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Dossier sobre economía argentina 2014


Una devaluación ruinosa
Jorge Altamira
Prensa Obrera N°1301. 30 de enero de 2014

En lugar de una cigüeña, las andanzas por el Club de París aportaron una megadevaluación
del peso con recorrido incierto. Se trata de la conclusión provisional del periplo iniciado
con los Cedines y Baades, los primeros balbuceos devaluacionistas, que clausuró una fugaz
promesa de pesificación. A cuarenta años distancia, se vuelve a la pesadilla del Rodrigazo.
Se trata, sin embargo, de una devaluación ruinosa. Desata una carestía del orden del 5/6 por
ciento en los próximos meses, que se duplica en el rubro alimentos. Representa, por lo
tanto, un golpe feroz para el 75% de los jubilados que cobran la mínima de 2.477 pesos y
para el 50% de trabajadores que tienen ingresos promedio inferiores a los 4.000 pesos. Si es
acompañada, como se especula, por un aumento fuerte de la tasa de interés, llevaría a la
quiebra personal a los consumidores endeudados y provocaría una recesión con
suspensiones y despidos. Atiende al reclamo de los empresarios de reducir los salarios en
dólares, pero para el conjunto de la economía, la devaluación está muy lejos de ser
‘competitiva’: no reequilibra la economía; acentúa los desequilibrios. Acentuaría el déficit
internacional de la industria automotriz y de la electrónica, por ejemplo, así como el del
conjunto de la industria nacional, que sufrirá el aumento colosal del precio de la energía
importada. Es cuestionable que la devaluación mejore el balance de las llamadas
producciones regionales, cuando los Estados provinciales y la CABA cargan con una
enorme deuda de ‘dollar-linked’. Los mayores beneficiarios de la devaluación serían, en la
‘elegantes’ palabras de D’Elía, la “puta oligarquía’, o sea las cerealeras y sojeros, los
“capitanes de la industria” y los ‘inversionistas’ que han acaparado los títulos en dólares
malvendidos por la Anses. Para una mayoría de productores agrarios, sin embargo,
significará una gran suba de los costos de insumos agroquímicos y semillas modificadas, y
del crédito agrícola. La devaluación ‘nacional y popular’ tiene un carácter financiero -
obtener un saldo positivo del flujo de capitales como las que están afectando a Turquía,
Sudáfrica, Brasil o India y Rusia, con deudas externas impagables, especialmente del sector
privado.
Para hacer frente a esta devaluación ruinosa es necesario un aumento inmediato equivalente
de jubilaciones y salarios, y la prohibición de suspensiones y despidos. La Anses debe
recuperar su autonomía y elegir un directorio de jubilados y activos. Deberá aplicarse un
impuesto especial a la plusvalía de los sectores beneficiarios de la devaluación. Se impone,
definitivamente, la investigación de la deuda externa que desangra al país desde hace medio
siglo. El pago del cupón del PBI -unos 4.000 millones de dólares- o el premio a Repsol por
haber contribuido al vaciamiento energético y financiero de Argentina deben ser
rechazados. La moneda nacional ha vuelto a ser destruida como consecuencia de subsidios
en masa a grandes intereses económicos y al pago de una deuda usuraria. Está planteada
una reorganización del país sobre nuevas bases sociales.

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Los últimos cartuchos


Jorge Altamira
Prensa Obrera 1302, 13 de febrero de 2014
La resolución del Banco Central de que los bancos debían vender los dólares que
excedieran el 30% de su patrimonio neto logró estabilizar la corrida contra el peso, pero no
alteró la tendencia devaluacionista y un probable ‘defol’. En realidad, ha reforzado esa
tendencia, porque acumula contradicciones considerablemente mayores a las existentes. El
rodrigazo en 1975, que es citado como antecedente cada vez con una mayor frecuencia,
tampoco fue un estallido único -los picos más altos de la crisis, en aquella etapa, fueron
alcanzados en noviembre de ese año y en febrero de 1976. Si se consideran los beneficios
colosales que la resolución del Banco Central ofrece a los bancos, es llamativo que no
hubiera producido una caída mayor del dólar paralelo que se negocia en la Bolsa. Se trata
de una manifestación de que la tendencia de fondo no ha cambiado. El desenlace político de
la crisis, o sea el adelantamiento de las elecciones, también se ha tomado un respiro, pero
solamente para ajustar en forma más precisa su mecanismo. La corrida contra el peso y el
acortamiento del mandato K van por rieles paralelos.
Negociado
La calificación como propios de los dólares en poder de los bancos locales es un
eufemismo. Esos dólares no fueron aportados desde el exterior, sino comprados en el
mercado local con dinero de los depositantes. Los bancos embolsaron una devaluación del
40% tomando dinero de sus clientes al 11/15 por ciento. Varios bancos llegaron a acumular
dólares por hasta un 150% de su patrimonio neto. El gobierno encubrió este negociado
hasta sus últimos límites, o sea cuando ya no tenía otro recurso que ordenar su venta para
evitar el derrumbe. Para eso, antes devaluó el peso a 8 por dólar, concretando el beneficio
de la devaluación para los bancos. Estableció, asimismo, una remuneración del 30% anual
para los pesos obtenidos de la venta de dólares que los bancos depositan en el Banco
Central -el doble de la tasa promedio que rigió en 2013. Para cerrar el esquema, el Banco
Central vendió, en los primeros días, contratos de dólar futuro a un tipo de cambio similar
al de contado, lo cual convierte a la tasa de interés en pesos en una tasa en dólares. Un 30%
en dólares es sinónimo de usura. En los días siguientes, el dólar a agosto se fue arriba de 9
pesos y a 10 pesos para diciembre: una tasa de devaluación del 26%. Por último, pero no
menos importante, los bancos venderán por tramos los 4.000 millones de dólares que
fueron acumulando con dinero ajeno, ante la vista y paciencia del Banco Central, a la
cotización del dólar Bolsa, que no es de ocho pesos sino que supera los diez pesos e irá
subiendo.
El Banco Central se encarga de que esa cotización-Bolsa sea afectada en forma mínima,
comprando él mismo los dólares que venden los bancos. Esta compra le sale al Central una
verdadera fortuna: primero, porque paga diez por lo que está a ocho y luego porque paga un
30% de interés por recuperar los pesos que emitió para comprar esos dólares. El
‘sostenimiento’ del peso le cuesta al Banco Central, además, otra fortuna, que se manifiesta

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en la deuda que va acumulando con los bancos a tasas usurarias, no solamente para
recuperar los pesos canjeados por dólares. El Banco Central también ‘seca’ la plaza de
pesos, para disminuir la presión sobre el dólar. Al ritmo actual de nuevas licitaciones, a fin
de febrero este pasivo en pesos con los bancos podría llegar a una cifra cercana a los 180
mil millones, lo cual sería un incremento de casi el 65 % respecto a los 100/110 mil
millones de hace dos meses.
Golpismo monetario
Esto significa, simplemente, que el Banco Central ha entrado en una ruta ruinosa de
emisión de moneda o, alternativamente, de veloz endeudamiento. El endeudamiento genera
un déficit ‘cuasi fiscal’, que es la diferencia negativa entre lo que rinden las reservas del
Banco y el pago de intereses por la deuda. Se lo llama ‘cuasi fiscal’ porque es un déficit
que el gobierno debería enjugar con dinero de impuestos, ya que el Central es propiedad del
Estado (participa de sus utilidades). Este déficit lleva a un crecimiento exponencial de la
emisión o, alternativamente, a otra maxidevaluación (la devaluación desvaloriza la deuda
en pesos cuando se la calcula en dólares y eleva en pesos el precio de las reservas en
dólares). La tendencia a la hiperinflación, que produce el descontrol de la emisión,
convierte a la moneda extranjera en la única forma de dinero.
El Banco Central ha perdido el privilegio del ‘seignorage’ (señoreaje), que consiste en
emitir dinero sin costo. Una parte cada vez mayor de su pasivo (deuda) deberá pagar un
interés elevado y la mayor parte del pasivo monetario del Banco se convierte en deuda con
los bancos locales. Por otro lado, el Central ha perdido reservas por pago de la deuda y
déficit de cuenta corriente, y también se ha devaluado su crédito con el Tesoro, 190 mil
millones pesos, por la devaluación. La tendencia es a perder la ‘soberanía monetaria’. El
tope que el Central puso a las operaciones adelantadas generará un mercado de futuros
paralelo, que una mayor devaluación del peso. La política económica kirchnerista ha
perdido uno de sus instrumentos principales, además del vaciamiento de la Anses. El
directorio del Banco Central ha desplazado del timón al ministerio de Economía; este hecho
ya implica un principio de transferencia de poder, en especial cuando el Central es una
entidad que actúa en la sombra con los bancos. Los golpes de Estado no se encapsulan entre
las paredes de la Jabonería de Vieytes; expresan una tendencia de salida al impasse que
impide seguir gobernando como se venía haciendo.
Abril es otoño
La potenciación de la crisis financiera no se limita a las contradicciones insalvables de las
medidas ‘estabilizantes’. Argentina necesita encontrar los recursos para financiar un déficit
de 120 mil millones de pesos con tendencia ascendente. Ahora cuenta bastante menos con
el ‘socorro’ del Banco Central. O sea que enfrenta el tema del tarifazo, punto clave de un
rodrigazo, que lo viene persiguiendo desde 2008. Varios economistas del ‘establishment’
reclaman, por eso, que antes que un devaluazo, Argentina necesita un tarifazo. Edenor
sigue subiendo en Nueva York en función de ganancias contables que anotan subsidios no
pagados por el gobierno desde hace cinco años. El otro tema es la deuda de las provincias,
ligada al dólar, que ha crecido unos tres mil millones dólares como consecuencia de la
devaluación. Un aspecto menos destacado es la cantidad de deudas que se han acumulado
por impago de importaciones autorizadas o, igualmente, el atraso del pago de un tercio de

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la deuda externa privada, cercana a los cien mil millones de dólares. Gran parte de la
industria se encuentra sin stock, o sea que una recesión sería un ‘remedio’ para la
incapacidad financiera de Argentina. A esto ha venido a parar el gobierno de la ‘matriz
productiva’.
El barullo ha ocultado el tema de los temas: Argentina tiene que pagar arriba de 15 mil
millones de dólares hasta 2015 (además de las importaciones reprimidas y la deuda privada
externa, ya señalado) y, por de pronto, un cupón de PBI por cuatro mil millones, a corto
plazo. Todo el objetivo ‘cepo’ fue, en definitiva, un intento fracasado para asegurar el pago
a los usureros de la deuda externa. ¿Alterará el gobierno el cálculo del crecimiento del PBI
en 2013 para no pagar ese cupón? En definitiva, la clase capitalista está llevando el país al
abismo para cumplir con el pago de la deuda -como viene ocurriendo desde 1820 y, en
especial, la crisis de 1890.
¿Podría funcionar como atenuante el esperado ingreso de divisas por la exportación de
soja? El certificado para las cerealeras, negociado ya por Guillermo Moreno, por los
eternos dos mil millones de dólares, no funcionó nunca. Las cerealeras ‘prefirieron’, como
los bancos, endeudarse en pesos para comprar la cosecha por adelantado en lugar de traer
dólares de sus casas matrices. El problema es si estos monopolios y los ‘pool’ de siembra
juzgan adecuada la devaluación del peso y la tasa de interés que paga, lo cual es
definitivamente improbable. Si el pago del cupón del PBI está en la cuerda floja, las
cerealeras y los sojeros buscarán otros refugios. Es aquí donde interviene el reclamo de
varios grupos capitalistas y sus representantes políticos para que CFK entregue el equipo
económico y hasta el gabinete entero -otra secuencia más del despojo del poder al
kircherismo. Una escaramuza sobre este tema es lo ocurrido con Fútbol para Todos, que
buscaba operar una transición hacia el pos kirchnerismo bajo las barbas del kirchnerismo.
Si algo faltaba para emparentar al proceso actual con el rodrigazo es la crisis política
terminal que acompaña a ambos procesos.
No se trata, sin embargo, solamente de pesos, dólares y deudas. CFK tiene que hablar el 1º
de marzo ante la Asamblea Legislativa. Dejará al desnudo todas las contradicciones del
oficialismo. Fue lo que ocurrió con los discursos de Perón, uno en junio del ’55, cuando
luego de un golpe llamó a la ‘conciliación nacional’, y el otro, el 12 de junio de 1974,
cuando repitió el mismo llamado mientras crecía la Triple A. O con el de Raúl Alfonsín,
cuando aseguró, en mayo de 1989, que “treinta trotskistas no me van a torcer el brazo”.
La otra cara de la moneda
Si las contradicciones de la política oficial son insuperables, las de sus alternativas
‘destituyentes’ son más explosivas aún: la devaluación y la liberación del mercado de
cambios lleva, en primer lugar, a la hiperinflación y a la recesión. La confrontación de
clases que provoca es inevitable. Mario Blejer, ex Banco de Inglaterra y por largo tiempo
kirchnerista, ha propuesto cinco puntos que tendrán ese resultado. Esperan que ese plan
produzca un retorno de capitales, pero eso ocurrirá solamente si antes derrotan una
resistencia popular. Incluso en este caso, será un retorno de corto plazo, dadas las nuevas
manifestaciones de la crisis mundial en numerosos países ‘emergentes’ (sic). La
‘volatilidad’ de los mercados es una expresión de ingobernabilidad internacional. En el
operativo golpista, el conjunto de la burocracia sindical, como hace cuatro décadas, fabula

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un ‘pacto social’ que reparta los costos de la crisis y limite la posibilidad de una lucha
social aguda. La contrapartida de esto debería ser un imposible gobierno de unidad
nacional, dada la manifiesta caducidad del conjunto del pejotismo.
Es necesario que los luchadores más activos desarrollen una comprensión lo más completa
posible de la crisis en curso para que los trabajadores puedan imponer una salida política
propia.

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Pujas en el mercado cambiario


Santiago Fraschina y Jerónimo Rodríguez Use
Página/12. 4 de mayo de 2014
En el primer trimestre del año, el mercado cambiario se posicionó como el ámbito de mayor
disputa entre los grupos económicos y el Banco Central de la República Argentina.
Sectores con poder de mercado, a partir de persistentes acciones especulativas, buscaron (y
buscan) influir en la cotización del tipo de cambio, para ubicarlo por encima del valor
establecido por las autoridades económicas. Algunas consultoras económicas buscaron
tensionar más la situación, asegurando un presunto fin de la “pax cambiaria” para el
segundo semestre. Grupos económicos, medios de comunicación y consultoras se
constituyen así en actores que inciden en la tensión cambiaria, usualmente adjudicada a las
políticas que impulsa el equipo económico.
Una manera de describir la disputa del mercado cambiario es a partir del análisis de la
dinámica del tipo de cambio presente en relación con los contratos de dólar futuro. La
cotización de dólar futuro expresa el valor pactado por la divisa que los agentes económicos
piensan que tendrá en una fecha determinada. Dado un valor de tipo de cambio actual, si las
partes creen que el dólar tendrá un valor mayor (es decir, se devaluará), los contratos se
pactaran a un precio más alto. Entendidos de esta manera, por lo tanto, los valores futuros
simplemente expresarían las expectativas de los distintos agentes económicos. Sin
embargo, al ser un mercado altamente concentrado, donde existen pocos actores con
importante poder económico, se cristalizan allí las acciones de ciertos grupos que buscan
imponer su agenda en materia de políticas económicas. En concreto, lo que se busca,
mediante acciones especulativas, es forzar un nuevo incremento del tipo de cambio, que
aumente la rentabilidad de los sectores exportadores o aquellos posicionados en dólares que
experimentan un efecto riqueza positivo, a costa del resto de la población, que tiene sus
ingresos en pesos.
A fines de enero, días antes de producirse el deslizamiento cambiario hasta alcanzar valores
de convergencia en torno de los 8 pesos, la brecha entre el tipo de cambio presente y el
contrato de dólar a septiembre alcanzó un máximo del 33 por ciento, mientras que la
existente con los contratos de dólar a diciembre llegó a ser del 54 por ciento. Durante el
primer trimestre, a partir de distintas herramientas de política económica –entre las que se

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destacan el aumento de la tasa de interés y la reducción de las tenencias de dólares de los
bancos–, la brecha entre la cotización presente y los contratos a futuro se redujo al 12 por
ciento para los contratos a septiembre y a 25 por ciento para los contratos a diciembre.
Asimismo, para desarticular los mercados ilegales de divisas o relacionados con
operaciones de fuga de capitales, se habilitó la compra de dólares para ahorro y tenencia
por parte de las personas físicas. Esta medida, sumada al aumento de la tasa de interés por
el Banco Central y a la mayor liquidación de divisas por parte de los sectores agropecuarios
(en un contexto de altos precios internacionales y record de cosecha), permitió que para
fines de abril las brechas entre el dólar y el resto de las cotizaciones se redujeran
sustancialmente. En la actualidad, la diferencia entre la cotización del dólar ahorro y el
informal (blue) se redujo a un 5 por ciento.
En relación con el nivel de reservas, durante las últimas jornadas se logró revertir la
tendencia a la baja, permitiendo recuperar paulatinamente los niveles acumulados. Además
de las medidas previamente mencionadas, repercutieron en este cambio de comportamiento
la salida de YPF a los mercados internacionales, la ampliación del acuerdo Chevron, el
impuesto a los autos de alta gama y el aumento de las alícuotas para la compra con tarjeta al
exterior.
Las acciones realizadas por el equipo económico permiten dar certezas sobre las principales
variables económicas, entre ellas el tipo de cambio, frente a las presiones de los sectores
dolarizados que buscan forzar una nueva ola devaluatoria para el segundo semestre del año.
Las medidas descriptas, sumadas a la normalización de las deudas defolteadas del 2002
(Club de París), las reuniones con distintas bancas centrales y organismos multilaterales
para acuerdos de créditos swap y la fuerte afluencia de dólares producto de la liquidación
de cosechas de granos durante el primer semestre, permitirán reforzar las reservas del
Banco Central, de manera de dar por tierra las maniobras especulativas, tan perjudiciales
para el conjunto de los trabajadores argentinos.
* Integrantes del Grupo de Estudios de Economía Nacional y Popular (Geenap).

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Crisis industrial y ajustazo


Pablo Heller
Prensa Obrera N°1313. 8 de mayo de 2014
Estamos frente a un agravamiento del parate económico y la crisis industrial. Al derrumbe
de un 6 por ciento de la industria en marzo, se le ha unido la caída del consumo en
supermercados en el mismo período, lo que terminó de consolidar una baja en dicho rubro
en el primer trimestre del año “por primera vez en los últimos cuatro años” (Cronista, 30/4).
La tentativa de contrarrestar esta crisis mediante el ajuste salarial queda bloqueada por la

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caída de la demanda, la suba de las tasas de interés y la crisis brasileña.
Choques y divisiones
Este derrumbe ha acentuado los choques de los industriales con el gobierno. En la reciente
entrevista con Kicillof, la Unión Industrial denunció las tasas de interés usurarias, haciendo
hincapié que la banca oficial cobra casi un 60 por ciento. Por lo pronto, el aumento de las
tasas provocó una parálisis total del crédito. “En marzo, los bancos colocaron nuevos
préstamos por apenas 10 millones de pesos, frente al promedio de 10.000 millones de pesos
mensuales el año pasado” (La Nación, 5/5).
La crisis atraviesa al propio gabinete. Kicillof reclama a Fábregas reducir las tasas de
interés, pero las primeras tentativas ya han traído como consecuencia una corrida hacia el
dólar y un aumento del mercado paralelo. Fábregas, a diferencia de su antecesora, Marcó
del Pont, ha sido efectivamente votado por el Senado, porque oficia de garante de las
negociaciones con los acreedores internacionales.
La política oficial alimenta el encarecimiento del crédito. Los dólares que han entrado en el
último mes, por la liquidación de la cosecha, han traído como consecuencia una gran
emisión, que el gobierno contrarresta absorbiéndolas mediante emisión de letras. De lo
contrario, esa liquidez iría hacia el dólar. El Banco Central retiró sólo 25.000 millones en
abril. Este mecanismo se ha convertido en una bola de nieve. A los vencimientos de las
letras emitidas en los meses anteriores -en mayo vencen 25.000 millones de pesos- se le
unen los nuevos requerimientos. “El BCRA deberá emitir nuevas Lebac por 100.000
millones de pesos, de los cuales el 40 por ciento servirá para pagar los vencimientos de esas
letras que se vayan produciendo en el año” (Cronista, 30/4). El primer y más grande
beneficiario de esta operatoria son los propios bancos que, en la actualidad, como
consecuencia del retraimiento del crédito, cuentan con una enorme liquidez disponible.
Esto es lo que explica la suba espectacular que han experimentado las acciones de las
entidades bancarias.
El parate industrial ha acentuado, asimismo, la división interna existente en las propias filas
del empresariado. Mientras que un sector reclama una política intervencionista, otra
fracción, liderada por las alimenticias, holgadamente superavitarias en sus transacciones
con el exterior, es partidaria de poner un coto a las regulaciones comerciales. Las
automotrices vienen fogoneando, por su parte, un nuevo acuerdo comercial con Brasil, que
revierta, aunque sea en parte, el rojo en los intercambios entre ambos países, que en 2013
ha ascendido a 3.500 millones de dólares. Una esperanza bastante infundada, teniendo en
cuenta el parate económico severo que sufre el país vecino. El cepo cambiario está
jaqueando a varias industrias, que dependen de las importaciones, empezando por aquellas
que son grandes armadurías. Un caso emblemático es el de la industria fueguina, en primer
lugar, la electrónica, en la que el 75 por ciento de sus componentes son importados. Sólo en
2013, las importaciones han ascendido a la friolera 4.000 millones de dólares, lo cual se ha
vuelto insostenible. La industria de esta provincia se encuentra al borde del colapso.
Perspectivas
La “paz cambiaria” ha tenido un precio muy caro sin que eso disipe las nubes negras que
están en el horizonte. La pretensión del gobierno de que este período de calma obrara como

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un respiro para conseguir un financiamiento internacional, ha sido desmentida por los
hechos. El capital exige un ajuste como condición de un nuevo reendeudamiento.
Marchamos a un tarifazo mucho mayor en todos los servicios y en el transporte público, y
una nueva devaluación que reduzca los salarios por debajo de la tasa de inflación. En estas
condiciones, la ola de despidos y suspensiones revela, por parte de las patronales, el intento
de imponer un ajuste en regla valiéndose de una política de recesión económica. El
levantamiento del cepo cambiario, que está en debate en el gabinete, está supeditado al
desenlace más general que adopte el proceso económico.
La devaluación de enero pasado, lejos de ser la estación terminal del ajuste, es el punto de
arranque del mismo, que supone un recorrido de tarifazos y crisis típicos de un rodrigazo, a
lo que se une, ahora, una crisis industrial. La comprensión del significado y alcance de esto,
por parte del movimiento obrero es fundamental.

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Derrumbe económico y Rodrigazo K


Pablo Heller
Prensa Obrera N°1316. 29 mayo de 2014
La decisión oficial de reducir las tasas de interés, para contrarrestar la caída industrial ha
tenido como consecuencia la disparada del dólar paralelo. La paz cambiaria ha llegado a su
fin.
El anunciado ingreso de dólares de la soja, con la cual el gobierno esperaba engrosar las
reservas internacionales, ha culminado en otra frustración. Las reservas apenas han
aumentado 1.200 millones de dólares, menos de la mitad que lo que el Central perdió solo
en enero. Los dólares que ingresaron por la cosecha salieron para hacer frente a las
importaciones energéticas y el pago de la deuda externa. A eso se unen las propias
cerealeras, que se han volcado en los últimos días al dólar blue.
El gobierno ha ido quemando sus últimos cartuchos. No hay margen para seguir
aumentando la tasa de interés que, en los niveles actuales del 30 por ciento, se ha vuelto
una carga insostenible para la economía. La nueva disparada del dólar forzó al Central a
frenar los permisos de importación, como en la mejor época de Moreno. Pero este
expediente improvisado y de apuro echa leña al fuego del parate económico y desnuda el
empantanamiento de la política oficial.
La quiebra del Central
En los próximos dos meses, vencen letras (Lebac) por 80.000 millones de pesos y a eso se
agrega la compra de dólares de la cosecha. Mientras tanto, los subsidios, lejos de bajar, han
subido, como consecuencia de la devaluación que ha disparado la carestía y la factura
energética, en particular. Esto implica un nuevo salto en la emisión monetaria, lo que

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obligaría al Central a una nueva emisión de títulos. Un bola de nieve, a lo que se agrega a la
deuda que el Tesoro nacional acumula con el Banco Central, que asciende al 150 por ciento
de sus reservas. Una deuda incobrable, que coloca al Central en un virtual quiebra.
Reendeudamiento
En este cuadro, el kirchnerismo se abraza, aún más, al recurso de un auxilio del capital
financiero internacional. Las concesiones generosas a Chevron o la indemnización ruinosa
a Repsol, sin embargo, no han aportado a esa salida. Las negociaciones con el Club de París
pueden terminar también en un nuevo fiasco. El tándem KK estaría estudiando un aumento
en el desembolso de dinero en efectivo, pero, aún eso, no lo salvaría de la injerencia del
FMI. Lo que está en discusión en torno al monitoreo de dicho organismo es la necesidad de
un ajustazo en regla y definitivo. Desde el FMI para abajo exigen una devaluación mayor
del peso, la extensión de los tarifazos a todos los servicios y el levantamiento del cepo
cambiario. Este programa es lo que reclaman los economistas y candidatos de la oposición
y, de un modo general, la clase capitalista.
Los que habían pronosticado que la devaluación de enero colocaba las cosas en un “nuevo
equilibrio” piden ahora una nueva devaluación, que compense la escalada inflacionaria de
estos meses y, también, los aumentos salariales arrancados en las paritarias”. Nadie está
convencido de que la devaluación de enero sea la última: la mayoría de las consultoras
prevé que el dólar oficial se ubicaría entre 9,10 y 9,80 en diciembre (La Nación 25/5).Este
escenario general es el que explica que el endeudamiento que consigue el país al cual,
ahora, se han sumado las provincias, se paga a una tasa de 12 por ciento en dólares o más.
Los “nacionales y populares” han hecho la proeza de que Argentina pague tasas
confiscatorias, superiores a las vigentes en cualquier otro lugar del planeta. Estas
operaciones usurarias caracterizan, sin embargo, a la víspera de toda cesación de pagos.
En resumen, un nuevo ataque está en puerta, mientras las contradicciones y desequilibrios
del ajuste estallan por todos lados.

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Club de París: el acuerdo acelera el ajustazo


Pablo Heller
Prensa Obrera N°1317. 5 de junio de 2014
El informe acerca de la deuda externa del sector público que publica el Banco Central, da
cuenta de que, a fines de 2013, el monto total adeudado, incluyendo atrasos e intereses
devengados con el llamado Club de París, era de 7.367 millones de dólares. El total de la
deuda, sin embargo, reconocido por el gobierno, es de 9.700 millones de dólares -una
diferencia de 2.333 millones. Este incremento de la deuda en más de un 30 por ciento, es
una suerte de sanción o multa pecuniaria de la que no hay antecedentes en el mundo. Los
gobiernos de los países acreedores no suelen hacer quitas pero los acuerdos no incluyen
punitorios.

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El gobierno argentino terminó bajándose en todos los puntos. En los cálculos oficiales
nunca figuró un pago inicial de 1.150 millones de dólares; lo que significa cuatro veces y
media más que los 250 millones que Kiciloff había ofertado en enero. Los plazos de pagos,
a cinco años, son más leoninos que los arreglos usuales con períodos de gracia y plazos más
prolongados. La tasa que se establece para el pago en estos cinco años oscila entre el 3 y el
5 por ciento, lo cual eleva la deuda a 10.640 millones. Es muy superior a la que está en
vigencia mundialmente y respecto a los rescates otorgados a otros países.
Argentina seguirá estando en mora hasta que pague el ultimo dólar, el último euro y el
último yen y no contará con la posibilidades de “inversiones garantizadas por las agencias
de crédito de los países del Club de París” (ídem). No es cierto, entonces, que se trate de un
canje ‘desarrollista’, como se jacta Kicillof, entre un pago de deuda e inversiones directas.
Para esto último habrá que negociar con las agencias de crédito del Club, condicionadas a
otras exigencias.

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EEUU destaca el rumbo económico de Argentina


Tiempo Argentino
8 de junio de 2014
El embajador interino de los Estados Unidos en Buenos Aires, Kevin Sullivan, analizó la
política económica implementada por el gobierno nacional, y destacó “la resolución de los
casos en el CIADI y con Repsol por YPF” como así también “la negociación exitosa por el
Club de París”.
“Parece que la situación está cambiando para bien”, consideró, y afirmó que en este
contexto "empieza a cambiar el clima para las inversiones: las perspectivas para mediano
plazo son bastante buenas si seguimos trabajando en el mismo sentido”.
Sobre el presente nacional, Sullivan dijo que "algunas de las estadísticas señalan que hay
una baja de actividades últimamente (en Argentina), pero nosotros, en Estados Unidos,
también hemos conocido ciclos económicos muy difíciles en los últimos años y
normalmente son transitorios, y para nosotros lo más importante es trabajar hacia un mayor
crecimiento, más inclusivo a mediano plazo".
"En ese sentido, creo que por más que estemos pasando un momento un poco difícil,
algunas de las cosas que han sucedido me producen optimismo”, añadió.
"En Estados Unidos también conocimos ciclos económicos muy difíciles y normalmente
son transitorios"
Club de París
El embajador estadounidense consideró que "el Gobierno hizo una muy buena negociación
y logró una tasa de interés razonable con plazos muy razonables que permiten pagar sin

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provocar un desequilibrio en las cuentas”.
"A mi juicio, si las cosas van bien, como yo veo, no va a ser una carga muy pesada para el
próximo gobierno con una economía que crece y con inversiones llegando al país. Los
montos no son muy grandes al lado de lo que es la economía argentina", observó.
Vaca Muerta
Sullivan se refirió la visita de los últimos días del secretario adjunto del Departamento de
Energía de los Estados Unidos, Daniel Poneman, a Vaca Muerta y dijo que "su conclusión
fue que le parece un recurso de primera clase, muy importante para la seguridad
energética”.
"En Estados Unidos hemos experimentado una especie de boom energético con el mismo
tipo de recursos. Ojalá que al igual que nosotros, Argentina pueda, en algunos años,
depender mucho menos de la energía importada, tener menos peso en las cuentas fiscales o
en las cuentas corrientes del país, y así va a estar en mejores condiciones para competir a
nivel mundial", explicó.
Fondos Buitre
Por último, el diplomático dijo que "es importante que Argentina logre resolver" el
conflicto con los fondos buitre y aseguró que la perspectiva para el país a raíz del acuerdo
con el Club de París es buena.
"Todo el mundo está esperando el fallo de la Corte en Estados Unidos para ver en qué
sentido va y cuál sería el próximo paso para resolver este tema; la postura nuestra desde el
Poder Ejecutivo, en el gobierno norteamericano, ha sido siempre, que es importante que
Argentina logre resolver este tema y normalizar las relaciones con todos los acreedores",
concluyó.

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