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¿Estado comunitario?

Fernando Estrada Gallego*

Domingo, 27 de abril de 2003

De modo agudo un Editorial de El Tiempo (2003-03-2) describe el espíritu del Plan de


Desarrollo del gobierno Uribe: “Refleja una convicción de que la democracia de base, más que
la representación de los partidos, es la mejor fuente de legitimación del sistema político. El
concepto es coherente con la práctica de los Consejos Comunales”. Y evaluando sus limites y
alcances, el editorialista suelta un epígono mudo sobre los planes elaborados desde 1974: “Se
convirtieron en un catálogo de buenas intenciones”.

Pero de bulto, interpretado sin asombro, este proemio del Estado Comunitario lleva una
antinomia. Borra con el codo lo que escribe con la mano. Contribuye a divulgar prejuicios de la
política cotidiana, como creer que la algarabía de los consejos comunales sustituye las
funciones parlamentarias y las mejora. No que la “democracia de base” no importe. Y mucho.
No que los representantes de los partidos desluzcan. Y mucho.

Largas jornadas de historia patria nos ha enseñado las fatales consecuencias de no


comprender que aquí residen parte de nuestros conflictos como Nación. Muchos políticos que
no representan a nadie y masas que no deliberan.

El problema grave es no discurrir analíticamente la condición de complemento que tienen


ambas. La democracia representativa no excluye la participación. Sin embargo, puede tratarse
de una falsa cuestión.

Quienes redactaron el Plan de Desarrollo no hacían teoría. En la primera página escriben


“Estado Comunitario y Estado Gerencial”, como lo mismo. Ah. Sin manuales de lectura el
colombiano común percibe que el lenguaje de la eficiencia en el gasto, el ajuste fiscal, el
crecimiento y el recorte, son por antonomasia el verdadero asunto. La verdad de marras.

Lo comunitario se va diluyendo como un espejismo.

Veamos otro aspecto. “Comunitario” es un término perteneciente a la familia de palabras


relativas a la comunidad, tiene un aire corporativo. Oponerlo a las nociones de “neoliberalismo”
o “proteccionismo” es clave. La campaña presidencial de Uribe, su imagen suave. Los símbolos
y el escenario, un todo. Llevaban como propósito evocar sentimientos de pertenencia pacífica.
Gobierno de mano firme y corazón grande. Orden y clase. El camino de regreso a casa, a la
seguridad y protección, un ámbito acogedor de hermandad. El Estado Comunitario de Uribe
sueña con reunir a los colombianos para rezar el rosario.

El discurso: derrotar la politiquería y la corrupción. Ofrecer seguridad. Exorcizar al diablo del


egoísmo con una retórica de la comunidad pletórica de bendiciones. No valoremos
religiosamente, analicemos. El Estado Comunitario se parece, según la versión primaria, al
remedio que no le hace mal a nadie y no cuesta nada. Claro, maticemos. La reforma fiscal
tiene costos, pero la idea es que no se sientan como un daño.

Y comienzan los verdaderos problemas. El Estado Comunitario refleja la creciente


deslegitimación de la política (Gómez Buendía) Algo más. Se le confunde frecuentemente con
una renovación de los valores: Estado, Familia y Propiedad Privada. Moraliza la política. En vez
de un Congreso o de una “democracia representativa” que sólo trae corrupción e ineficiencia,
hagamos “democracia directa” para que la comunidad se encargue de administrar y vigilar sus
propios asuntos (Gómez Buendía) Algo más. No comprenden que puede existir no sólo el
peligro de demasiado poca comunidad, sino el peligro de un exceso de la misma.

Nuestra lectura propone apenas un rostro. El Estado Comunitario intenta defender intelectual y
políticamente el antiguo orden del mundo y batallar contra las embestidas de una patria
fragmentada. Deplora el derrumbe de los valores y la pérdida de significado de lo nacional. Lo
cual explica las cuatro estrategias que integran el Plan: “seguridad democrática” o conversión
del ciudadano en vigilante e informante; “ajuste económico” o más sudor y lágrimas; “equidad
social” cada uno creador de microempresa; “reforma del Estado” o limpieza y eficiencia.

Tiene el Estado Comunitario dos debilidades más. No corresponde fielmente a postulados


irreversibles del Estado Moderno: liberalismo económico, separación de las esferas del poder,
minimalismo intervencionista, nuevos significados de la individualidad, la familia, el trabajo.
Diferencia y tolerancia crítica. Procurando reunir a los ciudadanos en casa el Estado
Comunitario desnaturaliza la razón propia de los Estados Modernos. Simula deslucir a la
política como responsabilidad frente al poder y la convierte en sucedáneo de clamorosas
veleidades.

Kant nos ayuda a concluir. En defensa de una constitución republicana y contra una visión
paternalista del rey que ve súbditos en lugar de ciudadanos, dice el filósofo: “En una
constitución donde los súbditos no son ciudadanos del Estado, que no es por tanto republicana,
el jefe del Estado no es miembro, sino propietario del Estado, y sus residencias de verano, no
se verán perjudicados en lo más mínimo por la guerra, la justificación de la misma estará a
cargo del cuerpo diplomático, siempre dispuesto a hacerlo”. Son riesgos evidentes también del
Estado Comunitario.

*Director del Seminario Problemas Colombianos Contemporáneos. Escuela de Economía UIS.

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