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TALLERES GRAFICOS BANGO POPULAR - BOGOTA

COLECCION TEXTOS UNIVERSITABiOS


EL PROPOSITO DE ESTA
COPIA ES EXCLUSIVAMENTE
EDUCATIVO

La Ciudad
Colombiana
SIGLO X IX Y SIGLO X X

JACQUES APRILE-GNISET
Banco Popular
H ERN AN RIN C O N GOMEZ
Presidente

Fondo de Prom oción de la Cultura


A L IC IA EU G EN IA S IL V A
Directora

Instituto Colombiano de Cultura


Colcultura
RAM IR O OSORIO
Director

Impreso en Colombia
TALLERES GRAFICOS BANCO PO PU LA R
Santafé de Bogotá, 1992

ISBN 95B-90D3-67-2 (volum en)


ISBN 958-9003-57-5 (obra completa)

Carátula:
Plano de Buenaventura a comienzos del siglo X IX
PRESENTACION

En junio de 1968 Jacqucs Apríle-Gmstí entonces miembro de ¡a Misión


Técnica Francesa y profesor de Urbanismo en la Facultad de Anes de ¡a Uni­
versidad Nacional en Bogotá, publicó un mimeógrafo titulado El Fenómeno Ur­
bano en Colombia. En la introducción al documento dería ¡o siguiente;
Este pequeño texto elaborado sin ninguna pretensión tiene por objeto hacer
llegar hasta los alumnos de URBANISMO ID de nuestra facultad, lo mitmn que
a todos los del Departamento de Planificación Urbana, toda la complejidad e
interés del estudio de la CIUDAD. Su contenido es una sene de constataciones
sobre vanos aspectos del hecho urbano en Colombia
De ese documento al libro que hoy nos ocupa han transcurrido varios años,
sin embargo, las palabras de su introducción permanecen can ««w/yfpi Una
visión a ¡a historia de la ciudad colombiana, elaborada sin nmguna pretensión
se ofrece ahora a todos los im'estigadores, estudiantes y ciudadanos que quieran
beneficiarse de su contenido, para hacerles llegar toda la complejidad e interes
de ¡a ciudad, el tema fundamental del trabajo de este investigador que, can una
voluntad sólida y a prueba de contingencias insiste en entender y explicar ese
fenómeno indescifrable y seductor.
La mirada de Jorques Apnle-Gmset sobre el país abarca hay prácticamente
toda su historia y su geografía. En las primeras páginas de un libro suyo can
desconocido en d país, Colombié. de la colección Paite Plañese, publicado por
Sestil en París en 1971, y reeditado en ¡977, se lee lo siguiente:
Invitación al n iyc
Entre la llegada a un largo corredor en d aeropuerto de Bogotá y la partida
a bordo de un nejo barco carguero en Cartagena transcurrieran cuarenta y cu»co
meses. Durante esos cuatro escasos años reoorrí más de 50.000 kilómetros a través
de Colombia. Desde mi primera estancia tuve que emplear diez tipos de aviones,
Hwily aquellos que las campos de algodón con una nube blanca hasta los
Boeing 727. pasando por d histórico Dakota o el DC-4 tranquilo y seguro. He
viajado en taxis interurbanos, en rápidos autobuses, en buses Denos de campe­
sinos que viajan al mercado y también en los “Jeep''. He conocido treces asfixian­
tes que se desplazan sobre su «mino carril aferrado al suelo como un sendero
de mirlas A veces me he desplazado a caballo y más frecuentemente a lamo de
muía. He remontado los ríos en grandes canoas equipadas can su "Johnson' y los
estredios caños en frágiles piraguas mdigenas que se vuelcan fanímeme en un
rápido. . . Y he caminado mucho. Fui por todas parles oon los ojos asombrados
y las orejas bien abiertas, deshaciéndome dd viejo europeo que me habitaba para
ser libre c intentar comprenda, olvidando d mundo diferente del cuál vme.
Esos cuatro años ya se han vuelto veinticuatro y los recorridas se han mul­
tiplicado. E l conocimiento se ha vuelto toda vez más y más seguro y al mismo

5
tiempo más completo. De este proceso han quedado diferentes registros que se
resumen hoy en el contenido de este libro, en el que el historiador se confunde
con el viajero y en el que el juicio se apoya no sólo en los documentos sino en el
conocimiento directo de la mayoría de los fenómenos tratados. En sus primeros
trabajos, Jacques anticipó muchos intereses que posteriormente habrían de cobrar
importancia en la discusión sobre la ciudad; el proceso histórico de la formación,
el valor de los centros históricos, la intervención en el tejido de la ciudad, la
vivienda de los sectores populares. Cada uno de esos temas ha tenido un desarrollo,
una continuidad y una síntesis. Dotado de una lucidez extraordinaria, Aprilc-
Gnlset perfora la realidad y la deshace para reconstruirla en las estructuras inte­
ligentemente elaboradas de su discurso que se coloca siempre generosamente al
alcance de sus estudiantes — es el profesor innato que sabe que el conocimiento
es un bien común que se enriquece en la cátedra— de sus colegas y de los ciuda­
danos, beneficiarios finales de su exploración.
El trabajo de interpretación histórica de la formación de la ciudad colombia­
na que se presenta en este libro es una de las contribuciones más importantes
que se hace en el momento en que el estudio de la ciudad colombiana apenas
comienza a brotar y a desarrollarse en diferentes centros investigativos y docentes
del país. La visión de Aprile-Gniset no es sólo la de un urbanista ensimismado
en los hechos físicos. En el texto está la visión del historiador social que percibe,
tras los hechos físicos, las redes intrincadas de las relaciones políticas y económi­
cas, del sometimiento de unos y del dominio de otros. El conflicto está presente
en cada uno de los capítulos a excepción quizá de la mirada a la ciudad preco­
lombina. en la cual se vierte el afecto por lo desaparecido, por lo violentado por
una civilización que no pudo entender lo que encontró en el territorio americano.
A través de sucesivos intentos a partir de aquel "pequeño texto" de 1968,
la aproximación al problema de la ciudad colombiana se ha hecho cada vez más
certera. En 1978. Jacques y Gilma Mosquera, su aliada personal e intelectual,
publicaron los Dos Ensayos sobre la Dudad Colombiana. A l releerlos hoy se
percibe cómo esos ensayos son por una parte un desarrollo del primer texto y
por otra son las hipótesis que sustentan buena parte del contenido del libro que
ahora, en forma mucho más extensa y detallada las desarrolla. Los Dos Ensayos
son como una pequeña obra de música de cámara. Con los mismos temas, Jacques
ha compuesto la gran obra sinfónica de este libro.
Este prólogo no puede ser completamente objetivo. Soy un alumno de
Jacques-Aprile y mejor aún, soy su amigo. De él he recibido innumerables y
continuas lecciones silenciosas, a través de su integridad personal y académica,
de su entusiasmo y pasión por la geografía, la historia y la vida del país y de
sus habitantes más olvidados y del vigor intelectual de su labor investigativa. El
disponer, como ciudadano y como investigador de este libro, es un obsequio más
que se recibe de quien incansablemente ofrece al mundo la corriente continua de
su saber.

ALBERTO SALDARRIAGA ROA


Bogotá, D. E., enero de 1991.

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P R E F A C I O

El astrónomo matemático y físico LA PLACE expuso al


Emperador su “Mecanique Celeste", en la cual explicaba
la formación del universo a partir de una primera
nebulosa, por medio de las solas leyes del movimiento de
la materia, y sin ningún tipo de intervención exterior o
trascendental.
Y como ni siquiera mencionaba al Creador del mundo, le
pregimtó Napoleón:
— ¿Y Dios?
Contestó el sabio:
— N o tenía necesidad de recurrir a esta hipótesis.

Después del trabajo La Ciudad Colombiana Prehispámca, de Conquista


e Indiana se presentan aquí otros estudios dedicados a la formación espacial
agraria y a la formación espacial de la urbanización moderna.
Igual que para el volumen anterior, aquí se recogen y se condensan algunos
estudios nuestros sobre la ciudad colombiana, realizados entre 1966 y 1986.
Corresponden a labores de distinta índole, de las más variadas escalas territoriales,
con los más diversos objetivos, además, realizadas con medios desiguales y métodos
diferentes. Es en Popayán en donde túvonos nuestro primer encuentro con la cua­
drícula, cuando a solicitud del cabildo diseñamos el boceto de un plano director
para la ciudad. Luego desde la Universidad Nacional (Bogotá) realizamos trabajos
comparables para Quibdó (1966), Neiva (1967) y Pitalito (1968). Recorriendo
Tolima y Huila, desde Colombia hasta San Agustín, desde Algeciras hasta
La Plata y Natagá, estos dos últimos estudios nos permitieron entender el proceso
histórico de formación del sistema urbano en la región del alto Magdalena.
También en 1968 nos solicitó el C ID colaborar en la búsqueda de alternativas,
con el fin de proponer a! Distrito un plan maestro para Iel futuro de Bogotá;
trabajo sumamente útil para detectar la formación urbana regional y la conurba-
ción en media luna, uniendo la Sabana y la capital. En el año 1969, desde la
Universidad Nacional, en Meddlín, nos dedicamos al análisis del mallaje urbano
regional que se fue desarrollando históricamente con una dilatación "en caracol",
a partir del poblamiento mestizo del siglo X V II en el valle de Aburró. Indagamos
la conurbación lineal a lo largo del río Medellín, desde Caldas hasta Barbosa, lo
mismo que algunas características del crecimiento de la capital aruioqueña y de
su estructura socio-barrial. Con estos registros y las repetidas observaciones sobre

7
los centros coloniales de Santa Fe de Antioquia, MarJnlllu y Rionegro se pudo
precisar la relación Plaza Mayor-Plaza Menor y plazoletas. Vale la pena señalar
que en San Vicente y en Aguadas tuvimos la primera visión del urbanismo lineal
"de cuchilla”.
Después de dos años en el exterior, en 1972-1973, nos entregamos a un labo­
rioso trabajo estadístico y meramente cuantitativo, para tratar de delimitar (histó­
ricamente) y medir ((territorialmente) el proceso de concentración urbana de ¡U
demografía colombiana durante los últimos 30 años. En forma esporádica, diversas
asesorías nos permitieron conocer mejor el complejo Pereira-Dosquehradas, la
constelación fronteriza de Cúcuta y los barrios de los cerros orientales en Bogotá,
en los años 75 y 76 se afianzó la idea de "tipología urbana" cuando pudimos
observar unos veinte centros, durante la coordinación de los primeros estudios del
Plan Metropolitano del Valle de Aburró y del oriente antioqueño.
A partir de 1977, desde la Universidad del Valle en Cali, nos dedicamos
primero al análisis del mallaje urbano y su tipología en esta región. El año
siguiente Colcultura posibilitó un estudio comparativo entre urbanismo y arqui­
tectura, entre colonia y colonización agraria, entre parte plana del valle y laderas
de las cordilleras, centrado en Buga, Caloto, Sevdla y La Cumbre. N o despre­
ciamos la historia documental y en 1980-1981 los archivos de los libros capitulares
del cabildo nos permitieron esbozar una visión del proceso urbano de Cali, desde
su fundación hasta la Independencia. Cambiando de escala y de período, consa­
gramos un año al análisis de las aldeas y burgos de vertientes que surgieron de
la colonización de baldíos entre 1850 y 1940, desde el Quindio hasta los apete­
cidos resguardos caucanos, en ambas cordilleras, Insistiendo en estudios de casos
como los de Barragán, Ceildn, Calcedonia, Versalles, El Dovio, E l Aguila, Tru-
jlllo, Reslrcpo, etc. La Colonización de manumisos nos incitó a profundizar en el
surgimiento de "aldeas-palenques postcoloniales”, si se puede decir, en el norte
del Cauca, en Padilla y Puerto Tejada, por ejemplo.
En 1982 el Centro Cultural Jorge Eliécer Gallón nos proporcionó el apoyo
logístico necesario para registrar el impacto urbanístico que tuvo sobre el centro
de Bogotá el incendio del 9 de abril de 1948. En 1983 fue, merced a la ayuda de
Colciencias, que pudimos profundizar sobre la fundación urbana que surge de la
colonización agraria, desde el Sumapaz hasta la costa del Pacífico con un catá­
logo, incluyendo los casos de Bahía Solano. Villarrica (Tollina) y el eje Manizales-
Villamaría-Pereira-Puerto Caldas. A l año siguiente, regresando un siglo atrás,
llevamos a cabo unas pesquisas de archivos y notarías (en Bogotá, Popayán, Buga,
Tuluá, etc.) para tratar de esclarecer la cuestión del mestizaje y sus productos
urbanos, durante el siglo XV¡11, por medio de las "villas de vecinos libres”. Estas
labores concluyeron con una tipología de casos, incluyendo San Gil-Socorro, la
disputa Glrón-Bucaramanga-Pledecuesta, la liquidación del “pueblo de indios" de
Yumbo, la querella Buga-Palmlra-Tulud, el conflicto Popayán-Caloto-Sanlander
de QuiUchao. En 1985, a solicitud de la misión holandesa, basada en Quibdó, se
efectuó un estudio urbanístico, arquitectónico y de la vivienda en unas treinta
aldeas lineales y fluviales, surgiendo de la colonización de la cuenca del río
A trato. Nos quedaba aún un gran vacío (entre muchos); la ciudad aborigen pre-
hispánica. En 1986, gracias al ICFES, se colmó este Interrogante con unas Inda­
gaciones en Buritaca y Pueblito (Sierra Nevada) y unas pesquisas en aldeas
modernas embera, del Baudó.

8
Entre 1988 y 1990, en colaboración con Gilma Mosquera, y en el marco de
las actividades del C IT C E de la Universidad del Valle, volvimos a indagar, con
mayor precisión, en los pueblos de colonización selvática afroamericana, tanto
en el norte del Cauca com o en el litoral Pacifico y los ríos Atrato, San Juan y
Hundo; dedicando de paso especial atención a los pormenores de la trayectoria
portuaria de Buenaventura.
Finalmente, en 1991, mirando el manuscrito listo para la imprenta, descu­
brimos una laguna; y para llenar el vacío de las "ciudades de enclave" decidimos
analizar el caso de Barrancabermela, inserto en el contesto territorial más general
del pohlanüenlo del Opón-Carare y del occidente santandereano.
Además, durante estos veinte años, continuos viajes a través del territorio
dejaron una gran masa de informaciones relacionadas con algún tema especifico.
Observaciones in situ realizadas en centros de los siglos X V I y X V II, co m o son
Santa Marta y Cartagena, Carlago y Anserma, la enigmática Villa de Ley va, Santa
Fe de Antioquia, Tunjo y Cldquinquirá, Pasto, Girón, Ibagué, Mariquita y Honda;
en pueblos costeros coloniales, com o Tolú, San A m ero y I arnaco, en antiguos
" pueblos de indios" y reducciones de encomiendas, de resguardos y de doctrina,
como aquellos del valle de Sibundoy, los caucónos l ’arace y Totoró, Silvia y C oco-
nucos, los ",sabaneros" Nobsa, Chía, Cajicá, Sáchica, Tatúa o Catana, en aldeas-
hongos que toman impulso a finales del siglo X IX , com o Bucaramanga o Villavi-
cencío, G ir urdo!, Armenia y Calarea, en poblados recientes de la colonización
del Pulumayo, del rio Arlari o del rio Guejar. Para recoiutruir el sinuoso Itinerario
de rieles, caminos de herradura y barcos de vapor que recorre la "arquitectura
francesa" y distinguir las modalidades del "neo-clásico" arquitectónico (¡apenas
diez páginas en este texlol), tuvimos que recorrer el centro de Bogotá — San V ic­
torino— , internarnos en Guayaquil, en Medellín, en las zonas negras — antigua­
mente blancas— de Bucaramanga, Manizales, Pereira, Santa Marta, los alrededores
de La Galería en Popayán, E l Calvario en Cali e igual recorrido hicimos en Cúcuta.
Girardot, La Dorada, Pasto, Palmlra, Cartago y Buga, sin despreciar a Chiquln-
quirá, Utos ¡icio, Fusagasugá, Calicó o las estaciones del ferrocarril de Cundina-
marca, como las de la reglón de Cachipay. Y para detectar alguno que otro brote
de rebelión urbanística o alguno que otro patrón nuevo de dueño, hicimos unos
registros en Cola, Miranda, Padilla, Manaure, Uribia. Algeciras, Colón y Sibun­
doy. Se menciona lo anterior, para no atar sino algunos temas, lugares y regiones
Y, desde luego, durante estos dos decenios vimos agonizar ciudades y nacer
alguruu.
Durante mucho tiempo quedó este material invesligativo suelto y esparcido,
como leu mil pieziu de un rompecabezas. Hasta que por fin decidimos ponerlo en
orden, clasificar los pedazos, unir fragmentos y pegar trozos. Luego hubo que
hilar los elementos, buscar una cohesión y una estructura, hasta volver a armar
dicho rompecabezas. Fallaba lo más arduo, escribir en castellano. En consecuencia,
el texto que sigue es el resultado de este intento.
Con lodo, sería abusivo presentar esta obra com o un tratado de historia,
dimensión que no alcanza, y categoría a la cual no pretende. Durante los años
de indagaciones, como en la etapa de redacción, siempre hemos considerado estos
pequeños ensayos como apuntes en torno a un lema. Quizá se puedan calificar
como materiales y documentos para una historia de la ciudad colombiana, no más

9
INDICE G E N E R A L
DE LA O B R A

LA CIUDAD COLOMBIANA, SIGLO X IX Y SIGLO X X

PRIMERA PARTE
LA FORMACION ESPACIAL AGRARIA
1850-1950
CAPITULO I
GENERALIDADES
14

CAPITULO n
EL CASO DE MANIZALES Y ALGUNOS MAS
114

CAPITULO ra
PUERTOS, FERROCARRILES Y CAMBIO DE MANDO
168

CAPITULO IV
ARQUITECTURA Y DANZA DE LOS MILLONES
218

CAPITULO V
L A COLONIZACION DEL ATRATO
262

CAPITULO VI
COLONIZACION ESTATAL: BAHIA SOLANO
276

CAPITULO VII
L A COLONIZACION EN EL VALLE DEL CAUCA
292
CAPITULO V III
BARRANCABERMEJA, CIUDAD DE ENCLAVE
COLONIAL
356
CAPITULO IX
FUNDACION Y OCASO DE VILLARRICA,
TOLEVIA
468

ANEXOS DOCUMENTALES
506

BIBLIOGRAFIA
542

SEGUNDA PARTE
LA FORMACION ESPACIAL
DE LA URBANIZACION
CAPITULO I
GENERALIDADES
550

CAPITULO II
NUMEROS, FECHAS Y LUGARES
566

CAPITULO III
PROTOPOLIS, CIUDAD DEL ESTADO
DE SITIO
592

CAPITULO IV
BOGOTA. CAPITAL DEL CAPITAL
630

CAPITULO V
LA URBANIZACION EN >EL VALLE
652

CAPITULO VI
SINTESIS Y CONCLUSIONES: LAS FORMACIONES
ESPACIALES
746
BIBLIOGRAFIA
797
PR IM ER A P A R T E
L A FO RM ACION ESP A C IA L
AGRARIA
1850 - 1950

capttü u ) i
G ESnU LD AD CS
M
capitulo n
«X CASO DE M ANUALES T A IG IA O S MAS
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CAPITULO m
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LA COLONIZA CK>\ E STATAL BAH IA SOLANO

c a p it u l o tu
LA COLONIZAOON EN EL TALLE BEL CALCA

CAPTTVLO IX
FTND ACiaX T OCASO BS V U L V A * * A VOLOLA
«O
ANEXOS DOC C MENTALES

BBU O CAAm
Mi
C A P IT U L O I

GENERALIDADES

...L a cota está hecha, el clavo está puesto. His­


panoamérica es libre; y si nosotros no desgoberna­
mos tristemente nuestros asuntos, es Inglesa.
(Oeorges Canning, Ministro de Relaciones Exterio­
res de Oran Bretafia, Londres, 1824.)
A pesar de las prohibiciones de la metrópoli, unas autoridades
domésticas más tolerantes autorizaban la radicación de extranjeros en
las ciudades del virreyno. Hacia finales del siglo X V H I los documentos
seftalan que en varias plazas están residenciados unos mercaderes Ita­
lianos, alguno que otro médico francés y algunos ingenieros Ingleses.
P o r paradójico que parezca, se alistaron en las guarniciones españolas
de Bogotá y Cartagena varios oficiales anglosajones mercenarios. Se
firm an convenios favoreciendo la Inmigración de colonos extranjeros,
y el caso de San Carlos (v e r La Ciudad Colombiana Prehispánica, de
Conquista e In dian a) no es excepcional' el gobernador Antonio Nar-
váez y Latorre se refiere a unas antiguas plantaciones francesas
de cacao en Urabá y, en la misma reglón se menciona la
presencia de una colonia agrícola de irlandeses. A los litorales arriban
los buques de contrabandistas europeos; el éxito y la persistencia de
estos negocios clandestinos son tales que auspician unos villorrios fijos
en la península de la Guajira, en el golfo de Urabá, en el delta del rio
San Juan (Charam blrá) y en Cuplca; otras escalas Ilegales del contra­
bando entre las costas y el interior, son los asientos de Murrl y Urrao,
en el camino del Atrato hasta Antloquia En circunstancias parecidas,
y motivado por el transporte del contrabando entre el Pacifico y el
V alle del Cauca, surge el núcleo de El Naranjal sobre un tributarlo del
rio San Juan: con su posada, fondas y cantinas, aglomeran a trafican­
tes, muleros, bogas y cargueros; otra escala sobre el rio Dagua, el
pueblo-bodega de Las Juntas, tiene un origen similar. Pero en casi
todos los casos estas aldeas viven exclusivamente del transbordo de
mercancías y de su transporte, con lo cual se tom an muy vulnerables
caducan luego con los cambios de rutas, que se derivan de la política
comercial del libre cambio.
Lo anterior obliga en reconsiderar la propia opinión sobre la cro­
nología del "cambio de mando” . La bibliografía tradicional consultada
asevera que Inglaterra va ocupando las posiciones económicas, aprove­
chándose el vacio que dejó la salida de los españoles: es decir, asomán­
dose después de la evlcclón de España. Pero múltiples documentos
atestiguan que la penetración anglosajona antecedió a la crisis del
poder español, al cual Iba minando desde adentro; obviamente este
fenómeno se intensifica cuando el Imperio británico pierde su pieza
mayor, con la Independencia de sus colonias d® América continental
entonces vuelve su mirada hacia fluramérica. El imperialismo británico
decide despachar a los mayordomos españoles y portugueses, adminis­
trando por delegación la finca americana, y pasar a la administración

15
directa. En adelante Europa Invierte recursos para lograr la cancela­
ción del contrato: Francia envía sus Ideas de libertad y sus teorías
Igualitarias un tanto subversivas, pero Inglaterra, en form a más p ro ­
saica manda libras esterlinas. Asi concluye felizm ente la operación de
transferencia y de sustitución hacia 1822. Este año se reúnen los expor­
tadores y financistas londinenses para celebrar el evento:
. . . Como hombres y como Ingleses debemos regocijarnos al ver estable­
cida, fuera de toda duda, la libertad de esta porción interesante del Nuevo
Mundo... se ha abierto un campo nuevo, rico, vasto y accesible —accesible
tanto para nosotros, como para nuestras colonias. Además de esto Inglaterra
es la nación que Colombia imitará y favorecerá. De nosotros fue de quienes
tomaran prestada su libertad... de todos los países del mundo es el mejor
“point d’appui” para nuestro dilatado comercio...; servirá para dar mayor
impulso a nuestra industria, y favorecer nuestras empresas del modo más
cabal .. hay muchos géneros de manufactura nuestra ( . . . ) que hallarían
amplia venta en aquella vasta República; y muchas producciones, que aquel
pais nos podría suministrar, mucho más barato, y en mayor abundancia, que
algún otro país del mundo.
7 concluyen los armadores, Industriales, exportadores y banqueros:

... Como nación comerciante, estamos obligados a reconocer unos estados


cuyo comercio es de un precio incalculable para nuestras clases manufacturera
y mercantil.
De tal modo que en Londres, en 1824, Georges Cannlng, Ideólogo y
forjador del Imperio colonial británico podía declarar triunfalm ente:

La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre; y si


nosotros no desgobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa.
Curiosamente, un decreto del Intendente del departam ento del
Cauca, con fecha de diciembre 3 de 1827 dispone que “ todos los em ­
pipados de la República llevan luto por 3 días por m otivo de la muerte
del Honorable Georges Cannlng, Prim er Ministro de Su M ajestad B ri­
tánica, con un lazo negro en la copa del sombrero” .
Todo este asunto quedarla en la historiografía reducido a un abun­
dante anecdotarlo épico para la edificación de “ la plebe"; pero, más
que derrotados en el Puente de Boyacá, los españoles hablan sido ven ­
cidos en las bolsas de Londres y París. En cuanto a los “ prestamistas"
de la libertad, sus desembolsos para financiar la empresa de la Inde­
pendencia resultarían para los banqueros de Londres una inversión
fructífera: la iba a recuperar centuplicada, a lo largo de un siglo, el
capitalismo Industrial y comercial inglés. Pasando de Colonia a Co­
lombia — cambiando dos letras no más— , el país se habla vuelto lo
que varios historiadores llaman una neo-colonia.
Cuando los mayordomos españoles se despiertan de su larga siesta
tropical y evacúan “ la fin ca", el balance territorial no es nada hala­
gador: no hablan logrado poblar, explotar y administrar sino una
m ínima parte de sus dominios. Después de tres siglos de presencia, la
mayor porción de la geografía quedaba deshabitada, Inexplotada, y

16
BARANGUILLA

BUENAVENTURA

Formación espacial agraria, 1850-1950


hasta desconocida y sin explorar. Tan pronto termina la ocupación
española, se toma obsoleto y entra en quiebra este modelo del estrecho
e improductivo espacio rural colonial, paralizado por un legado de
rasgos feudales. Lograda la expulsión de la Corona española, el pujante
Imperialismo inglés entra en contradicción con el atrasado sistema
social español y cuestiona su estancamiento productivo. Tendrá que
destruir este edificio anacrónico para lograr sus objetivos económicos;
durante décadas la presencia Inglesa se expresa por medio de su nega­
ción del legado español, su destrucción y sustitución. Es asi como se
archiva la Recopilación de las Leyes de las Yndias, sustituidas por el
tratado de Libre Navegación, Amistad y Comercio con Gran Bretaña:
este serla una pudiente herramienta de estímulo a la circulación, gene­
rando luego la dilatación del territorio poblado. Permite la ampliación
rápida del espacio nacional productivo y consumidor; suscita un nuevo
modelo de poblamlento territorial, de tipo expansivo, basado en el
desenvolvimiento del hábitat rural de producción agrícola; cuestiona,
descarta, cambia o renova todo el sistema de relaciones del periodo
anterior; Introduce nuevos medios de transporte y remodela por com­
pleto la red de comunicaciones. Lo cual a su vez auspicia la reorgani­
zación del mallaje urbano ligado al transporte; se crean los puertos
marítimos de Barranquilla y Buenaventura, y nuevas escalas fluviales
en el interior. Y cuando es preciso agilizar el transporte de una cre­
ciente producción de exportación y de mercancías Importadas siempre
más voluminosas, entonces las compañías ferroviarias extranjeras mul­
tiplican sus proyectos en Colombia. Asi opera poco a poco un cambio
completo del mapa de las plazas comerciales en cada reglón. Además,
a éstas se articula la trama urbana que complementa el gran movi­
miento social y agrario de la colonización de los baldíos de vertientes
en las tres cordilleras. De estas sucesivas olas de colonización van sur­
giendo no sólo las aldeas de acoplo e Intercambios, sino también los
centros comarcales y regionales que captan y centralizan la produc­
ción de exportación de una zona agraria y abastecen el campesinado
de mercancías y herramientas manufacturadas, provenientes de Euro­
pa. Y cuando, después de la Guerra de Secesión, el imperialismo Inglés
entra a competir con el expansionismo de Washington, esta asociación
(y rivalidad) estimula la eclosión de nuevos centros complementarlos
de las actividades económicas primarlas; de tal modo que en menos de
cien años se fundan en el país más ciudades que durante los tres siglos
de ocupación española. En el transcurso de un siglo se conforma el
mallaje urbano renovado, sobre el cual se apoyarla la concentración
demográfica de la urbanización moderna.
Por el contrario, la independencia seria sinónimo de la decadencia
para las viejas ciudades indianas del Interior. Polos de la burocracia
colonial civil o eclesiástica, pasando a la República no experimentaron
el estimulo de la regeneración social que exigía el nuevo orden. Reco­
braron en seguida su tranquilidad secular y se Internaron en un largo
periodo de pesada somnolencia. Asi que la Independencia fue la con­
dena a muerte para Vélez, Ocaña, Pamplona, Tunja, Santa Fe de

18
Antloqula y Popayán. Con muchos altibajos, se salvarían parcialmente
del marasmo generalizado Mompox, Honda, Ibagué y Cartago, gracias
a una reactivación de su papel en la red de relaciones.
Un siglo más tarde, cuando se despertaron perezosamente estas
ancianas, advirtieron con cándida sorpresa y marcada amargura que
hablan sido destronadas por las jóvenes y que no servían sino para
ser archivadas en el anuario de los monumentos históricos. Hoy el
grado de preservación “natural” de las ciudades indianas sigue Igual
a su obsolescencia histórica. Mompox, Villa de Leyva y Santa Fe de
Antloqula no tienen quién las destruya. No exigen especial protección
contra las especulaciones vandálicas del capital; pero si medidas de
amparo contra el comején y las polillas.

» •

El cambio de mando “ después de la Independencia” , se manifiesta


por medio del rechazo de lo español en lo político-cultural y en la
toma de posiciones económicas por otros países europeos. Aunque la
la historiografía del siglo X IX tiende a minimizar la “nueva conquis­
ta” , este fenómeno tiene para nosotros múltiples consecuencias
territoriales y en ciertos casos es determinante para entender las
transformaciones del espacio vital. No podemos olvidar, además, que
en dos oportunidades los estadistas de la nueva república consideraron
muy seriamente la posibilidad de anexarse deliberadamente, primero
a la monarquía francesa y luego a los Estados Unidos de América.
Tan pronto conseguida la Independencia política, los soldados ex­
tranjeros que participaron en las campañas libertadoras, y que desean
radicarse en el país, se benefician con extensas recompensas territo­
riales; ingleses, escoceses e irlandeses consiguen vastas tierras rea­
lengas de esta manera y otras Indirectamente, por lazos matrimoniales
con nativas, hijas de grandes hacendados. Simultáneamente se esta­
blecen en Antloqula y Caldas compañías mineras suecas e inglesas;
en la misma década, 1820-1830. se radican en la zona costera (Barran-
quilla, Cartagena y Santa Marta) varias compañías comerciales y de
navegación a vapor, alemanas e Inglesas. A nivel oficial llegan a Bo­
gotá los “encargados de negocios", primer embrión del cuerpo diplo­
mático extranjero, y se establecen consulados de Francia, Inglaterra
y Estados Unidos en los puertos del Caribe.
La pobreza generalizada y una muy reducida capacidad de consu­
mo, el flagelo de epidemias crónicas, las fricciones siempre latentes
entre fracciones políticas, un absoluto desorden institucional que com­
pleta la total corrupción administrativa, las continuas guerras regio­
nales o locales conforman el cuadro poco alentador que pintan para
sus gobiernos los primeros “ encargados de negocios". Este clima de
Inestabilidad e incertldumbre, según ellos, hace muy inseguras las
Inversiones extranjeras.

19
Hacia 1860-1880 se observa la influencia del sector extranjero en
la minería de Caldas y del Tollma; en el paso de la hacienda a la
plantación exportadora, con el tabaco en la costa, el café al occidente
de Bucaramanga, la reglón del Líbano, las tierras templadas del occi­
dente de Cundinamarca, la región de Palmira, los alrededores de Chln-
chiná-Manlzales y en Antloqula la zona Ayapel-Montelibano. Recorren
el país geógrafos, cartógrafos y mineralogistas alemanes, suizos, fran­
ceses y alguno que otro norteamericano; unos contratados por el
gobierno colombiano, otros mandados por compaflias comerciales euro­
peas, sin olvidar al viajero-explorador independiente: todos elaborando
cuidadosos Inventarlos e informes que insisten en las perspectivas
comerciales que ofrecen los recursos naturales del pais. Hacia 1880-
1010 crece el papel de los expertos extranjeros, principalmente inge­
nieros metalurgistas y de minas, mineralogistas profesores en las
primeras escuelas de minas o de ingeniería. Encuentran siempre el
apoyo lrrestricto de los gobernantes; Rafael Núftez — para no citar
sino un caso entre muchos— escribía en 1891 en un periódico de Car­
tagena:

... El progreso requiere capitales y en los países nuevos estos deben venir
del Exterior, necesariamente, lo mismo que los brazos aptos para la explota­
ción de ios recursos naturales.

En ciertas plazos comerciales (Bogotá, Bucaramanga, Cali, Mani-


zales y otras) se establecen negociantes importadores suizos, alemanes,
italianos y franceses que impulsan la creación del sector bancarlo y de
las cámaras de comercio locales. En la década de 1920 se observa la
Inmigración por Barranqullla y Buenaventura de sirios y llbaneses,
que también van a ocupar sólidas posiciones en el comercio de impor­
tación. Desde finales del siglo y hasta los años veinte llegan numerosos
ingenieros Ingleses y norteamericanos que se ubican en el sector pri­
marlo y las zonas de las grandes concesiones (bananera, minas del
Chocó, Frontino, El Bagre, Timblqul, Supla-Marmato, zona cauchera
de Florencia, etc.) y las redes de transportes y comunicaciones (nave­
gación fluvial, adecuación portuaria, ferrocarriles y cables aéreos). Y
también en los años veinte inician las perforaciones las empresas
petroleras de Estados Unidos.
Por fin, e Igualmente entre 1890 y 1920, se radican en varias ciu­
dades las compañías generalmente con sede en Estados Unidos, con el
objetivo meramente comercial de modernizar el equlpamento público
y las redes de servicios; según el coso, son empresas de telégrafos o de
teléfonos, de tranvías, de energía o de acueducto; según sus vínculos
y contratos con la administración indígena, actúan en Santa Marta,
Cartagena o Barranqullla (estimulando dcBde luego la competencia en­
tre los tres puertos). Cali, Mcdellln, Bucaramanga y Manlzales; a Bo­
gotá traen muy temprano estas milagrosas "peras" mágicas de vidrio
alumbrando por la noche, que tanto hablan impresionado a Salvador
Camacho Roldán en los Estados Unidos.

20
La penetración creciente y hegemónica de empresas norteamerica­
nas de servicios públicos urbanos, contribuye poderosamente en la
rcadecuaclón y modernización de un grupo de ciudades con óptimas
condiciones como plazas comerciales. Este fenómeno constituye la
mayor manifestación urbana del "cambio de órbita” y de dominio eco­
nómico-comercial, adquirido por los Estados Unidos durante el periodo
1000-1940.
Esta es, aqui resumida, la dimensión que alcanza en Colombia la
"segunda conquista", la cual no se limita al país, sino que es parte de
un proyecto operando a escala continental. No obstante, con esta con­
quista pacifica, por fin llegan al Nuevo Mundo los hombres nuevos del
capitalismo; aquellos que no podía proporcionar la España aún seml-
feudai del siglo XVI. Hacia 1808, mientras en Bogotá unos ingenieros
norteamericanos instalan los rieles del tranvía, siguen llegando monjes
españoles contratados para "civilizar a los indios. . . ”
En vísperas del siglo X X las universidades andinas siguen diploman­
do retóricos y pensadores, poetas, "filósofos" o literatos: por cada
ingeniero se gradúan tres médicos y cinco abogados. Alguno que otro
hijo de estadista o latifundista sale para Prlbourg, Nancy, París o
Estados Unidos y regresa con un diploma en ingeniería a unas tierras
donde se ignora el cemento y aún no llega el hierro. 81 tiene buenas
recomendaciones podrá conseguir un trabajo asalariado como ejecu­
tante subalterno, bajo el mando de ingenieros-contratistas norteame­
ricanos. En su libro El Ideal de lo práctico, Frank Safford menciona la
queja de ios primeros técnicos en los Anales de Ingeniería, del año
de 1894:

.. .nuestra ciencia es de copia o de compilación. Aprendemos y repetimos


lo que otros han pensado o hecho.

Concluye el autor:

La élite colombiana, por consiguiente, continuó siendo más una élite con­
sumidora que una élite creadora de tecnología.

Suecos, belgas, Ingleses, irlandeses, escoceses, suizos y alemanes,


polacos, italianos, franceses y norteamericanos: de once países llegan
los nuevos conquistadores. Quizá no pasen de unos centenares los que
se radican en Colombia entre la época de Independencia y 1930, pero
su Influencia tendría un peso muy superior a su volumen numérico.
En cuanto se refiere a cifras, el Censo Nacional de Población de
1012 nos proporcionó los datos para elaborar el siguiente Cuadro de
las principales concentraciones de inmigrantes extranjeros en esa
época:

21
NUMERO DE EXTRANJEROS CENSADOS
eludid Número Ciados Número

Cúcuta 2.347 Popayán 48


Cartagena 865 Quibdó 40
Bananqullla 862 Honda 39
Bogotá 499 Santa A n a (minas, T o L ) 36
V illa del Rosarlo 470 El Líbano (m inas) 27
Tumaco 334 N eiva 22
Medellín 218 Facatativá 22
Bucaramanga 163 M añiza! ee 18
Chlnácota 150 Buga 16
Córdoba (N. de Sder.) 148 Tim blqul (m inas) 16
Ocaña 68 Girardot 15
Pasto 62 Analm e (m inas) 14
Pamplona 56 Ibagué 12
Buenaventura 53 Palm lra 10
Cali 49
________
La historiografía del siglo X I X glorifica la presencia extranjera en
form a muy servil. Pasando al otro extremo la historiografía moderna,
m is nacionalista, tiende en mmi-mív.nr la "nueva conquista", pero ésta
queda desvelada por dos norteamericanos, Fred J. R ip y y Theodore E.
Nichols e Inconscientemente por A lfredo Ortega en su Historia de los
Ferrocarriles (ver Fuentes, al fin a l).
El listado cronológico de la implantación extranjera en Colombia,
desde la Independencia hasta 1930, es imprescindible pa ra captar la
m agn itud de las transformaciones territoriales que operan durante
este periodo. Un rápido vistazo sugiere que resultó bastante costosa la
“ amistad’' británica, a la cual se suma también la '‘amistad” de los
Estados Unidos a partir del tratado con esta nación en 1846.
T an pronto como la República expropió a la Corona española, se
inici a la distribución de las tierras realengas a los "nuevos conquista­
dores”. A partir de 1825 comienza la feria de las tierras nacionales:
durarla un siglo este gran bazar de los baldíos. En el listado general
de las adjudicaciones de baldíos entre 1827 y 1935, conservado en el
AHNC, hemos tratado de ldentilicar las titulaciones a sociedades y
ciudadanos extranjeros, tarea de por si ardua y con resultados poco
sat isfactorios; a continuación sólo se presenta una muestra parcial
Ilustrando este fenómeno. Es probable que estas cifras no pasen de
un 10% del total de las tierras que se convierten en propiedades de
extranjeros, no obstante permiten entender los mecanismos por m e­
dio de los cuales el latifundio colonial privado, o realengo, supuesta­
mente despedazado en el momento de la Independencia, se vuelve a
conformar rápidamente bajo la República.

22
N o conocemos registros estadísticos que perm itirían m edir la ex­
tensión del latifu ndio colonial No obstante, es licito pensar que alcanzó
después de la Independencia «n a magnitud territorial desconocida, du­
ra n te el ocaso de la ocupación hispánica. Los pocas datos disponibles
autorizan asegurar que el latifundio moderno se gestó menos en la
Colonia que durante la República. De tal modo: que el conocimiento
de los mecanismos de su constitución se convierte en una pieza capital
para la comprensión de varios fenómenos socio-espaciales agrarios, aún
vigentes j actuantes.

A L G U N A S AD JUD IC AC IO N ES DE B ALD IO S
A C IU D A D AN O S EXTRANJEROS

AnnnquJn

1837 T y re ll Moore, Santa Rosa 64.000 hectáreas


1853 Carlos G re iff, M edéllin y Córdoba 11.520
1895 Carlos G relffestein, Huango 2.961
1895 Louis Balcke, Cía. Francesa, Segovia 961
1896 W illia n Crosley, Remedios 636 99
1897 W illian Crosley, Remedios 45
>1
1898 Cía. In glesa de Frontino, Remedios 1.450
Vf
1911 N a zir T . Yabur, Turbo 1.209
a*
1912 N a zir T . Yabur, Turbo 321
1920 N a zir T . Yabur, Turbo 240
1921 N azir T . Yabur, Turbo 152

Tollina

j 1844 Hugo Hughes, M argarita 1 280 hectáreas


1853 Schloss y Cía., Cunday 1.797 **
1865 Blrchall, Santa Ana 1.139
1873 R u fo Chaus, Ibagué 301
1880 M. Dik de Doviesky, Chaparral 1.640 *
1892 John M. Vaughan, Venadillo 523
1893 Lafaurie, Ibagué y Caldas 2 028 *
1893 Frank H Dixoc, Honda 4 860
«T
1904 T h e Tollm a M ining Co. LtiL, Santa Ana 35

Magdalena

Desde 1873 hasta 1821 se conceden baldíos a por lo menas 36 extranjeras


en £1 Peñón. Ri abacha. Santa Marta. Vallcdupar. Mamatoco, Tamalameque,
Plato, Chiriguaná, Ara cataca, etc., totalizando unas 17 000 hectáreas. Ade­
más se adjudican.
1893 H. Penon y Cía., de París, Padilla 3.659 hectáreas
1893 The W est ludían Telephone Co. 16
1913 Compagnie Agricole de Colombia, Plato 1 500
1913 Anglo-French Developpment Syndicate, Plato 1 502

23
J U C T S U A M E M U C M K Itf M ■ lU W I
Goíd Mine Lim ited, 2a cual se transíarma en 1995 en la S e r Timbáqaí
i c m u iu K M m u x m o t GoSd M ine; en 1966-1913 llegan las dragas de la Cboeó Pacifico Gaid
M m e en la región Cfategai-CoDdoCo-Ttgnina-^ndagnya; en 1921 la
Go&ombéan P rop tetu y Gold Limited conságoe en Gnapi h m con­
cesión de 33 « wHíslc e a id r a d n ; en 1936 !a CMonugám Mtmog está
I 1S¡2 C o m p r a de Ferrocarril It n g lfn l. B quilla. |.2í2 h rrtáiB U explotando e l P a t n y la Amana Goíd Mine tiene ros dragas ca ñ ed o
F en 15 kilómetros del rtn r « n r » y en este m*qnn «fin *sMe wwijBfth»
iwnrit^3«Bw»Ti>aFttag fon las más imp w ta n iw empresas mineras en Cb-
Itero ICTt y 1923 por lo mena* U o ú iz s ja a i recaben os iota! de de i«— w « Mientras tanto» otros recursos entraron en explotación y entre
5« M h R t á m i a Mapnfaé, Motejaría. Corté. Lonco y oteas bnládades. 1836 j 1966 se aprovechan en Pacho las micas de H e n o y la le ñ e ra
| A d s a tv a CoI oobIbob X a T ^ u im itA c s p n n de nna empresa
¡i aigh n . reabe e : 1922 es Sansa 19 arfjartrraríamr*;. M aliaado 95.991
¡ hectárea*. L a penetración territorial signe las patrones contenctunales del
witnwfaiKicro» munttai durante el rfgtn x i x Desde ana base portearía
tW tllOB sobre e l BtnraJ! se ¡am an anas lincas de eonnnikartnnes, para alrare/ar
los recu sas d d interior; asi se iipo wyin«n u w tiw mwit» el trans­
Eh w n » S E tza ú se. catee 1917 y 1 M , 3 o a r a j e m teubeu en porte fhn$alL los íerroearriJes y, por fin, osa red de carretelas; este
if o d a c s . el rio O p x . G a o . Z q a ts a . t b , na sottS áe n a i -60.010 hee-
ü r » (S obet A. I » y Cmém. sd jaáxxÉ c as 29999 hectáreas).
proceso tenia qae impactar a Cartagena y a BananqnUla. Pero es ¡a
primera tarda mocho ana clase dirigente local arruinada, en poder
r w iiia ta r ¡as empresas extranjeras de obras públicas, interesadas en
modernizar e l v ie jo caa^aH del Dique; mientras tanto se adelantó Ba-
Z c C e a io o M R a . crreZs:: es¡ l'Sl. a Kapftñ firM o ». en 7 — - y Qcac- rranqoílSa en * n t > el « i " " ) " B o a s , favorecido por ana concedón
l a e . 3.-UV E&ecsáreaz; en Mwftn» en UB2 Leos A. Toe *'«**—•recibe 5.(89 w r i w i w d » navegación, eqéosa la navegación por barcas de vapor
hectárea*. en FaUsTñaenciio y Maflicm as »g^ítgr ¡B m g se tetóla 19 adjn&-
carVireT en 3 xáai -! US*-!®®», «ne*»n««fliiÉ wr» » ¡¿fe -Q .0X1 hectárea*. entre 1833 y 1839; entre 1836 y 1841 este privilegio pasa a la londinense
empresa Aadíw f i n n s tim En 1856 es la Compañía Unida dei Inglés
Bobert Joy. La que monopoliza el transporte fluvial 7 pasa al control
Por paztíaL j m sy ineempteío qoe ¿ea v é e listado, sin embargo dei nraltilacético empresario norteamericano Clam os, entre 2337 y
SS22331 S2á3 de 316.6Ü® hectáreas de lia ra s agrícolas. 1890. Desde 1883 decaían 23 barcas sobre el Magdalena: 4 empresas
Endónales afijo ifigH oen de 4 barcos, mientra» 4 firmas extranjeras
Peso en sa primera fase la fenffltomiiagrftfwii extranjera decrfwRa ¡a
son propietarias de 19 embarcaciones fluviales.
lugraut11latía y favorece oBzas ramas, m i m onm Qa miw^eito «iri oro 7 las
coespafilas de nai^rariúCL May temprano, en 18S, efl francés Botusin- Prim era expresión fin ca y territorial de o sa ■amistad” efímera,
gaals y los banqueros GoldseluBádí, de Londres, controlan iit * » es en 1856 qae entra a funcionar el ferrocarril del Istmo de Panamá,
de It h m it o y Sap&a; en i t w otra nmgi^o Wwrrtrag Gsn- propiedad de w im empresa n iw iw m w iM M ; luego diversas firmas de
ham & Pw trit, explota las wihbm de plata de » « n i « Ana- w t n ia m IngH atem 7 HEStasMa Unidas van elaborando poco a poco la red de La
se enetsestra TyieE Moooe en las w»ñ»any de went» h «» w esa A n a l en costa Caribe, en la z a a de Písenlo nni«riiM .R«rranqnnk AHI esta
1*33 j iflffgp esa TStteW en 185L Bto esta época se Sanearon la Cartage­ la BarranquUDla pjiiíiitimA and Pler Company, sociedad Inglfaa qoe ad­
na An-g'i>-0 >'nrT' tesp Miri.eag 7 ita OoflomühÉaaa Mar^sing de *r»-*qnri»g y van quirió en 1887 a fism ens el Ferrocarril de Sobrar, qoe éste baláa
apareciendo las « ■ » ? > « » » » tsgfiesas: Frontino Mine (19SZ), la Mwap a An en 1264 js a lo con la empresa del telégrafo; otra campaftia
Pato CaaoijdaJí. ~.:•¿ tarde, con sas explotaciones en Flm síno, B e- twg t * «i la GfikxnMam Land Company, coaastroye el FerroranS de Santa
r sdág y el rio KeeM í 1999-1897). También se formo h nwnptftn M arta en 18SL E ra s campafitas trazan anas tramos qoe no pasas
ftM O K th iB S u B i de ES Zapeado (1965-1965), la casi se vuelve fn n e o - de 180 MMneo n i en 1820. pero Bagan a 550 kilómetros en 1898. Luego
t l e i n a en 1506; o 1-os están «rahajaiwin en las >■*»«« de oro nriran harta el interior y K formas varias empresas: Cuneros ya em­
y pfalHrrara 29 wnwp tChit ttww » pezó la apestara del Ferrocarril de Antioqala. Se forma La Dorada
Haihray iim lted , ¡ES-gEesa. la eoal adenri ■ eunstniye el cable aéreo
Sí después de la G u o n de Sccerión qae ae en 1966-1997, MazaÉrales-Mariqaila. a partir de 1922. Ea resamen, entre 195* y 1914
taz primeras lu*vt itere* B i s e n n*mt 0 m*mmriri » » la mi »».» de se «aceden no menos de 13 empresas inglesas y norteamericanas; cons­
Garganta. S eseó en 1989 las nafiHua* de dragas en los Segas y A s - truyen los nr-*mn* principales para la exportación y éstos sólo se
dárueda y, en It M . en el Tofiáma la anima de C rido de Las la ja s ; en conectan p»**» coníormar ana red más o mesaos articulada, sarape
1X09 obtiene ana e rnaagafiBa de 659 cuadrados La TSmbfiqui lica-iftaihipgSgi h «r t« 1939. Eh fest.e último periodo, llamado de la ■danza

24 25
dono do baldío*

26
■tono de hnldloi

do loa millones", non las compnfllna suministrando el mnterlal rodante


loa quo más se benefician. Antea de la Primera Guerra Mundial pro­
venían de Francia, Bélgico, Inglaterra y Alemania ln mayor parte de
loa equipos, cochea y locomotoras; finalizando ésta es el material
norteamericano el que más circula en las vina férreas de Colombia.
Igual cosa ocurro con loa automóviles, la maquinarla y los equipos
diversos y loa materiales de construcción.
En cuanto a las concesiones petroleras, su historia va ligada a lo
larga controversia del pago por Estados Unidos de la indemnización
por ln "Independencia" de Pannmd, Citando a un autor norteameri­
cano, escribe Francisco Posada;
Sin embargo «I dinero no fue dndo a Colombia hasta que el gobierno
estuvo listo, mediante documentos secretos, a entregar si petróleo y otros
recursos a ios corporaciones norteamericanos.

27
Aliado Alvaro Tirado:
. i , Sólo cuando los petroleros obtuvieron todas lus ventajas que querían,
el tratado fue ratificado por lo* Estados Unidos (20 de abril de 1021)
(Vor Anexo documental, al final de la Primera Parte).
Se inician las concesiones en 1921, se multiplican bajo los gobier­
nos de Pedro Nel Osplna, Miguel Abadía Méndez y Enrique Olaya
Herrera. Antes de 1031 se radican en Colombia diez empresas Inglesas
y 24 compañías norteamericanas, entre las que se destacan la Stan­
dard Olí Company, la Andlan, la Tropical 011 y la Oulf Company.
En cuanto a la agricultura comercial para la exportación, «o
Inició hacia 1830 con loa cultivos de tabaco de Ambalema, financia­
dos desde Londres; luego se multiplican las plantaciones extran­
jeras particulares en la costa. Tyrell Moore se convierte en un pionero
del cultivo Intensivo del café en Antloqula y Cundlnnmarca y el Inge­
niero de minas Edward Walker lo está al origen de las primeras plan­
taciones en la reglón Manizales-Chlnchiná y a principio del siglo X X
los familias Cranc y WUUamson Impulsan las explotaciones tecnlflca-
das en Cundlnamarca. En la Industria del azúcur se destacan las plan­
taciones de James Eder, cónsul de Estados Unidos en Palmlra y
luego, en 1030, cerca de Montería el Ingenio de la Colombian Sugar
Corporation. En Santander entre 1850 y 1880 sobresalen las grandes
compañías agrícolas del venezolano CortLssoz (30.000 hectáreas) y las
plantaciones de exportación de quina, tabaco y cacao, del alemán
Lcngerke. En el "hlnterland" de Banta Marta, la United Frult Com­
pany de EstadOB Unidos adquiere una concesión para fomentar el cul­
tivo del banano en 1899 y lograrla controlar más de 80.000 acres en 1013.

Pero los nativos no se quedan atrás y muy temprano se lanzan


en el "bazar de las tierras". No es difícil encontrar en la siguiente
muestra (muestra únicamente) el origen del latifundio moderno y de
sus numerosos conflictos con el campesinado a principios del siglo.
En 1835, en Caramanta, un señor Juan Uribe se vuelve de una vez
propietario de 102 717 hectáreas con 4.400 metros cuadrados; en An-
serraanuevo, en 1873, Rudeslndo Osplna recibe una adjudicación de
10.000 hectáreas; en 1880, en Ansermavlejo, titula 10.000 hectáreas más.
En Bolívar, en seis años, Manuel A Pineda titula 5 adjudicaciones,
totalizando más de 18.000 hectáreas, asi:

1 Alio Ciudad Adjudlcarliiii»


1872 Ciénaga 4 085 lias. 5.80(1 M-
1875 Retiro y Sucre 7 058 has. 2 450 W
1875 Ban Benito y Santiago 2 111 has. 0.722 M
1875 San Sebastián do Madrid 423 has. 1.505 M>
1878 Montería 3 105 has. 3.802 M>

28
En Antloqula, N. Trujlllo y Cía. recibe en 1860, en Nare, una pri­
mera adjudicación de 14.052 hectárea* y una ¿segunda en 1870, en Re­
medios, por 1.733 hectáreas; en 1805, en Nare, Nicanor Restrepo y Cía.
recibe de una vez 13.050 hectáreas; en 1862 y 1800 Wenceslao Urlbe ti­
tula dos adjudicaciones Iguales (una en el rio Mota y la otra en Yolom-
bó), totalizando 17.700 hectárea»; en 1884 se adjudican, en Yarumal y
Cáceres, a un señor Vásquez Mejla, 23 410 hectáreas; al año siguiente
también en Yarumal, se adjudican 15.730 hectáreas a Alejandro Mejla.
En el Valle del Cauca Ellas Reyes recibe en 1801, en Pavas, 3.400
hectáreas; en Santander, en 1880, Manuel Díaz Granados y otros titu­
lan en Bctulia y Girón cuatro adjudicaciones, sumando cerca de 13.000
hectáreas; en el Meta, en 1800, Nazarlo Lorenzana y otros resultan
beneficiados en San Martin con adjudicaciones, sumando 48 500 hec­
táreas y 7 823 metros cuadrados; en Raicilla, en 1871 y 1872, se hacen
dos adjudicaciones a nombre de José María Sarabla Ferro, total: más
de 17.000 hectáreas. En 1873, en Medina y Vlllavlcenclo, Aparicio
Escobar y otros reciben 40.400 hectáreas; entre 1871 y 1807, en San
Martin y Vlllavicenclo, Emiliano Restrepo consigue 10 adjudicaciones,
sumando cerca de 30.000 hectáreas; en Cundinamarca, en las tierras
de Pnndl, entre 1805 y 1872, siete adjudicatarios se reparten más de
38.000 hectáreas. Un sólo "trabajador de tierra callente" (como dice
Medardo Rlvas), el mismo José Mnrla Sarabla Ferro, recibe 25.000
hectáreas.
En el Tolima, en Cunday, Antonio Vargas recibe en 1854 7.208
hectáreas y 0.000 metros cuadrados; en 1805, Miguel Vargas, 4.000
hectáreas; el mismo año, Arcadlo Céspedes, 3.206 hectáreas La fami­
lia Rocha titula estas adjudicaciones de baldíos:
1880 Andrés Rochn Castillo, en Ataco, tres, total, 8 500 hectáreas
1881 Andrés Rocha Castillo, Chaparral, dos, total 0.000 hectáreas
1690 Joaquín Rocha, Chaparral, 1.200 hectáreas.
1007 Nieto, Rocha y Cía,, Chaparral, 418 hectáreas.
Se forman compañías comerciales de reventa de las tierras o dispu­
tando la propiedad de éstas, con base en títulos coloniales. El caso
más conocido es aquel de la hacienda Bumapaz, en la cual la sociedad
Hijos de Juan Francisco Pardo Roche pretende a la propiedad de
300.000 hectáreas; el cnso de la sociedad González Salazar en Arnn-
zuzu, en Caldas, es otro. En el Valle una familia Caicedo aporta & la
sociedad de Burila un titulo real, abarcando unas 200 000 fanegadas.
Y, como era de esperar, se multiplican las estafas en Caldas, en
el Valle, Tolima y Cundinamarca. En este último departamento las
encuestas oficiales revelan, hacia 1030, que un predio inicial de 800
fanegadas, en las tierras de Pasca, se dilató con el benéfico clima
tropical hasta llegar a una extensión de más de 0 000 hectáreas. Algo
similar habla sucedido en Paquilo con una primera estancia de 420
hectáreas: creció "por arte de trashumancla de las alinderaciones

29
posteriores", hasta alcanzar unas 300.000 hectáreas. Pero habrá que
esperar a 1934 para que El Espectador del 26 de septiem bre nos
inform e que:
Gran estafa con bonos de Baldíos fue descubierta. Bonos ya cancelados
habían sido robados al gobierno y presentados de nuevo para su pago.
El articulo relata que se venia traficando con bonos de deuda
pública cancelados desde 1890.
Consecuencia de lo anterior, se multiplican litigios, demandas e
interminables pleitos de propiedad. Prosperan las facultades de D ere­
cho y en 1870 el censo de población registra solamente 275 ingenieros
en el país; mientras tanto litigan por lo menos 1.037 abogados, a los
cuales habría que agregar el pletórlco ejército de los tinterillos sin
diploma.
Ahora bien, según parece los ‘•próceres" y "padres de la pa tria ”
no se quedan atrás y en el listado aparecen personas de las cuales no
se sospecha de que eran "cultivadores". En el Valle, un coronel Can-
clno recibe en recompensa de sus servicios m ilitares la hacienda de
Barragán, es decir más de 60.000 hectáreas. En 1878 un señor In d a ­
lecio Liévano titula, en jurisdicciones de L a Paz, Caparrapi y Puerto
Boyacá, 4.322 hectáreas con 8.175 metros cuadrados; se le agrega en
1881 en San Antonio (M agdalena) otra adjudicación por 2.839 hec­
táreas con O. 000 metros cuadrados. No era ningún cultivador n i “ tra ­
bajador de tierra caliente" sino uno de los ingenieros contratistas
al servicio de la compañía inglesa construyendo el ferrocarril G lrar-
dot-Tocalma. Quizá eso explique por qué su fam iliar Antonio María
Liévano también recibió en 1880, en Pandi, un titulo de propiedad
sobre 5.000 hectáreas de tierras baldías. Los intrincados negocios y
tráficos de baldíos de esta poderosa sociedad fam iliar, quedan ilus­
trados con documentos como éste, con fecha de 1889, conservado en
el Fondo de Baldíos del AHNC en Bogotá:
Conste por el presente documento que nosotros los abajo firmados Inda­
lecio Liévano y Julio Liévano hemos hecho la siguiente operación:
1 - Julio Liévano confiesa haber recibida de Indalecio Liévano por cuenta
del señor Antonio M. Liévano la suma de ciento cincuenta y cuatro pesos
($ 154) que es el completo de doscientos cincuenta pesos, valor de dos mil
quinientas hectáreas en títulos de tierras baldías que Julio Liévano le vendió
a Antonio M. Liévano; y
2 -Que a Indalecio Liévano le consta que Antonio M. Liévano debe a
Julio Liévano dos mil quinientas hectáreas de tierras baldías en títulos;
pues las que recibió fueron cinco mil hectáreas así: dos mil quinientos que
le ha pagado conforme a la cláusula anterior de este contrato y las dos mil
quinientas que a Indalecio Liévano le consta se las debe por habérselo dicho
Antonio M. Liévano. En fe de lo cual firmamos, etc., etc___
Entienda quien pueda este enigmático arreglo, pero lo que si se
comprende es que estas tierras resultaron a 25 centavos por cada 2.5
hectáreas (ó 6 centavos por fanegada). Pero la historia no para allí.
La concesión solicitada por los Liévano en 1890, en Pandi, lleva a las
tensiones con los colonos en los años siguientes. Finalmente los L iéva ­
no venden las 5 000 hectáreas a un comprador en 1900, y este último

30
es quien negocia con los ocupantes, les cobra sus mejoras o vende
a otros compradores durante los afios 1910-1915, generando desde luego
múltiples conflictos nuevos que se van extendiendo como mancha de
aceite por toda la zona.
Quizá por eso, según el tomo 36 de 1912 del Archivo de Baldíos
(fo lio 232) Julio Liévano, uniendo la técnica de la planimetría urbana
a los negocios agrarios, solicita del Ministerio de Agricultura la auten­
ticación de los planos del globo de 5.000 hectáreas de baldíos en
Pandi que hablan sido adjudicados anteriormente a su fam iliar Antonio
Liévano, plano entonces levantado por el Ingeniero Modesto Garcés.
P ero los colonos de “Alejandría", en un telegrama de abril 17 de
1916, con 12 firmas, resisten, se oponen a las pretensiones de los lati­
fundistas y solicitan al ministro que se declare la devolución de estas
tierras a la nación en razón de su no explotación por parte del
propietario.
En 1855, en Guaduas se adjudican 1 067 hectáreas con 5 200 me­
tros cuadrados a José María Obando. El mismo año un señor José
H ilarlo López recibe dos adjudicaciones: la primera en Rloblanco, de
2.259 hectáreas con 5.233 metros cuadrados, la segunda en Caguán por
556 hectáreas con 9.437 metros cuadrados. Su fam iliar Tomás Cipriano
de Mosquera se auto-adjudica en Popayán 2.700 hectáreas en el año
1872; en 1854 habla recibido una adjudicación de baldíos por 1.536
hectáreas en la Isla de Coiba (Panam á). L a resolución conservada en
el A H N C (Fondo de Baldíos, tomo 7, folio 185) agrega:
Igual al anterior en favor del ciudadano general Pedro Alcántara Herrán.
Con lo cual son 3 000 hectáreas las que ingresaron al patrimonio
fa m ilia r (la décima parte de la isla). Sin embargo, treinta años más
tarde, en 1888, aún estaba reclamando la titulación de la adjudicación
la viuda del último e h ija del primero.
Otro negocio del Ilustre pillo caucano pone de relieve el papel que
cumplían, a la sombra del Palacio, estas empresas de traficantes de
baldíos en las cuales prosperaron generaciones de agrimensores, tin­
terillos y mandos medios de ministerios. Se trata de un poder firmado
en Coconuco por Tomás Cipriano de Mosquera en 1874, a favor de
Francisco Groot, Paz y Compañía, en Bogotá: el objeto es encargarles
“ la ven ta de 648 títulos de concesión de tierras baldías de a 100 hec­
táreas cada uno" (siguen los números de los títulos), por un total de
64.800 hectáreas. El documento, legalizado en Popayán lleva las firmas
de un Arboleda y de un Valencia, y en Bogotá lo registra el je fe de la
O ficina de Estadística Nacional, Aníbal Galindo (AHNC, Fondo de
Baldíos, tom o I, folios 26-28).
Es también desde Popayán, en 1884, que se tramitan dos expe­
dientes de adjudicaciones, en Caquetá y Tollma, totalizando 9.548 hec­
táreas, solicitadas por el romántico escritor Jorge Isaacs. Y él mismo,
siendo "vecino de Ibagué" tramita en Bogotá la devolución de títulos,
por un total de 29.518 hectáreas (AHNC, Fondo de Baldíos, tomo 5,
folios 107 y siguientes).

31
P é n a te t atan re p to y & o t a dSoasmau T e a s » d a n en IM S l ü - guecns, par coronoa de tíneBa» de dttuAa piikCuoa n par cerro dunseptas. sa
itaa » Yisqtsa n d b e 4 .)t t tatctüras ca Otearas y m jr tcan- tataaeron naniritffi» apuros fcataTiw a se- SartailtaaejraiB otee» <ant¡ efl smnotaohr»
aaminc de Id jnuÜÜrof» de taeefiuroa&.
pnuM Pedro Stei Ctep&m se merocte le carees» flteeñn de Rendan ca
O t m ismmrmnwrCTwn.’T' (¿¡a- i w w w t trniriH uírm d » 0» Bafis8lE8dSs6ia tae
di a to 18n ( . . . todas bus estam os tacnao . . . tetiktios). T lü ih ana
ad jcü aú llo de t i l heetln&s y t s n bmsjeka c a u b e t o ca T d tffiM oBigSnd en I » adítadacntidcB, poir pourtoe t&e 0 » naira^rs, d e tncsims HbsI cSSjs n
ca éC a te 1IV> y das aás ca IS O ca AyaptíL a m a n te ( I 2 U + 1 4 » CtaTnr de tas d?paurtan&eal>cis y n s is ic ip n » Birtas cenaocnes tmbñan d t o
íg c a re u cae 1 M laceros egadsadüsK -iTSi EtarSáiíiess. Stand» y » soíácíSadtss desde tas msnoablieas depastaznesstafles o tas comnflos. s >
presadeate. Sisma He Besteateón atcaes® -18 de£ 3® de dacteaUre de pncs&auneinte p o s » DaetaOceesr tas fiscos tacatas y de tas gobessiatícsaes:
i m por oaedto de te m al ad£aribe» a Pedro N á Judos, sa h ijo i cacao s o y sApadaoneraSe s&mlesnai » es&ns entidades pouro camrotar sois atentos
icgiüi de a t t e i p s v *A uSüalfo. de calttiodac*’. te predba Bcrtin. ca can pnztórataros y a»si mantíics ccmestiauaiies aurtanons ditousiBtaBoai sraus;—
Ajrapd, can de 1.435 hectAroos coa 4 *0 1 metras coadradotL des panpüeatadcs raaotas. l>e ta vnnneeisDs ztaCtcs piafaron
El w?*»CTfe* «8twi ja BBSzaañro lfig o tí ád&auáaai U K d n se a d ja d in ca jM&íau. » octanos de aanctaas g^owncTtates tacatas a tas eaatas. a&my m anenadav.
m Bh s r ^ x *a outeteo de k x x s '. tan predoo de 2 58® hcctAreas. Baldan no tes costaran otes ayoe efl pcecta de asm boto ale pagad se2tad&. Coa
cawraáHD s u aspcradocaes a p u r n ca ñ oco sosas, fia efecta. sestea sea tas datos aaciantzmtas en e l cntatairoi dke adíatóncacneaas de teatatos.
r irtii i!ir ■ un»' 1Wáfc HTT i l TirtmtrmnTi tIr 1 n ín 1—mn F w t e i t ft iM i» , estaJbtacScta peor te MíznfisSeeto de mdasftvsas ?iacii3 1903. se poeta ros&s-
tana» 41 falsa. 114. se proponía sofiañiour a l tafteodeatte del M eta ana t n r te sistaiiente Btegaata pouretal.
a<|adacacalB respaldada aaedlBBte- a s Hítalo por U3G® bectarons (S en e
A !P B ) CTpgáidtei caa ro£mse ates antea. a atestes de 1591 a tasas ñ a u » s x c mu A N r o a t s a t s r o a i a xacamst
de aa tai loan Garete Tí j í c i . fia d Talle, se apearán c a P s jia n js fw a um m M t«m BK» - eics
({iSSiij sSSIwetaireasa Jaaa de D ksim aa; m l8 8 d .cn AnaSme dOtana]) Cum ttm t « t
se tewpffu^ fia ? »**» con 4J4I hectáreas: m Oasafinaasasca te l! tiHTUrtUIHICl «ntuiiid rmiOift Bicttem
peogta toteegaador Ráster fhesaBsao de Marsasuo) tea Haba de 1S3T 1C.CIM)
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danlayaí a tas catanas de Oadteta-A&ed&oa desde 182® y estaba ca 1939) 3 .9 H
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<páa Pitañas; CL B. Saacds. Utas Beyes. J o » lia ste P í j t e , T arofa ^ Caldas Santa Rutsa 1 »» 3.T1B
Miste WáEISs, Manóte Miste. GsisiteSw ta aaSsgao »n e Tastos de tas Asan- Y l2 i Atonía ISfrt T .8 »
c : y tes Gattesres íoansa&rtcs. ara Barrera. anos GaJtal, C ú re te y Statanta 1903 15 3 »
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y taSfaadBstiu ‘‘M a ta d o r. te nacho nenias dlvesgcmcDas dartiiw iliw Sutetad un 13 « »
entro a a o a a É m y B e n k s . Prefina IBM 12.«01
fio ISO» * ftfirta Medasda Raras: hoy auncho trahoúo p a s » tas ¡ M asdaten» C u n n ln lias 1M »
agsiaaasaroK retase teas de¡«gofos. es t í g re s »» de ataenrfctiflm tkst- Gaatesacn 193S 3 a »
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E& txtínSs a t a se bata» pssad» de ta Bepeneeactan a la degm etatífln San- ACtaote 1B3B T5Í
y a la ****ni» de tas h>!fftniC 1! SanPansler BeCÉn tCtencaxal IM S 5 1 »
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Can latan paite eresteír usual ditas sas ftamtiss} Ptamrtuao Rasada:
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peajns; el nato *e ta dfateftuiyewn tas tatean du ss. es dRár. « I R ece» 1BR IB 00»
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33
ttMHU* SALVIAS AOiUfílOAllAÉ POS 1.A SALIOS
A L0§ M V M ic irin », i i m - i m

t ltp t f O U H P M P rMM P tth a


£«l*rt«|Ar* 8fl
NáfMfáM

Hulla Meiva 1840 10 240


Meta Vlllavlcenclo 1881 384
Marino Barbacoas 1838 3 200
1800 0,000
I Tollma Banto Domingo 1873 12 000
Morillo 1873 19 080
Líbano 1878 18 000
Barita Ana 1878 100
Villa Hermosa 1891 8.000

El total alcanza iritis de 235 000 hect&reas, Jo que origina Ja pre­


gunta; ¿qué extensión quedó hitóte hoy registrada como propiedad
comunal en las personerías de estos municipios?

Hacia 1980 se conoció el voluminoso manuscrito en Inglés de la


investigación histórica, de Catherlne Legrand, dedicada a los baldíos
de la nación, producto de sus prolongadas pesquisas en el AHNC de
Bogotá,
Basado en esta labor se publicó un ensayo de síntesis a finales de
1988, estudio que facilita algunas reflexiones adicionales sobre este
tema. Catherlne Legrand elabora un valioso cuadro estadístico sinóptico
de las adjudicaciones registradas entre 1827 y 1931, Be reproduce a con­
tinuación este Cuadro, con la sola adición de los autores de este estudio
de los totales horizontales finales:

Af»4t>OfCACIO«R* OS SAMOOS. l*n-l*JI

I t.W iS * O SMttfM* PHUt4 ! « > . « IttSOMS IN I,)) JM S-ll t* U I

[ 1-29 has,
1 N? adjudicaciones 17 03 166 1 936 2 171
Total hectáreas 116 698 1 086 31,484 34 182
21-100 has,
N*> adjudicaciones 9 344 648 303 1 304
1 Total hectáreas 688 23 444 38.416 13 118 76 640
101-000 has.
fcftf adjudicaciones 21 241 461 127 860
1 Total hectáreas 8.223 01.450 103.190 36 666 206 940
691-1 009 has.
M u adjudicaciones 14 114 98 04 200
Total hectáreas 11 289 87 780 84 148 84 091 231 266

34
AMVfíWMIOttMi Mi km,nina un-MI
f «friníi/, «1* h*«l4r»M Periné, IMT'M isiti-im
IMf-if IVIS-Ji X««Ir(
1,001^2,600 ha*“
N ° de adjudicaciones 10 107 04 120 310 i
Total hectáreas 20,084 186,460 112 032 204 618 688 694 I
2 1501*6.000 has.
ffv de adjudicaciones 10 06 14 0 134
Total hectáreas 67 810 306 163 63 070 30 707 630 .840
Más de 6 000 has,
N " de adjudicaciones 10 60 1 2 78 i
Total hectáreas m 208 702 060 0,000 63 700 1 003 003
Totales
Adjudicaciones 112 1 020 1 442 2. 660 0. 143 1
Hectáreas 432,070 1. 460 840 308 846 482 876 2 700 427 |

P u t a , K t t u n b V á d f o K h U f t W f t u H ilio t a i u n í t u u n lotitl «le JM* M tiu / U e / n ir m M íl»«i-


fl«»'l»= *#l n psMlMilufW de nffibf* n m m « w » (IW5 p e t m t t t a H á MfMtiHM «tiver*»*
ti a it J u d i e a t i M H f i ) e enlid«d« fefíitofiefe* per# un U iU it de t J & i S H rn u rt *«»#«

Un Cuadro de síntesis de tal magnitud histórica permite numerosas


comparaciones, Solamente aquí se subrayarán los hechos siguientes,
y es que de 2 760 427 hectáreas adjudicadas a 5 143 particulares, se
tuvo en cuenta'
a) 34 182 hectáreas, o sea menos del 1.2%, se repartieron entre
2,171 adjudicatarios. Estos representan el 42% dei total de loe benefi­
ciados, con un promedio de lo hectáreas por predio titulado,
b) 2,21(1,407 hectáreas, o sen más dei 80% del tota), se dis­
tribuyeron entre 0 2 0 privilegiados (m is de i 0 0 0 hectáreas). Ellas
representan apenas el 10% del total y reciben un promedio de 4 zoo
hectáreas por adjudicación,
c ) En esta última categoría destoca el exclusivo grupo que se adue­
ña de más de 5.000 hectáreas por titulo, Lo conforman 78 personas,
el 1.0% del total, Reciben titulo* por 1 003.003 hectáreas, casi el
40% del total de las tierras, con un promedio de más de 14,000 hectáreas
por adjudicación, Dicho dé otra manera, un soló adjudicatario de
este grupo escritura una cantidad de tierras, casi igual a la que titulan
mil adjudicatarios del primer grupo,
Una conclusión podría ser que la aritmética es una ciencia tan des­
piadada, que acaba hasta con cualquier intento de retórica De hecho
sólo podemos añadir que en un siglo la República habla operado una
verdadera reforma agraria en beneficio del intifundlsmo,

El progreso en los comunicaciones opera en conformidad con las


necesidades de transporte de las empresas extranjeras renuevan en
pocos años unas redes que hablan permanecido sin cambios durante
tres siglos, Pero trente ai paquidermismo de la acción estatal los col©-
nlzadores no se quedan de brazos cruzados y varios empresarios, sin
esperar, emprenden la construcción de sus propias redes de comuni­
caciones. En Antioquia, hacia 1835-1839 Tyrell Moore hace abrir el
camino de 17 leguas de longitud, que necesita para ligar Sus tierras
de Ayapel con Yarumal, luego funda la primera empresa de navega­
ción por champanes sobre el rio Cauca; en Santander, Geo Lengerke,
una vez titulada en 1863 una adjudicación de 12.000 hectáreas, atra­
viesa su latifundio con un camino de herradura, desde Zapatoca y
Betulia hacia en rio Magdalena; en 1899 James Eder hace abrir en
medio de la selva, desde Buenaventura, una trocha para llevar hasta
La Manuelita la maquinaria del nuevo ingenio que habla comprado
en Inglaterra, luego, en la plantación, construye su ferrocarril particu­
lar; la United Fruit Company construye su red interna de trans­
porte, articulando los caminos con el ferrocarril y el muelle portuario
de Santa Marta, en donde se cargan los racimos en los buques de la
“White Fleet” , compañía marítima perteneciente a la empresa.
Obviamente, todos estos cambios no sólo alteran la vieja geogra­
fía colonial sino que trastornan el mallaje urbano existente, auspi­
ciando nuevos hábitats y generando otros centros urbanos. No obs­
tante, en una primera fase la "neo conquista” actúa más que todo en
las zonas de extracción, los lugares de producción primaria son los que
se benefician en forma precoz con la modernización. Por las calles de
Santa Marta y de Barranquilla, alumbradas con faroles, pasan las
plantas eléctricas que se dirigen hacia los campamentos de la United
Fruit; por Buenaventura, en donde reinan velas y "mechones” , tran­
sitan las plantas de energía que van a operar, en plena selva, en las
concesiones mineras de la Chocó-Pacifico Gold Mines. Mucho antes
que a Cali, llega la luz eléctrica al ingenio La Manuelita, de James
Eder, lugar donde la red ferroviaria antecede años, a la conexión Cali-
Buenaventura; y antes de que Palmira tuviera teléfono público, Eder
instala una conexión telefónica privada entre sus oficinas y el ingenio.
También por Bogotá, todavía en la era del farol, transitan las plantas
de energía y los equipos telefónicos que se instalarán en las grandes
plantaciones cafeteras de Fusagasugá y Tibacuy; y en la selva caucana
del litoral Pacífico una moderna planta hidroeléctrica ilumina el cam­
pamento de la Timbiquí Gold Mine, compañía franco-inglesa.
Pero al poco tiempo, las zonas de extracción o producción prima­
ria reclaman unos lugares de coordinación y centralización, para acti­
vidades del sector terciario. Es cuando los “ neo-conquistadores" inician,
y luego multiplican, las inversiones tendientes a la adecuación y mo­
dernización de sus epicentros urbanos.
Algunas biografías ilustran esta doble acción territorial, combi­
nando las inversiones rurales con las especulaciones urbanas. En este
sentido, desde todo punto de vista, resulta un pionero el inglés Tyrell
Moore: ingeniero de minas, contribuye primero en la modernización
de las explotaciones mineras de Marmato, Anori, Santa Rosa y Titiribí;
participa en la fundación de Fredonia, dándole su nombre (Freedom)
al nuevo pueblo; introduce el primer trapiche movido por fuerza hi-

36
f f e 1

lis r
• ir-

tóiíÍT* .

M edcllin, 1906

dráullca, y en las vastas extensiones de baldíos, que consiguió por


adjudicación del Estado, promueve la colonización empresarial fun­
dando las novedosas plantaciones cafeteras, primero en la reglón
Ituango-Ayapel y luego en la de Guaduas. A partir de 1858 o 1860
compra en Medellin las tierras suburbanas, que se extienden al norte
de la quebrada de Santa Helena; la ambición de su proyecto se evi­
dencia cuando, en competencia con la villa vieja, llama su parcelación
Villa Nueva. Abriendo calles hasta la parte baja de El Prado, proyecta
varias manzanas nuevas alrededor del parque de Bolívar, el cual obse­
quia al municipio, lo mismo que el terreno de la futura basílica cató­
lica (la Catedral Metropolitana), "siendo protestante” subrayan sus
biógrafos de la montaña; promueve, aunque a modesta escala de un
barrio, un novedoso diseño urbanístico articulado: en efecto, en Villa-
nueva se asocian, en el proyecto, una vía (Junin) prolongada por un
espacio libre público (el parque de Bolívar) y un objeto arquitectónico
(la Basílica), unidos en una misma composición espacial. Un eje recto,
de casi trescientos metros de longitud, termina en la parte medianera
de un costado del parque; este último, rectangular, está compuesto
por dos manzanas tradicionales y mide, entre paramentos, 80 metros
de ancho por 170 de largo. Asi se conforma por primera vez (y quizá
única) en el país una perspectiva visual urbana de carácter monu­
mental, de 450 metros de longitud, cerrada por el edificio religioso;
desafortunadamente la estrechez de la calle Junin no está muy acorde
con las gigantescas proporciones de la catedral. Según parece, Moore
hizo construir su propia mansión en una esquina del parque, pero las

37
fotografías de finales de siglo muestran el escaso éxito de la parcela­
ción. Los planos urbanos de 1875 y 1880 atestiguan que alrededor del
parque sólo estaban conformadas pocas manzanas, aún atravesadas en
diagonal por la quebrada La Loca, corriendo a cielo abierto; en el
plano de 1908, canalizada y subterránea, pasa por debajo de la basílica
y hacia el norte se abrieron algunas calles del futuro barrio El Prado.
En estos mismos años Gastón Lelarge proyecta unas residencias "a la
francesa”, a la sombra de la basílica Inacabada, y asi va perdiendo su
hegemonía el centro tradicional del parque Berrlo. En los años de
1920 la ciudad cuenta con dos centros distintos, pero articulados: pro­
gresando hada el sur, los nuevos edificios comerciales de estilo "neo-
dánico indiano” poco a poco van sustituyendo a las antiguas casonas
de bahareque, entre la Plaza Mayor y el parque de Bolívar. Con un
urbanismo promovido por un inglés, un parque “ a la francesa” , faroles
y rejas importadas de Europa, la arquitectura del italiano Crosti y
de los franceses Carré y Lelarge, el nuevo centro de Medellin habla
roto con la dominación del legado español y se sometía al nuevo colo­
nialismo. Era el primer paso hacia un exhibicionismo que alcanzarla
durante la danza de los millones la máxima megalomanía, con trlano-
nes, casa egipcia, un castillo medieval con torres cubiertas en hojalata
y la imprescindible casa del millón.

En Barranqullla, durante cuarenta años, desde 1907 hasta finales


de la década del cuarenta, gran parte de la vida económica de la prin­
cipal ciudad portuaria del país, de una manera u otra, está influida
por la presencia activa de dos conquistadores yanquis. Más allá del
casco local, anecdótico o individual, ilustra cómo en una ciudad operó
el cambio de mando, que en estas mismas décadas desplazó el "centro
de gravedad" del pais, de Londres hacia Washington y Wall Street.
Karl Parrlsh, ingeniero de minas y su hermano Robert, abogado,
llegan de algún pueblo de Iowa y se lanzan a la conquista de Colombia
hacia 1904: el primero se radica en Barranqullla y el segundo se esta­
blece por un tiempo en Bogotá, antes de convertirse en el abogado
exclusivo de las empresas familiares; además estaba encargado de las
"relaciones públicas” en Bogotá, y de otras menos públicas en los
circuios del palacio presidencial.
Los Parrish representan un tipo peculiar de empresarios aventu­
reros, con oficina en Nueva York, residencia en Barranqullla, viajes
continuos en busca de contactos, convenios, financiación en bancos
neoyorquinos y otras actividades. Actúan como puente entre Estados
Unidos y Colombia, agentes en la costa de cantidades de empresas
norteamericanas financieras, de ingenieros, de electricidad (o de plan­
tas eléctricas), de teléfonos, tranvías, de obras civiles y de construcción,
de automóviles, de maquinaria y varias empresas comerciales e in­
dustriales.

38
Plano topográfico de Barranqullla, comlenzoi del siglo X X

Durante más de diez años Karl se dedica a la minería del oro en el


sur de Bolívar, por cuenta de su propia compañía con sede en Chicago;
en los años diez lo encontramos fundando la Cámara de Comercio, el
club de la oligarquía local, y un periódico en Idioma Inglés; a partir de
1918 se consagra a la Karl Parrish Company Associates y a la Compañía
Urbanizadora de £1 Prado, fundada en asocio con latifundistas indí­
genas. Las primeras especulaciones urbanas de finca raíz se hablan
iniciado a la vuelta del siglo, pero alcanzan una magnitud mayor
hacia 1918, con la Iniciación de la operación especulativa de El Prado.
En la década del veinte los dos hermanos promueven la modernización
de la ciudad por medio de obras, contratos o tramitación de préstamos
bancarlos en el exterior; crean empresas locales subsidiarlas de firmas
norteamericanas, que Intervienen en la organización de las Empresas
Públicas de Barranqullla, particularmente en el acueducto. Encontra­
mos a los Parrish en las obras de las carreteras hacia Puerto Colombia
y Cartagena, de las cuales en gran parte depende el éxito de su Socie­
dad Importadora de Automóviles.
Los dos conquistadores yanquis consiguen y tramitan en 1925, un
préstamo al municipio de 5 000.000 de dólares para el acueducto de la
ciudad y otras obras de Ingeniería, otorgado sin mayor dificultad,
por un banco de Chicago. La firma de Ingenieros Parrish y Cía. resulta
encargada de las obras: acueducto, alcantarillado, pavimentación de

39
calles, la plaza de mercado y pabellón de carnes y de algunas de estas
obras se beneficia directamente la Compañía Urbanlzadora de El
Prado.
Mientras tanto, con el éxito de la operación de El Prado, se In­
troduce en la Industria de la construcción: tienen su propio aserra­
dero y una fábrica de ladrillos. De tal modo que en El Prado controlan
desde la venta de los lotes hasta el diseño arquitectónico, desde las
obras civiles de redes, hasta la misma construcción de las casas; ex­
tienden sus negocios urbanos al sector de los servicios públicos: telé­
fonos, acueductos, plantas de energía y plantas de hielo en Magangué,
Calamar y El Banco. No desdeñan los asuntos menores: una cervecería,
una panadería y un salón de cine. También lanzan especulaciones
ralees urbanas en otras ciudades como en Medellin, en Bogotá con la
Compañía Urbanlzadora El Nogal, en donde se repite la especulación
raíz de El Prado, Iniciándose asi la operación Chicó. Algo parecido,
aunque más modesto, se logra en Cali hacia 1927, con el nuevo barrio
de San Fernando.
Prefigurando con cuarenta años de anticipación la política usure­
ra del Banco Mundial, el conquistador Karl Parrish define en 1931,
en una carta y de manera sumamente Uminar y expresiva, su filosofía
de rapiña: “ ... la administración de una ciudad es como cualquier
otro negocio". En su patria le felicitó el periódico The Angeles Times, de
noviembre 3 de 1930, con una alegría tan descarada como ofensiva:
i .. Dos muchachos de Iowa, cuyo único capital lo constituían original­
mente la experiencia y la ambición, han extendido la frontera americana 3.000
millas al sur, para establecerse como lideres económicos de Colombia.
(Boletín Cultural del Banco de la República, No. 8, “Biografía de
Parrish", por Eduardo Posada.)
Es sin sorpresa que encontramos a los Parrish apoyando en 1930
la candidatura presidencial del embajador de Colombia en Washington
y al que los banqueros de Wall Street consideraban entonces como su
mejor embajador en Bogotá. Enrique Olaya Herrera. En Barranquilla
los dos empresarios yanquis recogen 25,000 dólares, entre negociantes
Indígenas y extranjeros, para la propaganda a favor de su candidato.
Elegido, mantienen estrechas relaciones con él y llegan hasta con­
vertirse en asesores económicos ad-hoc del hombre “ que plrómano a
los veinte se habla vuelto bombero a los cuarenta" como bien dice
J. Villegas. Satisfechos los hermanos Parrish, en una carta de 1934
otorgan el siguiente diploma al presidente liberal:
Nuestro común amigo el Doctor Olaya Herrera ha sido un excelente Jefe
del Ejecutivo para este país en los pasados cuatro años.
¿No está muy claro de cuál país estaban hablando?
Sale Olaya Herrera para una embajada, pero siguen los Parrish
desarrollando los tentáculos de sus dominios en Barranquilla. Para
las obras del dragado y del dique en Bocas de Ceniza, el terminal
marítimo, se unen la Compañía del Puerto y Terminal de Barran-

40
quilla, controladas por Robert Parrish y registradas en el estado nor­
teamericano de Delaware, en asocio con una sociedad de Nueva Jersey
y otra de Minnesota. Parece como si Barranquilla fuera algún puerto
sobre el Misslssipl; estas tres empresas de Estados Unidos son encar­
gadas de varias obras portuarias en 1933, y siguen nuevos contratos
en 1937-1939 y el último, según parece en 1948, con Robert Parrish y
sus socios de conquista de una “ banana republlc".
Adquirida en las goteras de la ciudad la finca rural de El Prado,
los hermanos Parrish conciben un barrio que constituye en la Co­
lombia de principios de siglo una Innovación urbanística, tanto por
su naturaleza como por su magnitud. En primer lugar su tamafio es
algo desconocido en esa época: la parcelación se extiende en 700
acres, o sea 300 hectáreas. En 1918 solamente las cinco principales me­
trópolis del país superaban esta extensión, que no alcanzaban aún
a ciudades como Bucaramanga y Manizales. Posteriormente la opera­
ción se amplia con las Instalaciones deportivas del Club Campestre, y
con otros barrios más modestos, como son: Altos de El Prado, Ciudad
Jardín, El Granadino, El Nuevo Horizonte, Los Alpes, La Florida, Bella-
vista, totalizando ocho barrios que conforman un nuevo sector del
noroccldente de Barranquilla y sumando más de 500 hectáreas que
duplicaban en esos años el tamaño de la ciudad.
El ambicioso proyecto contempla los novedosos patrones del urba­
nismo campestre de tipo ciudad Jardín, entonces de moda en los ele­
gantes suburbios de Europa y llegando a Colombia vía Estados Unidos.
Encargado de su diseño, el ingeniero yanqui Ray Floyd Wyrick inicia su
trabajo visitando obras parecidas en Cuba, Puerto Rico y Nueva York,
buscando Inspiración en Los Angeles y Mlaml. De regreso diseña un
esquema urbanístico, en el cual el trazado vial que contempla tres tipos
de calles con especificaciones diferentes: una avenida axial y de en­
trada alcanza 40 metros de ancho, con doble calzada y separador cen­
tral arborizado. Este eje remata en un parque triangular, del cual
salen en Y dos amplias arterias, Igualmente de doble vía y con se­
parador central, sobre las cuales se conecta la parrilla de calles de
distribución de las manzanas, todas con andenes arborizados. Varias
de las vías respetan la topografía por medio de tramos curvos, siguien­
do las curvas de nivel del terreno. Podría decirse que se trata aquí de
un urbanismo de vendedores de automóviles, pues las fotografías de
la época muestran unas desérticas avenidas, por donde apenas circu­
lan dos o tres carros, desde luego Importados por los hermanos Parrish.
En cuanto a la parcelación el conjunto abarca unas 60 cuadras
rectangulares, con un módulo preferenclal de 90 x 180 metros; cuadra
estrecha entonces de moda en Estados Unidos y que apenas estaba
llegando a Colombia para Incrementar la especulación sobre la tierra
urbana. Tres pequeños parques triangulares sólo recuperan los espa­
cios residuales del trazado de las vías, pero dominan el conjunto los
inmensos Jardines — espacio libre pero privado— del Country Club, con
su campo de golf, canchas de tenis y piscina. Efectivamente, con sus

41
amplios andenes plantados y prolongados por un extenso antejardín
particular, sembrado con flores y plantas exóticas, es como lo deseaban
sus promotores: la copla de un suburbio califomlano.
Contratada la Karl Parrlsh Company para realizar los estudios
del acueducto municipal, no olvida dotar al barrio £1 Prado. Se con­
vierte en el primer barrio, y durante años el único, equipado con todos
los servicios: con sus propias redes de luz domiciliarla, alumbrado
público, acueducto, limpieza de las calles y recolección de basuras.
En 1928 se hablan vendido 260 lotes y vivía en El Prado la mayor
parte de la cosmopolita oligarquía barranqulllera. No faltaba sino
estimular las ventas, lo que se logró cuando Parrlsh convenció (en
París, dice la crónica) a un Industrial ricachón para construir en El
Prado “el mejor hotel de Colombia". Dicho y hecho: diseñado en Cle­
veland (Ohlo), por el arquitecto S. H. Whlte, éste se Inauguró en
1930: su primer huésped Ilustre fue Enrique Olaya Herrera ' quien en
agosto de 1930 vino con su familia, procedente de Washington a donde
estaba de embajador, a posesionarse como presidente de Colombia".
Allí pudo encontrarse “ en familia" con el constructor, Ingeniero nor­
teamericano Burdett Hlgglns, y el accionista y presidente de la junta
directiva del hotel, Robert Parrlsh, quien acababa de promocionar en
Estados Unidos al nuevo mandatario.
Desde luego, más tarde se alojarían Joe Louls, Charles Llndbergh,
Alfonso López Pumarejo, Greta Garbo y Eduardo Santos, en este “am­
biente familiar”.

• • •

En Santander, el alemán Von Lengerke inicia su carrera empre­


sarial como negociante y luego Irrumpe en el sector agropecuario, fun­
dando múltiples plantaciones de caña, quina, tabaco y café; estableció
primero su base urbana en Bucaramanga, en donde tiene su residencia
y casa comercial de Importación y exportación. Desde allí lidera la
Inmigración de cien agricultores alemanes y también auspicia un
marcado progreso urbano, cuando promueve la radicación de nuevas
firmas Importadoras de su país, la creación del Club del Comercio,
del Banco de Santander, de la Cámara de Comercio y, finalmente, un
consulado de Alemania. Todas estas actividades estimulan las especu­
laciones ralees urbanas y la construcción, tanto residencial como de
edificios y de bodegas de las “ casas de comercio". Pero la acción de
Lengerke y sus cien compatriotas se desborda del reducido recinto ur­
bano y alcanza magnitud regional. Es asi como su red de caminos
nuevos hacia el Magdalena cuestiona y desequilibra el conjunto vial
anterior y el mallaje de pueblos Indianos, y con sus almacenes de
importación de mercancías europeas, Instalados en Bucaramanga,
Girón, Znpatoca, San Gil y Socorro, contribuye a agudizar la crisis y
a acelerar la quiebra que venia afectando al artesanado de los obrajes
de algodón y fique.

42
Plano topográfico de Santa Marta, comienzos del siglo X X

En el Valle del Cauca, el norteamericano James Eder invierte pri­


mero en la adquisición de tierras y haciendas ganaderas para estable­
cer luego unas plantaciones de caña, abasteciendo asi su Ingenio azuca­
rero y después realiza una serle de especulaciones urbanas. En Palmlra
tiene su almacén central de importación y exportación, una "casa de
balcón”, convertida en un consulado de los Estados Unidos y exhibien­
do en la plaza central del poblado la bandera norteamericana; en se­
guida va comprando poco a poco diez predios y varias casas urbanas;
cuando abandona el país y regresa a su tierra natal sigue orientando,
desde Nueva York (por telégrafo y en clave), los negocios de la familia.
Es cuando sus hijos realizan otras operaciones urbanas, en la ciudad
de Cali: descubrieron que un servicio "público” puede ser un excelente
negocio privado y en 1912 se asocian con otros ciudadanos norteame­
ricanos para Instalar la primera planta de energía de la ciudad, de
la cual son propietarios durante años. Igualmente, en Cali van ad­
quiriendo cerca de 2.000 hectáreas de tierras, tanto urbanas como
periféricas.
Esta generación de pioneros constituye una vanguardia de explo­
ración y detrás de ellos, a la espera, están varios grupos pudientes
de intereses Industriales y financieros. Con el paso del tiempo se acaba
la etapa de prospección, en la cual predominaba la acción Individual
de estos aventureros y cede el poso a las empresas y a las grandes
sociedades, actuando desde su base en una lejana metrópoli, por medio
de contratos oficiales y de convenios con el Estado. Se inicia una era
durante la cual muchos estadistas del país entran a jugar un papel
poco reluciente y que Alvaro Tirado califica asi:
Los gobernantes colombianos sólo pensaban en poner el país en manos
del mejor postor, aspirando apenas a que la pugna en la subasta hiciera subir
el precio.
Es asi como en ciertos casos las grandes empresas extranjeras
Impactan no sólo a un centro urbano sino a toda una comarca, fun­
dando nuevos asientos, remodelando y reanimando n otros. Marmato,
Supla y Riosuclo salen de un prolongado letargo y experimentan un
breve soplo de renovación y prosperidad, con la minería tecnlflcada
introducida por las compañías inglesas; algo parecido ocurre en forma
fugaz en Timblqui, Cértegul, Condoto y Andagoya, en El Bagre, Fron­
tino y Zaragoza, con la minería de dragado, introducida por compañías
franco-inglesas y norteamericanas.
En Norte de Santander, la Colombian Petroleum no sólo edifica
para su personal un moderno barrio-jardín de vivienda en Cúcuta,
sino que también construye campamentos de exploraciones y perfo­
raciones petrolíferas y su propia red de caminos y ferrocarriles, sur­
giendo las localidades de Tlbú, Petrolea, Puerto León, Puerto Villa-
mlzar y otras. Y en el Magdalena Medio, la explotación del crudo, con
sus pozos de extracción, sus redes de transporte y sus oleoductos giran­
do alrededor de la refinería, no sólo provocan una total remodelación
espacial de la comarca, sino también el surgimiento de Barranca-
bermeja, la cual nace segregada en tres zonas: el sector industrial, la
ciudad nativa y la de la compañía norteamericana: es decir, dise­
ñadas según los patrones del urbanismo colonialista que se están
aplicando en Asia, Africa y en otros lugares de Suramérica.
En el departamento del Magdalena las actividades de la United
Fruit Company en una primera fase trastornan por completo el hábitat
rural de la región y también inciden en la breve prosperidad de las
localidades de Ciénaga, Fundación, Rio Frió, Aracataca y Sevilla y
finalmente contribuyen en una remodelación profunda de la m orfo­
logía urbana de Santa Marta. Un informe del cónsul de Francia, del
año 1913, exhumado del archivo del Quai d'Orsay, por Alvaro Tirado,
resume en pocas palabras la magnitud del impacto;
... La región de Santa Marta es explotada por dos empresas muy im­
portantes, la del ferrocarril "The Santa Marta Railway Cy Ld” , compañía
inglesa y la “United Fruit Cy” , compañía americana que tiene su sede en
Boston.
Una tercera compañía “Atlantic” trata de establecer, desde hace un año,
la exportación de banano, pero la United Fruit Cy, que no admite compe­
tencia le hace una guerra despiadada y le arrebata su clientela comprando
a los particulares los terrenos y sus cultivos de bananos. A la hora actual
la United Fruit Cy posee el 90% de los terrenos de la región bananera.
La United Fruit Cy posee igualmente la mayoría de las acciones de la
compañía del ferrocarril y controla la administración. El privilegio concedido
a la “The Santa Marta Railway Cy Ld” ha llegado a su término; ella no ha
cumplido sus compromisos; el Gobierno tiene el derecho de redimir la em­
presa por la suma de 2 millones de dólares.

44
La Santa Marta Railway Cy cuenta con la complicidad de las autoridades
y con los pocos recursos de que dispone el Gobierno para la redención.
Sus construcciones ella las continúa sólo para facilitar el transporte del
banano que le deja grandes beneficios y no se ha preocupado jamás de con­
seguir el capital necesario para terminar la linea de ferrocarril y ponerse
en regla con el contrato.
Ella esperaba con los solos beneficios y la ayuda de la United Fruit Cy
terminar sus trabajos poco a poco en las regiones que más le interesan, olvi­
dando el plazo estipulado ...
... El Puerto de Santa Marta está ocupado actualmente, en gran parte,
por la compañía del ferrocarril, por las vías, los talleres y los muelles cons­
truidos con el dinero de la United Fruit Cy.
En este momento, ella solicita nuevas concesiones de terrenos alrededor
del puerto con la intención de rodear la ciudad de vías férreas, de aislarla
del puerto y de permanecer como dueña de los accesos al puerto. Este pro­
yecto de la United Fruit Cy está inspirado por el objetivo de permanecer
como dueña de todos los andenes y muelles que se construyan más tarde. Es
muy probable que llegará a alcanzar su objetivo, pues es posible que los
concejales municipales y las autoridades se dejen persuadir por los medios
que emplean las grandes compañías.
Los americanos de la United Fruit Cy están instalados en una nueva ciu­
dad que esta compañía está construyendo sobre los terrenos que ha com­
prado al sur de la ciudad de Santa Marta. Esta será la ciudad americana ...
Hoy en día la ciudad de Santa Marta, de este lado, se reduce a las anti­
guas construcciones; la United Fruit Cy piensa separar próximamente estas
dos zonas por una nueva linea de ferrocarril. El trazado ya está hecho y resta
obtener del Concejo Municipal algunas parcelas que faltan aún ...
... Para terminar y demostraros la invasión practicada por la United
Fruit Cy os diré que alrededor de los pueblos de la región bananera no queda
terreno. Para hacer algún cultivo los habitantes deberán en adelante ir a
buscar en las montañas, lejos del ferrocarril, las tierras que les son necesarias
para cultivar los frutos indispensables para su vida. Hoy en día todo es caro,
pues es llevado de regiones alejadas. La misma leña para la cocción de los
alimentos debe ser traída de muy lejos, de tierras que no pertenecen aún a la
United Fruit C y ....
. . . Desde la ciudad de Ciénaga hasta el Rio San Sebastián de la Fun­
dación (d e norte a sur) alrededor de 60 gilómetros y desde la Ciénaga hasta
e l p ie de los contrafuertes de la Sierra Nevada (d el este al oeste), 50 kilóme­
tros aproximadamente, le pertenecen.
Si en esta zona existen aún propiedades que pertenecen a particulares,
puede asegurarse que todas están hipotecadas a la United Fruit Sy.
Los prospectores extranjeros hacen siempre un relato pormenori­
zado del escaso equipamento de los centros urbanos y de las penurias
que aún padecen las principales ciudades. Muy temprano condicionan
su instalación, en tal o cual centro, a la consecución de elementales
servicios para el funcionamiento óptimo de sus empresas: agua potable,
energía, telégrafo y teléfono, alumbrado público y transporte urbano,
de tal manera que a pesar de un progreso demográfico muy lento,
algunos centros van adquiriendo la modernización de sus equipamen-
tos públicos e infraestructuras. Quizá el mejor termómetro para medir
la configuración de la red urbana principal del país y el papel de cuda
centro, consiste en observar la radicación de las empresas extranjeras
de servicios públicos y de transporte urbano. De hecho, a partir de
los años 1880, las principales plazas son aquellas en las cuales están

45
actuando dichas compañías. El seguimiento, en una ciudad, de su
proceso de readecuación y de modernización no sólo permite medir
su pulso económico; también deja establecer cómo opera hacia 1910-
1920 la suplantación de las potencias europeas por el pujante capita­
lismo norteamericano, culminando en la década siguiente con el
“cambio de mando".
En Medellin los proyectos de modernización urbana se multiplican,
cuando los principales negociantes locales se convierten en comisio­
nistas de firmas extranjeras. Es asi como en 1887 una compañía
belga construye el primer tramo de un tranvía de tracción animal
entre la Vera-Cruz y el Bosque de la Independencia, pero es una firma
de los Estados Unidos la que instala el tranvía eléctrico en 1919, vende
el material rodante e Inaugura la linea del sector La América en 1921;
para la red de energía urbana, se benefician en 1895 la Pelton Water
Wheel y la General Electric, ambas norteamericanas; Igualmente llega
"del norte" en 1915 la planta de teléfonos comprada a la Western
Electric Co.; en 1912 es una firma Inglesa la que vende la tubería de
hierro para el acueducto, y su instalación está a cargo de un Inge­
niero francés contratado en París. Pero en 1916 es una empresa de
Norteamérica la que vende al municipio su patente para la cons­
trucción de tubería en concreto y con el cemento y el hierro también
llega de los Estados Unidos el Ingeniero Mac Lenon.
En Cartagena los Ingenieros ingleses de la firma norteamericana
Cartagena-Magdalena Rallroad Company poco se interesan de los de­
siertos de Calamar. Pero en 1905 uno de ellos firma con la gobernación
un contrato para la construcción del acueducto urbano y éste quedarla
durante más de veinte años propiedad de la "Cartagena W ater Works
Company".
En 1921 se Instaló en Cartagena la Compañía Alt America Cables,
filial de la I. T. T. Company de Nueva York, y de su éxito da cuenta
en 1933 la revista Cartagena de Indias, con esta curiosa aritmética:
Hoy la oficina del cable transmite, promedio mensual, 2.500 despachos y
recibe unos 3 000, o sea, transmitidos en el año 300 000 y recibidos 360 000 (sic).
En los años de 1920 la compañía petrolífera norteamericana “An­
chan National Corporation" compra de una vez las penínsulas de Bo-
cagrande y de Castlllogrande para la instalación de sus equipos de
explotación, tanques, almacenes, etc. Pronto construye las casitas de
un piso (los bungalow californlanos) para sus ejecutivos e Ingenieros:
surge la ciudad extranjera, lejos de la Indígena y el vulgo; allí crean
su propio aeropuerto, de tal manera que Charles Llndbergh, llegando
de los Estados Unidos puede aterrizar en territorio norteamericano.
Según cuenta la crónica local, la primera empresa aeronáutica con
participación nacional tuvo que alquilar a los extranjeros el solar que
necesitaba para sus hangares. Algunos años más tarde, vislumbrando
una excelente operación raíz urbana, la Anchan diseña la parcelación
residencial de la península, y a partir de los años de 1930 inicia la
venta de solares a los nativos.

46
También en estos mismos años venden a la administración muni­
cipal sus instalaciones (generalmente vetustas e Insuficientes), las
empresas yanquis que controlaban el acueducto y la producción y dis­
tribución de energía eléctrica. Estas ventas ocurren en varias ciuda­
des, h&bllmente manipuladas por politiqueros, explotando el profundo
sentido nacional de las masas urbanas; entonces, en los cabildos sur­
gen fogosos oradores reclamando la "expropiación de los yanquis”.
Pero éstos fijaron el precio de la negociación y el erario público resulta
ser el primer "expropiado” .
Muy temprano se benefician las compafilas industriales de los Es­
tados Unidos con la moda del tranvía. Según parece, Barranqui'la y
Bogotá salen favorecidas con estas primeras redes de transporte co­
lectivo. En Bogotá, desde 1884, andan sobre rieles entre el centro de
la ciudad y el barrio de Chaplnero los coches tirados por muías,
traídos de Flladelfla por la "Bogotá City Rallway Company"; los ediles
se felicitan de tener un servicio "por el sistema y modo como funciona
en las calles de Nueva York". Varias ciudades de provincia no tardan
en imitar a la capital y rivalizar entre ellas; en 1890 se inaugura en
Barranqullla un tranvía urbano construido por la empresa norteame­
ricana del ingeniero-empresario Clsneros; en 1910 un tranvía de vapor
con terminal en Puerto Mallarino, a la orilla del rio Cauca, atraviesa
cinco kilómetros de pastos, bajo la mirada de un ganado perplejo y
de hacendados felices, antes de llegar al centro de Cali.
Alumbrado público, luz y teléfono llegan muy temprano a Santa
Marta y Barranqullla con los agentes de la West Indies and Colomblan
Electric Company; también arriba la American and Foreign Power
Company, vendiendo, según el caso, luz pública, plantas de energía y
teléfonos en varias ciudades: Santa Marta, Cali, Buga v otras. En
Bogotá, en 1929, un consorcio Inglés, canadiense y norteamericano,
“Cable Telephone and General Trust", es concesionario de la red tele­
fónica. Antes de 1930, 27 ciudades están equipadas con plantas de
energía, vendidas por la General Electric de Norteamérica. Y en varias
ciudades la distribución de agua o energía pasó a manos de la "Bond
Shore o f Chicago” . Esta misma sociedad, pero bautizada como “ Com­
pañía Colombiana de Electricidad", según el Boletín Municipal de Esta­
dística de Barranqullla, de enero de 1936, en esta fecha suministraba
“energía eléctrica para todos los usos en: Barranqullla, Cali, Glrardot,
Buenaventura, Santa Marta, Buga, Zlpaqulrá, Ciénaga, Palmlra, Araca-
taca, Tocaima, Soledad, Nemocón, Flandes, Chia, Honda. , etc.
Energía, teléfono, acueducto y tranvía, reunieron las condiciones
para auspiciar nuevas empresas urbanas: en Cali llega la American
Holding Corporation de listados Unidos, compra algunas tierras sub­
urbanas del sur e imitando a El Prado de los Parrlsh, proyecta una
novedosa parcelación con vías anchas y curvas, alrededor de pequeños
parques; andenes con plantaciones, antejardín y amplios solares; de
los Estados Unidos llegó el selecto barrio caleño de San Femando.
En estos mismos años se radican en el país unas antenas de varias
firmas norteamericanas de construcción, de ingeniería y de obras pú-

47
blícas siguiendo la huella de los famosos 25 millones. Encontraremos
desde Barranquilla hasta Tumaco y desde Manizales hasta Buenaven­
tura, en un momea jo u otro, compañías como la Hebbard Corporation
y la Ulen Company, la Karl Parrish Associates, la Raymond Concrete
Pile Co. y la Frederlck Share Corporation de Nueva York. También
llegó el presidente Enrique Olaya Herrera.
Observando la trayectoria histórica nacional, no se puede divorciar
la separación antagónica campo-ciudad de la dependencia satélite-me­
trópoli, actuando esta última como marco general primario y a un nivel
superior y dictatorial. Ilustra esta tesis la cuestión del equipamiento
urbano en los servicios públicos. Desde fines del siglo X I X hasta hoy, la
historia de los servicios públicos básicos es la misma historia de la
dependencia: sujetando el satélite a alguna metrópoli externa en la
cual se deciden en forma unilateral y dictatoria las inversiones y las
tecnologías

En las concesiones otorgadas a las sociedades extranjeras, inmen­


sas zonas pasan bajo dominio absoluto de las empresas y muy a me­
nudo, sus reglamentos internos adquieren más fuerza que las mismas
leyes del Congreso, llegando hasta el extremo de ignorarlas por com­
pleto. Oradas a la compliddad entre fundonarios locales corruptos
y estadistas que hacen poco caso de la soberanía nacional o que actúan
como comisionistas de los concesionarios, vastas extensiones (con su
población) se convierten de hecho en espedes de protectorados bajo
potendas externas; las repetidas amenazas de las armadas de los
Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia e Italia, no dejan dudas
al respecto. Una muestra clara de esta política de anexiones se evi­
dencia leyendo el reglamento general promulgado en 1915 por la em­
presa franco-inglesa “The New Timbiqul Gold Mine", divulgado más
tarde por Sofonias Yacup, y del cual extractamos unos apartes:
1. La permanencia en las propiedades de la Compañía, y en los caseríos
de Santa María. San José y Coteje, queda reservada a los que tienen contrato
de arriendo y a los trabajadores, mientras laboran en las minas al servicio
de la empresa.
2. Se prohíbe el bateo —mazamorreo— a los habitantes de la región.
3. Se prohíbe a los habitantes la venta de mercancías, víveres o licores.
4 Sin contrato no pueden talar bosques o cultivar.
5. Se prohíbe la construcción de casas y toda construcción hecha sin
permiso deberá ser desocupada, sin plazo ni indemnización.
6. Se prohíbe la compra de oro.
7 Los que contravengan estas prohibiciones serán denunciados a las
autoridades de policía y expulsados de la propiedad.
Un contrato de arrendamiento podrá establecerse en ciertos casos,
pero para la construcción de un rancho que no pase de un valor de
50 pesos; en terrenos de cultivos se prohíbe la construcción de vivien­
das definitivas. El arrendatario deberá trabajar dos semanas por mes
para la compañía, o suministrar maderas, según el caso; si la Com-

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pafila asi lo decide, el arrendatario deberá desocupar sitio y rancho
en un plazo de quince dias y la indemnización tendrá un valor máximo
de 50 pesos “plata de ley” .
Estas drásticas normas explican por qué se manifiestan muy tem­
prano unas protestas de marcado carácter antlcolonlalista contra la
Urania extranjera, alimentando en no pocos casos unas corrientes de
xenofobia hacia los invasores. Algunos casos tomados en las distintas
reglones y centros, con motivaciones diversas, muestran la persistencia
de las refriegas contra la dominación extranjera. La asonada popular
y negra del año 1832 en Cartagena expresa un rechazo contra el
racismo impregnando a una colonia de diplomáticos y grandes nego­
ciantes extranjeros que se acomodaban muy bien de la esclavitud; el
levantamiento de Panamá en 1856, igualmente, combate la mentalidad
colonialista que reinaba en los circuios norteamericanos de la com­
pañía del ferrocarril; en Cali, en 1876, al choque clasista se suma el
odio que suscita la exhibición de riquezas, por parte de los grandes
comerciantes extranjeros radicados en la ciudad; en Bucaramanga. en
1879, la explosión reúne a artesanos y comerciantes santandereanas,
alzándose contra los importadores monopolistas alemanes que los lle­
varon a la ruina; en Palmlra, primero en 1869 y luego en 1903, son
reacciones an ti colonialistas aquellas que mueven a las multitudes con­
tra el despotismo y los repetidos atrópenos de la familia Eder; en
Bogotá entre 1909 y 1911, se protesta primero contra el lesivo acuerdo
Cortés-Root ratificando la entrega de Panamá y luego se manifiesta
contra la compañía extranjera propietaria del tranvía; en Barran-
cabermeja desde 1924 (contra la Tropical Oil Co.) y en Ciénaga en
1928 (contra la United Frult Company), se asocia y se confunde el
nacimiento del movimiento sindical obrero con el surgimiento de la
conciencia naclonaL Las potencias extranjeras no sólo hablan reim­
plantado nuevas formas de colonialismo, también hablan traído el ger­
men del inconformismo social y de la protesta. Ante la total carencia de
sentido nacional de una clase dirigente extranjerizante, es del mundo
del trabajo que iba surgiendo un embrión de conciencia nacional, y
es del proletariado rural y urbano que la oligarquía nativa recibía
su primera lección de nacionalismo.
Pero también descubrió con sorpresa la inesperada beligerancia
del proletariado urbano naciente. El recién reorganizado Ejército Na­
cional aprende, si no a defender las fronteras del Darién, por lo menos
si a aplicar el Decreto número 707 “de alta policía” y la "ley heroica",
ambos instrumentos explícitamente tomados contra “los revoltosos del
bolcheviquismo” y el “ levantamiento comunista” , es decir, concebidos
para aplastar el ascenso del movimiento popular urbano.
Se enseña a la oficialidad el arte de la reconquista de una ciudad
ocupada por "los revolucionarios" y sembrada de barricadas. Un primer
“ ejercicio práctico” dejó ocho muertas y numerosos heridos en el cen­
tro de Bogotá, el 16 de marzo de 1919; luego son las Jornadas de pro­
testa contra la Tropical Olí Company las que dejan varios obreros
muertos en Barrancabermeja, en el año 1927. La táctica se per-
PlM !
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Sistema de Detenía. Tomado de la Revista Militar del Ejército, Nos. 202-203, abril-mayo,
l t t l, Bogotá

fecclonó y en 1928 el general Cortés Vargas, glorioso "héroe de las


bananeras” , siguiendo a la letra las instrucciones del Manual de Cam­
paña de Infantería, logra su máxima victoria: tomarse la plaza de
Ciénaga, gracias a una sección de ametralladoras. Premiado por esta
hazaña con la Jefatura de la Policía Nacional, se toma la Plaza de
Bolívar el 7 de Junio de 1929, y al frente del Capitolio Nacional, dis­
persa a bala la manifestación estudiantil que darla el golpe de gracia
a la hegemonía conservadora.

50
Simultáneamente la Revista Militar del Ministerio de Guerra se
apresura en difundir entre la oficialidad un manual de operaciones
militares urbanas: se Indican las reglas a seguir para reconquistar una
ciudad tomada “por los revoltosos". Según las instrucciones, fuerzas
combinadas de Infantería y de caballería, apoyadas por piezas de arti­
llería y secciones de ametralladoras, Integran el "plan de ataque'* y
cuatro columnas penetran en la ciudad por sus cuatro costados y pro­
gresan hacia el centro. Instrucciones precisas indican cómo reducir las
barricadas callejeras por medio de un movimiento envolvente, circu­
lando por los patios y techados. También se instruye sobre la táctica
más aconsejada para copar la Plaza Mayor y el "Cuartel General de
los revolucionarios", gracias al fuego cruzado de las Imprescindibles
ametralladoras.
Retomando las valiosas lecciones del aplastamiento de la Comuna
de París en 1871, o de la comuna espartakista de Berlín en 1918, la
oligarquía colombiana no se quedaba con los brazos cruzados: Impor­
taba sin tardar los ejemplares métodos franco-prusianos, para acallar
el proletariado urbano insurgente.

A pesar del carácter letárgico de la ciudad, antes señalado, el pa­


norama hasta aquí esbozado del atraco generalizado contra las tierras
rurales, se completa a la vuelta del siglo con una ofensiva de la especu­
lación urbana en algunas ciudades. Más tarde aquí, más temprano acá,
el asalto contra las tierras agrícolas y la reconstrucción del latifundio
agrario producen las condiciones económicas y las riquezas, que luego
favorecen las inversiones en ciertos centros. Los mismos comerciantes
Importadores-exportadores que acumulan ganancias con la economía
primarla de exportación, adquieren capitales para invertir en propie­
dad urbana y convertirse en especuladores y rentistas urbanos. Se
produce nuevamente una alianza de intereses económicos e Ideológicos;
volvemos a encontrar un pacto entre la especulación monetaria y la
Ideología del progreso, asociada ésta con la teoría del libre cambio y
algunos postulados altruistas sacados del ideario de la masonería. Co­
rrelativamente, en una ciudad u otra, pero en forma diacrónica y de
manera desigual, surge o toma impulso el concepto de especulación
raíz y de renta urbana.
Se ha señalado el papel pionero de alguno que otro inmigrante
Entonces, observando el éxito de los empresarios foráneos en la especu­
lación raíz urbana, unos nativos adinerados no se quedan con los
brazos cruzados; en la estela de los Inversionistas extranjeros, sin des­
deñar la plaza o la fanegada, irrumpen en la feria del metro cuadrado.
En Bogotá es a raíz de la confiscación-expropiación de las propie­
dades religiosas urbanas, escondida detrás del Decreto de 1861, pro­
mulgando la desamortización de los bienes del clero, que se desata una
ofensiva contra solares y construcciones. Son confiscados 1 128 predios,
entre solares y edificios, en un momento que el censo predial indicaba

51
en la ciudad un total de 2.633 casas. Según Hernando Díaz Díaz, pro­
mediando “la iglesia era propietaria de un poco más del 20% de las
propiedades existentes en Bogotá” . Desde luego en esta ciudad tendría
mayor efecto dicha ley, más "sabanera” que nacional; con toda evi­
dencia habla sido Impulsada desde Bogotá, por circuios especuladores
endógenos y en su beneficio lo ca l En cuanto a los que se bene­
fician de los remates en subasta pública, se distribuyen asi:

' Grupo toda] % % inmuebles % de s i valor

! Negociantes 4 2 .7 6 1 .0 6 4 .4
| Artesanos 26.4 15.4 1 2 .9

Especuladores que militaron activamente a favor de dicha ley, en


seguida se benefician con ella y se apoderan de numerosas propiedades:
terrenos, casas, edificios y tiendas, los cuales de inmediato se integran
al mercado urbano raíz. Uno de los principales acaparadores es el
mercader Medardo Rivas. apóstol del ‘‘libre cambio” , expoliador de
resguardos y traficante de "tierras calientes" rústicas; no desdeña los
Inmuebles urbanos de “ tierras frías" en Las Nieves o L a Candelaria.
La familia Liévano, después de su éxito en la danza de los bonos de
deuda pública y la feria de los baldíos, entra en el baile de los nego­
cios urbanos y realiza cerca de San Victorino una fructuosa operación,
de la cual resultarla un barrio que todavía lleva su nombre.
En Medtilín, los grandes mercaderes y mineros siguen el ejemplo
del inversionista urbano británico Tyrell Moore, parcelando Villa Nue­
va. Los integrantes del clan Amador, inmigrantes cartageneros recién
llegados, invierten una parte de sus ganancias mineras y agrícolas en
la acumulación de predios urbanos y auspician los mecanismos y ope­
raciones urbanísticos que tienden en elevar su valor comercial: vías,
acueductos, plaza de mercado de Guayaquil, residencias suntuarias,
el edificio Carre, etc. Llama la atención el hecho que Carlos C. Amador,
socio del italiano Malnero en la mina de El Zancudo, actúa en Medellin
entre 1880 y 1910, siguiendo los pasos que indicaba éste en Cartagena;
con sus múltiples especulaciones ralees urbanas, apoderándose de gran
parte de la ciudad amurallada, "restaurándola” según su gusto, con
cemento y hierro, y construyendo sus extravagantes palacios en már­
mol importado (ver el Capitulo n i ) .
La especulación-tipo consiste en conseguir tierras rurales que co­
lindan con la traza urbana, auspiciar el aumento de la demanda y su
valor comercial por medio de alguna obra, una vía, un acueducto, etc.,
y una vez reunidas estas condiciones, vender lotes. Asi operan los
Amador hacia ei oriente, desde su hacienda de Mira flores situada en
la salida a Santa Helena. “ Urbanlzadores" y constructores parcelan,
venden lotes y construyen las casas en el barrio San Vicente. H ada el
occidente agregan a la ciudad la parte baja que se llamarla Guayaquil,
desde Carabobo hasta el rio y desde San Juan hasta la quebrada de

52
Santa Helena. Es decir, que Integrando a su perímetro unas cíen hec­
táreas, casi duplican el tamaño que tenia la ciudad hacia 1870. La
plaza de mercado de Cisneros la diseña Charles Carre a solicitud de
los Amador, al Igual que el edificio comercial de tres plantas que con­
servó su nombre. Se observa un trazado con manzanas rectangulares
y vías de 16 metros entre paramentos.
Carlos C. Amador, empresario multlfacétlco, dueño de minas, ha­
cendado latifundista, negociante importador-exportador, además de
tiendas en el sector de Guayaquil, tiene sus almacenes de mercancías
europeas en la calle del Comercio, nombre de moda en la ¿poca y que
en Medellin era entonces la calle Palacé. En varias ciudades desaparece
del lenguaje toponímico urbano el concepto de Calle Real, sustituido
ahora por un calificativo más ajustado a su nuevo papel: la calle del
Comercio. Es por lo general un eje saliendo de un costado de la plaza
y sobre el cual se concentra, en doble hilera, la mayoría de los prin­
cipales almacenes mayoristas y de las casas exportadoras-Importa­
doras. Igual que Palacé en Medellin, ilustran este tendencia la calle
décima en Chlqulnqulrá, la 23 en Manizales, la carrera séptima en
Bogotá y la cuarta en Cali. Otros ejemplos de Calle del Comercio surgen
en Buenaventura, Barranqullla, Quibdó, Palmlra y Bucaramanga,
siempre caracterizada por tina extensión de varias cuadras, la hilera de
edificios residenciales-comerciales con paramento continuo, y una si­
lueta marcada por la generalización de la construcción en dos plantas,
llegando a veces hasta tres pisos. Paradójicamente, en varios pueblos
nuevos de las cordilleras cafeteras, el eje comercial en busca de nobleza
y de un ilusorio pasado, adopta el nombre algo pretensioso y anacró­
nico de Calle Real.
Mientras tanto, José María Amador hace construir por Charles
Carre un gigantesco -palacio" esquinero en La Playa, de tal lujo que,
sin más, pasa luego a ser el Palacio Arzobispal. En cuanto a Carlos C.
Amador hace edificar sobre planos del italiano Crosti otro famoso
palacio en la esquina de la carrera de Palacé con la calle Ayacocho,
en tres plantas, de cemento y ladrillo y con dimensiones tales que
después de su muerte se convertirla en el mejor hotel de Medellin.
Dicho palacio se llena con las extravagantes parafernalias decorativas,
cristales, hierro forjado y mosaicos, pianos de cola, lámparas, tapetes,
alfombras y cortinas, porcelanas, vajillas de plata, muebles de lujo,
vitrales, espejos, bronces, estatuas seudo-antiguas en mármol, etc^ que
su dueño traía de sus viajes a Europa. Las fotografías de los años
diez muestran los salones atiborrados de muebles, mezclándose los
rococós de múltiples orígenes, con lo cual dicho palacio más bien se
parece a un almacén europeo de falsas antigüedades para turistas
yanquis incultos, y al exuberante “bric a brac" de un museo de mal
gusto. Quizá era émulo del ciudadano Kane de Orson Wells, por algo
lo llamaban sus vecinos, socios y familiares "animal de das pies",
“hombre de raquítica inteligencia" y "burro de oro1* . . .
En Bucaramanga los Hermanos Reyes González (uno de ellos lla­
mado Eleuterlo Aereopajitas) acumulan una cantidad Impresionante

53
de predios, con los cuales comercian durante decenios, contribuyendo
con sus especulaciones en el surgimiento de varios barrios, hoy cen­
trales o pericentrales.
Nacido en Matanza en 1840, Reyes González Inicia hacia 1866 sus
negocios de compra-venta en su pueblo natal, donde se casa en 1868
con una vecina que tenia catorce afios. Comprando a precio barato
tierras y casas y vendiendo con buen beneficio acumula un pequeño
capital, con el cual amplia sus negocios, practicando el préstamo usu­
rero sobre hipoteca, con lo cual no sólo crece su capital en dinero sino
también su patrimonio en propiedades hipotecadas. En la década de
los afios 70, agrega la compra-venta de casas en el pueblo de Matanza
y también practica la permuta; consigue propiedades urbanas y cam­
bio de tierras agrícolas en producción, fincas cafeteras, o viceversa.
Ampliando su radio de acción compra dos almacenes en la plaza de su
pueolo, se vuelve comerciante y también Inicia compras en Pledecuesta
y Bucaramanga. Hacia 1875-1880 el mercader y prestamista realiza
varias operaciones de compra-venta de grandes haciendas de las cuales
una de ellas medida más tarde resultarla con una extensión de unas
50.000 hectáreas, lo cual no es nada coman en estas reglones de San­
tander. Reyes se beneficia del auge de la quina en los afios 1877-1881,
no sólo como productor sino también como comprador, transportador
hacia el Magdalena con sus propias recuas y como vendedor exportador.
Funda en 1882 su sociedad comercial en compañía con dos her­
manos y compra en Bucaramanga un almacén y dos tiendas, desde
luego en la Calle del Comercio y a tres cuadras de la plaza en donde,
tanto él como sus socios, ya tienen casas, varias de ellas compradas al
comerciante Wilhem Schrader. Entonces Bucaramanga se encontraba
estimulada y dominada, desde afios atrás, por la presencia de una
dinámica colonia de Inmigrantes alemanes; agricultores y comercian­
tes, manejaban los hilos de la vida política y económica de la región.
Esa situación suscita en 1879 una sangrienta protesta chauvinista local
y varios alemanes abandonan la ciudad; quizá de esta situación se
hayan beneficiado los hermanos González, comprando de ganga alma­
cenes y casas de los comerciantes extranjeros. La ciudad experimen­
taba un empuje, con el cual dejarla atrás a Pamplona, San Gil, So­
corro y Cúcuta. Reflejo de su éxito: pasarla de unos 10.000 habitantes
en 1870 a 20.000 en 1896, mientras en el mismo periodo Socorro redu­
ela su población de 16.000 a 11.000 habitantes, y Cúcuta, muy afectada
por el temblor de 1875, no pasaba de 15.000. La Compañía Reyes Gon­
zález y Hermanos tenia entonces sucursales en Rlonegro, Cúcuta y
Pamplona, además de sus seis haciendas en Bucaramanga, Rlonegro
y Girón, en las cuales se combinaba el cultivo del café con los pastos
y los frutales.
El historiador David Johnson realizó en los archivos notariales un
seguimiento de los negocios de compra-venta de los hermanos Gon­
zález, en Bucaramanga. Con un muestreo sobre 19 afios, entre 1886
y 1905, y solamente en la notarla primera, comprueba que se registra­

se
PLANO TOPOGRAFICO

s xr = «A . X i A . CsuE A . TXT O -

Plano topográfico de Bucaramanga, comlenxoi del siglo X X

ron 171 documentos de compra y 152 documentos de ventas por la


Compañía, concernientes a tierras rurales, urbanas, fincas, solares,
casas y edificios. Su estudio evidencia cómo en la estela de la prospe­
ridad, provocada por la actividad de la colonia extranjera (Keller,
Koppel, Ogliastrl, Minios Breuer, Clausen, Schloss, Schrader, Mecke,
Cortlssoz, Norwood, Qoelkel, son algunos de ellos), un especulador na­
tivo muy sagaz combina los negocios rurales y urbanos, Invlrtlendo en
forma pendular.
Dice al propósito:
Con su recién adquirida riqueza, acumulada gracias a la quina y al café,
procedió inmediatamente a adquirir casas y almacenes en el corazón del dis­
trito comercial de Bucaramanga De hecho, entre 1881 y 1883 sus adquisiciones
se limitaron exclusivamente a propiedades en las primeras tres cuadras de la

55
Plano topográfico de P a ito, comienzos del siglo X X

Calle del Comercio, al oriente de la plaza principal. Entre 1884 y 1886 se


expandió hacia el oriente y se dedicó a comprar propiedades entre la cuarta y
la octava cuadra A partir de 1884 comenzó a adquirir propiedades en otros
barrios, tales como la Filadelfia, Charco Largo, El Volante, Payacua y Ca­
becera del Llano
Tam bién los González negocian lotes y casas en San M ateo y
Santa Rosa, es decir, que dejan de especular en la zona comercial y
operan en áreas de expansión de la vivienda. En San Mateo compran
primero una cuadra completa sin construir y luego otros predios a le­
daños; en 1889 son socios mayorltarios de la compañía anónim a que
se form a para la construcción de la Casa de Mercado de Bucaramanga,
y Reyes es nombrado gerente, además de ser dueño de los terrenos
escogidos para el mercado público; según parece, fue un excelente ne­
gocio tal como ocurrió en los mismos años en Cartagena, M edellln y
otras ciudades en Iguales condiciones. Luego especulan hasta 1904 en
el sector San Mateo, Quebrada Seca y Santa Rosa, lo mismo que seis
cuadras al sur, en la zona de Charco Largo. Y añade Johnson:
No sería exagerado indicar que el desarrollo del centro de Bucaramanga,
hasta llegar a ser lo que es hoy, fue el resultado de las actividades de Reyes
González hermanos-
Llegando a 1903, y a pesar de supuestos traumas sociales, los G on­
zález no parecen haber sido afectados por los tres años de guerra:
tienen una posición más próspera que nunca. Además de las seis ha-

56
clendas eran propietarios de 9 almacenes, de los cuales cinco estaban
en las cuatro primeras cuadras de la Calle del Comercio y tres más
a dos cuadras hacia el norte, a proximidad del nuevo mercado del
barrio San Mateo. Además de sus residencias personales en la ciudad,
los hermanos eran también dueños de 17 casas y varios predios sin
construir. Igualm ente manejaban múltiples negocios, como siempre
sucede con este tipo de personajes; bien sean Lengerke, Tyreli Moore,
Mainero o Rivas, los Llévano o los Amador. Serán contratistas del es­
tanco de aguardiente en varios municipios de la reglón y consiguen
otro contrato para el derecho de degüello en varias provincias santan-
dereanas. Administraban la recolección de aranceles en Cúcuta y los

57
peajes entre la ciudad y el rio Magdalena. Tam bién fueron contratistas
para abrir caminos, que no podían sino atravesar sus haciendas.
Gobernador de la reglón en 1888, Reyes es secretarlo de hacienda
de Santander en 1898. Sin haber nunca disparado un tiro es nombrado
general en 1901 y muere en 1905, más ducho en usura, intereses de
mora e hipotecas, que en táctica m ilitar.
Para concluir, en todos estos casos, contrastando con el panorama
general de estancamiento urbano, los especulaciones y las Inversiones
prefiguran la próxim a reanimación de la economía urbana.

Con la extinción del régimen político de L a Coionta, no concluye


"lo colonial" en la estética urbana; vuelto tradición, perdura tanto en
las menies ue los seres como en sus obras: en la sicología, las eos-
tumores y la cultura. Lo anterior se verifica con lu persistencia,
atirante todo el siglo X iX , de las tradiciones uroanisucas y ae ios
patrones arquitectónicos heredados del colonialismo hispánico, u e tal
manera que después de la Independencia, y mientras en el seno de ia
sociedad se van gestando lentam ente las condiciones exigidos para
los cambios territoriales, urbanísticos y arquitectónicos, los modelos
espaciales coloniales conservan su vigencia y se mantienen intactos;
desaparecido su soporte económico y social, derrumbaua su legitim a­
ción política, subsiste su Ideología y siguen reproduciéndose mecáni­
camente durante casi un siglo, aunque en form a un tanto arcaica.
Por lo tanto, y paradójicamente, es hacia 1850 que se consiguieron
los más precisos retratos — bien sea escritos o dibujados— referidos a
pueblos y ciudades del periodo colonial espaflol. Motilen y Hamilton,
Gosselman y Lemolnc, luego Holton y Mark, y más tarde Andre y
S affray, Hettner, Rothllsberger y Brlsson atraviesan unos silenciosos
poblados petrificados en el posado, en donde las mismas casas repe­
lladas con cal pueden tener un año o un siglo: unos pueblos donde
todo les parece "colonial". Buga y Tuluá son para ellos Igualmente
"coloniales" y no distinguen en su breve escala que una lleva tres­
cientos afios de vida, mientras la otra apenas se está cristalizando, y
la Cali que describe Molllen en 1823, no difiere de la misma ciudad
vista por Holton en 1853 o por Brlsson en 1891.
En 1823 el minerálogo francés Gaspard Molllen recorre varios
pueblos boyacenses cuyos habitantes, a pesar de siglos bajo el yugo
espaflol, siguen tenazmente aferrados a sus costumbres y a sus mode­
los de vivienda:

Las chozas en que viven esos Infelices son de proporciones muy reducidas;
algunas son redondas, idénticas a las que tenían antes de la conquista.
Bus observaciones permiten comprobar en varios lugares las es­
tragos del empuje mestizo y su papel corrosivo, acelerando la des­
trucción cultural de loa últimos focos de resistencia pacifica aborigen.

58
En el camino de Bogotá a Tunja comenta:

Se acusa a los indios de añorar su antiguo régimen; puede ser, porque


antes no se permitía a ningún blanco establecerse en sus tierras, mientras
que hoy ven sus territorios invadidos por una serle de hombres rapaces. Esta
reunión íorzndn alimenta en todas estas aldeas una antipatía irreductible y
una gran enemistad.
Y posando por Natagalm a observa:

Esta aldehuela es muy misera, y no me explico por qué siguen dándole


el nombre de pueblo de indios, pues son muy pocos los indígenas que hay
en ella' casi toda la población está constituida por mestizos.
O tro via jero y diplomático, Cari Oosselman, oficial de la armada,
h ijo de un arm ador y comerciante de Estocolmo, recorre el continente
prospectando mercados, por cuenta del gobierno de Suecia. Observador
agudo del país, registra con precisión sus recursos naturales y hu­
manos; caracteriza en form a muy acertada el proceso demográfico
hacia 1830-1840, subrayando el estancamiento urbano, lo cual contras­
ta con un am plio desenvolvimiento territorial de la población rural
dispersa:
La mayoría de los habitantes viven en pequeños pueblos y casas aislados,
especialmente a lo largo de los ríos, pues las ciudades son tan pocas como
pequeñas, con excepción de la capital. Por consiguiente Bogotá tiene 40.000
habitantes, Cartagena 10.000, Popoyán 8.000, Medcllin 7.000, Panamá 3.000.
En esa época los censos de la Nueva Granada Indicaban una
población In ferior a 2.000.000 de habitantes. Esta cifra significa que
tres siglos después de la invasión española, la población del país
estaba aún In ferior n la aborigen de principios del siglo X V I. L a red
de ciudades apenas agrupaba un 10% de este total, mientras el 90%
de la población estaba radicada en Jos campos.
Estas proporciones quedarían sin variación notable durante varios
decenios y sólo a principios del siglo X X se modifican, Indicando una
tendencia hacia el aumento de la población urbana. N o obstante, a
escala nacional ésta va creclento en forma regular y lenta, siendo
que en el censo nacional de población del año 1938 no pasaba de menos
del 29% de la población del país, mientras la masa rural superaba el
71%. El siguiente Cuadro ilustra la progresión de la población en algu­
nos centros urbanos principales:

E V O L U C IO N D E M O G R A F IC A , IU I - 1 9 »
ItE D 1)R U A N A M A Y O R

C iu d a d IU I IfT I m i iim IM S im

8 4 .7 2 3 7 80 000 1 2 1 .2 5 7 325 658


Bogotá 2 0 049 40 883
7 1 .0 0 4 1 4 3 .0 5 2
M edcllin 1 3 .7 6 5 19 7 0 6 37 2377
4 8 .0 0 7 1 5 0 .3 0 5
Barranqullla 0 .1 1 4 1 1 .5 0 8 10 0 8 2
3 0 .0 3 2 7 7 2 .7 6 7
Cartagena 0 800 8 .6 0 3 0 081?
14 6 0 3 3 4 .7 2 0 5 0 .0 2 5 {
Mnnizalcs 2 .8 0 0 1 0 .5 0 2
2 7 .7 6 0 7 2 7 .5 7 4
P aito 8 .1 3 8 1 0 .0 4 0
- - - - -
Continúa

59
Continuación
EVOLUCION DEMOGRAFICA, 1881 - 1938
RED URBANA M AYOR

Ciudad 1831 1870 1873 1SM 1913 1938

Cali 11848 12.743 27.7477 88 366 [


Ibagué 7 182 10.346 24 603? 27 448
Palmira 8 000 12 300 24 312? 21.235
Montería 2.030 3.151 4 542 21.521? 12 804
■ fie lva 7.718 8 332 21 852? 16 927 1
I Cúcuta 5 741 9.226 15 313 20 364 37 323
1 Bucaramanga 10 008 11 255 20.314 19.735? 41.714
1 Socorro 15.015 16 048 11.5187 11.427? 7 801

FUENTE. Jorga Orlando Malo. (?) C ifra dudosa.


N O T A S : 1 Se reproducá aquí e l cuadro da la Rucarla Económ ica da Colom bia, con
3 columna*, al cual m agregó la última, con la* cifra* d el censa d e 1038.
3. Solam ente a partir da 1038 se disgrega la población total municipal, separando la
masa rural da la población urbana radicada en la cabecera. P o r lo tanto, sólo la última
columna s e refiera a la estricta población d e loe centro* En las cinco prim eros columnas
no hay homogeneidad, algunas cifras indican la población urbana, m ientra* otras englo­
ben la municipal
3. P o r lo tanto alguna* cifras, m uy dudosa*, se seóalan asi.
4. Igual que otros anteriores o posteriores, e l censo padeció varios avates
La L e y 8 d e ISO* fu e la que determ inó e l censo de IDOS Dice en su articu lo 7: "E n
cada municipio se anotara por «aparado, según origen, sexos, edades, estados, e t c , loa
Individuo* atacado* da elefancía comprobada, lo* ciegos, los pobre* da solem nidad."
Para a l canso d e 1913, el D ecreto 813 d e HUI considera I* división "ta n to en lo
urbano como en lo rural” El siguiente (10231 *1 bien aplaza la facha d el empadronamiento,
reitera "car. la fija ció n clara y precisa d e la parte urbana y la parte rural” . E l D ecreto
1123 posterga una vez móa e l censo y lo reduce al "tota l d e ham bre* y m ujeres d el muni­
cip io" (Censa da la República d e Colombia, levantado e l 5 de m arzo da 1913, Impronta
Racional. Bogotá, 1912). Agregam os qu e d e n alias después d e la Independencia asta
canso sigue usando categorías m uy coloniales. Ono da los Cuadros Indica para cada
departamento las rasas, asi blancos, negros. Indios, mezclados. O tro Cuadro llam a " Ir r e ­
ductibles" a los em bera, leuna y noanama d el Chocó Tu vieron suerte, pues en Juradó.
Sibundoy, Grabó. Coqueta y Vaupés, se clasifican los aborígenes com o "salvajes".

Este Cuadro, en form a general registra el m alla]e “ prim arlo", com­


puesto por los centros, que en el afio 1912 eran a la vez capitales de
departamentos y mayores de diez m il habitantes. Pero se debe comple­
tar por el cuadro de la red secundaria, compuesta por una multitud de
centros subreglonales y epicentros de comarcas, con una población
fluctuando entre 2.000 y 10.000 habitantes. Este Cuadro se presenta
asi en el censo nacional del afio 1938:

PO B L A C IO N URBANA. 1938
RED U R B A N A SECU N DARIA V M A LI.A JE C O M A R C A L

1 Ciudad Rabttaatr* Ciudad Rah Manir*

Antloqula 3.810 Ciénaga 2 783


Barbosa 1.740 Rio hacha 5 651
MarinUla 3.591 Tenerife 1 810
Puerto Berilo 5.487 Valledupar 3 339
Rlonegro 3.678 Barbacoas 3 789
Sonsón 8.984 Tumaco 9.671
l Urrao 3.707 Ocafia 9.937

60
PO B L A C IO N U R B A N A . 191*
RE D U R B A N A SE CU N D AR IA T M A L U J E COM ARCAL

Chufad H a bltu itM Ciudad R a ftttu tM

Cáceres, Rem edios y Pamplona 13.128


Zaragoza no alcanzaban Barlchara 2.474
el m ínim o requerido. Barrancabermeja 9.307
Soledad 11.500 Charalá 2.479
Lorlca 6.140 Girón 2.134
M om pox 6.694 Pledecuesta 6.974
Slncelejo 11.014 San Gil 7.811
T a n ja 16.597 Vélez 2.996
Chlqulnqulrá 6 998 Honda 12.424
Sogamoso 5.216 Líbano 7.650
Anserm a 5.458 Mariquita 3.817
A rm enla 29.673 Buenaventura 14.515
Calarcá 7.453 Buga 19.595
L a Dorada 5 965 Cartago 14.750
P erelra 30 762 Sevilla 10.450
R í osudo 5.801 TuluA 12.017
Supla 2.035 Trujillo 2 486
Popayán 18.292 Tumbo 2 471
Santander 4.421 Qulbdó 5.278
Pusagasugá 4 866 Condoto 1.558
G lrardot 22.557 Istmina 1.601
Zlpaqulrá 6.955 Vlllavlcencio 6.074
San ta M arta 25.113 Florencia 4.164

El letargo demográfico, la quietad social y una absoluta "calma


ch ich a" en m ateria de urbanismo y arquitectura, se apoderan de mu­
chas veteranas ciudades Indianas durante la mayor parte del siglo
X IX . Este fenómeno general nos Indica, además de su falta de dina­
mismo, su carenclt de marcadas contradicciones y estas últimas se
desplazaron en la geografía, germinaron en otros lugares, en donde
crecieron al calor de los conflictos sociales. Es en el espado rural, que
se hizo el punto vital de esta conquista campesina, en las tierras de
coionlzadón, donde cristalizan las contradicciones, y luego se dan en
su producto urbano. Contrastando con la paz que reina en las viejas
ciudades indianas, la génesis de las nuevas experimenta un parto muy
con flictivo; las pugnas sodales acompañan el nacimiento de Manl-
zales, Perelra, Salamlna, Aranzazu, Salento, Armenla, Calarcá, Sevilla
y Calcedonia.
P o r otra parte, durante todo el transcurso del siglo X IX sigue el
fraccionamiento administrativo territorial, heredado del sistema espa­
ñol y el archipiélago de reglones Inconectas. Estos son los rasgos domi-

61
Curva dem ográfica nacional, 1770-1973. fuente D A Ñ E

nantes de la fisonomía geofísica-política y económica que presenta la


formación espacial del pala: persistencia tardía de rezagos con un
marcado sabor feudal.
No obstante, con el transcurso del tiempo, articulado al proceso
agrario y actuando en las laderas, opera una readecuación completa
de la red urbana del país. Esta renovación expresa la crisis que afecta
las antiguas estructuras urbanas; éstas, en varias reglones, se apo­
yaban sobre un sistema de relaciones laborales ya caduco o en mar­
cada descomposición Un buen ejemplo lo constituyen las reglones en

62
Plano dn Tunjo, 190?

las cuales vemos la ciudad como polo central de una comarca rural
en la que predomina aún la hacienda señorial esclavista. Entonces
esta renovación del parque urbano tiende hacia un reajuste: adecúa
unas nuevas relaciones de producción con el empuje de las fuerzas
productivas, que se manifiestan en el agro.
El letargo urbano del siglo X IX no afecta en Igual forma a las
ciudades indianas que nos legó la colonia española. Con toda eviden­
cia son muy vulnerables las primeras ciudades de conquista de los
siglos X V I y X V II, las supuestas “ nobles ciudades de españoles", con-

63
virtiéndose algunas de ellas en verdaderos cad&veres urbanos. Por
el contrario, con mayor flexibilidad y capacidad de adaptación resisten
mejor a la crisis del siglo X IX las “villas de vecinos libres” , que sur­
gieron en el transcurso del siglo X V III, y el X IX afecta más a Pam ­
plona y Ocaña que a Cúcuta.
Algunos datos censales Indican la lenta trayectoria demográfica
de Cúcuta, a lo largo de sus dos primeros siglos de existencia:

ASo Habitantes

1733 135
1793 1 400, declarada Villa de 8an José de Guaslmal.
1817 2 295
1851 5.741
1870 9 226
1896 15.313
1912 20.364
1938 37.323

En esta misma reglón del oriente la fosilización urbana es más


notable en Girón que en Bucaramanga; más evidente en Tunja que en
Socorro y San GIL En el sur del país un fenómeno comparable afecta
más a Popayán que a Cali, golpea a Buga, Toro y Caloto más que a
Tuluá y Palmlra.
Igual constatación se puede hacer en el occidente del país, obser­
vando el temprano estancamiento de Santa Fe de Antioquia y el des­
calabro de Arma, comparados con la relativa dinámica beneficiando
a Rlonegro y Medellm No obstante, tomando como ejemplo a esta
última, vemos cómo a lo largo del siglo X IX presenta una tendencia de
crecimiento sumamente lenta, y que poco difiere del ritmo registrado
en épocas anteriores:

Los datos “municipales” Indican que durante este largo periodo


la ciudad crece con una tasa que nunca pasa del 1% anual. Además
la población dispersa del entorno Inmediato es siempre superior a la
masa nucleada: en 1905 es de 31.055 habitantes.

64
Este último periodo indica el paso a una tasa del 2% anual, pero
la masa de población rural sigue alta, con 28 760 habitantes. Luego se
rompe este equilibrio, cuando a partir de 1918 la ciudad crece con
un ritm o superando el 3 # anual.
El siglo X I X será el de la sustitución gradual del modelo español
por un nuevo modo de poblamlento territorial expansivo y productor
de excedentes exportables, por el surgimiento de tipos genulnos de
poblados v ciudades, la conformación de nuevas unidades laborales y
territoriales de producción, como la plantación; de gestión, como son
las comarcas y las subreglones, con sus respectivos mallajes urbanos;
la aniquilación correlativa del sistema urbano heredado del siglo
X V III, la modernización progresiva de los modos de transporte y la
renovación de los sistemas de comunicaciones Por fin penetra una
arauitectura europea de tecnología novedosa, basada en el uso prefe­
rencia! de costosos materiales de construcción modernos e Importados,
principalmente el hierro, el cemento, la hojalata, el zinc y el vidrio.
A principios de nuestro siglo, todos estos fenómenos se expresan
claramente en la geografía y la van modelando en forma ya muy
visible. Los consideramos como la manifestación física, en el espacio,
de un pudiente desarrollo de las fuerzas productivas; Ilustran el paso
de una formación espacial a otra. Por otra parte, es preciso recalcar
cómo este nuevo modelo espacial es la negación rotunda del modelo
anterior, ya vuelto arcaico; expresa las exigencias económico-
territoriales de las potencias que lograron desalojar a la monarquía
española, destacándose la hegemonía conseguida por el capitalismo
industrial y mercantil británico.
Además, tal proceso de sustitución se apoya sobre un aparato
Jurídico, respaldando estas exigencias y legitimándose en la ideología
del libre cambio. Convenios y leyes se vuelven instrumentos y motores
de los cambios espaciales. El tratado de Libre Navegación, Amistad y
Comercio con Inglaterra será herramienta decisiva de las transforma­
ciones técnicas en transportes y comunicaciones, marítimas, fluviales
y férreas; auspicia en pocos años la modernización tecnológica de la
minería del oro. También Incide, lo mismo que los préstamos ante­
riores de los bancos Ingleses, en el desarrollo de la agro-economia de
exportación y en el empuje de la producción tabacalera, por ejemplo
Pero la agricultura de exportación implica el paso de la soñolienta
hacienda a la pujante plantación, fenómeno que a su vez exige una
doble liberación: la circulación comercial de las tierras y la movilidad
de una mano de obra asalariada "libre", y desde luego su reconcen­
tración en nuevos tipos de asentamientos.
Contrasta la escasez y la petrificación del transporte durante los
tres siglos de ocupación española, con la multiplicación de los medios
y líneas de comunicaciones que entran en servicio entre 1880 y 1930,
en sólo cincuenta años. Este contraste lleva a una serie de interrogan­
tes: ¿Por qué se circula tanto? ¿Quién circula? ¿Qué se transporta?
¿De dónde y hada dónde? ¿Cuál es el estimulo a la circulación y a
la dlverslflcaclón de las redes y medios de transporte?

63
Hay que retroceder en el tiempo: las Instituciones coloniales,
administrativas, tributarlas y laborales buscaban — y a veces en forma
obsesiva— la absoluta fijación de la población. La Interdicción de
doble residencia al conquistador es un ejemplo; otro es la nuclearlza-
clón aborigen en los "pueblos de Indios", la concentración hacendera
y doctrlnern en reales de minas se ve constantemente contrariada por
la huida de los esclavos. El capit&n Antonio de La Torre dedica varios
años, hacia 1770, en tratar de reunir la población rural de la costa en
pueblos de "vecinos Ubres" sedentarios. Todas estas medidas no esti­
mulan el movimiento y la circulación sino, que al contrario, fomentan
la sedentarlzaclón y un total inmovlllsmo territorial.
Lógicamente, después de la Independencia se manifiesta una con­
tradicción entre la dln&mlca social y la necesidad de expansión de las
fuerzas productivas, por una parte, y por otra la traba del lnmovi-
Usmo territorial; muy rápidamente se pasa de la prohibición de circu­
lación a su Incentivo. Es por medio de la libertad de circulación — a
veces vuelta obligación— que opera entre 1830 y 1030, más o menos,
una prodigiosa dilatación del territorio nacional "ú til": se decupla en
un siglo el espacio del poblamlento colonial español.
Hacia 1850 se manifiesta, en forma creciente, una contradicción
entre el empuje demográfico y la estrechez de las tierras disponibles
en el territorio de producción. Su exigüidad frente a la demanda, la
persistencia del anticuado sistema latifundista de tenencia de las tie­
rras, lo mismo que de las viejas relaciones laborales serviles, here­
dadas de la Colonia, exigen unos cambios. Esta contradicción entre
pujanza de fuerzas productivas nuevas enfrentadas a relaciones viejas,
se resuelve parcialmente con la colonización popular de nuevas tierras:
las laderas de vertientes de las tres cordilleras.
Son flujos humanos circulando libremente, aquellos que producen
esta dilatación del espacio agrario nacional. Flujos trashumantes de
migraciones y éxodos, auspiciados por el hambre y la pobreza, con­
flictos armados muy a menudo, por los mismos excedentes demográ­
ficos y favorecidos por las políticas estatales y las mismas leyes,
como son:
—Leyes tendientes a la división de los resguardos.
—Ley de manumisión.
—Política de fomento tabacalero.
—Tráfico de los bonos de deuda pública.
—Ley de Tuición, llamada "de manos muertas".
—Leyes sobre sociedades comerciales agrícolas, a partir del código
de 1873.
—Leyes sobre adjudicación de tierras baldías de la nación.
—Política de concesiones para plantaciones destinadas a la agri­
cultura de exportación.
No sobra decir que en varias oportunidades la Ley sanciona un
propósito, pero concluye, en la vida real, con un desenlace diametral-
mente opuesto a las motivaciones que la suscitaron.

66
En otras palabras, llegando a la mitad del siglo X IX , tanto las
parcialidades como la esclavldad, y más que todo la propiedad agraria
latifundista — tierras realengas vueltas baldíos del Estado, propieda­
des privadas o de la Iglesia— entran en contradicción con el desenvol­
vimiento demográfico y se convierten en obstáculo al desarrollo de la
agricultura de exportación, Implícita en la Ideología del libre cambio
y en los consiguientes convenios de "Libre Navegación, Amistad y
Comercio".
En este contexto surgen hacia 1850-1870 los Instrumentos Jurídicos
adecuados, las leyes sobre manumisión, sobre resguardos, sobre baldíos,
sobre la confiscación de los latifundios del clero y sobre las sociedades
comerciales y agrícolas; terminando todo este proceso por una am­
pliación enorme del territorio nacional productivo, un Inmenso pobla-
miento rural disperso y un relativo estancamiento de la demografía
urbana. Hacia 1880-1010, más o menos a nivel nacional, la población
urbana no pasa del 10 o del 20%, mientras la rural supera el 80%
del total. Estas cifras significan que terminando el siglo X IX , la
relación entre la producción agrícola y el consumo urbano es más o
menos la siguiente; de cada diez personas radicadas en los campos,
entre ocho y nueve son campesinos ofreciendo sus productos a uno
n dos consumidores urbanos.
/Qué significan estas cifras? Primero, la abundancia de la oferta
An relación con la escasez de la demanda, lo cual se reflela en los
npArins muv balos, tanto de la producción agrícola como de los ali­
mentes pn los mercados urbanos. Muy dlclentes son al respecto los
grabados v primeras fotografías de esa época. Nos muestran una gran
concentración de campesinos en las plazas públicas compitiendo para
vender sus productos a un reducido número de consumidores. Segundo,
nup la parte más dinámica del campesinado va a sortear esta estrechez
del mercadeo doméstico, buscando la di versificación productiva para
poder acceder a otros mercados. Ahí se perfila un incentivo a la agri­
cultura de exportación, a la especlalizaclón por medio del cacao, del
tabaco, del café, del fique y del algodón.
Ahora bien, este periodo que se inicia hacia 1810-1820 v concluye
hacia 1930 está Interferido por violentos conflictos clasistas, las lla­
madas guerras civiles; se traducen en píllale, expoliaciones, despojos,
migraciones y éxodos, los cuales tienen un doble efecto contradictorio.
Bien sea bajo el régimen de la libra esterlina, o al final bajo los dic­
tados del dólar, en ciertas reglones provocan un vacio demográfico y
el consiguiente estancamiento productivo, pero en otras llegan mi­
grantes y un amplio abanico de conflictos de clases se convierte en
el motor del desenvolvimiento territorial. Es decir, que tanto la inesta­
bilidad como la Inseguridad se encuentran en el origen del movimiento
de colonización. Suscitan unos fuertes corrientes migratorias, las cua­
les se dirigen hacia las montadas, las cordilleras, o sea a los baldíos
de vertientes. A principios del siglo, estas nuevas tierras de producción,

67
principalmente por medios de los desmontes de colonización popular
espontánea y solidarla, se Integran a la economía de exportación con
prioridad en el monocultivo del café.
La colonización familiar en parcelas de auto-subsistencia, o de
inicial economía doméstica, provoca un Incremento prodigioso de la
densidad del hábitat rural y desde luego del conjunto de la población
del campo, como hemos dicho. Pero cuando la producción familiar
logra obtener un excedente en relación con el consumo, surgen unos
mercados agrícolas que se vuelven motores de la génesis de nuevas
aldeas, villorrios, “cruceros'’ o poblados, pequeños centros comerciales,
polos regionales, etc. Son ciudades de un malla] e actuando como res­
puesta a las exigencias económicas y directamente Impulsadas por
ellas. Asi, que el sistema urbano central —Puerto Berrio, La Dorada,
Glrardot, Cúcuta, Bucaramanga, Tuluá, Sevilla y Calcedonia, Manl-
zales, Peretra, Armenla, Calarcá— surge o se consolida como adecuada
respuesta a los imperativos comerciales de la economía cafetera de
exportación.
Algunos centros del periodo anterior, de muy bajo dinamismo en
los primeros años de la República, logran adaptarse y se revltalizan
Integrándose a la economía cafetera, gracias a su ubicación en la
red de comunicaciones, y hasta consiguen una reactivación perdura­
ble: con situaciones muy distintas, pero todas Ilustrativas de este
fenómeno son Rlonegro (Antloqula), Sonsón, Fredonia, Mariquita,
Cunday, Fusagasugá y Chaparral.

Considerada desde la perspectiva que corresponde al objetivo de


nuestras indagaciones, la colonización de las tierras vírgenes se con­
vierte en el fenómeno espacial y social más Importante de la historia
del país, desde la Independencia hasta la Segunda Guerra Mundial.
En este gran movimiento popular de conquista pacifica se Juntan y
se suman, en distintos momentos y lugares, las olas multitudinarias
del campesinado mestizo, las variadas corrientes aborígenes y el nu­
meroso proletariado negro de las antiguas zonas de poblamlenlo y
economía esclavistas. Y en no pocos casos, fusionan los tres compo­
nentes étnicos bajo las prácticas sociales del mismo proceso de tra­
bajo en las selvas Inhóspitas, hasta generar el embrión de una nueva
sociedad agraria. Por otra parte, la gesta de este campesinado Incre­
menta prodigiosamente la superficie de las tierras cultivadas, dilatan­
do considerablemente el país rural en producción, hasta convertirlo
luego en una nación que se hace presente en los mercados mundiales.
Además, de la fase rural de la colonización van surgiendo cantidades
de aldeas, luego burgos y finalmente ciudades populosas y complejas,
y van trastornando por completo el sistema urbano heredado de la
colonia española. En la etapa terminal de este ciclo, llegan hasta con­
figurar la nueva red urbana básica del país, hoy vigente.

68
La colonización se habla originado en varias reglones, bien sea
por la mediocridad de los suelos, la escasez de las tierras disponibles,
o las restricciones Impuestas por el régimen concentrado de tenencia
de la propiedad. Asi se Iba produciendo un desequilibrio profundo y
creciente entre las tierras y su demografía y este divorcio provoca la
expulsión y migración del excedente de población, en todas las zonas
que padecen esta desigualdad. Por eso, más que de una determinada
reglón, la colonización procede de un sector social especifico: el cam­
pesinado sin tierras propias o suficientes, el cual existía en numerosas
regiones. Con lo anterior se verifican el carácter eminentemente cla­
sista y la magnitud nacional de la gran gesta popular.
Vista desde el enfoque de las luchas sociales agrarias, la epopeya
colonizadora del campesinado sin tierras surge para enfrentar y de­
tener la expansión del latifundlsmo, en la cual estaba empeñada la
oligarquía de la República. Es más, con la colonización popular rom­
piendo el latifundio, va surgiendo en el agro un nuevo tipo de cam­
pesinado construyendo una conciencia nacional, de la cual carecía la
clase dirigente. De esa manera se presenta ahora una situación paté­
tica en extremo, y es que mientras el mundo del trabajo va “ haciendo
país”, la oligarquía y su Estado lo van dilapidando o vendiendo a
pedazos a los "nuevos conquistadores” recién llegados; mientras la
epopeya agreste de las multitudes campesinas va ensanchando el país
"útil", un sector social mercenario y corrupto va reduciendo siempre
más el espacio de la soberanía nacional. Durante décadas perdura
este divorcio: el proletariado rural ampliando la nación, y los gober­
nantes ofreciéndolo al mejor postor. Hacia 1830 los hacheros antlo-
queflos están desmontando selvas y fundando a Fredonla; entre tanto,
en Bogotá, unos "próceres” sugieren poner el país bajo protectorado
de la monarquía francesa, Igual que Argelia. Mientras miles de traba­
jadores descuajan montes en el Qulndio y fundan Manlzales, Villa
María y Líbano, en el palacio se habla de nada menos que anexar
Colombia a los Estados Unidos; en 1903, en el mismo momento que
unos colonos flnqueros celebran su victoria agraria fundanao a Se­
villa, otros en Washington, y por unos dólares, entregan el brazo del
país, sin el cual se queda mocho. Podríamos seguir hasta los años 30
con este Juego pendular de dos grupos sociales con Intereses contra­
puestos: uno Internado en las profundidades del país y otro consi­
derándolo con desdén y mirando hacia afuera.
Obviamente, el proceso aquí esquematizado no podía ser particu­
larmente Idílico. La guerra antlcolonlallsta Iniciada en 1810 bajo los
estímulos del Imperio británico, desemboca de inmediato en unas
guerras domésticas y de carácter “feudal", entre fracciones (y hasta
familias) de la oligarquía republicana, que sólo finalizan en 1903 en
virtud de una decisión tomada en Washington por Teodoro Roosevelt.
Asi culminan casi cien años de contiendas, haciendo del siglo X IX
un periodo de guerras, de desorden y de la Incapacidad de la clase

69
dirigente. Es preciso señalar la magnitud de este factor perturbador,
cuando se analizan los resultados y los alcances de la colonización
de los baldíos de vertientes.
Este primer ciclo de la colonización agraria popular, tendría en
las tres cordilleras un epilogo particularmente trágico. De hecho, se
inicia esta pacifica conquista interior en un ambiente cargado de
continuas guerras civiles regionales, de combates, movimientos de tro­
pas, despojos, atropellos y destrucciones, incentivando las corrientes
de fugas y las migraciones “ de entrada". La gesta campesina con­
cluye en 1950 con una derrota, ahogada en el baño de sangre de una
prolongada guerra agraria generalizada, por medio de multitudinarios
éxodos “de salida”. En esencia, esta guerra social corresponde a una
ofensiva contra el campesinado trabajador: la llevan a cabo sus adver­
sarios de clase, para “recuperar” las ricas zonas agropecuarias resul­
tantes de su trabajo. Una guerra agraria calificada por Laureano Gó­
mez como “de reconquista” , pero más de reconquista económica que
política.

Este poderoso movimiento de poblamlento de la colonización de


baldíos se puede dividir en dos fases principales: la primera, anterior
al impulso de la economía cafetera de exportación, es decir, más o
menos desde la Independencia hasta 1880-1900. En tierras calientes
(la costa, valle del Magdalena y Valle del Cauca) se auspicia la siem­
bra del cacao o del tabaco, mientras en tierras templadas se da un
gran auge a la producción de víveres de consumo doméstico y de la
siembra de pastos para la ganadería extensiva de carne. La segunda
fase se caracteriza por la generalización del cafeto en las vertientes
que se benefician con un clima óptimo. Esta tendencia toma impulso
después de la Guerra de los Mil Dias, con un marcado “ cambio de
órbita" del país, cuando el centro mundial del comercio del grano se
radica en Nueva York. Se acentúa, con la apertura del Canal de
Panamá, la adecuación portuaria de los muelles de Buenaventura y
Barranqullla, lo cual a su vez favorece un salto y el primer auge
exportador cafetero de los años 1920-1925.
En cuanto a modalidades y agentes sociales, estas limitadas inda­
gaciones, sin embargo, permiten establecer tres categorías principales
de acciones y motivaciones:
1. La colonización popular, individual o colectiva, por parte de
campesinos sin tierras propias, con sencillas miras de supervivencia
en su principio, eminentemente solidarla.
2. La colonización especulativa de compañías de comerciantes
urbanos, agentes importadores-exportadores, latifundistas y tenedores
de bonos, etc., modalidad que se caracteriza por su marcado mercan­
tilismo y fines meramente económicos.
3. La colonización estatal, con intervención oficial o institucional
y con motivaciones esencialmente políticas; reformista por esencia
actúa en un marco legal y administrativo apoyada en leyes.

70
Resumiendo, el fenómeno general de la colonización no se puede
considerar globalmente, en forma abstracta, sino analizado en su mul­
tiplicidad y teniendo en cuenta:
a) Por lo menos dos periodos distintos: precafetero el primero,
post-cafetero el otro;
b) Separando los dos componentes espaciales, distinguiendo la
fase estrictamente rural y la de fundación urbana;
c ) Considerando, en cuanto a modalidades, tres categorías socia­
les básicas: la colonización popular espontánea, la empresa especula­
tiva de colonización (bien sea rural o rural-urbana) y la colonización
estatal o Institucional programada.
Estas tres divisiones (a, b y c) facilitan la comprensión del fenó­
meno en una u otra reglón. Además permiten, en cada caso, detectar
los motores del movimiento, sus motivaciones económicas o políticas,
identificar sus respectivos agentes sociales y protagonistas y entender
los mecanismos y las fases del proceso, lo mismo que su desenlace.
Ahora bien, lo anterior no desvirtúa, en ciertos casos, la combinación
de varias modalidades, y a veces llegan hasta una imbricación en la
cual se originan numerosos conflictos por la tenencia de las tierras.
Se encontró en el Sumapaz, en los limites de Cundinamarca y
Tolima, un tipleo caso de colonización compleja: con la maduración
de las contradicciones surgidas en cada fase, se desarrolla por etapas
sucesivas, combinando en un mismo proceso las tres categorías cuaaas
anteriormente. Concluyendo este proceso no con un nuevo tipo de
asiento, sino con una gama tipológica compuesta por tres núcleos
muy diferentes. Arriba de Cunday se inicia en las colinas vírgenes una
colonización popular y surge hacia 1915-1920 su producto "uroaao", un
centro de abasto y mercadeo: el puebleclto de Los Alpes. Mas arriba,
pero en laderas templadas y aptas para el cafeto se da en seguida un
proceso de colonización especulativa. Las parcelas y mejoras de colo­
nos se transmutan en un latifundio entre 1920 y 1926, lo cual concluye
en 1927 con la fundación individual y privada de Vlllamca en las
tierras de la hacienda cafetera Andalucía. Por fin, más arriba, en los
limites de la zona templada con las tierras irlas, se da la última fase:
interviniendo en los agudos conflictos de tierras que surgieron de los
periodos anteriores, el Estado decreta hacia 1928-1930 la colonización
oficial e Institucional del Sumapaz y funda su propio campamento en
La Colonia. En este caso se observa:
a ) Cunday, pueblo de un sistema anterior, elemento envejecido,
en discordancia con el nuevo contenido territorial, obstaculiza y frena
el desarrollo del proceso renovador (se opone durante decenios a la
creación del nuevo municipio de Villarrlca, jwr secesión de una parte
de su territorio);
b) Desajustada, Cunday queda al márgen del nuevo sistema ur­
bano. Las nuevas respuestas “ urbanas", Ignorándola por Inadecuada y
arcaica, de hecho son su negación;

71
c ) Siendo que la Comarca de Villarrica se inserta en un proceso
más amplio abarcando gran parte del occidente de Cundinamarca,
Fusagasugá se beneficia en form a efím era de la colonización regional.
Esta antigua reducción de “indios de la Corona" habla entrado en
descomposición por medio del m estizaje, y hacia mediados del siglo
X V I II se habla convertido en "V illa de Vecinos Libres". Se reanima a
principios del siglo X X , cuando su posición central en la nueva zona
cafetera la convierte en centro de concentración de la producción,
con un fuerte sector de comerciantes del grano, y cuando estaolecen
allá su residencia secundarla grandes cafeteros bogotanos;
d ) En cuanto a la exportación del grano, lavorece a Oirardot,
ciudad que experimenta su mayor auge como puerto fluvial, fe rro ­
viario y luego terrestre. Asi podemos entender por qué, hacia lauü,
en cuanto a papel comercial, Oirardot toma Impulso sobre la decaden­
cia de Honda.

Vale la pena examinar con detenimiento los mecanismos por


medio de los cuales se enlazan las dos fases que operan en la elaoo-
ración de un hábitat de colonización. En efecto, es preciso distinguir
en el desenvolvimiento de un frente de trabajo sus dos componentes y
su articulación, tanto en el tiempo como en el espacio. Se esta aquí
hablando del binomio solidario y contradictorio campo-ciudad. (Jomo
se sabe, la fase originarla es exclusivamente agraria, en cuanto se
refiere a su economía, y rural en lo que corresponde a su modo de
hábitat. Pero siendo exitosa esta etapa inicial, engendra luego su
producto superior y más acabado: la fundación de un hábitat nu-
cleado de tipo urbano.
Para efectos de estas indagaciones, se denomina aquí colonización
agraria popular un proceso histórico y social, el cual en su etapa in i­
cial presenta los siguientes rasgos generales:
— Poblamiento territorial disperso de tierras vírgenes, por unos
flujos de migraciones.
— Libre acceso a las tierras, solamente condloíc.iado por la capa­
cidad física de desmonte de la mano de obra.
— Apropiación de las tierras con primacía de la noción de posesión
sobre el concepto de propiedad: el trabajo prima sobre las normas
Jurídicas.
— Sistema laboral basado en el trabajo fam iliar y algunas form as
de cooperación entre vecinos, y la reciprocidad del "cam bio de mano".
— Economía básicamente "natural” , o doméstica, con producción
de auto-abasto.
Quiza no sobre resumir brevemente el proceso clásico de produc-
dón-sedentarlzaclón del colono. El agricultor inicia sus labranzas con
semillas traídas y destinadas a su estricta alimentación, es decir de
cosecha rápida, como son (según las condiciones clim ática s): la papa,
el maíz y el frijol, asociados en una misma parcela. Asegurada esta

72
base nutriclonal, otros desmontes permiten agregar la yuca, la arra­
cacha, el banano y el plátano, los cuales favorecen la cria de gallinas
y de cerdos. Lograda esta relativa estabilización, nuevos “abiertos"
ensanchan e l predio fam iliar y permiten pensar en pastos, en cacao
y en ca fetales; obviamente, la lentitud o la rapidez de este Itinerario,
en gran parte depende de la fuerza laboral disponible. El principio
productivo y laboral es que solamente con una mayor mano de obra
se pueden ensanchar las tierras en producción, diversificar los culti­
vos, con cosechas cortas y largas y, desde luego, superar los niveles
prim arios de mera supervivencia. Es “produciendo" primero la mano
de obra en la misma lam illa, como se pueden multiplicar los brazos
útiles; se elabora una Ideología particular que participa de la socio­
lo gía de la colonización y de la cual se hablará más adelante. Con el
Increm ento de la fuerza laboral, nace la posibilidad de una división
fa m ilia r del trabajo, y de esta última surgen las condiciones de racio­
nalización, que favorecen el salto del autoabasto a la economía pro­
ductora de excedentes. Reunidas estas condiciones previas y supera­
dos los prim eros limitantes, la fam ilia se encuentra con la posioihdad
de com erciar con el excedente, pero en un lejano centro de consumo
situado fu era de la zona agraria; es cuando surge la contradicción
entre el h ábitat disperso y la evacuación del excedente hacia los
mercados, siendo que los productos no tienen demanda en el lugar
y la acumulación individual de ellos exige la búsqueda colectiva de
canales de evacuación y la apertura de caminos por medio del tra­
bajo com unitario. Las respuestas ya no pueden formularse en lorma
aislada: necesitan unos nexos de solidaridad entre los diversos pooia-
dores de un frente de trabajo. Y a se perfila la necesidad de un lugar
común para el acoplo, el intercambio, la gestión de la producción,
tareas posibilitadas por la división del trabajo, resultante ael incre­
mento de las fuerzas productivas. Entrar en el circuito comercial sig­
n ifica para el colono romper su soledad, establecer nexos nuevos con
los demás pobladores; también buscar vínculos con el espacio exte­
rior, y unos mecanismos permanentes de relaciones entre el área de
producción y los lugares de intercambio del excedente. Algún miem­
bro de la fam ilia debe dedicarse a estas tareas nuevas de transporte e
intercam bio; éstas exigen no solamente una constante movilidad “pen­
dular", sino también un sitio de recepción y de almacenaje. Estas
contradicciones se resuelven con la fundación de una base urbana.
Am pliando la explicación, la fase inicial de la producción actúa
en condiciones de marcado aislamiento geográfico, pero en la fase
siguiente el incremento productivo choca contra los patrones de hábitat
disperso. Los volúmenes crecientes de producción solicitan la multi­
plicación de los nexos interpersonales, los cuales presionan el paso
del hábitat disperso al colectivo agrupado y asi se produce un doble
salto, tanto social como espacial: de lo rural a lo urbano. De tal ma­
nera que la fundación urbana contribuye a la superación de unos
escollos en el desarrollo de la colonización: con la fundación urbana
se resuelve una contradicción. En estas condiciones, el poblado ad-

73
quiere Inmediatamente unas propiedades peculiares; por ejemplo,
carece del car&cter artificial y prematuro, que afectaba la base militar
de penetración “de entrada” de la conquista española. Por el contrario,
“producto de la producción", el asentamiento de los agricultores es el
resultado “natural” engendrado por la prosperidad del entorno labo­
ral agreste; el caserío, por elemental que sea, tiene desde el primer
dia unos atributos muy claros: es lugar de acopio, de almacenaje y
centralización y de intercambio de los productos agropecuarios, es
plaza de mercado, de ferias y lugar de abasto de los agricultores. Es
también el primer núcleo de gestión, de cohesión de una comunidad
solidarla, expresión de su éxito, y el lugar de conciliación que reclaman
las úreas rurales. El pueblo nace legitimado de múltiples maneras,
experimenta dinamismo y vitalidad y todo lo anterior se plasma,
hasta cierto punto, en su forma y en su morfología urbanísticas.
Por otra parte, a la división social del trabajo se agrega luego la
división espacial de éste. Hemos visto cómo la primera partición de
labores ocurre a nivel doméstico, en el seno del núcleo primarlo: la
familia. Iniciado el reparto del trabajo en el seno de la célula fam i­
liar, luego implica la doble residencia: unos integrantes siguen en las
áreas rurales, mientras otros se radican en el núcleo urbano. De ese
modo se Inicia una progresiva separación, la cual no es sino el Inicio
del divorcio campo-ciudad.
Resumiendo, el pueblo de los colonos es el producto urbano directo
del aumento de la productividad agrícola. Es también resultado de la
división social del trabajo agrícola, originada en esta creciente pro­
ductividad, la cual Implica luego una mayor división para cubrir el
circuito producclón-gestlón-dlstrlbución. Muchas de las futuras ciuda­
des de colonización agraria nacen en respuesta a un aumento de la
productividad en los campos y el pueblo se convierte en el Indispen­
sable puente que exigen los excedentes en tránsito desde los áreas de
producción hacia los centros de consumo. Es asi como el aislamiento
rural conduce a la agrupación urbana y el hábitat disperso de los pro­
ductores conlleva al hábitat nucleado de no-productores. Si en la pri­
mera fase el colono producía café, en la final lo Intercepta y lo vende;
de colono se ha vuelto comerciante (o sus hijos, en la generación
siguiente). El antiguo trabajador se tom a en especulador; de produc­
tor se ha convertido en parásito.
A partir de numerosas pesquisas se ha elaborado el siguiente es­
quema “idear, relativo al ciclo social y espacial de un hábitat de
colonización popular:
1. Irrigación del frente selvático por un flujo de migrantes.
2. Radicación de una o varias familias en el frente de trabajo de
una ladera. Vivienda precaria en choza de vegetales brutos.
3. Desmonte, quema y siembra de maíz y frijol en la misma
parcela.

74
4. Primeras cosechas de subsistencia. Construcción de la primera
casa con las maderas del desmonte: paredes en tablas sobre estruc­
tura en madera rolliza y guadua, techo con tejas de astillas.
5. Consolidación del hábitat:
a ) Expansión de los desmontes y abiertos: siembra de matas raiza­
les, aserrío de maderas y quema del carbón de leña;
b) Ampliación de la casa, corrales, gallineros, marraneras, acue­
ducto y lavadero.
6. Ruptura del aislamiento familiar: un lavadero de quebrada es
el lugar de reunión de las mujeres; los hombres se reúnen en la fonda
instalada en la casa de un labrador.
7. Multiplicación de los nexos con el exterior. Los colonos se abas­
tecen de productos vitales en un lejano centro, al cual llevan maderas,
lefia, carbón de lefia, etc.
8. Asambleas de pobladores, concluyendo con la necesidad de una
escala intermedia entre la producción y el consumo.
9. Se funda el pueblo en un predio obsequiado por un cultivador
y se elige una junta pobladora.
10. Se atribuyen solares a los colonos y cada uno, con los mate­
riales vernáculos traídos de sus desmontes, va construyendo una pe­
queña casa rudimentaria.
11. Fase híbrida del doble hábitat: una parte de la familia vive
en las fincas y otros Integrantes se radican en la casa pueblerina.
12. Segunda generación: los hijos del colono, radicados en el po­
blado, se integran al primer núcleo terciario (comercio, arriería, cargos
oficiales, etc.). Pero siguen explotando las tierras por intermedio de
familiares o terceros.
13. Fase de desarrollo del poblado por medio de obras: caminos
y puentes, escuelas, capilla, etc.
14. Fase de legalización administrativa del caserío. Puede erigirse
en cabecera de un municipio.
Hemos podido comprobar cómo la dinámica misma del ciclo colo­
nizador y su movimiento rural-urbano encierran varias contradiccio­
nes; algunas de ellas impactan el espacio y participan directamente
de la configuración física de los hábitats. En cualquier región de coloni­
zación, el hachero recién llegado se ubica arriba de la zona consolidada
en la fase anterior. Iniciando su primer “ abierto” , encuentra su indis­
pensable sustento en la hacienda vecina, más abajo o en el piedemonte.
Esta última, dándole trabajo algunos dias por semana, le suministra
con el jornal los medios para proseguir en su propio “desmonte" en los
demás dias. Pero, con mucha frecuencia, al poco tiempo el colono tiene
que devolver la “ayuda" que recibió del hacendado: varios afios des­
pués su parcela se integra a la hacienda ganadera, cafetera, papera
o mixta, según el caso. Con lo anterior un incipiente hábitat denso de
colonización parcelera, se muta en uno de haciendas, con densidad
y trama de poblamiento diferentes. Asi se pasó, en las áreas rurales,
del poblamiento intensivo al poblamiento extensivo.

75
En esa dialéctica despiadada de la colonización, minifundio y lati­
fundio constituyen dos polos opuestos, pero unidos y asociados en el
proceso: una unión de contrarios. Además, durante la fase última de
una colonia rural, el aumento del número de parcelas familiares de
pan coger en producción (o el crecimiento territorial de una parcela)
provoca las condiciones del salto cualitativo y del nacimiento de una
estructura nueva: el colono se muda, sustituido por el hacendado, el
mlnlíundlo engendró el latifundio, la economía doméstica cede el paso
a la unidad productiva comercial.
Aislado en sus "abiertos" el colono es muy vulnerable a la presión
latifundista, pero logra pasar de la soledad a la solidaridad, por medio
de la fundación urbana; esta última actúa en muchos casos bajo la
presión tanto de necesidades económicas y de mercadeo, como de la
óptima cohesión de clase frente a los adversarios del campesinado.
El pueblo de colonos no sólo actúa como plaza de mercadeo para cen­
tralizar y evacuar el excedente, sino que también se convierte en el
elemento físico de cristalización de una nueva clase social y expresión
de su Ideología y de su conciencia como tal.
El conflloto social clasista, por lo tanto, estarla presente en la
génesis de numerosos pueblos nuevos ligados a la colonización popular.
Tanto en Cundlnamarca y Tollina, como en Caldas, Qulndio, Valle y
Cauca se ha podido reunir poco a poco un denso catálogo de estudios
de casos, respaldando lo anterior. Basta aquí con recordar algunos
ejemplos, en forma cronológica, para ver cómo cada uno experimenta­
rla una situación propia, un anecdotarlo peculiar, pero todos tendrían
un parto igualmente conflictivo: Manizales (1850), Villamarla (1851),
Perelra (1863), Armenla y Cal arca hacia 1885-1890, Sevilla y Calcedo­
nia hacia 1900-1910, Darlén (1910), San Antonio de Jamundl (1912),
Restrepo (1913), Cellán (1916), el oriente del Tolima y Vlllarrlca hacia
1925, Padilla y Vlllarrlca (Cauca, 1930). Aunque con modalidades dis­
tintas y en circunstancias muy diversas, sin embargo, todos estos
centros surgen como producto de agudos —y hasta violentos— antago­
nismos agrarios, y como expresión de una conciencia de clase en el
campesinado parcelen».
En todas las reglones de colonización, el primer motivo del con­
flicto social gira en torno a la dicotomía propiedad-posesión de las
tierras. Y considerada en su dimensión jurídica, la colonización aporta
en las ideas un soplo nuevo y bastante subversivo: los labradores cues­
tionan la legislación tradicional, afirman la primacía de la posesión
sobre la titulación y reivindican la prioridad del trabajo en el sitio,
sobre las escrituras archivadas en una lejana notarla. Títulos a veces
vigentes, pero con frecuencia caducos; escrituras a veces auténticas
pero muy a menudo apócrifas o falsificadas; los colonos celebran el
hecho y niegan el Derecho. Frente a una legislación arcaica y petri­
ficada, Imponen una nueva realidad y obligan al Estado a reconsiderar
las normas jurídicas tradicionales. En otras palabras, la contradicción
básica títulos-posesión y el subsiguiente conflicto en torno al dominio
de las tierras, con frecuencia Incitan —y hasta obligan— a los agredt-

76
dos a conformar un bloque de protesta compacto y unido. Este núcleo
social de resistencia, anónimo y endeble mientras queda esparcido en
la geografía, sólo adquiere fuerza y respeto cuando se hace visible y
tangible: cuando por medio de la fundación urbana se legitima to­
mando la form a física de un nuevo poblado. La misma necesidad de
enfrentar las demandas de expulsión, las escrituras de los ‘doctores",
el complicado aparato y el numeroso cuerpo Jurídico de los latifundis­
tas, suscitan la aspiración a dominar el alfabeto e Incita a la búsqueda
de la educación, para poder estudiar las leyes: lo que se concretiza en
el espacio urbano con la escuela, primer paso de un largo viaje hacia
la abogacía. Y asi sucesivamente, poco a poco, del hábitat disperso y
de la economía primaria, van surgiendo el hábitat nucleado y el polo
de economía terciarla. Concluido el proceso y visto a la luz de la
dialéctica, se puede decir que la fundación urbana se torna el contrario
y la negación de la colonia rural: se pasa de la producción en parcelas
y del hábitat disperso, a la no producción en hábitat nucleado.
También la investigación permitió establecer el carácter simbió­
tico y los fuertes nexos entre la colonización agraria y la fundación
urbana: conforman una dialéctica unidad de contrarios que no se
pueden separar. Concretamente el mallaje urbano que surge en un
frente de colonización, refleja con mucha fidelidad el éxito o el fra­
caso de la empresa agraria y se convierte en termómetro para medir
su ritmo y su destino. Muy a menudo la génesis del poblado y sus pau­
tas urbanísticas se explican, una vez elucidadas las modalidades que
rigieron la colonización rural en su entorno geográfico.
Resumiendo, se advierte cómo durante su corto ciclo vital la colo­
nia rural experimenta un desarrollo contradictorio. Con aspiración a
la sedentarizaclón, el colono-hachero establece las condiciones de su
futura trashumancla; derribando monte para permanecer en el lugar
asi mismo prepara su propia expulsión. Desmontando parcelas de
minifundios, crea las premisas del futuro latifundio y entonces la par­
cela de pan coger desaparece y se integra a una hacienda comercial
produciendo para los mercados. Con meros fines de supervivencia en
la primera fase, la colonia termina articulada a un complejo organis­
mo especulativo y comercial. El colono empieza cultivando para su
consumo familiar y termina produciendo para otros consumidores y
comprando sus propios alimentos.

Las notas anteriores tenían por objeto definir el contexto de la


génesis del centro urbano de colonización. Aclaradas las condiciones
de su gestación, resulta más fácil entender la configuración, la forma
y la naturaleza del producto físico y construido. Este camino permite
registrar diferencias y separar varias categorías Es asi que, en cuanto
a los pautas que rigen la localización, la forma y el trazado de estos
nuevos asentamientos, sólo se pueden entender diferenciando las tres
categorías ya mencionadas: pueblos de origen autónomo y popular,

77
pueblos surgidos de algún tipo de especulación y pueblos de origen
institucional estatal. El primero lo trazan los mismos pobladores, en
el suelo y con cabuya; el segundo lo diseña con planos, en una oficina
un geómetra —o un Ingeniero— contratado; el tercero se planifica
en una administración central de Bogotá.
En el primer caso es acertado afirmar lo siguiente: a la coloniza­
ción de vertientes corresponden pueblos de cordilleras, con localización
preferencia! en laderas, lomos y filos. Por el ápice de un cerro, o la cima
de una colina, circula el eje estratégico de un camino de herradura al
cual se conectan las numerosas trochas provenientes de las fincas; esta
vía es el canal ligando las áreas productivas con los centros de mer­
cadeo y con frecuencia se convierte en el lugar elegido, con anterio­
ridad e individualmente, para que cada parcelen) saque sus productos.
Cada casa-bodega se construye a la orilla del camino de herradura,
formándose poco a poco un conjunto lineal. Este primer núcleo queda
integrado en una agrupación continua y solidarla cuando por medio
de la fundación definitiva se traza una plaza y se conforman unas
manzanas regulares. Muy a menudo la dictadura de la topografía y
del camino, corriendo por un filo, determinan un asiento con marcado
carácter llneaL La plaza, con dimensiones reducidas, cuadrada o
rectangular, según el caso, adquiere un papel definido y novedoso:
ya no es el antiguo espado del poder, objeto urbano más Ideológico
que estético. Con la colonizadón de baldíos y la fundadón urbana
popular se despeja de sus atributos coercitivos y opresivos y entonces
alcanza una fundón distinta y una notable democratizadón. Se con­
vierte en espado útil del Intercambio, el lugar en donde se acumulan
las productos agrícolas, y también en “vitrina" donde los colonos
muestran, con derto orgullo, los resultados de sus esfuerzos y de su
trabajo. Es la plaza de mercado semanal y muy significativo resulta el
hecho de que, muy a menudo, a la fiesta popular de la fundadón se
asocia el primer mercado de la comunidad. No obstante, el urbanismo
espontáneo de la colonización popular, aun dominado por la tradidón
colonial espaflola y su Ideología, con derta frecuencia presenta un
dlsefto convencional y sin mayores lnnovadones. En el segundo caso,
por el contrario, se trata de un dlsefto urbanístico meramente especu­
lativo: fue solldtado a geómetras o Ingenieros por latifundistas en
apuros, comerciantes urbanos, sin olvidar una variada gama de estafa­
dores al acecho. Todos buscan con pragmatismo una cierta funciona­
lidad, la mayor efidenda y la máxima rentabilidad de la especuladón.
Por lo tanto, el plano del proyecto urbanístico presenta, por lo general,
una marcada •‘ruptura" histórica. La prioridad concedida al transporte
susdta una red diferenciada de reladones, con especificadones dis­
tintas para calles y avenidas. El espado público contempla un Juego
de plazas, articuladas, distribuidas en la traza. Ocasionalmente se se
adopta una manzana de forma rectangular. Estas son sus principales
lnnovadones.
Pero es el módulo básico del predio residencial familiar, el espa­
d o que más evidencia el origen, bien sea altruista o mercantil, del

78
poblado. Durante las pesquisas “ ln situ", el más acertado indicio y
medidor de las motivaciones de una fundación, se obtiene observando
su producto último: el solar. Determinado libremente por los
pobladores, alcanza un tamaño generoso, pero sin ostentación ni
Inútil despilfarro de terreno. Diseñado por especuladores y p a n colo­
nos, Incluye varios tamaños — y precios— y muy a menudo no es m is
que un sencillo lote para una vivienda modesta. Históricamente se
ha comprobado que esta reducción superficial y la tipología diferen­
ciada de lotes surgen a principios de siglo y tienden a generalizarse
en las fundaciones del periodo 1920-1940. SI anteriormente era muy
frecuente un frente de veinte metros, dieciocho o dieciséis. Ineco tien­
de a disminuir hasta quince, o doce, reduciéndose en ciertos casos a
diez metros de frente sobre la calle. En otras palabras, pasando del
altruismo y del bien de uso, al mercantilismo y al bien de consumo,
correlativamente se reduce la extensión del solar de vivienda: t í há­
bitat fam iliar tiende hada el mero alo]amienta Desde luego, lo an­
terior auspicia unas modlficadones urbanísticas, unos cambios arqui­
tectónicos, unas adaptaciones funcionales y unas modlficadones
constructivas.
El tercer caso opera en tí marco de unas tímidas políticas agra­
rias estatales de principios de sigla Políticas geográficamente muy
localizadas, limitadas a unas zonas marginales del país, y que tendrían
poco éxito. Por esta razón son sumamente escasos los ejemplos que
se pueden analizar aquí. El primer Intento combina la lntervendón
estatal con la penetración católica. Esta ofensiva concertada contri­
buye. en primer lugar. a desintegrar unas parcialidades aborígenes
particularmente indódles y recalcitrantes, desde t í punto de vista de
las autoridades y en segundo lugar favorece la expropladón de las
tierras resguardadas, las cuales terminan tituladas por nuevos pro­
pietarios. foráneos y mestizos. Esta política de lluuldadón de los
ressuardos fue una constante, desde la Independencia v durante todo
el siglo X IX : además, no era sino la continuidad de la estratecla
Inaugurada por Andrés Verdugo hacia 1750. Pero un paso decisivo Iba
a darse hacia finales del siglo X IX v oulzá no sobre recordar oue. con
su insólito vuelco doctrinal, Rafael Nüflez firma en pocos meses los dos
textos más contradictorios' en 1886 promulga una Constitución que
contiene una afirmación de la soberanía y la unidad nacionales y al
año siguiente firma con el Vaticano un Concordato exactamente opues­
to a estos objetivos. Quizá habla firmado la primera con la mano
Izquierda, pero arrepentido echa para atrás y suscribe el último con
la mano derecha: entrega al gobierno '‘paralelo” del Vaticano gran
parte del poder civil, en la totalidad del país. Y. como si fuera poco,
suscribe entre 1890 y 1892 varios convenios de misiones, los cuales
se fortalecen en 1898, 1902, 1908, 1928 y 1983. Según el mapa que re­
produce Víctor Daniel Bonilla, hoy en día alcansan el 72% del territorio
nacional las zonas, en las cuales tí Estado colombiano comparte admi­
nistración y poder con el Vaticana

79
t !5?r BESTREPO J9B JJlíSjüi. PADILLA- 1920

VILLAHBICA (TOLIMAI-1927

Tlpolofla predial y de manzanas


En estas inmensidades llegan hacia 1899-1905 unos misioneros
extranjeros, pertenecientes a varias congregaciones católicas, y estos
“ encomenderos del siglo X X ", como bien los llama Víctor Daniel Bo­
nilla, tratan en seguida de revivir la política española colonial de las
“reducciones de indios". En este contexto general surgen en varias
reglones unos nuevos pueblos doctrineros.
En el alto Putumayo y en el actual CaqueM, rivalizando los fran­
ciscanos Ingleses con los capuchinos españoles, van fundando unos

80
bases misioneras (es decir, meros centros de doctrina aglutinando
algunas familias nativas, reunidas “ a son de campana” ). Estos cen­
tros de catequlzaclón luego se convierten en los cinco poblados del
valle de Slbundoy; asi también surgen, entre 1900 y 1920, las aldeas
de Mocoa, Santa Rosa, Puerto Asis, Guacamayas, San Antonio de
Guamués, Florencia y Belén de los Andaquíes. La destrucción, por los
mismos "protectores de indios” , de los resguardos de Slbundoy resulta
ejemplar en su dramatismo; en pocas frases se puede reseñar asi:
Adosado a la parte sureña del Macizo Colombiano, a dos días a
pie, al oriente de Pasto, está situado el pequeño valle de Slbundoy. A
dos mil metros de altitud, en zona climática fría, tiene configuración
física de concha rodeada por unos páramos culminando a más de
tres mil metros sobre el nivel del mar; de estas montañas salen múl­
tiples corrientes de agua que confluyen allí para conformar el curso
alto del rio Putumayo; la parte plana del valle mide unos trece kiló­
metros en el sentido este-oeste y no más de siete, en promedio, en
dirección norte-sur; en consecuencia las más óptimas tierras agrí­
colas no llegan a las diez mil hectáreas.
El proceso histórico tuvo un desenvolvimiento “ clásico” entre los
siglos X V I y X IX , es decir, que no difiere del fenómeno expuesto en
el libro La Ciudad Colombiana Prehispánica, de Conquista e Indiana. En
el siglo X V I se dieron estas tierras en mercedes y unas comunidades
en encomiendas a unos españoles de Pasto, con lo cual se nuclean unos
nativos en rancheríos; en el siglo X V II se delimitan varios resguardos
y cristalizan algunos núcleos de doctrina, llamados "pueblos de Indios” ;
a mediados del siglo XVEH gran parte de la planicie ya pasó a manos de
mestizos foráneos y las comunidades entablan múltiples pleitos, para
amparar las parcialidades amenazadas por esta Invasión. Esta tenden­
cia sigue durante el transcurso del siglo X IX, favorecida por la ley “ de
igualdad” de 1821 y aquella de 1850, relativa a la división de los res­
guardos. El desenlace ocurre dentro del marco Jurídico del Convenio
de Misiones de 1890-1898: el valle de Slbundoy entra en el siglo X X con
la llegada de nuevos “protectores de indios” , supuestamente para cris­
tianizar a la población nativa y amparar sus hábitats.
Pero los monjes de la misión capuchina remodelan por completo
el hábitat territorial del valle: un camino en anillo pasando por el
pledemonte da la vuelta al valle y sobre esta Via circular se localizan
los cinco centros de doctrina. Las misiones se instalan en los viejos
poblados de Slbundoy y Santiago, remodelados para la circunstancia;
se vuelve a fundar el asiento de San Andrés y algunos años después
se agregan las fundaciones de San Francisco y Sucre (Colón luego,
llamado hoy Génova). En In parte central están las tierras agrícolas,
de las cuales unas dos mil hectáreas fueron entregadas por el Estado
a los misioneros, pero muy rápidamente los “protectores de indios"
favorecen las corrientes de inmigración exterior. Con base en la Ley
51 de 1911, fundan el pueblo de Sucre destinado a colonos mestizos,
llamados "blancos” pora la circunstancia; éstos fueron reclutados en
Antioquia, directamente por los misioneros, en flagrante contradicción

81
con las leyes que prohibían Introducir población exógena en el valle.
Según esta ley, se podr&n adjudicar hasta 50 hectáreas a cada fam ilia
de colonos traídos de otras reglones. Para eso se hizo un fondo qui­
tando tierras del antiguo resguardo, las cuales pasan bajo dominio
del departamento. En cuanto a los nativos, éstos siguen cultivando
las dos hectáreas consagradas en leyes anteriores.
Muy lejos del alto Putumayo, un nlfio asiste a un curioso es­
pectáculo en las calles de Perelra:

PEREGRINOS Y COLONOS
A través de la tierra, hacia el Putumayo.
.. En una tarde cualquiera, las calles soledosas del pueblo, se velan
invadidas por gentes extrañas, que en grupo compacto, como de procesión,
irrumpía encabezado por un fraile de barba larga, sombrero suata, cayado
de peregrino, cordón ceñido al cinto y abarcas de rudo cuero. Detrás venia
una extraña tropa, de hombres de melena descuidada, semblante cansado y
traje de pobreza; mujeres con grandes morrales a la espalda, niños de ojos
asombrados y pies descalzos, que llevaban un perro macilento, cogido a un
lazo viejo, caballejos flacos en cuyos lomos a horcajadas venia una pareja de
niños o una mujer en estado de gravidez; mozos robustos de peinilla al cinto,
mulera terciada y pañuelo de colores en el cuello ...
La caravana atravesaba lentamente la población e iban a armar sus toldas
en las afueras, por lo general en La Palmera, a la vera del camino que lleva
a Cartago.
Era el enganche que hacían los padres Capuchinos, en todas las pobla­
ciones de Antioquia, para ir a poblar el Putumayo, fundar a Puerto Asís,
abrir la selva del Amazonas, entrando por Pasto y colonizar el sur del país,
mediante auxilios del gobierno nacional. ( . . . )
Con el ánimo lleno de ilusiones, miles de unidades humanas fueron hacia
la selya lejana .. ¿qué se hicieron? Nunca lo he sabido. N i se pregonaron
sus triunfos ni se contó su tragedia.
(F . Uribe Uribe, Historia de Pereira.)

El epilogo es fácil de Imaginar. Apoyadas por los capuchinos,


sucesivas olas de colonos mestizos van titulando predios, desalojando
los parceleros nativos, empujándolos hacía las laderas deleznables o
estériles que rodean el valle; también se van apoderando de los pobla­
dos los estancieros y comerciantes foráneos mestizos. Pero fracasa la
fundación del pueblo mestizo de Sucre, protestan los colonos contra
la dictadura del clero de misiones y el presidente llega hasta hablar
en el Congreso, en 1915, de los “ misioneros comerciantes". Poco a
poco, hambrientos en sus diminutas parcelas, los cultivadores aborí­
genes las venden a sus vecinos y asi van creciendo las estancias y
haciendas mestizas. Unos parceleros em igran hacia nuevos frentes
de colonización y otros se convierten en peones de las haciendas gana­
deras, que van sustituyendo sus antiguos cultivos de legumbres y
hortalizas.
Algunas cifras ilustran este proceso y las transformaciones que
ocurrieron: en cuanto a la sustitución étnica, en 1906 se hablan cen­
sado 32 600 "indios” y 2.200 colonos mestizos foráneos; en 1933 éstos
sumaban 21.587, mientras no quedaban más de 13.997 pobladores
aborígenes. Es decir, que no quedaba sino el 40% de la población na-

82
tlva mientras se decupló la población mestiza Inmigrada. En cuanto
a la propiedad de las tierras estaba distribuida asi en 1966, según un
in form e del Instituto G eográfico Agustín Codozzl:
— M isió n ... 1.092 hectáreas, o sea el 11.6% de las tierras planas,
las cuales, excluyendo los "perím etros urbanos", totalizan 9.417 hec­
táreas.
— Colonos m estizos... 6.243 hectáreas, alcanzando el 66.4%, en
manos de 298 dueftos.
— N a tiv o s ... 2.082 hectáreas, o s e a el 22%, dividido entre 435
familias.
Como se ve, el tamafio promedio del minifundio de una fam ilia
nativa no llega a 5 hectáreas, mientras pasa de 20 la estancia de un
propietario mestizo.
En cuanto al m allaje de núcleos urbanos, vemos cinco pequeños
poblados a poca distancia uno del otro, a veces a menos de cinco kiló­
metros; compiten y se obstaculizan mutuamente sin que logre surgir
alguno de ellos. Los primeros habitantes de Sucre fueron emigrando,
y en 1935 la aldea no pasaba de 896 personas; bautizado Colón se
vuelve cabecera de un municipio, en el cual se registró en 1938 una
población de 6.859 habitantes; en 1951 habla bajado a 6.744 personas,
viviendo apenas 480 en la cabecera. Estancada la demografía, en
1964 se censan 6.937 habitantes en el municipio, de los cuales 454
están en el poblado. La crisis persiste en 1973, registrándose 6.699
habitantes en el municipio y en el pueblo 107 viviendas albergan 696
personas; Colón se mutó en Génova y en 1985 ha disminuido a 628
habitantes. En la totalidad del municipio sólo se cuenta con 1.737
viviendas (Incluyendo los otros cuatro pueblos del valle), para una
población total de 8.461 habitantes, con residencia rural en un 92.6%,
según el DAÑE.
La conclusión es muy sencilla: gracias a sus benefactores oficia­
les, una comunidad aborigen perdió en dos décadas, lo que habla
logrado conservar durante tres siglos. Con el beneplácito del Estado,
su respaldo jurídico y su apoyo financiero, en menos de veinte años los
capuchinos "protectores de indios” , en asocio con cultivadores mestizos
contratados afuera, hablan logrado liquidar los vestiglos del hábitat
de una comunidad indoamericana: destruyendo lo que habla resistido
a siglos de embates externos.
Esta breve reseña relativa al valle de Slbundoy tiene un doble In­
terés:
a ) Durante el periodo aquí examinado, las corrientes de coloni­
zación, en varias reglones, contribuyen a la descomposición acelerada
de los hábitats aborígenes y a la sustitución étnica, con marcado avance
de la población mestiza;
b) La acción combinada del Estado y de los misioneros coadyuva
a la liquidación territorial de las comunidades aborígenes y concluye
con la entrega de sus hábitats al campesinado mestizo. Este mecanls-

83
Fuente Víctor Daniel Bonilla
Territorio* 4c millones en Colombia, IMS

mo de cooperación opera en todos los territorios de misiones; se com­


probará más adelante, con el caso de la colonia estatal de Cupica-
Solano.
Otro intento remite al fracasado programa estatal de colonización,
dirigido desde el Ministerio de Industrias, bajo los gobiernos de Miguel
Abadía Méndez y de Enrique Olaya Herrera. Que se sepa, el descalabro

84
inmediato de esta última empresa no dejó sino dos productos "urba­
nos” : uno de ellos fue el campamento de La Colonia del Sumapaz; el
efímero pueblo de La Colonia, ya citado anteriormente, el cual desapa­
rece en 1955, durante la “ Guerra de VUlarrlca” . El único que perma­
nece hasta hoy, es el centro administrativo de la colonia estatal de
Bahía Solano-Cuplca: el poblado de Puerto Mutis.
Para su planificación racional, los ingenieros del Ministerio de
Educación Nacional diseñaron un deslumbrante plano director de
urbanismo: consultando los postulados del planeamiento urbano mo­
derno, presenta notables influencias europeas en su concepción. El
r&pido fracaso de la empresa agraria explica el descalabro que afectó en
seguida a un ambicioso proyecto de ciudad-puerto; nunca pudo pasar
del reducido tamaño fisico-demogr&fico de un lánguido pueblo carente
de estímulos productivos. Lanzado en el espacio virgen selvático — a
la manera audaz de los primeros pueblos de conquista— no se apo­
yaba sobre una exigencia social surgida del entorno productivo, sino
que la antecedía. En estas clcunstanclas no era la respuesta indispen­
sable a una necesidad vivida, sino que la precedía. Con estas premisas,
estaba tan condenado el Puerto Mutis de 1935, como lo habla sido
la Buenaventura, fundada por Ladrilleros y Andagoya en 1540.
Aquí falta para reseñar una categoría dual y ambigua, en la cual
se entrelazan las motivaciones y las acciones, articulando lo rural con
lo urbano, combinando la gesta popular inicial con la intervención
final del Estado; se trata de las colonizaciones negras y mulatas ope­
rando después de la manumisión de los esclavos en ciertos latifundios
de la costa y en las grandes haciendas ganaderas del Valle del Cauca.
Más adelante se dedicarán algunas páginas a estos asentamientos.

• • •

, Para entender la arquitectura de la casa pueblerina, es preciso


recordar que su gestor, constructor y usuario es este mismo cultivador
que baja de la ladera, detrás de una muía arrastrando guaduas o
tablas. Habla construido la casa de la finca, bajo la presión de varios
condicionantes, como éstos:
— La autoconstrucción familiar empírica.
—El uso privilegiado (bien sea parcial o exclusivo) de materiales
naturales vernáculos, de fácil consecución en el entorno geográfico
Inmediato.
—La necesidad de diseñar una casa "total", combinando los es­
pacios residenciales y laborales.
Pero esta vivienda rural experimenta una evolución ajustada a la
situación de la familia. El primer albergue del colono, con mucha
frecuencia, no pasa de ser un rancho rudimentario, utilizando los
vegetales en su estado bruto o con mínima elaboración. Con la consoli­
dación económica del granjero, el crecimiento de la familia, la dlversi-
flcaclón de las cosechas y el prestigio resultante del éxito de la empresa
familiar, se reúnen las condiciones para una vivienda más amplia y

85
cómoda, es la casa de fin ca del colono acomodado, usando m ateriales
mixtos (tierra y maderas), tejas compradas, o enteram ente edificada
con maderas labradas y con una elaboración más refinada. Se carac­
teriza el tipo más difundido por una volum etrla baja, una planta con
cuerpo único alargado o en L ; un amplio corredor cubierto y frontal,
el cual puede ser doble, anterior y posterior. Sus analogías con la
casa de la hacienda “señorial" no excluyen que este modelo haya
actuado como reminiscencia y referencia en la mente del agricultor.
Y cuando éste se muda al poblado, traslada al espado urbano toda
una vida de prácticas, conductas y modales propios de su situación
social concreta de hombre del campo, criado en un ambiente de
“ cultura agraria” . Tien e que realizar un largo recorrido m ental, desde
la vida Individual aislada hasta un hábitat común y compartido, y
la conciencia de su partidpaclón en la elaboración de un nuevo esce­
nario colectivo. Obviamente, en el nuevo poblado el espacio adquiere
“ urbanidad” : se “urbaniza” el suelo primero que la m ente; están sur­
giendo dudades edificadas y habitadas por campesinos. Cada uno,
por medio de prácticas sociales vividas individualmente, poco a poco
llega a Integrarse a una conciencia colectiva y a una mentalidad
urbana: entonces de las prácticas de ciudad puede surgir lo que suele
llamarse una “ cultura urbana” .
La casa del colono en el pueblo recién fundado, en la fase In ld a l
no difiere mucho de aquella en la finca. Bajando de la m ontaña para
radicarse en el poblado — donde, en muchos casos, sólo permanece
en form a ocasional o cíclica— el campesino transfiere sus costumbres
habltaclonales en un marco urbano. Con frecuencia, la arquitectura
urbana reproduce la casa campesina, pero Inserta en una manzana
y construida en un solar alinderado. Es decir, que pasando de la fin ca
rural al pueblo, el colono enfrenta una situación catastral nueva, y
de ésta surge un problema constructivo antes desconocido. L a vivienda
rural podía extenderse; en el pueblo tiene que ajustarse a un predio
catastral, a un espacio limitado y que, además, está rodeado de uni­
dades vecinas similares. La casa rural podía elegir su ubicación en la
geografía, privilegiando sitios abiertos y sin obstáculos, por ejemplo,
construyendo sobre una pequeña meseta absolutamente plana. En el
pueblo con frecuencia se adjudica al futuro morador un espacio des­
nivelado, o muy pendiente. Este tendrá que pensar en estas lim ita ­
ciones, compactar la vivienda en un predio que tiene lím ites y vecinos;
la casa se moldea para caber en un solar, que mide entre 10 y 20 m e­
tros de frente por 20 ó 40 de fondo, “de centro” como se dice.
Sin embargo, dado su origen social, cambia por completo el con­
cepto de la vivienda urbana que reinaba desde el siglo X V I. Se pasa
de la casa-claustro, ciega y encerrada sobre si misma, a la casa-
mirador; para ver y no, como antes, para ser vista. Con lo anterior
se evidencia una notable fisura en las anticuadas pautas culturales
del control social.
El nuevo modelo de vivienda rechaza el encierre de la casa “ con­
ventual” , con su rígida planta en form a de claustro: centrada sobre

86 I
el patio Interior, espacio de la reclusión — de las mujeres— , práctica­
m ente sin vistas hacia el exterior. El colono trae de las laderas el
m odelo de una casa rural con espacios de trabajo, de secado o de
alm acenaje en corredor bajo amplio alero, convertible a la hora del
descanso en galería para sentarse, charlar y “ divisar"; llegando al
pueblo, con cambios menores, la adapta y la transforma en modelo
urbano. P o r eso el patrón arquitectónico traído de los desmontes, tiene
un marcado carácter extrovertido. Se abren múltiples vanos sobre la
calle y el fondo del solar; se multiplican los balcones en fachada y
corren en segunda planta amplias galerías, posteriores o laterales,
m irando sin tem or a la calle o al jardín del solar. Aprovechando la
topografía y las fuertes pendientes, desde este mirador, por encima
de las demás casas se contempla la plaza o el cercano entorno agreste.
De hecho, el paso del pueblo de topografía plana al de laderas, fa vo ­
rece la búsqueda en las visuales exteriores y el disfrute de la comu­
nicación con los espacios públicos. La geografía y los desniveles incitan
a una concepción “ abierta" de la relación entre la casa y su entorno;
se form an novedosos nexos visuales entre el espacio privativo fam i­
lia r y el urbano colectivo, entre arquitectura y urbanismo.
En estas calles Inclinados se forma una doble hilera de casas
superpuestas, preludio a lo que serla posteriormente la vivienda uroa-
na escalonada. Cada casa es como un monumento glorificando la
m adera: en su Interior el visitante recorre un verdadero museo pro­
longando el universo vegetal, en el cual se gestó. En la estructura se
asocian el bambú y la guadua con las maderas duras, como el gua-
yacán am arillo o el cedro; se usa la guadua en esterillas para cielos-
rasos o paredes repelladas y las macanas de chonta, en las barandas de
corredores y balcones; la cafia brava se asocia con las maderas labra­
das en los entechados; y en las paredes, los vanos, los pisos, los aleros,
los marcos de las puertas y de las ventanas reina la tabla aserrada.
En las divisiones Interiores se observa una exuberante decoración, en
la cual la expresión creativa de los artesanos se manifiesta en la talla
de molduras, postigos escultados con arabescos y rosetones y los enca­
jes de las rejillas y celosías. Con esta profusión vegetal la casa pro­
longa la epopeya silvestre de los hacheros.
Asi, en las tres cordilleras desde el sur de Antioqula hasta el
occidente de Cundinamarca, pasando por el Quindio y el Tollma, lle­
gando hasta el Valle y las dos cordilleras caucanas, numerosos po­
blados de laderas originados en la colonización, fundados entre 1880
y 1930, presentan durante este periodo una amplia gama tipológica
de arquitectura. L a colonización popular agraria elabora sus propias
expresiones plásticas de amoblamiento espacial, tanto urbanístico
como arquitectónico: son manifestaciones regeneradoras, genulnas y
autóctonas, sumamente creativas, con un marcado carácter nacional.
Pero esta perspectiva de una arquitectura autodidacta no tendría
mayor desarrollo y sus tendencias serían frustradas en pocos años.
D el seno de la colonización surgía un edificio social estructurado y
complejo, en el cual se Iba a destacar un grupo dominante y adinerado,

87
que iba desligándose del mundo de esa colonización. A cambio del
café empezó a importar cemento, hojalata, hierro, rosetones m etá­
licos prensados, cerámica, vidrio y también arquitectos franceses e
Italianos. La corriente nacional, gestada en el mundo del campesinado
de vertientes, se vio contrariada por los mercaderes mirando hacia
París o Florencia. En busca de una arquitectura “ culta” , iban a im­
portar los modelos europeos de la prestigiosa arquitectura “ neo-clásica” .
Con toda evidencia, durante este periodo que corre desde Rafael
Núñez hasta Enrique Olaya Herrera, entender la variedad estilística
y constructiva nos obliga, más que nunca, a identificar y ubicar en la
red urbana los múltiples agentes sociales de la producción arquitec­
tónica; sólo asi podemos detectar su dualidad y localizar sus dos
principales vertientes expresivas. Pues de la colonización de baldíos
en el “triángulo central” se desprenden dos corrientes formales, dis­
tintas y hasta opuestas, cada una con marcado sello clasista. Por una
parte, surge una vigorosa arquitectura rural y urbana empírica, pro­
fundamente popular en sus protagonistas, éstos con nítido Instinto
nacional. Tendría múltiples expresiones estéticas, pero a partir del
uso de las maderas vernaculares y de tecnologías genuinas, a veces
sumamente renovadoras y creativas. En el otro polo se destaca una
arquitectura urbana marcadamente elitista y extranjerizante, dando
resueltamente la espalda a lo nacional; se caracteriza por la impor­
tación de modas, de estilos, de arquitectos, de materiales básicos de
construcción y hasta de la quincallería decorativa. Aquí la guadua y
el techo de astillas, acá el cemento y el zinc, en un mismo momento y
lugar. De un mismo fenómeno social, surgen dos Ideologías divergen­
tes y dos maneras de construir la casa. Como dijo alguien: "No se
piensa igual en un castillo y en una choza."
Caducas las ciudades del poder político, ceden paso a los centros
del nuevo mando económico; son derrotadas las ciudades de los pró-
. ceres por las de los mercaderes.
La confrontación entre los siglos X V III y XX, y entre valles
y vertientes, tiene como consecuencia la crisis del sistema urbano
español y el auge rápido de la ciudad surgida de la colonización cafe­
tera. En este sentido, la colonización cafetera de los baldíos de laderas
no sólo actúa como origen de una nueva ciudad, sino también como
sepulturera de la ciudad Indiana. Al respecto, resulta muy Ilustra­
tiva una comparación entre Manlzales y Popayán, por insólita que
les parezca a los manizalefios y por lo chocante que resulte para los
payaneses: de hecho, es algo cruel contrastar el rápido surgimiento de
la primera con la lenta agonía de la segunda.
Tomando la arquitectura como termómetro, vemos cómo esta se
estancó en Popayán. Después del terremoto de 1766 se construyeron
las extensas casas enclaustradas de las más ricas familias de la ciu­
dad: latifundistas y mineros esclavistas: civiles unos y prelados otros.
Estas casas, en definitiva, nunca pasaron del número de diez, pero
en esa misma época ninguna vivienda de Buga y Cali podía rivalizar
con ellas, en extensión y en lujo, y un siglo después, se seguía cons-

8B
ANSERMA

A m m o ia

truyendo según el mismo patrón. Hacia finales del siglo X I X , m ientras


modestos cacharreros boyacenses abren un tienda en Popayán (h e r ­
manos R ey es), un aventurero ruso-americano, con mucho más o lfa to
que ellos, planta su carpa en Llanogrande; debajo de la bandera del
consulado de los Estados Unidos, abre su almacén de im portación, en
la plaza de Palm ira. Siguiendo su ejemplo, una vez abierto el Canal
de Panamá, algunos importadores-exportadores se radican en Cali,
en donde poco después introducen la "arquitectura francesa", en sus
mansiones y edificios comerciales.
En estos mismos aAos Papayán queda sumida en una profunda
depresión económica y no florece el nuevo modelo de arquitectura
residencial en la vieja ciudad indiana. Eso, más que un hecho estético,
se considera como un drama social en su dimensión histórica: la deca­
dencia de una ciudad, como consecuencia del ocaso de una sociedad,
y no puede estimularse una arquitectura de ruptura en un conglom era-

>
89
4o estático y eontlnuista. Por lo tanto, al contrallo do lo que romos ea
Bogotá, Cali. BfodeUln, Bocaramanga. Cartagena y Barmnqullla, os
muy ir s w la producción arquitectónica neo-clásica en Popayán. su
catálogo so limita a unas pocos edificios religiosas y do gobierno,
que caben en las cuatro mansanas del marco de la plaza. No so ron
hileras de edificios comerciales en callas dedicadas al negocio, ni tam­
poco un barrio nuevo, con las mansiones y los palacetes extravagantes
de los nuevos ricos. le que la dase dirigente de Popayán. entonces,
no estaba conformada por nuevos ricos, sino, al contrario, por
antiguos ricos en creciente pauperización, quienes con pocos medios,
pero mucha tradición, seguían viviendo discretamente en sus cesas
enclaustradas. No necesitaban ninguna "vitrina” sobro la calle para
Identificarse en una ciudad donde, deede siglos atrás, sus ancestros
tenían "solar conocido” .
Por el contrario, en una dudad nueva y sin pasado, como Mani-
aales, una clase social de aparecidos recién llegados y completamente
desconocidas llama la atención con sus casas, señala su presencia
con una prestigiosa vitrina residencial, y afirma su éxito y su poder
por medio de sus fachadas.
Sin embargo, a principios de nuestro siglo la clase dirigente de
Popayán sigue con la pretensión de dirigir si país desde el Cauca
Orande. Be aferra en Bogotá a un poder Ilusorio, Ignorando que el
poder político real ya se transfirió a Barranquilla, Medellin, Bucara-
manga o Mantéales. La dudad sigue produciendo legiones de abogados,
exportando presidentes y letrados, y hasta malos poetas, dicen algu­
nos. Mientras tanto el poder de hecho ha pasado a manos de iletrados,
con registradoras y calculadoras, radicados en las nuevas dudadas;
analfabetas, pero expertos en sembrar, comprar y exportar café. No
son leguleyos y quizá Ignoren el código civil, pero se conocen de me­
moria el código de comercio y los reglamentos aduaneros de seis países.
Popayán habla sido desde su fundación una dudad de castas y
pretendía seguir tan inmutable como ellos. Desde hace tres siglos un
reducido grupo social dirigente y petrificado se aferra a dos calles
de otras épocas, es el mismo barrio, del mencionado grupo desde el
siglo X V m ni cambió, ni creció, ni se mudó, pero si se amigó. Ma-
nlsales fue desde su nacimiento una dudad de clases, enfrenta­
das y en lucha, tan dinámica como ellas. En movimiento y cambio
continuo, su grupo motor, si es el caso, modela la dudad, la cuestiona
y la transforma; su élite cambia y se mueve en el espado, con sus
barrios nuevos, se traslada de un sitio a otro
Mientras Popayán quedaba silenciosa e Inmóvil, Manlialcs Iba
experimentando olas continuas de mutaciones. Al fin y al cabo, en
Popayán el oro no produjo, durante unos tres siglos, más que unos
cuatro o cinco templos y dies mansiones. En Manlsales, en cincuenta
años, el café produjo primero la eclosión de la dudad y luego su reno­
vación arquitectónica, en varias oportunidades. Asi se pudo comprobar
cómo d pulso del cambio social nutre las transformaciones espacia­
les y estéticas. Se articulan el surgimiento y la decadencia de los gru-

90
l’ U n o ém M u lu in

9!
pos sociales, con la elaboración de su Ideología y su expresión plástica
por medio del urbanismo y la arquitectura. Asi se pudieron asociar en
Manizales entre 1870 y 1930 tres momentos arquitectónicos muy defi­
nidos; establecer los nexos, en cada momento, entre la producción
arquitectónica y la Ideología dominante; relacionar las ideas con el
rechazo de lo vernáculo y la introducción de nuevos materiales y
técnicas de construcción exógenos. En resumen:
—Entre 1850 y 1880 se construyen en bahareque, de “ vara en tie­
rra" y techo de paja, pequeños ranchos bajos de colonos trabajadores,
peones de desmonte, arrieros, etc.
—Entre 1880 y 1925 se generaliza la casa de dos plantas con es­
tructura de guadua y paredes de madera, con techo de teja de barro,
técnica Introducida por antiguos colonos exitosos, vueltos comercian­
tes urbanos.
—Desde los años 1920 hasta los cincuenta se construye en el
centro en tres o cuatro plantas, con materiales Importados como
hierro, cemento, hojalata, techo en zinc y ladrillo cocido local. Plan­
tadores cafeteros y grandes negociantes del grano, comerciantes Im­
portadores y banqueros, constituyen el grupo social estimulando este
cambio.
Quizá sea el momento para Introducir algunas observaciones:
a) Comparando nuestras pesquisas con los trabajos de varios In­
vestigadores (como son Lorenzo Fonseca, Alberto Saldarrlaga, Harold
Martínez y Néstor Tobón, entre otros) se evidencia que la llamada
arquitectura “republicana" no es una sino múltiple, y su di versifica­
ción surge del mismo espectro social, de la variedad de la demanda
y de los productores y protagonistas. Por lo tanto, dicho periodo pre­
senta una producción más abundante y rica, de lo que generalmente
se registra en la historiografía de la arquitectura.
b) Rechazando la tutela cultural española, la nueva clase diri­
gente urbana Introduce, con la arquitectura "neo-clásica", una triple
dependencia:
—Ideológica y cultural, con marcada Influencia estética francesa.
—Técnica y tecnológica, con la contratación de arquitectos ex­
tranjeros, para el diseño de los proyectos y la ejecución de las obras.
—Económica, con la compra onerosa de materiales Importados.
Cerrando este paréntesis se puede presentar la conclusión de la
‘‘confrontación" entre Manizales y Popayán. Visto a la luz de la sen­
cilla aritmética demográfica, el desenlace no deja dudas: con apenas
setenta años, Manizales hacia 1920 ya contaba más de 20.000 habi­
tantes; en 1938, festejando sus cuatrocientos años, Popayán no regis­
traba más de 18.000 personas; en el mismo año Manizales pasaba de los
51.000 habitantes. Manizales habla sido la negación y la antítesis de
Popayán; no es nada sorprendente que ambas ciudades se hubieran
enfrentado en guerras durante el siglo XIX.

92
* * •

Iniciándose el presente siglo, en un país que cuenta con 4 mi­


llones de habitantes en 1905, un sector progresista de la clase dirigente
mercantllista, sometida y aliada a los grandes Intereses económicos
extranjeros, se empeña en quebrar los obstáculos del fraccionamiento
territorial y de laB “Ínsulas" inconectas, trabas sobre los cuales pros­
peraban los feudos comarcales y regionales, frenando el proceso de
Integración nacional. El incentivo de este proceso se encuentra en
gran parte en el desenvolvimiento Impetuoso de la economía cafetera
y su doble mercado: externo (exportación del grano) e Interno (Im ­
portación de mercancías manufacturadas). Es lo que los economistas-
historiadores llaman "la formación del mercado nacional” . Estas con­
diciones, uniendo las exigencias externas de potencias dominantes y
sumadas al desarrollo del capitalismo mercantil interno, contribuyen
a la progresiva unificación territorial nacional y favorecen el salto
hacia una nueva formación espacial. En estas condiciones la coloni­
zación de laderas actúa como sepulturera del espacio colonial, limitado
a las sabanas y valles planos. Aquí es preciso señalar que ayudó mucho
en la comprensión de este fenómeno el texto teórico de José Stalin,
El Marxismo y e l Problema Nacional, escrito en 1913 y en el cual se lee:
L a nación no es solamente una categoría histórica, sino una categoría
histórica de una determinada época, de la época del capitalismo ascensionaL
El proceso de liquidación del feudalismo y de desarrollo del capitalismo es,
al mismo tiempo, el proceso de la agrupación de los hombres en naciones.
A si ocurrieron las cosas, por ejemplo, en la Europa Occidental. Los ingleses,
los franceses, los alemanes, los italianos, etc., se agruparon en naciones bajo
la marcha triunfal del capitalismo victorioso sobre el fraccionamiento feudal.
El problema fundamental para la joven burguesía es el mercado. Dar
salida a sus m e r c a n c ía s y salir vencedora en su competencia con la burguesía
de otra nacionalidad: he ahí su objetivo. De aquí su deseo de asegurarse *‘su”
propio mercado "nacional” . El mercado es la primera escuela en que la bur­
guesía aprende su nacionalismo.
La captación especulativa y mercantllista de la producción, su
evacuación y exportación, operan en favor de determinadas plazas
con condiciones óptimas. En ellas, la banca y el comercio de Impor­
tación-exportación se radican en forma hegemónlca y en adelante
Ignoran el arcaico sistema urbano español colonial. De la misma ma­
nera en algunos centros indianos la nueva clase dirigente sepulta a la
anacrónica arquitectura colonial y adopta con entusiasmo la presti­
giosa francesa e italiana neo-clásica. Con el uso del hierro y del ce­
mento va cambiando la silueta del centro de la ciudad, se rompe su
horizontalidad cuando bancos, edificios comerciales, hoteles y goberna­
ciones se construyen con tres y cuatro plantas en los alrededores del
parque, desalojando a las últimas casonas del siglo XV III.
La Iglesia Católica no se salva de esta dudosa “modernización” y
también en la arquitectura religiosa opera una vigorosa reacción
contra la tradición colonial.

93
Durante tres siglos la arquitectura sagrada se caracterizó por una
modestia y una discreción, llegando en no pocos casos hasta la humil­
dad. Tanto la pobreza generalizada de los clérigos y de sus feligreses,
como los mismos limitantes tecnológicos, imponían un edificio cons­
truido con materiales vernáculos de fácil manejo, de reducidas pro­
porciones, con volumetrla compacta y una silueta baja, de tal modo
que el templo presentaba un desarrollo horizontal que no alteraba
la silueta baja del conjunto urbano circundante, conservando éste una
notable unidad: esta era la regla general actuando desde Santa Marta
hasta Pasto. La confirman algunas excepciones tardías (en vísperas
de la Independencia, cuando no postcolonlales) en Mongui, Santa Fe
de Antloqula, Zipaqulrá, Chlquinquirá y Bogotá, todos lugares en don­
de se Invirtió este modelo por medio de la verticalidad.
Pero confundiendo quizá el exhibicionismo provocador con el pres­
tigio, o asociando el gigantismo con la monumentalldad, la Iglesia de
la República iba a sacrificar deliberadamente el buen gusto a la vul­
garidad ostentosa y babilónica. De paso, curas y prelados decretan en
forma arbitrarla la condena a muerte de numerosas joyas de los siglos
X V II y X V III, convirtiéndose en los más radicales verdugos del legado
arquitectónico religioso Indiano. Como bien observa Alberto Saldarrlaga,
destruyen sistemáticamente esta página de la historia “ para dar Ima­
gen moderna a sus vetustas creencias''. Además, después del susto pro­
vocado por los gobiernos de “libres pensadores, ateos y masones’* del
medio siglo, esta reacción agresiva de la Iglesia mucho se parece a
una revancha extremista del Vaticano; de hecho, se recrudece des­
pués de la firma del Concordato de Núfiez. Aquí no sobra recordar
que igual cosa ocurría en los mismos aftos en Francia, después del
sangriento aplastamiento de la Comuna: la gigantesca basílica del
Sagrado Corazón de Montmartre se construyó, entonces, en "expiación
de los crímenes contra la Iglesia''.
Pero los plagiarlos andinos de las altas catedrales europeas no
advirtieron que éstas se insertaban en un entorno Igualmente vertical;
desde la Edad Media las ciudades se compactaban por medio de la
construcción en cuatro, cinco o seis plantas, con tres a cuatro metros
por piso. Los esperpentos arquitectónicos de “la revancha'' iban a
apabullar, sin clemencia, un ámbito pueblerino que nunca pasaba de
dos plantas. Entonces es cuando el edificio del mito se torna adefesio;
se levantan paquidérmicas catedrales y basílicas, destacando aquellas
de Popayán, Medellln, Buga, Bucaramanga y Manizales. Difundiéndose
esta ideología confundiendo fe y tamaño se riegan en Antloqula enor­
mes templos, atropellando y aplastando los nacientes pueblos de colo­
nos, Abejorral, Sonsón, El Jardín, etc. El caso se tom a caricaturesco
en Jerlcó, en donde un templo “ gótico" de tamaño fenomenal termina
derrotado por la competencia de una gigantesca basílica “ románica",
según parece copiando las dimensiones de Villa Nueva. Como vemos
en la montaña fácilmente puede el gótico anteceder al románico. Des­
de luego la racha tenia que invadir el antiguo Caldas y no se salvaron
Aguadas, Riosudo, Anserma y Salamlna; ni mucho menos Armenla,

94
Calarcá y Circasla. No obstante, en nuestra opinión ganarla este con­
curso regional andino de mal gusto la desmesurada María Inmaculada
plateada de Fllandla.
Principiando el siglo esta tendencia llegarla Inevitablemente con
los capuchinos y franciscanos a los territorios de misiones. Entonces
frailes espafioles, franceses e Italianos rivalizan en dimensiones espec­
taculares en Puerto Asís, Slbundoy, Mocoa, cuando no en un Quibdó
que no alcanza 5.000 habitantes, o en el caserío de Tadó, que no con­
taba entonces más de 300 casas. Pero se lograrla hacia 1930-1940 en el
caserío naciente de Puerto Merízalde la obra maestra del desprecio de
un hábitat, del atropello de un ámbito aldeano, de un entorno natural
y de una comunidad, y del derroche de medios en la máxima miseria
humana: la megalomanía agresiva de un misionero espafiol, asociada
con la desafortunada docilidad del arquitecto suizo Ramelll, produ­
cirían este aplastante testimonio de incultura y prepotencia colonia­
lista: el gigantesco templo en cemento y hierro, surgiendo de la selva
del río Naya como una nueva Opera de Manaus.
Resumiendo: surgida de una reconquista ideológica provocadora
y del Concordato, actuando como su Instrumento político, la arquitec­
tura religiosa gigantesca y ecléctica, desde finales del siglo X IX, ex­
presa en forma diáfana un momento de las relaciones entre el Estado
y el Vaticano: es arquitectura del Concordato y de su victoria, ade­
cuada forma de un determinado contenido.
Socialmente, se observan el ascenso y el poder de los grandes nego­
ciantes dependientes del comercio con Inglaterra. Llegan a conformar
en sus bancos, clubes y cámaras de comercio un bloque de poder eco­
nómico y político, dominando la vida de las ciudades y plazas comer­
ciales, desde fines del siglo X IX hasta bien entrado el XX. Indicadores
de ello son el club, el teatro, la cámara de comercio y la plaza de
mercado. Cristalizan la expresión simbólica y arquitectónica de la agre­
miación de Individuos solidarizados por Intereses y conscientes de que
son Integrantes de una clase, unida por sus disputas con otras.
Pero mientras ocurre lo anterior, opera paulatinamente un
“cambio de mando’* en Colombia. Muy temprano, en 1865, son Inge­
nieros de una empresa yanqui aquellos que construyen la primera
linea telegráfica Bogotá-Puerto Nare, con sus antenas posteriores
hacia Medellin y Manlzales. Mientras tanto se funda en 1864 en Bo­
gotá el banco británico "London, México and South America Bank".
No obstante, en 1880 es en Nueva York donde el gobierno central con­
sigue un empréstito bancario pora solucionar la crisis fiscal. Poco
después hasta la propia plata colombiana viene “ del norte"; bajo el
régimen de Núfiez, en 1887, es una fundición norteamericana la que
acuña la moneda de 50 centavos; en 1882 llegan de Flladelfla los co­
ches importados por la compañía norteamericana del tranvía de Bo­
gotá. Igual cosa ocurre en 1885 en Medellin y, como se dijo, el contrato
con el municipio estipula que el tranvía debe ser "del modo como
funciona en las calles de Nueva York". Por fin, entre 1889 y 1898

95
diversas empresas yanquis instalan las primeras plantas diesel para
redes de energía domiciliarla y alumbrado público en Panamá, Santa
Marta, Barranqullla, Cartagena, Bucaramanga y Medellin, entre otras.
Esta primera ola de la penetración estadounidense tiende a mermar
durante la Guerra de los Mil Dias, pero apenas terminada ésta, se
reactiva en seguida.
Concretamente entre 1903 y 1930 el país pasa de la dominación
europea a la órbita norteamericana, creciendo ésta bajo la doctrina
del banquero-presidente, Teodoro Roosevelt, pero siguen un camino
los aconteceres sociales, políticos y económicos; y un camino distinto,
dlacrónico, o mejor desfasado, las influencias culturales y estéticas.
Para citar un ejemplo concreto, hacia 1920 los arquitectos — como los
niños— aún vienen de París y desde 1900 los presidentes de Colombia
se importan de Washington. El reajuste opera en la década siguiente,
pues en 1930 ya se "corrigló" el desfase: tanto Olaya Herrera como la
misión Kemmerer o John Wootard y los ingenieros de Bocas de Ceniza
y del muelle de Buenaventura se contrataron en Washington y Nueva
York.
Desde el punto de vista del manejo de estas indagaciones, lo
anterior nos lleva a admitir y a considerar en ciertos momentos un
choque y, a veces, una superposición entre influencias técnico-estéticas
diversas; momentos en los cuales se hace difícil, o confuso, saber qué
es de quien. Por eso se tuvo que manejar siempre una doble perlodl-
zación, considerando el desfase entre esencia social, corrientes esté­
ticas e influencias culturales, la cual se revela indispensable para
entender la duplicidad que se presenta en periodos de “ relevo" y de
transición. En efecto, en cuanto a la doble perlodlzación (social y
estética) adoptada aquí, no se pueden ocultar ciertas dificultades. La
parte central de cada periodo no presenta mayores escollos, siendo que
reúne un conjunto de características nítidas y unificadas, asegurando
su consistencia y homogeneidad. La cuestión se hace más ardua en
cuanto a su inicio y declinación, momentos duales durante los cuales
las secuelas del periodo anterior se juntan con las premisas del si­
guiente. Para resolver esta dificultad se tuvo que seleccionar los
hechos más significativos, expresando el paso de un periodo a otro:
primero en el campo social, luego en las manifestaciones estéticas.
Si tomamos como ejemplo el concepto de “cambio de mando” y como
caso el paso del dominio mercantil británico al financiero norteameri­
cano, se acogieron los siguientes hitos socio-poli ticos:
a) 1903. Secesión de Panamá.
b) 1900-1905. Política expanslonlsta de Teodoro Roosevelt. Crea­
ción de la bolsa del café, en Nueva York.
c) 1904-1909. Concesiones de Rafael Reyes a firmas norteamerica­
nas, del sector primarlo.
d) 1914. Primer acuerdo de indemnización con Estados Unidos
por la pérdida de Panamá. Apertura del canal.
Primera Guerra Mundial y calda del comercio entre Colombia,
Inglaterra, Francia y Alemania.

96
e) 1918. Estados Unidos adquirió el predominio en el comercio
de importación-exportación en Colombia.
f ) 1922-1925. Primer auge de la exportación cafetera, principal­
mente hacia Norteamérica.
g ) 1923. Washington manda la misión monetaria de Edwin
Kemmerer.
h ) 1923-1927. Pago de las cuotas anuales de la indemnización de
Panamá.
i) 1920-1930. Numerosos préstamos de los bancos de Nueva 7ork
para obras públicas, el canal del Dique, los muelles de Buenaventura
y Barranqullla, Bocas de Ceniza, tramos de los ferrocarriles, cables
aéreos de Caldas y otros.
] ) 1925-1930. Radicación en el país de firmas de Estados Unidos.
Registro en el Diario Oficial de numerosas marcas norteamericanas.
Llegan “ urbanlzadores", Ingenieros y arquitectos de Norteamérica.
k ) 1930. También de Washington llega el nuevo presidente de
Colombia (Olaya Herrera), según una tradición que venia desde
años atrás.
l ) 1930. Llega la segunda misión del experto monetario Edwin
Kemmerer.
La anterior nota quizá permita entender el curioso matrimonio
que se celebra en los afios de 1920, entre la arquitectura francesa y
el urbanismo norteamericano.
Recuérdese primero que en las regiones económicas nuevas, la
clase social dominante que va emergiendo de las plantaciones cafe­
teras o del negocio del grano, se afirma fundando ciudades nuevas,
por ejemplo, el grupo Calcedonia, Sevilla, Calarcá, Armenla, Perelra,
Manlzales v La Virginia. Pero cuando este grupo social surge en ciu­
dades existentes, entonces su Impacto se da en dos lugares de la ciudad.
En una primera fase tiende a recuperar, conquistar o renovar el centro
tradicional, expresando asi un primer rechazo a lo colonial. Luego
esta negación y ruptura se hacen más radicales por medio del aleja­
miento. de la distancia y de un conjunto nuevo homogéneo: es cuando
este grupo social preconiza y edifica un barrio nuevo, exclusivamente
suvo. Más que de la “sociedad” nativa de la ciudad, este nuevo barrio
surge de recién llegados: precisamente, por expresar su ruptura con
las costumbres culturales y residenciales de la clase dirigente local,
petrificada y enredada en su pasado.
Pero hay algo más en este alejamiento de la oligarquía de merca­
deres en ascenso rápido. No se trata solamente aquí de residir en un
lugar campestre más agradable y confortable y únicamente de buscar
un nuevo entorno natural. También se busca una dlstanclaclón sim­
bólicamente física de la sociedad del pasado, apartarse del vecindario
algo molestoso conformado por grupos subalternos. Se desea con este
rechazo a la promiscuidad social una nítida separación, garantizada
por la distancia y el espacio y asi exenta de ambigüedad. Por eso los
nuevos ricos de Cali usan el rio como aislamiento, a la vez barrera
y defensa. Entonces edifican su barrio en la otra orilla, en los pastos

97
de las vegas de El Centenario o en Granada. En M edellln rompen deli­
beradamente también con una form a urbana tradicionalm ente orgá­
nica que se ven ia desarrollando en la margen izquierda de la quebrada
de Santa Helena; se pasan del otro lado, más allá de un riachuelo,
detrás de la basílica y de la nueva plaza y para no dejar dudas al
respecto, proclaman que allí está la “villa nueva". Aunque en m enor
escala, algo parecido ocurre en Buga, en donde los palacetes seudo
franceses del grupo adinerado inician un nuevo barrio, apartado de la
ciudad y del otro lado del rio Guadalajara. En Cartagena la ruptura
social es más evidente con la distancia geográfica: abandonando la
ciudad amurallada y vetusta los negociantes se refugian en una isla
arenosa, Insula geográfica y social, en Manga. En Bogotá, en una situa­
ción geográfica sin mayores obstáculos naturales, sencillamente se
brinca hacia el norte y dejando varios kilómetros de pastos y cultivos
la oligarquía busca su aislamiento de las “ turbas", edificando el barrio
de Chaplnero.
Aquí o allá, y por algo será, sus privilegiados vecinos lo proclaman
"un barrio moderno, elegante y e x c lu s iv o ..."
En Bogotá, con frecuencia son inmlgantes los acaudalados im por­
tadores y exportadores construyendo sus palacetes en Chapinero, en
los “ extramuros". Su ostentación actúa en franco contraste con la
modestia de viejas fam ilias acomodadas y nativas, las cuales siguen
ocupando antiguas e incómodas mansiones con letrinas en el patio tra ­
sero y cocinas de lefia, en el barrio de L a Candelaria. A lgo comparable
ocurre en Medellln con el surgimiento de Vlllanueva: sus chillonas ex ­
travagancias arquitectónicas chocan con una clase dirigente antlo-
quefia aún muy rústica y tradicionalmente residenciada en viejas
casonas de bahareque y tapias, en los alrededores del parque de Berrio
y de la quebrada de Santa Helena (L a Pla ya ). En Cartagena, no faltan
venezolanos, panameños y “cachacos” entre los nuevos ricos que se
alejan de la ciudad amurallada y empiezan a edificar, a partir de
1912, su nuevo bastión residencial en Manga. A lgo muy parecido sucede
hacia 1930 en Barranqullla, cuando unos ingenieros especuladores nor-

9B
teamerlcanos ofrecen un Country Club y el Barrio Prado A lto a los
poderosos banqueros e Importadores-exportadores, que tienen sus ofi­
cinas en la ciudad baja, cerca a los muelles. En Cali son "aparecidos”
como Otero, los voceros del “ nuevo barrio", y de los palacetes de El
Centenario o del barrio Granada: todos son barrios de poca duración,
débilmente respaldados por una riqueza coyuntural muy efímera. A
los pocos años entran en crisis, experimentan un "reajuste", con una
marcada pauperización social y un notable deterioro físico.
Durante las décadas del veinte y del treinta se lotean las primeras
“ urbanizaciones” diseñadas y construidas por firmas norteamericanas,
en Barranquilla y Cali. Rompen la estricta cuadricula tradicional,
introduciendo elementos tomados del moderno urbanismo Inglés, tales
como el antejardín, vías curvas con sistemas anulares y parques-jar­
dines en el centro del conjunto. En otras palabras, llegan desde afuera,
cogidos del brazo, el capitalismo en la construcción urbana y la teoría
de la ciudad-jardín de Howard. Estos nuevos patrones urbanísticos,
del A lto Prado (Barranquilla) y de San Fernando (C a li), se convierten
en modelo que volvemos a encontrar luego en el sector Bollvariano-
Laureles (M edellln), en el plano de la Universidad Nacional y el cer­
cano barrio Sears (B ogotá), en Miraflores (C a li), en Ciudad Jardín
y El Paraíso (Barranquilla), en La Estrella (Manizales), en varios
barrios de Bucaramanga, Montería y Cúcuta.
En Bogotá a principios del siglo no faltan extranjeros para “ mo­
dernizar" la ciudad, aunque de manera más discreta que en Medellln
o Barranquilla. La Gaceta Republicana, de abril 8 de 1919, titula en
primera plana:
Bogotá Moderno.
Urbanización del barrio La Paz.
Un extranjero progresista.
Asi concentra la asociación psicológica modernismo-urbanización
y progreso-presencia extranjera.
El periodista entrevista al ruso José Eldelman "oriundo de la patria
del gran revolucionarlo Kerensky" (? ? ? ). Llegó a Sur América seis
años antes y "hace tan sólo seis meses que se halla en Bogotá” . An­
teriorm ente habla fundado "nuevos y modernos barrios" en Rio de
Janeiro y Lima, con lo cual visiblemente se quiere tranquilizar a sus
compradores.
El empresario inmigrante, con oficina en la Plaza de Bolívar
(No. 204) expone su proyecto: “un nuevo barrio a cuatro cuadras del
tranvía eléctrico", y “ en uno de los mejores sitios de Chaplnero",
dividido en 340 lotes de 500 varas cuadradas, que se pagan en 36 meses.
Tendrá una “ elegante avenida toda arborizada" de 25 metros de ancho,
y una red de calles también arborizadas de quince metros ( “de un
ancho mayor al que ordena para esa clase de urbanizaciones un Acuer­
do vigen te"), por donde “pasarán nuestras linajudas damas y nuestros
más aristocráticos spormans" . . " y autos de veloz carrera y roncos
pitos, como heraldos de progreso y civilización".

99
llnenlA, 1030-1OJO

Según el periodista, el señor Eldelman “ tiene derecho a la grati­


tud de los bogotanos", no sólo por "su Idea de fundar un barrio mo­
derno y elegante", sino por "el obsequio al municipio de cerca de ocho
fanegadas de tierra”, y también por el sistema de pago a plazo "para
que todos, ricos y pobres, pudloran adquirir lotes". Es de suponer que
habla entonces en Bogotá unos pobres "elegantes, aristocráticos, lina­
judos y spormen".
Termina el articulo felicitándose de que "de la vieja y colonial
Santa Fe no quedan sino lejanos recuerdos perdidos entre las lejanías
de un remoto pasado" y “ felicitando también a los extranjeros, que
como don José Eldelman, han venido a contribuir con su dinero y sus
energías a tan bella obra. . etc.
Salomón Outt es otro "hombre de progreso" y que también atiende
oh la Plaza de Bolívar, almacén "Ambos Mundos", En 1010 su pro­
paganda cubre media página de los periódicos para anunciar si "barrio
Outt", "un lote situado entre Bogotá y Chaplnero", concretamente
al pie del barrio Barro Colorado, en donde tuvo lugar diez años antes
"en el descampado" un atentado contra Rafael Reyes, El predio se
extiende entre las carreras séptima y novena, desde la calle 4B hasta
la 40, frente a la actual Unlvorsldad Javorlana. El empresario
contrató a la firma del Ingeniero Manrique Martin, pionero de la
Introducción de la tecnología constructiva en concreto on Bogotá. El
proyecto de éste, sin más búsqueda estética, sencillamente cuadricula

lOO
el terreno con 130 lotee en ocho cuadras rectangulares. Loe lotee,
"especialmente para habitaciones de obreros", pero "rodeados de los
elegantes quintas de Ghaplnero", alcanzan 600 varas cuadrados (unos
400 metros cuadrados) y tienen un precio unitario de 120 pesos. Se
observa en el plano una plazoleta circular en el cruce de la calle 47
con la carrera octava, con rotonda central, la cual no pasó del papel
calco...
La operación fue de tal éxito que don Salomón decidió seguir.
Inicia el loteo también "para obreros" del barrio Siete de Agosto,
entre las callea 06 y 00: “ Es usted pobro? ¿Desea ser rico? ... Aprove­
chen. .. los lotes se pagan en treinta meses... cuotas semanales de
1 peso con 25 centavos,.."
Y tal como ocurrió en otros lugares, poco después unos nativos
siguen el ejemplo. Aquí nos toca regresar a la muy activa familia Lié-
vano, dinastía más bien, siendo que tres generaciones se suceden entre
1800 y 1030 en el “gran bazar" de los latifundios, rurales y urbanos.
En El Constitucional de Cundlnomarca, do Julio 11 de 1847 (N9 214),
figura no sólo un plano de Bogotá sino también un articulo sobre la
venta de los ejidos urbanos, proyecto que se venia agitando desde altos
atrás con el fin de remodtar a la recurrente crisis prosupucstal.
Combinándose la liquidación del ejido con la confiscación de los
propiedades dol clero, es en 1802 que encontramos la primera huella
del Ingeniero Indalecio Llévano, adquiriendo tierras urbanas a partir
do sus contratos oficíalos, como agrimensor y percolador. En los altos
siguientes — tal como se vio— adquiere unas doce mil hectáreas de
baldíos rurales en el Magdalena, Boyacá occidental y Cundlnumarca
(de tierra callente), estos últimas disputadas entre sus familiares,
hacia 1005-1008.
Hacia 1000-1020 se reunieron varias condiciones estimulando la
especulación raíz urbana en la capital. Es asi que en ol contexto de
la relativa prosperidad económica de los altos veinte, surgen varias
empresas "urbanlzadoras", una de ellas gerenclada por la familia Lié-
vano, Según parece, la firma "Dávlla, Holguln, Llévano" Inicia sus
operaciones parcelando los globos, en los cuales surgen los futuros
barrios La Merced y Santa Teresita, hacia finales de los altos veinte
y durante la década de loa treinta.
Con estas operaciones se Iniciaba asi en Bogotá, montado a la
vez sobro la danza de los millones y sobre la demanda residencial del
croclente sector terciarlo do tipo administrativo y oficial, la parcela­
ción residencial. No diaeftan aún urbanistas o arquitectos, pero si agri­
mensores e lngenloras, modernizando y renovando los diseños urba­
nísticos tradicionales, pero a escala del predio parcelado, y sin nunca
conaldorar lu composición urbana global. Se asoma un urbanismo
localizado, un diseño de pequcAas unidades urbanas, que so llamarla
"parcelación", loteo o barrio y del cual las pautas de dlscflo so detie­
nen en las corcua do sus linderos, colindando con otra operación rival,
sin continuidad del dlseAo.

lO I
En estos proyectos se observa un soplo nuevo en las Ideas, refleja d o
en vías anchas, avenidas diagonales y transversales arborizadas,
un m alla Je vial segregando los tráficos lentos y rápidos, unas plazas y
plazoletas rectangulares como el parque de Teusaqulllo; las plan tacio­
nes en zonas verdes públicas, manzanas alargadas y, según el caso, casas
apareadas sobre un andén ancho o "casas quintas" con un am plio an te­
jardín que se prolonga lateralm ente y rodea a la construcción.
Poco después estas operaciones las extiende la recién creada firm a
de la fam ilia Osplna en el sector Teusaqulllo, Soledad, Palerm o y El
Campln.
En el mapa de Bogotá de 1033 surgen diseños nuevos, como si
desde 1910 hubieran soplado vientos del norte y como si unos viajeros,
de regreso de Washington, llevaran en su m aletín el plano que para
esta capital habla diseñado Len fant en 1791. Pero el resultado serla
más modesto; no trastorna la ciudad entera y sólo se observa a escala
barrial. Los trazados de vías a veces favorecen una red con curvas
formando un conjunto en abanico; otras veces el m anzaneo conven­
cional es atravesado por unas transversales confluyendo hacia el re­
m ate de un espacio libre y público. En todos estos casos se evidencia
que se pensó las vías en términos de circulación del automóvil.
En Bogotá se conciben con este patrón los barrios del sur, enton­
ces llamados Claret, Inglés y Santa Lucia, con trazados rauiaies con­
formando varias plazas: una en m edia luna, cinco mas estrictam ente
circulares y de tipo “ rond polnt", en donde convergen hasta oeno
calles, Incluyendo diagonales de enlace entre los tres Darnos. Ademas,
en el Claret una plaza cuadrada y am plia recibe cuatro vías perpen­
diculares y cuatro diagonales esquineras, originando un manzaneo irre­
gular. También en el norte encontramos un conjunto parecido, en el
barrio entonces llamado L a Providencia, hoy Oaltán. Desde luego de
este trazado resultan manzanas Irregulares, recortadas, y pequeñas
plazoletas residuales triangulares. En la plaza central del conjunto,
de forma rectangular, se Juntan diez vías de distintas categorías y
especificaciones. Llam a la atención que casi sim ultáneamente se adop­
tarla un diseño Igual en Satlvanorte.
Pero, regresando a Bogotá, lo que aquí Interesa es:
— Por otra parte una tradición, la “ subida" provinciana a la capital
de elementos dinámicos de las oligarquías regionales. Los Osplnas
vienen de Antloqula, Dávlla de la costa, Holguln y unos Garcés del
Cauca. ^
— Por otra parte, el latifundlsmo rural radical y agresivo tradicio­
nal, complementado por la rapiña sobre las tierras nacionales o del
clero no excluye sino más bien se perfecciona con operaciones ralees
comerciales sobre los suelos de la capital,
Pero lo que ocurre en la Sabana de Bogotá no es excepción sino
una regla particularmente documentada. En la costa, en el Valle del
Cauca, en Antloqula o en los Sanlandercs también ocurre — como ya
se vio con algunos casos— la transferencia hacia operaciones lucrati­
vas urbanas de los beneficios arrojados por las especulaciones, logra­

102
dos con los tráficos de tierras agrícolas. A lo largo de estas pesquisas no
se encontró huella alguna de una supuesta dicotomía, o de un divorcio
de Intereses, entre supuestas oligarquías rurales y urbanas. En este
caso la oligarquía alterna sus Inversiones y operaciones especulativas
en ambos hábitats, con Igual voracidad en terrenos urbanos como
en tierras agrícolas.
Es más, en un caso, precisamente en Bogotá, vemos a un terra­
teniente urbano negociando su solar y casa, en San Diego, a cambio de
baldíos en el litoral Pacifico. Por excepcional, el caso es además una
curiosidad y el autor no resistió a la tentación de reproducir aquí
Íntegram ente el documento. Este se halló en el Fondo de Baldíos, del
AHNC, tom o 30, folios 180, 187,188 y 180, compuesto por tres cartas que
se intercambiaron en menos de un mes.
En la prim era carta, fechada en Qulbdó el 11 de enero de 1908, se
dirige al ministro de Obras Públicas en Bogotá el apoderado de un
colono, solicitando una concesión para explotar la tagua en ambas
márgenes del rio El Valle, desde su desembocadura hacia arriba. Be
enteró que las mismas tierras fueron solicitadas más tarde al minis­
terio de Obras Públicas en Bogotá, por los señores Nicolás Buendla
Carreflo y Mario A. Garcés, "para explotar caucho y gomas'', que, se­
gún él, no existen “ expontáneas" en la reglón. Luego se opone a dicha
concesión, pidiendo la preferencia para su mandante.
En la segunda carta, también escrita a mano, en Bogotá y con
fecha de enero 25 de 1908, Mario A. Oarcés se dirige al “ Señor Gober­
nador del Distrito C apital" en los siguientes términos:
Someto a la atenta consideración de Usted el siguiente proyecto de canje
o permuta referente a un lote de propiedad del Sr. Antonio Izquierdo, situado
al este de la carreru 5 de esta ciudad y adyacente al bosque “Hermanos Re­
yes". A l hacer esta propuesta obro como representante del Sr. A. Izquierdo
y de acuerdo con instrucciones de ¿1 para facilitarle al Gobierno la adquisición
del mencionado lote, solicitado por el Gobierno pora el proyectado ensanche
del bosque "Hermanos Reyes", El canje que propongo se hará por un lote
de tierras baldías ubicado en la corta norte del Océano Pacifico y bajo la
base de una vara cuadrada por hectárea. Los baldíos a que me refiero son
tierras apropiadas para cultivos y a tal objeto se destinarían. El lote solicitado
tendría por linderos generales los siguientes. Norte - Río Valle, Este - Linea
divisoria de aguas entre rio Baudó y O. Pacífico, Sur - Río Nuquí, Oeste - Costa
de Pacifico. A este respecto deseo hacer presentes dos asuntos de considera­
ción por parte del Gobierno: 1* La región de que hablo no es minera, pues ja­
más se han descubierto en ella yacimientos metalíferos de ninguna especie.
29 Esta parte de Colombia es poco poblada y se acentúa en ella cierta indo­
lencia por los cosos patrias.
En corroboración de lo dicho me refiero, respetuosamente, o! señor General
Enrique Palacios, actual Intendente del Chocó. Al adquirir baldíos en esta
costa el señor A. Izquierdo se promete establecer cultivos benéficos a los
intereses del pais e intentar la colonización de esas tierras aprovechando las
energías de Jóvenes colombianos que desean trabajar.
Soy del señor Gobernador, etc. ...
Mario A. Garcés.
La tercera carta, con membrete de la gobernación del Distrito
Capital y escrita a máquina, está fechada en Bogotá, febrero 10 de 1908.

103
Ei a la vez remltoria de la anterior al ministro de Obras Públicas,
avisándole además de la decisión favorable, tomada cuatro dias antes
por el presidente dictador Rafael Reyes,
Señor
Ministro da Obrss Públicas.
Prótenla.
Tango el honor do remitirle el memorial del señor Murió A Ganó» en
qúe propone si Gobierno permuta de un lote situado hacia el oriente del Par­
que Nuevo, por un lote da tierras baldías situado en la reglón del Chocó. SI
le Exposición de 1010 se hace en San Diego, el lote que ofrece el señor Garcós
se necesitará, y por esta razón consultó un Acuerdo del 6 del presante la con­
veniencia da ls propuesto con el Eximo 8r. Presidente de lu República, quien
se dignó resolver lo que le transcribo:
Be recomienda ol Sr. Secretarlo General do ls Presidencia se entienda
con los señores Ministro de Obras Públicas y Gobernador del Distrito Cepita!,
para que se celebre el contrato que propone el señor Mario Garcós con el
Ministro de Obras Públicos, salvando los derechos de los cultivadores; y quo
si dentro del globo de terreno esté comprendido algún puerto de mar, el
Gobierno se reserva la propiedad del terreno nocesarlo para muelles, edificios
públicos y determinada área de pobluclón, áren que podrá ser de cien hec­
táreas en lotes alternados de una hectárea, con Garcós Ea conveniente celebrar
pronto cate contrato y tomar posesión del terreno de Izquierdo, y los gustos
do mensura de loa baldíos los hará éste.
Me permito, en gracia de la conveniencia de la medida para el Distrito, en­
carecer a lid. la pronta solución de esto asunto.
Dios guarde a Ud
(La firma, a mano, parede decir: Alvaro Urlbe.)
No sabemos cuál fue el desenlace del asunto, siendo quo parte
del globo solicitado se hitegra luego a la zona de colonización estatal
de Bahía Solano (ver Capitulo V I). Pero quedan varios Interrogantes
al respecto, como estos;
¿Cuál era el papel real que Jugnba en ol asunto Mario A. Ourcós?
¿Cómo puede ser, primero solicitante de baldíos en una zona y
luego presentarla como solicitada por un terrateniente bogotano de
San Diego?
¿Cuál de los dos engaña mas a las autoridades, dundo varas en
Bogotá por hectáreas en el litoral, cambiando do un sistema do me­
didos u otro, adoptando el más lucrativo?
¿Cuál de los dos us el más osado, pretendiendo que una vara
cuadrada en Bogotá equivale, en valor, a 10,000 metros cuadrados en
el Pacifico, o sea unas 13 600 varas?
¿Y por qué tan fantástica y atrevida propuesta no parece tal a
los gobernantes y la aceptan sin ninguna objeción?
¿Por qué un solar de San Diego, del cual no se dice la extensión
superficial, se permuta por un territorio que, medido sobre ol mapn
1/600.000 del Chocó, no es Inferior a unas 100.000 (d en mil) hectáreas?
¿Por qué se señala una escasa población de colonos y cultivadores,
cuando se estaban multiplicando las colonias de comunidades negras-
mulatas y emberas en los ríos El Vallo, Jurubldá, Chori y Nuqul, y
cuando existían ya varias poblaciones (Jurubldá, El Valle, Nuqul, etc.)?

104
¿Por quó ol soflor Mario A. OarcA* dlrlgo su solicitud al ministro
do Obras Públicas Modesto aarc6*, familiar suyo y socio en ol Valle
do los hermanos Ella* y Rafael Royes, osle último slondo prcsldonte
do la República?
La moraleja podría sor esta: la oligarquía, dosde Popayún hasta
BotfotA, Medcllln y Banta Marta, es una sola familia, extensa, desdo
luego.

# '6 f

Durante este periodo, en algunos centros nuevas se observa un


intento de buscar unos trazado* dlfcronta*. Son generalmente creacio­
nes Institucionales y el diseño proviene, con frecuencia, de unos inge­
nieros trabajando en un ministerio bogotano o una gobernación. Pero
las innovaciones urbanísticas no pasan de algunos cambios menores;
lntontan cuestionar la retícula española, poro se quedan cortos y no
pasan de sor sencillas modificaciones formales, limitadas al trazado
de la plaza, su tamaño, su forma y su articulación con la red de vías.
En el pueblo de Cola se diseña un parque circular atravesado por
el camino comarcal, resultando dos pequeños espacios verdes en forma
de medialuna. Alrededor del parque una calle de forma general circu­
lar, do hecho conforma un hexAgono. Do» vías en X se cruzan teórica-
monto en el centro dol parque y determinan, de cada Jado del camino
intercomunal, tres manzanas irregulares. No so snbu cómo se hubiera
corregido esta manzana irregular, pues el crecimiento del poblado
se dio esencialmente, luego, en forma llneul sobre la cúrrete».
También la traza circular y radio-concéntrica presidió al diseño,
£ hacia 1010, de una nuevu capital para la Ouujlru. Negar la localiza -
cion de Rlohocha a la orilla del mar y edificar una capital en pleno
desierto de urenu era un reto sumamonte atrevido, Hace pocos años
sólo se vieron en ol moribundo villorrio algunas agónicas casas de
cemento alrededor de una pluzu arenosa, en el centro de la cual tro­
naba un tanque para almacenar el ugua do un pozo.
Afectado por deslizamientos y derrumbos durante un crudo In­
vierno en el uño 1033, se abandonó el antiguo "pueblo de indios" de
Sativanorto, en BoyacA. El diseño de la nueva población, desplazada
a poca distancia, tiene el Interes de considerar una diferenciación de
tráficos y de Incluir dos avenida* en la trurna tradicional de las calles
mAs estrechas, Una de estas avenidas, con dos vías y sopurudor cen­
tral, utraviesu por el centro de la plaza cuadrada. AdemAs, sobre la
plaza se conforman do* manzanas cuadradas enfrentadas, uquella de
la iglesia y la de lu cusa munlclpnl, con calle» de tipo corriente Pero
dos vio* en X, atruvlesan unas manzana* rectangulares, en diagonal,
paru unirse teóricamente on el centro de la plaza. Asi es que diez vio*
desembocan en la plaza para un diseño que puede ser bonito en planta,
pero sumamente incómodo para el uso diario.
En el norte dol Oauca, la novodad consistió en Padilla al regresar
a las primera* leyes de Indias y unir en una Inmensa plaza, ocho

IOS
Cata

calles esquineras y cuatro vías medianeras. En Miranda la especula­


ción fue más creativa y dos plazas, a una cuadra de distancia, que­
daron unidas por una amplia arteria.
Desde luego estas pequeñas variaciones en el tratamiento del es­
pacio central, sólo se visualizan en una reducida parte del conjunto
urbano, y no pasan de ser meras fantasías de diseño, sin mayor
significado.

* * *

Desmontando el área escogida para la plaza, se form a el grupo de


voluntarios encargados del trazado, al mando del más experto, aquel
que sabe sin errores calcular un ángulo de 90 grados. Usando una
varita cortada a 80 centímetros o un metro, según el caso, y una larga
pita de cabuya, se miden las distancias; los ayudantes preparan es­
tacas y otros las van colocando. A este primer “cuadrado” se le agre-

106
S a t lv a n o r te

107
gan las calles perimetrales y se le señalan las esquinas. En un segundo
convite se abren y se estacan las primeras calles, las cuadras enmar­
cando la plaza y se dividen en solares que se designan para la casa
municipal, la cárcel, las escuelas y el templo; lo demás se adjudica
a los primeros pobladores.
Con el correr del tiempo alguno que otro colono Itinerante adquie­
re fama de agrimensor y se vuelve a solicitar su asesoría para la fun­
dación de un poblado vecino, tal como ocurrió en el Quindlo hacia
1890-1910. Antonio María Gómez habla actuado en las fundaciones de
Manzanares, Anaime y Armenia; tiene sesenta y cinco años cuando
de nuevo participa en el desmonte y las tareas de agrimensura y
demarcación, de lo que seria la plaza del futuro centro cafetero de
Sevilla (V a lle).
Estructurada la nueva división política administrativa por depar­
tamentos, en los años diez se crea en las gobernaciones una sección
de obras públicas, dirigida por ingenieros civiles. Se acude a expertos
para regularizar o corregir ciertos trazados en una que otra funda­
ción. Es asi como en el Cauca se pudo seguir la huella de Julián
Arango, elaborando a solicitud de la Empresa de Burila el plano direc­
tor de la futura ciudad de Calcedonia (según parece en 1910) y en
1915 el muy detallado plano de Puerto Caldas; en los años veinte
queda encargado por la gobernación de Popayán del trazado de Padilla.
En la década del veinte al treinta varios ministerios (Educación
Nacional, Guerra y Obras Públicas) cuentan con una sección de pro­
yectos o de arquitectura, con profesionales generalmente formados en
las escuelas de ingeniería. Convertidos en “ técnicos en urbanismo” o
en “ingenieros urbanistas” diseñan las futuras ciudades acompañando
a las colonizaciones estatales: La Colonia en el Sumapaz, o Puerto
Mutis en la bahía de Solano; es posible que en alguna oficina capita­
lina fueron también concebidos los planos de Manaure y Uribia, en
la Guajira.
Recuérdese que antes de la Ley 6? de 1928 no existía ningún
control del gobierno central, sobre el endeudamiento de los muni­
cipios y gobernaciones; estas entidades podían contratar libremente
obras, proyectos y préstamos. En estas circunstancias algunas ciuda­
des contratan directamente con firmas extranjeras especializadas los
primeros planos directores (o reguladores) de urbanismo, para orientar
su desarrollo físico-espacial. Es así como la empresa Ulen Co., de
Nueva York, queda encargada del proyecto urbanístico de la recons­
trucción del centro de Manizales, después del devastador incendio del
año 1925; en Buenaventura, después del incendio de 1931, son los
“ingenieros y urbanistas” de una firm a de Pittsburg, los encargados
del futuro plan director de la ciudad; en 1936 la ciudad de Bogotá
contrata al ingeniero vienés K a rl Bruner, el cual diseña el primer plan
vial moderno de la ciudad. Como se ve, opera una marcada “ división
internacional del trabajo” : a los ingenieros y técnicos colombianos les

108
Plano de Vlllavlcenclo

corresponden proyectos modestos y sin mayor interés, mientras que a


las empresas extranjeras les corresponden los contratos para las prin­
cipales ciudades.
En la década de los años 40 se observa la tecnificación progre­
siva de los planos reguladores. En todos se advierte un nuevo enfoque
en el tratamiento dado al sistema de relaciones, con redes viales jerar­
quizadas, separación de tráficos, vias arteriales de amplias especifi­
caciones, avenidas anchas con varios carriles y separadores centrales
arborizados, transversales y diagonales convergiendo hacia un “rond
point” circular de intercambio de flujos (conocidos ahora como
“glorieta” ) y las primeras autopistas urbanas de enlace, periféricas y
circulares. Todos estos sistemas procurando agilizar un tráfico auto­
m otor creciente, la movilización de una carga en aumento y el trans­

10
porte público de una mano de obra secundarla y terciarla, en marcado
Incremento; con estos proyectos se diseflan vías curvas cuestionando
la tradicional recta de la parrilla espafiola. El plan regulador de
Villavlcenclo, del afio 1944 (con firma de Eduardo Delgadlllo) es muy
sintomática de esta tendencia, con evidentes “ préstamos" del urba­
nismo inglés de esa época, reminiscencias de Haussman, sin que falten
influencias norteamericanas: abundan los espacios libres públicos y
se consideran unas quince plazas y plazoletas de las más variadas fo r­
mas y dimensiones. Estos planos reguladores consideran tanto el ensan­
che como la adecuación y modernización del núcleo existente, prevén
la localización de nuevos equlpamentos colectivos y preconizan una
drástica sectorlzaclón y zonificaclón de usos, reforzadas por un regla­
mento. Desde luego, no escapan de la vieja segregación social residen­
cial: mencionan la “zona estrictamente residencial", la de vivienda
“de primera clase” , de “segunda", sin olvidar un “ barrio obrero".
Por fin, respaldado por la Ley 88 de 1947, sobre las ruinas humean­
tes del Incendio de Tumaco ocurrido el mismo afio y.del centro de
Bogotá el 9 de abril de 1948, se Impone el dlsefio urbano moderno y el
desarrollo racional de la ciudad, orientado a partir de un plano direc­
tor de urbanismo. De París llega Le Corbusler y arriban de Nueva
York Paul Lester Wiener y José Luis Sert, oficialmente contratados
para proyectar la organización espacial racional del crecimiento de
Cali, Medellin y Bogotá.

También se advierte una marcada tecniflcaclón de la cartografía


urbana, con una elaboración dirigida a apoyar las obras públicas, el
trazado de vías y la red de acueducto y de alcantarillado.
Hemos visto en el libro La Ciudad Colombiana Prehlspánica, de
Conquista e Indiana cómo elementales croquis geográficos eran, duran­
te la ocupación espafiola, meras piezas Integradas a algún procedi­
miento Jurídico, requeridas por las autoridades de Justicia para fallar
en los litigios y pleitos de propiedad. De tal manera que, convertido en
prueba legal, el mapa no pertenecía a la ciencia cartográfica sino que
era parte del derecho civil.
Lo anterior cambia a principios del presente siglo con la llegada
de grupos de topógrafos, acompafiando a las compañías extranjeras
de ferrocarriles, encargados de trazar en la agitada geografía de las
cordilleras la ruta de una carrilera, que no puede tener pendientes
superiores al 2 ó el 3%, lo cual exige una gran precisión en los trabajos
de medición.
Con todo eso sigue muy escasa la documentación urbana gráfica
en los archivos. En el AHNC de Bogotá, los 5.000 documentos conser­
vados en las siete mapotecas nos proporcionan pocos mapas urbanos
del siglo X IX , exceptuando a Bogotá y Cartagena. No obstante, a prin­
cipios del siglo X X se observa un cambio y numerosos documentos

1lo
Interesan a una am plia gam a de poblaciones, en las cuales la Instala­
ción d el acueducto, del alcantarillado o de la red eléctrica ex ige el
leva n tam ien to de un plano.
Es asi que en el libro del Censo N acional de Población de 1912
encontram os planos urbanos de varias capitales de departam entos,
generalm en te diseñados hacia 1905-1910. D e calidad, fa ctu ra y técn ica
variables, generalm en te levantados por un ingeniero, los origin ales son
de d iferen tes escalas, siem pre con un cuadro de convenciones, y casi
todos se ca lifica n de “ topográficos", aunque las curvas de n ivel no
aparezcan en ninguno.
El plano de Santa M a rta es un dibujo sin fecha ni autor, pero
tiene el Interés de m ostrar claram ente la división en tre las ciudades
In dígena y ex tra n jera que ven ia construyendo la U n ited F ru lt a l n orte
de su ferrocarril, Incluyendo una fábrica de hielo y quizá la prim era
plan ta d e concreto en Colombia.
El plano de M edellln de 1900, mucho más técnico, sugiere la m an o
de un In geniero de la Escuela de Minas y el original se diseñó a escala
1/4.000. Es un plano reproducido en una lito g ra fía com ercial, para
distribución pública. El plano de Barranqullla se presenta sin escala,
sin autor n i fecha.
Más tecnlficado, el m apa de Cartagena Indica escala y autores:
se presenta como copla del que levantaron dos Ingenieros extra n jeros
en 1894, “ con algunas Innovaciones” . Figu ra com o proyecto el trazado
de las calles de M anga, se construyeron las prim eras casas de E l Ca­
brero y una fila de pequeñas casas se extiende al pie de las fo r tific a ­
ciones, sobre la playa, conform ando el barrio popular de Pueblo Nuevo.
El plano “acotado” de Tu n ja fu e diseñado en 1907 p o r dos In ge­
nieros civiles, con escala, para construir alguna red (¿acueducto, a l­
can tarillad o?) en el barrio de L a Catedral.
Un tanto fantasioso resulta el curioso plano de M anlzales que le ­
va n tó en 1912 el Ingeniero de minas Elias Arango, usando la extra ñ a
escala de 1/3.125. Su factu ra es aquella de un dibujo Ideal, con un
cuadrado de 21 calles x 22 carreras, con más de 400 manzanas, algunas
seguram ente Imaginarias. Visiblem ente trazado con la regla T y un
compás. Indica además una "ca lle circular del plano” , quizá un proyecto
de la época, pero dejando sospechar que su autor no conocía la topo­
gra fía del lugar.
El plano de Popayán, adornado y orientado con la elegante rosa de
los vientos, lleva escala y fu e diseñado en 1907 por un In gen iero-a r­
quitecto. T ien e para nosotros el Interés de distinguir, hacia El Ejido,
doce manzanas nuevas, entonces “ en contracción” .
El plano de Bogotá, doblado en el libro, se presenta a escala directa
1/10.000; fue levantado en dos colores — negro y sepia— p o r los Inge­
nieros del municipio y es de excelente factura. Curiosam ente publicado
en un libro editado a finales de 1912, a firm a haber sido leva n tad o y
litogra fia d o en 1913, lo cual nos recuerda la necesaria cau tela que se
debe observar en el m anejo histórico de la cartografía.

111
En el plano de Cali contrasta la fidelidad del dibujo del manzaneo
irregular y la presencia de la rosa de los vientos con la ausencia de
escala, fecha y autor. Las mismas observaciones suscitan los planos
de Neiva y de Pasto, este último a escala -0.001 por 2 metros".
El último representa a Bucaramanga; también se afirm a “ topográ­
fico" sin serlo; está orientado con escala y dos cuadros de convenciones,
pero sin fecha ni autor.
En definitiva, se observa en Cartagena y Bogotá hacia 1910 la
tecnlflcación del trabajo cartográfico.
Beneficiada por este progreso, Manlzales se encuentra dotada en
forma pionera con una novedad cartográfica: un plano urbano levan­
tado en 1916 a escala 1/2.000, dibujado en tres colores, con curvas de
nivel acotadas con intervalos de dos metros de altura. Es el mejor
plano topográfico urbano llegado a nuestro conocimiento y muchas
ciudades no tienen hoy (1991) un mapa de calidad, técnica y pictórica
comparable.

112
C A P IT U L O I I

EL CASO DE MANIZALES
Y ALGUNOS MAS

- • -Q progreso requiere capitales y en


los países nuevos éstos deben venir del
Exterior, necesariamente, lo mismo que
los brazos aptos para la explotación de
los recursos naturales.
(Rafael Núñez - 1883.)
P o r medio de algunas pesquisas Iniciales 7 muy superficiales, se
detectaron en la génesis de Manizales unos rasgos que llevaron a con­
siderarla como un caso muy claro de fundación de transición. Además,
los datos evidenciaban que no fu e fundada por colonos, aunque si
para éstos. En su primera traza se observa una ambivalencia caracte­
rizada por la mescolanza de las reglas propias del urbanismo colonial
tardío, asociadas con gérmenes de un urbanismo colonizador precoz; lo
mismo ocurre con la arquitectura de las primeras viviendas que se
construyeron. Se verá en adelante cómo se montan unos elementos de
cambio sobre unas normas jurídicas y una Ideología todavía muy In­
fluenciadas por el viejo código español de las Leyes de Indias. En
resumen, encontramos en su génesis y prim er periodo, una extraña
combinación de vestiglos de la ideología colonial, asociados y enfren­
tados con elementos “ de ruptura".
Más Interesante aún resulta este caso, si consideramos que M a ­
nizales constituye uno de los pilares sobre los cuales se apoya —en
form a exagerada y distorsionada— la prolija literatura histórica de
"la colonización antloquefia” . Y veremos, en adelante, que quizá sea
más apropiado hablar de "colonialismo” que de colonización. De hecho.
Manizales surge como proyección en el espacio y como producto urba­
no de la política expanslonista del Estado de Antloqula a mediados
del siglo pasado: auspiciando esta fundación, Medeüln afirm a con
fuerza su presencia sobre la frontera con el vecino rival, el Estado
del Cauca. Eso explica en parte por qué el acto de fundar no es un
producto autóctono, sino promovido desde afuera. No son colonos ale­
daños los fundadores sino gente que conformó una columna de forá­
neas llegando del norte, con tal propósito exclusivo y preestablecido.
Quedará registrada en la historiografía oficial con el calificativo de
"expedición", término muy dlclente, pero que no usa el campesinado.
P o r el contrario, la palabra tiene un marcado sabor militar y es la
mturna que usaban Sebastián de Benalcázar y Jorge Robledo.
Entonces se afirm a de manera explícita que el papel del nuevo
centro es contrarrestar en la región la Influencia compartida pero
lejana de Cartago e Ibagué, y aprovechar el vacio territorial y admi­
nistrativo entre ambas. Se evidencia la premura y el interés político-
administrativo del Estado de Antloqula por la rapidez con la cual la
gobernación legaliza, en menos de seis meses — excepción partleular-

115
mente insólita en esa época— la erección de la aldea, elevada a
categoría de cabecera de nuevo municipio (entonces se decía “ dis­
trito", o “distrito parroquial"). Lo anterior significa que la erección
Jurídica del poblado expresa una afirmación política de Medellin, la
cual se aprovecha inmediatamente de este puesto-frontera con el
Estado del Cauca: una avanzada localizada en una meseta estraté­
gica, con vistas hasta el Valle, a menos de un kilómetro del rio
Chlnchlná.
Algo comparable ocurre quince afios después con Pereira: tam­
poco la fundan colonos del vecindario rural, sino una expedición
compuesta por vecinos urbanos de Cartago, entre los cuales se des­
tacan un clérigo y un tinterillo. Y la crean también de manera explí­
cita. para oponerse, entre otras razones, a la ingerencia expanslo-
nlsta de Manlzales hacia el sur y el Quindio; en otras palabras, se
apresuran los cartagiiefios cuando advierten la presencia de colonos
antioquefios en el oriente del municipio; éstos ya tienen ranchos y
sembrados de maíz en unos “ derribados” , ocupando el lugar en donde
Robledo habla fundado la primera ciudad de Cartago. De tal manera
que en la misa de fundación de Pereira, de las treinta y seis familias
fundadoras, la mitad son caucanas y la otra mitad antloquefias y
caldenses.
En resumen, Manlzales surge como negación de Cartago. Poste­
riormente. Vlllamaria primero y luego Pereira, con más fuerza expre­
san la reacción tímida v tardía de Cartago y de la lejana Popay&n.
Manlzales es bastión de avanzada y hierro de lanza de Medellin; Pe­
reira es la protesta y la barrera apresurada que levantan los caucanos,
amenazados por la penetración de los antioquefios. Dique por lo demás
ilusorio, pues se revela precario y muy débil. No detiene por mucho
tiempo el arrasador avance territorial y político caldense, el cual se
incrementa durante la segunda mitad del siglo X IX . Pocos afios des­
pués, en 1905, el nuevo departamento de Caldas logra romper la fron­
tera artificialmente mantenida del rio Chlnchlná y se adjudica en
dirección al sur un territorio inmenso, hasta los ríos Barragán y La
Vieja: es decir llegando hasta las puertas de la vieja Cartago Indiana,
sumida en una siesta secular y con lo cual arranca al Estado del
Cauca buena parte de su extremo norte. Eso antecede a la creación
del departamento del Valle, pero hacia 1908-1912, Rafael Reyes y Jorge
Holguln conceden a los vallunos un nuevo departamento, el cual nace
ya mutilado por los pujantes caldenses.
Ahora bien, tan pronto logran acceder a la arteria de comuni­
caciones, el rio Cauca, los caldenses no tardan en fundar su puerto
fluvial en la misma frontera: Puerto Caldas. Escogieron un nombre
que en si constituye otra tajante afirmación triunfal de la presencia
caldense en las riberas del rio Cauca. Por esquemático que resulte este
esbozo, vemos cómo Manlzales, Pereira y Puerto Caldas conforman una
cadena: son tres eslabones indisolubles de un mismo proceso, conca­
tenado y contradictorio, el cual se inició en 1848 y conluye hacia 1920.

116
Dejando de lado este primer panorama, quizá valga la pena am­
pliar el examen de las condiciones sociales de la fundación de Manl­
zales y confrontarlas con el papel que cumplió la ciudad, en la elabo­
ración del mito de una idílica "colonización antloquefia".
Recordemos que con base en indagaciones anteriores, se ha esta­
blecido una tipología de colonizaciones agrarias y fundaciones urba­
nas, clasificadas según tres modalidades principales: a ) popular
espontánea; b) especulativa y mercantillsta; y c) estatal y política.
Categorías primarias y seguramente insuficientes, pero que nos per­
miten, por lo menos, superar un poco el enfoque meramente ‘ geo­
gráfico” y territorial de la colonización de baldíos y ae la subsiguiente
progresión de las fundaciones urbanas. Consideramos que este enfo­
que inicial era indispensable (ver Parsons), pero hoy ha generado la
distorsión de una visión globalizante y esquemática del fenómeno,
desconociendo o atenuando sus peculiaridades internas. De tai ma­
nera que hablar de "colonización'' en abstracto y en forma general,
es ignorar la complejidad intrínseca del fenómeno y sus múltiples
facetas, fuentes y modalidades. Pues, hasta donde se pudo indagar,
la acción colectiva y solidaria de trabajadores del campo, las actua­
ciones especulativas y meramente mercantiles de negociantes exóge-
nos o de hacendados en apuros y la intervención institucional por
medio de decretos y funcionarios, con objetivos políticos, constituyen
tres modos de colonización muy distintos. Y resulta que para los fines
de este trabajo esta distinción es tan indispensable como ineludible,
pues cada modalidad actúa en forma diferenciada sobre el espacio
geográfico natural y lo transforma de manera distinta en cuanto a
naturaleza, velocidad, ritmo e intensidad, creando una variada gama
de espacios sociales. Pero, y más que todo, cada forma tiene sus con­
flictos propios, contradicciones especificas y una dialéctica particular.
Y lo anterior ocurre porque en cada caso son diferentes los protago­
nistas que conforman el espectro social, lo mismo que sus metas,
necesidades, exigencias y aspiraciones, empezando por su modo de
acceso a la posesión y propiedad de la tierra.
Precisado lo anterior, se ha comprobado que Manlzales es el pro­
ducto combinado de exigencias políticas y de objetivos mercantiles,
los cuales conforman sus rasgos dominantes. Pero dista mucho de ser
el resultado de la acción popular rural, la cual sólo se manifiesta
hacia 1860-1880.
Según los documentos consignados en el Archivo Historial, ios
fundadores de la ciudad son acaudalados vecinos de Neira, radicados
allá con anterioridad — es decir sedentarizados y no nómadas— en
busca de “ un camino recto entre esta base y Cartago”. En su libro
Dominio de clase en la ciudad colombiana, J. F. Ocampo aclara que
entre ellos figuran como líderes varios comerciantes, los cuales finan­
cian “la expedición”, con algunas inversiones en equipos, víveres,
medios de transporte y mano de obra. Queda claro el marcado carác­
ter mercantil de la operación: son comerciantes los que mandan en el
grupo, al que financiaron con dinero, inclusive contratando peones.

1 17
También se debe subrayar que llegan después de varios viajes de
exploración en la región, durante los cuales actuaban ellos como meros
baquianos contratados por unos ingenieros y geólogos alemanes, en
busca de minas auríferas.
Con lo anterior, vemos cómo es una vanguardia exógena y tras­
humante, pero radicada en otro lugar, aquella que funda el nuevo
pueblo y no una colonia agrícola vecina. En otras palabras, se funda
"d e entrada", siguiendo el viejo patrón m ilitar español de conquista,
y no como respuesta a una exigencia proveniente del entorno produc­
tivo y de una masa de agricultores ahí sedentarizados, presionados
por sus excedentes y en busca de mercados.
Y eso trae una Inmediata peculiaridad espacial. Recordemos que
el pueblo tipo de colonos-trabajadores se caracteriza por ser el
centro de una zona en intensa producción minifundlsta, y de una
telaraña de caminos; es decir, el lugar de confluencia de decenas de
senderos y trochas que se originan en las parcelas de los alrededores.
Siendo una ley la persistencia secular de dichos caminos, no se ve
este modelo en el caso de Manlzales; en sus primeros mapas, e l de
1916 por ejemplo, apenas se notan las tres vías Inter-R egionales que
conectan a la ciudad con Neira, el Cauca y el Tolim a.
¡w Es que, tanto la naturaleza de los fundadores como su origen y
sus metas son otros. Su propósito declarado es fundar una ciudad de
comercio, pero no local. En la zona apenas se encuentran “ algunos
derribados", es decir aún una escasa población rural de desmonte y
los comerciantes de Neira no procuran el abasto del consumo local,
siendo éste inexistente. Solo posteriorm ente se va n reuniendo las
condiciones de una demanda local y se conform a un sector comercial
dirigido exclusivamente al abasto, por medio de la Im portación desde
Europa. Sin embargo, habrá que esperar hasta principios del siglo,
para que se genere un sector exportador: se logra con la producción
cafetera, lo que no se consiguió con el cacao, de las vecinas tierras ca­
llentes. En estas circunstancias los vecinos de N eira eligen el lu ga r de la
fundación, con un criterio doblemente estratégico, tanto desde el
punto de vista m ilitar como en función de las perspectivas del comer­
cio regional con Antioqula, Cauca y Tolim a.
Existe un curioso texto, en el cual uno de los pioneros, Manuel
M aría Grisales, recuerda la génesis de la colonización y de la fu n ­
dación. Llam a la atención el hecho de que él, en form a repetida, tiende
a establecer la presencia de colonos rurales en los alrededores antes
de la llegada de la expedición de los nelranos; de la misma manera
“ olvida" a estos últimos y nos los cita hablando de la fundación de la
aldea. Pero sabemos que llegaron veinte expedicionarios, mientras que,
según Grisales, no habla más de unos 18 colonos abriendo parcelas
en los alrededores del futuro pueblo. Sea como sea, el autor ra tifica
el papel de las comunicaciones en la fundación, con estas notas:
La primera obra de utilidad pública que emprendimos antes (subrayamos)
de la fundación de Manizales fue la construcción del camino que debia po­
nernos en comunicación con Neira... Sobre el rio Guacales construimos un

1 18
puente por el cual se podía pasar a caballo (subrayamos: se sub-entiende:
con muías cargadas con productos). . . Como entonces nuestra mayor preo­
cupación era lo concerniente a las vias de comunicación, no pasaron muchos
días después de la comunidad (entender: fundación de la aldea) sin que
emprendiéramos y lleváramos a cabo dos caminos más: el que debía comu­
nicarnos con Cartago.. . y el que debía comunicarnos con el Tolima...
Pero con estas preocupaciones prioritarias, los fundadores-cacha­
rreros escogen el peor sitio geográfico para una ciudad, en una topo­
g ra fía tan adversa que no presenta ni una sola hectárea plana. Esta
prim era traza, violación cruel de la geografía, se parece más con la
estupidez que con el urbanismo. Negando los obstáculos de la topografía,
el resultado Inmediato es que desde el primer día, y antes de cualquier
obra, “ hay que hacer el suelo". Abrir o prolongar una calle, deslindar
una nueva manzana, edificar una iglesia o levantar una modesta casa,
exigen primero costosas Inversiones para nivelar el terreno: quitar tie­
rra de arriba y rellenar abajo. El término de “ banqueo" llena las notas
y recuerdos de Luis Londoño, referidos al periodo 1870-1924, y muy
temprano, de la misma topografía surgen múltiples accidentes perso­
nales y las primeras catástrofes. Cuando las obras públicas sólo llegan
después de la construcción de las casas y edificios, no es nada raro
que un prim er piso quede debajo de la calle o que un balcón de se­
gunda planta termine al nivel del andén, de tal manera que desde
el principio el presupuesto municipal se encuentra fuertemente gra­
vado por el alto costo social de las obras de urbanismo y de in fra­
estructura de redes públicas. Y lo mismo ocurre en cuanto a las
Inversiones privadas para las estructuras constructivas en terrenos
pendientes o Inestables. Cien años más tarde, subsiste este obstáculo
que mencionan en varias oportunidades los autores del Plan Director
de Urbanismo de 1970. Manizales cuesta caro.
Otro Indicio del carácter mercantil de la vecina colonia agrícola
y de la fundación urbana, radica en las dictatoriales actuaciones de
la Compañía Oonzález-Salazar, asociación de un usurpador y de un
especulador. Pero estos últimos, que venían extorsionando colonos
desde el norte del Caldas, sorpresivamente se encuentran en M aní-
zales con la resistencia y la protesta de los pobladores. El 31 de
enero de 1851 el cabildo recibe y escucha a los pillos. Estos exponen
sus reivindicaciones, dictan sus condiciones y agregan que de no lo­
grarse un acuerdo, quemarán los ranchos del poblado al amanecer
del 2 de febrero. Unos cabildantes Informan a los pobladores y éstos
en seguida arman una manifestación de protesta contra los usurpa­
dores, los cuales llegaron con una fam a de Incendiarlos, siendo que
venían expulsando parceleros y quemando ranchos desde Aranzazu
hasta Neira. Se agudiza el enfrentamiento, en el cual se destacan tres
grupos de protagonistas:
—Los usurpadores-latifundistas y su cuadrilla de mercenarios.
— Los ediles del cabildo, nelranos de cepa, o sea los notables que
organizaron la expedición de fundación.

T19
— Los pobladores de la prim era traza de 1849 y aquellos que lle ­
garon poco tiempo después.
Los textos consultados revelan unas dudosas maniobras de los
ediles, tendientes a transar y aplanar el conflicto, negociando con la
compañía por encima de los pobladores y a pesar de la protesta popu­
lar, de hecho term inan aceptando las condiciones impuestas por los
pillos. Magnánimos, estos últimos “ obsequian” la plaza, dos solares
más en su m arco y unas calles: es decir, unas cuantas obras re a li­
zadas por el trabajo de los primeros pobladores del lugar. Asi es que
los especuladores, al concluir una larga pelea, presionando con escri­
turas y escopetas, amenazando con tinterillos y candela, obligan a
los moradores a reconocer sus discutidos derechos. En seguida, va lién ­
dose de la firm a del Cabildo, empiezan a ven der a los vecinos tanto
los solares urbanos como las parcelas de labranzas, ya desmontadas y
en producción.
En muchos pueblos nuevos la fundación se legaliza cuando el
Estado la oficializa, obsequiando los terrenos baldíos al municipio por
medio da un decreto. En Aranzazu, Sal amina, Flladelfía, N eira y M an í-
rales aquellos que escrituran las tierras son los pretendidos propieta­
rios de la Compañía González-Salazar.
Desde luego, este ambiente m ercantillsta irrita a los colonos, crea
tensiones y conflictos, llegando hasta tram ar choques abiertos en toda
la región, con batallas armadas y victimas, entre ellas uno de los
usurpadores. A l propósito escribe é l presbítero Guillerm o Duque Bo­
tero en el libro Arquidiócesis de Ma nizales. 1900-1975:
.. . la sociedad mencionada alteró todo aquel orden, tomando para ella
los terrenos feraces, para lo cual desalojaban a los colonos de su casa
de labranza, o les daban la casa en un sitio y la otra en otro bien distante
( . . . ) Puede decirse que Salamina fue la que más viva y dramáticamente sin­
tió los efectos de dicho pleito, los cuales afectaron también a las tierras y
habitantes de Aranzazu. Neira y Manizales, de cuyos terrenos se iba apode­
rando la sociedad a medida que se iban fundando dichos pueblos y abriendo
dichác tierras. Todo este cúmulo de litigios, odios y violencias llegó a su
climax con el asesinato de don Elias González ..
La controversia provoca un conflicto generalizado en toda la re­
glón y lo resume asi Antonio García en su G eografía Económica de
Caldas:
Hay un primer tropiezo grave: el délas adjudicaciones y el de loa extensos
territorios sin desmontar, que reivindican los herederos de quienes los habían
obtenido por Capitulaciones Reales
Casi siete municipios, desde el rio Pozo hasta el Chinchiná. pertenecen a
un solo propietario Entonces se inicia la ludia entre colonos y terratenientes,
o sea entre quienes fundan el derecho de propiedad sobre el trabajo y quienes
lo fundan en un simple titulo, sin haber desarrollado actividad económica.
Dos factores obligan a hacer donación de terrenos >sra caserías: la presión de
masas sobre los propietarios y la consiguiente valorización de terrenos con
las fundaciones
Agrégueae que después del convenio entre el gobierno y la com­
pañía, firm ado en 1853, el municipio se vio obligado a com prar tierras
a esta última, dentro de la dudad, por la suma de 22 500 pesos ( J. J.

120
Parsons, página 115). P o r otra parte, de esta situación confusa surge
sin tardar “ una compañía privada (Moreno, W alker y Cía.) que Tendió
lotes y acciones a los últimos pobladores" (J. J. Parsons). Este hecho
explica por qué hemos encontrado tantos contratos de compra-ventas
de tierras firm ados por Edward Walker, en el primer libro de escritu­
ras (años 1851-1857), del archivo de la Notarla Primera, y deja un
poco de perplejidad esta curiosa situación: un Inglés llega a Colombia
y a llí vende a colombianos tierras en donde vivían y de las cuales no
es propietario. ¿Será eso derecho romano o derecho británico de “libre
comercio y amistad"?
Resumiendo, vemos cómo no es nada idílico y pacifico el am­
biente en el cual nace la ciudad. Por el contrario, la afirm ación de
la naciente Mamzaies surge de un agudo enfrentamiento: un nítido
conflicto social clasista preside a su nacimiento. También vale la pena
señalar aquí un hecho novedosísimo en Colombia: en Mamzaies, en
e l año 1851, unos pobladores exigen en la plaza pública el respeto de
su “derecho a la dudad” .
Ahora bien, en estas condiciones muy peculiares, está surgiendo,
más que una dudad, una lumpen-dudad. Con este calificativo sólo
queremos observar cómo la ubicación geográfica incide sobre la con­
form ación sociológica del poblado. Concretamente, se trata de anotar
ciertas peculiaridades sociales que se derivan directamente de la po­
sición fronteriza que ocupan Manizales y Villa María. Recordemos que
entre «>n«< la distancia es mucho menor que entre Cúcuta y San
Antonio, y que entre Malean y la frontera v e nezolana. En estas óptimas
condiciones, muy temprano se desarrolla un próspero tráfico de con­
trabando; los antíoqueños y caldenses importan del Cauca el tabaco
y el aguardiente, para distribuirlos en todo el sur del Estado de
Anüoquia. En ambos pueblos se radican, más que comerciantes, nu­
merosos destiladores, contrabandistas y traficantes de licores. No
tardan en abrirse en la “ Calle R ea l" y en los alrededores de la plaza
de B olívar cantidades de “salones" de juegos, billares, cantinas, ga­
lleras, chicherías y “ventorrillos"; también en ambos pueblas se refu­
gian y ocultan muchas prófugos de la justicia, oriundos de uno u
otro Estado, basta con pasar el rio Chinchiná para estar a salvo.
Con este tipo de migraciones, en sus primeros veinte añas de
existencia Manizales presenta un perfil social cuyo núcleo m otor está
pnroriPH7aiin por comerciantes, tenderos, usureros y cantineros. No
es tanto la presencia del colono trabajador la que imprime su sello
en el poblado, pero si un Inquietante lumpen generando numerosas
patologías sociales, destacándose una delincuencia generalizada y una
alta tn-cta de criminalidad; también la ciudad se convirtió en mercado
de mano de obra para empresas colonizadoras. Medardo Rlvas cuenta
cómo “los trabajadores de tierra callente" del occidente de Cundl-
namarca jhnn hasta Manizales a contratar los brazos que necesitaban
para abrir sus futuras plantaciones cafeteras de Viotá, en la reglón del
Tequendama. Igualmente lo impresiona cómo estos contingentes de
caldenses, peleando con los cundinamarqueses, inauguraron "e l reino

12!
de la barbera". En su anecdotarlo, Luis Londoño evoca muchos hechos
sangrientos, continuas riñas de borrachos y Jugadores, en las cantinas
y billares, con muertos y heridos, trifulcas, robos, atracos, asaltos de
caminos, los crímenes de una pandilla aterrorizando el centro de la
ciudad con total impunidad, y luego agrega:
.. . Hacer una relación de los hechos de sangre seria cosa interminable.
El prolijo Padre Fabo, también refiriéndose a los prim eros años,
relata un crim en espantoso, menciona varias riñas de fondas y añade:
El aguardiente y la barbera estaban muy a la orden del dia entre los
arrieros.
Pero, con esta marcada alusión clasista se le olvida que el prim er
párroco es discretamente removido por la curia, en 1859, después de
haber asesinado, en complicidad con su amante, un molestoso marido.
Dejando de lado el anecdotarlo, se entiende por qué el gobernador
declaró, en su in form e anual del año 1859:
Manizales es el punto de reunión de los más famosos criminales de
todas partes.
Situación tan evidente y conocida que hasta la m enciona un
viajero extranjero, atravesando la ciudad de paso:
La población, formada al principio por aventureros de toda especie, se
depuró luego poco a poco, como se observa en las demás ciudades que se
constituyen apresuradamente.
(Charles S affra y: Voyage a la Nouvelie Grenade, 1860-1862.)

En la ciudad y sus alrededores se van concentrando antioqueños


y caldenses, a los cuales se suman numerosos inm igrantes del Cauca,
del Tolim a y de los Santanderes. Pero la violencia interna se acre­
cienta aún en los años setenta, con la presencia de la guarnición
m ilitar, con los vaivenes incesantes de las tropas, vencedoras o ven ­
cidas, en las batallas entre antioqueños, tollmenses y caucanos, sin
olvidar algunos desertores de los distintos bandos a llí ocultados; de
otro lado, detrás de las tropas llegan las imprescindibles Juanas
asi que tanto la prostitución como las venéreas anteceden a las trilla­
doras en Manizales. Cuando un británico y un santandereano cose­
chan grano en los primeros cafetales, hacia 1880, hace ya un tiempo
que la sífilis está causando estragos en el poblado. Volviendo al
cultivo de café se ve cómo hacia 1864 un empleado de las minas de
oro de Supla y Riosucio — no se sabe muy bien— , el Inglés Edward
Walker, después de haber adquirido parcelas, labranzas y mejoras,
logra constituir un gran fundo, en el cual siembra el prim er cafetal
comercial y algunos años más tarde sigue su ejem plo un Inm igrante
santandereano. Se v e de paso cómo no son caldenses, n i tampoco
antioqueños, los pioneros de las grandes plantaciones cafeteras en la
región de Manizales.
Además, con estas múltiples migraciones Ínter-regionales, quizá
haya hacia 1880 en Vlllam aria más caldenses y antioqueños que cau­
canos. Por el contrario, vatios datos Indican que en estos mismos

122
años de finales de siglo, los nuevos habitantes de Manizales pro­
vien en tanto de los Santanderes, del Cauca o del Tolima, como de
Antioquia. Pero el cuadro que se acaba de esbozar nos deja un poco
perplejos cuando se leen en la historiografía local numerosas alusiones
“ nobiliarias'’, escritas con un distinguido vocabulario "señorial” , evo­
cando abolengos, próceres y patricios de la “ciudad hidalga", y algunas
payanesadas más.
Esbozado a grandes rasgos el contexto general de la génesis de la
ciudad, ahora podemos examinar más detenidamente lo que consti­
tuye el tem a presente y el postulado inicial: Manizales considerada
como fundación de transición entre dos formaciones socio-espaciales.
Desde el punto de vista meramente urbanístico, llama la atención
el carácter convencional y casi colonial de la creación de la ciudad,
en la cual se advierte la persistencia terca de normas directamente
inspiradas del anticuado código de las Leyes de Indias. Por ejemplo,
hecha la fundación, se atribuyen solares a los 45 primeros pobladores
y "d e los vein te lotes enmarcando la plaza, diez son adjudicados a los
pioneros fundadores". En cuanto a la cuadricula, respeta estricta­
m ente el patrón sevillano de la manzana cuadrada — “ a cordel"—
aunque este principio entre en contradicción con una topografía tan
adversa del trazado ortogonal. Se han realizado unas pesquisas en los
archivos notariales relativas a los primeros repartos de solares y
completadas por unas observaciones in sltu. En esta fase de la inves­
tigación fue decisivo el plano topográfico de 1916, a escala 1/2.000,
en el cual se diseñaron calles y manzanas con la más extrema pre­
cisión; trabajo cartográfico de gran calidad expresiva, que además
está acotado e indica el tamaño exacto de las cuadras y el ancho de
las vias.
De tal manera que sumando estas fuentes y datos se pudo com­
probar:
a ) La plaza de Bolívar tiene un ancho total de cien varas entre
paramentos, o sea 80 metros por costado. El parque mismo, quitando
a cada costado diez varas para la calle, queda reducido a 80 varas,
o sea 64 metros de lado. Aqui vemos cómo opera una sustancial dis­
minución de las especificaciones coloniales españolas.
b ) Este tamaño de 64 metros se convierte en módulo. Se aplica
en todas las nuevas manzanas que se van abriendo posteriormente;
de la misma manera se seguirán abriendo calles de 10 varas de
ancho en promedio.
c) La persistencia de estas normas y especificaciones originales
se observa en los parques de San José y de Caldas.
Ahora bien ¿Qué interés tiene esta insistencia en las medidas y
dimensiones sencillas? Tal interés es múltiple y va más allá del ta­
maño:
— La reducción de la manzana colonial se entiende como la ex­
presión de una visión nueva de "ruptura".
— Lo mismo ocurre con la división predial en unidades menores.

123
— U na manzana reducida, con solaxes más pequeños y más nu­
merosos, produce una notable densificación residencial.
— Asi se expresa un urbanismo híbrido y "d e transición".
En cuanto al sistema de relaciones, el eje via l uroano principal,
al igual que durante la Colonia, se bautiza ‘'Calle R e a l" con estas
mayúsculas. Además, en el caso de Manuales, tam bién hay una se­
gunda Calle R eal". En cuanto a los demás vías, respetan las especin-
caciones del siglo X V I y, por lo general, no superan un ancno de die?
varas, que muchas de ellas han conservado hasta hoy.
i a misma cesión de solares públicos, desuñados para la iglesia
y 1a cárcel, igualmente conserva un marcado sabor de la época de ia
conquista, asociando y plasmando en e l espacio la nocion o e pecado
con ios castigos de Dios y oe los homares y, p o r el contrario, n i siquiera
se reserva un solar para el cabildo; la cárcel tiene prioridad soore las
casas municipales y, desde luego, el tem plo se localiza en ei costaoo
topográficam ente nominante, en la parte más alta, ta l como 10 pres­
en cian las provisiones reales de 1513-1593. Con tono lo anterior, mas
olla de los objetos, de lo construido y de las formas, persiste ia ideo­
logía del pasado.
Por supuesto allí, como en cualquier fundación de conquistadores,
la misa antecede a i mercado, el cual se inaugura a l ano siguiente, pero
sólo se realizará bajo la incitación insistente de un comerciante noer
de la "expedición" desde Reirá: este señor, durante una semana, va
oe casa en casa y de parcela en parcela, invitando a los campesinos
‘el próximo domingo", para que traigan sus productos a la plaza;
les asegura que él les comprara lo que no hayan vendido a los consu­
midores del pueblo. Como vemos, ei mercado es estimulado en form a
a rtificia l por un especulador; no es in iciativa n i resultado "natu ral"
de los mismos productores. Todos estos vestigios coloniales se refu er­
zan con la muy extraña presencia de treinta esclavos registrados en
el primer censo del año 1851, lo cual deja entender que la ley de m a­
numisión no se conocía aún en las lejanas montañas del Qulndlo.
Como puede resumirse, estas son las más visibles manifestaciones
de la persistencia en la tradición colonial que se advierten en el urba­
nismo de la fundación, mas no excluyen la aparición de elementos de
ruptura con el pasado. Uno de estos cambios radica en el abandono
parcial de las vías de planicies y pledemontes y la elección p reie-
renclal del filo, ignorado y temido durante la Colonia. Aprovechando
esta óptima salubridad para el transporte de cargas pesadas a lomo
de muía, es un camino corriendo por la linea de crestas, separando dos
hoyas, aquel que se conecta con Nelra hacia el norte, y sigue hacia el
sur en busca de Cartago y el rio Cauca. Es decir, que tal elección y
trazado obedecen a unos objetivos comerciales de comunicaciones y
transporte, ya no contemplan la inseguridad y el secular tem or a las
emboscadas de “ los indios de guerra".
Otro cambio — ya mencionado— más radical se observa en la
división predial, con un módulo básico en franca disminución: el
solar urbano tipleo no pasa de veinte varas de frente por cuarenta

124
M ANZANA TIFO Y REPARTO DC
SOLARES, SI6LOS X V I - X V I I - Y VVM

4 Salares

SO

MANZANA TIPO Y REPARTO OE


SOLARES EN LA FUNDACION OE
MA N I Z A L E S

a Salaras

20 as
X
20

SUBDIVISION CATASTRAL POSTERIOR


L EN MANUALES

It Salaras

BvoluclAn predial en Manluüe«

125
“de centro", es decir, de fondo. Y puede reducirse hasta "medio soler
de diez por cuarenta" o sea, de ocho metros de frente por treinta y
dos de fondo,
Según las observaciones hechas in situ, varias de las manzanas
centrales fueron divididas entre ocho adjudicatarios, con solares de
veinte varas por cuarenta (ver O rifico adjunto), Este dibujo muestra
cómo se inició el diseño de la división predial respetando el modelo
colonial, por medio de dos ejes perpendiculares, partiendo la manzana
en cuatro partes (guales, y que en seguida se divide cada cuarto en
dos predios. Con esta partición cada manzana resulta distribuida entre
ocho familias con una absoluta igualdad de tamaño y de forma, pero
no de ubicación; cada lote mide veinte varas de frente por cuarenta
de fondo, muy rápidamente operan unos cambios catastrales, resultado
de ventas parciales, de cestones de pedazos de solares, etc,, es decir, que
se lleva a cabo un proceso de subdivisiones del solar del primer repar­
to; e| resultado es una manzana con doce sotares —o mis, a v e c e s -
de forma, tamaño y ubicación desiguales (ver dibujo, página 125),
Cuatro de ellos conservan las medidas originales, pero ocho m is se
inscriben en un cuadrado reducido a veinte varas de lado, lo que
equiyaie a 16 x 16 metros. Con estas partlctones los solares m is sm »
pilos alcanzan 612 metros cuadrados y los m is pequeños no pasan de
266 metros; como se ve, ya estamos muy lejos dej solar de conquista,
que llegaba a superar los I 600 metros cuadrados por familia. Con*
cluslón. se rompió el solar "latifundista urbano" del periodo colonial
español. En eso radica, para la actualidad, una nítida ruptura con el
pesado, se ha producido un marcado cambio de mentalidad y de
actitud frente a la propiedad residencial y a la tierra urbana Se pasa
resueltamente del latifundio urbano de la Colonia, a un solar "minl*
fundiste", estrictamente residencial, excluyendo de entrada los exten­
sos espacios Ubres Internos, los patios posteriores con animales, cul­
tivos, pesebreras y huertas y con alojamiento de servidumbre,
has consecuencias urbanísticas y arquitectónicas son múltiples y
entre ellas sólo se subrayan éstas
—fie va conformando un tejido urbano m is denso.
—Por medio de la densificación demográfica de los residentes se
compacta la ciudad, en forma m is económica para la comunidad
—Con el aumento de los usuarios ribereños se optimiza el uso de
las calles perlmetrale*.
—pucalmente hablando, resulta benéfico para el catastro muni­
cipal este aumento de tributarios del Impuesto predial.
—Se construye la casi totalidad del solar, van desapareciendo los
espacios Ubres o Inutilizados en la parte posterior, lo mismo que los
patios arborizados y unificados, en la parte central de la manzana,
—Surgen nuevos patrones arquitectónicos ajustados a la forma
y al tamaño del predio, buscando la adecuada iluminación, circula'
¿jOn y ventilación, Con esta última observación, se verifica que no
se puede divorciar el proceso arquitectónico de la estructura catastral

126
que lo soporte. La historia de la arquitectura es, hasta cierto punto,
ú historia de la evolución de la propiedad y no se puede separar
de ella,
El proceso espacial de la ciudad se caracteriza por dos etapas
claramente definidas: Ja ciudad compacta y la ciudad expansiva lineal,
Quizá en la demografía se encuentren elementos que permiten expli­
car el paso de un modelo a otro. Entonces, y a pesar de las reticencias
en la materia, toca mencionar aquí las dudosas cifras demográficas,
registradas en los diversos documentos consultados,
El primer censo realizado en 1851 Indica 2 804 habitantes, radi­
cados en su inmensa mayoría en núcleos rurales, veredas y otros sitios
ftegún el contrato que se establece en 1853 entre la Compahla Oon-
zález-Sa lazar y el gobierno para transar en el conflicto de tierras, los
colonos que consiguieron una parcela de 10 fanegadas eran de un
número de 1.154 familias, lo que nos indica en este fecha una pobla­
ción de diez mil habitantes, en las áreas rurales del municipio En
1870 se registran — ¿Cómo?— 10 302 habitantes; con toda evidencia,
los moradores del poblado son inferiores a 5-000 personas; en 1884,
se censan 14-803 habitantes en la totalidad del municipio; en conse­
cuencia puede evaluarse tentativamente la población urbana en una
tercera parte de esta cifra. En 1905, la población municipal alcanza a
25.000 personas; se dice que ia traza comprende unas 70 cuadras,
con lo cual la masa urbana no puede exceder de 7800 a 8.000 per­
sonas, En 1912 el censo nacional otorga a Manlzales una población
municipal de 33 261 habitantes, y el siguiente del afto 1918 le indica
43-203 personas.
Mientras tanto se disefió el primer plano topográfico de Ja ciudad,
el cual, en 1916, Incluye un total de 160 manzanas urbanas Admi'
tiendo una fuerte densidad residencial nocturna, sin embargo esta
traza no puede albergar más de 15 000 habitantes; en 1924, un censo
local indica una población municipal de 64 445 personas, Escribe en
el mismo aho José Oaviria Toro, a propósito de la población urbana :

H a b it a n t e s ; fia m b ra s I I 420
M u je r e s 13 S6Q
T o ta l 25 280
¿ S e p t ie m b r e . 19 2 4 ).

E s t e c e n s o s a le d e a c u e r d o c o n e j c á lc u lo d e p o b la c ió n p r o b a b le , p u e s la
p o b la c ió n r u r a l e s u n p o c o m a y o r q u e la u rb a n a

En el censo nacional de 1928 la población municipal es de 81.000


habitantes, cifra inverosímil y notablemente inflada. En 1930, la traza
incluye un total inferior a 200 manzanas que albergan a lo sumo unas
30.000 personas; el censo de 1938 registra una población urbana de
61 000 habitantes.

127
En cuanto a la evolución comparativa de la demografía de Cartago,
Pereira y Manlzales el siguiente Cuadro, basado en las cifras del DAÑE,
ilustra el empuje que experimentó Manlzales a principios del pre­
sente siglo:

Ciudad Población Municipal Población Urbana

1912 1918 1928* 1938 1938


Cartago 19.000 2 1.000 19.000 2 2.000 1 5.000
Pereira 18.000 2 5.000 5 1.000 60.000 3 1.000
Manlzales 33.000 43 000 8 1.000 8 6.000 5 1.000

* P o r considerar sus cifras "excesivas", no fu e aprobado por e l Congreso e l Censo


Nacional de Población de 1928.

Ahora bien, las cifras anteriores si bien tienen un valor indicativo


no ofrecen ninguna seguridad. Recordemos, que muy a menudo la ciu­
dad se adjudica la población municipal total; también ocurre que se
le agreguen arbitrariamente algunas veredas rurales suburbanas y
algunos cruceros del campo; todo esto son subterfugios que tienden
a impresionar y engañar a Bogotá, haciendo creer que la ciudad es
más importante de lo que es en realidad, con el fin de conseguir más
apoyo o un mayor número de concejales y diputados. Por otra parte,
hasta 1B28, incluso, en los censos no se separan la demografía urbana
de la rural, apareciendo solamente la cifra total del municipio. Ade­
más, la población rural es particularmente Inestable en las zonas de
colonización y experimenta una demografía con muchas fluctuaciones,
debido a la extrema movilidad de las corrientes migratorias de colonos.
Asi que también se puede aquí desconfiar de cifras generalmente
sub-evaluadas, por el hecho de que siempre hay nuevas zonas en
poblamlentos, aunque desconocidas de las autoridades municipales.
Con todas estas reservas, se puede ahora intentar una verificación
de la población urbana, comparándola con los mapas de la ciudad. Es
asi que la primera pista sobre la extensión física del poblado, es la
mención de que hacia 1850 la traza era de cinco cuadras en cuadrado,
o sea con un total de 25 manzanas. En esta superficie se realizó el
reparto de solares del año 1849 y en 1852 el primer catastro registra
538 casas en el municipio, luego se tiene la nomenclatura promulgada
por el concejo en el año 1884, la cual bautiza a siete carreras y a 18
calles: es decir, un total de 86 cuadras y dos parques. Algunos escritos
indican que en 1880 la ciudad cuenta con 13 calles y 18 carreras, para
un total particularmente generoso y optimista de 180 manzanas; y
resulta que en el año 1900, el perímetro urbano sólo encierra unas seten­
ta manzanas. El mapa topográfico original de 1916, una joya cartográ­
fica, indica en forma precisa la traza y extensión exactas de la ciudad
en dicha fecha: cuenta con un total de 150 cuadras, incluyendo un
anillo de manzanas periféricas, apenas esbozadas y sin construir.
Según otro trabajo moderno de la Oficina Municipal de Planeaclón,

128
en 1930 Manlzales cuenta con 177 manzanas completas, de las cuales
diez están ocupadas por los parques y las plazas; veinte más aparecen
esbozadas y parcialmente trazadas.
Todos estos datos presentan contradicciones entre demografía y
extensión física y varias inconsistencias. Sin embargo no carecen por
completo de interés por lo siguiente;
a ) Confrontando mapas y censos, se comprueba el carácter siem­
pre inflado de los datos demográficos;
b) Sin embargo, hay que matizar lo anterior admitiendo un pro­
ceso precoz de densificación residencial, por medio de la subdivisión
catastral y de la partición de los solares originales;
c) También se evidencia que muchas manzanas incluidas en la tra­
za quedan parcialmente vacias, con numerosos lotes aún sin construir;
d) Ponen de relieve una constante; desde la fundación hasta los
años 30 de nuestro siglo, Manlzales experimenta un desarrollo orgá­
nico y “en espiral". En 1930 sigue este crecimiento armonioso; la
ciudad sigue circunscrita en su primer asiento geográfico, con una
marcada unidad de sitio. Todavía no presenta ni deformaciones ni
digitaciones.
Pero un trabajo de superposición de mapas, reconstruyendo la
trayectoria histórica desde su fundación hasta hoy, permite distinguir
dos periodos principales, cada uno con su ritmo propio y produciendo
una forma urbana y una morfología diferentes:
1. Es el periodo inicial, caracterizado por una ciudad orgánica,
creciendo según el trazado reticular tradicional e inscrita en un
cuadro midiendo más o menos 20 x 20 manzanas. En este espacio se
realiza el desenvolvimiento de la ciudad, desde su fundación hasta
los años de 1930.
2 El periodo posterior y moderno, caracterizado por la quiebra
del modelo anterior, presenta una primera extensión en "digitación”
a ambos lados del camino regional de crestas, hacia la salida para
Bogotá. Luego se produce el desbordamiento incontrolado, con ocupa­
ción de las laderas y barrancos que rodean a la ciudad reticular.
En resumen, vemos cómo se pasa, entre 1930 y 1950, de la ciudad
compacta y orgánica a su polo contrario: un conglomerado expansivo,
ilimitado, indefinido e inorgánico, o sea lo que llamamos "en mancha
de aceite”. Si en la primera reinaba el orden de la retícula, en la ciu­
dad moderna predomina la topografía y es ella la que dicta, de acuerdo
con la especulación raíz, las modalidades de ubicación, orientación,
los trazados de vías, etc. La ciudad se habrá demorado cien años para
admitir los imperativos de su geografía, para corregir sus errores,
aceptar y domar su topografía, en lugar de violarla. Pero lo anterior
lleva a la siguiente digresión.
Limitándose a la morfología urbana, se observan claramente va­
rias analogías entre Buenaventura y Manlzales, aunque pueda sor­
prender tan insólita comparación. En efecto, desde el punto de vista
urbanístico, se ha constatado en ambas:

129
—El primer núcleo toma impulso entre 1890 y 1930.
—Juega un papel determinante, en este despertar, la comercializa­
ción y la exportación del café.
—Este imperativo económico confiere una importancia vital al
transporte, hasta tal punto que el camino Inter-regional, atravesando
la ciudad, se convierte en su arteria mayor y en espina dorsal de su
expansión posterior.
—Dicha vía arteria se insinúa en una geografía sembrada de
obstáculos naturales, barrancos en un caso, mar y pantanos de man­
glares en el otro.
— El primer núcleo urbano crece en un espacio geográfico tan
homogéneo como limitado: una isla y un filo.
—Ambos salen de un sitio geográfico natural y original bajo el
mismo fenómeno de presión demográfica y en el mismo momento his­
tórico. los aflos 1940-19G0.
—Con esta ruptura de la unidad del sitio, opera una Inmediata
modificación de la forma urbana: se convierten en ciudad-calle o
ciudad lineal.
—El "corazón” político-administrativo y financiero-comercial se
concentra en “la cabeza", es decir, la ciudad orgánica, la del pri­
mer núcleo.
—"La cola" actúa como elemento vial de amarre para los nuevos
barrios, estos últimos estrictamente residenciales.
—Hoy, tanto Manizales como Buenaventura son ciudades-archi­
piélagos, conglomerados urbanos esparcidos en el espacio geográfico,
en forma Inorgánica, caótica y desintegrada.
Ya se pueden consignar algunas observaciones relativas a la ar­
quitectura, principalmente las referidas a este sector central en donde
por su misma vitalidad se encuentran las huellas más nítidas y una
secuencia completa de los sucesivos estilos arquitectónicos o, mejor,
de los distintos modos de construcción. Para estos anotaciones se ha
realizado una doble lectura, primero de los escritos y documentos
gráficos, relativos al tema, y luego del mismo espacio, por medio de
observaciones ln sltu. Se ha prestado especial atención a la ciudad
que existía a principios de nuestro siglo, conformada en lo esencial
por El Centro, La Esponsión, el barrio de San José, expansión sobre el
camino de salida hacia Nelra y el barrio de los Agustinos, entre las
dos carreteras saliendo hacia Mariquita y Cartago.
Pesquisas rápidas y no sistemáticas, sin embargo, ratifican la per­
sistencia tardía del modelo arquitectónico que se podría llamar "colo­
nial popular". Es decir, que se verifica la existencia, durante toda la
segunda mitad del siglo X IX , de casas modestas hasta la humildad,
en las cuales reside un numeroso pueblo de trabajadores, arrieros,
Jornaleros, peones y pequeños parceleros. El tipo modelo es el pequeño
rancho de cuatro por seis metros, con una sola planta muy baja, un
piso de tierra, paredes de bahareque y techo de paja. Presenta mu­
chas similitudes con el modelo dominante de vivienda pobre del pe­
riodo colonial y postcolonlal (pues persiste sin alteraciones notables

130
durante la totalidad del siglo X IX ) en ciudades tan antiguas, como
Ibagué y Cartago, lo mismo que en Medellin y Bogotá, por supuesto:
arquitectura legítimamente colonial pero “ plebeya” , de poca longe­
vidad y de la cual nunca se habla.
En 1905, llegando a los 85 afios de edad, escribid sus recuerdos el
pionero Manuel María Grlsales, y dice a propósito de las seis primeras
casas de la aldea:
T o d a s e s ta s p r im e r a s c a sa s e s ta b a n c u b ie r t a s con cáscaras d e c e d ro u
h o ja s d e y a r u m o .

Hacia 1860, el francés Charles Saffray, dedicando apenas tres fra­


ses a la ciudad, no olvida mencionar sus “cabañas":
D e s p u é s d e S o n s ó n n o e n c u e n t r a e l v i a j e r o n a d a i n t e r e s a n t e h a s ta l l e g a r
a M a n iz a le s . c iu d a d m u y f a v o r e c i d a p o r su p o s ic ió n , c a s i l i m í t r o f e , e n t r e la s
p r o v in c ia s d e A n t i o q u i a y d e l C a u c a E s u n p u n t o d e t r á n s i t o m u y im p o r t a n t e
y n o s e d e b e j u z g a r d e su c o m e r c i o p o r e l m i s e r a b l e a s p e c t o d e la s ca b a ñ a s,
c u b ie r t a s d e h o ja s d e p a l m e r a , d e q u e s e c o m p o n e n a ú n la s m á s d e la s c a lle s .

Se han encontrado tres fotografías antiguas que muestran la


persistencia de este modelo rústico y popular hasta la década de 1920,
por lo menos: una permite ver una fila de ranchos al pie del edificio
del cable, aún sin terminar; otra, tomada desde el oriente, muestra una
larga perspectiva de la carrera 23 hacia el centro, con una hilera de
pequeñas casas pajizas muy deterioradas en sus fachadas; la tercera
vista parece tomada desde la salida para Nelra y también presenta
una fila de ranchos pajizos, apretados y bajos, y al fondo la silueta
de la vieja catedral.
Luis Londofio, nacido en Manizales en 1860 y carpintero hacia
1875-1880, Incluye en su libro Manizales una cantidad de observacio­
nes que permiten un seguimiento cronológico de la evolución arqui­
tectónica v constructiva: evoca sus primeros recuerdos de niño "cuan­
do sólo habla casas de vara en tierra con techos de paja” . Señala
también, en cuanto a la topografía social del poblado, que habla
hada 1865, en la propia “ Calle Real” , casas pajizas habitadas por
trabajadores. Trae esta precisión en cuanto a las techos de las pri­
meras casas:
. . . E s a s v i v i e n d a s fu e r o n d u r a n t e m u c h o s a ñ o s te c h a d a s c o n h o ja d e
c a ñ a o p a ja d e m a d e g a , h o ja d e h t r a c a o la h o ja q u e d a la c a ñ a d e m a í z ;
su s p a r e d e s e r a n d e m a d e r a y b a r r o y a la v e r d a d a q u e l l o n o p r e s e n ta b a
a s p e c t o h a la g a d o r ( . . . ) A q u e l l o e r a u n r a n c h e r ío y la p a ja d e m a d e g a l l e g ó
a c u l t i v a r s e c o m o n e g o d o , p o r q u e s ó lo lo s q u e se c o n s id e r a b a n r ic o s se a t r e ­
v ía n c o n c o n s t r u c c io n e s d e t e j a y ta p ia .

Hablando del centro hacia el año 1880, escribe en 1924:


D o n d e e s t á h o y e l a t r i o n o r t e d e la i g l e s i a d e la In m a c u la d a h a b fa u n as
c a sa s d e p a ja d e f e ís im o a s p e c t o y e n e lla s u n o s v e n t o r r i l l o s d e a g u a r d ie n t e ,
t a b a c o s y a lg u n o s o t r o s e f e c t o s ( . . . ) D o n d e e s tá h o y e l a lm a c é n A m e r ic a n o
h a b la u n a c a s a p a jiz a , q u e e r a u n a g a r i t a l i b r e d e b i l l a r y ju e g o s d e d a d o s
( . . . ) E n o t r a c a s a p a j i z a q u e e s ta b a s it u a d a f r e n t e a l a a n t e r i o r h a b ía u n a
c h ic h e r ía n a u s e a b u n d a .

131
Resultan particularmente perspicaces sus notas sobre los cambios
constructivos, originados en los temblores del año 1878. Del prim er
sismo dice:
. . . Ocasionó daños de consideración especialmente en las casas de balcón
o de dos pisos; todas las tapias del segundo cuerpo hacia arriba se reventaron.
Refiriéndose al segundo temblor, comenta:
Aún cuando ya era conocido el sistema de edificación con maderas, no
se habia adoptado, porque decían muchos que la madera se pudría y las
tapias no. Solamente la experiencia vino a demostrar a los rehacios, la segu­
ridad que ofrecía la construcción de las casas de madera, garantia ésta que
fue demostrada el lunes 9 de septiembre del mismo año por otro temblor,
tan violento como el de febrero; en esta ocasión, como ya habia muchas cons­
trucciones del nuevo sistema, ese movimiento no les ocasionó el menor daño,
pero si a las que habían escapado de las sacudidas anteriores.
Y pasando otra vez por la ciudad en 1884, A lfred H ettner observa:
También a los dos y medio años de la observación precedente, encon­
tré la ciudad en un estado de esperanzado crecimiento. Como una alusión al
latente peligro inherente al suelo, me sorprendió la construcción realizada
en madera de la gran mayoría de las casas recién elevadas, con marcado efecto
favorable también sobre su aspecto exterior. Sacudidas también ha habido en
el Ínterin, a veces con consecuencias devastadoras, pero tal como antes, sin
mayor efecto retardador en el crecimiento de la ciudad.
A l año siguiente, un suizo particularmente parco, en cuanto a
observaciones urbanas, escribe en un breve párrafo dedicado a M a -
nizales:
Por desgracia Manizales está sobre suelo volcánico, hallándose expuesta
a terremotos. Estos destruyeron casi por completo la ciudad hace pocos años,
asi que hubo que levantarla provisionalmente a base de sencillas construc­
ciones de madera.
(E rn st Rothlisberger. El Dorado, 1885.)

Con todo eso, sin embargo, la paja no va a desaparecer de la noche


a la mañana. En el año 1880 se registran 29 casas en construcción,
distribuidas asi:
— 9 son de dos pisos con techo de tejas.
— 6 son de un piso con techo de tejas.
— 14, o sea casi la mitad, son pajizas.
Sólo hasta principios de siglo se van extinguiendo el bahareque y
la paja; José Gaviria Toro, en 1924, entrega el siguiente cuadro ca­
tastral urbano:

Edificaciones:
De un piso 1.796
De dos pisos 1.261
Tres pisos y más 44
En construcción 92
Solares sin edificio 1.059

Total 4.252

132
L o s ed ificios qu e se apuntan tenian un núm ero de habitaciones de 3.859.
L a com isión anotó 2.152 de techo de tejas y 41 de paja.

Y agrega Luis Londofio, refiriéndose tam bién al año 1924:


O bservam os, aqu i de paso, que el m étodo de e d ific a r con m aderas, con­
tinuado y m ejo ra d o hasta la actualidad (subrayam os), puede considerarse
com o una especialidad M anizaleña.

Tam bién los investigadores, recorriendo en 1983 los nuevos barrios


periféricos de la ciudad, pueden decir “ hasta la actualidad” .
Se llevó a cabo una sim ilar recopilación en la obra del padre Fabo,
cuyos libros proporcionan algunos datos para seguir la evolución cons­
tru ctiva de la arquitectura religiosa.
De la prim era capilla construida en 1848-1849 da una breve des­
cripción:

. . . U n a regu lar cap illa pajiza.

Y precisa más adelante:


E l p rim e r tem p lo fu e una enram ada de estantillo, cubierta de paja p ri­
m ero y de tejas después ( . . . ) T e n ía unos ocho m etros de la rgo p o r cuatro
de ancho.

En 1854 se in icia la construcción de un nuevo tem plo “ de m ani­


postería: tenia 72 m etros por 25; cim ientos de cal y canto y paredes
de tapia pisada”. Del año 1871 es la siguiente descripción, con medidas
diferentes:
U n ed ificio construido sobre cim ientos de calicanto en tapias, de 72
varas ( ? ) de largo y veinticuatro de ancho, con sus techos de madera, cu­
biertos con tejas y forrados p or dentro con tablazón, adornada de m adera
tallada.
Un prim er tem blor en 1875 y dos más en 1878 acaban con lo torre,
la portada, lo mismo que con algunas casas del poblado. Es cuando
los notables, para las refaccciones, deciden asesorarse con la ciencia
constructora de m ister M artin, ingeniero inglés de las minas de M ar-
mato. Pero en 1884 la desafortunada iglesia es, una vez más, victim a
de la ira de Dios; no estaba term inada, pero sí muy averiada por
cuatro temblores, cuando en 1886 se decide su destrucción total y la
construcción de una nueva iglesia parroquial en el mismo lugar. De
tal m anera que en 1888 se inicia su construcción, con planos diseñados
por un "arquitecto bogotano” . Hacia 1898, Manizales es una ciudad
próspera, con ricos mecenas, en algunos de los cuales seguramente
piensa el padre Fabo cuando dice que “ un asno cargado de oro no deja
de ser asno” . Asi que hay dinero en abundancia y llegan numerosas do­
naciones para el tem plo; entonces se compra el órgano en Alemania,
las verjas de hierro en Hamburgo y se trae de París un deslumbrante
altar de bronce dorado. Term inada la iglesia en el año 1900, con tanta
hermosura, que por ello merece el mismo año ser elevada a la digni­
dad de catedral; pero, construida en madera para resistir a los tem ­
blores, arde como una antorcha en 1926.

133
¿Temblores? ¿Incendios? La curia, en consecuencia, decide recons­
truir una catedral indestructible, en "hormigón armado” , en estas cir­
cunstancias relatadas por el presbítero Horacio Gómez en su libro
Arquidiócesis de Manizales 1900-1975:
L a Junta de reconstrucción abrió un concurso nacional para la presen­
tación de pianos, concurso que fue declarado desierto por no haber resultado
satisfactorio. Se abrió nuevo concurso en Francia. E l 19 de fe b re ro de 1927,
Don M igu el G utiérrez dirigía desde París e l siguiente cablegrama: “ Obispo
Manizales. Tres arquitectos afamados harían proyectos de planos sesenta m il
francos. Grupo Proiesores darán opinión. Usted libertad escoger plano d e fi­
nitivo acordar&se.”

La respuesta dada en el mes de marzo fue la siguiente:


Conformes tres proyectos sesenta m il francos.

Los arquitectos concurrentes se pusieron a la obra y al mismo


tiempo presentaron sus proyectos ante el Jurado de Paris, el cual adju­
dicó el primer premio a Julián Polty, arquitecto je fe de los monumen­
tos históricos de la Ciudad Luz. Los planos premiados llegaron a Colom­
bia a finales de aquel año y en los últimos días de enero de 1928 fueron
aprobados por el Excelentísimo señor Obispo, Monseñor Tiberio de J.
Salazar y Herrera.
Aprobados los planos de una gran catedral que habla de cubrir
un área de 2.400 metros cuadrados, se tuvo que comprar un conside­
rable terreno de ensanche, pues el nuevo templo habría de rebasar el
perímetro del anterior, "destruido por el fuego” . Y se rechaza el uso
de materiales tradicionales con estos argumentos:
. . . Que se reedifique dicha catedral con materiales que resistan e l fu ego
y sean a la v e z garantía contra los m ovimientos sísm icos. . .
"A cta de la colocación de la primera piedra para la Catedral de
Manizales” (Día 5 de febrero de 1928).
Contratando un arquitecto por medio de un marconigrama y pa­
gando por anticipado los planos que nadie conocía, la clase dirigente
de Manizales acababa de comprar su catedral en París, por correo.
En cuanto a la arquitectura civil esta obliga a retroceder en el
tiempo, para entender las condiciones del paso de la madera al
concreto. Llegando a los años veinte, se observa un marcado cambio
de rumbo. Era inglesa la firm a que se contrató en 1912 — en vísperas
de la Primera Guerra Mundial— para la construcción del cable aéreo
a Mariquita, el cual se inauguró en 1921. Pero en este quinquenio
1920-1925, para los demás cables y las obras del Ferrocarril de Caldas,
los préstamos bancarios se negocian en W all Street, los rieles se com­
pran a la U. S. Steel Co., y se contratan ingenieros norteamericanos;
es la Ulen Corporation de Nueva York la firm a de arquitectos-inge­
nieros la que queda encargada de proyectar varios edificios públicos y,
luego de los incendios, del programa de "reconstrucción de la ciudad” .
Es preciso observar aquí cómo la contratación de la Ulen Co., por los
ediles, hace de Manizales la primera ciudad de Colombia, en la cual
se da una operación concertada y oficial de remodelación central, y

134
p la n ific a d a p o r u rb a n ista s; c on este p ro y e c to ta m b ié n se in tro n iz a
e n fo r m a d e c is iv a la c o n tra ta c ió n de firm a s n o rtea m e rica n a s d e in g e ­
n ie ro s , u rb a n is ta s y arq u itecto s. O tra s em p resas y a n qu is está n y a
o p e r a n d o e n B u e n a v e n tu ra , B a rra n q u illa y C a li, y n o es d ifíc il a d v e r tir
e l p a p e l qu e d e se m p eñ ó e l c a fé e n este ca m b io de “in flu e n c ia s cu ltu ­
r a le s ” . L o s c om p ra d o res urbanos d e l gra n o , las trilla d o ra s , la s em ­
p re s a s d e to r r e fa c c ió n y la s com p a ñ ía s d e e x p o rta c ió n , unas in d íg e n a s
y o tra s e x tr a n je r a s , s e a p o y a n h a c ia 1920-1925 sob re u n a p ro d u c ció n
e n ascen so c on tin u o . E n 1922, segú n José G a v ir ia T o ro , la s o la p ro d u c ­
c ió n d e l m u n ic ip io to ta liz a 2.000.000 de c a fe to s y una e x p o rta c ió n de
1.900.000 k ilo s ; e n e l m ism o añ o, ú n ica m e n te p o r m ed io d e l cable
a é r e o a M a riq u ita , s a lió de la r e g ió n h a c ia e l e x te r io r la c a n tid a d de
6 .876.085 k ilo s de c a fé . S egú n D ie g o M on sa lve, h a c ia 1925-1926, en
e l s o lo m u n ic ip io d e M a n iz a le s se re g is tr a ro n 910 p la n ta d o res , to ta li­
za n d o 3.000.000 de c a fe to s en p le n a prod u cción .

E n 1920-1925 se está n con stru yen d o en M a n iza le s las dos obras


p rin c ip a le s d el quin quenio, am bas d edicad as a l tra n s p o rte : la estación
d e l fe r r o c a r r il y la esta ción te r m in a l de los cables aéreos. N ec e s ita n
e x p la n a d a s in m ensas, la s cuales e x ig e n unos g iga n te s co s m o v im ie n to s
d e tie r ra , ta l com o se p u ed e a p re c ia r en las p ésim as fo to g r a fía s que
rep ro d u c e J orge I . V ille g a s en E l F e r r o c a r ril de C aldas. Y este au tor
e s crib e :

Fuera de las obras dichas, entre Rioclaro y Manizales merecen citarse


como más importantes, las siguientes: el corte de San Miguel de un cubo
mayor de 65.0U0 metros, el puente sobre el no Chmchiná, de 22 metros de luz,
a cuyo lado izquierdo se hizo un corte muy grande y difícil y a cuyo lado
derecho se construyó un enorme terraplén; el túnel de la Avenida Cervantes
que cruza por debajo de ésta para entrar inmediatamente a la estación, y la
gran explanación que fue necesario practicar para los edificios de la estación
y los apartaderos de la linea, obra ésta en la que fue necesario remover can­
tidades fabulosas de tierra, sin contar las movidas en una enorme cantidad
en la explanada contigua para fundar la gran estación central de cables aereos.
E n lo qu e se r e fie r e a la con stru cción p riv a d a , p a rtic u la rm e n te la
v iv ie n d a , es m a n ifie s to el peso que a d q u ieren cie rto s fa c to re s ; e n tre
ellos se d e sta c a n las cu alid ad es in trín se c a s d e l su elo y su c o m p o rta ­
m ie n to m ec á n ic o , lo m ism o que la e x tre m a d iv isió n p re d ia l d e la p r o ­
p ie d a d u rb an a. D e ellos se d e riv a la búsqueda p e rm a n e n te , p o r p a rte
de los con stru ctores, d e unas técn icas con stru ctivas y de unos m a te ­
ria le s qu e p ro p orcio n en la m á x im a segu rid a d d e las ed ifica cio n es, y
c ie rta s fe ch a s "n e g r a s " de c a tá s tro fe s — seísm os, derrum bes o in c e n ­
dios— a c tú a n p a ra p ro p icia r la r e fle x ió n y e l cu estion am ien to, c on ­
c lu y en d o con m o d ifica cio n e s tecnológicas.

R eco rd em os qu e tre s incen d ios se suceden e n m u y poco tiem po,


fa v o re c id o s p o r el a lto in d ic e de ocu p ación y de con stru cción en los
solares d el c e n tro : el p rim ero , en 1922, a fe c ta p a rcia lm e n te dos m a n ­
zan as, de lim ita d a s p rop orciones, sin e m b a rg o actú a com o a d v e rte n ­
c ia ; e l segun do, en 1925, destruye tr e in ta m anzanas, o sea la casi
to ta lid a d d e l sector c e n tra l de la ciudad, ta l com o se com pru eba e x a -

135
minando las fotografías; y el tercero, en 1926, destruye por completo
la vieja catedral de madera. Asi es como estas catástrofes inciden
fuertemente en los cambios constructivos-arquitectónlcos, y por lo
tanto facilitan los Intentos de "perlodlzación histórica” .
Y a se habla señalado cómo el primer periodo, de la arquitectura
"post-colonlal popular” , hace crisis y caduca después de la dura expe­
riencia de los seísmos del lapso 1870-1885. Hacia la misma época,
con el incremento del proceso de colonización agrícola en la comarca,
se presenta en el mercado urbano de materiales una abundancia de
maderas provenientes de los desmontes, en los “ derribados” de ver­
tientes. Además, muchos colonos exitosos se trasladan al pueblo, en
forma temporal o definitiva y traen sus maderas y su saber construc­
tivo, para edificar en el perímetro urbano una vivienda principal o
complementarla. Estos factores (y otros desde luego) contribuyen con
la quiebra definitiva del modelo anterior, destronado por el soplo nuevo
de la vivienda rural. Entonces opera en forma paulatina una renova­
ción en la m orfología de la vivienda y durante mucho tiempo van
compitiendo dos modelos opuestos:
a ) El modelo tradicional arraigado en la época colonial, de la
casa-claustro, celosamente encerrada sobre si misma. Con muy pocos
vanos hacia el exterior, muy estrechos, vuelca sus espacios y visuales
sobre el patio posterior cerrado. La vivienda sigue siendo un lugar
cerrado y de reclusión y aún hoy se observan casas antiguas cons­
truidas según este patrón, particularmente en el primer núcleo de
la ciudad;
b) El modelo nuevo, el cual llega del campo e irrumpe tanto en
Manizales como en los demás pueblos de colonos, como en Caldas,
Cauca, Tolim a y Valle, se caracteriza por el rechazo al aislamiento y
a la reclusión del anterior. El elemento construido que actúa para
esta ruptura es el corredor abierto, bien sea en fachada, lateral,
posterior o combinado, corriendo por dos o tres costados. Pero con
el traslado campo-ciudad, se convierte en elemento plástico lo que
era en la casa rural un espacio funcional, de trabajo. Esta galería
bajo alero — ¿quizá adaptada de la hacienda colonial?— que permitía
almacenar productos, secar el café o desgranar el frijol y el maíz, en
la ciudad pierde esta justificación funcional y se torna en un espacio
de circulación, en una terraza cubierta uniendo y prolongando los
cuartos; además, se vuelve el espacio que favorece la comunicación
visual con los lugares externos y urbanos. El corredor (y el corredor-
balcón, cuando la casa es de dos plantas) es el sitio privilegiado, desde
el cual los moradores miran el solar, y en los numerosos pueblos con
fuertes desniveles del terreno, este corredor, sea posterior o lateral,
abre unas visuales hacia las demás manzanas, hacia las calles y la
misma plaza. Se ha podido localizar en Manizales muchas casas en
las cuales se destaca este elemento de comunicación, generalmente
abierto hacia el exterior y los espacios colectivos urbanos.
Asimismo se introduce la técnica rural popular caldense-quln-
dlana, basada en el uso privilegiado de las estructuras en bambú y

136
las maderas aserradas. En poco tiempo se apodera del marco de la
plaza, pues es particularmente apreciada para las prestigiosas casas
de dos o tres plantas — con balcones y locales comerciales— que soli­
citan, tanto los grandes negociantes como los primeros hoteles y ban­
cos. Este modelo perdura predominante y sin rival hasta los años de
1920, periodo de unos cuarenta años durante el cual se verifica en
varias oportunidades su capacidad de resistencia a los terremotos.
Sólo se cuestiona el uso de la madera pintada después del primer
incendio, y se descarta definitivamente del centro, con la catástrofe
de 1925.
Este segundo modelo arquitectónico del bambú se articula histó­
ricam ente al dominio mercantilista británico y al desarrollo de la
economía del café de exportación; se aúna con el ascenso social
de un pudiente grupo cosmopolita de grandes negociantes importa­
dores y exportadores, pero caduca con “la danza de los millones’',
años durante los cuales los manizaleflos rompen su aislamiento geo­
gráfico, lanzando en forma audaz unos ambiciosos tentáculos de comu­
nicaciones para llegar a los ríos Magdalena y Cauca, y alcanzar de
ese modo el comercio internacional. Entonces Manizales se convierte
en un nudo de vías, caminos y carreteras, ferrocarriles y cables aéreos.
No es producto del azar, si dos símbolos del transporte se manifiestan
en la nueva arquitectura: el Hotel Europa y la estación del Ferro­
carril de Caldas.
Este tercer modelo aflora hacia 1910-1920, pero —como hemos
visto— sólo tendrá su pleno auge después de los incendios, y se carac­
teriza por un rechazo absoluto del sector social dirigente a la arqui­
tectura de madera. Se introduce el uso generalizado del ladrillo cocido
local y se importan del exterior el cemento y el hierro; se contratan
arquitectos extranjeros experimentados en el manejo del cemento
armado: dos italianos, un francés y un norteamericano. Mezclándose
lo nuevo con lo arcaico, el concreto con el neo-clásico, surgen en los
alrededores de la plaza unas extrañas copias del vetusto estilo “neo-
renacentista” europeo... en hormigón armado con hierro.
Lo siguiente ilustra tanto la dependencia externa de la ciudad
como el ritmo del vals de los millones. Un periodista del Nuevo Tiempo
(ju lio 14 de 1926) entrevista en Bogotá al general Pomplllo Gutiérrez,
sobre la lentitud de la reconstrucción después del último incendio, y
sobre el gasto de 400.000 dólares, sin que se vean los resultados:
— ¿Nos pudiera decir, general, por qué te ha demorado la reconstrucción?
—Se ha demorado por la falta de los materiales pedidos por la casa con­
tratista, los cuales en su mayor parte se hallan en Buenaventura...
Desde luego se trataba de la Ulen Co. de Estados Unidos, de donde
también se esperaban dichos materiales. Sigue hablando el je fe má­
ximo de "la rosca de los Gutiérrez” :
— ,, .Como se comprenderá, por Buenaventura entran... también los ma­
teriales para la reconstrucción de Manizales, para la construcción de los cables
aéreos y para los ferrocarriles de este departamento y el Pacifico.., estas
obras se están perjudicando por la falta de sus materiales.

137
—¿Qué ha hecho la casa Ulen que el público se queja de la lentitud de
los trabajos, a pesar de los grandes sueldos que tienen sus empleados y de
los 40.000 dólares que se llevan gastados?
— ...la demora en las obras de reconstrucción (es), según ellos, es que no
han podido emprender ninguna obra en grande escalo, debido a la falta de
materiales... Con respecto a lo de los 400.000 dólares, dicen ellos, que la
mayor parte de ese dinero está representado en los materiales que se han
pedido al exterior...
La corrupta oligarquía manizaleña sabia m anejar m ejor sus es­
cándalos, que los temblores e Incendios.
Ahora bien, detrás del pretexto anecdótico de los incendios que
se utiliza para proscribir la construcción en madera, se p erfila el
contenido profundo y el objetivo de tal medida. S ignifica que ya
domina a la ciudad y al concejo un sector social innovador, o de
“ ruptura” : grupo de consumo que aspira a expresar en form a visible
el prestigio y el poder que adquirió con el dinero. Pretende ser “ culto",
escribiendo versos grego-latlnos, proyectando un club o un teatro, en
donde se presentan carnavales romanos o L a Traviata; sus aspiracio­
nes también tienen que plasmarse en el espacio por medio de m ani­
festaciones arquitectónicas. Pero este salto también significa que ya
funcionan las redes de comunicaciones y los medios de transporte
necesarios, para traer hasta la meseta los imprescindibles materiales
Importados que exige la nueva arquitectura: cemento, hierro, zinc,
hojalata, vidrio, porcelana eléctrica y sanitaria y otros. Y que ya
existe en la ciudad un comercio de distribución de estos materiales.
Las ferreterías importan pinturas químicas que se imponen en la ar­
quitectura, con una agresiva policromía, una nueva form a de colonia­
lismo estético que bien podríamos llam ar "la colorización antioqueña".
En cuanto al peso adquirido por las actividades comerciales en la
ciudad, se evidencia con el siguiente Cuadro, referido al año 1924 y
totalizando más de 600 establecimientos:

Establecimientos Números

Almacenes y tiendas 470


Cantinas 12
Cafés 13
Asistencias (restaurantes) 22
Hoteles ig
Farmacias y boticas 20
Peluquerías 3g
Panaderías 12
Fábricas de bebidas 5
De Juegos 6
Otras fábricas 16
Otros 208
Baños 163
Pesebreras ^

F U E N T E : José Gavlria Toro, obra citada

138
Ahora bien, el cambio arquitectónico no opera en forma brusca y,
también en 1924, José Gavlria nos proporciona un panorama que mues­
tra la persistencia terca de la tradición:
M anizales tiene un pintoresco aspecto que en las noches evoca el recuerdo
de los pesebres de la navidad. Las calles son accidentadas y estrechas, en
su m ayoria. Las casas que al comenzar la ciudad se hacían de tapia pisada,
se construyen hoy con guadua y se les ponen pequeñas bases de adobe. La
poca consistencia del terreno y los temblores tan frecuentes, obligaron a los
habitantes a edificar con este sistema. A la guadua le debe Manizales gran
parte de su desarrollo material. Las gentes pobres construyen habitaciones
integram ente de guadua y con la misma fabrican camas, taburetes, vasijas,
utensilios de cocina, etc.

En otro capitulo se verifica esta persistencia por medio de un


Cuadro bastante preciso, Indicando los materiales más usados para
la construcción hacia 1920-1925:

PRECIOS A C T U A LE S (Materiales de construcción en Manizales, 1920-1923)

T e ja 35.00 m il. Cascajo 4.50 metro cúbico.


A d ob e 50.00 mil. Cal 3.70 fanegadas.
Piedra 4.00 m etro cúbico Cemento 3.50 quintal.
A ren a 3 20 m etro cúbico.
Columnas 3.20 de largo y 10 centímetros de lado $ 1.00.
Cuartones 3.20 de longitud, cinco de lado por 10 centímetros $ 0.55.
Tablones 3.20 de longitud por 18 centímetros y por dos y medios $ 0.65.
Listones 3.20 de longitud y 5 por 5 centímetros $ 0.40.
Tablas de forro 3,20 de longitud por veintitrés centímetros y por 0.15
milímetros, va le $ 0.40.
Bastidores (cedro, caoba) 3.20 de longitud por cinco y por quince centí­
metros va le $ 1.40.
Tablas (cedro, caoba) 3.20 de longitud por dos y por 25 centímetros $ 1.10.
Vigas, 4.80 metros por seis y por veinte centímetros $ 2.50.
Guadua redonda (sobrebasa) 3.20 metros de longitud 0.14 centavos cada
una.
Guadua cepa (redonda) 3.20 metros de longitud $ 0.25 cada una.
Estera de guadua (guadua picada) 3.20 de longitud, por un ancho de
treinta centímetros $0.20 cada una.
Tablones para escaleras 3.20 de longitud por treinta centímetros y por dos
y m edio $ 2.00.
M alla para cemento armado 2 70 metros por 40 centímetros $ 1.20.

Con toda la prudencia del caso, el Cuadro permite varias obser­


vaciones como éstas:
— El listado está casi exclusivamente dedicado a los materiales
vernáculos.
—Unicas excepciones, el cemento y la "malla para cemento ar­
mado" indicando que algo está cambiando.
—No hay referencia alguna a los barnices y pinturas.

139
— Por fin, parece interesante anotar la normalización que pro­
viene de los aserríos de la montaña y la adopción de la medida stan­
dard de tres metros con veinte. Quizá se tenga aquí una pista para
entender algunas especificaciones constructivas, o las dimensiones de
ciertos elementos, por ejemplo las puertas.
Resúmase lo anterior, limitándose a la tecnología y a los m ateria­
les: primero se descarta el bahareque en beneficio de la guadua y de
la madera, una vez comprobado que resisten m ejor a los temblores.
Luego se abandona el techo de paja por la teja y se incentiva el uso
de las maderas aserradas y normalizadas. Finalmente se generaliza
el uso del ladrillo y del cemento, cuando se comprueba que reducen
los riesgos de incendios. Se da asi el paso a la arquitectura construida
con materiales extranjeros, importados, manejados por arquitectos,
igualmente foráneos. Pero la “arquitectura importada" penetraba en
forma tímida desde principios del presente siglo. En 1910, una casta
de negociantes y de grandes plantadores cafeteros había conseguido
el dominio político-económico regional, mientras que en la ciudad
reinaba la poderosa “rosca de los Gutiérrez” . Este sector social esti­
mulaba la introducción de materiales nuevos, pero éstos sólo se usaban
parcialmente en algunas construcciones de cierto prestigio. En este
año 1910 se importan “láminas de hierro galvanizado” para techar las
recién construidas galerías del mercado, y de Alemania llega la verja
de hierro del parque Bolívar, luego se trae desde Estados Unidos la
hojalata y el zinc del Palacio Episcopal; a propósito de ello escribe
el padre Fabo:
Aproximadamente costó la obra 30.000 pesos oro; está forrado e l edificio
con láminas metálicas trabajadas por Edwards Manufactury Com pany de
Cincinati; Ohio; los cuarenta y nueve bultos de láminas costaron, puestos en
Barranquilla, 1.477 pesos; y se pagaron e l 15 de febrero de 1916.

En 1920 se está construyendo en un costado del parque el Banco


de Caldas:
. . . m agnifico edificio de tres pisos ( . . . ) Sus pavimentos son de mosaicos
de vistosos dibujos ( . . . ) Su paredes del segundo cuerpo hacia arriba son
de madera, con un revestimiento de cemento, sobre m alla de acero.

Pero después del incendio de 1922 se incrementa la construcción


con materiales modernos importados. Escribe Luis Londoño sobre el
tema:
A propósito de incendios anotamos que ellos aquí son escasos a pesar de
lo expuestas que están todas las casas, en las cuales entran como principal
elemento de construcción la guadua, y que las paredes forradas de madera,
por la pintura, que siempre consta de dos baños de colores con aceite, arden
con suma facilidad.

El paso decisivo hacia la arquitectura “importada", en 1925, se


verifica con el siguiente listado:

140
Obra Arquitecto Afio Observaciones

Palacio Arzobispal ¿Paplo y Bonarda 1915 Constructores


o John Wootard? 1916 Papio y Bonarda
Edificio Sanz Papio y Bonarda ?
Casa de Félix Salazar ? ? Existe en 1920
Banco de Caldas ? ? ¿Construido entre
1915 y 1920?
Palacio Nacional 9 9
Palacio Municipal ? ? Inaugurado en 1924
Gobernación John Wootard Constructores
Papio y Bonarda,
sin terminar en 1927
Hotel Europa John Wootard Existe en 1924
Estación John Wootard 1925
del Ferrocarril 1927
Catedral Julien Polty 1928 Constructores
1940 Papio y Bonarda

Como vemos, este brinco necesita algo más que materiales forá­
neos: exige la importación de arquitectos.
Aqui, con la contratación de la Ulen Co. de Nueva York, se ilustra
la dificultad de “periodización” que se señaló al principio de este texto.
Contratando a estos expertos, la clase dirigente local ratifica el peso
adquirido por la expansión económica norteamericana; sin embargo
sigue admirando los modelos plásticos de la “ cultura europea”. Por
lo tanto, mientras en Manhattan se está construyendo el Empire
State Building, John Wootard en una meseta andina tendrá que
diseñar según el gusto francés del siglo X V m . Este arquitecto “me­
diano” , que “no era un diseñador de primera, ni aun de segunda
clase” (según el historiador Germán Téllez), se enuentra frente al
problema de darle a la burguesía naciente el pasado que tanto le
hace falta: proyecta el Hotel Europa, la gobernación y la estación
del ferrocarril. Frente a tanta monumentalidad, el francés Polty no
se deja distanciar y concursando, desde su oficina de París, proyecta
una paquldérmlca catedral medieval, obra magna del “ gótico cafetero
franco-caldense" y que quedó hasta hoy sin terminar.
Estos cuatro edificios tranquilizan a la élite local, dándole la
historia que tanto deseaba, y que llega prestada de París, como llegan
los dineros desde Nueva York. Actúan los símbolos construidos como
termómetro y medidor del buen gusto y no tardan en ser copiados y
pastichados: varias familias ricas de la Calle Real adornan la fachada
de su casa con los elementos decorativos del arte griego o romano,
que tanto admiran cuando pasan frente a la gobernación o el Hotel
Europa. Y los comerciantes, regresando del viejo continente o de Bo­
gotá, cambian el antro oscuro de la tienda por una vitrina “ parisina” .

141
Asi, originada en los edificios “ emisores” , la nueva Ideología arqui­
tectónica va irradiando la ciudad. Se desplaza “ el buen gusto" en el
espado urbano, en forma de espiral, que se generó en los costados
del parque. No hay nada nuevo, sino que en Manlzales se verifica un
fenómeno que se habla comprobado anteriormente en Bogotá, M e -
dellín. Cali y Buc&ramanga. Se ha encontrado en la capital caldease
el más directo caso de influencia y trasplante. Cuando John Wootard
está para terminar la construcdón del palacio de la gobernación, se
contrata un maestro artesano para ejecutar las molduras de yeso y
cemento de la ornamentación de las fachadas. Este último, reco­
giendo de inmediato la experiencia adquirida, no tarda en usar el
mismo catálogo decorativo para adornar la fachada de su propia casa
(la cual aún existe, a pocas cuadras del edificio del “ cable” ). Poco
después, contratado para diversas obras, sigue utilizando el deslum­
brante repertorio decorativo "neo-clásico” de la gobernación.
Otro edificio “ emisor” será la Estación del Ferrocarril de Caldas.
Habla escrito Jorge L Villegas:
La E s ta c ió n en la c iu d a d de M a n iz a le s ten d ré com o e d ific io p r in c ip a l
uno de fe r r o c o n c r e t o que a va n za rá r á p id a m e n te b a jo la d ir e c c ió n de lo s
s e ñ o r e s U l e n y C o .. c o n q u i e n e s f u e c o n t r a t a d a s u c o n s t r u c c i ó n , e n l a s m i s m a s
c o n d ic io n e s q u e s e c o n tr a tó c o n e llo s la r e c o n s t r u c c ió n de e s ta c iu d a d . S e r á
u n b e llo y e le g a n t e e d i f i c i o , d ig n o d e la c iu d a d d e M a n iz a le s y d e l D e p a rta ­
m e n t o E l p r e s u p u e s t o d e c o s t o , c a l c u l a d o p o r U l e n y C o ., a s c i e n d e a l a s u m a
d e $ 2 7 7 .0 0 0 .

7 en su libro una pésima fotografía, sin embargo, permite apre­


ciar la tecnología del “ferroconcreto” . Entonces el éxito de este pu­
diente modelo desborda la ciudad y llega a otros centros de la reglón,
empezando por Pe reirá. Relata Jorge I. Villegas:
E n t r e t o d o s e s to s e d ific io s m erecen e s p e c ia l m e n c ió n lo s s ig u ie n t e s : el
P a la c io D e p a r t a m e n ta l, d e s t in a d o a G o b e r n a c ió n d e l D e p a rta m e n to y a to d a s
la s o f i c i n a s d e é s t e q u e fu n c i o n a n e n la c iu d a d d e M a n iz a le s , e s u n e d ific io
e n c o n s t r u c c ió n q u e o c u p a m e d i a m a n z a n a e n l a P l a z a d e B o l í v a r . L a e r e c c i ó n
d e e s t e e d i f i c i o e s t á a c a r g o d e lo s s e ñ o r e s U l e n y C o ., c o n q u i e n e s s e c o n t r a t ó
en lo s m is m o s t é r m in o s del c o n tra to de r e c o n s tr u c c ió n de M a n iz a le s . E s te
e d i f i c i o , q u e r e e m p l a z a r á e l a n t i g u o d e s t r u i d o p o r e l i n c e n d i o d e j u l i o d e 1925,
s e rá u n a e le g a n t e o b r a d e fe r r o c o n c r e t o q u e h a r á h o n o r a l D e p a rta m e n to y
q u e r e p re s e n ta r á u n v ig o r o s o e s fu e r z o , p u e s su p r e s u p u e s to d e c o s to h a s id o
a p r e c ia d o e n la su m a de $ 625.000. La E s c u e la N o rm a l p a ra V a ro n es cu ya
c o n s t r u c c ió n s e i n i c i ó e n u n p u n t o a l o r i e n t e d e l a c i u d a d d e M a n i z a l e s , s e r á
un b e llo e d ific io ta m b ié n de fe r ro c o n c r e to , e n el que p o d rá n ed u carse la s
g e n e r a c io n e s d e m a e s tr o s d e l p o r v e n ir e n la s m e jo r e s c o n d ic io n e s de com o­
d id a d y b u e n g u s to . E l C o le g io d e S a n ta In é s , m a g n ific o e d i f i c i o c o n s t r u id o
en la A v e n id a C erva n tes y d e s t in a d o a un c o le g io de s e ñ o r ita s que pu ede
p r e s e n t a r s e c o m o m o d e l o e n e l p a ís . L o s e d i f i c i o s p a r a f á b r i c a de lic o r e s y
p a r a o f ic in a s d e r e n ta s e n la c iu d a d d e P e r e ir a , d o s o b r a s e le g a n t e s q u e d a n
r e a l c e a a q u e l l a c iu d a d ( . . ) A p r i n c i p i o s d e 1926 p i d i ó l a g e r e n c i a d e l f e r r o ­
c a r r il a E s t a d o s U n id o s u n a b u e n a a rm a d u ra p a ra u n e d ific io m e tá lic o d e s ­
tin a d o a u n a b o d e g a e n la e s ta c ió n d e P e r e ir a .

De importadora de arquitectura, Manizales se habla convertido


en transmisora y distribuidora regional.

142
Como se ha visto en esta breve reseña de la génesis de Manizales,
poco después de su fundación tomó un impulso notorio y se convirtió
en el centro urbano más dinámico de la reglón. Sustituyendo a Nelra,
era hada 1850 el "crucero” en donde llegaban del norte corrientes de
guaqueros y campesinos sin tierras, antes de dirigirse hacia los ríos
y tierras vírgenes del occidente, del oriente y, más que todo, hacia el
sur. Asi, por rebotes sucesivos y en la estela de la fundación de Manl-
zales opera durante la segunda mitad del siglo X IX la colonización
del Qulndlo, acompañada de una serie de fundadones urbanas de la
más diversa Índole. En efecto, este proceso se desarrolla a lo largo de
unos sesenta años, concluyendo con las últimas fundadones hacia
1920. Por lo tanto ofrece al Investigador una amplia gama tipológica
lnduyendo fenómenos muy diversos y disimiles, lo cual permite un
análisis por clasificación. Además, una abundante literatura regional
facilita el examen de algunos casos, los cuales se reseñarán a
continuación.
Durante estos decenios tanto la estructuración de un espado
rural de colonlzadón, como la morfología espacial y social que adopta
su núdeo urbano, dependen en gran parte del material humano que
participa en su gestación, de sus metas, de sus logros y fracasos, de la
diversidad o de la homogeneidad de las fuerzas sociales que actúan,
de las rivalidades locales y de las tensiones que experimentan en su
seno, etc. Retomando el caso de Manizales vimos cómo en sus alrede­
dores una “sodedad de frontera” auspició un sector económico "de
delincuencia”. Esta franja convivía compitiendo —pero en asocio—
con una colonización rural, estrictamente agrícola y legal. Sin embargo,
influyó para modelar en Manizales un sector central, que muy tem­
prano resultó reuniendo todas las características sociales y espaciales
de una "zona negra”. También se evidenció cómo los hombres de "la
Colonia" quizá no eran los más indicados y aptos para fundar la
dudad nueva de la República. Aquellos que hacia 1848-1850 fundan
a Manizales, son seres nacidos durante el régimen español. Criados
bajo las leyes hispánicas e impregnados de Ideología colonialista,
no pueden dar más que eso: una expedición con peones y esclavos
negros, los conceptos urbanísticos de la Plaza Mayor y de la cuadricula
etc.; son seres que viven una transición y sus contradicdones. Estas
se reflejan en el producto urbano, en la concepción y el diseño del
proyecto urbanístico. Se estructura el espado urbano de moradores
que experimentan una situación nueva, pero que siguen arrastrando
mentalmente un patrimonio, aunque anticuado o moribundo. Manl-
zales presentarla un modelo físico expresando esta dualidad, convi­
viendo lo convencional con lo novedoso. Y habría que esperar mucho
tiempo para que poco a poco, en las futuras fundaciones, sus gestores
rompieran con el pasado. Durante estas indagaciones de campo se
pudo comprobar en numerosos sitios el apego de los moradores y cons­
tructores a la "casa colonial”, considerada aún hada 1.900 como la

143
morada de mayor prestigio social. Es asi que hoy en día, en M anl-
zales, varios ancianos viven en el barrio de los Agustinos en casas de
madera, construidas hacia 1880-1900 por sus padres y que consideran
“ coloniales” . Uno de ellos heredó la tiplea casa urbana gestada en la
colonización rural caldense: tres plantas sobre estructura de guadua,
muros de bahareque, maderas aserradas, escalera m óvil sobre el corre­
dor de acceso al patio, numerosos balcones y corredores abiertos. Pero
el propietario, de más de noventa años, está convencido de poseer
una casa “colonial” , por tener esta “ casi cien años” ; tenia en 1982
el propósito de cambiar el color de la fachada; iba a pin tarla “ de
color colonial, para que sea toda colonial. . . pues del color colonial,
caoba, café o scu ro ..."
Fundada Manizales, los caucanos trataron en seguida de detenei
el avance antioqueño hacia el Cauca grande. Este es el aspecto polí­
tico de la fundación de Villamarla: mantener la presencia caucana
hasta el rio Chinchiná. En varias oficinas manlzaleflas, desde las cua­
les se contempla el vecino poblado, se ha tratado, sin éxito, de elucidar
los pormenores de la fundación de la Aldea de María. Pero en Cartago
y Buga existen algunos documentos oficiales, como la ordenanza de
fundación, reproducida por Daniel A. Gómez en la obra Cartago en
la Historia:
El texto completo de lo Ordenanza de fundación de Villamarla es el
siguiente: "Artículo Primero. —(La nueva población comprendida entre los rios
Chinchiná y Campoalegre se erige en aldea bajo la denominación de ALDEA
DE MARIA Parágrafo primero. —Para el efecto de tomar parte en las elec­
ciones primarias, esta aldea, quedará unida al distrito parroquial de Cartago.
Parágrafo segundo. —Además del regidor habrá en ella para su administración
y servicio, un comisario de policia de libre nombramiento y remoción de
aquel empleado. Articulo segundo. —La distribución de las tierras que deban de
adjudicarse a los nuevos pobladores de la Aldea, se hará por una junta com­
puesta del Regidor, el comisario y de los vecinos inteligentes de la nueva
Aldea, que nombre el jefe politico, bajo las bases siguientes: a los individuos
que no tengan familia, veinticuatro fanegadas; a los padres de familia que
tengan desde una hasta cinco personas bajo su dependencia, cuarenta; a los
que excedan de aquel número sin pasar de diez, cincuenta y a los que tengan
más de diez se les adjudicarán hasta sesenta fanegadas de los baldios. A r­
ticulo tercero. —La Junta llevará un libro rubricado por el jefe politico y a
cargo del Regidor, en el cual se describirán el número de fanegadas adjudi­
cadas, sus linderos, el nombre del individuo a quien se adjudican y el número
y nombres de las personas de su familia, si la tuvieren. Articulo cuarto.—El
Gobernador de la Provincia solicitará del Poder Ejecutivo las doce mil fane­
gadas de tierras baldías de que habla el articulo primero de la Ley 7* parte
5*, articulo primero de la Recopilación Granadina, remitiéndole para el
efecto copia de esta Ordenanza. Luego que se verifique la concesión, cuidará
de participarlo al jefe político respectivo. El mismo Gobernador de 1a Pro­
vincia queda encargado de dictar las órdenes y reglamentos necesarios para
el inmediato establecimiento de la Aldea que se erige."
(Archivos del Concejo, tomo 23, años de 1852 a 1853, folios 127
vuelto y 128).
No obstante, los tropiezos que en un principio presentó la aproba­
ción de la ordenanza, debido a la oposición de algunos vecinos de
"Llano Grande" y de Guadalajara de Buga, entre los cuales se con­

144
taban algunas autoridades, sometida a los debates reglamentarlos,
pasó sin reservas, como se comprueba en la parte final y la certifica­
ción respectiva, que a la letra dicen:
Dada en la ciudad de Buga a 19 de octubre de 1852. — El presidente, Ramón
Serrano. — E l Secretario, J. Crisóstomo Llano. —Gobernación de la Provincia
del Cauca. Buga, octubre 20 de 1852. Ejecútese y publiqucse. Carlos Gómez.
—iEl Secretario, A n g e l Diago. Es fie l copia, Diago. Se circuló a los Alcaldes y
Regidores. Estrada, Secretario. — Publíquesc hoy 21 de noviembre de 1852. El
A lcalde, Hormaza.
(Archivos del Concejo, tomo y años citados.)

Añade el cronista:
Cumplida en todas sus partes la Ordenanza anterior, no fue menos difícil
la tarca de la Junta encargada de la distribución de las tierras de confor­
midad con lo ordenado por el articulo segundo. Cientos de emigrantes y fa ­
m ilias enteras, atraídas por la bondad del clima, empezaron a ubicarse dentro
de la jurisdicción territorial asignada a la nueva aldea, con el fin primordial
de establecer sus cultivos. El regidor y el comisario de policía se vieron en
aprietos, por cuyo m otivo la Cámara Provincial y demás autoridades distri­
tales de Cartago, se vieron en la necesidad perentoria de enviar represen­
tantes y delegados suyos, con el fin de coadyuvar en la solución de los pro­
blemas a que se vieron abocados los colonos recién establecidos. Todavía
p or el año de 1855 la Junta respectiva encargada de llevar el censo de las
fanegadas adjudicadas, estaba dedicada a la revisión estadística y a la recti­
ficación de los linderos de todos y cada uno de los adjudicatarios.

Como se ve, la aldea se fundó apresuradamente “por decreto” de


las autoridades del Estado del Cauca, con explícitas motivaciones po­
líticas y electoreras. En cuanto se refiere a los "problemas” de los
colonos recién establecidos, no son sino la continuación del conflicto
entre los labradores y la compañía usurpadora González y Salazar,
denunciada en 1857 por Ramón Arana en un folleto. El año anterior
la empresa Moreno Walker disputaba los ejidos de Villamarla, demar­
cados por sus pobladores y acusaba a éstos de ser "comunistas” . Marco
Palacios agrega las siguientes precisiones sobre el caso:
En 1853 se había estipulado que el rio Chinchiná era el lindero sur de la
Concesión Aranzazu; ahora bien, de acuerdo con el mapa oficial levantado
por Codazzi en 1852 el río Chinchiná corría al sur de la V illa de María.
Esta aldea, establecida en 1850, fue reconocida por la Asamblea del Cauca
en 1852. Sus vecinos alegaban un "error de mala fe " en el mapa de Codazzi:
el río que pasaba al sur de Villa María era el río Claro, puesto que el río
Chinchiná estaba al norte de la aldea, separándola de Manízales. Los abogados
de los colonos de V illa María acusaban a Marcelino Palacio, fundador y pro­
curador de Manízales de colusión con la Compañía para confundir a Codazzi,
induciéndolo a mudar los nombres de los ríos, para ganar de paso 21.000
hectáreas a favor de la Compañía. Palacio era el representante legal de M o­
reno Se Walker, socio importante de González Se Salazar. A estas piezas se
añadieron otras de carácter político. El río Chinchiná era el límite oficial
entre el Gran Cauca y Antioqula (Provincias de Buga y Córdova, respecti­
vam ente). V illa María recibió del gobierno central para sus pobladores, una
concesión especial de 7.680 hectáreas, en 1856, que según González Se Salazar
pertenec an a la Compañía.
El juicio ocupó el resto del decenio y estuvo a punto de ser resuelto
en 1860, pero la declaratoria de Guerra del Presidente del Estado soberano
del Cauca al gobierno federal, general Mosquera, puso al presidente de la

145
República, M ariano Ospina, en el dilem a de respaldar la resolución de 1856
que im plícitam ente reconocía que los terrenos ocupados por los habitantes de
V illa M aria, eran baldíos al otorgarles dentro de éstos la concesión aludida,
con lo cual se enajenaba las simpatías de la élite de M anizales que presionaba
por un arreglo favorable, o ceder a las pretensiones de ésta. L a nueva situa­
ción político-m ilitar lo forzó a adoptar la segunda alternativa debido a la
importancia estratégica m ilitar de Manizales.
Los radicales que supieron utilizar el triunfo de Mosquera, legislaron
abundantemente en m ateria de baldíos en la Convención de R ion egro; sobre
el caso de V illa M ar.a concluyeron que estaba en terrenos baldíos antes de su
poblamiento y que pertenecía a la jurisdicción del Cauca (cosa que habla
reconocido Ospina en su resolución de 1860). P e ro la Compañía no se rindió,
a pesar de que en 1864 otra resolución ejecutiva confirm ó la decisión tomada
en Rionegro, y su abogado Pablo Marulanda insistió con tenacidad hasta que
e l ministro del Tesoro, Salvador Camacho Roldán, decidió en 1871 que los
terrenos de V illa M aria habian sido expropiados a la Compañía y ordenó
indemnizarla a nombre de la nación.

Villamarla no detuvo la penetración del campesinado antioqueflo,


tolimense y caldense hacia el sur y los caucanos trataron de levantar
otro limite. Este es el significado político de la fundación de Pereira,
hábilmente utilizado con fines meramente especulativos, por una
fam ilia que pretendía salvar asi un latifundio. Resumido en pocas
frases el asunto es el siguiente:
Considerado aquí no como individuo sino como agente social,
Francisco Pereira es el tipleo exponente de los “ emergentes de la In ­
dependencia", especie de Rastignac andino que, como el personaje de
Balzac, emigra de una apartada provincia, llega a la capital y se lanza
al asalto del éxito social abriéndose paso en la sociedad bogotana,
consiguiendo cargos y riquezas. Según Jaime Jaramillo Uribe (H isto­
ria de Pereira), compra a la nación en 1826 un "extenso globo de
terreno calculado en 10.000 hectáreas". Más preciso que el distinguido
académico, Jorge Villegas establece que en realidad no fueron sino
2.710 hectáreas, compradas por la suma de 4.234 pesos, o sea un peso
con cincuenta centavos por hectárea, precio entonces in ferior al
de un cerdo.
En su extensa monografía Pereira, Hugo Angel Jaramillo escribe
al propósito:
Con bonos que le dieron por dineros prestados al ejército Libertador,
aunque no completos, compró una casa cerca a Tbagué y en subasta pública
remató los terrenos que quedaban al occidente de la antigua Cartago.
Más adelante reproduce la sencilla solicitud de compra de tierras
baldías, que presentaron en Cartago José Francisco Pereira y José
María Palomeque, en la cual los mismos compradores fija n su precio:
• ■■cuya fanegada gradúa el valor de cuatro reales por no presentar ven ­
tajas algunas y en si muchos inconvenientes hasta ponerla en estado de
ser productiva. Como la ley autoriza a Usia para la enajenación de esta clase
de tierras y calcular el precio a que pueda venderse la fanegada, ocurrimos
a Usia suplicándole se digne mandar, se nos otorgue la correspondiente es­
critura de venta de dichas tierras A L PR EC IO QUE HEM OS IN D IC A D O . . .

146
Dos años después Pereira quedaba como único propietario, según
un certificado expedido en Popayán en noviembre de 1837, por el es­
cribano del Número Primero y de Hacienda.
Posteriormente Pereira se dedica en la capital a una doble ca­
rrera, asociando los cargos oficiales con los negocios mercantiles y
sólo se acuerda de sus tierras del Otún cuando se entera de que colonos
pobres las están desmontando. Entonces, en varias oportunidades,
trata de convencer a unos amigos en Cartago para que funden allá
una ciudad caucana, para detener la “ invasión antloqueña” .
Hacia 1860 estaban radicadas en la meseta del Otún unas veinte
fam ilias de labradores, desmontando selva y cultivando parcelas en
sus “abiertos” ; familias antioquefias y caldenses unas, caucanas otras,
viviendo en pacifica convivencia. Gracias a sus amistades en el Cauca,
Pereira logró suscitar en Cartago un movimiento “ patriótico" para
rescatar esta zona “ amenazada por la Invasión antloqueña” . Una
expedición salida de Cartago en 1863. con peones, agrimensores, tin­
terillos y curas volvió a tomar posesión de la meseta y para dejar
constancia fundó la nueva ciudad con familias traídas del Valle del
Cauca. Los dos párrocos celebran la fundación por medio de una misa
y ordenan la construcción prioritaria de una capilla de guadua cubier­
ta con paja, desde luego en una esquina del futuro parque, en un
cas°rio que apenas contaba con “ocho ranchos de teja de astilla y
guadua v tres de paja” , ocupando una traza con “ 6 manzanas mar­
cadas entre s* por senderos entre el guadual” .
Con esta intervención se desvanece la solidaridad que prevalecía
en la comunidad de los colonos. De ahí en adelante, manipulados y
engañados, durante decenios se enfrentan en un conflicto racial arti­
ficial los "negros caucanos" con los "blancos antioqueños” , por el solo
beneficio de la familia Pereira, tratando de dividir a los labradores
para conservar un latifundio que iba creciendo en los títulos.
Muerto Francisco Pereira en los dias de la fundación urbana,
sus hijos se manifiestan en la región; se desata una controversia
entre terratenientes y colonos, sobre la propiedad de las tierras y las
dimensiones superficiales de una “ donación” hecha por el latifundista.
Según este último, dicha “cesión” no pasa del perímetro urbano v su
periferia inmediata. Parece que el único “ mérito" de la familia Pe­
reira fue haber inaugurado un nuevo tipo de especulación raíz. Con­
sistía en la "generosa donación" de un predio ocupado y sobre el cual
se ha perdido dominio real, para tratar de salvar el resto del globo,
beneficiándose este último de la "valorización” producida por una
fundación urbana, organizando y estructurando el conjunto del há­
bitat agrario comarcal, estimulando asi fructíferas especulaciones pos­
teriores por medio del cobro a los colonos de las tierras que des­
montaron.
Siguiendo las huellas del padre sus herederos aprenden el ejemplo
de Pereira y amplían su territorio de acción. Se dedican desde Bogotá
al tráfico de baldíos y de bonos, y hacia finales del siglo los volvemos
a encontrar en oscuros negocios de tierras, esta vez a las orillas del

147
rio M agdalena, especulando en torno al trazado de carrileras cerca
de Honda y Olrardot. L a lección no se perdió y h acia 1920 un busca­
vida nativo de Santa Rosa de Cabal, radicado en Pereira, m edita
sobre cómo sacar provecho de un litigio entre terratenientes y colonos:
fundando prim ero una aldea en el globo en disputa y lu ego cobrando
a los campesinos de los alrededores sus “ derribos” y “ m ejoras” ya
"valorizados” . En 1922, Leocadio Salazar M e jia cierra su tien da de
contrabando de tabaco y aguardiente y se dirige h acia las disputadas
tierras del rio Barbas. (V e r Segunda Parte, Capitulo sobre la U rb a n i­
zación en el Valle del Cauca.)
Escribe Jorge Villegas:
El gobierno transó con el descendiente de Pereira y lo indemnizó dán­
dole doce mil hectáreas de terrenos en la zona. Nótese cómo el derecho he-
rencial que tenía este descendiente de Pereira, que no debía de exceder a
doscientas setenta hectáreas, se ha incrementado hasta doce mil hectáreas.
Mediante su “transacción” con el Estado. Y acá no paran las cosas. Con base
en los bonos con los cuales fue pagada la transacción a Pereira, se hizo una
emisión fraudulenta que alcanzaba en el momento de ser descubierta, el
orden de las trescientas mil fanegadas: “ Se han fomentado las falsificaciones;
basta un dato para que se pueda formar una idea: la Ley 100 de 1874 autorizó
cubrir en bonos territoriales a Guillermo Pereira Gamba la zona que él
cedió para la fundación del municipio que lleva su apellido; pues bien, de
doce mil hectáreas a que montaron esos títulos, admírese el lector, llevan
anuladas en el ministerio de Obras Públicas algo así como trescientas mil
hectáreas de circulación fraudulenta. Esto sin contar los ya amortizados, los
que aún están sin registrar y los que deben de permanecer en poder de ter­
ceros de buena fe.”
Este caso muestra muy claramente las formas como se utilizaban los
aparatos legales para entorpecer la actividad de los colonos, que fueron los
únicos y auténticos creadores de riqueza y desbrozadores de selva.
Y como si esto fuera poco, Guillermo Pereira Gamba no solamente au­
mentó, por arte de magia de doscientas setenta hectáreas a doce mil su
patrimonio original y posteriormente a trescientas mil mediante artes fraudu­
lentas, sino que pasó a la posteridad al tomar su apellido, sin motivo, un
villorrio que prontamente se convirtió en ciudad de gran desarrollo.
(V e r anexo N*? 3.)
El Indice de adjudicaciones de baldíos del M in isterio de Industrias,
elaborado hacia 1933 indica lo siguiente:
José Pereira, 1827, municipio de Pereira, 2.400 hectáreas sin indicación
del motivo de la adjudicación.
1874, a favor de los pobladores de Pereira, 12.000 hectáreas.
No hay más menciones de la familia Pereira Gamba.
Elias Recio participó en la expedición cartagüefia del año 1863,
y se entrevistó en Cali a su h ijo Ram ón, en 1978 cuando ten ia más
de noventa años, quien dijo:
... Mi papá y unos compañeros salieron de Cartago a fundar a Pereira.
Eran siete u ocho no más, y con el padre Cañarte fueron a puro caballo,
andando todo un día, por un caminito que había. A llá mi papá distribuyó
los solares y las tierras agrícolas. Y tan honrado este viejo que no dejó nada
para él, absolutamente nada. . . Era abogado, fiscal, notario, ocupó muchas
posiciones. Y cuando ya hizo mi papá su gran labor se volvió a Cartago...
En Pereira se quedaron Hormaza y el padre Cañarte...

148
Elias Recio consignaba unos apuntes en una libreta que fueron
consultados y asi se pudo reconstruir su odisea de Juventud. Este pio­
n ero de la fundación de Pereira habla regresado a Cartago pero se mudó
de nuevo a la aldea, en la cual residió entre 1871 y 1878, fecha en la
cual regresó definitivam ente al Valle. Llega a Pereira en 1871 como
comisionista y abre una tienda con cacharros de mercancías europeas
fiadas por un comerciante de Cartago: telas y paños ingleses, alparga­
tas, herramientas, tijeras, hilos, lámparas, sombreros, drogas y otros
artículos. En la tienda Elias aprende a leer y escribir, solo y sin ayuda;
tam bién abre un libro de cuentas: anota lo que compra y lo que
vende. Descubre la m aravillosa taquigrafía y con una rudimentaria
técnica puede consignar en su libreta algún secreto intim o de su
vida privada; registra cuidadosamente sus compras a los campesinos
de los alrededores: leche, cacao y tabaco. Toda la zona se convirtió
en un gran potrero de ganado, pero ni siquiera figura en la libreta
la palabra ‘‘café’’, y en esta zona fronteriza, al igual que muchos
colonos, Elias no desdeña un esporádico y discreto contrabando de
tabaco y de aguardiente; igualmente ocupa el tiempo leyendo alguno
libros comprados en la tienda vecina: El arte de hablar, Aritm ética
Comercial, y las obras de derecho de Andrés Bello.
Pero el núcleo urbano crece bajo la doble presión dem ográfica
caldense y valluna. A las 36 fam ilias que poblaron este prim er núcleo
se sumaron otras y en 1870 el pueblo alberga 633 habitantes, en una
región que registrarla una población municipal de 19.036 personas
en 1905. Un nuevo camino desde el rio Cauca y Cartago hacia Ibagué,
pasando por Pereira, tiende a m erm ar la in icial hegem onía urbana
de que disfrutaba hasta entonces Manizales. De tal modo que muy
temprano se m anifiestan los primeros brotes de especulación raíz
urbana: en la villa de Pereira se venden y revenden lotes y casas, y
se practica el alquiler de ranchos y piezas.
Elias Recio es un típico exponente del mundo de colonización, en
el cual los seres pasan de un oficio a otro y m ultiplican asi sus fuentes
de ingresos: combinando los negocios con la agricultura y esta última
con los cargos públicos, las posiciones ocupaclonales urbanas con las
faenas rurales. En su caso lo vemos atendiendo la tienda de misce­
lánea, comprando cosechas, realizando unas especulaciones de finca
raiz, urbanas y rurales, y al mismo tiem po cumpliendo las labores
del escribano público; no tarda en convertirse en tinterillo, redac­
tando memoriales y ayudando a los colonos tratando de legalizar sus
posesiones. Asesora unas solicitudes de registro y escrituración de
tierras agrícolas, interesando unos predios de cierta extensión: res­
pectivam ente 100, 400, 500, 600 y hasta m il hectáreas. Que se sepa,
sólo adquiere personalmente el solar vecino de su casa; paga 60 pesos
por un predio que m ide 33 y 1/3 varas de fren te por 50 de fondo. Pero
la guerra de 1876 lo obliga a alejarse de la ciudad durante un tiempo;
dos años después la abandona definitivam ente y con aureola de
"notario” regresa a su ciudad natal.

149
En cuanto se refiere al trazado y la m orfología de la nueva villa,
hay que recordar que sus fundadores venían del Valle. Quizá los agri­
mensores transportaban en su memoria la referencia de las viejas
ciudades españolas de Buga y Cartago. Lo cierto es que estos vallu-
nos trazan Pereira con las medidas coloniales: la manzana tendría
100 varas de lado, unos 80 metros, y se dividiría entre 6 u ocho solares,
según el caso. Los dos profundos surcos de los ríos Otún y Consota
determinan una meseta estrecha y alargada, en e l sentido este-oeste
por donde circula el camino Inter-regional; pero esta via vuelta arteria
urbana determina en el poblado una form a muy lineal. Este prim er
diseño perduraría durante decenios, y sigue siendo hoy muy visible.
Cartago conservaba las tierras del Otún en su jurisdicción terri­
torial y poco después de la fundación, en una actuación muy señorial,
concede un titulo de “villa"’ a la aldea de Pereira; ésta adquiere cate­
goría de municipio en 1870 y al año siguiente la nación le otorga
12.000 hectáreas de baldíos “ indemnizando" a Guillerm o Pereira con
bonos. Según Fernando Uribe Uribe (Historia de una ciudad, Pereira,
1963) en 1870 el pueblo cuenta 6 manzanas pobladas con 84 casas de
astilla y guadua y reúne 633 habitantes; se está construyendo un
edificio para la casa municipal y la cárcel. A l año siguiente un “ doctor”
Arana “demarca una ciudad de 120 manzanas", midiendo éstas “ 100
varas de ochenta y cinco centímetros por cada lado, pero en 1880 un
ingeniero francés (inglés, según Jaime Jaramillo U ribe) “ replanteó el
trazado"; ubica en la traza seis plazas bautizadas con nombres ale­
góricos, de las cuales sólo se hicieron tres. Hacia 1885 Ricardo Jara-
millo Arango, en su obra Al roce de los años, describe a Pereira como
a4un caserío incipiente, desorganizado y escueto, donde nadie habla
edificado en firm e” , y se recuerda de “la yerba de las calles y de los
solares sin cerco” .
Hasta 1890 una “ comisión parroquial” reparte a los pobladores,
tanto las tierras rurales como los solares, cobrando dos pesos por
hectárea y cinco por solar, el cual según H. Angel Jaram illo mide 20
varas de frente por 50 de fondo.
En sus Crónicas inéditas el maestro de escuela, Heberto Marín,
dejó algunos apuntes sobre los cambios urbanísticos y arquitectónicos
de principios del siglo:
En 1903 fueron fijados los hilos y niveles para la demarcación de las
manzanas que formaban el área urbana y se obligó a los vecinos, propietarios
de solares y casas en las plazuelas de La Paz y Concordia y en las carreras
Cutumay. Jorge Robledo, Colón y Quirama como también en las calles trans­
versales, a construir los alares de sus propiedades con un metro de ancho,
dejando todo a un mismo nive'. También se prohibió la construcción de
ventanas “voladas”, que estuvieran a menos de metro y medio de alto sobre
el nivel de la calle, lo mismo que los escalones para entrar a las casas que
perjudicaban el tránsito de los peatones por las calles. paredes que Halan
a las calles y plazas debían ser blanqueadas, lo mismo que las culatas de las
casas que se vieran de cualquier punto de la calle con el fin de evitar el
aspecto de ruina que imprimen a la población.
Igualmente se prohibió edificar con techos de paja y con guadua en las
plazuelas y carreras mencionadas, y se conminó a los dueños de edificaciones
de tales carácter,sticas para que las destruyeran en el menor tiempo posible.

150
Este breve párrafo permite comprobar la persistencia en la arqui­
tectura urbana de las ventanas coloniales salientes, y de la mono-
cromía con liso exclusivo de la cal, verificándose el carácter posterior
de la policromía de fachadas con pinturas químicas importadas.
Un primer acueducto rudimentario se construye a finales de siglo,
reemplazado en 1915 por una tubería de hierro. Es cuando empieza
a llegar de Estados Unidos "cemento romano” en barriles y se con­
trató en Medellin “ el primer oficial de obras de cemento que vino a
Pereira”. En cuanto al alumbrado público se discutía desde 1906, pero
el alcalde de entonces, Valeriano Manijan da, calmó los reclamos ase­
gurando que “ la gente ya estaba acostumbrada a acostarse temprano,
asi vivían más tranquilas las señoras y mejoraba la natalidad", lo
cual parece establecer una relación entre oscuridad y nacimientos.
Fernando Uribe esboza un rápido retrato del centro de Pereira hacia
1910 y precisa:
L a Plaza de B olívar y a en ese entonces estaba enmarcada en casas de
balcón, es decir, de dos pisos, todas ellas con largos balcones que daban sobre
la plaza, no se conocían casas “ de fachada” . El parque U n b e U ribe se llamaba
“ L a Plazuela” y estaba entonces con “unas pocas casas, todas de bahareque,
la m ayor parte encaramadas sobre barrancos.

Y añade el cronista:
En la plaza de Bolívar, en una casita roja de dos pisos, situada cerca a
la «“ ¡g üín* donde hoy se levanta e l Palacio Municipal en la calle 19, vivía
don Jesusito Hormaza, uno de los beneméritos fundadores.
D e estos fundadores, que del poblado mismo, de la sociedad y orga­
nización vital de la ciudad, conocimos al general Valentín Daza, a los Maru-
1andas, don Valeriano y don Francisco; ya había muerto don Juan María,
todos los cuales vivían en la plaza principal en amplias casonas de balcón.
Eran los andenes cubiertos de ladrillo y tan sólo las calles principales
empedradas y era de ver cómo crecía la yerba y la grama por todas partes.
Para la época de fiestas, el alcalde pregonaba e l consabido bando de todos los
pueblos ordenando e l blanquimento de las paredes y la desyerba de las calles.
A l contrario de Manizales, Pereira no conoció incendios ni tem­
blores destructores, pero le llegó otro tipo de calamidad: los Maru-
landa. Husmeando las huellas de los hacheros abriendo montañas,
desde Sonsón llegan hacia 1880 unos aventureros en busca de fortuna
rápida: Juan María, Francisco y Valeriano Marulanda. Y le sucede
a Pereira lo que ocurrió en Manizales con los Gutiérrez: un clan
fam iliar pudiente y prolifico, a partir del poderlo conseguido por me­
dio de la propiedad latifundista se auto adjudica el manejo adminis­
trativo, político, económico y comercial de la ciudad y su comarca.
En cuanto a sus métodos para apropiarse las tierras desencadenan
numerosos litigios con el campesinado de colonización, concluyendo
entre 1920 y 1940 con violentos enfrentamientos y con operativos del
ejército nacional, a favor de los latifundistas.
Sobre la llegada al Quindlo de los Marulanda, escribe Ricardo
J ara m illo ;
Un día después de la guerra de 1876, cuando e l país tomaba fases de
avance, don Lorenzo, e l hombre rico del sur de Antioquia. se encontró con
los Marulandas en el pueblo de Pacora: eran estos sus paisanos y parientes

151
p o lític o s ; d o n L o r e n z o le s s u g ir ió la id e a d e q u e e l m e d io e n q u e v iv ía n era
e s tre c h o p a ra lo q u e p a r e c ía e s ta r le s r e s e r v a d o en el p o r v e n ir : "A r r ím e n s e
a M a n u a le s o a l C a u c a y c u e n te n c o n m i fo r t u n a " .

Y a propósito del "filantrópico Cresus" de Sonsón, escribe Emilio


Robledo;
En el su r de A n tio q u ia fig u r a b a com o p erson a m uy a c a u d a la d a , don
L oren zo J a r a m illo L , h id a lg o de Son són. cu y a fo r tu n a s ir v ió , e n tre o tra s
m u ch a s o b ra s , p a ra q u e s u r g ie r a n a la v id a la s p o b la c io n e s d e l Q u in d io , y a
q u e se a c o m p a ñ ó d e in d iv id u o s t a n a c t iv o s , in t e lig e n t e s y h o n r a d o s c o m o lo s
M a c u la n d a s, p a r a a q u e lla s e m p r e s a s

Y prosigue su nieto, con rudimentaria ortografía:


L o s M a r u la n d a s se v in ie r o n a P e r e ir a ; fu e e n to n c e s c u a n d o J u a n M a r ía ,
p r e v i a u n a i n s p e c c ió n d e l V a l l e d e l C a u c a , d i j o a su p r o t e c t o r y a m ig o : "a q u í
e s ta m o s b ie n ; d e L a V ie ja p a r a a r r ib a n o t e p u e d e v i v i r ; e n in v ie r n o n o h a y
d o n d e p o n e r la c h o c o l a t e r a y e n v e r a n o n o h a y a g u a p a r a h a c e r e l c h o c o l a t e " .
Se r e fe r ia a la s in u n d a c i o n e s y sequ ed ad es a lte r n a n t e s e n la r e g ló n .
La dem va y la s h u a c a s c o n s t i t u y e r o n la f u e r t e o b s e s ió n de lo s n u e v o s
fu n d a d o r e s ; a lacabeza d e t a l e s c o l o n i z a d o r e s e s t a b a d o n J u a n M a r í a M a-
r u la n d a ; é l e s u n a Caterpillar o u n a m á q u i n a d i n a m o - e l é c t r i c a , a c u y o e m p u je
c a e é l m o n t e p r im it iv o y s e le v a n t a n lo s p a s ta le s r ic o s y abu n dosos.
A lli lo s M a r u la n d a s em p ezaron el d e sm o n te al la d o del c a m e lló n que
c o n d u c e a C a r t e g o y e l m a y o r d e e llo s , a v a n z ó c o n su s d e h e s a s h a s ta M o n t e ­
n e g r o y h a s ta M a n iv e la s , c e r c a d e S e v illa , a l p ie d e lo s fa r a llo n e s d e la C o r ­
d ille r a C e n t r a l.
J u a n M a r ia e r a e l p r im e r c r e a d o r d e r iq u e z a d e P e r e ir a y q u iz á d e l p a ís
(...) J u a n M a r ia M a r u la n d a d e r r ib ó m o n t e s c h iz o p o t r e r o s p a r a m á s d e c in ­
c u e n ta m il n o v illo s . C u e n ta n q u e c u a n d o a v a n z a b a n s u s c u a d r illa s d e b r io s o s
p eo n es, e n c o n tra b a n a v e c e s "a b ie r to s ” o m e jo r a s de g e n te s que es p e ra b a n ,
p r e v i a m e n t e s e ñ a la d o s u p u e s t o , a q u e lo s d e m á s h ic ie r a n sus fu n d o s ; t a le s
t r a b a j a d o r e s a r r o l l a b a n y a r r u m a b a n c u a n t o s e o p o n í a a su m a r c h a , y cu an do
lo s du eñ os de la s c h a c ra s, r e c la m a b a n al p a tró n , é s te tr a n s ig ía con e llo s ,
o fr e c ié n d o le s c a m p o s m á s a d e c u a d o s o in d e m n iz á n d o le s e n d i n e r o d e la des­
t r u c c ió n d e s u s m e jo r a s in c ip ie n te s .
L o s t r e s M a r u la n d a s , J u a n M a r i a , V a l e r i a n o y F r a n c i s c o (P a c h o ) , fu e r o n
h ijo s d e d o n G r e g o r io , c a sa d o c o n d o ñ a M a r ia R it a A r a n g o ; d o n G r e g o r io fu e
h ijo d e d o n J u a n M a r u la n d a y d o ñ a A n d r e a O t e r o , n o b le d a m a española q u ie n
l l e g ó a S o n s ó n e n 1810, h u y e n d o d e l o s p a t r i o t a s v e n c e d o r e s e n B o y a c á .

Y observa Ricardo Jaramillo;


S o lo d o n J u a n M a r ia M a r u la n d a t e m a y a c o n s t r u id a , c o m o e s tá hoy, su
c a s a d e h a b it a c ió n e n la p la z a p r in c ip a l. A l r e d e d o r d e é l, q u e m a n e ja b a su
d i n e r o y e l d e d o n L o r e n z o J a r a m i l l o , t o d o s lo s d e m á s p e r s o n a j e s e r a n s e c u n ­
d a r io s . N u e s t r o a b u e l o e r a l a m e n t e y l a b o ls a , y Juan M a r ia , e l b r a z o p u ­
j a n t e y c o n q u is t a d o r .

Acierta Jaramillo Urlbe cuando distingue la llegada de "la segunda


oleada de Inmigrantes antloqueños, procedentes de fam ilias de comer­
ciantes y profesionales” . Añade el historiador:
S i e l g r u p o d e 1863 y a ñ os s ig u ie n te s h a b ia e s ta d o f o r m a d o p o r c o lo n o s
d e s c u a ja d o r e s d e s e l v a que s ó lo a s p ir a b a n a te n e r u na p a r c e la , e l segu nd o
gru p o lo in t e g r a b a n h o m b re s de m ayores a m b ic io n e s y m ayor c a p a c id a d
e m p r e s a r ia l. A lg u n o s d e e llo s e s ta b a n v in c u la d o s a c a p it a le s a n tio q u e ñ o s q u e
fin a n c ia b a n su s a c t iv i d a d e s , q u e d e r r ib a b a n m o n ta ñ a s y a b r ía n h a c ie n d a s
gan ad eras u t iliz a n d o peonadas y fu e r te s in v e r s io n e s de c a p ita l. Es d e c ir ,

152
q u e a u n a c o l o n i z a c i ó n e s p o n t á n e a d e c o l o n o s q u e n o d i s p o n ía n d e o t r o r e c u n o
q u e su s b r a z o s , su s h a ch a s y su s m a c h e te s , q u e a c tu a b a n in d iv id u a l o fa m i­
lia r m e n t e , s u c e d ía u n a c o lo n iz a c ió n e m p r e s a n a y c a p it a lis t a .
A e s t e g r u p o p e r t e n e c í a n lo s h e r m a n o s J u a n M a r< a , F r a n c i s c o y V a l e r i a n o
M a r u l a n d a , q u i e n e s a b r i e r o n la s m á s g r a n d e s h a c ie n d a s g a n a d e r a s d e l o c c i d e n ­
t e d e P e r e i r a y d e l Q u i n ó l o , c o m o S a n F e l i p e , Ñ i p ó l e s , S a n J o s é , E l O r in o c o ,
E l D i a m a n t e , M a r a v e l e s . D e lo s t r e s h e r m a n o s M a r u l a n d a s e d e c í a q u e s o lo s
a b r ie r o n c e r c a d e 2 5 .0 00 h e c t á r e a s d e t i e r r a s , h e c h o i m p o s i b l e d e n t r o d e un
s i s t e m a d e c o l o n i z a c i ó n i n d i v i d u a l , s in l a c o l a b o r a c i ó n d e p e o n a d a s a s a la r ia d a s
y s in lo s m e d io s fin a n c ie r o s p ara p a g a r la s . P e r e ir a era en to n c e s don Juan
M a r ia M a r u la n d a , d e c ia m á s t a r d e u n c o n te m p o rá n e o su y o .
C o n lo s g r a n d e s p io n e r o s d e la c o lo n iz a c ió n a g r íc o la y g a n a d e r a v in ie r o n
ta m b ié n e n e s t a s d é c a d a s c o m e r c i a n t e s d e n u e v o t ip o . N o se tra ta b a y a de
l o s a n t e r i o r e s b u h o n e r o s , t e n d e r o s o fo n d is t a s , s in o d e c o m e r c i a n t e s c o n m a ­
yor s e n t id o d e lo s n e g o c i o s m o d e r n o s , m á s a m b ic io s o s y q u e in c l u í a n e n el
g ir o d e s u s a c t iv id a d e s la im p o r t a c ió n y la e x p o r t a c i ó n .

Una apología lrreatrícta de laa familias latifundistas, los Pereira


y los Marulanda, mancha una historlograglla generalmente cons­
truida por sus descendientes: historias con omisiones cómodas, adul­
teraciones frecuentes y sí es necesario para salvar a "un prócer"
alguna que otra falsificación. En cuanto a los latifundistas Marulanda,
la lectura de las obras de Marco Palacios, Antonio Oarcla y Gonzalo
Sánchez permitió corregir los retratos exageradamente apologéticos
(v e r B ibliografía). En cuanto a sus hazañas agrarias quedan, en forma
muy desmitiflcadora registradas, tanto en el Archivo de Baldíos del
AHNC como en los Informes Anuales que rendía el secretarlo de go­
bierno al Gobernador de Caldas (ver Segunda Parte de este trabajo).
De hecho, según el Indice del Ministerio de Industrias del aflo
1932, estas son las adjudicaciones hechas en la reglón a la familia
Marulanda:
— 1883, Juan María Marulanda. Pereira, 500 hectáreas.
— 1887, Gregorio Marulanda, El Cedral, 602 hectáreas.
— 1895, Juan María Marulanda, Salento, 2.323 hectáreas.
— 1896, Francisco Marulanda, Pereira, 141 hectáreas.
— 1904, Valeriano Marulanda, Armenla, 465 hectáreas.
— 1911, Valeriano Marulanda, Salento, 179 hectáreas.
— 1911, Francisco Marulanda, Calarcá, 50 hectáreas.
— 1912, Roberto Marulanda, Circasia, 100 hectáreas.
Efectivamente, suman más de 4.000 hectáreas estas adjudicacio­
nes. Sin embargo estamos muy lejos de las 32.000 hectáreas que se les
atribuye haber descuajado, cuando participaban en la fundación de
Puerto Caldas (ver Capítulo m ) . Pero se ha visto anterlomente cómo
su familiar, el millonario comerciante sonsonefio Jaramillo financia
las peonadas desmontando y arrasando con las posesiones de los co­
lonos trabajadores.
La jugada de los cartagüefios falló y hacia 1920 una Pereira domi­
nada por una clase dirigente caldense-antioqueña. Iba dejando atrás
• a Cartago. La demografía urbana de la primera duplicaba la de la
segunda y se registrarían, en 1938, 15.000 habitantes en Cartago y
31.000 en Pereira.

153
En el oentro de una nueva comarca cafetera, Pereira se benefi­
ciaba con la danza de los millones. Desde 1921 se encontraba favore­
cida para sus exportaciones por el Ferrocarril del Pacifico; además un
grupo de ricos comerciantes estaba financiando las primeras carre­
teras para automotores, prestando a las entidades públicas los dineros
para pagar los jornales a los peones.
Y, como escribe Jaramlllo Uribe:
Por la misma época se produjo una decisiva transformación del paisaje
urbano: la pavimentación de calles y plazas y la construcción en cemento de
los primeros edificios. Comenzaba la era del cemento y atris quedaba la
del ladrillo y la tapia.
Edificios públicos, luego bancos y casas de comercio y algunas
residencias particulares, estaban llegando más de Manlzales que de
París, una muy quindiana “arquitectura francesa neo-renacentista".
Mas el citadino de la calle, observando cómo el maestro de obras va
pegando con cemento y yeso unos adornos frontales sobre una casa
tradicional construida en guadua, bahareque y maderas, no se deja
engañar tan fácilmente como algunos historiadores de la arquitectura,
y las llama sencillamente "cosas de fachada". Pero apartados de ellas,
mientras tanto iban surgiendo los tugurios del proletariado uroano a
las orillas del rio Otún; a las sorpresivas huelgas de las chapoleras
en las plantaciones cafeteras de La Tebaida, Quimbaya y Montenegro
se sumaban los primeros paros de la incipiente clase obrera urbana:
las escogedoras de café de las trilladoras de Calarcá, Arm enla y Pe-
relra. La actitud del gobierno de Olaya Herrera en nada fue distinta
a la política de Vargas Cortés y Abadía Méndez; en este primer brote
de la lucha de clases el proletariado cafetero del Quindlo, tanto urbano
como rural, puso los primeros muertos.
Resumiendo: en el panorama general de la colonización de baldíos,
Pereira es un tipleo coso de colonia inlcialmcnte popular y solidarla,
terminando el proletariado campesino derrotado por la rapiña de un
latifundismo exágono. Tanto Pereira como Manlzales, Salento, Arm e­
nia, Calarcá, Quimbaya, Montenegro, Calcedonia y Sevilla constituyen
variantes de un mismo fenómeno: el breve éxito de las colonias agra­
rias y su rápido descalabro. En todos estos lugares los colonos derri­
bando montaña conforman una vanguardia detrás de la cual, al poco
tiempo se asoman sus expropladores adinerados, transformando cien
minifundios en un latifundio y éstos son los que también se apoderan
de la naciente ciudad. Pero en Pereira poco participan los colones en
la decisión de la fundación y menos aún en su concepción y concreción.
En realidad surge como producto directo de la lucha social en torno
a la apropiación de las tierras agrícolas: decretada por los latifu n ­
distas, Pereira surge como estrategia de lucha contra los colonos. Luego
conserva este papel: la urbe entra a ser el centro de dominio económico
y después político de la comarca, manejados ambos por el grupo
expulsor y parásito. También se vuelve el polo centrallzador de la repre­
sión, el lugar desde donde los expoliadores vueltos banqueros, expor­
tadores, alcaldes, gobernadores o senadores, todos terratenientes, man-

154
dan policía y ejército nacional para reprimir los protestas de las
colonias campesinas, resistiendo a los embates de un latiíundlsmo
virulento y agresivo. Y en todos estos centros se producirla una breve
explosión de renovación arquitectónica, ajustada a la ideología extran­
jerizante de una dase ascendiente ya vuelta dominante.

* *

En 1860 los fundadores de Salento acudieron a la asesoría técnica


de un agrimensor de Cartago, para demarcar la plaza del nuevo pue­
blo. Lo vuelven a llamar en 1878 los fundadores de Fllandia y el
valluno, de manera muy "clásica” , traza la plaza y las calles y no
olvida demarcar los solares para la iglesia, la cárcel y las escuelas.
En 1884 describe asi este último poblado, Juan de Dios Restrepo:
Dos leguas más adelante están los antioqueños fundando el puebüto de
Filandia. Las casas las construyeron con teja de madera, tablitas rajadas de
cedro negro y de nogal, clavadas con puntillas de hierro; techo ligero, más
decente que la paja y menos sujeto a incendios. Nos refirieron que después
de cortados los trozos, un hombre rajaba hasta tres m il tejadas por dí a . . .
Por el contrario, en Clrcasla en 1882 son los mismos colonos y
pobladores, aquellos agrimensores improvisados, los que trazan el po­
blado. Uno de ellos, nacido en Sonsón, describe el procedimiento:
A l dfa siguiente volví y cuando llegué ya había bastante gente reunida.
Calculé el lote de la plaza y les propuse que descombraran para tirar linea,
a lo que se procedió inmediatamente, más o menos a las ocho de la mañana.
Cuando llegaron el Coronel Marin y Don Emilio Montoya, ya habla tirado
la linca de lo que es hoy la Calle Real y tenia sobre la linea tres visuales,
las cuales hice revisar por Marin y Mora, y entonces ellos me dijeron: Está
bien, puede seguir. Entonces hice trochar el cuadro de la plaza. Esta quedó
trazada y descumbrada, o sea bien rozada y asentada. Hecho eso nos retiramos
para continuar a los ocho d as. Llegado e l dia señalado nos volvim os a reunir
en número superior de luchadores y se dio principio a la tarca de alinear
calles y entregar solares. Los solares se entregaron a precio corriente, para
reunir la suma y cubrirle a don Isidro un solar a cuenta de la deuda. El
mismo día que se trazó la plaza celebré un contrato para la primera casa
con don José María Hincapié, y algunos dias después moví la fam ilia de
S alen to. . .

Violentos y prolongados pleitos acompañan a la génesis de estos


poblados; el conflicto os la regla y su ausencia la excepción.
Tanto Filandia (1878) como Clrcasia (1882) y Belalcásar (1898)
tendrán que litigar durante años contra las sociedades de expoliado­
res, radicadas en las ciudades de la reglón. Uno de ellos era el supuesto
"colono" y "fundador" de Manlzales, Manuel María Orlsales, que se
convirtió con el tiempo en un renegado de su clase y enemigo de los
campesinos. Habla solicitado una adjudicación de 2.000 hectáreas en
el aflo 1877 en el futuro territorio de Armenia, pero se titula 5.000
hectáreas en 1892. Efectivamente, una resolución del aflo 1884, firmada
en Popayán y que se envió a Bogotá con el expediente, menciona las
5.000 hectáreas "en el municipio de Qulndio" "a cambio de bonos
territoriales". Firma la carta de remisión el secretario de gobierno,

155
Juan de Dios UUoa, socio de Manuel María Qrisales en la Sociedad de
Burila (AHNC, Fondo de Baldíos, tomo 5, folio 110). En Fllandla los
colonos alegan contra la concesión hecha por cambio de bonos a los
Marulanda y al mismo Grlsalea; el conflicto que estalló en 1877 no
habla concluido en el afio 1890 (AHNC, Fondo de Baldíos, tomo 9,
folios 78-95).
Es desde Salento donde varios colonos fundadores de Clrcasla
se dirigen al Congreso para recordarle que hablan solicitado un
“auxilio de 15.000 hectáreas de terreno, para la nueva población de
La Clrcasla", y resultaba que parte de estas tierras hablan sido adqui­
ridas por Manuel María Qrlsales y otros, a la nación. Los campesinos
tratan de Impedir la titulación al latifundista de estas tierras "codi­
ciadas hoy por unos cuantos especuladores, con perjuicio de la clase
menesterosa"; baldíos "llamados a no ser el patrimonio de los que a un
bajo precio compran terrenos a la nación, sino el auxilio y fomento de
las nuevas poblaciones que hoy se levantan en sus inmediaciones".
(AHNC, Fondo de Baldíos, tomo 8. folios 294-296). Se verá en el capi­
tulo dedicado al Valle cómo, con los miembros de la Sociedad de
Burila, Manuel María Grlsales, poco antes de morir, trataba de expul­
sar a los colonos fundadores de Sevilla.
También en 1890 los colonos fundando Belalcázar (Caldas) en­
frentan a la pudiente “Sociedad de Manlzales de Rafael Mejla D. y
otros". Es un verdadero movimiento de masas, con unas cien firmas,
el que se levanta para salvar al naciente poblado, amenazado por los
expoliadores. Una vez más los campesinos se dirigen al ministro para
amparar una fundación, en la cual "ya estamos construyendo la ca­
pilla y se ha establecido una regular feria" (AHNC, Fondo de Baldíos,
tomo 2, folio 265).

• •

Múltiples conflictos sociales acompaftan a la génesis de Calarcá,


convirtiendo este caso en un arquetipo del fenómeno. En primer lugar,
se debe sefialar que las fricciones entre centros urbanos Incipientes
son la regla general en el proceso territorial de colonización. Cada
núcleo nuevo concluye la apropiación de un área rural y en seguida
se convierte en la escala de nuevos flujos humanos, penetrando en
las tierras aún sin desmontar. En estas escalas, terminada la fase rural,
surge la necesidad de una plaza propia; pero la fundación de ésta
encuentra en seguida la oposición del centro anterior ya consolidado
y con cierta autoridad administrativa. Es decir, que cada pueblo Inci­
piente luchando para fortalecer su autonomía y su “soberanía terri­
torial", se opone al desmembramiento, que significa la aparición de
una nueva fundación en su jurisdicción. Calarcá no escapa a esta
regla, sino que la Ilustra de manera ejemplar: nacida de controver­
sias con Salento, y a pesar de su oposición, luego obstaculiza el sur­
gimiento de Armenla.

156
Desde decenios atrás los colonos de una zona padecían las trabas
adm inistrativas de autoridades locales, preocupadas por la amenaza
de mutilación territorial que representaba un proyecto de pueblo
nuevo, pero los labradores hablan aprendido a actuar en forma colec­
tiva, para concentrarse y concretlzar un proyecto de fundación urbana.
Este se Inicia, siempre, después de asambleas de colonos eligiendo
primero una especie de "gobierno provisional": la junta pobladora.
Elegida democráticamente, embrión de gobierno popular local de tipo
"com una", la Junta estaba encargada no sólo de programar la fun­
dación del nuevo pueblo, sino también de representar a la comunidad
y de tram itar su reconocimiento, frente a las autoridades locales y
regionales.
En segundo lugar, en 1872 Salento habla logrado conseguir, por
medio de una ley, una adjudicación de baldíos por 15.360 hectáreas.
Llegan en seguida miles de familias a estas tierras y de esta fase
resultan las fundaciones de Fllandia, en 1878, y de Clrcasla en 1882,
las cuales se segregan de Salento. Hacia 1882-1885 nuevos frentes de
colonización atacan las selvas de la zona Armenia-Calarcá y repre­
sentan para Salento otra perspectiva de mutilación de su Jurisdicción.
En tercer lugar, fuera del cultivo del tabaco, nuevas perspectivas
económicas surgen en estos afios, con la explotación del caucho y
también de la cera de ciertas palmas; además se realizan con éxito
los primeros Intentos de siembras de cafeto. En estas condiciones, en
el conflicto entre colonos y autoridades, surge un tercer protagonista,
una compañía latifundista respaldada por el gobierno central y las
autoridades regionales y locales. Es por medio de la Escritura número
893, de noviembre 25 de 1884, que se constituyó en Manlzales la socie­
dad de Burila, documento que se pudo consultar en la Notarla P ri­
mera de esta ciudad. Su objeto es la “colonización y fomento” de un
predio comprado a una familia valluna, del cual el Articulo 4? asegura
"que su cabida es de doscientas mil fanegadas por lo menos", o sea,
algo más de 130 000 hectáreas, “ por lo menos". Reportado sobre un
mapa, el deslinde de estas “ tlerritas" conforma un rectángulo de unos
25 Kms., en el sentido norte a sur, y unos 60 Kms., de oeste a éste,
desde las tierras planas del Valle del Cauca hasta los filos de la Cor­
dillera Central, limitando con el Tollma. El predio abarca una parte
de los actuales municipios de Bugalagrande, Zarzal, Calcedonia y
Sevilla, lo mismo que de Génova, PIJao, Bu enavista y Córdoba, tam­
bién cubre el extremo sur de los municipios de Armenla, La Tebaida,
Salento y Calarcá.
En cuanto a los objetivos mercantiles y expoliadores de la em­
presa, quedan cuy claramente definidos en un Articulo 17 que se
convierte en amenaza directa para los labradores radicados en la
zona: Indicando que deberán comprar sus posesiones a la sociedad.
En cuanto a los "colonos", socios fundadores de la empresa, se
encuentra un abigarrado grupo de bogotanos, vallunos, payaneses y
caldenses a quienes difícilmente se imagina uno manejando el hacha.
Concretamente reúne buena parte de la oligarquía del occidente de

157
Colombia en aquellas días y no falten prestigiosos estadistas y Basta
üntigiinK y futuros presidentes, contándose también al trafican te m a-
ntpgiipfln de hnictins Miinnei M oría Glósales, los bancos de Mhnizales
y Popay&n, a unos sacerdotes y a amellas otras.
Los usurpadores sabían que numerosos fluías de campesinos esta­
ban desmontando la zona, y por esa se apresuraron en reivindicarse
las tierras. Conocida la creación de la saciedad se da una verdadera
carrera de velocidad entre colonos y expoliadores: los primeros acu­
nando más áreas y los spgimdna entablando numerosos demandas de
desalojo. Se inicia una prolongada guerra de tierras, bastante desigual,
siendo que la compañía latifundista este, incrustada en e l gobierno
central y se beneficia del aparato represiva de las autoridades locales
7 regionales. Aquí no se puede ignorar la fa cete política d el asunto:
la empresa de Burila este conformada p o r un pudiente bloque de
estadistas y políticos conservadores, mientras que e l m ovim iento cam­
pesino es claramente loica, librepensador y Basta atea; sim patiza en
u s 90% con las ideas liberales, asi sean los colonos cundinamarqueses
a tolimenses. cancanas o caldeases y antioqaeños. Interrum pida por
la guerra del año 1385. vuelve a resurgir a l año siguiente lo que Tos
circuios ministeriales de Bogotá llamas “ la controversia’’ de Burila,
l a compañía acude a las autoridades policivas locales, pora h acer
destruir los ranchos de los colonoB y encarcelar “invasores" en Sá­
lente y Calare á. Frente a las arremetidas legales y a las arbitrarie­
dades y atropellos de la compañía, los colonos se agrupan buscando
una defensa colectiva. Hasta cierta punta- se puede afirm ar que la
fundación de Calarcá obedece a las necesidades de solidaridad y de
anión de los labradores, amenazados por los expoliadores atacándolos
desde e l aparato administrativa de Salenta. Elegido e l cabildo provi­
sional de los campesinas, la ju n te pobladora de Calarcá en su pri­
mera reunión de junio de 13BG. deja consignado que se reunió “ pora
fundar una nueva población en terrenos baldías de la nación’''. Paco
después-,, en 1838. un folla de la Corte Suprema favorece a las usurpa­
dores y Calarcá se vuelve en seguida el bastión urbano de defensa
de los colonos, contra las patrañas de la empresa de Burila. L a ciudad
es el centro de las luchas entre ambas bandos y se verán algunas
mnsas de campesinos liberando de la cárceL local a anos labradores
en forcejados, por orden de ios especuladores de tierras.
Durante veinte años tendrían que librar continuos combates jurí­
dicos los fundadores de Calarcá, pora hacer respetar su gesta y adqui­
r ir categoría de municipio. En el Archivo Nocional (Fondo de
baldíos)- numerosas documentas atestiguan esta larga Lucha de Ida colo­
nos de Solento-Calarcá contra la empresa de Burilo- Muy temprano,
en 1888. 280 habitantes de Calarcá firmón un memorial solicitando
a l gobierno nacional una concesión de baldíos, pora e l fom enta de
la nueva población, sin. resultado alguna. En 1889 un sencillo em­
pleado municipal («1 personero de Sálente) no tiene dificultad alguna
para desbaratar el subterfugio geográfico y cartográfico utilizado por
los estafadores; demuestra que los prestentes pillos, fingiendo con-

T50
fu n d ir la. Cordillera de los Anden con la Sierra Alta del FLjao, y
“ queriendo hacer llamar la primera con el nombre de la segunda” ;
engañaron a las autoridades con el1 “objeto de apoderarse el señor
Gaicedo (este era el pretendido dueño y vendedor de las terrenas a
la empresa) de una superficie de terreno baldío, que excede de cien
m il hectáreas''. También resultan bastante patéticos las memoriales
colectivas que mandan en 1905 las colanas al presidente de la Re­
pública, al cual atribuyen “ dotes de honradez y progreso” , ignorando
que tanto R afael Reyes como su hermano Riins son socios accionistas
de la sociedad de Burila.
Este es, en resumen, e l ambiente .social explosivo en eL cual
acurre, en 1386, la fundación de Calarcá. promovida por una multitu­
dinaria colonia de campesinas. Fundación de mnsns solidarizadas, en
ella participan cerca de cien familias y e l primer núcleo urbano nace
con unos quinientas habitantes. Todos son de escasas recursos pecu­
niarias y no alcanzan siquiera a cancelar e l precio del predio de me­
jora. nue ofreció un caloño par la suma muy baja de “ cincuenta pesos
chiquitos1’; se cambia e l terreno de la fundación por dos salares en la
trnaa. En seguido, eiegíifn la. junta emite un reglamento urbanística
muy iw ifim piiarin, contenido en un articulo único: “la plaza de dicha
población tendrá 100 varas, las calles 10 varas, y las cuadras 80 varas” .
Bis decir un pian urbanístico que parece inspirado del “modelo m a-
nizaleño", con manzanas pequeñas de 04 metras de lado. L a homo­
geneidad social que reina en el sena de los fundadores, .su altruismo
jr e i carácter democrática de la fundación se evidencian con el hecho
de que un sála¡ precio da un peso ley se pide a los adjudicatarios de
solares, cualquiera que sea su localización en la traza urbana. Esta
última,, muy tradicional, no refleja en. nada la tenaz: beligerancia de
.sus gestares.
Durante decenios Iba colonos de Calarcá. y loa pobladores de la
localidad fueron considerados como delincuentes, forajidos y antiso­
ciales, par las autoridades. Lo cierto es que su inconformidad tiene
varias expresiones y quizá la más audaz es, por parte de un núcleo
marcadamente laica y librepensador, la poca preocupación que mues­
tran por e l culto católico. L a fiesta de fundación desdeña la. bendi­
ción. de un párroco y e l ceremonial de una. misa: se realiza por medio
del primer mercado y e l pablado se queda varios años sin templo. En
Corma muy subversiva para la época, mientras Nüñez firmaba el con­
cordata can el Vaticano, la junta popular determinó un mes después
de la fundación, que el mercado semanal tendría lugar los lunes; en
todas partes y desde bacía siglas, las autoridades eclesiásticas habían
impuesto el mercado, del sábado a dominical. También, se demarcó un
late para eL cementerio laico; años después un líder de la fundación
(Qy que también actuó en las fundaciones de Montenegro' y Genova)
rechazó aura y extremaunción, y fue sepultada civilmente en e l ce­
menterio laica.

159
Se puede agregar que la distancia tomada por los colonos en
relación con el catolicismo tiene su expresión en la novedosa topo­
nimia de las zonas de colonización. Durante siglos, analfabeta y
aislado, el hombre no conocía del universo sino lo que transm itía el
párroco, Belén. Jerusalén, Egipto, etc.; el lugar adoptaba el nombre
del patrono de la capilla determinado por el sacerdote. El acceso al
libro rompe este privilegio y con el papel impreso se abre no sólo el
saber sino el universo en toda su magnitud. Ita lia , Versalles, Argelia,
El Cairo, Salónica, Venecia, Galicia, Ceilán. Génova, Flladelfia, Ñ i ­
póles. Slberia, Los Alpes, Marsella, Líbano, Roncesvalles, Pensilvania,
Sal amina, etc. El mundo irrumpe en Colombia y el mapamundi invade
la toponimia de las laderas y cuchillas, de los cruceros de caminos,
de las fincas y de los nuevos pueblos. No falta sino el salto de una
generación letrada para que en estas aldeas ya vueltas ciudades, los
hijos de los fundadores abran el almacén Parts, el hotel Berlín, la
pensión Versalles o la prenderla Los Balkanes.
C alarci adquiere en seguida un notable dinamismo dem ográfico
y el pueblo registra 2.228 habitantes en 1890. Venciendo todos los
obstáculos jurídicos y las trabas de la empresa, por fin en 1905, en la
estela de la fundación del departamento de Caldas, Calarcá adquiere
categoría administrativa de municipio. A l año siguiente el concejo
obtiene, por medio de una Ley de la nación, una adjudicación de
baldíos de 12.000 fanegadas, el ritmo dem ográfico se m antiene y en
1916 la pequeña ciudad cuenta con 7.312 habitantes, en un municipio
con unas 20.000 personas. Derrotada la compañía de Burila, no re­
nunció a sus pretensiones: desde 1903 estaba hostigando a los colonos
del "plan de Cuba", que iban a fundar a Sevilla.

El proceso social y agrario que acompaña la fundación de Arm enia


en 1889. presenta en su secuencia varios rasgos “ clásicos” :
a ) Sedentarización rural de guaqueros y baharequeros antioquefios
y caldeases, valí unos y tolimenses.
b ) Desmonte de baldíos y poblamiento rural m inifun dista in ­
tensivo.
c ) Producción de excedentes;
d ) Necesidad de romper el aislamiento geográfico.
e ) Reuniones entre productores y conformación de un grupo im ­
pulsor de la fundación de un centro local de mercadeo y gestión.
f ) Elección colectiva del lugar y adquisición de mejoras para la
fundación urbana.
g) Elección popular de la junta pobladora.
h ) Demarcación y trazado de la localidad, por medio de convites.
1) Prim er mercado de fundación y entrega de solares a los po­
bladores.

160
Arm enia. 109. Precio» de sotares

Una vez más, se verifica en Armenia el carácter notablemente


laico de la fundación: la ceremonia consiste en el primer mercado
en la plaza apenas rozada, pero habrá que esperar más de dos afios
la primera misa. Por otra parte, la aspiración a la autonomía eco­
nómica y administrativa de la nueva aldea, auspicia la inmediata
oposición de los centros vecinos. Durante varios afios Armenia tendrá
que luchar contra Cartago, Salento y Cal arca, las cuales estorban su
desarrollo de diversas maneras. El ambiente de disensiones llega a
tal hostilidad, que los colonos disimulan su propósito real; declara
algunos afios después uno de los fundadores, “ . . . tuvimos la necesidad
de hacer circular que no pretendíamos sino un simple caserío. . . tanto
que al edificar nuestras primeras casas hicimos surgir la idea de que
eran simples fondas". Asi es que desde sus inicios Armenia experi­
menta un ambiente de conflictos sociales y clasistas, pero éstos no
aparecen por ningún lado en la posterior •‘historiografía de la leyen­
da". Esta enfatiza el pretendido altruismo de los gestores; parece
ignorar que se demoró la elección del lugar en razón de las expecta­
tivas de especulación de los vendedores de los terrenos necesarios,
los cuales fueron comprados y no cedidos gratuitamente. Uno de los
vendedores exigió, como parte del pago, un solar esquinero en la plaza;
luego se desistió y un primer pleito civil por las tierras de un pueblo
que aún no existía, surge en el mismo momento de su fundación. Se
tuvo que descartar el primer terreno seleccionado; su propietario un
cura radicado en Medellin pedia la suma exorbitante de 500 pesos.
Afios más tarde uno de los fundadores recordaba cómo los campesinos
expropiaron al especulador:

161
...E l primer proyecto para fundar la población comprendía loe terrenos
donde está hoy el Orfanato. Allí se hito el primer limpio; eran de propiedad
del padre S. Restrepo, quien los habia abandonado para trasladarse a Me-
delHn... nosotros haciendo uso del Decreto del Estado Soberano del Cauca
los ocupamos; fue entonces cuando el Padre desde el púlpito nos fustigó
porque hablamos ocupado los potreros de Para que el habla abandonado.
En cuanto al carácter supuestamente dem ocrático de la funda­
ción, vale la pena recordar que "para rozar la plata acudieron no
menos de 50 trabajadores con sus patronos que venían de las fincas
vecinas". Luego la Junta, para la adjudicación de solares estableció
una gama de precios especialmente selectiva, "cinco pesos para cada
solar en la plata; dos pesos en la primera y segunda mansana; un
peso en la tercera y demás manzanas".
Varios hechos atestiguan que desde el primer día la localidad
experimentó la especulación y la diferenciación social. Es asi que
elegido el sitio definitivo, el vendedor de la m ejora se reserva con
prudencia tres solares en la futura traza. En el grupo de pioneros
promoviendo la fundación, figuran los principales cultivadores ale­
daños. Varios de ellos consiguen los mejores solares y adquieren nume­
rosos lotes, los cuales revenden poco después; otros construyen casas
para alquilar o locales comerciales para arrendar. Algunos de ellos abren
las primeras fondas y tiendas de abarrotes, y al propósito rectificaba
aftas más tarde uno de los fundadores:
Lo» Suárez fueron fundadores del comercio y no de la ciudad. Ellos se
aprovecharon de los mejores solares porque tenían dinero... Compraron
solar a Ocampo donde poner su comercio .. También recuerdo que don Anto­
nio era de los que compraba un solar, lo vendía a otro y se ponía a pleRiarlo.
El mismo "héroe" de la fundación pierde gran parte de su aureola
en el asunto. Este personaje mítico enteramente construido por ura
sociedad en busca de "un prócer", de hecho combina su corisma con
sus Intereses económicos. El campesino Ocampo habla nacido en una
finca de Salamlna y se enroló en las tropas revolucionarlas durante
la guerra del año 1876; aún soldado vive un tiempo en Bogotá pero
luego se le encuentra como tendero en La Mesa. Cundinamarca: de
allí pasa a Analme en donde abre una tienda en 1882, y se dedica
también al negocio de compra-venta de cerdos; guerrillero liberal en
la revuelta del afio 85 regresa a Analme, en donde al comercio agrega
una finca de mejoras; soltero y con dos hijos naturales, a los 37 años
se casa en Ibagué con la h ija, menor de trece años, de uno de sus
trabajadores. Recorre luego el Quindlo vendiendo cerdos, comprando
mejoras para crear fincas en las cuales emplea peones; adquiere una
finca en tierras de Calarcá, de donde lo desaloja un inspector de
Policía por órdenes de la empresa de Burila. Finalmente compra
varias mejoras cerca del "Edén" y luego un predio, con el propósito
inicial de establecer una fonda para abastecer a la numerosa población
rural aledaña, negocia con fondos personales los terrenos de la futura
fundación. Después de la fundación sigue comprando y vendiendo
predios urbanos; adquiere unos terrenos, entonces suburbanos, cerca

162
de la futura estación del ferrocarril y en sus solares construye casas
para alquilar y abre una tienda; en una de sus casas arrendadas se
abre el primer hotel en 1891; tuvo durante los primeros años, una
casa de balcón en la esquina del parque, donde está ahora la gober­
nación del Qulndio. La crónica local asegura que fue él quien deter­
minó ocupar la plazuela de Cervantes (manzana del Banco de la
República) para hacer construir aquí los primeras escuelas. Sus apó­
logos locales evocan con discreción algunas desilusiones domésticas
que no sorprenden, sabiendo que hacia finales de siglo llegaba a los 50
años mientras su mujer tenia 23. Ocampo participa en los primeros
combates de la Guerra de los MU Días y luego se dedica a la guaquerla;
muere accidentalmente buscando "una mina", en 1901, a los 52 años.
Sólo la Imaginación popular podía agregar hazañas herólcas a
una trayectoria tan convencional, pues la biografía de Ocampo no
presenta ningún rasgo excepcional. Es la trayectoria tiplea de un
aventurero andariego y "busca vida", muy común en el universo social
de la colonización de baldíos; no se diferencia en nada de miles de
siluetas que no tuvieron tanta suerte y quedaron sepultados en el olvido.
En octubre de 1889 más de treinta familias de colonos realizan
los convites de limpieza de la plaza, y algunos de ellos son los agri­
mensores demarcando el espacio público, trazando las caUes, deslin­
dando las cuadras y midiendo solares; utilizan una vara de guadua
de 81 centímetros de largo, módulo básico que parece traído de Ma-
ntzales. También retoman estos caldenses las medidas del urbanismo
de filo aue se usaron en la "metrópoli": las cuadras de 80 varas (menc.s
de 65 metros) y las calles de diez de ancho (8.10 metros), determinan
una plaza pública de 100 varas (81 metros) entre paramentos; se
deslindan en cada manzana ocho solares particulares para vivienda,
cada uno midiendo 20 varas de frente (16 metros), por 40 de fondo
(32 metros). Una Innovación radica en la plaza secundarla, situada a
poca distancia de la plaza principal y con las mismas dimensiones o
sea de una cuadra. Esta "plazuela de Cervantes" merece nuestra aten­
ción por varias razones; en primer lugar por ser el motivo de un
conflicto social enfrentando a un vivo tratando de apropiarse un
espacio público, y la masa compacta de los vecinos rechazando sus
pretensiones; en segundo lugar, por ser el expoliador nada menos que
el párroco de Armenla, verificándose la persistencia en este lugar de
los conflictos entre colonos y clero; y en tercer lugar, porque de ’ a
controversia surge un movimiento de masas y un memorial, acudiendo
a las autoridades y respaldado por un plano: se comprueba asi la
persistencia del binomio controversia-mapa urbano, y el estimulo que
encuentra el desarrollo cartográfico en los conflictos sociales, men­
cionado en la Tercera Parte del libro La Ciudad Colombiana Pre­
hispánica, de Conquista e Indiana. En este caso el plano hecho a lápiz
acompaña el memorial de protesta de los moradores, firmado por 98
vecinos (todos hombres), dirigido al ministro de Obras Públicas, con
fecha del 29 de agosto de 1908, y que dice;

163
A M ofo -f lO R iO A

r r 'm* r PU“ ° dfl A,m enl* F“ * nt« A « W v . Nacional, Fondo de baldíos - B o « .U

164
Armente, 191*- P l m Se Ferina

En esta población existe una plaza o plazuela en la salida para e l Cauca,


que es el punto hacia el cual se está extendiendo la población, y que fu e el
barrio qu e indicó el señor D elegado A p ostólico cuando pasó p or aquí para
la construcción de un templo. Con este fin e l señor Cura de aqu í lanzó el
proyecto de construir e l tem plo en el centro de dicha plazuela, con el fin de
no com prar solar para su construcción. E l Concejo M unicipal aceptó e l p ro­
y ecto y lo e n vió en consulta.
A h ora bien: com o los que tenemos nuestras casas en dicha plazuela
creem os perjudicarnos con la construcción de dicho tem plo, p or quedar a
extram uros de él y p or quitársenos la vista hacia e l rededor de la población;
y p o r ser ese punto de mucho m ovim ien to com ercial, que queda embarazado
p o r la celebración de las ceremonias religiosas, nos perm itim os suplicar a
U. se dign e enterarse de lo que le dejam os expuesto, y si estima nuestro
reclam o justo y equitativo, hacer v a le r su poderosa influencia en nuestro
favor.
Según el AHNC (Fondo de Baldíos, tomo 29, fo lio 237), el párroco
no se dio por vencido y envió este telegrama, con fecha de septiembre
19 de 1908 al ministro de Obras Públicas:
P u eb lo desea adjudicación plazuela. Contrarias dos espiritistas quienes
sugestionan incautos. Oposición carece fundamento. Cura A rd ila . Arm enia.

165
Pero los vecinos ganaron la batalla y pocos afios después decidieron
construir allí las primeras galerías. Entre mercado y misa, hablan
eleg id o . . .
Los fundadores no olvidan los edificios públicos y reservan un
solar corriente para la casa municipal, pero para las escuelas públicas
de niña.» y varones demarcan dos solares de un cuarto de manzana,
de 40 x 40 varas. L a provisión de espacios libres públicos aumenta
cuando en 1904 se decide ensanchar el perím etro urbano y para el
efecto se contrata a un “ ingeniero”, igualmente llamado en 1912 para
trazar la nueva fundación de Quimbaya. Según parece, él es el autor
del diseño de la plaza de ferias, hoy galería, ocupando la extensión
Impresionante de cuatro manzanas normales con sus vías. Esta plaza
es en Armenla otra Innovación: un cuadrado de espacio libre público
que alcanza 150 metros entre paramentos. Allí, además de las ocho
calles esquineras, desembocan cuatro vías medianeras, o sea, un dise­
ño respetando hacia 1900-1910 las ordenanzas emitidas por la Corona
española a principios del siglo X V I. Recordemos que en el año
1935 se incendiaron las galerías de la plazuela de Cervantes y se
decidió reconstruirlas en la plaza de ferias, en donde se inauguraron
en 1939.
E.i cuanto a la configuración del conjunto, o form a urbana,
Armenia poco difiere de Mamzales o de Pereira. Se estructura sobre
un eje Inter-regional corriendo por el filo y ligando a Pereira con el
Valle del Cauca, convertido en arteria urbana principal, de tal m a­
nera que, en su fase Inicial, Arm enia presenta una m orfología
urbana de marcado carácter lineal. Se agrega a ello que contribuyó
a esta form a el hecho de que la Carrera 13, en posición alta sobre el
filo, recibió el primer acueducto de la ciudad, una acequia corriendo
a cielo abierto por el eje de la vía.
La aldea tuvo un éxito inmediato y en un inform e dirigido al
concejo de Salento, de Junio de 1890, podían declarar los vecinos:
En los seis meses transcurridos se demarcó la plaza, la cual está lim pia
de maleza; se partieron manzanas; delinearon calles y se han adjudicado 120
solares. Están en construcción 58 edificios techados de teja de madera, una
casa regular que sirve de cárcel y despacho; hay algunos fondos de consi­
deración para comenzar a construir una iglesia y más de treinta fam ilias
radicadas dentro del área de la población.

Durante los primeros años todas las casas se cubrieron con “ tejas
de astilla" y se conserva el recuerdo del primero “ que vino a sacar
astilla para techar” , el cual lograba entonces producir con hacha,
entre 1.500 y 2.000 piezas diarias.
Varios hechos trastornan la vida de la incipiente localidad. No
se escapa de los estragos de la Guerra de los M il Días. En 1902 es
Invadida por una guerrilla liberal y al saqueo y la matanza se suma
el incendio de los archivos; hechos iguales al que habla ocurrido unos
años antes en Salento. En 1908 los pujantes caldenses logran des­
mantelar la parte norte del Cauca; con este desmantelamlento, am ­
plían el departamento de Caldas y tanto Arm enla como Calarcá, F l-

166
landia y Circasla pasan bajo la tutela administrativa de Manizales.
En 1920 (28 de marzo) la protesta popular contra el monopolio del
tabaco concluye en Armenla con la destrucción del Resguardo y ei
incendio de los expedientes levantados contra el campesinado con­
trabandista. Eso ocurre en una ciudad que contarla en 1922 con 1.120
edificios y 6.665 habitantes. En 1927, en una ciudad completamente
integrada a la producción cafetera de la región, y compitiendo en su
elaboración y exportación con sus vecinas Pereira y Armenla, se censan
1.384 casas, de las cuales 151 de dos plantas y 4 de tres pisos, barias
trilladoras emplean un numeroso personal de escogedoras; las mu­
jeres de Armenia adquieren un lugar privilegiado en la historia de las
primeras manifestaciones urbanas del proletariado colombiano. Y en
1934 las escogedoras de café de las trilladoras de Armenia participan
en el gran movimiento de huelga que sacude a toda la reglón. Mientras
tanto crecieron los antagonismos entre las respectivas oligarquías ca­
leteras de Armenla, Pereira y Manizales, los cuales concluyen en 1966
con el descuartizamiento administrativo del Viejo Caldas. Armenia
invadida por los éxodos de una larga guerra agraria es una ciudad de
125.000 habitantes cuando se vuelve la capital del Quindío.
Con el impulso inmediato tomado por Armenla, esta plaza sateliza
las fundaciones posteriores de la comarca; nuevas migraciones de
labradores logran cristalizar en Montenegro en 1890, en Pljao en 1902,
en Génova y Sevilla en 1903. En 1915 forman una sociedad cincuenta
colonos, aportando cada uno el valor de un solar urbano y 25 pesos
oro, se reúne la suma necesaria para la compra de un predio en el
cual fundan a Quimbaya. Como se ha dicho, contratan para su diseño
y traza al “ ingeniero" del ensanche de Armenia; otros flujos irradian
la reglón, fundando a Córdoba en 1912 y a Barcelona en 1914.
El último caso se aparta por completo de la forma solidarla y
comunitaria: ocurre en el contexto de una región en donde los pastos
y la provisión de víveres van cediendo paso al cultivo comercial del
cafeto y en un momento en que se perfila la perspectiva dei primer
auge de exportación de café. De tal manera que cerca de Armenia,
en 1916, las especulaciones de un latifundista cafetero concluyen con
la fundación comercial e individual de La Tebaida, en marcadas
condiciones mercantllLstas que se pueden resumir asi: un guaquero
manlzaleño enriquecido radicado en Armenia adquirió una Inmensa
propiedad rural, donde plantó cafetales en los cuales trabajaban se­
senta familias de agregados, hasta que uno de sus hijos decidió con­
vertir parte de la empresa agrícola en un negocio urbano de finca
raíz; trazó en sus predios un poblado con calles de diez metros de
ancho y plazas de 80 metros de lado; parcelando cuadras se puso a
vender los lotes al precio de 20 pesos por unidad. El éxito fue inme­
diato y en una semana el cafetero-urbanizador habla vendido 130
lotes urbanos; un año después vivían en el poblado noventa y cinco
parejas, o sea “40 matrimonios y 55 que vivían libremente".

167
C A P IT U L O I I I

PUERTOS. FERROCARRILES
Y CAMBIO DE MANDO

•.. La» n o r t e a m e r ic a n o s h a n c o n t r i b u i d o a
d is ip a r , n o u i t o e n n u e s t r o c o n t i n e n t e , la *
tin ie b la s , s in o en el m undo e n te ro ; e llo s
inn u n p o ile r c iv iliz a d o r , y n o h a y p o r lo
mismo q u e t e m e r lo s c o m o c o n q u i s t a d o r e s
ni ro m o e x p o lia d o r e s . E ll o s han plumado
e l e s ta n d a r te d e la l ib e r t a d y e l p r o g r e s o e n
Cuba, P u e r t o R i c o y las F i l i p i n a s , e llo s son
la h u m a n id a d s e le c c io n a d a .

(Rafael Reyes, Conferencia de México


30 de noviembre de 1901.)
WllUam Naleon CromweU, abogado da la CompaAla del Canal de
Panamá.
... y acom p asan d o al E n ca rga d o d a N e g o c io * T o m á s llc r r á n a la r e a l*
d ó n e la d a l S e c r e t a r io d e S a la d o p u so a l t t l i o r J o h n H a y a l U n t o d o Jo q u e
acababa d e h a ce rte y le a n u n c i é q u e a h f e s ta b a *1 s e ñ o r H e r r é n d is p u e s to
a f i r m a r a l T r a t a d o « o b r a la m a r c h a . . . S I c u a l a e f i r m ó In m a d ia t a m e n t a p o r
lo a d o s M i n i s t r o * e s U n d o p r e s a n t e s t a n s ó l o e l S e c r e t a r i o H a y , a l E n c a r g a d o
d a N a g o c io a H e r r é n , y y o . , .

T o ñ ita H e rré n , W a sh in g ton


. . . B s a m is m a t a r d o ( 2 3 d e e n e r o d e 19 09 ) t u v a u n a a n t r e v ia t a c o n e l
S e c r e t a r i o d e B s t a d o e n su r a s a p a r t ic u la r , y a l l í f i r m é e l T r a U d o a c e p t a n d o
ta s ú l t i m a s c o n d ic io n a s d e fin it iv a s p ro p u e sta s p o r é l

Theodore Rooeevelt:
...tu v e s ie m p r e b a jo la bou to d a s esas r e v o lu c io n e s , a s i q u e , c u a n d o
o c u r r ió é s ta , y o n o n e c a a ít é f o m e n t a r l a ; s im p l e m e n t e l e v a n t é e l p ie . , , Por
e s o y o t o m é e l i s t m o y d e j é a l C o n g r e s o q u e m e c o m b a t ie r a a m i . P a ro
m i e n t r a s s i g u e n a d e l a n t e lo s d e b a t e * , e l c e n e ) t a m b ié n v a e n m a r c h o .

Resumiendo: desalojado el colonialismo esparto! por el Imperio


mercantUlsta británico, eate último estimula la producción ngrlcola y
minera, generándose una ampliación notable del poblamlento territo­
rial rural; aatos fenómenos a su ves Inciden en una rendecunolón com­
pleta del sistema urbano anterior. Loa viejos centros, bien sea por su
loralización o por su escasa capacidad de adaptación, se vuelvan obso­
letos; a) mercantilismo loe descarta o loa ignora y va elaborando su
propia red de centros y sus propios sistemas de relaciones territoria­
les con fine* comerciales y este proceso de traniferencla no estA
exento de conflictos entre las ciudades viejas y las nuevas. Hemos
vUto cómo, a pesar de su decadencia, tanto Cartagena como SantA
Marta reaccionan y se rebelan obstaculizando el desenvolvimiento de
BarranqulUa; ademas, Cartagena va cuestionada su hagemonia regio­
nal por 8lnceieJo y Montería. El Impulso de Medelltn ratifica la obso­
lescencia de Santa Fe de Antloqula, pero se da la competencia can
Rlonegro; Villa del Rosarlo, Pamplona y Ocarta entran en orlsls con
el empuje de Cúcula; Bucaramanga se impone como negaoión de a i ­
rón, San OH y Socorro; Bogotá sale victoriosa de su vieja querella con
Tunja; Ibagué. Mariquita y Nelva pierden Importancia con el surgi­
miento de Oirardot; Cali acaba con la secular hegemonía do PopayAn;
Caloto y Buga entran en la órbita de Palmira; Perolra surge «xpllci-

169
lamente a n o lo A tU -O u ta ft; O u p é es lir a p n de detener cf isa-
paito de ss «nutras. A m c d t ; y Manuales fe catre y e fortalece
de d railacidad de A m , Garamanta, Rioaaclo. Sopla y I merma
tase proceso de «artltBrtúc. p ro fresro . lento jr rtertgaal. ae advierte
a ftn a e del dgta X IX y lia m nrlakto b ad a 1S2S U M . P o r «a *
patito ae c t n r n ana lam rh a retacada catre el pobiaadeato terrl-
tanai rarai «apiarto. la prodocodn caletera de eaportadda y e l
reajoae de la red amane aqsi rterftado, Las repete galonee «r tw n ti
de casos in c m w a deaaogralleea y pradatüTo» ae cride nrian en lo m a
aiajr nítida, oaaertanoo el draune de loa paertos» d e n M a c a m ig u e
j n e t a i Aquí ae a e a a c a a «os caaes de Barranqoaúa j zw eearen ­
tara, amona an n a ce oe ranas im aglai En eaana n aoecaa-
c<ob pon «a n a ae inscribe en «c. mesaento. c a ia fte n ia o o por:
1. £2 primer u p de i i prodocodn caletera de eaportaooc-
» . L Td ero de aaaéo~, pasando el p ea dei d n u m o bntdm cn a
ta lu n a norteamericana. Ea dedr que ei Tamban de mande/*, coa
a ic n a u s bancanos e m irad camón de tem oiof ta portas n a nor-
teamenranas, ae evidencia en ambos pacatos en Corma creciente,
entre 1115 y 1335. Aormai, u n ió es B in ia q a ^ a como e s Baen aren -
u n , en penaren te mieras por anaa obras poema na* de a a p u io s .
es Ip s i al abaciato desinterés por t í « D anto amano. Se bacen p a rr-
tos j maeiks en le m a panificada, contratando eso con isa e u a s d o
creciendo al lado, en lo ra s margina*. espontanea j acarqanca.
Es osa a r a & p d a de upo -pendáis r~ aaniandi;i de fiam a M a rti
a Cartagena, lo «n e e s lon as asas acertada nos p eta rte entender e l
salpimentó de BamnqalQa. Y a íp esta p rerttá r. porque las m ono­
grafías bataneas rtw lnrtM a m matad rasas esees an
trayectoria ea el contesto mas aarpttt» de an te n ta rlo experim en­
tando coatesdkelone r. es decir, m n a le r^ ~ *« m tesslones y coc-
Ihrtns con otras centros. Parece como a d r í a dudad tavtera dentro
de ella a t a n todos los tactores explicando sa trayectoria ¿tusones;
deade m epi eme modelo expbea&vo es amy Ird ftl. y a veces e l astnrtinao
tleae qae arada- fnrmmasmfe a otras edrmectos de in á H á i Este as
ei caso de la Breve B a r r a de Cartagena, escrita por rd nardo L a -
BMirre. coa an material dnraoirnts. de Upo am rddttco, e l am or per­
cibe —pero no p o fa r d m — qae ■> conflicto emnOmico y «o rio l d m
de trida de loado a la hlstana de los tres porrina dei Caribe: Manta
o* u am é f im . a a - m
Marta. Cartagena y B am aqpilla. fita embargn. este historiador, «le ­
trina de ana -nata szay p u x o q a il'’ j de estrechas «m Starbees ideo-
M p fn . aa logra captar la IM é e a ia qoe opera en este con flicto de o paoperfaaribn, en o s a o otra d a ta d Con todo e s o , la obra de m ebota
costra dgleB j aa hilo m ajar: lo locha de ciases El geógrafo Theodoc e ■vi dencia cómo «tarante os siglo la mayor p arte «le tas actividades
Bicháis soperi en parte esta falla mimbrando rimaban fom ente las tres diplom áticas ae m tajeron a las retad oras w n * ^ » !* *
centros, a partir de la variable transporte j roasaniraciones; sa libro En d efin itiva, descartadas Santa lia r la j Cartagena, persisten
Tria Poesías de Cotaatafa. es. pnoamne. el mas d ocu ierfa rto qae ae dorante d e n altos los esfaesaos extranjeros p an . arteras r a n pacato
paeda encontrar. Pero, swnqae ae mm rioncn. no ae Identifican loa modern o aebre el Caribe. H aría H td IBM ae noca a n p rim er in ten to
eanfhrtoB t w ," A t l n divenoa sectores de las ebgarqeias m ercantiles ea fiabaaüta. pero éste entra ea ili i n lí rr*o rdpúta catando surge
letales, cajas esnseeaenrisu morirán los altibajos con tri»ana de aage Salgar, el caai posir tira aa mn no resiste a ta com petencia «le P u erto

170 171
Colombia y por fin, con el dragado de las Bocas de Ceniza, Barran-
quilla adquiere hacia 1925-1935 su importancia actual. Los mismos
viajeros extranjeros del siglo X I X atestiguan este proceso de susti­
tución en sus relatos. El pionero de la diplomacia británica en Co­
lombia, Hamilton, llega por Santa M arta en 1823, lo mismo que Le
Moyne, encargado de negocios del gobierno de Francia, en 1828. T a m ­
bién el sueco Gosselman sale por Santa M arta, en 1838, pero en su
informe al Rey de Suecia subraya el incremento de las importaciones
y exportaciones, pasando por el puerto nuevo de Sabanilla:
Entre los Puertos menores, Sabanilla y Riohacha son los más notables:
por e l prim ero se realizan ahora casi todas las exportaciones; está situado
en la desembocadura occidental del rio M agdalena y sería pronto e l más
frecuentado y notable de los puertos de Nueva Granada, si los intereses de
Cartagena y de Santa M arta no impidiesen su apertura directa a los buques
extranjeros.

No se equivoca el agente del gobierno sueco y en 1852 el buque


de Holton pasa frente a Santa M arta y sigue hasta Sabanilla; ahi
desembarca el viajero norteamericano y a muía sigue hasta Barran-
quilla. El alemán Hettner desembarca en 1882 en Salgar y toma un
tren que lo lleva a Barranquilla; Rothlisberger, suizo, hace en 1882
el mismo recorrido y en su corta estadía en Barranquilla observa el
contraste entre las chozas extra-muros y los barrios centrales de la
"aristocracia del comercio” . En 1897 el francés Pierre d'Espagnat baja
del buque en Puerto Colombia y sube al tren que lo lleva a Barran-
quilla. Mientras tanto, en un escrito de R afael Núñez de 1891 se
verifica esta transferencia; el político vuelto estadístico nos indica el
movimiento de las aduanas para el año 1890, en los distintos puertos
del país:

1. Barranquilla $ 6.671.229
2. Cartagena $ 1.204.383
3. Buenaventura $ 615.000
4. Tumaco $ 121.000
5. Riohacha $ 100 714
6. Santa Marta $ 48.786

Es el mismo NUñez que desde 1886, más como cartagenero que


como estadista y presidente, viene preconizando el arreglo del canal
del Dique para favorecer a los negociantes de Cartagena; se opone
sistemáticamente —y con argumentos infantiles— al dragado de las
Bocas de Ceniza, que reclaman ya con insistencia los importadores-
exportadores radicados en Barranquilla.
Mientras se discute interminablemente y se oponen durante dé­
cadas intereses externos y pugnas locales entre sectores indígenas
opuestos, otras controversias se libran en tom o de la conexión entre

172
Barranquilla y los efímeros puertos de Sabanilla, Salgar y Puerto
Colombia. La obra de Alfredo Ortega Ferrocarriles de Colombia evi­
dencia la persistencia de estas divergencias de intereses, operando en
un continuo ambiente de peculados y corrupción, que no hacen sino
obstaculizar las obras y despilfarrar los fondos públicos. Muy elocuente
resulta en este sentido el proceso de apertura de la primera ferrovía
en Colombia.
El ferrocarril de Barranquilla hasta Puerto Colombia se demoró
veinte años para unir dos puntos distantes 28 kilómetros; terminado
en 1888, se completa en 1893 con la construcción de un muelle, igual­
m ente a cargo de la compañía británica del "Barranquilla Railway” .
En esta obra y en su prolongación, en 1913, se usó la novedosa tecno­
logía del hierro y del acero en concreto, y no pocos ingenieros subal­
ternos indígenas aprendieron el manejo de materiales desconocidos
hasta la fecha, divulgándolos luego en todo el país.
En 1919 la revista Cromos nos muestra al presidente Marco Fidel
Suárez visitando a Puerto Colombia, recibido por el cónsul inglés y los
ingenieros británicos del ferrocarril y de los nuevos muelles. Precisa­
mente, para la ocasión acababa de zarpar un barco con 17.000 sacos
de café, “ de la casa de los señores Pedro A. López y Cía." Pero el
presidente se aloja en Barranquilla, en el palacete nuevo, blanco,
muy adornado y, por supuesto, de estilo “ neo-clásico francés’’, del
más rico negociante de la ciudad.
En 1927-1928 las estadísticas locales registran en Barranquilla
unos dos m il automotores importados de Estados Unidos, o sea 1.691
automóviles, 344 camiones y 118 buses, condenados a dar vueltas por
una ciudad sin ninguna carretera intermunicipal; en seguida se vuelve
“ indispensable” , según la Cámara de Comercio local, una carretera
entre la ciudad y Puerto Colombia. Iniciada en 1929 esta carretera,
entra en servicio hacia 1932-33 y mientras tanto se están terminando
las obras de la terminal marítima fluvial. Pero resulta que tanto el
muelle marítimo de Puerto Colombia como las instalaciones ferrovia­
rias entre éste y Barranquilla eran propiedad de la compañía inglesa.
Una ley de 1925 autorizó al gobierno para comprar dichas instala­
ciones, negocio y entrega que se concretizan en 1933. Año y medio
después entra en servicio el terminal de Barranquilla anulando la
carretera y el ferrocarril: el gobierno compró, si no un cadáver, por
lo menos un moribundo.
En cuanto a la adecuación del puerto en la misma ciudad, los
costos del transbordo para unir la navegación fluvial con el transporte
marítimo hacia el interior desde el exterior, suscitan la idea de un
solo transbordo, en la terminal de la navegación fluvial, sobre el mismo
rio en la ciudad de Barranquilla. Pero eso significa romper “la barra"
arenosa, lo cual tardará unos 30 años para realizarse. Esta obra que
se proyecta a partir de 1906, ya con base en contratos de estudios con
empresas de Estados Unidos, sólo se Inaugurarla oficialmente en
1935, hecho que celebra el Washington Herald del 15 de septiembre

173
del mismo año. En este último periodo ya las empresas norteam eri­
canas de ingeniería se tornaban los contratos, bien sea de dragados,
de obras d riles, malecones y muelles, maquinaria, m aterial rodante y,
erentualmente. construcción de edificios para bodegas, terminales,
aduanas, etc. El impulso de los trabajos entre 1920 y 1935 corresponde
a préstamos de bancos yanquis y también a la inversión de una parte
de los millones, procedentes de la “ indemnización por Pan am á” , reci­
bida por el gobierno de Pedro Nel Qspina. Es decir, que en Barran-
quilla “la danza de los millones” en primer lugar benefició a los mis­
mos contratistas norteamericanos y productores extranjeros de acero
y cemento como: la fábrica Portland, la United States Steel, la R ay-
mond Concrete Pile, la Ulen Co-, el banco Brown Brothers, la firm a
Black-Mac Kennedy y Stewart. la Winston Brothers Company o f
Minnesota, Georges P. Wagner and Asociates o f New Y o rk y algunas
más. Asi, los 25 millones de Panamá, generosamente otorgados con
una mano, se recogían en seguida, con la otra; apenas saliendo de
Washington al poco tiempo regresaban a su origen. H ay que agregar
que varias de las firmas aqui citadas, luego se implantaron firm em ente
en el país y algunas de ellas seguían con contratos de obras civiles,
en varias regiones y ciudades, en la década del cincuenta.
Se agrega a todo esto que los numerosos extranjeros radicados
durante el siglo X IX en Barranquilla. Santa M arta y Cartagena gene­
ralmente vinculados al comercio de importaciones y exportaciones
muv rápidamente consiguieron fortuna que les dio acceso a los bonos
de deuda pública y. luego, con su cambio, a las tierras baldías adjudi­
cadas por los sucesivos gobiernos, pagando asi los empréstitos de los
oarticulares. En el archivo de adjudicaciones de baldíos del M inisterio
de Industrias, concerniente al periodo 1827-1931. llam a la atención el
número de extranieros favorecidos y la extensión de las tierras escri­
turadas en los deoartamentos costeños de Bolívar. Magdalena y
Atlántico. En Atlántico una sola adjudicación a la comoañla inglesa
del ferrocarril le da posesión sobre 8.000 hectáreas en 1872: en el
Magdalena, entre 1835 v 1921. se adjudican baldíos a unos 40 extran­
jeros. por un total de 30 000 hectáreas y a unos 80 nativos oor 10“» 000
sumando 135.000 en este departamento; en Bolívar, entre 1870 y
1931 cerca de 23 extranjeros reciben 60.000 hectáreas v 170 nativos
reciben 250 000. para un total pasando de 310.000. Además, en el mis­
mo año 1921 se otorgan 10 adjudicaciones a la compañía inglesa de
navegación y ferrocarril, totalizando 46.000 hectáreas. Exceptuando
algunas pocas y reducidas apropiaciones a parceleros. comuneros, te­
rrazgueros, colonos y pequeños cultivadores ocupantes sin titules, la
casi totalidad de estas tierras se adjudican a comerciantes urbanos y
grandes negociantes de importaciones y exportaciones, radicados en
estos puertos. Este es el proceso por medio del cual en B olívar y
Magdalena unas 450.000 hectáreas de tierras baldías pasan a manos
de 300 particulares, tenedores de bonos de deuda pública, para luego
entrar a conformar el moderno latifundio de la costa.

174
De ese modo, en un siglo, el progresista capitalismo mercantil
concluía siendo el máximo agente en la reconstrucción —ampliada—
del viejo latifundio territorial. En cuanto a la estructura urbana y
al equilibrio nuevo, que se iba estableciendo en la red de puertos del
país, la sencilla aritmética de la demografía nos indica el epilogo. El
censo nacional de 1938 arrojaba las siguientes cifras de población
urbana:

Ciudad P o ilU iÓ B

Barranquilla 150.395
Cartagena 70.457
Santa Marta 27.259
Riohacha 5.051
Puerto Colombia 4.896 1

• •

Heredada del sistema de castas del colonialismo español, perma­


nece sin cambio durante el siglo X IX la división social del espacio
urbano, tanto en las ciudades españolas como en las republicanas; en
nada se diferencia la segregación espacial de Mompox o Barranquilla.
Tanto Nlchols, como otros historiadores, aseguran que poco a
poco se obstruyó el brazo de Mompox y que las aguas se incremen­
taron en el brazo de Loba. Según ellas, con el desvio del río es la
historia la que cambió de rumbo, quedando Mompox al margen de la
corriente de los acontecimientos. La realidad es que la sociedad escla­
vista de tratantes negreros y contrabandistas, que dominaban la ciu­
dad, no resistió a la manumisión, al trabajo libre y a los embates del
libre comercio. Hacia 1840 un viajero europeo de paso, aún muy des­
prevenido. capta durante la corta escala del vapor la persistencia de la
estructura socio-espacial imperante en la moribunda ciudad colonial:
L a población está dividida en dos barrios: el de arriba llamado Susúa.
que es todo de casas de paja, pero mantenidas con aseo y mucha gracia,
y e l de abajo, compuesto de dos largas calles muy bonitas, cortadas en ángulos
rectos, a cordel y totalmente formadas por fuertes edificios de manipostería
E l prim ero es habitado por las clases trabajadoras, todas de color, de cuyo
seno sale e l impermeable y sufrido boga del bajo M agdalena, gente alegre,
jovia l, alborotadora, libre en sus costumbres, robusta y varonil y que a pesar
de sus defectos de educación es honrada y le a l ama la patria con entusiasmo
y se bate p or ella con bravura, esgrimiendo el afamado sable de acero del
R eal de la Cruz, población de la antigua provincia de Ocaña. Es de esa raza
vigorosa v altiva que han salido tantos valientes, de los vencedores en T e ­
nerife y Barbacoas, en la época de la Independencia, y más tarde tan temibles
combatientes en las desgraciadas contiendas civiles del Magdalena.
E l otro barrio es el asilo de las clases acomodadas, gentes que, pasados
los momentos de contiendas, son estimables por su carácter generoso y franco
y su hospitalidad para con el viajero. Mompós es la ciudad que resume por
excelencia el contraste de la conquista o la civilización española con la anti­

175
gua situación tadlfnu. Si la parte dt arriba m esencialmente nacional o
colombiana, la de abajo es, por estructura, enteramente capafiola Una ar­
quitectura pesada y de estupenda solides, multitud de hermosa» iglesias que
son mediocre* monumento*, calles anchas, rectas y sin pavimento, muros
pintados de amarillo y rojo. puertas arqueadas, galería» de columnas prodi­
gada*. inmensos salones, altas celos as de hierro en todas las ventanas,
muebles colosales y pesados para si menaje interior, bellas arboledas de fru­
tales en todos los patios y mil pormenores en extremo curmeoe. le dan a
MompOs el aire de una ciudad hlspann-monsca, que tiene el sello de la con­
quista ibérica.
Cuarenta artos más tarde, Rothllsberger llegando a Barranquilla
observa una marcada segregación social en la nueva ciudad portuaria:
En los barrios principales, donde vive la aristocracia del comercio, están
las grandes rasas de inamposirria de la m&s importante gente de negoe os,
edifico* de dos plantas, por lo común, de recia arquitectura y al viejo estilo
espartol: abajo, dando a la calle, el gran almacén lleno de mercancías, abierto
a todo el mundo, aireado, sin ventanas; arriba la* habitaciones ( . . . ) Las
afueras, por *1 contrario, no resultan muy seductoras; en su mayor parte
no hay süli sino casas de una sola planta, cuyas puerta* se hallan siempre
abiertas, de modo que se puede alcanzar a ver la primera pieza, una pequeña
sala generalmente. Mucha» de estas viviendas situadas fuera del casco de la
población tteñen cubierta de paja y sus materiales dt construcción se reducen,
por lo demás a adobo y ladrillos, con su revoque blanco. El vuelo es de tierra
apisonada.
Enteramente en la periferia se encuentran las cabañas de las clases más
bajas, cuyo mobiliario lo forman, poco o más o menos, una mesa, apunas
sillas de madera con tapisado de piel y esteras en lugar de colchones.
• • •

Las obras públicas de comunicaciones apertura de caminos y


construcción de ferrovial, se convirtieron durante el siglo X IX en
un poderoso Instrumento de reconstitución del latifundio, de enrique­
cimiento ilícito y en un semillero de pleitos eternos: de éstos que
entabla el abuelo y de los cuales se notifica el fallo al nieto, o que se
Inician bajo Nüftez y culminan durante el mandato de Olava Herrera.
Con su permanente miseria presupuesta!, el Estado estipulaba en
los contratos con las empresas extranjeras que el pago de las obras
se baria (en forma parcial o total, según el caso) por medio de cestón
de tierras de la nación. Como es lógico, por este medio unas sociedades
extranjeros de obras públicas adquirieron Inmensas porciones del te­
rritorio colombiano. Uno de estos afortunados contratistas, oulzá el
mayor latifundista extranjero a finales del siglo X IX , fue el norteame­
ricano Francisco Ctsneros, del cual decía *n 1886 el cónsul de Estados
Unidos en Barranquilla, en un informe oficial al Departamento de
Estado: “es uno de los hombres más ricos de Colombia" (Theodore
Nlchols),
Pero aquí toca cometer un sacrilegio contra la sagrada historia
patria: pues resulta que la historiografía oficial falsificó por completo
el papel y la personalidad de Francisco Ctsneros. En primer lugar sus
biógrafos lo presentan como de nacionalidad cubana; en segundo, lo
retratan como técnico, exclusivamente dedicado a los estudios de

176
Ingeniería de las carrileras; y en tercer lugar, lo convierten en “ el
padre” de los ferrocarriles de Colombia. En realidad, Clsneros era ciu­
dadano estadounidense y, mas que Ingeniero, era un empresario capi­
talista propietario de sociedades registradas y radicadas en Estados
Unidos, fundando, si era necesario, sencillas sucursales en Colombia.
Era, además, un hábil financista multiplicando sus sociedades y ne-
g icios y entrando, eventualmente, como socio en otras empresas In­
glesas y yanquis.
Por fin, hasta donde hay informes, Clsneros sólo dejó al país
tres pequeAos tramos Inservibles, Inacabados y desconectados, cada
uno de unos veinte kilómetros: uno desde Puerto Berrio, otro desde
Buenaventura y el tercero en la sona de Sabanilla. Estos tres bastar­
dos constituyen su “ paternidad" legitima en Colombia.
Paternidad bastante irresponsable, como se verá en adelante. En
efecto. Clsneros obtuvo como porte de pago de sus ferrovias extensas
concesiones de baldíos. Es asi como en 1878, para la construcción de
la linea férrea entre Buenaventura y el rio Cauca, recibió una adju­
dicación de 200 000 hectáreas, de las cuales 20.000 se situaban en
Panam á; cuando abandonó la obra en 1885 dejaba apenas 27 kiló­
metros de rieles oxidados en la selva y entonces tuvo que devolver los
Utulos. También recibió miles de hectáreas por la construcción del
ferrocarril de Antloqula, obra que tampoco terminó, quedando un
tramo Inservible de unos veinte kilómetros entre Puerto Berrio y el rio
Ñus; y se verá Igualmente lo que ocurrió con el ferrocarril de Bolívar.
Ahora bien, según parece el empresario poco tiempo se quedaba
con las tierras que lograba titular. Estas pasaban a manos de socie­
dades “nacionales**, quizá creadas por él mismo y que se dedicaban a
su comercialización. Pero era este un negocio marginal para un em­
presario que tenia varios Intereses en telégrafos, importación de ma­
quinaria y de material rodante comprado en Europa y Norteamérica
y que se revendía a las compañías locales de ferrocarriles. Además
este apóstol de la carrilera no despreciaba el transporte fluvial: desde
1877 era duefio de la “ Compañía Clsneros” y en 1881 tenia seis buques
de vapor circulando sobre el Magdalena. Poco a poco fue eliminando
o absorbiendo las empresas rivales y en la última década del siglo,
con 16 barcos moviendo más del 80% de la carga y ejerciendo la
dictadura sobre las tarifas de los fletes, Clsneros monopolizaba el
transporte fluvial. Duefio del Magdalena, propietario del ferrocarril
Barranquilla-Puerto Colombia y de las terminales ferroviarias y ma­
rítimas de estos dos puertos, prácticamente era el máximo transpor­
tador del país, controlando la mayor parte del tráfico de Importación
y exportación.
Entre 1874 y 1890 Clsneros serla (en forma sucesiva o simultánea)
contratista del ferrocarril del Pacifico entre Cali y Buenaventura, de
los tramos Glrardot-Bogotá, Honda-La Dorada, Barranquilla-Puerto
Colombia, y del ferrocarril de Antloqula. En este último Ínstala la
primera linea telefónica entre Puerto Berrio y MedeUln; como observa
acertadamente un historiador “ el teléfono llegó primero que el acue­

177
ducto y el alcantarillado'*. Cisneros m revela a*! un precursor de los
dictados del Banco Mundial o del B1D, alendo que den aftas m is tarde
Igual cosa se puede decir de numerosos barrios urbanos del pala. Sin­
tetizando, Cisneros, más que el audaz Ingeniero de la leyenda, es ante
todo un voraz y polifacético empresario colonlalUta y el agente de
vanguardia de la penetración capitalista y tecnológica estadounidense
en Colombia.
Aquí viene el anecdotarlo de un caso, ilustrando los procedimien­
tos del Ingeniero-capitalista: en 1886 Cisneros se vuelve propietario
de la compaftla del ferrocarril y del telégrafo de Bolívar, por cesión
del Estado "en pago de acreencias de éste contra el Tesoro Naclonar,
dice Salvador Camocho Roldán. En seguida se le contrata para cons­
truir dos prolongaciones: un tramo hacia Puerto Colombia y un ramal
Sabanilla-Puerto BellUo. El mismo afio quedan tendidos los rieles
hasta Puerto Bolillo, o sea unos doce kilómetros de vía angosta de
tres pies, ligando la ciudad de Barranqullla con el futuro terminal
marítimo de carga y pasajeros; pero visitando las obras en abril de
1887. Camacho Roldán comprueba que desaparecieron durante una
tempestad; ésta "barrió la Isla Verde", rompió "la prolongación del
ferrocarril construido sobre la playa de arena. . . y que se reputaba
ya terreno firm e..., de suerte que esta prolongación del ferrocarril,
de cosa de cinco millas, quedó perdida".
En seguida el empresario se apresura en concretar la adjudica­
ción de baldíos, estipulada en el contrato. Desde Bogotá, su apode­
rado dirige al ministro de Hacienda una solicitud titulada:
El apoderado del señor Francisco J. Cisneros propietario del Ferrocarril
de B olívar solicita que se le expidan títulos de concesión de 50.000 hectáreas
de tierras baldías, a que le da derecho la lei 24 de 1868 i la resolución e je ­
cutiva de 22 de octubre de 1886

En su memorial el abogado recuerda la cláusula segunda del


contrato:
2— Cesión a perpetuidad de cincuenta m il hectáreas de tierras baldías en
beneficio de la Empresa, por m edio de lotes de cuatro a cinco m il hectáreas,
alternando con lotes de igual extensión que deben dejarse para la República,
v s a las orillas del camino, o bien a alguna distancia de él; siendo de cargo
de la Compañía probar su calidad de baldíos, practicar su medida y levantar
los respectivos planos.

Vislumbrando que se estaba acercando otra "tempestad" Jurídica,


Cisneros se amparó convocando una inspección técnica de los obras y
adjunta a su solicitud el acta que redactaron los peritos tres meses
antes. En sus conclusiones, la comisión registra lo siguiente:
. . . de donde se deduce que los trabajos de la via férrea están ejecutados
en una faja de terreno de reciente form ación. . . y que no existiendo h oy al
norte de dicha fa ja de reciente formación ninguna tierra visible, es palpa­
blemente claro que las Islas Verdes y de Puerto B elillo, han desaparecido..
que los islotes y bancos se unieron a la tierra firm e; que e l m ar destruyó
las Islas Verdes y de Puerto Belillo.
(AHNC, Fondo de Baldío*, afio 1887, folios 120-124.)

178
No obstante lo anterior, redactada la solicitud de adjudicación el
3 de agosto de 1887, la aprobaba el ministro el 8 y se notificaba al
Interesado el 12, resolviéndose el asunto en B días. Se podían demorar
hasta diez aftos los trámites de un anciano colono tollmense o quln-
dlano, pidiendo la titulación de las veinte plazas que habla desmon­
tado treinta afios atrás.
El asunto reseñado ilustra el ambiente en el cual se firmaban los
contratos de ferrovias y la carencia de seriedad de los supuestos estu­
dios técnicos, en este caso relativo a lo que debía ser nada menos
que el único puerto marítimo del país. También queda en entredicho
la competencia técnica del ingeniero Cisneros, construyendo sobre una
playa una carrilera que se llevarían unas olas. Lo que si se evidencia
es la habilidad del empresario, reclamando las 50.000 hectáreas del
pago de una obra fantasma, de una ferrovla que ya no existía. Quizá
lo anterior explique por qué era entonces el seflor Cisneros "uno de
los hombres más ricos de Colombia".

# •

Azotada por múltiples calamidades desde su fundación. Buena­


ventura presenta una historia que mucho se parece a una tragico­
media en varios actos y cuatro siglos. Especie de Barranquilla del P a ­
cifico. aunque surgiendo en condiciones diferentes y presentando una
trayectoria distinta y más larga. Buenaventura se estructura también
en forma tardía, a partir de decisiones tomadas en una lelana me­
trópoli. En la Recopilación de las Leyes de Yndlas se consignan múl­
tiples ordenanzas reales, concernientes a los puertos de Santo Domingo,
La Habana. Panamá. Cartagena, Guayaquil, pero no se ha encontrado
mención alguna de Buenaventura.
Su vlacrucis se Inicia con una pretendida fundación en 1539,
atribuida al conquistador Juan de Ladrilleros, y que no dejó huellas,
ni construidas ni escritas. Fundación oral y sin actas, surge como pro­
longación tardía de la fase de las exploraciones costeras de principios
de siglo y, como ocurrió en Urabá, con los primeros asentamientos, no
cristaliza v desaparece al afio siguiente y, según parece, en lugar dis­
tinto Pascual de Andngoya. otro explorador de costas llegando de Pa­
namá, vuelve a fundar un efímero bastión que desaparece al poco
tiempo. Se desata en seguida una violenta controversia de dominios
entre Benalcazar. Ladrilleros y Andagoya; mientras el último está en­
carcelado en Cali por el primero, los nativos destruyen un villorrio,
en el cual muere la esposa del "fundador” , seguramente una de las
primeras mujeres espafiolas radicadas en el continente.
Mientras tanto, otra tropa funda "un pueblo de cristianos” en el
rio San Juan, arrasado unos meses después por la resistencia aborigen.
Según parece, los noanamas raptan en el asalto a varias europeas de
las cuales no se vuelve a saber nada ( “ tomaron ciertas mujeres espa­
fiolas” , escribe Fernández de Oviedo). Quizá con este hecho se inau-

179
gura b a ria 1540. p o r p rim era tez , un m estiza je con m adres españolas.
Este es. resum ido, el an ecdotario de los diversos cronistas de la época,
p o r lo demás sum am ente confuso y co n trad ictorio e n cuanto a hechos,
sitios y fech a s
N ada más a lea torio que buscar, sin más pistas, u na fu n d a ción qué
no tu vo lu ga r e in d a g a r una ciudad que n o existió, y él asunto se com ­
p lica aún ttiíc cuando coexisten sim ultáneam ente dos asientos vecin os;
se con vierte en en igm a cuando dos cronistas confunden am bos sitios
v a gregan un tercero. Eso es. m ás o menos, lo que ocurre re fe rid o a la
Buena V en tu ra de 1539-1541; según se lea a Cieza, a G on zalo F e rn á n -
dez de O vied o o a l protagonista y testigo presencial, tesorero C ristóbal
Salinas; este ú ltim o es quien p erm ite a cla ra r el asunto.
L a lectu ra cuidadosa de los autores citados convence que las
prim eras fundaciones de B uenaventura no fu eron m a rítim a s sino flu ­
viales; y que e] asien to actu al en la isla del C ascajal sólo surge en tre
fin a les del siglo XV111 y e l m om ento de la In dependen cia. U n a p ri­
m era fu ndación se realizó en e l rio A n ch ica yá o en el rio D agu a, unas
leguas arriba de la desembocadura; otra ocurrió en e l r ío S a n Juan
quizá en su conflu encia con el Calim a. L os anecd otarios de los m ú l­
tiples avatares contados p o r estos autores nunca m en cion an é l m ar,
todo se desarrolla a la orilla de un rio. A dem ás unos breves pasajes
no dejan lu ga r a duda alguna:
N o hago capitulo por si deste puerto, porque no hay más qué decar del
de que fue fundado por Juan Ladrilleros (que es él que descubrió el rio ).
. . . Entre estos rías estuvo poblado un pueblo de cristianos; tampoco diré
nada dél porque permaneció poco, y los indios naturales mataron a un Payo
Romero, que estuvo en él por lugarteniente del adelantado A ndagoya__ y
se llamaba gobernador del rio de San Juan.. . No se tom ó mác a fundar allí
pueblo. . .
(P ed ro Cieza de León, capítulo X X I X . )

G onzalo Fern án dez de O viedo resum e así e l asunto:


(Andagoya) - .. descubrió la bahía de la Cruz - .. y entran en ella muchos
r i i » grandes y pequeños. Y subió por uno de ellos tres leguas la tierra adentro,
llevando siempre cinco brazas de fondo; e llegó a un puerto y él quedó
fundando un pueblo, e llamóle la ciudad e puerto de la Buenaventura.
Más adelan te m enciona la llegad a de B en á lca za r p o r el m ar. v ia ­
ja n d o de Pan am á a Cali y buscando e l pu erto:
- - - fue a surgir en la faahis que es dicho de la Cruz, saber es­
taba ni por el cual de aquellos muchos nos, que en éTls entran el se metiese.
E n 1541 lleg a a P a nam á él licen ciado V a ca de Castro y tam bién
busca e l pu erto:
. E como llegó a aquella ensenada, sm saber donde estaba, quiso Dios
que por la dili gencia del teniente Peña había ido un bergantín desde el
puerto de la Buenaventura a reconoscer la costa, e vado dos bateles de los
navios en que iba el presidente, e habida habla, dio aviso al teniente; el
cual, con mucha diligencia proveyó de pilotes que metieron é l galeón en que
él presidente iba, e a los otros navios, en e l puerto.. .

180
R ep ite, según su costumbre, este párrafo precisando:
- . - v ie r o n u n b ergantín que salía de un r io de los de la n-ifcma bahía. « '
m a l en viab a a reccmoscer la costa él teniente del adelantado Pascual de A n ­
d agoya . . . los qu e con el estaban en e l puerto e ciudad de la Buenaventura
qu e es tre s leguas de aqu ella bahía un n o a r r ib a ... fuesen a m eter e l galeón
e los otros n a vio s en el n o e los trajesen al puerto, como se
U nas págin as adelante insiste Fernández de Oviedo;
C uando Pascual A n d a go ya entro en la bahía de la Cruz, é l m hom bre de
cuantos con é l iban no habían allí entrado, n i en la carta había ta i fig u ra m
ríos com o a llí h a y; e asi, a escuras, subió p o r uno bellos e haTiñ aipioi e x c e ­
le n te p uerto, e l o p ob ló e lo llam o ae la Bucnaventura.

EL m ismo autor nos indica una localización de este asentamiento


in ic ia l; en un rio, tres leguas arriba de la bahía, estando el rio Dagua
“a once leguas del puerto de la Buenaventura”.
En cuanto a l tesorero Cristóbal Salinas, es testigo presencial y
protagon ista directo. Después de haber pasado cuatro años en el fian
Juan redacta un in form e para el rey en 1543. Hablando de su vida
en Buenaventura, precisa;
. . .habíam os de estar en vela, p or tem or de los indios que echaron de
a llí cuando se p ob ló él dicho puerto, que nos venían los mas a s los ñi?c a ¿ s i
guazabara y llegaban p o r e l n o ju n to a los b o h ío s . . .

M ás adelante su relato perm ite distinguir: e l puerto y ciudad de


la Buenaventura, un prim er asiento en el rio San Juan y, destruido
ese, un segundo en el mismo n o, ambos efím eros y que no se sostu­
vieron m ás de algunos meses.
En 1542, siendo gobernador de Popayán, escribe Berta]cazar en
im a carta dirigida a l rey:
. . . E l A d elan tad o An dagoya, Gobernador del rio San Juan, dejó antes
de que se partiese, poblado e l puerto que llam ando la Buenaventura, qu e
es fu e r a de los lim ites del r io San Juan, y en aquél pueblo n o d e jó recaudo
con ven ien te para la sustentación d e l de cuya causa se despobló. Y o e n v íe a
p o n e r a llí doce hom bres que guardasen aquel puerto a costa de la ciudad de
S a n tia g o de C a l i . . .
En 1546 un via jero señala que en Buenaventura no hay más de
cuatro vecinos. E n 1573 el cabildo de Cali nom bra en Buenaventura
un alcalde de justicia ‘ •para que entendiera en pleitos” y que “ tuviera
en cuenta con las personas de m al v iv ir y con los pasajeros, averi­
guando la licencia con que éstos se presentaban”.
En 1582 el fra ile agustino Jerónimo de Escobar m anda a l Real
Consejo de Indias un in form e descriptivo de la Provincia de Popayán.
En cuanto a Buenaventura escribe:
. . . este p u erto es un r io b donde llegan los barcos desde la ciudad de
Panam á, lo s cuales dichos barcos navegan ciento y cincuenta leguas p o r el
Tn»r que es llam ado d e l Sur, hasta dar en este n o ; correrán estos dichos
barcos p o r este r io hasta dar en e l puerto o d io leguas. E n este dicho p ie r io
h a y solos tres españoles, p orqu e es tie rra casi inhabitable de m ontaña ce­
rra d a . - D estos tre s españoles é l uno de ellos es alcalde que Bilí pone el
g o b e rn a d o r. . . y los otros dos soldados sirven de cuando v ie n e b a r c o . . .
T.ctnc dos soldados con e l alcald e hacen vid a tristísim a e n este puerto, cada
uno w n cien pesos d e salario y é l alcalde doscientos- Esto es cuanto a este
p u erto que esta tie rra t iene.

181
El afio siguiente de 1583. en un Informe escrito en Santa Fe de
Bogotá, cuenta Francisco Ouillén Chaparro:
...E l puerto de la Buenaventura es al pie de la montaña, súbese ai
puerto por un rio arriba y este rio entra en la mar del Sur. Es la tierra por
el rio arriba muy montuosa y de muchos pantanos y manglares; hay indios
de guerra por alli...
En 1598 los ediles de Cali nombran allá un escribano y un algua­
cil. En 1599 la localidad y "el puerto" son arrasados por una vigorosa
contra-ofensiva aborigen. El mismo afio el Gobernador nombra un
bugueflo capitán del puerto y del fuerte de Buenaventura, para la
"conservación y seguridad del mismo fuerte y bodegas". No obstante,
en 1601 los libros capitulares de Cali mencionan la reedificación re­
ciente del fuerte, después de su quema por "los indios de guerra” .
Según el historiador Oustavo Arboleda, en esa fecha desaparece el
puerto. Sin embargo, en 1602, se vuelve a nombrar un capitán del
puerto y alcalde del fuerte. El cabildo ordena la construcción "de un
fuerte para guardar las mercancías" y manda una pequefia guarni­
ción militar. En 1605 ocurre un nuevo ataque de la población aledafia:
roban mercaderías, queman el puerto, matan viajeros y alcalde. Du­
rante este periodo los caleños tratan en diversas oportunidades de
abrir o mantener el camino al mar y finalmente en 1639 un capitán
de Cali licita la apertura de una nueva vía hasta Buenaventura. En
su contrato con la Gobernación, compuesto por 25 cláusulas, llama la
atención el articulo primero:
... 1. —Repoblar con no menos de doce vecinos, con sus mujeres y casas,
donde estuvo Buenaventura, a orillas de su rio; construir bodegas y un fuerte
para la defensa, a cargo de seis soldados, para que los barcos puedan subir
el no sin temor a los indios.
Quizá sea una nueva localidad, aquella que vegeta durante los
siglos X V II y XVIII. Permanece prácticamente incomunicada con el
interior, a pesar de los continuos reclamos e intentos de algunos tra­
tantes y mercaderes caleños queriendo desesperadamente escapar
al monopolio portuario que ejercen los negociantes de Cartagena,
Panamá y Guayaquil.
Un mapa conservado en el AGI del San Juan y del Atrato, quizá
de los años 1800-1820, representa el camino de Popayán a Cali y de
ésta al alto rio Dagua, pasando luego a las cabeceras del rio Calima
y siguiendo quizá por éste hasta su desembocadura en el San Juan,
en donde se lee: "aquí fondean los barcos". No se sabe en qué fecha
se organiza el puerto marítimo, es decir, en la isla del Cascajal; según
parece resultó de un traslado sin ningún ceremonial. Lo cierto es
que los mapas de los años 1820-1830 muestran una corta hilera de
diez chozas de paja en el costado sur de la isla del Cascajal.
Confirma lo anterior una total ausencia de mapas de Buenaven­
tura durante tres siglos, mientras encontramos dibujos de los “pueblos
de indios” de Boyacá, desde el siglo X VII. Pero sorpresivamente surge
en 1820 el interés por la Buena Ventura. Entonces en las mapotecas
del AHNC se hallan 6 planos concernientes al puerto, todos dibujados

182
entre 1821 y 1826. Se refieren a obras oficiales en la isla del Cascajal,
edificio de aduanas, casa de gobierno, reducto o fuerte, cuarteles,
em plazam iento de una batería de artillería, todos indicando el carácter
doblemente comercial y estratégico que adquirió la isla. El afio siguien­
te un documento pone un punto final al asunto. En el AHNC (Fondo
Documental del Congreso, legajo N9 34 de 1827), el folio N? 293 aclara
las últimas dudas:
Cámara de Representantes...
" . . . varios p rivilegios en e l territorio de la nueva villa de la Buenaventura
y su cantón E l Raposo. . . . . “y como no es consedón (sic) a un pais fundado
ya sino a una nueva población proyectada, creemos que el proyecto.. . "
Sigue luego un articulo agregado a un decreto tendiente a conce­
der baldíos a los futuros pobladores del cantón de El Raposo (folio 294).
Hablan quedado sin electo las primeras ordenanzas del cabildo
de Cali, dictadas en 1564 y 1582, relativas a la apertura de un camino
entre el Valle y la costa. Este proyecto se vuelve obsesivo para los
c&ucanos, y más aún para los valí unos. Ordenanzas repetidas llenan
folios de los libros capitulares de Cali, durante los siglos X V II y
X V I II hasta la última, fechada del afio 1808. Después de la Indepen­
dencia se suceden nuevos decretos en 1825, 1829, 1836 y 18J9, todos
relativos a la apertura del tan deseado e Inútil camino.
Sin embargo, en 1842, se vuelve a fundar la ciudad sobre los te­
rrenos baldíos de la Isla del Cascajal. Curiosamente, en 1854, entre dos
legislaturas del presidente Tomás Cipriano de Mosquera, sale un nuevo
decreto; concede privilegios exclusivos por 80 años, para construir el
camino Cali-Buenaventura, Incluyendo el cobro de los peajes y una
concesión de 125.000 hectáreas de tierras baldías, a un ciudadano que
se llama Tomás Cipriano de Mosquera. Reincidiendo, en 1863 el mismo
presidente firm a la Ley 29 autorizando al ejecutivo nacional para
contratar en el exterior un préstamo de un millón de pesos, destinados
a la obra: se deberán Invertir en acciones de la compañía fundada
con este fin , por un señor Tomás Cipriano de Mosquera. En el mismo
afio llega de Londres un empréstito de 200.000 libras esterlinas; mien­
tras tanto, en 1855, un decreto concedía un trazado distinto y varios
privilegios a otro postor, y en 1859 el Estado del Cauca trató de fundar
la compañía del camino.
En medio de un variado catálogo de peripecias, se abren bien o
mal algunos kilómetros de un calvarlo bautizado camino; estrecha,
sinuosa y peligrosa trocha en la selva, en la cual con frecuencia se
pierden muías, carga y hombres. Habrá que esperar hasta los años
1926 un decreto de la gobernación del Valle, y 1927 con la Ley 106
para relnlclar las obras. Por fin éstas concluyen con la Inauguración,
en 1946, de un camino carreteable y frecuentemente impracticable;
esta vía caduca en menos de veinte años, cuando los contratos, con­
cedidos a empresas norteamericanas permiten su sustitución por me­
dio de la carretera Buga-Buenaventura, con el ramal Cali-Lobo-
guerrexo.

103
¿Y el ferrocarril? Hacia finales del siglo X IX se van reuniendo
—más en Londres que en el Cauca Grande— las condiciones que legi­
timan la comunicación de Cali con el Océano Pacifico. Llegan agentes
de compañías extranjeras sugiriendo la construcción de la ferroria.
Bn 1812 el presidente Manuel Murillo Toro firma el primer contrato
coa un grupo norteamericano, pero es una compañía británica la que
inicia las labores en 1883; asi se comienza otra triste aventura, que
durarla cerca de cincuenta años. En este casi medio siglo se suceden
19 contratistas, alternando ingleses, norteamericanos, belgas, fran­
ceses y valíanos, inclusive. Avanza a paso de tortuga una obra, en la
cual se involucra mano de obra de peones reclutados en varias regio­
nes, luego con presidiarios y posteriormente con 600 soldados de bata­
llones tapadores, pues fracaso un proyecto tendiente a la Importación
de 3.000 chinos. Cuarenta y tres años aespues de la Iniciación de los
trabajos, en 1915, entran en servicio los 150 kilómetros dei ferrocarril
Cali-Buenaventura.
Privilegiada la circulación de productos y mercancías se desprecia
durante todo el siglo X IX a esta ciudad en si. Gaspard Motilen habla
descrito en 1823 "este villorrio’*, de la manera siguiente:
Una doeeu. de choza» habitadas por negros y mulatos, un cuartel con
una guardia de once soldados, tres piezas puestas en batería; la casa del so­
bornador, lo mismo que la de la Aduana, as de paja y bambúes, situada en la
Milla dei Cascajal, cubierta de hierbas, espinos, fango, serpientes y sapos:
eso es ( . . . ) Buenaventura hoy por hoy, no es nada.
Treinta años después, Holton apenas menciona el “ pestífero puerto
marítimo", y en 1860 escribe Saifray:
Vi canco o seis casa» de agradable aspecto; las otras son tan miseras por
fuera como en ei interior, la iglesia, erigida en una altura, parece una g r a n ja
Tanto los gradados como las primeras fotografías Indican que
este cuadro permanecería sin cambio hasta nuestro siglo, y que sólo
se modificaría con la puesta en servicio del Canal de Panamá Pero
si va creciendo el interés por el puerto, nadie se preocupa por aquella
ciudad que está surgiendo en la Isla del Cascajal en la cual se suceden
las catástrofes. Varios incendios particularmente destructores en un
pueblo construido con maderas y paja, ocurren en 1881, 1892, 1896,
1930 y 1831, alternando con tres epidemias de fiebre amarilla, entre
1885 y 1915.
La adecuación portuaria se va haciendo a pedazos, por medio de
contratos sucesivos con firmas extranjeras. En 1881 el Ingeniero anglo­
sajón Tmyer diseña el primer plano director de urbanismo, para El
Cascajal. En una fotografía en 1913 se ve un barco descargando en la
rada, con transbordo en lanchas hasta tierra; estamos en vísperas
de la apertura del Canal de Panamá y crece, en el exterior por lo
menos, el interés por un puerto con muelle. Se suceden entonces mi­
siones. contratos, estudios e informes y préstamos bancarios extran­
jeros. Como síntoma evidente del “cambio de mando”, se firmó en
1914 un contrato de estadios para la construcción del muelle, con la

<fcB4
empresa de Londres Peanons and Sons, pero la financiación se con­
sigue en 1919, en un banco de Nueva York, y es el Ingeniero-Jefe nor­
teamericano Blackwood quien dirige su construcción y la entrega
en 1923.
El presidente Rafael Ntifies declaraba en 1891:
La concesión para la construcción de un ferrocarril de Buenaventura
•obre el Pacifico, a Cali, en el Valle del Cauta, ferrocarril que abrirá la
mayor parte dal vasto departamento del Cauca al comercio extranjera, ha
sido concedida a un sindicato americana
Hacia 1913, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, competían
las firmas y gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y
Francia para conseguir los contratos de obras en Buenaventura. Alvaro
Tirado produce el siguiente Informe, en el cual el embajador de Fran­
cia en Bogotá Informa a París sobre la posibilidad de que empresas
francesas se vinculen a la construcción de obras militares de fortifi­
cación del puerto de Buenaventura:
Lord Mumjr oí Ehbank. en el cuno de su viaje de regreso de Quito a
Bogotá, que hizo por tierra, ha ido a visitar a Buenaventura sobre el Pacifica
A l llegar a Bogotá firmó con el Gobierno colombiano un contrato que le da
ios estudios para la construcción de un puerto de acceso a esta ciudad, cuya
importancia va a aumentar a partir de la apertura del Canal de Panamá
y cuando la fine* del ferrocarril dei Pacifico en construcción, que une a
Buenaventura-Cali-Bogotá. sea terminada. El prevé que la inversión podría
elevarse a 10 millones de trancos.
Lord M u m y me ha informado en seguida de este nuevo negocio decla­
rándome que si estaba contento de obtener esta empresa para su país y la
Casa Peanon no lo estaría menos de ver al Gobierno colombiano otorgar a
la industria francesa los trabajos de fortificación, que habrá de levantar
alrededor de este nuevo puerta con el fin de defenderlo en el caso eventual
de guerra entre Colombia y otra potencia marítima. El Gobierno colombiano
habría ya reconocido la necesidad de fortificar a Buenaventura.
Me apresuro a transmitir estas indicaciones a Vuestra Excelencia, quien
juzgará sin duda útil llevarlas al conocimiento de nuestras casas francesas,
tales como L « Creusot y Saint Chamond. que se ocupan de la construcción
de trabajos de defensa en el extranjera
Es probable, en efecto, que por su parte los oficiales de la Misión Chilena
actúen para hacerla adjudicar de preferencia a casas alemanas; habrá pues
interés en que las ofertas francesas lleguen a Bogotá en primer lugar.
En París el Ministro de Guerra se interesa en seguida en esta pers­
pectiva de asesoría de la ingeniería militar francesa, lo mismo que
las grandes empresas de armamentos:
Por vuestra comunicación N a 12 del 25 de octubre de 1913, os habéis
dignado informarme que el Gobierno colombiano se apresuraba a hacer cons­
truir en Buenaventura, sobre el Pacifico, un puerto fortificado; asimismo
llamáis mi atención sobre la ventaja que habría en informar de este hecho
a aquellos de nuestríos grandes establecimientos metalúrgicos susceptibles de
interesarse en esta empresa.
Creo deber agregar que de las informaciones obtenidas oficiosamente p:r
mi Departamento resu-ta que estas dos sociedades (Le Creusot y Saint Cha­
mond) ya han tenido conocimiento de los trabajos proyectados y que ya han
concluido un acuerdo en los términos del cual sólo la primera haría ofreci­
mientos para la ejecución.

105
Poco despoét estalla la guerra e s Europa y coamto finaliza, iras-
ceses, británicos y germano» descubren qne mientras se exterminaban.
Washington habla ocapado sin disparar an solo tiro el indefenso puerto
de Buena rentara.
este es el contesto del casi emerge, ba d a 1920-1830, en ¿ l Cas-
caja*, ana canea tora de candad en ia cual se distingue an podiente
grupo ae comerciantes extranjeros: alemanes, italianas, angts&ss, tran­
cases, anas y «Daneses Son presumes de este grupo tas qne motaran
en ia gooercaoón la Ordenanza 2* de 1926 “sobre el urnanlsmo de
asuenarentara y ia eliminación a e casas de teeno de p a ja ', ia expo­
sición ae motaros alude a razones higiénicas y de segundan, cantan
mal ei proposito de los que dominan el comercio de importación y
exportación, deseosos ahora de adueñarse de la totalidad de ia u b .
Amoaaonan: a ) desalojar al pequefto pueblo negro de estínadores y
pescadores “que ocupan el centro de ja p o o i a o ó n o ) recuperar dicho
centro ‘•hasta eHminar el rancherío qoe existe"; c ) dañe prestigio
y status, obligando los contractores al uso de nueras matenaies pre­
vistos para ~la duración y el ornato". Se especifica que el frente de
las casas “a una n a pública sera de madera cepillada u otro material
que consulte el ornato". EE artículo noreno de 2a ordenanza preré la
contratación de un nuera plano piloto de urbanismo. Ronca se oirida
de Boenarentura la Memoria anual del nmustro de Industrias, siem­
pre uc capitulo hace referencia a las ooras portuarias, de urbanismo,
y a los pristamos externos conseguidas para la construcción del
muelle. En su informe del año 1932 el ministro menciona ios proyectos
de reconstrucción del centro comercial de la dudad, destruido por el
óltímo incendio de enero de 193L Contratadas el 7 de septiembre de
1931, ya están diseñando ia futura dudad los ‘ingenieros y urbanis­
tas" Morris-Knovlee. toe., de Pitteburgh, Estados Unidos. Por fin
algunos se percataron de que este puerto carecía de dudad
22 Decreto Xo 207 de 1932 crea la Comisión de Reconstrucción de
Buenaventura, la cual recibe d estudio de urbanismo y d plan con­
tratado con la firma norteamericana Baymond Concrete Pile Com-
pany, incluyendo un plan vial, d «irantarfUiA» y un acueducto mo­
derno 'capaz para una población de 30.090 almas". La. construcción
de ia estación del ferrocarril y del Edificio Xadonal estará a cargo
de los ingenieros caleños Barrero y Ospina; la Baymond Concrete Pile
Oo, signe trabajando en las obras portuarias, mientras la i l o i t t
Chapmaim de Hueva Yack continúa dragando d canal de acceso al
muelle y al malecón.
BarranquiUa y Buenaventura; temblón se podrían agregar Turbo
y Tamaco. Asi operó a principios de nuestro siglo la readecuación de
la antigua red de puertos; de ese modo surgieron las ciudades por­
tuarias coloniales del siglo XX . en bu condiciones peculiares de tutela
económica qoe vivía el país hada 1906-1949. Tenían su destino pen­
diente de cualquier rambta es los modos de transporte, de alguna
modificación en un sistema regional o Inter-regional de comunica­
ciones, en ¡as mismas fluctuaciones de las cotizadones de un producto

186
local en los mercados mundiales; por estas razones, y otras, los centras
—aldeas y ciudades que dependían en forma demasiado estrecha
de su papel exclusivo de “ estación", se rerdaroo muy vulnerables.

9r # ♦

Ninguna de las d u d a d » coloniales pagó m is que Cartagena


pasa lo gra r su independencia. De hecho, es la ta lc a que entra en 2a
República prácticamente destruida. A l contrario de otras que vieron
pasar las trapas qoe iban a combatir en campos abiertos, Cartagena
fu e durante diez añas el escenario de repetidas combates en su propio
recinto. Si en 1810 pedia competir en opulencia y riqueza con Popayán,
en 1821 estaba en la misma pobreza que Ramplona, Pasto y Mariquita;
tardarla casi un siglo para recuperarse d d golpe, luchando ademas
para recobrar una suprem acía cuestionada por Santa Marta y arreba­
tada p or Barranqailla. Finalmente, su tardía recuperación económica
ib a a suscitar la agresión final: asa casta de buitres ae apoderó ó d
centro y, actuando a nombre del “modernismo", asaltó la vieja "cité*"
y la desfiguró y desmanteló.
EX prim er sitio, en 1813, habla dejado una ciudad devastada: con
más de siete m il muertos en combates, victimas del hambre o de las
epidemias, y cerca de I O N emigrados; los españoles entraron vic­
toriosos en la dudad fantasma, donde no quedaban sino unos cinco
m ji habitantes, muchos de eflos moribundos Con el terror que ngu£é
y t í s itio republicano de 1821 “ Cartagena esa, pues, ss a exudad arrui­
nada, a l la época republicana'', según Eduardo Lemaitre.
T e l piinwn autor, en m u aria frase, describe la e tu a o ó c asi:
La nadad ja d a en mimas, después de doce á a de gmrrra, de bombar­
deos. de ingina: las fauúláf proceses ñafiábanse diezmadas, o habías «sagrado
del todo; la mayor paite de sas daragrotes habían caído ea la empresa liber­
taría; so carnereía era irmgnrfVaaie; so poMaoón ae había reducido a la notad,
y basta sus poderosas fortalezas comenzabas a n iq iifh ajaae.
Llegando en 1823, el flanees Monaco nos deja ea dos pág.na* el
retrato de un lugar fantasma (v e r Anexo). En su descripción del afio
1831 e l gobernador Posada Gutiérrez la califica asi: “ boy un triste
s u b m tío Indoafrteano". De manera más pragmática t í yanqui Hbüton,
sn se sorprende de la desigualdad entre la rlw h 1* j sus mu­
rallas “ las cuales, sin dada, costaron tanto como todos los edificios
que e n c i e r r a n rraw» igfO escribía Camsebo Roldán;
U visité es 1SS7. y d recuerdo de su h o M a o cubrió a sus ojos di
aspecto desolado y triste que todavía píngatela a la villa del n a jen . So vi
sus casas dté u h ila to m a e fijé cu jos mnntlM abandonada»-. . vi tajar
su población a n e a » de 7JM bebdante» ( . . . )
Hoy me parece que no fahan 12SSS vedaos dentro de sus murallas
Diez afios más tarde; en 1888 Fierre düSpagnai ae imprratona par
“ ese silencio a qoe ha quedado reducido «d rumor y ia agitación de anta-
fio, de la InirntahíTIdad misma de la agarrotada por el parado,
como una puerta petrificada en pfie". Las fotografías maestrea tocia
1803 un barrio San Diego, vetusto, ruinoso, sudo y muy lúgubre.

1S7
Expulsados los soldados, a los pocos años se rem id a n las hostili­
dades, esta vez entre los vencedores divididos en bandos políticos y
militares opuestos. En 1831, después de apenas siete años de paz,
Cartagena es otra vez sitiada y ocupada, por “los rebeldes” . Nuevas
“ fuerzas rebeldes” repiten este asalto en 1841, y en 1849 el m ortífero
cólera se apodera del recinto durante más de seis semanas. Según
el gobernador “ en Cartagena, ciudad entonces de 12.000 habitantes,
perecieron unos 4.000". Los más diversos incidentes político-m ilitares,
plagados de coroneles y generales para zarzuela, son otra calamidad
azotando a la moribunda entre 1851 y 1859. Siguen en los años 1864-65
varios episodios bélicos, siendo por lo menos ridículos los que no son
francamente burlescos; entonces alternan movimientos armados y
conspiraciones, militaristas unas, civilistas otras, pero igualm ente ne­
fastas para el progreso local. En 1885, un auto-nombrado “ general"
logra sitiar la ciudad durante dos meses. Los marineros británicos y
norteamericanos, impávidos, asisten a la función desde sus buques de
guerra anclados en la bahía; contemplan los estragos que provoca un
modernísimo cañón Armstrong Inglés, con el cual un experimentado
artillero norteamericano, al servicio de “ la revolución” , dispara sobre
los edificios públicos del centro. El asunto concluye con unas batallas
tan grotescas como inútiles, disparándose 380.000 tiros que dejan un
saldo de 125 muertos y algunas frases históricas para manuales esco­
lares, de este tipo: “ Me haré matar al pie de las murallas.” Se puede
añadir que durante décadas, aprovechándose alguna guerra en la
región, los cartageneros no dejan perder la oportunidad de "ir a cas­
tigar a los rebeldes” en Santa Marta o Barranquilla. Y como si fueran
poco estas repetidas desgracias, varias armadas extranjeras, actuando
con el pretexto de proteger algún súbdito, amenazaron la plaza en
diversas fechas: una flota francesa en 1833, una escuadra inglesa
bloqueando puerto y ciudad en 1837 y otra en 1857; y en 1898 un ulti­
mátum con amenaza de bloqueo portuario, ocupación de la Aduana y
bombardeo de la ciudad, por parte de cuatro buques de guerra italianos
al mando de un almirante. Vale la pena reseñar aquí un incidente
ilustrando la política del “big stlck” (del bolillo) de esa época, el des­
precio de las grandes potencias por las pequeñas naciones, y el teje
maneje de las empresas extranjeras en Colombia:
Después de merodear por los lados de Panamá y Buenaventura, el
exmilitar y aventurero italiano Ernesto Cerrutl se radica en Cali en
1871 y se dedica al comercio de importación y exportación. Propietario
de tiendas, de un depósito en Buenaventura, de varias “ casas de co­
mercio” en Palmira y Popayán y de almacenes en otras ciudades cau-
canas, se enriquece rápidamente y deslumbra a la alta sociedad de
Cali y Popayán, con una casa campestre con piscina, en medio de
una hacienda de 6.250 hectáreas. Cónsul de Italia en Buenaventura
y luego en Cali, se casa de inmediato con una h ija natural (nieta,
según Phanor Eder) del presidente Mosquera, socio este último de
algunos de sus negocios; más tarde casarla una de sus hijas con un
vástago de James Eder. Combinando política y negocios, no desdeña
las conspiraciones y el tráfico de armas "Rem ington” traídas de Esta-

188
Plano de Cartagena

dos Unidos, abasteciendo los diversos bandos enfrentados en las gue­


rras parroquiales de 1876 y 1885. Expropiado en 1885 y acusado de
bancarrota comercial fraudulenta es encarcelado, pero se escapa por
Buenaventura a bordo de un barco de guerra italiano; este episodio
provoca la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Italia y Colom­
bia. El gobierno de Roma protesta y reclama una indemnización a
favor de su súbdito; se inicia así un pleito de más de diez años, con
múltiples peripecias. Curiosamente, la controversia concluye en
Washington, con el arbitraje del presidente de Estados Unidos; en
1897 el presidente Orover Cleveland sentencia que el gobierno colom­
biano debq pagar 60.000 libras esterlinas de indemnización a Cerrutl.

189
Entonces, en Julio de 1898, llegaban a Cartagena las fuerzas navales
italianas (4 buques, 125 cañones y 1.378 marineros) para cobrar los
60.000 libras de “la Indemnización".
El pueblo cartagenero protesta y se manifiesta, y los empresarios
extranjeros se asustan, median y se transan. Para eludir el riesgo de
una ocupación de la aduana, el gerente norteamericano del ferrocarril
manda un cable al gobierno colombiano, solicitando:
...dar pronto aviso al almirante italiano que el edificio de la aduann
era propiedad de una compañía americana y situado en el muelle del ferro­
carril y que el cinco por ciento de la renta de la aduana, habla sido hipo­
tecado en garantía de ciertos bonos cuyos tenedores eran ciudadanos de los
Estados Unidos.
La crónica local señala que también se asustó con la amenaza
de bombardeo el riquísimo negociante y terrateniente urbano italiano
Juan Moinero, "dueño por esa época de por lo menos la mitad de las
grandes mansiones señoriales de la vieja ciudad", y se apresuró a
ofrecer 20.000 libras.
La solidaridad internacional de los "piratas" les aseguraba una
fácil victoria. De ese modo un incidente local en un pueblo valluno, por
rebotes, habla llegado hasta Bogotá, Madrid y Roma; con una decisión
final tomada en Washington la ola del maremoto se devolvía para
lmpactar un lejano litoral caribeño y amedrentar a la pacifica Car­
tagena. Estas son algunas de las desgracias que dejan a Cartagena
postrada durante la mayor parte del siglo X IX . 7, para rematar, algu­
nos años más tarde llegaban los destructores ingenieros ingleses.
La decadencia general de la ciudad, después de la Independencia
y durante varias décadas, se evidencia con la lectura de las relaciones
hechas por varios viajeros extranjeros; pero también corroboran este
prolongado estancamiento varios indicadores.
Muy interesante, al respecto, resulta observar el movimiento diplo­
mático en los tres puertos costeños. Por ejemplo, vemos en varias
fechas al gobierno francés cerrando su consulado en Cartagena, pero
abriendo otro en Santa Marta, o clausurando éste en beneficio de una
oficina en Barranquilla. Igual cosa ocurre con las representaciones
británicas, mudándose de una ciudad a otra. En 1823 el propio cónsul
de Estados Unidos en Cartagena, en una carta al Departamento de
Estado, declara Inútil su oficina y sugiere su clausura. Según
T. Nlchols, entre 1878 y 1883 las obras del canal del Dique (a cargo
de un ingeniero yankl y realizadas con maquinarla traída desde
norteamérica) provocan un prolongado encontrón entre los cónsules
norteamericanos de Cartagena y Barranquilla. Siendo ambos impor­
tadores v exportadores, sus rivalidades de negociantes llegan hasta
Washington: el primero trata de convencer al Departamento de Es­
tado de la superioridad del puerto de Cartagena sobre Sabanilla: el
otro argumenta a favor de obras en Barranquilla. Estas pugnas "do­
mésticas". desde luego ignoran el interés nacional, pero inciden en las
decisiones aue se toman en Washington o en Wall Street, en relación
con las prioridades de préstamos bancarios a favor de una u otra clu-

190
dad portuaria. Siguiendo, en 1948 el gobierno estadounidense decide
cerrar su consulado en Cartagena y reforzar las oficinas barranqullleras.
El m ovim iento de la población urbana es otro Indicador de la di­
námica demográfica, que experimenta cada una de las tres ciudades.
La evolución general y su tendencia, se observan en el siguiente Cuadro:

PO B LA C IO N OB LOS PUERTOS - CIUDADES DEL CARIBE

‘VAo* Cartagena Santa Marta Barranquilla

1778 13.690 3.780 menos de 3.000


1809 17.600 ? ?
1834 ? ? 11.212
1835 11.929 ? j
1843 10.145 ? 11.510
1851 9.896 5.774 12.265
1881 ? ? 16.982
1905 14.000 9.568 40.115

PU E N T E S : Tan dlveraaa como Insegura*.

El binomio ciudad y puerto se explica por medio del binomio de


categorías, demografía urbana - Estadísticas portuarias. Concretamen­
te, en una frase se resume la historia de los polos del litoral Caribe
durante el siglo X IX . Tanto la derrota de Santa Marta y de Cartagena
como el vertiginoso ascenso de Barranquilla, caben en estas dos lineas
del In form e que manda en 1842 a Washington el cónsul de Estados
Unidos en Barranquilla:
Las mercaderías importadas por Sabanilla pueden transportarse a costos
inferiores, con menores riesgos y economía de tiempo, que si fueran enviadas
por Cartagena y Santa Marta.
Lo que sucedería después cabe en un sencillo Cuadro, con datos
extraídos de las distintas obras de Theodore E. Nlchols:

INGRESOS DE AD U A N AS EN LOS TRES PUERTOS DEL CARIBE


(en pesos)

Aftos Barranquilla i Santa Marta Cartagena

1848-1849 10.965 341.275 70.520


1855 153.000 714.000 64.000
1856-1857 154.273 688.641 52.228
1870-1871 130.732 1.077 683 109.405
1871-1872 365.009 911.851 115.870
1872-1873 1.560.878 547.168 207.366
1873-1874 1.877.100 194.436 182.711
1880 2.442.000 115.000 290.000
1891 6.671.229 48 786 1.204.383
1919 62.100.000 3.700.000 27.000.000
1) Según la época, las aduanas están emplazadas en Sabanilla primero, luego en
Puerto Colombia y finalmente en la ciudad de Barranquilla.

191
Este Cuadro evidencia:
a) El predominio inicial de Santa Marta en los años 1848-1872, y
su declinación irremediable luego, a pesar de la relativa recuperación
auspiciada por el puerto bananero de la United Pruit Company.
b) La calda prolongada de Cartagena, logrando superar en parte
la crisis hacia finales del siglo y recuperando parte de su potencial
en 1920, con la dinámica proveniente de las exportaciones petroleras.
c) El surgimiento y ascenso de Barranquilla, tímido en una pri­
mera fase, tomando impulso con la adecuación de Sabanilla y Puerto
Colombia y el mejoramiento de las comunicaciones entre estos puertos
y la ciudad, y logrando la supremacia hacia 1872-1874. Esta alcanzarla
un nivel superior en 1910-1930, con el dragado de las Bocas de Ceniza
y la construcción de los muelles fluviales en Barranquilla.
d) El vuelco a favor de Barranquilla se produce entre 1870 y 1875,
como lo demuestra el siguiente Gráfico.
Ahora lo que aqui interesa es relacionar estos fenómenos con el
cambio social que se produce en Barranquilla, y amarrar este último
con la modernización urbanística y arquitectónica.
El ensayo de Manuel Rodríguez y Jorge Restrepo, titulado Los em­
presarios extranjeros en Barranquilla, 1820-1900 no deja dudas al res­
pecto. Durante este periodo la ciudad-puerto se convirtió en un enclave
económico, comercial y bancario, extranjero en Colombia. Es más, la
cronología de las obras arquitectónicas y de la modernización urba­
nística por medio de redes de servicios públicos y de edificios de equi­
pamiento, demuestra el rol predominante que tuvieron los nuevos con­
quistadores para transformar, en la segunda mitad del siglo X IX , un
caserío en ciudad moderna, o más bien, para dotar un caserío costeño
en bahareque y paja, con un puerto y un sector central modernizado
e internacional.
También es, entre 1870 y 1880, que se produce la densificación de
la colonia extranjera. Durante décadas los foráneos eran tan pocos
que se nombraban uno por uno, en un listado. En 1870 se dice que son
200 y en 1875 hay 307 y adquieren status de categoría censal. Entonces
inmigrantes y aventureros provienen de 15 naciones y totalizan el
1.9% de los 16.549 habitantes de la ciudad. Cifra muy baja pero confor­
ma un grupo que domina todo el engranaje económico local, monopo­
liza el comercio de importaciones y exportaciones, las empresas marí­
timas, la navegación fluvial y los astilleros. Inclusive pagaban la mayor
parte de los impuestos recaudados por la administración municipal.
Convierten el centro de la ciudad en una verdadera "legión ex­
tranjera" del negocio y no tardan en llegar numerosos venezolanos (se
censan 46 en 1875 y es numéricamente la segunda colonia, detrás de
los 67 holandeses). La fuerza de atracción es tal que aspira a familias
samarlas: Robert Joy, los Noguera, los De Mler, los Obregón abando­
nan Santa Marta y se radican en la nueva ciudad.

192
ANOS riSCAUS

IwanU. TKwJti* L N<tvJ}

Ingresos por aduanas, 1870-1874

Desde los años 60 los extranjeros dictaban los patrones estéticos e


Ideológicos de la ciudad. Tenían hasta su propio vocero, un semanario
publicado en Inglés, en su propia empresa tipográfica, por el cónsul
de Estados Unidos. En la década siguiente arranca la remodelación
del caserío, a pesar de un incendio devastador en 1873 y una epidemia
de viruelas en 1880 (lo que de paso, deja sin piso la argumentación
relacionando la declinación de Cartagena con la epidemia de 1849).
En esta década se insinúa la arquitectura de nuevo estilo: se construye
el edificio de las Aduanas, el teatro Ateneo, el salón Fraternidad, un
club de danzas y drama. El cónsul de Estados Unidos promueve la fun­
dación, primero del club del Comercio y luego del club Barranquilla.
En cuanto a las obras de infraestructuras, se construye el acueducto
por medio de una empresa presidida por Robert Joy y surge la em­
presa del tranvía urbano de tracción animal, fundada por Clsneros.
En la década siguiente, como ya se vio, los negociantes disponían de
una comunicación directa con las bolsas del exterior, gracias al ser­
vicio telefónico y al telégrafo.

A pesar de sucesivas obras portuarias en Cartagena durante los


años 30 (dragados, muelles, terminal marítimo, etc.), su tendencia
permaneció posteriormente sin cambio. Desde 1811 hasta los años 30
de nuestro siglo una verdadera "guerra de cien años” enfrenta a los
reducidos grupos locales que en Santa Marta, Cartagena y Barran-
quilla dominan el comercio de importaciones y exportaciones, y ade­
más controlan la administración local. Para muchos, esta prolongada
"guerra triangular” no es más ni menos que la expresión espacial de

193
las pugnas económicas locales y regionales; dicho con palabras más
convencionales, son la manifestación territorial de la lucha de clases.
Pero esta última opera, con sus fluctuaciones y continuos avatares,
bajo el denominador común de la penetración extranjera y de los
Intereses económicos supranacionales: españoles prim ero y británicos
durante el siglo X IX , y con sede en Nueva Y o rk a pa rtir de 1900-1910.
Tres veces colonial en cien años, Cartagena Inicia el siglo X I X bajo
dominio español, pasa luego bajo la tutela económica británica y ter­
mina la centuria girando en órbita de Washington.
Quizá lo anterior explique por qué el letargo, que se apoderó del
puerto, contrasta con una agitada vida política local; quizá sea éste
el motivo de la inestabilidad que reina durante más de un siglo, tanto
en el palacio municipal como en la gobernación; es así que 120 gober­
nadores se suceden entre 1832 y 1932. En cuanto a la administración
municipal entre 1831 y 1935, el movimiento es más intenso en la alcal­
día que en el puerto; ocuparon el cargo 140 mandatarios, con estos
"picos” : 4 alcaldes en el año 1834, igual número en 1904, cinco en
1878, lo mismo que en 1883; entre 1936 y 1946 se suceden no menos
de 27 alcaldes, con un periodo promedio muy in ferior a seis meses;
en 1946, con seis mandatarios quizá entren más alcaldes en el palacio
municipal que barcos en el puerto.
Vale la pena observar que el tradicional cosmopolitismo humano
oue presentaba la ciudad desde la Colonia, se increm enta durante el
siglo X IX , y reina también en las esferas de la política y del aparato
administrativo municipal o regional. Numerosos negociantes extran­
jeros (españoles, franceses, italianos, alemanes, ingleses v norteame­
ricanos) adoptaron la nacionalidad colombiana y no desprecian la
alcaldía para la defensa de sus intereses de clase: Rossl. Amell. Zu-
biandl, Fortich. Scotchborg. Joly. Lemaitre, Román, Grau. Mulford.
son apenas algunos integrantes de esta “legión extran jera" de los
negociantes-alcaldes de Cartagena entre 1831 y 1946.
Efectivamente con tantos avatares políticos, militares, diplomá­
ticos, con este largo asedio extranjero durante el siglo X IX , Carta­
gena merece un calificativo de "ciudad heróica". Pero el golpe de
gracia inaugura el siglo X X y llega de Bogotá con la L ev 17 de 1905
ratificando el descuartizamiento territorial del "h in terlan d” de Car­
tagena: se crea el departamento del Atlántico con capital en Barran-
quilla. Asi ocurre la confirmación institucional de la liquidación de la
vieja metrópoli colonial.
Con esta breve reseña, sólo quisimos situar el contexto general,
en el cual van a actuar tardíamente unos notables cambios urbanís­
ticos y arquitectónicos, no tanto en la ciudad existente, pero si en su
periferia Inmediata. En efecto no existen las condiciones para esti­
mular el negocio raíz en el recinto amurallado; poco se renova, y
poco se Invierte en estas viejas casas ruinosas, algunas desiertas, en
las cuales rondan las ratas y el espectro de la peste. P or el contrario,
en los años 80 las tierras suburbanas llaman la atención de adinerados
especuladores del sector comercio. Entonces ocurre otro “saqueo" en

194
Cartagena: aquel de las tierras nacionales que rodean la ciudad amu­
rallada. Hacia 1880-1890, siendo presidente el cartagenero Rafael
Núfiez, se da la primera extensión extra-muros en El Cabrero, com­
pletada con una linea de tranvía llegando hasta Marbella. Rápida­
mente se convierte esta estrecha lengua arenosa entre la playa y la
laguna en el barrio predilecto de la élite social cartagenera. En estos
mismos años, centenares de hectáreas del oriente, incluyendo tierras
de la nación, instalaciones militares, el propio castillo de San Felipe
y la totalidad del cerro de La Popa, pasan a ser propiedad de un adi­
nerado comerciante. Según Eduardo Lemaitre, eso sucede “ por arte de
birlibirloque’’, pero en realidad por remate oficial y entrega "legal”
a un tenedor de bonos de deuda pública. Especulando con las tierras,
estas pasan poco después a manos de un Esprlella, y de éste a un
Núñez; varios años más tarde, y con dificultad, la nación apenas pudo
recuperar el dominio del cerro. Los especuladores se quedaron con las
mejores tierras planas de Pie del Cerro y la Media Luna, entonces
parcelan, lotean y venden solares “urbanos" para casas campestres.
Algo parecido iba a ocurrir a finales del siglo X IX , cuando la isla de
Manga se cambia misteriosamente en propiedad privada; se parcela
y lotea a partir de 1915 y se convierte, en la década siguiente, en el
barrio más agresivamente provocador y extravagante que haya pro­
ducido en Colombia ‘7a danza de los millones".
Mientras tanto iba mermando la presencia inglesa, sustituida len­
tamente por la radicación creciente de empresas norteamericanas, fe­
nómeno que tendría su expresión espacial urbana a partir de 1920.
Es así que para restablecer el transporte de mercancías y productos
por el canal del Dique, se habla consultado en 1832 a un ingeniero
Inglés. Sin embargo en 1844 se contrata para su adecuación y mejora­
miento un ingeniero civil yanqui y vuelve a funcionar el canal en
1850. durante dos años. Anulado su contrato, el ingeniero viaja al
Darién para trabajar en el ferrocarril de P a n am á... El contrato
siguiente, con otro profesional de Estados Unidos, permite reabrir la
navegación en 1880 durante casi una década; en estos años se reani­
man tanto el puerto como los negocios; se reactiva la economía local,
en beneficio del sector importador-exportador cartagenero y reabierto
el canal, también se reabre el consulado norteamericano, cerrado
desde 1874. Es cuando se enfrentan el agente comercial de Estados
Unidos en Cartagena y su colega, el cónsul en Barranqullla, cada uno
defendiendo sus intereses. Parcialmente obstruido el canal, en 1889
llega otro ingeniero de Norteamérica, pero abandona su contrato en
1891. Hacia 1899 el tráfico sigue por la vía fluvial en mención; pero
llegaron otros empresarios del norte y convencen a las autoridades de
la superioridad de una carrilera para unir la ciudad portuaria con
el rio Magdalena. Con una velocidad Inusitada, tres firmas de Boston
construyen entre 1891 y 1894 los cien kilómetros del ferrocarril Car-
taorena-Calamar. Sin embargo el canal se beneficia de la danza de los
millones: entre 1922 y 1931, con tres contratos sucesivos, una firma de
Nueva York embolsa más de dos millones de pesos. En la misma ciu-

195
dad se contrata en 1932 la Frederick Snare Company, con un costo
de 2.850.000 dólares, para realizar diversas obras, que sólo se entregan
en 1935; en 1952, nuevos trabajos de dragado y ensanche costaron
m&s de dos millones de dólares a la nación, obras que recibe una em­
presa de Nueva York.
También era inglés el primer contratista del ferrocarril, en 1864-
1865. Pero, como se vio, son tres sociedades de Boston las que logran,
a un costo de dos millones de dólares, conectar en menos de tres años
la ciudad con el rio Magdalena. La colonia norteam ericana de Barran-
quilla se opuso al proyecto y el propio cónsul de Estados Unidos, pre­
cursor del senador Mac Carthy, llegó hasta prohibir “ cualquier nexo
entre sus conciudadanos y el proyecto del ferrocarril entre Cartagena
v Calamar" (T . Nlchols). De la relación de fuerzas entre grupos de
intereses norteamericanos divergentes y enfrentados entre sí. resultó
beneficiada Cartagena, por pura casualidad.
Pocos años más tarde escribía en Boston el exgerente yanqui del
ferrocarril de Cartagena: “La plaza de Cartagena quedó com pleta­
mente en nuestras manos". Y a habla ascendido Francis Russel H art
y era entonces presidente de la United Fru lt Company.
El dominio yanqui aumentó en los años 1910-1920. En 1916 las
compañías petrolíferas Tropical Oil Company (de Plttsburgh) y la
Standard 011, de Nueva Jersey, liquidaron las ambiciones británicas,
comprando la concesión de Roberto De Mares. Y a im plantada en
la costa, la Andlan National Corporation (filia l de la Standard
O il) obtuvo del presidente Pedro Nel Osplna el beneficio de los acuer­
dos secretos, ligados al pago de la indemnización de Panam á; este era
el contrato para la construcción de un oleoducto desde el Magdalena
Medio hasta el puerto de embarque del crudo, en Cartagena. Esta
última se convertía en mera estación de bombeo, iniciándose asi lo
nue más tarde serla el complejo de la refinería de Mamonal. Pero esta
zona industrial quedaría durante décadas propiedad de las compañías,
ron el beneplácito de autoridades locales vasallas y la obsecuencia
de la oligarquía cartagenera, que vela asi prolongar la era dorada de
los carnavales y de la “ danza de los millones” .
De tal manera que en 1926 Cartagena se convirtió en el primer
puerto petrolero del país y entonces se igualaba su prosperidad con
la riqueza de Santa Marta, puerto bananero de la United Fru lt; tam ­
bién lograba competir con Barranquilla, principal puerto de embar­
que del café hacia las tostadoras de Norteamérica. Estados Unidos
disponía de tres puertos especializados en la costa Caribe colombiana.
Con razón escribe Theodore Nlchols:
La Andian National Corporation Ltda. habla adquirido prácticamente
un control absoluto sobre la bahia.
Luego precisa:
La firma tenía intereses en casi todo el territorio que ocupa la bahia,
en el canal del Dique y los proyectos del ferrocarril y del oleoducto, creando
en muchos colombianos la preocupación por una excesiva dominación yanqui
sobre Cartagena.

196
Se puede añadir, que ciertos proyectos y obras se negociaban por
medio de acuerdos directos entre compañías norteamericanas y sin
consultar a las autoridades indígenas. Es asi como vemos a la Andlan
dando en alquiler las instalaciones portuarias y las del ferrocarril a la
"Colomblan Railways and Navlgatlon Company” ; por muy colombiana
que se pretendiera tenia su sede en Estados Unidos. También para
las obras portuarias de 1932-1935, la Andian suministra un préstamo
de un millón de dólares a la Frederick Snare Corporation, y esta última
consiguió una inmejorable garantía: “le correspondía el derecho de
retener control sobre el terminal hasta que el gobierno pagara la
suma total por concepto de la ejecución de las obras, que era de
2.850.000 pesos” (Nlchols). Traducido en lenguaje sencillo, lo ante­
rior significa que durante años la administración de las instalaciones
portuarias y el cobro de los derechos de muelles y bodegas fue el ne­
gocio floreciente de una empresa privada extranjera. Se entiende por
qué en 1935-36 estas sociedades presionan al gobierno local para mo­
dernizar las redes de alcantarillado y acueducto. Es sin sorpresa como
se ven, en 1937-1938, contratadas para dichos proyectos a dos firmas
de Norteamérica; años antes, el contratista del acueducto de 1905
había cedido sus privilegios a la compañía norteamericana “ Cartagena
W ater Works Company” y ahora estaba desalojada por las pudientes
"Raym ond Concrete Pile Company” y la “Lock Joint Pipe Company",
ambas con sede en Norteamérica.
En 1934 viajó apresuradamente de Bogotá a Cartagena el presi­
dente Olaya Herrera para recibir a Franklin D. Roosevelt, presidente
de los Estados Unidos. El pariente de Theodore llegó a bordo de un
barco de guerra de su país, visitó sus propiedades y sus súbditos,
recorrió velozmente en carro la vieja ciudad con el mandatario colom­
biano; se quedó sólo unas horas y se fue ese mismo día, sin usar el
apartamento preparado en el hotel Caribe.
Durante varias décadas la oligarquía cartagenera aplaudió la
penetración extranjera, sus conveniencias de clase primando sobre
el interés nacional; avasallada y maniatada ésta por su codicia, sólo
del pueblo raso podía surgir un embrión de conciencia nacional. En
Justicia, se debe reconocer que de la “plebe” y de “las turbas” nacieron
los primeros brotes de inconformidad contra la dominación extranjera;
del pueblo y del proletariado de Cartagena brotaron las dos primeras
protestas expresando la conciencia nacional que iba cristalizando en
las capas populares de la costa Caribe.
Como se ha visto, desde principios de este siglo estaba muy ase­
gurado el poder foráneo; aquí en la ciudad acostumbraban los ex­
tranjeros hacer primero sus negocios para luego, eventualmente, In­
form ar a las autoridades del país. En el año 1910 es por la
casualidad de una indiscreción que se enteran los cartageneros: el
arzobispo Brioschi, italiano, “ genio financiero” autoritario y odiado
por la ciudadanía, habla vendido a una sociedad católica yanqui,
radicada en California, nada menos que unos inmuebles de la Iglesia,
Integrantes del patrimonio arquitectónico de la ciudad amurallada.

197
Según un historiador local, su propósito era poner a salvo estos bienes,
“bajo la égida protectora de los Estados Unidos". Las escrituras esta­
ban listas para firmar en la oficina del notario Scotchborg (apellido
no precisamente tollmense), cuando la opinión pública se enteró
del negocio. Tres días de beligerantes protestas y manifestaciones
populares callejeras, dejan un saldo de varios muertos y numerosos
heridos; a pesar del apoyo Incondicional que proporcionan las auto­
ridades a los expoliadores, se cancela el negocio. Y se produce un
hecho quizó único en la historia del país: el arzobispo, declarado
persona no grata, tiene que huir de Cartagena, refugiarse en Panamá
y regresar a Italia. El historiador local Eduardo Lemaltre prefiere
calificar como “motines anticlericales" a un evidente levantamiento
antlcolonlallsta; era la expresión de la conciencia nocional del pueblo
cartagenero, de la cual carecía la clase apátrlda y avasallada del
distinguido académico.
Algo parecido Iba a suceder en enero de 1918, estallando la primera
huelga generalizada del proletariado cartagenero. Un movimiento cla­
ramente antlcolonlallsta se habla declarado en las concesiones bana­
neras de la United Fruit Company y el puerto yanqui de Santa Marta;
sin tardar, los obreros ferroviarios y portuarios de Barranquilla se
unieron al movimiento. Es cuando, a su vez, los braceros del terminal
portuario de Cartagena se negaron a descargar un barco bananero de
la United Fruit. Al día siguiente la huelga se extendía a los ferro­
viarios y lograba paralizar las principales fábricas de la ciudad; los
incidentes callejeros del tercer dia, entre huelguistas y manifestantes,
enfrentando a la tropa, dejaron por lo menos cinco muertos y varios
heridos.
El capitalismo habla llegado a la costa en los barcos extranjeros.
Asi se entiende por qué el movimiento obrero colombiano tenia que
surgir muy temprano en los enclaves extranjeros y en las ramas del
transporte, y también se comprende por qué el proletariado urbano
asociaba sus luchas clasistas con la protesta anticolonialista. En las
condiciones de sumisión de la clase dirigente frente al capital foráneo,
sólo la masa obrera podía ser vocera de la conciencia nacional. Las
sutiles y chauvinistas rivalidades de Intereses parroquiales entre las
oligarquías de las ciudades costeñas hablan sido superadas por las
clases populares; no hablan podido impedir la unión “ triangular" del
proletariado de la costa Caribe.

Los diversos fenómenos aquí reseñados tendrían múltiples expre­


siones en el espacio urbano y suburbano, generando una ciudad de
nuevo tipo y novedosas corrientes arquitectónicas.
Como se vio, hacia finales del siglo X IX la reapertura del canal
del Dique contribuye en una reanimación de las actividades comer­
ciales portuarias y se refuerza una poderosa casta de negociantes
importadores-exportadores, dominando la administración local. Con

198
vivienda y negocios en las vetustas casonas arruinadas e insalubres
de la vieja ciudad, y bajo las Influencias del sector extranjero, su
deseo de modernidad los lleva a la negación de lo español y al des­
precio por el patrimonio urbanístico y arquitectónico de la ciudad
amurallada. La lrrestrlcta admiración por la arquitectura francesa,
reforzada con la introducción de la ideología de Haussman, acrecien­
tan su desdén por la vieja "cité” tugurlal. Habría que añadir la repul­
sión de los extranjeros por la Incomodidad, la insalubridad, la pro­
miscuidad y también su temor de las epidemias. Hacia 1880 auspician
la separación comercio-vivienda, mantienen sus "casas de comercio''
en el centro, pero construyen sus residencias en los extramuros. Asi
se van reuniendo las condiciones para pasar de la antigua ciudad ce­
rrada a una moderna "ciudad abierta”. Entonces la ciudad sale de sus
murallas, y luego las destruye. De esta tendencia, al pie de las fortifica­
ciones surgen sucesivamente los barrios elitistas de El Cabrero, de La Po­
pa y de Manga, como tres expresiones espaciales de la “ nueva colonia".
Muy temprano la Ideología de Haussman actúa a favor de El
Cabrero y de La Popa. Estos dos pequeños núcleos, a pesar de no
albergar sino algunas pocas mansiones, sin embargo aportan los argu­
mentos necesarios para destruir "el obstáculo" y superar “la Incomu­
nicación” : las viejas murallas de las fortificaciones. Desde luego,
detrás de la operación “de modernización" están al acecho los frau­
dulentos latifundistas urbanos de La Popa y El Cabrero (éstos hablan
logrado titular una playa), lo mismo que los que especulan con la
futura integración urbana de la ciénaga de La Matuna. Uno de ellos,
Juan Mainero, gran negociante Italiano del sector exportador e im­
portador y luego fundador de una compañía italiana de navegación
era, según Eduardo Lemaltre, "dueño de por lo menos la tercera parte
de las grandes fincas ralees urbanas de la ciudad”. Y como vimos,
otro especulador tenia su oficina en el palacio arzobispal.
Es con moderada Indignación que Rodolfo Segovia Salas fustiga
a los depredadores de las fortificaciones, y el asunto para Eduardo
Lemaitre no pasa de ser tema para reunir un anecdotarlo jocoso. Ac­
tuando desde la alcaldía y el Capitolio Nacional, la casta de los ván­
dalos consigue, primero la Ley 21 de 1883, con la cual se inicia la
ofensiva y el “último saqueo" de Cartagena. La primera operación
beneficia a la residencia presidencial de El Cabrero y a una compañía
extranjera del tranvía, pasando sus rieles por los desiertos arenosos
de la playa de Marbella. Otras arremetidas ocurren en 1893, 1904,
1905 y 1910, cayendo poco a poco, bajo la pica o la dinamita de los
bárbaros, uno que otro tramo de las fortificaciones, murallas y bas­
tiones. Lo que no hablan logrado durante siglos los cañones de las
armadas francesas y británicas, lo alcanza en menos de veinte años
un puñado de traficantes indígenas, sin más artillería que sus ambi­
ciones y su dinero.
Y para el golpe de gracia regresan los ingleses. Vengando la
derrota de Vernon en 1741, los ingenieros de la firma londinense
“Pearson and Son Limited" pueden ahora destruir las murallas de

199
Cartagena, con dinamita y contrato oficial: la casta dirigente aplau­
de y los felicita, por eso los paga. Bajo la presión de especuladores
locales, mister Brown y mister Harrey, ingenieros, dan un concepto
"técnico" que satisface a los liquidadores; hay que sanear la ciénaga
de La Matuna, rellenar este vacio, entre el arrabal de Getsemani y ei
centro, para luego urbanizar las tierras que los separan, y para eso
es indispensable derribar la barrera de la muralla oriental. Con el
beneplácito de la oligarquía local, se inicia en 1914 y concluye en 1924
la destrucción de 600 metros de fortificaciones, murallas y obras de
arquitectura defensiva, para traxar luego la muy haussmaniana ave­
nida de Venezuela, i Por fin los ingleses lograban derribar las murallas
de Cartagena...!
Mientras tanto, en la estela del tratado Urrutia-Thompson, habla
llegado la compañía petrolífera Andian. En seguida compró por medio
de un "payaso" la totalidad de la Isla de Tierrabomba y de la penín­
sula de Bocagrande, en las cuales surgen los primeros "bungalows"
califomianos, donde residen los ejecutivos de la empresa. También la
Andian decide construir su sede local en el recinto amurallado. Des­
truida una respetable casona colonial, surge con arrogancia en la
Plaza de la Aduana, en el año 1950, el primer edificio moderno en
concreto: un •rascacielo" de siete pisos; era el preludio de múltiples
agresiones "verticales" posteriores que iban a alterar la silueta tra­
dicional de la ciudad amurallada. En este mismo año 1950, mister
Flanagan, oriundo de Texas y presidente local de la Andian, decidió
liquidar unos sobrantes de terreno: se tramó la urbanización campestre
de Bocagrande y se vendieron los primeros lotes. Se iniciaba una ope­
ración capitalista de destrucción de un paisaje y de saqueo del espacio
colectivo, que sólo culminaría en los años sesenta. Terminarla este
asalto descarado con la pálida copia de un triste Mlaml del subdesa-
rrollo, y que llegó tarde, combinando un urbanismo de la rapiña con
las rivalidades de una arquitectura falica y la guerra de los rascacielos.
Pero tampoco se salvó el recinto amurallado: aquí queremos es­
bozar el retrato de un perfecto exponente de la “ conquista colonialista
republicana". Nuevo conquistador de Cartagena de Indias, Juan Bau­
tista Mair.ero, nacido en Italia en 1851, llega hacia los quince años al
puerto. Allí se Integra a una pudiente colonia italiana, de aventureros
y negociantes, en la cual destacan las familias Trueco, Benedetti,
Capóla, Bmiiiani, Caparro, Bossio, Aycardl y otras. Inicia su carrera
detrás del mostrador en una tienda del tío Trueco, pero pronto toma
vuelo. Hacia 1850 emigra a Quibdó en donde se dedica a varios nego­
cios; según parece también vivió un tiempo en Zaragoza y en Me-
dellin; regresa definitivamente a Cartagena en 1868, donde muere en
1918, a los 87 años.
Tratemos de hacer el listado de sus negocios: banquero y presta­
mista usurero, latifundista ganadero y exportador de carne en el
Caribe; dueño de minas en Antioquia, accionista socio de Amador,
en la mina del Zancudo, hacia 1910 lega 48 minas de oro a un sobrino,
todas en Zaragoza; socio de Clsneros en compañías de navegación

200
fluvial e igualmente accionista de una empresa marítima italiana;
empresario maderero, concesionario de caminos, ferrocarriles o del
correo y rematador de rentas de licores.
Sus empresas urbanas se concentran en Cartagena: propietario
del teatro y de los dos mejores bóteles; con manufactura de materiales
instalada en una de sus haciendas, produciendo tejas, ladrillo y la cal,
de la cual monopoliza la producción y la distribución en el mercado
local de la construcción; rematador del degüello de carne; también
con su ganado monopolista de la distribución urbana de leche;
importador de mercancías, de esculturas, mausoleos, monumentos y
piezas de marmol desde Italia; “urbanlzador" y auefio (antes de
usuario) del cementerio de Manga, en donde vende tumbas a 2.¿00
pesos, el precio de una casa modesta en el centro.
Pero lo que aquí mas nos interesa, es que se le considera como
"el principal especulador e inversionista en propiedad ralx que tuvo
la costa Caribe en el siglo pasado" (L. F. Molina, Boletín del Banco
de la República, Xo 17), y el máximo rentista urbano de la época. No
sólo tiene su fanrica de materiales y su propia empresa de refacción,
demolición y remodeiación de casas viejas o construcción nueva, ano
que además importa materiales suntuarios de su país: "desde estatuas
nasta oalaosas' y losas ae granito de Siena, que usaoa en sus casas y,
según uon&iao Basa, "el ae las objetos ae marmol que nay en
Cartagena los trajo don Juan Mainero”.
Su negocio urbano predilecto es la compra-venta ae antiguas y
extensos eanicias oficuues vetustos, dentro ael perímetro ae ias xortui-
caciones. casas abandonadas o con riesgo de ser "invadidas , lotes sin
construir, que dado el marasmo de la vieja ciudad y su estaao ae aban­
dono, adquiere a muy bajo precio. Consigue fácilmente casas arrui­
nadas de propietarios igualmente arruinados, por remate y por pactos
de re troventa. Refacciona, remodela, construye de nuevo y amenas
viviendas o locales comerciales, hoteles, bancos, etc.; alquilando in­
clusive unas oficinas para la gobernación, o una residencia a liaiaei
Nuitez. Se calculó que el especulador, antes de 1900, tema en el recinto
amurallado bienes raíces por 300.000 pesos; una casa valla entonces,
según su estado, entre 2.000 y 5 000 pesos. En la misma época se
evalúa que sus predios representan las tres cuartas panes de la super­
ficie de la ciudad amurallada, y a su muerte era propietario aun ae
60 casas y edificios, algunos en solares muy extensos alcanzando una
manzana completa. Entre sus principales propiedades figuran:
—La Casa de la Isla, Plaza de la Aduana, demolida luego para dar
paso a otro estrago: el rascacielo de la Andian Petroleum.
—Casa de la calle de don Sancho, reconstruida por Mainero.
—Edificio de tres plantas y casas del Portal de Hierro en la plaza
de Los Coches, construido por Main ero.
— Casa de dos plantas con tiendas "remodelada", en la calle de
Landrlnal.

201
— Conjunto de casas construidas o reconstruidas en la Calle del
Estanco.
— Hotel Walters, calle de San Agustín.
— Hotel Americano, calle del Cuartel, reconstruido después del
remate del antiguo regimiento que habia quedado en ruinas.
— Casa de dos plantas con almacén en la plaza de B olívar, fren te a
la catedral.
— Casa de dos plantas en la calle de la Chincherla.
— Edificio “remódelado” , sede del Banco de la República hacia
1920, en la calle de los Santos de Piedra.
— Edificio “remodelado” , en donde funcionaba hacia 1900-1910
el Banco de Bolívar.
— Corralón de Mainero, especie de gigantesco inquilinato en dos
plantas, que una postal de 1910 describe como “ Casa económica con
120 habitaciones, de 30 metros cada una; espaciosas galerías, cocinas,
baños, luz eléctrica y bella posición".
— Casa alta entre la plaza de La Aduana y la calle de Nuestra
Señora del Rio.
— Casa antigua en la plaza de La Aduana, reconstruida hacia 1900.
— Casa alta en la plaza de San Agustín, alquilada un tiem po a
Rafael Núñez.
—-Teatro Mainero, reconstruido en el lugar del antiguo teatro del
Coliseo.
— Y el palacio residencial del especulador, construido en el antiguo
colegio de San Carlos, especie de lujoso museo personal, en donde
atiende el consulado de Italia durante los últimos 27 años de su vida.
Mainero es calificado de “ tacaño pero generoso", famoso por sus
Innumerables pleitos y reputado pendenciero. Bondadoso con los po­
bres de la ciudad, mas cuando le falla la ley actúa de conquistador: con
el fuego. No vacila en mandar quemar el caserío de campesinos negros
colombianos de Buenavista, “invasores” de las tierras del italiano.
En cuanto a su acción depredadora en la vieja fortaleza portuaria,
Mainero se convierte en “ restaurador” y en una especie de V iollet Le
Duc del trópico. Altera, destruye, falsifica, construyendo una men­
tirosa Guatavita del litoral Caribe. Se remodela bajo reminiscencias
caribeñas que el mercader trajo de Panamá o de Luisiana, pero con
ladrillos, cemento, molduras de yeso, y verjas, rejas o balcones en
hierro importado. El que tanto parecía tem er la destrucción m ilitar
de la ciudad en 1898, se encargaba alegremente de su aniquilamiento
desde años atrás, transformando los vestigios hispánicos en un catá­
logo ecléctico para mercaderes cosmopolitas. Con sus estragos y múl­
tiples agresiones en el paisaje urbano, más que colonial y española,
Cartagena se convertía en colonia italiana. No obstante “ el patri­
monio de la Humanidad” lograrla confundir hasta hoy, nubes de
turistas norteamericanos, engañando incluso varios historiadores y
expertos internacionales.

202
• • •

Santa Marta tenia su destino estrechamente ligado a la efímera


prosperidad que provocó la breve estadía de la United Fruit Company.
P or el contrario, sus dos rivales lograron una notable longevidad; el
petróleo y el café se revelaron menos “perecederos" (en los mercados
externos) que el banano.
L o que si cambió fue la manera de llegar desde el in tenor hasta
Cartagena y Barranquilla. En la primera fase prosperaron las socie­
dades inglesas de transporte fluvial; posteriormente, el aumento de
los volúmenes de carga favoreció a las firmas británicas especiali­
zadas en construcción de ferrovias. Finalmente fueron desalojaaas
por sus rivales, las empresas de construcción de carreteras trabajando
en beneficio de la industria automotora de Estados Unidos; éstas lo­
graron sin mayores dificultades convencer a los gobernantes de la
“superioridad" del transporte de carga por tierra.
múltiples intereses privados presionaban ademas en las esleías
del gobierno para este último paso. Y no faltaban, merodeando en los
alreaeaores de un ministerio o del Palacio, latifundistas ligando “el
progreso” con la apertura de una vía de tierra, atravesando sus pre-
uios. En la05 vemos una nueva modalidad de “colonización antioque-
ña” : siendo presidente Rafael Reyes, Pedro Nel Ospína y Tullo espina
licitan el contrato de apertura de un camino desde la reglón Bunticá-
ítuango hasta las tierras baldías y desérticas del alto Slnú; una
cláusula otorga al contratista ‘ a los lados del camino y en una zona de
20 lulómetros a lado y lado 1.000 hectáreas de terreno, por caaa
legua que entregue terminada”. Es, sin sorpresa, que encontramos en
1918 a Pedro Nel Ospína convertido en ganadero y en 1922 de regreso
a la casa donde nació: el Palacio. En 1925 él y sus familiares han
titulado inmensas extensiones de tierras en el alto Sinú, en Cáceres,
Tierra Alta, Ayapel, Montelíbano y otras regiones (ver Capitulo I,
I Parte, del libro La Ciudad Colombiana, Siglo X IX y Siglo X X ).
En estos mismos años Tulio ha abogado con entusiasmo por la aper­
tura de nuevas vías carreteadles.
En 1918, bajo la presión de los grandes plantadores caleteros del
occidente de Cundinamarca, se decide abrir la carretera San Miguel-
Fusagasugá a la cual se llama en seguida "la carretera del café” .
Hacia 1920, la revista Cromos nos muestra los fabulosos camiones
Ford que ya están llegando a las muelles del Caribe y circulando en
las calles de Cartagena y Barranquilla; los miran pensativos unos
exportadores caldenses y de regreso a Manlzales hacen cuentas. En
1929-1932 el “progreso y la civilización" llegan a Caldas, por carreteras,
es decir, cuando las oligarquías manizaleña y perelrana del café se
percatan de que la carga de grano transportada a lomo de muía,
alcanzando el indice del 100%, puede bajar a un 21.93% al llevarla
por camión, o sea, reducirse en un 80% su costo de movilización. En
seguida se cuestionan tanto el cable aéreo, como el ferrocarril y los
caminos de herradura, y se elogian las carreteras.

203
Hacia 1930, con la competencia creciente del transporte de carga
por carretera, el ferrocarril de Cartagena estaba dejando pérdidas. En
1933 el gobierno decide comprarlo a sus propietarios norteamericanos,
lo que se hace efectivo por una ley del año 1939; los yanquis hablan
logrado deshacerse de un incómodo y ruinoso cadáver. En este periodo
1923-1930 varias sociedades Inglesas o norteamericanas habian con­
seguido los últimos contratos para tratar de conectar algunos de los
numerosos tramos sueltos de la red de ferrocarril, trabajo por lo demás
bastante complicado, siendo que las empresas laboraban con distintas
especificaciones de ancho de la carrilera (vía angosta de 3 pies, con
anchura de un metro, una yarda, 36 pulgadas, etc. . . . ) Sin embargo
otras empresas extranjeras estaban abriendo carreteras modernas,
a veces paralelas a la carrilera ya existente, o en proyecto. Es decir,
que antes de entrar a funcionar como red nacional articulada, el sis­
tema de ferrovias estaba sentenciado y condenado a desaparecer.
Resumiendo, durante un siglo (1830-1930 más o menos) los suce­
sivos cambios en los medios de transporte y en las redes de comuni­
caciones golpearon a numerosas regiones de Colombia, trastornando
en form a elim era o golpeando de manera decisiva e irreversible a un
determinado espacio territorial. La demanda fugaz de algún producto
nacional muy codiciado en los mercados mundiales contribuyó mucho
a estas variaciones; el transporte tuvo que adecuarse sucesivamente
a los breves ciclos del caucho, del añil, del tabaco, de los cueros, del
banano, del oro, del platino y, de manera más persistente, para las
evacuaciones del café y del petróleo. Por otra parte, el control de estos
productos estimuló unas verdaderas guerras de transporte: fluvial,
marítimo, en canales y puertos, en ferrocarriles, cables aéreos, carre­
teras, contiendas en las cuales se enfrentaban las empresas nvaies
pertenecientes a varias naciones colonialistas. Asi se presentaba una
anarquía generalizada y de ésta se beneficiaban los interm ediarios y
comisionistas nativos, lo mismo que ciertos políticos y estadistas. A
las disputas domésticas a favor o en contra de los champanes o los
vapores, el canal o la ferrovía, el cable o la carretera, se sumaban los
intereses divergentes y antagónicos de los mercaderes quineros ale­
manes, de Bucaramanga y de las casas tabacaleras inglesas, del rio
Magdalena. En una misma región, como vimos, surgía un vanado ca­
tálogo de rivalidades y conflictos entre empresas alemanas, británicas
y estadounidenses, llegando hasta las querellas entre consulados.
Es preciso recordar esto cuando miramos estupefactos este inve­
rosímil mapa de los ferrocarriles de Colombia, que parecen haber sido
concebidos y trazados por un demente. No se pueden olvidar estas múl­
tiples ataduras de la sujeción colonial cuando recorremos estos tristes
rasarlos de aldeas moribundas, jalonando una ribera desierta; esta
cadena de caseríos agónicos y medio deshabitados a la orilla de una
antigua carretera, abandonada desde años atrás; estos rancheríos
arruinados y con techos de zinc oxidado, bordeando una carrilera silen­
ciosa en la cual los rieles ya no brillan y donde unos escasos ancianos
sacan los polines para el fogón.

204
«

A pesar de cien años de navegación fluvial, los puertos leñeros y


los puertos-bodegas, en su mayor parte, desaparecieron con los ú lti­
mos barcos de vapor. Quizá se puedan exceptuar a Puerto Berrlo, La
V irginia y Qlrardot, siendo que en los tres casos la supresión de la
navegación flu vial se vio compensada por la salvación del transporte
terrestre; estos tres centros lograron alargar su “ esperanza de vid a "
con el ferrocarril y luego con la carretera. Pero más patético aún seria
el destino muy efím ero de los pueblos situados a lo largo de la vía
férrea, de un m odo de transporte que —según el caso y la reglón— por
lo general no se usó sino durante unos veinte o treinta años.
La erosión del tiempo será particularmente cruel y rápida con
los pueblos-campamentos, bodegas y talleres y estaciones vacias, a la
orilla de la carrilera: tendrán de entrada una muy corta “ esperanza
de vida". Hoy dia se ve cómo estos poblados-hongos acabaron misera­
blem ente su ciclo relámpago y sólo subsisten como vestigios moribun­
dos y anacrónicos: Caracoli, La Pintada, Bolombolo en Antioquia,
Oam arra en Cesar, Tim ba en el Cauca, Clsneros, Dagua y Bitaco en el
Valle, son algunos de ellos. Tuvieron una vida precaria, tan efím era
como el mismo sistema ferroviario, breve “empalme histórico*' entre
el transporte flu vial del siglo X I X y el moderno, con equipo automotor
por carretera. Más grave aún es el caso de las numerosas estaciones
férreas de Caldas, Risaralda, Qulndio, norte del Valle y del occidente
de Cundinamarca, cuyo papel era captar el café de una comarca,
para luego evacuarlo hacia Buenaventura y Barranquilla. Apenas
inaugurada la red ferroviaria, fue suplantada por el sistema de vías
para automotores y, en seguida, las flamantes locomotoras alemanas y
belgas fueron destronadas por los vehículos Ford y W illys; poco des­
pués se convertirían en adornos para parques urbanos, rodeados por
el triunfante asfalto, que se produce en las plantas de la Tropical y
de la Texas Company.
A l respecto, se han encontrado en el tramo Manlzales-Cartago del
ferrocarril del Pacifico un curioso caso de “ ciudad por decreto” y de
“ urbanismo de la megalomanía*'; se trata del mítico Puerto Caldas,
caso particularmente patético y de una utopia frustrada, considerando
que “la ciudad*’ — entre Cartago y La Virginia— ni siquiera alcanzó
a nacer. Asi que se resumirá aquí la brevísima historia de una ciudad
soñada, que nunca llegó más allá del papel mantequilla, que Jamás
existió: la historia de un fracaso.
Hacia 1900-1910 existe en Manlzales y Pereira una pudiente casta
de nuevos ricos, conformada por algunos colonos exitosos, especula­
dores de la Guerra de los M il Dias, expoliadores de colonos pobres,
usurpadores de tierras baldías, plantadores cafeteros y latifundistas
ganaderos, comisionistas de firmas comerciales extranjeras. Esta oli­
garquía agro-comercial controla tanto las mejores tierras cafeteras

205
como la comercialización del grano y, además, logró sin dificultad
apoderarse del aparato político y adm inistrativo regional. Ten ia sus
agentes en Bogotá y sus apoyos en el Palacio.
Un solo obstáculo queda en su carrera económica: la fa lta de un
canal de evacuación rápida del café, bien sea hacia el rio Cauca y
Buenaventura, o hacia el rio Magdalena y Barranquilla; aspiran a un
canal directo y propio, bajo su exclusivo control. Recordemos que el
eje cafetero Manizales-Perelra-Armenla está en la báscula, sobre la
conflictiva frontera que vio durante todo el siglo X I X una serle de
enfrentamientos armados, entre los Estados de Antioquia y del Cauca.
Apenas liberados de ambas ataduras politico-adm inlstrativas, los cal-
denses exigen la ruptura de los últimos nexos de sujeción. Y resulta
que el departamento del Cauca — y luego del Valle— , por m edio del
puerto de entrada de Cartago, controla y grava todo lo que produce,
exporta y compra Caldas, y no es por azar si el acta de fundación de
Puerto Caldas hace explícita alusión a esta sujeción; con este puerto,
más que una ciudad, los grandes negociantes cafeteros de Manizales
reivindican su derecho a la completa independencia tributaria.
Entonces los arrogantes y nuevos ricos caldenses lanzan un reto
a la vieja ciudad colonial, desconociendo su posición privilegiada, sus
diez mil habitantes y sus doscientos años de existencia. En un desafio
insolente, y que no tiene precedentes, plantan audazmente sus carpas
sobre la frontera, al pie de Cartago, y el poder de presión adquirido
por esta oligarquía es tal, que no vacila en lanzar simultáneamente
dos costosísimos tentáculos, en ambas direcciones: el cable aéreo hacia
el oriente y el ferrocarril hacia el occidente. Vislumbrando la muv
próxima apertura del canal de Panamá y la subsecuente conexión
férrea Palmira-Cali-Buenaventura, se adelantan al tiempo en form a
intrépida estos caldenses. De hecho, en 1921 logran conectar a Pereira
con Cartago. mientras el ferrocarril del Pacifico progresa lánguida­
mente desde Palmira. y apenas está llegando a Tuluá. Otro indicio del
afán de los caldenses y de su poder: en menos de 15 años realizan la co­
nexión Cartago y Manizales, 117 kilómetros, cuando los 150 de la ruta
Cali-Buenaventura costaron cincuenta años de esfuerzos a los vallunos.
Apenas constituido oficialmente el departamento de Caldas, la
primera asamblea plantea, en 1911, la reivindicación de los comercian­
tes y cafeteros: “la de buscarnos salida al exterior por m edio de un
ferrocarril", y en seguida crea la Junta del Ferrocarril del Caldas,
compuesta por negociantes en café. Surgen personajes muy íntim a­
mente ligados a otros negocios, tanto en el Quindío como en el Valle:
un autollamado general Pompillo Gutiérrez, los expulsores de colones
de la Sociedad de Burila, encabezados por su gerente Daniel Gutiérrez
Arango, hermano del anterior, el cual entabló un pleito que durarla
treinta afios con millares de colonos y, además, acababa de fundar a
Calcedonia. El “ urbanista" de Puerto Caldas será el ingeniero Julián
Arango, quien termina de diseñar el plano de Calcedonia para la
Sociedad de Burila; el ingeniero y latifundista Sebastián Ospina será
contratado para algunas obras; acababa de fundar al oeste de Cali el

206
pueblo de Bitaco, en medio de sus haciendas y pisando tierras arre­
batadas a parcialidades y resguardos. Se agrega la familia Marulanda,
que pretende “ haber descuajado 32.000 hectáreas" en el Quindio, a
estos personajes se pueden añadir varios manizaleños, miembros de la
"rosca de los Gutiérrez", apoyando el proyecto del ferrocarril desde
Bogotá y Nueva York.
Los impulsores del proyecto dicen, y repiten en múltiples oportu­
nidades, que sólo buscan la salida al mar y definen sus objetivos como
exclusivamente comerciales. Nunca tratarán de insertarse en una red
orgánica y racional definida, con base en un programa nacional pla­
nificado y coordinado, el cual no existe; en ningún momento prevén
el transporte humano, nunca hacen cálculos de pasajeros, siempre
piensan en carga. Se diseña la ruta, se calculan obras y puentes y
se calibran las pendientes, con base en el volumen de café esperado,
es decir, como mero canal de salida. Con estas premisas el ferrocarril
del Caldas se convierte en ilustración perfecta de la llamada “danza
de los millones". Millones que no llegan tan fácilmente; veremos este
triste espectáculo de mensajeros caldenses buscando, por no decir
mendigando financiación en Londres o en Wall Street, luego contra­
tando ingenieros, asesores y firmas extranjeras especializadas y final­
mente comprando un superabundante y lujoso material rodante, im­
portado de Bélgica y Alemania.
Disfrazado de “problema técnico de pendientes máximas", se da
un agudo conflicto de trazado: es preciso recordar que la ruta, en
este caso, no atraviesa baldíos sino latifundios titulados y dominados
por algunas familias y que, por otra parte, la compañía abre la ferro-
vía comprando la faja necesaria a los propietarios particulares. Este
factor origina un sinnúmero de pleitos, chanchullos y continuos atra­
sos en las obras, provocados por el chantaje de algunos terratenientes.
En ciertos tramos la carrilera desintegra pequeñas parcelas de colonos
pobres y abre paso al latifundio; en fin los apuros de los mercaderes
del café originan cantidades de errores técnicos y provocan repetidas
catástrofes, en las cuales desaparecen muchas vidas de trabajadores.
Estas dificultades engendran tensiones en el seno de la compañía y
la hostilidad de la opinión pública, que ve en ella un foco de corrup­
ción. Pugnas y discrepancias se multiplican en el sector técnlco-
administrativo-flnanciero de la empresa, las cuales se manifiestan en
continuas renuncias y en una renovación permanente de la dirección,
la gerencia y otros cargos.
En cuanto a Ingresos e inversiones, los pocos beneficiados de la
obra no vacilan un Instante en apoderarse de fondos públicos para
financiarla. Y es asi que, durante varios años, todo fumador caldense
tendrá que pagar el tabaco con un recargo del 50%, para subvencionar
el ferrocarril de los negociantes cafeteros. Además, durante diez años,
varios “socios” están constantemente en gira, negociando un préstamo
en Londres, convenciendo a un banquero de Nueva York, comprando
locomotoras y coches, hierro, cemento, polines y los rieles que despa­
cha sin tardar la United States Steel. Afortunadamente, cuando sale

207
la Ley 67 de 1923 ratificando el pago de las cuatro cuotas anuales de la
Indemnización de Panamá, por parte del gobierno de Washington, la
gobernación de Caldas logra conseguir su partida de 800.000 pesos.
En 1925 Manuel Mejla (Mister Coffee lo llaman en los Estados Unidos)
encabeza un grupo de negociantes caldenses buscando desesperada­
mente un empréstito de 10 millones en las ciudades de Nueva York y
Washington y al año siguiente el embajador de Colombia en Washing­
ton (y viceversa, asegura la malicia cundí-boyacense) Enrique Olaya
Herrera (el indio, lo llamaban en Nueva York y en Bogotá) firma el
contrato del préstamo, concedido por un grupo de bancos norteameri­
canos. Todos estos dineros se invirtieron en “ obras complementarlas"
del ferrocarril, estaciones y talleres, en la red de cables aéreos y en
la construcción de varias carreteras regionales.
Ya, por esta época, la metrópoli es Washington y allá debe pre­
sentar su examen de admisión, con titulo de embajador, todo can­
didato colombiano al Palacio de Nariflo. El nuevo sistema de vasallaje
funciona con la perfección de un reloj suizo: los banqueros norteame­
ricanos prestan generosamente el dinero para comprar los rieles a la
United States Steel, para contratar técnicos yanquis y para licitar
con la Ulen and Co. de Nueva York la construcción de estaciones y
otros edificios, todo estos esfuerzos favoreciendo la rápida evacuación
del café colombiano hacia los monopolios tostadores norteamericanos.
Pero tampoco se pierde de vista el futuro y se construyen algunas ca­
rreteras, por las cuales muy pronto circularán los vehículos comprados
a las compañías ensambladores Ford y General Motors. Asi opera en
el Caldas, entre 1915 y 1930, el “ cambio de mando” : concretamente,
el tren es literalmente el vehículo de la nueva dominación externa.
Desde luego, con esta operación se enriquecen durante más de diez
años algunos politiqueros, comisionistas e Intermediarlos. Pero los
jóvenes ingenieros nativos no pueden entender por qué se contrata,
•n los años 1924-1926. a la firma estadounidense Ulen and Co. pare
diseñar el hotel Europa La Estación Terminal, los planos de la gober­
nación y la reconstrucción del centro de Manlzales; tampoco entiende
la opinión pública por qué en estas montañas, aún sin desmontar v
próximas a la prollflca selva chocoana. es necesario contratar la im ­
portación de 10.000 traviesas de pinos desde Estados Unidos (habría
hasta una Hguerra de los polines" entre las gobernaciones de Caldas
y del Valle, esta última tratando de apoderarse en beneficio del ferro­
carril del Pacifico, de un cargamento comprado en Estados Unidos
por los manlzaleños y llegado a Buenaventura).
El despilfarro que reina en la compra de material rodante carac­
teriza muy bien lo que fue este periodo de la “danza de los millones” .
En 1923, sobre los primeros escasos 39 kilómetros del tramo Perelra-
Cartago, transitan no menos de seis locomotoras compradas, cada una
a un precio que oscila entre 27.000 y 30 000 pesos, a la Baldwln Loco-
motive Works y a la American Locomotive Company; en 1925, antes
de que llegue la vía férrea a Santa Rosa de Cabal, hay 11 locomotoras
recorriendo los 60 kilómetros abiertos al tráfico; al poco tiempo las

208
firmas extranjeras logran vender a los cándidos cafeteros caldenses
4 locomotoras alemanas más y un coche americano de lujo; en Estados
Unidos se compra un autoferro para 18 pasajeros, mientras que de
Inglaterra llega otro lujoso con capacidad para nueve pasajeros. En
1926, conectada Manlzales con Palmlra y Buenaventura, sobre 500
kilómetros de ferrovla única circula esta Increíble cantidad de vehícu­
los: 18 locomotoras, 4 coches automotores y 41 de pasajeros, además
de 172 vagones de carga y plataformas.
Las estadísticos no Indican el valor de las comisiones ni la identi­
dad de los beneficiarlos. Estos últimos festejan en el recién Inaugurado
Club del Comercio de Manlzales: dedicados a su autoapologia, tam­
bién edifican la manifestación tangible y visual de su poder y surgen
los palacetes neo-clásicos de los nuevos señores caldenses del café;
pasaron del cultivo a la cultura y podríamos decir con la tia
Concha, que “son como el algodón, que sólo consiguió el Don después
de te n e r ... algo” .
En 1927 apenas inaugurado el ferrocarril Manlzales-Cartago, su
gerente de turno Néstor Echeverri debió enfrentar las protestas gene­
radas por los innumerables escándalos, acumulados desde 1915. Por
eso escribió a la carrera la obra apologética El ferrocarril del Caldas,
en la cual ensalsa a los promotores y sucesivos directivos, además de
Justificar los despllfarros, legitimar las comisiones y otras actuaciones,
pero se vuelve muy discreto en cuanto a la cruda explotación que pa­
deció la mano de obra proletaria caldense y la traída desde Boyacá,
Cauca, Nariño, Tollm a y Cundinamarca. No obstante, algunas frases
delan muchos Interrogantes en torno a la política laboral de la com-
m ñia. Véase esto:
A la sombra del desorden en las cosas, había medrado la indisciplina y
la desmoralización del personal, hasta llegar a extremos que fue necesario
r e o r m ir con mano fuerte, a estados a los cuales fue preciso combatir con
métodos radicales.
Dentro de la empresa y fuera de ella los frecuentes atentados contra los
intereses constituían algo escandaloso a los que fue preciso abrir una guerra
sin miramientos y sin misericordia. Desgraciadamente, y esto hay que con­
signarlo aquí, las autoridades de algunos municipios que atraviesa la línea
del ferrocarril se distinguieron de manera especial por la poca colaboración
y apoyo que prestaron a la empresa, para librarla de tantos atropellos como
se cometían contra sus Intereses.
•'Querrá” , dice el señor gerente.
En esta breve reseña del ferrocarril de Manlzales a Cartago se
inscribe la fundación de Puerto Caldas, coincide con la Iniciación de
las obras y se cumple en 1915, por medio de una ceremonia que con­
cluye con la redacción de la siguiente acta:
ACTA
De Instalación de los trabajos del Ferrocarril de Caldas y de fundación del
Puerto y población de Puerto Caldas.
A las 12 del día 16 de julio de 1915 se reunieron en el paraje que se
ha llamado la Isla, en la confluencia del río La Vieja en el Cauca, paraje
que en lo sucesivo se denominará "Puerto Caldas” , perteneciente al Muni-

209
ripio de Pereira, los señores que en seguida se expresan: José Ignacio V i­
llegas, Gobernador del Departamento de Caldas, Daniel Gutiérrez y Arango,
miembro de la Junta del Ferrocarril, Pompilio Gutiérrez, Valeriano Maru-
landa, Luis A. Isaza, José de Jesús Salazar, Alfonso Jaramillo, Elias Arango,
Guillermo Velásquez, Julián Arango, Alonso Restrepo, Roberto Marulanda,
Jaime Castro, Bernardo Gutiérrez, Jesús Cano, Antonio José Botero, Fran­
cisco Luis Arango, Bernardo Arango y Rodolfo Valencia.
El Gobernador manifestó que habiendo llegado el momento de instalar
los trabajos de construcción de la via férrea que ha de unir la Capital del
Departamento con un Puerto navegable sobre el rio Cauca y hallándose pre­
sente el Ingeniero que ha venido a encargarse de la dirección general de la
obra, se los declaraba formalmente instalados en el punto expresado que es
el arranque del Ferrocarril, que este punto fue elegido de conformidad con
la L ey 105 de 1914 que facultó para ello al Departamento y consultando las
conveniencias, tanto de la via férrea como del comercio de aquella, porque
según los estudios de los ingenieros es más fácil y económica su construcción
adoptando este punto de partida y la dirección consiguiente del trazado,
fuera de que los materiales pueden llegar por el rio Cauca al ounto preciso
dé donde empieza el Ferrocarril. El es asimismo más ventajoso para el comer-
rio. ooraue éste tendrá con el tiempo dos v a s a su elección, la fluvial del
Cauca, actualmente en servicio v más tarde el del Ferrocarril del Pacifico
cuando éste llegue a la ciudad de Cartago. pues no hay duda de que la Nación
construirá más adelante el corto trayecto de via férrea entre aquella población
v Puerto Caldas. Declaró asimismo que los trabajos quedaban bBjo la direc­
ción suprema del Ingeniero jefe, señor Luis A. Isaza, en quien se tiene plena
confianza por su probada experiencia y versación en esta clase de empresas
v que esperaba nue los trabajadores ingenieros subalternos, que son jóvenes
inteligentes v pundonorosos le prestaran obediencia, lo mismo que los demás
trabajadores, y oue. en cuanto a los habitantes de esta región, creia superfluo
decir nada, pues le constaba la simpatía que todos tienen por esta magna
obra, por lo cual confiaba en oue darian apoyo a quien iba a encargarse de
su dirección, contribuyendo todos de esta suerte al éxito de la empresa.
Acto continuo el Gobernador procedió a clavar una piedra en el punto
de partida de la ferrovía.
Terminada esta operación declaró el mismo funcionario oue habiéndose
dispuesto el establecimiento y fundación de un puerto y una población, para
la cual se ha levantado ya el respectivo plano por los doctores Julián Arango
v Alonso Restrepo, designados al efecto por la Junta del Ferrocarril, la oue
les hab'a impartido ya su aprobación, procedió a inaugurar ambas fundacio­
nes. Se acordaron los nombres de las plazas, avenidas y calles principales así:
Plaza de Bolívar (la principal) Plaza de Quimbaya. Plaza de Miranda y
Plaza de Córdova. Avenida Manizales, Avenida Pereira Avenida Concha, en
honor del actual Presidente de la República, Avenida Marulanda, en honor
de los señores Juan María, Valeriano y Francisco Marulanda, por su labor
meritoria en pro del progreso del Quindío, en donde han descuajado selvas
en una extensión de 32 000 hectáreas de tierras, convertidas luego en dehesas
de pastos artificiales.
Las carreras 1*, 2* y 3* llevan los nombres de Zea, Camilo Torres y
Sucre. Se determinó en el terreno y se señaló sobre el plano lotes adecuados
para los siguientes edificios:
Casa Municipal y Oficinas Nacionales, Casa Cural y Templo, bajo la
advocación de la Virgen del Carmen por corresponder este día al de su
fiesta. Escuela Pública de niños, Escuela Pública de niñas, Hospital, Cárcel
y Coso, Matadero Público, Mayoría, Casa del Departamento, Plaza de M er­
cado y Cementerio. Se procedió en seguida a clavar estacas para localizar los
edificios y lugares mencionados. También se sembró en mitad de la plaza
principal una ceiba.

210
E l G obernador dispuso que, en prim er térm ino, se procediera a trazar
y a b rir e l cam ino qu e debe unir la futura población con la v ía pública que
g ira hacia Cartago, a fin de que el com ercio de im portación y exportación
adopte esta vía que es más corta y está lib re de toda clase de gravam en, con
lo qu e ahorrará m ensualmente una suma de consideración, y a qu e podrán
aprovech ar los vapores del río que, en lo sucesivo cargarán y descargarán
en este P uerto, en el que se v a a construir en b reve am plias y seguras
bodegas. Con esto se d io p or term inado e l acto.
Se ad vierte que en esta diligencia actuó com o secretario ad-hoc e l doctor
D aniel G u tiérrez y Arango, quien, com o tal, autoriza la presente, que firm am os
en P u erto Caldas, a la una de la tarde del dia 16 de ju lio de m il novecientos
quince.
(S igu en 17 firm as.)

Después de este parto relámpago, que no demoró más de una hora,


sigue un año de silencio, y por fin, en octubre de 1916, se inaugura la
iniciación de las obras: en el futuro Puerto Caldas el gobernador clava
e l prim er riel, con “ un hermoso clavo de plata que con aquel fin habla
hecho cincelar en Cartago” ; imprescindible, dos presbíteros bendicen
la obra y luego, con la suprema elegancia del caso, “ fueron invitados
los concurrentes a tom ar una copa de brandy” . Desbordan la alegría,
el optimismo y el entusiasmo, los cuales decaen cuando tam bién se
desborda el rio Cauca e inunda las bodegas y los cobertizos, se lleva
los materiales, obligando a mudar y, poco después, a descartar el puerto
m ítico y la ciudad fantasm a de Puerto Caldas, fundada “ por decreto” .

• #

Desde In glaterra los fundadores del socialismo científico analizan,


sin tardar, el papel que cumplen los ferrocarriles para la circulación
de las materias primas y mercancías del régimen capitalista de pro­
ducción; varias de sus observaciones (una carta de Carlos M arx a
Danielson del año 1870 y una de Federico Engels a Conrad Schmidt
del año 1890, entre otras) proporcionan algunas pistas para analizar
la evolución del transporte en Colombia; ilustran la tutela colonial
estimulando la apertura de ferrovias, la rivalidad entre compañías
extranjeras, el despilfarro de las inversiones estatales, la adjudicación
de baldíos a las empresas contratistas y la formación del “ latifundio
de carrileras". A medida que las nuevas tierras desmontadas en las
vertientes se incorporan a la economía agrícola, los iniciales proble­
mas de la producción ceden paso a la cuestión de su evacuación hacia
los mercados domésticos y del exterior. Entonces es cuando, auspicia­
dos con insistencia por los compradores extranjeros, se manifiestan
unos programas estatales de transporte y comunicaciones; tienden
en agilizar o a increm entar la circulación de los productos “ de la
tierra " y de las mercancías procedentes de Europa; se abren lineas de
comunicación, se diversifican los modos de transporte de carga; con
su articulación y multiplicación surgen nuevos malla jes comarcales
y regionales de relaciones.

21 1
Un ingeniero civil, recién graduado en la Universidad Nacional y
contratado en el Valle, relata asi su viaje en el año 1917:
Primero me subí al tren en Bogoti, donde la estación estaba sin ter­
minar, y me bajé en Girardot Allá tuve que montarme a caballo y pasar
por Ibagué, Cajamarca... Bueno todo el camino del Quíndio, y salir a Car-
tago a los ocho dias. En Cartago tomé uno de estos vapores y subimos por el
rio Cauca, parando dos o tres veces al dia para cargar combustible, que era
leña. Me acuerdo de la gente que desmontaba las orillas o el monte y vendía
la leña al barco; eran como especies de puertos... Eso duró más de dos días
hasta llegar a Cali. Por fin llegué a Juanchito y allí me subí en un tranvía,
también con calderas quemando leña... Y me dejó al pie de la Ermita...
Tren, caballo, barco y tranvía: habla utilizado cuatro tipos de
transporte para recorrer cerca de quinientos kilómetros, pasando por
cantidad de asientos relacionados con el transporte y la circulación
de mercancías.
En cuanto a los ferrocarriles, quizá no haya hoy en Colombia
denuncia más patética de la irracionalidad demenclal del capitalismo
y del régimen colonialista de la época: las miserables ruinas que dejó,
en menos de treinta años, el urbanismo y la arquitectura de ferrovlas.
Recorriendo la prensa de la época (la revista Cromos, “El Ferrocarril"
o la obra de Alfredo Ortega) resulta más patético aún comprobar que
algunos apologistas del transporte férreo estaban convencidos de que
con el tren sallan del feudalismo y penetraban por el portón frontal
en el auténtico progreso del capitalismo, pero se quedaron en el um­
bral v no pasaron del zaguán; no era sino un simulacro de capitalismo,
montado sobre el colonialismo europeo y norteamericano.
Este contexto hay que recordarlo aqui, de entrada. Nos ayuda a
entender cosas inexplicables de otra manera; productos de amobla-
mlento espacial incomprensibles, objetos urbanísticos y arquitectó­
nicos, fuera de la explicación lógica y alejados de toda racionalidad:
son pueblos moribundos, estaciones desiertas, palacios arruinados, o
paupérrimas casitas a lo largo de la via férrea; parecen botados sin
razón en el espacio, por la decisión caprichosa de algún nabab demen­
te o megalómano.
La lentitud con la cual se abre una linea, hace que entren en
servicio tramos cortos. La estación provisionalmente un terminal,
campamento efímero de la compañía, se convierte en lugar de trans­
bordo de productos y mercancías; circulan por el ferrocarril ya cons­
truido y siguen luego con otro tipo de transporte; en algunos casos la
misma compañía, en tierras baldías adquiridas como pago parcial,
funda su propio pueblo-campamento para las bodegas, talleres y aloja­
miento del personal. Asimismo, puede ocurrir que uno de los contra­
tistas, también en tierras adjudicadas como baldíos, inicia la funda­
ción de un latifundio; empieza con la producción de polines, sigue
con el aserrío de tablas y termina con haciendas ganaderas o cafeteras.
En alguna fase del proceso se hace necesario concentrar mano de
obra, sedentarizar hacheros y peones y de eso surge una aldea gene­
ralmente construida con los materiales del entorno, maderas rollizas,
tablas y techados de zinc. A veces, comerciantes importadores-expor­

21
tadores urbanos, al lado del campamento, construyen una bodega para
el transbordo de su carga; algunos se establecen en el sitio en forma
temporal o cíclica y construyen al pie de la estación y de la ferrovla
una residencia de vacaciones para su familia. Muy resumido, asi,
surge una abigarrada tipología de "pueblos carrileros".
Hoy en día son aldeas moribundas, en donde predominan los an­
cianos. Presentan alrededor de una pequeña plaza, apenas esbozada
y que nunca logra ser un "parque”, unas pocas cuadras de reducido
tamaño, con solares-lotes exiguos; casitas miserables, muy deteriora­
das presentan una curiosa mezcla constructiva, indicando el variado
origen de los trabajadores: de "vara en tierra”, babareque, muros de
esterillas, de tablas, de ladrillo o bloque de cemento, pero casi exclu­
sivamente cubiertas con el zinc importado, hoy oxidado. Fueron los
efímeros campamentos de los trabajadores, los cuales a veces se con­
virtieron en los peones de “la hacienda del doctor": hacienda que se
iba formando a medida que tumbaban el monte, sacando leña para
las calderas y maderas para los polines. Actualmente no quedan ni
el ferrocarril m la hacienda; los hijos y los nietos conforman un
subcampesinado miserable de peones buscando jornal, de mayordomos
con sueldos atrasados, de vigilantes de las últimas fincas de vacacio­
nes; palacetes arruinados, enmontados, carcomidos por la lluvia, el
comején y el abandono. Ironía: una estación se llama La Esperanza
y la siguiente El Ocaso y fueron construidas en el mismo decenio;
no transcurrieron sino pocos años entre “La Esperanza” y “El Ocaso” ;
ocaso que se asoma con la crisis del año 29 y es cuando el "cambio de
mando” provoca la crisis del ferrocarril y la generalización del trans­
porte automotor por carretera. El silencio es absoluto; de vez en cuando
llega el lejano ruido del motor de un pesado camión tractomula; recorre
muchos kilómetros, por una carretera que concluye en los muelles de
Buenaventura o Barranqullla. De una sencilla via férrea, o de una efí­
mera estación, no nace un pueblo y, mucho menos, subsiste una ciudad.
La arquitectura carrilera quizá sea la manifestación visual más
tangible que tengamos hoy, para ilustrar este periodo que llaman los
historiadores de "la danza de los millones”. El calificativo se refiere
esencialmente a la década de 1920, cuando se suman dos fuentes de
prosperidad: el primer auge cafetero de exportación y el pago, por el
gobierno de Washington, de la indemnización por la pérdida de Pa­
namá. Estos últimos dineros se invirtieron en obras civiles de comu­
nicaciones (puertos y muelles, puentes fluviales, cables aéreos, ferro-
vías y carreteras) y en una amplia gama de edificios públicos urbanos
(galerías para mercado, gobernaciones, alcaldías, palacios departa­
mentales, estaciones de ferrocarril, etc.) En cuanto al comercio del
grano y a las obras civiles, enriquecieron a contratistas y a grandes
negociantes; más que en la industrialización, éstos invirtieron en
obras suntuarias, clubes "del comercio", hoteles de turismo, bancos y,
desde luego, en lujosas residencias urbanas y campestres.

213
De tal manera que este breve brote de despilfarro tuvo una expre­
sión construida, y un amplio catálogo arquitectónico atestigua hoy
lo que fue, hacia 1920-1930, la tal “ danza de los m illones'’ : a la orilla
de la via férrea se va formando una hilera — doble o sencilla, según
el caso— de residencias en predios campestres, a donde venían a
“ veranear” y a pasar breves periodos de vacaciones, dos o tres veces
al año, algunas fam ilias adineradas de latifundistas y comerciantes
urbanos. Asi llega a la orilla de la ferrovía, desde variados horizontes
geográficos y culturales, una arquitectura más h eterócllta que ecléc­
tica: hoteles, chalets, “ villas" y palacetes, son residuos híbridos de
estilos sin asimilar, oriundos de la Rivera francesa o Panam á, del Caribe
y Suiza, de Baviera, Flandes o de Luisiana. Arquitectura desde luego
tan heterogénea, como sus mismos promotores y "consumidores” ; in di­
viduos de múltiples orígenes geográficos y sociales, form ando un abiga­
rrado grupo de "self made men", pero no una ciase ideológicam ente
cohesionada o culturalmente unificada; un grupo "hongo", sin pasado
ni ralees comunes, cambiante y efímero, que tan rápido asciende e
igualmente desaparece, sin alcanzar a madurar y erigirse en burguesía.
Quizá la dependencia económica y cultural de este periodo, sus
mutaciones rápidas, las modas de muy corta vigencia que suscitan,
tengan todas sus más patética expresión en la “ arquitectura carrilera".
Con ella no se manifiesta la expresión estética de las aspiraciones
culturales de una clase sedimentada, sino el breve capricho de una
casta efímera. Los que tanto solicitan — y hasta financian— las esta­
ciones, los hoteles de turismo y balnearios de ferrovías, son los mismos
que al poco tiempo desprecian el tren, lo descartan y en seguida licitan
la apertura de carreteras e importan vehículos automotores de la
General Motors y de la Ford Motor Company. En estas circunstan­
cias poco halagadoras, el tren nunca alcanzará más que un papel
reducido y secundario, en el conjunto de los modos de transporte y
las redes de comunicaciones; victimas de este temprano desprecio, la
estación del ferrocarril tiene un limitado papel, como h ito del amo-
blamiento urbano. No es, como en Europa, el glorioso monumento de
piedra y acero que se obsequia el capitalismo industrial triunfante y
que truena en el centro de la ciudad; por el contrario, su edificio se
relega hacia un lugar marginal y excéntrico: en las mangas de las
afueras en Neiva, Chiquinquirá y Cali; hacia la periferia en M ani-
zales, Santa Marta, Buga, Palmira y Popayán; en un sitio despresti­
giado en Bogotá; en una zona ya deteriorada en Pereira, y asociada a
un sector de “ mala muerte" en Medellin. Desde luego, cuando el edi­
ficio pretende a una arquitectura de prestigio, el contraste se torna
violación; la arquitectura — en cuanto a estilo y volumetria— no se
integra ni al entorno ni a la plástica urbana: es un suntuoso e inútil
pastel tirado en unos potreros; es el tipo de arquitectura “ colonial",
de principios del siglo X X , y a veces doblemente "colonial” . L o vemos,
por ejemplo, en Cachipay, en donde el nombre de la estación de El
Ocaso suena como un presagio; en efecto, a la orilla de la ferrovía se
observa una arquitectura — con productos oficiales unos, particulares

214
otros— del vuelco, del "cambio de mando", o sea el ocaso del estilo
francés neo-renacentista". Arquitectura de transición, ambivalente,
y un extraño acople entre un estilo y una tecnología, entre lo viejo y
lo nuevo; el estilo quiere seguir siendo “ francés", pero los materiales
utilizados se importaron de Estados Unidos; es cultura francesa aún,
pero ya cuestionada y reelaborada por la tecnología norteamericana.
La “arquitectura carrilera" presenta un amplio catálogo tipológico:
sus variados tipos no muestran unidad sino, por el contrario, una no­
table heterogeneidad. Esta diversidad se origina, por una parte, en
el papel atribuido al edificio, distinto, según el lugar y el caso; pero
también nos remite a los promotores e impulsores de la obra, o sea,
a los propósitos de sus agentes sociales. Asi se ven modestos paraderos
construidos por la empresa particular contratada, que contrastan con
las suntuosas estaciones solicitadas por una determinada oligarquía
regional y edificadas con aportes de una gobernación, del presupuesto
nacional, cuando no con un préstamo externo.
En la tipología de las obras se destacan varios modelos arquitec­
tónicos, entre los cuales se tienen estos:
— El elemental paradero para pasajeros.
— La estación-bodega.
— El complejo múltiple, asociando la movilización de la carga con
el transporte de pasajeros.
— El edificio urbano, en ciudades importantes de la red, general­
mente acompañado por un espacio libre público, plazoleta, parque y
lugares de estacionamiento
— La estación central y de prestigio, de una red regional.
El paradero, con frecuencia en campo abierto y sin vínculos de
continuidad con un centro urbano, puede ser un sencillo lugar de
transbordo (como, por ejemplo, en La Cumbre, Valle) o la escala en
donde las locomotoras se abastecen de leña y luego de carbón mineral,
como ocurre en el tramo Cali-Popayán, en la estación de Timba. Es
por lo general un edificio sencillo y funcional hasta el pragmatismo,
sin gastos innecesarios: bajo y pequeño, se construye en ladrillo y
se techa con láminas de zinc; la bodega corresponde esencialmente a
un almacén de acoplo de carga, el café, hasta su despacho hacia un
puerto marítimo; desdeña la ciudad, y con cierta frecuencia la encon­
tramos aislada, en medio de la zona rural de producción agrícola. Este
tipo de paradero abunda en las regiones cafeteras de Cundinamarca,
Caldas, Quindlo y otros; un ejemplo lo constituyen las estaciones-
bodegas de Calcedonia y Sevilla (Valle), la última quedó a veinte kiló­
metros de una ciudad que sólo la consideraba como lugar transitorio
de almacenaje; se trata de un edificio sencillo y bajo, en ladrillo y con
cubierta de zinc, sin ningún tipo de ornamentación exterior, ni mucho
menos interior, acompañado por un amplio muelle de cargue y des­
cargue. Algo parecido ocurre en las estaciones bananeras de la United
Fruit. Más complejas se toman las estaciones urbanas asociando el
transporte de carga y de pasajeros: se separan los espacias del público,
de las bodegas y de las oficinas, con lo cual surge un segundo piso.

215
Algunas de estas obras son muy modestas, aunque el edificio alcance
dimensiones importantes, por ejemplo, en Pereira, Cartago, Buga o
Popayan, donde no adquirió m ayor valor de símbolo y prestigio para
la ¿lite local y por eso no se in virtió en excesiva decoración. En su
construcción se pueden combinar los materiales tradicionales con los
modernos: vemos que no se despreciaron las maderas en Girardot.
Algo distinto ocurre con las principales estaciones centrales, en las
cuales la clase dirigente de una ciudad quizo exhibir su éxito y su
prosperidad económica por medio de un edificio imponente, suntuario
y cargado de solemnidad; se usa el concreto para un edificio de tres
o cuatro plantas y se llama a un ingeniero para su diseño, llegando
hasta contratar a prestigiosos arquitectos extranjeros. Ilustran esta
última tendencia la estación de la Sabana en Bogotá, construida hacia
1917 y la de Palm ira (V a lle), terminada en 1927; la lujosa estación de
Manizales diseñada hacia 1925 y también la deslumbrante réplica neo­
clásica de la parisina de Orsay, transplantada — con algunos cam ­
bios— por un arquitecto italiano (? ) a los altiplanos de Chiquinquirá.
Desde luego, lo que más caracteriza este último tipo es su espectacu-
larldad, a la cual contribuye una exuberancia decorativa más cercana
al exhibicionismo que a l buen gusto.

Hoy día caminar por la ferrovia, de traviesa en traviesa, se parece


mucho a la visita a un silencioso museo de aberraciones arquitectó­
nicas y a un v ia je a través de una época: el caminante pasa ante una
sucesión heterogénea de productos construidos del consumo hasta el
despilfarro; ingenio de un falacioso prestigio “social” , del narcisismo y
la megalomanía, acumulados en la más extraña yuxtaposición. Se
“pasticha" (plagia) todo y con el más absoluto descaro, pero el abiga­
rrado resultado rebasa la mera mezcla de estilos o a los agresivos con­
trastes entre influencias opuestas en una misma obra. Más allá de las
formas, atestiguan la confusión cultural, el analfabetismo estético y
la absoluta carencia de real sensibilidad plástica que padecía un
determinado grupo social. En busca desesperada de una nueva identi­
dad “ cultural” creyó equivocadamente hallarla, en form a artificial,
en Panamá, Nueva Orleans o en los balnearios de Europa. Las ruinas
y los escombros, el pesado silencio y el olor a cementerio ponen un
punto final a este patético intento y a su rápido descalabro.

216
C A P IT U L O I V

ARQUITECTURA Y DANZA
DE LOS MILLONES

.. . M i r a d h a c ia e l N o r t e .

(M a r c o F id e l S u á r e z .)
En el transcurso del siglo X IX nada actúa en la vida social y pro­
ductiva para estimular el desarrollo tecnológico y laboral, en el oficio
de construir y en la ingeniería de obras civiles, de tal modo que los
sistemas constructivos del pasado persisten sin mayores cambios.
Después de tres siglos sin puentes, habrá que esperar uno más para
que se construyan dos sobre los ríos Magdalena y Cauca, en Girardot
y Santa Fe de Antioquia. Si consideramos la arquitectura rural de las
llanuras y sabanas de la costa, vemos hoy unas viviendas campesinas
Iguales a las que describían los viajeros del siglo XVIII, las mismas
que dibujó Brown poco después de la Independencia o que pintó Mark
en 1850. En la arquitectura residencial urbana popular persisten en
las fotografías hasta 1920 unos ranchos de bahareque, caña brava y
techos de paja en los arrabales de Bogotá (Las Nieves o Egipto), en
Cartagena (a la entrada de Manga), en Popayán (al otro lado del rio
Molino), en Medellin (en Palacé y Junin), en el mismo centro de
Barranquilla y en Manizales, sobre el eje mayor del camino a Neira.
Además, una persistente crisis urbana, muy generalizada no podía
suscitar mayores cambios en la organización laboral de la construcción.
En forma gradual iba creciendo el trabajo libre asalariado y se
diversificaban los oficios artesanales en la albañilerla urbana; por
ejemplo, hacia finales del siglo pasado se nota la especlalización de
herreros, expertos en la elaboración de rejas con hierro importado para
otros fines. A principios del siglo X X existen en ciertas ciudades pe­
queñas empresas estables, dedicadas a la construcción de edificios
públicos; inmigrantes italianos, artesanos e ingenieros crean algunas
modestas empresas de construcción, empleando la mano de obra local.
Entre 1880 y 1930 se introducen gradualmente dos cambios impor­
tantes en la arquitectura y la construcción:
—La importación de materiales de construcción.
—La adopción progresiva de la tecnología del cemento y del hierro.
Con el primer cambio Colombia se incorpora al mercado interna­
cional de la construcción como consumidor de productos manufactu­
rados extranjeros; no solamente se trata de materiales básicos, como
el hierro y el cemento, sino también de ‘‘secundarios’', vidrio, hojalata,
zinc, porcelana sanitaria, azulejos, tuberías y otros.
Con el segundo cambio se forma una mano de obra especializada
en su uso, desde el arquitecto y el ingeniero hasta los maestros de obra.

219
Estas, entre otras consecuencias, acentúan la dependencia externa
en un campo aún preservado, tienden a rem atar la construcción tra ­
dicional de "barro y maderas” ; también elevan el nivel tecnológico
en la construcción y provocan una mayor división del trabajo. La
tarea de construir deja de ser individual y se torna una labor colec­
tiva y social.
Entre 1910 y 1930 se observa un marcado dinamismo en la cons­
trucción y en la ingeniería, particularmente bajo los gobiernos de
Pedro Nel Qsplna y Miguel Abadía Méndez, suscitado por el program a
nacional de grandes obras públicos. Este m ovim iento auspicia un
nuevo tipo de empresas dirigidas por ingenieros nativos graduados,
unos en el exterior y otros en las escuelas de ingeniería o de minas
que se hablan abierto en el país, y usando el apoyo luíanciero cancano
son como el embrión de los modernos consorcios capitalistas de la
construcción De este breve auge constructivo queda hacia 1930, en
varias ciudades, un denso proletariado de la actividad constructora
—edificios y obras públicas de comunicaciones y transporte— y es nu­
méricamente muy superior al reducido sector obrero m anufacturero. No
obstante, es preciso anotar que concluyendo este proceso de varios
siglos, la autoconstrucción individual con empleo parcial o exclusivo
de la mano de obra familiar, sigue siendo hacia 1930-1940 la form a
productiva y laboral dominante, tanto en la vivienda popular urbana
como en la rural.

Toda intrusión en los predios de la estética rem ite forzosamente


a indagaciones sobre su contenido, o sea, sobre las condiciones m a­
teriales y sociales en las cuales se inscribe su génesis.
El surgimiento de la arquitectura francesa, bien sea llamada “ re­
publicana’’, “ neo-renacentista” o "neo-clásica” , es un acontecimiento
que permanece enigmático si no se indaga cómo surge, cuándo, dónde
y por qué. El calificativo de "arquitectura republicana" nos parece tri­
plemente Inadecuado; en primer lugar, serla hablar de la República
en pasado y limitarla a una boga arquitectónica. En segundo lugar,
seria atribuir ésta a la República o sea a la nación, y este estilo no
fue nacional sino más bien internacional; tampoco fue nacional o
de la colectividad sino de una clase, y quizá de una reducida casta,
la cual precisamente huyó de lo nacional y llegó al neo-clásico por
medio de la negación y del rechazo a lo que podía cristalizar en una
arquitectura nacional, con su pasado y su patrimonio. Y en tercer
lugar, porque la expresión arquitectónica nueva, más que republicana,
pretende a una magnificencia imperial oriunda de las monarquías
del siglo X V III. Y aqui toca detenerse un momento para regresar a
otras latitudes y devolverse cien años atrás.
Hacia mediados del siglo X V II se desata en las principales capi­
tales imperiales de Europa una competencia entre diversas familias
reales, llevando sus rivalidades hasta los campos de la estética. En

220
esta competencia entre coronas surge un urbanismo monumental,
apoyado en una arquitectura y una escuela escultórica de exaltación
de la magnificencia monárquica y de su prodigalidad: eso se busca
por medio de un "r e v iv a r de los catálogos clásicos de la antigüedad.
Recordemos que el estilo arquitectónico neo-clásico tuvo su auge
en Europa en el siglo X V III y principios del X IX . Se caracteriza
por el retorno a las formas griegas y romanas, una afirmación de
grandeza y de armonía basadas en la más estricta simetría de los
elementos rítmicos de las fachadas y una excesiva exuberancia orna­
mental. Esta profusión decorativa incluye un catálogo de rasgos, entre
los cuales figuran las buhardillas, los balcones con antepecho o ba­
laustradas, lo mismo que una variada gama de capiteles, columnas,
cornisas decoradas, frisos, dentículos, pilastras, pórticos y frontones
ornados con Jarrones; sin olvidar una serle de elementos escultóricos
seudo-griegos, máscaras, medallones en relieve, ángeles y leones en­
marcando escaleras.
Pero en Berlín, Parts, Londres y Vlena, el conjunto neo-clásico pro­
cede de una intima fusión dialéctica entre contrarios: el espacio libre
público (bien sea alameda, malí, explanada, plaza, Jardín o parque)
y el edificio privativo de uso particular o restringido. Se articulan
estrechamente ambos elementos y hay una relación intima y directa
entre ellos, cada uno respaldando, exaltando y realzando al otro. Es
decir, que de la contradicción Inicial surge la síntesis de un con­
junto estético, en el cual se fusionan arquitectura y urbanismo.
Una primera condición para lograr la raonumentalldad del edifi­
cio, radica en la amplia perspectiva libre que lo antecede v para lograr
su máxima espectacularldad exige una visión distante, la cual requiere
una gran extensión del espacio libre; éste a su vez exige un “cierre”
de la perspectiva, generando una construcción con extenso desarrollo
horizontal. El edificio busca su magnificencia en su longitud, más que
en su altura; se ve con cierta frecuencia un palacio más balo que
la silueta urbana circundante, en la cual dominan edificios de aparta­
mentos, que alcanzaban desde la Edad Media 6 ó 7 plantas.
Pero en Colombia, por una parte, no existe la contradicción ante­
riormente señalada; eso en razón de la dogmática traza reticular que
rige el espacio urbano colonial español; además, la estrechez de las
medidas utilizadas tampoco otorga las distancias largas y los amplios
espacios necesarios. Es decir, que ni la retícula ni la Plaza Mayor
ofrecen el espacio, la relación de distancias y las perspectivas que po­
drían producir la espectacularldad y la monumentalldad de la arqui­
tectura neo-clásica europea de los siglos X V II y X V III; de tal manera
que ni en la ciudad “clásica” colombiana, ni en su sociedad, existen
las condiciones requeridas para lograr esta monumentalldad. La Plaza
Mayor ofrece una visión perspectiva de poca profundidad, que por lo
general no pasa de 100-110 metros, llegando hasta 130 excepcional-
mente. y es el único espacio libre público con que cuenta la ciudad.
En cuanto a las calles estrechas enfrentan paredes a 8 y 9 metros
de distancia; la misma retícula (y su legitimación teórica: siempre

221
prolongarse para abrir nuevas m anzanas) im plica una red -a b ierta ’ *,
es decir, de f i l e * que nunca term inan y nunca se cierran ; ai ta l cierre
ocurre, es por razones accidentales y naturales pero nunca com o re­
sultado de nna voluntad o de un propósito d e diseño y de com posición
urbana; el ‘Tcierre" del espado en estos casos proviene de la topogra­
fía y no del urbanista.
Por lo tanto, “e l cierre'* espacial es una eventualidad surgida de
la geografía y este rem ate visual, por lo general, n o es un hecho
urbano sino exterior a la textura urbana y podrían servir com o ejem ­
plos: La Popa en Cartagena. San Antonio en CaU, B elén en Popayán.
el barrio Egipto en Bogotá y otros modelos más en ciertas vülas de
vecinos Ubres de los Santanderes. ubicados en top ografía quebrada.
En todos estos casas se trata de un elem ento m odesto y n o in tegrad o
a la plástica urbana, alejado de ella, separado, aislado, a llá en
la colina.
La ciudad europea de los siglos X v II y X V 111 tu vo una audacia
igual a sus am biciones: había destruido las viejas m urallas m edie­
vales de su fortificación , para abrir e l recin to y proyectar en cam po
abierto los nuevos espacios Ubres desmesurados, que necesitaba la
arquitectura m onum ental de la m agnificencia im perial- Entonces
pea no atreverse a destruir la retícula aldeana d el siglo X V I. la ciudad
indiana de Colombia se condenó a un neo-clásico raqu ítico, apresado
en un urbanismo con dimensiones pueblerinas: un ed ificio achicado
para caber en un lo te de 30 x 40 sobre una calle de 10 varas.
N i la retícula gera atfa por la estrechez de sus dim ensiones, ni
la sociedad solicitaba, por sus w w H ife t aspiraciones y su fa lta de
tradición, una arquitectura m onum ental Se s it a r la luego, durante
la dawva de los nüB(8i£5, de la m odestia a l y y in fíp n n . sin haber
pasado por la m oaum entalidad arquitectónica y urbanística. Ence­
rrado en la cuadricula y apresado por tres de sus costados en la división
predial, del ed ificio neo-clásico andino se tom a sim ulacro y caricatura
raquítica, concentra m asivam ente su expresividad en el único costado
Ubre y visible desde el espado publico: la f*ehaHa
De tal modo que en Coíom bíz el transplante neo-clásico en fren ta
unas contradicciones espádales y plásticas insuperables, que quedarían
sin resolver. Los arquitectos italianos y franceses contratados ten ­
drían que observar las dimensiones de la antes de m odelar ¡as
proporciones justas para el Capito lio, la alcaldía de B ogotá, o el Club
del com ercio en Bucara manga, únicos logros que se pueden citar.
N o se lograrla este ajuste edificio-espacio en M anfeales, siendo
la catedral diseñada a 10.000 kilóm etros de dBÉSagjcift par un arqui­
tecto que no cenor ia t í reducido parque, tam poco lo lograrían las nu­
merosos ingenieros indígenas, trabajando con base en libros o tarjetas
postales t construyendo edificios "n o-ren a cen tistas franceses", de
tres pasos sobre u sa calis de diez varas d e ancho; pero a g ria r- m ate­
riales nuevos e im portados de alta resistencia, com o t í cem ento y el
hierro combinadas con t í Tadrillo eoñdo, para superar las lim itaciones
en altara y la tradicional casa de dos ruantes s a i lograrían i d un

222
ed ificio de tres o cuatro plantas, de corta fachada y marcadamente
vertical, más alto que su entorno y rompiendo la vieja silueta urbana
horizontal: habían acomodado “a la brava" un objeto que no tenia
cabida en el patrón urbanístico m im iai

• • •

A l igual que cualquier producto de la estética, este “estilo" nace y


se desarrolla en tres dimensiones: histórica, especial y social E2 estilo
nuevo surge, asciende, culmina y declina, para finalm ente desaparecer,
en un determinado momento. La ubicación histórica de este ciclo no
es azarosa, sino que procede de la reunión de un conjunto de condi­
ciones y de su posterior disolución y desaparición.
Estas condiciones básicas, al parecer, son:
a ) En prim er lugar una demanda provenien te de algún
grupo o un sector ascendente.
b ) Su voluntad de cambio o sea una ideología de l o nuevo".
c ) Su capacidad de producir o im portar los materiales de cons­
trucción exigidos.
d ) E rfnminin de su m anejo técnico.
Reunidas estas premisas se h pn^ y r i^ n arquitectónica.
Esquema que significa, de acuerdo con conceptos generales, que en
ciertas ciudades en un determinado momento, el nacimiento de
m anifestaciones artísticas, culturales y formales, erige la reunión
anterior de unas determinadas condiciones, indispensables a su surgi­
m iento. las cuales son en el caso estudiado:
Un sector social adinerado, o en ascenso, que se quiere distinguir
de los demás y está dispuesto a cortar las amarras con el pasado, a
m anifestar abiertam ente (y basta con arrogancia) su rechazo por las
form as tradicionales y su desprecio por las materia les nativos. Es
resumen, este sector busca la afirmación de símbolos "propios" de
su éxito, de su poder y de su prestigio: quiere crear nuevos valores
negando los anteriores, pues ja no se identifica con eDoc.
Unos t<mirnK poseedores del saber, que dominan nuevas métodos:
en la práctica serán par lo general arquitectos e Ingenieros, muy a
menwHn extranjeros, algunos románticos y otros poros mercenarios
com placientes con el sector social que les contrató, aunque despreciar
e l analfabetism o cultural de los ricachones.
A lo anterior se suma la powbíüdad de im portar fácilm ente gran­
des M ntM ariM de hierro. de cemento, de hojalata y de zinc, materiales
h triw n de esta nueva arquitectura de “ruptura".
Demanda y consumidores, técnicos y materias primas: si no se
reúnen por lo menos estos cuatro ingredientes, no habrá arquitectura
de estilo "neo-clásico” ; por supuesto no surgen simultáneamente, sino
que se reúnen en un determinado lugar poce a poco. Habrá que esperar
su conjunción p a n Hcgav a su manifestación última: las formas.
D icho de otra m an en, se verán sities en donde existe una demanda

223
potencial, los consumidores, pero donde faltan aún los demás elemen*
tos, y en este caso la producción arquitectónica concreta será posterior
a la de centros más favorecidos.
Colocando esta* condiciones sobre una línea dé tiempo se consigne
el siguiente Gráfico, resultado de múltiples indagaciones durante varios
aftós, analizando la aparición y la evolución de las distintas Variables
aquí mencionadas.
M Gráfico permite entender por que la producción arquitectónica
sería evolutiva en cuanto a los patrones estilísticos, diversificada
según el lugar y el momento de su aparición, socialmente selectiva y
cualitativamente desigual y variada.
igualmente el boceto nos permite entender por qué surge lo arqui­
tectónico en fechas muy distintas •(aunque conformando un mismo
período! en Ratranquilla, fiogotá, Ronda. Puerto R em o, Panizales,
Ruga, Medeílln. Tuluá, Armenia, Cali, Palmira, Popayán, Tunja y
Chtquinquira.
Con base en encuestas nos atrevemos a decir que su aparición
en una ciudad nunca precede (y siempre es posterior) a su dotación
con el transporte en tren, medio enciente y óptimo para importar
los nuevos materiales, siendo el mismo ferrocarril y sus obras su pri­
mer consumidor. Rs muy sintomático el hecho que entre las primeras
obras y edinclos Civiles que expresan plásticamente el estilo neo­
clásico, figuran precisamente las estaciones de los propios ferroca­
rriles. exaltan el hierro y el cemento en los mismos lugares por los
cuales están invadiendo el país. Roy en día tales construcciones,
según su tamaño, costo y grado de ornamentación constituyen un
vadoso indicio para medir la fuerza ó las aspiraciones del grupo
dirigente y el papel que jugaba un determinado centro hada 1920-194Ó.
l a anterior proporciona unas pistas muy valiosas para entender
el proceso que estamos observando. Sin el expansionismo comercial del
imperio británico, la implementación de una red de plazas comerciales,
la formación del indispensable grupo social de los negociantes, la
creación de un amplio mercado comprador de productos manifactura-
dos extranjeros, y sin la ampliación de la demanda del país tura!
con la prodigiosa expansión colonizadora, entre otras condiciones, no
hubiera surgido a principios del siglo, el estilo arquitectónico ‘'neo­
clásico” en Colombia.

* * *

El tema se presta a la reflexión en torno a los fundamentos socia­


les de la producción estética y también, en este caso, a las relaciones
entre la formulación de una ideología y su reflejo en un determinado
sector de la producción de ideas, en este caso la arquitectura. Se
quiere presentar brevemente estas reflexiones, antes de examinar el
catalogo arquitectónico llamado "neo-clásico’\ en Colombia.

224
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Ktrtnento* en 1» eveWrt*»» ***** el "nee-cMMce"

$25
Se evidencia una constante, operando desde el siglo X V I hasta
hoy; el proceso de diferenciación social del espacio urbano se im ­
pulsa por ondas, cuyo origen esta en el centro y que. luego, se van
desplazando hacia la periferia. Dicho proceso actúa a partir del núcleo
inicial, incorporando progresivamente las adiciones posteriores, a m e­
dida que surgen y se van sumando al conjunto existente y consolidado.
Hemos visto que el núcleo social motor, o grupo dirigente, es
también aquel que logró la apropiación de la zona céntrica del con­
junto urbano. 7 , por lo tanto, siempre encontraremos sus aspiraciones
y luego sus Juicios y decisiones en el origen de los normas y edictos
que rigen, tanto la sonlflcación como la sectorioaclón; del mismo
modo son sus exigencias e intereses especulativos, los que en forma
hegemónlca definen los precios de los solares y de los construcciones.
Finalmente, em ite sus normas estéticas, sus modas y sus gustos, difu n ­
diendo sus patrones artísticos y de expresión cultural, los form as que
eligió, sus estilos preferenclales y sus repertorios de códigos plásticos
o de símbolos ornamentales. Asi se verifica en la producción urbanís­
tica y arquitectónica lo acertado de la siguiente tesis, que form ularon
muy temprano Marx y Engels en La Ideología alem ana:
... Las relacionas que hacen de una determinada clase la clase domi­
nante, son también las que confieren el papel dominante a sus ideas...
Por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el
ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda
su extensión y, en consecuencia, entre otras cosas, también como pensadores,
como productores de ideas, que regulen la producción y distribución de las
Ideas de au tiempo.
En otros palabras, en cada periodo histórico encontramos una
combinación de factores ligando en form a muy estrecha los valores
monetarios del suelo, los patrones de la estética urbanística-arquitec­
tónica, las normas sociales del prestigio, las leyes que apoyan, ratifican
o sustentan todo lo anterior y, desde luego, la ubicación espacial de
los grupos, castas, estratos o clases que conforman la heterogénea
comunidad urbana.
De la misma manera se comprueba en cada época una transm i­
sión vertical y brutal de la Ideología estética y plástica desde el núcleo
gestor y emisor, hacia los grupos pasivos o receptores; asi se establece
un circuito de circulación continua de los ideas urbanísticos y arqui­
tectónicos. desde la Plaza Mayor y el centro a la periferia. Estas ideas
también transitan desde la dudad capital hacia los centros menores
y los poblados que giran en su órbita de dominio territorial, pues este
fenómeno actúa tanto en forma intra-urbana como Inter-urbana; es
decir, desde la escala menor hasta la mayor, desde una sencilla man­
zana hasta la totalidad de un sistema urbano regional y a lo nacional.
Pero la produedón de ideas, desde luego, no es privilegio exclu­
sivo del grupo dominante, y las afirmaciones anteriores en ningún
modo excluyen el surgimiento de sistemas de valores “ de contrabando” ,
que tienden a contraponerse al sistema “ oficial” . Lo anterior llega
hasta producir choques en el vaivén de las diversas ideologías con-

226
frontadas y una especie de movimiento pendular de corrientes, formas
y estilos, los cuales a veces se devuelven a manera de un boomerang;
pues sabemos que los sectores sociales sometidos y las zonas urbanas
pericéntricas y periféricas también emiten ideologías, secretan for­
mas y estilos, gestan códigos plásticos y elaboran slmbologias orna­
mentales. elementos todos que en unos determinados momentos y
condiciones de pronto pueden ser apropiados en su beneficio por los
sectores sociales dominantes. Asi actúa lo que podríamos llamar aquí
la dialéctica de la segregación socio-espacial y d* la producción urba­
nística y arquitectónica.
Se ha seflalado arriba ia ley general de la circulación de la ideolo­
gía, la cual brota de la clase dominante y luego se riega en la tota­
lidad del cuerpo social, filtrándose desde arriba hacia abajo. Esta ley
determina la norma particular, en la ciudad, de la dictadura cultural-
ideológica que ejerce la zona residencial del grupo oligárquico sobre
la vivienda de los demás grupos sociales.
Según estas observaciones, la circulación de ideologías opera de
la manera siguiente:

Por teórica y simplificada que sea la Gráfica, permite asociar el


espacio y los seres en un complejo que podríamos llamar sociudad
(a defecto de un término mejor), es decir, compuesto por dos elemen­
tos solidarlos e Indisolubles.
También muestra cómo el grupo que ocupa la cúspide de la pirá­
mide se convierte en "emisor” cultural, irradiando señales de calidad,
normas de status, conductas, etc.; dichas normas se van filtrando y
decantando en los estratos inferiores y se sedimentan en estas capas

227
convertidas en “receptoras". Quisas sobra agregar que tal filtración
no as siempre recular y gradual, puede haber “saltos" y. como se ha
visto, una circulación Invertida.
Por otra parte, la transferencia Ideológica y mi manifestación
construida sobre el entorno operan por medio de códigos plásticos,
que no tardan en apoyarse sobre un aparato de normas Jurídicas. A
los primeros pertenecen ciertos patrones urbanísticos, la copla de
códigos arquitectónicos, los pastiches y el "fachadlamo", la búsqueda
de un preetlglo supuestamente asociado al uso de determinado* ma­
teriales suntuarios o “cultos"¡ a los segundos pertenecen los primeros
reglamentos oficiales sobre Bonificación y ¡motorización, fachadas, an­
denes, aleros, portones, especificaciones de las calles, ampliaciones,
alturas de las edificaciones, unificación de fachadas, recomendación
de ciertos colores, prohibición de determinados usos, normas relativos
a la evacuación higiénica de las aguas residuales domésticas, a las
corea» y paredes, a la vagancia de anlmles doméstico» y, desde luego,
toda una serle de edictos relativos al uso del parque.

a • •

Rete estilo va surgiendo en forma tímida a finales del siglo XIX


y su acaso «e hace evidente hacia los aAos 1040-1048. Kntre estos extre­
mos presenta su máxima generallonclón territorial y su más abundante
producción, durante un breve periodo central que se puede tentativa­
mente delimitar entre 1018 y 1038, y no por asar coinciden el apogeo
de esta renovación arquitectónica y el máximo esplendor do la pro­
ducción "neo-clásica", con el primer auge de laa exportaciones cafe­
teras y con los excesos de la época del derroche, que quedó calificada
en la historiografía como de “la donan de los millones". Les nuevas
oligarquías se entretienen con carnavales desfilando por la calle del
Comercio o alrededor del parque enrejado y adornado con los faroles
de la lus eléctrica; en sus bailes de disfraces se atavian de egipcios
y se ponen máscaras de Plerrot y Colombina; do la mismo manera
colocan dudosas máscaras seudo-francesns en la fachada do sus casas
y almacenes. Kl llamado estilo “ Republicano1' —otros lo llaman estilo
francés renacentista o neo-clásico— en la mayoría de los cosos no será
más que un despilfarro decorativo, una máscara híbrida hecha con
injertos burdos; un simulacro de arquitectura para antiguos pobres y
descalzos, que ya consiguieron dinero, y están ataviados con frac, “boti­
nes" y "canotier". Una casta que surgió como un hongo, de un día
para otro, sin pasado ni profundas raicea culturales históricas, no
podía dar más de lo que tenia; dinero. Pero si este dinero crea rico»,
no produce Ideas estéticas de por al; este sector social no pudo engen­
drar más que un simulacro superficial; resultó una arquitectura en
boga, tan efímera como epidérmica.
Tradlclonalment* la arquitectura residencial colonial presentaba
al transeúnte una fachada modesta y sin ningún lujo: la casa “del
Virrey" es la «acepción confirmando esta regla. Ks el aoto provocador

22f>
de un "emergente" Inculto y adinerado, perturbando un entorno cons­
truido y social tradtolonal; asi que del respeto Individual resultaban
unas normas y una expresión colectiva; habla una unidad en las fa­
chudas y una continuidad estética a lo largo do ambos ludns de una
cuadra, on el recorrido de una calle. La casa colonial tenia su mayor
riqueza expresiva discretamente encerrada en sus espacios Intorlores
y privativos; más adentro en el claustro del pullo, que afuera en lu
fachada, más Intima que pública. Este comportamiento cambia por
completo con la megalomanía individualista de los consumidores
colombianos del "neo-clAslco": la construcción proyecta el peso de su
espectacular expresividad decorativa sobre la cnllo, como una pro­
clama; no se buscan unidad y armonía, pero si efeotos de asombro y
la más descarada exhlbiolón del dinero. El carnaval do las calles in­
vadió a los fachadas y conoce un rápido éxito, "la casa de faohada".
Muy a menudo se confunden la permanencia y la densidad de una
cultura arquitectónica, con la futilidad efímera y lu breve boga do
algún cnprlcho. Ponsumos que el neo-oiaslco no fuo más que una de
los suntuarias mercancías de Importación para un determinado sec­
tor de consumidores, al Igual que los sombreros de copa, ios planos
de cola o las bacinillas en porcelana de Llmoges; y no fue más quo
una oortu moda Inspirada en una ideología oxtranjorlsnnto.
Pero se limitarla a sus aspectos más anecdóticos y epidérmicos,
reduciéndose a lu ornamentación de la fachada upltoudn sobre los
edificios de los carnavales y de la dansa de los millones. Qulsá por
eso nunca hubo tanta distancia entro moda y belleza, tunta* contra­
dicciones entre profusión y unldud, entre cantidad y calidud del gusto,
Irrupción repentina e Inesperada, arquitectura do trasplantes, ooplas
y pastlchos, parodia carente de Inmglnaolón y do creutlvldud, e] neo­
clásico estaba desprovisto do cualquier vinculo de continuidad con la
tradición; carecía tanto de autenticidad como do nexos oon la Inci­
piente Identidad cultural nacional. He tornó nrtlflolal, ora un patrón
formal que cayó accidentalmente en estas latitudes, como un meteo­
rito, sin tener el respaldo do un contonldo nacional; más que Inserto
en el proceso de elaboración de una cultura, fue un Injerto y la demos­
tración de la Inexistencia de esta cultura. Surgió porquo lu Idaologlu
cosmopolita de la oluse dominante del momento precisamente cureclu
(más blpn lo rechazaba) de algún proyecto tendiente haola una cultura
nacional gonulnn; entonces fue solamente un préstumo más.
Humándose a los 20 millones y a su estola de corruptela, con ale­
gres fiestas en el Club del Comercio y ios oarnavales do "la sociedad"
subida en vehículos Ford modelo T, de esta alegría histérica no podían
surgir sino monumentos histéricos.

A finales del siglo pasado los comisionistas y grandes meroadores,


controlando el comercio de importación y exportación, conforman ol
sector ascendente y más dinámico do la soolodad colombiana. Via

220
Jando mucho sus integrantes descubren en Europa los seducientes
vestigios del arcaico estilo arquitectónico llamado “ neo-clásico", en­
tonces agonizante; pero es novedad para ellos y deslumbrados por
tanta m agnificencia, lo transfieren sin tardar a Colombia, al igual
que los machetes de Sheffield, las telas de Manchester y de Ruán, las
lámparas de petróleo y el alambre de púas. No es por casualidad que
la roya de esta arquitectura pastelera sigue, paso a paso, en el país
la estela de la progresión geográfica del comercio externo; im porta­
ciones y exportaciones se asocian con la edificación de las fortunas
mercantilistas consumidoras de dichos pasteles. L o anterior permite
comprobar, sin dar lugar a dudas, la existencia de nexos muy estre­
chos entre la producción y la circulación de mercancías y la pro­
ducción y la transmisión de una determinada ideología arquitectónica.
Producto del viaje, de la circulación del dinero, de la gente y de
las ideas, traído en un país en donde crecía la movilidad, el neo-clásico
seria una “ arquitectura de la circulación” . Necesitando dinero nuevo
para nacer con decoro y prestigio, en seguida el nuevo estilo rinde
homenaje al capital y hasta culto. El Capitolio no pasa de la altura
de sus cimientos, cuando surgen los primeros edificios privados del
neo-clásico. Más que romanos o griegos, son templos dedicados a la
adoración de la moneda: bancos en Bogotá, Barranquilla, Medellín
y más tarde en Manlzales. Volveremos a encontrar el papel de los
bancos, cuando pasan de la libra esterlina al dólar, convirtiéndose en
1950 en los conquistadores del corazón de Bogotá.
Arquitectura precoz de la circulación del dinero, se demora algu­
nas décadas para elogiar luego el m ovim iento de bienes y gentes,
estaciones del ferrocarril, hoteles de turismo, edificios de aduanas o
de terminales marítimos.
En el caso del occidente de Cundinamarca, por ejemplo, dicho
estilo progresa siguiendo paso a paso la apertura de las vías, caminos
y lineas férreas, necesarias para la circulación de bienes, productos y
mercancías. Se expresa en la región del Tequendama: en El Colegio,
Tocaima, Girardot, Fusagasugá, y otros pueblos, por medio de un
catálogo de obras entre las cuales se destacan las estaciones del fe ­
rrocarril, los hoteles de turismo, los edificios comerciales y los bancos
de los grandes negociantes de importación-exportación, en las casas
campestres de estadistas y en las ostentosas quintas de los principales
plantadores cafeteros radicados en Bogotá.
Se ha comprobado una progresión análoga a lo largo del ferrocarril
del Pacifico, y particularmente en la estación de L a Cumbre conver­
tida hacia 1920 en balneario fresco y cómodo de los negociantes ca­
leños y extranjeros, combinando asi “lo útil con lo agradable”. Obser­
vaciones similares se hicieron entre Falm ira y Cartago, lo mismo que
sobre el recorrido del ferrocarril de Caldas, entre Cartago, Pereira y
Manlzales, para no hablar del oriente y de la región Tunja-Chiquln-
quirá. En otras palabras, una determinada arquitectura se tom a en
medidor bastante acertado del desarrollo de la economía de exporta­
ción y la huella testimonial de su expansión territorial.

230
Esquema teórico del proceso de "pro!eterización"

Desde luego, esta trayectoria temporal y territorial se acompaña


de un creciente mestizaje estilístico y del consiguiente empobreci­
miento formal, de tal manera que se van perdiendo poco a poco los
rasgos esenciales que caracterizan el estilo original; en la fase final
el produqto es muy ecléctico, en marcada decadencia y aparece como
“ desclasado” ; ya no presenta casi ningún rasgo que lo relacione direc­
tamente con su fuente europea.
Este proceso de “proletarización" quizás se entienda mejor, cuando
se analiza detalladamente el fenómeno en una sola ciudad. Unifi­
cando unas observaciones hechas en varias ciudades, se obtiene
un esquema teórico (ver Gráfico).
Se ha comprobado la validez general, aunque no absoluta del bo­
ceto, por medio de indagaciones en algunas ciudades en donde el
estilo tuvo un desarrollo exitoso y una notable continuidad temporal,
como son Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Popayán, Cali, Buga,
Medellin y Manlzales. El modelo propuesto de circulación “helicoidal”
descendiente (ver Gráfico anterior) se concreta por medio de edificios
públicos alrededor de la plaza y la transformación de ésta en parque
“a la francesa"; sigue la construcción de edificios comerciales en el
anillo pericentral y las principales arterias; luego surgen unas pocas
residencias suntuarias en el mismo sector y en un barrio nuevo muy

231
elitista y "exclusivo” (definición: que excluye). Posteriormente algu­
nos residuos decorativos del estilo enchapan las fachadas de casas
antiguas —aún se utiliza la expresión de "casa de fachada" para desig­
nar este estilo o a la sencilla remodelación externa— en los barrios
de la clase media y, finalmente, llegan hasta las lonas residen­
ciales populares.
Lógicamente, la misma segregación socio urbana de las obras y de
su calidad Iba a operar en la contratación de los proyectistas y ejecu­
tores, surgiendo otro Upo de "división social del trabajo"; es asi que
se contratarán prestantes arquitectos extranjeros para la concepción
de las principales edificios lnsUtudonales. En un nivel Intermedio
están los profesionales naUvos, Ingenieros unos, autodidactas otros,
que se contratan para los proyectos de edificios públicos más modes­
tos, lo mismo que para construcciones privadas o de Upo gremial; a
un nivel Inferior están los que se Independizaron después de haber
aprendido al servido de los anteriores; un variado proletariado de
maestros empíricos, onUguos albañiles y carpinteros, ahora dedicados
más que todo a las refacciones frontales, que se llamarían "casas de
fachada".

• • •

Convertida en capital Bogotá, crece su papel parasitario de ciudad


terciarla. Con la creadón conUnua de nuevos organismos guberna­
mentales, se hincha considerablemente el empleo en la burocracia y
el comercio, tendencia ésta que se mantendría exclusiva durante la
totalidad del siglo XIX.
La demografía crece, aunque en forma moderada. Se registró una
población urbana de 21.314 habitantes en 1801, concentrada en un
perímetro de 203 hectáreas, es decir, con una densidad superior a
105; se duplica durante los siguientes cuarenta años, y se censan
40.086 personas en 1843. No sabemos en qué circunstancias acciden­
tales (¿guerra, epidemia?) pudo caer la población a 29.649 personas
en 1851; el censo siguiente Indica nuevamente 40.883 habitantes en
1870, es dedr, que desde 1801 la ciudad creció con una tasa anual que
no pasaba del 1%, Igual a la del siglo X V III. Este ritmo cambia después,
con 80.000 almas en 1896 la ciudad duplicó su población en 26 años.
Siguen luego los efectos de la Constitución del 86 y de la centralización
político-administrativa, de tal modo que Bogotá alberga 121.257 ha­
bitantes en 1912. Se mantiene luego este ritmo y se registran 325.658
personas en el censo nacional de población del año 1938.
Estas cifras, hasta cierto punto nos permiten entender los alti­
bajos y las características de la especulación urbana en los primeros
años de la República. En la Bogotá, como en otras ciudades, del poder
español la especulación raíz no actúa a favor de las tierras agrícolas
periféricas, pero si en beneficio de la propiedad urbana Interna, hasta
entonces aún de tipo latifundista. De tal modo que antes de crecer
hacia afuera, la ciudad indiana de los tiempos de la República crece

232
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Centro de Bogotá. FrigmenUtcIón predUl y densificación demográfica

sobre si misma, atacando el solar latifundista que ya no se corres­


ponde con la sociedad mestiza empobrecida de finales de la adminis­
tración española. Asi se resuelve la contradicción entre el catastro
latifundista urbano y la demanda social: la ciudad republicana se
compacta y se densifica. El segundo piso, las particiones de grandes
mansiones unlfamillares divididas en varias unidades de vivienda con
un tamaño menor, las adiciones posteriores con el relleno de los patios
y nuevas construcciones en los solares — huertas— y, en general, el
aumento de los Índices de ocupación y de construcción, son el modo

233
de compactación y el patrón de crecimiento del parque inm obiliario
residencial e institucional, en la ciudad capital, durante la totalidad
del siglo X IX .
Como se vio en el libro L a Ciudad Colombiana Prehispánica, de
Conquista e Indiana, hablamos identificado este m odelo de crecim iento
demográfico con mínima expansión física en varias ciudades Indianas:
Cartagena, Girón, Popayán, Tunja, Cali, Buga, Cartago y Medellín.
En Bogotá se pudo comprobar un fenómeno sim ilar, m ediante un
sondeo que partió de una aerofotografía tomada en perspectiva axono-
métrica cubriendo las cuatro manzanas inscritas entre las carreras 8*
y décima y las calles 8^ y décima (v e r G rá fico). Cada manzana surgió
del trazado de la fundación y todavía se ven los linderos de 1539, par­
tiendo cada cuadra en cuatro solares. Como se observa, hoy en día una
manzana está dividida en 15 predios, otra en 19, la tercera y la cuarta
cuentan cada una con 25 propiedades; se pasó de 16 predios a 84. En
otras palabras, las unidades de vivienda particular se multiplicaron
por cinco desde la fundación. Asumiendo su tamaño fa m ilia r cons­
tante hasta finales del siglo X IX , de 10 residentes por predio, eso
significa que la densidad inicial de 40 habitantes por cuadra, es decir,
de 160 moradores en las cuatro manzanas consideradas, se elevó luego
hasta 840, o sea, más de cinco veces la población original. A si pudo
el conglomerado de Bogotá pasar de 20.000 habitantes en 1800 a irnos
100.000 en 1900, pero sin mayor expansión externa del perím etro urbano.
De otra parte, a partir de la Independencia el nuevo Estado ori­
gina cantidades de instituciones nuevas y sin sorpresa podemos com­
probar cómo la especulación raíz en la ciudad va de la mano con la
construcción de los edificios públicos.
Pillos o vivos, venales o corruptos, los héroes de ayer se enrique­
cen de dudosa manera y salen muy mal librados algunos “ próceres” .
Arrubla y Montoya hablan sido los dos comisionistas mandados a
Londres para tramitar el empréstito de 1822: para ellos la República
y la Independencia son sinónimos de fortuna. In tim o de B olívar con
quien acostumbraba jugar cartas, Arrubla inicia su carrera de especu­
lador raíz hacia 1826. Entonces la sede del Poder Ejecutivo era un
edificio viejo en el costado occidental de la Plaza M ayor; Arrubla
compra de ganga el Palacio de San Carlos, entonces muy vetusto; lo
refacciona y en seguida lo vuelve a vender al Estado, para alojar el
Poder Ejecutivo. Ademas se adueña del costado oeste de la Plaza en
donde Inmediatamente hace construir un edificio comercial de tres
plantas y con un desarrollo de 103 metros entre esquinas, el cual entra
en servicio en 1846. En la Gaceta de la Nueva Granada de marzo 19
de 1846 se publica la ley que ordena la construcción del Capitolio
Nacional. Al año siguiente lo encontramos vuelto constructor y em­
presario de las obras de cimentación del Capitolio. En 1848, después
de una breve campaña en el cabildo y la prensa, logra desalojar
de la Plaza Mayor el mercado público que tanto afea el frente de su
edificio: el evento popular semanal y tradicional em igra hacia las
plazoletas de San Agustín y San Francisco; logrado eso, Arrubla pro­

234
pone al municipio construir un mercado público y, después de varios
avatares, consigue este privilegio. En el contexto ae la ofensiva contra
ei clero logra la cuadra completa de la huerta del convento de La
Concepción e inicia el año de la 'desamortización" la construcción de
una plaza de mercado, que entra en servicio en 1864.
Mientras tanto surgió el estafador financiero Landinez, que se
dedicó entre 1839 y 1842 a arruinar a buena parte de los mas ingenuos,
confiados y codiciosos ahorradores de Bogotá. Comerciante importador,
se convierte en proveedor del ejército; gracias a sus amiscaaes en los
círculos de gobierno, trafica con bonos de deuda pública, comprados a
precio de ganga; en 1841 negocia con el Estado la venta de 6U0.ODO
pesos en bonos, que habla comprado por 100.000 a cantidad de tene­
dores. Mediante un hábil sistema de intereses a ahorradores, y con
base en hipotecas, logra despojar a muchos propietarios de sus solares,
casas y hasta propiedades rurales suburbanas, apoderándose, entre
otras, de las haciendas sabaneras de Palo Quemado, Tunjuelo, El Sa­
litre y muchas más.
Luego se suceden otros agiotistas, especuladores y traficantes, co­
mo Pastor Ospina, hermano del presidente, el cual aprovechando su
cargo de gobernador trata en 1847 de traer hasta ia ciudad sus fruc­
tuosas operaciones en los baldíos del oriente de Cundinamarca (ver
Capitulo I, Generalidades): quiere ampliar la ciudad hacia el occidente,
más allá de San Victorino, proyecto que finalmente fracasa pero que
retoma Mosquera en 1861 y que se logra con la construcción de la
plaza de mercado de La Concepción; con eso llegamos a la cadena
especulativa, que se articula con la expropiación llamada ‘‘desamorti­
zación". Luego, en 1865, el presidente Murillo ordena la venta en
remate público de los conventos de San Francisco y San Agustín y,
de paso, el solar en donde estaba varada desde años atrás la construc­
ción del Capitolio, sus cimientos emergiendo entre la maleza: lugar
en donde de noche se cometían hasta asesinatos y violaciones. El año
siguiente se siguen liquidando propiedades públicas las cuales, gracias
a la corrupción que reina en los medios de la burocracia, pasan sin
dificultad a manos de traficantes particulares. Logran éstos, después
de una campaña de prensa, conseguir en 1875 del cabildo de la ciudad
el primer código urbanístico. En el mismo año, con el apoyo del Diario
de Cundinamarca intensifican su ofensiva, pidiendo la expropiación de
los predios urbanos sin construir, con una argumentación igual a
aquella que usarla la Lonja hacia 1945-1948:
... hay en el centro del área de población hermosos solares y hasta
manzanas enteras destinadas por sus dueños a mantener sus caballos, a sem­
brar el pasto para éstos, hortalizas y frutales y a satisfacer otras comodi­
dades personales casi superfluas... causa un grave, gravísimo, daño a la ciu­
dad, deteniéndola en su crecimiento y progreso, por estar sustraída esa gran
parte del área de la concurrencia para las construcciones de edificios.
La solución era esta para nuestros distinguidos “comunistas":
. .. Esos solares, pues, deben ser enajenados, o mejor dicho, desamorti­
zados, quitándolos del dominio de sus opulentos o indolentes dueños para que,
entrando en la libre circulación, vengan a fecundar el progreso de la capital.

235
Terminan fundando la Empresa Popular - Compañia Construc­
tora”, en la cual se encuentran con sorpresa a los presidentes Santiago
Pérez y Eustorgio Salgar (ambos exembajadores en W ashington) y
este último entonces gobernador de Cundlnamarca, y a un grupo de
ricos negociantes y banqueros, con los imprescindibles hermanos Ca-
macho Roldán.
Hacia linales del siglo Miguel Samper señalaba un marcado au­
mento de la densidad residencial y de la consiguiente prumiscuidau
habltaclonal; recalcaba también la generalización en el sector central
de la partición de las antiguas mansiones, ahora dividiaas en dos o
tres modestas viviendas.
Se levantaron más de diez mapas desde 1791 hasta fines del siglo.
SÍ algo demuestran, es que en estos cien años la ciudad no se expandió
Es más, algunos de ellos, por ejem plo el plano de Lanz (1824) y aquel
de Holton diseñado en 1852-53 y publicado en 1857, muestran una
ciudad que se mantuvo durante treinta años con Igual form a y ta ­
maño. En ellos se observa cómo poco a poco se llenaban las manzanas
de la traza con construcciones adicionales que iban ocupando el in te­
rior, y también se distinguen tres zonas. Aquella de la periferia, en
donde apenas se advierten construcciones sobre uno o dos costados de
la cuadra, con abundancia de espacios libres interiores para cultivos,
huertas y potreros. En una zona intermedia, más allá de los ríos San
Francisco y San Agustín, opera una densificación reduciendo los
espacios libres en los solares. Por fin, en el sector central inscrito
entre los dos ríos, la manzana está construida en su casi totalidad y
apenas subsiste un reducido patio en la parte central de la cuadra.
Este es el contexto general en el cual, hacia mediados del siglo,
se desata una ofensiva supuestamente de tipo ideológico y político,
por parte de vulgares especuladores de finca raíz, contra los diversos
escollos que estorbaban su tráfico de bienes Inmuebles urbanos, casas,
solares, potreros periféricos y otros bienes.
En un ambiente de absoluta corrupción adm inistrativa logran
entonces adueñarse de antiguas propiedades estatales o religiosas.
Apoyados por los gobernantes y combinando alegremente la ‘‘filosofía’'
con los negocios, lanzan una violenta campaña anticlerical algunos
mercaderes en ascenso, integrantes del ala radical de la masonería;
su asalto “doctrinal” culmina en 1861 con un decreto llamado de
“ desamortización de los bienes de manos muertas” , o sea una expedita
expropiación, apenas disimulada, de los bienes inmuebles del clero
católico. Y para completar, se expide al año siguiente otro decreto
disponiendo su “venta Inmediata", en subasta pública.
Entre los apóstoles de la doctrina “ contra el oscurantismo”, a fa ­
vor del “ libre pensamiento y de la libertar de cultos” , sorprende en­
contrar de revolucionario al latifundista y esclavista caucano Tomás
Cipriano de Mosquera, Otro cruzado anticlerical era el “ radical” Rafael
Núfiez, el mismo que algunos años más tarde tram itarla un trueque

236
con el V a tic a n o , n egociando su divorcio y su nuevo m atrim onio, a
ca m b io de un C on cordato prohibiendo ese mismo divorcio . . . a los
dem ás colom bianos.
C ie rta m en te, era m o tivo de escándalo la riqueza de la Iglesia en
tierra s y haciendas, edificios, casas, solares urbanos y tiendas. El
d ip lo m á tico H a m ilto n observaba en 1824 que “la m itad de la extensión
de la ciu dad está ocupada por grandes conventos con mucha área
p a ra ja rd in e s ” ; en tre templos, capillas y ermitas, monasterios y con­
ven tos, co n ta b a en ton ces 34 edificios religiosos. En 1852, Isaac H olton
se asom bró de com prob ar que “ Bogotá es sobre todo una ciudad de
iglesia s; con una población de 29.649 habitantes ( ? ) no tiene menos
de tre in ta iglesias m ientras que París con un m illón de almas tien e
so la m en te cin cu en ta ” : de hecho, en el plano de la ciudad dibujado
en 1890, fig u r a un listado con 28 iglesias.
P ero la ta l desam ortización no era más que un atraco disfrazado
con e l su b terfu gio de una máscara legal, para satisfacer las am bicio­
nes de unos m ercaderes enriquecidos con las importaciones y que
ven ía n in virtien d o sus ganancias en el agro: combinando entonces el
saqueo de los resguardos y la rapiña sobre las tierras baldías, gracias
a sus bonos de deuda pública; y ahora, creciendo su codicia, hablan
descubierto las perspectivas de la renta urbana.
En m enos de diez años (1861-1870) logran despedazar el patrim o­
n io del clero bogotano y transform ar el viejo latifundio religioso en
gran des terren os urbanos particulares. V einte años después, el h isto­
ria d o r Juan Pablo Restrepo comprobaba que por medio de los rem ates
en subasta pública “ pocas docenas de especuladores. . . se han en ri­
quecido con los bienes de las entidades religiosas” . Citando lo a n te­
rio r, escribe tam bién Fernando D íaz (M anual de Historia, tom o I I ) :
E n B og otá fu e ro n sacados a rem ate 1.128 predios, incluyendo casas,
tiendas, alm acenes, ed ificio s y solares, avaluados en $ 1.590.166... D e los
1.128 p red ios en p od er de la Iglesia bogotana, fu eren enajenados 925, es
d e c ir e l 82%, y adquiridos por 343 rematadores De estos, M edard o R ivas,
ab ogad o y negocian te, fu e quien adquirió más predios, con un to tal de 26,
e q u iv a le n te a un 2 .8 % d el total de fincas rematadas y a un 4 5% d el valor.

L u ego precisa el papel de los negociantes y comerciantes en el


descarado despojo, "quienes en general representaron el 42 7% y
adqu irieron e l 61% de los predios, por un valor que se aproxim a a l
64.4% . Se puede añadir que, victim a del atraco, por poco desaparece
el n acien te C apitolio Nacional. Escribe Víctor D. Bonilla:
E l p ro ced im ien to em pleado fue la subasta de los bienes de m anos m u er­
tas no restituidos, que pasaron en su totalidad a particulares a precios ir r i­
sorios. P e ro , n o contentos con fru strar la reform a agraria d el expresidente,
los v e n ced o res lle v a ro n su iconoclastia radical al extrem o de v e n d e r com o
ch atarra los cañones de la fortaleza de Cartagena y sacar a rem ate el naciente
e d ific io d e l congreso nacional.
P ero la especulación del suelo en la ciudad no excluye los n ego­
cios en las tierras de sus alrededores. De hecho, ambos se articulan
y se nutren m utuamente, aumentando a m edida que se estructura la
sociedad de la República y se consolida la clase en el poder.

237
Kn una primera fase, vencidos los españoles en loe campas del
Pantano de Vargas y el Puente de Boyaci. al poco tiempo los vence­
dores se afrontan en otros frentes de batalla, de los cuales dan razón los
archivos notariales. La contienda se desplata hada los rías Pucha, El
8alltre y El Chicó, cuando los vencedores asaltan las tierras de las anti­
guas haciendas coloniales de la Sabana de Bogotá Estas se originaban
en las primeras mercedes de la fundadón, pero los latifundios iniciales
de los encomenderos de Chía. Suba, Soacha, Bosa, Bngatlvá, Fon libón y
Usaquén hablan sido poco a poco divididos y fragmentadas; fenó­
meno que se habla incrementado hada finales del siglo X V III a medida
que Iba creciendo la pobladón de la ciudad y su demanda de víveres.
Vale decir, a medida que el latifundio se volvía un estorbo para el des­
arrollo social en sus exigencias productivas.
En el momento de la independencia estas haciendas conformaban
una corona, de norte a sur en las mismas goteras de la ciudad; el
último tramo, de las carreras 10* y 13 y de las calles 14 y 15,
terminaba en la tapia de los potreros de una hacienda. Desde San
Diego y el rio del Anobispo, el arco de las haciendas pasaba por el
futuro Cementerio Central, San Pacón y San Victorino, y se cerraba
de nuevo contra los cerros después del barrio Las Cruces, entonces el
más surelio de la eludad. Eran unas veinte propiedades de diverso ta-
mafto, algunas de gran extensión, como La Estansuela o El 8alltre; unos
eran haciendas de ganado (una res de cria valla 10 pesos en 1823);
otras cultivos de papa o de trigo, con su molino, o telares (chircales con
sus hornos) ; también aparecían como especies de “ folies” andinas: eran
las quintas de recreo de las familias más adineradas y con frecuencia
no pasaban de 4 ó 5 fanegadas, 10 ó 20 a lo sumo. Estas últimas,
más que unidades económicas de producción primaria, eran fincas
campestres y casas de campo, adornando el prestigio de residentes
urbanos.
Producto de divisiones durante los siglos anteriores, se Iban a
parcelar aún más. preparándose para la especulación urbana que se
asomaba con el siglo XX. De paso, algunos globos iban a absorber
pedazos de un ejido, que se venia descuartizando desde el siglo XV111.
Asi es que a partir de 1822-24, estancias y haciendas pasan de mano
en mano con suma velocidad. Es sumamente activo el mercado de las
tierras periféricas, un ejemplo entre cien; San Facón cambia de propie­
tarios doce veces, entre 1837 y 1855. De esa primera época (1820-1880)
sobresalen Juan Manuel A m b la y Manuel A. A m b la , verdaderos trafi­
cantes de tierras y casas de la ciudad. No faltan en el negocio de
finca rali algunos prestigiosos provincianos que se iban radicando
en la capital, por ejemplo los Pombo. Herrén, Julio Arboleda y Jorge
Holguln. Los extranjeros no se quedan atrás y participan alegremente
de la rapiña en distintas fechas: el cónsul británico Henderson, un
dudoso barón francés de apellido Qoury, Samuel Sayer (pintado por
Mark), Logan, Johnson. Davldson, Haldane, Leo Siegfried Kopp, Mayne

238
Wtlson, James Aplan Brush, Salomón Koppel, O'Lenry, etc.; algunos de
ellos siendo veteranos de la Legión Británica que decidieron radicarse
en Colombia.
Todo eso nos dice la labor de benedictino que llevó a cabo Juan
Carrasquilla durante más de treinta años, con una minuciosidad, que
no le dejó luego tiempo para analizar el abundante material que
hablo acumulado con tanta paciencia. Otro llegarla luego y, sin es­
fuerzo ni sudor propios, encontrarla todo listo para reflexionar. SI en
algo merece nuestro reconocimiento la Texas Petroleum Company, es
el haber contratado al historiador bogotano para este arduo trabajo.

• • •

Dos personajes bogotanos dominan los asuntos comerciales y se


tornan muy típicos en el transcurso del siglo XIX: el abogado, espe­
cializado en derecho civil, con su versión popular de “ tinterillo”, y el
agrimensor adornado con el titulo de “Ingeniero”.
Según parece. Indalecio Llévano es de los segundos. En 1862 lo
encarga “ el gobierno de la Unión”, de parcelar lo que quedaba del
ejido de Bogotá. Asi, la administración buscaba con su venta con-’
seguir recursos para el funcionamiento de la creciente burocracia.
Desde luego, venia presionando en la prensa esta medida un grupo de
“ capitalistas" al acecho. Vatios planos Ilustran una raplfla en la cual
esta división predial actúa a favor de la incorporación al mercado de
tierras suburbanas, extensos globos, al occidente y al sur de la traza,
mayores que la misma ciudad hacia mediados del siglo.
Quizá Indalecio Llévano recibió lotes y globos en pago de sus
labores, costumbre corriente de la época, lo cual explicarla cómo
surgió a principios del siglo X X el llamado “barrio Llévano”. No era
la primera “urbanización”, pues según Carrasquilla hacia 1880 otro
Inversionista habla sido pionero de operaciones de loteo urbano entre
las carreras 10* y 13, calles 23 y 24.
Vendidos los lotes de los ejidos en remate público, unos compra­
dores adquieren de una vez varios predios y, en ciertos casos, la mitad
o la tercera parte del globo, cuando no en su totalidad. Es decir, que la
división no se origina en la necesidad social procedente del déficit de
vivienda, sino en metas meramente individualistas y especulativas:
son una forma de Inversión. Es asi como en 1872 Januarlo Salgar
(¿familiar del presidente?) adquiere de una vez las 21 hectáreas del
ejido llamado “Ninguna Parte”, por la suma de 12.000 pesos (una
casa pequeña de bahareque con techo de paja en Las Cruces se ne­
gociaba, según su estado, entre 150 y 200 pesos). Fracciona en seguida
el globo en tres predios que revende “al por menor" el año siguiente
a otros especuladores más modestos, por un total de 15,300 pesos.
La quinta de Segovla, en el sector de Los Mártires-San Victorino
pasa de los Jesuítas al Estado en 1861-1862. Vendidas en subasta pública
sus 3 fanegadas, las compra en 1874 por 20.100 pesos el general presi­
dente Eustorgio Salgar. Este la vuelve a vender a la Nación en 1881, con

239
su casa de una planta y 27 piezas, al precio que no Indica Carrasquilla.
Un beneficiado de la rapiña es sin lugar a dudas José María Sierra.
Sus propiedades llegaron a ser tan extensas, numerosas y dispersas
alrededor de la ciudad, que la gente decía del terrateniente: “En
Bogotá todos los caminos conducen a Pepe.”
Algunos de los predios del antiguo ejido llegan a ser de su
propiedad. Compra en el sur las haciendas de la Casa de Texa y Pu­
cha, y también Llano de Mesa. Adquiere La Estanzuela al occidente,
y en 1899 las 80 fanegadas de Santa Isabel por 100.000 pesos.
También en el mismo año negocia las hacienda Santa Bárbara. Al
año siguiente inaugura el siglo X X consiguiendo por dación, es decir
de un deudor, la entrega de sus tierras de Prascattl por un valor de
294.096 pesos; sigue comprando en 1900, 1901 y en los años siguientes.
Aparentemente no parece ser afectado por la Guerra de los M il Días.
Más bien se diría que fueron sus años más prósperos. Luego sus adqui­
siciones alcanzan estas sumas:

AfiO Precios

1904 300.000 pesos


1905 700.000
1905 400.000
1909 500.000
1910 527.852
1910 6.143.76 pesos, "en oro inglés".
1911 Compra las dos haciendas de El Chicó, una por
34.000 la otra por 20.000 pesos.

En fechas posteriores, compra los fondos de Córdoba, Fute y El Ca­


cique. Según parece, estas escrituras sólo constituyen una mínima parte
de las propiedades que comparten en 1931 sus herederos, después
de su muerte.

• • •

En este contexto se inscribe la agitada historia de un edificio, el


Capitolio Nacional. Pasaron más de veinte años desde la Independen­
cia, cuando unos gobernantes se percatan que la República necesita
un recinto para el Congreso y los ministerios; corre el año 1846 y se
inicia una aventura que duraría ochenta y cinco años.
Se eligió para construir el Capitolio Nacional la manzana sur de
la plaza de Bolívar, las autoridades coloniales tenían sus edificios de
gobierno. Primera sorpresa: varios predios y construcciones se volvieron
propiedades privadas y hay que comprarlos. Germán Téllez esboza un
retrato acusador del traficante Arrubla, que iba apoderándose poco a
poco de los tres costados civiles de la plaza. Curiosamente, este “ emer­
gente" de la República es el primer empresario de la obra, contratado
para sus cimientos, etapa que linaliza en 1851.

240
Bogotá, alglo X IX . Tenencia de tierras periféricas

241
Curias Martines, resecando esta larga odisea, recuerda la extensa
"legión extranjera" de arquitectos, Ingenieros, escultores y empíricos
de la construcción, que se sucedieron en una fase u otra de la obra,
haciendo del Capitolio Nacional una construcción muy Internacional,
El proyectista Inicial era el antillano británico-danés ( ( ! ) Tomás
Reed, pero después de veinte años de Interrupción de laboros (1851-
1871) éstos se reanudan con nuevos planos del polaco Klopatoweky
y bajo su dirección; a éste sucede el Italiano Lombardl quien, según
Carlos Martines, "suplió como escultor su Ignorancia en arquitectura”
llenando con "estatuas alegóricas y motivos ornamentales" un edi­
ficio apenas iniciado; luego llega el italiano Pietro Cantint, en 1881,
el cual modlfloa los planos y dirige la obra hasta 1 8 8 6 ; colabora con
él su compatriota y escultor Ramelll, del cual se nos aseguró en Chl-
qulnqulrá que fue el arquitecto de la Estación del Ferrocarril. De
nuevo, y por Idénticas raaones presupuéstales, se para la obra y Gan­
dul se lleva a Ramelll dos cuadras arriba para Iniciar el teatro Colón.
Un dibujo de 1805 nos presenta un Capitolio con una silueta horizontal
y tres cuerpos, recordando de manera sospechosa el costado norte de la
Place de la Concorde en París y en el centro, cerrando la perspectiva
de la calle Royale, el pórtico y el frontón triangular de La Madelelne,
flanqueado por las dos alas de los palacios de Gabriel, pero con una
arquitectura visiblemente prestada por el vecino Palacio del Elysée.
Durante cuarenta años se suceden dos generaciones de especta­
dores nativos y de viajeros, mirando el progreso de la obra. En 1852
Isaac Holton contempla "los cimientos del Capitolio" y observa que
"hasta ahora las paredes no pasan del primer piso” . T rein ta años más
tarde escribe Hettner que “se está levantando el edificio paro parla­
mento y gobierno, ya empesado por el presidente Mosquera en los
aftas cuarenta y todavía sin concluir . " "con el nombre pomposo
de capitolio" y en donde "han encontrado albergue provisional el
congreso v los ministerios". Llegando en 1807 a una capital andina
que se auto-calificaba de "Atenas de Suramértca", Plerre d’Espagrat
opina que debe tratarse de una "burla gratuita"; contempla la lus de
la luna “ sobre la gran escalinata" y “entre la columnata del Capitolio,
nue serla un monumento Imponente al estuviese acabado". Durante
decenios el lugar es un potrero en donde pastean las vacas, con m ate­
riales amontonados en medio de una maleza, de donde sunren tro**'*
de columnas “griegas" y el lugar, más que una obra nueva, se parece
a ruinas antiguas evocando la Acrópolis y el Partenón v "el Capitolio
sin terminar, con sus columnas truncadas, evoca los restos de un tem­
plo romano"; asi lo ve en 1908 Ricardo Santamaría, y quizá en razón
de estos escombros, coincidieron la malicia boy acense v la ironía bri­
tánica para declarar que el sitio era "la Atenas de Surumérlcá'.
Contratado de nuevo Canttni. se reanudan las labores bajo su
dirección entre 1006 y 1008. Finalmente se hace cargo de la obra el
arquitecto francés Gastón Lelarge, trabajando "con algunas Interrup­
ciones, hasta 1924" dice Germán Téllez, Pero Lelarge también se
dedica a la alcaldía, a la escuela de Medicina (1017), a la gobernación

242
(1018), al hotel Atlántico, al palacio de Narlfto, al edificio Echeverry
y al palaoto de la Carrera; diserta cosos para la plasa de Bolívar, en
Medelltn, lo mismo que varios proyectos en Cartagena, en donde final­
mente se radica. Mientras tanto, en la capital se contrató a un Inge­
niero bogotano pora terminar las cubiertas.
La República que tardó cien artos para tener un himno nacional
oficial, necesitó dies artos más para ver acabado el Capitolio, de tal
modo que cuando el nuevo presidente elegido lo Inaugura en 1030 reolón
terminado, el edificio ero octogenario. Pero una época se cierra, y pocos
dios después Enrique Olaya Herrera recibe en el palacio disertado,
por el arquitecto francés, a una misión de siete expertos norteame­
ricanos en cuestiones financieros: llegan de Washington, por segunda
ves, Edwin Kemmtrer y sus colaboradores, pora asesorar el gobierno
en materia de fln&nsae.
Bus compatriotas arquitectos estaban disertando para Bogotá y
“ por correo" desde ortos atrás y el mercader-banquero Pedro López ha­
bla contratado en 1010 con Robert Fárrington el proyecto de un efímero
banco que entrarla en bancarrota antes de su Inauguración en 1024.
En 1020, el númoro 22S de la revista Cromos nos presenta el proyecto
de edificio disertado en Nueva York por O.M. Webb y Wllllam P&rtrldge
para el Banco de Colombia en Bogotá, "en la esquino de las Calles
de Fiorlán y 13”. Se trata visiblemente de una estructura en concreto,
pero enchapada con el catálogo ornamental del neo-clasicismo fran­
cés e italiano: o sea un neo-clásico ” made ln USA”, revisado en la
“ estrella polar" de Marco Fidel Suáres. Los directivos del Banco Hipo­
tecario Nacional solicitaron en 1020 el diserto de su sede a Fred Ley
y Paul Stuper. El Tiempo publica la fotografía de un rascacielos de
Manhattan. , .
El Capitolio Nacional tendría una Influencia perdurable, la cual
no se limita a Bogotá, sino que irradia desde la capital para esparcirse
en todo el país. Asi que en este conjunto, único por su magnitud y su
calidad estética, se revela el edificio más significativo de este periodo.
Como se vio, con la piedra se Introduce un material de difícil trata­
miento y elaboración, noble pero sumamente oostoso; solo se usó du­
rante la Colonia en forma mixta, con escasas excepciones, como son
la Catedral y alguno que otro templo. Con eso, ya desde los artos de
1B80 el Capitolio se convierte en paradigma; varios edificios comer­
ciales y bancos usan la suntuosa piedra, por lo menos en sus fachadas
o columnatas. Con su textura y color es sinónimo de buen gusto y
arquetipo de calidad de la arquitectura; esta fama persiste durante
décadas, en las más elegantes mansiones particulares. Finalizando la
Segunda Ouerra Mundial una empresa bogotana ofrecía la piedra ta­
llada a los constructores y en su propaganda Balsamco elogiaba en
1046 la piedra “al servicio de la arquitectura nacional", modelo de
elegancia de la arquitectura clásica"; ilustraban el aviso el pastiche
de un templo griego, el pórtico y el frontón de piedra pegado a la
lujosa casa de una señora Emma O. de Oarcés. Desde la década del
treinta, en los primeros edificios altos de moderna tecnología nor-

243
teamericana y construidos en concreto (el Banco LópeE, por ejem plo)
se pegaban &1 cemento de la fachada unos capiteles corintios» postizos
en piedra, o se aplicaban losas talladas para ocultar los muros de
hormigón. Con estos artificios y falsificaciones culminaban cien aftas
de Influencia del Capitolio, en el uso de la piedra.
Pero más importante es lo siguiente, a nuestro parecer: con la
primicia del edificio del Congreso, el neo-clásico francés se asocia con
el nacimiento de un nuevo Estado, la afirm ación de su autoridad y
ámbito, el crecimiento de sus instituciones y, por ende, la necesidad
de edificios de gobierno para administrar la sociedad y el territorio
nacional. De tal modo que el nuevo estilo surge en un mom ento polí­
tico y social, caracterlsado por el desarrollo de las Instituciones esta­
tales En medio de ocho constituciones promulgadas en menos de sesen­
ta aftas, el modelo político pasa del centralismo al federalism o y oscila
para, finalmente, regresar al primero. Siguiendo estos vaivenes, cam ­
bia constantemente la sectorisaclón administrativa y territorial: m ien­
tras no haya un Estado estabilizado, ciudades capitales fijas, una
Jerarqulcaclón urbana perdurable, unos municipios, gobernaciones y
ministerios definitivos, no pueden haber edificios públicos ni desarro­
llarse una arquitectura institucional. Con la cadena ininterrumpida
de luchas intestinas del siglo X IX . cuando se reúnen estas condiciones
termina el siglo y se asoma otro, es entonces cuando la ideología “ de
ruptura" del grupo dominante de los grandes negociantes, vinculados
al mercado externo, se plasma en la manifestación construida de su
dominio del Estado: el Capitolio Nacional, éste, vuelto ejem plar, actúa
n*»mo modelo nacional y no tarda en manifestarse su influencia en
’ ■»* provínolas.
Este fenómeno no es nuevo, y hemos visto, en el libro L a Ciudad
Colombiana Prehlspánlca, de Conquista e Indiana cómo en varias opor­
tunidades el Estado actúa en forma de impulsor y transmisor de la
ideología plástica de la clase dominante. Por medio de Innovaciones
urbanísticas o arquitectónicas se manifiesta, en form a prioritaria, en
los edificios oficiales y en el espacio público. Hacia 1580 en T u n ja se
séllala el carácter excepcional de la Casa del Cabildo, construcción
con dos plantas, pero en el plano de 1023 se detectan, tanto en la
Placa Mayor como en la calle Real, las mansiones de los capitanes-
encomenderos y principales negociantes: “ cosas de balcones con planta
baja y alta’*. En varias ciudades, durante el siglo X V III, los cabildos
deciden la construcción de una pila pública en el centro de la plaza,
en el lugar donde se cruzan los dos caminos atravesando dicha plaza en
diagonal, v cuando termina el siglo, este dlsefto y la pileta consti-
tuven un motivo de prestigio en el patio principal de las residencias
de los más importantes vecinos. De igual manera, hacia 1000-1910 do­
mina en la cornisa superior del Capitolio un ritm o de decoración
con Jarrones, y en los aflos de 1920 se vuelve el prlncloal m otivo de
decoración, usado para adornar la silueta de los “ palacetes” de la
nueva oligarquía agrourbana. Pero ciertas ciudades siguen estancadas
v no experimentan ninguna prosperidad comercial. En este caso la

244
Influencia del Capitolio sólo se ejerce en los nuevos edificios de go­
bierno, de tal modo que en las ciudades ••clásicas", por ejemplo en
Pasto, Buga o Popayán, el catálogo de la arquitectura francesa neo­
clásica está conformado, en un 90%, por las construcciones de las
Instituciones estatales o religiosas, y en todos estos proyectos está pre­
sente, en mayor o menor grado, la sombra Insistente del Capitolio
Nacional.

* #

En Bogotá se pudo comprobar la manera "clasista'* como se ar­


ticulan las obras al espacio social urbano. En la cúspide social se
originan los nuevos Ideales plásticos y arquitectónicos; después de la
emisión se produce la fase de transmisión y difusión y entonces, poco
a poco, va penetrando en la sociedad entera y en sus espacios, es
decir, en las diversas áreas de las diferentes clases sociales, la Ideolo­
gía que sustenta la arquitectura francesa neo-clásica. En resumen,
opera una progresión espactal-temporal que, aunque en forma muy
esquemática, se puede reducir al siguiente esbozo:
1. Alrededor de la plaza de Bolívar se ubican los elementos de
un nuevo poder, un grupo de edificios públicos, con un significado
Impregnado de un marcado simbolismo, expresándose por medio de
su monumentalldad (Capitolio Nacional, palacio de Nariflo, alcaldía).
Además de sus dimensiones imponentes, se caracterizan por una fa ­
chada abarcando la totalidad de un costado, lo que les otorga una
gran unidad rítmica; un orden arquitectónico simbolizando el orden
político. En estas obras el plagio es completo: se copian Integralmente
los espacios, volúmenes o proporciones de modelos europeos. Los pro­
yectos, por lo general, son dlseflados por arquitectos extranjeros
contratados. Aunque se Inicia el periodo hacia 1870, habrá que esperar
hasta 1930 para ver terminadas las distintas obras que conforman
este conjunto.
2. Es en el sector central que se construyen los símbolos dej
poder de los financieros y grandes negociantes, ligados al mercadeo
mundial y a la banca Internacional. Sedes de bancos, algunos edificios
comerciales (como el edificio Hernández-1918), sedes gremiales y
Teatro Municipal; también se pueden incluir en esta fase a la Esta­
ción Central del Ferrocarril de la Sabana, el Banco Hipotecarlo, los
hoteles Regina y Oranada y otros. Estas obras, por lo general, se
ubican desde la plaza de Bolívar hacia el norte, sobre las carreras
8*. 7* y 8* principalmente; algunos testimonios se ven aún sobre la
carrera 7*. entre los calles 21 y 23. Este periodo tiene su máximo auge
hacia 1615-1930 y da trabajo a varios arquitectos extranjeros radi­
cados en el país, más que todo a franceses e Italianos, lo mismo que a
los primeros Ingenieros nacionales. En las obras se observa una bús­
queda tendiente a mantener las proporciones: la altura es, por lo
general, de tres o cuatro plantas, pero opera una marcada reducción
del solar, con un frente que no pasa de veinte a treinta metros.

245
3. En un sector urbano hoy pericentral, pero bastante externe
hacia 1930-1040, encontramos la versión popular y em pobrecida del
modelo ante rice: se trata de pequeños edificios com erciales de des
pisos, con locales en la planta baja y residencia en la alta, construidos
en predios estrechos y profundos y que no alcanzan a vein te metros
de frente. Muy a menudo son el resultado de la rem odelación de una
casa tradicional, a la cual se le agregó “ una fa ch a d a "; entonces se
copiaron para el nuevo frontis algunos elementos decorativos tom a­
dos de las obras-modelo de los sectores 1 y 2. Este tipo p rollfera en
diferentes sitios, como en la carrera 13, entre la A venida Jim énez y la
calle 24; varias cuadras abajo del parque de los Periodistas, carreras
4 f, 5* y 6*. lo mismo que en los alrededores de las plazas de Las Cruces
y de San Victorino. Se nota en estas obras la contratación de maes­
tros de obras y de artesanos.
4. Los bastiones residenciales de la clase dirigente, asentados su­
cesivamente en los barrios de Chapinero (años 1920-1930), Teusa-
quiilo (Incluyendo un tramo de la Avenida Caracas en tre calles 34
y 45) (1930-1945) y en El Chicó (1950). Las mansiones a l principio
fueron diseñadas por arquitectos extranjeros y, luego, por ingenieros
y arquitectos formados en el exterior y en la Universidad Nacional.
El m d o lo -tip o es aquel que llama Hernando T éllez “ el palacete fra n ­
cés", con una combinación muy ecléctica y asociando una mescolanza
de elementos, copiados de las casas del Pare Monceau en París, del
Trlanón de Versalles, del Panteón y de la iglesia de L a Madelelne, de
La Opera y de otros modelos parisinos. De frente variable, por lo
general no pasan de dos pisos y la monumentalidad que se busca en
la entrada (porche y escalera), logra destruir la unidad que existia
en la proporción de los volúmenes.
5. La vivienda popular o de capas medias, como las del barrio
Alfonso López, por ejemplo, el cual se pobló entre 1935 y 1945, pre­
senta muchas casas con rasgos del estilo. Varias de ellas fueron
construidas por artesanos que hablan sido maestros o contratistas de
obras suntuarias en los barrios de Chapinero y Teusaqulllo. También
persisten residuos ornamentales del estilo en el “ barrio de los señores
Llévanos, cuyas construcciones han resistido los recientes movimientos
sísmicos", según nos informa la revista Cromos en 1917. El arquetipo lo
constituye una casa común y corriente en planta única, con un frente
de ocho a diez metros en la fachada, de la cual se pegaron un frontón
y unos elementos decorativos en yeso, copiados de 1, 2, 3 y 4 (modelos
aquí reseñados).
A este ciclo “social" del estilo corresponde también una “ regene­
ración y una degeneración", en lo referente a los m ateriales utlli-
dados. Iniciándose con un material suntuoso y de m agnifica aparien­
cia para terminar con otros baratos y ordinarios. Con el Capitolio el
respeto de los cánones copiados llegó hasta el uso exclusivo de la
piedra tallada. Innovación única entonces de Bogotá. Su costo la
hace más escasa en edificios posteriores, en donde se combina con
el ladrillo, por ejemplo, en el Teatro Colón, el palacio de Narifio,

246
y en alguno que otro “ palacete" privado, como aquellos que hoy persis­
ten frente a la terraza Pasteur. En adelante la piedra desaparece,
salvo en alguna que otra mansión excepcional en la Avenida Caracas
y en El Chicó. A principios de siglo ya era de regla la imitación de
la piedra, simulada sobre los nuevos materiales "bastardos" del seudo-
neo-cláslco: el cemento y el ladrillo. En cuanto al aparato de ornamen­
tación ya no eran talladas las molduras, sino hechas en moldes de
madera y yeso, acentuándose asi la vulgarización del seudo neo-clásico
y su marcada decadencia.
En Medeiiin se pudo ooservar cómo una progresión anaioga se
desarrolla "en espiral", a partir de la estación de Clsneros, según
parece, llegando poco después a las mansiones oligárquicas de La
Playa y de los costados del parque de Bolívar, para luego penetrar en
El Prado y Villanueva. Entonces, rápidamente opera la “proletarlza-
clón" del modelo, desaparecen los volúmenes, se empobrecen los espa­
cios y se reducen las especificaciones; sólo quedan ios elementos
decorativos de la fachada, los cuales se riegan en numerosos oarrlos
de obreros y artesanos, que se edifican en las decadas del cuarenta
y del cincuenta en ambas márgenes del rio Medellln. También en
esta ciudad se verifica la reducción progresiva del solar, terminando
con lotes de seis y ocho metros de frente y la disminución en la altura
de las obras.
En Cali el proceso se Inició hacia 1918-1925 con el Teatro Mu­
nicipal y el edificio comercial de Emiliano Otero, en un solar esqui­
nero del parque de Calcedo y sigue hacia 1926-1930 con el Palacio
Nacional, prolongación del edificio Otero y la Gobernación; todas
estas obras alcanzan una altura promedio de 3 y 4 plantas. En los
mismos años 1925-1930, en un reducido anillo central, se construyen
varios edificios de dos y tres plantas, con locales comerciales en el
primer piso y usos residenciales en los pisos altos. Bajando por la
calle 12, hacia el sur, van disminuyendo rápidamente las esp ecu la ­
ciones, pero no la exuberancia decorativa; llegando a Santa Rosa y
San Nicolás, son casas de pequeños comerciantes, de artesanos y
obreros, a las cuales se pegó sobre la fachada una pechera de adornos
con alusiones neo-clásicas; son modestas viviendas con una o dos
plantas, en un lote de seis, ocho y diez metros de ancho sobre la calle.
Mientras tanto, en la década del treinta, la oligarquía caleña se
fortalece en sus exclusivos bastiones residenciales de los barrios El
Centenario y Granada, volviendo a los trlanones, castillos medievales,
palacetes franceses y folies, pero con tal eclecticismo, que ya es difícil
saber si los modelos provienen de Europa o de Chapinero.
Un último paso, hacia 1950-1960 (¿quizá hasta hoy?), en el barrio
obrero de Siloé, laboralmente caracterizado por la presencia de una
gran masa de mineros de carbón y trabajadores de la construcción,
algunos adornan la fachada de sus casas con motivos en baldosines de
color, semejantes a aquellos que decoran "Eli Castillo" Carvajal; otros
cierran un balcón de segunda planta con balaustres de cemento ar­
mado, inspirados en el Teatro Municipal o en el edificio Otero.

247
A H jr a c t t cuAtr

W ' <V‘ t a i » on J e . U rn M V ttrt*

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Modelos teóricos de la tipología "neo-clásica"

En Bucaramanga se identifica una evolución comparable, origi­


nada en el modelo central del Club del Comercio (de P. L. Monticoni,
1920), perfecta copla volumétrica de un palacio italiano y francés,
ocupando todo un costado del parque Santander. Se vuelve un ideal
que plagian sin tardar los grandes comerciantes en la zona central,
pero con una marcada reducción de todas las especificaciones; luego
el modelo sufre otras hibridaciones cuando se adapta a la función
residencial en el barrio Conquistador, elegido por la oligarquía comer­
ciante de la ciudad y, finalmente llega en forma residual hasta los
barrios populares que se edifican durante la década del cincuenta.
En estas viviendas obreras de una sola planta y con un reducido frente
sobre la calle, sólo quedan del “neo-clásico” algunos adornos de la
fachada, pintados en rosado, azul o verde, la decoración del frontón
y alguna que otra comisa con jarrones simulados.
Ultimo ejemplo es Manizales, en donde también el modelo se
origina en edificios públicos, más que todo en la gobernación y la esta­
ción del ferrocarril, los bancos, el palacio episcopal, la alcaldía, los
edificios Sanz y Salazar, el hotel Europa, que van imponiendo el catá­
logo neo-clásico en el centro de la ciudad, entre 1920 y 1930. Resulta
una ironía que mientras en Nueva York se está construyendo el Em­
pire State Buildlng, los ediles firman contrato con John Wootard; al
arquitecto norteamericano no le piden un “skycraper” (rascacielos),
sino un edificio para la gobernación según los patrones del neo-clásico

248
franco-italiano y, para colmo de la ironía, contratan a un arquitecto
francés para edificar cien metros de concreto armado: la catedral.
Quedan como dos chistes crueles, el uno al frente del otro: el rasca­
cielos "gótico” del parisino y el neo-clásico via Estados Unidos. Pero
de este doble desastre todavía se enorgullecen algunos manizalefios
de la vieja guardia, cuando nos acompañan con suma amabilidad por
el centro de la ciudad.
Mientras tanto el modelo neo-clásico, grabado en la mente de los
maestros y artesanos contratados para las obras de la gobernación
o del palacio episcopal, llega a la Esponsión, sigue por la carrera 23
y también baja de la plaza de Bolívar hasta el barrio obrero de
San José.
Con base en los anteriores ejemplos se esbozó una tipología teórica
del desarrollo de dicho modelo (ver Gráfico, página anterior).

Portón oceánico de todos los asaltos colonialistas en Colombia,


Cartagena no podía escapar a los estragos de la invasión “ neo-clásica
francesa” . Pero esta última tendría que admitir la competencia de
numerosas influencias llegando a la bahía, procedentes de las más
diversas latitudes. Estas influencias tienen una temprana expresión
en la quinta de El Cabrero, hacia 1880, y operan en el marco de una
especulación privada de “urbanización” , con la cual una extensa
playa doble (mar y laguna) cae en manos particulares.
Nuevo conquistador del siglo veinte, un emigrante español náu­
frago llega a Cartagena en 1834, abre su tienda en una callejuela, se
casa con una nativa y tiene 17 hijos, de entre los cuales una hija
que, después de años de solterismo, se convierte a los 41 en “la con­
cubina” más famosa de la Historia Patria; tan exitoso en la tienda
como en la cama, el exnáufrago se vuelve el afortunado dueño de un
kilómetro de playas de la nación, en condiciones poco claras. A pro­
pósito de ello, Eduardo Lemaitre pierde su acostumbrada locuacidad
y se torna muv lacónico, limitándose en indicar que la familia Román
era propietaria “de toda la parte de la península que se extiende a la
orilla del mar, hasta Marbella". Y también escribe un señor Daniel
Reyes en el Papel Periódico Ilustrado del 20 de febrero de 1885:
Era en antes un triste caserio de pescadores, con poquísimas y muy pobres
habitaciones; y ya hoy cuenta cerca de 300 habitantes y casas cómodas y
elegantes. La primera de persona respetable que hubo fue la del señor D.
Manuel Román y Picón, construida en el año 1856; muchos años más tarde,
allá por 1873, comenzaron a edificarse otras. La señora Doña Soledad Román
de Núñez, poseedora de la casa que fue de su padre, y de unas dos más, ha
contribuido mucho a despertar el gusto por la residencia allí, y llevado a
cabo obras importantes de mejora y embellecimiento. A su costa formó en
frente de su casa de habitación una bonita plaza .. procuró que en ésta y
el camellón que conduce a la ciudad se estableciera alumbrado público, y
trabaja porque se levante una pequeña iglesia. Además de la citada señora,
tienen casas otras muchas personas de escogido puesto social... El Cabrero
progresa cada día más...

249
Efectivamente, dicha señora consigue hasta un tranvía, es decir
un kilómetro de lerrovia para unas sesenta casas y 3u0 vecinos ••res­
petables” y nunca se vuelve a hablar del “ triste caserío ae pescadores
La primera casa de madera de K a ia el Nunez es la típica cons­
trucción tropical de la época, inspirada en los campamentos norteam e­
ricanos de las empresas mineras, portuarias y ferroviarias. Es un
modelo que entonces íiorece desde California hasta las A non as, y
en las "repúblicas bananeras’ a lo largo de la costa del P a c ific o ; es
una vivienda que poco diliere oe aquellas que se construyen en las
ciudades de Colón y Panama, desde donae el patrón liego a 1a cania;
tendría cierto éxito en los barrios de El Cabrero, L a Popa y en la fase
inicial y popular del futuro barrio Manga. L a quinta de la ram illa
Román se desarrolla en dos plantas y está entejada en zinc, este
m aterial cubriendo también el alero del balcón del segunao piso. Con
remodelaclones sucesivas, en una fotografía de 1922 se observa que
la teja desalojó el zinc y también se agregó el cuerpo posterior hacia
los jardines, presentando éste varias modificaciones estilísticas. En
una etapa posterior, no sabemos cuando, se adicionó un toque francés
con las mansardas, rompiendo la monotonía del pesado techo. En
definitiva, se trata de una construcción imponente por sus dim en­
siones, pero sobria en su decoración y sin excesos ornamentales.
Desde la casa de Rafael Núñez hasta M arbella se abrió la calle
tínica, conformando la espina dorsal del barrio. Entonces surgen sobre
la playa y frente al m ar varias mansiones en ladrillo y cem ento, en
dos plantas, algunas veces muchas de ellas combinando el uso m ixto
de maderas y materiales "duros” . Florece esta tendencia en los años
veinte, tal como lo Indican los medallones frontales con fecha gra­
bada; estas quintas, por lo general, reproducen el patrón llamado del
“ palacete francés” , pero con diversos tipos de “nacionalización” y
variadas interpretaciones folclóricas y tropicales. No obstante, se m an­
tienen en los parámetros de cierta sobriedad ornamental, destacándose
como novedoso material de cubierta una teja cuadrada en cemento
y colocada en rombo. L a mayoría de estas casas respetan el retroceso
de un antejardín, prolongado por la escalera axial de entrada y fo r­
mando un pórtico con columnata. Sin embargo, algunas presentan un
corredor frontal abierto, con columnas, que se comunica directamente
con el espacio público del andén.
Mientras tanto se copó rápidamente la capacidad espacial de la
estrecha playa, pero sigue la demanda de las quintas suburbanas,
por parte del creciente sector de los más adinerados comerciantes e in ­
dustriales cartageneros. Entonces es cuando surge el barrio de Manga.
Hoy Manga presenta el aspecto de una especie de Chapinero
caribeño, igual estado decadente y ruinoso, con múltiples heridas y
evidentes huellas de decrepitud, además, muestra indicios de marcada
“ proletarización” ; en definitiva, reúne todos los sin tomas de deterioro
social y estético. Sin embargo, la isla no tiene unidad estilística y una
“ lectura” atenta permite reconstruir la cronología de su desarrollo
espacial y social; todavía existen unos ranchos populares de principios

250
de siglo, construidos en maderas y techados con zin c; según las p r i­
m era s fo to g ra fía s , in icialm en te estaban cubiertos con p aja. A una
cu adra de distan cia contrastan las prim eras m ansiones de gran
tam año, p ero tam bién de m adera y zinc, tip o El Cabrero, al lado
están las suntuosas quintas de la danza de los m illones. P o r últim o,
en los años 30 se regresa a una elegancia mas discreta, con los "p a la ­
cetes fran ceses” con frecuencia de dos plantas.
Lias diversas fu en tes cónsullaaas no coinciden, en cuanto a la
fe c h a o e parcela ción y construcción de las prim eras m ansiones y q u in ­
tas. ¡según parece, lo que impulso la especulación fu e la construcción
d el n u evo acueducto de la ciudad, contrato firm a d o en i9uo p o r e i
gob ern a d or Enrique R om án (u n h ijo del naufrago español) con un
in g e n ie ro inglés. Es de presum ir que se dio entonces un m arcado
au ge a la construcción, pues en el mismo año entra a produ cir la
p rim era fa b rica m oderna de ladridos y mosaicos, wu sauemos en que
a n o se unió el oarrlo M a n ga con la ciudad por m edio de un puente,
e l pu en te Kom an, continuando con la calle del mismo nom ore, ia cual
lle v a a la casa Rom án. H acia 1910-1915 el dueño de la ísia in icia 1a
operación , divid ién d ola en amplias manzanas rectangulares, alcan ­
zan do h asta ZOO x 300 metros, parceladas en supersolares de 4.000
y h asta 5.U00 m etros cuadrados, en las cuales se construyen luego
unas m ansiones gigantescas, ocupando hasta 500 m etros cuadrados
en la p rim era planta.
Según ciertas fuentes, el barrio fue diseñado en la lo por el m ism o
“ a iicio n a d o a la arquitectura” que proyectó el m ercado de G etsem anl
en 1904 y el tea tro Heredla en 1911. Para este últim o proyecto una
“ Ju nta del tea tro ” , presidida por el imprescindible Enrique Rom án,
d ecid ió m an dar al “ aficionado” a La Habana para estudiar el m odelo
del tea tro T a có n y construir en Cartagena “ una réplica tam añ o m e ­
n o r” . F ren te a esta epidem ia de teatros sacudiendo el país (B ogotá,
Pasto, Popayán, Cali, Buga, Barranquilla, M edellin, M anizales, C ar­
tagen a, etc .), quiza los futuros historiadores de este arte concluirán
señ alando un m arcado auge del teatro nacional, en los años vein te.
P ero resulta que no había una sola compañía nacional y el único
propósito de la oligarquía de los importadores, era disponer de un
recin to exclusivo para las escasas presentaciones de algunas co m ­
pañías extranjeras, tam bién importadas y pasando ocasionalm ente
p or el trópico.
En esta ciudad, la menos colombiana y la más cosm opolita del
país, resulta una ironía considerar hoy las mansiones de M an ga com o
“ patrim on io histórico n acion al"; de espaldas al país, M an ga surgió
precisam ente de un tajante rechazo a lo nacional. “ P o t p o u rrl" de
las m ás discordantes y exóticas modas arquitectónicas que algún
d ía llegaron al puerto, el barrio es el museo acusador de todas las
dependencias, la estampa de la sumisión y de la carencia del sentido
nacional de una clase social. El barrio se parece a la v itrin a de la
pastelería el día en que se exhiben ponqués de prim era com unión:
pura fantasía, por lo tanto carece por completo de seriedad y asi se

251
debe considerar. Pero más allá de una broma de m al gusto, también
refleja un momento social y eso es lo que aqui se quiere destacar.
Pues no podemos olvidar que el cosmopolitismo apátrida de sus m a g­
nates se exhibe con descarado impudor, en el momento mismo que el
proletariado de Cartagena les da lecciones de nacionalismo antico-
lonlallsta.
Algo igual ocurre con los autores de los proyectos: europeos unos,
indígenas otros, bien sean empíricos o con form ación académica, les
arquitectos se divierten con esta culinaria form alista y constructiva:
cocinan sancochos costeños, mezclando los más diversos ingredientes
acumulados en dos m il años de arquitectura universal, aquí conden-
sados y revueltos en los trescientos metros cuadrados de una ‘ quinta".
Entonces, solicitado por los más ricos comerciantes e industriales
de la colonia internacional locai, y ejecutado por arquitectos extran­
jeros (Badenes, Aquer, Pedro Malabet, Maertens, Lelarge, etc.), M anga
seria soclalmente oligárquico, y extranjerizante en sus ideales estéticos.
Efím ero barrio de la danza de los millones, es quizá su m áxim o pro­
ducto urbano concentrado en diez manzanas. Más allá de sus "orom as
arquitectónicas” , es algo más que un inofensivo museo de la m egalo­
manía para ahorrar un viaje a Disneyworld; su agresiva y provoca­
dora exhibición de vulgaridad individualista, llevada hasta los extre­
mos de la incultura y del narcisismo, lo convierten en testigo de una
época y de una sociedad.
La estética form al de las quintas de Manga no podía ser sino el
reilejo del gusto y de las aspiraciones de sus moradores. Es el bazar
de un mercado persa, con sus bungalows recordando vagam ente a las
colonias antillanas Inglesas y holandesas, unas villas para balnearios
mediterráneos, alguno que otro chalet o castillo de dudosa filiación,
mezquitas andaluzas, ya con ventiladores eléctricos, victrolas y varia­
dos injertos de padres desconocidos; están los préstamos del bizantino,
del románico y del gótico, del barroco y del rococó, y unos residuos
del moribundo neo-clásico francés. Mercaderes o pillos, ruilanes algu­
nos, pero todos ignorantes y pretenciosos, los propietarios importaban
por igual carabinas Remington o 6.000 franelas para equipar algún
ejército, conservador o liberal según el caso, una estatua del Liber­
tador en Italia, angelitos de yeso en Florencia, rejas metálicas y
verjas compradas a empresas especializadas en Francia o Alemania.
Asi vemos el curioso concubinato entre los materiales vernáculos como
las maderas, alguno que otro aparato de piedra en un portón, algunas
paredes en ladrillo a la vista, y una abundancia de elementos exóticos
e importados, como son el cemento y la hojalata, el hierro para con­
creto, el vidrio, el zinc y el mármol de Italia, de donde también llegan
baldosines y mosaicos decorativos. En esta competencia de barbaría­
mos e idiotismos arquitectónicos, se distingue la mansión de Enrique
Román. El hijo del náufrago español habla prosperado en los más
diversos negocios comerciales y de bienes ralees; llevaba también una
prolongada carrera política, siendo gobernador de la provincia en cinco
periodos entre 1892 y 1923. Su mansión en Manga surgió de la mente

252
de un arquitecto extranjero y presenta la máxima mescolanza esti­
lística que se pueda concebir, en un verdadero reto a la unidad; es
como una mezquita, pero antillana, mansardas dominando unas arca­
das seudomorlscas con cemento y hierro, columnltas agrupadas de
dos y tres fustes supuestamente románicas, pero con capiteles carga­
dos de acantos romanos o de frisos griegos, molduras y celosías mol­
deadas en concreto unas y en yeso otras, y una decoración interior
“ con azulejos traídos desde Sevilla". Pero este "bric á brac", evocando
la tienda de antigüedades, deslumbra a un vecino, que contrata al
mismo arquitecto para diseñar algo similar.
Según algunas fuentes, se hablan radicado en Cartagena el belga
Joseph Maertens y el francés Gastón Lelarge. El primero proyectó
el Banco de la República y el segundo diseñó la cúpula de San Pedro
Claver y el Club Cartagena. Ya el modelo Ideológico de Manga está
atravendo una capa social subyugada, pero menos adinerada; mucho
más sobrias y discretas, adquiriendo con su unidad una cierta ele­
gancia, algunas de las casas que diseñaron son de las pocas que se
salvan del ridiculo.

* • »

Pero es preciso profundizar las Indagaciones, para entender los


merar^smos de propagación y de transmisión de la “nueva arquitec­
tura” v entonces se hace indispensable insistir sobre el papel de men­
sajeros, que cumplen los protagonistas directos de la obra, los que
la proyectan y la diseñan: arquitectos o Ingenieros y los mismos
constructores, artesanos, ebanistas y maestos de la obra.
Estos agentes, una vez adquirida cierta experiencia y pericia por
medio de una "obra maestra" contratada desde “arriba", son muy
solicitados por los de “abajo” pidiendo algo de Igual prestigio y, al
revés, diseñando o construyendo por los de “abajo", actúan como sus
consejeros. Se refieren a tal detalle, particularmente elegante, de la
casa de don fulano o les recomiendan determinado elemento “ de
buen gusto" que exigió sutano. Además, estos elementos formales
de la plástica arquitectónica son aquellos que diariamente, cami­
nando por la calle, admiran los futuros clientes sobre la fachada de
les residencias de los más prestigiosos ciudadanos.
Aoul merece rescatarse del olvido la personalidad de un auto­
didacta vallecaucano, Enrioue Flgueroa. nacido en Buga en 1884. De
fam ilia pobre, emigra en 1906 a Panamá en donde se emplea como
carpintero en las obras del canal. AHI logra tener su propio taller de
carpintería con una maquinaria importada de Europa, se familiariza
con la construcción de residencias y la decoración de fachadas en
madera, copiando los motivos en libros italianos y franceses; no olvida
fotografiar unos detalles del sistema de encofrado del concreto, aue
se utiliza en la construcción de las esclusas; regresa a Buga en 1922,
por ferrocarril, ciudad donde ya existen casas distribuidoras de ce­

253
mentó y de hierro. Durante los siguientes diez anos se dedicará a
construir numerosas residencias y edificios civiles y a ornamentar
fachadas en Tuluá y Buga.
¿Su fuente de Inspiración? Tarjetas postales que le llegan de
Austria y de Florencia, fotografías de teatros italianos y libros fran­
ceses, destinados a la enseñanza de la historia de la arquitectura
clásica, publicados en París hacia 1000.
Es asi que el arquitecto-autodidacta Enrique Flgueroa no destruye
los moldes que fabricó para los frisos y capiteles del Teatro Municipal.
Poco después son solicitados por otros clientes y entonces son reutl-
llsados, en forma más modesta —y más agresiva— , para los adornos
de fachadas residenciales de algunos comerciantes, particularmente
ricos. En Popayán el autodidacta Dueñas, una vea terminada la ca­
tedral, también rcutlltca en otras obras algunos de sus elementos
decorativos. En Mantéales, cuando construye su propia casa, el maes­
tro contratado por John Wootard recuerda lo que aprendió constru­
yendo la gobernación y luego, en el barrio, el modelo ya no es la
gobernación sino la casa del maestro.
M is díctente aún, es el caso de Frnnclsco Osplna Bernal. veterano
y precursor del concreto en la arquitectura del Valle. Es nieto de
colonos antloqueños que logran formar grandes haciendas de ganado
en los antiguos resguardos de Guasca, en Cundlnamarca. Convertidos
en ricos hacendados, los padres mandan a los hijos a estudiar a B o­
gotá o a Estados Unidos y es asi como Francisco se gradúa de inge­
niero civil en 1917, en la Universidad Nacional: entró en servicio de
"El Canal", luego del ferrocarril que une a Cali con el mar. y la
gobernación está gestionando un préstamo con bancos de Nueva
York y licitaciones con firmas norteamericanas e Inglesas para la
construcción de un muelle moderno en el puerto de Buenaventura;
están penetrando olas de comerciantes extranjeros y en los pueblos
cafeteros se erigen fortunas, con el negocio del grano. En 1918 el
i oven ingeniero se dirige a Cali, en donde se habla establecido su
hermano Sebastián, contratista del ferrocarril del Pacifico: nlU Fran­
cisco se asocia con un arquitecto caleño y durante los siguientes veinte
»>ñns los dos socios Impulsan la nuevas técnicas de construcción e
‘monnen un estilo.
Se entrevistó a Francisco Osplna Bernal en Cali y, a pesar de sus
85 años, este pionero de la arquitectura moderna conservaba Intacta
su memoria:
¿El ladrillo cocido?. Bueno ya en 1820 habla d o s f á b r i c a s e n C a l i ; u n
galpón estaba en San Fem ando, y también habla u n a l a d r i l l e r a e n S a n t a
Mónita, en este barrio que hov llaman los Cristales .
¿El cemento' .. Desde 1915, creo yo. funcionaba l a f á b r i c a D i a m a n t e
en B ogotá. . . Pero no existia la vta por A rm e n ia .. . C ó m o l e p a r e c e q u e
aquí en C ali resultaba más barato im portarlo . . . Venia de D i n a m a r c a y d e
Estados Unidos, en sacos de lona y llegaba aquí p o r t r e n , d e s d e B u e n a v e n ­
tura . . .
¿El h ie rro ? ... F íjese que el prim er puente q u e c o n s t r u í , a q u í e n R i o -
claro, fue con varillas de una pulgada por u n c u a r t o , q u e s e r v í a n p a r a h e r r a ­
duras de muías . . . Venían en rollos desde Estados U n i d o s , e n b a r c o p r i m e r o

254
La Plata d t la ConiUtuelAn en Cali haría IOI

y en tren desde Buenaventura. Me acuerdo que el hierro que se utilizó para


unas obras en el acueducto, eran rieles que sobraron del Ferrocarril del
Pacifico.
¿La hojalata? . . . También venia de Estados Unidos ya prensada, así con
sus relieves y sus dibujos y sus rosetones, la utilicé aquí, en los cielos rasos
de un edificio que construimos en 1920, a la esquina de la calle 11 con ca­
rrera novena, para los hermanos Restrepo.
¿El e s tilo ? . . . Es que en la Facultad, en esa época, todos éramos muy
influenciados por el estilo francés. Renacentista lo llamaban y también por
e l estilo francés clásico. . . Nosotros consultábamos las revistas europeas,
francesas, algunos teníamos suscripciones . . .
¿Los clientes? . . . En esa época todos los individuos que hacían plata eran
comerciantes. . Construimos el edificio Daccour; Daccour era un libanés
que iba de casa en casa con una maleta, vendiendo mercancías... Después
fue el edificio Restrepo Hermanos, eran Importadores de telas. Tenían el
almacén en la planta baja y dos casas en la parte alta para Juancho y Don
Pepe. . Después construimos el Edificio Otero, en el 23 creo, Emiliano Otero
ae llamaba; era una persona con gran parte de sangre negra, muy hábil para
los negocios; importaba mercancías, telas de Inglaterra, etc. . . .
En Cali, durante varias conversaciones que sostuvimos con Fran­
cisco Osplna Bernal, este precursor local de "La arquitectura francesa
neo-renacentista” también insistid en el carácter publicitario que
adquirieron sus primeros proyectos del Teatro Municipal y del edificio
del comerciante-importador Emiliano Otero, por lo que estas obras
toman un valor de ejemplo y se tornan en modelo para nuevns cons­
trucciones. Terminado el edificio Otero surge a su lado el Palacio
Nacional, diseñado por un Italiano, perfecto exponente arquitectó­
nico de la "danza de los millones” y que hace poco reseñaba un perio­
dista en estos términos:
Entre las más valiosas obras de la arquitectura renacentista, de aue justa­
mente puede ufanarse la ciudad de Cali, ae encuentra el Palacio Nacional
de Justicia, cuya construcción se Inició el día 15 de febrero de 1926. cuando
ejercía el cargo de Presidente de la República el doctor Pedro N el Osnina
Los planos de la importante construcción levantada en la antigua Plaza de la
Constitución — hoy de Cayzedo— fueron proyectados por el prestigioso inge­
niero italiano Yovanni Lignarolo, quien para tal efecto fuera contratado por
el gobierno nacional de esa época. Su estilo arquitectónico es realmente ma­
ravilloso y se dice que dos edificios similares se yerguen airosos en las ciu­
dades europeas de París y Bruselas.

255
m a n t e n e r _a i« m e o i d h h a y d 0 0 jp1* * * » * & tíZÍZI l ü ■ fflB H fim
codo ceremonia, por a q a n d o i
Oocre d afio 1996 y cao estas «los obras se nota, aUrefirdanr deíl par-
qne. e l desasante de la azqoiteetazx tzad&tínnalL Un costado
co m p ite con los vcstíglas i i i i m s y a s n s to k ia . heredados de la
Onlnnfa espafiofia; pero ae acaba nuy pnado la **tMW'* * ib n n ‘ y
coando se reanada. quince aftas b ú tarde, es bajo los dedadas de
otra ortm tartán “ta ltn a T . Poco después, d “restado francés* se ba
▼netto arcaico y qneda apftattado por la mrmltara de fias afinas este mir­
laras metálicas y de concreto de la arquáteetara iimiiitir ■imniruni

• • •

Arquitectos n rtfltn s como Dnefias en Popayán. Btairiqoe Fbgneroa


en Basa. Francisco Ospcna ea Ga3 y “t í afScbonador ¿aspe en Carta­
gena. se vieron con fiar el d a d o de obras de cierta magostad. P ero
en las d a ta d a satas peqaefias. a fia swrbra de los antas pcestígSaeas
profesionales extranjeros. generafimeate exrTafidns defi marco de la
plaza y trabajando ec las r a fia adyacente» y en los barrios peri­
centrales. sargfieron las nazaaerasat profleCarias arde. Eraos del o e o -d id e o
“popular*- Pensaaaos qne merece ¡acatarse fia memoria de estos sen­
... B«a*irriai fes gciaaagqg ntwdhu per d in fB É c n ptoftctata. * Uceó cillas artesanos y maestras de obras cns se dedicaron «tarante decenios
m Ib eoBdanía óe qw d eü © indicada pan levantar la abra se- poda ser a la t ta n ir a ornamental de saqafüaje femrtfcaii qns- afin üfisirnrara Unas
acjÍK. Se trataba de aaa oapactaale oaMncoáB ea pitar an aaa de la ancianos “ Tisis cagas de ¿tachada”’. S I trabajo cambsttfca en pegar (fifierafi-
andad j p e "W r m 4r a p A * p m ó t i oa el campo arpaBcdáBaT.
m ente) sotare ana *-*^»»»**» ■wWiyB» o irtuuSa en taaBmreqpe. adotae o
. .. Mecerá lattean r d tacha de qae p a n fia caaafcnaecaón fne a r m n o
■■portar d caneos» dd e U n q o e . de la ffamnaa a a r a ‘ A lta T . d caal tapia «n niuero fwn t a en fiadsfflUlo: este material bajo on
t « á «acancei te t a n ta » a a t h d a y o A a ft o i de tal a a a e n epae b b p a d t n reiuque en sobre el cnal se eofloca&a después tuna abu ndante
p u d rir d apea n r a a . Adeaaás se f w f n « p a n d tectaa anas teja» u p e deeoratidn * « ■■» * » d d > *«*»"r* aeo-dádeo. mnMeada en guaciera y
entes tas caatas creabas fatmeadas a base de ana aSesaissn de cabré qne les yeso, para «w h i r ja obra fia ffarhwftr con Das peineras
tata p — Caneza y s a n de {amafia r t f^ o r q n e n p a ****»« maestría p a n
sa caiacaenc: dkbas tejas otaban p m é x a t a t caatn tada dase de m de- pintaras q ita d c u inir;-1"*1»***»
a t n t a i y dabas aBayar taqtae de oté d ra araBBtctaaca. ?fr? cbáquiinqiiiita ¡—¡m**"» en el aectatr central *Ttas rasas de ffa-
(S e a g itp qoe ana paite dd edfflrto está techada con p lic a i de ctaada“. pero se j obee sa principal atator Se Iop 6 estaUCaas
hojalata prensada, cao «n n o ü v» en relieve dnudando tejas en U .j qoe Ládano Hernández «u esta efcndid en 1966. donde murió
en 1962. no «****» on afio de esfrudtas pefimarfos c a n d o fizridáu
Sha «sabaras. tal maro m i t caamameaie can a ta dase de praytc- m y joven y »—’"*» «y sa larga cañera de remas» i _ m »t
n cnaada d M aoa st balitaba ea obra aten, taa trabajas d d s n aar aaa*
Sentada» par falta de áatra E¿Co oenrrié debida a la depresor» sananica tarde, tacctao maestro tmdependBente furrvia alarmaos y ayudantes: con­
ptadaeáda por la baja «eitiu l ea taa pnciaa enterra» dd café, caaada éste serva —y moldes de madera —trisar qtse Plgoeroa— y los aaa en forma
caaatatañ j tanaca baaden de eapaetacnm deS roéis cw w fimmnám. de ecaoomáa re petitiva en numerosos otaras. A s í. durante vetaste aftas se dedica a las
Es de anafes qpar pan la «aantransúa de las «— <"j« dd ■* * » ¡+ w reformas de las "caras de fiadsada'*'. en ta piVaia de JnlBo Pfiirez ▼ sos
secesma» rata n ia esapleada» mmtrartane» de aadanaltidad ■*»!>««—» y »>»-
pbanade raFiffradn Las pnecrmi y iiit w a fiaeraa fabricada* n las me- alrededores: adqalere Qnm-» en el gg»mño de fias caaaerdantes y refbenoa
jtn s « a t e a» de cedro par chaman» ratatana Pterc- las cerrada»as tiunláfiii los principales Bi—a » de fia carrera déc.aiz por ’******* de
mrprrtaiai de la<fd»nm y pese a qpe han li ta» n i sita a s ta s m e» taita g « » “ vitrina firancesa*. con Tá^nt-'as y rejas metálicas. Bosta hacer boy
d tai de m iadaBacron. a p ta proande a n s ia, la p n demmstra n un recorrido arfaena, partiendo de la KatarLde» del V taiu ein lL para
ábaáaa ceütaadL
localizar la f nente de inspEzaddn del maestro en la obra de ih ifW
Es UCD d prvndmTi! Ecssqos (K aja H *rrm s d ía S a is e 2a Es b o d a 193T-1926 coa indo el artesano ejetóla sa m is prestfieluao con­
paternidad de£ traagarando n palsiriio del c o l so trato: la “cajo de fachada-" de dos pitantes, en plena pitazo de JaBo
Pedro Xeft Copina habla colocado lo gstmega piedra en 1936. P a n FKtaez. oae el rico hacendado ganadero- RrH» g»_

2S6 257
gulendo una moda de la época, Hernández no olvida grabar las in i­
ciales RR en el medallón del ático. Term inada la obra, incrusta en
ia pared una placa metálica en la cual se lee:
Luciano Hernández, constructor y planista.
A la orilla del rio Cauca, en Cartago, se pudo reconstruir ia tra-
yectoria de otro artesano vulgartsador del “ neo-clásico francés" y
especialista en remodelación de fachadas". Recordemos que en los
aftos 1020-1030 disfruta de una posición privilegiada, entre las cordi­
lleras y el mar, para la exportación cafetera hacia Buenaventura;
con ia navegación fluvial de barcos de vapor, entre La V irginia y Cali,
la carretera del Qulndto y el punto de enlace de los ferrocarriles de
Antioquta, Caldas y Pacifico, se reactiva el papel comercial de la
ciudad. Be radican en Cartago unos prósperos comerciantes, pero en
casas de dos plantas del siglo X IX y bastante deterioradas; no se
aventuran a reconstruirlas completamente, pero desean reform as para
mejorar su aspecto exterior a lo menos, por ejem plo, cambiando la
fachada Es cuando llega Alvares. Estamos contem plando la fachada
"griega-rom ana" de un edificio de dos plantas -—almacén abajo, v i­
vienda arriba— en un solar de diez metros de frente, entonces un
anciano sale de su tienda. Designando la casa, dice:
E s t a fachada que ustedes están m i r a n d o , f u e h e c h a en el año 28,.. SI en el
28 . ¿ y « a b e qué? c o s i ó M p e s o s . E r a d e u n señor que tenia un granero
aquí a b a l o e n la p r i m e r a p l a n t a Y la f a c h a d a d e la casa de la esquina, al
f r e n t e d e l t e m p l o ¿ l a v i e r o n ? E s t a c a s a e r a d e los Rubianos. que tenían aquí
su s a lm a c e n U - s y v i v í a n a r r i b a Y v i o l a f e c h a grabada arriba: 1932. Bueno,
e s t a f a c h a d a c o s t ó 2 0 p e s o s . . . Y o c o n o c í el maestro que hizo estas fachadas,
u n g e n i o ¿ n o ? E r a u n p a is a q u e v i n o d e Antioquia, s e llamaba Alvares, se
m e o lv id o e l n o m b re . A lv a r e s e ra su a p e llid o E l e r a nativo de Fredonia
p e r o d e m u c h a c h o m f u e p a r a M e d e l l i n y allá s e enganchó de ayudante en
o b ra s d e c o n s tr u c c ió n H a s t a q u e luego lo contrató un ingeniero. Y trabaió
m u c h o t i e m p o c o n él. a p r e n d i ó e l o f i c i o d e hacer fachadas. Entonces cuando
s u p o h a c e r fa c h a d a s s e independizó y s e v i n o a aventurar al Valla. Es que
á! e r a u n a n d a r i e g o , d e e s t o s p a is a s q u e a n d a n buscando la vida . ,
E n t o n c e s p r o p u s o a e s t e señor d e l granero, con su casa viaja, que le hada
u n a fa c h a d a b o n i t a ; y s e l a h i t o L o v i yo cómo trabajaba, era muy traba­
j a d o r ; c l a r o q u e t e n i a á l u n o s a y u d a n t e s , pero trabajaba hasta de noche ...
L e p i d i e r o n o t r o s u n a f a c h a d a n u e v a , e h i a o m u c h a s en Cartago, una en
la 7* c o n 11. o t r a e n l e 12, u n a a b a j o d e l p a r q u e , la del colegio modelo, y
e n la e s q u in a d e l h o t e l l a f a c h a d a d e l a e s c u e l a también la hizo él; de él
t a m b i é n es la fa c h a d a d e la E s t a c i ó n d e l F e r r o c a r r i l al n o estoy mal ... Bueno
b i s o c o m o d i e z fa c h a d a s y d e s p u é s s e f u e , c r e o q u e en e l 25 Se fue para
T u l u á d o n d e h i z o fa c h a d a s , y l u e g o s e f u e a P e l m i r a e n donde hizo otras...
A q u í n o v o l v i ó E s q u e e r a é l u n a n d a r i e g o , p e r o u n maestro, un genio ¿no
le p a rece? A lv a r e s t e U a m tb a .,

Ahora bien, el carácter vasallo del estilo "neo-clásico" en Colom*


b u no solamente se expresa por medio de su subordinación a la Im ­
portación de arquitectos extranjeros y de materiales exóticos, tecno­
logías Innovadoras y de "ruptura". También se verifica en el mismo
catálogo de la tipología de obras:
a) Con los nuevos edificios públicos administrativos, los gober­
nantes quieren presentar a los empresarios, Inversionistas y banqueros
europeos y norteamericanos una Imagen distinta del país y del Es-

2SQ
lado, un rostro progresista y modernista: “civilizado", Y asi lo dicen,
en múltiples oportunidades, para legitimar una obra.
b) Ciertas obras se dirigen explícitamente, y casi exclusivamente,
hacia usuarios extranjeros, también para que "tengan una buena opi­
nión de nuestro pala". Es el caso de los numerosos hoteles "de turis­
mo", los cuales florecen hada 1910-1940 en muchos centros, como
complemento indispensable del negocio de Importación-exportación y
a veces en los lugares más insólitos y menos turísticos del país.
c ) Paradigma de un grupo social adinerado pero Inculto, el catá­
logo neo-clásico, privilegia la fiesta pero Ignora la cultura, Su reper­
torio incluye aquí o allá algún teatro pagado por la oligarquía local
para su deleita exclusivo o un club cerrado, para sus más estrambóticos
bailes, pero no dejarla ni una universidad, ni una biblioteca, ni un
solo museo.
Sumadas todas estas condiciones y circunstancias, la transferencia
del neo-clásico en el trópico lo convierta inavitablementa en una ar­
quitectura "pechera" y vltrinera, que apunta hacia las apariencias,
pero no considera los volúmenes y no Involucra la totalidad de la
obra. Es que los negociantes costeños y anttoquefios que admiran los
edificios de la rué (calle) de Rlchelleu, de Vlena, de las avenidas de
Florencia y de Milán, sólo los contemplan desde e| exterior, sin usar­
los; en forma Igual, son fachadas sobre el bulevar lo que muestran
las tarjetas postales que Inspiran a los ingenieros nacionales. Se usa­
ban hacia 1800 en las academias europeas los libros de historia de la
arquitectura, que consiguen en la década de 1920 los autodidactas
colombianos' estos últimos admiran unas láminas dedicadas a los
repertorios de la decoración de fachadas, sucedléndose en su orden,
el arte romano-griego y luego el románico, el gótico, el renacentista,
hasta el más reciente. Con la Ingenuidad de su total ignorancia, el
proyectista mesclará alegremente tan heterogéneos elementos en una
misma obra.
Y, en definitiva, los clientes son aún más cándidos y poco exi­
gentes: al fin y al cabo sólo quieren mostrar lo que tienen y demos­
trar lo que son Por lo demás, detrás de la pechera de yeso azuloso,
Adentro su modo de vida sigue Igual, por lo que se conservan Inva­
riables los espacios Internos tradicionales. Se ostenta, en lugar de
usarse una aroultectura concebida menos para la comodidad del usua­
rio, que para la admiración de sus vecinos. Pensada como un espec­
táculo exterior para el paseante callejero, la quinta muy a menudo
presenta una complicada volumetria de fachada, de la cual resultan
espacios Interiores Incómodos o Inutilizabas y que estorban a sus
nroofos ocupantes. Asi que, con pocas excepciones, algunos edificios
públicos y una que otra residencia, el "neo-clásico andino" será
esencialmente un repertorio de decoración de fachadas con chaperías,
actuando a la manera del lustrabotas que brilla la punta del zapato,
pero desdeña la parte posterior.
Ilustración de lo anterior, quizá una biografía tipo, es aquella de
don Emiliano Otero, perfecto arquetipo de un "self made man" (hecho

259
a si mismo) valluno de principios de siglo: de extracción popular y
nacido en una familia muy pobre, se le califica de "autodidacta",
eufemismo que debemos entender por “iletrado"; soltero hasta los
cuarenta años, se casa en 1907; en esa época es vendedor ("empleado
de mostrador1') del mejor almacén de Cali, ubicado en una esquina
del parque y propiedad del principal importador de mercancías
europeas, el italiano Alfonso Menottl. Entonces el empleado reside
“ en los altos" del almacén, pero a los pocos afios alcanza el cargo
de gerente del negocio; es cuando logra comprar al frente del alma­
cén, en el costado oriental del parque, una casa esquinera muy ve­
tusta. En viaje de negocios, visita a París en 1914 y regresa a Co­
lombia con fotografías externas de un edificio parisino esquinero, que
lo dejó deslumbrado. En Cali abre su propio almacén y en el afio
1925 contrata a los ingenieros que diseñaron el Teatro Municipal,
les pide proyectar el edificio de las fotografías “que debe ser el pri­
mero, el mejor y el más bello edificio de la ciudad” ; para la obra se
importan el hierro y el cemento y para los acabados es preciso con­
tratar, en Bogotá, a los artesanos expertos en moldes de yeso, que
se usan en la decoración externa; también de la capital vienen los
ebanistas encargados de las puertas y de las ventanas. En 1928 se
Inaugura este edificio comercial, lo mismo que la futura residencia
de la familia Otero, Villa María, otro recargado catálogo "neo-clásico’’
ubicado en el nuevo barrio Granada y considerada por un cronista
local, como "la primera quinta realmente elegante” . Según Fran­
cisco Osplna Bemal, proyectista del Teatro Municipal y del edificio
Otero, esta última obra fue el producto "del simple antojo de un
cliente adinerado que se impresionó en un viaje a Paris, quiso obtener
una renta y lo único que le importó fue la fachada” .
Importador, don Emiliano Otero habla traído al país, al igual que
las telas de Inglaterra, el champagne francés y la fotografía de un
seductivo edificio parisino: la arquitectura se convertía en otro pro­
ducto de su importación. Asi llegaba a Colombia en 1920, como revo­
lucionarla-novedad, lo que no era sino un arcaísmo en Europa.
Más al margen de la tradición, y negándola, cayó en estas tierras en
forma accidental, como una pagoda china en la plaza de San Pedro.
Sin raíces nacionales, sin elaboración ni maduración y carente de
asimilación el nuevo estilo se redujo a los dudosos plagios de un voca­
bulario elemental y apócrifo. Acogiéndose sus más espectaculares re­
siduos, el "neo-clásico andino” no podía ser más que un mero revoque
de frontis, procurando cambiar la cara o adornar el rostro; con los
artificios de múltiples pacotillas, el edificio se colocaba una máscara
y asi se integraba a los carnavales de la calle. Se llegó hasta con­
fundir con arquitectura lo que no era sino decoración, a lo sumo una
arquitectura del simulacro y del maquillaje: una arquitectura a lo
Max Factor.
Pero esta avalancha internacional de "importaciones" iba a aplas­
tar una naciente perspectiva nacional. Haciendo el balance del neo­
clásico en Colombia, lo que si podemos lamentar es que esta importa-

260
ción cosmopolita y apatrida, con la fuerza de modelo ideológico que
fue adquiriendo, quebró de una vez por todas la perspectiva de una
creación popular auténticamente nacional, la cual estaba gestándose,
en estado de semilla, en el saber autodidacta y la práctica de los
carpinteros, albañiles, ebanistas, oficiales, constructores y maestros
de obra, que surgieron de la ola colonizadora. 7a en muchas ciu­
dades nacientes de las cordilleras, las casas urbanas de los colonos
estaban rompiendo la reclusión ahogante de la casa-claustro colonial.
Algo genuino y nacional Iba a derrumbar al modelo español, pero la
poderosa ideología dominante se impuso y trancó este potencial: esta
promesa fue castrada, periclitó antes de germinar.

261
C A PITU LO V

LA COLONIZACION DEL ATRATO

I M c a p itu lo l in t e l ! l a un a p a r t e d e I*
In v e e tlp a c ló n d ir ig id a p o r O U m a M o t "
q u e ra T o r r e e y d e d ic a d a a lo e h d b lto u
y a la v iv ie n d a d e l r i o A í r a l o ,
Ahora bien, si los desmonte» de baldíos de laderas y la Introduc­
ción del cafeto caracterizan la principal corriente de colonización
agraria, ni las vertientes de las cordilleras, ni el café conforman la
totalidad del escenario de la gran gesta campesina. Pero varias razo*
nos contribuyeron a privilegiar, en la historiografía económica y
agraria, a la zona central del país, asociando altmpra laderas con café
e Ignorando o despreciando a otras corrientes, reglones, motivaciones y
productos. Ocurre con alguna frecuencia que la obra de un escritor
tenga un destino sorpresivo y un uso social, bien sea mercantil, político
o Ideológico, muy distinto a los propósitos que motivaron a su autor,
y en este sentido resulta ejemplar lo que ocurrió al geógrafo norte*
americano 1. J. Parsons: su manyo dedicado a la colonización cafetera
central adquirió en muy poco tiempo en Colombia, particularmente
en loe circuios antloqueAos cultos, una merecida fama; en seguí*
da un efecto "bíblico", Al poco tiempo habla producido una nota­
ble esclerosis de la Investigación y una verdadera parálisis del pen­
samiento; novedoso su trabajo cuando apareció, hacia 1960, se con­
virtió en la "primera piedra" para la construcción do un edificio
apologético de la "colonización antloqucAa", vista con lentes rosados.
Su carácter neutral y acrltlco hacia del libro el óptimo basamento para
edificar un monumento al mito colonizador, que entonces necesitaba
la oligarquía que estaba manejando al país desde el palacio y la
Federación Nacional de Cafeteras, desde las grandes plantaciones ex­
portadoras de Antloqula y Caldas. Desbordando el propósito del autor
—hasta se alteró su texto original con adiciones hechas por un In­
dígena—, muy rápidamente, en los circuios cultos el término coloni­
zación ee tornó sinónimo de "cafetera" y de "antloquefla", Además,
aparecía como algo histórico pero del pasado, un acontecimiento más
o menos folclórico que habla sucedido, que ya habla concluido. Como
dijo alguien: "Uno escribe lo que cree; luego todos creen lo que uno
escribió".
Después de quince aflos de labores, con visión distinta, más dis­
tanciada, menos apasionada y quizá más amplia, se ha podido com­
probar lo siguiente:
a) En cuanto a la zona oentral del país y al periodo 1030-1000, la
colonización de vertientes no fue, ni mucho menos, obra exclusiva
del campesinado oriundo de Antloqula.

263
b) Excluyendo unos brotes efímeros y muy localizados de gua-
quería, la colonización experimenta un desarrollo económico por
etapas. Se Inicia privilegiando la producción maderera y leñera, luego
el pan coger doméstico de maíz y frijol, yuca, papa, y, en una etapa
posterior, los pastizales para la cria de ganado. Sólo tardíamente
adquiere su base económica de estabilización definitiva: la siembra
del café, generalizándose más que todo entre 1910 y 1930.
c) Durante el mismo periodo general ocurren múltiples coloni­
zaciones geográficamente “marginales” ; con menor magnitud terri­
torial, un reducido impacto demográfico y social con perspectivas
económicas más restringidas.
d) Por ejemplo:
—Tomó impulso, desde mediados del siglo X IX , una colonización
mulata de manumisos y “chilapos” en los antiguos latifundios de
sabanas y ciénagas de la costa, con notable estimulo a la producción
parcelera de yuca y tabaco.
—Se dio, desde el ocaso de la Colonia hasta 1930-1940, una colo­
nización negra y "comunera”, ocupando las zonas marginales de las
grandes haciendas señoriales del valle del rio Cauca; iniciada por
cimarrones, la amplían numerosos manumisos a partir de 1850. Se
caracteriza hacia 1900-1930 por una pujante economía parcelera,
produciendo plátano, caña panelera, cacao y tabaco.
—Ocurrió en la cuenca del Pacifico una prolongada colonización
minera independiente de batea (mazamorreo) llevada a cabo por
esclavos manumitidos, desertando los antiguos reales de minas. Su
presencia territorial, muy visible hacia finales del siglo X IX , impac­
taba a varios afluentes orientales de los ríos Atrato y San Juan, lo
mismo que a los ríos Dagua, Raposo, Cajambre, Naya, Yurumangul,
Guapí, Tlmbiqui, Iscuandé y Patía.
— Se desarrolla hacia 1910-1920 una colonización chocoana, negra
y aborigen, del litoral del Pacifico. Se encuentra incentivada por las
obras del canal y el mercado de víveres en Panamá; alcanza una
notable producción de plátano, coco, cacao y tagua.
—Se inició hacia 1920-1930, al norte de Quibdó, la colonización
negra y platanera de las riberas del rio Atrato y varios de sus aflu­
entes. Abasteciendo los mercados urbanos de Quibdó, Turbo y Car­
tagena, esta corriente conserva su vigencia y sigue hoy actuando y
progresando.
Por su magnitud territorial y su importancia demográfica, su im­
pacto social, sus particularidades productivas, su persistencia histó­
rica y su vigencia, y también por el carácter genuino de sus hábitats,
del urbanismo fluvial de aldeas, merece aquí nuestro interés la colo­
nización del Atrato.
Refiriéndose a la manumisión, escribía Medardo Rivas en los
últimos años del siglo X IX :
Propiedad sin negros que la cultivasen no servía para nada. Por esto la
esclavitud se prorrogó hasta 1851, y entonces se creyó efectivamente que
abolida ésta, la poca industria que había en el país iba a arruinarse.

264
Se re fe ria a las haciendas pero ocurre algo comparable en los
reales de m inas del Chocó, cuando los manumisos se lanzan a la
m in ería fa m ilia r independiente de batea. También desmontan tierras
agrícolas en la selva, combinando con frecuencia la siembra del plá­
tano con el m azam orreo del oro de aluviones y del platino, o sea
una econom ía mixta, basada en una producción de autoabasto, pero
com plem entada con una producción mercantil.
Hasta principios del siglo X X la región del alto Atrato y del alto
San Juan concentra lo esencial de estas actividades; incrementándose
la densidad dem ográfica territorial y dispersa a lo largo de los ríos
Sipí, Cajón, Tam aná, Nóvita, Iró, Cértegui, Andágueda, etc. Pero en
1920-1930 se advierten corrientes de migrantes saliendo de estas zonas
y radicándose en el medio Atrato, bien sea a la orilla del rio o subiendo
por un tributario, selva adentro. Según los relatos que se pudieron
recoger de los más viejos pioneros entrevistados, es muy posible que
incidieron en esta migración la concesión estatal hecha a la com­
pañía extranjera, Chocó-Pacífico Gold Mine, y los estragos de la
m inería de dragado que introdujo ésta. En Litoral recóndito Sofo-
nias Yacu p subraya el deterioro social y el descontento que reinaba,
en 1930 en la zona Condoto-Istmina-Andagoya; de otro lado las pro­
testas de Diego Luis Córdoba desde 1935 le valieron una persistente
fam a en toda la región. En las décadas de 1940-1950-1960 fueron lle ­
gando más fam ilias, provenientes del sur de Quibdó, abriendo plata­
nares en las riberas de los ríos Atrato, Murrl, Arqula, Brazo de Mu-
rlndó, B ojayá, Beté, Tagachl, Buchadó, Naplpl y Opogadó, para no
cita r sino algunos. Desde luego a partir de los años veinte y hasta la
actualidad surgieron de esta colonización agraria fluvial muchos asien­
tos de h áb itat nucleado del tipo aldea. Se fundaron como unos cin­
cuenta asientos, de los cuales persistían unos treinta en 1986 y sobre
los que se quieren hacer algunas anotaciones.
De entrada, es preciso resaltar el carácter eminentemente paci­
fico de esta colonización. El establecimiento agrícola a la orilla de los
ríos chocoanos no es conflictiva. Según indagaciones, varias razones
explican esta situación excepcional: a ) La disponibilidad de tierras
baldías vírgenes (o desocupadas) es siempre muy superior al volumen
dem ográfico de la demanda; b) Las duras condiciones climáticas y
ambientales implican necesariamente unas relaciones laborales soli­
darlas y asociativas; c) El plátano, bien sea de consumo doméstico
local, o de mercadeo comarcal, no es producto comercial de exporta­
ción altam ente cotizado. Por el contrario, es producto de bajo valor
m onetario, no provoca mayor codicia y los subsiguientes conflictos;
d ) Además de presentar una fuerte cohesión cultural, la colonia per­
manece socialmente monoclasista, sin mayor intrusión de parásitos
exógenos.
Es preciso añadir aquí dos circunstancias que no suscitan mayores
tensiones entre pobladores. En primer lugar estas colonias son a la
vez permanentes y continuas, pero también móviles, cíclicas y rota­
torias, si se puede decir. Muy a menudo se comprueba la recolonlzación

265
Esbozo tipológico y categorías do asientos

266
- 307

6 - Caserío lin e al simple-

Densificado y continuo en
solares-huertas,
Con pistoleta, escuela y
c a p illa .

7 - Caserío con eje tranaveraal

Solar • patio posterior*

8 - Caserío con tendencia re­


ticu lar por apertura de la
c a lle segunda.

- Peso del s o la r a l lote*

9 - Casarlo de confluencia
en forma de L*

10 - Pueblo "esquinero" de
confluencia en etapa
de densiflcación por
siedlo del relleno in­
terno.

E s b o z o t ip o ló g ic o y c a t e g o r ía s d e asientos (continuación)

267
de una misma labranza por un nuevo colono, en tierras que fueron
anteriormente desmontadas por un labrador que luego m igró a otra
zona, dejando la primera estancia abandonada, la cual volvió a su
estado selvático en poco tiempo, y asi quedó disponible. En segundo
lugar estos hábitats nacieron de necesidades de supervivencia, y siguen
siendo, más que bienes de cambio, bienes de uso. T a n to lo productivo
(desmontes y colinos) como lo residencial (casas y aldeas), se consideran
como bienes de uso, y sólo excepcionalmente adquieren valor de cambio.
La fase inicial rural del proceso se caracteriza por el hábitat
disperso aislado. La fam ilia m igrante accede a la tierra virgen sel­
vática en una form a muy libre, privilegiando los conceptos de trabajo
y de “ m ejora” ; prevalece la id*a de "posesión" —sinónimo de hábitat—
y por lo general se ignora la idea de propiedad, en el sentido Jurídico
de la palabra. En una sociedad analfabeta, pero con antigua tra ­
dición oral, relaciones de vecindaje y numerosos nexos fam iliares,
los acuerdos son casi siempre verbales y desdeñan las escrituras. La
palabra sigue siendo el papel sellado del colono chocoano.
Varios imperativos vitales, agrológicos y climáticos, de salubridad,
considerando el complemento nutrldonal que proporciona la pesca,
auspician la radicación del colono sobre el rio, cultivando un estrecho
desmonte lineal, una parcela en form a de cinta entre la selva y el
agua. 8u hábitat por lo general no pasa de 4 a 5 plazas, incluyendo
espacios residenciales y cultivos: casa, platanales, reserva de maderas
y lefia, frente de pesca y algunos frutales. Pocas veces la fuerza
laboral fam iliar permite tener más de 10 plazas en producción, con
algunas labranzas complementarias de cafia o de arroz.
Por lo general, del núcleo fam iliar pionero se desprenden a la
generación siguiente las casas vecinas de los hijos y, más tarde, de los
nietos: asi va surgiendo la aldea. Con cada casa nueva al lado de la
vivienda de los padres, poco a poco se va ocupando y construyendo
el platanal de los inicios. El conjunto se estructura en form a de h ile­
ra única y asi cada hogar se beneficia con un acceso directo al rio.
En ciertos casos el pionero del núcleo trae a familiares lejanos o
incita a unos cultivadores vecinos para que se establezcan a su lado
—“ para form ar pueblo"— , y asi va creciendo un embrión de aldea.
En el naciente pueblo, por medio de acuerdos orales tácitos, sin es­
critos, se van conformando zonas; las normas provienen de la tra­
dición y se respetan sin que se necesiten linderos. El talud del rio
y el terraplén configuran un paseo comunal de estricto uso público
que no obstaculiza ninguna construcción privada. Está bordeado por
la fachada principal de las casas, siendo cada una de ellas rodeada
por un pequefio espacio de libre circulación, sem lprivativo y semipú-
büco. En la parte posterior, detrás de las cocinas, se extiende un
amplio solar-huerta con frutales, gallinero y marranera, el cual puede
tener hasta 40 y 50 metros de profundidad; donde term ina empieza
la selva. Actualmente la red regional de aldeas presenta un amplio
abanico tipológico, según la fase de desarrollo alcanzada por los dis­
tintos asentamientos. Con unas diez casas el núcleo muestra su pri-

268
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Tipología general de predios

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Modelo de distribución social del espado

269
Cacerio de Ver» Croa -Estado en abril de I98S- plano aproximado

mera tendencia de sedentarizaclón; alcanzando unas treinta vivien­


das, se advierte su consolidación. Agrupando entre 50 y 100 familias
ha logrado éxito y persistencia, adquirió marcada estabilidad durante
el transcurso de tres o cuatro generaciones de moradores y a veces
ya se convirtió en pequeño centro comercial de consumo, acopio, mer­
cadeo y servicios de corregimiento. Reuniendo unas doscientas fami­
lias fácilmente adquiere autoridad y el papel de cabecera de un
nuevo municipio, tal como ocurre en Bojayá (Bellavlsta), Vigía del
Fuerte y Riosucio.
El carácter de avenida que va adquiriendo el terraplén dominando
el rio tiene su máxima expresión y su óptimo uso, mientras no se
extiende demasiado, es decir, mientras no pase de 300 a 500 metros
de longitud, sirviendo a una hilera de 30 ó 40 viviendas. Desde luego
el modelo urbanístico lineal fluvial, cuando supera este umbral, en­
cuentra sus limites: en su crecimiento genera contradicciones. Obvia­
mente, con cada casa nueva, se va alargando la hilera y de pronto
se presenta el obstáculo de un caño rompiendo la unidad del con­
junto, creando una barrera; en una fase de la expansión ya las dis­
tancias son exageradas. Entonces es cuando detrás, y paralela a la
primera hilera de casas, se inicia un esbozo de "calle segunda"; sus
habitantes sacrifican la visual sobre el plan de agua; acceden al rio
circulando por el espacio semlpóbllco que conforman los intervalos y
patios laterales, separando las casas de la "calle primera". Por otra
parte, cada habitante es colono, campesino productor y consumidor
de la mayor parte de sus frutos y el intercambio de los pocos

270
C a s e r ío d e V U l u a m - l i t a d o e n a b r il d e I M S - p la n o a p r o x im a d o

exceden tes se efe ctú a priorita riam en te en fo rm a In tern a y dom éstica,


e n tre fa m ilia re s y com padres solidarizados por el tra b a jo en los “a b ie r ­
tos” . O p era m u y a m enudo con base en e l fa v o r reciproco, p o r m ed io
del trueque, y con frecu en cia sin m a n ejo m o n etario: todos, m e c a ­
nism os que desvirtú an e l m ercadeo en e l sitio. P o r con sigu ien te estas
aldeas p rim a ria s de colonos desconocen e l m ercado y p o r lo ta n to
no n ecesitan su respectivo esp a d o físico: Ignoran la plaaa de m erca d o.
Adem ás, estos n ú d eos con poca p o b la d ó n g en era lm en te n o pasan
del n ivel de corregim ien tos — en el m e jo r de los casos— en la s ec to -
rizaclón p o lítico-a d m in istra tiva m unicipal. A si que tam poco a gru p an
en tidades de gobierno que podrían leg itim a r el e s p a d o tr a d ld o n a l
de la plasa, en m arcada por los e d lfld o s del poder. L o a n te rio r es ta n
d e r t o que la plaza, generalm en te pequeña y de fo rm a irregu la r, p re­
cisa m en te surge, ta rd ía m en te y en form a ex cep d on a l. en cen tro s
más estructurados, en poblados ya dotados con algunos equ ipam ien tos
(in s p e c d ó n . escuda, capilla o kiosco co m u n a l), los cuales tie n d e n en
n u d ea rse a lred ed o r de algún esp ad o Ubre público. En cu a n to a la
producción, si se m u ltiplican y se acumulan los excedentes — m a d era s
p o r ejem p lo — m ientras quedan en espera de su evacu ación h a c ia los
m ercados urbanos, su acoplo se realiza sin m ayor d ific u lta d so b re el
terraplén , es d e d r. a la orUla de la m áxim a v ia d el cam érelo, d rio.
Com o vem os, la plaza n o está en un sitio, sino en tod o el p o b la d o ; es
un lu ga r ampUo y continuo.
Cuando no existen estas m ínim as condiciones, pero se p reten d e
crea r una plaaa — bien sea para seguir la costum bre, p o r in flu e n c ia s

271
Cacerio de Kan Miguel -Estado en abril de IMS- plano aproximado

Ideológicas o por presiones de misioneros y párrocos— entonces ésta


surge en forma artificial, con frecuencia queda sin uso. Precisamente
en el Chocó del litoral, vemos cómo la plaza de Puerto Mutis, diseñada
en 1935 en las oficinas de un ministerio bogotano, quedó durante de­
cenios en el estado de un potrero pantanoso, de modo que pudo ser
suprimida y construida en la década de 1970, sin provocar ninguna
protesta de los habitantes. Agregamos que este modelo de aldeas linea­
les, aquí reseñado, no es exclusivo del rio Atrato, es un tipo de hábitat
nucleado que se extiende en la totalidad del complejo territorial negro
de la región colombiana del Pacifico, desde Panamá hasta Ecuador,
bien sea en los ríos de selvas o en las playas del litoral marítimo.
El estudio de la zona del Atrato nos permitió aclarar los meca-
mismos de agrupación en núcleos válidos en diversas reglones de colo­
nización popular no planificada. Las pesquisas realizadas en las aldeas
lineales fluviales de los colonos del Atrato dan luces sobre fenómenos
generales, repetitivos, constantes, que se dan en cualquier coloniza­
ción agraria. Según estas observaciones, la adopción del modelo lineal
de asentamiento se origina en la producción agrícola y en la salida
de algún excedente hacia los mercados. La vía, bien sea terrestre,
fluvial o marítima, es el elemento primero de la cristalización del
núcleo, se convierte naturalmente en el eje aglutinador de la comu­
nidad y en el ordenador del modelo urbanístico. Mirando a la Inversa
esta proposición y observando un poblado con trazado lineal, podemos
presumir que en su génesis sus gestores tenían exigencias de comer-

272
clalización de excedentes agrícolas. Por eso, en la mayoría de los casos,
una colon ia agrícola popular exitosa concluye en una aldea lineal:
fila de casas sobre el litoral, el talud del rio y la doble hilera a ambos
lados del cam ino de herradura.
P ero el éxito socio-productivo del asiento implica la puesta en
cuestión y la derrota de su form a inicial. Su crecimiento demográfico
y poblaclonal, m eram ente cuantitativo, provoca un cambio de tipo
cu alitativo: la form a ya no se corresponde con el contenido. Es cuando
se pasa de la aldea lineal en hilera única a una morfología más com­
pleja, in scrita en los patrones del trazado reticular. El caso ilustra,
en form a diáfana, la validez de la ley de la inversión dialéctica.
En razón de su peauefiez y de su sencillez original, por medio de un
estudio tipológico de magnitud regional abarcando numerosos villo­
rrios, es relativam ente fá cil registrar los cambios que experimenta el
modelo “ doméstico y natural” de la aldea en el transcurso de su desen­
volvim iento.
De hecho el diseño lineal sencillo sólo persiste en grado proporcio­
nal a su estabilización. En otras palabras, pasando del núcleo humano
de la econom ía doméstica a una próspera economía de cambio y mer­
cadeo, el trazado anterior hace crisis, está condenado el modelo urba­
nístico por el mismo éxito de la empresa humana. El hábitat se modi­
fica asi, pasando de una form a a otra, según el ritmo de la empresa
colonizadora.
T a les mutaciones ilustran las leyes dialécticas del movimiento y de
la contradicción en form a nítida. De hecho, se evidencia cómo el pro­
ceso social y productivo, por medio de cambios cuantitativos (bien sean
éstos dem ográficos o referidos al incremento de los volúmenes de pro­
ducción), arrastra de inmediato sus indispensables ajustes espaciales,
la adecuación de la m orfología del hábitat, llegando hasta unos cam­
bios en el mismo diseño de la casa.
La secuencia evolutiva resumida en páginas atrás (ver Gráficos
de la Tipología de Asientos) presenta unos cambios en el hábitat, bien
sea a escala aldeana o residencial, los cuales se gestan en la misma
evolución de la colectividad.
Quizá el cambio más notorio, fácilmente legible y particularmente
decisivo, consiste en la transformación gradual del malecón-terra­
plén comunal en calle “ urbana” , con doble paramento y, desde luego,
con form a y vocación distinta. Hecho social antes que físico-espacial,
esta im pronta nueva en el suelo nos Índica que la colonia, anterior­
m ente “monoclasista” , está accediendo al escalón superior de una
sociedad “ policlasista” .
Según observaciones, es entre las fases 6 y 8 donde cristali­
zan estos cambios. En la fase 6 del proceso persiste un grupo social
reducido, solidarizado por numerosos vínculos de parentesco y, si
se puede decir, “monoclasista". Pero en esa etapa se produce un in­
cremento dem ográfico posibilitando una mayor división del trabajo,
una tendencia a la especlalizaclón individual, lo cual a su vez incide en
un aumento productivo y en una diversificación en las fuentes labo-

273
Poblado i r la playa de M urri -Estado en abril de IMS- plano aproxim ado

rales y de recursos económicos: plátano, caña, arroz, maderas, pesca y


minería, con una rotación cíclica anual. Esta situación suscita un
aumento de la circulación monetaria, favoreciendo a su vez la radi­
cación y sedentarización en la aldea de comerciantes, generalmente
escógenos, siendo que toda tienda abierta por un nativo del lugar está
prácticamente condenada a la ruina, en razón de sus vínculos de pa­
rentesco con los demás moradores, lo cual obstaculiza relaciones m er­
cantiles cliente-tendero con ellos.
Por el contrario, sin nexos con la colectividad, el tendero exógeno
puede tener más éxito en su empresa. Desde luego, en razón del trans­
porte por el rio, bien sea de los productos primarlos de salida, o de las
mercancías de entrada, el talud de la orilla se tom a en el lugar privi­
legiado de cargue y descargue, para reserva de combustible y, por en­
de, el sitio más apetecido para localizar tiendas y cantinas. Asi que el
comerciante exógeno ignora la norma comunal tácita, considerando
el talud y el terraplén como espacios de disfrute colectivo.
Con cierta frecuencia, lniclalmente se construye una pequeña bo­
dega a la orilla del rio, en la cual se almacenan varios barriles de ga­
solina. En la etapa siguiente esta bodega se transformó en tienda, con
o sin vivienda del tendero, luego se convierte en casa-tienda y cantina;
simultáneamente surgen dos, tres tiendas más, en form a discontinua
a lo largo del terraplén, tal como se vio en Napipl. Con el tiem po se va
rellenando un intervalo por medio de nuevas casas, tal como ocurre
en el poblado de la playa en el rio M urri: entonces varias habitaciones
y tiendas van ocupando un tramo del terraplén, impidiendo la libre
circulación continua; el terraplén retrocede hasta insinuar un em­
brión de “ calle primera" interior y en una etapa posterior se consolida

274
asta tendencia, según el m odelo que se com prueba, p or e jem p lo en
T a g a ch i. A llí vemos cóm o en dos tramos extrem os del pueblo, co n ta n ­
do ya con unas cien casas y fam ilias, el terraplén aún perm a n ece sin
ocupar y perm ite la libre circulación y el acceso d irecto a l rio. P o r el
con trario, en la parte central del eje longitudinal, una fila de cons­
trucciones privadas sobre el talud obligaron a l terraplén a re tro c ed er
y desapareció, para transform arse en una estrecha "c a lle p rim era". N o
es d ifíc il a d vertir unas fases posteriores en las cuales, según el destin o
del núcleo, éste se podría convertir en un Istm lna, o un Q uapl, in icia n d o
asi su tránsito hacia una com plejidad llam ada "ciu d a d " y quizá pueda
adq u irir la configuración que se observa en Qulbdó y Tu m aco.
Con el ejem plo aqui resumido, vemos cómo un proceso de d lve rsl-
flca cló n social culm ina con un im pacto espacial. El paso del m odelo
socio-produ ctivo solidarlo y “ natural" al prototipo con in tercam b ios
m ercantiles, incentiva el tránsito a un núcleo social pollclaslsta. L a s
consecuencias sobre el h ábitat se concretan en un desenlace ca ra c­
teriza d o por la pérdida del espacio público y colectivo, ah ora vu elto
lu ga r de dom inio privado. Entonces, convertido el terraplén com u n al
de todos en "ca lle del comercio” de algunas personas, ocurren otras
m odificacion es; quiere decir esto que el cam bio de m odelo de circu ­
laciones conlleva a un acceso diferen te a las casas ribereñas y a la In ­
versión de éstas.
Sus moradores, con el cambio de recorrido, pierden ta n to .sus v i­
suales sobre el paisaje natural y el rio, com o su acceso libre y d irecto
a las aguas, el lavadero y la canoa. De tal m anera oue la fa ch a d a
ab ierta sobre la vía acuática pierde gran parte de su Interés, cuando
la vid a se desplaza sobre el patio posterior vu elto calle, lu ga r sobre el
cual se localizaban las cocinas y las palladeras de uso dom éstico case­
ro. Entonces "se v o ltea " la casa y la fachada principal, con su puesta de
acceso y la escalera se Invierten, abriéndose sobre la calle, escenario
princip a] de la vida colectiva más intensa y prestigiosa. R elegadas las
cocinas y palladeras hacia el rio, al poco tiem po el talud se co n vierte
en una zona sucia y nauseabunda, con desperdicios de cocina, basuras
y caños de aguas residuales domésticas bajando hasta el rio.
O tras m odificaciones operan en la estética arqu itectónica: el te n ­
dero, bien sea inm igrado o del sitio, tiende a copiar el prestigioso ed i­
fic io com ercial urbano; no solo llega con influencias extern as sino
tam bién con el deseo de diferenciarse del modelo convencion al; des­
precia los altos pilotes en guayacán y muy a menudo construye sobre
una espesa losa de cemento, m aterial que usa a profusión. Su casa de
dos plantas se distingue, rompiendo la horizontalidad del poblado; en
un despliegue exhibicionista, la colorea con pinturas químicas, usando
una agresiva policromía. Tam bién rompe el silencio y la quietud tra d i­
cionales, por m edio de un bullicioso aparato musical; sabe que p or m e­
dio de estas llam ativas señales, los viajeros circulando p or el rio y
pasando fre n te al pueblo identifican, sin error, la tienda o la can tin a.
El pueblecito de los colonos plataneros está transitando h acia una
form ación de tipo urbano.

275
CAPITU LO V I

LA COLONIZACION ESTATAL:
BAHIA SOLANO

E s te ca p ítu lo c o n tó co n la co la b ora ción


de G llm a M osqu era T o rre s y se in teg ró
a su in vestiga ción sob re lo s hábitats
aldeanos de la costa ch ocoan a d e l Pa ­
r ific o .
Después de la Independencia, la primera modalidad de coloniza­
ción de las tierras nacionales tiene un marcado carácter popular, co­
lectivo y solidario; pero hacia finales de siglo las empresas comercia­
les de colonización se multiplican y en muchos sitios se generalizan
los choques, entre actores de ambas corrientes. A principios de siglo
surge la tercera modalidad, cuando el Estado entra como nuevo pro­
tagonista de la colonización de tierras.
Durante varias décadas la intervención del Estado, en la coloni­
zación de vertientes, se limitó a las adjudicaciones de tierras baldías.
P ero sus actuaciones contradictorias dieron lugar a un sinnúmero de
conflictos y pleitos, pues éstos se incentivaban cuando en una oficina
de Bogotá, o en una notarla capitalina, aparecían dos o más propieta­
rios de un mismo predio; con frecuencia un tenedor de bonos de deuda
pública conseguía una adjudicación oficial de tierras ya ocupadas por
colonos independientes, los cuales no tardarían en protestar. P or el
contrario, muy a menudo se concedían pequeñas adjudicaciones a
campesinos desmontadores, ignorando que las tierras hablan sido ti­
tuladas con anterioridad a un terrateniente urbano, el cual no se de­
moraba en entablar un pleito de desalojo, a veces contra el mismo
Estado.
En estas condiciones, y pasando el tiempo, el Estado no puede se­
gu ir indiferente. Hacia 1920 dos circunstancias obligan al gobierno a
intervenir con más presencia en el proceso de colonización:
— Agudización de la confllctividad, de las tensiones y controver­
sias en varias zonas de colonización, llegando hasta enfrentamientos
armados entre colonos y autoridades.
— El aumento de la demanda externa del café y el primer auge de
las exportaciones.
En estas circunstancias se manifiesta hacia 1920-1925 la política
estatal de las colonias institucionales, que fue de poca duración; en
menos de quince años se realiza y concluye — con su descalabro— la
ambiciosa empresa de colonización agraria oficial.
Quizá sea en la Ley 61 de 1922 donde se expresan por primera vez el
propósito y las objetivos. Faculta al gobierno para fundar colonias
agrícolas “ya directamente, o bien por medio de empresas colonizado­
ras” ; también prevé la Inmigración de colonos extranjeros y se sugiere
la elección de determinadas zonas baldías, tales como las reglones del

277
Amazonas, Putum ayo y S ierra N evada de S an ta M a rta . E n lo s años
siguientes no se vu elve a m en cion ar este proyecto o fic ia l, p ero lo a g ita n
varios intereses privados; se form an com pañías "co lon iza d ora s” de la
S ierra N evada, en una de las cuales se en cu en tran a un Z u le ta A n g e l
y a la Com pañía G eneral de Negocios, S. A., “ In tegra d a p o r ciudadanos
nacionales y extranjeros", la que no v a cila en p ed ir adju d ica cion es
sumando 643.000 hectáreas. Tam b ién se fo rm a n sociedades d e “ im ­
portación ” de in m igrantes alem anes e italian os, segú n e l caso, e ig u a l­
m ente se va n m u ltiplicando las com pañías fan tasm as y ca ren tes de
garantías, hasta que en 1924 declara e l m in istro de In d u stria s:
Esta situación hace pensar en la necesidad de acometer la labor de co­
lonización en forma oficial.
Term in a d a la presidencia de Ped ro N el Osplna, es en 1928 b a jo el
gobierno de M igu el A b a d ía M éndez cuando crista liza en m edidas
concretas, planos y program as, la L ey de 1922. E ntonces en m u y pocos
dias salen a la lu z dos decretos conform ando una estra teg ia esta ta l, en
cuanto a la política de colonización de baldíos. P r im e ro se ex p id e el
D ecreto N9 839 de 1928, con fech a del 8 de m ayo, "p o r el cual se fo m e n ­
ta la colonización de tierras baldías” , del que se destacan algunos
apartes:
Artículo IV La sección de Inmigración y Colonización del Ministerio de
Industrias procederá a organizar colonias agrícolas para colonos nacionales
y extranjeros, teniendo en cuenta para ello los estudios hechos al efecto por
la Comisión de la Colonización creada por el Decreto número 1357 de 11 de
agosto de 1927, en las regiones del Litoral del Pacifico, la hoya del río San
Juan, la cordillera de la Cerbatana, la región de Sumapaz, la de San Juanito
entre Cundinamarca y la Intendencia del Meta, las cordilleras situadas en
los confines del Departamento del Huila y la Comisaria del Caquetá y las
demás que dicha Comisión siga estudiando.
Articulo 29 Para ser colono y tener derecho a las prerrogativas que se
conceden por el presente Decreto, se necesita: ser varón mayor de diez y ocho
años (18) y menor de cincuenta (50); gozar de buena salud; probar por me­
dio de certificación de dos personas de reconocida honorabilidad la buena
conducta anterior.
Art.culo 3? En cada colonia se establecerá:
a) Una iglesia destinada al culto católico, la que estará servida por el
capellán de la colonia.
b ) Un hospital con sus dependencias, consultorio, ropería, salones para
enfermos de uno y otro sexo, cocina, etc., atendido por los empleados que se
designen. En el hospital de la colonia se dará hospitalización gratuita a los
colonos en el primer año de su residencia.
c) Escuelas para los colonos y sus hijos, unos campos de experimentación
agrícola y en las cuales se enseñará de preferencia el idioma castellano a los
colonos inmigrantes y a sus hijos.
d) La casa del colono, en donde serán recibidos y alojados gratuitamente
los colonos hasta que por la autoridad respectiva se provea el establecimiento
completo de ellos; dicha casa será también residencia de las autoridades y
empleados de la colonia.
Articulo 4? En cada colonia destinará el Gobierno una extensión no menor
de trescientas (300) hectáreas para granja agrícola y pecuaria, extensión so­
bre la cual no se admitirán solicitudes de adjudicación. El agrónomo de la

278
Com isión de Colonización será el Jefe de dicha granja. En ella se harán todos
los experim entos que consientan las condiciones agrícolas de la región, se
producirán semillas para repartirlas entire los colonos y se mantendrán ejem ­
plares escogidos de ganado vacuno, cabalgar, lanar, de cerda y de aves de
corral. Los reproductores de la granja podrán ser utilizados por los colonos
de acuerdo con los reglamentos y normas de la colonia. E l Departamento de
A gricu ltu ra y Zootecnia prestará los servicios de sus diferentes secciones en
todo lo que se relacione con dichas granjas.
A rtícu lo 59 En cada colonia se establecerá un comisariato o almacén de
provisiones en form a de cooperativa de consumo entre los empleados y co­
lonos, comisariatos que se regirán por el decreto especial que los organice,
y los cuales tendrán por objeto obtener en la colonia, al precio de costo, los
elementos más indispensables para la subsistencia.
A rtícu lo 69 En los terrenos baldíos que se destine para e l estableci­
m iento de colonias agrícolas regirán las disposiciones sobre reservas del sub­
suelo y se apropiarán las porciones suficientes para e l desarrollo de futuras
poblaciones.
A rticu lo 79 Todo colono tiene derecho a que se le adjudique en propiedad
en las zonas de colonización un lote de diez (10) a setenta y cinco (75) hec­
táreas, según el sitio de la colonia, la situación topográfica del lote, las con­
diciones personales del colono y el número de personas a su cargo. Tendrá
derecho además a que el gobierno le acredite:
1. L a suma necesaria para su subsistencia y la de su fam ilia durante los
seis (6 ) primeros meses de su permanencia, calculada a razón de cincuenta
centavos ($ 0.50) diarios para el colono e igual suma para su esposa, y ven-
tton co centavos (6 0.25) diarios para cada uno de sus hijos menores de diez
y ocho (18) años. Esta suma se entregará a los colonos por mensualidades
anticipadas, mediante recibos debidamente expedidos y siempre que su con­
ducta y laboriosidad sean satisfactorias.
2. Una casa de buenas condiciones higiénicas, de acuerdo con los mode­
los que para cada colonia adopte la Sección de Inmigración y Colonización.
3. Una vaca o novilla no menor de veinte (20) meses de edad, de la
calidad que para cada región se determine.
4. D e dos a cuatro (2 a 4) ejemplares de raza porcina u ovina, según
más convenga al sitio adjudicado ai colono.
5. Seis (6 ) aves de corral.
6. Dos cujas o catres, una mesa de comedor, otra mesa pequeña y cuatro
taburetes, todo de regular calidad y del tipo que se fije para cada colonia.
7. El valor del desmonte y preparación de cuatro (4) hectáreas de tierra
lista para cultivos.
8. Herramientas para el uso del colono hasta por el valor de diez pesos
($ 10.00).
Todos estos elementos se darán al colono a precio de costo. El colono
pagará la suma que representen los objetos y el dinero que se le haya dado a
crédito, por el sistema de amortización gradual, en veinte (20) años, por
cuotas trimestrales vencidas, y computados los intereses sobre e l saldo, al
seis por ciento (6 por ciento) anual; pero tendrá la facultad de hacer además
otros abonos al pago de capital por cualquier suma
U n m es m ás ta rd e se expide el D ecreto N9 1110, a p llc a tlv o d e l a n ­
terio r, in d ica n d o las áreas de colon ización en te rrito rio s g e n e ra lm e n te
“ p eriféricos*', en cu a n to a su desarrollo económ ico, ta les com o la s r e ­
g io n es d e S um apaz, M e ta occiden tal, a lto C alim a, S ola n o-C u p ica , S a n
V ic e n te d e l C aguán y A lgeclras, en el Hulla.

279
V a le la pena reproducirlo inextenso, ta l com o a p a ra ce en e l D ia ­
rio O ficial del 2 de Julio de 1928, núm ero 20.832:
DECRETO NUMERO 1110 DE 1928
POR EL CU A L SE DESTINAN ZONAS P A R A C O LO N IZAC IO N

E l Presidente de la República de Colombia, en uso de la facultad con­


fu id a por el Articulo 17 de la Ley 114 de 1922,
DECRETA:
Articulo 1^ Para el establecimiento de las colonias agrícolas a que se re­
fiere el Decreto ejecutivo número 839 de 1928, destíñanse las tierras baldías
y las que por cualquier concepto hayan vuelto al dominio de la Nación, asi
como excesos denunciables de tierras comprendidas dentro de las zonas que
se alinderan en seguida:
DEPARTAMENTO DEL TO LIM A (S U M A P A Z )
Partiendo de la desembocadura de la quebrada “ Chorrera" en e l río Su­
mapaz, una linea recta al alto de “ El Consuelo"; de aquí, otra recta a la
desembocadura de la quebrada “Ruidosa" en el rio Cuindenegro; éste aguas
abajo, hasta su confluencia con el rio Cunday; de aquí una recta a los na­
cimientos del rio Riachón (afluente del río Cabrera); de aquí, por el filo de
la cordillera “Altamisal", a los nacimientos del rio Mundonuevo; éste, aguas
abajo, hasta donde desemboca en el rio Sumapaz; éste abajo, hasta donde
rinde sus aguas la quebrada “ Chorrera", punto de partida.
DEPARTAMENTO DEL V A L L E DEL CAUCA E IN TEN D EN C IA DEL
CHOCO (C A L IM A )
Desde el nacimiento del rio Calima, éste aguas abajo, hasta su desembo­
cadura en el r¿o San Juan, frente al caserío de Palestina; de aquí el rio San
Juan, aguas arriba, hasta donde le rinde sus aguas el rio Cucurrupi, por éste,
aguas arriba, hasta su nacimiento en la Cordillera Occidental de los Andes,
por el filo de esta Cordillera, hacia el Sur, hasta los nacimientos del rio
Calima, punto de partida.
INTENDENCIA DEL CHOCO (B A H IA SOLANO)
Partiendo de la punta “ Cruces" o “ Cabo Piñita", que encierra por el Norte
la bahía de Cupica, una recta a buscar los nacimientos del rio Cupica, en la
cordillera del Baudó o del Darién; de aqui, por el filo de dicha Cordillera,
hasta frente a los nacimientos del río Valle; de este punto por la Cordillera
que encierra por el Sur la ensenada de Utría, hasta el Océano Pacífico; de
aquí, por la linea de aguas de dicho Océano, hasta la punta de “ Cruces" o
“Cabo Piñita” , punto de partida. Esta zona encierra la costa del golfo de
Chinchiri y la de la ensenada de Utria.
INTENDENCIA N A C IO N A L DEL META
De los nacimientos de la quebrada "Susumuco" (afluente del río Negro),
una linea recta con rumbo de 34° 80’, hasta encontrar el rio o caño Guacavia;
por éste, aguas arriba, hasta su nacimiento; de aqui por el filo de la cordille­
ra, hasta el alto “Gaque” , frente a los nacimientos del río Verde, de aqui,
una recta a los nacimientos de la quebrada “La Playa"; de aquí, por el filo
de la cordillera, hacia el Sur, pasando por “ Los Alpes", “ El Oso" y “A tra­
vesado", al punto de partida.
DEPARTAMENTO DEL HU ILA
Partiendo del cerro de “ Miraflores", en la Cordillera Oriental de los A n ­
des, frente a los nacimientos del rio Blanco, afluentes del rio Neiva, por la
cuchilla que se desprende de dicho alto, hasta e l cerro “ Blanco” , de aquí, una
recta que, pasando por la confluencia de los ríos Blanco y Neiva, termine en

280
I - Departamento del Tollina (Sum apaz).
2- Departamento del V alle e Intendencia del Chocó (A lto Colima)
3 - Intendencia d el C h océ ( Bahía Solano • C u p ic a ).
A- Intendencia N ocional d el M eta (S ueum uco).
5- D epartam ento del H ulla (M ir a d o r e s - R ío N e iv a ).
6- C om isarla del Caquetd (R e g ló n d el Caguón).

Colonias agrícolas estatales, decreto 1.110 de 1928

281
el rio Frío o de las Delicias; por éste, aguas arriba, hasta su nacimiento; de
aquí, al filo de la Cordillera Oriental de los Andes; y por ésta, hacia e l Sur,
hasta el alto de “Miraflores", punto de partida.
CO M ISARIA DEL CAQUETA (C A G U A N )
Partiendo del nacimiento del río Guayas, éste, aguas abajo, hasta su con
fluencia con el río Caguán; éste, aguas arriba, hasta donde le rinde sus aguas
la quebrada “Esmeralda’'; ésta, arriba, hasta su nacimiento; de aquí, a la
cordillera que sirve de “ divortium aquarum” entre el Caguán y el Guayabera,
por esta cuchilla o cordillera, hasta donde se desprende de la Cordillera Orien
tal de los Andes; por esta cordillera hacia el Sur hasta frente a los nací
m w niw del rio Guayas de aquí, a dicho nacimiento, punto de partida.
Articulo 2* En las zonas alinderadas en e l articulo anterior no se harán
adjudicaciones de baldíos, sino de acuerdo con los reglamentos especiales de
cada colonia y con el Decreto 839 de 8 de mayo último.
Los colonos o cultivadores establecidos con anterioridad a la publicación
de este Decreto, dentro de las zonas alinderadas en el mismo articulo ante*
ríor, tendrán derecho a que se les adjudique la parte cultivada y ocupada con
ganados y el tanto más, de acuerdo con las leyes vigentes.
Articulo 3* Si dentro de las zonas antes alinderadas, hubiere propiedades
particulares, los dueños conservarán sus derechos de acuerdo con las leyes.
Parágrafo. Este Decreto se publicará por bando en tres días feriados en
los Municipios a que pertenezcan las Zonas alinderadas en el Articulo l 9, con
el fin de que los dueños de terrenos comprendidos dentro de ellas, lo hagan
saber oportunamente al Gobierno.
Articulo 49 Señaladas como están las zonas para las colonias agrícolas,
y antes de iniciar los trabajos de colonización, el Ministerio de Industrias se
entenderá directamente con los dueños de los terrenos limítrofes para fijar
con precisión los linderos de dichas zonas y solucionar de una vez toda di­
ferencia que pueda presentarse entre el Gobierno y los particulares sobre la
propiedad de las zonas demarcadas, a fin de prevenir futuros litigios sobre
aquellos terrenos.
Parágrafo. La fijación de las lineas divisorias entre las zonas destinadas
a la colonización y los predios limítrofes, no quiere decir que el Gobierno
renuncie a cualquier derecho que pueda tener sobre estos últimos.
Articulo S9 En las zonas alinderadas en el Articulo l 9 de este Decreto
no quedan comprendidos los baldíos destinados para otros servicios por leyes
especiales o por decretos del Poder Ejecutivo. Tampoco quedan comprendidos
los bosques nacionales a que se refieren los artículos I 9 de la L e y 119 de 1919
y 7* y S9 de la Ley 85 de 1920, ni las porciones reservadas por el Gobierno.
Artículo 8* Por cuanto en el presente año apenas dispone el Gobierno
de la cantidad de noventa mil pesos ($ 90.000) para gastos de colonización,
ésta se hará solamente, por ahora, en la zona del Tollina, alinderada en el
presente Decreto, pero no se iniciarán los trabajos mientras no se haya dado
cumplimiento a los artículos 3° y 49 del presente Decreto.
Comuniqúese y publíquese.
Dado en Bogotá, a 11 de jumo de 1928.
El presidente de la República,

MIGUEL A B A D IA MENDEZ.
El Ministro de Industrias,
JOSE A N TO N IO MONTALVO.
Estos son los textos que conform an la base ju ríd ic a de la política
de colonización estatal, durante e l periodo 1928-1936. Con base en este
soporte se prom ulgan en seguida diversos decretos operativos, m e­

282
d ia n t e p r o g ra m a s . Es asi, co m o p o r m ed io d el D e c re to 1321 d e l 19 de
Ju lio d e 1928 “ s e c r e a u n gru p o de colon iza ción con d estin o a la re g ió n
d e l A m a z o n a s . C a q u etá y P u tu m a yo ” A h o ra bien , p o r ca re n cia s presu ­
p u é sta les y d e a p o y o re a l, dich os decretas n o pasan d e ser m a n ife s ta ­
c io n e s d e b u e n a s in te n c io n e s ; sin em b a rgo con stitu yen la “ h e re n c ia ”
q u e d e ja e l p a r tid o co n s erva d o r a los gobiernos d e E n riqu e O la y a H e ­
r r e r a y A lfo n s o L ó p e z P u m a r e jo y estos los usarán tím id a m e n te , de
m a n e r a p a r c ia l y m u y e fím e ra . P o r estas razones, y a en 1931 e l m i­
n is t r o d e In d u s tria s p resen ta un pan oram a bastante p esim ista d e “ la s
c o lo n ia s a g r íc o la s ” ;

Colonización
D ebido a la actual crisis fiscal, que obligó al Gobierno a reducir en más
de un 50 por 100 la partida apropiada para gastos de colonización, a fin de
obtener e l equ ilibrio presupuestad las labores en este ramo han tenido que
lim itarse a desarrollar un programa de colonización en dos regiones del país
únicamente: la de Sumapaz. en la zona de colonización del Departamento del
Tollina. a que se refiere e l Decreto 1110 de 1928, y la del Amazonas. Caquetá
y Putum ayo, creada por Decreto 1321 de 19 de ju lio de 1928.
(D ia rio O ficial, número 20860.)
E s e n su M e m o r ia d e l a fio 1933 cu an d o e l m in istro d e In d u stria s
a d m it e e l fr a c a s o d e la p o lític a esta ta l d e la s colon ias a grícola s:

I . Colonización
C om o consecuencia del conflicto internacional que surgió en septiembre
del año pasado y las naturales complicaciones que tal suceso ocasionó, la
labor colonizadora que e l Ministerio adelantaba y los proyectos que tenia
para regiones distintas a la de Sumapaz. tuvieron necesariamente que para-
'izarse y sólo se pudo continuar en e l desarrollo de la Colonia de Sumapaz.
sobre la cual consigno más adelante los datos relativos a su floreciente estado.
Colonia de “Sierra Nevada* — La pequeña Colonia Agrícola que e l M i­
nisterio de Industrias trató de organizar en la Sierra Nevada de Santa Marta,
en virtu d d el Decreto número S87 de 1932, hubo de suspenderse por las causas
apuntadas, y por medio del Decreto 1257. de 27 de ju lio de 1933. El articulo
único de dicho Decreto dispone: “ Artículo única Derógase e l Decreto numero
387, de 2 de marzo del presente año. En consecuencia, el Jefe Habilitado de la
Colonia A grícola de la Sierra Nevada procederá a rendir cuentas a la Con­
traloria G eneral de la República y a reintegrar los fondos nacionales que
tenga en su poder.”
El Jefe habilitado de la Colonia consigno en la Administración Nacional
de Hacienda de Santa Marta el saldo débito de $ 554.76. que resultó de la
visita practicada a dicho empleada a solicitud del M inistena por e l Auditor
Fiscal de Santa Marta, en representación de la Contraloria General de la
República.
Amazonas, Caquetá y Putumayo — En e l informe que rendí para la M e­
m oria d el año pasado, hice un recuento detallado sobre los resultados poco
halagüeños que hab a dado el plan de colonización que se inició en 1928 a
virtu d d el Decreto 1321 de dicho año. En ese informe están analizadas las
actividades del Grupo de Colonización que dicho Decreto creó, asi como la
labor desarrollada por el Ministerio de Industrias, a partir de 1931 en adelante.
Posteriormente, y por considerar innecesarios los servidas del Director
de Colonización, el Ministerio prescindió de dicho empleado y dispuso que los
elementos pertenecientes a la Colonia y que estaban almacenadas en Caucayá.
fueran entregados al Corregidor de aU¿

283
Prácticamente quedó, pues, eliminada la acción colonizadora del Minis­
terio de Industrias en aquellas regiones- Sólo resta al respecto informar sobre
el vapor Nariño y la lancha Hulla, que fueron destinados, por Decreto 1978
de 1931, a la navegación comercial de los ríos Putumayo, Caqueti y Ama­
zonas, dependiente del Ministerio de Industrias.
Reseñado el marco institucional, ahora podemos resumir la h is­
toria de esta utopia reformista que se llama Ciudad Mutis, en el litoral
del Pacifico. Su descalabro y su fracaso rápido Ilustran en form a ejem ­
plar el destino de las colonias estatales de la década del treinta, y lo
que se podía esperar de sus fundaciones "por decreto".
Recordemos brevemente el contexto en el cual surgen los varios
agentes que convergen en la fundación. Son tres las Intervenciones
externas que Irrumpen en la reglón, entre 1920 y 1940, dando las pau­
tas que orientan la bahía de Solano hacia la conformación actual de
comarca.
En los años 1910-1920 las pequeñas comunidades de colonos negro-
embera-kuna, que se radicaron en las playas, llaman la atención de
algunas congregaciones misioneras actuando en el marco del concor­
dato. Ocurre un proceso muy comparable al que experim enta el valle
de Slbundoy en los mismos años, con la fundación misionera de cua­
tro pueblos.
Llega al fondo de la bahía un dominico español gozando de las
facultades y beneficios que se derivan de acuerdos sobre fundaciones,
entre el gobierno de José Manuel Marroquln y el Vaticano. U tiliza el
trabajo de desmonte de parcelas de los colonos negros y nativos en la
desembocadura del rio Jella. En poco tiempo se apodera de unas tierras
e Inicia las gestiones tendientes a la creación de una base principal
de evangellzadón de los demás asientos rurales, que van surgiendo en
las playas de la bahía. Aquí estarla el prim er agente, el clero, expre­
sión local del lejano Vaticano; el segundo viene del "n orte". En la dé­
cada de 1920, superado el viejo tapón de Panamá, la compañía n or­
teamericana United Frult Company está extendiendo sus tentáculos
desde Centroamérlca hacia Ecuador, buscando nuevas concesiones en
la costa sur del Pacifico.
Según parece (n o se ha encontrado ningún documento oficia l al
respecto), hubo un acuerdo entre la compañía y el gobierno de Abadía
Méndez hacia 1927, en virtud del cual ésta se comprometía a com­
prar el banano de nuevas plantaciones, sobre el itinerario que recorren
sus barcos. Según el convenio, el gobierno colombiano tenia la respon­
sabilidad de desarrollar las plantaciones y las infraestructuras por­
tuarias de embarque. El tercer factor se origina en las esferas estatales
de Bogotá, y se concretlza con las políticas y programas anteriorm en­
te reseñados.
Hemos visto cómo las múltiples modalidades y corrientes de
colonización suscitan numerosos conflictos y tensiones en varias re ­
giones: entre colonos y latifundistas invadidos, entre hacendados y
arrendatarios o terrazgueros, entre dueños de títulos y ocupantes tra­
bajadores. Surge lo que se ha llamado la “ guerra del hacha contra el

284
p a p el sella d o ” . En ciertas zonas, como Cundlnamarca, T olim a, U rrao,
e l Q u ln d lo, la regló n U lloa -A lca lá -L a Tebaida-M ontenegro-Q ulm baya,
la situ a c ió n se agu diza hasta volverse para el Estado un “ problem a de
o rd en pú blico” , p o r lo cual éste busca unas “válvulas de escape” . El
go b iern o de A b a d ía M éndez lanza un program a de colonias agrícolas
esta ta les, ten d ien te a dism inuir la presión hum ana en la reglón cen­
tr a l: se tra ta de desviar, canalizar y orien tar los colonos hacia ciertas
zon a s p e rifé ric a s de la nación.
C om o vem os, se reunieron condiciones ideales en las cuales se su­
m an los in tereses estatales, económicos e ideológicos en form a hom o­
g é n e a ; n o h a y discrepancias sino concordancia perfecta, en tre los
o b je tiv o s del V atican o, de la U nited Fru lt Company y del Estado co ­
lom bian o. N o obstante, se está llegando al ocaso de la hegem onía con­
serva d o ra y h ab rá que esperar al gobierno de Olaya H errera para que
unos tím id o s decretos operativos Intenten revltalizar la em presa es­
ta ta l de colon ización decretada bajo la adm inistración de Abadía
M én dez. T a m b ién ten drá que Impulsarse más el m ovim iento del cam ­
pesinado, con un aum ento de los conflictos por la tierra, para que se
decid a a a ctu a r el gobierno de López Pum arejo. Finalm ente, en 1935
se ex p id e e l D ecreto N ° 925 creando la colonia agrícola de la bahía
S ola n o (E n su m em oria del mismo afio el m inistro de Industrias pre­
sen ta — p á gin a s 266-270— tan to el proyecto como el decreto).
E l p residen te nom bra como su delegado y director de la colon ia a
C arlos V illeg a s Echeverry. Este llega a Jella en hidroavión y con trata
a los n ativos y colonos precursores, con el fin de desm ontar áreas en
b e n e fic io de los futuros exploradores que están siendo reclutados en
el In terio r. T a m b ién elige y hace lim piar el lugar de la futura sede de
la co lon ia , P u erto Mutis, en el mismo sitio en donde los colonos negros
y aborígen es del periodo anterior tenían ya fundada la aldea de Jella.
El 7 de agosto de 1935 regresa el hidroavión de V illegas Echeverry,
acom pañ ad o p o r una pequeña com itiva oficial y se funda sim bólica­
m en te a Ciudad Mutis, como centro urbano de la futura colonización
esta ta l agrícola.
P o co después llegan del Interior los colonos contratados: cuaren­
ta fa m ilia s de campesinos sin tierras, procedentes de Boyacá, Hulla,
A n tioqu la, Q ulndlo y Caldas. Reciben las ayudas y auxilios prom etidos
en el D ecreto N9 839, una extensión de 75 hectáreas para desm ontar
y una h ectárea ya desmontada por los colonos pioneros negros y em ­
biras, actu an do en esta oportunidad como peones de la colonia.
H oy en día en Ciudad Mutis es muy poco lo que se puede conse­
gu ir, com o documentos relativos a esta primera fase de “ la colon ia” .
No h a y ningún archivo, pero un veterano poblador nos fa cilitó una
copla del acta de fundación del pueblo:

A C T A DE FUNDACION DE CIUDAD MUTIS, COLONIA AG RICO LA DE


B A H IA SOLANO-CHOCO
En la bahia de San Francisco Solano, litoral Norte de la Costa Colombia­
na del Pacífico, en jurisdicción de la Intendencia Nacional del Chocó a los ...
grados de longitud occidental y • - grados de longitud oriental del meridiano

285
de Bogotá, en la ensenada de dicha Bahía, conocida con el nombre de “Jella”
y en terrenos aledaños al mismo rio. en una planicie orientada de Norte a Sur,
circundada de cerros, y a los 7 dias del mes de agosto del año de mil nove­
cientos treinta y cinco, estando presentes el señor Dr. don Carlos Villegas
Echeverry, designado por el Excelentísimo Señor Presidente de la República
Dr. Alfonso López Pumarejo, a virtud del Decreto ejecutivo número nove­
cientos veinticinco (925) como jefe de la Colonia de fundación; don Nicolás
VUlamizar, habilitado pagador de dicha colonia y los señores Alfonso Villegas
Echeverry, Cupertino ViUamizar, Evaristo García, José de los Santos Alegría,
Temistocles Ocampo y la señora Alicia Upegui de Villegas Echeverry y la
señorita Consuelo Gutiérrez Upegui, se procedió al acto de la ocupación ini­
cial en el sitio donde deberán tener lugar los primeros desmontes de la fun­
dación y al efecto se demarcaron como lineas generales, las siguientes: del
ángulo suroeste de la Bahía en la ensenada de "Jella” , siguiendo la linea de
pleamar hasta el ángulo noreste, al pie de los acantilados; de este punto si­
guiendo las estribaciones de la cordillera Oriental que se alza sobre el hemi­
ciclo de la bah a, hasta su último contrafuerte que va a morir a orillas del
rio "Jelia**, dos y medio kilómetros aproximadamente de la desembocadura de
este rio en el mar; de este lugar para buscar los acantilados occidentales,
hasta un lugar perpendicular al ángulo sureste de la Bahía. Dentro del pe­
rímetro anterior tendrá lugar la urbanización y desarrollo del futuro puerto
reservando el interlán para labores agr. colas de la Colonia. Presentes en esta
diligencia los que en ella intervinieron se dieron los primeros golpes de
hacha sobre un mangle de la orilla y en señal de colonización abrimos el
territorio. Se izó la bandera nacional al son del himno patrio y se d:ó por
terminada la diligencia que se firma por los presentes en ella, y ante testigos,
disponiendo sea protocolizada en el respectivo Circuito Notarial. —firmado,
Carlos Villegas. —firmado, Nicolás VUlamizar. —firmado, Consuelo Gutiérrez
Upegui. —firmado, Cupertino Villegas Pinto. —firmado, Alicia Upegui de
Villegas. —firmado, Alfonso Villegas. —firmado, Evaristo García.
Esta proclama optimista no resiste mucho tiempo a las duras rea­
lidades. Sin embargo, después de un año de Inversiones y labores el
ministro de Industrias, en su Memoria del año 1936, rinde un inform e
muy completo sobre los logros de la Colonia, redactado por su director
(Memorias del Ministro de Industrias, páginas 203-221).
La verdad dolorosa es que al poco tiempo la empresa se vuelve
una pesadilla y se convierte en tragedia. Apenas instalados los colo­
nos del interior en sus parcelas, las fam ilias son diezmadas por las
enfermedades endémicas. El primer fracaso surge con la m alaria y
mueren casi todos los campesinos, exceptuando cuatro fam ilias que
logran sobrevivir y se salvan huyendo de la bahia; a esta derrota sa­
nitaria se añade el descalabro económico. El compromiso con la U ni­
ted Frult Company implicaba unas inversiones del gobierno para la
construcción de un puerto de embarque del banano, pero la situación
conflictiva que se vive en Cundinamarca y Tollina obliga al gobierno
a privilegiar la colonia del Sumapaz, canalizando hacia ésta la tota­
lidad del presupuesto. Solano quedara sin puerto.
Por otra parte, en una primera fase algunos colonos se dedican,
mas que todo, a sembrados de subsistencia con cosechas rápidas de
maiz y frijol. Hacia 1937 caen sobre la colonia algunos compradores
de mejoras, que se dedican a un escaso comercio y adquieren pequeñas
haciendas unificando parcelas, que se vuelven potreros de ganadería.
Escasean las plantaciones de banano y como nunca llegaron los bar-

286
eos d e la U n ite d F m it , en los pocos plantíos se podren y caen los ra ­
cim os. D e ta lle m uy sig n ifica tivo y particularm ente p atético: habrá
que tu m b a r algu nas m atas de banano para abrir un cem enterio, el
cu al se lle n a rápid am en te con los despojos de los cedemos. Tam bién,
m u y en ferm o , m u ere V illegas Echeverry en Buenaventura en 1938 y
con su desap arición cae el entusiasmo; en 1940 la colonia se en trega
a la a d m in istra ció n de la Intendencia del Chocó y se in icia t í saqueo
de sus bienes, desde las oficin as de la burocracia en Quibdó.
En los años 1980 y 1981 se encontraron Unicamente tres sobrevi­
v ie n te s d e los colonos del in terior que llegaron hacia los años 38 y 38.
un h ijo del boyacense Fernández, el hállense G ustavo TruJUlo y
P e d ro P é re z M on to ya, n a tivo este de Saboneta, Antioquia, que cantaba
en ton ces con 83 afios de edad; por t í contrario, todavía vivía n algu ­
nos d e los precursores n ativos de la región, aquellos que fu eron los
p rim eros ocupantes y desmontadores de la zona y recibieron a los ' ‘co­
lon os” . M u erto N icolás Saavedra, aún quedaban N azario Bocanegra. de
79 afios, y M ercedes Secaida. de 70; resultaba una iron ía que n i s i­
qu iera residían en la “ parte noble” del poblado, en la traza de la fu n ­
dación , la cual después cayó en manos foráneas, pues ambos vivía n
en las afu eras, a la orilla de la quebrada de Jella, en un “ e jid o " en
don d e crece una especie de suburbio miserable e inundable, llam ado
C ham bacú. De los testim onios orales de los viejos fundadores mulatos,
se h an ex tra íd o los siguientes apartes:
Llegamos aquí a principios de los veinte, cuando eso se llamaba Jella y
no había nadie, y nos pusimos a desmontar. Nosotros k s naturales de la re­
gión fuimos los fundadores pero ya todas las tiemtas las compraron los an-
tioqueños. El padre Onetti vino para hacer el pueblo de acuerdo con las le­
yes y los capuchinos. Había un acuerdo entre k s dominicos españoles y el
Gobierno de Marroquin que decía que el Gobierno daría 60-000 pesos a los
capuchinos (se les decía capuchinos) por cada pueblo que fundaban. Entonces
el padre Onetti desmontó todo esto, el sitio de Jella. bueno no el si no que
contrataba a los naturales como peones y se apoderó de todo eso y en el 26
fundó la escuela; también gestionó la fundación de la colonia agrícola. En­
tonces en el 35 fundó la colonia el doctor Luis López de Mesa, con el doctor
López Fumarejo y el director era el doctor Villegas. Llegó aquí en un Cata­
lina ...E s o fue el fracaso más grande...
Llegaron las 40 familias de Antioquia. de Abcjonal. de Urrao, y al rato
se murieron. Se salvaron 4 familias no más. Teníamos que enterrarlos hasta
las 6 de la tarde y a veces hasta las 7 u 8 de la noche. Se daba basta 75 hec­
táreas a cada colono y una hectárea ya desmontada por nosotros, vacas, casas,
semillas, herramientas, y treinta pesos al mes. con el compromiso de dar dos
dias de trabajo por semana a la Colonia. Era para sembrar banano para ex­
portar a Europa y Estados Unidos. Pero no se pudo traer las barcos de la
United Fruit que habían contratada Entonces crecieron ks bananos y se po­
drían los racimos, ¿a quién se vendía? Después vino alguno que otro colono
del interior, pocos; pero vinieron comerciantes, se instalaron en el puebla
compraron a los colonos y metieron pasta Hubo muchas intrigas. Hahia una
vecino mío y me metía su ganado en el banana! y en el cacaotal.. Hasta que
n e aburrí y en el 42 vendí la finca, bueno, mejor decir la regalé
Y a había muerto el doctor Villegas. Y todo desapareció cuando pasó a
•nanos de la Intendencia, las vacas. . y mataron ks toros importados que
valían mucha plata, y se llevaron toneladas de varillas de h ie n a en un bar­
c a para Buenaventura. Todo desapareció . ..

287
r —

<C1u4m i ItiK It ik M Im ui

También no» di« pojo solaces ,en «el pueblo. todavía tengo uno.. de .-esguina,
sobre «el parque., peco la casa se cayo, Nos daban solaros de ¡LO ¡por 50 de
íondo, para «huertas casera*...
Po¡r Atedio de estas entrevistas &e pudo comprobar cómo «el Estado,
interviniendo para resolver litigios entre colonos, con frecuencia se
convierte eo un tercer protagonista, creando m&s controversias Para
estimular a las colonias oficiales —bien sea en el Sumapaz «q «en balite
de Solano— promete a las fa mi lias la entrega de una primera parcela
ya desmontada y limpia, es decir de tierras limpiadas por colonos .ra­
dicados en la zona antes del Decreto JIM) Así, -y de entrada, el Estado
crea una situación de desigualdad entre sus colonos inmigrantes y los
pioneros nativos pobladores de la región, establecidos alli desde dece­
nios atras. Eso lo captan perfectamente los campesinos negros -y
emberas de la babia de tolano «cuando afirman;.
¿Loé primeros colonos fuimos nosotros y no los '‘paisas" que trajo el go­
bierno desde d Interior
Ahora, sentado el contento podemos examinar en detalle eJ m ag­
nifico plano de urbanismo del abo JV36, elaborado por un Ingeniero
del Ministerio de Educación Nacional

288
U n am plia “ prom enade" { paseo j sigue el aroo de la playa, «1 cual
lle g a perpendicu larm ente una avenida «con treinta metros de ancho.
L a cu adricula tradicional, con manzanas de 60 x 60 metros (in id a l-
m ente previstas para doce lotes) ignora los pantanos y las crecientes
diarias d el r io JeJLla, cuando lo represa la marea alta. Figuran tres zo­
nas residen ciales calificadas "de prim era" y "de segunda*1, sin olvidar
un ‘‘ barrio ob rero” (? ? ? ) La quebrada de «Jalla atraviesa un Jardín
botánico suburbano d e unas 6 a $ hectáreas y, canalizada, entra en la
ciudad p or «3 e je de una amplia avenida; luego sigue libremente hacia
el orien te, en m edio de la vegetación de un Jardín-parque tan extenso
nom o el botánico. Unas sels plazas y plazoletas, abundantemente a r­
borizadas, adornan a esta idílica dudad-verde. Lo anterior se com ­
p leta con un m a gn ifico puerto (muelle, aduanas, bodegas 7 hasta fe ­
r r o c a r ril), en donde se amontonan los ilusorios racimos de banano
p a ra c a rg a r en los quiméricos cargueros de la United Fruit Oompany
L a «cruda realidad acaba con el suefio y en 3846 el panorama es
mds bien desolador. El redactor del tomo VI, Chocó, de la Geografía
Kcvm »m k a de Colombia, no oculta su desconcierto:
«Ciudad Mutis es la población principal non ¡120 casas, .entre las cuales se
encuentran las construcciones .oficiales Tiene local para escuela de varones
y de ñiflas Está edificada a .la «orilla del ¡mar, sobre las márgenes del rio Jella
y forma una cadena de casas de dos kilómetros de longitud, que se unen por
<fll puente “Alfonso López” , sobre el rio mencionado El «Gobierno Nacional
impulsó algunas poblaciones, llevó a Mutis .maquinarias, fomentó los cultivos
¡Pero es lo «cierto que la Comisión de esta Geografía Económica, en av visita
a fta Costa, en «1 mes de agosto de 1848. sólo encontró en «Ciudad Mutis, como
obras de aliento, «una planta eléctrica en funcionamiento, casa de la Dirección,
ocupada por un Director encargado y un secretario; una estación de radio,
botica y comisariato, éste « o buen edificio; cobertizo para la máquina de
.aserrfo edificio para el hospital y 18 casas para colonos, «en las respectivas
paroelas.
Los colonos han emigrado en su mayor parte y los cultivos van desapa­
reciendo, al punto de que boy no se consigue en Ciudad Mutis plátanos, m
bananos, ni arroz, ni cacao, ni cada de azócar m leche, en cantidades siquiera
suficientes para ed consumo de )o6 pocos habitantes que aón demoran allí
Es realmente desconcertante que todo el esfuerzo oficial empegado en tan
plausible iniciativa se haya malogrado El comisariato tiene algunas existen­
cias de mercaderías y rancho que está agotando o expendiendo para lo cual
se ha encargado de él a un administrador En resumen, en Bahía Solano no
.se advierte hoy ninguna actividad Él «Gobierno Nacional hizo cesión de la
(Colonia, por reciente providencia al gobierno intendencia!, pero es opinión
generalizada la de que «ate paso en nada 'la beneficiará, poique la Intenden­
cia no dispondrá de 'los recursos requeridos para su conservación y fomento
E s ta m o s m u y le jo s d e l a e u fo r ia d el P r o fe s o r L u la L ó p e z d e M e s a ,
c u a n d o s ie n d o m in is tr o d e E d u cación d e) g o b ie rn o d e A lfo n s o L ó p e z
F u m a r e )o e im p u ls o r d e l a fu n d a c ió n , d e c la r a b a :
Pronto vecemos florecer alb al JRio de Janeiro del Pacífico
4 0 T lem p o . 81 de diciembre de 1842 )
A b a n d o n a d a l a c o lo n ia d u ra n te lo s ah os c u a re n ta y c in c u e n t a , sus
p o b la d o r e s s e e n t e ja n p o r los ¡rumores de la s p erson as q u e lle g a n d e)
in t e r io r , d e q u e e¡n e l p a ís s e e s té d a n d o "la v io le n c ia " M u y d e t e r io ­

289
rado el pueblo en los años sesenta, recibe el golpe de gracia en 1970,
cuando durante tres días suceden más de 80 sismos a un maremoto.
Hoy en día Ciudad Mutis, más conocida como B ahía Solano, se
asemeja a Pompeya y no a Rio de Janeiro. El m ar asaltó y destruyó
la primera hilera de casas frente a la playa; adentro vegetan vein te
manzanas medio vacias, convertidas en basureros, sanitarios públicos
y pantanos enmontados; algunos ranchos de madera arruinados, es­
combros de concreto podrido por la sal marina, carencia de alcanta­
rillado, escasez de energía y agua potable y calles herbosas o llenas de
charcos, caracterizan un lumpen-pueblo plagado de cantinas. L o do­
minan desde Qulbdó algunos politiqueros, que sólo lo visitan en vís­
peras de elecciones para asegurarse la votación de una cantidad de
burócratas oficiales (con sueldos amarrados al v o to ), dispersos y so­
ñolientos en más de cincuenta oficinas estatales.
Ironía, a los cincuenta años de fundada y a pesar del m agnifico
plano de urbanismo del afio 1935, Ciudad Mutis es hoy uno de los
pocos pueblos de Colombia que no tiene plaza; hasta el flam ante
puente Alfonso López ha desaparecido; se lo llevó el rio Jella y en el
m ar yacen sus restos de hierro y concreto, mezclados con los escombros
de la utopia reformista de Alfonso López Pumarejo.
Eso es lo que ocurre — no solamente en Bahía Solano— cuando se
funda una ciudad antes que sus elementos gestores y la base produc­
tiva y logística de la cual se nutre y sobre la cual se erige, es decir,
cuando se Invierten las fases del proceso y la fundación urbana ante­
cede a la colonización agraria. Dicho con otras palabras, se produce
este fracaso cuando las leyes de un gobierno pretenden ignorar las del
desarrollo del espacio y de la sociedad, y más aún, cuando coincidie­
ron en forma ocasional los Intereses del Vaticano, de la U nited Frult
Company y de una efím era “ revolución en M archa", fundando ciuda­
des por decreto.

290
C A P IT U L O V I I

LA COLONIZACION EN EL
VALLE DEL CAUCA

«. s ó lo p lo m o en n»w mía: la
fo rm a de s a lir d e l país , H a y s ó lo ana
m anera q u e se m e o c u r r e y es sacdndi»-
le io d o e l ju g o posible a la n a ra n ja .. .

(Carta dirigida desde Cali por Carlos


Edcr a su hermano Phanor, radicado en
Nueva York, con techa de 24 de di­
ciembre de 1903)
£1 plan del Valle del Cauca y el corredor central de comunica­
ciones norte-sur siguen recibiendo en form a exclusiva el peso de los
fenóm enos demograttoos y económicos durante la totalidad del siglo
X IX . Sólo a prlnolptos de nuestro siglo vartus factores externos a la
provínola producen un cambio del modelo de relaciones y se estable­
cen unos nexos y comunicaciones transversales; tanto adentro de la
reglón , ligando laderas y cordilleras con el plan, como afuera, uniendo
el V alle del Cauca con la costa del Pacifico por m edio de la oreaoión
del m uelle de Buenaventura, del Ferrocarril del P acifico y de una ca­
rretera. P ero es preciso distinguir varias (ases en este proceso que oon-
eluye h a d a 1980-1930 derrotando el secular aislam iento y transfor­
m an d o la reglón en un granero de productos agrlculas de exportación.
Varios ensayos recientes dedicados a la historia del Valle durante
el siglo X I X concluyen en form a unánime: el Valle del Cauca experi­
m en ta durante la m ayor parte del siglo un estancam iento económico
y dem ográfico generalizado, del oual apenas se esta recuperando cuan­
do se asoma el siglo X X .
Desde 1810 hasta 1903 muchos de los conflictos bólleos que se su­
ceden en el país impactan el corredor. Sin hablar de batallas y des­
trucciones, el sólo paso de las tropas sign ifica el saqueo de haciendas
y poblados, la oontisoación de ganadas y también el reclutam iento
— o la huida— de numerosos hombres en edad produotiva. Las viejas
haciendas lo que más producen son hipotecas, perdidas y deudas, lo
m ism o que "coroneles'’ y 'generales'*,
En muchos poblados los viajeros e x tr a je r a s recorriendo el Valle
subrayan la pobresa latente y el ambiente vegetativo que reina en las
otroras prósperas haciendas. Hacia mediados del siglo las llanuras del
V alle sirven en vanas oportunidades de campos de batallas entre
tropas de los ejercitas de los Estados de Antloqula, del Tolim a y del
Cauca. Estos factores contribuyen en faoilltar el acceso a ciertas tie­
rras m arginales de las grandes haciendas del plan y en la formación,
en sus partes más mediocres y sin uso, de un pequefto campesinado
pareciere generalm ente con el estatuto Jurídico de arrendatarios. La
Ubre circulación suscita posteriormente unos movimientos de pobla­
ción y se observa la radlcaolón, en el plan, de fam ilias oriundas de
Hariño, del Tolim a y de Caldas; sin que creaca el territorio aumenta
su población de manera notabie hacia 1880-1900,

S9á
La prolongada postración que afecta la región plana del Valle DEPARTAMENTO DEL CAUCA
después de la Independencia, se comprueba comparando dos fuentes Censo Nacional de Población del afio 1HS
de datos: la demografía, por medio de los censos de población; y la
Provincias Municipio* Habitantes
visión, por lo demás subjetiva, de los numerosos viajeros extranjeros
recorriendo la comarca, a partir de 1824. Buenaventura Buenaventura 12.195
En el censo nacional de 1825 las provincias del Chocó, Buenaven­ Naya 17.846
tura y Pasto, suman 149.778 habitantes y una mínima parte es aquella
del Valle, sin que la podamos discriminar. En 1827 el censo general de Total 30.041
la república indica 87.519 habitantes para la provincia de Popayán,
la cual incluye al Valle. El censo de 1834 señala: Cali Cali 30.740
Dagua 2.331
Provincias Cantones Habitantes Jamundi 3.251
Pavas 923
Buenaventura Cali 13.727 Vijes 795
Roldanillo 5.782 Yotoco 2.588
El Raposo 4.346 Yumbo 2.194
Cauca Cartago 9.947
Toro 4.860 Total 42.822
Buga 10.544
5.202 Palmira Candelaria 7.300
Tuluá
Florida 4.033
Palmira 12.110
Palmira 27.406
Popayán Caloto 10.330
Pradera 4.875
Total 76.857
Total 43.614

Para el censo de 1905 se tuvieron en cuenta los cambios político- Santander Buenos Aires 5.159
administrativos, ocurridos en la sectorización censal. Extrayendo del Caloto 11.259
departamento del Cauca lo que corresponde territorialmente al cen Caldono 3.323
so de 1634, elaboramos el siguiente cuadro: Corinto 1.931
Espejuelo 2.885
Jambaló 2.933
DEPARTAMENTO DEL CAUCA
Censo Nacional de Población del afio 1905
Santander 6.174
Toribio 3.313
Provincias Municipios Habitantes

Arboleda Bolívar 2.918 Total 36.977


Huasanó 2.348
Tuluá Bugalagrande 7.100
La Unión 3.676 San Vicente 3.839
Roldanillo 7.304 Tuluá 11.310
Toro 5.740

Total Total 22.249


21.986

Buga Buga Quindlo Cartago 9.587


17.465
Cerrito 9.610
Guacarí 4.760 Total 9.587
San Pedro 4.656
Total general 243.767
Total 36.491

295
294
A este prim er Cuadro general del com portam iento dem ográfico
regional, es preciso agregar el panorama urbano que dejaron consig­
nado los distintos viajeros extranjeros que pasan por la provincia,
generalmente encargados de misiones de exploración comercial.
En 1823 Gaspard Mollien, francés, subraya los indicios de la de­
cadencia de Popayán, pero se asombra de encontrar unas diez minas
de oro en los alrededores de Qulllchao, en donde se aloja por una n o­
che. Anota la prosperidad relativa de Llanogrande (P a lm ira ), gracias
a sus exportaciones de tabaco hacia el Perú y Panam á. M enciona la
envidia de los caleños con Cartago, en cuanto a las relaciones compa­
radas de ambas ciudades con la zona del litoral y su respectiva pros­
peridad comercial, siendo más ventajosa la localización de Cartago.
En Juntas del Dagua encuentra bodegas de unos mercaderes caleños
y en Buenaventura ( “ este villorlo” ) cuenta una docena de chozas h a ­
bitadas por negros y mulatos y un cuartel con una guardia de once
soldados.
En 1849, Próspero Pereira Gamba describe rápidam ente las ciuda­
des del Cauca para El Neo Granadino (Nos. 36 y 38 de abril de 1849).
Desde Cartago presagia el porvenir de Buga, señala su letardo, com­
parado con el notable empuje de la joven Palmira. En Cali, resalta el
poder y la intolerancia del clero, el atraso de la vetusta clase dirigente y
su enfrentamiento con “las montoneras” , y de la ciudad dice:
...p a r e c e un caserío de teja sepultado en un b o s q u e ... Su plaza nada
tiene de raro, sus m ejores calles no pueden llamarse buenas, sus arrabales
son detestables.
En 1852 el norteamericano Isaac F. Holton pasa por Cartago, R ol-
danillo, Bugalagrande, Tuluá, Buga, El Cerrito y Palm ira, con esta
anotación: “ No conozco ningún otro sitio del tamaño de Palm ira que
tenga más gente en la cárcel.” Dedica pocas lineas a C ali en donde,
según él, viven 11.848 habitantes. En V ijes no ve más que “ una aldea
de chozas” “ algunas dignas de llamarse casas” y señala el marasmo
que experimenta el "pestífero puerto m arítim o de Buenaventura” .
El francés Charles S affray llega al Valle en 1862: concede unas
lineas a Cartago, Roldanlllo, Tuluá, Buga y subraya la prosperidad
tabacalera que se nota en Palm ira “ ciudad enteramente nueva” ; luego
dedica un párrafo a la prosperidad comercial que se advierte en Cali.
Por el contrarío observa en Quilichao un marasmo, que atribuye a la
emancipación de los esclavos de las minas; en Popayán anota que su
comercio “ no está muy desarrollado” y agrega que depende mucho del
comercio de Cali; Juntas del Dagua en donde “nadie vive por su gus­
to” , no pasa de ciento cincuenta a doscientas casas “ del más mezquino
aspecto” . En Buenaventura anota: “v i cinco o seis casas de agradable
aspecto; las otras son tan miseras por fuera como en el interior. La
iglesia, erigida en una altura, parece una granja” .
Edouard André recorre el Valle hacia 1875-1876: atribuye “ unos
siete m il habitantes" a Cartago y se pasea por las tres calles de Vijes;
luego señala que Palmira, con sus diez m il habitantes, “puede compe­
t ir en influencia con Cali, de la cual dice: "contará en la actualidad

296
unos doce m il habitantes". No obstante, también hacia 1880 Schenck
asegura que Cartago “ está en ruinas". De las casas viejas y macizas del
tiem po colonial en el centro de la ciudad, muchas están vacias, y en
las calles crece el pasto vigorosamente. Si no fuera por el comercio
del cacao de los antloqueños, aquí reinarla “el silencio de la tumba".
La visión contradictoria que tienen de Cartago los numerosos viajeros
extranjeros, cruzando por una plaza que era un pivote en la red de
comunicaciones, muestra la limitada confiabilidad que podemos atri­
buir a las "impresiones de viaje" de los turistas foráneos.
En 1885 hace el mismo recorrido el suizo-alemán Ernst Rothlis-
berger: apenas menciona a Cartago, "esta pequeña ciudad no tiene
nada extraordinario", a Buga “auténtica ciudad española bronca y
antipática” , pero dedica un párrafo a Cali en donde señala su desa­
rrollo comercial.
Con estas estadísticas demográficas y los apuntes de los viajeros
extranjeros se obtiene un primer cuadro que podríamos resumir asi:
a ) El crecimiento demográfico sigue un ritmo muy lento, con
una aceleración en los últimos años del siglo pasado.
b ) Hay una desigualdad en el desarrollo demográfico compara­
tivo entre ambas márgenes del río: con un ritmo muy lento en la
margen izquierda y un marcado impulso en la banda derecha.
c) Exceptuando a Cali, el sistema urbano de la banda Izquierda
sigue conformado por aldeas y villorrios (ejemplo, Vijes o Yotoco,
"miserable villorrio de algunas centenas de habitantes”, según Edouard
A ndré).
d) En la banda derecha se destacan los centros dinámicos de
Cartago, Buga y sobre todo la pujante Palmira, compitiendo con Cali.
De hecho, la máxima concentración demográfica se registra en la zo­
na Palmira-Candelaria.
e) La misma ciudad de Cali no se salva de la crisis demográfica:
siendo que contaba con 6.161 habitantes en 1806, se registran 12.740
en marzo de 1870. Estos guarismos significan que apenas logró du­
plicar su población en 65 años, es decir, con una tasa de crecimiento
vegetativo anual del 1%. Sin embargo, a medida que logra articularse
al Pacifico, va rompiendo los lazos de dependencia con Popayán. A
principios del siglo x x Cali destronó a Popayán, en cuanto se refiere
a su papel económico de plaza comercial y a su nivel demográfico.
f ) Por fin, y quizá lo más importante para este estudio, es el
marcado estancamiento demográfico urbano, mientras que, por el con­
trario, se da un vigoroso crecimiento en los campos. Se puede estimar
hacia 1890-1905 la distribución demográfica en la región en un 20%
en el área urbana y en un 80% la rural.
Escribe muy acertadamente José Escórela al propósito:
Creemos que la dicotomía rural-urbana d o era tan importante entonces
como lo seria más tarde. Esto puede observarse en fenómenos como el muy
lento crecimiento de las ciudades, más lento aún que el ritmo de crecimiento
de la población en general. La población de las haciendas y el campo en ge­
neral crecía más rápidamente que la de los escasos núcleos urbanos.

i;
297
Durante esta primera mitad del siglo X I X la red urbana lineal de
la margen derecha se refuerza con el surgimiento de nuevas aldeas.
Algunas expresan la tendencia del siglo XVm de liquidación de an­
tiguas reducciones, bajo la presión del sector mestizo; otras conjugan
la acción doblemente especulativa de un clérigo y de unos hacenda­
dos; por fin , en ciertos casos se combinan y se articulan las dos m o­
dalidades anteriores. Así surgen, antes de 1850 las aldeas con nombres
cambiantes, que hoy conocemos como Obando, L a V ictoria, Zarzal,
El Cerrito, Florida, San Pedro y Bugalagrande; sin hablar de las que
no resistieron a la usura del tiempo y tuvieron una vida breve. S e­
guirla la fundación de Pradera hacia 1863. Todos estos pueblltos se
ubican sobre el camino real de la Colonia y van reforzando la cadena
urbana lineal, recorriendo todo el Valle. En ellos se nuclea una po­
blación dedicada a la agricultura y, algo nuevo, expresan la persistencia
de la Colonia. En su misma retícula persisten las Leyes de In dias; sin
embargo, se tiende a ampliar el ancho de las calles y en reducir las d i­
mensiones tanto de la plaza como de los solares, muchos de los cuales
son ocupados por fam ilias modestas de parceleros y de Jornaleros.
A medida que estos núcleos logran adquirir la categoría de cabe­
ceras se modela una form a de municipio diferente: se rompe el m o­
delo colonial municipal alargado, de sentido norte-sur; se form an las
unidades administrativas por medio de fajas transversales abarcando
desde el rio hasta las cimas de una cordillera, incluyendo asi tierras
de los tres climas, con la perspectiva — por lo menos— de una futura
diversificación productiva.
Estas funciones no tienen el carácter altruista que presentan
algunas monografías. En varios casos se trata de un sencillo negocio
de tierras en condiciones de demanda tal, que se pasa de la especula­
ción por fanegadas rurales a la más lucrativa venta de solares urbanos,
en varas o metros cuadrados. En cuanto a la misma donación de alguno
que otro predio para los usos públicos, quedó perfectam ente caracteri­
zada por Jorge Villegas hablando de la fundación de A bejorral:
En realidad las cesiones para fundación de pueblos se hacían con el fin
de atraer habitantes hacia esos grandes latifundios deshabitados con el doble
propósito de poblarlos para tener mano de obra que permitiera su cultivo y
valorización para su posterior venta.
( “ Pleitos de tierras entre colonos y propietarios en la colonización
antioquefia", Revista de la Universidad Nacional, Medellín, Nos. 5 y 6.)
El clero en muchos casos sigue, como durante la Colonia, asociado
a los beneficios de la operación. En la fundación de Pradera son un
cura y unos hacendados los donadores de 97 fanegadas de tierra, en
las cuales se prevé una traza con 14 calles y 9 carreras, incluyendo un
total de 87 manzanas, sin olvidar un lote “ para el Cementerio Cató­
lico” . Fundación de un tamaño físico muy ambicioso prevista para
una población de unos diez m il habitantes, dimensión dem ográfica
que sólo alcanzaría en el censo de 1964, o sea unos cien años después
de su creación (Ordenanza del Cabildo No. 1, del 15 de abril de 1870).

298
E n M ira n d a el terraten ien te fundador no olvid a nom brar de a n ­
tem a n o a l párroco, p a ra el cargo de presidente de la Junta Fundadora.
Es el que o to rg a los solares y a quien se deben d irig ir los candidatos,
sin o lv id a r de presen tar un certificado de buena conducta.
S in em bargo, no siem pre reina la arm onía en tre los socios del
n egocio, y un litig io acom paña el nacim iento de Florida. Se h a e n ­
c o n tra d o en la n ota rla local la escritura del año 1835, p or m edio de
la cu al los herm anos y terratenientes Julián y Santos B edoya h acen
una don a ción de tierras para la fundación del poblado. De hech o ob­
sequ ian el terren o para la plaza y la iglesia, con la cual pueden in icia r
una operación com ercial de loteo, pero protestan en los térm inos si­
gu ien tes:
. . . q u e son dueños d e l te rre n o e n que se han puesto los asientos d e la
p a rro q u ia d e L a F lorid a , y qu e com o tales. . . d ieron tie rra p ara la Ig le s ia
q u e se h a ed ifica d o , y cien to treinta y tres varas e n cuadro p a ra la p la za
q u e e x is t e . . . cuando se dem arcó otra parroquia d ieron once varas d e tie rra
p a ra e l ancho de las c a lle s . . . con la condición de qu e n o dan m ás tie r r a p o r ­
q u e e n ta n to se o b lig a e l hom bre, en cuanto consta qu e se quiso o b lig a r, y
q u e n o h a b ien d o sido su volun tad dar sino e n los térm inos refe rid o s , s ó lo
a e lla son obligad os, sin consentir en que se les qu ite un p alm o m ás d e tie rra ,
a lte ra n d o la d em arcación qu e se h izo y contra la cual ha qu erid o in n o v a r e l
actu a l C u ra de la F lorid a , preten dien do dar dieciseis varas de an ch o a las
calles, lo qu e tra e ría un trastorno a la p ropiedad qu e tien en en e l te rre n o y
a los qu e les han com prado tierra para e d ific a r y y a están h a cien do sus
casas. . .
Podem os observar:
a ) L a persistencia, en 1835, de las norm as urbanísticas co lon ia ­
les, en cuanto a la extensión de la plaza y el ancho de las calles.
b ) E l ca rá cter especulativo de la fundación: plaza e iglesia tie ­
n en p o r objeto fa vo recer la venta de los lotes.
c ) L a asociación clérigo-terratenientes, la cual se tra n sfo rm a en
pugna, con la llegad a de un nuevo párroco pidiendo calles de 16 varas.

R • •

A h o ra bien, tiende a m odificarse este cuadro desolador en la se­


gunda m itad del siglo, con un proceso del cual sólo se quiere aquí
en u m erar algunos factores:
— L a ley de manumisión tendrá como una de sus consecuencias
la fo rm ación posterior de un pequeño campesinado parcelero y que
encontram os al origen del impulso que tom arán más tarde los cultivos
del tabaco y del cacao, muy notables en el norte del Cauca, asociados
a la colonización de los montes y de las zonas bajas.
— Las leyes sobre división de los resguardos term inan en la cor­
d illera con unos excedentes de población, generando unas corrientes
de em igración de guambíanos y paéces. Estos se dirigen h acia las tie ­
rras baldías de la Cordillera Occidental, en donde su labor de c o lo n i­
zación se hace notable hacia 1900-1930 y suscita la creación de nuevos
poblados.

299
—La j legres sobre baldíos meenti van los desmontes de colonización
en los laderas, los atoles veneran colonia* agrlcalau. en el (fru tó lo ra -
ilnno o del rtglo 7 «nos súdeos de agricultura en diversos
zonas de lo Cordillera Occidental: desde A n o n s u s e v o bosta el olio
7 llrgsnrtn. harta 1910, o lo zona de BttaeO'Ls Cumbre.
—Lo ley de manos muertas, expropiación disfrazada de los latí-
funoios d a clero, importa lo a n o B Oemto-Pmhmra 7 suscita lo
Cocüeia de un sector de comerciante* de P ilo iiv C a ll, ios titiles se
apoderan de las Oerros en donde surgen posteriormente grandes pion-
tartonc» comerciales de cofia de azúcar.
—Por fin, es preciso ligar todo lo anterior con lo llegada de los
eomerctontes extranjeros. 81 este fenómeno venta decae denula» otros
—ya señaia Zamtra Dios que bacía 1810 "ios reportes ó rn ale* también
motean que gran parte del comercio odn existente estaña añ oro en
monos de extranjeras**— oe acentúa hacia IBM 1000.
t i primer tactor mencionado no canee de Interés, por lo que lo
manumiso» oaspteto un comido radical en los potrones de pobiem ten-
to 7 asentamiento de lo pootadón anteriormente esclavizado. Este fe ­
nómeno opera en el extremo norte del Vade piano, en 10 zona C ortago-
cerraos. Aid oe reama uno colonización pareciera negra de loo zanas
hornear de onda del rio Canea, ocopando ios portes bajos d e antiguas
haciendas esclavistas. Con cultivos de pon coger 7 de ca fé, tabaco,
caño 7 cacao se forman pequeños núcleos de viviendas rurales, que
logran persistir luego por medio del abasto en lefia, cuando en esta
zona florece en forma efímera la navegación de vapor hacia Cali Pero
estas comunidades reciben el importo del expansionismo de los íleos
negociantes cafeteros de lim ítale* 7 de Peretra. Cuando éstos buscan
lo solida de sus prodocto» harta el mor 7 tierras planas para lo ex­
pansión de lo ganadería de come, se obre un periodo de violentos
confllrtos entre los paneleras negras 7 los negociantes 7 ganaderos
caldenses La fundación por estos Ultimos de su propio puerto fluvial,
ea La Virginia, concluye harta, 1910 eon la expulsión de las núcleos
de campesinado pondero negro. Surge Lo Virginia, puerto de expor­
tación del café, eon compartías de navegación, vapores, "casas de
comercio", banco», compradores de café, arriero», tiendas y
7, desde luego, una cantidad de prostíbulos coa abasto asegurado.
En el extremo sur del Valle, por el contrario, la numerosa pobla­
ción manumitida (que se puede evaluar en » " ■ « 5.000 personas en
18583 autoriza una rolonlzartón más perdurable. Con la crisis de la
hacienda ganadera 7 el dermunbe de los latifundios esclavistas, opera
un aumento de la densidad poblacional dispersa. Los manumisos,
practicando su propia reforma agraria, expropian a sus antiguos amos
7 surges numerosas colonias agrícolas "comuneras", de los r 1*1** no­
cen más tarde varios pueblos.
Esta corriente colonizadora de manamisrap era la continuación de
la tradición cimarrona del siglo X V H L Hemos visto en e l libro La
C iu d a d entenab im s Prrh ispiu it s, de Conquista e Trutíany cóm o esta

300
colonización de fugitivo* había producido una* colonia* rurales clan­
destinas en las zonas bajas de las haciendas coloniales: los palenques
a los cuales varios historiadores, eon mucha testarudez y pocas bases,
atribuyen en forma equivocada una configuración urbana que nunca
tuvieron en la región durante la Colonia, pero que si iba a surgir a
principios de nuestro siglo.
Basándose en las meras cifras, varios autores tienden en mermar
la Importancia de la manumisión. Según el territorio considerado
—el Valle solo, con o sin Czloto, excluyendo o incluyendo El Raposo,
etc.— sostienen que los esclavos sumaban de tros mil a cinco mil, al
máximo. Esta visión meramente cuantitativa del asunto Ignora el peso
cualitativo del trabajo esclavizado: en otras palabras, se sabe que re­
presenta hacia 1850 el potencial más productivo de la fuerza laboral
de la región. Además, los esclavos se concentraban, en su mayoría, en
algunas grandes haciendas formando una red productiva vinculada a
la distribución comercial, bien sea local o exógena. Esto lo captan eon
claridad los más Importantes hacendados de la época, llegando hasta
la rebeldía, y encontramos liderando la protesta de 1Ú5Ó-1855 a los
principales esclavistas del •‘pian”. Es que eon la abolición de la escla­
vitud pierden, más que privilegios, ganancias e ingresos fáciles; lo
crue lamentan es la pérdida de un medio de producción de plusvalía.
Se aterran tanto a su antiguo poder que curiosamente, tanto en GaB
como en Oaloto, durante varias años los notarios parecen desconocer
la Ley de 1851. Be han hallado varias casos de testamentos redactados
hada 1M5-1M6 en los cuales los esclavistas siguen enumerando es­
clavo* en el Estado de sus bienes y propiedades (Richard Presión
Hrland. cita en GaB, el caso del testamento de Marta Josefa Cabal,
del alio IMS).
Prosiguió durante décadas la mentalidad esclavista y cien años
después de la Independencia quedaba aún alguno que otro negrero
recalcitrante, aunque eon métodos algo modernizados. Según el Ar­
chivo tfe Balóle» del AHNC en 1921 un hacendado de Gartago radicado
en Estados Unidos solicita de las autoridades colombiana» una ‘li­
cencia de importación" de SbOO chinos, considerando que "los obreros
colombianos, que ao trabajan como fuera de esperarse y que no ae
pueden conseguir en el número que los necesito.. " y que "los chinas
son los mejores trabajadores conocidos; no se mezclan (ale) en po­
lítica ni son revolucionarios o anarquistas".
A continuación se reproduce el memorial en facsímil, para aae-
rurmr la credibilidad de un documento oue más ae parece a una mezcla
de estafa eon broma (ver págs 202 y 202).
Asi que los viejos conflictos esclavista-esclavo resurgen después
de la manumisión en forma hacendado-manumiso sin tierras: para
muchos la libertad se convierte en hambre y desempleo. José Escórela
cita la carta de una pareja, eon lo cual ae ilustra este fenómeno:
A n t e u sted c o a a r r e g lo s d e re c h o d e cim os o o e h a b ie n d o c a lid o d e 1a
d e g r a d ante con dición d e esclavos cu o u e v iv ó n o s hasta la d e la r e ­
d e n to r a Vea q u e nos sacó d e ea s m is e ra b le co n d ic ió n h o y n os e n co n tra m o s

301
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k s l a . b. joras tr »ia > 4 o r a » e ;s c = iis »: aa i : o— lia s
M p o lít ic a d eom reroleeleaarleo e ssorqdstaa. 3ea las majo-
rom d e e r a s y esta ea la p rin cip a l empresa a qee ya le a tb j •
d e d ic a r .- 5000 paraúsas moa un peal t i tu n a t o p a n e la pabla-
a ló n da Cmrtagtt y su aproTlsisuusdomto solevante s a n orna xu d ta
B M t U , 3 ¿ i t r a t o de 1921. buena da u tilid a d para diaba reglón. ____
31 a i Sableras deseare emplear altanes de
d a ehlmsa.em lm oanatrmoalón da farreoa rrllaa, yo podra a « l d a -
tx a rla a aa a*Jorca condicionad que mingara otra o r g a n iz a d * ^ - ^
M ^ r E l tra sp orte m Colombia da 5000 cblnom B a le a n te , coa t a n mlrcdtdjr
i do 1 . 000 . 0 00 , pare lm ecmpailm cea qee be hecho contrata ja s a s sm-
U lu le tro de i ^ r i c v l t v t y C é n tre la . choa d H o c e s coa loa cuales mo respaldaras ala lim ita c ión de nin­
gMtWrfHr- guna esp ecie. Esta ccepalla ae prepone penar sus bajees propios
K» 3. P* que traerán le a oblaos om referen cia a C oleada y para a l r ía je
da reárase temaran teda e l c a fé , emoroe. a n e a r , ta l •
oelemblaaom que ye lo s pueda o fre c e r, l e n a l d a n asm buena s t lU -
B r estar a d s c rita mi U1mi a te r i o ¿ e l Aad a l Cablera o.
E l presidente de eatm ií inge níe me ha aatarl
digna cargo de e s ta d , todo l e relm tlT o m inm igración y m fia do p a n d e c ir a l Sr. B ld a tr e qee tan la te e como est trabmjafi-
de en debida farsa pedreses pomar a l pasaje pora CCEO3IAB08 da
de qme mirra xem olrer l o t « t e e tla e covrrs a la n te . a » permito traca BaaoaTaatura a Roag Xamg a l precio aay sódico da
na y p a n personajes o fic ia le s a órnalesqelere dal Cobior-
e r i g i r l e en amble y mam nota fechad oe e l 13 de Jacio d i t i n o , en no a l pasaje aera CRdTIS» , _
■ .El s r. Q & w l em esta e l i d i d extenderá loa
San Francisca de C a lifo r n ia , s u s c rito s per e l menor Tóame de lm pasaportas eorraapeodl anteo y a l tendrá buen aullada da rsrlea r
lo a c e rtific a d a s de buena salud, pero ¿ais e l caso de que t i n a
Vt Conche y qme dloen m lm le tra ? da s i s chinos ae enfermare en e l T la j# e despues de babor deson-
bajosdo, mate aera debidamente atendido aa nuestro Soapi t a l pro­
"San Frene le o o C a li f a r d a J s s l o l l 1921 t a r i o r a s .- p io y ea caso de ser necesario, cora doiuelto a os país a amostra
Bogotá# - £ole s b ia .- Rasgóla c a b le g r a fia r Cónsul asta ciudad e e - se cta .
tarlxaciém extenderse p a r d e o importar cin co d i chinos d b e - Ib aa propongo establecer esa crga&lxaolán
oleada C a r to fo .- Daré mmflaleataa g a ra n tía s .- pronta acolan r e ­ p e rfe c ta ; tendrá a l a e r rla le especial de P a lía la , ala qme l e cues­
s a lta r e gran d e s a rro llo p a la .- T<BdS DE Ld CORCHA.-" te nada a l Gobierne, secuelas, h , y lea chinea que yo «oplee ae
barón éciedssoe eelsabienco a l entrar a trabajar k ala prcpledadea
"San Francisco G a l i f a r d a , l e d o 13 da 1921.- s r . E i- 31 a l sedar ElEle tro desare sus Infam es so­
d a t r o da Eela c la s e s 2 t te r i e r e s . - Bamotá. Colom bia.- Uuy señor b re a l p a rtic u la r, con asaba guste se la s ea o lc ltira re a l recibe
d o ? £ • p e r d t e r e m itir a Sa Sxeoloaola moa ca p ia d e l Cable qee de ana ordenen.- E l Podre ea Alejandro Cincha, da Cartago, Repta*
l e mandé em e s ta fecha rogándole c a b le g r a fia r a mi Sr. Consol de da 51 T a lla , ooa quien podra oomprebar la árletemel a de la s pro­
Colombia em eatm d a d a l sa a u tor!sa cien para que yo pueda In tr a ­ piedad ea, re fe rid a s y adeaás de cus brease earrlciee a l fe r r o c a r r il
t a d ? a l pala a lo co d i chinea que c a le ro penar e tra b a ja r en d a da Caldea.
propiedades da Cartago, Septo. da 51 T a lle . Sin otra particular y ea espera de sus Tulloaaa laotrac-
K1 Id e a mi In trod u cir ob reros Chinos a Co­ cloaea quede d e l Sr. E ln latre, n j atta y 3. S. t o a s BE LA COCSi
lombia as d e s a rr o lla r eatm r e g id a lo mee pronto p o s ib le . cose Blrecalca? 1053 b a l S treet. San praaolese,California.
qme no podría efectu ar a te a l sedóme solamente m l o e obreros eolom
b isa o s, que ce trabajan eomo fu era da desearse y que na se pue­
den conseguir em e l numere que le e n e c e s ito . Soy de usted atente aerrlder,
S i consulte que be t s d d e con a l S r. CÓssel
Rebolledo be mide informado que, según lm Ley <6 do 1920, l e In­ POR 2 KXEXSPK,
m ig ra d dn de chinos,es p e rd tld m en Colombio, o i copre que lin e e n
dlehor Inmigrantes la s condolamos do la Ley c it a d a , pero a l ob­ S . SKRSTdRIO,
je t o da d cable y da esta c a rta , as e s ta r sesera qmo #1 Gobier­
no no pondré ninguna ob jeción a l d e s e c h a r le de es to s 500O ch i­
n o s ,lo s que merma p re n o te n de am rocp eetlT o paaapcrte, c e r t i f i ­
cados da sanidad, i , b , que yo t e ñ ir ó buen cai¿ado Tajan en d ebi­
da forma, para d p r o p ia e a c re c ie s e is . S in is t e r le de ¿ g r le d t c r a y Conorele.-Scccléa Ja.-Pugetá, ages­
Ten lic e o eeoo ye tenga l a oscuridad do per te 19 de 19S i.
t e do su Exoelaaela que no h a j o b je c ió n en cuanto a l numero, yo C eatditese a l e eS er de l a C u eto que it g L i la Ley i s de 1910,
no traslad are a Calcable para a r r e d r a r cooredentórnente e l * e - e l t e r r l i a r t e de Cel e í b l e t s U ab ierto para todos lea extreajnrea. -
aembarque y damas, que no oe ofoctaarm en p artid as de mas de que - aa eeasscuenota» puede tra e r a l tedas le a tBnl$rsatot
tr e s e le c to s a lm ts x « - SBtoa 3 0 ) oblaos Tendrán proTlmioe do mus ebloee qee desee, siempre qme ce ecáete a la s caediolcues hapues-
reapectiTas h e r r a d enta s y subala to s a la p o n un mea m l o manea, taa aa l a r e fe r id a Ley. ea la LEÍ SURS ?- TSCCEM SE ICS 1B II-
que oe e l tiempo qee o n lc e lo basta ponerlos debí dameuta e s c u rri­ CS1RTS3 5ET5Í3JS303,expedida per e l Cccgre&a 49 l<?o B b i u Shl-
dos en sea rea peo tir o s tra b a jo s . deo do Calenb le , y em e l Secreto 5* cr I K 9 . B i t cocata 4 I
■o dada que sa Escálem ele comprenderá mi E la l s ta r l e de Sala a i asee Exterteree.-EL
amona provecho qme obtendrá a l p a ís con lm is p o r ta c lá a de astee

Fucatellee de nettetod de ttcemda de hapartatiéa de — r —

302 303
ftn más protección que 1* de le Providencie, pues no tenemos en donde ha­
cer un rancho para vivir con nuestros hijos i por lo mismo tener medios pera
mantenernos. En este conflicto y sabiendo que el V irruí Manuel finio. Piares
por autos de IB de marzo de 1770 y de 17 de abril de 1771 dispuso que loa
duróos de las tierras comprendidas entre los mangones de sata dudad y el
rio de las Piedras dieron la tercera parte para propias, dehesas I ejidos i
alendo el cabildo la única autoridad que puede disponer de loa bienes per­
teneciente* a las parroquias, elevamos hoi esta presentación pidiendo permiso
pera construir una casa en las tierras de la hacienda de Sen Joaquín en el
sitio denominado El Derrumbe. No ignoramos que el dueño de la hacienda
aún no ha entregado la 3a. parte, pero acto no obeta, porque no es justo que
él esté utilizando de asa tercera parte que no le corresponde ..
Ocultos hasta entonces, a partir de 1850 salen de los bosques in ­
salubres y pantanosos del Cauca los cimarrones, que rivlan en forma
clandestina en sus diminutas parcclltas "comuneras** de auto-abasto.
Negreros y terratenientes esclavistas Inmediatamente se levantan en
armas para defender la esclavitud: su abolición se torna para ellos
doblemente lesiva, cuando los manumisos exigen tierras para tener
algo más que la libertad de morirse de hambre. Entonces se multipli­
can pleitos y querellas entre los campesinos tetrasgueros, los colonos
y los antiguos esclavistas. Muy a menudo culminan en sangrientos
episodios, en los cuales se entrelasa la lucha de clases con los con­
flictos Inter-raciales. Asi entendemos los asesinatos de terratenientes,
loa operativos militares contra el campesinado, el fusilamiento de
negros sublevados, hasta llegar al extremo de la Invasión y el saqueo
de Cali por una tropa de "macheteros del Cauca” , el día de navidad
de 1876. Es decir, que durante la segunda mitad del siglo X I X el cam­
pesinado negro tendría que llevar a cabo múltiples luchas para
aniquilar los vestiglos esclavistas, radicados en Buga, Cali y Popayán.
Hacia finales del siglo las viejas haciendas arruinadas por las
múltiples guerras, ya no pueden resistir a los embates de los grandes
negociantes caleños y palmlranos. Entre estos compradores y el cam­
pesinado de colonos, arrendatarios y colonos negros se multiplican los
litigios y enfrentamientos en los años diez y veinte de nuestro siglo.
Es cuando las pequeñas colonias negras, esparcidas en el espacio, bus­
can la nuclearlsaclón urbana para fortalecer la cohesión de las co­
munidades.
Solamente a principios del siglo XX, y "a la brava” , consiguen el
reconocimiento de su unidad cultural y territorial. Con un prodigioso
Incremento de excedentes comerciables, como mala, plátano, café,
caña, cacao y tabaco, van creando sus propios centros de mercadeo.
Por rosones tácticas o políticas, con el fin de controlar el movimiento
agrario espontáneo, las autoridades del Cauca sancionan y encauzan
estos intentos del campesinado fundando sus pueblos, llegando hasta
mandar unos Ingenieros para diseñar los planos de las nuevas pobla­
ciones. En diversas circunstancias surgen, entre 1900 y 1930, los pue­
blos de colonos negros de Puerto Tejada, Guachene, VUlarrlca, Padilla
v algunos más. a ambas márgenes del rio Cauca y en tierras de las
antiguas haciendas coloniales.

304
El caso de Puerto Tejada ilustra cómo a una ofensiva de coloni­
zación rural popular sucede una contra-ofensiva conjunta de las
autoridades y de los latifundistas, por medio de la fundación urbana.
Hacia finales del siglo X IX la colonización comunera negra de
las orillas del rio Palo se traduce en extensos cultivos de cacao, café,
plátano, caña, tabaco, arroz y yuca, logrados por desmontes de los
bosques ociosos de las haciendas, con propietarios radicados en Cali
y Popayán. Superada la etapa de la economía doméstica, los colonos
disponen de excedentes fácilmente exportables hacia el mercado de
Cali, cargados en balsas bajando por el rio Cauca. Es asi como en el
centro del área de colonisaclón se forma un embrión de mercado a la
orilla del rio Palo, preludio a la consolidación de la colonisaclón agraria
por m edio de un poblado. Es cuando otros protagonistas interceptan
este proceso espontáneo y lo canalizan hacia diferentes propósitos.
Como siempre, un acontecer nutrido por abundante anecdotarlo
de sucesivas peripecias tiende en opacar los hechos concretos. En re­
sumen, un colono negro tenia unas mejoras en tierras de un hacen­
dado y éste lo hace despojar por medio de la gobernación, con el
pretexto del cambio de las parcelas por la cancelación de supuestas
deudas. Siendo que unos veinte colonos más tienen posesiones en sus
tierras, el mismo hacendado logra el excelente negocio de deshacerse
de las tierras ocupadas, vendiendo 200 plazas al departamento: la
gobernación del Cauca paga 4.000 pesos por las tierras Invadidas.
Con una presteza inusual en las oficinas de Popayán, la gober­
nación del Cauca promulga en seguida el decreto de fundación de
Puerto Tejada, que reproduce Mariano Sendoya en el libro que dedica
a esta población:
Decreto No 290 de 14 de julio de 1897 (registro oficial No. 115 de agosto
2 de 1807). por el cual se dispone la fundación de una población y la distri­
bución de lotes a los que lo solicitan.
El Gobernador del Departamento del Cauca, en uso de sus atribuciones
legales y considerando:
lo. Que es de necesidad y conveniencia fundar una población en la que
se establezcan y congreguen los habitantes diseminados en la extensa región
bañada por los ríos Palo. La Paila. Güengüé y sus afluentes, tanto para que se
les pueda proporcionar mis fácilmente instrucción moral y religiosa, cuanto
más facilitar el desarrollo del comercio y el establecimiento de la industria
y para que disfruten de las ventajas que proporciona la asociación de es­
fuerzos ..
Detrás de este enunciado se perfilan los fines implícitos de los
"fundadores” :
a ) Detener el movimiento de expropiación popular de las tierras
ociosas.
b) Involucrar la población negra dispersa en el sistema Ideoló­
gico imperante.
c ) Nuclear una masa potencial de consumidores, en beneficio del
creciente sector social de los negociantes y comerciantes.

305
d) Agrupar en un centro urbano la mano de obra, en una región
en donde ya se han establecido muchos trapiches de panela mecani­
zados.
El pretexto “moral", al cual se alude, oculta la protección de las
tierras amenazadas y un Intento de mantener o reforzar un cuestio­
nado sistema de explotación y de dominio económico.
Además, evidentes preocupaciones políticas y tributarlas moti­
varon a las autoridades de Popay&n: los productos de la reglón sallan
hacia el mercado de Cali sin pagar Impuestos a los municipios de Ca-
loto y Santander, y mucho menos al fisco del departamento. Por otra
parte la penetración creciente de terratenientes caleflos en la zona
(en un momento en que Cali propugnaba por romper la tutela de Po­
pay&n) obligaba a los payaneses a hacer presencia efectiva en lo que
seria realmente, pocos aftos después, la frontera entre el Cauca y el
nuevo departamento.
Muy rápidamente la gobernación del Cauca actúa para concre-
tlzar la fundación y todos los trámites notariales, administrativos y
el mismo ceremonial se realiza apresuradamente entre abril y oc­
tubre de 1897. Se contrató en Popayán al "doctor” Adriano Paz para
levantar planos de la futura ciudad, en el momento que estaba pro­
yectando aquellos de la fundación de Yarumal (Antloquia). Este
agrimensor-ingeniero determina un área urbana de unas 98 fanega­
das o sea de 62 hectáreas en cifras redondas. Se trazan 17 manzanas
más “ once fracciones" y las cuadras se dividen en lotes (no se usa
la palabra solar) gratuitos, midiendo apenas diez metros de frente.
Se Indica que el fondo podrá ser de 20, 30 ó 40 metros, lo que supone
manzanas de 40, 60 y 80 metros.
Inmediatamente se registran 100 solicitudes de lotes, pero el de­
creto de la gobernación especifica que antes de cualquier adjudicación
es preciso averiguar “ la conducta del peticionarlo y sus antecedentes,
con el objeto de preferir a los más laboriosos y de mejor conducta".
El mismo decreto ampara “los lotes designados en el plano para la
construcción del templo, el cementerio y los edificios públicos” .
Una comitiva de funcionarios y sacerdotes se reúne en el lugar
el 17 de septiembre y, después de dos misas seguidas, deja acta de la
fundación de Puerto Tejada. Por lo visto aún prevalecía en la sociedad
payanesa la práctica colonial de las “ reducciones” , y para que no
queden dudas al respecto, las autoridades deciden dar al poblado el
nombre de un feroz enemigo de los colonos negros, un terrateniente
esclavista odiado del campesinado y asesinado por manumisos en
1856.
En los mismos años y a poca distancia, prosiguiendo con la tra­
dición cimarrona y comunera, unos nietos de esclavos fundan una
comunidad agrícola en la zona de Herradura, entre los ríos Palo y
OüengUé; ocupan tierras del latifundio ganadero La García, el cual
se desmembra, pasando a manos de una sociedad llamada Cauca Va-
lley Agricultura! Company, registrada en Estados Unidos por sus

306
I

l'adllla (Cauca), ejemplo da reducción del loteo por medio del tcarado urbanístico

duchos, los hijo» de Jame» Eder. Perseguidos por esta empresa loa
terrazgueros y colono» buscan en la fundación urbana la protección
de sus posesiones, la consolidación y la legalización de sua tierras y
cultivo», entre loa cualea destacan prósperas sementeras de tabaco.
Arbitrando la controversia las autoridades de Popayán, quizó por una
muy oportunista coincidencia de Intereses con el campesinado, faci­
litan la creación del poblado: asi surge Padilla hacia 1025.

307
Uno de los pioneros de la fundación urbana precisa:
Ahora bien los fundadores urbanos que se llamaron Gonzalo Loboa,
Antonio Muñoz y Apolinar Herrera cuando entraron a esos lugares en 1014,
a un lugar que queda distante, diga usted, más o menos un kilómetro hacia
el occidente, ahi se establecieron en medio de unos guaduales muy extensos...
Abrieron las primeras huellas y se pusieron a cultivar tabaco. Este pro­
ducto en esa época se daba con un vivo extraordinario, hasta el punto que
una hoja media hasta un metro. Era un producto para Rentas Departamen­
tales y el Departamento se dio cuenta de la calidad del tabaco que se cultivaba
en estas tierras. Y entonces solicitaron al Departamento que hiciera un co­
rregimiento y lo llamaron El Caño y continuó hasta 1917.
En 1915 el Departamento del Cauca compró 100 fanegadas de terreno
ubicados norte-sur, en donde está localizada la población. Estos mismos po­
bladores solicitaron el traslado del corregimiento y que se dieran treinta
fanegadas para levantar la población y el Departamento aprobó la ordenanza
respectiva que es la número 51 de 1917.
La Oficina de Obras Públicas mandó un ingeniero para el trazado de la
población y el reparto de los lotes, unos de 8, otros de 10 de frente por 22.50
de fondo. La condición era construir...
Uno de los planos lleva la firm a del Ingeniero Julián Arango.
Haciendo alarde de su erudición urbanística se divirtió en Padilla
con unas evidentes reminiscencias de Las Leyes de Indias. Es asi que
diseñó una plaza monumental, alcanzando 140 metros entre pa­
rámetros; con estas dimensiones superiores a aquellas de Bogotá
o V illa de Leyva, parece ser la más dilatada plaza del pais.
A las ocho calles llegando a las esquinas de la plaza y definiendo
su marco, se agregaron cuatro vías medianeras, tal como era esti­
pulado en las Instrucciones del siglo X V I. Pero detrás de su inocente
fantasía de diseño, esta partición determina un módulo reducido de
manzanas, o sea unas cuadras que no pasan de 45 x 45 metros, d ivi­
didas entre ocho viviendas, cada una en un pequeño lote de 250 m e­
tros cuadrados
A poca distancia de Puerto Tejada y después de prolongados con­
flictos entre colonos y latifundistas, una comunidad negra logra
asegurar otro asentamiento urbano: el poblado de Villarrlca, del cual
se dice que es “ el pueblo de las dos mentiras, por no ser ninguna villa
ni tener nada de rica” . Este caso tiene el interés de ligar en un mismo
proceso dos acciones enlazadas del campesinado: primero la expro­
piación de tierras para la subsistencia y luego la confiscación de un
predio para el poblado de los “comuneros” . Como su vecina Quilichao
(ver la Tercera Parte del libro L a Ciudad Colombiana Prehispánica, de
Conquista e Indiana), Villarrlca presenta la originalidad de anteceder
las modernas ocupaciones de tierras urbanas y merece su lugar en la
historia de las luchas de los destechados. En este caso muy singular
los Invasores reivindican el derecho no a la tierra, sino al espacio
residencial y al techo.
En las partes bajas, y por lo tanto pantanosas e inundables de
las haciendas de L a Bolsa y Quintero, se multiplicaban desde el siglo
X IX los pequeños hábitats rurales “ comuneros” . A unos núcleos ci­
marrones y palenqueros se había sumado un flu jo de manumisos

308
después de la abolición, y estas comunidades agrarias experim entaban
una p u ja n te dinám ica dem ográfica; con ésta se extiende n otablem en ­
te la colonización comunera a principios del siglo X X . Dos planos
cata stra les de L a Bolsa, uno del año 1908 y el o tro de 1927, Ilu stran
la progresión de la colonización. En el prim er plano, escala 1/20.000,
los agrim ensores encargados de la partición de la hacienda en tre los
h erederos de la difunta propietaria señalan con tin ta ro ja cada casa
de colon o o terrazguero negro, lo mismo que su nom bre y a p ellid o ;
no pasan de unas cien las fam ilias de parceleros. V ein te años m ás
ta rd e y en un mapa mucho más detallado (escala 1/10.000) la p o b la ­
ció n cam pesina es tan densa en toda la región, que se In d ica su
presencia por medio de grandes manchas de co lor señ alan do: “ te ­
rrazgueros” .
Hostilizados los comuneros desde decenios atrás por los h acen d a­
dos residenciados en Popayán, en el am biente del Juicio de p a rtició n
se recrudece el conflicto clasista en los años diez y vein te. U n en em igo
d el campesinado negro relata:
. . . Los negros ocuparon las haciendas por dos causas. Primero, después
de la liberación de los esclavos los dueños les regalaron unas parcelas para
cultivar, y siempre habla en ellas mis gente y más... Segundo, cuando esta­
lló la guerra de los mil días, mandaban comisiones a reclutar campesinos
negros para los ejércitos. Pero muchos se negaban a pelear... Todos los
que no querían entrar a la guerra tuvieron que ocultarse o huir y entonces
muchos se "enmontaron” ... Cuando terminó la guerra y regresaron los due­
ños de las haciendas, en las selvas encontraron fincas. . . Entonces empezaron
a cobrarles terraje a los morenos. En los años veinte yo era administrador
de la hacienda de don Benjamín Mera Velasco, que habia comprado parte de
las haciendas de los Holguines y de los Arboledas... de las antiguas hacien­
das de Quintero y La Bolsa. .. Me tocaba cobrar el terra je... Unos pagaban,
otros no, se negaban. . . Claro que los morenos siempre trataban de crear pro­
blemas a los propietarios porque ya se estaba presentando el comunismo. . .
Claro que las cuadrillas de ladrones que hubo en el norte del Cauca, la mayoría
eran morenos, bandidos, ladrones, asesmos... En el año 18 se formó una
cuadrilla, robó mucho en los campos de Caloto, Puerto Tejada, Corinto, Pa­
d illa ... Y por ahi en el 23-24 se formó otra cuadrilla... Molestaron mucho
las haciendas y el gobierno les metió tropa: hubo tropa en Puerto Tejada. .
La tropa salía de noche a vigilar... es que habia muchos morenos allá, re­
voltosos. ..
En el año 1929 unas grandes crecientes del rio obligan a l éxodo,
y los parceleros Invaden las partes secas de un la tifu n d io. B a jo el
liderazgo de un veterano combatiente de la O uerra de los M il Días,
superan la sumisión y construyen sus chozas de noche en fo rm a c la n ­
destina, con la misma estrategia de las modernas ocupaciones de
terrenos urbanos:
. . .A nosotros nos tocó una creciente que entró en la casa.. . Hubo gente
que sus animalitos se ahogaron... Hubo que salir... Todo era guadual, pero
aqui había como un filito limpio y seco .. Entonces la gente salló de los
montes, armaron casitas en el camino y después fundaron la placita de mer­
cado... La gente venia a construir su ranchito, estaba la plactta con el
mercadito y uno venia por la mañana y veía una ramadita, y al día siguiente
otra ramadita, y luego otra... Ahí en la plaza del mercado la gente cogía
un lotecito... Poco a poco, por la noche construía los ranchitos... Muchas
familias salieron de las fincas y vinieron a hacer invasiones en el camino

309
incumbir Pudrió Tejsds, que ya existía. •. Hicieron rstcsdllss n la orille,,, con lo cual so p erfila el segundo piso, es decir la densificación y la
Juan Itorcerdo lulscte movía «I Animo, syudó * dirigir. a o r g a n i z a r , y des*
puti funda ti galpón con «ata fin, qui hubiere matarla las para construir #1 especulación residencial por medio del sistema blfam lliar. Todas estos
pufhlo . Kl y otro* fueron loa fundadum dsl pueblo,,- KinchllM, poco norm as expresan la liquidación del antiguo hábitat rural nueleudo
a poco, armo invasión, por familia ,, JCn «I psrquselto cogían ru lotsclto,,, de cam pesinos m tnlfundlstas Independientes y su transform ación en
Cada uno fu# cogienda ru pedazo,,, Aal fuá tomando vida al pueblo»,, pueblo-cam pam ento, del personal asalariado de los grandes ingenios
Aal cuentan Ja fundación loa hijos, ya anciano*, do lo* protago­ azucareros.
nistas, K*tog daaaflan a los terratenientes, onfrontan ol desalojo, Puerto T e ja d a , Padilla, Vlllarrlca, estos tres casos presentan un
presionan a taa autoridades y por fin consiguen de la gobernación la acontecer dletlnto pero numerosas analogías; todos se originan en
compra oficial da un predio sano en donde se funda el poblado en una rebeldía y son la culminación de un proceso agrario. Pueblos de
1034, en el posterior reparto de solares urbanos, por medio de una protesta o de resistencia, su fundación obedece menos a aspiraciones
junta de pobladores, fíe tuvo a la mano el acta de com pra-venta de económ icas o de mercadeo, que a un urgente im perativo de supervi­
ia« 40 hectáreas del predio "Kl Terrenal", establecido en octubre de ven cia vita l del hábitat agrícola. Por lo tanto en su prim era fase son
10(14, por un valor de 9 2,000,00, La vendedora es la viuda Mofla A r ­
pueblos de campesinos minlfundlstns; vacíos durante el día, sólo se
boleda, quien lo habla comprado anteriormente a Oonzalo Arboleda; anim an al atardecer, cuando los agricultores de ambos sexos regre-
el comprador firmante es el gobernador de Popayán, Hernando A rbo­ san de las labores en las sementeras,
leda; el terreno linda con la propiedad de Carlos Arboleda y con
£n los tres casos la Intervención estatal y la fundación legalizada,
predio» perteneciente» a Inés Arboleda; el comisionado de la gober­
en form a Institucional, actóan para neutralizar la inconform idad eo-
nación para la entrega es ol doctor Federico Arboleda,
olal. P o r una parte es necesario desactivar el peligro de una coloniza­
Kj bueno mencionar aquí el contexto político que opera en favor
ción agraria popular, amenazando la existencia del latifu ndio y, si es
de los rebeldes: recordemos la derrota conservadora del treinta y su
el caso, ceder un dedo para salvar el brazo. Por otra parte es indis­
mflejo en el concejo municipal de Santander de Qulllchao, en donde
pensable controlar el movimiento del campesinado, lograr su recu­
domina a partir de 1031 un sector liberal de negociantes enfrentados
peración Ideológica, combinando el rescate de los latifundistas e x ­
a los vetusto» hacendado» payánese»; será un concejal liberal quien,
propiados con la captación política de un futuro potencial de votos,
por medio de varias intervenciones conseguirá la mediación de la
Nacidos en medio de este reformlsmo estatal paternalista, desde
gobernación n favor de los "invasores",,, y la cuota de votos que es­
luego los pueblos de los colonos negros del Oauca se amoldan a un
taba buscando. Todo eso se concretlza con ayudas del presupuesto
urbanismo Igualmente reformista y marcadamente despectivo en sue
municipal a loe pobladores (acueducto, inspección de policía, caminos,
elem entales "normas mínimas". Km efecto, en todos esto* centros,
escuelas, etc,) y concluye con lo» Decretos No, 2(120 de octubre 0 de
programados y diseñados en las oficinas provincianas de una gober
1034 y No, 440, do noviembre 22 del mismo afío,
nación, se advierte un urbanismo del desprecio con claras muestras
fíe nombró una Junta pobladora en 1034 y en su reglamento se de racismo. Hemos visto cómo la forma urbana surge de un módulo
hace especial énfasis el respetar la altura de las casas, cuatro metros
de lotes muy reducidos y agrupados en una manxana exigua, Con v a =
hasta la linea del techo, para mantener la ventilación y la frescura ríos lotes de 160 metros cuadrados en Vlllarrlca, ocho en una cuadra
en los espacios Interiores, Kstas primeras viviendas se construyen en de 46 x 46 metros en Padilla, u ocho filiform es de 10 x 40 en una
bahareque o tapia, luego en adobe y, con la apertura de los galpones, manzana de Puerto Tejada, se dan las condiciones de unas altas den­
los primeros techos de paja de "bljao" ceden paso a la teja Treinta sidades residenciales y constructivas, en abierta contradicción con las
tiflón más tarde el nuevo reglamento de 10(16 refleja los cambios ocu­ sofocantes condiciones climáticos locales, Ksta situación se agravarla
rrido» disminuye el lote a 10 metros de frente por 20 de fondo; se luego con la construcción total del lote, la promiscuidad am biental,
adjudicarán a precios que varían entre cinco y diez pesos por metro la partición por herencia y la división frontal de un lote reducido a
cuadrado, considerando su localización, fíe estipula ia construcción una fachada de cinco metros: primer paso hacia la "vivien d o -coch e",
de sanitarios en cada solar, ia de las casas con ladrillo, oemento y teja con alquiler de piezas y la generalización del Infam e Inquilinato,
eternit. Además, se reservan los lotes para el matadero, la inspección
y puesto de policía y una plaza de mercado distinta de la principal.
Kn 1077, trastornado ni pueblo por la expansión de la agro-industria
azucarera y los cañaduzales, se redacta un nuevo reglamento; los lo ­ La política "igu alitaria" de división de los resguardos favoreció
tes bajan a 10 x 16 metros y su precio oscila entre 10 y 60 posos por la constitución de la hacienda mestlsa, transformándose dicha d iv i­
metro cuadrado, es decir, incluyendo una gama cualitativa y de sión en suma como observa Qulllermo Hernández. Desintegrados las
localización con la relación de 1 a 6, Finalmente, el reglamento de parcialidades y prácticamente expulsados los campesinos aborígenes,
construcción recomienda techar con plancha fundida en concreto, flujos de migrantes se dirigen h ada nuevas tierras para desm ontar

310
En ai V t ik y el Quindio aon numerosos los inm igrante# oriundos
de antiguos resguardos de Cundinamarca y Boyacá, w l t o i laUlun-
cttos ganaderos- fin varios tugares m u í comunidades muy cohesiona­
das participan a c U n n u o lt en la fundación de nuevos poblados, como
Andinftpoil*. Barragan o Santa Lucia, para no citar «too algunos.
«lás al sur al pie del macho de los Farallones de Cali, entre Dapa
y la región de Timba, llegan a principios del siglo unos (luios de
paéces y guambíanos, procedentes en su mayor parte de Caldoao y
Cajiblo. Coa el éxito de la empresa agraria, surgen las condiciones
para fundar caserías de mercadeo. Uno de ellos es San Antonio de
Jamuntfl; otro caso estrado en el cual vemos los colonos expropiando
g predio ocioso de un ganadero caleño, no con el fin de cultivar sino
para dejar la huella urbana del éxito de la empresa popular de colo-
ntiactón Esta tendría un extenso desarrollo geográfico a partir de
191?, cuando t í campesinado se entera que. por medio de la Ley 32,
el gobierno central adjudicó miles de hectáreas de baldíos a los mu­
nicipios de Cali y Jamundl
Dos entrevistas realizadas entre 1977-1979 sintetizan el proceso
completo:
T r a g o h aftas y viví 9 9 a ft a s arriba en El Silencio y El Porvenir. M e
v iM de C a l ibis s to s veinte.. & tenor soy india de Cajibio. no alago ni
b u sangre ai bu n a AUi ñ a s d e c ía n in d io s ctanuniitar, de eso no aé nada,
pero A s o y india d e C a jib io . E s que a l l á ios neos cobraban por u n r a n c h a to
a s i d e c h iq u it o , u n c o r r a h t o . p o r vivir aiü cobraban tres días de trabajo m e n ­
s u a l a lo s p o b r e s . E n to n c e s las gentes se fueron dejando eso y se vinieron
pocé y a l primee c o lo c o que v in o aquí, p o s a d a la guerra, fue Esteban Victoria,
t í erm de C a j ó n . L u e g o v in o a Cajiluo y contó que había baldíos, es que todo
s a o o r a n b a ld t e s , todo. A l l á t o d o el m u n d o decís, vámonos p'al Valle, ptü
V a l í » . . . E n to n c o s e n t r ó a u m a r id e . A h r a h a m G u a c h e t a , nocido en Paniqmtá
p e r o bautizado e n Cajiblo, h i j o d e indio h a b i s le n g u a pero blanco... Comptd
a M ig u e l A n g e l V a le n c ia d o s p in z a s d e d e s m o n t e que hablan tumbado, p o r o
lo s r o m p e d e r o s lo d e ja r o n o h « M o n e e s v in o , m e b a s c ó s n u y me vine c o n
41 y s t r a b a ja r . A p e n o s v in im o s , e n tr a m o s con la peinilla en la mano y la
c o b ija «ti la e s p a ld a , p a r la lo m a d e l J a r d ín , l o que n o ara montada e n ras­
t r o jo , c o n le o n a s , o s o s y t ig r e s T r a jim o s cmfecitos de e s t e grande, cincuenta
m a tic e s c a d a u n o , y t a m b ié n n a o s t r o o c h it o a de plátano Cuando e n tr a m o s
n o e r a n a m o u n a s a n c o fa m ilia s , R iv e r a q u e s e a c a jib ia n o . D a n in a , le a Gus
m a n . t o d o s c n jih ia n o a y lu e g o l a m a e s t r a E m n u t a m b ié n d e C a jib io . y M on-
te s u m a q u e a r a d e Marine.
M i m a n d o e r a a s e r r a d o r d e E s te b a n V ic t o r ia y yo m e qu edada a b a jo e n
l a c a s it a d e la fin q u it a . socalando, d e s h ie r b a n d o y s e m b ra n d o m a t le t a , y u c a ,
plátano y c a fé .
L a p r im e r a c a s it a n u e s tr a yo la h ic e , como h ice asta, pues com o él cataba
a serra n d o co n Victoria, yo hice mi rancho yo misma Y cuando él
E s te b a n
vio que y o estaba a y u d a n d o a trabajar entonces pagó quien le hiciera un
r a n c h it a de sea v a r it a s , c u a d r a c k to , pequeño, Después hicim os una casa gran­
de. c o n c u a tr o p a t io s , d e d o c e metros, embarrada, que fue la que v é n d a n o s
c o n la fin c a . También ayudé a hacerla porque la gente d e por ahí no sabia
e m b a r r a r a s i y c o m o y o si sabia. .
Tuve al primer h i j o a los quince meses, es que crié doce h o m b r e s y u n a
mujer, claro que nos ayudaban en el monte N o fu e r o n s in o dos la s plazas
que compramos pero las dos tumbamos doscientas p la z a s , y o s o c o la n d o y tí
derribando. Doscientas plazas entre pasto, café, caña y comida. Diez e r a n d e
café, yuca, arracacha, plátano, el resto eran potreros. También t e n ía m o s frijol

-912
y nafa q o c w n á i i a a i en Cali y Jamundi sin mala, asi a espaldas. Y o fui
carbonera, y o quemaba carbón y también fui aserradora. Cuando mi marido
se quebró la manilo, con una sola jalaba el serrucho arriba y yo abaja
(Nota: Según el listado del Ministerio, Ahraham Guacheta recibió
en el municipio de Cali, en 1921. una adjudicación de 20 hectáreas de
tierras baldías.)

Nosotros trabajamos mucha El carbón y la madera la vendíamos en Cali,


en la Rosa B lanca en Santa Rosa Alcancé a tener cincuenta cabezas y orde­
ñaba treinta; cuajaba, y o y sai mando iba a vender quesos a Cali. El suero
m e serv ia para les perros y los puercos . . . Ahora estoy aquí para no dejar
que m e roban cate pedazo de tierra, este ranchita y una piara de cafetal que
m e q u ed a ...

Hacia 1910 la colonia rural, densa y exitosa, estaba presionando


para su fase superior:
N ací en e l 90 en Cajibio. donde a is padres tenían apenas un pedacito
d e tierra y nos vinimos cuando tema yo edad de trabajar, doce años, y nos
pusimos a desmontar. Estaba llegando gente dei Toiima. puros tolimenses.
y del Cauca, de Cajibio y de Turna. Hasta que poco a poco hubo unas veinte
rw— t t f p * r o ~ que ir a Jamundi y ni siquiera habla camina pura
trocha, pues aqui no habla mercada Con este fin hicimos e l puebla por eso
fue. para v iv ir y tener plaza de mercado,..
Fue en el año 12 y y o te n a 22 ades. Hablé con unos compañeros, éramos
c a s » unos quince no más - Escogimos el fita» de la cuchilla por ser el sitio
más a lta porque e n seca y para dmsar. Claro que eran tierras de ganada
potreros de C h r i j » y Artunduaga, . ¿Pero qué? Hay que meterse a la brava
¿no cierto? a la b ra va ... Nos reunimos coa los compañeros y tes dije: mu­
chachos necesito que me ayuden en un trabajo en la cuchilla, de noche
Eramos como doce, fue muy fácil, en media noche... Todo estaba cercada
c ia r a vea eso empeaó asá. el cerco pasaba aqui y el cerco de cabuya pasaba por
a llí - - Tumbé las cercas. Hubo pelea con los dueños, Artunduaga me reclam a
e l n e o vino a caballa que ¿cómo era eso? Mañana !o mando a la cárcel.
C laro que antes estudié las layas del Código y al fin en la alcaldía me dieron
garantías para fundar e l puebla A C lan jo y Artunduaga les pagaron unas
m ejora s.. . Y o las quité las tierras para fundar e l pueblo. -.
Entonces trazamos las calles y esta plaza para mercada con este s o la r
para casa de gobierno y aquí la tgksia Sacamos esta calle para abajo y
abrimos este cam ina fue a pora pala y pica Tamaño de loe solares 12 X 30
de fondo para tener salar en donde sembrar algunas m atas... Se regalaban
al que quisiera venir y eso se publicó en la prensa Vinieron de Antioquia.
det T o iim a a desmontar arriba a quemar carbón, aserrar m adera montaña
adentro y sembrar maiz: y edificar en el poblada casas si. ranchos no y en
los solares pusimos plátano y café. A si se fundo el pueblo. . .

Nacido del mundo mestizo que cristalizó a finales del siglo XVIII,
consideramos el grupo social del campesinado de colonización como
sa máxima manifestación, como clase, y su más dinámica y vigorosa
expresión nacional. Aetoras de esta pacifica epopeya popular del tra­
bajo. en pocas décadas las multitudinarias masas de labradores iban
a romper un inmoviiismo secular y a construir otros pala Obra de
hacheras madereros, leñadores o carboneros, de arrieros y labriegos
apartados en sus pequeños derribados sembrados con maíz, frijol.

313
yuca o plátano, las aldeas brotan una tras otra de la acción del mismo
campesinado y al m argen del complicado mundo de las instituciones.
Surgiendo por autogeneración dialéctica, en form a autóctona y sin
interferencias externas, resultado de un propósito común, de la acción
colectiva y solidaria, muchos pueblos nacen en condiciones altruistas
y sumamente democráticas. No obstante la fraternidad de los inicios
no resiste mucho tiem po a la creciente división del trabajo, la cual
precisamente fue el m otor impulsando la fundación urbana; la con­
cordia se desvanece cuando en el poblado se va estructurando la
división clasista.
Para ilustrar este proceso, entre numerosos caseríos se ha selec­
cionado un grupo de cinco asentamientos que se levantaron entre
1894 y 191b. Entonces se evidencia cómo nacen los primeros en un am ­
biente relativam ente pacifico y sin mayores escollos; por el contrario,
envueltos en una creciente conflictlvidad social, los últimos experi­
mentan un parto particularmente problemático y con prolongadas
consecuencias. En estos poblados se pudo usar múltiples fuentes y
reunir una masa inform ativa abundante y confiable: la conform an
unos documentos escritos, oficiales o privados y unos testimonios ora­
les, recogidos por medio de entrevistas en los respectivos sitios. Asi
se eligió a Versalles, fundado en 1894, A rgelia (1904), S evilla (1903),
Darién (1910) y Ceilán (1913).
Hacia 1890-1900, unos flujos de m igrantes provenientes del sur
antloquefio, de Caldas y del Quindio, pasan por Ansermanuevo, Car-
tago, Toro; dejando “ el plan" se internan en las selvas de la Cordillera
Occidental, en busca del oro de las necrópolis prehispánicas. De su
descalabro y de su conversión en agricultores sedentarizados, surgen
luego numerosos centros urbanos, entre ellos Argelia, El Aguila, El
Billar, El Cairo, Darién, Restrepo y Versalles.
Algunos escasos descendientes de los pioneros aseguran que sus
abuelos no trajeron semillas; era guaqueros Itinerantes que, en sus
cortas incursiones selváticas, apenas cargaban sal para sazonar la
carne de monte. Hacia 1891 varios grupos totalizando unas veinte fa ­
milias están tumbando selvas y abriendo rozas de maiz entre los ríos
Garrapatas y Dovio; a defecto de oro, los guaqueros hablan encontra­
do unas tierras vírgenes y sin títulos a unos 1.500 metros de altitud
sobre el nivel del mar. En 1893 unas treinta fam ilias tienen sus cul­
tivos de subsistencia en pequeños derribados, cubriendo las vegas altas
de la quebrada Patuma; se sabe que entonces vivían en precarios ran­
chos cubiertos con paja, hojas de palmicha, cortezas y tejas de astillas.
La fundación de Versalles tendría un carácter concertado, pero
tan pragmático que no habla junta pobladora, y que no se consignó
en actas. Curiosamente es un viernes cuando se reúnen, en 1894,
algunos colonos y en un solo convite lim pian y demarcan el área de
la plaza: más que un pueblo fundaron una plaza de mercado. Esta
acción tuvo un carácter tan colectivo que el evento quedó anónimo,
en el sentido de que apenas se conservan, por tradición oral, los nom ­
bres de algunos de los pioneros, lo cual permite a los académicos de

314
la re g ió n n utrir, con la clásica controversia sobre “ el fu ndador” , sus
tertu lia s vespertin as; lo cierto es que fue una tarea m asiva a fa v o r
de unas cien fa m ilia s radicadas en los alrededores.
S egú n parece, los colonos no se apresuran en construir casas,
sien do el lu ga r aesocupaao durante un tiempo. L a aldea no progresa
y los datos disponibles indican que los primeros moradores vivía n en
ran ch os de bahareque o de madera, cubiertos con paja. Los prim eros
ahos transcu rren pacificam en te pero no podían fa lta r los tres p rim e­
ros m uertos a m achete, en riñas cantineras o en la plaza, y ello con ­
lle v a a la subsiguiente inauguración del cem enterio en 1896.
Varias m onografías modernas insisten en “ el espíritu cristian o”
d e los pioneros. Sin embargo, el párroco de Toro esperó dos años am es
d e preocuparse por unas ovejas que tampoco se precipitaron en su
busca. P o r fin sube del valle el cura en 1896 y el contacto n o es nana
p la cen tero para los colonos. Un prim er roce se produce cuando e l sa­
cerd o te pretende llam ar el pueblo O rfllla, siendo que los m oradores
y a lo n aoian bautizado L a Florida, topónimo muy corriente en zonas
de colonización popular. Los campesinos se oponen ta jan tem en te a
este cam bio y fin alm en te imponen el topónimo de Versailes, lo que
h ace decir a otro sacerdote, con marcado desprecio irón ico: “ como
quien dice, se levantará a l frente de París” . Se puede a ñ adir que es
frecu en te este tipo de introm isión autoritaria de un clérigo exógeno,
llegan d o en el mom ento oportuno para tratar de im poner el topónim o
del caserío. Es asi, que cerca de Versalles un puebllto que sus fu n d a ­
dores llam aron M edellinclto, quedarla registrado como A rgelia , p or
decisión unilateral de un sacerdote. Igu al cosa ocurre lu ego en A ibán
y m ás tarde en Betania; en el sitio que los moradores llam aban El
S ilencio, un presbítero resolvió bautizarlo Albán “ en h om en a je al
prestigioso caudillo que luchó por el predom inio de las ideas conser­
vadoras” .
N o volverla a Versalles el párroco de Toro y los colonos ten drían
que esperar cuatro años más la primera misa: la celebra en 1900 “ ba­
j o un cobertizo de p a ja " un cura traído por los vecinos en “ silla de
m anos” , desde el caserío de Cajamarca. Es solam ente en 1906, doce
años después del prim er mercado, cuando se Inaugura la ca p illa y
entonces el pueblo adquiere la categoría eclesiástica de viceparroqula.
“ Esta iglesia, construida en su m ayor parte de m adera, ten ia
una torre, también de madera, forrada en lám ina de zin c", esta últim a
levan tad a hacia 1930. Averiada la brillante torre m etálica p or un
tem blor, en 1940 se contrata un arquitecto para su reconstrucción;
este profesional "recién llegado de Bélgica", diseña los planos “ del
fron tis y de la torre” ; es la época durante la cual la Iglesia tra ta de
m an tener los postulados ideológicos de la “ república conservadora”
derrotada. Su victoria tiene en ciertos lugares y en numerosos pueblos
de colonos una clara expresión construida: las iglesias de dim ensiones
babilónicas en las cuales destaca la fealdad del enorm e fron tis. Es
después del incendio del templo anterior, en 1956, que Versalles cu m ­
ple con esta norma y va surgiendo la gigantesca iglesia.

315
La Querrá de los MU Días estorba el desarrollo de la colonia a g rí­
cola y entorpece el crecim iento del caserío. Se registran entonces en
la comarca y el poblado varias incursiones de tropas de ambos ban­
dos, todas dejando su saldo de muertos y desaparecidos, de fugitivos
escondidos y de extorsionados por loa distintos ejércitos, pero se rea­
nuda el poblaraiento en los años siguientes. Según el A rchivo de B a l­
díos, del AHNO, se concentran las grandes adjudicaciones entre 1907
y 1913. Tan to en Toro como en Versalles se benefician entonces en
seis años unos 56 peticionarios, para un total de 9.377 hectáreas en
cifras redondas. Se observa una marcada desigualdad en el tamaño
de los predios denunciados: unos no pasan de 25, 30, 32 ó 36 hectáreas,
pero otros alcanzan hasta 452 hectáreas, con un m áximo de 650. Es
preciso señalar que en este listado no figura ninguno de los primeros
fundadores y pobladores mencionados en las m onografías modernas.
Luego se conceden unas pocas adjudicaciones en el m arco de la Ley
71 de 1917: tres de 20 hectáreas en 1929, seis en 1930, sumando 110
hectáreas y siete más en 1931, totaliaando 130 hectáreas. Agregándose
en jurisdicción de Toro, entre 1929 y 1931, 31 adjudicaciones con m á­
xim o de veinte hectáreas y sumando 620 hectáreas. En resumen, entre
1907 y 1931 se hicieron unas cien adjudicaciones registradas, por un
total de unas 10.000 hectáreas.
En una región que contaba entonces 4.452 habitantes, la inmensa
mayoría en los hábitats rurales, un decreto de 1909 erige a Versalles
en cabecera del municipio, sin la más mínima oposición del municipio
de Toro, perdiendo una parte de su jurisdicción territorial. Se pose­
siona el primer alcalde, Inaugurando una lista de 102 mandatarios
hasta 1967, de los cuales ocho para el año de 1947.
Hacia 1915 van surgiendo plantíos de café en las colinas y los so­
lares y se observa un cierto despliegue comercial del poblado, que
describe asi un poeta bumangués con alma de estadístico:
. . . Dos centenas de casucas
apenas cuenta la v illa
son los bahareques de guadua
y los techos de palmicha
.. .y una iglesia de madera
. . . El párroco de la aldea
austero como la B iblia
v iv e en albergue modesto
con un loro y dos sobrinas. . ,
En similares condiciones de paz y concordia, a unos veinte kiló­
metros al norte de Versalles otra colonia de labriegos parceleros
acuerda fundar su centro urbano hacia 1903. De manera inusual, es­
cogieron un valle corto y muy estrecho por el cual circula un riachuelo
y una trocha paralela, yendo hacia Toro. Uno de los colonos obsequia
un predio en las vegas de la quebradlta y se traza en una topografía
muy abrupta un poblado “ ciego'* que quedarla encerrado por las coli­
nas circundantes. De tal modo que de entrada el pueblo no tiene más
alternativas que adoptar una configuración lineal, bajo la triple dic­
tadura de la topografía, la corriente de agua y el camino.

316
Con m ás p revisió n que sus vecinos de Versalles, los labriegos fo r ­
m a ro n u n a ju n ta pobladora, realizaron unas gestiones previas en T o ro
y ela b o ra ro n de an tem ano su proyecto urbanístico. De tal m odo, que
en un solo d ía de 1004 se funda y legaliza A rgelia, en presencia de las
a u to rid a d es m unicipales, por m edio de este documento:
A loa veintidós diaa del mes de marzo del año mil novecientos cuatro,
en la fracción de "La Argelia", Distrito Municipal de Toro, en la Provincia
de Arboleda, Departamento del Cauca, siendo el dia señalado para practicar
la diligencia ordenada por la Prefectura de la Provincia en el auto de fecha
quince del presente mes En consecuencia el suscrito Alcalde con su Secre­
tario en asocio del Personero procedió a demarcar el área de la población de
"A rg e lia " con asistencia en asocio de las personas que componen la Junta
Pobladora la que tuvo lugar en la forma siguiente* Se tomó por base el cuadro
que estaba destinado para plaza por hallarse éste con mayores ventajas para
el apropiado fin y a partir de allí fueron señaladas cinco cuadras para
cada extremo lo que da un total de once manzanas cuadradas en toda su
extensión y que centralmente multiplican el número de ciento veintiuna; y
como estas manzanas quedarán constantes de 72 varas cuadradas y los solares
de 18 varas de frente, exceptuando el lote para la plaza, dan un total de 960
solares de loa cuales quedan para su adjudicación 927 y apropiados nara
templo, casa cural, local de Escuela. Casa Municipal y cárcel pública. Edifi­
cios que quedarán situados asi: el templo y la casa cural frente a la plaza
al occidente, la casa municipal y cárcel pública frente a la misma plaza, al
norte, el local de Escuela, media cuadra hacia arriba, al lado sudeste de la
misma plaza, por ser estos puntos los que prestan mejores ventajas, para la
construcción y conservación de tan importantes edificios. Las calles princi­
pales. cuya anchura será la de once varas y quedaran situadas de Oriente a
Occidente, en cuyo piso cursa también el arroyo que prestará servicio a los
habitantes de la población. Los ejidos que circundan aquella quedarán de­
marcados en una extensión de cinco cuadras habiendo sido destinado el
correspondiente lote que servirá para cementerio en la parte norte Estando
terminado el acto de la demarcación del área de la población de “A rgelia"
y sus ejidos, lo que tuvo lugar en presencia de los señores, Víctor Molina,
José Ma. Rodríguez y no habiendo oposición por persona alguna, el infrascrito
Alcalde administrando justicia en nombre de la República y por autoridades
de la ley, procedió a dar la respectiva posesión a todos loa peticionarios re­
presentantes por la Junta Pobladora y el señor Antonio Molina, miembro de
la misma, dándose ésta por entregada y puesta en posesión legal, civil y ma­
terial v con todas las acciones a que tienen derecho, según los casos de la
ley.— En fe de lo cual firmamos la presente acta todos los que en ella han inter­
venido, haciendo constar que la Junta Pobladora, ha señalado la suma de
$ 0 25. por la adjudicación de cada solar, suma que será recaudada por el
empleado respectivo e invertida conforme a las designaciones de dicha Junta,
para cuyo fin queda legalmente autorizada
(Siguen diez firmas.)
Este docum ento muy preciao, permite algunas observaciones:
a ) El módulo central de la plaza cuadrada no se cum plió y el
poblado, respetando más a la topografía que a la tradición, organ izó
lu ego una plaza rectangular muy alargada.
b ) Era algo utópico el fenom enal tam afio de 121 m anzanas ur­
banas, y m ucho más ouando uno observa que la unidad ge o g rá fic a y
top ográ fica del lugar no autoriza más que unas vein te manzanas.
o ) Se reduce la manzana a casi 60 metros de lado, in crem en tá n ­
dose el núm ero de calles las cuales no llegan a 9 m etros de anoho.

317
d) Bt mantiene el concepto de ejido, en la periferia de la prime­
ra aooa «Jtana demarcada.
e ) Cada cuadra ce divide en ocho solares midiendo m il o menos
l i M metros de frente por tí doMe “ de centro".
f ) Una decisión muy importante se toma cuando se trazan las
calles paralelas al arroyo y a ambas riberas para que preste servicio
al mayor número de rocinos. Seto produce un pueblo atravesado lon­
gitudinalmente por una corriente de agua. Introduciendo un novedoso
elemento de composición paisajística urbana
g) Finalmente, la precisión del documento engiere que Iba acom­
pañado por algún croquis, del cual no ae ha encontrado huella.
Tanto Versalles como Toro, y luego Abrán y D Cairo, se dispu­
taron en distintos momentos la “propiedad" del corregimiento de Ar­
gelia, y éste tardarla medio siglo para lograr su autonomía municipal.

Del otro lado del rio Canea y es tí extremo sur de la Hoya del
Qulndlo, menos idílica resultarla la génesis de Sevilla.
La progresión de la colonización de laderas de norte a sur, muy
a menudo ae describe en la literatura como un proceso natural y
pacifico de flujos, penetrando en la geografía. En realidad la movili­
dad de ios migrantes, en gran parte, se debe a la expulsión que pade­
cen bajo los embates de las grandes compañías comerciales traficando
con tierras wurptdas* tal c o m o ocurrió hada 1830-1800 con el lati­
fundio Aranzasu en la reglón de ManIzales Algo parecido ocurre en
tí Qulndlo hada 1880-1900, cuando la sociedad de Bullía hace ejecu­
tar y lanzar a miles de familias en la reglón Armenla-Csls rcá. Desa­
lo] ados de sus "derribos", algunos colonos emigran hacia el sur y
vuelven a desmontar la selva de guadua cubriendo una planicie lla­
mada “el pian de Cuba*. Apartadas del corredor del Valle y del camino
del Qulndlo. por los cuales circulan las tropas, las selvas de Cuba ae
convierten durante la Guerra de Vas Mil Días en un refugio relativa­
mente seguro contra las exacciones continuas de los ejércitos. Tam­
bién llegan a estos lugares refugiados de un tipo muy particular:
familias desterradas de Bonsón. La Ceja, La Unión. ICarlnllia o Rio-
negro. en raaón de su inconformismo religioso o de sus ideas laicas.
Según nos contaron algunos hijos o nietos, se dio hada finales del
siglo X IX en tí oriente antioqueño una corriente de pensamiento que
las autoridades del clero llamaban "los libres pensadores* y también
un cierto auge del protestantismo. Acusados desde el púlplto los
"ateos* y “ masones**, estos diabólicos herejes no tienen más alterna­
tiva que el destierro; se puede añadir que dado el contexto político
reinante en esa época, ios colonos identifican la colusión latifundis­
tas- jueces-policía con el mismo gobierno conservador. Muy temprano
buscan apoyas en el partido de oposición y asi se forman en varios

318
pueblos pul odíanos anos nádeos "líbenles, libres pensadores, ateos y
ma»onrs“ ; la corta manda a uno» párrocos tan intolerantes «•orno be*
ligerantea, para reducir ios inconfonaes
Pasada la contienda, las decenas de familias radicadas en la re­
gión del pian de Cuba llegaron a la etapa productiva, implicando el
mercadeo y solicitando la fundación urbana; buscan un lugar apro­
piado, pero a sabiendas de que ocupan tierras en disputa, a las cuales
pretende la sociedad de Burila. No faltan colono» que no tienen deseos
de fundar -para no perder el trabajo**; otros, por el contrario, piensan
que mercado y caserío serian la mejor manera de reforzar el derecho
a las tierras desmontadas
Es que mientras laboran en sus terrenos derribados, en las ciu­
dades se multiplican los candidatos a las tierra». Entre los "propieta­
rios- está la sociedad de Burila, que desde lCanizales ordena a las
autoridades de Zarzal j Bugalagrande la expulsión de los labriegos.
Otra protagonista es la sociedad del Obero, de una familia Caieedo
actuando desde sus haciendas de La Palla. Por fin llegaron a San Ra­
fael los herederas del Coronel Canelno: afirman ser dueños de la
Hacienda de Barragán, o aea de unas sesenta mil hectáreas (60.000)
en los tres climas, a lo largo de la cuenca del rio Bugalagrande.
Después de una relativa tregua de tres años, terminada la guerra,
los colonos lanzan varías comisiones en busca de un lugar para fundar
un centro de oohetíón. pan "formar sociedad" ; no es casual que las
integren varios colonos que fueron desterradas anteriormente de dis­
tintos lugares y despojadas de aftas de trabajo. AHI está Juan Manuel
Oálvez, con aflos de andanzas y obsesionado por la idea de poder ra­
dicarse en paz en algún sitio: lanza la idea de la fundación, la pro­
paga, aglutina gente; ya tiene el nombre del futuro caserío y no viene
de ningún santoral, sino de la lejana geografía del Missouri. También
está Antonio Marta Gómez, perpetuo andariego que participó en la
fundación de Manzanares en 1870 y de Analme; es uno de los agri­
mensores que está colocando estacas el día de la fundación de Arme­
nla 7 que luego pobló la meseta de Cuba, en donde actuó en una
fundación efímera "durante la revolución".
Las comisione» exploran la región:
« por I» hacienda de Seo José. alH estaba don Juan María
Marulanda j le dijo a m i padre que no perdiera tiempo rompiendo esas mon­
tadas. porque las tierras eran de una Sociedad de Burila -. esa ooche hsb«o
i » libérale» a la población de Armenia.
(Nota- Abril de 1902.)
El campesino Jesús García cuenta cómo, luego, encuentran otra
en procura de un tí tío apropiado; por fin se reúne un nu­
meroso grupo soldarlo, acuerdan el sitio y la fecha, desbrozas una
pequeña área j la marean; eligen una Junta pobladora de diez miem­
bros y redactan un reglamento muy somero En julio de 1903 convocan
a un convite para limpiar en un solo dia el área de la plaza y de las
primeras manzanas; dos dias después, un domingo, se inaugura el

319
pueblo de San Luis por medio de un alegre mercado, en presencia de
una asistencia multitudinaria de colonos, procedentes del Tolim a y
del Valle y también antioqueños o caldenses, boyacenses y cundina-
marqueses. Antonio Gómez observa con asombro:
Curioso estuvo el primer mercado ¡sobraron víveres!
Su reflexión nos Índica que la zona producía entonces un abun­
dante excedente comerciable y que, por supuesto, eran más numerosos
los productores que los compradores y consumidores.
Hermano del caudillo liberal R afael Uribe Uribe, uno de los ha­
cendados del “plan” del Valle tenía finca y casa en las inmediaciones
del nuevo pueblo; tanto por amistad con sus vecinos como tal vez
por solidaridad copartldaria, y quizá para la misma protección de sus
tierras, ayuda a los fundadores. Veinte años después, los pobladores
de Sevilla, en busca de algún prestigioso prócer y “ patricio” , lo elevan
a la imprescindible figura del “ fundador” , negando así su propio pa­
pel como masas actuantes. En realidad su papel, una vez enterado del
proyecto de los colonos, consistió en ofrecer colaboración diciendo que
“ él tendría mucho gusto a marcarles la plaza” y de hecho asesoró
a los agrimensores el día del convite exploratorio, para así estacar la
plaza en ángulo recto. Esta anécdota nos recuerda la distancia abismal
que separa la historia real de la versión escrita; esta últim a cuida­
dosamente censurada para volverla inofensiva y apta para el uso
institucional. Veamos lo que resumía así un colono durante una en­
trevista: “ Hay dos historias: la de ‘ellos’ que está en los libros y la
de nosotros que quedó en nuestra memoria.” En una fotogra fía an ti­
gua figuran unos diez sobrevivientes de los fundadores y primeros
pobladores: mujeres con pañuelos, hombres sin .corbata; en sus ros­
tros curtidos por el sol todos llevan impresos los surcos de las semen­
teras y de una vida de trabajo. En 1928 el propio “ fundador” rechaza
la leyenda y los celebra con una frase admirable:
Los verdaderos fundadores de Sevilla fueron los que, en una época acia­
ga. desafiaron el hambre, las penalidades y la muerte, para formar la po­
blación. ,. Si hubo héroes, ellos lo fueron y no yo, que nunca he reclamado
tal honor.
Un abigarrado proletario de hacheros y aserradores, cocineras,
lavanderas y comadronas, leñadores, arrieros y carboneros acababa
de agregar un pedazo al país. En los mismos días, el socio de la em ­
presa de Burila, R afael Reyes y una oligarquía de mercaderes, estaban
vendiendo Panamá en subasta internacional.
Traídas algunas fam ilias desde las parcelas de Cuba o las mejoras
del entorno, a los dos meses estaban radicados unos diez pobladores,
viviendo en ramadas o bajo toldas; se abren calles, se demarcan dos
amplias plazas a dos cuadras de distancia, unidas por lo que luego se
llam aría “la calle real” . Se suceden los convites para m arcar las es­
quinas de unas manzanas de 80 metros de lado, en las cuales se ad­
judican los solares, con las generosas medidas de 20 metros de frente
por 40 de centro, o sea lo que equivalía a “ un octavo de cuadra” ,

320
"m edio solar” , durante la Colonia; también "se comenzó a derribar
el monte en el solar que se destinó para la capilla” . Poco después el
concejo de Bugalagrande erige la aldea en corregimiento y los vecinos
Inician la apertura de una trocha hacia "el plan” y la cabecera.
Terminada su gesta, los pioneros regresan a sus labranzas y a sus
labores; se dispersan en el anonimato o se van muriendo en el olvido.
En el caserío fueron suplantados por recién llegados; éstos adminis­
tran, firman, tramitan y quedan luego registrados como "fundadores”
o "patricios” . Antonio Gómez se fue para Pijao, pero cuando regresa
— derrotado una vez más— en 1908, comprueba que existe un galpón
y que se están techando las nuevas casas con tejas de barro:
H a y más de trescientas casas edificadas y todas ocupadas, pues la inmi­
gración es constante y diaria. Hay ya regulares edificios techados con teja
de barro, las plazas y calles se encuentran en buen estado de aseo. Un mer­
cado abundantísimo de víveres y carne cada sábado... Hay tres tiendas de
mercancías bien surtidas y varias de menor escala y de abarrote. Varios
talleres de carpintería, dos herrerías y dos talleres de sastrería.

Un acueducto provisional baja de las colinas y, por gravedad, en


canales de guadua llega a una pileta rudimentaria instalada en la
plaza. Unas fotografías de esa época ilustran un pueblo alargado so­
bre dos o tres calles, de silueta muy baja, con pequeñas casas en
madera cubiertas con paja o tejas de astillas y alguna que otra cu­
bierta con tejas de barro; se observan amplios solares sembrados de
plátano y café, matas que cubren las colinas alrededor del poblado.
Anciano, Antonio Gómez se pasea por las calles, observa, escribe.
Ve los cafetales en producción, el grano entrando en muías; llegan
los compradores de las cosechas, se abren más tiendas y se construyen
edificios de dos plantas. En 1911 se estrenó el primer tapial y se está
edificando una casa alta en tapias; con sus apuntes se puede seguir
la ampliación del catálogo arquitectónico y observar cómo se expresa
una creciente diferenciación social:
...H a y ya diez casas techadas de teja de barro, cinco tiendas de merca­
derías, una de ellas que pertenece al señor don Jesús Y ou n g... empezaron
a echar los cimientos para la casa que va a construir el Doctor Lauren...
están armando la casa de balcón de don Vicente M artínez... Hoy hay en
construcción 8 casas para tejar de teja de barro, fuera de muchas más que
tejaron de astillas... dieron principio a construir los calicantos de la casa
de don Nicolás A ra n a ...
.. .s e han exportado más de 300 cargas de maíz, más de 200 de café,.,
hay 12 tiendas...

El eje arterial hacia Armenia ya se conoce como: “la calle Real”


y se destaca en una esquina de la plaza una casa "de balcón” que al­
gunos considerarían luego "edificio colonial” , construido en 1910, cien
años después del derrumbe de la Colonia. Este lapsus es signo muy re­
velador de las aspiraciones de unos moradores en busca de un sello
de prestigio y de una identificación con las “nobles ciudades” del
plan del Valle.

321
Mientras u n tó , otros m anifiestan la persistencia de sus ideas de
Inconformidad y de su Independencia filosófica, a tal modo que entre
1010 y loso brotan con frecuencia loe rocee entre un sector de la co ­
munidad y algún cura de turno, particularm ente Intolerante En eete
contexto ocurre en 1014 un acontecimiento de carácter muy excep­
cional: acusándolo de nigromancia, el párroco se niega a recibir en
el cem enterio católico a un difunto conocido por su libertad de ideas.
Ta l recbaso suscita la indignación y la protesta de un numeroso gru ­
po de ciudadanos y la relación de fuerces se establece en su favor.
Hecho poco corriente, derrotan al clérigo, quien llen e que ser retirado
de la parroquia por ia curia, pero los I neón formes prosiguen la o fe n ­
siva y con el acuerdo del alcaide y del concejo compran un predio, en
donde adecúen un cementerio laico; se amplia ésta en 1934 con el
nombre de "Cem enterio C iv il"; una Junta oficial se encarga de su
mantenimiento y las crónicas Indican su éxito, púas hasta 193fl habla
acogido a un total de M difuntos. Hoy en día, frente a la entrada del
'‘campo de Dios", aún subsiste si orgulloso, aunque modesto, cem en­
terio laico del desafio de los “ herejee" de Sevilla, enfrentados a la
intolerancia religiosa.
Un plano — ¿quita de los aftas 1026-27?— muestra claram ente la
m orfología y la form a que adoptó el desarrollo físico de la ciudad!
dos ejes perpendiculares en L se unen en la plasa principal; la calle
"R ea l", iniciando el camino hacia Arm enla y ia vía que conecta el
pueblo exportador de café con las bodegas de la estación del ferroca­
rril, distante unos 30 kilómetros. Bl pueblo totaliaa más de 80 mansanas;
ninguna prasenta frente continuo y petim etre! de construcciones; mu-
ches manaanas no tienen aún construcción y, desde lueao, las más den­
samente construidas son las mansanas céntralas enmarcando las dos
platas. El Impulso dem ográfico se puede medir sabiendo que existen
cerca de 400 casas y familias, o sea casi 3.000 habitantes.
En toda la región se generalisó la siembra del ca feto y siguiendo
las pautas del prooeao social se diversifican las unidades productivas,
desde la pequeha finca explotada exclusivamente con mano de obra
fam iliar, basta las extensas plantaciones comerciales con beneficia-
deros (tonificados, empleando una numerotu fuerza laboral asalariada.
De la misma manara sa puede constatar cómo se diferencia ei ca tá ­
logo arquitectónico de la vivienda rural cafetera. A l propósito vienen
las siguientes reflexiones, que se apoyan en mólttple* observaciones
en las veredas del Qutndlo, las respaldan los estudios realizados por
A. Saldsrrtaga y L. Fonseca y las corroboran e Ilustran los trabajos
de Harold Martines y Néstor Tobón:
1. Llegando al Qulndio en 1BB0-1910 los flujos de colonización coin­
ciden con el primer auge de la plantación cafetera de exportación. Luego
la eoloniaaclón deja en gran parte de ser popular, parcelara y de pan
coger; se torna cafetera, latifundista y comercial (o capitalista).
Capitalista, porque los plantadores no desmontan sino que compran
pequeños "derribos" Inviniendo ganancias comerciales urbanas; y la ti­
fundistas. porque los unifica para conformar extensas propiedades.

322
2 En la lona se Juntan corrientes humanas "h íb rid a s", in te ­
grándose Inm igrantes ealdenses con vailunos (lo s Urtbe del V alle, loa
Cateado con las O u tiérrei de M entíales, ate.) Es gente, si no a d in e ­
rada, en muchos casos acomodada y oon una vida pendular, a lte r ­
nando i u residencia, siendo que tienen negooios com erciales urbanos
y agrícolas en el campo.
I . P or lo tanto:
a ) La casa del colono, en esta lo n a se con vierte en h acienda de
plantación.
b ) Es arquitectura "m es tlia ", o híbrida, por ser la residencia se­
cundarla, de propietarios que son al mismo tiem po com erciantes
urbanos y plantadores rurales.
c ) En ella ss debilitan los patrones arquitectónicos ealdenses de
la colonlsación popular 1160-1900. Por el contrario, desde C artago, L a
Palla, etc., penetra la Influencia vailuna de la cusa de hacienda de
tierras planas.
4. En estas circunstancias resurge, hacia 1010-1030 y en el Q u ln-
dlo la haolenda colonial y su prolongación postcolonlal republicana,
pero renovada.
6. En esta renovación participan tanto la experiencia popular
caldense como la tradición "señ orial" vailuna, y tam blón com binan
la dualidad residencial del usuario, los elem entos de su vid a rural y
ralsal y otros, provenientes de su recién práctica social urbana. Es
asi como estas casas de haciendas Integran con cierta frecu en cia la
plan ta y la volumetria de la hacienda colonial, pero oon los técnicas
constructivas de la colonlsaolón de laderas; tam bién asocian los m a te ­
riales del colono, como la madera (m acanas de chonta en las balaus­
tradas, ornamentación de aleros y cielos rasos) con m ateriales in n o ­
vadoras, con frecuencia Importados (en sus alm acenes y ferretería s
urbanas), tales como el vidrio, la hojalata y el sino, los baldosines para
pisos, si cemento para los oimientos, las pinturas químicas, etc.
Resumiendo: en uns sona de confluencia de dos procesos sociales,
de dos fases hlstórless y de dos flujos humanos, entran en colisión la
novedosa práxis caldense oon la vieja tradición colonial vailu na. De
la chispa de este choque surge la síntesis: los contrarios se fusionan
para producir esta simbiosis plasmada por m edio de volúm enes Ins­
critos en el espado agrario de los nuevos tiempos, la prestigiosa casa
"co lo n ia l" de la gran hacienda cafetera del siglo X X .
Frente a este impulso, los expulsadores de la Sociedad de Burila
no se hablan quedado inactivos, y aquí vale la pena re tra ta r su g e ­
rente y fundador Daniel Outtérres Arango: es uno de los 30 (t r e in t a )
hijos que un arriero antloqueAo radicado en 1880 en Manisales, tuvo
dos esposas sucesivas, pues la cufiada reemplazó a su h erm an a
difunta, formándose asi la prolija tribu fa m ilia r que se co n vertirla
luego en el d a n de los Gutlérres, el cual reuniría algún día de 1076,
en un encuentro, más de 1.600 descendientes de| m achísim o arriero.
In tegrante de la "rosca de los G utlérres" que se apoderó de M anlsales

-323
entre 1890 y 1920, Daniel es "un patricio" para sus biógrafos. Médico
graduado en Bogotá, miembro de asociaciones médicas internaciona­
les, cónsul en Inglaterra y en los Estados Unidos, concejal conservador
en el cabildo de Manlzales; luego lo encontramos presidente de la
junta del Ferrocarril de Caldas (ver los capítulos sobre Manlzales y
Puerto Caldas), gobernador de Caldas, representante y senador en va­
rios periodos. Pero no aparece por ningún lado el verdugo de las huelgas
de los trabajadores del ferrocarril, o el perseguidor de las cogedoras
de café en paro regional; ni mucho menos el hombre que manda tro­
pas para proteger contra los colonos los latifundios de los Marulanda,
en Qulmbaya y Montenegro. Cabeza de la sociedad de Burila, Daniel
Gutiérrez es "el gerente", el hombre que durante más de 30 años
— desde 1895 hasta 1930— se dedica a la cacería de los colonos para
expulsarlos de sus mejores, o extorsionarlos con total impunidad. Fue­
re de la prestigiosa biografía, para miles de colonos del Qulndlo es
sencillamente el artífice de su miseria y de sus desgracias.
Según los datos, Daniel tenia 18 años en 1884 cuando se funda la
sociedad de Burila. Su hermana Dolores se casa con Marcelino Aren­
go y él se casa con Emilia Caicedo, la cual aporta, en dote, a “ la rosca
de los Gutiérrez" un titulo caduco además de fraudulento — del cual
nunca podrán presentar ni tradición ni escrituras— por 200.000 fane­
gadas, "por lo menos". En seguida, como se vio en capítulos anteriores,
la Sociedad declara la guerra al conjunto del colonato del Quindio.
No obstante, los primeros pobladores de Sevilla experimentan du­
rante algunos años una relativa quietud. Desde su lejana sede en
Manlzales, concentrando el peso de sus atropellos contra el campesi­
nado de Calarcá, poco actúa la empresa contra los colonos de Cuba.
Pero cambia la situación cuando el gerente decide abrir oficinas en
Sevilla, manda un “ factótum” permanente encargado de salvar “ en
todo caso los intereses de la Sociedad” :
Manizales, enero 24 de 1907
Sr. Dn. Simón Sepúlveda
San Luis.
Muy Sr. Mío:
Como Gerente de la Empresa de Burila lo nombro a Ud. Inspector de
los terrenos y Representante del Gerente para que de acuerdo con los Esta­
tutos se sirva Ud. tomar nota de los colonos que ban (sic) entrando allí sin
titulo, de los que tengan por escritura pública, & & ; medir los terrenos para
las entregas, hacer rectificaciones con los entregados y cuidar de todo, sal­
vando en todo caso los intereses de la Sociedad.
Podrá también hacer arreglos ad-referéndum de lotes de terreno, seña­
lar los linderos, & enviando los interesados a ésta para hacerles la escritura
correspondiente.
Sus honorarios por este trabajo serán arreglados de acuerdo con la
equidad y la justicia.
De Ud. atto. ss.
El Gerente:

Dr. D. Gutiérrez y Arango

324
La amenaza se precisa el afio siguiente, cuando en 1908-1909 la
empresa de Burila entabla una fenomenal demanda contra miles de
colonos de la región; se inicia un pleito con innumerables peripecias
durante treinta afios, acudiendo en varias oportunidades a la Corte
Suprema, y del cual el fallo definitivo sólo se emitió en 1938.
A partir de 1910, fundada Calcedonia, esta plaza se convierte en
un bastión incrustado en el centro de las tierras en disputa: la base
desde la cual opera la sociedad para extorsionar o expulsar al nume­
roso campesinado. Desde sus oficinas cuentan con apoderado — un
abogado hermano de Daniel— empleados, inspectores, escribientes y,
además, el “ apoyo loglstico” de los ejecutores; un puesto de policía
especialmente a las órdenes de la Empresa para ejecutar el lanza­
m iento de los recalcitrantes; el gerente construye su casa en Calcedo­
n ia y se inician las operaciones.
Dedicada en su totalidad a “ la controversia de los terrenos de
Burila", la Resolución No. 5 de 1930 es un extenso documento del
Ministerio de Industria, iniciándose con un largo recuento cronológico
de las múltiples peripecias del pleito. En 1910 el gerente dirigió un
memorial protestando por un fallo anterior a favor de los colonos de
Calarcá, con lo cual éstos se expandieron por los territorios de Calce­
donia y Sevilla; gracias a sus poderosos apoyos en Bogotá, los la ti­
fundistas lograron un fallo a su favor en 1912. En seguida y durante
varios años llegan a Bogotá numerosos memoriales procedentes de
toda la región; los acompañan hojas cargadas con miles de firm as y
las cruces de los iletrados. En un movimiento masivo los colonos pro­
testan y exigen la derogación de la resolución respaldando a sus
expulsores. Durante estos años la empresa, jugando con ambas cartas,
no sólo emprende acciones legales, sino que sigue operando por cuenta
propia; chantajeando a los colonos, expulsa los más débiles y extor­
siona con pretendidas “ legalizaciones” y "adjudicaciones” a aquellos
que se niegan a abandonar sus posesiones y mejoras.
En Sevilla, en un desenlace particularmente infame, se asocia el
descaro de los pillos con la corrupta desfachatez de las autoridades
de la comarca. Bajo el chantaje de la empresa, ésta se aprovecha de
una junta pobladora que había perdido su cohesión y su combativi­
dad; dividida y conciliadora, ésta claudica y finalmente acepta pagar
a los usurpadores las tierras desmontadas por los colonos para cons­
truir la ciudad. Después de ocho años de labores y sufrimientos, sus
mandatarios firman una sencilla escritura de compra-venta de los
terrenos. Esta escritura, del 30 de agosto de 1911, archivada en la
Notarla de Zarzal es lo que los juristas llaman un contrato leonino:
aparece como un generoso obsequio de los usurpadores; una supuesta
"donación” por medio de la cual ésta “adjudica” a las pobladores unas
doscientas fanegadas de tierras urbanas (más o menos unas 128 hec­
táreas). Sin embargo la ciudad tendrá que cancelar diez m il pesos oro.
Desde algunos afios atrás los pioneros habían sido marginadas y
desplazados por una nueva ola de pobladores con algo de dinero,
comprando mejoras y solares a los primeros adjudicatarios. Varios de

325
loa fu n dadores seguían vivien do en ch ozo* de guadua, cu biertas con
M tü laa; m ientras tanto los prim eros com ercia n tes « á g e n o s ven ían
ocupando la “ ca lle R e a l'' y apoderándose d el m arco de la plaza. Son
das de estos rucien llegados, vueltos au toridades locales, las qu e p a c­
tan la co m p ra c o n la em presa de Burila.
Colono fracasado, e l fu n dador de S evilla A n to n io G ó m ez h ace a
Los 73 años un balance am argo de su vida y a n o ta con desencan to
Marzo tfl de LfllL Hay llegó e l Gerente de la Sociedad de Burila Señor
Doctor Dnmel Gutiérrez. Creo viene a ratificar la donación que dicha so­
ciedad la hace a San Luis .
Agosto 31. Antes da ayer se reunieron en el punto de los Pavas los se­
ñores Doctor Daniel Gutiérrez, don Heraclio Oribe ü representante de la
sociedad del Hobero con tras ingenieros pera rectificar la linea divisoria da
los terrenos da sendas sociedades, y quedó al área de esta población en te­
rrenos da Bunio.
EL garante cedió dan plazas a favor de la población y vendió otros cien
en la suma de diez mil pesas. , , A yer se hizo la escritura y al juez poblador
la aceptó a nombra del pueblo
La Nación se dejó quitar un. terreno Inmenso donde se están fundando
poblaciones: Colon, Genova y San Luis por inercia o porque no hubo nadie
que representara los derechos de la Ñaman. N i en sueños pensaba la Sociedad
aboca treinta años que este inmensa globo de montañas incultas le pertene­
ciera. ,
Y después de aguantar hambre, enfermedades, desnudeces y toda
ciase de sufrimientos, y cuando ya empiezan a gozar de los frutos de su rudo
trabajo, llega un capataz a le puerta de su rústica chaza y la dice: “ Y o soy
«1 dueño de este terreno donde tú te has metido sin mi permiso,, o salas de
aquí o me compras seto .
Septiembre 12. El señor presbítero Lsreu se querelle ante el gobernador
del departamento de los atropellos que la Sociedad está cometiendo a estos
pobres colono» y el Gobernador mondo levantar una información sumaria s
todos lo » bachos denunciados
(D ia rio de A n ton io M a ría G óm ez, cuaderno escrito a lápiz, A l­
ca ld ía de Sevilla, j

Como s e ven ia diciendo, desde sus o ficin a s de Calcedonia, los p i­


llos de La sociedad de B u rila com binan l a acción le g a l con las a rb itra ­
riedades y Un atropellos. L a vem os litigan do c o n e l a p oyo de sus
apoderadas; pero tam bién expulsa “ m anu m U ltari” a los que resisten al
papel sellado. Usa la policía local, da órdenes a las au toridades civiles
de Zarzal o Bugalogrande; em ite decretos de nom bram iento de fu n ­
cionarlos en su pueblo-feudo de C a lced on ia y en S evilla, etc. No
obstante no se detien en los negocios: siguen sin esperar los fa lla s de
Las tribunales y h asta se aceleran p a ra presionarlos. Es asi que ei
mismo año de 1930, m ientras un gobierno m oribundo y desprestigiado
fa lla a fa v o r de los colonos co n la Resolución No. 5, e l g e ren te no se
Inm uta y sigue extorsionándolos. Según K e lth Chrlatle,, este añ o de
1930 las ventas de m elaras a sus ocupantes, en la sola zon a de Sevilla,
produjeron a la sociedad más de 5.000 pesca
Asi se aclaran las condiciones de la génesis d e un fu tu ro con flicto.
M uy tem prano, para los colonos sevillanos, C alcedon ia se id e n tific a
son la opresión, la adversidad y los infortunios. P a r a e l núcleo de
trabajadores •subversivos'' y libres pensadores de S evilla , aglutinados

326
alred edor de los caudillos liberales, entre ellos Rafael Oribe Oribe,
C alcedon ia y su aparato oficial de expulsores se convierte en la es­
tam pa del poder latifundista y del gobierno conservador. Las luchas
clasistas p o r la tierra entre colonos y latifundistas van tomando el
rostro de pugnas doctrinarlas, y así fue surgiendo una aparente di­
visión partidaria, las enemistades políticas tendrían luego un desen­
lace trágico, con secuelas persistiendo hasta hay.

Desalojado otra vez Juan Manuel GA1vea, abandonó rápidamente


S evilla y sus sementeras de Cuba. Después de afios de desventuras, ex­
plorando la región hacia el oeste, tncurslnna en «I pledemonte de la cor­
d illera . Entonces comete el error de Iniciar unos desmontes en las
m ontañas cercanas a los grandes haciendas ganaderas del "pian",
en tre la quebrada de Saboletas y el rio Bugalogrande, a poca distancia
de Tuluá y Andalucía; allí funda una finca y otra vez es victima del
ciclo de emlgraclón-colanlzoclón-expulstón-emlgración, pero cansado
de perder labores y de andar de exilio en destierro, resuelve na
h u ir más.
Entonces un día de 1913, retando a los expoliadores, el colono
C a lv e z reúne a los amenazados, estimula su resistencia Solidarizados,
3fl hom bres y mujeres crean su propio poder en form a de comuna por
m edio de una Junta, y desmontando la parte alta de una colina sel­
vática, dejan constancia de su protesta fundando la aldea de Cellán.
De tal modo que Cellán constituye atro genuino producto de la colo­
nización papular; surge como núcleo de resistencia del campesinado
agrupándose en un bastión urbana, para poder resistir a las embates
latifundistas contra sus posesiones agrarios.
Poco después, ai líder de la gesta escribe a lápiz en un cuaderna
escolara
En e l a ñ a de 1913, estaban loa habitantes d o esta reglón y á n d a a o , aban­
donando sue fincas, despojados p or don Néstor Domínguez que se creía dueño
absoluto de tortas estas tierras.
Construí una chnza en las riberas de la quebrada de Subaletas en donde
m e establecí cnn mi esposa y me entregué a los trabajos agríenlas. Poco des­
pués m i esposa dio a luz un niño, fruto de nuestro m a t r i m o n i a y nuestro
am or; le pusimos por nombre Rafael A n g e l En aquella época no pensaba yo
en anrrer nuevas aventuras.
U n día en que atravesaba yo los llanos del Sartaneja! con rumbo a flan
V icente í Andalucía i me encontré con un antiguo amigo, conocí río desde la
infancia.
L o salude le pregunté por su familia, después le pregunté cómo Iba con
la finca; m a l m e respondió, baca siete años que trabajamos allí creyendo que
esas tierras eran baldías; y esta semana nos mandaron a altar non un comi­
sario, para comparecer y v e r si le comprábamos la finca de un iuñor Néstor
Dom ínguez: llegamos y encontramos a llí ai prefecto, ai Juez y al señor
D om ínguez y otras personas; después d o haberlas saludada, nos dijeron los
hem os mandado llam ar para hacerles saber que los terrenos donde trabajan
ustedes son propiedad de don Néstor Domínguez.

327
Luego leyeron unas escritures y nos hicieron firmar unos documentos,
en los que nos obligan a pagar arrendamiento al señor Domínguez. En las
bases de los documentos constaba que el que no pagara puntualmente seria
despojado del terreno, perdiendo siete u ocho años de trabajo. Un momento
después de silencio, me dijo mi amigo que ya algunos de los vednos hab.an
abandonado las fincas y que él no sabia qué hacer. En el semblante de mi
amigo se dibujaba la tristeza; él que tenia una docena de hijos a quienes
mantener, y tener que pagar una parte de su trabajo o perder siete años de
trabajo. Era un asunto de dificil solución. Por un momento me hice cargo
de la situación de mi amigo, y sentí un pesar profunda
Seguido un momento de silencio, le pregunté si en esa región habia un
lugar a propósito para fundar un pueblo; éste me contestó que si. Entonces
le dije que no dejara ir ninguno de los vecinos, pues yo sabia quién tenia
derechos para vender en los citados terrenos; le mandé que convocara una
reunión para los ocho dias siguientes. Llegado el plazo marché a cumplir mi
promesa. Como no conocía yo aquellas regiones, busqué en Peñitas un com­
pañero que me condujera al mencionado sitio. De allí nos regresamos con el
Animo de volver a los ocho dias subsiguientes, al cabo de los cuales empren­
dimos de nuevo la jornada acompañado de un amigo conocedor del camino,
el que me condujo al lugar que deseaba conocer. En este lugar se reunieron
treinta y seis personas de ambos sexos, entre ellas los señores: Manuel Ja-
ramilla Flederico y Débora Ramírez. Aquella fecha memorable fue el siete
de enero del año mil novecientos trece. Ese mismo día trazamos el marco de
la plaza. Nombramos la primera Junta Pobladora; iniciamos la construcción
del puente sobre el rio Bugalagrande.
Sabedor don Néstor Domínguez de nuestra empresa, estableció una que­
rella contra mi; alegando que él era dueño absoluto de las tierras en referen­
cia. Yo como no habia comprado derechos en el terreno, volé a comprarlos en
compañía de otras personas. Compramos diez derechos primitivos a los señores
Horacio Carvajal y Clementina Llanos. Con la compra de tales derechos, que­
dó terminado el pleito, pudiendo seguir adelante con nuestra empresa con
toda libertad. El primer trabajo que ejecutamos fue la construcción del
puente sobre el rio Bugalagrande; un año más o menos empleamos en este
trabajo sin que el gobierno nos ayudara con sólo un centavo.
(Juan Manuel G&lvez, Historia de siete aventureros.)
Y para no dejar dudas sobre los propósitos de los fundadores
agrega:
A manera de los libertadores que el 20 de julio de 1810 dieron el grito
de independencia, estamos nosotros con esta obra magna dando el grito de
emancipación contra la bravia naturaleza y contra los latifundistas que por
todos los medios nos han querido obstruir el paso del progreso.
Para medir la lucidez del autor, su nítido Instinto clasista y el
carácter altamente subversivo del acontecimiento, hay que recordar
que eso ocurre en 1913, es decir, en un país sometido al poder hege-
mónico de los terratenientes rurales y del clero, en donde se ametra­
llan los primeros paros del proletariado, se mandan los Indígenas
protesta tartos a las cárceles de Ibagué o de Popay&n, en donde todavía
en las haciendas cafeteras del Tollina y de Cundlnamarca los terraz­
gueros viven agachados bajo el reino del cepo, y donde aún no existe
ningún tipo de organización política popular.
A poca distancia del rio Bugalagrande, entre los profundos surcos
de los riachuelos de aguas claras, Gálvez habla elegido la geografía
clasica: el plan Inclinado de un lomo bajando hacia el rio. Trazó des­
de la parte Inferior un camino de entrada oorrlendo por el filo y los

328
lio» S E V IL L A - 1903

-■ 1 t^ lC E P O N IA - ItlO

T ip o s d r m a n za n a s ( y M m ) * n c i u d a d e s d e l a n t i c u o C a ld a s , M a n t s a J c s - S e v U l a - C a i c e d o n l a -
M lr a n d a

pobladores dem arcaron una am plia plaza en la p a rte superior, m ás


salu bre y más extensa. Con estas premisas, el caserío, en su p rim era
fase, adoptó la fo rm a del tipleo pueblo-calle: estrictam en te lin e a l y
con una doble fila de casas a lado y lado del cam ino. P o sterio rm en te,
una segunda vía, paralela a la prim era, perm ite dem arcar unas pocas
m an zan as sobre el lom o de la colina, pero conservándose e l p a tró n
lin e a l origin al.
A bandon ado y despreciado por las autoridades civiles, sin em b a r­
go e l núcleo de colonos no tarda en a tra er otra clase de especuladores:
En septiembre siete de 1914, recibimos la primera visita del señor Pres­
bítero, doctor Marco Tullo Villegas, procedente de Sevilla.
El b eligeran te perseguidor de los campesinos libres pensadores de
S evilla Iniciaba la cacería de los ateos, p or los lados de C ellán .

329
• * *

En los mismos años, a poca distancia de otro con flicto en tre la ­


tifundistas y colonos hacheros, surge el pueblo de Darlén-Callm a.
Fundación colectiva, anónima, espontánea y sin actas, no dejó
huellas escritas y fallecieron los protagonistas. No obstante, con base
en entrevistas con sus hijos — y aceptando los riesgos que encierra la
historia oral— se pudo intentar la reconstitución del acontecim iento.
Term inada la contienda “ de los tres años” , hacia 1905, unos em i­
grantes procedentes de Caldas o de Antioquia suben del plan del
V alle penetrando por unas trochas de leñeros en las selvas de la Cor­
dillera Occidental. Llegan a un valle alto, a 1.500 metros de altitud,
en los nacimientos del rio Calima, donde floreció hace m il años una
civlli2aclón lndoamerlcana. Entran individuos solos o grupos de
varones en busca del oro de las sepulturas prehispánicas; también
llegan parejas jóvenes atraídas por el clim a y las promisorias tierras
baldías. Una fam ilia se desplaza con ocho niños, los cuatro menores
instalados en canastos que carga una muía; más tarde se verá a una
fam ilia viajando en tren, con una yegua desde Caldas hasta Buga.
Los emigrantes encuentran que las vegas del valle, a ambas m ár­
genes del rio, están ocupadas por dos haciendas tituladas; entonces
van abriendo los montes arriba, en las vertientes, y en sus primeros
derribos siembran maiz y frijol, siendo que mientras esperan la pri­
mera cosecha van a j om alear en las haciendas ganaderas.
No es nada claro el origen de la propiedad de la hacienda Calima.
Unos de los primeros pobladores, ya ancianos, sólo recuerdan:
Su hacienda la hizo don Pablo E m ilio Ochoa; lle g ó é l sin nada, era h e ­
r r e r o . . . Unos colonos hadan parcelitas y don E m ilio compraba. L a gente
llegaba, se metía, hacía m ejoritas y mientras tanto em igraba cada dia a con­
seguir el jorn al en las haciendas de Calima y San An ton io; después vendian,
se iban, o seguían tumbando m ás. . .

Los hacendados despreciaban las faldas quebradas y selváticas,


pero listas estas tierras para sembrar pasto, exhiben títulos, reclaman
y amenazan a los campesinos. No tardan en presentarse los primeros
conflictos de linderos en la frontera alta de los potreros:
En Berlín se metieron los colonos pero don E m ilio les sacó, puso abogado;
y tenia unos mayordomos que iban a caballo, con revólveres.

De la hacienda Calima salen cuadrillas armadas para desalojar


a los colonos; unos entregan sus mejoras y se internan más arriba,
pero otros se niegan y resisten a la expulsión:
“ Don E m ilio los sacó a la brava” . P ero Juan G óm ez se plantó con machete
en mano y d ijo: “ De esta tierra no m e saca nadie v iv o . M e tendrán que m atar
prim ero” . . . ¡Y se quedó!

Hacia el sur, en el piedemonte y las faldas, la hacienda Calima


va creciendo al ritmo del desmonte, incorporando parcelas de colonos,
por amenazas, presiones, represión y violencia, abogados... y cuando
es necesario algunas compras de mejoras. Entonces muchos colonos

330
se convierten en peones y terrazgueros de los latifundistas. Mientras
tanto, hacia el norte, los dueños de la hacienda San Antonio ven con
disgusto la progresión de los colonos y se preocupan por la expansión
de los competidores de la hacienda Calima.
Dos o tres años después, los colonos del piedemonte y de las ver­
tientes deciden fundar una plaza de mercado para centralizar sus
excedentes de producción y evacuarlos hacia los centros de consumo,
Y otoco y Buga. Escogen un bosque tupido, frontera natural entre las
dos haciendas, igualmente desdeñado por ambas, delimitado por dos
quebraditas: trazan la plaza, tumban los árboles y en seguida, sobre
los troncos, realizan el primer mercado. Estamos en 1907. Un anciano
comenta:
Para el mercado lo primero que se precisaba era la plaza... la capilla
se hizo después, una capillita, como enramada no más. .
Luego con convites dominicales, los colonos abren una trocha de
muías hacia Yotoco y Buga y “Don Emilio dio uno que otro novillo
para los convites del camino”.
Y a existe, tullendo el territorio agrario y el centro urbano, un
complejo aspecto social: en el monte, hay parceleros que siguen de­
rribando y se dedican al pan coger, maiz, frijol, plátano; otros cultivan
caña y elaboran panela en trapiches rudimentarios; algunos tienen
potreros y siembran pasto. En la selva están los leñadores, algunos
pequeños aserríos y carpinteros fabricando trapiches; con arrieros,
sacan vigas y tablas hacia los mercados urbanos de materiales de
construcción. Hay agricultores residentes, también hay ausentistas
adquisidores de mejoras, quienes amplían sus fundos poco a poco,
compra por compra; colonos pobres trabajando a jornal, donde
un vecino más rico o empleándose como peones en Calima o San An­
tonio; cultivadores que piden un solar en el nuevo poblado, van
diariamente a la finca y regresan por la noche, a un rancho cons­
truido con tablas, el que se convertirá posteriormente en casa de dos
plantas, con almacenaje abajo y residencia arriba. Al mercado domi­
nical llegan cacharreros ambulantes. Hacia 1925-1930 la conjunción
ferrocarril-exportación-café llama la atención de los especuladores y
unos negociantes se establecen de manera definitiva en el poblado;
aparece el aviso: “Se compra café”. Adornan sus balcones con rejas
de hierro importado de los Estados Unidos, elaboradas por herreros
bugueños; estas prestigiosas rejas llegan listas a Calima, transporta­
das a lomo de muía.
Mas la misma dialéctica del desarrollo agrario, después de haber
generado el poblado lo iba a negar. La economía doméstica parcelera
habla llenado la geografía con pequeñas fincas de pan coger y luego
cafeteras, sus excedentes estimulando la fundación del núcleo urbano.
Pero este campesinado de vanguardia estaba abriendo paso a un la-
tlfundlsmo ganadero en constante expansión; con la salida de los
parceleros y la siembra de pastos, la densidad de la demografía rural

331
cayó a niveles sumamente toados. Poco después e l pueblo nádente se
encontraba en medio de praderas casi desertas. Fundado en medio
de multitud de pequeñas unidades productivas de víveres, culminaba
rodeado por unos escasos latifundios ganaderos despoblados.

0 » 0

Otro factor de “remodelacite espacial" proviene de la a c e ite es­


peculativa por parte del sector social dominante de finales del siglo
X I X importadores-exportadores extranjeros, grandes comerciantes y
negociantes indígenas. Si a l principio su a ceite se .limita a la zona
plana, posteriormente se extiende hacia ei pledemonte y llega hasta
ciertas zonas de laderas.
Después de la Independencia se radican en el Valle varios vete­
ranos irlandeses de la legión británica: hada LfóO encontramos a
todo lo largo del Valle y, más que todo en Palm ita y Cali, una pudiente
colonia extranjera compuesta por ingleses, franceses, italianos y ale­
manes, y alguno que otro norteamericano, polaco, belga o austríaco.
Generalmente delicados al comercio de Importación-exportación, se
enlazas "los nuevos conquistadores" con hijas de grandes hacendados,
frecuentemente en quiebra, e invierten sus ganancias comerciales en
compras de tierras y en la modernización de las viejas haciendas. Si­
guiendo los ciclos de ia agricultura de exportación, cueros, quina, a ñ il
tabaco, cacao y calé, varios de dios pasan de la compra a ia produc­
ción directa y contribuyen fuertemente en el paso a las plantaciones
modernas que ya se notan batía finales del sigilo en la agro-economía
del tabaco, del cacao y de la «ab a de azúcar. Asi es que, socialmente,
ei fenómeno dominante quizá sea el surgimiento hacia 1880 de una
dase dirigente regional, en la cual se asocian nuevos hacendados-co-
mertíantes estrechamente vinculados con los exportadores e impor­
tadores extranjeros, presionando estos últimos para elevar ja produc­
ción agrícola de exportación a l nivel de plantaciones modernas.
En estas circunstancias d comerciante-plantador o hacendado,
con los fines doblemente especulativos de centralizar y comercializar
su producción, de captar aquella de zonas aledañas y de mantener a
proximidad de sus tierras ¡una reserva estable de mano de obra, no
vacüa en fundar un nuevo caserío. Además, el hacendado fundador
agrega a sus beneficios agrícolas las ganancias de ia venta de solares
urbanos, cuidando su imagen de benefactor con la donación de algu­
nos lotes para la alcaldía, la iglesia, las escuelas públicas y el cemen­
terio ,
Este tipo de especulaciones hacenderas, prolongándose por medio
del establecimiento de algún centro urbano nuevo, tiene su temprana
ilustración con los casos de Pradera y Corintio, En este último sitio
la hacienda Los Frísoles, propiedad de Juan Francisco Olloa hacia
1825-1810, habla Sido rematada por e l general Obando en 1833: e l ge­
neral. apenas legalizadas sus escrituras ia revende en seguida, Inego
cambia de propietario cinco veces en pocos afios, hasta que el

332
PARQUE

1 I------ 1 i r
T B B C E R A Que las calles deben tener por lo menos 4iez y cris m etro* de
! * w í » . C U A R T A Que deben dejarse d w plazas destinadas para parques
! públicos y de las cuales la principal debe ser de ciento veintiocho m etro*
| p o r cada lado y la pequeña de d e n tó veintiocho m etro* p or los costados
n o rte y sur y setenta y dos metro* p or oriente y occidente Q U U VTA Que
a la plaza principal deben converger doce calles

M ttraM U (C a a e s / CpreojAe S oi w * « juI wbiw w s « w i)M * i '* « • » r * S a * r i a » S el * * * * *

33 3
hada 1870, decide fundar en ella el pueblo de Corinto. Pero según el
autor de una monografía local (Pablo ZúAlga. Corlnto, mlmeógrafo,
1939), los agrimensores improvisados midieron parque y calles “ con
un hilo de medir pero sin usar escuadra". El resultado es un traxado
torcido, repitiendo cuatro siglos más tarde el error de los fundadores
de Cali en 1537; con ángulos inferiores a 90 grados y manaanas
deformadas, tendientes hacia la geometría del rombo, en nada se fa­
cilitan las labores de los topógrafos, arquitectos y maestros de la
construcción.
Sin embargo, este tipo de fundaciones particulares toma impulso
más tarde cuando se injertan sobre un previo proceso de colonisación
agrícola popular en las laderas. Aprovechándose de un frente de des­
montes y de desarrollo agrario en un valle transversal, a la salida de
éste hacia el Valle, en el pledemonte, algún especulador funda el
centro de captación parasitaria de los beneficios de esta colonisación.
De esta modalidad general surgirían numerosos fundados con fines
especulativos, no por colonos pero si para colonos. Sin embargo,
se encuentra una amplia tipología de acciones, propósitos, metas y
modos de intervención: acción individual hacendera, en asocio con
comerciantes de tierras, sociedades especializadas actuando en forma
repetitiva, llegando hasta el negocio empresarial muy "tecnificado", etc.
Nos limitaremos aquí a presentar una gama limitada, expresando
esta diversidad y observando la variedad del producto urbanístico.
Cronológicamente, se destaca él temprano caso de Miranda y el
asunto de su fundación se puede resumir asi:
En mayo de 1899. un comerciante se declara propietario de la ha­
cienda Vanegas. parte de un globo de tierras indiviso llamado “Tercera
parte del Espejuelo", modesta flnqulta de 4.704 fanegadas, o sea 3.010
hectáreas. Luego decide ceder 50 plazas (32 hectáreas) para la fun­
dación de una nueva población con base en la siguiente argumenta­
ción:
Que tal globo está eo partición judicial; y que en la parte que va a co-
rresponderie según los planos presentados, va se encuentra una porción que
por su situación en los contrafuertes de la Cordillera Central, por su clima
de veinte o menos grados, por la pureza y abundancia de sus aguas; por estar
rodeada de bosques bajos muy extensos y muy buenos para la agricultura,
bosques que se extienden a más de cinco leguas de ancho desde allí al rio
Cauca en su parte navegable; por estar al pie de la Cordillera Central rica
en vegetación, en minas de oro, cal, mármol, sal, etc.; por ser e l centro de
grandes propiedades productoras de ganados, café, cacao, caucho, tabaco,
azúcar, etcétera, considera propia para ta l fundación.
( . . . ) CUARTO.—Que a más de su concepto tiene e l de muchas personas
que antes que él y desde añas atrás vienen trabajando en el sentido de fundar
en ese tugar tal población: QUINTO.— Que en el transcurso de estos cinco úl­
timos meses se han construido alli con el permiso del que habla varias casas
muy buenas cubiertas de teja y un número considerable de casas de paja.
Se ve cómo el propósito explícito de la fundación es la captación
de la producción de una zona agrícola, en un lugar en donde se ar­
ticulan las economías del plan con áreas de laderas, en donde está

334
operando la agricultura de tierras templadas por medio de desmontes
de colonización popular. También vemos cómo con la fundación ze
trata de legalizar la radicación anterior, en el sitio, de “ un número
considerable" de familias.
Luego de estos preliminares, sigue un reglamento de urbanismo
bastante preciso, respaldado por un plano. Una cláusula leserr a para
el donador los terrenos más rentables, aquellos de la plaza de mer­
cado y de la carnicería Otro articulo de este reglamento leonino es­
tipula:
Q u e ig u a lm e n t e s e r e s e r v a e l c e d e n t e la p r o p ie d a d s o b r e t o d o lo t e a lt e r ­
n a d o , d e m a n e r a q u e e n c a d a m a n za n a q u e con sta rá d e c u a tro M e s a e r e s e r v a
dos s in o b lig a c ió n de c o n tr ib u ir c o n su m a a lg u n a pa ra cercas ni p a red es
m e d ia n e r a s , c u y o im p o r t e p a g a r á e l d u e ñ o d e l p r e d io c o lin d a n t e d e l d ía e n
q u e v a y a a h a c e r u so d e l lo t e r e s e r v a d o t í u o tr a p erson a

Con lo que se reduce a la mitad la donación para lotes privados,


siendo que la otra mitad queda propiedad del ''donante". Otra cláu­
sula dice:
U N D E C I M A . — Q u e lo s M e s a d ju d ic a b le s g r a t u ita m e n t e a q u ie n e s q u ie r a n
fu n d a r s e d iv id e n en c u a tro c la s es , a s i: P r im e r a : q u e se a n lo s que hagan
e s q u in a o d e n f r e n t e a la s o a l c á r a m o n r á r a a l q u e u n e la s c iu d a d e s
d e S a n t a n d e r y P a l m i t a o a la s c a l l e s i n t e r m e d i o s e n t r e l a s d o s p l a z a v t e n ­
d r á n v e in t ic in c o o v e in t e m e tr o s se g ú n e l c a s o d e an c h o, p o r v e in tic in c o d e
f o n d o . S e g u n d a : S e r á n l o s d e m á s q u e q u e d a n d o e n lo a m is m a s m a n í a ñ a s n o
den ta le s fr e n te s y t e n d r á n la s m i s m a s d i m e n s i o n e s q u e l a s a n t e r i o r e s . T e r ­
c e ra : S erá n l o s q u e f u e r a d e e s t e r a d i o , t e n g a n l a s m is m a s d i m e n s i o n e s q u e
la s d o s c la s e s a n te r io r e s , y C u a r ta : S e rá n íe s q u e e n u n á re n « p e n a l q u e
d e s ig n a r á l a J u n ta m id a n o n c e m e t r o s ñ a c o d e c ím e t r o s d e an c h o p a r ig u a l
fo n d o .

Obviamente las cuatro "clases" se refieren a clases sociales, o sea


que existe un marcado propósito de reparto social del espacio urbano,
lo cual se verifica en las cláusulas siguientes, determinando las ca­
racterísticas constructivas que deberá respetar el ocupante.
En 1911, un documento nuevo indica unos reajustes: las vías con­
servan su ancho de 16 metros (t í doble de la calle colonial), pero
opera una reducción de la manzana y de los solares, y t í generoso do­
nador agrega algo que se le habla olvidado en 1899:
E l d is t r it o s e o b lig a p a r su p a r t e a n o im p o n e r g r a v a m e n a lg u n o a lo s
lo t e s d e l d o n a n te .
(Notarla de Miranda: Escritura N a 71 del T de mayo de 1899 y
Escritura N9 $7 del 19 de mayo de 1911.)
A unos diez kilómetros al sur del Darién y en un valle en donde
se forman varios riachuelos tributarlos dtí rio Dagua. hablan penetra­
do hacia 1900 varios grupos de guaqueros itinerantes. Con t í fracaso
de su empresa aurífera algunos empezaron unos desmontes de subsis­
tencia y afias más tarde estaba radicado en la zona un numeroso
grupo de colonos ocupando pequeñas posesiones.
En 1911. según parece, t í mismo fundador de Miranda habla com­
prado unas haciendas y es cuando descubre que gran parte de ellas
están ocupadas por los colonos. Es más, estos colonos están a punto

335
de fundar, por cuenta propia, un pueblo en los potreros de una de escuelas de niños y de niñas, la casa municipal, los juzgados o Inspec­
estas haciendas y, al efecto, le mandan un m em orial diciendo: torías, las oficinas de correos y telégrafos, el colegio, la cárcel, el
1) Que deseamos llevar a efecto la idea que hemos comunicado a U d.... hospital, el orfanato, las hermanas de la caridad, el museo, la biblio­
de fundar una población... 2) Que con este fin y de acuerdo con lo conve­ teca, la escuela industrial, la escuela de artes, las escuelas normales,
nido verbalmente con Ud. damos nuestro poder especial a los señores... para el matadero público, la plaza de ferias y el cementerio (católico por
que arreglen con Ud. las bases esenciales de la fundación. supuesto). Este listado de "donaciones" viene acompañado por el plan
Invadido y presionado por numerosas fam ilias, el latifu ndista p re­ referenclado del Ingeniero, en el cual se numeró cada manzana.
fiere ceder un dedo antes de perder el brazo; se apresura a entregar Legalizada la fundación de su capital, el gerente se lanza en una
a la comunidad unas cincuenta plazas para localizar la futura pobla­ carrera de velocidad para desprenderse de la vecina rival Sevilla, en
ción. Y por medio de la Escritura Pública No. 341 de diciembre 9 de donde los pobladores están impulsando la erección del corregimiento
1913, otorgada en la Notarla Segunda de Cali, repite la fructuosa ope­ en distrito municipal, Independiente de Zarzal. Es, sin tropiezos, que
ración de Miranda. Este curioso documento es una extraña mezcla de la Empresa consigue de sus acólitos en el concejo de Zarzal, en menos
especulación vulgarm ente mercantlllsta, pero envuelta en una seudo- de cuatro meses, la erección del corregimiento de Calcedonia; con
filantropia, combinando el patem alism o con reminiscencias de fou- esta victoria, Calcedonia amputa la mitad de la jurisdicción territo­
rierismo. A h í van algunos párrafos: rial de los sevillanos. Pero erigida Sevilla en distrito municipal en
Que conforme al escrito que presenta para su protocolización y para que 1914, su territorio divide en dos al municipio de Zarzal, quedando Cal­
haga parte de esta escritura, ha decidido ceder desde ahora y para siempre cedonia separada de su cabecera. Y sin perder tiempo sus vecinos
en su finca denominada EL TRANSITO, situada en el Distrito de Vijes, a inician las gestiones para Independizarse de ambas ciudades. En se­
dos leguas de la hacienda de su propiedad llamada L A S TA PIA S dentro o guida encuentran la férrea oposición de su '‘benefactor"; la economía
fuera de su potrero de pasto artificial, toda la cantidad de terreno que sea
de Calcedonia no servia a los intereses de la empresa de Burila y su
necesario para fundar una población, mediante estas condiciones:
gerente se opone a ella durante cerca de diez años. Gutiérrez Arango
PRIMERA.—Que toda manzana sea de cincuenta metros por lado. SEGUN­
DA.—Que las calles y avenidas lleven treinta metros de ancho por lo menos. llega hasta adjudicarse facultades de tipo administrativo y oficial,
TERCERA.—Que destinadas a Parques Públicos haya dos plazas, la una de dando órdenes al Inspector de Policía. Es asi que en febrero de 1915
190 x 190 metros y con doce entradas, y la otra, que se denominará Parque n otifica a varios pobladores de que él los ha nombrado miembros de
de la Iglesia porque ésta irá en uno de sus costados, con 190 x 110 metros y la Junta Pobladora;
diez entradas. CUARTA.—Que una manzana completa destina para Iglesia,
otra para casa cural, otra para escuela de varones, otra para niñas, otra para Me complazco en hacer saber a ustedes que por decreto de hoy, he tenido
oficinas públicas y el espacio de dos a cuatro para cementerio. a bien nombrar a ustedes miembros de la Junta Pobladora de este lugar (...)
SEPTIMA.—El Fundador da todo el terreno que sea necesario, de manera Espero aceptarán el cargo y tomarán posesión ante el Inspector de este lugar..,
tal que nadie quede obligado a comprar su lote para edificar, pero es condi­ Y a era conveniente para el gerente y coincidía con los Intereses
ción precisa el que la población quede toda dentro del terreno del Fundador, de la empresa de Burila.
quien se reserva un área de dos fanegadas destinadas a plazas de mercado, Decía la empresa de Burila en el articulado de la Escritura del
otra de una fanegada, para matadero público y la mitad de todas las manza­
nas, en lotes alternados precisamente. año 1884:
OCTAVA.—El Fundador permite a los vecinos, ocupar los lotes de su pro­ ( . . . ) Articulo 46. Conocida la conveniencia i practicabilidad de un ca­
piedad, cercarlos, cultivarlos, hasta el dia en que él decida diaponer de ellos. mino de herradura, que podrá con el tiempo ser de rieles, para poner en
La Junta puede conceder permiso escrito para ello; pero advierte que no comunicación el Estado del Cauca con el del Tolima por Anaime, atravesando
haya mejoras, excepto árboles útiles que no deban ser destruidos al edificar. de Occidente a Oriente, en una extensión de más de diez leguas los terrenos
No tiene obligación de cercar de manera alguna ninguno de sus lotes. de la Compañía; los Directores de ella, i el Consejo administrativo y el Ge­
rente, le darán preferente atención i elevarán al Congreso nacional en el año
UNDECIMA.—Fuera de lo general, quien obtenga un lote se obliga: próximo una solicitud pidiendo privilegio exclusivo. .
a) A encerrarlo a su costa y a mantenerlo debidamente cercado; des­
Pero son humildes campesinos arrancando tierras a los timadores,
pués de cumplidos tres meses de entregados las cercas podrán ser de pared,
guadua o madera y en especial de plantas vivas, como el limonero, el cafeto, aquellos que lograrían emplazar ciudades en el lugar óptimo de con­
la cabuya sin espinas; queda excluido el uso de la piñuela o del alambre de vergencia de las más diversas carreteras Ínter-regionales; los colonos
púas dentro de la población. fundadores de Calarcá y Armenla. Y son los colonos hacheros y mai­
b) A edificar en el lote una casa con tejas de madera, de hierro o ba­ ceros del "plan de Cuba" los que hablan elegido e impuesto a la
rro, antes de cumplido un año. Empresa el sitio donde quedarla Calcedonia. A las buenas o a las ma­
c) A plantar dos árboles al frente de su casa y a cultivarlos debida­ las, el señor gerente habla tenido que aceptar una localización, que
mente.
no era la más ventajosa para la capital del Imperio Burila. Ni las
d) A mantener en su casa agua corriente, con baño y excusado. carreteras se unirían en Calcedonia, ni por la ciudad cruzarla el fe­
e) A embaldosar las aceras y a empedrar el frente de su casa más tarde, rrocarril.
cuando lo exija la Junta y conforme a los modelos que ella dé.

336
L E F A L TA N P AG IN AS A L ORIGINAL D E L 353
Q U E S E HIZO E S T A CO P IA
F o rm a c ió n espacial a g r a r ia , 1900-1940

354
* * *

Con la colonización de las vertientes, una nueva form ación espa­


cial regional se consolida en los años 30-40. Considerando dos n iveles
territoriales, se destacan a nuestro modo de ver, los siguientes fe n ó ­
menos:
a ) Escala regional y comarcal. Con la generalización del pobla-
m lento lateral de laderas se rompe el m odelo lin eal a n terior de
relaciones norte-sur, que perduraba desde la Conquista. Con el su rgi­
m iento de numerosos núcleos urbanos de colonización en las v e rtie n ­
tes, se van form ando pequeñas “ federaciones” de aldeas. M ú ltiples
ram ales se conectan sobre el eje del V alle hasta tran sform arlo en
"espina de pez” ; luego, con la generalización de los m allajes urbanos
transversales, en las laderas, se esbozan unos “ anillos com arcales”
de comunicaciones, por medio de caminos de herraduras; se conectan
a la arteria central del plan y estimulan la vida económ ica de Pa lm ira ,
Buga, Tuluá y Cartago. Tam bién en las laderas se cristalizan unos
polos comarcales dlnamlzados por el café y su exportación, como son:
T ru jillo y Restrepo, Calcedonia y Sevilla.
M ientras tanto en la parte plana del V alle se esboza una red de
relaciones en “ parrilla” , estimulada por la presencia creciente de una
m ultitud de pequeños trapiches paneleros Industriales; tendencia que
se consolidarla luego con el impulso de la agro-industria del azúcar
y la creación de irnos quince grandes Ingenios azucareros.
b ) Escala urbana. Durante un largo periodo de transición p er­
sisten los trazados influenciados por las Leyes de In dias: F lo rid a,
Corinto, El Cerrito o Pradera, entre otros. Más tarde, tan to en el plan
como en las laderas, el modelo urbanístico presenta algunas in n o va ­
ciones: una marcada reducción de la manzana, una dism inución no­
table del tamaño del solar, una red diferenciada de relaciones y
circulación y una más generosa provisión de espacios libres públicos.
L a colonización campesina de las laderas baldías del V a lle del
Cauca se detuvo antes de alcanzar su culminación. En la geog ra fía
apenas llegó a los 2.000 metros, bajo el estimulo del m ercado m undial
del café. Más escasamente, en algunas zonas subió hasta los 2.500 m e­
tros con unas grandes haciendas ganaderas, bajo el alicien te de un
consorcio lechero extranjero, radicado en 1944 en Bugalagrande. E x ­
cepcionalmente y en form a muy localizada llegarla hasta los 3.000
metros, con cultivos intensivos de papa y verduras en B arragán, o la
explotación maderera en Tenerife.
Pero quedarían vírgenes y silenciosas las extensas cuencas altas
de los ríos Tuluá, Bugalagrande y Analm e; los valles de los ríos G a rra ­
patas y Sanqulninl, el alto Calima y la Serranía Cervatana. Es que el
proceso social y territorial se interrumpió brutalm ente en tre 1946 y
1948. Entonces se extinguieron los flujos de inm igrantes en las la d e ­
ras, y los que años antes hablan subido por las trochas y se h ablan
internado en las selvas, ahora sallan y se devolvían. Regresaban, de
bajada, hacia el plan: se dirigían a las ciudades.

355
CAPITU LO VIII

BARRANCABERMEJA, CIUDAD
DE ENCLAVE COLONIAL

E n m a rzo de 1921, unos días antes d e la


firm a d e l Tratad o d e Panam á en tre Estados
U n id os y C o lo m b ia , d e cla ró e l senador n or­
tea m erica n o L o d g e :
“E l p a cto co n C o lo m b ia es ric o en pe­
tró le o ."
Entre 1850 y los años treinta de este siglo, se destacan tres fen ó­
menos como modeladores del territorio nacional, Incidiendo en la
dilatación del espacio vital habitado, lo mismo que en el surgimiento
de nuevos hábitats:
— El primer fenómeno, de marcado carácter agrario y extensivo,
adquiere su máxima expresión social y territorial mediante la colo­
nización popular de los baldíos de vertientes en las tres cordilleras;
proceso cuya estabilización demográfica, social y productiva se logra
con la Introducción del monocultivo del cafeto.
— El segundo fenómeno, articulado al primero, y del cual no se
puede divorciar, opera mediante la ampliación y adecuación de las
redes de comunicaciones, la multiplicación de los medios de transpor­
te, y la organización de malla]es combinados; es decir la renovación
de los canales físicos que Instrumentan las relaciones sociales. Esta
transformación ocurre en condiciones competitivas entre agentes
extranjeros y nativos, Incluso antagónicas, de manera Irracional y
algo anárquica.
— El tercer fenómeno actúa bajos los Imperativos de la economía
de exportación de materias primas mediante extensas concesiones de
tierras, realizadas por sucesivos gobiernos en beneficio de empresas
foráneas y en la estela de las inversiones extranjeras; con lo cual van
surgiendo unas Ínsulas territoriales de economía de enclave.
En algunas reglones se trata de un sencillo reajuste, por ejem plo
mediante la tecniflcaclón y modernización de la minería tradicional.
Es sustituida por la minería de dragado y opera a partir de grandes
concesiones de terrenos a pudientes empresas extranjeras respalda­
das por bancos del exterior. En otras zonas, anteriormente vírgenes
y sin poblar, compañías británicas y norteamericanos multiplican
las exploraciones previas y luego la Instalación de complejos extrac­
tivos de un nuevo producto de exportación con demanda creciente en
los mercados Internacionales: el petróleo.

357
Site fenómeno origina nueras localidades —campamentos y ano
que otro polo más complejo y de centralización. En este sentido,
Barraneabenneja. nacida de ana concesión, resulta ser el más genuino
y acabado exponente de la ciudad de enclare y del ordenamiento
territorial y urbano petrolero. Haciendo como centro respuesta a una
sona de economía primarla extractiva, en sus Inicios. Barrmncaber-
meja se erige históricamente en la primera localidad co lombiana del
siglo X X que presenta una morfología espacial, física, pobladonal.
ocupacional y un ámbito territorial, directamente generadas por in­
fluencias exógenaa. Se configura una ciudad industrial, pero en las
condiciones especificas del paso al capita lismo tai como ocurre en
forma concreta en Colombia, e inscrito en el contexto de las relacio­
nes internacionales de principios de siglo; es decir, colocada la loca­
lidad en situación de despensa colonial exportadora. Por lo tanto,
apartada del modelo convencional y sin presentar el triángulo de las
tres M del capitalismo industrial urbano tradicional:
—Materia prima.
— Mano de obra.
—Mercado.

En la margen derecha del río Magdalena desde Puerto Boyacá al


sur, hasta la reglón del rio Lebrlja al norte, se extiende un territorio
con una longitud de más de 900 kilómetros. En el sentido oeste-este,
desde la ribera del rio. a la oota 100 en promedio, hasta la cota 1.000
y el ptedemonte de las diversas serranías que anuncian la Cordillera
Oriental, mide con frecuencia 80 kilómetros de ancho. Con más de
10.000 kilómetros cuadradas, el Opón-Carare constituye una región
geográfica caracterizada por múltiples ríos y quebradas bajando de
la cordillera y circulando entre colinas bajas: corriendo las aguas de
sureste a noroeste en busca del "rio Grande". En la fran ja cercana al
rio. el movimiento contrario de las aguas ha creado cantidades de
depresiones; aortas bajas inundables e Insalubres que se multiplican
yendo hacia e l norte. Entonces se ensancha a la orilla del rio una
extensa zona anegadiza conformada por una sucesión de pantanos y
ciénagas, a medida que se acentúa la depresión topográfica. Hacia t í
oriente el piedemonte está modelado por una serie de colinas entre
100 y 500 metros de altura en forma de fa ja paralela al rio, entre
este y la cordillera. En la comarca central de esta reglón, o sea desde
el rio Cazare hasta el Lebrlja, la taja ribereña se caracteriza por una
topografía "arrugada" de sedimentos, consistente en una multitud
de montículos, eminencias bajas y colinas de poca altura, surcadas
y separadas por cantidades de caños sujetos al movimiento de las
aguas del Magdalena. E3 conjunto de la región estaba, en t í momento
de la Conquista, cubierto por una selva húmeda de tierra caliente, en
donde se descubrirla en el siglo X IX que abundaban el caucho, las
palmas de tagua y la quina.

?58
LO REGIONAL *

LO LOCAL *

trr^ - M O péB -C at& rr. r t r U M m i i w « r h a h lM tr ti

Con todo eso, la geografía creaba nn espacio natural sumamente


inhóspito, de selvas pantanosas en donde proliferaban los rectores de
enfermedades endémicas: fiebre amarina, malaria, etc. Estas circuns­
tancias explican por qué el habitat humano lndoamericano era escaso
y con muy baja densidad territorial. Lo cual a su res indica par qué
en un largo trayecto sobre el rio los intrusos del siglo X V I no encuen­
tran Sixto un solo caserío, al cual darían el nombre de La Tora, y que
con toda evidencia era el puerto fluvial de las comunidades sedenta-
risadas en tieiTas mas altas del oriente, y ti valle alto del xlo Opón.
En 1536 una expedición militar de casi mil hombres, entre jinetes
e infantes, sale del litoral Caribe para internarse en ti país. Los espa­
ñoles. subiendo por ti rto Magdalena, advierten h ada finales del año
una aldea con unos 30 bohíos habitados por aborígenes yariguies (la
palabra sólo surge siglos más tarde. Hablar» ellos de los 'opones” y
de los "c m re s ").
En busca de una ilusoria historia “nobiliaria** y de un pasado
mítico e inexistente, varios historiadores santandereanos han tratado
de Juntar La Tora con Barranca. Pero no hay ningún dato fidedigno
que permita afirmar que ambos nombres corresponden al mismo
sitio. Se basan los historiadores en una supuesta frase de Fernández
de Oviedo y un par de versos de Castellanos, sin ma* precisión- En
cuanto a la toral Ilaci ón exacta de este caserío, la ignorancia geogrk-

359
fica de los españoles y el poco Interés que presenta para ellos el lugar,
hacen que las Indicaciones recogidas luego por Fernández de Oviedo
y versificadas cincuenta años más tarde por Castellanos no perm iten
ubicarlo con precisión. Pero los Indicios suministrados perm iten d e­
ducir que La Tora quedaba prácticam ente en la desembocadura del
rio Opón, por donde suben los expedicionarios hacia el altiplano. De
los casi m il expedicionarios salidos del litoral apenas quedaban vivos
unos 170, muchos de ellos minados por las fiebres. P or este m otivo,
además del acoso armado inmediato de las comunidades locales, su
estadía en La Tora corresponde a una breve escala de algunas sem a­
nas, esperando la recuperación de los enfermos m ientras unas patru­
llas buscan un camino hacia las tierras altas, y que los más desmo­
ralizados se devuelven hacia el Caribe.
Además, encuentran una región escasamente poblada y sin n in ­
guna riqueza en el suelo que estimule la rapiña de los invasores. T a n
pronto hallan una senda levantan el campamento; abandonan la
m ortilera zona baja de las ciénagas y por el rio Opón se dirigen hacia
los hábitats chibchas de la reglón de V élez: nunca volverían. A f i ­
nales del siglo X V I el escaso poblamlento de conquista se desarrolla
esencialmente a lo largo de tres ejes de comunicaciones: los ríos Cauca
y Magdalena y el camino del oriente, desde Bogotá hasta la zona de
Pamplona-Ocafia. Entre estas dos últimas vías quedarla una inmensa
bolsa inexplorada y vedada a los españoles.
La región central del Magdalena Medio dejó una impresión de pe­
sadilla grabada en las mentes de los primeros expedicionarios espa­
ñoles; se acentúa cuando fracasan varios intentos posteriores de
fundar alguna que otra población. Sólo pueden usar el sitio como
escala pero no logran consolidar un asentamiento definitivo. Los ya-
rigules practican la guerra de emboscadas fluviales y, en 1601, un
último intento de conquista de la reglón resulta en costoso descalabro.
La expedición armada de Luis Enriquez sólo logra la fundación apre­
surada de un bastión m ilitar fugaz, desde el cual se realizan breves
operativos contra los indómitos. Term inan los campesinos aborígenes
expulsando a los intrusos y éstos se repliegan a la margen izquierda
del rio. No habrá más intentos militares de la administración indiana.
Durante trescientos años los españoles sólo abrieron “ caminos de
la prudencia", es decir seguros. Hacia fines del siglo X V I sus vías
comerciales contornan la reglón: una en el norte, comunica a las ciu­
dades del altiplano (Pamplona, Vélez, Tunja y B ogotá) con el rio M ag­
dalena por “ el puerto de O cafia"; otra sale de Bogotá y llega a Honda.
Este esquema de comunicaciones no tuvo ninguna variación posterior,
permaneció sin cambio hasta mediados del siglo X IX . Un mapa del
AHNC de 1804 presenta un m allaje articulado de caminos en la reglón
oriental y cordilleras de Santander, conectando todos sus centros: So­
corro, San Gil, Mogotes, Curltl, Barichara, Guane, Zapatoca, etc. No
obstante, hacia el oeste, esta red no pasa de la serranía de las "M on ­
tañas de los yariguies” .

360
C a r to g r a fía p o r lo dem ás m uy escasa, siendo que durante siglos
ig n o r a esta re g ió n v irg e n y vedada. Los m apas del siglo X V I — croquis,
m á s b ien — re c o rta n cien o más kilóm etros del rio M agdalena, en tre
H o n d a y T a m a la m equ e, com o si no existiera el O pón-C arare. Los d i­
bu jos c a rto g á fic o s del siglo X V I I I apenas m encionan a llí unos m ontes
y selvas. En vísp eras de la In dependen cia un m apa de 1803 presenta
aú n una g ra n m a n ch a b lan ca: el O pón-Carare. Solam ente con Agustín
C o d a zzi se consigu e un plan o de 1851 con B arrancaberm eja indicado
e n su sitio , com o caserío. P ero siguen vírgenes y peligrosas las selvas
y C o d a zzi d e ja estas zonas sin indicaciones.
A s i se fo rm ó y persistió in ta cta una extensa bolsa territoria l de
in d e p e n d e n c ia y de libertad. En el corazón del Nuevo R ein o de G ra ­
n a d a la resisten cia aborigen habla logrado preservar un h á b ita t in d o -
a m e ric a n o libre, extendiéndose en más de un m illón de hectáreas.
A d em á s , h ab la dictado a los españoles sus patrones de poblam lento y
sus lin e a s d e com unicaciones. En gran parte de la capacidad aborigen
d e resisten cia , de la im posibilidad de penetrar en la región y del e x ­
ten so “ lu n a r'’ d el Carare-O pón, resultó en el siglo X V I I I la concen ­
tra c ió n m estiza m uy apretada del orien te santandereano, y el salpullido
de caseríos d e l e je de V élez-Socorro-Zapatoca-B ucaram anga.
E n cu a n to a la con form ación étnica de las comunidades, su o rga ­
n iza c ió n te rrito ria l y su m odo de vida, e l logro de su independencia
s ig n ific a r la la exclusión d efin itiv a del foráneo y, p or ende, el desco­
n o c im ie n to de su civilización . P o r lo ta n to la organización espacial y
so cia l y a rig u i es aún una in cógn ita ; defendieron su territorio en su
con torn o, sin nunca p erm itir la penetración de los intrusos. A den tro,
en la p rofu n d id a d silvestre tenían sus hábitats, más disem inados y
rega d o s que concentrados: perm aneciendo en régim en de absoluta
a u tarqu ía, quizá se podrían ca lifica r de hábitats rurales cim arrones
aborígenes. N u n ca se h ablarla — como ocurrió en otras reglones— de
ciu dades o poblaciones, bien sean reales o producto m ítico de la im a ­
g in a ció n de los invasores en busca de unas ilusiones para a len ta r su
em presa de rapiña.

• » •

Después de la Independencia, pasan varias décadas antes de que


podam os d etec ta r unos síntom as de m odificación en el m odelo yarigu i
de p ob la m len to territorial. La historia se detuvo más de tres siglos en
el C a ra re-O p ó n -L e b rija ; se p etrificó desde el año 1536 hasta fin a les
del s ig lo X I X . Y hasta mediados del mismo siglo el poblam lento re g io ­
nal sólo ocupa la m itad de Santander, las tierras altas y salubres del
o rie n te ; perm anenen vírgenes las selvas bajas y m ortíferas del oeste.
En los mapas, desde fin a les del siglo X V i n una linea de sentido n orte
a su r co n form a una verdadera fron tera entre las dos com arcas: la
serra n ía de los yarigules. En la m itad oriental con la invasión de ‘‘los
lib res” y la disolución de los pueblos indios de encomiendas, a lo la rgo
d el s ig lo X V m nacieron cincuenta o más parroquias y villas m estizas

361
“ de vecinos Ubres". En la mitad occidental se extienden más de 15.000
kilómetros cuadrados de selvas Inexploradas, habitadas por las últi­
mas comunidades aborígenes.
Rodeada la formación socio-espacial aborigen por las regiones
conquistadas, cortadas sus lineas de comunicaciones e intercambios
con las antiguas sociedades del altiplano, aisladas de las comunidades
vecinas, tuvieron los pobladores primitivos que adoptar unas formas de
vida en autarquía. Estas condiciones no podían favorecer su desarroUo
demográfico, sino más bien su declinación. Eran tribus sumamente
reducidas, esparcidas y sin mayor peso demográfico, aquellas que sub­
sistían hacia mediados del siglo X IX . Este último hecho es el que va a
impulsar la ideología de la nueva conquista. Palabra más palabra
menos, el planteamiento es este: ¿Cómo pueden algunos salvajes, bár­
baros y caníbales, impedir la llegada del progreso en una reglón de un
millón de hectáreas fértiles?
La historia de los intentos de abrir los caminos desde los centros
del oriente hacia el rio, cubre la totalidad del siglo X IX . Es historia
de descalabros y fracasos sucesivos. Desde Vélez o desde Socorro se
multiplican los esfuerzos entre 1835 y 1837. Hubo en estos años incluso
—por ejemplo en 1843— unas licitaciones que quedaron desiertas. A
partir de 1850, más o menos, varias condiciones inducen la penetra­
ción foránea en la región, actuando en forma de tenaza. Por un lado,
a partir de los tratados de Libre Navegación, Amistad y Comercio,
se presiona el avance desde el rio mismo, estimulado éste por la nave­
gación de vapores, el suministro de leña y la llegada desde la ribera
opuesta de migraciones antioqueñas alentadas por estas perspectivas
de supervivencia. Por otra parte, en las tierras altas del oriente, a
partir de 1850 la política de libre cambio provoca la desestabillzación
—y luego la quiebra— de las economías domésticas prósperas hasta
entonces, y la descongestión hacia el occidente y el norte, de la po­
blación santandereana proveniente de las zonas montañosas. En la
estela de los nuevos caminos se verifica su migración y penetración
paulatinas a lo largo de las quebradas en dirección al rio, mediante
la colonización en forma de pequeñas estancias de labradores.
Además, en el transcurso de la segunda mitad del siglo X I X las
contradictorias concesiones de tierras baldías y la anarquía resultante
del tráfico de bonos, auspician el florecimiento de sociedades comer­
ciales y territoriales. Unas buscan establecer lineas de comunica­
ciones entre los centros del eje Vélez-Socorro-San Gil-Bucaraman-
ga y el rio, para la exportación e importación mercantilistas. Otras
aspiran al dominio territorial para la explotación de nuevos productos
con alta demanda en los mercados europeos: tabaco o añil en ciertas
zonas, el café en dos comarcas de laderas, la quina, el caucho o la
tagua silvestre en los bosques vírgenes de tierra caliente.
Otro factor que auspicia durante décadas la circulación del cam­
pesinado y de las poblaciones aldeanas es el impacto de los trastornos
sociales y demográficos, resultantes de las múltiples contiendas que
enfrentan a fracciones de la casta dirigente. Estas se suceden una tras

362
otras en los aflos 1850 y 1860, luego bajo el gobierno de Aqulleo Parra,
después de 1885; culminan con la guerra de los dos siglos (de los Mil
D ía s). Esta últim a precisamente, se iniciarla en Santander en octubre
de 1899 y concluirla en 1902, como bien se sabe por decisión del gobier­
no norteam ericano y a bordo de un buque de guerra de los Estados
Unidos. N o sobra recordar estas realidades, cuando "una legua más
adelan te” — como dice Fernández de Oviedo— se verificará la pe­
n etración petrolera norteamericana en estas mismas comarcas.
En 1853, un tal Ortlz contratado por las autoridades de Socorro
logró abrir un tramo de trocha y firm ar otro contrato en 1855, para
seguir rumbo al rio Magdalena. Se compromete además a construir
en Barranca una bodega edificada "en tapias y con techo de azotea
estucada” . Se indican las especificaciones del camino cuando se dice
que recibirá ocho décimos de peso por cada vara de camino, "de cua­
tro y m edio de fondo y una de derrame en longitud que fuera de recibo” .
Tam bién podrá recibir en propiedad 2.000 fanegadas de baldíos provin­
ciales. Según parece, hacia 1860 el camino apenas llegaba al cerro
de L a P a z . . .
M ientras que el negociante Parra y sus socios exploraban en el
Carare la salida al rio Magdalena, el inglés Joy la buscaba hacia el
norte, entre 1870 y 1872, por el rio Lebrija y la ciénaga de Paturia.
Un in form e oficial de 1873 asegura que el camino a Barranca abierto
por Lengerke "fu e apenas una ilusión”, pues según su autor "después
del desengaño de Barrancabermeja se advirtió el error cometido con la
elección de esa vía” . Evidentemente había intereses actuando en
contra de Lengerke y que favorecían un contrato para la vía del norte
(rio Leb rija y Paturia) firmado con el inglés Joy: el germano entraba
en com petencia con un británico. Abierto el camino de Lebrija, en
seguida Joy vende sus derechos a un empresario arriero nativo, Temls-
tocles Paredes, el cual colocarla 700 muías suyas y 300 más integrando
las recuas de otros dueños. Según Camacho Roldán, en esos años Lan-
dázuri fue un “ explorador y colonizador de las selvas del Carare";
señala también las haciendas fundadas por los tres hermanos Parra y
el Coronel Antonio Marta Díaz. El mismo autor, con su acostumbrada
adm iración por los extranjeros, elogia la acción de Lengerke, del fran ­
cés Q rellet, de Robert Joy, etc. Hacia 1887 hace en una página un
recuento de los múltiples intentos fallidos para unir las ciudades san-
tandereanas al Magdalena, señalando “empresas festinadas" . . . "en
las que van consumidos, en los últimos cuarenta años, más de tres
m illones de pesos, sin resultado alguno positivo” .
Finalmente, la penetración hacia el oeste se apoyó sobre la colo­
nización de unas familias alemanas, poblando y modelando entre 1850
y 1880 la comarca de Zapatoca-Betulia-Montebello; y desde sus cen­
tros de producción lanzando varios tentáculos hacia el rio. La colonia
alemana se benefició durante décadas de las discordias entre fraccio­
nes de la clase dirigente; su prosperidad se erigió sobre la fragmenta­
ción territorial del Estado. A partir de 1886, la concentración unificada
del poder en Bogotá incidiría en su salida: se dispersa la colonia

363
germana de BarranquiUa, y la de Santander paulatinamente aban­
dona a Bucaramanga y se dirige hacia Bogotá, Dejaba un Santander
arrasado por el libre cambio y las importaciones, y cincuenta pueblos,
otrora prósperos con sus economías artesanales caseras, quedaban su­
midos en la ruina. También dejaban una leyenda y un personaje, Oeo
Von Lengerke, quien entró en la historia con base en una literatura
apologética que poco se diferencia de los Varones ilustres de Cas­
tellanos; obviamente, la fantasía de los novelistas esconde realidades
distintas y más pragmáticas. De hecho, Lengerke merece el calificativo
de "conquistador del siglo X IX " en el original sentido m ilitar de la
palabra; conquista un territorio exterminando aborígenes.
Liega joven desde Alemania a las tierras de Santander en 1850,
abre casa de comercio de importaciones y exportaciones en Bucara-
manga y fallece en Zapatoca el 4 de julio de 1882. Consigue adjudica­
ciones de baldíos y trae, desde Alemania a la reglón, una colonia ger­
mana de unas veinte familias. Funda en Zapaloca la hacienda
Montebeilo donde se dedica a la agricultura de plantación, fomentan­
do tanto el cultivo del café como de la caña de azúcar y la quina.
Con las ganancias del comercio invirtió en tierras y agricultura; una
vez lograda la prosperidad de la empresa agrícola, busca la comer­
cialización y exportación de la producción. Es cuando hacia 1860-1883
se preocupa por transportar sus productos hasta los puertos del rio
Magdalena donde ya circulan vatios barcos de vapor llegando desde
BarranquiUa, puerto entonces en pleno desarrollo gracias a la acción
de las compañías extranjeras de navegación, varias dominadas por
su compatriota K ari Stmmonds,
Contratando con el gobierno del Estado la apertura sucesiva de
cuatro vías, se convierte en empresario de obras públicas; financiado
con los propias Fondos de Caminos del Estado Soberano, de hecho
liega basta sustituir la Secretaria de Obras Públicas.
La acción de Lengerke se desarrolla en varias fases:
—Consecución del contrato y de la adjudicación de tierras en
parte del pago,
—Apertura del camino,
—Reventa de las tierras a la corriente de colonos atraídos por la
apertura de la vía y llegando en su estela,
—Privilegio de cobro de los derechos de peaje a los usuarios
de la vía.
Otra fórmula va desde la apertura del camino hasta la instalación
de una guarnición militar; luego llegan las misiones para "civilizar
ios salvajes" y logrado eso se radican los colonos,
Lengerke y su colonia germana son los artífices de este nexo: los
camino* de herradura hacia Puerto Santander; se desatan durante
décadas controversias y pugnas de intereses encontrados y no pocos
conflictos abiertos. La primera guerra de Lengerke es aquella de las
vías y la lleva con intrigas, muy temprano contra Aquileo Parra,
compitiendo el camino a Barranca con ei del Carare, En esa oportu­
nidad Eustorgto Salgar primero y luego Solón WUches, favorecen a

364
Lengerke, Algún tiem po después rivaliza éste con el inglés Roberto
Joy para los contratos de construcción del ferrocarril de Bucaramanga
al M agdalena, En todo momento el germano obtiene el apoyo decidido
de WUches contra sus rivales; consigue a bajo precio una mano de
obra de presidiarlos sacados de tas cárceles, escoltas y destacamentos
del ejército, si es necesario misioneros contratados; y a todos estos
al parecer suministra incluso unas desgraciadas prostitutas desterra­
das por gobernantes. Practica asi una política de pobiamiento y seden-
tarlzaclón muy parecida con el proxenetismo. En el ocaso de su vida
lle v a la guerra de la quina contra el venezolano Manuel Cortissoz
—-"e l ju dío curazaleflo"— y la pierden ambos, porque asi lo decidieron
en otras latitudes los imperialismos coloniales británico, holandés y
francés; igualm ente porque Rafael Núftez — bajo presión de la casta
m ercantil— decide ponerle coto a la autonomía regional y porque se
chocan los intereses antagónicos y beligerantes dei grupo de Bu­
caram anga con aquellos de los negociantes bogotanos, y porque todo
eso am enaza con desatar otra guerra política entre el Estado y la
Unión, según lo denuncia el propio presidente WUches.
D urante más de veinte Años el alemán lleva estas batallas, gracias
al apoyo que hasta el final ha encontrado en Botón WUches, quizá
actuando este último más como socio del empresario que como amigo,
exclusivam ente Interesado en el progreso de la región. Además, Len­
gerke tenia un hombre suyo en el andamiaje del poder regional, un
alemán traído por él al país y que había sido nombrado en el cargo
decisivo; Director General de Caminos, Quizá, gracias a estos apoyos,
logra gan ar sus repetidos pleitos de Incumplimiento,
Sumada a los escritos de Manuel Anelzar y de Camacho Roldán,
la cartografía regional relata esta historia con bastante nitidez. En
los mapas de principios del siglo X IX , aún contrasta la densidad del
pobiam iento a lo largo del ele Socorro-Bucaramanga con el vacio de
las zonas bajas, que terminan a la orilla del Magdalena, Pero en el
mapa de Agustín Codazzt (1851) se observa una nueva tendencia de
pobiam iento en dirección de occidente. Se fortalecieron Zapatoca,
Betulla y San Vicente, por donde pasan diversos caminos bajando del
noroeste (G irón, Pledecuesta y Bucaramanga) o de la región San
Gil-Socorro-Barichara,
No obstante, estos caminos nuevos no llegan hasta el rio Grande,
sino que concluyen en "puertos" y "bodegas" establecidos sobre un
aflu ente navegable en champanes- los ríos Opondto y Bogamoso, por
ejem plo. En este plano figura por primera vez Barranca bermeja en su
lugar real, señalado como "vecindario o casas". Igualmente, y con la
misma convención, aparece por primera vez el punto terminal de un
cam ino bajando de Ban Vicente, el "puerto Las Infantas", en la con­
fluencia de La Colorada con el Opondto. Con eso. M eo que mal, se
detecta el surgimiento de un sistema articulado y combinado de trans­
porte. De las zonas cordilleranas de producción agrícola sale la carga
transportada por muías, circulando por eaminos de herradura m ediante
el sistema de contratación con compañías locales de arriería- El trans-

3*55
bordo de la muía al transporte fluvial se efectúa en los puertos altos
de la parte navegable de los ríos Opón, Oponclto, Sogamoso. donde
pequeñas empresas de champanes y balsas se encargan del flete hasta
el rio Grande. En los embarcaderos del rio arriman los primeros vapo­
res de las compañías alemanas e Inglesas con sede en Barranqulila,
transportando la carga hasta este puerto: allí la recogen los compa­
ñías marítimas extranjeras para llevarla hacia Francia o Inglaterra.
En síntesis, asomándose un nuevo modelo socio-espacial y pro­
ductivo, se exigen vínculos comerciales readecuados, entre las tierras
altas de los Santanderes y el rio; entonces éstos presionan para con­
seguir un sistema modernizado de relaciones. Son los Imperativos de
Intercambio alrededor de la zona virgen los que la van Impactando,
más que su auto-desarrollo interno mediante la producción. No se
Involucran las selvas a la economía agropecuaria y solamente están
atravesadas por lineas de comunicaciones.
Hacia 1870-1880, en respuesta a la demanda externa, se abre una
época de pillaje de los recursos, una economía de mera recolección
de materias primas en bruto, de saqueo de los medios naturales de
producción: caucho, tagua, quina, leña y maderas. Llegan explorado­
res, que no son colonos sino mercaderes y aventureros, buscando el
golpe de fortuna. No habrá colonización de sedentarlzaclón y perdu­
rable, pero si unas fugaces expediciones cíclicas de recolección de­
predadora. con un ritmo obedeciendo a las fluctuaciones de los
productos en los mercados del exterior. Son empresas de rapiña y
depredación, por parte de Individuos aprovechando sin tardar la opor­
tunidad Inmediata de una breve coyuntura en los mercados externos.
Saben que el auge será muy fugaz: aquellos que creyeron durable el
añil, arruinados y con deudas, miran ahora sus plantaciones enmon­
tadas. Algo parecido ocurriría con la quina. Unos médicos franceses
(Caventou y Pelletler) hablan descubierto que de la corteza de la quini­
na (quina) se podía extraer un alcaloide: la "qulnine” para curar las
fiebres palúdicas. Entonces legiones de andariegos, peones y campe­
sinos colombianos sin tierras propias, se mueren de malaria en las
selvas del Opón-Carare, briscando la materia prima de la “ qulnine”
que necesitan Ingleses y franceses para la salud de las tropas de sus
expediciones coloniales en Africa y Asia. Cuando en 1880 se acentúa
la carrera colonialista franco-germano-brltánlca, alcanza la corteza
de la quina su máxima demanda: se agudizan en la región los conflic­
tos entre depredadores. En la guerra entre Lengerke y Cortissoz, el
presidente del Estado Solón Wilches apoya al primero, denunciando al
venezolano en estos términos:
.. .No importa al señor Cortissoz el dominio del inmueble, sino una sola
exclusiva cosecha de quinas, que lo ha de enriquecer ( . . . ) pues ha hecho
destrozar las plantas en su nacimiento: ha hecho una siega lastimosamente
desastrosa, parecida a la de un ejército en derrota.
Más adelante fustiga a los cómplices del mercader y “ malos ciu­
dadanos hijos de Santander” que asi crearon “un foco de provocacio­
nes al gobierno de Santander para obligarlo a declarar al Estado en

366
guerra” . En seguida agrega, refiriéndose a la confrontación armada
entre la sociedad quinera del Estado, gerenclada por Lengerke y la
empresa competidora del venezolano:
El señor Cortissoz ha hostilizado la empresa echándose sobre los obreros
de la Sociedad Industrial, con el núcleo de peones armados que ha podido
enganchar y arraigar, engañándolos con el pretexto de ocuparlos únicamente
en la extracción de quinas, pero con el más positivo de encender la guerra
A pesar de fuentes muy lacónicas y de poca precisión, se sabe que
la contienda duró varios meses y provocó muertes en ambos bandos.
En definitiva, Lengerke recorre la trayectoria clásica de los aven­
tureros europeos del siglo X IX . Después de haber establecido en A le­
m ania unas conexiones con casas exportadoras y algún banco, llega
con algo de plata en 1850, asegura unos contactos políticos en Bogotá,
elige con cuidado su ámbito geográfico y abre unas tiendas en Buca-
ram anga. Recibe del campesinado de la reglón, según el caso, som­
breros o tabaco, la quina, el café, los cueros; sus proveedores salen de
la tienda con ropas y telas, machetes, herramientas agrícolas, armas
de fuego, porcelanas baratas, utensilios domésticos, ferretería, y deudas.
Luego, en form a por lo demás muy clásica, decide pasar a la produc­
ción, in vierte en adquisición de tierras, desarrolla su propia planta­
ción. Finalm ente compra sus recuas de muías y construye sus caminos
para evacuar su producción hacia los mercados del exterior. Controla
con sus diversas empresas la totalidad de un circulo productivo: ex­
tracción y producción, procesamiento, transporte, comercialización y
distribución. Además, fortalece en Bucaramanga la posición social y
política de la colonia germana, fundando un embrión de Cámara de
Comercio, llamado Club del Comercio, y consiguiendo para sus compa­
triotas la radicación de un consulado. No sólo adquiere monopolios,
sino que éstos van arruinando las economías locales que prosperaban a
su llegada: más allá de los anecdotarlos, en eso radica la violenta
protesta social que se desata en Bucaramanga en septiembre de 1879
contra la colonia germana.
Uno de los contratos firmados entre Lengerke y el gobierno del
Estado de Santander resume muy bien cómo actuaban en esa época
los gobiernos, para tratar de desarrollar los medios de comunicaciones.
El 31 de diciembre de 1863 se firma en Zapatoca el contrato para la
apertura del camino desde este poblado hasta Barranca, con las si­
guientes cláusulas aquí resumidas:
— Lengerke deberá construir en cuatro afios el camino, edificar
una bodega en el puerto, unos tambos a lo largo de la vía, y mante­
nerla transitable durante 25 afios. Luego las obras pasarán a ser pro­
piedad del Estado.
— Recibe el privilegio durante 25 afios de cobrar peaje sobre
Importaciones y exportaciones circulando por el camino.
— Para ejecutar las obras recibirá del Tesoro del Estado 8.000
pesos en cuatro afios o sea 1.000 pesos por semestre.
— Recibirá en propiedad 12.000 hectáreas de tierras baldías del
Estado Soberano.

307
—Recibirá en propiedad "los créditos activos, cantidades y útiles
que existan, correspondientes a los fondos del camino".
Siguen varias cláusulas tendientes a favorecer la ejecución de la
obra: garantía a la mano de obra de la exención de reclutamiento,
conscripción, "civil o militar, de pns o guerra"; exención al contra­
tista de derechos de importación de artículos y herramientas necesa­
rios para la obra del camino. Termina el contrato con las cláusulas
convencionales sobre garantios, multas, etc.
Tres días antes Lengerke habla lanzado en venta pública, m e­
diante publicidad (comercial) en la Gaceta (oficial) de Santander,
den acciones de cien pesos cadA una, para financiar las obras del
camino al rio Sogamoso, “que forman una suma de 10.000 pesos,
representarán la mitad del capital que se ha de Invertir". Las cien ac­
ciones recibirán "lu mitad, del producido neto de los peajes.. ,y 4.000
hectáreas de tierras baldías". Lo cual significa, entre otras cosas, que
Lengerke puede traficar libremente con sus doce mil hectáreas: se
torna él, en emisor particular de bonos de baldíos, y vende tierras
antiguamente de la Naelán, en beneficio propio, ron autorización
del Estado.
Siguen varias cláusulas "técnicas", la firma de Lengerke, y se
agrega luego:
Sobre Im mlams* bases de la anterior invitación y dentro de igual tiempo
ofrezco en venta 100 arciones de la empresa del camino de Zapateen a Barran-
cattermeja Zapateen, primero de enero de 1884 Geo Von Lengerke,
El empresario germano no logró cumplir con todos sus compro­
misos v se abrieron varios pleitos. Uno. en 1870, se refiere al incum­
plimiento del camino al rio Sogamoso, con multa de 4.000 pesos,
"originando algunas controversias entre el gobierno y dicho señor” .
Pero al año siguiente el procurador explica al gobierno del Estado que
la demanda "terminó por sentencia del tribunal en favor de dicho
señor". En 1878 se formula otro reclamo del gobierno del Estado, el
cual constatando que el camino al puerto de Bantander "ha sido aban­
donado en toda su extensión por el contratista señor Geo Von Len­
gerke", le Impone una multa de 2.000 pesos.
En cuanto a sus caminos tendrán el trasado pragmático de todas
las vías de esu época, abiertos no por Ingenieros, pero si por y para
mercaderes. Varios mapas evidencian que todos consideran en forma
prioritaria los tiempos y distancias entre una bodega y un tambo
—escala nocturna-—; presentan un trazado y espeolflcaclones técnicas,
teniendo en cuenta el paso de las recuas. ,

Pero en el occidente de Santander, los caminos tendrían que con­


siderar otra determinante: los yarlgules. Aquí se abre el capitulo más
vergonzoso del cuento; la historia de la conquista militar y violenta

308
del O pón-C nrare durante In República, a solicitud y en beneficio de
los extranjeros. Postergada una conquista que no pudo realizarse en el
co n texto de la sociedad feudal colonial española, la lleva a cabo la
nueva conquista del capitalismo mercantlllsta europeo del siglo X IX .
D urante más de cincuenta años — medio siglo, tres generaciones—
los yarlgules son acosados, presionados y cercados por los caminos
y el avance de los colonos de recolección, a los cuales unos mercaderes
y estafadores venden predios de los baldíos. Entonces estas comunida­
des se Internan siempre mAs adentro y van mermando sus hábitats,
hasta volverse meros reductos. Aún asi, los últimos grupos siguen
resistiendo con armas de cacería, enfrentando a los expoliadores m e­
dian te una estrategia de golpes rápidos y de operaciones destinadas
a in fu n d ir terror.
En 1850, con el libre cambio y la "Ubre Navegación" surgen las pri­
m eras escaramuzas: los gobiernos olvidaron que los yarlgules no h a­
blan perm itido ni ftrmado con Inglaterra, acuerdo alguno de libre
o lrcu la d ón en sus territorios. Precisamente en 1850 el gobierno n a­
cional realizó una ofensiva m ilitar de exterm inio en la reglón, con
asesinatos de los hombres, incendios de chozas, destrucción de labran­
zas, raptos de niños y ancianos, entrega de las mujeres a la soldadesca,
en el puro estilo de las "entradas" y "correrlas" del siglo X V I. Pero
al fin y al cabo sin mayor éxito, pues una vez retirado el ejército se
reanudó la resistencia: creció 1a guerrilla yarigul y se multiplicaron las
emboscadas. Entre 1853 y 1855 se señalan "seis Incursiones de los Indios
que causaron la muerte a veinte personas Inofensivas".
En 1800 el presidente Euatorglo Salgar expide un decreto (L ey
X V I I, sobre reducción de indígenas), tendiente a fortalecer la coloni­
zación entre loa ríos Sogamoso y Carnre, desde la Cordillera Oriental
hasta el Magdalena Unifica la Instalación de colonias agrícolas, bajo
adm inistración misionera y con Apoyo de "la fuerza pública", con
guarniciones en la v í a de Barranca y en aquella del Carare. Recién
abierto el cam ino de Lengerke, además de vía para la circulación de
mercancías, se convertía en cufln de penetración militar. R eferido al
envío de misiones, en Bogotá el arzobispo no se mostró muy entusias­
mado y solicitó una contribución estatal "con doscientos pesos fuertes,
anuales", para mandar apenas dos misioneros en cada colonia, que él
mismo sitúa con mucha prudencia "sobre Ins pendiente de la cordille­
ra que caen en las tierras planas de la hoyn del Magdalenn". Pero no
surtió efecto alguno un decreto tratando do revivir, en vísperas del
siglo X X , la política de la cruz y la espada de los conquistadores.
Entre los mercaderes Incurslonnndo en el Carare-Opón está Aqul-
leo Parra, del oual dice un biógrafo que suspendió sus escasos estudios;
a los quince años andaba de caoharrero y se dedicó luego al negocio
de loa sombreros en Nelva, antes de aparecer con una tienda en Vélez,
hacia 1805-1870; de donde brinca al Palacio en 1070. Era diputado de
Santander en la misma déoada y ministro de Huclenda en los años

369
1>74 y 1875. cuando espiara la regiéa y. en asocio de Tarto* mercaderes
de Véleat» funda !a Sociedad Comercial del Carare. Afirma Ignacio
Artzsnendi a propósito del Ferrocarril del Norte;
T U fo t d entusiasmo de Pfem por dicha obra que pahó asta licencia
(corno Ministro)- de varios meses para irse a las selvas del Carare —que coco­
na desde su Juventud— para servir de p á a fes ingenieras explotadora*.
En 1869. desde sos almacenes de Véle** el comerciante, empresario
y político Aquileo Parra, entre dos guerras, defiende sos negocios del
Carare y apoya la estrategia de “la e r a y la espada-. Visiblemente
actúa eos fines politicos y como Tocero de un amplio sector de mer­
caderes. dueños de recuas o especuladores inversionistas en tierras
baldías. Se dirige al presidente del Estado y de sa larga carta se pue­
den extraer estos apartes;
.. E2 ciudadano presidente del Estada, debe tener ya conocimiento oficial
del asalto dado per fes indios dei Carare a una imhrrafifin tripulada por
cuatro hombres que subían e l río Carare y en la cual venia el señor Gabriel
Item , adm;lustrador de correos nocionales de Bocas del Carare. Este suceso ha
llenado de alarma a los nuevos pobladores del camino y a fes dueñas de
recuas, que ven aumentir cada día e l atrevimiento de fes indio* Me permito
ft%rr?»r la atención a usted, baria los peligras que amenazan- la existencia
de la r á del Carare. y la de las industrias con ella relacinoadaT» si por parte
dei Gobierno Karioual y del Estado no se pone eficaz remedio.
Hasta e l año de 1133 fes indígenas no inspiraban temor, pues apenas se
tenia notoria de un asalto dado por ellos a unos pasajeros, hace más de 58
años, en un sitio que ha conservado el nombre de Playa de los Indio* De
18S3 para acá. fes agresiones han sido continuas y fes indios han cometido en
este tiempo más de 40 asesinato* Par d camino de Carare no se babea hecho
an comercio regalar y constante, sino de do* años a esta parte. Antes de esa
¿poca el tráfico estaba reducido a fes pocos efectos que se llevaban a las ferias
de la Costa, y de fes mercancías que se traían en retorno, todo lo cual no
•tranzaba a 18 cargas por año. A pesar de esa falta de tráfico, y de que ti
camino estaba completamente obstruido, fe fertilidad del suelo y la ftriW nt
de llevar fes productos al Magdalena realizando buenas ganancia*, habla
traído a rausáKK pobladores. De numera que en 1853 se bailaban establecidas
más de dore (12) familias entre Guayabito y Bocas del Carare sin contar fes
que resúfian en este titano ponto, que era t i mayor número de las que boy
existen. Los indios asesinaron a algunas de aquellas familias Las otras se
rieron obbgadas a huir abandonando sus casas y plantaran* Dos tentativas
se han hecho basta ahora para contener las agresiones de fes indios y proteger
t i tráfico y fes ewtabferiurentnn agrícolas d ti Valle del Carare. La una en
1855. fe r ia por t i gobierno nacional a solicitud del gobernador de la pro-
riad a de Y fle t señor Ricardo V anegas. y la otra en 1166. hecha por ti gobier­
no del Estado durante la administración d ti señor Vülamizar Gallardo. La
primera expedición fue dirigida por el capitán Lorenzo Zarria, que con un
piquete de 28 hombres d ti ejército nacional, penetró hasta el Opon y sor­
prendió una partida de indios que huyeren al verlo*, dejando en su poder
a tía niño de T año* La expedición produjo t i resultado de atemorizar a loo
indios que suspendieron sos hostilidades durante tras año* Después de fes
asesinato* «métodos por fes indios en jubo de 1866. t i presidente dti Estado
señor Vülamizar G. autorizó al je fe de este departamento para que organizase
una nueva expedición que fue dirigida por el señor Ensebio Morales, quien
logró cautivar una familia de cinco personas que h e traída a esta chufad sin
inferírsele daño alguno
A peraripaos de 1868 fes indios asesinaran a fes conductoras dti correo
nacional, y en t i congreso de ese mismo año se expidió una ley autorizando
al Ifeder Ejecutivo para situar pulidas de la fuerza pública en fes lugares

370
npwstw a fes agmiarai de fes tntas salvaje* coa el objeto de proteger
fes establerumientliu agrícolas y de custodiar los correos. Tanto el gobernador
federal, «n o el dti estada, estás pues autorizados para emprender la re­
dacción de ana tribu bosta a fes intereses de fe parte civilizada de fe pobla­
ción: y con buena voluntad y alguna perseverancia de parte de fes gnhjrmm
ti infrascrito tiene la pernnuiwi de que en pocos meses podrá alcanzarse ti fin
que se desea. La tribu no es errante y se sabe que no es imposible entrar
en amistad con eU* pues ti doctor Céspedes estovo entre tos indígenas y
aún logró sacar dos a Bogotá. El principal móvil que fes guia a cometer sus
hostilidades parece ser ti de prapareóoaarse herramienta*, pues son fes únicos
efectos que roban, sin que bosta ti aumente hayan hecho daño en fes cares
y embarcaciones.
Si ti gobierno nocional quinera destinar por algunos meses una partida
de unos 25 a SI hombres a apoyar fes esfuerzos de una nñssóe Cristian* que
«steuria la componía dti caima* no hay dada de que se lograría la reduc­
ción de aquellas infelices indígena* a quienes se les proporcionarían herra­
mientas. semillas »■>— w y vestidos. • camban de que guardasen fe pan
S ti gobierno na desatiende fe peoteeciño que en justicia debe a fea
colombianos comprometidos en empresas en fe vi* dti Carare. esas empresas
boy maguentes tendrán que encallar: pues no será fácil lograr fe entrada de
trabajadores qae empiezan a aturarse coa fes continuas agresiones de fes
indígenas. Estos, por sa parte crecen en atrevimiento; no temen ya atacar
partidas de cuatro hombres, ni respetan aproximarse a las plantariones: pues
recientemente se han descubierto huellas de indios a inmediaciones del esta-
blecimiento que están fundando fes señores CUfezni y Zapata a orillas dti
Guayabito. Al continuar fes hostilidades de los indio* sin que ti gobierno
(ficto medida alguna para impedírselo* el tráfico per el camino del Carare.
tendrá que suspendere* y este tráfico qae apenas principia, produce boy.
anualmente al tesoro nneaonti» en derechos de importación, una suma mayor
de fe que «otaria la reducción de fe tribu. Cerrado ti camino, fes siembras
de café que se están haciendo en ti Departamento sen empresas frustrada*
pues dicho articulo no podría soportar tos gastos de exportación por fes vías
de Honda y de Barrancabermeja.
A nombre de fe compaña del Carare. de que es director, ti infrascrito
solicita dti f íiwlaitwnr presidente dti Estado qae recabe dti Pvidor Ejecutivo
NacwoaL el envió de una partida de fuerza narinnal. que raga a dar segu­
ridad a fes estahleamieníos agrícolas que se están fundando en fe Whea dti
camino! a custodiar fes cacreca aacMtmfe* y a apoyar tos esfuerzos de un mi-
sranero cristiano, que de acuerdo con ti Gobierno dti Estad* envara fe tua-
paSi» con ti objeto de reducir fe tribu de indígenas (pie habitan en fe selvas
dti Carare (...) átciln Parra. Veto* agosto 2 de US8.
Este agresivo m em orial Ilustra t i doble avance de los m ercaderes
y d ti nunpesundo de colonización; re fle ja tas antagonism os y con­
tradicciones qae surgen d e la á r id a de algunos tenderos y qae tien e
que resolver t i Estado: es tan claro en su cándido cinism o que no
m erece ningnna insistencia. Más tarde t i explorador y negociante,
desde la s illa presidencial m andaría la tropa a l Carare p ara exterm i­
n a r a la s com unidades, con t i pretexto de su “ reducción'*, eufem ism o
que habla puesto de moda Carlos Y hacia 1520. Dos meses más tarde
es Leu gerke quien se queja a fe asam blea legislativa, reunida en
Socorro. D e entrada relata una emboscada en tre Santander — donde
tien e su bodega— y M ontebeUo —donde están sus plantaciones— . de
fe cu al fu e victim a uno de sos peones arrieras. Luego explica que dio
la orden a uno de sus com patriota* B riedler. “ para que reuniera toda
la gen te posible'* para perseguir a los agresores, siendo que **es t i

371
segundo asesinato que los indios de Chucuri han com etido en el ca­
mino, pero en otro punto de la misma montafta han salido a com eter
crímenes no menos horrorosos” . Más interesante resulta para nosotros
la parte central del memorial, en la cual se advierte cómo se está
transformando la reglón:
La via de Barrancabermeja se halla en perfecto estado de tránsito; en
el año último se hicieron en ella muy costosas reparaciones; nuevos pobla­
dores hablan empezado a descuajar esas selvas; se aumentaban los estable­
cimientos agrícolas; había establecido más potreros el empresario, y los tran­
seúntes con sus recuas encuentran alli actualmente toda clase de recursos.
Los acontecimientos a que aludo pueden hacer que la comunicación se inte­
rrumpa, pues los arrieros temen trabajar hoy, y los pobladores se alejan, con
lo cual sufrirá una empresa que cuesta tanto sacrificio; seria un mal de gran
trascendencia que se cerrara el camino de Barrancabermeja, única via que
tenemos hoy hacia el Magdalena, en el interior del Estado, que satisfaga las
necesidades del comercio, y que se cerrara cuando empieza a servir después
de haber gastado en ella muchos millares de pesos, sacrificándose muchas
existencias. El tráfico ero ya considerable; en los últimos doce meses transi­
taron por alli cerca de seis mil cargas, y el comercio de exportación y de
importación aumentarla indefectiblemente. Dos grandes y nuevos vapores
llegarían pronto a la costa con destino principal al servicio del camino do
Barrancabermeja ( . . . ) Si hoy el gobierno no toma providencias enérgicas para
reducir estas tribus bárbaras, si no presta su poderoso apoyo, todo lo hecho
será perdido, pues con mis propios recursos me es imposible emprender
esta reducción ( . . . )
Finalmente, “ el empresario del camino” expone a los diputados
lo que tienen que hacer. Concretamente solicita al gobierno costear
y armar un ejército bajo su mando, para elim inar la resistencia nativa
que estorba sus negocios, entre las plantaciones y el rio;
.. ,Os pido que autoricéis al Poder Ejecutivo para que de acuerdo con
el empresario del camino a Barrancabermeja, dicte todas las medidas nece­
sarias para reducir o ahuyentar las tribus salvajes del Chucuri, y para im­
pedir en lo sucesivo nuevos atentados. Debéis autorizarle para que haga
los gastos que tales progresos exijan, si no deseáis que se arruinen todos los
establecimientos de Chucuri y que vuelva n dominar en aquellas reglones
la barbarie, a la cual con el camino al Magdalena habla ya reemplazado
la civilización.
Si queréis evitar la ruina de la empresa y la pérdida del comercio en los
departamentos de Guanentá, Socorro y Soto, dictad, ciudadanos diputados, las
providencias que respetuosamente solicito, Socorro, octubre 18 de 1889.
Geo Von Lengerke.
Y para impresionar todavía más a la asamblea, adjunta a su m e­
morial la carta que su mayordomo del sitio de Caballero, Nicolás
Briedler, manda al de Montebello, A, Spohr. En ésta el prim ero expone
detalladamente el resultado de la expedición punitiva contra los na­
tivos y concluye con estas palabras:
... a mi me encanta lo novelesco de la situación y quedaría muy contento
si tuviera más armas, que espero que me mandarán inmediatamente.
Poco después, en 1870, el propio presidente del Estado admite que,
tanto en el camino a Barranca como en aquel del Carare, hubo “ a l­
gunos asaltos de los indios del Opón” . En seguida felicita la acción

372
F orm ación ••paclal regional. Filíale* del siglo X IX

m ilita r de Lengerke y la construcción en la via do un tam bo dónde


m andar "e l resto de una compafllu de la G u ardia R ep u b lica n a ” ,
siendo que ya una tropa de la misma protegía el em presario alem án .
En Julio 3 de 1878 es multado Lengerke, por in cu m plim iento en el
m antenim iento del camino de Zapatoca a Barranca. En segu ida c o n ­
traataca enérgicam ente el empresario alem án y el 5 de Julio se d e fie n ­
de con esta argumentación:
... Y o no estoy en posesión actual del privilegio que se me concedió
para la apertura de aquel camino; ¿y por quó? Porque los salvajes de los
desiertos que hubitan en los bosques que atrevióse el camino, se han apode­
rado de él y en él han sacrificado a pasajeros y Jornaleros, rascón por la cual
desde enero del presente año no he encontrado ni a peso de oro Jornaleros ni
arrieros que quieran trabajar ni conducir arrias por aquel camino, por temor
de ser sacrificados por las flechas de los salvajes. De tales hechos es sabedor

373
tanto el gobierno ejecutivo del Estado como el legislativo, de quienes he
recabado con razones poderosas el auxilio de gente armada para darles ga­
rantías a los jornaleros y arrieros y la única contestación que he recibido ha
sido su profundo silencio.
( . . . ) Si el comercio de Zapatoca está sufriendo de aquel camino, yo
sufro mucho más que él, porque considero perdido todo el capital que pasa
de doscientos mil pesos ($ 200.000.00), que se han invertido en la apertura y
establecimiento de él, aparte de los valores de los tambos, que han sido des­
truidos por los salvajes ( . . . )
Como el gobierno por su parte no ha cumplido con el deber que ha te­
nido de darme garantías y seguridades, para el sostenimiento del camino que
conduce al puerto de Santander, hoy me veo en la imprescindible necesidad
de renunciar, como formalmente renuncio, el privilegio que tengo en el
camino ( . . . )
Más adelante se declara Incapaz de hacer “ descender del cielo
ángeles, únicos seres invulnerables a las flechas de los indios’’ y en­
frentar “ aquellos salvajes", si no le da el gobierno “ fuerza arm ada
bastante para repelerlos” . Agrega que “ no tiene poder sobre los es­
píritus ni los fondos bastantes para sostener 300 ó 400 hombres para
ahuyentar a los salvajes” . Term ina esta parte de la misiva afirm ando
en form a tajante que “ni pagará la multa de dos m il pesos, n i em ­
prenderá los trabajos del camino al puerto de Santander, hasta tanto
que el gobierno del Estado no cumpla con su deber, reduciendo los
salvajes que pueblan los bosques que atraviesa el camino de Santan­
der” . Más adelante insiste sobre “ los hechos atroces cometidos por
aquellos salvajes", de lo cual ha inform ado a las autoridades en varias
oportunidades. Concluye repitiendo una vez más, que no h a podido
conseguir la “seguridad para trabajar en los bosques poblados p o r los
salvajes” , palabra esta que figura ocho veces en su libelo.
En 1880 el contrato entre Lengerke y el Estado para la explotación
quinera, le crea una obligación al germano de “ cooperar en la reduc­
ción a la vida civil de los individuos salvajes que habitaban aquella
cordillera” . En 1882 la inseguridad por el "cam ino de Lengerke" y los
continuos asaltos obligan a las autoridades a suspender el servicio de
correo entre Barranca y San Vicente. En 1887 varios yarigules atacan
a Barranca dejando dos muertos y un herido. En 1890 vuelve a agitarse
en la asamblea de Santander el asunto de las misiones (Ordenanza
N9 8). Los legisladores tienen entonces el cinismo cándido de recono­
cer a gente radicada en este territorio, desde algunos milenios, la
propiedad de las tierras “ con una ocupación continua de un año por
lo menos”. Se excluye además “ el territorio de propiedad nacional que
los indígenas salvajes no hubieran cultivado y que ocuparán solamente
para sus cacerías” .
José F. Gutiérrez escribe en Santander y sus municipios:
Algún caballero que a fines del siglo pasado tuvo que entenderse con
empresas comerciales de conducción de mercancías por el río Opón, nos ex­
plicaba cómo con tales gentes no hay más recursos que adelantárselas con
una certera puntería. Con ellos no habla que intentar medios blandos ni
conciliatorios. Carniceros y terribles como tigres, con ellos no valen sistemas
distintos a los bélicos.

374
De la época de fines del siglo, escribe S. Galvis sobre los recolec­
tores de tagua, los caucheros y los buscadores de quina:
Iban a los bosques en grupos y armados; los viandantes y las canoas
siem pre salían en convoyes. Cuando eran atacados por los indios se defendían,
p ero se hacían carnicerías también salvajes y sin control abandonando los
cadáveres y guardando a veces el secreto de lo ocurrido, para evitarse com ­
plicaciones.

Luego in tegra a su crónica los recuerdos de un veterano poblador


del caserío de Barranca, evocando los últimos años del siglo X IX :
E l p e ligro de los antropófagos del Opón era el terror de las personas
encargadas d e la recolección de la tagua, pero sabían que durante el día
en la cogida, nada les hacían y que los asaltos los verificaban en las maña­
nas o en las tardes, arrasándolo todo y hasta quemándoles los ranchos. Muchos
fueron los que m urieron acribillados p or la flecha del indio que los acechaba,

375
hasta e l extrem o de no poder salir una sola embarcación, y así sucedía parB
conseguir el chapapote en Infantas, pues s e corría el p e lig ro d e l asalto p or
estar todos estos rio* poblados de indios.

En 1902 se asoman unos aborígenes en cercanías del puerto, que­


brada de La Lavanderas y atacan un puerto-bodega del río Oponclto,
en donde raptan a dos mujeres. En el mismo sitio en 1904 asaltan a
los bogas de una canoa cargada de mercancías: perseguidos por una
tropa de colonos, éstos "encontraron el bohío de los Indígenas al que
atacaron a bala causando varios muertos, entre los cuales hallaron el
cadáver de una de las mujeres robadas".
Desde cincuenta afios atrás, los únicos períodos de tranquilidad
para los nativos coinciden con las guerras políticas, durante las cuales
los ejércitos enfrentados entre si, por lo menos, les dejaban en paz.
En 1908 escribe Luis Colina, corregidor de Barranca:
H oy se les ha abierto una guerra a los infelices indígenas que v e n a rra­
sadas sus labranzas por los caucheros y tagíieros, que en un núm ero conside­
rable se encuentran dispersos desde fren te a Nare, Baúl, Palancal, L a Llan a,
Cascajales, Las Arrujas, Meseta de los Caballeros, Aüzam a, L a Puntana, etc.,
donde además de las legum bres que les roban y para crearse derecho bruto,
los tiran como animales de cacería reservándose e l crim en entre com pañeros
porque saben que el castigo es la represalia de su salvajism o crim inoso.

Ese mismo año, en junio, caen dos tagíieros en una emboscada. En


agosto de 1909 mueren flechados dos recolectores en la selva del rio
Oponclto y desaparece otro. Cuando el gobierno declara la caducidad
de su contratao de concesión por incumplimiento, "los Indios" sirven
de excusa a Roberto De Mares; en 1910 utiliza este pretexto en su
alegato:
P e ro la estación de las lluvias, las enferm edades y, m ás que todo, loa
indios nos han im pedido seguir trabajando.

En Junio de 1912 sobre el rio La Colorada perecen dos tagíieros.


En 1913 la situación es de tal gravedad, que las propias autoridades
de Barranca organizan "un ataque masivo” , "una batida de persecu­
ción de los indígenas por las montañas” ; si no se realizó, fu e por
prohibición de tipo táctico por parte del gobierno nacional. A l año
siguiente se manifiesta sorpresivamente Roberto De Mares, concesio­
nario petrolero, pero dedicado a otras faenas y vuelto cazador de
indios. Aquí cabe un documento que se halla en el Fondo de Baldíos
del AHNC (tom o 37, folios 100 y 101). Es una carta que el vivo conce­
sionario manda al ministro de Obras Públicas y que dice textualm ente:
L a Gloria, abril 30 de 1913

Señor M inistro de Obras Públicas


Bogotá

Señor Ministro:
T en go el honor de avisar a S.S. que en el curso del presente mes se han
logrado extraer de los bosques de “ B ovali", la cantidad de cincuenta y ocho
(58) bultos de tagua, de cinco (5 ) arrobas cada bulto, de buena calidad, de
conformidad con las prescripciones del contrato que con ese M inisterio tengo
celebrado.

376
N o dudo, que a m ediados del mes próxim o, y una v e z pasadas las eleccio­
nes para representantes al Congreso, que tan ajitados (sic.) traen a los
partidos; vu elta la calm a a los espiritus, y la norm alidad al país, el M inisterio
de la G u erra dará orden para que se nos devuelvan los elementos que nos
fu eron quitados, para que con esos medios de defensa, nuestros trabajadores
puedan con m ás tranqu ilidad y m ayores garantías, aventurarse hacia el
centro de la C o rd ille ra sin m ayor tem or a los indios.
A ú n cuando no es esta la ocasión para hacerlo, n i estar tampoco autorizado
para ello, m e aventu ro a inform ar a S.S. que tanto la tagua que se exporta por
este puerto, proven ien te de los Baldíos del Catatumbo y Culebntas, como
aqu élla qu e se extra e de los ríos Opón, Oponclto, La Colorada, la Llana, etc.
I b están recolectando “ biche” , es decir, descabezándola, como se dice por aquí
vu lg arm en te; p o r consiguiente, con ese sistema, están dañando los bosques
y perju d ican do e l buen nom bre que el articulo tiene en los mercados del
exte rio r. Este aviso se lo d oy en m i carácter de hombre honrado, deseoso
siem p re d e l p rogreso y adelanto de su patria. N o culpo a los pobres tra ­
bajadores que buscando el pan diario para lleva r a sus hogares se aventuran,
aun a ries g o de su vida, p or aquellos bosques plagados de feroces indios; el
m iedo, y la prem ura d e l tiem po, los obliga a cojer (sic.) los fru tos no maduros
aún, p o r tem o r a p e rd e r su trabajo, y también p o r no v o lv e r a sus casas con
las m anos vacías; cada hom bre a llí tiene la espada de Damocles suspendida
de su cabeza, porque no sabe a qué hora la flecha certera de un indio corta
e l h ilo d e la vida.
S i e l G .bno (s ic .) quisiera prestarme su apoyo en este sentido, no pasa­
ríam os p o r la pena, p or no d ecir vergüenza, de tener a tres (3 ) leguas del
n o M agdalena, a rteria principal de la República, tribus salvages (sic.) y
canivales (s ic .), que tan m al hablan de nuestro estado como nación civilizada.
A p e lo a los sentim ientos de hidalguía y generosidad que animan a S.S.
lo m ism o que a Jos de sus demás colegas en ios diferentes ministerios, para
que en las sesiones del honorable Consejo de Ministros, y de acuerdo con el
E xm o. señor Presidente, se trate este asunto, y se escogite (sic.) o dicte una
disposición que nos dé m ayores garantías a todos aquellos que nos aventu­
ramos a buscar en las soledades de las selvas, y luchando contra toda clase
de elem entos — puesto que hasta la misma naturaleza nos es hostil— e l pan
de nuestros hogares y la educación de nuestros h i j o s .
R ecien te está aún el horroroso asesinato del noble am igo señor D. Vicente
O tarte O . y el de sus desgraciados compañeros de que d i cuenta a S.S. en m i
a n terio r comunicación fechada en Barrancabermeja, y ya que hablo de este
lugar, y com o un acto de justicia, perm itom e citarle el nom bre del señor
alcalde de aquella población señor D. Pedro Serrano, que se preocupa p or el
adelanto de aquella localidad.
Señor M inistro, Roberto De Mares.
En 1914, y muy lejos del Carare, “los clientes" que están negocian­
do con De Mares su concesión fantasma, meditan en Estados Unidos
sobre lo que significa internarse en estas selvas; entre múltiples d ifi­
cultades señala Mlchael Benedum, empresario petrolero:
. . . ¿cómo nos las arreglaríamos con los cazacabezas de la región?

En 1910, en el N? 30 de la revista Cromos, un señor Augusto Rozo


defiende uno de los trazados del Ferrocarril de Cúcuta al Magdalena
y enumerando sus beneficios escribe:
c ) E l Ferrocarril que atraviesa ciertas regiones aún incultas y habitadas
p or salvajes, será la única form a factible para lleva r a lli la colonización y
e l cu ltivo de suelos fértiles y ricos.

377
En 1917 el prefecto de Zapatoca sigue Insistiendo en el estableci­
miento de misiones y de guarniciones militares; se dirige en estos
términos al gobernador:
Existen todavía en las montañas del Opón algunos indígenas que seria
fácil reducir a la vida civilizada si se estableciera una misión ( . . . ) com­
puesta cada una de dos sacerdotes y un cuerpo de policía, que podría ser el
mismo que hoy existe en las riberas del Magdalena ( . . . ) con el apoyo de la
fuerza acantonada en Barrancabermeja...
En 1919 un funcionarlo se dirige al gobernador, informando que
el cura de San Vicente obtuvo del último cacique:
.. .que le confiara dos sobrinos para civilizarlos ( . . . ) con dos más que
están aprendiendo e l castellano y alguna instrucción primaria; al Socorro
ha sido trasladada una niña llamada Teresa y está en poder de la Reverenda
Madre Marcela.
Aseguran con aplomo los diversos cronistas: “ posteriormente no
se volvieron a presentar ni ataques, ni robos de los indios” . Efecti­
vamente, ya no quedaban yariguíes, hablan sido exterminados, o des­
pojados y expulsados. Los últimos sobrevivientes, ancianos con hara­
pos regalados, deambulaban como mendigos en alguna aldea mestiza;
algunos niños raptados estaban al servicio de un párroco o “ en poder”
de unas monjas. De ahí en adelante los yariguíes quedarían ausentes
de los atlas de etnología colombiana.

* • *

La formación social y espacial independiente yarlgui y pre y post­


hispánica, perduró, aunque muy alterada, hasta finales del siglo H X ;
pereciendo bajo los embates de las cuadrillas de Lengerke, de la colo­
nia alemana, de los mercaderes santandereanos y de las expediciones
del ejército nacional, incluso de los imprescindibles misioneros paga­
dos por el erarlo público.
Se necesitó la audacia de la más extrema codicia mercantlllsta,
para que un conquistador colonialista del siglo X IX rompiera las
lineas de resistencia seculares de los aborígenes. Entonces, cincuenta
años después de la independencia, en poder del germano se tornan
"coloniales” el Opón y el Carare. Las comunidades indoamerlcanas
resistieron tres siglos a los españoles, pero lo que no logró la adminis­
tración colonial indiana lo alcanzó el régimen republicano. El ejér­
cito nacional de la República logró en menos de cincuenta años, con
la masacre y el destierro, la empresa de aniquilamiento en la cual
hablan fracasado las tropas del Rey de España desde 1536. Asi con­
cluye un Inicuo episodio histórico de la República y del primer asalto
del capitalismo en la reglón.

i # #

Barranca se vuelve oficialmente Puerto Santander en 1868 y lo


decreta corregimiento en 1881 el presidente Solón Wilches, el “ protec­
tor” de Lengerke. Varios años más tarde Bucaramanga se convierte

378
en la capital del Estado de Santander y éste se extiende en más de
30.000 kilómetros cuadrados. Se puede dividir en dos partes iguales,
con una línea vertical de norte a sur: el poblamiento mestizo, con
administración y poder central apenas cubre la mitad oriental; del
otro lado de la raya, y hasta el rio, 15.000 kilómetros cuadrados siguen
siendo territorio libre de los yariguíes. Lo último es por poco tiempo,
como ya se vio, pues 1.500.000 hectáreas flotan sobre un lago de “betún”
y otras 500.000, con el beneplácito de Rafael Reyes, pasarían a ser
concesión registrada a nombre de un individuo.
Separado Puerto Santander de San Vicente se Integra al muni­
cipio de Lebrija, pasa a depender de Puerto Wilches en 1904 y se
reintegra a la Jurisdicción de San Vicente en 1911, del cual se segrega
ya como nuevo municipio, bajo presión de los agentes locales de la
Tropical Oil Company, en abril-mayo de 1922. Entonces, y en medio
de una breve escaramuza con los municipios circundantes, el deslinde
de su jurisdicción se hace con base en una cartografía suministrada
por ios mismos petroleros. Determinan Ja jurisdicción de Barranca
unos funcionarios locales, que eran agentes a sueldo de la empresa,
colocados por ésta en la administración del corregimiento.
Hacia 1820-1850 no se velan más que unas estancias discontinuas
con chozas miserables, sobre el talud, entre el rio y la selva. Ni las
crecientes cíclicas del rio, ni los yariguíes cercanos, ni las fiebres en­
démicas estimulan la seden tarización o las siembras selváticas, que
tampoco alientan un tráfico fluvial, muy irregular. Pocos son los
inmigrantes que enfrentan los riesgos de un establecimiento perdura­
ble. Algunos escasos colonos del entorno, con casuchas en la orilla, des­
montan el bosque cercano y en canoas llevan la leña al puerto, donde
la cargan los vapores. Con toda evidencia, es en la relación entre la
navegación fluvial y sus necesidades de abasto de combustible, donde
se halla el germen del núcleo; surge hacia mediados del siglo X IX
una aldea ribereña, en una finca leñera. A partir de 1887 se advierte
un indicio de cambio: el camino abierto por Lengerke desde Zapatoca
y sus plantaciones de Montebello (al parecer llegaba al rio por la Calle
del Comercio, o sea la calle 5á) termina en la orilla del rio, en el
sitio que se llamaría luego Puerto Galtán. Allí establece el alemán sus
bodegas, las cuales pasan luego a su sobrino y socio, Lorent. Se puede
tentativamente fechar la génesis del poblado hacia 1870, a partir de
su papel económico como bodega-puerto fluvial, ligado con el camino
terrestre y luego en 1880, con su primer intento de organización ad­
ministrativa, con corregidor y cuartel de policía.
Sucesivamente, y en poco tiempo, se radican en Puerto Santander
varias compañías comerciales. Habrá aquella de Lengerke, quizá la
primera; fallecido éste sigue su socio Lorent, durante un tiempo.
Desaparecidas las bodegas de Lengerke llegan otras empresas con
iguales fines: almacenaje de mercancías de entrada, de productos de
salida, su transporte hacia adentro, o desde los afluentes del rio Mag­
dalena hasta las bodegas, y también el acoplo monopóllco de leña

379
cortada por loa colonos del entorno, para suministrar a los capitanes
de los vaporea. Con todo eso, estas empresas experimentan muchas
vicisitudes, duran poco y se quiebran muy rápido. Aquellas de 1895-
1905 no perduran más que estos diez años.
Una estadística del "movimiento comercial del Estado Soberano
de Santander, de 1870 a 1873", nos suministra algunas pistas. El cua­
dro consultado separa Importaciones y exportaciones, Indicando su
volumen en cargas por muía, en los siguientes puertos, unos sobre el
Magdalena y otros sobre sus afluentes:
—Cachos-San Buenaventura-Puerto Villamlzar.
—-Cañaverales-rio Lebrlja.
—-Curare.
—Marta-rio Sogamoao.
—Pa turto.
—Ocaña-Puerto Naclonal-La Gloria.
—Puerto Santander.
El análisis del cuadro Indica lo siguiente;
a) Transitando por el conjunto de estos puertos y sumando todo
el volumen transportado en ambos sentidos, las Importaciones son
apenas la tercera parte del total y los exportaciones superan los dos
tercios.
b) El puerto de máximo movimiento es Cachos-San Buenaven­
tura. De 400.000 cargas registradas en ambos sentidos, cerca de
300.000 transitaron por este lugar.
c) Siguen en Importancia Ocaña, pero a un nivel muy Inferior,
con apenas unas 45.000 cargas; luego está Cañaverales-Lebrija, con
31.000 cargas y Marta-rio Sogamoso, con 22.000.
d) Los mínimos se registran en Paturla y Puerto Santander, am­
bos con escaso movimiento y un volumen, igual en cada uno, Inferior
a 12.000 cargos.
e) En cuanto a las importaciones, el rubro "mercancías" concen­
tra la mayoría de la carga. En lo referente a exportaciones, la inmen­
sa mayoría de la carga es cafó, pero transita casi exclusivamente por
Ocafta y Cachos-San Buenaventura, Desde Puerto Santander se ex­
portan, más que todo, tabuco (3.000 cargas) y cueros (unas 1.000).
Como se observa, en este contexto general la situación de Puerto San­
tander no era de las mejores, ni mucho menos.
No obstante, en algún momento Impreciso se nuclean de manera
progresiva y en forma espontánea unas familias de pescadores, plata­
neros y leñeros en el sitio más salubre y amparado por su altura,
contra las crecientes del Magdalena: la eminencia situada en la con­
fluencia del caño Cardales con el rio; es decir, la calle del Comercio,
o sea el tramo terminal del camino de San Vicente, Hacia 1870-1880
se radican varios antloqueflos a la orilla de un rio, convertido en
frontera entre los dos Estados. Situación cómoda para todos aquellos

300
que, en una ribera u otra, dejaron cuentas pendientes en un Juzgado.
Se vuelve a encontrar algo que se detectó entre Mnnlzales y Villa
María, en los mismos años: la conformación de una sociedad de fron­
tera con un fuerte sector de prófugos y delincuentes de toda clase. Se
alarmaba entonces la gobernación de Antloqula; en términos muy
parecidos se manifiestan las autoridades santandereanas en 1873, me­
diante un informe dirigido al presidente del Estado:
Es de Imperiosa necesidad lo creación de dos corregidores suficientemente
remunerados por el Estado; uno que tenga su permanencia en los valles de
Sogamoso y Chucuri, y otro en el caserío de Puerto Santander.
L a suerte de los individuos que pueblan aquellas comarcas, el número de
establecimientos industriales que hoy existen a las márgenes de aquellos
valles y el comercio que se hace por el Puerto de Santander, reclaman con
instancia (7 ? ) e l sostenimiento de autoridades constituidas en aquellos pun­
tos, que presten protección a los ciudadanos ( . . . ) porque son innumerables
los crímenes que a llí se cometen y que por la falta de una autoridad activa,
enérgica y medianamente entendida, se quedon impunes. Además, los Corre­
gidores actuales ( . . . ) cuando tienen que perseguir a algún delincuente, no
encuentran m edio para aprehender a aquél o para evidenciar el hecho por el
cual se le persigue. Con trescientos pesos que se le asignen a cada Corre­
gidor ( . . . ) se conseguiré ( . . . ) corregir a todos los que, perseguidos, en el
centro m&s importante de este Departamento y del de Soto, van a refugiarse
nllf para hacer Ineficaz la acción de la ley y conseguir la impunidad de sus
delitos.”
En el mismo momento (agosto de 1873) Tomás Arango, Jefe del de­
partamento de Soto (Ilustre cirujano, concejal de Bucaramanga,
diputado, representante, senador, banquero, según M. Valbuena), se
dirigía a las autoridades del Estado, mencionando otro escollo e In­
dicando la solución. Explicaba en estos términos la dificultad para
mantener el tráfico continuo sobre el río Sogamoso, en razón de la
Inestabilidad de los bogas en el puerto de El Pedral;
. . . debido a la falto de mujeres, elemento indispensable pera poderlos
conseguir ( . . . ) Será, pues, necesario para establecer el tráfico por esta vía,
tomar medidas tendientes a establecer mujeres en el caserío de El Pedral,
que está hoy en completa ruina
Vocero de los nuevos negreros y apóstol del proxenetismo oficial,
para mantener el tráfico sobre el rio "el Ilustre varón” era partidario
de otro tráfico, que mucho se parece a la "trata de blancas”. No se
sabe si algún papel Jugaron las autoridades para favorecer "el esta­
blecimiento de mujeres" en Puerto Santander, pero en Barrancaber-
meja, en 1845, Aqulleo Parra habla visto en una bodega, muriéndose, a
un grupo de mujeres desterradas manu mllltarl desde Socorro y
Vélez, tal como lo relata en sus Memorias. Lo cierto es que, igual que
en todo asentamiento fronterizo, llegaron muy temprano al puerto
muchas mujeres solteras: algunas de ellos alternando labores de co­
cineras-vivanderas y lavanderas, ejerciendo una prostitución ocasional,
quizá de demanda más que de oferta. Entre delincuentes, prófugos,
desertores, criminales y prostitutas, llegaba el capitalismo mercantil a
las orillas del Magdalena, mediante el poco reluciente aspecto de un
lumpen-coserío, habitado por escombros de la sociedad y presentando
patologías sociales desde su mismo nacimiento.

361
Poco cambian las cosas en tiempos de la Regeneración; sin em­
bargo se suceden varias empresas comerciales con bodegas y confor­
man una corta fila de construcciones muy rudimentarias en madera
y paja al frente del muelle natural, en donde atracan los vapores
para cargar el combustible. Sobre el talud se amontona la leña,
generalmente comprada a los cortadores de los alrededores por las
casas de comercio. Alguna que otra choza-tienda-fonda-hospedaje,
constituye la vivienda muy precaria del agente local de una casa
comercial de Bucaramanga.
Entonces se esbozan dos núcleos de poblamiento: el puerto sobre el
río, estrictamente lineal y el caserío de pescadores, pueblo en hilera
en el tramo terminal del camino a Zapatoca, del cual surgiría la
primera calle sobre el filo alto y seco, dominando el caño de Cardales.
Se llamaría más tarde calle del Comercio, quedando en los recuerdos
con su nombre posterior: La Campana. No pasan de diez a veinte
las casas y familias en ambos núcleos; descripciones y grabados indi­
can que la vivienda, en toda la región, era del tipo “ choza campesina’’ :
estructura en madera rolliza, paredes en bahareque repellado, a veces
encaladas; culatas y cobertizo posterior de la cocina, del tipo “ rama­
da", con frecuencia usan las esterillas de guadua o la caña brava.
Para la cubierta se usa la paja de Iraca sobre un techo alto y muy
pendiente en cuatro aguas. Esta vivienda era generalmente una cons­
trucción baja, de dimensiones reducidas, con una sola puerta frontal
y una ventanita, que muy a menudo no pasaba de uno o dos espacios
interiores. Modelo de origen rural, se traslada sin mayor variación al
villorrio, en el cual persistía aún en 1925-1930, desapareciendo hacia
1940 las últimas “chozas pajizas” .
Los ribereños viven de múltiples labores, sin mayor división del
trabajo, pasando fácilmente de un oficio a otro, según las circunstan­
cias, con frecuencia en situaciones que caracterizan “ el rebusque".
Varias biografías confirman lo anterior; sin dejar de pescar, de cuidar
una marranera y un platanal, un individuo es inspector de Policía
después de haber sido estibador de los vapores, o marinero; luego asie­
rra maderas o corta leña, pesca con atarraya, arrea muías en el camino
a Zapatoca, atiende una fonda, es boga sobre un champán, se interna
en expediciones de recolección de quina o de tagua, trafica en aguar­
diente o tabaco con una canoa recorriendo el rio Opón, se va por un
lapso a Bucaramanga o Socorro, regresa y abre tienda-cantina, compra
caucho, es agente o vigilante de una bodega y al mismo tiempo secre­
tario de la inspección, etc. Otros van hasta una fuente natural de
“ asfaltos bituminosos”, por el lado de Las Infantas, y traen el “ chapa­
pote" para los mechones del alumbrado nocturno en las chozas.
A medida que aumenta la carga de exportación (café, quina, ta­
baco, cueros, sombreros y tagua), aumenta el tráfico en el camino de
Zapatoca y algunos arrieros santandereanos se radican en el puerto.
La prosperidad en las zonas cafeteras auspicia el arribo de nuevos
vapores a los puertos del rio, trayendo mercancías europeas para el
abasto de las casas comerciales de Buearamanga, Zapatoca, Socorro,

382
en tre ellas están las de Len gerke y su sobrino Loren t. D e regreso h acia
B arranqu llla, los barcos cargan los productos que los están esperando
en las bodegas.
A la vu elta del siglo, escasea la carga en las em barcaciones donde se
am ontonan las tropas, los caballos y la artillería. Este era el v illo rrio
de cien h ab itan tes h a cia fin a les del siglo X I X y que preten d ía com ­
p etir con San V icen te de Chucurí, donde ya residían más de 1.000
habitantes. Es a p a rtir de 1890-1900 que el corregim iento em pieza a
aparecer en los archivos documentales, y podemos recon stru ir los
prim eros años del caserío con base en el horm iguero de datos de la
M o n o gra fía de B arrancaberm eja, escrita por Simón G alvis.
L a guerra de los dos siglos dejó cantidades de escombros
sociales a la d eriva y las aguas abandonan a unos de estos n áu ­
fra g o s a la orilla de las “ barrancas coloradas” . L a guerra ten dría,
como consecuencia local, un aumento inm ediato de la población de
P u erto S antander, en tre 1902 y 1910. T erm in ada ésta, se recupera la
econom ía, aum enta la producción cafetera en el oriente, crece su m o­
vilización por la a rriería en los caminos hacia el rio, y en este últim o
vu elven a circu lar sin peligro los vapores. Algunos derrotados in m i­
grantes fundan fa m ilia ; buscando em pleo se reconvierten, abren fr e n ­
te al rio una tien d a de mercancías, una bodega; otros crean precarias
empresas de transbordo p or canoas, champanes o balsas por L a C olo­
rada, el Oponcito o el Sogamoso, unión indispensable en tre la m uía de
la trocha y el vapor, recorriendo el eje flu via l. Una relativa prosperidad
sacude el caserío, atrayendo más Inm igrantes dispuestos a buscar en
los m ontes la tagua o el caucho. Detrás de la estela de todos ellos llegan
vividores, cacharreros, truhánes y prostitutas. A principios del siglo
Puerto S an tander adquiere una fam a de pueblo m aldldo, refu gio de
ham pones y crim inales. L o dicen las autoridades y, sin tardar, m andan
cuerpos de policía o del ejército.
La m em oria de Simón G alvis perm ite reconstruir, aproxim ada­
mente, la trayectoria del poblam iento del caserío a principios del siglo:

Afioa Población

1901 35 casas y hogares.


1902 4- 6 nuevos pobladores.
1903 + 10 nuevos pobladores.
1906 + 8 casas, 10 nuevos pobladores.
1907 44 casas (415 h ab itan tes).
1908 67 casas, 5 nvos. pobl., 555 habs.
1909 4 nuevos pobladores.
1910 78 casas.
1919 i . 450 habitantes.

383
Con estas primeras cifras se observa un fenóm eno m uy precoz de
hacinamiento residencial, el cual se acentuarla luego. En efecto, no
crece el parque de vivienda en form a ajustada al increm ento dem o­
gráfico, lo que sugiere la convivencia de varias fam ilias en una misma
casa y un temprano sector de arrendatarios.
En 1901 se desdibuja una cierta continuidad en la calle 5* que
parece ser la transformación en vía “ urbana” del cam in o de San
Vlcente-Zapatoca. Calle única entonces, se llam a “ del C om ercio" más
tarde, cuando se distingue de dos o tres más. Su poblamiento no pasa
de veintidós casas por el costado norte y de once en el lado sur, fo r­
mando hilera en dos cuadras de longitud, paralela al caño, y que
llaman Puerto R e a l De esta fecha se tiene un censo seguro y completo,
con nombres y apellidos de los pobladores de las trein ta y tres vivie n ­
das. Detrás de L a Campana, en fila también, se suceden tres puertos
domésticos: Puerto Real en la desembocadra del caño; y sobre éste
primero, el del Mango correspondiente a la term inación de lo que
seria la carrera 4a, y a una cuadra más arriba el puerto del Guamo,
que generarla la apertura de la carrera 5a Dos casas más presentan
fachada sobre el rio, en Puerto Real, lo mismo que en la Inspección
de Policía, además de una antigua bodega de Lengerke y Lorent. Las
descripciones, por lo demás muy parcas, indican que de estas trein ta
chozas de bahareque y paja, también llamadas “ caneyes” , diez son
propiedades de mujeres solteras. Nada autoriza asegurar que eran pros­
titutas. como sostienen varios autores: todo demuestra que muchas de
ellas eran lavanderas, o cocineras-vivanderas que acudían al puerto
para vender comida a los viajeros de los vapores. En este prim er núcleo
humano figuran los apellidos de los colonos Sierra, Núfiez, Guerra y
algunos individuos que volveremos a encontrar más tarde, como Cer-
beleón Machuca; y al año siguiente a Evaristo Jiménez, y a cinco
pobladores más, entre los cuales están R a fa el Campo y Honorio Campo,
lo mismo que los hermanos Reyes. Observan en uno de sus inform es
los urbanistas de la Universidad de los Andes:
En 1901 B B era no más que e l puerto y la calle del Com ercio, la 5*,
con 22 casas y dos solares de un lado y 11 casas y un solar del otro. Dos
casas más. inspección de policía, una bodega vieja, total 36 propiedades, 36
edificios, de los cuales 32 viviendas. , D iez propietarios eran m ujeres de las
cuales sólo una llevaba él apellido m atrimonial.

El año siguiente el único hecho económico sobresaliente es el


establecimiento de una bodega comercial privada, para compra de
productos locales y un transporte, que se establece según parece en
el lugar de la antigua bodega de Lengerke y que se conoce con el
nuevo nombre de Puerto Galán, que conserva hasta hoy. N o durarla
más de dos años esta empresa: quiebra y su dueño vende más tarde
él predio a la Tropical. A las orillas se observa una división espacial
de labores portuarias: se nombran los puertos del Guamo y Real, am ­
bos sobre el caño, para canoas y champanes, mercado y pescado, y
Puerto Galán donde arriban los vapores.

384
De loe años 1903 y 1904 0*1vis recuerda la radicación de unos
diez nuevos pobladores —entre ellos José Joaquín Bohórquez—, lo cual
da nacimiento a un embrión de la calle sexta, cubriendo más o menos
el solar ocupado más tarde por el hotel Plpatón. Sin embargo el nuevo
ambiente de paz no suscita particular prosperidad en el lugar: actuó
mejor en provecho de otros puertos, en las ríos Lebrlja y Sogamoso,
más cómodos para la exportación cafetera desde la zona de mayor
producción (Lebrlja, Bucaramanga y Rlonegro). No obstante, la cró­
nica local registró a finales de 1904 el paso breve de la comisión de
ingenieros Ingleses quienes, a solicitud del presidente Rafael Reyes,
inspeccionaron los afloramientos de Las Infantas, La Montunos* y San
Fernando.
Algo significativo: en 1906 el inspector organiza un cuerpo local
de policía "para la vigilancia y orden del poblado", compuesto por
siete pobladores, cifra altísima si se considera que el caserío sólo tenia
dos embriones de calles: apenas se extendía en 4 hectáreas, y no lle­
gaba a 400 habitantes. Este año la Inspección entrega lotes de baldíos
urbanos para construcción de vivienda a cuatro pobladores, quizá le­
galizando la posesión de solares ya ocupados, como aquel de Cerbeleón
Machuca. Igualmente se registran nueve moradores nuevos. El Ins­
pector estimula a los pobladores para Iniciar la construcción de una
paupérrima capilla pajiza, que sólo conseguirla puertas. , .en 1911.
Su fachada se abre sobre un espado libre, en el cual se entierran
los primeros muertos: predio que se convertirla más tarde en el
extremo sur del parque Santander.
Según los documentos, el gobierno central habla cedido las tierras
de Barrancabermeja al Estado Soberano y el manejo de los baldíos
estaba entonces a cargo del Departamento. La gobernación y el muni­
cipio de San Vicente facultaban al Inspector de Policía para adjudicar
gratuitamente los solares urbanos, a los nuevos pobladores. Con los
datos —quizá Incompletos— de O alvis, se conocen estas adjudicaciones.

a d j u d ic a c ió n d e s o l a r e s URBANOS 1*0» E L INSPECTOR DE PO L IC IA

Afio Número

1906 4
1907 5
1910 22
1911 14
1916 14
1917 4
1918 9
1920 10

386
El mismo inspector Colina, al parecer muy eficiente, logra man­
tenerse tres años en el cargo, hecho excepcional siendo que en épocas
anteriores —y posteriores— cambian con mucha frecuencia estos fun­
cionarlos. Se suceden hasta 3, 4 ó 5 inspectores en un solo año, sin que
nada Indique la razón de estos relevos continuos. El encargado de la
Inspección realiza un censo en 1907, que arroja "en la cabecera del
Corregimiento" los totales de 44 casas "de habitación” y 415 habitantes,
es decir, con notable hacinamiento, siendo que Indica un promedio su­
perior a 8 personas por hogar. Cifra además enigmática, siendo que no
hay más de 60 niños en edad escolar, o sea algo más de uno por casa.
Es de suponer que las parejas, dueñas de estas casas, suman al máximo
68 personas. Se deduce que dominaban las parejas jóvenes y que habla
entonces una Inmensa mayoría de solteros y solteras que vivían
"arrimados", o en alquiler, en estas exiguas chozas pajizas.
No obstante, este heterócllto "pasto spirltual" llama la atención
del clero: llegan sacerdotes y en una ceremonia rápida bautizan pár-
bulos y casan a algunos "pecadores", quizá más por distraídos que
arrepentidos. Este mismo año, siguiendo órdenes de la alcaldía de San
Vicente, el Inspector sigue otorgando solares, registra los propietarios
con miras al cobro del Impuesto predial y consigna el degüello de
carne, con un promedio de una res por semana: subirla a dos cabezas
en 1910 y 1911, pasando a cuatro en 1916.
El muy activo Inspector Colina, vuelto urbanista, hace desmontar
ocho hectáreas de montes para el ensanche del caserío, desplaza el
cementerio y destina su lugar como plaza, prolonga la calle única
y hace abrir una nueva, la sexta (San Luis), donde adjudica solares a
cinco solicitantes. Igualmente hace trazar la calle séptima (El Impulso
y más tarde Santander) y una primera carrera, corriendo por la orilla
y sustituyendo al “simple pasadizo". Hablan llegado más de cinco
nuevos pobladores y, como en otros años, entre ellos figuran mujeres
solas o solteras. En 1908 se registran también otros residentes: un
censo indica 67 viviendas con 555 habitantes, es decir con un promedio
que sigue muy alto: de casi nueve personas por casa. Los 60 niños
legitiman una solicitud de escuela, que sólo tendría respuesta en 1911;
entonces se alquila un rancho de paja, en el cual se amontonan, con
una sola maestra, 27 varones y 22 niñas.
Arreglado el camino a San Vicente, se establece en el caserío el
correo regular, atendido por un funcionarlo. Del año 1909 se recuerda
una breve escaramuza de jurisdicción, entre San Vicente y Puerto
Wilches, pasando Barranca, por poco tiempo, a depender de este último
municipio. Empiezan a turnarse los escasos cargos administrativos
entre algunos pocos pobladores, que pasan luego al servicio directo
de Roberto De Mares, por ejemplo, Juan Pablo Jiménez, Honorio A.
Campo, Rafael Campo y Eustorgio Reyes.
Dice el Informe de Unlandes:
En 1909 el corregidor estaba repartiendo lotes baldíos, en 1907 habla re­
gistrado 44 viviendas y 415 habitantes- En agosto de 1908 registra 67 casas
con 555 habitantes. En 1910 son 78 casas con unas 600 personas.

387
IW -IM

30a
Kn el Fondo dr Baldío», del AJI NC' (tomo 32 de 1009, folio 300),
por primera vez m nombra a Barrancabermeja en un telegrama oficial.
Kn frMte caao «e trata de (a prohibición de explotación de boxque* de
tagua a una empreza comercial. Durante loa afine elgulentee el correo
de la zona «e reitere con frecuencia a la economía: coaecha, tranz-
porte, negocio o exportación de la tagua en toda la región del Magda*
lena central, deede Uu zonae de Barranca, el Opón y el Carare, hazla
la reglón de La Gloria, También *'-• Intercambian cartea entre Bogotá
y la gobernación, relativo* a la prohibición o a la libertad — zegún
el cazo— "de la tala del bosque" o "del corte de madera*" a la orilla
del rio. Con toda evidencia, loz 1efteroe y loz vapore* con caldera*
quemando madera eztán acabando con la vegetación de una amplia
fa )a en la* márgenex del rio. Un telegrama mandado de*de "Barran*
cabcnnejO'Gamarra", en octubre 20 de 1910 (AliNC, FU, tomo 23,
folio 151) al Mlnlzterlo de Obra* Pública*, por el corregidor Jiménez,
dice a propózlto de la tagua:
"Com erciante» burlen prohibición siguen exportando,"
En el folio 270 del miento tomo *e encuentra una carta de loz
comerciante*, dezoe Barrancabermeja, proteztando contra la prohibí*
d ó n del comercio, y en el folio 276 zlgue la polémica en torno a loz
azunto* flócale* de la explotación de lo* bozquez de tagua, Kn el folio
540, otro dlferendo ze azuma: en una carta memorial al minlztro de
Obra* Público*, exenta en Barrancabermeja: 35 habitante* "vecino*
de tete pueblo" zollcitan que no ze renueve la concexión a la compa­
ñía bozquora, Tolera Nova*.
Kn 1910 la lnxpección reparte zolarnz a 22 zollcltantoz y ez de zupo*
ner que aquí eztán mucho* de lo* "arrimado*", que hoblamo* detectado
anteriormente.
Con cao ze reglztran 78 cazo* y ze enzancha el cazerlo:
— Prolongación de la calle 6*, La Campana,
— Prolongación de la carrera 5*, del muelle,
—Apertura de una cuadra de la carrera 0* entre loz calle* 0* y
7*, o zea la cuezta que hoy, dezde la avenida Santander, poza ai pie
del hotel Cacique y termina en la portada del hotel Plpatón,
—S o construyen caza* en el marco de la nueva plaza y en la carro-
ra primera, que era el malecón, al parecer.
— El afio alguien le, alendo aacrlflcada* máz de do* rezez por ze*
mana, ze quita el matadero de la plaza.
Varice documento* de 1921 (Archivo de Baldío*, tomo 35) poleml-
zan nuevamente en torno a la explotación y negocio de la tagua y de
lo* bozquez, en Gumarra, Puerto WiJche» y Puerto liento, He oxlgnan
catorce zolarez para vivienda* y ze conztruyen vario* rancho*, tradi~
ctonalmente edificado* en bahareque, con techo de paja, en laz calle*
5*, 0* y 7*: proxlgue en 1912 la tendencia de conxtruir en ezte zector,
pero Informa que zon "caneye* y alrededor potrero* y barríralo*".

360
fin 1013 s§ registra la primera aparición do Do Mures y bu oxplo- La Diorla, Magdalena, Durante io n y iw)7 viaja entre Colombia y
molón rápida «n Lab Infantas, Sun Antonio y La Llana; acompañado da Estados Unidos tratando desesperadamente de vender medio Santan­
un grupo que contrata luego y en ol oual encontramos ft Campo, a der ("tres millones do ucros", es doclr tres veces la superficie real de
Horra no, a Arenas, a loe Jlménss, a Machuca, a l'lnllla, a Tamayo y su concesión), Viaja mucho «tn que se sepa algo de su oficio, de sus
otro*, y sorpresivamente "ol descubridor" J, J. BehórquM. De allí en fuentes de Ingresos, ni con qué recursos va en barco do un oontlnsnt*
adelante, De Mares llene en el poblado el apoyo incondicional do un a otro, En 1010, declarándose "vecino" de Bogotá, Intriga las prórrogas
grupo mercenario. Hita acólitos locales no tardan en Integrar el núcleo del contrato, de connivencia con leguleyos venales y funcionarios so*
de notables y en el futuro Me turnaran en loa oHcaaoM cargos públlcoii; bornndns; legalizado hacia 1010 el traspaso de la concesión a la seudo
Inspección y secretaria, administración de correos, bodega oficial dal Tropical oh Oompñny, desaparece el vivo, tan pronto son cobradas u
municipio de San Vicente o la comisarla de las riberos del Magdalena. la TropIcal'Htandurd las acciones del pago. Según indicios, hizo dos
El mayor cantinero del pueblo observa esta agitación, medita, calcula apariciones relámpago en la zona petrolífera; en ambas oportunidades
y solicita una adjudicación de baldíos, consigue predios en Puerto Ga­ so asoma a Uarruncahermoja. La primera vez visita los afloramientos
lán y le llega el primer billar, (yacimientos) de L a s Infantas en compañía del andariego "descubrí*
En definitiva en este periodo, que corre desde 1050 hasta 1010, se dor" Dohórqucs, en 1013 sostiene este; la segunda, en 1010, después do
puede decir que fueron las décadas del surgimiento lento de un coserlo haberlo despojado y sirviendo de gula a unos clientes norteamericanos
de transito del comercio de entrada y salida, con numerosos avalares. muy desconfiadas, que quieren ollutour el olor a petróleo antes de pa*
El crecimiento del núcleo humano es sumamente lento, y solamente se gar el culebrero. Quizá de estos viajes a Las Infantas y a Barrancaber»
anima en la década de 1005*1015, Un comercio poco dinámico y con mejn quedan las dos fotografías dei pillo, Varios documentos del AHNO
vicisitudes continuas, no Implicaba la estructuración do una dudad y lo muestran en situación económica muy critica y en distintas épocas.
se satisfacía con un embrión de poblado. En 1005 luego del acuerdo do Llarranquilla con Bohórquez y francisco
Prodigue en los años 13 y 14 la rotación do los cuatro o cinco López Pineda, este último le presta 300 pesos (una ínula se negociaba
cargos oficiales entre unos dies beneficiados que se turnan en los entonces entro 350 y 300 pesos) para viajar a Bogotá, con ol fin de
puestos. En 1015 los moradores contemplan 1a llegada de vapores adelantar las gestiones do solicitud do la oonceslón, afirmando ser ahi­
descargando materiales e ingenieros con traje extraño, que hablan jado de Rafael Reyes, ¿Cómo y dónde conoció a Royes y cuáles eran
raro y se sacan retratos con cámaras fotográficas. Un olor a petróleo ios nexos entre ambos? NI lo nombra este último en sus escritos.
flota sobre el coserlo.,, Unos pobladores sin oficio salen de madrugada ¿Qué hace y dónde está Do Mares entre 1005 y 1000? En 1007 el
por el camino de Han Vicente, con un machete, y a diez cuadras del ministro Modesto Qarcés habla fallecido, con lo cual De Maros perdió
villorrio se iniermtn en el monte; desmontan rápidamente una plaza uno de sus pilaros en el gobierno. Luego cayó el dictador-padrino y
y sin tardar solicitan una adjudicación de baldíos' al Insector; este el ahijado se quedó sin el principal soporte de su oonceslón; victima
también sale de madrugada con el machete.,. de la ola antl-nepottsmo, se cancela su contrato a finales de 1000. Pre­
cisamente, con fecha de septiembre 30 de 1000 so halla (AUNO, Pondo
Todo está listo i el puerto leñero y el caserío de bogas, de tagUeros
de Hatillos, tomo 31, folio 400) la primera mondón documental del
y caucheros, está viviendo sus últimos dios.
contrato celebrado entre el gobierno y Roberto De Mures, en una carta
• » § que la Procuraduría Dineral do la Nación envía al ministro de Obras
Públicas,
El nuevo siglo se abre sobre un escenario listo para la comedia Entre esta fecha y 1010, se tunea a varios negocios me ñores y se
y en el primer acto sale el personaje central. Del pillo más descarado parece más n un deseitipleado en angustias, que a un magnate del
en Colombia durante veinte años, poco se sabe. NI siquiera hay cortesa petróleo. No obstante, i<m telegramas conservados en el Archivo No*
en cuanto a la nacionalidad de Huberto De Mares; ¿español, francés, rlouai evidencian que la corruptela no se embarcó para Europa con
Ingles o colombiano? MI es de origen francés ("era barranquillero de Reyes; De Morra mátenla una red de amistades venales en los circules
ascendencia francesa"), como lo sugieren (sin pruebas documentales) bogotanos del poder, acudiendo con frecuencia a su apoyo, En el tomo
algunos autores, quiza se llamaba Sismarais, o Demarest. Lo cierto 34, dei folio 115 al 131, del Pondo de Huidlos del AUNO, figuran tres
es que el apellido no es antiguo en Uolombla, sino reciente. Roberto telegramas que mandó De Mares en febrero de 1010 al ministro de
De Mares no pertenece a la oligarquía tradicional, es más bien un Obran Pobllcas y al doctor Esguerra ("Halúdolo unión familia. Afeol.
"aparecido de la República". amigo") pidiendo la adjudicación de tierras en La Olería y las mon­
Afirman unos que estuvo en París y en linroelotm hada 1004; en tañas de Boball;
1005 se pretende "vecino" de Harranquilla, donde es probable que "Agradeijerlale apoyarme Ministró Delegado obtener adjudicación de bal
vivió varios anos, pero entre 1000 y 1014 parece estar residenciado en dios, doble carácter, colono, explorado?".

300
En el infamó tomo 34 (folios 172-175 y 402-473) aparece el envío
de De Mares al ministro de Obras Públicas de una carta y un proyecto
de contrato. En el tomo 35 (folio 426) de 1911 figura un contrato entre
De Mares y el ministerio para la exploración de bosques (de tagua),
en San Bernardo (Santander del Norte). En el tomo 37 (folio 10), con
fecha de mayo 31 de 1913, sorpresivamente reaparece Roberto De
Mares pasando de "magnate" del petróleo al del modesto negocio
pueblerino de la tagua. El alcalde de La Olorla informa en un tele­
grama a Bogotá, que De Mares ha exportado 30 bultos de tagua "por
este puerto". De su mano sólo hemos encontrado los telegramas cita­
dos anteriormente y la vergonzosa carta de abril 30 de 1913, la que se
reproduce, ln extenso, unas páginas atrás. Algunos biógrafos aseguran
que Reyes y De Mares se conocieron en 1904 en París. Según nuestros
datos, en 1903 Reyes estaba de embajador extraordinario en W a­
shington negociando la entrega de Panamá, y desde Washington —se­
gún la costumbre— se trasladarla al palacio presidencial el año
siguiente.
La tesis de Simón Oalvls es: que todo el asunto de la concesión
a De Mares fue un negocio armado de antemano, entre los dos com­
padres. Según el mismo autor, cuando los ingenieros de la comisión
Foster, trazando el Ferrocarril del Norte, confirman al presidente la
existencia del petróleo, De Mares que acababa de llegar "recibió las
insinuaciones del general Reyes para que hiciera la propuesta al
gobierno"; agrega Galvfa que "el terreno se hallaba preparado", sien­
do que Reyes habla dictado con este fin el Decreto N9 34. De alli
en adelante el asunto se integra a la historia de la concesión. De todos
modos, efectivamente esta versión resulta sumamente incómoda para
los apólogos de Reyes, tambalea la estatua del “ prócer" y super patrio­
ta; pues significa que el asunto fue tramado desde París y con ante­
rioridad, por Reyes y De Mares.
Lo cierto es que en el momento de otorgar las concesiones a
Virgilio Barco y Roberto De Mares, para que éstos las vendieron en
EstadoB Unidos, estaba en el palacio, con beneplácito de Washington,
el hombre que podia ser más útil a los Intereses económicos norte­
americanos y el más obsecuente frente a la política cxpanslonlsta del
apóstol del "blg stlck". De hecho Reyes, desde 1905, auspicia la
autorización del traspaso de las concesiones De Mares y Barco: asi
favorece la penetración norteamericana y la entrega de los enclaves
yanquis, e igual cosa harta con la zona bananera. Habla pasado del
negocio de la quina a la venta del territorio nacional. Escribe Eduardo
Lemoitre, a propósito de las acusaciones que hacían al dictador en los
corrillos: "que se entendía por debajo de cuerda con las potencias
extranjeras para vender nuevos pedazos del territorio nacional" y
"que hacia depositar sumas fabulosas en bancos del exterior", etc. Al
propósito dice Humberto Vélez:
Reyes siempre habla mantenido una gran admiración por los Estados
Unidos, país que en determinado momento caracterizó como la humanidad
seleccionada ( . . . ) mantuvo inalteradas, hasta el final de su gobierno, sus
posiciones frente a los Estados Unidos.

392
Inclusive cuando ofendido por Hay, Mendoza, el embajador colom­
biano en Washington, presenta renuncia por su firmeza frente a los
dictados norteamericanos, Reyes lo acusa de "traidor a la patria"; es
llevado a juicio. Pero más cínico aún resulta su salida del palacio.
Se fuga en 1909, cuando su entreguismo a los yanquis genera en
Bogotá una explosión de nacionalismo antl-lmperlallsta. Simula un
paseo a la costa y se embarca Inmediatamente para Europa, dejando
puesta la mesa del banquete de homenaje preparado por la oligar­
quía costefla.
Además de los actores principales, surgen los segundones, los
papeles episódicos, los figurantes del elenco: los acólitos de De Mares,
personajes fugaces y grises, comisionistas algo tenebrosos, leguleyos
tramposos, que se esfuerzan por quedar Invisibles detrás del telón,
mercenarios venales e Intermediarlos voraces. Apenas aparecen, bre­
vemente, en el momento de cobrar unos cuántos dólares en 1919 y
luego se esquivan.

Resulta ardua la tarea de consignar en forma sintética un asunto


muy intrincado y que ocupa veinte aflos calendarlo: es que un misero
poblado, de las orillas del rio, concentra en su breve trayectoria una
veintena de aflos cruciales de la historia del país: 1003-1923, los cuatro
lustros que ven a la nación deslizarse hacia la órbita de la "estrella
polar". Se convierte el villorrio de Barranca en el lugar en donde los
aconteceres económicos se hacen visibles y tangibles, donde los acon­
tecimientos diplomáticos adquieren una Inmediata expresión terri­
torial y espacial.
La historia de la concesión De Mares se Inicia en 1905, con el
Quinquenio de Reyes y termina unos quince aflos más tarde, cuando
Marco Fidel Suárez renuncia, por haber mirado demasiado hacia la
estrella polar: Incluso hasta hipotecar sus futuros sueldos de presi­
dente, solicitando préstamos personales a empresas norteamericanas.
Pero el asunto se prolonga luego y la historia del oleoducto Barranca-
Cartagena Implica a la presidencia de Pedro Nel Osplna: pactando
este el contrato con el tenebroso coronel yanqui Flanagan y su Andlan
National Corporation. Ello ha dado lugar a una masa de controversias
que ocuparon a la Corte Suprema durante tres lustros, y su literatura
quizá supere aquella dedicada al Libertador.
Es historia de una prolongada estafa, de un embuste con múlti­
ples rebotes en los cuales la nación es victima complaciente y feliz de
un delincuente, de sus cómplices y de numerosos delitos (prevaricato,
soborno, tráfico de Influencias, destrucción de documentos, y algunos
más del Código Penal), condenándose a si mismo el Estado a cada
paso, en beneficio de los truhanes; los cuales de paso se van engallan­
do y despojando cínicamente entre si. Con materia prima para veinte
demandas criminales, no prosperó ninguna; las encuestas de comisio­
nes oficiales, por lo demás muy tardías, son desactivadas desde su

s 393
«wirttt, quedan siperfkial.es y resultan s m efeeto- jartfarfat L a o ü g a r -
qu te colombiana salía impone e inclusa ren ovad a, y fo r ta le c id a . L a
concesión De M ases es M historia de uxl d e lito c o n tin u o y de a n c u lp a ­
ble actuando (tarante quince años y qu ed an d o in e x p lic a b le m e n te
impune, gracias, a sus cóm p lices d e l a p a r a to e s ta ta l y a u n p o d e r
putrefacto por te cocmxpteía. E l c u leb rera e s ta fa y e n g a ñ a s u c e s iv a ­
mente a Bofaórquez. « a potare diablo de B a rra n c a « a v e n a d © e n su
□rúner s o c ü d l y enseguida a asaos m erca d eres d e B a rr a n q u ñ la ; lu e g o a
Zas petroleros de E stados Unidos, y d u ra n te tr e s lu s tro s a u n os m in is­
tros jumamente c o m p lacien tes y qjae c o n m a ch a b en evolen cia, a c e p ta n
perder p leitos. Cuando cae e l te ló n y s e reparte e l pon qu é* f a r r a 1393.
la nacida salió perdiendo- todos lo s com p a d res n a tiv o s re s u lta ro n a lg o
trasquiladas o c a n algunas mígalas, g a n a ro n los petroleros de
Ptttsborg.

♦ ♦

Eran conocidos desde la mas alta a n tig ü ed a d lo s cam p o s p e tr o lí­


feros del Opón-Carare por sos ‘•manantiales"’ . N o ob s ta n te , e s hacia
1960-1894 que varias colon izad ores de te región, b u scan d o tagua*
abriendo caminos o potreros* encuentran los posos a eieía» a b ie r t o y
los, señalan a ¡as autoridades* Trazando el camina B a rr a n c a -S a n Vi­
cente. harta 186T.. los peones de Lengerke en c u e n tra n s e d im e n to s p e ­
trolíferos y asfálticos en La O ra y THitemizar. En e l Feudo de Baldíos
del a h x c (tom o 5Q. del año de 1932} lo s folios 258/370 s e r e fie r e n a
asuntos petroleros y se baila en 1a página 2S I a n re c u e n to d e ¡os
descubran ten tos» señalando lo siguiente:
A te expandan máustnal y artística efectuada en Bugarama n g » en
Mfft* José Rueda Domimguez. cnfaoa», trujo muestras de a-guu jalada, pe trotea
riqiiidii y brea* recogidos e n te región d e In fe s ta s ...
Estos “betunes" no interesan a nadie, mientras no lle g a n lo s p ro s ­
pectores norteamericanos, a te vuelta del a g i o ellos s e a som a n en
1a costa, donde se inician unos primeros intentos ru d im en tario s de
extracción. Sin embargo* es solamente a principias d e l s ig lo X X q u e
se muña su historia económica con la prospección ra c io n a l} te e x p lo ­
ración sistemática y te explotación comercial e n g ra n esca la, c o a po­
derosas inversiones financieras. Termina te g u e rra d e lo s dos siglos
y entra Reyes al palacio.. No falta sino q u e u n V ir g ilio B a rc o
despoje a un colono de sus descubrí m ien ta s e n e l C ata tu m b o y
que un De Mares acíde de igual manera con un José J oa qu ín B ofcór-
qoea en el Opón-Carare.
Aquí se asoma el episodio central del asunta* la c o n c e s ié a D e
Mares y te sencilla cronología del accidentada a c o n te c e r se p ueden
resumir as£r
R afael Reyes, informado de los yacimientos del C a ta tu m b o y d e l
Opón-Carare es “elegido^ presidente y se posesiona e n a g o s to d e 1904.
A l poco tiempo, siendo- que ana cornisón tn gtes» exploraba en a q u e lla
zona el trazado del Ferrocarril Central del Norte, a solicitu d d e R e y e s

394
ios ingeníelos de te rafonón Foster visitan Las Intentas donde com­
prueban te existencia de Los aflora intensos. Mientras tanto un colono
y andariego de Barranca* José Joaquín Boborquez. recorre Las Inten­
tas a Wnxtwt de 1304. y en 1905. buscando dientes en te costa* conoce a
tes comerciantes de la Casa Pineda Vargas y Compañía. El 18 de
febrero de 1905. mediante un maiabansmo jurídico- (e l Decreto Le­
gislativo 34 de 1905* vuelto unos dias después Ley 6?). Rafael Reyes se
adjudica facultadles “para otorgar privilegios-'' en explotación de depó­
sitos d e asfalto y aceites minerales, sin que éstos necesiten Ttritactén
pública n i aprobación del Congreso. Todo esta listo, legalmente.
gSmnitAn^armn ti» en Bacranquilla. De Mares conoce a Francisco
Pineda y a Jacinto Vargas. Viaja a Barranca en junio y se entrevista
con Boborquez a quien propone formar una compañía. Se ancarga de
tram itar te concesión en Bogotá* cosa fácil según él* siendo abijado
del presidentes Regresa a Barranquüla y forma una saciedad verbai-
mentte con Boborquez y te compañía comercial de López Pineda Var­
gas. Se dirige a Bogotá y el 8 de agosto presenta a l ministro de Obras
Publicas. Modesto Garóes, un memorial de solicitud de concesión; con
esta dudosa ortografía comete su primer delito ( “Las rases de este
ptívñegDO... las leyes lo establesen*):
— 28 de noviembre de 19Q5. firma del contrato de concesión, en
Bogotá, entre De Mares y el ministro, “debútenmete autorizado por el
excelentísimo señor presidiente de te República'*'.
—30 de noviembre de 1905. dos dias después, aprobación del con­
trato por e l Consejo de Ministros.
__ 1 de marzo de 1906. publicación s i el Diaria OfidaL
— 2 de mayo de 1906* seis meses después de te firma. De Mares
mediante escritora en Cartagena traspasa su concesión a te saciedad
cte esa dudad. “ Justo M. de te EsprieUa". quedando como
sacio y representante de ésta.
__JT de marzo de ISO*!, se venció el plazo pora finirtar te explota­
ción y el ministro) de Obras concede una prorroga de tres meses.
— 6 de junio de 1907, vencimiento del contrato y segunda prórroga
hasta el S de septiembre de ese mismo año.
— T de septiembre de 1907. tercera prorroga hasta el I de sep­
tiembre de 1909.
— S de ja ste de 190». renuncia de Rafael Beyes; quien sale deJ
país el día 27 del au-aaa mes.
— 16 de septiembre de 1909. d ministro delegado entabla te decla­
ración de caducidad de te cemcesiórL
—33 de octubre de 1909. el ministra de Obras Públicas. Cartas J.
Delgado, declara caducado el contrato de 1905.
—31 de noviembre de 1909. De Mares solicita en un memorial te
revocación de te resofacbóriL
— 18 de noviembre de 191R. se redacta una nueva solicitud de con­
trato de concesión en Bogotá, entre el ministro- de Obras Publicas,
Celso Rodríguez* y el “Coaceeionano Sr. Don Roberto De M ares' ( ó c j .

395
— ,B D fe m arzo fe 183-&, a pesar fie 3t):arrliHEicff,Xir Mares, j jos ím a n -
<cagro pBEfyatíto m® 3tem raí tatemas. M « ñ l ® ((AHBH3, Fw nfl» ñs
tía ta s uartJfiamntílnanDE ffltaiman ¡un finrinneriím, gne HIíHimann f e ‘festóm
S is ¡aniÉtE* .ft»grt»;gti t í fpmn.iiminn¡urntetíteir, ffltegum Bnafita «Q ffiffl®(¿te 3» <rrar-
gnllwafia'"-
rfwitomi ,iii; le * ITaajfeiEEK, man rana fadtBnfitóm snVKñnr ¡a ma núBite f e
a«.iA'iniBiK ututo tftitmcMim (fie 'cmcnentu altos, innn ana fffiaz® f e (tres — 177 fie m ayo áte 11153®, e n Paasítaacrna De Mames itaane (oraftifm en
n ia tiifta , fie su tiemiralio a los señores Beasánm , Erees y ■Oru'wíará.
pmca 3a ± cjeíbcinc (fie 3® (litaras.
— 1® áte áte 3233, ■wnalwe Ete Mamas a aifimitar Oh rewrerariifin áte '“muscaroaaeS” f e 3a S ta n fia ri <Qi£L
3a restíactem (fie cnfiuciñná fiel contratar' (fie MU® — 2D fie anuyo f e 3SH® en WñmtnglBin, Eáüautare, Estaños EEniflns,
__.< fie («JHwn f e smJL iftrmB fefl T rata d o Ctenitóa-rbimijHiim, fie s e (nnmiiaíiiipe 3a Trnpicail GUI ’C cimmny. ■‘•aratífEz f e 3a Stanfem fl OH” .
tmnm napUniTl fie 81) rnumtmes f e fiSlareS piETB. 3a lEKplOlraclito f e pEEDS
infiemmnuúim fie Punamá.
ptírnsflenns y sus femizrafiDE, '‘ten 3a BSupUMBca fie C olnmiaia y en 'Oteras
— 2B 'fie nnwMiwnftnw áte 3EB34L, pteBSQuiD E>e Mantee ¡uñera mnlnntlinfl f e
reginnes fitü m im iflii” .
!la reonrramím f e 3a ferflarantem f e fcafliiniflnü.
— 34 y 1$ fie ju m o f e 3M®, fite? fila s sra&es fit í venrm uente fiel
— B.T7f e m ayo f e lira®, t í anntafitao f e (Otaras IPfifificas, firanriHc E n e-
fia , fe<ri»MTfi rlnnffiTTTTflnifin Ha ¡BeKtlucibn f e MJIUl Ete M ares Dtauient 3a fnnrOiminn use M ares mnig iiitri-/ii t í íuHaciosB 'oemmnrnal fie ‘“JiCta f e San
sex a 6 B ñ k citin ife g a S ft e l anmtbxsttng f e 32115 y ra e E n e r e u ñ a zo f e ra n ¡u fe ElineEte”,. f e .supuesta in a n g im iá ta (fie 3ns trabujos f e (expQtataciüin en
cam pos peürrJñf.GTOE f e ¡Las lofiarttas.
para itriinnrr tt¡r.BlbájjQ§, a pua®r fiel .‘25 f e jjiuma.
— gfanw iLPl-i y flfflas, D e Macea, m sfiiante shb somos e n Matufias 39MJ-3SE7.. S e nafitea 3a TPrnpicBll en B arranca y se ibfiman la s p er-
SnnKñcmes e n 3 .ig iníaratas
n .mfinK Ttinniimn EesrteEpn, y fil ¡cionfitil, general Fteamcncoo ¡Escobar
mqpnniB itrara pñytimBrmrfrrimn 3a ¡nsfitem f e SU C£E1GSHÍDB a iÜl'fíS taw erao- — -M Í E, 17 f e moteeontare, fiel prim er pazo brota peurolen.
Trttegttts; pfltmdteBQB. — p f e (Bitan¡i fie i p i p Bogotá. Ete M ares srihntta fie l aiftñen a i 3a
— 323®, «fin faltan fescnnnciña i(mn s e satas s i arañes ® áteqgñies f e ¡BinttiipttgEtniKm f e HimipRwn f e 3a (ormfiestero a 3a HPnpicál :QD Onnparry
3a xrxcuítattaniíra feQ ccrotrutu es fierar s i fe c a l io re-legalízafioj) Dms Unes — -95 fie ühbh) fie IM S , Biurrfta. D esreto ‘miwarmalHíta’ t 5 3 h « . M
iRtVmniiwff;tummnam 3a 'nunoeaicm en tBnniua p rlra íia y fina registro. cntai«nnD fie M areo Füñel Buaren. Oanpuráa aM M u flmnTñio a en Estaños
— 32 f e Jribn f e TVflTL® ¡un ttuil ¡Peña HritmttB p o r mn«irtiu p rop ia 3a O ndas.
TnRnriVnmBífiB .EannEEtam. 'fin las mismas ¡ttenras y t í gifelfiten to r e 3a — J tilir- urinrrn n s m m i f e M areo riñ e" S n io a t í eifltsnl general
(QimoQñe, cunar s i ignorara «gne acaba f e nrataHiflBnüa e n m ónita» f e Ete en Estaños Exodos, para trm gn~ilizar a 3 » S nnas petsu teas.
Marea. ¿3 pono tiem po ñesiKne P eñ a y e n 3E916 se •yntííro .socio f e — 25 f e aj»ngt.p f e Mffifi, ¡Bogotá,, traspuso f e 3a am eesífm n la
ÍDJg Marea, nnn un UJBfó Participa e n t í reparto f e ffifiDS fe lp e e s feü T rop ica l (Dfil Oam pany. Segrírn la mnmfctiifni f e 3a Cjctnara f e Bepresem-
traspaso a 3a Trapica!. ¡reotaaenfio 45DD aniünnes. f e 3as ¡25illDI) s n r e - ttiuiiífief., mmritarafia en 3B2B. “»e tra^ntsñ 3n ¡mmiiSterág^' ((,. .3 “ ®nr ±i>-
gafias a ¡Ote Mares p o r 3a IDropiiteS ® S Donrpany. etístienm a f e in TOitieTiiii tíq^tíia «tet finapaHD” i(_. .3, ‘teBe enntraíaD está
—107 f e ®c6nta» f e 323®. t í Inspector f e Pnttima f e B arranca, ¡a TtrraaflB f e júnuñuta"1* ({___3 ‘y áfite (oanstítiiía y ennStfiaroe en
snEtpjUnrfl f e ¡De Mares, refinata en Maa’jm ioa. ora a r ta f e it«in,nwintnrnwm 3a actnalhfiafi 3a f i a » f e ran proceso crim nuZ”
f e 3ns trufiaó®, pues Eegi) 3a ranmRitan ¡gagflfgpca F r m x a Ete M ares. — 33 f e apnenttarf fie IP IP Bnrntá fiefpnes M Tfldton » ía l e n -
■Untan len n a rfl y t í rrigemern. -nafrar fian Emnramw Sessrerm, y en tre ¡faaiafinr JHirtfianBrirann Ttn ffip H ic ^ n m , y i d mareonñ ‘“ riotindB-
J® testa r® -está ¡rasé «'¡iiajum Baficrpuer. Eitñnr” fie Siiirra., Sa C orte Suprema in fla n inoonsotm oB iití f in ta M s
— 53 f e Setarmu) fe QMiB, llegan a iaiurTrnm^nnin y vtayan a B arranca, t í M eareto 12njTms
en zapar, szme fiiez ingemerns y flmanrifir&s mnrii«iLTimTnp.B-nf» ipwi — iPTrnaltes f e 3F3B, n 3® pon® ™ a B ¡ p a r fiileraneflio fie rana fin®>-
tiaratiarea y aniingmñafli» sfiBñras p a r ILunnmr Eefltrepci, “jngemerr» y i^ tottíb. 3a TTniii.wi!nut iiinTOi '^■«ovA^TTTr. fin cien ñ o ntnnprur 3a fantasmall
ajifluiiidlnr niünniimmc'., y FíranniflDC ¡ESntitoar ‘’ssnóiii'.cl fe T rn tiim l fieBaparene y (wruMrge 3a Stanñarfl (d íl ;nne fiftfiiu ¡manettañ® 3a
Cnlnmtaia en ffiadafiis TQznflaa’',, nnñtaima f e Ete M ares en ere país. flttoiBRiftn flm fly t í pTitnritailo
— 3B f e íBtararo f e 2EhE. Ele Mares imce leflaatar e n ff^a^rp.-nfro ¡mm — rBB f e Sm em hre f e IM S. Bogotá, t í gdteem o prn m ifea 3a I pt
TniiñftfiTSB rauta s o ta » 3ss ™ ™ i t f e ¡i m otaras, y 3a jhihhmuibi pn-rn .■htto ¡n d m fen i ! f 1911, según «agón ® m rtnr® (ffitatafia por t í « t ía ija in r
Tirinas n3 inmiregífinr y su secretarte, 3de cuales 'taoriiTumm ‘■pn c-n m y U h B B .
anmmanr, sn (QicCsmdo”_ — JtfirdJ fe 1B5L, fin’niH fid 'Erataño f e Pcmiuná entro Ctiñnnñña y
—25) f e fetarero f e 3BM>. Q&e Mares HriliriT.n ¡tí nnznemri, e n su Estaños Cfiüflns.
Tnuui ire y t í f e Jiunm f e 3a EspritiDa, perm iso para mrmpBKirr su -nnn- — 33 f e jjraute fie 3223. M arco Etebñ S u árei y t í oubfifitrci ¡Estietucn
tith.~
1hi fie mimmalnr aj « m tn»B irihwftw mrirtiiAPiTTiCTltp.TOTmB jteuraariilte ffitiTmiim 3a rastíncinn,. ranyaBaraflo p a r tín im uñni y fiactm
— SD f e marzo f e 3fi3B, t í OnnaeSn f e WtaiiHi.nuk Q» nuag n t í perrateiu 3953 t í plazo f e 3a concesimi t 3a Ttenpicnfl Oál Gmqpiuny..

296 3B7
— 1922, la Tropical se convierte abiertamente en filial de la Stan­
dard Olí, lo que nunca dejó de ser.
— 19 de octubre de 1923, concluye el primer capitulo de la historia
del colonialismo petrolero en Colombia: James Flanagan y la Andlan
National Corporation, filiales de la ESSO, firman con el gobierno de
Pedro Nel Osplna el contrato de construcción del oleoducto Barran-
cabermej a-Cartagena.
Según Rlpy, citando el New York Times, desde 1922 estaban re­
presentadas en Colombia 24 compañías petrolíferas norteamericanas
y dies británicas.
Resuelto el embrollo de Panamá, del total de exportaciones colom­
bianas, que se dirigen a Estados Unidos, son por años las siguientes:
— 1922 el 66..8% — 1926 el 84.6%
— 1923 el 78 1% — 1927 el 81.8%
— 1924 el 78 1% — 1928 el 76.9%
— 1925 el 80 ,3%

Como se vio, en 1904 ya se sabia que habla petróleo en abundancia


en Barranca. Pero habrá que esperar quince años a las perforaciones
y el campamento empresarial que originarla la mutación del caserío
en ciudad. La razón de este atraso no radica en el lugar mismo; se
encuentra en Bogotá y Washington; no de tipo técnico, sino económi­
co y político. Estaba de por medio la espina de Panamá, un doble
chantaje que también durarla más de quince años. Por eso, otorgadas
las concesiones Barco y De Mares en 1905, sólo entran en gran pro­
ducción comercial después de 1920.
Hoy en dia no queda duda alguna: según los más diversos autores,
desde las concesiones y los campos petrolíferos de De Mares y Barco,
antes que petróleo lo que se "bombea" son los 25 millones de dólares
de la Indemnización por la pérdida de Panamá. Asi lo dice, Incluso, un
senador del Capitolio de Washington y los archivos diplomáticos evi­
dencian el nexo entre los dos asuntos. Son, durante años, la base de
un doble chantaje entre Bogotá y Washington: se acordarán facilida­
des a los Inversionistas norteamericanos, si el gobierno de Washington
firma el Tratado de Indemnización; se firmará dicho Tratado si los co­
lombianos favorecen nuestros Intereses e inversiones: era chantaje
contra extorsión. Sin Tratado no hay concesiones, sostienen los pillos
de Bogotá. Sin petróleo no hay dólares replican los banqueros de W a­
shington. Observa Alvaro Tirado:
...lo s yanquis tomaron despectivamente el asunto y sólo actuaron en un
sentido de acercamiento, cuando los intereses petroleros entraron en escena.
., los gobernantes colombianos sólo pensaban en poner e l país en manos
del mejor postor.
.. los americanos, antes de entregarlo, querían nuevas concesiones, sobre
todo en el campo de los petróleos...

396
Declaraba el presidente Carlos E. Restrepo en 1914, a propósito
de la rivalidad entre Oran Bretaña y Estados Unidos:
La presencia de L o rd Murray m e ha sido de gran utilidad, pues ha ser­
vido de espantajo a los Estados Unidos, los que temen extraordinariamente
nuestras concesiones a los ingleses.

P or su parte escribe con humor Vemon Lee Fluharty:


Se habían descubierto recientemente campos petrolíferos de gran exten­
sión y esto contribuyó, probablemente, a nuestro súbito arrepentimiento.

Y cita esta declaración reveladora del senador Watson, de Georgia:


Ha sido bombeada una propuesta petrolera al Tratado.
Fuente muy autorizada, admite Alfonso López Michelsen:
. . . e l tratado con los Estados Unidos y las negociaciones para explotar
las cuencas petrolíferas quedaron indisolublemente atados.

Bajo la presidencia de Marco Fidel Suárez se promulga, en Junio


de 1919, el Decreto 1255bls, pálido e Inofensivo Intento de mostrar
algo de dignidad nacional frente a los piratas internacionales del
petróleo. En seguida protestan las compañías petroleras yanquis por
estimar "lesionados sus intereses y propiedades y en peligro sus inver­
siones"; en Washington logran aplazar una vez más la firma del
tratado y el pago de los tan esperados 25 millones. Simula alarmarse
un embajador de Colombia en Estados Unidos, quien era pagado por los
petroleros; desde la Legación envía unas comunicaciones en tono apo­
calíptico. Escribe Darlo Mesa:
El embajador en Washington, Carlos Urueta, apremia al presidente para
que se enmiende la política petrolera en favor de los inversionistas norte­
americanos. ¿Obraba el señor Urueta en interés particular? El periodista
Luis Cano lo acusó de ser empleado secreto de la Standard Oil, de New
Jersey, y de la Tropical Oil Company.
Más categórico, en 1930 Fred Ripy afirma que en 1919 Urueta
estaba confabulado con el senador Fall y con Flanagan, agente encu­
bierto de la Standard Olí:
En el mismo momento en que Urueta presionaba al Congreso Colombiano
a aceptar el tratado, o muy poco después jera el abogado de la Andlan Cor­
poration!
Referido a la actuación del embajador colombiano en Washington,
dice Alvaro Tirado:
.. .se debió a que fue sobornado por la Standard Oil Company.
Asustado por las consecuencias del decreto, el presidente tranqui­
liza a los monopolios de Nueva Jersey y a los senadores de Washington,
con el marconl del escándalo dirigido al cónsul en Nueva York (quien
secretamente era empleado de la Tropical):
A l Cónsul General de Colombia en Nueva York: Sírvase explicar a los
intereses influyentes que este gobierno desea el desarrollo y el estímulo del ca­
pital extranjero; que e l decreto sobre petróleos no afecta derechos adquiridos,
que este decreto está suspendido y que será revocado en el momento oportuno.
Que se expedirá una legislación más favorable a los intereses comerciales,

399
que la Constitución Colombiana garantiza los derechos de los extranjeros;
y que el gobierno ha hecho representaciones ante la legación americana p ro­
metiendo garantizar tales derechos. H e trabajado, sufrido muchísimo en los
esfuerzos hechos para alcanzar la solución de esta materia; por eso sorprén-
dome saber atribuyénseme designios contrarios a los que inspírame.
Presidente Suárez.

La Corte Suprema deroga el 21 de noviembre el decreto de junio


20. Por dictado del embajador Phillip Hoffm an en el papel de consejero,
el gobierno retrocede y el 30 de diciembre, como regalo de navidad a los
petroleros norteamericanos, promulga la generosa Ley 120, conforme
a las exigencias de las empresas y del Capitolio de Washington.
Alentados, los trusts del petróleo piden más, por ejemplo la sus­
titución de la Tropical por la Standard Olí y otros cinco años de pró­
rroga del contrato de la concesión De Mares y su ampliación territo­
rial; se demora el asunto unos años más, lo mismo que la firm a del
Tratado y el pago. Observando la cronología de los sucesos, escribe
Jorge Orlando Meló:
Finalmente, después de que la Corte Suprema de Colombia derogó algu­
nos decretos objetados por los petroleros, éstos, apoyados por e l gabinete
norteamericano, lograron forzar la aprobación del Tratado.

En cuanto al epilogo, agrega Tirado:


Los inversionistas norteamericanos por intermedio de su gobierno hacían
saber que si no se acced'a a sus demandas la indemnización no vendría.
...S ó lo cuando los petroleros obtuvieron todas las ventajas eme auerian, el
tratado fue ratificado por los Estados Unidos (20 de abril de 19 21 )...

Poco después, con otro fraude electoral y luego de un via je "de


prueba" a Washington entra al Palacio Pedro Nel Osplna, considerado
en ciertos circuios de "la estrella polar" como un vulgar "traficante
antioquefio".
Suree allí otro personaje notable de esta feria. Pedro Nel Osplna,
ouien elegido presidente, antes de posesionarse “ hizo un via je de
observación a los Estados Unidos” , escribe Valbuena. Su barco hace
escala en Barranca y el futuro presidente visita las instalaciones de
la TOC, suscitando en el gerente y los directivos "una gran admira­
ción". siendo que además "hablaba inglés como su Idioma patrio,
como quiera que se había educado en aquel país y allí habla servido
cargos como el de embajador y otros". Con una visión algo distinta
Jorge Villegas observa que este viaje a los Estados Unidos era cos­
tumbre casi ritual de los futuros o recién elegidos, "como suelen ha­
cerlo casi todos los gobernantes latinoamericanos". Y recuerda este
investigador que Osplna sería huésped en Nueva York del capitán
Flanagan, agente de la Standard Oil.
El gobierno de Estados Unidos pacta con el “ traficante antioque-
fio” el pago de la indemnización; pero vigilados los dineros desde
Washington, llegan simultáneamente la plata y el experto Kem merer
con su sta ff de especialistas en finanzas públicas. Escribe a propósito
Fernando Cepeda Ulloa:

400
K em m erer llegó al país con el fin de asesorar al gobierno sobre la m ejor
manera para in v e rtir los 25 millones, .. .las reformas sugeridas por Kem m e­
rer significaron que su patria se convirtiera en la mayor fuente de capital
extran jero para Colombia.

A mediados de 1922 concluyó el asunto: los petroleros consiguieron


todo lo que solicitaron, el Congreso de Washington firmó el Tratado y
mandó, de una vez, la primera cuota y unos expertos financieros
encargados de vigilar que su uso operara en favor de intereses indus­
triales norteamericanos. Fue cuando el experto Kemmerer aconsejó
dedicar estos primeros cinco millones a la creación del Banco de la
República. En agosto 7 se posesiona Pedro Nel Osplna y el primero de
septiembre se hace efectivo el pago de 5 millones, como primer desem­
bolso de cinco anualidades, hasta completar los 25 millones. Según la
Ley 102 de 1922, asi se distribuirían las inversiones de la indemnización:

Empresa Cantidad

Banco de la República, 1923 5.000 000.00


Banco Agrícola Hipotecario 1.000.000.00
Ferrocarril del Norte, 1923 a 1925 2.973.012.45
Ferrocarril del Norte, 1924-1925 2 840.317.25
Ferrocarril del Pacífico, 1924-1926 2,156.264.08
Ferrocarril Tolima-Huila-Caquetá, 1924-1926 2.371.538.49
Ferrocarril del Carare, 1924-1926 650.762.59
Ferrocarril Central de Bolívar, 1924-1926 317.708.32
Ferrocarril de Nariño, 1924-1926 381.993.08
Ferrocarril de Caldas, 1924-1925 720.000.00
Ferrocarril de Medellin-río Cauca, 1924-1927 1.200.000 00
Ferrocarril Bolombolo-Cañaflstula, 1926 550.000.00
Ferrocarril Nacederos-Armenla, 1925-1926 246.957.36
Ferrocarril del Sur, prolongación Fusagasugá 95.328.14
Ferrocarril de Cundinamarca 299.785.60
Ferrocarril Ambalema-Ibagué 99.000.00
Ferrocarril Ibagué-Armenia 38.254.45
Ferrocarril Santander-Tlmba 115.520.00
Cable aéreo de Cúcuta al Magdalena 716.276.11
Cable aéreo de Manizales al Chocó 42.870.37
Canal del Dique 1.080.000.00
Bocas de Ceniza 1.750.000.00
Puente de Girardot 135.683.30
Muelle de Buenaventura 569.279.23

Total 25.359.550.82

Se abre para la oligarquía colombiana la época del derroche, de


"la farándula", de los carnavales; de la danza de los millones y de la
máxima corrupción. De entrada, la primera inversión sirve para res-

401
catar a un tal Pedro López, antiguo tendero vuelto banquero; financíala
ahora en bancarrota, por haber manipulado en negocios Ilegalea loa
dineros que le confiaba el público.
Kn Julio de 1023, en au «untuoso edificio de la Avenida Jiménez,
de estilo moderno, muy neoyorquino y diseñado por un arquitecto
norteamericano, entra en quiebra el banco del mercader Pedro López.
El experto Kemmerer convence a Pedro Nel Osplna de recuperar el
banco y au edificio, para crear el Banco de la República; solidarlos
conservadores y liberales, el gobierno desencalla el banco en quiebra,
rescatando “el honor" da los truhanea. De paso, la nación compra al
edificio recién inaugurado, por 750.000 pesos: quiza el máximo valor
alcansado en el país por un edificio privado.
Termina la fiesta en 1030, con Olaya Herrera heredando las con­
secuencias da la feria, las secuelas de la crisis mundial de 1920 y lo»
palacios nacionales y gobernaciones sin terminar o en obra negra.
Retratando al nuevo presidente, Femando Cepeda cita esta declara­
ción de Olaya Herrera al embajador de Estados Unidos en Bogotá:
..He tratado de seguirle el Juego a los americanos; logré que te apro­
bare la lev de petróleo que deseaban y se firmara la concesión Barco (para
la Oulf Olll; he tratado de proteger los Interesas norteamericanos en lo re­
ferente a los arancele*, etc. Me rompe el corazón ver que tos americanos me
han defraudado en el último momento.
En cuanto a la "Indemnización", evidentemente el gobierno de
Estados Unidos no habla pagado el Canal, sino más bien habla com­
prado unas concesiones petroleras Lo que los estadistas colombianos
presentaban como la cancelación del "traspaso" de Panamá, era con­
siderado una Inversión, por el sector exportador Imperialista norte­
americano. Era el traspaso del país a la órbita de la "estrella polar".

Como bien observa J. Villegas, De Mares "carecía totalmente de


recursos para la explotación. Su papel no limitaba a obrar como Inter­
mediarlo para vender 'su' concesión a una compañía extranjera". Con
toda evidencia este fue su único propósito desde el principio. Sin em­
bargo. sometido a los altibajos diplomáticos, se demorarla dies años
para alcanzar sus fines.
En Junio de 1016. De Mares, maestro en el engaño y la mentira,
gracias a sus intrigas, logra negociar con sus clientes una concesión
vencida, legalmente Inexistente. El mismo año llega la maquinarla
surgen loa drrrlcka en La Colorada y en Las Infantas. Y de las prime­
ras perforaciones brota el petróleo un día de noviembre de 1018
Ahora ea tiempo de volver al tema axial del estudio: ln forma­
ción espacial; primero la concesión y su extensión. No es fácil conocer
la extensión exacta de la Concesión De Marca original, la cual además
sufre cambios de linderos en varias oportunidades:
—1919, cuando pasa a manos de la Tropical.
—1021-1022, la Standard "absorbe" a la Tropical.

402
___I
C tM N M ll M t m , IfM -IK I

-1951-1053, cuando Laureano Oómes —quien tanto terror le te­


nia a "La Internacional"— la entrega a la International Petroleum,
bajo el nombre tranqulllsador de Ecopetrol. Ademán del externo lago
negro de tu subsuelo, la* tierra* del occidente do Santander al parecer
tienen una curiosa propiedad mecánica: ion eláatico* ¿será por el
caucho? Se encogen primero para loe yarlgulei y luego para loe
colonos mestizos, mientras se dilatan para los petroleros norte­
americanos.
El propio De Mares, que no conocía la reglón, decidió hábilmente
desde el principio tratar el asunto en forma muy evasiva. El "descu­
bridor" Bohórquet contó más tarde que, desde el primer encuentro
que tuvieron, De Mares determinó exagerar deliberadamente el ta»
mallo que Iba a presentar a los financieras extranjeros. Al propósito
escribe Valbuena:

403
A fir m ó Bohórquez en una publicación suya, que sus pretensiones sobre
terrenos petrolíferos no se salían d e l te rrito rio de B arrancaberm eja, d e l cual
le presentó un croquis a su socio D e Mares, p ero que éste p id ió qu e este
diseño fu era inflado con los linderos que aqui aparecen, am pliación que h i­
cieron los señores E nrique Otero D ’Costa y C iro V arga s V., em pleados que
eran en esa época de los señores Pineda Vargas y Com pañía. ( . . . ) Esté
escrito p or Bohórquez qu e la desm edida am pliación de su croquis la hicieron
los im provisados geógrafos tomando un mapa de Colom bia, y sin otra m en­
sura que escribir los nombres de los ríos Sogamoso, M agdalena y C arare y el
de la C ordillera O riental, com o los únicos cuatro grandes jalones qu e seña­
laban tamaña zona, diciendo — De M ares a manera de exp licación jubilosa—
que era necesario esa extensión para im presionar convenientem ente a las
compañías petroleras de Estados Unidos.

Asi se confirm a que, desde el inicio, D e Mares no tuvo otras in ten ­


ciones que vender un lago colombiano y subterráneo de petróleo a unos
financistas norteamericanos. Redactando el proyecto de contrato
(quizá asesorado por R afael Reyes, Modesto Oarcés y algún leguleyo)
no olvida ampararse con la cláusula 11:
E l presente contrato podré ser traspasado, p re v io perm iso d e l gobierno,
al individuo o compañia que tenga a bien el Concesionario.

Escribe J. Villegas:
Su papel se lim itaba a obrar com o interm ediario para v en d er "su ”
concesión a una compañia extranjera.

En una notarla bogotana firm an el contrato el 28 de noviembre


el ministro y De Mares, señalando asi los linderos de la Concesión:
. . . de la desembocadura del rio Sogamoso en e l rio M agdalena, este río
aguas arriba hasta la desembocadura d e l rio Carare, este r io arriba hasta
encontrar e l pie de la C ordillera O riental, y de aquí sigu iendo p o r e l pie de
la C ordillera, hasta encontrar el r io Sogamoso, y este rio aguas ab ajo hasta
el prim er lin d ero citado.
El Contratista obtiene un privilegio reducido a trein ta años, la
adjudicación de 1.000 hectáreas de baldíos por cada uno de los cinco
primeros pozos perforados, 18 meses de plazo para el inicio de las obras,
y se obliga a dar al gobierno el 15% del producto de la explotación.
Contrasta la precisión de los tres linderos fluviales con la vaguedad
del cuarto costado, bordeando éste la zona montañosa. De Mares
utilizaba una trampa entonces muy de moda, desde tiempos atrás,
para engañar a las autoridades: consistía en fija r un lim ite óptico
y no técnico. Según los intereses en juego, se puede argum entar cual­
quier sitio como "e l pie de la cordillera” . Más grave aún, en este
caso siendo que existen dos cordilleras, una cercana con otro nombre
y la más lejana, que si es la Cordillera Oriental en la cartografía;
truco precisamente utilizado en la controversia ju rídica de Burila
(años 1904-1909), en la cual Reyes, siendo socio y parte, actuó tam ­
bién como presidente y juez.
De hecho, esta ambigüedad le permite al pillo engañar a los com ­
pradores norteamericanos en 1914-1915. Como bien advierte Valbuena,
De Mares no sólo estafó a Bohórquez y luego a De la Espriella, sino tam ­
bién más tarde a los gringos, cediéndoles privadamente sus supuestos

404
derechos cuando el contrato había caducado, y además m intiendo en
cuanto a la extensión de la Concesión; m entira que descubren de
Inm ediato los clientes en su prim er viaje, tal como lo recordó cuarenta
años más tarde uno de ellos. Relatando el asunto en 1958, escribe en
Petroleum Engineer, Michael L. Benedum:
. . . D e M ares e xp licó que tenía una concesión p etrolera d e l gobierno co­
lom biano de unos tres m illones de acres. ( . . . ) los tres m illones de acres nos
atraían com o un poderoso imán, a pesar de que más tarde nos dimos cuenta
qu e la Concesión D e M ares no tenía sino un m illón de acres. Eso era más
qu e suficiente.

Como era de prever, estas diferencias de linderos y extensión da­


rían lu gar a numerosos litigios que sólo se resuelven con el traspaso
que realiza De Mares a favor de la Tropical, en 1919. Entonces el
m inistro Carmelo Arango, el 20 de junio accede a la solicitud de
traspaso, pero con esta condición muy "patriótica” :
Q ue e l to ta l de la zona o de las zonas que pueden ser explotadas por la
Com pañía no exceda de cien m il (100.000) hectáreas ( . . . ) que deberán deli­
m itarse con precisión, dentro de tres (3 ) años, contados desde la fecha del
traspaso.

En seguida contraataca el abogado colombiano de la Tropical


"aceptando las nuevas condiciones exigidas, menos la relativa a la
extensión de la concesión". Como era de prever el ministro, muy com­
placiente y veloz, echa pie atrás el 23 de agosto:
Q ue dicho señor U rib e A r a n g o . . . m an ifiesta. . . ser im posible para la
com pañía que representa aceptar la disminución de la zona de concesión. . .

En seguida el ministro explica el litigioso ordinal primero:


. . .tu v o p o r ob jeto principal delim itar de una manera precisa la zona de
concesión, fija d a de manera vaga en el contrato p rim itivo de 6 de diciem bre
de 1905, ya que no es posible establecer, sm un acuerdo p re v io entre las
partes, los puntos term inales de la linea que une los rios Carare y Sogamoso,
“ Siguiendo por e l pie de la C ordillera Oriental” frase esta de tal ambigüedad
que no p erm ite en un m om ento dado decir en dónde term ina la concesión
p o r este lado.
Sigue el documento con la argumentación de la empresa, a lo largo
de cinco ordinales. Hay dos Arango en el asunto y uno termina ha­
ciendo el papel del otro: el ministro Carmelo Arango, es quien parece
ser el apoderado de la Tropical, más que su propio abogado contrata­
do, Marcelino Uribe Arango. El que hace de ministro del gobierno de
M arco Fidel Suárez concede el permiso de traspaso por De Mares a
la Tropical, por un término de treinta años, dando ésta al gobierno
el 10% del producto bruto. Dos dias después, el 25 de agosto, en
Bogotá, se reúnen en la Notarla Tercera Roberto De Mares, Marcelino
Uribe Arango y el ministro Arango. Les tienen plena confianza los
empresarios norteamericanos y no los acompaña ninguno de ellos. Se
firm a la Escritura 1329 de traspaso de la concesión De Mares a la
Tropical Oil Company, insistiendo en la cláusula sexta:
. . .p ero e l lindero oriental deberá ser fijad o de c o m ú n acuerdo entre e)
M inisterio de Obras Públicas y la compañía ( . . . ) para el trazado de la línea
d efin itiva en e l térm ino de seis meses.

405
No se sabe en qué fecha se hizo en el terreno la fijación del lin­
dero oriental. Pero es casi dos años más tarde, en marzo 14 de 1921,
que lo adopta la Resolución del ministro Esteban Janunlllo, del gabi­
nete del presidente Jorge Holguin, reemplazando a Suárez que habla
renunciado. La compañía logró salvar las fuentes y los yacimientos
más orientales y en litigio: “ La Llana'* y "El Hospital” , resultan aden­
tro y el lindero del Este quedará asi:
De la boca del Chucurí en el Sogamoso, linea recta a la unión de la
quebrada “ Las Flores” , con la de “ Los Indios” ; de aquí, linea recta, al punto
donde e l Opón rompe la colina de Portones; de aquí en linea recta a la unión
de la quebrada de “ Arm as" con el Guayabito, y de ahi a la boca d el Horta
en el Carare.

Sobre el tamaño superficial de la concesión De Mares se ha es­


crito mucho, pero sin mayor precisión. En Colombia: A Comercial and
Industrial Handbook, Bell describe asi la extensión de la concesión
De Mares:
Su longitud sobre el Magdalena es de treinta millas, aproximadamente, y
la comprendida entre el rio y las montañas se calcula en 75 m illas; e l área
total de la concesión asciende a 1.300.000 acres (otro cálculo da 3.000.000 de
a c re s )... ( . . . ) abarca alrededor de 1.500.0000 acres.

Fred Ripy citando estas cifras tan contradictorias, observa que el


mismo autor también atribuye a la concesión 5.000.000 de acres. Según
escribe un tal Winkler hacia 1928, en Inversiones de capital de Estados
Unidos en América Latina:
La Tropical O il Company compró la concesión De Mares de 2.000.000 de
acres que se extienden en 70 millas a lo largo del rio Magdalena y con una
anchura media de 30 millas,
i Habla cambiado de forma, disminuyendo sus dimensiones, pero
creciendo su superficie] Bajo el gobierno del abogado petrolero U «la -
neta Arbeláez se dilata el territorio, en detrimento de los colonos y
en beneficio de la Standard Olí de Nueva Jersey y de la International
Petroleum, de las cuales él mismo era apoderado:
En vida de Ecopetrol, el Gobierno Nacional por Decreto NV 1070 del 20
de abril de 1953, por el cual se adicionaron terrenos libres circunscritos
a los linderos originales, aumentó el área de la Concesión a 1.352.862 hectáreas.
Observan acertadamente Sandoval y Gómez:
.. .una superficie territorial, que alcanzó a nombre de la Tropical a 500.000
hectáreas, puesto que a nombre de la International, llegó a redondear 1.500.000
hectáreas.
Usando una cartografía escala 1/100.000 y estas variadas infor­
maciones, se ha intentado dibujar los diversos perímetros señalados.
La moraleja podría ser esta: los campos petrolíferos son elásticos, se
dilatan a medida que se bombea el crudo: una concesión petrolífera
puede cuadruplicar su tamaño en menos de cincuenta años.
De ahi en adelante surge un interrogante: siendo que con cada
expansión petrolífera se reduelan las áreas agrícolas de libre uso ¿qué
pasó con el campesinado y los colonos labradores ocupando baldíos?

AQ6
* * *

Bar rancabermeja surge en tierras nacionales y por lo tanto dispu­


tadas, en el momento que su aparente esterilidad superficial revela
la riqueza de su trasfondo. Por lo tanto, no deja de ser importante ei
tema ae los baldíos, pues incide poderosamente en el oraenamiento
territorial y en la estructuración urbana de Barranca, en la aecaaa de
los años veinte. En efecto, se presenta aquí el caso muy peculiar de
un conflicto social en torno a los baldios, pero no por la corteza super­
ficial sino por el subsuelo Invisible; no con miras a su explotación
agropecuaria, sino por un yacimiento de tipo minero y suoterráneo.
En la región las adjudicaciones se hablan iniciado en el siglo X IX ,
y el catálogo del AHNC indica que, entre 1837 y laU8, algunos extran­
jeros (entre ellos Cortissoz y Lengerke) recibieron más de 40.000
hectáreas en Aguachica, el Opón, Zapatoca, etc. Robert Joy se bene­
ficia en Girón con una adjudicación de 16.100 hectáreas. Los solici­
tantes extranjeros, presentan bonos de deuda pública o reciben las
tierras en virtud de un contrato y como parte de pago para la cons­
trucción de una ferrovla o la apertura de un camino.
Durante la “ feria de los baldíos" la mayor parte de estas adjudi­
caciones desmesuradas no tuvieron ninguna proyección productiva;
sólo crearon latifundistas y perspectivas futuras de fricciones y liti­
gios con el campesinado. En ciertos casos, después de un breve auge,
las tierras quedaron sin uso durante décadas. Para muchos tenedores
de bonos y adjudicatarios, el negocio no es cultivar y explotar las
tierras; es elaborar escrituras y explotar el campesinado, extorsio­
nando sus ocupantes. Es éste el sentido de la adjudicación a los mer­
caderes bogotanos, como son los Valenzuela; otra fechoría de Rafael
Reyes, según Valbuena, quien relata al propósito:
O tra concesión desmallada del gobierno del señor general Reyes fue la
de los terrenos de la banda derecha del rio Leb nja a unos señores Valenzuela,
de Bogotá ( . . . } . En una ocasión acompañé en un viaje a quien fue miembro
distinguido del foro colombiano y notable hombre público, al doctor Pedro
León Mantilla, que a nombre de aquellos señores Valenzuela se propuso
tocar en todas las cabañas, barracas y en cuantos pequeños núcleos de pobla­
ción había en aquellas riberas, para descubrirles a sus habitantes y notifi­
carlos, con muchos cumplidos y gentileza, de cómo eran los señores Va­
lenzuela los dueños de esas tierras y a quienes se debia pagar algún trib u to...
Los mestizos montaraces ( . . . ) le respondían al caballero notificador, varian­
do la forma pero no sus firm es propósitos: “Je. ¡Que vengan esos señores para
pagarles!" y de una vez ponían la mano sobre e l machete.

Es de suponer que Lengerke habla invertido antes de 1860 sus


ganancias comerciales en la adquisición de tierras en Zapatoca,
donde fundó las plantaciones de la hacienda de Montebello. Pero es
cuando surge la necesidad de la exportación de su producción, que se
liga el binomio comunicaciones-adjudicaciones. Según los documentos
registrados en la gobernación, Lengerke recibió una adjudicación co­
rrespondiente a cada uno de los contratos para la apertura de vías.
En 1863 dos contratos significan, uno 200 hectáreas y el otro 10.000.

407
Un nuevo contrato, también firmado en 1863, es el que aquí más In te­
resa, pues su objeto es "abrir dentro de cuatro años un camino ae
herradura que conduzca de la cabecera de este distrito (Zapatoca) al
punto de Barrancaberm eja.. y allí construir bodegas "seguras y ca­
paces, con techo de teja", lo mismo que varios tambos-escalas en el
trayecto del camino. Entre diversos privilegios el contratista recibe
entonces "12.000 hectáreas de tierras baldías, de las que posee el Es­
tado Soberano de Santander en el trayecto del camino, en los puntos
que él elija". Este contrato se firm a el 31 de diciembre de 1863 y lo
aprueba el presidente del Estado de Santander, Eustorglo Salgar, quien
tampoco desdeñó las adjudicaciones personales, según el listado del
Ministerio de Industrias elaborado en 1933. Era éste otro genio gra­
duado de abogado a los 20 años, general a los treinta, embajador
en Washington a los 33, presidente de Colombia a los 39 años, en
1870; y del cual, según se desprende de su biografía, el mayor logro
fue que no hubo guerra en el país durante los dos años de su mandato.
Con las cifras anteriores, por lo demás Incompletas, es probable
que los títulos de Lengerke sumaran más de 20.000 hectáreas. Incluso,
en 1873 las propiedades del germano sirven de lindero, cuando la ad­
ministración demarca el corregimiento de Chucuri:
...por el sur, las lineas geodésicas que por este lado demarcan los
terrenos de Geo Von Lengerke...
Como era de esperar, al poco tiempo estallan las primeras con­
troversias al calor del desarrollo productivo de las tierras y de la
demanda de ciertos productos. Se recrudecen los litigios cuando aso­
man las perspectivas del café, del tabaco, de la quina o de la tagua
en los mercados internacionales. Igual que en otras regiones, los dlfe-
rendos de propiedad se encuentran estimulados o agudizados por la
demanda externa.
En este sentido resulta muy ilustrativo el caso siguiente, en el
cual libran una guerra, con ejércitos privados, y en territorio colom­
biano un empresario alemán y su rival venezolano, acudiendo además
cada uno a las autoridades indígenas para fallar en su favor. L a Ley
19 de 1865 habla determinado que los Estados Soberanos eran los que
podían disponer de sus tierras baldías y adjudicarlas a particulares.
No obstante, en 1880 el gobierno central tramita una adjudicación
solicitada por el venezolano Manuel Cortissoz, negociante establecido
en Bucaramanga donde era además cónsul de Venezuela. El mismo
año, Lengerke funda una sociedad industrial y firm a con el gobierno
del Estado Soberano de Santander un contrato de explotación, trans­
porte y exportación de la quina. El gobierno da en explotación sus
baldíos, desde la serranía de La Paz, hasta las riberas del Magdalena,
zona sobre la cual Cortissoz está gestionando en Bogotá su adjudicación.
Las dos empresas se enfrentan, cada una pertrechada con un nu­
trido grupo de apoderados nativos, "generales" y "doctores", calificados
como "socios" o "agentes". En realidad no eran sino los “ factótum s"
locales, encargados por los extranjeros para resolver sus dlferendos ju-

408
ridicos con la administración Indígena; práctica entonces corriente del
colonialismo en Asia y Africa. Se llega incluso a un conflicto epistolario
entre el presidente del Estado, Solón Wilches, apoyando a Lengerke y
R a fa el wúnez, presidente de la Unión, respaldando a Cortissoz. Mientras
tanto en los campos, más que cartas, se usan productos recien importa­
dos por amoos comerciantes: Winchester, Remington y Smitn and Wes-
son. mi venezolano arma una cuadrilla comandada por un "general” y
éste en los caminos hacia Puerto Santander intercepta los envíos y
"decom isa" la quina de Lengerke; el germano replica organizando una
banda de peones para enfrentar a su competidor venezolano. L a muerte
de Lengerke en 1882 y la crisis de la quina el mismo año ponen el punto
fin a l al enfrentamiento, y no volvemos a encontrar datos soore la adju­
dicación a Cortissoz. Pero en “ la feria de los baldíos" los nativos no se
quedan atras y en este mismo año, oe 188U, Manuel Díaz Granados "y
otros" titulan en Betuna y Girón cuatro adjudicaciones, sumanuo cerca
de 13.000 hectáreas.
Con todo eso, la política clasista de los baldíos se evidencia muy
temprano cuando apenas se otorgan adjudicaciones, bien sea a mima­
dos de algún régimen o “ en recompensa de servicios", o a los especu­
ladores traficando con bonos de deuda pública, incluso falsmcauos en
una oficina estatal en Bogotá. Pero se hace más evidente aún, cuando
la presión del campesinado de colonización obliga al goDierno a pro­
mulgar la Ley 71 de 1917, sobre adjudicaciones menores de 20 hectáreas.
Entonces los mimados y traficantes, a veces en forma muy expedita y
mediante el soborno en alguna oficina estatal en Bogotá, logran titular
latliundios que ni siquiera conocen; mientras tanto un labrador quin-
diano, o de Aracataca, puede demorarse años para cumplir con los re­
quisitos exigidos para escriturar veinte hectáreas.

• * •

En este contexto histórico surge un nuevo tipo de confrontaciones,


en la zona petrolera santandereana. La concesión no es adjudicación;
tiene carácter de arriendo, pero no de propiedad. Inclusive, el contrato
inicial de 1905 prevé, y distingue, la posibilidad por De Mares de conse­
guir en propiedad unas adjudicaciones de baldíos. Y resulta que adentro
de la concesión están radicados desde años atrás numerosos colonos,
posesionados pero sin títulos.
A partir de 1916 los clientes de Pittsburg titulan sus adquisiciones
en form a legal, a medida que compran predios en Puerto Galán: solici­
tan escrituras a los vendedores. De Inmediato, numerosos posesionados
tratan de legalizar sus predios; solicitan una adjudicación, acudiendo
a los procedimientos de la ley. Otros se enteran, llegan del caserío,
ocupan un pedazo de manigua, lo desmontan, construyen un rancho y
esperan las ofertas de los empresarios para negociar su "m ejora” .
Llegan siempre más “ colonos" a ocupar más tierras vírgenes en los

409
alrededores del pueblo; es una carrera de velocidad para anteceder
la empresa en la ocupación del espacio circundante, tanto cercano
como en los campos petrolíferos de Las Infantas y de La Colorada.
Por otra parte en 1017, en el mismo momento que la Tropical
Inicia sus perforaciones, se promulga la Ley 71 a favor del pequeño
campesinado de colonización. Como era previsible, en seguida los colo­
nos se precipitan para titular sus “ derribos" y la empresa petrolera
Inicia los desalojos; opera, según el caso (y la relación de fuerza),
manu militad o comprando mejoras.
A partir de este momento toca aunar la política de adjudicaciones
con aquella de concesiones, siendo que actúan ambas en forma con­
tradictoria. De hecho prevalece la segunda, negando la primera; no
obstante, el Estado sigue dando en propiedad a los colonos tierras
que tiene arrendadas a los petroleros. En forma m&s que ambigua
pretende satisfacer a los campesinos colombianos, pero sin perjudicar
a las empresas extranjeras. Tendrá que escoger y sin vacilar ampara
a los m&s pudientes. Además, desde el principio los redactores del
contrato de 1005 consideraron este amparo, y éste dice en su
articulo 69:
El Gobierno no se obliga a permitir la extracción de petróleo en los te­
rrenos, etc.
Lo cual era una manera velada de asegurar la protección necesa­
ria a los empresarios. Esta cláusula se “ aclara" y modifica en la
resolución ministerial del 23 de agosto de 1610, autorizando el tras­
paso de la Concesión De Mares a la Tropical, y la escritura notarial
definitiva del día 25 reza:
El Gobierno no se obliga a permitir lo extracción de petróleo en los terre­
nos que eran baldíos de la Nación el seis de diciembre de mil novecientos cinco,
situados dentro de la zona definitiva de la concesión, etc.
Con estos tres renglones se anulan casi quince años de derechos
adquiridos por los colonos y se abre la puerta Jurídica a su expulsión,
mediante múltiples arbitrariedades. Reciben los campesinos el golpe
más duro de parte del ministro Esteban Jaramlllo, cuando, bajo dic­
tado de los petroleros, da a conocer la resolución del 14 de marzo
de 1021, determinando el limite oriental de la Concesión a la Tropical.
En seguida estallan las confrontaciones, tanto Jurídicas como arma­
das, en la reglón de La Llana, persistiendo a lo largo de los aflos
1921 y 1022. Mientras tanto en los alrededores de los perforaciones y
de los campamentos de la Tropical, en Las Infantas y La Cira, estallan
a mediados de 1022 los primeros litigios entre colonos y petroleros.
Como si fuera poco, Irrumpen en la zona la Leonard Exploratlon
Company, norteamericana, y la Lobltos Ollflelds Limited, de Londres.
Entre las tres empresas se desata una guerra Internacional del petró­
leo, desde 1920 hasta 1022, en unas veredas de San Vicente de Chu-
curi. Los pormenores de la confrontación, entre los trusts británicos
y yanquis, los conforman centenas de folios del Fondo del Ministerio
de gobierno, del AHNC.

410
Estos sucesos y conflictos sociales, en torno a las tierras aledañas,
repercuten directamente sobre los Inicios urbanos de Barrancaber-
meja. A solicitud de los norteamericanos la gobernación envía, en
febrero do 1022, un cuerpo de policía departamental a Barrancaber-
mcjn, al mando de Martinlano Valbuena, nombrado primero “ agente
Inspector de hidrocarburos de las petroleras de Las Infantas" y poco
después "Comisarlo de los riberas del Magdalena"; fórmula eufemls-
tlca escondiendo un "chafarote" al servicio Incondicional de la Tro­
pical, y respaldado por funcionarlos locales sobornados, como él mismo
lo dice m&s adelante. Apenas nombrado, rinde en marzo de 1022
un Informe a la asamblea departamental, en el cual solicita “ una
fuerza efectiva por lo menos de 50 hombres"; argumentando varios
patologías sociales en la región, no puede menos que señalar:
. . . llegando esta ola de abusos hasta los colonos de vieja data de vida
entre el monte, cuyos derechos quedaron desamparados desde que ciertas
autoridades se entregaban incondicionalmente o la compañía petrolera en la
esperanza, sin duda, de ser recompensados más tarde por ella, como casos
se han visto.
Unos días después supuestamente con base en las quejas del cam­
pesinado pero qulz& a solicitud de la Tropical, el Congreso manda una
comisión de encuesta, primero a Barranca, luego a Las Infantas. La
preside Nemesio Camacho y es miembro de ella Miguel López Puma-
rejo; y al propósito escribe el corresponsal de Vanguardia Liberal
que "los comisionados en nombre del pueblo le expusieron ligeramente
los motivos de quejas que existen contra las autoridades y empleados
de la Tropical". Valbuena presenta su versión de los aconteceres:
. . , muy pequeña la guarnición de policía para contener la desmoraliza­
ción, reprim ir las contiendas, riñas, borracheras, robos y otros muchos desór­
denes que nos desacreditaban ante los miamos extranjeros que intervenían
en los negocios petroleros.
Es cuando Nemesio Camacho, obedeciendo las demandas de la
empresa, sin esperar su regreso a Bogotá, envía desde Puerto WUches
al ministro de Gobierno un telegrama, en el cual preconiza reforzar
de Inmediato el aparato pollclvo, señalando:
, .la premiosa necesidad pronta ejecución localizar Sección Policía Na­
cional allí y en Infantas. Lo Empresa petrolera ofrece el local para alojar
treinta hombres, que permltimonos insinuar sean dirigidos por probado perso­
nal del interior, etc.
C o n tes ta apresu rad am en te el m in istro V. M. Solazar, el 21 de ab ril:
Estaba ausente. Ahora ocúpome organizar Sección Policio paro Barran-
cabermeja, y espero despacharla el lunes próximo, de manera que llegue a su
destino el Jueves 26, etc.
Mientras tanto, los actuaciones de Valbuena no tardan en sus­
citar protestas. Lo denuncia al gobernador, con un marconi del 23 de
abril, un tinterillo al servicio de los colonos expropiados por la Tro­
pical y atropellados por la tropa:
Ruégole imponer medidas enérgicas fin reprimir abusos, infamias come­
tidas por autoridades Barranca bermeja, quienes asegúrase son comprados por
Compañía Tropical ( . . . ) Benedicto Urlbe.

41 1
Serla constante esta denuncia de la corrupción adm inistrativa
que tenia su mismo origen en las actuaciones de De Mares, desde
1913 por lo menos. De tal modo que en Barranca la población protesta,
obligando al gobernador a un cambio continuo del alcalde; al pro­
pósito dice Valbuena:
A lcald es ha habido que se viero n forzados a tom ar las de V illa D iego,
perdiendo la autoridad a trueque de conservar la vida.

De regreso a Bogotá, la comisión rinde su in form e: menciona "las


disputas de intereses que ya se suscitan y que aumentan de día en
dia’\ "e l hacinam iento de gentes de diversas procedencias y razas,
suele dar motivos a ejecución de hechos delictuosos que la más de las
veces quedan sin correctivo o sanción, por fa lta de una autoridad
Inmediata y competente” , y concluye que es necesario crear en B a ­
rranca un nuevo Circuito Judicial. En seguida presenta al Congreso
el proyecto de ley, por el cual se crea el Circuito Judicial de B arran-
cabcrmeja. Era el 3 de m ayo: apenas una semana antes habla sido
Inaugurado el nuevo municipio. Según reza la ordenanza de la gober­
nación, se iniciaba su aparato administrativo con un alcalde y su
secretario, un personero, un Juez municipal y dos secretarios, un Jefe
de la policía con treinta agentes. . . y dos maestros de escuela.
Con base en esta política represiva, asegura S. O alvis que el go­
bierno “ le puso coto a esta situación” , pero veamos cómo actuó enton­
ces el ministro V. M. Solazar desde Bogotá:
P o r m edio de sus respectivos representantes en C olom bia ha solicitado
del G obierno la Tropical O il Com pany que se la am pare contra las usurpa­
ciones y perturbaciones de algunos individuos que invaden con frecuencia
parte de los terrenos ubicados en el Departamento de Santander, en qu e se
hallan situadas las fuentes de petróleo cuya explotación ha em prendido en
su carácter de ccsionaria de la concesión, que fue otorgado p or e l G obierno
en 1905 al señor Roberto D e Mares. En m em orial d irigid o al excelentísim o
señor presidente de la república con fecha 6 de junio últim o dice e l señor
W illia m F. Montavon, apoderado y representante general de la expresada
Compañia.

Sigue la queja de los empresarios y se destacan estos párrafos,


q u e le r e c u e rd a n su s d e b e re s a l g o b ie r n o :

E l gobierno dará al contratista, por conducto de las autoridades de la


región y dentro de sus atribuciones, la protección le g a l necesaria para hacer
efectivos los derechos que adquiere por el presente contrato ( . . . ) .
El arrendador es obligado: 3? A librar al arrendatario de toda turbación
o embarazo en el goce de la cosa arrendada.
M e he perm itido hacer las anteriores citas convencionales y legales,
para pedir m uy respetuosamente a Vuestra Excelencia la protección necesa­
ria a que la Compañia tiene derecho contra las usurpaciones y m ortificacio­
nes de ciertos individuos que con frecuencia penetran a los terrenos de la
concesión, derriban a llí árboles, dañan los puentes u otras obras construidas
p or la Compañia e indispensables a ella, e im piden e l trazado de vias férreas,
etc. ( . . . ) la Trop ical O il Company debe ser protegida, p or existir un con­
trato que asi lo dice y también porque lo manda la ley, contra los usurpa­
dores y gentes que impiden a la Compañia ejercer librem ente sus derechos.

412
D e inm ediato, el m inistro dicta esta resolución contra los colonos:
En m érito de las anteriores consideraciones, se dispone oficiar al señor
G ob ern ad or d e l departam ento de Santander, para que a su vez lo haga a
las dem ás autoridades adm inistrativas de su dependencia a fin de que se haga
saber al público que los terrenos ob jeto de la concesión no pueden ser ocupa­
dos en fo rm a alguna p or particulares sin permiso de la Compañía y para que
p o r dichas autoridades se le preste a ésta el aployo legal contra toda pertur­
bación qu e le im pida e je rc e r librem ente sus deirechos. (Resolución N? 120,
M in isterio de G obierno, ju lio 13 de 1B22.)

A h ora bien, tanto se "puso coto” con esta única intervención, que
la situación em peoró rápidamente. De tal modo que esta medida con­
tribuirla a unir el campesinado y el proletariado en la primera huelga
obrera del afio de 1924. De febrero a mayo de 1922 el cuerpo de policía
tiene su base en el puerto pero, a insistencia de la empresa, se muda
en ju n io para quedar al pie de los pozos, en Las Infantas y al servicio
directo de la Tropical, como lo deja en claro su Jefe:
N o ha m ucho d ije al señor Gobernador que no entendía y o de qué arte
se v a lie ra B enedicto U rib e para asustar a la Tropical y arrancarle ta l suma,
no habiendo e lla hecho otra cosa que reclam ar su derecho que era perfecta­
m ente claro y y o amparárselo lanzando a Piedrahíta como acuponte de
h e c h o ...
. . .pues m i p olicia y y o tuvimos que dejar a Barrancabermeja para esta­
blecernos en Las Infan tas. . .

En septiembre, el tinterillo Uribe se dirige al periódico El Tiempo


para denunciar nuevos atropellos:
E l com isario M artiniano Valbuena ( . . . ) es tem ido en esta región por sus
innum erables atropellos y sus inauditos abusos. Despoja frecuentemente los
colonos, v io la los dom icilios y dispone de la vida y honra de los ciudadanos
a ciencia y paciencia del gobernador García Hernández ( — ) Benedicto Uribe.

Alertado el gobernador, envía el 20 de septiembre este telegrama


a su Jefe de la policía:
C olonia antloqueña quéjase a excelentísimo presidente de que usted
aprisiona, cobra multas, viola domicilios, despoja colonos, defrauda tesoro,
com ete inauditos abusos a ciencia y paciencia del gobernador García Hernán­
dez. P a ra pod er contestar los cargos sirvase presentarme sus descargos.
Servidor, J. M . G arcía Hernández.

El je fe de la policía justifica en octubre sus actuaciones:


. . . hace cuatro meses m i policia y y o prestamos servicio aqui en Infan­
tas. L os trabajadores se alojan en campamentos semejantes a cuarteles de
campaña, pertenecientes a la Tropical, en los cuales hay un verdadero cos­
m opolitism o de hombres solos, que se hace necesario inspeccionar de tiempo
en tiem po o cuando ocurren altercados entre los obreros. ( . . . ) Tengo suma
f e en que si se protege a la compañía, como es de esperarse, se salvan tam­
bién numerosos trabajadores y grandes intereses de esta zona llamada a un
en vid iab le porvenir.

Quizá por eso sigue expulsando colonos:


A los perturbadores venidos después de la resolución citada se les ha
p revenido que aventuran cualquier trabajo que emprendan en los terrenos
de la concesión. En todo caso espero la acción del señor alcalde en estos
asuntos, decidido a prestarle el apoyo que necesite.

413
Más adelante Justifica las expulsiones, con esta argum entación:
E l público ávid o de granjerias ( . . . ) se in filtrab a dentro de los dom inios
de la concesión D e Mares. ( . . . ) Se internaban en los bosques y de pronto
aparecían con un pequeño desmonte con e l f in de reclam ar los derechos com o
antiguos colonos a quienes perjudicaba dicha Com pañía al pasar p o r a llí
s u s carreteras u otra clase de trabajos. ( . . . ) El M inisterio de G ob iern o dictó
la aludida resolución. ( . . . ) Entonces vin ieron los lanzam ientos de los sim u­
lados colonos y de los traficantes de indecorosos procederes ( . . . ) contra
q u i e n e s t u v i m o s q u e s o s t e n e r los derechos de la Com pañía y lo s mandatos
d e l g o b ie r n o .

Efectivam ente, con la estela del dólar arriba una turbia fauna de
vividores y traficantes. Pero los vivos no hacían sino seguir con una
v ieja práctica, incluso aprendida de las conductas de la clase dom i­
nante. Acaso, ¿no era la titulación fraudulenta una práctica seculai
de la oligarquía com erciante-latifundista9

En noviembre de 1920 (FB , tomo 46) el secretarlo de Hacienda


de la gobernación, en Bucaramanga, envía una larga carta al m inistro
de Agricultura y Comercio: son cinco folios sobre adjudicaciones de
baldíos en tierras del caserío de Barranca. En un aparte el funcionario
se refiere discretamente a las expulsiones:
. . .existen en los mismos terrenos propiedades de infelices trabajadores
que después de largos años de fatigas han logrado establecer allí sus h abita­
ciones.

Según el FB., tomo 47, diciembre 2 de 1920, surge otro litig io in ­


esperado: quince colonos del corregimiento redactan en Barrancaber-
m eja un memorial dirigido al ministro de Agricultura y Comercio
protestando contra la pretensión de adjudicación de ‘'im aginarlas
minas de oro” , que presentó un recién llegado a la zona. N o tardan
en sucederse controversias y conflictos entre la Tropical y su conce­
sión, contra los colonos radicados previamente en ella. En el tom o
49 de 1922 (folios 99 a 103) son cinco páginas relativas a lanzamientos
de colonos de Barrancabermeja por la Troco. Las quejas llegaron al
ministro de Gobierno y el inspector Nepomuceno Gómez le pregunta:
.. ¿Pueden despojarse colonos establecidos dentro zona arrendada a la
Trop ical O il Company? Compañía solicítalo.

Dos días después insiste:


.. Tropical úrgeme.

Según una tradición, en todos los asuntos candentes figu ra la


respuesta prudente del ministro al revés de la carta o del telegrama.
En este caso el mlngobierno elude la respuesta, tira el litigio al minis­
tro de Agricultura para que decida y conteste al alcalde. En otro
telegrama vuelve a la carga el molestoso primer alcalde de B arran­
cabermeja:
¿Por terrenos adjudicados recientemente, cultivados después de 1905,
puede la Tropical atravesar lineas férreas sin indemnización, sin ju icio previo?

414
Se asoma otro tipo de dificultades en el telegrama que manda
la gobernación a los ministros de Relaciones Exteriores, de Gobierno,
de A gricu ltu ra y de Comercio, en enero B de 1922 (FB., tomo 50):
Pretensiones compañías petroleras región San Vicente Chucuri, perma­
nentes Juicios poücivos sobre amparo posesión continuas, desagradables, pe­
ligrosas ocurrencias originadas por estas encontradas pretensiones hacen ya
imposible consecución alcalde para aquel municipio y la vida allí es verda­
deramente azarosa. El alcalde modelo para una compañía es prevaricador y
pésimo empleado para los otros...
Contesta el día 11 del mismo mes un ministro de Agricultura y
Comercio, que parecía preparar alguna reelección:
.. .qu e trabajara gustoso con el fin de que el Congreso expida alguna
le y qu e ponga fin a la lam entable situación creada en la región de San
V icen te, p or las pretensiones de las compañías petroleras.

Con anterioridad, un telegrama proveniente de Barranca, puesto


en Pu erto W ilches, en enero 3 de 1922, y dirigido al ministro, precisa
esta situación y confirm a el servilismo de los funcionarios locales
(FB., tom o 50, fo lio 372):
Em pleados de la T.O.C., vulneran diariamente derechos colonos nacio­
nales; actualm ente atropellan nuestras propiedades legalm ente adquiridas.
T od a solicitud am paro ante autoridad ésta es nugatoria A n te ambiciones em ­
presa m encionada inspector policia gasta lenidad incalificable A n d r é s A.
N ú ñ cz - A g u s tín N úñez M.

En octubre 27 de 1922, la Procuraduría General de la Nación envía


al m inistro de Agricultura y Comercio la copia de un telegrama firm a­
do en Barrancaberm eja por 6 colonos (FB., tomo 50). Puesto en el
telégrafo de Puerto BerrJo, es un memorial de atropellos de la T ro ­
pical Olí Company. Una semana antes, el dia 19, llegaron al campa­
m ento de Las In fan tas el alcalde y un representante de la empresa:
.. .a llí acompañados Jefe P olicía Departamental, bien armados, d irigié­
ronse a nuestras habitaciones y sus diligencias, térm ino p reven tivo llevaron
efecto bárbaro, violento, arbitrario despojo sin que ninguno de nosotros, inte­
resados, estuviéram os presentes: desenclavaron cerraduras, violentaron puer­
tas, penetraron habitaciones, tiendas, sustrajeron todo cuanto había; rem i­
tiendo efectos camiones este puerto, arrojaron fam ilias carretera' siguiente
dia provistos hachas, dinamita, bien armados destruyeron edificios, antes
haber disparado fusiles habitaciones, solos sirvientas escaparon vida m ila ­
g ro sa m e n te.. . , etc.

Dice el inform e de Unlandes:


. .la función de la policia nacional, ubicada en los edificios construidos
y donados p or la Compañía, no fu e nítidamente clara en el control de las
situaciones sociales ni perm itió defin ir con precisión e l concepto de seguridad
industrial. En ciertas situaciones la seguridad industrial dependía de la Com­
pañía y en otras, particularmente en los conflictos sociales, de las fuerzas
del Estado.
R eferido a la colonización, la misma fuente caracteriza asi la
actitud de la Tropical Oil Company:
. .no propició un racional programa de colonización y , antes p or el
contrario, la obstaculizó, hecho que se convirtió en uno de los puntos de
reclam o en la huelga de 1924. El patrón de colonización de la región fue, pues,
subrepticio y controlada la circulación p or la zona rural.

415
Lógicamente, la Ley 71 estimulaba la radicación rápida, continua,
algo simulada y siempre clandestina, de nuevos colonos tratando de
ganar de velocidad a la compañía y pidiendo adjudicaciones al M i­
nisterio de Industrias. Estas solicitudes se Incrementan en los años
1020-1925, lo mismo que las arbitrariedades de la Tropical, las con­
troversias y las confrontaciones entre el poder, la empresa yanqui y
los colonos. 8c Intensifica la carrera de velocidad entre los distintos
competidores. En la comarca de Barrancabcrmeja la contienda social,
en torno a la apropiación de los baldíos de la nación, adquiere rasgos
poco convencionales y más bien originales:
1. Los condiciones del conflicto solamente surgen tarde y no
nacen de una problemática agraria.
2. La tendencia se agudiza y se tom a litigiosa con la Irrupción de
la Tropical Olí Company.
3. Los dlferendos que estallan no son conflictos por el valor del
suelo superficial, sino motivados por la riqueza intrínseca del subsuelo.
4 Muy a menudo las controversias no se originan en unos poten­
ciales de explotación económica agraria y rural, sino de especulación
rentista, urbana o suburbana.
5. En cuanto a las circunstancias Jurídicas del enfrentamiento
triangular, entre colonos-Estado-terratenlentes, se presentan situacio­
nes peculiares como éstos:
— EH terrateniente no es propietario o adjudicatario, es arrenda­
tario, y por lo tanto compite con el colono en la ocupación del espacio.
—Su fundo alcanza la extensión de 500.000 hectáreas.
—No explota el suelo sino el subsuelo, sus fines no son agrarios o
agrícolas, son extractivos.

• • #

Durante siglos los medios naturales de producción de la reglón


permanecieron subuttllzados. Ahora estos lugares se tomaban de los
más apetecidos y útiles de todo el territorio nacional; más que pe­
tróleo, producían divisas.
En menos de 30 años la Tropical Olí remodela por completo el
hábitat regional. Surge una nueva formación territorial, basada esen­
cialmente en la extracción, transporte y transformación del crudo.
81 bien es cierto que la pieza urbana mayor del sistema es Barranca,
ésta se respalda en los campamentos y los sitios se extracción: los
pozos. 8c diferencian formal y morfológicamente los dos tipos de
asentamientos: se advierte un hábitat urbano lineal a lo largo del
rio y concentrado; por el contrario, surge un mallaje extensivo de
unidades de hábitat productivo en los yacimientos de la concesión,
girando alrededor de Los Infantas y que, luego, motivado por un ajuste
de racionalización de la explotación, se reagrupa y se fortalece en El
Centro. Finalmente surgen del proceso exploratorio los distintos pozos
y polos productivos, que giran en tomo a la refinería, Casabe, Yon-
dó, etc.

416
De tal modo que con la Implantación de la empresa petrolera
se desdobla Barranca; surgen dos hábitats especializados, dos núcleos
alejados y relacionados;
— La extracción del crudo, o sea los pozos.
— Su acoplo en el puerto y su procesamiento en la refinería.
Los Ingenieros de la Tropical trabajan en ambos lugares y sus
instalaciones transforman dos sitios distantes unos 30 kilómetros: los
campos petrolíferos de Las Infantas-El Centro y sus Implementos de
explotación en Puerto Galán, centro administrativo de acoplo del
crudo y de su exportación. En seguida se establece un movimiento
humano laboral, de tipo pendular y diario, entre loa lugares de ex­
tracción de Las Infantas-El Centro y los de procesamiento en la ciudad
portuaria de Barrancabermeja; mil, dos mil, luego tres mil trabaja­
dores circulan diariamente entre ambos centros de producción.
La Tropical 011 Company Inició sus operaciones en 1910 con una
planta compuesta por 15 técnicos y directivos extranjeros además
de 88 operarlos nativos; en 1918 ocupaba 180 asalariados, o sea 25
norteamericanos y 135 colombianos. La planta de personal supera mil
personas en 1920, y con el desarrollo de la empresa, la construcción
del oleoducto Las Infantas-Barranca, la primera refinería en el puer­
to, la construcción de la ferrovla local, en 1022-1023 la Tropical
emplea cerca de 4.000 obreros colombianos, bajo mando de un estado
mayor compuesto por unos cien directivos norteamericanos. En Ba­
rranca el potencial del parque de vivienda no pasa entonces de 226
chozas de bahareque o tablas, con techos de paja o de zinc. Frente a
esta situación, y considerando las necesidades de movilización de la
mano de obra, la empresa organiza y construye los campamentos de
El Centro y de Puerto Galán.
Son dos lugares en donde surgen variados objetos de amobla-
mlento espacial, dos hábitats distintos, pero estrechamente lnterco-
ncctados, con un sistema de relaciones entre ellos: vía fluvial primero
por el rio La Colorada, y luego carreteras, oleoducto, ferrocarril, con
comunicación telefónica y telegráfica. Las vías se convierten en la
Impronta en el suelo de exigencias concretas y de muy precisos rela­
ciones sociales, productivas y laborales. En ambos lugares y entre los
extremos, a lo largo de los distintos canales, la Tropical Olí Company
va modelando el espacio y lo transforma para cumplir con sus
necesidades.
Impactan el paisaje unos objetos construidos con fines prag­
máticos y en un espacio natural, primero desnudado y vuelto desierto.
Brotan los derrlcks: prepotentes o agresivas, estas catedrales del ca­
pitalismo no nacen de la fe, pero si de la plusvalía. Sencillamente
se quitó la selva y se sembraron en su lugar árboles de acero, con
profundas ralees metálicas que so nutren con petróleo. Sustituyendo
la vegetación surge del horizonte, la verticalidad erecta y provocante
de los derrlcks: una arquitectura novedosa, nunca vista antes en el
país y que asombra. Pero no eran objetos Inanimados, sino herra­
mientas indispensables de un proceso productivo preciso: la conse-

417
Formación espacial petrolera, l i n - l t l l

oución de una materia prima bruta, su tránsito hacia un lugar de


procesamiento, y luego su conducción hacia los centros de distribu­
ción a un mercado. Mercado externo en una primera fase y nacional
más tarde, cuando la misma existencia del combustible estimuló su
consumo doméstico.
Y como era de esperar, hacia 1022-1025, alrededor de los primeros
derrlcks no quedó ningún campesino yarigul, ningún colono mestizo.
Pero pululaban, en campo abierto y a lo largo de las carreteras In te­
riores, las cantinas y burdeles al servicio de los petroleros para la
benéfica anestesia de su proletariado. NI siquiera tuvieron que llam ar
a los proxenetas, cantineros y rameras: llegaban por si solos, hasta
convertirse luego en focos y motivos de trastornos sociales y laborales.
Entonces, es cuando la empresa llama al cuerpo policial para acabar
con este estorbo que frena la productividad.

418
En cuanto ni proceso general de poblamlento espacial, la carto­
gra fía moderna es sumamente elocuente: nos cuenta cómo en dos o
tres décadas se fue modelando una comarca bajo el Im perativo exclu­
sivo de la Industria extractiva. Unas lineas cruzan el espacio regional
en todos los sentidos, lo atraviesan m&s bien. No obstante, pululan
sitios poblados con extrafia toponim ia: Campo Zarzal, Veinticuatro,
M ayo, Campo Escondido, El 9, Chorrolargo, Caflo el Siete, Caflo el
Doce. Son exploraciones y perforaciones, pozos abandonados o en pro­
ducción, campamentos obreros, estaciones de bombeo, cruceros de vías
Interiores, ferrovlas con sus paraderos y estaciones, sistemas de seña­
lización, etc. En cuanto a su densidad se puede medir, sabiendo que
en 1951, en el momento de la “ reversión” a Ecopetrol, la zona de pro­
ducción se extendía en unos 7.000 hectáreas, donde hablan sido per­
forados un total de 1.373 pozos.
Según Ecopetrol, en sus Inicios los pozos alcanzan esta produc­
ción, en barriles de petróleo crudo de 42 galones:

Afta N * de barriles

1921 66.750
1922 322.786
1923 424.875
1924 444.744
1925 1.006.708
1926 I n iu fu n d A n d el oleoducto 6.443.548
(Andleni hasta Cartagena
1927 14.928.280
1928 19.878.720
1929 20.193.253
1930 20.222.710

De ahí en adelante la producción anual fue bajando, pero repuntó


entre 1938 y 1941, llegando a su m&xlmo en 1938 (21.303.325 barriles)
y en 1939 (22.112.572).
Un Cuadro Ilustra la progresión paralela de algunos de los diversos
hábitats de producción en sus primeros afios. Según el CPU, asi van
surgiendo las construcciones en los primeros afios, en los tres núcleos
básicos del hábitat de la comarca:

A flu Infanta» E l Centro

1910 Bodegas para materiales Edificio para talleres


Edificio para talleres Planta eléctrica
Casas para personal
norteamericano Edificio de Oficinas

1B21 Oficina General Acueducto


Caaa del superintendente
Casas para em pl. nativos
' ---------- Continua

419
Continuación
Atto Infantas El Centro Barrancaliermeja

1921 Campamento para obrero*


nativo*
Gasino para personal
norteamericano
Comisariato para nativos
Acueducto

1922 Departamento de mulerla Bodegas


Cuartel de Policía Casino y club norteamerlca.
Comisariato para nativos
Retinarla
Fábrica de enveses

1923 Casas para erapl. nativos


Campamento para obreros
Cuartel de Policía
Oficina General
Hospital
Planta d e hielo

1924 Escuela para hijos de


obreros

1929 Oficina .Oeneral


Talleres
Casino norteam ericano
Comisariato

1920 Hospital
Planta Eléctrica
Cuartal Policía Nacional

No figuran aquí distintas obras atravesando la ciudad y uniendo


Puerto Galán con Las Infantas y El Centro: carretera por la calle
novena, ferrovia paralela a ésta, líneas de teléfono o de telégrafo.
También es preciso añadir obras realizadas por la Tropical Olí Com-
pany, pero al exterior de sus Instalaciones enmalladas de Puerto
Galán; trabajos complementarlos y a veces de uso comunal: el muelle
del puerto, el tanque del acueducto público, lineas de energía, etc.
En 1925, con el Acuerdo número 27, se cancela la inspección de
policía de Las Infantas y se traslada al Centro; traslado administra­
tivo que se Justifica en razón del cambio de las oficinas, campamentos
y pozos de la Tropical Olí Company. Obedecen las medidas adminis­
trativas del cabildo a los designios de la empresa extranjera y a sus
Imperativos productivos o laborales. Es la Tropical Olí Company la
que va creando o cancelando, ampliando, agrupando y mudando los
hábitats. En este caso, después de la huelga de la “ semana roja " en
octubre de 1924, esta medida administrativa del cabildo obedece a
un reacomodo de los sistemas de control social y a una reorganiza­
ción de los Instrumentos pollcivos.
Posteriormente se completa progresivamente el equipamiento y se
agregan nuevas Instalaciones, como aquellas de producción de materia­
les de construcción, primero para el uso exclusivo de la empresa y

420
luego con algún beneficio residual para la ciudad; un aserrío que nace
de la necesidad de conseguir los polines para la construcción de la
ferrovía, unos tejares para la fabricación de ladrillos. Más tarde la
empresa obsequia parte de la producción para unas construcciones
oficiales, por ejemplo destinando mensualmente 7.000 ladrillos, para
el nuevo templo de Barranca.
Por lo aemás, en Las Infantas, El Centro o La Cira, los Ingenieros
y arquitectos petroleros construyen una estructura pragmática:
a ) Dei trabajo y de la producción.
b) De asiento perecedero con marcado carácter provisional.
El primer archivo fotográfico, de origen norteamericano, insiste
en presentar los campamentos de la Tropical en Las infantas y más
aún en El Centro, a partir de 1926. Se describe a Las Im án tas hacia
1921, como “ un pequeño caserío de madera” con distintos núcleos de
vivienda segregada y de servicios de producción y de administración.
Fue aoanaonado cuando el descubrimiento de los yacimientos de La
Cira suscitó su desplazamiento más al norte; surge entonces el asiento
de El Centro donde se concentrarla luego gran parte de las instala­
ciones definitivas. A llí surge el barrio Staff (administrativo) de los
técnicos y directivos de la empresa, que tanto asombra a los visitantes
por el comfort de sus instalaciones y que Miguel Angel Santiago Be­
yes describe asi:
El barrio Staíí semejaba una bucólica aldea poblada de pequeñas y
atractivas villas, como manufacturadas en sene. En la coloma más elevada
y dominando el panorama, se construyó a Casa Loma, hacia 1928, con destino
a la residencia del gerente general de la Tropical. Con planos originales y
con una típica arquitectura colonial norteamericana, la casa se edificó con
amplio vestíbulo, circundantes pasillos y espléndidas habitaciones dotadas
de muebles importados que aún conserva. La sala, el comedor y el porche
forman un hermoso conjunto que la hacen saltar a la vista como un fino
retrato de mansión palaciega.
Luego va creciendo el núcleo de El Centro a medida que se cons­
truyen varios nuevos barrios, hasta seis en total, que agrupan cerca
de 500 familias hacia 1925; los diversos equipamientos sociales com­
plementan la vivienda.
Además de la conformación de los primeros núcleos en Las In ­
fantas y El Centro, se destaca otro tema: aquel de las enfermedades
endémicas y de las necesidades de salud. A propósito de las condicio­
nes sanitarias en la zona, escribe Miguel Urrutia;
En X923, 40-81% de tos trabajadores empleados se enfermaron, y eJ
1 51% murió.
Porcentajes que, transformados en cifras absolutas, significan
unos 1.500 afectados y quizá 60 defunciones en un afio. Desde el
principio se desataron sucesivas epidemias de múltiples enfermedades
endémicas del trópico, que fueron diezmando el personal. Muy tem­
prano obligaron a la empresa a una costosa política sanitaria, cons­
truyendo sucesivamente hospitales en Las Infantas, Ei Centro y en

421
Puerto Oalán, atendido* todos por personal contratado en Estados
Unidos. Un cuadro sintético pero bastante ilustrativo de la situación
sanitaria se halla en la monografía de Miguel Angel Santiago Reyes:
La vida en loa campamentos era ruda.
Los trabajadores improvisaban sus camas en hamacas, en la tabla rasa
o en el suelo llano, expuestos a las inclemencias que el medio les brindaba.
No existía acueducto. El agua se tomaba directamente del rio o de la lluvia,
teniendo que recurrir en muchos casos a hoyos excavados en el suelo para
que el hilUo de agua llegara hasta ellos. Las infecciones intestinales, la
viruela, la fiebre amarilla y el paludismo merodeaban por doquier.

En cuanto a los antecedentes del municipio y a los pormenores


de su erección, para entender los sucesos bosta con observar el plano
de la división municipal del departamento. Igual que en otras reglo­
nes, al proceso histórico de ocupación-apropiación del espacio nacional
y de dilatación progresiva de los hábitats, corresponde el paulatino
nacimiento de nuevas unidades administrativas. En los Santanderes
se pueden distinguir estas fases:
— La etapa inicial en la cual ambos departamentos se encuentran
distribuidos entre los municipios de conquista: Tunja, Vélez, Pamplo­
na, posteriormente Ocaña, y más tarde Girón.
— La etapa de la primera fragmentación de éstos, desde finales del
siglo X V II hasta principios del X IX , caracterizada por el Impulso de
la sociedad mestlsa, el surgimiento en los anteriores municipios y por
secesión de una multitud de cabildos con reducida Jurisdicción
territorial,
—L a etapa más reciente, durante la cual algunos municipios
nuevos prolongan su jurisdicción sobre los Inmensos territorios ya-
rlgules del occidente.
Por lo tanto, a principios de nuestro siglo se observa, por una
parte, la mitad oriental, compuesta por unos sesenta municipios p e­
queños, algunos de ellos muy exiguos. Y en la mitad occidental, en
las tierras vírgenes que se extienden hasta el Magdalena, menos de
diez municipios de gran extensión y con enormes distancias entre los
extremos y la cabecera. Entre ellos figuran los seis municipios que
abarca la concesión De Mares: Betulla, San Vicente de Chucurl, Za­
pa toca, Slmacota y, al sur del rio Opón, Lundázurl y Cimitarra,
Obviamente cualquier asentamiento nuevo prosperando entre la
cordillera y el rio tenia que producir una o varias unidades nuevas,
para el adecuado manejo administrativo de estas Inmensidades. El
primero de estos municipios seria Barrancabermeja.
Hasta los años 10 de este siglo, bastaba en Puerto Santander con
un inspector de policía para administrar el coserlo fluvial de la tagua
y de la lefia, con sus “ dos docenas de chozas" y los depósitos y oficinas
de dos o tres bodegas comerciales. Este sistema de gestión estaba
acorde con un territorio de circulación, pero entra en contradicción
con su nuevo papel de zona en producción. Entre 1915 y 1920, la

422
dinámica Impuesta por la explotación petrolera es la que hace caducar
este modelo de gestión administrativa y sustituirlo por otro. Como
anotan acertadamente José Yunls y Carlos Hernández:
La dinámica de la Troco exige un nuevo tipo de administración.
La contradicción se resuelve con la fundación del municipio; algo
debe consignarse aquí sobre las circunstancias y los actores. Como ya
se dijo, cuando llegó De Mares a Barranca en 1913 se cuidó Inme­
diatamente de conseguir el apoyo de algunos personajes claves: ins­
pector, secretarlo; además, contrata a unos diez habitantes que
conforman de alli en adelante sus agentes en el poblado. En 1915
varios de estos “ notables" pasan al servicio de los tres clientes de
Plttsburg; administradores o capataces unos, peones otros, sin des­
cartar testigos que no saben firmar, cuando se necesite con urgencia
mandar un acta a Bogotá. Cuando De Mares logra traspasar subrep­
ticiamente su concesión a la Tropical en 1916, con ella también tras­
pasa su " s t a ff" de “ notables a sueldo". De una vez la Tropical hereda
unos funcionarlos locales dóciles, tal como lo declara Valbuena a la
gobernación, en marzo de 1922:
.. .ciertas autoridades se entregaban incondicionalmente a la Compañía
petrolera en la esperanza, sin duda, de ser recompensados más tarde, por ella,
como casos se han visto.
Más adelante, abogando por el Distrito Nacional especial y en
contra del municipio, escribe:
... el peligro que se ve venir, de que la Tropical Oil Company, influen­
ciando sobre sus trabajadores y demás empleados nacionales quedará dueña
del Concejo Municipal...
Entre 1918 y 1920 algo está claro para los directivos de la empresa.
Múltiples asuntos fiscales y de aduanas, de importación en franquicia
de materiales, de apertura de vías urbanas y ríñales entre los lugares
de explotación, de ocupaciones clandestinas de baldíos en el interior
de la concesión por parte de colonos de tierras y de “ colonos", de vigi­
lancia y policía tanto en el puerto como en los instalaciones de Las In ­
fantes, no se pueden resolver en la inspección sino en la lejana alcaldía
de San Vicente, o en la gobernación, aún más lejana, cuando no en Bo­
gotá. Son asuntos que podrían solucionarse de manera expedita,
pasando Barranca de corregimiento a municipio. Entonces es cuando
los “ notables" asalariados de la Tropical, con algunos pobladores más,
crean y lideran una Junta pro-municipio; desde luego con el apoyo
lrrestrlcto de los directivos de la Tropical, se forma en 1917 esta Junta
Patriótica Pro-Barrancabermeja, que realizó durante tres años varias
gestiones en Bucaramanga, aunque sin mayor éxito ni apoyo de la
gobernación.
Pero la Ley 120, promovida por el embajador de Washington, llega
oportunamente en apoyo de los deseos de la Tropical Olí Company.
Con la Ley 120 de 1919, a principios de 1920, los “ notables" barran-
queños, vueltos “ fuerzas vivas", se enteran de que un articulo de dicha
Ley otorga a los municipios petroleros el 5% de las regalías, que
pagan las empresas a la nación. En este momento-rótula de los años

423
1020*1022 se Inscriben las actuaciones político-adm inistrativos y es­
paciales, mediante las cuales la empresa petrolera logra reforzar su
poder territorial.
Reanudan la campaña los activistas de la Junta en m edio de un
dlíerendo con los municipios existentes. Con las regalías de por m edio
se oponen a la nueva municipalidad los cabildos de O aian, Simacota,
Betuna, Zapatoca y, antes que toao, el más afectado por la amenaza
de mutilación, San Vicente de Chucurl. De hecho, con la segregación
este último tiene como perspectiva la pérdida ae su "sanaa al
rio” y de los Ingresos que representan el trafico flu via l y el com ercio
portuario. En una de las charlas que sostuvimos con K a ia ei «u n e z
Osplno, comentaba:
La primera refinería la instalaron los americanos en noviembre de
1018 (ale) al pie de! rio en Puerto Galán. Hubo un conflicto de intereses
entre Barranca Dormeja y San Vicente, por el reparto de los regalías al mu*
nlcipio, que era Son Vicente. Esta regalía nos olla mal. porque con esta regalía
uno compra lo que quiera.
Por lo demás, tardarla bastante la llegada de las prim eras rega­
lías, tema recurrente de las sesiones del cabildo desde su creación y
que lo obliga a contratar un Interm ediario para su cobro en Bogotá.
Desde 1022, y conociendo estas trabas, unos buitres voraces estaoan
al acecho; un leguleyo-m ercachifle de Bogotá, “ representante de m a­
nufactureros americanos y europeos", como él mismo se ca liilca en su
membrete, tiene Incluso el descaro de dirigir al cabildo la siguiente
oferta de sobornos y tráfico de Influencias:
Señor Presidente del Consejo (sic) Municipal, Barrancabermejn
Muy señor mío:
Tengo en esta ciudad, desde hace doce años, una oficina de negocios y
cuento con experiencia y referencias de primer orden. Además en materia de
relaciones oficiales tengo muy buenos (sic) por haber sido representante
al Congreso.
Como este Municipio tiene uno participación en el ramo de petróleo, yo
podría encargarme de cobrarla si para ello me apodaran.
Soy conocido de varios de los actuales ministros del gabinete y creo que
mis gestiones serian eficaces.
En espera de su respuesta quedo su atento s.s.
Lula Carlos Páex.

Los documentos del cabildo indican que sólo en 1025 llegaron los
primeros pagos de las regallas, pero su cobro exigía cantidades de trá ­
mites interminables y la contratación de sucesivos tramitadores, co­
misionistas y apoderados en Bogotá, entre ellos un tal Constantino
Barco.
Con estas perspectivas, frente al brote barranqueño de Indepen­
dencia, San Vicente se opone, reclama y el asunto se demora. Otras
protestas se manifiestan en el seno de la asamblea departamental,
que teme la pérdida de las codiciadas regalías de la Tropical. R afael
Núfiez Osplno resume asi el diferendo surgido entre municipios:

424
Existían dos criterios, el uno... que exigía darle proporciones de rica
y extensa municipalidad para que sus dominios comprendieran y alcanzaran
la totalidad de las concesiones petrolíferas. .. y el otro que quería reducir sus
proporciones y acortarlas para ir disminuyendo sus términos distritales...
Pero los notables barranqueftos perseveran, con el apoyo abierto
de la Tropical, siendo ésta la que suministra hasta la cartografía y
los mapas especialmente dibujados para cumplir con los tramites o fi­
ciales, por lo demás con marcadas Irregularidades. No se conocen
documentos y no se puede afirm ar, pero varios indicios sugieren que
se negoció y pactó la futura Jurisdicción de acuerdo, primero con los
demás municipios y segundo con la misma empresa, la cual acababa
de ver am pliado su im perio mediante la Resolución de Esteban Ja-
ram lllo, del 14 de marzo de 1021.
L a asamblea departam ental envía dos diputados y uno de ellos,
M anuel Serrano Blanco, evoca el litigio que opone ios distritos de
Zapatoca, San Vicente, Oal&n y Betulla en torno a las futuras rega­
lías. Tam bién los dos representantes se acercan a la Tropical:
...Estudiando el problema sobre unos mapas que los diputados Azuero
Arenas y Serrano Blanco obtuvieron en su viaje ai puerto, se señaló como
lindero del distrito, por el lado de las fuentes de hidrocarburos, la comente
de aguas legendarias... de La Putaña.
Esta comisión de la asamblea departamental llegó a Barranca-
bermeja, poco propensa a la segregación, después de ser recibida en
las instalaciones de la Tropical, regresa a Bucaramanga convencida:
en trega un In form e favorable.
M ientras tanto, la Tropical no pudo cumplir con el plazo Inicial
del contrato para la construcción de la refinería en Puerto Galán.
Solicitó por memorial del 25 de abril de 1021 una prórroga, concedida
por el gobierno de Marco Fidel Suárez y, seis semanas después, el
13 de Junio, con firm a del ministro de Obras Públicas, Esteban Jaraml-
Uo. La refinería se Inaugura y entra en producción el 18 de febrero
de 1022, antecediendo dos meses apenas la creación del municipio de
Barrancaberm eja; trona Imponente al frente del caserío y surgen
con arrogancia los altos símbolos escultóricos definitivos de Barran­
ca: chimeneas y "mechones". La verticalidad Insolente del mundo
am ericano contrasta con la horizontalidad del caserío nativo. Con las
Hamos y el humo de los mechones, se acercan las regalías; se vuelve
a agitar la Junta Pro-Municipio.
En marzo de 1022 el Congreso solicita hacer escala en Barranca a
una comisión presidida por Nemesio Camacho, con varios Integrantes,
entre los cuales se contaba Miguel López Pumarejo: iba a inspeccionar
otra empresa norteamericana, en Coveflas. Bajando por el rio, se
detienen en Barranca el 13 de abril; Nemesio Camacho y sus colegas
em iten un concepto desfavorable, buscando una nueva figura de tipo
D istrito Nacional Petrolero y, como informa el Jefe de la policía,
Valbuena;
.. .una verdadera organización oficial con leyes especiales para rodear los
Intereses aqni vinculad >s con todas las garantías posibles.

425
De regreso de Barranquilla paran de nuevo el 23 y son recibidos
por los directivos de la Tropical Olí Company; visitan el “ campo
americano” , todas las instalaciones de producción y quedan deslum­
brados. Cambiaron de opinión durante esta visita y llegan a Bogotá
con concepto favorable a la creación del nuevo municipio, “ aunque
no llenara las condiciones requeridas al efecto por la Ley 71 de 1916” .
Salvedad inútil, el gobernador acababa de promulgar la Ordenanza
número 25 y estaba organizando el viaje de inauguración... Los con­
gresistas hablan aceptado un papel en una comedia, de la cual cono­
cían perfectamente el desenlace.
Pero la comisión, durante su visita a los campos de Las Infantas
sostuvo una conversación con los directivos de la empresa, quienes
expusieron sus dificultades laborales y la solución. A solicitud de la
Tropical y en consideración a las necesidades de seguridad y policía,
los comisionados presentan sin tardar al congreso un proyecto de ley
sobre la creación del Circuito Judicial de Barrancabermeja.
El resto corre con la velocidad de un rayo: la Ley 5* lleva la firma
del ministro de Gobierno, Víctor M. Salazar, con fecha de enero 27
de 1922; autoriza a la Asamblea de Santander "para erigir en muni­
cipio el corregimiento de Barrancabermeja"; se efectuaron rápida­
mente los tres debates en la Cámara de Representantes, y los sena­
dores le dieron paso en seguida argumentando:
.. .las condiciones especiales en que se halla la localidad que es hoy asien­
to de inusitadas actividades por parte de compañías extranjeras, y que en
breve tiempo será puerto de movimiento excepcionalmente intenso y
variado...
Lo cual era reconocer, de parte del gobierno nacional, el papel
que tuvo la empresa norteamericana en la creación de un municipio
colombiano. Con base en esta Ley, en abril 12 la asamblea del depar­
tamento, mediante la Ordenanza N9 13, eleva a municipio el corre­
gimiento. El gobernador firma el día 17. Ahora bien, esta ordenanza
señala los limites del nuevo municipio, pero aduciendo la carencia
de edificios públicos, precisa que “ empezará a funcionar como tal el
16 de marzo de 1923” ; fija un sueldo de 100 pesos para el alcalde y
de 50 pesos para su secretarlo. No obstante, con tanta premura, inme­
diatamente se producen reclamos. Efectivamente, la apresurada orde­
nanza adolece de un defecto: ignora tanto la Constitución como el
Código de Régimen Municipal: evidentemente Barranca no cumple
los requisitos mínimos exigidos por las leyes. Con destreza de mala­
barista se cambia la Ordenanza en dos días y se "corrige" lo anterior
mediante la Ordenanza N? 25, que firma sin tardar el gobernador el 21
de abril. ¿Los cambios? En nada subsanan los vicios legales, en nada
cambian la ilegalidad señalada, sino que aceleran el parto. El muni­
cipio entra en vigencia el mismo día; el sueldo de los funcionarios se
duplicó, 200 pesos para el alcalde y 120 para su secretario. Se agregan
tres cargos de: Juez, secretarlo y personero. Y sobre todo, se agrega
el Articulo 49 dando satisfacción a una vieja reivindicación de las
petroleras, en cuanto a policía y vigilancia:

426
El Cuerpo de Policía Departamental de las riberas del Magdalena,
constará en lo sucesivo de 27 agentes de 2* clase y 3 de 14, con sueldos men­
suales de 50 y 70 pesos respectivamente: dependerán directamente de la
Gobernación, etc....
Fue en 1916, el mismo año de la radicación de la empresa cuando,
según Simón Gal vis "los vecinos y el mismo inspector solicitaron en
form a apremiante a la gobernación que se enviara un destacamento de
policía departamental” , el cual de allí en adelante se radica en el
puerto. Se llama “ Comisaría de las riberas del Magdalena” y en su
comandancia se turnan unos funcionarios no residentes y uno que
otro poblador. En 1918 son 22 agentes divididos entre el caserío y los
campos petrolíferos y, como dice Nüñez Qspino, prestando “ algunos
servicios de celaduría a la Tropical Oil Company”. En 1919, dice
Galvis, este cuerpo “continuaba en el poblado, pero hubo que destacar
algunos agentes a Las Infantas y otros campamentos de la Tropical
a hacer guardar el orden” . En 1922, “ en el mes de junio se habían
presentado algunos movimientos sociales que estorbaban las labores
de la Tropical Oil Company, por lo cual el Gobierno Nacional dispuso
el envío de un destacamento de policía. Este destacamento de policía
(Nacional) tomó a su cargo la vigilancia de la población. Y en cambio
la policía departamental, a órdenes del señor Martiniano Valbuena,
se estacionó en Las Infantas y demás campos de la Tropical Oil Com­
pany” . Precisa en otro aparte que “se presentaron en los campos varios
disturbios, promovidos por agitadores comunistas, y en el mes de agos­
to sucedió otro tanto”.
En efecto, sorpresivamente, el primero de mayo de 1922 el des­
contento obrero en Las Infantas, que venía creciendo desde años atrás,
se traduce en un primer intento de huelga en los campos petrolíferos,
en parte motivado por las condiciones sanitarias. De tal modo que el
nuevo cuerpo policial “ de las riberas” , ahora reforzado, sólo quedaría
un mes largo en Barranca. En junio se traslada integro a los campa­
mentos de Las Infantas, pasando al servicio exclusivo de la empresa,
detectando comunistas y desalojando colonos. De allí en adelante
“ dependerán directamente" de la Oficina de Seguridad y de Personal
de la Tropical Oil Company, bajo la dirección del concejal Meek.
Mientras tanto, el 23 de abril de 1922, desde Bucaramanga, llega
al puerto una numerosa comitiva de politiqueros santandereanos en
busca de votos, de funcionarios de la gobernación olfateando el olor
a petróleo y de negociantes de la Cámara de Comercio en busca de
nexos mercantiles con la Tropical; la encabeza el gobernador, quien
“ declara solemnemente inaugurado el municipio de Barrancabermeja".
No faltaba sino el banquete de la comitiva, en las instalaciones de la
Tropical Oil Company, la cual según el jefe de la policía:
.. .en forma galantísima ofreció magnificas habitaciones y abundante
mesa, las que en su mayoría no fueron aceptadas por temor al concepto
popular predominante allí entonces, de que todo agasajo de aquella compa­
ñía implicaba la entrega y venta espiritual... Seguidamente, Mister Scott,
gerente de la mencionada compañía, invitó a la embajada a los campos pe­
troleros, y en la superintendencia de Las Infantas fue servido un gran lunch.

427
Después de una larga cadena de trám ites "legales” por parte de
los peones indígenas de la Tropical, pero ignorando las leyes y la
misma Constitución, concluyó él asunto con una decisión ilegal: con
actuaciones relám pago de pura piratería oficial y "a pupitrazos” se
acababa de crear un municipio anticonstitucional.
Se nom bra en seguida una prolija planta de personal, en la cual
figuran todos los acólitos de De Mares, los “ notables traspasados” al
servicio de la Tropical, lo mismo que los “ patriotas” de la Junta pa­
gados p o r la empresa norteamericana. D e éstos, dice Valbuena:
,. miseros funcionarios que llegaron al villorrio de los petróleos en su es­
tado de corregimiento, no a servir ni a cuidar los derechos de cada ciudadano
sino a pescar en esa marea, a sacar para si todo el provecho posible ( . . . )
De esta suerte aparecieron neos propietarios y lo que les faltó en rapiñas lo
consiguieron en privilegios que les concedió la Tropical Oil Comparo', como
que ¿a venta de xa justicia es un negocio productivo.
A las pocos días, desde Bogotá, vía. Girardot, lleg a un vapor, atraca
en Puerto Galán y bajo e l mando de un general desembarca un desta­
camento de la Policía Nacional, reforzando las ruerzas de la policía
municipal y de la departam ental.
Con el mapa y el lápiz de la Tropical se diseñó un municipio
sobre medidas. El petróleo define el ám bito territorial de acción de
la empresa al in terior de la concesión: la Tropical Oil Company diseña
y fija los limites de jurisdicción del municipio, desde lu ego incluido en
su totalidad en la concesión D e M ares; de la cual después de su
ampliación del año anterior, no era sino la quinta p a rte o sea unos
m il kilómetros cuadr ados. La Tropical no resultaba lesionada, pues la
jurisdicción municipal cubre el ámbito total, en el cual la empresa
desarrollaba entonces sus labores de exploraciones y de perforaciones:
una superficie en explotación que no pasaba de 7.000 hectáreas en
1951 en el momento de la “ reversión” . En los municipios, circundan­
tes quedaban para los petroleros, y en reserva, unas 400.000 v»f»ct.árpgK
que no se han necesitado ni explotado hasta h oy; pero que desde
hace más de setenta años quedaron vedadas a cualquier tipo de uso
social y prohibidas a la colonización agrícola.

« #

¿Cuándo y cómo un villorrio, que no era más que n i » «w in m »


parada del tráfico fluvial, se convierte en centro industrial petrolero?
¿Cuándo Barranca se tom a en Tropical City? Contesta la Tropical
Oil Company: con su irrupción en 1916, una empresa petrolera ex­
tranjera parte en dos la historia de un asentamiento. A partir de este
momento, ella dicta no sólo su metamorfosis sino las características
m ismas de la mutación: cambio espacial, sentido, form a y ritm o. De
allí en adelante la organización del espacio urbano, el diRpfin y é l des­
arrollo del pueblo quedan fuertem ente hipotecados por la presencia
de la Tropical O il Company.

428
® * * T * n e * l» e n n e J a . 1910-1915

4 -2 9
El caserío de 1900-1910, escala de acoplo-abasto leñero para los
vapores que circulan por el rio, adquiere un revolucionarlo contenido
productivo y social en 1916. En estas nuevas circunstancias, entre
1915 y 1930, pasa a un nivel superior en su organización espacial,
demográfica y social. Se produce una marcada aceleración y se trans­
forma el caserío: en quince años, fecundado por el petróleo, el v illo ­
rrio parió una ciudad. De igual modo, cien años después de la In de­
pendencia y luego de varios años de controversias, Barranca consigue
su independencia de San Vívente de Chucuri. Pero, y por encima de los
decretos administrativos, la realidad era otra. Un siglo después del
ocaso colonial, surgía una ciudad colonialista norteamericana encla­
vada en Colombia. De un enclave extranjero en tierras colombianas
nacia una ciudad colombiana en tierras extranjeras. Se mutiló a San
Vicente de Chucuri para entregar un municipio colombiano nuevo
a una empresa norteamericana; Barranca nace siendo municipio pe­
trolero de Estados Unidos, o como señalan varios autores, “ un feudo
americano”.
En cuanto a la manera como aconteció, otra vez, toca retroceder.
En 1916 arriba De Mares a Barrancabermeja con una numerosa comi­
tiva de empresarios e ingenieros norteamericanos, con el fin de iniciar
las obras. Estos examinan en primer lugar los sitios de extracción y
luego de verificar la presencia de la materia prima, se preocupan
por los dos aspectos cruciales de la explotación:
— La mano de obra.
— El acopio y la exportación del crudo.
Recorren los alrededores del poblado, el talud del río y finalm ente
escogen el lugar para su instalaciones, en Puerto Galán. Miran el case­
río y el escaso material humano: habrá que importar personal. Estos
dos imperativos van a transformar el caserío de bogas y tagüeros en
centro petrolero: el “sitio de Barrancabermeja" se va a mutar en T rop i­
cal City. Indicio muy ilustrativo, el mismo año de 1916 la gobernación
envía el destacamento especial de la policía departamental.
En cuanto a la provisión de mano de obra, se resuelve sin dificu l­
tad. Siendo que las colinas aledañas y las selvas del Opón-Carare
estaban despobladas, hay que traer personal de otras regiones. En los
campos el jornal está entre $ 0.30 y $ 0.40. La Tropical ofrece $ 0.50,
en seguida $ 0.80, al poco tiempo 1 peso. Se riega la noticia a lo largo
del rio e inmediatamente fluye la mano de obra. Cuando alguna obra
especial, el ferrocarril Barranca-El Centro por ejemplo, exige la con­
tratación de personal suplementario, se mandan desde el puerto unos
“ enganchadores” que se dirigen hacia Antioquia o la costa; la oferta
supera la demanda y las necesidades. Ahora, en Barranca el olor a
dólares untados de petróleo atrae miles de desempleados, llegando de
todas las veredas de la miseria, de la costa, de los Santanderes, y en
un 80% de las paupérrimas montañas de Antioquia.
En cuanto al espacio mismo surgen varios conflictos en tom o a
su propiedad. A la carrera por el subsuelo se suma ahora la codicia por
el suelo. Protagonistas son el Estado, los escasos colonos, los empresa­

430
rios petroleros extranjeros y hasta traficantes de títulos falsos de
propiedades de tierras; surgiendo, como era de esperar, variados anta­
gonismos entre todos. Entonces, lo más discretamente posible, los
petroleros negocian con los ocupantes, unos predios en Puerto Galán,
de los cuales los colonos se habían posesionado. Algunos de ellos los
tenían registrados y titulados a partir de una adjudicación oficial de
baldíos, otros sencillamente venden una posesión y una simple mejora.
Los empresarios compran predios a Honorio Campo, a Evaristo Jimé­
nez, a Esteban Robles (el más próspero cantinero), luego a Alejandro
Peña Puyana (futuro je fe de la policía departamental), tierras que
todos acababan de titular apresuradamente. A l poco tiempo, com­
prando predio tras parcela, la Tropical logró conformar un extenso
globo al norte del caserío. Entonces con alta malla en alambre de
púas cerca su propiedad, la cual alcanza una superficie diez veces
m ayor que la extensión ocupada por el caserío.
De allí en adelante crecen dos cuerpos vecinos e interdependien­
tes pero distintos y, no pocas veces, antagónicos: siempre hostiles y
enemigos. Sin embargo, sumando los linderos de la Tropical a los di­
versos obstáculos naturales, la empresa petrolera acaba de dictar el
futuro urbanístico de la ciudad: no podrá crecer sino hacia el oriente,
a ambos lados del camino antiguo, hacia San Vicente.
Mientras tanto inspectores primero, alcaldes luego, prolongan una
calle de sur a norte, abren otra hacia el oriente. El poblado se dilata
entre 1915 y 1917, hacia el norte, más que todo por prolongación de
las vías existentes, calles 5^. 6^ y 7^ En 1918 se detiene, no puede
seguir: tona contra una malla de acero, detrás de la cual sólo se
ven altos v rubios gringos. Apenas aueda un pequeño espacio sin cons­
truir en Ja depresión, separando el pueblo del "campo americano” :
localización inmejorable para construir el cuartel de la policía, obra a
la cual contribuirla luego la empresa. En cuanto al ensanche de la
localidad, habrá que abrir calles perpendiculares: Barranca inicia su
dilatación hacia el oriente. En 1919 la compañía Tropical proyecta
conectar sus instalaciones de Puerto Galán con las zonas de explota­
ción en Las Infantas: decide abrir una carretera. Compra un lote
boscoso entre la malla y el caserío a Alejandro Peña, que lo habla
conseguido poco antes por adjudicación de baldíos. El camino se vuelve
la carrera 9^ y hasta ella, en sentido sur-norte se prolongan y se co­
nectan las calles 3*. 4* y 5* La Tropical ensancha asi el perímetro
urbano de algunas manzanas más. La ciudad llegó hasta la malla.
Posesionada de Puerto Galán, en seguida la Tropical cercó sus
predios y puso un portón con puesto de guardia y vigilantes. Eso es
lo primero que advierten los congresistas en la comisión de abril de
1922, suministrando de paso un primer retrato del "feudo americano” :
...la Tropical Oil Company, cesionaria hoy del primitivo contrato, man­
tiene perfectamente cercada con alambre y sin permitir acceso al público, una
considerable área de terreno en la que ha construido varios tanques para
recibir el petróleo crudo que un oleoducto conduce desde Las Infantas...

431
m i t i f w construidos tm tiífe allí los edificios necesarios para t í servicio
de las de la dirección de la Empresa, y ésta ha iniciado asimismo,
dentro del perímetro, la formación de na caserío moderno, cuyos
edificios están construidos en alto sobre soportes, rodeados de fina malla me­
tálica y de admirables condiciones higiénicas, caserío que tiene por base t í
saneamiento del suelo con alcantarillado para la conducción de las aguas
sucias, y acueducto para la conducción de las limpias, en cantidad necesaria
para los menesteres de la población que bajo la exclusiva dependencia de la
citada Compañía americana se está allí formando...
El eoifwii»Mxmn se p i « m i inmediatamente en dos faunas, por lo
dranás universales y muy convencionales: primero, la división espacial
entre ciudades, indígena y extranjera. En segundo lugar, y reflejo de
esta türisiOn. el contraste entre el orden, la racionalidad del diseño y
la modernidad Imperantes en la segunda, mientras penurias y arcaís­
mos se acumulan en t í rancherío de la primera.
Tanto lee visitantes oficíales de las afias 20 como los autores m o­
dernos han manifestado su asombro ante el lujo de las instalaciones
destinadas al personal extranjero. Algunos observan eOmo contrastan
éstas con la precariedad del alojamiento para la mano de obra nativa.
El agente de policía Valbuena. entonces norato, en su primer informe
lo expresa a su manera:
. . - t í orgullo de los naturales se abate beodamente cuando se v e en con­
junto la representación oficial viviendo en verdaderas covachas, actuando en
oficinas destartaladas enteramente, y de otra, la elegancia y la novedad de
todo lo que es propiedad extranjera.
En cnanto a la dicotomía entre las “ dos ciudades” , señala t í in­
forme de Uniandes:
La Tropical QQ Compás?, desde la fecha de so instalación, a
«rim n ó v ce comportó como un sistema único, como un universo independien­
te tanto de la cabecera del Coeregúniepto como de su parte rural— era indfis-
oensaVe ronstruT las plantas físicas en las zonas de trabajo, lo oue rara la
oarte rural significó la fundación de pueblos y para la cabecera la construcción
de Canrasmeotos. En cualquiera de los casos estos universas eran exclusivos de
la C m w s;a. vedados para amenes no formaban oarte de éPa. Las construccio­
nes adelantadas en los campos de Infantas. El Centro y Barr ancabermeja
corroboran las anteriores apreciaciones.
Síene t í informe con una página dedicada a los mecanismos fisi-
c-* de segregación étnico-racial y de discriminación social por estratos
laborales: tueco un listado evidencia la doble estructura de los siste­
mas de equipamiento: refinería y campamentos por una parte, dudad
por otra, « m duplicación en ambos hábitats, de inversiones dirigidas
al mismo fin. Escribe Gómez Picón poco antes de la “ reversión", es
decir de la entrega oficial de la International Petroleum por el go-
V e rro de Laureano Gómez:
Sus cables, sos carreteras, sos alambradas que defienden la vivienda, dr
los extranjeros contra el acceso de los ■aleantes- No sé cómo interpretar
esas alambradas. Pueden significar que las gentes conmines son malos vecinos.
Pueden ser efecto de la deseducactón general. Dos males que requieren
corrección.
Contrasta t í esplendor de la zoca ocupada por tas instalaciones de la
Tropical OiT Compon? con la población que a su lado se ha desarrollado...
¡as des ciudades se iban definiendo.

432
La malla adquiere en seguida valor de símbolo y de frontera,
separando enemigos; además uno de los adversarios la reforzó como
la muralla de una fortaleza. Adentro está el puesto de guardia de la
entrada, con su propio cuerpo de vigilancia y sus “ watchmen":
afuera están los cuerpos de seguridad suministrados por t í estado
colombiano Desde el principio la dudad naciente fue controlada
por importantes fuerzas policiales y del ejército, desplazadas a
solicitud de la Tropical OU Company Manifestación espacial de su
presencia, la policía controla la via de aeceso a la portada de la pe­
trolera. En la puerta de la oficina del personal, un centinela del ejército
colombiano, con fusil, vigila la entrada; a lo largo de la cerca se
distríbore te protección asumida por te administración nativa. En las
fotografías trabadas por Floro Piedrahita, se ven en el puerto apoya­
das contra t í muelle de la Troco, a las dragas de la marina, donde se
alóla t í eiéreito nacional: una compañía de infantería con sus ame­
tralladoras Brovming y, eventualmente, nna cañonera de la Armada
Nacional. Cerca de la portada, de te malla metálica v de la estación
del ferrocarril está la sede de la policía, construida con fondos de la
Tropical Oil en un predio cedido por t í gerente; desde este sitio el
cuerpo de te poUeia controla las vias de acceso a las Instalaciones de
la refinería de Campo Galán. Posteriormente, los empresarios ceden
hacia t í oriente y también en posición neurálgica de defensa, un
extenso lote para el ejército nacional: asi. más tarde tí Batallón Bo­
gotá se establece en un lugar cercano y que asegura te óptima protec­
ción de 1a refinería y de los tanques. En este lugar sigue hoy radicado
el batallón que se apoderó de te ciudad en los dias más agudos de la
confrontación, en tiempos tempranos del estado de sitia En resumen,
a lo largo de la malla encontramos los pantos de defensa del “ campo
americano*', dispuestos como torreones: todos adosados a te malla ex­
tranjera y con sus armas dirigidas hacia los peligros de la ciudad in­
dígena. Observa a propósito el informe técnico de Uniandes:
La Tropical OO Company, desde la misma fecha de sa instalación, se
organizó y comportó come un sistema única como un universo independiente
tanto de la cabecera del Corregimiento como de su parte rural
Luego analta* te formación de “ las dos ciudades”, las causas y
consecuencias de este divorcio socio-espacial, y cómo el origen de este
fenómeno estuvo en el “ campamento minero” :
El núcleo urbano fue creciendo alrededor en función de la “ciudad cam­
pamento” produciéndose tina ciudad distorsionada en que la compañía petro­
lera suministraba buenos servicios en sus instalaciones, dando la Ousaón que
t í municipio se estaba desarrollando al mismo ritmo, cuando lo cierto era
rm abandono para t í resto de la comunidad.
Esta separación se torna divorcio: poco a poco va creando en la
ciudad un doble sistema, por lo demás muy oneroso, de ciertos equipa­
mientos; y también una doble estructura de redes y equipos. Esta du­
plicación paralela de servicios básicos constituye un fenómeno urba­
nístico muy peculiar y que menciona t í informe del CPU.

433
La Compañía atendió todo lo relacionado con el funcionamiento de sus
dependencias y las necesidades de sus trabajadores, y la municipalidad debía
dotar de los servicios a la población urbana que no dependía de la Compañía
y propender por el desarrollo de su parte ruraL Esto condujo, naturalmente,
a la formación de una imagen deformada del desarrollo de la ciudad de Ba-
rrancabermeja. El desarrollo y expansión de la Compañía se adscribió tam­
bién a la ciudad, lo cual no fue verdad. Por lo demis, tanto la municipalidad
en general y los habitantes en particular, esperaban, si no la dotación, por
lo menos la participación de los servicios que dicha compañía suministraba
a sus trabajadores.
Inclusive la política de contratación laboral de la Tropical Olí
Company auspicia una segregación y una marcada división dentro
del proletariado. D etris de la malla están las barracas prefabricadas
de unos campamentos construidos por los obreros colombianos, para
alojar una parte privilegiada del personal: unos antillanos, muchos
de ellos contratados en Jamaica. Afuera se aloja, como puede, la mano
de obra nativa. Como era de suponer, los obreros colombianos, zam­
bos, mulatos y mestizos no entienden cómo los yanquis pueden favore­
cer a los "n egros" antillanos, a los cuales desprecian. En virtud de una
curiosa lógica, son ellos los que se quejan del racismo de los empre­
sarios. Obviamente, en los dias de cólera, den metros adelante de la
malla el cordón de las armas oficiales, las bayonetas caladas y las
ametralladoras en batería, detienen el flujo de la Ira que llega del
caserío. No se puede Ir más allá: aquí empieza "e l Norte".
Quizá Tropical City es la única ciudad que nace en el siglo X X
con precoz estado de sitio y, periódicamente, con una doble adminis­
tración, civil y militar. Inclusive, muy temprano Inaugura la era de
los alcaldes en uniformes, nombrados desde el Ministerio de Guerra.
Con alcaldes militares, muy a menudo el “ orden público" sustituye a
las "obras públicas", reduciendo estas últimas a unos rollos de alambre
de púas para cerrar una calle e impedir el paso de un multitudinario
desfile de obreros, manifestando su inconformidad. En octubre de
1924 llega el ministro de Industrias Dlógenes Reyes, en medio de
la huelga general de los tres mil obreras de las petroleras, pero según
sus declaraciones al diario El Espectador parece encargado por el m i­
nistro de Guerra:
Inmediatamente salí a ponerme al frente de las tropas y policía, que
estaban en dos dragas en el puerto, y en tierra cubriendo una linea de defensa,
porque en el peligro grandísimo que reinaba, desde el mediodía se hizo un
plan de defensa, para el caso, entonces considerado muy posible, de que
hubiera un gravísimo conflicto, y porque al no ser aceptado el convenio por
los obreros, era el caso imperativo de hacer predominar el principio de
autoridad y restablecer el orden en el puerto.
Escriben los directivos de la Tropical en el Informe que envían el
27 de octubre al embajador de Estados Unidos en Bogotá, Samuel
H. PUes:
...s i no hubiera sido por la actitud terminante de la Policía Nacional,
al mando del Coronel Evaristo A l daña, que mantuvo un limite entre la dudad
y la planta de la compañía, habrían podido presentarse serios daños a la
propiedad de la Compañía y, quizás, daños físicos a los empleados extranjeros
de ésta y sus f amilias, personas que habitan en estas posesiones.

434
435
...muchos huelguistas estaban armados, la mayoría de ellos estaban be­
biendo y se fijaron diferentes horas para intentar abrirse paso por entre la
la policía nacional, que estaba estacionada entre la ciudad y la planta.
... un grupo de gente dirigido por Mahecha (quien empuñaba un revól­
ver) y que trataba de llegar a la oficina de los telégrafos, pero fue enfrentado
por la policía nacional, en la linea divisoria o limite, a una distancia de 100
yardas, que se habia establecido previamente como el punto más cercano a
nuestra valla al que podía llegar la multitud.
... le sugerí que tratara de contemporizar con ellos hasta que llegara
la cañonera...
.. .La ciudad estaba al cuidado de la Policía Departamental, 35 hombres:
los cuales están muy poco entrenados y no son suficientes. La Policía Nacio­
nal estaba en servicio en nuestro campo y entre el campo y la ciudad.
La Tropical ya manejaba también la administración de la ciudad
“ en form a delegada” , pero en estas circunstancias constatan sus di­
rectivos que poco sirven sus "guachimanes” :
El departamento de policía es ineficiente, el alcalde casi inútil, el jefe
de la Policía Nacional es el único hombre fuerte y eficaz ( . . . ) . Es muy sig­
nificativo el hecho de que el ministro, quien durmió la primera noche en la
casa de Honorio Campo, decidiera dormir la segunda noche en la draga
donde estaban acuartelados los soldados. ( . . . ) La cañonera llegó a las 8 p.m,
Muerto Theodore Roosevelt seguía vigente la “ diplomacia de las
cañoneras", aunque perfeccionada. Y a no era preciso mandar los bu­
ques de guerra de la “ U.S. Navy” : en las “ repúblicas bananeras” , con
el telégrafo y el teléfono era fácil disponer directamente de las caño­
neras de los gobernantes locales:
... Le envié hoy a usted un telegrama pidiéndole 200 soldados más... El
ministro de Guerra me informó que acababa de ordenar que se enviara, desde
Medellín otra compañía de soldados a Barrancabermeja. ... esperábamos que
al estar todavía presentes las tropas y éstas bajo el mando de un hombre co­
mo el General Acosta, no ocurriría ningún daño de magnitud a su misión.
Estos son algunos apartes del inform e del gerente de la Tropical
del 27 de octubre. En realidad la malla separa dos mundos: aquel asép­
tico y sin malaria, con angeos y sin zancudos, con luz eléctrica, auto­
móviles que se lavan con agua que sale a chorros de mangueras de
caucho, teléfonos, piscinas, ventiladores, casas sobre pilotes en cem en­
to, techos importados que brillan, hospital con médicos y enfermeras
vestidos de blanco, sábanas Inmaculadas tendidas al sol. quinina, niños
rosados jugando con Juguetes mecánicos, carritos y bicicletas; donde
circulan las siluetas altas y robustas de gente con cabello rubio y ojos
azules, mujeres delgadas, unas flaquísimas y pelirrojas con pecas, todos
con ropa extraña y que hablan raro. Masones unos, protestantes o ca­
tólicos todos, desde la pureza inmaculada miran a través de la m alla
un universo sucio de chozas humeantes, de tugurios con techos de paja
filtrando olores de pescado frito con grasa quemada cien veces, exha­
lando miserias, las sábanas sudorosas de los maláricos, chozas que
huelen a leña, donde se agita un mundo de hombrecitos de piel oscura,
vestidos con harapos, la camisa fuera del pantalón (armados todos
además), y niños desnudos en los caminos, jugando al frente de canti­
nas que botan a la polvorienta calle su tufo de cerveza, chicha y orines,

436
Junto con el bullicio de las pianolas, con borrachos a toda hora, muje­
res que salen de madrugada en enaguas y con bacinillas en la mano:
el infierno, el pecado y el castigo de Dios con la sífilis: el burdel con
alcalde y cura.
Eso es lo que se advierte, de lejos, desde la malla: “ El campo ame­
ricano” , dicen documentos del municipio; otros señalan “ el ferrocarril
americano” y unos autores hablan del "feudo americano". Era Tropical
City, donde en enero de 1927, durante una sangrienta huelga, Floro
Pledrahíta grabó la fotografía de un cordón de policía en el puerto y
cuya leyenda reza:
L a P olicía Nacional obstruye arbitrariam ente una vía pública a los huel­
guistas alegando su je fe que esa v ía no era territorio colombiano.

Contó más tarde el médico Gonzalo Buenahora a Mauricio Archila:


H abía un celador en la puerta de llegada, y o fu i con el señor alcalde a
hablar con e l gerente y dijo el celador;
— ¿Traen la boleta del gerente?

— ¿No? Entonces no pueden pasar.


— Que y o soy el alcalde.
— N o im porta ésto es de la Tropical, ésto es la concesión, ésto no es Ba­
rranca.
Y el alcalde de Barranca no podía pasar sin perm iso del g e r e n te ... le
tocaba dejarse patiar porque si e l alcalde protestaba pues lo botaban. Era su­
ficien te que el gerente de la Troco llam ara al gobernador de Santander y dije­
ra que le cambiaran de alcalde y se lo cambiaban. El alcalde, o todos los
alcaldes, eran entregados a la Tropical. L a Trop ical era intocable.

# * *

Más que la problemática de tierras rurales, impactarla al poblado


la cuestión de la escasez de suelo urbano. No había notable presión de
los terratenientes que circundaban al pueblo; el que más obstaculizaba
su crecimiento era la propia Tropical que impedía y excluía de una
vez toda posibilidad futura de expansión urbana hacia el norte. Ade­
más, en dirección a oriente, casi lindando con el casco urbano, unos
pequeños globos de baldíos adjudicados bloquean él libre ensanche en
este sentido. Finalmente los migrantes son andariegos; aventureros o
cacharreros que llegan, ahorran unos pesos, y se van. Barranca es
un intento, una escala; más un sitio de paso que de sedentarización.
En estas circunstancias lo que sí se advierte, multiplicada e intensa,
es la especulación rentista de los casatenientes mediante el alquiler.
De tal modo que la cuestión angustiosa de la escasez de la vivienda y
de su alto costo, está en la misma génesis del poblado.
Enganchados por la Tropical a lo largo del rio, a veces desembar­
cando de los propios vapores de la empresa, llegan a Puerto Galán
miles de migrantes en busca de techo y de un elemental albergue. Pero
desde tiempo atrás unos especuladores locales consideraban la vivienda
no como un bien de uso, sino como una buena mercancía, con notable

437
valor de cambio. Cuando se incrementan los flujos de migrantes, estos
nuevos pobladores contribuyen a que la vivienda adquiera mayor
valor de mercancía y fuera próspera fuente de rentas.
El villorrio de principios de siglo se consolida en los años del
“ boom" petrolero, principalmente con base en un catastro urbano,
conformado por numerosas adjudicaciones de solares para la vivienda
de los pobladores anteriores. Igual que en otras ciudades (Quibdó,
para no citar sino un caso), los residentes adquirieron sus solares me­
diante una solicitud de baldíos urbanos al Ministerio de Industrias; y,
en ciertos casos, realizaron estos trámites para legalizar una posesión
que ocupaban desde años atrás.
Con toda evidencia, hacia 1920-1930 el parque inmobiliario es su­
mamente reducido, pero prollferan el arriendo y los inquilinatos. En
cuanto se refiere a los migrantes es particularmente típica la trayec­
toria de la familia de Arnulfo López Ortiz, nacido en 1929, quien pro­
porcionó valiosos datos relativos a la penuria de la vivienda:
M i mamá era campesina santandereana de Socorro y se vino con sus her­
manos para cocinarles. M i padre era antioqueño y se vino joven de Carolina.
Se conocieron en Infantas y se juntaron. N o se casaron pues no era la costum­
bre. Nací y o en el 29 en el campo 9 y medio, en Infantas. A llá vivíam os en una
casa de madera con techo en lona asfaltada y la cocina tema un fogón de leña.
En el 31 nos pasamos al campo 16, la casa era de madera también pero
con techo de zinc y e l fogón era de leña, en e l suelo.
En el 34 nos pasamos al centro, campo 22, en una casa de ladrillo con
techo de zinc y se cocinaba ya con gas natural. Y en 1935 nos pasamos a v iv ir
aquí, en el centro en la calle novena con carrera cuarta, prim ero en e l barrio
de los veinte cuartos. Bueno no era un barrio sino una cuadra, de esquma a
esquina, veinte cuartos de cinco metros, es decir que cada cuarto era grande y
allí se alojaban varias familias, 10, 15 ó 20 personas.
Evidentemente, había pasado la edad de oro tal como la vivió
Rafael Nüñez Osplno, hacia 1916:
Andrés Guerra estaba allí cuando llegamos, y o de cuatro años, con mis
padres, y nos dio alojamiento hasta que este mismo año del 16 compramos una
casa de bahareque embutido con un techo en paja de iraca, por 80 pesos. En
cuanto a solares no había dificultad alguna, uno llegaba se m etía en una ras­
trojera y decía eso es mío, cercaba y ya. Pero con la Concesión todo e l mundo
perdió su derecho de antes. Claro que uno reclamaba el pago de mejoras al
Gobierno y desde Bogotá ordenaban el pago de la T rop ica l
En esa época el municipio, o el corregidor, daban solares urbanos de 10
de frente por 25 de fondo para construir casas. Antes de existir el municipio
uno agarraba su lote, eso es mió, no más.

Pero en este mismo año de 1916 las cosas cambian bruscamente,


como él mismo lo advierte:
.. .a la sombra de los trabajos, fueron llegando personas de todos los
matices... artesanos, aventureros y maleantes.
Había escasez de habitaciones y los arrendamientos empezaron a subir de
precio. Algunos de los que llegaban todavia alcanzaron a que se les señalarán
lotes de terreno para edificar, en forma gratuita.

En 1921 este testigo observa cómo unos diez de los más antiguos
pobladores, con solares en el pueblo, algunos de ellos especuladores del
alquiler de piezas, se precipitan a fundar fincas a la orilla de la carre­

438
tera a Las Infantas, recién abierta por la empresa, con el fin de conver­
tirse en “ colonos" de un día para otro. Es el mismo fenómeno que
Valbuena describe con otras palabras:
. . .Con la era de los petroleros vino la fiebre de las adjudicaciones y cada
cual echó por la calle de en medio, haciéndose adjudicar lo que a otros perte­
necía con m ejor derecho por ocupación más antigua, pero que inocentes del
cambio de ios tiempos ningún título oficial habían adquirido y fueron barridos
por los vivid o res de última hora.

En Bogotá, en el tomo 62 del Fondo de Baldíos, del AHNC, los


folios 23, 24 y 25 los conforman numerosas solicitudes de adjudicaciones
de lotes de baldíos, rurales unos, otros en el área de la población de
Barrancabermeja. Igualmente se encuentra información al respecto
en los listados anuales del Ministerio de Industrias. Obviamente pre­
valece sobre las adjudicaciones rurales el interés por legalizar las
apropiaciones de solares urbanos. Referido a 1923 y al poblado, Galvis
escribe que “ empezaron a solicitarse las adjudicaciones de los lotes
baldíos de varias de las construcciones de la localidad” , lo cual pudi­
mos comprobar en el AHNC donde al sintetizar los datos, los listados
oficiales indican:
— En 1923-1924 figuran en Barrancabermeja 43 adjudicatarios,
de los cuales 7 son mujeres. De las adjudicaciones unas 9 son de tipo
rural, desde 7 hasta 20 hectáreas (Ley 71 de 1917). Las demás supues­
tamente se refieren a solares urbanos, con un mínimo de 24 mts* y un
máximo de 2.396 mts=. Es decir lotes urbanos en 34 casos.
— En 1924-1925 se otorgan 15 adjudicaciones, de las cuales 6 co­
rresponden a mujeres. Rurales son unas 4, desde 4 hectáreas hasta un
máximo de 20. Urbanas, suman 11, con un mínimo de 269 mts1 y un
máximo de 2.376.
—En 1925-1926 figuran seis adjudicatarios, todos hombres; tres
reciben entre 10 y 20 hectáreas y tres más lotes de 458, 520 y 3.670 mts1.
Como se ve, entre mayo de 1923 y mayo de 1924, todavia numerosos
habitantes consiguen adjudicaciones con base en la Ley 71, bien sea
en Barrancabermeja o en sus alredores. El listado indica que fueron
siete beneficiados, cada uno con 20 hectáreas en E1 Porvenir y otras
zonas aledañas a la localidad. Mientras tanto Honorio A. Campo y
Marco León Serrano al servicio de De Mares desde 1913 consiguen
7 y 16 hectáreas, respectivamente. En el poblado se otorgan amplios
solares o pequeños lotes para vivienda a 34 personas. Entre ellas
figuran varios personajes ligados a la Tropical y a la vida pública
de los primeros años, como Juan F. Stuart, Nepomuceno Gómez, Cer-
beleón Machuca, testigo analfabeta e idiota útil del “Acta de San Vi­
cente” en 1916, donde firmó por él Andrés Guerra. En este listado
figuran 8 mujeres con su solo apellido.
Según el listado, el tamaño de los lotes urbanos varia considera­
blemente y recuerda el comentario del entrevistado: “Uno agarraba lo
que podia y decía eso es mío". Clementlna Gómez estuvo de malas y
seguramente sus 24 mts1 corresponderían a la legalización de un exiguo
rancho de 4 x 6, como aquellos que se ven en las fotos de esa época.

439
Tampoco resultaron muy favorecidos los hermanos Parra con 91.80
mts*, Igual que Bonifacio Jaramlllo, con un solar de 6 x 12 (72.25 mts1).
Más afortunados, otros consiguieron cercar y denunciar entre 400 y
1.000 mts*. Finalmente, como Juan de Dios Serrano, algunos logran
hasta 1.545 mts1, tamaño muy generoso que permite la partición y
conlleva a varias modalidades de especulación (curiosamente consi­
guió en el mismo año 1023, además de la anterior, una adjudicación
rural por 20 hectáreas en las goteras del pueblo). En cuanto a Fran­
cisco Amaya, firma una escritura por 2 300 mts2, extensión que favore­
ce la división y reventa parcial inmediata.
Hoy en el centro se verifica la persistencia de algunos de los linde­
ros del primer loteo de posesiones y adjudicaciones; desordenado, caó­
tico, con manzaneo irregular y linderos torcidos. En nada se corres­
ponde con la medida standard de 10 metros de frente por 25 de fondo.
Se aclara este asunto al detectar mediante los documentos dos tipos
de adjudicaciones: con dimensiones regulares en nuevas manzanas
y con diversos tamaños y formas, cuando se trata de la legalización de
un predio de posesión anterior. Una vez más, el urbanismo se articula
con las modalidades de la propiedad privada.
Al año siguiente, desde mayo de 1924 hasta el mismo mes en 1925,
el cuadro del Ministerio de Industrias indica una disminución de las
adjudicaciones, con solamente 15 beneficiados, de los cuales, 6 son
mujeres con un solo apellido. Dos de ellas reciben cada una 20 hectá­
reas, igual que Pedro Sierra Támara (en La Esperanza), lo cual re­
suelve la cuestión de saber cómo se consiguieron las tierras del futuro
barrio Colombia. Por su parte, Emilio Rivera titula 9 hectáreas. Ade­
más de estos 4 predios rurales, 11 beneficiados titulan solares urbanos,
con un mínimo de 209 mts- y un máximo de 2,376; entre estos Ultimos
figuran 4 mujeres.
El tercer listado del Ministerio corresponde al periodo mayo de
1925-Junlo de 1926 y se reduce a 6 adjudicatarios, todos varones. En
la localidad se adjudican tres solares en 1925-1926. uno a nombre de
José V. Mogollón —el comerciante— por 458 mts2, y otro a nombre de
José María Serrano por 3 670. En las afueras (El Rosario o La Es­
peranza) Marcelino Hernández recibe 10 hectáreas, Eduardo Sierra
20 y su hermano Pedro María Sierra titula 10 más. De tal modo que
los hermanos Sierra lograron — no se sabe cómo— el fraude de conse­
guir varias adjudicaciones y sus propiedades (sin contar los solares
urbanos), totalizan 50 hectáreas con las cuales se convierten en los
máximos "latifundistas'' del lugar. En seguida lanzan una operación
comercial de loteo urbano en el futuro barrio Colombia, que se rese­
ñará más adelante. Si bien es este el caso más notorio y documentado,
no es el único, Al comparar los listados del Ministerio de Industria
con aquellos establecidos por la Inspección de policía desde 1900, se
comprueba que hacia 1920 varios habitantes hablan logrado, en acuer­
do con algún corregidor, denunciar o registrar sucesivas adjudicacio­
nes tanto urbanas como rurales. Es más, los primeros listados catas­
trales de los años 1922-1924 establecen una relación directa entre esta

440
práctica y la concentración rai2 urbana. También evidencian que estos
especuladores de las viviendas y del alquiler dominaban entonces la
vida política local y el aparato burocrático municipal.
Después no se encuentran listados hasta el año 1932, con estas
adjudicaciones urbanas y rurales: Alberto Lldenoros (335 mts'j, José A.
Monterrosa (20 Has,), Pedro León Rodríguez (20 Has,), Simón F Gal-
vis (500 mts*), Salvador Muñoz (224 mts2) Los últimos datos, para el
afto 1935, indican que se adjudican 258 mts* a Cristóbal Restrepo y
539 a Plutarco Vargas, Mientras tanto, el Ministerio sigue titulando
globos de baldíos de la nación dentro de la concesión, pero en Jurisdic­
ción de San Vicente, En 1932 recibe cada uno 20 Has., Casiano Martí­
nez y Domingo Rueda. En 1933 se adjudican 20 Has. a Jasé Rueda, La
misma extensión titulan a Gregorio Quljano en 1934 y a Siervo Higuera
en 1935,
Por otra parte, en el momento de la fundación del municipio el
cabildo reservó algunos lugares para calles y plazas, edificios públicos,
cementerio, etc., que son propiedades de la nación y del departamen­
to: todos, por supuesto, situados dentro de la concesión De Mares, y
ocupados algunos por colonos. Municipio, gobernación, ocupantes y
concesionarios, son los cuatro protagonistas disputando el dominio de
estos predios; quizá no existan en el país tierras con una situación
jurídica tan intrincada. Muy a menudo (como lo hacían los inspecto­
res en el período anterior) el personero municipal solicita instruccio­
nes al gobernador, cuando no al ministro de Industrias; los cuales por
lo general, en medio de una argumentación Jurídica confusa o evasiva,
eluden o aplazan la respuesta clara y definitiva: la ambigüedad per­
siste, En 1932 seguía la confusión en tomo a las adjudicaciones y el
“ apoderado del municipio" se dirige al ministro, José Antonio Chaux
le contesta dándole las instrucciones, pero sin decir, ninguno de los
dos, cómo actuar con terrenos situados dentro de la concesión De Ma­
res-Tropical. Como se ve, con cuatro actores Barranca presenta una
marcada peculiaridad en las disputas en torno a la tierra. Las contro­
versias agrarias clásicas se complicaban, agregando a las pugnas por
la propiedad del suelo aquellas relativas al dominio del subsuelo.
De Mares tuvo la imprudencia —¿premeditada?— de anunciar
públicamente, que necesitarla 1 000 hombres La frase se riega a lo
largo del rio, hasta Mompox y más allá; su eco llega hasta las laderas
de Antioqula, los barcos circulan la voz hasta Honda y Glrardot, En
Las Infantas, en Puerto Galán, en el muelle descargando toneladas de
materiales importados, en el montaje de la refinería, la construcción
de oficinas y campamentos, monte adentro derribando selva, aserrando
polines y tablas, abriendo carretera a pico y pala, tendiendo carrilera,
colocando treinta kilómetros de oleoducto, y en el mismo pueblo pe­
trolizando calles o perforando un pozo artesiano para el acueducto,
brotan numerosos frentes de trabajo: se concentra hada 1920-1922 en
la zona un impulso industrial multifacético con una Intensidad única
en el pais.

441
En 1922 ocho vapores pertenecientes a la Troco están surcando
las aguas del Magdalena. Desde Barranqullla, a lo largo del rio los
ribereños ven pasar toneladas de materiales metálicos y de cemento,
extrañas maquinarias gigantes, carros y camiones, locomotoras y va­
gones. En la estela, centenas de desocupados llegan a las afueras de
Puerto Galán, arriman flujos de jóvenes tolimenses, costeños y antio-
queños; hacen fila y quedan registrados con un número. Acudieron
más de tres m il hombres a una oferta de trabajo nunca vista en el
país: tan pronto llegan, quedan de una vez “ enganchados” , con sueldo
igualmente singular en el pais, de 1 a 1 50 pesos diarios. El puerto se
anima, el poblado se torna un hormiguero de inmigrantes que llegan
a un villorrio que no pasa de 200 casas. La crisis de la vivienda y la
penuria aguda de alojamiento acompañan el nacimiento de la Tropical
City; cuando en los campamentos provisionales los inmigrantes se alo­
jan en estructuras precarias, ranchos de madera con techos en tela
asfáltica y carpas. Las epidemias no tardan.
En el caserío superpoblado, los obreros buscan alojamiento; a las
chozas se agrega una pieza atrás, dos y tres, y en cada cuarto se aña­
den más camas. Surgen fondas, hospedajes, cantinas y “ garitos de
Juego". Se generaliza el alquiler, el subalquiler, el inquilinato. El pro­
pietario de un lote frontal sobre un camino construye una hilera de
veinte cuartos, piezas separadas por paredes de cartón: alquila por
mes, por noche y por cama. Se vuelve la renombrada cuadra de “ los
veinte cuartos”. Otro, desde la calle abre un sendero axial hacia el
fondo del solar y a ambos lados construye exiguas y rudimentarias
piezas, sin luz, ni ventilación, ni agua y donde apenas cabe un catre:
surgen, “ los pasajes” , precoz expresión de un modelo espacial, predial
y arquitectónico, que caracteriza hoy el inquilinato a lo largo y ancho
del pais.
La producción de víveres del entorno apenas da abasto a la po­
blación local. Crece la demanda de alimentos, de las pocas fincas ri­
bereñas salen canoas cargadas con cerdos, yuca y plátano hacia Puerto
Real y el puerto del Mango: también suben los precios de las provi­
siones y de la alimentación. En 1918-1919 el salario de la Tropical
llega a 1.50. Aumentan al mismo ritmo los alquileres de camas y pie­
zas, la alimentación, el lavado de ropa, la chicha y la cerveza en las
cantinas que brotan por doquier; las “ mujeres de amor corsario” (según
Núfiez), de una vez cobran 1 peso, algo más las "italianas” y “ argenti­
nas” y hasta 2 pesos las dudosas “ francesas” , supuestamente rubias y
muy solicitadas.
Se analizaron los listados del municipio para el cobro del impuesto
de aseo. Particularmente legible es aquel de septiembre de 1923 que
posibilita varias conclusiones, por lo demás válidas para otros meses y
durante varios años. En primer lugar, asombra un alto nivel de con­
centración de la propiedad construida y de la especulación con los
alquileres. Un total de 30 propietarios son dueños de más de una casa,
con un mínimo de dos viviendas y un máximo de 13, controlando este

442
reducido grupo un total de 110 casas. Otro clan importante es aquel
de los propietarios de una habitación dividida y compartida con uno
o varios hogares de inquilinos, totalizando más de sesenta casas.
Apenas unas 50 casas se pueden calificar de viviendas habitadas
exclusivamente por los propietarios; el resto, 175, que conforman cerca
del 80%, consiste en varias formas de viviendas compartidas, con sub­
divisiones, alquiler, subalquiler y numerosos casos de inquilinatos, que
ya en esa época se llamaban ‘'pasajes’’. Eran el resultado de la parti­
ción del frente de un lote regular, convertido en dos tiras. Consistían
entonces en un corredor axial desde la calle hacia el fondo del solar,
separando dos filas de cuartos ciegos, sin iluminación ni ventilación,
muy a menudo construidos en materiales tan precarios con paredes de
cartón o de láminas de hierro corrugado, generalmente con el tra­
dicional techo en paja. Esta tendencia especulativa, con base en el
"pasaje" y el inquilinato, tendría varias expresiones pero subsistiría
durante mucho tiempo. En la zona de desarrollo urbano de los años
treinta y cuarenta (sectores Colombia, Buenos Aires) subsiste, aún
hoy en dia, este tipo de organización predial, a veces transformado
el pasaje en estrecha via pública.
Los listados indican propietarios de 5, 7,10 y hasta 13 casas alqui­
ladas. En ciertos casos un dueño de varias casas puede concentrar
hasta 23 inquilinos. Véanse estos ejemplos: Felipe Serrano era propie­
tario de 8 casas que alojaban 17 familias de inquilinos; Pedro Antonio
Serrano, llegó con el cargo de inspector en 1912 y lo califica Galvis de
"capitalista muy conocido” ; en 1923 tenia tres casas, además de la
suya: una la alquilaba a una familia, otra la ocupaban 8 arrendatarios,
y en la última se amontonaban 12 hogares, en igual número de piezas;
Roberto Insignares no tenia sino una vivienda: la comparte con siete
inquilinos; Pablo Sandino también tenia una casa, con el número 263,
que albergaba 17 hogares de Inquilinos, entre los cuales uno era Raúl
Eduardo Mahecha, un inmigrante de origen tolimense que llegó al
caserío en septiembre de 1922; Andrés Núñez es, al parecer, el máxi­
mo casateniente de estos años: propietario de 13 Inmuebles sólo ocu­
pa uno, alquila los demás a 14 arrendatarios, es decir, uno por familia.
Si Núñez construyó o compró 13 chozas, alguna perspectiva tendría.
Aunque sea un tema secundarlo, asombra para esa época, la
situación de libertad de la mujer barranqueña: independencia social,
sexual y laboral, muy notoria en relación con la propiedad raiz:
— Una mujer dueña de un almacén y otra de una cantina.
— 35 son propietarias de su casa.
—Varias mujeres arrendatarias de una tienda, un hospedaje, etc.
—88 inquilinas de casas, de un espacio partido o de un sencillo
cuarto.
En las escrituras notarlas se comprueba lo que indicaba el Archi­
vo de Adjudicaciones de Baldíos. En Barranca numerosas mujeres, en
su mayoría solteras, son propietarias de casas y solares. Llama la aten­
ción que muchos compradores figuran como “mujer célibe” . Acercando
estos datos de otras situaciones, sugieren que quizá en Barranca la

443
mujer colombiana, plebeya y trabajadora, alcanzó una libertad indi­ ex decir de unas cuadras trazadas sobre la marcha en función de
vidua) Unica an el pan concordatario y puritano de 1620 Al lado del las coyunturas de la demanda, pero aln un previo proyecto de con­
incipiente y novedoso proletariado industrial, también surte en Ma­ junto; segundo, la desigualdad de adjudicaciones que no obedecen
rranea, y muy temprano, un nuevo tipo de mujer del pueblo. Sorprende a una norma única, sino más bien á la legalización a posterior!
entonces, conociendo la convencional actitud resignada y silenciosa de de una ocupación anterior y, finalmente, en ciertos casos Indican
la mujer de entonces, encontrar huellas de sus protestas colectivas o la división Irregular y por partición de un solar original, adjudicado
Individuales. con medidas regulares y dimensiones mayores. En los dos primeros
(Existen Indicios muy precoces a principios de siglo, cuando las tomos de escrituras notariales, aftos 1620 y 1627, los Instrumentos con
lavanderas se enfrentaron victoriosamente a un terrateniente que ha­ cierta frecuencia se refieren a la venta a la Tropical, por parte de un
bla cerrado el camino que conducía a ia quebrada “de las lavanderas". colono, de tierras que le fueron adjudicadas oficialmente o que ocupa
Defendían au derecho al trabajo, y algo Igual ocurre el 6 de septiembre por posesión sin denuncia. Y en forma más reiterativa aún, el bien
de 1622. cuando Ramona Rico, quien tiene un "parapeto" de fritan- raíz negociado linda y choca con propiedades empresariales. La cin­
güera en ia plata del mercado, se dirige al cabildo en nombre de "no­ dadela americana de "Tropical City" es el lindero limitando la ciudad
sotras las vivanderas". ¿1CI motivo?; ios editas pretenden desalojar colombiana y es aquel que más se sehala en estos documentos.
estas ventas de la plata. En otra oportunidad, en noviembre de 1622, Kn cuanto a la gama de precios de la propiedad raíz, un solar vale
Ana Ocampo de laata tiene la audacia, primero de no quedarse callada, entonces entre 50 y 100 pesos, con casa sube a 1A0 o 200; llega en un
y. segundo, de protestar abiertamente contra Is acusación de aer pros­ solo caso a 400 pesos. El salarlo diario del operarlo raso en la Tropical
tituta. Y va mis alia, denunciando airadamente ei acuso del médico Olí Company es de 1 peso con 50 centavos y los sueldas mensuales de
del municipio, a quien, además, acusa sin tapujas de haber transfor­ los empleados públicos oscilan entre 100 y 150 mensuales. Significa lo
mado el dispensarlo antlvenereo en "un lugar de burdo! y de vicio". anterior que un solar equivalía mis o menos a 2 ó 3 meses de salarlo
(ion apenas algunos de los hechos entre muchos, cogidos al vuelo obrero y que una choza se conseguía Invlrtlendo el equivalente de 4
dentro dsl aneedutarto de la crónica cotidiana, pero que ponen a) das- sueldos obreros, o de un sueldo de funcionarlo oficial. En estas cir­
cubierto una sicología femenina colectiva de ruptura. Las mujeres cunstancias están en condiciones óptimas de especulación los dueflos
hablan y, si es el caso, lo hacen claramente y sin rodeos, si es de tierras situadas en las goteras del caserío. En 1920, según Blmón
necesario, protestan en forma muy combativa. En Marranea la pro­ Oalvls:
testa urbana, bien sea cívica o laboral, muy temprano es femenina y .. .se c o n s t i t u y ó !s s o c ie d a d S i e r r a T á m a r a H e r m a n o s , c u y o s s o c io s , so­
no «a nada sorprendente ver en les fotografías de Floro Piedra-hita lt a r e s M a r r o y P e d r o S i e r r a , s e e s t a b le c ie r o n a q u í c o n n e g o c io d e g a n a d e r ía
a numerosas mujeres presenciando o acompañando los desfiles de la y a d q u i r i e r o n e l fu n d o q u e h o y fo r m a io s b a r r io s C o lo m b ia , U r l b e U r ib e ,
manifestación obrera; participan en forma beligerante en los comba­ P u e b l o N u e v o , y c a m p o d e a t e r r iz a je , p o r c o m p r a a l s a b o r A n a s t a s io V i ­
lla r r p a l
tas del proletariado.
Cerrado este paréntesis, también se observa que ia máxima con­ Y añade que en 1622:
centración de la propiedad actúa en beneficio de un determinado grupo: . . . ae e m p ezó e l tra za d o de u r b a n iz a c ió n de lo s b a r r io s d e n o m in a d o s
aquellos que llegaron a) pueblo entre 1600 y 1610, entre los cuales figu­ C o lo m b ia y B u e n o s A ir e s .
ran varios de lo» "notables'* y de los individuos que se pusieron al Efectivamente, según los archivos del municipio a partir de 1622
servicio de De Mares, En cuanto a los propietarios de una sola caca, el cabildo trata en forma cíclica el tema del barrio Colombia, Desde
muchos de ellas la comparten con un arrendatario. años atrás, Pedro Sierra habla sido frenado en sus planes, por sus
Para muestra, una incursión en los primeros tomos de escrituras rivales en el cabildo; en 1623, el Acuerdo No. 4 estaba evidentemente
notariales no carece de interés. Re crea la Notarla Primera en 1620 y dirigido contra su proyecto:
de entrada, en su primera escritura, aparece la Tropical Olí Company.
, . . T o d o «1 q u e p r e t e n d a la u r b a n iz a c ió n d e u n b a r r io , d e b e s o m e t e r a la
En facha, mano 14, se vende por 200 pesos "una casa de tablas y c o n s id e r a c ió n d e l C o n c e j o e l p la n o r e s p e c t i v o p a r a su a p r o b a c ió n o r e p a r o s .
palma" "y una hectárea"... "alinderada por el occidente con pro­ N o p o d r á d a r s e p r i n c i p i o a la s e d ific a c io n e s d e u n n u e v o b a r r io s in q u e lo s
piedades de la Tropical Oil rompan?". Habla sido anteriormente de p la n o s r e s p e c t i v o s h a y a n s id o a p r o b a d o s . . .
"Martin Maya, adquirida como colono cultivador de baldíos". Se pacta en este mismo ano un acuerdo con los Hermanos Sierra
En seguida figuran varios Instrumentos de negociaciones de colo­ y en 1924 presentan ellos al municipio los planos de parcelación, de
nos vendiendo fincas urbanas, adjudicadas en los afios 1622, 1622 y loa cuales no queda huella. En enero 13 de 1625 se evidencia que loa
1624. Con frecuencia tienen una muy reducida extensión; A SO x A. 20 Inversionistas encusntran su especulación frenada nuevamente, por
mía.. 7.20 x I 00. A x 17 12 mis., etc., es decir en muchas casas con rivalidades o enemistades en el seno del cabildo. El presidente del con­
dimensiones que indican; primero ia irregularidad de las manganas, cejo manda la siguiente comunicación a Podro Sierra Támara:

444 449
, ; Mientras que loa señorea Sierra Támara Hermanos y Osario Hermanos
no cedan al Municipio de Bsrrancabermeja para plazas, parquea y edificios
públicos en I m a m a p r o p ia d o s para taiea finca, cuatro í4> manzanas de las
veintiuna 121) que se hallan trazadas en al pleno que han presentado, cata
Corporación ae abatiene de impartir la aprobación solicitada por medio del
memorial de fecha 27 de noviembre último. Se advierte al señor Sierra T,
que para la escogerteta y señalamiento de las manzanas a que se refiere la
proposición transcrita, puede entenderse cor* los señores Alcalde y Personare
Municipales y con el Concejal Honorio A. Campo S , quienes han sido comb
sonados para este fin
Honorio Campo, como ae vio anteriormente, era uno de loa acólito*
de De Marea desde 1913, “ traspasado" a la Tropical desde 1910 y uno
de loa voceros y agentes de la empresa en el cabildo. El 23 de marzo
de 192ñ el concejo examina una vez más “el plano de urbanización
del nuevo barrio Colombia, presentado por los señores Sierra Támara
Hermanos", fie aprueba pero precisando que los propietarios deben
entregar de las 22 manzanas cuatro para las plazas, AI parecer, los
Sierra consideraban que hace parte de estas cesiones un predio desti­
nado al nuevo cementerio (para trasladar el antiguo que estaba en el
centro, al lado de la estación de policía y ocupando parte de ]a plaza),
obsequtado anteriormente al municipio; un debate al respecto concluye
en un aplazamiento de la aprobación.
En fin de euentas la Utis gira en torno a las cesiones y llama la
atención la Insistencia reiterativa del concejo; en lugares apropiados
para tales fines. Obviamente, los “ urbanlzadores" trataban de entre­
gar a la comunidad ios predios de menor valor y quizá con la peor lo?
caltzaclón. Usaban en forma pionera una práctica especulativa, que se
generalizarla más tarde en todas las ciudades del país; la cesión para
áreas públicas, de zonas residuales inservibles y precisamente dese­
chadas por su escaso potencial especulativo,
En 1028 el Acuerdo No. 21 autoriza al personero para gestionar con
el gobernador la adjudicación de los lotes urbanos, de terrenos baldíos
nacionales. Sigue un listado desde la letra A hasta la J, de los terrenos
pedidos en adjudicación, en que figuran manzanas enteras y cuatro
plazas públicas en el barrio Colombia, que está loteando Pedro Sierra,
Por otra parte, en el reglamento urbanístico de 1928 se destaca la si­
guiente medida, por lo demás muy novedosa en cuanto se refiere a
dereeho urbanístico, tocante a las áreas de cesiones obligatorias;
Ninguna urbanización podrá d e c r e t a r t e s i n que antes se la otorgue al
municipio escrituras de las zonas destinadas para plazas, edificios públicos y
caites.
Sin embargo, a pesar de eataa trabas sucesivas, los “ urbantzadores”
no se quedaron inactivos y desde años atrás Iniciaron la venta de sola­
res, Estas primerM especulaciones de cierta envergadura, en definitiva
tienen que ajustarse a los ingresos de ia demanda L o a precios del
suelo poco se apartan de las cifras del valor de solares anteriormente
indicadas, a partir del archivo notarial Bus primeras ventas registra­
das, concernientes al barrio Colombia, figuran en los tomos de escri­
turas de 1928-1927, de la Notarla Primera.

4443
En noviembre y diciembre de 1026 ya están asociados loa hermanos
Sierra con Osorto Hermanos, Venden en pocos días los lotes registrados
en los Instrumentos 70, fil, 02, 64, 06, 07, 100 y 101. Entre los com­
pradores figuran varias solteras ("mujeres célibes"), Algunos sola­
res miden 20 x 30 metros de fondo, indicando una manzana de 00
metros de ancho, generalmente a 60 pesos. Un lote doble, de 30 me­
tros de fondo por 40 de frente, se vende en 100 pesos. Quizá, en
Virtud de su valor de localización, el lote número 204, de 20 x 30
metros, sólo se vende en 00 pesos, mientras otro de iguales dimensio­
nes se negocia en 110 pesos. En un caso se registra la compra a Pedro
Sierra Támara de un lote de 20 x 30 en 120 pesos; mientras tanto
otros especuladores hablan caldo sobre los terrenos del oriente, Es asi
que Reyes Hermanos (además de siete casas en el casco urbano, en
1023) inician operaciones de loteo en donde se conformarla luego el
barrio de Buenos Aires, Según reza una escritura, consiguieron sus
"propiedades por adjudicación del departamento de mayor porción".
Sus predios colindan con aquellos de los hermanos Sierra Támara-
Firman hasta tres ventas en un solo día (Escrituras Nos. 67, 66, 60, 62,
etc,), Según informa una escritura, tecnifloaron su especulación:
, , , u n s o la r e n e l b a r r i o B u e n o s A i r e s , , s e g ú n p l e n o d e u r b a n iz a c ió n
a p r o b a d o d e b i d a m e n t e p o r e l C o n c e j o M u n ic ip a l , ■ m a r c a d o c o n a i n ú m e r o
7 d e la m a n z a n a 14

Estas operaciones de urbanismo mercantllista nos indican en qué


momento y condiciones el caserío rompió su cáscara, para Iniciar su
progresión hacia las colinas del oriente. Con base en algunas especu­
laciones con adjudicaciones de baldíos agrícolas, esta tendencia pro­
voca ia ruptura de) hacinamiento y de la promiscuidad central y el
surgimiento de barrios de empleados y obreros de la Tropical Olí Com-
pany. No obstante, según las fotografías aéreas de 1043, poco hablan
fructificado estas especulaciones en veinte aflos. En otras palabras,
es probable que la especulación sólo abriera perspectivas modestas que
algunos agiotistas quizá no supieron medir.

* * #

Este es el contexto general en el cual surge una nueva ciudad,


Barrancabermeja, Es en la crónica administrativa y en los archivos
del municipio donde mejor se pueden palpar Jos múltiples problemas
que enfrentan las recién nombradas autoridades municipales,
Cuatro temas se destacan del conjunto
■— La preocupación de los ediles para lograr la construcción de
unos mínimos equipamientos colectivos,
- La angustiosa situación locativa en materia de salud y edu­
cación,
— La posición ambigua de los cabildantes, frente al crecimiento
de |a prostitución,
—Finalmente, las relaciones de dependencia, a veces muy mendi­
cantes, de la administración municipal con la empresa extranjera.

447
f i n n « j i se na. « eo o ftm ó t í primer c u r i o hada 1900-1915.
coa ana aaurfslogu eminentemente Anea] desde Puerto Galán harta
tí Puerto Rm í . en la deiseBihorartwrm dtí caño Cardales con la calle de
La 8 s traca la definieron más que los bombre&. laa dos rías
acuáticos. E s t e m eado lineal no resiste a la afluencia demográfica y
operan m ta a c U e i cambios entre 1916 y 1939. L imitada harta el Sor
y Otate por tí a c n . bloqueada al Norte por la malla de la Tropical Qü
Ocanpaaj. Barrancabenaeja so podía sino expandirse harta tí Oriente,
atfltcandn laa pocas áreas planas y altas no inundables.
¿Qué forma y extensión preseo taba Barranca harta m - l f O S t
A partir de UB-19Q ae halla en los libros dtí cabildo sa censo
con moma dtí cobro dtí impuesto de aseo, que potíbfBta machas
sbeen adonis. E listado de septiembre de 19X3 peralte armar alcanas
estadísticas: asi se arlaran los pormenores de la crisis de emenda y
s u caractertsttcst. lo mimo que sartas tópicas en torno a la especula -
ctan rair el mercado de la constracrtán de r ir in d u . la ooncentrsdAc
de la propiedad urbana construida y la faen a adquirida par tí sector
aorta! de las parasitarios casamientos. Siendo qae tí Astado Indica
en tí poblado mi total de 483 hogares y fanrOras residenciadas, se
apapaban estas en 22S casas, con sdh» 194 dueños Pero a tas 402
unidades de Tlrienda debe agregarse t í cosnereta. con frecuencia in­
crustado en tas choras, donde «habitaba con t í alojam iento un total
cercano a tas cien locales comerciales. de todo género, catalogados asi:
—25 tiendas y almacenes.
—57 cantinas de todas tas clases (algu n as pagando además un
Impuesto por tallares a p er p la n tía s ).
—5 boticas,
—€ barberías.
—3 fábricas de ludo o de gaseosas
Comparado con tí listado com ercia l de principios d tí mismo alta,
no ae observa una variación notable. N o obstante Iba creciendo, pues
tí alta anterior cuando se fundó tí m anicata o. Barranca contaba con
unos 99 locales de comercio (98 alm acenes. <3 cantinas) y alrededor
de 5 800 habitantes en tre Las infantas j la dudad.
Quizá más In teresan te resalte la toponimia d tí oosnercta. La elec­
ción de nom bres exóticos y extran jerizan tes algo dice: Ciudad de
Londres. B azar Francés. ES peq ueño Parla. S astrería Tngiwaa L a Casa
Ubanesa. Galería Francesa, indican claram ente tas influencias eme se
apoderaron de la ciudad en ios años 20 en tí am biente de “ la farán ­
dula**. Ciertamente se buscaba en tí nom bre un prestigio, que no evi­
denciaban tas paredes de los alm acenes. Las fotografías indican clara­
m ente la naturaleza muy popular de este comercio, dominado por un
creciente grupo de inm igrantes tírio-H baneaes. Nadie construye un
almacén, todos ae alojan en alguna choza en bahareque y coa techo
de paja, comprada o alquilada a l efecto. En algunos r » * * tí com er­
cian te m oderniza la Tachad» de la construcción, colocando *p —***
unas Msrtssi de «toe en tí a lero d tí techo, pero dejando ta pala en
la parte alta.

448
Por otra parte tí listado de cantribuyente», elaborado par* el oobro
del impuesto de aseo, tiene el Interés de describir las caite entonces
existentes y pobladas, indicando asi la extensión y la configuración
del La doscrlptdán dtí mes de mayo de 1924 permite localizar
estos locares:
Q it» dtí Comercio <64 contribuyentes); Calle Real (24); Calle San
Latís (25); CaBe Santander (7») (110); Carretera (9a) (12); Plaza (12);
Callejón Santander (29). En total son 294 casas para nn cobro neto de
94 pesos otan 50 centavos.
Mas completo que tí anterior resulta tí censo realizado en junio de
1924L Indica un total de 271 predios, incluyendo ademas de los anterio­
res otros sitios: Callejón Las Brisas; Callejón Botica Universal; Pasaje
Núfiex Cementerio; Callejón de las Timadoras
S o sobra, con estos datos, tratar de frailear en un plano la ciudad
de e n época. E2 dibujo tentativo evidencia tí ensanche bacía tí norte
y tí ostente. Igualmente, se comprueba la rapacidad dtí conjunto. 379
predios y casas, apretados en un Area, que no pawhs de unas quince
hectáreas Es decir, an cuadrado de 400 x 400 metros, boy ocu­
pado por la totalidad del “sector central”. Considerada la extensión
de la y su población, restadas las vías y otros espadas libres
públicos, ae destaca en estos aóos una alta densidad residencial noc­
turna dtí arden de t e 159 habitantes p a r hectárea; igualmente explica
la marcada promiscuidad, seftalads en las condiciones de habitabilidad
de la mayona de te moradores. Finalmente, contrasta la exigüidad
dtí ámbito urbano con la vasta extensión dtí recinto industrial; ocu­
pando entonces centenas de hectáreas tí enclave dtí complejo pe­
trolero.

Una panorámica sobre la evolución demográfica de Barrancaber-


meja. presenta te siguientes guarismos-
—1997: 415 habitantes en tí casería.
—1914: 900 (en el caserío).
—1919: 1 450 (en el caserio).
—1920: Evaluaciones diversas oscilan de 4 000 a 5 000 para Ba-
rrancabenneja y Las Infantas
—1924: La Tropical emplea 4 000 asalariados en Barranca y las
Infantas
—1927: 12 ODO. quiza como población municipal total
—1929 Cabecera 9.307. rural ( E ¡ Oentro) 6.094, total 15 401.
—1951: Cabecera 25.046. resto 10 407, total 25.493.
—1964: Cabecera 59.625. resto 11471, total 71 096
—1973: Cabecera 07 191, resto 11 964. total 99.155.
—1995: Cabecera 136.065. total 153 296.

449
Los autores de la G eografía Económica de Colombia (tom o V I I I -
Santander, Bucaramanga, 1947) relievan tres anom alías en la compo­
sición dem ográfica por sexos, en su distribución territorial y en la
configuración fam iliar:
1938, población total 15.401, cabecera 9.307 o sea el 60%.
. y el resto principalmente en el corregimiento El Centro: 40%.
...61% hombres y 39% mujeres relación que no hemos encontrado en
ninguna otra ciudad del país.
.. .pocas mujeres casadas.
Es decir, una distribución por sexos m uy Inusitada v difícilm en te
explicable: sobran hombres o fa lta n mujeres. Podemos a grega r que
este fenómeno, más agudo aún, venia desde los aftos veinte. Pero la
realidad es algo distinta, pues en Barranca operó una tem prana espe-
clallzación de los hábitats y una separación trabajo-residencia: Las
In fan tas-E l Centro, por un lado, el puerto-ciudad de Barranca por
otro. De la misma manera, en los primeros años actúa una m ar­
cada división sexual y territorial de la población; o sea, que la división
social del trabajo produce una división espacial de la localización de
la población, lo cual a su vez provoca unas consecuencias peculiares.
En El Centro. Las In fan tas y los campamentos de los pozos, la pobla­
ción es principalmente de jóvenes Inmigrantes solteros. El Centro se
convierte en un conglomerado de varones, sin hembras; Barranca es el
lugar donde encuentran las mujeres y no precisamente para leerles
versos románticos. Se observa lo anterior en los relatos de varios cro­
nistas que hacen evidente lo siguiente: el m aterial humano es uno en
Las In fan tas y otro en Barranca.
Los pobladores de Barranca (por lo menos aquellos que se expre­
san, notables, cabildantes, comerciantes y tenderos) temen a las m a ­
sas de m igrantes de los campamentos de Las Infan tas. Estos son los
que caen en masa sobre la ciudad los sábados y los que trastornan la
tranaullldad del poblado; pero llegan con dinero, son los que compran
v gastan. Son salvajes, peludos y sucios, pero útiles para la prosperidad
del comercio en " la rumbosa capital del petróleo” , como la llam a
R afael Gómez Picón, calificándola de "verdadero lu gar de lujuria,
derroche, pecado, locura” , de “ las más desenfrenadas bacanales” , en
compañía "d e las mujeres piratas” .
L a Barrancabermeja de los años veinte sugiere que existe una ley
de carácter sociológico, que afecta a cualquier centro de extracción
primaria en sus inicios. Todo centro nuevo de extracción minera,
provoca un "boom ” económico y una Intensa manipulación y circu­
lación de moneda, que genera expectativas y atracción sobre amolios
sectores de desocupados, aventureros de todas las clases, v hasta es­
combros sociales y lumpen. T a l como ocurrió en M anizales en 1850,
luego en Frontino, El Bagre y en Guainla en 1980, la naciente Barranca
no se escapa hacia 1920 de un fenómeno que deja durante años una
profunda Impronta en su composición social y en sus estructuras
construidas.

450
Surgen numerosas patologías sociales urbanas: impactan el eje
de L a Campana, “ calle callen te" del poblado, que permanece aún en
los recuerdos de los ancianos. Muy temprano los primeros datos demo­
gráficos de G alvls sugieren, pero sin darle m ayor importancia, que en
Pu erto Real de 1900-1910 existía un sector de prostitución. Años más tar­
de, varios autores siempre con claras motivaciones antiobreras, bien
sean clasistas o racistas, se deleitan insistiendo morbosamente en “ la
Babilonia colom biana" y el "circulo de infierno dantesco". Entre los
más moderados, Simón Galvls caracteriza asi el ambiente social de
B arranca en el afio de 1920:
El dinero ya era abundante ( . . . ) Y como sucede en los lugares de grandes
explotaciones Industriales, aumentaron, al lado de los trabajadores honrados,
los maleantes, los aventureros, las mujeres que comerciaban con su cuerpo,
trayendo como consecuencia los escándalos, el libertinaje, los crímenes y
otros males. Y asi vino creándose un ambiente de bullicio, de orgía, de corrup­
ción. La policia estaba en continuo bregar atendiendo a la vigilancia, a la
seguridad de las personas, al saneamiento moral y a propender por el respeto
a las autoridades.
A grega que ya en esa época existían muchas cantinas, juegos
clandestinos, prestamistas usureros y prenderlas.
Alguien usó esta definición lapidaria: "un burdel con alcalde y
cura” . No es que hubiera tantas prostitutas, sino que los miles de hom ­
bres que calan sobre el pueblo cada sábado identificaban como pros­
tituta todo lo que a llí llevaba faldas. Hoy algunos de estos tardíos
moralistas fingen Ignorar que su fortuna creció alquilando piezas-
closets oscuros, sin agua, ni ventilación, fabricadas en bahareque y
paja de cartón, con paredes y techo en zinc a estas miserables pros­
titutas hacinadas de a cuatro, cinco o seis en un mismo rancho tugu-
rial. Hechas estas aclaraciones no se puede negar un hecho que tanto
ocuparla al cabildo y que quedó consignado en numerosos documentos
del archivo municipal.
Según parece, desde 1910-1915 la calle de La Campana asociaba la
convivencia pacifica de casas de familias con la de una prostituta, los
primeros bailaderos, cantinas, garitos de juego y rudimentarios bur-
deles. Pero desde 1918, con el aumento de la demanda, se incrementa
la promiscuidad y se riegan las venéreas: los varones del lugar veneran
las putas y éstas venerean a aquellos.
Allá, en los campos petrolíferos, el centro productivo de El Centro
proporciona petróleo y también proletariado, ideas subversivas, “ co­
munistas", y paludismo. Tropical City y el puerto producen olores
nauseabundos de alcantarillas, residuos que contaminan el río, dese­
chos sociales que contaminan el poblado, putas y sífilis. P o r lo tanto,
la salud es en ambos asentamientos uno de los puntales de la acción
de los primeros administradores. Tanto la Tropical como el mismo ca­
bildo se empeñan en fundar, muy temprano, un hospital laboral en los
campamentos y uno público en la ciudad portuaria.
Apenas conformado el primer cabildo, nombra un médico de sani­
dad esencialmente para la detección de las enfermedades venéreas y
decreta la construcción de un dispensario antivenéreo. Periódicamente,

451
el m édico oficial señala los casos particularm ente graves. Es asi como
en noviembre de 1922 inform a con gran precisión anatóm ica sobre
las desgracias genitales que adquirió Dévora Cereño, en el e je rc id o de
su oficio. N o obstante el dispensario, tal como lo denuncia sin am bi­
güedad la valiente carta de Ana Ocampo, era otro lu gar de in m orali­
dad y de corrupción. Además, otra carta de Nepomuceno Gómez, en­
tonces Jefe de la Policía Departamental, con fecha de Julio de 1923,
se refiere a las tareas de v lg ila n d a carcelaria que cumplía entonces
este organismo. Ilustra también el ambiente de corrupción que rd n a b a
en la cárcel de mujeres, transformada, al parecer, en un burdel por
los mismos agentes de policía.
A l tiem po que el poblado está en expansión, el cabildo constata
que la prostitución se está regando en las nuevas calles: trata de dis­
tinguir y de Umitar. Decreta que la zona de tolerancia no debe pasar de
La Campana. Al poco tiem po esta calle, desbordada, evidencia su insu­
ficiencia. En 1924 el cabildo tiene que estudiar y delim itar una zona de
tolerancia ampliada, destinada “ para las mujeres públicas sanas".
Poco después se promulga el Acuerdo No. 44, que establece control y
sanciones para las prostitutas. El documento adm ite que unos propie­
tarios alquilan casas a las “ horizontales" y que otras viven en sub­
arriendo. El Acuerdo 14 de agosto de 1924 señala un plazo de noventa
días, “ en lugar de trein ta", para que las m ujeres se pasen a v iv ir al
barrio de tolerancia:
... las calles comprendidas desde la esquina denominada “ Brisas de San­
tander", hasta el Puerto llamado el “Guamo", y desde éste hacia el Occidente,
hasta el primer callejón que conduce al “ Puerto Real” . ( . . . ) Destinase para
el mismo fin, la calle que partiendo de la esquina donde se encuentra la
farmacia central, conduce hasta el rio Magdalena, caño de la Colorada.
Establece también castigos para los “ dueños, arrendatarios o sub­
arrendatarios de casas que faciliten en alguna form a a las mujeres
públicas el ejercicio de la prostitución, fuera de las calles designadas".
Con lo cual se verifica la relación entre la prostitución y la especula­
ción raíz.
Pasan unos meses y en mayo de 1925 el alcalde se dirige al concejo,
con esta solicitud:
... se sirvan señalar otro barrio para que, agregado al actual, sea sufi­
ciente para alojar en ellos a dichas mujeres, pues hoy se ve la Alcaldía en
el dilema de tener que permitirles a muchas de ellas residir en otras casa.*
fuera del barrio señalado, porque no encuentran casas a lli...
Un mes después se dicta el Acuerdo 12 de 1925, ampliando la zona
de tolerancia:
Además de los barrios señalados .. para residencia de las mujeres públi­
cas, señálase para este mismo fin el trayecto comprenddio desde la esquina
de “Quo Vadis", de la carretera, por toda esta a una y otra acera, hasta la
esquina de la casa que fue de Waldo de las Casas Osorio, hoy del municipio...
No pasan seis meses y los concejales tienen que enfrentar la grave
cuestión del presupuesto de funcionamiento del Dispensarlo de Sanidad.
Salen de la dificultad con una medida novedosa: establecer dos clases

45 2
de prostitutas, unas ricas y otras pobres, con un impuesto de cobro
“ d iferen cia l”, algo asi como el impuesto predial del catastro y el gra­
vam en por valorización . . Los considerandos son una pieza de anto­
logía, por ejem plo:
.. .Que entre dichas mujeres hay distinciones, pues unas por sus circuns­
tancias personales obtienen mayores ganancias u ocasionan mayores males que
otras.
L a conclusión es esta:
...quedan establecidas dos clases de mujeres públicas, que pagarán el
impuesto siguiente, semanalmente, y que se hará efectivo por el reconoci­
miento y curación o tan solo por uno de estos actos, según el caso:
Las de primera clase, pagarán $ 2.00 oro semanales.
Las de segunda clase, pagarán $1.00 oro semanales.
Precisa el Acuerdo:
...L a clasificación será hecha por el Sindico Administrador del Dispen­
sario Municipal, en vista de las circunstancias personales de cada una de las
mujeres en los últimos cinco días de cada mes y la calificación será sometida
a la aprobación de la Alcaldía
En otras palabras, el alcalde de Barranca era quien en últimas
decidla si una prostituta de la parroquia era de primera o de segunda
categoría. Y según los considerandos, a Juicio de los ediles transmitían
dos clases de sífilis, una de calidad y la otra ordinaria.
A m edida que aumenta la demanda de brazos por parte de la
Troco, detrás de los enganchados llegan aquellos que los van a despo­
ja r : estafadores, truhanes, cantineros y rameras. La compañía encon­
tró a lli auxiliares eficientes para que los obreros pudieran v iv ir sus
ilusiones sin cuestionar su explotación: sólo intervenían sus directivos
cuando el alcoholismo y la sífilis ponían en peligro la productividad.
Entonces hacían reforzar el cuerpo policial y la guarnición del ejército.
N o más. El capitalismo entró triunfalmente a Tropical City, con can­
tinas y burdeles, con alcoholismo y sífilis. A pueblo cantinero, fisco
cantinero; con 54 burdeles y cantinas en el momento de su fundación,
con cantineros con asiento en el cabildo, Barrancabermeja se convier­
te inevitablemente, y de entrada, en un municipio con fisco de tipo
cantinero. Tiendas, cantinas, bailes, pianolas y billares figuran desde
el principio, con la mayor participación en el presupuesto de rentas.
M ientras tanto, en 1924-1925 el cura se dirigió a l concejo para
protestar contra “ los bailes inmorales", y los concejales le contestan
que no han visto tales bailes. Este tono, nada sumiso y más bien inso­
lente, se entiende cuando se sabe que varios cabildantes eran a la vez
cantineros y patrones de burdeles. Igualmente, algunos residentes se
dirigen al concejo con el mismo reclamo, para que se ponga coto a
“ estos bailes que degeneran en orgias macabras". A l poco tiempo
protestan los cantineros dueños de bailaderos-burdeles, entre otros el
dueño de L a Campana, contra la tarifa del impuesto de dia y de noche
siendo “ que nadie baila antes de las 11 de la mañana". Propone al
cabildo establecer una tarifa diferencial, según la hora, y asegura a
éste que asi aumentarán las rentas municipales.

•453
Da prostitución hAoe jugosos Aportes a Isa Aros* del municipio,
mediante dos impuestos; primero Aquel de aseo que grava todas las
pieiAS oeupadas por las prostitutas, pomo Inquilinas, sub-arrendatarias
o propietarias, según el paso: segundo, mediante el gravamen, eon
mareado oArActer de extorsión proxeneta, que representa en realidad
el pago semanal del examen antivenAreo en el dispensario, Al igual que
en Años anteriores, en el presupuesto de rentas de lPgfl, eapitulo según*
do, "producto de contribuciones" se evldeneta esta tisoalidad eantinera
pon los ilgulentes rubros;
^-Almacenes y tiendas $ 9 5QQ,
—dalles I 9 000,
—gapeotiAoiUos pUblloos | 8 000,
« R l f u | 810,
^-juegos permitidos 9 9,009,
Al ser ftsualmente tructuosos los juegos de naipes y dados, el
Aouerdo No, 9 de agosto de 1099, sobra la reglamentación de las rentas
municipales, prescribió en su articulo 91 el cobro por cada mesa de
juegos permitidos, y en el articulo 99 el gravamen por juegos prohU
hidos,
Be agregan aquí dos rubros que se nutren de las contribuciones
provenientes de la prostitución
impuesto sobre aseo 9 8 000
=d?§? impuesto sobre dispensario 9 4 000
Ksta Ultima cifra, la mis alta, representa la participación directa
de las prostitutas en el presupuesto anual del municipio, cuantía su­
perior a la renta por regalías que pagaba la Troco a la nación, y su
cancelación mucbo mas segura, Dicho en forma directa, significa que
las prostitutas aportaban al presupuesto de Barranca mas que los 0 0 =
merciantes, cantineros y petruleros. Bate Ultimo rubro del Dispensario
AntivenAreo permite deducir que el establecimiento registraba entra­
das por unos 9Q0 pesos mensuales, o sea oada semana recibía menos
de cien y entre 60 y too consultas, Do cual sugiere que la población fis*
calleada era del mismo orden Finalmente, es preciso tndloar que estos
ingresos "ludióos" participan de un total de 99 914 00, de los cuales
suman ogsl ib QQO pesos. Mientras tanto el predial no pasa de i 100
pesos, el degüello de 000 pesos, y sólo se reciben veinte pesos "por im*
puesto sobre fabricas de bebidas gaseosas y heladerías",
8 n 1097 (Acta numero 90 del dia primero de agosto) otra ves se
debate en el oabtldu la conveniencia de "señalar un nuevo barrio a las
mujeres publicas", Pero se trata ya de un asunto mAs serio para
algunos y quedó registrado con esta ortografía:
Puesto en consideración, el honorable concejal sierre Temare pidió
le palabra y sustentó el proyecto; pose igual hicieron los 14,14, Salvia, Arenas
y los señores peianneru e ingeniero municipales pigeron en Iré otros muchos
ai súmenlos aug ej proyecto entrañaba moraUdad y conveniencia pública, lo
primero para que tu población, que estaba imhedida generalmente de mujares
póblieas. quedara expedita para que pudieran venir familias honorables; y
porque de ese manera m edificarían más rápidamente |w harrius nuevos,
lo que contribuirte 1 que se ensanchara ampliamente la población.

404
El concejal Sierra TAmara estaba, más que nadie, interesado en
los barrios nuevos y en el "ensanchamiento"; como se vio, trataba de*
sesperadamente desde años atrAs de lotear en solares de vivienda una
adjudicación de baldíos agrícolas, situada a dies cuadras del oaseo
urbano; las as mansanas del barrio Colombia,
Mientras tanto, los escándalos se suceden en el dispensario, las
denuncias se multiplican contra los médicos, y finalmente se cierra el
establecimiento, Pero en 1QÜ8, lo restablece el municipio, mediante el
Acuerdo No, 17 y con este considerando;
, , , debido al numeroso personal de mujeres publicas que actualmente ¡,e
hallan dentro de esta mudad y que aun numerosos los casos ,i, enfermedade*
contagiosas que ellas transmiten a las personas sanas, con notable perjuicio
para la sociedad en general,,,
Adema.*, la municipalidad promulga un drástico sistema de con­
troles, de sanciones y de multas, que obligan a cada prostituta a tener
siempre vigente un certificado de sanidad y presentarlo a sus clientes,
Men un sitio visible", Pero al parecer, el asunto no dio mejores resul­
tados y unos meses después figura otra ves en el urden del día- En
esta oportunidad un coneejal manifiesta "que el dispensario no estada
dando los resultados que se había propuesto el ooncejo y que se veía
la inutilidad de su existencia; que ademas estaba informado de que
alrededor de ese dispensarlo se estaban sometiendo irregularidades y
comerciando el medico", Sigue el mismo edil relatando vanos casos de
Inyecciones aplicadas sin cuidado, "como el ocurrido en una francesa";
y otros más, demostrando "incompetencia y falta de honorabilidad" de
parte del medico, Presenciando la sesión, el medico protesta airada­
mente y luego "hiso una larga relación de lo acontecido con la fran*
cesa", Pon mucho entretenimiento para las barras del publico, se en*
frasean en una larga polémica el médico con ei concejal quien resulta
ser el exmedico del dispensario, Finalmente se declara "serrada la
discución y hablerto a segundo debate", Termina )a controversia con ei
Acuerdo No, 99, mediante el cual se cierra el dispensario y se suprime
el cargo de medico municipal A proposito de este ultimo tema, recuer­
da Arnulfo Lópei;
Eso de la leyenda de la* pula* f>isnce*s* era cierto. Vo me acuerdo de
Andrea, de CioÍp, Yvonne que fue muy femn*s, grande, hermosa, y también
Mislinguett, muy bonita A donde elle* llegaban lo* peludo*, que *e llamaban
aai porque llega lian rada do* me*e* de loa campamento*, con et pelo muy
largo, Venían con loe bolsillo* lleno* de billete* de do* pe*os, y la* francesa*
eran de dos pesos, Claro que habla otra* que *e decían francesa* pero que
eran caldense*, y oira* de Perene decían que eran argentinas
¿Porque este recuento? Sencillamente porque un tópico, aparente­
mente inirascendental, invadió ias sesiones del cabildo durante añus,
en detrimento de urgencias qutsA mayores para la oomunidad, pera
menos aspeo tac ula res. Mes tras mes, llenan las deliberaciones de los
ediles ambos temas de la sona de tolerancia y del Dispensario Antive*
netro; (o cual indica que e) tema es superiur a sus apariencias toldó*
ricas o triviales. Y también porque no sólo de solemnidad se nutre |a

das
investigación racional; de pronto un anecdotario aparentemente in ­
significante o frivolo permite diseñar un momento, un ambiente social,
o captar una contradicción; y lo hace con más veracidad que cualquier
tratado "teórico” .
En definitiva, lo que aquí se nos dice a cada paso y con insistencia,
es que el contradictorio proceso social participa activamente (y hasta
auspicia las pautas) de la organización espacial del nuevo poblado.
Unas patologías sociales como el alcoholismo, la prostitución y las
venéreas generan en el cabildo medidas que concluyen en la organi­
zación espacial segregada: zona de tolerancia y su rápida ampliación,
nuevo cementerio (que implica una alta tasa de mortalidad, tanto por
epidemias de enfermedades endémicas, como por homicidios cantine­
ros), construcción del hospital y del dispensario.
Se cierra este capitulo observando con cierta sorpresa, que todos
los autores asocian la inmoralidad y la lujuria con las conductas del
petro-proletarlado colombiano. A ninguno se le ocurre cuestionar la
acción de los puritanos protestantes yanquis, que provocaron este
fenómeno con el llamativo señuelo del dólar.

En esta parte se trata de cómo una municipalidad colombiana se


convierte en apéndice dócil de una empresa industrial extranjera.
Pues si el corregimiento padecía la pesada tutela política de la gober­
nación y de la alcaldía de San Vicente, con su autonomía administra­
tiva cae en seguida en la dependencia económica y presupuestal de la
Tropical Olí Company: Barranca se convierte en Tropical City. Muy
rápidamente opera en la gestión municipal un doble poder de decisión:
extranjero el primero, indígena el segundo. En muchos casos actuando
éste último como firmón de las decisiones tomadas previamente en la
gerencia de la empresa petrolera. Casi se podría afirm ar que un cabil­
do, por lo demás “ muy petrolizado", actúa “por delegación" de la T ro ­
pical Oil Company. En tom o a este tema no es necesario acudir a
especulaciones: hechos y documentos oficiales hablan por si solos.
Obviamente, tan pronto se instaló la Tropical en Puerto Galán, se
creó un ambiguo sistema de favores recíprocos. Es asi como en 1916,
tan pronto desembarcan los empresarios, su agente en la inspección
les designó un solar en el parque de Bolívar, destinado a la construc­
ción de “ una casa para la gerencia y sus empleados” , según Galvls.
En seguida la Tropical Oil Company devuelve el favor:
A cambio la empresa obsequiaba la suma de $ 500 para hacer mejoras
en la capilla existente.
A los pocos días el muy servicial inspector "le señaló un lote de
terreno sobre la orilla del rio para la construcción de una bodega". El
año siguiente la empresa construye el primer hospital para su perso­
nal y acepta atender a los demás moradores del pueblo. De tal modo
que en 1917 se edifica el primer hospital rudimentario de la empresa,
en Puerto Galán. En 1918 el corregidor se acerca a la Tropical Oil

456
Company, en solicitud de una ayuda para el acueducto: la empresa
aconseja un pozo artesiano, del cual asesora la construcción, suminis­
trando materiales metálicos y obsequiando la bomba. En 1919, y a
solicitud de "los vecinos", nuevas conversaciones se realizan en tomo
a la linea telegráfica Barranca-San Vicente: los empresarios, si bien
ofrecen gratis el local también proponen encargarse de la construcción
de la linea; pero el corregimiento tendrá que pagar los costos por
cuotas. Este mismo año, sustituyendo a la administración local, es la
empresa extranjera la que construye el primer matadero y, según
Galvls, “ por consejo del Gerente de la Tropical, se estableció en el
poblado una Cooperativa de Consumo de Carnes".
Esta es la situación, cuando en agosto 19 de 1922 se realiza la
sesión Inaugural del cabildo de Barranca. El concejo celebra con júbilo
su autonomía, pero en este primer dia de vida administrativa descubre
de inmediato los limites de su independencia; manda esta vergonzosa
solicitud a los petroleros extranjeros:
En atención a que el municipio no tiene locales para las oficinas públicas
y no siendo posible por el momento construirlos, solicita de la Empresa Tro­
pical Oil Company, si puede suministrar en alquiler el edificio que tiene
situado en la plaza de esta población, edificio suficientemente capaz para el
objeto.
Se produce un intercambio de cartas y la empresa acepta la
propuesta, probablemente hecha previamente por ella. No obstante,
la respuesta del gerente de la Tropical el 23 de agosto, condiciona asi
la decisión:
... que no tenemos inconvenientes en ceder en arrendamiento la referida
casa para el fin indicado, siempre que por el Gobierno Departamental se
solucione satisfactorialmente la diferencia ocurrida con motivo de la cons­
trucción del local para Estación Central de la Sección Octava de la Policía
Nacional, pues si tal local no puede seguir ocupándolo la sección citada, la
casa que usted solicita será destinada para ese servicio.
En el caso de que la compañía pueda ceder la casa, con la condición
expresada, únicamente cobrará la suma de treinta pesos ($ 30.00) oro legal,
por cada mensualidad de arrendamiento.
De usted atentos servidores,
TROPICAL OIL COMPANY.
T. A. Liady.
A pesar del sutil chantaje, es probable que el cabildo se apresu­
rara a cumplir los "requisitos" de la empresa; un mes después, el 28
de septiembre, el gerente T. A. Liady concluye el asunto en 6 renglones:
En contestación a su atenta nota de esta fecha y de cuyo contenido hemos
tomado debida nota, nos es grato manifestar al honorable Concejo por con­
ducto de usted que esta compañía tiene el mayor gusto de suministrar en
alquiler por la suma de $ 30.00 o/L mensuales el edificio que tiene en la
plaza de esta población.
( . . . ) Tropical Oil Company.
El Municipio de Barranca se inicia alojado por la empresa, y
pagando alquiler a la petrolera norteamericana...

457
Desde agosto se venia también gestionando, por el concejal-enlace
Meek, la cooperación financiera activa de la empresa. El ejecutivo
A. E. Burns, al respecto manda una carta a J. T. Meek para fija r los
parámetros de su colaboración. En lo referido al templo, indica que un
Ingeniero de la empresa diseñará, los planos y que la Tropical Olí Com-
pany aportará la mitad del costo de la obra, "siempre y cuando que
la Junta pueda aportar la otra mitad". Más adelante, en cuanto a soli­
citudes de agua y alumbrado público, la carta se vuelve muy evasiva,
eludiendo cuidadosamente todo compromiso.
En 1922, y según Oalvls, "Por Ordenanza No. 25 de este año se
autorizó a la Tropical para construir un cuartel para la policía en los
terrenos donde esta la bodega del Malecón". En noviembre 21 de 1922,
el cabildo nombra una comisión de tres miembros "para que se ponga
de acuerdo con el señor Gerente de la Tropical Olí Company, sobre las
condiciones y bases en que deba hacerse el contrato para la construc­
ción del matadero publico; para acordar el modo como deba hacerse
el pago de tal construcción; y para que averigüe la fecha aproximada
en que deban empesarse los trabajos1'.
Un mecanismo corriente para las relaciones empresa-municipio,
consiste en tramitar las solicitudes del cabildo por intermedio del con­
cejal Juan Theodoro Meek, jefe del personal y de la oficina de empleo
de la Tropical Olí Company, que los obreros llamaban "L a Flchera".
Colombo-norteamexlcano. Meek tiene la plena confianza del "señor
Gerente" y es el representante oficial de la Troco en el concejo. Odiado
por la población y los obreros, su renuncia será uno de los objetivos (y
de los logros) de la huelga de octubre de 1924.
Es asi como en abril de 1923 el cabildo lo "autoriza” para que
"gestione con la Tropical Olí Company si la compañía puede dar al
municipio en venta, una cantidad de energía eléctrica, para el alum­
brado de las casas particulares de la población” (la mención de "casas
particulares" sugiere que la Tropical Olí Company rechazaba una soli­
citud similar proveniente de los concejales, que eran voceros de los
cantineros y patrones de bailaderos y burdeles).
En noviembre de 1923, año y medio después de la Inauguración
del municipio, el cabildo constata "que posee a titulo de colono, un lote
de terreno b&ldio en el centro de esta población” y que por otra parte
necesita "construir locales para cárcel, escuelas y oficinas públicas,
de los cuales carece en absoluto el municipio” . Más adelante precisa
"que de tales edificios el más urgente es la cárcel municipal y por
tanto debe construirse de preferencia a cualquier otro” .
El cabildo decide pedir los planos al "Ingeniero señor H. Metzger” ,
apellido no precisamente santandereano; figura este señor en el lis­
tado de los ingenieros norteamericanos que llegaron a Puerto Galán
en 1922 y luego fue gerente general de la Tropical Olí Company en
Colombia, con oficinas en Bogotá. En este caso la "colaboración" de
la Tropical llegaba Incluso hasta la construcción de una cárcel norte­
americana, en Colombia y para colombianos. Otras actuaciones de los
cabildantes dejan mucho qué pensar en cuanto a la manera como se

4S8
entendía la "cooperación" entre la empresa y las autoridades. En 1923
Raúl Eduardo Mahecha solicita permiso para hablar en una sesión del
cabildo; el líder obrero saluda a los ediles en nombre de su organiza­
ción, la Sociedad Unión Obrera. En junio 8. solicita permiso de utilizar
la escuela para las clases nocturnas a los miembros del sindicato. Los
concejales no tienen la menor Intención de dar la autorización, pero
ninguno tiene el valor de decirlo; durante varios dias y con marcada
cobardía, se mandan olidos pendulares, de un funcionarlo a otro. In­
sertada entre los folios dedicados al asunto, se conserva una carta del
gerente de la Tropical 011 Company al presidente del concejo de Ba-
rrancabermeja. Contesta una misiva en la cual el edil delató a un
empleado de la factoría por sus actividades políticas. El papel de infor­
mante policial al servicio de la empresa norteamericana, que cumple el
presidente del concejo en este caso, Ilustra el tipo de reiadones de "coo­
peración" servil que existía entonces entre amos extranjeros y lacayos
nativos. Al poco tiempo, en los últimos días de 1923, sale el Acuerdo No. 4
Este evidencia otra situación, pero ligada a estas actuaciones; debe
recordarse que se dicta pocos meses antes de la primera gran huelga
histórica del proletariado petrolero. Aparentemente anodino en su ti­
tulo: “ Por el cual se crean algunos e m p l e o s . n o deja de llamar la
atención el tercer considerando:
Que de todas partes llegan requisitorias para captura de reos, lo que se
dificulta sobremanera por ser casi todo el personal desconocido y por tanto
se hace indispensable la creación de varias plasas de policía secreta que coad­
yu ve a la demás policía en el oficio de capturas.
Concluye el Acuerdo con este articulo 5°:
Créanse tres plazas de policía secreta con el sueldo mensual de quince
pesos cada uno, los que serán nombrados por el alcalde quien les señalará sus
funciones.
Al saber que un policía raso tenia entonces un sueldo de 50 a 70
pesos, es licito pensar que los tales "secretos" no eran más que Infor­
mantes civiles y "de hora cátedra”.
En noviembre 13 de 1923, otra vez el cabildo "comisiona” al ser­
vicial empleado de la empresa “ para conferenciar con dicho señor
Gerente sobre las urgentes necesidades en cuanto a servicios de agua
y luz y la construcción de un edificio apropiado para cárcel municipal,
y sobre los proyectos que el concejo tiene pendientes respecto a tales
obras". Seis días más tarde, el día 19 del mismo mes, Meek rinde un
Informe:
Respecto a la construcción de local para cárcel pública del municipio, la
compañía suministrará el dinero que sea necesario para construir un edificio
en condiciones razonables, con la segundad de que la renta que el Concejo
piensa destinar a ese objeto y mediante la fiscalización que debe tener la
misma compañía para saber cómo se invierte el dinero qne suministra.
Es decir, que el "señor Gerente' estaba actuando Igual que los
expertos de la misión Kemmerer, que acababan de llegar a Bogotá. En
cuanto a la Instalación del alumbrado público y del acueducto, la
empresa alega razias dificultades técnicas y asi posterga ]a ejecución
de las obras.

459
Referido a obras públicas, salta a la vista la form a cómo los
predios de la Tropical Oíl Company impiden o desvian el desarrollo
físico del poblado. Numerosos documentos evidencian este hecho: la
presencia de las instalaciones es la que de allí en adelante determina
el rumbo, la forma y la configuración que va a adoptar la ciudad. La
poderosa presencia espacial de la empresa se verifica en los mismos
documentos del cabildo. El Acuerdo No. 8 de 1924 reglamenta “ las vías
públicas seccionales del Municipio" y dice:
Primera. La que partiendo de la Bodega Oficial, rio Magdalena abajo en
un» extensión de treinta y cinco kilómetros, más o menos, va al punto lla­
mado Boca del Sogamoso, pasando por terrenos de la Tropical Oíl Company,
Marco León Serrano, Honorio Campo...
(...)
Tercera. La que partiendo de la carretera de Infantas en el limite dr
los terrenos de la Tropical 03 Company con los de Pedro Siena, en una ex­
tensión de tres kilómetros más o menos, va a la ciénaga de Miramar, pasando
por los terrenos de la Tropical 03 Company, Faustino Noreña y Marco León
Serrana
Cuarta. Lo que partiendo de la mencionada carretera, en el punto deno­
minado Media Legua, va a la ciénaga de San Silvestre, atravesando propieda­
des de Abel Montoya, Tropical 03 Company .
En cuanto a la Via No. 2, el caso ilustra él interrogante: ¿Quién
diseña y planifica la ciudad? Aquí vemos cómo, tomadas las decisiones
por el "señor gerente” , las refrendan con su firma los cabildantes
indígenas. Partiendo del centro, un camino rural con dirección hacia
el norte atravesaba entonces libremente la zona oriental, de expansión
de las instalaciones petrolíferas de Puerto Galán; sólo desviado podía
permitir a la Tropical enmallar esta parte de sus predios. En seguida
se establece, a solicitud de la gerencia, un acuerdo con los ediles T e r­
mina el asunto mediante el Acuerdo No. 6 de 1926, con el cual la
empresa cierra la vía pública antigua y construye a su costa "una
variante" de 1.200 metros. Los cabildantes enumeran las dudosas ven­
tajas con una argumentación de poca consistencia: "atraviesa terrenos
más planos en su parte más alta", lo cual significa un trazado más
salubre y menas húmedo; pero en beneficio casi exclusivo de la em­
presa, siendo ella la única usuaria de la nueva vía. Otro argumento
que más bien se parece a una falacia, es que la variante queda “ a una
prudente distancia de los tanques de petróleo", aludiendo a una. su­
puesta preocupación de seguridad. Más adelante el articulado señala
el trazado de la variante "pasando por la oficina de caja (antiguo
hospital) de la Tropical Oil Company ( . . . ) cruza la linea del Ferro­
carril de la Tropical Oil Company y sigue con rumbo__ ", etc.
Culmina el asunto con el articulo 49:
Tan pronto esté construida en las condiciones antes dichas la variante de
que se trata, quedará cerrado al público el trayecto de camina que con ella
se remplaza, desde un punto distante sesenta (00) metros del lugar donde
cruza la calle 9* la linea férrea de la Tropical Oil Company.
En sintesis, la Tropical Oíl Company suprimió la mniastnsa vía
pública y diseñó aquella que le convenía. Es de tal magnitud el imperio
territorial de la compañía que la descripción de un lugar en una escri­

460
to r a n ota rla ], o cu alquier proyecto oficia l, casi siem pre tien e que n om ­
brar a los vecin os y colindan tes: la T rop ica l O lí Com pany. En 1924
(A c ta N o. 18 y A cu erdo No. 13, de agosto 4 ) el m unicipio busca la le g a li­
zación en la gobernación de varios lotes urbanos, de uso pú blico desde
años atrás, pero situados aún en terren o baldío n acion a l". Con e l fin
de destin arlos p a ra ed ificios públicos, se hace el deslinde de cuatro
terrenos, colin d an tes todos con las propiedades de la T ro p ic a l Oil
Com pany, en tre otros:
El denominado Antiguo Cementerio ubicado en el área de esta población
y alinderado así: Por el Norte, la carretera de la Tropical Oil Company. que
va a Infantas: por el Oriente, callejón que va de la calle Santander, hacia la
carretera ya dicha y propiedades de la Tropical Oü Company...
O tro lo te pedido en adjudicación para plaza pública lin d a “ p o r el
Sur, c a lle en m edio, con propiedades de la Tropical Oil Com pany’*,
lo cual s ig n ific a que de n ingun a m anera se podría p rever la am pliación
de esta á rea de uso colectivo. En igu al situación se encuentra e l lo te
n úm ero 3. osado com o m ercado de carne; Um ita hacia e l orien te con
predios de la T ro p ic a l (MI Company.
Se establecen repetidos convenios sobre alcantarillado, acueducto
y alu m brado púbUco con e l geren te de la Troco. Los archivos señalan
dibajos, planos y croquis, de los cuales n o se encuentra h oy ninguno
en las o ficin a s públicas (alcaldía, cabildo, planeación m unicipal, catas­
tro y N o ta rla P rim e ra ). Abundan en las sesiones del concejo unas
in tervenciones, m ediante las cuales se plasm a cómo la em presa petro­
lera se encargaba de los estudios técnicos de urbanism o; sustituyendo
de hecho ( y an tecedien do) el papel de la in existente S ecretaria de
Obras Públicas d el m unicipio:
El misino señar Alcalde manifestó a la Corporación que habiendo confe­
renciado con el señor Gerente de la Tropical Oil Company referente al esta­
blecimiento del alumbrado público ( __ ) hizo presente el señor Alcalde que
entre los asuntos que trató con e* señor Gerente estuvo el del suministro de
agua potable__ y que el señor Gerente .. le había manifestado que ésta no
se podía obviar mientras no se hicieran los alcantarillados Que para hacer
los alcantarillados había necesidad de hacer antes la nivelación de las calles
(marzo 2 de 1925).
M i * tarde se a lla n a n obstáculos que señalaba el señor gerente,
para distribución de energía eléctrica. En consecuencia, se d icta el
Acuerdo No. 9 de ju n io de 1926, por e l cual “ autorizase a l alcalde m u­
n icip a l para que, en representación de esta corporación, celebre con­
tra to con la sociedad industrial llam ada Trop ical O il Com pany, para
sum inistrar a l municipio energía eléctrica, sobre las siguientes b a ­
ses. etc. Sigue el proyecto de contrato redactado p o r la em presa.
L a cláusula c ) indica los m otivos de suspensión del servicio y m encion a
la “ sedición u otra circunstancia que afecte la norm alidad de los tr a ­
bajos de la com pañía” ; manera m uy sutil de recordar e l paro de o ctu ­
bre d e 1924. y m uy directa de prom ulgar el castigo de los futuros
huelguistas. N o obstante, el asunto quedó pendiente, pues surgieron
divergencias en tre las partes. En las Actas Nos. 16 y 17. de a b ril de
1927. está aún sin sin resolver t í diferendo en torno a l asunto de la

461
Jos pública, que Unto preocupaba al concejo, por lo qoe “ era necesario
darle a Barranca aspecto de ciudad'' La sesión concluye a f t a el rito
acostumbrado;
Sófleíteae M « ft «r Gerente de l a T a p n l Off C— pe a j. la venta al
mmmeipf , da ú m m f o «asenta paaulla «Métricas
Uno de los mecanismos corrientes de “ gestión por delegación", lo
Ilustra el caso siguiente, por lo demás reiteratiro;
Se observa un deterioro de la carretera departamental en la
entrada al pueblo, en un tramo por el cual Unicamente circulan las
vehículos y equipos de la Tropical OU Company necesitando su arreglo,
la empresa ha “manifestado privadamente'’ , es decir, por medio de un
concejal-mensajero o del mismo alcalde, que está dispuesta a recons­
truir la carretera, a precio de costo, siendo que “ dará un plazo para
el pago de dicho costo", etc. El proponente (agente abierto, más que
encubierto, de la Troco) defiende el proyecto con argumentos sacados
de sos mandantes; el arreglo contribuirla al embellecimiento de la
ciudad, la compañía darla plazo hasta que pudiera pagar el municipio
con las regalías de la “renta de hidrocarburos” y luego el municipio
podría cobrar los rostas al departamento, etc. Acordado todo en el
concejo, se aprueba una proposición- se faculta al alcalde, al personen)
y a! presidente del eoncejo para que “hablaran sobre el particular con
el señor gerente de la Tropical OU Company". Poro después la maqui­
narla de la Tropical OU Company arregla la carretera y el municipio
cancela las obras a la compañía, devolviendo a aquella las regallas
pagadas por ésta a la nación. Es a un nivel local el sistema “retro" (o
de “ reciclaje"), osado cu los mismos añas para la “devolución" a Esta­
dos Unidas de las 25 millones recibidos por la “Independencia" de
Panamá. De esta manera se está levantando una ciudad colombiana
en los predios privados de una propiedad extranjera, según la forma
que mejor conviene a “ los dueños". Construida la refinería. Barranca
es en 1925 una Tropical City colonial, con la “arquitectura colonial"
de los derrlelu. de las chimeneas y de loa “mechones", quemando gas
día y noche.

Nombrado en febrero de 1922. el poticia Valbuena descubre con


sorpresa su sitio de trabajo:
® M s r t e f de le petate n apenes une ca s a c a p a jiz a , constante d e dos
bsbttedenas muy reducidas, y por efle n p e g a n f M 00 e r o m e n s u a le s , p u e s
« d* un emstliauo. y le que es m á s . se víre en c o m ú n can e l c e m e n t e r i o
Visitando otros funcionarlos se da cuenta que no están en mejores
condiciones locativas;
L e o fic in a d e tn sp ecetá n de policía, más que o f i c i n a p e r e c e u n e lata d e
s a r d o w s . ( . ) L e oficina de correos cuyas paredes so n e s ta c o n e s y c e ñ e s ,
t a l e » y c u b ie r t a » d e techo p a jiz o n o b ie n empieza e c r e c e r e l r í o M a g d a le n a
le «eftertte edmmtarsders se ve obligada s poner a n d a m io * y t a b la d o s am­
bulantes p a n e v it a r s e e l v iv ir constantemente en e l agua, pues t o d o s e in u n d e .

462
Esta e n la situación desde aflea atrás: tampoco habla escudas
públicas del municipio, y las existentes funcionaban en un rancho
alquilado. No existía alcaldía, ambas cárceles estaban instaladas en
chocas en arriendo.
Sin embargo muchas de estas penurias tendrían una solación
rápida, si se compara con el persistente abandono que padecían malti­
tudes de cabeceras más antiguas y populosas. De hecho, entre 1917 y
1926, antes de ser cabecera municipal y de alcanzar más de diez calles
y 5,000 habitantes. Barranca bermeja quizá se convierte en el poblado
más moderno y mejor equipado del país. En menos de diez años, y
partiendo de nada, se logra la petrottzadón de varios tramos de eslíes
(por primera vez en Colombia), el ferrocarril, el oleoducto, el muelle
en concreto y el puerto de vapores donde además llegan hidroaviones
del correo; también se consiguen: edificio del cuartel de policía, cárcel
nueva, capilla remodelada y modernizada, cinematógrafo, automóviles,
billares y pianolas, hospital y dispensarlo an«venéreo, alumbrado eléc­
trico en algunas vías, teléfono y telégrafo, proyectos de alcantarillado
y acueducto; todo pagado directamente por la Tropical OH Company,
o en forma Indirecta con sus regalías al Estado y tíV fc que correspon­
de al municipio. Por Jo demás, quedará durante aflos con un acueducto
deficiente; según parece, ea más fácil para la petrolera bombear de)
subsuelo un combustible que agua potable.

Unas primeras reglas elementales de urbanismo (Acuerdo No. 11,


d» diciembre de 1922) prescriben normas para t í enlosado de los andenes
(un metro de ancho), e! uso de ladrillo y cemento, las cercas de solares
a 2.50 metros de altura, la reforma de los aleros que gotean en los
andenes, y “blanquear y barnizar sus puertas y ventanas, una vez al
alio”. En cuanto a las normas del Acuerdo No, 4 de 1922, prescriben:
.. Que las calles tengan una anchura de dore metra» por lo meno» y ..,
que de cada diez manzanas que se tracen se cedan das al municipio para pla­
zas, parques y edificios públicos, en fugar apropiado para tales fines.
Siguen varias normas sobre Ucencia de construcción, multas,
reglamentación de 2 50 metras para la altura mínima de las construc­
ciones y prohibición de los teches de paja. En octubre de 1923 llega una
ordenanza de Boearamanga, en la cual la gobernación da instrucciones
sobre 1* organización de) catastro. En este mismo mes se debate un
acuerdo en el cual se encuentra la primera manifestación del trazado
urbanístico del núcleo central de Barraneabermeja, mediante el orde­
namiento del predio central “que el municipio posee, a titulo de co­
limar , b proyecto reza;
Articulo 1* Destín*** pura plaza pública, edificios públicos municipales,
templo católico y casa cursi al terreno de 144 metros de largo por SO de ancho
q u e el municipio poseo en el área de este población hacia el Norte, el cual,
d e a c u e r d o con el respectivo croquis, aprobado por este corporación, quede
d i v i d i d o en tres lotea, los que se destinen para los uso» que a continuación
w expresan:

463
a) D el prim er lote, que quede en la parte orien te! d el predio, d iez y ocho
m etros de fren te por cuarenta de fondo (18 x 40), de N orte a Sur, para escue­
las publicas, veinticuatro m etros de fren te por cuarenta de fon do (24 x 40),
a continuación del anterior, para tem plo católico; d iez y ocho m etros de fren te
por cuarenta de fondo (18 x 40), en seguida, para casa coral.
b ) Segundo lote, que m ide sesenta por sesenta y cuatro (60 x 64), todo
para la plaza p rin cip a l
c ) D el tercer lote, que m ide sesenta m etros de fren te por cuarenta de
fondo (60 x 40) y que queda en la p aite occidental del predio, d iez y ocho
por cuarenta m etros (18 x 40), de N orte a Sur, para cuartel de la p olicia;
veinticuatro por cuarenta m etros (24 x 40), a continuación, para cárcel; y
d iez y ocho por cuarenta (18 x 40), en seguida, para oficinas públicas.

£¡1 resto del acuerdo se dedica a los pormenores de la construcción


de la cárcel, la cual al Igual que el cuartel de la policía, se beneficiaba
de la financiación de la Tropical Oil Company. Serian las únicas obras
realizadas de todas aquellas que se mencionan en el Acuerdo.
El proyecto anterior tiene para nosotros el interés de evidenciar
el carácter muy convencional de la visión que los ediles tienen del
centro. Aunque con una plaza así sea de forma atipica (una excepción a
nivel nacional, con marcado estilo de alameda, más que de plaza), en
pendiente, muy estrecha y alargada, sin embargo la rodean estos pro­
yectos, acumulando en su perímetro todos los símbolos construidos del
poder, tal como se definió en las Leyes de Indias desde 1523. Alcaldía,
cárcel, cuartel de la policia, escuelas públicas, templo y casa cural con­
forman un muy compacto bloque del poder civil, religioso, ideológico
y militar. Se podría decir que este núcleo central de Barranca en 1923,
en nada expresa la Irrupción del capitalismo moderno. P or el contrario,
evidencia la persistencia testaruda de la concepción arcaica del centro,
y la reproducción mecánica de la ideología implantada por la admi­
nistración colonial española.
El Acuerdo No. 9 de 1924. además de crear la “ Junta de Urbaniza­
ción y Embellecimiento”, prescribe otra vez la obligación del arreglo
de andenes, y también de cercas — disminuidas a dos metros de
altura— a los solares, "con tapia pisada, adobe, ladrillo, o láminas de
hierro corrugado", y el arreglo por parte de los propietarios de las calles,
“ en forma de camellón" y con cunetas de desagües.
En la técnica constructiva se observa una extraña mescolanza de
tradiciones rurales arcaicas, conviviendo con innovaciones moderni­
zantes. Por otra parte, la tecnología constructiva nos remite a los
materiales escogidos, recomendados o de uso obligatorio, según las
licitaciones y reglamentos. El cemento llegó con la Tropical, primero
para esta empresa, exclusivamente; no obstante, muy temprano figura
en las especificaciones ordenadas por el cabildo, relativas a los cimien­
tos de los edificios públicos, escuelas, hospital, etc. Pero, curiosamente,
se indica que la construcción misma se levantará en tapia pisada; se
considera a la tapia pisada como de calidad superior al modelo anterior
de bahareque. tablas, paja y caña brava o esterillas.
En 1924 la correspondencia relativa a la construcción del hospital
de caridad y las escuelas precisa que los “ edificios serán de tapia pisada
y techos de zinc, con sus correspondientes cielos rasos, maderas y

464
demás materiales de muy buena calidad, suelos de cemento y con todas
las comodidades necesarias requeridas por la higiene". También en
1924, un acuerdo sobre construcción de las escuelas especifica que “la
edificación se haré de tapia pisada o de bahareque con estántillado
de Punte o Comino y techo de hierro corrugado". A l afio siguiente, el
Acuerdo No. 19 de 1925 decreta una vez más la construcción de escuelas
y cárcel: “ los edificios que se dispone construir serán en todo caso de
ladrillo o cemento armado, de espesor suficiente, que garantice su
solidez y duración” . Aquí no sobra una comparación entre la Barranca
de la Troco y la Santa Marta de la United Frult Company: en ambas
se baila la doble innovación de las ciudades de enclave: la malla de
la segregación y el uso muy precoz del concreto.
En 1926 el municipio gestiona un préstamo para obras públicas y
redes. Para ser autorizado por el ejecutivo se le exigen planos técnicas
y el presupuesto de obras, o sea un trabajo de ingeniería. Por lo tanto,
se crea el cargo de ingeniero municipal, por Acuerdo No. 13, a partir
de enero de 1927. En sus considerandos se alude explícitamente a las
condiciones impuestas, por el poder central para otorgar el empréstito.
De allí en adelante, se establecerla, paulatinamente, un cierto orden
en la planificación urbanística del centro petrolero.
Hacia 1926-1930, uno que otro negociante rico coloca un simulacro
de frontón en la fachada de su almacén, algo que vio en Barranqullla;
otro importa una curiosa teja de asbesto-cemento. Igual a la que se
usa en El Cabrero y Manga, en Cartagena. Un tercero construye en
cemento un edificio de dos pisos y adorna los balcones con rejas de
hierro, y la esquina con un medallón en yeso y cemento: algo que le
llamó la atención en Bucaramanga o en Bogotá. Son pocos los cambios
y sin mayor significado.
Más Importante resulta el cambio de mentalidad. Se van discipli­
nando y modificando las Ideas y nociones en el choque con nuevas
realidades. A l calor de la actividad industrial, bajo los imperativos de
las prácticas laborales y sociales cotidianas, se edifica en poco tiempo
una peculiar cultura proletaria urbana. En menos de diez años la Troco
remodeló no solamente los espacios del hábitat regional y local, sino
también las prácticas laborales y sociales y las mentes. Surgen una
conciencia obrera, una moral proletaria y una ideología de ruptura
Barrancabermeja de allí en adelante, más que un lugar distinto, es
una gente diferente.

• * •

La historia del nacimiento de Barranca está ligada a un pasado


muy cargado por múltiples temas, que toca, si no estudiar en profun­
didad, por lo menos evocar de paso. Es historia de un territorio que se
va modelando al calor de tensiones sociales y de la cual se desprenden
la colonización de baldíos, el exterminio de etnlas aborígenes, la con­
quista del siglo it r x y la navegación de vapor, el saqueo de los medios
naturales de producción, la intrusión del colonialismo de la rapifia.

465
los antagonismos entre Imperialismos importando anas selvas colom­
bianas. la política arrodillada de la oligarquía indígena, la corrupción
del aparato estatal en Bogotá, la delincuencia de cuellos blancos en
los circuios del poder a principios de siglo y la persistencia, durante
cien altos, tfc un clima de violencia nutrida por la codicia y la lucha
de clases. Confrontaciones Intestinas entre fracciones de las oligar­
quías y conflictos bólleos provocados por el colonialismo extranjero:
las guerras de Lengrrke y de la quina, las expediciones de aniquila*
miento de tas yartgulea la guerra angta-yanqui del petróleo en loe
altos im -1922. seguida de los operativos ordenados por la Tropical
contra los colonos del oriente santanderea.no.
Curiosamente, en un estudio supuestamente dedicado a Barranca-
berm eja este topónimo quizá resulte menos osado que ‘ 'Washington*1.
Es que petróleo y tratado de Panamá — de Petronamá, quizá serla la
palabra más adecuada— son indisociablee; y una doble extorsión con­
forma el marco explicativo del surgimiento de Barranca be rme) a h ad a
1915-192S Sin tratado no hay petróleo, sin petróleo no hay tratado;
sin tratado ni petróleo, no hay BarrancabeTmeJa
Entre 1900 y 1920, una época se extingue y otra se asoma; un país
se desvanece, otro emerge. Se cierra paulatinamente la "vía Inglesa”
y se abre rápidamente la ancha avenida norteamericana En él cruce
está Barrancaberm eja Además el centro petrolero prefigura, y ante­
cede muy temprano, en forma de excepción atípica en el concierto
nacional, lo que serla luego la urbanización del pais. Antes de entrar
a examinar este último periodo, no » podía prescindir de este eslabón
de la cadena de este puente entre un pais agrario y otro densamente
urbanizado.

466
C A P IT U L O I X

FUNDACION Y OCASO
DE VILLARRICA, TOLIMA

El Gobierno controla la cosecha del café.


"Las autoridades militares hacen esfuerzos
por evitar que una valiosa cosecha de café
sea aprovechada por los bandoleros de
unos ocho municipios del departamento del
Tolíma."
Declaró el General París:
"Seis batallones en Vlllarrlca, debe aumen­
tarse el presupuesto de guerra."
(“ El País” , 9 de m ayo de 1955.)

Acordadas cuotas de Exportación.


5.600.000 sacos es el cupo asignado para
Colombia,
"Manuel Mefia volverá a EE U U Estabi­
lidad cafetera en los precios del Interior
del ptás."
( “ E l P a la ” , 7 de junio de 1955.)

La Importación de Capitales.
"Interés por Colombia en EE.UU. Nume­
rosas Industrias quieren establecerse en el
país"
(“ E l País” , 15 de junio de 1955.)
En páginas anteriores se ha tratado de reseñar varios casos de
fundaciones urbanas, producidas por distintos tipos de colonización
agraria. Se vio una modalidad de fundación asumida en form a masiva
y solidarla por el mismo campesinado de colonos, con el fin de dispo­
ner del núcleo urbano de apoyo a la empresa agrícola y poder cana­
lizar sus excedentes hacia los centros de consumo. También se vio
cómo la colonización de tipo empresarial acude a diversas modalidades
de especulación y con cierta frecuencia concluye con la fundación de
un poblado, por parte de un hacendado o plantador, agregando asi a
sus ganancias agrícolas los diversos beneficios de la fundación urbana,
la fija ción de su mano de obra, venta de solares, control del comercio,
etc., y desde luego el dominio político local. En fin , se señaló la Inter­
vención del Estado en el proceso y se vio cómo la colonización Insti­
tucional, promovida por varios gobiernos, concluyó con la fundación
de nuevos centros urbanos. Ahora bien, el caso de V illarrlca tiene el
Interés de presentar un proceso histórico, social y territorial, en el
cual se articulan las tres modalidades mencionadas.
L a zona elegida está ubicada en el oriente del Tollm a, y colinda
con el extremo sur-oeste del departamento de Cundlnamarca. Entre
las tierras callentes de la reglón Olrardot-Cunday y el páramo de
Sumapaz se extiende arriba de Cunday, en clima templado, va de
1.000 y 2.000 metros de altitud.
Esta comarca experimentó un proceso de colonización del cual sur­
gieron, por razones distintas y con protagonistas diferentes, los tres
núcleos urbanos de Los Alpes, V illarrlca y L a Colonia, llegando a es­
tructurar una formación espacial agraria de tipo comarcal. En el
proceso histórico de elaboración y de estructuración territorial se pu­
dieron distinguir tres fases principales:
a ) Una primera etapa, Iniciándose hacia finales del siglo X I X
por medio de la penetración de flujos de migrantes, el desmonte sel­
vático, la transformación del espacio natural virgen en un hábitat
humano de colonización popular, Independiente y espontáneo, con­
cluye hacia 1915 con la "fundación” colectiva del caserío de Los Alpes.
b) La segunda fase, enlazada con la anterior, llega hasta media­
dos de los años 40 y se destaca por un pudiente desarrollo productivo
y una notable prosperidad en toda la reglón. P o r medio de la genera­
lización del cafeto, la zona se Incorpora a la economía de exportación

469
y al mercado mundial. También se dan distinto* tipos de conflictos
sociales de los cuales se derivan la fundación del poblado de Villarriea,
en la Hacienda Andalucía en el aflo de 1027, y la creación en loe la­
deras del Humapaz, pero a poca distancia del anterior, del pueblo-
campamento de la colonia agrícola deJ Humapaz, llamado La Colonia,
en el aflo 1026.
c) La tercera etapa se refiere al dramático ocaso del modelo
social y territorial; termina con el descalabro de la empresa coloniza -
dora, la derrota del campesinado y su masivo éxodo bacía los refugios
urbanos; sus principales hitos son el 0 de abril de 1048 y, más que
todo, el decreto de declaración de "zonas de guerra" del oriente del
Toiima y los devastadores operativos militares del Ejército Nacional
durante el periodo de marzo-junto de 1066,

• • •

JSs preciso resellar brevemente algunos antecedentes, definiendo


el contexto general en el cual se inscribe luego la colonización del Bu-
mapaz y de las tierras templadas del oriente tollmense.
En cuanto al periodo que aquí nos interesa, abarca la segunda
mitad del siglo XIX. Principales pistas bibliográficos se encuentran
en El Papel Periódico Ilustrado (1881-1888), el primer Atlas de Co­
lombia, las notos de viajes de Alfred Hettner (1886), de Salvador
Camocho Roldán (1887) y las numerosas observaciones de Medardo
Rivas (18U0), Adem&s, se cuenta con el apoyo de una serie de reco­
rridos por la reglón y con propios observaciones oculares, lo mismo
que entrevistas con los pioneros, que a principios de siglo Iniciaron
el proceso de poblamlento; colonos, comerciantes, hacendados, etc.
El principio Espacial temporal opera por medio de una espiral, con
origen en Bogotá, la cual irriga progresivamente la geografía, en direc­
ción del rio Magdalena, por incorporación progresiva de tierras vír­
genes y por medio de un poblamlento territorial, caracterizado por el
hábitat rural disperso, En cuanto al proceso, se ha podido captar hi­
lando un factor determinante; la sujeción externa, con sus múltiples
componentes económicos, jurídicos, políticos, sociales, Ideológicos, etc,
Es decir, una compleja fenomenología concluyendo, con asombrosa ló­
gica, en unos cambios espaciales que se expresan por medio de la
Ingeniería de obras públicas, de un urbanismo y de una arquitectura.
Recordemos brevemente la problemática histórlco-soclat en la
cual se originan posteriormente los cambios espaciales.
Desde el acuerdo diplomático de "amistad y comercio" respaldan­
do los préstamos de los bancos Ingleses, garantizados por la producción
de tabaco, y el desarrollo de la política exterior de "Ubre comercio",
se radicaron en el país unos representantes de grandes firmas comer­
ciales, algunas de ellas francesas, suecas o alemanas, pero Inglesas en
su mayoría, Su presencia Incentiva la producción de "crudos" agríco­
las de exportación, sucesivamente tabaco, aftil, quina, cueros, mieles,
café y la subsiguiente importación de productos manufacturados, Los

470
pequeño» comisionistas nativo», al principio «Im p le» "p eo n e »" al ser-
vicio de la» compañía» extranjera», poco a poco « e van em ancipando de
ella»; entonce», de interm ediario» aspiran a «e r independiente» y asi
•e va formando una reducida casta de negociantes colom biano», Bus­
cando a la vez dónde Invertir su» ganancia» com erciales y luego
•u Incremento, necesitan aumentar la» producciones de exportación y
para eso deben primero conseguir la» tierra»; ésta», a vece» m uy fé r ­
tiles y adem é» vírgenes, son del occidente cundlnamarqué», cercana» a
Bogotá y de óptima ubicación, en relación con el eje natural de e x ­
portación, el rio Magdalena, Pero »e presentan dificultades Im pidiendo
el dominio de esta» tierra»; hay todavía Inmensos latifu n dio» ecle­
siásticos, subsisten aún algunos resguardos, y vastas éreos baldía»
estén en proceso de ocupación por ola» sucesiva» de colono», Bin p er­
der m é» tiempo este sector social en ascenso, y que logró dom inar el
aparato estatal, elabora su indispensable ideología y en seguida la
transforma en normas Jurídica» por medio de nueva» Jeye», Vemos
entonces cómo, con base en lo» postulado» de la Revolución Francesa,
se afirm é la igualdad del autóctono y que él también tiene derecho a
la propiedad individual. Concluye la campaba con la !«ey de 1860 s o ­
bre disolución de los resguardos Indivisos y asi se quitan su» últim a»
tierras a tas parcialidades. Subraya Medardo Rlvas;
,, , y los resguardo* de indígenas eran tan extensos, que su d ivisión dio
trabajo por muchos años a los agrimensores,
Be puede agregar, que van a dar también afloa de prosperidad a
lo » facultades de derecho y mucho trabajo a un ejército de nuevos
abogados, lo » innumerable» pleitos entre hacendado» y negociantes,
disputándose los despojos del espacio amerindio.
El propio Medardo Rlvas relata cómo se adueñó de tierras de res­
guardos;
Antonio María Pradilla fu * la cause d * m i venida a las regiones del
M a g d a len a ,,, El vendió a Latorre y Rlvas setenta y dos derechos de tierra en
Chiataqulelto,

En las orillas del alto Magdalena, y en la banda derecha, al fre n te del


pueblo de Guataqui habla una hermosa vega, que perm anecía casi inculta
hasta 1867, y que era de los antiguos indígenas de Guataqui, quienes |» p o ­
seían proindivls», ellos o las personas a quienes habían cedido su» derecho*
en e l transcurso de cincuenta años, y esta vega era llam ada G uatequleito
El número de los que tenían derecho a esas tierras e r* trescientos P e
estos derechos setenta y dos eran míos, y loe de personas que pretendían
tener derechos sobre la tierra serian tres m il; y para desenmarañar ese e n ­
redo tuve que seguir un complicado juicio, cuyo expediente llegó e ser ie
carga de una muta ,.
.. Dividida la tierra y entregada a cada uno la parte que le correspondía,
resultó que m e tocó una gran parte, y a la cesa de Grotheshway y Gla cuyo
agente era el coronel Amaya, una m uy pequeña; y com o aquella casa de
comercio estaba acostumbrada a recibir gran parte del tabaco que en Guata
qincito producían los cosecheros, la prim era semana que vieron que lo
llevaban a mi factoría por estar en mis tierras sembrado, hubo alarm a, in

471
dignación y protesta, «poniéndose por fUeozá a tíiov I® q «e predijo un com­
base entre- el coronel Amara y el coronel García, que era mi agente, y en
cayo combate tomaron parte muchos de uno y otro lado, según sus simpatías.
Desde ese d a la catana de Guataquicito se convirtió ea el campo de
Agramante, y por ta noche se nim silbar las balas que iban del uso al otro
campamento, y a todas horas andaban tas partidas armadas
,,.A I fin el señor Cruthgshway resobro llamar al coronel Anuya, y
Tendernos t í terreno que le pertenecía.
Esta ptesra de antología figura en Las trabajadores de tierra
caliente, en las páginas 203 y 206,
Con base en análogos principios ‘ humanitarios'’, ia ley a e manu­
misión logra cumplir su doble objetivo: arruinar la soñolienta hacien­
da colonial, la cual se parcela en beneficio de comprado res capitalistas
y poner a su disposición los manumisos convertidos en Jornaleros y
peones asalariadas.
También Temas cómo «r**» agresivas olas de artticlcncaltsmo pre­
ceden a la Ley de 1861, una expropiación disfrazada y bautizada de
“desamortización de los bienes eclesiásticos*". Tomás Cipriano de Mos­
quera, rocero de la casta de los negociantes capitalistas agrarios,
in t im a su proyecto de ley declarando que "uno de los mayores obs­
táculos para la prosperidad de la Nacida es la falta de m olim iento y
Ubre eirculaciOn de una gran parte de las propiedades ralees'". En
otra oportunidad no vacila en proclamar: "Demos, pues, la tierra a
los que la trabajan y la hacen producir."
Promulgada dicha ley el 9 de septiembre de 1861, un mes después
se felicita al banquero-negociante Camacho Roldan En Q Tiem po del
S de octubre hace su apología y enumera una larga lista de sus futu­
ros beneficios, entre, ios cuales se destacan;
5.—La «ífftpsiñn de la propiedad territorial entre mayor número de pro­
pietarios; la que equivale a dar mas respetabilidad y más defensores a la
propiedad.
S —En tas wnfadw se verá en pocos años n a transformación de esas
casas viejas, arrumadas, sucias e incomodas, ent otras elegantes, aseadas y
confortables.
Algunos adiós después se reforma el código comercial pura faci­
litar la constitución de sociedades civiles y comerciales, de compartías
mineras o agrícolas con accionistas; son nuevas herramientas que en­
tran a formar parte del Código d v Q de 1873.
En resumen, este proceso es de una "perfección’' absoluta; pri­
mero se manifiestan los intereses económicos, luego se forja el apoyo
ideológico que los legitima y, por fin. se elaboran las leyes que los
legalizan.
Aseguradas estas óptimas condiciones, se abre una época de oro
para los cacharreros bogotanos y los usureros anttioqueños o caldeases,
convertidos por sus apólogos en "trabajadores de tierra callente*. Por
nwtin de los remates en subasta pública o solicitudes de adjudicacio­
nes, se apropian de inmensas «ten sio n es de tierras de la nación Con
dinero o con leguleyos, con la tropa o las cuadrillas, con leyes o a plo­

472
mo, desalojan arrendatarios, colonos» aborígenes o curas y, de paso,
ajustan cuestas entre grupos económicos tírales. Muy díctente es el
caso de Tomas Cipriano de Mosquera aprovechando una victoria mi­
lita r para expropiar, sin clemencia, al vencido rival terrateniente dan
Julio Arboleda, de sus tierras de Jambaló {Decreto del 30 de enero del
año 1863).
simnicanóMiente, ios inversionistas de Bogotá contratan técnicos
e Ingenieros europeas. Importan m a q u i n a r i a y se a u t o - o a s e q u i a n ios
decretos relativos a la apertura de j ferrocarriles, uniendo la
capital con los puertas del rio Magdalena. Pero es tan aguda la pugna
entre grupos rivales, que al final habrá tres carreteras y dus aneas
ferroviarias cruzando el territorio de inversiones.
Reunidas todas estas condiciones, h ada finales del siglo entran
en producción las grandes plan tactores del occidente de Curtdina -
marca.
Entre los mas sobresalientes cam bios del "m o b ilia rio territorial'
(obras públicas, urbanismo y arquitectura) podemos señalar:
1. Densificación demográfica y generalización del popamiento
territorial disperso. Surgimiento de un nuevo catastro, con sus dos
polos lndisooaoies, la gran comensal exportadora y las
parcelas num fondistas de pan coger.
2. La incidencia i como generadora de nuevos
medios de transporte y la adecuación del sistema de comunicaciones.
EL ocaso del carguero y el paso a la recua de muías o a los oueyes "en
parrilla" impjiran una nueva ingeniería de caminos, con especifica­
ciones Luego se perfecciona el sistema con las "arterias de
succión y de bombeo"’, ferrocarriles, navegación de vapor, puertos flu­
viales y finalmente carreteras para automotores: sistemas que van
poco a poco irrigando la totalidad del territorio en producción.
3. El surgimiento de las plazas comerciales, p a sta s y centros-
bodegas o de transbordo de los crudas y mercancías; ahí tienen sus
sucursales los bancos europeos, las compartías extranjeras, las comi­
sionistas y negociantes de Bogotá, surgen o se reactivan Gtrardot.
Guataqui. Narifto» Bel toan, y Ambalema.
4. Conformación de tzna malla urbana regional con base en sis­
temas comarcales, por medio de nuevas fundaciones o por reanimación
de pir**la4r« decaídos. Involucra a Guaduas. Villeta. La Paz.
San Juan de Rtosecoi NUo. La Mesa. Jerusaíén, Anapoñna, Pan di. Mel­
gar. Cunday. lo mismo que a las futuras zonas de conflictas agrarios
del Tequendama y del Samapaz, como Yiota. Tibacuy. Icononzn. Fu-
sagasugá. etc.
5. Otro tipo de cambio afecta el ambiente natural: el uso inten­
sivo de la tierra provoca una rápida degradación de tos suelos. Pero
no vacila Medardo Rzvas en dedicarse a una delirante exaltadóa de
la tala, del desmonte y del hacha. Bajo su pluma Los especuladores
bogotanos se convierten en "pioneros del progreso y trabajadores de

473
tierra callente". Bln embargo, en loe miemos »no# Bulvador Oamncho
Roldan advierte el peligro, con una página que lo vuelvo el preounor
de nuestro* modernos ecólogos.
0. Por fin, se riega la arqui too tura- pastiche do ruptura, os decir de
nogación de la colonia española: los mercaderes Importan el estilo quo
admiran en Francia o Inglaterra, durante sus viajes do negocios. Las
exclamaciones admirativas del l'apel Periódico Ilustrado o do M edar­
do Rlvas, evidencian en forma diáfana la Incultura, el mal gusto y la
sumisión cultural que reinan on la "sociedad" do los nuevos ricos:
. . . y el odfini' Rodrigue?, hs construido uno hermosa quinta que pudiera
rivalizar con las famosas villa* de NI te o Monte Corlo..
IDn Tocalm a, simultáneamente con la introducción del pasto de
Oulnea, "se levantan grandes haciendas y rosldenolas suntuosas". En
Fusagasuga "hay lindos quintos, ohalets, cositas suizas y residencias
de reoreo".
. . . y sobre todo Coburgo e* un soberbio pilludo transportado de A loma­
nís a Colombia, ron cermpne* arébigos, balcones extensos, grande* salones,,,
Hay allí un lago nano loa de Veraallea y un baflo oriental.,,
. . . La casa do hacienda del general Moreno diapone del teléfono. es
como la mandón de un rico nabab en la India Oilental. . el viajero oree que
esté en Jamalra 0 en otra colonia de la* Antillas..
...una hermosa ca*a alta que parece una residencia inglesa en la India.
Menos entusiasta pero más critico, Alfred Hottner, con su corro­
sivo humor, subraya ol analfabetismo cultural de los plantadores-
mercaderes en busca de prestigio:
Pero el mejor adorno de la asía me tocó observarlo en casa de un aco­
modado hacendado. K.ra una porcelana fina, expueata en una misti de figu­
rilla* que a primera víala podría tomarse por una ponchera, pero que en
realidad resultó ser uno de aquello* recipiente* que entre no*otroe tienen
su puesto debajo de la cama.
Estamos en los úlUmoe años del siglo, se acerca ol asalto de
Thoodoro Rooaevelt y an el relato de Alfred Hottner surgen indicios,
dejando vislumbrar el próximo “cambio de mando" en Colombia:
Tan solo la villa de Chapinero. eituada n poro* kilómetro* al norte, re*
ctentemente viene ejercteudo cierto atracción, pero en particular sobre la
clase media, en razón de la vivienda más barate. Kl hecho ha despertado el
enitwhuttno de unos empresarios nortciunerlciun** que, al tiempo de mi par­
tida, eataban activamente ampeflsdoa en construir un tranvía de tracción
animal, teniendo ye acabada la Infraestructura en gran parte y en camino
desde loa Estado* Unidos, tanto lo* i loica como lo* vagones.
En Honda observa el mismo viajero que "entre los comisionistas
sobresalen loe señoree Wltney y Grane, a la ves v Ice-cónsules nortea­
mericanos". En cuanto al ferrocarril Honda-Otrurdot: "Esta ferroca­
rril, la Western Golumblan Rallway, es la obra de un norteamericano
de apellido Brown." Kn Bogotá, señala los altos costos de la construc­
ción por carencia de olertos mnterialas, "del hierro y del vidrio plano,
por la necesidad de Importarlos, sea de Europa o de loa Estados U n i­
dos," Refiriéndose al ferrocarril Bogotá-Facalatlvá: "Las deles, traídos

474
do loa Estados Unidos, a au llegada rcaullnron con exceso de inmuno
mAximo admitido para expedirán a Bogotá n lomo do muía", Y queda
maravillado Salvador Camacho RoldAn por el descubrimiento que hi­
zo durante un viajo do negocios, on 1887, en el iíotol Saint Charles de
Nueva Orloans:
,. Lúa eléctrica conducida por alambre cuya colocación puede cambiarte
n voluntad, euccirailii en uaas perita de vidrio*, de color ligio jioiuntp aparo,
y provlilaa de unn llavei'lllo que, dando vuelta hacia un lado, encendía la
uja, y hacia el opucato la npagaba.
Por supuesto, no tardará cata milagrosa maravilla en aparecer en
Bogotá, Cali, Unrranquilin o Medollín, detrás do los agentes de las
pujantes compañías norteamericanas,
Asi resonada la fenomenología de Ja primoru foso da transforma­
ción territorial del occidente de Ciundinamarca, se puede resumir on es­
ta forma; durnnto la segunda mitad del siglo pasado, el desarrollo do
las fuerzas productivas presiona para liberar los modios do produc­
ción: tierras y mano do obra, Conseguida la clroulaolón comoroial do
las Horras y oi paso del trabajo servil al salarlo, estos factores facili­
tan ni transito del latifundio y do la producción doméstica hacendera,
hacia la plantación do exportación. A su vez esta última gonera múl­
tiples camoios en los modos de poblamionto, los cuales so articulan
con otras evoluciones, actuando en ios sistemas de transpone, en ie red
do comunicaciones, on oí mallajo urbano de la región, en nuevas con­
cepciones urbanísticas y, por último, en la introducción de novedades
tecnológicas y estilísticas sn la arquitectura.

• • I

¿Será una coincidencia que en el mismo año 1002 Ja oligarquía


pacta la conclusión de la atierra de ios Mil Dios a bordo do un buque
acorazudo do la naviera de los Estados Unidos, bajo la vigilancia d#
un almirante yanqui, y on forma simultánea manda unos represen­
tantes a la Primera Conferencia Internacional del Café, la cual sesiona
on Nueva York? Al desarrollo del monocultivo del café y al Impulso
de las exportaciones del grano, va sstrochamenle asociado el cambio
do órbita del país. Hasta 1018, la producción nacional no pasa do un
promedio anual de un millón de sacos, de sesenta kilos, pero supera
los dos millones en 1021 y alcanza 2.464.000 en el año 1020; en 1024,
ol café constituyo el 80% de las exportaciones del país.
Mientras tanto, el gobierno de Marco Fidel (Juárez legalizó la "ven­
ta do Panamá" y luego cayó, bajo ol peso de su corrupción; con
violencia y fraude doctoral, es elegido el gran cafetero Pedro Nel
Ospina. Este último cumple con las exlgonclas do los finanaleros do
Wall Street, entrega a la Misión Kemmerer la reorganización del
sistema bnnenrio y tributarlo dol país e lnviorte los cuatro auotas de
la Indomnlzaolón de Panamá sn un gigantesco programa de obras
públicas; todas tienen por objetivo Incorporar nuevas tierras a la
producolón del grano, acelerar su evaouaolón hacia el exterior y pro-

470
plclar nuevas inversiones extranjeras. En 1927 tiene lugar otra con­
ferencia internacional cafetera en Washington y de regreso los
delegados colombianos se apresuran en crear su gremio, la Federación
Nacional de Cafeteros, Impulsada por Mariano Osplna Pérez, Igualmen­
te hacendado cafetero, negociante del gra n o ... y futuro presidente.
Ahora bien, hasta 1913-1914, las Importaciones provenían prin­
cipalmente de Alemania, Francia y más que todo de Inglaterra, siendo
el total oriundo de estas tres naciones y muy superior al volumen de
lo que venia de los Estados Unidos. Pero en cinco años el cuadro cam­
bia por completo: En 1919, al concluir la Primera Guerra Mundial,
prácticamente han desaparecido las Importaciones francesas y ale­
manas, las Importaciones de Gran Bretaña se estancaron al nivel del
periodo anterior y, por el contrario, las Importaciones norteamerica­
nas, que no pasaban de 6.487.000 pesos en 1914, alcanzan ahora
28.881.000 pesos. Este vuelco completo se observa con más precisión
tomando los datos del periodo 1910-1930 y el siguiente cuadro Ilustra
el fenómeno (V er Gráfico en la página siguiente).
Estas cifras evidencian cómo en pocos años el país pasó de una
tutela económica a otra. Dejó de ser una colonia del Imperio Britá­
nico y empezó a girar en órbita de los banqueros y monopolios nor­
teamericanos; asi que no es ninguna sorpresa ver a los cafeteros
colombiano asistiendo a una asamblea internacional en Nueva York,
en el año 1930. Sigue el Pacto de Paridades del año 1936, igualmente
en Nueva York, ciudad convertida en sede de la Bolsa Mundial del
Café. A partir de 1940, bloqueado militarmente el mercado europeo,
los Estados Unidos no tienen ninguna dificultad en convertirse en el
único país comprador del café colombiano; entonces se estrechan los
vínculos entre la diplomacia, la política externa cafetera y la polí­
tica interna. Se acentúa la tutela del gobierno de Washington, el cual
combina la exportación de sus trusts, con el envío de sus decisiones,
tanto económicas como políticas. Es asi que en la conferencia de no­
viembre de 1940, el gobierno de los Estados Unidos comunica a los
delegados de los países productores la cuota de compra que fijó para
cada uno: Brasil tendrá derecho a 9.300.000 sacos y en segundo lugar
vendrá Colombia, con una cuota de 3.150.000, pero el amo mag­
nánimo permite, al país exportar 1.079.000 sacos más hacia otros
mercados, los cuales desaparecieron con el bloqueo nazi. En este mis­
mo convenio de Washington se crea, además, la muy democrática
Junta Interamerlcana del Café, con un voto para cada país productor,
pero una tercera parte de los votos para el país comprador: Estados
Unidos.
“Dicho sistema se mantuvo hasta principios de 1946, cuando el
mercado cafetero se normalizó", escriben los autores de La Economía
Cafetera Colombiana. Podemos agregar que en este mismo año 1946
todo se normaliza: pues de Washington arriba el Presidente Mariano
Osplna Pérez, uno de los fundadores de la Federación de Cafeteros, lle­
gando como mensajero de la doctrina Truman del “ primer golpe",
destinada a detener el “ espectro del comunismo” . Tan agradecido co-

476
Origen de la* Importación**, 1011-1928 Fuente- Urnitla y Arrubia

mo convencido entrega el palé en la bandeja de plata de la Novena


Conferencia constitutiva de la OEA, a principios de abril de 1948.
Luego se suceden las reuniones cafeteras Internacionales en Nue­
va York, en los meses de marzo, mayo y Junio de 1955, fechas que
coinciden con los primeros ataques militares contra la reglón cafetera
de Vlllarrlca y la preparación de la ofensiva general final. Y a los ca­
fetales de Cunday-Vlllarrlca están produciendo anualmente más de
100.000 sacos.
En la prensa de Junio de 1955, los titulares de primera página
anuncian triunfalmente que Colombia logró en Nueva York obtener
una cuota de 5.600.000 sacos por parte de la Oficina Internacional
del Café; en seguida se condecora en Bogotá a Mlster Coffee. Desde
luego, "el Ejército Nacional garantizará la cosecha en el oriente del
Tolima” . Esta "firmeza" del gobierno del General Gustavo Rojas Pi­
nina contra "los rojos", desde luego hace muy buena Impresión en
Washington: el futuro está asegurado. En seguida aparecen estos ti­
tulares: "Importación de Capitales". "Interés por Colombia en los Es­
tados Unidos", "Numerosas Industrias quieren establecerse en el país”.

477
# * *

¿Cómo opera y evoluciona la expansión cafetera en el occidente


de Cundlnamarca y el oriente del Tollina? El primer panorama, muy
general y demasiado lírico, se refiere al periodo 1890-1900 y lo pro­
porciona Medardo Rlvas. El segundo cuadro, sin romanticismo, pero
con cifras lo produce Diego Monsalve para los aflos 1920-1927.
Por fastidiosas que sean estas primeras estadísticas cafeteras de
principios de siglo, sin embargo permiten varias observaciones:
1. Sobre la intensa circulación comercial de las tierras: por
ejemplo es muy distinto el listado de grandes plantadores menciona­
dos por Medardo Rlvas y aquel que nos proporciona 25 afios más
tarde Diego Monsalve.
2. Sobre los modos de cultivo que se dan en esas reglones:
a) Pequeño cafetal doméstico de colono, con trabajo familiar.
b ) Extensa plantación capitalista, con mano de obra asalariada.
Unos casos Ilustran las diferencias: Líbano con 540 plantacio­
nes totalizando 5.810.000 cafetos, mientras en Viotá no son más de
30 plantaciones, agrupando 4.987.000 matas; Chaparral reúne 3.707.000
cafetos, en 399 plantaciones, mientras en Tibacuy 19 unidades tienen
una “población" de 3.992.000 matas.
3. Lo anterior permite entender cómo esta diferenciación se va
a plasmar en el espacio territorial: cada modalidad va a provocar una
densidad demográfica diferente. En un caso se tendrá un hábitat dis­
perso de pequeñas parcelas muy cercanas, tipo "vereda cafetera” ,
precisamente: arquetipo del poblamlento rural de colonización espon­
tánea y popular. En el segundo se da un hábitat de plantación muy
concentrado alrededor de la casa de hacienda, con numerosa población
asalariada de peones, cosecheros y agregados y la presencia de cam­
pamentos.
4. Todo lo anterior, a su vez, va a dar las pautas peculiares, en
una comarca u otra, del conflicto social que surge hacia 1930 y de
su estallido hacia 1946-1950.
Ahora bien, en los listados anteriores se destaca el papel prepon­
derante que tuvieron los Inversionistas extranjeros, entre ellos Malne,
Crane, Fould Freres, A. Willlamson, Krohme, Slndlcl, Putnam, Sayer,
Gooding, etc.; también encontramos muy temprano a los Barriga, Fo­
rero, Vargas, Osplna, Sáenz Montoya, Jorge Crane y Luis Willlamson,
es decir, a los mayores latifundistas cafeteros de la reglón de Cunday,
Viotá, Pandl, Fusagasugá, Pasca, propietarios de las haciendas de
Paquilo, Aguadulce, Nuevomundo, Guattmbol, Castilla, Florencia, Ca-
landaima, Buenavlsta, Cellán, Java, Atala, Liberta, La Magdalena,
Entrenlos, Boston y Japón; aquellos que hacia 1930 se enfrentaron
con más agresividad a los colonos, arrendatarios, peones, aparceros y
terrazgueros.
Todos los fenómenos señalados impactan Intensamente esta faja
montañosa del oriente tollmense, ubicada en tierra templada, gene­
ralmente entre mil y dos mil metros de altitud, y que se extiende

478
desde el bajo Sumapaz, Fusagasugá y Melgar, hasta Alpujarra y la
región de Colombia, en el Hulla. Aún selvática a principios de este
siglo, es un extenso territorio virgen en donde se Infiltran y se radican
muchas colonias de campesinos sin tierra, en las décadas del veinte y
del treinta. Durante estos años, tanto la demanda externa de café,
en continuo aumento, la crisis económica provocando en las ciudades
un retom o al campo, como la política agraria parcelera del gobierno
de Alfonso López Pumarejo, Influyen para provocar un auge prodigio­
so de la colonización. 7, como se vio, la estrategia agrícola oficial
trataba de aliviar la presión popular sobre los latifundios y los resul­
tantes conflictos agrarios, por medio de la apertura de nuevos pro­
gramas oficiales de colonizaciones y fundaciones.
Pasada la primera fase de la economía maderera y carbonera,
proveniente del desmonte de las vertientes, los trabajadores entran en
la etapa de la producción de autosubslstencla, con los cultivos de maíz,
frijol o papa, en parcelas de pan coger. Pero tan pronto tienen ase­
gurado el sustento vital, los colonos vislumbran su estabilización y
su sedentarlzación definitiva con el café. Entonces van plantando los
primeros cafetos; estas matas que prohibían y arrancaban sin piedad
los mayordomos y los patronos de las plantaciones.
Con este gran movimiento, la progresión del café en el Tollma se
refleja en el siguiente Cuadro.
En cuanto a extensión se refiere, se pasa de 3D.600 hectáreas de
cafetales, en el año 1932, a 115.700, en el año 1955. En este último año
el Tollm a alcanza un 14% de la producción nacional; su progresión
aparece mucho más alta e intensa que aquella que experimentó el
Valle del Cauca, con 47.700 hectáreas en 1932 y 94.000 en 1955-1956.
En el Tollma, hacia 1945 se presenta el siguiente Cuadro de la
producción cafetera, en miles de sacos de sesenta kilos, considerando
únicamente los diez municipios con mayor cultivo:

Municipio* IMS 1M4 IMS

Anzoátegui 60.000 39.811 41.380


Ataco 40.500 46.834 56.834
Cunday 79.300 71.845 85.000
Chaparral 48.190 77.950 68.000
Fresno 42.000 70.189 69.700
Ibagué 60.000 75.155 71.562
Líbano 70.000 88.000 88.400
Ortega 41.588 45.000 40.000
Rovlra 25.000 50.000 30.000
Venadlllo 40.000 49.747 50.000

Como se ve, Cunday viene en el segundo lugar y sólo lo supera


Líbano.

479
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Tollina - Producción caletera

En cuanto a extensión sembrada y el número de cafetos, el cua­


dro es el siguiente en 1946, según datos, igualmente proporcionados
por la Geografía Económica del Tolima, de la Contralorla General de
la República:

U cctárcu de Nfim ero de


Municipios cafetales cafetos

Chaparral 7.600 14.000.000


Líbano 7.500 12.000.000
Ibagué 6.600 12.000.000
Cunday 6.500 10.000.000
Ataco 4.400 8.000.000

Basta con una sencilla superposición cartográfica para comprobar


que el mapa cafetero de los años 40 coincide con el de la guerra social
y agraria de las dos décadas siguientes. De hecho hacia 1945-1950 los

480
ca feta les de los colonos de Cunday, Icononzo, M elga r, P a n d i, V illa r r i-
ca, Osplna Pérez (V en ecla ) y San B ernardo, lo m ism o que la s siete
m il hectáreas de V lotá, están en su m áxim a fecu n d id a d y p ro d u c tiv i­
dad: en su más a lta rentabilidad. V ein te aftos después, algu n as c ifra s
perm iten m edir sin am bigüedad la m agnitu d de la “ lim p ieza ” ; es asi
que, a n ivel departam ental, la concentración de la propiedad se e v i­
dencia con el siguiente Cuadro:

S u p erficie d e N ftm ero de


ano cafetales ex p lo ta c io n e s

1932 30.600 has. 25.200


1955-1956 115.700 has. 27.500
1970 136.300 has. 23.600

Se ve cóm o en un área aum entó más de cuatro veces el n ú m ero de


explotaciones, bajó cerca de 2.000 unidades. Y eso que no se tien e
posibilidad de v e rific a r el número real de propietarios, el cual pu ede
ser aún muy in ferior, presentándose con bastante frecu en cia el caso de
varias explotaciones en manos de la m ism a persona, p ero registra d a s
estadísticam ente com o “ explotaciones” distin tas: lo que im p id e m e d ir
la m agnitud del “ la tifu n d io disperso” .
En cuanto al proceso de concentración, se puede v e r ific a r una
tendencia análoga en el V alle del Cauca. P a ra esto véase el Cuadro
siguiente:

Su perficie de N ú m e ro d e
A Ao cafetales explotacion es

1932 47.700 has. 16.100


1955-1956 94.000 has. 23.900
1970 126.900 has. 17.300

Con lo cual se le quita cualquier ca rá cter excepcional a l T o llm á ,


y m ás bien se verifica n unas analogías en tre varias zonas ca fetera s
de alta productividad central del país. En cuanto a los m unicipios que
in tegran el escenario geográfico de este texto, se caracterizan asi en
el Censo C afetero de 1970:

Su perficie cafetera P ro d u c ció n anual


M unicipios en hectáreas en kilos

Cunday 4.207 2.631.000


Dolores 3.907 2.696.000
Icononzo 3.820 1.998.000
M elgar 1.555 1.224.000
V illarrica 4.743 3.610.000
T o ta l 18.232 12.159.000

481
Agregamos que las zonas cafeteras limítrofes, en territorio de
Cundlnamarca, abarcando las tierras templadas de Arbeláez, Fusaga-
sugá, Nilo, Osplna Pérez. Pandl, San Bernardo, Sllvania, Tibacuy y.
sobre todo, de Viotá totalizan más de 22.000 hectáreas. Son estas 40 000
hectáreas y esta fabulosa cosecha las que van a ser el blanco de la ope­
ración de “ recuperación”, en la cual parece, en 1955, la colonización
de Vlllarrlca y del Sumapaz.

Pero el conflicto tenia una larga trayectoria y en su génesis se


evidencia la parte de responsabilidad del mismo Estado, con su con­
tradictoria política de adjudicaciones de tierras baldías. De hecho, le­
yes y decretos van forjando un doble sector social agrario: por un
lado, una masa de pequeños agricultores propietarios y por otra parte,
un reducido núcleo de pudientes terratenientes ausentistas y latifun­
distas. El primero se desarrolla con base en la Ley 71 de 1917, sim plifi­
cando los trámites de las adjudicaciones, que no pasan de 20 hectáreas
por familia; el segundo crece sin limites de superficie, desde finales
del siglo X IX (ver Capitulo I ) con base en el pago de les bonos terri­
toriales de deuda pública, más que todo.
Allí radica un primer motivo de controversia, señalado por varios
autores, es decir, cuando el Estado titula a favor de un tenedor de
bonos un globo de tierras ya ocupadas por colonos trabajadores; y,
desde luego, se da la situación Inversa de colonos solicitando la titu­
lación de sus “ derribados'* y mejoras en tierras escrituradas a propie­
tarios ausentistas. En el primer caso protestan los traba!adores
colonos; en el segundo reclaman los dueños de títulos. Exhibiendo es­
crituras registradas con anterioridad, estos últimos exigen la anula­
ción de las adjudicaciones posteriores y la expulsión de los “ colonos
invasores**. Un tercer motivo de litigio surge en los años 20 con la
política de las colonias agrícolas estatales, con la cual se complica aún
más la legislación existente, pues este tercer protagonista pretende
desconocer tanto las propiedades tituladas como las posesiones de
hecho. La situación se agudiza en los mismos años veinte, no sólo por
la multiplicación de protagonistas, de controversias y de choques vio­
lentos, sino también por las promisorias perspectivas de Incremento
de las exportaciones cafeteras. Como bien se sabe, el conflicto social
agrario alcanza una magnitud nacional hacia 1930 y se aplaca provi­
sionalmente con la Ley 200, pero después de una precaria tregua de
diez años, concluye con el estallido generalizado de los años 1946-
1950, en el cual participa activamente el estimulo de “la revancha la ­
tifundista'*.
Es precisamente para tratar de superar la confusión reinante y
conocer la situación Jurídica de las tierras en litigios, que el Ministerio
de Industrias elabora en 1932-1933 el Indice de las adjudicaciones de
tierras baldías de 1827 a 1931, voluminoso catálogo de 160 páginas.

482
Un primer periodo (1827-1917) Incluye muchas adjudicaciones, al­
canzando con frecuencia extensiones considerables, como pagos a
comerciantes urbanos, tenedores de bonos territoriales de deuda pú­
blica. A partir de la Ley 71 de 1917, y hasta 1931, son centenares los
colonos beneficiados con parcelas menores de 20 hectáreas, las cuales
se favorecen también de las Leyes 47 de 1926 y 98 de 1928.
Pero persisten las desigualdades: en su Informe anual del afio
1926, el ministro de Industrias registraba 250 adjudicaciones en el
marco de la Ley 71, totalizando 3.982 hectáreas y 19 grandes adjudi­
caciones por un total de 20.955 hectáreas. Y mientras un afortunado
comerciante urbano tenedor de bonos puede adquirir miles de hectá­
reas, vemos cómo en el periodo Julio 1932-Junlo 1933, 224 colonos re­
cibieron en total 3.223 hectáreas, o sea un promedio de 15 por predio
v familia. Entre Julio de 1934 y Junio de 1935, 566 familias apenas se
benefician con 8.518 hectáreas; mientras tanto, por cancelación de
bonos. 29 adjudicatarios reciben 25.576 hectáreas de tierras baldías.
Estas desigualdades se sucedieron durante cien aflos en el oriente
del Tollma, y se evidencian en el catálogo oficial citado. Según el Indice,
estas son las adjudicaciones de tierras baldías que quedaron registra­
das, entre 1827 y 1931, en el municipio de Cunday:
1853 Scholss y Cía. 1.797 has. con 1200 m*
1854 Antonio Vargas Reyes 7.208 has. con 9.600 m*
1895 Miguel Vargas C. 4.000 has.
1898 Arcadlo Céspedes 825 has. con 660 m*
1916 Ferdinand Focke 832 has. con 9 811 m1
1916 Gabriel Pineda López 2.492 has. con 603 m»
1916 Benjamín Nlfio 33 has. con 1.969 m*
1916 Saturnino Vargas de V. 158 has. con 7.495 m*
1916 Martin Perdomo 166 has. con 6.954 m*
1917 Juan de Dios Ortlz 45 has. con 8.506 m1
1917 Miguel Vargas G. 957 has. con 4.818 m*
1917 Isalas Vargas 316 has. con 1.117 m*
1918 Vicente Ortlz 57 has. con 6.335 m*
1920 Genaro Amaya 231 has. con 7.596 m*
1920 Vicente Betancourt 31 has. con 8.679 m*
1920 Sixto Godoy 49 has. con 8.363 m*
1920 Ramón Correa 4 has.
1920 Benjamín Ortlz 16 has.
1925 Francisco Pineda López 409 has. con 5.258 m3
1927 Juan de Dios Gómez 81 has. con 5.003 m3
1932 Olegario Gómez (La Samarla) 122 has. con 7.480 m*
1934-35 Julio E. García 7 has. con 5.493 m3
1934-35 Luis Bustamante 96 has.
1934-35 76 adjudicaciones más, generalmente con base en la Ley 71
de 1917, es decir, menores de 20 hectáreas.

483
Las adjudicaciones que recibieron G abriel y Francisco Pin ed a L ó ­
pez totalizan 2.900 hectáreas y tienen para nosotros especial Interés:
entran a conform ar la hacienda Andalucía, en la cual su propietario
funda el poblado de Villarrlca.

Se verifica una continuidad en la política de colonización de tie ­


rras de los sucesivos gobiernos de la época, bien sean conservadores o
liberales; los últimos lanzan unos programas que se articu lan a las
medidas legales tomadas por los primeros, sin que aparezcan huellas
de divergencias entre los dos partidos. Hasta se pueden n ota r re tro ­
cesos liberales, en relación con el decreto de M iguel A badía Méndez,
en cuanto a las extensiones de las zonas de colonización y es asi que
la colonia del Sumapaz se inicia con un error. El D ecreto No. 1110
del 14 de Junio de 1928 otorgaba a la colonia agrícola una jurisdicción
territorial alcanzando una extensión del orden de las 30.000 hectáreas,
mientras el Decreto 383 de 1931 la reduce a menos de 10.000 hectáreas.
Intentando una delim itación cartográfica, este laborioso tra b a jo se
dificultó siendo que se cambió el nombre de la quebrada Yegu as, la
cual no figu ra en los mapas. Y según nuestros mapas, L a Ruidosa de­
semboca en el Cuinde Blanco y no en el Culnde Negro, “ equivocacio­
nes" cartográficas que pueden ser posteriorm ente m uy conflictivas;
es precisamente lo que ocurre en el Sumapaz tan pronto se conoce el
Decreto No, 1110. Sin embargo, la controversia sobre los lim ites de la
colonia estatal sigue vigente con el D ecreto 383 y crece cuando se mo­
difican otra vez con el Decreto 851 de 1931. En seguida reclam an los
lesionados y el gobierno se echa para atrás con el D ecreto 1109 del
26 de junio, reform ado por el 1129 del día siguiente; desde luego el
área de colonización institucional, de un decreto a otro, va dism inu­
yendo como la piel de zapa.
Varios decretos posteriores, lo mismo que los Inform es anuales del
ministro de Industrias, permiten seguir los avatares de la colonia
agrícola del Sumapaz, y es asi como el Decreto 124 de 1930 ordena el
arreglo del camino entre Cunday y Andalucía, y desde este caserío
hasta e l campamento de la colonia. En este último se m anda construir
una casa colectiva con capacidad para 150 personas, destinada al alo­
jam iento de los primeros colonos, luego se dispone hacer desmontes y
rozas, parcelar y después construir en las estancias las casas rurales
de los colonos. En su inform e del año 1931 el ministro se muestra op­
tim ista; recuerda que en 1930 apenas habla 13 colonos explotando 29
hectáreas. Ahora presenta un balance positivo en el cual se destacan:
la casa nueva de administración de dos pisos, el arreglo de la cons­
trucción vieja, el empedrado de 28 kilómetros de caminos, la apertura
de 19 y medio kilómetros de trochas internas y cuatro puentes, 65
hectáreas de desmontes nuevos ya sembrados y varios campamentos
en la zona; con la llegada de 308 nuevos colonos la población alcanza
unos 600 habitantes y se adjudicaron 5.800 hectáreas, de las cuales

484
cerca de 1.200 ya estaban desmontadas y 700 de ellas con pastos y cul­
tivos. Se hablan construido en las parcelas 116 casas para los cultiva­
dores y estaban en construcción 80 habitaciones más. En el afio 1933 se
canalizan todos los recursos presupuéstales de la política de coloniza­
ción exclusivamente en beneficio de la colonia del Sumapaz, asi lo
declara de entrada el ministro. El balance anual Índica 90 casas cons­
truidas y 60 más en obra, "todas de madera, cubiertas con teja m etá­
lica, muchas de ellas de dos pisos'*; se radicaron 243 familias
"auxiliadas” y 200 más "que existían en los linderos de la colonia” .
Siguen datos sobre las tierras adjudicadas, cultivadas y en producción,
caminos, puentes y trochas y el Imprescindible in form e de gastos y
situación presupuestal. El inform e de 1934, muy breve, asegura que la
población de la zona es de 400 familias, más de 1.500 personas, espar­
cidas en unas 10.000 hectáreas, de las cuales 4.000 están desmontadas
y en producción; los colonos viven en 140 casas de madera y 50 más
se están construyendo. Más detallada resulta la memoria del año 1935;
en ésta se reproduce la Resolución con la cual el campamento provi­
sional se iba a transformar en el pueblo de L a Colonia y que dice:
E l M inistro de Industrias y T rabajo
E n uso de sus facultades legales, y

Considerando:
Q ue e l M in isterio de Educación N acional aspira a form a r una urbanización
o C iudad Jardín en los terrenos destinados para la C olon ia A g ríc o la d e Su­
m apaz, en e l D epartam ento d el Tolim a, que s irva d e m odelo p ara las futuras
poblacion es cam pesinas;
Q ue es necesario determ inar e l lo te de terren o m is adecuado para e l
d esa rrollo d e esta in iciativa,

R esu elve:
P rim ero. Com isionar a l In gen iero d el D epartam ento d e B aldíos de este
M in isterio, doctor P eregrin o Ossa V-, para que en asocio d el técnico en ur­
banism o, doctor R oberto A n cizar Sordo, se traslade a la C olon ia A g ríc o la del
Sum apaz, determ ine y levan te los planos d e l s it io más adecuado para urba­
n iza r la Ciudad Jardín. Estos planos con sus correspondientes m em orias
exp licativas, serán som etidos a la consideración d e l M in isterio de Educación
N a c io n a l
Com uniqúese y publíquese.
Dada en B ogotá a los 20 de a b ril de 1935.

E l M inistro de Industrias y T rab ajo. B E N IT O H E R N A N D E Z B.


Según parece, el apóstol de la "ciudad jardín ” en las montañas
del Sumapaz era el mismo cándido visionario de una Rio de Janeiro,
en las selvas del Pacifico chocoano.
El inform e estima la población en 1.820 personas viviendo en 252
casas, y 42 más en construcción; “ h ay una con luz eléctrica y teléfo­
no” ; los desmontes totalizan 4.803 hectáreas, de éstas estando culti­
vadas 1.888. Del extenso inform e del año 1936 se destaca la adición
a la colonia del latifundio llamado Hacienda de Sumapaz; invadido
desde años atrás por miles de colonos, esta "flnqulta” de 300.000 hec­

485
táreas se había convertido en un dolor de cabeza, tanto p o r p a rte del
Estado como por sus dudosos propietarios; por fin la Sociedad de los
H ijos de Juan Francisco Pardo Roche logra deshacerse de este “ hue­
so” , vendiendo tierras y problemas sociales a l gobierno de la R evolu ­
ción en Marcha. Y es asi como 800 fam ilias, con 4.000 personas, se
incorporan a la colonia, la cual contaba y a con 765 f am ilias y 3.000
habitantes; se estima entonces en 1.000 fam ilias (quizá unos 10.000
habitantes) la población de la comarca nueva. D el afio 1937 sólo se
sabe que se archivaron los programas relativos a las demás colonias,
contempladas en el Decreto del afio 1928. A l otro extrem o del país,
los colonos hullenses, boyacenses o caldenses de Bahía Solano m inados
por la m alaria, abandonados y muy amargados, reciben del delegado
presidencial una noticia poco alentadora: se decidió una com presión
presupuestal, la concentración de las Inversiones de colonización en
beneficio exclusivo de la Colonia A grícola del Sumapaz.

• • •

L a génesis del conflicto social agrario, en que se origin a la guerra


agraria de los años 1950-1960, dispone de una am plia documentación
y de abundante literatura, lo cual dispensa de repetirla aquí.
Recuérdese que desde muy temprano los conflictos de las zonas
cafeteras o paperas del Sumapaz, del occidente de Cundinam arca y
del oriente del Tollm a se perfilan en la obra de M edardo R lva s; se
precisan en las transacciones notariales de los años de 1910 y luego
en los escritos que dejaron Juan de la Cruz Varela y Erasmo Valencia;
figuran en numerosos inform es oficiales, como aquellos del secretarlo
de Gobierno de Cundinamarca, Juan Lozano y Lozano; en los artícu ­
los de El Espectador a principio de los años trein ta y en los inform es
de las comisiones del Senado de la República; en los m em oriales de
colonos dirigidos desde Pandl en 1908 a las autoridades; luego en los
numerosos reclamos registrados en el Fondo de Baldíos del Archivo
Nacional, tom o 39 del afio 1916, tomo 44 de 1919; tom o 47 del afio 1920
y tomos 49 y 50 del año 1922; y en un m em orial del afio 1925, escrito
en Cunday por los colonos de Acó. Luego los conflictos se m ultiplican
en la zona y abundan sus menciones, tanto en el boletín del U N IR co­
mo en los inform es anuales del ministro de Industrias o de la gober­
nación del Tolim a; también están los mensajes y telegram as de la
sección “ Comunismo" del Fondo M ingobiem o del AHNC, referen te al
periodo 1923-1934. Además, en el archivo personal del doctor Jorge
Eliécer Galtán se encuentran varios memoriales y telegramas de co­
lonos protestando contra los atropellos de las autoridades, la Guardia
de Cundinamarca y las bandas de los latifundistas, provenientes de
Icononzo, Cunday, Pandy, Pasca, Paquilo, Vlotá, etc.
Tan to la región como el periodo llamaron luego la atención de
los estudiosos en ciencias sociales. A los primeros aportes de G loria
Galtán, Pierre Gllhodes y V íctor J. Merchán, se sumaron luego las
investigaciones de Gonzalo Sánchez, Darlo Fajardo, M ed ófilo Medina,

486
C atherine Legrand, Roclo Londofio y de otros historiadores de la
cuestión agraria moderna. Esta masa documental permite entender
el proceso de estructuración espacial de una comarca de colonización,
a principios del siglo; también se aclaran las circunstancias en las
cuales surgen sus tres núcleos urbanos y, estas últimas explican su
corta vida y su derrumbe en el contexto de “ la revancha latifundista” .
Cn estas condiciones generales y regionales surge, se desarrolla
y caduca, en menos de cuarenta años, la form ación social y espacial
de Villarrlca, un hábitat rural disperso, y los polos de hábitat nuclea-
do en Los Alpes, Villarrlca y La Colonia. No sobra recordar que este
m odelo presenta el interés muy peculiar de asociar, en un espacio
com arcal continuo, y de fusionar en un proceso único, tres modalida­
des enlazadas de colonización:
1. Colonización espontánea, cauchera, leñera y carbonera. Con­
cluye con un caserío de tipo “ crucero” , Los Alpes, el cual se consolida
hacia 1915-1920, por medio de una traza empírica, colectiva y neta­
m ente popular.
2. Colonización empresarial y comercial cafetera centrada sobre
la hacienda Andalucía, naciendo de unas adjudicaciones oficiales de
baldíos y creciendo por adquisiciones de mejoras a colonos de desmon­
tes. Culmina con la fundación particular, hacendera y de tipo especu­
lativo, del puebllto de Villarrlca, con su adecuado ceremonial en
agosto de 1926.
3. Colonización institucional inscrita en una política estatal.
T ien e un propósito de desarrollo agropecuario con un amplio catálogo
productivo (frutas y legumbres, yuca, plátano, arracacha, papa, caña,
café y ganadería). Apoyándose sobre el soporte logistico, proporciona­
do por los núcleos anteriores, concluye con la fundación “ urbana” en
1935 de un polo de administración y de servicios diseñados por in ge­
nieros en un ministerio: La Colonia.

* # #

Es hacia 1905 que encontramos las primeras huellas nítidas de la


ocupación de estas tierras templadas, entre los 1.000 y 2.000 metros de
altitud, form ando una zona geográfica de transición entre las riberas
callentes del rio Magdalena y los páramos helados del macizo de Su­
mapaz: son huellas escritas, consignadas por medio de actas notaria­
les, contratos y escrituras registrando las primeras compra-ventas de
mejoras entre los colonos. Y estos títulos ya mencionan la existencia,
no sólo de casas, sino también de cultivos de yuca, caña, plátano, ca­
cao y, de vez en cuando, alguno que otro pequeño plantío de cafetos.
D ejando atrás las tierras cálidas y tituladas del valle del rio
Cunday, situadas a unos 500 metros de altura, unos flujos de inm i­
grantes sin tierra procedentes de varias regiones penetran en las
colinas del oriente; pasando el alto de Buenavista descubren un valle
en form a de abanico, a una altura promedio de 1.000 y 1.500 metros,
cerrado hacia el este por la cuchilla del Altamizal. En esta cuenca

487
bajan numerosas corrientes de agua. La Ruidosa. El Cuindecito, Agua-
blanca, el Guinde Feo, el Guinde Blanco, recogiendo más abajo las del
Cuinde Negro; todas estas quebradas se unen formando el rio Guinde,
que corre al occidente para Juntarse con el rio Cundaj. el cual sigue
hacia el sur para unirse con el Magdalena, entre Prado y Purificación.
Los hombres se internan en una profunda selva primaria y, con
los primeros hacharos, no tardan en exhumar de la vegetación unas
gigantescas rocas grabadas con numerosos petrogttfos milenarios. Sin
embargo, no se ha encontrado, al contrario de lo que sucedió en otras
regiones, que la guaquerta haya sido un Incentivo para los inm igran­
tes. Sobre esta primera fase de la penetración se han podido recoger
algunos testimonios indirectos, o sea “de segunda mano**.

Por ejemplo, véase lo que dice un entrevistado:


Es allá en La Cotonía que me contó uno de los pioneros cóm o entraron
los prim eros, com o d e n hombrea a cauchar, hacia lo* años d ies y quince.
P e d a que salieron muy pocos porque eso era m uy bravo. Contaba que h i­
cieron unas guaridas en los árboles para dorm ir, porque a l tig re rondaba
mucho por a lia Y con candela en redondo, toda la noche. En cuanto a laña
habla m u ch a... Eso. entiendo, era en un sitio que llam aban Los Cauchos,
abajo, en donde vinieron ellos a cauchar. Entonces parece que todo eso era
m inifundio, no habla haciendas; y ahajo en Los Cauchas, era e l m ercado,
venían los cacharreros a vender tabaco y mercancías. Eso mucho antes de la
llegada de Pineda y de la fundación d el p u e b lo ...

(En el original aparece un grabada)


A qu í la m ayoría de las haciendas grandes las h irieron con parcelas de
pequeños fundadores, de colonos, com o ha sucedido siem pre en todas partes,
p u e s ... llega un Upo, trabaja dm y noche, funda una parcela de vein te
hectáreas o de quince, y entonces, a la hora de la verdad, cuando la fin ca
em pieza a producir la persona está muy enferm a, muy acab ad a... N o dis­
fru ta de nada. Y por m otivo de enferm edades, ven d e. . . P ero no sé cóm o se
form o la hacienda de ViU am ca. Entiendo que la hicieron com prando partes
a los que principiaron a fundar, a éstos de los años d iez o quince. Es que ya
estaban aquí los prim eros fundadores de tincas en e l tiem po de la G uerra
de los M il D ías, los padres de B asilio Orus, un señor SUv e r lo Parra, o tro s ..,

Un hijo de estos pioneros agrega sus propios recuerdos:


M i papá entro aquí de muchacho, muy chino, porque sus padres mu­
rieron y quedó a manos de unos tíos. Entonces arrancó de Garzón, H ulla, con
un hermano y se vinieron por acá a aventurar. A qu í se puso a trab ajar y
siguió de adm inistrador de una hacienda. L a Esperanza, que quedaba abajo
de Potos!, por e l cam ino a Gtrardot. Se ganó un poco de plata en esta ha­
cienda. y economizó. Entonces fue cuando se com pró una parceUta chiquita
en Samaría. Y a llí se casó y fue donde nací y o ; tuvieron rom o doce hijos, un
poco de muertos. N ací y o en Samaría en e l año 33 y toda m i vid a la pasé en
Sam aría M i papá siguió adm inistrando allá y m i mamá se vin o aquí en la
parcela de Samaría. Y m i papá venia los días que le quedaban librea, a tra ­
bajar, y asi fue fundando la tinca, y tam bién fue com prándolos a los vecinos,
que eran colonos. Comprando y com prando m ejoras y después se h izo ad­
judicar, cuando tenia com o SO hectáreas. Como en ese tiem po la tierra no
va lia nada entonces é l compraba fincas arriba, m edio las arreglaba y las
vendía. Y con las utilidades de una compraba otra. D e ta l m anera que ya
para m orir dejó varias fincas y haciendas. E l C astillo, otra, de San Pab lo
por arriba, una d el lado de Holanda, y otra abajo, en tie rra caliente, gana­

488
dera. en donde mantente 2.800 y hasta 3.000 reses. Samarte era te mamá de
todas tes fincas y aüi vivía mi padre. Pero en eso del pleito en e l año 34.
estaba y o como de dos años y no supe nada.
Tam bién se fundó Los Alpes, que prim ero fue un crucero, pero luego
donó terreno para el pueblo un señor G irald a que tente aqui casa en dos
lotes.

En estas condiciones, de las trochas de los madereros surge un


primer crucero que da origen ai caserío de Los Alpes. Todos los tes­
timonios ratifican que éste fue el primer núcleo.
Otro colono aporta la siguiente precisión:
Los A lpes ya existía, que fue e l prim er pueblito; e l segundo fue ViU arri-
ca y después se fundó L a Colonia. P ero en Los Alpes no había plaza, no
era más que unos caminos que pasaban allá.

Estamos en el año 1915 y aquí se Inicia la historia del fundo,


que se llamará después Andalucía o Vlllarrica. Unas conversaciones
con los descendientes del hacendado y la lectura cuidadosa de los
diversos documentos notariales permiten reconstruir esquemática­
mente la historia de la hacienda y de sus propietarios. A principios de
este siglo estaba radicado en el puerto de Barranquilla Francisco P i­
neda Lópes, siendo administrador local de una compañía inglesa de
navegación fluvial sobre el Magdalena, la "Colombian Railway and
NavigatlonM, con sede en Londres. De unos treinta años de edad y muy
emprendedor, el hombre se lanía a una serie de empresas comercia­
les. Es asi que hacia 1905-1910 le encontramos como socio fundador,
en compañía de empresarios norteamericanos y algunos nativos de
Barranquilla —“Todos comerciantes**, como precisan los estatutos—
de una fantasma Sociedad de Colonización de la Sierra Nevada, aven­
tura que no parece haber tenido gran éxito, pero si una existencia
muy efímera.
Hacia 1910-1930, radicados en Glrardot, los hermanos Pineda si­
guen administrando la compañía extranjera de vapores pero, según
parece, más tarde tienen su propia empresa de navegación. Tendrán
que enfrentar varias huelgas de los tripulantes y estos paros quedaron
registrados en la prensa de la época. Es asi que la Gaceta Republicana
del martes 8 de abril de 1919 dedica su primera página a **La huelga
de tripulantes en Glrardot**.
Los empleados de la empresa piden un aumento del Jornal, el
cual no pasa de 53 centavos. La empresa replica despidiendo su per­
sonal y buscando “gente nueva del Tbllma**. Los obreros protestan y
organizan manifestaciones frente a las oficinas de la empresa. Los
empresarios solicitan la protección de la fuerza publica, pidiendo
apoyo y envió de fuerzas para someter a los marineros. En un telegra­
ma enviado el día 6 de abril, los hermanos Pineda no vacilan en dar
órdenes al ministro de Guerra:
...situ ación descrita agrávase, puede llegar extremos violencia incalcu­
lables. Tripulación para buques, enganchada Espinal, detenida por amotina­
dos. .. S i impunidad continúa debido a falta de medios de defensa, m otín
puede degenerar ataque a nuestra rasa, com ercio en general, ferrocarril y

489
demás dependencias. Consideramos como medida urgentísima despachar de
allá fuerza suficiente... Cincuenta hombres despachados ahora, con Jefe
enérgico a la cabeza, bastarían restablecer garantías empresa, asegurar orden
social en peligra Pineda López y C*a.
Según el periodista, el ministro “ resolvió que inmediatamente se
mandara fuerza armada para someter a balazos la petición de los
trabajadores de Girardot'’ . .. “Se hicieron todos los preparativos para
una nueva m atanza.. .**
En cuanto al paro de junio y julio de 1926 duró cerca de un mes
y se pueden seguir sus distintas fases en El Nuevo Tiem po: las tripu­
laciones hablan decidido no trabajar el día de San Juan y se inmovi­
lizaron 15 vapores de seis empresas fluviales. En seguida “ el Ejército
interviene” y manda esquiroles uniformados.
“ En un tren expreso que fue despachado de Facatativá, el domingo
último, llegó a Girardot una compañía del batallón de ferrocarrileros
‘Mejía’ . . Por su ninguna practica en las faenas de marinería, la
intervención de los militares ha resultado completamente nula. Sin
embargo el 6 de junio “ hoy principiara el descargue de los buques con
intervención de la tropa". Al día siguiente la situación empeora, cuan­
do entran en paro de apoyo las obreras de Girardot: “ 1.200 escogedoras
de café se solidarizaron con los marineros” . En cuanto a la interven­
ción de la tropa, en beneficio de los empresarios, declara el ministro
de Guerra: “ .. .si esos señores creen que el Ejército va a hacer el o fi­
cio de los braceros, están muy equivocados, porque el soldado no es un
mozo de cordel” . Dos días después triunfaban los braceros y los m arine­
ros. Este es el ambiente en el cual los hermanos Pineda deciden pro­
ducir su propio café, en sus tierras.
En 1906 Pineda es socio del aventurero De Mares, ahijado de Rafael
Reyes, y le presta 300 pesos para ir a Bogotá a gestionar la famosa
concesión petrolera de Barrancabermeja. Pero resulta estafado por
éste y termina apartado de la sociedad que formó el pillo.
En el Fondo de Baldíos (tomo 28 de 1907) la firm a Pineda López,
con dos telegramas, despacha en agosto 12 y 20 desde Cartagena hacia
Europa 2 barcos cargados con 434 sacos de tagua. Según el tomo 32, folio
611, Gabriel Pineda López presenta en Bogotá, el día 9 de diciembre de
1909, unos certificados de baldíos de la Nueva Granada, en total son
9 títulos totalizando 1.600 hectáreas Quizá sea esta la actividad a la
cual se refieren los Pineda López cuando se califican de “ banqueros” :
compra-venta de bonos, permuta de títulos, usura y préstamos con
bonos de deuda pública, como garantía hipotecaria, etc. En el tomo
35, 1911, folio 558, Gabriel Pineda López, en Bogotá, confiere poder
“ al señor General Simón Arboleda” para gestionar una denuncia y
lograr la adquisición de baldíos en Pueblo Viejo (Magdalena). Son
tierras situadas al lado y lado del Ferrocarril de Santa Marta, y otras
pertenecientes a la Colonia Agrícola y Penal ("todo o parte de ese lote
que no sea menor de 1.000 hectáreas"). Estos predios colindan con pro­
piedades de la UFCO y visiblemente los Pineda López buscan entrar
en la “ feria del banano” y “ el bazar de los bonos", entonces promovidos

490
por la misma codicia de la United Frult Company en toda la reglón.
Es decir, adquirir tierras baldías para luego revenderlas a la empresa
yanqui o a cultivadores nativos.
Hecho interesante para nosotros, adjuntan un plano de buena
factura “ trabajado por Cayetano Moreno Ortlz" y con la extraña es­
cala 1/34.500, de la zona solicitada en adjudicación, con bus dos ex­
tremo5 en los pueblos de Fundación y Aracataca, o sea 2.500 nectareas.
Siguiendo con el tomo 36 (folios 312 y 313), en lwi2 uaonel Pineoa
manda una carta al Ministerio de Agricultura sobre ia adjudicación
de baldíos solicitada anteriormente en Valle de Upar. También pole­
miza con el Ministro de OOPP, frente a un nuevo decreto, detenaiendo
sus derechos adquiridos como tenedor de bonos ingleses.
En el libro del Censo Nacional de Población de 1912 se eligió, para
ilustrar el "progreso de Barranqullla", la rotograíia ael edificio de .a
casa ae comercio de los hermanos Pineda López y Cía. Esta situado
sobre una avenida moderna y ancha, de doble vía, con separador cen­
tral amoblado con bancas y postes de alumbrado público. Edificio
visiblemente reciente, o nuevo, blanco, de dos plantas, con cinco puer­
tas a la calle y tres balcones arriba, en donde posan 17 personas
Tiene 15 metros de fachada y al frente caben tres coches con caballos.
La faenada es de una arquitectura moderna, muy ecléctica, de ladrillo
y cemento, con hierro en los balcones.
Según el AHNC, Fondo de Baldíos (tomo 38, folio 368), en Bogotá
Gabriel Pineda, en Julio 24 de 1915, presenta al Ministerio de Agricul­
tura 2 bonos totalizando 1.000 hectáreas, emitidos el 12 de abril de 1892.
En el archivo de baldíos (tomo 48, folio 456) ílgura una carta
del 25 de noviembre de 1921 en papel con membrete de:
Pineda López y Cía. (en liquidación)
Comisionistas y banqueros, fiarranquilla.
Sucursales: Cartagena, Bogotá, M edellin, Honda,, Girardot, Mamzales.

No volvemos a encontrar documentos sobre la sociedad comercial


Pineda López. Según parece, de allí en adelante Francisco se dedica
a la hacienda de Andalucía, conseguida en forma que nos obliga a
retroceder unos años atrás.
Hacia 1915, Gabriel Pineda llega a Girardot y se entera de la po­
sibilidad de adquirir tierras arriba de Cunday. No se ha podido aclarar
las circunstancias en las cuales recibe una adjudicación oficial de
baldíos en Cunday, en el año de 1916, con una extensión de 2.492
hectáreas. Luego realiza varias transacciones con colonos caucheros
o leñadores, comprando “ derribos" y mejoras, adquisiciones que se
suceden hasta 1922, pero la quiebra económica le impide cancelar sus
compromisos financieros y es cuando el fiador, Francisco Pineda, se
hace cargo de las tierras de su hermano. Cancela las deudas y compra
otras tierras a un vecino colono; pasando ya de los cincuenta años,
Francisco Pineda López consigue el primer titulo de la hacienda de
Andalucía, por medio de la Escritura No. 219 del 23 de febrero de 1922,
registrada en la Notarla Segunda de Bogotá. Luego logra ensanchar

491
Y lN u r tM - t v f k w l t a twfaK» y XlvOvW Ir t n t w u l

492
esta p rim era propiedad p or m edio de com pras de m ejoras, y en 1924
s o lic ita o ficia lm en te ana adju dicación de baldíos a l M in isterio de In ­
d u strias; en seguida encuentra la oposición de un com petidor y Toci­
n o , e l hacendado de la tin ca Sam arla, la cual tam bién esta cre­
cien d o p or m edio de la adquisición de m ejoras a los caucheros y
colon os hacheros, m adereros y leñadores. E l p ro p ietario de la fin ca
S am arla en tabla una dem anda, la cual term in a con esta lacón ica carta
que se h a en con trado en la Sección de B aldíos de B Archivo N acional:
lh a jtu é . d e m a n o X d e 1925
G o b e r n a c ió n

S eñ or
M IN IS T R O D E IN D U S T R IA S
B o g o tá .

T e n g o e l h o n o r d e d e v o lv e r • e s e M in is t e r io e n 99 fo ja s ú tile s , e l e x ­
p e d ie n te d e l t e r r e n o b a ld ío d e n o m in a d o “ V illa RJca“ . p e d id o e n a d ju d ic a c ió n
p o r e l señ or Francisco Pineda Lepes, p o r e s ta r y a su b sa n a d a ia o b s e rv a c ió n
h e c h a p o r e s e d e sp a c h o , e n a u to d e fe c h a 1® d e n o v ie m b r e d e 1921.
P o r s e p a ra d o a co m p a ñ o o r ig in a l, e n u n le g a jo d e 59 fo ja s ú tile s , e l ju ic io
d e p o lic ía q u e o r ig in ó la o p o s ic ió n h e ch a p o r e l se ñ o r O le g a r io G ó m e * . t r a ­
m ita d o a n te e l A lc a ld e d e C u n d q y

D e S .S . a te n to s e r v id o r.
R a fa e l D A v ita .

M ás a llá del aspecto anedoetarto, este U ltim o docum ento tien e


p a ra todos e l In terés de desvelar la naturaleza de ciertos con flictos que
se Tien en ya dando en la reglón , para la apropiación de las m ejores
tierra s. P rim ero, las num erosas pugnas en tre hacendados y colonos:
los p rim eros haciéndose, m uy a m enudo, titu la r tierras ocupadas por
lo s U ltim os: segundo, e l enfren tam ien to en tre com pradores de m ejo­
res que están form ando grandes haciendas y arm ando “ retazos*, y
a veces dos com petidores chocan en sus linderos. Es precisam ente lo
que ocu rre con la quehredlta de E l B otadero, separando las dos h a ­
cien d as de Sam arla y de Andalucía, la cual h oy atraviesa e l pueblo
de Y llla rric a p or la m itad. En estas circunstancias bastan te confusas,
e l M in isterio de Industrias, p or m edio de la R esolución 96 con fech a
d e l 4 d e ju n io de 1925. publicada en el D iario O ficia l de la repóbltea
(N o 19.926 d el 18 de Junio), adjudica a l señor Francisco P in ed a L ó ­
p ez “ e l globo de tierras baldías denom inado V illa R ica *, con una
exten sión de 409 hectáreas, de las cuales 231 hectáreas están “ ocupa­
das*.
U n añ o después, fren te a la casa de la hacienda. F ran cisco
P in ed a López delim ita un rectá n gu la con una exten sión de 10 fa n e­
gadas. y alU funda e l poblado e l 3 de agosto de 1926 y cin co meses
después m uere en B ogotá, encargándose de la hacienda su viuda, doña
E ugenia O tero y su h ijo Francisco Pineda O tero.
En cuanto a las m otivaciones del fundador del p ob lad a se han
en con trado varias versiones sobre sus objetivos:

493
Kio aquí a» llamaba primero Andalucía y al actor Pilada regata aquí
irnos loto* para una* caaaa Entone** u forma medio puabltto y Pinada
vendiendo lotes, a la gante que llegaba Al principio las obsequió a vanas
persona* lotea para casa Los que llegaron déspoto compraron Iotas. Cao aquí
era casa y esta potrero, aran de la hacienda da Andalucía, y se la vendieron
a un tetor Ignacio Rodríguez y él me vendió a mi. Claro que vendía barata
En ese tiempo no valia nada. Mi papé y al aetor Pineda eran amigas y c u a n ­
do éi murió, mi padre siguió la amistad con los hijos.
El que habla es dascendiente del hacendado de la finca Samarla.
Otra versión proviene del hijo del fundador. Francisco Pineda Otero,
quien haciendo una descripción de la hacienda, escribió en 1989:
Jornal diarto a todo costo. 1,10. Con alimentación al jornal sa de 10 cen­
tavos y la alimentación de cada uno le cuesta a la hacienda más a menos 90
centavos diarios Debido al pueblo de Andalucía, la harienda cuento siempre
roo amplié número de trabajador** para tedas a n menesteres. Favorece
particularmente a la hacienda al que Junto a ella abundan loa colonos con
paqueóos estancia*, los cuales en tiempo de coseche, par quedarles la hacíanda
tan cerca, bajan a trabajar sn ella, y asi hscene a fondos para sus gastos.
Lo anterior no deja duda alguna sobre la* motivaciones del ha­
cendado y el interés que representaba la nudealigación de una mano
de obra estable y sedentarlsada. También ratifica numerosas observa­
ciones que se han consignado en otros lugares de esta obra; "siempre
favorece particularmente a la hacienda" la presencia de la mano de
obra disponible en los "derribados" vednos.
Un modelo gráfico muestra las relaciones entre los varios com­
ponentes de este habitat: las distintas haciendas, rodeadas por par­
celas de colonos, el conjunto atravesado por el canal de evacuación
que constituye el camino a Cunday, el remate que conforman la casa
de hacienda y la plasa en donde fluyen los productos y mercancías.
Asi, transformado en esquema, se observa un conjunto territorial de
una suprema racionalidad y eficiencia: con un sabor muy medieval,
evocando el estereotipo feudal del castillo señorial sobre una eminen­
cia natural, dominando la agrupación urbana de los vasallos y el
poblamlento rural de los siervos en las tierras de loa alrededores; es
el modelo espacial de pueblo de hacienda que hablamos observado en
Bltaco y La Primavera (Valle del Cauca).
Ahora bien, examinando un plano de loteo de VUlarric*^ muy im­
perfecto y con una escala bastarda, se pueden hacer varias observa­
ciones: el propio hacendado hizo el trazado, demarcando 11 manzanas
alrededor de una plasa; unas mansanas resultan cuadradas, otras rec­
tangulares. estas últimas no pasan de 00 x 40 metros y se dividen en
18 lotes de dies de frente por 20 de fondo. Las mansanas cuadradas
tienen 60 de lado y se dividen en lotes Irregulares, de 13 a 15 metros de
frente, según el caso. El eje principal lo constituye una avenida de
30 metros, entre paramentos, y las demás calles tienen un ancho de
12 metros. La plaza es un rectángulo muy alargado de más o menos
50 a 60 metros de ancho por 150 de largo.
El fundador Inicia la donación de lotes y el concejo de Cunday,
que habla creado el corregimiento de Andalucía en 1925, trata de su­
primirlo en 1929 Mientras tanto se nombró un corregidor en 1927 y

494
su casa rs una de las primeras construidas; otros pioneros reciben un
lote, generalm ente en el marco de la plasa, en donde se esbozó el p ri­
m er núcleo de construcciones, mientras otros no construyen, esperan
y calculan.
M uerto el fundador, sus herederos "tecn lflca n " las donaciones,
para evita r la especulación con los solares y producen el siguiente
contrato de cesión, que se transcribe aquí, sin cambalr nada en la re­
dacción n i en la ortografía:
Figuran en este documento do* parte* contratante*: la parte llamada loa
Pineda, que «até integrada por la Sra. Eugenia Otero vda. de Pineda López
(tarj. No. 375 exp en Mosquera Cun.) y Francisco Pineda Otero (C. No.
1SMMS de Bogotá! quien obra en mi nombre y como apoderado de la men­
cionada Sra.; y la otra parte que *e llamará en este documento El Peticiona­
rio. y que ea el Sr. ........................... de este vecindario (No...................... ..
exp. en .............................. ). El objeto de eate documento ea salvaguardar
el logro del fin social que m proponen loa Pineda de regalarle al necesitado
de techo en eate población un lote donde hacer su casa, evitando que, cual
ocurrió en veces anteriores, los Iotas caigan en manos de especuladores quie­
nes los tomaron no para edificar, sino para acaparar. El Peticionario declara:
1. Bajo su palabra de honor, que por su Ubre y espontánea voluntad ha
pedido se le conceda la prerrogativa de hacerse merecedor a dicha donación,
pues no es propietario de inmueble alguno en esta población, y desea cons­
truir su casa en ella. 2. Que con tal fin ha recibido en calidad de simple
tenencia el lote determinado con el No. .......... . de la A ven id a ...................
según el plano que sobre o! particular tienen lo* Pineda, lote de terreno Hque
en el cuno de este documento se denominará s'mplemente *el lote’, y cuya
ubicación, forma y dimensiones han sido puntualizadas en el dibujo siguiente:
(Aquí, en el original, aparece una grabado.)

1 Que la ubicación, forma y dimensiones, según confrontación que ha


hecho El Peticionario sobre el terreno, midiendo a nivel, son exactamente las
representadas en este dibujo, y que se compromete a conservar todo ello sin
modificación mientras goce de la tenencia que le concede este documento.
4. Que se compromete dentro de un plazo de ........... meses contados desde
•1 d i a ........... de este año, a tener cumplidos los requisitos exigidos por los
Pineda para hacerse merecedor a recibir la escritura de donación de el lote,
donación, que mediando ese cumplimiento loa Pineda prometen, según póliza
redactada por los Pineda, siendo d= ccrgo de El Peticionario los gastos nota­
riales (con una copla registrada para los Pineda), gastos de registro, Impues­
tos, etc. 5. Que El Peticionario ha entendido dichos requisitos así: A, Cons­
trucción total del frente de el lote, según diseño aprobado por los Pineda,
y de suerte que desde la calle se vea el frente como si la casa estuviera to­
talmente terminada, aunque por dentro no haya edificación; el frontis debe
ser levantado en ladrillo coddo. o en integrado de cemento, o en piedra;
cualquier de estos materiales debe pegarse con una mezcla de cemento no
más débU de 1:5; dicho frente podrá ser sin pañetar si su terminación o aca­
bado satisface a loa Pineda. Caso de no satisfacerles, deberá El Peticionario
pandarlo y pintarlo para merecer la donación. B. Andén de cemento de un
metro de ancho con un mínimo de triturado de 10 cms. de espesor, atendiendo
a la linea de pendiente de suerte que empate con los andenes de los vecinos
■un tropiezo. C Explanación para el tránsito de vehículos en la mitad de la
calle, haciendo los rellenos o banqueos necesarias para que quede con la linea
de pendiente determinada en el plano y con un ancho de 6 metros y abarcan­
do todo el frente de el lote. Caso de que el predio de enfrente, calle de por
medio, haya sido entregado a otra persona en estas mismas condiciones, es

495
natural que el arreglo de esta explanación sea compartido entre les dos, por
acuerdo privado y amigable que hagan, pero se entiende que ante los Pineda
El Peticionario es responsable del arreglo de la calzada de 6 metros de ancho
en todo el frente de el lote. 6. A El Peticionario le queda prohibido mientras
el lote no sea de su propiedad: A. Dedicar el lote para cualquier objeto dis­
tinto del de edificar su casa- No podrá pues, arrendarlo, o hacer siembra
alguna, o enajenación o traspaso a cualquier titulo en relación con el lote, o
con este documento, que es personal e intransmisible. B. Permitir que tercera
persona alguna almacene o deposite materiales en el lote, se vincule en
cualquier forma a el lote. 7. La inexactitud de alguna de las declaraciones
hechas aqui por El Peticionario, o incumplimiento o violación de cualquiera
de las estipulaciones de este documento, colocan ipso-facto a El Peticionarlo
en condición de incumplimiento. 8. El incumplimiento de El Peticionario
acarreará: A. Su obligación de devolver inmediatamente el lote a los Pineda,
quedando de antemano claramente convenido, que a título de compensación
por los tropiezos que con su incumplimiento ha causado a la labor que los
Pineda desarrollan, queda a favor de los Pineda cualquiera erogación, traba­
jos. que El Peticionario hubiera hecho relacionados con el lote, y todos los
materiales en dicho lote ubicados o depositados, siendo del exclusivo cargo
de El Peticionario, los perjuicios que El Peticionario ocasione, si tiene renuen­
cia en la devolución de el lote a los Pineda. 9. Los Pineda descargan en El
Peticionario, y El Peticionario asume desde ahora todas las obligaciones con
relación a obras de urbanismo e higiene que Las Autoridades hagan pesar
sobre el lote, pues es entendido que los Pineda no quedan obligados a nada
distinto de la donación de que aquí se trata, en relación con este loteo. 10.
Este lote queda con las servidumbres pasivas de aguas negras que La Au­
toridad determine, y en la forma, desarrollo, construcción y financiación en
oue La Autoridad lo disponga. —En constancia se firma en Villa Rica, Tolima,
el dia .........................................
En cuanto a las normas técnicas de construcción y de materiales,
se ha comprobado que ninguna de las más antiguas casas cumplió con
el reglamento, ni fue construida con cemento y ladrillo, todas son de
bahareque pañetado, con profuso uso de maderas y tablas. Tampoco
se ve un techo de tejas, pero llama la atención el hecho de que todos
los techos de Vlllarrlca son de zinc, ya oxidado hoy. Se Informó que
desde la fundación los Pineda acostumbraban mandar recuas de mu-
las cargadas de café, hasta el puerto de Girardot; de subida regresa­
ban las bestias con tejas de zinc Importado, que se vendían en el
poblado naciente a los que estaban construyendo su casa.
Muy rápidamente se conformó una comunidad de unos 20 vecinos
pobladores, casi todos ocupantes de pequeñas parcelas de desmonte,
en las Inmediaciones del poblado. La mayoría de ellos eran oriundos
de otras regiones, generalmente del plan del Tolima o de Cundlnamar-
ca. En un listado posterior de 35 beneficiados con lotes se ve cómo 20
tienen cédula de Cunday, 2 de Ibagué y 2 de Bogotá; los demás son
oriundos de La Mesa, Calarcá, Manlzales, Girardot, Chlnavlta, Gua­
teque, Honda, Viotá, Florencia, Medellin y Trujülo (V alle). El origen
geográfico aquí es tan diverso como los hombres, sus capacidades, sus
ambiciones y todos provienen de capas muy humildes. Sin embargo,
unos llegan buscando contratos da maderas, otros son hacheros que
se alquilan a jornal; unos desmontan para vender el "derribado" y

496
otros cultivan la mejora; algunos llegan con unos pesos, un novillo,
y de una vez compran una parcela desmontada, lista para sembrar
pasto y café; hay colonos trashumantes, que derriban, venden y se
van para repetir la operación más allá; hay familias que se sedenta-
rlzan, se radican en su parcela de pan coger y tratan de ensanchar
el fundo tumbando montaña; otros combinan la agricultura con un
poco de ganadería para la producción de leche y queso; muchos tienen
que asociar la agricultura independiente en la parcela y los jornales
en las haciendas vecinas; son al tiempo ocupantes de baldíos y peones
o cosecheros en los cafetales de Andalucía. Unos aportan sus brazos
mientras otros ofrecen trabajo y salarlo. Con lo anterior, vemos cómo
están reunidos y trabajando en un mismo espacio comarcal unos
agentes sociales muy diversos, una mezcla heterogénea de Individuos
con intereses distintos.
En el mismo villorrio se va ampliando el abanico social: colonos
que tienen allí su "residencia secundaria” , una casa-bodega para al­
macenar la producción excedentarla en tránsito hacia algún mercado
del plan; primeros comerciantes y cacharreros; fondas y cantinas;
arrieros y transportadores dueños de las recuas, algún que otro sastre,
peluquero, herrero o carpintero. Todos bajo la orientación de los ha­
cendados de Andalucía, convertidos en administradores de la comu­
nidad; el establecer estos nexos y relaciones concretas permite superar
el mito Idealizado de la colonización de baldíos. Son relaciones sociales
muy precisas las oue dan vida a un proceso peculiar; pero no anarecen
nunca en las obras dedicadas a la apología de la colonización, y las
oue conocemos la presentan como un alegre paseo que desconoce la
lucha de clases. Esta última no existe en Farsons y sólo la sugiere T i­
rado M ejla; aflora en la obra —lastimosamente Inconclusa— de Jorge
Villegas.
A principios de los años treinta, la segunda fase del desarrollo de
Villarrica expresa esta progresiva complejidad social, sobre la cual
se injertó ya la colonia del Sumapaz y los campamentos de la empresa
colonizadora estatal, todo eso se refleja con nitidez en algunas bio­
grafías; nos cuenta el primer entrevistado:
Soy de Cabrera y llegué aquí siendo muy joven, en el año 31. Vine por
concepto de un hermano al cual se le dio una parcela en La Colonia. A mí
no me dieron poroue era menor de edad.
Me acuerdo que no habia sino un campamento en La Colonia, uno solo.
Todo era montaña, sin caminos, sólo unas trochas para andar a pie. Y la
gente estaba fundando parcelas. Aquí en Vi 11arrica, apenas había como unos
cuatro ranchitos, muy pocos...
Y como en La Colonia había mucha gente trabajando en las parcelas,
en los aserríos, entonces en Villarrica se estableció el comercio de los que
subían a vender la ropa y las mercancías a los colonos... Otros venían de
Cabrera, bajaban del páramo de Sumapaz y les llevaban el queso, la papa...
Así que de cierto modo fue La Colonia la que pobló a Villarrica, por el mo­
vimiento grande de colonos que hubo arriba.
Trabaje como una semana no más y me devolví para Cabrera y sólo
volví en el 32 y me quedé. Me mantuve en la finca de mi hermano hasta que
pude comprar una parcela en San Francisco y hacer casa en el pueblo. En La

497
r n iíj
i«i ija
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ú m \ n -.n i
m¿* bien administradores, de la hacienda de VUle Susana, propiedad
de un señor Luía Bustamsnte, que era una influyente personalidad en todo
el municipio Gozaba de prestigie en la vida política, harta tal punta que
fue senador. Sur recursos económicas le permitían tener una ruta más o me*
nos boleada. En Gtrrrdot tema varíes intereses, tiendas, tierras, una lujosa
casa de habitación. Entienda que ful* Blistamente era un. barandado de Gt-
rsrdot e incluso heredero de na gran capital que había logrado constituir
el general Suatamente, de la Guerra de los Mil Días, Lo que no sé, es cómo
este general adquirid su fortuna. Asi fue que Luis Bultimante, en Girardet,
heredó una gran fortuna Y cuando lo nombraron de director de la cotona
agríenla él vestía squi sin conocer la región y con su sueldo. Entonces, fue
cuando compró una mejora, una pequeña finca en fundación. Villa Susana,
donde está la concentración escolar. Compró primera esta pequeña finca y
luego se fue extendiendo, compró s otro, compró a otro, compró a otro, bueno
fueron S é I fincas Hasta que estableció una gran hacienda ganadera. Y él
compró a cotonas que hablan fundado derribando selva, siendo al mismo
tiempo director de La Colonia, clara que si Asi fue mejorando; hizo plan­
tías de este; café y ganadería y también tenia varios arrendatarios. Gente
que prefiere recibir un salario, por muy insignificante que sea, a internarse
en una salva a quemar sus energías. Es que la cahmimeíón no es para todo
si mundo, a para el tipo que tenga alma de suicida, Y no era suficiente la
entrega de una hectárea de terreno ya desmontada, eso no era suficiente.
Entonces la gante trabajaba afuera y enterraba en la parcela lo que se ga­
naba en la semana. Pero faltaban créditos y na eran, sino proyectos recortados
de cobudaaelón.
En a s época el mayor recurso económico del municipio ya era el eafé
eoa la cosecha anual grande y otra que llamamos la travesía. Y en esas
épocas siempre se devenga mayor salaria que en el resto del año, en resul­
tado de la demanda de mano de ohra. Así que siempre Ies colonos, en época
de cosecha, se vuelcan a las fincas cafeteras, s ganar sueldo y ese luego se
invertía en la parecía.
El señor Bustamante fue director de acá, de La Colonia de Sumapaz,
porque ésta era una colonia agrícola. Fue fundada por el gobierno con el
esKÍustvo propósito de dirigir la colonización de Isa montañas de El Zurrón,
que quedan hacia esta parte, y lu montañas del Totuma!, de Montoso; y per
esta otra ruta el sector de Galilea y una parte del Altamías!, par acá. porque
más allá corresponde al municipio de Cabrera, en Cundmamarea.
Así fue como mi podre adquirió unos predios en la colonia de El Zorrón.
Pero desafortunadamente Isa tierras no eran prametedorm, como decimos
nosotras tos campesinas, ya sea por su poca rapa vegetal, ya por au consti­
tución en si No eran tierras optas para la agricultura. Los pastos crecían
muy raquíticos. Era un poco mejor si sector de Galilea Allá las tierras eran
aptas para el cultivo del plátano, yuca, pastos, café, caña; etc. Recuerdo que
conocí ambos cálenmeleres otando yo muy joven y que fueron muy po­
bladas
Mi papá adquirió la parcela de 30 hectáreas que entregaba la colonia
agrícola: una hectárea desmontada, con la casa, los créditos y las herramien­
tas. Así fue para au papá- Entonces él se pasó a desmontar, pero llevaba
obreros, jornaleros Es decir, que el salario que recibía como administrador
en Villa Susana (o invertía en seguida en el desmonte y la fundación de la
finca, en la parcela.
• *

Durante loa años treinta los tres núcleos de Loa Alpes, La C oto"»»
y VUIarriea entran en una cierta atmhfqsty dialéctica con eos hgp**
agraria*: crece la población Unto en los frentes rurales como en los

500
tres núcleos urbanos de apoyo. Con estos aumentos demográficos se
notan anos cambios cualitativas en la complejidad social. No sólo se
abren nuevos calles y maníanse en VUIarriea sino que también se
legitim an nuevos equipamientos. el telégrafo, que se pedís sin éxito
desde 1937, una plaza de ferias; algunas fotografías de la época mues­
tran unos concursos de ganado en el poblado.
En la Notarla de Melgar está archivada la Escritura No. 23é, del
9 de julio de 1935:
Donación que hacen ckm Frenasen Pineda O tero y doña Eugenia O te n
viuda de Pineda López al m unicipio de Cunday, de v a r é » loses de terreno
en e l corregim iento de Anda lacia, jurisdicción de Cuaday.
Ceden 4 lotes para el matadero, t iotes para la escuela y un lote
más para la casa de Isa oficinas públicas. Una monografía sefiala que
la primera misa se cantó en 1994 y las fotografías muestran la capilla
en construcción, también vemos mercados de toldos muy concurridos
ocupando parte de la plaza. Se van formando algunas fortunas y no
fa lta un rico negociante construyendo en un costado del parque un
prestigioso edificio de tres pisos. Estamos bada 1940 y todo el poblado
admira la fo^hyóA copiada del “neo-clásico bogotano"; simple pan­
talla de cemento y ladrillo, ocultando un gigantesco cascarón en (7,
que se desarrolla detrie, construido con materiales tradicionales de
la región. Queda este hito urbano, testimonio de un momen to de
prosperidad, “ el edificio", hoy vetusto y deteriorado, entrando sin
gloria en au etapa agónica el destino al negocio de inquilinato.
Por fin, en 1943, los colonos consiguen la apertura de la carretera
y las veteranas se acuerdan de la entrada de la primera volquete. En
seguida entran en crisis las recuas de molas, sustituidas por camiones;
se radican sobre la avenida los primeros compradores de grano y estas
nuevas posibilidades incentivan la siembra de los cafetales,
Mientra* las tierras bajas de Cunday, arcillosas y arenosas, se
arruinan con la ganadería ofen siva de latifundio, en la naontafia los
colonos logran por medio del café involucrarse a los mercados mun­
diales. Agregamos que el concejo de Cunday está dominado por o ía
mayoría de latifundistas conservadores, mientras en la montada se
ven con simpatía las ideas liberales que, de heehci favorecieron la
empresa de colonización desde 1990. Ademas, en la zona vecina del
Sama paz, de donde son oriundos mucho* colonos, penetró el ala radi­
cal del liberalismo y el "umrtnno" de Jorge EUéeer Chutan.
Hacia 1946, con una numerosa población rural y un núcleo urbano
cercano a 200 casas y mas de 1000 habitantes, VUIarriea busca su in­
dependencia administrativa. Entabla ana pelea íuridieo-edminlstrati-
va, brutalmente interrumpida por loa sucesos del 9 de abril, prólogo
de un largo periodo de devastación de la obra colonizadora. Unos
apartes de testimonios resumen lo que sucedió:
El • de a b ril me a n g la en Lo* Alpes, «n donde y e trabajaba en la ha­
cienda de Sonta Barbara- Me acuerdo que *e Com o une m ilicia en la pinza
y una junta revolucionaria que cogía el central del pueblo. Eso dura coma
ocho día* má* o menee y todo ae calmó, y todo e l mundo regresó al trabajo.

50 i
Con el negocio del ganado y o fu i m uy de buenas, hasta la vio len cia del
53- Cuando vin o esta violencia salí com o muchos a esconderm e en una caleta
en e l m on te Y me tocó salir a G irardot un tiem po, luego a Ibagu é, y después
otra vez en G irard o t Sólo regresé más tarde- Con esta violen cia d el 53 perdí
todo, porque cuando sal! abandoné todo. E l ganado se lo com ieron, se lo ro ­
baron. y y o después, prisionero político- D iez veces fu i presó p olítico, en
V i lla m ea , en Cunday también, en Lérid a y en E l E spin al
Y después me encunaron un tiro en Tres Esquinas; m e pegaron un tiro
y m e rom pieron una pierna. Sólo al día siguiente me encontraron tirad o en
e l m onte, más m uerto que vivo , y me llevaron a G irard ot en donde duré en
e l hospital seis meses y una semana. P ero eso fu e e l 6 de enero del año 60.
Es que la violen cia aquí duró basta e l 62 y e l 6 3 ...
E l h ijo de u s g ra n je ro d e L a C o lo n ia rec u e rd a :
Desafortunadamente, vino una violencia tenebrosa para nuestro m unici­
pio- Entonces, se tuvieron que enfren tar todos los colonos entre si, unos contra
otros. Los unos dizque porque eran liberales y los otros dizque porque eran
conservadores. Cuando ocurrió el 9 de ab ril acá m ism o estaba yo, haciendo
las prim eras letras, estudiando en una escuela que todavía existe, la escuela
del Jordán.

Y un a n cia n o , hijo de los p rim ero s p o b la d ores de Vlllarrica dice:


Esta casa la com pré y o en e l 50, pero fue construida com o en e l 46 ó 47.
Es de adobe y de tablas, e l adobe se hacía aquí. Es que e l la d rillo ven ia de
G irardot y era muy caro, y sólo entró con la carretera, a p a rtir del 42. Hasta
que me tocó salir, para G irardot, como en el 51-52 y sólo regresé en e l 53
cuando subió R ojas P in illa. M e casé aquí el 15 de ju n io de 1653 y m e quedé
hasta e l 54. Tam bién me tocó estar preso unos días en Cunday, preso por
política. Fui apresado en G irardot y me llevaron a Cunday. Es que soy de
la corriente lib eral, y mandaba la com en te conservadora. Entonces e l que
no seguía ésta tenia que irse Esta casa la vinieron a quem ar una noche. L e
m etieron candela, m ire esta puerta, la parte de abajo, v e ahí le m etieron
candela y asi se quedó. N o sé cómo no se prendió del todo. Y así hicieron
sólo por saber que era casa de un lib eral. Hacían eso aquí m iaño en e l pueblo
y tam bién en e l campo, y quemaron muchas casas...
Tam bién aprisionaron y mataron a mucha gente. O la tritu ra b a n .. . A m a­
rrar a uno, quitarle prim ero una oreja, después quitarle la otra, después
arrancarle la lengua, desp u és... b u e n o ... por ejem plo coger un tip o, ama­
rra rlo a un jeep y arrastrarlo, aquí mismo, en el pueblo. Entonces v o lv í a
salir y fu i a parar a Santa M arta. Sólo regresé en e l 56, después de la p e le a .. .
todavía tengo una parte de Samaría, unas 20 hectáreas.
In m ed ia ta m e n te después d e l “b o g o ta zo " e l g o b ie rn o to m a unas
e x tra ñ a s m ed id as p a ra In c e n tiv a r L a C o lo n ia d el S u m a p a z y lle g a n
a l cam p a m en to colo n os de un tip o m u y p a rtic u la r. A s i n os in fo rm a E l
Tiempo d el 26 de m a yo de 1646:
N úcleo de Exagentes de P olicía va a Ser Instalado en Sumapaz.
Una Comisión para Estudiar las T ie r r a s Salió A y e r para esa región. El
G obierno les facilitará Todos los M edios Necesarios.
E l Secretario General del M inisterio de Agricu ltu ra y Ganadería, doctor
Antonio Bruges Carmena, encargado del despacho, y el Jefe del Departam en­
to de Tierras, doctor Honorio P érez Salazar, despacharon ayer la primera
com isión de ex-agentes de la P olicía Nacional, dirigida p or el Cabo José
Dom ingo Sánchez Jiménez, que va con el ob jeto de estudiar la región de
Sumapaz, donde e l gobierno nacional posee vastas extensiones de tierra de
prim era calidad para la agricultura, para ver si es posible form ar un fu erte
núcleo agrícola con ex-agentes licenciados e l 1* de mayo.

502
L a Com isión que dirige e l Cabo José Domingo Sánchez Jim énez será re­
cibida por el director de La Colonia de Sumapaz, don Julio G arda, y con su
colaboración, se llevará a cabo el estudio para ver e instalar mili a muchos
de los ex-agentes, que fueron antes campesinos y que quieren vo lv e r a vincu­
larse a la agricultura, ramo en el cual tienen muchos conocimientos.
L a idea de vincular ex-agentes de la P olicía Nacional a La Colonia
A g ríc o la de Sumapaz, fue de don Nicolás Mora DáviJa ( - . Los ex-agentes
licenciados por e l gobierno son cerca de dos m il, y a se logra interesar a
doscientos o más para que se instalen allí, se habrá dado un fu erte impulso
a la agricultura en La Colonia de Sumapaz.
Todo deja suponer que se trata de los policías que se Insubordi­
naron en Bogotá el 9 de abril y que simpatizaban con las Ideas libera­
les. Poco después también llegan unos destacamentos fieles al gobierno
y formados en la Escuela Chulavlta (procedentes de la vereda de
Chulavo en La Uvita, Boyacá)
De la blstorla administrativa quedan dos hitos Importantes: por
medio del Decreto 1131 del 19 de diciembre de 1949 el gobierno de
Mariano Ospina Pérez pone un punto final a la vieja querella entre
el corregimiento y la cabecera. Quita 204 kilómetros cuadrados a
Cunday y con ellos crea el municipio de Vlllarrlca, el cual alberga j a
cerca de 13.000 habitantes en 1951, o sea más de 2.000 en el poblado
y casi 11.000 en las áreas rurales. Se cierra un ciclo histórico y el
punto final llega del Palacio de San Carlos: el 12 de mayo de 1955,
el gobierno de] general Gustavo Rojas Plnllla expide el Decreto nú­
mero 1330 por medio del cual:
Se declara extinguida La Colonia Agrícola del Sumapaz, establecim iento
conform e a los Decretos 839 y 1110 de 1928.
El epilogo se puede resumir en una página: engañados por la
disputa del poder de la oligarquía colombiana, los colonos de la reglón
se enfrascan durante años en sangrientas matanzas. Hasta que, por
fin, los más lúcidos se den cuenta de que una clase se está extermi­
nando por el solo beneficio de otra: aquella de sus opresores. Entonces
el campesinado toma distancia de los partidos en pugna: se unifica
y organiza su propio movimiento agrario armado de auto-defensa. Las
fuerzas de la revancha latifundista estaban esperando una oportuni­
dad para Intervenir; no pierden tiempo y bajo el doble pretexto de
“la amenaza comunista contra Bogotá” y de “salvar la cosecha de
café” , se organiza desde finales de 1954, en el Ministerio de Guerra,
una gigantesca operación militar; reúne fuerzas combinadas de in ­
fantería, artillería y blindados bajo cobertura aérea, movilizando seis
batallones del Ejército. El gobierno decreta “zona de guerra” los muni­
cipios de Pan di, Ospina Pérez, Cabrera. Carmen de Aplcalá, Cunday,
Icononzo y Vlllarrlca. En seguida el Ejército se concentra en Melgar
e Invade la reglón en tenaza, actuando desde Cabrera y Vlllarrlca;
después de varios meses de resistencia y de combates desde La Colo­
nia hasta los páramos del Sumapaz, la población campesina huye en
un éxodo, afectando a unas treinta mil personas. Dispersados, los fu­
gitivos se dirigen hada Neiva, al sur, y hada Girardot al norte; otros
pasan por El Espinal y siguen hada Ibagué, Armenla y Cartago. Más

503
numerosos aún son los que llegan a Fusagasugá. y de allí suben hacia
Bogotá. Para todos, los campos son sinónimo de terror y de muerte;
no les queda sino una alternativa para encontrar un refugio seguro:
las ciudades.
Pero los más lúcidos se negaron a abandonar las tierras y algunos
hablan aprendido una lección capital: frente a la agresión armada la
única manera de hacerse respetar y de no resultar despojados era
defender las colonias con las armas. En adelante la colonización se
convertirla para ellos en una empresa polltlco-mllltar de conquista
de nuevas tierras. En sus nuevas luchas contra el papel sellado, el ha­
cha estaba amparada por el fusil.

504
ANEXO S DOCUM ENTALES
ANEXO N9 1

En el transcurso del siglo X IX muchos prospectores extranjeros


recorren el país y su viaje culmina con un Informe. Diplomáticos y
comerciantes, botánicos, mineralogistas, Ingenieros de minas o geólo­
gos, a veces sencillos turistas, estos viajeros dejan testimonios escritos
y gráficos de la fisonomía del país; de sus campos, aldeas, pueblos y
ciudades.
Desde la Independencia hasta mediados del siglo, destacan los
relatos de Mollien (1822), Hamilton (1824), Gosselman (1835), Lemoine
(1840) y del colombiano Anclzar (1850), lo mismo que las primeras
fotografías del barón y diplomático francés, Gros.
Para la segunda mitad del siglo tenemos, cronológicamente, las
muy precisas acuarelas de Mark y de Prlce, los dibujos de Paz, los
testimonios escritos e Ilustrados de André y de Saffray, de Crevaux;
los relatos de viajes de Hettner, Rothllsberger, Camacho Roldán y Me­
dardo Rivas, concluyendo en la última década con las obras de Bris-
son y Pierre d’Espagnat.
De esta abundante literatura hemos extraído las descripciones
urbanas cubriendo la totalidad del siglo XIX. Gaspard Mollien nos
proporciona un retrato del país en la época de la Independencia. Hol-
ton describe los pueblos por donde pasó hacia mediados del siglo. Más
tarde, Charles Saffray, con un itinerario poco convencional para la
época, recorre las reglones de Antloquia, Caldas y Chocó.

GASPARD MOLLIEN: Voyage a la Nouvelle Grenade, 1823. (Viaje


por la República de Colombia.)
Cartagena
Cartagena presenta el aspecto lúgubre de un claustro: largas ga­
lerías, columnas bajas y toscas, calles estrechas y sombrías en razón al
saliente de los tejados que sustraen la mitad de la luz; la mayor parte
de las habitaciones están sucias, llenas de humo, tienen un aspecto
misero, y cobijan seres que están más sucios, más negros y más mise­
rables aún: tal es el aspecto que ofrece a primera vista esta ciudad,
bautizada con el nombre de la rival de Roma. Sin embargo, cuando se
entra en las casas se advierte que su construcción, que al principio

507
parece un poco extrafla, está bien entendida, porque uno ao da cuenta
de que están dispuestas para luchar contra el calor. Los cuartos son
unos Inmensos vestíbulos en los que se aspirarla con gusto el aire que
entra por desgracia con poca frecuencia, si no estuviese uno devorado
por las picaduras de mil Insectos, que son menos molestos que los
murciélagos, cuyo número es Infinito y cuya mordedura es, según di­
cen, en extremo peligrosa.
Una mesa, media docena de sillos de madera, un catre, una jarra
y dos candeleroa constituyen de ordinario el ajuar de uno de esos ca­
serones de paredes de ladrillo y techados con tejas. Los dos sitios que
sufrió Cartagena han arruinado a la mayor parto de los familias.
Hay en Cartagena dos conventos de frailes y otros dos de monjas,
unos con ventlclnco frailes y otros con treinta monjas. Hay también
en esta ciudad dos hospitales.
Cartagena es una plaza muy fuerte y muy extendida; se necesita­
rían por lo menos 9.000 hombres para guarecer todos los puntos de la
ciudad; son notables los inmensos aljibes que hay en el interior de
sus murallas, y su agua es excelente. Cartagena es, pues, más bien una
plaza fuerte que un puerto comercial, y dejará de serlo del todo el
día en que no sea más que una factoría de Panamá.

Mahates
Mahates, aldehuela de unos doscientos habitantes, donde m aterial­
mente es Imposible dormir.
Todos estábamos en pie antes de que amaneciera para salir de
este purgatorio. A las siete atravesábamos a Santa Cruz, que está a
tres leguas más allá, aldea de unas veintidós cabaftas de negros que
cultivan algodón. Es chocante que estos negros, que trajeron con ellos
tantas costumbres y hasta las herramientas de trabajo de las reglones
de donde les sacaron, no hayan, en nigún sitio, conservado la forma
redonda de sus chozas; todas son cuadradas.
En Arlando, el alcalde nos recibió en su cabaña, hecha de zarzo
recubierto de barro mezclado con paja.

Mompox
La dudad, debido a su posición, no deja de ofrecer Interés. Las
calles son bastante anchas; en algunas hay aceras. Las casas, aunque
de un solo piso, están regularmente construidas. Los rejas de las ven­
tanas son de hierro, lo que da a las casas una apariencia menos triste
que a las de Cartagena, que las tienen de madera. Están construidas
de modo que se disfrute del mayor fresco posible, pero en cambio la
forma de darles luz no es muy ingeniosa. En el interior tienen largas
galerías bastante bajas con objeto de que el sol no penetre. Aunque
en la actualidad el comercio de Mompox haya perdido mucho de la
Importancia que tuvo, no deja de ser activo, En efecto, recibe el ta-

908
baco de Ocafta, y el azúcar y las harinas de Pamplona y de Cúcuta.
Antloqula le envía el oro; Santa Fe, los productos del Alto Magdalena.
Mompox es realmente un punto de gran Importancia comercial.

Nare (Puerto Nare)


Como dista sólo cinco Jornadas de Medellln, se ha convertido en
el puerto más frecuentado de la rica Provincia de Antloqula, Los co­
rreos, los comerciantes y todos los viajeros tocan en él y le dan mucha
animación. En una palabra, Nare es el depósito de los cacaos del Mag­
dalena, con destino a las reglones de la Cordillera Occidental, que se
truecan por el oro que se extrae en ésta. El rio que lleva el nombre
de Nare es una especie de canal bastante cómodo para el transporte
de las mercancías hacia el Interior de la reglón.

Honda
Esta ciudad está situada en un valle rodeado de montañas por
todos lados; el calor es abrasador. Para entrar en la ciudad hay que
pasar por dos puentes. El último de ellos está sobre el Guall, torrente
Impetuoso que desemboca en el Magdalena. Esos puentes, que son de
madera, están atrevidamente asentados sobre pedazos de rocas que
les sirven de estribo y que se derrumban con los temblores.
El que se sintió en Honda hace quince años ha dejado rastros es­
pantosos de sus estragos; muchas casas y hasta la Iglesia están derrui­
das. Sin embargo, todavía quedan en pie algunos edificios bastante
buenos. Las calles están pavimentadas y tiradas a cordel. Esta plaza
es Importante porque las embarcaciones que vienen de las Provincias
del litoral se detienen en ella y desembarcan las mercancías para su
distribución por el Interior. Se ha establecido una aduana.

Guaduas
El camino era llano y no ofrecía dificultades; en seguida llegamos
a Guaduas. Esta ciudad me pareció muy limpia; tiene algunas calles
empedradas y con aceras; la plaza en la que se alzan la Iglesia y
algunos otros edificios, está adornada con una fuente, y las casas,
con sus fachadas enjalbegadas, le dan un aspecto muy alegre.

Bogotá
Hoy Bogotá tiene de Norte a Sur una extensión de 3 000 metros y
de Este a Oeste 1.700 metros; está dividida en 105 manzanas de cosas.
En 1800 su población ascendía a 21.000 habitantes. Desde esa época la
población ha debido aumentar mucho, puesto que ya en aquel mismo
año de 1800 los nacimientos excedieron a las defunciones en 247
Toda la América del Bur es tierra de temblores. Santa Fe ha ex­
perimentado varios, y esto Impide edificar casas altas. Aunque se
advierten en la construcción de las cosas los mismos principios ar­
quitectónicos que observaron los españoles, los de Bogotá se apartan

309
de eUoe » * « que las de cualquiera otra región: para su construcción
ae emplean ladrillos secados al sol, casi todas están techadas con teja
y los muros exteriores están enjalbegados. En cuanto al Interior de
i«« s a distribución es lo miaño de mala que lo era la de nuestros

casas en la época del descubrimiento de América. Hay ventanas muy


pequeñas y siempre protegidas por barrotes de madera, al lado de
otros enormes; pocas veces ae ven las vigas del techo ocultas por un
cielo raso; las paredes presentan grandes protuberancias; las puertas
tienen indistintamente alturas diferentes, y apenas si ae conoce el
oso de las cerraduras: las que se fabrican en el país no ofrecen segu­
ridad de ningún género. Esto no obstante, en las construcciones mo­
dernas se advierte ya un gusto menos bárbaro y algunos progresos.
Loa balconee enormes y pesadotes han sido sustituidos por balcones
más gráciles y cómodos; ti techo no deja ya ver las vigas, las ventanas
no tienen rejas y se empieza a cerrarlas con cristales; las puertas de
la calle están ya mejor pintada» y el aseo empieza a generalizarse.
Por lo general hay que pasar por dos puertas para llegar al patio
de las casas. El vestíbulo, entre una y otro puerta, suele servir de re­
ceptáculo de las suciedades de los transeúntes Circundando ti patio
suele haber una galería o corredor, si la casa no consta mis que de piso
bajo, y una terraza cubierta si tiene piso. La escalera generalmente
es de piedra y de estilo gótico: en la pared del primer descansillo
suele haber pintado una especie de gigante que lleva de una mano a
un niño y en la otra una bola; es San Cristóbal, dios lar del país. Al­
rededor de la galería interior hay una serie de cuartos que no reciben
la lux y el aire tino por la puerta.
Todas las casas tienen par lo menos una sala y un comedor, pues
se considerarla indecoroso recibir o dar de comer a los amigos en ti
cuarto de dormir La cocina es siempre de grandes dimensiones, y esto
menos por la cantidad de platos que ae cocinan, que por ti número de
sirvientes inútiles que allí se congregan, las fnrfnas no tienen fogón
y no se usan para guisar tino hornillos.
No hay una sola casa que no tenga alfombras; las antiguas esteros
de los Indios no se ven ya en las casa» de buen tono, y en general ae
van sustituyendo por alfombras de fabricación europea. Tanto unas
como otros sirven, a falta de chimenea, para abrigar las habitaciones
y disimular la desigualdad dti piso; desgraciadamente ti descuido de
los sirvientes hace que por ellos pululen infinidad de insectos que se
crian en la suciedad.
En algunas casas las paredes están empapelada»: la mayor parte
están adornadas con guirnaldas de flores y figuras que delatan ti mal
gusto dti pintor y dti dueña
El mobiliario es sencillo: pocas veces se ven en t i salón más de
das soíás, dos mentas pequeñas, unas cuantas tillas de cuero, de un
estilo que ya no se ve en nuestro pais desde ti siglo XV . un espejo
y tres lámparas que cuelgan del techa La cama suele estar bien deco­
rada. no hay colchones de pluma; sólo tienen dos de lana.

510
Salvo ligeras diferencias, todas las casas se parecen; no hay nada
que permita distinguir las de los Ministros, y hasta costaría trabajo
advertir cuál es la del Presidente, sin la guardia que custodia la en­
trada.
Loa arquitectos de Santa Fe siempre tendrán un pretexto para
justificar la deformidad de sus edificaciones, y es que la constitución
del suelo, con frecuencia sacudido por los temblores, les obliga a sa­
crificar la elegancia en aras de la atildes; por esta causa todas las
casas no son altas a pesar de que sus paredes son de un espesor prodi­
gioso. Esa misma razón hace que se dé a los cimientos de los edificios
públicos una enorme solides, y que el fuste de los pilares de las igle­
sias guarde menos proporción con la nave que sostienen que con las
acudidas que tienen que resistir.
Pero las hay que tienen una buena disposición. La catedral, por
ejemplo, que fue construida en 1814. es notable por la senclDes de su
Interior, que hace olvidar ti mal gusto que su fachada debe a una
serie de lineas inarmónicas, que se cortan sin simetría.
Las tres principales calles de Bogotá ton alegres y rectas, pero sa­
tán mal pavimentadas. Las aceras son más cómodas que las de las
otras ciudades españolas, y por ellas se anda sin mojarse cuando Hue­
ve. debido al alero de los tejados.
No hay en Bogotá dies comerciantes que tengan 100 000 piastras:
entre las personas que viven de sus rentas, no hay cinco que tengan
un capital mucho mayor. Las fortunas más corrientes son de 5 a 10.000
piastras. Como casi todo ti mundo tiene una tienda, ti negodDo que
con ella hacen, triplica por lo menos las rentas.
Las tiendas, sobre todo las farmacias, son pequeñas, oscuras y es­
tán muy sucias; la luz entra sólo por la puerta, pero sin embargo son
los sitios en que cuantos no tienen nada que hacer están de tertulia.
El comerciante colombiano, sentado en ti mostrador, fumando sin ce­
sar y contestando lacónicamente a los parroquianos, recuerda mucho
a los mercaderes de Esmlrna o de Alepo.

SoBondoro
Somondoeo es un pueblo tan pobre, que ningún vecino pudo al­
bergarme. Al día siguiente pasé por muchos poeblos situados en el
camino de Tunja. Por lo general no están habitados más que por Indios
que tejen llenaos de algodón o hacen pucheros. Las chozas en que
viven esos infelices son de proporciones muy reducidas; algunas son
redondas, idénticas a las que tenían antes de la Conquista. No sin
cierta sorpresa se ve desde lejos la casa dti cura, que entre esas mi­
serables cabañas se alza cual si fuera un castillo En efecto, los balco­
nes. tas cristales y las tejas con que se adorna y protege ti presbiterio
le (tan un aspecto de magnificencia que asombra si se le compara can
la miseria de las chnaas que le rodean.

511
Tanja
Hoy no es más que una ciudad muerta. Tunja carece de atracti­
vos; no hay gente, no goza de buena temperatura, no tiene aguas
abundantes y buenas; en una palabra, allí no hay nada de nada. L a
gente padece el bocio, el cielo pocas veces está sin nubes, la tempe­
ratura es muy fría; finalmente, casi todas las casas están en ru in as...

Socorro

La ciudad de Socorro está muy mal emplazada y peor pavimen­


tada. Situada en la ladera de una montaña pocas veces recibe el efecto
refrescante de los vientos debido a que la cadena de montañas del
Opón, que va de sur a norte, llega hasta las de Ocafia. El calor, por
lo tanto, es muy fuerte; el termómetro, a la sombra, pocas veces baja
de 20 grados centígrados.
.. .Con todo, Socorro tiene unos 12.000 habitantes, muy trabajado­
res e inteligentísimos; se entregan asiduamente a la agricultura, y sus
fábricas no dejan de tener importancia. Se cultiva mucho la caña de
azúcar, algodón y arroz; estos productos son baratísimos debido a que
hay pocos caminos practicables para exportarlos.
.. En todas las casas, en todas las chozas todo el mundo hila,
tiñe o teje; por todas partes se ven telares; muchas gentes prefieren
tejer sombreros de paja; a los que se dedican a este trabajo se les
reconoce por la uña del dedo Indice, que se dejan crecer desmesura­
damente.
Las telas que se fabrican son ordinarias, pero sólidas; aunque es­
tas telas se prefieren en las otras provincias a las extranjeras ruando
son del mismo precio y a pesar de que se venden en grandes cantida­
des, los obreros son pobres; en efecto, una hilandera no gana ni un
real por día; una pieza de tela de algodón de sesenta y cuatro varas
(166 pies) no deja al tejedor más que un beneficio de 7 reales (4.35
francos). El único que se enriquece es el comerciante; transporta las
telas de Socorro a Girón y a Zlpaqulrá, donde las cambia por tabaco
y oro. sal y géneros Ingleses; éstos son los preferidos, perjuicio que
contrlbuve poco a estimular la Industria nacional; hasta las muí eres
no se visten ya más que a la Inglesa. Estos caprichos en realidad
cuestan poco, ya que las telas de Mánchester resultan más baratas que
las que se fabrican en el país; un vestido sale en diez francos.
Las casas, por lo general, están sucias y su construcción suele ser
mala, pero en cambio son más cómodas que las de las zonas frías.
Tienen camas, para comer se utilizan cubiertos de plata y en la mesa
se ponen mantel y servilletas; la comida suele consistir en patatas,
arroz, bananos y carne de cerdo.

Chaguan!
A mediodía llegué a ChaguanI, misera aldea donde la pobreza de
sus habitantes no podía ofrecerme amparo de ningún género.

512
Beltrán

A l día siguiente llegué a las dos de la tarde a Beltrán, puerto en


el que se cruza el Magdalena para Ir a Ambalema. Me aconsejaron
que al remontar el curso del rio slgulése constantemente su margen
derecha, pero preferí seguir la Izquierda, que, a mi modo de ver, me
ofrecerla más probabilidades de hacer observaciones útiles o interesan­
tes, sobre todo en lo relativo al cultivo del tabaco en Ambalema.
Me embarqué, pues, en una piragua a la que se ataron las muías.
Aunque el trayecto suele ser peligroso, esta vez se efectuó sin pericia
alguna, llegando sin novedad a la otra orilla. El paso del rio me costó
una piastra. En una hora franqueamos la distancia que media del
punto de desembarco hasta Ambalema.

Am balem a

Este pueblo, en cuyo territorio se encuentran extensas plantacio­


nes de tabaco de excelente calidad, disfruta de un cierto bienestar;
hay mucha animación y la gente padece menos enfermedades debido
a que se alimenta más y mejor. Las casas son bastante malas, y la
iglesia, caso excepcional en Colombia, no merecerla atención de nin­
gún género a no ser por la música que toca una orquesta de viollnes
y de instrumentos de viento que se puede comparar con lo mejor que
en este estilo haya en el resto de la República.

N atagalm a

A l dia siguiente hacia mediodía pasé por Natagalma, que es otro


poblado indígena. Antaño estaba emplazado en otro sitio; el cambio
de emplazamiento se debió a razones de orden sanitario y de utilidad
pública. El santo patrono (según tradición popular) ha incendiado ya
por dos veces la nueva iglesia, de modo que Natagalma carece de tem­
plo. Esta aldehuela es muy misera, y no me explico por qué siguen
dándole el nombre de pueblo de indios, pues son muy pocos los indígenas
que hay en ella; casi toda la población está constituida por mestizos,
y como sólo dista seis leguas de Purificación, mucha gente de este
puerto del Magdalena ha venido a establecerse a Natagalma.

Villa vieja

L a ig le s ia d e V illa v ie ja m erece m ención ap arte; cuando estuve a llí la


e s tab an construyendo. E l arquitecto era un negro, tenia gusto y habla
segu id o algunos estudios en Bogotá. El proyecto con a rreglo al cual la
e d ific a b a e ra un plano regular. L a iglesia costará a la parroquia
unas 14.000 p iastras; esta cantidad exorbitan te la p agarán todos los
vecin os que tengan una posición desahogada; cada uno de ellos, al
m orir, tie n e que d e ja r una cantidad equivalente al costo de una vara
c u a d ra d a de ed ificación .

513
Alpe
Frente a VUlavleja k encuentra Alpe, pueblo de indios, a quienes
las (entes de) lugar consideran duchos en astrologla

Netra
Nelva no es una ciudad riea; la guerra, asi como las (recuentes
Invasiones de hormigas en los cacaotales, la han arruinado. No hay
más de unas seis casas con techos de teja, y las calles no están em­
pedradas La población, en gran parte, está constituida por gente de
odor. Las enfermedades más frecuentes son la elefantiasis y la lepra.

Popayán

La comparación entre las ciudades de Bogotá y de Popayán es


difícil de establecer, pues ambas tienen un mérito considerable pero
absolutamente distinto. Santa Fe, aunque con peores casas, tal vez
guste más a los forasteros por la razón de ser la capital. Las casas de
Popaván tienen un aspecto más alegre, y hay algunas que no desdirían
en cualquiera de los barrios más hermosos de nuestras ciudades de
Europa: la calle de Belén especialmente es digna de mención. Todas
las casas tienen un piso, están en correcta alineación y las aceras
bien pavimentadas; tienen balcones y carecen de esas rejas que dan
siempre un aspecto triste.
La arquitectura de las iglesias (hay once) es elegante, aún cuando
como en todos los edificios de Popayán, la profundidad es demasiado
grande en relación con la anehura, lo que choca a muchos europeos
que están acostumbrados a proporciones más armónicas.
En Popaván hay una casa de moneda y dos hospitales, y hasta
trescientas ochenta casas de ladrillo y cuatrocientas noventa y una de
adobe Las tiendas no tienen aspecto alegro: como no se celebra mer­
cado en la ciudad, todos los viveros se venden en ellas Estes son tal
ves. en relación con la población, más numerosas que en Santa Fe.
Las plaaas no tienen nada de particular, y la mayor parte de las
casas Que las rodean están en ruinas por los combates que se han li­
brado en la dudad. La decadencia de Popayán se advierte también
por otros signos: antes habla varios habitantes que tenían una fortuna
de un millón de piastras; hoy la excesiva sobriedad del pueblo, sus
trajes, su aspecto, todo Indica que la guerra ha arruinado por completo
esta dudad, antaílo tan próspera y rica por el comercio que hacia con
Santa Pe v con Quito y por las minas de oro que sus vednos tenían
en el Chocó v en las márgenes del Cauca.
Todavía hay hoy euatro familias que tienen un eapltal de 400.000
piastras, que no son más que restos de sus Inmensas fortunas, que
sacrifican todos los día a la República cuya causa han abrazado.
En Popayán sólo hay un convento de franciscanos; los otros cinco
monasterios, con gran desesperación de los hijos de esta dudad, han
sido convertidos en cuarteles; sus rentas se aplican a la fundación de

514
un colegio. Estas disposiciones han desagradado mucho al pueblo de
Popayán, que es muy afecto a los frailes; hasta se llagó a temer con
este motivo que hubiese una sublevación en Popayán, como sucedió
en Maracaibo.
B comercio de Popayán consiste en telas de lana que la guerra
ha hecho que se exporten por la costa de Barbacoas o de Buenaven­
tura a Quito y a Guayaquil, la s franelas se traen de Europa, la sal de
Santa Fe. las harinas de Pasto, el cacao de Tlmaná, el azúcar de Cali.
Las franelas que tienen más aceptación son las encamadas, amarillas
y verdes, que se venden a veintidós reales la vara.
81 hubiera de creerse lo que los santaferefios dicen de los popayane-
Jos. habría que reputar a éstos como gentes poco sociables. Hay que
convenir en que tienen modales un tanto altaneros; su conversación
es muy afectada; en general son más distinguidos que los de Santa
Fe, Por lo demás, si son más afectuosos y corteses, en cambio son de
una avaricia extremada. Se lea reprocha su indolencia; cosa natural
en una gente que tiene esclavos.

Furaré
B emplazamiento de Puracé es muy agradable puesto que domina
el valle de Popayán. Está uno constantemente molesto por el polvo
negro que levantan los vientos del Nordeste, que son muy fríos. A pe­
sar de esa temperatura más bien baja hay una palmera en el centro
del pueblo.
Tanto en el trazado de las ealles como en la distribución de las
casas de Puracé se advierte mucho gusto. Cada una de ellas, cons­
truida con barro, se levanta en el centro de un terreno bastante eran-
de; del lado de la calle está el patio y detrás de la casa hay un Jardín
cuidado con esmero, en el que se siembran maíz, patatas y trigo, y en
el oue suele haber algunos manzanos, por las calles principales co­
rren arroyos de agua límpida Aprovechando el declive del terreno,
cada vecino ha hecho a la puerta de su casa una especie de fuente, de
donde toma el agua. Los Indios de Puracé son sumamente apacibles;
las palabras de su Idioma tienen muchas consonantes, que lo hacen
muy áspero; es el mismo que se habla en Totoró. Les gusta la agricul­
tura v se entregan con pasión a los trabajos del campo; pagan al cura
700 piastras en concepto de diezmos, cantidad que nos da la medida
de su riqueia.

QulUehao
Llegado que hube a la mina de Alegrías, me quedé estupefacto al
oír la enumeración de todas las que. por doquier, me señalaba mi gula
con la mano' al Oriente, Quina Malón, Dominguillo. Campo, San Vi­
cente; al poniente, Cerro Gordo, Santa Marta, San Miguel, Fortugale-
te. Honduras y una Infinidad euyos nombres no recuerdo; la mina de
Alegrías me dló una Idea exacta de las otras y del trabajo de los
mineros. Unas euantas chozas habitadas por negras están diseminadas

515
en medio de bosqueclllos de bananos, su planta favorita Por todas
partes se ha abierto el suelo y se le ha removido a escasa profundidad:
por esos cortes pasan arroyuelos de modo que por todas partes corre
el agua, no ya como en el delicioso valle de Neiva para regar la tierra,
sino para arrastrar la que luego se ha de lavar en unas bateas, lo mis­
mo que se hace en Africa. No se puede uno imaginar nada más árido
que el terreno inmediato a las minas; el color rojo de las tierras, in ­
dicio de su riqueza, no lo es de la del suelo. El agua, mal llevada por
los canalillos, se expande por todas partes sin fertilizarle.
Por debajo de la meseta de Popayán está el pueblo de Quiltchao.
Su situación es muy ventajosa: está en el lim ite de las tierras calien­
tes, de las templadas y de las frías, alendo merced a ella el punto
convergente de los productos de todos los climas; además hay en su
demarcación muchas minas de oro. Quiltchao disfruta de un gran
bienestar. Pul a pasar la noche un poco más lejos a una venta donde
encontré buen número de mercaderes que iban a Popayán con muías
cargadas de azúcar.

Cali

Era ya de noche cuando entramos a Cali; la ciudad estaba ilu­


minada y las músicas atronaban el aire con motivo de la inauguración
de un colegio cuya fundación decretará el Gobierno. Me costó mucho
trabajo encontrar alojamiento, pues como el Alcalde presidia los
festejos, no le fue posible sino a hora muy avanzada ocuparse en en­
contrarme posada en una tienda donde pasé una noche bastante mala.
Cali no sólo está bien situada desde el punto de vista panorá­
mico y del clima, sino desde el comercial, ya que en esta dudad
convergen todas las vías de comunlcadón con Popaván v el Pacifico.
Esas relaciones son hoy día frecuentes e importantes, gradas al ta­
baco de Llano Grande, pueblo situado entre Caloto y Buga; se le
exporta al Perú y a Panamá, donde es muy apreciado Comprado en
el lugar de la producción cuesta dos piastras la arroba; en Panamá se
vende a seis reales la libra,
Las calles de Cali están bien alineadas y las casas son de ladrillo
o de tierra encalada, lo que da a la ciudad un aspecto de limpieza po­
co frecuente en la Cordillera Occidental.
8e están empezando a edificar dos iglesias. 8u arquitectura es
notable por lo acertado de las proporciones v por el buen gusto; se
queda uno admirado al encontrar en medio de las soledades de Nueva
Granada templos como éstos, construidos con tanto esmero. Antes
habla tres conventos pertenecientes a las órdenes de La Merced, de
los agustinos y de los benedictinos, que fueron suprimidos quedando
sólo el de los franciscanos, que cuenta con dieciséis frailea Las ren­
tas de los suprimidos se han aplicado a la fundación y ai sostenimien­
to de un colegio.

513
Buenaventura hacia 1*21

Juntas del Dagua

El pueblo de Las Juntas está habitado por mercaderes de Cali;


la actividad de esos hombres se puede sólo comparar con la que en la
Cordillera Oriental despliegan los socórranos. La población de Las
Juntas tiene que soportar la escasez de víveres, y claro que es poco
numerosa; el Incentivo de las ganancias que proporciona el comercio
de la sal y del oro la hace vivir en este sitio inhóspito, de donde no se
sale sino para entrar en unos bosques impenetrables.

Buenaventura
Por fin sin peligro pero no sin trabajo, llegamos a ese puerto de
Buenaventura en que tantas ganas tenia de verme.
Por la importancia y por la belleza de su situación, Buenaventura
deberla ser una ciudad considerable; un comercio activo deberla dar
animación a su puerto; una población rica e industrial deberla llenar
sus calles, y numerosos barcos deberían entrar y salir sin cesar, pero
sin embargo no hay nada de eso. Una docena de chozas habitadas por
negros y mulatos, un cuartel con una guardia de once soldados, tres
piezas puestas en batería; la casa del Gobernador, lo mismo que la de
la Aduana, es de paja y de bambúes, situada en la iallta de Cascajal,
cubierta de hierbas, espinos, fango, serpientes y sapos: eso es Buena­
ventura.

517
Y sin embargo el comercio que se hace por este puerto no deja de
tener cierta importancia, a pesar de que son sólo productos de los
más ordinarios los que por él entran y salen, tales como sal, cebollas
y ajos. Esto es lo que por lo general traen las goletas de Paita, a lo
que hay que añadir los sombreros de jipijapa y las hamacas; extrañas
importaciones para una provincia tan rica en oro. Las exportaciones
consisten en tafia, azúcar y tabaco. La penuria de víveres aflige cons­
tantemente este lugar malsano; con gran dificultad se consiguen
plátanos verdes, pan de maíz y queso. Una gallina cuesta una piastra;
el pescado escasea y parece que es nocivo.
Buenaventura, hoy por hoy, no es nada. Este villorrio puede, con
el tiempo, adquirir un incremento prodigioso si, de acuerdo; con un
proyecto planeado hace algún tiempo, se traslada su emplazamiento
al nor-oeste del sitio en que hoy está. El terreno en que se proyecta
crear el nuevo puerto está un poco más elevado y por lo tanto es
menos húmedo, y como está emplazado en el continente se podrá
extender y será más fácil construirle con materiales más resistentes
que el bambú. Las casas que en él hayan de edificarse cerrarán m ejor
que las de ahora, que cierran sólo con unas correas, ofreciendo mayor
seguridad para el comercio, y finalmente no habrá esa humedad exce­
siva y constante tan funesta para los extranjeros que residen en Cas­
cajal. De ese modo el puerto de Buenaventura figurará un día entre
los primeros del Pacifico. En lugar de esas piraguas que hoy constitu­
yen toda su marina, se verán en él buques de alto bordo, y sus chozas
repugnantes se trocarán en magníficos almacenes para depósito de
los productos de la India y de Europa.

ISAAC F. HOLTON (1852-1854): La Nueva Granada, veinte meses en


Los Andes
Sabanilla
No se vela más rastro de trabajo humano que el pretencioso edi­
ficio y los cobertizos de los empleados de la aduana. La aldea estaba
mucho más lejos, y decidido a averiguar cuáles podían ser las ventajas
que atrajeran a la población a ese lugar tan alejado del puerto y del
movimiento comercial, subí a una embarcación que se dirigía a la
deslucida aldea. El pueblo está sobre una ciénaga salada, a unos pocos
centímetros sobre la pleamar y consta de casuchas de barro de un solo
piso, techadas con ramas de espadaña, planta tifácea. Todas son
iguales y constan generalmente de dos cuartos que dan a la calle, pero
sólo uno tiene puerta a ella. Las ventanas sin vidrio y con rejas que
se proyectan un poco hacia afuera, les dan el aspecto sombrío de pri­
sión. Los barrotes de las rejas son lo suficientemente separados para
permitir que el dueño pueda sacar la cabeza para ver qué sucede a
ambos lados de la calle. A veces, en las esquinas, el transeúnte se gol­
pea la cabeza contra las rejas, pero con mucha menos frecuencia de
lo que es de esperar, pues las gentes, conociendo el peligro, tienen el
cuidado de evitarlo.

518
Sabanilla es tan compacta como cualquier pueblo manufacturero
de Norteamérica y mucho más fea por cuanto las chozas de barro y
de paja son peores que las de ladrillo y pizarra. En las calles no se
encuentra ni un árbol, ni un arbusto, ni una maleza.
Da la impresión de que todas las casas y chozas de Sabanilla
fueran tabernas o tiendas, y cuando se entra en una de ellas, es cu­
rioso ver tantas botellas y ningún tonel. La primera casa a la que
entré constaba de un cuarto grande, casi vacio, y era quizá la casa
de un empleado de la aduana.

Barranquilla
Barran quilla tiene mucho mejor aspecto que Sabanilla porque
por ley todas las casas están blanqueadas y algunas son de dos pisos.
En un principio no capté el valor que aquí se adjudica a las casas
techadas con teja, la mejor de las casas con cubierta de paja se con­
sidera inferior a la más humilde de aquellas. En Barranquilla utilizan
espadaña, typhia, para los techos, pero río arriba emplean las hojas
de iraca, las mismas con que se fabrican los sombreros de Panamá, la
Carludovica palmata. Sin embargo, a todas las variedades se les co­
noce con el nombre de paja.

Cartagena
A l suroeste hay otra isla donde está el barrio de Jimaní o Get-
semani, también con murallas, defensas y puente; y completamente
aparte la fortaleza de San Felipe de Barajas, en el monte de San
Lázaro, una roca aislada, en donde se talló la piedra de la construc­
ción que desafortunadamente sufrió mucho cuando Vemon sitió la
ciudad.
No puedo hablar de estas obras sino como un lego en la materia.
Aparte del costo, lo más notable es lo compacta que hacen la ciudad.
Cartagena es una ciudad acabada y lo ha sido por mucho tiempo, qui­
zá por un siglo. Dentro de las murallas el espacio es valioso, asi que
las calles son estrechas, las casas de dos pisos y las plazas pequeñas.
Por otra parte y no obstante que el agua lluvia se vende en barriles,
la ciudad tiene un aspecto de limpieza que da gusto.
A pesar de que el espacio es tan reducido dentro de la ciudad, por
encima de las murallas se puede dar un paseo delicioso, con el mar
a un lado y la antigua y soñolienta ciudad al otro.

Mompox
La población tiene aproximadamente los mismos habitantes que
Barranquilla, pero es muy diferente, porque es ciudad muy antigua
y religiosa. Hay bastantes iglesias y en condiciones mucho mejores
que la iglesia de Barranquilla parecida a un granero solitario. Las es­
cuelas, en cambio, no son tan buenas como las iglesias, aunque el do­
mingo, dia en que salimos, iban a inaugurar una escuela para niñas
de clase alta.

519
Mompox está situado en una isla y es ciudad de joyeros y de bogas.
T a l vez el origen de su grandeza lo debe a la insularidad que la hace
accesible por canoa a las comarcas cercanas El desembarcadero de
vapores está al final de la ciudad, en el extremo de una isla dehabi­
tada, Más abajo, al frente de la parte vieja de la ciudad, se encuentra
el muelle para las embarcaciones ordinarias que traen víveres a la
plaza de mercado que está al pie, en un espacio abierto, pero con un
muro de tres pies de altura al lado del rio, cuya finalidad no alcanzo
a comprender.
Los jardines que conocí estaban en los patios de casas de dos
pisos y la mayoría de las plantas sembradas en ollas colocadas alre­
dedor del patío. Como fueron las primeras casas particulares que
visité, vale la pena que las describa. La casa claustrada es la que sólo
tiene una gran puerta a la calle llamada portón; el corredor que con­
duce de éste a la puerta interna es el zaguán, enladrillado o a veces
empedrado con piedras pequeñas, entremezcladas con vértebras de
res o ae cerdo, formando figuras. El zaguán conduce a una esquina
del espacio cuadranguiar, sin techo, que está en medio de la casa y
que en la Biblia se llama atrio. Aquí le dicen patio y está rodeado en
los cuatro costados por el corredor. El pretil es la balaustrada que se­
para el corredor del patio. Las habitaciones dan generalmente al
corredor y sólo las del frente no tienen ventanas al patio. En las casas
de dos pisos las escaleras son de ladrillo con el borde del peldaño en
madera, y están situadas en uno de los extremos del corredor. Las
piezas del piso bajo, con puerta a la calle, se utilizan como tiendas
o se arriendan a gente pobre; en este caso, se aíslan del patio. Estas
familias no tienen fuera del cuarto más espacio vital que la calle y
se convierten en un estorbo para la vecindad. ¡Pobres! El decoro es
un lujo que está fuera de su alcance.
No hay casas de más de dos pisos; la casa baja es la más común
y la más cómoda cuando no es húmeda, pero la gente prefiere la alta
porque es de apariencia más ostentosa. Existe otra diferencia radical
entre las casas de techo de paja y las de techo de teja. Las primeras
son indudablemente más frescas pero corren el peligro de incendiarse
y si no se repara el techo continuamente, se pudre y deja pasar el
agua cuando llueve. Tejas, el plural de teja, se puede escribir texas.
Los techos de paja derivan su nombre de los españoles. En España
efectivamente la paja se hacía con tallos de yerba, pero aquí se uti­
lizan por lo general las hojas de una planta de las pandanáceas, la
Carludovica palmata, llamada vulgarmente iraca, jipijapa y nacuma.

Buenavista
Durante todos ios días que viajamos en el champán no vimos sino
una aldea, llamada Buena vista, situada cerca a la desembocadura del
río Negro. Este nace abajo y al occidente de la gran sabana donde
está Bogotá. Deberían abrir un camino para carretas a lo largo del

520
rio, porque en este sitio quedarla muy bien el puerto fluvial de Bogotá.
Por el momento no hay más que una población grande, de chozas
dispersas de bahareque y paja.

Honda
El camino empedrado baja hasta un puente de piedra muy anti­
guo que hay sobre el lecho seco de un riachuelo y entra Inmediata­
mente a Honda. A esta ciudad llegaban en otro tiempo dos corrientes
de tráfico del interior, rumbo a España. Eran las vías comerciales de
Bogotá y Quito, ambas encaramadas en altísimas montañas y que se
enriquecieron con 1a expoliación de los Indios, pero cuando term inó
ésta, se acabó también el comercio con España. Hoy en día el com ercio
quiteño no busca el Magdalena, y las pocas importaciones y exporta­
ciones de Bogotá empiezan a abrirse camino al pie de las montañas,
en la margen oriental del río. Es natural entonces que desde que se
entra en la ciudad se observa su decadencia; casas que debieron ser
magnificas están reducidas a ruinas, sin techo, y las gruesas paredes
ahora sólo encierran malezas. Todas las construcciones de Honda son
de piedras y teja, y por eso la vieja ciudad ha necesitado para derruirse
la ayuda efectiva de uno o dos temblores.
El mejor ejemplo de arquitectura contra terremotos que conozco
es el puente sobre el Guali, el rio cantarino que atraviesa a Honda.
Antiguamente lo cruzaban dos puentes de piedra con un mortero casi
tan duro como la piedra. Del situado más arriba sólo queda uno de
los contrafuertes y un pedazo de estribo. En cambio el otro ha sobre­
vivido a tantos cataclismos que ninguna descripción, medida o plano
podría darle a un arquitecto idea de las condiciones en que se en­
cuentra el puente hoy en día; y por mi parte, ninguna especulación
o investigación geológica ha podido explicarme satisfactoriamente lo
que le ha sucedido. Parte del puente se cayó, lo arreglaron con made­
ra, luego se quemó y después lo volvieron a remendar; asi que tiene
construcciones de tres épocas distintas. Hay pedazos tan resistentes
que soportarían el paso de dos elefantes cargados, y otros tan débiles
que para pasarlos se exige que la gente se apee de la cabalgadura y
le quite la carga a las bestias. Parte de la manipostería se inclina
contra la corriente, y la otra a favor de ella; tiene algo parecido a una
linterna antigua que siempre me intrigó, porque nunca supe si el eje
del cono era originalmente horizontal o vertical.

Guaduas
Hablando de Guaduas debo referirme a la guadua, que en la Nue­
va Granada es la planta más útil después del plátano, de la caña y
del maíz. Podría llamarla el “árbol de la madera" porque sirve para
hacer casi todas las construcciones que no sean de ladrillo, tierra api­
sonada o de piedra, estas últimas muy escasas. Además reemplaza la
obra de madera en las casas y, por lo general, se utiliza en todas aque­
llas cosas en las que nosotros empleamos tablas de madera.

521
AogotA ppcabrza* me ha llevado a la conclusiónde que los granadinos ganan
Htt bueno estar nuevamente en 1* calle y repasar la* primera* i ni*
muy pnoo, gastan muy pocoy mas que trabajar prefieren soportar ios
presiones que se reciben en la capital de 4* Nueva Granada. La males de la pobreza, Cazl todas la* casas de Pusagasugs *on tiendas,
primer* 4* m en te i * p la n ta d e lo * p ie * y n o w nada agradable, U n o verdaderas tabernas, poro sin cuartos para arrendar Tienen dos pie-
llene 4a sensación de que Bogotá 4o w i l tratando romo a una bestia m ademas de la cocina, que queda aíras; la primera es la tienda y
de carda, obligándolo a oo m p e u r con la* recu a * de muía* por los an­ los cllenlos no pueden pasar mucho ma* alia de la puerta, la otra es
denes empedrados No hay acera* de 4adriUo y mu)’ pocas son de la sala y esta pobremente amoblada; los {daos generalmente son de
piedras planas. Ademas adío lle n e n dos p ies de ancho y son el camino tierra
favorito de las muías que se ap od era n de ellas s iem p re que llenen la
oportunidad. Melgar
Sn cuanto a las rasas, ninguna es de mas dr dos piaos, la mayoría Melgar es una de esas aldeas, centros de mercado, cuya existencia
de uno, blanqueadas pero no blancas; tienen c] frente muy grande, ci i odo un enigma para la ciencia poinieo-pcohóm)ca. Imagínense una
bt porten feo y enorme, las ventanas pequeñas, escasas y enrejadas, y población de bahareque y paja, con una iglesia, una capilla y una
desde ella* las mujeres, como prisioneras, se la pasan mirando a la
plaza, sin trazas de industria y en medio de una llanura inculta
calle
Los pobres viven en los pisos bajos de las casas altas, en un cuarto
Espinal
sin acceso al patio. Parece increíble, pero no tienen ninguno de los
servicios o comodidades considerados indispensables en otra* partes; Esta os una de las poblaciones mas bonitas y limpias que he visto
no hay desagües ni alcantarillado y el piso bajo es húmedo, por eso en la Nueva Oranada y con tiendas muy buenas Pero no se imagina
los ríeos viven en los all-os y en esta forma los dos extremos sociales uno por que esta situada aquí, en esta llanura desierta y calcinada
se encuentran De pronto el paseante llega a un anden donde hay un por el sol.
caballo con la cabes» metida en un porten y la mitad del lomo afuera,
en la calle 13 transeúnte tiene que bajarse del anden para pasar, co­ 1bague
mo lo han venido haciendo los demas desde hace media hora Afor­ lbagufe es una ciudad de peonas y gran parte de sus ingresos pro­
tunadamente no conozco el primer burro, muía o asno en este país vienen de los cargueros que prestan servicios a través de las montañas
que dfe patadas, aunque me aseguran que si los hay del Qulndlo, por caminos demasiado malos para muías Ultimamente
llogotA as sobre todo una dudad de iglesias, con una población han mejorado uno, asi que en verano pueden pasar muías, pero como
de 29 846 habitante* no tiene menos de treinta iglesias, mientras que también ha aumentado el volumen del trafico, hay mas demanda que
París con un millón de almas tiene solamente cincuenta. To visite nunca dr sirvientes, cargueros, chasquis y carteros, lbagufe llene la
entre veinte y veinticinco, proeza que dudo que otro extranjero haya misma relación con el Qulndlo que Independence con las Montañas
reaUsado.
Rocosas. F,n numero de habitantes lbagufe es la cuarta población de
Pasando el hospicio se llega a la iglesia parroquial de Las Nieves, la provincia y en riqueza ocupa el sexto o sfepumo lugar.
a mano ‘derecha, y a una plazuela oon una fuente, a la izquierda, Aqui La ciudad esta situada en una llanura amplia y las casas se ven
aproximadamente termina la ciudad, porque avanzando al norte las bonitas, en especial cuando los niños salen a Jugar a la luz de la luna.
casas comienzan a srr mas escasas y pobres, luego apenas hay rancho* Hay agua, pero a este respecto cito La Imprenta de mayo de lte2
hasta que se llega a campo abierto y cruzando una quebrada está el ’ F,i agua viene a lbagufe dfe los lados del Tóiiraa por un canal que pasa
pequeño convento franciscano de San Diego, que en el plano se señala a través de la calle principal que cruza a la ciudad, en todas las cua­
con la letra C Por ahora no les mostrare mas conventos, aunque hay
dras este canal tiene una apertum en la que cualquier transeúnte que
todavía muchísimo* mas, tanto para Traites como para monjas; afor­
no conozca bien la geografía, puede pasar a mejor vida, y esto no es
tunadamente ya han suprimido varios de ellos.
lo peor: ios aguadores, en especial los miembros femeninos del gremio,
Puna*anuir* bajan al fondo de esto» pozos para buscar agua y después hacer toda
clase dr abluciones, siguen su camino. ¡Imagínense entonces la lim­
Pusagasugá es un pueblo feo. situado en el extremo superior del pieza del agua cuando llega a la mesa!,*’
valle. *1 pie de la montaña, como localizaron los españoles la mayoría
de las poblaciones, Con una sola excepción, todas las casas son de
Tártago
bahareque y no puedo entender las razones político-económica* que
permiten la existencia de este pueblo sin industna* ni suficiente» v i­ Cartago tiene mas techos dfe teja que lbagufe. La dudad es antigua
sitantes que produzcan ingresos a sus pobladores Esta clase de rom- pero todavía siguen construyendo, pues vi edificando una casa de ta­
pias, Rata* se fabrican haciendo un molde de tablones dentro del cual
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»é P ifié l.!éfTé oftn U fit y ÍAfigfi té épiátMié fiié llé lf ic iilr Í4*á Ifé ^ T u i«*
Í^SaÓo!? qU é «tia O lR éU td JRAldé déJAfi A lfA jé rA * ft í -Ta y A* d é l WWrft, (JUe
néapyéé lép éfi- S i i raba.] A *>¿ top¿|,pillo ioíilít, ©&T'|5 ? AMA Pii )é féglÓ fi Lié T u llía éiVdtWl m ny PAéA porQué aWiuplc pfláé Bdf t)H ¿¿lá Véféa.
p a iip y éapésvfié, osicijS m u ré* « i » ) l « { i ín w iid l i: a m a ) a í d é y BilBéa IBé déálBABlé Rá UB L l i é f élB|>édfédA, íoU éééfa dé ra fild p f c)
Pvcjoféá éfi Hi* l£rrñ?»AL>S d i dé VA* éfi H iélid A i a» A í*il(p irftfi AAfi gftl, rtiáin td llé B e b b p pfttilfteldB dé 4-3Á8 héWNiBféá
ñp Vép désdé |{||:i3§ |£P iipnpñitós M B ifl él PiéTMA) y fA P la V é filé jé dé
s*r p ía h ía saJA fcATéldá Urna
P ilc a palo aliñada ¿ñ» U nGóTo dcfpélln dé) flrt P ic d ré i ñmTui f
R A ldA lilU » poéA p rd fiiP d »', aAtifo él PUél p lé flié il AABAtflllf ABA paáéíéla dé IB é -
dua T lé lié MéBAa íé iid a l «pié él B ñ galacralidé A él Tiilúó y íñal el
Ppééliioa a lim ó a )p l o*] d éii él a AÍBé.fia dé dAfi R-AIBAA cfiMééléS.
fflitB IA qué él dé L é P a llé l?B déééaiBgédd ét>li P W dé piedra se pala
S é aldea dé Rald&BÍllA oalé áiiuáda éü ftfi lA fiT T é fA é flé dé la lA fd l-
Id «Mmiñd dé lé A filié dél flA , lé PWft) PilA 11éiié dé lATABdéréá y dé BABA
üéTa dé C alda* A OdPdiiléTé tlí'éidéfil.pl-, IfiÁé a b a jo dé lé * détéfiifiAi*ft.-=
aééébddáé Al AAl
duíaa ¿»c Lo P a llé y S a i Cañas, f aTOAn dé |¡@g f)A * L é * +-4JA*, ílA fid A
y KílAAa, léiddt )A » lAéJéa flé tié ü dél ó f) A filé y é Vetea ññlAfi AAíTAH *-
íBéBlp ééñoJédiiá £u loa M apa* Si ítlAfTlú A a lé éii lé O érdlU élñ Offt|=
ES OerHw
d e n la ! 5 áoaégiié éli él C avilé, M í "jJAl'A fiié * OI Tifia dé lé Aídéé L a * d é l Aá A P l ó i dé lé pWASté dél áAl UégAfAAa é £1 C éffH d , lé dBléé pAbia
d.éi ééfiñti, ^ u p dAfi RoiéMéM-é ié pABiééíAfi dé (Aá dlal-fiMa, JHiédéfi férvíT~ AldB ífA A éd A fp iP lá n flP P lé y AAB ABA plAAé, A éálé iod o dé CArtégA.
íiñ * p a lé lA B ip é ré l él la fiia fiA dé lAá d llé í'é llla * fitjéfilAa Oüfi fa T o * rV lr p lñ p iid ñ lAA éliidñdéa rñipédrñdñá y LUiráUÍñ Eli é) éppiiA dé lA
riu epi íiu ir* luJpM '6 A lé » poblé d A eala c| d la ln lo , ib a* g ía fid é éá él p ip ié B éy ABA éélbé ( BiMTiPAS édlAé| ( él áftiAl dé aAiUAré Blé* cAtFé-
fiúéfila, A *i, R oid éfilllA , ftili ur»é pAfiléélAfi dé Adllí) llé fillá filé * , (lepe ArdlPATlA (pié pila AJAé Ué.yéti Vial A ¡ Al iélViaHA éa igiia) é AB AlHiA
fiM é l f P lé éótipééfé ( ta p¡ l a l ) dé) ta ü lé p dc| pitaipp p p ip b ié U fié p ih gfA B d é p é fA dé fAffRA AB PAéA IBÁá 1*égAléf¡ él tfABéó éá fAB lltA qiio
Alai UVn épiViplOió d a dé 4 0ftft géTévMo* Sa ilé lilfa l esAWAéé» ¿Me uijlfi P A fA éé BAfPlffédA-, y lé * ISAjA» Véfdéá y gTiiéáñá. A n iléA éAfBA éalAAllA^
A éyé fiiéd ilA », étlviolé*, fiéllép y ieallV ldédo* dé rtiglUi fiié n L l¡ p fif Id da*. R lféélA lB éB lé Al A fléB lé dé lé plédé é ilé lp Igléálé, dé la éAñl él
Olí él A o éá dé é k lr é ñ é l {file lé * Ifijá * dél séfiAí tJiUiB.áléá Un.y ófi fintfidA d iP .il A apéSA éa féprñdAéélAB ti é l Ralo dlPü] A Pié ÍA dld aM é Pl éfP ép lé
aquí y pijiii ’véynli « pApf-é.rac, UaUéf y gé-áléí áu ÁUléfA él SéBAf CthAféll, V léjéfO y ATÚiTé
S d v é ra »A . éé IxuXlln éapóFéT g £ I él Alép dé éllaa £¡íjé éaln fu cfa
f y féñlAéBélé pñTMMléiHé y yué édlp éñ AiééléBna sé lX é«Íñ ddféB o Joc
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fabéUAá dé L é Végé. P éfA BA ég áéí, B6 Bypd.é BP1 BPÍ, pAéa dAB Hé-JBAB P ñ liP lI a oáiñ S iiñ á d a p lé A filié dé AB rinélitiélA InálénlP» a n ié y
RQ WéBé BB B^éyAldídBA flé l, ééfbA ÍAa §yp é Véééá áé ébéB éB lréB é4 HABA d é PAITA N a pAédA iM AM BAflBé BAr q u é étAAgléfAB é a lr él lio L é
AOéBlé déí Q iUBAIa , y P A 'é d lé W éüB ñB« ppppiPi d jd i y é é lM BABl4= A lA dad éá lé é é P é é é fé d é l AéPl'AP * p f d é ié p ro vB iéié dél t^étiéñ y AB
BúaJBéBlo pioáciilp éi'i lAAéé |éa léBArég dé ay BééléBdé* P ilé * dé ÍA d ial n i A BAé Mp P ó 1(1 ORR l A R t l á P i w pAplaélAVi éá ) é déllFRé éfAdéd
d ó B lfé n A léá é «a é * BA Bin.reL«B A fA é fé B é ii íBéi, L é éééé dél IMeBlA dé )| N iirVá O íéB adñ
es reñéBA IBéjMi ag i^ a ir B a . m élén éia á y M ú W llén A Sa B géia p ié g r é B ' N a AABAWA B ÍB iB B AlTA S itié dél liáfBéBA dé B a Ií BITp Aá * léTigé
dé ñABA'Aé PA llp lié U>daá lñ* éléABé* b A éééélié*, A P éB é* g£,y (ABAA P ié * g ó P lé éB l é é-Aféél. A é á l* péáiW é *ApPfciWé«B flfé é f p é ié éAndAJA
plopaa, IBélUypBdA la AAAlBé y él oaláBÍA, péfA éAB éBpééiAéé* y Uidéé, l é A d n ilB léiréélÁ B L d p é é pAfqA é lé d ia BiéJAá gñPéíB éB tT á, p é « i y é hé*
éSéépiA él éaléBlA, éé épéviéMX'ñ-B éii é| pléú éH d dé l é éé*é.| M ié dé dé Plal-ó luégA p ñipé él A AAPfé p ilé ptiñló 1-4 iififéél éá ic j nplpnicnTé
éduBA L é MBiapWi dé léá é l M s t y do ié é M éeé* A* félBAvlBlé, y *AB ÍB *p gp fé éAPátTBldé dé adAAé \ éAp TéBlABAá qiié ÁAB é 1* ééllé.
IéB c lR ié P lé » éAWA ptlodé oupoí'fiXac dé Upé AUfa á éjlilé dé )a * iiiñiu'S
fA H
dé in i caXpMlPT'A éB ABA UélTé dABdé él MrBA é* de>ééABAéldA, ?31
éléélA la BBléé i’tiáñ §nb g é Vial A oyA? pufAfiídá a BB UifBA oa BB §5~ R a * BéllAPélBAá éii lp f^Péta iévpiiéT'dé dél Oanéa i pái o uniJ'A
leta lu > Aüé B a lé giléX él ap^fel+i .jyo aé ladra lié n o é u éltA Véééá éB P ili)* * *1 A Ü éPlé dé Oétí-i dABdé él iiéiTéBA sé lp « ñ d » A»\5i fí'ét upñí4n,
UB BéiiMdñ, y A lié * la iilá a pft ángUdó éABWPflfV P éfA pA f flB lléáéPIAá é Afié AftAé ^Aé se puo.íc t a i 11vai S^p.v ABA A dé*
lié é ié fid é á AéfééB é* él W W R é P é f *VlTÍW>é yPBAá déléBté dé pAá»At‘A
B u f é lé lT é n ^ ppp órPAIéda iPBy éltéBAA y tTAiidAáé, (vV»i péllBérñá qué sAfgéii aguí
y A lié AAfifé é l TAllWé, y BAf é fifP ilé dé |és AApéá dé |Aá AfPétoá té dl-
A l íiciflé dél flA W S ÜB péAAoBA pABládA AAB vñXlaá t a.aaa y UBA lé lé *
TlAAP élgüBAá ééBipABAfléá y dAá Igléálé*. ABA dé éilaá i*e?Aal*dp péi
ala qiiP éa la é é »é é á dél í l f l d l é dé ^ u falégi'A B d é y é l étiél tPéB éfdíi 0,gt£ -
ilP é íuipijlp pitty liéfB'uiáá 5¡á* éfPBlédé *VA|T>A A T'éll
Á éd léfliégfé pur lé * BiagBlfléaa y édabdéB léa pér4B ]éá Abé aé déB | U l

5S5
634
Vista de cerca. Temos qtíe 3a perspecti va de la dudad, tan placen­
tera a la distancia, no nos ha engañado. Está situada e s la margen
derecha del rio Cali, en nn terreno abierto y seco, a inedia m illa quizá
de las estribaciones de la OordSera Occidental de los Ande», o cadena
de nalgas Puede ser considerada como el puerto de m ar d d V alle d d
Cauca. ES capital de la provincia de Buenaventura, y en tanto que el
puerto cuenta apenas U M habitantes. Cali, la quinta dudad de la
Nueva Granada, tiene 11Ü2. Es una de esas viejas dodad.es que tanto
me gusta encontrar: donde la mayor parte de la arquitectura es de
construcción sólida, y hay pocos techos de paja. Tiene buena cantidad
de antiguos conventos, que han sido confiscados y convertidos en hos­
pital, colegio y otros edificios públicos. Todavía funciona un convento
de fraudara nos, al lado de una beatería o recinto para las devociones
especiales de las mujeres.

VIje»
Estamos en un sitio un poco m is alto que la planicie triangular
ose se extiende h ad a el «siente del rio. En d ángulo cerca a nosotras,
h ad a el occidente, hay una aldea de choras, algunas dignas de lla ­
marse casas, diñadas alrededor de la plaza que cari nunca falta en
tas aldeas

Buenaventura
Por lo tanto, la salida natural de este fértil valle está cerrada
para siempre al comercio, y ¿cuáles sustitutos hay? Primero que todo
el pestífera puerto marítimo de Buenaventura, en •A Pacifico, situado
exactamente al occidente de T i f o . Los caminos terrestres a Buena­
ventura Began hasta Juntas, en los afluentes d d Dagua. desde donde
es posible la navegación cuando el rio no está m o r crecido o muv seca
Pero el aue Sega a Juntas desde el Cauca cari nunca encuentra usa
embarcación, y no puede seguir más allá por fierra: y e l aue viene de
Buenaventura, a vece» no encuentra muías y tampoco puede conti­
nuar navegando por d rio. En ambos casos el viajero tiene que dete­
nerse en Juntas usa semana; por esta razón Buenaventura carece de
comercio y aún los barcos que navegan a lo largo de la Costa del Pa­
cifico. desde Panamá, no se detienen *iii

CHAR1JSS Sá FFBAY ( 1M6-1862); Vajrage a la N w r d k Grenade


Maxinilla

Marinffla es la primera dudad que se .encuentra en el «n r in n de


MedeUin. j tiene de cuatro a cinco m il habitantes. No se deben buscar
en ella n i edificios ni pasees que recuerden las grandes ciudades de la
costa; construida en terreno muy accidentado, sus calles ptn**pmtem
pendientes harto difíciles de franquear a pie. Las casas, e0Ii
fierra, están cubiertas de tejas o de rastrojo.

526
La s habitantes son casi todos blancos, 7 gozan de ana merecida
reputación por sn patriotismo, na honradez 7 la importancia que dan
a la educación. En otro tiempo se les citaba como modelo de candidez,
que según parece díó origen a cuentos más o menos satíricos, de los
cuales sólo citaré d siguiente:
Hablase terminado la construcción de la iglesia parroquial, eujo
pórtico, de estilo indescriptible, estaba flanqueado por una torre bas­
tante alta. En esta di tima ¿e consiguió suspender una gran campana,
traída de Nare a fuerza de brazos; pero faltaba fija r la cuerda, que
habla Eegado de Londres, 7 era demasiado larga, sobrando unas ocho
brazas. En caso tan imprevisto, d arquitecto j el cura convocaron a l
concejo municipal en sesión extraordinaria, 7 los debates fueron tem­
pestuosos. Unos quería que se levantara más la torre; otros propu­
sieron que se practicara un agujero de ocho brazos de profundidad
para introducir la cuerda. Por fin predominó la votación de estos úl­
tim os 7 el arquitecto recibió orden de ejecutar inmediatamente la
obra resuelta por tan memorable acuerdo.

ü sn rgrs
A tres cuartos de legua de Marinflla, 7 a cinco leguas de MedeUín,
está Kionegro, cuyas calles son regulares, y que tiene casas bien cons­
truidas. Entre los ocho mil habitantes de Da ciudad, apenas se cuentan
algunos pobres: la agricultura y el comercio proporcionan más de lo
suficiente para satisfacer las necesidades de un pueblo moral y labo­
rioso.
A l gaitr de la ciudad sorprende ver un camino regular; se han
empedrado los sitios fangosos, disponiéndolos convenientemente para
que corran las aguas. Un gobernador inteligente dispuso que los pre­
sidiarios hicieran estas trabajos, y gracias a ello cuenta hoy la repú­
blica con cinco leguas de un caante? transitable durante la estación
de las lluvias y muy bueno en el resto del año.

MedeUín
Seria inútil buscar en MedeUín monumentos proporcionados a la
importancia de la ciudad. Hace medio rigió que la ciudad de Santa
F e de Antioquia, situada al otro lado de la Cordillera Occidental, no
Dejos del Cauca, era todavía la plaza más importante de toda la
provincia, el asiento de las administraciones del episcopado, el gran
centro político, comercial 7 religioso de un vasto territorio. MedeUín
no contaba entonces más de tres o cuatro igi-ria* o eaptnac de re­
ducidas proporciones, y de estilo mezclado sin arte y sin gusto: úni­
camente t í colegio actual y su iglesia honraban, como construcción,
a ios monjes que le edificaron.
La catedral, construcción moderna de ladrillo, con la aobrepcul-
d ó n de una pretenciosa cúpula, como ya hemos visto, ae distingue por
la falta completa de las reglas de la arquitectura; la fachada presenta
dos especie s de torres cuadradas; pero por razones de economía no
ae han levantado más que dos paredes de «¡<1» tina

527
En medio de la plaza principal se eleva un surtidor bastante
gracioso, que se mandó traer de Europa a costa de una suma conside­
rable; adornan el centro unas quimeras, y el agua cae irregularmente
en el pilón. Hace algunos años se vela a pocos pasos del surtidor una
piedra de unos sesenta centímetros de largo por treinta de ancho,
destinada a formar parte de la base monumental. Cuando llegaron a
Medellln las piezas desmontadas de la fuente, el concejo municipal
nombró un Ingeniero Jefe (léase maestro de obra), quien, reuniendo
a su vez a varios mineros, canteros y picapedreros, les asignó muy
buenos salarios por espacio de dos meses para llevar a cabo la obra.
Cuando la primera piedra de la proyectada base estuvo en la plaza
de Medellln, costaba nada menos que ¡siete mil p esetas!... He aquí
por qué no se levantan monumentos en aquella ciudad.
Las casas particulares se construyen con cal, apisonándolas des­
pués; para las armazones, marcos de puerta y de ventana, etc., se
emplean sólo maderas odoríferas o resinosas, a fin de que no sean
atacadas por las termitas. La mayor parte de las casas no tiene más
que bajos; y lo más notable en la disposición interior es la completa
falta de puertas en las habitaciones, pero algunas veces se pone un
tapiz para hacer la separación. En la plaza y en varias calles, los pisos
bajos están ocupados por almacenes, y hay además un principal con
galería corrida a la que dan las ventanas o balcones. Una casa ordi­
naria para una familia de cinco o seis personas, cuesta por término
medio de cuarenta a sesenta mil pesetas. Los primeros ahorros de
cualquier industrial o negociante se destinan a la compra o construc­
ción de una casa; de modo que cada cual vive en la suya, siendo por
lo tanto muy difícil hallar una que se alquile.

Santa Fe de Antioquia
Las casas y los monumentos de Antioquia, no ofrecen nada de
notable; los arrabales tienen un aspecto más pintoresco que la ciudad,
sobre todo el que se extiende por el camino de Medellln. Las casas,
construidas todas con bambú y cañas, están sumamente aseadas, lo
mismo interior que exteriormente; el tejado es de hojas de palmera,
v todas presentan un recinto plantado de árboles frutales y altos co­
coteros. Por todas partes se ven flores, a las mujeres les gusta mucho
adornarse con ellas y también las utilizan para engalanar las im áge­
nes de los santos de su devoción.
Los muebles son bastante escasos en aquellas modestas viviendas,
una o dos hamacas y algunos ruedos constituyen lo indispensable; el
banco y las sillas son casi objetos de lujo. La guitarra o la vihuela,
pendientes de la pared, indican las disposiciones musicales del amo
de la casa.
Los habitantes de los arrabales, casi todos de un color algo oscuro,
son buenas gentes, de costumbres sencillas, pero en las que se nota
cierta indolencia. El marido trabaja en un plantío o cultiva un rincón

528
de tie rra que le basta para satisfacer todas las necesidades de su f a ­
m ilia . Las mujeres tejen sombreros, hacen cigarros y ven den p a n de
m aíz, agu ardiente o cacao.

Pácora - A bejorral - Sonsón - Manizales - V illa m a ria

Los burgos de Pácora y de Abejorral son poco Im portantes, pero


la ciudad de Sonsón merece la atención del viajero. E l clim a es tan
salubre, que los médicos se ven obligados a ejercer una segunda p ro ­
fesión menos ilusoria. Los habitantes se enorgullecen, y con ju sto
m otivo, de la educación liberal que se da a la ju ven tud en su colegio,
del que salen algunos hombres de talento excepcional. P o r este con ­
cepto puede rivalizar Sonsón con la pequeña ciudad de M a rin illa . El
com ercio es casi nulo; los más de los habitantes se dedican a la a g r i­
cu ltu ra; el país produce mucho trigo.
Después de Sonsón no encuentra el via jero nada in teresan te h asta
lle g a r a M anizales, ciudad muy favorecida por su posición, casi lim í­
trofe, en tre las provincias de Antioquia y del Cauca. Es un pu n to de
trán sito muy im portante y no se debe Juzgar de su com ercio p o r e l
m iserable aspecto de las cabañas, cubiertas de hojas de palm era, de
que se componen aún las más de las calles. L a población, form ad a a l
prin cip io por aventureros de toda especie, se depuró luego poco a poco,
com o se observa en las demás ciudades que se constituyen apresura­
dam ente . . .
En la A ldea de María, pueblo contiguo a las prim eras pendientes,
pude conseguir por casualidad un baquiano, es decir, un hom bre que
conocía algo la montaña. Una parte de la ascención, según dijo, p o ­
dría hacerse en muía; pero valla más proveerse desde lu ego del palo
alpestre.

Cartago
De este modo llegué a las orillas del rio de La V ieja , desde donde
com ienzan a divisarse las palmeras de los jardines de Cartago.
C artago es una bonita ciudad, que recuerda la de A ntioqu ia por
sus Jardines y sus calles, pero en rigor no posee más monum entos que
una m ediana iglesia. La plaza principal, que sirve de ordin ario para
las corridas de toros y los pronunciamientos, está rodeada de casas
de un solo piso, con un gran mirador. La yerba que dejan caer a lg u ­
nos asnos errantes form a una especie de tapiz, cortado por senderos
de diagonal.
En las calles, limpias y bien alineadas, ofrecen las casas un aspec­
to más decente y cómodo; pocas hay que no tengan su tienda, a l fren te
de la cual suele verse siempre una mujer, cosa que no se observa en
M edellln. El comercio principal se hace con mercancías europeas, p ro ­
cedentes de Cali o del Estado de Antioquia.

529
Roldonillo
Roldanlllo es una pequeña ciudad situada en la orilla derecha del
Cauca, al pie de la cordillera. El clima es delicioso, el aire sano, y los
alrededores ofrecen los más bonitos paisajes alpestres o tropicales.
Jamás he visto un lugar más a propósito para servir de retiro a un
filósofo o a un artista.

Tuluá - Buga - Pal mira


Desde Roldanlllo pasé a Tuluá, ciudad situada en la orilla dere­
cha del Cauca; es cabeza de distrito de una provincia, y residencia de
un gobernador, que había ido a instalarse en Roldanlllo, por pare-
cerle demasiado monótona la existencia en aquella pequeña ciudad.
De Tuluá me trasladé a Buga, Justamente nombrada por la belleza
de sus mujeres, y después a Palm Ira, ciudad enteramente nueva, pero
ya importante, que debe su rápida prosperidad a los grandes cultivos
de tabaco establecidos en los alrededores.
En Nueva Granada hay tres centros de producto del tabaco, a
saber: El Carmen, en la orilla Izquierda del Magdalena inferior, en
el Estado de Bolívar, cerca de los puertos de Cartagena y Barranquilla.
Ambalema. situado hacia el limite de la navegación del Magdale­
na, y Palmira en el Valle del Cauca. El Carmen y Ambalema expiden
una parte de sus productos a Alemania. Palmira abastece los merca­
dos del interior, hasta tanto que un buen camino en dirección al
Pacifico le abra también los mercados europeos.

Cali
Cali es una de las más bonitas ciudades de Nueva Granada; su
posición en medio del Valle del Cauca, le promete un gran porvenir,
cuando un buen camino la ponga en comunicación con el Pacifico.
Edificada al pie de las últimas ondulaciones de la Cordillera Occi­
dental. Cali ofrece un aspecto muv pintoresco por la variedad de sus
horizontes: está limitada en el lado de las montañas por un límpido
rio, sobre el que los Padres Franciscanos construyeron un sólido puen­
te. aue se enseña con orgullo a los extranjeros.
Las calles de Cali son regulares; las casas están bastante bien
construidas, todas con Jardín o patio, y las aguas, muy abundantes,
conservan el aseo y la frescura. El clima, aunque cálido, es sano y
agradable.
Entre los antiguos edificios se distingue sobre todo el convento,
habitado por los Padres Franciscanos, y después la catedral, cons­
truida según el gusto italiano del siglo X V I. Esta iglesia es la única
del pais en que he visto una colección de pinturas de algún valor. El
colegio, antiguo claustro, revela también los esfuerzos que hicieron
las corporaciones religiosas, hace dos siglos, para introducir en el país
artes europeas.

530
Cali es en tiempo de paz una ciudad comercial, donde se encuen­
tran mercancías de toda especie, procedentes de Europa y de los Es­
tados Unidos, pero todo se vende muy caro, porque la navegación en
el rio Dagua es tan difícil como peligrosa.

Quilichao
En la tarde del día siguiente penetrábamos en Quilichao, pequeña
ciudad pintorescamente asentada sobre el primer tramo de colinas
que limitan por el sur con el Valle del Cauca. La ciudad era en otro
tiempo mucho más Importante que hoy, situada en el centro de un
vasto distrito minero; tenia por habitantes ricos propietarios de es­
clavos que hacían explotar los aluviones auríferos de los alrededores.
Desde la emancipación de los esclavos quedaron abandonados los más
de los yacimientos; los trabajos que se ejecutan hoy son de poca Im­
portancia, y empléanse de preferencia mujeres, las cuales se contentan
con un salario muy módico.

Popayin
En Popayán se reconoce el sistema de construcción ordinario del
país; las calles, bastante limpias, están casi desiertas, y en ellas crece
la yerba como en nuestros puebleclUos.
En Popayán viven todavía muchas antiguas familias españolas,
que forman una especie de aristocracia. La buena sociedad es rela­
tivamente numerosa, y se observa, hasta en la clase artesana, más
educación, más cultura, más cortesanía que en la mayor parte de las
otras ciudades de Nueva Granada.
El comercio de Popayán no está muy desarrollado, si exceptuamos
el trigo y un poco de café, que se cultiva en los alrededores para el
abastecimiento del Valle del Cauca, la ciudad no exporta ningún pro­
ducto de su suelo. Es el depósito natural de las mercancías de Quito
y de Pasto, que consisten en tejidos de lana, tapices, ruanas, pinturas
de pacotilla al óleo, y objetos de laca. Popayán recibe de Cali todos
los artículos europeos: la Industria es casi nula.
Esta ciudad no adquirirá cierta Importancia hasta que abra una
comunicación fácil con el Pacifico, para lo cual le ofrece los medios
el rio Patla. Por esta vía mejorada llegarían más rápidamente y con
menos gastos para Cali las mercancías de Europa y de los Estados
Unidos, y las quininas seguirían el mismo camino para la exportación.

Bogotá
Los neo-granadinos se muestran orgullosos de su capital, Santa
Fe de Bogotá; para los que no han viajado es la primera ciudad del
mundo. Desarróllase graciosamente en la falda de los montes Monse-
rrate y Guadalupe, a dos mil seiscientos cuarenta y cuatro metros
sobre el nivel del mar; cuando se le ve desde la llanura, con sus torres
y sus campanarios, creeríase que es una bonita ciudad europea, pero

531
tiene muchas calles angostas de dudosa limpieza. Como cada cual es
libre de edificar a su antojo, vénse miserables casuchas Junto a ele­
gantes edificios, de gran fachada y vistosos miradores.
Las casas de Bogotá están dispuestas como las de otras ciudades
del país; el cuerpo principal del edificio se desarrolla alrededor de
un patio central, adornado con una fuente y arbustos.
En muchas casas hay muebles a la europea y parece que los planos
han invadido aquellas alturas, donde se esfuerzan para destronar a la
tradicional guitarra.
Los monumentos son numerosos: cuéntanse trein ta y cuatro Ig le­
sias o capillas, ocho conventos y dos hospicios, todos de construcción
antigua. Las iglesias más notables son las de los Dominicos y de San
Juan de Dios. La Catedral, que aspira al estilo corintio, fu e edificada
según los planos de un arquitecto neo-granadino, en el mismo em pla­
zam iento del templo de madera, cubierto de rastrojo, que m andó le ­
vantar Quesada. Un criado me la enseñaba con orgullo, dicléndome
que era m agnífica y que lo más notable de ella consistía en haber
sido edificada en el país.

Juntas del Dagua

Después de algunas horas de marcha por las pendientes que m i­


ran al Pacifico, se ve de pronto, al doblar un recodo del camino y en
el fondo de un precipicio, un pueblo situado en la confluencia de los
ríos Dagua y Pepita. Las gentes del país llaman a este pueblo la ciu­
dad de Juntas; el sendero que baja a esta especie de abismo es tan
sinuoso, que de una curva a otra no hay a menudo más que el largo
de una muía.
Juntas tiene de ciento cincuenta a doscientas casas del más m ez­
quino aspecto, que parecen deterioradas por la humedad del clim a;
por todas partes se elevan altas montañas cubiertas de bosque; el
aire, cálido y saturado de vapores, no puede renovarse, y por lo tanto
hace un calor sofocante.
Nadie vive por su gusto en Juntas; la población se compone de
traficantes y comisionistas, por cuyas manos pasan todas las m ercan­
cías transportadas por el Dagua; también hay unos doscientos negros,
los más de los cuales tienen piraguas. La parte fem enina de la pobla­
ción parece poco numerosa, pero añadiré que esto no es de sentir,
aunque mal me esté decirlo.

Buenaventura
Más allá de esta laguna está la bahía de Buenaventura: la ciudad,
levantada a orillas de la playa, viene a ser una copla de la de Juntas,
aunque bastante mayor. V I cinco o seis casas de agradable aspecto;
las otras son tan miseras por fuera como en el Interior. L a Iglesia,
erigida en una altura, parece una granja.

5 32
R ein a el mismo clima de toda la costa del Chocó, llueve casi to­
dos los días, y el calor húmedo ocasiona fiebres interm itentes de
m ucha gravedad.
Buenaventura es el depósito de las mercancías extranjeras para
el in terior del Chocó y el Estado del Cauca: allí se embarcan también
las quininas de los Andes de Popayán; el puerto es poco frecuentado
p or los buques de vela; pero los vapores que hacen el servicio de P a ­
nam á a Guayaquil tocan en él todos los meses.

Nóvita
A l salir de Nóvita, pequeña ciudad sin importancia, situada en
una colina próxima al San Juan, navegamos un día más por este rio
hasta llegar al caserío de San Pablo.

ANEXO N ° 2

En marzo de 1921 se espera en ambos países la aprobación por el


congreso norteamericano del tratado con Colombia, llamado de “ indem ­
nización de Panamá". En vísperas del acontecimiento surgen en Esta­
dos Unidos empresas especuladoras, ofreciendo a inversionistas yanquis
unas tierras colombianas con el espejismo de los campos petrolíferos.
Extraviado por equivocación en el Fondo de Baldíos, del Archivo
Nacional, este documento ha escapado a la vigilancia de varios inves­
tigadores modernos. Sin embargo era conocido, pues cuando llegó a
Bogotá desencadenó una campaña de prensa contra “ el colonialismo
imperialista de los yanquis". Germán Arcinlegas dedicó la revista
Universidad (N9 4, de marzo 31 de 1921) a lo que él llama un “ blu ff
colosal" de “ yanquilandia". Se reproduce aquí “ in extenso" este in for­
me, considerando las consecuencias territoriales que tendrían los fa ­
mosos 25 millones de dólares.
El documento proviene de la Legación de Colombia en Washington,
donde fue traducido de los originales en inglés (preguntas: ¿quién
lo tradujo? ¿con qué fines? y ¿quién lo envió al Ministerio de Relacio­
nes Exteriores, en Bogotá?). Reproduce a lo largo de cinco páginas
varias cartas e informes de una empresa llamada South American
Trust, con sede en Chicago, en busca de inversionistas norteamerica­
nos deseando invertir en Colombia. Dicha sociedad aseguraba a sus in ­
cautos clientes ser propietaria de cinco millones de acres en el de­
partamento de Bolívar, entre los ríos Cauca y Magdalena. Es decir,
2.000.000 de hectáreas, extensión superior al territorio que ocupa el
actual y vecino departamento de Sucre.
El documento evidencia que si la opinión pública colombiana
ignoraba la relación Panamá-petróleo y el doble chantaje, mediante
el cual ambos gobiernos aplazaron durante años la solución del litigio,
en Chicago, Boston, Washington y los circuios financieros del W all

533
V U & iítV O * í t a a v r a * * z » r U 4 ém p m i t l l

m a t u p i é i s Tja m i f x 1
ft u « e * i A l# - c »

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ir» 1# It a r t U (t M t e t e l
A fl, I m m i • * . , tete t . I ,
W t M .'t M * .
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M ita # I ,
M U tte i# « r i> * H , leeéte » t . ,
| rtU | i t e n e r 47
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1 I I
tu b v ju í u a ir .u i m n
c e id fi, m iM ii *
*• t e f l i r » » te M f i t n t e ] « te eco, • mmébec
J“ M * ^ • f * * * * * f l » U U | M r t k U t w , U U d v lx H m k U e te t e w l t e U
M , w c flM to a» M e te rte rra *t« « t r . « « . t r o t«> te r * T l, U eW . » . tetet U a a ll* * ( . tv te e m e «a l t f l

A ttM . M . M , ; M teM
s e n ts M z c s a n m t Mr# t# Mart i*
im te *** * i t .
ÍF ia *l 1. I , te te M m

? it e n n «M ilU e r >
M la t e e eeter MartU-

laeaa r»ilk U « a* arrecian* 1*1 t í 4a la* aarrleataa, y re r «te» * U


í I ) I* r>altlBM y r aavra* 4* tepreiM aa «rea;m ( * fM 4a la* 4at*U#a ( «
platea mb la* t u 94# m m i lta#
9#r la t « • lia** * la * (''tula* 4a tea t la r r a * 4* * « « aeooa Matee «
t i te M IM « i u n letetete tea# 4*1 ter, aaaatr m eteeetea aattea yeríeriiwiite eetteteitei
tetra la la#ltl*K*4 4* aaaatra pea*al4a ala ««tarbea 4* «lapte claara, y
te * ameritara* Mae alte r«(iatr*4aa aar et te t a l 4* la s alaae it ii l e e * * 4»
t e t t t A M rte a e tn e a t . •araa#
M , t e t e t U e e lt e C t .,
tk ÍM ff ■aa «r «ataría peetee as te Hat* 4a saaatraa **««4*r#a 4a baaas
TM Ulm te abara pea tlaa* 94# a ea 4lpeelcl*e aaaatra eferte 4a aaalaaae
tn te e te e ( « t e n e i y ttarr* cea «*r%*be * p a l é .
far* ee aa*. raalttaa* «a aataelate te aalfalta4#
Xm te te * * i t u H r tm i 9 te , • » ( * m t U im m > t e c le » t e l im
M tT la s t* , M M H T M II l t e t e l « t « M t e t e U l t e t e f , y 1** i M t e f l e ye « y t e t a * . * 9 , S í. y «a ir e e
•preteelte • ! VU< t e r t e m t e >»et e l te c e r le iu , m m 4* m i I m le e ttle .
■ * * * • * * * * * • • * U r » t { « t e r c r t k te te le te te e <••> «te te « ! « ! * * • •ovn MnatfiMi tarar
*** t e « I b m «a * e ^ t i e e eletee te te * •^tea.'M , 7 *1 a* t t e c «
laweeeelMte. • * í« f t e ( te • elm ter nefltecetel reeerttee * tee •*. (M a . l 1#«. Bala
********* U * W lte i te m « r r * « « . a» U m i 9te. • * u «m tee teteltete<- 7«aerea* auxiliar.
• • * « te* r t r t e t e m tretejH te l e *M|eite.

-*•*■ >*• * • >e» i r t » r t e e w * * e r * t * 9 * ( { t e t e * t e c a «| e t e lt e V te« « i m

536
( 4 1

tórag anbrioait raras


Ohloago, XIX.
film B a s k o r v illo , 19 do a b r i l l o 1921
TeBarero
10, Sou th L a s a lle St«

ir. H. lis tín .


1*76, Beso an 3 t .
httoxi

éitimado oafior líartin:


l i o ha astado Ud. layando en loa parlddlooa al astado da desarrollo sn
na sa halla el Tratado aon OoloohlaTi "Hay fuertes ludiólos da qua exis­
ta yacimiento b do petróleo, tal Tas los mayor as del mundo, por oxplotar
•mColombia", dijo al sanador Lodge.

"K1 Paoto oon Colombia a a rico an petróleo '• aseguró Lodge.


Chioago Tribuna, 13 ab ril 1921.
"21 Senado poraoa qua qj robaré al tratado colombiano".
Chioago Tribuna, 15 abril 19a.

Las posibilidades patrolaraa aon. menas uno de loa respaldos que tienen
los Bonos del South American Trust. Y sin embargo, e llo s oolas bastarían
jara darle a usted, oomo a tenedor de bonos, parte en inmensas ganan alas.
Los Bonos Oro 61 10£ sobre primera hipoteca del South American Trust
lo ofrecen a Ud. partlolpaoióa, no sólo en petróleo, sino en todos los d'e-
lás prod<*otos naturales de ente riquísimo y Tlrgon país. La oferta de bo­
us según el detalle de nuestra circular del 1*. de marzo está aún abierta
ra usted, ofreciéndole, por una lnverolón de §100 , el valor de §100 en
S nos oro a l 10* sobre primera hipoteoa, 10 acres de tierra en su cabeza
j 101 acciones de capitel indeterminado aa Id compañías subsidiarias.
La aconsejamos aprovechar asta porpuoota tan extraordinaria, y conta­
ses oon tenorio en nuestra lle ta da aoolonlatcs dentro de muy poco tiempo.
Attos. 33. 33. y amigos.
SOUTH AMERICA? TRUST
(Pdo.) L.V.Rabe
Tesorero Auxiliar.
?.s. Si Inmediatamente envía Ud. al £6{í da su suacrlpoión, silo la bastaré
para (entrar e gozar inmediatamente de la oferta de la bonificación.

536
( 6 )

H «lm Te»o y tañado do loa

1
I J 1’ 0 R U E S C O M E R C I A L E S Sato eo ooa n buena pura l a
Sttadard O il, B in óla i r , Benedon
tiforaes oonsularos y mercantiles d iario s -T reea-T rect-C rnw ford, In to m o -
gblloadoe diariamente por l a O ficin a de ü o n a l Petroleum Co. y otroa
toeroio extranjero y nacional - Departa- qno odio ee meten en compon
Moto de Comero l o - De vmita por e l 8u- "bien probados"*
prlntendante de Dooumaitos. Washington.
Y PARA USTSD?

l«,243 Washington, t í e n » a Oot.15 1920a

La Tropical O il Co. tien e p er­


forados aquí 4 posos, y sagtin
so informa, está sacando 8,000
i(aí hay un. mapa de Colombia, parole!,oon) b a rrile s d iario s del más pobre,
líganos sombreados en narro, qui parecen)
sobos por l a Ofioina guberncm« ta l estado-) Aquí están l a Standard, l a 31a-
iidense editora del IBFOHMB, y oon nna) o la ir , l a International P e t r o l-
mocha ro ja que parece heoba por e l South) sum Co., y muchas otras.
Jaerioan Trust para efectos de anuncio.)
( I . d el T .)
Wtarroilo de l a Troploal O il Co.
la T rop .O il Co., dominada por loe intereses
fcaidom-Trees-Treat-Cravford, de Pitteburgo,
m oonatitnyó t i Dela v a re , e l 6 de Junio de
i 16. Haoe poco se fundió oon l a Intern ation al
•Otrolena Co* — — — — — — — — — — —

íAfl propiedades del South Aaerioan Trust Co. están en r o jo *

C6 )
(late ee un esqueleto para s u s c r ib ir eooiones, que da derecho pare r e c i b i r
d 1* de setiembre de 1921, o de ahí en adelante, un número de Bonoa Oro oon
Uterdo e l 10)6 d e l South American Trunt; "un número de aoc iones d e l T ru st oon
Iftreoho a bon iflo soló n ; un número de aooionee de la s oompafiac s u b s id ia r la s
toe e l o l i n t e escoja, ouyoe nombres están mi l i s t a a l a ls q u le r d a d e l esque­
leto. y n nal meat e , una eeorltura por un número de aeree m la e propiedades
leí Trust. - Xa de observares que aquí ee e g r e s a cus la e propiedades com­
portan a l rededor de olnoo millonee de eo reo y están situadas en é l Depto.
le B o lira r, entre e l r ío Csuea y o l l'agdalena, en desacuerdo oon l o que i n d i - '
t* l a moncha r o j a dél i ^ a . )

537
í T J

* * e® w p í*a a * lia n a Ae re^ refinaciones £ « r e c o r t o * l i i gae i e CJtí asgo


tau e, 5U « puesta resumirse b £:

35S3Z21E 2S3IA 2 T E£3 OS J3Ü jiElfilM Ii*; A CCLaWSXH U 5 .0 D O . DOD.OO.

21. p T í « i í « t « tíe t* HerSiag ¿¿¿o en pfiílAao m pera fnmsatsr y mefo-


y - 1"? te «El»De4 con 1* ¿mírica lato n* noartrle ra ttíle s r
«1 to etea o por t í « ¡ t í pe & 3rcae pegar a Dolomita ¡I».O O D . 000 p a r* J
«rrme^or tos tífereactas snagitas oox motlep f* to éepers-eioa Ce |
oá. 2er4i»g t t j v t í Semto t » ». eomo e* 'milIes sfMcimiao'xcs inoen-
▼sclantes ¡pera arrobar é l Trelaflo. » f i > els c e rí* v n t* * Torio bsbd-
wflfi jJDUvumfintí.

4 3
*0213 ra rro tu izz
(Sspresas aflmJT.adfia por 1» j-r^ r. 3er.oerartt <me. «sgüLn e llo s . es tí.
fflstatoamltenB* . Dices e l aiisv-o p r^sífi«:ie s «r¿ la E-sgnri.—
T lrtette a* »-ne aiagttr país Asi r w < i, usaos Isa totimoamen sean*. j
»er¿ eealtata en su ltíepenfieae.f y stíbemnle. One Isrfllag; se se
fienoetaeta seiyo fie Celaaibl* ylDl ente a* yrostt r t i l l i r utí én l e í Irato-
<e L

e
KGnEZl JCKEEtí 2E 0D1OCE11
^ lrtlra lc * * * parece escrito per ¡as oel.Bfiib1.tBO. ta;,¿<Ei«3D a «ssaXsex y
ponflermx so «filo 1* H q i«M ¿fie nuestro nució es mtaerEtox. atoo t n M e
«a facétalas. Sí&la lo loa pesos peiroHíarue s e 3Errtsica3>erna Jt y
Atoe qae e&n bey mutoo* otras yadiuieatos es;-erando «flo ta c iín - 3er-
slna aoñ unar Iraaee jera Qs&liarst lansílex y ¿aflrfis B ello, leo cas­
toras fie maestra á g il nnlinx*. 3

Z L T 1 H 2 D EL C¿DC¿

lüamlciÍB parece asento per m i amblase. Es usa sl.tibaasa fie l Talle fltí
Osuna, t í n»e Usas '"tí Taraíso fltí Emito". 1

*
121S20 QB03
| (Xarsee xa treeito fie na ertícitíH anís larga; filo* tisis
Se oso. Colaadito tiene buen* proelelAc—ea tos Trinas. lost it a posee
| otSM Blaeztíaa, laelsao la oéu ertíl* rerfl® il.tpr fu le m£c roe e l file-
| mantel, neltre. estaño. peta-fileo y certfrn-
Se cltos y torreaos aea sprcpiaflcB para prs&scj r tota nlere fie rodete!. 1

5 38
S treet unos especuladores esperaban con ansiedad la firm a del tratado
para caer sobre Colombia. Destacándose, una semana antas de la apro­
bación d el Tratado, la frase clave del senador Lodge, entonces vocero
en el Congreso de los grandes petroleros de los Estañes Prudos: El
pacto con Caloobú es zíco en petróleo.
Las propias declaraciones del presidente Harding afianzan la
opinión de que ios 25 imTlones eran menos una ñutnaainoon tardía
p o r la pérdida de Panamá, que un “adelanta' precoz sobre las conce­
siones en campos petroleros. No miraban b a tía atrás sino b a tía el
futuro. De hecho, por esta suma los gobernantes de Colombia no sólo
aceptaron la mutilación de Panamá, sino que además encimaron
inmensas adjudicaciones de baldíos y concesiones petroleras. L o cual
se realizó en los siguientes abas de las décadas del veinte j treinta,
desde Pedro Nel Qspina basta Eduardo Santos.

ANEXO N? 3

Los archivos y numerosos e interminables p la tos indican que la


fabricación, adulteración y falsificación de bonos de baldíos fu e más
que una constante y una tradición en las oficinas públicas y privadas
d e Bogotá, durante e l transcurso del siglo X IX ; recrudeciéndose cada
vez que e l gobierno emitía una nueva señe de ¡títulos. Taños documentos
del Fondo de Baldíos del AHNC afirman la iraca enría del tráfico de
bonos falsos, práctica criminal que muy a menudo fu e el origen de
sangrientos conflictos entre el rempesmado de ctdomzariún y los
trafican tes de tierras, radicados en Bogotá.
Se presenta a continuación un documento seleccionado par su
precisión y también p or su desenlace. Escrito en 19B7, exporte un caso
enfrentando ladrones, indígenas los primeros, yanquis los últimos, sus
víctim as. D e becho unos gaSEtas bogotanos lograron engañar a nnot
repaces inversionistas non*americanos, con bonos falsos totalizando
c e rca de 25.000 hectáreas. Pero lo más gracioso del caso es su desenlace.
Los abogados norteamericanos, descubriendo la carruptíón administra­
tiva. por la cual resultaron trasquilados, terminan su carta buscando
nAmn sobornar un funcionario «aJhr d tí embrollo sin perder sus
tierras. No dudamos que lo consiguieron, pues no hay en t í Archivo
m áx hurfia de sus reclamos.

539
WAlIdSR k KNZ71,
Attornaya OounaaUora at í.aw,
|fg« 5 , Airv fitraat»
Norria toan. Panna, Ootubra po, 190?»
fieflor Ohuleityn Bsuar,
fiMS^tfl, fiopubiiea da flolombla»
*a tim a d o fla flor,
Soy a i liquidador da ln flompafua Colombia* una fio-
aladad dal latado da Hueva Jersey* Patada» Unidos da Amarlas* paro
suyos nagoaloa generalas «alaban en a l Departamento da flo liv a r,
Bapublloa da flolomblBi haata qua finí diaualtn Unan tinao dos añoo
y suspendió toda alase da negosles» ><oa nagooloa da la Oompattin
sonslaplan an un aimaoan da neraanolas an Cartagena aon suauraalm
an flava «a y an oampanlto» Poseía porolonaa da tierras an Oartago-
na y»an yaplga puntos a lo la rg« dal vio ainu* eapaa i almanta an
Lories* Parata y Montaría| también an algunoa otrqa puntoa an a l
intavlovi V aapaolalmanto an Oarapapiio, donvio tañía una plantearon
da ii«000 aoyaa dQftda había orla da ganado y donda aa aataba ampa-
lando a fundar tuto plantearon da oáuanot
fiptra laa propladadaa aa la Oompafiía figuran alav-
tOB títuloa da tla.'rau, Sarlau A, tina. q, ó, 7, I I (Tras o a r t l f l-
aagoa maroadoa oada uno oon al Ú ó ,ll), i't, iq , 1 7 , pa. so. 5 1 ,
5 li 551 5b, 8¿i ílfi* I 38, IHO, haalando un total da 19 títu lo s ,
cada uno por j.QOü hautaiaaa da tlarval y da la fiarla B ., Nqb« 7 ,
íi v 15. hadando un total da *í títu los* oada uno por 500 hao-
taraos da-.ilarra» 'iodos, aatoa titulan eatan andoaadoa a l raapaldo
da la manara a iguianta:~
■Tasoraría fianaral dal n ia lr lto da flartagana,Abril 5 da 1906.
• Registrado da aouardo son la hay fió d* 1905»
» a l fo lio h dal L. ii«
* Él Tesorero,
■ Ul. H» fionfanta.*
fintandamoa qua todos aatoa títu loa eat4n legalmen-
ta raglatyadoa y qua a l oartlfloado da reglatro anotado airlbafiih
Inscrito para ataatar la valides da a iioa , Nunaa aa noa había mm-
nlfaatadob lo aontrarlo por nlngán emplaado dal floblarno» y pin-
guna auaatldn había aurglda sobra la matarla hasta heos unoa po-
oqe masas, qua alguna paraona qua había oompradQ algunos otroa
í tul os dal ropreaantanto 4a la Oomiiaftía haaa npioho tlampo (Moa,
2I , l i o y JI5), loa remitió 4 Bogotá para raglatrarloa* y ha an-
tablado raolamaoion aontra la Qompafiía flolombla por oompanaaoim
dal valor da aatoa títu los alagando qua a l Mlnletro da Obras Pu-
bllaan daolara qua talaa títuloa son fala lfloa d oa , norqua an oinn-
pllmlanto fia la Lay 100 da I 87Á, uni^amanle «ais títu los fuaron
arpa di dos loa ovinlaa ruaron debidamente registrados aon anterio­
ridad a dlaha Lay»
fil fiv, fi» 0, Paaran da OartBgana, Aganta da la Mala
fiaal y también nuaatro, hu astado an olortp modo an ralaolonaa
omarolalaa oon la flappanje Oolqmbla y ouando la aornót í al aaunto
J au «onalda?aal4n a l lo aomatlA a au Abogado (qua también aa a l
nuaatro) fiv» H* da la la p rls íla da Oartagana, qulan a l fio da
Agoato la oontaatr] al Sr» faaron lo e1 guiantef-
* Da aouardo aon lo SBSVerado por al fiv, Ministro da Qbraa
■ pánileas* la Lay quai autor! ai i a emlslán de títu los da tierras
• baldías da la fiaría «A* unloamopta fuá valida para la amisión
da austro titu las» fia aomatld un robó an a l Minia’t arip da varias
• da las formas destinadas .pava agtandar loa títulos y la firma
» dal empleado qua loa debía firmar fuá falaifloada, da manara ta i
8 qua lodos loa títuloa qua pasan dal primara ty aon f a l a i f loados*»
Deseamos riño Ud» noa oontaata laa algulantaa pregón!
te.

640
• H

J» Bu « l a r l o qua rfatoa t f t u l o a ion f a l a l f l o a d o a y qua


l o o «aq uel a toa A fnmaa donde a l l o a oaldn a a o e lto a fueran r e b e l o *

da l a a o f l a l m a d el QablarnQ T

0, I I r a f l i t r o v e r lfla n d o por n i Tnnnraro Bonfnn


an A b r i l 5 4a 1906, an oonfornldad oon la l a y No, y* da fQoq, loa
l a s a l i i a da alguna manera y

3f «o noelbla obtener au lagallaaolín por media dal


pBgo a l Ooblamo o a algún ampiando <f rapreaantnnta dal Qoblarno
da algún daraoho moderado »
Uh d ir ijo i Ud, porque aupongq que dahldo ¿ au larga
parmananula an aia c i udad y a au oonoolmlantQ oon algunaa parao-
naa dal Qoblarno la aara mea fa o ll obtepar loa da toa qua la pido
da alguna manara maa rápida y fa o ll sin tenar qua aomatar a l
aaunío a Abogadoa an flartagana a apilar A la vfa dlplomítloa,
Bn a l oaao da aua aataa averiguantunen requieran baoar
algitn gaalo aatoy H ato a cubrirlo,
l Bn Ib «opera da una pronta ranpunata, puado.
Bu 8. Bm
IRVHId P . BAIB1R
liq uid ad o r da l a Oompafi/a dolomita.

041
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546
SEGUNDA PARTE
L A F O R M A C IO N E S P A C IA L
D E L A U R B A N I Z A C IO N

. C A P IT U LO I
V GENERALIDADES
Si»
CAPITULO n
NUMEROS, FECHAS T LUGARES
m
V C A P IT U L O HX
PR O TO POLIS, C IU D A D DEL ESTADO DE S IT IO
502
C A P IT U LO IV
BOGOTA, CAFETAL DEL CAFETAL
630
CAPITULO V
1A CLBANTZACIOV EN EL VALLE
«52
CAPITULO V I
SINTESIS T CONCLUSIONES. LAS FORMACIONES ESFAC1ALES
W
BIBLIOGRAFIA
uw
Alpe

Frente a Villavieja se encuentra Alpe, pueblo de Indios, a quienes


las gentes del lugar consideran duchos en astrologla.

Nelva
Nelva no es una ciudad rica; la guerra, asi como las frecuentes
invasiones de hormigas en los cacaotales, la han arruinado. No hay
más de unas seis casas con techos de teja, y las calles no están em­
pedradas. La población, en gran parte, está constituida por gente de
color. Los enfermedades más frecuentes son la elefantiasis y la lepra.

Popayán

La comparación entre las ciudades de Bogotá y de Popay&n es


difícil de establecer, pues ambas tienen un mérito considerable pero
absolutamente distinto, Santa Fe, aunque con peores casas, tal vez
guste más a los forasteros por la razón de ser la capital. Las casas de
Popaván tienen un aspecto más alegre, y hay algunas que no desdirían
en cualquiera de los barrios más hermosos de nuestras ciudades de
Europa: la calle de Belén especialmente es digna de mención. Todas
las casas tienen un piso, están en correcta alineación y las aceras
bien pavimentadas; tienen balcones y carecen de esas rejas que dan
siempre un aspecto triste.
La arquitectura de las Iglesias (hay once) es elegante, aún cuando
como en todos los edificios de Popayán, la profundidad es demasiado
grande en relación con la anchura, lo que choca a muchos europeos
que están acostumbrados a proporciones más armónicas.
En Popaván hay una casa de moneda y dos hospitales, y hasta
trescientas ochenta casas de ladrillo y cuatrocientas noventa y una de
adobe. Las tiendas no tienen aspecto alegre; como no se celebra mer­
cado en la ciudad, todos los víveres se venden en ellas. Est^s son tal
vez. en relación con la población, más numerosas que en Santa Fe.
Las plazas no tienen nada de particular, y la mayor parte de las
casas aue las rodean están en ruinas por los combates que se han li­
brado en la ciudad. La decadencia de Popayán se advierte también
por otros signos: antes habla varios habitantes que tenían una fortuna
de un millón de piastras; hoy la excesiva sobriedad del pueblo, sus
trajes, su aspecto, todo indica que la guerra ha arruinado por completo
esta ciudad, antaño tan próspera y rica por el comercio que hacia con
Santa Fe y con Quito y por las minas de oro que sus vecinos tenían
en el Chocó y en las márgenes del Cauca.
Todavía hay hoy cuatro familias que tienen un capital de 400.000
piastras, que no son más que restos de sus Inmensas fortunas, que
sacrifican todos los día a la República cuya causa han abrazado.
En Popayán sólo hay un convento de franciscanos; los otros cinco
monasterios, con gran desesperación de los hijos de esta ciudad, han
sido convertidos en cuarteles; sus rentas se aplican a la fundación de

514.
un colegio. Estas disposiciones han desagradado mucho al pueblo de
Popayán, que es muy afecto a los frailes; hasta se llegó a temer con
este motivo que hubiese una sublevación en Popayán, como sucedió
en Maracalbo.
El comercio de Popayán consiste en telas de lana que la guerra
ha hecho que se exporten por la costa de Barbacoas o de Buenaven­
tura a Quito y a Guayaquil. Las franelas se traen de Europa, la sal de
Santa Fe, las harinas de Pasto, el cacao de Timaná, el azúcar de Cali.
Las franelas que tienen más aceptación son las encarnadas, amarillas
y verdes, que se venden a veintidós reales la vara.
SI hubiera de creerse lo que los santafereños dicen de los popayane-
Jos, habría que reputar a éstos como gentes poco sociables. Hay que
convenir en que tienen modales un tanto altaneros; su conversación
es muy afectada; en general son más distinguidos que los de Santa
Fe. Por lo demás, si son más afectuosos y corteses, en cambio son de
una avaricia extremada. Se les reprocha su Indolencia: cosa natural
en una gente que tiene esclavos.

Puracé
El emplazamiento de Puracé es muy agradable puesto que domina
el valle de Popayán. Está uno constantemente molesto por el polvo
negro que levantan los vientos del Nordeste, que son muy fríos. A pe­
sar de esa temperatura más bien baja hay una palmera en el centro
del pueblo.
Tanto en el trazado de las calles como en la distribución de las
casas de Puracé se advierte mucho gusto. Cada una de ellas, cons­
truida con barro, se levanta en el centro de un terreno bastante eran-
de; del lado de la calle está el patio y detrás de la casa hay un Jardín
cuidado con esmero, en el que se siembran maíz, patatas y trigo, y en
el aue suele haber algunos manzanos. Por las calles principales co­
rren arroyos de agua límpida Aprovechando el declive del terreno,
cada vecino ha hecho a la puerta de su casa una especie de fuente, de
donde toma el agua. Los Indios de Puracé son sumamente apacibles;
las palabras de su Idioma tienen muchas consonantes, que lo hacen
muy áspero; es el mismo que se habla en Totoró. Lea gusta la agricul­
tura v se entregan con pasión a los trabajos del campo; pagan al cura
700 piastras en concepto de diezmos, cantidad que nos da la medida
de su riqueza.

Quilichao
Llegado que hube a la mina de Alegrías, me quedé estupefacto al
oír la enumeración de todas las que, por doquier, me señalaba mi guía
con la mano: al Orlente, Quina Malón, Dominguillo, Campo, San Vi­
cente; al poniente, Cerro Gordo, Santa María, San Miguel, Portugale-
te, Honduras y una Infinidad cuyos nombres no recuerdo; la mina de
Alegrías me dló una Idea exacta de las otras y del trabajo de los
mineros. Unas cuantas chozas habitadas por negros están diseminadas

515
gómeos, des elementos Inseparables y una unidad dialéctica; quiza
este momento histórico de la urbanización sea aquel cuando estos
nexos se hacen más notables.
Ahora bien, aqui nos toca enlazar dos fenómenos Ínter-relaciona­
dos: el “cambio de mando” que opera a principios del siglo en benefi­
cio de una nuera metrópoli de decisiones, loe Estados Unidos y la ur­
banización moderna que se acelera en las décadas de los afioa
1940-50 y 60.
No es difícil encontrar en los archivos nacionales y departamen­
tales los decretos y ordenanzas de los años 1910 y 1930 relativos a los
préstamos de los bancos neoyorquinos para adecuar los muelles de
Barranqulila y Buenaventura, y desde 1945 en adelante para crear unos
parques industriales, contratar en Nueva York planos directores ur­
banísticos de Bogotá, Cali, Medellín y otras ciudades, todos hechos de
algún modo expresando un viraje, un cambio de órbita y la expansión
externa del capitalismo industrial norteamericano. Correlativamente,
en el campo político y jurídico, se suceden las Conferencias Paname­
ricanas en la década del treinta, concluyendo con la novena, en Bo­
gotá en 1948, y con la creación de un organismo supra-nacional, la
Organización de Estados Americanos (OEA) .
Estos aconteceres se plasman en el territorio de múltiples mane­
ras, en cuanto al amoblamiento espacial, urbanismo, arquitectura e
ingeniería de obras públicas. Y , precisamente, es a partir —y después—
del registro de estas huellas en el espacio, que calificamos el último
periodo como la fase histórica de la urbanización intensiva y acele­
rada, periodo que en términos generales cubre las décadas de 1940,
1950 y 1960.
Tomando como variable prioritaria a la población y considerando
la relativa homogeneidad de los censos nacionales desde 1938, se ha
dedicado especial y persistente atención a la fenomenología demográ­
fica de los últimos 40 afios. Sin entrar en detalles, se puede resumir
indicando las tendencias principales y agregar de otro lado algunas
reflexiones.
El análisis de las cifras de los afios 1938, 1951 y 1964, relativas a
la localización de la población, permite afirmar que en este lapso muy
corto de 25 años se saltó de un país básicamente rural, en su mayoría
(en un 70% en el afio 1938), a uno fundamentalmente urbano (en
un 52% «n el afio 1964, pora llegar al 67% en el censo de 1985). Es
decir, que más o menos se invirtieron las cifras de localización, de mo­
do que hoy viven dos habitantes en la ciudad por uno en el campo. Lo
que, entre otras cosas, significa que el trabajo de un campesino debe
alimentar a dos citadlo os; mientras que hace unos cuarenta afios un
dtadino recibía oferta de alimentos por parte de dos campesinos.
Con estas cifras observamos un proceso de inversión particular­
mente intenso y rápido. Aunque se dio en otros países, no tenemos
machos ejemplos de una velocidad semejante; pero no siendo un caso
único, no radica aqui la especificidad del proceso colombiano de concen­
tración urbana de la población. Más que todo reside en la modalidad

552
Form arían r-MmcUi 4 « la n H lM H I »

993
del fenómeno, en el m olo como actuó este traslado, en las condiciones
en las cuales se realizó dicha concentración de la población. Fue un
proceso forzado y no •natural", si se puede decir, un movimiento im ­
puesto “a la brava” ; operó por medio de una guerra campesina de cla­
ses, nna auténtica guerra agrana, este periodo es ei que va oe 19*/
hasta 1965 y que se nama con el calificativo muy contuso de ‘ la violen­
cia''. A l trn y al cabo no es más ni menos que una guerra aguda de ciases
en el campo, insertada a nivel mundial en la llamada “ guerra iría o sea
nna manifestación local de esta gran batalla entre capitalismo y co­
munismo. Ambos fenómenos se articulan y van paralelos, cronológi­
camente hablando. Violencia local y guerra irla mundial se inician
con Harry Trumao y Mariano Ospina Pérez y retroceden con John F.
Kennedy y Alberto Oeras Camargo. Asi que una vez más, para enten­
der las problemáticas del país, es preciso relacionarlas con e l m ovi­
miento mundial hilarlas con determinadas políticas intPm arinnalM
y continentales.
Este es, esquematizado, el enfoque bajo el cual se analizó aquí
esta cuestión de la urbanización del país durante ese periodo; eso es
lo que, a nuestro modo de ver, otorga una peculiaridad a l proceso ur­
bano en Colombia. Ocurre algo peculiar, que no tiene ese carácter en
otros países: ni en la intensidad, ni en la modalidad. El cruce y la
“•superposición ’ de datos provenientes de vanas mentes nos imucan que
el traslado de población rural, entre 1945 y 1965, afectó a por lo menos
tres millones de campesinos y a otros habitantes de áreas rurales,
para no hablar de algunos 300.000 que no tuvieron tiempo de huir.
Indagaciones estadísticas más precisas, tomando tres variables:
despoblamiento rural en su mayor intensidad y persistencia, zonas de
más alta producción cafetera y áreas de máirima agudez y duración
de la “ violencia'', convencen de ¡a articulación temporal y territorial
de los tres fenómenos. La conclusión es evidente e indiscutible: la
guerra agrana, pero con pretexto político, que padece e l país entre
1946 y 1965 imparta en forma más aguda a las zonas potencialmente
más ricas de la nación, en cuanto a producción cafetera de exporta­
ción. En forma general afecta a regiones que coinciden con aquellas en
las cuales se dio la colonización popular de tierras baldías y se forjó
un pequeño campesinado parcelero. Se da en un momento de más a l­
tos precios del grano en el mercado miunóíaii y en «n a coyuntura po­
lítica de máximo antagonismo entre los sistemas capitalista y socia­
lista; culmina con ia expulsión del campesinado trabajador en fincaa y
parcelas y auspicia el paso a la reconstrucción del latifundio, pero con
perspectivas de racionalización capitalista (agreguemos una breve dis-
gresión relativa a la curiosa coincidencia y al paralelismo que se dan en
los aumentos demográficos y los indicadores económicos: si hasta los
años cuarenta la población urbana crecía — en forma general— a una
rata anual del 3%, en la década del cincuenta subió al 6%. En cuanto
al crecimiento del producto bruto interno, no pasaba de un 33% anual
hada 1945, alcanzaba a 6.6% anual entre 1950 y 1955).

554
Otra singularidad: dicho fenómeno no impacta tanto a las urbes
mayores (hablando en términos de tasas y no de cifras absolutas),
sino que afecta a todo el sistema urbano narinnai Desde luego esta
afirm ación va en contra de lo que se ha dicho y repetido al público
cien veces. La verdad es que las altísimas tasas urbanas del orden del
5 y 6% anual, o más, que se verifican durante el periodo intercensal
1951-1964, actúan tanto en Bogotá, Cali y Medellin, como en ciudades
menores; se observan igualmente en centros que no pasan de 20.000
habitantes, lo mismo que en pobladas que no alcanzan los 5.000; se
verifican, en términos generales, en todo el malí aje urbano del país.
Por lo tanto, es imposible seguir a los que afirman que este mo­
vimiento fue el producto de una atracción ejercida por ia industriali­
zación. No podemos aceptar esta tesis cuando todas las indagaciones,
tanto generales como de casos particulares, demuestran que ocurrió
todo lo contrario: un desplazamiento demográfico divorciado del re­
ducido y muy localizado proceso de industrialización. Es preciso dis­
gregar los elementos, separar la industrialización, un proceso que va
por su propio camino, que no es inglés, alemán y francés, y la acumu­
lación demográfica urbana, “que viene por otros caminas”, si se puede
decir. Que se combinen después ambos procesos, eso es innegable;
tienen nexos, se articulan, se relacionan, eso es obvio. Pero no se puede
aceptar la tesis simplista y mecanicista afirmando que fue la indus­
trialización el motor de la concentración demográfica urbana y ver­
tiginosa del periodo 1945-1965.
Y eso lleva a formular otro postulado, otra tesis, que es la alguien -
* te: este proceso de acumulación y concentración urbana de población
(e l cual para nosotros no es más que el elemento numérico, meramen­
te cuantitativo, del fenómeno global de la urbanización) fue un suceso
artificial, incontrolado y completamente deformado; aquí los econo­
mistas y sociólogos siempre insisten sobre el hecho de que en Colom­
bia la dependencia externa provoca unos fenómenos deformados.
Ratificamos esta Idea, en cuanto al objeto de estudio: la transferencia
y acumulación demográfica urbana y el surgimiento de la ciudad
moderna también se dan de manera deformada Ni siquiera están im ­
pregnadas de esa lógica Interna que tuvieron como parte del desarrolle
capitalista durante el siglo x t x en Inglaterra, Francia y Alemania.
Esta atracción de la industria urbana, que se verificó en Europa du­
rante el siglo pasado, no operó en la urbanización colombiana de los
últimos 30 años. Más que atracción hacia un sitio motor, que pide, que
llama, lo que ocurrió fue una repulsión de un lugar que expulsa; lo
que, dicho de paso, obliga a distinguir y a diferenciar qué es migración
y qué es éxodo. Con lo anterior se ve cómo es indispensable estudiar
la urbanización colombiana a partir de sus características peculiares
y no aferrarse a los modelos que se dieron en Europa. La ciudad fran­
cesa, inglesa o alemana, emerge de un proceso largo y de una gran
prosperidad económica; por el contrario, la ciudad colombiana brota
de una breve explosión y en Isa máximas condiciones de pobreza.

555
Se esbozaron aguí a grandes rasgos unas características demográ­
ficas de la acumulación urbana. Pero estos flujos, meramente cuanti­
tativos, implican y arrastran con ellos respuestas inmediatas, las
transformaciones cualitativas de las estructuras de recepción. L o que
conduce a otra tesis: concluida la fase meramente cuantitativa de la
urbanización, se inicia la segunda etapa cualitativa, de transformación
y adecuación de las ciudades.
» En cuanto a método analítico se habia partido de la definición
básica y lapidaria más generalmente aceptada, “ Urbanización: con­
centración creciente de la población en los centros urbanos” , insufi­
ciente desde luego, siendo que considera la urbanización como mera
categoría demográfica y esta última como simple medidor numérico.
En otras palabras, los demógrafos se limitaban a constatar que tal
ciudad, durante cierto periodo, habia pasado de 10.000 a 100.000 habi­
tantes. En el transcurso de este estudio se tuvo que modificar el uso
de esta variable utilizada desde un ángulo tan estrecho, que sólo con­
sidera lo cuantitativo y desconoce la variación cualitativa, pues para
nosotros lo importante era examinar qué significado tenia para una
ciudad semejante salto y hasta qué punto implicaba una metamorfosis
en su morfología, en su contenido m aterial y en su estructura social.
Nos interesaba identificar la relación cantidad-cualidad, encontrar los
nexos entre aumento y cambio. En resumen, se puede decir que allí
donde terminaba la labor del demógrafo, empezaba la nuestra.
Las cifras de los últimos diez años demuestran una desaceleración
y una disminución en las tasas, las cuales son generalmente del 4%
anual, y en muchos centros no pasan de un 3.%. Significa eso que
disminuyó el crecimiento natural, vegetativo, seguramente como pro­
ducto de las agresivas campañas antinatalistas “ made ln USA” . Siendo
que en el periodo de 1947-1965 estos flujos migratorios eran tan inten­
sos que superaban en muchas ciudades el crecimiento natural, es
evidente que un fogonazo de tal intensidad no podía sostenerse durante
largo tiempo; tenia que ser tan breve como violento. En otras pala­
bras, en muchas áreas rurales la fuente se secó. Entonces las ciudades
dejan de crecer con el intenso ritmo anterior, lo cual permite un alto, un
descanso y un respiro. Y a se pueden enfrentar o por lo menos registrar,
• los déficits de todo orden, y empezar a obrar. Por eso consideramos la
fase actual, desde mediados de la década del 60 hasta hoy, como la
etapa de la transformación, otra faceta cualitativa de la urbanización.
O sea el periodo de adecuación de la morfología urbana a las exigen­
cias nuevas, surgidas de la presión demográfica que actuó durante el
periodo anterior.
Esta transformación era imposible en el mismo momento del
impacto poblacional. Su intensidad y velocidad fueron tales que sor­
prendieron a todo el mundo, hasta a sus mismos promotores, quizá
exceptuando al doctor Currie, que siempre se felicitó de la “ hemorra­
gia” del campo. Pero de todos modos no había manera de colmar estas
numerosas brechas, como son: trabajo, vivienda, equipamientos públi­
cos y sociales, salud, educación, servicios públicos y redes; no habla

55 6
manera de enfrentar y resolver de Inmediato los problemas que sur­
gían, ni de adecuar la ciudad para ponerla al nivel de las nuevas
exigencias; no había recursos, ni presupuestos, ni técnicos, ni políticas,
ni estrategias, ni programas. Y los déficits se multiplicaron, se sumaron,
se acumularon en vivienda, salud, educación, desempleo, desnutrición,
criminalidad, déficit de cárceles y de aulas, de redes de energía, de
agua potable y de buses.
Este periodo nos legó un pesado pasivo: montones de cuartos, de o
casas y calles que ya no son pueblos, pero que aún distan mucho de
ser ciudades; una ciudad descuartizada, esparcida, con sus numerosos
trozos botados en la geografía; pero una suma de cuartos, montones
de casitas y kilómetros de calles no conforman más que un simulacro
de ciudad; una ciudad, por los demás, sin memoria ni recuerdos, sin
historia ni quién se interese en adueñarse de su pasado; sin olor, ni
sabor, tan insípida como amnésica. Una ciudad rudimentaria y mera­
mente utilitaria, ignorando la creación plástica, sin más estatuas que
los bustos de dudosos “patricios” y próceres. Una amalgama que no
pasa de ser una proto-ciudad.
No se sabe si la oligarquía es más estúpida, hipócrita o ciega;
cuando decreta que Bucaramanga es “La Ciudad de los Parques” , Pe-
reira “ La Perla del Otún", que Medellín es “ hermosa” y Cali “ una linda
ciudad” . Tardarán todavía años antes de llegar a su estabilización y
otro tanto para sanear sus llagas y volverse bellas y gratas; pero eso
no se logrará mirando hacia atrás; resucitando un simulacro de
vivienda por medio de la autoconstrucción individual o de unos “lotes
con servicios” , que nos devuelven al rotundo fracaso de los años 1958-
1960. Tampoco se logrará renunciando a la industrialización moderna
y regresando a los obrajes del siglo X V III, por medio de las milagro­
sas micro-empresas.
Además, el nuevo sector financiero raíz y de la construcción sur­
gió del atraso y se quedó raquítico, no se atreve al reto, a los desafios
peligrosos, pero novedosos y progresistas. Inculto y de absoluto prag­
matismo, sólo se dedica a reproducir las recetas sin peligros: sigue con
la inmedlatista rapiña periférica horizontal y expansiva, la cual enri­
quece sin riesgos de la noche a la mañana; pero es incapaz de arries­
garse a enfrentar las complejas labores de renovación en las áreas
centrales.
Sea como sea, la ciudad colombiana es costosa y seguirá siéndolo
siempre en aumento. Tendremos que pagar durante muchos años, para
conseguir rápidamente lo que en otras latitudes se adquirió poco a
poco, en un proceso de siglos. Lo que Europa pagó paso a paso, durante
generaciones, "por cuotas”, en Colombia lo tenemos que pagar hoy “de
contado”.
En este panorama general de penuria, uno de los rasgos más dra­
máticos, con amplia cobertura territorial y una persistencia de cua­
renta años (desde los éxodos de 1946 en Boyacá y Santander, hasta la
Popayán del postsismo de 1983) lo constituye la crisis del alojamiento
y sus múltiples impactos en el espacio urbano.

557
O h ¿a r n n l j la crisis qne afecta a partir de 1946 a la gran
em peña pspsíaar de la nihm Sndén agraria, se Inicia sa SB d tqd é n
por « fs w i de la ariantadáD u rian a: se pasa de la w t e it a eM n de
h «M ií« a la de loa ejidos. Las tierras baldías de la pación, las ejldales
del itffüfew: m púb&cas. *d tí común'”; asi ae comprueba cómo
aifwKmc prcceaos y l o t a e n u edoEnadaves va s estndbaoBBite ligados
y el «**— « dei primero aosptda el surgim iento d d se­
gando. concretamente, k> q w ae plantea aqtri es el nexo histórico y
entre la eaioniiaelón agraria j la urbana. siendo esta últim a
tm rasgo de la fu e moderna de la nrbaniiadón (ver
B rtfíra en la rtgiilrmrr )
En p oiateu . las tie m s qne circundaban a l poblado, consi­
deradas como In a n a li u ctibte*. salm i& lndaj y despreciadas se in te­
gran a la urbe por medio de an verdadero proceso de
pxtont w ^ ri a r t u s papaiar. en el eaai se o te a ra n m orbos rasgos
típicos de la colon Pación agraria del periodo anterior. A ri que en sa
modalidad de vivienda —y más que lodo Ttviesada popular por anto-
conrimccíAD—, ana parte importante de la m tm üzatióa moderna des­
cansa sobre las TC«vfeit¡e«*»ap « pem Uarts de la ásoqn e
opera en menor o m ayor grado, e s ana a otra dudad, se poede afirm ar
qne Ea orbe colombiana osera. en gran parte, es producto d d trabajo
de los f oiorw M la á f r h u t e 'Ic n d m e S *, t o m a r y •“ocupaciones” no
paedsa ser « w n » ascmto de “orden públi­
co” . ja d itía i o w w o nn espamía-bmgneKs. Deben ser anafi-
radas tín prejuicios. como ano de los dem entas que integran la fase
actas! d d proceso de urbanbadón nadonaL Asa podremos, aagiaá. esta­
blecer ana nueva categoría territor ial histórica de la a ria n in c M o : la
coflOfstsstíÓQ popular ^ ib io L .
l a sefial de alarma de La H«hana ¡ s Conferencia de P on ía d d
Ease. d Ponto IV de Kennedy, la An*»wa para d Progreso y los progra­
L a (a& uQ ru uia «g fliir » C u * m u terei 4 * I * nrfluancuBUnr
mas de la OSA caracterizan a los 1969-1965 y el de unas
políticas urianas d d
nytu»>Tr» ptente 2 esta última sólo actúa en condici ones de Tna iirn&
X o es d e d o d d asar el ungim iento rápido de naevas psteUnrtu
rH«fa y cuando la amenaza con eRaEar; pero a regaSafficntes
soriatev. todas concentradas en las " ” *«***« y reflejo (fireeto de las
y **" w w i i rMw- iw> con doctrinas. publicas durables o estrategias de
calendas anotadas »**»>«» En derto entendemos este fenómeno
üargo ■v*an »» simtnfw i medidas ttapa-bneeoB tascadas en condiciones
como ese .venciTlo trabado de la “lio le & d i* que cflnadEByñ en d campo,
de emergencia. Oon total miopía se boezortza frente a destas sfitoado-
pero qae pasó a la dudad; también se transfirió a la orbe la mayoría,
nes extremas, emitiendo decir qne las suscitó. y sólo reacciona con d
la casi totalidad de los comlUetos nádales. L a Bmcti* de ch-ws negando
de los campos, no se detuvo en las poe t a s de la dudad: la invadió.
nrítmn antee d corita
iiv a p t T en s a ftitoumpi» d e en ten d er la n atu raleza d d p roblem a
La violencia urbana se m anifiesta principalmente por un a lto nivel a g ra rio , la oBigarquia raimw»in te re v e ló e n lo s ú ltim os tre in ta aftas.,
de deünnifTwrla y rt^miraaiíMaiHi ocigen y pop m podrí—
fmpng^img» p ora resoBr® 1 m É ltiptes >— eg»'«iWfrfiwiiiii.’'* d e la problem á­
m iento more!, afectando a parte de la estructura ¿odaL Esta
tic a orb an a. Después d e sa fra ca so p a ra e n fre n ta r la cu estión agraria,,
lompenlxadón generalzizda o a de esperarse y r »neSs¡ qne esta situación,
es m a y q o e esté b o y en capacidad d e aotn rin car la cu estión
lo qne sorprende es d aooiBTiftgo de los estadistas j de otros dtcakE d d
urbana. L a z '- i aden tro, está som etida desde a fu e ra ; q u í-
poder. Mal podrá boy la otsearquía quejaras de lo qne no es " » * « qne
la eonsecoeoda. Perada a la r ia M . de so pateifa en los ra mp a ijr « v ia sq f 1ic > jf f d in l p ara c o n tro la r la im petuosa m»i —wiifif^eMTini aea la
» l n r a > n ti> p m K b a y d e S O in e p t it u d p a r a r y
los altas 46: con sa tradicional y muy cómoda amnesia, qnlexe olvidar
so a*L3jHtf|-.vahiílt<tvrt histórica directa en la actual catastrófica liilim f fón rffirñytr £¡ j —ftt

558 559
jo m a n ejo qu£ se ha dado » Um do* pmblemm mayoress de la socie­
dad urbana, fil e m p ito y & techo, Ilustra lo Anterior; Incapaz de promo­
ver te industrialización urbana masiva, U elote difidente trotó de
resolver el problema volteando el orden de prioridad**, K p ro d u cto
directo fue crear ana maro de propietario» de cero», desempisado» y
por otro parte formar un verdadero ejercito parasitario en el aeetor
terciario, ercetendo también un lam pen terciarlo de la mlaeria".
Mientra* tanto se dio u n * breve ola de indystriallzaelóB. Originada
o 8ó*»jMVWILiA

en la situación Interna de loe Estados Unido» después de la 8eganda


Onerro Mundial y la guerra de C o rte , «dio consideraba lae necesidades
de exporteeíón de capital*» y en ningún momento lo que convenía al
pala Experimentó un fugaz auge en toda la decada del M , pero declinó
hada l*fó y se extinguió ante» de 1P7Ú, y hoy en día alguna» de cata»
grande» fírm e * extranjeros miran bada Venezuela o Ecuador y prepa­
ran m trasteo..
Ahí cabe seftai«r un aspecto importante del cambio cualitativo
«maniático ligado a la industrialización y al fortalecimiento del prole­
tariado industrial, aunque numéricamente muy inferior al pictórico
proletariado terciarlo de cuello» Maneo», Con base en la teoría urtoa-
nietlea "separatista”, de la cual tanto te Corbtwíer como Bert o Wiener
son apóstoles convencido», «e disefi* un primor parque Industrial en
Bogotá, sector Puente Aranda-América#; luego eeta Ideología sale de la
capital, se riega en Cali-Yambo, Medente, itagñl, Envigado, Barronqnl-
Ua y atrae ciudades y con eso la Industria, o por lo menea la arquttec-
tero det trábalo, paro a un nivel superior, prácticamente desconocido
antee el conjunto de producción Industrial, Es decir, unas estructuras
construida» en forma racional y técnica con d único fin de producir
objeto», mercancías.
Prácticamente desde el siglo Z V IR la producción de mercancía»
<* U f’ < v n < « , ,iu > w Owev O» U f o «-«fHwtMtw *
comeretaiee se realizaba en algún logar de la casa; en un espacio qui­
tado o agregado a la vivienda, según el modelo que aún persiste en
Botosa <Boyacá), en Aguada» íCalda»), en Han Pedro <Valle j y en varios Uniendo los dos sectores, primario y secundario, mucha» de la»
pueMoa de Varillo y de los Bao tendere», este fenómeno perduró hasta empresas se localizan en el lugar de extracción de la materia prima;
hace muy poco. De tal manera que la Industria textil colonial de flantan- la fundición de hierro en La Pradera, la» mina» de sal mineral y marina,
der, por ejemplo, en cuanto a sos espacios de trobafo y producción, a sus las fabricas de cal, la» mina» de carbón, los talleres de mantenimiento
modalidades laborales, no es m o r diferente del nivel registrado en Jos de draga» en las zonas minera» de oro en Antloqtda y el Chocó, los
censos industriales de 19M y IM$ ge consideraban entonces como ”«a - talleres en loa campamentos de los primeros ferrocarril»», los Ingenios
tablectmiento» industriales” a conjunto# productivos efectuado» t n una paneleros y luego lo» azucarero» en el Valle y las fabrica» de cemento,
pieza por 6 0 $ persona»; hoy eso se llama artesanado, De paso vemos son algunos ejemplo*,
81 en lo» afine treinta ya se manifiesta una tendencia a la Indus­
cómo en 19*4 no hay mucha diferencia entre los "obrajes” del siglo
x v m y la "industria” casera que acaba de bagar de Washington, trialización urbana, paro el urbanista se evidencia en los aúos fió un
salto cualitativo; la fnduXriahzaeióo por medio de la generalización
rebautizada con el seductor calificativo de “míeroempresas”.
del edificio de producción, de los parques industriales con sus infraes­
Comparando el pasado con el presente y *1 proceso Industrial euro­ tructuras propias f «n a numerosa concentración laboral, La zona
peo con aquel que experimentó t i p»is en su historia, rale la pena industrial y luego su culminación y máxima exaltación, el parque in­
recordar que en Colombia la Ind «siria as «urgió en la eluda» «too en dustrial planificado y la» zonas portuarias dísefeada», son la expresión
el campo. espacial y construida de la racionalidad que exige el capitalismo iod.¿*-

seo
triol moderna Además, a nivel territorial también opera una readecua­
ción del sistema de importación-exportación y una modemlsaclón
de las “estaciones de bombeo"; las “bombas" m ultiplican los proyectos
e inversiones en los muelles y bodegas de Buenaventura y Barranqullla.
Soctalmente el rasgo esencial de este periodo lo constituye el sur­
gimiento del proletariado urbano como clase, con sus propias organiza­
ciones laborales y políticas. Y más aún, el gigantismo adquirido por un
sector terciarlo siempre más prollfero y parasitario, parausado por su
misma hipertrofia, concebido politicamente como inagotable reserva
de votos dócUes y económicamente manejado como un “sanalotodo"
del desempleo.
Otro rasgo cualitativo moderno, consecuencia tanto del expansio­
nismo residencial periférico y lineal, de la creación de grandes parques
Industriales suburbanos y la resultante multiplicación de los "canales"
de comunicaciones locales, es el surgimiento de un nuevo modelo espa­
cial Interurbano (o plurl-urbano); los urbanistas lo llaman "conurba-
d ó n ", los geógrafos “reglones urbanas" y los Juristas, en Colombia,
adoptaron el calificativo de “áreas metropolitanas". Se conforman las
conurbaclones como conjuntos urbanos orgánicamente relacionados y
solidarizados y con vínculos de estrecha interdependencia entre los d i­
versos componentes. Con estos últimos, se pasa de la senclUa "unidad
urbana monocéntrica". Inscrita en el tradicional concepto jurídico-
administrativo de "municipio", o los extensos "conglomerados urbanos"
lntermunlclpales, con todas las problemáticas e implicaciones que se
derivan, entre ellas el hecho de rev&luar el concepto de municipio.
Es decir, que Integrándose a una conurbadón, una d u dad pierde su
unlddad y parte de su autonomía, convirtiéndose en elemento solida­
rlo de un sistema de ciudades.
Algunos de los más evidentes casos de satellzadón ya se advierten
en la conurbadón Bogotá-Chla-Facatatlvá-Slbaté y demás satélites in ­
ternos, el Valle de Aburrá desde Barbosa hasta Caldas, el complejo C a ll-
Yum bo-Jam undl-C anddarla-P alm lra, la formación B ucaram anga-
Glrón-Florldablanca y algunos casos menos complejos, entre los
cuales están CHrardot-Flandes, Perelra-Dosquebradas, Soledad-Barran-
quilla, etc.
Hoy en dia podemos comprobar la existencia incipiente de varias
consteladones urbanas, presentándose en distintas condiciones y en
diversas etapas del proceso de fusión física. Sin embargo, en m uy pocos
casos estas conurbaclones coinciden con el modelo industrial europeo
del siglo X I X , casi siempre el fenómeno se aparta de este patrón. En
efecto, m uy raras veces la conexión opera por medio de la muí ti plica-
d ó n extensiva de las lnstaladones industriales y la subsiguiente p ro -
llferadón de canales de relaciones entre la fábrica, la materia prim a,
la mano de obra y los centros de consumo. Por el contrario, divorciado
de la industrialización, el fenómeno actúa bajo la presión sobre el sue­
lo suburbano de una amplia tipología de funciones, entre las cuales
adquiere primicia la expansión residencial. Además, en los últimos

562
(D

Tip o lo g ía At con arbadonra

563
veinte años prollferan en las goteras de algunas capitales regionales
los grandes equipamientos terciarios, en planta única y muy extensivos,
bien sean Inter-urbanos o con vocación regional (centrales de abastos
en víveres, aeropuertos, hipódromos, cementerios-parques, etc.) y
abundan también los complejos dedicados a la recreación y el ocio.
No obstante, casi siempre se presenta la siguiente contradicción:
mientras operaba la fragmentación del territorio y la división m unici­
pal alrededor de un polo muy activo y en crecimiento, éste iba cedien­
do a nuevos municipios unas áreas que luego le harían fa lta para su
propia expansión. N o pudiendo extenderse sino en la Jurisdicción de
los municipios vecinos, el exceso de fragmentación municipal llevarla
al concepto de planificación conjunta, bajo la figura supra-municlpal
de “ área metropolitana” : pasando de la máxima división a la mayor
concentración administrativa.
Con todo eso, se pueden mencionar y caracterizar en form a sucin­
ta algunos casos (v e r G ráfico en la página a n terio r):
1. La formación sabanera en abanico. L a constelación se origina
en form a radial en Bogotá y se desarrolla a lo largo de ocho caminos
y dos ferrovlas, adquiriendo con estos diez tentáculos la form a de un
pulpo agarrando a un número igual de pueblos cercanos, anexados por
medio de la figura administrativa de D istrito Especial.
2. El rosario urbano del corredor del Valle de Aburra. Conurbación
originada en Medellin, operando hacia el norte y el sur y uniendo en
form a de cadena a diez poblados en una longitud de cincuenta k iló ­
metros. Formación estrictamente lineal, creciendo a lo largo de tres
canales paralelos: el rio, la carretera y la ferrovia. Con los focos in ­
dustriales de Bello e ItagUl, en su etapa inicial siguió el patrón europeo.
3. Conurbación de Barraquilla. De carácter portuario en su origen,
creció a lo largo de dos vías, el rio y la carretera, satelizando primero
a Soledad y luego a Malambo.
4. El abanico caleño. En form a de media luna se extiende por medio
de dos ferrovlas y cuatro caminos, con un radio de unos 25 kilómetros.
En la zona Cali-Yumbo (y con la ayuda del plan de W iener y Sert. en
1950) la conurbación corresponde al patrón industrial europeo clásico.
5. El caso de Santa Marta. Una conurbación costera lineal, estimu­
lada por el turismo y los balnearios, se desarrolla siguiendo los contor­
nos del litoral, hacia los antiguos pueblos vecinos de Tagan ga y Galra,
a pesar de unos obstáculos topográficos. Además, la ciudad creció a
lo largo de la vía proveniente del interior del pais (Avenida Libertador)
hasta absorber el caserío de Mamatoco.
6. Manizales-Vlllamaria. Conurbación lineal sencilla sobre una so­
la vía, a pesar del obstáculo del rio Chinchiná.
7. Perelra-Dosquebradas, caso parecido de conurbación entre un
polo en extensión, conectándose con una localidad vecina, convertida
en satélite con relaciones pendulares diarias.
Además, durante los últimos diez años se observa una incipiente
tendencia de unión a lo largo de la vía Pereira-Cartago, operando
desde ambas ciudades y muy visible en la zona de Los Cerritos. Se ca-

564-
racterlza por la proliferación de centros de recreación dominical y la
arquitectura residencial suntuaria de la nueva "danza de los millones’'.
8. Armenia. Conurbación en dos direcciones y que primero llegó
hasta el pueblo, demasiado cercano, de La Tebaida; con más lentitud
(y un obstáculo topográfico) crece hacia Calarcá.
9. Bucaramanga, caso parecido al anterior. Desbordando de la me­
seta, la ciudad se unió con las localidades muy cercanas de Girón y
de Florldablanca. Además está regando diversos equipamientos exten­
sivos en los territorios de Rionegro (industrias), de Lebrija (aeropuer­
to) y de Piedecuesta (Ecopetrol).
10. Conurbación de Cúcuta, típicamente fronteriza. Cúcuta se exten­
dió a lo largo de dos caminos, hacia el rio Táchlra y las localidades
venezolanas de Urefia y San Antonio, absorbiendo la localidad de Villa
del Rosario.

Estos son, a grosso modo, algunos rasgos esenciales de la Forma­


ción Espacial Moderna. De este rápido boceto se desprende nuestro
último postulado:
Con este inmenso éxodo de población rural y el incremento
prodigioso de la masa demográfica urbana, sólo se logró desplazar a
la violencia de clases, desde los caminos hacia las calles y desde las
veredas hacia los barrios.
Manifestación especifica de esta "contra-revolución en marcha” :
la ciudad se convirtió ineludiblemente en el escenario principal de la
confrontación social y de la más aguda lucha de clases.

565
CAPITU LO I I

NUMEROS, FECHAS
Y LUGARES

E n a p a rie n cia q u e d ó la p le b e e n la ciu d a d ,


p e r o d e h e c h o f u e e x c lu id a d e ella.

(Fustel de Coulanges, “La ciudad antigua”.)


Consideramos la rápida concentración urbana de la población como
el acontecer más relievante de la sociedad colombiana contemporánea.
Con el brusco fenómeno de la urbanización moderna, tres décadas
(1940,1950 y 1960) adquieren un lugar destacado en la historia social y
en la geografía económica y política del país. Además, veremos más
adelante que alcanzó su máxima intensidad y su mayor agudez entre
1945 y 1965, y que hoy en dia siguen haciendo estragos las secuelas de
sus sismos iniciales. Concretamente, aún no han sido dominadas ni
resueltas sus múltiples consecuencias, prosiguen en 1988 impactando
el sistema urbano y la vida social de la nación.
Teniendo en cuenta la relativamente fácil consecución de informa­
ción, este trabajo se inició privilegiando el análisis del comportamiento
demográlico. Se realizó una primera exploración en 1972-1973, exami­
nando los datos del DAÑE relativos a los censos nacionales de 1938,1951
y 1964; prosiguió en 1974 con los primeros resultados del empadrona­
miento de 1973; finalmente se actualizó esta secuencia en 1987, agre­
gando el periodo 1973-1985.
En estas distintas etapas se dedicó especial atención a la traduc­
ción gráfica, es decir visual y espacial, de las estadísticas numéricas.
Transformando la aritmética en convenciones, símbolos y colores, se
logró conseguir una lectura geográfica inmediata: una visión directa
del significado de las cifras sobre el espacio. Usando la técnica de la
geografía urbana, de los calcos y de la superposición por transparen­
cias cromáticas con gamas de tonalidades decrecientes, adquirieron
las estadísticas una gran expresividad espacial. Asi se logró separar,
comparar y unificar los fenómenos, indicadores y variables, con el
propósito de captar “la calidad de la cantidad". En las páginas que
siguen sólo se pretende resumir lo más relievante de este dispendioso
trabajo, destacando sus principales resultados y conclusiones.
No obstante, es preciso señalar de entrada varios escollos que limi­
tan la validez de este trabajo, hipotecan sus resultados y restringen
su credibilidad. De heoho, el estudio del comportamiento de la demo­
grafía colombiana desde principios del siglo es tarea para benedictino,
concluyendo muy a menudo con un resultado poco menos que decep­
cionante. La oficina de estadística del Estado se fue consolidando y
perfeccionando poco a poco desde el siglo pasado; de tal modo que
cambiando continuamente sus clasificaciones, agregando nuevas cate-

567
goriaa, aumentando sus Indicadores, modificando sus variables y m e­
jorando sus técnicas, rosulta hoy d ifícil — cuando no Imposible—
comparar los datos registrados en distintas épocas.
En cuanto se refiere a la domograiia, las normas so lucron
modificando de un censo a otro. Asi que toca hacer un corte en es cus
padrones, considerando dos periodos: antes de 1038 y después de 1038.
En efecto, de múltiples generalizaciones, desigualdades e insuficiencias
adolecen los empadronamientos anteriores a 1038; generando dudas in ­
superables. Por el contrario, a partir de esta fecha se presentan discri­
minadas las tres categorías censales de carácter espacial, indispensaoies
para llevar a cabo este trabajo de análisis: población total del
municipio, población rural y población urbana. Es decir, una sectorl-
zaclón geográfica y una división de los hábitats que permiten medir
los desplazamientos de población en el territorio; tarea Ineludible una
vez comprobada la intensa movilidad residencial y ocupaclonal de una
proporción notable de la población.
Sin embargo, los censos desde 1038 presentan cambios en las agru­
paciones, en los umbrales de clasificaciones. El propio DAÑE pono en
alerta contra Ilusorias y arbitrarlas comparaciones, aunque las hace
con frocuencia en sus publicaciones de divulgación. En definitiva, el
indagador se siente a veces como participando en un partido de naipes,
en el cual cada Jugador entró con sus propias reglas del ju ego: uno
vino a jugar bacará, otro piensa que es pókcr, un tercero cree que se
trata del whist y el último está convencido de que es un partido de
brldge. Esta es más o menos la confusión que enfrenta aquel que
pretende analizar la evolución dem ográfica del país, en los últimos
cincuenta años. Concretamente, entre las más protuberantes fallas de
los censos nacionales, sólo queremos destacar estas dos, ambas de ca­
rácter general pero con múltiples consecuencias:
a ) Siendo que on varias reglones del país una abundante pobla­
ción económicamente agraria, y dependiente del sector primarlo, reside
y duerme en hábitat nucleado, es aquel lugar de residencia el que la
hoce clasificar como “población urbana". De tal modo que en el censo
de 1084 se pudo contar 245 "ciudades" con menos de 1.000 habitan­
tes; eran 220 en el censo de 1073, localizadas su mayoría en los
Santanderes, Boyacá y Cundlnamarca. En el censo de 1085 se pudo
Identificar 210 aldeas rurales de este tipo: 07 on Boyacá, 37 en Cun-
dlnamarca, 42 en Santander, 13 en Narlflo, 12 on el Cauca y 10 en
Norte de Santander. Obviamente, corriendo los umbrales de clasifica­
ción y usando otros categorías se considerarla una población soclalmen-
to rural, pero residenciada en un hábitat nucleado; con lo cual el total
nacional de población urbana disminuirla quizá del 2 al 3%.
b) Por razones de tipo operativo se presenta siempre un sobre-
registro de población urbana y un sobreglro de población rural. Se
puede lograr un empadronamiento con cobertura del 100% en las ciu­
dades, pero nunca pasa del 90% en áreos de difícil acceso, y no faltan,
en cada censo, zonas que escapan por completo al empadronamiento,
por razones de diversa Índole. Además, dada la intensidad de las m l-

568
gracloncs Individuales laborales, es muy corriente quo un Individuo
sen empadronado dos voces: en su residencia permanente y en su
lugar provisional do trabajo, Desde luego, esta falla actúa en beneficio
do los volúmenes do población urbana y tiende a mormar la población
rural; por lo tanto, esta última es siempre superior on la realidad a
las cifras del registro.
Pero hechas estas advertencias (y a posar de toner dudas o Interro­
gantes) nos toca usar las cifras disponibles.
Una primera escala do observación considera a la población na­
cional en forma global, poro discriminando su localización residencial
a partir do la división geográfica del municipio en dos zonas: la
cabecera y las áreas rurales. La evolución de la distribución territorial
de la población y su rápida concentración urbana se evidencian con
este primer Cuadro, basado en las cifras procedentes de las publica­
ciones del DAÑE:

f'KNNOH NA< IO N A L K K Olí l'O Itl.A C IO N

usía mi iiia-i 1073 IM S i

C ontrol urbano* (2.002.000) 5.100.800 0.003.003 13.548.183 18.780.850


2.018.210
Porcontujcs 20,1%(31%) 42.0% 02% 00% 07%
Arooa rurulea (0.010.000) 0.801.551 6.301.410 0.313.030 0.077.470
0.370.001
Porcontujo» 70.0%(00%) 57,4% 48% 41% 33%

Población total (8.702.000) 11.002.300 14.484.000 22.802.118 27.1107.320


8.007.307

1) Nota! Ifln ou "Alia» dwnogrAfluo" (lo Julio do 1000 p I D A Ñ E Iridien priru p I nflo do
1ÜH0: 08.3% do población urbana, y 34.7% do pollino,on rural, un otra publlaaoion luí pro­
porcionen son do «7,3% y 38,11%
Advertencia: Tara ol alto da 10.10 Indlrnmni Ib* cifra» de do» fuente»: m ire i>*»i« nin-
ala loa cifra» publicada» poco dotputa del como, Sin páranlo*.» la» cifra» publicad»» «n un
Anuario del D AÑE del alto do 10118.

Esto primer Cuadro autoriza algunas comprobaciones:


1. So triplicó la población de Colombia entre 1D38 y 1085.
2. La población rural apenas creció en un 50% durante este
periodo.
3. La población urbana se Incrementó multiplicándose siete veces
entre 1038 y 1085.
4. La población rural crece u un ritmo sumamento lento hasta
1073, con un aumento del orden del millón entre un censo y otro. Kn
ol último periodo muestra una tendencia regresiva, siendo su volu­
men do 1085 Inferior al quo se registró en 1073.
5. La población urbana mantiene un ritmo do aumento muy alto,
do un censo a otro. Casi duplica el volumen demográfico urbano entre
1038 y 1051 y esta misma lntensldud so registra on 1004. En relación

569
Proceso de concentración dem ográfica urbana, 1800-1985

con 1964, aumentó un 50% la masa urbana censada en el año de 1973.


Sigue creciendo en el último periodo intercensal, pero con un ritm o
más lento.
6. La evolución comparativa de los porcentajes nos indica una
relación directa entre el despoblamiento rural y la concentración de­
m ográfica urbana. Es en el periodo 1938-1951 cuando se presenta el
m ayor porcentaje de aumento urbano (del 29.1% al 42.6%) y el mayor
d éficit rural, bajando éste del 70.9% al 57.4%. No obstante, esta ten­
dencia prosigue en los años siguientes y se verifica en los guarismos
del año 1964. En esta fecha se da un cruce capital entre las dos
curvas: se vuelve m ayor la población de los centros urbanos y menor
la de los campos. El mismo fenómeno persiste luego, pero con una
intensidad menor.
7. De tal modo que entre 1938 y 1964 la población urbana se triplicó
y pasó del 29 a l 52%, aumentando un 23% en 26 años. En los 21
años siguientes, solamente se duplicó y aumentó el 15%.
Ahora bien, estas cifras sólo indican una tendencia general a
escala nacional. No permiten distinguir la diversidad actuando a n ivel
regional, ni tampoco las desigualdades en el ritm o del proceso. Esta
visión diferenciada se observa por medio de un sondeo, usando las
cifras de diez departamentos, lo cual se traduce en el siguiente Cuadro:

570
EVOLUCION PORCENTUAL. 1038-1973, DB L A PO BLACIO N U R B AN A
Y R U R A L POR DEPARTAMENTOS

1038 1951 1964 1973

Departamento Urbana Rural Urbana Rural Urbana Rural Urbana Rural

fe —

Antloquia — 28 + 72
+ 40 — 60 53.5 46.5 67 33
Boyacá 16 +
— 34 24 76 31 69
Caldas 32 68 38 62 55 45 62 38
Cauca 12 88 18 82 23 77 30 70
Cundinamarca + 35 — 85 + 52 — 48 70.5 29.5 78 22
Hulla 24.5 75.5 32 68 43 57 49 51
N. de Santander 25 75 38 62 49 51 52 48
Santander 19 81 32.5 67.5 44 56 54 46
Tolima 22 78 28 72 42 58 49 51
Valle 44 56 49.5 50.5 70.5 29.5 77 23

Con este Cuadro podemos diferenciar la intensidad que experimen­


taron, tanto el despoblamiento rural como la concentración urbana y
se destacan particularmente:
a ) Terminando el ciclo, en 1973 vemos departamentos que aún
conservan una alta proporción de población rural, como por ejemplo
Boyacá y Cauca. Otros mantienen un cierto equilibrio, del orden del
50%, como Hulla, ambos Santanderes y Tolima. Finalmente se des­
tacan departamentos en los cuales se observa una alta proporción de
población urbanizada, como Antloquia, Caldas, Cundinamarca y Valle.
b ) En la mayoría de estos diez casos se puede observar cómo
los desplazamientos alcanzan su mayor volúmen entre 1938 y 1951,
o entre esta fecha y 1964, y a veces en ambos periodos intercensales.
Resumiendo: es entre 1938 y 1964 que se encuentra el máximo
peso de flujos, indicando las transferencias de la población y un
marcado salto en el proceso de su urbanización. Por lo tanto, hay que
profundizar este periodo para identificar los fenómenos que originaron
esta rápida acumulación demográfica.

♦ * *

Basado en volúmenes brutos y en porcentajes generales, el pano­


rama anterior no constituye sino un primer nivel de análisis global.
Se hace necesario detectar con más precisión los lugares y momentos;
eso se puede lograr por medio de indagaciones más localizadas y acu­
diendo a las tasas anuales de crecimiento demográfico. Quizá no sobre
recordar que las variaciones en una determinada masa demográfica se
originan en dos fuentes "de abasto” :

571
a) D e l c r e c im ie n to v e g e ta tiv o (o le a n a tu ra l y a u tó n o m o ) que
CHKC.IMIRNTO ti MIAN O l»SL PKOlODO ISSI*IH4
e x p e r im e n ta d ic h a m a s a , o sen e l s a ld o q u e se e s ta b le c e al fin a liz a r
'fiiía Anual
u n d e t e r m i n a d o l a p s o , e n t r e lo a v o l ú m e n e s d e l a n a ta lid a d y do lit ó Ciudad *
d e fu n c io n e s , r e s u lt a n d o una ta s a (o c o e fic ie n t e ) la c u a l, segú n el
c a s o , o s p o s it iv a o n e g a t iv a . E n e l c a s o c o lo m b ia n o y d u ra n te el pe­ Bogotá 7,4
r io d o q u e n o s In te re s a , lo s e x p e r t o s Id e n tific a r o n unn a ltís im a ta s o Medollln •
d e n a ta lid a d ( d e l o r d e n d e l 4 0 -6 0 p o r m il c a d a a f l o ) , p e r o c o m p e n s a d a Cali 7.6
p or una a lta to sa de m o r ta lid a d . D e ta l m odo que r e s u lta un s a ld o Barranqullla1 6.5
p o s it iv o , v a r ia n d o e n tre 20 y 30 por m i); o sea el 2 y 3% , en un Cartagena
d e te r m in a d o lu g a r .
Buoaramanga 6.9
Manlzales 9.0
b ) D e lo s m o v i m i e n t o s m i g r a t o r i o s a f e c t a n d o a e s t a m asa dem o-
Armenia1 6.0
g r A f lc a , b ie n sea por e m ig r a c ió n (s a lid a ) o In m ig r a c ió n (e n tr a d a ).
Pereira 6.2
O b v ia m e n te , la e m ig r a c ió n re d u c e la m a s a o r ig in a l y su p o s t e r io r c a ­
Cuenta 6.8
p a c id a d d e r e p r o d u c c ió n v e g e t a t iv a , m ie n t r a s la s e g u n d a a u m e n t a c o n
Ibagué 9.0
lo s a p o r t e s in m ig r a t o r io s . Palm Ira 6.3
Las c ifr a s p re s e n ta d a s en lo s cu a d ros a n te r io r e s s ig n ific a n que Santa Marta 7.0
d u ra n te e l p e r io d o a n a liz a d o : Pasto 6.1
a ) D is m in u y e c o n s id e r a b le m e n t e la c a p a c id a d d e r e p r o d u c c ió n ln Nelva 6.8
s lt u (y en c o n s e c u e n c ia de c r e c im ie n to ) de la p o b la c ió n r u r a l. Su
Montería 5.8
Buenaventura 6.5
ta s a es m u y I n fe r io r a l p r o m e d io n o r m a l y lle g a h a s t a s a ld o s n e g a t i ­
Olrardot 6.0
vos, ex p resá n d o se u n a n o t a b le e m ig r a c ió n .
Buga 6.1
b) P o r e l c o n tr a r io , a u m e n ta c o n s id e r a b le m e n te la la s a de lo s Barrancabermeja 9.9
s a ld o s p o s it iv o s u rb a n o s, E s a s i q u e su fr e c u e n t e d u p lic a c ió n en lo s Popayán 4.8
p r i m e r o s p e r i o d o s I n t e r c e n s a l e s (1 0 3 8 - 5 1 y 1051-64) s ig n ific a unas ta ­ Tuluá 7.2
sa s a n u a le s d e l o r d e n d e l 5 y e l 8 % . S ie n d o l a ta s a " n o r m a l" a n t e r io r Cartogo 4.8
d e l o r d e n d e l 2 a l 3 % , e l b r in c o ni 4 -5 ó 0 % ex p resa u nos v o lú m e n e s Ciénaga 6.3
in m ig r a t o r io s , d u p lic a n d o e l c r e c im ie n t o v e g e t a t iv o . Y cu a n d o en c ie r ­ Vlllavlcenalo 9.0
to s lu g a r e s y m o m e n t o s u n c e n t r o e x p e r im e n t a u n a t a s a d e l 8 o el 0% Slncolejo 6,6
Va 11edil par 12.9
(o m á s ), eso se tra d u c e en un a p o rte In m ig r a to r io m uy s u p e r io r a
Tunja 4.4
l a p o b l a c i ó n r e s i d e n t e y su r e p r o d u c c i ó n v e g e t a t i v a ; l a r e l a c i ó n p u e d e
Sogamoso 80
s e r d e l o rd e n d e u n n a tiv o p o r c a d a d os o tre s n u e v o s h a b ita n te s n a ­
Dultama 11 6
c id o s e n o t r o s lu g a r e s Santa Rosa 6.8
Be verá en o tro c a p itu lo cóm o e s ta r e la c ió n d e te r m in a (e n tr o Ooafla 48
m ú lt ip le s c o n s e c u e n c ia s ) una s e p a r a c ió n d r á s t ic a e n tre a n tig u o s y Magangué 3.7
n u e v o s m o r a d o r e s , u n n o v o lu c ló n d if e r e n c ia d a d e la s m e n t a lid a d e s c o ­ Sevilla 35
le c tiv a s ; u n a la r g a p e r s is te n c ia , e n la s c iu d a d e s , d e la s p r á c t ic a s y
La Dorada 4.0
c o m p o r t a m ie n t o s p r o p io s d e l h á b it a t r u r a l y , p o r c o n s ig u ie n t e , e l s u r ­
Tumaco B4
Pamplona 3 ,3
g i m i e n t o m u y t a r d í o d o la s p r á c t i c a s y d e l a i d e o l o g í a u rb a n a s.
Iplales 65
P o r o t r a p a r t e , y r e g r e s a n d o a la s c i f r a s , l a a r l t m á t l c a n o s e n s e f l n Espinal 7. i
que con u n o s t a s a s a n u a l e s d e l 5 .6 % lo s v o l ú m e n e s de p o b la c ió n se ZIpaqulrA 45
d u p l i c a n e n lo s t r e c e a ñ o s q u e s e p a r a n e l r e g i s t r o d e 10 38 y aqu el de Paoatatlvá 3,4
1951 y lu e g o e n el censo de 1084 E l C u a d ro q u e s ig u e p re s e n ta una SubanalargA 2 11
m u e s t r a p a r c i a l s o b r e 42 c i u d a d e s , t o m a d a d e l e s t u d i o d e W l l l i a m Paul
l> InaJuya ■ Sella. Invitado • lia*(l|
M e. O ro sv ey : 11 Inoluye t Bolada ,1
SI Inaluya i Calare!.
572
578
A propósito hay que anotar lo siguiente:
a) El Cuadro general de la evolución demográfica, Incluyendo los
cinco censos, que se presenta a continuación, Indica alguno que otro
error menor en el cálculo de estas tasas. Por ejemplo, Buga duplican­
do su población, en relación con 1951, aparece aquí con una tasa del
5.1%; mientras tanto Ciénaga, que no alcanzó a la duplicación, se
presenta con una tasa del 5.3%.
b) En general la tasa de este periodo es superior a aquella de
1938-1951. No obstante, cuatro centros tuvieron una intensidad ma­
yor entre 1938 y 1951: Cali 8%, Bucaramanga 7.1%, Pereira 7.2% y
Palmira 6.1%.
c) La amplia tipología urbana representada en estos 42 centros de­
muestra lo equivocado de ciertas tesis oficiales, relativas a los flujos
migratorios: a) centros pequeños pueden alcanzar una tasa de inm i­
gración superior a las metrópolis; b) centros que no presentan ningün
dinamismo económico o Industrial pueden atraer los mayores flujos.
Ahora bien, llegando a la encrucijada de estas pesquisas, se hizo
imperativo contestar a esta pregunta: ¿Cuáles son las ciudades que
más crecen y cuándo se dieron los máximos aumentos demográficos?
Con este propósito se hizo un listado de los principales centros urba­
nos registrados en el Censo Nacional de 1938 (Por esta razón no
aparecen en el Cuadro algunos centros que sólo adquieren después
un volumen significativo). Luego se realizó un seguimiento de estos
mismos centros en los censos de 1951, 1964, 1973 y 1985. El resultado
se traduce en el siguiente Cuadro sinóptico:

POBLACION URBANA 1938-1985 EN 53 CIUDADES

r tildad 1938 1951 1964 1973 1985

S a n ta M a rta 25.113 37.005 89.161 110.161 193.160


R io h a c h a 5.651 5.053 11.718 22.545 46.572
C ié n a g a 22.783 24.358 47.719 42.546 56.436
V a lle d u p a r 3 339 9.011 43.553 98.669 140.481
B a r r a n q u illa 150.395 276 199 493.034 661.009 888.900
S o le d a d 11.500 20.158 37.617 64.469 156.846
C a rta g e n a 76.457 111.291 217.910 311.664 495.028
M om pox 6.694 9.192 10.965 14.076 16.708
M o n t e r ía 12.804 23.682 70.531 104.129 158.064
S in c e le jo 11.014 21 625 44.001 71.946 118.559
M e d e llin 143 952 328.294 717.865 1.070.924 1.424.400
S on són 8.984 10.913 16 955 15.990 14.393
Y aru m al 8.693 10.349 16.823 21.333 19.254
B e llo 8.180 28 398 85.894 115.119 198.183
C ú c u ta 37.323 73.122 147.176 219.772 355.828
P a m p lo n a 13.126 16.395 25.502 31.817 33.137
O cañ a 9.937 15.214 28.028 38.352 51.922
V é le z 2 996 4.205 7.033 8.241 7.738

574
P O B L A C IO N U R B A N A 19IS-1MS B N 53 C IU D A D E S

Ciudad 1S3S 1951 19C4 1*73 19S5

Bucaram anga 41.714 102.897 216.821 291.661 342.169


B arran caberm eja 9.307 25.046 59.625 92.036 139.708
Piedecuesta 6.974 7.720 12 278 17.308 34.538
G irón 2.134 2.184 3.889 10.676 39.136
San G il 7.811 10.149 18.518 21.679 24.095
Socorro 7.891 11.842 13.716 15.596 17.560
T u n ja 16.597 23.008 40.451 55.166 87.334
Chiquinquirá 6.998 10.143 16.926 37.504 27.965
Sogam oso 5.216 13.574 32.274 48.891 64 398
Zipaqu irá 6.955 12.708 22.648 25.413 45 477
B ogotá 325.658 638.562 1.661.935 2.696 270 3.957 960
G irard ot 22.557 35.665 66.584 59.165 65 281
Ibagu é 27.448 54.347 125.233 202.850 265.598
Honda 12.424 16.051 19.945 21.506 23.555
M ariquita 3.817 6.066 9.573 11.070 15.754
C haparral 5.506 11.705 13.261 14.546 18.696
L íb an o 7.659 12.090 18.640 19.132 23 664
N e iv a 15.096 33.040 75.886 109.063 179 609
A rm en ia 29.673 57.098 125.022 149.078 179.727
Calarcá 7.453 15.707 30.342 29.349 37.628
M anizales 51.025 88.893 190.036 199.904 275.220
P e re ira 30.762 76.262 147.487 174.128 232.311
Cartago 14.750 31.051 55.682 69.154 92.231
S e v illa 13.900 17.210 26.757 31.143 31.274
Calcedonia 5.239 10.681 16.327 23.567 21.889
Tuluá 12.017 28.715 56.539 87.952 99.134
Buga 19.595 32.016 65.535 71.016 82.766
P alm ira 21.235 54.293 106.502 143.092 174.425
C ali 88.366 241.357 618.215 898.253 1.321.359
Popayán 18.292 31.866 58 500 77 884 140.839
Pasto 27.564 48.853 82.546 130.222 196.800
Tum aco 9.671 12.692 25.145 38.742 44.721
Quibdó 5.278 9.013 19.989 29.423 63 734
Buenaventura 14.515 35.087 70.079 110 713 157.528
V illa vicencio 6.074 17.126 45.277 87.690 159 808

Totales 1.466.112 2.860.081 6.279.668 9 123 804 13.059.500

Este Cuadro autoriza varias reflexiones:


a) Numerosas ciudades muy antiguas, unas de la Conquista y otras
del siglo X V II, parecen definitivam ente condenadas: presentan un
estancamiento notable y continuo. E ntre ellas se destacan los casos de
Vélez, Mompox y también Mariquita, Honda, Pam plona y O cañ a; ta m -

575
Nümrro ilr <•Mitro» urbano» que duplican iu poblarIftn

poco resistió Santa Fe de Antloqula y Anaerma quedó marginada; G i­


rón no se salva y sólo repunta convertida en satélite de una metrópoli,
es decir en barrio dormitorio y suburbano de Bucaramanga.
b) Por el contrario, una tasa Inusualmente alta y continua de
crecimiento se observa en algunos centros, destacAndose los casos de
VUlavicenclo y Valledupar.
c) Muchos centros experimentan aumentos muy Intensos durante
los dos primeros periodos Intercensales, pero tasa y volúmenes dismi­
nuyen en el registro del año 1073, Es asi como varios de ellos
alcansan una tasa vecina o superior al 8% anual en el lapso de 1938 y
1964; entre ellos están Valledupar. VUlavicenclo, Bello y Cali.
d) 14 centros urbanos duplican el volumen entre 1938 y 1951 y
mantienen este ritmo en el periodo siguiente: Medellin, Cúcuta, Bu­
caramanga, Barrancabermeja Sogamoso, Bogotá, Ibagué, Nelva, A r­
menia. Calarcá, Perelra, Tuluá, Palmtra y Buenaventura
e) Considerando los totales verticales en cada censo y teniendo
en cuenta una tasa de crecimiento vegetativo, asumida y evaluada en
el máximo muy generoso del 3% anual se pudo, aunque con mucha
prudencia y por medio de un cálculo muy rudimentario, discriminar
la proporción de los aumentos que es licito atribuir a la inmigración.
Para el periodo 1938-1951 se registra una Inmigración notable en
25 de los 53 centros considerados, alcanzando un volumen global no
Inferior a 640.000 personas. Para el lapso 1951-1964 se evidencia el
aporte migratorio en por lo menos 32 centros, totalizando no menos
de 2 075.000 personas.

576
# t •

Superando la limitación del listado anterior se hizo un seguimien­


to m&s detallado considerando todos los centros urbanos (cabeceras)
del país, buscando localizar en la geografía los núcleos que en algún
periodo alcanzan tasas Implicando una duplicación de su población.
El resumen aparece en el siguiente Cuadro y en los correspondientes
Oráflcos:

CRMTHOS CON M IPUCACION n i POBLACION

Período 1938-1951 28 ciudades


Periodo 1951-1964 130 ciudades
Periodo 1964-1973 24 ciudades
Periodo 1973-1985 16 ciudades

Para el primer periodo considerado se destacan las elevadas tasas


registradas en Soacha, Fontlbón, Valledupar y VUlavicenclo. La dupli­
cación absoluta se nota en centros mayores como eran Medellin, Cali
y Bucaramanga, pero también en ciudades de mediano tamaño como
Buenaventura, Barrancabermeja, Palmlra y Cartago y en centros to­
davía pequeños en esa época, como Dultama, Sogamoso, ItagUI, Bello
y Envigado; no se salvan los pequeños centros rurales, que eran en­
tonces Calcedonia y Chaparral.
Para el segundo periodo se constata una generalización del fenó­
meno, afectando principalmente a la reglón central, en la cual lmpac-
tan centros de todas los categorías y dimensiones,
El tercer periodo se caracteriza por la casi desaparición de este
fenómeno, regresando a la Intensidad del periodo Inicial. No obstante,
prosigue el Impulso de VUlavicenclo y Valledupar. Además se observa
lo siguiente:
a ) Ninguna de las capitales regionales y grandes metrópolis du­
plica su población, ni siquiera Cali BarranqulUa, Bogotá y Medellin,
b) Por el contrario, vemos afectados por este alto crecimiento a
unos pequeños centros, generalmente entre 10.000 y 30.000 habitan­
tes, algunos menores de 5.000 almas.
c ) Se observa una amplia dispersión geográfica y una variedad
tipológica de estos centros: Usme, Soacha, Funza, Copacabana, La
Estrella, airón Villa del Rosarlo y otros, todos estos casos Uustrando
un fenómeno de satellzaclón alrededor de un polo mayor y la forma­
ción de sus suburbios. Pero también encontramos lugares como Santa
María (Boyacá), Muzo, Aguachlca, Codazzl, San Juan del Cesar Fon-
seca, Malcao, Urlbla y San Andrés, sitios en los cuales la atracción de
migrantes tiene una clara motivación laboral.
d) Ahora bien, vale la pena señalar para este periodo un fenó­
meno anteriormente desconocido: unos cien centros urbanos registran
una población Inferior a la que se censó en el año de 1964. En su ma-

577
yoria se localiza en la zona central del país, es decir, en la reglón
que registró el máximo crecimiento urbano en el periodo precedente.
A veces la disminución afecta a unos centros que experimentaron un
aumento notable entre 1951 y 1964. Son generalmente localidades m e­
nores de 5.000 habitantes.
Para el último periodo censal llama la atención el estancamiento
demográfico en centros como Chlqulnquirá, Calcedonia y Sevilla. Tam ­
bién el hecho de que la satellzación en torno a los principales polos,
clara expresión de las conurbaclones físicas, provoca la duplicación
de población en la mayoría de los casos en los cuales se registran
estas altísimas tasas, como por ejemplo en los centros-suburbios de
Punza, Chía, Soacha, Dosquebradas, Villa del Rosarlo, Pledecuesta, Gi­
rón, Floridablanca, Soledad y Malambo. Igualmente duplican su po­
blación Maicao, Rlohacha, Granada, Apartadó y Aguachica.

• • *

En cuanto se refiere al comportamiento de la demografía rural


también se examinó municipio por municipio a lo largo de los varios
censos. Resumidas, las tendencias generales se presentan asi:
a ) En el transcurso del periodo internacional 1938-1951 unos 290
municlDios muestran una disminución de su población rural. Esta
reducción fluctúa generalmente entre el 10 y el 20%, llegando en po­
cos casos hasta el 30%. Este fenómeno se hace más notable en el
norte de Boy acá y parte de los Santanderes; otra región de despobla­
miento Interesa a grandes zonas de Cundlnamarca, Tollma, Hulla.
Caldas, Valle y Antloqula.
b) Estos mismos fenómenos prosiguen y se registran en 1964,
pero más concentrados espacialmente y con mayor intensidad. Según
nuestros conteos, por lo menos 200 municipios registran una merma
notable de su población rural, en relación con 1951. Pero durante
este lapso lo más significativo es la magnitud del despoblamiento.
Numerosos municipios pierden una elevada proporción de población,
alcanzando hasta el 50 o el 70% de la masa demográfica anterior. Las
reglones más afectadas por esta mayor disminución de población se
localizan en los llanos de San Martin, el suroccidente de Cundlna­
marca, el Tollma y el Hulla, la mayor parte de Caldas, y gran parte
del Valle del Cauca.
Unos sondeos indican la magnitud de los desplazamientos. En
Caldas quince municipios presentan un déficit directo (es decir en
cifras absolutas, lo cual no indica sino una parte del fenómeno) del
orden de 59.000 personas; en el Tollma 26 municipios registran un défi­
cit global de unos 70.000 habitantes; en el Valle "faltan” por lo menos
118.000 personas en veinte municipios. Sumando 61 municipios de es­
tos tres departamentos, el déficit alcanza no menos de 247.000 personas.
c) Durante el tercer período se ha anotado una disminución de
población rural afectando a cerca de 500 municipios. En relación con
1964 el déficit global es del orden del millón de habitantes.

57B
d) Durante el último periodo intercensal, 1973-1985, el hecho de­
mográfico para nosotros más significativo es, por primera vez, una
disminución absoluta de la población rural. Es decir, que la cifra total
de 1985 es inferior en volumen a la cantidad del año 1973.
e) Obviamente, en cada periodo opera un desplazamiento de po­
blación rural hacia la red urbana. El Cuadro anterior mostrando la
evolución de la población en 53 ciudades, sugiere lo siguiente:
1. Tanto las cifras horizontales por ciudad como los totales ver­
ticales por censo. Indican un altísimo aporte de población exógena
entre 1951 y 1904
2. Asumiendo una tasa hipotética de crecimiento vegetativo en
cada periodo, se presenta en la respectiva fecha censal un excedente,
en el cual encontramos la masa Inmigratoria, asi: en 1951 unas
700.000 personas y en 1964 más de 2.000.000.
Desde luego, estas cifras significan que pasando el tiempo se fue
modificando la red urbana del país y su estructura. Varios cuadros
permiten seguir paso a paso esta transformación del sistema urbano
nacional y el comportamiento de las distintas categorías, clasificadas
con indicadores meramente numéricos.

MUTACION DE L A RED URBANA

Nú mero de Centros Urbanos


C a te g o r ía s
d e m o g r á fic a s 1)31 1951 1964 1973 1985

10.000/20.000 18 25 56 61 81
20.000/50.000 10 18 22 43 62
50.000/100 000 3 6 13 15 15
más de 100.000
habitantes 3 6 12 17 25

Total de ciudades 34 55 103 136 183

Tanto los Gráficos como el Cuadro permiten apreciar:


a) En 1938 de un total de 800 cabeceras de municipio, apenas
34 superaban los 10.000 habitantes. En otras palabras “Colombia país
de ciudades", era en realidad un país de aldeas y pueblos. De hecho,
era la red urbana ajustada a una nación fundamentalmente agrícola.
b) En 1985 encontramos un "parque" urbano de mejor distribu­
ción territorial y fortalecido. Sin embargo, de los mil municipios del
país, más de 800 siguen girando en torno a un centro inferior a
10.000 habitantes.
c) Llama la atención la duplicación del número de centros ma­
yores de 50.000 habitantes en el primer periodo y luego entre los años
1951 y 1964. También de 1951 a 1964 se puede apreciar cómo los pe­
queños centros pasan de 25 a 56; éstos siguen creciendo en los años
siguientes y muchos de ellos pasan a Integrar en 1973 la categoría su­
perior de 20.000 a 50.000 habitantes.

579
Kitrurlurm utkuu. IN I

d) En cuanto a ln categoría superior, y on 1085 os necesario pre­


cisar que Barrnnqulila supera los 500.000 habitantes, tres metrópolis
superan el millón: Cali, Medellln y Bogotá.
e) El fenómeno de conurbnclón y satellzaclón, que se venia des­
dibujando desde 1064 y precisando en 1073, se consolida aún más en
1085; cinco centros de la categoría superior son ciudades satélites
girando alrededor de una metrópoli y expresando su expansión física:
Bello, Itaglll, Soledad, Florldablanca y Soncha Algo parecido ocurre
con varias poblaciones de los categorías Inferiores, como son: Desque­
bradas, Envigado, Villa del Rosarlo, Malambo, Facatatlvá, Yumbo,
Girón, Pledecuesla, Funza, Obla y Fontlbón.
Con este despiadado bombardeo de cifras, por lo menos dcscollan
dos fechas: 1951 y 1964, tanto por los volúmenes de emigración rural
como por las correlativas cantidades de Inmigración urbana.
No obstante, es necesario aquí Introducir algunas advertencias.
En primer lugar no se puede atribuir una Igualdad de tendencia c
Intensidad en todo el periodo 1938-1951. Múltiples Indicios nos llevan
(pero sin poder demostrarlo ni mucho menos afirmarlo en forma ca­
tegórica) a pensar que el fenómeno de emigración rural e Inmigración

580
urbana fue suave al Inicio del periodo, aum entó h acia 1040 y a lca n zó
au m áxim a intensidad a pa rtir de 1048. En segundo lu gar, es lic ito
pensar que durante el lapso 1051-1004 so m an tu vo al p rin cip io la
tendencia a lta ; no sabemos si los flu jos seguían con la m ism a In te n ­
sidad en 1004. P o r fin , en algún m om ento desconocido, e n tre 1004 y
1073, la curva Inicia una trayectoria m ás len ta.
P ero en dofln ltlva y para resumir, regresando a l proceso de u rba­
nización dem ográfica, es en los afios 1051 y 1004 cuando se observan
los Im pactos mayores, en el más numeroso grupo de ciudades, do los
más diversas categorías y tamaAcs y con la m áxim a ex p resivid a d te r r i­
torial. Estas primeras constataciones concluyen con nuevas preguntas,
en tre los que sobresale esta: ¿por qué? Pero la respuesta n o s e en cu en ­
tra en la dem ografía, hay que buscar nuevos Indicadores.

• • •

Durante los años 1000-1070 fu e el tem a predilecto de la socio log ía


colom biana, de tal modo quo se acumuló una abu ndante lite ra tu ra
dedicada a las migraciones campesinas h acia la ciudad. Se crea ro n
instituciones oficiales especializadas en su estudio y nun ca fa lta ro n
expertos para exaltar el traslado de población, o estadistas p a ra f e l i ­
citarse de su magnitud, llegando hasta recom endar p o lítica s e s p e c ifi­
cas paru m antener — y hasta increm entar— esta tendencia.
Tam poco faltaron ideólogos celebrando el ca rá cter “ b e n é fic o " de
los m igraciones rurales para el desarrollo del país. A trib u y e ro n el
despoblam lentro rural a una extraAa en ferm edad en dém ica d el tró p i­
co, según parece, de la cual adolecía el cam pesinado colom bian o,
llam ada “ anom la". Tam bién insistían en rep etir en foros, congresos,
prensa, seminarlos y programas de televisión, que la u rban ización
es Ineludible y benéfica, y, por lo tanto, la m igraciones rurales tan
Indispensables como Irreversibles. Eludiendo o escam oteando el a n á li­
sis de los peculiaridades del caso colom biano, m uchos analistas se
satisfacían y hasta se alegraban, con base en el sigu ien te silogism o:
1. La urbanización por em igración rural es un fen óm en o m u n d ia l
y normal.
2. Se está dando en Colombia la em igración ru ral h acia la ciudad.
3. P or lo tanto, Colombia presenta un proceso n orm al de u rb a n i­
zación.
En prim er lugar los trabajos Iniciales de esta obra en los uAos
1072-1973 llevaron muy temprano a una visión m enos o p tim ista y a
una conclusión contraria: en pocas palabras, no hay n ad a más a n o r­
m al e Insólito, y menos “ clásico” , que dicho proceso. D e h ech o se dio
en las circunstancias políticas y en las condiciones sociales de una
m áxim a anormalidad, la cual encuentra su Ilustración en un suceso:
el 10 de abril del aAo 1048, por m edio del D ecreto N9 1230 el g o ­
bierno “ declara turbado el orden público y en estado de s itio a tod o
el territorio de la República". Era, desde luego, una m edida ex cep cio ­
nal y por lo tanto de carácter provisional en el espíritu del le g is la d o r;

sai
pero se está escribiendo este trabajo a principios de 1988 bajo este
mismo estado de sitio, en vísperas de cumplirse cuarenta años de esa
“situación excepcional” en el país. Según dicen los conocedores, du­
rante estas cuatro décadas la normalidad fue una excepción y el país
se acostumbró a vivir en esta “situación excepcional de emergencia” .
De tal modo que la ciudad moderna nació, se crió y creció, al igual
que la mayor parte del pueblo colombiano, bajo las condiciones nada
normales del estado de sitio. Se fue formando la extraña sociedad de
ese estado de sitio; veremos más adelante que no podía engendrar sino
un urbanismo de guerra social, una ciudad del odio y una arquitec­
tura del miedo.
En segundo lugar, los demógrafos indígenas y los expertos cas­
tradores extranjeros no vacilaron en atribuir la culpa de la uroaniza-
ción intensiva a una supuesta “ explosión demográfica” , originada en
altas tasas de natalldad-iecundidad. Con la misma estupidez se numera
podido culpar a los científicos de que gracias a los progresos de la
salud, van reduciendo las tasas de mortalidad. Pero las estadísticas
históricas de demografía demuestran que estas elevadas tasas no son
exclusivas del periodo contemporáneo y que venían actuando desde
decenios atras. Hemos visto en la Primera Parte de este trabajo que
el impulso demográfico rural del siglo X IX fue la principal palanca
del desarrollo productivo agrario, rompiendo el letargo colonial y per­
mitiendo al país adquirir una posición destacada en la economía
mundial. Por otra parte, los datos suministrados en páginas anteriores
indican claramente que la natalidad vegetativa, ln sltu, no aporta
durante este periodo más de la mitad del crecimiento urbano, y que
con frecuencia no representa sino una tercera parte. Por lo tanto,
durante tres décadas la inmigración rural se convierte en el alimento
básico del crecimiento urbano, aportando volúmenes que representan
(según el caso) el 50, el 60 y hasta 70% de los aumentos registrados
por medio de los censos.
En tercer lugar los demógrafos se tranquilizan demasiado cuando
identifican e igualan el proceso colombiano con el proceso europeo.
Bien se sabe que este último experimentó un desarrollo lento y que
perduró durante siglos. En Colombia la intensidad y la velocidad con­
centran el proceso en una sola generación, con lo cual ocasionan en
menos de treinta años, un salto brusco y la mutación inmediata de la
red urbana tradicional. Tampoco creemos que sean comparables las
prósperas condiciones imperialistas y colonialistas, en las cuales se
inscribe la urbanización inglesa o francesa de los siglos X V in y X IX ,
con la misérrima situación colonial del país hacia mediados del siglo.
En cuarto lugar, los demógrafos califican de migraciones lo que
para nosotros tuvo el carácter de un éxodo masivo y prolongado. Este
traslado no operó en forma pacifica, de manera voluntaria y por
atracción, sino que ocurrió de manera forzada, en condiciones bélicas,
por expulsión y repulsión. En cuanto a los volúmenes de la población
desalojada y al impacto que iban a producir estos éxodos rurales sobre

582
la estructura urbana, se pueden medir sabiendo que más de 3.000.000
de campesinos ingresaron a las ciudades en los veinte años anterio­
res a 1964.
Todas estas circunstancias, lo mismo que la magnitud de estos
flujos, contradicen la idea de un proceso “normal” o de tipo tradicio­
nal y por el contrario, relevan su absoluta anormalidad; también
obligan a indagar las causas que originaron los éxodos rurales.

# * #

Durante un estudio prelim inar de los años 1972-1973 se realizó una


sintesis gráfica usando la técnica de la superposición de calcos. Asi
se logró reunir en un solo mapa la visión territorial de los dos fenó­
menos estudiados: despoblamiento rural y concentración urbana. Se
comprobó su m ayor agudez y máxima persistencia en una amplia
reglón central, de la cual a grosso modo seria el epicentro la zona de
Ibagué-Girardot-Calarcá. Desde el área Villavicencio-San Martin,
abarca la mitad oeste de Boyacá, el occidente de Cundlnamarca, la
parte sur de Antioquia y la totalidad de Caldas y del Tolima, e
involucra extensas regiones del Cauca, del Hulla y la mayor parte del
Valle del Cauca.
Entonces fue cuando nos enteramos de las tesis oficiales expli­
cando las causas de las "migraciones” . Sintetizada en pocas palabras,
la argumentación central se lim ita a afirm ar, sin mayor imaginación,
que las regiones agrícolas económicamente depresivas producen co­
rrientes de migrantes “ en busca de mayores oportunidades económi­
cas” y que los flujos se dirigen hacia las ciudades, atraídos por el
desarrollo industrial que éstas experimentan.
Examinando el prim er factor indicado — las zonas depresivas— se
indagó la estructura productiva de la región más afectada y resultaron
mapas que poco coinciden con la afirm ación anterior. Resumiendo,
el cultivo intensivo del cafeto constituye el principal m otor económico
agrícola en la región considerada; con base en los censos cafeteros
de 1925, 1932, 1955 y 1970 se elaborarán algunos cuadros visualizando
la evolución de la economía cafetera. Un prim er Cuadro, relativo a la
producción del grano, confirm a en el censo de 1970 las tendencias
observadas en 1955:

PR O D UC C IO N C A F E TE R A E N 1970

Departamento Participación en %

Caldas, Quindlo y Risaralda 30.50%


Antioquia .16.46%
Tolim a 16.24%
Valle del Cauca 13.01%
Cundlnamarca 7.99%

583
E í fldclr, que encontramos una región central geográficam ente
muy compacta, alcanzando m és del 84% de la producción n a c io n a l
En cuanto a la dinámica del cultivo en estas reglones, se expresa
por m edio del Cuadro indicando la progresión del ca feto:

cxTUTvn c u T T r a r cuss-inin)
t m m llc t r C i h M OiBctnrrn» <m o liras reflonüas)

DcgMUWnantK IMS URD Aum ento

A n ti oquis 113.000 155 00D ■+ 40 000


Antiguo Caldas 187.000 212 000 + 25,000
41.000 102.000 + 61.000
Tollina 116.000 136,000 + 20.000
Valle del Cauca 94 000 127 0D0 + 83.000

Con lo cual se puede verificar no sólo la prospenoad agrícola que


reinaba en la región central cafetera, sino también un desarrollo con­
tinuo y creciente.
Para lograr una m ejor precisión, se decidió establecer un listado
de los municipios del país que alcanzan los mayores volúmenes de p ro­
ducción caletera y resultó un mapa incluyendo los 31 municipios
colombianos que presentan una producción anual de grano superior
a 4.000.000 de kilos, en el censo cafetero de 1870. Kesm to bastante
aciaraaor este m a p a exceptuando a los dos municipios san tan aerean os
de Kionegro y San Vicente de Chucuxi, los otros 29 municipios se
localizan en la región caletera central y en ios cinco departamentos
anteriormente citados (ahora con Caldas partido en tres departam en­
tos). Pero para confrontar la Amatn-im productiva con ei comporta­
m iento de la población rural, se hizo un Cuadro incluyendo estos ¡sos
indicadores y que se presenta a n n n ta n im e iifm
El Cuadro perm ite una sene de observaciones, entre la s cuides
sobresalen estas.
a ) Considerando varias categorías de disminución se tienen estas,
relativa, absoluta no continua, absoluta y continua, sin embargo toaos
estos municipios registran un decrecimiento de su población rural.
b ) Es decir, que en 1973 siempre se registra un déficit con una
lecha anterior, sea este absoluto o relativo.
e l Se aclara de una vez que la cifra de Sevilla en 1973 proviene
de un error del BAÑE, que se pudo identificar in slfiu. Se volverá
sobre este interesante asunto en el capitulo dedicado al V a lle del Cauca.
d) Se pudo comprobar que en todos estos municipios ocurrió un
aumento del cultivo y de las áreas sembradas en cafetos, en propor­
ciones que se ajustan con el Cuadro anterior fiel ‘C u ltivo C afetero"-

5 8 *
MUNKami CAFETEROS
I'rnducctOn 1010 Población Rural
(MIIIiitipi. Kp.) (miles dr habitantes)
municipio ira* IBS1 IBS* US
A ndes 1.4 21.0 33-0 23 0 20 0 9
B e ta n la 5.1 10.0 10 5 12.3 7.5 49
B o lív a r 59 12.0 12.6 14.0 14.0 94M8
Predcm ia 4.7 22.0 15.0 16.0 14.0 9
S a lg a r 4 í) 14.0 15 0 14.0 13.9 4»
A n serm a n u evo 56 20. B 15.8 13.5 7.0 •9
C a lce d o n ia 7.7 11.7 13.6 11.B 9.0
S I A g u ila 5.4 f 2.4 13.4 7.7
El C a iro 11 7 12 8 13.B 10.7 •
S e v illa 10,4 17.4 39.0 17.6 SB.5 9
, T r u jllio 4.4 7.* 19.3 13.7 14.6 9
Ib a g u e 4.2 22.4 44 0 38 0 2B.6 61
A ta c o 4.1 13.0 1 19.0 8.0 4»
C h a p a rra l 6-8 24.0 25 0 26.0 25.0 m
E l L íb a n o 4.6 29.0 31.0 36.0 23-7 ♦
Rloblanco 4.4 (N o censado) 9.8 13.6 9
M a ñ iz a ! es 11.« 25.0 37 0 32 0 31-0 •
C h in ch in a 4.5 7-0 9.7 10.3 1S-D •••
P a le s tin a 4.2 4.9 7.8 9.3 10.9 4*99
A r m e n la 8 7 16.0 21.0 12 0 10.0 9
C a la rc á a.6 22.0 38.0 24.0 20 6 4»
R is a r a l da 42 12.4 13 B 14.3 15.0
Stltmlnt 4.2 20.3 22 8 25.4 13.5 ♦
G enova 4.3 5.7 12.6 6.2 6.8 9
M o n ten eg ro 4.7 8.0 18 0 9.0 10.0 9
Quimb&ya 6-'6 10.0 12.0 12.0 u.o 9
P e r e lr a 85 29.7 39 0 40.9 36 4 9
S a n ta B asa de Cabal 7.2 25 0 36 2 42.6 14 3 •
S an V ic e n te de C hu cu ri 7.2 11.0 14.0 24.0 26-0 #4»
B lo n egro 4.6 24.2 26.5 26 B 28 3
V a co p i 4.9 16.5 17.0 12.0 22 0
T o ta l 500.0 620 JO 592.7 523 6
* Dimuiiución absoluta n o continua
** Dumiinucinn a bsoluta y com m u a lurnnte t o d o a l p e rio d o h u r - 11773.
— D ism in u ción re la tiv a 1crecien d o atn rela ción con la a lta taaa d e n a ta l lita d 3
q u e su pon e u n m o vim ie n to m ig ra to rio )

e ) Igu alm en te. en todos ellos se experim ental un a u m en to co n tin u o


de la producción desde 1925
f ) N o obstante, estos prósperos m unicip ios p ierd en m á s de d e n
m il h ab itan tes en tre 1951 y 1973. S e en cu en tran en 1973 a l n iv e l d e m o ­
g r á fic o del a fio de 1933: cuentan con 5D0.0D0 personas, cu an d o d e b e ría n

SB5
T ra u fM m M lé* d i u «M u d a n iu fe*a» del yná

albergar ÍP᧠de un m illón de habitantes. Es decir, que considerando


laa tasas normales del periodo y e l crecim ien to v e g e ta tiv o esperado,
el d é fic it real aleanxa a la elfra de SQ0.000 personas en 1879.
I ) Resumiendo, 91 municipios, que sou los máximos pilares de la
economía de exportación cafetera e involucran las aonas de máxima
riquesa agrícola an el país, experimentan una notable emigración du-

500
rente mas de veinte aftas, entre 1851 y it»73. y en esta última feeha
presentan un cuadro demográfico desolador, con un déficit del orden
de los 600.000 habitantes. Mas enigma Meo aún resulta el asunto, cuando
se comprueba que a medida que iba disminuyendo la poblaciún iban
creciendo los cafetales y aumentando e| volumen de producción Ks
asi como un cuadro anterior presenta un aumento de 178000 hectá­
reas de las aonas cafeteras, entre 1866 y 1870. De tal modo que la
emigración en nada afecto a la economía cafetera, a la producción,
ni tampoco a las exportaciones, como se comprueba con las estadísti­
cas de la Federación de Cafeteros.
Volviendo al postulado oficial, se habla Pegado * una conclusión
dianietraimente opuesta: fueran las regiones agrarias económicamen­
te mes dinámicas, productiva* y prósperas del pata, aquellas que más
padecieron un despoblamiento por emigración durante ios aftas 1840,
1860 y lünü
En ounntó al argumento oficial, relativo a la atracción urbana, pro­
vocada por una supuesta indusmaliaaoion. se cae por st mismo cuando
se examina con cuidado la estadística demográfica del duadro ante­
rior, dedicado a las 68 ciudades. No oreemos necesaria volver sobre
una polémica ya inútil q discutir una tesis que se derrumbó por si
sola hace más de dies aftas y que hoy nadie recuerda.

587
Como siempre ocurre en el proceso de conocimiento, cada pregun­
ta resuelta concluye con otra, en la cual se originan diez preguntas
nueras. Terminó un ciclo y se inicia otro;.
Con el fin de buscar nueras hilos, se volvieran a examinar varios
documentos utilizados en la Primera Parte de este trabajo: xas estadís­
ticas ae adjudicaciones de tierras baldías desde tinaies del siglo X IX .
Resultó un mapa discriminado de la localización de estas adjudica­
ciones oficiales.
Esculcando otra vez el Feudo de Baldíos del AHNC, los archivos
de Jorge Ellécer Gaitán y otras Cuentes oficiales, también se mzo una
recopilación de todos los conflictos agrarios que se registraron desde
Cíñales del agio XEX hasta. 1940. Esta labor concluyo con un mapa
mostrando la generalización de las pugnas clasistas: litigios de di­
versa índole, persistentes, a veces sumamente graves y agudos, afec­
tando el conjunto de las regiones centrales cafeteras oei país enfren­
tado par la general al campesinado de colonización y a l sector
íatrfimriiata ausentista.
Superpuestos estos mapas a ios anteriores, se pudo constatar una
coincidencia territorial y temporal entre Los diversos indicadores:
—Regiones de más Intensa colonización popular de laderas, aesde
finales del siglo XIX.
—Regiones con alto nivel de persistente confitetmdad social, so­
bre todo en los años 1910. 1920 y 1930.
—-Areas de máxima producción cafetera de exportación.
— Surgimiento y desarrollo rápida de los polos urbanas de acopio
de la producción de exportación.
—Regiones rurales de máximo despoblamiento en los años 1940-
1900.
—Centras urbanas de máximo crecimiento demográfico, entre 1938
y 1984.
No faltaba sino completar este panorama, agregando los “campos
de batalla" de la guerra agraria que se articula con el Decreto 1239
de 1948 y que aquí se bautizó “ La Violencia’’ . Se realizo un Ultimo mapa
acudiendo a la abundante literatura relativa ol tema, privilegiando
las estadísticas de la Policía Nacional y ubicando en el territorio todas
los acontecimientos registradas par diversas fuentes, desde 1946 has­
ta 1985.
Iniciado este ciclo de indagaeintra» en las ciudades, terminaba y
se aclaraba en los campos. Se volvió a de manera insistente
esta región central del país: Cundinamarca. Tollina, Hiií Ih., Antioquia,
Cuidas, Risaralda, Quincho y Valle del Cauca. Es decir, el a-mp»f> esce­
nario de la más cruel, aguda y persistente guerra agraria de los años
1940, 1950 y 1960. V con lo anterior se pudo, por lo menos, articular
el brusco fenómeno de la urbanización acelerada e Intensiva de me­
diados del presente siglo, con los estragos de una guerra social agraria.

588
P E R M A N E N T E Y M AXIM O
D E S P O B L A M IE N T O RUWU
« M I . 73 -
M A Y O R IM P A CTO
D E M O G R A F IC O U R S A .40
G E O G R A F IA DE L A
V I O L E N C I A - I9 4 6 -4 9 G B -
P R IN C IP A L E S Z O N A S
pSllllllItlIll C A F E T E R A S
A D J U D IC A C IO N E S D É

P*ocma da arftanlsarlún. ranadas IM > IBM y IBM


Tratemos de resumir y de sintetizar. L a trsnferenda. demográ­
fica «jae EmpTtea el eocttpto de urbanización, puede según t i caso
ser lenta, moderada, gradual o cíclica también puede actuar en forma
brusca y sarpresrra. rápida y masiva. En Colombia operó de manera
Impetuosa y breve. como un maremoto: en pocos afios y por medio
de ana verdadera catástrofe demográfica en los campos. Su modalidad
de actuación no se en la atracción urbana por motivaciones
de carácter económico, tino por capatalón y destierro y por preocupa-
efooes de supervivencia, por parte de los migrantes.
Los intensos fluías de urbanización masiva, del periodo de 1945-1965
—salvo contadas excepciones de poca general;— nada tie­
nen que ver con una supuesta y mítica industrialización; esta no fu e
sino un brote efímero y moy localizado. De hecho, los éxodos de po­
blación rural anteceden a la breve ola de inversiones extranjeras que
caracterizan la f™* rn*r<arfrT»j»f/m Sos afios 1956-1960; mas sin. embar­
go persisten los flujos después de su extinción. De tal modo que esta
denografia urbanizante se divorcia, tanto en t i tiempo como en ti
espacio, de las reducidas ofertas urbanas de la Industrialización; no
se advierten entre ambas fenómenos nexos de causa y efecto.
Intenso y expedito, operando no por atracción sino por repulsión,
produciéndose en condiciones sacíales y políticas no "normales"’ sino
excepcionales, el procesa demográfico de urbanización, moderna del país
ae aparta por completo de los modelos convencionales europeos de los
siglos X vlll y XTX Divorciado de una Industrialización que no existia
entonces, y que sólo- se asomó después de manera fugaz, tampoco Bas­
tea t i paso harta un pujante capitalismo. Más bien expresa, por medio
de una larga guerra de clases en los eampos, la testarudez de viejas
estructuras agrarias de tipo feudal —como la tenencia latifundista o
las relaciones laborales serviles— amenazadas por el impetuoso aseen-
so del campesinado independiente de eofanázzción. Esta guerra social
estaba en gestación y madurando rfggrfe * atrás; no obstante,
encuentra un alimento y su detonador en la tituaeión política domés­
tica e Internacional, que vtvfó t i país 2l terminar la Segunda Guerra
Mundial Harta 1945-1943 se Juntan las condiciones,, f avoreciendo su
estallido generalizado.
Durante veinte afios unos continuos éxodos agrarios frasean ampa­
ro en las cxudsdes-refagíos, En tilas se vuelve mayoritaría la población
inmigrante nacida en los campos; tanto en 1961 como en 1964 alcanza
proporciones dtí orden del 60 y et 7#^9, en rtiadón con la población
total de la urbe. Tanto la velocidad del proceso como las condiciones
particulares del estado de sitio, la rrpforny eaesfigm'acfón social que to ­
marían los centro* urbanos., caracterizada ésta por la presenrta nnni* *
dei campesinado, iban a configurar t i ambiente muy especial en t i
cual surge la ciudad eotombtana moderna. Identificados los elemen­
tos meramente cuantitativos dti fenómeno, nos toca entonces observar
Bas mutaciones cualitativas que provocarían, en la ciudad.

590
C A P IT U L O I I I

PROTOPOLIS, CIUDAD DEL


ESTADO DE SITIO
E n e l S in ú , la e v a cu a ció n d e la z o n a d e V io le n c ia t u v o p o r c o n s e ­
cu en cia s e l a ba n d on o p o r p a rte d e una m u ltitu d d e ca m p e s in o s d e sus
bienes, d e sus c u ltiv o s , d e su gan a d o, d e sus tie rra s y se re fu g ia ro n
en las ciud ad es e n d o n d e c re a n p ro b le m a s d e d es em p leo y d e in v a sio­
nes. . . L a a m plia z on a evacuada cu en ta c o n unas 3 0 0 .0 0 0 h ectá rea s,
a ctu a lm en te e n p o d e r d e l e jé rcito .
(Declaraciones del gobernador del departamento de Córdoba, Mon­
tería, 1971.)

C iénaga.
P o r lo m e n o s quin ien ta s personas h a n le v a n ta d o m ás d e u n ce n te n a r
d e casuchas a la entrada d e esta ciud ad , fre n te a la ca rre te ra q u e
c o n d u ce a B a rra n q u illa , en te rre n o s d e l m u n ic ip io .

(“El Tiempo”, agosto 20 de 1976.)


T o q u e d e qued a y le y seca en P u e r to B e rrío .
L a s fu erza s d e o rd e n q u e vienen o p e ra n d o en esa re g ió n , e n la p erse­
c u c ió n d e los co m a n d o g u e rrille ro s de las F A R C , han a rre cia d o
fu e rte m e n te en la z on a ru ra l y aún en las p oblad a s d e S a ntan d er. E llo
h a o ca sion a d o e l despla za m iento d e g en tes h a cia la p o b la c ió n p o rte ñ a ,
c o n graves p e rju ic io s para e l o rd e n p ú b lic o . L a m ed id a , d ijo e l f u n ­
c io n a rio , se m a n te n d rá hasta ta n to las auto rid a d es lo g r e n desaloja r
a lo s e x tra ñ o s y e v ita r q u e sigan buscand o re fu g io a llí.

(“¡El Colombiano”, octubre 7 de 1976.)


T o d o tu g u rio n u e v o fu e d e m o lid o sin c o n te m p la cio n e s y sus o c u p a n ­
tes d ev u e lto s a la z on a a graria de o rig e n .
(Erradicación de tugurios en Bucaramanga, coronel Valencia Tovar. Se­
minario Nacional sobre Urbanización y Marginalidad, Sogamoso, 1968.)
T u n jo .
U n a fir m a u rban izad ora p u so en ven ta lo s te rre n o s asignados p a ra la
ca pilla , lo s p a rqu es y las calles d e u n b a rrio d e T u nja.

(“El Tiempo", agosto 20 de 1976.)


Como se dijo en la Prim era Parte de este trabajo, hacia 1900 se
observa una tendencia de cambio en la distribución territorial de la
población. De tal modo que se produce, entre principios del siglo (los
datos censales de esa época no permiten mayor precisión) y 1938, un
moderado incremento numérico y porcentual de la población urbana.
La hipótesis en esta investigación es que ella, hacia 1900-1905, no
pasaba de un 10% de la población nacional, pero si alcanzaba un 29%
en 1938. Significa eso que su proporción se triplicó durante este periodo
de menos de 40 años.
Obviamente, una parte no cifrable de estos aumentos impactó al
sistema urbano tradicional. No se sabe si en ello sólo incidió una eleva­
ción de los saldos vegetativos o si éstos fueron reforzados por corrien­
tes de inmigración, y en qué proporción. Obviamente, los mayores
aumentos demográficos se hacen notables en algunas plazas que se
benefician con una localización privilegiada en el esquema territorial,
acoplado con el modelo económico de acopio-transporte-exportación:
Barranquilla, Bogotá y Cali podrían ser un ejemplo.
Sin embargo, este fenómeno de crecimiento de la población urbana
se articula principalmente con el surgimiento de nuevos centros urba­
nos, entre los cuales se destacan unas cien localidades nacidas de la
colonización de vertientes, sin olvidar sus “ derivados” complementarios,
como son los centros del transporte de carga. En otras palabras, se
va concentrando una población más numerosa en algunas ciudades
antiguas con óptima ubicación geográfica para la economía importa­
dora-exportadora. Pero si hay más población urbana es, en lo funda­
mental, la causa de que haya más ciudades recientes o nuevas,
cafeteras, de puertos fluviales, de carrileras y de carreteras. El propio
mapa nacional de la sectorización municipal ilustra este fenómeno:
no habla más de 700 municipios hacia finales antes del siglo X IX ,
cuando Vergara escribió su Geografía, eran 810 cuando se realizó el
censo de 1928 y llegaban a 950 en el año 1973, pasando de 1.000 en
el censo nacional del año 1985.
Estos nuevos centros adquieren a veces una dinámica demográ­
fica sumamente veloz. Resulta muy convincente una comparación
entre la perezosa evolución poblacional de viejos centros (Pasto, Popa-
yán, Buga, Cartago, Honda, Mariquita, Vélez Tunja, Ocaña, Pamplona,
Mompox, por ejem plo) y el impulso rápido y persistente de ciudades
más recientes o modernas, como son — entre otras— Girardot, Calarca,

593
Armenia, Perelra, Manizales, Líbano, Calcedonia y Sevilla. Es relativa­
mente fácil comprobar que estas últimas, y otras ciudades nuevas en
general, concentran una proporción notable del crecimiento de la po­
blación urbana que se registra entre 1900 y 1938.
Popayán festeja sus cuatrocientos años en 1938 con 18.000 habi­
tantes, pero Manizales, apenas octogenaria, alberga más de 50.000
almas. A pesar de sus 250 afios de existencia, Cartago no llega a
las 15.000 personas y su vecina rival, Perelra, con menos de ochenta
años la duplica y supera los 30.000 habitantes. Armenia y Calarcá no
tienen cincuenta años de fundadas y, sin embargo, la primera alberga
también 30.000 habitantes y 7.000 la segunda. Hacia 1900 Glrardot era
aún villorrio con rústicas chozas en bahareque, techadas con paja, pero
en 1938 es una ciudad con más de 22.000 habitantes, logrando casi
Igualar a Ibagué con 27.000 habitantes, fundada en 1550 y, de paso,
destronó a Honda en la cual se registran 12.000 almas. Un viejo centro
de la primera conquista, Mariquita llega a sus 400 años con 3.800 habi­
tantes, mientras que su vecina, Líbano, duplicó esta cifra en menos de
setenta años de existencia; podrían multiplicarse, en varias reglones,
este tipo de comparaciones.
De tal modo que la “modernización” económica de principios del
presente siglo, que se deriva del impulso del sector primarlo exportador
y de la Integración del país a los mercados mundiales de crudos (m ine­
ría de dragados, exploraciones petrolíferas, exportación bananera o
cafetera, etc.), Incide poderosamente en una consolidación del parque
urbano y en una ampliación y extensión de la red de centros; es cuando
se verifica un primer nivel de urbanización. No obstante, este fenómeno
ocurre en forma lenta, moderada y gradual y, por lo tanto, en nada
revoluciona la estructura y la morfología de un determinado centro,
ni trastorna su capacidad de absorción de lo nuevo y su indispen­
sable adecuación. Es sin mayores traumas, bien sean estos de
carácter espacial o presupuesta], que ciudades como Manizales. Perelra.
Bucaramanga, Cúcuta, Medellln, Cali y la misma Bogotá vienen con­
testando a las preguntas que surgen de su progresivo desarrollo pobla-
clonal y físico. En cuanto se refiere a las migraciones hacia las ciuda­
des, vale la pena recordar que éstas obedecen con frecuencia no a una
fijación urbana definitiva, sino a un vaivén de tipo pendular. Vemos
en varios períodos y reglones a migrantes rurales enganchados tem­
poralmente en unos frentes laborales urbanos (por ejemplo en la
construcción y las obras públicas, durante la “danza de los millones” ),
pero sin cortar sus nexos con el campo y sin ambicionar su seden-
tarizaclón urbana, regresando luego a sus hábitats rurales.
Este es, en síntesis, el modelo de urbanización que se verifica
hasta la década del cuarenta. Pero este proceso regular y gradual expe­
rimenta una marcada aceleración luego y cambian los volúmenes, el
ritmo y la intensidad, también en esa misma década del cuarenta. La
apacible ciudad recibió un golpe tremendo, provocando un colapso,
del cual aún hoy no se ha recuperado.

594
Hablamos detectado, en los dos capítulos anteriores, el carácter
muy peculiar del proceso moderno de urbanización:
—En razón de su velocidad.
— Por la forma masiva y forzosa del éxodo campo-ciudad.
Estos dos factores contribuyen a Impactar a numerosas localida­
des, desequilibrar poblados, desestablllzar pequeños centros; en general,
provocan un cambio radical y un salto cualitativo en la mayor parte
de la red urbana del país.
No obstante, el impetuoso ritmo demográfico de la urbanización
superó todas las previsiones, por lo demás Inexistentes. Por lo tanto
fue, durante unos veinte años, muy superior a la capacidad de actua­
ción del Estado. No pudo ser enfrentado a tiempo, y mucho menos
absorbido por las autoridades locales, las Instituciones del gobierno
central y por los miseros presupuestos de Inversiones de las entidades
estatales Inadecuadas y que no estaban preparadas para este reto.
Acompañando al desajuste Institucional, se abrió una crisis pro­
funda y persistente frente a este “salto“, o sea el paso de un tipo de
ciudad a otro. En estas circunstancias, heredadas y multiplicadas las
deficiencias, acumuladas y sin resolver sus fallas, se deja de disfrutar
y empieza a “ padecer” la ciudad, como bien dijo alguna vez el arqui­
tecto Salmona. 7 esta ciudad en tránsito desde lo sencillo hacia lo
complejo, híbrida y con marcado carácter rural, quedarla durante
mucho tiempo inacabada e Imperfecta, apenas esbozada y embrionaria.
Los biólogos del siglo X IX Identificaron unos micro-organismos
primitivos, sencillos y muy rudimentarios, y que por esta razón lla­
maron “proto-organlsmos". La urbanización moderna en Colombia
engendró un organismo urbano “tendenclal", apenas esbozado. Inaca­
bado: una ciudad Incipiente y elemental, embrionaria aún y muy
rudimentaria. Todavía muestra, tanto en su geografía y morfología
como en su sociedad, numerosas huellas de su origen rural y de su
larga tradición agraria, Indicando la fase de transición que está expe­
rimentando. Improntas que se plasman tanto en los espacios libres y
su manejo, como en los espacios construidos y su uso, y más que todo
en las mentalidades colectivas, en los comportamientos Individuales
cotidianos y en las prácticas sociales de sus moradores. Oscilando
entre lo arcaico y lo nuevo, no es aún ciudad moderna sino más bien
una “ ante-ciudad", un proyecto. Por lo tanto, a nuestro modo de ver,
la ciudad contemporánea evoca el concepto de “proto-cludad". Acep­
tando aquí la clasificación de Lewls Mumford, se advierte una catego­
ría en la cual nunca se pensó: la “proto-polis”. Este es el postulado que
se quiere exponer en este capitulo.

* * *

Varios pensadores alemanes del siglo pasado señalan una condi­


ción previa e indispensable para el paso al capitalismo de una forma­
ción socio-económica: la "acumulación primitiva (u originaria) del

595
capital". Algo comparable, aunque distinto, ocurre en el tránsito de
la sociedad agraria hacia au mutación en conglomerado urbano mo­
derno; sólo se da este paso después de la necesaria "acumulación
originaría" del capital humano, o sea, una yes realizado un incremento
de la materia básica de las fuerzas productivas' la población, con lo
cual se posibilita una mayor división social del trabajo y un determi­
nado modo y un nivel de articulación entre los tres sectores económicas
y laborales, primario, secundario y terciario,
Algunas cifras Ilustran la brusca revolución espacial que padecie­
ron los centros urbanos impactadas por el impulso demográfico. Veamos
estos ejemplos reales; Vailedupar pasa de i 000 habitantes hacia 1940 a
cerca de den mil en 1973, de un pueblo compactado en unas cincuenta
hectáreas, pasa a ser en menos de 90 afio* una extensa aglomeración
dispersada en unas mil hectáreas. Montería, con sus 12,000 habitantes
en 1938, no ocupaba entonces más de unas 100 hectáreas y en 1973,
con más de 100,000 almas, se desarrollaba en algo más de mil hectá­
reas. Cúcuta inicia el rielo agrupada la ciudad, en forma orgánica,
en su valle y a la orilla del rio Pamplonlta, pero en 1973 pasaba de
200 000 habitantes, regados éstos en la geografía circundante hacia
e| norte y el sur, San Luis y Belén, las laderas hada el Táchlra y las
mesetas hacia el Zulla. Bucaramanga presenta una dilatación similar,
pero en una geografía invertida; cabían en 1938, sin dificultad sus
40.000 habitantes en las mejores tierras de la meseta; pero ésta se llenó
en 1951 con 100000 almas y en 1904 con 2000000, los nuevos barrios
desbordaban la capacidad de la geografía, ¿bagué infria el ciclo como
un apacible pueblo de carretera y un pequefio centro administrativo y
comercial de escala regional contando apenas con 27000 habitantes
aglomerados en tomo al centro; en 1951, pasando de 50.000 almas,
se disgregó la forma urbana anterior y en 1954, siendo una aglomera­
ción de 125000 muestra una forma urbana desgarrada, compuesta por
multitud de barrio* tirados en la geografía circundante. Neíva tenia
hasta ios afios 40 una configuración muy compacta, inscrita en la
media luna conformada por sus limite* naturales; los rio* Magdalena,
toro v Le Toma; pero pasa de 15000 habitantes a 33000 en 1961, a
78.000 en 1954 y a 110.00,0 en 1973; el marco geográfico inicial estalló;
la dudad se expande hada el aeropuerto hasta rodearlo, desborda
tanto la vía férrea como los predios del ejército, ocupando las laderas
del oriente y las mesetas arenosas del sur; de 200 hectárea* llegó a
más de 1,200 y tanza una digitación sobre el margen Izquierdo del rio
Magdalena, ya en el municipio de Palermo,
Un ritmo demográfico comparable y un crecimiento físico pare­
cido afectan entre 1938 y 1954 a Armenla, Calarcá, Perelra, Cartago,
Tuluá, Palmlra y Cali; Manteóles se desarrolla en forma especialmente
(y especialmente) dramática, en razón de su topografía particular­
mente inclemente. En Vlllavleende, pasando de 5 000 habitantes en
1938 a 68.000 en 1973; son los barrios nuevos en tierra* bajas e Inun­
dables, ios que golpea en forma cíclica el rio Guattquia, aquellos que

996
incrementan su población. Bello no pagaba de 8j000 habitantes en
1938, pero superaba ¡os B6J)00 en 1654; rompió su marco natural, Inva­
diendo las vegas del rio Miquis, trepando las laderas y los surcos de
las quebradas del norte y conectándose con Medetiín en el barrio
París. Con modalidades diversas se llega a una situación Igualmente
critica en Barrancabermeji, pasando de 9.000 habitantes en 1938 a
92.000 en 1973; Buenaventura saltando en el mismo periodo de
menos de 15.000 personas a más de 110.000; Quibdó pasando de aldea
compacta de 6JIOO habitantes en 1938 a un pueblo anfibio de 20-000
en 1054, con barrios a los cuales sólo se llega en canoas y otros en los
que se circula por medio de senderos de madera sobre pilotes,
En resumen, en todas las localidades afectadas el aumento demo­
gráfico viene acompañado de un igual (cuando no superior) creci­
miento espacial, y en este Ultimo se originan numerosos fenómenos
nuevos, expresando el obligado cambio cualitativo.
Asi surgen un modelo de ciudad moderna embrionaria y una socie­
dad urbana naciente, hipotecadas desde el principio por las tres T
de sus principales penurias: tierra, techo y trabajo. En efecto, estas
magnitudes demográficas repercuten pronto en la estructura urbana y
auspician dos consecuencias sociales capitales; Ja escases o falta total
de fuentes de trabajo, la carencia de vivienda y la presión creciente
sobre el suelo, proveniente de un agudo déficit de alojamiento. Esta
última deficiencia genera unos mercados de vivienda, legales e Insti­
tucionales algunos, privados otros, ilegales muy a menudo el resto,
pero todos provocando el crecimiento expansivo y horizontal de las
localidades afectadas. La vivienda y la construcción periféricas se vuel­
ven el modo de crecimiento físico de las ciudades, la casa se convierte
en el principal motor de la expansión territorial urbana.
Con esta dilatación urbana por medio de barrios, que no son más
que calles y casas, generalmente en planta Unica, unifamlüares y con
una densidad baja, todas estas ciudades desbordan el cuadro geográ­
fico en el cual estaban Inscritas anteriormente. Bien sean de planicie
o de valle, de meseta o sobre un reducido filo, todos los centros experi­
mentan en pocos años una ruptura de ia unidad que procedía de su
localización orgánica en un espacio geográfico homogéneo Con mucha
frecuencia, aigUn accidente natural provoca una separación física en­
tre el conglomerado tradicional y las extensiones nuevas; es decir, que
una de las nuevas patologías urbanísticas radica en el crecimiento
físico incontrolado y demesurado hacia afuera, que padecen numero­
sos centros. Con lo anterior la dilatación urbana se convierte en fuente
de nuevas dificultades, tanto para los moradores, como para el con­
junto de la ciudad y las mismas instituciones de gobierno.
En múltiples casos esta extensión periférica desordenada, inorgá­
nica y discontinua auspicia el surgimiento de elementos urbanos suel­
tos, tirados en el espacio rural suburbano. Este divorcio físico, entre
La ciudad tradicional consolidada y Jas nuevas expansiones, ocasiona
muy a menudo consecuencias como estas: construcción de una red
vial especifica, tanto de servicio interno como de relaciones con el

997
conjunto «t e ñ o ; la discontinuidad d t la u p a n iid n urbana o b lii» pon
frecuencia a abrir una* ría* de conexión, a ira retando aonaa t in o o lu o
«In ningún Upo de uao urbano para U far un lejano barrio o sector
nuevo, aumentándose lanío loe costo» de infraeeiru u a eomo las ton*
denolaa especulaOras «obre las Usrras ruraleo suburbanas. Por lo
general. al eambto de «tilo geográfico provoca una m ultiplicación de
las réntenlas y, por consiguiente, de las rodea de eleantárU lado; las
expansiones por encuna de la oota del acueducto tradicional im plican,
frecuentemente, la construcción de sistemas propios para los nuevos
sectores y costosas «tetemos de bombeo; no faltan casos en donde n u los
acueductos distintos se distribuyen el perím etro urbano, an form a
anUeoonomlea. Tampoco faltan dudadas en las opales loe em isores de
la red maestra de alcantarillado vierten las avuaa residuales domásu*
eas y/o industriales en un sillo del rio antee de la dudad, estando rio
abajo la toma y la estación de bombeo da la planta del acueducto.

* • •

Rl fenómeno aquí mencionado no solamente actúa en las grandes


urbes, igualmente se manifiesta en pequeñas localidades, quisa más
vulnerable* aún a sus consecuencias Aquí oabe el pequeño párente*!*
especial del caso de Turna. que neniamos dejado en otro capitulo;
presentaba entones* una morfología sumamente compactada y un
patrón de expanaiOn racional y progresivo, que ee coneorvana hasta
los aftw cuarenta de nuestro siglo. Un oentro que no habla llegado
a >0000 habitantes en el transeurea de cuatro siglos de vida re-
gUtrarla una duplicación de población entre ifM y I M i
Apenas contaba con almas en IM i, y S3 00X en lIM , poro
totaiisatoe MLU1 nabttantee urbanos en 1H4, registrándose en cate
último periodo una tasa promedio anual del orden del M ú . Tasa bas­
tante alia y que altera por completo el patrón de crecim iento que
experimentó la ciudad, durante cuatrocientos aAos, y trastorna en doe
decadas la morfología adquirida en épocas an tenores. En manos de
veinte aAos se rompe el modelo tradicional de crecim iento flsteo con
la continuidad espacial y par agres setones sucesivas. La etudad ráelo*
nal y continua se convierte en un conglomerado, creciendo m ediante
saluo en el espacio rústico circundante; ee multiplican los parches ata-
lados. barrio* suburbano* en forma de Insulas discontinuas e tnroneetas-
Pero la ola fue breve y en 117) se registraba una disminución
importante de la tasa am enor: tenia la dudad M id o habí tan les, i le­
gando a I I m n i I N ! No obstante, esta ola fugas dejaba unas con­ predios suburbanos, la estación del ferrocarril, el batallón Sim ón No­
secuencias durable» una forma urbana desgarrada, un conglom erado var y la ntvemutad Pedagógica- En la década del entónente se am plió
doefuariisado y desparramado en el espacio rural, oon numerosas considerablemente esta tendencia, provocando la dispersión p erifon ea
deftdendsa y sin los recursos para su resolución. de nuevas instituciones oficiales, M ías se loca lisa ron principalm ente en
Hasta los aAos treinta se mantuvo sin cambios el patrón histórico loa pasttsales del norte, entre la carretera a Bucaram ang* y la vía a
de crecimiento. En la dOeads siguiente las prolongaciones esternas Palpa, Igu al oose ocurrió del otro lado de une vis de otrounvelación ,
correspondieron, más que todo, al desarrollo de) aparato Institucional que se suponía debía ser barrera orienta) a la expansión urbana- Lo
con instalaciones extensivas, implicando la oonsecuetón de amplios mismo que en Buga, Poparan, Bogotá, Netva, Q airs, Tuluá y dlea eaaoe

BM 9Ú9
3 Kilómetro*

I Kilómetro

Modelo teórico de crecimiento

600
más, sólo sirvió de trampolín para acrecentar la especulación urbana
en tierras agrícolas y para agilizar la conversión de la hectárea en
metros cuadrados.
Pero, es más que todo en la década del sesenta en que se manifiesta
este fenómno de desintegración del tejido y de la m orfología uroana;
es decir, cuando im pacta al espacio circundante la demanda residencial,
originada en la tasa del 4.4% que venia desde los años cincuenta.
Hoy en día vemos en Tunja un conglomerado, en el cual se dis­
tinguen dos modelos de diseño: la ciudad compacta y racional que se
edincó durante siglos, cuadra tras cuadra, y que se extiende a i occi­
dente de la avenida oriental de la carretera del norte; y la ciudad
dispersa, desintegrada, caótica y de parches sueltos, que se desparrama
al oriente de estas vías, en el sentido norte a sur. Expresando ia anar­
quía especulativa de la presión sobre los predios del entorno rural,
son áreas mixtas de vivienda y labranzas con una muy baja densidad
nocturna, pero con una extensión duplicando las dimensiones de la
ciudad tradicional; y como era de suponer, con todas las consecuencias
sociales y financieras, en cuanto se refiere a distancias, red de relacio­
nes, equipamientos y costos de instalaciones de las redes domiciliarias.
Desde luego, un crecimiento poco intensivo pero muy extenso
ocasiona un fenómeno antes desconocido en la ciudad tradicional: las
distancias. Esta categoría permite ilustrar cómo los cambios de can­
tidad suscitan cambios de calidad, por medio del siguiente modelo
teórico.
Hemos visto cómo hacia 1938 existía en el país una cantidad de
localidades que se respaldan en su papel de centro “ de apoyo agra­
rio” , con un nivel dem ográfico fluctuando entre 6.000 y 10.000 habi­
tantes y llegando a un m áxim o de 15.000. Para sim plificar este ejemplo,
se tomará aquí el caso de un centro con una población hipotética de
10.000 habitantes. Asumiendo una densidad residencial de aglomeración
del orden 100 habitantes por hectárea, se advierte, por lo general,
en esa época un perím etro urbano totalizando unas cien hectáreas. Múl­
tiples casos concretos observados nos enseñan que entonces la locali­
dad se presentaba en form a de una agrupación continua y muy
compactada, o sea orgánica. No presentaba extensiones suburbanas
sueltas, ni digitaciones lineales, ni sectores inconectos, discontinuos e
inorgánicos; mostraba también una cierta unidad geográfica, general­
mente inscrita la ciudad en la media luna, conformada por dos o tres
corrientes de agua. P or lo tanto, todas las distancias eran peatonales,
pues no habla entonces un habitante radicado a más de siete u ocho
cuadras de la plaza y de los diversos lugares de manejo institucional,
de los grandes equipamientos públicos, de los centros de abasto y con­
sumo, como son la galería, la plaza de mercado y la carnicería.
Pero pasando de 10.000 habitantes y de unas cien hectáreas a cer­
ca de 100.000 almas y unas m il hectáreas, surgen distancias mucho
mayores, exigiendo nuevas respuestas en el equipamiento urbano. Es
decir, que una proporción notable de la población se encuentra resi­
denciada a distancias del orden de uno a dos kilómetros del sector

601
de la especulación sobre los predios ribereños, la elevación de los pre­
cios del suelo y concluye con la destrucción del tejido construido ante­
riormente y la erección de modernos edlílcios comerciales altos, term i­
nando con una elevación de la densidad laboral diurna y el aumento de
los flujos vehiculares, bien sean de transporte individual o colectivo
y la multiplicación de los conflictos de tránsito. Además, esta “solu­
ción” desequilibra considerablemente la relación proporcional entre
la superficie de la manzana y el espacio perlmetral de circulación, en
beneficio del último. El ensanchamiento de las vías puede llegar hasta
la relación del 50-50%, es decir, que tomando una superficie teórica
de una hectárea encontramos 5.000 metros cuadrados de vías de circu­
lación perimentral, para el servicio de un espacio útil que no pasa de
los mismos 5.000.
Se han encontrado en varias ciudades ejemplos ilustrando lo que
llámanos el ocaso de la cuadra central colonial. El dioujo anterior hace
visual este fenómeno en el cual se toma para la demostración una man­
zana tradicional de 80 x 80 metros con cuatro vías penme erales de
9 metros de ancho. Iniclalmente vías y manzanas totalizaban un cua­
dro de 98 x 98 metros o sea 9.604 metros cuadrados. Siendo la super­
ficie “ útil” de 80 x 80, o sea 6.400 metros cuadrados, ésta alcanzaba
el 66.5% del total; mientras tanto las vías de servicio totalizaban
3.204 metros cuadrados, o sea el 33.5%. L a relación era de 1 a 2 entre
circulaciones y espacio servido, pero con vías perimetrales ensanchadas
gradualmente a 12.15 y hasta 20 metros de ancho entre paramentos
y un pasaje transversal en T, cambian radicalmente estas proporcio­
nes. Se presentan casos en los cuales la superficie interior útil no pasa
de 3.683 metros cuadrados, o sea e l 38%, mientras las vías intenores
y circundantes alcanzan 5.921 metros cuadrados, o sea el 62%. Se llegó
casi a una inversión de la relación 1 a 2, ahora privilegiando las circula­
ciones en detrimento del espacio constructible.
b) La segunda solución proviene de la parálisis que ocasiona en el
centro su misma densificación y congestión. El colapso frecuente con­
lleva a buscar una solución de disuación del uso del centro: que la
carga, los productos y la gente dejen de ir al centro y que éste vaya
hacia sus usuarios y consumidores. En una primera fase veremos cómo
los nuevos grandes equipamientos con vocación urbana general exigen
extensos predios libres, excluyendo su radicación en las diminutas y
densamente construidas áreas centrales: cuarteles, hospitales, liceos,
universidad, talleres del municipio, garajes de los bomberos o de las
empresas de servicio público y de obras públicas, terminales del trans­
porte masivo; todos equipamientos de por sí extensivos en primera
planta y que sólo en áreas periféricas pueden encontrar las extensiones
de suelo que necesitan, primero para su instalación inicial y luego para
su expansión. De la misma manera veremos cómo opera una descen­
tralización del sistema de abasto-suministro de víveres: cuestiona a
la exclusiva plaza central de mercado o a la congestión que paraliza
la galería, vuelta epicentro del tumulto, de la agitación, de la actividad,
de la promiscuidad y del deterioro físico y social; concluye, en diver-

604
Evolución de la curva de rentabilidad dentro de una manzana

605
sas ciudades, alcanzando el umbral de 250.000 a 300.000 habitantes, con
una red de distribución por medio de plazas-satélites de mercado,
distribuidas en el espacio urbano y los distintos sectores de vivienda.
Algo parecido ocurre también con la dispersión espacial del sistema
de seguridad y la multiplicación de las estaciones sectoriales de Po­
licía. Finalmente, a partir de 1975 se advierte la penetración progre­
siva en las principales ciudades de otra intento de descongestión de)
centro comercial tradicional: la teoría de los mulü-eentros Articulados
con el crecimiento indefinido del sector terciarlo, concentrando gran
parte de los préstamos de las Corporaciones Financieras creadas para
el fomento de la vivienda, hoy está en pleno auge la moda de los cen­
tro* comerciales de la más diversa Índole.

Tierra y techo conforman un binomio de elementos inseparables.


Algunas cifras Indican la magnitud de la crisis del alojamiento urbano
a partir de los afios 50. Las primeras estadísticas que se establecieron
en las nacientes oficinas de Planeación Municipal (Bogotá, Medellin,
Cali y Barranquilla, y posteriormente en otras ciudades) indican que
en todas, en el transcurso de varias décadas, la casi totalidad de las
Ucencias de construcción conciernen a la vivienda Siendo que la cla­
sificación de) destino de la construcción está integrada por unas 10
categorías (comercio, oficinas, bodegas. Instituciones, industria, etc.),
sin embargo alio tras afio la vivienda concentra no menos del 95%
de las Ucencias, llegando a veces hasta el 98% del total, bien sea en
ntunero de permisos o en metros cuadrados de construcción y en áreas
de los predios
A partir de los afios sesenta se elabora una estadística anual del
défleit de vivienda, considerando dos categorías: absoluto o cuantita­
tivo, concerniente a las unidades de alojamiento fallantes y déficit
relativo o cualitativo, referido a las viviendas defectuosas o inadecua­
das. Siendo que la acumulación demográfica urbana opera con una
velocidad muy superior a la baja capacidad del sector de la construc­
ción de vivienda, cada afio va creciendo el défleit: era según Planea-
eión Nacional, del orden de 500.000 unidades hacia 1905 y pasaba del
millón en 1978-80.
Una consecuencia seria la división de la demanda en tres mercados
distintos, con una clasificación tácita de las tierras urbanas, en fun­
ción de los ingresos de los demandantes de vivienda. A partir de este
momento, se van desdibujando en el suelo urbano y divorciando dos
ciudades distintas:
a) Aquella ciudad de las tierras buenas. Areas generalmente pla­
nas o con pendientes suaves Inferiores al 10%, es decir, con buen
drenaje natural, localización óptima en relación con los polas intra-
urbanos de mayor interés y prestigio; generalmente ubicadas sobre

606
algún eje vital Importante y equipado, y en lu cuales se pueden, sin
mayores dificultades, extender las redes de energía, acueducto y alcan­
tarillado.
b) La ciudad de las tierras mediocres. Son áreas generalmente
desdeñadas por la especulación privada, en raaón de las múltiples difi­
cultades que presentan o del carácter muy oneroso que significarían
las obras necearlas para su integración urbana Encontramos laderas
muy Inclinadas, con pendientes altanando can frecuencia el >0% y
hasta con barrancos abruptos, presentando riesgos de erosión y de­
rrumbes y, en general, sanas muy por encima de la cuota máxima de
distribución de] acueducto. También pésimos son las sectores ribereñas
de las quebradas urbanas y cañada», sujetos a inundaciones bruscas
en épocas de invierno. Peores aún son las áreas bajas conformadas
por tierras pantanosas, suelas maj blandos can un nivel freático muy
alto, situadas a veces por debajo del nivel del rio vecina y fácilmente
inundables, bien sea por las crecientes de éste o el desbordamiento
de quebradas y cañadas represadas por 6L Se pueden agregar las sanas
aisladas, separadas de la ciudad par algún accidente topográfico,
lejanas en términos de distancias, o donde se dificultan y se imposi­
bilitan las obras de conexión con las redes existentes. Igualmente
integran las tierras malas o mediocres las áreas que rodean alguno
que otro sitio desprestigiado: cementerio, basureros, matadero, cárcel,
aeropuerto y otros lugares.
Muy rápidamente ocurre en cada ciudad un reparto social del
suelo, considerando, además de los factores indicados, las mismas cua­
lidades mecánicas de los terrenos y operando en función de los tres
mercados indicados:
a) Por lo general, la mayor parte de las tierras con mejores con­
diciones llegan a constituir los sectores urbanos, en las cuales actúa
la construcción privada por medio de empresas que entran a conformar
el gremio agrupado, en torno a Camaeol. Pedelonjas y luego a las
Corporaciones Financieras de Abarro y Vivienda, por el sistema cre­
diticio de las DPACs. H Estado participa de este sector constructivo
por medio de] Banco Central Hipotecarlo (sus préstamos entre 1900
y 1975 corresponden a un promedio anual del orden de 10.000viviendas)
b) Una parte de 3as tierras mediocres recibe los programas de
vivienda Institucional, destacándose la acción del Instituto de Crédito
Territorial (construyó un promedio anual del orden de las >0.000 so­
luciones. entre 1900 y 1900)
Estos dos mercados constituyen el sector de vivienda construida
en el mareo de la legalidad, respetando normas, reglamentos y soli­
citando Ucencia de construcción a las autoridades.
e) Finalmente una gran masa de destechados, en condiciones eco­
nómicas muy precarias, no tienen los ingresas necesarios para integrar
los dos mercados anteriores. Sus necesidades de techo los llevan a las
peores tierras de la periferia, en las cuales par medio de un verdadero
proceso de ‘'colonización urbana’' auto-construyen sus viviendas en

607
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y del setenta, que la curva de la construcción Ilegal se ajusta a las
fluctuaciones del sector legal. Es decir, que tiende a mermar cuando
el Estado Invierte altos presupuestos en la vivienda popular, pero
aumenta en los periodos durante los cuales disminuye la construcción
estatal. En otras palabras, la construcción popular espontánea, bien
sea especulativa “ pirata" o mediante la expropiación directa por parte
de los destechados, es proporcional a la actitud del Estado frente al
déficit de vivienda.
Aquí muy apretadas, estas son las condiciones en las cuales opera
la atomización de la vivienda alrededor de la ciudad tradicional, y el
crecimiento extensivo de numerosas localidades.

• •

x Ahora bien, otros factores Inciden en el grado de desintegración


y expansión de la ciudad. De hecho hemos constatado, a través de
varias encuestas, que no hay siempre una relación directa ni propor­
cional entre el crecimiento demográfico y el aumento del perímetro
urbano. En otras palabras, encontramos en varias reglones:
a) Unas localidades donde ocurre un aumento físico del conjunto
urbano, que no se respalda en un incremento proporcional de la po­
blación.
b) Por él contrario, unas localidades en «las cuales, tomando un
caso extremo, una duplicación de la población no se refleja en dupli­
cación del perímetro urbano.
Profundizando este fenómeno, encontramos las respuestas inda­
gando la naturaleza de la demanda de la vivienda y también la “ vo­
cación" y el valor productivo de las tierras suburbanas de la frontera
urbana.
Es asi que, en forma general, las tierras "fronterizas” con pési­
mas cualidades, o de últimas categorías agrológicas, no tienen un uso
agropecuario altamente rentable, por lo tanto tienen un nrecio por
hectárea muy bajo. Fácilmente se Integran a un mercado urbano,
destinado a la vivienda llamada ••popular” , siendo que su precio como
tierras urbanas queda a un nivel relativamente inferior. En conse­
cuencia no habrá tanta presión del valor de su adquisición para
obtener una alta densidad residencial, y muy a menudo encontramos
una "si es densidad" baja o moderada, las familias beneficiándose de
un lote de vivienda relativamente amplio o con extensas zonas de uso
público. Se agrega a ello que a veces la misma topografía obliga en
estas zonas a dejar amplias áreas sin uso construido, como sucede en
Manizales. Todas estas razones provocan una pequeña disminución
de la densidad a escala urbana.
Lo contrario ocurre en zonas "fronterizas” constituidas por tierras
agrícolas de primera categoría agrológica. En estos casos la renta
agrícola, provocada por la explotación de algún producto de gran de­
manda, o de exportación, otorga a estas tierras un alto precio unitario
por hectárea; hasta tal punto que el valor de estas tierras rurales

610
podría ser superior al que experimentarla pasando a ser predio urbano.
Es por eso que la población urbana destechada no ofrece condiciones
de Ingresos que permitirían elevar la especulación sobre estos predios;
su grado de pauperización es tal, que para los propietarios la máxima
ganancia radica en el uso agrícola Intensivo y no en la vivienda.
Por lo tanto eí perímetro urbano no crece, no se desintegra, la
ciudad presenta una compactaclón constante, prácticamente sin exten­
sión ni dilatación. Y, sin embargo, duplica su población. Las encuestas
de casos demuestran que esta ciudad “ creció adentro", bien sea por
relleno de espacios libres en los solares, división y subdivisión de las
viviendas existentes, incremento del sector de alquiler de piezas y flo­
recimiento del inquilinato y, en últimas, por medio de la duplicación
de la densidad obtenida con la construcción de segundo y tercer pisos.
Como es apenas lógico, estas múltiples manifestaciones se evidencian,
más que todo, en los centros de apoyo de mano de obra en las reglones
de agricultura moderna intensiva.
Para resumir y cerrar esta dlsgreslón, se ha comprobado que el
grado de expansión urbana dispersa, que padece una determinada lo­
calidad. en gran parte depende de la relación de fuerzas que se esta­
blece entre dos tipos de estímulos monetarios: la mayor o menor
ganancia que puede producir en las tierras un determinado producto
agrícola, y la presión de la demanda de vivienda, originada en un
determinado sector social; el desenlace es el resultado de este anta­
gonismo entre dos perspectivas de lucro y ganancia. Con ello algunas
tierras rurales adquieren una cierta “permeabilidad” a su integración
urbana, siendo muy vulnerables, o “blandas" mientras que otras son
muy “duras" y particularmente refractarias al cambio de vocación y
usos.
La formación espacial urbana moderna, con las dos ciudades y
los tres mercadas de la vivienda, se comprueba fácilmente en cualquier
localidad de más de 50.000 habitantes. Basta, para evidenciar, este
hecho con superponer dos mapas: aquel de los precios del suelo, es
decir de las curvas de isopreclos. y este de los diversos programas de
vivienda.
Entre las grandes masas de destechados, la población migrante
fue durante décadas la más desfavorecida. Es por lo tanto aquella par­
te de la población urbana, que por su precaria condición económica
o su carencia de ingresas, llega a las modalidades de vivienda de loteos
Ilegales de tipo “ pirata”, a la expropiación de facto y a la ocupación
de predios ajenos Inocupados. Por supuesto tiende a radicarse en la
frontera urbana-rural, y la multiplicación de los asientos llega hasta
tomar varias formas: en ciertas ciudades conforma un segmento de
circulo, en otras una media luna y en algunas un anillo completo.
Esta serla la manifestación espacial urbana correspondiente al primer
mercado de vivienda en la ciudad: caracterizado por la pésima calidad
de las tierras, su bajo precio inicial y las modalidades diversas de
ilegalidad.

611
Su tierras también mediocres, pero tituladas y con m a ja r precio,
se construye la vivienda popular institucional, destinada a sectores
sociales con ingresos tajos pero constantes y estables. Es la fran ja
uriana en la cual encontramos los programas de enrienda del gobierno
central, mediante la acción del instituto de Crédito Territorial o de
nTjtm * que otra entidad local de “vivienda popular ’ a de “vivienda obre­
ra*. En muidlas ciudades se caraccansan estos programas por su dis­
persión anárquica en el espacio urbano, sin que se advierta una política
espacial de conjunto. Esta deficiencia se origina en e l m iaño modo
de adquisición de predios baratos pero pequeñas, fluctuando a l ritmo
de las ofertas particulares, la baja capacidad de compra de tierras
de estos organismos y su premura en adquirir cualquier terreno para
tancar algún programa. Este fenómeno, que pudimos comprobar en
varias ciudades del país, se verifica mirando ei estudio del IC T. lla­
mado ‘ Inventario de sanas subnormales'’ , realisado hacia 1975 en 89
ciudades de país. También pudimos constatar cómo, a menudo, el Esta­
do es el primero en incumplir sus propias leyes: de hecho, en cuanto se
refiere a dotación de servicios públicos o la construcción a l exterior del
petimetre urbana, el ICT. no vacila en violar la Ley 86 de 1988.
Otros fenómenos contribuyen también en la división SJcial del
espacio urbano, llegando ésta, a convertirse en ana verdadera segrega­
ción. Los circuios concéntricos de los isoprecios originados en la plaza
y el centro actúan a manera de ondas: se desplazan en e l espado urba­
no y lo impaccan. en su totalidad, llegando basta las tierras rurales
de la periferia, d o ra manifestación de lo anterior, es e l paso de la
compra-venta por hectárea a la negociación comercial por metro cua­
drado. A su ves estas ondas luego se devuelven como un boomerang,
desde afuera, hacia el centre, y opera un proceso continuo de califi­
cación-descalificación de los lugares, barrios y sectores, incentivando
la permanente migración mtra-urhana de muchos citadlnos: además,
en la movilidad residencial urbana Incide poderosamente la ideología
de la localización, ya elevada a la categoría de obsesión. Desde luego,
esta, ideología elaborada por el grupo social dominante na tarda en
plasmarse en reglamentos y normas, los (males expresan la dictadura
de clase sobre el acceso y el derecho a i suelo urbano. Presionado por la
ciase dirigente, el Estado interviene con. un aparato da instituciones
y legaliza t í reparto social del sutío. regula y controla su usa. na ar­
ralesa e intensidad. La instancia ideológica engendró un derecho y
ambos van estructurando t í espacio tísico, urbano. Por muy simplificado
que se presente, aste es el esquema teórico que se pudo identificar .

1 ESTRUCTURA Grupo social Capas inter­ Proletariado


SOCIAL dominante medias de de los secto­
(oligarquía, asalariados res secundario
“élite” , eje­ y terciario
cutivos. etc.)

6T2
2 ESTADO Intervención da las oficinas de plantación, con
planos directoras» regíame utos de usos del suelo
y normas de imams!iterf. por medio de las den­
sidades residenciales.
Densidad baja Densidad Densidad
lejem. de $00 mudi» (ajern. alta vejem.
m- basta 200/400 m- lotes de 9Q-
3.000 m* por por late) 13-60 m.-.
solar) y basca menos)

3 PRODUCTO Parcelaciones Conjuntas y Barrios de Ci­


ESPACIAL y darnos de •‘urbanizacio- po IC T . Caja
ttpo campes- nes" Cipo
nes“ de la Vivien­
t». bch. da Popular. «Ce.
L
Los continuos cambias en la pirámide social suscitan la circula­
ción permanente de individuos y grupos, a Codo lo ancho de la urbe,
y las consiguientes mutaciones que aleetan su territorio. El surgimiento.
ascenao.
su velocidad de filtración y de sedimentación, la naturaleaa de su
movilidad, son algunos de los factores que impartan e¿ suelo y mode­
lan un arca, en forma seguida y casi simultanea. Es que el organismo
urbano se lia cornado muy compleja y no resiste mas las sencillas
barreras establecidas en el siglo XVHZ par el Cabildo; estas fronteras
coloniales y caducas se ban vuelta vulnerables e insuficientes, ban
perdido su eficacia y se necasita reforzarlas y adecuarlas a las con­
diciones nuevas, para que persistan y logran sus objetivas. Entonces,
con este fin se llama al 'humare dei arte *, en este caso a i urbanista,
a l cual se solicita en primer lugar la elaboración de una nueva teoría
de la ciudad, y de una nueva ductrina urbanística. Esta tendrá que
asegurarse sobre un piso mas firme, con la necesaria legitimación
hnm.Mrmtie&~tacpiga~cign tífica, la separación de las habitan tes, y asi
gar»nt*x»r ia eficiencia de las fronteras entre los distintos grupos y
estratos. En «Me contenta general se inscribe la doctrina, urbanística,
que se conoce bajo el nombra de La Carta de Atenas (1933). en la
cual humanistas y utopistas preconizan el duwsn ele la ciudad
dei futuro, con base en la teoría de la separación de funciones y usos:
aplicándola, concluyen con dlsedus urbanas y modelas que llevan a la
mittima separación de los moradores. Lo anterior se evidencia en los
piano* directores, que para las ciudades de Sarxanquilla. Medelün.
Cali. Tumaco y Bogotá elaboran los apóstoles de La Carta de Atenas:
Sert. Wiener. Le Curbusier. 51 plan maestro de urbanismo que este
Ultimo diseóa para Bogota en 1950. destinado a un grupo de buitres
que tratan de cosechar ganancias sobre las ruinas sangrientas del 9
de abril, es un claro ejemplo de la drástica, división social del espado
urbano. NO Salta sino la creación del adecuada aparato estatal tecnico-

613
policivo encanado de transformar el diseño de normas, reglamentos,
acuerdos, leyes, ordenamos y decretos, y de vigilar su estricto cum­
plimiento. Serán estos los objetivos del Código de Urbanismo (secto-
rlaación-soiüfioaclón-construcclón) y de las nuevas oficinas oficiales
encargadas de su ejecución. Sólo habrá que cuidar que los objetivos
reales desapareaos» y presentar el plan al público oomo la búsqueda
de la racionalidad, de las exigencias modernas, de la ciudad del pro­
greso, del desarrollo de la técnica y del ordenamiento urbano, del
embellecimiento de la urbe, de uno capital armónica y mas humana
y otros numerosos artíllalos del mismo costal,
Kn resumen, podemos reconstruir este proceso de la siguiente ma­
nera;
1. Exigencias segregactonlstas y especulativas del grupo social
dominante.
2. Ideología y teorías urbanísticas y arquitectónicas.
3. Diseño,
4 Apoyo juridioo. Normas y reglamentos.
5. Aparato estatal de control.
6. Reparto social del suelo.
Asi se pueden esbozar los mecanismos, por medio de los cuales
opera la dictadura del grupo social dirigente sobre el espacio urbano.
Concretamente, una combinación de intereses especulativos y de aspi­
raciones culturales, oriundos del grupo motor, se convirtieron en ideo­
logía que se difunde de manera dictatorial en toda la sociedad, por
medio del derecho, Dicho con otras palabras, el derecho se ha convertido
en ideología codificada.

Tal oomo se vio en U Ciudad Colombiana Prehispániea, de


e I n d i a n a , existía desde el siglo X V I en la ciudad Indiana
C o n q u is ta
una drástica ideología de la locallaaoión residencial segregactonista.
Inseparable del edificio de castas, se unía con las ideas de poder
y d e prestigio social; era la proyección sobre el suelo y en los
hábitats de una ideología En cambio, oon la urbanlsaotón moder­
na, la segregación residencial tiende en privilegiar los factores mo­
netarios; es producto del aumento de una demanda, de su presión,
de su diversiflcactón y de la consiguiente alea de los precias del
suelo. En estas circunstancias, unas prácticas concretas auspician
un tnoremento prodigioso de la ideología de la localización residen­
cial; lograrla invadir la totalidad de la sociedad y expandirse a
lo largo y ancho del espacio urbano y suburbano. El mismo lenguaje
toponímico diferencia y seotorlaa a la urbe; en tal o oual oiudad una
connotación social califica "el norte" o "el sur"; se habla de los "ba­
rrios de oriente" y de los "sectores residenciales de máxima valoriza­
ción del occidente", etc. La ideología de la loealisaoión, manipulada
por usureros, promulga unos dictatoriales decretos de repulsión o de
prestigio calificando predios, áreas, barrios y sectores enteros. Y como

614
se vio, el Estado por medio de sus oficinas de planeaclón, planos di­
rectores de urbanismo, normas, códigos y reglamentos, introniaa y
refuerza el reparto social del espacio urbano, por medio del derecho.
Para no citar sino una modalidad, el gravamen por valorización resulta
en este sentido una herramienta particularmente eficai, de hecho
divide la ciudad en dos: aquella en donde mora una pooiaoión "sol­
vente" y que puede cancelar el gravamen, vale decir la ciudad de los
que esta» en capacidad de pagar los costos de las obres ae equipamiento
urbano (vías, puentes, redes primarlas, canalisaolones de quebradas
y caños, etc.). En la otra ciudad, la pobreza de sus habitantes se tra­
duce en una carencia de respaldo finanotero, lo cual ooiiga a descartar
estas mismos obras, o a postergar su realización por pane de la secre­
tarla de obras públicas ael municipio.
Tanto la sacralisaclón de la localización residencial oomo el bino­
mio prestigio-desprecio, generan una migración Intra-urbana continua,
abastecida ésta con las fluctuaciones alterando la posición social de
los moradores. Entonces surge un fenómeno antes desconocido; el mo­
vimiento cíclico de migración en la urbe. Siendo la vivienda siempre
provisional y nunca definitiva, sus consecuencias urbanísticas pueden
ser mas graves que la migración campo-ciudad. Este fenómeno Impide
la sedentariaactón definitiva y por lo tanto imposibilita la planifica­
ción urbanística, generando un crecimiento innecesario y artirioial y
una dilatación urbana sin fin. Resumiendo, la inestabilidad laboral
motiva constantes altibajos y un ritmo acelerado de movilidad social,
la cual a su vez auspicia una mudanza residencial cíclica pero perma­
nente, imposibilitando la establUsación y el diseño de la ciudad
Una de las manifestaciones mas evidentes de este fenómeno de
migración en el interior de la ciudad, es el impacto que provoca sobre
algunas aonas que hablan logrado una cierta estabilización, la cual
se ve cuestionada y afectada por medio de estas corrientes de noma­
dismo. A propósito, resulta muy dlolente el triste ocaso del barrio-
bastión del sector oligárquico de la ciudad. Nos muestra cómo la sacra-
Uaactón a ultranza de un sitio, llegando hasta una verdadera
fetlchUaclón, lo hace inevitable blanco y meta de grupos sociales
Inestables y en asoenso, y lo vuelve particularmente vulnerable a una
Inmigración de la cual resulta victima. En resumidas cuentas, el grado
de repulsión al cual pretende e] prestigioso barrio de un grupo social
dominante, determina un igual grado de atracción sobre sectores sa­
rtales subordinados,
Be han realizado una serie de pesquisas sobre este fenómeno en
varias ciudades en el barrio Manga de Cartagena, la Avenida Liberta­
dor en Banta Marta, el Prado Alto en Barranquüla, Prado-VUlanueva
y El Poblada en Medellin, Centenario-Qranade en Cali, y Qhapinero-
Ohicó en Bogotá Aunque el proceso obedezca en cada ciudad a cir­
cunstancias distintas y no sincrónicas, el procesa genera) opera por
medio de unas constantes que se sintetizan aquí

615
paaidñn aooiol da loo o rao* involucrado*; lo diurno entunante ao «u
«an lidu generalm ente aeceiudonal, andamíenle hablando. L a qua » i H
n iiia o qua lo migración iAtra>urbana ooido exactam ente o m «n veteo
d * lo ideología qua lo orldino y roma oonaecuenma directa ae p i . r
lv»r lu ion io, ningún horno p m i n i i uno total unidad anciai, xiempre
oauoid elem enta* diaimiloa y heterogéneo*, Albergo ol mioma Mem**i
•ua agente# inicíale*, aquello* qua lo pidieran y lo calificaron y loo
que puaienurntanlo fue olroyendo y que mA« bien lo notan deacanticait-
dn ui poder real* te neta de loa pnmarua y lo fuaniA de penetración
da loo diurno», nuo permiten medir lo tandonoio «aoialogioa oei barrio
y violum oror ouoi aero tu futuro campaaioinn «oriol, bate aoa«e irá n »
olio ideoibgioo y raaidenalol «a puede raoumir aun ai alguien te boceto
ü O n#o i ver o í alien, pogmo anterior),
fcxaminando un oupuetto riela, oe puede deocomponer en vana#
fotao;
I, o l » elige «u eeetor reoldanolol y goronUto ou exeluiuvidad por
m edio na loa preciue y da too norma* junoicaa. Al mioma tiem po uja.
delim ito y oxigno, por media de loa mioma» meaanlxmoo, loa terntofiua
de OM y Pj en otra« polabroa, ajarte «y prerrogaUva de "e m io o r'
m ientra* GM y p «e ratnpoitan romo receptare» paaivoa,
I. I I poder de atruenan de Q p provoco un efecto de 'boom erang
Bu bootion lerm ortot te aanvierta en imon y an oblativa, impoiaanau
uno m igrarían da GM, m ientrot » m de lo mioma manera, aueeito el
donpiaanmlento de P,
1. Al terminar un oíala de a tracción *expul*iOfi, roda grupo ocupo
Arena dleUntoa, P «e apodera el barrio canatruldo p»»f »'M , OM invadid
ol to rto r entinto y «a adueña de) imet-toh que «e nobia rotervoda OH,
OO, deaolajodo, «e e*to edificando otro boetidn,
A. I I prucean «igue abriendo*» un nuevo riela,
fUetimiendoi
T H M t* Mm í i i i n » 4» Mm immnm m » M h
8n general, un barrio reoidendol «e proyecta y te inicia para una
olote y termina en poder de otra. Lo mioma atracción que ejercen
Be anotaba arriba que tu átvinlón «oolal del auelo llene por poro* aun gestare», provoca lo mtruaian de grupea que eatan bajo tu influencia
Itrio inevitable lo movilidad retudendai o migración mira-urbana Do cultural y e*ia» diurna» poco a i w n «e van apoderando del barrio;
hecho, lo pionera propicio to incentivo) a |& «rg u n d o Kl rigut de i » geneian la »npul»ion de aua fundadora» y au fuga A) term inar un Alelo,
drtattca aaoctactun lugar -individuo provoco corriente» continuo* do el barrio experimenta un nuevo periodo de vida, ron un marcado de«=
muradme». mudAnrioee do un tillo o otro. mis no eb&dBee tan lo o olaamnieuto eodai y un evidente deterioró ambiental e Inmobiliaria,
profundo* necnaidade* tino m M bien o oaptroolone» y. h a c ia níscalo paaado de la unidad n»lca y aoctal a la heterogeneidad y de la atracción
ne*. tendiente* o negar uno real pn*u ion «oriol, por modín do uno a la invaaidn, Búa getiorea, a vece» deaconcertado« y en cierto» caen»
Uuftono y fiiaoioaa mutación geográfica o también concretioar ol aoce» eapanladoa, huyen de un barrio que proyectaron como excluaivo y que
«a o un eatrata «opertur, mediante «I cambia do lugar raaidanoíal. ae ha vuelta expulolvc,
Vano» mue«irene reoiuadm on ttugutA, Medelltn y Ootl «obre al máo
Aai opera una marcada tendencia nacía la atraeelon*expul«ian
amplio abanten «ociol. moetroron como rodo fornido, on ai bravo oíalo uquleaa aea una le y t), que «e deriva inevitablem ente de la divioian
d« uno generación. ha recorrido al aapooln urbono pon maluplaa y olatiata dei eapado «ruano Aturra bien, la "le y de fu ga " opera en
«uraalvoi etapa» reaidenclolea y «iguiendo uno rulo «o cio -geográfica, numeroeae cludadet. Independientemente ,iP Bll dimeneian flotea o de
que Uuatro lo permanente boaqoeda dat acercamiento o un oalroio au tamaño pohlnclonai Actúa a partir del momento en que ex itte un
ranatiorodo romo «apartar. Ad«mo« da lo moalobUidod rewdenolal, otro arupo to n a l dominante auficieumnenie coneaionado, para pretender
tenaUnle da esté Upo a* migi ación, a« al OomMO qua aparo an lo owm al ataiamienlo geoarAfico en aleUn lugar Ptcluaivo, Aunque con cierta

•Ib
oí /
sorpresa, se pudo observar el oaso de Pitallto (Hulla) hacia 1070 cuan­
do el pueblo no llegaba a los 20.000 habitantes. La “élite" del lugar,
Integrada por algunos socios del Club del Comercio, decidió entonces
construir “ una urbanización residencial en el norte, siendo que todas
las ciudades crecen hacia el norte" (ale).
Pero las cosas no paran ahí sino que más bien empiezan: pues
este ciclo suscita otros cambios correlacionados. Engrana y acciona
otros mecanismos ya no tanto exclusivamente sociológicos, sino mas
bien económicos Es decir, que este primer fenómeno se enlaza directa­
mente con otra peculiaridad que se vive hoy en cualquier ciudad del
país, particularmente notable en los áreas centrales y pericentrales y
que es el siguiente:
La velocidad con que se convierten en "Imanes" de atracción social,
es uno de los factores que provocan la temprana caducidad de la
construcción, es decir, antes de su envejecimiento físico y de su obso­
lescencia como producto arquitectónico Es que la presión social men­
cionada arriba genera un aumento desproporcionado de la plusvalía,
de lus precios del suelo y de la tasa de ganancia por alquiler. Y entonces
eso reduce considerablemente el periodo normal, previsto para la re­
cuperación y amortización de la Inversión en dicha construcción, de
tal manera que con cierta irecuencla llegamos a esta paradoja: un
edificio vetusto y agónico experimentando la máxima rentabilidad de
toda su existencia. Lo que de paso nos permite entender el proceso de
reciclaje operando en zonas desclasadas o en marcado estado de dete­
rioro, ahi radica el éxito de la enseñanza privada especulativa y de
las casas de Inquilinato.
M á s patético aún resulta el breve esplendor y el rápido ocaso del
más exclusivo barrio de la ciudad. Llámense el Chicó o Manga, Avenida
Libertador, Prado Alto, VUlanueva, o El Poblado, El Centenario o Ciu­
dad Jardín, desde Santa Marta hasta Cali fueron concebidos por (y
para) la cúpula oligárquica local. En sus quintas vivieron estadistas,
diplomáticos extranjeros, banqueros, exportadores y “caballeros de In­
dustria", pero algún día pasaron estas de alta sociedad al bajo mundo.
Terminan en manos de una turbia fauna social que se erigió sobre un
capitalismo recién nocido, pero ya putrefacto; el garaje doble se con­
vierte en bodega para mercancías de contrabando y en "casa de Sida"
lo que fue la residencia del presidente X . .., hacia 1030

• #

Durante más de dos décadas las ciudades crecieron con base en


un aporte inmigratorio duplicando, y hasta triplicando, los saldos ve­
getativos; con mucha frecuencia, de tres cltadlnos registrados, dos
hablan nacido fuera de la ciudad. Durante estos decenios (hasta hoy),
en cualquier dudad, coda año la estadística de licencias de construc­
ción Indicaba que el 05 y hasta el 08% tenían por objeto la vivienda.
Pero también se verificó, año tras año, que la construcción legal de
vivienda, con solicitud de licencia y diseñada por arquitectos, ingenie-

018
roa y maestros apenas abarcaba un 90% de la construcción total. Se
descubrió que en la mayoría de las ciudades un porcentaje variando
del 50 hasta el 70% de las viviendas se edificaban al margen de la
reglamentación oficial local y por medio del trabajo familiar.
A l lado de la ciudad oficial, al margen de los programas Institu­
cionales, sin licencias ni arquitectos, iba surgiendo la ciudad “natural”
de la colonlsaclón. En este sentido la urbanlaaclón popular de migran­
tes, durante este periodo crucial del despojo agrario, bastante se parece
a un movimiento de colonlsaclón urbana.
Principalmente promovida y reallsada por loa mismos desterrados
del campo, vueltos, destechados en la ciudad, la colonización es uno de
los fenómenos más característicos de la urbanización moderna en
Colombia.
Sintetizando, la gueira civil agraria de los aftas 1040-1000 habla
sido:
—Geográficamente, un conflicto que lmpactó más que todo a las
laderas de colonización en las tres cordilleras.
--Económicamente, una contienda abierta en tierras antiguamente
baldías y muy disputadas, en tránsito desde la economía parcelara de
pan coger hacia la producción comercial cafetera o el latifundio
ganadero.
—8oclalmente, la contra-reforma agraria, la revancha del latifun-
dlsmo ausentista y la derrota del campesinado de colonización.
Pero expulsados los colonos de las tierras agrícolas, llegan a las
ciudades e inician otro aprendizaje, innovado con la colonización de
la tierra urbana. Los que durante décadas enfrentaron a los latifu n­
distas en las montañas, en adelante tendrán que luchar contra ellos
en los linderos de la ciudad. Para aquellos exiliados la guerra de expul­
sión no cesó, sino que se mudó; la violencia clasista no terminó sino
que se desplazó, y con el desplazamiento de sus protagonistas, senci­
llamente se trasladó a la ciudad. Entonces 6sta se convierte en el
escenario principal de los luchas sociales; es en estos condiciones
contextúales que va surgiendo la ciudad moderna, la urbe del estado
de sitio.
Loa que escaparon vivos de la guerra en los campos, se encuentran
en la ciudad victimas de continuos atropellos, cuando exigen el derecho
al suelo urbano, el primero de los derechos a la ciudad: se abre la larga
crónica de la violencia social urbana, y las antiguos "ligas campe­
sinas" van produciendo los primeros lideres del movimiento de los
destechados urbanos. Entonces éstos, llevando al suelo urbano los ex­
periencias de luchas contra el latlfundlsmo agrario, innovan la expro­
piación del latifundio urbano. Adelantándose a los proyectos oficiales
de “ reforma urbana" de los años 60, desde finales de los años cuarenta
las multitudes campesinos despojadas y destechadas decretan una sor­
presiva reforma urbana popular. La reforma urbana de los destecha­
dos, la ocupación popular de predios ociosos en espera de especulación,
no hace sino aplicar la fórmula de Engels: "los expropladores son
expropiados". Asi se inicia una larga guerra entre las multitudes

619
en batea de un hábitat y del derecho a la ciudad, enfrentando a l le c ­
tor del latifundUmo urbano reipaldado por un pudiente aparato re­
presivo estatal. Desde finales de loa afloe cuarenta hasta hoy, ion
centenas de combatas y secaramusas las batallas urbanas por el techo.
En euanto sa refiere a su Intensidad y duración, un estudio de O Urna
Mosquera da un panorama histórico del movimiento urbano de loe
deeteehadaa. este naca en forma de vanguardia muy locallsada hacia
104é-4á, crece en cobertura durante la década del cincuenta, se mul­
tiplica en la siguiente y alcansa la totalidad de la red urbana nacional
en la oseada del 70 Frente a este auge, el Estado usa las armas repre­
sivas del astado de sitio, pesando de la planificación uroana a la
pacificación y, en no pocos casos y dudadas, loe que hablan logrado
escapar vivos de loa campos caen ai pie de un rancnito uroano incen­
diario, cuando no en meólo de sus llamas.
Durante años de pesquisas, se ha reunido un voluminoso archivo
de biografías de deeterrados-destschados; varias trayectorias resumen
y tipifican la gesta dsl colono urbano y también la filiación existente
entre las tradiciones agrarias de luchas y su traslado y adaptación
urbanos.
Esta entrevistado, hijo de eoionoe lollmanses entra muy joven en
el movimiento agrario armado del oriente del Tollma, participa en la
guerra de Vlllarrlca, regresa a la vida legal, pero amenasado tiene que
abandonar el campo y emigrar a tbagué;
. Entonces viajé s tbagué y fue ella donde conocí ■ los compañeros
qu» luchaban al lodo ds los destechados. Y resulto que en satos dies que n e g u é
ya, estaban ellos programando una toma de tierras en el barrio Si uusbasl.
Yo estaba enseñado e la lucha armada, paro lambían había aprendida las
formas pec.ticos de acción y de lucha Asi que para mi no fuá ningún proble­
ma ir a una tama da Uarrss urbanas. Na, sao no ara ningún problema, nula
bien ara un trábalo muy fácil Asi que participé en asta tama, al primero da
añoro de UHU. Hicimos un barrio y lo lismamas. Barrio Primero da Enero.
Poco después m« trasladé a UognlA porque estaba muy perseguido en Ibngué.
Faro seguí en asta frente da uta luchas de los destechados. Participa en la
tnma pande dal Paliesrpa, la del año da ltttl4; y fuá cuando me hiee sata vi­
vienda. ,,
Es decir, que su caso Ilustra la trayectoria de un ser cuyo traslado
del campo a la dudad, no es más que un cambio de escenario de la
lucha de clases. Trayectoria nada excepcional y que experimentaron
numerosas integrantes de loe primeros movimientos armados de los
campos.
Un campesino anttoqueflo relata su odisea, la fuga nocturna, la
breve estadía en Abajorral y su llegada con toda la familia a una la­
dera, del oriente de Medellln:
i-legando aquí me informé y loa vecinos ma dijeron que an sata potrero
podía construir un rancho. El mismo día rocé y armé un teehlto, aso an me­
dia da un aguacero bien macho luiego construí este ranchtta, fon unos palos
que tumba s la orilla da la quebrada, unos bambués que labré yo mismo y
si barro qua saqué del mismo lote. Claro que desde chiquito yo sabia més
o menas levantar un rancho, pues en si eampo cuando hay qua trabajar lajas

•2 0
u no se l e v u n ta u n t r a b a j a d e r o p a r a c u a n d o l l a g a a l a g u a c e r o C la r o q u e me
a y u d ó l a m u j e r y t a m b i é n lo a h i j o e m a y o r e s y lu e g o a a m b ra ro n ca ta s m a te a
d a y u c a , m a la y p lá t a n o , P u e s h tib ia q u a c o m e r

Otro ejemplo de la transferencia y adaptación urbana de laa tic-


tlcaa de luchas agrarias, ae evidencia con eatoa apartea de una entre-
vista con Pedro Salea, nartflenae y pionero del movimiento de loa
deatechadoa hacia 104(1-1048, en la ciudad de Cali:
. . S a ta c a s e t a p r o v i s i o n a l a n t a l a a a f á lt ie a , c o n « o l o d o c e p a lo s , q u a ce
t r a n s p o r t a d o n d e u n o q u i e r a y q u a M a r m a e n d í a s m in u t o s ¿ s a b e d e d ó n d e
n o s v i n o la I d e a ? E r a c o m o a n e l 4 2 ó (19 i t n o e s t o y m a l, c u a n d o u n o s c o m -
p a ñ e r o s n os lla m a r o n a n L a D o ra d a , H a b la m u c h a g e n t e a llá p e le a n d o d u r o
c e r c a d e lo a t a n q u e s , d e l p u e n ta , c o b r a la c a r r i l e r a y t a m h ié n d e l o t r o la d o
e n P u e r t o S a l g a r , p a r a o c u p a r u n o s l o t e s li b r e s . A d e m á s , t a m b i é n e s ta b a n
p e l e a n d o c a m p e s i n o s p a r a t u m b a r la a c e r c a » e n lo s l a t i f u n d i o s d e lo a M o n t o -
yas. U n d ía e s t á b a m o s M a r i o y y o e x a m i n a n d o u n p r e d i o a la s a lid a e r a n
c o m o la s d o c e , c o n u n c a l o r , , y n o s p u s im o s a la s o m b r a d a u n p a lo , A c i a r t e
d is t a n c ia , a n u n o s p r a d o s , v i m o s u n a m u lt it u d m u y a n im a d a d a c a m p e s in o s ,
a lr e d e d o r d e u n a caaa d e b a h a re q u e M u c h a g e n t e , p e r o n o t s b 'a m o t l o q u e
pasaba Y d e p r o n t o t o d a la c a a a t » l e v a n t ó d e l s u e lo y e m p e s ó a c a m i n a r
p o r e n c i m a d e l r a s t r o j o ; s e la l l e v a b a n a l h o m b r o lo s c a m p e s in o s , u n o s v e i n t e ,
y la p a a a r n n e n l o s p a s t o s d e lo s la t ifu n d is t a s , E s ta d ía nos q u e d sm n a p e n ­
sando. M ás ta rd e r e s o lv im o s hacer lo m is m o en el P o lle a r p a , ta l com o
s e v á e n la p e l í c u l a d e l 98. E e a r m a b a n la s c a s e ta s d e n o c h e y s e p a s s b a n y e
c o n e n s e r e s , o lla s , c o l c h o n e s y n iñ o s d o r m id o s , y s e c o lo c a b a n e n t r e d a s r a n ­
c h o s e x is t e n t e s . M ie n t r a s ta n to la s m u c h a c h a s c o q u e t e a b a n con loa p o l i c i o s
E l d ia s i g u i e n t e lo a d e l m u n i c i p i o v e l a n u n a caaa m á s y n o e n t e n d í a n n a d a ,
E n t o n c e s s e e n l o q u e c í a n y lo s p o lic ía s t a m b ié n . P e r o u n a n o c h e u n s a r g e n t o
v i o p a s a r u n a c a s e t a y m a n d ó a i n v e s t i g a r L o s p o lic ía s Ib a n d e r a n c h i t a e n
r a n c n it o p r e g u n ta n d o ;
— ¿ U s te d n o h a v is t o p a s a r a un a casa?
Y la g e n t e c o n t e s t a b a ; N o s e ñ o r , p o r a h í n o h a p a s a d o n in g u n a ca sa .
A l i c i a B . , h u y e n d o d e l o r i e n t e d e A n t i o q u i a c o n su s p a d r e s s e b a j a d e l
b u s e s c a l e r a e n e l P e d r e r o y c o n s u s f a m i l i a r e s e m p ie z a a c a m i n a r
C a m i n a n d o p o r la o r i l l a d e l r i o h a c ia a b a jo , v i m o s a l o l a r g o d e la c a r r i ­
le r a u n a g e n t e q u e v e n ia d e S a n L u is y d e S a n C a r lo s , to d a s le v a n ta n d o
r a n c h it o s , N o s d i e r a n u n a s t a b la s , n o s i n d ic a r o n u n s i t i o y noa d ija r o n c o m o
c o n s t r u ir , c o m o s i f u e r a u n a c a r p a n o m á s , p a r a q u e la p n lla la n o se d i e r a
c u e n t a . E « q u e a q u í u n o n a e s t á s o lo , h a y lo s c o m p a ñ e r o s y la s c o m p a ñ e r a s .

Con 1a acción colectiva Alicia, pasando da 1a varada al barrio aca­


baba de hacer al poao que separa la soledad de la solidaridad.
Mientras tanto, en ei coraron de Bogotá, un veterano de laa luchas
agrarias en los artos 30 hacia sata comparación.
A q u í e s m á s fá c il, t e p u e d e m o v iliz a r e l b a r r io e n m e d ia h o ra .

—¿MovUlxar para qué? —Contesta un morador de un barrio cerca­


no al cementerio universal de MedelUn y que durante un tiempo se
llamó Camilo Torras.
, , . M i r e q u e a q u í la p e l e a e m p e g ó d e s d e e l p r i n c i p i o , e n e l 70, c u a n d o
la p o l i c í a v e n i a a d e s t r u i r t o d o n u e v o r a n c h o q u e a p a r a d a , f u e e n e s a é p o c a
m á a a m e n o s a u a n d o u n a v l e j i t a d e 114 a ñ o s y s u h i j a a r m a r ó n u n r a n c h it o
c e r c a d e l t a n q u e . C l o r o q u e la g e n t e e n t r ó a p e l e a r c u a n d o l l e g a r o n lo s e a r s -
b m e r o s p a r a d e s a lo ja r la s . A s i q u a m a t a r o n a u n c a r a b i n e r o y c u a n d o m a n d a r o n
lo s r e f u e r z o s m o t a r o n a o t r o e n la e n t r a d a de| b a r r io . M á s t a r d e v i n i e r o n lo s
d e l m u n i c i p i o y e l I n s e r t ó l a ! d i z q u e a o r g a n i z a r r e u n io n e s d e v e c i n o s , E n ­
tonces la gente se atrincheró detrás del muro de contención y les echo piedras.
Y usted vio cómo hace poco el contratista del buldózer sacó revólver pero
le tocó huir y le quemaron el carro.
Es en los campamentos de la Troco, en Barrancabermeja, que el
campesino Absalón Acero se convirtió en obrero y adquirió, si no rique­
zas, por lo menos conciencia de clase. Pionero y colono del barrio El
Paraíso, en Bogotá, nos contó un dia de 1973 los pormenores de las
luchas que siguen a la ocupación definitiva de un predio, ilustrando
así lo que es la colonización popular urbana:
... Por fin teníamos el terreno, entonces otra vez la pelea, esta vez para
conseguir los servicios, agua primero y luego la luz. El agua la buscamos
arriba, en el puro cerro y examinamos todas las fuentes para encontrar aque­
llas que nunca se secan. Pero los de la alcaldía y del acueducto dijeron que
la que habíamos tomado era privada, de Bavaria, Buscamos en los libros, en
los códigos, hasta que por fin encontramos algo sobre las aguas de la Nación.
Entonces compramos la tubería, el cemento, bueno, todo; e instalamos nosotros
mismos la captación, la conducción, el tanque y luego la red de distribución.
¿Y sabe qué? Cuando todo estaba listo, al rato aparecieron los del municipio,
dizque para los contadores y la gestión. ¿Cuál gestión? Y ahora el agua que
hemos instalado, nos toca pagarla...
Para la energía los de la alcaldía no querían instalar la linea; nos tocó
robar la luz y ellos venían y la cortaban a cada rato. Entonces nos reunimos
todos, la gente me eligió presidente de la junta de vecinos del barrio y me
bajé a estas oficinas. Toqué a todas las puertas, y me mandaban de una oficina
a otra. ¿Al fin sabe lo que me dijeron? Que no podían poner la luz porque
no había postes. Otra vez nos reunimUs y corPridlstra plata comparamos unos
postes. Pero.faltaban muchos, entonces un día todos subimos a los celros y
cortamos unos eucaliptos. Después los colocamos cada treirítd metros, exacta­
mente como habían dicho los doctores de la Energía. Me acuerdo, al día
siguiente yo bajé al centro, fui a la oficina y les dije: "Ahí están listos nuestros
postes, están esperando sus alambres".
Colonización urbana popular y solidaria, concertada y organizada,
es el desmonte de un pastizal para transformarlo en barrio. Coloniza­
ción colectiva son los convites dominicales para realizar unos indispen­
sables banqueos en laderas muy inclinadas. Luego, es preciso abrir las
calles considerando la topografía, y en pendientes muy advorsas trazar
unas escaleras perpendiculares a las curvas, las cuales se consolidan
reforzando la parte vertical de los peldaños con llantas gastadas. H a­
brá que buscar una fuente de agua potable, de pronto será necesario
cavar pozos de varios metros de profundidad, organizar la distribución,
nombrar un fontanero, instalar lavaderos y baños colectivos, y casetas
para sanitarios comunitarios encima de alguna cañada. Posteriormen­
te corren por las calles las mangueras de la primera red de distribución
doméstica, se abren los surcos para la evacuación de las aguas
residuales; desde la red primaria circula la energía hasta unos
postes en guadua, a los cuales cada familia conecta sus alambres.
Grupos de niños están nivelando y limpiando la maleza de la plazoleta
del barrio; poco después en su centro funciona la primera escuela
bajo una ramada, caseta comunal de las reuniones y las fiestas.
Desde el Caribe hasta Iplales, desde los años 1940 hasta 1980, miles
de barrios nuevos surgen en cien ciudades, de un proceso parecido, y
en no pocos casos la presión de sus urgencias lleva a unas innovaciones

622
renovadoras de la vieja ciudad anquilosada. Es en Bogotá el ingenio
popular edificando sobre un basurero del sur, del cual los moradores
extraen el gas natural de su combustible doméstico; no tardarán en
llegar los funcionarios de las empresas públicas, no se sabe si más
cínicos o descarados, con el fin de instalar contadores para cobrar el
consumo a los constructores-consumidores. En Fusagasugá, frente al
obstáculo de una contrapendiente, la imaginación creativa de los mo­
radores concluye con un extraño pero eficiente sistema provisional de
bombeo de las aguas negras, por medio de una manguera. En Pereira
los destechados inician las obras, ampliando el predio por medio de
una corrección de las sinuosas curvas de la quebrada de El Oso. Se
recoge esta experiencia en Slbaté, rectificando y desviando por medio
de un canal de más de cincuenta metros de longitud, el curso capri­
choso de una quebrada, y con obras complementarias de drenaje se
saneó un pantano. En Soacha, son las mismas pledrás de las canteras
con las cuales se hace el primer afirmado de las calles. En Villavicen-
cio se realiza en prioridad la construcción comunitaria de un puente,
para conectar un barrio de colonización con la ciudad. En los barrios
anfibios de Tumaco, Cartagena, Quibdó y Buenaventura se organizan
redes de caminos peatonales sobre pilotes y construidos con maderas.
En Soacha, en Bogotá (Las Colinas, San Cristóbal del Norte, Tunjue-
lito), en Cali (S iloé), en Medellín (Guayabal), lo mismo que en Pereira,
o A rm ería, esjos colonos de nuevo tipo se radican en yna geografía
despedazada por las canteras de piedra, destruida por !ará areneras,
los chircales y las minas de carbón, pero por medio del paciente tra­
bajo de los destechados en pocos años se transforma por completo el
paisaje. Con la vegetación, los árboles y las flores, los mismos mora­
dores logran m odelar una nueva estética paisajística. En Buenaventura
este término de colonización no es ninguna metáfora: la colonización
rural se articula directamente con la urbana. Allá vemos a unos ha­
cheros desmontando la espesa vegetación periférica no para cultivar,
sino para edificar su barrio y abriendo selva para hacer ciudad. Y de
un proceso sim ilar van surgiendo los nuevos barrios del oriente de
Quibdó, bordeados por la selva. Trabajo por lo demás nada idílico, sien­
do que con mucha frecuencia se realiza ilegalmente usando modalida­
des clandestinas, es decir bajo la doble amenaza de las fuerzas de la
naturaleza y de las represivas del Estado. Desde los años cincuenta,
la crónica urbana está cíclicamente nutrida por las inumerables
catástrofes, afectando los barrios más pobres: son las periódicas inun­
daciones del rio Guatlquia en Villavlcencio, del Magdalena en Barran-
cabermeja, las avenidas de L a Iguana en Medellin, del Tunjuellto en
el barrio Melsen de Bogotá, del Otún en Pereira, de los caños de los
barrios bajos de Barranquilla, y de los barrios orientales de Cali cons­
truidos en una depresión y madres viejas, por debajo del nivel del rio
Cauca. Otro tipo de "fatalid ad” son los movimientos tectónicos, de­
rrumbes de barrancos y los deslizamientos de laderas, que ocasionan
cada Invierno innumerables muertes en Bucaramanga, Bogotá (Usa-

623
quén), Medellin (Santo Domingo, Villa Tina), afectando en esta última
hasta barrios nuevos y oficiales, como aquellos del Doce de Octubre.
Y como bien se sabe, desde los afios 60 las vertientes de Manlzales
están sembradas de “ campos santos” , en los cuales yacen sepultadas
miles de victimas que allí consiguieron un definitivo “ derecho a la
ciudad”. Escribiendo estas lineas, la prensa informa que “en Cali fue­
ron evacuadas las familias del barrio Brisas de Mayo, amenazadas por
un deslizamiento de 24.000 metros cúbicos de tierra” (6 de Junio de
1988). Primero fue la avalancha humana la que cayó de las montañas
y “ aplastó” a las ciudades, y luego se vino abajo la montaña y aplastó
a la gente.
Más cruel aún resulta la Intransigencia latifundista, respaldada
por la política ciegamente represiva de autoridades locales acudiendo
a las armas y a leyes caducas, para proteger la Intocable propiedad
privada urbana. En tal o cual ciudad veremos un extenso cultivo en­
clavado en el perímetro urbano, vigilado día y noche por los guardianes
armados de una empresa de vigilancia; en otra, un potrero Inmenso,
en la frontera urbana, con dos novillos, pero con cuatro centinelas
en garitas e iluminación nocturna. También se verán heroicas hazañas
del ejército; verdaderos operativos militares con el uso combinado de
infantería, carros blindados y hasta apoyo aéreo. Concluyen muy a
menudo con un parte de victoria: dos abortos, una anciana muerta a
bayoneta, dos muertos a bala de fusiles, una recién nacida asfixiada
por las granadas lacrimógenas, veinte chozas incendiadas, un morador
ardiendo como antorcha, 24 presos llevados a la cárcel y condenados
en consejo verbal de guerra. Se entiende esta desencantada conclusión
de un colono urbano, cuando recordaba su trayectoria desde el Tollma
hasta un barrio bogotano:
Toda nuestra vida hasta hoy fue violencia.
Pero el acceso a la tierra para el elemental espacio residencial, no
es más que el primero de los derechos a la ciudad. Cuando la familia
de María Quintana logra salvarse del exterminio, sale de las montañas
y llega a una localidad y constata con amargura:
Se acabó la violencia, pero empezó el hambre.
En la ciudad se les negaba tanto la tierra como el techo, y además
el trabajo. Frente a una oligarquía urbana retrógrada, transitando del
feudalismo hacia el capitalismo con suma reticencia y completa Inep­
cia, los exiliados tendrán que inventar sus fuentes de empleo y de
recursos. Los urbanistas de Nueva York hablan diseñado unos magní­
ficos parques industriales, pero quedaron semivacíos, con más vacas
que chimeneas; en otras ciudades sólo se diseñaron en el “ plan Inte­
gral de desarrollo” . Vueltos ahora desempleados, los destechados no
se quedan con los brazos cruzados: resolviendo por cuenta propia la
cuestión del ingreso mínimo, conciben y organizan un espacio de
trabajo en la vivienda misma, por exigua que sea ésta. De paso, tras­
tornan la utópica zonlficaclón de la separación vivienda-trabajo,
preconizada olímpicamente desde Atenas por los CIAM. Pero con la

624
mezcla de usos antagónicos, aumentando la densidad predial, tanto
diurna como nocturna, se Incrementa la promiscuidad residencial y
en general se deterioran las precarias condiciones de habitabilidad. Con
la parálisis o la escasez de empleo en el sector secundarlo, esta área
social se transforma en un proletariado terciario. Pero también ten­
drá que librar duras batallas, nunca ganadas definitivamente, para
obtener el derecho (siempre provisional y disputado) de trabajar en
la calle y el andén, en el parque, en la plazoleta, en el muelle del
puerto, en la alameda del río y en la playa. Es otro aspecto de la colo­
nización urbana que ocurre en Protopolis.
Pero en estas repetidas contiendas contra los que mandan y tratan
de mantener en form a dictatorial el “ orden urbano” convencional,
se va perfilando una nueva concepción del uso de los espacios colecti­
vos que se pretendían de uso restringido. De tal modo que veremos
en las principales arterias, los cruces y semáforos convertidos en mini­
mercados de frutas y a las amas de casa saliendo de un multicentro
comercial moderno y completando su mercado a la salida, en el andén,
en los puestos ambulantes. La misma vocación de ciertas vías está
cuestionada, cuando de un sencillo canal de circulación, pasan a ser lu­
gares de estancia, espacios de permanencia. La calle adquirió otra
modalidad de uso y de pronto habrá que prohibir el tráfico mecánico
y consagrar la victoria del peatón: legalizando el urbanismo creativo
y algo subversivo de los pobres de la ciudad. De la misma manera, el
desértico parque del nuevo barrio de los ricos, sólo se humaniza a
mediodía cuando los obreros que lo construyen, ahí se reúnen a jugar
fútbol o se encuentran con su esposa trayendo el almuerzo. A l otro
extremo de la ciudad, y bordeando su rudimentario barrio naciente,
está la autopista, con su amplio separador central preservando la
futura necesidad de nuevos carriles. Pero los vecinos lo transforman
en cancha-parque durante el día de labor y en los festivos, y por la
noche se convierte en el parqueadero del sector, llenándose de taxis,
buses, camiones y volquetas, cuando no de carretillas con sus muías, o
de las carretas de vendedores callejeros. Y con esta vocación nocturna
el espacio “ creció” y se usa ahora las veinticuatro horas del ciclo dia­
rio. Podríamos asi multiplicar los ejemplos de una creatividad popular
espontánea, surgida de las mismas penurias, y totalmente desconocida
por los lánguidos burócratas llenando las tétricas oficinas municipales
de planeación.
Desde luego, el destechado y el colono urbano son los citadinos más
desfavorecidos que cualquiera otro en la Protopolis. Contestadores por
naturaleza, protestatarios por excelencia, destacan su combatividad
para exigir los derechos urbanos. Se convierten de hecho en la materia
prima activa y más beligerante de los numerosos paros cívicos urbanos
o barriales. Y éstos, regándose en las ciudades de las penurias durante
los años setenta, constituyen hoy en dia la máxima expresión social
de la protesta cltadlna en Protopolis; no obstante, se podía pensar
que esta situación critica de carencias no serla más que un breve
episodio histórico. Sin embargo, nos toca comprobar que tiene la misma

625
edad del primer decreto del estado de sitio. De hecho se está escri­
biendo en una de estas urbes en las cuales la guerra social adquirió ca­
racterísticas de contienda armada y de Tentaderos operativos punitivos,
saliendo de los barrios ricos para realizar en los sectores pobres las
masacres de una guerra urbana. Y los nuevos "chulavltas" del lati-
fundlsmo urbano realizan ahora siniestras expediciones nocturnas por
las calles, exterminando a los más beligerantes lideres barriales. Estos
van cayendo en Florencia, Puerto Asis, Villavicenció, en San José del
Guavlare, Ocafia, Apartado, Barrancabermeja, Puerto Berilo, Puerto
Boyacá, Cimitarra, Medellln, Pereirá, Slbaté, Montería, Bucaramanga,
Sincelejo. Palmlra, Soacha y Popayan. No hay diferencia marcada en­
tre las calles nocturnas de Tuluá. sembradas de NN hacia 1950, y los
basureros y potreros periféricos de hoy, con cadáveres torturados y mu­
tilados Ciudad del estado de sitio y del miedo, Protopolls pasó del
salvajismo del cincuenta a la barbarle del ochenta, sin haber conocido
ni un asomo de civilización.

Las cifras censales del capitulo anterior evidencian lo siguiente:


en primer lugar la masa demográfica urbana reunía en 1951, a escala
nacional, unos cinco millones de personas. Aunque el modo de proce­
samiento de los datos no permita demostrarlo de manera indiscutible,
es muy probable que millón y medio de ellas provenían de hábitats
rurales que se hablan mudado en el periodo de 6 a 8 años anteriores;
en 1964 la población urbana del país superaba los 9 millones. Sepa­
rando el aumento del periodo 1951-1964, de 4 millones, entre reproduc­
ción ln situ e Inmigración, encontramos una masa de refugiados de
los campos totalizando quizá más de dos millones de personas. En 1973
el DAÑE consideraba que vivían en los centros urbanos más de
13-500.000 colombianos; discriminando otra vez los componentes del
aumento encontramos que alrededor de 2.500.000 hablan abandonado
sus hábitats rurales desde 1964, es decir que en 1973, la mitad de la
población urbana del país estaba compuesta por una nacida en el área
rural y otra, no cifrabie, en los centros urbanos, aunque tenia ascen­
dencia rural directa.
En segundo lugar, se ha señalado en páginas atrás cómo la inser­
ción urbana de este aporte de población extema se da en condiciones
económicas, caracterizadas por la carencia de estructuras de recepción
de la mano de obra. La clasificación económica tradicional distingue
tres sectores del empleo y de la producción: primarlo, secundario y
terciaria Con toda evidencia estas categorías resultan Insuficientes
en Colombia, pues el modelo de urbanización que vivió el país en los
Ultimos treinta años engendró unas carencias de empleo, de las cuales
surgió lo que podríamos llamar un •‘sector cuaternario**. Fue tomando
tanto impulso que adquirió hasta un calificativo oficial: “el sector
informal de la economía” , como lo llamaron los expertos de Washing­
ton y así quedó registrado en varios países del continente. En Calom-

626
bia. en cualquier eludad, este “ cuaternario” logra duplicar el sector
terciarlo, aglutinando con frecuencia entre el 40 y el 50% de la fuersa
laboral y de la población económicamente activa.
Ignorar estas premisas demográficas y económicas del sistema
moderno de urbanización en Colombia y exigir a gritos una “cultura
urbana” , demuestran la Incapacidad de ciertos circuios “ cultos" para
entender las vicisitudes de un proceso Un sinuoso y peculiar. Sus cir­
cunstancias concretas ponen en duda que la ciudad colombiana esté
capacitada y lisU para generar hoy la tal “cultura urbana" y, más
aún, si con este calificativo se alude a algo parecido con los modelos
foráneos clásicos (de paso podríamos preguntarnos hoy, ¿qué conciencia
urbana tenia el millón de campesinos que fueron duplicando la pobla­
ción de Parts, bajo el impulso de la operación Haussmann, en la
segunda mlUd de siglo XIX ? Y ¿qué cultura urbana presenUba Nueva
York hada 1900, cuando se esUba poblando con campesinos provenien­
tes de todos los campas de Europa?)
De hecho, en la Protopolls Andina el migrante no va a encontrar
ninguna de las condiciones que existieron bajo otras latitudes, para
favorecer su absorción, su asimilación y su “aculturadón"; no llegaba
a metrópoli ni a megápolls sino a Protopolls: ésta no lo necesitaba,
ni mucho menos sus brazos. No habla nada previsto para facilitar su
integración a la sociedad urbana, por lo demás muy tradidonal; no lle­
gaba como solución, sino a convertirse en problema. No se pre­
sentó, por ejemplo, el estimulo radical de una pujante Industrialización
para cortar, en forma tajante, sus ataduras con el mundo mental rural
y favorecer el surgimiento rápido de una mentalidad urbana. El lán­
guido capitalismo Industrial Indígena estaba Interferido por la situa­
ción colonial del país y frenado por los Intereses de las metrópolis
externas; can esta carencia persistiría, durante décadas en el espado
urbano, el arcaísmo de prácticas atávicas oriundas, en el mundo agrario.
Pues la aculturadón urbana de un Individuo es proporcional a las opor­
tunidades de Inserción que le ofrecen tanto la sodedad de la dudad co­
mo sus estructuras económicas; en otras palabras consideramos que
una mentalidad urbana (Instinto primero y luego condénela) sólo po­
dría nacer de nuevas prácticas sociales; para muchos inmigrantes esta
expectativa nunca se concretlaó. Limitándonos a la vivienda, por ejem­
plo, vemos cómo muchos de los nuevos dtadlnos, en raaón de un
“ accidente” que cambió la trayectoria de su vida, están resldendados
en un logar extraño. Insólito, con el cual no se sienten ni Identificados
ni solidarizados: residen muy amenudo en unos lejanos suburbios In­
decisos. en un espado en tránsito desde lo rural hada lo urbano, pero
que no han logrado aún su lntegradón a la dudad. Para la población
de estas reglones urbanas fronterizas, la dudad sigue siendo simboli­
zada por altas torres blancas en el centro, que se ven allá, al fondo,
surgiendo de la horizontalidad, a donde se llega después de un largo
recorrido, en un bus destartalada Un centro que. por demás, no es
precisamente placentero sino bien amenazante; del centro llegan fun­
cionarios y cobradores, impuestos o citaciones, las prohibiciones y los

627
castigos; pero nuncía nada benéfico. De tal manera que el m igrante
tropieza, más que el cltadlno raizal, contra un mundo hostil, agresivo
a veces, siempre indiferente o sordo; con lo cual no disfruta la ciudad
sino que la padece. En estas condiciones, ¿cuál cultura urbana se
puede pedir a un ser viviendo el Ambito de su hábitat como un cúmulo
espacial de desgracias, frustraciones y derrotas? No obstante, la oligar­
quía después de haberlos despojado de sus tierras, pide a sus victimas
que tengan “ cultura urbana"; siendo que les quito también el libre
acceso a ella negándoles la tierra urbana, el techo y el trabajo.
Además, a la distancia espacial que separa de la ciudad el lejano
suburbio, se suma la “ distancia" entre el mero hecho de tener residen­
cia urbana, sin que su morador esté en “ situación urbana". En estas
circunstancias un abismo lo separa de la conciencia urbana. Por otra
parte este nuevo cltadlno recién llegado del campo trae consigo la
memoria de un mundo cultural rural y carece, desde luego, de
“ memoria urbana" y entonces se convierte en un ser anónimo y aisla­
do, que trata de mantener en su nuevo hábitat los lazos de solidaridad
que existían en su ambiente social agrario original. La fuerza de estos
atavismos le permite, por lo menos, establecer en la ciudad un modo
peculiar de existencia doméstica y social, muy marcado por el paso
de una relativa autonomía a una completa dependencia, expresada en
multitud de nexos y relaciones.
Hay que agregar, que cuando los ideólogos de la oligarquía domi­
nante hablan de cultura urbana en singular, olvidan que la sociedad
de la ciudad está conformada por clases, en plural. Con toda evidencia
en una urbe en donde se exacerban al máximo todas las desigualdades
de una sociedad de clases, no existe ana cultura urbana sino muchas:
aquella del Country, la del golf y del Salón Rojo del hotel Tequend&ma
es una, y la de la subida a Monserrate, del Juego al tejo y del paseo
con ollas es otra; y entre estos dos extremos esta aquella del
paseo al norte o el fin de semana en Melgar. Algo parecido ocurre
con la configuración de los hábitats urbanos, se percataron hace poco
tiempo unos estudiosos de que no existe ana arquitectura urbana, sino
arquitecturas tan diversas como las mismas clases sociales y un varia­
do mercado de la construcción de la vivienda.
Ademas nos podríamos preguntar hasta qué punto la clase diri­
gente de la ciudad logró construir una cultura urbana. Aquí se ve que
le resultó más fácil mantener las confortables tradiciones agrarias
moribundas, que crear auténticas costumbres urbanas adaptadas a
nuestro tiempo y por eso aún sacraliza la fiesta rural de las flores,
celebra el reinado de la ganadería o la feria equina, venera las cabal­
gatas. el coleo, las córralejas o las riñas de gallos, manteniendo asi
la herencia arcaica y paternalista de la hacienda, del hato y del lati-
fundlsmo. llamando "tradiciones culturales" a estos variados instru­
mentos ideológicos de dominio político y económico.
Para concluir: toda cultura se produce por medio de vivencias
concretas, se erige sobre la base de determinadas prácticas sociales,
es expresión de experiencias multitudinarias y sedimentadas, hasta con-

628
fo rm a r un acervo y el patrim onio de un grupo social o de una com u­
nidad. El id en tificar o caracterizar una cultura especifica nos rem ite
obligatoriam ente a l conocim iento de estas prácticas sociales y de sus
agen tes; por lo tanto no lleva a ninguna parte el de cultura
urbana en form a abstracta. Se entra a la cultura urbana p o r la puerta
d e la experiencia urbana, es decir por medio de las prácticas de la d u ­
dad; sólo los que se benefician de estas prácticas pueden lograr una
m entalidad, una condénela y la cultura propia de la sociedad urbana.
N o se hace cultura de du dad por decreto o por m edio de eventos a rti­
ficiales, como el Basarte (M ed ellin ), el concurso de “n ovela urbana"
(C a li) o estos carnavales d e “ pan y circo” , que usan las oligarquías
com o anestésico de las masas desempleadas.
En cuanto se refiere a los escasos edificios del cen tro (d e B ogotá)
que se veneran como “ patrim onio histórico” , o com o “m em oria urba­
n a” , a l fin y a l cabo son ante todo el patrim onio sim bolizado d e aque­
llos que se apoderaron de la dudad y de su h istoria; ciertam en te n o
tienen m ayor significado de ancestro para las grandes m ultitudes los
tem plos de Santa Clara y Santa Bárbara o el famoso café, en donde
se reunía h a d a 1930 la “ inteligencia” ; y sólo quedaron en la m em oria
de un redu ddo grupo de intelectuales extranjerizantes, al s e rv id o de
la ideología dominante. En fin ta l m emoria es p rivilegio d e unos pocos,
m ientras los pobres, que son m ayoría, quedan condenados a la amnesia.
Salvados de la rapiña y del saqueó quedan algunos testim onios
arquitectónicos del pasado, como hitos de la trayectoria histórica de
la du dad. P ero siempre son símbolos adscritos al patrim onio cultural
d el grupo social motor; son lugares, edificios y monumentos escultó­
ricos que se integran al acervo ideológico de la oligarquía. Es aquella
d a s e la que los venera y los defiende, m ientras no obstaculizan la
ren ta del suelo y no estorban la especulación en la construcción, por
supuesto. Es fá cil comprobar que, salvo contadas excepciones, no exis­
ten en la d u d a d colombiana edificio alguno, estatua o m onum ento
que puedan ser reivindicados como suyos por el proletariado.
El Banco López en la avenida Jiménez, la gobernación y la estación
del ferrocarril en Mantéales, el raquítico rascacielos de la A ndlan Cor­
poration en la Plaza de la Aduana, el hotel Prado, en cierto sentido,
si son patéticos “ monumentos históricos", nos indican el m om ento en
que la aligarquia, siguiendo e l consejo de M arco F idel Suárez, empieza
a “ m irar a l N orte”.
Finalm ente, el mundo urbano de hoy surgido de m anera inespera­
da y en form a brusca del traslado red en te y forzoso de sociedades
agrarias elementales, lleva aún su sello de origen. Su modo de in tegra ­
ción a la civilización urbana explica la presencia persistente de
muchos rasgos heredados de la condición anterior y, p o r lo tanto, este
es aún endeble. Inestable y sin sedimento; configura una sociedad
urbana elem ental, o preurbana. Acudiendo al léxico etnográfico, se
d iría que en Pro topo lis se form ó una sociedad prim itiva urbana; de
hecho aquí apenas se urbanizó el suelo pero n o la gente; fa lta aún
m ucho para que, además del espado, se urbanicen las mentes.

629
C A P IT U L O I V

BOGOTA, CAPITAL DEL CAPITAL

.. .B o g o tá está d es truyend o a S anta F e d e B o g o tá .

(Hernando Téllez, 1948)

. . . H a y ciud ades ed ificad as en m á r m o l: A te n a s o R o m a ,


y o tra s están h ech as e n p ie d ra : P a rís , B ruselas, M a d r id .
A lg u n a s s o n d e a c e ro : N u e v a Y o r k , T o r o n t o , C h ic a g o . E n
ellas las d e m o lic io n e s s o n costosas. P e r o B o g o tá es una
ciu d a d d e T I E R R A y esta co n s id e ra c ió n n o d e b e lim ita r
n u e s tro entusiasm o cu a n d o in ic ie m o s su a rra s a m ie n to y
d e m o lic ió n d e fin itiv o s .

(Carlos Martínez, “ Proa", 1947)


Según las estadísticas oficiales, la evolución demográfica de la ca­
pital fue la siguiente desde principios del presente siglo:
1918, 145.000 habitantes
1938, 325.658
1951, 638.562
1964, 1.661.935 (incluyendo a los municipios del Distrito Especial)
1973, 2.696.270 ' ft
1985, 3.957.960 9
9
Como vemos, se duplicó la población capitalina durante los veinte
años del prim er periodo intercensal. El aumento es mayor en el se­
gundo periodo siendo que se registra casi una duplicación en trece
años. El crecimiento fue del 96% y, según Ramiro Cardona y Alan
Simons (CCRP, 1976), la Inmigración participaba en un 70 % en el vo­
lumen total de la población, lo que equivale a decir que cerca de 450.000
bogotanos hablan nacido en otros lugares. Entonces la tasa anual pro­
medio de crecimiento era de un orden del 5%, duplicando la rata de
crecimiento natural in situ constatada en períodos anteriores, la cual
oscilaba entre el 2.7 y el 2.8% . Durante el tercer periodo intercensal
Bogotá experimentó su máximo incremento demográfico: la población
creció de un 162% y los mismos autores calculan que el 65% del total
proviene de las migraciones, con lo cual residían en la capital más
de un millón de inmigrados. Entre 1951 y 1964 la tasa de crecimiento
anual se sitúa entre el 7.4 y el 7.5%.
Observando los cuadros del Capitulo II, se puede comprobar
que por alta que sea esa rata, no es excepcional durante este periodo.
Se encuentran coeficientes iguales, o superiores, en Cali (7 .5 % ), Santa
Marta (7 .0 % ), Montería (8 .8 % ), Tuluá (7.2%), Villavicencio (7.8%),
VaUedupar (12.9%), Duitama (11.5%), en Espinal (7.1%) y en gra­
do menor en M edellin (6.9% ), Barrancabermeja (6.9%), Sogamoso
(6.9%), Santa Rosa de Cabal (6.8%) y Nelva (6.6% ). Y eso se da
considerando solamente a un reducido grupo de 42 centros urbanos.
No obstante, la ola pasó y la tendencia cambió, adoptando un rit­
mo más moderado, de tal modo que en 1973 la población de Bogotá
habla crecido en un millón de habitantes, o sea con un promedio teóri­
co anual de más de cien mil nuevas personas. En el último periodo se
mantuvo esta tendencia, caracterizada por la disminución de las tasas

631
tasto d tí i rutoilemUi "vegetatos» c o s te de la * ■ > p a» ¿anea. B b r á r t a H itaaaids d el ‘ agtoH aam roto tKpumn. ’ p efl XEfcefl d e ■**'— -rrrr>nn
la» d an afta» M penado I9 Ü -1 1V jt t o ■ ia a in i la potoaófts c á p ta ­ d lc a z z a d o por la » C u c á is productoras Bsta ipnntiT^ajnpniim desaparece
l a » en ScQ 50% e n la tarde defl P de aftirfO de ¡I3in, rTn*»^y l a » ~na.Tn>«¡ ■im yngi»^ Tin»
Abara t t a , en 1M L e x r a p e n » de la S m a » C M h R o d i f i i -
prmrxpaief. ob flA m los a la ¡m afleraáaridn. p asi la prociam a n afl film
ta rto ios caedla» guberaamensales ©asno la p e a n eot-m x- K igia en tr, can moa alcgriii m al jHamuii^aa ij»irrta» h it id e a l cíeos :ir>ie<iy .-
bar. e s MJftiWtt h a b la r te * la pn^wa^n de B agóte y alraaiam do a anas
na» d e la C a rla de Aitezias csmiB los gr»Tn^^c esperuiaücge» d t í s u d o ;
de L0DB.IIM personas e s iP04_ « balda trtpbcad» xa pOMsrten en Id
; u ic » aaocOaodp so s gamaairaa» oom la carrera «rj^tlnm y l a a v e n id a
afta». A q p cacan la » peiim etoo* meramente numéricas j t m o p l f l -
C a ra c a » derflaram cas caataiakafimo ' l a toa -gurdo te r e * '. a «< m t ñ a t e a n
W » J »e » nTf-Wiar 1m :rtiOlriwwpr A » hth ATS IiSlBUHOSTiAn t f X IT IT TT» Tía
la s caE&dáeáogaes deú paao de nos larmazOtm « gn>ei*i sr uarut a otra
mas radica] e s ¡mesaos de d a » tocadas. en tos raaraxcaecto» a te s
B im .
aatteñorea m*»» xsaBMtfaanacida mhasdKtica e s das tfteexu&azaes: verti­
cal ademas. paslácstoaaKnne e s efl acetar « a t o l l jr teM aac taJ harto ffio prim er Jugar. « dameigatúe gne ae veTdaan rec n ien d o e n BogsrtA
desdi algim n» subas a lad » uno» factores presionando « q p«wAiin
afuera. • se* por arraafarartdm j rompartarabn e s t í centro y p o r
de lo s m odtías nraauflúnc» j argi¿j®ntfeaor>?-: prartacaznente d eten id os
rapan flor. p dflatectoa e s la pésatela «a to a b a,a a
deade los m u y X3X. L a aricnularuor d e ±Mftitt-.npatan*»y d e
De bcdbc. estar 3JMW p SMH eD centro de la capital ae e o s v ie n e
pciiaiemo esa t í centro traSiciaca] provocada ma aum ento deü ca sd cter
ea t í caaporio de mnwnTraclCin financiera B ógate ae e n g f x a e s la
t.ernariD d tí «nsptea, y las Gnjw. lutoárale» natdffliano» e n t í innrM itm
tattr xneva n^oe rrtitrmubii a pr.tas t í capital irtoaitirarap m odera® a la
d e la -capü.taJ «mcoBtraSnun t í dotüe escullo d e ma sistem a rxal deaa^ns-
«tensiva. Osando Hernando Télke* desdora cgo Tanflalpa que ‘ © oecáá
ta d o y d e una red deflrdeaflg de Uranaparte plW üro P a c o tra p a rte , efl
esta destruyendo a Santa F r de B ogcte". a n hace tosió constatar ijae
estzrerihasaíKDtei de u k toncnlo» ptútckcos j cocmCirmcns con lo s E sta d o »
t í eapEtoJicsoo Dnazuaer» aartoan>erhranp esta expulsando los -üJru­
Uzddas Impulsaba t í óesarroli:- d tí aBCtar fin a n ciero n a to a m l y etotm n-
mas vestigio» del arcaico aparato asaotatanruC ragiaftiil p calacáal
je r o desde fin ales de la Segunda & w m M undial. P e r o l a c o n s trn c -
32s ta n a te a la » tam as acóDcua» desde principia* d e cston d e «difitdas fin a n e sro s y de jtaanens m odernos j a it o a * , « n efl c e n tro ,
-efl® Kifjc esa cor umbre de xas tnks adtiMSxdas negociante», -exparta-
en cnm zaba t í doble abstorul p d e ama propiedad ra ir nray p a rc e la d a
darefr-OEpartadare» ba§rssano£. mieutor ama parte de «o s ganancia* e n y d e ttp o **wiHrnf imaict-ji urbano**, «i—i moa m a zim a ier».gwii^»i y
su ^ v tw -tt pccáilocta: la ■ncimjirB de hacn*mda¿ Im b e ra i sabanera». p
oes tsOaü desarden catastral j legal, ademas d e irnos regüam eraas rrrutü-
BegaiEa este «jem júa la » prtTtfnpalre latcíendistos de la » ¡p^» cipales ^ ^ m r r r m A nt jm.ru la efiificBGkan e n a lta ra En cn anto a la T3-
caleteras de Am asada. C alda» j Cundma¡marca. aaihttfiftananae de r&»> Toenda. se necetotaban zxnevns etíogn es ra¿tot.ut:iurialB p a ra e n ír e a t a r
lasesteaxanes ca ta s alrededores de la e a p tta l En les a t e s I M d j r EitSU. anaa dea&anda e x n u m m i» R a u to ro ampiantaur una pm-TTnmi Ae
ana t í m o t o de la demanda resideaEiBl, k e 3 » * ,» w T W * i ~ i M fc» >.
TTtoenda popular. a b ó r las taerra» p etíten ca s a la icanstmocUin y fi.-tar
apEriM» para antotoccaT a asios inmensos picitapp d e tAwrrai. a,g—-irn.t.t a algu nas ▼»ewrm« reiatrras a la dfltacodc de redes de sertoexos potaí>ir<inK
la urbana: la hectárea cede paao a l meto® .Troad-radn y io» y d e -eouJp H~^TÍ-prrt.ni: nrim inBtnitm
latalandieias ae vaeflves ibátfifamfliBtJt»: H s t %pMt a gregar a **-R«> gne la totnatiún p o lític a m u n d ia l p r a r t r -
Xa e s 1M 7 a B ^ d tA en la J.irnr»wr« jila-nE ¿ f ja 1 ji ctüücü
recscnesm fin d e la «canarm e de gnerra en Jos lW »d n s U n id os se sd tu -
¡ywTri .wiwh nu supuesto pragEBima d e a j'u d a a la Twngirtgt.i nr-f.imm dt- lo s
En 3¡BB. gramas a la criiabararabs « m a n t e a d a esa la U ntarafidad países enropses. ttM nian t í ‘"Pian ManftiiLU' y lo s círcu los e™T^mrViptK
dto T a lle j a l apopo y » aunitrtK tPd t í G e s ta s C títn a n ü Jorge SEa-oer d e VasttnngtoB « eptran s exten der su d a m td o a l nnii-t.in^Tiirf» su ram e-
a e podo resillar ma t o r r e catadlo a c to r l a » conrrfttrtcnupy e n p a c yn-ra.rtt' p o r man p arte, ae desato b a jo t í líd e r anco d t í p re tíd e n te H sm y
ae d a m e e s Bogotá, a rata d tí f de ábrD d e M*SR, asta» notables nmta- TrLim an, la ;■uera's tria -entre t í capttaitismp y t í cam po sricialiEta <en
tS raf» araanataca» t a ^ c tectónica» B e t í presente .esputad® «A to ae ascenso t í prim er:- esta toa,tanto d e -argarunar M ogueos nrü ttares Don—
aseada a cxmagnar lo » Sópleos j re g ir lo a an e» ¡mfes stítovazdes d e dicho tim em ta l», para deten er t í aran oe del cnnimrdHHm. IDe Sal incido ejue
t r a b a ja t í g B*ri»TTim d e V a aiim gta n dwñdiO iremiiT can estos das to je to v o »
19 efitanSio coeictoyt tn s la slgmeatt- tetos oestrai. .agita resnoBkda: ^iMfntSrm iif’iB y **thrni**£innL s TiaflM iKS naciones IvtifrnmiiTOwrnnarrm» fw
3a exstrada a l capesahamo fínacniere r g ig n e a Bogotá la m idcm iacton ama Sloaena Camiterenega d t la U m an P a a amfj-JTrana: se nrnr.m
d tí t o t e cestos de la nxodaa crftcmlal rndMna. ? a ctoioletei y enarertádo sede a B agóte y omno prim era itmftia a l m es d e d iciem b re d e IM ? ;
s o ctoBdcada. Esaetxa na ziotaSale deaBjnKte i^n-hw» t í csnatiemdo ■ n evo uin em bazgn. la » retinencias, d e algunas naranzes «ih h rrn a W a u tu im o n
dtí c e s a r e y aa lorana aagaara,. entre x m «nriedad zm rra p los toe>as a .«.piMJir íb oimSerezinta y se fija <aeJrD.ftra:aanff!TiVte para m l t w i de tinca
eonrnanas caamnadas:. esa nrm mccnraiflaeramm en d en te .wwtinr «a c a - EntarmBs sdertns aauntertm áentig en Pranr.ia. Ita lia tohrrm y Gneccis-

532 633
toTtqoia pMkiiltn * Ttvaan Mnptinr U canpafti «n unlsía, t { i u r
t í espectro dtí -peligro rojo'’, y obtener asi un mayor dominio sobre
algunos fctíen os de Sanaérica.
Para cumplir coa los requisitos de la Novena Conferencia t í go­
bierno colombiano se comprometió a realisar una serle de obras de
erbanisaKk. de arquitectura y de "'embellecimiento* de la dudad, lo
cual genera primero una tía de especulación generalizada desde los
materiales de construcción y tí cemento, hasta jos alquileres de vivien­
da, las tarifas hoteleras y los precios de los víveres en la plaza de
meirada

634
Finalmente encontramos, al mando de la ciudad y del Estado,
a dos personales para quienes la modernización de la capital coincide
con sus propios intereses personales y clasistas: el presidente Mariano
Ospina Pérez, gran comerciante, exportador cafetero hada Estados Uni­
dos e importador desde aquel país de maquinarla de obras públicas
y de lujosos materiales de construcción, máximo latifundista urbano
y presidente de la principal firma constructora y de finca ra li que
existía entonces en Bogotá. Acababa de nombrar en la alcaldía de
Bogotá al comerciante exportador-importador, igualmente empresario
constructor y terrateniente urbano, Fernando Masuera. Serian
los artífices y sodos que iban a impulsar y a liderar los cambias en la
capital.
Pero encontrarían apoyo en diversos sectores en espera de es-
pecalación: la propiedad ra li y su vocero Güiliento Wiener, fundador
y gerente de la principal firma de compra-venta de propiedades ralees,
asociando e l progreso con los ceros de las negociaciones, en las rúbri­
cas especialnadas de la Revista de) llanca de República, en las páginas
urbanísticas de El Espectador y de El Tiempo, cuando no en su propia
Revista Casas y Lotes. También se entusiasman los importadores de
beses marca Chevrolet, Dodge y Ford, cuando la agonía del tranvía
municipal abre paso al transporte privado y sus vehículos reemplazan
los rieles de la carrera séptima, el parque de Santander y la placa
de Bolívar. Se felicitan los grandes consorcios de la construcción y
del urbanismo que llegan de Nueva York y de Chicago para realizar
las principales obras de los aftas cincuenta y algunas firmas construc­
toras nacionales, entre las cuales sobresalen CuéUar-Serrano y Gómez
y la d tí arquitecto Urdaneta. hijo dtí exprtmer ministro y futuro pre­

sidente de la república. El gremio de los arquitectos no se queda atrás


y la recién fundada Sociedad Colombiana de Arquitectos propugna
-por una moderna* en su también recién fundada Revista
Proa, verdadero vocero técnico-ideológico de la operación de -reurba­
nización" d tí centro de Bogotá.
i b asi como en vísperas del histórico 9 de abril de I N I la Revista
Proa reclama la modernización dtí centro de Bogotá, indicando t í ob­
je tiv o en estos terminas:
■ « m U i i i M r a f o w l m a t e « I meter m á s d e s a s e a d o , t í l l a m a d o - P l a z a d e
M e r ca d o " , c o m p r e n d i d a e n t r e l a s c a l l e s 2 y T s a t r e l a s C a r r e r a s 9 y 13 B .

Y concluye:
E l c o n ju n to son K m am onas que c la m a n por d e m o l jcjocv. in c e n d io o
u rro a n n to .

A los pocos días se repitió han sus anhelos.


En este contexto general ocurren dos hechos urbanísticos simul­
táneos y articulados a finales de 1917. Después de una campaba de
tipo doctrinal por paute dtí gremio de los arquitectos y de la Revista
Proa, a favor d tí grupo de los CIAM (Congresos Internacionales de A r-

635
quilco tura M ódem *) se cune retiro» en Nueva York una Invitación o li­
da ) del gobierno a Le Cnrbiuler. Este víala a Bogotá donde lo recibe
Fernando Maguera; se acuerda contratar al arquitecto europeo y a su*
adeptos neoyorquinos Paul Lestcr Wiener y Josá Lula Herí, para e je ­
cutar loa planos directores de urbanismo en Bogotá, Culi, Medellln y
Tumaco. Qulsá. para dar un marco legal a esta decisión, se promulga
rápidamente en diciembre de esc afio la Ley 8B obligando a laa prin­
cipales ciudades a elaborar un plan maestro de desarrollo urbanístico.
Ahora bien Incendiados el 0 de abril algunos edificios del poder y
de la oligarquía comercial radicados en el oentro de la ciudad (que
no pasan de 13a, distribuidos en unes 20 mamutnos), terminando la
tarde se Inicia el saqueo de grandes almacenes, ferreterías, tiendas

636
Ii.in .ili.rt , t«quru* rn «I r«nlra 4» lio«i*l4 «I • 4» <krU 4 » IM I

«!*■ licores y otros establecimientos; so desvió lu protesta política,


d egen era en una gran borrachera eolactlva, con la cual aborta la «uble-
vación y se salva el gobierno. Al día siguiente e] em bajador de lita d o s
Unidas se presenta al Palacio de Bau Carlos y con la ayudu de Eduardo
Z u letn A n gel, prAotlcam ente negocia con la firm a del presidente M a ­
ria n o Osplna Pe re/ la declaración continental antloomunlsta. a cambio
de un próstum o Inm ediato de 10 millones de dólares, para lu reconstruc­
ción d ej sector central. El presidente olvida sus reticencias anteriores
y a Unales de abril el general Mundial! puede regresar satisfecho a W as­
h in g to n : se creó la OKA. Tam bién el 10 de ubrii sale del Palacio Han
C arlos hacia el exterior el famoso marcan!:
Un desconocido quitó le vida ol Doctor GsItArv Be «abe que os un comunial».
El m ism o día la Prcsldenols de la ItepObilca expide el Decreto
nú m ero 1230, quisa el m4s funestu de la historia moderna de Colom ­
bia: " . por el cual sr declara turbado el orden publico y en estado de
s itio todo el territorio de (a República". En seguida, presionado por el
em b aja d o r de Estados Unidos y por el general Marahftll, M ariano Ospl­
na Póres accede y anuncia la ruptura de las relaolones diplom áticas
e n tre Colom bia y la Unión Soviética.

«3 7
En ese mismo mes de abril el gobierno toma una serle de medidas,
destinadas a favorecer las futuras Inversiones en el centro de Bogotá
y a eliminar una serle de obstáculos como son:
—Una red de vías muy estrechas.
—El monopolio del tranvía municipal en el sector central.
—Un patrimonio Inmobiliario anticuado y la persistencia de “ vie­
jas casonas Incómodas” y de una "arquitectura de tierra” , como dice
la Revista Proa, para calificar el legado arquitectónico colonial.
— La Intensa fragmentación catastral de la propiedad territorial.
Bien sea en el Palacio o en la alcaldía, se promulgan decretos u
ordenanzas tendientes a: ensanchar las calles del centro, abrir nuevas
avenidas y "boulevards", reunlficar predios y reagrupar los solares
subdivididos bajo un solo ente Jurídico, destruir las “ viejas casonas”
y, a facilitar la implantación del transporte privado por medio de bu-
ses de gasolina en la carrera séptima y en los puntos neurálgicos de
la red.
Entre las distintas medidas dictadas sobresalen dos decretos pio­
neros: el 21 de abril el número 1286 se convierte en la primera ley de
propiedad horizontal y el 28 del mismo mes el número 1370, declaran­
do de utilidad pública en su totalidad la manzana que separa el Ca­
pitolio Nacional del Palacio de Nariflo, asignada al alojamiento del
batallón Guardia Presidencial: primera y única operación de expro­
piación urbana que ha llegado a nuestro conocimiento. En esos mismos
días se oromulga el Decreto número 1483, publicado en el Diario Oficial
del 22 de mayo, por medio del cual se crea el Instituto de Parcelaciones
y Colonización. El motivo es el siguiente, según el Articulo 39: "en las
actuales circunstancias es necesario afianzar la estructura social me­
diante el aumento del gremio de propietarios rurales” . El IPC, entre
otros objetivos, queda facultado para emprender programas de vivienda
rural; tarea a la cual se dedicaba el Instituto de Crédito Territorial
desde 1939. Inmediatamente este último se reorienta exclusivamente
hacia la vivienda popular urbana.
Mientras tanto, en la alcaldía de Bogotá se expiden las ordenanzas
de emisión de bonos “ para la reconstrucción” y el aumento del Impues­
to catastral predial, el cual pasa del 7 al 9 por mil; también se decre­
tan el ensanche de la carrera séptima, a 24 metros, desde la calle
séptima hasta la iglesia de San Diego, la apertura y prolongación de
las carreras 13 y décima y de la avenida Caracas, la demolición de
la antigua plaza de mercado (Plaza Grande), lo mismo que la supre­
sión del tranvía en el centro de la ciudad y el levantamiento de los
rieles de las calles. La Revista Proa escribe con entusiasmo:
.. .el problema urbanístico de Bogotá, estudiado años atras, quedó franca­
mente despejado y parcialmente resuelto... H oy la via está lib re ...

Las vías centrales también quedaron “ despejadas” y El Espectador


no se quedó atrás. El 18 de abril felicita al Haussman local, pero re­
comienda a Femando Mazuera pensar en una futura ciudad "más
segura y resguardada contra la posibilidad de horrores como los del

638
viernes negro” (el bogotazo del 9 de ab ril); Mazuera-Haussman expo­
ne sus proyectos durante una larga entrevista con la prensa, la cual
se puede resumir asi:
— Se relega el tranvía a la periferia (que no se realizará).
— Se entregan las rutas del tranvía y la tan deseada carrera sép­
tima al sector privado.
— Se promete a los transportadores, en un futuro próximo, el valor
del pasaje de diez centavos (pero se mantiene el del tranvía a 5, lo
que de paso le va a dar el golpe de gracia, desde el punto de vista de
su gestión financiera).
— Se facilita el régimen de Importaciones, lo cual va a producir,
en menos de un año, la Invasión de automotores de las firmas nor­
teamericanas y el florecimiento de las compañías de Importación.
SI en el mes de abril de 1948 se levantaron los obstáculos, en mayo
del mismo año se levantan los rieles del tranvía y en 1949 algunos
datos de la Revista Proa evidencia la magnitud del vuelco:
H oy la Empresa del Tranvía Municipal de Bogotá con sus 70 tranvías y sus
40 autobuses transportan un promedio diario de 163.000 pasajeros. E l prome­
dio para las empresas privadas de transporte colectivo en 650 vehículos ascien­
de a 350.000 pasajeros.

El sector privado no se quedó inactivo: en los meses de mayo y


Junio Ingresan a Fenalco más de 120 empresas comerciales, alentadas
por los beneficios de la “ reconstrucción” . Entre ellas está la muy “ na­
cional" firm a norteamericana de ascensores “ Otis Elevator Company” .
Por su lado se multiplica Guillermo W iener y en junio puede concretar
un viejo sueño: funda la lonja de propiedad raíz, bajo su primer nom­
bre de Federación Inm ovillaria de Colombia. Posteriormente se orga­
niza el gremio de las empresas de construcción y fundan su órgano
de defensa y presión en 1957: la Cámara Colombiana de la Construcción
(Camacol).
En este ambiente, quizá el primer error de Le Corbusier en Bogotá
fue el proponer una visión del futuro de la capital, mirando cincuenta
años adelante. Se dirigía a gente acostumbrada a recibir cheques se­
manales, extractos bancarlos mensuales, regalías anuales y que nunca
hablan mirado más lejos de su bolsillo; creyó dirigirse a una distin­
guida burguesía Ilustrada: les hablaba de luz, de sol y de las necesida­
des biológicas y psicológicas del Hombre con mayúscula. Estaba rodeado
por mercachifles y latifundistas, iniciando un genocidio que sumarla
cerca de 300.000 muertos.
Asi, presionado por los politiqueros-negociantes Instalados en la
Oficina Municipal del Plan y las obsesiones mercantllistas de sus dos
socios neoyorquinos, el humanismo visionario de Le Corbusier quedó
aplastado. Acababa de afirmar, en la Carta de Atenas, que se debían
proyectar y diseñar las ciudades para cincuenta años. Presentó un
esquema director, considerando un millón de habitantes en el año
2.000; ignoraba los trastornos sociales que producirían 1.600.000 ha-

639
hitantes en quince aflos. En menos de cinco años caducó su proyecto
y la Oficina Distrital tuvo que elaborar un nuevo plano, en los aflos
1050-1057.
Por lo demás, del plan de Le Corbusier la oligarquía sólo aceptó
lo que servia para sus especulaciones, por ejemplo la regla de las 7 V,
aunque muy alterada y falsificada. Sucedía que todos los especulado­
res estaban en la espera del ensanchamiento de las calles del centro
de la ciudad, primer requisito para arruinar a la pequeña propiedad
que estorbaba a los grandes proyectos de edificios altos y el paso al
transporte público-privado en buses con motor de gasolina. En 1948 el
general Marshall habla expresado su deseo relativo a la “ moderniza­
ción del transporte" y en 1952 en su número 86, la Revista Proa se
felicita de las operaciones de cirugía vial del alcalde Fernando Mazuera,
asegurando que "tener buenas calles es un negocio redondo con bene­
ficio para todos".
En cuanto al resto del plan de Le Corbusier, la oligarquía lo ignora
y lo sepulta. Recibido el maestro como salvador, el tono cambia a
medida que sus propuestas chocan contra los intereses de los gru­
pos; de hecho, cada plano levanta una polémica. Las medidas pro­
visionales y normales de congelación de las operaciones privadas,
durante la elaboración del Plan Piloto, no son del agrado de la lonja
y ésta desata en la prensa una virulenta campaña en pro de “ la libe­
ración". Su dlsefio de un nuevo "Clvlc Center", en el corazón de la capi­
tal, choca contra aquellos que exigen un “ buslness Center": su prepues­
ta de reordenamlento costastral y vial por medio de las super-manzanas
serla un completa fracaso.
En el número 65 de la Revista Proa los discípulos colombianos de
Le Corbusier, desmistlflcados, hacen un amargo balance y admiten la
frustración que experimentan algunos sectores;
El convenio entusiasmó a los jóvenes arquitectos y fue causa de alegre?
esperanzas para negociantes, comerciantes e inversionistas.

Ahora preguntan:
¿Puro tomo el Plan Regulador de Bogotá?
Después de un análisis de los altos honorarios, pagados a los urba­
nistas extranjeros, atribuyen a su ineficacia la calda del "prestigio
que en Colombia están perdiendo".
Mientras tanto, en agosto de 1948 se concretó el préstamo nor­
teamericano, a través del Exlmbank, por diez millones de dólares,
supuestamente en efectivo. No obstante, es una versión del Plan Mar­
shall que llega a principios de 1949, cuando atracan en Buenaventura
loa barcos yanquis cargados con 10 millones de dólares en productos
de ferretería y modernos materiales de construcción, entre los cuales
está el acero de la United States Steel que exigen las estructuras me­
tálicas de los nuevos bancos del centro de Bogotá, diseñados en oficinas
de Nueva York y Chicago. Supuestamente importados para los damnl-

640
tm m » !>•••. DomiI> n. I U - M I Oá i « r i

Progresión de lo i edificios en altura en Bogotá, 1948-1M3

ficados del 9 de abril, su saqueo y la corrupción reinante suscitan


múltiples escándalos y algunas fortunas rápidas, pero quedan consig­
nados las denuncias tanto de Laureano Qómez como de la Izquierda.
La arquitectura francesa pierde vigencia y el “ neo-clásico" se con­
vierte en algo del pasado, que se Incorpora a los cursos de historia en
las facultades de arquitectura; mientras que algunas de las obras
nutren el listado de los monumentos nacionales y se Integran al “pa­
trimonio arquitectónico nacional". Los vientos cambiaron: acero para
estructuras metálicas, vidrio, ascensores, estudios de ingeniería y dise­
ño de proyectos, todo proviene de Estados Unidos. Se inicia la genera­
lización en el centro de Bogotá del edificio tipo torre, concebido según
la tecnología norteamericana del concreto; esta dependencia tecnoló­
gica es tal, que cualquier decisión tomada en Estados Unidos puede
repercutir en Bogotá. Es asi como en 1951, en el ambiente de la histe­
ria antlcomunlsta y del peligro de la Tercera Guerra Mundial el gobierno
de Norteamérica establece la lista de productos industriales considera­
dos como “ estratégicos" y de prohibida exportación. En seguida la
lonja lanza el grito de alarma en El Tiempo del 7 de marzo:
Peligro de aumento de los precios de las construcciones:
Las medidas económicas adoptadas por los EE UU. de acuerdo con el plan
de defensa nacional aprobado por el Congreso, incidirán seguramente en el

64!
desarrollo de nuestras construcciones, sobre todo en lo que se refiere a las
grandes estructuras. En efecto, la mayoría de los materiales de construcción
de manufactura americana figura entre los artículos cuya exportación está
definitivamente prohibida o sujeta a fuertes restricciones, siendo muy difícil
su adquisición...
En resumen, la “reconstrucción de Bogotá” está por completo so­
metida a fuerzas y decisiones externas; y del mismo modo que la guerra
fría propició "la destrucción de Bogotá” en 1948, contra su reconstruc­
ción se devolvía el boomerang de la histeria antlcomunlsta yanqui
en 1951.
Bajo el estado de sitio y los gobiernos dictatoriales, se iniciaba el
ajuste del centro de Bogotá a nuevas exigencias. La vieja catedral
indiana que habla dominado la dudad durante siglos, pasó a la som­
bra de las altas torres de los bancos, que iban surgiendo uno tras otro:
las nuevas catedrales del capital moderno. La silueta baja del centro
dio paso a una competencia de verticalidad, de la cual surgió en
pocos aftas un nuevo y suntuoso caos.

Después del 9 de abril se acentúa en el conglomerado bogotano


un doble movimiento de concentración central del sector financiero,
y de dispersión de las actividades comerciales e Institucionales en el
conjunto urbano. Es asi como la “emigración" de numerosos comer­
ciantes hacia el perlcentro y Chaplnero, los barrios Restrepo, Veinte
de Julio y el Siete de Agosto, tiende a mermar la presión de la demanda
rale en el centro histórico, facilitando asi la intrusión del capital
ftnanclero. Pero este mismo fenómeno lleva la especulación hacia
otros sectores de la ciudad; tanto en Chaplnero como en el Siete de
Agosto se registra en seguida un alza general en los precios de la tierra y
de los alquileres, convlrtiendo estos sectores en "picos" de los 1soprecios.
El mismo crecimiento de la burocracia estatal contribuye a esta
tendencia y se recrudece después del ocaso de las dictaduras, durante
el periodo del Frente Nacional, por medio de la proliferación de los
llamados "Institutos descentralizados". Igual cosa Iba a ocurrir con la
vivienda popular oficial: en 1949 el ICT. se apresura a construir su pri­
mer programa en el barrio Los Alcázares, entonces situado en el
extremo norte del conglomerado. En seguida se devuelve hacia el sur
y el oriente, en busca de tierras suburbanas supuestamente "más ba­
ratas” ; tirando sus barrios de vivienda popular en los potreros de
ganado, el mismo Estado favorecía la super especulación inmediata de
los terratenientes sobre los intervalos, entre la periferia urbana y el
lejano barrio del ICT. Se generalizarla luego esta práctica de vivienda
en todas las ciudades del país, con el beneplácito de la lonja y de los
terratenientes, enriquecidos Inesperadamente de un día para otro.
Asi se comprueba que las diversas olas del “ bogotazo” desbordan
el sector central, para golpear unas zonas muy alejadas del lugar del
acontecer. Repercutiendo sus ondas en todo el conjunto, se modifica

642
y se Incrementa la curra de los precios de propiedad raíz en la totali­
dad urbana. Asi se verifica —¿acaso era necesario?— la Indivisibilidad
del conjunto urbano y el carácter solidarlo de sus diversos componen­
tes espaciales.
Adjunto, un Cuadro estadístico oficial Ilustra el vuelco que se per­
cibe en el afio 1948 y la tendencia de los diez afios siguientes:

MOVIMIENTO DE PROPIEDAD RAIZ EN BOGOTA, 1SM1-1938

Edificación** Compra-Ventai

AAoi Número Area en Valor en Número Valor en


Mi pe>oi(0 0 0 ) pesot(OOO)

1941 1572 383.721 12.163 3095 2 6 .9 4 8


1942 1439 394 877 13.373 3725 2 8 .7 8 1
1943 1359 359.146 13.977 4192 39 344
1944 1693 475.788 2 1 .9 03 5229 5 3 .8 8 7
1945 1329 442.547 3 0 .3 35 9273 8 7 .1 8 4
1946 1387 391.045 4 4 .5 05 9963 9 8 .0 5 8
1947 1341 359.524 30.248 8785 6 5 .1 6 6
1948 1791 438.194 4 0 .2 1 7 7707 6 2 .6 7 0
1949 1901 ? 58.239 ? ?
1950 2258 649.585 7 9 .1 55 12.531 12 7.347
1951 1579 364.602 4 5 .9 57 9.3 2 4 10 8.379
1952 2052 436.615 51.732 9 .3 7 9 13 4.674
1953 2257 587.430 73 813 10.073 12 9.594
1954 4417 996.994 119.869 1 3 .1 05 19 9.241
1955 3112 723.227 87 386 1 0 .5 05 20 8 .2 9 8
1956 4344 1 .0 5 2 .7 5 0 135.988 1 0 .0 32 194.810
1957 5162 1.08 9 .4 7 7 152.575 11.955 2 4 9 .5 5 7
1958 4956 953.953 146.582 1 3 .7 68 32 3 .3 8 9

ruante: Revista del Banco de la República.

La codicia especulativa y el aumento vertiginoso de la renta urba­


na hablan Impulsado la carrera en altura y provocado la nueva silueta
vertical del centro. También Incentivarían el crecimiento horizontal
ilimitado en la urbe bajo la Incontenible presión de la demanda de vi­
vienda nueva frente a la lentitud y vacilaciones de las Instituciones
oficiales frenando las operaciones inmediatas en el centro, las gran­
des firmas de parcelación de haciendas, de loteo y de construcción
prefieren dedicarse a una cómoda especulación rápida en las áreas
periféricas, por medio de la vivienda y de las llamadas “ urbanizaciones”.
Allá no existen los problemas de tipo jurídico o legal, ni se
necesitan altas Inversiones con Indispensable apoyo bancario; basta
con la complacencia de planos acomodados y de doble Interpretación,
algunos reglamentos supuestamente muy drásticos pero temperados
por cantidades de excepciones y de “casos especiales” y unos funcio-

643
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Arriba; Edifleactone» en B«*otá, 1MI-1MC. v a lo r de la. edlflcacione* Arriba; Edificaciones en Bogotá, 1941-1958. Núm ero de edificaciones
Abajo: Compra-venta inmobiliaria en Bogotá, 10U-1958 (va lo r en p e o r ) Centro: Edificaciones en Bogotá, 1941-1958. A rea total construida en M*
A b a jo: Compra-venta Inmobiliaria en Bogotá, 1948-1951. Núm ero de operaciones
644
645
natíos sentados en la alcaldía, dóciles, mudos y amnésicos. Entonces,
desbordando el viejo perímetro urbano, se multiplicaron los barrios
nuevos en las laderas de los cerros, hacia el sur, Bosa y Usme, y por
el norte hasta Usaquén, hacia el oeste, Funza y Fontibón, En pocos
años estos antiguos centros agrícolas, tradicionalmente separados de
Bogotá, se encontraron incorporados a la urbe; el crecimiento de Bo­
gotá transformaba la Sabana en región urbana. En menos de veinte
afias se integró al paisaje urbano interior el marco del espacio natu­
ral, que habla rodeado la ciudad durante cuatro siglos. Primero, en
forma por lo demás muy clásica, se dieron unas digitaciones lineales,
especies de prolongaciones tentaculares a lo largo de las vías Inter-
regionales, desde Bogotá y hacia los pueblos vecinos. Cuando el ten­
táculo logró agarrar Fontibón, Bosa, y Usaquén, entonces el proceso
cambió de modalidad y se inició el relleno de las vastas extensiones
de tierras agrícolas y de praderas existentes entre dos vías. Los viejos
pueblos que circundaban a Bogotá se mutaron en apéndices directa­
mente impactados por ios golpes que procedían de la capital: unos
se mutaron en pueblos-dormitorios por medio de la vivienda, en
lejanos suburbios residenciales y otros, bajo los efectos de las Inver­
siones de empresarios extranjeros, se transformaron en ciudadelas in ­
dustriales mezclando los barrios obreros con las nuevas fábricas; de
pronto el Estado mandaba para los suburbios algún gran equipamiento,
las dependencias de un ministerio o las oficinas de un nuevo instituto
descentralizado. Asi se fue extendiendo la mancha urbana de la Sa­
bana, fue operando la conurbación, se rompieron las fronteras entre
municipios hasta conformar una Inmensa reglón urbana; de tal ma­
nera que el general Gustavo Rojas Pinilla, pasando por encima de la
Constitución, no hizo más que legalizar un hecho cumplido, en bene­
ficio de los grandes especuladores raíces al acecho. Por medio del
Decreto número 3640 del 17 de noviembre de 1954 institucionaliza la
conurbación bogotana, creando el Distrito Especial: un macro-munici-
pío sometiendo a la órbita político-administrativa de Bogotá a los
municipios de Bosa, Engativá, Fontibón, Suba, Usaquén y Usme, reu­
nidos ahora en una supuesta federación de ciudades. Protopolis se
habla tragad o a agropolis y se transformaba en multlpolis, por medio
de otro “bogotazo” .
La conurbación habla sido en Europa la expresión espacial del
ascenso del capitalismo industrial, rompiendo el modelo urbanístico de
la ciudad medieval encerrada. Originada en la multiplicación de los
canales, flujos y sistemas de relaciones entre materia prima, transfor­
mación, distribución comercial, abasto y consumo, suministro de mano
de obra, la conurbación obedecía a exigencias productivas. Se presen­
taba como la expresión territorial de la revolución industrial, por
medio de las regiones urbanas o sea de los conglomerados de ciudades
Pero en Bogotá y en las condiciones peculiares de la urbanización mo­
derna. un proceso desformado engendraba mecanismos distintos y la

646
Industrialización no era el factor principal impulsando este fenómeno
Ocurría en una capital eminentemente terciaria y casi exclusivamente
por medio del uso estrictamente residencial.
Mas el presidente-general Rojas Pinilla no olvidó tí susto del 9
de abril de 1948 y tí primer trabajo de la Oficina Distrital de Urbanis­
mo consiste en elaborar un nuevo plan director, recogiendo para Bogotá
la solución Haussman. Sepultado tí plan de Le Corbusier, en 1956-1957
se impone para la ciudad del estado de sitio el urbanismo estratégico,
promovido por los gobiernos de las dictaduras militares: vías anchas,
para la movilización rápida de la tropa, y una avenida-anillo rodean­
do la ciudad. En algunos sitios neurálgicos dtí sistema, donde una
radial cruza el anillo, se localizan las diversas dependencias y cuarte­
les del ejército (caballería, artillería, armada, infantería, base aérea.
Ministerio de Guerra, etc.) y de la policía. Desde Usaquén hasta Tun-
juelito y Usme, bien sea por la Sabana o por los cerros orientales, la
ciudad se encuentra encerrada en un circulo de hierro ‘ para que no
se repitan los horrores dtí viernes negro”. El urbanismo utópico y visio­
nario de Le Corbusier quedaba sustituido por uno mucho más pragmáti­
co dtí estado de sitio que necesitaba la Junta Militar. El maestro habla
fracasado en su intento de reconciliar el lote con la calle y la ciudad,
lo público con lo privado, armonizar la arquitectura con el urbanismo,
buscando superar la contradicción entre una arquitectura de hoy y
un modelo urbanístico dtí siglo X V I granadino. En tí Palacio de San
Carlas o en tí CAN, generales y coroneles sólo pedían cuarteles para
sus tropas y avenidas anchas, para su movilización rápida. Seguía tí
estado de sitio.
Seguirían luego una serie de planos directores, uno tras otro, cada
plan nuevo expresando antes que todo las luchas internas que desgarra­
ban el campo de las especuladores y sus divergentes intereses. Pero si
los diseños de los años 40 eran demasiado precoces, por tí contrario los
planos del 60 llegaban muy tarde. Revolucionarios los primeros no
encontraron sino incomprensión, muy conformistas y demasiados va­
gos e inconsistentes los últimos, no hacían más que ratificar hechos
cumplidos: su utilidad era igual a su Ineficacia e inutilidad.
Entre la Ineptitud de la oficina de planeadón y la agresividad de
los mercachifles del suelo, la ciudad se dilataba y se rompía tí modelo
anterior de crecimiento armónico, progresivo y orgánico. La capital
empezó a crecer por saltos en tí espacio circundante, dejando vastas ex­
tensiones rurales entre dos especulaciones residenciales; desde tí avión
se advertían las manchas grises de lejanos barrios, parches rompiendo
la unidad monocromática verde: una colcha de retazos evidenciando
el despilfarro del suelo, originado en tí desorden y la rapiña. De ciu­
dad compacta y continua se pasaba a un conglomerado discontinuo,
desgarrado y atomizado en las áreas rurales circundantes. Bajo los
efectos de la demanda residencial y los aumentos continuos de los
precios dtí suelo, la ciudad perdió su homogeneidad física y su cohe­
sión : se convirtió en mancha urbana. Con una dilatación obedeciendo

647
Bogotá. Plan distrital, 1957

a la vulnerabilidad de las tierras de pastoreo, la ciudad hábitat tra­


dicionalmente de máxima integración se convirtió en un lugar de
máxima desintegración, tanto espacial como social.
Se acentuó la drástica segregación socio-espacial que habla Ini­
ciado la oligarquía a principios del siglo, cuando habla fomentando su
aislamiento residencial en Chaplnero. Desde los años 1920-1930 crecían
la discriminación y las protestas de los “ sureños” ; el 18 de abril de 1931
El Espectador publica la carta de un lector, dirigida a las autoridades
municipales:
. . . que no se siga considerando que Bogotá es el sector comprendido entre
la calle sexta y e l extremo norte y que recuerden que los barrios del sur tam­
bién están bajo su administración y por lo tanto deben ponerles cuidado. Tal
parece que la parte de la ciudad que se extiende de la calle sexta al sur fuera
un pueblo distinto de la capital. E l abandono en que lo tienen las entidades
municipales salta a la vista.

Luego una protesta colectiva y masiva:


Somos 80.000 habitantes de San Agustín, o sea la calle séptima hacia San
C ristóbal... para pedir al Municipio que hiciera con nosotros lo que hacia con
el sector Norte, esto es e l arreglo de las carreras y calles, el alcantarillado,
locales para escuelas, agua en la parte alta para pobres, construcción del
cementerio, etc.
( E l T i e m p o , junio 8 de 1033).

648
El norte y el sur se convirtieron entonces en sello de prestigio y
desprestigio social. De la misma manera se inició una clara división
entre tierras buenas y tierras malas: aquellas que permitían una es­
peculación cómoda y rápida y las que por sus pésimas condiciones
naturales o su lejanía se asignaban para "barrios obreros” o “vivienda
de segunda” . En las primeras encontraremos las grandes especulacio­
nes de las décadas del 50 y del 60. En las laderas y las canteras de
los cerros orientales, desde el norte hasta el sur, en las zonas pantano­
sas del oriente, de Bosa y de Tunjuelito, creció la mancha de la vivienda
ilegal bajo sus dos modalidades: la estafa "pirata” , de algún vivo o
supuesto propietario de tierras, y la ocupación popular masiva y gra­
dual de un predio sin uso social. Esta división espacial tendría luego
aceptación en los circuios financieros y oficiales bajo la distinción
entre "demanda solvente" y “ demanda no solvente” . Sucedió que con
los éxodos provenientes de los campos, los demógrafos calcularon que
para 1964 los migrantes totalizaban el 52,4% de la población capitali­
na, pero más que un supuesto “ ejército de reserva industrial del
capitalismo” , lo que estaba creciendo en Bogotá era un multitudinario
ejército de destechados sin empleo. Pocos eran los migrantes para
quienes la mudanza campo-ciudad significarla un ascenso social. La
regla es que la transferencia residencial originaba un marcado des-
clasamiento laboral y residencial; la miseria acompañaba a los éxodos
y muchos tendrían que resolver su necesidad de techo por medio de
un verdadero trabajo de "colonización urbana” , es decir de adecuación
de pantanos, relleno de zonas bajas inundables y de banqueo en los
lugares sujetos a derrumbes, en las laderas arenosas de los cerros.
Todo lo anterior en un ambiente de agresividad y de hostigamiento
continuos, por parte de la alcaldía y de sus aparatos represivos, tal
como ocurrió (un caso entre cien) en el barrio E l Paraíso:
. . . A l fin unos políticos presionaron a la dirección y m e echaron de Bavaria,
en e l 52. V ivíam os en e l centro, en un cuartíco, ¡en qué condiciones! Entonces
con unos centavos compré un lote, a plazos. Y nos encontramos aquí todos,
unos compañeros obreros como yo, y otros, gente de Boyacá o del Tolim a que
huían la violencia del gobierno y buscaban tech o... Ah ora le v o y a decir una
cosa, la prensa, el municipio y los políticos nos atacan y nos calumnian, di­
cen que somos unos indios del monte que invadieron predios ajenos, que
nuestros barrios son tugurios de latas y carton es... M ire la casa, dos pisos
de concreto y ladrillo, construida poco a poco. . . Y ahora m ire las escribirás.
Pues e l terreno lo hemos comprado a la propietaria... Fue ella quien parceló
todo por lotes de 150 a 200 varas cuadradas, a 50 centavos arriba y dos pesos
a b a jo ... U n buen negocio que hizo con nosotros, imagínese, doscientas fam i­
lias, más de m il personas...
No era más que una especulación privada ilegal. P or lo demás el
supuesto “ barrio de invasión" experimentarla al poco tiempo (como cien
más) la irrupción en el barrio de los aparatas estatales de “ anestesia”
y los politiqueros del concejo. En realidad, y según Valenzuela y Vem ez
(1972), sólo existían en la capital nueve “ barrios de invasión" en 1964
y uno más en 1970, para un total de 10; mientras tanto eran centenas
las operaciones especulativas clandestinas e ilegales de estafadores
del destechado, totalizando:

649
PERIMETRO URBANO OFICIAL ~

Bogotá, UTO. Construcción Ilegal

1984 1910

V iv ie n d a s 72.030 149.354
H o g a re s 98.472 204.182
H a b ita n te s 596.687 1.237.220

R e g is trá n d o s e u n a d u p lica ció n en seis años. D e ta l m odo que en


1970, e n u n p e r ím e tr o u rban o d el orden d e las 27.000 h ectáreas, cerca
d e 6.000 de e lla s (5.915) estaban ocupadas p o r la vivie n d a clan destin a
ile g a l. L o s g o b ie rn o s h a b la n cam b iad o m uchas veces, pero segu ía el
e s ta d o d e s itio .
S e m u ltip lic a r o n los estu dios y se In ició una llu v ia de estadísticas.
H a c ia 1970, en la c o lc h a de reta zo s de 27.000 h ectáreas, esperando el
a u m e n to de los p recios, qu edaban unas 5.000 h ectáreas con alguna
q u e o t r a v a c a . S olo la m ita d de los barrios nuevos estaban autorizados
y m á s d e 200 e r a n ile g a le s . A p en a s 4 casas de ca d a diez h ab lan s o lici­
ta d o lic e n c ia de co n stru cció n y 3 de ca d a 10 dispon ían de un plan o
e la b o ra d o p o r u n a rq u itecto . S egú n e l D ep a rta m en to N a cio n a l de P la -
n e a c ló n , d e l vo lu m e n to ta l n a cion a l de la construcción, B o go tá aca p a ­
r a b a e l 36% e n 1964: u n a casa n u eva de cada tres; con cen trarla el
4 8 .8 % e n 1969, ca si u n a v iv ie n d a d e cada dos casas construidas en el
país. C o n to d o eso, en 1964 los ex p erto s evalu aban el d é fic it to ta l de
v iv ie n d a en e l D is tr ito E sp ecial (su m an do cu a n tita tivo y cu a lita tiv o )
e n 134.218 u n id a d es; a lc a n z a rla 181.601 vivien d a s /altantes en 1973

650
(H. Molina, 1979). No obstante, iban disminuyendo las normas cons­
tructivas y por supuesto las condiciones de habitabilidad; el área pro­
medio de lote era de 233 metros cuadrados en 1960, y reducido a 157
en 1980. La casa contaba con un promedio de 197 metros cuadrados
en la primera fecha y de 138 en la última.
Mientras tanto, al ritmo de la ciudad iba creciendo la deuda exter­
na. Poco a poco los administradores del Distrito Especial se acostum­
braron a pedir auxilio en Washington y a solicitar en W all Street los
dólares de los empréstitos, indispensables para las grandes obras
públicas en la capital y su infraestructura en redes de servicios pú­
blicos. Entonces apareció en el presupuesto municipal de gastos un
rubro nuevo, creciendo años tras año: "Am ortización de la deuda ex­
terna e intereses de mora".
En los últimos años, de sus ingresos el Distrito Especial tuvo que
dedicar al pago de la deuda externa:
— El 25.8% en 1980.
—El 30% en 1981.
—El 37% en 1982.
— El 40% en 1983.
— El 40.4% en 1984,
— El 42.5% en 1985.
— El 44.5% en 1987.
— El 47.7% en 1988, año en el cual el total acumulado de la deuda
externa del Distrito ascendía a la suma de 461.000 millones de pesos.
No obstante, tanto los equipamientos comunitarios como los ser­
vicios públicos quedaron siempre mediocres y raquíticos, sin nunca
cubrir el 100% de las necesidades, pero exageradamente onerosos, con
tarifas fijadas en W all Street y que subían al ritmo del dólar de présta­
mo. Vías y pavimentación, transporte público, redes de acueducto y de
alcantarillado empezaron a presentar fallas y deficiencias diarias, es­
condidas bajo los elegantes eufemismos de un exquisito vocabulario
médico: colapso telefónico, parálisis del transporte, congestión en la
planta del acueducto o infarto del fluido eléctrico. Todas enfermeda­
des, de las cuales se culpaba al cíclico “crudo invierno excepcional” ,
cuando no a la ritual “prolongada sequía” . Redes maestras o domici­
liarias se arreglaban apresuradamente con remiendos improvisados
continuos, como era apenas lógico en la urbe de los parches: una ciu­
dad rudimentaria viviendo una interminable transición que se podría
calificar de “pre-urbana” .
Como la Ilheus de Jorge Amado, Bogotá se transformaba. Sin
embargo, incuestionable, inmutable, proseguía el estado de sitio.

651
C A P IT U L O V

LA URBANIZACION
EN EL VALLE

.. .N i u n a d e esta s p ie d r a s f u e c o l o c a d a s o b r e la s
d e m á s c o n a m o r o v e n e r a c ió n ; n i u n a d e e s ta s c a lle s
f u e tra z a d a p a r a ¡a d a n z a o ¡a a le g r ía .

(Henry Millcr, ‘T róp ico del Capricornio".)

S e m o d i f ic a b a la f is o n o m ía d e la c iu d a d , s e a b r ía n
c a lle s , im p o r tá b a n s e a u t o m ó v ile s , s e c o n s tr u ía n ra s ­
c a c ie lo s , a b ría n s e c a m in o s , s e p u b lic a b a n p e r ió d i c o s ,
fu n d á b a n s e c lu b e s , Ilheus se t r a n s f o r m a b a . S i n e m ­
b a rg o , m ucho m ás le n t a m e n t e e v o lu c io n a b a n las
c o s tu m b r e s , lo s h á b it o s d e l o s h o m b r e s . A s i s u c e d e
e n to d a s la s s o c ie d a d e s .

(Jorge Amado, “ Gabriela, Clavo y Canela” .)


Expulsados los españoles, el valle del rio Cauca recobró su secular
somnolencia; durante varias décadas prosiguió el ambiente colonial,
como si nada hubiera ocurrido. El poder y las decisiones seguían
operando desde Popayán, en manos de los mismos latifundistas, ne­
greros y esclavistas, ahora con aureola de "próceres” . Siendo la escla­
vitud la manifestación más oprobiosa del colonialismo español, siendo
el Cauca la región de mayor concentración de población negra
esclavizada, siendo que sólo se logró poner fin a esta lacra treinta
años después de la independencia política, vemos cómo en el Cauca,
para los esclavistas “ L a Colonia” perduró sin cambio hasta la Ley de
marzo de 1851, y con pocos cambios en los veinte años siguientes.
Mientras tanto empezaron los conflictos armados en torno al
poder. Entonces el corredor de circulación del plan del Valle del Cauca
se vio muy transitado por dudosos "generales" y sus cíclicas tropas
harapientas de "voluntarios” — con soga al cuello— saqueando sin
clemencia los hatos y haciendas de la otra banda del rio. Afortunada­
mente llegaron a Cali y Palm lra los salvadores que iban a lim itar
estos estragos; algunos veteranos de la Legión Británica, vueltos aho­
ra desocupados ingleses, escoceses e irlandeses. Estos nuevos conquis­
tadores consiguieron tierras, conquistando primero y sin combates a
las hijas de los arruinados hacendados caleños y buguefios. Los
propietarios amenazados por las expoliaciones y atropellos de las tro­
pas, o las expropiaciones periódicas del vencedor de turno, descubrieron
que era fácil salvar las tierras del pillaje de la soldadesca, formando
sociedades con un extranjero o, m ejor aún, entregándole una hija;
casas de haciendas, ganados y tierras pasaban en seguida bajo la sa­
grada protección diplomática de la intocable corona británica.
No obstante, habría que esperar que aumentara el flujo de esta
"nueva conquista" para que despertara la endormecida Cali. Seguían
dominando a la ciudad los hacendados esclavistas residenciados en
los costados de la Plaza Mayor y a lo largo de las carreras 3*, 4* y 5*,
estructurando los barrios de L a Merced y San Agustín (o Santa Libra­
da). La casta urbana dominante habla elaborado cien años atrás su
propio sistema de valores y estatus social. Mantenía intacto un código
del prestigio y de la honorabilidad falsificando la realidad, adulterando
calificativos: sus integrantes se adjudicaban títulos de "capitanes"
cuando eran ganaderos, se afirmaban españoles pero no eran ni si­
quiera criollos, se pretendía nobles cuando eran plebeyos, y fingían

653
ser blancos siendo todos mestizos. Con estas mentiras tranquilizantes,
asi hablan construido una ficción para legitimar su dominación. Ahora,
con la independencia, los “capitanes'' de la Colonia ascendían a “co­
roneles” de la República. Sin embargo, dos sacudidas sociales iban a
romper la siesta de la oligarquía vmllecaucana, avisando que las cosas
Iban cambiando en los campos y en los mismos arrabales de la ciudad.
Es en las Memorias del gobernador Ramón Mercado que encon­
tramos un relato —por lo demás muy apasionado— de los sucesos
que agitaron el Ambito calefto durante los afios 1848-1852. El autor,
caleño e hijo de un comerciante liberal y masón, al parecer y
admirador incondicional de la revolución francesa de 1848, elabora un
rápido cuadro social de las provincias cancanas, observando que en
rosón de la persistencia de “la esclavitud y el feudalismo" . . . “ presen­
taban tal aspecto de españolismo i coloniaje, que un observador Impar-
dal no creyera su estado de civilización mui distante del siglo X IV ".
Aquí vale la pena observar que poco antes de la manumisión, se
mantenía en la región un alto porcentaje de población esclavizada.
Según un censo realizado en 1831 y conservado en los libros del Cabil­
do, la parroquia de Yumbo no pasaba de 1.178 habitantes, de las cuales
eran esclavos 475, o sea el 40%. La parroquia de Jamundl reunía 1.623
habitantes, figurando entre ellos 640 esclavos, el 39%. En el censo de
1843 la población de la ciudad no pasaba de 10.376 personas: aauella
del cantón (entender municipio) era de 17.299 habitantes y la pobla­
ción esclava alcanzaba el número de 1.879 personas, o sea más del
10% de la población total. Según el Libro Capitular 115 (folios 289-
290), un censo realizado en vísperas de la manumisión, el 12 de sep­
tiembre de 1851, indica que quedaban en la ciudad 164 esclavos en
manos de unos 30 dueños.
Ramón Mercado distingue con lucidez las fuerzas sociales que se
enfrentan en la ciudad y sus alrededores y el papel de detonador aue
Juega la pugna clasista en tomo al dominio de los antiguos ejidos
urbanos: de un lado están los hacendados esclavistas, liderados por
las familias Calcedo y Borrero, del otro las muchedumbres de artesanos
y labradores, mulatos, negros sin tierras ni techo, llamadas “las mon­
teras". El gobernador recuerda que el asunto no es nada nuevo: en
1771 el cabildo habla dirigido una queja al rey y en 1775 el virrey habla
decretado el deslinde de los ejidos, totalizando 3J25 1/2 fanegadas,
ocupadas por pudientes familias, ordenando su restitución al “común".
Pero premiando a los usurpadores con tierras de resguardos, se ordenó
"indemnizar" a "quienes resultaran perjudicados" por medio de una
permuta “con los terrenos de los indios de Anaconas y Ambichlnte".
En 1779 estas tierras ya se declararon “vacantes" y los aborígenes des­
pojados son además desterrados, argumentándose en una cédula real
la convivencia y utilidad de su traslación al pueblo de Yumbo.
El mismo año se miden las tierras ocupadas y destacan aquellas
de doña Antonia ValleciUa, viuda de un aventurero mestizo, negrero,
minero, usurero y comerciante de apellido Garcés: él y su padre habían
logrado titular gran parte de los ejidos desde San Antonio hasta Los

654
Cristales, San Fernando, Caflavenúejo y Puente Palma, o sea un total
de 2.072 cuadras. Deberán restituir al común 680 cuadras con 72 varas
(fanegada española de 9.914.40 metros cuadrados, precisa Griseldlno
C arvajal).
Entre otros predios debe restituir la colina de San Antonio “ desde
las goteras de la ciudad". Su suegro había donado en su testamento
de 1740, para la fundación de una capilla a San Antonio de Padua, “ dos
quadras en largo y dos en ancho y no más” , siendo muy generoso para
obsequiar a los eclesiásticas tierras que eran del Cabildo. No obstante,
en 1787 su nuera hace “donación" de la colina a la vlceparroqula de
8 an Antonio. Esta queda como propiedad del clero hasta que el obispo
la venda en 1944.
La Gaceta Municipal N° 606, con el Acuerdo 98 de 1944, contiene
otro enigma. Se trata nada menos que de la compra, por parte del
municipio, de La Colina de San Antonio, a sus seis propietarios: todos
“ paisas". Orosco, Jaramlllo, Villegas. Botero, Mejla. etc., con cédulas
de Manlzales, Perelra, Medellin. El negocio es anterior a Junio 13, pero
resulta que en enero 25 hablan ellos comprado la colina al obispo de
Cali, mediante la Escritura 197 (Archivo Notarla Primera). Entonces
compraron los 32.268 metros cuadrados que rodean a la capilla, por la
suma de 60.000 pesos. La revenden a los cuatro meses por 68 000
pesos. Será que además de “paisas" habla algún “ pastura" de por
medio, ¿el obispo o el personen» municipal?
El ciudadano común y corriente se puede hacer muchas preguntas,
como estas:
— ¿Por qué el obispo no trató directamente y en prioridad con el
municipio?
— ¿Cuál fue el motivo de la compra, por parte de los paisas?
— ¿Por qué el municipio compró en Junio algo que hubiera resul­
tado menos oneroso en enero?
— ¿Siendo que la escritura señala que una parte del globo esta “ ocu­
pada por el municipio, ¿cómo puede entrar este predio en un negocio
particular? y ¿cómo puede el municipio comprar tierras, de las cuales
la comunidad estaba posesionada desde siglas atrás?
Son los misterios de C ali...
En 1829 aprovechando la estadía de Bolívar en la ciudad, “ las mon­
teras" le solicitan hacer efectiva la medida decretada unos 60 años
atrás. Pero, según parece, también de la devolución se quejan al Liber­
tador los invasores de ejidos, los “perjudicados". Finalmente, un decre­
to muy salomónico del 24 de diciembre de 1829 favorece a los expolia­
dores: se les adjudican las laderas de la parcialidad de Anaco ñas ▼
deberán devolver parte de las tierras ejidales planas ocupadas. Se pactó
con ellos en lugar de castigarlos y resultaron premiados; era trueque
y no justicia.
En 1850 el personen» exige de los hacendados usurpadores la ce­
sión de las terceras partes de sus tierras ilegítimamente tituladas. La
mayoría de ellos aceptan la transacción menos la familia Borren» ne­
gándose a la cesión. El litigio quedó sin resolver y el cabildo debe

635
negociar un nuevo arreglo con los latifundistas en 1871, pero éstos no
cumplen con la entrega y en 1881 el cabildo vuelve a ordenar el rein­
tegro a loa que "no han llenado los deberes que la Ordenanza 186 de
1871 Impone”. Se premiarán los denunciantes con el 30% del valor
de lo que denuncien". Los datos anteriores están consignados en los
tomos del Archivo Histórico Municipal y fueron desempolvados por
Edgar Vásquez en su Historia del desarrollo urbano en Cali.
Según parece, la Ley 4* de 1913 se traduce en los aflos siguientes
en la liquidación legal por parte del municipio de los restos de los eji­
dos. Tanto la Ley 50 de 1894 como el Acuerdo N9 21 de 1915 se convierten
en Indicios de la presión privada sobre las tierras del común y en ins­
trumentos de su liquidación: venta en el primer caso, enajenación por
licitación pública en el segundo. Lo cierto es que el arranque económico
que se registra en la ciudad entre 1915 y 1930 muestra durante este
periodo una colncldente ofensiva contra los ejidos y el fortalecimiento
del latifundio urbano y suburbano.
Algunos aflos más tarde el municipio lograrla recuperar una re­
ducida extensión de las tierras, pero gran parte de ellas vendidas
posteriormente en subasta pública, benefician a adinerados comercian­
tes y vuelven a conformar un cerco de haciendas privadas en la
periferia de la ciudad, motivando nuevas disputas en la década de
1920. Un combate de retaguardia lo libra en 1945-1946 el personero
Barberena y culmina con la Ley 41 de 1948, llegando tan tarde que
caduca desde su promulgación. Ultimo episodio: en 1978 la personería
de ejidos (ahora Invlcall) entabla un pleito para tratar de recuperar
cerca de 500 hectáreas de los ejidos de Meléndez, litigio que no ha cul­
minado en 1989. Pero siendo que la mayor parte del predio oueda hoy
al Interior del perímetro urbano oficial, es fácil Imaginar el desenlace.
El gobernador Mercado recuerda que los esclavistas y negreros
caucanos hablan logrado, durante treinta aflos, aplazar la ejecución
de las sucesivas leyes sobre manumisión promulgadas desde 1820. Con
la Ley de 1851, los más recalcitrantes rechazan —hasta con argumen­
tos sacados de la Biblia— este atentado contra el sagrado "derecho
de propiedad"; poco después se levantan en armas contra el gobierno
central, generando una nueva contienda en la reglón.
Nombrado gobernador Ramón Mercado llegó a una ciudad en plena
efervescencia. Bajo la presión de la población semlrural de los labra­
dores negros y mulatos, radicada en los ranchos pajizos de los arraba­
les, crece la protesta popular contra la apropiación privada de loa
ejidos y pidiendo a gritos durante multitudinarias manifestacio­
nes públicas nocturnas, solares para sus viviendas y huertas para
sus labranzas. Ocurren repetidos desórdenes, como rupturas de cercas
de las haciendas, incendios, ocupaciones populares de tierras usurpa­
das, sobre los cuales el relato no aporta mayores precisiones en cuanto
a fechas y lugares. En este conflicto entre destechados y hacendados
expoliadores de ejidos, el gobernador toma partido por las recién crea­
das “sociedades democráticas", por “la plebe" y "las monteras”. Cre­
ciendo la presión popular, ésta obliga a unas negociaciones entre el

656
cabildo y los usurpadores; resultan los convenios por m edio de los
cuales algunos hacendados de la ciudad tienen que entregar la tercera
p a rte de las tierras Injustamente ocupadas por sus ganados. En segui­
da, en 1852, el cabildo promulga un acuerdo sobre el arrendam iento
de ejidos destinados a vivienda “para hacer casas, aumentar la pobla­
ción ” . El acuerdo prevé la ampliación de la ciudad, por medio de la
prolongación de las calles existentes en una fa ja del ancho de una
cuadra; los dimensiones siguen siendo las medidas coloniales en cuan­
to al ancho de calles y la manzana cuadrada de cien varas. No obstante,
se observa una marcada reducción del tamafio del solar para vivienda.
Eli articu lo segundo del acuerdo estipula que no se podrán dar en
arrendam iento "a ninguna persona sino 12 1/2 varas de frente y cin ­
cuenta de centro, hasta 25 de frente y cincuenta de centro y pagarán
un real los primeros y los segundos dos reales anuales por cada vara
de fre n te ” . Estas medidas ilustran la legalización de lo que hablamos
com probado desde finales del siglo X V m , o sea un crecimiento urbano
"a d en tro ” por densificación Interior y reducción de las dimensiones
del solar de vivienda. Concretamente, las medidas nuevas facilitan la
división de una cuadra entre ocho moradores y llegando hasta 16 pre­
dios fam iliares. Lo anterior parece Indicar una cierta pauperización
de am plios sectores de la población.
Con todo eso, los libros del concejo no muestran mayores cambios
en la configuración y el equipamiento urbanos. Es asi, que durante
todo el siglo X I X la población se surte de agua con estas cuatro m o­
dalidades:
— Librem ente y gratis en la pila pública.
— En la pila con pago al fontanero.
— P o r com pra a los aguaderos ambulantes.
— P or conexión domiciliarla de una "paja” sobre la acequia pú­
blica y su respectivo pago a la alcaldía.
Esta última, de carácter suntuario, según parece, sólo beneficia
a las fam ilias más adineradas. Es asi que en 1838, según el Libro Ca­
pitu lar N9 63 (fo lio 494), nueve casas están pagando los "cin co cen­
tavos anuales por el derecho a paja de agua” : tres de ellas son de la
fa m ilia Borrero, una de Tomás Córdova, una de Pío R en glfo y otra
de Jorge Isaacs. En 1842 (tom o 79, folio 633) fuera de algunos e d ifi­
cios públicos encontramos un listado de treinta casas abastecidas;
entre las fam ilias beneficiadas figuran los Borrero (cuatro casas),
Ram ón Mercado, Henrlque Isaacs y los apellidos Vem aza, Lloreda,
M lcolta, Mallarlno, Barona, Córdova, Quintero, Scarpeta y Slnlsterra,
o sea lo esencial del grupo dirigente de la ciudad. Lo cual demuestra
la antigüedad del papel de la estratificación clasista en la obtención
de servicios públicos urbanos. En 1858 una ordenanza del 16 de abril
decide la “ denominación de las calles” ; sigue un complicado listado
para Identificar la carrera del Ecuador, y cuál será la carrera B olívar;
16 en total, entre las actuales calles séptima y doce, más algunas ca­
lles que son hoy carreras, llamándose la 4* carrera de Buenaventura
y la 5* la Calle del Comercio. Según parece, a nadie se le ocurrió

637
que un mapa podía simplificar larga enumeración; se añade que
las casas serán señaladas, con números pares a ia derecha e Impares
a la Izquierda. En cuanto al "alumbrado de las principales calles y
plazas”, se nombrará una comisión para su fomento. Hacia 1870-1880
los libros capitulares mencionan en varias oportunidades un proyecto
de acueducto moderno, pero sólo en 1920 se instalarla la primera red
de tuberías metálicas.
Veinticinco años después de la manumisión, resurge el viejo con­
flicto social y racial entre las "monteras'’ y los hacendados esclavistas
más extremistas. Al calor de una contienda entre conservadores y li­
berales, una tropa de los últimos, formada por mulatos de la "otra
banda” y negros del norte del Cauca, Invade el centro de Cali el 24
de diciembre de 1876 y transforma la fiesta de Navidad en pesadilla.
Pero indiferentes a las disputas partidistas, los campesinos negros
del Cauca irrumpen para castigar a sus antiguos opresores. Estos v i­
ven concentrados en el barrio de La Merced, carreras 34 hasta 64
entre calles 6 y 12. No habrá tal "saqueo de Cali", sino un restringido
objetivo perfectamente delimitado en el espacio. Las milicias del
campesinado caucano se dedican al allanamiento, al saqueo y destruc­
ción de las mansiones de sus más odiados perseguidores: sufren las
familias oligárquicas Córdoba, Caicedo, Velasco, Olano, Rengifo, Ba-
rona, Buenaventura y más que todo el odiado clan fam iliar de los
latifundistas esclavistas, los Borreros; en total, padecen las exaccio­
nes 36 casas, en una localidad que cuenta con más de dos mil vivien­
das, cifra que nos indica el reducido tamaño de la oligarquía que
dominaba una ciudad de 12.000 habitantes y la región del sur del
Valle y del norte del Cauca.
Asi que más alia de los relatos apocalípticos de unos escritores
locales, a través de sus exageraciones y de un vocabulario en el cual
aflora en cada página un marcado racismo, se evidencia el carácter
eminentemente antioligárquico del choque. Hay cohesión y solidaridad
entre el ejército campesino negro de David Peña y las “ monteras"
urbanas: negros, mestizos o mulatos, artesanos y labradores. Además,
se observa en la calle la presencia beligerante de las mujeres del pue­
blo, bien sean ellas mestizas, negras o mulatas, de los arrabales de la
ciudad o de los campos del Cauca.
De tal manera que la protesta, como anota un “historiador” local,
"afectó por igual a conservadores y a liberales". En 1933 el anciano
Manuel Sinisterra escribió un relato del acontecer que habla presen­
ciado cuando era niño. Menciona (usando los consagrados eufemis­
mos) que algunas esposas e hijas de estas distinguidas familias
sufrieron “ atropellos” y "ultrajes". Lo cierto es que se registró un
saldo de unos cuarenta muertos y la destrucción de las principales
tiendas de los comerciantes e importadores indígenas —no sufrieron
daño alguno los almacenes de los extranjeros— radicados en los cos­
tados del parque y sus alrededores.

658
Este día dejó un recuerdo de pesadilla en la memoria histórica
colectiva de la oligarquía caleña; cien años más tarde escribía uno
de sus hijos y voceros:
E l 24 de diciem bre de 1876, el 9 de abril de 1948 y e l 10 de mayo de 1957
son tres fechas funestas en la historia de Santiago de C ali (A lfon so Cobo
Velasco).

Lo que si se evidencia es una marcada continuidad: 1850-1852,


1876, 1923 (e l carnaval), 1944 (la “expropiación” ), 1948 y 1957 demues­
tran la persistencia, durante más de cien años, de una tradición his­
tórica de la protesta popular urbana en Cali.
Mientras tanto se habla acentuado la “ nueva conquista” , pero con
otro tipo de actores; se radicaban en Cali extranjeros con capitales,
empresarios y negociantes importadores, ingenieros. Estanislao Za-
wadsky, ingeniero, casado con una payanesa, se convierte luego en
comerciante importador; en 1916 uno de sus nietos funda el perió­
dico El Relator y luego llega hasta el Congreso y también a la cárcel
por homicidio. Hacia 1860-1870, el inglés Robert W hlte queda encar­
gado de trazar una vía entre Cali y Palmlra. Allá, en Llanogrande,
el norteamericano James Eder inicia la agricultura de exportación
con plantaciones de café, tabaco y caña de azúcar; también tendría
su estadía en la cárcel, igualmente por homicidio. En Cali las princi­
pales “ casas de comercio” , con tiendas repletas de mercancías impor­
tadas, son propiedades del italiano Cerruti. Este no vacila en tra fi­
car con armas “ W inchester” abasteciendo a un bando u otro en una
contienda entre liberales y conservadores, con lo cual termina tam­
bién en la cárcel, antes de ser desterrado. Más tarde abre una tienda
su compatriota Menotti vendiendo, entre otros objetos extraños, algo
tan novedoso como los “ calzones para damas" y exóticas tarjetas
postales de Cali, impresas en Berlín. Otros combinan varias activida­
des comerciales y de transporte fluvial, como K arl Simmonds; alcanza
tal poder económico y se vuelve tan Infuyente en los circuios locales
que se llegarla a decir en la reglón que "C ali es Simmonds". Con la
boga del exotismo en el lenguaje, no es sorprendente que en las go­
teras de la ciudad estén los puertos fluviales bautizados Puerto Isaacs
y Puerto Simmonds.
Con franceses, italianos, alemanes y yanquis, se conformó en Cali
una numerosa colonia extranjera, la cual domina la vida económica
de la región y, principalmente, el comercio de importaciones, desde
1875 hasta 1910-1920.
Llam a la atención la proliferación de escrituras referidas a los ne­
gocios de los “ conquistadores” . Con mucha frecuencia actúan entre
ellos como en territorio conquistado y el escribano registrando el ne­
gocio es el único “ indígena” que aparece en el asunto. Un ejemplo
entre mil, está en la Notarla Primera, la Escritura N9 107 de ju lio 8
de 1895:
A lfred Hodges “súbdito inglés" traspasa en propiedad y a perpe­
tuidad, por la suma de 1.000 pesos, al señor J. A. Bennett, "tam bién
inglés” , sus acciones de la Compañía Minera de El Socorro “ oro de

659
filón y de aluvión” . Las minas se llamaban Santa Isabel, California,
L a Esmeralda, La Realidad, Las Flores y Santa Rosa, todas situadas en
Peñas Blancas y el alto El Farallón.
Quizá el m ejor anuario de la nueva conquista de Cali, lo constituye
la obra apologética que Phanor Eder dedicó a su padre ( “ El Funda­
dor” ). En form a involuntaria el autor presenta una sucesión de retratos
de aventureros extranjeros que se hablan apoderado de la reglón y que
no vacilaban en arreglar sus dlferendos a tiros. Inesperadam ente, vu el­
ve a surgir el asunto de los ejidos y de su saqueo fraudulento, cuando
un negocio de tierras term ina en form a trágica: en 1895 el acaudalado
empresario alemán K a rl Slmmonds es asesinado en su casa de L a M e r­
ced por el norteam ericano Radford. Phanor Eder explica por qué:
Slmmonds había vendido a Radford un lote de terreno de 72 plazas situado
al sur de Cali, parte de la antigua hacienda de doña Isabel Pérez, y la casa
edificada sobre el terreno. La escritura se firmó el 29 de agosto de 1895.
Radford reclamaba el titulo de otras casas construidas en la finca Sim-
monds, rechazaba la reclamación aduciendo que no podía traspasar un título
que no poseía.

Phanor Eder se equivoca en la fecha y de este error se beneficiaron


nuestras pesquisas. En la Notarla Prim era encontramos efectivam en te
la escritura 195, de la fecha Indicada, pero mediante la cual Slmmonds
vende a Nepomuceno Tenorio, y por la suma de 300 pesos, cuatro plazas
en el punto denominado Isabel Pérez colindante con el río Cañavera-
le jo ; y precisa más adelante el origen de su propiedad: que dicho terre­
no lo hubo por compra que hizo al Señor Francisco J. Cisneros de la
fin ca de Isabel Pérez.
A n terior a dos meses está (tam bién en la N otaría P rim era ) la Es­
critura N? 71, de junio 5 de 1895. Legaliza un contrato entre K a rl Hauer
Slmmonds y Edgar J. Young “ ciudadano de los Estados Unidos de
Am érica” . El primero contrata al segundo para gerenciar la fábrica
de ladrillos y tejas, situada en terrenos de la antigua hacienda de
Isabel Pérez, como a una legua al suroeste de Cali. Y ou n g recibirá de
Slmmonds el 30% de las utilidades.
El país vive la engañosa prosperidad de la prim era bonanza c a fe ­
tera y con los dólares de las exportaciones los comerciantes caleños
tienen sus almacenes repletos con mercancías de im portación, tan
indispensables, como sedas, champaña, serpentinas, confettis, másca­
ras, sombreros y disfraces “ para festividades". En la prensa local,
desde principios de diciembre, comparten algunas páginas enteras las
propagandas comerciales y los preparativos del carnaval. A una cuadra
del parque Caicedo, en la calle 12, el Salón Moderno presenta M aría
y unos días después la serie Los misterios de Paris. En cuanto a los
misterios de Cali, ocultan que en los barrios pobres no llegó la bonan­
za y unos rumores señalan el descontento de las masas fren te a estos
derroches de dinero. Alertadas las autoridades sobre posibles desórde­
nes, es bajo la protección de las bayonetas que se inicia el baile de
disfraces de la oligarquía, en el Salón Moderno, en la noche del 30 de
diciembre. Los invitados e invitadas disfrazados, bajando de sus autos

660
Ford tien en que abrirse paso, en medio de los murmullos y luego de
los gritos e insultos de una m ultitud indignada y donde se v a calen­
tando la protesta.
D urante su proceso, Gustavo R ojas P ln illa evocó este incidente con
varias Inexactitudes:
V ie n e un episodio, señor Presidente, cuando era y o T eniente, de conse­
cuencias trascendentales después para m is actuaciones del 9 de ab ril de
1948 ( . . . ) se presentaron algunos hechos sociales de carácter m uy g ra v e en
la ciudad de C ali, q u e ob ligaron a que e l Com andante d e R e gim ien to de G u ar­
nición en M anizales e n v ia ra tropa para refo rza r a la guarnición de Cali. Era
G ob ern ad or el doctor V ern aza; los prim eros retozos sociales del pueblo p ro ­
testaban contra alguna m edida del G obernador, y en su protesta llegaron
hasta e l e x tre m o de apedrear la G obernación y herirlo. E l Com andante de
la D ivisió n e ra e l G en eral Velasco, un gran m ilitar, poco am igo de esos atro­
pellos. L a tropa no pu do d is o lv e r la m anifestación p orqu e e l G obernador le
p id ió a l Com andante de la D ivisión que no la disolviera. Y com o consecuencia
e l 24 de d iciem bre, cuando en e l Club C olom bia de la ciudad de Cali, se
celebraba la N ochebuena, e l pueblo enfu recid o atacó a ese club, sacó los m ue­
bles, les p ren d ió fu e g o en la p laza p rin cip a l y hubo hechos m u y lam entables
en esa ocasión.
( . . . ) Ese dia v iern es 9 de abril, cuando term in aba de alm orzar, o í p or
la rad io qu e habían asesinado al doctor Gaitán. Inm ed iatam en te record é el
caso qu e les r e fe r í en una de las sesiones pasadas, de la fo rm a cóm o reaccio­
naba el p u eb lo de C ali, sobre todo en ese 24 de diciem b re qu e habían incen­
diado los m uebles y habían qu erid o en trar en e l club C olom bia con p e lig ro
d e l honor y d ign id ad de Jas damas que a llí estaban.

Según las in form aciones que llen aron la prensa local el día 31 y
siguientes, el asunto ocurrió el 30 con un asalto popu lar al baile de dis­
fraces del Salón M oderno, hecho que am enazó con repetirse el 31 en
el Club Colombia.
Según el Correo del Cauca:
P a ra la noche estaba prep arad o un elegan te b a ile de la alta sociedad en
el T e a tro M od ern o y presid id o p o r la reina, a l m ism o tiem p o que varias di­
version es para las clases populares.
Desde varios días se rum oraba el descontento del pueblo, m o­
t iv o por el cual se llam ó a a tropa para proteger el evento. Sin
em bargo, la m ultitud se am ontonó fren te al teatro y “ a las 9 de la
n o c h e ... el pueblo atacó los guardias a p e d ra d a s ... éste en cum pli­
m iento del deber y en defensa propia disparó, resultando varios muertos
y heridos” . Desde luego subió la protesta, la m ultitud invadió el Salón
M oderno y pasó la noche destruyendo todas sus instalaciones in te rio ­
res, tal como lo muestran unas fotos publicadas el 2 de enero. Y el
articulo agrega: “ el pueblo insolentado quedó dueño de la ciudad” .
Pero la oligarquía no iba a sa crifica r sus festividades y, a pesar
de las victim as de la víspera aún sin sepultar, decide hacer su baile
de disfraces el 31 en el Club Colombia. Es cuando un asistente a la
fiesta m anda un m arconi: "En esos m om entos pueblo congrégase para
atacar Club Colombia.” Pero la " a lta sociedad” pudo realizar su baile
del 31, bajo la protección de los refuerzos m ilitares, mandados p o r el
regim ien to Junin desde Popayán ; solo que "in vitados e in vitad as con­
currieron arm ados con pistolas y revólveres".

661
Durante verlo» días la prensa volvió a relatar “el saqueo e incen­
dio del salón Moderno'* y los "actos de cafrerla del carnaval", la
destruoclón del klosko en la Plasa de Calcedo, "el asalto de la chusma"
(de apaches, del populacho, de un grupo numeroso de foragldos, de
una turba de fasclnerosos, con mujeres y niños), que "cubrió de p i ­
nico a Cali entero". Y no faltó un periodista recordando la Navidad
de 1876 y señalando que eso "nos devolvía al salvajismo de dnouenta
años atris",
El balance lo da el día 31 el comandante del regimiento en su
informe al comando superior de la tercera división: hubo 13 policías
heridos a piedra, y en el campo de los protestatarios 46 detenidos
(mis otros 29 el día siguiente). "Fueron disparados 104 cartuchos"
que, curiosamente y según la prensa, no dejaron m is que 5 heridos
atendidos en el hospital y cinco muertos, entre los cuales se contaba
un niño de trece años. De tal modo que el derroche Inútil de municio­
nes alcanzó el 90% del parque, pero no Importaba, eran tiempos de
prosperidad y reinaba la danza de los millones.
¿Cuál fue la lecolón que sacó la oligarquía de esta experiencia?
Esti en las aotas de la reunión del concejo municipal, del 2 de enero
de 1924:
El Concejo Municipal de Cali interpretando fielmente loa sentimientos de
indignación de esta sociedad y del pueblo que representa, y teniendo en
cuenta la manera salvaje, escandalosa y criminal con que se violaron sagrados
principios de orden, de justicia y de civismo en la trágica noche del 30 de
diciembre último, protesta del modo más solemne y enérgico, contra los u l­
trajes inferidos a seta sociedad en la noche del citado dia durante la fieata
del carnaval- Y confia en que la autoridad, que supo ponerse en tan críticos
momentos a la más decorosa altura de serenidad, de pacificación y de cordu­
ra, exponiendo su vida bizarramente como lo hicieron e l Gobernador del D e­
partamento y varios de sus subalternos, ahora ya calmados los ánimos y
esclarecidos los hechos hará caer todo el rigor de la Ley Penal sobre quienes
la violaron cínicamente, saltando sobre e l sagrado principio de autoridad,
válidos de que por circunstancias especiales se carecía de elementos sufi­
cientes para asegurar la tranquilidad y el orden, por todo lo cual esta Corpo­
ración invoca el patriotismo y el honor de todos los caleños a fin de que esta
Capital no vuelva otra vez a ser teatro de retazos democráticos, de pillajes
vergonzosos y de hordas desenfrenadas y bárbaras. Resuelve:
IV Pedir a la Asamblea Departamental la creación de más unidades de
Policía.
2? Proceder a la mayor brevedad a la formación de una sección de Policía
Municipal, que en número y en calidad corresponda a las necesidades de
la población.
En seguida el Concejo aprueba la creación de 3 inspecciones de Policía
en el barrio Central, barrio de San Antonio y barrio de San Nicolás.
Pooo después el Club Colombia abandona la casona de la plaza
mayor, y se traslada a su nueva sede: un edifloio reciente sobre planos
de la Colombian Holding Corporation (pero contrata su construcción
a la firma italiana Bonardl y Cía), en el recién abierto barrio Granada.
Algunos años más tarde el Italiano Vicente Lanata abre el hotel
Pacifico “para viajeros extranjeros" y algunos nativos hacen construir
los hoteles Europa y Nueva York, dos nombres que no pueden faltar

eo2
en ninguna ciudad, en busca de prestigio y de "modernismo". En esta
confusa modernización arquitectónica de algunas manzanas centra­
les. reina un absoluto cosmopolitismo estético e ideológico y todas
estas construcciones conforman un abigarrado catálogo de copias tro-
ploallaadus del supuesto estilo "neo-clásico francés". Obviamente, en
Oall como en las demás ciudades retlculadas, el neo-oláslco no podía
lograr este necesario diálogo del Jardín y de la piedra, esta simbiosis
visual del espacio y de su marco, esta unión del volumen y de la pers­
pectiva, por el mismo raquitismo de las áreas libres. El enanismo
urbanístico se oponía a la monumentalldad arquitectónica; la modes­
tia de las medidas del trazo original era antagónica con lus dimensio­
nes y proporciones asociadas con la Idea de monumentalldad. Por otra
parte, hacia 1920 el neo-clásico caleho deja de ser "aglutinador de
una clase social" por medio de la unidad, pero su cohesión se mantiene
en la diversidad. "Para los nuevos miembros de las élites urbanas fue
más Importante el ser Individualmente Identificados, que el ser cobi­
jados por la unidad de una Imagen común” (A. Saiaarriaga). mirante
siglos el individuo se habla asociado a un grupo, mediante la semejan-
za arquitectónica. Ahora proclamaba, mediante la diferencia, su soli­
daridad con un núcleo sociul. Eso significa, entre otras cosas, la
destrucción del patrimonio construido colonial, por la propia oligarquía
local, negando la herencia española y mirando hacia las metrópolis
de su nueva fuente de riqueza. Con la bendición del clero desaparecen
también, en pocos años, dos templos que perteneciun a la intuición
Indiana; como anota el mismo autor, "los clérigos destruyen y/o sa­
quean iglesias coloniales o republicanas, para uar una imagen uiouer-
na a sus vetustas creencias". Vestiglos de esa época dei aespniarro,
del mal gusto y de la extravagancia, quedan hoy dos ejemplos en el
barrio El Centenario: la casa de los leones dorados y el "castillo” Car­
vajal, a los cuales sólo falta decretarlos “ patrimonio histórico na­
cional*.
Bajo la presión Insistente de la reducida élite Importadora, desde
la gobernación se Incentivan las obras tendientes en mejorar las rela­
ciones, las comunicaciones y el transporte, entre el valle y el Puclftco;
mejoras del ramal Cali-Buenaventura del Ferrocarril del Pacifico, los
talleres de Chipichape, los muelles del puerto de Buenaventura, las
estaciones del Ferrocarril, y luego lu apertura de una vía carreteuble
hasta el mar. Asi Cali consigue una reactivación comercial de la región
y su viejo anhelo: sacudir la tutela de Popayán, romper el monopolio
de Cartagena y Guayaquil, exportar e Importar directamente por su
propio puerto.
Todas estas obras se contratan con firmas extranjeras y en su
mayoría se financian oon préstamos de los bancos norteamericanos,
siguiendo la recomendación de Marco Fidel Suárez "Mirad al Norte".
De tal manera que en el Valle del Cauca la deuda externa es tan anti­
gua como el mismo departamento.

003
I b )b dudad «te fmiWMU de B iU ioc Unidos i&a q w ioaUUn I m Booeo. No obstante, se note uno tendeado en ocupar loo tierras pon*
p n a m i rede* de «w n ia iM rutei, de telefono >• M trun vi». dM df dientes del pledetnonte hacia S u Cayetano, prolongación de lo colino
Puerto II éUu Im (Juanehlto) iu eti d M ello, y I* roeMo eonaliiUdi de San Antonio. Algunos empresas Industríale» ee radicaron eo los
ta le n » M mercado, fío U lU amo que Hoque de tom k w Unido» lo arrabal es, destocándose Bevario, lo Uñaras*, lo mismo que loo firm o»
OoionMiii Holding OorponUon. poro com prar unas faldas periféri­ extranjeros de Cem ento» del Valle, BtenUt, Unlrayol y Diahington-La
cos M pMdMDOnw, diseñar y tonar el nutro "to n to residencial de Ooran Ua
Upe “Jardín", enloores de fluido oai nooe en loa oAoa 1 IN y 1M0 ot ele* Con todo eeo lo dudad no registro más de 99 004 moradoras en
flonte conjunto de Ion Preñando en uerroa «jtdolao dsi globo llam ado It U . Un vuelco radical, tonto e g a c b l como dem ográfioo ocurrió en
leebel Paree, cc ol cual se concentro muy rápidamente uno deneo c o * lo década siguiente el censo nocional de población del alte I N I
tonta ét «ajilada» n tn n p m acomodado*. principalmente victima* dtt evidencia este pradlgieoo brinco; en trece aftas lo población «mal oe
nemmo triplicó, llagondo o otea de M jM p r m m t con uno tase anual pro­
En lo» idos cuoreaU esquía cao d monopolio de lo producción y medio vecina del •% . Lo qee significa, separando d aumentó vegeta­
distribución de eoerglo dtetrteo urbana. lo emproto u rteen m eeiM tivo probable del aporte Inmigratorio, que de codo 19 hobltonteo 3 oon
Bond ond Bhore, de lo eool m abogado Eduardo Enlata Angel, futuro h ijo » de caleños y los siete restantes inmigrantoe de otras lugares.
embolador de Colombia oo Washington i pariente lejano del embajador Bajo seto evo loncha, lo dudad rompe orno Umitas y oe inicio su
de Waabmgton en Bogotá) y Ministro de ReladonM Exteriora» del expansión inorgánica, por medio do “parches" sueltos en e l especio
floblerno de Oepino Pirca Drade eu arde « Chicago. lo Bond ond tiu r r circundante. Sets modo de « l u d e n suburbana impacto, tanto los
vende lúa o loe habitante» de Bug». Palmira y Coll. de Oirordot y madrea viejos pantanosos del rio en dirección dei oriente y los odUos
BarrangaUla y de otros centro» neurálgica» o lo largo y ancho del pola del rio Cauco, comeo loe mismas laderas del occidente; los peligrosos
Vislumbrándose lo terminación de lo Segundo Ouerro Mundial y barrenóos de las cuchillos dominando los estrechos cañones de los
lo invenido norteamericana en empresas industriales, m retiro lo Bond ríos Cali y Aguacatal ven «urgir unos rancherías clandestinos desin­
ond Sbore, cediendo pan o (tundee proyectoe de eentroJee hidroeléc­ tegrando la lorma urbana, entra d io » d populoeo barrio de Terrón
trica* Lo competes entro o negociar lo vento de eua vetustas instala- Colorado. Más al sur. un cerro agujereado por la minería árleos nal del
doñee ol munteiplo de Cali. y olgunoa politiquero» 1ocolee entablón carbón mineral se condene «o la minl-ciudad de Silos.
uno demogoqwie u n p ctli «rudo-nerum»líala y **enfcl-imperialista", En las afueras, presionadas por lo demanda de Inverdonistns ñor-
engoAonde «no» moeoa tu torno o lo Hornada “expropiación". Lograrían tramerlcanos, las autoridades organicen rápidamente en lo » años
incluso movtUsar lea amaos populare» moa crédula* de lo dudad, du­ cincuenta una son* industrial, con un mínimo de infraestructura en
rante unas días de mareo de 1944, culminando lo proteeta con un poro comunicaciones y energía eléctrica. 8oo Quln, Oood Year, Union Car­
general de la dudad d dia 10. bide. Oeianese. ífu co, Quaker, Adama. Cherry. Miles, Baxter, Colgate,
Poro tal expropiación era seo y no moa no uno oonfiaconno «lo o o Cañada Dry y Ooca Cola; van surgiendo hada Tumbo entra eafta-
uno vento tortada, y en míe caeo m i» bien Poetado Lo aeudo Compañía dúsale* y pasto» lo» centro» productivos de una mdustrlolUncSón d iri­
Colombiano de Electricidad disputado durante año*. y poto o poso, loo gida hado el consumo de pasta dental, miso de tomate y chicle. No
avalóos de su» bienes >• el valor de la vento. Consultando loa libras de obstante, en 1940 feo oligarquía rvgienol trata de seducir o los em pre­
acta* del cabildo, ee compruebo que durante loa altos 1044, 1040 y 1049 sarios del norte, por medio del lujom á lb u m V a h del ("auca, redactado
no boy prácticamente uno knMd del Conoe)o etn el asunto en su orden en español e Ingles, asegurando una inagotable fuente de mono de obro ¡
det dia Hecho patético, los concejales ootomhlanu» lidian contra el , U tredmon M m iiU I qu# y* t » »m » aorta 0 *1 psis justo con le gran
apoderado Indígena y senil, defendiendo un monopolio extranjero. (órnenlo mieretorv» que cenumée «fhit nvin penan* «segurar que en nlngón
«•t» Inltnw • Vs áe «tn> rqO M *
Más tdste son. no conforman un bloque compacto sino uno tendencia
blondo y otro dura, uno» militando por la expropiación y otrae oponían* Oon todo eso la Induririalicsdón mermó a encola departamental
dos» o ello. V ol contralto de lo que se podría pensar, satán parece, y se estancó, como » demuestran algunos cifras de Antonio Posada en
los M i lucióos eran aquello» que a» oponían a la negociación, y quiao •u libro La CVC, evaluación de dioc año» de actividad*» de lo entidad,
los más furibundos “anti-imperialistas" eran ol fin y ol cobo los vooeroe estudio resinado «a 1944 a aohmud de la Univenadad de Wieconsln:
de loe Ovaros de lo compartía
A posar de un incremento demográfioo notable desde 1110, so los ¡ u* *•
*** >IIÉIHI»i >N«»S« 1
década» dat veinte y del treinta lo dudad flgut creciendo en termo
ordenado y organice codo barrio nuevo corresponde e uno extensión ¡1949 999 IT9V9 22 ”
prolongando el conjunto existente, tai como ocurre con vario» ndeloo» 1941 1494 99
de vivienda popular, ios barrios Oucre. Obrero. Bou Pascual y Han Juan . 1991 1,994 44 999 U

444
449
Frente a los “mandatas" que velan en la región el reflejo del pro­
ceso europeo del siglo X IX , el autor restablece la cronología y escribe
con lucidez:
y de las comunicacio­
. . . D e b id o a l r á p i d o p r o g r e s o d e l a i n d u s t r i a l i z a c i ó n
n e s e n lo s ú lt im o s q u in c e a ñ o s y a l abandono de los campos desde 1946, por
ra z ó n d e l te r r o r y d e la v io le n c ia . . . etc.

Efectivamente, seguía llegando siempre más gente a una ciudad


creciendo con una tasa anual superior al 7%, con lo cual sobrepasa
de 600.000 habitantes en 1964. Entrevistados en sus chozas, levantadas
en los cerros del oeste y en los pantanos del oriente, a los periodistas
o funcionarlos municipales casi todos los migrantes contestan igual­
mente: vienen del campo y tuvieron que abandonar la finca en razón
de “ la violencia” .

* *

Desde décadas atrás se venían acumulando en el Valle del Cauca


los factores presionando hacia la sustitución del modelo socio espacial
de poblamiento. Tanto en las tierras planas aún boscosas como en las
laderas recién desmontadas, se multiplicaban desde principios del si­
glo las confrontaciones violentas entre el latlfundismo ausentista y
el campesinado de labradores mlnlfundistas.
Unos sondeos parciales en la prensa nacional o regional, unas
pesquizas en los archivos de las gobernaciones, en Mañiza!es y en Cali,
y algunas indagaciones en Bogotá, bien sea en el archivo de Jorge
Eliécer Gaitán o en el Archivo de Baldíos del AHNC, no dejan dudas
al respecto; completados por numerosas entrevistas en la región, per­
miten elaborar un mapa, incluyendo solamente algunos casos y desde
luego muy incompleto (ver mapa adjunto de los Conflictos Agrarios en
el Valle, 1900-1940, en la página siguiente).
Recordemos el belicoso litigio de propiedad, oponiendo en las la ­
deras quindianas del Valle a miles de colonos hacheros y labradores
contra las pretensiones de los usurpadores de Burila, del cual se se­
ñaló la magnitud en la Primera Parte de ese ensayo, y que se prolonga
durante más de cincuenta años, desde 1884 hasta 1938. En la misma
región se agudizan hacia 1920-1925 las controversias entre los latifun­
distas de la hacienda La Selva, en Alcalá, y un numeroso proletariado
de desmontes; todavía están vivos unos ancianos que rememoran los
atropellos de la tropa llegando de Perelra. También de las exacciones
de la policía mandada desde Armenia, a solicitud de los estafadores de
Burila, se acuerdan los más viejos fundadores de Calcedonia aún vivos,
como Ofelia Glraldo. Arriba de Tuluá la hacienda de Barragán y sus
60.000 hectáreas serian objeto de una interminable controversia entre
los herederos del coronel bogotano Canclno y numerosas familias de
colonos; los primeros no poseen más que unas hojas de papel sellado
y los últimos los resultados de toda una vida de labor y sudor, impresos
en la geografía. Del otro lado del río Cauca, en Rlofrio, se desata el
conflicto en la hacienda de Cuancua, entre un terrateniente ausentista

666
Localización de algunos conflictos agrarios. Período 1900-1940

667
y centenares de familia* desmontando selvas. Y U nto en Lu Selva, co­
provoca en seguida la multiplicación de las sotlcItudM de legaltsaolón,
mo en Barragán o Cuancua. los terratenientes expropiados no vacilan
con lo cual aumentan Inmediatamente los choquen, tanto en los Jua­
en pactar extraños contratos con un tenebroso estafador y aventurero,
gado* como en lo* cafetales.
nacido en SanU R o m de Cabal y que vivió largos arto* en Pe reirá an­
En 1996 es en la vereda de La Diana del municipio de Florida
tes de fijar su base en Tuluá Excantinero, administrador de galleras,
donde estallan varias Incidentes violentos, oponiendo 45 familias de
traficante de aguardiente de contrabando, este es el personaje aseso­
colonos v el ducho de la hacienda La Aurora, el cual según un memorial
rando a los latifundistas en apuros, con el fin de expulsar a ios campesi­
de los labradores "nos ha declarado una guerra sin cuartel", siendo
nos o cobrar el precio de sus posesiones y mejoras. Comiendo en tres
que no vacila en llamar a la policía para expulsar a los colonos, Wllllam
platos el vivo extorsiona al campesinado, se queda con los Utulos de
Barney, Cónsul de los Estados Unido* en Cali, “ potentado yanqui",
los propietario* que lo contrataron y. por fin, funda unos pueblos para
negociar lote* “ urbano*- de vivienda y asi “ vnloruar* las tierra* agrí­ como lo califican lo* campesino*, seria emboscado y "paveado" más
tarde desde un matorral, victima de la "guerra sin cuartel" que habla
colas circundante*. Sus últimas operaciones tendrían un marcado de­
desatado contra el campesinado del pledemonte y do la* laderas.
sarrollo y un sorprendente tatito en los artos 1948-1960, con la ayuda
de K » 'pájaros' de Tutua, El Dovio, TrujUlo y otras localidades. Exa­ Mientras tanto se daba, desde 1939, un enfrentamiento más grave
minar la violencia en las laderas del centro del Valle durante las aún en los latifundios de las familias Marti lumia (en Montenegro),
decadas del 40 y Mi. bajo la óptica de una guerra agraria de clases, Vólee (en La Tebaida), Londorto (en Qulmbaya) y alguno* feudo* más
que en algún momento tomó el rostro de una pugna entre partidos, en Belalcáiar y Marsella, Involucrando a má* de mil familias desmon­
nos obliga a profundlaar las actuaciones de sus principales ejecutores, tando selva* Tanto por su magnitud territorial como por su dimensión
y Leocadio Saiasar Mejta fue unos de ellos demográfica y social, por su duración y agudraa, esto largo conflicto
Mas al sur, en el alto Calima, miles de campesinos Ucnen que merece un párrafo especial, como lo mereció en los estudios do varios
enfrentar los asaltos de la cuadrilla armada de latifundistas de la ha­ autores, desde Antonio García en 1996 hasta Marco Palacios y Oonaalo
cienda Calima y el conflicto Uega a su máxima tensión h ada los artos Sánehes en los artos más recientes De hecho, entre 1939 y 1998, loa
19)9-1*33 Entonce* veremos el agresivo terrateniente, en carta dirigi­ campesinos tuvieron que soportar en varias oportunidades los emba­
da tanto a la gobernación como al ministro de Industrias, ejerciendo tes de los latifundistas y los atropellos de la tropa, particularmente
una presión con marcado sabor a chai;taje, no vaella en exigir de las del batallón Ayaeucho traído de Perelra y acampando en Qulmbaya
autoridades que compren las tierras en litigio o de lo contrario manden y Montenegro, cuando no actuaba la policía llegando de Cartago. En
la tropa para desalojar a mas de mil individuos**» aludiendo el ame- 1938 el conflicto quedaba vivo y. según las autoridades, "la situación
nasante memorial del litigante a! "riesgo de una situación peligrosa muy delicada". En Manuales, el secretarlo de gobierno seguía dedi­
para el orden público'*. cando al asunto un capitulo especial en cada Informe anual de labores.
Uno de los último* documento* oficiales resume la contienda e Ilus­
Mientras tanto, arriba de Ruga y en la cuenca del rio Quadalajara»
tra su agudeea
estalla otra controversia de propiedad y de lindero*, entre dos terra­
teniente* y una populosa colonia trabajando en los baldíos de La Ha­ CwltuuM o* M ontenegro.' E l s ig u ie n te o fic io , p ro c e d e n te d e la J e fa tu ra
D e p a r t a m e n t a l d e P o l i c í a . da u n a id e a cla ra , a m p lia y p r e c ita d e « t e d e lic a d o
bana y La Magdalena. En la decada de los artos veinte, en Bitaco-La p r o b l e m a , q u e e m b a r g ó d u r a n te a lg ú n tie m p o la a te n ció n d e l g o b ie r n o y la
Cumbre, el mismo pereonero municipal actuando en deten** de los d e l a c i u d a d a n ía , y q u e h o y p a r e c e d e fin it iv a m e n t e res u e lto e n » u i p a r te *
colonos de La Ventura y Concordia se opone a la solicitud de adjudi­ f u n d a m é n t a t e * “Olido N* 140-M a n lía le * , m a re o 19 d e 1M7 * S e fto r S e c r e ta r lo
cación de un insospechado "cultivador'': “ti llustrisimo Sertor Obispo d e G o b ie r n o - E S P ' C o n e l fin d e o r g a n u a r la S ecció n d e trá n s ito e n la
a l c a l d í a m u n i c i p a l d e M o n te n e g r o , o b tu v e d e u sted la a u torla a cló n n ecesaria
de Cali- , el cual desde 191* se oponía a que esta misma adjudicación p a r a e l t r a s l a d o a e * a p o b la c ió n .
beneficiara al general Ramón Buendia. Para medir la persistencia r e m i t e n t e e l p r o b le m a r e la c io n a d o co n la o cu p a ció n d e h e c h o q u e a u fre
atávica de la contienda, basta con decir que en 1990-1933 seguían l a h a c ie n d a d e n o m in a d a 'Ñ á p e le * ", q u u o u sted q u e «1 suscrito, en su c o n d i­
cayendo bajo las balas algunos colonos de La Ventura c i ó n it e J a la d e p a r t a m e n t a l d a p o lic ía , se e n te ra ra d e la a ctu a ció n d e la a lc a ld ía
v d e l r e s u l t a d o d e la * g e s t io n e » p o r p a rte d e l d o c to r A r is tlp o G o m ó le * . d e le g a -
Dos circunstancias explican la recrudescencia de ios litigios a par­ d e d e l M i n t e l e c t o d e A g r ic u lt u r a y C o m ercio . T e n g o e l g u sto d e l le v a r a
tir de 193$. En primer lugar, es indudable que el auge inicial de la c o n o c i m i e n t o d e u s te d l o r e la c io n a d o c o n e l n e g o c io q u e lo p re o cu p a - D o n
exportación cafetera incentiva las perspectivas del grano, estimula la H u b e r t o M a r u la n d a . p o r m e d io d e a p o d e ra d o , s o lic it ó y o b tu v o d e la a lc a ld ía
siembras y. por ende, las pugnas en las laderas. En segundo lugar, en d e M o n t e n e g r o a i d e c r e t o so b re U n ta m ie n t o d e v a r io » In d iv id u o s, o c u p a n te*
d a h a c h o t ía i a h a c ie n d a 'Ñ á p a le * ', situ a d a en t e r r it o r io d e es e m u n ic ip io
1936 se expide ia Ley 47 tendiente a simplificar el procedimiento de
L a d i l i g e n c i a s e l l e v o a c a b o t ra n q u ila m e n te , p u e* lo s d e te n ta d o r e * ev a c u a ro n
titulación y lo* tramites de las pequeAas adjudicaciones menores de 1 » p r o p i e d a d s in n in g u n a resisten cia . P o r v ir t u d d e a p ela ció n In te rp u e s ta p o r
veinte hectáreas, contempladas en la Ley 71 de 1917. Esta medida abre a l g u n o * a g r a v ia d o s , e a te d e sp a c h o c o n o c ió d e l n e g o c io y e n p r o v e íd o d e d ie *
nuevas posibilidades de acceso rápido á la pequerta propiedad, pero y n u e v a d e f e b r e r o ú l t i m o c o n fir m ó a i d e c r e to d e la u ta m ie n t o - V u e lt o a l
e x p e d í a n t e a la o f i c i n a d e o r ig e n , se e n c o n tró co n q u e lo s in d iv id u o » la n ia d o »

«6 ©
pc . »
h a b l a n o c u p a d o d e n u e v o lo a t e r r e n o s y a d e la n t a b a n ltt t a l a de m o n ta ñ a . L a
A lc a ld ía , e n p r e s e n c ia d e e s te n u e v o e s ta d o d e co sa s, o c u r r ió a la S e c r e ta r ia
d e G o b ie r n o y p i d i ó in s tr u c c io n e s . E l s u s c r it o c o n o c e e n d e ta lle la a c tu a c ió n
d e l s e ñ o r S e c r e t a r io d e G o b ie r n o e n e s ta e m e r g e n c ia , e n c a m in a d a a c o n s e g u ir
u n e n te n d im ie n to e n t r e e l p r o p ie t a r io y lo a o c u p a n t e s r e i n d d e n t e s . E n p r i m e r
té r m in o , u s te d , p e r s o n a lm e n te , v i a j ó a M o n te n e g ro y c o m o fó r m u la c o n c ilia ­
d o ra p rovocó la c o n s titu c ió n de u n a ju n ta co m p u e sta de c u a tro c iu d a d a n o s
d is tin g u id o s , e n t r e e l l o s d o s m ie m b r o s d e l H . C o n c e jo , a f i n de que in ic ia r a n
n e g o c i a c i o n e s e n t r e la s p a r t e s . E s t a i n i c i a t i v a n o d l ó r e s u l t a d o y fu e e n to n c e s
c u a n d o s e s o lic it ó d e l s e ñ o r M in is t r o d e In d u s t r ia s e l e n v ió de u n d e le g a d o ,
q u e a m a n e r a d e A r b it r o e s tu d ia r a e l p r o b le m a y d ie r a l a fó r m u la p a r a s o lu -
c io n a r lo . E l M in is t e r io a t e n d ió la s o lic it u d y c o m is io n ó a l d o c t o r A r i s t i p o G o n ­
z á le z , fu n c io n a r io c o n o c e d o r d e l p r o b le m a , c o m o q u e e n é p o c a a n t e r io r h a b ió
in t e r v e n id o d ir e c ta m e n te en o tro in c id e n te sob ro la n z a m ie n to de o c u p a n te s
d e lo s m ia m o s te r r e n o s . D ic h o s e ñ o r lle g ó a M o n te n e g ro a fin e s do fe b r e r o
ú ltim o , e s tu d ió e l n u e v o e x p e d ie n t e y s e tr a s la d ó a la h a c ie n d o a fin de co­
n o c e r p o r su s p r o p io s o jo s e l e s t a d o d e la s c o s a s . E n e s t a f o r m a p u d o a p r e c ia r
el e m p le a d o la vcrd n d ern o c u p a c ió n de h ech o que s u fr ía el p r o p ie ta r io , la
n in g u n a r a z ó n q u e a s is t ía a l o s d e te n tn d o re s p a ra reten e r e l te rre n o ; la re­
b e ld ía m a n ifie s ta por el hecho de r e in c id ir en uno e je c u c ió n c o n tra fa llo s
e je c u to r ia d o s p r o fe r id o s por la s a u to r id a d e s co m p e te n te s C om o si e s to no
fu e r a b a s ta n te , u sted , señor S e c r e t a r lo , ap rovech ó la p r e s e n c ia del d o cto r
G o n z á le z y se t r a s la d ó n u e v a m e n te a M o n te n e g ro con el fin de a g o ta r lo s
re c u r s o s c o n c ilia to r io s . E n e s ta v e z se c o n v in o e n a d e la n t a r c o n v e r s a c io n e s d i ­
re c ta s c o n lo s s e ñ o r e s o c u p a n te s , v e n c id o s e n ju ic io , y p r o p o n e r le s u n a n u e v a
fó r m u la de a r r e g lo , a sa b er. El p r o p ie t a r io señor M a r u ln n d a d a r la a cada
o c u p a n te u n a tu rn a d e d in e r o p r o p o r c io n a l en r o la c ió n con lo s p la n t a c io n e s
que e x is t ie r a n , no com o r e c o n o c im ie n t o de un d erech o que no tie n e n , s in o
c o m o s im p le g r a t ific a c ió n q u e le p e r m itie r a h a c e r u so d o la p r o p ie d a d lib r e ­
m en te y e v ita r a a la s a u to r id a d e s el a p e la r a m e d io s v io le n t o s p a ra hacer
e fe c tiv a s la s s e n t e n c i a s q u e p u s i e r o n t é r m i n o a l n e g o c io .- T a m p o c o se lo g r ó
e n e s ta fo r m a e l a r r e g lo d e s e a d o y a s i v im o s fr a c a s a d o s lo s b u e n o s o fic io s d e l
g o b ie r n o c e n tr a l y s e c c io n a l. E s o s c a m p e s in o s , h o m b r e s de tr a b a jo , h a n s id o
m a l a c o n s e ja d o s h a s ta e l p u n t o d e m o s t r a r s e r e n u e n te s a e v a c u a r l a p r o p ie d a d ,
n o o b s ta n te e l c o n o c im ie n to d e l d e c r e t o d e la n z a m ie n t o q u e pesa so b re e llo s
y a ú n m á s , c o n v e n c id o s q u e la r e in c id e n c ia en lo s a c to s le s a ca rrea resp on ­
s a b ilid a d c r im in a l. P a r a q u e n a d a f a lt a r a a e s te p ro ceso , u sted , s e ñ o r S e c r e ­
t a r io , c o n s id e r ó o p o r tu n a m i p r e s e n c ia e n M o n t e n e g r o y a llá fu i p a r a d a r lo s
ú ltim o s t o q u e s e n e s ta , q u e p a r e c e c u e s tió n d e e s ta d o . In fr u c t u o s a co m o era
d e e s p e r a r s e d a d o s lo s a n t e c e d e n t e s , f u e m i I n t e r v e n c i ó n e n l a s n e g o c i a c i o n e s .
E l d e le g a d o d e l M in is t e r io h a b la c it a d o p a r a u n a ú ltim a c o n fe r e n c ia e l lu n e s
ocho del m es e n c u rs o , s ie m p r e esp era n za d o en o b te n e r un e n te n d im ie n to ,
con m a v o r razón si e l d ia v ie r n e s a lg u n o s in te r e s a d o s s e m a n ife s ta r o n d is ­
p u e s to s a a c e p ta r la g r a t ific a c ió n que s e lo s o f r e c ía . N a d a se lo g r ó , p u e s n i
s i q u i e r a a c u d i e r o n a la c i t a l o s s e ñ o r e s o c u p a n t e s y a s i, d e c e p c i o n a d o , e l d o c t o r
G o n z á le z e m p r e n d ió e l m is m o d ia su r e g r e s o a la c a p it a l d e l a R e p ú b lic a . E l
s u s c r ito s u g ir ió a l s e ñ o r a lc a ld e , d e a c u e r d o c o n e l c o m is io n a d o d e l M in is te ­
r io , in ic ia r a la in v e s t ig a c ió n d e lo s h e c h o s en c o n fo r m id a d con lo s a r tíc u lo s
79 y 10 d e l d e c r e t o N * 3 2 6 d e 1831 y 2 ^ d e l m a r c a d o c o n e l W 329 d e l m is m o
a ñ o . E n e s t a f o r m a , l a a u t o r i d a d s a l e p o r s u s f u e r o s y lo a o c u p a n t e s , e n c a l i ­
dad de s in d ic a d o s d e d e lito s co m u n e s, te n d rá n que s o m e te rs e a la s c o n t i n ­
g e n c ia s d e u n ju ic io c r im in a l d e l c u a l h a b r á n d e c o n o c e r lo s ju e c e s o r d in a r io s .
E n e s t a f o r m a q u i e r o d e j a r c o n s t a n c i a d e la a c t u a c i ó n d e l g o b i e r n o e n e l
n e g o c io d e q u e se t r a t a y la m a n e r a c o m o h a n in t e r v e n id o su s a g e n t e s in m e ­
d ia t o s . - D e l s e ñ o r S e c r e t a r i o , a t e n t o y s e g u r o s e r v i d o r , A l f r e d o V i l l e g a s V . - J e f e
D e p a r t a m e n ta l d e p o lio ia ."
La t r a n s c r ip c ió n a n te r io r d e ja la im p r e s ió n n ít id a de la a o tu a c ió n del
g o b ie r n o , o n u n t o d o a ju s ta d a a l p e n s a m ie n to d e l E je c u t iv o C e n t r a l, t e n d ie n t e
a s o lu c io n a r t a l c o n f l i c t o s i n l a in t e r v e n c ió n d e la s a rm a s, a d e fe n d e r a lo s

670
c o lo n o s , a r e p r im ir lo s abu sos de lo s o c u p a n te s de m a la fe , en su m a y o r ía
r e in c ld e n t e s , y a s e n ta r e l e q u ilib r io n e c e s a r io e n t r e lo s d e r e c h o s d e l p r o p ie ­
ta r io y lo s d e lo s t r a b a ja d o r e s . T a l c r it e r io fu e e x p r e s a d o c la r a m e n t e a l s e ñ o r
M in is t r o de G o b ie r n o con el s ig u ie n te t e le g r a m a : “ S e c r e ta r ia de G o b ie m o .-
M o n iz a lc s , fe b r e r o 15 de 1 9 3 7 .- M in g o b ie r n o .- B o g o tá .- N * 4 7 2 .- R e la c ió n
p r o b le m a s h ánse p re s e n ta d o M o n te n e g ro , p e r m ito m e in fo r m a r le : D esde
m il n o v e c ie n to s t r e in t a y uno, a lg u n a s p r o p ie d a d e s m u n ic ip io M o n te n e ­
gro, v ie n e n s u fr ie n d o o c u p a c io n e s p e r ió d ic a s , que han dem andado a c c ió n
p o lic ía . V a r ia s d ilig e n c ia s la n z a m ie n to han s id o lle v a d a s a cabo c o n fo r ­
m e p r o c e d im ie n to s e s ta b le c id o s d is p o s ic io n e s en v ig o r . S it u a c ió n de hecho
m a n ife s ta b a una c r o n ic id a d que c o n s titu ía b u r la s a n g r ie n t a p r o v id e n c ia
fu n c io n a r io s . O c u r r ía hoy un la n z a m ie n to , h adase e n tre g a p r e d io su du eñ o
y p ro n to m is m o s e c t o r u o t r o d is tin to s u tr ia n in v a s ió n p o r m ia m o s o d is tin to s
o c u p a n tes y e n to n c e s p r o p ie ta r io o c u r r ía n u e v a m e n te a u t o r id a d , e n ta b la b a
o tra a c c ió n , y a s i s u c e s iv a m e n te . F in s a lir e s te c ir c u lo v ic io s o , p a r a que p ro­
te c c ió n p r o p ie t a r io s tu v ie r a m ayor e fe c to , señ ores M in is t r o s G o b ie r n o e In ­
d u s t r ia s d ir ig ié r o n s e a lc a ld e M o n te n e g r o , d á n d o le in s tr u c c io n e s p r e c is a s s o b r e
el p a r tic u la r , fin o v ita r s ig u ie r a n o c u r r ie n d o h ech os com o a n te r io r e s .- H a­
b ie n d o in ic ia d o q u e r e lla p o lic ía R o b e rto M a r u la n d a , p r o p ie ta r io h a c ie n d a
'N á p o l e s ', fin d is p u s ie r a la n z a m ie n to o c u p a n te s hecho su p r o p ie d a d , a lc a ld ía
M o n te n e g ro p r o fir ió t r e in t a y u n o o c tu b r e p a s a d o d e c r e t o la n z a m ie n t o v a r io s
o c u p a n te s h e c h o , q u e d a n d o e x c lu id o s es a p r o v ld e n d a o tra s p erson a s r e s id e n ­
t e s a llí, c u y o s d e r e c h o s e s ta b a n e n lit ig io a n te p o d e r ju d ic ia l. P r o v id e n c ia fu e
c o n fir m a d a p o r J e fa tu ra D e p a r ta m e n ta l P o lic ía , y la n z a m ie n t o v e r ific ó s e d ia s
tre s y c u a tro n o v ie m b r e ú ltim o . P o s t e r io r m e n t e , p e r s o n a s la n z a d a s ocu p aron
n u e v a m e n t e m is m o s t e ir e n o s , y p o r e s ta r a z ó n p r o p ie t a r io h a c ie n d a ‘N á p o l e s *
s o l i c i t ó p r o t e c c ió n a u to r id a d e s y d e c o n fo r m id a d c o n in s tr u c c io n e s M in is t e r io s
G o b ie r n o e In d u s t r ia , d e q u e h a b lo a r r ib a , h á c e s e p r e c is o p r o c e d e r d e c o n f o r ­
m id a d . C om o o c u p a c io n e s s u c e s iv a s por o c u p a n te s de hech o han p r o d u c id o
a lg u n o s fr u to s en te rre n o s , g o b ie r n o ha c o n s e g u id o de p r o p ie ta r io h a c ie n d a
el c o n c e d e r le s la t o ta lid a d de e s to s . En v is ita p r a c tic ó s u s c r ito M o n te n e g ro ,
s e is c o r r ie n te s , c o n s ig u ió d e a lc a ld e y c o n c e jo n o m b r a m ie n to de c o m is io n e s
de c iu d a d a n o s d is tin g u id o s , f i n é s to s e n te n d ié r a n s c o c u p a n te s de hecho e h i-
c ié r a n le a ver n e c e s id a d d e s o c u p a c ió n te rre n o s , c u m p lir fa llo s asi d ic ta d o s ."
T rece c o r r ie n te s , a lc a ld e d ir ig ió e s te d e s p a c h o s ig u ie n te t e le g r a m a : "E n r e la ­
c ió n a s u n to o c u p a n te s 'N á p o l e s ' , p e r m i t o m e in fo r m a r le : H oy fu e r o n n o tific a ­
d o s d ie z y n u e v e in d iv id u o s d e la r e s o lu c ió n p o r la c u a l o b líg a s e le s c o n s t i t u i r
fia n z a d o s c ie n t o s pesos, p a ra desocu par h a c ie n d a . C o m is io n a d o s a lc a ld ía y
c o n c e jo c o n tin ú a n g e s tio n a n d o m a n e r a e n tr a r in t e lig e n c ia t a le s in d iv id u o s , f i n
se lo g r e s o lu c io n a r a s u n to fo r m a d ecorosa y ju s ta , e v ita n d o to d a c o a ta
agra va r p r o b le m a s y e v ita r sea n e c e s a r io a d o p ta r m e d id a s r ig u r o s a s .
S u s c r it o c o n tin ú a ob ra n d o a c u e r d o su s in s tr u c c io n e s , e n caso no sea p o s ib le
lle g a r una s o lu c ió n s a t is fa c t o r ia , c o m u n ic á r s e lo ," - D ia ayer r e c ib ió s e nu evo
despach o m is m o fu n c io n a r lo a s i: “ P e r m it o m e In fo r m a r le s : O cu p a n tes 'Ñ á p e ­
le s ’ n o a t ie n d e n c it a s , d e s o b e d e c e n y descon ocen a u to r id a d e s D espacho tie n e
c o n o c im ie n to q u e c o lo n o s ‘S a n J o s é ', 'O r i n o c o ', a a o c i á r a n s e o c u p a n t e s 'N á p o -
l e e ', f i n p r e s e n t a r r e s is t e n c ia m a n o a rm a d a d ia q u e p o lic ía p roced a e je c u c ió n
s e n t e n c ia . O c u p a n te s 'N á p o le s ' su m ados c o lo n o s o tra s h a c ie n d a s , a s c ie n d e n
unos q u in ie n to s (5 0 0 ). H a b ie n d o s u s c r ito a g o ta d o to d o recu rso p a c ifis t a , no
q u é d a l e o t r o r e m e d i o q u e s o lic it a r g o b ie r n o su i n t e r v e n c ió n , r o g á n d o l e d a r m e
in s tr u c c io n e s y órd en es p r e c is a s , p u e s e s t im o s e a n e c e s a r io h a c e r u so fu e r z a ,
fin n o q u e d e n b u r la d a s d is p o s ic io n e s d ic ta d a s a u t o r id a d e s y p u ed a d a rse p ro ­
p ie ta r io s p r o te c c ió n r á p id a , e fic a z , d e fin it iv a A p od erad o <cñ or R o b e rto M a­
r u la n d a e x ig e in m e d ia t o c u m p lim ie n to s e n te n c ia . A pecar de que p r o b le m a
p re s é n ta s e d e lic a d ís im o , s u s c r ito ob ra rá con p r u d e n c ia y se c e ñ ir á e s tr ic ta ­
m e n te a la s ó r d e n e s d a d a s p o r esa s u p e r io r id a d T r a n s c r íb e le s s ig u ie n te p ro­
p o s ic ió n a p r o b a d a p o r c o n c e jo m u n ic ip a l: D íg a s e le a l s e ñ o r a l c a l d e M u n ic ip a l,
q u e e l C o n c e j o n o in t e r v e n d r á o fic ia lm e n t e c o n lo s o c u p a n t e s d e h e c h o d e la
h a c i e n d a 'N á p o l e s ' p e r t e n e c ie n t e a e s t e m u n ic ip io , p o r m o t i v o s p o l í t i c o s , p e r o

671
que taa armas pisaduras del hacha y Un aunada. A tales ciudadanos m» .« b
pueda despojar con un criterio. de gendarme auca» que el asunto diabe estudiarse
con absoluta equidad, para lo cual la gobernación dispone de medios, más
que suficientes» pues entendemos que la asamblea pasada legislo ampliamente
sobre el particular
En todo caso el problema merece toda atención, y para la manera como
haya de resolverse hay que contribuir coa algo más que coa el epíteto de
"asaltantes" dado a los colonos
Curiosamente los periódicos locales son particularmente mudos al
respecto y es la prensa bogotana la que mejor informa sobre las con­
troversias agrarias en el Valle. Es sol como un prolongado enfrenta­
miento entre colonos y hacendados de Restrepo es ignorado en las
columnas de El Relator y de El Diario del Pacifico, mientras lo men­
ciona El Tiempo» los días 27 y 28 de septiembre de 1934. Sin embargo»
al día siguiente, regresando de una gira por el departamento» declara
el gobernador a El Relatar: "En algunos municipios inquieta un tanto
el problema del colonato, que las autoridades del ramo se esfuerzan
por solucionar “ Se puede observar cómo el gobierno o la prensa» en
Cali. Bogotá o Maniaales, siempre calmean el conflicto como "el
problema de los colonos"; nadie parece entender que al origen está
“ el problema' del latifundio y de los latifundistas. Más fácil resulta
acusar a los comunistas y cuando alguno que otro campesino se aleja
del partido liberal y se acerca al naciente Partido. Comunista, o al
UNIR de Jorge Eliécer Qaitán, entonces resurge una tradición que
venia desde la Manlzales de los años 1850-18.6.0» En 1934 se suceden
denuncias y contradenuncias relativas al indiviso, de El Remolino, en
las tierras placas de Florida y el abogado de los ganaderos escribe en
la carta que publica El Relator el 3 de octubre:
problema entre ua pequeño grupo de vecinos del corregimiento del
Remolino ( comunistas> que capitanee el moreno José León Lucunn . Tales
sujetos son todos comunistas y pretenden aparecer como víctimas. .
En los mismos días estalla otra colisión social en la hacienda
Perodias. propiedad de los comerciantes calvóos. Restrepo Hermanos,
en donde 298 obreros del trapiche de panela solicitan la aplicación del
reciente decreto, relativo a la jornada de ocho horas. A poca distancia,
en Jamundi. un grupo de colonos enfrenta al terrateniente Francisco
L. Borona.
Según El Diario del Pacífico» del 27 de marzo de 1938, llegaron a la
gobernación 38 campesinos del fondo La Argelia del corregimiento, de
Rozo» en Painura. En representación de 300 familias solicitan a la
asamblea departamental una partida para adquirir las tierras que ocu­
pan desde años atrás, en un predio de 131 plazas, propiedad del general
Castaño y procedente de la succeaión de Pepe Sierra. Los colonos
fundaron en las tierras un pueblo de 200 familias, pero el general
se niega a admitirlo, amenazándolos con el desalojo a la fuerza. Desde
luego, el periódico conservador dedica una flecha en subrayar que el
latifundista, por liberal y amigo del gobierno que sea. no deja de ser
enemigo de la parcelación a favor de los campesinos. El periódico
olvida el Incidente y se dedica más bien a celebrar los triunfos de

67>d
Muasoüiü en Etiopia y el día 30 la victoria electoral de A d o lfo H ltle r.
con su retrato, tamaño grande, en primera página. E l día 31 anu ncia:
“ En el V alle no existe el problema de colonos"*,, pero e l largu ísim o
a rticu lo demuestra todo lo contraria En L a A rgelia se señala qu e e l
litig io vien e desde años atrás, que los colonos son 1.128 y que ocupan
341 plazas (7 no 131).
El Diario del P a c if ic » , del día t? de ju n io de 1938. anuncia breva -
m en te el envió de fuerzas de policía, desde C artago y O bando a l c o rre g i­
m ien to Cruces, y agrega que "com bate la policía con mas d e v e in te co ­
lonos. tos que se han levantado contra las Ordenes de las autoridades**.
E l día siguiente. 3 de junio, se extiende un largo a rticu lo sobre e l
desenlace del "Problem a de los colonos de El Medio, Z a rza l*. C on cre­
tam en te el municipio comprará a los hacendados las m il fan egadas
"ocupadas por individuos"; se hará una parcelación a fa v o r d e los
colonos para solucionar una situación muy tensa, desde h a ce va rios
años atrás, "que en más de una ocasión presentó cará cter d e g ra ve­
dad. que necesitó la acción rápida de la gobernación p a ra e v ita r los
ataques por las vías de hecho". El mismo dia El Reta tur com en ta e l
hecho, señalando "las invasiones de colonos" que ocurrieron e n las
m ontañas de la hacienda.
En un estudio sumamente documentado. D arío Be tarreourt nos
proporciona el siguiente listado de conflictos agrarios en e l V a lle, des­
de principios del siglo hasta 1944
En 1908. diversos pleitos oponen colonos de baldíos y hacendados
en Calim a (Y o to c o l. Sevilla y Roldanillo (p a ra je de O je d a ). 1913
resurge la pugna en Y o toco y se desatan otras disputas en L a Cu m bre
y Pavas (R io Grande y hacienda Salento). En 1923. es en D a gu a que
los colonos se enfrentan al hacendado de Los Chancos En 1928 se a bre
en Tuluá un pleito entre los herederos de Cancin o y co lo n o s re la tiv o
a l deslinde de Barragan. En 1928 numerosos colonos desalam hran e
Invaden las haciendas Calabazas Bautista y El In d io, e n A a serm a -
nuevo. Este mt-vmii año vuelve a resurgir e l co n flicto de la h acien d a
Salento, en La Cumbre. También se inicia en T ru jiU o la pu gn a re la ti­
va al deslinde de la hacienda de Cuancua. En Alc a lá 200 fa m ilia s de
labradores invaden la hacienda La Selva. Manipulados por e l v iv o L e o ­
cadio Salaaar. el estafador se gana una engañosa repu tación de "ro m p e
latifundios * y el hacendado invadido lo acusa de s e r .. .jeo m u n iata»
En 1920 desde Riofrto se ejecuta el lanzam iento de toa colonos
ocupando la hacienda de Cuancua En 1930. sucede un n u evo episodio
de la vieja guerra entre Daniel Gutierre», geren te de la S ociedad de
Burila y los colonos de Calcedonia, en las haciendas Burila y L a Salina.
El Twi-'Mn» la policía interviene en va rice co n flictos en Bug-*.
Ansermanuevo, y Cartago, con distintos tipos de desordenes,
atentado» presos y otras acciones. En Zarzal los colonos In va d en la
hacienda El Pttal. propiedad de un accionista de Burila, e l " g e n e r a l*
Pompitto Gutiérrez, uno. de los treinta y un herm anos de D a n iel G u ­
tiérrez Arengo.

8 73
En 1931 la familia Reyes denuncia la ocupación de sus fincas del
Dagua por 120 familias de colonos. En Buga es un párroco quien pro­
testa por la ocupación de sus tierras en Monterrey. En Palm ira es la
“guerra de las aguas” la que suscita un enfrentamiento entre finque-
ros y el doctor Lloreda. Más al norte, en Roldanlllo, se realiza el lan­
zamiento policial de los colonos, ocupando predios de la hacienda La
Merced.
En 1932 un conflicto similar ocurre en la hacienda El Tamboral,
de Cartago. Un grupo de colonos vuelve a ocupar la hacienda La M er­
ced, en Roldanlllo. En Toro varias invasiones de labradores afectan a
las haciendas El Cairo, El Nilo y La Enea; ocupaciones similares y
enfrentamientos, o demandas, ocurren en Obando, hacienda La Marta;
en Guacari, hacienda de Daniel Sanclemente, y en Bitaco en las tierras
de la fam ilia Osplna Bernal.
En septiembre de 1933 se lanzan desde los juzgados de Tuluá a los
colonos ocupando baldíos en el sitio de Betanla. En L a Cumbre nume­
rosos colonos ocupan las 3.500 hectáreas de la hacienda L a Elvira,
propiedad de los herederos del general Rafael Reyes. En 1934 un hacen­
dado de Pradera denuncia la acción del alcalde, apoyando a los co­
lonos que Invadieron sus predios. En Restrepo la pugna opone a los
colonos de llam a contra el propio juez municipal, con aspiraciones a
latifundista.
En 1940 y 1941 se multiplican los conflictos en L a Cumbre, Dagua
(sitios de Zabaletas, El Pepita, Cueva Loca) en Restrepo y Darlén
(veredas de Rio Bravo, La Cristalina, El Trapiche y Zabaletas).
En 1944 estallan numerosos pleitos entre hacendados de Barragán
y colonos. Otros litigios se pleitean en Tuluá, relativos a tierras altas
de Trujillo y de Riofrio. En Versalles una colonización, en Besarabia
tropieza con la oposición de algunos hacendados y del presbítero N i­
colás Nieto; el párroco del pueblo declara desde el pulpito:
..E l p a ís n e c e s it a sa n gre p a ra p u r ific a r s e y e s to y d is p u e s t o a dar la
m ía , p o r q u e e n e s t e g o b i e r n o s e a s e s in a l a g e n t e a l a v u e l t a de l a esquina...
S o y e n e m i g o d e L ó p e z p o r q u e n o s e s t á e n t r e g a n d o a l comunismo y desafio
s u s ir a s p o r q u e a q u í e s t á m i p u e b l o que m e acom paña. . . Si hay que incen­
d ia r , alia ir e m o s p e r o n o n o s d e j e m o s b u r l a r d e l a s a u t o r i d a d e s , e l que no
t e n g a a s e g u r a d a s u c a s a y su p e l l e j o , q u e lós a s e g u r e . . .

Con toda evidencia, su diatriba es alusiva a un hecho capital, se­


gún nosotros, para entender el estallido general de los años siguientes:
el asalto de “una banda de malhechores liberales" al pueblo de El
Aguila en la noche del 30 de mayo de 1936, hoy olvidado pero amplia­
mente difundido en la prensa regional de la época. Concretamente El
Diario del Pacifico dedica una noticia casi diaria, desde marzo hasta
junio de 1936, sobre los acontecimientos que ocurren en las veredas
Montebello, El Vergel, La María, El Aguila y La Guayacana, del mu­
nicipio de Ansermanuevo, Según parece, cada pueblo está en manos
de uno de los dos partidos y se arman expediciones desde un caserío
para ir a castigar a los enemigos políticos de la aldea vecina, fenó­
meno que se generalizarla en varias reglones del país a partir de 1946
y durante la década del cincuenta.

676
El 3 de marzo el periódico conservador titula en primera plana:
"G rave choque político en El Aguila antenoche — Colisiones por cues­
tiones de orden político los últimos dos meses". Inform a sobre reyertas
armadas "entre dos bandos", que dejaron un muerto conservador y
varios heridos. El 6 de marzo se nombró un nuevo inspector de policía
y el día 9 se indica que fueron encarcelados en C&rtago 15 detenidos,
"en su mayoría conservadores". Este mismo día se anuncia que la vís­
pera fue muerto otro conservador a manos de un agente de la policía,
que sigue libre. El editorial pide la centralización y la nacionalización
de la policía. El día 11 el titulo, en primera página, resalta que hubo
"7 muertos en 8 días" y el 12 el editorial hace un recuento pormeno­
rizado de los choques sangrientos del día primero, insistiendo en la
persecución del gobierno liberal y de sus autoridades de policía contra
los conservadores. El 19 este titulo atraviesa la parte superior de la
primera página: "E l gobierno ha decretado la guerra civil a los co­
lombianos". El día 24 se inform a sobre un verdadero combate entre
las veredas Montebello y L a María, mientras la policía interviene
y comete atropellos, todo con un saldo de dos muertos y varios
heridos. El día 28 el periódico denuncia la complicidad de las autori­
dades municipales de Ansermanuevo y el 14 de abril se señala la im ­
punidad que reina en este municipio. El mismo día un incidente en
Cartago degenera en choques entre alcalde, policías y soldados, dejando
un saldo de seis heridos. El día 17 de abril es asesinado en Anserma­
nuevo el je fe liberal de la localidad, lo cual genera una protesta po­
pular, anunciándose que marchan hacia el pueblo los habitantes de
varias veredas; se teme un incendio del pueblo "aprovechando sus
construcciones pajizas” . A l día siguiente se anuncia un proyecto de
toma de El Aguila, como retaliación liberal y se vuelve a solicitar el
cambio del alcalde. Durante estos meses el periódico conservador de­
nuncia diariamente, en primera plana, las fechorías de la policía en
distintos lugares del país. El dia 29 de mayo anuncia que "E l terror
reina en el municipio de Ansermanuevo actualmente — Los vecinos
de la Guayacana atacan a los de El Aguila” subrayando sus arremeti­
das contra “las reglones conservadoras de El Aguila y La María".
Destaca el asalto del dia 21 por parte de La Guayacana, el saqueo de
la población de El Aguila y un segundo ataque el 25, con saldo de
un herido. El primero de junio, bajo el titulo “Bandalaje liberal en el
Valle” , se relata el asalto a El Aguila, del día anterior, por los liberales
de la Guayacana: saqueo de almacenes, talleres y casas, el incendio
de 26 residencias con gasolina, entre ellas la casa cural y la iglesia,
ocurrido entre las nueve de la noche y la una de la madrugada, dejan­
do un saldo de 2 muertos y varios heridos. El dia 2 anuncia que es
"Político el origen de los sucesos de El Aguila” . El 4 publica en primera
plana una fotografía del poblado de El Aguila, con un largo recuento
de los choques. El dia 5 se registran "Sangrientos sucesos en la M aría—
Policía asaltada ayer" y el 11 “Saqueada la inspección de Policía de
La M aría". Sigue, el dia 13, el descubrimiento de un arsenal de armas
y dinamita en Ansermanuevo, noticia que se amplia el 15. El dia 17 se

677
refiere a “Amenazas en El Vergel", noticia que se desarrolla otra vez
el 20, y el día 22, cambiando de zona, el diario conservador denuncia
la presencia de “Bandoleros en Toro", realizando esta cuadrilla unos
asaltos nocturnos.
Durante estos meses El Relator reduce estas noticias al mínimo
y el lunes primero de Junio sólo relata que el dia anterior “Una cuadri­
lla de bandoleros compuesta por 40 individuos asaltó la población de
El Aguila”. El día 5 informa sobre “ 32 detenidos por los sucesos de El
Aguila” e insiste sobre el origen del conflicto, “Se trata de un caso de
vandalismo”. Entrevista al comandante de policía de la zona, quien atri­
buye el asalto a prófugos de la Justicia, llegados de Caldas, y el dia 8 re­
lata varios atentados contra agentes de la policía, en Ansermanuevo.
Obsesionados por sus divergencias políticas, ningún partido quiere
ver, ni parece entender, que se está gestando una guerra por las
tierras. Estallarla diez años más tarde, culminando en 1948-1949, con
los éxodos masivos del campesinado de Ansermanuevo hacia las ciu­
dades del “plan” y en 1950-1951 con el genocidio y la destrucción de
El Billar.
Es preciso completar este rastreo con el sistemático y muy docu­
mentado ensayo de Catherine Legrand, sobre las adjudicaciones de
baldios entre 1827 y 1931. Con base en sus pesquisas en el AHNC, elaboró
un denso mapa regional de los conflictos agrarios originados en la
política estatal, registrando:
—3 conflictos entre 1870 y 1900.
—20 litigios entre 1901 y 1917.
—Y quizá, como consecuencia de la Ley 71 de 1917, menciona el
estallido de 42 conflictos entre 1918 y 1931, afectando a numerosos
municipios, de los cuales 3 se realizaron en Tuluá, 3 en Riofrlo, 4 en
Buga, 5 en Roldanlllo y 6 en La Cumbre.
Este resumido muestreo evidencia:
a) La magnitud territorial de las llamadas “controversias” de
tierras, entre colonos y terratenientes latifundistas.
b) La persistencia histórica de los litigios y su tendencia creciente.
c) La agudización de los conflictos: nunca concluyen soluciona­
dos sino, al contrario, agravados.
d) El alineamiento político de los protagonistas, llegando hasta
esconder la cuestión básica de la propiedad de la tierra, detrás de
supuestas disputas partidarias entre liberales, galtanlstas, conservado­
res y “rojos comunistas”.
e) Este rostro político-ideológico del enfrentamiento, es aquel que
más visible quedarla durante la llamada “violencia”. Asi engañarla,
primero a los protagonistas y luego a los historiadores más ingénuos.
Quedarla borrado de las memorias el largo historial del origen social
y agrario, del estallido y de la contienda.

678
* * •

El modelo socio espacial del poblamlento rural disperso de laderas,


por m edio de la economía campesina, basado en la pequeña fin ca de
labradores y colonos Independientes, entró en crisis cuando suscitó el
interés creciente de aspirantes exógenos a la hacienda comercial y ex­
portadora. Varios fenómenos complementarlos se sumarian, entre 1945
y 1950, para dar el golpe de gracia a la colonización popular y provocar
su derrota y desbandada.
En primer lugar está el ambiente político mundial, caracterizado
por la política belicista del gobierno de Washington, la doctrina T r a ­
m an del “ primer golpe” contra el comunismo, la expansión del campo
socialista, la formación de los bloques militares, por parte del P en tá ­
gono, y la entrada de Colombia en la órbita político-m ilitar de W as­
hington, lo cual culmina en Bogotá el 9 de abril de 1948 con la Novena
Conferencia Panamericana y la creación de la OEA. De ahí en adelante
la “lucha contra el comunismo” seria una constante para los gober­
nantes colombianos adiestrados en Estados Unidos, empezando con
A lberto Lleras Camargo en 1945 y prosiguiendo con Mariano Osplna P é ­
rez, a partir de 1946. En cierta medida “la violencia” seria la m oda­
lidad endógena de la “ guerra fría", que se desató a nivel mundial.
En segundo lugar, la crisis desgarrando al partido liberal dio lugar
a dos corrientes alimentando a la “rebelión galtanista” y al pequeño
partido comunista. No seria difícil para los conservadores convencer
a sus masas: primero de que los galtanistas eran “ comunistas dis­
frazados” y posteriormente de que éstos, por infiltración, se hablan
tomado el partido liberal. En innumerables casos, declaraciones de
dirigentes conservadores, Jerarcas de la Iglesia, prensa, y hasta repe­
tidas protestas de los mismos acusados, se asocian y confunden libera­
lismo y comunismo. En numerosas expediciones armadas, las bandas
conservadoras fanatizadas actúan “ contra los comunistas rojos que
se tomaron el partido liberal” ; eso seria una constante en el V alle
del Cauca. Los guarismos electorales que se presentan más adelante,
desmienten esta aseveración. No obstante, es cierto que después de la
muerte de Jorge Eilécer Galtán el partido comunista se benefició del
aporte de nuevos militantes, procedentes de las filas del gal tonismo.
De tanto acusarlos, y perseguirlos como “ rojos” , entonces se volvieron
comunistas, denunciados como herejes por la propia dirección liberal.
En una carta de Eduardo Santos a Alfonso López Pum arejo (a b ril 5
de 1953) se evidencia que para la oligarquía liberal el peligro, más
que a la derecha, estaba a la izquierda; el dueño del diario El Tiem po se
asusta frente a “la tendencia de muchos liberales de orientarse hacia
el pesimismo o hacia el comunismo, tendencia evidente, que ya a nadie
se oculta”.
En tercer lugar, cuando Mariano Osplna Pérez reconquista el
poder para el patrido conservador, después de quince años de gobier­
nos liberales, desaloja a éstos de la administración del Estado y los
reemplaza por sus copartldarlos, según una tradición que venia desde

679
la Independencia. Durante quince años hablan afluido a laa goberna­
ciones y a Bogotá, desde muchos municipios y veredas de provincia
quejas de la población de filiación conservadora, contra los vejáme­
nes y atropellos a los cuales la sometían los funcionarlos del bando
adverso, particularmente de la policía municipal. Con la creación de
la Policía Nacional, por parte de Oeplna Pérez, la expulsión de loe
policías liberales después del 0 de abril y la creación de la escuela
Chulavlta (con personal proveniente de las veredas de Chulavo, en
los municipios de Bouvita y La Uvita, Boyacá), este organismo se vuelve
una sucursal del partido conservador y su brazo armado. A partir de
1047 se multiplican las denuncias liberales de exacciones y atropellos,
intimidaciones, amenazas, insultos y destierros; publicados por la
prensa liberal y reunidos en los archivos de Ooltán, provienen de nu­
merosos lugares y muestran otro aspecto de "la revancha"; ahora se
quejan los liberales, victimas de las persecuciones y retaliaciones.
Finalmente todos estos hechos se concentran en un momento
económico mundial, favoreciendo los exportaciones de café colombia­
no, un aumento continuo de su precio en la Bolsa de Nueva York, y
bajo la presidencia de un vocero de la Federación.
En el Valle del Cauca se reúnen todos estos ingredientes y para
pasar del modelo espacial agrario y expansivo de poblamlento al mo­
delo concentrado, de la urbanización; habrá primero que expulsar a la­
bradores y estancieros por medio de una guerra agraria de clases, en el
seno del campesinado de laderas, que durarla veinte años. Con esta per­
fecta "química conflictiva", el Valle serla, a escala nacional, uno de los
departamentos del país (con Caldos y Tollina), donde la guerra agra­
ria alcanzarla su más intensa crueldad y su máxima duración; sus
primeros brotes se evidencian en 1047 y sus manifestaciones tardíos
persistían en 1008.
No es objeto de este ensayo el examinar los pormenores anecdó­
ticos del conflicto, los cuales se encuentran en numerosos escritos,
oriundos de las más variadas ópticas. Sólo se quiere aquí destacar
algunas consecuenlcas sociales y espaciales de esta arremetida contra
el campesinado. De heoho, en el Valle, con la política de "sangre y
fuego" se despoblaron sistemáticamente todos los coserlos y aldeas
surgidos de la colonización popular de vertientes y se vaciaron exten­
sas zonas rurales, mientras el corredor central y su cadena de centros
urbanos se hinchaban, bajo el Impacto de loa éxodos procedentes de
las laderas. Sometido a este brusco golpe, se reventó el sistema urba­
no del periodo anterior; bajo la presión cuantitativa demográfica
numerosas localidades alcanzaron una categoría superior y se convirtie­
ron en centros urbanos de otra naturaleza, con problemáticas antes
desconocidas. Ejemplo de lo anterior, serla el surgimiento de un mo­
delo de concentración poblaclonal, tan novedoso como Inesperado,
rompiendo los limites municipales para conformar "manchas urba­
nas" supra-munlclpales, reglones de ciudades y hasta conurbaclones
embrionarias, cuyo asomo se observa en el sistema axial de San Pedro-
Tuluá-Andalucla, en el complejo múltiple Roldanlllo-La Unión-La

680
Victoria-Zarzal, en la localidad "fronteriza" y blmunlclpal de Amalme,
para no citar sino algunos casos; y más que todo se afirma con gran
fuerza en la mancha "metropolitana" en formación de la comarca
Call-Yumbo-Jamundi-Candelarla-Palmlra.

Algunas cifras Ilustran la aritmética de estos cambios y permiten


entender mejor el proceso de urbanización de la población vallecau-
cana. Un primer Cuadro Qeneral extraído de los anuarios del DAÑE
muestra la distribución de la población y su desplazamiento entre los
censos nnctonales de 1938 y 1973,

ponuvcioN n a i. v a m s m i c a u c a

Año T o ta l U rb a n a Jlurnl lu r a t en P o r c e n ta je

1938 613.230 268.788 344.442 56.10%


1951 1.106.927 550.558 556.369 50.28%
1964 1.733.113 1.219.837 513.273 29.61%
1973 2.186.801 1.690.185 496.616 22.70%

Este Cuadro permite medir el ritmo de la concentración urbana


de la población. Como se comprueba, por medio de comparaciones, el
Valle del Cauca es uno de los departamentos del país que presentan los
mayores Indices de urbanización. Por otra parte, el periodo lntercensal
1951-1964 es aquel durante el cual se verifica la máxima aceleración de
la concentración urbana, pasando ésta de menos del 50 a más del 70%.
Desde luego, con la correspondiente disminución brutal de la pobla­
ción rural, la cual baja de más del 50 ol 29.6%. Vale la pena agregar
que una tendencia similar afecta, aunque en menor grado, a los seis
municipios "vallunos" del norte del Cauca.
Un segundo Cuadro Oeneral muestra la evolución de la población
urbana en los 42 municipios del Valle, entre 1938 y 1973.
El Cuadro sobre evolución de la población urbana, evidencia:
a) Salvo algunas excepciones, los máximos aumentos se registran
en 1964 en los más diversos tipas de centros, todos localizados en las
tierras planas, menos Darlén.
b) En casi todos los centros el ritmo y las tasas bajan entre 1964
y 1973 (aunque considerando un periodo más corto) y ciertos centros
presentan un estancamiento, que a veces llega hasta una disminución
absoluta. Casi todos los pueblos de la colonización de laderas presen­
tan esta situación de crisis demográfica.
Estas constataciones nos llevan a las siguientes reflexiones:
1. Sitios y cifras hacen afíleos la testaruda tesis, casando "a la
brava" a la urbanización con la Industrialización.

I
681
IVOU'ClON I » U POBLACION URBANA

Ciudad IMS 1MI 1SM im


Cali I1 3 M 341.357 618 215 898 253
Alcalá 1.707 2.736 4 196 4 980*
Andalucía a m 2.749* 5.775 7 446
Ansermanuevo 3.195 4.175 3.510 6.142*
Argelia Corregimiento 3.339 3.845*
Bolívar 1,934 1.193* 3.234 3 085*
Baeaa ventara 16 347 25 087 70 079 115 770
Boga 19.595 32.016 65 535 71.016
Bugalagrande 1.768 2 406 5 787 7.496
Calcedonia 5.239 10 681 18 327 23.567
Dar!en Corregimiento 2 537 6 117 4.422*
Candelaria 1.300 1 970 5.417 8.773
Cartago 14.750 31 051 58 682 69 154
Dagua 1.173 3.114 4.635 5.392*
El Aguila Corregimiento 1.442 2.477 2.880*
El Cairo 1.700 3.103 3.267* 3.751*
El C erillo 3.422 4.756 12 200 17.357
El Domo Corregimiento 4.460 3.947*
Florida 2.980 5.319 12 175 22.400
Ginebra 2.339 2.658* 3.416 4.097*
Gnacari 1.516 3.186 6.447 8.771
Jamundi 1.716 2.161* 5 693 12.941
La Cumbre 1.619 1.627* 2.357* 1.798*
La Unión 2 652 4.565 8 223 9.918
La Victoria 2.234 2.305* 7.236 7.519
Obando 1.364 1.780* 3.921 5.189
Palmita 21.235 54.293 106.502 140.481
Pradera 3.511 6.092 11.223 15.732
Restropa 2.314 3.130 4.066 4.468*
Rioírlo 1.313 1.461* 1.646* 2.548
Koldanlllo 3.183 4.630 9 212 12.112
San Pedro 677 993 1.527 2.192
Sevilla 10 450 17.210 26.757 31 143
Toro 3.102 3.855* 8 812 9.437*
Trajin o 2 466 4.935 6.703 7.688*
Tuina 12.017 28.715 56.539 86 736
Ulloa 2.110 1.605a 1 407* 1.500*
Versalles 1.940 3.536 4.526 4.343a
Y o toco 1.622 1.667* 2.430 3 116
Vijes 2.088 1.794* 2.047* 2.549a
Tam bo 2.471 4.211 15.270 28 011
I Zarsal 4.267 7.395 17.768 21.370

Nota: Pora facilitar el análisis de este Cuadro, se complementó con dos ¿húbolos gráneos.
—Ca letra reforzada lnegrilla) m Indican las aumentas más espectaculares.
—El asterisco 1 *1 Indica las disminuciones en cifras absolutas, y algunos aumentos
Infimos, o casi nulos, y por debajo do la tasa normal de crecimiento vegetativo, sea
revelando un estancamiento y una baja relativa de población por emlgrac-ón.

682
2. N o obstante, los casos de Cerrlto, Pradera, Florida, Candelaria
y P a lm ita Ilustran, con el tipleo caso de Amalme, cómo se benefició la
agro-indu stria en el óptimo periodo del máximo desarrollo Industrial
asucarero, que se articula con el bloqueo a Cuba, por parte de W as­
hington, en los aftas 1959-1960 Por lo tanto, no crecerla mucho el pro­
letariad o Industrial urbano, pero tendría un desarrollo espectacular el
agrícola, de la agro-industria, nutriendo el surgimiento de un nuevo
Upo de núcleo: el pueblo campamento de Ingenio.
3. Este poblado puede considerarse como la expresión Indígena
de la "teoría de la locallsaclón" de Alfred Weber, o sea el ubicado es­
tratégicam ente en la dimensión territorial de un determinado esque­
ma producUvo, en busca de la máxima racionalidad de los costos y
de un sistema de relaciones, con mínimas distancias entre m ateria
prim a, transform ación, mano de obra y consumo.
4. Igu al a lo que Iba ocurriendo en el resto del país, la urbanlsaclón
de la población no opera en forma concentrada sino, por el contrario,
de m anera dispersa y regada; es decir que no lmpacta a un centro en
form a privilegiada y exclusiva, sino que se atomiza en numerosas lo­
calidades de la red urbana regional.
5. A pesar de guarismos espectaculares en Cali, otros centros me­
nores crecen entre 1951 y 1964 a un ritmo Igual, es decir, con análoga
tasa anuaL Este es el caso de Candelaria, Cerrlto, Florida, Jamundl,
y La Victoria.
6. Pero este mismo caso de La Victoria muestra un poblado que
se estanca, demográficamente, en el periodo siguiente. Ilustrando el
caso de localidades que recibieron de manera provisional un flu jo Inm i­
gratorio, que no se sedentarlsó y se mudó más tarde.
7. Siendo que la concentración urbana de la población actuó en
detrim ento de la montafta y “en beneficio" del plan, el fenóm eno pre­
senta una marcada dirección geográfica, o sea desde arriba hacia
abajo.
8. El despoblamiento en las laderas no sólo afecto a las cabeceras
de los municipios cafeteros, sino a cantidad de núcleos veredales en
tránsito hacia la configuración de nuevas unidades territoriales de
sectortzaclón administrativa; asi se detuvo un proceso de m unicipali­
zación antes de su culminación. Las localidades de Ceylán, Barragán,
G alicia, Mlravalles. La Moralla, La Marina y Monteloro, El Cebollal,
San Antonio, Samarla, Aures, Cumb&rco, El Billar, Ve necia, Andiná-
polls. El Naranjal, La Primavera, La Habana, La Magdalena, Betanla,
Salónica, Fenicia, La Tulla, Cristales, Lituanla, Tenerife y La Floresta
vieron asi frustrados su desarrollo y sus aspiraciones.
Otras cifras evidencian el beneficio político que sacaron de la ope­
ración de desalojo sus Impulsores. Se trata de las jornadas electorales
del periodo 1945-1949; se presentan a continuación los cuadros re fe ri­
dos a las elecciones municipales de 1945, presidenciales de 1946, m u­
nicipales de 1947 y presidenciales de 1949.

683
K U C C lO S ti r u u rC M C U A L U M I X IC IP A U S KK CL V A lU . O C TU B R E ! OK IMS

OMM Liberales t»«n r»i< in i CMMBMM

Cali 6 700 3.983 1.026


Aléala 1.190 262
Andalucía 786 652
Anserruanuevo 2.355 1.573
Bolívar 1.231 976
Buenaventura 1 699 521 107
Buga 2 124 1.270 178
Bug&lagrartde 1.654 I
748
Calcedonia 1.561 1.056 121
Calima (Darlén) 624 591 I
Candelaria 986 236
Cartago 1.653 914 88
Cerríto 927 581 8
Daama 1.404 624
Florida 1.023 753 92
Oaacarl 1.513 626 90
Jamandi 1.064 220
La Cumbre 674 259
La Unido 176 706
La Victoria 338 670
Obando 966 319
Palmita 3 636 1.701 328
Pradera 964 494
Restrepo 934 810
Riofrto 1 612 968
RoldanlQo 1.635 2 411
San Pedro 736 283
Sevilla 1.788 1.779 260
Toro 2 025 1 301
Trulillo 1.788 1 084 56
Tuina 3.606 1 921 •«#
UUoa 616 443
Versal!es 1 506 1 216
VIJes 588 435
Yotoco 692 226
Yambo SIS 234
Zonal 1 882 627 28
Totales 54.141 33.478 2 455
CMito Kl Srtrtir, c«k " «• >Ma — -------- 1

684
YoT*cio(r*s km los acMsnnos *KL v u u p o u r u s o m i
OS LA U P tlU U . MATO I M IM

M a M p lN Tortas

Cali 9.145 6.064 9.265 24.474


Alcalá 997 937 110 1.544
Ansermanuevo 2 367 2.443 901 5.611
Andalucía 907 583 335 1.714
Bolívar 1.491 906 1.090 3.487
2 790 3 286 436 6.512
Buga
1.941 468 2.751 4.560
Buenaventura
955 is a 3 594
Bugalagrande 1.291
1.722 2 400 119 4.311
Calcedonia 2 028
494 1.182 352
Candelaria 4.974
1 991 895 2 148
Cartago 2.353
994 419 940
Cerrlto 1 712
744 413 506
Darién 1.237 3.181
1.114 730
Dagua 1.195 2.506
979 332
Florida 1.764 3.137
1.07» 294
Guaeari 1 «71 1 076
504 103
Jamundl 294 1.915
1 602 29
La Unión 528 1 484
669 287
La Cumbre 77 1 8U
1 235 509
la Victoria 409 1 792
497 896
Obando 5.107 10 279
3 413 1.740
Palmira 1 246 1.357
909 201 1.993
Pradera 539 498
Restrepo 956 202 3.147
1.141 1.703 4 884
Riofrto 527 1.298
Roldanlllo 3 059 668 1 356
419 266 6 431
San Pedro 3179 483
2.769 965 3 963
Sevilla 1.116
1.893 2 690 8 966
Toro 2-945 4.020
331 966
Tuluá 1.U9 1.617
914 117
TrajiUo 366 4.430
464 1.962
Ulloa 306 263 983
Versalles 55 424
504 173 1.131
VUes 400 559 1.191
Yumbo 240 591
362 93» 3 836
Yotoco 1.135
961
Zarrai 143 998
40 077 45 806

6S5
RLRCCIONRS PA R A CONCR4ALRS MUN1CIPAI.RR KN R L V A L L R ,
OCTUDRR B D I 1047
Liberal** Libérale*
Ciudad dlrect. ilion Cnneervadore* CoituinlfttH.t

CaU 14.033 1.222 8.540 530


Alcal& 1.128 382
Andalucía 870 611
Ansermanuevo 2.018 1.838
Bolívar 2 005 1.701
Buenaventura 2.301 188 081 10

Buga 3.313 2.403 48


Bugalagrande 2.115 37 1.134
Calcedonia 2.104 1 .1 1 0
Calima (Darlén) 1.010 802 100
Candelaria 1.408 371 8
Cartago 2.758 410 1.634 33
Cerrlto 1.370 1.046 8
Dagua 1.015 120 1.078
Florida 1.640 804 8
Quacarl 1.338 336 11
Jamundl 608 814 305
La Cumbre 000 603
La Unión 318 1,280
La Victoria 307 1.038
Obando 721 332
Palmlra 6.030 07 2.870 104
Pradera 1.500 800
Restrepo 1.171 005
Rlofrio 1.504 1 .0 2 1
Roldanlllo 1.586 2.423
San Pedro 028 423
Sevilla 2,008 402 2.136 04
Toro 2.178 1 013
Trujlllo 701 475 1.108
Tuluft 4.216 2.855
Ulloa 371 488
Veraniles 1.082 1.414
VIjes 388 421
Yotoco 777 324
Yumbo 058 140 371
Zarzal 2.072
___ 083 37
Totales 75.148 3.005 48.747 070
F
rúllshli
e n loi IRt HalRflMii CaU, octubre 7 da 1MT
I Relator,

686
RLRCCIONRM I'RRSIDRNCIALRI, NOVIRMHRR 17 OR IM»

Ciudad Conatrvadorot, Laureano OOmoa

CaU 12.832
Alcalá 833
Andalucía 1.317
Ansermanuevo 4.233

Bolívar 802
Buenaventura 1.732

Buga 3.217

Bugalagrande 2.200
1.408
Calcedonia
610
Candelaria
2.438
Cartago
2 083
Cerrlto
1.460
Darlón
1.214
Dagua
3.213
El Cairo
1 288
Florida
1.606
Ouacarl
602
Jamundf 1.120
La Cumbre
3.004
La Unión 3.088
La Victoria 842
Obando 4 400
Palmlra 1.188
Pradera 2.423
Restrepo 3.300
Rlofrlo 4.728
Roldanlllo 381
San Pedro 3.000
Sevilla 3.703
Toro 3.400
Trujlllo 6.883
TuluA 1.035
UIIOB 4.738
Versalles 777
V IJ c s 334
Yotoco 613
Yumbo 1.064
Zarzal
82 846
Total
I h0vl#m br. * |WI1
mcntei «i a*'*wr>c*11 087
Como es de regla general, se examinó cada cuadro por separado
y luego se hicieron comparaciones entre todos, pero considerando
ciertos hábitos del electorado colombiano, como aquel que consiste en
dar más importancia a un presidente que a un concejal. De tal modo
que en las elecciones municipales del mes de octubre de 1945 los vo­
tantes apenas llegan a 90.000, pero seis meses después, en la contienda
por la presidencia de la república la masa electoral crece en un 50% y
se acerca a 144.000 votantes. No obstante, subiendo la tensión, en las
elecciones municipales de 1947 votan cerca de 129.000 vallecaucanos.
Una primera constatación se refiere a la superioridad numérica
constante de la votación liberal, a nivel departamental. También lla­
ma la atención el hecho de que en las elecciones presidenciales del
aflo 46, Jorge Ellécer Gaitán obtiene una votación superior a la del
candidato oficial del partido liberal, pero pierde este multitudinario
apoyo a nivel municipal y los “liberales disidentes” , un afio después,
no llegan a 4.000 votos.
Se manifiesta una densa masa galtanlsta en los principales cen­
tros como Buenaventura, Cartago, Palmlra, Tuluá y, desde luego, Cali;
por el contrario, es casi Inexistente en Buga. En centros menores se
observa una abundante votación galtanlsta, como en Zarzal, Roldani-
11o, Versalles, Toro y Trujillo, lo mismo que en Guacarl, Jamundl y
Dagua; escasea en Sevilla, Calcedonia, Tumbo, Obando, L a Unión,
Riofrlo y La Victoria.
En cuanto a la votación conservadora, llegando a un máximo de
58.000 votos para la elección de Mariano Osplna Pérez, pero bajando
a 48.000 en octubre del afio 47, sube de manera Inexplicable a cerca
de 83.000 votos para elegir a Laureano Gómez. El Relator del 7 de
octubre de 1947 se alegra en su primera plana, asegurando que los
conservadores, a nivel nacional, apenas dominan 266 concejos mien­
tras el partido liberal logró la mayoría en 423 municipios. También
comuara los resultados con aquellos del 5 de octubre de 1945: el libe­
ralismo pasó de 54.141 votos a 79.983 y el conservatismo de 33.478 a
48.747; es decir, que los primeros ganaron 25.000 votos y los últimos
apenas 15.000. El partido comunista registra una baja de la mitad
de sus 2.455 votos del afio 45 apenas le quedan 970. Haciendo
un chequeo de una fecha a otra, se observa la constante de un
dominio de las ideas conservadoras en algunos municipios, como son:
La Unión, Roldanlllo, Versalles, Vijes, La Victoria y Ulloa.
Entre 1947 y 1949 el hecho más notorio es el aumento generalizado
de la votación conservadora; salvo un par de excepciones, este auge
se produce en todos los municipios del departamento. En Cali el aumen­
to alcanza el 50% de las cifras anteriores; llega hasta la duplicación
en Alcalá, Ansermanuevo, Andalucía, Buenaventura, Bugalagrande,
Cerrito, La Cumbre, La Unión, Obando, Restrepo, Roldanlllo, Toro, Tu­
luá y Ulloa. Se triplican los conservadores(<lgodos” ) en L a Victoria
Trujillo, Versalles, La Unión y Riofrlo; en Guacarl el electorado con­

688
servador de 1947 se habla cuadruplicado en 1949. En dos años se habla
logrado (por lo menos en las urnas) lo que algunos aún llaman “la
conservatización del Valle".
Mientras tanto, en los campos, dada la relación de fuerzas y el
dominio conservador del poder, la mayor parte de las victimas de "la
revancha” fueron liberales. Pero una ampllla "región social" resultarla
afectada en mayor o menor grado por el acontecer: peones y terraz­
gueros, jornaleros, labradores, aparceros, arrendatarios, finqueros mini-
fundlstas, mayordomos liberales de un hacendado conservador (o vice
versa), medianos cultivadores de pan coger y pequeños plantadores
cafeteros, grandes hacendados ganaderos, arrieros y transportadores,
artesanos pueblerinos, población terciarla aldeana o veredal del pe­
queño comercio o de la administración local, es la totalidad del universo
social rural que seria trastornado por esta guerra prolongada y pade­
cerla los éxodos masivos hacia las ciudades del plan del Valle. Según
los cálculos de Carlos Lemolne, en el Valle serian "expropiadas" 98.400,
familias de agricultores, lo que equivale a situar entre 600.000 y 700.000
el número de fugitivos, sin contar a la población no campesina.
En estas circunstancias se logró un dominio del partido conserva­
dor en numerosas comarcas rurales, pero se acumularon en los centros
urbanos del corredor las masas liberales perseguidas. La urbanización,
en gran parte, serla obra de las masas liberales exiliadas y este partido,
desalojado de los campos, buscarla una temprana reorganización en
los centros, donde llegaban los refugiados.
Un tercer grupo de cifras se refiere al comportamiento de las
tierras agrícolas y a la producción cafetera. Un primer Cuadro crono­
lógico y de síntesis muestra la evolución de cultivo del cafe en el Valle
del Cauca, entre 1925 y 1970, basado en los datos de Monsalve y luego
en los censos de la Federación.

Hectáreas de cafetales N úm ero de explotaciones


Año (en cifras redondas)

1925 6.000 3.000


1932 38.000 20.069
1955-56 94.000 23.900
1970 127.000 17.300

Estas cifras globales evidencian: en primer lugar el carácter popu­


lar de la pequeña finca cafetera en los periodos iniciales intercensales
y el vuelco que se registra en el último, caracterizado por la disminu­
ción de flnqueros, el aumento de las superficies sembradas y la con­
centración de la propiedad.
En 1970, con el 13.5% de la producción nacional, el Valle superaba
al Tolim a (12% ) y llegaba al tercer puesto, después del antiguo Caldas
(27%) y Antioqula (16% ). Ahora bien, examinando la evolución del

689
cafeto en los distintos municipios se registraron, primero las cifras
de 1932, según el censo publicado por la Federación en febrero de 1933.
Se menciona un total de 20.069 fincas, de las cuales habrían más de
mil en cada uno de estos municipios: Ansermanuevo, Candelaria, Da-
gua, Sevilla y Tuluá. Se cultivan 59.746 fanegadas, destacándose la
superficie alcanzada en Ansermanuevo (4.035), Tuluá (3.494) y más
que todo Sevilla (7.097). El total de cafetos sembrados supera a los
5.000.000 en Sevilla y es superior a los 2.000.000 en Ansermanuevo, Cal­
cedonia, Candelaria, Pradera y Tuluá. Del total de las propiedades
18.477, o sea el 92.07%, son inferiores a 5.000 árboles; son 1.514 las
propiedades cultivando entre 5.000 y 20.000 cafetos y representan el
7.54% del total; apenas 78 explotaciones, es decir el 0.39%, tienen más
de 20.000 árboles, de las cuales sólo cuatro (en Pavas, Pradera, R lofrlo
y Yotoco) son mayores de 100.000 matas. Todos estos datos evidencian­
do el carácter marcadamente popular y minlfundista de la finca ca fe­
tera de laderas.
Del censo de 1970 se ha extraído este Cuadro, de los municipios
con máxima producción:

Producción anual
Municipio Hectáreas en cafetales (en kilogram o*)

Sevilla 14.972 10.417.488


Ansermanuevo 9.725 5.639.834
Calcedonia 9.005 7.661.740
El Aguila 8.018 5.376.813
El Cairo 6.956 4.047.869
Tuluá 6.459 2.058.277
Trujillo 5.337 4.399.778
Rlofrlo 5.133 2.468.722
El Dovio 4.252 1.882.763
Obando 4.098 2.680.248
Argelia 3.976 2.792.881
Alcalá 3.287 2.938.305
Yotoco 3.251 1.790.711

Aunque con extensiones menores, superan al millón de kilo­


gramos los municipios de Bolívar, Bugalagrande, Cartago, Dagua, La
Victoria, Restrepo, Toro, Ulloa y Versalles. Más que la geografía cafe­
tera del Valle, lo que acabamos de establecer es, a nuestro modo de ver,
el mapa de “la violencia” en la reglón; es decir, de una guerra agraria
de clases, conclusión para nosotros inevitable del gran movimiento po-
pular de colonización de vertientes del periodo anterior.
Un Cuadro referido a la evolución general de la propiedad y de la
extensión superficial de la agricultura, entre 1960 y 1971 (fuente, el
DAÑE), aporta en los mismos muniepios la siguientes cifras:

690
Núm ero de explotaciones Superficie en hectireas
Municipio 1940 1971 1940 1971

Sevilla 2.020 1.756 40.893 56.874 + 39.1%


Ansermanuevo 1.508 857 28.527 28.853
Calcedonia 950 730 16.578 18.176
El Aguila 1.211 861 15.288 14.046
El Cairo 1.505 990 21.183 21.423
Tuluá 2.513 2.370 68.368 74.728
Trujillo 1.052 955 15.895 25.506 + 60.5%
Rlofrlo 1.174 950 25.278 26.984
El Dovio 1.436 934 28.779 27.710
Obando 1.067 784 20.664 23.150
Argelia 891 630 8.811 9.792
Alcalá 661 588 6.947 6.400
Yotoco 947 849 25.343 30.746 + 21.3%

Totales 16.935 13.254 320.554 364.388

Terminando la confrontación, en una sola década disminuía el


número de explotaciones en un 20%, mientras su extensión crecía en
un 14%.

En 1944, la misión cartográfica de la US. A ir Forcé efectuó un vuelo


fotográfico sobre la totalidad del Valle. Realizó levantamientos análo­
gos en varias fechas posteriores, por ejemplo en 1957,1963, 1968 y 1972.
Con esta secuencia de fotografías se puede complementar la inform a­
ción del DAÑE y comparar los aumentos demográficos, con la dilata­
ción física de las localidades. La confrontación no deja dudas al
respecto: en el Valle del Cauca, como en el resto del país, la concentra­
ción urbana de la población no seria centrada en un polo único, sino
regada y atomizada en el conjunto de la red existente. Además, los pri­
meros análisis comparativos nos llevan a una constatación, con la cual
tomarían nuevo rumbo estas indagaciones: no hay una relación mecá­
nica entre crecimiento poblacional y la expansión física-urbana. Y por
otra parte, considerando una determinada gama de ciudades, se obser­
van varias modalidades de crecimiento, diferentes de un centro urbano
a otro.
Partiendo de estos nuevos Interrogantes y acudiendo a un amplio
grupo de medidores, se pudieron establecer las distintas modalidades
de crecimiento urbano que operan, por ejemplo, en Cartago, Puerto
Tejada, Buga y en forma comparable en Tuluá y Cali. Resumiendo:
de la “ relación de fuerza” y del grado de equilibrio existente en la
frontera urbana entre las perspectivas de la renta de la ciudad y de
la agrícola, en gran parte depende que las tierras laborables circun­
dantes, se integren o no al perímetro urbano. Es decir, que aquí radica

691
I

1
T a la * . lM * - im

692
el factor principal que va a Incidir poderosamente sobre la form a
urbana y su textura. En ciertos casos (como se señalaba brevemente
en un capitulo anterior) las tierras agrícolas periféricas se incorporan
fácilm ente a las funciones urbanas, particularmente los suelos medio­
cres —en términos agrológlcos— o aquellos dedicados a los potreros de
ganadería extensiva. Lo que tendría dos consecuencias urbanísticas; la
dislocación de la ciudad y la desintegración de su perímetro, vale decir
la pérdida de su homogeneidad y su expansión desmesurada pero des­
garrada, y también una disminución de la densidad territorial urbana
anterior. En otras circunstancias, las tierras se resisten al cambio de
uso y se mantiene su '‘vocación” agrícola, en razón del alto valor co­
mercial de su producción: la ciudad se compacta y se rellena la trama
existente. Varias consecuencias se advierten entonces, entre las cuales
sobresalen la densificación residencial exagerada hasta el extremo, la
compactación de lo construido y unas condiciones habitacionaies m ira-
humanas, surgiendo la subdivisión Interior, la reducción de los lotes,
la construcción en dos pisos, el Inquilinato, el subarriendo y una máxi­
ma promiscuidad. Además, surgen penurias de servicios púdicos por
recargo de las redes Instaladas y una marcada carencia de predios,
para ios nuevos equipamientos comunales necesarios.
Es asi como dos ciudades vecinas, .con un crecimiento demográfico
de la misma Intensidad y en la misma época "tendrían un modo de
expansión física distinto. En Buga los aumentos poblaclonales de las
décadas del 40-50 y 60 se absorben de manera racional, por medio de
una extensión hacia el norte de la traza anterior, pero en forma pro­
gresiva, orgánica y sin romper la unidad de la forma urbana. En esa
época las tierras circundantes tenían un alto rendimiento comercial,
abasteciendo varias empresas urbanas de la Industria de aceites. En
Tuluá la especulación que se desata sobre las mediocres tierras sub­
urbanas de los ríos Tuluá y Morales, Inundables y pantanosas, actúa
contra su uso en pastoreo y a favor de los usos urbanos. Varios gana­
deros de la periferia urbana — y más que todo un usurero que venia
comprando tierras agrícolas "fronterizas", con el único fin de esperar
la presión urbana para especular con ellas— se enriquecen con la
construcción de nuevos barrios y éstos, surgiendo de manera anárqui­
ca, descuartizan la forma urbana anterior convlrtléndola en mancha
inorgánica de tipo "retazos". Se pasó de una estructura urbana racional
y progresiva a la amorfía. En varias ciudades del país ocurrió un fenó­
meno parecido de crisis de la unidad de la forma urbana, muy notable
en la periferia de Cartagena, Ibague, Armenla y Manízales, entre otra*.
Con el fin de profundizar esta cuestión, se hizo en 1976 un estudio
de la gama de densidad en las 42 cabeceras urbanas, de los municipios
del Valle del Cauca. Se acercaron dos variables en forma sincrónica,
es decir tomando las fotos aéreas de los perímetros correspondientes
al vuelo de 1972 y los datos del censo nacional de población de 1973.
Una vez medida la superficie de cada localidad, se pudo calcular su
densidad residencial nocturna en general.

693
"\s

M anlw ües, itM -lV IO

694
Se encontraron tres tipos de densidad:
— Bajas, o sea aquellas inferiores a 70 habitantes urbanos por
hectárea. Esta categoría agrupa a numerosos centros rurales o semi-
rurales tradicionales, en donde el poblado crece sin mayor dificultad
sobre su entorno, por medio de solares amplios y de la construcción
en planta única.
— Medianas, o sea aquellas entre 70 y 90 habitantes por hectárea.
Se encontró aquí un grupo de localidades, en las cuales actúa una re­
ducción del solar y se manifiesta una tendencia tímida a la construc­
ción de dos plantas.
— Altas, o sea entre 90 y 110 habitantes por hectárea. Aumentando
la tendencia anterior, varios centros llegan a estas densidades como,
por ejemplo, Cartago, Calcedonia, Cali y Palmira.
Para asombro, esta gama resultó insuficiente y tocó agregar una
categoría de densidad muy alta; resultaron en este grupo la mayor
parte de los “ pueblos cañeros” del sur del departamento: Pradera, El
Cerrlto, Candelaria, Puerto Tejada y Florida. Se registraba en Cande­
laria una densidad nocturna urbana de 148 habitantes por hectárea;
llegaba a 152 en Puerto Tejada y subia a máximo de 165 en Florida.
Todos rodeados y asfixiados, por el pudiente cerco de la caña de azúcar.
Estudios posteriores para descifrar esta “ anomalía’’, demostraron
que diversos factores sociales colocan en estos poblados a una pobla­
ción destechada fuera del mercado normal de la vivienda y que las
modalidades del alojamiento presionan hacia la compactación, bien sea
por subdivisión interior, por el hacinamiento en los Inquilinatos o por
duplicación de la densidad inmobiliaria, con la adición de la segunda
planta; pero que el valor agrícola de los cañaduzales, sitiando a estas
localidades impide el crecimiento del poblado, siendo que no hay com­
petencia posible entre una renta urbana sumamente ilusoria para un
inversionista y la alta “ renta” del cultivo de la caña. Asi, y por medio del
hacinamiento de las construcciones y de los habitantes, en la textura
urbana existente se alcanzan estas altísimas densidades residenciales.
Es en Puerto Tejada donde se pudo registrar la máxima expresión
de esta compactación. Los mapas que se presentan (ver más adelante)
muestran cómo una población que no pasaba de 5.000 personas, tuvo
que hacinarse desde los años 38-40 en un espacio urbano exiguo, prác­
ticamente cercado por los potreros de los hatos. Los comuneros del
norte del Cauca llevaban dos siglos de combates contra sus explotado­
res, pero salieron derrotados de la guerra agraria en los años 1940-1950,
vencidos por la pujante agro-industria azucarera moderna. Algunas
consecuencias se registran en el censo agropecuario del departamento
del Valle, realizado en 1959; se registraron entonces 11 explotaciones
agrícolas de más de 2.500 hectáreas, totalizando 52.000, expresándose
aquí la absorción del mlnifundismo del "plan", por la gran Industria
azucarera. Y también se censaron 26.509 explotaciones inferiores a 5
hectáreas, totalizando 46.000, con un promedio menor de 2 hectáreas.

695
1943

1966

677

f x rt» m i iw » » »*”

6 9 6
Desalojado* poco a poco de sus parcelas sembradas con platanales
y cacaotales, los labradores expulsadas pasaron a th rlr “a l puerto**.
Allá la gente se Iba hacinando, pero nadie en las alcaldías de Popayán
y Bogotá se preocupaba por ellos. Entonces foe cuando tuvieron que
revivir sus antiguas tradiciones de protesta colectiva y de "expropia'
clon de los expro piadores". A p a rtir de los aflos setenta Puerto Te ja d a
ae to m o el más com bativo t o c o de protesta urbana, a todo lo largo
del valle del a lto Cauca. Manifestaciones y paros cívicos se fueron
sucediendo, durante aAos, para denunciar el abandono y las m últiples
penurias de la d u d a d . Frente a la negativa de los ingenios para ceder
cuatro o cinco plasas destinadas s la vivienda de estos destechados,
u n día cualquiera m uchos de ellos salieron de sus cuartos, de sus tu ­
gurios, de las pocilgas inm undas de las Inquilinatos y llegando al lin ­
dero de la d u d a d los corteros rosaron calla aquí por últim a vez.
construyeron ranchas y del cafladusal surgió un barrio. En septiembre
de 1984, en Puerto Te ja d a como en muchas ciudades de Colom bia, se
forjaba una triste tra d ición : todo barrio nuevo conquistado a la brava
p or los destechados, tiene que pagar prim ero la "cuota In ic ia l" de un
m uerto. Entonces el cerco se estrechó, en 1965 se registró en “e l puerto"
una población de 26.463 habitantes. N I siquiera se habla duplicado
el perím etro del poblado de 1938. con sus 5.000 moradores.
U n caso bastante parecido Ilustra la m anera como en Palmirm los
dueños del Ingenio E l Papayal se negaron a ceder, en la frontera
urbana, tres o cuatro hectáreas de cañaduzales, que necesitaban cen­
tenares de fam ilias de obreros cañeros para construir sus viviendas. Aquí
tocó abandonar notarlas y bibliotecas y acudir si testimonio oral, para
tra b a ja r con el invaJuabie tesoro del archivo vivo. Es un veterano sin­
dicalista. obrero de la caña y pionero organizador del frente de lucha
por la vivienda, quien hace este relato:
Tengo 59 años y nací en Y oloco donde me crié. A loa 19 años me fu i
para Zarzal en donde me quedé cinco afioa. Luego me pasé a C ali donde v iv í
como tres afina y por fin me radique en Palm ira hace 34 afioa, en e l 46. Siem ­
pre trabaje en la caña y vivien d o en loa cam pamento» de loa ingenio», ain
casa propia. T ra b a je en las laborea de campo, siem bra, corte, o com o alzador.
También en la m olienda, en la fábrica.
Trabajé en R iop aila cuando cataba en Zarzal, en M eléndez cuando v iv ía
tfl Cali; en tre e l 46 y e l 49 trabajé en La M anuelita. derpuéa elaborando
panela en trapich e» paneleros, uno que queda en Boyará que ea un corregi­
miento de Am aim c, luego en San Antonio, deapuéa en otro que queda aqui
cerca en Barrancas, luego en el ingenio E l P ap ayal Vea. la Unica libertad
que tiene a l obrero ea la de cam biar de patrón; de un patrón a otro
En e l 80 m e vinculé ron el m ovim iento sindical Fui activo del sindicato
d e t r a b a j a d o r e s d e l P a p a y a l luego fiscal y después tesorero E l m ovim iento
de d e s t e c h a d o s em pezó en el 70 Se form aron loa prim eros com ité» y loa prim e­
ro» cinco c e n t r o » de la seccional de Provivien da en Palm ira. Este mismo afio
d e l 7 0 htrim oa una t o m a de tierras en donde ea boy el Bosque M unicipal.
E s t a t i e r r a l a ocupamos a las ocho de la noche, unas m il persona», a una cua­
d r a d el b a t a l l ó n de ingenieros Codazzi. Y a las dos de la mafiana fuim os desa­
lo ja d !» p or la P olicía ; pacificam ente pues
E n t o n c e s em prendim os unas negociaciones de tierras en un sitio que llam an
la V u elta d el D iablo; pero las obstaculizó e l m unicipio, diciendo que no se
podía c o n s t r u i r vivien d a por s e r z o n s Industrial. C oa este pretexto la alcaldía

©97
f ti ta jw ta w ir* «m» aanpaMta» Mi «fea»«» 4» i» ***** 4«P M N M » a* «i
* * M l y ta en fatata*., UftMta innm Dm * m m «mi» o **m» pata da***-
#Nm «Mi yttac* í-f % írti-í-is, (tanoa* ta «M mmnmi «m í* 4a* 4Ím m i «i femó*
* <* 4k «O* t .« ta «■ **<• I* «¡&M * ai tofef&fc. * ** *» 4i« *M » - M ita*
«fMMMitat
ta** on *4 ti feataaten mm * mo » iv »* *■ * * m m * m «iM n a » • «ama «a
«•«ata»» 4» S» » » » • « » A m m m «I M «ta »*■ n *»■ i MI <4* * • « * . , M m»
» *■ * a** •■’■ *«* «• ****• ***« «ai rrw tntw **» « » .*• *«%* ta n » /••* 4*4 ¡*>
ps^»“ ItapMSl Lo* taaMn* hmmwm l«M »i0Mta «aa**»**»* 4*> ta í^f-:->:•«.
4m*M|*4m * ta t a i » m b ta p ata*» «m u ***, m i y»»ua»» 4‘**» «ana
m m m m n» Imam «patata» atan tarta* a»» « a » «ta Imo * «paa ta**taa
)M MÜRMM CMm 4* «MM*n*r>« 4» arta?**» M» « M M a»OM • M MMfeO*
r t a * » lta**4*a a a i O— M 4a Ow i i i f «Mb]|IMM4 » f » MI tataMMl
y » t a n * » la» m *i4mm4h m m j m * * m ém n o » » m m a M » a
4mi w w *, « 4» mi ta pmtaaittlMto 4* Vntan»
Ctar» «• » 4»M*ta 4a * M 4 » «-•««** q m m m 4ta ta «a*r«Mn ta M i
M MMMMIM V «• 4» ta MOMItan» IMta «wMMM» M «MMf«Ía«M
i t a i a ii • * ta imm»» 4» •* m an ta t a * m m « a » fe* Pm imwm «atanar
«*•*• mm»»* 4» feto* C ta» «• » totano» «m i ia ptai» «m » ta* ■»■"— y 4m 4 »
4méo aai Minar» ama» 4* H M ***** 1 ---i - -= - - «tafeor»-
•n » p tm m r ta» pw nm»a»M *• «m m »*» ta*» -■•-■•**?--■• « n m m m
m ta «M ilita «a» «n* t &*&*-m «tan» «i M ale tawMHi Vfeanta mm
«rc^taatata * v> ptai* a**» qpe» *'*•■-'■*.«■ ? n * ». tornead «ana «MOtaaata*
m mm » »■» • » ta atan» • m m mm» «m taMta» «4 ta* tata» * * » ** m m i
mm****» p*<« «Mta «*«*.•»*« « nMMMM* t a n t a «sfcss á M Ü *«w*'«MO p »
M*4» «Ul ita ta t a i " Uta tata*», «va m na ** a****- ;*.’■*» «a I » H IMna»
m * i* f 4 m w » i4 » i t » »m4a • » m u m m ^ » ta ■ * » ! « KMtaH*» ' 4ta
■■«aaMain « a M »«iia»« aawwiM f «a <»a»M— ta» u n í * B» |« « mm » Mal
Mal l i i** «aa4» « i« «mum 4 * twm» «Oí » «MMtaaanel «imliak «I «*«*'•■
rtata ai wA4 y- M fl, fea Dala*» » OaU. aatinesi* «m U4m 4a «Ni**., |«Ma»
•a i* •■iwttalUMtaMi1 D w w »k »w>w «fenat <m * Má* al ¿ ■ 4M m m
«M i» 4t reinita A m m m m m é m m m m m m Mm • aanrapta tn tW T » «I fea*
«Mta 4a I» VtaeM i Nfhtata. d «» ta* 4* etam
H a* a a »«w i 4n*M» aM4«a «n w u i n*> «■* aMfeMl««H* • M I» «ta»
«|*aan» Éa «ntatafeaita Ita*» «a * tatan M » raw ei, « « * mm %
»4» Uta» na*
fea» at fevta «Mata «aai HV « mm
Afei*m» m n é t m ttiM k» «ai « a d « pnibio* nüiatw n tá w n m n m
eoMpamntaiato m * f tan ifer 4» la« m u 4» u o p trn a m . Cn rim a .
41 la» feradoa n r m l i v i m m é i i w í «afemi n loa c<ta«4oa 4a i»
(t a * y n a fe«Mfi4a |»*| » m i fw m » m M au tca taileaainw u taaln a
* « 4 4 • • fe«* u n ta» «triaalai K» éactr. q w n <4 «nulo faUéancM
MiertMi ai farad» otiUafl*, por a « u « «na4r»4o, «a tu(arlar « ««pn l 4a
taa pniMua 4» M ttw i «M uam ald qm roda» ti «i pavtmairo a t a M
O w U in ií» «ai 4a nonata ilila M 4 nwado «oano fen Ivn a n n a i 4» t«
M4» «acaia n alan ii notaion o tnunforann lo (ano* a t a n a tartáni
en ai laiaia a ta tM iro jr aiqaUM taim ,

Ptatafeata n «aoapnru * «ata tmantno, pero n e t a n a lo ooottaxto


ta feo fo t «eorrl» «ai N n t e T »)a ia « iodo ««n im io pobUrimnl oo-
Ktapiwi a i m rtmtacita tonuortal nprilor, n u ltn U n d o n nal «no
i inaitad « t a n » «le ta l taje, «tetaprt lofador a 1 M ; jrocadmta del
«t a w * n a M a ata a W k a , Onando «o M aocroaenio Iota U4indu*l jr

006
m fea« m i M U taitef «o pumo an ta Frd mwMa, Mudad blanco, nue­
va p tan pronto daerapita. a pm r t a gigantismo da n t dtmenaianaa,
MtaMtabi «I enaittamb m*«juino da ana prapamn y al raquitismo
da an éwruWa.1ta ta p taina, ni infinita
Bn Mi datado del ctnanaaia la potadcían aumentaba, con una laao
tanta aapaatai ni V% a iniew la del «Manta creciendo con une rata
rao»no del t% N a t a la ola. a» rotataltoó entra tata y 1971 an an 4%
para aoraiataorn largo boato el caneo da IMS. con ano Io m dal S%, an
la aaal «atrio a pradoaalnar al aporta del eredmlento vegetativo.
Aboro Mían, entra ItPt p 1171m .«alo creciendo eon uno rolo rapa*
flor ta •% anata lo población arbana da Gondatada. iomandl y Tombo;
an codo «antro «a dapMd la mora demográfico «o miara oAoe. Lo
intorpretamoi como un indicia de ta tendencia o ta 'matropoltancldn*
odftoada an can, liando «atoa tren locobdodaa loe afuaa de llegada
de «órnenle» moratoria* y . arad» largo, conetrttondo «atoa puabtoe en
‘"botadero*’* da migrantes ral* datar an auburtao* antallando* por te
metrópoli Ata «a rttaambrabo ta conformación da ano reglón urbano
nalUfm ). Be botan aromado ana fenómeno en loa oAo* cincuenta,
«datando ta potrón ireduionnJ europeo dal «tgio XIX, «• datar, por
atadlo da ano «xtenMon Industrio! o lo largo da ta* rio* da comunico*
tadn entra Can p Yanta Itero detenido ta efímero Indualrmllaocldn
botan lita, a» Mspiaito largo roto modalidad atgulando al potrón pro­
pio dal pota, m datar, por raparuión dal pretor tardona Kn primer
lagar Cotí iba o *tM u r" ompllaa ronoo da loe territorio* da Polmlro,
iomandl y Candelario poro eataotaro* agalpomlantao nucroe da ca­
rácter Institucional p d» enrargodura regional, el mareado central da
acople P abastecimiento en ftrarro quedad* en Candelaria. «I aero-
paarto on talmln, lo tatemoga» an Uuaorlo y fraguado hipódromo, po­
ro no talar taño loo ejemplo» ata* vialtare; an cuanto o iomandl, m re-
oonrtrUrta de m ganadería extensiva a ta fundón recreativa popular.
Y no baMo aaearog de tierra* en ta Jurtdlcclón de Cali, alno que *u«
propiatarta* ta* quertao totear o aro* da mayor perspectiva especu­
lativa p Mtosnm. diada w parolu* da mando, an ta gobernación p
an ta alcaldía para carnereada* eon daatlno a ta vivienda. Kn ta
dMatfa siguiente ta ota* dal desempleo secundado suscitarlo, en el
contagia de lo doctrino pon p circo", ta expansión periférica lineal
da «anudadas da negocios reteclonado» eon al o t ío y ta diverdón do­
minical. llevando «I tardado a ser al motor da ta Incipiente conurbo-
OMo iagaia manejando o ProtopoU*. como cualquiera da su* haciendas,
ano redacido oligarquía conformado por cachorreros y vaqueros, más
preocupados par al prado dal café o ta subida del dólar *n Wall Street,
ga» por al aria da Potadriña o da Rambrandt.
Harto 1I8S ta dudad no llagaba a ¡0000 habitantes, reunido» en
un perímetro orbano muy homogéneo y qua no pasaba da mil bactA-
rooo. Contarte rae! ¡00 000 olmo* en IVD y 1070 y con su* suburbios
re «Blandió e cerca da 19.000 nectareos. Kn treinta ota* ta población
bobea crecido nueva vaca» y so tamaño e» habla decuplado. Kn 1640,
alentada par loo promisorios pereptetivos dd plano regulador da

699
V ir a n y S e n .» á c ra ta U raptAa « m lo» potreros periférico* pan- cMn sur"’, pero habto que esperar. ¿Cuánto tiempo? Se forzó este ca­
Im am i y majarnos. en ella te asociaron ana» diez tomate» haeende- lendario Incierto “obsequiando" a te gobernación den hectárea» pura
r u . «rtldartzsda» por la lonja <|oe acababan de crear, listad o el una universidad, que encontró sin dificultad su financiación en Estados
■ c a ra to oportuno, iittr r r a genis] idea de ñamar a an experto Unidos y al alio siguiente la política de la» UPAG» facilitó el arranque
norteamericano y en je guada, con el apoyo d d coronel del alio 40 rad io de loa operativos. Cuando se empezó a baldar en el concejo de confor­
p n e n l y dictador (Oustavo R oja» Ptnilla), condgaieron ana Corpo­ mar un banco de tierras, harta ya un tiempo que la» mejoras tierra»
ración de Desarrollo RegUmaL qae por asedio de an uopoMío especial eran propiedad de los bancos-
bridó sus labore» saneando sa» tierra» ¡na» insalabrea del oriento de GaU se convirtió en metrópoli, pero sin dejar de ser una rudimen­
la ciudad fe en tas propios periódicos de tos Uoreda-Galcsdo qas taria protopol!» y un conglomerado amorfo. Con las falacia» de la
encontramos alguna que otra información al respecloi En 196Ó-1M2 se lonja y de Gamacol Oamando “progreso urbanístico" a toda expansión
recrudecen la » venta» de n en a» y van subiendo los precios en la» ha­ horizontal kilométrica, y confundiendo “desarrollo" con crecimiento,
cienda* periférica», an Gatcedo vende a t 4 d metro cuadrado en se armó un mosaico de parches desarticulados y diseminado» en tos
Aguantones y su vecino Ganes a l ) , pero otro Oalcedo pide I i t o en potreros, a veces con tonto afán que la» vacas se quedaron pasteando,
U Portain a , adentras en Zamovano negocia a 1 1 M 0 en El Guayaquil; luego, entre la» casas. Los hacendado» tienen asiento (o los empleado»
otro Garcd» Cígse vendiendo para vivienda n ü ltar sus predios contiguos suyos) en el concejo y presionan a lo» técnicos pura diseñar unas es­
al recién construido hipódromo, y no fasta alguno que otro terra­ pectaculares vías VI de sesenta metros de ancho, “ pensando en el fu­
teniente asudado por tos "decretos" de lia colonización popular y turo". no tanto del tráfico automotor sino más bien del tráfico de la
entonces se adelanta y vende apresuradamente a bajo precio d especulación raíz. Desde luego, con frecuencia las otaras driles resultan
predio amenazado, prefiriendo quedar como “benefactor" y no como
ser productos más de la venalidad o de la Inepcia, que de la Ingeniería.
expropiado
Via» anillares sucesivas, como la autopista sor-orienta] o la avenida
Mientra» tanto la Otrporacdn del Vahe d d Cauca realiza d primer Simón Bolívar, se presentaron al póbtico como necesarias burreras
programa de 'Recuperación de Tierra»' Este “proyecto Aguabtonca”' pura lim itar la expansión artuna; falacia, pues al día siguiente de su
cubre ana» hectáreas suburbanas del jar-oriente de la ctodad y apertura se convierten en Impulsoras de la expansión en su costado
se beneficia dd apoyo, tanto de Harofld Eder. presidente de la CVC y exterior y rural, pasando en una noche dei negocio de tierra» por hectá­
ministro de Fomento de la Jacta Militar, como d d enluitaamo de rea» al de metro cuadrado Se abrieron suntuosos autopistas desérticas
Bernardo Gurcés Córdoba, director ejecutivo de la entidad. Diques y
y tétricas, sin alcantarillado ni alumbrado, por donde deambulan robu-
canales obra» de drenaje- puente» y alcantarillado» se construyen con flor de vacas lechera»; espectaculares vía» Upo V I atravesada» más pny
préstamos monetario» en ddlarea desde Jaanchllo hada Ram iro ; van ganados que por carros y mereciéndose el calificativo de “hatopistas".
equipando per causalidad tos tierra» de la antigua hacienda de M elin ­ Alguna que otra “expresa w ajr en doble vía y con seis carritos, conclu­
dro. convertida poco» altos ante» en trapiche panelero y donde se está ye en una calle perpendicular de diez metros de calzada, cuando no en
tnvtatondo un moderno Ingenio azucarero de exportación. I b I N I se un potrero alambrado, con miradores y vigilantes armados- Algunas de
anuncia que la » tierra» están recuperada», segón el archivo de Asoca- estos vías quedaron sin terminar, pero están Usuradas o hundidas aun­
fia. fueron 'recuperadas' por tos fam ilia» Q arté* Eder y Eder Qarté*. óse sin uso y otras se man como basurero durante ri dte v be*adero de
principales terratenienie» y daefio» del ingenio Meiéndex cadáveres a la media noche. Toda» fueron trazadas en una oficina, sitare
BJ rosto era sencillo, varios de tos latifundista» urbanos se turna­ un ptoro. es decir, en planta Luego posó una máquina (norteameri­
ban en la alcaldía o en la gobernación, en el concejo, en la asamblea cana) echando una capa óMgadlta de asfalto o de cemento, secón la
departamento!, d Capricho Racional, la oficina de ptomurtón y en exparidad de pago de tos ilherefio». no más Ninguna fue tfisefiada en
aquella de valorización, riemprv han tenido su agente en la CVC y m busca de una estética no tienen perfil y son de una monotonía tétrtra
representante n la Jante de Planificación, de tal ando qae el sistema
p an los usuarios Sirven para Ir de un sitio a otro 9e contratan en
funciona desde hace más de N afio* con la perfección de un reloj « r i o
dólares sofisticado» equipos de señalización con semáforos electrónicos
y en la más atóetela lrgalMirt
en una ciudad con menos de 56.000 vehículos, donde hay penuria
Este musco dan fam iliar disponte de $04 hectáreas ai norte (ha­ crónica de energía y cortes cotidianos, los cuales alteran con la suspen­
cienda Am yohondo). pura tos osos definido» como "m u Industrial”' sión del servicio telefónico (dañado en invierno), de la distribución
y de IJ23 al sur (hacienda Mrtétadezi en reserva, esperando la zanlfl- de agua feo verano), del d e n * del efe principal de la ctodad pira dejar
cartón r w ld tu i» adecuada, lo que tw u lp úO á n dificultad del piano Ubre puso a una pueblerina cabugasa comercial, preludiando una
director de IPJg De tal modo que GaB creciendo en una hacienda, corrida de toros, un parroquial desfile de reinas de belleza en carro»
forzosamente tendría que dftotem en sus tierras. 9e tnlrtabu la “opera- de bomberos o una carrera elelisttoa en plena semana y en hora» de

700 701
702
10001
trabajo. Obras apenas Iniciadas por un funcionarlo y canceladas por
el que lo reemplazó, quedan sin terminar e Inconexas; una ciudad de
ensayos en donde el sentido del tráfico en una vía se cambia, sin avisar
y de un día para otro, en donde a cada paso se ven obras defectuosas,
en donde todo es parcial y provisional, pero bajo deslumbrantes relo­
jes públicos Japoneses electrónicos y las peligrosas telarañas de insta­
laciones eléctricas primitivas. Muy a menudo se suspende el suministro
de agua en razón de una averia en la canalizaciones licitadas hace
poco y supuestamente nuevas.
Aunque si se considera fríamente como mera "máquina de habitar",
Cali, al igual que muchas ciudades del país, es un aparato rudimentario
y mediocre. Funciona mal, padece colapsos continuos y en cada mo­
mento se deteriora, se traba o se vara. Defectuosas e Insuficientes las
maquinarlas urbanas se averian a diario o se paralizan en esta ciudad
de segunda, en donde se llama urbanismo a sucesivos arreglos de ar­
terias, para desgracia de los transeúntes y la dicha de cuatro contra­
tistas y de algunos funcionarlos venales y sobornados. Las denuncias
se multiplican, se cuestiona una licitación, se abren pleitos que nunca
concluyen. Los burócratas destituidos se apartan un tiempo y reapa­
recen en un nuevo cargo. Incluso lograron desafiar a Newton y contra­
decir la ley de la gravitación: según el dicho popular "se cayeron
p’a arriba".
Asi se fue conformando en tres décadas un verdadero archipiélago
de fragmentos urbanos Inconexos, esparcidos en potreros y cañaduza­
les. Su articulación a la ciudad existente significa onerosas obras
civiles de Infraestructura, y que sólo sirven para elevar los pre­
cios de las tierras agrícolas de los intervalos. Desde tiempo atrás la
lonja y Camacol hablan logrado reforzar, con una verdadera “cortina
de hierro", la frontera entre las dos ciudades; aquellas que aún llaman
"de la demanda solvente" y la "no solvente". Los precios de los suelos
residenciales dictaban la radicación de los moradores de una u otra
ciudad, y la segregación socio-espacial que regla desde la fundación
de dicha ciudad pasó de perjudicar a veinte españoles a afectar a cen­
tenares de miles moradores. El espacio residencial dejó de ser de libre
elección por el morador pobre, condenado a lugares asignados ya no por
las castas, sino por la dictadura del dinero.
Además, el periodo cualitativo de la urbanización en Cali se expresa
desde los años 60 por la trashumancla lntra-urbana de los moradores,
basada en la Ideología del ascenso, según la cual movilidad social = mo­
vilidad residencial. Se especula sobre la falaciosa unidad entre movilidad
social y movilidad residencial, incitando segmentos sociales en precario
ascenso, en la mudanza continua de la vivienda y provocándose una
dinámica urbana artificial, engañosa y que sólo lleva a una desesta-
billzadón permanente de los barrios y sectores. Se estimula el cambio
residencial en forma artificial y con base en los espejismos del arte­
facto de pacotilla, escondiéndose una reducción continua de las nor-

703
mas de confort y de habitabilidad. Se consigue red de betamax y antena
P«r«hAUM pero la superficie útil no pasa de 70 u 80 metros cuadradas;
se ewmprri nna página con cocina. Asi se auspicia una continua mo­
vilidad residencial en el espacio urbano. impidiendo cuaquier tipo
de pi*niHrariAw estable. Se presenta al público como libertad de
AtareMn residencial lo que no es m is que la incapacidad de planifica­
ción del régimen económico y de so Estado. La dudad crece y crece
con base en las intereses de Camarol y los dictados de la Lonja, pero
en detrimento de la inversión sodaL Prima en la vivienda comercial
d concepto de aspiración sobre el de necesidad primaria y vitaL
De esta migración continua de la población en el espacio urbano
se nutren, desde ios afias 70. los latifundistas periféricos y buena parte
del sector bancario y constructivo de las UPACs.
Se construyeron en 1988 más de 1 millón 1T2.000 metros cuadrados,
de los coales la gran mayoría corresponden a obras sodalmente para­
sitarias o de absoluta inutilidad: centros comerciales que quedan sin
comerciantes ni dientes y apartamentos y casas» con acabados sun­
tuarios para disimular normas espaciales minimas
En Santiago de Cali. 458 años de Historia. José Antonio Ocamui
reconstruye en un Cuadro las estadísticas de metros cuadrados de
construcción por afio. desde 1922 basta 1979. Se puede usar como me­
didor. pero considerando que sólo figuran las cantidades parciales re­
presentando la construcción registrada y legal (ver página siguiente).
H anoi realizado una comparación de este Cuadro con dos oíanos
Atruel en d cual pudimos reconstruir por etapas la dilatación urbana
desde principios de) siglo, verificándose una etapa de expansión or­
eantes lenta y. luego, otra de exnansión anánndeo e inorgánica,
“ derretida" invadiendo el espacio rural circundante. En el secundo
alano se trazaron los sucesivos perímetros legales fijados por la admi­
nistración municipal desde 1903. Se pudo comprobar la reducida ex­
tensión de las perímetros hasta 1928. Este afio se amol‘a considera­
blemente el perímetro urbano autorizado, de tal modo oue no se
hahia logrado, ni mucho menos llenarlo, en 1948. No obstante, el
Acuerdo 127 de este año abre miles de hectáreas rurales del sur y
del oriente a las futuras e q v cnhfiiw M ralees urbanas. Seria este
perímetro de 1948 luego ampliado por t í Acuerdo 53 de 1962 y. mfa
aún. por el Acuerdo 83 de 1906. desde la quebrada de Menga (lim ite
con el municipio de Tumbo) hasta las riberas de k * ríes Cauca y Lili,
al sur. Es decir, que en cada época se traza un perímetro muy superior
a la demanda a corto plazo, desproporcionado con necesidades
sociales; pero implicando unos costosos compromisos de redes para
la administración local y toda la comunidad.
Igual que en otras ciudades colombianas, la crisis del alojamiento
llegó a afectar a miles de familias sin ingresos; lo mtpnn qoe en mu­
chas otras ciudades, la auto-construcción de ia vivienda llegó
hasta un 10% del sector económico de la edificación; como en cual-

704
EDIFICA CIO VES EX C .U J, U B -1 B 9
( En w t t » i n a l n t o i

AS* C an dáid AS* Cantidad AS* Cantidad

1922 16.162 1944 159.327 1966 580.495


1923 19.074 1945 139.872 1967 513.381
1924 20.795 1946 196.361 1968 408.554
1925 35.444 1947 130.608 1969 553.421
1926 64.731 1948 159.259 1970 552.886
1927 129.658 1949 203.700 1971 435.598
1928 160.454 1950 277.335 1972 619.342
1929 68.939 1951 224.540 1973 732.716
1930 23.569 1952 312.532 1974 740.184
1931 28.771 1953 273.525 1975 459.521
1932 43.320 1954 311.073 1976 605.096
1933 53.965 1955 361.628 1977 519.393
1934 69.737 1956 402.064 1978 715.725
1935 70.091 1957 396.372 1979 724 596
1936 77.714 1958 306.085 1980 699.641
1937 89.595 1959 482.154 1981 855.665 1
1938 84.981 1960 451.136 1982 550.180
1939 93.567 1961 456.380 1983 755.298
1940 83.785 1962 635.334 1984 1.275.306
1941 105.267 1963 694.979 1985 1.010.305
1942 109.221 1964 572.912 1986 1.345.797
1943 133.124 1965 594.869 1987 1.126.609
1988 1.172.892

F a o b s : IS23—43: C t n ln k r ia D c p u ta iM s W . A z u m o B rtid k U ea IMS. ptstna Tí.


I M H T : Contraloria General. A m a r lo General de EstadfsOea; IM 8 -7 »: Serie D A X E en
CEJíAC. E d a d fs tiM R h ~ d e la COnaCracetán en Colombia. i M - l f l A Bogotá. IWTA;
1*71-7»: D A X E . B oletín Mensual d e Estadística.
Faenle seeaadaria: José Antonio Ocasipo en Santiago de Cali. 4M atoa de Histeria.
Alcaldía. 1SU: 1H M M : Anuario Estadístico del VaOe del Canea.

quler ciudad colombiana se dejaron las peores tierras y las m is cos­


tosas de adecuar a la gente con menos recursos para ello; igual que
en muchas ciudades del país, les destechados tuvieron que realizar
una verdadera colonización urbana en las laderas, los barrancos, cuan­
do no. en las pantanos y las riberas viejas del rio. Colonización popular
urbana del banqueo y del aterrazamiento, del previo relleno de tierras
bajas y esponjosas e inundables (con el nivel freático Invadiendo las
fJiamhat de los cimientos), de las cuales hoy en día son testimonios
los tempranos barrios altos de Terrón Colmado, Bataclán, Siloé y
los orientales que surgieron en las haciendas El Rodeo y Asturias, el
denso sector de la Unión de Vivienda Popular. Colonización popular

705
urbana que se dio con frecuencia de manera Ilegal, en form a clandes­
tina., y en Alguno* caso* em pelando por la expropiación de los la tifu n ­
dista* y la réplica Inmediata y brutal de lo* terratenien te* urbano#
D e tal modo que pera mucho* de*Cachado* recién expulsado* d * loa
campo*, la violencia no htoo sino pasar dal monte a la ciudad.
De nuestro largo recorrido * n la Intrincada historia de lo* ejidos,
resulta la aplicación de lo que iba a ocurrir luego con lo * tierra* en
disputa. L a dudosa situación Jurídica d t numerosos predica se evi­
denció e o paginas anteriores. Grande* extensiones p eriférica* M iaban
en pleito al Segar lo* alta* cuarenta. La cuestión de lo * ejid o* no
estaba resuelta y su* ocupante* lograban siempre aplacar la restitu­
ción ordenada d en aAos atrOs. Asi se presentaba *n C ali una situa­
ción legal muy peculiar, favoreciendo distinta* form as de urbanización
Ilegal y clandestina. Cali se volverla " la dudad de la * Invasiones''
T tanto la form a tísica que iba a adquirir la du dad como e l mismo
sentido de su crecimiento y las Areas urbaotsadas, resultaron de la
presencia del ejido y de su situación; y de la m anera como los predios
terminaban en mano de los destechado# o de loe especuladores. De
tal modo que el asunto del ejido, a pesar de su trayectoria histórica
son ralees en el siglo X V 111. es algo más que un sencillo asunto h is­
tórico pora debate académico. Mas que su pasado, tmpacta el presente
de la dudad e hipoteca su futuro. No es historia muerta sino viva,
dinámica v actuante.
Las Hornadas "Invasiones" no fueron ni más ni menos que la mo­
dalidad oopular de rvcuoeraoión de las tierras que hablan sido ocupa­
das ilegitímente por los latifundistas. Pero éstos se hablan beneficiado
siempre de la complicidad y de la corrupción de los circuios adminis­
trativo* locales. Bato* hitamos actuarían de manera distinta contra loe
destechado*, oponiéndose a su* accione* con toda la fuerza del aparato
de represión. Y lo* destechado* tendrían que librar múltiples batallas,
de toda todoin, desde lo* años 40 hasta hoy, todos para defender o
existir sn derecho a la dudad.
Ss en 1949 cuando se manifiestan lo* primeros Indicio* de la cplo-
nieactón urbana popular masiva. Iniciándose en un sector de Terrón
Colorado, en el barrio hoy llamado Junta, lo mismo que en la colina
de rnmeria artesanal de carbón, llamada de aticé, Allí h a d a 1948-50
llegan cantidades de refugiados del antiguo Caldas; reconocen en se­
tas laderas abruptos su paisaje tradicional y no tardan en levantar
altas estructuras *n guadua, sin olvidar de sembrar matas de plátano.
Pionero de estas luchos urbanas, al lado del liberal lnconform e Borbe-
rena y del comunista Julio Rincón, Pedro Salas, hoy abuelo,
cuenta «Orno el 8 de abril de 1048 estaba con ellos preparando
ia toma de un pedaao de ejido en beneficio de unos destechados.
En Los alto* siguiente» se Intensifica esta modalidad de reogru-
pamiento urbano de masas liberales destechadas, después de su expul­
sión de loe campos.

70 45
Problem áticas agrarias sin resolver, acumuladas y agravados, en­
gendran la cuestión urbana, tam bién hoy sin resolver. En los años
1947-1948, sé m ultiplican en la prensa local, y en tono más bien hostil,
pequeñas nottcula* sobre la ocupación de calles o los alrededores de
la galería por fam ilias campesinas deambulando, sin rumbo ni oficio,
y durm iendo en los andenes d el cen tro d e la aiudad.
En el desprecio se destacan loa locutores de la Vos del Valle, que
dejaron huella escrita de sus intervenciones fren te a l m icrófono;
Y es por toda la ciudad que deambula la pobretería, y en los barrios
los muchacho», hijos de nadie, exhibiendo desnudeces y vulgaridades y re­
clamando comida. Pero as que no hay quien se duela de esta urbe.
grupos de gemines Insolentes, desharrapados y sucios, deambulan
principalmente por el barrio Granada Su oficio: pedir comida y dormirse
en los andenes, y hablar vulgaridades hijos del viento, como nadie los
recoge, pues aumenta la nube de detaarrapados.
(Ju bo d e 1948.)

Gemines, limosneros y vagos Parece que as hubieren venido peni Cali


los- limosneros de lee otras ciudades del peis v loe gemines de diversos sectores
de Colombia y la reseca de vagos. Aquí si de la autoridad. Atajar, para que
estos personajes indeseables no conviertan a este urbe sn urbe de mendican­
te» y de vagos y de gamines, tres pestes peligrosas y a cual más perturbadores
del saco y buen nombre de la ciudad. Y ;dizque policía Municipal!! Pero
¿dónde «até? ¡Ya ni siquisra enamorando! El 9 de abril acabó con los eróticos
agentas y ahora loa que quedan, no han quedado para servir.
(A gosto de 1948.)

Nubes de mogo* pidiendo qué comer, por calles y barriadas, bandas de


limosneros, y ciertos lugares da la urbe, llenos de gentes casi sin camisa,
juegan y beben.
(O ctubre de 1948.)

Del alio 1947 es el prim er núcleo del barrio Prim itivo Crespo y
de 1968 el Municipal, y siguen el Cristóbal Colón en 1992, el Jordán
en 1964, Lourdes en 1998, y también en abril de 1965 se realiza la p ri­
mera tom a de tierras de El Bosque, tal como nos inform a El Tiem po
(17 de abril de 1988):
De Cali, Invasión.
Gente* pobres invadieron y construyeron casas provisionales sobre los te­
rrenos El Bosque, de propiedad del señor Roberto Castro. Este solicitó el
concurso de la autoridad para desalojar a los invasores.
3e m ultiplican las expropiaciones populares masivas en los años
1987-1988, surgiendo los barrios Caldas, L a lela, Lleras Camargo, F ¡iti­
ma, Berlín, San Francisco y Lleras Rea trepo, con una toponim ia que
no deja dudas sobre la afiliación política de sus gestores. En agosto
de 1989 la prensa señala la expulsión de 400 fam ilias y en noviembre
d e l mismo año se registran 1.174 fam ilias ocupando los terrenos de
La Floresta. Se extienden las Invasiones hacia el rio en la década si­
guiente El Paso del Comercio hacia 1960, el Alfonso López en 1961-
1962 y el Cauquita en 1963. Este mismo año empieza una larga lucha
entre destechados y hacendados por el derecho a la ciudad en las tíe-

707
rras de Asturias. También cae una de las primeras victimas: Juana
García logró escapar de la guerra de los montes, pero el 9 de agosto
de 1962 en el barrio El Pueblo, durante la represión policial de la
ocupación de un predio ocioso destinado a unos inversionistas indus­
triales norteamericanos, la mata una granada también procedente de
Estados Unidos. El dia 15 de octubre de 1963, después de dos años
de escaramusas enfrentando a la policía, primero cien familias y fi­
nalmente más de quinientas, culmina la ocupación multitudinaria de
El Rodeo, con “ más de mil familias... desalojadas por quinta vez” ,
según El Pais, del dia 16, La víspera, después de haberse escapado de
los machetes en los campos cayó, bajo el sablazo de un teniente de
la policía, Celmlra Prado, madre de doce hijos, dos de los cuales eran
carabineros. La ceiba que fue durante años el lugar de reuniones y
asambleas de los destechados, se conserva hasta hoy como monumento
del barrio y símbolo de sus combates. En los meses de enero y febrero
de 1965 vuelve a estallar el conflicto para la vivienda, en la hacienda
Asturias. El alcalde liberal de la ciudad, un caldense recién llegado,
era entonces el vocero de la lonja y el máximo traficante de tierras
urbanas; sin vacilar desata contra los destechados un operativo m ili­
tar. de fuerzas combinadas del ejército y de la policía, con apoyo
aéreo de Intimidación. Después del éxito de la agresión, rescatadas sus
propiedades, el hacendado manda a las autoridades el siguiente men-
sale de agradecimientos. publicado por el diario Occidente, del domin­
go 21 de febrero de 1965:
.. agradece muv sinceramente al doctor Humberto González Narváez. Go­
bernador riel V alle: al señor Artemo Franco M eila, Alcalde de C ali; al señor
Coronel Manuel A. Dousdebcs. Comandante de la Tercera Brigada; al señor
Coronel Ignacio Valdcrrama Díaz Comandante de la Policía Nacional, D ivi­
sión Valle, y al señor M avor Jorge Osorio Cuervo, Comandante del distrito
Cali, y al personal de las Fuerzas Militares, la protección que le brindaron en
fiel cumplimiento de las normas constitucionales de Colombia.
Multiplicándose la toma popular organizada y planificada de tie­
rras urbanas, en numerosas ciudades se promulga la Ley 66 de 1968,
presentada como destinada a detener la especulación "pirata” , pero
en realidad originada en una presión de la lonja y de un nuevo sector
especulativo con la vivienda. Con frecuencia el gremio de la propiedad
raíz urbana emprendía campañas de prensa, quejándose de la “ desva­
lorización” que producía sobre el entorno, "perjudicando” a los dueños
de las tierras, el surgimiento de un nuevo barrio popular. Mientras
tanto el aumento de la demanda Impulsó a un sector especulativo fi­
nanciero con la vivienda, lo cual culminarla en 1972, con el sistema
monetario de crédito de las UPACs y entronizarla la penetración del
sector banc&rlo privado en la construcción urbana. La Ley 66 no mo­
lestarla mucho a los estafadores del techo, pero serla la eficiente base
legal que utilizarían las alcaldías para reprimir a las organizaciones
de destechados. Sin embargo, en la misma década del setenta se In­
crementan en Cali las ocupaciones, orientadas por los politiqueros

708
locales, con un marcado aumento en vísperas de elecciones. Con fre­
cuencia actúan en asocio políticos y latifundistas, para construir unas
fortalezas electorales liberales.
En marzo de 1973 se destaca el desalojo de una colonia, tratando de
ampliar las ocupaciones de Terrón Colorado, y la Inmediata destruc­
ción de los ranchos provisionales por los agentes de policía. En esta
oportunidad se ven agentes destechados destruyendo las chozas que
ellos mismos construyeron dias antes, y desalojando a su propia familia,
fenómeno que se verificarla luego en muchos lugares; del año 1974
queda el recuerdo de la expulsión de unos sin techo, en el barrio Belén.
Diversas escaramuzas se producen en 1980, en torno a los nuevos
barrios populares Julio Rincón, Y ira Castro, Villa Laguna, Lourdes y
Los Chorros.
La seudo-lnvaslón en San Luis, promovida por politiqueros en bus­
ca de una masa electoral dócil, Ilustra en 1978-1977 esta modalidad
fríam ente calculada, con el doble resultado de crear un bastión liberal
y de auspiciar la especuación sobre las tierras aledañas, pertenclentes
a la Imprescindible fam ilia Garcés. En los años siguientes se multipli­
can estas operaciones electoreras, a veces promovidas por representan­
tes y senadores, que en 1968 hablan votado la Ley 66. El caso de Eli Vergel
es muy significativo, en vísperas de las elecciones del año 78, y se am­
pliarla poco antes de las elecciones del 80 para culminar en un archipié­
lago de operaciones similares en el 82. De la Irresponsabilidad de estos
políticos radica en, gran parte, el botín que se llamarla Aguablanca
y más de veinte barrios, esparcidos en los pantanos y caños putrefac­
tos de las orillas del rio Cauca y totalizando una población de más
de 100.000 personas.
En 1981 son reprimidos varios Intentos de la población destechada
para colonizar los pantanos de Villa Laguna y al año siguiente la
policía destruye los ranchos y expulsa a los colonos de unas laderas,
situadas al frente del exclusivo barrio Santa Rita, destacándose,
tanto por su obesidad como por su agresividad, un secretarlo del
gobierno municipal de apellido Bej araño. En esa oportunidad la abo­
gada de los latifundistas, en su parte de vlotorla, cuenta a la prensa
que compró para los agentse de policía trescientos sandwiches.
En 1983 un adolescente es abatido por la policía durante la ex­
propiación popular, promovida por destechados en el barrio, bautizado
de Inmediato Tres de Mayo, día de su muerte. La cruz erigida en el
sitio donde cayó, sigue siendo el único monumento del barrio y el
caso excepcional de un testimonio en Cali celebrando un aconteci­
miento histórico, por medio de una escultura en el mismo lugar del
suceso. Con ello el proletariado caleño, uniendo sus luchas con el arte
plástico, da a la comunidad de la ciudad una magnifica lección de
"memoria urbana".
El 7 de noviembre del año 1984 El Pueblo publica esta breve nota:
Controlada invasión.
Gracias a la acción de la Policía Metropolitana, se controló un brote de
invasión que se presentó al norte de la capital del Valle, anunció el secretario

709
municipal Antonio José Orejuela Escobar, El asentamiento se detectó en el
sitio Menga en un lote de propiedad particular, donde un grupo de personas
trató de levantar allí sus casuchas y cambuches. Según el reporte de la Policía
Metropolitana se pretendían establecer 420 familias.
En 1986 en El Hormiguero la policía Incendia los ranchos de unos
destechados y un joven muere de las quemaduras. Los destechados,
según una triste tradición nacional comprobada en el barrio Pollcarpa
de Bogotá, en Manlzales, en Puerto Tejada y en Cali, siguen pagando
su derecho a la ciudad con la cuota Inicial de un muerto.
Una estadística de la oficina de planeación de la alcaldía muestra
la evolución de la expansión urbana ilegal, entre 1943 y 1980. Agrupa­
dos los datos conforman el siguiente Cuadro, en el cual se usan los
calificativos de la entidad oficial:

Periodo NI de invasiones N f de Barrios Piratas

1943-1951 17 8
1952-1964 16 17
1965-1972 8 7
1976-1979 12 2

Cuadro por lo demás muy Incompleto y que no siempre corresponde


a la realidad. Desde luego todos estos barrios conforman una corona
en la geografía de la ciudad, desde las laderas hasta las orillas del rio
Cauca. Su mapa es de una topografía social, con unas curvas de nivel
que no son más que los mínimos isoprecios de las tierras mediocres y
menos codiciadas, por los traficantes de la vivienda.
A escala global el conglomerado resulta totalmente caótico y evi­
dencia la Ineptitud de la clase dirigente para crear una ciudad. Un
mosaico amorfo de barrios atomizados en el espacio, cual un rompe­
cabezas que se dislocó, Insulas agregadas-disgregadas conforman unos
extensos suburbios que son exactamente lo contrario de la idea de re­
cinto urbano, entendiendo éste como espacio social solidarizado. L e ja ­
nos barrios rodeados de basureros pestilentes, en donde los teléfonos
de la IT T o de la Siemens llegan primero que el acueducto y el alcan­
tarillado; se ve televisión a color perfumada por los vapores nausea­
bundos de cafios de aguas negras estancandas y tan espesas, que
puede flotar una piedra sobre ellas. Cada barrio, con sus calles y sus
casas, queda orientado con base en la relación entre la determinada
forma de un predio y su máxima explotación; nunca se consideran el
asoleamiento, la temperatura y la orientación óptimos.
En cuanto a la ola de Industrialización del periodo 1945-1965, se
Inició y se detuvo con base en los interses y decisiones de los inversio­
nistas extranjeros. Terminada la Segunda Guerra Mundial, no pasaban
de diez las grandes empresas industriales radicadas en la ciudad, casi
todas extranjeras. Es, más que todo, a partir de 1950 que se multiplican
los viajes “ exploratorios" de empresarios de Estados Unidos o la cons­
trucción de alguna que otra sucursal de entidades industriales; enton-

71 0
Cali. Precios del suelo y segregación social
■I ¡ I í S IM

ces la prensa llena su crónica social con cocteles de autoridades,


empresarios locales e industriales norteamericanos en gira de prospec­
ción (con frecuencia la noticia precisa que mister Smlth y mister
Brown llegaron de Caracas o de La Habana y siguen para Lima, Quito,
Rio, e tc .); es asi, que en 1955 los Lara toman whisky con los emisarios
de la International Harvester. El mismo año llega la misión dirigida
por David Lilienthal; el experto propone de entrada la construcción
de cuatro centrales hidoeléctricas “para estimular la industrialización”
extranjera, por supuesto. En seguida diseña y crea la CVC. Se emocio­
na el diario La República de Bogotá, del 13 de abril de 1956 en su pá­
gina económica:
Anuncian grandes inversiones de capital de Estados Unidos en el país.

Efectivamente, a Cali, en julio de 1956, llegan los ejecutivos nor­


teamericanos de la firm a Good Year e inauguran su nueva planta de
Yumbo. Asi ocurrió durante una década. No obstante, en 1963 la re­
gional de la Andi apenas agrupaba a 67 empresas, de las cuales más
de 40 son de capital y manejo extranjeros.
Algunas cifras, considerando únicamente la variable empleo, ilus­
tran el desarrollo posterior y el estancamiento. Según el DAÑE, la
zona industrial Cali-Yumbo reunía en 1975 a 644 empresas con más
de 10 asalariados, alcanzando el personal ocupado un total de 55.787
personas. En 1978 eran 696 empresas, con 60.775 trabajadores. Y en
19 M. siendo majtir él n to e r o de empresas (139)» era menor ¿u capa­
cidad de empleo (60.6TT). Esta tendencia siguió y en 1963 la zona
reunía a 961 empresas» con 58.692 asalariados» En 1987 de un total
departamental de 1.035 establecimientos industriales. 834 se concen­
traban en el área Cáh-Yumbo» pero n o empleaban a más de 55.T11
personas» o sea 48.630 en Cap y 1SJ41 en Yambo» Esta era la oferta
de empleo industrial para una población» sumando en 1985 un total
de 1.400.828 habitantes de ambos municipios» De ta l modo que en las
estadísticas laborales fue disminuyendo el sector d é empico secundario
y creciendo el terciario. Además, numerosas familias Tiren de labores
primarias extra urbanas; hombres y mujeres salen de la ciudad antes
del amanecer» permanecen en las labores agrícolas todo el día y regre­
san al atardecer, población resideneialmente urbana y económicamen­
te rural.
A l mismo tiempo el cukmiahsmo determinaba un nuevo sector
económico “cuaternario'', llamado “ Inform ar' que más o menos con­
siste en instalar una fábrica en la cocina de la casa, un almacén en
la calle o un taller en el anden. Miles de familias hablan resuelto
primero, bien que mal, la cuestión esencial del albergue: se quedaron
sin los mínimos recursos para sufragar los costos del alojamiento. Es
cuando la imaginativa popular del "rebusque'' sustituyó a la incapaci­
dad de la clase dirigente, abriendo puestos de trabajo en la misma
casa, eonvirtiéndola en un espacio multi-usos y en un lugar de pro­
ducción de ingresos» Se volvió casa-taller o casa garaje, con local
cómesela! expulsando la sala, y se llenó el patio con piezas de inquili­
nato, es decir» taller con cuartos y tienda con ca sa s. El resultado no
se hizo esperar; « a cantidades de bandos del poebfcx, convertidos mi
zonas Industriales del rebusque, se llegó a la máxima heterogeneidad,
desafiando con soberbia a las sofisticadas reglas de la división en
zonas de los CXAM y de la hermosa Carta de Atenas» También se regre­
só a las mínimas condiciones de habitabilidad y de salubridad y a las can. ttoaactecm vmi~
peores situaciones de promiscuidad y hacinamiento. L a historia del
En Bogotá la Junta Central de Higiene dicta en 1918 * i Acuerdo
segundo piso en la vivienda popular no radica en normas del urbanis­
4® “sobre higiene de las construcciones", seguida por las Resoluciones
mo, ni mucho menos en una supuesta “cultura'' arquitectónica urbana,
N? 3 de 1919 y 91 de 1900. Conforman la Introducción de normas
pero si en los dictámenes de la más extrema miseria y mi una deses­
modernas de construcción y algunas ¡regias de urbanismo. Es asi que
perada bósqueda "vertical" de algún tipo de Ingresos»
en e l Acuerdo N? 40, Capítulo “Calles y Plazas", se prescribe un ancho
De tal modo que con la Inepcia de la dase dirigente caleña. igual mínimo de 15 metros para tas futuras calles., cualquier “ensanche",
que en muchas urbes colombianas; es poca la población económica­ o parcelación y loteo con 9 hectáreas de extensión deberá incluir una
mente necesaria y soeiahnente útil, y numerosa la masa demográfica plaza pdhKea de una hectárea. En seguida florecen las parcelaciones
sobrante. de ocho h ectáreas... También se observan medidas implicando el
de materiales importados: tas pinturas con aceite (Artículos 27
y 4T), el cemento, las tuberías metálicas de echre y el hierro galvani­
zado (Articulo 36). En fin. el Articulo 23 de la Resolución Re ig prohí­
Preguntarse ¿que clase de urbanismo se está haciendo?, ohhga a be (una vea más) lo que era. desde la Cotonía, una costumbre bogo­
voltear la pregunta ¿el urbanismo, de cuál dase se está haciendo? tana: “ arrojar a las calles aguas sudas o excrementos"
q dásete de la ciudad no puede ser neutral en una sociedad de clases En c a l*, siguiendo estas disposiciones generales. «1 cabildo regLa-
enfrentadas. lugar común, quizá tan común, que a veces algunos lo la construcción, mediante el Acuerdo 38 de 1919. Las vías fu ­
olvidan. turas tendrán un ancho mínimo de quince metros y cada andén será

712 713
Igual a Ir sexta parlo del ancho total do la vía, K* en el barrio Obrero,
promovido en tone es por el municipio, que encontramos la primera
concreción do estas nuevas normas. He prove ademas una ouudru
tradicional do 80 x 00 , pero en la cual ae diseña una división predial
conformada por veinte lotes de 10 metros de frente: cuatro do ellos
con un fondo de 40 metros y dieciséis con fondo de 30. 01 Acuerdo
N9 30 de 1037 reglamenta el chaflán esquinero e introduce la noción
de seotor central de la ciudad, en el cual no so permitirá la construc­
ción en planta única mientras "so dispone lo conveniente sobre el
levantamiento del plano do Cali Futuro".
En estos mismos años, Igual que en varias ciudades del país, el
urbanismo moderno so caracteriza por un cambio en el módulo bási­
co: la cuadra. Me cuestiona la manzana cuadrada. En forma sistemá­
tica (menos en Unrranqullla y Manta Marta) se pasa, bien sea a una
manzana cuadrada de tamaño menor, o bien en la mayoría de los
casos a una rectangular, muy alargada y de tipo cinta, con multipli­
cación de vías de servido,
Al fin y al cabo, al diseño da la dudad rafleja fielmente lo que
fue esto medio siglo: un urbanismo reducido a la apertura do vías con­
cebidas para Incorporar potreros de ganado al mercado especulativo
urbano, Ejecutado bajo la presión de traficantes de tierras, estaba
además sometido n los altibajos de Ion sltnuolones políticas y sociales,
que iban tmpaotando la sociedad,
Desde 1030 la historia urbanística de la dudad se confunde con:
—Una herramienta técnica única, consistente en la sucesiva di­
latación del perímetro urbano, decretado éste desde el oabtldo y siempre
involucrando a grandes extensiones de pastizales,
>Un Instrumento único de diseño: la apertura do vías arterias
externas a la ciudad, soclalmente Inútiles y costosas, pero individual­
mente beneficiosas,
- Por medio del gravamen de valorización, el cobro al conjunto
de la ciudadanía de las operaciones víalos de especulación raíz privada.
El Acuerdo N" 03 de 1030 prevé para el ano 1040 un aumento del
impuesto predial. El predial urbano era entonaos del 1 y medio por
1.000, mientras el rural era del 3 por 1.000. El cabildo determina que
para los lotes urbanos no edificados se cobrará, según la zona, entro
8, 7, 0 ó B por 1,000,
El Acuerdo NV 33 de 1040 autoriza un contrato "para la instalación
del servido automático de teléfonos con lina planta de capacidad
Inicial no menor de 1.000 ó 1.600 lineas", y se firma oon el represen­
tante de la Compañía Telefónica del Pacifico, el señor Alejandro de
llondlnl "vecino de Mbangat, China",
Me mvlve la vieja Idea de las años veinte, el plano del "Cali Futu­
ro". El Acuerdo NV 36 de 1040 "dispone levantar el plano futuro do
la du dad",,. oon el objeto de que "determine los nuevos barrios.,,
reservas para la ampliación de callos, futuras plazas y parques",.,, oto.

714
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6AJÍ, LitliPd rtt* OfliTlO OllMf», llllft

Bn cuanto »e refiere a la planificación y al dlierlo do la dudad,


unoi Intento* do controlar el rapado fallaron y, nomo era do eiperar.
terminaron favoreolondo la expansión, lili Ingeniero lia r) tirunner,
eonfundlendo la apertura de vina oon el urbnnlimo, al fin y al cabo
no lilao lino precordial' nuevas "arterial de especulación" con el
nielo. Lo vuelven a llamar loi edllei caleño» en 1943 y ocurre ©nton-
cei un curioso epliodlo; el contrato entre el municipio y al profeior
Srunner, firmado el 111 de diciembre de 1043, a© convierte en el Aiuer-
do Nv i de 1044 y ocupa trece páginas del número bi»0 de la (Jareta
M unicipal, oon fecha 31 de enero de 1044. Slntetliando aquí cite detn»
lindo documento, el profesional «e compromete a ejecutar un total
d e 13 estudio», uno» de ingeniería de vía» y ©añilarla, topográfico» y
de planimetría l/BOO, "abarcando en total un área de 3,00(1 h« 0 tárea»";
otro* de urbanismo, plano regulador “ y de ensanche de la dudad*',
desde la escala general 1/5.000 hasta detalles a escala 1/500 para sec­
tores centrales, trasado de vías y ampliaciones, también con escala.
Además tendrá que entregar un anteproyecto de red de alcantarillado,
escala 1/2.000. "un proyecto de reglamentación de construcciones y
de urbanizaciones'', y las memorias descriptivas de estos variados es­
quemas. El valor del contrato es de 158.000 pesos (un lote de 245 m*
en San Nicolás vale 602 pesos y el suelo en El Piloto se negocia a 4
pesos el m-) y el plazo de entrega de los estudios es el 30 de abril de
1946. Arquitecto, el profesor Brunner se convertía en topógrafo, urba­
nista, paisajista. Ingeniero sanitario y de vías, legislador y se compro­
metía a diseñar desde el 5.000 hasta el 1/100, en una ciudad que aún
carecía de m apas... La catástrofe era previsible.
Después de la firma del contrato con Karl Brunner “se crea la
Junta de Urbanismo'*, de “consultores" y “ mediadores" del convenio.
Compuesta por cinco miembros, cuatro pertenecen al cuerpo técnico
del municipio y se estipula que el quinto debe ser;
e) Un hombre de negocios, de capacidad económica y honorabilidad re­
conocida, también elegido por el Concejo.
Los Articulas 6, 7. 8 y 9 del acuerdo van a motivar controversias,
protestas y hostilidad contra los trabajos de Brunner. Mediante estos
4 artículos se suspende la aprobación de proyectos nuevos de “ urbaniza­
ciones" y prácticamente se postergan o se congelan todas las opera­
ciones hasta que terminen los estudios de “Cali Futuro” .
Las presiones y las intrigas locales, provenientes de intereses en­
frentados sobre las tierras, se multiplican cuando Brunner exige la
cancelación de todas las licencias de construcciones nuevas hasta la
aprobación del plan regulador; medida corriente en estos casos, pero
contra la cual se levanta la protesta airada y unificada de loe terra­
tenientes y constructores. Además, ai poco tiempo se evidencia la
inepcia del aparato técnico del municipio, la falta de recursos y la
lentitud de los trabajos de planimetría. En estas condiciones el Inge­
niero subcontrata una parte de las labores y luego comete el error de
diseñar por cuenta propia, y a pedido, varias proyectos privados de
urbanizaciones especulativas. Finalmente el cabildo enjuicia a Brun­
ner por las demoras y la “ falta de ética” . En el Libro de Actas N9 528
quedan huellas de los debates de enero y febrero de 1946, a los cuales
se suma una ofensiva del diario El Relator (enero 9, 18 y 23). Citado
por el concejo, el contratista explica su demora con base en múltiples
dificultades. En cuanto a sus trabajos particulares, no los niega y argu­
menta que no son incompatibles con los términos de su contrato. No
sabemos cómo concluyó el asunto pero, según parece, entregados los di­
versos planos, el municipio se negó a cancelar el saldo del contrato y
surgió un largo litigio entre las partes.
En la Gaceta Municipal N? 649, de febrero de 1947, se destacan dos
decisiones importantes: en primer lugar el Acuerdo W 27 es de hecho el
estatuto completo de valorización, y en segundo lugar filosofía del gra-

7-16
▼amen, organización administrativa de la oficina, sin olvidar a la junta
y sus funciones: una Junta de '•notables" sabiamente dosificada, habi­
litada para “ determinar las obras" y "aprobar los proyectos".
En cuanto al Acuerdo N? 28, se dicta para la reorganización de la
Oficina del Plano de Cali y es probable que eso de, algún modo, tiene que
ver con los trabajos de Kart Brunner, los cuales fueron entregados y mo­
tivan al poco tiempo la resolución del contrato, la cual aparece un mes
después (Gaceta Municipal N? 654, marzo 30 de 1947, Acuerdo NO 80).
Llena una página completa la lista de los planos entregados por
Kart Brunner, Incluyendo "el dibujo original del Plano Regulador y
de ensanche, y de la zonlflcactón, confeccionado sobre una copia del
plano 1:5.000".
Reciben los trabajos el alcalde Alvaro Lloreda, el secretarlo de
Obras Públicas, Carlos Garcés Córdoba y el presidente del concejo,
Luis M. Palacios, el cual dos aillos más tarde propondría la contrata­
ción de un nuevo Plan Regulador ..
El epílogo parece digno de una novela de Agatha Chrlstle: los
planos y memorias de Brunner "se extraviaron" en alguna oficina del
municipio. Lo cierto es que hoy no se consiguen esos planos "de la
ciudad futura”. Apenas pudimos consultar de esto una tira de varios
metros: la avenida de las Amérlcas, escala 1/500 con acuarela. Según
parece, la tal "Ciudad Futura” era aquella del sector Granada-Versa-
Ues, eje predilecto de expansión urbana en esa época.
El plano de Brunner para "Cali Futuro" se Umita a englobar las
tierras de Versalles, en las cuales la familia Garcés Giraldo estaba lo­
teando y vendiendo solares. No contempla el sur, ni tampoco el oriente.
Al respecto rememora el arquitecto Alfonso Calcedo Herrera:
Conoci a Kart Brunner y trabajé con ¿1. Mi esposa y yo, novios todavía,
éramos entonces estudiantes de Arquitectura en la Nacional. Fuimos alumnos
de Brunner, él dictaba Teoría de la Arquitectura y Urbanismo, un taller de
diseño en urbanismo. Había varios profesores alemanes entonces: estaban
también Leopold Rother y Rudolf Hommes que era nuestro profesor de So­
ciales. a éste le gustaba mucho la cerveza, iba mucho a la cervecería Bavaria
y teníamos que llevarlo después hasta la casa. Vi la foto de su hijo que
nombraron ahora de ministro, es igualito al papá
Era eso en los años 40 y 42 y me gradué en el 42, allí va la foto, con el
decano que era Ancizar, Humberto Chica que era el Secretario de la Facultad
y Gaitán Cortés que ftie mi comoañero de promoción, y que luego se mató
cayendo de un andamio en "El Tiempo”.
Entonces me encontré con Brunner en Bogotá en el 44 y me dice ¿qué
haces tú?; le cuento que e s t a y trabajando y me pregunta si no me gustaría
volver a Cali, le digo que eso no-no-no, y me dice que tiene allá un trabajo
que se enredó, que quiere salir de eso, y me pide ir dos meses allá para
dibujar los planos, un trabajo de urbanismo con el municipio.
Entonces me vine e hice los dibujos, lo habia contratado el municipio
para trazar la avenida de las América*, ellos querían una recta uniendo el
centro con la Estación del Ferrocarril, y para eso lo llamaron según tengo
entendido. Creo que sólo diseñó esta avenida, en ese tiempo todo presionaba
hacia allá, hacia el norte, y estas tierras de la parte de Versalles eran de
"la Borren»1’. Tahrez diseñó también la urbanización del barrio Versalles y
la plaza, pero no estoy seguro.

717
También m e toco diseñar la urbanización de Santa Isabel, un trabajo
privado que hizo Brunner para el dueño de estas tierras, que era A lv a ro Zapa­
ta. E l era un negociante de finca raíz, fue e l prim er urbanizador en Cali.
E l otro era M ario de la Cadena, pero no de la categoría de Zapata, com er­
ciaba con todo, con dólares, y parece que con esmeraldas, también hubo
casos extraños, negociando con ejidos, p a rec e ... Entonces Zapata era dueño
de Santa Isabel y urbanizó el barrio. El fue quien hizo colocar la estatua
del Aguila, como especie de monumento a la Aviación, que era muy de moda
en estos añ os...
Brunner diseñó vias curvas y desagües, con estas pendientes habla que
resolver asuntos de alcantarillado. En las vías internas le gustaba los “ cul-de-
sacs". Y como fu l discípulo de él, yo después m e puse a diseñar calles en
culnde-sacS, Cuando diseñé Champa gnat, para el dueño que era Carlos Sardi
Garcés, que luego fue gobernador, entonces hice y o cuatro cul-de-sacs, mire
e l mapa, a llí están, uno, dos, tres y cuatro, asi se quedaron... E l dueño me
pagó con un lote.
También diseñé más abajo la urbanización lineal de Paso Ancho, para
unos Paz-Borrero y después fue la Urbanización M ilitar, entre la Roosevelt
y la calle Novena. El dueño era también un Garcés, es que todo era de los
Garcés, y hoy también. Este era Alfonso Garcés Valencia, no sé qué conexio­
nes tenía con el ejército pero vendió lotes a militares. Y eso fu e un lío, un
lio . . . Es que entonces la teoría era de la ciudad radial. Diseñé una urbani­
zación redonda, con calles radiales y en la mitad el centro, una plaza redonda,
bueno siguiendo la “Ciudad Radial". Todo eso siguiendo las enseñanzas de
B run ner... Y el dueño empezó a vender lotes, pero resultó que en e l muni­
cipio cambiaron todo dibujando calles rectas con la regla T . . . Después, e l
lío con los que tenían sus lotes comprados. Un lío que aún no ha terminado,
por eso el sitio siguió con solares vacíos hasta ah ora.,.
M e acuerdo que Brunner tenia su oficina en la tercera, entre calles 10
y 11, donde está ahora el Banco Central Hipotecario, una casa de dos pisos.
E l se fue y nosotros nos quedamos con la oficina. . .
Estamos a principios de 1946 y el cabildo se dedica a un asunto
más Importante aún que la Avenida de las Américas: adjudicar o
regularizar la cesión de cantidades de lotes de los ejidos... antes de
la elección presidencial del 5 de mayo; otra tradición del cabildo ca­
leño que se verifica comparando las actas del Concejo con las fechas
de comicios.
Mientras tanto se aprueba el trazado de la Avenida de las Amé­
ricas y su construcción por el sistema de valorización (G.M. 660, de
septiembre de 1947, Acuerdo 305) y se decide, que en el parque de la
nueva estación del ferrocarril se colocará una estatua de Cristóbal
Colón, para la cual el municipio otorga una partida de 4.000 pesos.
Rmm» Giraldo, viuda de Jorge Garcés, cede al municipio los terrenos
de las calles y plazas del barrio de Versalles (su globo totaliza 21 hec­
táreas y 7.800 metros cuadrados), mediante el Acuerdo 213 de 1946,
firmado entre otros, por Carlos Garcés Córdoba.
El mismo día, mediante el Acuerdo 215, se hace una permuta de
terrenos entre la nación y el municipio. El ejército cede al municipio
los 11.750 m2 del Batallón Pichincha. Este se pasará a terrenos del
municipio, en la hacienda Nápoles, con una extensión de 143 plazas.
Igualmente Diego Garcés Giraldo, en representación de su madre

718
¡Emula Giraldo, cede para el ejército 1.800 m 3 de la manzana número
2 del barrio Versalles; otra vez firm a Carlos Garcés Córdoba... Reina
la "planificación fam iliar” .
En la Gaceta Municipal N? 665, y por medio del Acuerdo 272 de
1947, Luis Angel Tofiño vende al municipio, para el Bosque Municipal,
su propiedad llamada "Posesión de Santa Rita", la cual habla comprado
pocos meses antes, en el afio 1946. En el período 1947-1949 en el cabildo
sobresale Luís Angel Tofiño, que seria su presidente y fugaz alcalde
del 9 de abril y, más aún, propietario del futuro Bosque Municipal.
Mediante el Acuerdo N? 272 nos enteramos que vendió al municipio
"los derechos de dominio y posesión que le pertenecen en la finca rural
conocida con el nombre de Posesión de Santa R ita” , y que el cabildo
autoriza este negocio "de un predio con destino al Bosque Municipal” .
Precio, veinte mil pesos en bonos Pro-Urbe, y quince mil pesos en di­
nero efectivo, en tres contados.
El vendedor había comprado el afio anterior, conforme a la es­
critura N9 1715 del 23 de Julio de 1946 de la Notaría T ercera ... Según
la escritura N? 1715 del 23 de Julio de 1946, conservada en la Notarla
Tercera, cinco integrantes de una fam ilia Aparicio: Tomás, René, El-
via, Libia y Sila, venden "e l derecho de dominio y posesión que tie­
nen en la finca rural, conocida con el nombre de ‘Posesión de Santa
R ita ’ . . . ” “lindando; al norte con el río Cali, al sur, las quebradas de
La Curtimbre y Las Jupias; al oriente en la parte con el predio de San
Cristóbal, hoy de los herederos de Don Alejandro Garcés Patiño, y en
parte con el predio de Mameyal, de los Señores Gamboa; al occidente
con el predio de Yanaconas, de propiedad de los Hermanos Maristas” .
Dejan en claro que no tienen títulos y que el predio fue "adnuirldo
por prescripción adquisitiva de dominio, como consecuencia de la po­
sesión de que han gozado por más de treinta años,.. en forma tran­
quila y pacífica” .
■Curiosamente no figura la extensión del predio y se excluyen de
la venta 30 plazas, las cuales tampoco aparecen deslindadas en la
escritura.
Precio de venta: 20.000 pesos. Seis meses más tarde el comprador
y concejal Tofiño lo revende al municipio por 35.000 pesos.
Llegan inmigrantes de los campos y la prensa lo señala en varias
oportunidades. La presión se acentúa sobre la tierra urbana y Bar-
berena intensifica su campaña para el rescate de los ejidos, mientras
varios de los terratenientes figuran en el cabildo. Dos meses antes de
la Ley Barberena el cabildo decide delimitar un perímetro urbano
ensanchado, mediante el Acuerdo N9 127 del 28 de agosto de 1948
(G aceta Municipal N? 687).
Plano sumamente revelador: la ciudad no pasaba de unas mil
hectáreas, pero se amplía su zona de expansión a un perímetro de
más de dos m il hectáreas, sin justificación de ninguna especie; quizá
con base en algunas de las propuestas de Karl Brunner. Lo cierto es

7t 9
que sus vórtices del sur y el oriente tramados, en forma arbitrarla en
la geografía, parten en dos, o engloban en su totalidad como zona ur­
bana, las haciendas que de alli en adelanto se integran a la oludad.
El plano muestra unos vértices regularos, siempre con largos tro­
chos rectos, menos en las laderas: los vértices 4, 5 y 0 de manera excep­
cional forman una punta agresiva, una sallonto subiendo la ladera,
al pie del cerro de las Tres Cruces, y dicen:
Vértice N9 4
Sitando sobro el costado Norte de la Avenida de Boyscé, fronte n la boca­
mina abierta en donde arranca la ntiova calle para la Urbanización do esto
sector,..
Vértlco N? Sí
Localizado on donde termina la vfn mencionada, Justamente detrás de la
residencia del Dr. Alvaro Calero Tejada...
Vértice N » 0
Situado en la parte posterior (SO) de la casa denominada La Josefina
de propiedad del señor Alfonao Vwllcjo.
Este último era entonces y desde los años veinte el comerciante
caleño más adinerado de la reglón, dueño de múltiples empresas In­
dustriales y comerciales, de haciendas del oriente de la ciudad y do
negocios en Palmlra. En cuanto al primero, es aquel que firm a como
alcalde ol mencionado Acuerdo 127, sobro ensanche del perímetro
urbano., . ,
Por lo demús, on la porlforla se Integran a la especulación urba­
na parto de estas haciendas;
—Santa Rosa, de los herederos de Benito López.
—Buenos Aires.
— Zona del Mameyal, do los herederos de Alejandro Oarcés Patlño.
—Las Acacias, de Jorge Oómez Orejuela.
—Tejares San Fernando 8. A. (fam ilia Oarcés).
—En Cañaveralojo, las propiedades de Ernest Leupln, Hernando
Cnlcedo y Ernesto do Lima.
—Urbanización Guadalupe.
—La Propiedad de los señores Hincapié Hermanos.
—Hacienda de NApolos.
—Hacienda Rosa María, del doctor M. A. Escobar Castro.
—Hacienda El Limonar.
—Las Propiedades de los señores Raúl Scarpetta, Mario Córdoba,
Alfonso Amézqulta y Francisco MadrlA&n.
—Hacienda La Fortaleza, de Hernando Calcedo.
—Zona de Navarro-Aguablanca, propiedad de Francisco Caloodo.
—Hacienda El Rodeo, de la familia Ochoa.
—Las Propiedades do los Herederos do Joaquín Rizo, Roberto Gu­
tiérrez, Leonor VAsquoz viuda de Dominguoz y Bernardo Honao Mcjla.
—Hacienda El Guablto, de Leonor V&squez.
—La Propiedad de los herederos de Cecilia Domínguez.
—Hacienda San Luis, de los sonoros GarcéB Valencia.

720
— Haolenda Salomln, del soñar Hernando Domínguez,
— Hacienda La Flora, de Adolfo Bueno,
— Urbanización Santa Mónlca.
Pródigamente, on agosto do 1048, el locutor do la emisora "la Voz
dol Vallo" so hace ol vocero do su clase y de su creciente clamor:
Faltan casas, muchas casas para la clase media, la que tiene quo vivir
como ricos y fregarse como el más humilde de los obreros.
No pasan tres años después del "Cali Futuro" do Brunnor, y en
1040 los cdllos llaman a dos prestigiosos urbanistas extranjeros, discí­
pulos de Le Courbusler. Aprobando las sugcronclns de los concejales
Calcedo y Palacios, medlanto ol Acuerdo N? 00 do 1040 (Gaceta Muni­
cipal N9 700), el cabildo decido "Contratar los estudios para ol Plano
Regulador de la ciudad do Cali". No so habla entonces do candidatos,
Poco después llegan Wlenor y Sort.
En 1051 ó 1052, según pnroco, Wiener y Sort entregan a la alcal­
día un plano regulador de expansión, con plan vial, zonlflcaclón, plan
do detalle do un nuevo "clvlc centor" y reglamentos, considerando que
la población era do 275.000 habitantes, siendo quo desdo el año 51
pasaba do 240.000. Provén un horizonte do varias décadas y un cre­
cimiento hasta de 750.000 habí tantos: esta cifra so nlcnnza on unos doce
nflos, h a d a 1005-00, pero no en el goneroso trazado dol sur, sino mús
que todo en las haciendas del oriento. El mismo a fio hablan cometido
Igual error en Modellln: considerando a una población de 250.000 ha­
bitantes, cuando alcanzó 328.000 en 1051. Proyectan 700.000 habitantes
para los próximos clncuonta años y superarla los 718.000 en 1064.
Pero tampoco so equivocaba completamente Phanor Edcr: efecti­
vamente en los mismos días y durante todo el nño 1805 se multi­
plican en las Notarlas Primera y Segunda las escrituras firmadas por
Slmmonds: ventas do tierras, poderos, cancelaciones, compra de una
cnsa en el centro, venta de otra, ote. Exagerando un tanto, no diría que
Slmmonds se pnsabn la vida en las notarlas...
Y efectivamente el 28 do agosto, en la Notarla Segunda, firma
Slmmonds la Escritura N9 178, mediante la cual vonde a Charles Rad-
ford, por la suma de 5.600 pesos, 72 plazas de torreno en In hacienda
denominada de Isabel P érez... según demarcaciones hechas por el
mismo Edgar J. Young, Ingeniero civil. Se levantó un plano de las
tierras, lindando al sur con ol rio Caftavoralejo. Nos quednba un Interro­
gante: ¿cómo pudo Slmmonds resultar propietario do un globo en la
hacienda ejldal de Isabel Pérez?
Rosponde la escritura;
En cuanto a loa torreno* de lo Hacienda da Isabel Pérez en donde ae
hallan hublcadoa (ale) loa 72 plaza* do terreno que hoy vende, ln hubo el
otorgante por compra que de olio hizo al Señor Francisco Javier Cisneros,
según conatu do ln Escritura Pública N9 2045. otorgada en ln ciudad de Bo­
gotá ol día 0 de diciembre de 1000.
En otras palabras, ol norteamericano Clsnoros vendió al alomén
Slmmonds una hacienda andina y éste negoció luego con los yanquis,
Young y Radford.

721
Estas pesquisas no escapan a la contradictoria ley del conocimien­
to; un interrogante suelto genera en seguida dies Incógnitas, Impli­
cando nuevas indagaciones. Terminamos en este caso con una nueva
pregunta: ¿Cómo el norteamericano Cisneros resultó dueño de la ha­
cienda ejldal de Isabel Pérez en la Ciudad de Cali y quién se la vendió
en Bogotá en 1890? ¿De cuántas tierras fue propietario Cisneros en
el Cauca, en la Costa o en Antloqula?
Ahora bien, y para cerrar, la cláusula quinta de la compraventa
Slmmonds-Radford nos indica cuál era el litigio que costaría la vida
del vendedor:
...Q u e e l vendedor notificara inm ediatam ente... a los colonoa o mo­
radores actualmente consecutivos (? ? ? ) en el terreno que hoy vende para
que desocupen y dejen al señor Radford en perfecto goce, dominio y seño­
río del lo t e ...
En otras palabras, Simmonds estaba tratando de deshacerse de
unas tierras Invadidas, vendiendo un pedazo a Tenorio, alquilando
el tejar a Young, y ahora cediendo un globo a Radford.
Una semana más tarde, el 5 de septiembre, Radford descubre que
fue engañado y que compró ejidos, además ocupados por colonos. Re­
clamando al vendedor, durante la querella mata a Karl Simmonds a
tiros en su casa del centro de Cali.
En otras circunstancias James Eder mata a un arriero en Palml-
ra, y años más tarde Jorge Zawadsky mata al médico amigo de la fa­
milia, presunto amante de su esposa. Ninguno paga condena; a los
dos primeros, tal como ocurrió con Cerruti, los rescatan su embajada
y la política de las cañoneras; al último lo salva el abogado Jorge
Ellécer Galtán. En la misma época otros extranjeros radicados en Cali
nutren la crónica criminal del Correo del Cauca.
El grupo extranjero, denso y muy activo, estimula la reanimación
económica de la reglón. Pero este fenómeno, por lo menos hacia 1880-
1900, Impulsa más el desarrollo de Palmira que de Cali y la primera
experimenta un rápido crecimiento demográfico, que la coloca al ni­
vel de la segunda. Resulta muy sintomático que el primer consulado
de los Estados Unidos para la reglón de Cauca tiene su sede en Pal-
mira y sólo varios años más tarde se establecerla en Cali. Es la época
(años 1870-1890) en que James Eder va comprando cantidades de
bienes ralees en el centro de Palmira: unas quince propiedades en la
ciudad, fincas urbanas y solares libres o con casas.
Mientras tanto en Cali las escasas estadísticas, sobre transaccio­
nes inmobiliarias, indican un volumen muy reducido de negocios de
finca raíz urbana. A pesar de las lncertidumbres que dejan las cifras
de Edgar Vásquez, nos proporcionan unos indicios valiosos. Asi vemos
cómo en el transcurso de treinta años, desde 1856 hasta 1886, apenas
se registraron en las notarlas 505 compra-ventas de casas y 131 de
solares, con un promedio de veinte transacciones por año; siendo casi
la mitad de ellas de los barrios periféricos en expansión: San Nicolás
y Santa Rosa.

722
Sin embargo, en la década siguiente parece reanimarse el mer­
cado raíz en el centro y quizá los extranjeros hayan estimulado este
fenómeno, con la demanda no solamente de casas sino también de
locales comerciales. No obstante, se sigue practicando en las escritu­
ras notariales la costumbre colonial y pueblerina de indicar los lin­
deros sin uso de nomenclatura urbana, con direcciones numeradas.
Igual que en el siglo X V liI, se localiza el predio del negocio indicando
el apellido de sus vecinos, lo cual imposibilita la elaboración de mapas
para m edir y localizar las tendencias.
Hacia fines del siglo se anima la construcción en la ciudad, lo
cual auspicia la apertura de tres galpones, uno en San Fernando, otro
en Los Cristales (Los T ejares) y un tercero en el norte, en Santa Mó-
nica. Este último al frente de la iglesia de San Nicolás, pero del otro
lado del rio. Cuando se contrata a construcción del nuevo templo
(1882), en ladrillo, el Calcedo propietario del tejar obsequia a la ciu­
dad la calle 17 que une el galpón de la ribera Izquierda con el sitio
de la obra (según M. M. Buenaventura).
La reanimación económica que se vivia en Cali a la vuelta del
darlo. se verifica en un hecho singular ocurriendo en el contexto de
las discusiones en tom o aü Canal de Panamá. En 1903, en el momento
de discutir en el Congreso la aprobación del tratado Herrán-Hay. se
une la ollearouia caleña para presionar su aprobación. Demetrio G ar­
cía Vásnuez. en sus Hilvanes Históricos felicita la actitud de sus prin­
cipales voceros, sin diferencias políticas ni sociales, aquella plana ma-
vor de la ciudad, motivados por su sensibilidad cosmopolita. Efecti­
vamente éstos en su telegrama al Congreso insisten en los beneficios
^el tratado:
...E s toda la Nación aprovechada: es e l contacto directo con un país
r e v d el progreso, abanderado de la civilización, altruista en su política, enér­
gico en las empresas; rico por el trabajo y el sentido práctico que en él priva,
lo que vamos a ganamos. Colombia con los Norteamericanos en su seno,
tiene derecho a aspirar a grandes destinos; los colombianos sin los america­
nos del N orte, iremos quizás muy lejos en el progreso, pero a pasos-vacilan­
tes y no solamente lentos sino desalentadores y genitores de egoísmo. Con
los norteamericanos iremos rápidamente al logro de los grandes destinos de
la Patria ( . . . ) Ese es e l punto de vista desde el cual debéis m irar la empresa
Los Norte-americanos son los llamados a realizarla ( . . . ) Seremos más so­
beranos toda v e z que seremos más civilizados. Etc. Etc.
Esta pieza maestra para una antología de la vergüenza, la firman
en junio 20 de 1903, 125 miembros de la oligarquía caleña, destacán­
dose numerosos integrantes de las familias Borrero, Garcés, Holguln,
Glano, Lloreda, etc.
A l poco tiempo “ la plebe” iba a dar una lección de dignidad y de
conciencia nacional a “ la plana mayor” de ambos "partidos tradicio­
nales” : las masas de Llanogrande protestan frente al consulado yanqui,
contra el atraco de noviembre en Panamá, siendo según Carlos J. Eder:
“ algunos indios malnacidos, borrachos” ; su levantamiento en Palmira
obliga la salida apresurada de la fam ilia Eder, rumbo a Nueva York.
El patriarca James nunca volvería.

723
Poco después, troclas a los vínculos entro 1a firma comercial Reyes el popel que adquirió la ciudad una ven erigida capital de departamento:
Hermanos y varios empresarios extranjeros, estos últimos consiguen nuevos barrios, perímetro urbano ampliado, planos, proyectos de al­
el apoyo de Rafael, aventurero multifacetleo elegido presidente en cantarillados, acueducto con planta de purificación, pavimentación
1904. mediante un fraude electoral Este respalda las reivindicaciones de oalles y escuelas públicas.
de los Importadores de Cali, fundamentalmente dirigidas a romper Esta fecha coincide con el inicio de la organlnadón de una nueva
las trabas de la tutela payanes* Poco después de 1a calda del dictador, capital administrativa y de 1a moderntnadón del sector central. Sur­
festejando el país el primer centenario de la Independencia, también gen los primeros testimonios construidos de su autonomía política y
Cali pudo celebrar su "Independencia". Kn 1910, concluyendo el pro­ económica y de su vuelco ldeológloo y estético, mediante varios edifl-
ceso de desmonte del Cauca Qrande, se ratifica la derrota de Popayán dos públicos: a un ouartel del ejercito construido hada 1905-1913
y el ascenso de Cali, erigida en capital de un nuevo departamento, se suma un edificio do gobernación, poco después sustituido por otro
después de una breve escaramum contra su rival Buga. Pura que no mAs prestigioso, al frente de la torro de San Francisco y construido
quedaran dudas, al respecto, el mismo afto el negociante y financista por empresarios italianos. También se levanta un Teatro Municipal,
norteamericano Price lidero la fundación de la Cftmaro de Comercio y una frase Indica cómo el racismo sirve de Introducción a los paisas
de Cali Y el cónsul norteamericano en Cali, hijo del excónsul norteame­ en la sociedad "morena” calefta, En sus notas sobre la historia del
ricano en Palmlra, Jamos Eder, en asocio con un compatriota suyo Teatro Municipal, M. M. Buenaventura describe el solar, su casa y sus
(Kdward Masón) y un par de indígenas, fundan la Cali Electric Llght duchos: un anlloquefto casado con caleftA "dama de altos abolengos”
and Power Company. Del norte están llegando a Cali la clvlUcadón y "sus hijos varones, blAncos y rolltios, eran una demostración palmarla
y la lúa. de lo conveniente del cruaamlento entro la rasa de la Montada y la
Cali no hacia sino seguir la corriente de extranjerismo, que estaba del Valle",
operando en otras ciudades de Colombia. Estaban actuando en Buea- Cali no habla tenido un teatro durante casi 400 aftas, pero se cons­
ramantA los Inmigrantes alemanes, agrupados alrededor de Lcngerk* truyeron dos en menos de veinte, pues al poco tiempo el Municipal
y a Cartagena la compraba, casa por casa, el italiano Malnero; los encontró un rival en el Teatro J. Isaacs que "obsequia a la ciudad el
comerciante aloman Bohmcr”, Kn los mismos aftos 35-30 se construye
petroleros de la Andtan tenían mi pedaso de Estados Unidos enclavado
el Palacio Nacional: estos dos últimos edificios diseftados por otro
en Bocngronde e iban a construir el primer "rascacielos” del país, en
ingeniero Italiano. Para el Palacio Nacional se escoge la antigua casa
la piara de la Aduano. Los hermanos Parrlsh en Barronqnllla, los Cork
municipal esquinero, pero falta algo de terreno fronte sobre la plata.
Tyrell Moaré en Medeilln, James Eder en Pal mira, la United Prult
Entonces se decide comprar los solaros contiguos; uno de Emiliano
Company construyendo su propia ciudad en Santa Marta, la Tropical
Otero, el otro alemán Hermann S. Boluner. Kra la dansa de los millones
OU fundando a Barrancabermeja detrás de una cerca en alambro de
de Pedro Nel Osplna y puede agregar tranquilamente M M Buena­
púas, Joaef Kldelman y Salomón Qutt loteando entre Bogotá y Cha­ ventura: "Estas propiedades fueron compradas a precias que hoy pare­
cinero, Price, Clsneros y loa banqueros neoyorquinos, de la Colomblan cían exorbitantes: pero no debe perderse de vista que era 1a época en
Holding Corporation, comprando ejidos y construyendo un barrio com­ que se Iniciaba la Inflación, es decir: habla dinero a rodo”.
pleto en Cali; entro UWO y 1930 los nuevos conquistadores no desde- Unos negociantes extranjeros liderados por el banquero Trice
flan la especulación rala urbana y actúan con fuerra en la reanima­ fundan el Club Colombia, y más larde el Club Campestre; este último
ción y modernización de los ciudades colombianas. se debe al empello de Tilomas F. Sagan, gerente del National1City
1910 es un afto rótula en la historia de 1a ciudad, no sólo por la Bank de Estados Unidos en Cali. Según parece, Price vende al Club
victoria política de Cali sobre Buga y PopayAn, sino también por el Campestre un lote de los ejidos que hAbiA comprado Al municipio,
brinco de la ciudad, auspiciado por su "liberación” . Se funda e Inau­ por remate el 3 de Junio de 1919. Posteriormente es fundador del pe­
guro el tranvía de vapor entre el centro, la plata de mercado y el riódico Diario del Pacifico, en el cual entra como accionista Henry-J
puerto fluvial de JuAnchllo-Mallarlno. Su gerente es el francés Emlle Eder, el cual a su ver., alendo gerente del Ingenio "La Manoelttn'' y
Biso!, que era también gerente de la Compagntc des Mines de Tlmbl- cónsul de Estados Unidas, es también banquero y fundador del Banco
qul FJ mismo día se inaugura 1a primera planta eléctrica. A los cinco Nacional (???), gerente de la Componía de Navegación del no Cauca
aftas se logro terminar el ferrocarril y en 1915, por fin Cali, se en­ y consejero-accionista de la Compañía del tranvía Financista, co­
cuentra conectada con Buenaventura. misionista de varias compañías europeos de seguras, socio de la* co­
Antes de 1910 los dos edificios modernas, que mAs »r destacan, merciantes Italianos Menotti y Quilico, y de 1a sociedad comercial
son el cuartel del ejercito (aun sin determinar) y la plana central de Importadora "Menotti y Prtce”, do 1a Sociedad de Mejoras,Publicas
mercado en K1 Calvario. A partir de los afto# veinte se Aumentan los del Cauea que Impulsó la construcción de lo plata de mercado Las Q a -
Indicios de )m múltiples consecuencias urbanísticas, auspiciadas por leriAS, de las Industrias de San Fernando y de la Compañía i\m*truc-

724 723
tora Colombiana, Richard Price, igual que Karl Slmmonds o James
Eder y sus hijos, es uno de los más destacados entre los nuevos con­
quistadores de Cali.
Según el censo de 1912, el municipio contaba entonces con 27.747
habitantes, no sabemos en qué proporción, urbanos y rurales. Palmira
cuenta con 24.312 habitantes.
Por otra parte, entre 1910 y 1980 se suceden más de 60 goberna­
dores y 75 y alcaldes. Se turnan ambos cargos los integrantes de muy
pocas familias, hábilmente distribuidos entre ambos partidos; el que
sale de la gobernación, poco después entra a la alcaldía, o viceversa.
En la alcaldía encontramos un promedio menor de un año por cada
mandatario. En 1913 se suceden tres alcaldes efímeros, lo mismo que
en 1935, 1937, 1938 y 1961. En 1948 ocupan el cargo 4 alcaldes, lo cual
se repite en 1950, 1953 y 1957. En 1949 se nombran 5 alcaides y lo
mismo ocurre en 1952, con un promedio menor de 3 meses en el cargo.
Entre los apellidos que con más frecuencia se suceden en la alcaidía
están los Carvajal (5 ), Buenaventura (3), Sinlsterra (8 ), Borrero (7 ),
Garcés (4) y Llorada (4 ); la misma agrupación de la propiedad raíz
opera en la concentración del poder municipal. Además, cuando estas
familias no están en el despacho municipal se hallan muy cerca: la
personería, la secretaria de Obras Pública siempre con algún integrante
en el cabildo, uno en la Cámara de Comercio, uno en la Sociedad de
Ganaderos o la Sociedad de Agricultores; otro, imprescindible en el
Capitolio o un ministerio, sin olvidar algún premiado en una embaja­
da o un consulado general.
Florecen desde finales del siglo X IX , y en varias ciudades, las
Sociedades de Mejoras Públicas sustituyendo en materia de “ Obras
de Embellecimiento y Ornato Urbano", las deficiencias de la adminis­
tración municipal y convirtiéndose, de hecho, en el ancestro de la
Oficina de Planificación. En Bogotá, Medellln y Cartagena, una junta
de notables, conformada por cinco o seis señores prestigiosos, acauda­
lados y de “buenas familias", más admirados o temidos, que respeta­
dos, deciden la compra en Alemania de una reja de hierro para cercar
la plaza y convertirla en parque, adquirir un reloj en París para ador­
nar la torre de la catedral y una estatua en Florencia (It a lia ); deciden
sembrar una hilera de árboles y colocar unas bancas en el paseo,
contratar un cuadro para los salones del concejo, o presionan el ca­
bildo para prohibir los aleros que estorban el tranvía e imponer las
fachadas planas con ático.
Se había creado en Cali en 1904 una Junta de Ornato y Embelle­
cimiento, la cual se reforma en 1921 bajo el nombre de Junta de
Ornato y Mejoras Públicas, transformada en 1952 en la Sociedad de
Mejoras Públicas, con el fin de beneficiarse de las Leyes 58 de 1945
y 33 de 1948.
También brota la ideología de la modernización en los años 20.
M. M. Buenaventura está en 1921 en Bogotá, donde visita a Jorge
Holguin y éste lo felicita por haber dictado, como alcalde de Cali, en

726
1906, un decreto para "quitar de las casas de esquina... las piedras
coloniales, que no hacían otra cosa que afectar la salubridad pública
y pregonar el atraso que venia desde las ¿pocas coloniales” .
Estaban condenando estos mismos sillares esquineros, que son
como un asocio de la arquitectura con un intento escultórico, estos
bloques ortogonales con textura y color hermosos que enriquecen la
plástica urbana y que tanto admiramos en Leyva, Popayán, Cartage­
na, Santa Fe de Antloqula o Buga. Escribiendo en 1957, M. M. Buena­
ventura comenta asi una fotografía del costado norte de la plaza en
1925:
H oy todos estos edificios coloniales han sido reemplazados por m aravi­
llas arquitectónicas, que le hacen honor a la Urbe.

En 1923 reina en la ciudad la danza de los millones que están aflu­


yendo “ del Norte” y, quince trilladoras de café alistan el grano para
la exportación. La oligarquía prepara alegremente sus festividades
navideñas y un carnaval con un baile, que terminarían en una danza
macabra. Con esta masacre del 30 de diciembre de 1923 se agrega al
calendarlo otra de estas "funestas fechas” de la historia de Cali, en
este caso funesta para el pueblo y más bien vergonzosa para los amos
de la ciudad; una fecha callada, escondida en los tomos amarillentos
del Correo del Cauca.
Pero el plano director de ordenamiento físico, tipo CIAM y dise­
ñado en Nueva York, llega muy tarde y tanto Wiener como Sert igno­
ran por completo la dinámica social, que lo haría caduco antes de su
entrega. Es que desde Manhattan no se divisa a S llo é... Además el
concejo se demorarla varios años para concretar sus principales pro­
puestas de control segregaclonista del suelo y de la construcción; sólo
se crea la Oficina del Plano Director en 1953 y se dicta el reglamento
de zonificaclón en 1954.
Asi recuerda Alfonso Caicedo Herrera:
Y o era el único arquitecto en el Concejo del periodo 1947-1949, con un
ingeniero que era Luis Palacios. Era y o gaitanista y además suplente de Jor­
g e E liécer Gaitán.
Es por Gaitán Cortés que mi esposa y yo conocimos a W iener y Sert
cuando estaban en Bogotá. Después, a mi esposa se la llevaron a Pratt para
terminar sus estudios en Fine Arts, diseño de interiores. Estuvo ella en la
oficina de ellos en la Quinta Avenida, donde le preguntaban cosas, alguno
que otro dato, sobre un plan de Cali pero ocultado, abriendo el sitio que
querían mostrar, no más. A llá trabajaban con ellos unos colombianos, Ger­
mán Samper, Hernán V ie c o ...
Y resulta que aquí habia como un descontento con los planos de Brun-
ner, como una frustración. Y también como un deseo de algo nuevo, pues
habia un cierto desarrollo de la ciudad y lo de Brunner estaba como pasado
de moda. Entonces en e l Concejo propuse que se contratara a Tow n Plan-
ning Associates y m e apoyó Luis Palacios. Ellos vinieron y en seguida se pu­
sieron a trabajar. P ero venian y nosotros los ayudábamos, los llevábamos a
los sitios, a tomar fotos, y se iban con sus planos a N ew Y ork. Nunca tuvieron
aquí oficina ni personal, ni una secretaria, nada. Se reunían en nuestra oficina.
Cuando terminaron, fu e Marino Ramírez, arquitecto y director del Plano
Regulador el que recibió planos y diseños de W iener y Sert. Pero él no de­
jaba v e r los planos a nadie, sino a determinadas personas... Y es e l mo-

727
m o to que hasta ahora no los pagaron, no sé cuáles fueron las artimañas
p a rana pagarlo». Lo cierto es que el Plano Regulador trazó las avenidas
que después se hicieron y que hoy tiene Cali, la ampliación da la calle P ,
la «venida RooseveU. la autopista Sur Oriental
En cuanto a los planos de Brunner y aquellos de W ien er y Sert, no los
he visto, lio los conozco. Seria preguntar a ios de aaa época que siguen vivos.
Marino Ramírez, Luis Angel Tofiño.

ES Arquitecto Ramírez Borja nos dijo:


Estudié en la Raciona) de Bogotá, del 44 al 48, año que me gradué. K art
Brunnar fue profesor mío en la materia de Urbanismo P ero nunca conocí
yo sus trabajos de Cali, ni pianos ni nada. Y cuando entré a la Oficina del
Plano Regulador que acababa de fundar, no había nada
Eso fue en el 15 u no estoy mal, y antee sólo existía una sección de
control urbano digamos, que dependía de la Secretaria de Obras Públicas.
Entonces estando yo en ceta oficina recibí los trabajos de W iener y Sert,
análisis, mamonas, propuestas de unificación, plan via l, nuevo centro En­
tregaron aso oreo que en al 48 ó 54 diga usted.
(Nota En agosto de 1953 la revista Arrhlteetaral Record publica
**las obras recientes'’ de Wiener y S e n , entre otras el p la n v ia l y la
¡Bonificación para Cali, lo mismo que el "p la n -m e a s e " d e l n u e v o " c iv ic
eenter* propuesto.)
El plano de ellos se aplicó más que todo para las vías nuevas hacia el
sur. la quinta, la Reoeevelt, la autopista, la quince. L a zomficación no fun­
cionó. Y cambiar el centro de s itio ... la gente tenia sus costumbres...
Cierto que para cancelar su contrato hubo una larga demora. Uno de los
motivos, entre otros, fue que en esa época no había cabildo, estaba suspen­
dido desde al 49, y se cambiaba de alcalde a cada rato, a veces cada tres
meses. Ellos reclamaron durante un tiempo, hasta que se aburrieron y dijeron
que no reclamaban más.
Pero tramité yo la cuenta y pagué el saldo, la última cuota, 28.000 dólares,
con un peso casi a la par. 3 y pico, algo asi.
Seguí yo en la Oficina del Piano Regalador y me acuerdo que en e l 56
ó 56 se contrató el Plan Maestro de Alcantarillado, eso fue con una firm a
de Estados Unidos, la R, J Tipthon, que tenia una base en Bogotá. A l poco
tiempo tuve que renunciar, por disgustos de los militares. Habían comprado
unos terrenos a una familia Careé» Valencia y planearon una urbanización
Militar de vivienda, por la novena y Loe Cémbuloe. Empezaron a vender
lotes, pero sobre un diseño que no autoricé y que hice cambiar. Se disgusta­
ron. se quejaron al alcalde, que ya habían vendido lotes, que n o se pod e
cambiar. Bueno, me toco renunciar...

En la Gaceta Municipal N° 733 se registró el Acuerdo 19 de m a rzo


10 de 1956, mediante el cual ae autoriza una "prórroga a la c a s a
R J. Tipthon Associated Englneers, In corp ora ted de D e n v e r. C o lo ­
rado, Estados Unidos de América", para entregar loa estu d ios d e l
proyecto de alcantarillado de la ciudad. Aduce la empresa c on su ltora
unos atrasos de la administración local en el suministro de la c a r to ­
grafía y otras dificultades.
Efectivamente, tal como lo señala un entrevistado, la in e s ta b ili­
dad administrativa, tanto en la alcaldía como en la go b e rn a c ió n , c a ­
racteriza este periodo, originado en feroces luchas de p o d e r qu e ib an
dejando tendidos a miles de cadáveres en la reglón. En q u in ce años.

728
entre 1943 y 1933, se suceden 44 alcaldes en Cali; promedio de tres
por aAo, entre los cuales 3 Llored&s, 5 Integrantes del clan Garcés y
3 de "la Borrera".
Como era de esperar, los intentos de controlar el espacio agredido
fallaron y terminaron favoreciendo la expansión. El Ingeniero Karl
Brunner, confundiendo la apertura de vías con el urbanismo, consul­
tado en 1933, sólo preconiza nuevas "arterias de especulación" con el
suelo.
Lo vuelven a llamar los ediles de Cali en 1943 y ocurre entonces un
curioso episodio: si contrato entre el municipio y el profesor Brunner,
firmado el 13 de diciembre de 1943, se convierte en el Acuerdo N° 1
de 1944 y ocupa trece páginas del número 599 de la Gaeeta Municipal,
con fecha del 31 de enero de 1944. Resumiendo este detallado docu­
mento, el profesional se compromete a ejecutar un total de 12 estudios
de ingeniería de vías y sanitaria, topográficos y de planimetría 1/500,
"abarcando en total un Area de 2.000 hectáreas; otros de urbanismo,
plano regulador My de ensanche de la ciudad", desde la escala general
1/5.000 hasta detalles a escala 1/500 para sectores centrales, trazados
de vías y ampliaciones, con escalas 1/500 hasta 1/100, diseños de par­
ques y Jardines, escalas 1/1.000 y 1/200; además tendrá que entregar
un anteproyecto de red de alcantarillado escala 1/2.000, "un proyecto
de reglamentación de construcciones y de urbanizaciones”, y las me­
morias descriptivas de estos variados proyectos. El valor del contrato
es de 158.000 pesos (un lote de 245 metros cuadrados en San Nicolás
vale 802 pesos y el suelo en El Piloto se negocia a 4 pesos) y el plazo
de entrega de los estudios es el 30 de abril de 1946. Ingeniero de vías,
el profesor Brunner se convertía en topógrafo, urbanista, paisajista,
Ingeniero sanitario, legislador y se comprometía a diseñar, desde el
50.000 hasta el 1/100, en una ciudad que aún carecía de mapas. La ca­
tástrofe era previsible.
Las presiones y las Intrigas locales, provenientes de Intereses so­
bre las tierras, se multiplican cuando Brunner exige la cancelación de
todas las Ucencias de construcciones nuevas, hasta la aprobación del
plan regulador; medida corriente en estos casos, pero contra la cual
se levanta la protesta airada de los terratenientes y constructores. Al
poco tiempo se evidencia la Inepcia del aparato técnico del municipio,
la falta de recursos y la lentitud de los trabajos de planimetría. En
estas condiciones el ingeniero subcontrata una parte de las labores y
luego, comete el error de diseñar por cuenta propia, y a pedido, varios
proyectos privados de urbanizaciones especulativas. Finalmente, el ca­
bildo enjuicia a Brunner y en el Libro de Actas N° 528 quedan hueUas
de los debates en los meses de enero y febrero de 1946, a los cuales se
suma una ofensiva del diario El Relator (enero 9-18 y 23). Citado el
contratista explica su demora con base en múltiples dificultades; en
cuanto a sus trabajos particulares no loa niega y argumenta que no
son incompatibles con los términos de su contrato. No sabemos cómo
concluyó el asunto, pero según parece, entregados los diversos planos,
el municipio se negó a cancelar el saldo del contrato y surgió un largo

729
litigio entre las partes. El epilogo parece digno de una novela de
Agata Chrlstie: los planos y las memorias de Brunner “se extraviaron’'
en alguna oficina del municipio. Lo cierto es que no se han podido
conseguir los planos “de la ciudad futura".
Estamos a principios de 1946 y el cabildo se dedica a un asunto
más importante aún: a adjudicar y a regularizar la cesión de cantida­
des de lotes de los ejidos, antes de la elección presidencial del 5 de mayo.
Otra tradición del cabildo caleño se verifica comparando las actas de
de éste con las fechas de los comicios.
Pasan tres años y en 1949 los ediles llaman dos prestigiosos urba­
nistas extranjeros, discípulos de Le Courbusier, pero el plano director,
tipo CIAM, diseñado en 1950 en Nueva York, llega muy tarde y
tanto Wiener como Sert ignoran la dinámica social que no lo haría
caduco antes de su entrega. Además el concejo se demorarla 4 años
para concretar sus principales propuestas de control segregacionista
del suelo y de la construcción: sólo se crea la Oficina del Plano Di­
rector en 1953 y se dicta él reglamento de zonificaclón en 1954.
Entre 1945-46 (plano de Karl Brunner) y 1950 (plano de urbanis­
mo de Town Planning Associates) se abren las vías que incorporan
al mercado urbano miles de hectáreas de las haciendas periféricas. El
diseño de Wiener y Sert no es más que un boceto y preconiza una ciudad
futura lineal en las tierras del piedemonte, en dirección norte sur.
Volteada hacia el sur, se organiza sobre dos ejes: la calle quinta y
la "Autopista del Valle", esta última se realizarla luego bajo el nombre
de Avenida Sur Oriental, pero con un trazado parcialmente modificado.
Un urbanismo presionado por los egoísmos locales y que se concibe
como “impulsor del desarrollo", es decir, una simple apertura de anchas
arterias atravesando pastos. En cinco años se abren asi los ejes para
tres décadas de especulación raíz, bien sea hacia el norte y Yumbo,
el oriente o el sur, en las haciendas. Un urbanismo de hacendados en
apuros.
En 1961 se elabora un nuevo proyecto de zonificaclón tomando
como modelo un documento que se usó en Carolina del Norte (Estados
Unidos). En 1969-1970 se diseña otro plano director de urbanismo lla­
mado PGD, voluminoso código de normas que hoy yace sepultado en
algunas bibliotecas, pero dotado de un proyecto de Plan Vial, con el
cual se abre la operación sur y que en 1990 sigue trazando sus pautas.
Se vuelve a elaborar un llamado PIDECA en 1980 y poco después
la Sociedad Constructora Meléndez puede promocionar, en la prensa,
páginas de propaganda por su nuevo proyecto: la ciudad satélite del
sur. Curiosamente la mancha, indicando la extensión del proyecto,
también indica que los hacendados de Meléndez olvidaron qué parte
de estas tierras fueron donadas a la Universidad del Valle. Pero lo
más curioso es que el director del PIDECA del municipio estaba encar­
gado por la constructora Meléndez en los mismos años 1979-1981, a
titulo privado y mediante la firma Velasco y Asociados, de un plan de
urbanismo de detalle y de parcelación en la zona hoy llamada San
Joaquín, o sea unas 300 hectáreas de cultivos, por lo menos, al oriente

730
de la avenida Simón Bolívar y de la antigua carrilera. Es Justo reco­
nocer que estos estudios venían después de un primer proyecto con­
tratado en 1975-1976 con la firma norteamericana American City
Corporation, la cual entonces estaba trabajando en Bogotá en la pers­
pectiva de la “Ciudad dentro de la Ciudad", proyectada en las tierras
de la hacienda de El Salitre.
Con todo eso, los propietarios de Meléndez consiguen en 1983, de
parte de la Oficina de Planeaclón Municipal, los cambios de zonlfi-
caclón que estaban presionando desde la donación del campus univer­
sitario; cambios que consisten nada menos, que decidir qué zonas agrí­
colas pasan a ser residenciales. Logrado eso la constructora Meléndez,
S. A. puede reactivar sus operaciones, tal como lo anuncia el domingo
25 de septiembre de 1983, en una página completa:
A precios de reactivación por fui disponibles los terrenos que usted ne­
cesita para sus proyectos de urbanización, construcción, expansión o inver­
sión en ciudad Satélite sur donde Cali construye su futuro.

Sigue un listado con no menos de doce usos permitidos en la zona,


desde oficinas hasta centros comerciales y desde industria liviana
hasta "vivienda selectiva" y “vivienda popular".
En 1990 están protestando en la prensa y reclamando, los mora­
dores del sector. ¿El motivo?, compraron lotes en la “zona residencial"
y surge, al frente de sus casas una empresa industrial de conmo­
ciones: “ Protestan por aprobar construcción de fábrica en una zona
residencial”.
Dirigen su protesta a varias entidades de gobierno, lo mismo que
a la constructora Meléndez, argumentando la zonificaclón oilclal
(Residencial R -6 ); que la construcción les costó 170.000 pesos por me­
tro cuadrado (unos 300 dólares), que "este hecho conlleva la necesaria
desvalorización de los predios adquiridos”, y que la oficina de Planea­
clón violó sus propias normas siendo que "en forma arbitraria se
cambian las reglas del Juego" (El País, marzo 15 de 1989).
Pocos dias después el mismo periódico vuelve a protestar y con­
cluye así:
Vale preguntarse: ¿Cómo trabaja Planeación Municipal? ¿Cuóles son sus
políticas? ¿Por qué aprueba primero una cosa y luego otra, en contradicción
con aquella? ¿Sí sabe lo que aprueba?
El periódico no dirige ninguna pregunta a la firma constructo­
r a ... de la cual publica a diario la propaganda comercial. ¿Quién
dijo que en Colombia no existe la censura de prensa? Sólo que no llega
hasta el poder político, siendo que la práctica directamente el poder
económico.
De cada “master plan" (plan maestro) los traficantes extraen lo que
coincide con sus intereses económicos y archivan lo que podría entor­
pecerlos. Así es que después de treinta y cinco años de existencia, son
notorias la inepcia técnica, la impotencia política y la venalidad que
reinan en la carcomida burocracia kafkiana de la Oficina de Planea­
ción Municipal, y, en general, su incapacidad para resolver los proble-

731
H U lea elta en Cali: iM Z-IN o » tkti i>u
1984-1988 ( a b a j o ) y (arriba), 1955-197J y 1974-1983 (e n m edio),
mos urbanísticos de la metrópoli regional. A l calor de las pugnas en tre
los grupos políticos, se form ó en un ambiente de rapiña burocrática,
un p&quldérmico aparato totalm ente ineficiente. Se ven allí oficin is­
tas diplomados en arquitectura, que Ignoran el derecho civil, pero que
toman a diario decisiones Jurídicas, mientras doctores en derecho, que
ignoran las reglas de construcción, elaboran normas técnicas arqui­
tectónicas. Igu a l que en Bogotá, la oficina encargada de orien tar el
urbanismo y el diseño de la ciudad sigue siendo una sucursal de C a-
macol, de la lonja y de la Cámara de Comercio, algo asi como ‘‘el brazo
arm ado" de la especulación urbana; descubrió que resulta más cóm odo
ratificar lo que ayer sucedió, que prever y decidir lo que m aña­
na debe ocurrir y dónde; llega después de los aconteceres para lega ­
lizar a posterlorl y refrendar con diseño y normas el hecho cumplido.
Sólo logró Inventar la planificación urbana que m ira atrás y no ad e­
lante; no planifica el futuro sino el pasado. De hecho, eso corresponde
con la m áxima aspiración de los dueños de la m etrópoli; "cam b iar todo
para que todo siga sin cambio” . Eso ocurre en un ambiente de Inm o­
ralidad y corrupción, de sospechas mutuas y de desconfianza entre
funcionarlos; de rencores, envidias y recriminaciones entre servicios
y oficinas. Los Intereses de los gremios y sus operaciones financieras
son los que en definitiva determinan las políticas sobre el suelo, los
programas y los proyectos que sólo tendrán que ratificar sus " fir m o ­
nes" de la oficina municipal; la "lujuria especulativa” que denuncia
Salmona, que va estructurando a Bogotá, en Cali opera desde el mismo
seno de la Junta de Planificación.
Desde la década de los años 40 se reforzó y se lntronlzó la tradición
de una supuesta planificación física de la ciudad, basada en la trilogía:
— Perím etro urbano.
— Plan vial.
— Obras por Valorización.
Nos tocó realizar unas pesquisas desgastadoras en el túnel laberín­
tico de las oficinas municipales, con el fin de reconstruir la cronología
de los repetidos acuerdos del cabildo, relativos a las sucesivas am plia­
ción es del perím etro urbano oficial, y encontrar los distintos planos v ia ­
les que también se suceden desde los años 40 hasta esta últim a década.
Siempre se relacionan los tres componentes arriba señalados. El
"Cali Futuro” de Brunner se articula con el Acuerdo N^ 07 de 1944
configurando el Estatuto del nuevo Instituto Municipal de Valorización.
Al mismo tiempo auspicia un cambio del perímetro urbano e l Acuer­
do N? 23 de octubre 30 de 1935, publicado en la Gaceta Municipal N?
516; conduce al perímetro urbano de 1948. En 1950. W iener y Sert
trazan nuevas arterias fuera del perímetro y éste se amplia en dos
oportunidades, mediante los Acuerdos Nos. 63 de 1956 y 53 de 1961.
Luego, con el Plan Vial de 1960, se abre el sur y hasta M eléndez se
amplia el perímetro en 1962. La apertura de agunas de estas vías con­
cluye en 1966, con una nueva dilatación del perímetro. Con el Acuerdo
N? 114 de 1960, diseñado en la Oficina de Planificación Municipal,
se traza la red vial primarla de la ciudad (V I, V2, V3 y V4) que con-

733
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{| ü ihH f i m í p i l * ! l i i
sísriíi
1 1
fililí* i u n
De ahí en adelante la diversificación de los programas trastorna
la estadística, con cifras incomparables entre si. Se destacan los pro­
gramas con soluciones “mínimas”, “básicas" y aumentan las solucio­
nes, que consisten en entregar un reducido lote Inferior a 50 metros
cuadrados, con la mera conexión domiciliaria a la red de acueducto
y energía.
Las estadísticas del ICT. regional, muy completas y detalladas, per­
miten cantidades de análisis y reflexiones. Aquí solamente se quiere
destacar:
1 Unas fluctuaciones anuales y por periodo, que reflejan las con­
tradicciones y los altibajos de la política central. B1 Cuadro registra
un periodo inicial tímido, la cumbre de los años 60, la calda provocada
por la intrusión del sector financiero en la construcción y el desarrollo
de éste, impulsado por la política crediticia de las UPACs. En estas
circunstancias, y tal como ocurrió en Bogotá con Ciudad Kennedy,
Cali se beneficia en forma efímera con la ayuda de la Alianza para el
Progreso. Merced a la financiación de la AID y del BID, se logra en
1964, mediante múltiples modalidades y niveles de intervención, un
máximo de 7.622 “soluciones” de todo tipo: casi la mitad de lo que se
alcanzó en toda la década del sesenta.
2. La búsqueda desesperada de supervivencia, en el periodo 1984-
1990. obliga al ICT. a multiplicar su gama de acciones, desde las más
rudimentarias hasta las más sofisticadas. Asi se entiende por qué en
1989 presenta programas tan distintos, como son las elementales "so­
luciones mínimas de lote con servicios”, con un costo de 1.300.000
pesos (algo asi como 3.000 dólares) hasta programas de 50 aparta­
mentos, como Puente Palma m con 9.000.000 de pesos (20.000 dólares)
y El Alférez, con 14.000.000, o sea 30.000 dólares. ¿Hay destechados
en Cali que necesitan este tipo de ayuda del ICT.?
3. Pero más grave y más ligado a los objetivos de este trabajo, re­
sulta el impacto que tuvo el ICT. como activador de la especulación
raíz. Multitudes de programas disparados en los linderos del períme­
tro sanitario o fuera de él, no sólo obligaron al municipio a costosas
inversiones en redes, sino que, además, generaron la plusvalía Inme­
diata de los predios circundantes. Y siendo que el ICT. amenas iba
comprando pequeños predios, el propietario del globo se beneficiaba
en seguida de esta pluvalla. De tal modo que hacia más onerosa o
Imposible la compra del ICT., para una segunda fase del programa.
Sin enjuiciar aquí al ICT., es preciso agregar que con su política de
compras de tierras, contribuyó asi al encarecimiento del suelo, a la
desintegración de la ciudad y a su expansión desordenada. Y no sólo
en Cali...
Con el transcurrir del tiempo, a finales de los años cuarenta, el
ICT. tuvo que suplir en Bogotá una demanda de vivienda para estratos
inferiores, aquellos que conformaban la demanda del Banco Central
Hipotecario (BCH). Algunos años después el mismo ICT. tuvo que de-

736
Jar fuera de sus programas a los destechados con menor capacidad
de pago y endeudamiento. Asi surgió una especie de “Sub-ICT. muni­
cipal": La Caja de la Vivienda Popular.
Algo parecido iba a ocurrir en Cali, en los años sesenta y el ICT.
descargó sobre INVICALI el déficit, afectando los destechados más
pobres. INVICALI se convirtió en un “ICT. del pobre", si se puede
decir. Pero con el único patrimonio de los últimos vestiglos del ejido y
un presupuesto muy exiguo, no podía hacer m&s de lo que hizo.
Ahora bien, hoy en dia en Cali —ejemplo de los más ilustrativos,
siendo que es un laboratorio para el BID y que es considerada como
“ciudad piloto” por el Banco Mundial— la conjunción de los lotes con
servicios y la casa sin cuota Inicial concluye en forma muy curiosa:
la municipalidad entrega lotes con cuota inicial, pero sin servicios, y
sin casa. El propio gerente de INVICALI habla declarado en octubre
de 1983: “ no más lotes sin servicios". En 1990, el alcalde y otro gerente
de un INVICALI pintado de nuevo declaran: “Lotes con servicios".
Por lo demás, con la Ley 9* de 1989 y el nuevo Código de Régimen
Municipal, con la "reorientación" del BCH y la “reestructuración" del
ICT, el Estado concretlza un viejo anhelo: quitarse de encima el pro­
blema del déficit de vivienda y de todo lo que concierne a la vivienda
popular. De allí en adelante estas cuestiones serán responsabilidad de
los municipios.

* • •

El centro de Cali, victima de una primera “modernización" hacia


1920-30, sufre entonces unos repetidos asaltos que terminarían rápi­
damente con la herencia arquitectónica hispano-indlana del siglo
XVIH. En menos de veinte años se desintegra por completo la tradi­
cional unidad volumétrica del viejo núcleo indiano de La Merced y de
el Vallado, es decir entre las calles 5a y 13, desde el rio hasta la carrera
74. Un clan dominante analfabeta, fascinado por el modelo nortea­
mericano, coloca sus Intereses de clase antes de la cultura nacional:
destruye de una vez y para siempre sus ataduras con el pasado y el
legado de sus abuelos. El primer golpe se da en un costado de la Plaza
Mayor. En una fotografía del año 1948 los señores Lloreda posan
frente a las ruinas de la última morada colonial con arcadas, susti*
tulda poco después por un raquítico rascacielos tropical, de ocho pisos
en concreto, hierro y vidrio, con ascensores y aire acondicionado, todo
importado desde la nueva metrópoli. A partir de este modelo, en los
años siguientes Irradian el centro varios ejemplares de arquitectura
norteamericana, en una interminable competencia en altura, estimu­
lada por el alza continua del metro cuadrado de terreno. Igual que
en Bogotá, después del 9 de abril, sustituido un poder por otro, el viejo
centro residencial y cívico pasa a manos de los usureros y se convierte
en sector bancarlo. El caso Ilustra en forma caricaturesca el paso del
feudalismo al capitalismo financiero, y su manifestación urbanística
en el centro de una ciudad colombiana. Un mapa de localización de

737
los bucos en el centro de Otli. muestra su p n ira M a y no dejft lagar
a duda*. Paradójicamente. algunos banqueros de origen payando, y
que tanto proclaman la necesidad de preservar el patrimonio colonial
en Popayán, no tienen tantoa escrúpulos cuando migran ai Valle, y
participan alegremente en la destrucción del centro colonial en OalL
La Ley IBS de 19S9 (Articulo ( • l i d Decreto 7N de 1970. protegiendo
unas 15 mama ñas, no logran detener la agredón: loa usurero* si­
guieron elevando templo* glorificando al dinero. Finalmente se dictó
el extenso Decreto 2233 de 1M0. dedicando <1 paginas a la protección
de la arquitectura del viejo barrio indiano: apenas diez manzanas y
antea de terminar la década sólo quedan tres de ellas mntlladaa y si­
tiada*- Loa modernos oratorios paganos de los usureros opacan a la
capilla del siglo XVHL No obstante, en un último combate de reta­
guardia, unos arquitectos trotaron de rescatar lo poco que quedó del
"patrimonio histórico"; serian derrotadas por haber olvidado que el
tal "patrimonio td ttU n » —en su* proclama» y manifiestos— seguía
siendo propiedad individual en las notarlas.
Con la Irrupción del capital financiero y de sus símbolos construi­
dos, la arquitectura moderna hizo añicos a slgloo de un orden urbano
que. a pesar de cierta apacible y monótona horizontalidad, expresaba
una regularidad y una unidad, logrando una plástica urbana basada
en la continuidad, la analogía y el patrón repetitivo. Tres siglos de co­
ta armonía en las proporciones y ku volúmenes desaparecieron en
menos de veinte años, cuando el orden de la» Leyes de Indias tuvo que
dar paso al desurden de la ley del metro cuadrado. Entonces opera la
dialéctica, cuando la diaria tradicional horizontal del centro se torna
vertical, con tí surgimiento de algunas alta* torrea, y con so multipli­
cación establece al poco tiempo una nueva horizontalidad, pero "a mi
nivel superior".
El caso del hotel Alférez Real es muy significativo de la actitud
de la oligarquía Talleca«a n a . por dos motivas: construido sobre las
demoliciones de auténticos testimonios del pasado Indiano, no son
estos los que deplora hoy la clase dirigente, afino tí edificio apátrld»
7 pastelero que lo reemplazó, para luego aer victima del furor de la
“modernización" de la rapiña. Y también nos demuestra que en esta
carrera el objeto arquitectónico convertido en mera mercancía efí­
mera no tiene más "esperanza de vida", que cualquier pacotilla dese­
chante: veinte u treinta años a lo «amo. La irrupción salvaje del
mercantilismo en el recinto central provoca un divorcio entre la
esperanza de vida técaka de una construcción y su longevidad real,
calculada ésta en términos meramente monetarios. AS vemos eómo
se destruye a diario, a los veinte o treinta años de so ruidosa Inaugu­
ración. un edificio dotado de una resistencia física calculada para den
años. La caducidad rápida de esta estructura, la extrema velocidad
de so obsoleccncla. y la “arquitectura desechable", desde luego, se ori­
ginan en las floetuadones del mercado del suelo y en el aumento rápido
y continuo de la renta en los predio* neurálgico» centrales; lo coa)
culmina impidiendo todo Intento de preaervadóo del patrimonio hts-

738
tórico construido, y hasta prohíbe adquirir conciencia del valor de
este legado. Frente a estas realidades, después de sucesivas batallas
con Igual número de derrotas, un arquitecto restaurador derihidonado
se dedica a tomar fotografías "de lo que queda". Impones, las sicarios
de la banca siguen desmartlsando *lo que queda* en las últimas
inamanas del barrio La Merced.
El resultado se evidencia en el sector central, potpoani m tenlstf-
con vm áxlm v concentración de todas las patologías sociales v espádales
de un capitalismo concebido por ganaderos. En el centro, anónimo y
anodino, completamente desfigurado, sin carácter ni personalidad, se
formó un basar totalmente heteródlto, de pacotilla arquitectónica;
ammleama de hechos construidos anecdóticos fugaces, nuevoa boy.
mañana decrépitos y tugárteles y i n amarre con tí pasado o t í futuro;
especie de Taook” donde hay de todo, en un revoltillo que únicamente
logró borrar tíglos de unidad plástica. Por lo demás, cada lugar central
ilustra a una sociedad del rebusque y dtí avtvmto y. c o m o en Féretro,
Cúeuta y veinte ciudades más. ae extiende la lepra de una especie de
San Victorino en todo tí perleentm
También lleva la fecha de I M I tí primer mapa Impreso en « d o ­
re* de la dudad, curioso documento potentado por su autor, adamado
con una flecha central, que girando Indica loa sitios por medio de una
nomenclatura circular; pretendida innovación, que no ea más que la
adaptación Indiana dtí plano, instalado a la entrada de las estacione»
del metro de Parts a principios dtí siglo. Su autor rellena loa ángulos
con propaganda para sos libros, entre otros:
"La verdad desnuda”, trata dr episodios. No es oovtís. La página 47 ha­
bla del abaso de derlas paUoou eon las aáarHu ampleoda*. ClwrtVadóa
de la inteligencia. página H ..
Otro cuadro en una esquina dtí mapa, verdadera lección de "edu­
cación popular* y de "coitura urbana”, r o m asi:
A l g o d e l i i la n a .
E n l a r p a is a s t ív flh a d e o n a d ie s e p a r a e n la s « a q u ie t a y p u r r ia * , n i t u
la * a c e r a s , p o r a n o in t e r r u m p ir e l a n d a r ; n o s e « « t r á b e e n l a » p a r e d e s n i s e
p e g a n c a r te la s , n o * r t a a n r ta la c a lle , e x is t e u n n d p k a i r p a r a b o t a r la s
d e s p e r d ic io * . E x is t e u n ñ á p a t e p a r e t o d o * e n g e n e r a l ta n m ir a r m a s ie r e
s o c ia L C u á n d o e s ta r e m o s a s i e n C o lr m b t e D a g r a n a v e r c u á n g r a n d e a s t í
« I d o q u e n o s q u e d a d e n u e s tr o h u m ild e a x te p a m d o a b o r i g e n

Según parece, t í Ilamarto de «tendón del profesor de urbanidad,


FTOQAn Holguln BslcAnr. na tuvo mucho éxito.
También Ramón Elias Redo ae dedica en la emisora La Vos dtí
Valle a enaeftar cultura urbana a los cajeóos:
P a r e o r d e n a r «i t r á fic o s e n e o o c u r r e q u e e n t r e n o s o tro s s e h ir ie r a l o q u e
« a p a t e e * d v i l t a d o s : h a y u n d i r u t o b la n c o , o r o ja , o v e r d e , o m L o a m a r illo
• o b r e t í p n t a n l o y u n o fle c h a q u e d a le r u in a l a m a r c h a d e l o * v e h íc u lo s . .
(Agosto de 190.)
A l á , h a b e d ! A s i s e c o n te s t e a l fe ié á u n a E s m t n e s t e r « p r e n d es a ra> h a c e r
p e r d e r a l U e a n p o a n a d ie c o n te s tan d o a b s u r d a m e n te " A lo a a . H a b e r * . . N o ,
d ig a n '' c o n la c a s a d e ó s le m e o m e n g a n o d e t a l , o c o n la d e n o m in a c ió n d e la
o f ld n a a « s e a » faeqna R a m a d a . H a y q u e s e r m e m o b r u to » .
(Noviembre de 1949.)

7 3 »
En enero de 1947 desde La Voz del Valle, el cruzado Ramón Ellas
Recio fustiga por Igual a conservadores y a liberales, movilizando sus
muertos en vísperas de elecciones:
Recordando cómo en Manlzales, alguien pidió qu e para e v ita r qu e los
muertos tuvieran que andar tan largo trayecto, se les pusiera una m esa especial
en el propio camposanto a los cansados difuntos, para que a llí no m is dejaran
sus v o t o s .,. En Yum bo se debe hacer lo m is m o ...
Otro escándalo denuncia el maestro, en moral, de la Voz del Valle:
Las orillas d e l rio C ali convertidas p o r sujetos sucios en lu g a r de bu rdel.
Hom bres y m ujeres desvergonzados a la vista y paciencia de personas qu e
habitan cercanas a las orillas del rio Cali, cometen actos que sólo en las al*
cobas se com eten. . , defender el buen nom bre de C ali, evitan d o acciones
repugnantes y verificadas estas a la vista de niños y señoras y señores que
se m erecen respeto.

Pero un periodista aseguraba hace poco que las vegas del rio siguen
siendo “ en el centro de Cali el mayor motel de la ciudad" L o cierto
es que desde el siglo X V III el concejo se queja del uso de este lugar
por las parejas. En 1752 los ediles deciden hacer limpiar la maleza,
con el fin de "obviar las graves culpas que con el abrigo de arboledas
se cometen en dichos parajes"; treinta años más tarde, y frente a la
Ermita del Rio: "innumerables pecados y atentados contra Dios que
allí se cometen", repiten los cabildantes. Con tres siglos de prácticas
parece muy definida la vocación de las orillas del rio. Quizá exprese
una auténtica tradición popular urbana, del uso del espacio público.
Cumpliendo protopolis cuarenta años del estado de sitio, la al­
caldía sigue deplorando a diario en la prensa "el vandalismo", "la falta
de civismo" o la carencia de “ cultura urbana", de numerosos habitantes.
Lo cierto es que la incultura urbanística y la total insensibilidad
que reinan en la Oficina de Urbanismo del municipio, no pueden elevar
la calidad de la plástica urbana, ni permiten diseñar un modelo esté­
tico propio; tampoco pueden estimular ni el Instinto ni la conciencia
comunal urbana de los moradores: unos destruyen una banca, otros
el barrio de La Merced, o la ciudad entera. Vale la pena preguntar
aquí qué cultura urbana reina en las oficinas de valorización, ya que
en estos últimos años abrieron arterias en el más antiguo barrio de
la ciudad; lo atravesaron y lo partieron, descuartizando la historia
de un hábitat; hecho añicos, los banqueros se botaron sobre los restos,
y terminaron el saqueo.
Una vez más nos asalta este interrogante: ¿quién planifica la ciu­
dad y para quién? De hecho, y con frecuencia el planeamiento se
decreta en la misma prensa y la oficina estatal no hace sino refren­
dar con obras los dictados y decisiones de la oligarquía, con continuas
Incitaciones periodísticas como ésta:
ERRORES DE DISEÑO URBANO.
Un im portante sector urbano de C ali es victim a del bloqueo cuando por
m otivos internos de la Universidad, los desórdenes estudiantiles se adueñan
de la única vía que comunica a C ali con Ciudad Jardín, Pance y aledaños ( . . . )

740
. . .victim as del p e lig ro qu e representa pasar p o r fre n te a la Universidad,
donde se v iv e e l en fren tam iento entre la fu erza p ú blica y los m anifestan­
tes ( . . . ) e l em b otellam ien to qu e ocasionan los desórdenes presentados en
la U n ive rs id a d d e l V a lle afecta a gentes totalm ente a je n a s . . . sus autom óviles
p rivad os son victim as de las pedreas y los d esm an es... A sim ism o los habitan­
tes de C iu d ad Jardín y de Pance sufren e l bloqueo, pues no e xiste ninguna
otra v ia qu e los com unique con e l centro de la ciu dad. . . Eso nos lle v a a pen­
sar qu e e l hecho de qu e sólo exista esa via para com unicarse con e l sur de
C ali, es un v e rd a d e ro erro r de diseño urbano cuyas consecuencias sufren
todos indiscrim inadam ente. U n d etalle en e l cual deberla com enzar a m editar
la oficin a de planeación del m unicipio.
(El Pueblo, 1985).
Desde luego "meditaron” los funcionarios, y con tanta agilidad,
que en el afio 86 estaba ya corregido dicho “ error” , y se habla logrado
el objetivo real de dicha operación: activar el mercado de tierras de
un vasto sector, entre el club campestre y el rio Lili.
Este mismo afio de 1986 un pre-estudio geológico Identificó una
falla activa, con riesgos sísmicos, en el pledemonte, desde Yumbo has­
ta Jamundl. El informe científico cayó en manos de un plumista y
éste usó algunos apartes en forma sensaclonalista, en una hoja local.
En seguida se desató un viento de pánico en algunas oficinas de tra­
ficantes de tierras. Poco después la lonja promovió una especie de con­
sejo verbal de guerra, en las oficinas de Planeación Municipal, durante
el cuati se enjuició y condenó a los científicos por haber revelado los
peligros de la construcción en las laderas inestables. El juicio terminó
en forma de ultimátum con la recomendación a los ecólogos de man­
tener sus conclusiones "en la más absoluta reserva" y con una amenaza
de demanda por parte de la lonja, la cual vela “ lesionados sus inte­
reses". En otras palabras, estaba prohibido decir: la tierra se mueve.
Seguramente hubieran condenado a Oalileo a la hoguera por afirmar
que “ la tierra gira” , siendo que eso “ lesionaba sus intereses” .
Pero este caso también nos muestra cómo el terrorismo ecológico,
que reina en ciertos medios científicos, puede ser usado como arma en
la lucha de clases que opera en la ciudad. Los casos de Bataclán y de
los cerros de las Tres Cruces o de Cristo Rey ilustran lo anterior.
Se formó en la cota 1.200/1.250, en la faz oriental del cerro de las
Tres Cruces, desde los años 40, es decir antes que el mismo monumen­
to religioso y la urbanización llamada Santa Mónica, un pequeño barrio
aemi rural de mineros del carbón. En 1985 un aguacero particular­
mente violento provocó una calda de lodo y piedras, que ocasionó algu­
nas averias en los solares de las mansiones más altas de Santa Mónica.
Sus propietarios en seguida exigieron el desalojo del barrio popular
de Bataclán, según ellos responsable de la deforestación de la ladera
y de los daños. La deforestación se habla iniciado desde la fundación
de la ciudad con el suministro urbano de lefia para las cocinas. Se
habla agravado desde fines del siglo X V III y a lo largo del X IX , cuan­
do se intensificó la ganadería extensiva de vertientes, con miras al
abasto de las carnicerías de la ciudad. El último golpe, desde 1880

741
hasta 1930, fue el suministro de lefia a las calderas de los vapores del
rio Cauca y luego —lefia y carbón— a las locomotoras del Ferrocarril
del Pacifico.
En realidad, hacia algún tiempo que la lonja y unos especuladores
miraban el lugar de Bataclán, usando profusamente la prensa para
apoyar sus propósitos... La tesis la expresa muy bien la sefiora H e­
lena Benitez de Zapata en una corta columna, exorcisando la palabra
Invasión, con una oración en la cual este término aparece no menos
de diez veces en cuarenta renglones. En resumen, Aguablanca bueno,
si; pero "Los cerros no, por favor" (El Pueblo, octubre 20 de 1984).
La misma oficina de planeaclón habla reglamentado la zona co­
mo urbanización de tipo campestre y baja densidad. Otros proyectos
de vivienda suntuaria, por parte de empresas privadas, contemplaban
la supuesta reforestación y la construcción de un parque uroano.
Mientras tanto, nunca la oficina municipal se opuso al surgimien­
to, al pie del monumento, de una verdadera selva de altas antenas
de comunicaciones, de las cuales muchas pertenecen a propietarios
particulares, algunas sirviendo a los negocios de la mafia (Igu al cosa
ocurrió con el cerro de Cristo Rey). Tampoco se ha tratado de detener
la destrucción sistemática de la faz sur, desde Juanambú hasta las
alturas de El Aguacatal. A diario, la dinamita de las canteras de m a­
teriales de construcción va convlrtlendo el barranco en tierras urba­
nizares. En seguida van surgiendo altas torres de apartamentos de
lujo y creciendo el barrio exclusivo de Normandia, con una verdadera
cortina de concreto, quitando a la ciudadanía las visuales sobre el
paisaje de los “ cerros tutelares". Según el diccionario, “ tutelar” sig­
nifica: que ampara y defiende, ¿Pero quién defenderá a los cerros, para
que sigan siendo "tutelares"?
Un enigma más reciente y un Interrogante: ¿Cuáles fueron, en
1988, los criterios indicadores y variables, que culminaron con la sec-
torlzaclón de las comunas? El mapa muestra numerosas inconsisten­
cias o contradicciones, en cuanto a trazado, forma, limites y tamaños.
Un ejemplo: la comuna N9 12 no pasa de unas 300 hectáreas y de 2
kms. entre extremos. Mientras tanto la comuna N9 17 cubre 2.000 hectá­
reas, con casi 10 kms. de extensión entre sus limites norte y sur. Otras
presentan un trazado tan fantasioso como irracional, antitécnico o anti-
funclonal, si de descentralización administrativa y C.A.L.I. (minlalcal-
dlas sectoriales) se habla. El trazado actual conduce a barbarlsmos como
este: los autores del nuevo Plan de Desarrollo proponen, en un anexo, un
programa de densificación a 25 afios, basado en la sectorización comunal
y las densidades globales actuales, sin tener en cuenta las concentra­
ciones barriales. Para la comuna N9 17 no distinguen ni aplican la
mínima densidad de Pance y Ciudad Jardín (extremo sur) al barrio
popular, superpoblado y de alta densidad, del Primero de Mayo, en el
extremo norte. Es como decir que Pance termina en la avenida Guada­
lupe. .. ¿Entonces qué es lo que unifica y qué es lo que delimita la for­
ma o la extensión de una comuna?

742
En cuanto a "errores", son tantos los que presenta el conglomera­
do que éstos llenarían una clase de urbanismo, sobre lo que no se
debe hacer, empezando por éste: cuatro sistemas de captación y dis­
tribución de agua potable, cada uno con su propia red y todas Inconexas
entre si, sectorizan el conglomerado. En este costoso desorden, las
tres cuartas partes de la población beben aguas recicladas, circulando
en circuito cerrado; la bocatoma del principal acueducto bombea en
el Cauca, rio abajo, las aguas negras de fétidos alcantarillados, que
lo poluclonaron rio arriba. Como si fuera poco, al frente de la bocato­
ma se extiende un Inmenso basurero, cayendo las basuras en el rio.
Veamos este comentario al respecto:
P e ro para las ciudades grandes y pequeñas que contaminan los ríos no
hay legislación alguna que les prohíba verter directamente a ellos todos los
desechos imaginables y no se les obliga a tratar estas aguas, que después van
a tomar las personas residente rio abajo con todo el peligro que esto representa.
(A. Ocampo Londoflo, El País, septiembre 30 de 1990.)
Ninguna ciudad de Colombia tiene una planta de tratamiento y
depuración de las aguas residuales, bien sean domésticas o corrosivas
industriales. En Cali estamos todavía a la espera de una planta que
preconizaba el concejo en 1943, cuando contrató a Karl Brunner. Nin­
guna ciudad del país tiene un sistema extensivo de recolección de
basuras; todas carecen de planta de destrucción de basuras y los ba­
sureros caleños "espontáneos" extienden su lepra en las salidas de la
ciudad.
En el momento de cerrar este capítulo, bajo el titulo "Cali, la
anarquía urbana", un periodista caleño hace con lucidez el triste
balance ("casas de bahareque, calles sin pavimento a escasos me­
tros del Emplre State de Cali, cuarenta y tantos pisos que se
equivocaron de ciudad y s itio ... pobres Imitaciones de los rascacie­
los americanos... centros urbanos que no son ni antiguos ni modernos,
sino una mescolanza caprichosa, heterógena y de pésimo gusto.. ar­
quitectura del contraste, del batiburrillo... se ve de todo: conventos,
solares, parqueaderos, lotes de engorde, rascacielos); y concluye inge­
nuamente: " Y pensar que en Cali funciona una flamante Oficina de
Planeaclón. Para planear tanta anarquía, ¡bien nos hubiéramos po­
dido pasar sin ella !"
Ciertamente es asi, pero es preciso recordar que los espacios his­
tóricos han sido despreciados y aniquilados por un clan Inculto, des­
provisto de imaginación y de sensibilidad estética. Una clase carente
de creatividad y que en siglos de dominio no ha producido nada
culturalmente, dejando el vacio de su esterilidad en el campo del arte
y de la estética. Pragmática, no deja ni una escultura, ni un solo
cuadro que exalte el paisaje del Valle, ni tampoco una sola melodía
para celebrar estas tierras. Después de tres siglos de “hispanidad" y
de cien años de “ cultura francesa" sólo puede exhibir una novela Ins­
pirada en Chateaubriand, escrita por un tendero Importador (además
h ijo de un judio Inglés de Jamaica) y la novela seudo histórica de un
Alejandro Dumas Indiano, ambas de escaso alcance parroquial. Eran

743
cacharreros e importadores y sólo supieron Importar copias y comprar
pastiches, los arlequines de sus carnavales, los rigoletos para sus fun­
ciones de ópera y los castillos medievales en cemento danés. Luego
quedaron atrás los carnavales franceses y venecianos, sustituidos por
■ruidosas cabalgatas téjanos, soberanas de todos los reinos imaginables, y
carros de bomberos prolongando las pueblerinas fiestas de principios
de siglo. Todo lo anterior, expresando la persistencia de las sociedades
agrarias y del dominio de la ideología latifundista y la incapacidad
del clan en el poder, por engendrar tradiciones de civilización urbana
para nuestro tiempo. Una dase vetusta, carcomida y en descomposición
no puede asumir el reto y cumplir con la responsabilidad histórica
de edificar la ciudad nueva. Los que actualmente trazan los derroteros
de la ciudad y diseñan su futuro son aquellos a los cuales estas ta­
reas deberían ser prohibidas, tanto en razón de su parcialidad como
de su inepcia. Mientras siguen estos vaqueros tomando decisiones no
hay nada que hacer sino llorar.
De tres siglos ibero-moriscos, apenas subsisten tres fragmentos de
tardía arquitectura sagrada; cuatro vestigios de edificios públicos de­
teriorados quedan de una efímera dominación cultural francesa; estos
sobrevivientes vetustos yacen a la sombra de los provincianos rasca­
cielos, ilustrando el vigoroso colonialismo neoyorquino. No obstante,
unos siguen asociando lo “ colonial" con lo español. Pero si Tres Cruces
dominan el escenario geográfico de la ciudad, tres amos dominan el
transcurso de su historia, de tal modo que resulta un eufemismo — por
lo menos— decir que Cali fue una ciudad colonial indiana de España.
Tanto su historia como sus piedras atestiguan que Cali es ciudad co­
lonial, y que nunca dejó de sello.
En 1989 no ha cambiado nada y Protopolis sigue siendo una ciudad
“ en ciernes’’ y un simulacro a la vez inacabado, marchito y carente de
personalidad. Los mismos vaqueros de siempre, hoy con disfraces
hollywoodianos siguen cabalgando a caballo en sus avenidas —hato-
pistas— y manejando una hacienda en la cual viven más de un millón
de peones. La mancha amorfa de la melcocha urbana se dilata en la
geografía bajo el signo del dólar y en los medios de comunicación
todas las inversiones en equipamientos se indican a la población en
moneda de los Estados Unidos.
Cali es una protociudad y la metrópoli balbuceante surgiendo de
una sociedad agraria en crisis y en busca de nuevos derroteros. Esbozo
caricaturesco de urbe moderna, inscrita en un colonialismo tardío,
Protopolis no deja de ser una ciudad de pacotilla y de segunda. Sin
embargo y a pesar de estar “ en ciernes” , no funciona, pero se paga,
y por medio de costosísimas cuotas cancelables en dólares. T a l como
conviene en una ciudad colonial al debe.

744
C A P IT U L O V I

SINTESIS Y CONCLUSIONES:
LAS FORMACIONES ESPACIALES'

N o h a y t e o r ía d e l e s p a c io a l m a r g e n d e u n a t e o r ía
s o c ia l g e n e r a l, sea ésta e x p lí c i t a o I m p l íc it a .

(Manuel Castells.)

L o d ia lé c t ic o e s e l a lm a d e t o d o c o n o c i m i e n t o v e r ­
d a d e r a m e n te c i e n t í f i c o . . .

T o d o l o q u e n o s r o d e a p u e d e s e r c o n s id e r a d o c o m o
e je m p lo d e l o d i a l é c t i c o . . .

S o la m e n te se m u e v e , tie n e t e n d e n c ia s y a c t iv id a d
u n a c o s a , e n la m e d id a q u e tie n e e n sí m is m a u n a
c o n t r a d ic c ió n . ..
(Hegel “ La Ciencia de la Lógica*’.)

i ) Beneficiado con ln colaboración de Clima Mosquera Torras, este capitulo de con­


clusiones se escribió " con cuatro manos".
A pesar de sus dimensiones engañosas, este texto no deja de ser
un modesto bosquejo, el marco de un telar en el cual faltan aún mu­
chos hilos para tejer: el intento quedó corto, resultó Inacabado y nada
satisfactorio. Quiza, en razón de su extensión, sus fallas y deficiencias
resulten más evidentes que sus logros. Recordemos que en esta oscura
reglón del saber, en la cual nos Internamos a tientas, no hay caminos
trillados sino estrechos senderos. En este campo del conocimiento no
hemos encontrado ninguna “vía magna" Ideal, mágica y luminosa.
El texto adolece de vacíos y de desigualdades en el tratamiento
de los temas: tesis elípticas, apresuradas o mal sustentadas, atrevidas
Incursiones de "amateur" en los campos del geógrafo o del historiador,
del demógrafo y del Jurista, Intrusiones de neófito en los patios del
antropólogo o del sociólogo, con el único resultado de que muy a menudo
la selva oculta el árbol. En el Archivo Nacional, entre numerosos fon­
dos, apenas pudimos incurslonar en aquellos de minas, ejidos, pobla­
ciones, Ministerio de Gobierno, tierras y baldíos; nos quedan muchos
para explorar. Nuestras repetidas visitas al Archivo Central del Cauca
siempre resultaron demasiado rápidas. De los archivos de Antioqula
o de Quito, sólo sabemos que allá están, y el Archivo General de Indias
es para nosotros tan Inalcanzable como la misma luna.
Ciertamente, asumir este objetivo con seriedad obligaba a In­
dagar más allá de lo perceptible y de lo construido, corriendo el riesgo
de tocar todo con poca seriedad. Queríamos saber cuándo y cómo se
construye la ciudad o la casa, en cuál ámbito geográfico, sobre qué
suelos, quién edifica, para quién trabaja, con qué materiales, en cuáles
condiciones y algunas preguntas más. Pero no existían respuestas pre­
vias formando una base, al contrario de lo que ocurre en otros campos
del saber, disponiendo de cimientos sobre los cuales se erigen los co­
nocimientos. Se dice que uno escribe lo que cree y que luego todos
creen lo que uno escribió, pero aquí no se trataba de creer sino de saber.
Entonces tocó Irrumpir en los umbrales de la sociología del urbanismo,
de la geografía económica de los hábitats, de la historia social de los
asientos urbanos, en la economía política de la arquitectura y de la
construcción. Describir el surgimiento o la extinción de un determina­
do modelo formal, significaba evaluar primero el nivel tecnológico
alcanzado y éste remitía al grado de división del trabajo, lo cual su­
ponía la medición previa de las fuerzas productivas. Y todo lo anterior
exigía un conocimiento previo de la situación demográfica en un de­

747
terminado lugar y momento, lo cual Implicaba la búsqueda desespera­
da de datos, cifras, censos y, luego, dispendiosos cálculos y cuadros
estadísticos. Al final, las cifras siempre resultaban dudosas o Inciertas,
poco confiables y, en definitiva, de reducida utilidad.
Enfrentados a un oficio tan arduo, por lo menos se pudo formular
una primera tests: la investigación exploratoria es un árbol, alto y
frondoso. Para colmo, se habla elegido el camino más difícil; es lenta
y no tiene fin la labor investigatlva, respetando los métodos y técnicas
exigidos por los postulados del materialismo histórico.
No obstante, no nos quedan dudas en cuanto al origen de las formas
y a la relación forma-contenido. Localtaaclón y morfología de los hábi­
tats, trazados y redes de relaciones, patrones de los espacios y modelos
de disefio urbano, teorías urbanísticas, estilos y Upas arquitectónicos,
técnicas Ingenterlles de grandes obras civiles, no ''aparecen" (como
la Virgen de Lourdes o la Patasola), ni tampoco se “ crean" (como el
universo bíblico), sino que se producen. No surgen porque al, o por
casualidad, sino que se elaboran relacionados con una determinada
racionalidad, la cual obedece a la lógica de un momento social. El
contenido determina la forma y, desde luego, la antecede; por lo tanto
es en el contenido donde se halla la explicación de la forma. No obstan­
te. no siempre se encuentra una forma con modificaciones ajustadas
a los cambios que sufre la sociedad, ni un trastorno de igual magnitud.
También varia el grado de dlacronia o de sincronía entre ambos. En
ciertas situaciones el ajuste es tardío, mientras en ciertas condiciones
opera en forma casi simultánea. Por lo general, se podría decir que
"eí espejo" no produce un reflejo Inmediato. Es algo asi como el desface
entre el trueno y el relámpago.
En definitiva, lo que se intentó fue relacionar la producción gene­
ral de una sociedad con la producción particular de espacios y hábi­
tats. Observando la naturaleza de la producción de bienes y mercancías,
la manera de producirlos y el destino de esta producción, habla que
separar y luego analizar uno de sus componentes: la creación de
formas construidas y de ideas en torno a ellas. Todo lo anterior, con
el propósito de captar y caracterizar unos momentos espadóles,
o al revés, inscribir unos productos espaciales en su dimensión histó­
rica. Fue cuando de estos trabajos dedicados a la "historia de la
geografía" surgió la Idea de unos espacios históricos, entonces muy
cruda y confusa. Poco después, durante un alto en las labores lnvestl-
gatlvas cotidianas, la reflexión en tomo a este concepto condujo a
una proposición más estructurada considerando, en el movimiento his­
tórico de la sociedad, el surgimiento de una sucesión concatenada de
formaciones espaciales. Y nos convencimos que debíamos observar y
medir un determinado hábitat, considerándolo como espacio social
ntegrante de una formación socio-espacial.
Se evidenció que si el espacio es en primera Instancia una catego­
ría de la geografía física, los hábitats son su forma superior de exis­
tencia y su máxima materialización. Siendo siempre un hábitat el

748
maao Áe. pe*keCJ¿>\ bruvu»' socae-Gccr>¿*p<£k

vM&w?*no

U » (• r m ir ls u n M ^ d i l n

producto espacial resultante de una necesidad social, el espado emana


de la sociedad y de sus más diversas y contradictorias exigencias. El
espado natural inanimado o pasivo se torna activo y organizado, me­
diante la presencia y el trabajo del hombre. Este, enfrentado’ a la
naturaleza y produciendo su supervivencia, tiene que edificar hábitats:
produce espacios vitales y éstos son "productos de la producción".
De tal modo que la comprensión de la génesis de un determinado yC
hábitat pasa por el análisis de sus fundamentos sociales. Entender
la trayectoria de su desenvolvimiento nos remite ineludiblemente al
análisis de su desarrollo histórico, cuando de activo se convierte en
conflictivo. Asi que, para nosotros el análisis de un territorio o la
lectura de un hábitat, exigen primero elevarlo a la categoría de for­
mación espacial para luego buscar su articulación con las exigencias
de una determinada formación social y su modo de Inserción en ella.
Resumiendo, considerada como dimensión física y escenario concreto
de una sociedad, la formación espacial no es más que la adecuada
expresión de la organización territorial que adoptan los hábitats corres­
pondientes a una determinada formación socio-económica en un mo­
mento histórico dado. Esta expresión actúa mediante un "amcblamlen-
to" espacial y unos productos construidos y adscritos a la Ingeniería
de grandes obras civiles: el urbanismo y la arquitectura. Como se ve,
la formación espacial, como categoría de análisis e Interpretación, pre­
tende unir en una síntesis elementos provenientes de la geografía, la
historia y la sociología, con el fin de identificar y caracterizar la pro­
ducción material formal y estética que experimentan los mismos esce­
narios de la vida social. En definitiva, el calificativo de formación espa­
cial designa un concepto de síntesis, asociando tres categorías que se
consideran inseparables: tiempo, espacio y sociedad. Es decir, una ca­
tegoría analítica e interpretativa tanto territorial como histórica, pero
incluyendo la sociedad: tres elementos para nosotros lndisoclables.

749
Tratado» urbano»

Categoría* do la pcrlodlxaelAn

750
Desde luego, lo social antecede a lo espacial y lo determina. Por lo
tanto, nacida de la formación social, la formación espacial es cambian­
te y se va modificando con ella y al ritmo Impuesto por ella.
Este recorrido se puede reducir a la siguiente fórmula y proposi­
ción: siendo que un modo de producción abarca la totalidad de la
cultura material, debe Incluir un modo de producción de h&bltats, y
de espacios. Una formación social se inscribe en una dimensión física
concreta, adquiere materialidad en el Ambito tangible de un escenario
natural: por lo tanto cada formación social debe tener su correspon­
diente formación espacial. Ahora bien, si se suceden históricamente
varios modos de producción y si cada uno tiene su expresión por me­
dio de formaciones socio-económicos, entonces deben existir correlati­
vamente unos modos de producción de espacios y sus respectivas
formaciones espaciales. SI tomamos como ejemplo Ilustrativo los tra­
zados urbanos, es fácil Identificar una sucesión histórica de diseños
configurando una tipología, en la cual encontramos muy caracteriza­
dos: la geometría del circulo y el diseño de tipo radio-concéntrico; la
“ parrilla" de la retícula ortogonal basada en las paralelas y perpendicu­
lares, expresando la hegemonía del Angulo recto; el diseño lineal y fi­
nalmente los conglomerados policéntrtcos (o mult icón tríeos), relacio­
nados a manera de los planetarios (ver dibujo: Trazados urbanos).
Visto desde determinada óptica, este ciclo se puede considerar
como parte de la historia universal del urbanismo y del diseño de la
forma urbana. Pero lo que aquí nos Interesa, es su relación con el
desarrollo histórico de la propiedad raíz, de la división técnica y luego
social del trabajo y la subsiguiente división técnica y social del espa­
cio territorial y urbano, operando por medio del divorcio campo-ciudad.
Ahora bien, con el enfoque aquí globalmente esbozado, considera­
mos que la ciudad es una forma particular de organización espacial
del hábitat, que responde al nivel de organización social, alcanzado
por una comunidad y que, por lo tanto, surge en un determinado mo­
mento ascendente de su trayectoria histórica.
A l fin y al cabo, lo que se trata aquí es Intentar llevar el mate­
rialismo histórico hasta el estudio de la génesis de los hábitats y de
la dudad colombiana, y luego buscar la explicación do su proceso
evolutivo, mediante los postulados y leyes de la dialéctica. Ahora bien,
con estos trabajos sobre ''la historia do la geografía” , solo se aspira a
llenar parcialmente un vacio en la Investigación histórica urbana,
un campo de estudio muy poco desdeñado hasta hora en Colombia.
Por lo tanto, aquí nada se Inventa o so innova, apenas se corrige par­
cialmente una omisión, no más,

• • •

El siguiente escollo consistió en Identificar y separar estas for­


maciones espaciales sobre una curva de tiempo. Desde luego, se tropezó
con la cuestión de la periodlzación más adecuada. Más grave aún
cuando se llegó a la conclusión de que se debía manejar de concierto

751
dos perlodlzaelohes en forma Independiente, pero articulada; de hecho
nunca coincidían los cortes en la periodlaaclón de tipo social (o polí­
tica el se quiere) con aquellos de la dedicada a la producción forma!
y estética (o de Upo cultural si se quiere). Debíamos considerar el
desfase temporal y el carácter relatado que muy a menudo afecta la
producción estéUca o plástica, en loe campos de la arquitectura y del
urbanismo; fenómeno normal de desajuste en las superestructuras de
una sociedad. En estas condiciones se optó por privilegiar la hom oge­
neidad y unidad de rasgos que caracterizan a la form ación social
Son ellos los. que al fin de cuentas, más van a Incidir para modelar
la identidad de un determinado periodo, a otorgarle su persona­
lidad histórica.
De tal modo que tocó hincar nuestros propios hitos, pero es pre­
ciso decir que nunca hemos encontrado en la form ación espacial
armonía, coincidencia y simultaneidad, no hay ni pureza sincrónica
absoluta, ni unicidad. En cada periodo encontramos la convivencia
articulada de una formación dominante y de formaciones menores,
"periféricas* o "paralelas". Y en cada periodo chocamos con el difícil
problema de separar lo vigente de lo arcaico y de lo tendencia!. Sin
embargo, se logró poco a poco detectar una tipología histórica com­
puesta por cinco formaciones espaciales principales, y que se enlazan
desde el siglo X V I hasta nuestros días.

Se levantaron, paso a paso, muchas incógnitas y muchos enigmas.


Pero se debe confesar que superando a la Ignorancia y adquiriendo
conocimiento, se fueron desvaneciendo Ilusiones y encantos y a la par
con el saber, llegó el desengaño Tocó vivir en carne propia esta obser­
vación de Simone de Beauvolr, aplicable a la relación dialéctica saber-
Ignorancia• “ No se gana nada sin perder algo.** Como se dijo, no se
trataba de creer sino de saber; el propósito no era nutrir la fe del
carbonero, sino ampliar el conocimiento del estudioso. Las Indagacio­
nes resoltaban destructoras y desmistlflcadoras; no resistían las le­
yendas. y se derrumbaron falaclosos mitos cuidadosamente elaborados
y difundidos, mediante las ideologías oficiales. Nada era como lo
hablan contado y a cada pazo el asunto culminaba como en el cuento;
“El Rey estaba desnudo". AM fue a lo largo de estas pesquisas a tien ­
tas * en busca de un espacio perdido".
Finalmente salló de la investigación la materia prima abaste­
ciendo una cátedra universitaria. Faltaban tres años más de labores
cotidianas para que se convirtiera en producto destinado explícita­
mente a los demás: un libro. Ahí surgió otro escoUo, pues es bien
conocido que una excelente Investigación fácilmente puede mut&rse
en un pésimo libro. Quizá este trabajo tenga cierta valides por alguno
que otro hallazgo, pero resulte mediocre considerado como libro. Para
obviar la dificultad, sortear las trampas de la solemnidad, de la presun­
ción academicista y de una mentirosa erudición — confusión entre sa­

732
ber e inteligencia bastante frecuente en la universidad colombiana,
en donde abundan Idiotas que han leído todo— se optó por la amplia
libertad formal que comiede el ensaya’
Con todaa estas reservas, ae pensó que de este rápido boceto es
licito extraer unas conclusiones provisionales Se tratara en estas últi­
mas paginas de condensar unas reflexiones y unos hallazgos esparci­
d o ! a lo largo del texto; reflexionar de manera sintética en torno al
fenómeno que lo motivó; formular unos principios, proponer algunas
tesis o leyes \ relativas al proceso territorial y urbano que experimentó
el país durante los últimos cinco siglos.
CONTINUIDAD Y VIGENCIA DEL PROCESO
El desarrollo territorial de los hábitats en el transcurso del tiempo
es, en el espacio, la Impronta tangible y el medidor muy sensible de
la dilatación de las fuerzas productivas, del aumento de la demanda
de medios naturales de producción, de la puesta en producción de
nuevos recursos vitales y de la creciente división social y técnica del
trabajo.
El proceso de desenvolvimiento de los hábitats y de surgimiento
de ciudades, ligado al desarrollo de las fuerzas productivas y a la
ampliación de los medios de producción, es un fenómeno continuo.
Inacabado: aún vivo y actuante, no ha concluido. Después de varios
siglos, la apropiación humana y puesta en producción del territorio
no involucra a más de la mitad de la nación. Aún Inmensos territorios
permanecen sin la presencia y el trabajo del hombre, sin hábitats, y
carecen desde luego de cualquier tipo de sistema urbano.
En el país habitado existe un sistema urbano, compuesto por la
suma de diferentes redes correspondientes a diversas fases históricas
y a varias formaciones sociales y espaciales. Cada sistema tuvo que
respaldar las necesidades y capacidades de una determinada forma­
ción social. En cada etapa histórica se produce una crisis en el mo­
mento en que la red de centros se desajusta, se tom a obsoleta y
obstaculiza el paso a la formación siguiente. Reunidas las condiciones
productivas, sociales y políticas, irrumpe otro sistema, niega el ante­
rior, lo descarta y lo suplanta. Se elaboran nuevos modelos de pobla-
mlento territorial, otra malla urbana, ajustados a nuevas exigencias.
Se observa esta inestabilidad y fugacidad Identificando embriones
de poblados, centros en ascenso, pueblos en letargo, ciudades en mar­
cada decadencia y que quedaron al margen de la corriente histórica.
Ciudades como Pasto, Popayán, Santa Marta y Pamplona, por ejemplo,
fueron las urbes de una sociedad del pasado y de una época que con-

I ) Easajio: obra literaria en prora generalmente bravo, m el aparato tu la extensión


que requiere un t n t t d a completo robre la m w ir j materia. D e factura m uy libra, trata
Un toma que no acota o agrupa va rio» articulo».
ti S e acoca uqui la siguiente dofuuetón "D e carácter objetivo, la ley aa una conoo
tena «son oaencal y na cea ana. general y reiterativa, existente entre h § fenómenos Sol
mundo matar a “ iV Afanaste» Fundamentos de Filosofía.I
* * U le » oa una conexión vigente en todo el llampo do existencia de los fenómeno»
subordinadas a ella " (Varios autores El materialismo dialéctico e histórico. Editorial Pro*
«reto. IfVS I

753
tro del espacio correspondiente a la sooledad feudal. Y, por fin, no
faltan los hábitats que surgen de las primeras manifestaciones del
capitalismo y del colonialismo Imperialista moderno.
Desde el siglo X V I hasta nuestros días, cada formación social ela­
bora sus adecuados Instrumentos urbanos, mediante dos modalidades:
1. La fundación de centros nuevos originales.
2 La adaptación y reelaboración de las ciudades existentes.
Desde la conquista espadóla hasta los años 1930-1940 el proceso
urbano nacional se caracteriza, más que todo, por la fundación conti­
nua de centros y redes urbanos. De esta última fecha en adelnnte se
manifiesta, fundamentalmente, por la concentración de ln población en
las ciudades existentes.
LEY DE LA PLANIFICACION DEL ESPACIO SOCIAL
Toda comunidad, por reducida que sea, en ln empresa de construc­
ción de su hábitat y de su organización social, tiene que adoptar un
sistema de reglas de concordia y normas de convivencia y, por lo
tanto, tiene que planificar y reglamentar el uso adecuado del espado
vital. Bien sea por acuerdos verbales vueltas hábitos y costumbres,
que se transmiten en forma atávica y se convierten en tradición, o
por medio de reglamentas escritos, toda sociedad planifica los espacios
de su ámbito geográfico, de su territorio y de sus hábitats.
En Colombia, desde el siglo X V I, la historia de ln planificación
territorial se asocia y corre paralela con la del desenvolvimiento de la
propiedad privada. La planificación física va cogida de la mano con la
dilatación del espacio vital, su poblamlento y puesta en producción, la
naturaleza y el destino de esta producción, y el surgimiento de las
distintas modalidades de la propiedad raíz. Es decir, que la aspiración
de entender los mecanismos de planificación Institucional del espacio,
nos remite de manera Ineludible al análisis del desenvolvimiento de
la propiedad territorial.
LEY DEL CAMBIO ESPACIAL VIOLENTO
Siempre alguna forma de violencia de clases preside, acompaña e
Instrumenta el paso de una formación espacial a otra. Se enfrentan
fuerzas sociales opuestas: algunas intentan mantener lo que existe y
otras tratan de apoderarse del espacio. Surgen tensiones que Invaria­
blemente concluyen con un conflicto abierto y una agresión; Inclusive
se podría considerar el estallido de una pugna, en un determinada
lugar del territorio, como Indicio de una crisis social aguda antece­
diendo o acompañando una mutación y el paso de una formación espa­
cial a otra. La violencia se erige como el modo de resolución de los
contradicciones sociales surgidas en torno de la apropiación del suelo,
del espacio vital, es decir el productivo y residencial.
Agresiones y conflictos se suceden, de manera continua, lmpactan-
do Igualmente a la sociedad y a su espacio, como: la intrusión Ibérica
y su penetración en la formación socio-espacial aborigen, la Imposi­
ción de las leyes del Consejo de Indias, los pueblos formados por

756
coerción y con grupos deportados, como son los reales de minas, las
••reducciones" de encomiendas o "de doctrina", las arremetidas expo­
liadoras del sector mestizo contra los "pueblos de Indios", los conflictos
de jurisdicciones entre ciudades "de españoles" y villas "de vecinos
libres"; después de la Independencia la liquidación de los latifundios
del clero y la desintegración de los resguardos, el establecimiento de
la economía parcelern de los estancieros manumisos, la sustitución
de la hacienda por la plantación de exportación, las múltiples guerras
territoriales de estadistas-latifundistas y la construcción del latifundio
republicano; 1a colonización agraria popular de los baldíos de laderas
entre 1850 y 1040; la "colonización cañonera" costera norteamericana
de principios del siglo, desde Panamá hasta el enclave de la zona
bananera de Santa Marta; la minería de dragas dispersando la mi­
nería arcaica tradicional chocoana; y entre 1045 y 1005 el salto brusco
de una formación espacial agraria a la urbana moderna, que dejarla
un saldo de 300.000 muertos y tres millones de desterrados.

1 F O R M A C IO N E S P A C IA L IN D O A M E R IC A N A

Limitándonos al presente objeto de estudio, la formación espacial


americana prehispánlcn se caracteriza, en primer lugar, por la diver­
sidad de los hábitats y su carácter terrltorlalmente extensivo y regado.
Quizá en el poblamlento de migrantes, provenientes de distintos orí­
genes geográficos, de los más diversas culturas y en diferentes épocas,
se encuentra la razón de su diversidad lingüistica y cultural. Como
bien señala Paul Rlvot, este continente tuvo un poblamlento por m i­
graciones y la primera colonización de estos tierras no vino del occi­
dente, sino del oriente y se realizó en épocas recientes. De tal modo
que para nosotros lo que más diferencia esta formación sodo-espaclal
es su carácter autónomo, auto-dinámico, y multicultural: los colonos
elaboran sus hábitats en función de sus exclusivas necesidades vitales.
Pero estas primeras colonias tendrían que construir un nuevo hábitat
en condiciones geográficas y climáticas desconocidos y sometidas a las
limitaciones de comunidades domésticas primitivas, con un bajo de­
sarrollo demográfico y un reducido nivel tecnológico.
En el momento de la conquista española, la historia de su se-
dentarlzaclón se plasma en la extrema diversidad que consignan los
Intrusos en sus crónicas. Esta gran variedad en las modalidades del
poblamlento territorial y de organización social, Incluye, desde pe­
queños grupos nómadas hasta comunidades agrícolas sedentarlzadas
en sociedades comarcales; llegando hasta confederaciones bajo una
organización polltlco-admlnlstratlva centralizada, con embrión de apa­
rato estatal, planificación territorial, y redes de relaciones y de Inter­
cambios con otras comarcas. Obviamente, su grado de pacifismo o de
belicosidad, frente a los Intrusos, es proporcional a la calidad y canti­
dad de medios naturales de producción, en relación con una determi­
nada densidad demográfica territorial; no es más quo el reflejo del
apego de los comunidades campesinas a su hábitat y del trabajo que
Invirtieron en su edificación.

757
S ita misma variedad te verifica en la tipología organizativa de
loa hábitats: desde aquel de Upo rural fam iliar aislado hasta formas
de nudearlxaclón, incluyendo una amplia gama típológlca, desde la
aldea hasta centros complejos. No obstante, los escasos datos disponi­
bles parecen indicar el predominio de modos de organización socio-
espacial, que se podrían llamar sociedades agrícolas aldeanas.
Obviamente, la aldea es el Upo de nüoleo de más fácil lectura para
el Investigador y, según parece, era el modelo de agrupación de mayor
difusión en el territorio a principios del siglo XVI. Aldeas y poblados
se caracterizan por unos rasgos que se corresponden con su baja de­
mografía y la consiguiente necesidad de un trabajo comunitario o aso­
ciado, en Uerras de propiedad colectiva. Se enUende de por si que ia so­
cialización del trabajo, de la producción y de sus beneficios, coinciden
con la socialización del espacio, tanto productivo como residencial.
Entre estos rasgos, sobresale el diseño circular del poblado rodea­
do por las tierras de cultivo y más allá las sonas de recolección, do
pesca y de cacería; el anillo de viviendas alrededor de un generoso
espado de disfrute colectivo evidencia una búsqueda de unión y un
patrón de diseño, que encontramos en el transcurso de la historia hasta
hoy en las más variadas laUtudes y en canUdades de sociedades p ri­
mitivas rurales, con escasa división social.
Desde tiempos atrás pequeñas sociedades primitivas asláUcas y
americanas, sedentarias y agrícolas unas, nómadas y de pastoreo otros,
como en el caso de las llanuras de Norteamérica, casi siempre ordenan
la organlaación espacial de su hábitat residencial aldeano, según el
modelo del átomo: el núcleo central Ubre y colectivo, rodeado por las
unidades familiares. En Colombia prevalece, desde los tiempos p re his­
pánicos hasta las épocas más recientes, esta clvUiaación comarcal al­
deana con asentamientos, reuniendo desde 5 ó 10 hasta 50 ó 100
hogares. Pasando este umbral, el diseño se altera, volviéndose el con­
junto más complejo; no obstante el esquema celular y nuclear se
mantiene a nivel de las unidades constitutivas, llámense vecindarios
o barrios, tal como se verifica en Pueblito o Burltaca.
La geometría del circulo prevalece en el diseño, tanto de los nú-
oleo» residenciales colectivos como en la misma vivienda. 8e verifica
su generalización y amplia difusión territorial, lo mismo que su larga
persistencia histórica, a pesar de los embates de las Instituciones es­
pañolas, del clero de doctrina y hoy de los misioneros; lo cual ates­
tigua no sólo la capacidad de resistencia de la civilización amerindia,
sino también la fuerza de las tradiciones materiales ancestrales, cuan­
do conservan su vigencia por medio de prácticas sociales actuantes.
La amplia plaza es la "piedra angular" y el pivote organizativo
del conjunto, su mismo tamaño refleja su Importancia, ocupando la
mayor extensión del área total. Es un recinto multl-usos y tiene un
carácter benéfico, con el granero colectivo de acoplo del excedente
productivo; es espacio ritual y ludico de fiestas multitudinarias y de

758
alegría, en relación visual y funcional con todos los moradores; cada
morada esta en igual situación del disfrute del área central. El circulo
es la óptima geometría de la reunión y del diálogo.
La casa presenta las peculiaridades resultantes de la adaptación
a un clim a y a la provisión de materiales que proporciona el entorno,
pero también se concibe como un recinto circular en espacio único,
con asignación de funciones a los distintos lugares sin que eso Impli­
que divisiones con paredes Interiores. Se circula libremente alrededor
de la vivienda, sin los Impedimentos de linderos y cercas, y asi se
multiplican las posibilidades plásticas de numerosas visuales. La v i­
vienda unlfam illar construida por loa mismos moradores (y quizá por
ayuda mutua, según parece, midiendo el tamaño descomunal de oiertos
cimientos Uticos en Pueblito y Burltaca) es la regla, y se edifica con
materiales vegetales blandos y putrescibles; en tierras frías se busca
una mayor protección con la adición de la tierra, en los cerramientos,
y la técnica de la formaleta para el bahareque. En cuanto a la bóveda
celestial del techo circular y cónico, fuera de razones tecnológicas,
expresa qulsá una vLslón del cosmos y una actitud filosófica frente
al universo; no es nada excepcional, siendo que todas las sociedades
que incorporan el mito al desconocido cosmos en sus ritos religiosos,
mlmetiaan este Ultimo mediante la cúpula.
La piedra, cuando abunda, no se usa en la arquitectura pero si
para cimientos de viviendas y, más que todo, en obras de interés co­
lectivo, muros de contención, obras púbUcas, canales, acueductos y
puentes, escaleras y calzadas, enlosados de plazoletas, lo mismo que
para el arte escultórico de la funeraria o los petrogilfos. En Burltaca,
Pueblito y otros asentamientos de la misma reglón, se diseñó una ar­
quitectura de vegetales para un urbanismo de minerales: casas de ma­
dera en una ciudad en piedra. Es como un matrimonio contradictorio
entre una arquitectura de madera muy fugaz y un escenario urbano
Utico e Imperecedero, No se ve divorcio entre arquitectura y urbanis­
mo, pero sí una armoniosa fusión entre ambos. La arquitectura en
este caso no es la casa, precaria y fugaz, sino lo perdurable: la ciudad.
Entonces es una arquitectura de obras de urbanismo, de volúmenes
concebidos a escala urbana. Caminos y muros de contención, plazole­
tas acopladas con desniveles, canales, pozos y acueductos, terrazas
gemelas y la profusión exuberante de la tipología de escaleras priva­
tivas o públicos, constituyen un catálogo de objetos y espacios urba­
nísticos pero a los cuales se dio tratamiento plástico y estético de
volúmenes arquitectónicos.
En ciertas sociedades la casa es multifamtllar, es el albergue de
una comunidad y producto de un trabajo en cooperación. De esta con­
cepción cósmica llevada al diseño de los hábitats, quizá lu muloca ama­
zónica sea la más sofisticada manifestación arquitectónica. El caney,
o maloca, es en este sentido e históricamente la primera vivienda
colectiva en estas latitudes. Mediante la unión entre urbanismo y
arquitectura, logra la fusión espacial y organizativa entre lo colectivo
y lo individual. Tanto por su concepción y su diseño, como por sus Im-

739
pllcaclones sociales, este “m ultlfainlllar" de 1m comunidades domésti­
cas, prehlspánicas y contemporáneas, es para nosotros la más acabada
sintesis de un hábitat; un pueblo radio concéntrico bajo techo único,
manifestación construida de la cohesión de un grupo humano, de su
alta cultura residencial y urbanidad.
Macro residencia pero micro ciudad, aldea concentrada en una
estructura única y global bajo un solo techo, perfecta célula socio-
espacial nuclear y gravltacional, especie de unidad vecinal o residencia
colectiva en casa gigante compartida, multlfamlllar horizontal en una
sola planta (un mismo nivel para todos), simbiosis entre el elemental
albergue privativo familiar y el conjunto comunitario piurl-usos: estos
son algunos rasgos de la maloca y los calificativos y lecciones que su­
gieren sus logros.
Hábitat total y de sintesis, fusión entre urbanismo y arquitectura,
armonía entre lo comunal y lo individual, articulación entre los espa­
cios de unos pocos y aquellos concebidos para todos, reunidos en un
solo conjunto pero formando anillos concéntricos y ligados por una
red de relaciones circulares o radiales, quizá la maloca selvática sea
hoy la máxima glorificación de la geometría “ cósmica” del circulo.
Hay hechos sociales y espaciales, pero todo acontecer social ocurre
en una dimensión espacial concreta y mensurable. En el caso de estos
hábitats no hay dudas sobre una estrecha relación entre una ‘'geome­
tría” social de nuclearización, para la solidaridad y la cooperación, y
la correspondiente geometría urbanística y arquitectónica: son dise­
ños que favorecen la cohesión de una comunidad. De esa planificación
“ natural” resulta una adecuada unidad entre lo social y lo individual,
entre la aldea y la casa, ambos diseñados a partir de los patrones de la
geometría del circulo. Esta última se puede considerar como expre­
sión de armonía social, espacial y plástica, lo cual no escaparla a los
filósofos de la felicidad en medio de la concordia social. Por su carác­
ter ideal, la ciudad circular (o radio concéntrica) motivarla una bús­
queda desesperada y constante de los visionarios, desde el Renacimiento
hasta nuestros dias. Tanto en el siglo XV (Filarete) como en el X V I
(Leonardo de Vinel), luego con Ledoux (Are Se nana) o los socialistas
utópicos del X IX , tanto en Owen como en Howard, y aquí desde Cota
hasta Uribla, fracasarla esta búsqueda ilusoria del supuesto paraíso
perdido.
Finalmente, y es otra lección de nuestras limitadas observaciones,
es menester en ciertos casos no sólo relacionar sino también equilibrar
los múltiples factores, dando su configuración y su especificidad a un
hábitat. Asimismo, hablando de sociedades con escaso desarrollo tec­
nológico, es preciso otorgar su Justo peso a consideraciones que pierden
importancia en sociedades que adquirieron un mayor dominio en la
construcción de obras civiles.
En el caso que nos interesa se evidenció cómo la forma, en alto
grado, depende de las condiciones impuestas por el medio geográfico.
De hecho, es obvia la marcada incidencia de la topografía en el ca­
rácter y el volumen de las obras de urbanismo. Concretamente, una

760
determinada cantidad de esfuerzos y trabajos, la selección, el procesa­
m iento y el manejo de los materiales, el uso de una tecnología construc­
tiva, el grado de cuidado de los acabados y finalmente la configuración
de un espacio, una determinada estética de los volúmenes y una plástica
del conjunto unificada por la diversidad, se originan en los accidentes
de una topografía y en la inclinación de una pendiente.
2 F O R M A C IO N E S P A C IA L D E L A C O N Q U IS T A C O L O N IA L IS T A
Ironía del transcurso histórico, un continente cae en poder de
las dos naciones europeas que eran entonces aquellas que menos tenían
la capacidad de explotar sus Inmensos recursos, medios de trabajo y
de producción. España y Portugal se adueñan de un patrimonio, del
cual no están en condiciones de aprovecharse sino parcialmente y en
form a más parasitaria que productiva. Latinoamérica no "nace” de)
capitalismo sino del feudalismo. Esta contradicción originarla, entre
la extensión ilimitada de los medios naturales de producción y el re­
ducido nivel de las fuerzas productivas, trae la consecuencia de una
prolongada crisis demográfica y productiva. A su vez, esta determina
el ritmo y las modalidades del poblamlento territorial, y los patrones
que adoptan los hábitats.
Considerado aquí como agresión armada y empresa militar, usando
una estrategia de guerra, y la prolongada resistencia de las poblaciones
agredidas, este periodo se inicia en Urabá en 1510 y concluye con la
guerra ae los pljaos por la liberación hacia 1630.
No obstante, se distinguen varias fases en el transcurso de estos
120 años:
a ) La exploración costera hasta 1525 y el fracaso de los estableci­
mientos españoles.
b) La implantación de bases militares marítimas definitivas en el
litoral Caribe, 1525-1536.
c ) La penetración andina y la primera red urbana colonialista,
1536-1560.
d) La estabilización urbana, la estructuración administrativa y la
consolidación económica regional, después de 1560.
Entre los criterios que llevaron a la división de estos etapas, resul­
ta rellevante la actitud asumida por los expoliadores, frente al dominio
y la propiedad de los territorios Invadidos, distinta de un periodo a otro:
1. Hasta 1536, el carácter meramente exploratorio de las primeras
incursiones y “ correrlas de rancheo y rescate", privilegia el saqueo
de oro elaborado y usado por las comunidades del litoral, excluyendo
la idea de sedentarlzación. Por lo tanto, poco se preocupan los agresores
por el dominio definitivo de las tierras, por su adjudicación, su registro,
titulación o herencia. No se encontraron registros escritos de las fun­
daciones y mercedes de tierras o solares urbanos en Santa Maria, San
Sebastián, ni tampoco en Santa Marta y Cartagena. Prevalece la idea
de apropiación rápida de la producción sobre el concepto de propiedad
permanente de los medios de producción.

761
2. Las políticas reales de colonización sedentarizada y de admi­
nistración, la codicia y las guerras intestinas entre bandas enfrentadas,
caracterizan la etapa siguiente, desde 1537 hasta 1560. Entonces se re­
gistran con sumo cuidado las mercedes territoriales y los repartimientos
de encomiendas, es decir, la propiedad permanente asegurada de los
medios de producción, hecho que Ilustran los casos de Tunja, Anserma,
Cartago y La Victoria.
3. Finalmente, en la etapa de la estabilización, además de lo ante­
rior, se afianzan los conceptos de “vecino principal” y de “ hijodalgo
de solar conocido” . Es cuando surgen los primeros planos urbanos de
tipo catastral, mencionando el nombre del poblador tributarlo en cada
solar, tal como ocurre en Toro es 1573.
En comparación con el periodo anterior, pero considerando úni­
camente los fenómenos que conforman el presente objeto de estudio,
la nueva formación espacial presenta estos rasgos principales:
a ) Paso del auto-desarrollo libre al desarrollo inducido e Impuesto.
b) Sustitución de la planificación "natural” por la colonialista.
c) Contradicción entre la extensión Ilimitada de los medios natu­
rales de producción y el reducido nivel de las fuerzas creativas, trayen­
do la consecuencia de una prolongada crisis demográfica y productiva.
d) Marcada disminución del territorio vital y paso al reducido
poblamlento español, por medio de escasas “ ínsulas” y enclaves, con­
figurando una exigua red de aldeas.
e ) La diversidad y la creatividad Imaginativas caracterizaban el
diseño de las aldeas, pueblos y ciudades americanas autóctonas. La
repetición de un modelo único y la monotonía son los rasgos dominan­
tes de la intervención hispánica.
f ) Anulación de la propiedad comunal, expropiación e implanta­
ción de la propiedad territorial privada.
g) Crisis y desaparición de la geometría del circulo e implantación
hegemónlca definitiva del trazado urbano, basado en el ángulo recto.
h ) Surgimiento de la ciudad como Instrumento y reflejo del Esta­
do colonialista.

# ♦

A partir del siglo X V I un orden político y un régimen Jurídico


nuevos, antagónicos con el anterior, rigen el diseño de la ciudad, pre­
siden a la conformación de los espacios y los derroteros de los patro­
nes arquitectónicos. La Irrupción hispánica significa la crisis de una
sociedad, la extinción del desarrollo territorial autodinámlco e inde­
pendiente, la implantación de una nueva concepción del espacio
considerado como objeto de apropiación y bien de cambio y una nueva
formación espacial; de alli en adelante el país experimenta un pobla­
mlento y un desenvolvimiento, inducidos desde metrópolis externas;
se planifica la organización territorial desde un lejano centro "emisor”
y el país se convierte en "receptor” . L a presión de exigencias eco­
nómicas exógenas engendra el correlativo aumento de la desigualdad en

762
el desenvolvimiento territorial. Estas necesidades actúan en forma
dictatorial soore la geografía y la formación de nuevos hábitats; inciden
en las modalidades del poblamlento, en la división espacial de la pro­
ducción y en la Introducción de nuevas condiciones de trabajo. Para
efectos de este estudio se tornan de gran importancia estos postulados
y tesis:
1. Territorio colonial desde el siglo XVI, experimenta en varias
oportunidades un “ cambio de mando’’ externo, bien sea político, eco­
nómico y cultural, cuando no combinado, originando modificaciones
espaciales. Estas alteraciones del espacio tienen por objetivo priorita­
rio, pero no exclusivo, adecuar el territorio a las necesidades económi­
cas de abasto externo. Los cambios se originan en un emisor cultural
e impactan el organismo receptor. En este territorio-apéndice sometido
a la metrópoli, la carencia de autonomía, las condiciones del vasallaje
económico y político provocan unas deformaciones e hibridaciones cul­
turales y un mestizaje generalizado de la vida material y cultural.
2. La planificación “ natural” es sustituida por los códigos de la
planificación colonialista: primero por el Consejo Real de Indias, sus
normas de poblamlento, prescripciones sobre fundaciones, reglamenta­
ción de la propiedad, código de urbanismo y de construcción, condén­
sanos en el Cedulario Indiano: una planificación “ a distancia ’ y por
correo, llegando en carabelas. Las primeras provisiones a Pedro Arlas
Dávila, en 1513, aquellas de Carlos' V de 1525, seguidas por las nume­
rosas provisiones de 1550, 1563, 1573 y 1593 condensan la doctrina del
urbanismo indiano Imperante en Colombia desde la Conquista hasta
las iunaaciones de principios del siglo X X . En el siglo XVuo. ias rexor-
mas borbónicas incluyen normas tendientes a racionalizar la organi­
zación administrativa y tributaria del municipio y la sectorización
interna de la ciudad. En el siglo X I X las necesidades comerciales del
imperio británico y el Tratado de Libre Navegación, Amistad y Comer­
cio, con Inglaterra, se tornan en un poderoso factor de readecuación
territorial. Inciden tanto en la planificación territorial de la red de
comunicaciones como en la misma renovación de los sistemas de trans­
porte, la creación de puertos marítimos y fluviales, y la organización
de polos de exportación e importación. Desde finales del siglo X I X las
inversiones norteamericanas son las que más Inciden en la remodela­
ción territorial, en el “ rapto-anexión" del puerto de Panamá, en la
puesta en producción de zonas vírgenes, la formación de hábitats
productivos primarios y el surgimiento de nuevas redes de centros uroa-
nos. A partir de 1920 tienen su sede en Washington los organismos
planificadores y sus misiones son aquellas que modelan el espacio na­
cional: construcciones de los muelles de Buenaventura y de Barranqui-
Ha, la fundación de Barrancabermeja, las redes “ urbananera” de Santa
Marta, minera de Condoto-Dertegul-Andagoya, petrolera del Cata-
tumbo y Tlbú, primera y segunda misión Kemmerer, misiones Cu-
rrie y de David Lilienthal. L a modernización de las ciudades
aotúa primero con “ planificadores” norteamericanos como la Andian

763
en Cartagena, Parflsh en Barranqullla o la Ulen Co. y Wootard en la
Costa y en Mantéales, y veinte años m&s tarde, con base en los planos
directores de Wiener, Sert y Le Courbusler.
Asi se verifica la antigüedad, la continuidad histórica y la vigencia
de la planificación del territorio y de la ciudad, lo cual sugiere la si­
guiente tesis: en cada fase histórica la sociedad, bien sea mediante
normas orales, hábitos o tradiciones basados en prácticas sociales
repetidas, reglamentos escritos, leyes, normas, prohibiciones, coerción
y castigo promulgados por Instituciones especializadas, prescribe unos
códigos tendientes n ln planificación de la ocupación, apropiación y uso
del suelo (y de las aguas), bien sea éste territorial o urbano, público
o privativo.
3. Ln necesidades del "emisor" engendran desigualdades locales o
regionales. En un determinado momento histórico no surgen en forma
sincrónica, en la totalidad del territorio, unas manifestaciones espacia­
les y culturales iguales en cuanto a su naturaleza, modalidades y r it ­
mo. Por el contrario, cada época presenta una imbricación heterogénea,
evidente en el dlseflo de las cludndes y en la producción arquitectónica.
Bien que mol, conviven lo local y autóctono con lo exógeno importado,
coexisten distintos grados y niveles, lo mismo que variados patrones
y estilos, formas y corrientes.

• • •

El aborigen está tan presente como el espafiol en el origen de las


ciudades del siglo XVI. Si el segundo la fundó, el primero decidió por
medio de su resistencia sobre su localización definitiva. Los primeros
centros no se emplazaron donde querían los agresores, sino donde los
toleró el agredido; su localización y la primera red urbana permanente
resultan, tanto de la acción del Invasor como de la reacción de los in ­
vadidos. Además, la civilización prehispánica dejarla su impronta en
la propia fundación hispánica; seguirla vigente la tradición lndoame-
rlcana del uso de la piedra para las obras de urbanismo: cimientos,
gradas del atrio del templo, enlosado de calles, pilas y piletas y acequias
del acueducto, atestiguan la contribución aborigen en la edificación
de la ciudad de conquista.
El ritual teatral de la fundación por los conquistadores no es más que
un ceremonial acompañando la notificación de los habitantes de su ex­
propiación, del paso de sus tierras a manos de los expoliadores y de
la sustitución de la propiedad comunal por la privada. Registrada por
escrito esta ceremonia, la escritura llega a América entronizando las
"escrituras" de la propiedad privada. La historia escrita y documental
se Inicia asociada con el paso de la propiedad comunal a la privada.
Fachada ceremonial y exorcismo de un delito, el ritual de la fun­
dación es un procedimiento de simulación, tendiente a dar a un despojo
violento y arbitrarlo un rostro de legalidad. Es un acto quo pertenece
más al derecho que al urbanismo y del cual obviamente está ausente
la arquitectura. La fundación, considerada como ceremonia produce,

764
más quo una mítica ciudad, una Ilusión de poder y de propiedad de
un lugar y de su ontorno y ln perspectiva de concretarse luego esta
apropiación.
La plaza es el espacio escénico elegido y previamente despe­
jado para facilitar el desarrollo do este espectáculo Imponente y dra­
mático. Se acentuarla luego este carácter, con la formación de su marco
por medio de los edificios y de la arqultecura sagrada e Institucional.
Pero hay más, y es que estos actos meramente legnles y materia­
les, se refuerzan mediante un simbolismo algo más trascendental. Es
preciso significar este acto por medio de una feoha y también de un
lugar. Este último ndqulere en seguida un carácter sagrado: se separa
del entorno y se aísla de la Impureza del hábitat aborigen, afirmán­
dose como sitio y enclave de la civilización cristiana, rodeado por
paganos. En medio de la barbarie americana, se sacrallza de una vez
como lugar elegido para Irradiar dicha civilización. Dos símbolos con­
cretos significan de manera tangible e Inequívoca esta sacrallzaclón
de la plaza: el árbol de la Justicia y la cruz.
Por analfabeta, miserable, rufián y prófugo de la Justicia que sea
en su tierra natal, el soldado vuelto poblador se convierte en artífice
y mensajero de esta empresa de civilización; se eleva socialmente y
ndqulere otra categoría, cuando se le nombra "vecino principal" y
"encomendero de Indios de la Corona".
Ejecutada esta expropiación y traspasadas las tierras, pierde vi­
gencia la fundación con actas y ceremonial. La fundación luego se
hace progresión, sin fecha, anónima y el ritual — hecho Inútil— se
extingue en el siglo X V II.
La expropiación de los aborígenes concluye con la Introducción
de la propiedad privada y el desarrollo de las diversas modalidades de
acceso a la propiedad raíz, como son:
a) Mercedes reales.
b) Ilcpartimentos de los cabildos.
c) Composiciones de la haclendn real.
d) Compra-venta entre particulares.
c) Adjudicación por el Estado de las tierras baldías.
El hábitat de conquista se estructura con base en categorías de
propiedad, urbanas unas y rurales otras, particulares varias y públicas
otras. Asi se tiene:
1. Predio residencial urbano particular: el solar, módulo sencillo,
doble (media cuadrn) o cuádruple (cuadra de solares), según méritos,
todos definiendo lo que hemos llamado el latifundio urbano.
2. Anillo suburbano de las tierras ejidalcs destinadas al crecimien­
to de la ciudad, con fines a la vivienda y administradas por el cabildo,
3. Dehesas y propios o sen tierras de pastos alquiladas por el ca­
bildo.
4. Estancias "de pan", particulares y tituladas, o sen de pequeños
extensiones de cultivos de nbosto urbano familiar, medidas en pies.

765
La ciudad de conquista es exhibición de poder, por ser sede e
Instrumento del Estado. Asi lo prescriben a todo lo largo del siglo X V I
las provisiones del Consejo en 1513 y 1525, Benalcázar en 1538, Felipe
I I en 1573 y Vargas Machuca hacia 1580.
Si la cuadrícula y el trazado ortogonal son la geometría de la pro­
piedad privada, la Plaza Mayor es la expresión física de una ideología de
la fuerza y de la represión; desaparece el espacio de la fiesta y de ln ale­
gría y da paso al espacio de la solemnidad y del castigo; el diseflo
estrictamente ortogonal no une sino que separa y divide. Pasando
del circulo al ángulo recto y al cuadrado, no sólo se cuadran la
Plaza Mayor y los linderos de las propiedades privados, sino que
también se "cuadra” y se afirma una Ideología. El espacio se iden­
tifica con una doctrina social y una forma adquiere su contenido
ideológico especifico.

Relación y Oposición Campo-Ciudad


La oposición campo-ciudad tiene en Colombia unos ralees históri­
cas muy antiguas y que en ciertos momentos se apartan del fenómeno
europeo, analizado por Marx y Engels. Ellos Identifican la oposición
campo-ciudad y la dictadura de la segunda sobre el primero, como
manifestación de la separación trabajo-apropiación del producto y co­
mo fase de la división social y espacial del trabajo, en algún momento
de su proceso. Pero en Colombia la intrusión colonialista hispánica del
siglo X V I trastorna este patrón. De entrada provoca una contienda;
los invasores emplazan en seguida unas fortalezas urbanas, como bases
de sometimiento de los hábitats rurales del entorno. Es decir, que de
entrada la oposición campo-ciudad se enmarca en las condiciones
singulares de una agresión militar, de una guerra colonialista de con­
quista y de su estrategia bélica; no ocurre como etapa "normal” , en
el transcurso de un autodesarrollo histórico y económico. L a ciudad
antecede, en lugar de ser resultado, y se afirm a desde el primer día
como centro del poder sobre un ámbito territorial. Los Invasores espa­
ñoles se radican en sus ciudades-campamentos, enclaves extranjeros
en las sociedades territoriales americanas y se enfrentan a la pobla­
ción campesina aborigen. La oposición campo-ciudad se manifiesta por
medio de una agresión armada y en su etapa inicial es de categoría m ili­
tar más que económica. Solamente más tarde, en los siglos X V III y X IX ,
en nuevas áreas de poblamlento rural y agrícola, se darán los procesos
"clásicos” de la separación y oposición antagónica campo-ciudad. Asi
que el conflicto campo-ciudad, aunque con formas y modalidades di­
versas, está presente en cada época histórica del país; se recrudece
después de la Independencia, cuando se multiplican las arremetidas
de origen urbano que oonlievan al latifundio republicano. Además,

768
varias de las contiendas llamadas “ guerras civiles” no fueron más que
el resultado, llevado al extremo, de pugnas entre el poder feudal en
los campos y el legal del Estado en la capital o en alguna metrópoli
regional.
No obstante, en la trayectoria histórica nacional no se puede di­
vorciar la separación antagónica campo-ciudad de la dependencia co­
lonialista satélite-metrópoli, actuando esta última como marco general
primario, a un nivel superior y dictatorial.
De todos maneras, siendo generalmente producto director de una
fase inicial de la división social y espacial del trabajo, la ciudad se
convierte luego en el h&bltat humano donde ésta adquiere su mayor
intensidad, diversidad y especialisación. Estos factores, & su ves, gene­
ran de manera ineludible la más densa e intrincada red de estrechas
relaciones sociales de interdependencia, indispensables para asegurar la
vida material diaria de los moradores.
Ley de la R e la c ió n O r g á n ic a Ciudad-Estado
En cuanto se refiere al conflicto campo-ciudad, se pudo verificar
en múltiples estudios la vigencia de unos postulados clásicos sobre el
origen y la evolución de este fenómeno social. Asi que compartimos
la tesis general expresada en La Ideología Alemana y luego desarrolla­
da en otros trabajos por Marx y Engels:
L s división del trabajo dentro de una nación se traduce, ante todo, en la
separación del trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrícola
y, con ello, en la separación do la ciudad y e l campo y en la oposición de sus
intereses.
Más alia, y en otras obras, analizan repetidamente cómo luego los
antagonismos conllevan al fortalecimiento del poder en la ciudad, al
sometimiento de la sociedad rural al aparato urbano de este poder,
hasta volverse hegemónico y dictatorial. Entonces, generalmente, el
aparato que se llama Estado actúa desde el lugar en donde se concen­
tró con sus instituciones y servicios, la ciudad. Eso, como explica
Engels en el “Antl Duhring” y resume Maurice Godeller. por lo que
el Estado
. . . se desarrolla cuando los individuos que satán al servicio de la comuni­
dad ponen a esta a su servicio y transforman su poder de función en poder
de explotación, sin dejar de asumir les funciones da ínteres general que se
les habían confiado y que siguen sirviendo pare justificar su dominación
( . . . ) y se unen finalmente pare form ar una clase dominante.
Es la Idea que retoma desde la visión sociológica Manuel Castells,
en estos términos:
Históricamente, hubo posibilidad de "ciudades” , es decir de une concen­
tración residencial que no v iv e de un producto agrícola directamente conse­
guido mediante el trabajo de la tierra in situ, a partir del momento en que
hubo un plus producto (excedente) agrícola y su apropiación por una clase
de no trabajadores ( . . . ) Asi que las “ ciudades” fueron le forma especial y
la organización social expresando a la vez la gestión-dominación de la clase
explotadora y e l lugar de residencia (y do consumo) de esta clase y de sus
aparatos y servicios, mientras los “campos” eran el mundo donde vivían y
trabajaban ln “masa fundamental" de los explotados.

769
Con lo anterior quizá podemos esbozar una definición de ciudad
(desde luego parcial e insuficiente, siendo que la relación dominio-
sujeción actúa también dentro de la urbe) que permita entender el
origen y la evolución de la oposición campo-ciudad, desde las posicio­
nes del materialismo dialéctico, es decir como matrimonio de contra­
rios. En efecto, según se vio, la ciudad surge y se desprende de la
sociedad campesina en una fase superior de su desarrollo, para resolver
los interrogantes nuevos que se van manifestando en el transcurso de
su desenvolvimiento demográfico y productivo, entonces se aparta un
grupo encargado de formular, promover, implementar y hacer respetar
unos nexos y relaciones nuevos con una complejidad superior. Lo hace
adoptando un lugar de óptima ubicación en cuanto se refiere a centra­
lización y distancias, con una modalidad de hábitat distinto y que se
distingue por la densidad demográfica, la solidaridad social obligada
de sus moradores, la multiplicación de sus nexos, la compacidad orgá­
nica de los construcciones y la indispensable continuidad urbanística
y arquitectónica.
De tal modo que coincide históricamente el nacimiento de la ciu­
dad con la especialización técnica en la producción, la división social
del trabajo, la consecución de un excedente, su apropiación por un
segmento social, el surgimiento de las sociedades estratificadas en
clases antagónicas, la aparición de una clase dominante y el Estado:
siendo la primera un instrumento indispensable del último. Así la ciu­
dad se puede definir como la expresión espacial y el reflejo de un hecho
histórico y social: el nacimiento del Estado.
Por lo tanto, y durante cinco siglos, la ciudad colombiana nunca
fue lugar de la producción, pero si de su acopio, de su apropiación es­
peculativa y de su consumo y, más que todo, el lugar e instrumento
desde el cual la oligarquía y su Estado someten el ámbito territorial
de la producción y del trabajo.

El modelo urbanístico basado en la parrilla reticular ortogonal y


4 en un espacio colectivo central único y sacrallzado, la Plaza Mayor,
reduce tanto los espacios libres públicos como las posibilidades creati­
vas del dlsefio arquitectónico. Sin oblicuas, diagonales o transversales,
con una trama con paralelas y perpendiculares, desaparecen los sis­
temas radiales y las vías convergentes hacia un espacio de remate, en
dónde valorar el objeto arquitectónico. El estricto trazado en damero
excluye el remate visual en un lugar público, con un cierre de la pers­
pectiva mediante un edificio. La misma localización del edificio en
un solar de cuarto, o de media cuadra, impide su concepción y con­
templación perimetrales, reduciéndose, en el caso más óptimo y bas­
tante escaso, a tres fachadas generalmente vistas a una distancia
que corresponde a una estrecha calle, de 10 varas entre paramentos.
Tanto estas dimensiones raquíticas y la falta de predios de cierta mag­

770
nitud, como la carencia de amplios espacios libres públicos y la mar­
cada pobreza de los moradores, limitan la plástica de la ciudad indiana;
excluyen de entrada la posibilidad de una arquitectura con propor­
ciones monumentales. El propósito de una obra de grandeza es incom­
patible con la pequefiez de su marco.
El paisaje urbano se empobrece perdiendo las vistas axiales sobre
el hecho arquitectónico. En el rígido mallaje de la retícula, operando
la dictadura de vías paralelas y perpendiculares, es cuando la esquina
se torna el lugar privilegiado, en dónde exhibir dos fachadas de un edi­
ficio. Pero el trazado de las vías y la cuadra normatizada partida, pro­
híben la concepción perimetral del diseño arquitectónico.
Allí radica una contradicción de la fundación de conquista. Dise­
ñada con un urbanismo de ciudad se Inicia y perdura durante mucho
tiempo con una arquitectura aldeana; no hay relación alguna entre
las dimensiones de la cuadra o la extensión del predio residencial y
el raquítico ranchito esquinero, en el cual se alojó el poblador.
En varias épocas se tratarla de escapar a los limitantes estéticos
de la manzana cerrada. En los siglos XVII, X'VIII y X IX se buscaría
adentro la valoración del edificio, la relación visual espacio-volumen
y la distancia que no se podía lograr afuera; resultaría un amplio
catálogo tipológico de patios y claustros. Desde finales del siglo XIX,
se buscaría en la verticalidad un desarrollo horizontal Imposibilitado
por la exigüidad predial.
Génesis del Municipio
Hacia finales del siglo X V I se evidencian los resultados de una
centuria de planificación territorial de conquista, con una red lineal
de aldeas-campamentos militares y de puertos de desembarco. Se des­
tacan dos tipos de asentamientos segregados:
a) La noble ciudad de españoles.
b) El pueblo de indios de encomiendas (o "de la Corona” ).
Tres categorías físico-demográficas de manejo administrativo y
territorial:
a) El lugar.
b) La villa.
c) La ciudad.
También se configura un primer esquema de división territorial,
respaldado por un sistema administrativo y considerando:
a) El municipio con su cabildo.
b) La gobernación administrando varios municipios y conforman­
do un extenso territorio regional, parcialmente virgen y desconocido.
c) La audiencia, categoría de dominio centralizado y sectorizando
las varias reglones del continente.
d) La sede de la administración general del virrey, descentraliza­
ción del poder del monarca en América.

771
Así se desdibuja en el Nuevo Reino de Oranada (Colombia) hacia
1550-1600 una sectorlzaclón territorial correspondiente a una primera
división administrativa. Esta se mantendría sin mayores cambios duran­
te tres siglos y sobre ella se apoyarían los cambios de la administración
republicana. Persiste hoy, en gran parte, con no pocos anacronismos.
En 1580 encontramos unos quince municipios, con sede del cabildo
en una “ ciudad"; algunas son también sedes de gobernación, tal como
ocurre en Cartagena, Popayán, Santa Fe de Antioqula, Santa Marta,
etc., bajo la autoridad de dos audiencias, una en Quito y la otra en
Santa Fe de Bogotá. Con la primera red de aldeas de la Conquista
opera la primera jerarqulzaclón del sistema urbano regional. Después
de una aguda lucha de clases, resultan favorecidas Cartagena, Santa
Fe de Antioqula, Tunja, Santa Fe de Bogotá y Popayán, las que con­
vertidas en sedes de gobernaciones y centros eclesiásticos, se erigen
en epicentros de sujeción y dominio territorial de las primeras regio­
nes. Asi, la región nace del concepto político y administrativo de go­
bernación, del dominio de un centro sobre un grupo de sedes menores
y más débiles y sobre un espacio territorial.
En el siglo X V II se observan varios fenómenos: la multiplicación
de los pueblos formados a la fuerza por las autoridades militares y
eclesiásticas, por medio de “reducciones” para garantizar la sedenta-
rización y la disponibilidad de la mano de obra servil aborigen, es
decir, la transformación de los “ rancheríos de encomiendas" en “ pue­
blos de doctrina"; también a lo largo del siglo surgen tempranas villas
mestizas de libres, siendo Girón y Medellin dos casos notables. En el
siglo X V m , más que todo a patrir de 1760, se generaliza este modelo
urbano con el apoyo de las autoridades: nacen cantidades de villas
y parroquias de libres y “ mestizos de todos los colores" que marcan
en la geografía (principalmente en la Costa, los Santanderes, Boyacá
y Cundlnamarca) la fuerza política del sector mestizo y serian el so­
porte de la división municipal de la República. Durante el siglo X I X la
multiplicación de los asientos de mestizos libres (actuando como li­
quidadores de las parcialidades, resguardos y antiguos “pueblos de
indios"), o de manumisos, van conformando los marcos territoriales
con los cuales la naciente República va estructurando el m allaje de
la división municipal moderna.
No obstante, al calor de luchas locales y regionales, con marcado
sabor feudal y sacudiendo al país durante cien afios, van cambiando
constantemente la división política-administrativa y las mismas cate­
gorías de sectorlzaclón electoral y tributarla, surgiendo y desaparecien­
do cantones, provincias, departamentos, estados soberanos, todos con
limites inestables experimentando anexiones o secesiones, particiones
o agregaciones. Después de cambios continuos durante el movido siglo
X IX , oscilando el Estado entre centralismo y federalismo, dictando
ocho constituciones entre 1821 y 1886, esta última permite que se
conforme, a principios del siglo X X , la estructura con departamentos;
se hablan formado el Cauca en 1821 y Boyacá en 1857 y luego de la
constitución de 1886 nacen los departamentos de Antioqula, Bolívar,

772
Cundinamarca, Magdalena, Santander y Tollma, rompiendo la estruc­
tura federal y dlvlvlendo los antiguos Estados Soberanos. Un tercer
grupo de departamentos surge de la reorganización Iniciada por el
gobierno de Rafael Reyes: Narifio en 1904, Caldas y Hulla en 1905,
Atlántico, Norte de Santander y Valle en 1910. Finalmente y al calor
de agudos litigios entre ciudades buscando asegurar sus zonas de In­
fluencia regional, opera la segregación de Córdoba en 1951 y con el
Incentivo adicional de motivaciones de dominio político y económico,
enmarcados por el régimen del Frente nacional, se conforman en 1966
los departamentos de Sucre, Rlsaralda y Quindio, los dos últimos por
decisión tomada en la Federación Nacional de Cafeteros antes que en
el palacio presidencial. Mientras tanto, pasan de intendencias a de­
partamentos: Chocó en 1947, Meta en 1959, Guajira en 1964 y Caquetá
en 1981. Estos reajustes ocurren en un país con 800 municipios hacia
1928 y totalizando 1.014 municipios en 1989.
Proceso nada idílico, está impregnado por las luchas de clases a
todo lo largo de la historia. El surgimiento de las unidades de manejo
estatal tributarlo y administrativo, sus posteriores segregaciones y
reagrupaciones, ocurren desde las primeras expediciones de la Conquis­
ta en el contexto de conflictos entre grupos adversos y obedecen a
luchas sociales, tomando con frecuencia el carácter de cruentas gue­
rras. Sobra decir, que el proceso de división y sectorlzaclón política
del espacio opera al margen de cualquier tipo de consideraciones geo­
gráficas, culturales y étnicas, sustituidas siempre por intrigas de gre­
mios económicos o por meras motivaciones electoralistas, cuando no
fiscales. Las delimitaciones nunca obedecen a imperativos racionales
de tipo técnico, en busca de un modelo territorial de óptimo manejo
municipal. Los desajustes y barbarismos que se observan hoy en la di­
visión geográfica de las unidades de manejo político y administrativo,
no son sino la conclusión de una larga trayectoria histórica y conse­
cuencia de los conflictos en los cuales se gestaron.

* # *

RELACION ESPACIO - LEYES DE INDIAS


(Según el Cedulario Indiano)
1) Categorías de la propiedad privada
a) Mercedes Reales.
b) Repartimientos del cabildo.
c) Composiciones de la hacienda.
d) Compra-venta.
2) Categorías prediales y catastrales
a ) Solar.
b ) Media cuadra de solar.
c) Cuadra entera de solares.

773
d) Ejido.
e) Dehesa boyal y concejil y propios.
f) Estancia de pan.
g) Estancia para ganado.
3) C lasificación de asentam iento*
a) Pueblo de españoles.
b) Ciudad de españoles.
c) Pueblo de Indios, o reducción, o pueblo de doctrina.
d) Asiento de real de minos.
4) T ipología política y adm inistrativa
a) Lugar.
b) Corregimiento.
c) Villa.
d) Ciudad (metropolitana, diocesana y sulrag&nea).
e) Cabildo.
f) Gobernación.
g) Audiencia.
5) Medidas de extensión y superficie
Pie. Vara de Castilla. Cuadra. Hanega. Suerte. Peonía. Legua.
Caballería.
6) Form ación espacial
a) Hábitat territorial.
—Términos.
—Jurisdicción.
—Estancias.
—Charcas y granjas.
—Colonia.
—Salinas y pesquerías de perlas,
b) Diseño de la ciudad.
—Planta y traza.
—'Plaza Mayor, calles y solares.
c) Edificios públicos.
Gobernación, casas reates y estanco, aduana, hospital,
templo, casa cural, casas del cabildo, cuartel, cárceles.
3. FO RM AC IO N E SPA C IA L C O LO N IA L IN D IA N A
Después de dos siglos de letargo demográfico se advierte un desa­
rrollo tardío de las fuerzas productivas, solicitando y presionando la
ampliación de los medios naturales de producción. Dos factores se
tornan capitales para entender su impacto sobre el espacio territorial:
a) La situación de tutela externa provoca la división territorial
desigual, de la producción y de las diferentes modalidades laborales.
b) El mestizaje posibilitó la recuperación demográfica y la quie­
bra del edificio de castas.

774
Ambos factores suscitan:
1. SI no la dilatación territorial, por lo menos la densificación po-
blaclonal alrededor de las ciudades, la formación de comarcas y la
configuración de varias reglones económicas muy caracterizadas.
2. El surgimiento y crecimiento de un abundante campesinado
mestizo libre, de labradores y pequeños estancieros. Antes exclusiva­
mente urbano, va creciendo el poblamlento de los campos, llegando ha­
cia finales del siglo XVin a ser mayor la población rural que la urbana.
3. La doble crisis del sistema laboral de encomienda y del régimen
do tenencia latlfundlarla de la tierra. La propiedad de la tierra deja
de ser un mero factor de prestigio social y de poder político, convir­
tiéndose en medio de producción de bienes mercantiles.
4. Una redistribución catastral y productiva con sus dos polos:
las pequeñas estancias familiares de “montañeses" o estancieros y la­
bradores mestizos libres, mulatos y libertos; la hacienda agrícola con
mano de obra esclava, servil y libre contratada.
5. Un crecimiento de la producción agrícola, estimulado por el
aumento de la demanda de víveres en los mercados urbanos.
8. Un mallaje urbano diferenciado y con nuevas categorías de cen­
tros, pero éstos bajo dominio de las primeras redes administrativas de
la conquista y sometidas a la tutela de sus cabildos.
7. La descomposición por mestizaje del pueblo de reducción y de
doctrina.
También por mestizaje se evidencia la crisis de la aldea de castas
y su mutación en ciudad de clases, pero con su segregación étnica In­
terna y la división social del espacio urbano, una sectorizaclón social
por barrios generando una dlverslflcación de las expresiones arquitec­
tónicas: las arquitecturas coloniales, en plural, y con una ampliada ti­
pología constructiva y formal.
8. Sometido a la presión de una demanda marcadamente popular,
entró en crisis el solar urbano de cuarto de cuadra; se reduce el predio
residencial familiar y, cambiando su tamaño y su forma, surgen nue­
vos patrones de ocupación del lote y concluyendo con nuevos tipos
arquitectónicos, la elevación de la densidad Inmobiliaria, del Indice
de ocupación y de construcción en la manzana. Culmina este
proceso con la construcción paramentada perimetral de la cuadra,
fenómeno de unificación que se desarrolla luego, a todo lo largo
del siglo XIX.
S. Muy a menudo por extinción de los "pueblos de Indios” apoya­
dos en la encomienda, la doctrina y la separación étnica, emerge un
nuevo tipo de agrupación urbana de fundación colectiva anónima y
progresiva, las parroquias y villas de vecinos libres, originadas en el
desarrollo del campesinado mestizo.
Desde finales del siglo X V II hasta las guerras de emancipación,
y más que todo en la segunda mitad del siglo XV III, surgen centenares
de localidades nuevas en las reglones bajo administración de la Coro­
na: la costa, los Santandcrcs, Boyacá, Cundlnamarca, Antloqula, Gau-

775
ca, etc. Son el germen de una reestructuración y de un reajuste de
la red urbana territorial, que cristalizarían después de la Independencia.
10. Desde las décadas de 1070-1680 hasta los primeros aflos de la
República, la parroquia o "villa de vecinos libres" es el patrón Juridico-
soclal de asentamiento — y también el medidor— , por el cual se veri­
fica el nacimiento y luego el fortalecimiento de la soddad mestiza.
Al principio se Inscribe en la estructura territorial de la administración
española y participa de ella; cien años más tarde, multiplicándose los
villas, se convierte en contradicción del régimen colonial.
Las trabas y la oposición radical de las arcaicas ciudades de cas­
tas, con cabildo y Jurisdicción territorial, son la mayor contradicción
que encuentran en su desarrollo las nacientes villas y parroquias, de
vecinos libres mestizos. Consecuencia de esta contradicción, la exis­
tencia física, productiva y social de estos pueblos no se corresponde
con su estatuto legal; siguen bajo dependencia administrativa y tutela
del cabildo de una "ciudad de españoles".
No sin razón, los cabildos de las viejas ciudades se asustan cuando
reciben peticiones, reclamos reiterados y memoriales insistentes del
campesinado de estancieros mestizos: parroquias y villas “ de libres” es­
taban librando el primer asalto contra las ciudades de la Conquista.
Los "nobles", amenazados, rechazan sistemáticamente las pretensio­
nes de "la plebe" y se multiplican los litigios y pleitos entre comuni­
dades locales. La villa mestiza de libres es, ante todo, la expresión
formal de una intención política y de una rebellón popular contra los
cabildos de las "ciudades de españoles". Sin embargo, si bien excluye
al español no puede eliminar a lo hispánico en su urbanismo y su
arquitectura.
Principios de negación y sustitución de una formación espacial
Un sistema urbano y una formación espacial pertenecientes a una
formación social declinante o en crisis, se toman arcaicos. En la nueva
formación social ascendente se gestan otras expresiones espaciales y
estéticas. Entonces van emergiendo: un nuevo modo de poblamlento
territorial, el correspondiente sistema urbano, trazados urbanísticos
distintos, concepciones arquitectónicas novedosas y otras tecnologías
constructivas o de ingeniería de obras civiles. Por lo tanto, se observa
con cierta frecuencia la supervivencia vegetativa pero testaruda de
formaciones caducas: la persistencia artificial de sistemas condenados,
de constelaciones urbanas moribundas, de centros vetustos y decrépitos.
Asimismo, en el campo de la producción estética rige el principio
del desfase temporal (de no concordancia absoluta, de no simultanei­
dad) entre las exigencias sociales (el contenido) y su producto deriva­
do y posterior: las formas y la creatividad urbanística y arquitectónica.
De este principio se desprende el postulado de la persistencia de fo r­
mas atrasadas o arcaicas en los momentos de "relevo Ideológico", o
sea de periodos de transición social. Resumiendo este punto, mientras
de una situación nueva no surgen Ideas nuevas, persiste lo anterior,
aunque esté envejecido y anacrónico.

776
P o r ejemplo, durante la mayor parte del siglo X I X la ausencia de
estímulos ocasiona una postración urbana y un marcado inmovlllsmo
arquitectónico; y, a su vez esta parálisis explica la prolongada persisten­
cia de los patrones y modelos estilísticos, propios del periodo social an­
terior. Por lo tanto este desfase tendría varias consecuencias, entre elias:
1. En Bogotá, Popayán, Buga, Cartago y Santa Fe de Antloqula
el rostro "colonial” cristaliza y se fortalece en tiempos postcoiomaies
y republicanos. Son centros que sólo adquieren después de la Indepen­
dencia la máxima expresividad de esta unidad plástica, que hoy con­
sideramos como la característica mayor de su personalidad "colonial".
De tal modo que en cuanto se refiere a arquitectura civil residencial
(tanto urbana como de haciendas), se puede asegurar que lo que actual­
mente llamamos el estilo "colonial español" alcanza su máxima gene­
ralización, homogeneidad y su más Intenso expresionismo formal,
hacia mediados del siglo X IX .
2. Como se ve, las huellas arquitectónicas "coloniales", bien sean
de finales del siglo X V I II o posteriores, surgen divorciadas de la pre­
sencia española llslca, de la escasez criolla, pero asociadas con la
presencia demográfica masiva y hegemónlca del mestizo americano,
libre de vínculos ibéricos. La ausencia directa de los agentes portado­
res de la Ideología ibérica nos obliga en reconsiderar los lazos entre
las lejanas Influencias hispánicas actuando sin protagonistas directos,
y los canales de su transmisión y su expresión local.
3. De estos postulados se deriva el principio de la convivencia si­
multánea de productos estéticos arquitectónicos y urbanísticos, perte­
necientes a varias formaciones espaciales; unos como vestiglos ae una
gestación socio espacial anterior y declinante y otros acordes y en con­
ciencia con la formación vigente; también aquellos que surgen en forma
precoz al lado de una formación nueva tendenclal o en gestación.
4. Nuestro conocimiento de la arquitectura colonial Indiana no
es aún exhaustivo y sistemático, sino, por el contrario, fragmentarlo;
carece de unificación en métodos, categorías, tipologías y productos
lnvestigativos. Resultado de esfuerzos individuales, pioneros pero aisla­
dos, queda aún descriptivo o analítico, pero no sintético y no se ha
podido elevar al nivel de una reflexión teórica. Por otra parte los
estudiosos, muy a menudo, trabajan bajo una visión limitante en cuan­
to a la forma, y una ideología hispanizante en cuanto al contenido,
lo cual conduce a una óptica reductora y que no considera la diversidad
de las manifestaciones de la arquitectura indiana. Sólo se podrían
superar estas limitaciones mediante un estudio exhaustivo de "lo co­
lonial” , considerando en forma sistemática sus distintas categorías
analíticas e interpretativas, asi:
a ) Cronológicas, Incluyendo lo precoz, lo mediano, lo tardío, lo post-
colonlal y lo republicano.
b) Territoriales, teniendo en cuenta las desigualdades regionales
en el poblamlento, la producción y la riqueza económica en un mo­
mento u otro.

777
c) Surales, e m á d m iid o tos distintas categorías (it í am obíam ien-
to á eí hábitat disperso. desde la casa de estancieros y h t> n d «ts , hasta
la -señ oria r de la gran hacienda.
d>, Urbanas, diferenciando sectores calles, cuadras y barrios, des­
de eí¡ centro hasta ta periferia y “ el arrabal".
e) Funcionales, desde lo residencial hasta lo ío s titw iO M l, lo m i­
litar, lo religioso. etc.
;> Sociales, es decir, a partir de la clarificación previa en el espa­
cio urbano de los distintos grupos de moradores, gestores y usuarios
de los edificios considerados.
5> Tecnológicas, o sea de la evolución operando en e l uso y m a­
n ejo de los diversos m ateriales de construcción, proceso evidentem ente
relacionado con la pertenencia so cia l tas necesidades espaciales y las
aspiraciones estéticas de los constructores y usuarios.
n ia r ifit de unidad entre relaciones sociales y territoriales
Las ñas de comunicación no soto se corresponden con la s co­
nexiones físicas que exige un habitat, sino también con la s relaciones
sociales de su romanidad. Considerados corno objetos de amohtamiento
Sel espacio vital, tos caminos son instrum ento» fis k w que aseguran
relaciones sociales; son la expresión es forrea de canales m ateriales
y mediante una tecnetogia de obras públicas, de necesidades de re­
laciones internas en un hábitat o entre varios; relaciones biológicas,
residenciales y domésticas, laborales y productivas, de abasto y con­
sumo. de gestión y de Intercambios, etc. La naturaleza, la cantidad y
la calidad de los nexos entre los integrantes de una comunidad, cual­
quiera que sea. im plican que en su territorio opere una red adecuada
de rutas, recorridos e itinerarios.
La red de vías, su estructura llin eal, radial, anillar, en espina, en
planetario, etc.), su tejido (im an o o denso), la coaformacmn de siste­
mas orgánicos o articulados, la multiplicación de rutas, la existencia
o ausencia de trazados altem os, la separación y diferenciación de los
Untos. t& división y especialización de usos, la jerarquisacioa de las
especificaciones y de la tecnología. según origen y destina son m últi­
ples Índices y medidores de la naturaleza y el nivel de desarrollo, de
la sencillez © la compíejidad. de las «riaeiaaes sociales en un determ i­
nado hábitat y territorio.
Por le tanto, mucho tiene que ver el regimen de propiedad im pe­
rante roa la persistencia o la caducidad de tos caminos. Se comprueba
la persistencia geográfica relativa- de los trazados de tos caminos útiles,
atravesando áreas de usufructo púbbco o colectivo. por ejem plo, las
cateadas de antiguo poblanúento aborigen, las trochas circulando en
territorios de comunidades nómadas, los caminos abiertos en tierras
baldías y otros, y se observa su persistencia absoluta a partir dei m o­
mento en que se tDsrita&aoahzaa y legalizan, actuando ya como hitos
catastrales. Entonces, convertidos en camines, “ju rid kes’*. pasan a
ser linderos de la propiedad privada, señalados y registrados com o ta­

77 8
les en la s escrituras y el catastro. Con esta sota legitim ación, su tra ­
sudo persiste independientem ente de su caducidad fu ncional y de su
uso. de su validez, y de su inutilidad.
L a h istoria de lo s cam inos es, en ciertas regiones, la del fraccio­
n a m ien to del Latifundio y en otras la historia de la intrusión del h om ­
bre en la ge o g ra fía pasiva y de las modalidades del palpam iento de
un nuevo h áb ita t humano. L os caminos son en estos casos las T í a s ’’
d e lectu ra de la historia.
Asim ism o, la (irrisión social del tr a b a jo con e l transcurrir del
tiem po, auspicia una m ayor com plejidad y división d e los modos, siste­
mas y redes d e relaciones, lo m ism o que una re la tiva especializaban
de las vías m ediante tas cuales se realizan estos intercam bios sociales.
Desde este enfoque, se puede considerar el ensanche de una vía,
o los trazados modernos de enlace, bien sean radiales o concéntricos,
com o e l necesario aju ste solicitado p o r la contradicción creciente
en tre una red arcaica de relaciones, y las exigencias nuevas surgidas
de tas diversas manifestaciones del desarrollo de las fuerzas pro­
ductivas.

Pasa del salar a l M e


L a h istoria del desenvolvim iento físico de la ciudad, de su planta
com o de su form a, de sus patrones de expansión, extensivo o compac­
tado. es hasta cierto punto la historia del predio residencial y del
com portam iento de la propiedad privada. Esta Ultima tien e (a n ta fu er­
za. que en las fundaciones de conquista de tas siglos X V I y X Y H (y
en form a menos nítida en centros surgiendo durante e l siglo X V U I)
se comprueba hay h persistencia testaruda de los linderos originales,
es decir, de tas conceptos de propiedad individual y de sotar privativo,
definidos por las provisiones reales.
N o otetan te, en tas ciudades fu n didas bajo las normas de la ie -
del Consejo de Indias, vean éstas "d e españoles" o “ villas de
vecinos Ubres", opera e l paso progresivo d el latifu n dio urbano a l rmni-
íundio, o sea el trán sito del am plio sotar hacia el reducido M e . El
instrum ento m as corriente de este salto agresivo es la partic ión del
solar origin a l de un cuarto de cuadra y su fragm entación en múltiples
unidades menores, bajo h acción de mecanismos sociales, comerciales
y especulativos. Aquí consideramos este fenóm eno como el indicio físi­
co y espacial del paso de una form ación social urbana a o tra ; es la
huella en el suelo d el tránsito de la ciudad “ española" hacia la indiana
mestiza, de la mutación de la ciudad de castas en urbe de clases.
Estas m odificaciones expresan también un cambio de actitud y
de m entalidad, fren te a la propiedad in dividu al El sotar de conquista,
inmenso, im productivo y de relativa inutilidad, era ante todo para
sa adjudicatario un com plem ento de su poder y un atributo de su pres­
tig io e igualm ente su único patrim onio de dominio real asegurado,
tangible y de uso cotidiano, por sa misma Tocación residencial Mas
tarde, vu elto “ ú til" y rentable, es decir, bien de cambio, paradójica­
m ente (sólo en aparien cia) tiende en reducirse. Para el mestizo urba-

77 9
no do los algias XVII y XVIU, el solar se convierte en 1» garantía
Institucional de haber adquirido el estatuto social do "rocino libro" y
el respeto que este merece. En ¿poca* posteriores, pera el colono do ver-
Uente* del siglo XIX (por lo monos en una fase Inicial) no os mil que *1
lugar complementarlo do sus predios rurales, la bodega donde almacena
provisionalmente una cosecha en transito hacia los marcadas.
Ahora bien, tanto la reducción del solar como la disminución de
sus dimensiones y los cambios geométricos en su forma. Inciden en
adaptaciones arquitectónicas y en modificaciones constructivas. Es de­
cir. que la división predial, originada en s) Incremento demográfico
y en la diversificación de la demanda de predio* residencial**, insti­
tucionales y comerciales, genera unas transformaciones cualitativas
del hábitat, tanto urbanísticas como arquitectónicas. A escala urbana
produce una alteración de la relación armónica origina), entre lo Indi­
vidual (la mansans y )a vivienda) y lo publico (las circulaciones de
acceso, platas y pistoletas, alamedas de orillas, vegas del rio, etc.);
produce una elevación notoria de la densidad nocturna; a escala
predial se registra la reducción gradual dei frente del solar y de au
superficie, unas modificaciones en su forma y en su geometría. Por
consiguiente el anAUais estillstloo de un producto arquitectónico se
facilita con el examen previo del plano catastral, escala ly600, esto es.
examinando primero la geometría y la extensión predial, o sea, privi­
legiando a prior! el régimen de propiedad Imperante y sus caracterís­
ticas, como determinantes para la expresión formal arquitectónica.
Resumiendo, estudiar el paso de una forma a otra, de un estilo a otro,
de un patrón a otro, es analisar primero las condiciones materiales
y jurídicas en las cuales se Inscribe una determinada producción for­
mal y estética.
K1 paso de la cuadra de latifundio a la mulUpredUü concluye con
la crisis de la máxima fragmentación y e) proceso culmina con la re­
constitución de la cuadra unlpredlal para la planificación de conjunto,
exigida por la arquitectura moderna vertical y promovida por el ca­
pital financiero moderno.
Relación de dependencia orgánica entre arquitectura y urbanismo
Del urbanismo resulta la arquitectura, el primero orienta y explica
la segunda, se evidencia con ella; para sociedad pobre, espacios pobres.
La pobres* de recurso* de los moradoras y del cabildo, el raquitismo
de ios patrones del trasudo, sólo pueden generar una arquitectura
modesta, hasta la humildad, tanto en sus propósitos, sus materiales y tu
tecnología, como en sus dimensiones y proporciones. Durante los siglos
XVII, XVIU y XIX el urbanismo de las leyes y su tratado preesta­
blecido e inmutable condicionan, restringen y obstacuUsan las posi­
bilidades de desarrollo arquitectónico.
Principio de densificación
Del punto anterior se desprende, naturalmente, el principio ge­
neral de la densificación residencial f radual y continua. Este fenó­
meno. actuando desde el siglo XVI hasta hoy, adquiere carácter de

700
urbana La densificación actúa inlelalmenle sobre las unidades
menores, a nivel del solar y luefo a escala de la mansana: as predial
o Inmobiliaria. Operando en forma hortaontal. durante el siglo XVlll.
permite pasar del perfil construido esquinero y discontinuo al continuo
y perlmetral. en loa cuatro costados de la cuadra.
No obstante, Interferido este fenómeno por varios factores actuan­
do a escalas superiores, el aumento de densidad en las partes no se
refleja en forma automática en el conjunto del organismo urbano.
4 L A F O R M A C IO N E S P A C IA L A G U A R IA

Con un solo dueflo en los siglos anteriores, Colombia experimenta


tres amos sucesivos durante el siglo XIX, Este se Inicia hispánico, si­
gue británico y termina bajo el marcado dominio yanqui. Esta suce­
sión rápida Imprime un ritmo y unas contradicciones antes descono­
cidas, las cuales dinamitan la sociedad y el territorio en forma velos,
cambiante e Inestable, en el transcurso del siglo XIX.
Por otra parte, después de la Independencia un marcado Impulso
demográfico actúa a favor de las áreas rurales, mientras poco crece
la población en la mayoría de los oentras urbanos, Esta tendencia
aumenta y a finales de siglo más del 90% de la poblaolón vive en los
campos y en aldeas agrícolas.
En el transcurso del siglo XIX el sistema urbano nacional se mo­
difica gradualmente, bajo la acolón de dos fenómenos principales:
—El surgimiento de una nueva red urbana, originada en la eolo-
nlsaolón de las tierras de vertientes, el Incremento de la producción
cafetera y el transporte del grano hacia el exterior. Este fenómeno
tendría su máxima expresión en la reglón centra) cafetera y a lo largo
de) rio Magdalena.
—El despertar de numerosas villas meaUsas indianas, que tenían
su desarrollo económico y su autonomía sdmlnlstratlva, frenados por
la administración colonial eapaftola. Este fenómeno actúa en varias
regíanos.
Declinan los centros del poder pollUco, militar, rellgloeo y de ges­
tión admlnlstraUva de la colonia ibérica ultramarina. El dominio his­
pánico operaba por medio de la concentración de las inaUtuctonea
militares, políticas, fiscales y eclesiásticas en pocos centros: Tunja,
Cartagena, Santa Pe de Bogotá y Popayán. Desde estos núcleos obtaou-
Usaba sistemáticamente el desarrollo de centros menores, algunos
con mareado Impulso produeUvo. Con la República, estas aldeas India­
nas con una estructura física aún muy rudimentaria se convierten,
gradualmente, en polos regionales y comarcales de acoplo e intercambios
entre productos primarlos, producción artesanal y de mercancías Im­
portadas. 8c abren paso los polos de concentración del poder comer­
cial y financiero, dominando la producción agraria de exportación:
tabaco, cafe, etc.; la dudad de la economía sustituye o margina a
la oludad de la política. VtoUmas del nuevo reparto colonialista, en el
transcurso del siglo XIX las viejas dudsdes hispánicas se convierten
co» frecuencia en cadáveres urbanos.

781
Un desequilibrio entre la presión poblacional y la estrechez terri­
torial, risible bacía el ocaso de la ocupación española, alcanza en
1850 un marcado desajuste: se evidencia que el pujante auge demo­
gráfico se encuentra obstaculizado por el carácter raquítico de los
medios naturales de producción, frenado por el régimen de propiedad
Imperante y unas relaciones laborales de producción arcaicas. L a em ­
presa y gesta popular masiva de colonización de tierras baldías de
vertientes resuelve esta contradicción, favorece el necesario reajuste
entre fuerzas creativas, medios de producción y relaciones laborales y
sociales de tal producción. Esta adecuación tendría sus precoces voceros
políticos, mediante los gobiernos reformistas del medio siglo. De cierta
manera, se puede considerar el Capitolio Nacional como el producto
arquitectónico más protuberante de esa tendencia. Por lo tanto, la
dilatación del espacio vital y la proliferación de nuevas localidades son.
en el transcurso del siglo X IX . la expresión espacial concreta del
desarrollo de las fuerzas productivas, lideradas por el campesinado.
Por su duración, su extensión territorial, sus dimensiones demo­
gráficas y sociales, sus consecuencias económicas y su desenlace,
mediante una larga guerra agraria, la colonización de baldíos es quizá
el fenómeno histórico, espacial, humano, cultural y económico más
rellevante, desde la Independencia hasta la Segunda Guerra Mundial.
Pero, en cuanto se refiere a consideraciones espaciales, es preciso
dividir este periodo, caraterizando varias etapas:
1. Un periodo precoz se desdibuja en las décadas de la Indepen­
dencia. con concreciones urbanas, como Sansón, Abejorral, Aguadas
y Aranzaxu.
2. Un periodo largo, caracterizado por el incremento y el predo­
minio de corrientes migratorias antioqueñas, impactando principal­
mente al antiguo Caldas y a porciones norteñas del Tolima y del Valle,
del cual surgen centenas de localidades nuevas entre 1850 y 1920.
3. Articulado al anterior, un periodo Incentivado por el primer
auge de las exportaciones cafeteras de los años 1922-1926, y que se In­
terrumpe en los años cuarenta. Con corrientes múltiples de migraciones
Ínter-regionales, con fines de colonización cafetera, se caracteriza por la
multiplicación de los litigios y conflictos de tierras en las zonas del pe­
riodo anterior e Igualmente en amplias reglones de Cundinamarca.
4. Un periodo de colonización “ periférica**, Caquetá. Amazonas y
región del Pacifico, que se desarrolla entre 1920 y 1940. en el cual se ob­
serva la Intervención de instituciones estatales y religiosas o misioneras.
Además, limitadas Indagaciones permiten, sin embargo, establecer
varias categorías de protagonistas. Intervenciones y modalidades:
1. La colonización popular. Individual o colectiva, llevada a cabo
por campesinos sin tierras, con fines de mera supervivencia y eminen­
temente solidaria en su fase inicial
2. La colonización mercantil y empresarial, con fines económicos,
impulsada en forma exógena desde las ciudades por compañías de
comerciantes importadores-exportadores y por sociedades de latifun­
distas tenedores de bonos de deuda pública.

782
3. La colonización oficial estatal apoyada en leyes y políticas, des­
de el aparato institucional y con motivaciones esencialmente políticas
y reformistas.
4. La colonización clerical en territorios de misiones, de carác­
ter evangelizados operando como consecuencia del concordato entre
el Estado y el Vaticano.
Superando tres siglos de tutela externa y de marasmo económico,
actuando al margen del complicado mundo Institucional, apartado del
aparato legal, elaborando su propio derecho de la propiedad basado
en el trabajo, la mejora y la posesión, realizando la primera reforma
agraria democrática, organizando una nueva red de relaciones y un
novedoso sistema urbano, fundando centenas de localidades, renovando
la arquitectura tradicional anquilosada, la colonización es como un in ­
tento popular espontáneo del campesinado para construir una nación.
Si la i n m o v ilid a d caracterizaba el periodo anterior, la extrema
movilidad territorial y la circulación de la población son los fenómenos
más relevantes del siglo X IX ; originados a partir de la Independencia
en un sinnúmero de factores sociales, la libertad de circulación y
las migraciones generan una intensa movilidad poblacional. tanto
laboral como residencial.
Entre los numerosos factores que estimulan la circulación de la
población, éstos tendrían un peso notable:
—Los excedentes demográficos en tierras mediocres con superpo­
blación.
—T.g* múltiples confrontaciones bélicas del siglo X IX . locales, re­
gionales y nacionales.
— T ** sucesivas leyes tendientes a la división-desintegración de
las parcialidades y resguardos.
— La ley de manumisión de los esclavos.
—La política de fomento tabacalero.
— La ley de tuición, llamada “ de bienes de manos muertas’*.
—El tráfico de los bonos de deuda pública y la subsiguiente expan­
sión latlfundiaria.
— Las leyes sobre sociedades comerciales agrícolas y el código de
1873.
—Las contradictorias leyes sobre adjudicaciones de tierras baldías
en la nación.
— La política de concesiones para plantaciones, destinadas al fo ­
mento de la agricultura de exportación.
—Los tratados de Ubre navegación, amistad y comercio.
—La ampliación de las redes de comunicaciones y la moderniza­
ción de los medios de transporte.
—La circulación de las tierras en el mercado de la propiedad raíz
rural.
Y , finalmente, lo que aquí más nos interesa; llegan a Colombia
y transitan por el país nuevos idearios estéticos, que penetran en el
urbanismo y la arquitectura.

783
Estos factores, inleialmente dramáticos, desestobtUsan en forma
negativa el equilibrio territorial anterior, pero concluyen antea de
terminar el ligio en múltiple! efectoi positivos, tanto deade el punto
de viata aocial y económico como eapaclal, con marcada ampliación
del caparlo nacional vital.
Más que procedente! de una determinada reglón geográfica, lai
corrlentei de colonlaaclón «e originan en una definida reglón social:
el campeatnado aln tierral. Siendo que toda colonlaaclón ei aoclalmente
conflictiva, «e establece el ciclo dinámico: mlgractón-scdentarizaclón,
conflicto-migración, scdentarizaclón-confUcto, etc. En esta espiral el
hachero pionero actúa como patrulla de vanguardia, creando con au
trabajo loi condicione! de au posterior desalojo y de la mutación de
sus diminutos "abiertos" en latifundio. Desde los dios de la Indepen­
dencia, hasta hoy, el latifundio avenía sobre los labores de desmonte
y los tierras del proletariado de colonlaaclón.
De la ampliación territorial resulta una reorganización de la for­
mación espacial. Solitario o en grupo solidarlo, el colono no sólo pro­
duce medios de subsistencia, sino también espacios vitales y hábitats.
Operando la inversión dialéctica, el hábitat familiar disperso de la
producción aislada, multiplicándose concluye en hábitat grupal y on­
deado de su producción. Múltiples estudios de casos convencieron que
todo frente exitoso de colonización experimenta una trayectoria socio-
territorial, en la cual se suceden dos foses;
—La primera, de expansión y atomización rural demográfica.
—La segunda, de agrupación y concentración urbana de la pobla­
ción, de las Instituciones y de las decisiones,
Desde luego, en las peculiaridades de la primera etapa se gestan
las pautas y condiciones de la segunda.
Articulada s una fase próspera del crecimiento de la colonia rural,
la fundación urbana es au manifestación superior. Surgido del exce­
dente, el pueblo nace como polo de intercambios. 81, desmonte =easa;
pancoger + excedente « pueblo; y excedente + café ■» ciudad.
En una fase inicial el diseño urbanístico y los patrones arquitec­
tónicos permanecen bajo el dictado de las influencias hispánicos. El
trazado del recinto urbano no lograrlo romper estas ataduras arcaicas
y después de la rebellón lineal regresa al convencionalismo de la retícu­
la. Más tarde se observa trn original sincretismo arquitectónico,
por ejemplo en la casa de la hacienda cafetera qulndlana y tollmense,
recuperando los patrones volumétricos de la hacienda colonial de
tierras calientes, pero combinadas y reelaboradas mediante la tecno­
logía de la guadua y de las maderas. Otra transferencia se advierte
en la casa urbana del colono. Oenerosamente abierta y negando loa
patios cerrados del claustro hispánico, con profusión de vanos, ador­
nados balcones y amplios corredores, asi proporciona numerosas vi­
suales frontales, oblicuas, laterales y posteriores sobre el doble entorno
urbano y agreste. Estos dos modelos alcanzan su máxima tipificación
estilística en la década de la primera bonanza de las exportaciones
cafeteras y de la danza de los millones.

784
Pero operando la división social en el seno del campesinado de
colonización, un sector exitoso no tarda en apartarse de la nueva tra­
dición, para buscar en el exterior los símbolos renovados de su éxito.
Una nueva dependencia se asoma cuando se inician las Importaciones
de materiales suntuarios para la construcción o decoración; estos
Importaciones señalan un corte, no sólo estilístico, sino también en
la mentalidad, o sea una nueva postura Ideológica. La acomodada ha­
cienda cafetera y la casa urbano del comprador de café desprecian el
tradicional blanqueo monocromático de la cal nativa y acuden a una
prestigiosa policromía, con pinturas químicos Importadas, Ello Indica
el ocaso de un momento social y la derrota de una conciencia nacional
incipiente. 8e extiende la colonización y en los cosas de los més adi­
nerados se evidencian las huellas de la nueva dependencia externa,
el poso a un nuevo "colonialismo" y a lo "colonización antloquefta".
De tal modo que loa modelos y patrones autóctonos y populares
entran en crisis en la década del cuarenta y se extinguen, como el
propio campesinado de colonización de vertientes, en la década siguien­
te, "a sangre y fuego".
Lo anterior Ilustra el carácter pendular de las Ideologías e Influen­
cias araultectónlcos, circulando desde la dudad hada los caninos y,
en ciertas condiciones, provenientes del mundo rural y llegando a
la dudad; en ambos casos operan una reelaboradón y una retroali-
mentadón, Este principio se observa desde la Conquista hasta hoy,
es decir, en todas las formaciones espaciales identificadas.
Realizado au proyecto de separación de España y de independencia
política, conseguida su Incorporación económica a los potencias euro­
peas del capitalismo Industrial, el sector mestizo tardarla den años
en romper sus ataduras con la Ideología urbanística y arquitectónica
hlspAnlca. Hada 1020 esta ruptura se advierte en dos manifestaciones
socialmente diferenciadas: por una parte la elaboración popular del
campesinado de colonización de vertientes, consistente en un nuevo
tipo de aldea lineal de cuchillas; diseño espontaneo y muv pragmático,
expresando los necesidades de scoplo y de la exportación del exce­
dente agrícola, y una arquitectura rural de la madera que aún conser­
va vigencia en las reglones de colonización moderna. Y por otra parte,
en el opuesto sector soda! urbano do los beneficiados de la colonización
cafetera, bajo una doble dependencia estilística y tecnológica, el sur­
gimiento de una arquitectura fusionando el supuesto estilo neo-clásico
francés del siglo X V in con el uso de materiales modernos importados;
verificándose en la división social y clasista que opera en forma dife­
renciada esta renovación de la ideología estética, urbanística y arqui­
tectónica. Desde luego, al poco tiempo la corriente internacional aplaca
el Intento autóctono y nacional:
1, Una renovación productiva, social e Ideológica concluye con
la renovación arquitectónica. Después de casi cuatro siglos de Inmovi­
lidad. el neo-clásico rompe la quietud que dominaba a la arquitectura

789
1149 que francés. “neo-elásleo de Dinamarca’ podría Uamarae un estilo
que poco tiene de orlfeo talo, pero al toneladas de comento danéa.
Pero, com o bien se sabe, la manumentalidad de un edificio es pro­
ducto más de rotaciones y proporciones que de dimensiones. Por Ignorar
o despreciar esta regla, en la arquitectura andina de la danaa de los
m illones, con frecuencia se confunde manumentalidad con gigantismo.
T por no haberse logrado las proporciones de la prim era, fácilmente
se cae en loe excesos del segundo.
B neo-dáslco culmina entre 1900 y 1930. en la confluencia histé­
rica de vanos fenómenos
— Auge de las inversiones m onetarias extranjeras y desarrollo del
sistem a financiero.
— La sectortsaclón administrativa nacional centralizada con el ré­
gimen de departamentos y gobernaciones.
— B auge de la producción y la exportación cafetera.
— La consiguiente expansión de la red de ferrocarriles.
L o anterior expilca por qué el estilo arquitectónico, en su versión
institucional, privilegia a determinados edificios: bancos, gobernacio­
nes. estaciones del ferrocarril, teatros y clubes gremiales.
B itre 1990 r 1940. el neo-dáslco asciende, culm ina, entra en deca­
dencia v se disuelve en el eclecticismo, destronado por las primeras
expresiones modernistas provenientes de diversas latitudes. Tam bién
tírenla como expresión construida de una Ideolocla. en la red urbana
y las rociones: en la sociedad urbana, desde la élite hada loa demás
segmente*: en la dudad, desde corazón'' hada la periferia; en la
producción arquitectónica, desde lo oficial e Institucional hada lo
comercia] y lo retídendal.
í Antee de edificarse d banco seudo-neovorqulno de Pedro López
sobe* la Avenlóa Jim énez i el W all Street de Bogotá), habla entrado
por las •'puertas arcanas" le arquitectura moderna de la producción
Industrial del capitalism o extranjero; la tecnología actual del acero,
del concreto y del vidrio estaba en Cartagena con la Andlan. en Santa
M arta y Ciénaga con la United Fruís, en los muelle* de BaTranquilla
r rn lo* campamentos petrolífero* de la Tropical en Barra ncabercnej*
La arquitectura moderna estaba enqaletada en los epicentros de
los enclave* extranjeros y se rotaba regando hada el Interior, circu­
lando por Jos distintos sistemas de relaciones. Loe canales de la depen­
dencia económica colonialista fueron los doctas por donde igualmente
penetró jr circuló la ideología de la arquitectura moderna.
De tal modo que el oea-eburirlsate. como Ideología de la renovación
arquitectónica jr de la estética urbana, se Integró al s*s»rslonlili*B a
que se habla impuesto a los destinos politicos y económicos del país:
producto más del idiotismo que de la erudición o del buen gusto y
transplantado en form a exótica al trópico andino, el neo-clásico, más
que un estilo, se vuelve en las ciudades cordilleranas un extrava­
gante ca ta lejo de bartarism o* arquitectónico*

784
S. Por lo d m ii . a principio» del tifio X X el binomio neo-clasl-
d tm o . neo-col ontallsmo deebord» del mero campo de la estética arqui-
tectónica Invade lo urbano cuando Irrum pen en la » ciudades m á»
dinám ica» Ufada» a la economía de "bombeo’*, la » firm a» extranjera»
proveedora» de lo» prim ero» servicia» públicos moderno» y moderni­
zante»: telégrafos, teléfono, planta» eléctrica» dleeel. acueducto» con
tubería» m etálica» y planta de tratamiento, y tranaporte urbano maitvo
por tranvlaa Empresas meramente m ercantile» y monopóUca». tu sur­
gim iento indica que la dudad te lom é un buen nefoelo o necesita al­
canzar un nivel superior de funcionalidad.

E n cuanto se refiere a la sustitución de una arquitectura por otra,


hemos comprobado alguno» mecanismos indicando que nunca las cosas
se encadenan una tras otra, desapareciendo la primera y surgiendo
la segunda, sino que se traslapan. Eso lo podemos deducir de un n u -
m ere > eatáloeo de caso»: todo» Ilustran la agonía del neo-clásioo
trancé* y la intrusión aámaltánea de la tecnología moderna norteame­
ricana en la arquitectura. Este hecho es particularmente visible y,
por lo tanto, analixable en lo» enclave» extranjero» de la producción
"de succión", como Santa M arta. Barrancabermeja. Cartagena y Bo-
cagrande. Buenaventura y BarranquUla. y otros. Van solapado» ambos
estilo» en la década d » lo» veinte, conviviendo unos afio» hasta que
el prim ero desaparsaca, derrotado y vencido por «1 secundo, de tal
modo que la primera fase de la arquitectura moderna norteamericana
se monta sobre la época final de aquella influencia francesa. El desen­
lace ocurre como resultado de una lucha de contraltos, cuando de las
rond‘cif>nm serí ale» cambiante» surgen nuevas tendencias estéticas.
Reflejo de cootradledanc» entre ciolonlalUtaa y en el mismo asno de
una dase dirigente Indígena, dispuesta a pasar de un amo ideológico
a otro, es fácil comprobar esta dualidad en varias ciudades y obras.
La arquitectura de tecnología *made ln U SA ." se verifica en obras
que se integran al nuevo dominio económico colonialista: estacione» de)
ferrocarril, puerto», muelles, bodega» y termínalas marítimos, edificio»
adm inistrativo» de la Andlan en Cartagena, de la Tropical OU en
Barrancabermeja. el Banco Lopes en Bogotá, en las instalaciones por­
tuarias y adm inistrativa» de la United F ru lt en Santa Marta, y oiras
obras.
U n hecho concreto ilustra en Bogotá, lo que se podría llamar la
arquitectura mesttia del concubinato tranco*neoyorquino, bada lálá*
IM S. m ientra» se construye el hotel Regina siguiendo loe patrones de
un supuesto neo-ciásict» traído de Parts y Oaston Letargo proyecta la»
palada» Behsverri. de Narlfio, terminando las obras de la airaldia y
del Capitolio, frente al edificio de la gobernación, igualmente disertado
par éL el norteamericano Parrington construye un desafiante edificio
alto de tecnología moderna estadounidense de concreto y vidrio, «obre

787
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la —rtfitiH* u it e u moderna- Las condletonoa w ls a liflU ii de la génesis De tal «nodo que pesada la primera lera del proceso, meramente
de la ciudad eolomMana y la prrttA n da de eete factor, excluyen y acumulativa, se infrian por parte del Estado múltiples Intentos de
irt«pn ja de una ciudad productiva, de tipo «cundario, adecuar la dudad para elevarla ai nivel de les nueves exigenriea Su­
con fuerte prearada industrial. cesivas políticas efímeras y contradictorias no logrén solucionar múl­
Otra peculiaridad consute en que los flujos migratoria* impartan tiples penurias, aumentando siempre éstas a un ritmo más rápido, que
Indiatintamente todas las categoría* urbana*, desde la costa Ckribe la capad dad financiera para su detención.
basta el Cauca y el Halla la v tau ln ciéa m es cea centrada riña re­ Surgen desde los shas cincuenta cantidades de caricaturas urba­
cada. E3 fenómeno aquí resumido provoca un cambio brutal en la red nas kilométricas, creciendo en el espacio rústico a la doble sombra de
urbana antes conformada por un sistema de aldeas y peala- las arcaicas Leyes de Indias y del novedoso estado de sitio, especies
des, p*.—jado bruscamente ai tamaño demográfico y fusco o* ctaaitri de prvta-riudsdes de earenrias y caso, conglomerados desintegradas y
populan*. amorfos dilatándose al asar de les especulaciones ralees, en condicio­
Pero esta Oteando nueva se daba en el marco de una sociedad nes de bancarrota de municipios arruinados administradas por cabil­
envejecida y «dio una dase rodal nueva podía afrontar tai reto. Para dos impotentes o Ineptos, y que apena* merecen el calificativo de
enfrentar a la urbamaadon y a su* mdltiples deaafios con éxito, la pretopells La oligarquía carnavalesca consiguió la dudad de pacotilla
aoneóad neceatana una burguesía Joven y pojante, cuando no habla que se mereció y mal podría quejarse ¿ri lamentable resultado de su
amo una desgastada oligarquía tradirtonai y moribunda Esta casta Ineptitud histórica. Con toda evidencia una dase vetusta y en des-
carcomida y carente de conciencia nacional, que dominaba ti país composición, históricamente desgastada, sin perspectiva* ni futuro,
desde la Independencia, ae terciana incapa» de asumir su responsabi­ sin mística ni moral, no esté en capacidad de construir la sociedad
lidad histórica y cumplir con d reto que significaba este cambio. del siglo X X L Solo puede resallar una ciudad vacilante entre un sis­
Bogando al délo y buscando la aoiudOa doiarisada en las 'estre­ tema medieval testarudo y un capitalismo en pañales; un conglome­
llas del norte", no podía sino remendar y , bien o mal. construir simu­ rado de retesos, parches y remiendos, nuevo pero carcomióo. una ciudad
lacros j barajiia* p ra u -u ta a u . De hecho, muy a menudo conservan de pacotilla, de baratijas y del estado de sido: praupollai, dudad aéa
intactas y sin cambio algunas caracierutlca* ¿ocíale*, marcadamente es abra negra.
aldeanas, varias dudadas que hace años superaron ei umbral demográ­ Estas últimas notas Indican las peculiaridades del fenómeno co­
fico de los IOQjOúO habitantes. lombiano moderno de urbanización, señalan los limites de las compa­
Lo anterior lleva a la siguiente tesis, apoyada en múltiple* estu­ raciones entra éete y tos procesos europeos. La ciudad europea emergió
dios sobre la evolución demográfica urbana desde finales del siglo lentamente, y de la riqueza. mientras la urbe colombiana broto en
pasado, con un ritmo anual que va progresivamente del I ai 2 % . luego forma precipitada y de la máxima pobrera, en las condicione* p«un*c*«
ai 113% , y que va después basta un & •% , para regresar diurnamente de excepción, caraelan adas por el estado de sillo.
a un orden mas moderado del 2%. D petalado presente es que, en Vina cuetradJcriéo bastea
las condiciones económicas y presupuéstale* contemporánea*, todo
centro urbano, con un ritmo superior ai % % * nH* 1 experimenta » " » Considerando sus estríete* necesidades demográficas, aquellas in­
penuria inevitable y un divorcio entra les demandas originadas en dispensables para garanttasr tu funcionamiento óptimo, toda ciudad
colombiana concentra hoy un abundante "excedente" de pobtarión.
eeta tasa y la eapaesdad estatal de ínveraorus financieras, pera re­
solverla* de manera satisfactoria para la pohUrMfrn. De hecho, desde hace varias décadas, persiste un desequilibrio cre­
D cambio cuantitativo ae torna dramáticamente cualitativo en ciente entre el ritmo rápido de acumulación de la población y el orden
d momento de ajustar la apseUMe ciudad de ayer a la* demanda* nuevas sumamente lento de absorción c integración de «Ua por las distintas
y eraaeote*. E n otras palabras, «oo proporcionas nuevas la ciudad ad­ Instancias urbana*, tanto de los aparatas administrativos y de gestión
quiere '"dimensión" distinta. U n de escala de los umbrales como del mismo sistema laboral; por lo tanto, una determinada pro­
de demandas, exigencias y ftcceadadet, afecta a la estructura anterior; porción de la mana pobUdonal na es requerida para su funcionamien­
tendría su «m a s » expreaión en materia de redes de servicios pébli- to. Sobrante e Inútil", no sirve para el manejo adecuado de la urbe.
eos y. en general, de toda la gama de equipamiento* ooiecüro* de Uegando inclurive hasta frenar, entorpecer y perturbar su progreso.
responatblhdad estatal. Ademas, «u e} conglomerado ''kilométrico", las Teste robre la fernta urbana
dW s n fli*, la movilidad de los usuarios de las vía*, lo que la
La forma que m adviene durante el estudio de una dudad, indica
Om üstíóo de los servicios y de tos abasto* exigra la readecuadón de entrada los termino* de la reiarión y del conflicto imperantes entra
completa del antiguo sistema de reiariooes a través de la trama urba­ la reata de Iro metro lalraurbaaro y la reata eu la* tierra» agriruta»
na y de extensos Mburbtoa circundante» al perímetro urbano. La -forma urbana" y las

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movimiento continuo. Con toda evidencia, el edificio del capltallamo
en ascenso no cabe en el molde urbanístico heredado del feudalismo
Ibérico; esta contradicción entre el objeto de hoy acomodado en un
ámbito del ayer, actúa en detrimento de ambos. No obstante, el arraigo
de la tradición entorpece la búsqueda Innovadora y la fuerxa de la vieja
ideología paraliza a la imaginación creativa: sólo un cuestlonamiento
radical del patrón urbanístico arcaico puede superar este divorcio.

Tránsito de la id eología en el ám bito urbano


Desde "arriba hacia abajo" circula y se propaga la ideología esté­
tica en la so-eludad. Se difunde desde el grupo social dominante
hacia los segmentos dominados, y desde el marco de la Plaza Mayor
hasta los arrabales de la periferia.
Muy a menudo, y especialmente cuando se vive la transición del
paso de una formación social a otra, el Estado actúa como vehículo
transmisor de la Ideología de la nueva clase dominante o en ascenso.
Por consiguiente, es frecuente que lo novedoso en materia de produc­
ción estética se manifieste primero en los edificios públicos centrales;
simbolizan el rechazo a lo arcaico, expresan el cambio y se convierten en
paradigma de modernidad. Adquirido este valor, al poco tiempo el mo­
delo se va difundiendo en el conjunto social urbano, bien sea con los
edificios comerciales o la arquitectura residencial; en cuanto a la
última es suntuaria al Inicio del ciclo y popular cuando concluye.
Aquí es preciso añadir una tesis complementarla, relativa al fe ­
nómeno de atracción que emana del foco residencial del grupo social
dominante y su ciclo socio-espacial. Solicitado por una élite social y
diseñado por y para ella, dicho foco Inicia su vida habitado y contro­
lado por este grupo, pero concluye decadente y en poder de otra clase.
La fascinación Ideológica que ejercen sus gestores estimula la intru­
sión gradual de grupos bajo su Influencia y que buscan el mimetismo
social, mediante la cercanía geográfica y el vecindaje residencial. La
atracción se torna Invasión y de ésta se pasa a la expulsión; los a rtífi­
ces del barrio huyen la promiscuidad del lugar que concibieron exclusivo
y que se volvió expulsivo. Es lo que hemos llamado la ley de fuga, o si se
aoepta, ley de Chaplnero y, de hacho, toda ciudad tiene su Ohaplnero.
Concluye una etapa del dolo pasando el sector, o el barrio, de la
máxima unidad física y homogeneidad social, a la promiscuidad y
heterogeneidad. Presenta entonces un notable deterioro "de lo construi­
do" y un marcado descasamiento social, llegando hasta una "lumpenl-
zaclón", que se evidencia en la mezclada diversidad de usos antagónicos.
Ahora bien, las condiciones sociales peculiares de la urbanización
moderna no han posibilitado aún la sedentarizadón definitiva ni
social y residencial, de la mayoría de los dtadlnos. La ciudad colom­
biana adolece de una Intensa migración residencial lntraurbana; en
la precariedad laboral y la Inestabilidad social radican los motores que
más Impulsan la movilidad residencial; esta última Incentiva la ley
de fuga y la extiende a la totalidad del ámbito urbano. Desde luego,

794
estos fenómenos, mediante la acción continua del binomio atracción-
repulsión, contribuyen en la dilatación física permanente del conglo­
merado y, por ende, auspician la caducidad rápida de las previsiones, de
loe plano# directores, el doibordamlento crónico de cualquier “ períme­
tro", la Insuficiencia cíclica de las redes, presupuestos y equipamientos.

Hecho y derecho
Toda la legislación promulgada desde 1619 permite comprobar
otra ley de la ciudad colombiana: el divorcio diacrónlco permanente
ontre hecho y derecho, verificándose el adelanto del primero y el ca­
rácter siempre rezagado, arcaico y desajustado del segundo.
P or otra parte, se evidencia que no existe en la actualidad un
cuerpo teórico moderno y un aparato de leyes y normas urbanísticas,
comparables por su unidad y coherencia con aquellos que rigieron
durante los siglos X V I hasta X IX , bajo el calificativo de Leyes de
Indias. Este vacio Jurídico se puede considerar como un retroceso,
comparado con épocas antorlores.
En la fase actual de la rápida y caótica urbanización nacional
se evidencian, de manera dramática, la carencia y urgente necesidad
de un Derecho Urbano y de un Estatuto del Suelo Urbano. Es patente
el divorcio entre las categorías vetustas de una tradición Jurídica
petrificada en el derecho civil, de un mundo rural, y el brote continuo
de situaciones antes desconocidas, exigiendo unos enfoques legales
novedosos. Pero con toda evidencia al "lalssor faire", pactado en for­
ma solidarla entre la clase dirigente y sus agentes del Estado, asegura
un “caos benéfico” y que una legislación moderna y racional sólo
podría entorpecer.
81 la ciudad antigua era un "bien de uso", hoy día se convirtió en
“ bien de cambio” y do especulación en dinero, es decir que se integró
al universo monetario del capitalismo. Se entiende de por si que la ciase
que detenta el poder económico y político, mantiene el derecho y la
Ideología que favorecen eus Intereses y consolidan su dominación.

Sobre la "cultura urbana”


Toda reflexión sobre este tema obliga a considerar la situación
concretada de la ciudad colombiana de hoy, descartando cualquier tipo
de comparación a escala universal. De nada sirve lamentarse a diario
de que no actúen como los de Edlnburgo, Bruselas y Franlcfurt los
hijos de campesinos andinos, recién radicados en Medellln, Popayán
y Slncelejo, Los primeras ciudades mencionadas transitaron por un
camino largo, mientras las últimas lo hicieron por otro, propio y corto.
Cualquier Intento de ajustar la ciudad colombiana a estos modelos, no
puede engendrar más que frustraciones, deformaciones y simulacros
engañosos. No podemos confundir la rápida mutación de un hábitat
rural en urbano, con la lenta transformación de una sociedad agraria
en sociedad urbana.

795
La recién nacida protocludad moderna colombiana poco favore­
ce la Integración de sus moradores y sólo puede generar una muy
peculiar protocultura urbana. Apenas se urbanizó el suelo, pero quedó
rezagada la “ urbanización mental'' de los moradores. Dicho con otras
palabras, las prácticas sociales generan conductas y éstas son
los cimientos sobre los cuales se sedimenta y se erige una cultura
colectiva de ciudad, pero se entiende que sólo adquieren estas conductas
y prácticas los moradores en situación urbana. La primera condición
para una “ cultura urbana” , es dar a los moradores las oportunidades
para incorporarse a la sociedad residente en la ciudad. En un conglo­
merado impactado por el tránsito brusco de lo rural a lo urbano, de
un ámbito a otro, de un hábitat Individual total a otro colectivo, con­
dicionado y “ fragmentado” , de la libertad solitaria a la libertad com­
partida, esta dicotomía se manifiesta mediante una civilización de
transición híbrida, ambigua y contradictoria, atravesando una fase
actual que podríamos llamar de “sincretismo” cultural urbano. La
cultura urbana no se decreta en la alcaldía; sólo puede surgir de las
posturas y prácticas de la ciudad y no las puede anteceder. Ahora
bien, es necesario distinguir Cultura urbana de Ideología urbana, y
admitir un plural que considere que las culturas de una ciudad son tan
numerosas como las mismas clases sociales en la urbe.
En cuanto se refiere al patrimonio colectivo urbano y a su defensa,
considerada ésta como expresión de cultura urbana, con la irrupción
del capital financiero y de sus símbolos construidos, la arquitectura
moderna hizo añicos a siglos de un orden urbano que, a pesar de
cierta apacible y monótona horizontalidad, expresaba una regularidad
y una unidad, logrando una plástica urbana basada en la continuidad,
ia analogía y el patrón repetitivo. Tres siglos de esta armonía en las
proporciones y los volúmenes desaparecieron en menos de veinte años,
cuando el orden de las Leyes de Indias tuvo que ceder el paso al d e­
sorden de la ley del metro cuadrado. Era igual para todos hasta que
unos pocos, desde el poder, impusieron otro "valor” ; de tal modo que
la importancia del patrimonio arquitectónico y su posibilidad de per­
manencia son inversamente proporcionales al valor del metro cua­
drado, en áreas tradicionales centrales.
No obstante, en un último combate de retaguardia algunos arqui­
tectos, pensando en el futuro, se preocupaban por el pasado. Trataban de
rescatar lo poco que quedó del “ patrimonio histórico” , pero serian derro­
tados por haber olvidado, en sus desesperados manifiestos, que tal "pa­
trimonio colectivo” seguía siendo propiedad individual en las notarlas.
En definitiva, y por encima de todas las demás, persiste la con­
tradicción esencial entre el carácter eminentemente social de la ciudad,
hábitat considerado aquí como forma superior de socialización del
espacio, y la apropiación privada de su suelo. Mientras crece sobre
un suelo que es propiedad de pocos, la ciudad no puede ser pa­
trimonio de todos.

796
BIBLIOGRAFIA

A L A P E , A R T U R O : El Bogotuzo, Bogotá, 1982,


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