Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
INTRODUCCIÓN
1
Néstor Antonio Pardo Rodríguez. Terapeuta del Lenguaje / Fonoaudiólogo graduado por la Universidad Nacional de
Colombia. Diplomado en Educación Temprana y Psicomotricidad Infantil de la Universidad Nacional de Trujillo, Perú.
Maestría en Educación Superior de la Universidad Francisco Xavier de Chuquisaca, Bolivia. 36 años de experiencia en los
campos de Educación (regular, especial e inclusiva), Salud (prevención y rehabilitación), Promoción Comunitaria y
Cooperación Internacional: 16 años en Colombia, en instituciones gubernamentales y privadas de nivel nacional,
departamental y municipal, y 20 años de experiencia internacional en Bolivia, Nicaragua y Perú.
Ha sido Secretario de Educación Municipal, Asesor de Concejo Municipal en el tema de Educación, Creador de Programas de
Educación Especial, Promotor de ONGs relacionadas con la temática de la Educación y Terapeuta del Lenguaje (sectores
Público y Privado) en Colombia. Cooperante de la ONG de Cooperación Internacional Británica CIIR / Progressio en
Nicaragua del Servicio Internacional Británico en La Paz (Bolivia), Ex - Fonoaudiólogo Asesor y Coordinador del Equipo
Técnico de los Centros Infantiles Municipales del Gobierno Municipal de Cobija (Pando), Bolivia.
Tradicionalmente se define la Dislalia o Trastorno Fonológico como una alteración o
trastorno del habla, entendiéndose ésta como el acto motor que conlleva la articulación
de sonidos en la expresión oral o modalidad comunicativa audio – oral. NO ES un
trastorno del Lenguaje.
En este artículo se hará un intento por resaltar que la llamada ― Dislalia - o Trastorno
Fonológico generalmente no es en sí un trastorno, sino más bien un síntoma de diversas
problemáticas que puede presentar un niño en su desarrollo tanto del lenguaje,
comportamiento como de su proceso de socialización.
Las tres funciones neuropsicológicas básicas del ser humano son: Praxias, Gnosias y
Lenguaje. La aparición de éstas, parte de la capacidad que tiene el ser humano para
aprender y son a la vez las fuentes fundamentales para continuar aprendiendo. La
adquisición y el perfeccionamiento del lenguaje, están estrechamente asociados con la
evolución del movimiento. Cada pequeño traslado o cambio de posición de nuestro cuerpo,
no solo trae consigo todo un mensaje, sino que también contribuye a que las estructuras
anatómicas encargadas de la aparición del habla, cumplan su función.
Entre las características más fascinantes de nuestro cerebro se destaca su capacidad
para modificar constantemente su propia función en respuesta a las experiencias, que se
presentan de segundo a segundo. Es decir, la posibilidad de recordar y aprender. El
aprendizaje hace referencia a los procesos por medio de los cuales adquirimos nuevo
conocimiento acerca de los sucesos del mundo que nos rodea.
Para recibir información, la atención juega un papel clave. En la misma se distinguen tres
factores básicos: a) el estado de activación, alerta o vigilia (encendido del sistema); b) la
detección del estímulo (mecanismos por los cuales se identifica la entrada de una señal);
y c) la orientación hacia él (respuesta motora en la búsqueda del estímulo).
LA LENGUA
Según Rossi - Landi (1970), la lengua no es una creación del individuo, sino producto de la
comunidad:
― En ningún caso el aprendizaje individual del lenguaje dentro de una lengua consistió en la
producción de los instrumentos de los que cada lengua hoy consiste; se cumplió
socialmente a través de decenas o centenares de milenios y sería totalmente absurdo
pensar que pueda ser cumplido nuevamente por un solo individuo. Sería como aprender a
servirse de los instrumentos y procedimientos, supongamos, de la extracción minera
2
contemporánea, sino recorrer solo toda la historia de tal extracción
Esto también lo afirma Miller (1979) indicando que las 1500 lenguas existentes en el
mundo ofrecen un testimonio vigoroso de que implica un aprendizaje. Así, al niño no le es
posible construirla, ya que ―de hecho, ninguna sociedad conoce, ni jamás ha conocido la
lengua de otro modo que como un producto heredado de las generaciones precedentes y
3
hay que tomar tal cual es , sencillamente aprende desde los primeros días de vida el
modelo lingüístico que le proporciona la sociedad donde nació, por medio del cual le es
posible aprehender la realidad.
De allí surge la idea de que la palabra señala un objeto, un fenómeno, una acción, o una
relación (Lublianskaia, 1980).
2
ROSSI-LANDI, Ferruccio. El lenguaje como trabajo y como mercado. Monte Avila Editores, Caracas,
1970. pp. 22 y 23.
3
SAUSSURE, op. cit. p. 136
4
ROJAS, Jaime. La psicolingüística. Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1989. p. 33
5
LURIA, Aleksandr. Lenguaje y pensamiento. Editorial Fontanella, Barcelona, 1980. p. 27
Para Sawyer y Butler (1991) identificar lo que una palabra
significa es un problema complejo. Dentro de la memoria
semántica hay un diccionario mental del hablante. Este
proporciona información acerca de las palabras, sus
significados y pronunciación, así como de sus contextos
asociacionales. Como consecuencia, el significado de una
palabra es activado dentro del contexto en el cual se lee.
La Fonética
La Fonología
LA FONÉTICA
LA FONOLOGÍA
Se ocupa del plano de los significados, del funcionamiento de unidades fónicas distintivas
en la formación del signo lingüístico. Estas unidades fónicas, llamadas ―fonemas‖ son
inmateriales y formales y las definimos como modelos ideales de sonido, abstracciones de
las cualidades permanentes del sonido (rasgos distintivos), que funcionan como una
representación mental. El nivel de representación fonológico es el nivel abstracto o
subyacente (Contreras y Lleó, 1982).
EL SONIDO, LA AUDICION Y EL HABLA
Uno de los elementos indispensables para los procesos normales de la audición y el habla
es el sonido. Este, en sí es una onda mecánica longitudinal que se propaga a través del
aire. Entre sus características específicas se encuentran la frecuencia y la intensidad,
que son objeto de estudio de la acústica, una rama de la física (Cromer, 1978; Miller,
1979).
El oído humano en situaciones normales puede captar sonidos de una frecuencia entre 16
y 20.000 ciclos por segundo (vibraciones dobles por segundo o hertz), aunque es más
sensible a las diferencias entre un tono y otro cuando se hallan 50 dB (decibeles) por
encima del umbral de audición y en la gama de los 500 a los 4.000 ciclos por segundo
(zona de la discriminación auditiva del habla). Entre mayor sea el número de hertz (Hz)
de la onda sonora, más agudo será el sonido según la sensación subjetiva del individuo, y
mayor será la frecuencia.
Es de anotar que los sonidos del habla, al igual que todos los que se producen en la
naturaleza no son tonos puros, sino complejas mezclas que se congregan en un espectro,
por lo cual el oído debe ser capaz no sólo de captarlos, sino de analizarlos y enviarlos al
cerebro para que éste identifique los mensajes que portan.
Buena parte del problema del uso de la discriminación auditiva para aprender a leer es
una cuestión de desarrollo cognoscitivo. El ser humano debe desarrollar el concepto de
fonema como unidad del sonido oral y el oído es capaz, entonces, de captarlo y
discriminarlo según este aspecto, su duración y el intervalo temporal entre la aparición
de éste y otro fonema contrastante.
Los rasgos pertinentes o distintivos de los sonidos del habla son universales pero cada
comunidad hablante elige solo aquellos que cumplen una función en la lengua, y así,
podemos construir el sistema fonológico de cada idioma. El cerebro humano discrimina
con precisión aquellos rasgos de sonido que fueron reforzados en la infancia por la
comunidad hablante y obtuvieron una ―cualidad de señal‖ o rasgo distintivo permanente y
se convirtieron en huellas memorables de la ecología y de la calidad de vida de la
comunidad hablante.
Los sonidos que el hombre primitivo emitía reiteradamente en una situación determinada
provocaban una actividad analítico-sintética diferenciada de los analizadores auditivo y
fónico-motor. La satisfacción de sus necesidades, posterior a tal conducta, reforzaba la
correspondiente reacción vocal, así como la adecuada imagen acústica, afianzando en la
corteza las asociaciones útiles (Spirkin, 1962). Esto permitió la especialización de los
dispositivos respectivos y la génesis del habla.
Todo este largo proceso enunciado como desarrollo de la humanidad es fiel copia de lo
que pasa en el niño en unos pocos años. Para que ocurra una efectiva comunicación, el
cerebro, a través de las redes del sistema nervioso central, debe recibir, transmitir,
seleccionar y organizar toda la información antes de llegar a la comprensión. Todas las
estructuras cerebrales identificables están presentes desde el nacimiento, pero el
desarrollo de las células continúa, incrementando la complejidad de la estructura
dendrítica y expandiendo sus conexiones con otras neuronas (De Conde, 1984), según la
estimulación que se proporcione al niño y una adecuada nutrición.
No obstante, el hecho de que el ser humano llegara a comunicarse por medio de acciones
auditivo-vocales fue una feliz casualidad, puesto que los vertebrados terrestres
quedaron prácticamente sordos por espacio de 200 millones de años, al emerger del agua
(Vergara, 1990). De no haber desarrollado el oído medio, solución biológica aportada por
la naturaleza para tal problema, el hombre actual no tendría audición, por lo cual hubiera
debido utilizar signos manuales, gestuales o gráficos para la interacción con otros
miembros de su colectividad y sobre tal fundamento se sustentaría el lenguaje.
La conciencia fonológica introduce al niño en el sistema de los sonidos del habla a través
de la captación de las funciones diferenciales de los fonemas, sílabas y palabras y en la
conciencia de las secuencias de fonemas en la palabra y en la combinación de sonidos.
Todo ser humano durante su proceso de desarrollo fonológico, utiliza una serie de
mecanismos de adquisición y desarrollo de cada uno de los sonidos del habla y los
fonemas, pero si estos son inadecuados o mal estimulados, se producirá un proceso
fonológico no acorde a la edad, o una alteración fonológica.
DISLALIA O TRASTORNO FONOLÓGICO
Los prefijos como "dis" tratan de establecer parámetros clínico – patológicos (criterios
de enfermedad) a hechos que muchas veces son solo producto del normal desarrollo de la
persona, o no son tan graves como podría pensarse. El profesional debe ser cuidadoso al
emitir estos diagnósticos, ya que producen generalmente ansiedad a los padres de
familia. Es mejor hacer una explicación sencilla sobre su caracterización y la manera de
abordarlo desde el hogar y la consulta.
Es de anotar que los sonidos del habla, al igual que todos los que se producen en la
naturaleza no son tonos puros, sino complejas mezclas que se congregan en un espectro,
por lo cual el oído debe ser capaz no sólo de captarlos, sino de analizarlos y enviarlos al
cerebro para que éste identifique los mensajes que portan.
Para Cromer (1978), Di Nicola (1979) y otros, siguiendo un proceso evolutivo, los órganos
del hombre destinados primariamente a la respiración y a la alimentación han
desarrollado la función adicional de proferir una rica sucesión de sonidos, cuyo uso es
aprendido desde la más temprana infancia y se utilizan simbólicamente con otras
personas que tienen la misma lengua y están en capacidad de percibirlos y comprenderlos.
Por esto, al habla se la conoce algunas veces como ―función superpuesta‖.
Según la concepción de Bloomfield (1933), los fonemas de una lengua no son sonidos, sino
conjuntos de rasgos sonoros que los interlocutores se hallan adiestrados en producir y
reconocer dentro de la corriente sonora del habla. Esto ha sido comprobado por
diferentes autores, entre ellos Bailey (1983), para quien los diferentes sonidos del habla
se distinguen acústicamente por la envoltura del espectro, y particularmente por la
frecuencia de los picos espectrales. Estos surgen de las resonancias del tracto vocal y se
denominan formantes, identificados por medio de un número (f1, f2, f3, f4, etc.), siendo el
primer formante el de más baja frecuencia. Es decir, que el conjunto de formantes
(rasgos sonoros) conforma un espectro cuyo corpus o envoltura es en sí lo que constituye
el sonido del habla que cognitivamente reconoce el ser humano como fonema.
Cuando las dificultades en articulación del habla se deben a fallas en las habilidades de
reconocimiento, discriminación y organización del inventario de los fonemas en un sistema
que le sirva para manejar las diferencias de significado, estaríamos hablando de
problemas fonológicos y no meramente fonéticos que afectan la pronunciación.
Dentro de las Dislalia o Trastorno Fonológico Puro podríamos ubicar las anteriormente
llamadas Dislalia o Trastorno Fonológicos Audiógeno, ya que los niños con pérdidas
auditivas, sean permanentes o intermitentes por un largo tiempo, no se benefician
suficientemente de la estimulación normal del lenguaje para mantenerse dentro de los
parámetros temporales normales para la adquisición de éste. Diversos investigadores han
reportado que el aprendizaje se retrasa en niños con estas patologías (Eisen, 1962; Holm
y Kunze, 1969; Kaplan, Fleshman y Bender, 1973; Katz y Ullmer, 1972; Needleman, 1977).
Esto podría explicarse teniendo en cuenta los estudios de Werker (1982), Werker,
Gilbert, Humphrey y Tees (1981); Werker y Tees (1984) los cuales han demostrado que
durante la segunda parte del primer año, los infantes pueden gradualmente perder
capacidad para distinguir contrastes sonoros no usados en su idioma nativo.
De otro lado, Stark (1988) estudió el desarrollo fonológico de 45 bebés, con edades
entre los 2 y los 18 meses, aparentemente normales de acuerdo con los reportes del
nacimiento y antecedentes pediátricos. Ella examinó a 30 de éstos cuando estaban en
segundo grado y concluyó que las subsecuentes dificultades en la lectura podrían
predecirse sobre la base de la identificación temprana de un retraso en el desarrollo
fonológico. Sugirió que un significativo incremento en la latencia del desarrollo de las
habilidades motoras del habla debería considerarse como predictor de la dificultad para
la lectura. Broman, Bien y Shaughnessy (1985) en una investigación sobre los niños con
bajos niveles de adquisición de la lectura notaron que éstos tienden a presentar una
historia de problemas en la producción e inteligibilidad del habla, sugestiva de un retraso
en la maduración del sistema nervioso central.
Nelson (1985), demostró que los niños que gozaban de la oportunidad de salir más a
menudo de sus casas, tenían mayores niveles de adquisición de lenguaje que otros niños.
Las salidas y el cambio de actividades rutinarias dentro del hogar, pueden generar
diversas experiencias que proporcionan tanto el contenido como la motivación para
compartirlas mediante el discurso.
Por otra parte, algunos autores proponen dentro de la Dislalia o Trastorno Fonológico
Psicógena aquellos errores de articulación del habla originados por deficiencia
intelectual. Pensamos que no se deben confundir situaciones y entidades. En estos casos,
es obvio que el desarrollo fonético y fonológico se caracteriza por estar desfasado en el
tiempo, incompleto y con deficiencias significativas en la discriminación fonemática, pero
muchas de las dificultades que complejizan la expresión oral son de origen disártrico y
producen además una deficiente modulación vocal.
Para Tsvétkova (1977), la lectura es un proceso que tiene mucho en común con la
escritura y que a la vez se distingue de ella en muchos aspectos. Mientras que la
escritura va desde la representación de la expresión que procede anotar, pasa por su
análisis sónico y termina en el recifrado de los sonidos (fonemas) en letras (grafemas), la
lectura comienza por la percepción del conjunto de las letras, pasa por su recifrado en
sonidos y termina con la identificación del significado de la palabra. Tanto la escritura
como la lectura son procesos analíticos - sintéticos que comprenden el análisis fonológico
y la síntesis de los elementos del discurso.
A menudo, y de manera popular, se dice que escribimos como hablamos. Esto indicaría que
todos los niños que presentan Dislalia o Trastorno Fonológico serían malos lectores y
escritores. La realidad nos demuestra algo diferente. Hay una relación estrecha entre la
conciencia fonológica y la lectura o la escritura y no con lo meramente fonético. Habría
que diferenciar (ver Dislalia o Trastorno Fonológico Fonético y Dislalia o Trastorno
Fonológico Puro).
Aunque en Español hay una gran cercanía de transcripción de las letras o grafemas con su
correspondiente sonido, esto no es así en todos los casos. Presentamos algunos ejemplos
a continuación, con una representación figurada de la articulación de los sonidos. Como se
ve, no todos los grafemas coinciden plenamente con los sonidos del habla. Algunos no
suenan como la h o la u en que o gue. Igual, hay cambios en la pronunciación de g y j o x.
De otro lado, debemos analizar cómo hacemos para comprender un texto en otro idioma
si no somos competentes en su pronunciación. Si lo fonético fuera la base, no podríamos
comprenderlo.
CONCLUSIÓN
Es necesario comprender que los problemas comunicativos no pueden seguir teniendo una
connotación de enfermedades, sino de eventos que afectan el bienestar psico – social de
la persona. En este sentido, La DISLALIA O TRASTORNO FONOLÓGICO,
corrientemente definida como una alteración funcional del habla, debe también
prospectarse desde lo individual, encontrando los factores ambientales, socio –
emocionales, de nutrición, salud y modelos comunicativos en el hogar que pudieran estar
causando en su conjunto esta problemática,
La edad ideal para iniciar una terapia logopédica o del habla formal, es hacia los 4 años.
Antes de ello, la familia, con una adecuada asesoría por parte del Terapeuta del
Lenguaje, Fonoaudiólogo o Terapeuta del Lenguaje o Fonoaudiólogo, puede ayudar al niño
a superar el problema.
BIBLIOGRAFÍA
ALLPORT, F. (1984): La respuesta condicionada como base para el lenguaje. En: PIAGET,
Jean y otros. El lenguaje y el pensamiento de la persona pequeño. Paidós, Barcelona.
DeCONDE, C. (1984): Children with central auditory processing disorders. En: HULL,
Raymond. The hearing impaired child in school. Grune & Stratton, Inc., Orlando.
FOCAULT, M. (1971): Las palabras y las cosas. Siglo XXI Editores, México.
FRANCESCATO, G. (1974): El lenguaje infantil. Ediciones 62, Barcelona.
GIBBS E, y CARSWELL, L (1991): Using total communication with young children with
Down syndrome: A literature review and case study. Early Childhood Devel 2:306-320.
GRAVEL J. y WALLACE 1(1995): Early otitis media, auditory abilities, and educational
risk. Am J Speech-Language Pathol 4:89-94.
HARPER, J.C. Y WELLS, D. (1999). Recent Advances and Futures Developments in PGD.
Prenatal Diagnosis, 19: 1193-1199.
HARRIS, J. (1988): Language development in schools for children with severe learning
difficulties. Croom Helm Ltd., Beckenham (Inglaterra).
HINDE, R. (1977): Bases biológicas de la conducta social humana. Siglo XXI, México,
1977.
LUCAS, E. (1980): Semantic and pragmatic language disorders. Aspen, Rockville, 1980.
LUTMAN, M. (1983): The scientific basis for the assessment of hearing. En: LUTMAN,
M. y HAGGARD, M:. Hearing science and hearing disorders. Academic Press, London,
1983.
LYNCH, J. (1994): Provision for children with special educational needs in the Asia
region. The World Bank. Washington.
MANOLSON A (1992): "It Takes Two to Talk" (2nd ed.). Imaginart, Idylewild, CA.
McALLER, P. (2002). Cómo ayudar a las personas con problemas de lenguaje y auditivos.
Aguilar, México.
MADALENO, M. y otros. (1995): "La salud del adolescente y el joven". OPS, Washington.
MEYERS L. (1994): Access and meaning: the keys to effective computer use by children
with language disabilities. J Special Educ. Technol. 12:257-275.
MILLER, G. y GILDEA, P. (1987): Cómo aprenden las palabras las personas. En:
Investigación y Ciencia Nº 134. Prensa Científica, S.A., Barcelona.
REY, H. (1986): El recién nacido latinoamericano. Hospital Universitario del Valle, Cali,
Colombia.
WALLON, H. (1976): Los orígenes del pensamiento en el niño. Ediciones Nueva Visión
SAIC, Buenos Aires.
WIIG, E. (1991): Language-learning disabilities: paradigms for the nineties. En: Annals of
Dyslexia, Vol. 41. The Orton Dyslexia Society.