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La publicación de este libro se hace en el marco del Proyecto de
'

Investigación IN-403100, apoyado por la DGAP A de la Univer-

sidad Nacional Autónoma de México.

DEFINICIÓN DE LA CULTURA

Curso de Filosofía y Economía 1981-1982


Bolívar Echeverría

Primera edición, 2001.

Portada: Efraín Herrera.

D.R. © 2001 Bolívar Echeverría. Para Carlos,

D.R. © 2001 de esta edición Facultad de Filosofía y Letras Alberto

de la Universidad Nacional Autónoma de México y Andrés

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional

Autónoma de México, Ciudad Universitaria,

04510, México, D. F.

D.R. © 2001 de esta edición Editorial llaca

Piraña 16, Colonia Del Mar, Delegación Tláhuac,

C.P. 13 270, México, D. F., tel. 58 45 14 76

itacaOO@hotmail.com

19920
ISBN 968-36-8361-4
7

Impreso y hecho en México


9

Í NDICE

NOTA. PRELIMINAR . .................. ........... ............ .


. . .............. . ......... . 11

PRÓLOG0 . .. .... ........ ... :...................................................................... 13

LECCIÓN l. LA DIMENSIÓ N CULTURAL

DE LA VIDA SOCIAL . .
................. ............ ................................... ... 17

1. La dimensión cultural ................................... .......................... . 18

2. La idea de cultura en el discurso moderno . .


....... .... .............. 28

3. El problema actual en la definición de la cultura ............... 37

Bibliografía . .
..................... .. ............................... . ... . ....................... 46

LECCIÓN II. LA PRODUCCIÓN COMO REALIZACIÓN .......49

Producción, consumo, reproducción . .


....... ......... ...................... .52

La libertad que da fundamento a la necesidad del mundo .... 61

El sujeto ...................... : ..................................................................69

El objeto ... ............................................................. ......... ................


.
71

Bibliografía . . ........ . ...................... . .. ..................... ... ...................... . . 78

l. •CCIÓN III. PRODUCIR Y SIGNIFICAR .


.... . .. . ............... . ....... . . 81

El proceso de comunicación . .
... ...... .. .. ............... . ........ ............... . . 85

miosis y cultura ........ . ..... : ......................................................... 99

Bibliografía . . ................... ......... . ... . . ... . ...... ...... ..... . . . .


. . ...... ......... . ... 123

1 .1<: ' IÓN IV. LA CONCRECIÓN DE LO HUMANO ............. 127

llibliografía .... . .... . . . ......... .


. . . . . . . . . . . . . . . .. ... .. . .
... ..... .. ... ........ ........ . ...... 145
10 11

Ó 147 NOTA PRELIMINAR


DIGRESIÓN 1 TRANSNATURALlZACI N
·························
·
,

ÍTICO
LECCIÓN V. LA IDENTIDAD, LO POL
169
y LA CULTURA
..... .. ..
.................... ... ......
... . .. ........................ . . . .

.. 174 1. publicación del presente texto, trans


. . . .
Lo sagrado y 1o profano cripción corregida de las
. . .... .. .. .........
····· ···· ······· ···· ··.........

. 181 lt' iones de "Introducción a la filosofía


La cotidianidad de lo político . .
... ... ......... ........
·····················
de la cultura" que im­

. . . . 187 pnrti hace ya veinte años en la Facultad


Definición de la cultura de Filosofía y Letras de
············
......... ······· .. ............ ..·········

197 lo UNA M, se debe a la reiter


Bibliografia . ... .......... . . ....................... . . ·········· ada propuesta de hacerlo, primero
· ·························

dl' Marco Aurelio García Barrios y desp


ués de David Moreno
LECCI ÓN VI. EL JUEGO, LA FIESTA y EL ARTE ················ 199
. 'oto. El trabajo de estab
lecimiento y depu ración del mismo co­
El sistema de las artes .. : ................................... . . .. . .
.. .... ........ . . 208
,.,.¡ nteramente de su parte Soy el prim
. . . . . . ... . 217 . ero en r�conocer las
Ciencia, mito, poesía . . ............. ..... . .
.. ................. .. .........

dl'fi i ncias tanto de contenido como


. 224 de exposición que tiene el
Bibliografia . .. ..... . ....· ··· ····· ··············· ···········
.... ·...........
. ...........

flt't' • nte libro, pero subsanarlas


hubiera requerido un tiempo de
: ........................... 227
DIGRESIÓ N 2. ORIENTE y OCCIDENTE . 1• • l> jo del que no dispongo
.

actua lmente. Pienso, sin embargo,


,/
... .. ........ . 243 !IIH', p se a ellas, puede ser útil para inicia
LECCIÓN VII. MODERNIDAD y CULTURA ....... . . r a quienes comienzan

. . ....... ............... 257 !/ 1 inl 'rnarse en el campo de los


estudios culturales; puede ayu-
El antropomorfismo moderno ............... .......

. 266 ' hu·ll's n el planteamiento de algunos tema


La cultura en la modernidad capltalist a .. .
......... . .. .. .··········
··
s centrales del mis-
.................. 274 11111,
Bibliogra fía ................................... .·······················

li 1 r o aquí mi agradecimiento a la Freie Univ


ersitat Berlin
(1 ull unm rika Institut) y al
Deutscher Akademischer Aus-
1• u 1 h ti •r1st por su invitación a la estancia de inves
tigación en
!.1 t¡lll• pud t rminar este libro.

México, D. F., enero de 2001.


13

PRÓLOGO

1\ omienzos del siglo XX el panorama de la investigación de los


f nómenos culturales y de su historia tenía ya una gran ampli­

lud. A comienzos del siglo XXI se ha vuelto inabarcable. No sólo

p rque a las grandes orientaciones de su estudio en el siglo XIX

-la filosófica, la sociológica y la antropológica- se sumaron


olras -la psicoanalítica, la semiológica-, sino también porque,
d •ntro de cada una de ellas, las corrientes se han multiplicado al
llli11mo ritmo que han proliferado las combinaciones entre las
mismas.

No puede decirse lo mismo, en cambio, del panorama que


prt•S ntan las propuestas tendientes a armonizar entre sí, en la
111 dida de lo posible, esas distintas orientaciones y corrientes.
¡., mo si el esfuerzo teóric6 que ello implica no valiera la pe­
li 1 1\ ptada la dimensión cultural de la vida social como un
l11•4 h l d realidad indudable, los esquemas metodológicos de
l11 di lintas orientaciones de investigación la convierten en su
ttltje•t l d estudio particular sin preocuparse demasiado por
¡ttnptHl •r o aceptar una clave explicativa capaz de hacer que los
tlrurubl'imi ntos alcanzados dentro de su versión particular de

1 tt•ll dad ultural sean "conmensurables" con los que p�die-


14
15

ran lograrse a partir de los demás esquemas metodológicos que :.1 presente texto contiene la form
'
ulación de un concepto de

trabajan sobre ella. ndlura que pretende apo


rtar a esa impostergable
"traducción "
Una especie de desconfianza frente a la teoría -que en mu­ i'nlr las diferentes "len guas" de las distintas cien
cias de lo
chos es "horror a la teoría" - atraviesa el horizonte de la inves­ humano, ayudar a que toda
s éstas -la historia econ
ómica lo
tigación científica de los fenómenos culturales;1 desconfianza 111 mo que la antropologí
a, el psicoanálisis lo mismo
que la se-
que, por un lado - el menos malo-, abre las puertas a la arbi­ 111 ol gia- atraviesen
la "prueba de Babel" y
se conecten las
trariedad especulativa en la "antropología filosófica" y, por otro 1 1 1 1 h on tas otras, no en
el afán de alc�zar una sum
ma imposi­
-el peor-, fomenta la proliferación de teorías ad hoc, ansiosas lllt• -y por lo demás indeseab
le- , sino con la intención
de abrir
de sustituir con ideologemas sacados de las luchas por la su­ lo 1 diques que las ortodoxias disc
iplinarias ponen a la volu
ntad
· "'' 'Jm prender Y de llev
premacía étnica, social, religiosa o política los teoremas clave ar así a los muchos sabe
res sobre lo
que se requieren para alcanzar una "traducción múltiple y cru­ lltllll no a rebasarse a
sí mismos en la confron
tación con los
zada" de los distintos saberes contemporáneos sobre la dimen­ 111111' '

sión cultural de la vida humana. No s necesario mencionar - el


lector lo notará de inmedia
-
111 qt•' ste concepto trata de apro
vechar como plataforri1a de

1
lhttlhl,l la ri ca tradición del discurso críti
co (Lukács, Bloch, Le-
.
Desconfianza u 'horror" que comparte con todas las ciencias histó­

ricas, sociales o humanas y que no se explica solamente como una re­ 1• ¡, tt•) que inició Karl Mar
x en el siglo xrx,· así com
o las ense-
acción de defensa ante los desbordamientos especulativos y sistemati­
1 ttlt:tl'l 'n mucho contrap
uestas pero en mucho tam
zadores de la filosofia o la teoría pura. La noción de totalidad, la bién com­
ttl••ltlt•ntnrias de la
convicción de que "todo tiene que ver con todo" en el mundo de lo "teoría crítica" (Horkhe
imer, Adorno,
humano, ha invadido lentamente los diferentes saberes especializados lt. 11j1ltlt n), � or un lado, y de la decons
trucción de la antropolo­
durante todo el siglo XX los ha puesto en un dilema y los ha sumido en
''' 1111'1,11 .si a (Heidegger
, Sartre), por otro.
una crisis. Por un lado, ha desdibujado el objeto particular de cada uno �
de ellos mostrándolo incompleto, referido a otros similares a él pero

heterogéneos. Por otro lado, ha mostrado que la construcción ecléctica

de un solo objeto total, "interdisciplinario", resulta tan dificil como la

cuadratura del círculo. Nacidas de la disyunción, las distintas ciencias

sociales deben perseguir ahora una conjunción que las descompone,

pues amenaza con descalificar en cada una de ellas la "perspectiva" que

le es inherente..
17

LECCIÓN!

LA DIMENSIÓN CULTURAL
DE LA VIDA SOCIAL

Y cuando ya todo estuvo junto, vino el espíritu y

lo puso en orden.

Anaxágoras

111 .'lon los temas que intentamos tocar brevemente en esta

111 IIH'l'A lección. Primero, el de la "dimensión cultural" del con­

jllillll dP la vida humana; segundo, el de la historia de las dist:in­

ltt dt•liniciones de la cultura, y, tercero, el de la problemática

11 li11d •n torno al estudio de la cultura y su historia. Se h·ata de

11 1 1 lllllt"N la presencia de esta dimensión, describirla a partir de

11· Pll'<'l en la realidad social y en el acontecer histórico; tener

11 1 lll'tll.t 1 sentido de las variaciones que se observan en la

11111 IIIHlCi n del discurso autorreflexivo europeo a los proble-

111•'' tlt• la ullura; plantear, por último, la perspectiva específica

¡, lillt·'Jtr,, •p ca en la tematización de la dimensión cultural.


18
19

1. La dimensión cultural 1 t ' 'J'r briand- pone dé


ma nif'1esto de manera especialm
ente
1 l111' 1 l,l vigencia de un nive
Para construir una canoa, y antes de iniciar la tarea de echar l del comportamiento social
quepa-
11'1 1' ''In n cesario" desde la
abajo el árbol escogido para el efecto, los nativos de las Islas perspectiva de la eficiencia
funcio­
llllil'll 1 producción y el consumo de
Trobriand, según lo describe Malinowski, realizan toda una se­ las condiciones de su.per-
'•'ttria del animal humano,
rie de otras operaciones destinadas a "Limpiarlo" de su conexión pero que, sin embargo, acom
paña
'' '"'''· inseparablemente, afirm
con el resto del bosque. Piensan que cada uno de los árboles ándose como pre-condi ión
in­
d pt • •tsab le de su realización. Un
pertenece al bosque como si fuera un miembro identificado del momento, elemento 0 compo­
lllllllt• d orden "mágico" demuestra
mismo, que el bosque en cuanto tal tiene una presencia y un ser constitutivo de la " civi­
l 11 nn material" de los trobrian
poder unitarios; qu� es necesario tratar con él mediante deter­ deses.
. na 111
" J ) '' f u ncw
minados ritos y conjuros para que del árbol que se le arranca es también el comportamie
nto de aquellos
'1111'11', '•lnic os de la Ama
salga una canoa buena para navegar, pescar, transportar, jugar, zonia recordados por Levi-Stra
uss en

etcétera.
/u lt'•l trópicos que viven (si viven todavía)
dentro de un medio
11 11111' 11 ri o en determinadas substancias
La descripción etnográfica de corte empirista supone un mo­ alimenticias, mismas

delo ideal del proceso de trabajo, de la estructura técnico­ 111' 1 11 t'mbargo, no entran en la diet
a de esta sociedad. Se trata
¡, ""'•lan ias que no son gust
funcional mínima que deben tener tanto el diseño como los adas y consumidas como alim
en-
11 111' 11 que el grupo sabe que no
1'
utensilios y las operaciones manuales necesarias para construir son venenosas ni dañinas y
1111 1111 l11,' podrían ayudar al man
una pequeña embarcación de madera. Lo reconoce plenamente tenimiento y al crecimiento
l1 l. 11••1 po. implemente no concuerdan
en el trabajo de los trobriandeses, pero observa que, en su caso, con el principio mágico
11 1111 'Htal" que delimita y defin
dicho modelo se encuentra enriquecido o bien deformado por la e aquello que es comestible en
11111'1111111 i n a lo que no lo es. En este ejemplo,
presencia, dentro de él, de un conjunto de operaciones "sobre­ a diferencia
1 1 •lllli•llOI', fa pre-condición
del cumplimiento de una func
funcionales ", instrumentalmente superfluas, de orden puramen­ ión
1 1•11 1111 I ' Oflmina a un hace
te ceremonial, "irracional" desde el punto de vista económico. r sino a un no hacer, es una
prohibi-
11 1 '1'11 1 1 •n lla se distingue también, con
La peculiaridad de la técnica empleada -que se extiende, igual claridad, que
1' tllfl'lllllmi nto a la
por lo demás, a todos los ámbitos de la vida de los nativos de las naturaleza, en la realización
de los ac-
111 '1111111rci >n
1 Y onsumo, las sociedades " primitiva
s" cono--
21
20
1 1\n primer lugar es conveniente dejar claro que las señas de
cen un e,scenario de reciprocidad con ella y un orden de valores
1111• n ia de la dimensión cultural de la vida humana desbor­
para su propio comportamiento que trasciende o está más allá
tlllt lodo intento de concebir a ésta corno un conjunto de hechos
del plano puramente racional-eficientista en la técnica, que re­
1 111'�' fi os que tuvieran una vigencia independiente o exterior
basa el plano de los valores meramente pragmáticos o utilita­
1•1 omo una ca-estructura o bien como una supra-
rios.
1' l 1 1 t cl u ra - respecto de la realidad central o básica de Jos pro­
¿Es posible generalizar este rasgo llamativo de la existencia
' 1" 11• r productivos de la vida humana. El "mundo de la cultu-
de los "pueblos primitivos" y afirmar que, en todos los casos -
1 1 " 1 1<1 puede ser visto como el remanso de la improductividad

imaginables -incluso en las civilizaciones actuales de Occide
l'l'tlltilida (en última instancia recuperable) o el reducto benigno
al
te, en donde la técnica moderna parece haber "desencantado"
(ltt 11 llima instancia suprimible) de la irracionalidad que se en-
mundo, barrido con la magia y la superstición y logrado depu­
1111111' Ir a actuando desde un mundo exterior, irrealista y pres­
rar al proceso de producción/ consumo de todo ingrediente aje­
' 11d il1l , al servicio de lo que acontece en el mundo realista y
'

no a la efectividad instrumental- la reproducción social del ser


""1 inl d e la producción, el consumo y los negocios. Su inter-
humano requiere para su cumplimiento de una "precondición"
1 11• llll s demasiado frecuente y su vigencia demasiado fuerte
que resulta, si no ajena, sí de un orden diferente al de las condi­ 11 ••1 lllundo de la vida como para que una visión así pueda
ciones operativas reconocibles en la perspectiva funcional de la u •·pi111S 'sin hacer violencia a la mirada misma.
vida animal y su derivación humana? ¿Hay una "dimensión" de 111 1 •nlidad cultural da muestras de pertenecer orgánicamen­
la existencia social del tipo de aquel que entre los pueblos de las ' 11 ni •rioridad, a la vida práctica y pragmática de todos los
islas Trobriand está casi plenamente ocupado por la magia, una IJ,¡ 11l h 1S a.Uí donde su exclusión parecería ser requerida por
"dimensión cultural" que es esencial para esa existencia y que es lt 1t I\11'1H' fun ional de los procesos modernos de producción y
irreductible al nivel dominado por la técnica utilitarista? 1 11 111110,

Lo que sigue a continuación intenta argumentar en el sentido 1t11 h ho cada vez más reconocido, por ejemplo, que las
de una respuesta afirmativa a esta pregunta. Aun más, intenta 1111111111 di' manifestación de la técnica moderna resultan indis-
mostrar que es en la dimensión cultural de la existencia huma­ 1 11 ni l1 " para la realización de los contenidos de la misma 01
en
na, en ese nivel "meta-funcional" de su Cüll}portamiento,

111 1 111111 1m labras, que la peculiaridad del diseño técnico es


donde dicha existencia se afirma propiamente como tal.
22 23

constitutiva de la técnica diseñada; por lo tanto, que lo aparen­ 11•l lt·Jo o manifestación de otras fustancias que fuesen las decisi­

1 .a historia de los sujetos humanos sigue


tement é "accesorio" resulta indispensable para lo "esencial ". '11 1. un camino y no

No es extraño en los medios de la investigación científica oír 1 d 111 mo resultado de una sucesión de actos de elección toma­

que la belleza y la verdad de un teorema matemático llegan a_ ' '' ' n una serie de· situaciones concretas en las que la dimen-

confundirse en el momento más creativo de su formulación. 1111 u l t u ra l parece gravitar de manera determinante.
Tampoco es una novedad para la sociología del trabajo encon.­ 1 , l posibilidad de transformación de una técnica dada no

trar que incluso los obreros de las sociedades occidentales "más 111 1 tpr es aprovechada históricamente de la misma manera.

desarrolladas" no cumplen las mismas operaciones técnicas de lltil ·�pecie de voto sagrado de ignorancia -que documenta tal

igual manera -con la misma eficiencia- en un "ambiente fa­ 1 • 11 na sabiduría más totalizadora o "dialéctica" que la del en-

bril" determinado que en otro diferente. ¡. ttd mi nto moderno- parece, por ejemplo, haber impedido a

No parece existir un proceso técnico de producción en estado l11 l1•otihuacanos el empleo "productivo" de la rueda y a los

estrictamente puro. Todo proceso de trabajo está siempre mar­ • h no 1 de la pólvora.

cado por una cierta peculiaridad en su realización concreta, Mt•n ionemos lo que dice Levi-Strauss en un trabajo que ver-

Il 11hr el " falso primitivismo" de ciertas tribus amazónicas.


misma que penetra y se integra orgánicamente en su estructura

instrumental y sin la cual pierde su grado óptimo de producti­ 1 11' N 1111 bikwara, dice, son maestros en ciertas técnicas que no

vidad. La historia de la tecnología comprueba que, aún después l• i1 ven de nada. Mientras tanto, tienen necesidad de determi­

de la revolución industrial del siglo XVIII, no es una sino son lttldt 1' t•l 'mentos naturales cuya apropiación requeriría de una

muchas las "lenguas" que llevan a cabo la actualización o la co­ 1 1 11 1 11 qu , pese a ser mucho menos elaborada, no les despierta

dificación en términos pragmáticos efectivos -es decir, de op­ 1 ltlt'tHII' interés.' Es como si una fidelidad al esquema técnico

timización funcional- de los descubrimientos científicos. lt 1 1 jlliS,H..Io dorado les obligara a mantenerlo incluso cuando

2. En segundo lugar, es necesario insistir en que esta dimensión

precondicionante del cumplimiento de las funciones vitales del 1 1 1 1 :'Ir ILISS no pierde oportunidad de jugar con el escándalo que

lllt1'll1 11 ¡1111 H In mentalidad moderna tradicional el reconocer que por


ser humano es una instancia que determina las tomas de deci­
1 ho jlt tl1 I'Otllportamientos ''primitivos", aparentemente irracionales,
sión constitutivas de su comportamiento efectivo y no un simple 1 •t 11 • t 111111 ., Acionalidad" que es capaz de sorprenderla por su fuerza

11 dt plil'l\llt' impenetrables.
24
25
su decadencia lo ha vaciado de contenido práctico y les impidie­ t1 111 nsión cultural de
la sociedad en el norte
y en el sur de Eu­
ra, al ntismo tiempo, reconocer las exigencias técnicas de otros t'Opa.

posibles contenidos pragmáticos. Lo mismo· pod ría decirse


de otros hechos dentro
de la histo-
Cosa parecida puede decirse también del aparecimient� de 1 1 le lo social
como, por ejemplo, los
de orden político. La de­
posibilidades de transformación del mundo institucional. Tam­ filO racia -concebida
como un procedimiento
moderno, inven-
poco ellas se actualizan históricamente de la misma manera; la 111 lo dentro de la cul
tura cristiana calvinista
o noreuropea, de
dimensión cultural de los sujetos sociales que las perciben y ex­ 1 nnstruir una volunt
ad representativa de la
sociedad civil en la
perimentan hacen que redunden en realidades sociales muy di­ illli' 1 consenso es capaz de
prevalecer sobre la gue
rra de todos
ferentes entre sí. 11111l rn todos- ¿ha
podido, después de dos
siglos de intentarlo,
Recordemos, por ejemplo, lo que podríamos llamar la puesta li111 't'r abstracción de
su origen cultural y ada
ptarse a las otras
en práctica de la doctrina cristiana en Europa. Por más que el in­ 1 lilluras políticas mo
dernas -a otros intento
s o esbozos de de­
tento fue en un principio católico, es decir universal (para el IIIIII'I'H ia- occidenta
les u orientales? O el "so
cialismo real": ¿ha
"universo" del imperio romano), el cristianismo tuvo siempre la lllt 1 lo misma cosa en
Alemania o en China que
en Rusia 0 en
tendencia a ser adoptado de una cierta manera en el norte ·de 11 hil ?
Europa y de otra diferente en el sur. En tanto que religión para l'111' lo demás, la dimensión
cultural no sólo es una
pre­
colonizar a los "bárbaros" fue aceptada o adoptada por los pue­ '11Hilld n que adapta
la presencia de una determinada fue
rza
blos del Norte europeo con una determinada figura que se dis­ 111 lo 1 ir.l a
la reproducción de una
forma concreta de vida
social
tanciaba considerablemente de la que adoptó como religión de 1111110 n el caso de la
doctrina cristiana, el pro
cedimiento de-
los pueblos mediterráneos, semitas y grecorromanos. La divi­ 111111 ' i 1 i< o o la colectiv
ización del capitalismo-
sino un factor
sión que vendrá después entre el cristianismo católico romano y 1111 1" l,unbién capaz de ind
ucir el acontecimiento
de hechos
el cristianismo protestante no hará más que funcionalizar en "' "" lt'llll.

términos modernos la subordinación de una argumentación teo­ 1 11 11 1 .umburg insistió -y con


ella otros marxistas- en
la
lógica a dos modos contrapuestos del trato con lo Otro y de au­ 1 llltoiiiiii'C'I': 1 la situ
ación histórica de Rusia
en 1917 para dar
toidentificación. Esta división mostraría en .la historia una pre­ lt 1 11 1111a r volución socialis
ta digna de ese nombre
. En efec-
sencia diferente de aquello que es "trabajado" o cultivado por la 1' 1'' 111111mfa, la socieda
d y La poütica de Rusia
se caracteriza-
26
27
ban a comienzos de siglo por el "atra¡;o", por la falta de condi­ ¡,., lrnpo11ga una direcció.r.
u otra, es siempre, en tod
o caso, 1,a
;
cion s para que en ella hubiera una demanda au téntica de socia­ ' " "' lt•s i m prime_ un sentido
.

lismo, es decir la necesidad de una revolución proletaria. La lt'd '11 c iernes (funcionalista) o
desarrollada (estructura
lista),
"madurez " de la situación revolucionaria se gestaba allí por otra l11 ' lllr·opología moderna
ortodoxa topa con sus lím
ites cuando
vía: en ninguna otra parte de Europa la dimensión cultural de la •ll•ltt• intentar la explica
ción de ciertos comportam
ientos sociales
vida social había alcanzado un grado tan alto de densidad con­ rwongruencias, "cegueras"
, suicidios, etcétera, ind
ividuales o
flictiva. La cultura rusa -los escritores rusos de la edad de oro r11h•r livos - que resultan abs
urdos cuando, en el "equili
brio in­
no se cansaron de insistir en ello- estaba necesitada de una re­ lt•t 1111" del sistema que
los constituyer se ve úni
camente la de-
volución desde hacía varios decenios. La situación de crisis cul­ 1 11i111ri 11 o cristalizac
ión de una estrategia de
sobrevivencia 0
tural radical que ·se planteó ya desde el siglo XVIII con la "occi­ .¡, '" tnl 11imiento de la vid
a humana, concebida ésta
como una
dentalización" de Pedro el Grande se agudizó a partir de la l111plr• va riedad específ
ica de la vida animal.

liberación de los siervos en 1 861 y determinó un peculiar fenó­ 1 ltw ritica de la antropología
moderna sólo pue de par
tir del
meno de permutación: aquello que, en principio, sólo podría sa­ ti ' •lltlld miento que aca
barnos de intentar: hay
algo -una pre-
lir de la maduración de 1,.mos conflictos económicos y políticos 1 "''"Id ll1 cultura
l, decirnos - que rebasa
y trasciende la realiza­
propios de las situaciones capitalistas desarrolladas pudo ser ''"'' pur amente "funcion
al" de las funciones vita
les del ser
sustituido por el resultado de la maduración de un conflicto cul­ ltlllltllllo; un excedente
o surplus ontológico que
, en lugar de ser
tural en una situación subdesarrollada. rl• lllltid en el tratami
ento de otras dimensione
s de la repro-
Puede verse, entonces, que la dimensión cultural de la exis­ ''" 1 "" ·" ial, debe ser tematizado
de manera propia.
tencia social no sólo está presente en todo momento como factqr_ 1 " 11lln indudable que
la vida social y la historia
humana no
que actúa de manera sobredeterminante en los comportamien­ ' ' '111' 1 1 •' clusivarnente por
lo que podría llamarse una
prolon-
tos colectivos e individuales del mundo social, �ino que también 1 1t 11 un 1 sarrollo o un "pe
rfeccionamiento") de la
"lógica"
puede intervenir de manera decisiva en la marcha misma d� la 1'' ' 11 ; , 1 d la vida anim
al. Es innegable una disc
ontinuidad.
historia. La actividad de la sociedad en su dimensión cultural, 1 1 ll'rrrio humana presenta determ
inados comportamientos
aun cuando no frene o promueva procesos históricos, aunque no 1 h 1 1-t • tiC i nes o cier
tos modos de los mismos
que no son
'ti• 'h t"' o r cid en tales dentro de la
vida social y la historia
28

29
humana sino, por el contrario, centrales y determinantes en su
llj 11 lflt•rst', la
quintaes ncia de lo humano: eJ espíritu.
propio desenvolvimiento- que poseen coherencias propias, La obra
1 tdltunl d una omunidad moderna
es, asx', a un ti'empo, moti-
"disfu �cionales" respecto de la "animalidad humanizada" e '

11 ' '' • Ol'[l ullo porque enaltece su "humanidad" - y de


-

irreductibles a ella. Podría decirse incluso, como lo hace Martín inco­


"'' ulidn f -porque enciende el conflicto de su iden
Heidegger, que "no es la ek-sistencia humana la que puede de­ tifica
ción-.
10
mundo de la vida moderna -inmensa
e intrincada ma­
rivarse a partir de la animalita.s, sino al contrario, la animalidad
ljll n tria dentro de cuyas prop
orciones inabarcables y a través
del hombre la que debe definirse a partir de los modos de su ek-
111' '11 omplejidad impenetrable el ser humano
sistencia". de la técnica
1111 onal
ha aprendido a moverse soberanamente-
ha sido, sin
' udmr o, percibido por el hom
bre, en el desarrollo de su activi­
2. La idea de cultura en el discurso moderno
tllld, Hi mpre como un inmenso
encantamiento, como una reali­
tl,ul t¡u descansara en un conjuro, en una palabra
La idea de cultura en el discurso moderno se construye en torno mágica, su­
ftiii'IJl pero imprescindible, inno
a la convicción inamovible pero contradictoria de que hay una mbrable pero determinante. Un
1 1111 j 11 r que tuviera la consistencia
substancia "espiritual" vacía de contenidos o cualidades que, sin de un fantasma y que habita­
regir la vida humana ni la plenitud abigarrada de sus determi­ ''' t•n su mecanismo, que fuera coextens
ivo a su estructura 0 al
f1111fliO materü�.J con el que está hech
naciones, es sin embargo la prueba distintiva de su "humani­ o, un "ghost in the machine"
1 1 o stler). Una palabra mágica o un
dad". Esta noción inconsistente, según la cual la vaciedad apa­ fantasma sin el cual la
1111 q ui na , en sí misma perfecta, carecería de substanc
rece como garantía de la plenitud, lo abstracto como emblema ia.
de lo concreto, constituye el núcleo de la idea de cultura en el 1 .u inversión de la relación de dependencia en
que se encuen­
ltlt t•l valor económico de las cosas respecto de
discurso moderno. Por esta razón, la actividad que se afirma su valor de uso
como puramente cultural, como una actividad que persigue 11vcrsión que obliga a explicar las infinitas
diferencias cualita-
11 ' '' del mundo de las cosa
efectos culturales de manera especial y autónoma es compren­ s como una emanación del sujeto
dida como el intento en verdad inútil (siempre fallido) e innece­ l t t l ll t l n o, dado que él es el generador de
,
ese valor económico-
1111 11 'va al hombre moderno
sario -incluso profanatorio- de "nombrar" o invocar directa­ a abandonar la noción de espíritu
1111110 una capacidad meta-física o sobr
mente lo que no debería mencionarse ni tematizarse sino sólo e-natural que actúa direc­
IIIIIH• nt para otorgar realidad a las cosa
s y al mundo de la vida;
30 31

1 1111 •:�..a, su concepto, enraizado en la noción de


lo lleva más bien a ratificarla y a re-encontrar esa capacidad en "cultivo", ha
'

el ser humano, delegada en él definitivamente en tanto que suje­ lllilllll•n ido invariable su núcleo semántico. Se trata
del cultivo

to del proceso de trabajo y, especialmente, en tanto que agente il1• l1 llwnanitas, de aquello que distingue al ser humano de to­

del know how racional referido a la estruchua técnica de este 'h 1 lw¡ demás seres; de una humanüas concebida, primero, como

proceso. l1 11•h ión de las comunidades grecorromanas con


los dioses tu­

El discurso moderno reconoce en calidad de "espíritu" a la h l111'1l le su mundo; después, como el conjunto de las costum-

traducción mitificada de algo que se percibe en la experiencia 11• 1", la' artes y la sabiduría que se generaron en ese mundo, y,

radical o constitutiva del núcleo civilizatorio de la modernidad, 1 '"' 1illimo, esta vez en general, como la actividad de un espíritu

la experiencia de que lo Otro, vencido por el hombre, se encuen­ 111111/1• metafísico encarnado en la vida humana. En un sentido

tra -como en la antropofagia mágica- en proceso de ceder a 1 ••1111 hl •n, y en otro para mal, esta acepci<:'1n occidentalista y es­

éste su potencia y de incrementar en él justamente aquello que pi! lltnll ista que está en el núcleo del �oncepto de cultura sólo se

es el principal instrumento de su propia derrota: la capacidad lt 1 111D uestionada en la segunda mitad del siglo XX gracias a

de la técnica racional de incrementar explosivamente la produc­ l1 l" ''lngación que ha tenido la terminología propia
de la an­

tividad del proceso de trabajo. ''"l'"logfa empírica funcionalista a través de los mass
media.
El término cultura apareció en la sociedad de la Roma anti­ 1 11 lu p rspectiva del presente curso, resultan especialmente

gua como la traducción de la palabra griega paideia: "criariza de l• 11 11111 1 do ras las peripecias de ese núcleo semántico
del térmi-

los niños"; traducción que, desusadamente, no respeta del todo 1 "• lllllll"n" en la historia del discurso moderno relatada
s por

la etimología de dicha palabra.2 Desde entonces, con extraña 11tl11•1l l•:l i n en su libro Sobre el proceso de la civilización. El con-
1"'' dt rullura aparece allí sobre todo dentro de la oposición

• • 11111•1\Ltlla idea de "cultura" a la de "civiliza


ción".

2 Más que el concepto de paideia, elegido por W. Jaeger (Paideia, la 1 H•dt•fini ión moderna del viejo término "cultura" comen-
formación del hombre griego) en su politización nacionalista romántica
1 •" l t tt• • • on una intención neoclásica en el siglo XVIJI en
de la tradición f!.lológica alemana, es el concepto de éthos -hábito, cos·

tumbre, morada, refugio- el que parece obedecer a la percepción que

los griegos de la antigüedad tuvieron de la dimensión cultural a la que


hacemos referencia. El eje del "modo de vida", el núcleo del éthos como realidad en su conjunto (kosmos), tanto natural co-

nous ("espíritu "1 sería justamente el principio que le da su concreción a


32
33

d11'' t'OII •i t en reducir la moralidad a un mero manejo exter-


Alem�nia, en contraposición al sentido que el término barroco
Jtl 1l11 lo11 u os o las formas que rigen el buen comportamiento
"civilization " tenía en las cortes francesas e inglesas. A parece
11 1111 1 'o•'l s de estilo versallesco, con indiferencia respecto del
junto con la afirmación de una determinada clase media intelec­
11111••11 do tico que las pudo haber vivificado en un tiempo, ser
tual, al amparo del conflicto empatado entre la nobleza y la
· 1 ll11 " , ·n ambio, es poseer la capacidad de crear nuevas for-
burguesía. Estas dos clases habían establecido entre sí determi­
111 11 p IJ'li r de contenidos inéditos. ·

nadas relaciones de compromiso, un status qua que servía a la


1 In IIJ) ición semántica original va a cambiar más adelante,
burguesía para implantar el modo de producción capitalista
'1111 ••n;r.o del �iglo XIX,...en Alemania. El concepto de cultura
mientras permitía a la aristocracia asegurar y exagerar sus privi­
' 11"11 r·v. rse para las actividades en las que la creatividad se
legios. En medio de la coexistencia pacífica entre ellas aparece
111 111 1 •• l1 d manera pura, es decir en resistencia deliberada a
esta capa intelectual, representante de la fracción más radical de
'
" lj1111VI' hamiento mercantil, mientras que el de civilización
la burguesía, y comienza a plantearse la distinción entre lo que
1 1pl
r e a las actividades en las que la creatividad se ha
·

sería propiamente una cultura "viva", que ella exalta como lo


"
lllt11dl11•d al pragmatismo económico.
más espiritual, y lo que es la cultura muerta o simplemente "ci­
flt•lllr·us .n Francia el concepto de civilización mantiene su
vilizada", que ella denigra como una traición al espíritu.
lln 1 ' " orregida por el neoclasicismo de la Ilustración y, le-
Los intelectuales pequeño-burgueses se atreven a "mirar por
1• d Ir 111ar e en contradicción frente a la idea de cultura, pre­
encima del hombro", en el terreno del espíritu, a los aristócratas,
tl•· llll'lllirla y definirla como la versión más refinada de sí
cuyo comportamiento vacío y frívolo desdice de la superioridad
mania el concepto de cultura se vuelve romántico,
jerárquica que ostentan en lo social y lo político. Ilustrados, se­
omo el resultado de la actividad del "genio" crea-·
guidores de los "philosophes" franceses, afirman que lo valioso,
ll•dllt'l' a la civilización a mero resultado de una actividad
lo que corresponde a la verdadera cultura, consiste en marchar
t ¡,, l1rnlnwnt calificada.
con el desarrollo de la ciencia, con la comprensión efectiva de lo
1' "ot•l•ll> racia del espíritu", que los intelectuales radicales
que encierran las formas del universo, comprensión que capaci­
IIII''''II'H':Jfa ilustrada en Alemania habían opuesto a la aris­
ta al hombre para modificarlas de acuerdo a sus necesidades.
' 1' dt• In sangre, cambia de elemento de contraste cuando
Para alguien como Kant, situado en la,línea que lleva de la
IIIHJ' '' 1 l1 ' ', omo agente modernizador, deja de necesitar la
Ilustración alemana (la Aufkliirung) al Romanticismo, ser "civili-
34
35
justificación que le prestaba la nobleza y pasa a justificarse a sí 1 t 1 t 'finición romántica de la cultura, que en su momento
'
misma en virtud de su capacidad de crear los estados nacionales 1111• 11 , oin ide con la línea histórica de la emancipación moder­
modernos. La "aristocracia del espíritu" saca ahora su razón de ' , , i t¡)nrtará de ella a lo largo del siglo XIX. Los primeros ro­
ser de la contraposición a un enemigo diferente, de la necesidad ''' 11111 Oll l nían un concepto clasista y no etnicista de "pueblo";
de criticar los puntos de fracaso del proceso de modernización tt 1t11111 la presencia del espíritu a partir del reconocimiento de
europeo; proceso que se inscribe a sí mismo en una historia con­ 1111 l'h' r,didad de culturas. Planteaban con ello el gran proble­
cebida como el progreso de la civilización, de la creatividad so­ tltl 111 unidad y la diversidad del espíritu humano, como lo
metida al pragmatismp de la ganancia mercantil. El genio crea­ 1
1 '' 1'01" jemplo, Wilhelm von Humboldt al tratar de "la uni­
dor que ella representa y encarece es el "genio del pueblo", que l•tl 1' diversidad de las lenguas humanas".'Los románticos
se encontraría fal. seado y empequeñecido en las instituciones "11'" 11 románticos "de Estado", en cambio, vendrán no sólo a
políticas de los estados, convertido en simple voracidad civiliza­ llltlldurir una concepción "realista" del espíritu (pragmatista y
toria, privado de su búsqueda de sentido, de su "alma", de su 1111 ltt 11 le vez) sino a combinarla con una definición etnicista
riqueza histórica y proyectiva. ".Los pueblos de Europa configurados como "gran-
lillt'bl
Frente al concepto de civilización definido en la Francia del 11111 on s" serían los verdaderos "pueblos de cultura"; su ge­
imperio napoleónico, que retrata y expresa la ciega persecución h•, ll'olliv estaría concentrado lo mismo en las proezas bélicas
progresista de todo lo que es innovación técnica y social, de es­ llllllllill'ivtl s de sus respectivos estados que en las proezas cien­
paldas a la tradición y a la herencia espiritual, el romanticismo artísticas de sus individuos excepcionales. Los demás
alemán planteaba sü idea de cultura ligada justamente tanto a la ' ' '' ' ' '' p ue blos naturales", carentes de cultura o creatividad es-
noción de "es.píritu" -sea éste puro o práctico- como a la de 1111111, du ños de una civilización incipiente, destinados a un
un fundamento popular de toda cultura. Los románticos reto­ 1t ttdlt.nj y una dependencia sin fin.
maron la vieja convicción barroca de que el único agente de la ntido diferente al de este desarrollo de la oposición
creación dlltural efectiva es el pueblo y que las otras capas, la lllltlttlogi a entre "cultura" y "civilización", en el ámbito del
burguesía y la nobleza, lo único que hacen es, cuando no lo trai­ 1111 11 lngl s, que siempre ha afirmado su excentricidad res­
cionan, aprovechar y refinar los esbozos de obras que él les en­ ntinental", el concepto de cultura aparece directa y
trega. h tltll "' •rü' omo elemento central de una etnografía colonia-
36 37

1111111 l r•u n mite mediante procedimientos simbólicos (lenguaje,


)ista. Opuesto al concepto J civilización, que queda reservado
,
11 1111, 111b r) de generación en generación".
para la sociedad moderna y. por extensión, para las más gran­
1 lr1 1 militancia etnocentrista innegable subyace bajo este dis-
des sociedades del pasado, su concepto de cultura -conocido
como "antropológico"- se refiere al sinnúmero de "civilizacio­ 11 11 l'ientífico para el que lo espiritual, la capacidad de encau-

nes en ciernes", detenidas en un bajo nivel de evolución y en las 11 1111 s ntido productivista la autorrepresión individual, es
· ''''1" 1111< gracia divina (de ahi el paréntesis mencionado más
cuales la presencia del espíritu tiene que ser rastreada en su
111 ltn 1Lorgada a una cultura elegida, la cultura cristiana re­
modo de vida, en su "civilización " meramente "material".
htl 111 tdu d la Europa moderna. Consiste en una racionalización
La investigación etnológica inglesa, que tiene su primera sis­
1 11 qd 1 ltn que explica la existencia de lo propio no como resulta­
tematización en la obra de Edward Tylor, cuyo título es revela­
¡,, rl1• una estrategia automática e impuesta de sobrevivencia
dor - Primitive Culture-, comienza por poner entre paréntesis
aquello -ei espíritu- que permitirá decir off the record que la h 111111 n cesidad material) sino como fruto de una decisión vo­

Cultura occidental no es una mera "cultura" sino propiamente ltitllrll 11 o libremente elegida (de una virtud espiritual). Todo
••jll••llo d • lo propio que es esencial para su existencia pero que
una "civilización ". Sólo entonces reconoce, con espíritu práctico,
1111 11 posible reconocerlo cómo tal y que sólo puede anunciarse
minucioso e igualitario, que todas las innumerables maneras de
11 trtlid,1d de reprimido -la atadura a los bajos instintos, el
comportarse de los seres humanos en las distintas sociedades
conocidas, que sus muy diferentes modos de ser, son todos ellos lt u ¡, 111111i mo, etcétera- tiene que encontrarse en lo ajeno y
h 111 qtrl' parecer justamente en calidad de causa de su "primi-
igualmente válidos si se tienen en cuenta las circunstancias na­
turales en las que se desarrollan; que cada una de estas culturas 1 ,, 1111111•

es una totalidad funcional de comportamientos específicos, tota­


lidad que se mantiene en equilibrio mediante una variedad de , l. 1 ;¡problema actual en la definición de la cultura
estrategias que es digna de estudiarse. "Cultura -dirá Margaret
"'"" jlllt:de verse, ha habido un complicado juego de variacio­
Me�d- es el conjunto de formas adquiridas de comportamien­
dr• ¡,, n pción del concepto de cultura� lo largo de la histo-
to, formas que ponen de manifiesto juicios de·valor sobre las
11Hrrlt'I'IH1. No interesa hacer aquí una relación del panorama
condiciones de la vida, que un grupo humano de tradición co-
tlil ttic'ion sal que ese juego ha dado lugar; tarea que, por lo
38 39

demás, no estaríamos en capacidad de cumplir. Lo que sí con­ 1111 11 ·lu tablemente a desembocar en un espiritualismo sin

viene al menos mencionar es aquello que parece estar debajo,de IIIIHI11111 'nto. Levi-Strauss, 'desde su libro innovador Las estntc­
las transformaciones de este concepto. ¡,, 11 l'lt•ntentales del parentesco, ha insistido en destacar la presen-
Recordemos, para ello, la polémica que htvo lugar a finales 1•1 " " l digas o conjuntos de normas que rigen ciegamente en la

de los aíi.os cincuenta -que en su momento llegó hasta las pri­ 1d.1 o ial, que se imponen a los individuos sociales sin que és­
meras planas de los periódicos- enh·e Claude Levi-Strauss y '" f'IÍl•dan hacer nada decisivo ni a favor ni en contra de su efi-
Jean-Paul Sartre. A nuestro entender, en esta polémica -que 111 l11 1 1. y, por ejemplo, ciertas identificaciones de los miembros

terminó por girar en torno al tema de la especificidad del ser t 11 lllll\ omunidad de acuerdo a sus relaciones de parentesco
humano- llegó a concentrarse lo principal de la problemática •¡ti!• p11 'd n regir el comportamiento de unos respecto a otros en

contemporánea de la definición de cultura. lt Id 1 • cial tal como rigen las leyes biológicas o fisiológicas en
Sartre le· hizo a Levi-Strauss una objeción de principio: estu­ l tHIIIl 1 animal. Para ):..evi-Strauss, la antropología sólo puede
d iar al ser humano como si la vida humana en sociedad fuera la •1 1 1 1 1 1 iencia si alcanza a poner de manifiesto estas leyes, a re­

de una colmena o una colonia de hormigas equivale a no estu­ "111111'1' tas estructuras en el comp?rtamiento social.
diarlo del todo, a dejar fuera de consideración lo esencial. Para • •11111' insiste en que si hay algo peculiar en el hombre ello no
Sartre, toda la antropología que qlliere levantar Levi-Strauss se 11 ltlt• 1 ropiamente en el grado -si se quiere cualitativamente
basa en la pretensión de tratar teóricamente a la vida humana llfll'tlor- de complejidad de las estructuras que rigen su com­
como si fuera simplemente una variante de la vida animal. Se IHII.tllli 'nto, sino en el modo como esas estructuras se vuelven
trata de una nueva manera, si se quiere revolucionaria, de insis­ f, 1 11 IS n la vida social concreta, esto es, en el hecho de que lo

tir en el mismo error básico de las ciencias antropológicas mo­ 1 111'11 gr, ias a y mediante la intervención de la libertad de los

dernas: creer que hay cómo encontrar leyes naturales en un •dl•lduo · sociales.
mundo cuya peculiaridad está justamente en ser una trascen­ 1 1 lttd ividuo social es, para Sartre, un ente dotado de inicia-·

dencia del mundo natural. •• 1 1t¡Mz: de trascender las leyes naturales, capaz de implantar

Levi-Strauss, por su parte, acusó a Sartre de pretender intro­ " ' tiiii'Vd legalidad encabalgándola sobre esa legalidad natu-

ducir el concepto metafísico de libertad en un mundo que está •1111 ,. ' no afirma que el comportamiento del ser humano no

regido por leyes precisas e inmutables, pretensión que lo lleva- lt tl1•h••·minado por la estricta vigencia de ciertas estructuras
40 41

naturales sino que el modo humano de vivir ese comportamien · 111 111111 <1 contenido en la estructura? ¿Está condenado a ser
'

1111d l l m tautológico, carente de creatividad o capacidad sinte-


to implica la presencia de la libertad.

Por su parte, tampoco Levi-Sh·auss pretende reducir lo 1 ttdttl' l ¿Es la lengua la que -como lo plantearía el postes-

humano a la simple animalidad; nadie como él ha sabido explo­ 111ft 111 1' ti i mo de inspiración heideggeriana- "habla en noso-

rar la capacidad exclusiva del ser humano dentro de todo el 1 11 11 lrt vés de nosotros", y no nosotros los que la hablamos?

universo de crear reglas de juego, estructuras, formas para su 1 1 11111' l' 1 ontrario -como lo plantearía el existencialismo ahis­

comportamiento y de variarlas inagotablemente. lo11 lt '1 1 -, las esh·ucturas no son otra cosa que instrumentos de­

E l enfrentamiento· entre el "estructuralismo " de Levi-Strauss • 1 lutltl • para la actividad inventiva del sujeto humano, que es

y el "existencialismo " de Sartre parece ser una variación más del 1 11 11111 d toda significación y es capaz de ponerlas o quitarlas

combate permanente que Nietzsche observa en la historia de la tl1 111 lh'I'U a las necesidades de su despliegue existencial?

cultura occidental entre el principio "apolíneo ", que afirma la 1 11 •1 primer caso las estructuras permanecerían inamovibles

preeminencia de la forma institucional y el non·ws (la estructura) 1t1 humanos concretos no seríamos otra cosa que corpo-

en la constih1ción de la vida humana, por un lado, y el principio tt ·11 1111" ingulares de las formas sociales. Lo determinante se­

"dionisíaco ", por otro, que ve en ésta principalmente lo que en lit l11 1 ntidad comunitaria, transmitiéndose de generación en

ella hay de substancia pulsional e irrupción anómica (de "ek­ 1 11• 1 11 1 n; los individuos sociales y el sujeto social global, la

sistencia"). tltlllllidnd, no estarían ahí más que como vehículos de la per­

Este enfrentamiento puede ser visto también, dentro de la hlltl•llda como soportes de la dinámica de las formas identi-

aproximación semiótica al comportamiento humano, como una t ltt la'' sencia humana ", lo "occidental", lo "mediterráneo "
. '

tt "111 11", lcétera). En el segundo caso, por el contrario, serían


lucha entre quienes, partiendo del planteamiento hecho por

Saussure acerca de la constitución bifacética o del doble aspecto 1111 ltll\S las que carecen de consistencia propia y no pasan de

del hecho linguístico o de la semiosis en general -vigencia de la t 1111'1' IS ncantamientos instantáneos, meras proyecciones o

estructura, lengua o código, por un lado, y actividad de habla o ttoiiiiH Ion narcisistas en las que el sujeto se pone capricho-

de uso, por otro-, se inclinan por la preeminencia ontológica d 1111 1111 • 1 nt si.

uno u otro de esos dos lados. ¿Es el significar humano un simpl 1 1 111'0bl mática actual en torno a la definicíón de la cultura

despliegue del repertorio finito de significaciones que se en- 1t1 dt• 101111 r nderse como la culminación de un conflicto tradi-
42 43

11 11 111111 , ión de la libertad hasta la exageración romántica,


cionaJ que enfrenta entre sí a estas dos posiciones críticas frent
1t 1 l11 lu upeditación de la consistencia del mundo al estallido
ª la noción del "e.s.píritu" que genera el discurso moderno cuan­
111 h1111, n o de la elección subjetiva.
do versa sobre la vida social, dos posiciones alternativas que
.
l11 • 1' 'Unda posición crítica exagera también una defensa de
cuestionan la función mistificadora -de denegación y deforma­
"lllr'rna natural" del mundo de la vida, pero, al contrario de la
ción- que tal noción cumple dentro del proyecto laico, "post­
1 llllll'll' posición, reivindica la impenetrabilidad o la "naturali­
teológico", de tematizar en términos "no metafísicos" la presen­
,¡, d 11 d sa forma, la permanencia en ella de una actividad
cia de una subjetida.d en la vida humana y en su historia, de de­
11 11•111· 11 objetiva que no sólo resiste y escapa a las nuevas formas
finir lo que en éstas es propiamente libertad (sujeto) y lo que
1111 l11' que la actividad libre del sujeto pretende modificarla, si-
simplemente es situación (objeto).
1111 q1r • s • impone sobre ésta e incluso la adopta como propia,
De lo que se trata en ambos casos es de teivindicar la..presen­ .
111111 11na derivación de sí misma.
cia de esa libertad �omo el fundamento inherente, "físico", y no
l11 ,. ageración propia de la primera posición es perfecta­
inducido, exterior o "meta-físico" de la vida humana. Se trata de
"11 11l1• o m prensible; se vuelve contra el rasgo dominante· de la
defender la irreductibilid ad de la col1erencia cualitativa que

presenta el conjunto de las singularidades que constituyen al


ltt '' " 11 d 1 sujeto social en la época moderna. La modernidad

1' 1,11 '''· ha intentado sistemáticamente, con embates cada vez


mundo de la vida (la "lógica de la diferencia") -1� coherencia
ltlltsi tentes y extendidos, cerrarle el paso a la comunidad
propia de la vida en su "forma natural" o como proceso de re­
tllltlllll para obligarla a abdicar del ejercicio directo de la fun­
producción de los "valores de uso"- frente a la coherencia pu­
lflll jlillli a. En el lugar de la tradicional mediación religiosa,
ramente cuantitativa (la "lógica de la identidad") a la que pre­
111• llliilll nía secuestrada a la función política, ha puesto otra
tende reducirla la modernidad mercantli capitalista.
d111!' ún: la de una voluntad "cósica " que se genera espontá-
La primera de estas dos posiciones críticas reivindica lo qu
1111 1111' .n la circulación capitalista de la riqueza mercantil. Es
en la existencia de la "forma natural" del mundo de la vida hay
11 1t •iloria que ha intentado hacer de la comunidad humana
de libertad, es decir lo que en ella hay de actividad inventora de
1 1111 ro obj •to, es decir -reducirla al modo de existencia que es
formas cualitativamente diferentes, de realidad irredüctible al
' 1 "'' d¡ • l,t mano de obra de los trabajadores, de una cosa que
simple proceso de trabajo en abstracto, es decir de formación y
' vende en el mercado capitalista.
valorización del valor económico. Es una posición que lleva su
44 4

En la medida en que la vida social se estructura en torno a la 11 11 1111'1\li mo pone en la permanencia de la libertad cristali­

sóciedad de propietarios privados - de capital los unos, d� d tl 1111 l1 id ntidades estructurales.

fuerza de trabajo los otros- , sociedad en la que, aparte del capi l11 II)'.Udización actual del enfrentamiento entre las dos posi­

tal encarnado como "espíritu de empresa", los seres humanos I••IIP q11e ritican el "espiritualismo" espontáneo en la defini­

no son más que cosas mercantiles; en la medida en que avanza lt 11 lllndcrna de la dimensión cultural parece estar conectada
el predominio real de este tipo de existencia humana, en esa •11 1l l)•,o ]U bien puede llamarse el estrechamiento de un im-
misma medida se ha impuesto también la tendencia ideológica , 1 "'' 1' lativamente viejo en el que se encuentra suspendida

del discurso moderno a eliminar el tema de la subjetidad o la li­ 1 1 1 i1 d las identidades comunitarias arcaicas que prevalecen

bertad como hecho constitutivo de la condición humana, redu­ 11 1 1 l11lldamento o la "civilización material" del mundo mo­

ciéndolo a lo que en ella hay de mera necesidad u objetividad. t. 11111

Igualmente comprensible es la exageración en el otro senti­ 1 uht• insistir en que al hablar de cultura pretendemos tener

do. El proceso de trabajo que sustenta y determina la existencia 11 1 tll•ltl.l una realidad que rebasa la consideración de la vida
de la sociedad moderna no se desenvuelve sólo como una acti­ ''' 1 11 1 omo un conjunto de funciones entre las que estaría la

vidad dirigida a vencer la escasez y proporcionar a la sociedad 11111 1 11 especí'icamente cultural. Nos referimos a una dimen­

la abundancia de bienes necesarios, sino como una actividad h 1 1 dt•l njunto de todas ellas, a una dimensión de la existen­

ilimitadamente creadora, capaz de provocar y satisfacer cual­ "' 1tl, con· todos sus aspectos y funciones, que aparece
quier tipo de necesidades. Este creacionismo absoluto que sub­ 11• ndtl s' observa a la sociedad tal como es cuando se empeña
yace en el proceso de trabajo moderno se basa en un traslado 1 lit• u· a abo su vida persiguiendo un conjunto de metas co­

completamente injustificado de un hecho que es efectivo en el la identifican o individualizan.

plano de la creación del valor económico en abstracto de la 11 'mpos contemporáneos no viven simplemente la des­

mercancías - el hecho de ser independiente del valor de lo " culturas tradicionales", el sometimiento de "cultu-

medios de producción- al plano del valor de uso de las mi 1 '' IJIIIILJ·es", la imposición de la identidad de las' naciones
mas, de su forma natural -en el que ellas dependen de dicho 11'''1 uli, tas sobre la de los países sometidos. Se trata, en efecto,

medios, pues sólo son una alteración de los mismos-. Contr 1111 l 1 re y profundo proceso de "revolución cultural" al que

este traslado absurdo está �irig:ido el énfasis exagerado que l'l h 1111111'1110 aproximarnos en la lección final del presente curso
46 47

y . que aquí sólo podemos mencionar Se trata de una situación


1 ul l t l ( •d . ), El concepto de cultura: textos fundamentales, Ana­

l t l tl\11 , l la r elona, 1 975.


crít Íca que muestra dos aspectos aparentemente incompatibles

entre sí. Por un lado, aquellas "formas cu lturales" del remoto


ll•h 1 ,t v i - trauss, La pensée sauvage, Plon, París, 1 955. (Trad.

pasado a las que hace referencia Margaret Mead, que se habían


1 1' 1 ;¡ pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica,

transmitido de generación en generación mediante sistemas


�h 1 ' 0, 1 964. )

simbólicos, han perdido hoy su justificación, se han quedado sin , 'l 'ristes tropiques, Plon, París, 1 955. (Trad. esp. Tristes
el piso sobre el que se levantaban; por ob·o lado, el mundo mo­
/ t t i¡ tlt 1 11., E udeba, Buenos Aires, 1 970.)

derno, que aprovechó el nuevo fundamento técnico y civilizato­ 111 l t v M a l i nowski, " Magic, Science and Religion" (1925), en

rio de la vida social, lo ha hecho de una manera tal que lo ha


ltl, • l t ', , ience and Religion and Other Essays, Glencoe: Free

obligado a aferrarse a aquellas 'm ismas formas arcaicas obstru­


1 ' ,, •1, l .ondres, 1 948. (Trad. esp. Magia, arte y religión, Ariel,

l l l ! l l t ' l nna, 1 982)


yendo la dinámica propia de las mismas y negándoles la opor­

tunidad histórica que necesitan para transmutarse, mezclarse y t l l u l111 JI ,¡ h, Der Einbntch der Sexualmoral, Sexpol Verlag, Co­

re-generarse sobre esas nuey as bases técnicas y civilizatorias. l " llttgh , 1 935. (Trad. esp. La irrupCión de la moral sexual,
l th• . , l l u nos A ires, 1 976.)

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1 1¡//11 1/ogy, Filosoplzy, Religion, Language, Art and Custom, J .
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'
vol. [,
París, 1 964. (Trad. esp. Las civilizaciones actuales, Tecnos� Ma­ 1 11 10, Madrid, 1 977.)
drid, 1 966.)

Norbert Elias, Ueber den Prozess der Zivilisation. Zum Falken, Ba­

silea, 1 939. (Trad. esp. El proceso de civilización, Fondo de Cul­

tura Económica, México, 1 988.)

Martin Heidegger, Brief über den Humnnismus, Klostermann,

Frankfurt a. M., 1 946. (Trad. esp. Carta sobre el humanismo,


Huascar, Buenos Aires, 1 972.)
49

LECCIÓN n

Pl ( DUCCIÓN COMO REALIZACIÓN

Antes de que el constructor - en cualquier ámbi··

to de la vida - sepa su plan, tiene que haber pla­

neado ese plan; tiene que haber anticipado su

realización como un sueño luminoso, capaz de

animarlo decisivamente.

Ernsl Bloch, El principio esperanza

" ' l j t l l l u ' a ntiguas sociedades americanas n o trasladaron el

'' d• 111 fUl'da del mundo lúdico y en minia.tura de la juguele­

l l t l ¡t l ll i l ct l m undo pragmático y real de l os medios de pro­

Por qué la técnica agrícola de las sociedades prehis­

lct de los conquistadores europeos no pudieron

l t l t tl l l"'lt ' y complementarse después de la conquista, y más

11 obstaculizaron mutuamente, imponiéndose una regre­

l l llll pu rUda q ue llevó a la última al empobredmiento y a la

1 ' , , 1 1 '>U destrucción casi total? ¿ Por qué la vida económica

11 •• l •t d o· latinoamericanos, después de más de den años

le l '••nd 'rwia y colaboración en el desarrollo del sistema ca­

l it, no he.� llegado a ser absorbida por él ni ha podido

11 11 1\l'twrar las condiciones para una reproducción auto


50 51

sustentable de la propia acumulación de capital? ¿Por qué 1 H l l t l n l o 'Sp cifico del proceso de reproducción de la vida

vida pública de la América Latina, pese a una larga histori


" republicana ", no logra hacerse a los usos políticos de la " d 1• " 11 ' •'< H m.os teóricamente a este proceso para, al descri-
mocracia moderna" ? , j¡ , t t b ri r en él un nivel de existencia al que vamos a lla­
Preguntas de este tipo son indispensables en una reflexión l l lltlll l l · n ti vo o semiótico. Dentro de este nivel trataremos
crítica sobre la situación de la vida social contemporánea, y CN 1 " 1 1 11 1 11 1 1 ' cu bierto lo que pensamos que es la esencia de

to no únicamente de la vida en las regiones periféricas dt•l . 1 1 1 1 1 •1 1 11 111 u l tural del proceso de reproducción social. Pre-

mundo moderno o las que están en trance de ser integradas <'1 11 11111 , pora ello, un esquema del modo en que se reprodú­
él, en las que parecería que se repliegan los conflictos extremo '" t '' 1 1 1 humana en general y de cómo esta reproducción
de esa vida, sin<;>, en general, de toda ella, incluso la que está en 1, 1 1 1 vi, la como dotada de una consistencia doble: la pri-

el centro del mundo moderno y que, al disfrutar el " nicho d J 'I i l u r n • n l operativa o "material " y la segunda, coextensi­

armonía" construido por él, puede creerse a salvo de esos con pnti tica o " espiritual " . Se tratará de una descripción
flictos sin salida. Son preguntas cuya respuesta depende, como t l t llt t l t 1 romper con la dicotomía que postula una hetero­
hemos adelantado, de la idea de " cultura " , una idea que em l ot d 1 1 1 1l. lancial entre la práctica material y la guía espiri­

pleamos, querámoslo o no, definida de una manera o de otr da humana y que - de muchas maneras, unas me-
11
cuando las formulamos. que otras - continúa empleándose para justificar
¿Cómo podemos mirar más en profundidad y con ciertas castas, clases, géneros, comunidades o
11,
precisión esa omnipresencia de la actividad cultural que en 11 1 qu ' starían más cercanas al " espíritu ", sobre otras,
lección anterior fue reconocida como una dimensión , ... ,,,.,,nort. 11 'jadas de él y más atadas a la "materia " .
sable de la vida social? 1 ' lo que puede leerse como una reconstrucción de
Intentaremos, en esta oportunidad, avanzar hacia la '"' t lt• l pr eso de reproducción social que se encuentra
trucción de un concepto de cultura que sustente su ¡ ,, ''" l 1 base de la "crítica de la economía política " lleva­
en una teoría más general acerca de las determinaciones ¡ , . . pnr· K< rl Marx como un primer momento de la crítica
ciales de la vida humana, consideradas como v i l ización moderna en su famosa obra, El capital.
�� -; . . . .... -:\ .
199207
52 53

t i • l l ' 1 ' 1 od u ción en general. Después dí? ello, y por contras­


Producción, consumo, reproducción
t i l •l l l•n1o, d precisar aquello que sería específico del proce­
La existencia social - como lo recuerda Marx en su teoría "de 1 ' ' 1 " od u ·ión social.
producción social en general" - implica un proceso constan u lo 1 1 1 0 h. er un esquema de la estructura y las funci
ones
de metabolismo o intercambio de materias entre la forma de 1 1 l l l od o " d 1 proceso de reproducción social representándolo
humano y la forma de lo puramente natural. El ser humano, cu t l 1 1111 1 d de dos momentos o dos fases. Una primera fase,
ya forma elemental le viene de la naturaleza, transforma a la n ltu 11 1 o d trabajo, es aquella en la que el sujeto social se
turaleza; transformación que, aceptada a su modo por 11 1 11 1 1 1 1 torr r ferencia a lo que podemos llama
r el factor objeti-
naturaleza, es devuelta por ella al ser humano, transformándol 1 1 lt d 1 •Jo o los medios de producción
. El factor objetivo está
de nuevo. La vída humana, la existencia social, consiste en 11 1 '111 l11 1 r
objetos prácticos de dos tipos, tanto por el objeto
_
especie de "diálogo" que la naturaleza mantiene con una lt ' ' '·•1• 1 propi amente dicho, cuya consistencia lo
conecta con
de sí misma que se ha autonomizado frente a ella. l o • , ¡ , . f.¡ naturaleza, como por el instru
mento de trabajo u
Según esta posición anti-metafísica ("materialista dialéctica • 1 •1 1 •V un nte producido, dotado de un valor de uso in­
en la interpretación de la existencia social, el ser humano no " o l 1 1 1 1 1 d<' utilidad indir
ecta, que actúa sobre el primero. En
diferencia substancialmente de la naturaleza misma, del 1'' 1 1 1 11 ' 1 1 110mento del proce so de traba
jo encontramos a un
al que pertenece en medio de ella, el de los animales. El 1 • j l h �· · sirve de determinados instrumento
s para enfren-
humano es un animal, es tan material como un animal; es ! U t uhj lo, las materias primas; objeto que tiene
utilid ad o
parte de la naturaleza y no deja de serlo aunque las , ¡, 1 1 o u ni amente para el consumo productivo y que sólo
que mantiene con el todo de ella sean de un orden muy " l• l l lithll •nt se trata de la naturaleza "en
bruto", pues casi
Dentro de la naturaleza, el ser .humano se reproduce, como " ' ,, 1 11 10 naturaleza que ha sido transformada con
ante-
hacen todos los seres vivos, mediante la producción y el 1 d 1 1 H l g u r a manera.

mo de determinados bienes que saca de �lla. Lleva a cabo


formaciones en la naturaleza y vive de ellas.
· Recordemos en lo que sigue el conjunto de conceptos
describen los elementos y las relaciones estructurales de un
54 55

e esa acción del factor subjetivo sobre el factor objetivo del

l ' '' l l ( ' o de trabajo resulta UJ1 nuevo objeto que es el resultado
d11 u na transformación adicional de esa naturaleza.
N r ro esta sólo es la mitad del proceso de reproducción. Hay
1--

. ...... ....... l11 olra fase del mismo, el momento de consruno propiamente

'i)
l i l l p roductivo o momento de disfrute. En él sucede que este ob­

1
jPI o rráctico que acaba de ser producido a partir de un produc-
]
1
o 1 1 1 n n terior se convierte en UJ1 bien o un objeto dotado de una
C/)
¡:::
1
·o J 111 liJad inmediata para la reproducción del sujeto, en un objeto
1
-� / ' 1 ''" posee un valor de uso directo para la misma. En el momen-
;:!
1::!
e -
.,... .,.
/
� 1 11 dt 1 ronsruno disfrutativo o improductivo del sujeto social la


())
1 1 1 1 1 1 1 raleza, convertida finalmente en motivo de satisfacción, re­
1::!
o '' l uu sobre él, introduce UJ1 cambio en él, lo transforma, y lo
C/) ...
o

e 1 1!11 1 ' iempre a través de UJ1 "medio de consruno " o factor obje-
-
Q.,
.... -
(i1 1 1 11 del disfrute, mismo que incluye sus propios instrrunentos
[!]
/

....... /
C:i / t l t• ' onsumo - los que, sin embargo (como sería el caso de una
J
e:
1 , ,d lt • de la ciudad, por ejemplo), comparten a menudo la mate-

l

q ' 111 d(' los medios de producción y pueden co11fm1dirse con

' "" - .

1-
1 \1 proceso de reproducción social es, pues, siempre y en to-
1 1 1 1 ;�so, la unidad de una acción del sujeto sobre la naturaleza

u 1 1tl reacción de ésta sobre él mediadas siempre, las dos, por


ul 1 "'' <'lernentos, ios instrrunentos y los objetos, los medios de
1 pt oducción y del consumo. En ambas fases, tanto en la ac-

1 11111 dPI sujeto como en la reacción de la naturaleza, el encuen-


56 57

tro•dcl sujNo nm lé! nalura le:..a Uene l ugar en


r dos nvel<>s, 4ll'
i ltllt u ¡Jj,(rulc, es decir, lo mismo en el cons umo mdircrto o

parecen correspon der ¿¡ dos momentos de ese encuentro qut• t•n tlllt ll\11 lflH' en el direclo o improductivo- o bien objetos

un cierto sentido serían sucesivos pero en otro simultJm•tl\ l t •u•u•ul.all•S, inlem1cdJos y de larga durc1ción (las herra-

prinwru, en el nivel prop io de u n momento ''antf;!rior" pt•m 1 ul '" ,. tn.,lrumentos dC' lodo tipo), o bien objetos simples,
siempre presente y conlinuado en que ('1 sujeto conformd ct "''"·'!.'" y perecederos (lod os c1quellos c1 Los que el sujeto les

c onvier te c.1 la naturaleza tanto en instrumento como en mdh•n• 1 '"' 1 ¡,, lnrma al producir y aJ reproducirse) .

prma, y sC'gun do, en el nivt!l propio del momento actllal y P•


i 1 11 1 "ol\, .¡e;{, las versiones dtll objeto práctico: objeto que se

sajero en que la usa, conformada o convertida ya en inslrum t•n l•u• p111 'u procedencia y objeto que se define por su destino;

Lo y matl?ria prima, y la tra nsforma efectivamente. El sujeLU o;c ¡ , pe mwr.a se afirma como resul t�do del cumplimiento de
..a") en el "pn•
conecta asf "dos veces" ron lo Otro (la ''naturale7 ' 11u•1,, y <'n la segu nda wmo promesa de la Scltisfdcción de

scnLe en que se sirve d<' los medios de p rod ucción y umsumu


" 1 '"'' ,.,¡d,ul. Dos versiones t>n las que se proyN ta el doble

" primero", en un hecho de larga d uración, cuando actúa sohl"' ' • ¡,., dt•l ';ujelo al que ellas C'Slán referidas; el mismo que lo
los instru m entos de Lrahc1jo y Jos de disfrute , y "después", t o­ 11 ''' "'t• tumo sujeto dPI Lrabujo, por un lado, y romo sujeto

YlJnlurc�lmcnlP., cuando lo hace sobre el objelo de Lrahajo y ..¡


de disfTUlt'. dt�lt•n•m ienlo ltt inl<'rconexión entre

LJ dest ripci6n dt>l prOC('SO de reproducción social n,.,,.,,,....... 1111-. '"'l'!> o momentos dc•l proceso de reproduroón social

C'nlonccs, los siguientes elemen tos: por Wl lado, un factor su l••tnlu hm< apié en Slt elrmPnln n•nLral, el sujP.Lo social.

tivo, que P.slá c1hi lo mhmo E>n La:nto que sujeto social produt ' " ���·nt•rcll, com o wmos, la l�xistcncia del sujclo del proceso
o de trabajo que com o sujNo social consumidor o de disf 1 l '"'dut taón se desdoble.� en dos fases, la del trahdjo y la del
Por olro l.ldo, un factor ohjetivo, consl.Jluido por los med1 11 ult• 1 n la pri mera lo que < drdt leri7.d al sujclo <•s su pred.is­

sea de prouun ión (en l'l momenlo p.roductivo) o dP l onsu lt " "' er•')pt�lddda Lérnicclownle, c1 t�llf'rar PI dinamismo de la

(en el motnt'nlu consu ntivo), t>S decir por los prod uctos lu•·•h•••• exterior a su lllC'rpo imponiéndole el cumplimiento

(dotados dP valM dt> uso) o bienes producidos, por los le " .tll/dl ión de melac; qutt dl"' olro modo ese dinamjsmo no
prácticos C'n Bttnera l Eslo!> medios de
. producción y dt• IIIIJ'IIt111, pl.as mando a l:rdv�s U(' él UII determ ina do proyc< Lo

010 son -lo mismo f'n Id pro du cción o LrtlbclJ O lJUP t>n t•l t 1 , , ollhl.ad objetiva. En olrd<; pdlclbr..ts, lo qu<� ( clfcll lt>ru.d cllJW
58 59

al ..sujeto productivo es la presencia en él de un conjunto orgt\ 1 1 w w rcta ambos están presentes pero sólo en tanto que

nico de predisposiciones, técnicamente aseguradas, a la altPrll l l l lt t t d os de hecho por la acción recíproca del uno sobre el

ción de la actividad natural exterior a él; lo que lo distingue t• 1 1 1 1 q u e se da en verdad es un acoplamiento orgánico entre

la presencia -en él de un sistema de capacidades productivas u


1111 q u t • es prácticamente imposible desanudar y que los

de trabajo. Se trata de un sistema constituido en referencia a lu • 1 ,, 1 1 d i<; l i nguibles aisladamente, en su pureza; que los con-

distintas posibilidades reales que detecta de re-dirigir la activl 1 1• ' ' ' ' lo. dos sub-sistemas virtuales de un solo sistema

dad de la naturaleza; u n sistema que está siempre ordenado dt• �tq t lt•jn de apacidades/necesidades.

una determinada manera, es decir diferenciando y combinandn j ii'I 'Hü n ia de w1 determinado sistema de acoplamiento

esas predisposiciones de acuerdo a un diseño particular cua l l 1 1! 1 tH' 'sidades y las capacidades del "sujeto" es un hecho

tativo y cuantitativo. ltt l l l l ' " ' t • l reino animal y no tiene, en principio, por qué cau-

De manera similar, en la segunda fase, la de disfrute o con 1 l tt t 1 1 ' l'.a si se la observa también en el sujeto social o

1 ' 1 � ro lo que sí es peculiar e inquietante en el caso de


sumo improductivo, lo que caracteriza al sujeto social es su 1111 11111

predisposición, sustentada institucionalmente, a configurar Id 1 1 1 1 1 1 1 0 <. la m ultiplicidad y sobre todo la inestabilidad y

apetencia (besoin) o pasividad espontánea - física y psíquica ¡ , 1 l t f l duJ q u e presenta ese sistema.

de su propio cuerpo imponiendo sobre ella una estructura o u 1 1 "' ' 1 ' 1 1 ', en efecto, comparada con la armmúa que mantiene

orden, q u e no tendría p o r s í misma, d e reconocimiento y accp ti u l 1 1 1 Mtl iempre en el aparato instintivo del "sujeto" ani-

tación del mundo objetivo. En otras palabras, al sujeto de d i!i 1 t l l hl •, o l u ción definitiva a la discrepancia entre sus . capaci-

frute le caracteriza la presencia en él de un sistema de necesl 1• \' I I H nC!cesidades, una contradicción irreconciliable pa­

dades de consumo que mide y ordena, siempre también dt ' 1 11 111 1 1 r·urse "resuelta" de manera sólo precaria y casi

acuerdo a un diseño específico, la apertura de su naturaleza i n • 1 " " '' " Pn la consistencia conflictiva y problemálica del sis­

terior a la acción complementaria q u e ella detecta provenienl t . ¡,, 1 t l pJcidades/ necesidades propio de la reproducción

de la naturaleza exterior. 1 1 111 o o 'ial; una contradicción originada en la descompo­

Es imp ortante señalar que esta distinción entre un sistem '" d 1 1 PSII "soldadura" instintiva y en el desdoblamiento real

de capacidades de producción y un sistema de necesidades d11 1 d o h l t • curácter en el suj�to de la misma.

consumo e s una distinción puramente metódica; q u e en l a exis


60 61

La variedad casi infinita de estas "soluciones emergenles11, 1 ' 1 1 1 1 l t 11 1 f n o que éste al1ogue al primero . 1 El hecho de que el
'
de estos compromisos de humanización - variedad que des 1 11 111 1 1 1 ' rapacidades/ necesidades se presente, en la repro-
1
pliegan ante nosotros la historia y la antropología - , habla d1• 1 ' 11 1 1 1 h • l a n i m al humano, bajo la forma de uñ compromiso

la presencia de ese conflicto o contradicción entre los dos s u h 111 1 1 l ti 1'.•1 <: l ambas fases a abandonar un "estado original" de

sistemas, entre las posibilidades del producir y las necesidad¡• t t 11 nn P independencia, a interactuar entre sí, a ceder en

del consumir; de un conflicto que debió resolverse en cada caso 11 1 1 1 ' 11 ''1 •s contrapuestos y a acoplarse de alguna manera

en una situación no sólo determinada sino irrepetible, y han• 1 1 11 1 1 y t � <'n sí mismo un hecho escandaloso en medio de la
'

evidente que esa contradicción debió ser superada y que delw 1 1 1 1 11 1 11 l l u ral", un fenómeno que plantea ante nosotros el

serlo constantemente a través de compromisos o acoplamiento 1 1 1 1 1 d 1 • l t •specificidad de la vida humana.

en cada caso distintos.

Mientras en el animal el acoplamiento entre necesitar y pro La libertad que da fu ndamento


curar puede verse como un mecanismo perfecto y estable, en «'1 a la necesidad del mundo
caso del ser humano, en cambio, ese acoplamiento debe enl<'n

derse como resultante de un compromiso que está "solu cio


h 1 1 1 1 1 1 1 1 o n os en una consideración del carácter central que
1 lw rtad en el proceso de reproducción de la vida
nan d o " a duras penas un "conflicto de intereses" entre ambo
<"l l o así podremos descubrir el fundamento de esta
sistemas. El sistema de las capacidades de producción sPr

siempre virtuabnente insuficiente, enfrentado al "consumismu11


11 l l l l i d � � t l o "arbitrariedad" del sistema de capacidades/ ne-

1 •1 sujeto social - de su a-naturalidad, contra:­


abierto de un sujeto que pretende afirmarse como puramenl
" . t i d t d o Lrans-naturalidad - , así como también la razón
disfru tador. A su vez, el sistema de las necesidades será sietn
1 1 1 1 ' h1 variedad casi infinita y el . dinamism o indetenible
pre virtu almente insaciable, enfrentado al "economismo" i tn
l i j\1 1 1'''" concretas que puede adoptar dicho sistema. Esta
placable de w 1 sujeto que se reconoce como puramente trah

jador. Sólo en la práctica concreta los dos sistemas encuenlrd

el modo de "entenderse" o "armonizarse", obligados por la lll' l u • I H I , c:l sis tem a unilat.t>raJ, qHe estalia ··superado" en su esta-

cesidad de sobrevivencia que tiene Pl sujeto unitario, por la n 1 1 1 1o 1 l d1• 1 1 l lsi stema, no puede se¡ cte:Lectado en su purez.a; de él só-
1 1 · 1 · 11 1 t 1 1 l to s • u�lt o s que: eu lwasim ws se m uestran coruo residuos del
cesidad de evitar que el sujeto del consumo agote al sujf�Lo d
1 1 1 • 1 l l l l l f l l l ll l.
62 63

condición específicamente humana, descrita y estudiada, d t • 1 11 11 1 ' (' nlretejido de relaciones de convivencia marcado ·

pu�s de un� larga tradición que se remonta a San Agustin, MI 1 t ll t tp l t m ic nto del sistema de las capacidades de la acti-

bre todo por la ontología fenomenológica y la filosofía exis l l ' n 1 1 1 1 1 1 PI d necesidades del disfrute. Dentro de esta red

cial del siglo X X1 e s l a que nos permite explicar la diferent 1 pt u i J i t l l l O llamar de relaciones sociales de convivencia se

específica que distingue al proceso de vida humano de los dt• 11 1 1 l 1 1 í n l i d ad de cada uno de los sujetos sociales.

más procesos de reproducción que encontramos en e l u niver'tu 1 l 1 1 1 t 1 1 hn• s específicamente un "animal político", enseñaba

de la vida. t t t l t lt • . u na lectura de Marx aleccionada por la ontología

Recordem os, como punto de partida, la "teoría de la pro ¡, 1 1 ti pu de continuar esa enseñanza en la dirección de su

ducción en general" que propone Karl Marx en el capítulo V dt• 1t 1 1 1 1 r• l ica, aclarar en qué consiste esta politicidad del su-

su obra El capital. La diferencia fundamental que hay entrC' t•l

hombre - el ser social - y el resto de los seres de la naturalcz11, 1 1 1 M nrx, el proceso. de trabajo o producción del sujeto

en particular los que le son más cercanos, los del reino anim a l , 11 d N ncia de lo que es el proceso de transformación

resulta estar, según esta teoría, e n e l hecho d e que e n e l a�>u ¡ t l l ••d t • l l r alizar sobre la naturaleza otros anima:les, es un

del sujeto humano o social propiamente dicho su reproducción dt• /'('11lización (verwirklichung) de proyectos. Producir o

debe perseguir, además del mantenimiento de la vida en L(•r t" l lt•var a efecto determinados propósitos. En el pro­

minos "animales" o "físicos", el mantenimiento de la misma 1' In 1 1 1 1 t • ncontramos soiamente un determinado resultado

términos "políticos" o (de alguna manera) "meta-físicos" . No só 1 tll 11 d ! ' la acción de un hecho natural sobre otro; en él se

lo debe producir y consumir ciertas cosas, sino que, además l i t nl t ti td •más el resultado de una proyección del sujeto. La

sumultáneamente, debe también "producir y consumir" la for t ' 111�' 1 o nslruye el ser humano no es solamente un refugio;

· ma concreta de su socialidad; debe modificar y "usar" las rcld H t l t l t 1 1 l t realización, más o menos lograda, de la idea que ·

ciones sociales de convivencia que le caracterizan y que inll•r 111.1 t lt• I 'S P r fugio.

1 CPnectan e identifican a sus diferentes elementos o miem b ro l • 1 1 1 pn l < • m os ir más adelante, incluir en la consideración la

individuales. 1 ""' u n U va y decir que, e n general, e l proceso d e repro-


1 1 1.
1 1 1 1 1 1 1 11 i a l es un proceso de autorrealización (selbstverwír-
Este sujeto estaría constituido por el conjunto de los ind i v i

duos sociales insertos e n las relaciones d e producción y de con " ' •) dt�l suj to. Éste, en tanto que sujeto de trabajo, proyec-
64 65

ta. ser él mismo pero en una figura diferente (así sea sólo lu 1 1 1 d t 1 •<it • n d o hasta el m omento anterior - el de la produc-

"satisfecho") a partir del m omento en que l legue a consum i r 1


·
transformaciones que pretende hacer en la naturaleza. El prn h 1 1 ' 1 1 1 uod del sujeto humano - lo mismo comunitario

ceso de reprodunión social sería así un proceso a través d 1 11d1 d ll 1 1 - consiste en la figura concreta que tiene en ca-

cual el sujeto social se hace a sí mismo, se da a sí mismo u n 1 1 1•l ' onjw1to de relaciones de convivencia que lo consti-

determinada figura, una "mismida d " o identidad; u n prou• 1 1! ¡,, 1 g u ra concreta de su socialidad. La socialidad, decía

que sólo en su primer trayecto consiste en la realización de J 1 1 t" " u n tipo de materialidad" que no existía anterior­

terminados fines productivos, en la elaboración de determ i nll ' ' ' 1 1 1 1 1 ! 1 hi toria natural y que sólo aparece con el proceso

d os objetos, los m edios de su reproducción. 1 '"' n l /udón. Aquello que está en juego y puede cambiar

De este modo, el rasgo más peculiar del proceso de reprn 1 1 1 1 1 11 1 "•0 tic trabajo y disfrute, aquel "material" que es en él

ducción del ser humano es la constitución y la reconstituric\ 1 • • d1• 1 1 n "meta-trabaj o " y un "meta-disfrute" es la propia fi­

de la síntesis de su sujeto. El proceso de reproducción socidl n ' . ¡ , 111 • orialidad del sujeto social, su "mismidad".

es un proceso que repita indefinidamente, como debería ha< e• l l l l l l t t ' rll vista, la actividad que realiza el sujeto humano

l o según las disposiciones d e la Vida, la misma configu 1 1 11<tocial" puede ser similar a la de una colmena, una

del sujeto mediante ciertos procesos de transformación d<• ti ' t i P hormigas o una familia de castores o de mandriles.

naturaleza . Lo que hay de peculiar en él es que al sujeto res 11 I nd o"> c · U os - que también viven "en sociedad" y que in­

tante del proceso le está no sólo abierta sino im puesta la I'Vt'n de ciertas cosas en calidad de "instrumentos"

lidad de ser diferente del sujeto que lo inició; en él está incl u lltl t ' I • H 'l u u r con su entorno natural - , el ser humano vive

de m anera esencial la posibilidad de que ese sujeto cambie 1 ' " ' 'l't l w r .las alteraciones que introduce en la naturaleza;

identida d . El sujeto humano tiene una presencia 1 11 l t l l t l ' qu no son necesariamente mejores o más funcio­

mente escindida, inestable, siempre en cuestión; es ' 1 " ' ' lu<; d ellos. Pero, mirada más de cerca, esa actividad

que se d��fine desde d os perspectivas divergenh>s, la del 1 11 d l ( t •n•n ia. Las alteraciones que resultan de ella sugie-

y la del disfrute, y que debe atender por ello, ineludihlement 1' t t'il l a de una actividad que pone en juego algo Ulás o

a la posibili dad de que aquello que él habrá de ser a parl i r r t �• d t • n que la pura reproducción fisica del organismo

u n m onwnto dado - el del consu m o - no sea idéntico a lo 111 1 l .o q u e sorprende en ellas no es tanto el grado de
66 67

"perfección" de su forma - que incluso puede ser mayor en 11 1 l ,•obre la producción/consumo de las substancias de
'
provocadas por los otros animales - cuanto la inconstan ia 11111 •

la misma. El mismo objeto - el alimento sería un ejempl�1, ¡ t H', fectivamente, por más parecidos que sean, en úl­

placer sexual sería otro - que tiene una estructura sintila l o l t t 1 1 1 1 ·ia, al cumplir las mismas funciones vitales, el ani-

mismo en la reproducción humana que en la de los 1 • 1 'H'r humano, éste último parece "estar en otra cosa"

animales tiende en el caso de éstos últimos a tomar una fil' '"" l 1 11 ·umple. El proceso de reproducción física del ani-

única y definitiva, mientras que en caso el de los huma 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 10 está allí, en el fundamento de lo humano, pero es­

tiende a adoptar una forma que no sólo conoce diversas l o t 1 1 1 1 n l l i dad de plano básico o soporte que da lugar o po­

guraciones sino que cambia además en la duración de cada I 1 11 1 1 1 l i po de "reproducción" que se ha sobrepuesto a él y

de ellas. Considérese cuántos alimentos básicos diferentes 1 1 1 1 1 1 1 111; u na reproducción que se cumple en un segundo ni­

desarrollado el ser humano y cuántas y cuán complejas y lt 1 1! 11 1 p lano de materialidad, el de la socialidad. Sólo para

námicas son las dietas que se ha ideado y se idea en torno 1 1 p t 1 1 1 > q u e pone en juego en el proceso de reproducción

cada uno de ellos, o cuán variadas y dinámicas las form as l o l t ttl o la fom1a de su consistencia social lo principal en la

disfrutar y dar disfrute al cuerpo del otro, formas que no l l • • l t l l l /consumo de las cosas tiene que ser la forma de las

obedecen sino que se apartan, en el caso del ser humano, dt•

que correspondería a la conjunción sexual "natural" o nrru·�· .. de esta biplanaridad físico-p9lítica de la vida

ti va. la que el plano político domina sobre el físico,

Para el conjunto de la reproducción animal, lo imp 1 ! 1 · 1 1 1 1 pro eso de producción/ consumo de cosas que está

parece estar en la repetición de una determinada manera d<• t l 1 1 1 1 r'l ' producir un "mundo de la vida" de consistencia

terar provechosamente la naturaleza; para la reprodun 1 11 t H'slable: el mundo de un sujeto cuya identidad está

humana, en cambio, lo importante parece estar en el <>><>rd•U t "" 1 r·occso de reconstituirse y para el cual la "armoni-

de la capacidad de inventar diferentes maneras para cada 1 " ' " ��'1 \U ida por su sistema de necesidades/capacidades
ración favorable de la naturaleza . El proceso u estión. El hecho de que en las cosas lo más

humano de producción/ consumo de cosas pone en evidrn l sea la forma de las mismas pone en eviden-

que la producción/ consumo de las formas de esas cosas pn•


68

cía que en el proceso de la reproducc ión humana lo esencial eN El sujeto


el juego de la identidad.
· 1 1 · u jeto social no puede sino cambiarse a sí mismo. Aw1 cuan­
El sujeto social transforma su identidad al introducir madi
d i ! 1 parentemente no lo hace cuando mantiene w1a misma
ficaciones cualitativas o de forma - que aquí sería lo mismo ­
l 1 1 1 tna Y respeta las mismas instituciones, el mism o orden so­
en la consistencia de las cosas que componen su mundo. Cadc1
' ¡,¡ 1 , por largos períodos, ello es resultado de una repetida rati-
una de esas m odificaciones, por más insignificante que pueda
1 1 1 1 1 d ó n de ese orden, de una recreación o re-hechura del mis-
ser, implica obviament e una transformación de la parte del su·
1 1 1 1 1 , No hay la posibilidad de un verdadero automatismo - ni
jeto global que se individúa a través de la producción / consu·
l l l lll u l ni cibernético - en el sujeto sociaL El ser humano está,
mo de ellas e implica también, de manera indirecta pero nen•
• 1 11 1 1 0 le gustaba decir a Sartre, "condenado a su libertad", obli-
saria, un cierto desquiciamiento, aunque sea igualmente mini
1 1 d o a modificarse a sí mismo, aunque sea para ratificar su
mo, del equilibrio inestable en que se encuentra el sistema total
" • 1 1 1 1 1 1 lradicionaP Tiene ante sí la "materia" que le correspon
de necesidáde s/capacida des y que es la base de la identidad d
h l l't l n formar, su propia socialidad; una materia cuya peculia­
ese sujeto global.
t l i l i i d •stá en que exige de él a cada paso que la sostenga en su
A la reproducción social, considerada en este nivel p u r
l r t l l'il o que la p onga en otra.
mente formal o cualitativo - un nivel secundario pero dom
l 't ll' otro lado, cabe advertir que el surgimiento de la liber-
nante - , la podemos llamar "reproducción política " del
11 1 1 n medio del universo de la vida, el aparecimiento de la
social. "Política" porque pensamos que era a ella justamente a
h l 1 ', 11( l ón en que se encuentra el ser humano de darle una
que hacía referencia el término "pólis" en la época de los
1 11111 u su socialidad, implica la constitución de la subjetidad
gos; es decir, a lo que estaba en juego en el ágora, a la iden
1 l l j t • l o social como w1a subjetidad que se reparte en todos
de la dudad, a la figura de la comunidad; a aquello que,
1 t t ' na rios posibles de la vida comwútaria, en todos aque-
sobre todo lo demás, el proceso de la reproducción social "
1 ' 1 1 11 l'Sos, por más atómicos o individuales que sean, en los
duce" y "consume", es decir transforma y "disfru ta", instituy1

"vive " .
l l l w r l m l ", dice Heide gge r, es 'libertad para fundar ", para trasce n -

1 1 ¡, nn l lr la c l dada i nventando u n a nueva , 11a.ra illaugm ar una necesi -


1 ' 11 1 '' '' '<! omo contingencia a la necesid ad anterior.
70
71

qúe la producción/ consumo, la interacción con la naturah •1 l 1 111 'HIIll, otorg a finalmente un senti do a esa
dinámica del
debe consistir en una trans-formación o una elección de form 1 1 1 1 1 11

La subjetidad de la comunidad haciéndose a sí misma, n•pru 1 1 t i 1 1 m i a d e la ident


idad del sujet o comunitario deter­

duciendo su identidad, está hecha - por debajo de su inc 1 1 ' ¡,, d l 1 �t mica d e la identidad d e los indiv
iduos socia les; pe-
ble tendencia a presentarse en u n sujeto unitario, e n u n ent<• 1111• n, a la inversa, la afirm ación de la ident idad
de éstos
lítico aglutinante - del juego de la subjetidad dispersa, de• 1 1 1 1 1 1 lu 'Xistencia de la del primero.

interaccion de los innumerables actos en los que cada su 1 ' 1 1 11 I 'SO de reproducción social es - concl uyam
os - un
singular, más o menos individualizado, con el simple hecho 1 1 d 1 1 modificación de la figura de la
socialidad mediante
elegir, entre todas las posibles, una figura concreta para la n y el consumo de objetos práct icos: de
bienes
ma de los objetos prácticos, está "haciendo" al otro, alter, l n de productos útiles o con valor de
uso. El ser
s u identidad y, de manera necesariamente recíproca, está d iría con una reminiscencia heide ggeri
ana, está
do hecho por él, alterado por él en lo que es. El sujeto comu l �td l l h w ra de la tutela de
Dios" , aban dona do por Él, expul­

tario es el conjunto de los sujetos individuales y no tiene t l , 1 plnn divino que constriñe pero
prote ge a las creaturas
subjetidad que la que éstos necesitan que tenga para que !u '" ' I J •, o: (' un ente libre porque es "a la intem perie
" donde
ya propia pueda ser efectiva. • 111d •r de sí mismo, proyectarse y realizarse. En
esto con-
La dinámica del acoplamiento espontáneo de los dos su 1 ,¡ l " '''u l iarida d del proce
so de vida como vida humana
temas en el sistema cualitativo concreto dirigido a la acli l t t 1' lo m. ira en la perspectiva del sujet o.

produ�tivo/ consuntiva - sistema que define la identida d

sujeto global - establece e l conjunto d e líneas d e fuerza o lu \ El objeto


de posibilidades dentro d e l a cual cada uno d e los individ
que acabamos de encon trar en el sujeto
sociales tiene su ubicación diacrítica y puede afirmar su i del
" l l l l lllllno de vida, la de tener una socia lidad
dad singular. Pero es la afirmación concreta de ésta la q u t , que es ma­
¡,, d 1 • t�star some tido a esa tensión que
tualizando esa red de posibilidades al elegir· dentro de t'll provi ene de la ne­
1
. dP "a u topro ducirse", es algo
confluyendo en el diseño de una determinada constelación que va a manifestarse
1 1 1 1 1 l ' l "facto r objeti vo" de dicha repro
ducc ión.
72 73

El factor objetivo del proceso de reproducción social est l ' d l l i t d < • ro " éstos serían, por una parte, el agua, la harina,3 l a
,
compuesto de dos versiones de lo que podríamos llamar t•l l • 11 1 1 u ro y, por otra, el horno, los moldes, etc.

bien/producido u objeto práctico; en la una se encuentra en su 1'1 ohjeto práctico, el producto con valor de uso, aunque se
estado simple, en la otra en su estado desarrollado. j h l t l ' t t• a los "objetos" intermedios que aparecen en ciertos pro-

Hay, en efecto, dos tipos de objetos prácticos en este pron•· ' t t• Je reproducción animal es en realidad diferente de ellos.

so. Un pan, una hamaca, un sombrero, pertenecen al primero 1 1 lt 1 ' 11 producido para el disfrute humano y por el trabajo

de ellos. En el caso del pan se trata de un objeto que ha resu l· l t l l t l l tn o es un objeto muy especial: su figura concreta, no in­

tado de una acción específica del sujeto de trabajo, particula r!· l l l t l l l < ', no es la de un ejemplar más de una "figura" general (o

zado como "panadero", y que está destinado a la satisfacci6n t l t 1 t 1 1rla ), indefinidamente repetida, como es la de los "obje-

de una parte del hambre del sujeto de disfrute, particularizado 1 1 11 11 1 1 i males; ella es formada y, por tanto, en principio, singu­

como "consumidor de pan". El pan es un objeto práctico d l.�t o concreta), única, irrepetible.

consumo inmediato, que entra directamente en el proceso d 1 • 1 carácter práctico del objeto humano no se agota en una

disfru te, como todos aquellos otros alimentos que lo acompd· 1 1 l1 1 m a nera definitiva de posibilitar una función reproductiva

ñan al satisfacer el hambre de un cierto tipo de ser humano. d t ! l t l r l ll i .nada, sino que es capaz de posibilitarla de m uchas m a -

El segundo tipo de objetos prácticos, en los que la practid· 1 11 ' 1 11'1, d e tener una infinidad de actualizaciones posibles. El

dad de los mismos se encuentra plenamente desarrollada, es 1 ot l i u l t • nlo del animal es perceptible para él como más o menos

que incluye a todos los medios de producción, es decir lo m · ol j il t l para llenar una determinada carencia del mismo; el ali­

mo a los instrumentos del trabajo que a las materias prima l l l l ' t l l O humano, en cambio, es perceptible no sólo como capaz

que él emplea. Son objetos cuyo valor de uso no está dirigido 1 . ¡, , •,ttli facer un determinado tipo de hambre, sino también, y

consumo directo o terminal, sino a un consumo indirecto o in t t l l l'! ' L o d o, como más o menos sabroso y como diferentemente

termedio. En el caso del sujeto productor particularizado , , l t ,•oso. El sabor o la forma gustativa del alimento humano no

1 t•:t objeto o material de trabajo parecería ser, en este caso, la natu


o . ¡ j, 11 o u i sma, casi en bruto, en la medida en que es básicamente el gra-
1 11 1 d 1 • 1 1 1 1a determ inada planta, el t rigo, apenas transformado co l l lo I Jari -

11• 1
74 75

es una forma puramente natural sino una forma "social­ 1 11 n o de trabajo del sujeto social. Su capacidad de satisfacer

natúral". Por ello es capaz de cambiar de configuración no sólo 1 11 ' 1 • ' idades, su utilidad, su valor de uso, se integra como parte

de una situación histórico-concreta a otra sino incluso de u n 11 ti' r cto de la utilidad o valor de uso de sucesivos objetos de

episodio d e producción/ disfrute a otro. d ,,f r·u Lc directo.

Pero la practicidad del objeto sólo se muestra de manera na segunda característica del instrumento de trabajo, que

plena como una practicidad maleable en los medios de trabajo 1 11 1 d r· a mos llamar trascendental, es quizás la
más importante:

y de disfrute, concentrada sobre todo en la parte iru?trumenta l 1 1 l l h�dio de producción o el campo instrumental se caracteriza
así a esa u ti-
de los mismos. Aquí la especificidad del proceso de reproduc· 1 11 1 1 1 •l hecho de que su u tilidad técnica (llamemos

ción social se evidencia con toda claridad. Si hemos detectado 1 t l t d mediata destinada al proceso de producción y no de con-

ya esta peculiaridad la el objeto práctico de la produc­ 1 1 1 1 1 0 ) consiste en la producción no de un objeto particular sino

ción/ consumo, más aún la podemos observar en el objeto prác· t l 1 1 t od o un género o una clase de objetos satisfactores de nece-

tico particularizado como instrumento de trabajo. Éste es u n l d t t d c . Antes hablábamos del pan del panadero, ahora

producto cuyo valor d e uso s e realiza en u n consumo mediato l ui l tlu m os de la panadería. Con esta pequeña zona del campo

y. de d uración prolongada. También el martillo, por ejemplo, 1 1 1 l r·u men tal de la sociedad el panadero puede preparar todas

como el pan, es un bien producido, pero, a diferencia de éste, 1 ,, 1 l a es de pan imaginables ya que cuenta allí con todos los

no va a ser consumido directa e inmediatamente en la fase con· 1 1 1 I r u rnentos y las materias primas requeridas para ello. Con el

suntiva sino sólo de manera indirecta y paulatina en todas la 1 1 1 1 0 d o de producción del panadero puede elaborarse algo que

ocasiones en que sea necesario golpear un dPterminado mate· ' ' '' ' pi tipo " pan " de los alimentos básicos del ser humano; un

rial con una fuerza y una precisión mayores que las que puede 1 1 1 11 1 lk alimento que abarca una infinidad de posibilidades de

ofrecer la simple mano; es un objeto que va a sustituir en parte 1 1 1 1 1 1 gu ración del sabor del pan, de su forma gustativa. La pa­

después de una primera fase productiva del proceso de trabajo l h u l ��rfu del panadero, en la que todas esa figuras del pan están
y va a pasar, reparándose y perfeccionándose a lo largo del 1'' '' 1 nlcs en potencia, es así un conjunto instrumental cuya
tiempo, a un número indefinido de fases productivas. Es un ob­ l ••• 1 v l d ad técnica fundamental consiste en abrirle al sujeto so­

jeto que se consume también, pero cuyo consumo directo no ' t . t l l od o un campo de opciones para la satisfacción de un cier­

tiene lugar en la fase consuntiva sino en el proceso de produc· l u l l p o de necesidades de alimentación; en general, en ponerle
77
76
de los objNo s
en posición no sólo de ejecutar un programa productivo sino La carac terización que acaba mos de hacer
ducción social debe
de efegir o inventar un programa dentro de un determinado prácticos que media n el proceso de repro
están vincu lados
horizonte de posibilidades de programas productivos. l levan1os a recon ocer la manera en que ellos
so y el modo en que la
Pero así como en la panadería están las posibilidades de rea­ ron la libert ad del sujeto de dicho proce
que, al produ cir y con­
lización ,del pan, así en el conjunto de los conjuntos de objetos ponen de m anifie sto. Habíamos dicho
a en una prese ncia de
dotados de una utilidad técnica, en el campo instrumental glo­ s umir cosas , el sujeto tiene la vista puest
existencia que está más
bal del proceso de la reproducción humana, encontramos, de las mism as que le atañe en un plano de
el plano de existencia
una manera abierta y entrecruzada, todos los horizontes de po­ a l lá del plano en que es un ser animal, en
reproducción de la so-
sibilidades de satisfacción de necesidades que pueda imaginar que es propi o de su condi ción: el de la
l " sobre lo "natural"
el hombre. ialida d. Es esta preeminencia de lo "socia
vo del proce­
Esta es la peculiaridad del instrumento: se trata de un objeto la que se refleja en la constitución del factor objeti
ón del bien produ ­
q u e se corresponde funcionalmente con la esencia del sujeto o de repro ducción social; en la configuraci
produ cción; en la con­
social. Si éste está en la obligación de elegirse a sí mismo, sólo cido, sea éste produ cto final o medio de
encuentra mediando
un objeto del tipo "instrumento" es el producto ú til adecuq.do al istencia mism a del objeto prácti co que se
del tiemp o.
cumplimiento de esa obligación, a la satisfacción de esa necesi­ la relación del sujeto consigo mismo a través
tanto que produc­
dad. El ser humano encuentra en el campo instrumental la me­ A través del objeto práctico, el sujeto en
que consumidor; es el
diación adecuada en ese diálogo con la naturaleza a través del lor se relaciona consi go mism o en tanto
del uso del objeto, es
cual lleva a cabo los fines de su au torrealización y que es el que "grad o cero" de la comunicaci ón. A través
produ cido, el consumi­
le permite trascender la unidimensionalidad y la m onotonía de decir del disfrute de la forma del bien
· de la forma social
la vida animal. La (re-) configuración de la forma del sujeto so­ dor interi oriza la propu esta de alteración
clor cuando eligió
cial se vuelve realizable en la medida en que la consistencia del omún a ambo s que fue lanzada por el produ
trabajó en él. Concen­
mismo, al abrir un horizonte de posibilidades de forma para uquel la form a para su produ cto útil y la
va o semió ti a dt! l
los objetos de consumo, abre también otro análogo para el suje­ lrar la atenc ión en la consistencia comunicati
duda , la mejor man ra
to que se reproduce, sea de una manera o sea de olra, según el proceso de vida del ser huma no es, sin

consumo de los mismos.


79
78

de circunscribir el ámbito adecuado para una definición de 1


1 p,, u l artre, L 'etre e t le néant, Essai d'ontologie phénoménolo­

cuftura. Es lo que intentaremos hacer en la próxima lección. •ltfll!', a llimard, París, 1 943. (Trad. esp. El ser y la nada, L o­

i i d l l, Bu enos Aires, 1966.)

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Verlag, 1 85 7-1858 (Rolzenwurj), Berlín, 1953. (Trad. esp. Elt•
mentos de la crítica de la economía política (Borrador), 185 1
1 858).
81

LECCIÓN III

PRODUCIR Y SIGNIFICAR

El " espíritu " sufre desde el principio la condena

de estar " contaminado " por la materia, la que se

presenta aquí en forma de capas de aire sacudi­

das, de sonidos, de lenguaje. El lenguaje es tan

antiguo como la conciencia - el lenguaje es la

conciencia práctica, que existe realmente para los

otros seres humanos y por tanto también para mí


mismo; y el lenguaje surge, como la conciencia,

de la necesidad, de la exigencia de una interac­

ción con otros seres humanos - ;

Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana.

l 11 11 proceso de reproducción el sujeto humano se vale de su

1 1 1 1 inmerso en el flujo temporal de las cosas para hacer de esta

" ' 11 1 1 ión - que comparte con todos los seres - una dimensión

1 h •ncial propia de él: la "temporalidad". Es la dimensión en la

¡ 1 1 1 la actualidad de todo momento presente se evidencia, más

1 1 . d 1 simple y armónico acontecer, como constituida por una

1 1 1 1 l t • dicción; la actualidad se manifiesta como un compromiso

• 1 1 1 11 • la permanencia y !a evanescencia, como la solución a un


82 83

C <;? nflicto entre el ser y la nada. El ser humano se vale de su t'"' 1 l tl(•ndolo" en el producto útil; intención que se cumpliría en la

sometido a la metamorfosis orgánica que implica esa inmenw 11 1,1 1 1 i' nsuntiva, cuando él mismo, deviniendo "otro", "lee" dicho

en el tiempo para convertir ese sometimiento en una opor t u nl 1 1 1 1' 1 1 nj en el útil producido. Para un ser cuya condición fun­

dad de " devenir", de dejar de ser lo que es, de ser otro d 11 1 1 1 'n tal es la libertad, que produce y consume objetos cuya

paradójicamente, volver a ser "él mismo"; en una oportunid.ul 1111 111 1 está en cuestión, hacerlo implica necesariamente producir

de autotransformación. 1 un umir significaciones. Es el carácter "político" del animal

También en el ser humano se da el doble estado que d is l 1 1 1 1 ! 1 1 1 1 1 H\O lo que hace de él, inmediatamente, un ser "semiótico" .

gue e n la naturaleza a l animal insatisfecho del animal satisfcd m hora bien, esta intencionalidad de la producción/ consumo

sólo que en aquél la insatisfacción orgánica se ha convertido ••1 d1 1 'lujeto humano, este "decirse algo a sí mismo" en la línea del

el soporte de un descontento "político" - con su figura presenl 1 1• • • 1 1 1 o no debe ser visto como algo exclusivo de macrosujetos o

con su forma actual de existir, con su "estado de identidad" o ll 1 rnunidades globales únicas o aisladas; por el contrario, su

de igual manera que la satisfacción orgánica se ha vuelto el 11 1 ' ""• 'ncia sólo alcanza su desarrollo pleno en condiciones de re­

porte de una re-configuración de sí mismo, de una • lpro idad, es decir allí donde el "oh·o" al que estaría dirigido el
"política". En la fase productiva, el sujeto humano proyecta l l l t ' l l'l je no es el otro supuesto o "virtual" del sujeto aislado, so­

vertirse a sí mismo en alguien diferente, adquirir otra l 1' lllta, que no conoce otra razón para la alteridad que la moti-

después, en la fase consuntiva, al asumir dicha forma, llev 1 '" ' " n sí mismo por el fluir temporal, sino un otro efectivo y

cabo ese proyecto. Podría decirse que, en virtud de este hin 1 1 1d liUe, al mismo tiempo que recibe la invitación objetiva a al­

que ha roto el continuum natural de las dos fases reproducti " 1 1 I'S , está él mismo enviando, en otro objeto, una propuesta

animales, el sujeto humano desdobla su condición doble y e 1 1 1 1 1pia de alteración hacia algún otro sujeto.
en dos versiones de sí mismo. Podría decirse también que, l\11 efecto, la tensión comunicativa es sobre todo una tensión

ello, entre esas dos versiones necesariamente aparece una 1111t•rindividual; esto resulta claro si tomamos en cuenta que esa

sión comunicativa, una tensión que se resuelve precisamente• 1 ·IJ IIICidad de alterar la identidad social, de modificar la · figura

través del objeto práctico. , ¡. lit ocialidad del otro, es algo que corresponde no sólo al su­

En la fase productiva sucede como si el sujeto humano l• 1 1 1 colectivo individuado en su conjunto sino a todos y cada

tara "decir algo" a ese "otro" que será él mismo en el futuro "i 111111 d los ind ividuos sociales singulares. En cada uno de los
85
84

>r - se encuentran los dos "p lanos de existencia"


procesos
'
de reproducción individual el sujeto, en tanto qlll
1 1 1 1 1 1 1 11 1 10, 1 animal o físico y el político o "meta-físico". La
ductor de objetos concretos, intenta siempre modificar In f l
••1 modo como se da el predominio de este último
e n que viven los otros individuos sociales - aquellos qlll'
111 1 ri mero.
sumirán sus productos en calidad de bienes - , y el "mismo"
ión/ consumo del pan de trigo, de la tortilla de
jeto, en tanto que consumidor de objetos concretos, está sil'lll
¡, 1 l tnlo d arroz, la función reproductora de una marca
dejándose modificar en su modo de vida por los productor •
lectiva no sólo acompaña a la función reproduc-
los mismos. Todos los individuos sociales, y no sólo el sujt•lo
1 1 ' '"''P colectivo sino que la integra en sí misma y la
cial global, están en un proceso permanente de "hacer t•"
" l ,n •1 mundo de lo humano occidental - en su episo­
mismos, intentando "hacer" a los otros y dejándose "hac r·"
' 1 1 11 ni 1·o - el dirigirse a). otro en calidad de ejemplar a la
ellos. Todos intervienen, los unos en la existencia de los otro
1 , ¡. 1 111 tbj to sexual" genérico se encuentra reducido a un
un juego cruzado de reciprocidades; todos se transforma n
t ' 1 torl ' o vehículo del dirigirse a él en calidad de "ama-
sí tanto directamente, uno a uno, como indirectamente, a h
'" 1 1 1 1' nfundible e irrepetible en su función de sujeto de
de la transformación del conjunto de ellos.
, l ¡ t � t tddad mágica, "salvadora".
Descritas así las cosas, ejecutar la acción que sea,
cualquier cosa, provocar la menor de las transformacione.
El proceso de comunicación
naturaleza, equivale siempre, de alguna manera, a compo
enviar una determinada significación para que otro, al ca p , cercamos un poco más al universo de lo semióti-
aunque sea en la más leve de las percepciones, la consu 11 lnt t d ,¡ predominio de lo político sobre lo animal, puesto
"descomponga" y sea capaz de cambiar él mismo en virt u encontrarse la clave de la definición de la cultu-
ella. El proceso de reproducción social es un proceso al qut
inherente la semiosis, la producción y el consumo de
ciones - de signos propiamente dichos y no sólo de
como en la cqmunicación animal - .
En la especificidad semiótica de la comunicación huma n
hace manifiesto el orden jerárquico en e l que - como se d ij
86 87

La descripción del proceso de la comunicación lingüisti a


q ue propuso Roman Jakobson en 1 960 ocupa un lugar central n ·

... la historia de la semiótica del siglo XX. Acerquémonos un poco a


..
.
! la. No debe extrañar el paralelismo que intento subrayar entre

. sta descripción y la del proceso de reproducción social que


ubyace en El capital de Marx, y a la que recurrimos en la lección
.
. anterior. Incluso en el menos "discursivo" de los procesos de
.
.. producción/ consumo de cosas se encuentra una producción/
..
....
onsumo de significaciones; incluso la más sutil de las palabras
poéticas deja traslucir el hecho de que es materia trabajada, ob­
jeto preparado por un humano para el disfrute de su comuni­
dad.
Jakobson enumera los elementos que son indispensables en
un proceso de comunicación lingüística; éstos serían seis. (Ver
l diagrama 2.)
La relación comunicativa se establece entre dos elementos
protagónicos: de un lado, el elemento activo, al que llamaremos
1 agente emisor, productor o cifrador de determinados mensajes,
y, de otro, el elemento pasivo, al que llamaremos el agente recep­

tor, descifrador o consumidor de los mismos.


Para que tenga lugar realmente esta relación de Comunica-
ión es necesaria una determinada conexión física entre el lugar
del agente que está en la fase de ciframiento de los mensajes y el
lugar del otro agente, el que está en la fase de desciframiento de
los mismos. A esta conexión efectiva entre ambas situadon s,
88 89

que en el caso de la comunicación lingüística básica seria t•l • 11 1 1 1 ti 1' pto r En el segundo momento el agente receptor, cu­
.

tado acústico de la atmósfera, la denominaremos el con tacto lu 1 n no tiene acceso al referente, acepta el mensaje pro­

La información, aquello que el emisor cifra y el receptor dt• . 11 • • 1 1 l d e l emisor, toma l a alteración del contacto y descifra

cifra en el proceso de comunicación, sólo existe en éste en 1 1ll lo •• l l • , mediante el uso pasivo del mismo código de simboliza­

dad de mensaje, es decir como información incorporada '11 ••l ' 1 1 1, 1 1 información que le aporta una cierta apropiación cogni­

contacto, articulada con él, haciendo de él un material simb lh •• dt•l r ferente.

La información es aquello proveniente del espacio que rodt• Diagrama 3. Las funciones del proceso comunicativo

por fuera a las dos situaciones interconectadas, de lo que el t'l l l l metasém ica
(código)
sor se h a apropiado y que él pretende hacer llegar a l receptor 1\
este elemento exterior, al que sólo el emisor tiene acceso, lo 11

maremos e l referente.
Finalmente, el elemento que permite cifrar y descifrar la 111
!ática
apelativa
formación e n calidad d e mensaje, manejar d e manera adecuad ��� slva
( cmtacto) ( receptor)
( l!llsor)
al contacto para poner y para reconocer en él su consistent 1 (Ú
o

simbólica, elemento que está "en posesión" lo mismo del emi. 1 1 1 �


¡¡:¡
(1)

que del receptor, lo llamaremos el código.


El proceso de comunicación tiene lugar en dos momentos t
dos fases diferentes y consecutivas, la de la producción, emisit'll sémica
( referente)
o ciframiento del mensaje y la del consumo, recepción o des< 1
framiento del mismo. 1 .1 proceso de comunicación, sigue Jakobson, se constituye

En el primer momento el agente emisor, cuya situación esl ••w• u na síntesis de muy diferentes funciones comunicativas

abierta al referente, toma una información acerca de éste, la t 1 1 1 1 11das cada una de ellas en uno de los elementos de dicho

mete a una acción de ciframiento, ejecutada sobre el material d ' "' ··� . Las seis funciones que él distingue en la comunicación

contacto y me�iante el uso activo de un determinado código d Lica son las siguientes: función referencial, función expresi-

simbolización, y la envía así, convertida en mensaje, en din•t


90

va, función apelativa, función fática, función metalingüística y f u n pti 1' d fine en dos frentes, el del emisor y el del receptor.
,

ción poética. (Ver el diagrama 3.) , 111111• en razón de la necesidad que tiene el primero de po-
Jakobson reconoce que el proceso de comunicación lingü lsl l ' d1• manifiesto o expresar la alteración (del "estado de áni-
ca tiene básicamente una función referencial o cognitiva. La 11
ru 1 11 1 d • le "identidad") que el motivo contextua] de la informa­
municación está motivada sobre todo por la realidad exterior, e 1 '"" 1 1 1 p rovocado en él; y acontece, simultáneamente, en razón
referente o contexto, es decir por la necesidad de compartir 1 lt 111 d l:¡posición que tiene el segundo para aceptar la propuesta
apropiación cognoscitiva de ella; la comunicación posibilita 1 " ' ''' l lva, apelativa, de alteración de sí mismo en el momento en
socialización de esta apropiación del referente. En todo proc(• 11 1'" 11• o propia de la información que le trae el mensaje.
d e comunicación s e trata d e que el agente receptor interioril 1 111 1 primera síntesis de estas tres funciones - la centrada en
algo que está aconteciendo en una zona para él inaccesible d 1 ¡ , , ,,,, to (referencial), y las centradas en los dos agentes del
realidad, y que lo haga mediante la absorción de una inform11 1 ' "' 1' J, el emisor (expresiva) y el receptor (apelativa) - que
ción acerca de ese "algo" que le está siendo enviada por el emi t ll i l l l l' t H an el núcleo básico del proceso comunicativo se encon-
sor - que sí tiene acceso a esa zona - y que fue compuesta pur 1 1 ol l l 1 ' n lo que J akobson denomina la función fática del lengua-
él a su manera. l i l l l izando u n término que viene del griego Jatis, "rumor del
Sin embargo, observa Jakobson, no hay que olvidar que 1 1 ! 1,1 '11 y que remite a algo que "no significa nada" pero que es
otras funciones que se configuran en torno a los otros element l lo l 1 n p r todos y oído por todos. Se trata de una función que
del proceso de comunicación son igualmente importantes. Par ,¡J¡ t ¡ · muestra en su pureza cuando observamos ·a la comuni­
mostrar esto, basta considerar las dos funciones comunicativ ' 1 11 n el "grado cero" de sus posibilidades, en aquellos com-
que están centradas la una en torno al agente cifrador o emiso , 1 '' " ' 1 m i ntos comunicativos - como el saludo, por ejemplo -
y la otra en torno al agente descifrador o receptor: la fundó 1 1 In� yue todo el proceso se concentra simplemente en hacer
expresiva o emotiva y la función apelativa o conativa. En el pr 1 ! I n lble, en general, la posibilidad de la expresión y de la ape-
ceso de comunicación no sólo se envía, de manera puramen 1 • li 1 1, hacer patente la vigencia de la comunidad que existe en-
operativa, una información acerca del contexto, sino que en él 1• , , ¡ 'm isor y el receptor - comunidad que, como sabemos,
connota además la razón de ser de la activación del proce lh 1 11 • u na consistencia doble: corporal, pues ambos comparten el
mismo. La comunicación sucede "en razón de algo", un "a lgo"
92
93
mismo contacto, y mental, pues ambos compa
rten el mismo 1 1
1 1 1mposición; es el elemento de la comunicación que estipula
digo.
1 1 1 1do, dentro de qué límites una alteración del contacto, un r -
Aparte de las cuatro funciones básicas del
proceso de C( l l l l l l
1 1 ¡ 1 , 1 1 \miento de esa fatis, de ese " rumor en el aire", puede ser
nicación lingüística - que de manera aprox
imada podrían r '1 1 1
¡, 1 1 vamente significativa; cuándo, dentro de qué límites una
nocerse también en l a comunicación anima
l (recordemos lo 1 ( 1 1
1111 blnación de los elementos del Inismo entra en articulación o
decía Marx: "La anatomía humana da la
clave para la anato m l
1 11 mboliza" efectivamente con un determinado sentido.1
del mono")- , Jakobson distingue otras
dos funciones qul'
afirman como exclusivas de la comunicaci
ón semiótica o h u m
na: l a función metalingüística y l a funció
n poética. L a prinw r 1 l';n términos más precisos, las disposiciones de este código son

está centrada en torno al elemento llamad 11 ¡tu ¡ iones de selección y reglas de combinación de elementos o, co­
o "código" y la segm
,1111 1 1us dice Jakobson , reglas para un eje paradigmático Y reglas para
da lo estaría en torno al elemento llama
do "mensaje" .
•lll 1 1 sintagmático. Para realizar la comunicación es preciso elegir de­
Entre el emisor y el receptor de la cortl.u
nicación lingüi · t i ' 1 1 1 1 inados elementos de entre la multiplicidad de los que están conec-

se encuentra un ambiente d e rumor, que 1 111¡10 nJ emisor con el receptor, elección que opera teniendo en cuenta
es el estado acúst il
11 l mllitud y su diferencia. Pero al mismo tiempo existe un conjunto
natural de la atmósfera, del aire que los
.interconecta. ¿ Có ,¡, 1 glas de ubicación de estos elementos, reglas de combinación o de

hace el emisor para que la alteración a la , , 1 1 1 posición que los organizan en una secuencia temporal o espacial.
qu� somete a ese
1 ,1 1 mentos elegidos se ubican en el tiempo y en el espacio dentro de
do acústico sea percibida por el recept
or como portadora
¡ 1 1 111 tleterminada continuidad. De esta manera, las reglas del código
sentido? ¿Cómo hace el receptor para distin 1111 l tUltO reglas para el eje sintagmático o de contigüidad cuanto para
guir, dentro del
mor que llega a sus oídos, ciertos conju ¡ 1 ¡1• paradigmático 0 de selección . Cualquier elemento del contacto
ntos sonoros
1 11, de constituirse entonces en un elemento significativo siempre que
vos? Cuando hablamos de código nos referim
os a aquello , 1 I'Onectado con otros elementos, de acuerdo a una determinada de­
está indicado por la palabra "lengua" en la
terminología lingO l l t llf 1 11 de su identidad diferencial respecto de los otros, Y siempre que

, 1 ubicado en el sitio preciso dentro de una secuencia.


tica de Saussure. Es la lengua la que guía
al hablante y al
1' ro hay otra característica de este código en la que que es necesa­
cha cuando el uno enciende y el otro recono
ce una cOI1Si:stenc lal I IH ¡11 ¡stir. El código del proceso de comunicación social determina la

simbólica en una determinada materia sonor


a. El código e
1 1 1 1 1i1 J i!idad de combinar, lo mismo en el eje paradigmático que en el

" l l i i Hgmático, elementos de dos tipos de consistencia diferentes, corres­


otro elemento común a la situación del
emisor y a la del re l " " " l i .. ntes a dos nivel es diferentes de articulación o simbolización El
tor; consiste en un conjunto de principios, ¡, 1 11111oje humano, dice Martinet, no sólo envia y recibe significaciones
leyes, reglas y nor
· ¡ 1 1 !' 1 stán constituidas por las combinaciones de elementos ya sigmfi("
94
95
La función metalingüística tiene
que ver con el hecho, n •1 u 1 l11d romo taL Todo acto de comunicación implica un forcejeo
dado por Jako
bson, de que no hay ningún acto l l l t• l t
de comunic 1 1 h 1 digo que lo hace posible. En la comunicación humana, a
lingüística en que el código, la
lengua, ese "instrumento" con l i h 1 1 • 1 1 ia de lo que parece suceder en la comunicación animal,
que es posible componer y desc
omponer los mensajes, no st• 1 1 1 , 11 1 g no está encamado en los agentes de la comunicación
cuentre puesto en cuestión resp
ecto precisamente de su efl•1 1 1 1 1 1 1 q t l ' entre quienes lo "usan" y ese código hay un cierto dis-

1 1 1 11 1 1 1 n i nto, un décalage. Hay una tensión entre lo que es el


tivos ellos mismos, sino que
tiene otro nivel, una segunda 1 t lltl t l', l comunicarse, y lo que es el instrumento, la lengua, el
posib • l l l llt
de articulación o producció
n de sentido, que consiste en
combina1 1 1 , ,. ¡ 110 de esta comunicación. El cifrador y el descifrador están
mentos que no están dota
dos por sí mismos de ning
una signifi H l l 1
dad. Estos dos niveles de
articulación son los que están
• 11 1 p r poniéndose "por encima" de él, dudando de su eficacia,
inscrit o
determinados en el código.
1 1 1 1\1 ndolo, tratándolo como perfectible, pretendiendo trans-
Por un lado, el código impli
ca reglas de combinación de
elemr1 1 " " 1 1 1 11 do. La función m:etalingüística consiste precisamente en
con sentido, p o r ejem plo,
las reglas d e sintaxis, que
nos indican c·tllll
conectar entre sí palabras, '
es decir, elementos que signi ¡ ,, uutocrítica de la comunicación inmanente al acto mismo en
fican ya p(IJ
mismos. Habría así un nivel
puramente sintáctico como 11111 ¡ ' realiza. Más acá del código, puesto que depende de él
la articulnt 1 1
de los distintos elementos de
la oración. Pero, por otro lado,
"debl:\io" ti
este nivel -y esto sería l o
fundamental- habría otra posib
1 ,, , 1 r atizarse (puesto que está siendo "hablado" por él), la co-
ilidad ¡ 1
tagmática, otra posibilidad
d e ubicación d e los elementos
para log1
1111111 ación está también siempre un poco más allá de él, reba-
sentido, que sería la artic
ulación de aquellos elementos
que no ti<'l l " 1 1 l olo, poniendo al descubierto como "decibles" cosas que has­
ninguna significación p o r
sí mismos. En e l caso d e
l a comunicar!
animal, nos dice Benvenist
e, podemos encontrar proce l t l ' n lonces eran " indecibles".2 Hay que añadir a esto que la
sos de comb in
ción de elementos, un proce
so de envío y recepción de l l md n metalingüística no siempre se mantiene como un "mo­
seña les pero !JII
se mueven sólo en la artic
ulación más manifiesta, la
de los elemen l u
que son significativos por J J II'I I l " integrado y confundido con las otras funciones; en oca-
s í mismos. Así, por ejemplo,
las abeja s, pnr
comunicarse, realizan en su
vuelo determinadas evolucione 1 1 1 1 11 '8 puede también mostrarse en su pureza y afirmarse como
s cuya 1 1
yectoria se destaca, con un
ángulo mayor o menor, respe
cto de la !in 1 ' l 1 1 n ión protagónica de la comunicación.
del horizonte, convirtiéndose
así, en cada caso , en una indic
ación ind
pend iente , en una señal que
vale por sí misma. En camb
io, en lo t ¡ U
hace al lenguaje propiame
nte dicho o lengu¡;ye hum
an o , tendría m u
justamente otra posibilidad
, l a d e <"omponer significac � l,a lengua debería ser vista como un corte transversal, en un de­
iones usan du
elem entos que por sí mism
os no significan nada, como
son los "fou lo 1 1 1 1 nado momento, en el proceso de simbolización que tiene lugar en
mas ".
• l 111 1111tecer histórico del habla.
96
97
Esta modalidad del uso lingüísti
co en la que la función 1 1 , 1 t 1 t t H b i én éste último puede ser visto como una variante
lingüística predomina sobre
todas las demás -puesto 1 1 1 1 , , 11 1 • o de producción/ consumo de significaciones. En efec­
q
composición y de-composición
del mensaje se Ueva a cahu 1 1 ' 1 • o la palabra no es también un objeto práctico, de mate­
la intención directa de poner
en crisis el estado actual d • 1 1 , l l 1tt l ¡onora? ¿Acaso la pronunciación de una palabra no es
go- tiene para Jakobson -y
con razón - una importan ·111 11 d t1tjo" de transformación del estado acústico de la atrnós­
peciaL Tanta, que pretende reco
nocer en ella una sexta fur u 11 , llll'diante ciertos "utensilios" del cuerpo humano, que es
comunicativa, la función que
él llama "poética" y que \ ¡,1 l l t tt ic.la" o disfrutada al ser percibida auditivamente? ¿Aca-

centrada justamente en torno
al elemento "mensaje" o, m jor 1 1 t rocción de información fuera o a partir del referente por
.
juego con las muy diferentes
vías para componerlo 1 1o dl'l misor no es también, en definitiva, una "apropiación
componerlo que es posible arra
ncarle al mismo código. t 1 IHl luraleza" como la que tiene lugar en cualquier proceso
l t tlhajo, sólo que una apropiación del tipo cognoscitivo?
*
, ,, ,1 1 contacto no es una "materia prima" y el código un

La tesis que apoyamos -y de 1 1 1 po instrumental"? ¿Acaso el expresar del emisor no es un


la que parte la definición dt- 1
cultura que intentamos susten I " 'Y••rlar" y el ape1 ar a1 receptor no es un "transformarlo"?.
tar - no afirma solamente qut
• 1 ,. tamos que el carácter "político" del animal humano hace
proceso de producción/ consum
o de objetos prácticos "contic>n
1 1, inmediatamente, un ser "semiótico"; a ello habría que
un momento semiótico o "lle
va consigo" o "va acompañado" 1
un proceso de comunicación 11ltr que el carácter semiótico del ser humano hace de él, de
. Más allá de eso, afirma que
enl 1 , 11 lo igualmente directo, un ser del lenguaje, del lógos. En efec­
en el proceso de producción/
consumo de objetos prácticos
y 1 l1 1
l t •• miosis en cuanto tal sólo es imaginable en su desdobla­
proceso de producción/ consum
o de significaciones hay un
identidad esencial. llllt'llto como "semiosis .lingüística", por un lado, y como "semio-
1'" tica", por otro.
Si se establece una comparació
n no se puede menos que r
conocer que, así como el len llt\Y que suponer, en el proceso de comunicación, la acción
guaje humano -el proceso de
co t. 1 1 11.1 tendencia inherente e indetenible del mismo a su propia
municación por excelencia-
puede ser considerado como
un11 " 1 1 1 m ización, a la optimización de cada una de sus funciones y
ción/ consumo de objetos prá
variante del proceso de produc
cti d1•l ronjunto de ellas. Y hay que suponer también que toda la in-
98

99
finidad de los objetos
prácticos - cuya forma
, como veía nw
necesariamente un me
nsaje - tiende a clasifi
Semiosis y cultura
carse en re� n •n
a la agilidad y la pre
cisión transmisoras del
sentido com u n h plicaciones en torno a la tesis acerca de la identidad
vo. Hay unos objeto
s hacia un extremo,
cuya capaci dad ' ' 1 1 1 1 Pntre la semiosis y la producción/ consumo de objetos
transmitir muestra un
grado relativamente
bajo de agilida d, , 1h '' quisiera desprender tres indicaciones para la definí-
precisión o de ambas
(pensemos en una cas
a, por eje m
mientras hay otros, hac
ia el extremo opuest
o, en los que su 1 1 ¡ t d mera tiene que ver con el ordenamiento
y la jerarqui­
pacidad de transmitir
posee una de las do s
características, 0 ""' d • las funciones comunicativas descritas por Jakobson, la
dos, en un grado rela
tivamente alto (pense
mos en un guinu 1 1 1 1d u on la compos ición estructural del objeto o del mensaje
ojos, por ejemplo ). Los
primeros serían aquello
s objetos quo 1 l o • t r •ra con la universalidad del código y su operatividad
sentan menos forma
en más material, aqu
ellos cuya ma l o 11 ll concreción histórica.
dad es menos dúctil,
más reacia a adoptar
una forma y cuyo 1 1 f 1 1 nción referencial ha sido la dominante en la comunica­
do produc tivo-consu
ntivo es más prolongad
o; los segundo , ' ' l i ngtiística de todas las sociedades que conocemos en la
la inversa, serían aqu
ellos objetos que en
menos material · 'n que todas ellas han sido, de alguna manera, produc­
más forma, aquellos
cuyo material es má
s sutil, más apto La existencia de las comunidades ha estado centrada
asumir formas y cuy
o tiempo de producci
ón/ consumo es 1 o l .uu •ntalmente en alcanzar un excedente en la interioriza-
corto. De entre estos
últimos - como verem
os más adelant 1 1 "" lo Otro (de la "naturaleza") como condición de supervi-
las transformaciones
en el estado acústico
de la abn ósfera 1 11 1 d lo humano; en obtener, por lo tanto, informaciones
tan ser, con mucho,
los objetos más preciso
s y expeditos en '"' 1 naturaleza. Todo el proceso semiótico ha debido cen­
transmisión de inform
ación; son los que
llegan a ostentar ' ,,., IISÍ, en la función apropiativa, sea ésta práctica en general
máximo de forma en
un mínimo de mater
ial (pensemos en l '" '¡ tin mente referencial, cognoscitiva. Sabemos, sin embargo,
exclamación "¡ ah !", del
señor Keuner, en el
libro de Brecht), 1 11 ' " I n centralidad puede romperse en determinadas
circuns-
más aptos para me
diar entre la intenc
ión del productor y 11• l t y que en el proceso de comunicación hay la posibilidad
1
transformación del con
sumidor.
' 1 ' ' " la función referencial llegue a girar en torno a otra
u
t lt• Jas cinco funciones restantes .

..
100
101
Este hecho es de sum
a importancia para
un a con si es como si estuviera al "servicio" de esta dinámi­
como la que hacem
os. Pensamos que si
. un a descripción d l ' l'l '.'i n d e una experiencia del mundo, hecha como una
jun to de las funciones
comunicativas va má
s aiiá de lo "rt l i t 1 1 1 n i r ceptor para que se modifique, resulta ser el marco
te existente ", del mo
do en que existe de
facto, es decir dt• 1 t 1 1 1 1 tu la referencia práctica general al exterior, al contex-
denamiento en torno
a la función referenci 1 1 l 1 1 nd n referencial lingüística o de tipo cognoscitivo, la
al, y hace , ¡ i n
d e precisar cuál es
s u ordenamiento ese
ncial, debe IIeg I r u l t i l t ic n del conocimiento, estaría así siempre dominada por
sariamente a la con
clusión d e qu e s e
trata d e una tota l 1,¡ 1 , i n de lo expresivo-apelativo; estaría al servicio de la
que gira en torno al
entrecruzamiento de
dos líneas de ¡,,, IIIHII e comunicativa propiamente dicha, del flujo vital y
cad a una de las cua
les intenta prevalece
r sobre la otra: u n h t lt n q u , al conjuntar al cifrador con el descifrador, promue-
v a d e la función exp
resiva a l a función "
apelativa, y otra t J I 1 1 1 111 v ! untad de saber".
I
d e l a función refere
ncial o "sémica" a l
a función 1 1 1 1 lro intento de prevalecer es el del "momento comunicati­
o "metasémica 11 •
t t i i iSl i.tuido por la tensión que va de la función referencial o
El primer intento de
prevalecer es el del
"momento" 111 , u" a la función "metalingüística" o " metasémica" como un
cativo constituido
por la tensión qu e
va de la función exJp 1 t l1 • u nciones que también se copertenecen. Según este inten-
rell ·

a la función apelativa
como un pa r de fun
ciones qu e se terminante del proceso de producción/ consumo debe
necen. Según este
intento, lo determina
nte del proceso d rse en que se trata de un proceso de humanización o de
ducción/ consumo
debe encontrarse en
el hecho de que se 1h 1 10rización de lo Otro (lo que la modernidad conoce como
de un proceso de "au
torrealizaciónll del
sujeto humano, es u t u rn leza1 1 ) en el mundo de lo humano; un proceso en el que
un proceso en el que
una cierta intención 1 11
del sujeto está n o el habla, la producción de significaciones o de objetos
mándose como mo
dificación, sea de sí
mismo en el futuro s, al poner en funcionamiento un código o un campo
11
0 tr0 11 en e1 P1ano
'
de la reciprocidad.
111 1 1 u mental, lo emplea y se somete a él al mismo tiempo que
En la perspectiva de
este momento com
unicativo lo h• horda su efecto simbolizador, su eficiencia técnica, y cues-
mental estaría en la
relación intersubjeti
va, en lo político; eJ 1 1• 1 1 1 1 u capacidad simbolizadora o su instrumentalidad.
ceso de comunicació
n estaría centrado
precisamente en la 1\n la perspectiva de este "momento" del proceso semiótico lo
sión qu e va de lo exp
resivo a lo apela tiv
o. La función r<>f'.,..,, ..... .� 1 1 1 1 1 1 mental estaría en la relación técnica de lo humano con la
1 03
102

humanización de lo extra-humano, del seguimiento d 1 , , , 1 1 1 1 í 1 tiva , entrecruzamient


o en el que cada uno intenta pre­
o un principio de or-
'con la ordenación misma del caos, de lo "decible" con la bre el otro, otorga a ese conjunt
eso de semiosis en
lidad de lo indecible". La forma del objeto estaría dada 1 1 111 t t t i •nto inestable que convierte al proc
tensión que se enciende entre la disposición técnica gen '"'' t t •lll idad plur al y protéica.
abordaje de lo Otro (de la "naturaleza"), inherente al cam l l n 1 definición de la cultura com
o la que intentamos, que
de una identidad esencial en­
trumental que sirvió para producirla, y la propuesta singu l 1" , '"' ' basarse en la afirmación
carácter
conexión con eso Otro (con la "naturaleza") que está en ju ' l 1 1 pr ctico y lo sem
iótico, deberá tener presente este
o, puesto que es en el
el proyecto de realización concreto - lo mismo del objet protéico del hecho comunicativ
del sujeto - que ella debe posibilitar. l• •l t•gu e de este carácter en don
de esa identidad debería mos­
¡
El proceso de comunicación estaría, así, determinado mo tal.
samente por la tensión que prevalece entre el "habla" y 1
*
gua", entre el uso del instrumento y la instrumentalida
mismo. La referencia técnica hacia lo Otro, cumplida en
ad no hace más que pro­
uso del instrumento, resulta ser lo que está verdaderamen ••gu nda indicación - que en verd
la
' ' l',ll l' la anterior - sale de
la descripción de la estructura de
juego en toda relación del productor con el consumidor.
Ferdinand de Saussure
fonnance comunicativa, el cumplimiento de lo expresivo ,.,,. n significativa hecha primero por
lmslev.
apelativo aparece entonces como si fuera solamente un ' ''1 '1 uüeada después por Lo� Hje
inguirse, por un parte, lo
en la historia de esa tensión conflictiva. La línea de tensión l ' l l l do objeto práctico puede dist

1 hay de aquello que fue


su materia prima y, por otra, lo
reúne a lo expresivo con lo apelativo estaría siempre uuuun••
1 es la forma actual que
tiene transformada a esa mate­
por esta otra que lleva de la función referencial ll.liL)<,.LJL"''.a�
) 1 1 es precisamente lo que
el trabajo que lo produjo objeti­
función cognitiva, productora de conocimiento, a la función
rumentos. La forma del ob-
talingüística, la que articula o simboliza a lo extra-mundan ''" •lla sirviéndose de ciertos inst

1
lo perciba como el
lo mundano. ltt i 'S la que hace que el consumidor

1 1 hl lor apropiado para una


determinada necesidad suya, y
El entrecruzamiento de estos dos ejes de tensión dentr
1 1 1 1 m a forma del objeto es
la que, simultáneamente, hace que
conjunto de las funciones q ue constituyen al proceso de
1 04
1 05
el productor tenga por
realizable su intención ("pu 1
rpm 1' 1 1 1 1 1 objeto de trabajo que sea absolutamente "natural", i.n-
transformar al consumido
r. Bifacética, · ¡a forma del obj
lo 1 1 1 11¡, , 1' uente de toda impronta humana. Es una forma que, de­
tiza esta intención y esa exp
ectativa, repitiendo a escala
lu. t ' 1 1 ! 1 1 1 td tanto en la tensión comunicativa entre el trabajador y
dual, por enésima vez, el
arreglo o compromiso entre
el 1 1 1 11 lador como en la tensión puramente semiótica entre uso
de las necesidades de dis fru
te y el sistema de las capaci
dad . " 1 11\< (habla y lengua), tiene siempre y en todo caso una "his-
trabajo del sujeto social glo
bal.
1 1 1 " �1ue incluye en sí misma un pasado: capas superpuestas
Por ello es que la descripció
n que Saussure hizo del "s•K
1 1 1 11 rnas anteriores rebasadas por ella pero sin las cuales ella
de aqu ello que corresponder
ía a lo que es el "mensaje"
en 1'1 , 1 pod ria ser lo que es. Y también, por supuesto, un futuro,
quema de Jakobson, es tam
bién la de un objeto de con
sisl t •n 1 w• lo que determina de modo indispensable, aunque sólo sea
bifacética. Un signo, es dec
ir una significación consid
erad • 1111 1 u bstancia, cualquier nueva forma que pretenda aparecer.
margen del valor coyuntura
l que tiene en un momento
deh •J
nado de la comunicación
social, está constitU ido por
un d1• Diagrama 4. La biplanaridad del signo y su doble estrato
minado hecho perceptibl
e de algún modo a través
de los 11 1
dos (digamos un sonido R E CE P CION
, un trazo sobre el papel),
que s rl
"significante", hecho qu e se �
(con)funde con una determ
inad
tendón de sentido, que ser
ía el "significa do" . Un sig
no es t
la mancha de tinta sobre el
papel o la perturbación de
las
sonoras en el aire como alg sutstancia forma de la
o más, articulado íntimame de la e xp-esiétl
nte a exp-esiétl
una "imagen" extrasensori
al, una realidad mental, un
concep ll
Pero además de esto, la for
ma de l objeto práctico no
es sutstancia
mente un vínculo entre
dos agentes "contemporáneo da
'
s"; lo forma da

f
cont a-� i c::b
también entre ellos y otros contmi c::b
agentes como ellos, del pas
ado o
futuro . La forma del objeto
práctico es siempre y en
todo <
una forma transfo rm ada
o la transformación de una
forma pr
via , pues no hay en verdad
u na materia
verdaderamente "pr EMISI ON
1 06
1 07
Este segundo movim
iento de conformació
n de la for m
objeto práctico - menos
1 ,, , , , , , ¡ 5 Forma de formas (el encabalgwniento de los signos)
evidente que el prime
ro pero igu c1 l
te esencial - es e l que
descubrió Hjelmslev
como resulta do
su profundización en
el carácter simbólico
"bifacético" o "hf
J
nar " que había estudi
ado Saussure en el exa
men de la rn,, ,. , ,.,.,, ,..
cia del signo. (Ver el
diagrama 4.)
En el acto de constit
ución unitaria del sig
nificante y el sfK
fic ado -a los que
Hjelmslev describe com
o pertenecien l t •
primero al "plano de
la expresión" y e l seg
undo a l "pl ano
contenido " - tiene lug
ar, a] mi sm o tiempo,
otr o acto
decisivo al que pod
ríamos llamar de '�do
nación de forma a
�ubstancia" o, dicho
con más precisión, de
conversión dt• 1
"m aterial intencion al"
(purport) en la base o la "su
bstanc ia "
una "forma". Si algo
así como un signo es
posible - dice este
1 ' • ' , 5 3 y Fl, F2, F 3 = substancia y forma
tor - , si puede existir
una cosa que es al mis l. h rH signos 1, 2 y 3, respectivamente.
mo tiempo "m
ria " Y "espíritu", un ••misión
idad que articula o
sim boliza a una r l '< '
•pción
sión (significante) y
un contenido (signif
ica do), ello se debt t�o serían sólo dos, entonces, las determinacion
es constitu-
que tanto la una com
o el otro están constit
uidos por un acon
cer semiótico que for
1 1' del signo: las dos ca�as (significante
y significado ) o dos
ma o trans-forma al
resultado de una "si n J ' L t t ros (expresión y contenido) de un mismo objeto.
Habría
bolización" precedent
e ( o a una proto-simbol
ización) tománd ol lr'lllll otras dos determinaciones - entrecruzadas
con aqué­
como soporte o sub
strato de un nuevo
"efecto simbolizado

l! , , la del "estrato de la forma" y la del "estrato de la
subs­
Toda forma implica
de alguna manera
un I I I H I d " . Mismas que, proyectadas sobre
los dos planos o facetas
sobre otra forma pre
via. (Ver el diagrama
5.) Ir 1 .,lgno, se alinearían entonces como "substa
ncia del conteni­
1
l r �1 y " ubstancia· de la expresión", por un lado, y como "forma
.J Ir 1 ' onteni do" y "forma de la expresión ",
por otro.
1 08 1 09

¿Cómo debe entenderse esta distinción entre un t• 11 1 1 1 1 d t � l o ., i nterlocutores. Nunca es pura la sonoridad d el ai-
sÚbstandal y un estrato formal del signo, distinción vá l lll,,
ll• t l l p rt • hay en ella la marca reconocible de una preferencia
mismo para e l plano d e la expresión que para el plano dt•l , ,
, ,1 ¡ ,, d t i l ¡ u isición de sentido, de una predisposüión significa ­
tenido (tanto para el significante como para el sign i fil 111 1 1 1 )
• 1 • 1 1 ' soporte físico siempre ya socializado de la copertl?­
Creemos que e n este punto e s posible promover que l a l t ' l l l
"' l i t t • n l re emisor y receptor constituye el material o la "ma­
del signo d e Hjelmslev y l a teoría d e l a comunicación de ) ,
1
' 1.1 pl'i rn a " que, al recibir una determinada forma en el
son trabajen la una sobre la otra, dejándolas descubrir su • 1
' " ,..,o comunicativo, adquiere justamente la calidad de subs-
plementariedad.3
t l l• 1 1 de esa forma.
Habíamos indicado desde el principio que el signo, Ju 1 1 1
1 po ner en juego un mensaje es el diálogo entre emisor o
dad significativa elemental, e l objeto significativo o portador
H t t l l t t lkante y receptor o interpretante el que enciende en el
mensaje se constituye como alteración del medio que se h,,
· •l ll t u l o su aspecto físico convirtiénd olo en el "significant e" del
entre el emisor y el receptor, del contacto alteración que SI' 1
q1 1 tn, y el que actualiza en el mismo contacto su aspecto social
cuta gracias al uso del otro elemento común entre ellos, qut•
'' 11 t • •uJ o de él su "significado ". Pero no hay que pasar por alto
reúne y los hace coexistir en una comunidad elemental: el 1
' 1 ' ' ' ' 1 · n esa reconformación de la forma espontánea de lél fatis,
go. Si prestamos atención al contacto observamos que, ya
, ¡ , 1 , u m or, esta fatís o rumor, esta pervivenda de diálogos an-
entrada, él tiene una doble consistencia. En el caso del
1 • 1 o r·e en el material mismo del diálogo actual (como en el
- ejemplo siempre paradigmático - consta, primero, del
¡ u tlvo" del que habla el poema de Quevedo o en las voces que
de la atmósfera con su sonoridad alterable o su estado
l l l t l r'm u.ran en los rincones de Comala) puede alcanzar un pro­
siempre dispuest o a variar, y, segundo , de la fatís propiam
Lt non ismo enigmático.4
dicha, del rumor, del estado "acústico-social" de esa atmósft•

de una inercia "protosignificativa " que convoca desde la com 1 Al poner en evidencia que todo acto de habla, junto al emisor Y al

f
1., Ppl or, incluye una tercera fuente de sentido -el material protosignifi-

t l lvo revelándose como substancia en el acontecer de la forma-, la 1 '0-


3 Obsérvese, por ejemplo, que la relación entre
1 ¡,1 t ic-. Hjelmslev permite esquivar la tentación metafísica de buscar en
forma y substm u
del signo, descrita por f-ljelmslev, puede ofrecer el substrato
concepl l l ! I o if t "revelación" suprahumana el origen de toda significación Y tacto
se n ­
de la relación que Jakobson necesita establecer entre
el mensaj en la que cae Heidegger cuando, al combatir con razó1 t la
i lo l l l. Tentación
contacto.
¡,¡,., del lenguaj<, como mera transmisión ("comunicación") de informa-
110

La perspectiva que muestra al signo, al mensaje, como la descifram iento de las significaciones. Los dos niveles de consi -

encrucija da de dos líneas diferentes de tensión semiótica, la ex­ L ncia de la lengua, el puramente funcional o "sistemático" y c�J

presivo-conativa y la sémica-metasémica, tiene una importan­ p ropiamente histórico o "normal", mantienen entre sí una rela­

da esencial para la definición de la cultura. Enseña que la vida ción de copertenencia tan intima que si bien el segundo no po­

humana no es sólo un asunto intersubjetiva sino que es igual­ d ría "existir" sin el primero, éste, a su vez, no podría "realizar-

mente un asunto que remite a una relación siempre. renovada e" sin él.

del sujeto humano con "lo Otro". El cam po instrumental de la producción/consumo en la

poca m oderna experimentó, a partir de la segunda mitad del

iglo XVIII, una transformación radical conocida como la "revo­

.1 l ución industrial". El nuevo esquema que ella impuso al proce-


La tercera indicación que esta hipótesis sobre la identidad entre
o de trabajo - descrito magistralmente por Marx en El capi­
la producci ón/ consumo de bienes y la semiosis puede aportar
tal - incluía la inserción, entre las manos del trabajador y la
a la definición de la cultura proviene de una distinción entre los
materia prima, de un complejo maquinal dotado de su propia
dos niveles de consistencia de la lengua que reconoce Eugenio
fuente de energía y capaz de manipular las herramientas direc­
Coseriu, el nivel del "sistema" y el nivel de la "norma".
las. Se trataba de un esquema general, reconocible desde en­
La lengua es un aspecto de la existencia del habla, del len­
Lances en todos los procesos de revolucionamiento industrial
guaje humano en el acto mismo de efectuarse. Es lo que puede .
que vendrían después. No p uede hablarse, sin embargo, de una
describirse si se hace un corte transversal en el flujo de su reali­
ola revolución industrial; han habido muchas revoluciones in­
zación, si se considera u:n "estado del habla". Es decir, es la es­
dustriales, de acuerdo al modo en que debieron llevarse a cabo,
tructura de las reglas que se están siguiendo en el ciframien to/
cll tipo de energía del que dispusieron, a las diversas m aneras

·¡ de diseñar el complejo maquinal, al producto preferencial a l

que debían dedicarse. El código o la estructura instrumenta l

r
dones, sustantiva esa tercera dimensión del lenguaje -exagera
ndo el
"misticismo lingüístico" de Benjamín-, hace de ella un tercer
personaje del medio de producción debió transformarse en cada caso d r
y le adjudica la jerarquía de un "hablante" superior; cuando afirma,
m anera concreta, a través d e l a transformación d e un o h­
pues, que es la propia "lengua" quiP.n, siempre que hablamos, "nos
habla" : habla "por nosotros y a través de nosotros".
código de ese mismo medio de producción, de una su h-
112 1 13

estructuración ins trum ental en la que estaban tenidos e n cuenta li vo - momento que le es inherente en tanto que proceso dE'

esos factores inesenciales en abstrac to pero esendales para la vida animal - en un proceso de producción y consumo de sig­

realización efectiva del proceso de trabajo. nos propiamente dichos_

La idea que quisiéram os rescatar de esta distinción enlre Establecíamos, a continuación, una homología entre la des­

"sistema" y "norma" es la de que esta última actúa como un ·ripción que Marx esbozó del proceso de· reproducción social y

sub-código que es capaz de sobredeterm.inar al código, de vol­ l a descripción que Jakobson ltizo del proceso de comunicación

verlo más amplio o complejo, es decir más específico o selecti­ l ingüística, y hemos planteado que ambos hacen en verdad re­

vo, y que esta subcodificación sohredeterm.inante es indispen­ ferencia al mismo proceso, sólo que mirado desde dos perspec­

sable para la existencia real e his tórica del mismo. Livas diferentes. Y afirmábamos, por último, que esta coinci­

dencia permite ubicar el lugar conceptual desde el cual se


*
descubre la presencia de algo así como una "dimensión cultu­

ral" de la vida humana.


A las indicaciones que hemos visto hasta aquí, sugeridas para
La tesis acerca de la coextensividad del proceso de repro­
la construcción de una teoría de la cultura 'y provenientes de la
d ucción social y el proceso de comunicación nos había condu­
idea de una identidad esencial entre semiosis y reproducción
'.ido a señalar que todos los objetos prácticos son significativos
mediante objetos prácticos, es indispensable añadir una última
en la medida en que tienen una determinada forma, que el sen­
no menos importante. Es una indicación que se refiere a la rela­
L ido concreto de cada uno de ellos radica en la peculiaridad de
ción existente entre sentiosis en general y semiosis lingüística.
su forma. El productor, con su acción en el proceso de trabajo o
El intento de encontrar el lugar conceptual más adecuado
" onsumo productivo", trans-forma o vuelve a dar forma a un
para la construcción de una teoría de la cultura nos ha llevado
determinado material; esta nueva forma es el núcleo de la pre­
a reconocer la consistencia semiótica de la vida humana. De­
, ncia del objeto práctico. Lo que acontece en el proceso de
cíamos que si la politicidad - el predominio de lo político so­
consumo final o disfrutativo es justamente la eliminación dE'
bre lo físico - es el rasgo más propio y característico de la re­
esa forma en el objeto mediante su conversión en factor dt> la
producción social, esa politicidad tiene que darse como
re-conformación del sujeto en tanto que consumidor, de la a l l t'­
S(�miosis, es decir como conversión de su momento com unica-
mción de su "mismidad" o "identidad" anterior.
11 4 1 15

El consumidor sabe destruir a l objeto; l o hace como parte dP l ransforma a aquel sujeto que, transformándose él mismo a l

su auto-construcción. Al absorber las substancias alimenticias lransformar a otros, requiere que los otros, al transformarse a

del pan, el consumidor no destruye la substancia material de la si mismos, lo transformen.


que está hecho sino que la recicla. Al hacerle caso a la forma La biplanaridad del objeto como vehículo de la praxis, el

del pan, al aceptarla y gozarla de una manera que se afirma hecho de que está referido lo mismo al momento productivo

como la más oportuna y adecuada - dado el lugar y el momen­ q ue al momento constmtivo, y de que la secuencia de estos

to concretos - , el consumidor "recicla" también su sentido; lo momentos implique la alteración del consumidor como efecto

hace descifrándolo en el instante mismo en que lo convierte en de la reacción provocada en "lo Otro" por la acción del produc­

la base o la substancia. semiótica de otro acto de donación de lor; el hecho de que el objeto práctico sea a un tiempo producto

forma, el suyo propio, que está en proceso. y bien, contenido y expresión, significado y significante, hace

Hay - insistimos - el ciframiento de una significación en la que su carácter práctico y su carácter significativo sean una y la

forma del objeto práctico y hay un desciframiento de la misma misma cosa. En verdad, la significatividad no es más que la

que consiste exclusivamente en el consumo formalmente ade­ quintaesencia de la practicidad del objeto. En su "nivel arqueo­

cuado de dicho objeto. El sujeto productor, al dar la forma con­ lógico" más profundo las significaciones se dan siempre, en la

creta al producto - por caso al pan - está cifrando un determi­ vida cotidiana, como significaciones "atadas" a la existencia

nado mensaje acerca de cómo debería ser aquél que consuma práctica del objeto.
·
ese objeto. El consumidor de pan, que requiere transformarse Pero es indispensable dar un nuevo paso. Es necesario reco­

en el acto de consumir, se transforma efectivamente, y lo hace nocer que en el proceso humano de reproducción/ semiosis tie­

acatando por un lado y desacatando por otro la sugerencia de ne lugar también un hecho decisivo que consiste en la (cuasi)

ese mensaje práctico. Se transforma al menos, básicamente, de mancipación de la significatividad del objeto respecto de la

un sujeto hambriento en un sujeto saciado. Pero, sobre todo, practicidad del mismo, en una depuración, ella misma práctica,

pasa de ser un sujeto hambriento en un determinado sentido a de la quintaesencia semiótica de la practicidad. Es, así, consti­

ser un sujeto saciado tanto en ese sentido, el suyo, como en luido com o un proceso aparte de producción/consumo de ob-

otro, el que viene con la forma - la consistencia, el sabor, la 1 tos de significatividad emandpada, que se da el proceso de la

apariencia - del pan que consume. La forma de un objeto sólo comunicación propiamente hnguística .
1 17
11 6
ujeto receptor no es necesario que la practicidad efectiva del
La palabra, el vehículo de la comunicación verbal - el modo
.
objeto producido/consumido tenga alguna relevancia dentro
básico de todas las versiones posibles de la comunicación lin
d 1 sistema de capacidades/necesidades de origen animal. En
güística - , es ella misma un producto con valor de uso por
!!1 signo lingüístico este tipo de practicidad del objeto se en­
cuanto ella es simple y llanamente una intervención de la vO'/
c uentra tan reducida que pasa al plano de lo virtual: es la prac­
humana en medio de las ondas sonoras que existen en la at­
Li idad négligeable de una simple alteración del estado acústico
mósfera. El contacto que existe entre el emisor y el receptor es
de la atmósfera. Lo admirable está en que sobre esa practicidad
exclusivamente el aire, y lo único que hay como producto en el
de una materia tenue o enrarecida, propia de esa inquietud del
momento en que el sujeto emisor emite una palabra es una alte­
uire que es la palabra o signo lingüístico básico, se levanta una
ración del estado sonoro del mismo, una transformación de esP
apacidad significativa cuya potencia es inversamente propor­
contacto casi "imperceptible" que está conectando al emisor con
ional a esa inconsistencia.
el receptor. Hay asimismo un consumo de ese producto que
La posibilidad de separar al proceso comunicativo de La es­
consiste exclusivamente en la percepción del efecto en las
pacialidad y La temporalidad puestas básicamente por La "cer­
membranas del oído de esa alteración del aspecto acústico de la
teza sensible" de la vida animal y de poner a los mensajes en
atmósfera provocada por la voz del emisor. Al escucharse una
apacidad de combinarse entre sí libremente a través de las si­
palabra, su sonido está siendo consumido de manera similar a
tuaciones más variadas, algo que es impensable en el caso de la
como es consumida la materia del pan. Como el pan, también
emiosis "atada" a la practicidad corporal, se vuelve, en el caso
la palabra es un producto, una substancia trabajada, que va a
de la comu nicación lingüística, su horizonte de acción funda­
ser consumida. En la palabra encontramos también, como en
mental.
las otras cosas, una determinada practicidad. Es un producto,
Con ello nos encontramos frente al aparecimiento de otra
es un bien: pero su practicidad es suí generis.
manifestación de la peculiaridad del proceso de reproducción
A diferencia de los objetos prácticos comunes y corrientes,
social. Decíamos que el proceso de reproducción de la vida
la palabra, la unidad más característica de la semiosis lingüísti­
humana es específico porque es libre o, lo que es lo mismo, po­
ca, es un signo que, en principio, no está atado a la practicidad
ütico. Decíamos después que lo es porque esa libertad se cons­
fisica, material o corporal del objeto sino, por el contrario, libe­
tituye com o semiosis comunicativa. Y decimos ahora que dicho
rado de ella. Para que el sujeto emisor entre en contacto con el
1 l8 1 19

proceso de reproducción es específico porque esa semiosis in­ los otros es sólo un momento integrado en ellos mismos, sino

cluye neéesariamente la presencia de un proceso de comunica­ obre todo porque su propio funcionamiento invade y penetra

ción específicamente linguístico . n todos ellos, alterándolos esencialmente en su realización. Es

L o que resulta más notorio y característico, l o que s e percibe decir, porque, dada su mera vigencia, todas las posibilidades

como propio y dominante en la vida de los seres humanos es de la producción y consumo de significaciones prácticas van a

sin duda que se trata de animales cuya reproducción gira, toda estar referidas de alguna manera a aquello que se puede hacer

ella, en tomo al ejercicio de esta actividad tan espeCial que es el a través suyo.5 Dentro del proceso de la comunicación humana

lenguaje, es decir esta capacidad de producir y consumir pala­ hay una especie de dominio del lógos, se observa una gravita­

bras, objetos de una practicidad suí generis, puramente semióti­ ción incontenible del discurso, de la palabra, sea ésta hablada,

ca, en los que su significación se ha "desatado" de su propio escrita o iconificada.

cuerpo. Cuando empleamos el término "discurso" en expresiones

Aparece así un elemento que tendrá una importancia deci­ como "discurso fílmico", "discurso gestual", "discurso culina­

siva en la consideración de la dimensión cultural de la vida rio", "discurso de la moda", etcétera, vamos más allá de su

humana. Hay que tener en cuenta, en efecto - como decía Ro­ acepción propia, que lo reservaría para referirlo a ciertas confi­

land Barthes, siguiendo a los "formalistas" rusos - , que la co­ guraciones de la comunicación lingüística. Al hacerlo, sin em­

municación lingüística no está ahí como un "canal" de comuni­ bargo, subrayamos el hecho del logocentrismo en aquellos pro­

cación más, paralelo o yuxtapuesto a los múltiples otros cesos de comunicación cuya sujeción a él es doble o que se

canales que se incluyen en el sistema de capacidades y necesi­

dades establecido entre el sujeto sodal como productor-emisor

y el mismo como consumidor-receptor.

Todo tipo de relación práctica entre trabajador y disfrutador 5 Sólo "retrospectivamente", en la suposición irrealista de una época
humana "anterior " al lenguaje, la comunicación que tiene lugar como
es en verdad un canal semiótico dotado de su particularidad.
producción y consumo de cosas, como proceso en el cual los seres
Pero la particularidad del "canal" lingüístico distingue a éste de humanos se intercomunican, "hablan" entre sí en el momento mismo en

que unos producen determinadas cosas y otros las consumen, podría


todos los demás. Se trata de un "canal" privilegiado no sólo
verse como una comunicación defectuosa, torpe, "muda" . Semiosis, len­
porque se concentra y entrega completamente a aquello que en
guaje y logocentrismo tienen que suponerse como hechos simultán os.
1 20
121

encuentran en una relación expresa de depend encia respect


o dl• u finidad de cada uno con el tipo lingüístico de la com u nica­
él.6 '

dón.?
En efecto, el lógos no sólo domina sobre los procesos com u ­
Si consideramos el nivel fundamental de la especificidad del
nicativos que nacieron ya por una decisión tomada
dentro del proceso de reproducción social nada hay más adecuado a su
universo human o model ado con el discurso lingüís
tico - como
serian precisamente los del gesto cortesa no, los del 7
arte de la Cabe hacer una observación que tiene que ver con la necesaria

cocina o de la moda, o los de la representación fílmica nsimetria que caracteriza al uso del código entre el momento del cifra­
- , sino
m iento del mensaje y el de su desciframiento. El "dominio " del código pa­
sobre canales semióticos que son tan originarios o
más que e l ra producir determinados mensajes, sean éstos mensajes atados a la

propio lenguaje. L a comunicación olfativa, la del practicidad del objeto o sean ya mensajes lingüísticos, es necesariamente
contact o tác­
l l layor o de otro orden que el necesario para consumirlos.
til, la de la gestualidad corpor al, la del intercambio
de objetos,
M iremos un caso extremo. Para componer un poema es necesario es­
etcétera, son canales semióticos que, sin haber nacido
al ampa­ lar interiorizado en una serie de usos poéticos previos; ello puede elevar

ro de la construcción lingüística del mundo, se encuen 1 calidad del texto poético. Para leer, percibir y aprovechar la oportuni­
tran sin
dad de experiencia estética que da ese texto, esa interiorización sólo es
embargo subordinados a sus determinaciones. Y
no sólo el sen­ preferible, no necesaria. El código es el mismo, está en la normatividad Y
tido de lo sign:iiicado en los distintos canales comun r:n la tradición de la lengua y, sin embargo, es uno para el cifrar Y otro
icativos es­
para el descifrar.
tá "habita do" por el sentido construido en el
ámbito de la co­
Esto viene a añadirse al hecho de lo que podría llamarse la cercanía
municación lingüística, sino que el conjunto mismo
de estos del referente. El que escucha tiene noticia del referente pero una noticia

canales se encuentra jerarquizado en referencia a que le está siendo exclusivamente transmitida por aquél que ·�stá cerca "
la cercanía o
del referente. De alguna manera, el receptor está en una situación de

desigualdad o de inferioridad en la medida en que no tiene acceso directo

al referente sino a una información sobre eL Esta disimetria llega a con­


vertirse en un fenómeno de primera importancia en la historia concreta
6 A su vez, el empleo de expresiones como 'texto gestual
" o 'lectura del proceso de comunicación dominado por el lógos. Para la construcción
de un cuadro " subraya la versión propia
mente modema del logocentris­
de determinados mensajes se hace necesario el desarrollo de usos codiJi­
mo, es decir la subordinación del habla verbal
al habla escrita. El lógos
cados que son los únicos mediante los cuales se pueden construir tales
en la modernidad no es simplemente lingüísti
co; es lingüístico--escritural.
mensajes y que no son asequibles a cualquiera. Para producir determi
El logocentrismo modemo recompone
a las lenguas naturales de acuerdo
nadas objetos es necesaria una tecnología modema de la que su C'O H S I I
a la versión escrita de las mismas, es deci1
de acuerdo a un uso que
m o puede prescindir; una tecnología cuya existencia seria imposillk sh '
consolida en ellas la preeminencia de la
función lingüística -referencial,
el predominio del lógos como ciencia natural experimental �1 1 lf o c'< J I I
sémica o apropiativa-cognoscitiva.
1 rucc.ión del campo instrumental.
1 2'\
1 22

sis práctica
politicidad que la existencia del lenguaje. Éste permite que se• • t•m:iosis lingüística sobre el conjunto de la semio
1 1 �ve a la primera a desarrollar sus capacidade
s específicas de
c�pla lo característico del sujeto social, que es la necesi­
de indep en­
dad/posibilidad en que está de proyectar de algún modo su manera tal que le aseguran no sólo un alto grado
ncia dominante,
propia identidad. dencia respecto de ese conjunto, sino una influe
ño, igualmente,
La libertad de elección que es inherente a la existencia de es­ "logocentrista", sobre él. Tampoco resulta extra
exterior a la
te objeto peculiar que es el signo lingüístico, la posibilidad de que la propia semiosis parezca ser un proceso
exclusiva de la
combinarlo con otros en mensajes virtuales que no tienen que producción/ consumo de los objetos prácticos y
ística�. Po­
pasar por "the proof of the pudding" no existe en ningún otro ca­ producción/ consu mo de las significaciones lingü
Marx sobre el
so. Muchas veces se ha dicho que el hombre es el único animal dríamos decir, imitando aquí también la frase de
nicación no es
que puede imaginar y que sabe mentir. Son aseveraciones que er del dinero y el ser del oro, que si bien la comu
sus cuali­
tienen que ver justamente con esta especificidad. Sólo en la re­ "por esencia" palabra, la palabra, en cambio, dadas
comunicadón.
producción social encontramos efectivamente signos que pue­ dades excepdonales, sí resulta ser "por esencia"
lección co­
den ser combinados de las maneras más variadas, configuran­ Tomando como base estas ideas, en la próxima
ra. Trataremos,
ménzaremos nuestro intento de definir la cultu
·

do "mundos aparte" sin que haya ningún peso material práctico


cación concreta
que les sirva de ancla y los circunscriba al "mundo real" de la para ello, de abordar el problema de la identifi

satisfacción de las necesidades animales. Si se puede mentir es del código del comp ortamiento humano.

porque se puede imaginar, porque se puede "suponer" la exis­


tencia de otro mundo en lugar del que está dado y que resulta
Bibliografía

hic et nunc insoportable.


Jacques Attali, La parole et l'ouilt. (Trad. esp. La palabra y la
Resumamos. La semiosis alcanza el máximo de su efectivi­
herramienta, Tecnos, Madrid, 1981 .)
dad en la semiosis de la producción/ consumo del objeto "pala­
Roland Barthes, Le degré zéro de l'écriture, Seu:il, París, 1 965.
bra". En comparadón con ésta y la libertad de movimiento que
(Trad. esp. El grado cero de la e.scrítura seguido de nuevos ensa
posee, la semiosis de la producción/ consumo de todo el resto
yos críticos, Siglo XXI, México, 1 973.)
de los objetos se demuestra torpe, lenla y limitada. Es perfec­
tamente comprensible, por ello, que la ventaja abismal de la
1 27

LECCIÓN IV

LA CONCRECIÓN DE LO HUMANO

No · existe una naturaleza humana. Sin embargo,


al menos hasta el momento presente de nuestra

prehistoria, la escasez, sea cualquiera la forma

que ella adquiera, domina sobre la praxis en su

conjunto. Es necesario, así, comprender, todo al


mismo tiempo, que la inhumanidad del hombre
no proviene de su naturaleza; que la inhumani­

dad, lejos de excluir la humanidad, sólo se expli­

ca por ella, pero que, mientras no termine el im­


perio de la escasez, en todos y cada uno de los

hombres habrá una estructura inerte de inhuma­


nidad, que no es en definitiva otra cosa que la

negación material en tanto que interiorizada.

Jean-Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica.

No hay dos copos de nieve que sean iguales el uno al otro; no

hay dos abejas que cumplan de manera igual el mismo pro­

grama de vida que les adjudica su especie. Una abeja, lo mismo

que un copo de nieve, son hechos individuales, irrepetibles c•n

su singularidad. Y así lo es también cualquier ser humano : ut d u

uno, un ser único.


1 29
1 28

De ser así, se puede pensar en una concreción que esté ba-


La singularidad, individualidad o unicidad no es, así, privi-

lda en compromisos (verabredungen) históricos como aquellos
legio del ser humano; lo que es privilegio suyo es la concreción
1 los que se refiere Walter Benjamín en sus tesis de El concepto
de las mismas.

El núcleo esencial de la idea de una individualidad concreta


¡/¡• historia. Compromisos de "larga (o muy larga) duración" que

•.on capaces de convocar y juntar a seres humanos a través de


se encuentra en el concepto de reciprocidad. Concreto es el ser
1 ntos o incluso miles de años, otorgándoles una individua
­
singular que se encuentra inmerso en un proceso en que él, con
1

¡ Ión o identificación perdurable. Los "hombres del maíz", los


su estar ahí y actuar, se €ncuentra "haciendo" a los otros, alte­

rando su existencia, y en que, al mismo tiempo, se encuentra


"del arroz", los "del trigo", por ejemplo: individuaciones colee­

t i vas arcaicas, difusas ya, que en la sociedad moderna se hallan


también dejándose hacer por ellos, asumiendo de un modo u
combinadas con varias capas de otras más recientes y que se
otro los intentos de cambiarlo que provienen de ellos. Concreto

es el individuo que está comprometido en una historia de in­


l' tructuran, de acuerdo al historiador Femand Braudel, en tor­

teracciones en la que se constituye como tal.


no a una "elección civilizatoria" aún vigente; que se ordenan en

torno a la apuesta por el cultivo de una planta alimenticia pre­


Esta idea de lo concreto de la existencia humana, que es un

corolario de la tesis acerca de la libertad como condición espe­


f rente como núcleo cualitativo del mundo de la vida, como

entro de gravedad de la peculiaridad formal que está en juego


cífica de dicha existencia, corresponde a un ser humano indivi­
'n la sistematización de la producción y el consumo.
dual que no necesariamente coincide con el individuo biológi­

co, con un ejemplar de la especie Como habíamos visto en la equiparación término a término
horno sapíens. Al ser el
q ue hacíamos entre el esquema de la reproducción social de
resultado asumido de un juego de reciprocidades, el individuo
Marx y el esquema del proceso de comunicación de Jakobson,
concreto puede individuarse lo mismo en el aislamiento que en

pareja, lo mismo en grupos pequeños de congéneres dotados


1 campo instrumental en el primero se corresponde con lo que

de una identidad muy consistente que en otros más o menos ería el código en el segundo . El código no es sino el campo ins­

trumental de que dispone el sujeto social para produ -


amplios, de una identidad más bien difusa. Su individualidad
ir/ consumir el conjunto de los objetos prácticos que le o;irwn
será concreta en �a medida en que sea capaz de percibir como
asf,
para su reproducción. Este campo instrumental conti<•ne,
efectiva la presencia de ese juego de reciprocidad y de interve­

nir de alguna manera en él.


1 30 131

en potencia, todas las posibilidades de donación/ recepción di.' no existe en general sino siempre en las distintas estructuracio­

fonna que el sujeto puede imaginar para el objeto. nes concretas de su realización efectiva.

Sin embargo, el sistem·a real que combina las capacidades de El ser humano genérico, que trabaja con medios de produc­

trabajo con las necesidades de ·disfrute del sujeto humano no ción de una base tecnológica general, que produce/ consume un

agota ni mucho menos ese horizonte abierto de posibilidades determinado repertorio de objetos humanos con una forma en

de creación de objetos prácticos. Es un sistema que recorta su rada caso genérica - como la forma alimento, la forma habita­

propio horizonte particular dentro de ese horizonte general, y ción, etcétera - no existe nunca como tal sino sólo dentro de re-

que lo hace en interés del compromiso "histórico" vigente entre 1 ciones de reciprocidad que, al comprometerlo de una cierta
los dos momentos del sujeto del proceso de reproducción - el manera consigo mismo, lo delimitan y encierran en una conste­

trabajador-emisor y el disfrutador-receptor- en torno a un lación singular de posibilidades y hacen así q11e también -el

proyecto de autorrealización del mismo. Lo que se da en ver­ m undo de sus objetos se configure precisando y multiplicando

dad como el objeto práctico global de una sociedad humana no us formas de acuerdo a esa constelación. Lo que existe en la

es el objeto práctico abstractamente posible sino un objeto glo­ realidad son múltiples versiones concretas del proceso de re­

bal de presencia configurada en cuya definición se plasma es­ producción social - cada una dotada de un código sometido

pecularmente lo mismo la individualidad o identidad concreta ·iempre a un proceso singular de "normación" - que corres­

del sujeto en una determinada coyuntura histórica que el con­ ponden a otras tantas humanidades posibles. El código de lo

flicto actual en que se está dirimiendo la misma. humano es siempre un código que se identifica o singulariza en

Habíamos indicado que no existe en realidad algo a lo que u n historia concreta.


pudiéramos llamar el código universal del comportamiento re­ N o existió ninguna sociedad anterior a Babel que hubiese

productivo de la vida humana. Así como Saussure decía que lo sido dueña de una lengua originaria universal. El mito bíblico,

que hay en verdad no es la lengua en general sino las distintas omo suelen hacer los mitos, cuenta una historia real, pero al

lenguas - las lenguas naturales, fundamentalmente -:- , y como revés. N arra el fracaso de la utopía de la universalidad humana

veíamos -siguiendo a Coseriu - que el código sólo existe en como una construcción hecha por el propio ser humano a partir

realidad como · código "normado", asimismo se puede decir de la pluralidad originaria. La lengua humana en. genera l, PI

también que la estructura . del proceso de reproducción social ·ódigo lingüístico pre-babélico es una construcción ideal d 0 l os
1 33
132

l l namismo de las formas de los objetos, y por lo tanto también


estudios ?s, hecha a partir de lo que ellos perciben como c ind �
1 • n la historia del campo instrumental o código comunicativ o.
dencias entre las múltiples lenguas naturales realmente habla­
Es comprensible, por lo tanto, que sean innumerables las
das o existentes.
maneras peculiares de producir el alimento, de talar los bos­
Con esto hacemos referencia al hec.h o de las diferencias qul'
q ues, de convivir con los animales, de dirigir las corrientes del
hay en el modo de ser humano, a la presencia del número infi
1 1 �a, de preparar la tierra, de tratar con el mar; todas ellas
nito de humanidades que constituyen a la humanidad. Hay
obedecerían a compromiso s largamente duraderos entre un
una unidad de la cultura humana no a pesar sino en virtud d(•
derto sujeto consumidor presente y un sujeto productor co­
la diversidad d� las culturas humanas, dice Levy-Strauss, en la
rrespondiente en el pasado, compromisos que permanecen a lo
linea de pensamiento iniciada por Wilhebn von Humbolt. Hay
l o rgo de complejas relaciones históricas de fidelidad y desobe­
una unidad en lo que respecta a la condición fundamental del
l.hencia hacia él. Es comprensible también que sean innumera­
proceso de reproducción propiamente social: la libertad. Somo
bles las identidades, las subcodificaciones del código del com­
seres humanos en la medida en que cumplimos nuestro proce­
portamiento humano, puesto que ellas son precisamente las
so de reproducción bajo esa condición. Pero para ser humanos
que sintetizan el conjunto esencial de esos compromisos que
tenemos que serlo de manera diferente, puesto que sólo lo po·
hacen de ella una identidad o una subcodificación concreta .
demos ser de manera concreta, es decir, en un juego de reci­
¿Pero no hay algún aspecto de las infinitas subcodificacio­
procidades que no puede sino singularizarnos, individualizar­
nes del código del comportamiento humano que sea común a
nos o identificarnos siempre bajo otra forma, siempre - incluso
todas las comunidades humanas que puede conocer la antropo­
y sobre todo cuando somos fieles a una verabredung histórica ­
l ogía y que permita generalizar y hablar de algo así como una
en una nueva metamorfosis.
"esencia humana"? Acerquémonos un poco a este problema.
Al hablar de la socialidad es preciso insistir en que no se tra­
Entre el significado y el significante no existe ninguna co­
ta solamente de una red de relaciones sociales de convivencia,
nexión necesaria, previa al hecho semiótico mismo, afirma
sino de una red que se está constituyendo y configurando en
aussure; ninguna característica en el material que va a serv i r
un proceso de conc:etización determinado; que es una red do­
t l e significante l o predestina a ser e l significante d e un <.lrl«?r
tada de una "mismidad", individualidad o identidad dinámica.
minado significado . El concepto que le corresponde com o l g-
Es esta red siempre cambiante la que tiene sÚ correlato en el
134 1 35

nificado al significante "mesa" no está prefigurado �t-uralnwn ponláneamente . Es un hecho que vendría a documentar una i­
te én éste de ninguna manera; los sonidos que nos permitPn 1 ' 1 1 l l m ión paradójica, la existencia de una necesidad en la arbiLTa­

tender que d e l o que s e habla e s d e una mesa n o están sug( ' rl ' l'dad; sugeriría que, por debajo de . la ausencia de conexión
dos de ningún modo por el sigruficado "mesa". Hay una d.ar., pr via entre los significantes y los significados, puede sospe-
arbitrariedad en el hecho de· que sean esos sonidos y no o t ro 1 harse un cierto nexo necesario, una afinidad primigenia que
los que estén com poniendo al significante de ese significado. 1 .. . ¡ t rlicula la esfera de la expresión y la esfera del contenido de
fusión de ambos no obedece a ninguna necesidad anterior a <""' t n da uno de los universos semióticos naturales.
misma fusión. Los sonidos que se eligen para expresar del<'r I nvestigaciones como la de André Leroi-Gourhan sobre el
minados contenidos no tienen nada que ver con esos conten i origen del lenguaje y de los sistemas semióticos en general lle­
dos. p,nn a la conclusión de que en el código del comportamiento <t

La idea saussuriana de la "arbitrariedad del signo" ha sido romunicativo de las sociedades queda la marca de lo que po­
cuestionada a lo largo de la historia de la lingüística estruclu J. ria llamarse el "schock de la hominizadón", la aufhebung de la

ral, sobre todo cuando los principios de esta ciencia han sido u niin a lidad o el inicio de la transnaturalización del ser humano.
aplicados a la investigación antropológica . Se ha insistido, so­ El surgimiento del "animal político" implica sin duda un
bre todo, comenzando por Levi-Strauss y Jakobson, en la ob­ desgarrarlriento, una separación traumática del modo de ser ...
servación de que, si bien en un sentido inmediato cada uno dt• t¡ue habrá de volverse humano respecto del modo de ser pu­
los significantes no es "onomatopéy ico" respecto de su signifi­ ramente natural. El paso de la animalidad pura a la animalidad
cado, que si bien efectivamente una expresión es arbitrariamen­ intervenida por el impacto que tiene sobre ella la dinámica au­
te elegida dentro de cada u niverso semiótico natural para dar tónoma de la reproducción de l a socialidad - el paso a la ani­
cuenta de un determinado contenido o material conceptual, sin malitas humana como determinada por la "ek-sistenda", según
embargo, desde otra perspectiva, esos universos semióticos na­ Martin Heidegger - es un paso violento en el que la forma sin­
turalps a preferir determinadas formas perceptibles, incluidas gular del animal deviene en su bstancia de la nueva forma, la
las fo rmas fonéticas, y tienden a rechazar otras, así como tam­ forma humana que se vuelca sobre ella, y en el que, al mismo
bién a preferir determinados aspectos del contenido impercep liempo, esta nueva forma debe retener en sí misma elemen t o<>

tib ie, del material conceptual, y a rechazar otros, todo ello es- de la fom1a anterior puesto que es u na "negación determ i na d , ¡ "
1 36 1 7

de ella. La politicidad del ser humano trasciende


'
la natura lidc�J r 1da caso una determinada estrategia de supervivencia; es w1a
del ser animal, pero lo hace "dialécticamente",
conservándola u t1 trategia que permanece en calidad de "superada" en el código
través de su transformación, manteniendo la
contradicción con u la comunicación social y que trae el retuerdo activo de las '
ella. Un nexo profun do, fundamental, conecta
conflictivame nl l' rondiciones naturales específicas, lo mismo del cuerpo que del
al ser human o con el episodio singular en el que
se constituyó l rritorio, que prevalecían en la "escena originaría" de su refun­
comg tal; una toma de distancia que es a la vez
un compromiso 'ionalización.1
con el tipo peculiar de animal que hubiera podid
, o seguir sien­
1 J,.,
1 ·� do, con las aptitud es y las necesidades de su
cuerpo, con el
program a de vida y la estrategia de superv 1 Para ilustrar la arbitrariedad del signo se suele recurrir al ejemplo
ivencia inscritos
de Saussure, es decir a la manera en que las distintas lenguas segmen­
como "ident idad natural" en este cuerp o.
tan la gama de colores, delimitan las fronteras entre los colores que la

El hecho de que el ser human o es un animal omponen. Determinados colores que están en el limite entre el azul y el
transnaturali ­
verde son llamados verde en una lengua, azul en otra. Es un ejemplo que
zado y no una creación ex nihilo sería, así, la razón de que la
I l ustra también la diversidad de las lenguas naturales. Hay una deter­
simbolización elemen tal del código del compo
rtamiento huma- minado criterio de valoración global del mundo que difiere cuando se pa­

' no - y por tanto también de la lengua humana, sa de una lengua a otra. Una lengua natural que llama ''verde" a un cier­
de aquell o que
to objeto percibido valorará también los demás objetos de su percepción
convierte lo indecible en decible - no sea arbitra
ria en su fun­ de manera diferente a otra que a ese mismo objeto lo califique de "azul".
damen to, de que siga una necesidad profun
da, difusa pero Pero esta arbitrariedad del signo y, por extensión, de la lengua que lo de­

imborrable; en resumen, de que la esfera de la fine es una arbitrariedad ella misma necesaria; obedece a la concreción
expresión no sea
del proceso que genera esa defmición, es decir a la concreción de la his­
absolu tamen te ajena a la esfera del contenido.
En el nivel más toria de esa lengua.

profundo, la articulación entre ambas esfera A su vez, para mostrar que esa arbitrariedad que singulariza a toda
s no es completa­
lengua natural responde a la necesidad de una historia concreta, se sue­
mente aleato ria, hay una "proto-neces idad" que
la:s atrae una a le tomar a manera de ejemplo una significación común y corriente en la
otra; una necesi dad pre-semiótica, orgánica,
instintiva, que no vida cotidiana, la de "cometer un error ". Cuando entramos por una puer­

es anulada por la otra necesidad que viene ta queriendo en realidad entrar por otra podemos observar que, sin qt t<:­
en lugar de ella,
rerlo, lo expresamos (y hacemos) de distinta manera si lo decimos e 1 1 111
puesta por la semiosis humana, sino sólo
refuncionalizada, glés, e n español, en alemán o e n francés. E n la mención del l 1ec·I 10
aunque lo sea radicalm ente. La animalidad, modo aparecen, en cada caso, las siguientes 'Oposiciones: wrong-nght, csl 1 1 1
de ser de un
equivocado-estar bien, falsh-richtig, s e tromper-aller bien; oposidm w t'll
determ inado organismo en medio de la natura
leza, implica en
las que, para el primer término, predominan, respectivamente, I n: IH1 1 l
1 38
·¡ 9
Según est a ide a de una "ne
cesidad de la arbitrariedad
" en tu 11 Loda una actitud ante el cosmos y ante la humanidad que cs-
forma sc5cial, habría en
el origen tantas identidad
es humanas 1 1 rla viva en la consistencia misma de cada lengua. Se trata de
com o epi sod ios de "homin
ización neolítica ", tantas
formas di' 11 na teoría que tiene, entre otros, el mérito de plantear una con­
inaugurar el com portam
iento en libertad com o esc
enas singula l t'Udicción, aquella a la que llega la investigación hngüíslica
res del "sa lto cualitativo
" a la poh tización de lo
animal, a Ju rom parada cuando, por un lado, reconoce esta diversidad irre-
ap ertura del universo semi
ótico.
l u ctible de cada una de las lenguas naturales y, por otro, des­
Cabe recordar aquí la
teoría de Wilhelm von
Hu mb old t ( u bre, sin embargo, que todas ellas poseen una estructura pro­
acerca de las diferentes
"visiones del mu nd o" qu
e serían in­ fu nda que es idéntica y que permite hablar de la existencia
herentes a las distintas len
guas naturales, en la que
el concepto posible de una sola lengua general para el género humano.
romántico de "Weltansc
hau ung" (para el que una vis
ión es un� Intentemos replantear esta contradicción a la luz de lo que
"vivencia ") hace referenci
a a una experiencia global
del mundo, hemos venido viendo.
La sexuación, la funcionalización y diferendación bipolar
ficaciones: "místake", "equivocar", "irrtum", "tromper". En inglés la signifi­
cación "mistake
" tiene su origen
(masculin o/femenino) de los miembro s de la especie como
en una experienci
a técnica, la de em­
plear una cosa en
lugar de otra. En
castellano, la sign "método" de procreación y reproducción de la misma sería se­
ificación 'equivo­
car " sale de la exp
eriencia del estar
confundido en el
palabras diferentes
habla y tomar dos euramente, junto con otras mutaciones básica como, por ejem­
por iguales. En ale
mán, la significació
n "irrtu m" pro­
..

viene de una ex¡.>


eriencia en la que
el error está cargad
plo, la subordinación de todos los sentidos al de la vista, una
o del sentido mo­
ral de culpa. En
el francés, la exp
eriencia modelo de
la significación "étr "elección " que habría que ubicar en la "historia " del fundamen­
trompé" está en cambio e
en el mercado, don
de uno suele ser
engaños. víct ima de lo animal de lo humano. N o así, en cambio, la que definió esa
Se obser\ra, entonc
es, que este hecho
de que al decir '1o
polaridad masculino/ femenino particularizándola como una
diferentes idioma mismo " en
s se dice sin em bar
go también 'otra relación de conflicto y complementariedad dentro de una pare­
cosa " -porq ue las
distintas palabra
s salen de univer
sos de significación
uno de manera dife
rente y de los que
organizados cada
ja bisexu al, la pareja constituida por lo masculino identifica do
ellas reciben un aur
a connotativa
diferente- sólo pue
de explicarse si la como hombre-Guerrero y lo femenino identificado como m u
causa de esa difere
ncia de univer­
sos está en el con
tenido del "drama
" que compromete
cada uno de esos
a los hablantes de jer-Madr e. En todos los casos d e las muy variadas figuras qw
dis tint os idiomas
y que da concreción
a. sus vid as, en
la his toria singular de el ser humano ha dado a esta oposición entre el Proteclor pro­
esta concreción y
en el episodio de
esa historia en
el q ue-: ella se j uega
a sí misma actual
mente. veedor y la Procreadora a dministradora se trata sic m p rp U<'
140 141

una elección civilizatoria del mismo orden que el de la elección lluación e s en cambio diferente; "escaso" resulta para él sólo l o

que particularizó a las sociedades humanas como sociedad s L-ro que podría-debería estar ahí y n o l o está, l o Otro que co­

"del arroz", "del maíz", "del trigo", etcétera, y el de otras simila­ rresponde al horizonte de posibilidades de vida desde el cual y

res que tienen que ver con las funciones más esenciales de la 1 ara el cual una comunidad humana devino lo que es - lo Otro

vida humana. Todas ellas son opciones civilizatorias que, si que "no respeta" el pacto de intercambio por el que recibe sacri­

bien no implican la constitución de una "esencia humana", sf ficio si otorga supervivencia - .

marcan el inicio de un compromiso o una "verabredung" históri­ Por lo que conocemos de la historia, la vida humana de todo

ca de "muy larga duración"; que son capaces de trazar los ras­ 1 período llamado "neolítico" ha construido las formas concre­
gos generales de una identidad o individualidad concreta; son tas de su proceso de reproducción social en torno a una inter­
las "elecciones dvilizatorias" que marcan el inicio de la "historia acción dialéctica determinante, la que se da entre la propuesta
de la escasez" - como la llamó Jean-Paul Sartre - y entregan y defensa de esas formas y la reacción de lo Otro percibida
con ello el esbozo del ser humano "productivista ". antropomórficamente como "resistencia" . Las condiciones para
Habíamos visto, siguiendo a Jakobson, que el proceso de esa reproducción han sido experimentadas, así, siempre como
comunicación está constituido por la síntesis de una multiplici­ "escasas"; el cumplimiento de su proceso se ha topado siempre
dad de funciones comunicativas . Jakobson reconoce que la fun­ con un obstáculo primero y fundamental, el de la dificultad, en
ción referencial, es decir (en el paralelo con el esquema de principio superable, de lograr producir efectivamente los pro­
Marx) la función que corresponde en la reproducción social a la ductos que el sujeto social necesita para satisfacerse y sobrevi­
transformación apropia tiva de la naturaleza - a la fase pura­ vir.

mente productiva - , es la función predominante. Ahora que las otras sociedades terminan de extinguirse, ba­

Para el sujeto como puro sujeto de la necesidad (besoín) lo rridas por la marcha arrolladora de la modernidad, las que sí

Otro será siempre "escaso". Necesitado, por ejemplo - como lo nos son conocidas y que han seguido de un modo u otro, ron

señalaba Miguel de Unamuno - , de "perseverar en su ser", de mayor o menor "éxito", la línea del progreso, se nos rev<' lil n

ser inmortal, las condiciones de la vida terrenal - es decir, lo como sociedades que eligieron subordinar el conjunto de u c�c

Ot-ro - serán para él sin duda absolutamente "escasas". Para el tividad vital a la fase productiva de la misma; socied a d · � q ut>
sujeto del sistema combinado de capacidades y necesidades la se han hecho a sí mismas concentrándose obsesiva m c n lc 11 •1
1 42
1 4:\

m om ento de la consec11ción
del prod ucto , en la lucha viole 1/11 e festivo del que hablaba Georges Bataille, el cálculo se lra -
nt.•
á
cont r la prep otencia de lo Otro
(la "Naturaleza ") y en la acu lsle en afectividad, el sacrificio en disfrute.
m ulac ión del "exc eden te" indi
spensable, en la administracióu Sólo en la era o la h istoria de la escasez la necesidad de una
de las cond icion es de supe rviv
encia. Son socie dade s referencia , f n gularidad concreta para la codiñcación del comportamiento
­
lista s o cont extu alistas, cuyo
leng uaje tiend e a hacer que todd h u m ano implica el hecho de que la pluralidad de configuracio­
s
las func ione s del proc eso comunic
ativo giren en torn o a aquella ne del cosmos y, por tanto, de experiencias y "visiones del
función que acom paña al otea
r en el paisaje la presa amb icio­ mu ndo" deba ser una pluralidad de afirmaciones cada una ex­
nada , aque lla gracias a la cual
los interlocutores, el producto cl u yente de las otras, en permanente enfrentamiento hostil con
ry
el cons umi dor se apro pian del
referente convirtiéndolo en in­ l'l las. En efecto, dada la impotencia en que está para fomentar
form ació n: la func ión cogrútiv
a. orgánicamente el momento autocrítico de su semiosis - puesto
El esbo zo prod uctivista o refer
encialista que está en la base que ello la debilitaría en su guerra a muerte con lo Otro (con la
de la iden tida d de las soci edad
es neol itica s - mismo, hay que " Naturaleza") - , cada comunidad lo reprime en la medida de
indicar de paso , que no ha sido
borrado sino más bien subr a­ lo posible, pues se trata de un momento que le plantea su posi­
yado por la modernidad -
ha tenid o por supu esto innumera bilidad de "ser otra ". Al hacerlo, reprime también, consecuen­
­
bles realizaciones finales, ha
dad o luga r a incontables confi l mente, toda competencia real y efectiva, toda convivencia po­
gu­
raciones de la vida en las que
las otras funciones repr odu ctiva I mica con los otros reales, con las otras comunidades y sus
s
o com unicativas han organizado
su som etimiento y su resisten­ "i dentidades alternativas" .
cia al pred ominio de la función
prod uctiva-referencial de las En las condiciones de escasez, toda comunidad tiene que
man eras más variadas. Son reali
zaciones y configuraciones que absolutizar su propia modalidad de lo humano y afirmarla, si
van desd e aquellas que dest
acan ese esbo zo en su pureza, no como la única, sí como la mejor de las posibles, como la úni-
co­
� o por ejem plo la que presenta en una com
unidad puritana a modalidad actualmente adecuada. Ninguna puede relativi­
d e l siglo XVII, enemiga acérrima
de todo disfrute, hasta otras zar la consistencia de su mundo hasta tenerlo por una versión
que lo ocultan haciéndolo pare
cer lo contrario de sí mismo, más, en competencia con otros . No hay versión -del código d<'
com o por ejem plo la que adop
ta en las grandes civilizacione lo humano que pueda reconocer como equiparables a e l l.a a lall
s
d�:' spóticas, donde, a tra vés d��l
gast o imp rodu ctivo , del gaspi-
1 44

11s , a lo largo de la historia, un grado mínimo de identific


ad n
otras versiones; ninguna puede aceptar que otras también puC'

den'hacer lo que ella está haciendo.2 o individualización concreta para su vida tanto colectiva como
ón
Esta oposición básica entre "lo propio" o "lo humano", por p r i vada. Se trata, como vemos, de un principio de concreci

un lado, y "lo bárbaro" (para insistir en la terminología aún vi­ 1 1 mbivalente que ha sido el origen - tanto en lo íntimo como en

gente de la antigüedad griega), por otro, es · constitutiva de to­ l o colectivo - lo mismo de creaciones que de aniquilaciones, de

das las subcodificaciones del comportamiento humano en la l iberaciones que de represiones. Mil veces cuestionado, mil ve­
la
historia de la escasez. Todas las sociedades de esta era conside­ res restaurado, debió haber caducado con el desarrollo de

ran bárbaros a aquellos que no saben moverse con espontanei­ modernidad, de la civilizac ión de la abundancia y la emancip a­

dad bajo el código de aquéllas; los tienen, de alguna manera, ción. En lugar de ello, sin embargo, y en contra de las posibili­
por
como humanos de segundo orden, cuasi animales, que aún no dades reales, ha sido ratificado en su lugar fundamental
ar­
se han desprendido del todo de la naturaleza. Para la sociedad una versión de la modernidad que parte de la reproducción

que que protege ante lo Otro la integridad de su configuración L ificial de la escasez: la modernidad capitalista.

de lo humano y la defiende de los otros, las otras humanidades El plano más básico de la cultura ha consistido, durante to­

son, a lo mucho, sólo aproximaciones a ella: defectuosas, no do este tiempo, en el cultivo de ese . comprom iso con el pasado
la
acabadas. arcaico resultante de la relación "en escasez" con lo Otro; en
ese
El productivismo, este compromiso profundo que ha atado reposición, renovada siempre en medio del conflicto, de

y sigue atando al ser humano con sus orígenes, le ha entregado principio de- concretización.

Intentaremos, ahora sí, en la próxima lecdón, definir en qué

consiste esa cultura .


2 Cada quien parece enclaustrado defmitivamente en el cosmos al

que le abre su propio código. El aprendizaje de un código ajeno dejará a

éste siempre en calidad de préstamo; la apertura a su cosmos tendrá que Bibliografía


ser de segundo grado, mediada por la lengua natural propia. La única
entrada a un universalismo concreto parece ser aquella fugaz y vertigi­
Georges Bataille, La part maudit, De Minuit, París, 1967. (Trc1d
nosa que tiene lugar culllldo, por alguna razón, en un momento de crisis
esp . La parte maldita, Hispanoamérica, Barcelona, 1974).
radical de la pertenencia al código propio, estamos en el salto que nos

lleva a intentar asomarnos al cosmos abierto por· otro código, por otra

perspectiva de mundo.
47
1 46

DIGRESIÓN 1
Walter Benjamin, llber den Begriff der Geschichte, en Illumina
,
tionen (1940), Suhrkamp, Frankfurt a. M ., 1 977. (Trad. esp.
"Tesis de filosofia de la historia", en Discursos interrumpido.
TRANSNATURALIZACIÓN
l, Madrid, Tauros, 1 973.)

Eugenio Coseriu, Sincronía, diacronía e historia. (ed. cit.)


Sigmund Freud, Abríss der Pschoanalyze, lnternationale Zeitsch­
o ya anterior­
rift fuer Psychoanalyse und Imago, vol. XXV, 1940. (Trad. Volvamos sobre una cuestión que hemos tratad
la singularidad
esp. Esquema del psicoanálisis, Paidós, México, 1 991 .) · mente: ¿en qué consiste y cuál es el origen de
no?
André Leroi-Gourhan, Le geste et la paro/e, Albin Michel, París, "natural" de las innumerables versiones de lo huma
viene de la
1964. (Trad. esp. El gesto y la palabra, Universidad Central de La pluralidad de las versiones de lo humano
es necesa­
Venezuela, Caracas.) L ndencia a singularizarse propia de un proceso que
os en reci­
Max Horkheimer, Eclipse of Reason, Continuum, Nueva York, riamente concreto, es decir creador de compromis
la propensión
1 974. procidad y al que, por lo tanto, le es inherente
esta
Géza Roheim, Psychoanalysis and anthropology, Intemational in límite a conformar juegos de reciprocid ad. Cada propu
es, exageran­
University Press, New York, 1947. (Trad. esp. Psicoanálisis y de concreción, cada compromiso en reciprocidad
una versión de
antropología, Sudamericana, Buenos Aires, 1 973.) do a la manera romántica, el germen de toda
ipios de con-
Wilhelm von Humboldt, Uber den Nationalen Charakter der humanidad . En verdad, sólo la vigencia de princ
de concreción
Sprachen, en Bilbung und Sprache, Schoning, Padebom, 1959. reción mayores y más duraderos, principios
ión desatada
(Trad. esp. Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje "naturales" , ha puesto obstáculos a la multiplicac
fundadora de
humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la huma­ de intentos de autoafirmación absolutizadora,
concreción a los
nidad, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid; Anthro­ una humanidad más por parte de los brotes de
no. ¿Cómo debe
pos, Barcelona, 1 990. ) que tiende de por sí el comp ortamiento huma
concreción innu­
Jean-Paul Sartre, Critique de la raison dialectique, Gallimard, Pa­ entenderse la idea de una "naturalida d" en la
rís, 1960, (Trad. esp. Crítica de la razón dialéctica, Losada, merable deJ código del comportamiento humano?

Buenos Aires, 1 963.)


1 48
es decir del cuerpo �:> x tc>­
l l l )'.aT. Las características del territorio,
fJabíanws planteado que, en principio, todo material de e x
l l o r, y las del cuer po propio del
anim al hum ano paren�n ser el
presión e s útil para la manifestación d e un determinado conlp
a en el resul tado de esP sal-
l llttterial particu lar que deja su marc 1
n j d o Y que, en esa medida, la peculiaridad de un conjunto di'
es la base natu ral de la singu la-
l o que las trans naturaliza y que
esas asociaciones contenido/ expresión, incluso del mayor di'
deter mina da. Hay que su­
ridad concreta de una comu nida d
ellos, el de una determinada forma d e l o humano, sería tam
un "mat erial " que habr á de
pone r una "form a" proto -hu mana,
bién arbitraria . El que, en un código sociál determinado, u n
o La terminología de
1 unvertirse en La subs tancia - empl eand
contenido, se conecte con u n significante y n o con otro es un
ada en la forma específica­
l l jelmslev - que esté siend o form
hecho arbitrario, dedamos en una primera aproximación. Pero
ducción socia l.
mente humana del proceso de la repro
señalamos también, en una segunda ? proximación, que esa ar
que la forma humana del
Podr ía decirse, a gran des rasgos,
bilrariedad en principio se cumplía de hecho en obediencia a
implica el aparecimiento de
proce so de repr oduc ción anim al
un cierto sentido, a una cierta necesidad; que la afinidad "artifi.
mismo proceso en su
u na gran ruptura de la armonía de ese
cial" entre una determinada constelación de significados y una
e La perspectiva de lo ani­
rorma "norm al" o natu ral. Visto desd
determinada constelación de significantes mostraba fuertes ras
duce una "deformación", una
m al, lo hum ano, lo social, intro
gos de "naturalidad ". Decíamos además que esa afinidad
iento de las funciones vitales.
dara "perversión" en el cum plim
parece obedecer a la pervivencia de lo que habría ·que suponer­
hablaba del ser humano
Recordemos que Friedrich Nietzsche
se com o la experiencia del "primer momento" o el "bíg bang" d<'
efecto, toda s las funciones
omo de un "animal enfer mo". En
la historia del proceso de reproducción social, esto es, del m.o­
también el hombre, pero lo
q ue cumple el animal ias cumple
mento en que se constituye lo social como tal, cuando un de­
te extraña, disto rsion ada; pa­
hace de una m anera com pletamen
termina d o animal se ve expulsado del "paraíso terrenal de la
no tiene un fin en sí mis­
ra éste, la ejecu ción de esas funciones
animalidad " y obligado a existir como ser humano, esto es, en
la realización de un télos tnP
ma sino que sólo es el vehículo de
situación de improvisar, de crear, de repetir modificando las
(rf')p rodu cción de una fi g u rd
ta-animal (met a-fís ico), el de la
formas de existencia de su socialidad.
concreta para su socia lidad .
El acontecimjento de este salto cualitativo, transnaturaliza­
da antro pom orfiz ador a po
Sólo bajo el efect o de una mira
dor, desde lo animal hacia lo humano no puede menos que es­
le (pero nunca n · n l ) P l l ( l 'l '
dría hablarse de una diferencia posib
tar determinado por el trasfondo natural a parfu del cual tie1w
150

código y uso o entre lengua y habla en el proceso de comunil tl · Intima q u e mantiene fugazmente u n "ejemplar" del � n •ro
ción puramente animal. En verdad, esta diferencia implica lo.� humano con otro para encender el compromiso que los id nli­
posibilida d de una discontinuidad entre lo estipulado en el CÓ· ficaría a ambos en una determinada apertura hacia lo Otro.
digo y lo ejecutado en el uso que sería insoportable para pJ La individualidad de cualquier miembro elemental o "ató­
animal, pues sería la comprobación del desvanecimiento dt>l mico" de un animal gregario es una individualidad abstracta,
paraíso en el que habita, de la desaparición de la pertenenciu es decir la de un ejemplar de su especie que se acopla con todos
sin fisuras de su comportamiento al proceso del devenir uni­ los demás sin que su coexistencia armónica con ellos se vea in­

versal. La "monstruo sidad" fundamen tal - lo "radicalment<• terferida por ningún otro prindpio de acercamiento que no esté
malo" de lo que hablaba Kant - que introduce el mundo de lo ya estipulado en el código genético. Este concierto magnífico
humano en ese devenir consiste en esa ruptura o décalage - qu<' de líneas de comportamiento individuales que aunque se en­
es el lugar de la libertad - entre lo estipulado y su ejecución; lTecrucen jamás se tocan es el que· viene a ser perturbad o esen­
consiste en la anulación ("nadificación") del paraíso de la ani­ cialmente con el aparecimiento de la individualidad concreta.
malidad. "Ser como Dios", trascender la naturalidad, hacer de Transnaturali�ada, la individualidad gregaria · se desvanece
ella apenas la plataforma de partida de otra necesidad - una junto con su "inocenci a". El ser único o singular se reconstruye
necesida d contingente, artificial - : esta es la "hybrís" de lo y ratifica, pero en tanto que es re-posicionado como tal en un
human o, su "pecado original ". juego de reciprocidades con el ser igualmente único o singular
La "necesidad contingente" que mantiene toda la arquitectu­ de los otros, en una red de relaciones de interioridad que la
ra del mundo humano es la que se funda en la relación inter­ convierte en una individualidad concreta, humana.
subjetiva de reciprocidad, en la relación que pone al descubier­ La forma social impone al funcionamiento del proceso de
to la singularidad o individualidad del ser en e] mismo acto en reproducción animal metas que éste antes no tenía. Le impon ,
que lo convierte en un ser concreto; relación, por lo demás, qu(> por lo tanto, maneras de realización que él nunca pudo cono­
lo mismo puede ser la que mantiene el sujeto sodal - trátesp cer. Habrá así formas del producto, modos del proceso d pro
del sujeto global o del sujeto elemental, "atómico" - consigo ducción, reconfiguraciones del sistema de las necesidad <'s, <'lt
mismo en el futuro para reproducir eJ compromiso con und tera, que sólo pueden aparecer una vez que el p rO< 'PSO dt•
cierta forma singular o individual de socialidad, que la relación reproducción animal ha pasado a servir de su bsla m i,l 1 P t•
152

otro tipo de proceso de reproducción que es el humano o so "" u na apertura no sólo nueva sino inédita al contexlo. Pon.J U P
.
cial. Las metas por las que éste se rige son metas absolutamenh• 1 " p ropio de la comunicación humana está precisamente Nl qu<>
extrañas, totalmente extravagantes - "m onstruosas" - desde la 1 1 1 d a uno de sus actos implica un nuevo episodi o
de la Pxp -

b le,
perspectiva del animal, el cual se encuentra inmerso en el dl 1 1''' 'ia del referente; un episodi o por ello singular, irrepeU
, es
namismo armónico del movimiento físico universal. 1 1 1 d i vidual, que sólo puede darse com o un hecho privado

Para Saussure, la lengua, es decir el código, es una institu d t•cir propio de cada uno de los actos com unicativos. J unto con
ción colectiva, propia de La comunidad en su conjunto. ¡ , , humanización o transnaturalización del código,
y justamente

la mera
habla, en cambio, el uso del código como realización efectivd 1 o n La ' instauración de un habla o uso que trascienden

de las posibilidades de composición de significaciones, es un l 'jt •r ución natural del código, aparece, así, la necesidad de una
- de la
hecho privado, propio de cada miembro del conjunto comuni­ I n d i viduaci ón concreta del sujeto de la comunicación
-.
tario. Pues bien, un "habla" global del sujeto social, este hecho pu reja de interpr oductores o interloc utores de La misma
ción o
desde todo punto de vista inconcebible en el mundo de lo De todos los fenóme nos que revelan la transnaturaliza
rístico,
humano, es lo propio del mundo animal. En éste, cada una dt• •�t • m iotización del proceso comunicativo, el más caracte

las efectuaciones individuales del código es sólo un ejemplo 1 • l q ue muestr a de manera más contundente la diferencia onto­
singular de ejecución directa y "fiel" de las normas que están logica entre el ser humano y el ser animal parece estar en la po­

,lh ilidad que ella abre de que el compo rtamien to de


impresas en la consistencia biológica, instintiva, de cada uno d<• cualquiera

los ejemplares de una especie. El código del animal no es un d t · los "ejempl ares" que conforman la comun idad humana re­
humano.
código exteriorizado como institución sino integrado en esa pl ique el comportamiento global de ésta como sujeto

consistencia y, en esa medida, absoluto. ¡ :,sle elemen to último e indivisible, "atómic o", d e la comunidad
alizació n en la
Sólo tratándose de la comunicación humana podemos h u mana se comporta como el sujeto de La autorre
n es un i.ndivi­
hablar de un código que exige del sujeto una toma de distancia nwdida en que, a lo largo del tiempo, él tambié
o siC'ndo
frente a él, es decir que se pone ante el sujeto como una opor­ d u o que cambia para devenir el que es, que es el mism
fi.
tunidad de componer varias significaciones concurrentes y, por ot ro, que se afirma como un yo cuya consistencia está <'ll la
un exbl <', s i n
tanto, también como una obligación de elegir entre ellas; de d d idad a un compr omiso consigo mismo , y que sólo

código que permite, por tanto, qu e e l sujeto l o ponga a prueba l ' m bargo, e n l a alteració n d e s í mismo.
154

La función fundamental del prpceso de reproducción sod t•vc� nescente que se caracteriza por pasar desapercibido - pu('
'

es la autotransformación del sujeto social, la reproducción dP 1 ¡ illlre el sujeto hoy o aquí y el sujeto después o en otra parü� no

forma que identifica a su socialidad; función que gira en torno 1 c� rece haber distancia alguna - ; es decir, tiene lugar sobre U l1

a la coincidencia de dos acciones, la una propositiva, del mo 11vacío" aparente que deja solo al código, desprotegido, como

mento productor o emisor, y la otra de aceptación, del momen u nica m ediación entre el sujeto que propone y el sujeto que

to consumidor o receptor; una coincidencia que individualizu ¡tl·epta la ratificación o alteración de la identidad o del yo. La

necesariamente, que establece lazos singulares o irrepetibles dl• nmediatez . del conflicto entre las necesidades expresivas del

reciprocidad entre el uno y el otro. o.¡u jeto emisor y la maleabilidad del sujeto receptor al llamado, a

En el sujeto social, como sujeto de su propia intimidad, hay lu conación que las acompaña, ponen así constantemente a

un desdoblamiento de sí mismo y un flujo comunicativo inter· p rueba la simbolización elemental propuesta por el código, lle­

no, una producción/ consumo de significaciones entre él en u n van a éste hasta el borde de su capacidad de sostener a la se-

momento o una situación dados, y "él mismo" e n un momento m iosis.

posterior o en una situación diferente; tiene lugar, pues, el en· Esta es la razón de que no haya ningún otro tipo de acto

vío de una intención - nacida de la experiencia en el mundo ­ <'omunicativo que se preste mejor para ser dominado por la

de devenir otro, un envío cuyo destinatario es él mismo.l (u nción metasémica o metalingüística que el de la comunica­

En este curioso proceso comunicativo el elemento "contacto" ción inmediata del sujeto elemental o "indivisible" consigo

está dado por la permanencia del portador del yo, esto es, por mismo. En principio, cada uno de estos actos, como experiencia

la integridad del cuerpo animal o substancia de la identidad . ¡ ue es de la novedad del referente, de lo Otro, puede conver­

La tensión comunicativa tiene así por vehículo un contacto t irse en una puesta en crisis de la capacidad simbohzadora del

código, en un lugar puntual del conflicto entre el proyecto de

rosmos que él impone y la rebeldía del caos al que intenta dar


1 Continuidad y discontinuidad, dos c.aras del asunto: a) el sujeto
(orma; entre la propuesta de decibilidad para lo indecible que
global o unificado de los dos momentos o dos situaciones -la emisión y
la recepción- es el mismo antes y después del acto comunicativo, pero lrae la lengua, y la reticencia a ella de parte de lo indecible.
también, y gracias a él, es otro; b) el sujeto es uno como emisor y otro
El ro�portamiento individ ual real se caracteriza por dE s<>n­
corno receptor, pero es el mismo en tan to que unificado precisamente por
el hecho comunicativo.
volverse a manera de soluc1ón de emergencia al choqu<' <-'nlrP
156 1 ,

dos pautas que lo requieren y q ue son contradictorias entre !> 1 : De ima parte, existe la presencia del código dt> las norn t l l

la que viene de la forma y el código, en un nivel o escenario, y l 'slablecidas d e comportamiento, l a presencia d e lo qu!o' Fnw d

la que viene de la substancia y lo innominado, en otro escena. l lcl ma un "super-yÓ". El sujeto individu al se comporta dt•

rio difen:mte: la pauta de "lo consciE'nte" y la de "lo inconscien , ¡cuerdo a cómo está socialmente prescrito y establecid o quP

te". La existencia de esta d ualidad de estrato - conscienlc>­ urbe hacerlo. Su comportamiento es realizado y juzgado d
inconsciente - en el comportamiento cotidiano sería así el col ,l("uerdo a esta perspectiva del cumplimiento de la norma, del

mo que resumiría ante el animal la "perversión" del comporta· t ódigo. Pero, por otro lado, hay un determinad o conjunto de

miento transnaturalizado del ser humano. 1mlsiones, un cierto material animal informe que intenta de­

Para describir el comportamiento de un sujeto humano in­ L " rminar también la actividad del sujeto y que obviament e em­

dividual, decía Sigmund Freud, no es suficiente relatar esl<' puja en direcciones completamente desquiciantes .

comportamiento como una actividad que es transparente a sí Es la presencia del "ello", de una fuente de alguna manera

misma. El comportamiento cotidiano "normal" de este sujeto es "demoníaca " de la que procede una serie de impulsos que no

constitutivamente conflictivo: está siendo visitado siempre por hallan manera de disolverse o de encauzarse, que no encuen­

el esbozo de otro comportamiento que existe junto y por debajo tran lugar dentro de las disposicion es o las posibilidades que

de él y que se distingue y disiente de él radicalmente. Habría marca el código para el comportam iento del sujeto. Es el "ello",

un comportamiento virtual y soterrado que sólo se hace pre­ (•ntonces, el que está haciéndose presente para desquiciar el

sente a través de determinados sintomas a los que Freud llama l omportam iento del sujeto individual que se rige por las nor­

fehlleístungen, equivocaciones, actos fallidos o lapsus. La actua­ m as del super-yo. El "ello" es la causa de que el sujeto se equi­

ción del sujeto individual es un proceder que marcha junto con voque, entre en lapsus, tenga actos fallidos; de que cuando in­

su voluntad, con su conciencia, y que al mismo tiempo está tenta hacer una cosa haga üna cosa distinta o de que ejecute

siendo permanentemente desviado y modificado de alguna c�ctos "involuntarios". Es la causa de ese intento de comporld­

manera por lo que p odría llamarse un ·esbozo de proceder al­ m iento alternativo que, desde el escenario de lo manifiesto y

ternativo. El comportamiento virtual o inconsciente va desqui­ bien comporta do, resulta ser un intento completamente ful•n•

ciando, distorsionando intermitentemente la marcha del com­ de l u gar, "loro". Se diría, entonces, que e l sujeto con1o "yo"
portamiento rea l y consciente. c•fectivo está siempre determina do por el conflicto nlrP <'SI P
1 11
1 58

1 i v a del sujeto van a poder cumplirse en lugdr


de otras, ro
d os niveles de su comportamiento, y que él m ismo consiste e n

n jéndose como "equivalentes" de ellas; y aún


más, ciertas fun­

e l c mpromiso más o m e n os estable entre el "yo" ideal, impe­
representación al
cablemente obediente de l o dispuesto por el "super-yo", y es<• dones animales van a ser cump lidas por
que se afirman
"otro yo" de consistencia "polimorfa ", insinuado como resisten­ r u mplirse · otras funciones d iferentes de ellas
nes" de ellas.
cia y rebeldía contra el primer "y o ". El comportamiento rea l romo "mejores" que ellas, como "sublimacio
nes producti­
"norma 1" , como. res u l ta d o que es de este compromiso, disponf', Digamos, entonces, que el conju nto de funcio
ituido sobre un
así, de esas "válvulas" ya no sólo "de advertencia " - como los vo-consuntivas del sujeto humano está const
peculiar proceso de
sueños - sino de verdadera "descarga", que serían los "actos fa­ s u bstrato animal, pero a través de este
mism o: de repre sión y
llidos", mediante las cuales el inconsciente puede desfogar sus L ransnaturahzación o "defo rmac ión" del
sublimación, por
excesos de rebeldía. tle fomento, por un lado, y de sustitución y
so de reproduc-
Para que el proceso de vida animal se convierta en humano otro, del conjunto de las funciones de su proce

una serie de elementos productivo-consuntivos de su existencia ción.


este efecto de re­
deben sufrir un proceso de represión. Ciertos modos de com­ Consideremos unos cuantos ejemp los de
al transnaturalizado
portamiento del animal estrictamente reglamentados por su presión-fomento-sustitución del ser anim

código - sean activos o agresivos frente a la naturaleza, sean romo ser humano.
im­
receptivos o pasivos frente a ella - van a dejar de poder ejer­ La violencia (bías) inherente a la transnaturalización, el

del cuerpo humano,


cerse debido a que la forma del proceso de reproducción social pacto de lo social "deforman do" lo animal
antro polog ía cul­
impone, justamente para poder afirmarse como tal, la supre­ los exam ina Géza Roheim en sus estudios de
de Sigmund Freud .
sión de los mismos. Por otro lado, sin embargo, en virtud de Lural inspirados en la teoría psico analítica
que se ocupa ante todo
esa misma conversión, otros elementos del proceso productivo­ egún él, característica de este anim al
a exageradamente
consuntivo animal resultarán especialmente fomentados o so­ 'n repro ducir su socia lidad es una infand
cia" en el mundo pu­
bredimensionados. prolongada en comparación con la "infan
les humanos se da
A la represión y aJ fomento de ciertos rasgos habría qut> ramente animal. Sólo en el caso de los anima
o sea incap az d
añadir todavía un tercer e fecto que es el de la sustitución. De­ el hecho, por ejemplo, de que el recién nacid
diatamente de p u (�s Ul'
terminadas lineas o vetas de la actividad prod uctivo-consun- mantenerse en vida por sí mism o inme
160 161

su nacimiento. La inmad urez del fruto del vientre


de la ma d r t• El carácter maleable del sistema unificador de las nen> ·idu­
a'n
hum a no se encuentra en los otros mamíferos,
cuyas cr1t1 d t !S y las capacidades se refleja en el medio ins trUmental, f'n e l
nacen por lo general con la capacidadad de mantP.n
erse en vidtl 1 digo d e la· producción/consumo, y despierta e n él una a p r­
casi inmed iatame nte dP.spu és del momento del
parto. L a pro l u ra y un dinamismo completamente impensables en su "exis­
longación de la inmadurez orgánica más allá del
nacimiento o l t •ncia anterior", como objetos de uso intermedio de un "sujeto"
fuera del seno matem o es, para este autor, un
hecho artifici d l . 11 nimal. La posibilidad de un progreso, de un crecimiento cuan­
produ cido, es decir, provoc ado y guiado p o r
la propia sodl' t Lativo y un perfeccionamiento cualitativo, lo mismo en las
dad:
t nicas que en la tecnología (que es el discurso de aquéllas),
El proceso de reprod ucción de los seres human
os ha ido 1 ontagían al horizonte temporal de la vida cotidiana de una in­
haciendo violencia a la naturaleza hasta ganarl
e una parte d<•l ��stabilidad y una inquietud inéditas; una inconsistencia que se
tiempo de madur ación. Su "objeti vo": poder imprim
ir en el or rompleta o se confunde con la que proviene de la presencia
ganismo, cuand o todavía su maleabilidad es
muy grande, un concurrente de otros tipos y otras tradiciones de "elección tec­
cierto tipo d e código d e comportamiento que
sólo puede ser nológica" desarrollados en las otras historias de las otras co­
usado adecuadamente por un sujeto destinado
a la libertad dE' munidades concretas.2
elección. En efecto, los animales que nacen madur
os están limi­ Conectado con lo anterior está el hecho de la supresión­
tados a manejar código s de una sola articulación;
sólo podrán ustitudón de muchas de la vías de relación comunicativa que
entend erse entre sí media nte el manejo de señale
s cada una d<• se dan en el mundo animal y que rebasan el esquema de los
ellas significativa por sí mis �a . Aquel anima
l, en cambio, en
cuyo aparat o instintivo se ha marcado para
sus reacciones un
2 Hay en el origen muchas posibilidades de desarrollo de la capacidad
horizonte general de posibili dades de realiza
ción estará en ca­
productiva, muchas. figuras posibles de tecnología. Que en el campo de lo
pacidad dP manejar un código en dos planos
de articulación historia real unas "ventajas comparativas " -que hoy resultan dudosas­

com o es el código específico de la comunicación hayan impuesto el dominio absoluto de una forma de tecnología o d un
social, práctica
conjunto muy restringido de formas tecnológicas sobre esa gama de po
y lingüís tica. Sólo él podrá aprender, por lo
tanto, a combinar sibilidades no contradice el hecho de su posible multiplicidad ; el pnJpln
elemen tos que no son significativo s por sí mismo fomniiW Y
s y a construir desarrollo del capitalismo se ha dado mediante un juego de

con ellos totalid ades significativas . :-:ustitución de distintas formas tecnológicas provenientes no sólo (h 1•; 1 1
ropa sino del mundo entero.
162 '1 63

cinco sentidos consagrado en los sujetos humanos. Son vf con el ril m o


i ncronizada necesariamente, por su instinto,
que han sido desechadas por ser estorbosas para el logon•n procreativa d e Los
l' l l � u e se suceden las estaciones, la función
trismo y su preferencia por los sentidos de la vista y el oíd u, del año; el
Hll males se concentra en un determinado período
pero que existieron seguramente en el material animal someU d. Esta sincro-
, 1 1 lo del tiempo les concede la paz de La castida
do al proceso de transnaturalización humana. Estas posibilid ente en el caso
1� 1.u ión desaparece o disminuye considerablem
des no funcionalizadas en términos sociales permanecen, sh todo lo
dPI ser humano; su actividad procreativa se extiende a
embargo - mal sustituidas o mal sublimad as - en el procese y caprichosa al
l1¡ rgo del año y obedece sólo de manera débil
de reproducción social como "ruidos" o residuos de animalid a ha
ad 1 1 m o de la naturaleza. El ritmo de la procreación human
que sólo de manera muy excepcional vuelven a hacerse presen apoyándose
1 tlo instaurado por la sociedad humana misma
tes, pero como "fenómenos" considerados justamente "sobrena·
pll ra ell o en el ritmo natural. Lo que se manifiesta en esta
disin-

de
turales".3
1 I"Onía es el hecho de la transnaturalización de la sexualidad,
La relación intersubjetiva concreta está presente como posi· u "deformación" como erotismo.
bilidad en todos los momentos del proceso de producción/ e compren­
El caráct er concreto de la individuación permit
consumo, no sólo en los que está'n mediados por una cosa - u
n d r lo peculiar del proceso de reproducción
social en su mo­

bien/producido o un contacto significativo - ajena o exterior a l ción del nú­


mento básico que es el de la procreación o reposi
cuerpo de los interproductores o interlocutores, sino también y que conforman la comunidad; una
mero de miembros
de manera especial en los que lo están por una cosa · que es el a través de la
procreación que tiene lugar, en esta comunidad,
cuerpo mismo de ellos. nes femenina Y
repartición natural o biológica de las funcio
la una, y de ini­
m asculina - de huésped de la nueva criatura,
n sexual entre los
dador de la misma, la otra - y de la relació

\'lemen tos de los dos grupos resultantes de ello.


3 Muchas de estas facultades enterradas del cuerpo humano,
vías de
relación con la naturaleza y con los otros, que todavía en
las sociedades
En el caso de La procreación humana o transnaturalizada La
arcaicas fueron recordadas e integradas en sus formas sociales
especíli­
cas, que fueron respetadas y sangrientamente reprimidas
por la Europa relación sexual entre dos elementos del cuerpo social, el uno
cristiana, sólo fueron cauterizadas defmitivamente ya muy
tarde, cuando macho y el otro hembra, para efectos de la procreación, no deja
el mundo burgués citadino e ilustrado se impuso definitivam
ente sobre
el mundo rural. de ser una relación básicamente animal; pero es una relación
1 64 1 65
tregar su pro duc to. El erotismo
que �e encuentra subordinada a otra relación, coextensiva d apa rece t U dndo, en tota l ru p
l u­
ra con esto , esa relación sexual
ella, que es de orden propiamente formal, entre dichos elemen­ se cons t·l· t u ye de manera au
ló-
nom a en un proc eso que es de
tos como sujetos concretos y que la convierte en una relación trabajo y disfrute simultá
ne�:�-
mente y que se confunde adem
propiamente erótica. El atractivo sexual, por ejemplo, se en ás con el biPn / producido, obje
to
d q ue no es o tra cosa que el esta do
cuentra a tal punto transfigurado o sublimado bajo el efecto gozoso del cuerpo del otro
.
' mis or y rece ptor cifran sus
esta relación que aparece como un determin ado " encanto" en respectivos mensajes en la
activi­
u d que ejercen cada uno con el cuer
la presencia de otro como pareja posible. po del otro en el mismo
m o men to en que, en reciprocidad
La sexualidad animal procreativa "reaparece" en el erotism c , entregan el prop io a la acti­

me vida d del otro; mensajes que


como substancia suya, como sexualidad humana, e s decir co son, ambos, de reafirmación
de su
''· l ar en el mun do. La autonom
una sexualidad en la que el carácter procreativo, la intem i ía que la concreción erótica
da a
lil exualidad humana no sólo saca
productivista, puede incluso llegar a estar ausente. a ésta de su función ancillar
"'recto de la procreación sino
En la perspectiva del animal, lo "escandaloso" de la sexu que invierte el orden de las
prio­
t l d udes ; la procreadón deja
dad humana estaría en la "perversión" del sentido del de ocupar el lugar esencial
y se
I' I I P lve un pret exto no indi
spensable de la relación eróti
procreativo, en la conversión de un episodio de ese trabajo ca. Lo
1 1 1 'l mo sucede con la pertenen
de la obediencia al atractivo sexual y el paso por el placer d da de los amantes a una de
las
d 1 1•, i dentidades sexuales here
conjunción entre los elementos que concurren en la prod uc dadas del aruma1., al llegar .

a ser
l ' l l ">ri ndible, deja a la sexu
de la criatura - en un proceso de producdón/ consumo alidad erotizada el cam po
ab1erto
.
1 111 1 11 l a imp rovisación de iden
en un proceso de comunicación válido por sí mismo. tidades inéd1. tas. 4

En efecto, la procreación es un proceso de producción

"objeto" - la nueva criatura - destinado al consumo dt• 1

munidad, a la autorrepro ducción de la misma; la


Mo la escasez como horiz
onte de lo concreto en
la historia de In
sexual es un momento de. ese proceso productivo en t•l l l l l l! l l l ización o transnaturali
zación entre·ga la el
ave para 1a compr<·r l
1 1 ! I r• los mnu merables inten
.

mismo el macho para la hembra que ésta para él son tos de regresión al prodUCtiVIS
. .
IIlO SI�X I I I l l
1 1 1 11 1 ( l i le han puesto límites a la e
: rot¡za
· cwn de la sexualidad l l l lll l l l l ll l
subordinados a la relación procreativa principal qm• e•
· ·

'l"' 1 11 1 1 1 dado lugar a los tamb· •


Jen mnu
· merables usos y r.os1 1 u u 1 H
· t'N
guarda cada uno de ellos con la comunidad a . la q u l ' ' ' ' " 1 1 rlcsc rit.os por la
antropolog ía.
1 67
1 66
ron el V<'-
tos nat ura les colindantes
Algo similar sucede con la transnaturaliza<ión de la otra cluso de dro gas , dE> substra

función reproductiva relacionada con la integridad física del neno .


la forma
que la constitución de
cuerpo del sujeto humano. Es una integridad que necesita rE>­ Dig am os, par a concluir,
al - es le
a partir dE> la forma anim
producirse mediante el consumo de una cantidad mínima dE> humana de la reproducción
proceso con­
s-naturali zac ión - es un
un determinado conjunto de substancias alimenticias. En el proceso de meta- o tran
resiste. La
una se im pon e La otra se
proceso de la reproducción humana estas substancias aparecen flictivo en el que mientras la
huella, co­
en lo soc idl sólo com o
sin em bargo obligadas a ofrecer una determinada forma. Si el forma anima] no permanece
sob re
la violencia que fue ejercida
conjunto de substancias alimenticias no estuviese ordenado de mo cicatriz del con flict o y de
a sí misma
el des con tent o vivo had
una determinada forma, preparado de una determinada mane­ ella, sino sob re tod o com o
pod ido ser
pia forma humana ha
ra, si no hubiese esta satisfacción no sólo del aspecto físico sino que hab ita en lo que la pro

sobre todo de la forma, de aquello que subordina lo físico a lo hasta ahor a.

p olítico; si no satisficiese este requerimiento aparentemente

ocioso no podría cumplir la función a la que está destinado

desde la perspectiva meramente funcional o fisiológica.

En lugar de producir/consumir una cierta cantidad de de­

terminadas substancias alimenticias básicas dotadas por sí mis­

mas espontáneamente de una forma natural, como lo haría e]

animal, el ser humano prepara/ disfruta sobre todo significa­

ciones gustativas artificiales muy variadas; sabores diversos

para una cantidad incierta de determinadas substancias ali­

menticias, acompañadas de otras que no siempre lo son. Prepa­

ra/ disfruta formas de sabor dirigidas a su reproducción como

ser "meta-físico", político; formas, sabores que, en ocasiones,

pueden llegar a requerir, como soporte o vehículo de ellas, in-


LECCIÓN V

LA IDENTIDAD, LO POLíTICO Y LA CULTURA

Y precisamente · en esta inconstancia reside la

mismidad. . .

G.W.F. Hegel, Lafenomenología del espíritu.

Una aventura única e irrepetible se encuentra en juego en cada

uno de los casos de totalización concretizadora de la socialidad

humana que pueden darse en la historia. En cada uno aparece,

salida del uso mismo del código, una propuesta distinta para

subcodificarlo de una cierta manera. El contenido de esta aven­

tura, el "tema" de esta propuesta distingue de los demás posi­

bles a cada uno de esos casos de concretización; contenido y

"tema" que le son propios y exclusivos y que son los que le dan

una "mismidad" o identidad.

La identidad no reside, pues, en la vigencia de ningún nú­

leo substancial, prístino y auténtico, de rasgos y caractcrí ti­

as, de "usos y costumbres", que sea sólo externa o accid ntu l­

mente alterable por el cambio de las circuns tancias, ni ta m poco,

por lo tanto, en ninguna particularización cristaliza da d e l c ·(ld l


171

go de lo hum ano q u e permanez a inaf


La d a en lo <' SI ' I II 1 1 1 1 , ,,, u t'so u la hipótesis de un "m omento origina rio" y fu n­
la prueba a la que �s some tida en su
uso o ha bla. Lu h l 1 , 1 t " "' d t • IU<·nlidad no está atado al uso racista que se ha hecho
reside, por el con l:l'ario, en una
coherencia inter na pu r 1 q111' • inventa raíces y ur-sprünge raciales o "de sangre"
formal y siempre ll-ansitoria de un
sujeto históric o dt• 1 u 1 o 11 lw nu · i ones - ; puede tener la virtud de recordar el carác­
'
tenda evanescente; una coherenc
ia que se afirma m i en t r 1 1 t 1 l l l l' t 1 u l i va m ent� contradictorio y conflictivo que tienen
el jueg o dialéctic o 't e la consolida
ción y el cuestionam ipnt c , ttt l 11• 111 l nn un1 erables versiones d e l o humano como resulta-
la cristalización y la disolució de
n sí mism a. '''' 1 1 • d is t intos procesos de transnaturalizadón de la grega-
Vist a com o una � oherenda formal
y transitoria deJ sujt•l h d td t nímal y, sobre todo, de mostrar que la identidad sólo
identidad de éste Sólo pued conc
e ebirse com o un aco h ' '" qu . ver con la forma de la substanda corporal natural o
com o un proceso d � meta morfosis,
de transmigración dt• nl11111l (r ial) y no con ésta.
forma q u e sólo pu e de afirm
arse s i l o hace cada vez e n ,. gl nada en un momento inidal que se define como un
substancia diferente, siend ella
o cada vez otra sin dejar dt pisodio d e trans-naturalización, la identidad e s un
l " l ttl(•r
la mism a. La iden ti ct ad sólo pued
e ser tal si en ella se da h••t ho formal, el compromiso concreto de un sujeto consigo
f'
dinámica que, al llevarla de
una de-substancializadón a u n " ' ' 11no q ue sólo se constituye como tal precisamente en torno a
substancialización, la_ oblig
a a atravesar por e l riesgo de , 1, u n hecho formal que sólo puede permanecer en la medida
derse a sí misma, eni).entándola
con la novedad de la suu at�IQI 1• 11 qu está siendo reconformado, ya sea día a día o en ocasio­
y llevá ndola a com pe tir con otras iden
tidades coneurrentes. ' " '" >xtraordinarias, es decir en la medida en que está siendo
Hipo téticamen te, � s sin
dud a indispensable hacer l t 1 1 n -formado a lo largo de la historia.
a un m ome nto origil)ario en
la constitución del sujeto n efecto, tras la vigencia o validez que demuestra tener ca­
concreto y el mundo de su
vida, a un momento de t i u propuesta de articulación o simbolización elemental, cada
de su iden tidad . Se tl-ataría de
un acontecimiento t nn retización o subcodificadón de lo humano, hay que supo­

t ll ' r el hecho de una aventura primera: la hominización o trans­


una subc odificación a:t
caica ·y fundamental para es e códi go
uuturalización de la vida animal al convertirse en vida humana.
neral, el descub pmiento in
augural de un cosm os �lillS!UllallZélt aa U na aventura traumática, y en ese sentido inconclusa, rep ti d a
y excluyente.
de diferente manera en innumerables ocasiones, que deja im-
1 72 1 73

presa para siempre en la particularizadón de lo humano aqut• h u m anos ("d 1 trigo", "del arroz", etcétera), es sólo la platafor­

lla experiencia e n l a que s u fundamento animal (las pulsiom• ma de partida de la infinidad de compromisos concretizadores

del cuerpo humano y de su territorio) debió ser forzado a so q u e se suceden históricamente y que la reconforman una y otra

brevivfr de una nueva manera, sacado de su medida esponlf v z en muy diferentes direcciones, y esto no sólo alrededor de

nea: reprimido, por un lado, y exdtado, por otro. sf misma sino de su mes tizaje con las demás, ellas misma trans­

El código de la semiosis humana fuerza al código de la o formadas en sus respectivas historias.

.municación animal a ser sólo la substancia que está siendo La identidad actual de un sujeto - sea privado o colectivo -

formada por él; instaura una relación de subordinación que no e s, así, la que le viene del compromiso en cada caso prindpal y 1

pierde jamás sus tensión confl ictiva. Atada a la animalidad a la dominante en tomo al cual se define la red de reciprocidades

que trasciende, y sin embargo separada de ella por un abismo, en la que se desenvuelve su existencia concreta; red de interac­

cada forma determinada de lo humano que es reproducida en ciones en la que los otros con los que el sujeto tiene que ver en

sus transformaciones a lo largo de la historia obliga a que re­ su elección de un futuro no son sólo los que se encuentran hic et ·
produzca también, simultáneamente, el conflicto que le es in­ nunc efectivamente sino también todos esos otros, de presenda

herente; un conflicto arcaico y a la vez siempre actual entre ella virtual, que se hallan objetivados en el mundo de la vida y que

misma y lo que en ella hay de substrato natural re-formado y lo comprometen ineludible mente con el pasado. La identidad

de-formado por su trans-formación. del sujeto es, por lo tanto, una identidad ella misma protéica,

La hipótesis de un momento originario o "fundador de iden­ hecha de las muchas identidades divergentes, a veces en con­

tidad", lejos de caer ineluctablemente en definiciones substan­ flicto entre sí - entre las que elige y a las que combina en sus

cializadoras o sustantivadoras de la identidad sodal, lleva más metam orfosis - , que lo re cl�man según las circunstancias y

bien, si es planteada de esta manera, a no "conceder callando" que sólo al unificarse en torno a una de ellas "en última instan­

ante ese tipo de definiciones sino a combatirlas frontalmente. cia" dotan de una "integridad" a su metamorfosis. Es, exage­

La identidad arcaica, la que obedece a un compromiso con­ rando sólo un poco, la identidad del "ortónimo" pessoano, q u

cretizador de la más larga duración, la que otorga una forma sólo resulta del juego de sus "heterónimos" . Por ello e s ilusorio

singular a la asunción de la escasez, definiendo, por ejemplo, al hablar de la identidad de una persona o un grupo social co m o

"ser humano del maiz" dentro del conjunto de los otros seres un c onju nto de ras gos distintivos; si éstos se dan son ólo la
1 74
1 75
huellas, mu cha s· veces
engañosas, de episod
ios . en los que der­
los que debe repetirse el acto político fundamental de la onsl i­
tos com pro miso s de rec
iprocidad intersubje tiva
se constituyen lución de una forma para la sodalidad.
· y reactu alizan, de
creaciones eminenteme
nte formales en las
Miremos con más detalle esta doble manera de cumplir e
. que se concre tiza un
sujeto singular en una
situación única.
que tiene la reproducción política del sujeto social - la trru1S­

formadón de su identidad - : com o transformación disruptiva


Lo sagrado y lo profano
0 como cambio acumulativo.

Habíamos dicho ant Hasta antes de la modernidad, la vida humana debió des­
eriormente (en la seg
unda lección) que el
pro ces o de rep rod ucd envolverse en medio de la escasez absoluta. Lo Otro, lo no­
ón social se distingue
por su pol iticidad,
esto es, por el pre dom humano, rechazaba el surgimiento de la forma humana de la
inio que se da en él
de su nivel político
sobre su nivel físico o vida en medio del mundo animal, y ello obligaba a que esta vi­
animal; añadíamos que
ese nivel político
es el de la repro du cci
ón de la forma de da se constituyese como un comportamiento belicoso de defen­
su socialidad, de la
forma concreta de la mis sa y agresión ante ello, en torno a una estrategia de supervi­
ma, es decir de su ide
ntidad .
Pro ducir y consUmir venda. El hecho de basarse en la afirmación de la necesidad de
transformaciones de
la naturaleza, lle­
var a cabo la reproducc la propia forma por encima de su contingencia - yendo más
ión del sujeto físico
es un proceso que
sirve de soporte o de allá de la precariedad de su mw1do, de su falta de fundamento
substancia al proceso
de au torreproduc­
ció n del sujeto como desde la perspectiva de lo Otro - obligó a que el prindpio de
una entidad formal con
creta, como una fi­
gura singularizada, ind concretización del código de lo humru1o fuese un principio
ivid uad a o identifica
da de ese conjunto
de relaciones de conviv productivista, que comprometía en el presente y hacia el futuro
encia en que consiste
la sociali dad . Al
realizarse en el proces a toda la existenda social en torno a la consecudón y acumula­
o de trabajo y disfru
te de un gru po social
concreto, la vida hum ción del producto, de la presa o el botín arrancados a lo Otro.
ana implica la reprod
ucción o el cultivo
de la identidad del mis El productivismo es la huída hacia adelante, elegida com o
mo, de una identidad
que se transfor­
ma, y que lo hace ya sea soludón a la escasez, esto es, como remedio a la condición qu<'
acum ulativamente, com
o resultado de
mu cho s ciclos sucesiv pesa sobre la propuesta humana de reorganización de Ja vidu
os de reproducción,
o disruptivamente,
en aco ntecimientos de que hace de ella un hecho contingente y precario; es e l i n lPnl o
cambio concentrado,
excepcionales, en
desespera d o d e s alvars e del carácter artificial y por Lu n l o fl n i l o
_ .
1 77
176

polarizada y exdu y<•nh· :


del mundo humano, de negar el hecho de que, así como apare· orden a dicho uso o habla de manera
'
ionamiento d 1 e
ció o fue fundado y ahora está ahí en su trans-naturalidad, asl de un lado está el que es casi un puro cuest
ejecución del mismo.
también mañana puede desaparecer, ser anulado y ya no estar. digo y del otro el que es casi una pura
se desdobla, así, en
Se trata de una solución falsa, ella también precaria, que no al­ El acontecer de la reproducción social
de sus respectivas tem­
canza a eliminar la experiencia de esa contingencia y finitud del d os momentos característicos, dueños
de la existencia "en el
mundo de la vida humana y que debe buscar, en lugar de ello, poralidade s: el mom ento extraordinario
de larga duración,
la manera de neutra)izarla. limite", dotad o de una temporalidad cíclica
en la rutina, al que le
Para neutralizar la experiencia de esta carencia de funda­ y el mom ento ordinario de la existencia
coyuntural.
mento - una experiencia que en principio debería ser perma­ orres pond e una temporalidad lineal y
en que el nivel político
nente - , el comportamiento humano se proteje de ella median­ El mom ento extraordinario es aquél
en estado de virulencia,
te un éthos elemental que la concentra exclusivamente en los de la reproducción social se encuentra
humano es requerida o
momentos en los que ella es una experiencia directa o inmedia­ en el que la capacidad política del ser
en el que, obligada por
ta: los momentos catastróficos, virulentamente políticos, de re­ exigida al máxim o. Es aquel mom ento
, la comunidad se en­
fundación o reinvención de la figura concreta de la socialidad. las circunstancias, en una situación límite
radical acerca de la for­
En el resto del tiempo - y en lugar de la contingencia - el cuentra obligada a tomar una decisión
o su transformación.
comportamiento humano, guiado por ese éthos elemental, expe­ ma de su socialidad, de su mantenimiento
o positiva, promesa de
rimenta más bien la vigencia interna de su forma social como Situación límite que pued e ser lo mism
, que negativa, ame­
una vigencia absolutamente necesaria; percibe a esa forma co­ perfeccionamiento o au torrealización plena
lución o barbarie, salto
mo una "segunda naturaleza" y se desenvuelve como plena­ naza de catástrofe y desaparición. Revo
regresión.
mente fundado en ella y seguidor de sus leyes "naturales". El hacia el perfeccionamiento o caída en la
aria, la comunidad
uso del código (el habla de la lengua) se clasifica así según el En el caso de una situación revolucion
obligado a replantear u
criterio del grado de importancia que tiene en él la función me­ social remonta una crisis que le ha
posibilidades má am
tasémica o metalingüística; aquella función, precisamente, que propia identidad ante un horizonte de
d e reformular e a i l<'n t i
plio o más complejo; está e n proceso
·
tiene que ver con la necesidad del código, con la vigencia de su

recre arla. En la iluu< ión


propuesta de simbolización elemental. Es una clasificación que dad, de rehacerla o reconstruirla, de
1 7�
1 78

ental de su concredón o u h­
c � tastrófica, en cambio, la comunidad sucumbe ante la impo 1 pl'od uctivísmo, el rasgo más elem
que esa lfnca
bilidad, provocada por cataclismos naturales, guerras con otr t ·odificadón, tiene
inscrito en sí el gran temor de

se rasgue esa tenue pelícu lu


comunidades o conflictos intestinos, de reproducir su idenU d demarcación se rompa, de que
.

azaroso, lo consagrado de lo re­


dad, es decir, entra en un proceso de rescate vía disminución q ue separa lo necesario de lo
del Apocalipsis, del desmoro­
cualitativa de la forma de su sodalidad, de regresión salvado pu diado, y se abra el momento

ra. n miento del orden.


lo que se niega en la de­
El momento de fundadón, así como el de refundadón o re Pero también, por otro lado, todo
a marcado en el código como
voludón, es el momento reconocido por las sociedades arcaica. l rminación productivista qued
de refundación apocalíptica o
como el momento "sagrado", puesto que en él se reconocen lo u na añoranza de ese momento
l. Un trasfondo de la forma
límites entre el cosmos, por un lado, y el caos, por otro; entre el reconformación de la forma socia
una substanda de su subcodifi-
reino de la necesidad y el reino de la suerte; es decir, entre l o productivista de la vida social,
esa misma forma para ir más
formado, por un lado, y l o amorfo, por otro; e n e l que, en defi­ adón "presiona" desde dentro de
agrado, que le resulta demasia-
nitiva, se establecen los límites que, en medio de lo Otro, sepa­ allá, para salir del cosmos cons

ran aquello que será tratado como lo real y aquello que queda­ do estrecho.
por su parte, el momento
rá como no integrable, como un trasfondo impenetrable. El momento de la pura rutina,
ritmo de la ejecución rigurosa
El momento "sagrado" o de (re)fundación traza también los "profano", en el que impera el
portamiento humano lo mismo
límites entre aquello de la anim alidad humana que recibió efec­ del códi go productivista, el com
guía por el éthos elemental que
tivamente un sentido humano, aquello que es considerado par­ productivo que consuntivo, se
ento extraordinario y se refu­
te constitutiva de la forma de la socialidad del sujeto, y aquello deniega lo insoportable del mom
a
normas estipuladas por la form
que quedó fuera, que fue rechazado, que no fue funcionalizado gia en el cumplimiento de las
nocerlas en lo que son -a sa­
en el proceso de la reproducción sodal y, por tanto, fue repri­ social establecida. Lejos de reco
tegia de supervivencia en lo
mido. ber: el decantamiento de una estra
l a amenaza d e l o Otro - , la.
lh•
La experiencia de la constitución del cosmos en medio del lucha contra l a escasez, contra
seguimiento estricto, inru nSil
caos es una experiencia traumática que queda marcada en el ne por normas naturales cuyo

código y con un sentido sin duda ambivalente. Por uri lado, el


IHI
1 80

blemente repetido, es la garantía de su vigencia y, por tanto, dl• u na asundón cuestionante de las mismas; en la medida en qLH'

su efectividad. In práctica rutinaria se combina con otra que la quiebra e inlü­

En el momento extraordinario la subcodificación concreta rrumpe de manera sistemática, trabajando críticamente sobre el

del "código general" del comportamiento humano, que lo indl· entido de lo que ella hace y dice.

vidúa o identifica en una situadón determinada, y, en dertu El tiempo del proceso cotidiano de la reproducción social es

medida, el código mismo, entran a ser re-formulados o re­ aquel en el que gravitan, simultánea o sucesivamente - en al­

configurados en la práctica, son tratados de una manera qu<• lernanda lo mismo vertiginosa y "salvaje" que pausada y ca­

desata la virulenda en la fundón meta-sémica y meta­ lendarizada - , dos temporalidades disímbolas: una temporali­

·· ' tica de la
lingms VI·da como un proceso comunicativo. En el dad real, propia de la secuencia repetitiva del tiempo rutinario

momento de la rutina, en cambio, el uso que se hace de ellos es o "profano", y una temporalidad imaginaria, propia del ritmo

completamente respetuoso de su autoridad, concentrado en inventivo que mimetiza el tiempo de la acción extraordinaria o

cualquier otra de las funciones comunicativas menos en la au­ "sagrada ".


Si en alguna escala, mayor u menor, sea en b1da una vida,
torreflexiva o autocrítica.
Por su parte, la existencia "profana" o cotidiana del ser en un año o en un solo instante no se da esta combinación de

humano es mucho más que la simple cara opuesta de la exis­ los dos modos contrapuestos del comportamiento humano; si

tencia extraordinaria, como lo sería en efecto la existenda ruti­ no se da el entrecruzamiento de una existencia que cumple au­

naria; la existencia "normal" tiene una consistencia compleja tomáticamente el programa codificado con una existencia "en

que resulta de una combinación especial de las otras dos. ruptura ", que trata de manera "reflexiva" y crítica a ese pro­

' La variedad inagotable y la dinámica sin reposo de las for­ grama, no puede hablarse, en la historia en la que aún vivimos,

mas de la vida cotidiana de los seres humanos se explica por el de una existencia cotidiana propiamente humana.

hecho de que es un tipo de vida que sólo se constituye como tal


La cotidianidad de lo político
en la medida en que estas dos modalidades contrapuestas de
su existencia coexisten en él; es decir, en la medida en que el
Así, pues, el modo revolucionario o, si se quiere, "sagrad o" U<'
cumplimiento de las disposidones "inscritas" en el código tiene
realizarse de la "politicidad" - el carácter distintivo d<' la vlt.Ju
lugar, por un lado, como una ejecudón dega y, por otro, como
"' � - ·�- ·�· · " u � v • � L...-.&; ;a."'- V g .... O'.. ...... _ ..... -..._... .LV y VA.�;.._., 'V'/ - .a. w -.r '-'to:lf
...
l UlO rea l, en los
mom ent os extrao
rio, en los m om
rdinarios, y el olro l m u¡:f
n,, pues, de lo que es su obra ·. las inst:Ítu iones que aseguran a 1 o �
ent os cotidianos. .
La manera "profa ·
· de esa identidad.
na " o n o r t 1 'r 'O del tiempo la vtgenaa
vol ucionaria de
su realiza ción p .
ertenece, en cambi
o, a 1 1 1 1 1 1 1 1 La p olítica puede ser VISta como una espede de prolonga-
p <5nente rutinar
ia de la activida . . .
d co tidiana; de .
toda ella < 1 1 1 1 1 n ' ón real del momento extraordinano en el momento cotidia-
praxis pro du ctiv
o/cons unti va, y
n o sólo d e la acti
vid ad po l l l l 110·' 1 una prolongación en la que el protagorusmo
· d e 1o político
ca pro piam ente
dicha o actividad
política ins titucio · .
nal. per ·
. manece, pero Sólo de manera inerte, mstituaon
· alizado, de-
En efec to, la ver
sió n no re voluci .
onaria de lo p olíti
presente en la co ('lil . aliza do · Es una actiV1' dad que resulta hasta cterto
lenido o cnst
vid a co tidiana
p rim era real y
la segunda im agi
de dos maneras
diferen tes: J ,, P�to extravagante dentro del conjunto de actividades d � la
naria. La primera
co mo ru l i nl vida cotidiana; lo que en ella se pro d uce¡ cons ume es un obJe to
zación del m
omento extra ord .
inario de lo pol . .
ítico y la segu nd l mismo extraño: el acuerdo o congruenda del polimorfismo
com o sim ulacro u
del mis m o.
La p rim era ma
nera es la que corr
esp onde a la act
ividad po
lítica p ropiam
ente dicha. Se
tra ta de una
acti vida d que, <'n
principio, la
ejercen tod os los
mie mbros de la
com unid ad,
p uesto que tie
ne que ver con
las instituci ones
que orde nan tod a 1 De acuerdo a esto, lo que suele entenderse por "cultura política"
la vida pro duc
tivo/consun tiva . -
consistirta en la repraducción de una forma peculiar de institucionalizar
en tan to que vid
a pública; una . .
activi dad que se lo político como ''pohttca
- .
.
"' una manera parttcular de prolongar lo político
ocu pa de la exp
resi ón de la nue
va voluntad .
fuera del momeoto "sagrado " que le es propto, en la rutina de lo cotidia-
co munitaria y
de su ad ecu ació
n a la antigu a
volunta d, plasma­ no .
da o co dificada .
en ley fu ndam ent La actividad política formal ' instituctonal 0 rutinaria de la vida coti-
al o consti tucion
al.
Den tro de la vida diana no implica una ruptura del momento de 1a rutina'· más bien, al re-
cotidiana, la repr
oducción rutina ·- de lo extraord'man·o por parte de ésta. Lo que
ria de la vés, implica una ab sorciOn
· ide nti dad concret
a de una com -
rut'man· a rehuya la irrupción
unid ad tiene en la .
no quiere decir que la actiVl· dad poiltica
acti vid ad po­
lítica propiam ente .
1 co-extraordinario que se pro-
imaginana, dentro de sí misma, de lo pol'ti
dicha su realiz
ación esp ecializa
da. La políti­ .
ca re-co nstruy longa en ella de manera no por real menos apagada. Por el contrariO, la
e la ide ntid ad
indirectam ente, . .- .
1a revoluc10n en la Vl'da cotidiana, es requenda
a tra vés de la fiesta, ese sustituto de
reprod ucción de .
los res ulta dos -
con gran frecuencia en calidad de acampanante por la actividad po!JU o
deja dos por el
mom ento de
institucional.
1 84

de la vida pública con la vigencia de las ,instituciones que la re- cial. Por lo demás, y como resultado de lo anterior, en la acti v i­
.

gulan.2 dad política religiosa, la discrepancia entre la voluntad comuru­

La política puede ser, por un lado, una actividad política taria espontánea y la voluntad comunitaria cristalizada en las

"natural", religiosa o comunitaria, y, por otro, una actividad instituciones, es decir, el conflicto entre el polimorfismo de la

política "contractual' � laica o republicana. La primera, la políti­ vida nueva y la forma establecida se resuelve en un proceso in­

ca religiosa, propia de comunidades pre-modernas o de ten­ cuestionable de subordinación y "traducción" de la primera a la

dencia "oriental", corresponde a una vida social en la que el segunda.

momento extraordinario y el momento cotidiano no se encuen­ El segundo tipo de actividad política, el republicano, propio

tran separados ni clara ni definitivamente en el tiempo. Tanto de sociedades de tendencia "occidental" o encauzadas en la

la realización plena como la catástrofe total de la identidad co­ modernización, corresponde, en cambio, a una vida social que

munit¡uia son hechos que se viven en ellas como probables y presupone la "coagulación" definitiva del tiempo de lo cotidia­

que, en cierta medida, están efectivamente en juego todavía en no y su separación clara respecto del tiempo extraordinario.

la parte alta o esotérica del cuerpo social. La prolongación de lo Una vida social en la que el conflicto entre la voluntad comuni­

"sagrado" dentro de lo "profano" es tan reciente y tan fuerte taria emergente (la "sociedad") y la voluntad comunitaria insti­

que mantiene a éste como un momento que no acaba de consti­ tucionalizada (el "Estado") no se encuentra resuelto de antema­

tuirse y que se da como una coagulación que avanzara de la no, en la que los intereses de la res pública no coinciden

periferia hacia el centro, de lo bajo hacia lo alto de la vida so- inmediatamente con los de la res privada, sino que tienen que

ser re-definidos y unificados en la construcción de una volun­

tad consensual.
� En la perspectiva de los productores/ consumidores de objetos prác­
ticos comunes la política se presenta como una actividad especial, propia

de '1os políticos ". Los "políticos", a su vez -aquellos que fueron guerre­ *

ros, revolucionarios, héroes de los grandes momentos comunitarios, y

que se han sobrevivido como 'hombres de Estado ", legisladores, minis­


Aparte de este modo de presencia de lo poütico en la colidiu­
tros, jueces-, parecen ser gente que en épocas de paz se ha quedado

con el armamento de las épocas de guerra; gente que emplea un discurso tlidad como actividad poütica propiamente dicha, hay, sin <' 111 ·
excesivo, solemne, propio de las circunstancias en que '1a patria está en
bargo, otro diferente que, pese a que en ocasiones es e l más <k·
peligro ".
1 86 I K7

cisivo, suele pasar desapercibido o tratado sólo en calidad d mar "rutina" de los animales. La rutina de los seres humanos

"ruido" en la teoría politica moderna. • tá invadida por momentos imaginarios de ruptura, de antiau­
En la cotidianidad humana la rutina, es decir el momento lomatismo, de libertad; momentos en los que el ser humano

puramente animal o automático de la reproducción, de ob •


afirma lo específico de su animalidad: su politicidad.3

diencia ciega a la segunda naturaleza, se encuentra interferido

sistemáticamente, inte rrumpido por momentos de ruptura que Definición de la cultura


se caracterizan porque en ellos lo politico se hace presente m e­

diante la construcción de un plano imagil)ario de comporta· La cultura es el momento autocrítico de la reproducción que un
.
miento en el cual tiene lugar un simulacro de la politicidad re­ grupo humano determinado, en una circunstancia histórica de­

volucionaria, una repetición del cuestionamiento de la forma term1nada, hace de su singularidad concreta; es el momento
1

establecida de la socialidad, de la identidad consagrada de la dialéctico del cultivo de su identidad. Es por ello coextensiva a

comunidad. El momento extraordinario o "sagrado" de lo polí­ la vida humana, una dimensión de la misma; una dimensión

tico altera así, desde el plano imaginario, el funcionamiento au­ que sólo se hace especialmente visible como tal cuando, en esa

tomático de la rutina del ser humano. En medio de una ejecu­ reproducción, se destaca la relación conflictiva (de sujeción y

ción ciega del código (y de su subcodificación), que ha debido

poner entre paréntesis la función metasémica, aparecen unas 3 La historia de la tercera modernidad de la América Latina, la repu­
blicana -las otras fueron la jesuita, del siglo XVII, y la borbónica, del si­
burbujas de libertad, unos usos que lo actualizan centrándolo
glo XVIII-, ofrece un cuadro que seria pintoresco si no implicara una se­
precisamente en tomo a esa función, en tomo a la puesta en rie de experiencias desastrosas, que ilustra dos pasos mencionados aquí

crisis de su capacidad simbolizadora. -ambos frustrados, nunca concluidos-: el primero, que llevarla de la

confusión a la distinción entre lo político extraordinario y lo político coti­


Así, pues, lo politico no sólo se encuentra presente en tér­
diano, y el ·segundo, que avanzaría de la confusión a la distinción entre

minos reales, no únicamente bajo la forma de la politica, sino la política real y la política ficticia . El cuadro al que me refiero es el que

ofrece el escenario de la política latinoamericana, sobrepoblado lo mismo


también en términos imaginarios, en las rupturas que acompa­
de generales y caudillos -hombres que vuelven rutinario al tiempo ex­
ñan al funcionamiento rutinario de la vida cotidiana . La vida
traordinario- que de religiosos -hombres que banalizan la transubs·

cotidiana del hombre es, como veíamos, una vida sumamente tanciación festiva de la catástrofe- y de literatos y artistas -hom l.m:!l

de la rememoración de la revolución imaginaria-, y sumamente es nso,


rica y compleja, no se parece en nada a la que podríamos lla-
en cambio, de representantes genuinos de una "sociedad civil".
I HlJ
188

otru ros '


resistencia) que mantiene - como "uso" que es de una versión La reproducción de la "mism idad" no puede ser
.
ización o u na
particular o subcodificada del código general del comporta­ que una puesta en juego, una de- y re-substancial
ser la in •­
miento humano - precisamente con esa subcodificación que la de- y re-autentificación sistemática del sujeto. Debe
"saudade" dirigida prc­
identifica. ante puesta en práctica de una peculiar
social en la
Cultura, cultivo crítico de la identidad, quiere decir, por lo isamen te hacia el otro, hacia aquella otra fom1a
propio s hayan
que se ve, todo lo contrario de resguardo, conservación o de­ que posiblemente la contradicción y el conflicto
Otro, lo "na­
fensa; implica salir a la intemperie y poner a prueba la vigencia encontrado una solución, en la que lo humano y lo

de la subcodificación individualizadora, aventurarse al peligro tural", se encuentren tal vez reconciliados.

de la "pérdida de identidad" en un encuentro con los otros rea­ Al plantearse como la historia del acontecer de una forma,

lizado en términos de interioridad o reciprocidad.4 de su permanecer gracias y a través de su alterarse, la historia

de la cultura se muestra como m1 proceso de mestizaje indete­

nible; m1 proceso en el que cada forma social, para reproducir­


� Corresponde al nacionalismo de la época moderna la convicción de

que la cultura es un patrimonio de formas propias y peculiares, un Kul­ se en lo que es, ha intentado ser otra, cuestionarse a sí m isma,
turgut o una Kulturerbe (herencia cultural) que debe ser gepflegt, cuidada
aHojar la red de su código en un doble movimiento: abriéndose
o cultivada especialmente en su núcleo --del cual ella sería sólo la pro­
a la acción corrosiva de las otras formas concurrentes y, al
longación objetiva-, en la "cultura " en vivo que sería precisamente la

identidad o peculiaridad pero encarnada como volk ( "pueblo '); para ella, mismo tiempo, anudando según su propio principio el tejid o
la pflege o cultivo de la identidad de una comunidad consiste, por un la­
d e l o s códigos ajenos, afirmándose desestructuradoramente
do, en cristalizarla en una figura que la "museifica", es decir, en aferrar­

se a ciertos rasgos de ella y, por otro, en insuflar a esa figura una vitali­ dentro de ellas.s

dad externa, venida de la valorización del valor capitalista, que le es

acljudicada como propia. Esta cultura oficial, opuesta a la espontánea, es


esta condición sino sólo, m r u 1 1 1�
una manera de negar la cultura corno el cultivo dialéctico de una identi­ movimiento nazi no venia a liberar de
ru1:ificial.
dad que sólo se reproduce en la medida en que se cuestiona, en que se niéndola e n ella, a conectarle una vida fmgida,
cia" que los estados occidentales de lA t!pol'n
enfrenta a otras, se combina con ellas, defendiéndose de ellas y también 5 El culto a la 'toleran

sus poblaciones no es s u lklt' l l


invadiéndolas. La exaltación de la identidad "vólkisch" germana llevada a de la "globalización " tratan de infundir en
amente racista de s u n u t o t k
cabo por el nacionalsocialismo alemán, lejos de implicar la pflege o el te para ocultar el substancialismo profund

'Tolerar " significa "soportar ", "petruitir",


s dcl'l1', r. l l n
cultivo de alguna de las identidades histórico-concretas que el Estado fmición cultural.
y por lo pronto) a k > H o t ro, i 1 10
moderno forzaba a caber dentro de una identidad nacional alemana, fue plemente "no agredir " (por l o menos aquí
.
t 1 1 11
la negación de todas ellas. Era una identidad momificada, a la que el signilica, como ha sido el verdadero método de la historia clt: In 1'1 1 1 1
1 1) 1
190

La c �tura es una dimensión de la vida humana; por ello la En la vida "normal" o cotidiana la · existe
ncia rutina ria sólo

recibir en sí mism a, n
acompaña en todos los momentos y todos los modos de su rea­ se cumple si es capaz de romperse para
irrupción del modo ex­
lización; no sólo en los de su existencia extraordinaria, en los el plano imaginario de su realización, la
e, de acuerdo a esto,
que ella es absolutamente manifiesta, sino también en los de su traordinario de la existencia. Puede decirs
constitutivo de la cotidia­
existencia cotidiana, en los que ella se hace presente siguiéndo­ que es en este momento de ruptura
_
como una actividad cul­
la por los recodos de su complejidad.6 nidad humana en el que se concentra,
la dimensión cultural
tural especial o propiamente dicha, aquel
el proceso de reproduc­
difus a y generalizada, propia de todo
autocrítico de su identi­
-redescubierto para la modernidad por la Malinche mexicana en el siglo
ción social, la del cultivo dialéctico o
XVI-, "abrirse " a ellos y retarlos a que ellos también "se abran ".
dad o singularidad concreta.
6 El concepto de "dimensión cultural" que se desarrolla aquí se intro­
una irrupción del
duce con libertad en el intrincado panorama de acepciones del término La existencia "en ruptura" se da como
"cultura" que se encuentra vigente en nuestros días. La comprensión o del comp ortamiento ru­
comp ortamiento extraordinario dentr
moderna de la dimensión cultural se despliega en muy variados escena­
el escenario de la ima­
rios típicos del uso lingüístico; cada uno de ellos es capaz de proponer su tinario. Una irrupción que tiene lugar en
la semiosis lingüística
propia acepción. Tales escenarios pueden clasificarse de acuerdo a la ginación, esto es, en el plano en el que
nio de sobre la semiosis
manera en que organizan las siguientes oposiciones semánticas princi­
ejerce de manera inmediata su domi
pales:
"atadas" se liberan de sus
a) "Cultura"/ "naturaleza": el mundo dotado de vida espiritual, de se­ práctica, en el que las significaciones
de sí mismas, haciendo
ataduras, se convierten en simulacros
miosis lingüística (lo humano), frente al mundo carente de espíritu y de

lenguaje propiamente dicho (lo animal) .

b) "Cultura"f "civilización": lo humano espiritual, desinteresado o su­

pra-estructural frente a lo humano infraestructura!, pragmático o mate­


de comportamiento ": las institu­
rial. e) "Culturas"/ "culturas o patrones
s
s, culinarias, etcétera) constitutiva
e) "Culturas"/"civilización": las sociedades en las que lo humano se ciones y tradiciones (políticas, erótica
da", etc.), frente a los usos o
", "nóma
encuentra en un estado más simple, primario, primitivo o subdesarrolla­ y permanentes ( "cristiana", "citadina
All·
( "deportiva", "cinematográfica", "del
do ("amazónicas ", "azteca ", etcétera) , frente a la sociedad en la que lo hábitos substituibles y pasajeros
a) .
humano (las técnicas) es más complejo, está más desarrollado 0 ha al­ tomóvil", "del rock", "del agua", etcéter
genio, peculiaridad , est ilo) ": In
canzado su mayor altura ( 'índogermana ", "grecorromana '). t) "Cultura"¡ "mentalidad (carácter,
refinada, frente a la "cultura si 1 1 111<
111 ",
d) "Cultura"f"culturas ": la forma de lo humano en general (global o "cultura universal ", libre, creativa,
. "lc· u w
iales de la socied ad ( "del ma.iz",
universal), frente a las múltiples versiones histórico-concretas de lo elemental, atada a intere ses sector
", "obrera", etcétera) .
humano (occidental, oriental, católica, capitalista, etcétera) . nina", "de la pobreza", "adolescente
1 92

"co.mo si" pudieran desenvolverse en un juego libre, con otra creativa o crítica. Cuando hablamos de una actividad pro

independencia del substrato al que dan forma, del contacto qu1• piamente cultural hacemos referencia justamente a esta rea li�o­
las posibilita. La ruptura e s justamente "un hecho inofensivo, ión de la dimension cultural en la que se encuentra resa lla d o

de consecuencias puramente mentales", una repetición fingida el movimiento metasémico, "reflexivo" o autoctrítico que la ca­
de lo que acontece con la vida humana y su mundo en el racteriza.

momento ambivalente en el que tanto la realización plena de lu La actividad cultural no requiere, en principio, de un tiem­

comunidad concreta como la aniquilación de la misma, tanto la po y un espacio propios; puede acompañar como una sombra o

"luminosida d absoluta" (la Arcadia) como la "tiniebla absoluta" omo un "aura" a cualquier actividad rutinaria. Sin embargo,

(la catástrofe) son, ambas, igualmente posibles/ incluso en este caso implica de todas maneras un gasto de

En el momento de la rutina la dimensión cultural se encuen­ energías ultra-funcional que es improductivo.8 Este carácter

tra en estado inerte, es un hetho cultural. La subcodificadón dispendioso, "lujoso" de la cultura, que puede acentuarse casi

del código está "en automático" , en el grado mínimo de su cul­ ilimitadamente cuando su práctica se ha independizado del
tivo. En el momento de ruptura, en cambio, este cultivo entra funcionamiento pragmático de la producción/ consumo y ha

en . acción, se vuelve especialmente enfático. En la preparación alcanzado altos grados de dificultad técnica, lleva a la confu­

rutinaria de los alimentos su sabor peculiar se cultiva de todas sión que tiende a negar la omnipresencia de la actividad cultu­

maneras; en cambio en la preparación festiva de los mismos su ral y a reducirla a su manifestación restringida como "alta cul-

sabor es el resultado de una "puesta en crisis" de la receta tra­ Lura" .

dicional para alcanzarlo, de una reactualización de la misma

para una ocasión especial. Dos momentos o dos modalidades 8 Puede darse incluso la paradoja -y se da, e n efecto, con gran fre­
cuencia- de que el '1ujo " de la cultura se despliegue en situaciones más
de la misma dimensión cultural, la una repetitiva o ingenua, la
bien miserables, que parecerían requerir un abono especial de ener·gín

de trabajo y no disponer de tiempo ni espacio para una existencia a u t o


crítica; e s una paradoja que s e presenta allí donde --como sucede <' 1 1 <'
7 La amenaza a la forma social que posibilita la vida de la comunid ad cala sistemática en la modernidad capitalista- la forma social estf1 t! l l lu
es una amenaza doble: la de su destrucción defmitiva, de la catástrofe, necesidad perversa de reproducir las condiciones de escasez rk In v ll l n
del retomo al momento de la (re)fundación, y la de una especie de recaí­ humana para poder sostenerse e impide, por tanto, el ejerci i o pro<h 1 1 ' 1 1
da en la animalidad, la del hundimiento en el automatismo que la· haría vo del trabajo en determinadas zonas del cuerpo social gloiJnl :<o l u t• 1 1
desvanecerse y la destruiría, también, a su manera. que se asienta.
194

La distinción entre baja y alta cultura se ha planteado dt dican de manera especial - que no excluyente o monopólic.1

muchas maneras: baja cultura o cultura popular o espontánea, al cultivo crítico de la subcodificación. Es un hecho en sí mi m o

como un hecho tosco, no elaborado, en estado primitivo, y a l t a "democrático", que no implica ninguna jerarquización social,

cultura o cultura d e élite o educada, como u n hecho refinado, ning¡.1na diferenciación destinada a poner en lo "alto" a quienes

tecnificado, que conoce y respeta una tradición.9 se concentran en la actividad cultural, sino que simplemente

Se trata de una distinción que, a partir de una experiencia reconoce la posibilidad, que ellos aprovechan mientras pueden,

histórica real, confunde la necesidad de una autonomización d<• de una entrega excepcionalmente mayor al comportamiento

la actividad cultural con la de la reclusión de esa actividad, una "en ruptura".

vez autonomizada, en la esfera de vida de las ruling classes. En la historia que conocemos, esta distinción espontánea se

A partir de la actividad cultural simbiotizada con la vida ru­ ha encontrado siempre sobredeterminada por el hecho de la

tinaria, que se expande en toda la vida cotidiana, se genera es­ organización jerarquizada del cuerpo social - de la separación

pontáneamente la diferenciación de una actividad cultural que y coexistencia de castas y clases sociales sobre la base de la re­

debe realizarse de manera especial y que abre su escenario partición desigual y polarizada del poder de disposición sobre

propio en medio de esa misma vida. Aparece así, de manera el producto o la riqueza objetiva de la comunidad - , un hecho

inherente a la vida social, la distinción entre cultura como acti­ que ha presionado siempre, con mayor o menor éxito, para que

vidad difusa y cultura como actividad concentrada. En las so­ la relación entre la actividad cultural autónoma, ahora oficiali­

ciedades se constituyen ocasiones, sitios y personas que se de- zada, y la actividad cultural general, ahora "informalizada", de­

je de ser una relación de separación-complementación, en la

que ambas se provocan y convocan mutuamente, y se conviprlu


9 La valoración qué acompaña a este deslinde no siempre marca pe­
en una de separación-imposición, en la que la primera dcspn•
yorativamente a la baja cultura. En ocasiones, cuando ésta es concebida

como "cultura que hace el pueblo ", lo "baj o " es sinónimo de "genuino", cia y subordina a la segunda, mientras ésta la descono e y luu "
"vital", "creativo " (frente a lo "postizo ", "mustio " o "aburrido " de la cultura
mofa de aquella.
alta o elitista, mandada a hacer por las clases dominantes). Cuando, a

su vez, el pueblo es identi1icado con la clase trabajadora revolucionaria , Que la "alta cultura" necesita de la "baja" parece ser oh io • • • •
a su "cultura proletaria" le es reconocido un carácter critico espontáneo,
l a medida e n que - como lo "descubrieron" los ro m .1 1 1 1 11 1 1'

históricamente· constructivo (contrapuesto a la complacencia y limitaciól l


ella no puede ser otra cosa que una especialización pol l • l l• 1 1 1 d • •
d e la cultura 'hecha por la burguesía ') .
1 97
196
el juego con ciertas tradiciones de manejo difícil - es ne sario
ra o, si' se quiere, una "subhrnadón" de ésta: la alta cultura no
'
o indispensable para el uso "reflexivo" espontáne o de la mi -
podría darse sin la creatividad que acontece de manera espon­
ma? y la respuesta no podría sino reconocer que la autonom i­
tánea en el cultivo crítico cotidiano de la subcodificadón, sin la
zación de la actividad cultural es un momento esencial de esa
inventiva que aparece sin cesar repartida por todo el cuerpo
misma actividad, y que en esa medida es indispensable para
sodal. Es aquí donde aparecen las nuevas formas, las innova­
ella. Una y otra son dos modos pese a todo inseparables de una
ciones, los reforzamientos, las reformulaciones en la lenta his­
tnisma actividad. Las idas y venidas, las reverberaciones, el
toria de la concreción subcodificadora del código. Sin esta "baja
diálogo muchas veces sordo e incomprendido entre lo que
cultura" no existiría la "alta cultura", esto parece ser evidente.
proviene de la creatividad de la "baja cultura" y lo que acontece
Pero, a la inversa: ¿puede la "baja cultura" prescindir de la agi­
por la inventiva de la "alta cultura" muestran una complicidad
tadón, para ella abstrusa y lejana, que tiene lugar en las salas
o colaboración entre ellas que se da al margen, por encima o
de juegos, en los santuarios y en las "torres de marfil" de la "al­
por debajo, de esa adjudicación de funciones jerárquicas pro­
ta cultura"? ¿0, por el contrario, la "baja cultura" requiere tam­
yectada sobre ellas por la realidad de la lucha de dases. to
bién esencialmente, y no sólo como una referencia de lujo pres­

cindible, de la "alta cultura"?


Bibliografía
Decíamos que las determinaciones "alta" y "baja" son en

verdad "sobre-determinaciones" que afectan sólo tendencial­ Georges Bataill e, La part maudit. (ed. dt.)
mente a otra oposición más estructural - y no excluyente sino
Roger Cailloix, L ' homme et le sacre, Gallimard, París, 1 950.
complementaria, no jerarquizadora sino niveladora - , la que
(Trad. esp. El hombre y lo sagrado, FCE, México, 1942.)
aparece entre la manera autónoma y concentrada y la manera

"atada" y difusa de la actividad culturaL De ser así, la pregunta

que interesa habría que reformularla de otra manera, al margen


10
de la idea de que lo "alto" puede tener importancia para lo ''ba­ La "sofisticación", el "tradicionalismo " y el "exotismo " están slc� 1 1 1
pre a disposición d e las upper classes cuando requieren sustit u Í ! 1" 1 • c·fl
jo": ¿en qué medida el uso "reflexivo" espedalizado, particu­
namiento real de la cultura autonomizada. Es lo que ostentan, p e lo w·
larmente educado y elaborado, incluso esotérico, de la subcodi­ neral, b�o el nombre de "alta cultura ", ante la mirada cnt rl' nWul t u ,
y burlona d e las lower classes.
ficación del código - que implica el conodmiento, el respeto y envidiosa
1 1 11 1
1 98

Dieter y Karin Claessens, Kapitalismus als Kultur. Suhrkam p, LECCIÓN VI

Frankfurt a. M., 1979.


Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Labor, Barcelona, 1 992.
EL JUEGO, LA FIESTA Y EL ARTE
Klaus Heinrich, Tertium datur, eíne relígionsphilosophische Ein­
führung in die Logik, Stroemfeld/Roter Stern, Basilea/Frank­
furt a. M., 1981.
El aura, el valor único, incomparable, de la obra
Johan Huizinga, Hamo ludens, Rowohlt, Hamburgo, 1938.
de arte auténtica, tiene su fundamento en el ri­
(Trad. esp. Hamo ludens, Emece, Buenos Aires, 1957.)
tual, en donde tuvo su valor de uso primero y
Karl Kerenyi, Die antike Religion, E. Diederichs Verlag, Düssel­ originario. Por más mediado que se encuentre,

dorf-Koln 1952. (Trad. esp. La religión antigua, Revista de este fundamento es reconocible todavía, incluso

Occidente, Madrid, 1972.) en las formas más profanas del ritual seculariza­

do que cumple con la producción de belleza.


Marcel Mauss, Esquisse d'une theorie de la magie, L' Année Socio­
logique, afio 7 (1 902-1 903), 1 904. Walter Benjamín,

"La obra de arte en la época


Otto Rühle, Über den Begriff der Gesclticht.e, en llluminationen,
de su reproductibilidad técnica" .
Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1 977.

Innumerables son, dentro de la complejidad de la vida cotidia­


na, las figuras que adopta la posibilidad de la "existencia en
ruptura". Innumerables también, en consecuencia, las oportu­
nidades que tiene la cultura de llevar a cabo su actividad, la
reproducción de la identidad comurutaria concreta constituida
como autocrítica. Todas ellas, sin embargo, presentan d rr l o�

esquemas recurrentes de comportamiento que permiten u cla ­


sificación aproximada. Distingo tres principales, ca d a u no d ( '

los cuales puede encontrarse sea en estado puro o e n u nu ( "O m -


200 20 1

binación más o menos estrecha con los otros dos: el esquema cambiables. En medio de la rutina irrum pe de pronto la d u du

p
pro io del juego, el de la fiesta y el del arte. El rasgo común de acerca de si la necesidad natural de la marcha de las cosas - y

los tres, a partir del cual comienza su diferenciación, consiste junto con ella también y sobre todo de la forma social "na t u ra l "

en la persecución obsesiva de una sola experiencia cíclica, !a y p or tanto incuestionable d e l a vida - n o será precisamente lo

experiencia política fundamental de la anulación y el restable­ contrario, la carencia de necesidad, lo aleatorio.

cimiento del sentido del mundo de la vida, de la destrucción y Los distintos juegos se pueden clasificar de acuerdo a la

la reconstrucción de la "naturalidad" de lo humano, es decir de medida en que intervienen en ellos el azar, por un lado, y la in­

la "necesidad contingente" de su existencia. tervención humana, por otro. El juego en tanto que comporta­

El juego, el comportamiento en ruptura que muestra de la miento "en ruptura" persigue la experiencia de lo contingente,

manera más abstracta el esquema autocrítico de la actividad lo contra- o trans-natural de la autoafirmación del mundo de la

cultural, consigue que se inviertan, aunque sea por un instante, vida social como una "segunda naturaleza"; pero lo hace a su

los papeles que el azar, por un lado, com o caos o carencia abso­ manera, una manera extrema y abstracta: busca el punto en el

luta de orden, y la necesidad, por otro, como norma o regulari­ que la necesidad se revela ella misma contingente y en el que la

dad absoluta, desempeüan complementariamente en su con­ contingencia, en cambio, resulta ser necesaria. En el juego, la

traposición. El placer lú dico consiste precisamente en esto: en posibilidad de alcanzar con w1a acción una cierta meta impro­

la experiencia de la imposibilidad de establecer si un hecho da­ bable se hace depender de dos factores: el ingenio o la destreza

do debe su presencia a una concatenación causal de otros corporal de quien la ejecuta, por un lado, y la suerte o lo alea­

hechos anteriores (la preparación física y psíquica en Wl depor­ torio, por otro. El resultado de la acción, sea exitoso o fallido,

tista, el conocimiento de los caballos, los jinetes y la pista en un llevará a la experiencia propiamente lúdica de la imposibilidad

apostador) o justamente a lo contrario, a la ruptura de esa con­ de determinar cuál de los dos factores fue el decisivo.

catenación causal, a la intervención del azar (la buena o la mala En los juegos de pericia o de ingenio - cultivados sobre l o­

"suerte", la "voluntad de Dios"). Es el placer metafísico que do en el deporte - el jugador se alía con la necesidad y prC'l<m

viene con la experiencia de una pérdida repentina de todo so­ de vencer al azar, dejarle, en virtud de su propio es fu r:t.o, un
porte, de todo piso o fundamento; la convicción fugaz de que el margen de intervención lo más estrecho posible. En los j uegos
azar y la necesidad pueden ser, en un momento dado, ínter- de azar, por el contrario, el apostador se alía con PI aza r pn ro n·
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20.

tra de la necesidad; su intervención en la acción que debe al­ tencia concreta del mism o,
es decir el contenido del com prom i­

canzai- lo improbable es mínima, apenas una invocación y la so que instaura la singulari


dad, individualidad, "mismida d " o

espera angustiosa de un milagro.1 iden tidad de un sujet o en una


situación histórica determinada .

La vida cotidiana contiene en su transcurrir una infinidad Curiosamente, l a expe rie


ncia d e l o perfecto, lo pleno, a a­

de momentos, unos mínimos otros mayores, de ruptura lúdica bado Y rotu ndo - del platónico
"mun do de las ideas " - sería

de la rutina. Todos ellos son momentos de crisis y recomposi­ una experiencia que el ser hum
ano no alcanza en el terreno de

ción imaginaria de la incuestionabilidad de todas las leyes na­ la ru tina, de la vida práctica
prod uctiv a/ consuntiva y procrea­

turales y, por tanto, también de aquellas artificiales que, dán­ dora, en el momento de la mera
efectuación, sino en el mom en­

dose por naturales, sostienen, para bien y para mal, el edificio to de la ruptura y especialm ente
en el de la rupt ura festiva o de

social establecido. reactualización de lo extra or


dinario como "sagrado" . Tal vez lo

En la ruptura festiva de la rutina el esquema de uso autocrí­ más característico y decisiv


o de la experiencia festiva que tiene

tico del código que presenta el comportamiento humano es di­ luga r en la ceremonia ritua
l resida en que sólo en ella el ser

ferente. La irrupción del momento extraordinario es en este ca­ hum ano alcanza la percepci
ón "verdadera" de la objetidad del

so mucho más compleja porque no conmociona ya solamente a obje to y la "vivencia" más


radi cal de la subjetidad del sujet o.

la vigencia en general de toda ley sino a la vigencia de una ley Parecería que, para estar plen
amente en el mun do - para per­

"encarnada", la ley de la subcodificación identificadora del có­ derse a sí mism o com o sujeto
en el uso del objeto y para ganar­

digo. Lo que en la ruptura festiva entra en cuestión no es ya so­ se a sí m ismo al ser puesto
por el otro com o objeto - , el ser

lamente la necesidad o naturalidad del código sino la consis- hum ano de la historia que
vivimos requiere de la experiencia
de lo "sagrado" o, dicho en otros
términos, del traslado al esce­

1 En este sentido, Jos j uegos de azar son el sustituto moderno del ia­
nario de la imaginación, del "pas
o al otro lado de las cosa s".2
do "numinoso " de la religiosidad. En el mundo organizado por la circula­

ción mercantil y su incansable agente, el dinero, el juego de azar es,


efectivamente, para el apostador, la ocasión de entrar, a través de lo 2 En la ceremonia ritual la
experiencia del trance resul
ta indis p! ' l l '1 1·
imaginaiio, en contacto directo con el "valor valorizándose ", con ese ble para la constitución de la
ex peri encia festiva. Si este
t rasln d o 1 10 t ic·
'Dios escondido ", el de la "mano oculta" que manda sobre el destino de n e lugar, s i el paso d e l comporta
miento ordinario al extraord i r ra l'io
1 10 se·
los capitales privados; la ocasión de volver audible el diálogo sordo que da mediante una sustit ución
de lo real por lo imaginario , estn c:xpc·r
lc· l l
mantiene con él en el ajetreo de los negocios. cia n o alca nza a co m pletarse .
N o parece haber, por ello, soclc�d
f ld 1 1 1 1 1 1 1 1 1
204 1 ( )1

El vehículo por excelencia de este tipo peculiar de ruptura


. En lugar de ser solamen te un acto hasta cierto punlo "ino

de la rutina es la ceremonia ritual, sea ésta la ceremonia festivo­ cia U<'


cente", como e l del juego, dirigido a alcanzar la experien
privada del erotism o o la ceremonia festivo-pública de la reli­
en el a­
la intercambiabilidad de l o necesario y lo contingente,
giosidad, de la convocatoria por "lo divino". En un solo movi­ com­
so del acto festivo lo que se presenta es un determinado
miento, esta ruptur� destruye y reconstruye en el plano de la un so­
portamiento que está dedicad o a anular y a restaurar, en
imaginación todo el edificio del valor de uso, todo el cosmos del
lo movimiento, la necesidad de la consistencia cualitativa
dentro del que habita la sociedad y cada uno de sus miembros; r que
código, de su contenido, del tema del compromiso singula
impu gna y ratifica en un solo acto todo el conjunto de defini­ y en lo
le da concreción. En este sentido, la fiesta, en lo público
ciones cualitativas del mundo de la vida; deshace y vuelve a ria, es
privado, es la puesta en acto de una "revolución" imagina
hacer el nudo sagrado que ata la vigencia de los criterios orien­ en e l
decir de una abolición y una restauración simultáneas,
tadores de la existencia humana a la aquiescencia que les otor­ ra­
más alto grado d e radicalidad, d e la validez d e una configu
ga lo OlTo, lo no-humano. De todos los comportamientos "en
ción concreta de lo human o.
ruptura", el festivo es el más consistente puesto que implica un ma­
En las fiestas religiosas o eróticas, que son siempre , en
momento de real abandono o puesta en suspenso del modo ru­ puestas
yor 0 menor medida, ceremonias rituales, pueden ser
tinario de la existencia cotidiana, un abandono que se afirma concreta y
en cuestión todas las nom1as de la subcodificación
como alternativa de vida en el cumplimiento siempre repetido
aun, a través de ellas, de la codificación humana en general.
de su acción de acuerdo a un "calendario festivo".
rela­
Desde los rasgos distintivos de la humanidad social, de la
co ina
ción del ser humano con el cosmos, hasta las recetas de
na que desconozca o prescinda del disfrute de ciertas substancias poten-
co, la
, dadoras de la percepción, incitadoras de la alucinación. La existencia y las reglas del vestir, pasando por las leyes del parentes
humana -que implica ella misma una transnaturalización, un violen­
técnicas amatorias, las normas de la sociabilidad, etcétera
, tod o
tarniento (bias) que trasciende el orden de lo natural- parece necesitar
pre nm
puede suspenderse durante el tiempo festivo, pero siem
este peculiar "alimento de los dioses" del que habla Georges Bataille.

Gracias a él, que violenta su existencia orgánica, obligándola a dar más el objetivo de su reinstalación, de la reposición de su
va l idl't.,
de sí, a rebasar lo requerido por su simple animalidad, el hombre puede
de su exaltación. De alú la afinidad de estos actos fe livos ' 01 1
abandonar ocasionalmente el teiTeno de la "conciencia objetiva" (Sartre) ,

internarse en el ámbito de lo fantástico v percibir algo que, de otra ma­ los actos reales de revolución, e n los que la comuni dad d1•st r u
.
nera, le estaría siempre vedado.
y e y reconstruye una figura de su socialidad . Porqu1�
d i ' lt� n , . .,

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