Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
presentada por el Dr. A.G., y tras haber recibido su versión de los hechos de los que se
siente víctima en la sede de la FGN, así como los descargos del denunciado, G., se
procederá al archivo de la denuncia presentada oportunamente, por lo fundamentos
que se dirán:
A. El contenido de la denuncia.
1) Con fecha de mayo de 2019, a través de una nota en el diario El Observador de
fecha 3 de mayo del corriente, el denunciado expresó: “Me sorprende ver a a
G. (se refiere al ex Comisionado Parlamentario para la Cárceles, A.G.)
hablar a favor de la Policía, hablar del sistema carcelario, sobre qué es lo que
hay que hacer y qué es lo que no. Me sorprende tremendamente de un
individuo que estuvo totalmente favoreciendo a los delincuentes,
aprovechándose de la situación y presionando a los jefes de las cárceles, a la
Policía.”
2) Asimismo expresó: “Se cae a pedazos, ese hombre no puede asesorar a nadie
porque estuvo todo el tiempo alentando a los delincuentes”.
3) Y acto seguido manifestó: “que cuando era Comisionado le pasaba teléfonos a
los delincuentes en las cárceles de Canelones.”
4) Posteriormente, siempre en crónica de El Observador, en el programa radial
“Uruguay Debate”, G. se volvió a referirse al denunciado: “Tengo el caso
de un delincuente grande A.C., que me pidió G. llevarlo a la chacra. Me
reí por dentro, no dije nada porque sabía quién era. Y lo llamé a mi hermano
(se refiere a J.G.) que estaba a cargo de Narcóticos y le dije: J. me piden
por fulano de tal para llevarlo a la chacra”.
5) Por último el denunciante afirma que G. habría hecho la misma jugada con
otras personas privadas de libertad de Cerro Largo. Entonces dice: “Ahí es
cuando G. me presiona y me dice que tengo que llevar a esa gente sí o sí.
Cuando él no tenía potestades ara eso.”
A. Precisión previa.
No obstante haberse presentado la denuncia en las oficinas de la Fiscalía General, cabe
remarcar nuestra posición respecto al procedimiento aplicable al trámite de las
denuncias por delitos cometidos a través de medios de comunicación.
Esta Fiscalía de Flagrancia de 2º turno, como anteriores pronunciamientos 1,
entiende que el proceso establecido en los arts. 33 y siguientes de la Ley 16.099 ha
quedado derogado por lo previsto en el art. 404 CPP.
En efecto, el procedimiento vigente hasta el 1 de noviembre de 2017 era de corte
marcadamente inquisitorial, con fases de investigación que claramente quedaban a
cargo del juez, quien además de recibir la denuncia “(…) dirigirá la audiencia,
ordenará las lecturas, hará las advertencias y los apercibimientos, recibirá los
juramentos, procederá a los interrogatorios e inspecciones, reprimirá las
interrupciones y demás manifestaciones ilícitas, prohibirá las preguntas sugestivas o
inoportunas, moderará la discusión y hará las indicaciones que considere necesarias
contra cualquier exceso.”
En cambio, desde la vigencia del nuevo CPP, y la celosa guarda de la imparcialidad
judicial en todas las etapas del proceso, cualquier contacto del juez con la investigación
supone una indebida contaminación con el objeto de la misma, y por tanto, la infracción
al art. 2º CPP, y al principio acusatorio previsto en el art. 22 de la CN.
Con Gonzalo Fernández, compartimos que “(…) en materia de delitos de comunicación
–y especialmente cuando se fundaron en difamación o injurias cometidas a través de un
medio de comunicación- el NCPP no ha contemplado la regulación especial
establecida por los arts.33 al 37 de la ley 16.099. Aquí nos encontramos ante un
proceso de indudable naturaleza penal, cuya disciplina procesal podría quedar
atrapada por la derogación tácita dispuesta por el art. 402 NCPP. Por consiguiente,
sin detenernos más en el tema, nos parece necesaria una norma expresa aclaratoria de
la supervivencia (o no) del proceso especial por delitos de comunicación.”2
Vale decir, el Profesor compatriota reconoce que de lege lata el procedimiento de la
Ley 16.099 ha quedado derogado en virtud del (actual) art. 404 CPP, mencionando que
en todo caso su supervivencia debería ser establecida por una ley que expresamente así
lo dispusiera.
1 Denuncia del Comandante en Jefe del Ejército Claudio Feola contra el periodista
Gabriel Pereira. NUNC 2019
2 Principios Generales del Proceso Penal Acusatorio. FCU. 2017, págs. 53-54.
Y más adelante, en la misma obra, Fernández vuelve sobre el tema, reafirmando su
posición en este sentido al considerar que la posibilidad de la querella privada que
preveía la norma del art. 33 inc. 2º de la Ley 16.099 se encontraría también vedada a
partir de la derogación tácita del art. 404 CPP.3
Por lo demás, sería inaceptable que jueces que se desempeñan en el nuevo régimen
procesal, profundamente respetuosos de la imparcialidad como principio y máxima
garantía de sus decisiones, actuaran a la vez en causas que los obligarían a dejar de lado
su rutina adversarial, para volver a las prácticas inquisitoriales hoy finalmente
abandonadas.
Por tanto, la definición de los delitos de comunicación (art. 19 Ley 16.099), abarca “la
ejecución en emisiones, impresos o grabaciones divulgados públicamente, de un hecho
calificado como delito por el Código Penal o por leyes especiales”, y el procedimiento
por el cual se sustanciarán será el que se prevé para todos los demás delitos, a saber el
de la Ley 19.293 y sus modificativas.
"(Difamación) El que ante varias personas reunidas o separadas, pero de tal manera
que pueda difundirse la versión, le atribuyere a una persona un hecho determinado,
que si fuere cierto, pudiera dar lugar contra ella a un procedimiento penal o
3 Op. cit. Pág 86-87.
disciplinario, o exponerla al odio o al desprecio público, será castigado con pena de
cuatro meses de prisión a tres años de penitenciar, o multa de 80 U.R. (ochenta
unidades reajustables) a 800 U.R. (ochocientas unidades reajustables)."
La moderna normativa no hace otra cosa que reconocer legal y expresamente, los
criterios de interpretación, aplicación o integración, de todas las normas relativas a la
protección de los derechos humanos, entre ellas las que regulan la libertad de
expresión. De esta forma, el legislador patrio incorporó las normas internacionales al
ordenamiento nacional interno y dejó en claro cuáles son las fuentes de los estándares
más elevados en materia de protección de estos derechos.
Nuestro país ratificó la CADH en 1985, y una vez recuperada la democracia, estando al
frente del Poder Ejecutivo el Dr. Julio María Sanguinetti en su carácter de Presidente de
la República. Se comprometió así, libre y soberanamente, a un orden legal supra
nacional, asumiendo las obligaciones derivadas del mismo en cuanto a las personas
sometidas a su jurisdicción, así como al cumplimiento de las decisiones de los órganos
de supervisión y control internacional.
Como lo hemos sostenido desde largo tiempo atrás, tanto el derecho escrito en los
tratados de derechos humanos, como el consuetudinario en su carácter de jus cogens,
forman parte de nuestro ordenamiento interno por imperio de los arts. 7, 72 y 332 de la
Carta fundamental. Y junto a los derechos y garantías expresamente reconocidos en la
misma, conforman el llamado bloque de constitucionalidad de protección de los
derechos humanos. La postura recogida, hoy prácticamente unánime en nuestra
doctrina y jurisprudencia, comenzó a divulgarse allá por el año 1996 con Cajarville
Peluffo, y más tarde desarrollada por prestigiosos constitucionalistas, como Risso
Ferrand.
Pues bien, en sintonía con estas tendencias doctrinarias, la ley incorpora el corpus juris
internacional de los derechos humanos. A tales efectos menciona los instrumentos
internacionales suscritos por el Uruguay, los que establecen el estándar mínimo de
protección en un determinado momento histórico. Este hecho además explica que la
norma también mencione a la jurisprudencia, recomendaciones y opiniones consultivas
de los organismos internacionales, como la Corte y la Convención americanas. Y esto
por cuanto, la protección de los derechos humanos se encuentra en continua evolución, y
desde 1948 (Declaración Americana de Derechos Humanos) a la fecha requiere de
una interpretación y aplicación acorde al sistema jurídico en vigor en el momento en
que la interpretación tiene lugar.6
D. Art. 336 CPU. Causal de justificación: asuntos de interés público. Real malicia.
Actualmente, y con la sanción de la Ley 18.515, el art. 336 CPU queda redactado de la
siguiente forma:
Los acusados de los delitos previstos en el artículo 333 y aun en el 334, cuando
mediare imputación, tendrán derecho a probar la verdad de los hechos y la
verosimilitud de las calidades atribuidas a la persona, excepto que el caso se refiera a
la vida privada de la persona o cuando no sea de interés público la divulgación de los
hechos. Si se probase la verdad o la verosimilitud, el autor de la imputación se verá
exento de pena, salvo que hubiese empleado real malicia" (Destacados nuestros)
Nótese que la norma establece una causal de justificación para quienes emitan o
difundan manifestaciones referidas a asuntos "de interés público". Concepto definido
por nuestra SCJ en el caso Wasmosy-Fassano, como referido a todos aquellos "(...)
temas que son necesarios para el desarrollo de una sociedad civilizada y que de alguna
forma contribuyen a que se haga efectivo el pluralismo, no entendido solamente como
político, sino ideológico en sentido amplio. 8
Asimismo, la protección abarca entre otras, a los asuntos de interés público referidos a
funcionarios públicos o a personas que por su profesión u oficio tengan exposición
social de relevancia, o a toda persona que se haya involucrado voluntariamente en
asuntos de interés público.
Asimismo, la norma establece que en los delitos previstos en los arts. 333 y 334 los
acusados de tales conductas tendrán derecho a probar la verdad de los hechos o
verosimilitud de las calidades atribuidas a la persona, salvo cuando los hechos sean
atinentes a la vida privada de ésta o no revistan interés público. Por último, se prevé que
en caso de verificarse la real malicia del agente, la prueba de la verdad no operará como
El juez Brennan, en el célebre caso "Nueva York Times vs. Sullivan" en 1964, al resolver
la demanda del Jefe del Departamento de Policía de Montgomery (lugar de fuerte
resistencia a la política gubernamental pro derechos civiles) Louis Sullivan, por la
aparición de inexactitudes en un anuncio publicado por los seguidores del líder Martin
Luther King, establece que no cabrá reproche penal respecto de manifestaciones
referidas a asuntos de interés público protagonizados por funcionarios públicos,
personas con exposición pública o involucradas voluntariamente en asuntos de
interés público, salvo que se comprobare la existencia de real malicia, o sea, el
conocimiento por parte del agente que la manifestación difamatoria es falsa o fue
efectuada con temeraria despreocupación acerca de su verdad o falsedad
("reckless disgregard").
“Cuando las personas están implicadas en asuntos de interés público, están obligadas
a soportar el riesgo de la afectación de los derechos de la personalidad, porque
cuando la libertad de expresión tiene como objeto la crítica de los órganos públicos,
estamos ante el ejercicio de un derecho individual con repercusiones sociales.
(…)
Ahora bien.
9Lewis: 2000. Citado por Gómez Germano, Pan y otros, op. cit: 54.
10 Mariana Malet. En “Ley de Prensa”. FCU, 2003. Pàg. 87.
En nuestra legislación, tal como postula Perdomo, la real malicia tiene definición legal.
Y ella no es otra que la que aporta el propio inciso 2 del art. 336, de tal suerte que
real malicia es agraviar a las personas o vulnerar su vida privada.
Y por lo tanto, sólo las manifestaciones realizadas con intención de agraviar a las
personas o vulnerar su vida privada, quedarían fuera de la causal de justificación de la
norma en sus incisos a y c del inciso 1º del art. 336 CP.
E. El objeto de la denuncia.
Como contracara, y por ser inherente a su tarea, esa protección de los derechos de la
población carcelaria puede ser pasible de una visión crítica por parte de sectores que la
entienden como una suerte de “amparo” a la delincuencia.
Otro tanto puede decirse del hecho de cuestionar la acción de ofrecerle a un recluso la
posibilidad de efectuar una llamada con el celular propio, hecho que en modo alguno
podríamos criticar tratándose quien lo hace, nada mas y nada menos, que del
Comisionado Parlamentario.
Y su antagonista también.
Por ende, la protección del honor de las personas señaladas deviene así menguada o
relativizada, atento a que se supone que no actúan por ellos mismos sino en
representación de otros, y sus actos abiertos al más absoluto control, como freno a la
corrupción y la arbitrariedad.15
13 En https://www.elreporte.com.uy/don-emilio-frugoni/
14 En http://www.lr21.com.uy/politica/29823-siempre-hay-rinocerontes-siempre. El
sitio remite al Dr. Enrique Tarigo como el autor, mas la frase fue dicha por Pons.
15 Cfrme. Ley de Prensa, cit. Cecilia Salom. Pág. 26.
busca no es herir o agraviar su honor, sino exponerlo ante la opinión pública en su
presunto error o desvío político.
De esta forma lo ofensivo pasa a un segundo lugar en sede del autor, cobrando
trascendencia fines (objetivamente) más importantes, dada su política naturaleza.
Parece claro a nuestro juicio que las declaraciones efectuadas por el denunciado no lo
fueron con la intención de agraviar, sino antes bien, como una forma de expresar sus
ideas y propuestas políticas, confrontándolas con las de quien siendo hoy su
adversario político, discrepara abiertamente desde las épocas en que ambos
desempeñaban cargos públicos.
Porque como establece Binder: “La ilicitud solo debe construirse conforme al
principio de mínima intervención que otorga a las prohibiciones el sentido
republicano y democrático que funda nuestra sociedad política.”18 Para agregar que
“(…) debe examinarse, el principio de que el debate sobre asuntos públicos debe ser
desinhibido, robusto, francamente abierto, así como que él debe incluir ataque
vehementes, cáusticos y algunas veces desagradablemente punzantes al gobierno y
sus funcionarios.”19
Al derecho Penal le es ajeno la calidad del debate, así como el nivel de los fundamentos
e que se apoyan los dichos y acusaciones entre políticos. Por el contrario, en una
sociedad democráticamente organizada, ello será un asunto que en todo caso le
corresponderá evaluar al cuerpo electoral a la hora de elegir su destino como Nación.
F. Conclusiones.
Por todo lo hasta aquí mencionado, la conducta del denunciado a juicio de este fiscal, se
encuentra amparada por los estándares nacionales e internacionales en materia de
libertad de expresión, en tanto son opiniones de carácter político, referidas a un
adversario partidario y relativas a asuntos de interés común, como los son los
vinculados a seguridad pública y sistema carcelario. Asimismo, se entiende que en
forma alguna de los dichos en cuestión se extrae una intención de agraviar o vulnerar la
vida privada del denunciado, desde que se enmarcan en un debate de campaña electoral,
entre ciudadanos que han elegido la responsabilidad del ejercicio de la actividad
política, con la consecuente exposición que la caracteriza.