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etnográfica.
Pregunta de investigación:
1. Introducción….................................................................................................................3
5. Conclusión................................................................................................................................18
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1. Introducción
individual. Además, determina cómo un sujeto interactúa con su entorno. Como afirma el
antropólogo francés David Le Breton, “la existencia del hombre es corporal”. Por eso, la
interioridad de una persona está siempre reflejada en su cuerpo, sin olvidar el efecto de la cultura
por estudiar la construcción del individuo desde el “límite fronterizo” (Le Breton, 2002) que su
cuerpo representa, pues es la huella más tangible de un sujeto y se erige según su entorno, y la
El performance, por su parte, es una forma de arte que gira en torno al uso del cuerpo para construir
significado: sin cuerpo no hay obra, pues esta se centra en la acción que el cuerpo desarrolle. Así,
el evento que quede, o no, registrado en el espacio de exhibición, constituye las piezas que
parece más bien experimental; consta de propuestas cambiantes que no sostienen un solo
lo determina el entorno en que se lleve a cabo, y la reproducción del mismo se ajustará a las
simbología corporal y explora la espontaneidad de dos cuerpos en contacto, surgiendo eventos sin
pre-establecimientos ni guiones. La obra de arte, según Heidegger, no es un hecho dado, sino una
apertura de un mundo que nunca se acaba de producir (Yepes, 2015), por lo que el performance se
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interesa por la experimentación sensorial y el desenlace incierto, antes que la construcción de una
linealidad fija.
María José Arjona es una artista colombiana pionera en esta materia, reconocida por sus
trabajos en Nueva York, Venecia, Berlín y Bogotá, entre otras. La trayectoria internacional de la
artista ha permitido que sus obras tengan diferente desenvolvimiento según el lugar en que se
planteen, y el discurso social de sus acciones explora la influencia que un cuerpo puede ejercer
sobre otro, cuando se le da la disposición para hacerlo. Sus performances, tan desconcertantes e
crea una relación con el cuerpo espectador en la que este último también resulta afectado (Yepes,
2015): por ende, su trabajo se ha basado en el sometimiento propio a acciones inquietantes con las
colectivo sobre los efectos que el cuerpo ejerce en la identidad grupal y en este nuevo lenguaje.
El performance, como todo arte, plantea discusiones sobre cuestiones del mundo contemporáneo,
que expresan una comprensión de las inquietudes actuales. Lo mismo sucede con la antropología,
una disciplina interesada en el funcionamiento cambiante de las sociedades, y que depende del
análisis experiencial de sus investigadores para alcanzar conclusiones teóricas sobre un campo.
Siendo así, parece que el performance y la antropología no son áreas tan distantes, sino, más bien,
identidad. Por lo tanto, investigaré hasta qué punto se concibe el cuerpo como un reproductor de
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imaginarios o modelos sociales, desde el performance de María José Arjona. Expondré la
argumentando que el lenguaje y la cultura afectan la identidad individual o colectiva del artista y
discutiendo si el artista que realice la acción sería un investigador que interprete el movimiento
social que lo rodea, o como objeto de estudio para un antropólogo. Lo anterior, porque el cuerpo
del performer porta también el significado construido de su entorno. Dado el alcance sociocultural
del performance, sensible a la interacción audiencia-obra, discutiré las implicaciones éticas del
movimiento. Tendré en cuenta las teorías del cuerpo y la antropología de David Le Breton, Michel
Foucault y Pierre Bourdieu, para argumentar ¾o diferir¾ en sus puntos de vista, y analizar
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2. Objeto mediador de las relaciones de poder
Para comprender la subjetividad del performance, es necesario percibir al cuerpo como un lenguaje
biológico separado del sujeto que en éste habita, adquiere reconocimiento como portador de
significado finalizando los años sesenta al aceptarse que el hombre es indiferenciable de su cuerpo:
atribuye potencial y autonomía como agente de nuestra interioridad, afirmando que es más que un
sistema físico. El dualismo corporal que antes distinguió entre cuerpo y sujeto, se opone a las
del cuerpo individualista, pues lo expone como resultado de su entorno, indispensable para la
experiencial de un sujeto y los efectos visibles que su entorno le genere. Así pues, surge una
preocupación por el cuerpo al reconocer que este mide tanto nuestro estado anatómico como
Siguiendo a Le Breton, parecería que el cuerpo no se cuestiona (Le Breton, 2002), pues en la
sociedad occidental se invisibiliza el cuerpo, haciendo que las relaciones interpersonales se midan
por la interacción verbal de los sujetos, distante pero intocable. El tabú de dos cuerpos en contacto
exalta la preocupación por el cuerpo, y parecemos tan alterados por nuestra presencia ante una
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“Surge un nuevo imaginario del cuerpo que conquista discursos y prácticas hasta ese entonces inéditos. Luego de un tiempo de
represión y de discreción, el cuerpo se impone, hoy, como un tema predilecto del discurso social, lugar geométrico de la
reconquista de uno mismo, territorio a explorar, indefinidamente al acecho de las incontables sensaciones que oculta, lugar del
enfrentamiento buscado con el entorno.” (Le Breton, D. 2002)
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comunidad, que olvidamos que del cuerpo “se distiende la trama simbólica y los vínculos que nos
conectan con otros miembros de una comunidad” (Le Breton, 2002). Sin embargo, Arjona plasma
esta idea asimilando que el hombre es indiscernible de su cuerpo, pues le otorga espesor y
sensibilidad de su ser en el mundo; reconoce en éste el potencial para medir su interacción con lo
que la rodea. El performance promueve la espontaneidad y el dominio sensorial, para que varios
Así, se teje un espacio performático con un nuevo discurso social, partiendo de la comprensión y
En 2011, Arjona desarrolló Vires, una serie de performances que exploraban la complejidad de las
relaciones de poder entre dos cuerpos en contacto. En el primer evento, Sobre la fuerza, el deseo
sosteniendo un pequeño
encontraba a la artista acostada sobre una mesa, atada con cinturones que presionaban puntos
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focalizados de su cuerpo,
causando notoria
incomodidad. Cada
llaves. La actividad se
Figura 2: Sobre el conocimiento y la liberación, parte de Vires (2011).
desarrollaba hasta liberar a
la artista, habiendo quienes la incomodaban tortuosamente en vez de intentar abrir los candados,
sin sentir compromiso por la misma. Ahora bien, con estos dos performances, la artista otorga el
dominio de la obra a su audiencia, quebrando la usual concepción del artista como líder del control
absoluto de su trabajo.
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la persona contraria la acción que desee, cuantas veces indique el dado. La espontaneidad es clave
porque no hay impedimentos, sino una exploración de cuerpos encontrados en su interés por
generar un efecto sobre el otro. La propuesta de Arjona, así como el arte, es una disciplina sin
límites ni mandatos que depende del entorno receptor para funcionar adecuadamente, y que se
promueve por la incertidumbre del encuentro entre cuerpos para construir significado.
Vires, posee poca linealidad y reprueba el deseo habitual de contar una historia ¾o recrear una
escena¾ por medio de una pieza artística. Al contrario, según el ensayista Rubén Yepes, el valor
interacciones corporales que usualmente no se llevarían a cabo por fuera de ese escenario
específico2 (Yepes, 2015). Por ende, las relaciones de poder en Vires exploran las posibilidades
que surgen del encuentro de los cuerpos, posibilidades que solo emergen en el seno del evento,
donde las relaciones interpersonales se alejan de su habitualidad. (Yepes, 2015). Este performance
inquieta a la audiencia, al alterar la prevalencia de la integridad del cuerpo de Arjona, que a su vez
ejerce un efecto recíproco sobre cualquier cuerpo con el que entre en contacto. La artista otorga al
espectador la agencia para actuar sobre el desarrollo de la obra, pues somete su cuerpo a la voluntad
del público, que por curioso y compasivo, también resulta agresivo y amenazante. Así, se muestra
que el performance, y el arte de MJA, no busca relatar historias3 o expresar un significado por
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La misma María José Arjona afirma, según su entrevista con Rubén Darío Yepes para el ensayo Lo Que Puede Un Cuerpo,
““Quiero que quienes asisten se cuestionen hasta donde va su capacidad de accionar sobre alguien”. No se trata solo que de que
el participante se dé cuenta de hasta donde llegaría en el ejercicio del poder sobre otros, sino también de que se pregunte por la
ética que rige su poder cuando un cuerpo queda a su disposición.” (pg. 33)
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“Aunque es posible adscribir significados a algunos de los elementos que constituyen las acciones de Arjona, si nos acercamos
a estas solo con interés interpretativo, soslayamos la fuerza de lo que acontece en ellas y por medio de ellas. […] el cuerpo de la
artista se ubica ante y entre otros cuerpos como fuerza viva y anhelante como el nodo focal de una producción viva y abierta de
afectos que, cuando irrumpen, lo hacen con la fuerza de lo imprevisible. Las acciones de Arjona son experimentos lanzados al
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descubrir, sino explorar la identidad desde el uso del cuerpo, reconociéndolo como herramienta de
durante su investigación para definir su relacionamiento con los miembros del campo investigado.
Esto lo reitera Anahi SY, asegurando que después de una experiencia etnográfica ¾o
performática¾ ocurre la transformación4 del actor principal (artista), de los otros (espectador que
se involucra, o no), y del campo que presenció la interacción entre sujetos, dado el efecto de un
cuerpo sobre otro5. Esta postura preestablecida, que no es necesariamente fiel a la identidad
acercarse a este nuevo cuerpo y compartirle algo de sí, de su cultura, de su lenguaje. Conscientes
del afecto que dos cuerpos encontrados pueden generar en el evento, es importante que el artista
mundo con el deseo de desencadenar experiencias afectivas intensas en quienes participan de ellas.” (Yepes, R. D. 2015. Lo que
puede un cuerpo)
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“Quien no salga transformado de ese viaje, de la relación con los otros (diferentes) que también somos nosotros para esos
“otros”, es porque no logró ver, vincularse, comprender las diferencias que nos acercan al tiempo que nos transforman (si somos
lo suficientemente permeables para que ello ocurra). […] transformación no supone o implica que yo no me convierta en “el
otro”, sino que esa relación habilite en mí preguntas que nunca antes me había formulado, reflexiones nuevas, la
problematización de “verdades” naturalizadas como “buenas” o “malas” y sentimientos desconocidos hasta entonces. […] De la
misma manera sería ilusoria la idea de que cuando uno se retira del campo, todo y todos permanecen como si nada y nadie
hubiera pasado.” (YS, A. 2016. Ética en el trabajo de campo: Una reflexión desde la experiencia etnográfica).
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María José Arjona asegura que su trabajo explora “lo que se siente al vivir en el mundo, los efectos de las fuerzas del mundo
sobre nuestro cuerpo”, a lo que Rubén Darío Yepes determina como “la dimensión afectiva de nuestra experiencia” en su ensayo
Lo que puede un cuerpo (2015).
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Anahí YS rescata esta idea citando una frase de Malinowski (1973); “antes debo ser consciente de los supuestos, las teorías y
convicciones con las que llegué al campo y ser capaz de abandonarlas en cualquier momento”. Estas convicciones hacen
referencia a la identidad del investigador dentro o fuera del campo; pues éste se debe reinventar para asegurar que su interacción
con un campo de estudio sea la más fluida, sin interrupciones ni choques entre sujetos. Lo mismo ocurre con el performance,
que debe desarraigarse del tabú corporal, de las normas preestablecidas sobre la interacción normal de dos cuerpos en contacto,
para dar paso a la experimentación sensorial del juego entre las relaciones de poder cambiantes que Arjona propone.
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defina el carácter con que se adentrará en el campo para alterarlo con ética, sin disrupciones y para
el encuentro entre agentes no choque con el flujo habitual de un grupo social; Arjona implementa
que modelen su interacción con el público. Así, las relaciones de poder se dinamizan en cada
escenario.
Arjona establece tres identidades como investigadora que mantendrá durante el performance, para
de cada sujeto en la obra. Se crea entonces, un espacio nuevo ¾al margen de la galería en que se
construya la obra, o la ciudad en que se encuentre esa galería¾; un espacio dislocado con cuerpos
en contacto (artista y espectador), que tejen un discurso social validado a través del performance.
Asimismo, dicho espacio y dicho discurso acabarán cuando los cuerpos dejen de interactuar con
el. El cuerpo resulta el principal foco de esta forma de arte, nuestra principal herramienta de
igualmente, al performance como una nueva forma de etnografía, que puede desmantelar aspectos
recónditos del cuerpo occidental según su entorno. Claramente, un escenario performático se debe
plantear bajo las mismas condiciones de un estudio antropológico, que se preocupe por la
interacción de sujetos, la dimensión ética de los sucesos, y el análisis sociocultural que surja de
estos eventos; así se entrelazan lenguaje, identidad, y la cultura individual y colectiva de un grupo
social.
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3. La ética del arte y la antropología
planteamiento ético del mismo para su buen recibimiento cultural. The simple balance of things
(2012) demuestra lo anterior, pues la idea inicial de la artista se alteró con la acogida de la
audiencia. Al montar una obra en Singapur, Arjona quiso ponderar, mediante la participación de
los espectadores, el valor emocional ligado a los objetos desechados (Yepes, 2015); recogería
obtendría suficiente material. Entonces, quiso valerse de la multiculturalidad del país para comprar
objetos religiosos que destacaran la diversidad étnica del mismo, a lo que muchos establecimientos
se opusieron porque la artista no pertenecía a las religiones correspondientes. Así pues, optó por
usar corazones y sesos de cerdo (dada la similitud animal entre el cerdo y el hombre) para discutir
el peso del corazón enfrentado a la mente (Yepes, 2015). En cualquiera de los performances,
Arjona se pararía sosteniendo una tabla sobre la que los espectadores balancearían los objetos
Lastimosamente, esta obra generó revuelo porque la mayoría de los espectadores eran
musulmanes. La manipulación del cerdo era para estos participantes un acto indebido, por lo que
Arjona. Este performance, como muchos, fue resultado de acontecimientos inicialmente ajenos a
su diseño (Lepecki, 2017), pues las implicaciones éticas de la obra no se meditaron durante la
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planeación previa al evento. Sin embargo, no significa que el performance haya fallado en su
propósito, pues el espacio de la exhibición construyó, alrededor de la artista y los espectadores que
interés por el arte que puede no atenerse a ciertos valores éticos sociales.
Estas consideraciones, que son fundamentales en los estudios etnográficos, lejos de ser un
entorno en que se presente la obra¾, pues demuestran las diferencias socioculturales de múltiples
audiencias, según la interacción que un artista proponga entre el público y su obra, o el que surja
sin preverlo. Por ende, como afirma el curador Andrés Lepecki, el problema es saber cómo las
experiencias que deben ser contadas pueden encontrar su expresión mediante la cuestión ética del
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arte y de la vida, y el trabajo de Arjona lo muestra. (Lepecki, 2017). Esto corresponde con el
Código de Ética establecido por la Asociación Americana de Antropología (AAA), que provee un
marco de referencia ¾mas no una “fórmula perentoria”¾ para tomar decisiones cuando surgen
El potencial expresivo de un performance, recae en que “las representaciones del cuerpo y los
saberes del mismo corresponden con un estado social, una visión del mundo y, dentro de esta, una
definición de persona.” (Le Breton, 2002). Se concibe al performer como un posible etnógrafo, un
investigador que interpreta el habitus7 de un grupo social según la interacción corporal que alcance
con éste. Así, el cuerpo del artista construye un sentido colectivo en el evento del performance, y
capacidad de narrarla” (YS, 2015), por lo que parece que los performers tienen ventaja sobre otros
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Pierre Bourdieu introduce la teoría del habitus para quebrar la frontera entre el “determinismo objetivista y el subjetivismo
voluntarista”: plantea este concepto como el esquema a partir del cual el hombre percibe el mundo y actúa en él. Bourdieu
imbrica la objetividad de las estructuras sociales con la subjetividad del individuo autónomo, para afirmar que ambos surgen de
la mano progresivamente, y así constituyen balanceadamente el funcionamiento de una sociedad y los sujetos que la componen.
Así pues, el sujeto y el objeto de una sociedad se influyen entre sí para definir la dinámica social de un grupo específico.
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de la obra a cada espectador. Un informe de campo textual, recae en la linealidad de su
también el sujeto estudiado. La reciprocidad del sistema social que surge con cada obra, muestra
La cultura influye sobre el manejo que una comunidad le da a su cuerpo, y dentro de esta, el mismo
es mediador entre el entorno que los rodea y la expresión de su identidad individual. Así, cada
sociedad esboza, en el interior de su visión del mundo, un saber singular sobre el cuerpo (Le
Breton, 2002), por lo que un mismo performance desarrollado en campos distintos nunca tendrá el
mismo resultado, y la espontaneidad del evento es clave para que éste suceda. Plantear la serie
Vires en Bogotá, por ejemplo, y reactivarla en Viena ¾dos ciudades con contextos artísticos y
performance puede resultar casi como un experimento social que, sometido al ejercicio de
habitus de un grupo humano dado, según su ámbito. Entonces, Arjona tomaría la posición de
interacción con el entorno y desmantelar una dinámica social representativa. En este caso, la
maleabilidad de su rol se presenta en el grado de autoridad que ella tenga frente a los demás, que
irrumpir en el funcionamiento usual de una sociedad. El mismo debe usar su lenguaje corporal
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para que la cultura del sujeto investigado ¾la audiencia¾, no sea agredida, sino ampliada de
forma experimental. Así se imbrica con la ética del arte, que parecida a la ética del trabajo de
performance, como ocurrió con Arjona. The simple balance of things, presentó un impedimento
religioso para el flujo previsto del evento, y el público se limitó ante la disyuntiva de mostrar
interés corporal, o desinterés moral por la obra. Rubén Yepes describe esta situación como “la
alteración afectiva producida por el deseo de mantener la identidad cultural y el deseo de participar
en una obra de arte provocadora” (Yepes, 2015); aspectos que surgen cuando los espectadores se
enfrentan a valores aparentemente incompatibles (AAA. 1983), y optan por respetar sólo uno de
éstos. Dicho principio del Código de Ética, asegura que los investigadores encarnarán dificultades
y lucharán por resolverlas de manera compatible con su misma moral (AAA. 1983). Así, Arjona
encuentra esta disyuntiva ética-artística, sino que se dispone a tomar decisiones éticamente
mismo Código justifica la inacción de una audiencia en alguna investigación, si esta le genera
disrupciones socioculturales. No obstante, la tarea del artista en esa consideración de una obra
¾que presente choques culturales con su espacio de presentación, pero invite a la acción¾ recae
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Andrés Lepecki se refiere a esta cuestión como el “cómo construir un situación compleja –una situación a veces exigente, a
menudo extraña, pero siempre acogedora-, en la que la artista y su audiencia, los objeto y sus lugares puedan intraactuar para
descubrir que uno siempre es, de alguna manera, parte fundamental del otro.
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3.2 Performer, objeto de investigación etnográfica
resultado del performance es, también, un evento digno de observación antropológica. Por eso, el
espectador se vuelve investigador del microcosmos que surge en la exhibición, por medio de los
ética contemplada en el Código de Ética de la AAA, que analiza cómo se debe incorporar éste en
su campo para preservar la cotidianidad del mismo, y afectar en menor medida la dinámica social
habitual del lugar. Siendo así, el investigador se vuelve parte del espacio desde que entra al evento;
habitual que muchas veces no es del todo bienvenido en su campo. Por lo tanto, esta rápida
inserción en el lugar, beneficia la recolección de datos significativos para lograr una investigación
fructífera.
4. Conclusión
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Siendo así, el performance y la antropología convergen para representar el comportamiento de una
interacción corporal que ahí surge, es sin dudarlo una nueva forma de etnografía que, apreciada
con rigurosidad, devela aspectos innovadores sobre la antropología del cuerpo contemporáneo.
Estos artistas estimulan en sus audiencias, o sus campos de estudio, una sensibilidad con el entorno
que muestra su concepción del cuerpo como herramienta de interacción con otros. El trabajo de
María José Arjona recopila simbólicamente los sucesos de su entorno, proponiendo obras
comprometidas con la dinámica social de un campo, sin caer en la lineal narración escénica. Por
comportamientos peculiares pero significativos, como se presentaron en las dos obras descritas;
El valor del performance como forma de etnografía se demuestra ya que, en el espacio del evento,
para comprender” los escenarios planteados. La desnaturalización del contacto habitual entre
cuerpos que el performance genera, trae a flote relaciones sociales auténticas y espontáneas dignas
de análisis antropológico; es ahí donde yace la peculiaridad de este nuevo movimiento artístico.
Ahora bien, el cuerpo se concibe como mediador de modelos o imaginarios sociales al reconocerse
como construcción simbólica de su entorno (Le Breton, 2002), antes que como una realidad
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demostrativa. Además, se plantea el performance como método casi experimental de investigación
etnográfica holística y recíproca, que ofrece una mayor discusión subjetiva sobre la identidad, que
las etnografías tradicionales. Por ende, la antropología y disciplinas similares, amplían el alcance
de las obras de arte por su análisis social del potencial comunicativo de las mismas, que trasciende
la estética y lo visual. Asimismo, estas dos materias comparten su propósito de transmitir las
experiencias de aquellos cuyas historias nunca se oyen (Lepecki, 2017), vislumbrando los rincones
transmisores de una realidad plasmada en el espacio y sus relaciones corporales, y de eso se trata
performance de Arjona.
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