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Pontificia Universidad Católica del Perú Prof.

Sandro D’Onofrio

Curso de Seminario de Epistemología Alumna: Karelia Tarazona

La imaginación como guía de las 22 de julio de 2019


distintas facultades del ser humano en
Aristóteles

Como menciona García del Castillo, “…lo imaginario [imaginación o phantasía] ha sido,

a lo largo de la filosofía o historia de la razón, algo carente de consistencia ontológica en

tanto que indeterminado, indefinible y, por ello, reducido al plano de lo que debe quedar

oculto (11)”. Sin embargo, si se piensa en la Antigüedad, Aristóteles, le ha dado una

atención especial, importante, aunque no extensa. Para Aristóteles, esta facultad es

fundamental para entender el sentido de la vida humana, pues, de alguna manera, orienta

su curso a nivel del intelecto y vida práctica, por ejemplo. Dicho esto, el presente trabajo

se propone entender de la imaginación en qué consiste y en qué rol cumple respecto a las

distintas facultades humanas. Para ello, el trabajo se basará, principalmente, en De Anima

y De la memoria y el recuerdo. Se expondrá en dos partes. 1) La imaginación y 2)

Intelecto y vida práctica. La primera abordará qué entiende Aristóteles por imaginación

y su relación necesaria con lo sensible y la memoria. La segunda expondrá cómo es que

a partir de lo que Aristóteles entiende por imaginación puede repercutir notoriamente en

el modo intelectual y práctico del ser humano.

1. La imaginación

Aristóteles menciona que la imaginación es una facultad propia del alma humana y de

algunos animales –de ellos no nos ocuparemos en este trabajo- aunque no esclarezca con
precisión a qué modo de ser del alma (nutritiva, sensitiva, intelectiva) pertenece. Respecto

a los modos de ser del alma, nos dice que no pertenece ni a la sensibilidad ni al puro

inteligir pero que sí está relacionada con ambas (Rivera 2). Entonces, ¿qué es?

La imaginación es la facultad por la que los seres tienen acceso a imágenes. Puede darse,

ya sea que se les aparezca, presente o que se las conciba. No se trata de sensaciones,

pensamiento o actos de existencia real. “…la imaginación no puede ser tampoco ninguna

de las disposiciones habituales o potencias a las que siempre acompaña la verdad, como

son la ciencia o el intelecto y es que la imaginación puede ser también falsa”. Esto también

explica porque cuando nos dice que si se nos ocurre una idea que puede causar temor, con

el solo hecho de tener presente que es producto de la imaginación, puede calmarnos o

dejar de angustiarnos. “…Porque cuando sabemos que algo terrible está ante nosotros

sentimos una fuerte impresión, pero cuando lo imaginamos nos quedamos tan tranquilos

como quien contempla en pintura escenas espantosas o excitantes (427b 23-24)”.

A pesar de que la imaginación no presenta consistencia ni existencia real, para Aristóteles

tiene una relación necesaria con el intelecto, que vendría a ser la facultad más elevada del

ser humano. Sin imaginación no hay entendimiento ni capacidad de inteligir. Para opinar,

para el intelecto, para la ciencia, se necesita a la imaginación (De Anima 428a 2-4). Lo

importante a resaltar de todo esto es que tanto la opinión, el intelecto y la ciencia ayudan

al ser humano a una mayor comprensión del mundo y de sí mismos. Gracias a ellas, el ser

humano puede predicar, enunciar, hablar de sí mismo.

Hasta este punto, aún no queda claro qué hace a la imaginación tan importante y cuál es

su vínculo tanto con lo sensible como con el intelecto. Para ello, se hablará qué expresan

las imágenes y qué vínculo tienen con la vida humana tanto a nivel sensitivo como

intelectivo.
1.1. La imaginación y su relación con lo sensible

Como dice Castoriadis, el acto de imaginar no puede tener lugar sin el cuerpo, este le da

contenido (en García del Castillo 16). Es por el cuerpo que sé es consciente de un sinfín

de atributos, características del mundo natural y de los objetos en general que se tienen

presentes también en la imaginación o phantasía. El cuerpo tiene acceso a esos atributos

gracias a los sentidos y son el contenido de estos últimos que están comprometidos en la

imaginación. Lo que expresan las imágenes son objetos de percepción o, en términos

aristotélicos, los objetos sensibles. Aquellos que puede ser captados por los cinco

sentidos. Aquí entra en mención la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto. Y a estos

es importante sumarle las cualidades comunes (koiná) o sensibles comunes que son

movimiento, inmovilidad, número, figura, tamaño, entre otros, que están presentes en

todos los objetos de percepción de algún modo. Todo lo mencionado es propio del modo

de ser sensitivo del alma. Hablemos brevemente de los cinco sentidos arriba

mencionados.

Respecto a la vista, diremos que es el sentido por excelencia, es el más privilegiado, al

que se le presta atención. Para Aristóteles, lo visible es el objeto de la vista, más

precisamente el color (De Anima 418a 27). Es lo primero que resalta a la vista. No

sorprendería entonces que al tener presente una imagen de un objeto cualquiera, pueda

distinguirse entre todos los atributos en cuestión, el color, el tono, la luminosidad, el

contraste, entre aspectos afines a la luz y el color. En Del sentido y lo sensible, Aristóteles

nos dice: “La facultad de la vista, en efecto, nos hace conocedores de muchas diferencias

de toda especie, ya que todos los cuerpos participan del color” (17). Todo esto se ve

reflejado en la imaginación. Este sentido, en particular, respecto de los demás, tiene una

vinculación fuerte con la imaginación. La vista abre un escenario en el que muchos


atributos pueden ser percibidos, no solo el color, también la forma, la textura, atributos

que pueden ser contrastados, verificados, percibidos por otros sentidos. Es cierto que la

vista no hace una clara y exacta exposición de todos ellos pero sí un acercamiento a través

de la luz. Este elemento, que permite la visión, el acto de ver por la vista, tiene la

vinculación con la imaginación. No es gratuito que “la palabra imaginación (phantasía)

deriva de la palabra luz (pháos) puesto que no es posible ver sin luz (García del Castillo

30)”. No es posible hablar de la facultad de imaginar sin luz. La imaginación actúa de

manera muy similar que el sentido de la vista. Ambos muestran una visión ante el ser

humano. La imaginación refiriéndonos precisamente a la vista muestra qué objetos

sensibles han pasado por la visión humana, cuáles son con los que se ha tenido algún tipo

de relación.

El segundo sentido a tratar es el oído. Este, básicamente, se trata de escuchar sonidos

(sensibles) que suenan producto del contacto de dos objetos, también se puede escuchar

sonidos que son producidos a voluntad provenientes de seres animados como los animales

y los seres humanos. De entre todos los sonidos, Aristóteles rescata uno en especial: la

voz (420b 5-9). Este solo proviene de la voz humana. En ella se puede apreciar

características de longitud, tono, articulación, entre otras. No solo por ello, tiene la

atención de Aristóteles, sino como menciona en De la memoria y el recuerdo (39), la voz

transmite sabiduría. El oído puede captarla, aunque no sea competencia de este sentido

entenderla, ni pensarla, de todas maneras, pasa por él. Los sonidos afectan al sentido y

también al ser humano. El sentido tratado aquí no tiene una relación tan directa como con

la visión, pero sí podemos decir que la imaginación cumple un rol más que de visión, de

recuerdo (de este tema se tratará más adelante). Pongamos un ejemplo, al querer saber si

un niño tiene la voz más aguda en comparación a otro, y ambos o uno de ellos no están

presentes, tendré que regresar a un evento en el que los escuché a ambos y posteriormente

contrastarlos –esta última operación no corresponde a la imaginación o phantasía. La


phantasía aquí hace presente al ser humano a qué sonidos ha sido expuesto, qué sonidos

han sido parte de sus experiencias.

Del olfato cuyo sensible es el olor, Aristóteles dice que el olfato humano es inferior al de

todos los demás seres vivos (Del sentido y lo sensible 25). Aristóteles piensa que carece

de precisión y agudeza. A pesar de eso, afecta al alma humana. Aun así no deje una

impresión tan fuerte a diferencia de otros sentidos, se puede recurrir a los sensibles del

olfato por medio de la phantasía. Ella muestra, como nos dice Sorabji, al ser humano no

solo los sensibles y sus diferencias sino que también remite la dirección de dónde

proviene y de qué objeto provine.

Quedan dos sentidos por abordar: el tacto y el gusto. Del primero, su sensible es lo

tangible, todo aquello que puede ser tocado, palpado. Puede ocurrir al momento en que

el ser humano ejerce contacto, presión sobre otro objeto, o, simplemente al rozar con uno.

Aquí, a diferencia del sentido de la vista, se pueden palpar las texturas, seguir el borde a

las texturas, etc. Respecto al gusto, cuyo sensible es el sabor, Aristóteles dice que es una

forma de tacto (Del sentido y lo sensible 21). En ambos casos, por medio de la phantasía,

el ser humano puede traer al presente todo lo que estos sentidos han experimentado. Es

decir, tanto como las texturas y sabores.

Presentada una breve exposición de los sentidos y mencionado que sus respectivos

sensibles son los que salen a la luz en el acto de imaginar, aclararemos que no es de

competencia de la imaginación poder percibir cualidades comunes, aquellos que, en

palabras de Aristóteles, se perciben por accidente, movimiento, reposos, figura, magnitud,

etc. (ya mencionados anteriormente). Estos últimos son percibidos por medio de una

sensibilidad común. Los sensibles que presentan los sentidos más las cualidades comunes

de los objetos, en general, dan al ser humano una apreciación de las cosas más completa,

un panorama más amplio, con mayor perspectiva, fondo, etc. Frede, refiriéndose a
Aristóteles dice: “Nosotros tenemos algo como una visión panorámica de toda una

situación (284, mi traducción)”.

Lo expuesto en el párrafo anterior es puesto en evidencia por la phantasía. El acto de

imaginar todo aquello percibido por los sentidos, muestra en acto presente alguna

experiencia humana. Esto se puede hacer a libre voluntad, cuando alguien quiere recordar

la voz de qué niño suena más aguda y trae al presente esa imagen de los dos cantando,

por ejemplo. Puede darse sin que el humano se lo proponga, cuando tiene imágenes por

medio de sus sueños, cuando se le presenta una experiencia o una imagen vivida.

Sea cual sea el motivo de la aparición de la imagen, la phantasía le muestra al ser humano

todo lo que ha sido objeto sensible de su atención. La phantasía focaliza, enmarca, de

alguna manera lo percibido, lo sentido, lo experimentado: lo vivido a causa de los

sentidos. Muestra escenas, episodios de acciones humanas, objetos en movimiento, en

reposo. De alguna manera muestra el dinamismo del mundo sensible y perceptible. El ser

humano puede traer al presente cualquier escena por medio de la fantasía.

1.2. La imaginación y su relación con la memoria

Tratado el punto de lo sensible y su vinculación con la phantasía, toca explicar qué rol

juega la memoria en la aparición de imágenes. Y, además cuál es su relación con el

constante contacto con imágenes que tiene el ser humano.

Para Sorabji, la phantasía se puede entender como retención de imágenes, ella no participa

en la opinión, en relacionar causalmente o en la elaboración de juicios. Ella es la

presentación de la imagen. Retiene lo que ha sido, de alguna manera impregnado,

afectado, a causa de los sentidos, en el ser humano. Su forma de hacer presente lo que ha

sido experimentado es debido a que lo percibido está presente el alma humana, está
registrado. El alma recuerda lo que vive. Lo experimentado se sedimenta de alguna

manera, y la acción de imaginar lo que hace es traer al presente el recuerdo.

Ello ocurre por la facultad humana de la memoria. Por medio de ella, el ser humano puede

recordar sucesos de su pasado. Para Aristóteles no es ni sensación, ni juicio (De la

memoria y el recuerdo 36). Se presenta en los seres humanos en grados distintos, hay

quienes tienen buena memoria, hay quienes no. Se trata de la retención de imágenes que

enmarcan los sucesos en el que el alma aprendió, pensó, oyó (De la memoria y el recuerdo

38).

La memoria evoca recuerdos en forma de imágenes y aquí está presente la relación con

la phantasía. Esta también expone los recuerdos en forma de imágenes, es decir también

compromete a la memoria y recurre a ella en su acto de presentar imágenes. Aunque

Aristóteles no se extiende a explicar la estrecha relación existente entre ambas, y eso

pueda explicar la razón por la que no les atribuye una facultad ni modo de ser particular

del alma, menciona en De la memoria y el recuerdo: “Es, pues, evidente que la memoria

corresponde a aquella parte del alma a la que también pertenece la imaginación (39)”.

Así como pasa con la phantasía, que es la evocación de la forma del objeto o la experiencia

sensible, así también pasa con la memoria. Solo se retiene la impresión no el hecho. (De

la memoria y el recuerdo 39). El ejemplo que funciona para explicar ello es el sello del

anillo. En De Anima, Aristóteles nos dice que se recibe la forma sensible sin la materia

“al modo en que la cera recibe la marca del anillo sin el hierro ni el oro, y es que recibe

la marca de oro o de bronce pero no en tanto que es de oro o de bronce” (420a 19-21).

Aquí solo queda huella la forma del sello, no se traslada el material del anillo. Sin

embargo, esa forma remite al objeto en cuestión y es una muestra de que se ha tenido

contacto y experiencia con ese objeto.


¿Cuándo se fijan los objetos de experiencia en la memoria? Aristóteles nos dice que cada

objeto se retiene en la memoria después de experimentar con él, debe pasar un tiempo

para eso (Del sentido y lo sensible 41). El tiempo hace que se vaya sedimentando el objeto

en la memoria y esté listo a hacerse presente, a actualizarse, de alguna manera. Traer un

recuerdo al presente es un modo de darle una existencia actual. Para Aristóteles, la acción

de traer un recuerdo es una especie de búsqueda de vivencias pasadas (De la memoria y

el recuerdo 45). Esta búsqueda de recuerdos no es otra cosa que la búsqueda de imágenes.

La búsqueda de traer –en los casos que aplique, pues con los sueños no hay decisión o

voluntad propia- al presente aquello que el ser humano quiere atender, prestar atención,

ver. Imaginar es, entonces, una manera de seleccionar los recuerdos de entre un

sinnúmero de experiencias que equivalen, por así decirlo, a la vida humana. A partir de

sus recuerdos, el ser humano ordena, configura, acomoda, organiza, reconstruye sus

imágenes (o recuerdos), le da forma.

Este proceder es una constante en el día a día del ser humano, este no puede no remitir a

las imágenes. El tener acceso a la experiencia sensible, por tener un cuerpo, lo lleva a

evocar imágenes. Con ellas convive y a partir de estas, según Aristóteles, se da el

movimiento del ser humano.” Este movimiento alcanza la connotación de acción. Esto

implica que se trata de un movimiento cuyo principio es la elección (López 169)”. Este

movimiento se da a nivel del alma. Entonces por él, el alma accede al intelecto y a su vida

práctica.

Antes de abordar sobre el intelecto y la vida práctica, precisemos un poco más de la

imaginación y su vinculación con el pasado. Al evocar imágenes (recuerdos), se trata de

una constante reactivación del pasado. El ser humano regresa a su experiencia, regresa a

las formas de sus experiencias sensibles que ha registrado, impregnado, sellado, en el


alma. No se trata de una simple acumulación de imágenes y experiencias. El ser humano

recrea, reconstruye, desde el presente, las imágenes que evoca (Suárez 9).

2. De la imaginación al intelecto y vida práctica

Ya se trató anteriormente que la imaginación se sigue de la experiencia humana sensible.

El estar en contacto con lo sensible y registrarlo, de algún modo, en la memora, lleva al

humano a formarse imágenes. Y no solo a concebirlas, sino a combinarlas, organizarlas,

etc. Es un modo de elección y de participación activa. Se trata aquí de un ser que da

movimiento y dinamismo a sus propias experiencias. Como dice Aristóteles, el objeto

deseado, que puede ser la imagen, mueve al pensamiento porque su principio es el objeto

deseado (433a 1-3). Y no conforme con solo imaginarlas (imagen), las va a querer

enunciar, predicar, pensar. La imaginación va a presentar las imágenes configuradas, es

decir, esquemas dispuestos para la enunciación de conceptos, que viene a ser

conocimiento (Ferme 51). Para ello, necesita recurrir a la imagen, para interpretar y

enunciar toda la experiencia. Como dice Aristóteles en De Anima, el alma no intelige sin

el concurso, sin esta participación que se da a partir de la imagen.

El intelecto está facultado a expresar de manera comprensible para los seres humanos, el

contenido de la experiencia. Por él, se puede hablar de lo sensible y darle un sentido. La

capacidad intelectiva lo lleva a entender las relaciones que pueden existir entre los objetos

de percepción. Sin estos, no se tendría algo que decir. “De ahí también que cuando se

contempla intelectualmente, se contempla a la vez y necesariamente una imagen: es que

las imágenes son como sensaciones solo que sin materia… [Sin las imágenes] no sería

posible ni aprender ni comprender (De Anima 432a 7-8)”.


Lo que él enuncie es, al fin y al cabo, sobre aquello que recuerda de sus vivencias, aquello

que, finalmente, ha quedado sellado en su memoria. Suárez nos dice: “Las evocaciones

de los eventos pasados implican creatividad y síntesis cognitiva (10)”. Esto nos indica

que el ser humano es un partícipe activo de lo que enuncia, predica, en otras palabras, de

su intelección. Por medio de la selección y, por así decirlo configuración, de imágenes, el

ser humano dirige lo que va a enunciar, predicar, es, en otras palabras, su forma de dirigir

su conocimiento. En el orden de los aspectos que resalta y rescata de los objetos sensibles

y objetos del pensamiento, está su “acción de inteligir”.

Respecto a la vida práctica, así como la imaginación lleva al ser humano al movimiento

para inteligir sobre lo vivido, también lo motiva a moverse para dirigir sus conductas.

(García del Castillo 31). Y que además “la imaginación guía las acciones humanas,

cuando el entendimiento, por enfermedad o por inactividad como en el sueño, pierde el

control de la conducta (García del Castillo 30)” La imaginación aquí funciona como guía,

a partir de la cual el ser humano tiene acceso a lo ya vivido y es por la experiencia que le

resulta familiar que él puede actuar y tomar decisiones respecto de su conducta. “Cuando

[el ser humano] afirma o niega [de lo imaginado] que es bueno o malo, huye de ello o lo

persigue (431a 14)”. Vale aclarar que no solo los seres humanos pueden moverse gracias

al recurso de la imagen, los animales que también cuentan con esta facultad también

tienen conductas motivados por ellas.

Así como con las facultades tanto sensitivas como intelectivas, también en el caso de la

vida práctica, el ser humano funciona como guía. Esto se puede dar respecto a cómo se

comportan los objetos de percepción y, entonces, a partir de ellos, el ser humano sabe qué

hacer respecto de ellos, ya sea como manejar, por ejemplo, un caballo, una lira o, qué hay

que hacer con un martillo, etc.; ya sea tener imágenes de otras conductas humanas que lo

preparan y disponen para saber qué hacer. En cualquier caso, el ser humano, como con
los temas anteriores, recurre al pasado. Recurre a las vivencias que ya ha experimentado

que le recuerdan en el modo práctico qué hacer o qué es lo que probablemente pase y

dependiendo de la imagen que se forme, actúe. La facultad de imaginar aquí presenta la

imagen, a partir de la cual el ser humano piensa, decide, actúa. A partir de la imagen tiene

acceso a su modo de ser y así poder contrastar, cambiar, reformular, mejorar, acciones

prácticas.

Conclusiones

A lo largo del trabajo se ha propuesto sostener que: La imaginación apoyada en lo sensible

y por su relación estrecha con la memoria cumple un rol de guía que influye

decisivamente en las facultades humanas tanto intelectiva como de vida práctica. Para

explicar ello, se expuso lo siguiente:

En la primera parte, se dijo como primer punto que la imaginación es la capacidad de

evocar imágenes apoyadas en lo sensible. Es a partir de lo sensible que el ser humano

tiene material para sus imágenes. Ello ayudó a entender que cada objeto de percepción o

sensible (diferente en cada sentido) tiene su correspondencia con la imagen que el ser

humano evoca. Como segundo punto se dijo que la imaginación tiene una relación

estrecha con la memoria –tema sobre el que Aristóteles no da suficientes alcances- esto

hace que le permita al ser humano, en su acto de imaginar, recordar imágenes, y sobretodo

recordar justamente aquello que más ha sido retenido en su memoria. Esto lleva a entender

que el ser humano no evoca todo lo que ha presenciado o experimentado sensiblemente

sino aquello que, de alguna manera más ha prestado atención o en todo caso aquello que

ha quedado grabado. Esto nos indica que tanto memoria como imaginación hacen una
selección que lleva al ser humano a recurrir a ciertos recuerdos. Esta es una forma de que

la imaginación guíe qué recordar, qué atender.

En la segunda parte, se trató de relacionar lo tratado con las facultades humanas

(intelectiva y práctica). Se dijo por lo ya concluido en la primera parte que, el modo de

ser intelectivo y práctico por darse a partir de la imaginación –es decir la imagen que ha

sido seleccionada – han sido orientados, guiados, en base a ella. La imaginación prepara

al alma humana para que pueda darse la intelección y la vida práctica de determinada

manera ya que la memoria ha registrado no todos sino ciertos eventos de la experiencia

humana. Así la imaginación no solo da pie a las facultades humanas sino también orienta

en cierta forma el modo de ser humano.

Bibliografía

Aristóteles

a. Acerca del alma. Madrid: Gredos.

b. De la memoria y el recuerdo. Madrid: Aguilar, 1962.

c. Del sentido y lo sensible. Madrid: Aguilar, 1962.

Ferme, Federico, “Imaginación, Phantasía y Esquematismo. La desconocida raíz común

de la subjetividad” en: V Congreso Internacional de Investigación y Práctica

Profesional en Psicología XX (2013).

Frede, D. “The Cognitive Roles of Phantasia in Aristotle”, en: Essays on Aristotle’s De

Anim. Oxford: University Press, 1992.

García del Castillo, P., Aristóteles, De ánima III, 3: Primera exploración por el

territorio de la imaginación en: Azafea III (1990), pp.11-32.


López, Catalina, “El rol de la imaginación en la búsqueda de lo propiamente humano.

Un vínculo necesario entre la sensación y el entendimiento” en: Discusiones Filosóficas

XIV (2013), pp. 161-174.

Rivera, Juan Felipe, “Acerca de la imaginación”. Bogotá: Universidad Javeriana.

Sorabji, R., “Intentionality and Physiological Processes: Aristotle's Theory of Sense‐

Perception” en: Essays on Aristotle’s De Anim. Oxford: University Press, 1992.

Suárez, Javier, “La memoria. Un acercamiento entre Aristóteles y la neurociencia” en:

Psicología desde el Caribe XVIII (2006), pp. 7-11.

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