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Primeros procesos de industrialización del sector

azucarero en el Valle del Cauca: La Manuelita

Cuando hablamos de los primeros grandes ingenios


azucareros que se establecieron en el Valle del Cauca, es
imposible dejar afuera a don Santiago Eder y su familia,
quienes generación tras generación han trabajado en el
desarrollo de una gran organización, que ha traído aportes
significativos no solo para el departamento sino para todo el
país. Esta historia se
remonta al año 1864,
cuando Santiago Eder y
Pio Rengifo adquirieron
en subasta pública, las
fincas La Rita y La
Manuelita cerca de
Palmira, la cuales
pertenecían a Jorge
Enrique Isaacs, padre del
famoso escritor y poeta, que en su obra “La María” supo
plasmar el ambiente natural y romántico de esta región.

Luego de poner en funcionamiento el antiguo trapiche y


sembrado las suertes de caña que habían recibido al comprar
las tierras, empezó el desarrollo y expansión de un ingenio
azucarero que ha logrado consolidarse como uno de los más
importantes del continente. Fue precisamente Manuelita al
mando de Santiago Eder, quien
importó las primeras maquinas de
vapor, “dando así la base para el
suministro de una energía
regulable, suficientemente
segura y a un ritmo uniforme para
mover la maquinaria, además de
permitir una regulación de
temperaturas indispensables para la transformación de la caña
de azúcar.

Con estos nuevos procesos de producción como es de


esperarse, vinieron unos cambios significativos para el sector
azucarero, especialmente en el hecho de que debía hacerse
una reformulación de la integración campo-fábrica con
transformaciones no solo en el cultivo como tal, sino en el
transporte después del corte al ingenio.

Este avance tecnológico marcó el futuro de la empresa y de


todo el sector azucarero vallecaucano, pues las haciendas y
agricultores grandes de la región tuvieron que hacer una
inversión importante, dejando a un lado el proceso productivo
que dependía de la fuerza animal y trabajo manual pesado
para su funcionamiento. Estos obstáculos que enfrentaron
Eder y los primeros inversionistas en el sector, tienen que ver
no solamente en la inauguración y mantenimiento de formas
novedosas en el cultivo de la caña de azúcar y su
transformación industrial, sino también un sin número de
problemas relacionados con la introducción de una producción
capitalista relativamente avanzada en un ambiente social y
productivo tradicional.

Recordemos en los últimos artículos escritos sobre el tema, la


descripción que se hizo de las primeras haciendas productoras
de mieles y azucares, donde la producción no era la más
efectiva y dependía como lo mencionamos anteriormente de
métodos y técnicas rudimentarias. Si a este hecho le sumamos
la grave inestabilidad política en la que se encontraba el país,
con recurrentes guerras civiles y odios políticos, las dificultades
del transporte y la ausencia de un Estado con autoridad para
que se respetara la demarcación y la seguridad de la propiedad
de la tierra, nos sorprenderíamos de encontrar un sector que
aun lucha por mantenerse a la vanguardia de la industria
mundial. Sin embargo, tras una incesante lucha se puso en
marcha en 1901, la fábrica de vapor del Ingenio de La
Manuelita para la producción de azúcar blanco, granulado y de
excelente calidad. La llegada de la maquinaria hasta Palmira
se dio luego de un recorrido de 150 kilómetros de junglas, ríos
y montañas a lomo de mula desde Buenaventura, además de
tres meses en barco desde la fabrica McOrnie Harvey y Co.,
en Glasgow, Escocia, donde don Santiago había encargado la
maquinaria.
Parte del éxito de los Eder e Ingenio Manuelita, fue el excelente
manejo político que tuvieron, a esto me refiero a la manera en
cómo el grupo familiar debió proteger sus intereses
económicos adentrándose a los centros de decisión en el
aparato estatal. Lograron establecer de cierta medida una red
de influencia bastante importante dentro de la política
colombiana, asociándose con personajes políticos de la época
como por ejemplo Rafael Reyes, Sergio Arboleda, Rafael Uribe
Uribe y Tomás Cipriano de Mosquera. Esto lo lograron gracias
a la ausencia de una estructura estatal solida
institucionalmente, lo que daba la oportunidad a la clase
dominante de impulsar sus intereses económicos. Así los Eder
lograron solidificar sus empresas industriales las cuales venían
siendo atacadas por ingenios que no habían realizado el paso
tecnológico a las maquinas de vapor y la centrifugación del
azúcar y las constantes turbulencias sociales y políticas.

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