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Sustratos para cultivos hortícolas y flores de corte

Chapter · January 2011

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Maria Fernanda Quintero Carlos Gonzalez


Universidad Autónoma de San Luis Potosí National University of Colombia
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Miguel Guzmán
Universidad de Almería
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Nutritive eficiencies in horticultural crops View project

Substrates for cut flower crops. Improvement fertigation in Carnation Crops View project

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Sustratos para cultivos hortícolas y flores de corte

m a r í a f e r n a n d a q u i n t e r o c . 1, c a r l o s a l b e r t o
gonzález m.2 y josé miguel guzmán p.3

Hidroponía
La palabra hidroponía proviene de los vocablos griegos “hidros” (agua)
y “ponos” (labor, trabajo). Los jardines colgantes de Babilonia, los huertos
flotantes de los aztecas en México o los de la China imperial son algunos
ejemplos de cultivos hidropónicos (Resh, 1982).
De acuerdo con esta etimología, la hidroponía se define como la ciencia del
crecimiento de las plantas en un medio acuoso. Los sistemas que, sin utilizar
el suelo, en su lugar usan un medio inerte, tal como grava, arena, turba, ver-
miculita, piedra pómez o aserrín, a los cuales se les añade una solución con los
nutrientes esenciales necesarios para el crecimiento y desarrollo normal de la
planta, se denominan cultivos sin suelo (CSS) o cultivos en sustratos.
En Colombia, el cultivo en sustrato tuvo una acogida tardía debido princi-
palmente al alto costo de instalación comparado con el cultivo directamente
en suelo y sólo se implementó a partir de la década de los noventa como con-
secuencia de las costosas aplicaciones para desinfección del suelo, agravada
por los acuerdos internacionales de prohibición del uso de bromuro de meti-
lo, ocasionadas por la incidencia de diferentes patógenos del suelo, entre los
que destaca F. oxysporum f.sp. dianthi, causante de la marchitez vascular del
clavel, además de nematodos, sinfílidos y colémbolos. Según Patiño (2000),
el cultivo en sustrato constituye una alternativa económicamente viable para
controlar este tipo de problemas fitosanitarios.

* Para citar este capítulo: Quintero C., M.F., González M., C.A. y Guzmán P., J.M.
2011. Sustratos para cultivos hortícolas y flores de corte. En: Flórez R., V.J. (Ed.).
Sustratos, manejo del clima, automatización y control en sistemas de cultivo sin
suelo. Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia. pp. 79-108.
1 Ingeniera Agrícola, Magíster. Universidad Nacional de Colombia. mfquinteroc@
unal.edu.co.
2 Profesor Asociado, Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola, Facultad de
Ingeniería, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. cagonzalezmu@unal.
edu.co.
3 Profesor Titular, Universidad de Almería. Almería, España. mguzman@ual.es.

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Sustratos
Cualquier medio sólido, natural, de síntesis o residual, mineral u orgáni-
co, distinto del suelo que sirva de soporte para las raíces de la planta inter-
viniendo o no en el proceso de nutrición, se considera un sustrato (Abad y
Noguera, 1998; Fonteno, 1999; Terés, 2001).
El sustrato puede contener material químicamente activo o inerte que
intervenga en el complejo proceso de la nutrición mineral e hídrica de la
planta.
El sustrato tiene dos funciones principales, la primera es anclar y aferrar
las raíces protegiéndolas de la luz y permitiéndoles la respiración y la se-
gunda, contener el agua y los nutrientes que la planta necesite (Calderón y
Cevallos, 2003).
Desde el punto de vista hortícola, la finalidad del sustrato de cultivo es
producir una planta o cosecha abundante y de buena calidad, en el período
de tiempo más corto posible y con los menores costos de producción. Ade-
más, el sustrato utilizado no debe provocar un impacto ambiental de impor-
tancia (Abad et al., 2005b).
La elección del tipo de sustrato depende de las características del cultivo a
implantar, de la instalación y de las variables ambientales. Además se deben
tener en cuenta las prácticas para manejarlo, de tal forma que se obtengan
los resultados esperados.

Tipos de sustratos comúnmente utilizados en Colombia


Cascarilla de arroz
Mientras en Europa los sustratos más utilizados son la lana de roca, la
fibra de coco, los derivados de arcillas o mezclas con turbas, en Colombia
el sustrato más utilizado es la cascarilla de arroz parcialmente quemada o
tostada. La cascarilla resulta un sustrato económico por ser un subproducto
de la industria arrocera, su principal costo es el transporte debido a que es un
desecho de esta industria (Quintero et al., 2006).
El grano de arroz (Oryza sativa L.) se encuentra dentro de una cascari-
lla formada por las glumillas adheridas al grano, en la obtención del arroz
blanco, el grano se descascara, obteniendo como subproducto la cascarilla
de arroz.
Esta cascarilla puede utilizarse como sustrato directamente o tras sufrir
un proceso de descomposición. En Japón se utiliza para el cultivo sin suelo
un material que se denomina “Kuntan”, que consiste en cascarilla de arroz
tostada en un horno entre 300 y 600 ºC (Burés, 1997).
La cascarilla es un sustrato orgánico de baja tasa de descomposición por
su alto contenido de sílice, es liviano (densidad aparente entre 0,090 y 0,22 g
de masa seca por cm3), tiene alta porosidad y baja capacidad de retención de
humedad, su conductividad hidráulica es elevada, su pH es neutro, mientras

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

que su conductividad eléctrica (CE) y su capacidad de itercambio cationico


(CIC) son bajas. Es un material rico en potasio (3.000 a 3.500 mg.L-1) y fósforo
(80 a 120 mg.L-1) y pobre en nitrógeno (menos de 100 mg.L-1). Sus elevados con-
tenidos iniciales de potasio y bajos de calcio y magnesio crean la necesidad de
aplicar enmiendas en los estadios iniciales de cultivos de clavel y rosa.
Para mejorar las propiedades físicas y químicas, especialmente aumentar la
retención de humedad, se realiza la quema parcial de la cascarilla de arroz, ésta
se apila, se enciende fuego por un costado y se va revolviendo con cascarilla
cruda hasta obtener el grado de quemado deseado. La intensidad del quemado
varía entre 50 y 100%, según el grado de carbonización que se requiera; en este
proceso se libera manganeso, disponible para el cultivo (Calderón, 2001), ra-
zón por la cual este micronutriente no se aplica en el fertirriego en cultivos de
clavel y en algunos casos puede llegar a ser antagonista con el hierro.
Debido al gran impacto ambiental que se produce al hacer el quemado al
aire libre de la cascarilla, ya sea en las zonas arroceras o en las fincas de flores
en la sabana, se ha optado por cambiar a un proceso de tostado más contro-
lado que minimice las emisiones y que genere un producto más homogéneo.
Por estos motivos, desde 2.005 se está utilizando especialmente en la fincas
de clavel la cascarilla tostada en calderas a temperaturas entre 60 y 80 ºC.

Fibra de coco
La fibra de coco (Cocos nucifera) es un material orgánico de lenta descom-
posición que resulta como subproducto de las plantaciones de coco de los
países situados en los trópicos, como Sri Lanka, India, Filipinas, Costa de
Marfil y México, entre otros (Burés, 1997). En Colombia, en el año 2.000 se
presentó una producción de coco de alrededor de 101.000 toneladas, con un
rendimiento de 7.200 kg.ha-1, siendo los principales productores los depar-
tamentos de Córdoba (29,8%), Nariño (28,7%) y Cauca (15,9%) (Arias, 2003).
Los productos resultantes del desfibrado de la nuez de coco que proceden
del mesocarpio son fibras largas, que se suelen utilizar para diversas activi-
dades de manufactura. Burés (1997) explica que la fibra de coco consiste en
partículas de lignina y celulosa, con una relación C/N de 80; en general, la fibra
de coco se utiliza fresca. Para algunos tipos de fibra que presentan toxicidad en
el material fresco es aconsejable el compostaje antes de su uso en mezcla para
sustratos, debiendo añadir nitrógeno durante el proceso de compostaje.
El cultivo de plantas hortícolas y ornamentales en fibra de coco está actual-
mente abriéndose paso entre los sustratos comerciales en Colombia, sobre todo
porque presenta una capacidad de amortiguamiento térmico, para temperaturas
ambientales extremas, considerablemente superior a otros sustratos como perlita
o lana de roca. Además, presenta una alta capacidad de retención hídrica, lo que
cambia la frecuencia de riego si se comparara con la cascarilla de arroz tostada.
Adicionalmente, la fibra de coco tiene una larga durabilidad, que puede alcanzar

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

más de cinco años, si es manejada correctamente, y tiene una densidad aparente


baja que favorece la instalación con respecto a otros sustratos como la arena.
Por su alta capacidad de retención de humedad, este sustrato se ha utilizado
tradicionalmente para mejorar las propiedades físicas y químicas de los suelos
agrícolas. La aplicación de fibra de coco incrementa la retención de agua, mejo-
ra la disponibilidad de nutrientes y aumenta la tasa de infiltración, la porosidad
total y la conductividad hidráulica de los suelos donde se utiliza como enmien-
da. Además, presenta un elevado contenido de potasio, por lo cual se puede
utilizar como fuente de este nutriente en cultivo en campo abierto (Burés, 1997).
Presenta un pH que varía entre 4 y 7, su CE varía entre 1 y 6 dS·m-1. Esta
elevada conductividad se puede presentar por el lavado de cocos o el contacto
de las fibras con aguas de mar en las zonas de origen como es el caso del Choco
colombiano. Este aspecto puede resultar en un problema para el cultivo, por lo
cual es conveniente analizar previamente la salinidad de todas las partidas del
material y, una vez establecido el cultivo, hacer lavado con agua baja en sales.
El contenido de materia orgánica es de 85 a 90% (método de calcinación),
la CIC está entre 20 y 30 meq.100g-1, la porosidad total es superior al 80%, la
conductividad hidráulica es elevada y su densidad varía entre 0,05 y 0,10 g de
masa seca por cm3 (Burés, 1997).
En países como Holanda, Inglaterra o Australia se ha empezado a utilizar la
fibra de coco como sustrato en la horticultura, en remplazo de algunos tipos de
turbas (turba de Sphagnum), pero en zonas como Samoa (Pacífico sur, Poline-
sia, Oceanía) se viene utilizando la fibra de coco para el cultivo hidropónico de
cultivos hortícolas comestibles desde antes de 1973 (Abad et al., 2005a).

Clasificación de los sustratos


Se pueden establecer diferentes clasificaciones de los sustratos (Ansorena,
1994; Alarcón, 2000; Abad et al., 2005b):

A. Según su origen
Naturales: la gran mayoría de los sustratos son de origen natural y se pue-
den dividir en:
• Orgánicos: de procedencia animal o vegetal; por ejemplo, turbas, fibra de
coco, corteza de pino, cascarilla de arroz, aserrín, paja, compost, entre otros.
• Inorgánicos: generalmente son inertes desde el punto de vista químico
y se dividen a su vez en:
✓✓ Los que se usan sin ningún proceso previo aparte de la homogeni-
zación granulométrica: gravas, arenas, puzolana (piedra volcánica),
picón (roca volcánica porosa del grupo de las pumitas (piedra pó-
mez)), escoria de carbón, etc.

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

✓✓ Los que sufren algún tipo de tratamiento previo, generalmente a ele-


vada temperatura, que modifica totalmente la estructura de la mate-
ria prima: lana de roca, perlita, vermiculita, arcilla expandida.

Sintéticos: espumas de poliuretano y poliestireno expandido, entre otros.

B. Según el tamaño de las partículas (Granulometría)


Partículas < 3 mm de diámetro: arena, perlita, plásticos o lana de roca.
Partículas > 3 mm de diámetro: grava, basalto, piedra pómez o lavas.

C. Según su actividad química


Inertes: si no reaccionan químicamente con la solución nutritiva, presen-
tan muy baja o nula CIC y su misión es únicamente el anclaje de la planta y
mantener una adecuada relación aire/agua, como lana de roca, perlita, arena
silícea, gravas, rocas volcánicas, etc.
Químicamente activos: cuando reaccionan con la solución nutritiva o re-
teniendo nutrientes. Presentan generalmente elevada CIC, como turbas, fi-
bra de coco, compost o vermiculita.

Materiales que pueden ser utilizados como sustratos o componentes de sustratos


Las características que debe reunir el sustrato a emplear varían, según Terés
(2001) en función de las necesidades del material vegetal a utilizar (especie,
variedad), del objetivo del cultivo (multiplicación, producción de plantas, de
frutos, de flores), de los medios de control disponibles en la explotación (es-
tructuras de protección del cultivo, sistemas de control de la solución nutritiva
y del riego), de la incidencia de factores no controlados por el agricultor (facto-
res climáticos, posibilidad de fallos en los sistemas de control).
En la tabla 1 se presentan numerosos productos que se han analizado
como posibles sustratos: residuos, subproductos agrícolas, agropecuarios,
forestales e industriales. Múltiples investigaciones llevadas a cabo en los úl-
timos años han demostrado las ventajas de utilizar materiales residuales o
subproductos de nulo o escaso valor comercial (Burés, 1997; Abad y Nogue-
ra, 1998), favoreciendo así una demanda creciente de materiales de desecho
y revalorizando a la vez dichos productos como son los casos de la cascarilla
de arroz, la fibra de coco y la escoria de carbón en Colombia.

Propiedades y caracterización físicas de los sustratos


En el caso de los sustratos de cultivo en Colombia hasta la fecha se ha dado
más importancia a las propiedades físicas que a las propiedades químicas o
biológicas, ya que las primeras tienen una relación directa con la cantidad de
fertirriego aplicado durante el desarrollo de la planta, mientras que las se-
gundas no se expresan en forma tan inmediata y medible como las primeras.

[83]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Tabla 1. Materiales residuales y subproductos que pueden ser utilizados como sustratos
de cultivo.
Actividad Residuo Subproducto
Mantillo vegetal o tierra de
Limpieza de bosques
bosque, hojas, acículas
Explotación Industria maderera Corteza de árboles, aserrín o viruta de madera
Forestal Industria de corcho Corcho
Extracción de piñones
Piñas y cáscaras de piñones
(Pinus pinea)
Cereales Pajas (tamos)
Champiñones Compost de champiñones
Poda Restos de poda
Explotación Tabaco Restos de tallo
agrícola Caña de azúcar Restos de caña de azúcar
Coco Fibra de coco
Palo dulce
Restos de regaliz
(Glycyrrhiza glabra)
Excrementos Estiércol, gallinaza
Explotación
Piel y lana Piel y lana
ganadera
Animales muertos Aves, peces
Alcoholera Orujo de uva
Almazaras Orujo de aceitunas, palma de aceite
Cervecera Lúpulo, malta
Hojas de té, residuos de café,
Té , café, cacao
residuos de cacao
Industria
Molinos de arroz Cascarilla de arroz
agroalimentaria
Harinera, azucarera, Carbonos activados y tierras de filtrado
alcoholera colmatados, restos vegetales
Frutos secos Cáscaras de frutos secos
Frutas y hortalizas Restos de frutas y hortalizas
Algarrobos Vainas de algarroba
Industria textil Algodón, lino, fibras acrílicas
Actividades Altos hornos Escoria de altos hornos
industriales Combustión de carbón Escoria de carbón
diversas Molinos de
Lodos
papel y otros
Recogida de basuras Basuras
Depuradoras de Lodos de depurados de aguas
Núcleo urbanos
aguas residuales residuales urbanas
Jardinería urbana Restos vegetales
Turberas Turbas
Yacimientos Graveras y desmontes Tierra, arena gruesa, granito,
naturales, de tierras estériles de carbón
explotación minera Yacimientos + Perlita expandida, vermiculita exfoliada, arcilla
y construcción síntesis mineral expandida, lana de roca, fibra de vidrio
Volcanes Puzolanas (piedras) volcánicas, piedra pómez
Plantas cultivadas
Kenaf (Hibicus cannabius), Álamo (Populus
para uso como
alba), Cardos (Cynara cardunculus)
sustrato
Explotaciones
Algas y plantas marinas
marinas
Policarbonatos
Poliestireno expandido, poliuretanos
de síntesis
Adaptado de Burés (1997) y Abad y Noguera (1998). (Con autorización de S. Burés, 17 de noviembre
de 2011).

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

En función de las necesidades y el ámbito de estudio, las propiedades fí-


sicas a estudiar son distintas. En el manejo del agua de riego están estre-
chamente relacionadas las características del espacio poroso. El transporte
y el manejo del sustrato están condicionados por la relación peso, volumen
y, por lo tanto, por su densidad aparente y la cantidad de agua absorbida
(Terés, 2001). Las propiedades físicas más importantes en los sustratos son
la distribución de tamaño de partículas, porosidad y retención de agua (van
Schie, 1999; Ansorena, 1994). Para determinar algunas de estas propiedades
es necesario conocer previamente otras propiedades físicas como densidad
aparente, densidad real y contenido de humedad, entre otras.

Distribución de tamaño de partículas o Distribución Granulométrica


Es el parámetro que expresa la distribución del tamaño de las partículas
que conforman el sustrato (Alarcón, 2000). Esta distribución de tamaños de
partículas determina el balance entre el contenido de agua y aire del sustrato, a
cualquier nivel de humedad. Los materiales de textura gruesa, con tamaños de
partículas superiores a 1 mm y con poros grandes (> 100 µm), retienen canti-
dades reducidas de agua y generan un buen sistema de aireación, mientras que
los materiales finos, con tamaño de partículas inferiores a 0,25 mm y tamaño
de poros inferiores a 30 µm, retienen grandes cantidades de agua y su sistema
de aireación se constituye de poros más pequeños. Los materiales más adecua-
dos para cultivo hortícolas son los que tienen una textura media-gruesa, con
una distribución de tamaño de partículas entre 0,25 y 2,5 mm y una distribu-
ción de tamaño de poros entre 30 y 300 µm; de esta forma retienen suficiente
cantidad de agua y presentan una adecuada aireación (Abad y Noguera, 1998).
En el caso de los sustratos no existe un sistema universal de clasificación
granulométrica, como existe para suelos minerales, por ejemplo, la clasifi-
cación USDA; sin embargo, algunos países han desarrollado normas y es-
tándares para clasificar los distintos sustratos disponibles en el mercado. En
Colombia no existe una norma para la clasificación granulométrica de los
sustratos, y algunas empresas contratan laboratorios para realizar evaluacio-
nes específicas de los materiales que utilizan en sus cultivos.
Las partículas que componen los sustratos pueden tener tamaños muy
variados (Burés, 1997). La importancia de conocer el tamaño de las partícu-
las radica en que estas definen a su vez el tamaño de los poros situados entre
ellas. Normalmente la distribución de tamaño de partículas se determina
por tamizado de muestras secas, al aire o en estufa, utilizando una serie de
tamices de tamaño de malla distintos ordenados sucesivamente, recogiendo
la fracción que queda en cada tamiz y obteniendo su peso.
Se considera que las partículas que pasan un tamiz tienen un tamaño me-
dio igual a la media aritmética de la apertura de la malla. Según Burés (1997),
esto se aplica para partículas esféricas que están distribuidas normalmente,

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

pero en los sustratos, las partículas pueden tener formas muy diversas a la
esférica, siendo sus dimensiones menores o mayores a las que determinan
que una partícula esférica pase a través de un tamiz.
Para comparar los resultados de tamaño de partículas obtenidos con distin-
tos métodos, se emplea la curva granulométrica. Esta curva representa gráfica-
mente la relación entre el tamaño de partícula, en escala logarítmica, y el por-
centaje en peso de muestra que pasa a través, o que queda retenida por el tamiz
de ese tamaño. Los porcentajes se obtienen sumando los pesos de material que
pasa a través de cada tamiz sucesivo, en orden creciente de tamaño de malla.
De acuerdo con Ansorena (1994), la curva de distribución de tamaño de par-
tículas permite: 1) La comparación directa de sustratos clasificados con diferen-
tes series de tamices o de diferentes tipos de sustratos y mezclas, por ejemplo
cascarilla de arroz quemada al 50% con cascarilla quemada al 80%; 2) Inter-
polar la proporción de partículas de tamaños intermedios entre dos tamices
consecutivos; y 3) Conocer si un sustrato cumple con un estándar determinado.
van Schie (1999) relaciona tamaño de partículas con capacidad de airea-
ción del sustrato y propone la siguiente clasificación:
< 50% partículas < 1 mm > 10 % volumen de aire
< 30% partículas < 1 mm > 15 % volumen de aire
< 20% partículas < 1 mm > 25 % volumen de aire
El procedimiento que actualmente se emplea para determinar la distribu-
ción de tamaño de partículas en sustratos es: 1) secado del material durante
24h a 105 °C; 2) una muestra de 100g del material seco se somete a la columna
de tamizado mecánico (tamices números 8, 12, 16, 30, 60, 100 y fondo); y 3)
pesaje del material retenido en cada tamiz y en el fondo del tamizador. En
la tabla 2 se presentan valores obtenidos para esta propiedad en los sustratos
más utilizados en la sabana de Bogotá.

Tabla 2. Distribución de tamaño de partículas de los principales sustratos utilizados en la


Sabana de Bogotá.
Cascarilla Cascarilla
Apertura Cascarilla de Escoria de
de arroz de arroz
No. Tamiz tamiz arroz cruda carbón
quemada esterilizada
(mm)
Porcentaje retenido
4 4,75 0,03 - - -
8 2,38 3,25 2,83 7,50 28,15
12 1,68 - 12,37 10,17 7,42
16 1,19 76,9 12,80 13,57 8,12
30 0,59 14,3 35,97 30,17 17,49
60 0,30 3,03 27,07 26,77 12,52
100 1,49 0,58 6,73 7,57 8,02
Fondo - 1,9 2,23 4,27 18,28
Fuente: Quintero y González (2004).

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

Estudios teóricos y experimentales han mostrado la relación entre la distri-


bución del tamaño de las partículas con la distribución de tamaño de poros.
Son de destacar los resultados de Arya y Paris (1981) y de Arya y Dierolf (1992),
quienes presentaron un modelo para predecir la Curva de Retención de Hume-
dad (CRH), a partir de la distribución del tamaño de las partículas, la densidad
aparente y la densidad real. El modelo de Arya y Paris (1981) fue luego modifi-
cado para predecir la CRH a partir de la textura y estructura; indudablemente,
el estudio de estos elementos es necesario en el conocimiento de la dinámica
del agua en los sustratos. Uno de los aspectos que señala Corey (1992), es que
todos los métodos para estimar la conductividad hidráulica a partir de la CRH,
se basan en relaciones teóricas entre la dimensión de los poros y la succión del
agua y existen evidencias experimentales y teóricas que indican que la relación
no aplica cuando los contenidos de humedad del suelo son mayores del 85% del
espacio poroso. La razón por la que la CRH no refleje la distribución de tamaño
de poros a altos contenido de humedad (como ocurre normalmente en sustra-
tos) es que el aire no puede entrar libremente a todas las partes del medio poro-
so. Regiones de la matriz del suelo o sustrato con los poros más grandes pueden
estar completamente aisladas de la fase gaseosa, pudiendo estar estos rodeados
solo de agua. Adicionalmente, para medios porosos típicos, la permeabilidad
del aire es cero a contenidos de agua mayores del 85% del espacio poroso. Se
desconoce la valoración de esta hipótesis en sustratos.

Densidad real
La densidad real (dr) corresponde a la relación de la masa con respecto al
volumen del sustrato sin considerar los espacios porosos. Este valor es propio
de cada material y no depende del grado de compactación ni del tamaño de
sus partículas; sin embargo, es interesante relacionar el efecto de la presencia
de poros ocluidos, esto es, poros dentro de las partículas del material que con-
forman el sustrato, como es el caso de las cascarillas de arroz, con la porosidad.
Para determinar la densidad real existen diferentes métodos que utilizan
el mismo principio para determinar la densidad real en suelos. El método
del picnómetro de 50 mL es difícil de implementar en sustratos debido a la
baja densidad de estos materiales; los deltas de densidades con el agua son
tan pequeños que el valor obtenido es impreciso. Otro método que se puede
utilizar es el del pentapicnómetro que utiliza gas (metano) para ocupar el vo-
lumen del picnómetro que no está ocupado por el material sólido del sustrato
y se determina por diferencia de densidades.
Debido a la baja densidad de los sustratos, Ansorena (1994) propuso utilizar
el mismo principio del picnómetro pero con un volumen más grande (100 mL).
Este método se complica a la hora de extraer el aire de la matriz del sustrato,
puesto que se realiza sometiendo la muestra a un baño en agua caliente y no se
garantiza el propósito de retirar todo el aire de la muestra a analizar.

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

El procedimiento para calcular la densidad real en sustratos es como si-


gue: 1) secado del material durante 24h a 105 °C; 2) pesaje de un recipiente
plástico de 100mL y pesaje del recipiente con la muestra de sustrato; 3) se
humecta el sustrato con agua a 50 °C y se satura durante 24h; 4) se retiran
partículas de aire en un baño de agua caliente; y 5) se completa el nivel del
recipiente con agua destilada y se pesa.
Otra forma para determinar esta propiedad en materiales orgánicos se basa
en una medida indirecta, que asume que la cantidad de materia orgánica de un
sustrato se encuentra calcinando el sustrato a una temperatura de 505 ºC (Nor-
ma UNE-EN 13039), y que la diferencia entre el porcentaje de materia orgánica
y el contenido de cenizas se relacionan con la densidad real, así:

100
dr =
100- C + C Ecuación 1
1,50 2,65

Donde C es el contenido de cenizas (C, % referido a masa seca).


En cuyo caso la densidad real siempre va a variar entre 1,50 y 2,65 g.cm-3. En la
medida que el sustrato sea más orgánico más se acercará a valores cercanos a 1,5.

Densidad aparente
Es la masa seca del material sólido por unidad de volumen aparente del
sustrato seco, es decir incluyendo el espacio poroso entre las partículas
(Abad y Noguera, 1998).
La densidad aparente es importante desde el punto de vista de manipula-
ción de los sustratos, ya que éstos se transportan y se manipulan previamen-
te a su disposición en campo, por lo cual se debe tener en cuenta su peso y
su volumen.
Un sustrato con densidad aparente baja resulta más fácil de manejar y
transportar; por esta razón, es frecuente que la materia orgánica ocupe un
alto porcentaje de la mezcla final. No obstante, es importante tener en cuenta
que la densidad aparente deber ser suficiente para soportar y aferrar la planta
(Fonteno, 1999).
En los invernaderos, donde el viento no es un factor limitante, la densidad
aparente del sustrato puede ser tan baja como 0,19 g.cm-3 (Abad y Noguera,
1998), como es el caso de la mayoría de las cascarillas utilizadas en inverna-
deros, mientras que las plantas que crecen al aire libre deben ser cultivadas
con sustratos más densos, con densidades aparentes comprendidas entre
0,50 y 0,75 g.cm-3, como es el caso de la escoria de carbón.
Para determinar la densidad aparente de un material poroso se calcula su
masa seca en un volumen determinado, si se tiene una muestra sin disturbar
y a esta se le quiere calcular la densidad aparente tendrá que descontársele el

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

contenido de humedad. Si se realizan pruebas en contenedores el volumen


de este puede servir para calcular esta propiedad.
Puesto que algunas propiedades físicas se determinan con base en la masa
del sustrato, existe la necesidad de convertirlas a unidades de volumen; por
ejemplo, volumen de agua/volumen total de sustrato, puesto que esta informa-
ción es más aplicable a la hora de manejar el material en el campo. La densidad
aparente es el parámetro que permite convertir una característica gravimétri-
ca, o basada en la masa, en volumétrica, o basada en el volumen.

Porosidad total
Un medio de cultivo ideal debe estar constituido por tres fases: sólida,
líquida y gaseosa. La porosidad corresponde al porcentaje en volumen del
sustrato que no se encuentra ocupado por la fase sólida, es decir, el cociente
entre el volumen de poros (Vp) y el volumen total del medio de cultivo (Vt).
La porosidad varía ampliamente dependiendo del grado de compactación
del medio de cultivo, alcanzado valores alrededor de 30% en suelos compac-
tados o del 95% en algunas turbas (Ansorena, 1994).
La porosidad de los medios de cultivo es un factor determinante para la
aireación de las raíces y la disponibilidad de agua para la planta. En este sen-
tido, se debe tener en cuenta, además de la porosidad total, el tamaño de los
poros que conforman dicha porosidad. Debido a que las partículas que com-
ponen la mayoría de los medios de cultivo no tienen forma ni tamaños uni-
formes, el tamaño de los poros presentes también varía (Ansorena, 1994); en
los poros pequeños o microporos, menores a 30 µm, se retiene el agua, y en
los poros grandes o macroporos, mayores a 30 µm, se almacena el aire. Raviv
et al. (1986), citado por Abad y Noguera (1998), observan que al aumentar el
tamaño de las partículas aumenta la porosidad y el tamaño de los poros, por
lo que la aireación y la retención de agua van a depender en gran medida de
la distribución del tamaño de los poros y de la porosidad total.
Para el caso de los sustratos, la porosidad puede llegar a valores de 95% o
superiores, recomendándose un mínimo de 85% con tamaños de poro entre 30
y 300 µm. La porosidad total se calcula con base en la densidad real y la den-
sidad aparente, con la siguiente ecuación comúnmente utilizada para suelos.
da
PT (%) = 1− * 100 Ecuación 2
dr
En la tabla 3 se muestran los valores de densidad real, densidad aparente
y porosidad total obtenidos para los principales sustratos utilizados en culti-
vos de flores en la sabana de Bogotá.

[89]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Tabla 3. Densidad real, densidad aparente y porosidad total de los principales sustratos
utilizados en la sabana de Bogotá.
Densidad real (g.cm-3)

Sustrato Arias Galán Meneses Quintero y Ríos Quintero


(2003) (2004) (2004b) González (2008) et al.
(2004) (2009)
Cascarilla de arroz cruda - - 1,27 1,33 1,66 -
Cascarilla de arroz quemada - - 1,07 - 1,69 0,77
Cascarilla de arroz esterilizada - - - 0,98 - -
Escoria de carbón - - - 1,75 2,13 -
Fibra de coco 0,51 1,03 - - 1,55 0,78
35 CAQ - - - - - 0,74
65CAQ - - - - - 0,81
Densidad aparente (g.cm-3)
Cascarilla de arroz cruda - - 0,10 0,13 0,13 -
Cascarilla de arroz quemada - - 0,13 0,19 0,14 0,26
Cascarilla de arroz esterilizada - - - 0,22 - -
Escoria de carbón - - - 0,56 0,50 -
Fibra de coco 0,05 0,13 - - 0,09 0,13
35CAQ - - - - - 0,16
65CAQ - - - - - 0,18
Porosidad total (% vol)
Cascarilla de arroz cruda - - 91,42 89,7 92,2 -
Cascarilla de arroz quemada - - 87,60 79,2 92,0 66,0
Cascarilla de arroz esterilizada - - - 77,4 - -
Escoria de carbón - - - 68,1 77,1 -
Fibra de coco 90,3 87,42 - - 94,1 82,4
35CAQ - - - - - 79,0
65CAQ - - - - - 77,5
35CAQ = Mezcla 65% fibra de coco más 35% cascarilla de arroz quemada
65CAQ = Mezcla 35% fibra de coco más 65% cascarilla de arroz quemada

Porosidad efectiva
La porosidad efectiva considera sólo los poros que afectan el comporta-
miento del medio de cultivo, es decir, los poros entre partículas y los po-
ros internos abiertos, excluyendo los poros internos cerrados u ocluidos. En
este sentido, la porosidad efectiva es en realidad la propiedad física de ma-
yor interés, pues es la que tiene influencia sobre las condiciones de riego.
La determinación de la porosidad efectiva o abierta es importante cuando
se estudian sustratos con poros ocluidos (perlita, poliestireno), ya que ésta
puede ser sensiblemente inferior a la porosidad total. La porosidad efectiva
se calcula con la misma ecuación de la porosidad total, pero en este caso la

[90]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

densidad real se determina con métodos que no considere el volumen de los


poros cerrados; el método más empleado para este fin es el método del pic-
nómetro (Ansorena, 1994), o el método de calcinación.

El sistema suelo (sustrato) - agua


El estudio por medio de la simulación del movimiento del agua en el suelo
tiene muchas aplicaciones en hidrología, meteorología, agronomía, protec-
ción del medio ambiente y otras disciplinas relacionadas con el manejo del
ambiente (González-Murillo et al., 2006).
La ecuación de Navier-Stokes describe el movimiento en el complejo sis-
tema suelo-agua, a una escala microscópica; sin embargo, una descripción
matemática a esta escala es extremadamente compleja, por la misma comple-
jidad del sistema poroso que difícilmente puede caracterizarse. Por lo tanto,
el movimiento se define a través de ecuaciones que describen los fenómenos
de flujo y de transporte a nivel macroscópico. En este contexto, el movimien-
to del agua en el suelo se describe mediante la generalización que propuso
Buckingham de la ecuación de Darcy en condiciones de no saturación. Por
esta razón, algunos autores (Kutílek y Nielsen, 1994) usan la denominación
Darcy-Buckingham. Esta ecuación, combinada con la ecuación de continui-
dad, genera lo que se conoce como ecuación de Richards (1931).
Los programas de balance de agua como WAVE (Vanclooster et al., 1994),
Leachm (Wagenet y Hutson, 1989), Swatrer (Dierckx et al., 1986), en general,
consideran que la precipitación P y el riego R son entradas conocidas al mo-
delo y las estimaciones del resto de términos del balance hídrico son resulta-
do de la combinación de las propiedades hidráulicas del medio con los datos
meteorológicos (Dierckx et al., 1986).

Curva de retención de humedad (CRH)


El contenido de humedad en suelos o sustratos (q) no saturados se re-
laciona con la succión (h), en los suelos no saturados la presión a que está
retenida el agua es de valor negativo, es decir, presiones por debajo de la
atmosférica (succión). Se utiliza el valor de h sin el signo negativo. Por ello,
indistintamente se usa como sinónimo el nombre de tensión de humedad del
suelo, la cual es el valor de presión a que está retenida la humedad del suelo,
de signo positivo, de forma tal que pueden obtenerse curvas que muestran la
variación de la succión en función del contenido volumétrico de humedad
del suelo o sustrato, llamadas comúnmente curvas de retención de humedad
del medio poroso. Las CRH indican la cantidad de humedad que un deter-
minado suelo puede retener a diferentes presiones o tensiones. Los valores
de presión (h) muestran la facilidad o dificultad con la cual el agua puede
removerse del suelo y el porcentaje de humedad, la cantidad de agua que se
obtiene en cada tensión.

[91]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Las CRH se expresan en general como funciones conocidas que contienen


cierto número de parámetros. Conocidas son las ecuaciones de Brooks y Co-
rey (1964) (3 y 4) y van Genuchten (1980) (5 y 6).

Ecuación de Brooks y Corey (1964)

( h)-l αh > 1 (3)


Se =
1 αh > 1

θ − θr
Se = (4)
θ s − θr

Ecuación de van Genuchten (1980)

(h ) = r + s r
n m
(5)
1+( h )

1
Se = (6)
1+( h )
n m

Donde, Se es la función de retención de humedad; q, qs y qr son el conte-


nido de humedad del suelo, del suelo saturado y el residual, respectivamente;
h, la presión del agua en el suelo; m, n y l son parámetros empíricos; y α es el
parámetro cuyo inverso se relaciona con la presión de entrada de aire.
La ventaja de estas ecuaciones radica en que de alguna manera se relacio-
nan y explican físicamente las propiedades del suelo o sustrato, tal como se
muestra en la figura 1.
La presión de entrada de aire está definida como la presión a la cual el aire
empieza a entrar a un suelo previamente saturado. El valor absoluto de la
presión de entrada de aire representa la altura de la franja capilar en un suelo
que ha alcanzado el equilibrio en el proceso de drenaje desde saturación.
Este punto también representa la presión del aire requerida para iniciar el
desplazamiento de agua desde el medio poroso. En consecuencia, la presión
de entrada de aire está controlada por el diámetro de los poros más grandes
del suelo. La presión de entrada de aire es aproximadamente igual a la pre-
sión de burbujeo en las curvas capilares presión-saturación descritas por los
ingenieros de petróleos para establecer la relación entre aire, agua y petróleo
o gas (Stephens, 1996).

[92]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

θ saturación 0,6
Franco limoso
Presión de
entrada de

Contenido volumétrico de agua θ


0,5
n ∞ aire (α)

0,4 Parámetro de
distribución de
tamaño de
0,3 poros (λ)

variables m,n
0,2
m = 1-1/n
m = 1-2/n
θ residual
0,1

myn
constantes 0
empíricas que 0 20 40 60 80 100
afectan la
forma de la Cabeza de presión, h (cm)
curva

Figura 1. Parámetros utilizados para modelar la curva de retención de humedad.


Fuente: van Genuchten et al. (1991).

Cuando se realizan las CRH en suelos o en sustratos, el medio poroso se


somete a saturación, buscando con ello que todos los poros, independiente-
mente de su tamaño, estén llenos con agua. Al aplicar una tensión con un gas
(proceso de desecación), el gas pasa por el medio poroso y va desplazando el
agua que satura el medio poroso. Se presentan allí dos fases: una fase líquida
y una fase gaseosa. El punto donde la presión del gas empieza a desplazar el
agua de los poros más grandes se denomina presión de entrada de aire. Esta
presión también se denomina presión capilar.
La presión de entrada de aire se utiliza para diseñar las cerámicas porosas
utilizadas en los equipos para medir la CRH, monitorear la tensión matricial
en suelos u obtener muestras del extracto del mismo. Este es el caso de los
platos de tensión, los tensiómetros y las sondas de succión.
La presión capilar en las cápsulas porosas está relacionada con el punto
donde la columna de agua se rompe; por ello se habla que la presión capilar
en los tensiómetros es de 0,8 atmósferas (81 kPa). Este parámetro se calcula
así: P = 30*σ/D. Donde, P es la presión de entrada de aire o presión de burbu-
jeo (mm de Hg), D es el diámetro de poro (micrones), σ es la tensión super-
ficial del agua (dynas.cm-1).
Las cápsulas porosas de los tensiómetros están construidas de tal manera
que su configuración geométrica permite tener una medida de la presión
capilar; si la presión es mayor, se pierde la continuidad y, por lo tanto, las me-
didas serán erróneas. Sin embargo, las cápsulas pueden ser construidas con
otra configuración geométrica que permita mayor presión, como los platos

[93]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

de presión de 5 (506), 10 (1.013,3) y 15 (1.520) atmósferas (kPa). Esta es la filo-


sofía que se utiliza cuando se construyen las mesas de tensión con arena, que
son las que se usan generalmente para determinar la retención de humedad
en sustratos, por cuanto estos tienen unas capacidades de retención a presio-
nes bajas, como las que señalan las normas europeas EN13041 de diciembre
de 1999, que describen una configuración de una mesa de tensión con base
en la gradación de las partículas de arena y en la altura de la misma. Esta
configuración tiene relación directa con la presión capilar.
Con respecto al ajuste de las CRH, como ya se mencionó, el parámetro α
(1/cm), que corresponde al inverso de la presión de entrada de aire, Carsel y
Parrish (1988), citados por van Genuchten et al. (1991), determinaron para un
suelo arenoso un α de 0,145 y para un suelo arcilloso 0,008 cm-1.
Desde este punto de vista, para un tamaño máximo de poro de 6 μm (y
características físicas de suelos naturales) se estima una presión de burbujeo
de 7 a 9 psi (48 a 62 kPa) y para un tamaño de poros de 0,15 μm, mayor a 200
psi (1.380 kPa).
Los sustratos agrícolas ideales deberían tener un tamaño de partículas
entre 0,5 y 2,5 mm, lo que les confiere un rango de tamaño de poros entre
0,5 y 1,7 μm; esto significa una presión de burbujeo entre 30 y 80 psi y el va-
lor de entrada de aire entre 1 y 5 bares (Soilmoisture.com). La definición de
este parámetro para sustratos dependerá de las características particulares
de cada uno, pues existe una gran variabilidad en el tamaño de partículas y,
por tanto, en el tamaño de los poros. Además, habría que tener en cuenta que
la forma de las partículas es muy diferente a la de los suelos tradicionales,
particularmente en el caso de las cascarillas usadas como sustratos en Co-
lombia que, por tener una geometría alargada, confieren una conformación
muy irregular a los poros.
Cabe aclarar que estas funciones generalmente no tienen en cuenta el
efecto de histéresis que se presenta en los suelos; cuando el suelo se seca, tie-
ne una relación (θ(h)) diferente a cuando se humedece y, por ello, las curvas
del suelo (sustrato) en el proceso de humedecimiento (θ( w )) son diferentes a
las del proceso de secado (θ( d )) .
La literatura de la ciencia del suelo provee estimaciones de los parámetros
(Brakensiek et al., 1981; Carsel y Parrish, 1988) de las curvas de retención de
humedad y de conductividad hidráulica, que en muchas ocasiones son uti-
lizados como valores iniciales en los procesos de optimización, como en el
modelo RETC. Este programa fue desarrollado por el Laboratorio de Salini-
dad del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos; los valores de
los parámetros se obtienen usando un proceso de optimización no lineal, en
donde, conociendo los datos de contenido de humedad a determinadas pre-
siones mediante la solución de un problema inverso, se obtienen parámetros
de la CRH del suelo (van Genuchten et al., 1991). En el caso de sustratos los

[94]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

valores usados son generalmente los valores promedio que se han obtenido
hasta la fecha en el país.

Curva (función) de conductividad hidráulica (CCH)


La conductividad hidráulica (K(h)) es una de las propiedades de suelos o
sustratos más complejas, debido a que se relaciona directamente con su con-
tenido de humedad. La conductividad hidráulica de un medio caracteriza
el movimiento en cada una de las direcciones que puede tomar un fluido en
un medio poroso. Puede expresarse en términos de presión (h), contenido de
humedad volumétrico ( θ ) o saturación efectiva (Se).
Existen muchos modelos empíricos que describen la función de conducti-
vidad hidráulica (Gardner, 1960):
a
K (h)= m (7)
h

a (8)
K (h)=
b + hm

a (9)
K(h)= m
h
b+
hc

K (θ ) = aθ m (10)

K (θ ) = K sWsm (11)

Donde, K(h) es la conductividad hidráulica a diferentes grados de satu-
ración; Ks es la conductividad hidráulica saturada; a, b y m son constantes
empíricas (diferentes en cada ecuación); h es la succión; θ es el contenido de
agua volumétrico; Ws es el grado de saturación; y hc es la tensión de humedad
1
con K = K s
2
A la fecha es poca la información que se tiene de funciones de conductivi-
dad hidráulica para los sustratos utilizados en el país, debido principalmente
a la falta de estandarización de un sistema de medición en laboratorio.

Estimación de parámetros de la CRH y la CCH


La optimización de los parámetros es una aproximación indirecta para
la estimación de los parámetros tanto de CRH como de CCH. El proceso,
conocido como problema inverso, se basa en la minimización de una función
objetivo apropiada. El proceso de optimización compara la discrepancia en-

[95]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

tre los datos experimentales del contenido de humedad y succión del suelo
o los de conductividad hidráulica y los predichos por el modelo. Se asume
que las funciones tanto de CRH como de CCH se describen por un modelo
analítico, ver ecuaciones 3 y 5 así como 9 y 10 con valores desconocidos de
los parámetros. El ajuste de los parámetros de los modelos probados es ite-
rativamente mejorado durante el proceso de optimización hasta que se logre
el grado de precisión deseado. Este es el proceso que se sigue en el modelo
RECT (van Genuchten et al., 1991); sin embargo, vale la pena señalar que
ello puede ser implementado fácilmente en paquetes de computador como el
MatLab® o SAS®. En la tabla 4 se observan los diferentes parámetros obte-
nidos para diferentes materiales de cultivo utilizados en la sabana de Bogotá.

Curvas de retención de humedad y conductividad hidráulica en sustratos


Con base en el estudio de las propiedades físicas de los suelos y de las interac-
ciones en el sistema suelo-agua; de las curvas de desorción de suelos minerales
y en experiencias previas a 1972, con sustratos orgánicos de Bood, Verdonck y
Cappaert propusieron el empleo de la curva de liberación de agua del sustrato
(van Schie, 1999; Ansorena, 1994; Burés, 1997), en el intervalo de 0 a 100 centíme-
tros de columna de agua (cm c.a.) de tensión. Definieron la nomenclatura que
todavía se utiliza en numerosos laboratorios para clasificar el agua en el sustrato.
Agua difícilmente disponible (ADD): es el contenido de humedad con base
en volumen retenido a succiones superiores a 100 cm c.a., esto no significa en
realidad que la planta no pueda seguir extrayendo agua a succiones superiores
a 100 cm c.a. como lo hace en los suelos naturales de campo. Lo que ocurre, se-
gún Ansorena (1994), es que cuanto más elevada sea la fuerza de succión que ha
de ejercer la planta, mayor será el gasto energético del proceso; en consecuencia,
disminuirá la energía disponible para la producción de masa seca, reduciendo
el rendimiento; sin embargo, no se han llevado a cabo estudios a este nivel.

Tabla 4. Parámetros de la curva de los principales sustratos utilizados en la sabana de


Bogotá.
Cascarilla de Cascarilla de Cascarilla Cascarilla Escoria de
Cascarilla de
arroz cruda arroz quemada de arroz de arroz carbón
arroz cruda
Parámetros (Quintero y (Quintero y quemada quemada (Quintero y
(Meneses,
González, González, (Meneses, (Bohórquez, González,
2004b)
2004) 2004) 2004b) 2008) 2004)

Modelo ByC vG m y n vG m y n vG m y n ByC vG m y n


CH residual 0,11 - 0,13 0,078 0,12 - 0,14 0,074 0,12 0,13 - 0,14
CH saturación 0,65 0,140 0,95 - 0,99 0,171 0,42 0,88 - 0,89
Alpha 1,42 - 2,64 0,037 0,05 - 0,06 0,030 0,20 0,014 - 0,02
n 0,56 - 0,67 2,884 3,1 - 3,8 2,783 1,52 1,0 - 1,18
m - - 0,4 - 0,7 - - 1,5 - 2,1

CH es el contenido de humedad, B y C ajustados al modelo de Brooks y Corey (1964), vG ajustado al


modelo de van Genuchten (1980), m y n parámetros de ajuste de modelo de vG.

[96]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

Agua de reserva (AR): es el porcentaje en volumen de agua que se libera


entre 50 y 100 cm c.a. de tensión sobre el sustrato.
Agua fácilmente disponible (AFD): es el tanto por ciento en volumen de
agua que se libera entre 10 y 50 cm de tensión en columna de agua sobre el
sustrato. En la tabla 5 se aprecian los rangos de AR y AFD encontrados para
diferentes sustratos utilizados en Colombia.
Es importante comparar estos valores con los usados para suelos, en capa-
cidad de campo la presión corresponde aproximadamente a 300 cm, mientras
que en el punto de marchitez permanente la presión es cercana a 15.000 cm.
Capacidad de aire (CA): es el porcentaje en volumen de agua que se libera
al aplicar una tensión de 10 cm c. a. sobre el sustrato, o tanto por ciento de
aire que queda en el sustrato a una tensión de 10 cm c. a. Este parámetro
también se puede entender como la capacidad de contenedor.
Material sólido (MS): es el porcentaje en volumen ocupado por la materia
sólida del sustrato.

Tabla 5. Agua fácilmente disponible y agua de reserva para diferentes sustratos usados
en la sabana de Bogotá.
Calderón Meneses Quintero y Bohórquez
Sustrato (2001) (2004a) González (2008)
(2004)
Agua fácilmente disponible (% vol)
Cascarilla de arroz cruda 5 - 15 2,57 3-7 -
Cascarilla de arroz quemada 10 - 20 2,76 17,4 9,57
Cascarilla de arroz esterilizada - - 21 - 32 -
Escoria de carbón 20 - 30 - 30 - 39 -
Fibra de coco 20 - 30 - 9,5 -
35CAQ - - 10,8 7,72
65CAQ - - 11,4 5,18
Agua de reserva
Cascarilla de arroz cruda 1-5 1,68 1-3 -
Cascarilla de arroz quemada 5 - 10 2,52 5 - 11 0,59
Cascarilla de arroz esterilizada - - 2-6 -
Escoria de carbón 5 - 10 - 11 - 17 -
Fibra de coco 2-6 - 8,1 -
35CAQ - - 5,2 2,11
65CAQ - - 4,9 1,87
35CAQ = Mezcla 65% fibra de coco más 35% cascarilla de arroz quemada
65CAQ = Mezcla 35% fibra de coco más 65% cascarilla de arroz quemada

[97]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Espacio poroso total (EPT): es el espacio de aire y agua formado por la


suma de ADD, AR, AFD y CA y se determina a partir de las densidades
reales y aparentes.
Se suele emplear una notación denominada pF, que es el logaritmo del
potencial matricial expresado en cm c. a. y varía entre 1 y 2 en las condiciones
habituales de cultivo en sustratos.
El estudio del movimiento del agua dentro del sustrato requiere la medida
de variables relacionadas con el movimiento del agua en el medio poroso, como
la difusividad y la conductividad hidráulica, tanto en condiciones de satura-
ción como de no saturación, la medida de estas variables en los suelos agrícolas
está ampliamente descrita en la bibliografía. La conductividad hidráulica de
los suelos en condiciones de no saturación puede medirse experimentalmente,
aplicando las metodologías descritas por Green et al. (1986), Klute y Dirksen
(1986) y Moozegar y Warrick (1986), citados por Terés (2001), o bien se puede
calcular a partir de la conductividad hidráulica saturada y la curva de reten-
ción de humedad, aplicando los modelos desarrollados para tal efecto por van
Genuchten (1980), van Genuchten y Nielsen (1985) y Mualen (1986), citados
por van Genuchten et al. (1991). Actualmente, el estudio de la conductividad
hidráulica en sustratos es incipiente; sin embargo, ya se cuenta con algunos va-
lores de conductividad hidráulica saturada en los materiales más comúnmente
utilizados, como para los sustratos de cultivo que se relacionan en la tabla 6.

Tabla 6. Conductividad hidráulica a saturación de algunos sustratos de cultivo.


Conductividad
Sustrato Autor hidráulica saturada
(m.día-1)
Fibra de coco Pardo et al. (2003) 270,24
Fibra de coco Quintero y González (2004) 47 - 80
Perlita gruesa 2.319,84
Perlita media Gago y Morales (1996), 4,32
Perlita fina citado por Burés (1997) 14,97
Arena 14,24
Carsel y Parris (1988),
Arena citado por van Genu- 7,12
chten et al. (1991)
Rawls et al. (1982), citado por
Arena 5,04
van Genuchten et al. (1991)
Lana de roca Bougoul et al. (2005) 183,1 - 518,4
Lana de roca 440 - 302
Allaire et al. (2004)
Turba 77,76
Turba 12,09
Fibra de madera fina Gruda y Schnitzler (2003) 16,07
Fibra de madera gruesa 25,83
Cascarilla de arroz quemada Quintero y González (2004) 60

[98]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

Propiedades físico-químicas
Las propiedades físico-químicas y químicas caracterizan la transferencia
de materia entre el sustrato y la solución del mismo (Terés, 2001): reaccio-
nes de disolución e hidrólisis de los constituyentes minerales (propiedades
químicas), reacciones de intercambio de iones (propiedades físico-químicas)
y reacciones de biodegradación de la materia orgánica (propiedades bioquí-
micas). Los materiales orgánicos son los componentes que más contribuyen
a la actividad química de los sustratos, debido a la formación y presencia en
el medio de sustancias húmicas, como producto final más importante de la
descomposición de esta materia orgánica.

pH
Las plantas pueden sobrevivir en un amplio intervalo de pH del sustrato
sin sufrir desórdenes fisiológicos aparentes, siempre y cuando todos los nu-
trientes se suministren en forma asimilable. No obstante, el crecimiento y
desarrollo de la planta se ven reducidos de manera apreciable en condiciones
de acidez o alcalinidad extremas, el pH ejerce sus efectos principales sobre la
asimilabilidad de los nutrientes, la CIC y la actividad biológica (Terés, 2001).
Así, en el cultivo de las plantas ornamentales en contenedor, el rango de
referencia del pH (pasta saturada) oscila entre 5,2 y 6,3 (Abad y Noguera,
1998), y en el caso del cultivo hidropónico de hortalizas, el valor óptimo del
pH (solución del sustrato) se sitúa entre 5,5 y 6,8.

Concentración de solutos
Las sales solubles se hallan disueltas en la solución del sustrato. La fase lí-
quida del sustrato consiste en una solución acuosa de diversas sales de compo-
sición y concentración no homogénea. Esta composición depende del material
del que está formado el sustrato, y su concentración depende del contenido de
humedad, y de cómo se llena el espacio poroso, aumentando la concentración
a medida que disminuye el contenido de humedad del sustrato (Burés, 1997).
Esta concentración en la solución acuosa suele ser muy superior a la que es
habitual en cultivos en campo en suelos minerales. Esta elevada concentración
aumenta el riesgo de acumulación excesiva de sales disueltas, provocando lo
que se conoce como salinidad (Ansorena, 1994). Esto indica la importancia de
tener una fracción de lavado en los sistemas de cultivo sin suelo. En Colombia
se utiliza entre 30 y 50 % de la lámina de riego aplicada.
La salinidad puede provocar toxicidades específicas de determinados io-
nes (boro, magnesio, etc.). Los efectos de la salinidad se deben generalmente
a un aporte excesivo de nutrientes minerales con el fertirriego, respecto de
las cantidades absorbidas por las plantas y perdidas por lixiviación, princi-
palmente nitrógeno y potasio (Ansorena, 1994); y a la acumulación de otros
iones como sodio y cloro.

[99]
Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Según Terés (2001) y Ansorena (1994), las causas que originan un incre-
mento en la salinidad del sustrato, una vez introducido en el contenedor, son:
• Presencia de concentraciones elevadas de sales en algunos de los com-
ponentes del sustrato. En el caso de la cascarilla de arroz tostada, se
presentan elevadas concentraciones de potasio y manganeso.
• Aporte excesivo de sales con el agua de riego o con la solución nutriti-
va, que superan las cantidades absorbidas por la planta más las pérdi-
das por lixiviación. Por la utilización de aguas de mala calidad o por la
reutilización del fertirriego.
• Presencia de fertilizantes insolubles como los de liberación lenta, cuan-
do se degradan para producir nitratos, o bien cuando liberan sales me-
diante difusión, en una cantidad superior a las cantidades absorbidas
por el cultivo o lixiviadas por el sistema.
• Presencia en el sustrato de una alta CIC conjuntamente con una rápida
descomposición del sustrato, lo que libera cantidades excesivas de nu-
trientes al medio de cultivo; como sería el caso de sustratos derivados
de la fibra de coco.

Estas situaciones pueden ser prevenidas, en gran parte, conociendo las


necesidades de fertilizante requeridas por el cultivo y la liberación del sus-
trato para aplicar las cantidades apropiadas al cultivo.
El incremento en la salinidad en un sustrato puede corregirse o prevenirse
mediante el control en los lixiviados (Terés, 2001). En la práctica del riego en el
cultivo en sustrato, se aplica agua en abundancia, generando elevadas fracciones
de lavado para evitar la acumulación de sales; este exceso varía en función de la
época del año, el estadio de desarrollo de la planta y la calidad del agua de riego.
La CE expresa de una manera aproximada la concentración de sales ioni-
zadas en la solución del sustrato, la concentración total de sales afecta el po-
tencial osmótico, que está relacionado con la concentración iónica en la fase
líquida (Burés, 1997). La respuesta de las plantas a la salinidad varía en función
de su edad, condiciones ambientales, manejo del cultivo y características de la
especie. En la tabla 7 se clasifican diferentes especies de plantas cultivadas en
contenedor, según su grado de tolerancia a la salinidad.

Tabla 7. Clasificación de las plantas por su grado de tolerancia a la salinidad.


Clasificación Especie vegetal
Muy sensibles Azalea, camelia, gardenia, fresa, prímula, rosa
Sensibles Aphelandra, Erica, Ficus benjamina, lechuga, pimiento
Tolerantes Clavel, crisantemo, Dieffenbachia, Magnolia grandiflora, melón,
pepino, tomate
Muy tolerantes Acacia, Atriplex, Yucca, Bougainvillea
Adaptado de Ansorena (1994), Abad y Noguera (1998) y Terés (2001).

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Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

Relación carbono nitrógeno (C/N)


Se suelen utilizar algunos parámetros como indicadores del estado de
descomposición de la materia orgánica. Burés (1997) indica que estos se de-
nominan parámetros de madurez de un compost y a su vez pueden ser de
carácter químico, como la relación carbono/nitrógeno (C/N).
La relación C/N se usa tradicionalmente como un índice del origen, del grado de
madurez y de la estabilidad de la materia orgánica, puesto que su valor depende del
material y decrece a medida que se descompone la materia orgánica (Terés, 2001;
Burés, 1997). En general varía entre 5 y 30 para un material compostado, una rela-
ción C/N inferior a 20 se suele tomar como indicadora de madurez y estabilidad.
Los tejidos de los microorganismos que se alimentan de la materia orgá-
nica que descomponen tienen una relación C/N del orden de 30, por lo que
para descomponer y alimentarse de materiales con una relación C/N supe-
rior, necesitarán para su crecimiento un aporte extra de nitrógeno. Este ni-
trógeno lo obtienen del soluble presente en el medio de cultivo compitiendo
con las plantas y degradando el medio de cultivo. En la tabla 8 se presentan
algunos valores de la relación C/N en diferentes compuestos orgánicos.
Cuando se preparan sustratos orgánicos a partir de sustancias naturales,
es necesario tener en cuenta los valores de la relación C/N. Cuanto más bajo
sea este cociente más mineralizado está el material; se han propuesto algu-
nos intervalos para dicha relación, para turba: < 20 buena; 20 - 25 aceptable;
25 - 30 deficiente; > 30 mala (Ansorena, 1994).
Una relación C/N inferior a 20 es considerada como óptima para el cul-
tivo en sustrato, y es un índice de un material orgánico maduro y estable
(Terés, 2001; Abad y Noguera, 1998). La cascarilla de arroz tostada después
de un ciclo de cultivo presenta una relación C/N entre 20 y 30.

Tabla 8. Valores de la relación C/N en diferentes materiales orgánicos.


Tipo de materia orgánica C/N
Estiércol de vacuno 28
Estiércol de ovino 23
Estiércol de cultivo de setas 19
Basuras frescas 30
Turba parda francesa 20 - 26
Turba rubia rusa 54
Turba rubia alemana 49
Corteza de pino marino no compostada 300
Corteza de pino silvestre compostada 92
Orujo de aceituna 27
Paja de cereales 100
Cascarilla de arroz 95
Champiñonasa 40
Restos de poda 75
Caña de maíz 150
Fibra de coco 80
Fuente: adaptado de Ansorena (1994) y Bures (1997). (Con autorización de S. Bures, 17 de noviembre
de 2011).

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

Capacidad de intercambio catiónico (CIC)


Es un proceso reversible mediante el cual las partículas sólidas del suelo
o sustrato adsorben iones de la fase acuosa y desadsorben al mismo tiempo
cantidades equivalentes de otros cationes para establecer el equilibrio entre
ambas fases. Esta CIC es una medida de la aptitud de un sustrato para conte-
ner los nutrientes que se encuentran en él (Fonteno, 1999).
En los sustratos orgánicos, la CIC procede de las superficies y las zonas
de ruptura de las moléculas de celulosa, hemicelulosa y lignina, que cons-
tituyen las paredes celulares de las células vegetales. En el caso de la casca-
rilla de arroz, hay un componente adicional para justificar esta capacidad
de cambio. La cascarilla de arroz se caracteriza por presentar un esqueleto
silíceo procedente de los aerénquimas. Tras el quemado o tostado de la ma-
teria orgánica de la cascarilla, las láminas y las zonas interlaminares de este
esqueleto silíceo (tetraedros de sílice enlazados de forma similar a los mi-
nerales secundarios de los suelos) también presentan zonas de ruptura con
cargas negativas, capaces de intercambiar cationes con la solución del medio
(Guzmán, 2006).
La CIC es la suma de todos los cationes intercambiables o complejo de
cambio. Los cationes divalentes generalmente están adsorbidos con más
fuerza que los monovalentes, y estos se intercambian con más facilidad, ex-
cepto el H+.
La CIC depende del pH, los sustratos muy ácidos, o que tienen el comple-
jo de cambio saturados de H+, liberan iones H+ que se intercambian con los
iones de la solución. Se podría saturar el complejo de cambio de un sustrato
con iones determinados mediante una titulación, los cuales pueden mante-
nerse mediante aportes continuos de una misma solución. En los sustratos
con CIC elevada, conviene cargar el complejo de cambio con cationes en
equilibrio compatibles con la solución nutritiva (Burés, 1997). Estos cationes
están disponibles para la planta y no son lixiviados por efecto del riego.
Para la determinación de la CIC de los sustratos orgánicos, especialmente
aquellos preparados con residuos y compost, se ha utilizado la modificación
del método de BaCL2 - trietanolamina propuesta por Lax et al. (1986), citado
por Abad et al. (2005b). Además del método del acetato de amonio a pH 7.
Aunque en ocasiones se emplean sustratos que apenas tienen CIC, gene-
ralmente, el manejo es más sencillo cuando el medio presenta cierta CIC,
ya que se disminuyen los riesgos derivados de las pérdidas de nutrientes por
lixiviación, a causa de los frecuentes e intensos riegos a que se someten mu-
chas plantas cultivadas en contenedor (Ansorena, 1994).
La tabla 9 presenta los niveles de interpretación de CIC para suelos agrí-
colas. Estos valores son los que actualmente se utilizan para comparar esta
propiedad en los sustratos, aunque no existen estudios sobre su real aplicabi-
lidad, debido a la falta de investigación sobre los orígenes de las cargas y las

[102]
Sustratos para cultivos hortícolas
y flores de corte

metodologías más adecuadas para determinar esta propiedad en sustratos


como la cascarilla de arroz comúnmente utilizada en Colombia.

Tabla 9. Niveles de interpretación de la capacidad de intercambio


catiónico.
Valor de CIC (meq.100g -1) Nivel
≤5 Muy bajo
5 - 10 Bajo
10 - 20 Medio
20 - 30 Elevado
≥ 30 Muy elevado

En la tabla 10 se reúnen los rangos de diferentes variables químicas en la


solución de la cascarilla de arroz tostada y los rangos sugeridos como ideales
por Abad et al. (2001) para sustratos de cultivos hortícolas.

Tabla 10. Niveles de pH, CE (dS.m-1), aniones, cationes (meq.L-1) y microelementos (mg.L-1) en
un sustrato ideal (método de extracción pasta saturada) y en la cascarilla de arroz tostada, en
un cultivo establecido de clavel estándar (método de extracción solución 1:1 v/v).
Rangos ideales Cascarilla de arroz tostada
Variable
Abad et al. (2001) Quintero et al. (2010)
CE 0,75 - 3,49 0,62 - 2,20
pH 5,2 - 6,3 6,58 - 7,02
N-NH4+ 0 - 1,4 -

Ca++ > 10 5,16 - 5,96


Mg ++
> 5,8 3,23 - 3,73
K+ 3,8 - 6,4 1,78 - 1,92
Na +
< 5,02 < 3,00
S-SO4= < 60 8,70 - 10,01
Cl -
< 5,1 -
N-NO3- 7,2 - 14,2 -
PO4H2 0,2 - 0,32 0,41 - 0,54
Fe 0,3 - 3,0 0,33 - 0,45
Mn 0,02 - 3,0 1,96 - 2,24
Zn 0,3 - 3,0 0,42 - 0,48
Cu 0,001 - 0,5 0,45 - 0,57
B 0,05 - 0,5 -
Mo 0,01 - 0,1 -

En torno a la raíz se encuentran concentraciones de iones divalentes ele-


vadas, ya que su absorción es más difícil que las de los iones monovalentes, es

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Sustratos, manejo del clima, automatización y control
en sistemas de cultivo sin suelo

así como existen una serie de nutrientes que, por su dinámica de absorción,
necesitan concentraciones en la solución del sustrato o de drenaje superiores
que en la solución nutritiva, del 20 al 50% más concentrados, para encontrar-
se en correcto equilibrio. Tal es el caso de calcio, magnesio, sulfatos y boro.
Al contrario, amonio, fosfato, nitrato, potasio, de absorción rápida, interesa
encontrarlos en concentraciones inferiores en la solución del sustrato respec-
to a la solución de entrada. La tabla 11 muestra un ejemplo de los valores es-
perados en la solución del sustrato (rizosfera) o, en su defecto, en la solución
drenada (sustratos inertes), a partir de la solución aplicada en un sistema no
recirculante (Alarcón, 2006).
Tabla11. Ejemplo de los valores esperados en la solución del sustrato (rizosfera) o, en su
defecto, en la solución drenada (sustratos inertes), a partir de la solución aplicada en una
sistema no recirculante. Los valores iónicos se expresan en mM y la CE en dS.m-1.
Valor
Solución esperado
Variable Observaciones
nutritiva en solución
sustrato
CE 2 2,3 - 3,5 Depende de la calidad del agua
de riego como referencia el
valor a multiplicar es 1,5
pH 6 6,0 - 6,8 Depende del tipo de sustrato,
entre otros factores
Nitratos 12 12 Depende de la sintomatología
de la plantación
Potasio 6 6 Equilibrio vegetativo/productivo
Amonio 0,5 0 Absorción muy rápida, su detección
en la solución del sustrato puede
implicar situaciones de anoxia
Fósforo 1 0,4 - 0,8 Absorción rápida (10 a 40% inferior
en la solución del sustrato)
Calcio 4 5-7 Absorción lenta (20 a 100% superior
en la solución del sustrato)
Magnesio 2 3-5 Absorción lenta (20 a 100% superior
en la solución del sustrato)
Azufre 2 3-5 Absorción lenta (20 a 100% superior
en la solución del sustrato)
Microelementos - - B absorción lenta, Mn absorción rápida.
Fuente: Alarcón (2006). (Con autorización de A.L. Alarcón, 17 de noviembre de 2011).

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