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Luego de estudiar detenidamente los fundamentos de la denuncia oportunamente

presentada por el Dr. A.G., y tras haber recibido su versión de los hechos de los que se
siente víctima en la sede de la FGN, así como los descargos del denunciado, G., se
procederá al archivo de la denuncia presentada oportunamente, por lo fundamentos
que se dirán:

A. El contenido de la denuncia.
1) Con fecha de mayo de 2019, a través de una nota en el diario El Observador de
fecha 3 de mayo del corriente, el denunciado expresó: “Me sorprende ver a a
G. (se refiere al ex Comisionado Parlamentario para la Cárceles, A.G.)
hablar a favor de la Policía, hablar del sistema carcelario, sobre qué es lo que
hay que hacer y qué es lo que no. Me sorprende tremendamente de un
individuo que estuvo totalmente favoreciendo a los delincuentes,
aprovechándose de la situación y presionando a los jefes de las cárceles, a la
Policía.”
2) Asimismo expresó: “Se cae a pedazos, ese hombre no puede asesorar a nadie
porque estuvo todo el tiempo alentando a los delincuentes”.
3) Y acto seguido manifestó: “que cuando era Comisionado le pasaba teléfonos a
los delincuentes en las cárceles de Canelones.”
4) Posteriormente, siempre en crónica de El Observador, en el programa radial
“Uruguay Debate”, G. se volvió a referirse al denunciado: “Tengo el caso
de un delincuente grande A.C., que me pidió G. llevarlo a la chacra. Me
reí por dentro, no dije nada porque sabía quién era. Y lo llamé a mi hermano
(se refiere a J.G.) que estaba a cargo de Narcóticos y le dije: J. me piden
por fulano de tal para llevarlo a la chacra”.
5) Por último el denunciante afirma que G. habría hecho la misma jugada con
otras personas privadas de libertad de Cerro Largo. Entonces dice: “Ahí es
cuando G. me presiona y me dice que tengo que llevar a esa gente sí o sí.
Cuando él no tenía potestades ara eso.”
A. Precisión previa.
No obstante haberse presentado la denuncia en las oficinas de la Fiscalía General, cabe
remarcar nuestra posición respecto al procedimiento aplicable al trámite de las
denuncias por delitos cometidos a través de medios de comunicación.
Esta Fiscalía de Flagrancia de 2º turno, como anteriores pronunciamientos 1,
entiende que el proceso establecido en los arts. 33 y siguientes de la Ley 16.099 ha
quedado derogado por lo previsto en el art. 404 CPP.
En efecto, el procedimiento vigente hasta el 1 de noviembre de 2017 era de corte
marcadamente inquisitorial, con fases de investigación que claramente quedaban a
cargo del juez, quien además de recibir la denuncia “(…) dirigirá la audiencia,
ordenará las lecturas, hará las advertencias y los apercibimientos, recibirá los
juramentos, procederá a los interrogatorios e inspecciones, reprimirá las
interrupciones y demás manifestaciones ilícitas, prohibirá las preguntas sugestivas o
inoportunas, moderará la discusión y hará las indicaciones que considere necesarias
contra cualquier exceso.”
En cambio, desde la vigencia del nuevo CPP, y la celosa guarda de la imparcialidad
judicial en todas las etapas del proceso, cualquier contacto del juez con la investigación
supone una indebida contaminación con el objeto de la misma, y por tanto, la infracción
al art. 2º CPP, y al principio acusatorio previsto en el art. 22 de la CN.
Con Gonzalo Fernández, compartimos que “(…) en materia de delitos de comunicación
–y especialmente cuando se fundaron en difamación o injurias cometidas a través de un
medio de comunicación- el NCPP no ha contemplado la regulación especial
establecida por los arts.33 al 37 de la ley 16.099. Aquí nos encontramos ante un
proceso de indudable naturaleza penal, cuya disciplina procesal podría quedar
atrapada por la derogación tácita dispuesta por el art. 402 NCPP. Por consiguiente,
sin detenernos más en el tema, nos parece necesaria una norma expresa aclaratoria de
la supervivencia (o no) del proceso especial por delitos de comunicación.”2
Vale decir, el Profesor compatriota reconoce que de lege lata el procedimiento de la
Ley 16.099 ha quedado derogado en virtud del (actual) art. 404 CPP, mencionando que
en todo caso su supervivencia debería ser establecida por una ley que expresamente así
lo dispusiera.
1 Denuncia del Comandante en Jefe del Ejército Claudio Feola contra el periodista
Gabriel Pereira. NUNC 2019
2 Principios Generales del Proceso Penal Acusatorio. FCU. 2017, págs. 53-54.
Y más adelante, en la misma obra, Fernández vuelve sobre el tema, reafirmando su
posición en este sentido al considerar que la posibilidad de la querella privada que
preveía la norma del art. 33 inc. 2º de la Ley 16.099 se encontraría también vedada a
partir de la derogación tácita del art. 404 CPP.3
Por lo demás, sería inaceptable que jueces que se desempeñan en el nuevo régimen
procesal, profundamente respetuosos de la imparcialidad como principio y máxima
garantía de sus decisiones, actuaran a la vez en causas que los obligarían a dejar de lado
su rutina adversarial, para volver a las prácticas inquisitoriales hoy finalmente
abandonadas.
Por tanto, la definición de los delitos de comunicación (art. 19 Ley 16.099), abarca “la
ejecución en emisiones, impresos o grabaciones divulgados públicamente, de un hecho
calificado como delito por el Código Penal o por leyes especiales”, y el procedimiento
por el cual se sustanciarán será el que se prevé para todos los demás delitos, a saber el
de la Ley 19.293 y sus modificativas.

B. Normativa aplicable en materia de libertad de expresión. Nacional e


internacional. El boque de constitucionalidad de protección de los derechos
humanos.

El art. 7º de la Constitución establece:

“Los habitantes de la República tienen derecho al ser protegidos en el goce de su vida,


honor libertad, seguridad, trabajo y propiedad (...)”

Por su parte, el art. 29 de la Carta prevé:

"Es enteramente libre en toda materia la comunicación de pensamientos por palabras,


escritos privados o publicados de prensa, o cualquier otra forma de divulgación, sin
necesidad de previa censura, quedando responsable el autor y, en su caso el impresor o
emisor, con arreglo a la ley por los abusos que cometieren."

El art. 333 CPU establece:

"(Difamación) El que ante varias personas reunidas o separadas, pero de tal manera
que pueda difundirse la versión, le atribuyere a una persona un hecho determinado,
que si fuere cierto, pudiera dar lugar contra ella a un procedimiento penal o
3 Op. cit. Pág 86-87.
disciplinario, o exponerla al odio o al desprecio público, será castigado con pena de
cuatro meses de prisión a tres años de penitenciar, o multa de 80 U.R. (ochenta
unidades reajustables) a 800 U.R. (ochocientas unidades reajustables)."

El art. 3° de la ley 18.515 reza:

"Agrégase al artículo 1º de la Ley Nº 16.099, de 3 de noviembre de 1989, el siguiente


inciso: "Constituyen principios rectores para la interpretación, aplicación e
integración de las normas civiles, procesales y penales sobre expresión, opinión y
difusión, relativas a comunicaciones e informaciones, las disposiciones consagradas en
la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Asimismo, se tomarán en cuenta muy especialmente los criterios recogidos en las
sentencias y opiniones consultivas de la Corte Americana de Derechos Humanos y en
las resoluciones e informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
siempre que ello no implique disminuir los estándares de protección establecidos en la
legislación nacional o reconocidos por la jurisprudencia nacional"

La moderna normativa no hace otra cosa que reconocer legal y expresamente, los
criterios de interpretación, aplicación o integración, de todas las normas relativas a la
protección de los derechos humanos, entre ellas las que regulan la libertad de
expresión. De esta forma, el legislador patrio incorporó las normas internacionales al
ordenamiento nacional interno y dejó en claro cuáles son las fuentes de los estándares
más elevados en materia de protección de estos derechos.

Es la mera confirmación legal de la plena vigencia y carácter absolutamente


vinculante en nuestro ordenamiento jurídico interno, de los tratados de derechos
humanos, y de las sentencias, opiniones y recomendaciones de los órganos de
supervisión y control creados por la Organización de Estados Americanos y la
Convención Americana de Derechos Humanos.

Nuestro país ratificó la CADH en 1985, y una vez recuperada la democracia, estando al
frente del Poder Ejecutivo el Dr. Julio María Sanguinetti en su carácter de Presidente de
la República. Se comprometió así, libre y soberanamente, a un orden legal supra
nacional, asumiendo las obligaciones derivadas del mismo en cuanto a las personas
sometidas a su jurisdicción, así como al cumplimiento de las decisiones de los órganos
de supervisión y control internacional.

Como lo hemos sostenido desde largo tiempo atrás, tanto el derecho escrito en los
tratados de derechos humanos, como el consuetudinario en su carácter de jus cogens,
forman parte de nuestro ordenamiento interno por imperio de los arts. 7, 72 y 332 de la
Carta fundamental. Y junto a los derechos y garantías expresamente reconocidos en la
misma, conforman el llamado bloque de constitucionalidad de protección de los
derechos humanos. La postura recogida, hoy prácticamente unánime en nuestra
doctrina y jurisprudencia, comenzó a divulgarse allá por el año 1996 con Cajarville
Peluffo, y más tarde desarrollada por prestigiosos constitucionalistas, como Risso
Ferrand.

Pero incluso, en la doctrina latinoamericana autores como Nogueira, sostienen que el


bloque de derechos está integrado además de las normas de la Constitución y las
reconocidas en los instrumentos internacionales, por los llamados derechos implícitos,
donde el operador debe interpretar los derechos buscando preferir aquella norma que
mejor proteja y garantice los derechos de la persona humana.4 5

Pues bien, en sintonía con estas tendencias doctrinarias, la ley incorpora el corpus juris
internacional de los derechos humanos. A tales efectos menciona los instrumentos
internacionales suscritos por el Uruguay, los que establecen el estándar mínimo de
protección en un determinado momento histórico. Este hecho además explica que la
norma también mencione a la jurisprudencia, recomendaciones y opiniones consultivas
de los organismos internacionales, como la Corte y la Convención americanas. Y esto
por cuanto, la protección de los derechos humanos se encuentra en continua evolución, y
desde 1948 (Declaración Americana de Derechos Humanos) a la fecha requiere de
una interpretación y aplicación acorde al sistema jurídico en vigor en el momento en
que la interpretación tiene lugar.6

4 Conforme Risso Ferrand, ¿Que es la Constitución?, UCA, Montevideo, 2010, págs.


60-61

5 Citado también en Sentencia de la SCJ Nº 365/2009. Caso “SABALSAGARAY


CURUTCHET, BLANCA STELA. DENUNCIA. EXCEPCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD ARTS. 1, 3 Y 4 DE LA LEY Nº 15.848”, FICHA 97-397/2004.
En https://www.fder.edu.uy/sites/default/files/2017-11/Sentencia%20365%20de
%202009%20SCJ.pdf
Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) en su art. 19 reconoce
el derecho de todo individuo a "investigar y recibir informaciones y opiniones y el de
difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."

La Declaración Americana de los Derechos Humanos (DADH) por su parte, y en su art.


4° consagra: "el derecho de toda persona a la libertad de investigación, de opinión, y de
expresión y difusión del pensamiento."

El Pacto de Derechos Civiles y Políticos (PDCYP) en su art. 19 establece:

"Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, derecho que comprende la


libertad de buscar, recibir, y difundir informaciones e ideas de toda índole."

El art. 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) establece:

"Libertad de Pensamiento y de Expresión 1. Toda persona tiene derecho a la


libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar,
recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras,
ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar


sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:

a. el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o

b. la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la


moral públicas."

Dichos estándares de protección de la libertad de expresión también pueden encontrase


en la jurisprudencia de la Corte Interamericana a través del estudio, entre otros, de los
casos Herrera Ulloa vs. Costa Rica, de 2004, Olmedo Bustos y Otros vs. Chile (La
Ultima Tentación de Cristo) sobre censura previa, de 2001 y Canese vs. Paraguay, de
2004.

6 Conforme Opinión Consultiva de la CIDH Nº 10-89 de 14/07/89, Serie A N° 10,


párr. 37, en op. cit. Pan Cruz y otros, pág. 22
En este último, la Corte dijo:

"El control democrático, por parte de la sociedad a través de la opinión pública,


fomenta la transparencia de las actividades estatales y promueve la responsabilidad de
los funcionarios sobre su gestión pública, razón por la cual debe existir un mayor
margen de tolerancia frente a afirmaciones y apreciaciones vertidas en el curso de los
debates políticos o sobre cuestiones de interés público." 7 (Destaque nuestro)

Por todo ello y de conformidad al art. 2° de la Convención Americana, "si en el


ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya
garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se
comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las
disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que
fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades"), y todos los
órganos jurisdiccionales (Poder Judicial y Ministerio Público) se encuentran
obligados a emitir fallos y dictámenes (referidas como medidas de "otro carácter"
por la Convención) con arreglo a las disposiciones de los tratados de derechos
humanos soberanamente suscritos por el Uruguay.

Y todo ello a riesgo de comprometer la responsabilidad internacional del Estado.

D. Art. 336 CPU. Causal de justificación: asuntos de interés público. Real malicia.

Actualmente, y con la sanción de la Ley 18.515, el art. 336 CPU queda redactado de la
siguiente forma:

ART. 336. (Exención de responsabilidad y prueba de la verdad).- Estará exento de


responsabilidad el que:

A) efectuare o difundiere cualquier clase de manifestación sobre asuntos de interés


público, referida tanto a funcionarios públicos como a personas que, por su profesión
u oficio, tengan una exposición social de relevancia, o a toda persona que se haya
involucrado voluntariamente en asuntos de interés público.

B) reprodujere cualquier clase de manifestación sobre asuntos de interés público,


cuando el autor de las mismas se encuentre identificado.

7 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay,


Sentencia de 31 de agosto de 2004, Párrafo 97, Fondo, Reparaciones y Costas.
C) efectuare o difundiere cualquier clase de manifestación humorística o artística,
siempre que refiera a alguna de las hipótesis precedentes.

La exención de responsabilidad no procederá cuando resulte probada la real malicia


del autor de agraviar a las personas o vulnerar su vida privada.

Los acusados de los delitos previstos en el artículo 333 y aun en el 334, cuando
mediare imputación, tendrán derecho a probar la verdad de los hechos y la
verosimilitud de las calidades atribuidas a la persona, excepto que el caso se refiera a
la vida privada de la persona o cuando no sea de interés público la divulgación de los
hechos. Si se probase la verdad o la verosimilitud, el autor de la imputación se verá
exento de pena, salvo que hubiese empleado real malicia" (Destacados nuestros)

Nótese que la norma establece una causal de justificación para quienes emitan o
difundan manifestaciones referidas a asuntos "de interés público". Concepto definido
por nuestra SCJ en el caso Wasmosy-Fassano, como referido a todos aquellos "(...)
temas que son necesarios para el desarrollo de una sociedad civilizada y que de alguna
forma contribuyen a que se haga efectivo el pluralismo, no entendido solamente como
político, sino ideológico en sentido amplio. 8

Asimismo, la protección abarca entre otras, a los asuntos de interés público referidos a
funcionarios públicos o a personas que por su profesión u oficio tengan exposición
social de relevancia, o a toda persona que se haya involucrado voluntariamente en
asuntos de interés público.

Y la misma norma estipula la excepción a la procedencia de la causal de justificación, a


saber cuando resulte probada la "real malicia" del autor de agraviar a las personas
o vulnerar su vida privada. Únicamente entonces será inaplicable la exención de
responsabilidad, y también la posibilidad de probar la verdad de los dichos que se
pretenden difamatorios o injuriantes.

Asimismo, la norma establece que en los delitos previstos en los arts. 333 y 334 los
acusados de tales conductas tendrán derecho a probar la verdad de los hechos o
verosimilitud de las calidades atribuidas a la persona, salvo cuando los hechos sean
atinentes a la vida privada de ésta o no revistan interés público. Por último, se prevé que
en caso de verificarse la real malicia del agente, la prueba de la verdad no operará como

8 Sent. 253/99 de 13 de octubre de 1999.


causal de impunidad (de la misma naturaleza de las previstas en los arts. 36 y ss. del
CPU), y por tanto tampoco la exención de la pena.

Pero, ¿cuál es el concepto de la real malicia?

El juez Brennan, en el célebre caso "Nueva York Times vs. Sullivan" en 1964, al resolver
la demanda del Jefe del Departamento de Policía de Montgomery (lugar de fuerte
resistencia a la política gubernamental pro derechos civiles) Louis Sullivan, por la
aparición de inexactitudes en un anuncio publicado por los seguidores del líder Martin
Luther King, establece que no cabrá reproche penal respecto de manifestaciones
referidas a asuntos de interés público protagonizados por funcionarios públicos,
personas con exposición pública o involucradas voluntariamente en asuntos de
interés público, salvo que se comprobare la existencia de real malicia, o sea, el
conocimiento por parte del agente que la manifestación difamatoria es falsa o fue
efectuada con temeraria despreocupación acerca de su verdad o falsedad
("reckless disgregard").

Como lo destaca Perdomo Rodas, en la jurisprudencia norteamericana, el concepto de


real malicia puede ser definido como la “falsedad dicha a sabiendas o
temerariamente”. 9

“Cuando las personas están implicadas en asuntos de interés público, están obligadas
a soportar el riesgo de la afectación de los derechos de la personalidad, porque
cuando la libertad de expresión tiene como objeto la crítica de los órganos públicos,
estamos ante el ejercicio de un derecho individual con repercusiones sociales.

(…)

En cuanto a las personas abarcadas se fue ampliando el concepto y así en algún


fallo se explicitó que comprende las personas que no son funcionarios públicos pero
son figuras envueltas en temas que el público quiere conocer. La tendencia última de
los tribunales norteamericanos parece ser la de absoluta inmunidad para la crítica de
los asuntos relacionados con los funcionarios públicos.”10

Ahora bien.

9Lewis: 2000. Citado por Gómez Germano, Pan y otros, op. cit: 54.
10 Mariana Malet. En “Ley de Prensa”. FCU, 2003. Pàg. 87.
En nuestra legislación, tal como postula Perdomo, la real malicia tiene definición legal.
Y ella no es otra que la que aporta el propio inciso 2 del art. 336, de tal suerte que
real malicia es agraviar a las personas o vulnerar su vida privada.

Conclusión extraída a través del estudio de los antecedentes parlamentarios de la norma,


los que conducen a entender que, más allá de los orígenes doctrinarios foráneos, en el
derecho uruguayo la real malicia tiene su propio concepto y alcance, y este no es otro
que la voluntad de agraviar o vulnerar la vida privada de las personas.11

Y por lo tanto, sólo las manifestaciones realizadas con intención de agraviar a las
personas o vulnerar su vida privada, quedarían fuera de la causal de justificación de la
norma en sus incisos a y c del inciso 1º del art. 336 CP.

E. El objeto de la denuncia.

“La democracia no es una abstracción ideológica, sino un modo de vida cotidiano y


concreto, basado en la certeza vivencial de que sin el pleno respeto de la opinión
ajena –sin tolerancia- nuestras propias opiniones y creencias pueden ser suprimidas
o acalladas.”12

En la especie, nos encontramos con un denunciante asesor político de un postulante a


candidato presidencial (Partido Nacional, sector que promueve a L.L.P.) y un
denunciado de similar condición pero en distinto partido (Partido Colorado, sector de
J.A.B.).
Uno y otro dedicados en la actualidad a las tareas políticas, y en plena campaña
electoral para elecciones internas de cada uno de los partidos uruguayos.
Ambos vinculados a temas de seguridad pública, uno como ex comisionado
parlamentario y abogado, el otro como ex policía con vasta experiencia en cargos de
dirección de la Policía Nacional.
Y los dos protagonistas de un debate, que por político, cuanto más abierto, ancho y
profundo sea, más aportará a la decisión ciudadana. Incluso cuando haya sectores
que no compartan su tono o desarrollo. Es que las subjetividades en este aspecto pueden

11 En Revista Derecho Penal Nº 19. FCU. 2011. Pág. 194.


12 Sent. 223/97, Caso Hackembruch c/Morena. TAP 3er. Turno. Bonavota, Borges,
Pereyra. En “La libertad de Prensa en la Jurisprudencia Uruguaya”. Dirección de
Edison Lanza. FCU. Konrad Adenauer y APU. Pág. 173.
ser tan variadas como exóticas y no obstante ello, encontrar un lugar en el espectro de
las ideas y opiniones.

Sabido es que el denunciante no es funcionario público, más sí lo fue. Desempeñó el


cargo de Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario, con la importante
misión de, entre otras, “promover el respeto de los derechos humanos de todas las
personas sometidas a procedimiento judicial del que derive privación de libertad” (Art.
2 lit. A) de la Ley 17.864)

Como contracara, y por ser inherente a su tarea, esa protección de los derechos de la
población carcelaria puede ser pasible de una visión crítica por parte de sectores que la
entienden como una suerte de “amparo” a la delincuencia.

Así, la descalificación ínsita en los términos “favorecimiento”, “aliento”, y “hacerle


los mandados” a los delincuentes, en definitiva puede llegar a representar una forma de
entender el trabajo a favor de los derechos humanos de las personas privadas de
libertad.

Recomendar un traslado de un prisionero por razones de salud también p o d r í a


ser entendido como una suerte de comportamiento ingenuo, que puede llevar al receptor
a “r e í r por dentro” (según las propias palabras del denunciado al programa
Uruguay Debate), desde que para algunos ciudadanos el hecho de haber cometido delitos
pasibles de calificarse como graves, conlleva la privación de todo derecho o
consideración humanitaria.

Y la firmeza en la comunicación a las autoridades competentes de problemas, errores,


falencias, o incluso precarias condiciones de vida de las personas privadas de libertad,
catalogada de “presión”.

Otro tanto puede decirse del hecho de cuestionar la acción de ofrecerle a un recluso la
posibilidad de efectuar una llamada con el celular propio, hecho que en modo alguno
podríamos criticar tratándose quien lo hace, nada mas y nada menos, que del
Comisionado Parlamentario.

Y más allá que se compartan o no estas consideraciones u opiniones, y sin perjuicio de


los acuerdos o discrepancias que ellas generen en la opinión pública, lo cierto es que
deben ser toleradas como parte del libre y democrático intercambio de ideas. Y
más aún por parte de los ciudadanos que han desempeñado cargos de responsabilidad en
el Estado, quienes a pesar de ya no ocuparlos, siguen expuestos a las evaluaciones y
críticas de la ciudadanía, y en algunos casos, de la historia.

Pero si además, se trata de dirigentes o asesores políticos, dicha circunstancia se hace


más patente, al punto que la ecuación derivada del nivel de exposición pública y la
tolerancia a las críticas deviene directamente proporcional. Más aún en un país de rica
tradición democrática, donde los debates han sido en innumerables ocasiones
altisonantes, cuando no crispados y en términos singularmente duros. Se mencionan
(para citar sólo algunas de los casos mas recordados) la respuesta del diputado Emilio
Frugoni a su colega del Partido Colorado Pelayo. En aquella ocasión, ante la referencia
de este último de que el socialista daba más en la herradura que en el clavo, aquel le
respondió: “Bueno, no es mi culpa que el Señor Diputado se mueva tanto.”13 O mas acá
en el tiempo, cuando el Dr. Eduardo Pons Etcheverry le espetó al Coronel Néstor
Bolentini, representante en aquel entonces de la dictadura cívico militar: “No va a haber
nunca un divorcio entre las Fuerzas Armadas y los civiles, porque siempre hay civiles
que aceptan la supremacía. (…) O sea, recordar la pieza de teatro de Ionesco,
“Siempre hay rinocerontes”. Siempre. Por consiguiente, el gobierno militar no se va a
ver aislado de los civiles porque siempre habrá rinocerontes.”14

Como dirigente político y asesor de campaña en temas de seguridad pública, el


denunciante, sin lugar a la más mínima duda, es una persona que, por su profesión u
oficio, tiene una exposición social de relevancia, y a la vez se encuentra involucrado
voluntariamente en asuntos de interés público.

Y su antagonista también.

Por ende, la protección del honor de las personas señaladas deviene así menguada o
relativizada, atento a que se supone que no actúan por ellos mismos sino en
representación de otros, y sus actos abiertos al más absoluto control, como freno a la
corrupción y la arbitrariedad.15

Al destacar un hecho, aspecto o nota descalificante en la conducta pública del oponente


político (sea tratándolo de equino o de paquidermo como en los casos citados) lo que se

13 En https://www.elreporte.com.uy/don-emilio-frugoni/
14 En http://www.lr21.com.uy/politica/29823-siempre-hay-rinocerontes-siempre. El
sitio remite al Dr. Enrique Tarigo como el autor, mas la frase fue dicha por Pons.
15 Cfrme. Ley de Prensa, cit. Cecilia Salom. Pág. 26.
busca no es herir o agraviar su honor, sino exponerlo ante la opinión pública en su
presunto error o desvío político.

De esta forma lo ofensivo pasa a un segundo lugar en sede del autor, cobrando
trascendencia fines (objetivamente) más importantes, dada su política naturaleza.

Tampoco se tiene el honor de compartir que la reiteración de consideraciones


descalificantes vertidas años antes, determine sin más que las actuales se conviertan en
maliciosamente temerarias. En todo caso tal actitud podrá ser cuestionada desde lo
político o incluso lo ético. Mas este hecho no las hace delictivas. Como se expresara, es
menester demostrar que la intención del emisor haya sido la de agraviar o vulnerar la
vida privada.

En apoyo de ello, se transcriben las declaraciones aportadas a esta investigación por


S.G., obrantes en nuestra carpeta de investigación:

“Fiscalía: “Yo le pregunto: ¿cuál es su finalidad?


G.: Yo ahora estoy abocado a la parte política, estoy asesorando. Y mi manera de
asesorar… Es, advertir, a la población que supuestas personas que van a ocupar
cargos públicos a futuro y que realmente no tienen credibilidad y la moral como para
ocupar esos cargos. Por hechos bien comprobados por mí. No estoy difamando, estoy
diciendo una verdad la cual me compete a mí como persona política que soy
actualmente de denunciar y advertir a la población de posibles personas que van a
llegar a cargos altos elevados. Estamos en una competencia política de relevancia. Y
estas personas pueden ocupar mañana como ya tengo entendido que este hombre va a
ser Ministro del Interior teniendo ya antecedentes que realmente dicen que tipo de
personas son. No quiero ofender, quiero advertir a la población, no estoy dirigiéndome
a la persona, me estoy dirigiendo a la población advirtiendo un caso que puede tener
repercusiones públicas en el futuro, y sociales.”16

Parece claro a nuestro juicio que las declaraciones efectuadas por el denunciado no lo
fueron con la intención de agraviar, sino antes bien, como una forma de expresar sus
ideas y propuestas políticas, confrontándolas con las de quien siendo hoy su
adversario político, discrepara abiertamente desde las épocas en que ambos
desempeñaban cargos públicos.

16 Minuto 15:57 de la entrevista en FGN.


Como dice Camaño Viera: “La reforma de la Ley 18.515 sin embargo habilita la
sanción penal, pero solamente para aquellos casos en que se haya actuado con real
malicia, lo cual significa un ámbito acotadísimo –casi imperceptible- de actuación del
derecho penal.” 17

Porque como establece Binder: “La ilicitud solo debe construirse conforme al
principio de mínima intervención que otorga a las prohibiciones el sentido
republicano y democrático que funda nuestra sociedad política.”18 Para agregar que
“(…) debe examinarse, el principio de que el debate sobre asuntos públicos debe ser
desinhibido, robusto, francamente abierto, así como que él debe incluir ataque
vehementes, cáusticos y algunas veces desagradablemente punzantes al gobierno y
sus funcionarios.”19

Al derecho Penal le es ajeno la calidad del debate, así como el nivel de los fundamentos
e que se apoyan los dichos y acusaciones entre políticos. Por el contrario, en una
sociedad democráticamente organizada, ello será un asunto que en todo caso le
corresponderá evaluar al cuerpo electoral a la hora de elegir su destino como Nación.

F. Conclusiones.

Por todo lo hasta aquí mencionado, la conducta del denunciado a juicio de este fiscal, se
encuentra amparada por los estándares nacionales e internacionales en materia de
libertad de expresión, en tanto son opiniones de carácter político, referidas a un
adversario partidario y relativas a asuntos de interés común, como los son los
vinculados a seguridad pública y sistema carcelario. Asimismo, se entiende que en
forma alguna de los dichos en cuestión se extrae una intención de agraviar o vulnerar la
vida privada del denunciado, desde que se enmarcan en un debate de campaña electoral,
entre ciudadanos que han elegido la responsabilidad del ejercicio de la actividad
política, con la consecuente exposición que la caracteriza.

En función de todo lo expuesto, y lo establecido por el art. 98 del CPP, la Fiscalía


dispondrá el archivo de la investigación.

Montevideo, 25 de junio de 2019.

17 En “Libertad de Expresión y Ley Penal”. cit. Pág, 81.


18 Mario Alberto Binder, citado en Sentencia 63/99, TAP 1er. Turno. Lombardi,
Núñez, Ruibal.
19 Ob.cit. pág. Cit.

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