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Hay un conjunto enorme internacional y regional de normas de aplicación obligatoria para los
estados y si bien hemos progresado el contexto actual de los derechos humanos, es deprimente
violencia discriminación, corrupción, impunidad miseria, en cada país de nuestro continente, los
derechos que garantizan la existencia digna a cualquier persona, es decir, el derecho de ser, pensar,
creer, de manifestarse o de amar sin convertirse en objeto de humillación, discriminación o
persecución siguen siendo ideales que alcanzaron. Lo mismo ocurren con los derechos a la salud, a la
educación, al trabajo, el salario igual en idénticas condiciones de eficiencia la vivienda, el medio
ambiente, y de serlos derechos de libertades individuales y los derechos económicos, sociales y
culturales, necesitan cada día mas pasar de lo ideal a lo real y hacerlo sin disociar lo económico de lo
social de lo político y lo cultural como pocas personas lo han dicho aquí en nuestra región, en mis
reflexiones sobre el fundamento de derechos humanos y su razón de ser en este contexto en el que
hoy nos desenvolvemos,
Pero antes de esto yo quisiera hacer un paréntesis que es importante en nuestro contexto el cual
es mencionar (Desde nuestro punto de vista qué importancia le ven Uds. a los derechos humanos,
para construir una sociedad auténticamente democrática y participativa?)
Para construir una sociedad auténticamente democrática y participativa, la legitimidad de todo
estado social de derecho del siglo XXI debe asentarse firmemente en el goce sin limitaciones ni
discriminaciones de los derechos humanos de todas las personas en cada país y sin relativismos
culturales que siempre redundan en perjuicios de las mujeres.
Buscando respuestas me detuve en la ETICA y encontré una definición de ética que me vino muy
bien:
No podemos validar la existencia y validez de estos principios éticos que son el nervio y la sustancia
de los derechos humanos a su reconocimiento en instrumentos jurídicos, los tratados convenciones,
constituciones sentencias, son productos positivistas que pueden ser derogados, pueden ser
desconocidos, ignorados, por un poder político con mentalidad perversa que hoy en día es una
verdadera amenaza, o peor aún una realidad en muchos países del continente, esta verdadera
amenaza nos puede devolver a épocas muy oscuras previas a la declaración universal y a todo este
desarrollo posterior de los derechos humanos, los profundos cambios que demanda la estructura de
la sociedad moderna para asentar la legitimidad democrática de los estados solo puede darse a
partir de la implantación de una ética universal y personal que rija y oriente las relaciones humanas y
el accionar del poder político, tenemos que ir mas allá de lo positivista de nuestro derecho
internacional de los derechos humanos y asentarnos sobre los principios y valores éticos, esta ética
nutre los derechos pero también los deberes, somos seres humanos titulares de derechos y ellos nos
apareja el ejercicio de la responsabilidad con nosotros y con nuestros semejantes para hacerlo
posible tenemos que enfatizar más la empatía, empatía que es la capacidad de atender y compartir
los sentimientos de las otras personas ponernos en sus zapatos, no solo ejercitar la lastima simpática
por el sufrimiento ajeno, participar en una teletón por ejemplo. Sino entender lo que las demás
personas sufren al ser privados de sus derechos fundamentales, entender la violencia sexual, el
hambre, la exclusión, la falta de empatía conduce a la crueldad y la maldad que la otra persona no
nos importen, la empatía es el camino correcto para construir esa sociedad que queremos el cual es
nuestro ideal máximo, donde la ética de los derechos individuales, económicos y sociales sean la
vivencia cotidiana.
Una educación ética y empática que empiece en la cuna y que ponga el énfasis en la empatía en la
solidaridad en la responsabilidad con los deberes, en el compromiso en la reciprocidad, esa
educación que debe impartirse en hogares, escuelas, colegios, universidades para que un día seamos
en verdad igualmente libres, igualmente dignos, igualmente iguales y vivamos con forme a un nuevo
paradigma ético fundamental para combatir la barbarie que nos asecha