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CLASES DE LECTURA RÁPIDA

1. EJERCICIOS DE PRONUNCIACIÓN Y AGILIDAD


a) Trata de leer lo más rápido posible el siguiente listado de palabras:

1. Viniste - veniste
2. Trastorno - transtorno
3. Prejuicios - perjuicios
4. Idiosincrasia - idiosincracia
5. Sarpullido - zarpullido
6. Ineptitud - inaptitud
7. Madrid - Madri
8. Esparadrapo - esparatrapo
9. Helicóptero - helicotero
10. Fortísimo - fuertísimo
11. Croqueta - cocreta
12. Tortícolis - torticulis
13. Popurrí - pupurri
14. Pobre - probe
15. Restricción - restrincción
16. Haya - haiga
17. Mahonesa - bayonesa
18. Pamplona - plamplona
19. Solidaridad - sodilaridad
20. Institucionalización – institutonalización

b) Ejercita tu pronunciación mediante la lectura de los siguientes trabalenguas:

Los tristes tigres


Tres tristes tigres tragan trigo en un trigal.
Pablito y la calva del calvito
Pablito clavó un clavito en la calva de un calvito.
En la calva de un calvito, un clavito clavó Pablito.
El podador poda parras
Podador que podas la parra, ¿qué parra podas?
¿Podas mi parra o tu parra podas?
Ni podo tu parra, ni mi parra podo,
que podo la parra de mi tío Bartolo.
Los cuentos que cuentas
Cuando cuentas cuentos, cuenta cuantos cuentos cuentas,
porque si no cuentas cuantos cuentos cuentas,
nunca sabrás cuantos cuentos contaste.
San Roque y su perro
El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha cortado.
Y al perro de Ramón Ramírez
¿quién el rabo le ha cortado?
Cosas de querer
Cómo quieres que te quiera
si el que quiero no me quiera
no me quiere como quiero que me quiera.
El cielo y sus ladrillos
El cielo está enladrillado
¿quién lo desenladrillará?
el desenladrillador
que lo desenladrille
buen desenladrillador será.
Pocos cocos como
El que poco coco come,
poco coco compra.
Como poco coco como,
poco coco compro.

c) Pongamos a prueba tu pronunciación y velocidad lectora leyendo el siguiente listado de


palabras:

1) Pneumonoultramicroscopicsilicovolcanoconiosis
2) Hipopotomostrosesquipedaliofobia
3) Parangaricutirimícuaro
4) Superescalifragilisticoespialidoso
5) Espermatocuajosacamoco
6) Hexakosioihexekontahexafobia
7) Paralelepípedos
8) Desanparangaricutirimicuarizador
9) Esternocleidomastoideo
10) Zsoltbaumgartnerismo
Pronunciación: Solbangarnerismo
11) Neotromponolomeonilopolonouta
12) Caravincuntincuadrado
13) Homopedonecrozoofílico
14) Octangolonoplasentaiconósico
15) Ugarterragaicoecheapaturri
16) Dimetilnitrosamina
17) Metilendioximetanfetamina
18) Dihidroxifenilalaninasa
19) Linfogranulomatosis inginalis
20) Narainkarthikeyanismo
2) EJERCICIOS DE LECTURA RÁPIDA Y COMPRENSIÓN:

A) A continuación te presentamos dos textos para que puedas practicar la lectura teniendo en
cuenta la técnica de marcado y fijación. Escribe una breve síntesis sobre el contenido de la misma.

TEXTO I

La sexualidad en la adolescencia

La adolescencia es la etapa en la vida entre los 10 y 19 años. Su importancia radica en los cambios
físicos, emocionales, sociales y mentales que los ayudarán a definir entre otras cosas el papel que
como hombres o mujeres desempeñarán en el ambiente familiar, laboral, sexual, cultural y
recreativo.

Durante la adolescencia algunos jóvenes hombres y mujeres enfrentan responsabilidades de


personas adultas que a veces impiden su desarrollo normal.

Hay jovencitas de apenas trece o catorce años que ya están esperando un bebé, lo mismo pasa con
el muchacho de catorce o quince años que la embarazó, de tal manera que se encuentran en
situaciones que les generan compromisos. Por ello, es importante la educación sexual permanente
e informada que les permitan tomar decisiones responsables.

En ocasiones las personas adultas tenemos sentimientos de aceptación o rechazo, de aprobación o


enojo, de malestar o comprensión hacia el o la adolescente, por las situaciones difíciles que nos
hacen pasar. A veces nos molesta su forma de hablar o de vestir y otras nos sorprende que busquen
apoyo y afecto.

Si recordamos cómo éramos a su edad, podremos mostrar tolerancia hacia sus actitudes, porque
los jóvenes en ocasiones no están de acuerdo con nuestra forma de pensar o con nuestras ideas.

Las emociones también cambian en la adolescencia

Los cambios en los cuerpos y en las mentes de los y las adolescentes se acompañan de sentimientos
nuevos e intensos acerca de cómo se ven y cómo se sienten sobre todo cuando se comparan con
sus amigos. Empieza a haber atracción sexual y se definen preferencias sexuales. Aparece el
sentimiento de enamoramiento que les permitirá ir estableciendo relaciones emocionales y
afectivas con otras personas; es decir su capacidad de amar se va ampliando.

En este período de la vida se define el papel o rol para actuar como hombre o como mujer dentro
de la familia, en la comunidad, en el trabajo y con los amigos y amigas.

La educación sexual se refiere a la orientación que se recibe, a través de información, conocimientos


y actitudes durante toda la vida, por parte de nuestros padres y madres, abuelos y abuelas, otros
familiares, personas que nos rodean y los medios de comunicación.

En la educación sexual se transmiten ideas y valores sobre lo que es la sexualidad, que nos ayudan
a vivirla comprendiendo lo que nos sucede, con tranquilidad y sin temores. Si nos transmiten mitos
e ideas falsas, esto hará que vivamos una sexualidad con miedos y prohibiciones, lo cual impide
disfrutarla plena, positiva y placenteramente.
Ser padres y ser madres implica un gran compromiso para ofrecer a nuestras hijas e hijos una
educación sexual informada, responsable y clara.

Muchos padres se preocupan cuando la adolescencia de sus hijos e hijas se acerca. A veces tienen
cierto temor, porque saben que vienen cambios y no saben cómo ayudarlos.

Es importante que los padres y madres platiquen y orienten a sus hijos e hijas. Si no pueden
contestar las dudas es posible buscar orientación en un libro, con algún familiar, vecino(a) o
amigo(a) que sepa sobre el tema.

La masturbación es una práctica común en la adolescencia

La masturbación consiste en tocar y acariciar los órganos sexuales para obtener placer y conocer
mejor su cuerpo. Durante la adolescencia es frecuente que los jóvenes se masturben.

La masturbación la llevan a cabo hombres y mujeres. Es importante señalar que esta práctica no
produce ningún tipo de enfermedad ni daño físico.

Cuando el o la joven dedican la mayor parte de su tiempo a practicar la masturbación, el padre o la


madre pueden invitarlo a realizar una actividad recreativa, deportiva, de labor doméstica o de
relación con sus amigos.

El conocer nuestro cuerpo a través de la exploración ayuda a detectar cambios que pueden tener
relación con alguna enfermedad como bolitas en los pechos o en los testículos.

Las relaciones sexuales en la adolescencia deben evitarse, porque aún no se tiene la madurez para
actuar con responsabilidad y/o para enfrentar consecuencias como un embarazo o enfermedades.

Las enfermedades de transmisión sexual se contraen durante la relación sexual o coito, cuando se
realizan con una persona infectada.

Hombres y mujeres estamos en riesgo de contraer alguna infección de transmisión sexual, si


tenemos relaciones sexuales sin responsabilidad o sin protección.

Los y las adolescentes son los más expuestos a contagiarse, debido a la falta de información verídica
y a la actitud despreocupada ante la práctica de su actividad sexual.

Algunas de las molestias más frecuentes causadas por enfermedades de transmisión sexual son:
dolor durante la relación sexual; dolor y ardor al orinar; aparición de granos en los genitales;
calentura acompañada de malestar general; secreciones blanco-amarillenta o verdosa de olor
desagradable que salen por la vagina o pene, ante estos y otros síntomas se debe acudir al médico
de inmediato.

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA y la hepatitis C son unas de las infecciones de


transmisión sexual más graves, puesto que pueden ocasionar la muerte, además se pueden
contagiar a todas las personas con las que se tienen relaciones sexuales y a los hijos de una madre
embarazada.
TEXTO II

Hablando de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes

Lo que deben saber los padres y las madres sobre el abuso sexual infantil (I)

Hasta hace muy poco, el abuso sexual a niños y niñas era un tema del que casi no se hablaba. En
cambio hoy está presente en todos los medios de comunicación. Y es algo que preocupa seriamente
a padres y a profesionales. (Te invitamos a leer y escuchar la noticia publicada el pasado mes de Julio
2016 en distintos medios de comunicación, de la que se hace eco la web de la Asociación Española
de Pediatría de Atención Primaria: ¿Están nuestros menores protegidos cuando se trata de abuso
sexual infantil en su entorno familiar?

¿Qué se entiende por abuso sexual a niños y niñas?

Una de las definiciones de mayor consenso es la que proporciona el National Center of Child Abuse
and Neglect (1978). Define el abuso sexual como contactos e interacciones entre un niño y un adulto
cuando el adulto usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona.

 Es decir, que puede haber abuso sin contacto físico. Es lo que ocurre, por ejemplo en el
exhibicionismo.

 También, cuando se muestra pornografía a los menores o se les pide que se desnuden ante
la webcam o cuando se realiza el acto sexual deliberadamente en su presencia con el fin de
lograr el placer sexual.

 Con contacto físico están todos los demás casos que incluyen tocamientos, masturbación o
penetración.

El National Center of Child Abuse and Neglect dice también que el abuso sexual puede ser también
cometido por una persona menor de 18 años cuando ésta es significativamente mayor que el niño o
cuando el agresor está en una posición de poder o control sobre el otro.

Por tanto, también se habla de abuso sexual entre menores cuando hay una relación de asimetría
o de poder entre ambos. Por ejemplo: una diferencia de edad de al menos cinco años como ocurre
entre el “matón” de la clase y un niño tímido e inseguro. O cuando son varios los niños que abusan
en grupo de un compañero, aunque todos tengan la misma edad ya que el nivel de “fuerzas” está
descompensado. Este punto es importante porque permite diferenciar cuando los niños 'juegan a
los médicos' de cuando se trata de abuso sexual entre menores.

No se debe olvidar que cuando un menor abusa de otro menor, ese comportamiento es un indicio
de que el agresor ha podido ser víctima a su vez.

¿Son muchos los niños y niñas que sufren abusos sexuales?

En primer lugar, la sociedad debe tomar conciencia de que esto pasa con más frecuencia de lo que
se piensa. Diversas investigaciones en países desarrollados nos dan datos escalofriantes. En España,
el estudio de F. López (1994) informa que el 15% de varones y el 22% de mujeres han sido víctimas
de abusos en la infancia. Esto es, uno de cada seis niños y una de cada cuatro-cinco niñas sufre
abusos.
Por su parte, el Consejo de Europa dice que entre el 10 y el 20% de menores europeos han sido
víctimas de abusos. Dicho Consejo lanzó una campaña de prevención de la violencia sexual contra
niños, niñas y adolescentes que tituló “Uno de cada cinco” ) quería poner de relieve que uno de cada
cinco niños europeos sufre esta situación.

Por tanto, el primer paso para detectar que un niño o niña está sufriendo abusos es saber que el
abuso sexual existe y que es un fenómeno tan frecuente como los estudios reflejan.

¿Cómo saber si un niño está siendo víctima de abusos?

Se suele pensar que si un niño sufre abusos, sus padres u otras personas del entorno se darían
cuenta enseguida. Nada más lejos de la realidad. El abuso sexual infantil es una forma de maltrato
que se caracteriza por su invisibilidad. Sin embargo, pueden estar presentes una serie de indicios.
Estos deberían poner a los adultos en alerta.

El niño puede presentar una serie de secuelas o efectos que deja el abuso y que se convierten en
sus indicadores:

- Físicos: dificultad para caminar y sentarse; dolores, hemorragias, picores, hematomas genitales o
anales; objetos en vagina o ano; infecciones genitales; enfermedades de transmisión sexual; semen
en boca, ano, genitales, ropa; embarazo, etc.

- Psicológicos: problemas de sueño o de alimentación, escapes de orina o de heces, tristeza, lesiones


autoinflingidas, ansiedad, etc.

- Sociales: comisión de delitos, consumo de tóxicos, ausencia de relación con otros niños o abusa de
ellos, es reservado y desconfiado….

- Cognitivos: bajo rendimiento escolar, está distraído….

- Conductuales: el menor presenta conductas sexualizadas como masturbación compulsiva, tiene


conocimientos sexuales que no son propios de su edad, se niega a ir a un lugar en concreto o no
quiere estar con una determinada persona….

La mayor parte de estos indicadores son inespecíficos. Es decir, pueden ser indicadores de abuso
pero también de otras muchas circunstancias. Su presencia no significa necesariamente que un niño
esté sufriendo esta lacra. Los indicadores físicos son los más directos. Por ejemplo: sufrir una
enfermedad de transmisión sexual. Aun así, no se deben desechar los demás. En un número
importante de niños abusados no se encuentra ningún indicador físico. Pero no por ello dejan de
ser víctimas o las secuelas van a ser menores.

A la invisibilidad del abuso, que ocurre a escondidas y fuera de la vista de los demás, se suma la
inespecificidad de los indicadores. Esto dificulta su detección. Y también explica porqué los adultos
del entorno del niño no se dan cuenta o pasan años hasta detectarlo.

Sin embargo, de todos los indicadores, se debe prestar especial atención a uno en particular. Se
trata de un indicador de primer orden: el testimonio del niño. Esto es cuando el niño cuenta que le
tocan, que le hacen, que le dicen… Porque según diversos estudios cuando un niño dice que ha sido
víctima de abuso no miente casi nunca.

El problema es que los niños tardan en contarlo o no lo cuentan jamás.

¿Por qué los niños no cuentan que están abusando de ellos?

Esta es una pregunta que se hacen muchas veces padres y madres cuando descubren lo que le
estaba pasando a su hijo. “Pero, ¿por qué no me lo dijo?”

Y es que para un niño contar lo que le ocurre es verdaderamente complicado. En primer lugar,
porque al principio no entienden lo que les está pasando (si se trata de niños pequeños). Después,
porque aún no tienen un vocabulario apropiado para expresarse. Además, sienten vergüenza. Se
creen los culpables de lo ocurrido y que, por ello, sus padres les van a reñir y castigar. Por último,
porque el abusador pone en marcha una serie de estrategias para asegurarse de que el niño no diga
nada, para garantizar su silencio. Le engaña y le hace creer que son caricias inocentes fruto de que
le quiere mucho. O le dice que es un secreto. O le chantajea. O le amenaza si lo cuenta.

Por eso, cuando un niño dice que está siendo víctima de abusos sexuales debemos creerle sin
ninguna duda. Esta confesión es, ante todo, un acto de valentía por su parte.

¿Quién puede ser el abusador? ¿Siempre es una persona ajena a la familia?

Según los datos actuales, es más frecuente que el abusador sea un hombre que una mujer, aunque
también hay mujeres abusadoras de menores.

Suele ser alguien cercano al niño, de su entorno. Puede ser un miembro de la familia. En este caso
se habla de incesto. O puede ser alguien cercano, pero no emparentado con él. El abuso sexual
cometido por desconocidos ocurre. Pero es menos probable.

Así como es más frecuente que el abusador sea varón, en el caso de la víctima es más frecuente en
las niñas.

Cuando se conoce la biografía del abusador no es raro ver que, a su vez, fue víctima de violencia en
su niñez.

¿Los niños abusados se convertirán en abusadores de mayores?

No necesariamente. Pero para que esto no pase se deben tomar una serie de medidas. Van
encaminadas a favorecer que el niño pueda contar lo que le pasa, se le crea sin poner en duda lo
que dice, se le apoye y se le proteja para que no sufra más abusos. Además, debe ponerse en
conocimiento del juzgado o de la policía. Se trata de un delito.
B) Para este ejercicio deberás leer dos veces cada lectura, en el primer intento practica la velocidad
y expresa la idea que extraes como resultado final; en el segundo, lee cuidadosamente y compara
la idea de la primera lectura con esta última. Expone tu experiencia en clases.

TEXTO I

Mario Benedetti
(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)

LA NOCHE DE LOS FEOS


(La muerte y otras sorpresas, 1968)

1.
AMBOS SOMOS FEOS. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde
los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de
una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación
por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo.
Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o
ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal
vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de
nosotros siente por su propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos
hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero
con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras
respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas
parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos —de la mano o del
brazo— tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.
Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad.
Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi
mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección
con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.
Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme,
pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien
formada. Era la oreja de su lado normal.
Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe
y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi
animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros
feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son
algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso
hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara
media nariz, o tuviera una costura en la frente.
La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se
detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en
un café o una confitería. De pronto aceptó.
La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que
pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro.
Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese
inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero
esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para
registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene
evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un
espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía,
junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.
Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para
sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
“¿Qué está pasando?”, pregunté.
Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.
“Un lugar común”, dijo. “Tal para cual”.
Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la
prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos
hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba transpasar la sinceridad y
convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.
“Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?”
“Sí”, dijo, todavía mirándome.
“Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan
equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es
inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida.”
“Sí.”
Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
“Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos
a algo.”
“¿Algo como qué?”
“Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay
una posibilidad.”
Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.
“Prométame no tomarme como un chiflado.”
“Prometo.”
“La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me
entiende?”
“No.”
“¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea.
Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?”
Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.
“Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca.”
Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando
desesperadamente de llegar a un diagnóstico.
“Vamos”, dijo.

2.
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y
no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.
Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta que ahora estaba inmóvil, a la
espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una
versión estuimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.
En ese instante comprendí que debía arrancarme ( y arrancarla) de aquella mentira que
yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso.
No éramos eso.
Tube que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió
lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y
convencida caricia. En realidad mis dedos ( al principio un poco temblorosos, luego
progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.
Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y
repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.
Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina
doble.
TEXTO II

«Toco tu boca»

«Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano,
como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la
cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad, elegida por mí para dibujarla con mi mano
en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que
sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada
vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran,
respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose los labios,
apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde el aire pesado va y viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces, mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar
lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llenas de
flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce,
y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte
es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como
una luna en el agua».

Julio Cortázar

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