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Lurz ALBERTO MONIZ BANDEIRA

ARGENTINA, BRASIL Y ESTADOS UNIDOS

DE LA TRIPLE ALIANZA AL MERCOSUR .
Conflicto e integración en América del Sur

Traducción de Miguel Grinberg

GRUPO
EDITORIAL

norma
Buenos Aires, Bogotá, Barcelona, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Miarni, Panamá, Quito, San José, San Juan,
Santiago de Chile, Santo Domingo
www.norma.com
 Moniz Bandeira, Luiz Alberto
Argentina, Brasil y Estados Unidos
1'. ed.- Buenos Aires: Grupo Editorial Norma, 2004.
584 p.; 23 x 16 cm. - (Tiempos de cambio)

ISBN 987-545-148-7
l . Biografías
CDD 928

©2003. Luiz Alberto Moniz Bandeira

©2004. De esta edición:
Grupo Editorial Norma
San José 831 (C1076AAQ) Buenos Aires
República Argentina
Empresa adherida a la Cámara Argentina d~ Publicaciones
Diseño de tapa: Ariana Jenik y Eduardo Rey

Impreso en la Argentina
Printed in Argentina

Primera edición: marzo de 2004

ce: 20686
ISBN: 987-545- 148-7
Prohibida la reproducción total o parcial por
cualquier medio sin permiso escrito de la editorial.

Hecho el depósito que marca la ley 11.723 .

Libro de edición argentina
.,

CAPÍTULO X

Dificultades del Plan Quinquenal - Relaciones de la Argentina con

Estados Unidos -Apoyo de Perón al regreso de Vargas y el Pacto ABC -
},fuerte de Eva Perón e inestabilidad política en la Argentina - Perón y la
propuesta para la unión económica entre la Argentina, Brasil y Chile -
El Pacto ABC - EL suicidio de Vargas y el fin del gobierno de Perón

En aquellas circunstancias, Perón estaba consciente de que la Argen-

tina, sola, no podía conservar más su relativa autonomía frente a Estados
Unidos ni tenía fuerza para aglutinar a otros países y ampliar su espacio
económico en América del Sur. Además, sin la cooperación de Brasil, la
Argentina no podría concretar los proyectos para el aprovechamiento hi-
droeléctrico de las cataratas del Iguazú y ni de Salto ·Grande, donde Pe-
rón planeaba construir, a 430 ~ de Buenos Aires y 350 km de Rosario,
la mayor represa de América del Sur con capacidad para producir 2.500
millones de kw por año. Él advertía la importancia de que los dos países
ajustasen primero sus intereses, y sólo después iniciaran las conversacio-
nes con Paraguay y Uruguay, con los que compartían el codominio de
aquellas aguas (Carneiro, 1978: 439 y 445). Ésta era una de sus principa-
les metas, dada la inmensa· necesidad de energía que provocaba el progra-
ma de industrialización de la Argentina, forzada a gastar, en apenas ocho
años, cerca de u$s 500 millones para la compra de combustibles.,
La expectativa de Perón era que Brasil modificase la orientación de su
política exterior, con el retorno de Getúlio Vargas a la presidencia de la
República a través de elecciones, que se realizarían recién en 1950. Los
dos compartían la misma doctrina, según la cual el combate al comunis-
mo exigía, ante todo, la erradicación de sus causas: la pobreza y la miseria,
las extremas desigualdades sociales generadas por el capitalismo en regíme-
nes de democracia liberal. Y aunque la tendencia de Vargas en aquella
época fuese la de seguir la línea del Partido Laborista de Gran Bretaña y
la de lOs gobiernos socialdemócratas de Escandinavia, 1 él simpatizaba con
Perón y la "revolución política y económica, la revisión de los valores, la

·--r-f 221
 LUIZ ALBERTO M ONIZ B ANDEIRA
justicia social" del régimen implantado en la Argentina (Carneiro, 1978:
412). Los dos también se mantuvieron siempre en contacto a través de
emisarios, entre ellos el ex embajador Joao Batista Lusardo y, sobre todo
el diputado Joao Goul'art, quien estaba emergiendo como líder del PTB. y'
al prever dificultades en conseguir de Estados Unidos el tipo y el grad~
de cooperación compatibles con las necesidades del desarrollo económi-
co de Brasil, Vargas probablemente ideó la posibilidad d e un entendi-
miento con la Argentina, a fin de reforzar su poder de presión, y aceptó
en principio, la sugerencia de Perón de que ambos países coordinasen l~
defensa del_Atlántico Sur y formasen con Chile una unión aduanera, que
después se extendería a toda América del Sur.
De cualquier modo, Perón dio todo el respaldo a la candidatura de
Vargas (incluso financiero, según algunas fu entes),2 sobre todo m o r al y
político, a través de los diarios de Buenos Aires, como La Época, contro-
lados por él.3 Este hecho fue largamente explotado en Brasil por la UDN y
por la prensa conservadora, que presentaban a Perón como una perma-
nente amenaza para Brasil, reviviendo, con los descamisados, las huestes
de Adolf Hitler y de Benito Mussolini. El propio jefe del Gabinete Mili-
tar del presidente Dutra, general Newton Cavalcanti, lo acusó de finan-
ciar la campaña de Vargas, lo cual causó un incidente diplomático con la
:A.rgentina. 4 Sin embargo, ni el gobierno de Dutra ni la UDN consiguieron
evitar que Vargas, como candidato del PTB, venciese en las elecciones con
casi el 50 % de los votos válidos (3,8 millones). Y Perón le ofreció toda-
vía apoyo logístico para que instalase el gobierno en Río Grande do Sul,
tal como pretendió hacerlo el general Newton Estilac Leal, líder de la co-
rriente nacionalista del Ejército, cuando la UDN y los militares a ella vin-
culados intentaron impedir su asunción como presidente (Carneiro,
1978: II, 358-359, 429; Coutinho, 1956: 524).
Según observara el secretario de Estado, Dean Acheson, en un memo-
rando al presidente Truman, Vargas promovía entonces una orientación
"socialista" y definidamente "nacionalista", que lo llevaría a oponers e a
las políticas que Estados Unidos intentaba propagar en el campo del co-
mercio internacional. El embajador de Gran Bretaña, N eville Butler, tam-
bién percibía que Brasil, con Vargas en el gobierno, no sería un "dócil
adepto" a !os planes económicos y militares d e Estados Unidos para
América Latina, cuyas aspiraciones él estaba decidido a interpretar, y
procuraría seriamente contener su influencia o contraponerle la d e Euro-
pa, pero no trataría de estrechar, por el momento, relaciones con la Ar-
gentina, que inquietarían a los gobiernos de Washington y d e Londres.5
222
Argentina, Brasil y Estados Unidos
En efecto, Vargas, d esde los primeros meses d: su admi~istración'. ~e em-
pen- ó en el sen t ido d e compensar la dependencia de B r asil en relac10n
. con
Estados Unidos, buscando en Europ a mercados. p.ara sus exp~rtac1ones,
bre rodo de café, y nuevas fuentes que le summistrasen equipos y tec-
:~logía.6 Y apenas se volcó tfmidamente haci~ la A: gentina, que desde
t 949 exportaba más p ara Brasil q':e para cualquier p~i~ d e ~uropa, ::cep-
to Gran Bretaña. Así, aunque vacilase, Vargas autonzo la i~p ortacion ~e
carnes d e la Argentina, tratando, aparentemente, de amortizar una obh-·
ación o compromiso, y otra vez nombró a J oao Batista Lusardo para el
guesto de embajador en Buenos Aires, a pedid o del propio P erón, que en
~quel momento o frecía ~ Brasil abast~cimientos d e trig.o más b':_rat o. 7 La
aproximación entre Brasil y la Argentma, en los dos primer os anos de su
administración, fu e m ás comercial que política y Vargas no estuvo en
condiciones de avanzar más allá de tales límites, en virtud de las "preven-
ciones de la política interna", y por esto una vez m ás evitó atender la in-
vitació n de Perón p ara un en cu entro (Carneiro, 1978: II, 410, 442 -444) .
La situación política interna evolucionaría diferentemente en los dos
países y, sin duda, influiría en las decisiones d e política externa. P erón
continuab a ejerciendo, con su carisma, un gran liderazgo p opular y, den-
tro del molde constitucion al de un régimen democrático representativo, im -
plantó, prácticamente, una dictadura en la Argentina. Contaba con el apo-
yo de los sindicatos y de la p o de rosa CGT -que contrabalanceab an el
poder d e las Fuerzas Armadas-, dominaba la mayoría en las dos Cáma-
ras d el Congreso y la Suprema Corte d e Justicia, a través del Part ido Jus-
ticialista, y controlaba gr an parte de los diarios de Buenos Aires. Esta su-
ma· d e p o deres le daba m ayor libertad p ara condu cir, personalmente, la
política exterior de la Argentina, dado que ninguna otra fuerza interna
disponía d e medios para responder o, por lo -m enos, resis tir a sus deci -
siones. En Brasil, tras la restauración del régimen constitucional, ningún
jefe de gobierno, aisladam ente, obtuvo tamaña au toridad. D utra formó ,
mediante la coalición del PSD con la UDN, una amplia y aplastadora ma-
yoría en el Congreso, al c ongregar 258 parlamentarios sobre un total de
320, de los cuales aun excluyó 15 de la oposición, al proscribir, por me-
dio del Poder Judicial, al PCB, que h abía logrado el 10 % d e los votos en
las elecciones de 1945. Sin embargo, jamás tuvo p res tigio p opular. Fue
elegido gracias al apoyo de Vargas, y el candidato a sucederlo en la pre-
sidencia, Cristiano Mach ado, presentado por el PSD, sufrió u na estrep i-
tosa derro ta en las elecciones de 1950, al obtener apenas cerca d el 21 %
de los votos v álidos (1,6 millones). A su vez, Vargas, si bien aún en el
223
 L UIZ A LBERTO M ONIZ BANDEIRA
os tracismo en que vivió d espués del final del Estado Novo, siempre
servo, un enorme 1·d 1
i eraz go popu ar, no poseía una fuerza equivalente
con.
d e Perón, d ado que la clase trabajadora no había alcanzado en Brasil el ª. 1ª
mo nivel d e o rganihción que los sindicatos en la Argentina. Y al enfr rnis-
una v10. 1enta e imp
. lacabl e opos1.c1ón
. de la UDN , que influía so bre un itnentar
. , por-
tante segmento d e 1as Fuerzas Armadas, necesito pro mover una alianz
a en-
tre el PTB, el PSD y el PSP, después de ser electo presidente en 1950 P
. . e1 go b ierno
constituir º y f ormar la mayoría en el Congreso. Las condicº ' ara
nes de f\i~cionamiento del régimen democrático representativo en Br~~i
n o pernutxan, por lo tanto, que Vargas tomase, personalmente, decisione
d e política externa de tal magnitud y que implicaban una inflexión rad '~
1
cal de sus directrices, como la de formar una unión aduanera o firmar u
pacto rrll!itar con la Argentina, que todavía era considerada, sobre todo ba~
JO el gobierno de Perón, como la principal amenaza para Brasil. Por esta ra-
z ón, además, el Ejército concentraba, en la frontera de Río Grande do Su!
tres de sus siete divisiones de Infantería y tres divisiones de Caballería, e~
ta~to mantenía apenas un batallón y pocos destacamentos a lo largo de to-
da la Amazonia, en los limites con Perú, Colombia y Venezucla.8
Por otro lado, la situación en la Argentina, comenzaba a revelar una
acentuada tendencia-a la inestabilidad. Aunque pudiese presentar una se-
rie de importantes realizaciones de carácter social, tales como la construc-
c~ó~ de vi':i~ndas para los trabajadores y para los funcionarios públicos
civiles y militares, nuevas escuelas y hospitales, orfanatos y asilos para an-
cianos, grandes piscinas públicas, etcéter a, además de obras de irrigación,
d~ dragado y el gasoducto desde la Patagonia hacia Buenos Aires/ el go-
bierno de Perón ya sufría perturbaciones provocadas por la depresión
económica, marchaba hacia la crisis política, e intensificaba la represión
contra sus adversarios, incluso los comunistas. Uruguay se convirtió, así,
en un reducto de los exiliados políticos, que con el apoyo moral de Esta-
dos Unidos,'º utilizaban las radios locales para atacar a Perón y fomentar
l~ oposición en la Argentina. 11 Las relaciones entre los dos países se vol-
vieron bastante tensas. Y las autoridades de Montevideo temían que la
Argentina invadiese su territorio, o para distraer a la opinión pública, an-
te las dificultades económicas, o en la eventualidad de un conflicto mun-
dial, como consecuencia de la guerra en Corea, que estalló en 1950. 12
Tales temores aumentaron en el transcurso de 1951, cuando volvió a
c~ecer la tensión en la Argentina, en medio de la agitación en las univer-
sidades, desencadenada por la desaparición del estudiante Ernesto Bravo.
El descontento se manifestó igualmente en las Fuerzas Armadas, ante la
224
A rgentina, Brasil y Estados Unid os
ciada candidatura de Evita a la vicepresidencia de la República, en
anun , mula de Peron, ' que .d 1sputana
º ' l a reel ecc10n,
· ' ta l como l o p ermitla
· ' la
la f ortirución de 1949. En ab ril d e aque1 año, e1 go b.xerno d ommo· ' una cons-
Cons · ·
. "ón Por consiguiente, a1gunos o fº1c1a
· les, so lºd · con 1a opos1c1on,
i anos · ·'
pirac1 · d i · ¡·
desistieron de derrocar a Perón p o r las armas, aun antes e rea iz ar a
no. a electoral. En junio, el gobierno anunció el descubrimiento de otro
pUJ
lot militar, así como d e una conspiracxon
. . , comunista. . IJ y p eran
, y E vi- .
comP . .d d ,
reocupados por su propia segun a , ya entonces manteman un av1on .
.,
:~ ~stado de alerta, día y noche, previendo la necesidad de tener que huir.
Realmente, ellos ya no confiaban más en la lealtad de las Fuerzas Ar~ad~s
en Buenos Aires circularon rumores de que pretendían armar a los smdi-
~atos para enfrent~r cualquier int~ntona de. g.o~pe militar. 14 La tentat~va ~i­
nalmente se produjo, el 28 de septiembre, dmgida por el general BenJamm
Menéndez, que también contaba con el apoyo de líderes políticos del ra-
dicalismo, como Arturo Frondizi. Pero fracasó. Los pilotos de la aviación
naval, implicados en la conjura, volaron hacia Uruguay y se asilaron allí.
Perón decretó el estado de guerra interna, en todo el país, con lo cual res-
tringió las libertades políticas y persiguió todavía más a la oposición. No
aceptó, pese a todo, que Evita, juntamente con la CGT, armase a los sindi-
catos y organizase milicias, como ella lo intentó, pese a estar bastante en-
ferma, al notar que, de allí en adelante, el gobierno sólo podría contar con
los trabajadores para sostenerse. (Page, 1984: I, 295-296 ). De esta manera,
las elecciones se realizaron bajo un clima tenso, agravado por la revelación
de la enfermedad de Evita. Perón obtuvo el 65 % de los votos, derrotando
a Ricardo Balbín, del radicalismo, y a los candidatos de las demás organi-
zaciones políticas, impedidas de formar una coalición, como ocurrió ~n
1945. El Partido Justicialista conquistó casi la totalidad de las bancas en la
Cámara de Diputados y en el Senado. Evita, por su parte, no sobrevivió
mucho tiempo. Falleció a los 33 aÍios, el 26 de julio de 1952, pp_co más
de un mes después de la inauguración del segundo mandato presidencial de
Perón. Y con su desaparición, la tendencia revolucionaria y n acionalista del
régimen, que ella expresara e impulsara, más que su propio marido, comen-
zó también a desvanecerse, en medio de la crisis económica.
Acosado por la inflación, por el aumento del desempleo y por la crisis de
la balanza de pagos, Perón, pese a estar insatisfecho con el material bélico re-
cibido tras la ratificación del TIAR, 15 no tuvo otra alternativa que buscar ma-
yores entendimientos con Estados U nidos, cuya presidencia asumiera el
general Dwight D . Eisenhower, postulado por el Partido Republicano, a
comienzos de 1953. A través de varios canales, incluso, oficialmente, por
225
 LUJZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA
medio del embajador estadounidense en Buénos Aires, Albert Nufer, Pe-
rón manifestó al Departamento de Estado su disposición a·mejorar la re-
lación entre la Argentina y Estados Unidos (Page, 1984: II, 27-36; Peter-
son, 1970: 544-558);16 lo que significaba, en otras palabras, tomar medidas
que creasen una atmósfera favorable a las inversiones extranjeras. Sin em-
bargo, ni los servicios de inteligencia de Estados Unidos ni el Departa-
mento de Estado confiaban en sus propósitos. Entendían que él usaba
aquellas declaraciones amistosas como táctica, como modo de impulsar a
Estados U nidos contra la URSS, uno contra otro, o como si simplemente
quisiese pbtener cooperación sin modificar en nada sus políticas (Page,
1984: II, 24-26).17 Por consiguiente, si Perón no realizaba cambios concre-
tos, Estados Unidos no le daría ayuda sustancial, ya fuera militar o econó-
mica, y una de sus exigencias era que la Argentina cesase la divulgación del
justicialz"smo, a través de las embajadas y de los agregados sindicales, que el
Departamento de Estado percibía como propaganda de línea comunista, y
abandonase la tercera posición en su política exterior, haciendo "oposición
inequívoca" al comnnismo y a los designios d e la URSS. 18
Perón, igualmente, no había desistido d e.formar una unión aduanera en
América Latina, a partir del establecimiento de un eje entre la Argentina,
Brasil y Chile. Y las condiciones políticas se le figuraban maduras para tal
emprendimiento. Hacía dos años que Vargas gobernaba en Brasil. Y el ge-
neral Carlos Ibáñez del Campo, también nacionalista, antioligarca y favo-
rable al Pacto ABC y a la unión aduanera, había sido elegido presidente de
Chile a fines de 1952, cargo que ya había ocupado entre 1927 y 1931. In-
vitado por él, Perón pretendió entonces visitar Santiago y, antes de con-
cretar el viaje, le reclamó una definición a Vargas. A través del embajador
Batista Lusardo le solicitó que lo liberase del compromiso de firmar ese
acuerdo primeramente con Brasil, a fin de que pudiese hacerlo enseguida
con Chile (Carneiro, 1978: II, 432-437). Vargas, una vez más, se manifestó
favorable al entendimiento entre los tres países y autorizó a Perón a ini-
ciar las conversaciones con el presidente Ibáñez, resaltando, sin embargo,
que no se trataba· de una "palabra oficial" y sí de un "consentimiento pre-
liminar, reservado", pues sólo después, d ependiendo de los resultados de
las negociaciones con Chile, podría formalizar el asunto (Carneiro, 1978:
II, 434). La formación militar de Perón, con un fuerte acento de machismo
latinoamericano, y las condiciones p eculiares con que ejercía un poder ca-
si discrecional en la Argentina entorpecían, mientras, su sensibilidad ha-
cia la situación interna en los otros países, donde no les bastaba a los jefes
de gobierno, como él suponía, "ponerse los pantalones y jugarse una carta
226
Argentina, Brasil y Estados Unidos
d ¡siva frente a la política internacional mundial, a su pueblo, a su Par-
I ec ento y a los intereses que había que vencer". 19 Como observó Joseph
;:r1Page (1984: II, 20), su "genio para la conducción política" parecía
bandonarlo cuando le tocaba actuar en los asuntos del continente, pues
a estaba dispuesto a trabajar dentro de una "estrategia coherente, pa-
0
\nte e inteligente", para implementar el concepto de unidad por m edio
die políticas y programas específicos, y prefería confiar en su instinto, y
de ahí la serie de desaciertos que cometió.
Antes de viajar para el encuentro con el presidente Ibáñez, en febrero d e
19 Perón concedió una entrevista a un diario de Santiago -La Nación- en
53,
el que propuso la "unidad :atal y n? por la mitad", la uni~a~ "co~pleta e
inmediata" entre la Argentma y Chile, acentuando que la simple integra-
ción económica" no sería "suficientemente fuerte" (Olavarria Bravo, 1962:
JI 165-213). En otras palabras, insinuó que estaba dispuesto a aceptar la
j¡~corporación de Chile a la Argentina. Tal declaración levantó una olea-
da de protestas en Santiago, no obstante su desmentido y los esclarecimien-
tos de Ibáñez, y casi provocó la cancelación de su viaje. Igualmente, poco
tiempo d espués, él incurrió en otro error de evaluación. Al firmar con Ibá-
ñez el Acta de Santiago, como primer paso para la integración entre la Ar-
gentina y Chile, Perón propugnó el r establecimiento del Pacto ABC y ade-
lantó que Brasil aceptaría aquella propuesta, olvidando que Vargas dio ape-
nas un consentimiento preliminar y reservado (Carneiro, 1978: II, 434). Su .
declaración causó un fuerte impacto. En su condición de ministro de Rela-
ciones Exteriores, J oao Neves da Fontoura, que siempre menospreció a Pe-
rón, declaró a la prensa, sin consultar a Vargas, que Brasil no estaba intere-
sado en pactos y nadie podía hablar en su nombre (Fontoura, 1957: 15). Y
Vargas no lo destituyó inmediatamente a fin de no desencadenar una crisis
política. P ero, por intermedio del periodista Geraldo Rocha, director de O
Mundo (Río deJaneiro), le envió a P erón una carta, en la cual expuso las di-
ficultades para concertar el entendimiento entre la Argentina, Brasil y Chi-
le, según lo habían combinado anteriormente. Perón respondió que su "de-
seo más fervoroso" era el d e llegar a un acuerdo con Brasil, igual al que fir-
mara con Chile, sobre "bases leales, sinceras, justas y honradas" .2º Lamentó,
sin embargo, que la unión de los tres países no hubiese comenzado en 1951,
si bien comprendía la "difícil situación política", que le impidió a Vargas
realizar ese proyecto, y reafirmó su disposición, así como la de Ibáñez, de
celebrar en cualquier momento el acuerdo con Brasil, dado que percibían la
"necesidad de unirnos, frente a un futuro incierto", y estaban "persuadidos
de que el año 2000 nos encontrará unidos o dominados". 21
227
 LUIZ ALBERTO M ONIZ BANDEIRA
Según la opinión del propio Batista Lusardo, la Argentina, cuya di l
macia no tenía "alianzas fuertes que cuidar", miraba fríamente en tod Pia-
. · · pud.iese 1o que pensaba que erad
as as
d irecc10nes, para o b tener d ond e meJOr
su interés. Por ¿sta razón, Perón hacía amistad con quien llevase en e
equipaje electoral un programa "de nacionalización antiestadounidensesu
promesas semejantes de bienestar popular", pregonando "la unidad eco _Y
mica continental, o mejor, la formación de una confederación latinoarnn~­
cana, en la cual, evidentemente, Estados Unidos de América deberá que~n­
aparte" .22 A su vez, Vargas probablemente alimentaba en Perón la espera~:
za de que Brasil aceptaría participar de una entente con la Argentina y Chi-
le, no tanto porque pretendiese orientar su política exterior en esa direc-
ción, sino porque tenía el propósito de abrir perspectivas internacionales
que le aumentasen el poder de negociación y estimularan a Estados u¿
dos, con el que ya enfrentaba crecientes dificultades. En realidad, Vargas es-
taba consciente de los obstáculos internos y externos para cualquier enten-
dimiento más profundo, ya fuese económico o político, con la Argentina
justicialista y por esto nunca intentó hacerlo efecti".<O. Perón manifestó el
deseo de asistir a la ceremonia donde asumiría la presidencia de Brasil y
Vargas, delicadamente, le hizo saber que prefería recibirlo cuando ya estu-
viese en el gobierno, aunque posteriormente siguió eludiendo todas las
propuestas para cualquier encuentro con él. Los contactos entre los dos
siempre se realizaron a través de intermediarios, al margen de los canales
diplomáticos, y hasta Batista Lusardo, cuya nominación para representar a
Brasil en Buenos Aires casi no aprobó el Senado, actuó más como amigo
personal de ambos que como embajador, dado que generalmente no seguía
las instrucciones del Itamaraty ni lo informaba de todo, como en el caso de
la propuesta para la concertación del Pacto ABC, ni podía hacerlo. Él sabía
que Vargas reintrodujo a J oao Neves da Fontoura, ex ministro de Relacio-
nes Exteriores del gobierno de Dutra, al Itamaraty, a fin de disipar sospe-
chas y tranquilizar a los conservadores, pues él siempre fue radicalmente
adverso a Perón. Joao Neves da Fontoura, por otro lado, nunca se confor-
mó con el nombramiento de Batista Lusardo para..el cargo de embajador en
Buenos Aires, por no confiar en que él defendiese los intereses del Brasil
"contra el programa peronista" de convertir a la Argentina en una fuerza
continental y, con la absorción de los demás países, formar un bloque para
enfrentar a Estados Unidos (Fontoura, 1957: 39). 23 Y cuando Perón e Ibá-
ñez firmaron el Acta de Santiago, el 2 de febrero de 1953, Joao Neves da
Fontoura, sin consultar a Vargas, declaró que
228
Argentina, Brasil y Estados Unidos
ha llegado el momento de paralizar la tentativa dispersora del panamericanismo,
on una reiteración estrepitosa de fidelidad a nuestro pasado, así como a los
~ompromisos de nuestrás firmas solemnes en instrumentos como la Carta de
Bogotá. (Fontoura, 1957: 13)
Vargas, tres meses d ·e spués, lo destituyó. Pero lo sustituyó por e!. ju-
. Vicente Rao, para quien la oposición de Brasil al peronisrrio debería '
"rista ceder de la conciencia
. . d e que 1a actual po l'inca. exterior. argentina
.
.prode a romper e 1 equi·1·b
i no· de· f uerzas d e l contmente
· " . P or lo tanto,
24
uen . . d . , d.
evidente que él no tenía intenciones e concretar mngun enten i-
er~ to con Perón, dado que al Ministerio de Relaciones Exteriores le ca-
, la tarea de negociar y formalizar 1as actas mternac10na
Jlllen . . 1es, aunque e1
bna · · d 1 · ·' d e re-
estilo político de Vargas era utilizar conserva ores en a eJecuc10n
formas, como modo de no perder el control sobre su desarrollo y no
asustar a las clases dirigentes.
Sin embargo, la posición de Vicente Rao, así como la de Joao Neves
da Fontoura, no sólo reflejaba la percepción del Itamaraty también coin-
cidía con la del sector dominante en las Fuerzas Armadas, opuesto a en-
tendimientos económicos, políticos y militares, fuera de los marcos del
sistema panamericano, con la llamada Nueva Argentina. El propio gene-
ral Góes Monteiro, que ejerció la jefatura del Estado Mayor de las Fuer-
zas Armadas hasta diciembre de 1952 y fuera a Buenos Aires para con-
versar sobre el Atlántico Sur, cuyo plan de defensa y seguridad Perón
quería coordinar con Brasil, no sólo se manifestó contrario a iniciativas
militares que no se insertasen en la órbita del acuerdo común con Esta-
dos Unidos, sino que se opuso a la formación del bloque sudamericano,
porque "implicaría una negación de la OEA" (Coutinho, 1956: 523). Y
Vargas ya no tenía más recursos para modificar tal directriz. La tentativa
de vencer resistencias internas y externas por medio de la conciliación y
del compr~miso, con lo cual su política asumía un carácter ambigu9 y si-
nuoso, contribuiría para que la corriente nacionalista y adversa al predo-
minio estadounidense perdiese el control sobre el Ejército. Aunque se ne-
gara, como Perón, a enviar tropas para la guerra en Corea (1950-1953 ),
Vargas, ante la expectativa de obtener cooperación para sus proyectos de
desarrollo económico, admitió que Joao Neves da Fontoura, en 1952, con-
certase con Estados Unidos un acuerdo militar, al cual, según parecía, no
era plenamente favorable, puesto que el PTB obstruyó y votó contra su ra-
tificación por el Congreso. Por ser contrario a ese acuerdo, negociado sin
su anuencia, el general Newton Estilac Leal renunció al cargo de ministro
de Guerra, lo cual posibilitó la persecución de los oficiales nacionalistas y
229
 LUJZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA
su sustitución en casi todos los puestos de mando por adherentes a¡
zada Democrática (facción militar vinculada a la UDN), victoriosa t a Cb::i-
en 1a e1ecc1on arn dten
. , para 1a pres1ºd encia d el C 1ub Militar, con la candidatura
general Alcides Etchegoyen, defensor de una "estrecha colaboració
, . con Estad os Umdos . en defensa del Hemisferio Ocn 'd rnd1-
tar y econom1ca
.d , . l c1 en
t a1 Y d e me d 1
·1 d
as energ1cas contra os comunistas en Brasil".25 y e
, . sos of1_
c1a es e la Cruzada Democratica, encabezados por los enemigos pol'"
d e -vargas, mamºfestab an una profunda avers10n . , ideolog1ca
. , . hacia Per.it1cos
por causa, sobre todo, de sus conexiones con el movimiento sindical on,
.
se les f igura ba como a1go equ1va . 1ente a1 comumsmo..
. Con'. sus esfuerzos para propagar el justicialismo por cualquier med'
incluso a través de las emisiones de onda corta del Servicio Internacº •
R. a d lO.tOn.1co rgentmo (SIRA) y de la creación de una central sindical la-1
. I, · A ·
tmoamencana
. -Agrupación de los Trabajadores Latinoamericanos s·in¿·l-
eal 1stas (ATLAS)- bajo su orientación, la política exterior de Perón se
vistió de un carácter ideológico, asustando a las elites conservadora;e-
causando intranquilidad no sólo en Brasil, sino también en Uruguay p ~
rú Y Chile, al fomentar y robustecer la su~picacia de que él trataba d; e;.
portar el modelo económico y social de la Argentina, así como establecer
s:1 hegemonía sobre el continente. Por esta razón, sólo Paraguay-depen-
diente del puerto de Buenos Aires-, Ecuador, Nicaragua -bajo la dicta-
dura de Anastasia Somo~a-, y Bolivia, en 1954, adhirieron al Acta de
Santiago y firmaron con la Argentina acuerdos que apuntaban a la unión
económica. Pero la propia Acta de Santiago no resultó tan amplia como
Perón deseaba (Perón, 1973: 87; Olavarría Bravo, 1962; 165-213). Cuan-
do visitó Buenos Aires, en julio de 1953, para firmar el Tratado de Com-
plementación Económica, previendo una reducción de tarifas aduaneras
el_ incremento del comercio y la creación de un consejo mixto para est~
diar planes y proyectos de integración, Ibáñez aún no había tomado las
medidas indispensables para su negociación, debido a las resistencias
ex.i~tentes en Chile, donde las Fuerzas Armadas temían perder la ayuda
militar de Estados Unidos. Chile rechazó entonces la minuta propuesta
por Perón, forzando la modificación del Acta de Santiago, a la que Uru-
guay se negó ~ ~dherir por varias razones, entre ellas porque continuaba
enfrentando dificultades con la Argentina, que había cerrado sus fronte-
ras, a fin de evitar el contacto de los turistas con los exiliados en Monte-
video, e interrumpió prácticamente el intercambio tradicional entre los
dos países. Tampoco Perú adhirió a esa iniciativa de Perón y su presiden-
te, el general Manuel Odría (1948-1956), aceptó la invitación (hecha por
230
Argentina, Brasil y Estados Unidos
a cuando todavía era canciller) p ara visitar Bras il, lo que hizo en
fon to Ur
osto de 1953.
ag Este hecho -consecue.ncia de un ardid de Fontoura, quien también
. ~¡ dó transmitir el mismo convite a Ibáñez, sin instrucción alguna de
~an as- irritó profundamente a Perón y le infundió la sospecha de que
." t~;amaraty estaba articulando el eje Río de Janeiro-Lima, con el obje-
e. de contraponerlo a la aproximación entre Buenos Aires y Santiago
duvoChile. É l tam b.1en
, tema
, vanos
. otros motivos
. para 1a d ecepc10n
. , con 1a .
ºlítica de Vargas. Nunca recibió una invitación para visitar Brasil y el
' que Pºcuentro entre los dos, varias veces postergado, no se había realizado
10
~:sta entonces. Brasil firmó el Acuerdo :rv::i!itar con Estados Unidos, c~-
a política había endosado en la IV Reumon de Consulta de los Canc1-
1ona
~eres Americanos (Washington, 1951), y no respondía a la propuesta de
la Argentina para la defensa conjunta del Atlántico Sur. El convenio co-
mercial entre los dos países, en marzo de 1952, tropezó igualmente con
diversas dificultades, algunas de ellas por culpa de la Argentina, que le
pedía al Brasil u$s 120 por tonelada de trigo, cuando lo vendía a la India
por u$s 70, lo cual llev~ a~ propio Perón~ muy enojad~, ~ s~g~rir la pos-
tergación de las negociac10nes. En realidad, no habia rnd1c10s de que
Brasil se inclinase a modificar su orientación de política exterior y esta-
blecer una alianza con la Argentina. Fontoura, desde que había asumido
el Ministerio de R:elaciones Exteriores, siempre fue hostil a sus posicio-
nes y propuestas y Vicente Rao, que lo sus-tituyó, mantuvo la misma
orientación. De este modo, Perón, o por no tener ya la esperanza de con-
tar con el apoyo de Brasil para formar la unión económica o tal vez pa-
ra forzarlo a una definición, expuso, durante una conferencia en la Es-
cuela Nacional de Guerra el 11 de noviembre de 1953, todos los entendi-
mientos que había tenido con Vargas para la concertación del pacto entre
Argentina, Brasil y Chile. Y, al criticar su estilo conciliatorio de conduc-
ción política, acus ó al Itamaraty de actuar como una "institución supra-
gubernamental", insistir en "política imperial de zonas de influencia" y
obstaculizar la "verdadera unión" entre aquellos países (Perón, l 973:
85), que, según él, no tenían, aisladamente, unidad económica, sino que,
"unidos conforman quizá en el momento actual la unidad económica
más extraordinaria del mundo entero, todo esto para el futuro, porque
toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son los paí-
ses reservas del mundo" (Perón, 1973: 85).
Perón estaba convencido de que el futuro d e los pueblos dependería d e
la magnitud de sus r eservas de alimentos y de materias primas. Y suponía
231
'. LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA
que, una vez co n cretada la unión entre la Argentina, Brasil y Chile l
, , d . . d' f . , os
d emas paises su americanos, sm me ios para ormar, JUntos o separad
otra agrupación, caerían en su órbita (Perón, 1973: 84). Esta idea ya l hos,
, d . . . a a-
bia expresa o, en 1, 950, a un grupo de estudiantes de Mmas Gerais d
San Pablo, evocando la clarividencia del barón de Rio Branco, el pri~e e
que intentó establecer, en 1907, el Pacto ABC, y afirmó que, "en el fu tu ro
o f armaremos aque 11 a uni·d a d econom1ca,
' · 1a cua1, separad os, no podernro,
. d l . . . os
a l canzar, o nos vol veremos instrumentos e as pas10nes tmpenalistas d
e genc1as
uno d e los dos grupos". 26
, .
Los dos grupos a los que aludia eran la URSS y Estados Umdos, frente
a.los cu~les él preconizab_a la terce1:a posición, co~ la ;onstitución en Amé-
nea ~atinad: un b.loque m~epen~1ente, que gravitar~a en torno. del eje Ar-
gentma-Bras1l-Chile. El 1:'11msteno de. J?:fensa Nac10nal p~bhcó el texto
completo de 1: conferencia, en una ed1c10n r~serv~da, con· eJe~plares nu-
merados y registrando el nombre de los destmatanos, por consiguiente, 0
por intermedio de. :os servic~os de inteligencia de ~sta~os U.nidos, de
acu erdo con la version de Peron (1973: 77), o porque el asi lo quiso, según
lo supuso el diplomático Orlando Leite Ribeiro, 27 el hecho es que una co-
pía cayó en manos de los exiliados argentinos en Montevideo y ellos se
ocuparon de pasarla a la oposición en Brasil. De cualquier forma, inten-
cionalm~nte o no, Peró"? pro~eyó la munición que los adversarios de Var-
ga~ precisaban: J?Ues Y: mtensificaban la_ campaña rª~ª de:ro~arl~ y le atri-
bu1an el Rropo~ito de mstaurar en ~ras1l una repubhca ~m?,1cahsta, según
el prototipo existente en la Argentma. Esta sospecha sirvio para que los
militares, en febrero de 1954, le exigiesen a Vargas el desplazamiento .de
Joao Goulart del cargo de ministro de Trabajo . Y, cerca de un mes después,
el periodista Carlos Lacerda, de la UDN, publicó en el diario Tribuna da
Ir:iprensa el t~xto de la conferencia de Perón, como prueba de la denun-
era, que asumió carácter de escándalo. La UDN en el Congreso y la prensa
conservadora a ella vinculada formaron un coro y, presentando los acuer-
dos de Vargas con Perón como "traición nacional" (Carneiro, 1978: II,
4?3- 404), acusaron a los dos de conspirar "contra el ideal del panamerica-
msmo ! la realidad de la buena vecindad, tradicionales en el hemisferio"
(Carne1ro, 1978: II, 403- 404), por intentar hacer el Pacto ABC y resistir a
Estados Unidos. El encargado de negocios de la Argentina, Fernando Tor-
cuato Isninsausti, procuró negar la autenticidad del documento, calificán-
dolo como apócrifo,28 pero Joao Neves da Fontoura, que era director de la
Ultragás (subsidiaria de la Standard Oíl), agravó la campaña con su testi-
monio, en el cual no sólo confirmó los entendimientos sobre el Pacto ABC
232
·¡ · ,, i " '• ' ,. Argentina, Brasil y Estados Unidos
. . acusó a Vargas de destituirlo del Ministerio das Relaciones Exte-
¡no que . . , 29
l s. fin de despejar el ~anuno para a su consumac10n. . ,
· oores ª,
Peron
tal vez no evaluó el impacto que causaría su conferencia. Y asi
, ,. . l 'b · d b·
. , otro desacierto mas en su poht1ca extenor, a contn mr a e 1-
c.orn~uo osición d el único aliado con quien, bien o mal, podía contar en
litar . ª ~n aquella época, sin embargo, él se empeñaba en mejorar las r:-
1
. · · s de la Argentina con Estad os U m·d os y ce d'ia m as
Brasi ' Y mas
, a las ex1-
Jac1one .. , . . . I d l
. econóinicas. Facilito las mvers1ones extranJeras, as remesas e u- ·
· 1 l · ·
h · el exterior y la repatriación del cap1ta, a mismo tiempo que
eros acia . d d ·1 f c rf
ciaba con la Standard 011 of New Jersey, la Stan ar 01 o a 1 ~-r-
~~;,~a Royal Dutch Shell. y la Atlas-Dresse~ contrat~s para a e~p.l~tac1on
del petróleo en la Argentina, lo q_u: provoco una energ1ca ~posic10n de 1:
ucR, liderada por Arturo Fro.nd1z1: V~r~as, por el ~ontrano, reglamento
las inversiones extranjera~, a fm d~ ~nh1btr l_as excesivas :emesas de lucros
1 exterior, encareció la importac1on de bienes de ~ap1tal, apunta17do .ª
ªroteger y a expandir este sector ~e la industria nacional, así ~orno msti-
p ó el monopolio estatal del p etroleo y trataba de hacer lo rmsmo con la
tuy ducción de energía eléctrica. Sus medidas chocaban, como Dean
l!
r;heson previó/º con las políticas que Estados nidos :rataba de propa-
r en el ámbito del comercio internacional. Y sm med10s para contener
~~a oposición interna, cuya propa?anda contagió a las Fue:~as,Armadas,
Vargas, para no tener q_ue renu'i;.ciar o s_er depues~o, s; smcido, el 24 .de
agosto de 1954, denunc~ando la campana subte:ranea ~e los grupos m-
ternacionales que se aliaron con los grupos nacionales levantados con-
tra el régime~ de garantía del trabajo", y la "violenta r-r:sión" sobr~ la
economía brasileña, para obligarlo a ceder. Perón no res1st1ó en el gobi_er-
no más que un año. A pesar de que, con la política de apertura al .capital
extranjero, conseguía desacelerar .la-inflación, ~e~omponer e~ sa~ano rea.l,
mejorar la balanza de pagos y estimular las actividades economic~~· la s~-
tuación política en la Argentina se deterioró a t.al punto que se .vw obh-
gado a renunciar a la presidencia, el 19 de septiembre de 195~ Y a refu-
giarse en la cañonera Paraguay, tras cuatro días de una sangrienta rebe-
lión conjunta de la Marina y el Ejército.
233
 LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA Argentina, Brasil y Estados Unidos

NOTAS 18 ídem.
19 Juan Domingo Perón, La política internacional argentina, discurs o pronuncia-
1 Carta de Labouchere, Embajada británica en Buenos Aires, para Robin Cecil do en Ja Es cuela Superior dé Guerra en diciembre de~ 953, Cuade~nos de la Res iste~ ­
American Department, restricted, Buenos Aires, 19/l 0/1950; PRO-FO, 371/8116!' cía Argentina, 1954; AGV, carpeta de 1953. Fue publicado postenormente en Peron
1
XC/A 034393. '
(1973: 77-89). , . . ,
2 Carta de G. Labouchere a Fordham, American Department, confidencial, Bue- 10 Carta de Peron a Vargas, Buenos Aires, 6/3/1953; AGV, carpeta de 1953; Peron
nos Aires, 281711950. Carta de Buder a R. Cecil, American Department, Río de Ja-
(1973: 87).
neiro, 4/8/1950. Embajada británica al Foreign Office, confidencial, Río de Janeiro 21 Ídem.
11/8/1950; PRO-FO, 371/81107, XC/A 034393. Despacho de la Embajada británica al 22 Ofício nº 36/900.1(41), secreto, embajador Batista Lusardo al m inis tro Joao
Foreign Office, confidencial, Buenos Aires, 19/8/1950. Despacho de la Embajada bri- Neves da Fontoura, Buenos Aires, 28/1/1953; AHMRE-B, secreto, A-K, Oficios Secre-
tánica al Foreign Office, restringido, Buenos Aires, 19/10/1950; PRO-FO, 371/81161 , tos 1950/57.
XC/A 034393 (Page, 1984: II, 22-24). '23 Carta de Joao Neves da Fontoura a Getúlio Vargas, Río de Janeiro, 2116/ 195 1;
3 Ídem. AGV, carpeta de 1951.
4 Embajada británica al Foreign Office, confidencial, Río de Janeiro, 11/8/1950; 24 Memorando de Vicente Rao, ministro de Relaciones Exteriores, para el p resi-
PRO-FO, 371/81107, xc/ A 034393. Despacho de la Embajada británica al Foreign Üf- dente Vargas, julio de 1953; ACPL.
fice, restringido, Buenos Aires, 19/10/1950; PRO-FO, 371/81161, SC/A 034393. 25 Diário Caríoca, Río de Janeiro, 24/4/1952 (cit. en Sodré, 1968: 330).
5 Memorandum for the President, Subject: Effect in Brazil of Argentine Develop- 26 Despacho de la Embajada británica al Foreign Office, confidencial, Buenos A i-
ments and Significance to Brazilian-American Relations of Possible Election of Var- res, 28/7/ 1950; PRO-FO, 371/81107, XC-A 034393.
gas to Presidency, confidencial, Department of State, Washington, 1/5/1950; HSTL, 27 Carta de Orlando Leite ~beiro a Vargas, Buenos Aires, 30/3/ 1954; AGV, car-
Papers of HST, President's Secretary's File (PSF). Despacho nº 154, Butler a Morris on, peta de 1953.
Río deJaneiro, 4/7/1951; PRO-FO, 371/90363, Sección l. 28 Nota de Fernando Torcuato Isninsausti, Encargado de Negocios de la E mba-
6 fdem. jada Argentina, Río de Janeiro, 13/3/1954; AGV, carpeta de 1953. .
7 Ídem. 29 Entrevista de J oao Neves da Fontoura, en O Globo, Río de J ane1ro, 3/ 4/ 1954,
8 Secret Report on the Brazilian Army for 1949, Military Attaché on this Em- y Correio da M anha, Río de Janeiro, 6/4/1954.
bassy, G.P. Youg, Chargé d' Affaires, Embajada británica en Río de J aneíro, a Hector 30 Memorando, Acheson a Truman, Departamento de Estado, Wash ington,
McNeil,"12/1/1950; PRO-FO, 371/81288. 1/5/1950; HSTL, Papers of HST President's Secretary's File (PSF) .
9 Argentina - Labour Attaché's genera.! Report nº 37, Background Repon fo r
1949, Buenos Aires, enero 1950; PRO-FO, 371/81243.
10 Despacho nº 38, D. F. Hildyard, Embajada británica en Montevideo, a H. Mo-
rrison, Montevideo, 13/7/1951, PRO-FO, 371/91082.
11 Despacho nº 65, D. F. Hildyard, Embajada británica en Montevideo, a H . Mo-
rrison, Montevideo, 13/7/1951; PRO-FO, 371/91082.
12 Despacho, Embajada británica a Ernest Bevin, Buenos Aires, f.: John Balfour,
61711950; PRO-FO, 371/81163, Argentina, LA 1950. Memorandum, Military Attaché a
J. Balfour, Buenos Aires, 26/6/1950; PRO-FO, 371/81163.
13 Despacho nº 139, Henry B. Mack a Herbert Morrison, Buenos Aires,
16/6/1951. Despacho nº 145, Henry B. Mack a H. Morrison, Buenos Aires,
23/6/1951; PRO-FO, 371/90467.
14 Despacho nº 145, doc. cit.
15 Despacho nº 7, confidencial, John Balfour a Bevin, Buenos Aires, 18/1 /1951;
PRO-FO, 371/90525.
16 Confidencial 18135, "Argentina: Annual Review for 1950", de J. Balfour a Mr.
Bevin, Buenos Aires, 10/1/1951; PRO- FO, 371/90466.
17 Memorandum for the President, Subject: "Current Status of us Argentine Re-
latíons", secret security information, 5/3/1953, f.: Walter B. Smith, E. L.

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