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Uno puede preguntarse cómo los ministerios de hombres se diferencian de los de las mujeres, o si vamos al caso, de
cualquier clase de ministerio. Después de todo, parecería que los ministerios, si son hechos para el servicio del Señor, son
todos iguales, sin importar el sexo, edad, o raza del individuo que sirve.
El Ministerio de Hombres es la búsqueda activa de hombres para conectarlos con Dios, Su Palabra, y otros hombres, con el
propósito de ganar, desarrollar, y entrenar en Cristo al hombre de Dios.
De seguro sabemos una cosa -- Dios utilizará el corazón y la vida de cualquiera que escoja ponerse a Su disposición. La
Biblia dice: "Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo." Esta es la gran comisión dicha por Jesucristo mismo. En otras palabras, Jesucristo está comisionando a Sus
seguidores a que vayan por todo el mundo y reproduzcan creyentes. Este es un gran llamado.
Esto hace que surja una pregunta. ¿Cómo reproducimos creyentes? ¿Puede un ministerio de hombres capacitar a un
hombre para entender mejor su llamado en la vida y cómo alcanzarlo? ¿Puede un ministerio de hombres desafiar a un
hombre a crecer más en intelecto, emociones, y espíritu? ¿Puede un ministerio de hombres enseñar a los hombres a cómo
permanecer sexualmente puros? ¡La respuesta a esta pregunta es un contundente sí!
Las familias se derrumban y las iglesias también por falta de hombres de Dios
La verdad es que muchos de los problemas que tenemos en nuestra sociedad es sencillamente, porque los hombres
no estamos tomando el papel que nos corresponde. Las familias se derrumban y las iglesias también por falta de
hombres de Dios, hombres que paguen el precio para cumplir la voluntad de su Señor.
El tiempo de los jueces es un tiempo de crisis y allí se nos da un ejemplo claro de falta de liderazgo varonil (Jueces
4:1-14), en donde el Señor tuvo que usar a una gran mujer (Débora) para sacar sus planes adelante, pero Dios quería
que Barac, el varón, hubiera respondido presto a su llamado sin poner pretextos. ¡Dios quiere usar a los varones! ¡No
estemos haciendo lo que hizo Barac! ¡No estemos poniendo pretextos! Haciendo como que Dios no nos está llamando
a servirle. Algunos de nosotros… dejamos toda la carga en manos de las mujeres, dejamos que ellas tomen la batuta
en la educación de los hijos, dejamos que ellas sean las que enseñen los principios espirituales en el hogar, dejamos
que ellas sean las que lleven la iniciativa en las iglesias, dejamos que ellas asistan solas a la iglesia, dejamos que ellas
nos aventajen en las cosas espirituales cuando nosotros debemos ser los líderes.
Esto lo plantea muy bien Josh McDowell, en su libro El Padre Que Yo Quiero Ser en donde, acerca de algunas
estadísticas, dice lo siguiente (Página 12): “El estudio indica claramente que la relación con el papá es un factor crucial
en la salud, el desarrollo y la felicidad del niño. No significa esto que la mamá no sea importante; no obstante, sí
subraya el hecho de que en la mayoría de los casos mamá está en su puesto, cumpliendo su obligación, cuidando a
sus hijos, hablando a sus hijos y acompañando sus hijos. En consecuencia parecería, que los niños han llegado a dar
por hecho que la mamá está a su disposición, es cariñosa, comunicativa y los acepta. Pero con papá entra en el juego
de la oferta y de la demanda. En muchos casos es menos accesible, está menos involucrado con sus hijos o es menos
comunicativo”.
Varones nunca dejemos nuestros puestos en nuestra familia, como padres y esposos, en la iglesia, y en la Obra de
Dios, no dejemos nuestra responsabilidad de ser líderes porque eso puede causar muchos problemas.
INTRODUCCION
NOSOTROS COMO HIJOS DE DIOS DEBEMOS ANHELAR SER HOMBRES SABIOS, ES DECIR
HOMBRES QUE SABEN VIVIR, QUE ESTAN CAPACITADOS PARA ENFRENTAR LAS
DIFERENTES CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA Y SALIR ADELANTE CON LA AYUDA DE DIOS.
VEAMOS CUALES SON LAS CARACTERISTICAS QUE NOS MUESTRA LA PALABRA DE DIOS QUE
TIENE QUE TENER UN HOMBRE SABIO :
EL HOMBRE INSENSATO DISIPA TODOS SUS BIENES, ES DECIR LOS DESPERDICIA, LOS
MALGASTA, NUNCA SE PUEDE PROSPERAR CUANDO NOS DEDICAMOS A UNA VIDA DE
PLACERES DESORDENADOS (PROVERBIOS 29:3)
NO SOLO SE ENOJA POR LA REBELDIA DE SUS HIJOS, O SUS MALAS NOTAS, REFLEXIONA
EL PORQUE.
El Mandato
“Maridos, amad a vuestras mujeres” (Efesios 5:25)
En toda la sección dirigida a los esposos encontramos la palabra amor en 6 ocasiones (versículos 25, 28 y 33).
Este es el tema central del pasaje. Es interesante notar que Pablo no manda al hombre a gobernar a su esposa o
reclamar su sujeción. En lugar de eso el mandato es a amar. Este amor incondicional y se basa en una decisión de
quien lo da, no en una emoción o en el merecimiento del receptor.
El Modelo
“Así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella” (Efesios 5:25)
El modelo del esposo es Cristo mismo, quien murió en la cruz porque amó a su iglesia. Todos sabemos, que
ningún ser humano pecaminoso tiene la capacidad para amar con la plenitud y perfección divina con la que Cristo
amó y amará por siempre a la iglesia. Sin embargo, gracias a que un cristiano tiene la naturaleza de Cristo mismo
y el Espíritu Santo en su interior, Dios hace provisión a los esposos para que amen a sus esposas con una medida
del amor de Cristo.
Recordemos que el contexto de Efesios 5:25-33 es clave para entender esta sección de la carta. Pablo escribe lo
siguiente: “Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, en
lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:17-18). Solamente un esposo lleno del Espíritu
Santo está en capacidad de amar a su esposa con la misma clase de amor que Jesús tiene por la iglesia.
Cristo amó a la iglesia hasta el grado de sacrificar su vida por ella y vino a ser el ejemplo de todo esposo cristiano.
Un esposo amoroso estará dispuesto a sacrificar su vida por su esposa. De hecho, estará dispuesto a hacer
sacrificios menores por ella y poner, si es necesario, a un lado sus propios gustos, deseos, opiniones, preferencias
y bienestar para agradarla y satisfacer sus necesidades.
El esposo que ama a su esposa solamente a causa de su atractivo físico o temperamento agradable no le ama
como Cristo amó a la iglesia. El esposo que ama a su esposa por lo que ella pueda darle, ama como el mundo y no
como Cristo.
“Para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e
inmaculada” (Efesios 5:26-27)
El amor solo quiere lo mejor para aquel a quien ama, y no puede tolerar que un ser amado se corrompa o se
desvíe por cualquier cosa maligna o dañina. Cuando el amor de un esposo por su esposa es como el amor de
Cristo por su iglesia, procurará de manera continua ayudar a purificarla de cualquier clase de impureza. Se
esforzará en protegerla de la contaminación del mundo y en proteger su santidad, virtud y pureza.
Ahora bien, el marido no tiene la facultad de limpiar salvíficamente a su esposa como lo hizo Cristo por su iglesia.
El esposo no puede “lavar los pecados” de su esposa porque solamente la obra de Jesús lo hace. Sin embargo, el
esposo puede compartir la Palabra con ella, animarla en su servicio a Dios, orar por su crecimiento espiritual y la
santificación de su vida colaborando en el proceso de su santificación.
Las herramientas que todo esposo cristiano tiene para llevar a cabo esa tarea son la Palabra de Dios y la oración.
El esposo que ama a su esposa procura diligentemente llevar a su esposa donde se enseña la Palabra.
Constantemente la expone a la Palabra porque sabe que solo ella purifica y santifica. Al mismo tiempo está
orando con ella y por ella pidiendo a Dios que le guarde de pecado e impureza.
“Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo
se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la
iglesia; porque somos miembros de su cuerpo” (Efesios 5:28-30)
Para que el amor de un esposo hacia su esposa sea semejante al amor de Cristo por su iglesia debe caracterizarse
por el cuidado afectuoso que la esposa recibe de su esposo, quien la cuida y busca su bienestar tanto como busca
el suyo propio. Algo anda muy mal si ella es considerada solo como cocinera, ama de casa, acompañante
ocasional y compañera sexual. Ella es un tesoro inmenso dado por Dios, con el propósito de ser amada, atendida,
sustentada y cuidada.
Sustentar a una esposa equivale a proveer para sus necesidades, a dar sin reservas todo lo que le ayude a crecer y
madurar en favor delante de Dios y de quienes la rodean. Cuidarla significa hacer uso del amor tierno y el afecto
físico para brindarle calor, comodidad, protección y seguridad. Tal como Cristo provee para su iglesia, el esposo
debe proveer para su esposa y su familia.
Si el esposo entiende el principio que la esposa es parte de él, entonces no debe abusar ni maltratar física,
emocional ni espiritualmente de ella. ¿Por qué? Porque al hacerlo abusa de sí mismo y sufrirá tanto como ella.
Los principios que Dios estableció para el matrimonio de Adán y Eva continuaban en vigencia en los tiempos de
Pablo y no han cambiado en lo absoluto hasta nuestros días. Por esto Pablo cita Génesis 2:24. Ambos cónyuges
deben dejar a su padre y a su madre (emocional, económica y físicamente) para unirse o adherirse el uno al otro
de forma inseparable.
Aunque Dios ha hecho provisión para el divorcio en los casos de adulterio continuo y sin arrepentimiento por
parte del transgresor (Mateo 5:31-32; 19:4-10), así como en el caso de un cónyuge incrédulo que abandona el
creyente (1 Corintios 7:15), la muerte es la única disolución que Dios desea en el matrimonio. Así como el cuerpo
de Cristo es indivisible, el diseño ideal de Dios para el matrimonio es que sea indivisible. El matrimonio es una
representación de la iglesia y su relación con Cristo.
Conclusión
Dios ha puesto una gran responsabilidad delante de los esposos y al mismo tiempo les ha dado las herramientas
para llevar a cabo su función dentro del hogar. Un hombre que ha sido alcanzado por la gracia y el amor de
Jesucristo tiene el poder para caminar en obediencia a la Palabra de Dios, ser lleno del Espíritu Santo y llevar a
cabo ese rol que ha recibido de su Creador. Cristo amó a la iglesia y se entregó sacrificialmente por ella, de
manera que todo esposo que ha creído en él pueda amar a su esposa fortaleciéndose en el poder del evangelio.
Una mujer que sea amada de esa manera no tendrá mayor problema en someterse a su esposo por él siempre
buscará