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La Ordenanza de Sevilla de 1510, La Ordenanza de Comercio Terrestre de 1673, La Ordenanza de

Comercio Marítimo de 1681, El Código de Comercio francés de 1801.


Estefani Calderón Jaramillo
Universidad Nacional de Ucayali
Abril 27 del 2019

Nota del autor


Derecho Comercial Internacional, Dra. ……, Escuela Profesional de Derecho y Ciencias Políticas,
Universidad Nacional de Ucayali.
La correspondencia relacionada a este documento debe ser dirigida a
estefanicalderonj@gmail.com
Dedicatoria

Dedico el presente trabajo a mis padres, por representar la principal fuente de motivación de
superación personal, a mi profesora por otorgarme sus amplios conocimientos, contribuyendo
eficazmente a mi desarrollo personal.
Resumen
Introducción
Índice
Capítulo I

La Ordenanza de Sevilla de 1510


1. Antecedentes

El texto de las primeras Ordenanzas para la Casa de Contratación constituida en Sevilla, para
las Indias, las Islas Canarias y el África Atlántica, está fechado en Alcalá de Henares el 20 de
Enero de 1503, siendo sin duda, un documento fundamental para la organización de la
explotación colonial, en el que se habla no sólo de la Casa de la Contratación que se funda en
Sevilla, sino también de las casas que habrían de establecerse en Santo Domingo y en cada uno
de los puertos americanos autorizados para el comercio con España, semejantes a la de Sevilla.

Para controlar el comercio colonial la Reina Isabel dispuso desde Alcalá de Henares en el año
1503 la elección de una Casa de Contratación en Sevilla. Donde habían de traerse todas las
mercancías para el comercio entre España y las Indias, asi como también las que viniesen de
los territorios recién descubiertos. Estas Ordenanzas son las que regulan su actuación, y están
fechadas en 1503, 1510, 1539 y 1552. Las 20 primeras ordenanzas son de 1530, que señala que
los oficiales de la Casa de la Contratación tenían jurídica solo en los asuntos comerciales de
las Indias. Podían imponer multas pecuniarias, exigir fianzas, decretar en nombre de los Reyes,
prisiones y reclamar contra las normas aduaneras de la ciudad. Estas competencias no estaban
delimitadas exactamente, por lo que fueron frecuentes las diferencias que surgieron con las
autoridades judiciales de Sevilla, entorpeciendo con ello el libre tránsito de las mercaderías
para las Indias.

Esta situación produjo innumerables protestas tanto de los comerciantes, de los oficiales de la
Casa de la Contratación y de los procuradores de la Isla Española, debido a que se llegó a
pensar desde el primer momento en el traslado de la Casa de Cádiz. Pero este proyecto no se
llevó a cabo por la reacción de la ciudad de Sevilla, que se dio cuenta de las ventajas que
suponía para ella la existencia de Contratación y suplicó al Rey que no lo autorizase.

El gobierno de la Casa de Contratación, y la negociación de las Indias, estaba a cargo de tres


oficiales reales, más tarde llamados Jueces Oficiales, para diferenciarlos de los Jueces Letrados,
estaban un Factor, un Tesorero y un Contador – Escribano (Ordenanza N° 4). Fueron
nombrados por Isabel la Católica por la Real Célula de 14 de febrero de 1503, despachada
también en Alcalá de Henares, siendo nombrados para Factor Francisco Pinedo, para Tesorero
canónico doctor Sancho de Matienzo y para Escribano – Contador Jimeno de Brivieza, que
tenían la tarea de averiguar cuáles eran las mercaderías que deberían enviarse y cuántos navíos
precisos, para que así se pueda preparar con tiempo el viaje hacia las Indias, manteniendo una
constante y estrecha comunicación con los oficiales residentes en Indias, y todo ello con el fin
de poder informarse de las verdaderas necesidades de los colonos españoles que residían en
ese lugar, cuáles eran las mercaderías necesarias y qué embarcaciones serían más apropiadas.
Decidían también si les convenía o no la compra de mercancías y mantenimientos al contado
o a crédito, y de elegir a los capitales y escribanos nombrados para los viajes, a quienes se les
debía entregar unas instrucciones por escrito.

En lo que respecta a la forma de navegar las Indias, los Reyes Católicos a través de las
Ordenanzas de la Casa de la Contratación encomiendan a sus oficiales estudiar si la Corona
debía utilizar naves propias o encomendarlo a particulares mediante la requisa y arriendo,
descartándose finalmente como improcedente la compra de naves por la corona.
Pero la función principal de los de los oficiales de la Casa de Contratación era fiscalizadora, el
garantizar que las mercancías y oro traídos de Indias eran los mismos que allí habían
embarcado.

Las ordenanzas mandaban a los patrones y escribanos de los navíos, traer certificación de los
oficiales de Indias de las mercancías y oro que habían cargado, debiendo entregar esa
certificación a los oficiales de la Casa de la Contratación para que la contrastaran con lo
realmente transportado. Los oficiales de la Casa de la Contratación debían informar a la Corona
de la cantidad de metal precioso que habían cargado los barcos procedentes de las Indias y
cuanto podía costar después de haber sido labrado, además de cuantificar las deudas generadas
en el desarrollo de sus funciones, ordenándoseles que no empleasen el oro procedente de las
Indias para pagar esas deudas si no hubiere mandato real expreso. Finalmente, las Ordenanzas
regulan y tratan de temas como la contratación y la producción que debían realizarse en las
Canarias, informes sobre proyectos de las tierras descubiertas por Cristóbal Colón y Rodrigo
de Bastidas, brindando a los oficiales la posibilidad de estudiar y proponer los medios
necesarios para encontrar perlas, y lo más conveniente para proseguir con los descubrimientos.
En este sentido, pocos años después, en 1508, se afianzará en la Casa de la Contratación de
Sevilla otra figura institucional, la del Piloto Mayor de las Indias. Fernando el Católico, en su
calidad de regente preocupado por la ruta hacia la especiería, citó en Burgos a Vicente Yáñez
Pinzón, Juan Díaz de Solís y Américo Vespucio. Un triple planteamiento sale de la reunión:
fijar asentamientos en Tierra Firme, buscar el paso por el Istmo y crear el cargo de Piloto
Mayor. En virtud de ello se designa a Américo Vespucio Piloto Mayor de la Casa de la
Contratación de Sevilla. El Piloto Mayor, que desde un primer momento pudo ser extranjero,
responde no sólo de la preparación y resultado de las expediciones, sino también de examinar
y graduar a los pilotos y de censurar las cartas e instrumentos necesarios para la navegación.
Hombre práctico en la navegación, profesional con mucha experiencia náutica y abundantes
conocimientos teóricos, avezado en los derroteros indianos y ver las tierras del Nuevo Mundo,
recibe su nombramiento de forma directa, por designación real.

Para cumplir con el cometido de su oficio no tarda en contar con la colaboración de otros pilotos
y del Cosmógrafo de la propia Casa de la Contratación. Ese mismo año de 1508 se encarece al
asistente de Sevilla y a todas las autoridades judiciales de la ciudad, que no se entrometan en
la administración de la Casa de la Contratación y reconozcan sus poderes, los cuales se le
confirman, y al año siguiente, Fernando el Católico ordena a los oficiales de la Casa de la
Contratación que le envíen un informe detallado de todas las Ordenanzas, instrucciones
especiales, aranceles, etc., dados para la Casa de la Contratación, para disponer unas nuevas
Ordenanzas.

El 15 de junio de1510 en Monzón se expidieron las nuevas Ordenanzas, en 36 capítulos, y se


completaron al año siguiente mediante 17 artículos. Abundan y reiteran la reglamentación
anterior más o menos dispersa, pero amplían todo lo que hace referencia a la inspección y
registros de barcos y mercancías, así como todo lo relativo a las funciones y deberes de los
oficiales.

Establecen reglas minuciosas para llevar libros y registros: era obligatorio hacer copia de todas
las comunicaciones que, a través de la Casa de la Contratación, pasaran a Indias. Por tanto,
todos los oficiales de Indias que se comunicaran con la Corona sobre asuntos de comercio y
rentas, tenían que enviarle de sus escritos, y relación de todas las entradas y salidas de caudales
de las Cajas Reales, para que fueran conservadas en los archivos de la Casa de la Contratación.
Se renovaron también las disposiciones de las primeras Ordenanzas sobre emigración, registro
de cargamentos, instrucciones para los capitanes de mar y las relativas a los bienes de las
personas que morían en Indias y cuyos herederos habían quedado en la Península. En este
último tema, dos instituciones diferentes, perfectamente conectadas, actúan para la distribución
de estos bienes de difuntos a uno y otro lado del Atlántico: el Juzgado de Indias y la Casa de la
Contratación. Por el primero actuaba el Juez de Bienes de Difuntos, para tutelar los bienes de
los que morían en Indias, con o sin testamento, de forma que los albaceas o las autoridades
ordinarias realizaran los trámites necesarios para que dichos bienes se remitieran a la Casa de
la Contratación. Ya en ésta, los fondos consignados en los galeones de las flotas eran anotados
en el libro registro correspondiente, publicados en la Puerta del Perdón de la catedral sevillana
y comunicados mediante carta de diligencia a los lugares de donde era natural el difunto con el
fin de localizar a los herederos, donde se hacían pregones públicos. En caso de aparecer
diferentes personas que alegaban derecho sobre dichos bienes se abría pleito en la Casa de la
Contratación, la cual, una vez oídos los testigos y examinadas las pruebas presentadas,
dictaminaba quién era el heredero y se le hacía entrega de los bienes, y en el caso de no aparecer
ninguno pasaban a formar un fondo de libre disposición de la Corona. A pesar de todo, las
Ordenanzas de 1510 tampoco abarcaban todas las disposiciones vigentes sobre las relaciones
mercantiles y políticas entre España y las Indias, debiendo remitirse a diversas pragmáticas e
instrucciones previas, si bien las funciones y la administración general de la Casa de la
Contratación quedaban claramente definidas y con el mismo carácter que mantuvo hasta el
siglo XVIII, a saber, el de una institución que era algo más que una casa de negocios para
beneficio de la Corona, al ser también una combinación de Departamento de Gobierno,
Ministerio de Comercio, Escuela de Navegación y Aduana para el comercio colonial. En 1539
y en 1552 se volvieron a reunir otra vez todas las leyes y disposiciones promulgadas hasta esas
fechas, dándose licencia para su publicación. Igualmente se volvieron a imprimir en 1585, y se
convirtieron en la base Libro Noveno de las Leyes de Indias. El control monopolístico ejercido
desde Sevilla se afianzaba progresivamente, aunque hubo desde el principio reacciones contra
él desde las Indias, como en el caso del Juez de Residencia en Santo Domingo, Alonso de
Zuazo, quien ya en 1518 envió una carta al Emperador en cuyo capítulo quinto recomendaba:
“Favorecer a mercaderes dándoles libertad para que vengan de todos los puertos; que son
grandes los inconvenientes de reducir la negociación al solo agujero de Sevilla; el rodeo, la
entrada del río, etc. De ahí muchos se desaniman é aquí se padece suma carestía”. Desde su
fundación la Casa de la Contratación se convirtió en el primer organismo administrativo creado
para las Indias, y su establecimiento en Sevilla en 1503 provocó en los gaditanos resentimientos
y disgustos puesto que, durante un decenio, -desde el segundo viaje de Colón-, su puerto había
sido el punto de partida y de destino de las expediciones entre España y sus Indias. Se inició
así una rivalidad entre los dos puertos andaluces que hasta 1717 no se resolvería, a favor de
Cádiz. En esta fecha, por Real Cédula de 8 de mayo, la Casa de la Contratación se trasladó a
Cádiz, para evitar las dificultades de navegabilidad del río Guadalquivir.
http://www3.uah.es/cisneros/carpeta/images/pdfs/256.pdf

Estas Ordenanzas de 1510 son más extensas y minuciosas que las de 1503. En ellas se
hablaba de las horas de trabajo, de los libros de registro que se habían de llevar, se
regulaba la emigración, se trataba de las relaciones entre mercaderes y navegantes, se
disponía todo lo relativo a los bienes de los muertos en Indias, incorporándose dentro
de la Casa de Contratación al Piloto Mayor, creado en 1508, encargado de examinar
a los nuevos pilotos, y de trazar los mapas o cartas de navegación y el Padrón Real o
mapa-modelo del Nuevo Mundo, hasta 1519 en que se crea el puesto de Cartógrafo.

Las Ordenanzas de 1510 son más extensas y minuciosas que las de 1503. Se especificaban las horas de
trabajo; se habla de los libros de registro que hay que llevar; se regula la emigración; se trata de las
relaciones con mercaderes y navegantes; se dispone lo relativo a los bienes de los muertos en Indias, y se
le incorpora el matiz científico al incluirse dentro de la Casa de la Contratación al Piloto Mayor -creado
en 1508-, encargado de examinar a los pilotos que desean hacer la carrera, y de trazar los mapas o cartas
de navegación y el Padrón Real o mapa-modelo del Nuevo Mundo, hasta 1519 en que se crea el puesto de
Cartógrafo. Piloto Mayor en 1508 fue Américo Vespucio, sucediéndole más tarde Juan de Solís y Sebastián
Cabot. A mediados del siglo la Casa del Océano -como gustaba llamarla Mártir de Anglería- era un organismo
bien reglamentado, con capilla y cárcel propia.

Su primera sede fueron las Atarazanas de Sevilla, pero como era un lugar expuesto a las arriadas y dañino
para las mercancías, pronto fue trasladada a las dependencias del Alcázar Real, donde quedó instalada en
la sala denominada de los Almirantes, local "sano, y alegre", con buen patio y una puerta orientada hacia el
río. Allí permaneció hasta que fue trasladada oficialmente a Cádiz en 1717.

omo controladora del tráfico marítimo, la Casa se encargaba del aprovisionamiento y del pertrecho de
las flotas, y de la inspección de los barcos que se disponían a zarpar para América. Sus funcionarios
aparejaban las flotas, compraban mercancías, daban instrucciones a los navíos, fomentaban el trato con
Indias, estaban atentos a las necesidades de Ultramar, y cuidaban del registro de todas las embarcaciones.

Los principales funcionarios de la Casa de la Contratación eran su presidente, aunque este cargo no se creó
hasta 1557, y tres oficiales, que a partir de esta fecha pasaron a depender de él: un contador, un factor y
un tesorero. Había también un piloto jefe, del que dependían la organización de las exploraciones, el
establecimiento de cartas marinas, la escuela de pilotos y cosmógrafos y la concesión de licencias de oficial
de marina. El cronista oficial de la Casa escribía la historia de la América española y de su desarrollo
teconológico y científico. Los que violaban el reglamento de la Casa, caían bajo su jurisdicción y para ello se
creó un tribunal especial en 1583.

Además de estos cargos, la Casa de la Contratación fue aumentando el número de sus funcionarios, a medida
que fue incrementándose también la importancia del tráfico americano. Los oficiales de contaduría,
numerosos escribanos, hicieron de esta institución una de las más complejas de todas la existentes en la
Sevilla de los Austrias.

Por la estructura que se da a la Casa se adivina una estrecha relación con la Hacienda Real. Difícilmente
hubiera podido ser de otra forma. El tesoro de la Corona ocupaba una parte medular de los asuntos indianos.
Por una parte, servía para financiar la compra y transporte de la mayoría de los bastimentos y pertrechos
que eran llevado a Indias. Muchos de los colonizadores gozaban de salario a cargo del tesoro. Por la otra,
los asientos para la formación de toda nueva expedición incluían expresamente cláusulas mediante las cuales
se aseguraba el interés de la Hacienda Real en los beneficios económicos del viaje. Al efecto, eran
comisionados funcionarios que acompañarían a los descubridores en sus andanzas y velarían por la adecuada
satisfacción de los derechos reales.

aralelamente a la Casa de la Contratación, en 1543 se crea en Sevilla el Consulado de mercaderes, la


Casa Lonja como la llamaban en los antiguos documentos sevillanos, la Bolsa como la denominan los viajeros
de los siglos XVI-XVIII, o el Consulado como se le llamará en el siglo XIX. Era una asociación comercial que
protegía el comercio de la ciudad contra los "no burgueses", que mermó algunas de las facultades a la Casa
de la Contratación.

El Consulado asumió una parte considerable de la jurisdicción civil sobre sus miembros, que antes ejercía la
Casa de Contratación. Hasta esa fecha, los juicios y pleitos entre mercaderes se celebraban en la Casa, pero
los mercaderes, deseosos que se les reconocera su jurisdicción, solicitaron permiso para constituir una
asociación similar a la de Burgos o Valencia. Sus principales ordenanzas son de 1556.

En el Consulado estaban representados todos los tratantes con Indias que no fueran extranjeros ni
dependientes o subordinados suyos. Sus ingresos procedían de la avería o seguro marítimo, obligatoria para
todo el que llevase más de un año negociando o el que cargase en una o dos veces mercancías por valor
superior a 1.000 ducados (se fijó en una blanca al millar). Este impuesto o contribución permitía sufragar la
organización de una Armada que defendiera los buques del ataque corsario, en particular de los franceses.

Como la piratería seguía siendo una continua amenaza para el comercio con América, el Consulado consiguió
una ordenanza real obligando a todos los vasallos que marchaban o que venían de las Indias a que se
uniesen a la flota oficialmente organizada a este efecto. Es decir, impuso el sistema de flotas, que
sustitutía al llamado de navío suelto. El uso de este recurso ya había sido experimentado por los navegantes
mediterráneos de la antigüedad, y seguía siendo utilizado tanto ahí como en el Mar del Norte.

El Consulado carecía inicialmente de un local propio ya que el que utilizaban era parte de la Casa de
Contratación. Por los general, los tratos se realizaban en las Gradas, no dudando en usar el templo
catedralicio si el tiempo se mostraba desapacible. Para evitar el ingreso de cabalgaduras en el mismo, el
Cabildo eclesiástico acordó el 19 de enero de 1565 poner cadenas alrededor de la Catedral. Esto es una
prueba de los abusos que solían cometer los mercaderes; abusos que consideró como una "indecencia y
poca conveniencia" el arzobispo Cristóbal de Rojas y se lo comunicó a Felipe II quien, puesto en contacto
con el Prior y Cónsules, exigió que se construyese una casa Lonja.

Así se hizo. Entre 1585 y 1598 se construyó un magnífico edificio, junto a la fachada sur de la Catedral,
para alojar a esta institución de la Lonja de mercaderes. El Rey encomendó la traza de la edificación a Juan
de Herrera, arquitecto que había dirigido pocos años antes la construcción del Monasterio de El Escorial.
Nos lo cuenta un contemporáneo, Ortiz de Zúñiga, en sus "Anales" (1598):

"Habíase puesto en perfección el gran edificio de la Lonja de los Mercaderes entre la Santa Iglesia y el Alcázar Real, que para
lustre del comercio mandó hacer el Rey algunos años antes del presente, en el de 1585, a expensas de lo procedido de algunos
arbitrios sobre las mismas mercaderías; y este año a 14 de agosto se comenzó a comerciar en ella, dícelo así este letrero sobre
su puerta principal:

'El católico y muy alto y poderoso don Felipe segundo, Rey de las Españas, mandó hacer esta Lonja a costa de la Universidad de
los Mercaderes, de la cual hizo administradores perpetuos al Prior y Cónsules de la dicha Universidad, comenzándose a negociar
en ella en 14 días del mes de agosto de 1598 años'.

Trazóla, a imitación de las obras Romanas, Juan de Herrera, Maestro Mayor de las obras del Escorial, sobre planta cuadrada, de
iguales y conformes fachadas. Su materia de la cantería de Jerez de la Frontera, piedra que llaman Martelilla [...] Pretendióse en
esto apartar de la Santa Iglesia y del ámbito de sus gradas y tránsitos de sus puertas los tratos y negociantes que allí se hacían,
y no había bastado a impedirlo toda la autoridad eclesiástica."

No obstante, parece que los comerciantes continuaron con su inveterada costumbre de negociar en las
gradas catedralicias según el mismo cronista: "Y levantada fábrica tan suntuosa aún se está en pie mucha
parte del inconveniente. Tal es la propensión de los hombres a lo menos bueno".

A medida que la estructura del comercio fue cambiando y Sevilla se dedicó a exportar productos
manufacturados, no fabricados en Andalucía, sino traídos en su mayor parte desde el extranjero, los
miembros del Consulado sevillano fueron ejerciendo más que nada un negocio de representación y comisión,
en representación de todas las casas mercantiles de Europa. No obstante la costumbre y los intereses
creados, continuaron protegiendo el monopolio de Sevilla, mucho después que el volumen del comercio
hubiese rebasado las posibilidades, siempre limitadas, que ofrecía el puerto interior del Guadalquivir.

http://www.scielo.org.mx/pdf/rz/v36n144/0185-3929-rz-36-144-00169.pdf

http://www.arauco.org/SAPEREAUDE/terraaustralisincognita/historiasdelaglobalizacion/casadecont
ratacionsevilla.html

http://personal.us.es/alporu/histsevilla/casacontratacion_hist.htm

https://cosasdehistoriayarte.blogspot.com/2017/04/casa-de-contratacion-de-indias-de.html

http://www.armada.mde.es/archivo/mardigitalrevistas/cuadernosihcn/39cuaderno/cap01.pdf

https://www.mindomo.com/es/mindmap/derecho-mercantil-275b8ae51be74d06afe844a888cbe154

https://www.redalyc.org/html/2744/274430139025/

http://www2.ual.es/ideimand/la-casa-de-contracion/

https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/34420/Tesis%20circuito%20cerrado.pdf?sequence=
1

http://www3.uah.es/cisneros/carpeta/images/pdfs/256.pdf

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