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“Le gustaba mirar: mandaba abrir el cuerpo, corlar el cuello, despedazar los

miembros, le gustaba ver la sangre.” 1; “La condesa, sentada en su trono, contempla.” 2.


¿Cuál es la relación del sujeto y el horror? ¿Tiene alguna función el horror? ¿Qué
reacción podemos esperar por parte de la gente frente al horror? En estas oraciones de
Bataille y de Pizarnik, ya hay muchos elementos interesantes que podemos observar.
Vemos la contemplación del horror, el sufrimiento ajeno como algo buscado, pero lo más
interesante (en mi opinión) que podemos ver en estas oraciones es el goce de estos
personajes. El goce que Gilles de Rais y la Condesa obtienen de la sangre, del
sufrimiento ajeno, del horror. Esto nos indica una de las posibles funciónes del horror: el
placer. Existe una estética de la sangre. En este trabajo, vamos a intentar de entender los
distintos matices que se pueden ver entre estos autores a la hora de tratar el goce, la
estética de la sangre, como el sujeto reacciona ante ésta y la función que puede tener el
horror.
Bataille y Pizarnik nos muestran personajes históricos conocidos por su
contemplación y participación en actos que llevaron al derramamiento de sangre. Es
importante tener en cuenta la naturaleza de los crímenes de Gilles de Rais y La Condesa
Sangrienta. No eran meros asesinatos, éstos torturaban a sus victimas y obtenían un
placer a partir de esto. Disfrutaban de la sangre, había un placer en la muerte y el
sufrimiento ajeno (este siendo más explicito en el caso de Gilles de Rais), una cierta
belleza en el horror. Bataille nos muestra en su relato sobre Gilles de Rais, que había para
él un goce sexual en la contemplación por parte de este en la muerte de sus victimas: “Es
cierto que sentado sobre su víctima, masturbándose, vertía sobre el moribundo la fuente
de la vida; pero le interesaba menos gozar sexualmente que ver la muerte en acción. Le
gustaba mirar: mandaba a abrir el cuerpo, corlar el cuello, despedazar los miembros, le
gustaba ver la sangre.” 3. Este goce que experimentaba Gilles de Rais (el cual en cierta
medida gozaba también la Condesa) nos muestran que la sangre tiene un valor estético, el
sufrimiento ajeno y la muerte genera placer para algunos espectadores. No solo vemos

1Bataille G., La tragedia de Gilles de Rais, Ed. Tusquets, Barcelona, 1972, Pág. 28.
2Pizarnik, Alejandra, “La Condesa Sangrienta”, en: Prosa completa, Buenos Aires, Lumen,
2002, pp. 282.

3 Bataille G., La tragedia de Gilles de Rais, Ed. Tusquets, Barcelona, 1972, Pág. 28.

1
esto en el caso de este personaje según Bataille; también vemos que existe una cierta
teatralidad alrededor de la muerte que domina a los hombres:

Hasta fecha reciente la ejecución de hombres condenados


por la justicia no ha dejado de ser un espectáculo ofrecido
para divertir y angustiar a la multitud. En la edad media no
había suplicio que no fuese espectacular. En aquella época,
la muerte del suplicado constituía –con las mismas
características que en la escena- la tragedia, un momento
exaltante y significativo de la vida humana. Las guerras y
las masacres, los desfiles señoriales o religiosos y los
suplicios dominaban a las multitudes… 4

La representación de la muerte y el horror son algo de carácter teatral y tienen una


función social muy marcada según Bataille. Es importante también tener esto en cuenta
ya que, como veremos más adelante, esto es algo que también remarcan otros autores.
Alejandra Pizarnik a partir de la recopilación hecha por Valentine Penrose, en su
texto La Condesa Sangrienta nos relata en gran detalle los distintos métodos de tortura y
ejecución con las que contaba Erzsébet Bathory. Algo que remarca Pizarnik es que
aunque generalmente la condesa acude a métodos clásicos de tortura, poseía algunos
métodos peculiares (tales como la virgen de hierro, la muerte por agua, etc.): “Salvo
algunas inferencias barrocas –tales como la “Virgen de hierro”, la muerte por agua o la
jaula—la condesa adhería a un estilo de torturar monótonamente clásico que se podía
resumir así…” 5. En todos estos métodos que la autora nos relata (excepto en la muerte
por agua), vemos a la condesa vestida de blanco, quien contempla (con placer) la tortura
y muerte de sus víctimas y deja caer la sangre sobre su vestido blanco: “Sentada en su
trono, la condesa mira torturar y oye gritar.” 6; “Ha habido dos metamorfosis: su vestido
blanco, ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadáver.” 7. En este caso, como

4 Bataille G., Ob. Cit., Pág. 109.

5 Pizarnik, Alejandra, “La Condesa Sangrienta”, en: Prosa completa, Buenos Aires, Lumen,
2002, pp. 283.
6 Pizarnik, Alejandra, Ob. Cit., Pág. 282.
7 Pizarnik, Alejandra, Ob. Cit., Pág. 283.

2
el anterior, hay un goce por la sangre. La condesa gozaba de la sangre, no solo en la que
se derramaba por la tortura de sus victimas, sino también la que podía encontrarse en la
ropa de su marido, el olor de esta: “Se le allegaba durante las treguas bélicas impregnado
del olor de los caballos y de la sangre derramada –aún no habían arraigado las normas de
higiene--, lo cual emocionaba activamente a la delicada Erzébet.” 8. Aunque esta historia
no termina de la misma manera que la anterior gracias a cuestiones jurídicas que le
permitieron salvarse de la pena de muerte (aunque termina siendo arrestada en su hogar),
a grandes rasgos, es muy similar a la historia de Gilles de Rais y existen muchas
similitudes entre ambos personajes. De hecho, en el capitulo 10 de La Condesa
Sangrienta de Valentine Penrose, se relata la historia de Gilles de Rais comparándola a la
de Erzsebet Bathory.
Con Susan Sontag, llevamos la discusión del horror y la estética de la sangre al
siglo XXI. En su ensayo Ante la tortura de los demás, Sontag analiza el impacto político
y cultural de las imágenes de las torturas en la prisión de Abu Ghraib. Lo que llama la
atención a esta autora no es el hecho de las imágenes en si y lo que ellas capturan, sino
las reacciones por parte del gobierno de los Estados Unidos y por parte de la población.
Sontag relata como el gobierno de los Estados Unidos intento aminorar lo que había
ocurrido, alterando el lenguaje (por ejemplo, evitando el uso de la palabra tortura y
remplazándola por la palabra “maltrato”) y negándose a reconocer los hechos ocurridos
hasta el último momento. Pero lo más llamativo para ella las reacciones de la población
civil. En este caso, no hay solo un torturador que disfruta (en secreto) del horror, de la
humillación ajena. En este caso particular, además del regocijo de los torturados, quienes
posaban y se mostraban sonrientes frente a la tortura de los prisioneros de guerra sin
cuestionar aquello que hacían (“…mientras los perpetradores posan, recreándose, junto a
sus cautivos indefensos.” 9; “Pues la significación de estas imágenes no consiste solo en
que se ejecutaron estos actos, sino en que al parecer sus perpetradores no supusieron que
hubiera nada condenable en lo que muestran las imágenes.” 10
), también hay una

8 Pizarnik, Alejandra, Ob. Cit., Pág. 285.


9 Sontag, Susan, Ob. Cit., Pág. 142.
10 Sontag, Susan, Ob. Cit., Pág. 145.

3
población que aunque quizá no se regocija de la misma manera, es capaz de aceptar esta
ocurrencia:

Y lo más detestable, pues se pretendía que las fotos


circularan y mucha gente las viera, es que todo eso había
sido divertido. Y esta noción de espacimiento es, por
desgracia –y contrariamente a lo que el señor Bush le cuenta
al mundo-, cada vez más parte <<el auténtico carácter y
corazón de Estados Unidos>>. 11

Lo increíble y único de este caso es que ya el horror de la tortura no es algo oculto que
experimenta el torturador (y un número limitado de cómplices), sino que se ha masificado
y aceptado dentro de la población: “Es difícil evaluar la creciente aceptación de la
brutalidad en la vida estadounidense, pero las pruebas están por doquier…” 12
. Este
fenómeno deja a la vista esta masividad y explicitud del horror, como algo que puede ser
aceptado por una población general, algo que en los casos anteriores no se veía tan
fuertemente (aunque había una teatralidad en la muerte no se mostraba a esta como algo
con un fin en sí, sino como algo que tenia una función social determinada).
Cada uno de estos autores trabaja de distinto modo el horror, lo que genera en las
personas, el deseo de éste, y en algunos casos vemos una funcionalidad del horror. En
Pizarnik y Bataille vemos el tratamiento de un personaje histórico (Gilles de Rais y La
Condesa Sangrienta) y como estos personajes gozan del derramamiento de la sangre. Esto
ya sugiere una cierta estética de la sangre, un cierto goce en el sufrimiento ajeno, en el
horror. Con sutiles diferencias entre estos personajes, vemos que ambos disfrutan del
horror y vemos en el caso de la muerte de Gilles, el elemento teatral, la función social y
catártica de la muerte: “…desde ellas se dictaba el sentido moral y, de forma general, el
sentido profunda de toda la vida…” 13. Dado que no se dio dicha teatralidad en la muerte
de la Condesa ya que esta no fue condenada a muerte, no podemos quizá apreciar esto en
su relato. En el caso de Susan Sontag, podemos ver a los torturadores de la prisión de
Abu Ghraib en esta línea, y ver este placer en el horror; pero en este caso hay un numero

11 Sontag, Susan, Ob. Cit., Pág. 140.


12 Ibid
13 Bataille G., La tragedia de Gilles de Rais, Ed. Tusquets, Barcelona, 1972, Pág. 28.

4
de diferencias que son interesantes a tener en cuenta (la cual nos dará herramientas para
unir esto a los análisis de las medusas hechos por Silvia Schwarzböck). Una peculiaridad
de este caso es que mientras que en de los otros dos personajes, solo nos servimos de
relatos respecto a los horrorosos crímenes cometidos y al sufrimiento de sus victimas, en
este caso, gracias a la tecnología fotográfica nos enfrentamos a la cruda y mas explicita
realidad del horror y el sufrimiento ajeno (cuando este es solo relatado, permanece de
algún modo oculto en comparación al que se ve en la fotografía). Pero algo que es en mi
opinión muy importante a tener en cuenta es la inclusión en el horror de personas ajenas
al acto. Gracias al internet, ya no son solo los torturadores quienes contemplan el horror,
sino que también lo ve el resto del mundo (de modo indirecto) a través de la cámara,
como Perseo cuando ve a la Medusa a través del escudo espejo. Esta diferencia es enorme
ya que conlleva implicancias sobre el sujeto que no podían inferirse en Bataille y Pizarnik
y de la relación que se da con el horror (ya que para aquellos que no participan
directamente de él, aun pueden acceder de algún modo a la contemplación de éste). Esto
nos permite unir a Sontag con las lecturas sobre las medusas que hace Silvia
Schwarzböck. En su texto sobre las medusas, la autora nos muestra como en realidad, el
deseo de mirar el horror es más fuerte que el deseo de mirar aquello que es bello. Esto lo
nota a partir del escudo espejo que le otorga Atenea a Perseo, el cual defiende a Perseo de
su deseo de observar a Medusa (quien para la autora, representa el horror): “…Atenea,
tan sabia, le da un escudo-espejo, es porque sabe que lo horrible, por tener cara, mira, y al
mirar, invita a ser mirado.” 14. A partir del análisis de esta medusa (la medusa uno), Silvia
Schwarzböck llega a la conclusión de que el horror en realidad es un elemento que tiene
un atractivo aun más fuerte que la belleza: “La invitación de un objeto a ser mirado,
cuando se hace en nombre de lo horrible, es más difícil de resistir que si se hiciera, en
otro momento, en nombre de lo bello.” 15. Podemos ver este deseo de la observación del
horror en los personajes de Bataille y Pizarnik, pero también vemos esto más fuertemente
en la contemplación de las fotos de las prisión de Abu Ghraib y la aceptación de la
violencia cometida en los actos que estas fotos retratan por parte de los ciudadanos
comunes (incluso, aunque no lo menciona Sontag, existe un deseo de observar estas

14 Schwarzböck S., Las Medusas. Estéticas y Terror, Pág 48


15 Ibid

5
fotografías por lo que representan). Esta aceptación del horror por si mismo es algo que
también puede ser visto en los análisis sobre cine que hace Kracauer, quien dice: “Las
imágenes del horror reflejadas en el espejo son un fin en si misma. Como tales instan al
espectador a aceptarlas y así incorporar a su memoria el verdadero rostro de las cosas
demasiado horribles como para ser contempladas.” 16
. Dicho esto, Kracauer también
remarca que el horror puede tener una función, la de librarnos de ciertos tabúes (lo cual lo
distancia del análisis de la medusa hecha por Silvia, quien no menciona una función del
horror, sino un mero goce y deseo de contemplar el horror): “Al ver las hileras de cabezas
de terneros o los montones de cuerpos humanos torturados de los films realizados en
campos de concentración nazis, rescatamos al horror de su invisibilidad, de los velos del
pánico y la imaginación. Y esta experiencia es liberador en tanto destruye un tabú
sumamente poderoso.” 17. Esta funcionalidad en el horror es algo que también podemos
ver mencionado en los textos de Sontag y Bataille. El horror como algo que une a la
sociedad, que le da un sentido general a la vida o un sentido de comunidad a un grupo de
personas. En el caso de Bataille vemos esto cuando habla de la ejecución de Gilles de
Rais y del sentido que eso otorgaba en la sociedad y a la vida en general. En el caso de
Sontag, ella hace mención de las fotografías de victimas negras linchadas entre 1880 y la
década del treinta en los Estados Unidos. Lo interesante que menciona de esto es el
sentimiento de unión y aceptación colectiva que había entre los participantes, estas
acciones para ellos tenía una función de unir a los miembros de la sociedad en una acción
colectiva que ellos sentían justificada: “Las fotografías de linchamientos eran recuerdos
de una acción colectiva cuyos participantes sintieron que su conducta estaba del todo
justificada.” 18. E esto se puede inferir que a partir de los actos de horror se genera un
sentimiento de unidad entre los miembros de una comunidad (todos estos unidos por el
horror que ven como algo justificado).
Estos autores nos muestran funcionalidades que el horror puede suplir, el goce
que puede dar y el atractivo que esta tiene sobre el sujeto. Vale la pena a partir de esto
preguntarse si existen otras funciones del horror, la sangre y la muerte. También yace la

16 Kracauer S., La historia de la Medusa”, en: Teoría del cine. La redención de la realidad
física, Barcelona, Paidós, 2001, pp. 374
17 Ibid.
18 Sontag, Susan, Ob. Cit., Pág. 140.

6
pregunta sobre si la contemplación y la aceptación de horrores como los de Abu Ghraib
nos hace cómplices, siendo que aceptamos esto (y otros horrores mayores). Estas son
algunas de las preguntas que pueden ser formuladas luego de ver este trabajo. Una ultima
pregunta que me parece interesante preguntarse es la función de la cámara (fotográfica o
de video) como medio entre el sujeto y el horror. ¿Habrá alguna otra función detrás de
ello, o es solo un intento de capturar un objeto de placer?

BIBLIOGRAFÍA

 Bataille, Georges, El verdadero Barba-Azul. La tragedia de Gilles de Rais, trad.


C. Manzano, Barcelona, Tusquets, 1972, pp. 31-36 (“El monstruo sagrado”), 89-
95 (“La tragedia de la nobleza”) y 123-130 (“La muerte espectacular”)
 Kracauer, Sigfried, “La historia de la Medusa”, en: Teoría del cine. La redención
de la realidad física, trad. Jorge Hornero, Barcelona, Paidós, 2001, pp. 373-374
 Pizarnik, Alejandra, “La Condesa Sangrienta”, en: Prosa completa, Buenos Aires,
Lumen, 2002, pp. 282-296
 Sontag, Susan, “Ante la tortura de los demás”, en: Al mismo tiempo. Ensayos y
conferencias, trad. A. Major, Buenos Aires, Mondadori, 2007, pp. 139-153
 Schwarzböck S., Las Medusas. Estéticas y Terror, Pág 48
 https://www.youtube.com/watch?v=_4LMBhapj44

7
Imagen de personas que fueron a ver la ejecución de Ted Bundy el 24/1/1989, aquello que me es
más llamativo es la señora con los binoculares, quien desea ver el cuerpo del asesino cuando lo
saquen de la sala de ejecución.

The Burning Monk, esta foto fue tomada por Malcolm Browne en 1963. La foto captura el
momento en el cual un monje budista se inmoló por la persecución hacia los budistas en Vitenam.
Algo muy interesante que el fotógrafo dice respecto de la fotografía y el horror es que cuando
contempló esto, la fotografía lo protegió del horror que estaba contemplando: “…I just kept
shooting and shooting and shooting, and that protected me from the horror of the thing, the smell
of the burning flesh, the expression of anguish.” 19 . Este “escudo” en el que se transforma la
cámara nos da una idea de una protección que otorga la cámara frente al horror, filtrando ciertos
caracteres que lo hacen “inmirable”, dándole un lugar en la sociedad, para ser observado. Es el
escudo-espejo de Perseo, pero lo distinto aquí es que no se ve un deseo de ver el horror, pero de
protegerse de él y de todo lo que de él no es visto.

19 Browne M., https://www.youtube.com/watch?v=_4LMBhapj44

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