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Instituto Superior Padre Elizalde

P.F.P.D.
3° año Lengua y Literatura

Albert Camus (1913-1960)


Del absurdo a la révolté

1. La preocupación por el absurdo

La obra camusiana expresa el malestar ante la falta de sentido de la existencia, pero al igual que los
protagonistas de las tragedias, nuestro autor se esforzó por buscar los medios para elevarse por encima
de la suerte que le había sido impuesta. Para Camus el Universo es un teatro y la vida es una tragedia.
El absurdo es un punto de partida y no un punto de llegada. Frente al absurdo, la rebeldía, es la respuesta
a la falta de sentido. Camus dice haber encontrado la idea de absurdo en las calles de su tiempo, a la cual
calificó de mal espiritual. En el “Mito de Sísifo” (1943), sostiene que le interesan las evidencias
perceptibles para el corazón, aquellas que deben ser profundizadas para hacerlas claras para el espíritu.

2. La lógica del absurdo: el suicidio

La finalidad de El mito de Sísifo, es presentar la sensibilidad absurda dispersa en el siglo. Pero la siguiente
cita de Píndaro (Pítica III) que encabeza la obra, nos advierte sobre el valor de la vida: << No te afanes,
alma mía, por una vida inmortal, apura el recurso hacedero>>.
Así el único problema filosófico serio es el suicidio. Camus sostiene que el hombre se suicida porque no se
comprende el sentido de la vida, porque no hay razones profundas para vivir, o cuando la experiencia del
dolor se nos hace algo insuperable. Nadie se suicida por reflexión 1. Lo incontrolable nos lleva a ello. No
conocemos los resortes ocultos. Ahora bien, pese a las miserias de la vida, el hombre se apega a ella. En
este punto, el autor franco-argelino mencionará dos mecanismos de evasión: el más allá y el diversiment.
Descubrir lo absurdo requiere antes despertar de la vida mecánica anestesiada por la rutina. La vida de
Mersault, protagonista del “El extranjero” (1942), parece no tener sentido. Transido por la monotonía
repite una y otra vez: “me da igual”. De este modo, la existencia más que identificarse con la angustia es
equivalente a la indiferencia. En la vida de Merseault, falta unidad. Su existencia es una existencia
fragmentada. No hay nexos causales. Merseault, resulta extraño, extranjero para el lector, un forastero o
un intruso que es absolutamente extraño al mundo. Un perfecto antihéroe sin patria, sin proyectos a
futuro en un mundo privado de luces e ilusiones. Solo le importa el presente.
El despertar es una exigencia. Se encuentra al final de una vida maquinal. Camus sostiene que con el
despertar se inaugura el movimiento de la conciencia. Movimiento que puede desaguar en el suicidio, en
un despertar definitivo que da lugar al reestablecimiento o en una vuelta inconsciente a la rutina.
El sufrimiento conduce al despertar mediante dos sentimientos a saber: la conciencia del divorcio de la
propia vida y el absurdo propiamente dichos.

3. La irracionalidad humana

Me soy extraño, me son extraños. Mi yo, y mucho más el yo de los otros no es conceptualizable. En El
mito de Sísifo, se muestra la imposibilidad de decir de alguien: lo conozco. Tampoco puede captar mi yo.
No puedo definirlo, ni acotarlo. No puedo captar mi corazón. Siempre seré un extraño ante mi mismo y
ante este mundo.
Camus sostiene en El mito de Sísifo que en autores como Nietzsche, Kierkegaard, Jaspers, Heidegger,
Chestov y Scheler, la búsqueda de la verdad es su gran empeño frente a un universo en el cual reina la
antinomia, la contradicción. Hay que reconocer la impotencia ante el grito del corazón que exige todo o
nada.
No todos estos autores son pensadores absurdos, porque dan el salto injustificado hacia un absoluto
trascendente, atribuyéndole un papel a Dios y a la vida futura. El salto para Camus rompe con la lucidez y
por ello es un suicidio filosófico.
El absurdo perfecciona la vida. Implica vivir un destino y su aceptación.2 De ahí se desprenden tres
consecuencias: rebelión, libertad y pasión.
La rebelión consiste en no resignarse ante un destino aplastante. Así la experiencia absurda queda lejos
del suicidio. Mi liberación asegura que mi conducta ya no será la de un autómata.

1
Cfr. La actitud del ingeniero Kirilov en Los demonios de F.M. Dostoyevski.
2
Cfr. Epígrafe a El hombre rebelde.
1
4. La noción de absurdo

En este punto debemos distinguir, tal como el mismo Camus lo hace, el absurdo como sentimiento de la
noción de absurdo tal como se la presenta en “El mito de Sísifo”.
El absurdo como noción significa lo imposible o lo contradictorio. Por ejemplo, si acuso a un inocente de
un crimen monstruoso. Nace siempre de la comparación un estado de hecho y una cierta realidad, una
acción y el mundo que la supera. Nace esencialmente de la confrontación. El absurdo no está ni en el
hombre ni en el mundo tomados aisladamente. Ni el mundo ni yo somos absurdos aisladamente. Lo
absurdo, resulta de la relación en la que se halla el mundo respecto de mí, porque soy yo el que percibe la
falta de racionalidad, de lógica o de coherencia en el mundo.
Debemos preguntarnos: ¿Es posible alcanzar la felicidad ante la experiencia de lo absurdo? En el mito de
Sísifo vemos que no hay castigo más terrible que un trabajo inútil y sin esperanza. El tormento de Sísifo
es no terminar nada. Así es como paga el precio de las pasiones de esta tierra. Es el precio a pagar por su
amor a la vida, por su desprecio a los dioses. Camus piensa, sin embargo un Sísifo dichoso, arquetipo del
héroe absurdo por sus pasiones y por su tormento. Sísifo es más fuerte que su roca. Persuadido del
origen humano de todo lo que es humano, está siempre en marcha aunque la roca siga rodando. Camus
considera que la sabiduría antigua trágica coincide con el heroísmo contemporáneo, al descubrir
que el esfuerzo mismo para llegar a las cimas bastó para llenar el corazón del hombre.3
El hombre absurdo es aquel que apuesta por una vida limitada a la tierra. Una vida en lucha, cuya
profunda inutilidad se comprende constantemente.4 Esto es lo que descubre Merseault. Inmerso en el
automatismo de la vida cotidiana, antes de morir recibe la recompensa de una vida rica en sensaciones.
Descartados con lucidez todas las ilusiones (Dios y la religión, la sociedad y sus leyes) el sentido de la
vida se descubre en el gozo del instante presente. Replegado en su soledad, en el seno de una sociedad
hostil, el ser humano es capaz de sentirse feliz, incluso en la desesperación.
En Merseault, se descubre el gusto por el instante presente. Descubre el instante presente y se abandona
a la sensación que sustituye al concepto. Vivir un porvenir abstracto no es más que soñar. Vivir es vivir el
presente y gozar con el presente, palpitando la riqueza del mundo. El presente y la sucesión de presentes,
se convierten en el ideal del absurdo. La experiencia del absurdo lleva a reemplazar la calidad de la
experiencia por la cantidad, estando frente al mundo lo más a menudo posible, coleccionando el mayor
número de experiencias posibles. En “El mito de Sísifo”, nos encontramos con tres retratos (Don Juan, el
actor y el conquistador) de hombres que encarnan el ideal absurdo en tanto que como hombres no buscan
más que agotarse.
Donde reina la lucidez, la escala de valores es inútil. Si la conciencia no está presente en el instante del
gozo presente, la riqueza del mundo pasa desapercibida. La conciencia de lo efímero, lo fugaz, le otorga
un nuevo valor.

5. La rebelión y el dolor del mundo

La noción y el sentimiento de absurdo no expresan nada definitivo. Pero debemos preguntarnos: ¿Qué
puede ser de la vida si se rechaza toda solución trascendente y se observa que la vida no tiene sentido?
El absurdo niega los juicios de valor. Eso no puede hacerse porque hace del mundo un lugar terrible. En lo
absurdo, la experiencia del sufrimiento es individual. En la rebeldía, la conciencia del sufrimiento se
vuelve colectiva.
Con la rebelión se rompe con el solipsismo resultante del absurdo y se accede a la solidaridad porque no
hay más que dos opciones: o aceptar o rebelarse.
Rieux, Tarrou y Rambert, personajes de “La peste” (1947) oponen la solidaridad a la resignación. El Dr.
Rieux, santo ateo, señala que solo la rebelión reconcilia al ser humano con su destino, pues si bien no se
puede ganar la partida contra la muerte, la fuerza y la pasión en la protesta impulsan la acción y el
compromiso con la realidad.
Merseault, Calígula y Sísifo habían cedido a su suerte. Rieux quiere solidarizarse con los que sufren. Sísifo
ahora no está solo. Su lugar lo ocupa Prometeo que toma conciencia de sí mismo en su rebelión.
En “El Mito de Sísifo” la pregunta era: ¿Puedo matarme?. El absurdo convertía el asesinato en indiferente
(Mersualt) y por lo tanto posible. En “El hombre rebelde” (1951) la pregunta será: ¿Puedo matar?
Como la duda, lo absurdo puede orientar una nueva acción. S no creo en nada, todo es absurdo, por lo
menos, debo creer en mi protesta. Así, la primera evidencia es la rebelión. La protesta por el espectáculo
de la sinrazón, por una condición injusta, incomprensible.
En su actitud el hombre rebelde dice: no. Con este no, establece un límite, una frontera que no hay que
rebasar. La rebelión va acompañada de la idea de tener uno mismo razón, y por eso, invoca tácitamente
un valor. Me rebelo, luego somos. Con la rebelión el sufrimiento se hace peste colectiva. Aquí Camus
3
El posible nombre de El mito de Sísifo era “Sísifo o la felicidad en los infiernos”.
4
Sartre dijo: “El hombre es una pasión inútil”.
2
orientará su reflexión con el fin de mostrar que la verdadera rebelión supone una naturaleza humana
que, como pensaban los griegos, hay que respetar, una fraternidad que hay que defender y un límite que
no puede ser rebasado. El rebelde dice no a un poder que lo oprime y trae a la luz un sí. Si el esclavo se
rebela, lo hace en nombre de algo. Su rechazo lo lleva a invocar tácitamente un valor, algo irreductible
con lo que identificarse. La pregunta a realizar aquí es precisamente: ¿Qué es ese no que grita el rebelde?
En este punto, Camus contradice los postulados de la filosofía contemporánea. Contra Jean Paul Sartre
(1905-1980) dice que ese valor preexiste a toda acción. A su vez, contradice las filosofías puramente
históricas donde el valor se conquista al final de la acción. A diferencia de otros autores existencialistas
para nuestro autor hay dos errores vulgares: la existencia precede a la esencia o la esencia precede a la
existencia. Ambas caminan y se elevan con un mismo paso.

6. De la rebeldía metafísica a la rebelión histórica

Camus afirma que toda rebelión es de carácter metafísico porque se discuten los fines del hombre y de la
creación.
El rebelde, frente a un mundo destrozado, reclama la unidad. Reclama justicia y unidad frente a la
injusticia y el sufrimiento de vivir y morir. El rebelde blasfema en nombre del orden y denuncia a Dios
como padre de la muerte. Desafía más que niega. De ahora en más, justicia, orden y unidad, deben ser
creados por el rebelde metafísico. El problema es ver donde llevan la fidelidad o infidelidad del
rebelde a sus orígenes.
Ante la muerte de Dios, el peligro radica en que el hombre se instale en su lugar y se proclame
en tirano atribuyéndose el derecho de vida y de muerte de sus semejantes. En ese caso, hay que
decir no, pero esta vez a los hombres y no ya a Dios. De este modo, la rebelión deja de ser metafísica
para convertirse en una rebelión histórica.
Inmerso en los peligros de las rebeldías históricas de su tiempo, analiza la relación entre rebeldía (unidad)
y revolución (totalidad).
El nihilismo se expresa como terror individual pero también como terror estatal tal como se ha dado en el
fascismo, expresión del terrorismo estatal en su forma irracional, y en el comunismo que organiza el
terror de forma racional a través de los aparatos del Estado. Para hacer frente al nihilismo, los hombres
deben aunar sus esfuerzos para rebelarse contra todas las tiranías, para pasar del sufrimiento individual y
su soledad al sufrimiento colectivo y a su solidaridad.

7. El pensamiento de mediodía

En el apartado final del “El hombre rebelde” titulado “Más allá del nihilismo”, Camus considera que es
posible un pensamiento y una acción que sin pretender resolverlo todo, permita hacer frente a la realidad
de modo creador. A la dicha más allá de la rebelión, se añade a la seguridad del desprecio y la
satisfacción del esfuerzo y la aparición de la esperanza. Una desesperante esperanza que permite
mantenerse en pie en los momentos difíciles. Esta actitud vital, Camus la expone en “Cartas a un amigo
alemán”5 mediante una cita de Oberman que dice: <<el hombre es perecedero. Es posible; pero sigamos
resistiendo, y si nos está reservada la nada, no hagamos que sea una justicia>>.

5
Cfr. Epígrafe a la carta cuarta.
3

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