan Vera Alcaide

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Experiencia ERASMUS

Seguro que ya habéis oído más de una –y de cien veces- eso de que “no sabes lo que
tienes hasta que lo pierdes”; en efecto, esta afirmación es una gran verdad.

Esta experiencia ERASMUS está siendo muy grande y enriquecedora pero me está
privando de vivir con mi gente días especiales e inolvidables; y desde hace casi cuatro
años, una parte importante de esas personas que considero “mi gente” reside en la
Sto. Tomás.

Estando fuera uno se siente más orgulloso de lo suyo, y así es, cada día se me llenaba
la boca declarando que la Sto. Tomás es la mejor residencia; y cuando me preguntaban
el porqué, les daba las siguientes razones:

1. Sus fiestas (ficha, fiesta del novato, de Navidad, antes también estaba la de
Carnaval, de primavera y alguna otra que, me parece, habéis hecho nueva este
año).
Cada día que celebrabais estas fiestas deseaba tener el poder de la tele
transportación. Esos días, también, al cerrar los ojos parecía que estuviera allí
con todos vosotros, viendo a esos chicos tan guapos con sus trajes. Parecía que
olía ese olorcito tan rico que van desprendiendo por los pasillos:
¡verdaderamente un olor que alimenta!
También me parecía ver a esas chicas, preciosas ellas, corriendo de un lado a
otro enseñándoles a las amigas ese peinado, ese vestido y esos zapatos que tan
bien les sientan.
2. Sus eventos y talleres (la gala de Navidad, diversas actuaciones teatrales y de
magia, la gymkhana...)
3. Siempre arrasa en el interresidencias gracias a grandísimos entrenadores y
jugadores. Pdt: no olvidéis que si vamos de rosita bueno y qué, porque somos
los mejores, bah on le sait ;) :P
4. Las excursiones de Manolo (¡películas del autobús incluidas!)
5. "El Carpe" que cada año no deja de sorprendernos.
6. Su RUWIFI... bueno, eso no tanto XD!
7. Pero sin duda, lo mejor es su GENTE: sus residentes que se convierten
rapidísimamente en maravillosos amigos, en tu familia; sus porteros, alguna de
ellos que te da un eurillo para que le compres pipas jj, y con los que te tiras
hablando en portería largos ratos; sus cocineros y limpiadores, que te alegran
las comidas, y los días, con sus comentarios agradables, con sus cantes..., Pilar,
Gabriel... también Vicente, aunque lo vemos poco.
Creedme, se echan muchísimo de menos todas estas cosas, verdaderos
placeres de la vida, y a todos vosotros cuando estás lejos.

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¿Os cuento algo? No me quería ir a la Sto. Tomás y ahora no me quiero ir de
ella!

Ah, éstos son sólo siete de los 155 motivos, más o menos, que hay. Uno por cada
residente.

Un abrazo enorme.

¡Hasta septiembre!

Bárbara Castellanos Fernández

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Premios Carpe Diem
Rata de biblioteca

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Jesús Espinosa
24 María del Carmen Peláez 55
Miguel Ángel Fernández
Alejandro Santaolaya 17 Gloria Alberca 28
Agustín Carrasco 8 Lucía García 19
Felipe Ferreiro
7 Irene Mejía 10
Daniel Sánchez

Pedro Fernández-Pacheco 5 Elia Cruz 7

Mis adorables vecinos


HABITACIÓN VOTOS

45 35

44 18

54 14

51/33 13

24 6

Mariñas

CHICO VOTOS CHICA VOTOS

Francisco Valero 41 Lorena Suárez 36

Daniel Sánchez Resa 29 Sonia Díaz 22

Omar Torres 10 Miriam Delgado 18

Martín Muñóz 9 María León 10

Víctor Iniesta 8 Cristina Alba 9

33
Tragón

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Ángel de la Morena 54 Alicia Jiménez 26
Diego García 19 Patricia Romero 16
Miguel Ángel Jiménez 11 Ana Belén Agarrabeitia 15
Francisco José Sanz 7 Marta Lillo 11
David García 6 Loli Huerta 10

Altavoz

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Jesús Montoya 34 Lorena Novillo 87
Ángel de la Morena
20 Alicia Jiménez 24
Gustavo Plaza

Alejandro Santaolaya 19 Lucía García 12

Jesús Casado 10 Natalia Callejas 11

David García Huertas 8 Rosa Bolaños 6

Matasuegras

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Antonio Jesús
35 Pilar Pascual 17
López
Lucía García
Ángel de la Morena 25 16
Alicia Jiménez
Daniel Sánchez Cristina María
16 12
Resa Alba
Sonia Díaz
Blas Caro 13 8
Cristina Rodríguez
Francisco José Sanz 12 Cristina Granados 7

34
Pimienta

CHICO VOTOS CHICA VOTOS

Pedro Cañadas 20 Esther Amores 29

Joaquín Garrido 18 Alicia Jiménez 27

Luis del Moral 13 Pilar Pascual 25

Alberto Jiménez 11 Laura Obregón 9

Víctor Iniesta 6 Adela Parrilla 7

Casanova

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Sergio Castillo 22 Irene Santos 17
Irene Molina
José Andrés Gallego 18 9
Laura Díaz
Pedro Cañadas 17 Ana Belén Agarrabeitia 8
David Fernández Rosa Bolaños
Miguel Fernández 6 Gloria Alberca 7
Francisco José Sanz Alicia Jiménez
María de la Guía
José Luis Nevado 5 6
Laura Obregón

Mejor Becario

BECARIO VOTOS
Jesús Montoya 39
Javier Bravo 28
Fátima Viveros 19
María del Carmen Muñoz
15
Nerea Barragán
David Gómez Cornejo 13

35
Mortadelo

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Ángel de la Morena 28 Ana Belén Agarrabeitia 65
Antonio Jesús López 22 Marta Lillo 39
Salomón González 14 Adela Parrilla 10
Jesús Casado 11 Lorena Novillo 9
Salvador Palomino 10 Sonia Díaz 7

Tirafichas

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


David Fernández
28 Irene Molina 37
Miguel Ángel Fernández
Pedro Cañadas 24 Sonia Díaz 23
Francisco Valero 9 Esther Amores 19
Diego García
Martín Muñoz 8 Pilar Pascual 12
Francisco José Sanz
Salomón González
6 Natalia Pérez 9
Jesús Sevilla

Lady Gaga
CHICO VOTOS CHICA VOTOS
David García Huertas 42 Marta Lillo 120
Antonio Jesús López 37 Adela Parrilla 16
Manuel Castillo 19 Pilar Pascual 5
Noelia Delgado
Alberto Olivares 11 3
Cristina Benavent
Sergio Ortega 6 Cristina María Alba 2

Cerezas

Pareja VOTOS
Manuel y Carlos Santos Prado 51
Miriam Delgado y Natalia Callejas 21
Agustín Carrasco y Alicia Basildo 13
Mari Carmen Martín- Albo y Ana Belén Agarrabeitia 10
Rosa Bolaños y Sergio Ortega 7

36
Sal

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Francisco José Nevado 24 Lucía García 39
Aníbal Pedraza 9 Alicia Basildo 33
Rafael Díaz
Agustín Carrasco 7 Esther Amores 16
Jesús Montoya
Javier Paulino Camacho 6 Esther Ramírez 14
Diego García 5 Irene Molina 7

Limón

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Andrés Redondo 17 Rosa Bolaños 20
Elena Ruiz
Manuel Castillo 16 12
Natalia Callejas
Gustavo Plaza 12 Adela Parrilla 11
Alberto Jiménez
8 Leticia Antequera 10
Daniel Sánchez Resa
José Adolfo Almansa 7 Ana Belén Agarrabeitia 10

Vecinitos

CHICO VOTOS CHICA VOTOS


Joaquín Chacón 74 Laura Obregón 101
José Andrés Gallego 70 María de la Guía 92
Joaquín Garrido 69 Gloria Alberca 54
Alberto Jiménez 62 Raquel Moreno 52
Alejandro Santaolaya 60 Rosa Bolaños 39

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IX ENCUENTRO INTERRESIDENCIAL
Otro año más, las residencias nos hemos vuelto a reunir para celebrar el
Interresidencial y con ello, estrechar nuestros vínculos y conseguir una relación mejor
entre las distintas residencias a través de competiciones deportivas y actividades
lúdicas.
Es cierto que cada año se hace más difícil congregar a los residentes para este
tipo de eventos, por ello, hay que agradecer a las personas que se encuentran detrás
de todo esto y que se encarga de la organización. En este año hay que destacar la dura
e incansable labor de la residencia Doncel.
Por otra parte, este año, dado que la pasada edición fuimos campeones en la
mayoría de las competiciones, cargábamos con una gran presión. Sin embargo, a pesar
de ello, las victorias han vuelto a ser la tónica general, como siempre.
La fiesta de este
encuentro se celebró en el “A
bailar” y a diferencia del
pasado, no hubo
enfrentamientos entre
residencias y, en general,
mantuvimos un ambiente
agradable y cordial.
En la entrega de
premios, se dejó patente la
competitividad que nuestra
residencia mantiene año tras
año. Hemos sido vencedores
en fútbol masculino y en
ajedrez, y subcampeones en
baloncesto femenino, balonmano y cuatrola. Merece también ser mencionado que
llegamos a semifinales en voleibol y baloncesto masculino.
Como todos los años, el rosa brilló por encima de los demás colores en el
Interresidencial a grito de “ALÉ SANTO TOMÁS, ALÉ, ALÉ…”
Para concluir, me gustaría añadir que deberíamos luchar para seguir manteniendo este
tipo de encuentros ya que es una ocasión para concienciarnos que a pesar de la
rivalidad y hostilidad existente entre las residencias, podemos dejar nuestras
diferencias a un lado y unirnos con un único fin, celebrar el Interresidencial.

David Fernández Rodríguez

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ENTREVISTA A VIRTUDES
P: Buenas tardes, Virtudes
R: Buenas tardes chicos
P: Veníamos a hacerte una entrevista para la revista Carpe Diem
R: Venga, adelante
P: ¿Cuántos años llevas en tu puesto de trabajo?
R: Comencé a trabajar el 1 de Noviembre de 1967 con 13 años en la casa cuna cuando
todavía esto no era residencia y continué como portera cuando ésta comenzó.
Prácticamente se puede decir que he pasado la mayoría de mi vida entre estas
paredes.
P: ¿Cuál es tu relación con tus compañeros de trabajo y tus jefes?
R: Mantengo una buena relación con mis compañeros y mis jefes y en los años que
llevo no he discutido con ninguno.
P: ¿Cómo ha evolucionado la residencia a lo largo de los años?
R: Ahora la gente que entra es mucho más responsable porque las carreras lo exigen y
ven que sus padres se sacrifican para que ellos estén estudiando. Aunque sean muy
pequeños en edad, son más maduros que antes, dan todo lo que tienen y están más
concienciados porque la situación de crisis que estamos viviendo lo requiere.
P: ¿Qué opinas sobre los horarios de entrada y salida?
R: Estoy de acuerdo con los horarios porque al ser tantos residentes no podéis estar
saliendo y entrando cuando cada uno queráis y el tener un horario de llegada a la
residencia conlleva una responsabilidad.
P: Cuéntanos tus mejores y peores experiencia que hayas vivido aquí
R: No he tenido ninguna experiencia mala y buenas he tenido muchas. Yo disfruto
mucho viéndoos en el teatro y la gala de navidad, en las fiestas cuando estáis todos tan
bien vestidos y lo bien que os lo pasáis.
P: ¿Has tenido algún residente que te haya dado más quebraderos de cabeza?
R: No, ninguno.
P: ¿Cambiarías algo en la residencia?
R: Algún cambio haría, pero en general no.
P: ¿Algo más que quieras aportar a esta entrevista?
R: Que me siento feliz de estar trabajando en la residencia y espero que todo esto
cambie para que en un futuro podáis obtener un puesto de trabajo de lo que estáis
estudiando.
P: Muchas gracias por permitirnos hacer esta entrevista, Virtudes
R: Muchas gracias a vosotros

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EXCURSIONES SANTO TOMÁS
Madrid y El Escorial

40
Hoy no me puedo levantar

Valencia en Fallas

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Salamanca

Excursión a la Warner

42
GALA DE NAVIDAD

43
LOS HABITANTES DE LA CASA DESHABITADA

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PATATAS… Y MÁS COSAS
Inauguramos esta sección de la revista con unos entretenidos pasatiempos.

Sopa de letras
Encuentra las siguientes palabras en nuestra sopa de letras tomasina. Con las letras que
quedan, podrás construir un simpático anuncio de megafonía.

NARNIA-CARIÑO-PIPAS-INTERNO-FUTBOLÍN-VICENTE-PATATAS-GAY-MORDOR-FICHA-RUWIFI-
CARPE DIEM-NEVERA-BIBLIOTECA-MANOLO-PICNIC-RUWIFI-DESMONTE

M A N U F I C H A E L T
E M O R D O R N O R A I
B O B A J P I C N I C E
S I E A R P M A N O L O
F O B R U T S R E R D N
U I E L W A A P O T E R
T I T E I N T E Ñ N S E
B E N L F O A D I L M T
O A E M I A T I R D O N
L A C T E L A E A E N I
I P I P A S P M C F T O
N E V E R A N I C A E A

El laberinto
Un residente llega un jueves a las 6 a.m. tras un
arduo mano a mano con la botella en el INEM y
su correspondiente discoteca. Ayúdale a seguir
en su recorrido nocturno una vez pida las llaves
(si consigue atinar, claro).

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Las siete diferencias

La nota de humor
Esa manera única que tiene el profesor de ignorar tus correos…

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AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS…

1.- Educación Infantil e Ing. Mecánica 2.- Educación Infantil

4.- Estudios Ingleses


3.- Medicina

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5.- Lenguas Modernas 6.- Estudios Ingleses

7.- ADE 8.- Ing. Electrónica Industrial y


Automática

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9.- Educación Infantil 10.- Estudios Ingleses

11.- Lenguas Modernas 12.- Educación Infantil

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13.- Educación Infantil 14.- Educación Primaria

15.- Medicina 16.- Medicina

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17.- Geografía

18.- Tecnología de los Alimentos

19.- ADE

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20.- Ing. Electrónica Industrial 21.- Medicina

22.- Medicina 23.- Tec. Alimentos e Ing. Mecánica

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24.- Ingeniería Civil 25.- Ingeniería Química

27.- Ingeniería Civil

26.- Grado en Químicas

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SOLUCIÓN
1.- Cristina y Paco Granados

2.- Lorena Novillo

3.- Alba María García

4.- Sheila Barrios

5.- Pablo Gil

6.- Rosa Bolaños

7.- Alicia Basildo

8.- José Andrés Gallego

9.- Alicia Rincón

10.- Cristina Rodríguez

11.- Helena Fernández

12.- Miriam Ramírez

13.- Cristina María Alba

14.- Irene Molina

15.- Lorena Suárez

16.- Patricia Domínguez

17.- Salomón González

18.- Laura Díaz-Merino

19.- Chelo de la Torre

20.- María Casero

21.- Pedro Fernández-Pacheco

22.- Beatriz Díaz

23.- Ana y Jesús Montoya

24.- Cristina Prado

25.- Sandra Musulén

26.- Verónica Aranda

27.- Elena Calcerrada

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Cartas desde el corazón
Carpe Diem es la revista de la residencia Santo Tomás de Villanueva, vuestra revista.
Aquí, los residentes dejan fluir sus pensamientos y reflexiones más profundas para
contarnos sus experiencias y compartir sus emociones.

Donde vas y de donde vienes

He visto ya muchas cartas en esta revista, y muchas de ellas me han dejado pensando
que el año siguiente una de ellas sería la mía. Finalmente, eso nunca ocurría, hasta que
por fin éste que con bastante posibilidad será mi último año, me decido a escribir algo
con lo que espero arrancar una sonrisa de aprobación a los ya nada novatos y otra
mucha gente con quien este y otros años he convivido en la residencia.

Supongo que muchos de los residentes habéis tenido oportunidad de al menos hablar
conmigo y tendréis al menos una idea de cómo soy.

Creo que esto de vivir en una residencia es fácil y a la vez muy complicado, es decir,
entramos todos al principio con muchas ganas de conocer gente y esperando agradar a
todos. Ocurre, sin embargo, como en todo que algunos agradan más que otros y en
diferentes ratos (principalmente los jueves por la noche) lo cual a todas las partes no
deja contentos.

Me gustaría desde aquí


agradecer a todos y en
particular a mi compañero
David, estos cuatro años
que he pasado, en los que
tantas cosas he vivido y
sería imposible resumir
pero los cuales sin lugar a
duda no hubieran sido
iguales sin vosotros y sin
nuestra residencia.

Y es que historias en la residencia creo que tenemos muchas, pero mi forma de verla
ha ido cambiando con el tiempo, fue al principio cuando me daba la sensación que la
residencia funcionaba más como conjunto del que poco a poco los residentes se han
ido disgregando, también se atendía más a las actividades extra universitarias y había
más versatilidad, ya que ahora indiscutiblemente entra mucha gente que “vale” pero
para irse a la biblioteca. Porque señores una buena organización creo que es lo que

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más “vale”, porque es lo que te dará satisfacciones no solo académicas si no también
personales, a mi parecer, igualmente importantes para nosotros.

Y es que no todo aunque no lo cuente, amigos, en la residencia es color de rosa, pero


muchas cosas si, por eso estos años todos lo que me han conocido un poco saben de
mi filosofía de humor que he tratado llevarles, con mis mil y una historias que lo
reconozco, muchas veces tienen un gran componente imaginativo, por mi forma de
expresar las emociones, las
ganas que a veces le he
puesto a que algunos planes
salgan bien, a un carnaval
diferente o a unos “virtuales”
premios Martíns de Oro que
buscaban motivarlas a ellas y
divertirnos nosotros. Espero
y deseo que el buen rollo no
se pierda en la resi, pero
tampoco nuestra cierta
seriedad ya que gente
responsable y consecuente es muy necesaria en estos días. Finalmente, espero que esa
emoción y alegría vaya siempre conmigo y la deje en la residencia porque chicos, estos
años como tantos antiguos compañeros dicen, no van a volver y por eso es preciso que
al terminar, sea con un buen recuerdo de ellos.

Para que cuando mires atrás no solo queden esas cuatro cositas que puedes guardar
en una cajita de cartón, también queden mil historias en tu memoria y la piel de gallina
cada vez que les cuentas a tus amigos todas las vivencias que has tenido, en esta,
nuestra querida residencia Santo Tomás de Villanueva.

Martín Muñoz Morales

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Puntos suspensivos

Tres son los puntos suspensivos. Sólo tres. Pero cuánto espacio hay entre cada uno de
ellos. Por ahí, a veces, cabe hasta la vida. Es como un sumidero de boca ancha capaz de
tragarse cualquier cosa sin miedo a atascarse.

Los puntos suspensivos son a la gramática lo que una puerta sin pestillo al amor. A
poco que la dejas entreabierta terminas asomándote a hurtadillas, deseando que el
olvido no comparta cama con quien un día ocupó la mitad de tu colchón.

Los puntos suspensivos son un quiero y no puedo. Un tiro la piedra, escondo la mano.
Son la elegancia de un hasta luego sonreído. Pero también la cobardía de una lengua
incapaz de decir NO, ADIÓS, FIN.

Un ojalá que nos haga cosquillas, una promesa envuelta en papel de Pinocho. Eso son
los puntos suspensivos.

Pero cómo nos gusta abusar de ellos, escupirlos al final de cualquier frase a modo de
quién sabe, disfrazarlos de ambigüedad.

Los puntos suspensivos jamás se han ido de copas con la coherencia. Son el amigo
infiel que te dice lo que quieres escuchar. Son la barra de un bar donde ahogar
recuerdos que siempre salen a flote.

Yo tengo la vida repleta de puntos suspensivos. Algunos ya me los habían tirado a la


basura cuando pasé a recogerlos con el tiempo. Otros se me han convertido en piedras
que tropiezo una y otra vez. Muchos siguen ahí, expectantes, ansiosos de un café que
no llega.

Y luego están los que te erizan la piel, te humedecen los ojos y te encogen el
estómago. Esos puntos que parecen muchos más que tres, a juzgar por la de huellas
que han dejado en tu espalda contando lunares. Puntos suspensivos que encogen el
tiempo y achican distancias.

Podría escribir algo emotivo hoy para decir cuánto echaré de menos todo esto. La
cantidad de recuerdos que van a venir siempre conmigo grabados en un borrón de
tinta de 3 por 5 en mi muñeca, y dentro, más dentro, allí donde reside todo lo que
dijimos, lo que no dijimos y nos gustaría haber dicho, todos y cada uno de los abrazos
dados en cada despedida, en cada reencuentro. Las caras de recién despertado en los
desayunos. Las conversaciones sobre el sentido de la vida. Las risas hasta llegar a
alcanzar los límites del dolor. Los besos regalados, los besos robados. Lo que nadie ve.
Lo que se debería haber visto.

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Pero no. Me niego. Porque eso sería poner un punto y final a la historia. Y no me
gustan los puntos y final. Son un acantilado en el que se suicidan las letras sin que
debajo haya una línea que les dé cobijo. Mejor pongamos un punto y aparte.

Un punto y aparte que te enseñe a seguir andando con la frente erguida en vez de con
el cuello torcido. La cinta de papel con la que separar unas páginas del libro de otras
que no debieras volver a leer.

Qué de puntos y aparte me gustaría comprar. Hoy estreno uno. Al menos, eso cree mi
fuerza de voluntad.

Esperemos que en un despiste no se tropiece con otros dos puntos melancólicos y


ansiosos de pasión y terminen convirtiéndose en puntos suspensivos.

Esperemos…

José Andrés Gallego Fernández

Personas que hacen distinto un día

Algunas personas dicen que la vida es como un viaje en tren. Cuando subes, no sabes
lo que te espera dentro, ni la gente que ya te está esperando ati. En cada parada del
viaje mucha gente se baja, pero hay gran parte que sube. Hay gente que estará contigo
a lo largo de todo tu viaje, gente que sube y baja, gente que ya estaba en el tren, pero
que también se marcha antes que tú. Y gente que entra sin más y se queda todo el
viaje contigo. Y eso es lo que nos ha pasado a nosotras, durante estos dos años que se
han pasado volados, hemos conocido a mucha gente, gente que se ha marchado,
gente que se ha quedado y gente que esperemos queda por llegar. Hemos conocido a
muchas grandes e inolvidables personas, pero por circunstancias, esta parada sí que
nos dejan, pero no es una parada definitiva.

Nunca nos olvidaremos del chico más pasota y despreocupado del mundo, pero eso sí,
solo a simple vista porque ahora que las dos podemos decir que realmente lo
conocemos, estamos de acuerdo en decir que quizás sea una de esas personas que es
especial, porque no se encuentran y no las conoces así porque sí. Solo si ellas te dejan
entrar a sus vidas. Y él nos dejó. Es divertido a más no poder, inteligente y muy
sensible. Además de muy muy guapo (Vecinito 2014, aunque le moleste que se lo
digamos).Por su amor a las gambas rebozadas. Porque menos mal que “tu amiga de
portería” ya se ha ido, porque anda que no saberse tu nombre… Por cierta fiesta de
navidad con ciego incluido y su “No puedo” incomprensible. Además y muy
importante, comparte grandes gustos hacia el amor del Señor de los Anillos, y tiene

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unos hoyitos preciosos. Y si, él sabe perfectamente quien es y esperemos que nunca
deje de saberlo, porque es único.

Y no sin menos importancia tenemos a su compañero de habitación, de rayadas y de


golfeo. (Más de golfeo). Fue con una frase de espuma en su espejo como lo fuimos
conociendo poco a poco, ficheja tras ficheja, nos dejó conocerlo realmente. Porque es
nuestro trillizo, nuestro tercer habitante de la 15, el que nos quita toda la comida y
¡nos aconseja como vamos vestidas pata triunfar! Por sus siestas en la habitación, por
sus visitas diarias antes y después de irse al gym. Porque traerse un cartón de leche
aquí es peligroso con él cerca. Una palabra nunca había significado tanto para
nosotras: “¡So cueveeero!” y su mal pronunciado bafe… Porque aquí sigue la guitarra
con su funda, que ya te la puedes llevar cuando quieras, porque sabes que no es
bienvenida aquí. Por ser la mujer de la 83, que gracias a eso siempre llevamos la ropa
bien lavadita y planchadita. Y porque después de esto esperamos que nos dejes subir
cierta fotito de unas camisetas con mucho valor. Lo queremos, tal y como es, con sus
bromas y sus borderias. Es así. Es perfecto. Él sabe quién es.

Y como no, no nos olvidemos del licenciado. Del premio pimienta, del chico más sexy y
deseado de la residencia. De nuestro delegado y abogado. Del señor. Del hombre que
con un baile las vuelve locas. El chico que mejor sabe llevar camisetas de la talla S y
pico incluido. Pero luego es un miedica en las películas de miedo. 5 años habitando
esta residencia. Y tenemos el placer de decir que hemos estado junto a él dos de ellos,
gran parte del tiempo sentados en los modulejos siempre con un café en la mano. El
único que es capaz de andar de forma tan peculiar con su chupa, su bandolera y sus
inseparables y golfas gafitas de sol. Aunque el verdadero solete es él. Este año se nos
va, pero que no se piense que se va a librar tan fácilmente de nosotras. Porque lo
queremos demasiado como para olvidarle.

Tres florecillas tenemos al lado, una de las florecitas vino de muy muy lejos este año.
Aun no la conocíamos nada. Pero ahora, podemos decir que menos mal que vino de
allí y la hemos podido disfrutar un poquito. Nos habría encantado tenerla mucho más
tiempo aquí. Pero lo importante es que tendremos para siempre sus grandes consejos,
sus grandes teorías, sus grandes dilemas. Las enormes risas cervezada tras cervezada,
los bailes en cada fiesta, sus morritos y sus pintalabios nocturnos. Las caras que
ponemos solo con decir “FOTO” y sobre todo tenemos la enorme suerte de tener a una
amiga como ella. Porque es nuestra Tenori y la queremos a rabiar.

También está la florecilla número dos, la enfermerilla más guapa y lista de la Santo
Tomás. Porque es una gran becaria y siempre que te vea va a ir a darte un abrazo y
sobre todo a tocarte los pechotes. Por aguantar las noches que aguanta. Por su golfería
máxima. Para que cuando le hables de alguna asignatura te conteste dándote en el
brazo “Ya me pediréis psiquiatría, ya me pediréis”. Porque llama a su madre 80 veces
al día pero en realidad a su madre ahora le importamos más nosotras. Porque tiene

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unas cuñas divinas. Porque por fin ha terminado las prácticas y ahora está aburrida y lo
único que sabe hacer es irse de tiendas y decir” ¡cómo puede vivir así Valero todo el
año!”

Y porque no sabemos que vamos a hacer el año que viene sin ella aunque piense que
no la echaremos de menos, no habrá día que no nos acordemos de ella cuando
vengamos de las prácticas y no tengamos comida. Y simplemente porque la queremos.

Y ahora viene la florecilla a la que no conocemos tanto como nos gustaría pero
sabemos que es especial y que nunca nunca le va a faltar una sonrisa que regalarte, o
un “¿Echamos un basket?”

Porque sin ella no hubiésemos llegado a la final de baloncesto ni hubiésemos jugado al


futbol. Por sus ganas, por su ilusión, por sus borracheras de fase 6. Por aprovechar
todo al máximo siempre. Porque nunca se nos olvidara en el interresidencias ese
“¡¡Esta bueno eh!!” Y si, si lo estaba. Gran elección. Sabemos que seguro será una gran
doctora y que nos hará un favor cuando necesitemos alguna consulta. La echaremos
de menos.

Y para terminar, se nos va una gran parte de nosotras. Cuatro trocitos de nuestro
corazón. Cuatro amigos, hermanos y… algo más.

Hay muchos, muchísimos tipos de vagones, de asientos, y de vidas. La nuestra con un


cuatro por delante. Cuatro corazones que han hecho este viaje más fácil.

Cuatro asientos en un solo vagón. Dominados por el sentido del humor, por la
bondad, por la picardía. Tenemos el placer de conocer cada emoción, cada estado de
animo de sus vidas... Cuatro de juegos de palabras, de historias de amor, de confianza,
y sobre todo de amistad. Un gracias se queda corto para cuatro personas que supieron
frenar el ritmo de las vidas que les dominaban para esperarnos. Para enseñarnos a
vivirlas a su manera. Para ir amoldando el camino que nos quedaba por recorrer en
este lugar.

Por eso queremos terminar con cuatro sonrisas, con cuatro corazones. Con la alegría
de las cuatro miradas que siguen y suman en su vida. De manera constante y sin
achantarse. Cuatro hombros donde llorar. Donde dormir. Cuatro a los que agarrarse si
te inunda el miedo. Porque sabes que estarán. Porque ya han estado. Porque un
Amigo es eso, es subir a un vagón y quedarte para siempre. Es manejar la cabina en la
dirección correcta. Es recorrer mares de felicidad y kilómetros de tristeza. Es esperar
en cualquier estación para comenzar un viaje nuevo. Volveríamos cada mañana, cada
comida y cada cena a coincidir con vosotros.

A compartir mil historias juntos. Volveríamos a vosotros porque ya sois “casa.


Creednos que si pudiésemos elegir, os tendríamos para siempre a nuestro lado.

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Pero ahora empieza vuestro viaje, no os olvidéis, estaremos esperando en el andén.
Por vosotros, y por la infinidad de experiencias que nos quedan por vivir. Gracias,
muchas gracias.

Y podemos comenzar hablado de nuestra ratilla, de nuestro compañero de múltiples


cenas los tres solos, porque siempre pensaremos que olemos. Por sus grandes
canciones, que han recorrido más de lo que él esperaba. De su “Córtate el pelo”, de
sus risas y sus bromas. Porque aunque no lo admita, es una rata de biblioteca. Porque
tenemos la certeza de que si en algún momento nos venimos abajo el vendrá a
empujarnos. Porque nunca vas a ver su ratonerilla desecha, ni su bebedero vacío.
Porque si no fuera por él estaríamos todos muertos de sed.

Nunca hubiésemos pensado que formaría parte de nuestras vidas. Y sin embargo ahora
es esencial en ellas. Sobran las palabras. Lo sabes.

Y seguimos con nuestro Di María, nuestro taurino, nuestro pelón. La diversión


personificada. La alegría y la risa asegurada. El chico que consigue las frases más
logradas. El verdadero y autentico casanova. Es el hígado más perfectamente
conseguido, que nunca tiene fin. Con una sonrisa siempre de oreja a oreja. Porque…no
os preocupéis, que si se acerca una pandilla con ganas de pelea, allí estará Castillo
preparado…pero preparado para salir corriendo. Porque nos hizo descubrir su talento
rapeando. Porque no faltará nunca a una fiesta, sea a la hora que sea.

Un enamorado de Blanca Suarez. De su sueño de ir con una moto a lo Mario Casas.


Porque en un futuro sabemos que irá a los toros con su mujer y sus niños correteando
con su camiseta del Real Madrid. Lo echaremos mucho de menos, más de lo que él
imagina.

Y no nos podría faltar nuestro “chitas”. Nuestro mayor burraco. El chico que mejor
baila bachata de todo Ciudad Real, con su estilo único e inconfundible. Él, que con solo
un “esta zapatilla no te aprieta” o “si vienen los americanos no te escondas” ya sabes
lo que te quiere decir, y que tiene esa “suerte” de que nunca le jode nada. Por su
sonrisa tan pegadiza, por esos ojillos con tanto brillo cuando te hablan, por su gran
capacidad de inventar las cosas, por esos abrazos que nos da como si no nos fuese a
ver nunca más. Porque siempre quiere repetir una aventura. Y sabemos que lo
tenemos ganado en cuanto le ponemos una canción de su gran querido FF, sobre todo
si suena “Tus muletas”. Siempre siempre que necesites algo, sobre todo a una persona
con quién hablar, él estará dispuesto a escucharte. Y si no, ya se queda el solo
hablando toda la noche con el techo de su habitación, aunque sabe que siempre
tendrá su cueva. Esperemos y recemos, que pueda leer todo esto con su magnífica
“BALA” y como no, acompañado de Mickey. No hace falta decir nada más. Gracias por
ser nuestro AMIGO y cuando decimos amigo, esta vez te lo decimos de verdad…No
dejes nunca de querernos.

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No podríamos terminar sin hablar de él, de nuestro pequeñin, de un hermano por un
lado y de un poquito más por otro. Es la bondad personificada, es un cielo de persona.
Nunca va a dejar que nada malo te pase. Es protector y se sabe a la perfección todas
las estadísticas de quién maneja más dinero o cuánto ha costado un fichaje, por no
hablar de su Canelita y de ciertos tweets inolvidables. Porque jamás olvidaremos su
gran video, y su gran insistencia por quitarse su pulsera. De su pie doblado, y de él en
general. Contigo tenemos la gran certeza de que nunca te irás, ya que nos une un
fuerte vínculo a ti. Porque te vemos en un futuro esperando en el altar y todos
viéndote con lágrimas en los ojos. Todos deseamos ese momento.

Porque poquito a poco nos ha ido contagiando su devoción por Romeo, porque es un
verdadero romeista. Ten por seguro que si el Real Madrid juega la champions, no le
podrás ofrecer nada mejor. Porque tiene un corazón que no le cabe en el pecho,
gracias a Dios. Sabes lo muchísimo (doble infinito) que te queremos.

Todos y cada uno de vosotros habéis hecho que cada domingo vengamos con fuerza y
con ganas de estar una semana más, de estar un mes más, de estar toda la vida con
vosotros. De que cada viernes te vayas pensando en las horas que quedan para volver
a estar con ellos. Porque cada fiesta de navidad, cada fiesta de primavera, cada inter,
cada jueves y cada puñetero día de estos dos años han sido simplemente perfectos.
Asique no queremos que esto sea el final. Os pediríamos que os subieseis a ese tren
del que hablábamos antes. Pero supongo que es lo que toca. Tocan los kilómetros, los
cambios, toca el echar de menos. Toca crecer, experimentar valorar lo que tienes y
tendrás.

Y suponemos que no lo queremos entender, pero que es necesario. Y que doler, duele
mucho. Pero os queremos aún más.

Nos tenéis para siempre

Miriam Delgado López de Mota

Natalia Callejas Figueroa

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Una experiencia nueva y única

Tras casi un año entre estas paredes,


parece que fue ayer cuando comencé mi
aventura. 22 de Septiembre de 2013,
primer día en la R.U. Santo Tomás de
Villanueva. Mi primera impresión no es que
digamos que fuese muy buena, ya que nada
más conocer a mi nueva compañera de
habitación, Irene, salió corriendo como cual
loca. Más tarde descubriría que la 22 sería
como una piña y que todas estábamos tan
locas como ella.

Llegó el lunes, primer día de clase y desayunando conozco a unas chicas de Campo de
Criptana; y bueno pues lo típico, preguntas cómo se llaman y qué estudian. ¿Cuál fue
mi sorpresa? Una de ellas sería mi inseparable compañera de clase, Alicia Rincón.

Martes 24. Llegó el tan esperado día donde todo


eran nervios, ¡íbamos a conocer a nuestros
veteranos! Aún recuerdo ese día, conocería a las
mejores personas que estarían conmigo tanto en
las buenas como en las malas.

Jueves 10 de Octubre. Día de la Fiesta del Novato,


día en el que todos demostramos nuestro arte y
salero, bailando, cantando e interpretando; a
pesar de que teníamos los nervios a flor de piel.

Tras varios meses aprendiendo a convivir con la gente, aprendiendo a no tener eso que
llaman intimidad, pero también aprendiendo a ponerte delante de un libro a estudiar,
con más o menos ganas. Aunque claro como no podían faltar en esta residencia
también tenemos nuestras cenas, fiestas y nuestra peculiar Gala de Navidad.

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Ahora que apenas quedan unas pocas semanas para que toda esa gente con la que he
estado conviviendo durante todo este tiempo vuelva a sus pueblos, recuerdo todos
esos maravillosos momentos que si no hubiese estado en esta residencia no hubiese
podido vivir, ni siquiera podría haber llegado a imaginar.

Llegué conociendo a poca gente pero me voy este año despidiéndome de una gran
familia.

Cristina María Alba Arroyo

Proyectos

Un año más, me asombro al mirar el calendario y ver que se está acercando el final.

Y es que Mayo, sin duda, es el mes hecho por y para sobrevivir. Es el mes de las prisas,
del tráfico de apuntes, de arrepentirse por todas ésas fiestas que te diste en Abril y los
'mañana empiezo a estudiar en serio' que nunca se cumplieron (ni se cumplirán).

Y es ahora, cuando me veo rodeada por pilas de apuntes, informes de prácticas y


decenas de folios con ejercicios que dudo si sabré resolver; que pienso si realmente no
estamos dejando a un lado lo importante.

Esta mañana, mientras debatía si el café debía ser doble o no, los niños de 3 años
hacían un corro en el patio del colegio y cantaban los buenos días. Desde este humilde
rincón, quiero agradecer a esos "diablillos" haberme hecho creer que en realidad podía
serlo.

Al fin y al cabo, a veces es necesario que nos levanten la vista del folio y nos obliguen a
sonreír, aunque esa noche tus horas de sueño se midan en siestas. Y si echo la vista
atrás, veo a la chica que cruzó las puertas de esta residencia cargada de miedos e
ilusiones, y creo que tres años nunca me serán suficientes.

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Que entre estas paredes he visto a mucha gente, pero sobretodo, he tenido la suerte
de conocer personas. De ésas que te dedican el tiempo que no tienen para que les
cuentes tu última pelea con tus amigos, tu pareja, o lo agobiad@ que estás desde que
te planteas llevarte la cama a la facultad.

Personas que cuando ven que no puedes más, aparecen con una sonrisa acompañada
de un café; o que recorren media ciudad para llevarte las chucherías que más te
gustan, demostrándote una vez más, que no hace falta demasiado para transformar el
día.

Sobra decir que no hablo sólo de amigos, hablo de hermanos y padres que esperan su
momento para recordarte que te tomes las vitaminas, que no dejes de comer bien y
que si no tuvieses tanta vida social otro gallo te cantaría. Por no hablar de las famosas
noches pre-examen, cuando ves lo que te falta por estudiar y te dicen eso de: 'yo te
pongo una vela y tienes suerte', y tú te preguntas si habrá dioses suficientes
confabulados en que apruebes al día siguiente.

Pero no hablo de religión, ni de exámenes, ni del apoyo incondicional de la familia;


sino de la suerte de tener contigo a personas que te guíen y te empujan a conseguir lo
que realmente quieres, lo que realmente importa.

Porque hoy compartimos estrés, y ayer alguna copa cargada de risas, pero estoy
segura que mañana habremos construido un mundo mejor, o por lo menos, nuestro.

Ana Isabel Montoya Sánchez de Pablo

Carpe Diem

No deja de verse de un tiempo a esta parte que el mundo ha cambiado. O quizá, el que
ha cambiado soy yo.

La gente camina por la calle con la cabeza baja, o mirando a algún punto invisible de su
horizonte. Caminan deprisa, como si siempre llegasen tarde a algún sitio, como si se les
estuviera acabando el tiempo para vivir. Incluso aquellos que salen a dar un paseo
caminan deprisa, porque necesitan saber que hay un sitio al que dirigen sus pies.

He probado a sonreírles. Una anciana me devolvió la sonrisa en un día en el que


felizmente olvidé mi paraguas, un niño giró su cabeza avergonzado y una mujer joven
me regaló un segundo de silencio mientras hablaba por teléfono antes de volver a su
apresurado paso con su bolso de piel y una bolsa de la compra. El resto son, en el
mejor de los casos, caras de asombro o comentarios en voz baja con sus
acompañantes.

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Resulta difícil adaptarse a un mundo donde la gente cada vez mira más para fijarse en
menos, donde los números son más importantes que las ideas y el futuro aplasta las
ilusiones de un presente que, paradójicamente, pretende construir ese mismo futuro.

Parece que las personas nos hemos olvidado de nosotras mismas, agobiadas por el
peso de nuestro trabajo y nuestras responsabilidades, luchando siempre por conseguir
ese número que pueda diferenciarnos del resto y que se ha transformado en nuestra
meta. ¿Cuándo fue la última vez que te miraste a los ojos y viste mucho más que un
reflejo en el espejo? ¿Sabes cómo nacen y mueren las hojas en los árboles? ¿Alguna
vez has sentido la diferencia en el olor del aire al volver a poner a los pies en tu casa
después de pasar mucho tiempo fuera? Creo que a veces el mundo gira demasiado
deprisa.

Éste es mi tercer año aquí, y como todos sabéis, las cosas cambian desde el momento
en el que pones el primer pie en la puerta. Aquí el tiempo corre mucho más deprisa,
ocurren cosas todos los días. Desde el momento en el que asumes que ésta es tu
nueva casa le das la vuelta al reloj de arena y las experiencias empiezan a caer
frenéticamente una tras otra para depositarse en el fondo de lo que siempre fuiste
hasta entonces.

Te invito a que aproveches todas las oportunidades que la vida te pueda ofrecer, tanto
dentro de estos muros como fuera de ellos. Levanta tu mirada y enfoca el mundo que
te rodea. Sal a la calle y disfruta del mundo en el que vives. Devuélvele la sonrisa a los
demás, ser amable cuesta muy poco. Sigue tu instinto e inténtalo. Descubre, pregunta,
busca, observa. Lee, lee mucho y aprende. Vive. Atrévete, todavía eres joven y tienes
derecho a equivocarte.

Ama tu trabajo, míralo todo desde una nueva perspectiva. Cree en ti mismo y da
siempre lo mejor de ti, no te preocupes por los números. No te compares con los
demás, somos siete mil millones de personas afortunadamente diferentes. Disfruta del
día a día, hay vida más allá de los apuntes (aunque a veces no lo parezca). No olvides
nunca las razones por las que estás luchando, no te desanimes. Haz que cada
obstáculo sea un escalón que te permita seguir subiendo hasta tocar el cielo con las
manos.

No te dejes vencer por el “no tengo tiempo”. El día tiene veinticuatro horas para todos
y sólo tú decides qué quieres hacer con las tuyas. Carpe Diem.

Jesús Montoya Sánchez de Pablo

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No tengo tiempo
“No tengo tiempo” y lo que más rabia me da de todo es el que tiempo corre, bueno
como suele decir mi abuela “no corre, vuela”. Hace ya casi dos años que pisé por
primera vez esta residencia, con ese olor tan característico que sólo algunos perciben
los primeros días de curso y que otros me han llamado loca por decir que existe.

Hace dos años que empezó esta aventura, dos años en los que a veces me pregunto
por qué elegí estudiar medicina, pudiendo haber elegido cualquier otra cosa, y si os
digo la verdad en ningún momento he estado segura de un porqué, pero hay veces
que sin un porqué sabes lo que quieres. Y para ser sincera del todo muchas veces me
sigo preguntando por qué ese 15 de junio de 2012 cuando publicaron las notas de
selectividad salté de la alegría. Y llegó septiembre, y yo, como muchos de mis
compañeros llegamos con una sonrisa de oreja a oreja a la facultad, y nos encantó.
Pero luego llegaron las clases, los exámenes, los trabajos en los que ni siquiera el
mismo profesor que te los manda sabe con seguridad lo que te está pidiendo, las
noches de estudio, llega diciembre, y junio y crees que te falta tiempo hasta para
respirar, las interminables horas detrás de un microscopio intentando descifrar lo que
ves, que ya puedes saberte el temario de pé a pá, que por mucho que lo sigas mirando
vas a seguir sin tener ni idea de que tienes delante de ti. Y llega también este tira pero
no afloja de los profesores, ese os tengo que meter como sea este temario en tres
semanas, pero en la segunda te lo sabes porque te lo voy a preguntar, además haces
otros tantos ejercicios y un seminario especial, eso cada uno con su asignatura, que
como no, es la más importante, y con el único argumento de: “no estudiáis lo
suficiente”. Y eso te desgasta poco a poco, pero lo peor de todo es que ellos no van a
dejar de tirar de la cuerda, porque saben que no todo el mundo es capaz de llegar
donde estamos nosotros, y que si estamos allí es porque queremos y que si ellos tiran,
nos vamos a agarrar más fuerte aunque nos cueste 2 horas menos de sueño, o no salir
un jueves de fiesta. Que nos ha costado mucho llegar hasta aquí y nadie nos va a
impedir que lleguemos hasta el final aunque algunos días queramos tirarlo todo por la
borda.
Que esos mismos que tiran de la cuerda ven la cara de pánico- ilusión el primer día de
sus prácticas de anatomía ,y como luego nos encanta bajar allí, ver cómo a algunos no
les gusta mucho el laboratorio pero otros se sienten como en casa, ven las caras de
asco al analizar su orina, y las de ilusión al pincharse un dedo para comprobar su grupo
sanguíneo, los ven disfrutar entre tanto apunte, de sus teatros de comunicación
asistencial, y los ven reírse por los pasillos a dos días del examen de cualquier broma
friki relacionada con el temario. Los ven sufrir haciendo problemas de estadística,
porque saben que con una T de Student no van a salvar a ningún paciente, pero en
realidad saben que es necesario. Los ven ir a regañadientes a los seminarios
obligatorios, pero también ven sus ojos abiertos como platos cuando el médico
encargado de darlo les explica el temario con una operación y les cuenta experiencias

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personales, los ven morirse de los nervios antes de un examen y los ven sonreír
aliviados cuando ha terminado. Y una de las cosas más importante de todas, es que los
ven trabajar en equipo, y congeniar y discutir, y ponerse de acuerdo y al final sacar
buena nota en una práctica que parecía ser un desastre por la diferencia de opiniones.
A día de hoy, todavía no he acabado segundo, no sé, cuantas voy a aprobar ni cuantas
voy a suspender, no tengo ni idea en que especialidad acabaré, no sé cuántos
sofocones más me llevaré la semana de antes de un examen, o cuantos cafés me
tendré que beber. Lo único que tengo claro es que me encanta lo que hago, que
aunque me queje mucho, me encanta saber cómo estamos hechos y como
funcionamos, me encanta saber que estamos rodeados de bichos que en cualquier
momento nos pueden “atacar”, pero no hay que preocuparse porque existen otras
tantas maneras diferentes de contraatacarlos. Me encanta que tu tía que se ha
constipado a los dos días de que empieces la carrera te pregunte que se tiene que
tomar y cada cuánto, y que todo el mundo que sabe que estudias medicina te diga
“anda y… ¿ya has visto muertos?”, como si eso fuese lo peor del mundo…. Me encanta
todo esto y todo lo demás que me dejo sin contar, pero que muchos afortunados como
yo saben.
Que cualquier estudiante de medicina sabe que la carrera es un “no tengo tiempo”
constante pero que lo saca de debajo de las piedras para pasar un buen rato con los
amigos, para salir a pasear con la familia, o simplemente para descansar un rato. Un
“no tengo tiempo” que los que de verdad están ahí entienden, un “no tengo tiempo”
que los que cada mañana te acompañan a la facultad saben que es verdad y que no
exageras, un “no tengo tiempo” que hace pensar a los que no te conocen que eres una
agonías pero que te da exactamente igual lo que esos piensen, un “ no tengo tiempo”
que hace que quien estudia contigo te de ánimos a cada momento, dejándote flores
para estudiar, con una nota en la mesa o un abrazo cuando más lo necesitas, un “no
tengo tiempo” que hace que el día antes de un examen recibas mensajes que dicen
“sabes que tú puedes” “ mucha mierda-suerte” un simple pero cargado de ánimo “
sabes que yo confío en ti” o una pintada en la mano que dice un “suerte” que sabes
que no falla. Un “ no tengo tiempo” que hace que tu madre que no puede estar ahí
para darte un abrazo a cada momento se preocupe más de lo que imaginas nunca por
ti, y que tu abuela se rece el rosario cada noche y le pida a todos los santos y vírgenes
por tus exámenes.
Un “no tengo tiempo” que ahora hace que parezca que el mundo se va a acabar la
semana del examen, pero un “ no tengo tiempo” en el que confío plenamente, un “no
tengo tiempo” que sé que va a merecer la pena y que dentro de x años, espero verme
vestida con una bata blanca, orgullosa de todo este esfuerzo y acompañada de todos
aquellos que de este “ no tengo tiempo” me robaron un poco para hacerme ver que la
vida no son sólo apuntes.

Lorena Suárez Portugués

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Aquí todo es distinto

Aquí todo es distinto. Apenas te levantas y cruzas el umbral de la puerta de tu


habitación ya estás rodeada. El “buenos días” redunda como un eco conforme avanzas
por el pasillo. Y sorprendentemente más de dos han salido de tu boca, aunque no
sepas ni a quién iban dirigidos porque aún no has sido capaz de abrir los ojos. Personas
que vienen y van. Vivimos rodeados. Sí, aquí todo es distinto.

Cruzar esa puerta por primera vez es como canjear un “vale por una nueva vida”. Y no,
no se admiten devoluciones. Es hora de madurar, de crecer, y de hacerlo solos.

Las expectativas al llegar a un lugar como este suelen ser muy distintas a las que
adoptas con el paso de los días aquí. Llega un adolescente con ganas de comerse el
mundo, sin nadie detrás que le imponga un horario, que le marque qué debe y qué no
debe hacer. Llegamos como potros desbocados intentando abarcar tanto que no
solemos darnos cuenta de que nos estamos abriendo a un nuevo mundo, y no nos
estamos mostrando tal como somos. E ignoramos que esa etiqueta que se nos ponga
en esos comienzos, será la que llevemos hasta que volvamos a abandonar por esa
misma puerta. Al menos para esas personas que no estén dispuestas a indagar en ti.

Pero tranquilos. Siempre habrá personas increíbles dispuestas a conocerte. Personas


que reconocerás por los pasillos y con las que tu sonrisa se tornará más amplia cada
vez que les des los tan repetidos “buenos días”. Incluso puede que, en algún despiste,
se te escape un “qué tal”, o un “ya vamos al lío”. Y sin darte cuenta, miras a tu
alrededor y te encuentras en una sala de estudios compartiendo monster y alguna que
otra cancioncilla entre tema y tema. O marujeando a las tres de la mañana después de
llevar casi una hora con la luz apagada. O en los sillones remoloneando con aquellas
personas que parecen tener las mismas ganas de estudiar que tú.

Cómo cambian las cosas, ¿verdad? Lo cierto es que a mí la vida me cambió. Llegué y
me encontré perdida entre decenas, o casi cientos de personas que no me conocían,
que probablemente ni se esforzarían por hacerlo, buscando desesperadamente a
alguien con quien entablar una conversación, alguien con quien simplemente pasar
desapercibida y no estar plantada con cara de idiota sin saber siquiera a donde ir. Y
hoy me encuentro rodeada de caras conocidas. De buenos días amables y sinceros, y
otros no tanto, de post-it de ánimo en la sala, de bolsas de chuches que dan fuerza
hasta para comerse el mundo, de caricias, abrazos y miradas cómplices. Ya no tanto de
personas, sino rodeada de amigos. Amigos que te verán levantarte temprano y
acostarte tarde, que te verán decaída cuando todo va mal, y sonreirán cuando la vida
te de una alegría, que te recordarán lo guapa que estás aunque las ojeras te lleguen al
suelo, que te acompañarán en las noches de locuras, y te harán uno, o unos cuantos
cafés las mañanas de resacas. Amigos que sabrán todo de ti. Amigos con los que

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pasarás tanto tiempo que puede que, por suerte, o por cosa del destino, alguien se
convierta en algo más que eso. Como me pasó a mí.

Hace falta un sitio como este para enamorarse de una persona que jamás habías visto
antes, aunque viva en tu mismo pueblo, incluso a una o dos calles de distancia.

Y como todo entre estas cuatro paredes, se vive con más intensidad. Compartir una
vida en pareja desde el minuto cero puede parecer complicado. Lo cierto es que para
mí es toda una suerte. Tener a alguien que me mande a dormir media horita más
cuando apenas he podido pegar ojo, tener a alguien que me envuelva el desayuno en
un par de servilletas cuando se me han pegado las sábanas, alguien que me anime
cuando ya no me quedan fuerzas, alguien que siempre encuentre la manera de
sorprenderme y de cambiarme la cara, alguien que me lleve a pasear por el pasillo
cuando no soy capaz ya ni de hilar dos palabras…. Sólo podría pasar aquí.

¿Sabéis? Los “te quiero” se venden caros, las palabras de ánimo y los “yo estoy aquí
para lo que necesites” están sobrevalorados. En un mal momento… siéntete
afortunado si alguien te acompaña, aunque sólo sea una persona. Ésa persona a la que
no le importa quedarse hasta las cuatro de la mañana sentada a tu vera mientras tú
sigues amontonando folios y folios. Esa persona que te comprende cuando los demás
no entienden tu forma de tomarte las cosas. Esa persona que acepta tu forma de vida,
y te apoya incluso cuando, a veces, le faltan las ganas. Esa persona a la que no le
importa no salir una noche para solidarizarse contigo, una de esas tantas que te
pierdes.

Dicho esto, quedará alguien que piense que la rutina desgasta una relación. Que la
monotonía hace que la ilusión se esfume poco a poco. Permitidme que yo piense que
esas personas… no saben lo que es el amor.

Y si me permitís un consejo… vivid vuestra vida como queráis vivirla, como tengáis que
vivirla o como os haya tocado vivirla. La mayoría de decisiones importantes que toméis
en vuestras vidas, acarrearán consecuencias indirectas, casi siempre indeseadas, pero
que hay que aceptar. Siempre se quedarán cosas, momentos y personas en el camino.
Pero los de verdad, los que te acompañen a la meta elijas el camino que elijas…
siempre estarán ahí.

Y sí, repito. Aquí todo es distinto.

Alba María García Juidías

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Cambios

Este lugar te cambia. Al menos eso es lo que yo siento después de dos años aquí, que
de un modo o de otro, ya sea por mi misma o por esos consejos que a veces pareces
no escuchar, yo he cambiado.

Llegas a un lugar en el que al principio todo te es desconocido y en el que no sabes si


encajarás, pero poco a poco te vas dando cuenta de que puede que si haya un hueco
para ti, y que puedes llegar a sentirte como en casa. O incluso mejor.

Pues pasas tanto tiempo aquí que algunas personas terminan por convertirse en
alguien tan importante que no puedes imaginar qué harías ahora sin ellas. Sin esas
personas que saben más de ti (y tú de ellas) que algún amigo que lleva
acompañándote toda la vida, pero que no sabe lo que es compartir contigo los bajones
(y las locuras) el día antes de un examen, las confesiones antes de dormir o una visita
al hospital a mitad de una fiesta de la que no tenias pensado irte antes de que
amaneciera. Te ves compartiendo secretos inconfesables con personas que un año
antes no habías visto ni una sola vez y entonces eres consciente de que los lazos que
aquí creas probablemente no vayan a romperse nunca.

Y llega Junio y del mismo modo que te sentías descolocado en tu primer día aquí,
ahora te cuesta pensar cómo será el no ver todos los días a esas dos personitas que
comparten contigo mucho más que una habitación; a esos que secundan tus quejas
cada mañana camino de la facultad; a aquellos con los que la vergüenza te hacía
compartir silencios incómodos y sin embargo ahora puedes pasar el día entero a su
lado, entre risas y conversaciones, incluso en momentos en los que se supone que
deberíais permanecer callados; o a esos otros con los que al principio pensaste no
tener nada en común pero ahora la palabra "amigos" se les queda pequeña. Puede que
incluso vayas a echar de menos a aquellos que creíste conocer y que en algún
momento fueron imprescindibles, aunque ya no lo sean tanto.

Por todo esto, cuando llega de nuevo Septiembre ya no hay dudas, sabes que vuelves a
casa, a ese lugar que te ha cambiado irremediablemente y que seguramente seguirá
haciéndolo un poquito más cada año. Ese lugar en el que por mucho que imagines
cómo serán las cosas antes de entrar, nunca podrás llegar a entender la cantidad de
cosas que pueden englobarse en la palabra “resi” hasta que te veas viviendo allí.

Beatriz Díaz Gavilán

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SAN VALENTÍN

FIESTAS CARPE DIEM

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ALLÁ TÚ
¿Por qué se llama Carpe Diem?

Carpe diem es una locución latina acuñada por el poeta romano Horacio que significa
literalmente 'toma el día', y anima a 'aprovechar el momento' sin malgastarlo.
Probablemente, los fundadores de la revista pensaron que en nuestra etapa
universitaria debemos exprimir al máximo nuestras experiencias y vivencias en común
dentro de la residencia, de ahí el nombre.

¿Qué es 1 intenso?

Creo que algún tipo de café de la Dolce Gusto tenía un nombre parecido…

¿Por qué la gente espera a las fiestas para hablar contigo?

Se debe al síndrome de la amistad instantánea, por el cual cuando estás ebrio te


atreves a hacer cosas que nunca harías sobrio. Posibles efectos secundarios: Que te
manden a freír espárragos.

¿Podría Jesucristo hacer un chili tan picante que ni él mismo pudiera comérselo?

Citamos Mateo 5, 25:50: “Y acabada la cena, dijo Jesús a sus discípulos: tomad y
comed todos de este chili que ya me como yo el pan… veréis como luego queréis vino”
Obviamente, podría.

¿Por qué se contagian los bostezos?

Actualmente no hay ninguna teoría científica probada al respecto. Se cree que los
bostezos se contagian por empatía y se han realizado varios experimentos para
determinar las diferentes fuentes de variabilidad (edad, condición genética o incluso
relación con quien bosteza), pero ninguno determina conclusiones claras de momento.
Se cree incluso que averiguarlo podría ayudar a conocer más sobre enfermedades
como el autismo o la esquizofrenia.

¿Con toda la comida que sobra, por qué no se hace una guerra en el comedor?

Primera ley de la Termodinámica: “la comida ni se crea ni se destruye, sólo se


transforma en el puré de las dietas o en fritura”.

¿Cuáles son los sitios más cool de la resi para hacer cosas malas?

En el top del ranking nos encontramos con el -2 (los ruidos “fantasmales” no es tan de
cuarto milenio como parece…), el baño de la sala de estudios del segundo piso y la
lavandería. Bueno, el billar, cuando no está cerrado, también tiene su historia…

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“Normalmente”, la gente no se lía con sus mejores amigos/as. ¿Por qué algunos
tomasinos sí que lo hacen?

Más vale malo conocido que bueno por conocer, todo se queda en familia.

¿Qué hacen los árboles en invierno para obtener energía cuando han perdido las
hojas con las que hacen la fotosíntesis?

En invierno, los árboles y plantas de hoja caduca entran en un letargo en el que no se


produce la fotosíntesis y se reduce a mínimos el metabolismo. No obstante, durante la
primavera y verano las plantas fabrican azúcares en las hojas verdes y almacenan la
energía en otras partes de la planta, que será utilizada para respirar y transportar
fluidos y nutrientes a través del sistema vascular durante el invierno (si la savia no se
congela). Una vez llega la primavera, la planta sale de su proceso letárgico y se inicia de
nuevo la fotosíntesis.

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SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS
Sopa de letras

M A N U F I C H A E L T
E M O R D O R N O R A I
Anuncio de megafonía:
B O B A J P I C N I C E
S I E A R P M A N O L O Manuel Tenorio, bájese a portería, tiene
F O B R U T S R E R D N llamada telefónica

U I E L W A A P O T E R
T I T E I N T E Ñ N S E
B E N L F O A D I L M T
O A E M I A T I R D O N
L A C T E L A E A E N I
I P I P A S P M C F T O
N E V E R A N I C A E A

Las siete diferencias

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